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Acto administrativo

Definicion

¿Qué es el Acto Administrativo?


Normalmente se entiende como un acto administrativo a cualquier
manifestación o declaración de los poderes públicos de
un Estado dotados de facultades administrativas, para imponer su voluntad
sobre los derechos, libertades o intereses de otros sujetos públicos o privados
que hagan vida en la nación.

Dicho de otro modo, se trata de actos jurídicos, en los que un organismo


del Estado expresa su voluntad de manera unilateral, externa y concreta,
para decidir sobre una materia específica.

Los poderes públicos pueden imponerse en una materia concreta mediante


actos administrativos, siempre y cuando éstos tengan lugar dentro de lo
estipulado por el ordenamiento legal, es decir, que se den según lo establecido
por la Constitución. De allí que los actos administrativos puedan variar de país
en país y de legislación en legislación.

Características y elementos del acto administrativo

Elementos y características de un acto


administrativo
Los actos administrativos poseen ciertos elementos característicos y
cualidades propias:

 Tiene naturaleza cuasi-judicial y resulta directamente ejecutable.

 Debe ser objetivo y dictarse mediante un procedimiento administrativo


(así se trata de evitar la arbitrariedad en la actuación administrativa).

 Competencia: la Ley determinará en cada caso el órgano


competente que corresponda para realizar una actuación administrativa. Este
órgano tendrá que cumplir ciertos requisitos como la imparcialidad o la
capacidad de obrar. De no ser así, el acto podría ser impugnado.
 Causa o finalidad del acto: el objetivo de cualquier acto administrativo es
la satisfacción del interés general respetando los principios y normas del
ordenamiento jurídico.

 Contenido: a pesar de que el acto administrativo se encuentra regulado


y no debería de contener más que los elementos esenciales o legales, en
ciertas ocasiones la Administración tiene facultad para introducir elementos
accidentales o eventuales en sus actos.

 Forma: la actuación de la Administración está sometida a ciertas


formalidades, el acto debe realizarse por escrito y en determinadas ocasiones
tendrá que motivarse.

 Notificación y publicación: los actos administrativos


deberán notificarse a los interesados y, en determinadas ocasiones, tendrá
que ser publicado.

Elementos del acto administrativo


Todo acto administrativo se compone de una serie de elementos que los
distinguen de otros, y que son:

 Sujeto. El órgano específico que formula la declaración de voluntad en


representación del Estado, siempre y cuando ello esté dentro de sus
competencias según lo establecido en la Constitución.
 Competencia. La cantidad de poder que un ente posee dentro del concierto de
los poderes públicos, y que lo faculta para llevar a cabo un acto administrativo,
o no.
 Voluntad. La intención objetiva o subjetiva con la cual se realiza el acto
administrativo.
 Objeto. Aquello sobre lo que recae el acto administrativo, y que debe ser cierto
físicamente y posible jurídicamente.
 Motivo. El porqué del acto jurídico.
 Mérito. El grado de adecuación del acto administrativo respecto del principio
de proporcionalidad de los medios y los fines.
 Forma. La materialización en sí del acto administrativo, es decir, la formación
externa del acto.

Clasificación y efectos
Tipos de actos administrativos
Los actos administrativos se clasifican, según la segmentación realizada por
Gabino Fraga, en los siguientes criterios:

 Conforme a su naturaleza. Tomando en cuenta la voluntad de quien realiza el


acto administrativo, puede hablarse de actos jurídicos (si modifica la ley o
causa un efecto sobre lo que ésta regula) o de actos materiales o de
ejecución (si ejecuta atribuciones no jurídicas de la administración pública).
 Conforme a las voluntades que lo permiten. Tomando en cuenta los
organismos responsables, podremos hablar de actos unilaterales (si sólo
atañen a la institución que los emite), o actos plurilaterales (si expresan la
voluntad de dos o más organismos públicos).
 Conforme a la relación entre la voluntad y la ley. Tomando en cuenta el
modo en que se relación con la ley, los actos administrativos pueden
ser obligatorios o vinculados (se debe acatar lo impuesto por la ley sin margen
para las decisiones individuales), o bien pueden ser discrecionales (se permite
cierto margen de decisión al afectado).
 Conforme a al área de su accionar. Tomando en cuenta este criterio
podemos distinguir entre actos administrativos internos (regulan el
funcionamiento interno de la ley en una administración) y actos administrativos
externos (comprenden el modo en que el Estado ordena y controla los actos
internos).
 Conforme a su finalidad. Atendiendo a la razón por la cual se realicen,
podemos hablar de actos administrativos preliminares (permiten o facilitan el
accionar de la administración pública), actos administrativos de
decisión (declaraciones unilaterales de voluntad donde se deja constancia de
la modificación de una situación jurídica subjetiva y puntual), o actos
administrativos de ejecución (aquellas que obligan al cumplimiento de las
resoluciones tomadas).
 Conforme a quiénes está destinado. Tomando en cuenta sobre quiénes
recae el acto administrativo, podemos distinguir entre aquellos de carácter
general (cuando sus destinatarios no están determinados) y aquellos
de carácter singular (dirigidos a un destinatario específico).

Fuente: https://concepto.de/acto-administrativo/#ixzz6y5M7MGR3

Efectos de un acto administrativo


Los efectos específicos de los actos administrativos dependen en principio de
lo establecido en el orden jurídico y de lo que el propio acto contemple.

Así, los actos administrativos producen efectos jurídicos, que pueden ir desde


conceder o revocar derechos, hasta revertir decisiones de otros
organismos, exigir el cumplimiento de una conducta, etc. Dichos efectos
suelen ser inmediatos y el Estado será el encargado de velar por su
cumplimiento.
Irregularidades del acto administrativo

  Irregularidades e ineficiencia del acto administrativo.

Las irregularidades e ineficiencias del acto administrativo, los


actosadministrativos son válidas cuando han sido emitidos de conformidad con
lasnormas jurídicas que lo rigen, cuando su estructura consta de todos los
elementosde existencia.Estos son el consentimiento y el objeto, y los de validez
que son: la capacidad, laausencia de vicios de voluntad, la licitud y la forma.
Por lo tanto, cuando nocumplen con las mismas, podemos hablar de la nulidad
absoluta y de la nulidadrelativa.La irregularidad de los actos administrativos
puede manifestarse por todo tipo deviolaciones a las disposiciones legales que
norman su creación, desdeintrascendentes desviaciones en el procedimiento
administrativo, hasta ausenciaabsoluta de los elementos que deben integrarlo,
lo cual no impide queprovisionalmente produzcan sus efectos.De esta manera
encontramos que a falta de disposición expresa en la leyadministrativa, se
aplica supletoriamente la teoría tripartita de las nulidadesconsignada en los
artículos del 2224 al 2242 del Código Civil, de donde se derivala posibilidad de
que los actos administrativos puedan presentar vicios queproduzcan su
inexistencia, nulidad absoluta o nulidad relativa.La nulidad de los actos
administrativos considerando que la inexistencia del actoes resultado de la falta
de voluntad o de objeto, está sólo puede producirsecuando el sujeto que actúa
no represente la voluntad del órgano, por no tratarsede un sujeto de la
administración, o que el objeto del acto sea manifiestamenteilícito o
imposible.Las formas de extinción del acto administrativo son: Caducidad, y
Revocación.El primero se refiere a que su existencia está sujeta al
cumplimiento de ciertasobligaciones a cargo de su destinatario y éste no
cumple con ellas.La segunda se refiere a que procede por motivos de
oportunidad que se generandespués que el acto nació: su naturaleza es
constitutiva y los efectos se producenhacia el futuro.

Convalidadcion y sus formas

Modos de extinción del acto administrativo

LOS MODOS DE EXTINCIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO La LPA establece tres


modos de extinción del acto administrativo, ellos son: la revocación, la caducidad y la
nulidad. Veamos cada uno de ellos y su régimen jurídico por separado. 1. La
revocación del acto administrativo La revocación es un modo de extinción del acto
administrativo dispuesto por el propio Poder Ejecutivo ante sí mismo, sin intervención
del juez, y por razones de ilegitimidad o inoportunidad. El objeto de este instituto es
extinguir los actos estatales ilegítimos o inconvenientes, y su fundamento básicamente
es: (a) preservar el principio de legitimidad en el marco de la actuación estatal; (b)
satisfacer el interés colectivo. En este contexto, vale recordar que el Estado puede
alegar sus propios errores o torpezas cuando, como ya sabemos, las personas
privadas (físicas o jurídicas) no pueden hacerlo. En particular, el Ejecutivo cuando
descubre o advierte cualquier acto ilegítimo debe extinguirlo —por sí y ante sí— por
medio del instituto de la revocación; o, si ello no fuere posible en ciertos casos, tal
como prescribe la ley, debe recurrir ante el juez con el objeto de que éste declare
inválido el acto, expulsándolo así del mundo jurídico. Esta acción procesal cuyo objeto
o pretensión del actor —Estado Nacional— es la declaración de nulidad de sus propios
actos recibe el nombre de lesividad. La LPA, en sus artículos 17 y 18 tal como
veremos luego en detalle, nos dice en qué casos el Ejecutivo puede revocar (esto es,
extinguir el acto ante sí); y en qué otros no puede hacerlo y, consecuentemente, debe
iniciar las acciones judiciales con este propósito. De modo que la ley regula
particularmente este aspecto. Cuando el Estado revoca por razones de ilegitimidad, no
debe indemnizar a las personas afectadas en sus derechos; mientras que si retrocede
y extingue por razones de inoportunidad, sí debe hacerlo. ¿Qué es la cosa juzgada
administrativa? Este concepto dice que los actos que crearon derechos subjetivos no
pueden ser revocados por el propio Poder Ejecutivo, sino que debe recurrirse ante el
juez en garantía de los titulares de esos derechos. Adviértase que la revocación de los
actos trae consigo la extinción de los derechos. Si bien la Corte acuñó este criterio
antes del dictado de la LPA —respecto de los actos administrativos regulares—, la
LPA extendió el principio de no revocación sobre todos los actos de los que nacen
derechos subjetivos (siempre que hubiesen sido notificados —actos regulares— o
estuviesen firmes, consentidos y ejecutándose —actos irregulares—), sin perjuicio de
las excepciones. Sin embargo, el acto pasado por autoridad de cosa juzgada
administrativa (acto que ya no puede ser revisado por el propio Ejecutivo porque de él
nacieron derechos subjetivos), sí puede ser controlado judicialmente y,
consecuentemente, anulado por el juez; de modo que técnicamente no existe cosa
juzgada. En el caso "Cerámica San Lorenzo" (1976), la Corte aplicó lisa y llanamente
el texto de la LPA. 1.1. La revocación de los actos ilegítimos (regulares e irregulares)
en la LPA El artículo 17, LPA, regula la revocación del acto irregular; y, por su parte, el
artículo 18, LPA, establece el régimen de revocación del acto regular. Pero, ¿cuál es la
diferencia entre ambas categorías de actos? El acto REGULAR comprende al acto
legítimo e ilegítimo (anulable de nulidad relativa). El acto IRREGULAR es el acto nulo
de nulidad absoluta. El legislador dice en el artículo 17, LPA, que "el acto
administrativo afectado de nulidad absoluta se considera irregular y debe ser revocado
o sustituido por razones de ilegitimidad aun en sede administrativa. No obstante, si el
acto estuviere firme y consentido y hubiere generado derechos subjetivos que se estén
cumpliendo, sólo se podrá impedir su subsistencia y la de los efectos aún pendientes
mediante declaración judicial de nulidad". Por su parte, el otro mandato (artículo 18,
LPA) establece que "el acto administrativo regular, del que hubieren nacido derechos
subjetivos a favor de los administrados, no puede ser revocado, modificado o
sustituido en sede administrativa una vez notificado". En el siguiente párrafo el
legislador agrega que: "sin embargo, podrá ser revocado, modificado o sustituido de
oficio en sede administrativa si el interesado hubiere conocido el vicio, si la revocación,
modificación o sustitución del acto lo favorece sin causar perjuicio a terceros y si el
derecho se hubiere otorgado expresa y válidamente a título precario". Por último, el
texto normativo incluye otro concepto fundamental, a saber: el acto "también podrá ser
revocado, modificado o sustituido por razones de oportunidad, mérito o conveniencia,
indemnizando los perjuicios que causare a los administrados". La LPA, en particular a
través de sus artículos 17 y 18 ya mencionados, establece en qué situaciones el
Estado puede revocar sus propios actos, sin recurrir ante el juez y, en tal sentido,
distingue dos categorías ya descritas, esto es: (a) los actos regulares y (b) los
irregulares. En efecto, la ley define particularmente los momentos o situaciones en que
el Poder Ejecutivo puede extinguir el acto por sí y ante sí, y en cuáles debe recurrir
ante el juez, según el estándar de los derechos consolidados. Es decir, en ciertos
casos el Ejecutivo ya no puede extinguir por sí solo sus propios actos ilegítimos. En tal
sentido, la Corte en el precedente "Miragaya" (2003) convalidó la revocación en sede
administrativa de una licencia de radiodifusión concedida irregularmente, en tanto
consideró que en el caso puntual no se generaron derechos subjetivos que se
estuviesen cumpliendo, al no haberse producido el comienzo de las transmisiones. En
conclusión, el criterio es el siguiente: el principio es la estabilidad del acto
administrativo, es decir, su permanencia y firmeza, pero el Ejecutivo puede y debe
revocar los actos viciados. Sin embargo, no puede revocar sus propios actos si: (a) el
acto irregular estuviese firme y consentido, y hubiere generado derechos subjetivos
que se estén cumpliendo; o (b) se trate de un acto regular que hubiese sido notificado.
De modo que, según la explicación ensayada hasta aquí, el Ejecutivo debe revocar
sus propios actos en su sede —por sí y ante sí— por razones de ilegitimidad; pero no
puede hacerlo cuando el acto esté firme y consentido y hubiese generado derechos
subjetivos que se estén cumpliendo o hubiese sido notificado, según se trate de actos
irregulares o regulares, respectivamente. El acto está firme y consentido cuando
vencieron los plazos para su impugnación en sede administrativa y judicial. Es posible
distinguir entre el acto firme por vencimiento de los plazos legales y reglamentarios y
el acto consentido, esto es, cuando el interesado aceptó expresamente el acto
mediante expresión de su voluntad, y no de modo implícito por el solo vencimiento de
los plazos. Poder Ejecutivo puede y debe igualmente revocar el acto, en cualquier
momento, cuando estuviese presente alguna de las siguientes circunstancias: 1.
cuando lo establece una ley especial; 2. cuando el interesado, es decir, el titular del
derecho subjetivo de que se trate, hubiere conocido el vicio del acto (art. 18); 3.
cuando la revocación lo favorece y, a su vez, no cause perjuicios a terceros (art. 18); y
subadquirente de derechos reales o personales de buena fe y a título oneroso" (art.
392). Por su parte, la nulidad es relativa cuando "la ley impone esta sanción sólo en
protección del interés de ciertas personas". Este nulidad sólo puede ser declarada a
instancia de las partes interesadas "en cuyo beneficio se establece". (B) Actos de
nulidad parcial y total La nulidad total es aquella que se extiende sobre todo el acto, y
la nulidad parcial solo afecta a una o varias disposiciones. A su vez, "la nulidad de una
disposición no afecta a las otras disposiciones válidas, si son separables"; pero si no
son separables la nulidad es total. Cabe aclarar que una disposición no es separable
cuando al suprimirla, el acto ya no puede cumplir con su finalidad. I.2. EL RÉGIMEN
DE NULIDADES EN EL DERECHO PÚBLICO El Derecho Administrativo recurrió en
un principio al Derecho Privado con el propósito de rellenar las innumerables lagunas y
desentrañar el marco jurídico de los actos administrativos y, en particular, sus
nulidades. En este punto, cabe preguntarse si debemos recurrir al Derecho Privado y,
en particular, al régimen de las nulidades del Código Civil y Comercial. La respuesta
obviamente es que no. Este es un aspecto básico del régimen de las nulidades del
Derecho Público que fue explicado por la Corte desde el antecedente "Los Lagos S.A.
Ganadera c. Gobierno Nacional" (1941). En este precedente, el Tribunal sostuvo que:
(a) la teoría de la nulidad de los actos administrativos es autónoma del Derecho
Privado; (b) el principio básico en el régimen de las nulidades del Derecho Público es
la presunción de validez de los actos estatales; (c) las nulidades del acto
administrativo no son —en ningún caso—manifiestas; y (d) el acto puede estar viciado
de nulidad absoluta, pero por el carácter no manifiesto de éstas — en virtud de su
presunción de validez— el juez no puede declararlas de oficio. Una vez rechazado el
Derecho Civil como herramienta de construcción, debemos volver entonces sobre el
campo propio del Derecho Administrativo y retomar el estudio de la LPA. V2.1. Los
actos administrativos nulos de nulidad absoluta y los actos anulables de nulidad
relativa En primer lugar, es necesario aclarar que —en el campo del Derecho Público
— utilizaremos indistintamente, por un lado, los conceptos de actos nulos y nulidades
absolutas; y, por el otro, los de actos anulables y nulidades relativas. Entonces, en
síntesis: el criterio más relevante en el Derecho Público es aquél que distingue entre:
(1) los actos nulos de nulidad absoluta; y (2) los actos anulables de nulidad relativa. El
artículo 14, LPA, establece el listado o detalle de los vicios propios del acto
administrativo como nulidades absolutas e insanables, según su propio
encabezamiento. Así, el acto administrativo es nulo, de nulidad absoluta e insanable,
en los siguientes casos: a) "cuando la voluntad de la Administración resultare excluida
por error esencial; dolo, en cuanto se tengan como existentes hechos o antecedentes
inexistentes o falsos; o violencia física o moral ejercida sobre el agente o por
simulación absoluta"; y, a su vez, b) "el acto fuere emitido mediando incompetencia en
razón de la materia, del territorio, del tiempo o del grado, salvo, en este último
supuesto, que la delegación o sustitución estuvieren permitidas; falta de causa por no
existir o ser falsos los hechos o el derecho invocados; o por violación de la ley
aplicable, de las formas esenciales o de la finalidad que inspiró su dictado". Por su
parte, el artículo 15, LPA, establece que "si se hubiere incurrido en una irregularidad,
omisión o vicio que no llegare a impedir la existencia de alguno de sus elementos
esenciales, el acto será anulable en sede judicial". Así, el legislador usó los conceptos
de actos nulos de nulidad absoluta, actos nulos, actos anulables y, también, acto
irregular (acto de nulidad absoluta) y regular (actos válidos y viciados, pero en
términos relativos). En síntesis, creemos que, prescindiendo de las categorías propias
del Derecho Civil que el Derecho Administrativo abandonó en su momento, cabe
encuadrar todos las especies de nulidades citadas por el legislador en el texto de la
LPA en el esquema de nulidades que describimos desde un principio en este capítulo
(actos nulos de nulidad absoluta y actos anulables de nulidad relativa) con el propósito
de evitar confusiones. En verdad, el punto más controvertido no es el de las
denominaciones, sino el criterio de distinción conceptual entre ambas categorías.
Veamos ahora nuevamente que dice el artículo 15, LPA. Este último precepto
establece que el acto es anulable y no nulo cuando el vicio, irregularidad u omisión "no
llegare a impedir la existencia de alguno de sus elementos esenciales". Una
interpretación armónica e integral de los preceptos antes citados nos conduce al
siguiente esquema de nulidades en el marco del Derecho Público: (a) los actos nulos
de nulidad absoluta (artículos 14 y 20, LPA), también llamados irregulares (artículo 17,
LPA), que impiden la existencia de uno o más de sus elementos esenciales (artículo
15, LPA), y cuya enumeración o listado no taxativo está descrito en el artículo 14, LPA;
(b) los actos anulables de nulidad relativa (artículo 15, LPA), también llamados en
parte regulares (artículo 18, LPA), que tienen un vicio, defecto o irregularidad que no
impide la subsistencia de sus elementos esenciales. A su vez, el acto anulable de
nulidad relativa puede ser objeto de saneamiento (artículo 19, LPA). De modo que el
criterio básico para distinguir entre ambas categorías de nulidades es, tras el vicio, la
subsistencia o no de los elementos esenciales. Sin embargo, es conveniente —y
quizás necesario— completar este concepto y darle así mayor contenido. Debemos
reconocer que —en verdad— el pilar básico del régimen de nulidades del Derecho
Público tras la existencia o no de los elementos esenciales, es la violación del interés
colectivo. Así, la línea de división entre unas y otras (nulidades absolutas y relativas)
es el grado de lesión sobre ese interés. Pero ¿cómo es posible saber cuándo el interés
público está o no gravemente lesionado? En otras palabras, ¿cuándo es grave la
lesión sobre el interés colectivo? El legislador establece un criterio o guía que es la
presunción de que la lesión es grave sobre el interés público cuando, en virtud del
vicio del acto bajo análisis, desaparece alguno o varios de los elementos esenciales.
Es decir, el legislador presume que, en caso de inexistencia de cualquiera de los
elementos esenciales, se ha violado gravemente el interés colectivo. En caso
contrario, esto es, subsistencia de los elementos esenciales, el vicio constituye un
defecto anulable y, por tanto, de alcance relativo. De modo que el intérprete no debe
ya detenerse en cuál es el grado de violación sobre el interés o el orden público, sino
en el concepto legal de la existencia o no del elemento esencial del acto, detrás del
cual está ubicado el interés público predeterminado en esos términos por el propio
legislador. Cabe aclarar que este concepto —es decir, la existencia de los elementos
del acto— no debe interpretarse con un alcance meramente material, simple y lineal,
sino que debe hacerse con un criterio hermenéutico más complejo que analice las
relaciones entre el elemento en cuestión y los 369 otros. Así y sólo así, es posible
advertir si el elemento existe o no (es decir, si el elemento está excluido del acto). Por
un lado, es obvio que si el elemento no existe en términos materiales es un claro caso
de inexistencia del elemento esencial pero, por el otro, aún cuando el elemento
existiese materialmente es posible que concluyamos —en virtud del análisis de
relación entre los elementos del acto— que el elemento viciado es jurídicamente
inexistente. Entonces, el camino a seguir por el operador debe ser el siguiente. En
primer lugar, analizar los siguientes elementos por separado, a saber: competencia,
procedimiento, forma, causa, objeto y fin; y tratar de encuadrar el vicio con la mayor
precisión posible en el marco de tales elementos. Luego, en segundo lugar, en caso
de no advertirse vicio alguno en el plano anterior, estudiar particularmente el elemento
motivación, entendido como el vínculo entre los elementos causa, objeto y fin (es
decir, el carácter racional y proporcional entre éstos). En tercer lugar, ver si el
elemento subsiste

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