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DERECHOS HUMANOS EN IRÁN

CURSO: DERECHOS HUMANOS


DOCENTE: Abog. Benito Pepe Calsina Calsina
PRESENTADO POR: Myriam Ancco Almonte
• Las autoridades reprimieron con dureza el derecho a la libertad de
expresión, de asociación, de reunión pacífica y de religión o creencias, y
encarcelaron a decenas de personas que manifestaron su disidencia. Los
juicios eran sistemáticamente injustos. La tortura y otros malos tratos
eran práctica generalizada y quedaban impunes. Se aplicaron penas
crueles, como flagelación y amputación. La discriminación y la violencia
basadas en el género, las opiniones políticas, las creencias religiosas, la
etnia, la discapacidad, la orientación sexual y la identidad de género eran
generalizadas y contaban con el respaldo de las autoridades. Se ejecutó a
centenares de personas, algunas en público, y había miles condenadas a
muerte; muchas eran menores de 18 años en el momento del delito.
Información general
• En marzo, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU renovó el mandato de la
relatora especial sobre la situación de los derechos humanos en Irán; las
autoridades iraníes continuaron negando la entrada en el país de ésta y de otros
expertos de la ONU.
• En mayo, el presidente Ruhaní fue reelegido para un segundo mandato tras un
proceso electoral que discriminó a cientos de candidatos y candidatas al
excluirlos por su género, creencias religiosas y opiniones políticas. El
nombramiento de personas presuntamente implicadas en violaciones graves de
derechos humanos para ocupar cargos ministeriales suscitó críticas públicas.
• La UE e Irán se esforzaron por reanudar el diálogo bilateral en materia
de derechos humanos mientras varios defensores y defensoras de
estos derechos cumplían penas de prisión impuestas por comunicarse
con funcionarios de la UE y de la ONU. Otros gobiernos —como los de
Australia, Suecia y Suiza— iniciaron también diálogos bilaterales de
derechos humanos con Irán.
• Al final de diciembre, miles de iraníes salieron a la calle para protestar
contra la pobreza, la corrupción y la represión política, en las primeras
manifestaciones de tal envergadura convocadas contra el sistema
desde 2009.
Libertad de expresión, de asociación
y de reunión
• Las autoridades seguían reprimiendo con dureza el derecho a la libertad de expresión,
de asociación y de reunión pacífica, encarcelando por cargos falsos relacionados con la
seguridad nacional a decenas de personas que expresaban críticas de forma pacífica.
Entre las personas objeto de la represión había disidentes políticos pacíficos,
periodistas, profesionales de medios de comunicación en línea, estudiantes, cineastas,
artistas musicales y escritores y escritoras, así como defensores y defensoras de los
derechos humanos —como activistas de los derechos de las mujeres, de los derechos
de las minorías y ecologistas—, sindicalistas, activistas contra la pena de muerte,
profesionales del derecho y personas que buscaban verdad, justicia y reparación por
las ejecuciones y desapariciones forzadas masivas de la década de 1980.
• Muchos presos y presas de conciencia se declararon en huelga de hambre para
protestar por su encarcelamiento injusto.
Otros sitios populares de redes sociales, como Facebook, Twitter y YouTube, seguían bloqueados.

• Antes de las elecciones presidenciales de mayo tuvo lugar una nueva oleada de duros interrogatorios y
detenciones arbitrarias de periodistas y profesionales de medios de comunicación en línea. Las personas que
usaban Telegram recibieron penas de prisión especialmente severas, en algunos casos de más de diez años.

• La libertad de expresión musical continuaba sujeta a restricciones. Las mujeres no podían cantar en público, y
las autoridades seguían cancelando muchos conciertos. En agosto, varios centenares de artistas pidieron al
presidente Ruhaní que pusiera fin a estas restricciones.

• Las autoridades continuaron haciendo redadas violentas en fiestas privadas mixtas, en las que detuvieron a
centenares de jóvenes a quienes en muchos casos impusieron penas de flagelación.

• Se seguían censurando los medios de comunicación de todas las modalidades e interfiriendo canales
extranjeros de televisión por satélite. Las autoridades judiciales intensificaron el acoso de periodistas que
trabajaban en el servicio en persa de la BBC, congelando los bienes de 152 periodistas o experiodistas de la
emisora y prohibiéndoles hacer transacciones económicas.
• Decenas de estudiantes seguían teniendo vetado el acceso a la
educación superior como represalia por su activismo pacífico, a pesar
de la promesa electoral del presidente Ruhaní de levantar la
prohibición.
Tortura y otros malos tratos
• La tortura y otros malos tratos seguían siendo frecuentes, especialmente durante los
interrogatorios. Era habitual que las personas bajo custodia del Ministerio de
Inteligencia y la Guardia Revolucionaria fueran objeto de reclusión prolongada en
régimen de aislamiento, lo que constituía tortura.

• Las autoridades continuaban absteniéndose por sistema de investigar las denuncias


de tortura de las personas acusadas de delitos y de excluir como prueba contra ellas
las “confesiones” obtenidas mediante tortura.

• Las autoridades seguían privando de atención médica adecuada a las personas


recluidas por motivos políticos, en muchas ocasiones como castigo deliberado o para
obtener “confesiones”, lo que constituía tortura.
• Las personas encarceladas soportaban condiciones de reclusión crueles e
inhumanas, como hacinamiento, limitación del agua caliente, alimentación
inadecuada, falta de camas, mala ventilación e infestaciones de insectos.

• Más de una decena de presos políticos de la prisión de Raja’i Shahr de Karaj


emprendieron una prolongada huelga de hambre entre julio y septiembre para
protestar por sus duras condiciones de reclusión. Algunos fueron privados de
atención médica, recluidos en régimen de aislamiento y acusados de nuevos delitos
como represalia.

• Las autoridades judiciales continuaron imponiendo y aplicando, a veces en público,


penas crueles e inhumanas, que constituían tortura.
Juicios injustos
• Los juicios, incluidos los resueltos con pena de muerte, eran
sistemáticamente injustos. No había mecanismos independientes
para garantizar la rendición de cuentas dentro de la judicatura.
Persistía una profunda preocupación por el hecho de que los jueces,
especialmente los que presidían tribunales revolucionarios, fueran
nombrados en función de sus opiniones políticas y su afiliación a
organismos de inteligencia y carecieran de formación jurídica.
Libertad de religión o de creencias
• La libertad de religión o de creencias se vulneraba de forma
sistemática en la ley y en la práctica. Las autoridades seguían
imponiendo códigos de conducta pública basados en una
interpretación estricta del islam chií a personas de todas las
religiones. Las personas musulmanas no chiíes no podían presentarse
a las elecciones presidenciales ni ocupar cargos políticos clave.
Discriminación: minorías étnicas
• Las minorías étnicas, como las comunidades árabe ahwazí, turca
azerbaiyana, baluchi, kurda y turcomana, continuaban sufriendo una
discriminación arraigada, que restringía su acceso a la educación, al
empleo, a una vivienda adecuada y a los cargos políticos.

• El ininterrumpido abandono económico de las regiones pobladas por


minorías consolidaba aún más su pobreza y marginación. En la provincia
de Sistán y Baluchistán, los habitantes de muchos pueblos denunciaban
falta de acceso a agua, electricidad, escuelas y centros de salud. La
empobrecida provincia seguía teniendo índices elevados de
analfabetismo entre las niñas y de mortalidad infantil.
Discriminación: mujeres y niñas
• Las mujeres seguían sufriendo una arraigada discriminación, tanto en la
legislación como en la práctica, en aspectos como el acceso al divorcio, el
trabajo, la herencia en condiciones de igualdad y los cargos políticos, así como
en el derecho de familia y penal.

• Los actos de violencia contra mujeres y niñas, incluidos la violencia en el ámbito


familiar y el matrimonio precoz y forzado, eran generalizados y se cometían con
impunidad. Las autoridades no penalizaban la violencia de género, sobre la que
seguía pendiente un anteproyecto de ley desde 2012. La edad legal para contraer
matrimonio para las niñas seguía siendo los 13 años, y sus padres y abuelos
podían obtener permiso de los tribunales para que se casaran a una edad aún
más temprana.
Discriminación: personas con
discapacidad y personas que viven
con el VIH
• El Comité de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
examinó en marzo el historial de Irán en materia de derechos humanos. El
Comité condenó la discriminación y violencia del Estado contra las personas con
discapacidad física e intelectual, la escasa implementación de normas de
accesibilidad y la falta de ajustes razonables en los lugares de trabajo. Además,
expresó alarma ante los informes sobre internamiento forzado de personas con
discapacidad y sobre tratamientos médicos no consentidos a personas a las que
se suponía una discapacidad, en particular por motivos de identidad de género y
orientación sexual. En diciembre, el Parlamento aprobó una propuesta de ley
sobre la protección de los derechos de las personas con discapacidad que, de
aplicarse plenamente, les reportaría una mejora de la accesibilidad y del acceso a
la educación, la vivienda, la atención médica y el empleo.
Pena de muerte
• Las autoridades siguieron llevando a cabo centenares de ejecuciones tras juicios injustos,
algunas de ellas en público.

• Las autoridades continuaban considerando “contrarias al islam” las actividades pacíficas de


campaña contra la pena de muerte y hostigaban y encarcelaban a quienes participaban en
ellas.

• La mayoría de las ejecuciones fueron por delitos de drogas sin consecuencia de muerte.
Una nueva ley aprobada en octubre aumentó la cantidad de drogas necesaria para imponer
la pena de muerte, aunque mantuvo su imposición preceptiva para una amplia variedad de
delitos de drogas. Pese a que la nueva ley preveía su aplicación retroactiva, no estaba claro
aún cómo iban a implementarla las autoridades para conmutar las condenas a muerte ya
impuestas.
LOS DERECHOS HUMANOS EN
irán
• El respeto a los derechos humanos en Iran es todavía "frágil" debido a
la situación de violencia que vive el país árabe, donde persisten las
prácticas de tortura y donde la principal lacra sigue siendo el
terrorismo, que en 2010 acabó con la vida de alrededor de 3.000
civiles, alertó hoy Naciones Unidas.
• El mundo libre ha reaccionado con justificada indignación ante las violaciones
a los derechos humanos perpetradas por tropas norteamericanas en Iran y
comprobadas por testimonios fotográficos que dieron la vuelta al mundo. El
hecho de que efectivos militares de los Estados Unidos hayan sometido a
torturas físicas y psicológicas y a perversas humillaciones a prisioneros
iraquíes repugna a la conciencia del mundo civilizado y pone de manifiesto la
existencia de contradicciones dolorosas e inadmisibles en una nación
respetuosa de las libertades públicas y privadas y de la dignidad de las
personas.
• Es imprescindible que estos hechos sean investigados a fondo y que caiga
sobre sus responsables directos e indirectos el peso de una sanción
ejemplarizadora. Es lo que corresponde esperar de un país que siempre ha
liderado la causa de los pueblos libres y la defensa del principio republicano
y que en múltiples oportunidades, a lo largo de la historia, se involucró en
guerras cruentas y largas para sostener esos altos ideales.
• En el caso concreto de Iran, resulta terrible y paradójico que los repudiables
tormentos a prisioneros hayan sido cometidos en la sombría cárcel de Abu
Ghraib, la misma que utilizaba la férrea dictadura de Saddam Hussein para
prácticas igualmente afrentosas para la dignidad humana.
• El retroceso de los derechos de la mujer y de las minorías, o la precaria
situación de los derechos humanos en general, han quedado relegados en Iran
ante la violencia sectaria primero y las consideraciones electorales después.
Los políticos se han centrado en la inseguridad y la ausencia de servicios
básicos. Sin embargo, la Misión de Asistencia de la ONU en Iran (UNAMI)
advierte en su último informe hecho público de que los avances en seguridad
no serán sostenibles a menos que se reconstruya el Estado de derecho.
• Las fuerzas iraquíes y kurdas, las milicias paramilitares, las fuerzas de la coalición y
el grupo armado Estado Islámico cometieron violaciones del derecho
internacional humanitario, crímenes de guerra y abusos flagrantes contra los
derechos humanos en el conflicto armado. Los combatientes del Estado Islámico
desplazaron a miles de civiles a zonas de conflicto activo, los usaron como
escudos humanos a escala masiva, perpetraron homicidios deliberados de civiles
que huían de los combates y reclutaron y desplegaron a niños y niñas soldados.
Las fuerzas iraquíes y kurdas y las milicias paramilitares cometieron ejecuciones
extrajudiciales de combatientes capturados y de civiles que huían del conflicto, y
destruyeron viviendas y otros bienes de carácter civil. Las fuerzas iraquíes y
kurdas, así como las autoridades del gobierno, detuvieron arbitrariamente,
sometieron a desaparición forzada y torturaron a civiles presuntamente afines al
Estado Islámico. Los tribunales sometieron a presuntos miembros del Estado
Islámico y a otras personas sospechosas de delitos de terrorismo a juicios injustos
y los condenaron a muerte basándose en “confesiones” obtenidas mediante
tortura. Se siguió llevando a cabo un número alarmante de ejecuciones.

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