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el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del
árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto
de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al
hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada
encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del
árbol de la vida. Génesis 3: 22-24
Un pastor
jubilado
• ¡Cuántos años tienes tú?
• ¿Cuántos años más te gustaría vivir?
• ¿Qué es lo mejor que te ha sucedido durante toda tu vida?
• ¿Qué es lo más importante que has hecho o has logrado en
tu vida?
• ¿Hay algo que aún te gustaría hacer o lograr en el resto de
tu vida?
• Por eso los padres, cuando tienen el
este niño?”.
abrigaban bajo su sombra, o cuando disfrutaban su bello y saludable fruto, venía a su mente el
hecho que Dios era el Autor de la vida. Cada día, cada añ o que ellos vivieran, se debía al amor y
a la generosidad de Dios.
Génesis 2: 1-3.
Dios decidió elegir un día de la semana, como otro elemento adicional, a fin de que el hombre
“Dios vio que el sá bado era esencial para el hombre, aú n en el paraíso. Necesitaba dejar a
un lado sus propios intereses y actividades durante un día de cada siete para poder
sá bado para que le recordase má s vivamente la existencia de Dios, y para que despertase
su gratitud hacia él, pues todo lo que disfrutaba y poseía procedía de la mano benéfica
Por eso el sá bado, ese espacio de tiempo, hoy má s que nunca cumple una vital importancia.
Como iglesia, debemos detenernos, pensar y analizar nuestra actitud hacia el sá bado.
¿Qué estamos haciendo con el sá bado? El sá bado, ¿nos ayuda a reconocer a Dios como
nuestro Creador y como nuestro sustentador? Ese concepto, ¿genera gratitud en nuestros
corazones por las abundantes bendiciones que él día a día nos otorga?
Algo adicional de esta santa porció n de tiempo: “Hay que recordar y observar el sá bado como
monumento de la obra del Creador. Al señ alar a Dios como el Hacedor de los cielos y de la tierra, el
sá bado distingue al verdadero Dios de todos los falsos dioses. Todos los que guardan el séptimo
día, demuestran al hacerlo que son adoradores de Jehová . Así el sá bado también es una señ al de
lealtad del hombre hacia Dios mientras haya en la tierra quien le sirva”. (PP, 315)
III. Bendición también para los otros días.
-Eclesiastés 9: 10
-Eclesiastés 5: 12
que lo labrara y lo guardase”. “La grata tarea de Adá n y Eva consistía en formar hermosas
glorietas con los sarmientos de la vid y hacerse morada con lo bellos y vivientes á rboles y el
“A los moradores del Edén se les encomendó el cuidado del huerto, para que lo labrara y lo
guardasen. Su ocupació n no era cansadora, sino agradable y vigorizadora. Dios dio el trabajo
con una bendició n con que el hombre ocupara su mente, fortaleciera su cuerpo y
Señ or nos dará el privilegio de comer del fruto del á rbol que