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Virginidad, celibato y

fecundidad en el
Magisterio de la Iglesia
Seminario Auxiliar San Rodrigo Aguilar – Etapa Propedéutica
Formador: Pbro. Alfredo Bravo
Formando: Seminarista Carlos Rafael Nápoles Hernández
Materia: Formación Humana 2
Segundo Semestre
Virginidad en el Magisterio de la Iglesia
 Cristo permaneció toda la vida en el estado de virginidad, que significa su
dedicación total al servicio de Dios y de los hombres.
 Esta profunda conexión entre la virginidad y el sacerdocio en Cristo se refleja
en los que tienen la suerte de participar de la dignidad y de la misión del
mediador y sacerdote eterno, y esta participación será tanto más perfecta
cuanto el sagrado ministro esté más libre de vínculos de carne y de sangre.
 La virginidad es una dedicación a Dios en el servicio a los hombres en Cristo.
 Los jóvenes que se preparan para el sacerdocio, siendo conscientes de ofrecer
su vida toda al Señor, con libertad manifiestan su opción y respuesta, en
orden a la vivencia del futuro ministerio.
Virginidad en el Magisterio de la Iglesia
 Ya siendo sacerdotes, con la apertura a donarse a la causa del Reino, insertos
en su realidad de pastores, «la virginidad consagrada de los sagrados
ministros manifiesta el amor virginal de Cristo a su Iglesia y la virginal y
sobrenatural fecundidad de esta unión, por la cual los hijos de Dios no son
engendrados ni por la carne, ni por la sangre (Jn 1, 13), sino por el amor de
quien se ofrece y entrega totalmente a Aquel que lo ama desde siempre y le
da su gracia de modo que sea fecundo por la unión virginal con Cristo y su
Iglesia.
 La acción de la gracia de Dios en el sacerdote es una fuerza vivificadora
necesaria para su ofrecimiento diario en el altar de la Eucaristía y en el altar
del servicio con un corazón lleno del amor del Señor y por el Señor, de esta
manera, destaca el precioso don de la divina gracia, concedido a algunos por
el Padre para que se consagren a solo Dios con un corazón que en la virginidad
o en el celibato se mantiene más fácilmente indiviso.
Virginidad en el Magisterio de la Iglesia
 En el camino y seguimiento del Señor, el sacerdote no anda solo ni es abandonado, es
Jesús quien camina con él, quien vive en él.
 Es necesario que el sacerdote abra su corazón y todo su ser para recibir al Señor, hacerlo
su amigo. Esto hará posible la vida de virginidad.
 El abrazo de la virginidad es abrazar a Cristo y en el abrazo con Cristo es vivir en la unidad
del amor.
 Los seminaristas, aprenderán a vivir este abrazo con Cristo, sumergiéndose en la vida de
virginidad para proclamar su amor y sus maravillas.
 Los apóstoles eran amigos del Esposo, ellos aprenderán del Esposo, lo que a su vez Jesús
(Hijo-Esposo) aprendió del Padre. Y como Hijo dócil a la voluntad del Padre transmite y
comunica magistralmente a sus apóstoles.
 En su manifestación como Hijo-Amigo- Esposo y «en esta actitud de docilidad al Padre,
Cristo, aun aprobando y defendiendo la dignidad y la santidad de la vida matrimonial,
asume la forma de vida virginal y revela así el valor sublime y la misteriosa fecundidad
espiritual de la virginidad».
Celibato en el Magisterio de la Iglesia
 Reconocemos que Jesús realizó mediante su misterio pascual esta nueva creación (2Cor 5,
17; Gál 6, 15), introduciendo en el tiempo y en el mundo una forma nueva sublime y
divina de vida, que transforma la misma condición terrena de la humanidad (cf. Gál 3, 28).
 La transformación nueva en Cristo por la humanidad es para levantar al hombre caído,
devolviéndole su dignidad, abriéndole nuevos caminos de relación y de vida.
 Los sacerdotes responsables de la formación de los futuros pastores, deben dar a conocer
a los alumnos con toda transparencia, libertad y verdad la importancia del celibato, como
nos dice Optatam Totius:
 “Los alumnos que, según las leyes santas y firmes de su propio rito, sigue la venerable
tradición del celibato sacerdotal, han de ser educandos cuidadosamente para este estado,
en que, renunciando a la sociedad conyugal por el reino de los cielos (cf. Mt 19, 12), se
unen al Señor con amor indiviso, sientan íntimamente con cuanta gratitud han de abrazar
ese estado no solo como precepto de la ley eclesiástica, sino como un don precioso de
Dios que han de alcanzar humildemente, al que han de esforzarse en corresponder libre y
generosamente con el estímulo y la ayuda de la gracia del Espíritu Santo”.
Celibato en el Magisterio de la Iglesia
 Los jóvenes seminaristas, desde su formación inicial, dóciles a la acción del Espíritu
Santo, en actitud humilde y con plena conciencia, trabajarán en sí mismos para hacer
real la vivencia del celibato, como don de Dios y respuesta generosa en su preparación
al sacerdocio.
 Al respeto dice Pablo VI: «el don del celibato, tan congruente con el sacerdocio del
Nuevo Testamento, lo otorgará generosamente el Padre, con tal de que los que por el
sacramento del orden participan del sacerdocio de Cristo, más aún toda la Iglesia, lo
pidan con humildad e insistencia».
 Entonces, el celibato es un don que Dios otorga a quienes llama al sacerdocio y, a su
vez, una tarea del candidato que se dispone a recibirlo, con el influjo del Espíritu Santo
que ayuda a pedir al Padre.
Celibato en el Magisterio de la Iglesia
 El celibato sacerdotal es un carisma, recuerda a los presbíteros que ella constituye un
don inestimable de Dios a la Iglesia y representa un valor profético para el mundo
actual. Por tal motivo, el don y carisma provenientes de la fuente divina es para
beneficiar a la Iglesia.
 Teniendo en cuenta que es Dios mismo quien se da a los hombres a través de los
sacerdotes, es por ello que: el celibato ha de ser acogido con libre y amorosa decisión
que debe ser continuamente renovada, como don inestimable de Dios, como estímulo
de la caridad pastoral, como participación singular en la paternidad de Dios y en la
fecundidad de la Iglesia, como testimonio ante el mundo del Reino escatológico.
 Si bien, el celibato es un don, debe ser acogido por el candidato en formación, para
que, una vez recibido el orden sacerdotal, sepa valorarlo y cuidarlo con
responsabilidad.
Celibato en el Magisterio de la Iglesia
 Por lo tanto, en la formación del celibato sacerdotal deberá asegurarse la conciencia
del don precioso de Dios, que llevará a la oración y la vigilancia para que el don sea
protegido de todo aquello que pueda amenazarlo.
 De esta manera, no basta con haber pedido desde la formación inicial el don del
celibato, ni haber sido ordenados, es necesario saberse mantener en constante
vigilancia, cuidando del don, pidiendo con todo el corazón, para que este precioso
regalo divino siga siendo anunciado y proclamado como un estilo de vida permanente,
unidos a Cristo y a su Iglesia.
 Además de pedir y orar, la vigilancia y cuidado del celibato debe ser una tarea
permanente, dado que, en nuestros ambientes somos bombardeados por muchos
medios sobre diversos aspectos que atacan la vida del célibe y la pueden debilitar.
Celibato en el Magisterio de la Iglesia
 En este sentido, centramos nuestra atención en el desafío del celibato, al respecto, la
Ratio fundamentalis dice:
 “Vivir el celibato por el Reino, en medio de nuevos estímulos, las tensiones de la vida
pastoral, en vez de favorecer el crecimiento y la maduración de la persona, pueden
provocar una regresión afectiva, que induce, bajo la influencia de una tendencia
socialmente difundida, a dar espacio indebido a las propias necesidades y a buscar
compensaciones, impidiendo el ejercicio de la paternidad sacerdotal y de la caridad
pastoral”.
 En conclusión, si el futuro sacerdote aprende a tomar en consideración estos aspectos,
tendrá una mayor conciencia de lo que implica la vivencia del celibato en el ministerio,
contando con más elementos que lo capaciten para conocer y profundizar, en la
dinámica de la formación inicial, su opción por Cristo y su seguimiento.
Fecundidad en el Magisterio de la Iglesia
 La fecundidad divina plasmada en el hombre se refleja en la bendición, en la
vida, en la fidelidad, en el amor, en la respuesta, en la relación y en el
dialogo.
 La bendición es un llamado a la fecundidad. Al recibir la bendición y el don,
se crea un dinamismo interno que mueve al hombre a descubrirse a sí mismo
y reconocer al Creador como fuente de vida, impulsado a reproducir la
imagen en el plan divino, inserto en su realidad de ser humano.
 La Palabra de Dios crea, llama, bendice y les otorga la facultad de ser
fecundos. Entonces, la bendición y el llamado a la fecundidad son dos
realidades unidas, que tienen su origen en Dios. Por ello, al exclamar Eva
«¡He tenido un varón gracias al Señor!» (Gn 4,1), está reconociendo la obra y
la fuerza del Creador, así como el cumplimiento de su palabra.
Fecundidad en el Magisterio de la Iglesia
 Si el don físico de la vida es fundamento de la paternidad, no recubre
totalmente su sentido, pues la bendición divina no se transmite sólo por los
vínculos de la sangre.
 En este sentido, la bendición del Señor, no solo es para destacar la paternidad
de sangre o el aspecto biológico. Dios bendice en su totalidad al hombre.
 La bendición nueva y la plenitud se manifiesta en la venida del Salvador, bien
lo expresa san Pablo: «Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios
envió a su propio Hijo, nacido de una mujer» (Gal 4,4).
 Jesucristo es plenitud de vida, se hace parte de esta historia y de este
mundo, enseñando al hombre el camino para crecer en el amor y fecundidad.
Fecundidad en el Magisterio de la Iglesia
 La vida es un don de Dios, la fecundidad otorgada a los hombres es signo de la
bendición del Señor para crecer y multiplicarse.
 En Jesús, recibimos la bendición más grande del Padre para las generaciones
venideras manifestándose en la carne y en el espíritu como fuente de
fecundidad y plenitud de una nueva humanidad – Hijos de Dios.
 Con la comunidad de los Doce apóstoles, Jesús lleva a cabo la obra del Padre.
La fecundidad consistirá en anunciar el Evangelio, suscitar la fe, dar
esperanzas a los hombres, transmitirles el amor de un Dios Misericordioso,
bendecirlos, animarlos a mantener la relación íntima con el Padre, vivir la
fidelidad y libertad.
Fecundidad Bíblica
 Reconociendo la obra de Dios, la creación del hombre a su imagen y
semejanza, el bendecirlos y llamarlos la fecundidad, haciendo una alianza y
promesa manifestando su presencia por siempre en medio de su Pueblo,
llegando el día prometido, presentó Dios a su Hijo, dando cumplimiento fiel a
lo anunciado.
 En Cristo, se continúa con la genealogía de los vivientes, pero ahora con un
nuevo tipo de fecundidad: la del Espíritu.
 Jesús forma un nuevo Pueblo, llamando a Doce hombres, enviándolos a
expandir el Reino del Padre, obra fecunda de su amor y benevolencia.
Fecundidad del don sacerdotal
 La fecundidad del don sacerdotal, tiene la finalidad de hacer ver la
trascendencia de la fecundidad de Dios y la fecundidad del hombre, quien
haciendo uso de su libertad, voluntad y conocimiento podrá hacer real el
crecimiento del Reino de Dios.
 La fecundidad de Cristo y la fecundidad en Cristo como nuevos apóstoles es
responder a su llamado, viviendo la dinámica de la relación, comunión,
entrega, teniendo como centro el Reino de Dios, el amor al Padre y el amor al
nuevo Pueblo de Dios.
Fecundidad en el Magisterio de la Iglesia
 Cristo ha dicho de sí: «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto» (Jn 12, 24). Y el apóstol
Pablo no dudaba en exponerse a morir cada día, para poseer en sus fieles una
gloria en Cristo Jesús (cf. 1Cor 14, 31).
 Así el sacerdote, muriendo cada día totalmente a sí mismo, renunciando al
amor legítimo de una familia propia por amor de Cristo y de su reino, hallar la
gloria de una vida en Cristo plenísima y fecunda, porque como él y en él ama
y se da a todos los hijos de Dios.
 Si consideramos la imagen del trigo al caer en tierra y morir, es como una
invitación de Cristo hace a sus sacerdotes y a los candidatos al sacerdocio,
quienes aprenderán a formarse en la conciencia y en el corazón de lo que
implica el morir por la Gloria de Dios, por Cristo, en Cristo y con Cristo.
Fecundidad en el Magisterio de la Iglesia
 Esto es lo que Pablo testimonió entregando toda su vida por la causa de Cristo
Jesús, demostrando que dicha dinámica, conduce a una vida plena y fecunda.
 Por lo tanto, los candidatos en formación sacerdotal, así como los
sacerdotes, dedicando su vida al servicio de la Iglesia propiciarán una
verdadera unión con el Señor, alimentándose de esta fuente a través de la
relación en la comunión, como ya lo expresaba: «la fecundidad de vuestro
ministerio sacerdotal y la eficacia de vuestra acción pastoral dependen
esencialmente da vuestra comunión con Cristo».
 Es la comunión la que hace posible la fecundidad de Dios manifestada en el
sacerdote, como Jesús mismo lo dijo: «El que permanece unido a mí, como yo
estoy unido a él, produce mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada»
(Jn 15, 5).
Fecundidad en el Magisterio de la Iglesia
 En este ámbito, reconocemos la presencia de la Madre de Dios, quien nos da
testimonio de un corazón, mente, voluntad, libertad y toda su persona
orientados a acoger el Misterio de Dios, confiando en su presencia amorosa y
en la acción fecunda del Espíritu Santo (Cf. Lc 1,35), ella permitió una nueva
fecundidad respondiendo con un «sí» al proyecto de Dios y haciendo posible la
vivencia de la fe, la esperanza, el amor y la obediencia.
 El alumno que se prepara para el ministerio sacerdotal, debe aprender de
María a acoger el Espíritu Santo, fuente de vida, de manera que en el
ejercicio del ministerio sea fecundo en la comunión y unidad con el Espíritu.
Referencias Bibliográficas
 González J. C. (2019). Tesis: La fecundidad del don sacerdotal. Pontificia
Universitá Gregoriana.

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