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EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO

CAPÍTULO 15
SANGRE DE CAUCHERIAS
NOMBRE: ANGEL REY MENA GOMEZ
DOCENTE: EDITH GUSMAN AGUILAR
GRADO:4TO SECCIÓN: D
TEMA: SANGRE DE CAUCHERIAS
INSTITUCIÓN EDUCATIVA: GRAN UNIDAD ESCOLAR SAN CARLOS
PUNO - PERU
AUGUSTO MAQUI
• Augusto Maqui, el nieto de Rosendo, partió a las caucherías de la selva, cautivado por la elevada paga que le
ofrecieron. Junto con otros aventureros llegó al puesto Canuco, lugar de concentración de los caucheros. Su trabajo
consistía en internarse en el bosque, buscar los árboles de caucho y extraerles la savia o jebe. En dicha labor le
acompañó el veterano Carmona. Don Renato era el dueño y el primer jefe de Canuco. Se servían de indios
sometidos, quienes tenían que entregar su cuota en bolas de jebe; de lo contrario eran castigados, sin distinción de
edad y sexo. Augusto fue testigo de los abusos y atrocidades que se cometían con los nativos. El narrador nos
cuenta enseguida un hecho ocurrido en 1866, que graficaba muy bien la situación: El vapor Putumayo, que había
zarpado de Iquitos, penetró en aguas del río Ucayali hasta llegar al Pachitea. Allí chocó con un palo enorme y se
partió; el buque tuve que ser varado en una playa. Dos oficiales que desembarcaron fueron muertos a lanzazos por
unos indios cashibos. Desde Iquitos las autoridades alistaron la venganza. El prefecto Arana envió tres vapores al
Pachitea, con oficiales y soldados. La tribu de los conibos, enemiga de los cashibos, apoyó al ejército represor. Los
cashibos fueron sorprendidos mientras realizaban una fiesta, estallando la lucha. El jefe de los cashibos, Yanacuna,
encabezó a sus hombres. Los soldados de Arana se replegaron tácticamente hasta la playa y allí los cañones de los
vapores dispararon contra los indios, desatándose la carnicería. Por eso pusieron a ese lugar el nombre de “Puerto
del castigo”.
• Volviendo a nuestra historia, cada día menos indios iban a Canuco a entregar su cuota de caucho y don Renato
decidió traspasar el puesto a Custodio Ordóñez. Augusto quiso partir pero no lo dejaron pues estaba endeudado.
Escuchó fábulas propias de la selva, como la historia del Chullachaqui, un ser mítico con un pie de hombre y otro
de venado, quien se enamoró de Nora, la esposa del cacique Coranke, e intentó llevársela consigo; pero Nora se
negó y en castigo, el Chullachaqui convirtió a su pequeña hija en un pájaro, el “ayaymama”, el cual en las noches
de luna suele pronunciar un canto lúgubre que parece decir: “ay, aya, mama”. Ordóñez tenía una amante, Maibí,
una nativa de 15 años, a quien maltrataba de la peor manera. Augusto se conmovió al verla. En una ocasión,
cuando Maibí fue encerrada y privada de alimentos, Augusto le dio ocultamente comida. Ordóñez era también muy
cruel con los indios que estaban bajo su dominio. Una vez descabezó con machete a uno de ellos por no haber
traído suficiente caucho. Hasta que ocurrió la desgracia para Augusto: mientras sahumaba una bola de caucho, esta
explosionó y la masa hirviente le saltó en la cara. El accidente le ocasionó ceguera. Como ya no iban indios a dar
su cuota de caucho, Ordóñez preparó una expedición punitiva contra las tribus. Augusto no quiso quedarse solo y
pidió que lo llevaran, pero no le hicieron caso. Maibí se acercó entonces para acompañarlo. La batalla entre
caucheros e indios duró tres días. Los caucheros vencieron pero Ordóñez murió al ser herido por una flecha
envenenada. Los vencedores retornaron a Canuco trayendo como prisioneras a 30 mujeres nativas. Como tenían ya
suficientes mujeres dejaron a Maibí con Augusto. Ambos se fueron a vivir en una cabaña a orillas del bosque.
Maibí cultivaba en una chacra yuca y plátanos y Augusto, que estaba ciego, tejía hamacas y petates de palmera
para la venta. Su vida había cambiado radicalmente pero al menos seguseguíaía vivo.

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