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Cano-D’Iorio
Unidad 2.
Immanuel Kant – Fundamentación de la metafísica de las costumbres
Dos cosas embargan mi ánimo de creciente admiración y respeto a medida que
medito y profundizo en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí.
[…] Sólo a través de la crítica es posible cortar las mismas raíces del
materialismo, del fatalismo, del ateísmo, de la incredulidad librepensadora, del
fanatismo y la superstición, todos los cuales pueden ser nocivos en general, pero
también las del idealismo y del escepticismo, que son más peligrosos para las
escuelas y que difícilmente puedan llegar a las masas.
PRÓLOGO
–objeto–
CAPÍTULO 1
–giro copernicano–
Para desarrollar el concepto de una voluntad digna de ser estimada por sí misma,
de una voluntad buena sin ningún propósito ulterior, tal como ya se encuentra en el
entendimiento natural sano –sin que necesite ser enseñado, sino, más bien
iluminado, para desarrollar ese concepto que se halla en la cúspide de toda la
valoración que hacemos de nuestras acciones y que es la condición de todo lo
demás–, vamos a considerar el concepto del deber, que contiene el de una voluntad
buena, si bien bajo ciertas restricciones y obstáculos subjetivos, los cuales, sin
embargo, lejos de ocultarlo y hacerlo incognoscible, más bien por contraste lo
hacen resaltar y aparecer con mayor claridad. (pág. 30 / pág. 38)
Tipos de acciones Valor Moral
Precisamente en eso consiste el valor del carácter moral, del carácter que, sin
comparación, es el supremo: en hacer el bien, no por inclinación, sino por deber.
(pág. 32 / pág. 41)
[… ] El segundo postulado es éste: una acción hecha por deber tiene su valor
moral no en el propósito que por medio de ella se quiere alcanzar; sino en la
máxima por la cual ha sido decidida. Por lo tanto, el valor moral no depende de la
realidad del objeto de la acción, sino exclusivamente del principio del querer, de
acuerdo con el cual ha sucedido la acción, prescindiendo de todos los objetos de la
facultad de desear (pág. 34 / pág. 42).
–definición de deber–
Pero ¿cuál puede ser esa ley cuya representación- aún sin referirnos al efecto
que se espera de ella- tiene que determinar la voluntad para que ésta pueda
llamarse buena absolutamente y sin restricción alguna? Como he abstraído a la
voluntad de todas las apetencias que pudieran apartarla del cumplimiento de
una ley, no queda más que la legalidad universal de las acciones en general –
que debe ser el único principio de la voluntad–; es decir no debo obrar nunca
más que de modo tal que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley
universal. (pág. 37 / págs. 45/46).
Lo bueno sin restricción es la vuena voluntad, lo único incondicionado
(≠ bueno en sentido condicionado)
↓
"Es la condición indispensable para ser dignos de ser felices"
"La buena voluntad... es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma" (≠ de lo que
efectúe o de su adecuación para alcanzar algún fin)
El destino de la razón es el de "producir una voluntad buena en sí misma"
(su destino no es la consecución de la felicidad)
↓
Hacer buena a la voluntad implica hacer lo que se debe
"contiene el de una voluntad buena, si bien bajos ciertas restricciones y obstáculos subjetivos"
(condicionamientos: inclinaciones)
↓
La buena voluntad refiere el valor moral al carácter de
"hacer el bien, no por inclinación, sino por deber" (1° Postulado)
El valor moral radica en el principio subjetivo del querer o máxima (2° Postulado) "El deber es
la necesidad de una acción por respeto a la ley" (3° Postulado)
↓
Hacer lo que se debe es actuar por respeto a la ley moral – Imperativo Categórico