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FUNDAMENTA
L
9.- PROCESO DE LA
RAZÓN CREYENTE
LA FE Y LA RAZÓN CREYENTE
• El proceso creyente parte del don de Dios que posibilita asumir la Fe. Tenemos una imagen de
esto en la parábola del sembrador: La siembra de la Palabra de Dios es la causa generadora
de lo sembrado, y sólo da fruto si encuentra una tierra en condiciones! (cf. Mt 13,3-23).
• Todo este proceso creyente es conocido clásicamente como «el análisis de la fe»
• Seguramente sería más adecuado denominarlo «análisis de la razón creyente», dado que en el
acto de creer la razón, como sujeto de la fe, tiene la función no previa sino intraestructural
humana del Don de Dios.
• He aquí, pues, los dos momentos, aunque no autónomos, pero interrelacionados en este
proceso de la razón creyente
• 1. El don de la fe: la iniciativa e iluminación de Dios en el acto de creer.
• Una clásica referencia sobre la comprensión de la razón se encuentra en las famosas «razones del
corazón» de Blas Pascal (1623-1662), un impugnador del racionalismo moderno iniciado poco antes
por R. Descartes. Su aportación decisiva se sintetiza en su conocido dicho según el cual «el corazón
tiene razones que la razón no conoce» (Pensamientos, n.277; 423/477).
• Ahora bien, cuando Pascal habla del corazón, no quiere hacer una apologética del sentimiento. En
esta línea, comenta justamente X. Zubiri, que la «idea central es hacer del corazón el título de ese
tipo de saberes estrictos, en el doble sentido de rigurosos y de intelectuales, de que se halla
constitutivamente integrada la raíz misma de la existencia humana ... y que a lo sumo, le lleva a salir
de sí mismo para otear los horizontes del mundo y ver si hay algo en él que resuelva la angustia y la
tragedia de la existencia humana. Y entre estas cosas que no crea desde dentro, sino que
"encuentra" en el mundo, está el cristianismo».
• Pascal, en definitiva, con «las razones del corazón» no quiere quitar importancia a la razón en sí
misma, sino a la razón aislada. Se entiende, pues, que se unan razón y corazón, y que aquella sirve
para vertebrar a este.
LA RAZÓN HUMANA Y EL ACTO DE
CREER –
3 - XAVIER ZUBIRI
• Conviene recordar la relevante formulación de Xavier Zubiri (1898-1983), sobre la
inteligencia sentiente», por la cual quiere describir la aprehensión humana corno más
amplia que lo puramente racional, y por esto la califica como intelectiva y sentiente a la
vez.
• En este sentido para Zubiri, conviene tener presente que las cualidades sensibles forman
parte de la aprehensión de una realidad, que sólo se capta plenamente por la doble
dimensión expresada en la formulación de «inteligencia sentiente».
• En este contexto concibe la teología fundamental, al escribir: «pienso que la teología
fundamental no es un estudio de los praeambula fidei, ni un vago estudio introductorio a
la teología propiamente dicha. A mi modo de ver, teología fundamental es precisa y
formalmente el estudio de lo teologal en cuanto tal».
LA RAZÓN HUMANA Y EL ACTO DE CREER –
4 - ANTONIO DAMASIO Y HOWARD GARDNER
• Referido a la concepción de la razón y el lugar de las emociones, se pueden
encontrar perspectivas recientes en los diversos estudios del neuro-biólogo
Antonio Damasio (Lisboa, 1944).
• En efecto, para Damasio, lo más específica y típicamente humano no es una
imposible racionalidad pura, sino una mente compleja, ensamblada sobre
sedimentos animales y mentales muy arcaicos, y que se manifiesta en bases
pulsionales y emocionales muy firmes acompañadas de indicaciones racionales
orientadoras. La distinción entre cerebro «emocional>> y «cognitivo» es poco
clara.
• En línea similar se sitúa la impactante propuesta sobre «las inteligencias
múltiples» del psicólogo Howard Gardner (EE.UU., 1943). Entre las inteligencias
personales incluye la emocional y la espiritual que se convierten en significativas
para la reflexión en tomo al acto de creer que incluye la totalidad de la persona.
LA RAZÓN HUMANA Y EL ACTO DE CREER –
5 - JOSÉ GÓMEZ CAFFARENA
• La bella expresión de «razón vital», vista como una cierta síntesis de las diversas
formulaciones propuestas anteriormente, es la sugerida por el filósofo J. Gómez Caffarena
(1925-2013). Siguiendo sus reflexiones, afirma:
• La razón vital expresa que es característica esencial de los humanos el ser «racionales», en el
sentido más estricto del tener inteligencia lingüística; pero sólo sobre la base de gozar de una
subjetividad corpórea y auto-consciente, cuyo testigo inmediato son los sentimientos,
empeñada en una actividad transformadora del medio y en la relación interhumana.
• Carece de sentido una contraposición simple de “razón” y “sentimientos”; sólo en el esfuerzo
concreto de una investigación científica es conveniente un (relativo) aislamiento de lo
racional y las emociones.
• Los productos científicos no son la única vía de acceso a lo real; lo son también la
comunicación intersubjetiva y el amor, la percepción y goce estético, la valoración y decisión
ética, la reflexión filosófica. Y mirando así, aunque en la religiosidad prima el sentimiento, no
excluye por ello lo racional. Se implica de modos varios con lo intersubjetivo, estético, ético y
filosófico. No queda fuera de una razón vital.
LOS PREÁMBULOS DE LA FE - 1
• Los “preámbulos de la fe”, indican el conjunto de verdades y conocimientos cognoscibles
por la razón humana, que deben presuponerse lógicamente a la fe para que la decisión
de creer en Dios y en su revelación sea justificada ante la razón humana. De forma
habitual, los preámbulos de la fe incluyen un doble significado.
• a.- Por un lado, un conjunto de verdades filosóficas que son condiciones humanas de
posibilidad para la afirmación de la fe, de manera que si fuesen negadas resultaría
ininteligible el mismo contenido de la doctrina revelada, y que son principalmente dos:
la existencia de un Dios personal, sin la cual no puede comprenderse la revelación, y la
apertura infinita del sujeto humano y su libertad, sin la cual no podría darse la fe en
Dios.
• b.- Y como segundo significado de los preámbulos de la fe se centra en el acontecimiento
mismo de la revelación que puede ser conocida por sus signos presentes en la historia
que pueden hacerla inteligible (por ejemplo, el conocimiento histórico de la existencia
de Cristo, su mensaje, autotestimonio y resurrección; el nacimiento de la Iglesia y su
expansión ... )
LOS PREÁMBULOS DE LA FE - 2
• Según los manuales apologéticos más habituales e influyentes hasta el Vaticano II, los
preámbulos de la fe se presentaban con una función de con-causa, como primera
estructura o infra-estructura de la fe temporalmente previa, que conduce a una
demostración científica del hecho de la revelación, que genera una certeza cuya
racionalidad y objetividad rigurosa la convierten en universal y accesible tanto a
creyentes como a no creyentes.
• De ahí que el hecho de la revelación fuese objeto de una demostración rigurosa de
tipo histórico-positivo y con estilo metafísico-deductivo, y, en cambio, su contenido
fuese objeto del asentimiento de la fe, marginando la incidencia del sujeto y
proponiendo una visión extrinsecista y básicamente intelectualista de la apología de la
fe.
• En el primer momento se da una fe humana, es decir, una fe adquirida sobre el hecho
de la revelación que los preámbulos de la fe posibilitan, y, en el segundo momento,
gracias a la fe infundida por el don de Dios, se hace posible el asentimiento
propiamente creyente.
LOS PREÁMBULOS DE LA FE - 2
• A partir del Vaticano II aparece una concepción de la Teología fundamental en la que los
preámbulos de la fe en su camino hacia el acto de creer, aparecen no tanto como un
estadio filosófico o infra-estructura pre-teológica previa que conduciría a «una certeza
puramente racional», sino que se ofrecen como la estructura humana interna, o intra-
estructura del mismo acto de creer. He aquí pues un avance decisivo para la teología
fundamental en su identidad y tarea fundante de «dar razón de la fe».
• Es representativa la afirmación de J. Alfaro sobre los preámbulos de la fe que «su
función no es probar el hecho de la revelación divina, sino hacer inteligible el contenido
mismo de la doctrina revelada».
• Por su parte, Luis Ladaria, sobre la primera verdad central de los preámbulos de la fe
como es el conocimiento natural de Dios, observa que «solamente a partir del Dios
amor revelado en Cristo podemos conocer el estatuto teológico del conocimiento de
Dios a partir de las criaturas».
LOS PREÁMBULOS DE LA FE - 3
• Por su lado, la Fides et ratio prefiere la expresión «vía preparatoria de la fe», y afirma:
• La razón es llevada a reconocer la existencia de una vía realmente preparatoria a la fe ... ; (en efecto)
existen verdades cognoscibles naturalmente ... y su conocimiento constituye un presupuesto necesario
para acoger la revelación de Dios ... ; a la luz de lo conocido por la fe emergen algunas verdades que la
razón ya posee en su camino autónomo de búsqueda. La revelación les da pleno sentido».
• De estas verdades enumera las cuatro siguientes en FR 67, así:
• 1) «el conocimiento natural de Dios»: verdad que proviene del Vaticano I (DH 3004);
• 2) «la posibilidad de discernir la revelación divina de otros fenómenos, en el reconocimiento de su
credibilidad»;
• 3) “la aptitud del lenguaje humano para hablar de forma significativa y verdadera incluso de lo que
supera toda experiencia humana”
• 4) «la búsqueda de las condiciones en las que el hombre se plantea a sí mismo sus primeros
interrogantes fundamentales: sobre el sentido de la vida, sobre el fin que quiere darle y sobre los que le
espera después de la muerte»
LA RAZÓN CREYENTE - 1
• En este camino de articulación entre la fe (como don de Dios) y la razón humana (como sujeto
de la fe), la teología del acto de creer busca una síntesis que se da en «la razón creyente».
• Esta perspectiva sintética del proceso creyente en el acto de creer parte de una concepción más
personalista de este acto y de la función iluminadora del don de Dios, que efectúa la «síntesis»
de los posibles signos y motivos de credibilidad, que no adquieren pleno valor si no es gracias a
esta luz.
• En este sentido, tales signos y motivos percibidos por la razón humana forman su intra-
estructura, pero no son ni un estadio previo, ni una etapa inferior --cual infra-estructura-, ni
tampoco un aspecto irrelevante en el proceso creyente, sino que son su dimensión formal, como
perspectiva y condición, aunque identificados en la realidad viviente del proceso creyente.
• Esta concepción sintética quiere superar la conocida como concepción analítica, que dibuja el
acto de creer en dos estadios autónomos: uno previo, sólo fruto de argumentos racionales sobre
el hecho de la revelación, que genera su credibilidad y que prepara como «preámbulo de la fe»,
y el segundo estadio, que es propiamente el acto de creer, que es sólo posible gracias al don de
Dios -gracias a la fe infusa y sobrenatural-.
LA RAZÓN CREYENTE - 2
• Como se puede constatar ambos métodos parten de la reconocida «primacía
ontológica» de la revelación, tan clara en la Dei Verbum, pero ambos articulan de
manera diferente el «primado epistemológico». Así: a) mientras el método del
«análisis de la inmanencia hacia la trascendencia» asume el «primado
epistemológico» de la persona humana, b) La «metodología fenomenológica»
subraya que a la «primacía ontológica» de la revelación debe corresponder también
el «primado epistemológico».
• Estas dos metodologías marcan también el enfoque de la correspondiente teología
fundamental de cada una de ellas. Así, por una parte el método del “análisis de la
inmanencia hacia la trascendencia”, tiene como punto de referencia a K. Rahner con
su “Oyente de la Palabra” y su teología trascendental. En cambio, la «metodología
fenomenológica» que parte de la trascendencia, tiene su teólogo de referencia en H.
U. von Balthasar, con su “Sólo el amor es creíble” (digno de fe) y su teología
fenomenológica. En los dos casos, , el punto de partida es «la interacción entre fe y
razón» generada por la relación de circularidad, como aparece en la Fides et ratio.
LA RAZÓN CREYENTE Y
LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL - 1
• En efecto, partimos de que la identidad y el lógos de la Teología Fundamental es el
dar cuenta humana de la revelación que pone de relieve los motivos por los cuales se
cree y que puede a su vez preparar a la fe.
• Esta identidad y lógos propio de la Teología fundamental, ni es una demostración
constringente, ni una pura opinión, sino que se presenta como un razonamiento que
ofrece una serie de indicios, signos, acontecimientos, perspectivas, experiencias,
valores ... , entre ellos independientes y que pueden converger entre sí
convirtiéndose en capaces de mostrar de esta forma la credibilidad propia de la
revelación y del acto de creer en ella.
• No se trata, pues, de sumar simplemente los diversos conocimientos y experiencias,
sino de lograr una visión conjunta de lo parcial en una perspectiva unificadora que
respete la libertad, como razonamiento bien fundado aunque no coactivo, ya que
deja suficiente espacio para la decisión y el compromiso existencial.
LA RAZÓN CREYENTE Y
LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL - 2
• A través, pues, de este «raciocinio por convergencia de varias razones, cada una de
las cuales no es suficiente por sí sola, se infiere una conclusión. Lleva a la certeza
sólo cuando la dirección común de las razones puede tener su causa en el
contenido mismo de dicha conclusión».
• Tal razonamiento, además, apunta a una convergencia centrada específicamente
en el «sentido», pero no cualquier sentido sino aquel más decisivo y último que
aparece como razón de ser (el sentido como origen), y como orientación final (el
sentido como término último), de tal argumentación convergente.
• De ahí que «la convergencia de sentido» se convierta en el eje de la articulación
de la Teología fundamental, como disciplina científica que así posibilita la
comprensión de la credibilidad como una «propuesta sensata y de sentido pleno»,
ya que en ella confluyen el sentido teológico, el histórico y el antropológico.
.
•MUCHAS GRACIAS.
HABLAR
• 39. Al
LA
• 42. Dios
BIBLIOGRAFÍA EXTRA