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DISCRECIONALIDAD

ADMINISTRATIVA
Facultad discrecional y acto discrecional. Facultad
reglada y acto reglado. Delegación de facultades
La facultad discrecional Si bien es cierto, como ya hemos indicado, que la actividad de la administración
pública está regulada por el sistema jurídico vigente, ello no implica que los órganos guberna- mentales no
posean en ocasiones un relativo margen de movimiento para determinar el contenido y la orientación de
sus tareas, en derecho administrativo, es precisamente mediante facultades discrecionales como se actúa
en la mayoría de las veces, ya que la ley no puede prever la oportunidad para la emisión del acto jurídico
subjetivo, sino que es la autoridad la que ha de valorar el momento, la medida y los alcances de la
declaración concreta que habrá de producir consecuencias de derecho.
La discrecionalidad es esencialmente una libertad de elección entre Alternativas igualmente justas, o, si se
prefiere, entre indiferentes jurídicos, porque la decisión se fundamenta en criterios extrajurídicos (de
Oportunidad, económicos, etc.), no incluidos en la ley y remitidos al Juicio subjetivo de la administración.
Eduardo García de Enterrí.
Facultad vinculada o reglada y acto reglado

La facultad reglada supone la existen- cia de una norma jurídica que indica claramente en qué
circunstancias y en qué sentido debe emitirse un acto; la creación de ese acto reglado requiere la
presencia de un órgano competente y de un funcionario facultado, con total precisión, para efectuar
la actividad que el sistema jurídico ordena.
La facultad vinculada o reglada está prevista claramente en el texto normativo, que indica en qué
momento y en qué sentido ha de producirse el actuar de la administración pública; por ello se habla
de que el acto y la facultad reglados están ligados o vinculados al texto de una cierta ley o
reglamento.
La facultad discrecional libre

En este supuesto, existe una total libertad para actuar o no y también para determinar el sentido y
alcance de la declaración unilateral de voluntad. Gran parte de las materiales caen dentro de este
supuesto, así como determinados nom- operaciones borramientos, inversiones, algunos actos en las
relaciones diplomáticas, la mayoría de los casos de expropiación, etcétera. hay que prestablecidas
como en el caso de las sanciones pecuniarias (multas).
La facultad discrecional obligatoria

En este tipo de facultades, el funcionario o empleado público por cuenta del órgano competente
tiene que actuar en uno u otro sentido, pero dentro de los limites que la ley contempla. No puede
abstenerse de emitir un acto, aunque la norma le permite cierta movilidad entre varias opciones
Facultad discrecional técnica

Puesto que no toda la actividad de la administración pública se traduce a actos jurídicos, sino que
existen operaciones materiales de carácter técnico que quedan fuera del ámbito del derecho, se
habla de que los entes gubernamentales tienen libertad para seccionar los mecanismos idóneos para
llevar a cabo sus tareas de naturaleza científica o técnica (construcciones, educación, salubridad,
contabilidad, etc.). Para algunos autores esta discrecionalidad técnica no existe, ya que el servidor
público debe escoger obligatoriamente el método adecuado para lograr los resultados que se
persiguen.
Discrecionalidad y arbitrariedad

• Cuando el servidor público actúa de manera incorrecta al ejercer facultades discrecionales,


comete un acto arbitrario. A este ejercicio arbitrario es a lo que la doctrina llama desvío de poder,
es decir, el uso exorbitante de las facultades que la ley otorga, al no ponderar adecuadamente los
factores que determinan el origen y la finalidad de la actuación.
• Se distingue entre abuso de poder y desvío de poder. En la primera categoría se incluyen los actos
que han sido emitidos con total arbitrariedad y rebasando los limites que la ley fija para la
actuación del servidor público, en tanto que hay desvió del poder cuando, dentro del marco
creado por la ley, se actúa de modo exagerado o inequitativo al hacer uso de facultades
discrecionales, de tal suerte que se desvirtúa la finalidad que debe perseguir todo acto
administrativo.
Límites a la facultad discrecional

En principio, es la misma ley quien establece límites a la facultad discrecional pues ésta supone la
posibilidad de actuar dentro de cierto marco. Más difíciles de precisar y de valorar son los límites que
impone la naturaleza misma de la discrecionalidad, consistentes éstos en una apropiada evaluación
de los motivos o razones que provocan la emisión del acto, así como de los fines que se persiguen
con éste. Es, principalmente, en las facultades discrecionales y en el acto discrecional cuando se
ejerce el punto don- de entran en juego el mérito, la oportunidad y los fines que debe contener todo
acto administrativo.
La facultad discrecional y las garantías
individuales
• El acto administrativo que se emita en uso de facultades discrecionales debe, al igual que cualquier
otro del poder público, respetar las garantías individuales o derechos humanos que la constitución
política regula en su parte dogmática.
• Esto que resulta obvio tratándose de ciertos derechos, como la igualdad, petición, tránsito, propiedad,
reunión, etc., sin embargo, conviene destacarlo a propósito de los arts. 13, 14 y 16 constitucionales.
• si es posible impugnar por vía judicial un acto administrativo emitido con base en facultades
discrecionales, invocando violación a las citadas garantías individua- les, aunque la falta de texto legal
expreso en este punto hace difícil su adecuado tratamiento (como excepción a esta carencia, tenemos
la Ley Federal de Procedimiento Administrativo). Para ilustrar la afirmación anterior transcribimos el
siguiente criterio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
Conveniencia de otorgar facultades discrecionales

¿Qué tipo de facultades, discrecionales o regladas, deben prever la ley?


Resulta oportuno exponer dos ideas respecto a la clase de facultades con que debe contar el servidor
público para realizar su actividad. Se afirma que el exceso de discrecionalidad es una postura de los
regímenes de corte autocrático, en que la voluntad o gracia del gobernante (monarca) era lo decisivo
para el contenido y la emisión del acto.
Por otro lado, el dinamismo de la vida actual y los avances tecnológicos plantean la necesidad
conveniencia de otorgar mayores márgenes de movimiento y opciones a la actividad de l
administración pública, la que no puede someter el enfrentar múltiples acontecimiento a los rígidos
moldes que suponen las facultades regladas o vinculadas, de ahí los requerimientos de
discrecionalidad.
Delegación y avocación de facultades

La delegación de facultades consiste en trasladar la aptitud legal de obrar en determinados asuntos,


del superior jerárquico al inferior, y tiene por objeto hacer más expedito el despacho de los negocios
administrativos, disminuyendo el volumen de trabajo de los altos mandos
Por otro lado, la avocación es la figura contraria a la delegación; por medio de ella el superior
jerárquico decide atender un asunto que se encuentra en el ámbito de actuación de un inferior. Esta
decisión de avocarse a conocer determinado negocio debe I órgano público. Legal, al superior, es la
propia ley la que debe permitir la delegación de facultad de suple se hace cargo de todos los asuntos
que le corresponden al ausente.
EQUIPO 1

MARITE MARTINEZ
KARLA LORENA
YUDITH
SEBASTIAN
LUIS ANGEL

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