Está en la página 1de 41

Eso me preguntó la maestra frente a

toda la clase.
Respiré profundo, contuve el aire
por unos minutos y lo solté por la
nariz, encogiendo mis hombros
con timidez. La maestra se acercó
me acarició el cabello y continuó
con el de la siguiente fila.
Agaché la mirada y me sentí avergonzada por no
haber sabido que responder. ¡Estaba roja como un
tomate!
Cuándo sea grande, voy a ser
doctora.
¡No! doctora no, porque me
aterran las inyecciones.
Tal vez astronauta... No, astronauta tampoco me dije a mí
misma, tendría que pasar el resto de mi vida cerca de la vía
láctea y no me gusta la leche. ¡Ugh!
Esa tarde al salir
de la escuela la
abuela me
esperaba en la
puerta y yo fui a
abrazarla como
siempre.
La abuela y yo pasamos mucho tiempo
juntas cuando papá y mamá no están.
Ella y yo nos parecemos tanto.
Ambas tenemos el cabello
ondulado y grandes ojos como
platones, a las dos nos gusta pintar
y rescatar insectos pelados y
algunas veces hasta insectos
peludos.
Mi abuela ríe todo el
tiempo...
Ella ríe hasta que sus
dientes se enfríen, por eso
un día decidió tejerles
chalecos de lana para
mantenerlos calientes.
Una vez mientras se reía de una de sus
verrugas se engulló tres mariposas en pleno
vuelo,
desde entonces imagino que las
mariposas viven aburridas en su
estómago, esperando que ella se
ponga nerviosa para revolotear
por todas partes.
Poco después al llegar a la casa de mi
abuela, hice las tareas y luego recosté
mi espalda sobre la alfombra
me quedé quieta,
pensativa, cerré mis ojos y
escuché una vez más la
voz de mi maestra
preguntándome...
Sentí como mis pelos se pararon de
punta...
Inmediatamente acudí a la
abuela, ella siempre tiene
todas las respuestas que
nunca he encontrado ni en
la maestra, ni en los
libros.
¡Abuela te necesito! le dije e
intenté levantarme de la
alfombra agarrándome del
sillón.
Qué sucede cariño? me
respondió, acercándose de
prisa.
¿Qué te gustaría que sea cuándo sea
grande?
Iba a responderme cuando de
pronto el cielo se nubló,
un par de gotas se estamparon bruscas
contra la ventana de la sala, entonces la
abuela gritó:
¡la rooopaaa!
Las dos corrimos hacia el
patio para recoger las
pantaletas, las camisetas y las
medias que la abuela había
dejado tendidas bajo el sol de
la mañana.
Al salir mil gotas mojaron mi frente y
después rodaron hasta mi boca...
abrí mis brazos para recibir la lluvia
y giré con emoción.
No lo pude evitar
salté y salté sobre
los charcos que se
formaron
rápidamente bajo
mis pies.
Mi abue vino por mí y me sujetó de la
mano, pero no me llevó hasta la casa, ella
me miraba mientras me sostenía y
sonreía. Yo me divertía y salpicaba el
agua sobre los maceteros del jardín. De
repente la abuela tomó mis mejillas entre
sus dedos, se acercó dulcemente hasta mi
oído entonces me dijo:
Miré a la abuela con cariño y las dos nos
envolvimos en un fuerte abrazo bajo la lluvia.
En ese instante sentí que no importaba si
sería científica, doctora o astronauta, al fin y
al cabo para eso me faltaba mucho tiempo.
Decidí entonces, que cuando la
maestra me preguntara ¿qué vas
a ser cuando seas grande
Josefina?
Le respondería con la certeza
más grande del mundo...
Y a ti ¿qué te gusta hacer en
compañía de tus abuelos?
Actividad
Recuerda un momento feliz de tu vida donde hayas
compartido junto a tu abuelita o abuelito y
dibújalo.

También podría gustarte