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El Mapalé y el Seresese en la

literatura.
Por Abryl Valezka Alvarez Pacheco
¿Qué es el Mapalé y donde o
como se origino?
El mapalé es un pez del Caribe colombiano que le ha dado su nombre a
un género musical de ejecución rápida, a su vez, este se ha vinculado a
una danza ágil de fuerte herencia africana.
No hay verdadera claridad sobre su origen, debido a las prohibiciones
coloniales que ordenaban la quema de tambores y castigaban la
ejecución de los ritmos rápidos y frenéticos como los del mapalé. Esta
necesidad de clandestinidad ha hecho imposible rastrear con total
certeza la génesis de este género musical.
¿Qué caracteriza al
mapalé?
Actualmente, este baile se caracteriza por el uso del tambor alegre y la
tambora, acompaña dos de palmas y voces. En términos de vestuario, se
observa la sencillez propia de su origen humilde y la intención de favorecer la
libertad de movimientos: el hombre solo usa pantalón, mientras que la mujer
utiliza una falda y una blusa cortas. En la danza, el mapalé se baila en grupo o
en parejas, de forma suelta, ágil y rápida. Los grupos y parejas están
organizados en filas y compiten para impresionar a los demás con sus
movimientos creativos y versátiles.
¿De que trata la marquesa de
Yolombó?
La marquesa de Yolombó, basada en la historia real de una mujer
afrodescendiente que desafió las convenciones de su época, trabajó
en una mina hasta hacerse rica y logró alcanzar en su pueblo natal,
Yolombó, una posición importante. Luego fue engañada por un
español, quien la robó y la dejó sumida en la locura por treinta
años.
Es el mapalé delicioso. Son doce: fórmese una fila de negros a un lado y negros del
otro; alzan los blandones a igual altura y a un solo golpe; se cruzan, se alternan, los
brazos se entrelazan, se traban con llamas, cara a cara, blanqueando los ojos se
magnetizan. Acentúan el compás con el pie experto, ya hacia adelante, ya hacia atrás.
Bordan y dibujan sin desplegarse un ápice. Se alzan, se menean, se doblan y se
agachan, van a caerse, más aún tiempo mismo, se desprenden en rueda, levantan las
diestras y las acumulan en el centro en un solo foco, mientras las siniestras, junto al
suelo un círculo concéntrico. Rompen de pronto y aquello sigue por parejas. Es el
desvanecerse supremo. Remenean las caderas en convulsivo zarandeo; tiemblan los
senos, cual si fueran gelatinas. Jadean aquellas voces, se aspean aquellos cuerpos
barnizados por el sudor, relumbran los ojos, los aros y las gargantillas, se estremecen
los cuerpos en un espasmo; tornan a inclinarse, a erguirse, se afianzan en los remos,
lanzan los bustos hacia atrás, arrojan las teas y terminan.
Tomás Carrasquilla. La marquesa de Yolombó. (Adaptación)

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