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Shakespeare latino

Richard II Henry IV Henry V Henry VI


(1422-1461 y
(1377-1399) (1399-1413) (1413-1422) 1470-1471)
St. Crispin’s Day Speech
If we are mark'd to die, we are enough From this day to the ending of the world,

To do our country loss; and if to live, But we in it shall be remembered—

The fewer men, the greater share of honour. (…) We few, we happy few, we band of brothers;

Old men forget; yet all shall be forgot, For he today that sheds his blood with me

But he'll remember, with advantages, Shall be my brother (…)

What feats he did that day.

Henry V, Act IV, Scene III


“Now is the Winter of our Discontent…”

Now is the winter of our discontent Why, I, in this weak piping time of peace,

Made glorious summer by this sun of York; Have no delight to pass away the time,

And all the clouds that lour’d upon our house Unless to spy my shadow in the sun

In the deep bosom of the ocean buried. And descant on mine own deformity:

I, that am curtail’d of this fair proportion, And therefore, since I cannot prove a lover,

Cheated of feature by dissembling nature, To entertain these fair well-spoken days,

Deformed, unfinish’d, sent before my time I am determined to prove a villain

Into this breathing world, scarce half made up, And hate the idle pleasures of these days.

And that so lamely and unfashionable

That dogs bark at me as I halt by them; Richard III, Act 1, Scene 1


Rafael Leónidas Trujillo Ricardo III

Ejerció la presidencia de manera directa o De acuerdo con la clasificación freudiana, el primer

valiéndose de presidentes títeres. La Era de tipo de personajes son los de excepción, es decir,

Trujillo fue una de las tiranías​ más sangrientas aquellos que carecen de superyó, o, en otros

de América Latina. El anticomunismo, la términos, son caracteres que no experimentan


sentimientos de culpa y consideran como propia
represión a toda oposición​ y el culto a la
cualquier tipo de transgresión. Su carácter los lleva a
personalidad fueron su sello característico. El
considerar que están por fuera de la ley o de la
pánico y el respeto exigidos por él llegaban al
norma. “La suerte”, dice Zuleta, “se manejó mal con
extremo de la muerte. Esta, por lo general, era
ellos y la naturaleza cometió una especie de
presentada al público como un «accidente». En
‘injusticia originaria’ tan terrible que cualquier cosa
casos en los que el tirano se mostraba
que en adelante emprendan es apenas una leve
benevolente, una persona desafecta a su régimen compensación de lo que les ha hecho la vida”.
podía ser encarcelada y torturada.
¿Es posible parodiar al dictador latinoamericano? La parodia, como sabemos, es la
trasgresión del discurso. Con ella se recrea un personaje o un hecho mediante el
empleo de la ironía, la sátira y lo caricaturesco. Pero, tal como señala Gabriel
García Márquez en su texto “Fantasía y creación artística en América Latina y el
Caribe”, el problema que se le presenta a los escritores de esta parte del mundo,
cuando apelan a ella en sus obras, es hacer que los demás crean en sus ficciones, no
porque nuestros artistas lleguen al colmo de la exageración, sino porque la realidad
política de nuestro continente es, la mayoría de las veces, difícil de recargar. De
allí que concluya: “Nuestro destino, y tal vez nuestra gloria, es tratar de imitarla con
humildad, y lo mejor que nos sea posible”.
Pero el carácter de Ricardo III va más allá del simple resentimiento. La simpatía
que el lector manifiesta por el monarca no es producto de la comprensión, sino de
la comunión y la identificación. El lector se compadece de aquel que no posee
una figura graciosa que le permita amar y ser amado, por lo que excusa su
comportamiento. El problema es que Ricardo III procura su propia compensación,
y para ello no tiene escrúpulos. El futuro rey es, por ello, excepcional entre
nosotros, de allí que no sienta ninguna culpabilidad al actuar.
Ricardo III, como tirano, sabe que “nadie lo puede respetar, amar, admirar”, como
también, que “por el pánico nadie tendrá piedad de él”, aunque conoce muy bien las
causas: “él tampoco ha tenido piedad de sí mismo, lo que ha hecho es despiadado
también con relación a él, porque lo que ha destruido son los fundamentos de toda
posibilidad de aprobación de la vida, de su propia vida”.

En este punto, Ricardo III es consciente de que el tirano ve a sus enemigos como
un espejo de sí mismo. Así como él se ha procurado todos los beneficios por medio del
crimen, así los otros vendrán a despojarlo de todo lo que ahora posee. El tirano, en el
extremo del poder, no puede conseguir la paz.
Novela de Dictador
• Facundo, civilización o barbarie (1845) de Domingo Faustino Sarmiento

• Amalia (1851) de José Mármol

• Tirano Banderas (1926) de Ramón del Valle-Inclán

• El señor presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias

• Yo el supremo (1974) de Augusto Roa Bastos

• El recurso del método (1974) de Alejo Carpentier

• El otoño del patriarca (1975) de Gabriel García Márquez

• La fiesta del chivo (2000) de Mario Vargas Llosa


King Lear
William Dyce
(1806 – 1864)
El rey Lear

Otro personaje de excepción es Edmund, el hijo bastardo del conde de


Gloucester. Este planea la enemistad entre su hermano Edgar y su padre
por medio de ardides. Seduce, además, a Goneril y a Regan, las hijas de
Lear. Su única meta, al igual que Ricardo III, es la corona; pero sus
actuaciones revelan que, para ellos, el poder es una manifestación de su
impotencia. Arrasar con aquellos que considera rivales es una proyección
del odio que sienten por todo lo que no tienen.
The tempest
(1611)

William Shakespeare
José Enrique Roberto Fernández
Rubén Darío
Rodó (1867-1916) Retamar
(1871-1917) (1930-2019)

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