Evidencia 3. Marco Teorico Corregido

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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE

NUEVO LEON

FACULTAD DE AGRONOMIA

INGENERIA EN LOS AGRONEGOCIOS

Evidencia 3. Reporte de la revisión de la literatura o del marco teórico

Taller de investigación

Nelly Cristina Ramírez Grimaldo

Equipo:
Arleth Hernandez Pérez 2083741
Ángel Francisco Pérez García 1866879

Fecha de entrega: 18 de abril del 2024

INTRODUCCION:
El maíz, adquirido de manera constante en la historia y cultura mesoamericanas, representa no
solo un alimento fundamental, sino también un símbolo de identidad y sustento para las
comunidades agrícolas en México. No obstante, su producción presenta una serie de
obstáculos estructurales en el municipio de Puebla, de acuerdo con lo identificado por el
Sistema Producto Maíz. Estos obstáculos incluyen desde condiciones climáticas adversas hasta
una falta de organización de los productores, lo cual tiene un impacto negativo en la eficiencia y
competitividad del sector. Dado que el debate acerca de los organismos genéticamente
modificados (OGM) continúa prosperando, se intensifican las cuestiones acerca de los peligro
para la salud humana, el entorno natural y la economía agrícola. En este contexto, es
fundamental examinar de forma crítica tanto las ventajas como los posibles riesgos asociados
con la adopción de tecnologías biotecnológicas en la producción de maíz, teniendo en cuenta la
importancia de preservar la diversidad agrícola y la seguridad alimentaria.
MARCO TEORICO:

Hacia la mitad del siglo pasado, la población mundial superaba los 2 mil millones de habitantes,
mientras que el crecimiento en la producción de alimentos era más lento, lo que indicaba que
las predicciones de Malthus estaban en camino de hacerse realidad. (Gomez, Baldovinos.,
2004)

Para hacer frente a esta situación temporalmente, se implementaron tecnologías que permitían
aumentar la producción de alimentos por unidad de superficie. Estas tecnologías, conocidas
como "revolución verde" desde la década de los sesenta, se basaban en la mejora genética de
las especies cultivadas mediante la incorporación de un "paquete tecnológico" específico para
cada variedad y región, con el fin de maximizar su potencial genético. (Gomez, Baldovinos.,

El maíz nativo ha desempeñado un papel crucial en la alimentación y la reproducción material


de los pueblos mesoamericanos, convirtiéndose en una fuerza productiva civilizatoria que ha
sustentado el desarrollo histórico de la civilización en la región. A lo largo del tiempo, las
comunidades han perfeccionado las cualidades del maíz para adaptarlo a sus necesidades
alimentarias, culturales y espirituales específicas, lo que ha llevado a que se convierta en un
bien sumamente valioso, abundante, versátil y de fácil cultivo. (Gouttefanjat., 2021)

La práctica tradicional de guardar semillas de la cosecha obstaculiza a aquellos que buscan


lucrarse vendiendo semillas. Además, los híbridos, desarrollados en Estados Unidos en las
décadas de 1920 y 1930, eliminan la posibilidad de replantado sin pérdida de productividad,
generando polémica y cuestionamientos sobre sus riesgos para la salud. (Massieu., 2004)

Aunque no hay evidencia científica contundente sobre los daños a la salud causados por los
alimentos transgénicos, se han identificado algunos que pueden provocar alergias en humanos.
Algunos casos, como el del maíz Starlink, han sido autorizados solo para consumo animal pero
se han encontrado en productos destinados al consumo humano, generando preocupación y
debate sobre la seguridad alimentaria. (Massieu., 2004)

Los transgénicos, organismos modificados mediante ingeniería genética con genes de otras
especies, como el maíz transgénico con genes de Bacillus thuringiensis, ofrecen beneficios
ambientales significativos. Estos incluyen la reducción en el uso de agroquímicos, como
insecticidas y herbicidas, así como beneficios económicos al reducir las pérdidas por plagas e
malezas y los costos de producción. (Triana, Cobos, Gomez, Perez.,2023)
Sin embargo, la modificación genética de los alimentos no está exenta de controversia. Se
señalan riesgos potenciales, como la posibilidad de toxicidad y la provocación de alergias.
(Triana, Cobos, Gomez, Perez.,2023)

Los investigadores han expresado una preocupación persistente por la aparición de cultivos
transgénicos en la década de 1980 mediante la tecnología del ADN recombinante, sobre todo
por su impacto potencial en el ambiente ecológico y la diversidad genética de cultivos y
especies silvestres afines. El maíz, un cultivo fundamental en México y Mesoamérica, ha sido
objeto de especial atención debido a su domesticación hace unos ocho mil años, posiblemente
en la cuenca del Balsas en el surde México, y a su continua importancia como recurso genético
en la región. (Kato-Yamakake, s. f.)

La agricultura en México, en cualquier escala, suele incluir el cultivo de maíz, lo que demuestra
la relevancia y la dinámica de la diversidad genética del maíz en el país, con miles de
variedades y más de 30 razas que se intercambian y transportan constantemente entre
localidades y regiones, incluso a largas distancias. (Kato-Yamakake, s. f.)

El desarrollo de variedades transgénicas implica la inserción de ADN adicional de otros


organismos en el genoma del maíz, utilizando plásmidos transformados con genes que
codifican las características deseadas. Este proceso puede resultar en la localización aleatoria
de transgenes en diferentes cromosomas y la formación de duplicaciones en serie. Si se
cultivara comercialmente maíz transgénico en México, las variedades transgénicas se
sembrarían en numerosas localidades donde aún se cultiva maíz nativo, lo que aumentaría el
riesgo de contaminación genética entre las variedades nativas y transgénicas. Esta
contaminación sería continua y acumulativa, ya que cada año se realizarían siembras de ambas
variedades de manera similar. Además, la selección de semillas de cosecha para la siembra
siguiente facilitaría la acumulación de transgenes en el maíz nativo, lo que podría resultar en
efectos adversos, como la semiesterilidad, debido a la posibilidad de que los transgenes se
emparejen durante la meiosis. (Kato-Yamakake, s. f.)

Aunque estos eventos serían poco frecuentes con cada transgen transferido al maíz nativo, con
el tiempo podrían volverse más evidentes, lo que aumentaría la complejidad y los riesgos
asociados con la introducción de transgenes en la población de maíz nativo. (Kato-Yamakake,
s. f.)
Además, la acumulación de variantes de transgenes podría generar interacciones con genes
nativos o normales, algunas de las cuales podrían ser dañinas, favorables o neutras. Además,
si los transgenes contaminantes inactivos se transmitieran pasivamente entre poblaciones y
regiones, podrían sufrir mutaciones durante su dispersión, ampliando así la gama de
interacciones genéticas posibles. (Kato-Yamakake, s. f.)

Actualmente, las variedades transgénicas de maíz son limitadas, pero en el futuro podrían
desarrollarse numerosos nuevos transgenes que codifiquen características no solo
agronómicas, sino también farmacéuticas e industriales. Estos nuevos transgenes complicarían
aún más los aspectos discutidos anteriormente, planteando desafíos adicionales para la
conservación de la diversidad genética y el manejo de los recursos agrícolas en México y
Mesoamérica. (Kato-Yamakake, s. f.)

En la actualidad, existen variedades transgénicas de maíz que contienen en su código genético


su propio insecticida, resultado de la hibridación entre el material genético del maíz (Zea mays)
y el de la bacteria Bacillus thuringiensis, que produce una proteína tóxica para ciertos insectos.
(Gomez, Baldovinos., 2004)

Este proceso representa una ruptura con el patrón natural de cruzamiento entre especies, ya
que mezcla organismos poco relacionados filogenéticamente: una planta del reino vegetal y una
bacteria del reino animal. (Gomez, Baldovinos., 2004)

El posible impacto de las semillas genéticamente modificadas en la biodiversidad del maíz


original ha generado preocupaciones entre científicos y grupos ecologistas, lo que ha llevado al
gobierno a establecer ciertas restricciones para preservar la competencia de supervivencia y
proteger la biodiversidad del maíz. (Gomez, Baldovinos., 2004)

A pesar de ello, la importación de transgénicos ha sido autorizada por las instituciones


gubernamentales, a pesar de las precauciones tomadas en los centros de investigación para
evitar posibles desastres ecológicos, según lo señalado por la organización ecologista
Greenpeace. (Gomez, Baldovinos., 2004)

Aproximadamente el 80% de la superficie destinada al cultivo de maíz en el país sigue


utilizando semillas criollas. Sin embargo, la tendencia en el cultivo de maíz está disminuyendo
debido a los altos costos de producción a nivel nacional y los bajos precios de venta en el
mercado internacional. Las áreas maiceras que continúan cultivando maíz criollo lo hacen en
las áreas temporales más limitadas, donde residen productores con menos recursos
económicos. (Gomez, Baldovinos., 2004)

La biotecnología vegetal se utiliza no solo para crear cultivos resistentes a plagas,


enfermedades y condiciones adversas, sino también para producir plantas con insumos de alto
valor económico y ambiental, incluyendo enzimas, alimentos nutritivos, productos
farmacéuticos, vacunas y plásticos biodegradables. (Triana, Cobos, Gomez, Perez.,2023)

Los alimentos genéticamente modificados se identifican con un símbolo de “T” amarilla en su


embalaje para informar a los consumidores sobre su origen, brindando transparencia en los
mercados. (Triana, Cobos, Gomez, Perez.,2023)

Según la Agencia Internacional para Aplicaciones Agrícolas y Biotecnológicas (SIAAA), se


espera que en los próximos años más de 20 millones de agricultores en al menos 40 países
cultiven casi 200 millones de hectáreas de cultivos biotecnológicos. A nivel mundial, la adopción
de cultivos transgénicos es generalizada, como lo indica el informe de 2020 del Servicio
Internacional para la Adquisición de Aplicaciones de Biotecnología Agrícola (ISAAA), que
reporta que 17 millones de agricultores en 29 países sembraron cultivos transgénicos en 190.4
millones de hectáreas en 2019. (Triana, Cobos, Gomez, Perez.,2023)

La comercialización de cultivos genéticamente modificados a nivel mundial comenzó en 1996, y


actualmente abarca 175 millones de hectáreas en 27 países, incluyendo a México en el puesto
17 en la adopción de esta tecnología, con una superficie sembrada de 100 mil hectáreas,
principalmente de soya y algodón modificados para resistir insectos y tolerar el herbicida
glifosato. (Hernandez, Rendon, Toledo, Santoyo, Vinicio., 2016)

Las primeras plantas genéticamente modificadas se introdujeron formalmente en México en


1988, con la presentación de la primera solicitud para importar y liberar en campo jitomate
resistente a insectos. El marco normativo nacional para la regulación de los organismos
genéticamente modificados se estableció en 1995 mediante la NOM-056-FITO-1995. A partir de
2005, la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM) se convirtió
en el marco regulatorio que permite diversas actividades relacionadas con los OGM en México.
(Hernandez, Rendon, Toledo, Santoyo, Vinicio., 2016)

El debate actual sobre los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) muestra una
evolución significativa en comparación con las décadas de 1980 y 1990, cuando se reconocía
claramente el potencial transformador de esta nueva tecnología en la producción agrícola y
alimentaria. (Massieu., 2022)
Este debate tuvo sus orígenes en México, a través de una iniciativa de la Fundación
Rockefeller, que condujo a la creación del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas en la
década de 1950. El objetivo principal era abordar el problema del hambre mundial mediante la
creación de semillas de alto rendimiento para los cultivos alimentarios clave, como el maíz y el
trigo. En este contexto, se estableció el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el
Trigo (CIMMyT), con financiamiento internacional, cuya sede se encuentra en Texcoco, Estado
de México, donde también se ubicaron los campos experimentales del entonces INIA.
(Massieu., 2022)

Aunque se lograron desarrollar variedades de alto rendimiento de maíz y trigo, su máximo


potencial solo se alcanzaba con un paquete tecnológico que incluía el riego, maquinaria y el uso
de agroquímicos en tierras planas. Sin embargo, estas condiciones no eran representativas de
la mayoría de las tierras agrícolas en México, donde la producción se realiza principalmente en
tierras de temporal y ladera. Como resultado, los beneficios de la nueva tecnología solo
estuvieron al alcance de un pequeño número de productores capaces de invertir en estas
prácticas, mientras que la mayoría de los productores de maíz y frijol, alimentos básicos en el
país, quedaron excluidos. (Massieu., 2022)

El acceso y uso del germoplasma o material genético ha sido crucial para el desarrollo de la
agricultura y la producción de alimentos, especialmente en América Latina, donde una gran
parte de este material es originario. Cada variedad de germoplasma lleva codificados rasgos
que permiten responder a diversas exigencias económicas y ambientales, siendo la base para
la creación de nuevos cultivares. (Soledad., 2021)

La creciente protección de la propiedad intelectual para variedades comerciales ha incentivado


inversiones privadas en la creación de nuevas variedades de semillas. A diferencia de la
Revolución Verde, donde la tecnología era proporcionada por instituciones públicas, los
avances actuales de la biotecnología agrícola están en manos del sector privado, orientado a
maximizar ingresos. (Soledad., 2021)

Con más del 90% del desarrollo de la biotecnología en manos del sector privado, el tema de la
propiedad intelectual y las patentes adquiere una importancia crucial. La dependencia de países
ricos en biodiversidad respecto a los ricos en innovación tecnológica genera preocupación,
pues un manejo monopólico de la venta y distribución de semillas podría comprometer la
seguridad alimentaria y otros valores asociados a la biodiversidad. (Soledad., 2021)
Las posiciones en torno a los organismos genéticamente modificados (OGMs) se han
polarizado, con defensores que ven en ellos soluciones para problemas alimentarios y
detractores preocupados por los posibles riesgos para la salud humana, el medio ambiente y
los impactos socioeconómicos. La rápida expansión de los cultivos transgénicos está
modificando el mapa de las ventajas comparativas y competitivas de los países de la región,
afectando a los productores según su tamaño, grado de capitalización y acceso a nuevas
tecnologías. (Soledad., 2021)

La utilización de semillas transgénicas tiene un mayor costo y restricciones de resiembra, lo que


implica una pérdida de autonomía para los agricultores y una dependencia de un número
reducido de proveedores. Sin embargo, estos mayores costos pueden ser compensados por
una reducción en el control de insectos y malezas, así como en el requerimiento de mano de
obra. (Soledad., 2021)

La integración a compañías agroindustriales se presenta como la única alternativa para los


productores independientes de alimentos y materias primas, a pesar de perder su
independencia y margen de beneficios. La semilla, siendo un recurso genético y económico
estratégicamente importante, concentra la tecnología y es crucial en el caso de la agricultura.

El reciente caso de contaminación transgénica en variedades nativas mexicanas de maíz ilustra


la dificultad para impedir y regular la siembra de transgénicos. Aunque la siembra de maíz
transgénico está prohibida en México, hay evidencia de contaminación en parcelas campesinas,
evidenciando la contradicción entre las políticas gubernamentales. (Massieu., 2004)

En la etapa inicial de los desarrollos biotecnológicos, se argumentaba que la tecnología basada


en la biología molecular revolucionaría la agricultura, ofreciendo beneficios como la sustitución
de insumos químicos por biológicos, aumento del empleo, diversificación de productores y
productos, y remedio de superficies contaminadas. (Massieu., 2004)

En México, la Ley de Variedades Vegetales de 1996 ha sido aprovechada principalmente por


compañías multinacionales. Los agricultores, cada vez más, optan por comprar semillas
comerciales en lugar de utilizar sus variedades tradicionales o las obtenidas por ellos mismos,
lo que reduce la demanda de semillas comerciales y afecta a los empresarios agrícolas.
(Massieu., 2004)

A pesar de mantener su centralidad en los sistemas alimentarios mexicanos, el maíz ha sido


objeto de un desplazamiento gradual hacia una alimentación de tipo industrial. Su variedad y
calidad lo han vuelto atractivo para el sistema agroalimentario industrial, destacándose en la
producción mundial de alimentos procesados y ultraprocesados, con especial relevancia en
México, donde ha ocupado un lugar importante en esta industria. (Gouttefanjat., 2021)

Este cambio en el uso del maíz, especialmente en la industria agroalimentaria, ha llevado a


México a ser uno de los principales productores de alimentos ultraprocesados a nivel mundial.
Ante esta situación, la organización internacional GRAIN ha diagnosticado la emergencia de
una nueva relación metabólica entre el hombre y la planta del maíz. Este análisis señala la
necesidad de comprender y abordar los impactos de la industrialización de la producción
alimentaria sobre la relación tradicional entre las comunidades y el maíz, así como sus
implicaciones para la salud pública y la sostenibilidad ambiental. (Gouttefanjat., 2021)

El papel del Estado mexicano en la regulación de la biotecnología agrícola ha sido diverso a lo


largo del tiempo, involucrando a varias instituciones desde la autorización de las primeras
variedades genéticamente modificadas en la década de los noventa hasta la actualidad.
(González, Castañeda., 2018)

Destacan la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación


(Sagarpa), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión
Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), el Servicio Nacional de
Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y la Comisión Intersecretarial de
Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) (González, Castañeda.,
2018)

La Sagarpa, en 1998, declaró una moratoria sobre la liberación de maíces transgénicos debido
a la preocupación por los posibles riesgos para la diversidad biológica, siendo México centro de
origen y diversidad biológica del maíz. Sin embargo, posteriormente, autorizó la liberación de
maíz, algodón y soya transgénicos, priorizando una política comercial sobre la conservación de
la diversidad. (González, Castañeda., 2018)

La Ley de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM) de 2005


otorgó competencia a la Sagarpa para autorizar los cultivos transgénicos, con dictamen
favorable de la Semarnat, y en aquellos destinados para consumo humano, la Secretaría de
Salud establecía criterios y requisitos de estudios sobre posibles riesgos.

Sin embargo, la LBOGM solo exige etiquetado para organismos con diferente composición
nutricional a la convencional, favoreciendo a las empresas agrobiotecnológicas al no requerir
etiquetado para todos los OGM, lo que sugiere un riesgo potencial en su consumo.
El cuadro 1 muestra las autorizaciones para experimentación de campo de cultivos transgénicos
durante 2005-2017, destacando pruebas en algodón, maíz y soya. (González, Castañeda.,
2018)

“Los cultivos de algodón3 y soya fueron probados a cielo abierto y autorizados para su
comercialización. El maíz transgénico no ha sido liberado para su venta y se detuvieron las
pruebas experimentales. Cabe señalar que estos tres CGM pertenecen a la empresa
transnacional Monsanto, líder en la producción de cultivos transgénicos” (González,
Castañeda., 2018)

En cuanto a la estructura de costos de producción en las Unidades de Producción Rural (UPR)


de maíz en México, esta está determinada por el sistema de producción, lo que implica una
variabilidad significativa entre cada UPR analizada. Sin embargo, se pueden observar
tendencias específicas en el manejo de recursos para algunos sistemas de producción. Por
ejemplo, en el control de plagas y malezas asociadas a semillas de maíz genéticamente
modificado, solo en dos de trece UPR de maíz los costos de control de malezas representan la
mayor inversión en la estructura total de costos, mientras que la proporción de inversión en el
control de plagas y malezas varía según el sistema de producción, siendo más alta en UPR de
temporal que en las de riego. Esto sugiere que en las UPR de maíz, las inversiones destinadas
al control de plagas, enfermedades y malezas no son necesariamente más importantes que
otras prácticas agronómicas como la fertilización y la cosecha. (González, Castañeda., 2018)
En México, se destaca como el principal reservorio de "materia prima" para el desarrollo de
variedades transgénicas de maíz, convirtiéndose también en un mercado atractivo para las
empresas líderes en la producción de semillas transgénicas. Este interés privado por resguardar
el material genético y simultáneamente introducir el maíz transgénico para su siembra comercial
refleja una colaboración constante entre los regímenes económico-políticos. (Ortega, Zizumbo,
Monterroso, Hernandez., 2016)

Esta colaboración ha dado lugar al surgimiento del maíz transgénico como un elemento
extraído de la naturaleza, transformado y comercializado para aumentar las oportunidades de
acumulación de capital. Se buscan formas más eficientes de controlar el intercambio de
semillas que no se ajustan a las leyes del mercado, representando alternativas al capital que no
subordinan su relación con el maíz a las fuerzas del mercado. (Ortega, Zizumbo, Monterroso,
Hernandez., 2016)

La reorganización jurídica asociada a este proceso refleja un capitalismo con características


neoliberales, promoviendo la simplificación de los ecosistemas para la producción de alimentos,
manteniendo al Estado como regulador de la tecnología delegada al sector privado y
justificando la alteración genética con discursos humanistas. (Ortega, Zizumbo, Monterroso,
Hernandez., 2016)

Este panorama sitúa a las leyes como reguladoras de los avances científico-tecnológicos,
siempre que se ajusten a las demandas de una sociedad de mercado. Sin embargo, ninguna
ley desafía los paradigmas de producción de alimentos y reflejan una perspectiva que considera
a la naturaleza como un conjunto de objetos explotables y mercantilizables. Esto justifica
cualquier forma de producción, incluso si es perjudicial para el entorno y la salud, como la única
solución ante una crisis civilizatoria propiciada por el mismo capitalismo. (Ortega, Zizumbo,
Monterroso, Hernandez., 2016)

El principal desafío radica en que las empresas transnacionales se han convertido en la única
opción para la adquisición de semillas comerciales tras el desmantelamiento de la Productora
Nacional de Semillas. Estas grandes empresas se centran principalmente en atender a
productores con grandes extensiones de tierra y recursos agronómicos y económicos
adecuados, quienes producen para el mercado. (Luna, Bethel, Altamirano, Reyes., 2015)

Esta situación ha llevado a que las empresas transnacionales ejerzan un dominio sobre la
producción y comercialización de semillas. Además, su modelo de negocio, que incluye la venta
de semillas junto con agroquímicos, se ha fortalecido con el desarrollo de cultivos
biotecnológicos, especialmente aquellos resistentes al glifosato. (Luna, Bethel, Altamirano,
Reyes., 2015)
Hasta la fecha, se han discutido los riesgos, incertidumbres y peligros asociados con las líneas
de maíz actualmente comercializadas. Aunque los riesgos para la salud no son evidentes en
estas líneas, los estudios sobre sus efectos se basan en el principio de equivalencia sustancial,
ampliamente criticado en Europa. Este principio establece que una planta transgénica y una no
transgénica son iguales, diferenciándose únicamente en la proteína producida por la primera.
Por lo tanto, los efectos en la salud de las plantas transgénicas se limitan generalmente a los
efectos de estas proteínas recombinantes, sin considerar su contexto dentro de la planta.
(Alvarez, Piñeyro., 2010)

Es esencial promover estudios sistemáticos que aborden los efectos de las plantas transgénicas
en varias generaciones de animales de laboratorio. Algunos estudios independientes han
señalado posibles efectos nocivos que no han sido ampliamente investigados en diferentes
organismos. Además, en Estados Unidos no se está llevando a cabo un escrutinio cuidadoso de
los transgenes en sus productos, y al ingresar 10.2 millones de toneladas de maíz al país sin
requerir etiquetado y segregación, existe un riesgo latente de contaminación por genes que
codifican para sustancias farmacéuticas o industriales. (Alvarez, Piñeyro., 2010)

Por lo tanto, es crucial y urgente que el gobierno mexicano: a) determine con rigor qué tipos de
transgenes están presentes en las cadenas de producción y alimentación del maíz; b) realice un
escrutinio minucioso para identificar las vías de entrada de los transgenes; c) en caso de
detectar transgenes, implemente mecanismos efectivos para evitar su entrada y, por ende,
prevenir la contaminación de los acervos de maíz con genes que codifican para sustancias no
aptas para el consumo animal y humano. (Alvarez, Piñeyro., 2010)

Greenpeace es parte integral de la campaña ciudadana nacional "Sin Maíz no Hay País", la cual
se ha desarrollado a lo largo de una década con el objetivo de eliminar la agricultura y la
alimentación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), con el fin de
salvaguardar la soberanía alimentaria y promover la reactivación de la agricultura campesina en
México. Un aspecto central de esta campaña es la prohibición de la siembra de alimentos
transgénicos. Además, se busca la inclusión del "derecho a la alimentación" en la Constitución
Mexicana, un logro que se materializó en el año 2011. (Azpíroz 2019)

En oposición a la agroindustria, Greenpeace aboga por la agricultura ecológica. Un ejemplo


relevante en el contexto mexicano es el sistema agrícola ancestral conocido como la milpa, el
cual se considera una alternativa viable para abordar los desafíos alimentarios del país y mitigar
los impactos ambientales generados por la agricultura industrial. (Azpíroz 2019)

Greenpeace también se dedica a desmentir la noción de que la agricultura ecológica es inviable


para alimentar a la población y que implica costos excesivos. Esta idea, calificada como un
"mito", se ha difundido según la organización por parte de la agroindustria y sus representantes
con el propósito de facilitar la aceptación de la "revolución verde". (Azpíroz 2019)

Para respaldar su posición, Greenpeace visitó Cuba en enero de 2017, acompañados de


campesinos de Yucatán, para estudiar las técnicas de agricultura ecológica desarrolladas en
ese país. Estas técnicas surgieron en un contexto de escasez de recursos e insumos externos
tras el colapso de la Unión Soviética, y demostraron ser capaces de producir suficientes
alimentos en áreas reducidas, con bajos costos y preservando recursos fundamentales como el
agua, el suelo y la energía. (Azpíroz 2019)

Los argumentos económicos a favor de los cultivos transgénicos, particularmente en términos


de reducción de costos al eliminar la necesidad de insecticidas, son objeto de debate. Se
cuestiona fuertemente si el ahorro generado compensa el costo más elevado de las semillas
transgénicas. Actualmente, la adquisición de semillas híbridas no transgénicas representa una
parte significativa (entre el 30 y el 40%) de los costos totales de producción. Sin embargo, el
precio de las semillas transgénicas en Sinaloa y su comparación con los costos de insecticidas
son desconocidos para los productores, especialmente para los pequeños. (Chauvet, Lazos.,
2014)

Además, los costos asociados con plaguicidas y herbicidas representan una proporción
relativamente baja de los gastos totales del proceso productivo. Es evidente que incluso para
los productores medianos y grandes, el cultivo de maíz transgénico no ofrece una solución clara
a sus problemas económicos. La situación es aún más desafiante para los productores
pequeños, quienes no realizan una inversión significativa en semillas al reutilizar parte de la
cosecha anterior cada año. (Chauvet, Lazos., 2014)

La información disponible para los agricultores sobre los organismos genéticamente


modificados (OGM) es limitada y a menudo contradictoria. En su mayoría, los productores
obtienen información de las empresas que producen semillas transgénicas, lo que plantea un
sesgo fundamental en la percepción. Los argumentos a favor de los transgénicos presentados
por los productores medianos y pequeños se centran en tres puntos principales: la reducción de
costos, la disminución del uso de agroquímicos y la supuesta inocuidad de los transgénicos
basada en la experiencia de Estados Unidos, donde se cultivan desde hace tiempo sin
evidencia de efectos adversos en la salud. (Chauvet, Lazos., 2014)

Persisten diversas acciones llevadas a cabo por el Grupo de Vigilancia del Gobierno (GVG) y
grupos de campesinos e indígenas organizados en Tlaxcala en defensa del maíz nativo. Estas
estrategias adquieren relevancia a nivel nacional e internacional debido a la defensa del
derecho a la diversidad en la producción agrícola, en contraposición al modelo dominante de
monocultivo intensivo y uso de insumos costosos. (Noreiro, Masseiu.,2018)

La producción agrícola actual tiende a homogeneizarse bajo estándares que priorizan aspectos
económicos y la mercantilización, impulsada por innovaciones científico-tecnológicas que
requieren grandes inversiones de capital. En contraste, en el mundo campesino, la lógica de
producción se relaciona con la autosuficiencia alimentaria sin estar necesariamente
desvinculada del mercado. La defensa del maíz nativo representa, en última instancia, la lucha
por preservar un modelo de producción diversificado a pequeña escala, que respete la
autonomía y la cultura de las comunidades campesinas e indígenas. (Noreiro, Masseiu.,2018)

La agricultura en Puebla abarca más de un millón de hectáreas, predominantemente de


temporal y distribuida en diversas topografías, desde valles planos hasta zonas montañosas y
húmedas. Sin embargo, la producción de maíz en el estado enfrenta varios problemas
estructurales identificados por el Sistema Producto Maíz: condiciones climáticas adversas, falta
de adaptabilidad de las semillas, escasa asistencia técnica y financiera, débil conexión entre
productores y comercializadores, limitada innovación tecnológica y organización incipiente de
los productores. (Avila, Castañeda, Massieu, Norieru, Gonzalez.,2014)

Según las entrevistas realizadas con los productores, las semillas híbridas muestran dificultades
para adaptarse a las variaciones climáticas en Puebla, mientras que las semillas criollas o
nativas ofrecen rendimientos estables de entre 3.5 y seis toneladas por hectárea en diferentes
agroecosistemas. (Avila, Castañeda, Massieu, Norieru, Gonzalez.,2014)
En el estado de Puebla, se enfrentan diversos problemas estructurales en la producción de
maíz, según ha identificado el sistema producto maíz. Estos problemas incluyen condiciones
climáticas adversas, falta de adaptabilidad de las semillas, insuficiente asistencia técnica y
financiamiento, baja vinculación entre productores y comercializadores, escasa innovación
tecnológica y una incipiente organización de los productores. Estos desafíos afectan
negativamente la eficiencia y competitividad del sector maicero en la región. (Avila, Castañeda,
Massieu, Norieru, Gonzalez.,2014)

En 2009, el Gobierno Mexicano otorgó 24 permisos para la siembra experimental de maíz


transgénico a diversos consorcios multinacionales en los estados de Sinaloa, Sonora,
Chihuahua y Tamaulipas. Estos experimentos se llevaron a cabo bajo el protocolo establecido
por la ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados (LBOGM) y su
reglamento, que incluía medidas como cercas electrificadas, distanciamiento de siembras no
transgénicas y vigilancia continua. (Turrent, Cortes, Espinosa, Mejia, Serratos., 2010)

Sin embargo, es evidente que este protocolo de bioseguridad no sería aplicable en las etapas
piloto y comerciales. Las limitaciones tecnológicas del maíz transgénico en su estado actual, las
prácticas de mejoramiento genético autóctono, la biología reproductiva del maíz y la eventual
adaptación de nuevas variedades transgénicas al agroecosistema mexicano plantean
preocupaciones sobre la acumulación progresiva de transgenes en las razas nativas. (Turrent,
Cortes, Espinosa, Mejia, Serratos., 2010)

Se concluye que la siembra comercial de maíz transgénico en México podría conducir a la


acumulación de transgenes en las razas nativas, con efectos desconocidos que justifican la
aplicación del principio precautorio. Se recomienda postergar la liberación comercial de maíz
transgénico hasta que se realicen investigaciones específicas sobre los efectos de esta
acumulación en las razas nativas, considerando advertencias previas sobre un posible umbral
deletéreo que podría afectar la viabilidad y adaptación de las plantas al agroecosistema.
(Turrent, Cortes, Espinosa, Mejia, Serratos., 2010)
REFERENCIAS:

Álvarez-Buylla, E., & Nelson, A. P. (2009). Riesgos y peligros de la dispersión del maíz
transgénico en México. https://www.revistas.unam.mx/index.php/cns/article/view/14835

Recuperado:10 de abril 2024

Vista de Maíz transgénico vs agricultura ecológica: un análisis del discurso de Greenpeace


México en torno a la seguridad alimentaria, la soberanía alimentaria y el derecho a la
alimentación (2007-2017). (s. f.).
https://www.ciad.mx/estudiosociales/index.php/es/article/view/783/511

Chauvet, M., & Lazos, E. (2014). El maíz transgénico en Sinaloa: ¿tecnología inapropiada,
obsoleta o de vanguardia? Implicaciones socioeconómicas de la posible siembra comercial.
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