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PBRO. DR. JORGE A.

PALMA LA TEOLOGÍA, 1

LA TEOLOGÍA

1- Naturaleza y objeto.

Origen del término: Theos-lógos


* Griegos: llamaban teólogos a los poetas y, en algunas ocasiones también a los filósofos. La
teología se identificaba con la mitología; en el lenguaje popular, la teología era la actitud ante los
dioses.
* Padres:
- En la primera patrística, como una derivación del sentido profano griego, son llamados
teólogos los poetas que componen himnos bajo la acción del Espíritu Santo. Por otra parte, la
expresión teología no se difundió mucho por su cognotación pagana; se prestaba a confusiones
(ej. a Sócrates se lo condenó por "ateo", ya que atentaba con su pensamiento contra la religión
"oficial" politeísta). Preferían llamarse filósofos al hablar de Dios (particularmente los padres apo-
logistas).
- A partir del siglo IV, cuando ya comienzan a vislumbrarse bien definidas las diferencias de
temperamento en el modo de hacer teología de griegos y latinos:
En oriente, se denomina teología al tratado de Dios en sí mismo (Trinidad). Llaman
economía a la obra de la redención, la historia de la salvación y, eventualmente, su estudio.
En occidente: hay una cierta repugnancia a usar el término teología (por su cognotación
pagana). De hecho, S.Agustín llama así al conocimiento pagano de Dios (concepto que tomó de
Varrón y los estoicos: conocimiento de lo divino).
* Sto.Tomás: prefiere usar la expresión doctrina cristiana. A veces identifica teología con
dicha expresión. Y, desde luego, denomina así al tratado acerca de Dios.
* Más adelante, a partir de Sto.Tomás, se empezó a distinguir Teología natural o Teodicea
(trabajo de la razón a partir de la realidad natural) de Teología sobrenatural (verdades naturales
y sobrenaturales acerca de Dios, pero a partir de la Revelación).
Definición:
"Estudio metódico de la razón creyente, mediante el cual nos
ocupamos del misterio de Dios revelado en Cristo y afirmado en la
fe". (Schmauss)
Así como existe una cosmovisión natural que es la base sobre la cual trabaja
sistemáticamente la razón para llegar a la elaboración del saber filosófico, se da también una
cosmovisión sobrenatural que procede de la fe y, en cierto modo, forma parte de ella. De aquí
surgirá la teología.
Por tanto, la teología no es una reflexión asistemática o "cosmovisión de la fe", sino una
posterior reflexión voluntaria y sistemática sobre la realidad revelada. Tampoco se identifican
teología y religión, pues ésta implica una actitud y una opción ante Dios que trasciende lo
meramente intelectual. De todos modos religión, fe y teología están íntimamente relacionadas y se
potencian mutuamente, como veremos más adelante.
TEOLOGÍA I
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Objeto.
"En la Sagrada Doctrina todo se mira con relación a Dios;
porque o se trata de Dios mismo, o de las cosas que se refieren a
Dios, como a su principio y a su fin".
(Santo Tomás, S.Th.I,q.1,a.7)
Objeto material: Dios y todo lo creado.
Objeto formal: desde el punto de vista de Dios; Dios como se ha revelado a sí mismo, a la
luz de la fe (se distingue así de la teodicea).

2- Teología como ciencia y como sabiduría.

* Ciencia según Aristóteles: conocimiento cierto por causas (conocimiento deductivo,


discursivo, concluyente). Según este concepto de ciencia, la teología lo es propiamente. En este
sentido, la teología trabaja explicitando lo implícitamente y lo virtualmente revelado por el camino
deductivo.
* Concepto moderno de ciencia: "esfuerzo intelectual referido a un objeto determinado y
homogéneo, verificado según un método y acorde con el objeto en cuestión, que tiene como fin la
obtención de conocimientos comunicables a otros" (Schmauss). Según esta definición, la
Teología no sería ciencia más que en el método, la sistematización y la comunicabilidad; no se
aplica a ella el principio de verificación. (Algo parecido a lo que pasa con la Filosofía).
* La Teología, sobre todo, es sabiduría, en el más estricto sentido de la palabra: ciencia
especulativa y práctica a la vez, con un particular valor existencial, importante para
- la recta conducta
- la contemplación de la verdad
Así, la Teología es la ciencia suprema (como especulativa y como práctica). Está aún por
encima de la filosofía como sabiduría o de cualquier otra sabiduría, pues se asienta en la
Revelación divina:
"Casi todos los pueblos antiguos han tenido su sabiduría, distinta de
la ciencia, y síntesis de la experiencia que enseña a vivir con provecho
para ser feliz. Aún hoy se escriben tratados sobre el secreto del triunfo
en la vida, del éxito en los negocios, etc. Son sabidurías psicológicas,
humanistas, y como tales harto falibles. La sabiduría de la Sagrada
Escritura es toda divina, es decir, inspirada por Dios, lo cual implica su
inmenso valor. Porque no es ya sólo dar fórmulas verdaderas en sí
mismas, que pueden hacer del hombre el autor de su propia felicidad, a
la manera estoica; sino que es como decir: si tú me crees y te atienes a
mis palabras, Yo tu Dios, que soy también tu amantísimo Padre, me
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obligo a hacerte feliz, comprometiendo en ello toda mi omnipotencia."
Por esta misma razón, la teología está íntimamente unida a la vida de quien la trabaja:

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STRAUBINGER,J., La santa Biblia, Introd. al libro de los Proverbios; Club de Lectores,
Bs.As.,1986, p.715.
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"A lo largo de los siglos la teología se ha constituído


progresivamente en un verdadero y propio saber científico. Por consi-
guiente es necesario que el teólogo esté atento a las exigencias
epistemológicas de su disciplina, a los requisitos de rigor crítico y, por
tanto, al control racional de cada una de las etapas de su investigación.
Pero la exigencia crítica no puede identificarse con el espíritu crítico
que nace más bien de motivaciones de carácter afectivo o de prejuicios.
El teólogo debe discernir en sí mismo el origen y las motivaciones de su
actitud crítica y dejar que su mirada se purifique por la fe. El quehacer
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teológico exige un esfuerzo espiritual de rectitud y de santificación."
Como contrapartida, el empeño teológico rectamente orientado, es decir, como búsqueda de la
sabiduría, conduce a la santidad de vida y a la vida eterna:
El principio de la sabiduría es el muy sincero deseo de
instrucción; la premura de instrucción es amor; el amor es ya
guardar sus leyes; la atención prestada a esas leyes, es signo de
incorrupción; la incorrupción (inmortalidad) da un lugar junto a
Dios. Luego, el deseo de la sabiduría conduce al Reino eterno. (Sab.
6,17-20)

3- Teología y Filosofía.

El punto de partida de la Teología es la fe. La fe entendida como depósito, como conjunto de


lo revelado, y la fe como luz en la mente del teólogo, que le permite acceder al dato revelado
como tal y profundizar en él. En este sentido ha de entenderse la expresión de S. Agustín: cree
para entender. Como consecuencia, no puede hacerse teología donde no hay fe; se hará, en el
mejor de los casos, una especie de filosofía de la religión.
Por otra parte, la tarea teológica tiene su inicio en un esfuerzo de la fe que busca entender: la
teología sería la fe que busca entender, al decir de San Anselmo.
Según S.Buenaventura, "cuando la fe no asiente por la razón sino por el amor de aquél que
3
asiente, desea tener razones" El reciente documento de la Cong. para la Doctrina de la Fe,
"Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo" (24/5/1990), resume sintéticamente el tema:
"Por su propia naturaleza la fe interpela la inteligencia, porque
descubre al hombre la verdad sobre su destino y el camino para
alcanzarlo. Aunque la verdad revelada supere nuestro modo de hablar y
nuestros conceptos sean imperfectos frente a su insondable grandeza
(cfr. Ef. 3,19), sin embargo invita a nuestra razón -don de Dios
otorgado para captar la verdad- a entrar en su luz, capacitándola así para
comprender en cierta medida lo que ha creído. (...) El trabajo del
teólogo responde de ese modo al dinamismo presente en la fe misma:
por su propia naturaleza la Verdad quiere comunicarse, porque el

2
"Instrución sobre la vocación eclesial del teólogo", S.C.para la D. de la fe, 24/5/1990,n.9.
3
Proem. in I Sent., q.2 ad 6.
TEOLOGÍA I
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hombre ha sido creado para percibir la verdad y desea en lo más


profundo de sí mismo conocerla para encontrarse en ella y descubrir allí
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su salvación (cfr. 1 Tim 2,4)."
A la raíz de estas afirmaciones, está la doctrina del Concilio Vaticano I (Const. Dei Filius,
Cap.4) (D 1796):
"Y, ciertamente, la razón ilustrada por la fe, cuando busca
cuidadosa, pía y sobriamente, alcanza por don de Dios alguna inteli-
gencia, y muy fructuosa, de los misterios, ora por analogía de lo que
naturalmente conoce, ora por la conexión de los misterios mismos entre
sí y con el fin último del hombre; nunca, sin embargo, se vuelve idónea
para entenderlos totalmente, a la manera de las verdades que
constituyen su propio objeto. Porque los misterios divinos, por su
propia naturaleza, de tal manera sobrepasan el entendimiento creado
que, aún enseñados por la revelación y aceptados por la fe, siguen, no
obstante, encubiertos por el velo de la misma fe y envueltos de cierta
oscuridad, mientras en esta vida mortal peregrinamos lejos del Señor;
pues por fe caminamos y no por visión (2 Cor 5,6s)."
Hay que tener en cuenta, que el trabajo racional dentro de la fe no obvia el misterio, que sigue
en pie. El misterio es el ámbito de trabajo propio de la teología y ésta no pretende develarlo, sino
profundizar en él.
De todos modos, desde el principio, los cristianos desearon y necesitaron profundizar
intelectualmente en su fe y debieron adoptar un método y un lenguaje para ello. Entonces
acudieron a la filosofía.
* En primer lugar, hay que decir que la Filosofía tampoco es ciencia en sentido estricto, sino
sabiduría (en el mismo sentido que la Teología). Aquí sintonizan ambas.
* Hay una aportación técnica por parte de la Filosofía, que tiene que ver con la precisión de los
términos y con la aportación de una metodología y un sistema (Lógica).
* Hay una aportación mucho más importante de la filosofía, pero que implica ya una opción
filosófica, pues esta aportación no puede hacerla cualquier concepción filosófica, sino sólo aquélla
que sea metafísica; es decir, aquélla que intente (y logre, en mayor o menor medida) acceder
naturalmente a la verdad. Por tanto, cualquier concepción filosófica puede servir para el trabajo
teológico, pero con una sola e inexcusable condición: que sea metafísica (o "realista", o "trascen-
dente). Así lo ha entendido el Magisterio eclesiástico en más de una ocasión:
Pablo VI, en 1974, advertía:
"Desgraciadamente, no pocos sistemas modernos se encuentran
en situación radicalmente irreductible a la fe cristiana y a la teología." Y
esto "...por el monismo en que se basan, por estar cerrados a la
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trascendencia, o por su subjetivismo o agnosticismo."
Más recientemente:
"En contra de las afirmaciones de muchas corrientes filosóficas,
pero en conformidad con el recto modo de pensar que encuentra

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Inst. 24/5/1990, nn.6 y 7.
5
Carta Lumen Ecclesiae, 20/11/1974, n.18.
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confirmación en la Escritura, se debe reconocer la capacidad que posee


la razón humana para alcanzar la verdad, como también su capacidad
metafísica de conocer a Dios a partir de lo creado (cfr. Concilio
Vaticano I, De fide catholica, De revelatione, can.1). La tarea propia
de la teología, de comprender el sentido de la revelación exige, por
consiguiente, la utilización de conocimientos filosóficos que
proporcionen un sólido y armónico conocimiento del hombre, del
mundo y de Dios (Optatam totius, n.15), y pueden ser asumidos en la
reflexión sobre la doctrina revelada. (...)...es importante subrayar que la
utilización por parte de la teología de elementos e instrumentos
conceptuales provenientes de la filosofía o de otras disciplinas exige un
discernimiento que tiene su principio normativo último en la doctrina
revelada. Es ésta la que debe suministrar los criterios para el
discernimiento de esos elementos e instrumentos conceptuales, y no al
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contrario."
Todas estas expresiones se repiten, especialmente, a partir de la Enc. Humani generis de
Pío XII (1950) (Cfr. Dz 2323).
Si entendemos por Filosofía una metafísica, Filosofía y Teología tienen en común el ser
"saberes de realidad"; trabajan con la verdad (en sentido metafísico).
Así, la Filosofía es instrumento de la Teología (ancilla Theologiae ): a) ofrece la base para la
analogía de la fe y b) ofrece el lenguaje preciso para hablar en términos de realidad.

4- Método de la ciencia teológica.

Teología positiva.
Argumentar por vía de autoridad es lo más propio de la ciencia teológica. Sus fuentes
coinciden con las de la fe y la revelación que, como se verá más adelante, son tres:
Sagrada Escritura
Sagrada Tradición
Sagrado Magisterio
La teología no utiliza estas tres fuentes sólo para apoyar las teorías que desarrolla, no se limita
a invocarlas como argumento a posteriori de la reflexión especulativa, sino que parte de ellas
en su elucubración, buscando y profundizando en el dato revelado:
"La teología adquiere, de modo reflejo, una comprensión siempre
más profunda de la Palabra de Dios, contenida en la Escritura y
transmitida por la Tradición viva de la Iglesia bajo la guía del
Magisterio, se esfuerza por aclarar esta enseñanza de la Revelación
frente a las instancias de la razón y, en fin, le da una forma orgánica y
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sistemática."

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Inst. 24/5/1990, n.10.
7
Inst. 24/5/1990, n.21.
TEOLOGÍA I
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De la necesidad de buscar el dato revelado en estas tres fuentes, nace la Teología Positiva:

- Ciencias escriturísticas
- Patrología
- Hª de la Teología
- Hª de la Iglesia
- Arqueología cristiana
- Liturgia
La Teología Positiva utiliza una metodología diversa según la ciencia auxiliar de la que se
sirva. Sin embargo, en todo caso, ha de tratar los temas bajo la perspectiva de la fe, lo que le
proporciona, precisamente, la formalidad teológica.
Naturalmente, la Teología Positiva necesita de una orientación para no ir a ciegas (debe saber
qué investigar y para qué). Esta orientación le es dada por la Teología Especulativa, mientras que
ésta se apoya en aquélla. Hablamos de una orientación por parte de la Teología Especulativa sólo
en lo que se refiere a las hipótesis teológicas y a las exigencias sistemáticas, es decir, como guía
de la investigación. La orientación general es siempre la del Magisterio, como veremos en el
siguiente punto.

Teología Especulativa.
Este tema ya está tratado, en parte, cuando hablamos de las relaciones Filosofía-Teología. Pero
hay algunas importantes precisiones que hacer:
* La argumentación teológica o "prueba de razón" no tiene por objetivo demostrar la fe, sino
demostrar su credibilidad (aspecto apologético) y encontrar argumentos de conveniencia que
estructuren racionalmente el dato revelado.
En primer lugar, sigue un camino deductivo explicitando lo implícitamente revelado.
En segundo lugar, avanza en sus conocimientos estableciendo una relación con las verdades
naturales.
Por fin, otro camino de progreso se realiza a partir de establecer una relación de los misterios
entre sí, según se ha visto en el texto del Conc. Vaticano I citado más arriba.
* Todo este trabajo racional se realiza dentro de la fe y dentro de la Iglesia. Como
consecuencia, hay que tener en cuenta que la especulación teológica está firmemente vinculada,
por una parte, al depósito de la fe (si no, no tendría sentido) y, por otra, al Magisterio de la Iglesia.
Es decir, que la teología se desarrolla bajo la guía de la Iglesia, en la que Cristo vive (y manda).
Sin esta fidelidad al magisterio jerárquico, no hay verdadera teología. El Magisterio de la Iglesia,
es mucho más que una mera fuente de la teología, más que una referencia exterior: es la acción
del mismo Cristo, maestro y pastor; es vida misma de la Iglesia. Todo el cap. IV de la Instrucción
que venimos citando se dedica a este tema, y constituye el meollo de dicha Instrucción.
* De la vinculación que la teología tiene con el Magisterio de la Iglesia, según vimos, procede
una vinculación terminológica, importante para la teología especulativa:
"Nosotros debemos hablar según una regla determinada, para
evitar que el abuso de las palabras engendre alguna opinión impía
acerca de las cosas que significan" (S.Agustín, De civitate Dei, X, 23).
Algunos casos concretos a modo de ejemplo:

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1) El caso de la palabra transubstanciación en la Encíclica Mysterium Fidei de Pablo VI


(3/9/1965):
"La norma de hablar que la Iglesia, con prolongado trabajo de siglos,
no sin ayuda del Espíritu Santo, ha establecido, confirmándola con la
autoridad de los Concilios, y que con frecuencia se ha convertido en
contraseña y bandera de la fe ortodoxa, debe ser escrupulosamente
observada y nadie, por su propio arbitrio o con pretexto de nueva cien-
cia, presuma cambiarla.(...) No se puede tolerar que cualquier persona
privada pueda atentar a su gusto contra las fórmulas con que el
Concilio Tridentino ha propuesto la fe del misterio eucarístico. Puesto
que esas fórmulas, como las demás de que la Iglesia se sirve para
proponer los dogmas de la fe, expresan conceptos que no están ligados
a una determinada forma de cultura, ni a una determinada fase del
progreso científico, ni a una u otra escuela teológica, sino que manifies-
tan lo que la mente humana percibe de la realidad en la universal y
necesaria experiencia y lo expresan con adecuadas y determinadas
palabras tomadas del lenguaje popular o del lenguaje culto. Por eso
resultan acomodadas a los hombres de todo tiempo y lugar."
2) El caso de la palabra alma en la Carta que la Sagda. Cong. para la Doctrina de la Fe envió
a los Presidentes de las Conferencias Episcopales sobre algunas cuestiones referentes a la Escato-
logía (17/5/1979):
"La Iglesia afirma la supervivencia y la subsistencia, después de la
muerte, de un elemento espiritual que está dotado de conciencia y de
voluntad, de manera que subsiste el mismo yo humano. Para designar
este elemento, la Iglesia emplea la palabra alma, consagrada por el uso
de la Sagrada Escritura y de la Tradición. Aunque ella no ignora que
este término tiene en la Biblia diversas acepciones, opina, sin embargo,
que no se da razón alguna válida para rechazarlo, y considera al mismo
tiempo que un término verbal es absolutamente indispensable para
sostener la fe de los cristianos." (pto.3)
3) El caso de las palabras naturaleza y persona en el dogma cristológico y trinitario, en la
audiencia general de Juan Pablo II el 13/4/1988:
"Es comprensible que en tiempos más recientes, queriendo traducir
los datos revelados a un lenguaje que respondiera a concepciones
filosóficas o científicas nuevas, algunos hayan encontrado cierta
dificultad a la hora de emplear y aceptar aquella terminología antigua,
de manera especial la que se refiere a la distinción entre naturaleza y
persona, que es fundamental tanto en la cristología tradicional como
en la Teología de la Trinidad. Particularmente, quien quisiera buscar su
inspiración en las posiciones de las distintas escuelas modernas, que
insisten en una filosofía del lenguaje y en una hermenéutica
dependiente de los presupuestos del relativismo, subjetivismo,
existencialismo, estructuralismo, etc., será llevado a minusvalorar e
incluso a rechazar los antiguos conceptos y términos por considerarlos
imbuidos de escolasticismo, formalismo, estaticismo, ahistoricidad, etc.,
y, por consiguiente, inadecuados para expresar y comunicar hoy el
misterio de Cristo vivo. Pero, ¿qué ha sucedido después? (...) como era
previsible, se ha pasado de la crisis abierta sobre la cuestión del lenguaje
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a la relativización del dogma niceno y calcedoniano, considerado como


un simple intento de lectura histórica, datado, superado y que no se
puede proponer ya a la inteligencia moderna."(nn.2 y 3)

5- Unidad y división de la ciencia teológica.

Unidad formal y material.


* La unidad de las disciplinas teológicas deriva del hecho de considerar todas las cosas en
cuanto divinamente reveladas. Por tanto, sus objetos tienen en común una razón formal.
* Desde el punto de vista de la materia también hay una gran unidad, mayor que en cualquier
otra ciencia, ya que al ser Dios el "ser en sí", goza de la máxima unidad (la multiplicidad procede
de la potencia).
En cuanto a las cosas divinas, sus obras, etc., se manifiestan múltiples, aunque mínimamente,
en la medida en que es necesario para la revelación a un destinatario sumido en la materia y el
tiempo: el hombre.
Pero aún así, en la revelación brillan los atributos de Dios que son inmutables y se identifican
con su esencia.

Disciplinas teológicas.

Teología Sistemática
- Apologética
- Teología Dogmática
Fe y Revelación (T.Fundamental)
Tratado de Dios
T.de la Creación
Cristología
Mariología
La Gracia
Eclesiología
T.Sacramentaria
Escatología
- Teología Moral
Fundamental
Especial

Teología Positiva
- Sagradas Escrituras
Crítica bíblica
Exégesis bíblica
Teología bíblica
- Patrología
- Hª de la Iglesia
- Arqueología cristiana

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- Liturgia

Teología Pastoral

Teología Espiritual

6- El progreso teológico y el recto pluralismo.

El Magisterio siempre ha defendido y fomentado un legítimo pluralismo teológico en todas


aquellas cosas relacionadas con el depósito de la fe sobre las que caben diferentes (y aún
opuestas) explicaciones. Frecuentemente, este pluralismo enriquece enormemente el pensamiento
teológico al partir de puntos de vista y tradiciones diferentes.
Pero este pluralismo no ha de entenderse como referido a los mismos dogmas ("pluralismo
dogmático"), como entendió el modernismo y algunos teólogos hoy día.
"En cuanto al pluralismo teológico, éste es legítimo únicamente en
la medida en que se salvaguarde la unidad de la fe en su significado
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objetivo."
Este tema se verá con más detenimiento cuando se trate el tema de la "evolución homogénea
del dogma". Por el momento, baste esta cita del Concilio Vaticano I:
"La doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta
como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los
ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un
depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada.
De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de
los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás
hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta
inteligencia (can.3). 'Crezca, pues, y mucho y poderosamente se
adelante en quilates, la inteligencia, ciencia y sabiduría de todos y de
cada uno, ora de cada hombre en particular, ora de toda la Iglesia
universal, de las edades y de los siglos; pero solamente en su propio
género, es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma
sentencia'." (Const. Dei Filius , cap.4.) (D 1800)

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Inst. 24/5/1990, n.34.

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