Está en la página 1de 25

DERECHO DEL

CONSUMIDOR
INTRODUCCIÓN AL DERECHO DEL
CONSUMO
GENERALIDADES DEL DERECHO MERCANTIL
El derecho comercial de finales del siglo XX e ini­cios del siglo XXI ha cambiado, tanto
en su contenido como en sus características, por lo que ya no es lo que fue.
Hoy, el Derecho Mercantil, se inspira en los códigos de comercio que se promulgaron
en los primeros años del siglo XIX, básicamente el Código de Comercio francés de
1807 y el Código de Comercio español de 1829. Tal normativa es insuficiente ante la
realidad económica y social de nuestros días y no se condice con los cambios que ha
originado el progreso científico y tecnológico.

Los códigos clásicos del siglo XIX regularon un derecho mercantil fundado en la idea
objetiva del acto de comercio, concepción que ha sido superada por la noción de un
derecho sancionador de la actividad mercantil masiva desarrollada por la empresa.
En Chile la legislación mercantil sigue vinculada a la noción objetiva del acto de
comercio, ya que nuestro código data de 1867.
En nuestra doctrina, nadie ignora la diferencia existente entre el comercio regido por ese
texto legal, basado en la intermediación de bienes muebles con ánimo de lucro, y el
tráfico mercantil de fines del siglo XX y en la perspectiva del siglo XXI, caracterizado
por el aspecto masivo, internacional y en busca de resultados eficientes.
El derecho comercial clásico se inspiraba asimismo en los prin­cipios de la autonomía de
la voluntad y de la libertad de contratación, cuyo contenido ha sido limitado por la
intervención del Estado en la actividad económica, ya sea al promulgar leyes destinadas a
regularla u orientarla, como por su partici­pación directa.
También incide en el cambio de dichos principios la noción de consumidor como un
grupo o una clase que interviene en la actividad económica, cuyos intereses tie­nen que ser
cautelados por el derecho contra los abusos de los proveedores y el desarrollo de la libre
competencia en el plano nacional e internacional.
La globalización de la economía, que no se ve limitada por zonas de países ni de tipos
de bienes, valores o servicios, sino, por el contrario, di­rigidos hacia y desde todo el
planeta gracias a los avances de las comunicaciones.
Lo anterior ha originado un derecho mercantil internacional, que nace en ciertas
formulating agencies, como la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional (CNUDMI) y el Instituto para la Unificación del Derecho
Privado (UNIDROIT).
Este nuevo derecho del comercio internacional tiene como fuentes las leyes modelo, las
convenciones internacionales y los usos y las costumbres. En la elaboración del derecho
mercantil uniforme que rige el comer­cio internacional también tiene cabida la
intervención legislativa nacional, cuando ella resulta necesaria para la vigencia y la
aplicación del aludido derecho. Sin embargo, también suele ocurrir que las normas en
cuestión sean formalmente consideradas como usos y costumbres del comercio
internacional, teniendo como fuente de creación la práctica reiterada de los operadores
en el comercio internacional sectorial de que se trata y, por lo mis­mo, al margen
del poder normativo internacional de los Esta­dos nacionales
La apertura de las economías hacia el exterior no sólo ha incrementado los
intercambios, sino que también ha facilitado la penetración de nuevas figuras de
contratación mercantil, tales como: leasing, factoring, franchising, underwriting, joint
ventu­res, etc., que comportan la entrada del derecho proveniente del sistema jurídico
del Common Law o del derecho mercantil inter­nacional, que sin duda importa cambios
en el plano legislativo y jurisprudencial.
En conclusión, el derecho que emana de los Códigos de Comercio de comienzos
del siglo XIX ha pasado a la historia debido a los cambios reseñados precedentemente
y en cierta medida está volviendo a sus orígenes
CONSUMO, VARIABLE ECONÓMICA Y
SOCIAL
¿Qué es una variable económica?
Es una herramienta importante para el desarrollo que proporciona información sobre el nivel
de actividad económica. Son importantes para entender la situación económica de un país o
región, y para tomar decisiones basadas en datos empíricos en políticas públicas, inversión y
negocios.
Una variable económica es una medida cuantitativa utilizada para medir o describir una
característica económica específica de una economía, mercado o sociedad. Estas variables a
menudo se utilizan en modelos teóricos para explicar las variaciones en el crecimiento
económico del país y pueden ser:
1.- Macroeconómicas, como el PIB (producto interno bruto), la tasa de inflación, la tasa de
desempleo, entre otros.
2.- Microeconómicas, como los precios de los bienes y servicios, la oferta y demanda,
ingresos y gastos de las empresas y hogares, entre otros.
Otra variable importante es la recaudación tributaria, que puede tener un impacto significativo
en la economía. La recaudación tributaria se puede utilizar como una medida de la capacidad
del gobierno para financiar sus políticas económicas y sociales.
Concepto de variable económica
Algunos de los conceptos importantes relacionados con las variables económicas son:
- Cantidad. Se miden en términos de cantidad o número, como la cantidad de dinero, la
tasa de inflación, el número de empleados, entre otros.
- Periodicidad. Los datos económicos pueden ser presentados en diferentes períodos,
como diarios, semanales, mensuales, trimestrales, anuales, etc.
- Volatilidad. Pueden ser volátiles y fluctuar en el tiempo debido a cambios en los factores
que las afectan, como la economía global, la política, la tecnología, entre otros.
- Relación. Pueden estar interrelacionadas y afectarse mutuamente. Por ejemplo, un
aumento en el precio del petróleo puede aumentar los costos de producción de una
empresa y llevar a mayores precios para los consumidores.
- Correlación: La correlación es la relación estadística entre dos variables. Una
correlación positiva significa que la relación entre dos variables es directa, es decir,
aumenta o disminuye juntas.
Ejemplo de variable económica
Un ejemplo de variable económica es el PIB, que mide el valor monetario de todos los
bienes y servicios finales en un país durante un tiempo determinado. Se compone de
cuatro componentes principales:
- El consumo privado.
- La inversión.
- El gasto público.
- Las exportaciones netas.
Iinformación Obtenida Del Banco Central, IPOM diciembre 2023:
FORMACIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO
DEL CONSUMO
Una de las primeras manifestaciones de la normativa protectora del consumidor está
representada por el Sherman Anti-Trust Act, de fecha 2 de julio de 1890, perteneciente
al derecho norteameri­cano, texto que estuvo destinado a sancionar prácticas contra­rias a
la libre competencia.

En Europa suele citarse como primera iniciativa legal de pro­tección del consumidor al
Abzahlungsgesetz, de 16 de marzo de 1894, propia del derecho alemán, según el cual
las partes tie­nen que devolverse cualquier dinero o bienes recibidos en vir­tud de un
contrato, siendo nula toda cláusula que disponga que una parte del dinero recibido
quede en manos del acreedor.
Las reglas destinadas a proteger al consumidor surgen como consecuencia del paso de
una economía agraria a una econo­mía industrial, sobre todo porque esta última implica
una pro­ducción masiva de bienes, como así también una oferta múltiple de servicios.
Los bienes producidos en masa tenían unas mismas características y como la
contratación devino también masiva, fue preciso crear unos contratos con cláusulas
similares para facili­tar este tipo de negociación.
En estos contratos a la contraparte del industrial se le denominó la parte débil,
surgiendo en conse­cuencia la necesidad de protegerla frente a la parte que le im­ponía el
contenido de las estipulaciones, es decir, los términos y condiciones de la contratación.
Se trataba pues de la parte obli­gada a aceptar sin discusión el contenido del contrato,
como única forma de poder adquirir los bienes o requerir los servi­cios para satisfacer
sus necesidades
A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la contrata­ción tenía lugar
empleando contratos de adhesión, contratos re­dactados en formularios previamente
elaborados o contratos sujetos a condiciones generales impuestas por una de las partes.

El derecho empezó a preocuparse de esta situación, pero ex­clusivamente desde el punto


de vista contractual, estableciendo normas destinadas a regular las cláusulas abusivas,
tales como las de limitación de responsabilidad, las relativas a la prohibi­ción de
desahuciar el contrato, las destinadas a imponer plazos de caducidad.

El Código Civil italiano de 1942 fue el primero en reaccionar contra este tipo de
cláusulas, mediante los artícu­los 1341 y 1342, que le restaron eficacia. El ejemplo de la
nor­mativa italiana fue seguido después por numerosas otras legislaciones
Otro antecedente de orden contractual del derecho del con­sumidor lo constituye la
interpretación de los contratos redac­tados en formularios preestablecidos. En efecto, se
establece una regla en virtud de la cual, en caso de duda, se interpretará el contrato a
favor del otro contratante, esto es, aquel que no in­tervino en su redacción.

La llegada de la noción de consumidor supuso tomar en cuenta a quien aparece como


contratante débil o víctima de un daño, para asegurar su adecuada información y
resguardo en casos de fraude o de abuso.
Los contratos con cláusulas preestablecidas y con condicio­nes generales se convirtieron
en los instrumentos idóneos para los intercambios masivos.
Estos contratos dieron ori­gen al ahorro de tiempo al evitarse la discusión de las cláusu­
las individuales, un ahorro derivado de la uniformidad de la contratación que facilita la
homogeneidad de la gestión em­presarial y un ahorro de la litigiosidad, porque los
contratos contemplan de antemano las soluciones de los eventuales con­flictos.
En el tráfico mercantil moderno el consumidor ha dejado de ser un simple comprador
de bienes o usuario de servicios, para convertirse en una persona cuya salud, integridad
física y psíquica, como así también el medio ambiente que le rodea, de­ ben ser
cautelados por el derecho.
El derecho que regula la actividad económica mercantil no puede centrarse en uno solo
de los sujetos participantes en ella, esto es, en la empresa, sino que ha de considerar a
los consumi­dores. Como indica Bercovitz: "Tan importante o más que las empresas son
los consumidores, así como las exigencias del pro­pio tráfico económico"
En el tráfico mercantil moderno el consumidor ha dejado de ser un simple comprador
de bienes o usuario de servicios, para convertirse en una persona cuya salud, integridad
física y psíquica, como así también el medio ambiente que le rodea, de­ben ser
cautelados por el derecho.
El derecho que regula la actividad económica mercantil no puede centrarse en uno solo
de los sujetos participantes en ella, esto es, en la empresa, sino que ha de considerar a
los consumi­dores.
Como indica Bercovitz: "Tan importante o más que las empresas son los consumidores,
así como las exigencias del pro­pio tráfico económico"
En Chile.
El primer texto legal que se ocupa de la protección del consumi­dor en nuestro país es el
Decreto Ley Nº 520, de 30 de agosto de 1932, en cuanto a que da origen a un servicio
público llama­do Comisariato de Subsistencias y Precios, cuya misión funda­mental era
controlar los precios y la calidad de los artículos de primera necesidad y de uso o
consumo habitual de los habitan­tes del territorio nacional.
El Comisariato se man­tuvo en actividad con su denominación de origen hasta que, en
virtud del Decreto Supremo Nº 1.262, de 30 de diciembre de 1953, cambió su nombre
pasando a llamarse Superintendencia de Abastecimientos y Precios. Tal norma lo que
hizo fue más que un cambio e nombre, también se fijó el texto refundido del Decreto
Ley Nº 520, de 1932, dándole a la entidad estatal nue­vas atribuciones, como las
referentes al estudio de los costos de los bienes o servicios declarados esenciales o de
primera necesi­dad, a la fijación de precios en determinadas circunstancias, a combatir
la especulación, el acaparamiento y la negación de ven­ta de bienes y artículos
sometidos a control.
El Decreto con Fuerza de Ley Nº 242, de 30 de marzo de 1960, aprueba la Ley
Orgánica de la Dirección de Industria y Comercio y deroga los anteriores textos sobre
la materia.
La nueva entidad, (Dirinco), ten­drá ahora dependencia del Ministerio de Economía,
Fomento y Reconstrucción, sucederá legalmente a la Superintendencia de
Abastecimientos y Precios y entre sus atribuciones figurarán las de realizar estudios
sobre costos, precios, abastecimientos y mer­cados, y las de adoptar y proponer las
medidas adecuadas para asegurar la atención de las necesidades nacionales en materia
de consumo.
En 1974, se dictó el Decreto Ley Nº 280, destinado a reprimir con penas de presidio el
llamado delito económico, consistente en una variada gama de conductas consideradas
contrarias a los derechos del con­sumidor, entre ellas la defraudación en la venta de
productos o mercaderías, la de cobrar precios superiores a los fijados por la autoridad o
por organismo competente, la negativa injustificada de venta y la de acaparamiento y
ocultamiento de bienes de con­sumo.
La Dirinco era la autoridad facultada para investi­gar y sancionar las infracciones del
aludido texto legal.
El antecedente legal más próximo a la actual normativa del consumidor es la Ley Nº
18.223 de 1983.
Esta declaró contraria a los derechos de los consumidores la realización prác­ticamente
de las mismas situaciones sancionadas por el Decre­to Ley Nº 280.
Por ello, eran atentatorias a los derechos de los consumidores las conductas de fraude
en venta de productos o mercaderías o en la prestación de un ser­vicio, las de cobro de
precio superior al exhibido, las de ne­gativa injustificada de venta de un bien o
prestación de un ser­vicio, las de no exhibición o publicidad de precios de artículos,
productos o servicios; las de negativa injustificada a propor­cionar el servicio técnico y
repuestos; las de no rotulación de bienes o servicios o la rotulación con error; la de
suspensión injustificada de un servicio previamente contratado y por el cual se hubiere
pagado derecho de conexión, de instalación, de incorporación o de mantención, y las de
falsedad en la pro­moción de venta de bienes o servicios.
La nueva nor­mativa legal cambió todas las penas de presidio por la de mul­tas, con lo
cual atemperó el rigor de la reglamentación que le precedía
La Ley Nº 18.223 no era suficiente para la adecuada de la protección del consumidor,
cuestión que se señaló en el mensaje de la Ley Nº 19.496, donde se señala además que,
también era insuficiente para regu­lar las relaciones entre proveedores y consumidores y
para dirimir controversias entre los mismos y que no contiene reglas sobre
responsabilidad por productos defectuosos y riesgosos, so­bre contratos de adhesión ni
sobre publicidad comercial.
De tal forma se puede observar que con la nueva normativa se pretende regular más
eficientemente la materia enmarcándose en una protección total del con­sumidor, que lo
resguarda de las conductas abusivas de los pro­veedores de bienes y servicios, de los
perjuicios derivados de la publicidad engañosa, de la falta de información, de la
discrimi­nación injustificada de precios o condiciones de venta y que brin­da seguridad
respecto de los bienes que consume y de los servicios que requiere.
A

También podría gustarte