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LA TEOLOGÍA
Y LA REVELACIÓN
La teología trata el misterio de Dios en sí mismo, tal y como se nos ha revelado,
aunque en la Modernidad este acceso al misterio de Dios ha sido puesto en duda por
algunas corrientes filosófico-teológicas. Desde el tema de Dios, y siempre bajo la
perspectiva de la salvación humana, la teología se abre también a otros temas de
conocimiento: el hombre, su actividad, el mundo.
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1. La teología, ciencia de Dios
“A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él
lo ha comunicado” (Jn 1, 18). La Sagrada Escritura se refiere a Él como el Dios
escondido, que habita una luz inaccesible. Somos seres finitos que no pueden abarcar ni
comprender al Ser infinito.
“No podemos –dice Santo Tomás de Aquino– saber de Dios qué cosa es. No
obstante, para saber lo que en la doctrina teológica se afirma de Dios, empleamos sus
obras, bien sean de naturaleza o de gracia” (S. Th. 1, 7, 1).
Un adagio antiguo dice: Theologia Deum docet, a Deo docetur, ad Deum ducit.
La teología instruye sobre Dios, es instruida por Dios y conduce a Dios. Dios es, por así
decirlo, el viento que empuja el barco de la teología.
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• La teología y el misterio de la Santísima Trinidad
La teología considera, por tanto, a Dios como misterio y origen Creador del
hombre y de las cosas, como Redentor a través de Jesucristo y la Iglesia, como
Santificador en el Espíritu Santo, y finalmente como Consumador del universo en el
más allá escatológico.
De ahí que decir que Dios es el asunto central de la teología no resulta hoy una
afirmación pacífica.
El Dios Vivo que sale a mi encuentro, al que se adora y con el que se habla, se
trasforma poco a poco en una idea abstracta. Se deja de ver y experimentar a Dios como
real y se le reduce a un concepto que sirve para dar una explicación sistemática del
universo.
Kant entiende a Dios como una idea, que sirve de presupuesto al orden moral y
de la libertad. Se trata así de un Dios funcional en el plano inteligible, como lo era el
Dios de Descartes en el plano cosmológico.
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3.2. Causas de la secularización
● El hábito humano de «mirar hacia abajo». La inteligencia se aplica cada vez más a
lo sensible y manejable, y se renuncia a lo más alto: Dios y la eternidad.
● El abuso especulativo que se ha hecho de la Revelación, y a la pérdida del sentido
del misterio. Se ha pensado a Dios desde esquemas humanos preconcebidos.
● Una lectura insuficiente de la Sagrada Escritura como Palabra de Dios.
● La reflexión sobre Dios parece haber prescindido de las fuentes clásicas para su
conocimiento, es decir, ha prescindido crecientemente de la realidad del ser
(abandono de la metafísica), y de la conciencia.
4. La inaccesibilidad de Dios
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conocimiento revelado como un caso especial. Pero tampoco la noticia revelada sobre
Dios tiene carácter especulativo. Expresa únicamente la importancia existencial de la
idea de Dios.
Son dos posturas contrarias que pueden unirse, sin embargo, en la misma
persona, una vez que la fe no comporta necesariamente conocimiento de Dios.
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• El teólogo cristiano más representativo de esta postura es el luterano Rudolf
Bultmann (1889-1976). Bultmann se caracteriza en términos generales por una radical
interiorización del mensaje evangélico, del que son eliminados todos los factores
relacionados con el mundo, la historia y el tiempo. La Revelación no se concibe como
un acontecimiento exterior a la conciencia del hombre. Es, por el contrario, un proceso
subjetivo de autocomprensión, a lo largo del cual el creyente se conoce a sí mismo.
Al espíritu humano le faltan fuerzas, y el lenguaje que quiere hablar del Dios
Vivo cojea necesariamente. Dios siempre está más allá de nuestro conocimiento.
La entera realidad del hombre y del mundo puede y debe ser objeto de inves-
tigación teológica, en cuanto referida a Dios y a sus designios.
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ilumina el misterio humano. De hecho comprobamos en la Biblia que, con gran
frecuencia, las afirmaciones sobre Dios son también afirmaciones sobre el hombre y
para el hombre.
Cada atributo positivo de Dios declara en la Biblia algo fundamental sobre el Ser
divino y tiene además una repercusión cierta e inevitable en el destino del hombre que
lo conoce y confiesa. Son al mismo tiempo atributos ontológicos y económico-
salvíficos. Nos enseñan, a la vez, quién es Dios y nos muestran el camino de salvación
para el hombre.
El celo divino, por ejemplo, expresa el anuncio de que «Yahvé es tu único Dios»
(Dt 6, 4) y la exclusividad del Dios de Israel. La fuerza y el poder divinos hablan de la
omnipotencia de Dios y llevan al hombre a percibir correlativamente su condición de
criatura. La ira de Dios proclama el odio divino al pecado (Salmo 138, 22) y sobre todo
afirma la absoluta santidad divina y sus consecuencias para el creyente. La compasión
de Dios y su misericordia hacen de Él para el ser humano un Dios salvador y liberador y
enseñan verdades definitivas sobre su destino presente y futuro. Se nos dice también que
Dios es un «fuego devorador» (Dt 4, 24) es decir, un amor irresistible volcado sobre el
hombre.
Cualquier tema se puede tratar teológicamente siempre que reúna unas con-
diciones:
● La teología busca su sentido último en el Evangelio. Por eso los teólogos pueden y
deben estudiar el significado que, desde un punto de vis- ta cristiano, se encierra en
aspectos de la actividad humana tales como las sociedades, las relaciones entre los
pueblos, el uso de la naturaleza, la educación de la persona, el trabajo, la ciencia y
la técnica, la economía y el desarrollo, el arte, el deporte, el gobierno de las
naciones, el orden internacional, la bioética, etc.
● A la teología le interesa la repercusión espiritual y moral en el hombre. Juan Pablo
II ha recogido y desarrollado estos motivos en la Encíclica Redemptor Hominis
(4.3.1979), principalmente cuando habla de que «Cristo se ha unido a todo
hombre» (n. 13) y explica por qué «todos los caminos de la Iglesia conducen al
hombre» (n. 14). Puede decirse en suma que existe una profunda conexión entre el
objeto de la teología y la misión de la Iglesia, y es tarea de los teólogos
proporcionar los fundamentos de esa unión y de su ejercicio en campos concretos
de la realidad humana.
1. «A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él
lo ha comunicado» (Jn 1, 18). ¿Qué consecuencias tiene esto para la teología?
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Tiene como consecuencia, considerar a Dios como misterio y origen Creador del
hombre y de las cosas, como Redentor a través de Jesucristo y la Iglesia, como
Santificador en el Espíritu Santo, y finalmente como Consumador del universo en el
más allá escatológico.
2. ¿Qué abarca más contenido: el objeto de la teología o el objeto de la fe?
El objeto de la teología es más amplio que el objeto de la fe, ya que, la teología trata
también objetos secundarios de estudio, es decir, verdades que derivan de otras
ciencias y pueden contribuir a iluminar el contenido de la fe.
3. ¿En qué consiste el proceso de secularización?
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conocimiento de Dios, pero en realidad, pone de relieve la importancia de la humildad y
de reconocer el límite de la comprensión humana. Del mismo modo, aunque nunca
lleguemos a comprender del todo la naturaleza divina de Dios, reconocer nuestras
limitaciones puede llevarnos a apreciar y reverenciar más profundamente lo divino.
9. La teología trata también otras realidades que no son Dios. ¿Por qué? ¿Bajo qué
perspectiva? Señala algunos ejemplos.
Lee los siguientes textos y haz un comentario personal utilizando los conte-
nidos aprendidos:
2.a. «(...) tanto la fe como la razón se han empobrecido y debilitado una ante la
otra. La razón, privada de la aportación de la Revelación, ha recorrido caminos
secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada
de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de
ser una propuesta universal. Es ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga
mayor incisividad; al contrario, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o
superstición. Del mismo modo, una razón que no tenga ante sí una fe adulta no se siente
motivada a dirigir la mirada hacia la novedad y radicalidad del ser.
*Tras leer el texto, queda claro que existe un delicado equilibrio entre la fe y la
razón. Aunque ambas son importantes, existe el riesgo de que alguna pierda el rumbo si
una se impone a la otra. La razón sin la guía de la fe puede desviarse y perder su
objetivo último, mientras que la fe sin el apoyo de la razón puede volverse demasiado
subjetiva y perder su atractivo universal. Es importante reconocer que la fe necesita a la
razón, y viceversa, para tener un mayor impacto.
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comunicación consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza
con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras
realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y
los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las
obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y
acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un
tiempo mediador y plenitud de toda la revelación.
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