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EL MOMENTO HISTÓRICO
ORIGEN Y DESTINATARIO
EL AUTOR
EL MOMENTO HISTÓRICO
Petición de pequeños propietarios de tierras y personas con derechos de servidumbre activa sobre las common land. En
Raunds, Northamptonshire. Commons Journal, del 19 de julio de 1797
"El Imperio Alemán se ha convertido en un Imperio mundial. Por todas partes, en las
regiones más remotas del globo, viven millones de compatriotas nuestros. Los
productos alemanes, la ciencia alemana, el espíritu de empresa alemán atraviesan los
océanos. Las riquezas que Alemania transporta a través de los mares se cifran en miles
de millones. A vosotros os incumbe, señores, el deber de ayudarme a sujetar
sólidamente esta gran Alemania a nuestra patria."
Discurso de Guillermo II. 1896, 25° aniversario del imperio
“La clase alta, sin embargo, dueña del poder y de la riqueza, no se dio cuenta del
peligro que amenazaba el frágil equilibrio de su posición. Los ricos se divertían
bailando el charlestón y los nuevos ritmos el jazz, el fox-trot y unas cumbias de negros
que eran una maravillosa indecencia. Se renovaron los viajes en barco a Europa, que se
habían suspendido durante los cuatro años de guerra y se pusieron de moda otros a
Nortameamérica. Llegó la novedad del golf, que reunía a la mejor sociedad para
golpear una pelotita con un palo, tal como doscientos años antes hacían los indios en
esos mismos lugares. Las damas se ponían collares de perlas falsas hasta las rodillas y
sombreros de bacinilla hundidos hasta las cejas, se habían cortado el pelo como
hombres y se pintaban como meretrices, habían suprimido el corsé y fumaban pierna
arriba. Los caballeros andaban deslumbrados por el invento de los coches
norteamericanos, que llegaban al país por la mañana y se vendían el mismo día por la
tarde, a pesar de que costaban una pequeña fortuna y no eran más que un estrépito de
humo y tuercas sueltas corriendo a velocidad suicida por unos caminos que fueron
hechos para los caballos y otras bestias naturales, pero en ningún caso para máquinas
de fantasía. En las mesas de juego se jugaban herencias y las riquezas fáciles de la
posguerra, destapaban el champán, y llegó la novedad de la cocaína para los más
refinados y viciosos.”
Isabel Allende. La Casa de los Espíritus. Ed. Plaza y Janés. Barcelona, 1992
"En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el
hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los
huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata; las cocinas, a col
podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los
dormitoiros, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los
orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos,
a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas
apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no
eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos,
apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes
y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el oficial de artesano, como la
esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal
carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el
siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por consiguiente
no había ninguna acción humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación de la
vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada de algún hedor.
Patrick Süskind. El Perfume.
“¿Se podía esperar, del presente enfrentamiento, una victoria decisiva del proletariado
revolucionario, se podía dar por sentado la caída de los Ebert-Scheidemann (2) y la
instauración de la dictadura socialista? Ciertamente no, si no se tiene en cuenta todos los
elementos que determinan la respuesta. Basta con poner el dedo en la llaga sobre la
situación actual de la revolución; la falta de madurez política de la masa de soldados que
continúan tolerando los abusos de sus oficiales y son utilizados con fines
contrarrevolucionarios, sólo esto prueba que la posibilidad de una victoria duradera de la
revolución no era posible (…).
Los campos, de donde ha partido un elevado porcentaje de la masa de soldados,
continúan estando poco más o menos al margen de la revolución. Incluso Berlín está
poco más o menos aislado del resto del Reich. En algunas provincias -en Renania, en la
costa del mar del Norte, en Brunswick, Sajonia, Wurtemberg-, los focos revolucionarios
están en cuerpo y alma al lado del proletariado berlinés. Pero lo que falla es la
coordinación del movimiento, la acción común que diese a los impulsos y a las luchas
de la clase obrera berlinesa una mayor eficacia.”
Memoria del Conde de Broglie al Rey Luis XVI de Francia. Febrero 1776.
“La invención y el uso de la máquina de cardar lana, que tiene como consecuencia reducir la
mano de obra de la forma más inquietante produce (en los artesanos) el temor serio y justificado
de convertirse, ellos y sus familias, en una pesada carga para el Estado. Constatan que una sola
máquina, manejada por un adulto y mantenida por cinco o seis niños realiza tanto trabajo como
treinta hombres trabajando a mano según el método antiguo (...). La introducción de dicha
máquina tendrá como efecto casi inmediato privar de sus medios de vida a gran parte de los
artesanos. Todos los negocios serán acaparados por unos pocos empresarios poderosos y ricos
(...). Las máquinas cuyo uso los peticionarios lamentan se multiplican rápidamente por todo el
reino y hacen sentir ya con crueldad sus efectos: muchos de nosotros estamos ya sin trabajo y
sin pan.”