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TEXTOS HISTÓRICOS

GUÍA PARA EL COMENTARIO DE TEXTOS HISTÓRICOS

1. Lee atentamente el texto comprendiendo lo que nos quiere


decir. Seguramente deberás leerlo varias veces. Busca en el
diccionario las palabras cuyo significado desconozcas.

• Subraya a continuación las ideas que te parezcan más


importantes.

3. Indica de qué naturaleza es el texto fijándote en su


contenido
NATURALEZA
Políticos.- Discursos, tratados, declamaciones, acuerdos, manifiestos, informes,
crónicas, panfletos, etc..

Histórico-literarios.- Memorias, artículos de prensa, expresión de experiencias


personales (narraciones de viajes, cartas, ensayos, etc...)

Jurídicos.- Constituciones, leyes, tratados, disposiciones, normas, decretos,


tratados internacionales, etc...

Económicos.- Se refieren a actividades productivas o relaciones económicas de


diversa índole.

Sociales.- Aluden a la familia, individuos, grupos, vida cotidiana, clases,


estructuras y conductas sociales, etc...

Culturales.- Pensamiento, arte, etc...

Historiográficos.- Textos escritos por un historiador posterior a los hechos


comentados.
4. Explica el momento y las circunstancias históricas a las que hace
referencia el texto.

EL MOMENTO HISTÓRICO

ORIGEN Y DESTINATARIO

EL AUTOR
EL MOMENTO HISTÓRICO

Se trata de situarlo en su contexto histórico. Se puede


hablar de:
•las circunstancias en las que surge el documento
•de los caracteres de la época
•los personajes que la protagonizan
En caso de que un texto no estuviera fechado, deberemos
recurrir a los elementos que contiene (personajes,
acontecimientos...) que nos permitan fecharlo con mayor o
menor precisión.
ORIGEN Y DESTINATARIO

Aquí debemos averiguar qué clase de personaje o


qué institución escribe el texto.

Asimismo, a quién va dirigido:


un particular (una carta..)
un colectivo (manifiesto, panfleto)
todo un pueblo (constitución, ley...)
EL AUTOR

En el caso de que el autor no estuviera citado, deberemos


proceder a su identificación por los elementos que
contiene el texto (ideas, instituciones, fechas, hechos
concretos, etc..).

Una vez se sabe el autor debe trazarse algunos aspectos


de su biografía, sobre todo cuando ésta ayuda a
comprender mejor el texto, intentando ver cómo se
manifiesta sus ideas en el texto, y en el caso de un texto
impersonal (ley, manifiesto, panfleto, anónimo) cómo se
proyecta la ideología del grupo, partido o poder en el
documento.
5. Intenta encontrar una estructura dentro del texto. Tal
vez se pueden diferenciar varias partes del mismo.

6. Comenta el texto poniendo en relación lo que nos


dice el texto con las características del momento
histórico que hemos explicado en el apartado 4.

7. Establece una conclusión haciendo una valoración de


la aportación que nos hace el texto para la comprensión
del momento histórico.
“1º: Muchos objetos necesarios para la vida -vestidos, alimentos, muebles, útiles- eran
fabricados en el marco familiar, especialmente en el medio rural. 2º: El artesano trabajaba
sólo o con un número muy reducido de obreros, raras veces más de cinco. Este artesano
podía ser libre o bien estar sometido a los reglamentos de las corporaciones o gremios (...)
3º: El capitalismo aparece en (...) la organización del mercader-empresario...(que)
proporcionaba a los obreros trabajando en sus domicilios la materia prima y algunas veces
los instrumentos de trabajo; más tarde iba a recoger el trabajo realizado y lo venía en su
provecho después de haber pagado un salario fijo al obrero, campesino o ciudadano (...)”
J. A. Lesourd y C. Gérard. Historia Económica Mundial.
“Los demandantes piden poder exponer a la Corte de justicia en base a los siguientes hechos:
Que con el pretexto de hacer mejorías en las tierras de propiedad de la citada parroquia se privará a los campesinos sin tierra y a
todas las personas que tienen derechos sobre las common lands que se pretenden cercar, del indispensable privilegio del que
actualmente gozan, es decir, de que sus bueyes, terneros y ovejas puedan pacer a lo largo y a o ancho de dichas tierras. Este
privilegio no sólo les permite mantenerse a ellos y a sus familias en medio del invierno -cuando no lograrían, ni siquiera
pagando en dinero contante, que los propietarios de otras tierras les dieran la mínima cantidad de leche o de suero para tales
necesidades-, sino que también les permite entregar a los ganaderos partidas de animales jóvenes y delgados a un precio
razonable, para luego engordarlos y venderlos en el mercado a un precio más moderado; y este sistema se considera como el más
racional y eficaz para asegurar el abastecimiento público de géneros de primera necesidad a precios más bajos. Los demandantes
consideran además que el resultado más desastroso de este cercamiento será la casi total despoblación de su ciudad, ahora llena
de trabajadores orgullosos y fuertes que, al igual que los habitantes de otras parroquias «abiertas», son el vigor y la gloria de la
nación, el sostén de su flota y de su ejército. Bajo el empuje de la necesidad y de la falta de trabajo, se verán obligados a emigrar
en masa hacia las ciudades industriales, en donde la naturaleza misma del trabajo en el telar o en la fragua reduciría pronto su
vigor, debilitaría a su descendencia y podría hacerles olvidar poco a poco ese principio fundamental de obediencia a las leyes de
Dios y de su país que constituye el carácter peculiar de esos sencillos y fieros campesinos que es fácil encontrar en las zonas de
los open fields y de los que en gran medida dependen el orden y la tranquilidad del Estado. Según los demandantes, éstos son
algunos de los daños que se podrán derivar de las previstas medidas que les afectarán como individuos, pero que tendrán
consecuencias en toda la comunidad. Ya se han comprobado estos daños en muchos otros casos de cercamientos, y ellos opinan
que presentando el problema al Parlamento (que constitucionalmente es protector y patrono de los pobres) sus derechos no
podrán dejar de ser tutelados frente a la ley en discusión.

Petición de pequeños propietarios de tierras y personas con derechos de servidumbre activa sobre las common land. En
Raunds, Northamptonshire. Commons Journal, del 19 de julio de 1797
"El Imperio Alemán se ha convertido en un Imperio mundial. Por todas partes, en las
regiones más remotas del globo, viven millones de compatriotas nuestros. Los
productos alemanes, la ciencia alemana, el espíritu de empresa alemán atraviesan los
océanos. Las riquezas que Alemania transporta a través de los mares se cifran en miles
de millones. A vosotros os incumbe, señores, el deber de ayudarme a sujetar
sólidamente esta gran Alemania a nuestra patria."
Discurso de Guillermo II. 1896, 25° aniversario del imperio
“La clase alta, sin embargo, dueña del poder y de la riqueza, no se dio cuenta del
peligro que amenazaba el frágil equilibrio de su posición. Los ricos se divertían
bailando el charlestón y los nuevos ritmos el jazz, el fox-trot y unas cumbias de negros
que eran una maravillosa indecencia. Se renovaron los viajes en barco a Europa, que se
habían suspendido durante los cuatro años de guerra y se pusieron de moda otros a
Nortameamérica. Llegó la novedad del golf, que reunía a la mejor sociedad para
golpear una pelotita con un palo, tal como doscientos años antes hacían los indios en
esos mismos lugares. Las damas se ponían collares de perlas falsas hasta las rodillas y
sombreros de bacinilla hundidos hasta las cejas, se habían cortado el pelo como
hombres y se pintaban como meretrices, habían suprimido el corsé y fumaban pierna
arriba. Los caballeros andaban deslumbrados por el invento de los coches
norteamericanos, que llegaban al país por la mañana y se vendían el mismo día por la
tarde, a pesar de que costaban una pequeña fortuna y no eran más que un estrépito de
humo y tuercas sueltas corriendo a velocidad suicida por unos caminos que fueron
hechos para los caballos y otras bestias naturales, pero en ningún caso para máquinas
de fantasía. En las mesas de juego se jugaban herencias y las riquezas fáciles de la
posguerra, destapaban el champán, y llegó la novedad de la cocaína para los más
refinados y viciosos.”
Isabel Allende. La Casa de los Espíritus. Ed. Plaza y Janés. Barcelona, 1992
"En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el
hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los
huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata; las cocinas, a col
podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los
dormitoiros, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los
orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos,
a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas
apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no
eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos,
apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes
y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el oficial de artesano, como la
esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal
carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el
siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por consiguiente
no había ninguna acción humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación de la
vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada de algún hedor.
Patrick Süskind. El Perfume.
“¿Se podía esperar, del presente enfrentamiento, una victoria decisiva del proletariado
revolucionario, se podía dar por sentado la caída de los Ebert-Scheidemann (2) y la
instauración de la dictadura socialista? Ciertamente no, si no se tiene en cuenta todos los
elementos que determinan la respuesta. Basta con poner el dedo en la llaga sobre la
situación actual de la revolución; la falta de madurez política de la masa de soldados que
continúan tolerando los abusos de sus oficiales y son utilizados con fines
contrarrevolucionarios, sólo esto prueba que la posibilidad de una victoria duradera de la
revolución no era posible (…).
Los campos, de donde ha partido un elevado porcentaje de la masa de soldados,
continúan estando poco más o menos al margen de la revolución. Incluso Berlín está
poco más o menos aislado del resto del Reich. En algunas provincias -en Renania, en la
costa del mar del Norte, en Brunswick, Sajonia, Wurtemberg-, los focos revolucionarios
están en cuerpo y alma al lado del proletariado berlinés. Pero lo que falla es la
coordinación del movimiento, la acción común que diese a los impulsos y a las luchas
de la clase obrera berlinesa una mayor eficacia.”

Rosa Luxemburgo. Artículo publicado en el periódico espartaquista Rate Fahne.


14 de enero de 1919.
“Cuando, por medio de la creación de la Milicia, guardia armada del Partido y de la
Revolución y por la constitución del Gran Consejo, órgano supremo de la Revolución, se
golpeó con un sólo golpe la práctica y la teoría del liberalismo, entonces nos metimos
definitivamente por la vía de la Revolución.
Hoy estamos enterrando el liberalismo económico. El corporativismo desempeña en el terreno
económico el mismo papel que el Gran Consejo y la Milicia han desempeñado en el plano
político.
El corporativismo es la economia disciplinada y por consiguiente, controlada, porque no es
posible una disciplina sin control.
El corporativismo supera al socialismo y al liberalismo, creando una síntesis nueva.
He aquí un hecho sintomático, sobre el que se ha reflexionado muy poco: la decadencia del
capitalismo coincide con la decadencia del socialismo. Todos los partidos socialistas de
Europa están por los suelos. Y no me refiero sólo a Italia y Alemania, sino también a otros
países.”
Discurso de Mussolini sobre el Estado corporativo. 28 octubre 1933.
“Nosotros hace tiempo que hemos abandonado la SDN porque conforme a su origen y a sus
obligaciones, nos ha negado el derecho a la igualdad de armamento y, por consiguiente a la
igualdad en la seguridad. No volveremos más porque no tenemos la intención de dejarnos, en un
punto cualquiera del mundo, encadenar a la defensa de la injusticia por la decisión de una mayoría
de la SON, y porque creemos rendir así un servicio a todos esos pueblos que la desgracia arrastra a
apoyarse en la SDN y a otorgarle su confianza considerándola como un factor de ayuda real.
Habíamos considerado, como más justo, en el caso de la guerra de Abisinia, por ejemplo, en primer
lugar, tener una mayor comprensión hacia las necesidades vitales de Italia y, en segundo lugar,
conceder menos esperanzas y, sobre todo, menos promesas a Abisinia. Ello habría podido, quizá,
acarrear una posible solución más amplia y más razonable de todo el problema.
Nosotros no tenemos en absoluto la intención, en un caso grave, de dejar implicar a la nación
alemana en conflictos donde no estuviera interesada ella misma [Alemania]. No estamos dispuestos
a intervenir en favor de intereses económicos o territoriales de otros sin que haya a la vista la menor
ventaja para Alemania. Por otra parte, nosotros mismos no esperamos un apoyo tal de otros pueblos.
Pero si una parte de los intereses alemanes llegaran a ser seriamente puestos en juego, no nos
esperaremos nunca a obtener de una SDN un apoyo tangible; al contrario, suponemos, "a priori",
que habremos de hacer frente nosotros mismos a los problemas que se deriven de ello.
En fin, nosotros no tenemos en el futuro la intención de dejarnos trazar por cualquier institución
internacional una línea de conducta que, excluyendo el reconocimiento de estados de hecho
indiscutibles, no tiene nada que ver con el comportamiento de gentes reflexivas, pero emparentadas
con la política de la avestruz.”
Discurso de Hitler pronunciado en el Reichstag. 20 de febrero de 1938.
“La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los
alimentos tan sólo aumentan en progresión aritmética. Basta con poseer las más elementales
nociones de números para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de
estas dos fuerzas.
Para que se cumpla la ley de nuestra naturaleza, según la cual el alimento sea indispensable
a la vida, los efectos de estas dos fuerzas tan desiguales deben ser mantenidos al mismo
nivel.
Esto implica que la dificultad de la subsistencia ejerza fuerza sobre el crecimiento de la
población una fuerza y constante presión restrictiva. Esta dificultad tendrá que manifestarse
y hacerse cruelmente sentir en un amplio sector de la humanidad”.

T. R. Malthus. Primer ensayo sobre la población.


"Inglaterra no puede prescindir de las colonias, pues sin colonias no hay comercio, sin comercio no hay marina y sin marina Inglaterra
no pasaría de ser en Europa una potencia de tercer orden.
Como consecuencia de la defección de sus colonias en el continente americano, Inglaterra se ve reducida a sus posesiones en las
Antillas, a su extenso asentamiento en Asia ya sus factorías de África. Todas esas colonias juntas no bastan para abastecer su marina
mercante, y por ende, su potencia marítima... Sus islas productoras de azúcar son muy inferiores a las nuestras. Sus posesiones
asiáticas constituyen para ella una fuente inagotable de riquezas, pero su intercambio comercial queda limitado a artículos de lujo, no
proporciona salida alguna a sus objetos manufacturados nacionales y no utiliza para ello más que un menguado número de barcos y de
marineros. Otro tanto sucede con sus factorías de África (...) y la trata de negros que allí practica no tiene valor más que en la medida
en que posea extensas plantaciones por cultivar allende los mares, en América.
Es esa necesidad imperativa de poseer inmensas colonias que dependan de la metrópoli, que absorban sus productos manufacturados y
que den trabajo a un inmenso plantel de marineros, lo que ha obligado, hasta ahora, al gobierno inglés a adoptar esa postura tan
ciegamente obstinada de mantener a toda costa bajo su yugo a los insurrectos. Es precisamente esa necesidad, experimentada por la
nación entera, la que la impulsa a realizar, hoy en día, ingentes esfuerzos y en la que se halla el origen del espíritu de animosidad que,
excepción hecha del partido de la oposición, impera en contra de sus colonias sumidas en la rebelión.
Si la pasión no tuviese por efecto enturbiar el sereno entendimiento a la hora de reflexionar, el gobierno inglés hubiese, ante todo,
examinado con detenimiento la naturaleza de sus colonias del continente americano. Se hubiese percatado de que no era la misma que
la de las demás colonias europeas, que la de las Antillas, por ejemplo, donde un reducido número de blancos sin enjundia y enervados
domina a un gran número de negros y requiere de continuo la protección de tropas extranjeras; donde el país, al no producir más que
artículos de lujo, depende totalmente de Europa para todas las necesidades de la vida (...) Las condiciones de vida reinantes en las
colonias inglesas del continente americano son completamente distintas: son colonias agrícolas y pobladas en su mayor parte por
hombres libres; proporcionan a profusión todos los artículos de primera necesidad y asimismo muchos otros que sitúan a la metrópoli
en un estado de dependencia con respecto a ellas. Si ésta, a su vez, las hace depender de ella a través de sus manufacturas es mediante
leyes forzadas y prohibitivas que se sacudirán esos nuevos territorios, recobrando su libertad, construyendo manufacturas del mismo
estilo para las cuales poseen además las materias primas en su propio seno, y otorgando a todas las naciones el libre acceso a sus
puertos. Así pues, semejantes colonias están indefectiblemente destinadas a formar, el día de mañana, un Estado independiente de
Europa (...)"

Memoria del Conde de Broglie al Rey Luis XVI de Francia. Febrero 1776.
“La invención y el uso de la máquina de cardar lana, que tiene como consecuencia reducir la
mano de obra de la forma más inquietante produce (en los artesanos) el temor serio y justificado
de convertirse, ellos y sus familias, en una pesada carga para el Estado. Constatan que una sola
máquina, manejada por un adulto y mantenida por cinco o seis niños realiza tanto trabajo como
treinta hombres trabajando a mano según el método antiguo (...). La introducción de dicha
máquina tendrá como efecto casi inmediato privar de sus medios de vida a gran parte de los
artesanos. Todos los negocios serán acaparados por unos pocos empresarios poderosos y ricos
(...). Las máquinas cuyo uso los peticionarios lamentan se multiplican rápidamente por todo el
reino y hacen sentir ya con crueldad sus efectos: muchos de nosotros estamos ya sin trabajo y
sin pan.”

Extraído del Diario de la Cámara de los Comunes, 1794


“Es un hecho curioso que, en los comienzos de la industria algodonera, todas las operaciones,
desde el tratamiento inicial de la materia prima hasta su salida en forma de tejido, se efectúan
bajo el techo de la casa del tejedor. En un segundo período, con la mejora de las técnicas, la
práctica era la de fabricar los hilados en la fábrica y tejerlos a domicilio. En la actualidad,
ahora que esta industria ha llegado a su madurez, todas las operaciones, que ponen en juego
medios mucho más amplios y complejos, se efectúan en un solo edificio...
En las fábricas movidas por el vapor, el algodón es cardado, bobinado en mechas, hilado y
transformado en tejido, y una sola fábrica es suficiente para producir la misma cantidad de
metros para la que antes era precisa la mano de obra de toda una región.”

R. Gueston. Historia abreviada de la manufactura de algodón.


"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy
a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la
tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad,
entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces
cuando voy por la mañana. Voy a escuela los domingos y aprendo a leer. (...) Me enseñan a
rezar (...) He oído hablar de Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la tierra y no sé
por qué murió, pero sé que descansaba su cabeza sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a la
escuela que estar en la mina."

Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio recogido


por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas, 1842.
“Las influencias desfavorables, en los obreros, del trabajo de la fábrica son: 1. La
desagradable necesidad de constreñir sus esfuerzos intelectuales y físicos a un paso
igual al del movimiento de la máquina (...) 2. La persistencia en una posición recta, por
espacios de tiempo demasiado largos (...) 3. La privación del sueño por la larga jornada
de trabajo (...) Los locales de trabajo, frecuentemente, son bajos, deprimentes,
polvorientos y húmedos, el aire impuro, la atmósfera recalentada, y continua
transpiración (...) El muchacho de la fábrica no tiene un momento libre fuera del
destinado a almorzar, y sólo entonce sale al aire libre (...)”
F. Engels. La situación de la clase obrera. (Informe del Dr. D. Barry). 1845.
"Examinad nuestra situación, considerad la ventaja que Dios y la naturaleza nos han dado, y
el destino que se nos promete. Nos encontramos en los confines de la Europa occidental, en
el principal punto de unión entre el viejo y el nuevo mundo. Los descubrimientos de la
ciencia, los progresos de la navegación, nos han colocado a menos de diez días de Nueva
York. En relación a nuestra población y a la superficie de nuestro país, tenemos una
extensión de costas superior a las de cualquier otra nación, lo cual nos asegura la
hegemonía y la superioridad en el mar. El hierro y el carbón, esos nervios de la producción,
nos proporcionan en la gran competición de la industria una ventaja sobre nuestros rivales.
Nuestro capital sobrepasa en mucho al que ellos disponen (...) Nuestro carácter nacional,
las instituciones libres que nos administran, nuestra libertad de pensamiento y de acción,
una prensa sin cortapisas que difunde todos los descubrimientos y todos los avances de la
ciencia, se combinan con nuestras ventajas naturales y físicas para colocarnos a la cabeza
de las naciones que se benefician del libre intercambio de sus productos. ¿Es entonces éste
el país que se sustraerá de la competencia?"

Discurso de Sir Robert Peel al Parlamento, 16 de febrero de 1846.


“La burguesía ha sometido el campo a la denominación de ciudad. Ha creado ciudades
enormes, ha incrementado en alto grado el número de la población urbana con relación a
la rural. Ha hecho depender a los países bárbaros y semibárbaros de los civilizados, a los
pueblos campesinos de los pueblos burgueses, al Oriente de Occidentes. La burguesía va
superando cada vez más la fragmentación de los medios de producción, de la propiedad,
de la población. Ha centralizado los medios de producción y ha concentrado la propiedad
en unas pocas manos.”
Marx y Engels. Manifiesto del Partido Comunista. 1848.
“Los avisos de Boston en la Nueva Inglaterra, recibidos por vía de Bristol, refieren que por el
mes de agosto último se había sublevado el populacho de aquella ciudad con motivo de los
nuevos impuestos, establecidas en la última sesión del Parlamento; que no sólo fueron
insultados los principales personajes del continente, sin también hicieron pedazos los papeles
y efectos del Contralor, del Juez del Almirantazgo, del Repartidor de Sellos, y del
Gobernador, cuya casa entraron a saco llevándose cuanto había en ella, y que no habían
calmado muchos desórdenes hasta que principios del mes siguientes, que se pudieran junta
como unos 500 hombres, que lograron arrestar las principales cabezas de la sublevación.”

Gazeta de Madrid, 4 de noviembre de 1765.


"Es sólo en mi persona donde reside el poder soberano, cuyo carácter propio es el espíritu
de consejo, de justicia y de razón; es a mí a quien deben mis cortesanos su existencia y su
autoridad; la plenitud de su autoridad que ellos no ejercen más que en mi nombre reside
siempre en mí y no puede volverse nunca contra mí; sólo a mí pertenece el poder
legislativo sin dependencia y sin división; es por mi autoridad que los oficiales de mi
Corte proceden no a la formación, sino al registro, a la publicación y a la ejecución de la
ley; el orden público emana de mí, y los derechos y los intereses de la Nación, de los que
se suele hacer un cuerpo separado del Monarca, están unidos necesariamente al mío y no
descansan más que en mis manos."

Discurso de Luis XV al Parlamento de París el 3 de marzo de 1766.


"Título III, art. 1º:
La soberanía es una, indivisible, inalienable e imprescriptible. Pertenece
a la Nación. Ningún sector del pueblo, ningún ciudadano, puede
atribuirse su ejercicio.
Capítulo 2, Sección 1, art. 3º: En Francia, ninguna autoridad es superior
a la de la ley.
El Rey sólo reina por ella, y sólo en su nombre puede exigir
obediencia."

Fragmento de la Constitución francesa de 1791


“Instando a mi amigo cristiano a que me explicase qué es nobleza hereditaria,
después de decirme mil cosas que yo no entendí (...) concluyó con estas voces,
interrumpidas con otras tantas carcajadas de risa: “nobleza hereditaria es la
vanidad que yo fundo en que, ochocientos años antes de mi nacimiento, muriese
otro que se llamó como yo, y fue hombre de provecho, aunque yo sea inútil para
todo.”

José Cadalso. Cartas marruecas. 1789. Carta XIII.


"Francia y Rusia, animadas de un mismo deseo de conservar la paz, y no teniendo otro fin
que atender las necesidades de una guerra defensiva, provocada por un ataque de las fuerzas
de la Triple Alianza contra una u otra de ellas, han convenido las disposiciones siguientes:
Primera. Si Francia es atacada por Alemania, o bien por Italia sostenida por Alemania,
Rusia empleará todas las fuerzas disponibles para atacar a Alemania. Si Rusia es atacada
por Alemania, o bien por Austria sostenida por Alemania, Francia empleará todas sus
fuerzas disponibles para combatir a Alemania.
Segunda. En el caso de que los fuerzas de la Triple Alianza, o una de las potencias de que
forman parte, se movilizaran, Francia y Rusia, ante la primera noticia del hecho, y sin que
sea necesario acuerdo previo, movilizarán inmediata y simultáneamente la totalidad de sus
fuerzas y las trasladarán lo más cerca posible de sus fronteras.
Tercera. (...) Estas fuerzas se emplearán a fondo, con toda diligencia, de manera que
Alemania tenga que luchar a la vez en el Este y en el Oeste.
Sexta. La presente convención tendrá la misma duración que la Triple Alianza."
Convención militar del 18 de agosto de 1892.
“Durante los calurosos días de finales de julio, yo estaba en Cambridge, discutiendo la
situación con todo el mundo. Consideraba imposible creer que Europa estuviese tan loca
como para precipitarse a la guerra, pero yo estaba convencido de que, si llegaba a haber
guerra, Inglaterra se vería involucrada. Yo deseaba vivamente que Inglaterra
permaneciera neutral, para lo que recogí firmas de un amplio número de profesores y
compañeros para una declaración que, a tal efecto, apareció en el Manchester Guardian. El
día que la guerra fue declarada, casi todos ellos cambiaron de pensar. Eché la tarde
paseando por las calles, especialmente en las cercanías de Trafalgar Square, observando a
un entusiasmado gentío que me hacía a mí mismo sensible a tales emociones. (...) Yo
había supuesto ingenuamente lo que la mayoría de los pacifistas afirmaban: que las
guerras eran una imposición de gobiernos despóticos y maquiavélicos sobre una población
que las rechazaba. (...)”
Bertrand Russell. Autobiografía.
“Mi madre me explicaba que Alemania había perdido la guerra aunque sus
soldados habían sido los más valientes, y que una paz infame había provocado el
desastre del país. La economía nacional se había hundido a causa de las
indemnizaciones de guerra, el pago de las cuales nuestros enemigos no paraban
de reclamar […]. Se veía cómo los adultos se indignaban ante los enfrentamientos
que tenían lugar en el Parlamento y no se comprendía que este desorden lo
provocaran los partidos que dividían a los alemanes […]. Algunas damas de
antiguas costumbres decían: “En tiempos del Imperio los alemanes no se
enfrentaban los unos con los otros. Se podía estar orgulloso de ser alemán”.
Además, en medio de estas miserias de las cuales se lamentaban los adultos,
había paro […].
Los promotores del nacionalsocialismo prometieron suprimir el paro y la miseria
de seis millones de habitantes y yo los creí. Creí que llevarían a cabo la unión
política del pueblo alemán y que superarían las dificultades resultantes del Tratado
de Versalles.”

Memorias de Melita Maschmann, una afiliada a las Juventudes Hitlerianas

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