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conservadores
La Constitución de 1833
• En 1833 se promulgó una nueva Constitución, que, en muchos aspectos, reflejó las ideas
para el funcionamiento del Estado. El Congreso debía aprobar las llamadas leyes periódicas:
todos los años debía aprobar el presupuesto nacional y la fijación de las fuerzas de mar y tierra, y
cada dieciocho meses, se debía autorizar el cobro de las contribuciones. Sin la aprobación de
estas leyes, el presidente no podía gobernar.
En síntesis, las principales características de la Constitución
de 1833 fueron
La sociedad
• Entre 1820 y 1830 la estructura social del país no sufrió grandes modificaciones respecto de los siglos
coloniales. Los grupos en que se organizó la sociedad fueron: El sector alto. Tradicionalmente integrado
por terratenientes, comenzó a aceptar a ricos comerciantes, industriales y empresarios mineros,
incluyéndolos a través de alianzas matrimoniales. Esto implicó la integración de inmigrantes europeos,
en especial ingleses, quienes llegaron al país atraídos por negocios. Solo los hombres de este grupo
social podían ejercer sus derechos políticos, pues podían votar y ocupaban los cargos de gobierno. El
bajo pueblo. Estaba integrado por campesinos y, con el surgimiento de nuevas actividades económicas,
por obreros de minas, ferrocarriles, puertos y obras públicas, y artesanos dedicados a producir
manufacturas, como ropa o calzado. También lo conformaron personas dedicadas a variados oficios,
como vendedores ambulantes, volantineros o payadores. Los sectores medios. Hacia mediados de siglo
comenzó a formarse un nuevo grupo social. Estaba formado por profesionales, técnicos calificados e
inmigrantes europeos que vivían de sus oficios o profesiones
Desarrollo cultural
• Los gobiernos conservadores contrataron a educadores, artistas y científicos europeos, a los que les
encomendaron enseñar sus conocimientos en el país. También llegaron a Chile intelectuales y
literatos latinoamericanos que huían de los conflictos que se vivían en sus propios países. De este
modo, se radicaron en el país intelectuales europeos y latinoamericanos que aportaron
significativamente a la cultura nacional. En 1842, se creó la Universidad de Chile y algunos años
después, bajo el patrocinio de la Universidad, las Escuelas de Bellas Artes, de Arquitectura, de Artes
y Oficios, el Conservatorio Nacional de Música y el Observatorio Astronómico de Santiago. En
1842 se fundó la Escuela Nacional de Preceptores, y doce años más tarde, la de Preceptoras. En la
Universidad de Chile se formaron las primeras generaciones de profesionales chilenos y, hacia fines
del siglo XIX, también las primeras mujeres profesionales que obtuvieron un título universitario en
el país: las doctoras Eloísa Díaz y Ernestina Pérez, graduadas en 1887. En 1888 se fundó la
Universidad Católica, bajo el amparo de la Iglesia y con la finalidad de formar profesionales
educados en una visión cristiana.