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Chirac y la ONU
Un punto débil del movimiento contra la guerra imperialista de Bush,
perceptible también en los análisis hechos por los especialistas que se sitúan en
una problemática “anticapitalista”, concierne al lugar que conceden a los gobiernos
de los demás países capitalistas, principalmente Francia.
Se asiste desde hace meses a un reagrupamiento consensual explícito o tácito
/5 alrededor de la “posición de Francia” sobre la cuestión de Irak que merece
una reflexión. La posición defendida por Chirac y de Villepin era que Irak debía
ser desarmada por medios pacíficos y por mandato del Consejo de Seguridad de
la ONU. No es necesario retomar los términos vehementes utilizados por los
dirigentes soviéticos contra la SDN (una “caverna de bribones”) o los
empleados, por otras razones, por de Gaulle para calificar la ONU (ese
“chisme”) para interrogarse sobre el balance real de la ONU.
La resolución 1441 ha sido así presentada como producto (y éxito) de la
diplomacia francesa. Se situaba de hecho en línea con numerosas resoluciones
cuya ambigüedad semántica ha permitido en el pasado interpretaciones a la carta
por los países afectados. ¿Quién ha encontrado cosas a criticar en el próximo
pasado? ¿Quién se acuerda aún de que la precedente guerra contra Irak (no la
primera, puesto que las agresiones coloniales no han faltado en el curso del siglo
XX contra ese país) era realizada por Bush padre, sin autorización explícita de
las Naciones Unidas? Más recientemente, la guerra llevada a cabo en Serbia por
la OTAN no tenía la menor cobertura jurídica, como no la tenían los bombardeos
incesantes sobre Irak desde 1998. Y pasaremos sobre el bombardeo del reactor
nuclear Osirak en 1981, el bombardeo americano de Libia en 1986, contra Sudán
y Afganistán (por el “multilateralista” Clinton). Pasaremos igualmente sobre el
“dos pesos, dos medidas” observado por un investigador y militante americano,
S. Zunes, que ha señalado, sin exhaustividad, 91 violaciones de resoluciones
votadas por el Consejo de Seguridad. Los dos aliados estratégicos de Estados
Unidos, Israel y Turquía, van en cabeza con mucho (56 violaciones de las 91
contabilizadas). Comparto sobre este tema el punto de vista de M. Chemillier-
Gendreau cuando escribe: “El sistema (fundado en el derecho de veto de los
miembros permanentes, C.S.) ha llegado a producir él mismo las violaciones de
los derechos humanos” /6.
Lo esencial de la política de Francia ha sido consagrado a intentar salvar la
legitimidad del Consejo de Seguridad de la ONU, y de forma más precisa, el
derecho de veto que en él tienen los cinco miembros permanentes desde el final
de la Segunda Guerra Mundial. El hecho nuevo es que, a pesar de las tentativas
hechas por todos los países dominantes, no ha sido posible obtener una segunda
resolución de la ONU. Las divisiones en el seno del Consejo de Seguridad
revelan sin duda alguna profundas divergencias. Chirac no ha adoptado una
posición diferente de los Estados Unidos por amor a la democracia y los
derechos humanos. Se jugaba en la ONU una partida decisiva. Se refería a la
adecuación entre esta institución, su modo de funcionamiento heredado de las
relaciones de fuerza construidas tras la Segunda Guerra Mundial y la realidad de
las nuevas relaciones de fuerza geopolíticas y económicas que se han formado
en el curso del decenio de los 90. Dos “lógicas” se han enfrentado: por un lado,
la libertad que se otorgan los Estados Unidos de ignorar numerosos tratados y
reglas de derecho internacional, a comenzar por los concernientes a la
“seguridad internacional”, por otro, la defensa de su estatuto privilegiado en el
Consejo de Seguridad por Francia y Rusia, y así la preservación de las formas
de dominación política encarnadas en el derecho de veto de los miembros
permanentes.