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Mitos en violencia

conyugal
Los estereotipos de género, transmitidos y perpetuados por la familia,

la escuela, los medios de comunicación, etc., sientan las bases para el

desequilibrio de poder que se plantea en la constitución de sociedades

privadas, tales como las que están representadas por el noviazgo, el

matrimonio o la convivencia.
Distintos autores han señalado el valor de los mitos culturales acerca de la

violencia hacia la mujer, como elementos perpetuadores del problema.

Precisamente una de las características definitorias del mito es su resistencia al

cambio, la fuerza del mito reside en que es invulnerable a las pruebas racionales

que lo desmienten.

Las creencias prejuiciosas afectan a todos por igual y forman parte de una

matriz social y psicológica.


Algunos mitos se expresan bajo la forma de chistes, refranes o dichos
populares adquiriendo relevancia y peso en la conducta de las personas.
• Hay amores que matan
• Los hombres son agresivos por naturaleza
• Los trapos sucios se lavan en casa
• Los de afuera son de palo
• El lugar de la mujer es su hogar
• Las mujeres son las responsables de la cohesión de la familia
• Más vale malo conocido que bueno por conocer
• El matrimonio no es un lecho de rosas
• A golpes de hacen los hombres
• Los hombres son chicos grandes
• etc
Mitos del amor romántico

• Un mito es un conjunto de creencias socialmente compartidas que no son necesariamente verdaderas ni


están validadas científicamente. Se transmiten de generación en generación aunque varían con el tiempo
y según cada cultura.

• En los mitos del amor romántico se refuerzan roles estereotipados para las mujeres y para los varones.
A ellas les toca ser pasivas, delicadas, frágiles, e incondicionales, mientras que de ellos se espera que
tomen la iniciativa, sean activos, protectores, dominantes y no demuestren sus sentimientos. Estos
“mandatos” los aprendemos desde la infancia, en las relaciones familiares, los mensajes de los cuentos,
las canciones, las publicidades, los medios de comunicación, etc.

• Así se justifican y reproducen socialmente, en parte, las relaciones de poder desiguales que existen entre
mujeres y varones. La desigualdad es el origen de la violencia. En ninguna pareja hay una persona más
importante o mejor que la otra.
“El mito de la media naranja” es una creencia basada en que existe una “pareja
ideal” para cada un@ que está predestinada de algún modo para toda la vida y sin
elección posible. Esto puede llevar a una tolerancia excesiva y a permitir y
justificar cualquier conducta de la otra persona, porque “es la pareja que me
tocó”. Además, fortalece la idea de que estamos incomplet@s hasta que no
encontramos un gran amor. Es cierto que nuestra pareja nos puede
complementar, pero cada un@ de nosotr@s es únic@, completo e irremplazable.
La creencia de que “los celos son un signo de amor” e incluso un
requisito indispensable de un verdadero amor. Suele usarse para justificar
comportamientos controladores, represivos y, en ocasiones, violentos. Sin
embargo, los celos parten de la desconfianza en un@ y en la otra persona,
y terminan por ser perjudiciales para ambos. El respeto y la confianza
hacia la otra persona y hacia un@ mism@ sí son un signo de amor.
“E l a m o r t o d o l o p u e d e ”

Es la falacia de cambio por amor y mito de la omnipotencia del amor.


 Normaliza el conflicto
 Justifica la falsa creencia de que los polos opuestos se atraen y entienden
mejor.
 Mito de la compatibilidad del amor y el maltrato
 Creencia en que el amor “verdadero” lo perdona/aguanta todo
A la mujer víctima de violencia «le gusta» ser victimizada, por eso se
queda en ese vínculo o establece otros iguales o similares.

• Las mujeres que están en un vínculo violento muchas veces no reconocen la problemática en la que se
encuentran. En numerosos casos consideran que esta situación es «natural», «normal», ya que desconocen
la existencia de otras formas vinculares diferentes.

• En muchos casos, aún cuando registran la situación de maltrato tienen miedo a las represalias si
abandonan el vínculo.

• No cuenta con recursos económicos suficientes para desarrollar un proyecto autónomo, ni una red
familiar que oficie de sostén.

• No son masoquistas, ni obtienen placer en ser maltratadas.


Muchas mujeres priorizan el bienestar del que gozan en términos económicos a su
bienestar físico y/o emocional y se «quedan» en el vínculo por comodidad.

• El miedo, el aislamiento social y las propias estrategias de tolerancia que las mujeres
arman para ocultar su situación conforman el mayor obstáculo para lograr un
cambio en beneficio de su salud física y psíquica.

• La mayoría de las mujeres que trabajaban cuando se vincularon con esos hombres
dejaron de hacerlo por exigencias de sus parejas. Este apartamiento de los ámbitos
laborales hace muy difícil su reinserción.

• La «comodidad» argumentada en el mito forma parte del no reconocimiento


del trabajo invisible o doméstico.
Las mujeres son «naturalmente inferiores» a los hombres y por eso deben
tolerar sin cuestionamientos la violencia que ellos descargan sobre ellas.

• Este mito formó parte, durante siglos, de las justificaciones para mantener el orden
patriarcal imperante, desvalorizando los roles femeninos y ubicando a las mujeres como
«merecedoras» o simples receptoras de la violencia y la discriminación. Hoy día, y luego de
importantes investigaciones, resulta obvio que no existe ningún fundamento científico que
pueda comprobar la inferioridad de la mujer en comparación con el hombre. Sin embargo
este tipo de explicaciones fueron, y en muchos casos continúan siendo, base de las
atrocidades cometidas contra los derechos de las mujeres, actualmente a través de la
formación solapada de estereotipos y prácticas sociales.
La violencia es producto del alcohol y/o las
drogas.
• No existe estadística precisa acerca del consumo de drogas y/o alcohol en los
hombres violentos. Sin embargo, la mayoría de las agresiones ocurren
cuando están sobrios. Ni el alcohol ni la droga son causa de la violencia que
utilizan hacia las mujeres. Muchos consumidores no son violentos.

• No hay ninguna excusa que justifique la falta de control.


Los hombres violentos padecen algún tipo de enfermedad
mental.
• Si este enunciado fuera real, los hombres violentos se vincularían de ese modo en
todos los ámbitos sociales: lugares de trabajo, recreación, estudio, etc. Sin embargo,
muchos de ellos sólo se expresan violentamente en el ámbito doméstico. Si el
maltratador fuera un enfermo mental estaría respondiendo a algún tipo de patología
psiquiátrica que podría diagnosticarse y medicarse para procurar su cura. Retomamos
la definición de la violencia como una conducta aprendida.

• La conducta violenta puede controlarse y dominarse.


¿Por qué aguantó tanto tiempo y ahora se

queja?
Este mito interroga acerca de las razones que llevan a una mujer a hacer una denuncia tardía o pedir
ayuda luego de mucho de tiempo de relación.

• No se puede determinar cuando es el momento adecuado para que una persona, envuelta en una
situación complicada puede pedir ayuda.

Pensar la importancia de nuestras intervenciones como psicólogos.

• Profesionales que rechacen la violencia.


• Tiempo, paciencia, desahogo, recursos, solidaridad, respaldo, protección.
• Revaloración como personas- Conocimiento de sus derechos
• Estrategias de resolución, orientación en lenguaje claro y directo.
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épocas.
• https://www.youtube.com/watch?v=NQ3QTJITJg4 (1972)
• https://www.youtube.com/watch?v=DJHioklOxjI (1985)
• https://www.youtube.com/watch?v=MIu5UXqErww ( 2007)
• https://www.youtube.com/watch?v=ErxTYich0sk campaña
contra la violencia conyugal (2018)

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