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El malambo

reedición 26 /9/ 2019


En el cenáculo.
Este libro tiene como finalidad aclarar ciertos
temas sobre el malambo que muchas veces se dan
por sabidos, muchas veces ni se tratan y en muchos
casos no se conocen.
Pues aquí tenéis la oportunidad de aprender sobre
datos que pongo con la conciencia de que son datos
veraces, de viajeros y escritores que eran
contemporáneos a esa sociedad campesina ya
extinta más pongo en el tapete mi experiencia, el
haber surcado muchos escenarios del país y de
Chile, donde puse el espectáculo como
supremacía; no me dediqué a la competencia
aunque participe de algunas de ellas importantes y
otras no tanto, y todos lados demostramos que lo
que plasmábamos en el escenario tenía un sustento,
un por qué y nos abordaba el éxito.
Este libro es un reconocimiento al gaucho por todo
su arte inspirado en los sonidos cotidianos suyos,
como los de su caballo, en el galope, el trote, el
paso, el escarceo; cuando pateaba, cuando golpeaba
con las patas delanteras sobre la tierra, los sonidos
de su salto, del sonido de los cascos en su giro
furioso cuando sentía la monta la primera vez; de
cuando lo acicalaba ; el golpeteo de las espuelas en
las verijas ; el temblor de los cascos en la tierra
cuando sentía la presencia de la monta por primera
vez; y sus pasos ferales mostraban fuerza y
bravura.
Cuando afilaba su “compañero”; cuando lo
asentaba; los sonidos de los enseres de su rancho;
de sus trabajos con el cuero.
El gaucho supo plasmar los sonidos sobre la tierra
con sus pies convirtiendo sonidos en música.
Charlado, evocado, discutido como el malambo hay
pocos.
Este libro está hecho respetando mis colegas que
han volcado en sus libros cientos de páginas
interesantes son el malambo, pero…, - no sé por
qué -, siempre queda algo en el tintero.
Vamos a comenzar observando el personaje, el
lapso temporal, la instrumentación, el vestuario,
para luego ver el por qué lo hacía y cuál fue el
origen de la danza y su nombre mismo.
Desde la aparición de esta clase social llamada
gauchaje, allá en los finales del siglo XVI;
producto de la inserción de moriscos al paisaje
pampeano, que luego de sufrir el escarnio por parte
de su paisano español, quienes no le daban muchas
posibilidades para poder cumplir sus sueños y sus
quimeras desde que los trajeron a la prometedora
América, y ya sin posibilidades devolver al mar; se
internaron en el desierto verde llamado “Pampa”.
Allí encontró la posibilidad de crecer, de tener una
vida plácida, sin atadura alguna, sin leyes, sin
horarios, sin rendir cuentas y menos trabajar para
un tercero.
La Pampa se convirtió en el paraíso soñado, nadie
le impedía tomar lo que necesitaba y sin acercarse a
un poblado que le fuera hostil; cuando se sentía
invadido se internaba nuevamente en su ámbito, “la
Pampa”, y era intocable, tanto que la mayoría
evadía y el dominaba perfectamente.
Se lo denominó gaucho y su significación era:
solitario, incivil, que no se ajusta las leyes, fiero,
indómito.
Ya en la pampa se mezcla con mujeres aborígenes
y nace la segunda camada de “gauchos”, que
además de los atributos heredados se agregó el de
huérfano, desmadrado. Veamos: la Madre India, el
Padre morisco-español, nacido por uniones
eventuales ya fueran consentidas o no; su familia
materna lo rechazaba por ser hijo del invasor, la
sociedad de nuevo imperio español lo rechazaba
por ser hijo de una India; todo esto lo hacía
despreciable: se convirtió en un paria.
¿Cómo comenzó a bailar el malambo? Sí nos
remitimos al origen de los primeros gauchos, éstos
eran como dijimos moriscos, por lo general
andaluces que trajeron entre sus petates su cultura
milenaria, cultura que implicaba el baile flamenco.
Arte que se inserta gracias a los moros que
dominaron España durante ocho siglos en la vieja
Europa y luego llega escondido a la América
naciente.
El hombre flamenco era gitano en su mayoría, y
entre sus bailes estaba el “tablao”, donde mujeres y
hombres ejecutar un sinfín de golpes acompasados
de punta y taco acompañados por el son de un
instrumento árabe, la guitarra flamenca.
El zapateo se hacía repiqueteando sus pies en un
piso de madera justamente llamado “tablao”.
También llega con ellos.
Su ascendencia musulmana, y la adoración a
Mahoma.
Al ingresar los esclavos traídos de áfrica, llegaron
los negros “Cafres”, (del árabe kafir, infiel);
oriundos de costa de oro, estado sudanés
musulmán, y que llegaron al río de la plata como
esclavos.
Las minas eran mujeres altas, esbeltas, bellas y
muy apreciadas por eso como damas de compañía.
(Su apodo de minas justamente fue puesto porque
venían de la explotación de minas de África, de allí
surgió el lunfardismo de llamar mina a la mujer
prostibularia en un principio y que luego se
transformó hasta la actualidad para destacar a la
mujer bella, imponente).
Los esclavos que se liberaban escapando de los
negreros se reunían en comunidades en la
inmensidad de la pampa, como también lo hacían
en la cuña boscosa, el impenetrable, que hoy es
parte de la geografía santafesina y chaqueña. Esas
comunidades eran denominadas por los mismos
negros como “Quilombo”, de allí el apelativo que
indica desorden, dado que no se regían por leyes,
solo la del más fuerte. Tal apelativo aún se usa para
denominar lo mismo.
Llegado 1810 y por la liberación lograda con el
nuevo gobierno en el virreinato del río de la plata,
el negro y el mulato se unen a los cuerpos de la
infantería Rosista; algunos y otros se convierten en
“gauchos”, libres, recorriendo las pampas a su
albedrío, dejando en ella la impronta de sus rasgos
culturales.
El nombre de Malambo.
La palabra malambo es de origen africano y estos
llegados a América en su mayoría eran
musulmanes, por ende, tenían elementos culturales
de contacto con el andaluz de origen árabe y en
gran mayoría creyente de Mahoma.
Es probable que el hombre malambo provenga de
un barrio de negros de la Lima antigua de Perú, así
lo indica Benjamín Vicuña Mackenna. en el siglo
XIX. (Santiago de Chile, 08/1831; 25/01/1886, fue
un político, escritor, historiador y naturalista chileno).
El Malambo era un barrio de extrema pobreza; lo
que llamaríamos en Argentina Villa, Fachinal en
Chile, Chimba en Perú, Topolino Italia o Common
people de Inglaterra.
El nombre de malambo es de origen africano
musulmán, se torna como el indicador de esta
danza propia de los gauchos flamencos y mulatos y
luego heredada por sus hijos los gauchos mestizos,
engendrados de uniones con mulatas y aborígenes.
Foto de malambo en el pehuenche.
El gaucho primigenio, baila como lo hacía en
España; “con mucha sal y mucho rejo”.
En los fandangales “zapateaba” y lo hacía muy
bien, en la danza del “Tablao”.
Esta danza se va transformando con los años, se
trasmite las generaciones venideras y surge del
malambo gracias a la creación, basada en herencia
recibida, ayornada con la incorporación de los
sonidos y modos que lo rodean, imitándolos con los
pies; inserta sonidos como el galope, el escarceo
del caballo; el trote; el “cepilleo”, sonido que se
produce cuando acicala su corcel.
El “chairado”, sonido que se produce al asentar su
cuchillo en la “chaira”, elemento fundamental para
lograr un buen y permanente filo. Y baila, como lo
hacía su Padre, ahora con ese nuevo zapateo, con
esos sonidos tan conocidos, aceptado por sus pares,
sonidos “colectivos”.
Sonidos conocidos en su ámbito, y por ende
sentidos como propios.
La destreza de algunos da renombre entre sus
congéneres, éxito con las damas y eso es
insuperable.
Aparece este nuevo artista que se jacta de su arte
en contiendas amistosas con sus pares en los
bailes, en las pulquerías, siempre disfrutando el
poder mostrar lo que sabe hacer y allí aparecen
otros que también quiere mostrar lo que ellos saben
hacer y así nace el “contrapunto” donde cada uno
debe mostrar sus habilidades pasando la figura de
un pie al otro por lo que lo llamaron “mudanzas”; y
para diferenciar el cambio de pie, le agregaban un
repique como figura de separación entre un pie y el
otro.
Así surge naturalmente que para hacer el cambio
de lado hace falta hacer el repique con los dos pies.
Veamos lo que indica Catulo Castillo con su obra
en el libro “Danzas Argentinas” 1947

“El zambo malambo


rebota en la bota
Naciente, rugiente
Palpita y se agita
en duras posturas de potro…”
//
“El otro se apresta a la gesta,
Y se ata-escarlata-la vincha.
Se cincha primero,
Altanero la rastra.
Se arrastra despacio al espacio
Y salta a la alta
batalla que estalla…”
//
“El zambo malambo
Rebota y azota la bota.
De guerra a la tierra…
¡Ceñidos… Curtidos...!
¡cansados… Sudados…!
//
“Bizarras guitarras
Se obstinan y trinan,
Sus sones mirones,
Hay muchos y duchos…”
//
“La danza ya alcanza.
Ya cunde, ya funde
los modos de todos,
que valen y salen
al frente caliente…”
//
“El zambo malambo
crecido, encendido.
Contagia su magia…
Y en una laguna
del cielo pomelo,
la luna se apuna
rodando, mirando
la danza que avanza…”
//
“Y llega a la vega
la aurora que dora
//
temprana el trigal,
y el zambo malambo
se apaga en la vaga
postura final…”

Con el devenir de los tiempos, el zapateo flamenco


en el que se usaban las manos y brazos para su
ejecución, va desapareciendo dadas las nuevas
características, pues el gaucho en la mayoría de las
figuras y golpes imitaba al caballo y a su jinete.
El que monta un caballo, - si sabe cabalgar-, lo
hace sin inmutarse, sin mover su cuerpo fuera de la
silla o recado. Por ello en el malambo el gaucho era
de la cintura para abajo un corcel y de la cintura
para arriba jinete.
Por ello la mano izquierda en el centro de la rastra
sin moverla en todo el malambo y la mano derecha
suelta, libre, pero sin grandes movimientos, pues
era la mano que llevaba las riendas.
Pues para el gauchaje, era motivo de burla si
andaba a los saltos sobre el lomo de caballo; por
ello zapateaba “de la cintura para abajo”.
Era el Centauro argentino.
En esas fiestas impera el mostrarse, el ego propio
del ser humano y más del hombre para destacarse
ante las damiselas con el afán de la conquista
amorosa y produce un hecho casi natural: la
competencia, por ello uno y otro gaucho o paisano
se ponen a zapatear uno frente a otro y juegan a
mostrar sus “mudanzas, y que el contrincante se
atreva a “devolver”, o sea a realizar la mudanza
hecha por su antagonista y luego mostrar otra para
repetir el juego.
Se le llamó “mudanza” al detalle de “mudar de un
pie al otro la misma figura con un paréntesis o
interludio llamado repique, figura muy andaluza.
A este sistema se le llamó “contrapunto” y el
ganador era quien no podía realizar la hecha por el
otro malambeador.
Escribió Ventura Robustiano Lynch y lo publicó en
1883en su libro “La provincia de Buenos Aires
hasta la definición de la cuestión capital de la
república”.
El autor se refiere en su largo título a la
problemática de la época donde aún no estaba
definida la capital federal de la República
Argentina; donde es hoy la ciudad autónoma de Bs.
As.

Foto malambo de ESSO

Ese libro fue reeditado por el Dr. Augusto Raúl


Cortazar y se llamó “Folklore bonaerense” y salió a
la luz el 7 de octubre de 1953 y con orgullo tengo
un ejemplar en mi biblioteca.
Dice Lynch:
“Como bailes no hay ninguno comparable al
malambo”.
“Es el torneo del gaucho cuando trata de lucir sus
habilidades como danzante”.
“Dos hombres se colocan el uno frente al otro”
“Las guitarras inundan el rancho de armonías, un
gaucho da principio, después para y sigue su
antagonista, y así progresivamente, muchas veces
la justa dura de seis a siete horas”.
“En el Bragado, en 1871, vimos un malambo que
duró casi toda una noche, constando de setenta y
seis figuras diferentes por cada uno de los
bailarines.”
“El auditorio está pendiente de los pies de los
danzantes, que escobillan, zapatean, repican, ora
arqueando, inclinando, doblando y cruzando los
pies, cuya planta apenas palpita sobre la tierra”.
“Los espectadores aplauden, gritan, se cruzan
apuestas a favor de uno y otro y hasta las mujeres
y los niños participan del frenético entusiasmo que
les comunica aquel precioso vértigo”.
“La música sigue al danzante según el movimiento
aún cuando la primera figura y la segunda son en
este compás:”

Pueden imaginar queridos lectores que esa noche se


vieron 152 mudanzas, de ida y vuelta, por lo que se
deben contabilizar ¡304 mudanzas! Separadas por
un repique alternando, lo que da una muestra de
malambo soberbia en esa noche mágica de pura
tradición vernácula.
Ahora debemos analizar lo escrito por Ventura R.
Lynch:
“…cuya planta apenas palpita sobre la tierra”. Lo
que habla de ritmo parejo, intenso, pero no veloz.
“La música sigue al danzante según el
movimiento” Lo que queda demostrado que el
ritmo además de ser parejo no era alocado, pues no
podrían zapatear a velocidades como las que hoy
muestran como “malambo tradicional”; y durar seis
o siete horas sin parar.

El Malambo, -ya así conocido-, comenzaba a tener


ciertas “reglas” para delinear la ejecución como
buena, de calidad y vamos a ver cuál era el sentido
de ponerse a zapatear.
Hablamos siempre de las danzas de cortejo y nada
mejor que el malambo para conquistar a las bellas
damas.
Por ello los paisanos y los gauchos se esmeraban en
aprender y crear figuras, mudanzas que se ajustaran
a las reglas impuestas por el gusto de la comunidad,
así se transformó con el devenir de los tiempos en
un elemento folklórico.
El gusto de realizar el malambo en las fiestas era
mostrar las habilidades por el afán de conquista
entre las niñas en “edad de merecer”.
Ese tipo de malambo tenía otras reglas, como se
realizaba en una fiesta, la pista era de tierra, por
ende, no usaban espuelas, (era de mal gusto entrar
con ellas).
Cuando el baile era organizado por la autoridad del
pueblo, se colocaba un policía en la puerta donde
obligaba a los concurrentes a dejar las armas allí y
las espuelas.
Solían delinear un espacio para la ejecución.
Carlos Vega indica que a veces lo limitaban con 4
cuchillos, - que no debían tocar en ningún
momento -, pues de hacerlo perdían tal vez un
turno; en otros casos usaban velas prendidas que no
debían apagarse durante la muestra espectacular.
Así con esas innovaciones espectaculares
trascendía las fronteras de la campaña bonaerense y
se afincaba en las ciudades; un caso lo demuestra.
En unos días de carnaval en una posta de Tucumán
en 1883 a 4 leguas del límite con Santiago del
Estero, el Dr. Thomas J. Hutchinson presenció una
exhibición de malambo y escribió al respecto: “un
arpista estaba tocando y se bailaba cuando
nosotros entramos.
En la reunión había un individuo del aspecto más
grotesco, que bailó por algunas horas el malambo
sin parar un momento para descansar, como si
estuviese practicando el movimiento continuo”.
“Su ropa consistía en una sucia camisa, calzones y
un bonete de papel de payaso, con unas largas
cintas azules que volaban”.
Otro caso fue el de los circos, donde el malambo
era número de equilibristas.
El diario de la tarde anunciaba que “el 21 de
setiembre de 1837: “El niño Gervasio bailará el
malambo sobre la maroma con un huevo en la
planta de cada pie”
Repite el anuncio para el 19 de noviembre de 1840
y que decía: “El beneficiado, -Masías-, bailará el
malambo representando el carácter de paisano con
espuela, chiripá, etc.”
En este caso el carácter del malambo se conmuta,
es tomado como espectáculo artístico, no en el
sentido primigenio, sino que es una danza para el
deleite de terceros sin relación alguna entre los
concurrentes; su definición: “Proyección Folklórica
del malambo.”
El malambo se torna espectáculo en la ciudad de
Bs.As., ya no solo es el divertimiento en el ámbito
folk si no que es muestra de destreza en un
escenario, allí aparece el artista que “trabaja” por
dinero, un bailarín como los de ahora que no tienen
nada que ver con su origen folklórico, pero que
realizan un trabajo que está basado en su origen y
desde allí es una proyección, una inspiración
folklórica.
Dentro de las formas hay muchas versiones. Vamos
a utilizar la lógica y aplicaremos en ese contexto
con el afán de dilucidar puntos oscuros en los
relatos de la época que quedaban así porque no se
hacían descripciones detallada sobre lo que se
suponía sabido.
El gaucho no era de andar haciendo gimnasia; “Era
ágil y nervioso, su cuerpo flexible y el andar
continuo a caballo lo ha hecho diestro y astuto”
(Ricardo Rojas).
Por ello cuando se bajaba del caballo y se ponía a
bailar o a zapatear, no buscaba un “personal
training”, no se controlaba el jugo láctico, no hacía
un entrenamiento de 6 meses para poder bailar
cuatro minutos.
Simplemente hacía lo que había aprendido a
realizar con sus pies, sin alardes ni figuras
estridentes, pues de hacerlo caería en el ridículo
ante sus congéneres. Zapateaba con su atuendo
completo, con sombrero, su cuchillo, algunas veces
con las espuelas según donde se realizaba el
festejo, -como dije antes las armas las debía dejar
según el marco de la fiesta-, comenzaba a zapatear
y las guitarras lo seguían en su ritmo, y así pasaba
horas de disfrute, ¿el ritmo era constante? creo que
no, todo dependía de su destreza, la edad y el
estado físico.
Es de suponer que unos eran más rápidos que otros,
pero ¡cuidado! No lo hacían a las velocidades de
los malambistas actuales donde en un momento las
manos de los guitarristas no pueden sostener un
ritmo frenético, alocado, que llevan al error al
ejecutante cayendo en el ridículo, perdiendo el
compás y la figura la mayoría de las veces.
El secreto del buen bailarín de malambo no estaba
en la velocidad, estaba en la destreza para
representar con sus pies sonidos que le eran
conocidos, propios de sus usos y costumbres.
El sentido de bailar el malambo era mostrar su
destreza y originalidad en las mudanzas,
persiguiendo la admiración del público
especialmente femenino para la conquista amorosa
sin hacer disparates.
Hoy se muestra el malambo cambiado destreza por
velocidad, mudanzas con pocos golpes; son figuras
que ya no tiene su origen en el galope, el trote, el
escarceo, el cepilleo o el chairado, es más, muchos
no saben que significan esas palabras.
El público de las ciudades se inclina ante lo
espectacular y la velocidad de los movimientos les
resultan mas espectaculares que la evocación de
sonidos de elementos que no conoce, como la
“talega de pan”, - bolsa donde entraba un pan
casero del pan hecho en el horno de barro para que
pudiera ser llevado en las alforjas del recado -.
Su sonido onomatopéyico es “ta-le-ga- de -pan” lo
que en las academias se enseña como “pa-pi-to-pa-
pá”, el zapateo básico, ni más ni menos.
Así el malambo sufre un cambio radical que lo
aleja de su origen, su sentido, su ritmo, y su
ejecución.
El modo de bailarlo
Si colocamos un malambo en el escenario sería
bueno tener en cuenta ciertas reglas para defender
su origen y que no termine en un juego del
“teléfono descompuesto”, y que en 10 años más
nadie sepa como era el malambo en su origen y
como se ejecutaba. ¿O ya está pasando?
El malambo es una danza viril, (termino que se
emplea para indicar que lo hace solo el varón); la
virilidad no tiene nada que ver con la matonería,
pues el gaucho no era matón, Ibrahim H. Hallar
bien lo describe en su libro, “El Gaucho, su
originalidad arábiga” Edición delautor1961.
“Es individualista; todo el mundo le parece bueno.
Rehusarle un convite es una ofensa. Poco le
importa, después de un día de abundancia, una
semana de escasez. Ignora las leyes civiles. Nace y
muere sin constar en ningún registro. No siente el
complejo de inferioridad hacia el extranjero, pero
si le extraña su afán de lucro y el deseo de
posesionarse de la tierra. Desdeña al hombre que
no sabe montar a caballo y se aleja al desierto
ante cualquier arbitrariedad o despojo. Nadie le
inculcó principios religiosos, pero cree en Dios,
mostrándose civilizado en un mundo huraño”
Este hombre en el que imperaba la seguridad de
vivir sin temer a nada, no tiene depredadores.
No era matón, entonces, ¿por qué se les enseña a
los niños a bailar y zapatear con un andar altanero,
provocativo, matón y cuando hacen el malambo
esas posturas donde el bailarín en un contrapunto,
al cederle el lugar al contrincante se aleja, se pone
de espaldas, lo provoca con la mirada, gestos, que
no hacen otra cosa que enseñar modos de un
personaje que nada tiene que ver con toda esa
patraña?
Cuando zapateaba lo hacia por gusto, nadie lo
obligaba, -ni podía hacerlo-, su interés era
demostrar quién era mejor en el zapateo y cautivar
a las mujeres que por aquella época eran escasas y
muy preciadas, tener una era todo un logro.
¿por qué las mujeres no zapateaban? Es simple, el
malambo esta realizado en base de los sonidos que
imitan al caballo, a los enseres, a los modos de
manejarlo, al modo de colocarse en su lomo, etc.
Todos ellos eran usos y costumbres del varón, no
de la mujer, pues ella montaba de costado, pues se
pensaba que, - si montaba como el hombre -, podría
perder la virginidad, la rotura del himen.
Así era la cultura de la época, de acuerdo o no, era
así, por ello el malambo tradicional es cosa de
hombres.
Hoy en el espectáculo se puede ver a mujeres
zapateando y algunas lo hacen mejor que muchos
hombres, pero no es tradicional y menos folklórico.
Su vestuario era el mejor cuando iba a
una fiesta o baile, lo mismo que sucede
hoy en todos lados, tanto en la ciudad
como en el campo.
Jamás zapatearía mostrando las piernas
al desnudo tras el chiripá o la bombacha
luego, o que se le saliera de adentro de
la bota, el arte estaba en el zapateo
mismo.
En el “Gran manual de folklore de
Honneguer (1964) se puede apreciar un
bailarín con el atuendo tradicional en
1960 y lo destacable es la postura del bailarín que
no decía nada, parecía insustancial, anodina, hasta
que… ¡comenzaba a mostrar su zapateo!
Lo peor es que hoy “maestros” y “campeones”
obran de jurados ostentando intelectualidad sobre el
tema que realmente no conocen.
Bregan por esos modos, aplauden y en famosos
campeonatos nacionales que no hacen otra cosa que
degradar el acervo cultural de nuestro pueblo.
Pero lo trágico es que lo venden como
“tradicional”, “folklórico” del gaucho.
Tal vez si lo vendieran, lo publicitaran y lo
mostraran como una proyección folklórica
adaptada a la ciudad sería algo más leal con el
malambo mismo.
Quien lee estas letras creerá que soy un
tradicionalista a ultranza y no es así, en realidad se
perfectamente que todo lo que se haga en un
escenario referido al folklore es una proyección.
Yo lo hice toda la vida, y está bien que sea así, pero
se debe hacer indicando al público que es una
muestra espectacular adaptada al espectáculo y no
una exhumación folklórica, en que guste al público
presente, - o no -, es una muestra de capacidad y
talento por el artista.
El malambo sureño
Como el gaucho, nace en las pampas; esa tierra
apesadumbrada por el clima, por la llanura verde
inconmensurable donde el ojo humano solo veía
verde y más verde a su rededor, donde los árboles
no tenían cabida aún,- no eran parte del paisaje -,
solo montes altos, terribles sus escondrijos donde
solo podía vivir el más fuerte, el más listo, E indio
su gobernante, el gaucho su contrincante, pero
igual de diestro, más inteligente, igual de bravío u
el rey era el silencio, solo cortado por el ulular del
viento el canto de una calandria y el gaucho no
supo ver ese paisaje, él era parte. Y tampoco lo
vieron los puebleros criollos, siempre demasiado
atareados en sus andanzas de guerra o de provecho.
En realidad, el paisaje pampeano es un
descubrimiento de los viajeros ingleses del siglo
XIX, imbuidos del pintoresquismo romántico de su
época y a la vez pasmados ante los campos sin
límites con que se encontraban. Como su tierra el
gaucho era callado, poco locuaz, cansino y su
forma de ser impera en todo lo que hacía no había
apuro y lo expresaba hasta en su forma de bailar.
La cadencia se aletarga y aparecen los ritmos que
conocemos, donde queda demostrado lo que digo,
donde la geografía, la densidad poblacional de la
época influenciaron cardinalmente en el carácter
del paisano de la pampa húmeda.
El Repique
Hay repiques en el sur que se realizan de doce
golpes, y se deben terminar con el mismo pie que
con el comienza, para poder comenzar la mudanza
siguiente con el pie libre de peso.
Existe uno de quince golpes
también, menos conocido y que
pude ver hacer en varias
ocasiones, pero no tengo certeza
de su origen, puesto que me fue
pasado por un ex bailarín del
Chúcaro, pero es importante
analizar de que el repique es una
figura en la cual se encadenan repiques de 4 golpes
por lo que resulta el repique largo de doce golpes o
bien el que mencioné de quince golpes.
El profesor José Abelardo Lojo Vidal describe el
repique sureño de la misma manera que yo lo hago,
y recuerdo haberlo practicado con él cuando nos
conocimos y me regaló su libro “Estilos y
Mudanzas del Zapateo Gauchesco”-
El atuendo sureño
Cuando uno se imagina un malambista sureño
vislumbra gaucho con chiripá y botas de potro,
calzón cribado, etc. (1820 -1870). Pero también
podría ser con calzón español, calzoncillos con
flecos a media pierna, botas de potro;(1750-1818)
etc. Y también con bombacha y bota fuerte, (1870-
1900); todo esto según la época que se represente.
El malambo norteño
Cuando aparece el malambo en la zona pampeana
se adapta a la idiosincrasia del sureño, así como
mencioné su vida taciturna, enajenada, dada la
soledad de esas pampas indómitas, desoladas,
donde los días pasaban sin grandes cambios.
Es llevado al norte argentino donde toma forma
propia y cambia la velocidad de las figuras y los
repiques encadenados siendo éste de 8 golpes, ese
cambio se debe a la idiosincrasia del hombre
norteño mucho más vivaz, locuaz y tiene mucha
mas cantidad de congéneres, lo que produce esos
cambios culturales.
Es posterior al malambo sureño, por ello es
ejecutado con bota fuerte o alpargatas, calzados
aparecidos luego de 1870 en general.

El atuendo norteño
Cuando uno se imagina un malambista norteño lo
ve con bombacha y bota fuerte, y está bien que así
sea, pero lo podríamos ver también con alpargatas
polainas propias de la zona y época, lo situaremos
al malambo norteño luego de 1870.
El malambo cuyano
Es una variante que está cotejada más con
el malambo sureño.
En primer lugar, por la cercanía. En el
siglo XVIII parte de Mendoza pertenecía a
la Argentina, no así parte del sur hoy mendocino.
No es muy conocido el malambo cuyano y no hay
grandes destaques en su estudio.
Pero es fácil de identificar la manera de zapatear
que tendría el paisano cuyano por su modo más
suave, y sin repiques donde prevalecían las
mudanzas de cepilleos y chairados.
Esto se debía a su región con connotaciones
especiales como por ejemplo que el agua que
ingería era de deshielo, por ello no tenía yodo
produciéndole una incapacidad para respirar
característico en los cuyanos se le producía el
“coto” o bocio, que le impedía grandes
movimientos. De allí el mote de: “mendocino
cotudo, pata a la rastra”.
No he podido encontrar muchos datos de zapateos
cuyanos, salvo un daguerrotipo que pude ver en el
Instituto de Divulgación del folklore cuyano de
Don Alberto Rodríguez.

El atuendo cuyano
El paisano de cuyo, visto en Mendoza del siglo
XIX usaba bombacha angosta luego de 1870 y los
he visto en fotos con bota fuerte de taco bajo y de
taco “Romaniu”, muy característica de Chile.

El malambo combinado o
“cuarteta”
No pertenece al folklore, es un
formato creado para brindar
espectáculo en un escenario.
Sufre las modas, cuando gusta se propone y de
pronto decae y desaparece.
En Córdoba se llamó “cuarteta” para distinguirlo de
la música de “cuarteto” y evitar confusiones.
En el malambo combinado se utilizan técnicas de la
danza académica como el “canon”; las diferencias
de movimiento dinámico y estático; elementos
como lanzas; rebenques; cuchillos; ponchos;
sombrero; látigos; bombos; (una vez lo vi hacer con
cajas de lustrabotas y cepillos de lustre).
El desplazamiento por el escenario; el balance
visual; la impresión escénica; la música grabada; y
otros con sonido en vivo, utilizando instrumentos
extraños a la región y a la orquesta tradicional.
Se realiza con 4;6;8;10;12 bailarines y cuanto más
bailarines le coloquen a la coreografía, se torna más
fácil para resolver problemas de calidad
interpretativa de los bailarines.
También con muchos bailarines se pueden hacer
cambios de atuendo, de escenografía; aparición y
desaparición de actuantes; etc.
Se apela al vestuario igualitario; tratando de
mostrar a los bailarines en un bloque homogéneo y
es importante que el vestuario no sea el tradicional,
si uno especial preparado para la muestra en
cuestión.
Hacerlo con el traje tradicional confunde al público
neófito y llegan a creer que los paisanos y gauchos
bailaban en esos conjuntos.
Es allí donde juega la capacidad del puestista y del
coreógrafo.
Como es una proyección se puede utilizar a las
mujeres en el desarrollo del espectáculo de
malambo; varias veces lo realicé y fue espectacular
el recibimiento de la novedad por parte del público,
aquí una foto de las chicas realizando uno de esos
malambos de proyección.
FOTO CHICAS HACIENDO MALAMBO

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