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Siervos de la Palabra

“Nada puede estar mejor en las manos de Dios”

Objetivo: Encontrar en Dios la respuesta a todas esas situaciones que nos aquejan en diferentes
circunstancias, y comprender así que todo en nuestras vidas sale según su voluntad.

Introducción: A lo largo de nuestra vida, no solo de fe, sino también personal, profesional y laboral,
constantemente nos encontraremos con muchas dificultades. Debemos aprender a identificar
fácilmente estas situaciones, para que, cuando se presenten en nuestros caminos, logremos
sobrellevarlas de una manera hábil, pero aún más importante, lograr sobrellevarlas en una misma
línea de la mano de Jesús y de María.

Cita base: “Porque yo sé bien los proyectos que tengo sobre ustedes -dice el Señor-, proyectos de
prosperidad y no de desgracia, de darles un porvenir lleno de esperanza”. (Jeremías 29, 11).

Cuerpo de la enseñanza:

Punto 1: Confianza en Dios, Él no defrauda.

La mayoría de las personas en alguna ocasión seguramente han escuchado ese famoso dicho
de “Dios tarda, pero nunca olvida”, y es algo que se ha vuelto muy cotidiano escuchar en nuestro día
a día. Sin embargo, ¿hemos pensado qué significa de verdad este dicho? Significa que Dios nunca nos
deja solos, que Él nunca nos olvida, que no nos deja desamparados y mucho menos a nuestra suerte.
En distintas aflicciones, y cuando nos encontramos pasando por un mal tiempo o una “mala racha”, se
suele pensar que Dios ha decidido tomar otro camino distinto al nuestro y dejarnos total y
absolutamente solos en este camino de fe llamado vida.

Nuestro día a día es un constante recordatorio de que Dios camina siempre junto a nosotros y
es un compañero en nuestro camino. Es un recordatorio de que si bien, muchas veces nuestra vida
puede dar un giro de 180° y quedar de cabeza, Él está y estará ahí para ayudarnos a volver a poner
nuestro mundo en orden. Si bien, es muy fácil decir todo esto, ¿en verdad es fácil creerlo? 
Siervos de la Palabra

Todo en nuestra vida es cuestión de creer en Dios y tener confianza en Él, aunque muchas
veces nos cueste tener esta confianza, es más que todo cuestión de fe, para verdaderamente creer
que todo lo que nos pasa o sufrimos es de verdad, el plan de Dios.

Punto 2: Ver todos los sucesos de nuestra vida desde una perspectiva buena.

En ocasiones, las personas cuando reciben un regalo y no es lo que esperaban, suelen


decepcionarse tanto del regalo como de quién les dio este presente. Justamente así es nuestra
relación con Dios, siempre esperamos que en nuestra vida se den las cosas tal y como nosotros las
tenemos planeadas, sin embargo, hay que aprender a ser un poco más humildes y así, ver a Dios en
incluso las cosas que no nos salen de la manera en que las tenemos planificadas, creemos que nuestro
mundo ha terminado, si embargo, es el inicio de una nueva aventura en nuestro camino de fe.

Es parte de nuestro camino también reconocer en nuestra humildad que muchas veces Dios
nos quita distintas cosas que queremos en cada una de nuestras vidas; entrar a un colegio en
específico, la carrera universitaria de mis sueños o el trabajo que siempre hemos querido, para darnos
así otra cosa en su lugar, que termina siendo mejor de lo que esperábamos. En estos momentos en
específico, es donde, aunque al principio no entendamos lo que pasa en nuestras vidas, debemos
confiar en Él y entregarnos completamente al Señor, y al igual que Samuel responderle; “habla Señor,
que tu siervo escucha”. (1 Samuel 3, 10).

Punto 3: Guardar todos los sentimientos en nuestro corazón

Si pensamos en una persona cuyos planes de vida dieron un giro totalmente inesperado a lo
que tenía planeado en su momento, inmediatamente viene a nuestra mente una mujer; María. Esa
joven mujer que nunca imaginó ser la madre del Hijo de Dios, la madre del Salvador, pero que en
cuanto se le hizo este llamado, respondió; “he aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu
palabra” (Lucas 1, 38). Sabemos que para María no fue fácil sobrellevar este reto, y que en ocasiones
pudo haber sentido que no sabía porque Dios le hacía pasar por las hazañas que ella tuvo que
soportar, sin embargo, también sabemos que, en su humildad, lo que caracterizaba a María era
guardar estas cosas en su corazón y meditarlas (Lucas 2, 19).
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Muchas veces eso es lo que necesitamos nosotros, meditar en nuestro corazón los planes o
proyectos que tenemos en nuestras vidas y los planes que Dios trae a nuestro encuentro, o incluso,
esos proyectos que tal vez llegan a nosotros tiempo después del que lo habríamos querido, pero aquí
es donde vemos en efecto el nombre de este tema; nada puede estar mejor en las manos de Dios,
pues ¿qué podría ser mejor que Él nos ayude y guíe en cada paso que damos de nuestra vida?

Conclusión: Dios siempre quiere lo mejor para nosotros

Puede sonar muy fácil el decir “confía en Dios”, “todo se solucionará”, “sí puedes salir
adelante” y demás mensajes de motivación que las demás personas suelen decirnos cuando nos
encontramos con un bache en nuestras vidas, no obstante, si nosotros no creemos en nosotros
mismos, muy pocas personas allá afuera van a estar brindándonos un apoyo como el que Él nos da día
con día, aunque no logremos verlo a nuestro lado.

Cuando nos encontramos en una relación de noviazgo, sabemos que es una relación de un
50/50 idealmente, ambas personas deben dar de sí mismas para que todo funcione en ese noviazgo.
Lo asombroso de dejar nuestras vidas en las manos de Dios, es que esta relación puede ser de un
1/99, solo nos hace falta tener una mínima cantidad de fe y de confianza en Él, para que así Él nos
brinde los planes que tiene para con nosotros.

Es aquí, donde debemos tomar las palabras del Santo Padre en su primera homilía de la
Jornada Mundial de la Juventud 2013, que se desarrolló en Brasil; “mantengan la esperanza, déjense
sorprender por Dios y vivan con alegría”. Tres claves que, si logramos adaptar a cada una de nuestras
vidas, como decía la cita bíblica base, nos aseguran un futuro lleno de esperanza.

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