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Han tenido alguna vez la experiencia de que su

madre les dijera antes de salir con otros jóvenes:


“Recuerda quien eres”? Y quizás se hayan
preguntado: “¿Por que las madres siempre dicen
eso?” y “Al fin de cuentas, ¿quien soy yo?”
Otros se han hecho también esa pregunta tan
importante:
“Moisés respondió a Dios: ¿Quien soy yo?” (Exodo 3:
11 .)
“Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y
dijo: Señor Jehová, ¿quien soy yo~.” (2 Samuel 7: 18.)
DINAMICA

ROMPECABEZAS
Usted es un hijo de Dios
La manera de definirse puede cambiar a lo largo de su vida, pero lo primero y lo más
importante es que usted es un hijo amado de Dios. Él es el Padre de su espíritu (véanse
Números 16:22; 27:16; Hebreos 12:9).
Durante nuestra vida terrenal, nos pueden dar o podemos asignarnos muchas etiquetas.
Algunas etiquetas pueden describir nuestras afiliaciones o una etapa de la vida, mientras
que otras etiquetas pueden reflejar características físicas como “alto”, “bajo”, “castaño”,
“calvo” o “pelirrojo”.
Nuestra identidad puede ser
variable, pero hay un aspecto de
quiénes somos que es eternamente
constante: siempre seremos hijos de
Dios.
“El hecho principal que nos define es
que todos nosotros somos hijos de
padres celestiales, que nacimos en la
tierra con un propósito y con un
destino divino. Cuando cualquier
otra noción, sea cual fuere, interfiere
en este hecho principal, entonces es
destructiva y nos conduce por el
camino equivocado” ¿Quién soy?
¿Quién quiero ser? Estas son dos
preguntas que todos nos hacemos
en algún momento de nuestra vida.
Comprender nuestra identidad es clave para
el modo en que nos vemos a nosotros
mismos y a los demás. Sin embargo, esas
preguntas pueden ser difíciles de responder
cuando las voces que nos rodean dicen que
nuestra identidad y nuestra valía provienen
de cosas temporales como nuestra apariencia,
posición social o éxito en el trabajo o en la
escuela. Es demasiado fácil escuchar al
mundo, y sus voces pueden hacernos sentir
abrumados, desanimados o perdidos, pero
cuando comprendemos realmente nuestra
naturaleza divina, podemos empezar a
vernos a nosotros mismos y a los demás
como Dios nos ve.
¿Quiénes somos?
Algunos de nosotros hemos crecido cantando “Soy un hijo
de Dios” (Himnos, nro. 196) o lo hemos aprendido en
algún momento, pero aunque nos sepamos la letra de
memoria, es fácil pasar por alto la importancia de nuestra
herencia celestial.
El apóstol Pablo enseñó que somos más que seres
mortales:

DINAMICA PADRES E HIJOS


Conocer nuestra naturaleza divina
¿Cómo te beneficia este conocimiento? Cuando comprendemos verdaderamente que
somos hijos de Dios, podemos:
Desarrollar confianza
Incluso con todos esos recordatorios, a veces podemos
seguir cuestionando quiénes somos. Satanás trabaja
constantemente para hacernos perder de vista quiénes
somos porque sabe que cuando comprendemos y vivimos
de acuerdo con nuestra identidad divina, somos
bendecidos con poder divino. Nuestra confianza puede
aumentar a medida que llegamos a conocer mejor al Padre
Celestial y a Jesucristo

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