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Manipulacion
Manipulacion
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Capital Federal | Argentina
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Agradecimientos
Introducción
Bibliografía citada
Bibliografía sugerida
Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son
mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que
luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht
John Lennon
Agradecimientos
A los proveedores de la alegría.
A los proveedores de la ternura.
A los proveedores de la intimidad.
A los proveedores de la inteligencia.
A los proveedores de la diversión.
A los proveedores de la sensualidad.
A los proveedores de la escucha.
A los proveedores de la música.
A los que me enseñan, a los que me transmiten sabiduría y valores,
me quieren, me acompañan, me hacen reír, me emocionan.
A los que me dejan entrar en sus vidas, me cuentan, me piden, me
agradecen, me regalan, me confían, me dan sentido.
A los que me rodean y respetan mi entusiasmo y mi libertad… por
sobre todas las cosas.
Infinitas gracias.
Introducción
Nunca entendés bien cómo ocurre. No sabés cómo llegaste hasta
allí. Una vez más terminaste haciendo lo que el otro quiere y,
además, dándole las gracias.
O te sentís culpable, o te quedás confuso. O con mucha rabia.
Sin embargo, no podés reclamarle nada a nadie porque el otro
nunca te pidió nada, ni se va a hacer cargo de que dijo lo que
dijo, o de que hizo lo que hizo.
Los aprovechadores, abusadores y manipuladores tejen una
trama sutil en la que caés entrampado sin advertirlo. Cuando
lográs darte cuenta, ya es tarde y creés que no hay manera de
escapar.
La manipulación es un rasgo que podemos encontrar en
personalidades muy diversas, o incluso, en pequeños actos
comunicacionales de los que participamos a diario.
Los manipuladores pueden ser sutiles o feroces, ocasionales o
cercanos, con intención de daño o solo del logro de un objetivo,
pero siempre se trata de personas que logran que termines
haciendo o diciendo aquello que no querés hacer o decir. Y que
te sientas incómodo.
Maestros del arte de la falsa empatía, la utilizan en su provecho.
Simuladores, manejadores y egocéntricos solo piensan en sí
mismos, pero se ocupan muy bien de conocer las necesidades
del que tienen por delante para poder lograr su cometido.
Los encontrás en tu familia, en tu trabajo, en la pareja, entre tus
amigos. Los vemos a gran escala en la clase política, en los
gobiernos, en los medios.
Se valen de un arma estratégica: la comunicación indirecta o
comunicación sucia.
Nada de lo que dicen es abiertamente claro como estrategia para
eludir la responsabilidad sobre lo que dicen. De este modo,
trasladan al interlocutor la responsabilidad de entender lo que
quisieron decir. Y, sin que te des cuenta, terminás completando la
frase de la forma en que ellos quieren.
Te hacen actuar aun cuando te habías propuesto firmemente no
hacerlo. No tienen que esforzarse demasiado para que
reacciones con bronca, indignación, culpa o miedo. Saben apretar
el botón exacto para provocar tu lástima o tu ira, de acuerdo a su
conveniencia.
A esta altura me preguntarás si son psicópatas. No siempre. Los
manipuladores están a la orden del día en una sociedad
narcisista y especuladora que fomenta el sálvese quien pueda y el
individualismo a ultranza. No todos se sienten libres de la culpa y
la angustia, pero tienen exitosos mecanismos de defensa para
desembarazarse rápidamente de esos sentimientos.
Y vos les hacés caso. En una especie de sumisión inexplicable
hacés lo que ellos quieren por temor al escándalo, a la
vergüenza, a la culpa o al miedo. O a algo. Porque la extorsión ni
siquiera es consciente.
Sabés perfectamente que tu jefe te desvaloriza para que te
esfuerces más y para no reconocerte un aumento, pero no podés
evitar sentirte un inútil.
No tenés dudas de que tu pareja no se va a suicidar porque la
dejes, pero la lástima te invade y perdés años de tu vida
enredado en sus manejos para quedarte a su lado.
No estás muy seguro de que tu novia sería capaz de hacerte un
escándalo en el trabajo o en las redes sociales si la abandonaras,
pero por las dudas corrés a su lado aunque no tengas ganas y
terminás siendo una especie de esclavo.
Tu madre se victimiza para que tengas que sentirte muy mal si
decidiste irte sola con tu marido y tus hijos de vacaciones. Y no
sabés cómo, pero allí está otra vez con ustedes y vos con rabia
contenida arruinando tu descanso.
El vendedor logró que compres lo que no querías, que gastes lo
que no podías, que firmes lo que no te conviene, y no recordás
cómo ocurrió.
Y estar enfermo no es excluyente en términos de la
manipulación. Hay enfermos que manejan al entorno desde su
patología. Adictos, depresivos o personalidades límite, saben
muy bien utilizar la estrategia de la culpa para que los demás
hagan lo que ellos quieren.
Porque todo es sutil, imperceptible, confuso y vago. El
manipulador puede ser hombre o mujer, joven o viejo, sano o
enfermo, pero logra su objetivo con magistral desempeño.
Vivimos en un mundo bastante inauténtico y deshonesto. Los
valores y el respeto por el otro no son la moneda corriente. Las
personas no muestran siempre su intención abiertamente y es
necesario saber leerla para poder seguir teniendo dominio de
nosotros mismos.
Es cierto, hay algunos más vulnerables que otros y los
manipuladores sabrán cuál es su terreno más fértil. Sin embargo,
nadie se salva de caer de tanto en tanto en sus trampas.
Este libro se mete en las entrañas de la manipulación para
distinguirla, identificarla y desarmarla en las situaciones de la
vida cotidiana. No se trata de vivir en guardia y paranoico, pero sí
de cuidarse y de estar alerta para no desperdiciar nuestros
valiosos días en función de los inescrupulosos que siempre creen
que les debemos algo.
La intención es la que me anima desde hace mucho tiempo y que
transmito en todos mis libros: la libertad de decidir, de elegir con
quién, cómo y cuándo hacemos lo que hacemos.
Si regalamos nuestro amor, nuestro tiempo, nuestro dinero o
nuestros actos a quien tenemos ganas de hacerlo, no nos
sentiremos mal aun cuando haya desilusiones o falta de
reciprocidad. A nadie haremos responsable. Pero si nos
encontramos con que dimos o hicimos algo que no queríamos,
solo movidos por turbios manejos ajenos, nos quedaremos con
una fuerte sensación de impotencia y frustración.
El respeto por el otro, la tolerancia de las diferencias, la
aceptación de sus límites y de los nuestros, la posibilidad de ser
dueños de nuestra vida y de nuestros actos es un bien preciado.
Cortemos los hilos de la marioneta. Aunque debamos tropezar
en el camino del aprendizaje, siempre es mejor equivocarnos por
nuestra cuenta que hacerlo por depender de los hilos invisibles
de las trampas ajenas.
Patricia Faur
1. La manipulación nuestra de cada día
La libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor.
Albert Camus
¿Todos somos manipuladores?
El tema que me inquieta en estas páginas es la libertad. ¿Hasta
qué punto somos libres? ¿En cuánto nuestras decisiones
cotidianas están influenciadas por la mirada o el juicio de los
otros? ¿Somos conscientes de ello? ¿Necesariamente es algo que
nos perjudica?
Con esto quiero decir que nadie te está poniendo una pistola en
la cabeza —por lo menos por fuera—; sin embargo, hay factores
que hacen que tu comportamiento cambie.
Cuando alguien ejerce una posición de poder evidente sobre
vos, no tenés dudas de tu lugar de subordinación y
sometimiento. La pérdida de la libertad sobre tus acciones está
determinada por una extorsión manifiesta. Lo podemos observar
en diversas situaciones desde el acoso sexual de un jefe hacia
una empleada que teme perder su puesto si lo denuncia hasta
aquella en que debés acceder a entregar tu pasaporte a un
guarda de tren o bus y ver que desaparece con él, aun cuando te
juraste que jamás se lo entregarías a nadie.
Una mujer puede negarse a tener sexo una noche para hacerle
entender a su pareja que está enojada por la discusión de esa
mañana.
Sin embargo, mi interés en este caso tiene que ver con aquellas
situaciones de la vida cotidiana que te van enfermando, que van
minando tu autoestima y que te dejan en un estado de profunda
confusión y depresión.
Ignacio tuvo gran influencia para mí en el hecho de que yo abandonara las drogas.
Me mostró una salida y predicó con el ejemplo. Lo veía tan coherente, tan digno y
tan sólido que, si él me decía que el camino era por ahí, yo no dudaba un instante.
La primera vez que la vi ya supe que nunca más podría dejar de mirarla. Hay algo
en ella que te atrapa y te asusta. Tenés la sensación de que perdiste todo dominio
sobre vos. Que no vas a poder negarte a nada.
Le oculté que había sido alcohólico hasta el mes de salir. Ella era
una mujer que se cuidaba mucho, vegetariana, atleta, hacía terapia,
reiki y esas cosas. Yo pensé que si le contaba mi historia podría tener
miedo de que yo volviera a beber. No ocurrió: por el contrario,
admiró mi disciplina y mi trabajo de recuperación.
Tengo mucho sueño y estoy aburrido de esta visita, así que les pediría que se
fueran.
Ya en la primera cita me aclaró que él jamás estaría con una mujer que no pensara
en ser madre. Fue casi como una declaración de principios. No sé qué dijo después
porque no pude seguir escuchando. Su declaración me cegó de amor.
Con el tiempo, vemos que debajo del misterio nunca hay cosas
buenas: o se esconde la mentira y la simulación, o no hay nada. O
sea, otra vez se muestra para ocultar. Veo a una persona
misteriosa y le proyecto un montón de cualidades que no tiene.
• Mienten.
Es difícil detectar la mentira en ellos. Son hábiles
manipuladores.
Tucídides
Papa Francisco
¿Por qué logran hacerme sentir culpable?
La culpa es un sentimiento que tiene muy mala prensa. Tal vez
porque es una palabra que tiene distintos contenidos semánticos
de acuerdo al contexto donde se la sitúe. No es lo mismo
“culpable” en oposición a “inocente” o “culpa” en oposición a
“dolo” en el ambiente jurídico —una cosa es haber hecho algo y
otra tener la intención de hacerlo—.
Estás por salir para una reunión con amigas a las que no ves
hace más de siete meses. Costó armar el encuentro porque cada
una tiene sus responsabilidades. Estás feliz. ¡Hace tanto tiempo
que no salís de noche a cenar con amigas! ¡Y tenés tantas ganas
de verlas!
No… Dejá…, andá que se te va a hacer tarde… en un rato estaré mejor… supongo…
Ejemplos:
¿Viste nuestra compañera Marcela que se hizo otra cirugía? Hay mujeres que no
aceptan su edad y se quieren hacer las pendejas, se visten en negocios para
adolescentes. Si ya sos veterana, te la tenés que bancar…
Otro ejemplo:
Ya que a vos que te salen tan bien los informes y que al jefe le parecen impecables,
¿por qué no te ocupás de terminarlos que yo tengo que irme antes y, además,
nunca los voy a hacer como vos?
¿Pero sos culpable por dejar de amar? ¿Por ser la alumna más
destacada y ganarte el odio de tus compañeros? ¿Por sentirte
libre para vestirte como querés y que te griten groserías por la
calle? ¿Porque tenés ganas de dejar a tus hijos con tu mamá para
disfrutar con tu pareja un fin de semana afuera?
Nelson Mandela
Un variado arsenal
Los manipuladores recurren a muchas herramientas. El arsenal
es variado y se utiliza de acuerdo al interlocutor que tienen
adelante y a la máscara con la que se disfrazan.
No lo puedo evitar. Mi madre se está muriendo desde que tengo uso de razón y hoy
tengo 35 años. Siempre le pasa algo y hay que salir corriendo. Todos sabemos que
lo hace para llamar la atención, pero no logro dejar de preocuparme y de pensar
que, alguna vez, puede ser cierto y, tal vez, tiene una urgencia real.
Cada vez que la madre anticipa que estos planes pueden llegar
a concretarse, comienza a desplegar su arsenal: “No quería
decírtelo, pero el médico me ordenó nuevos estudios y pareció
preocupado. De hecho me pidió que la próxima vez vaya
acompañada… ¿Tenés idea de lo que quiere decir carcinoma
in situ?”.
Erich Fromm
Lo opaco y lo transparente
La comunicación es nuestra manera de llegar con nuestro
mensaje al interlocutor. O al menos, esa es la intención que no
siempre se logra.
• Utilizar
el lenguaje gestual para confundir: en general, el
lenguaje paraverbal muestra expresiones de desprecio, asco
o descalificación.
• O utilizar el sarcasmo:
A
: (Excedida de peso y almorzando)
B
: ¿Están ricos los ravioles? ¿Te sirvo otro plato o querés un flan
con dulce de leche?
• Atribución de pensamientos:
A
: (Pensativo)
B
: Yo sé lo que estás pensando, que no querés ir de vacaciones.
A
: ¡Pero si ni siquiera abrí la boca!
B
: Yo sé qué estás pensando, que no querés gastar y, sin
embargo, para vos gastaste en un celular carísimo.
A
: ¡¡Pero no me hagas decir cosas que no dije!! ¡¡No es así!!
B
: Te conozco… Te conozco demasiado, así que sé lo que
pensás…
• Utilizar la burla
A
: ¿Qué pasa? ¿Necesitabas algo?
B
: ¿Otra vez derrochando simpatía?
A
: No me digas eso, sabés que soy una persona callada y tímida
y me hace mal que me veas como una gruñona.
B
: No se puede hacer un chiste… ¿ves? no tenés sentido del
humor…
El arte de dar vuelta las cosas
No sabés cómo lo logra, pero todo el tiempo ocurre de ese modo.
Empiezan a discutir y te quedás siempre con la sensación de ser
culpable de todo, de arruinar las cosas, de haber hecho todo mal,
aun cuando la evidencia de haberse comportado mal recaía
sobre el otro.
Sale dos veces por semana para ir a jugar al tenis y cenar con sus amigos. Eso no se
modifica, ni aunque yo esté en la sala de parto. El otro día, me puse a llorar porque
estaba con fiebre y él me dejó sola, no fue capaz de suspender el tenis y me hizo
una escena porque dice que soy una manejadora y que no era para tanto, que no
tenía nada grave.
Lo desperté con rabia y dolor, y le pregunté que qué era eso. Se despertó y me gritó
de todo. Me insultó y hasta pensé que iba a pegarme. Me dijo que yo era una
controladora y una loca. Que me tenía miedo (¿?) porque yo era capaz de matarlo
mientras dormía… se levantó, se fue a dormir a la otra habitación y a la mañana se
fue sin saludarme, Y ahora no sé qué hacer.
¿Qué pasa con los otros? Aquellos que tienen una pobre
autoestima y un escaso sentido del propio valor viven y soportan
situaciones de indignidad y maltrato psicológico en su vida
cotidiana aun cuando ni siquiera lo perciben.
Si seguimos así, vamos a tener que reducir personal… Este es un trabajo que podría
hacer una sola persona y ustedes dos no logran hacerlo…
Que levantes la voz cada vez más, que te muevas para ponerte
enfrente y busques su mirada, incluso que le agarres la cara para
darla vuelta. Pero el otro se levanta y se va…, y lo seguís por toda
la casa mientras te vas desestabilizando, empezás a gritar, a
llorar o a decir cosas horribles, a amenazar para ver si
reacciona… y, finalmente, rompés un objeto, lo tirás al piso
porque, en realidad, sentís rabia e impotencia. También puede
ser que le pegues a la persona que te está violentando —¿o a
esta altura te queda alguna duda de que eso es violencia?— o
que hagas una actuación, como hacer una valija para irte o
golpear una puerta o encerrar al otro bajo llave… Algo… No sabés
qué hacer… ya es un momento de desborde total…
“Pensálo…”.
Mahatma Gandhi
¿Todos podemos ser vulnerables?
Todos. Todos podemos caer en la trampa, sencillamente porque
los manipuladores son fascinantes. Son como encantadores de
serpientes y es difícil resistir el hechizo. Nos quedamos
hipnotizados ante su seducción y su elocuencia.
Hacía largas pausas que concentraban toda nuestra atención. Por momentos, yo no
le entendía nada, su discurso era complicado, cerrado, difícil, pero, de tanto en
tanto, decía algo que todos entendíamos y que nos parecía una genialidad. Yo
siempre pensaba que era una ignorante porque no llegaba a entenderlo. Suponía
que ese hombre increíble, de vasta formación intelectual, solo podía sentarse a
conversar en la mesa de los grandes filósofos de la historia y no de una chica
común, como yo.
Cuando se fijó en mí, pensé que era un error. No podía ser, él estaba equivocado.
¿Qué podía querer de mí, de una chica más joven que él, como tantas, que no era
precisamente la más atractiva, que no era la más brillante, qué podía darle yo que
fuera valioso para él?
¿Qué cosa no serías capaz de hacer por él? Nada. No hay nada
que no harías con tal de retener esa magia que se instaló en tu
vida y que hace que todo se ilumine solo con recordarlo.
Probablemente te preguntes… ¿y está mal enamorarse? Porque
de esto se trata el enamoramiento: de una pasión ciega que te
devora y que ocupa todo tu espacio psíquico, que no te permite
discernir con claridad, que te hace sentir pequeña frente a la
grandeza del otro al que ves único…
Ah… ¡Qué lindo lo que te compraste! No estaría mal que pienses en los demás de
vez en cuando…
Paul Éluard
Una sociedad que invita y aplaude
La sociedad de nuestros días no premia valores morales. No
reconoce como un gran mérito el esfuerzo. Mucho menos la
honestidad. Ya es parte del pasado aquello de “te doy mi
palabra”. La palabra perdió valor y dejó de ser un compromiso.
Otro testimonio.
Es tan fría y tan insensible que no logro llegar a ella. Es muy hermosa y pasa las
horas dedicada al gimnasio, a su cuerpo, a untarse con cremas, a darse masajes y a
ir a la peluquería. Pero es como una muñeca de cera. Nunca me hace saber que me
ama, nunca me doy cuenta de si goza sexualmente, nunca sé si la hago feliz. Y juro
que me mato por ella, pero no logro saber si se quedará conmigo. Me hace sentir
que debo pagar por estar a su lado. Siempre parece que le debo algo.
• Una
necesidad desmedida de admiración por parte de los
demás.
—¿Qué? ¿Me estás acusando de frígida? Para que sepas, yo no tengo ningún
problema con el deseo y tengo orgasmos sin problemas. ¿Por qué no revisás tu
manera de acercarte a mí? Tal vez no me tocás o me besás de la manera en que yo
necesito…
—Pero si hasta hace unas semanas, ¡¡¡¡parecía que la estabas pasando muy bien!!!!
No entiendo… ¿Es que hay otro?
Te hiere con las cosas que son más importantes para vos.
Sos una mala madre. Tus hijos siempre están solos porque priorizás tu trabajo. El
precio de tu independencia lo están pagando ellos. No tenés idea de su rendimiento
escolar, pero no importa, para eso estoy yo que me ocupo…, pero puedo ser un
buen padre y no una buena madre…
Mario Benedetti
Visibilizar la violencia
Lo más peligroso que tiene la violencia emocional es que no se
ve. Se siente, se intuye, se huele. Se adivina por los efectos
desastrosos sobre sus víctimas. Impacta en las vísceras, en el
cuerpo, pero no se “lee” en la corteza cerebral. No sabemos bien
por qué pasa, pero sabemos lo que pasa. Y lo que pasa es que
nos sentimos muy mal. Incómodos, con angustia, con malestar,
con insomnio y con miedo.
Indirecto
M
: Están baratos los pasajes aéreos…
C
: Sí. Estaría bueno tomarnos unos días, ¿no?
M
: Te dan 18 cuotas...
C
: Podemos pagar con las 2 tarjetas.
M
: Tienen descuento con el banco.
C
: Sí, ¿te parece que aprovechemos?
M
: ¿Y en qué momento te dije que yo quería viajar? No se te
puede hacer un comentario...
C
: Bueno, pero si me estás diciendo que están baratos…
M
: ¿Y qué? Si el pochoclo es barato, ¿vas a salir a comprar
pochoclo? A vos no te da la cabeza…
Directo
M
: Están baratos los pasajes aéreos…
C
: Sí.
M
: Te dan 18 cuotas…
C
: Sí. ¿Por qué me hacés este comentario?
M
: Para hablar de la realidad económica
C
: Sí. Debe ser por eso que mucha gente está comprando
pasajes, para compensar la posible suba del dólar.
Otro ejemplo:
Indirecto
M
: ¿Vas a salir otra vez con tus amigas a cenar?
C
: Sí, la última vez fue hace dos meses.
M
: ¿Los chicos ya cenaron?
C
: Te dejé la comida preparada para calentar.
M
: ¿Sabías que Guada tiene examen mañana?
C
: Sí, podrías ayudarla, ¿no?
M
: La que sabe inglés sos vos…
C
: ¿Me estás tratando de decir que no salga?
M
: ¿Estás buscando pelea? ¿Yo te dije algo? ¿No ves que sos una
paranoica?
Directo
M
: ¿Vas a salir otra vez con tus amigas a cenar?
C
: Sí.
M
: ¿Los chicos ya cenaron?
C
: No. Hoy te ocupás vos de su cena
Una madre a su hija:
Indirecto
M
: ¿Ya te vas?
C
: Sí, tengo que hacer cosas en casa…
M
: (Se agarra el pecho).
C
: ¿Te pasa algo? ¿Te sentís bien?
M
: Andá, que estás apurada…
C
: Te pregunté algo: ¿estás bien?
M
: Sí, sí… Andá, andá que se te hace tarde…
C
: ¿Estás pidiéndome que me quede?
Directo
M
: ¿Ya te vas?
C
: Sí… tengo que hacer cosas en casa…
M
: (Se agarra el pecho).
C
: Si no te sentís bien y querés que me quede, decilo; de lo
contrario, supongo que tenés calor y por eso te agarrás la
remera…
M
: Andá, que estás apurada..
C
: Sí, es verdad, estoy apurada. Cualquier cosa me llamás.
Gran parte de la comunicación es no verbal. La entonación, las
miradas, las murmuraciones, las frases a medio terminar…
Cuando estás con un manipulador, te acostumbraste a traducir, a
subtitular, a ser un lector de indicios. Por lo tanto, la primera
cuestión será dejar de hacer el esfuerzo por tratar de decodificar
lo que el otro no dice directamente.
Viktor Frankl
No hay una razón más poderosa para no estar con alguien que
no querer estar. Nadie puede obligarte a estar con quien no
quieras, a hacer lo que no quieras, a decir lo que no quieras.
Nadie puede obligarte a permanecer en las sombras, a dejar de
ser vos.
Por último, no hay placer más inmenso que dar. Dar porque sí,
porque tenés ganas, porque te hace bien, porque el otro te
importa. Dar porque es fuente de júbilo, de esperanza. No hay
mejor experiencia que dar porque amás. Y no hay mejor regalo
que la felicidad del otro.
1
0.Kelley, Harold (1967). Attribution: Theory in Social Psychology.
Nebraska: University of Nebraska Press.
1
1.Lipovetzky, Gilles (1993). L’ère du vide. Paris: Gallimard [La era del
vacío, Barcelona: Anagrama, 2000. Traducción de Joan Vinyoli y
Michèle Pendanx].
1
2.Racamier, Paul-Claude (2012). Les perversions narcissiques. Paris:
Payot.
1
3.Rodríguez Ceberio, Marcelo y otros (2014). “Double Bind, Child
Sexual Abuse and Speeches”, en Interlink Continental Journal of
Medicine & Medical Sciences.
1
4.Rulicki, Sergio (2014). Comunicación no verbal. Buenos Aires:
Granica.
1
5.Watzlawick, Paul; Marcelo Rodríguez Ceberio (2006). La
construcción del universo. México: Herder.
Bibliografía sugerida
1.Ekman, Paul (2013). Cómo detectar mentiras. Buenos Aires:
Paidós.
1
0.Petitcollin, Christel (2008). Échapper aux manipulateurs. París:
Guy Trédaniel Éditeurs.
1
1.Piñuel, Iñaki (2015). Amor zero: cómo sobrevivir a los amores
psicopáticos. Buenos Aires: Editorial sb.