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En los peinados y las motiladas de los afrodescendientes hay significados históricos y

contemporáneos que sobreviven a la modernidad. Trenzas y moños recrearon resistencias


de los ancestros africanos y hoy, en otro contexto, mantienen en alto la bandera de la
identidad.

Nelly Mendivelso, Unimedios

Contrario a lo que muchos creen, las tropas, esas trenzas delgadas pegadas al cuero La costumbre de llevar
cabelludo que lucen chicos afro, y también los que no lo son, no las inventaron Shaquille trenzas sugiere que la
habilidad de hacerlas no
O' Neill, Snoop Doggs o Rodman como registran en sus afiches o discos compactos. se truncó ni con la
Bastaría con viajar a Baudó, San Juan o Atrato, y ver los peinados de las abuelas y las travesía por el Atlántico,
niñas, para sorprenderse al encontrar los mismos diseños en sus cabezas como símbolo ni con la trata
esclavista. 
de una tradición, desarrollada hace 500 años en el contexto de la esclavización.
Foto : Guillermo Flórez
P.
Dentro de su cultura, ellas también son grandes artistas. Con cierto sigilo, testifican en
sus cabellos la resistencia que ple-garon todos los ancestros africanos y que hoy en otro
contexto se practica. "La cabeza y el pelo son un tablero en donde se escribe la identidad". Lo hicieron las
abuelas para planear la fuga de las haciendas y casas de sus amos. Las mujeres se reunían en el patio para
peinar a las más pequeñas, y gracias a la observación del monte, diseñaban en su cabeza un mapa lleno de
caminitos y salidas de escape, en el que ubicaban los montes, ríos y árboles más altos. Los hombres al verlas
sabían cuáles rutas tomar. Su código desconocido para los amos le permitía a los esclavizados huir.

"Si el terreno era muy pantanoso las tropas se tejían como surcos", dice Leocadia Mosquera, una maestra
chocoana de 51 años a quien su abuela le enseñó el secreto de los peinados por considerarla la ananse de la
familia, es decir, ese ser mítico representado en una araña, que con su astucia y poder, huye de la dominación.
Sentido simbólico que supo conquistar para conocimiento de todos, Lina Vargas, una joven socióloga de la
Universidad Nacional de Colombia, inquieta por descifrar huellas de africanía en el ejercicio de peinar en las
peluquerías afrocolombianas de Bogotá.

Instrumentos musicales de los afrocolombianos

El Abozao: es una danza y ritmo típico del Chocó. Se origina en la cuenca del río

Atrato, como expresión preferencialmente instrumental, y hace parte del


repertorio festivo cuya ejecución se hace con Chirimía. La coreografía se traza

 como un juego de incitaciones mutuas entre el hombre y la mujer, en cada pareja,


terminando con un cara a cara erótico.
El Bunde Chocoano: es una danza religiosa. Es diferente al currulao aunque se interpreta con los mismos
instrumentos.  Está muy extendido entre las comunidades afro
colombianas del litoral Pacífico, con un posible ascendiente en Sierra
Leona

 (África).  Tiene carácter de canción lúdica y combina una expresión de


los ritos

 fúnebres con una forma de canto inserto en el ámbito de las rondas y


juegos infantiles, característicos de los niños mientras los adultos se ocupan del rito relacionado con la
muerte.

La Caderona: es un ritmo-canto y baile cuya coreografía representa la


supervivencia de los antiguos landós, vacunaos, o la danza de vientre,
tradicional 

entre los esclavos africanos. Se interpreta con los mismos instrumentos


de las danzas anteriores.

 El Currulao: es la danza por excelencia de las comunidades afro


colombianas del litoral Pacífico. Recoge características que sintetizan las
herencias africanas de los esclavos traídos en la época colonial para las labores de minería adelantadas en
las cuencas de los ríos del occidente del territorio. En la ejecución del currulao es posible observar
características propias de un rito impregnado de fuerza ancestral e inclusive mágica.

La Jota Chocoana: es un baile muy popular en las provincias españolas de Aragón y Valencia, quedó muy
poco de ella al convertirse en un ritmo criollo con influencia africana. Del ritmo vivo y fiestero de la "jota
aragonés", se pasó a un ritmo

emparentado con el toque del currulao. En ella la melodía pierde casi todo el relieve sonoro y el "canto"
propiamente dicho, transformándose en una secuencia para ser bailada con pleno dominio de los
tambores.

La Mazurca: es un ritmo, canto y danza del litoral pacífico, cuyo origen se


remonta a las fiestas de los esclavos en época colonial, con 

un marco coreográfico de especial relieve por la sofisticación y elegancia con que se ejecuta la danza. Se
acompaña de de marimba de chonta, cununos (macho y hembra), bombo y guasas instrumentos estos
últimos interpretados por las mujeres quienes a su vez hacen la parte cantada. La música y los coros
tienen un cierto tono de lamento. Los pasos y desplazamientos de la danza constituyen un juego amoroso
manifestado por el pañuelo que portan los bailarines.
JUEGOS

2. TROMPO Se hace bailar con una pita. Peloüarlo es tirarlo al aire, cogerlo en la mano, sin dejarlo caer, y hacerlo
bailar allí. A bili tapi es coger el trompo que está bailando y halarlo sin que deje de bailar, mediante la pita. Los
últimos son un número, convenido de antemano, de toques al trompo caído o tendido. Los toques deben hacerse
en la siguiente forma: se hace bailar el trompo en la mano y de allí se lo hace bajar, bailando, por la pita, hasta
tocar el trompo tendido.
3. LIBERTAD Son dos bandos: policías y presos. Se sortea la salida; el bando que gana sale primero. Tras ellos van
los policías a cogerlos. A los que caen presos se los sienta en la liberta o tey, que es un sitio escogido de antemano
para ese fin. Los policías cuidan a los presos, pero si viene un jugador libre y toca a sus compañeros gritando
"liberta", esos compañeros que estaban presos salen corriendo, no sin esquivar a los policías que quieren
recapturarlos. Cuando los cogen a todos, se cambian los papeles y recomienza el juego.

4. EL VIEJO Se agrupan los jugadores. Alguno de ellos cuenta veinte y al que le corresponda este número es el viejo.
Todos salen a correr y el viejo a cogerlos. Coge a uno y ese le ayuda a coger a otro, y así sucesivamente, hasta
cogerlos a todos. El primero a quien el viejo cogió, ocupa el puesto de éste. El juego se reanuda en igual forma.

5. LA PIDO Se juega en el agua o en tierra, pero a los varones les gusta más en el agua. Se cuenta: pin uno, pin dos,
pin tres, pin cuatro, pin c'mco, pin seis, pin siete, pin ocho. Al que le toca pin ocho, ese 'la lleva', es decir, él tiene
que perseguir a los demás. Los jugadores, cuando se les acerca el que la lleva, se zambullen; el perseguidor espera
a que salgan a la superficie y se tira encima de alguno para atraparlo. El atrapado pasa entonces a ser perseguidor.
Durante el juego, para incitar, al perseguidor, los demás jugadores repiten: "la pío, la pío, y no la dejo de pedir".
Para descansar, un jugador muy perseguido tiene que llegar al tey que es el lugar en la playa, que se ha indicado
con este fin. En tierra el juego es igual, corriendo, y el tey es generalmente un poste del cual se agarran para
descansar de la persecución

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