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ROTO (Lazos de Sangre 01) - Jake MO
ROTO (Lazos de Sangre 01) - Jake MO
ROTO
Serie Lazos de Sangre
Libro 1
Título: Roto
Lugar: España
ISBN: 9798877655737
Stephen King.
Contenido
Estructura mafia italiana
Diccionario
Sinopsis
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta Y uno
Treinta Y dos
Treinta Y tres
Treinta Y cuatro
Epílogo
Próximo libro
Estructura mafia italiana
Provincia: Unidad formada por los principales cargos de la mafia
italiana, normalmente por los Don, si alguno falla, puede enviar a su
consegliere o un capo de confianza en su lugar. En sus reuniones acuerdan
no traspasar territorios de otros Dones para comerciar.
Mafia: ’Ndrangheta.
Residencia: Milán.
Mafia: Casamonica.
Residencia: Roma.
Mafia: Camorra.
Residencia: Nápoles.
Segunda familia:
Residencia: Palermo.
Tercera familia:
Residencia: Bari.
Capo: Jefe bajo el mando del Don, están esparcidos por las capitales
de las regiones, excepto en la que vive el Don, ahí gobierna él.
Consegliere: Consejero y mano derecha del Don o el capo. El
consegliere del Don tiene más poder que el del capo.
Cagna - Perra
Puttana - Puta.
Principessa - Princesa
Mamma - Mamá
Papà - Papá
No siempre se usarán estas palabras, pero las dejo aquí por si acaso y por
si se me olvida poner las traducciones bajo los capítulos.
Sinopsis
Ares Romano:
Venus no fue creada para estar conmigo, era mi hermana, mi gemela.
Pero al diablo con eso, la deseaba y ella me deseaba a mí. No nos importaba
nuestra consanguinidad, nunca fue un obstáculo, lo dejamos de lado y
funcionó. Ella me amaba, me veía tal y como era, lo más sorprendente es
que no le asustaba mi oscuridad. Le gustaba nadar en ella, se hacía más
grande, más fuerte y valiente. Nunca me tuvo miedo, hacía bien, jamás
podría dañarla. Yo estaba roto, pero ella también.
Venus Romano:
Ares y Venus, dos amantes de la mitología griega. Nuestra madre debió
ver el futuro cuando nos nombró así, estábamos destinados. No me
escondo, estoy profunda y locamente enamorada de mi hermano, mi
gemelo. Él siempre fue diferente, desde pequeño, pero yo siempre fui su
luz, su ancla en la cordura. ¿El problema? Que me gustaba su oscuridad,
nos protegía, nos cuidaba. Eros y yo estábamos a salvo con él en este
mundo. Los monstruos también saben amar.
Uno
Ares
Dicen que cuando una vida se desvanece otra está a punto de comenzar.
No es lo que veo, cuando quito una vida voy a por la siguiente y luego a por
otra. Soy un asesino, un sádico. Me gusta hacer daño, no tengo consciencia,
no siento las emociones como los demás seres humanos.
Psicopatía monoempática.
Golpeo una última vez a este maldito stronzo. No voy a tolerar que
nadie falte el respeto a las únicas dos personas que amo.
Piso el acelerador en cuanto Iván está dentro del coche, viene conmigo a
todos lados. Vive en mi casa, en mi ala de la casa. La maldita estructura
tiene más metros cuadrados que el jodido Vaticano, a mi padre le encanta
aparentar, cree que una casa de esas características lo hará parecer más
importante. Como si no fuese suficiente ser el Don de la ‘Ndrangheta, como
si no fuese suficiente con gobernar el norte de Italia y el sur. Lombardía,
Calabria, Piemonte, Véneto, todos esas regiones nos pertenecen y alguna
más. Somos la mafia italiana más grande hasta la fecha, he ayudado a mi
padre a tomar todos esos territorios, me ha estado usando como su perro de
presa desde que cumplí dieciséis años, su ejecutor. Desde que mi cuerpo se
hizo más grande y fuerte, si hay algo de mí que le gusta a mi padre es mi
metro noventa y cinco, siempre lo adoró. Y, aunque no lo diga, sé que
también le viene bien mi psicopatía para sus planes, soy más un peón que su
hijo. De hecho, nunca me vio como un hijo, no es necesario que me lo diga,
puedo ver el desprecio en él cuando no me necesita. Tampoco es que me
importe, nunca lo he visto como un padre, sólo un bastardo del que espero
la muerte. Joder. Es lo que más deseo en el mundo, que muera pronto para
poder tomar su lugar, seré el próximo Don, aunque ya me esté encargando
de la mayor parte del trabajo. Mi puto padre sólo se preocupa por ordenar
cosas y follarse a sus putas.
-¿Era necesario?
-Sí.
Iván sonríe.
-Lo superará.
-¿Y si no?
-No voy a hacerlo, puto psicópata. Ella estará con su esposo cenando en
algún lugar de Milán, sabes que a Martino le encanta presumir de esposa.
Aprieto el volante con mis manos, odio a ese cabrón que se casó con
ella. Era necesario hacerlo, lo entiendo, pero lo odio. La trata como a un
trofeo, como si hubiera conseguido el mayor logro de su vida. Por supuesto
que lo hizo, Venus es la hija de su Don, un puto Consegliere casado con la
hija del Don.
-Apártate- espeto.
Me da un empujón hacia atrás, aunque es más bajo que yo, tiene casi la
misma fuerza. Sus treinta y cinco años nunca fueron un impedimento para
él, siempre tuvo la vitalidad de un joven, creo que eso es lo que le atrae a mi
padre para tenerlo a su lado.
Doy un paso adelante, pero Venus pone una mano en mi pecho para
detenerme.
El hijo de puta se aleja con una sonrisa en su rostro, quiero matarlo. Las
manos de mi hermana se posan en mis mejillas, me obliga a mirarla.
-Cálmate, Ares.
Mi polla se endurece en mis pantalones, ella sabe el efecto que ese apodo
produce en mí. Inclino mi cabeza hacia adelante hasta pegar mi boca a su
cuello.
-Puedes fingir todo lo que quieras con ese hijo de puta, no conmigo,
Venus.
La tomo por la barbilla con mis dedos, sus ojos azules se encuentran con
los míos del mismo color. Un par de gemelos, con el pelo de color negro,
los ojos fríos y azules como el hielo cuando está concentrado. Acaricio con
mis nudillos la piel de su mejilla, tan blanca y suave. Tan pequeña a mi
lado, tan vulnerable para mí, tan salvaje para otros. Bajo mi vista a sus
gruesos labios, los que tantas veces he besado.
-Ares, basta con eso. Sabes que ya no me toca, tiene a sus amantes para
eso. Se irá en cinco minutos a encontrarse con una.
-Eros te odiará.
-Ya lo hace.
-Yo te odiaré.
Me separo de ella.
-Es muy divertido que creas que puedes amenazarme y salirte con la
tuya- contesto.
-Venus, no me provoques.
Me acerco a él de forma amenazante, me importa poco su metro ochenta
y ocho.
-Sí.
-¿Es que quieres que Ares te mate?- escupo- Me dio cinco minutos para
ir a hablar con él y darle las buenas noches y ya he gastado más de cuatro
contigo.
-Ya eres mayor para que le pidas a tu hermana que te cante canciones
para dormir- espeta Martino- Ni Eros hace eso. Venus no vas a volver a
dormir con él, no es un niño pequeño, maldita sea.
-Morte- susurro.
Su respiración se agita.
-Te voy a follar en tu cama para que ese puto esposo que tienes me huela
en vuestras sábanas.
-Ares, no.
-Abre las piernas, hermanita. Tengo algo muy duro para ti.
Gimo fuerte, sabe cómo hablarme para hacerme disfrutar. Porque sí,
disfruto de su degradación, la psicóloga dijo que soy masoquista. Aunque
tenía razón, nunca más volví a verla y creo que Ares tiene algo que ver en
eso. Ella trató de separarnos, les dijo a nuestros padres que mi hermano
tenía una gran influencia en mí. Está tan equivocada, soy yo la que influye
en él, sólo permito que Ares me hable así porque me gusta que lo haga. Si le
pidiera que nunca más lo volviera a hacer, obedecería sin hacer preguntas.
Mi hermano es un psicópata, pero sé, que a su modo, me ama.
Mueve sus caderas con más fuerza y rapidez, rodea mi garganta con su
mano y aprieta, apenas puedo lograr respirar. Sin embargo, mi placer
aumenta.
-Lo he matado, hermana. He matado al padre de ese niño que empujó a
Eros en el parque.
-Te habría follado en el charco de sangre que hice- gruñe- Habría lamido
la sangre de tu cuerpo.
Asiento una sola vez, mi hermano aprieta más mi garganta, haciendo que
el nudo se desate y mi orgasmo explote, pequeñas luces aparecen en mi
visión. Ares me besa para acallar mi grito, gruñe en mi boca y se corre.
-¿Padre lo sabe?
-Esta no es tu cama.
-Me quedaré.
-Lo mataré.
-Nunca había sentido algo tan oscuro, Venus, despertaste a algo dentro
de mí. A ese algo no le gusta saber que te has acostado con otro hombre.
-Joder, lo sé y no me gusta.
Abro los ojos, la rabia contenida en los suyos me recibe. Nunca le gustó
que tuviera que acostarme con Martino, pero era nuestra noche de bodas y
debía hacerlo, por nuestro propio bien y el de Eros, nadie podía saber que
estaba embarazada de mi gemelo.
-¿Qué?
-Esta vez no hará falta, amore. ¿Crees que dejaría que otro hombre
volviera a tocarte?
-Te escucho.
-Su hijo de seis años estaba delante- añade Martino- También su esposa.
Ambos están en un hospital psiquiátrico gracias a ti.
-Por tu propio bien, Lucio, no hagas eso, sabes que no acabará bien para
ti, te dobla en tamaño y fuerza y no sabes pelear como él- le contesta Iván.
-¿Asustado?- le pregunto.
Mi pecho vibra por la risa, aún no comprende del todo lo que hago. No
intento ocultarme de él, sabe que soy raro, que he matado y mato a gente,
pero cree que son personas malas.
-Siempre.
Suelta un suspiro.
-No.
-¿Entonces cómo sabes que han cumplido con lo que acordamos? ¿Sólo
porque han llegado a tiempo?
Entro dentro del almacén. Dumitru Popescu me mira por encima del
hombro, acto seguido, desvía su mirada a Iván, nunca le ha gustado. Unos
rusos asesinaron a su madre y desde entonces los odia a todos.
-Romano- me saluda.
Lo miro de arriba a abajo, luego me dispongo a abrir la primera caja con
una palanca de hierro. Tiro la tapa a un lado y examino el producto, le hago
un gesto con la cabeza a Iván, se ha estado esforzando mucho durante años
para aprender sobre armas. Agarra una de las P90, la observa con cuidado y
detalle.
-Todo bien.
Popescu lo detiene.
-El precio ha subido, Romano- me dice- Ahora son doscientos mil euros.
-Entiendo.
Miro a su segundo, una gota de sudor cae por su frente, está nervioso.
Recorro su cuerpo con mi mirada, sus dedos tienen un leve temblor que
intenta controlar, sin éxito. Lo hago rápido, saco mi arma de mi espalda y
disparo en la frente de Popescu.
-S-Sí- tartamudea.
-¿Sigue siendo el mismo precio?
Iván se ríe.
-Por supuesto.
-Andrei Popescu.
Frunzo el ceño, mi vista salta del cuerpo sin vida de Dumitru a Andrei.
-Muchas.
-Narcisista- me dice.
-Gracias, Ares.
-No puedo explicarme por qué tu hermana te tolera, eres un idiota- dice
Martino.
-Stronzo- murmura.
-Ares- advierte.
El bastardo aparece por la puerta como si nos hubiera oído hablar de él,
que no dudo que lo haya hecho para después ir con el chisme a su madre.
Ese idiota siempre ha vivido protegido por ella, su niño de oro.
Paso por su lado para salir del despacho, sus gritos empiezan a sonar en
cuanto cierro detrás de mí. Le reclama a mi padre por mis palabras,
obviamente no puede hacer nada, me ha castigado tantas veces y ninguna
me ha servido de escarmiento. No voy a cambiar, por más que mi padre
envíe a sus soldados a torturarme.
-Es Demarco.
Cuatro
Venus
En cuanto Ares se marcha por la puerta todo comienza. Las voces de
Gina y Martino reclamándome el comportamiento de mi hermano, como si
yo tuviera algo que ver. Me levanto de la silla, pero Martino tira de mi
mano hacia abajo.
Martino resopla.
-¿Y arriesgarme a que el psicópata venga a por mí? No, gracias, Gina.
De nuevo, silencio.
-Puttana- murmura.
-¡Mamma!- solloza.
Los dedos de ese cerdo rozan mi piel cuando aparta mi pelo, lo deja
sobre mi hombro cayendo por mis pechos, que no duda en rozar.
-Una pena- murmura.
-Cerdo- espeto.
Ya no puedo aguantar más las lágrimas, él sabe por qué dejé crecer mi
pelo hasta las caderas. Adoraba la larga melena de mi madre, su pelo negro
y largo siempre cue un orgullo para ella, quería hacer lo mismo para
recordarla.
Mi pecho duele de tanto llorar, intento ponerme de pie para salir de aquí,
mas no puedo, el dolor en mi espalda se hace notar. Gimo de dolor a la vez
que lloro, hago una bola con el pelo que mi padre me ha cortado, es
demasiado.
-Demarco- sollozo.
-Gracias, Demarco.
Demarco carraspea.
-Sí, señora.
-El señor Ares y usted siempre se han portado bien conmigo y con mi
familia, jamás los traicionaría.
Unas suaves manos acarician mi mejilla, abro los ojos muy lento, me he
debido quedar dormida.
-Voy a limpiar y curar tu espalda mientras hablas con él, ¿de acuerdo?
-Sí.
-Padre.
-Dos de sus hombres, Mariano y Lorenzo. Sólo miraron sin hacer nada.
-¿Padre te golpeó?
Iván sonríe.
Tomo su mano.
-Crecerá, principessa.
-Tardará.
Mi pecho se aprieta.
-Que sigáis unidos es lo que más querría ella- me dice- Nunca le deis la
satisfacción a esos hijos de puta.
Se me escapa una carcajada.
Iván se ríe.
-¿Quedarán marcas?
-Eros.
-Yo me ocupo de él hasta que Ares regrese, cuando tu hijo vuelva del
colegio lo traeré aquí directamente y cerraré con llave.
-No dejes que Martino se acerque a mí, mi padre dijo que él se
encargaría del otro castigo, el íntimo.
-Y yo a ti, descansa.
-Suerte que Ares me ama, sino ya estaría muerto- dice con tono
divertido.
-No tienes permiso para estar en mi ala- susurro en su oído- Será mejor
que vayas a curarte- retuerzo la hoja en su interior, Martino gime- Parece
doloroso, cuñado.
-¡Papà!- chilla Eros en cuanto me ve, sale corriendo hacia mí- Le han
hecho daño a mamá.
-Lo sé, piccolo. Ya estoy aquí, nadie va a hacerle daño nunca más.
Camino con mi hijo hacia la cama, Venus está tumbada bocabajo, tiene
los ojos cerrados, aunque no está dormida. Su espalda es un desastre, está
roja y llena de heridas. Dejo a Eros a los pies de la cama.
Él asiente.
Sus ojos se llenan de lágrimas, mi padre va a pagar por cada una de ellas.
-Vale.
-Venus- susurro.
-Dime.
-Descansa, Morte. Descansa hasta esta noche, deja que Ares cuide de mí
hasta entonces.
La tomo por la barbilla con mis dedos y poso mis labios sobre los suyos.
-Te adoro de una forma enfermiza, hermana.
-Tengo hambre, pero estoy desnuda, no podía dejar que viera lo que te
pertenece, aunque sea nuestro hijo.
-¿Padre?
-Mírame, amore.
-El pelo crecerá- le digo- Aunque he de admitir que me gusta más así.
Le llega casi por los hombros, un poco más abajo. Tiene unos mechones
más largos que otros, voy a joder tanto a mi padre. Esto es una humillación
para Venus, siempre estuvo tan orgullosa de su pelo largo, como el de
nuestra madre.
-Incluso algo más corto, Venus, eres hermosa con cualquier corte de
pelo. Para follarte no necesito que sea largo.
-¿Está bien?
Conozco todos los venenos de este mundo, he leído suficiente sobre ellos
como para reconocer su sabor. Agarro el tenedor, pincho más pasta y se la
ofrezco a Venus.
-Come, amore.
Venus sonríe. Ama muchísimo a Gio, por suerte, ella no es como Lucio
ni la puta, mucho menos como nuestro padre. Le gusta estar con Eros, con
Venus y conmigo, a veces hasta creo que le cae bien Iván, por lo menos lo
tolera. A quien no tolera es a su propio hermano, más de una vez la he
sorprendido mirándolo de forma extraña, es la misma mirada que tengo yo
cuando quiero matar a alguien. Mi boca se curva hacia arriba mirándola, se
parece más a mí de lo que a nuestro padre le gustaría. Por eso siempre está
sola o con su niñera, ni Gina ni nuestro padre le prestan mucha atención,
supongo que por eso también prefiere estar con nosotros, Eros es quien más
atención le presta, siempre la está buscando para jugar y pasar el rato
juntos. Venus se la lleva al parque, a pesar de la psicopatía que pueda tener
es una niña muy obediente, por lo menos con nosotros.
Arruga la nariz y pone morritos con los labios, hace eso cuando algo le
disgusta.
-Eros. ¿Qué pijama quieres que te traiga para esta noche?- le pregunto.
Mira a Gio.
-Bien.
-Dile que empiece esta misma noche, le pagaré el doble y que haga una
compra.
Aprieta sus puños. Sus ojos desprenden un fuerte odio por mí.
-¿Tu querida hermana está bien? He oído que ha sido corregida por tu
padre- me dice con una sonrisa.
-Por suerte ella es una mujer de verdad, no una puta que se acuesta con
viejos por dinero. Dieciséis años, que asco.
Gina se abalanza hacia mí, la sujeto por el cuello con fuerza, sus pies no
llegan al suelo. No tiene nada que hacer contra mí. Pego su cara a la mía,
ella me sujeta por las manos.
-Su-Suéltame.
La empujo contra la pared, cae de lado al suelo. Sus jadeos nerviosos por
tomar aire me dan placer, adoro verla así, tirada en el suelo luchando por su
vida de mierda. Pronto será una realidad.
Seis
Venus
Ares e Iván han traído el colchón de otra habitación para que los niños
duerman ahí, aunque la cama de Ares es enorme, no quería que estuvieran
aquí, dijo que yo necesitaba descansar y tener espacio en la cama para que
no me hicieran daño en la espalda sin querer. Ni Eros ni Gio protestaron,
creo que estaban felices de compartir cama esta noche, han montado una
pequeña tienda de campaña con ayuda de Iván y unas mantas.
-Tengo que hablar con Helena para saber si ya ha cosechado las rosas
negras.
Ares frunce el ceño mirando a Eros, que le arrebata el mando para buscar
él mismo la película. Ares vuelve a mi lado, nos cubre con las mantas esta
vez.
-Eros, dale voz a esa película, está demasiado bajo el volumen- le dice.
-¿Por qué crees que le he dicho a nuestro hijo que suba el volumen?
-¿En serio?
-En serio, amore. Luce el corte en la fiesta de cumpleaños de Gina, te
compraré el vestido más caro y hermoso para que lo lleves, todos los ojos
estarán sobre ti.
Levanta sus caderas y aprieta las mías hacia abajo, su erección me hace
gemir.
Me encojo de hombros.
-Iván dijo que las heridas se curarán en un par de semanas, pero no dijo
nada del dolor.
Me rio suavemente.
-¿Tanto me necesitas?- le pregunto.
-Me confundes, Ares. Puedes decir cosas tan dulces y luego convertirte
en algo tan oscuro. ¿Cómo puede un psicópata amar como tú lo haces?
-Soy especial.
-No eres especial- le digo- El psiquiatra dijo que eras el segundo caso
registrado en el mundo.
-No creo que vaya a dormirme temprano, esos dos no tienen sueño y
Eros tiene mañana colegio.
-Después del día que ha pasado tiene permitido quedarse aquí un día.
-Ares, no.
-Amore, deja que nuestro hijo se quede aquí mañana, saca buenas notas y
no falta nunca, un día no hará la diferencia, llama por la mañana para decir
que está enfermo.
-Sólo mañana.
Eros asiente, rodea el cuello de su padre con sus brazos y le dice que lo
quiere. Conoce la condición de Ares, sabe que para él es difícil decir que
nos quiere, pero que lo hace a su manera.
Gio y Eros asienten con la cabeza. Ares me guiña un ojo antes de salir de
la habitación. Mis ojos se encuentran con los de mi hijo.
-Mamma.
-Y yo a ti, bambina.
Sólo repite las palabras de mi hijo, pero se siente bien que me las diga.
Dejo el móvil en la almohada de Ares, el sueño va pesándome poco a poco.
Siete
Ares
Iván se une a mí en la parte trasera de la mansión, donde están las
habitaciones de los empleados y, por ende, la de Sabine. Abro su puerta de
una patada, el cabrón saca su arma de debajo de la almohada, me abalanzo
hacia él y lo golpeo con mi puño en la cara antes de que pueda disparar. Me
empuja hacia atrás, caigo en el suelo, se sube a horcajadas sobre mí y me
golpea en la mandíbula con su puño. Me lo quito de encima con un
empujón, saco mi arma de mi espalda y pego el cañón en su frente.
-No es cierto.
-Ten cuidado.
-Ella lo pidió.
-No importa, sigue siendo una puta. Se acuesta contigo para obtener
dinero y prestigio.
-¿Y por qué no lo parece? ¿Le has pegado alguna vez a tu bastardo?
-No.
-Me pegaste más veces de las que puedo recordar, ahora lo haces con
Venus, tu hija. ¿Qué diferencia hay entre Lucio y Venus o yo?
Mi padre no contesta.
-Ni Iván.
-Puedes intentar algo contra mí, estaré encantado de matar a todos tus
perros.
Él asiente.
-Le dije a mi padre en más de una ocasión que pusiera suelo negro,
nunca me hizo caso y ahora está todo sucio.
Las desatan de los brazos de la silla, Iván pone una pequeña mesa
plegable frente a él para que mis hombres puedan extender sus manos en
ella. Empiezo a cortar uno por uno los dedos de su mano derecha con
mucha lentitud y dejando cinco minutos de espacio entre corte y corte,
luego hago lo mismo con la otra mano. Quemo las heridas para que no se
desangre, luego agarro una hierra con las iniciales AR, Ares Romano, Iván
la calienta con el soplete hasta que el hierro se pone rojo. Empiezo a marcar
la piel de Sabine por todos lados, el olor a carne quemada se impregna en
toda la celda.
-Lo quiero colgado del techo por las manos y los pies- ordeno a mis
hombres- Que mi padre y su consegliere vean lo que ocurrirá si vuelven a
herir a mi hermana.
-Me quedaré aquí para asegurarme de que todo queda como quieres- me
dice Iván- Ve con ella.
-Gracias, amigo.
Llego a la puerta de mi habitación, han pasado casi tres horas desde que
me fui. Fabián sigue de pie vigilando la puerta.
-No, señor. La señora Venus y los niños se quedaron dormidos hace rato.
-Un monstruo.
Frunzo el ceño.
-¿Por qué?
-Nunca hacemos daño a quien nos importa, Gio, aunque no los amemos
como ellos a nosotros.
Esboza una sonrisa. Le limpio la mano con una de las toallas más
pequeñas del lavabo.
-Vale.
-Eso ya lo he notado.
-Ares, no puedo...
-No puedo follarte con mi polla, pero puedo hacerlo con mis dedos.
Necesitas relajarte, tápate la boca y no hagas ruido.
Empiezo a sacar y meter mis dedos lentamente, ella cierra los ojos y se
tapa la boca con su mano. Me acerco más a ella, acelerando los
movimientos de mis dedos.
Beso su mejilla.
Se le escapa un gemido.
-¿Sabes qué fue lo que más me gustó?- le pregunto- Saber que ya eras
mía para siempre, luego te dejé embarazada a propósito.
-Ahora tienes dos opciones, hermanita. Dejas las píldoras por voluntad
propia o te obligo.
-No.
-Venus, aún no lo has entendido, tu cuerpo está hecho para dar a luz a
mis hijos, mis pequeños monstruos.
-Eso ya lo sabías.
-Venus.
Ella me ignora.
Vuelve a ignorarme.
-Lo mataré.
Se acurruca en mi costado.
-Estás enfermo- me dice- Igual que yo, porque me has mojado, joder.
Besa mis labios desesperada, toco su coño con mi mano, mi semen está
seco entre sus pliegues.
-De acuerdo.
Ocho
Venus
Han pasado dos días desde que mi padre me azotó con el látigo, Ares me
contó lo que hizo esa noche, todo el daño que hizo. Sabine está muerto, mi
padre lo encontró la mañana siguiente colgado del techo de una de las
celdas, con los dedos de las manos cortados, su propia polla metida en el
culo con una vara de hierro y las iniciales de Ares grabadas por todo el
cuerpo.
-Deberías sentarte.
-Estoy bien, mia vita, Iván dijo que sería normal después de estar tanto
tiempo acostada en la cama
Me da un beso en el cuello.
-No es tu responsabilidad.
-Sí, exactamente, esto es lo que quiero. Voy a hablar con padre para que
me deje hacerme cargo de ella.
-Me parece bien, Venus, eres una gran madre y serás una gran hermana
para ella.
-¿No!- le pregunto.
-La tendrá, me dijo que Eros le importa, es lo que usaré para canalizar su
psicopatía.
Me zafo de su agarre.
Traga grueso.
-Lo que tengas que hablar con mi padre puedes hacerlo delante de mí-
me dice.
-Cuando los adultos hablan los niños callan, Lucio. ¿No te ha enseñado
modales tu amada madre?- esbozo una sonrisa- No me extraña, ni siquiera
ella los tiene...
-No.
-Al parecer el castigo de papá te dejó tan loca como el psicópata- dice
Lucio.
-Te equivocas, nací así, pequeño bastardo. Por cierto, ¿cómo está la puta
de tu madre? ¿Ha perdido el riñón?
Frunce el ceño.
-Prefiero entregarle a esa niña a que Ares te ponga una mano encima por
haber intentado golpear a su gemela. Eres un idiota, Lucio, no vuelvas a
hacer algo así.
-¿Está seguro?
-Y Ares- le digo.
-Como ordene.
-Deja que yo cuide de ella, padre. Haz algo bueno por Gio, sólo por una
vez en tu vida.
Su mirada se suaviza.
-Bien- dice.
-Contesta- exijo.
Padre lo mira.
Padre cruza al otro lado del escritorio, Lucio se pone recto y agacha la
cabeza.
-Contesta a la pregunta.
-¿La has tocado?- le pregunto- ¿Te has atrevido a tocar a una niña de
cuatro años?
-¡Porque es una maldita bebé! Los niños son caprichosos- niego con la
cabeza- El documento, lo quiero ya. Y, Lucio, si te atreves a acercarte a Gio,
aunque sea un sólo milímetro, te juro que te sacaré los ojos y te los haré
comer. ¿He sido clara?
-Provócame, Lucio, nunca has conocido a mi otra versión, pero padre sí.
Él puede contarte lo que soy capaz de hacer por alguien a quien amo.
Acércate a Gio o a Eros y te juro que serás comida para los peces.
-Media hora, eso es todo lo que tienes antes de que le cuente a Ares que
tu bastardo me ha tirado al suelo y ha intentado golpearme.
Antes de darme la vuelta para salir del despacho, miro a Lucio a los ojos,
levanto el brazo y le doy una bofetada en la cara. Se cubre la mejilla con su
mano.
-No se tocan a los niños, hijo de puta enfermo. Tienes suerte de que Ares
no te haya oído, estarías muerto en este preciso momento.
Me marcho del despacho sin mirar atrás, mi pobre Gio, no imagino lo
que habrá debido sufrir físicamente. Puede que sea una pequeña psicópata,
pero sigue sintiendo dolor físico. Ese bastardo la ha golpeado, quién sabe si
Gina está al tanto de esto, quizás hasta le dé igual.
Nueve
Ares
En cuanto Venus regresa a la fiesta se acerca a Gio, examina sus brazos,
espalda, cuello y piernas. No dice qué busca, pero puedo imaginarlo.
Cuando encuentra algo en la pierna derecha sus ojos se llenan de lágrimas,
se cubre la boca con la mano y niega con la cabeza.
-Lucio- dice.
-Déjame- gruño.
-Quiero estrangularlo.
-Otro día.
-No, hoy no. Te prometo que mañana le daremos una lección a Lucio.
Gio se pone de pie, rodea el cuello de Venus con sus brazos. Me dan
igual los otros niños, los otros adultos, pero no me gusta cuando tocan a
estas personas que están aquí conmigo. Esto es lo más cerca que voy a estar
de sentir amor por alguien y sé que no es amor, sino sentido de la posesión,
son míos y no me gusta que toquen lo que me pertenece. Me agacho y
agarro a Gio en mis brazos.
-La próxima vez que Lucio te pegue grita y acudiré lo más rápido
posible, si no estoy para salvarte golpéalo fuerte con el objeto que tengas
más cerca, lo golpeas en la cabeza. ¿Lo has entendido?
-Sí.
-Mostriciattola,
-No- contesto.
-No- repite Gio.
-Una última cosa, padre- miro a Gio, sus ojos conectan con los míos-
Dile a tu hijo de oro que tenga cuidado, si lo veo mirando en dirección a
Gio le arrancaré los ojos y obligaré a la puta a comérselos.
-He dicho que no vas a volver, ni tú ni Eros. Mañana envía a Celia a por
tus cosas y las de nuestro hijo al ala del cobarde.
Venus resopla.
-Prepara una habitación para ellos, se acabó eso de dormir con nosotros-
le digo.
Lo miro con una ceja levantada, Venus se pega a él, quien se cruza de
brazos también.
-Nuestro hermano tiene razón- dice ella.
-¿Hermano?- gruño.
-Venus- advierto.
Venus agarra a Gio de la mesa y se sienta en el suelo con ella y con Eros,
ignorándome. Me froto la frente con los dedos, la he cagado. Siempre he
sentido que Iván es más que un amigo, como dice mi hermana, no puedo
amarlo, pero ciertamente no es un amigo.
-Porque sabe que puedo defenderme yo solo. Eres muy valiente, Lucio,
todo un hombrecito de mamá que se mete con una niña de cuatro años
porque no es capaz de ganarle a su hermano mayor- contesta Iván.
Lucio lo golpea en la boca con su pie, la sangre brota, sin embargo, Iván
no se inmuta, todo lo contrario, se ríe.
-¿Tus padres no te han enseñado que no hay que correr por los pasillos?-
le pregunto mirando al bastardo.
-Fue idea de Lucio, dijo que estaría más tranquilo con una mezcla de
cocaína y de ketamina.
-¡Joder!- grito.
Nunca he visto a Iván con ninguna mujer, su única misión en la vida era
ser el mejor en su trabajo. Estudió medicina por cuenta propia, estudió el
funcionamiento de las armas, estudió cualquier cosa que le pudiera ser útil
en nuestro mundo. Siempre quiso ser el mejor, no le habían interesado las
chicas nunca, tampoco los chicos, lo habría sabido.
-¿Quién?
-Ella.
Mi demonio rasca para salir. Habla muy pocas veces de esa mujer, sólo
cuando ha estado borracho. Lo abandonó a su suerte cuando tenía nueve
años, vino a Italia sólo para dejarlo aquí y volver a su país. La busqué, la
zorra sólo estaba interesada en el dinero, es por lo que se quedó
embarazada, cuando no pudo sacar más dinero al padre de Iván, lo
abandonó en un país desconocido, con gente desconocida.
-Sí, pero no ahora, primero tienes que ir con Fabián y descansar. ¿Vas a
portarte bien?
-Sí, señor.
-Iván- advierto.
-Bien.
Me pongo de pie y me giro para estar frente a Fabián.
-Vigila a Iván todo el tiempo hasta que se le pasen los efectos de las
drogas- le ordeno.
-Tu bastardo hizo algo que no debía y, no contento con eso, metió a su
amiguito en este lío.
-Pero yo sí.
Miro a mi padre por encima del hombro, está detrás de mí, bajo el
umbral de la puerta. Lo sigo con la mirada cuando pasa por mi lado para
acercarse a Gianmarco y a Lucio.
-La próxima vez que vea a Lucio cerca de Iván, Venus o los niños no
tendré tanta misericordia. Agradece que está vivo, padre.
-Gracias, papi- contesto con burla, miro a Gina y le guiño un ojo- Adiós,
mami, que te sigas recuperando.
Ares se pone sobre mí, besa mis labios a la vez que entra en mí. Rodeo
su cuello con mis brazos, me penetra más rápido y más fuerte. Rompe el
beso, pega su frente a la mía.
Posa sus labios sobre los míos. Nunca he necesitado que me diga que me
ama, me basta con sus muestras de amor, a su modo. Ares siempre me ha
cuidado y protegido como nadie, hace lo mismo con nuestro hijo. Es
suficiente con eso.
Me sujeta con una mano por la cadera, entra más fuerte dentro de mí,
haciéndome gemir fuerte. Ares gruñe.
-Ares- gimo.
Ares rodea mi cuerpo con sus brazos, se gira llevándome con él.
-Ahí- gimo.
-¿Ahí te gusta?
-Me voy a correr.
Ha estado muy insistente con este tema, pero por lo menos respeta mi
decisión de no tener un bebé en este momento. Creo que mi enfado de la
otra vez lo alertó. Me levanto de su regazo, noto su semen correr por el
interior de mis muslos.
-Voy a estar duro toda la puta noche pensando en ti paseando por ahí con
mi semen seco entre sus piernas.
Ares pasa sus dedos por mi piel, las heridas se han curado, me salieron
postillas después de una semana desde que mi padre me azotó. No las
toqué, quería que se cayeran por sí solas.
-¡Mamma!
-¿Tu esposa está celosa de que haya una mujer más hermosa que ella,
padre?
-Ni se te ocurra obedecer- me dice Ares- Estás preciosa con ese vestido,
es fino y elegante.
Me guiña un ojo.
-Que pasen.
-Bella ragazza.
-Gracias, Don.
-Te pareces tanto a ella- me dice- Si pudiera ver la mujer en la que te has
convertido estaría muy orgullosa de ti, cariño.
-Gracias, Carmela.
Todos los Dones y sus familias van pasando poco a poco, no son
muchos. Sólo cinco mafias que gobiernan en Italia. Aún queda la Camorra,
la familia Russo, se podría decir que son nuevos. El Don, Federico Russo,
subió al poder tras matar al otro Don y a toda su familia cuando apenas
contaba con dieciocho años. Se apoderó de la región de Campania, hizo de
Nápoles su fortaleza, allí se casó, engendró y crio a sus cuatro hijos y su
única hija. Es el único que tolera a Gina, claro, al igual que ella, no debería
estar donde está, supongo que por eso son amigos.
-Oh, harás que me sonroje, querido Federico- contesta ella con una
sonrisa.
Ares suspira, está harto de esa estúpida conversación, eso y que Federico
Russo le cae tan bien como una patada en el estómago. Los ojos de este
idiota recorren mi cuerpo, siento tanto asco, no me gusta. Puede que sea
alto, que se cuide y machaque su cuerpo en el gimnasio. Puede que su pelo
ligeramente gris pueda parecerle atractivo a otras mujeres, o que su
mandíbula cincelada sea la principal atracción de su cara. Pero a mí no me
gusta, ni él, ni sus ojos oscuros como la noche. Tiene algo que me repugna.
-Me gustaría hablar contigo de algo que lleva tiempo rondando por mi
cabeza, amigo- le dice Federico.
Ella se ríe. Niego con la cabeza, piensa que está bromeando, pero no lo
hace, le cortará las manos si vuelve a poner un solo dedo encima de él. Es
tan joven y tan ingenua, tan hermosa con su pelo castaño hasta la cintura, su
pequeña estatura y su fina figura. Con esos ojos igual a los de su padre.
Terminará metida en problemas si no controla sus impulsos con Ares.
Ares la ignora, su hija no debería haber actuado de esa forma. Los capos
y familias menores comienzan a entrar, Ares me toma por la cintura para
llevarme a un lado de la sala, arrastrando a Eros con nosotros.
-¿Ansiedad?- le pregunto.
-Ve- le digo- Eros y yo estaremos bien, iré a hablar con Carmela y con
las otras esposas.
-Mamma.
Las esposas se ríen, Gina pasa por nuestro lado con la esposa de Russo,
todas las miran con asco.
-No debería estar donde está- dice Carmela- Tu padre se volvió loco
cuando la hizo su esposa.
-No puedo imaginar lo que Ares y tú habéis debido pasar con alguien así.
-Siempre unidos.
-Tu madre siempre decía eso- comenta la esposa del Don de la Cosa
Nostra.
Abre la boca para decir algo, pero es interrumpida por Cinthya, la hija de
Russo, su esposa y Gina, que han decidido unirse a nosotras. Gina pone su
sonrisa falsa en su cara, toma las manos de Carmela para separarla de mí,
por supuesto, no quiere que me relaciones con quien ella considera que
debería ser su responsabilidad.
-No deberíamos decir esto, pero es tan buena noticia que la emoción nos
puede- dice Gina mirándome.
-Mi esposo va a prometer a Ares con Cinthya, van a ser la pareja del
siglo.
-Que creáis que Ares va acceder tan fácil a casarse contigo- contesto,
miro a Gina- ¿De verdad no lo conoces?
-Incluso ellas lo conocen bien, parece que tú no has oído las historias de
mi gemelo, de Morte.
-Gina, ¿por qué no le das a mi hermano las buenas noticias que acabas
de darnos a mí y a todas las esposas de los Dones?- le pregunta mi hermana.
Mira a mi hermana.
-Venus, habla.
Los ojos de mi hermana se encuentran con los míos, abre la boca para
hablar, pero la puta se la tapa con sus manos.
-Así que esa era la idea que le rondaba a Russo por la cabeza- murmuro.
-Entonces no debería tener una hija, sería una pena que muriese en un
terrible accidente- contesto con una sonrisa.
Mi padre carraspea.
-¿Estás seguro de que quieres casarme con la hija de tu amigo, una niña
de dieciocho años manipulable?
-Lucio es una mejor opción para tu hija, Russo- le digo- Tiene su edad y
no está tan loco, aunque teniendo la sangre de Tomasso Romano corriendo
por sus venas no aseguraría nada. Quizás tus nietos se parecen a mí si casas
a Cinthya con Lucio. Te doy mi palabra de que los cuidaré.
Frunzo el ceño. Creí que Federico Russo había acabado con el linaje de
los Natale.
-¿Un heredero?- pregunto- Hace más de veinte años que se acabó con
ese linaje.
-Será mejor que te vayas ahora mismo de Milán, sólo podré detenerlo
unos minutos- le dice.
El chico sale corriendo como alma que lleva el diablo, hace bien. Mis
ojos se encuentran con los de Federico Russo.
Mira a mi padre.
-Voy a avisar a los padres para que se lleven a sus hijos de aquí- dice
Carmela.
Mis ojos van hacia Martino, que sigue en la misma postura de hace cinco
minutos, no se mueve, le da igual si alguien ofende a su esposa. Será el
primero en morir dentro de dos años cuando atrape a mi padre.
-No, no es así. No importa lo que pidas que moveré cielo y tierra por
dártelo, si debo controlar lo que tengo dentro para que seas feliz lo haré.
-Gracias.
Mi padre asiente. Morte no saldrá esta noche, pero no siempre será así,
anhelo el día que Venus lo deje salir para culminar mi venganza. Todo es
por ella, le arrebataron a su madre, la ofenden públicamente, quiero
matarlos por eso.
-Tres días- susurra Mauritio cerca de mí- Nos vemos en tres días trae a
Venus y a vuestro hijo con vosotros, no es seguro que los dejes aquí sin
supervisión.
-Bien, hay más ropa mía que de vosotros, pero me gusta tener donde
elegir.
-Será mejor que nos vayamos- suspira- Sólo esto va a ocupar diez
minutos meterlo en el jet.
-Te lo dije, padre. Mauritio y Carmela nos invitaron unos días a su casa
en Roma- contesto.
Mi padre mira a Ares por encima de mí. Hay algo extraño en su mirada,
lo mira de una forma que nunca antes hizo.
-Padre- lo llamo.
-Bien.
Rodea mi pierna con sus brazos, a pesar de todo, es una niña muy buena.
En el tiempo que lleva a mi cargo no se ha portado mal ni una sola vez, ha
tenido pequeños berrinches, pero es normal, sólo tiene cuatro años recién
cumplidos. Demarco, Fabián, Ares e Iván se acercan a mí.
Miro a Gio y a Eros, le hago un gesto a mi hijo para que se lleve a su tía
dentro del jet, él la toma de la mano y obedece.
-Hace unos dos meses escuché una reunión secreta de padre con
Federico Russo, Lucio, Martino y Gina- comienzo- Estaban hablando de ti-
le digo a mi hermano.
-¿De mí?
-Sí, estaban planeando matarte, quieren que Lucio sea el heredero del
Don.
Mira su coche.
-Quiero que vigiléis cada uno de los pasos de mi padre, Martino, la puta
y el bastardo. Informes cada dos horas. ¿Entendido?
Ambos asienten. Ares toma las maletas y se las entrega a la azafata, pasa
por mi lado sin mirarme. Iván me toma por la mano, me lleva hasta dentro
del jet. Mi hermano se ha sentado al final del todo.
Dejo caer mi cuerpo en uno de los asientos frente a Eros y a Gio, están
absortos en la película de la tablet. Cierro los ojos unos segundos para
respirar hondo, necesito reprimir mis lágrimas, no me gusta enfadar a Ares
y lo he hecho, a lo grande. Debí haberle contado esto hace mucho, su vida
corría peligro y me callé. No sé qué pretendía callándome, podría haberlo
perdido. Mi cuerpo es levantado del asiento de un tirón, Ares me arrastra
por el pasillo hacia la habitación en la cola del jet, me empuja dentro, entra
y cierra tras de sí.
-¡Sí, joder!
-¡Pues mátame!
-Venus.
-Déjame en paz de una maldita vez, Ares, eres un hijo de puta. Sólo
intentaba protegerte.
-¿No eres nada para mí?- pregunta- Eres todo, Venus. ¿Sabes por qué me
enfada tanto saber que podría haber muerto?- niego con la cabeza- Porque
Eros y tú os habríais quedado solos en esa maldita casa llena de víboras
sedientas de poder.
Sus labios se posan sobre los míos en un suave y corto beso.
-Me importas más de lo que crees, Venus. Te... Te amo, de alguna forma
lo hago.
Maldito hijo de puta, ha dejado que esa puta influya en cualquier cosa de
su vida. No sirve para ser Don, apenas tiene un mínimo de personalidad
para gobernar. ¿Un bastardo como heredero? Y ni siquiera ese es el
problema, incluso Eros, siendo también un hijo de una aventura podría
gobernar y todos lo aceptarían. El problema es la madre de ese chico, lo
manejará a su antojo, como hace con mi padre. Ningún otro Don aceptará
eso, Gina destruirá todo lo que tanto costó reconstruir. Nuestra buena
relación con otras mafias, hasta ellos querrán apartarse del camino, incluso
comenzar una guerra con Irlanda, España o Rusia. Japón se mantendría al
margen, pero si se les aprieta mucho las tuercas se asociarían con los otros
jefes para destruir Italia. En ese caso, no tendríamos nada que hacer. Ahora
somos la primera mafia más importante, nunca antes se vio a la
‘Ndrangheta, La Cosa Nostra, La Casamonica o la Sacra Corona Unita. La
Camorra está fuera de esto desde que Federico Russo se hizo con el poder,
no podemos confiar en él.
-Móntame- le digo.
Le doy un empujón con mis caderas, Venus cae sobre mi pecho, empiezo
a follarla desde abajo. Aprieto sus tetas con mis manos mientras ataco su
cuello con mi boca, sabe tan dulce. Sus manos descansan en mi nuca, donde
me clava sus uñas. Pongo una mano sobre su culo, empujando hacia abajo.
Rodeo su cuerpo con mis brazos y la aprieto contra mí. Casi puedo verla
sonreír, sé que a ella le gustan estos gestos.
-La gente social suele tener instagram, me siguió e hice lo mismo, luego
comenzamos a hablar por mensaje privado y me dio su número.
-Iván, si Mauritio te pone una mano encima tendré que actuar y nos
pondremos en contra a la puta Casamonica.
-De todos modos no creo que puedas acercarte mucho a ella- dice Venus.
-Es una mierda- protesta- Los hombres pueden tener mil amantes si así
lo desean, pero ellas no pueden tener ni un amigo.
Pone los ojos en blanco a la vez que resopla. Escribe rápido en su móvil
y después lo guarda en el bolsillo de mi pantalón.
Iván asiente.
Se encoge de hombros.
-Entonces no me sirves.
-Se llaman secretos por una razón, narcisista de mierda, no todo gira
entorno a ti.
Estrecho los ojos, tarde o temprano terminaré averiguando esos secretos.
Desvío la mirada de Iván cuando la azafata entra en la cabina.
Sonríe con suficiencia. Lo suelto para poder tomar a Gio en mis brazos,
me he dado cuenta de que se ha quedado dormida mientras el jet aterrizaba.
Venus agarra a nuestro hijo de la mano, le doy un empujón a Iván para que
pase por delante de mí, el cabrón se ríe, me está jodiendo con la mierda de
sus secretos. Quizás no tenga ninguno y sólo se esté burlando de mí.
Eros se ríe.
-Tu padre debería haberte casado con un hombre de verdad, no con uno
que se esconde bajo su falda.
Mi hijo se ríe.
-Cabrón- repite.
-Papà lo dice.
-Será el Don algún día, amore. Dirá cosas mucho peores- me defiendo.
Gianluigi sonríe.
-No lo descarto.
-Mi madre siempre entendió el negocio, lo hizo bien la primera vez, sus
consejos a mi padre produjeron muchos beneficios, los capos no pudieron
negarse.
Gianluigi se ríe.
-Con chocolate.
-Ve a buscar a Iván, dile que Sienna está en el jardín y que no se atreva a
hablar con ella.
-Te lo dije, amore. Este lugar es el más seguro para ti y nuestro hijo,
incluso para Gio. Tengo a padre intentando matarme, si llega a conseguirlo
tienes que venir aquí. Que Iván juegue con la hija de Mauritio sólo nos
perjudicaría, a él también, no tendrá a dónde ir si padre logra su objetivo.
-No va a pasarte nada, yo misma mataré a padre antes de que ponga una
mano sobre ti.
Junto mis labios con los suyos, un beso corto porque tenemos mucho de
lo que hablar con los Médici.
Catorce
Venus
Eros corre detrás del hijo mayor de Gianluigi, llevan un rato gritando y
corriendo sin sentido, sólo se persiguen y se ríen. Gio ha estado intentando
mantener el ritmo, pero cuando se cansó se subió al regazo de Ares y se
quedó dormida, con la barriga llena, por supuesto. No dejó ni una sola miga
de las galletas que Gianluigi le consiguió.
Las miradas se posan sobre la otra hija casada de Mauritio, sólo tiene
diecinueve años y acaba de casarse, ella se ríe y se frota el vientre. Sus
hermanas abren la boca con sorpresa.
-No digáis nada aún- nos dice- Queremos darle una sorpresa a papá y
mamá esta noche. Román y yo estábamos esperando a que estuvierais aquí-
dice esto último mirándonos a Ares y a mí.
-Sí, lo siento.
-No lo hice, pero tienes mi palabra de que nunca más insinuaré algo así.
Carmela se ríe mientras niega con la cabeza, Iván siempre ha sido muy
bromista con ella y le encanta alagarla. A pesar de su edad, Carmela sigue
siendo una hermosa mujer. Su pelo rubio no tiene ni una sola cana, y todo
es genética, no hay nada químico en su cabello. Se sienta a mi lado,
tomando mis manos.
-Supongo que ya podemos hablar del asunto que os trae hasta aquí- dice
Mauritio.
-Y Martino- añado.
-¿Y por qué intentar casarte con la hija pequeña de Russo?- pregunta.
Mis ojos conectan con los de mi gemelo. Iban a casarlo con Cinthya para
matarlo, ella iba a envenenarlo.
Carmela suspira.
-Todo estaba planeado. La boda con Cinthya, la muerte de Ares, la
subida al poder de Lucio- dice- Estoy segura de que Russo estaba metido en
esto porque Tomasso le prometió que casaría a Lucio con su hija tras la
muerte de Ares. Nadie sospecharía que un hermano ocupase el lugar del
otro en el matrimonio, sobre todo cuando se diese a conocer que la sufrida
esposa seguía siendo virgen.
-No les importa, nunca les importó- gruñe- Iban a deshacerse de dos
psicópatas de una vez.
Mauritio asiente.
-Lo tienes, hijo. Lo habría hecho sin necesidad de un trato y tampoco
espero que lo cumplas, al fin y al cabo es tu padre.
-Nunca habría permitido que sus hijos sufrieran este trato- continúa
Mauritio.
Me giro hacia él, sus manos se posan en mi culo, pongo las mías sobre
su pecho.
Mi espalda se arquea cuando pone su boca sobre mí, lame y besa el nudo
de nervios en mi clítoris. Nuestros ojos conectan mientras sigue
alimentándose de mí, recorre mi vientre con sus manos hasta llegar a mis
pechos. Los agarra y los amasa con brusquedad, me hace daño y me da
placer a la misma vez. Un sádico y una masoquista no son una buena
combinación. Mi boca se abre para dejar salir un fuerte gemido, Ares sonríe
en mi coño, le encanta cuando gimo fuerte, le encanta saber que pueden
escuchar cómo me da placer. Se sube sobre mí en cuanto tengo el primer
orgasmo, agarra el cabecero de la cama con una mano y pone la otra sobre
mi cabeza después de alinear su polla con mi hendidura. Una sola vez, un
solo empujón y ya está dentro de mí, golpeándome hasta el fondo. Clavo
mis uñas en su espalda, Ares gime muy fuerte y me folla más duro. Carne
contra carne, chocando, haciendo ruido. Araño su espalda sin darme cuenta
de lo que hago hasta que gruñe en mi boca. Rodea mi garganta con la mano
que tenía junto a mi cabeza, reduciendo el aire que entra en mis pulmones.
-Morte...
Me da un beso en la cabeza.
-Esto es lo que quiero, Ares, no lo que tienen los demás. Te quiero a ti,
en cuerpo y alma.
Me calla con un beso corto, luego pega su boca a mi oído para gemir.
Ella se ríe y gime más fuerte. Gianluigi e Iván deben estar esperándome,
anoche prometí ayudarlo con los albaneses.
Mi pecho vibra por la risa. La agarro por las caderas para ayudarla a
moverse.
-Diste tu palabra.
Meto mis manos por debajo de su cuerpo, agarro sus tetas y las aprieto.
-Ares- me llama.
-Dime, amore.
-Sé que los albaneses tienen a mujeres trabajando con ellos, si alguna te
mira la mataré.
-Llegas tarde- me dice Gianluigi- Quedamos a las ocho y son casi las
nueve.
-¿Y eso por qué sonríe?- pregunta Ledri en italiano, pero con un gran
acento albanés.
-¡Contesta!- me grita.
Asiento una vez con la cabeza y regreso a mi sitio sin quitar la vista de
encima de Donika, ahora ya no parece tan valiente y eso me gusta. No debe
confundir mi silencio con sumisión, no le voy a permitir gritarme.
Parece que los hermanos han oído hablar de mí, ambos tragan grueso y
evitan mirarme.
-La subida de precio sigue en pie- dice Donika con la barbilla elevada.
-La última vez que escuché esa frase quien la dijo acabó con una bala en
la frente- murmuro.
-El trato que mi padre y su jefe hicieron es que ellos nos proveerían de
un lote de setecientas armas por cuatrocientos cincuenta mil euros.
-El mercado de armas está ahora alterado, los rusos las están vendiendo
al precio del petróleo en tu terreno. Nosotros pagamos cien mil euros por
cada arma, tú seiscientos. Puedes permitirte pagar mil euros por cada arma,
no supondrá ninguna pérdida para ti, ofreciendo un precio de mercado más
bajo que el de los rusos y más alto que el que ofreces ahora. Seguirás
ganando el mismo dinero y ellos obtendrán un trato justo.
Gianluigi me mira.
-Firma el contrato cuando lo hayas leído; le dice a Ledri- Quiero que las
armas estén aquí esta misma tarde, ya llevo varios días de retraso en la
venta con mis otros compradores.
Me acerco a Donika.
-Por favor, ella no sabía quién era usted- me dice- Es sólo una niña de
dieciocho años, sólo quería impresionar.
-Muy bien, aprovecha sus puntos débiles, nunca te sientas mal por hacer
esto porque ellos no sentirán pena por ti.
-Gra-Gracias- tartamudea.
Miro a Ledri.
-Maldita sea, Ares- protesta Iván- ¿Por qué te has ido solo?
-El jefe de esta maldita banda debe estar escondido en algún lugar de
este edificio- nos dice Gianluigi.
-Un Audi último modelo- dice Gianluigi con los brazos extendidos.
-Blindado y con todos los extras- añado.
-Hecho.
-¿En serio?
-En serio.
Pongo los brazos en jarras con las manos sobre mis caderas, no puedo
creer que haya apostado con Gianluigi, Dios sabe qué. Pero no debe de ser
nada bueno cuando llegan con estas pintas.
-Está herido.
Me giro hacia mi hermano.
-¿Herido?- le pregunto.
-Es divertido.
-¡No lo es!
La tela de mis bragas crujen, las ha hecho añicos. Pongo mis manos en
su nuca en cuanto su lengua conecta con mi clítoris. Es tan brusco, tan
descuidado y lo amo así. Me muerde y me lame, no sé qué adoro más. Voy
a explotar. Y, entonces, se detiene. Levanto la cabeza para mirarlo, se ha
alejado de mí y está desnudándose.
Su polla, dura como el acero, salta cuando se quita los pantalones y los
bóxer. Mi coño llora de necesidad.
-No lo harás.
-¿Qué?
-¿Estás celosa?
-Sí, eres mío. Dame su nombre completo, quiero que muera.
Ares sonríe.
-¡Te mataré!
Estrella sus labios contra los míos antes de que pueda decir nada más.
Me empuja con su cuerpo contra la cama, siento su polla rozarse contra mi
coño. La agarro y la alineo con mi entrada mientras Ares sigue devorando
mi boca. Su boca desciende por mi cuello.
-¡Venus!
Me rio a carcajadas a la vez que me deslizo por su polla, enredo mis
piernas a su alrededor.
-No.
Frunzo el ceño.
-Venus, joder.
-¡Déjame!- le grito.
-Déjame ver- dice tomando mi brazo con cuidado- ¿Te duele mucho?
-Sí- sollozo.
-Perdóname- me dice.
-Dijiste que no iba a tener orgasmos por haber roto tu móvil- sollozo.
-Has roto el mío por un ataque de celos, me quedo con el tuyo hasta que
lo repongas.
-¡Pues te jodes!
-Esa gal Donika es una niña de dieciocho años, no me gusta, sólo fui
amable con ella.
-Nunca has sido amable con nadie. ¿Por qué con ella sí?- le pregunto.
-¿A mí?
-Sí, intentaba aparentar ser alguien fuerte y valiente, pero no era más que
una niña asustada. Intentó enfrentarse a mí.
-No- espeta.
Me rio suavemente.
-No es por eso, me encantaría que me dejaras embarazada otra vez. Pero
no es el momento, con toda esta guerra montada no es seguro traer un bebé
al mundo. ¿Y qué le diría a Martino? No estoy dispuesta a volver a
acostarme con él para que crea que me ha dejado embarazada.
-Esta vez no sería así, lo drogaría y fingiríamos que te acostaste con él. Y
puedo protegeros, amore.
-Venus, quiero todo lo que venga de ti. No puedo amar a Eros como lo
haces tú, pero lo hago a mi modo. Me obsesiona todo lo que viene de ti,
quiero dejarte embarazada por puro egoísmo. Si das a luz a mis hijos estas
atada a mí para siempre.
Beso su mandíbula.
-Te prometo que dejaré las píldoras cuando hayamos acabado con padre-
le digo.
-Sí.
Gio se sube a la mesa del jet, se sienta sobre sus talones para mirarme
fijamente.
-Ares- me llama.
-¿Qué?
-Gracias, Ares.
-Tengo trabajo.
-Bien.
Mi hermana gruñe a la vez que me fulmina con la mirada. Hay algo que
me une a esa niña, creo que es porque me veo reflejado en ella y no puedo
hacer nada por cumplirle sus caprichos. Sé lo que significa sentirse solo e
incomprendido, no permitiré que ella se sienta así nunca. Puede pedirme
que mate a alguien porque lo haré sin pensarlo dos veces.
-Ares- gimotea Gio.
-Se ha dormido, eres como un puto sedante para ella- se ríe Iván.
Bajo del coche con Gio dormida en mis brazos. En cuanto entramos en la
casa, veo a Venus ser arrastrada por el brazo, saco mi arma de mi espalda
para apuntar a Martino con ella.
-Tiene dos formas de llegar a mi área, con una bala en el hombro o sin
ella- lo amenazo.
-El único bastardo aquí eres tú, te recuerdo que la puta de tu madre te
tuvo fruto de una aventura- contesta Venus.
Venus corre hacia él, se abalanza tan fuerte que ambos caen al suelo, ella
horcajadas sobre Lucio. Lo golpea con su puño varias veces hasta que él
empieza a quejarse y lloriquear. Iván intenta ir hacia ellos, pero lo detengo.
-Esta casa fue de mi madre antes de que la puta de la tuya llegara aquí,
de hecho, su nombre no figura en las escrituras. La mitad de este lugar nos
pertenece a Ares y a mí, la otra mitad, la de padre, también nos pertenece.
No tienes ningún tipo de derecho aquí, fue una propiedad matrimonial entre
mi madre y padre.
-No es cierto.
-Ve con Gio- le digo- Celia debe estar a punto de llegar, voy a ordenarle
que le haga un té de manzanilla.
-Está bien.
Agarro a Lucio por encima del codo y lo arrastro fuera de mi área, Celia
entra por la puerta de la entrada justo en este momento.
-¿Vas a llorar, bebé?- me burlo de él- Oh, el pobre bebé de mamá está a
punto de llorar.
-A mi despacho, Ares.
Lo sigo por el pasillo que va hacia su despacho, abre la puerta y se hace
a un lado para dejarme entrar.
-He hablado con Russo- me dice a la vez que cierra la puerta- Vamos a
retomar tu compromiso con Cinthya.
-¿O si no?
-Hazlo, padre. Acaba de una vez conmigo, haz lo que llevas queriendo
hacer desde que soy pequeño.
-No, la haré infeliz, tanto que ella misma acabará con su vida.
Mi pecho sube y baja por la rabia. Tengo que planear algo para
deshacerme de este cabrón antes de lo previsto.
-¿Qué sucede cuando enjaulas a un león?- le pregunto.
-Un día, padre. Un día todo acabará para uno de los dos.
-Morte- susurra.
-¿Qué?
-Si no hago todo lo que padre dice os pondré en peligro a todos. Iván,
Gio, Eros y tú.
-Podemos solucionarlo.
-Por ahora no, tenemos dos meses para arreglar esto o me veré obligado
a casarme con esa niña y engendrar un hijo con ella.
-Lo sé.
Poso mis labios sobre los suyos. Ahora mismo la necesito más que
nunca, ella es la única que puede calmarme en estos momentos para que
pueda pensar en algo.
Dieciocho
Venus
Ha pasado un mes desde que padre obligó a Ares a aceptar el
compromiso con Cinthya. Esta noche es la fiesta para anunciarlo, por
supuesto que iban a hacer una fiesta, padre debe anunciar que su heredero
va a casarse con la hija de otro Don. Una unión que aumentará el poder de
ambas familias.
-Sonríe.
-Venus, sonríe.
Me sujeta por el brazo con fuerza, tanta que no puedo evitar hacer un
gesto de dolor.
-Obedece.
Una enorme sombra se cierne sobre nosotros, Ares sujeta la mano que
Martino tiene sobre mí.
-Sí.
Ares me aprieta la cadera con sus dedos, ocurre algo y no sé qué pueda
ser. Mi hermano está raro, inquieto, y permite que Martino le hable con
autoridad. Oculto mi cara en su pecho.
-Ares...
-¡No!- grito.
Siento todos los ojos sobre mí, pero me importa una mierda, estoy
cansada de sus juegos.
-Venus- advierte.
-¡He dicho que no! Deja en paz a Ares, no quiere esto, odia a esa
estúpida niña y todo lo que tenga que ver con ella.
Busco a Cinthya por la sala, la encuentro agarrada del brazo de Ares,
sonriendo como una estúpida.
Ares me suelta.
-¿Sabes lo mejor de tener a la bestia enjaulada? Que esta noche por fin
podré hacerte mía de nuevo.
-Mi esposa sufrió este dolor por tu culpa, bastardo enfermo- le dice
padre- Debí matarte cuando eras pequeño, pero la zorra de tu madre me lo
impidió.
-Voy a advertirte algo, padre. Será mejor que detengas esta maldita boda.
-Eso no va a suceder.
-Hazlo ahora, quiero escucharte. Vamos, llama a tu querido amigo y
cancela el compromiso.
-¿Y si no lo hago?
-No quieras saberlo, padre. Sé que has amenazado a Ares con hacerme
daño si no te obedece. Pero yo te amenazo a ti si tú no obedeces.
Mi padre se ríe.
-Pruébame, te reto a que lo hagas. ¿Qué crees que hacía en mis ratos
libres?
-Bastarda- gruñe.
Miro a mi padre.
-Deberías ir a ver a tu esposa- le digo- A estas alturas ya debe estar
encontrándose mal.
Sus ojos se abren con sorpresa, sale corriendo de la celda. Ares fija su
vista en Martino, quien sufre un leve temblor. Lo empujo hacia adelante.
Ares sonríe, agarra a Martino por la camiseta y lo eleva del suelo, golpea
su espalda contra la pared.
-Tú y yo tenemos algo que aclarar, cuñado. Aún no me has contado por
qué tenías tanto interés en entrar en mi lado de la casa.
-Ve arriba, Venus, no quiero que veas lo que voy a hacer. Y ve llamando
a una ambulancia, la va a necesitar.
-Te dejo a solas con él, quizás podría perder algún dedo o la lengua,
hermano.
-Sí.
Está en el suelo con Gina entre sus brazos, ella me mira con ojos
suplicantes. Saco un frasco pequeño de mi escote.
Ordena a sus hombres que bajen las armas y suelten a Iván, Gio y Eros,
mi hijo sale corriendo hacia Carmela y Mauritio, pero Gio se queda
mirando a Lucio. Luego corre hacia él, no sé de dónde ha sacado un
cuchillo, pero se lo clava a Lucio en el muslo varias veces. Iván la toma en
sus brazos y trata de tranquilizarla mientras dos hombres de mi padre
atienden al bastardo chillón.
-Tres- le digo.
-¿Tres?
-No, le dará unos días más y, si te has portado bien con mi familia y
conmigo, te daré otras tres gotas. ¿Trato hecho??
-Ares es un psicópata, no tiene opción de ser cruel, pero tú... Eres peor
que él- murmura Gina.
Suelto una risa áspera, sé que no dirá nada. Siempre ha sido un cobarde y
siempre lo será, mi padre sólo puede protegerlo hasta cierto punto. Esta vez
no lo podrá proteger de ninguna manera.
-Lucio ha sido malo- susurra en mi oído- Quería hacer daño a Eros, pero
le he dado su merecido.
Padre agacha la cabeza, es la primera vez que lo veo hacer eso. Puto
cobarde de mierda.
-Gracias, hermano.
Su risa me hace sonreír, al igual que a Gio, que dudo mucho que
entienda algo de lo que estamos diciendo.
-Venus, mírame.
Ella obedece.
-Saca mi polla.
-Entra, hermano.
-No tienes que pedirme perdón por importarme, Venus. El mundo sería
un lugar mucho más oscuro sin ti en mi vida.
-Cazzo, Ares.
-¿Qué?
-Dejaré que los niños se hayan ido a su habitación y, entonces, serás toda
mía. Le haré a tu cuerpo todo lo que no he hecho este mes.
Hago un gesto de asco a la vez que huelo la piel de mis brazos. Es cierto,
huelo a ese cobarde.
Venus sonríe, le doy un beso en los labios mientras suelta una carcajada.
Mis ojos pesan por el cansancio, giro la cabeza para mirar a Iván, el
cabrón sonríe.
-Hijo de...
-No es necesario, Iván viene con Eros, Gio y conmigo. También me llevo
a Demarco y Fabián. Quédate y descansa, tienes todo el cuerpo lleno de
moretones.
-Iré, Venus.
-Gritaré tu nombre.
-Te prometo que lo harás esta noche, amore. Te follaré tan fuerte que
gritarás toda la noche.
-No.
Beso su cuello mientras ella me masturba.
-Hermana- gruño.
Saco mi polla para que pueda respirar, Venus sonríe, adora que la
degrade. La agarro por el brazo y la levanto en el aire, enredando mis
brazos en sus muslos. Mi cara queda pegada a su delicioso coño, me lo
como por encima de las bragas y el vestido. Pego su espalda a la pared.
-Ares- gime.
-Sigue lamiéndome.
-Apriétalos, amore.
Me follo rápido sus muslos, su clítoris aún está sensible y tiene otro
orgasmo con el roce de mi polla. Venus la agarra y mete la cabeza en su
coño, mi semen sale disparado dentro de ella.
-Gracias por tu trabajo un año más, Helena. Eres la única que cultiva
esas rosas para mí.
Ella sonríe, lleva años cultivando las rosas negras para la tumba de mi
madre, primero fue su padre y ahora ella. Mi abuela paterna fue la primera
en encargarlas, cada año venía a por ellas y nos llevaba a mi hermano y a
mí a ver a mamá a su tumba. Seguí haciéndolo después de su muerte, le
prometí que a cambio le llevaría flores a la suya, tulipanes blancos, ella
misma me dijo que eran sus favoritos, las flores que su antiguo amado le
regalaba cada año. No, ese amado no era mi abuelo, era el jardinero que
trabajaba en la casa. Fue quien le enseñó todo acerca de las flores y ella lo
hizo con mi madre cuando la conoció. Siempre se llevaron bien, no
recuerdo ni una sola vez en la que la abuela discutiera con mamá. De hecho,
siempre la defendía ante mi padre y lo repudió cuando supo lo que le había
hecho a mamá. Lo mismo que el abuelo le hizo a ella, quien murió de un
infarto mientras estaba con su amante. Por desgracia, ya era tarde para que
mi abuela y su amado fueran felices, él había fallecido en un accidente de
coche.
-No, tienes razón. Mi madre siempre decía que Ares era oscuro y
extraño, pero hermoso.
-Lo entiendo.
-Gracias por tu amistad, Helena. Pronto te daré algo mejor que esta
floristería.
Ella se ríe suavemente. Es diez años mayor que yo, pero a veces siento
que es al revés. Le doy un beso en la mejilla.
-Espero aquí.
-Por eso es que hay aquí- espeto- Ella fue la única que se ocupó de la
tumba de mamá cuando mi hermano y yo éramos pequeños.
-Lo siento, no he sido un buen padre.
-No, no lo has sido. Ojalá te hubieras comportado como Mauritio con sus
hijos. Los ama tanto.
Niego con la cabeza, no me creo ni una sola palabra que sale por su
boca. Helena me entrega el ramo perfectamente envuelto en tela negra de
seda y atadas con un lazo negro.
-Me temo que hay muchas cosas que desconozco, Venus, permíteme
conocerlas.
-Nos vemos, Helena. De nuevo, gracias por tu trabajo- le doy las gracias
ignorando a mi padre.
Padre me sigue a la salida de la floristería, Ares hace un amague de
lanzarse hacia él, pero Iván lo detiene.
Me subo al coche con los niños, Gio se queda con la boca abierta al ver
las flores, me hace sonreír. Agarro una y se la entrego.
-Gracias, Venus.
Camino por delante de los demás. Las flores se caen de mis brazos
cuando veo la tumba de mi madre, la lápida de mármol está completamente
destrozada.
-No tengo nada que ver con esto, te doy mi palabra, hija.
-No tengo nada que ver con esto, Venus. Te juro por Dios que voy a
encontrar a quien haya hecho esto y lo haré pagar- me dice mi padre.
-Investigaré esto, amore. Si padre tiene algo que ver no esperaré más
tiempo para deshacerme de él- susurra.
-Volveré a reconstruir esa lápida para ti- me dice- Será como si nada
hubiera ocurrido.
Ares se gira.
-¿A qué viene todo esto?- le pregunta- Justo el día que destruyen la
lápida de mi madre.
-¿Y entonces por qué me has golpeado desde que tengo uso de razón?- le
pregunta mi hermano.
-Beatrice era mucho más fuerte que yo y jodidamente más valiente. Ella
nunca temió a lo que se nos venía encima, siguió adelante y luchó por
vosotros, por ti, hijo.
Ares se ríe.
Padre sonríe.
-La aprovecharé.
-No.
-Está bien, seguiré viendo si puedo añadir alguna cosa más a la tumba
de mamá.
Asiento con la cabeza y cuelgo. Mi padre se sienta en la silla frente a mí
y desliza una carpeta por el escritorio. La agarro y la abro para ver el
contenido, son fotos del cementerio.
-He enviado a cuatro hombres a por ellos, Ares, ya deben estar aquí.
-¿Y tienen idea de por qué herí a su querido hermano? Estaba torturando
a Iván con la complicidad de tu hijo.
-No, pero me da igual. Yo soy quien manda aquí y debe acatar mis
órdenes.
Mi padre se pone de pie cuando paso por su lado, me agarra por encima
del codo.
-Nunca he entendido tu trastorno, Ares, creo que nunca lo haré. He sido
un cobarde y te he dejado solo con todo esto. Déjame estar contigo hoy.
Mi boca se curva por un lado, lo que hace que mi padre sonría. Piensa
que me estoy creyendo su teatro, su falso arrepentimiento, no es así. No
puede engañarme, sé que esos dos stronzi no tienen nada que ver con todo
esto. Los ha amenazado para que confiesen algo que no hicieron y estoy
totalmente seguro de que sabe quién ha destrozado la tumba de mi madre,
pero lo está protegiendo.
-Gracias, hijo.
-Lo- Lo siento.
-Todo lo que planeo hacerle- contesto con una sonrisa- Pero no ahora.
-No creo que a mi hermana le guste escuchar eso, ella preferirá estar a
solas con ellos.
-No me importa, quiero estar presente. Beatrice era mi esposa.
-Está bien, pero estaré fuera de esa puerta para encargarme de los
cuerpos.
-Nunca te ensucias las manos con ese tipo de trabajo, es un poco extraño.
-Entiendo. Dime.
-¿En serio?
-Quiero ir a verlos.
-Sí, hija.
-Herí a su hermano pequeño en el tobillo por algo que hizo y parece que
ellos han buscado venganza- le explico.
Mi hermana asiente, mira a los chicos Di Vaio fingiendo odio.
-Venus, hija...
-A solas- lo interrumpe.
Arturo solloza.
-Quince minutos.
-Suficiente para fingir que los estoy golpeando. Ahora llora, hermanita,
grita fuerte.
Le hace un gesto a dos de mis hombres para que lo ayuden a llevarse los
cuerpos.
-Venus, cálmate.
-Piensa, Venus. ¿Por quién se tomaría padre tantas molestias para que yo
no lo mate?- aprieto sus muslos con mis dedos, ella gime- ¿A quién
protegería con tanto ahínco?
-Lucio.
-Padre ha fingido todo esto- le dice Venus- Los chicos Di Vaio no son los
culpables. Creemos que fue Lucio y que padre lo está protegiendo.
-Eso tiene más sentido, esos chicos no tenían ningún motivo para hacer
algo así- dice.
-Herí a Gianmarco.
-Sí.
-No.
Mira a mi hermana.
Iván asiente y sigue curando mis heridas. ¿Qué hacía Martino con los
rusos? Tengo que averiguarlo, y también averiguar si padre tiene
conocimiento de esto. Seguro que sí, ese cobarde no hace nada sin el
beneplácito de padre. Sea lo que sea lo voy a averiguar.
-¿Debería importarme? Eres tú quien quiero que sea feliz, no la puta que
te abandonó. Mi hermano eres tú, no ella.
Iván sonríe.
-Por amor.
Iván asiente.
-Sí, quiero odiarla con todas mis fuerzas, pero no puedo. Ella fue una
buena madre antes de abandonarme, me contaba cuentos, me cantaba,
cuidaba de mí.
Lucio se ríe.
Me giro hacia Iván con una sonrisa, no voy a seguir empañando este
momento para él. Paso mi dedo índice por el capó del coche.
-¡Venus!
Iván se ríe cuando oye la voz de Gio, viene corriendo hacia nosotros
riéndose, Fabián la sigue a paso rápido, pero sin pillarla. Da un salto a mis
brazos.
-Hola, principessa.
-¡Iván!- chilla.
Me la quita de los brazos para lanzarla por los aires, la risa y los gritos
de diversión de Gio aceleran mi corazón, este ha sido su estado desde que la
tengo conmigo. Alguien tira de mi brazo.
-Bien, vamos allí- señalo hacia las puertas de los garajes- ¿Está todo
bien?- le pregunto mientras caminamos.
Me rio suavemente.
-No puedo, maldita sea. Por favor, dame el divorcio y me iré lejos.
Me encojo de un hombro.
Un disparo suena desde algún lado, suena otro y otro más. Martino pone
sus manos sobre mis hombros, me mira fijamente a los ojos.
-¡Martino!- grito.
-Ares va de camino a por Eros, quiere que te quedes aquí y que estés
tranquila. Él va a encargarse de todo.
Me rio suavemente, no creo que sea el mejor momento para reírme. Pero
nunca quise a Martino y nunca fue una buena persona conmigo. Incluso
antes de saber que Ares y yo nos estábamos acostando.
Gio asiente con la cabeza, aparto el pelo de su cara con mis dedos. Padre
entra en la casa dando órdenes a gritos, Gio se tapa los oídos.
Niego con la cabeza, es la primera vez que veo a Gio hacer algo así. La
tomo por la barbilla con mis dedos y la obligo a mirarme.
-No me gusta la voz de papá, es fea y gritona. Y dice cosas muy malas
sobre una mujer que quiere a Eros.
Frunzo el ceño.
-No hables de eso aquí, amore mio. Cuando estemos a solas me cuentas
esas cosas que padre dice sobre esa mujer- le digo.
-Vale.
-Sí, Venus.
-¿Y tú?
-¿Qué ha pasado?
Antes de que pueda abrir la boca para contestar, Eros entra corriendo por
la puerta, se abalanza a mis brazos. Gio le corresponde su abrazo, mi hijo le
da besos por la cara.
Eros sonríe. Ares se coloca junto a nuestro padre con las manos en los
bolsillos de su pantalón. Parece tranquilo, pero sé que está deseando
hacerme mil preguntas para desatar su furia con alguien.
-Vale, mamma.
-Sí, me dijo que había conocido a otra mujer y quería estar con ella.
Padre asiente.
-Sí, por supuesto, ve. No tardes mucho, mis hombres estarán ahí en diez
minutos.
Asiento varias veces. Ares e Iván me siguen por la casa hasta llegar a mi
habitación. Iván abre la boca para hablar, pero rápidamente le pongo una
mano encima para callarlo.
Él asiente. Dejo mi mano caer, Ares saca su móvil y teclea en él, luego
me lo muestra.
"¿Qué buscamos?"
-Me dijo que debía proteger a Eros, que alguien venía a por él.
Frunzo el ceño, cuando miro hacia los niños, Gio tiene a Eros abrazado
con fuerza.
-Gio sabe algo- dice Venus- Ha debido oír alguna conversación de padre.
Se encoge de hombros.
-Me escondí detrás del sofá, hermanito- me dice- Papá y Martino estaban
enfadados y papá hablaba muy mal de una mujer.
-¿Es ella quien se ha escapado? ¿Esa mujer?
-Escuchó a padre decir que esa mujer quiere a Eros- dice Venus.
-Sí, papá dijo que esa mujer era muy mala y peligrosa, que era peor que
tú.
Acuno su cara entre mis manos, las lágrimas han empezado a caer por
sus mejillas.
Se le escapa un sollozo.
-Tenemos que averiguar quién es esa mujer y por qué quiere a Eros- dice
Iván.
-Quizás sea alguna mujer que quiere venganza en contra de padre y cree
que Eros es la clave- dice Venus.
-Si es así, le haré saber que la única forma de vengarse de ese cabrón es
matando a su bastardo y a su puta.
¿Quién será esa mujer y por qué quiere a mi hijo? No estoy entendiendo
nada y eso me está arañando por dentro.
-Sí.
-Si te quedas más tranquilo te diré que ella no tiene nada que ver con
esto. No debes preocuparte.
-¿Dónde la llevaste?
-¿Qué asunto?
-Eso no puedo decírtelo, sólo debes saber que cumplí con mi parte del
trato todos estos años. Hace unos días la prisionera se escapó.
-Sí. Sabe de vosotros, quiere hacerme pagar mi delito contra ella- dice
esto último riéndose- Gio, Lucio, Venus, Eros y tú estáis en peligro, pero os
protegeré.
Estrecho los ojos hacia él, dudo mucho que vaya a protegerme, ésta
podría ser su oportunidad para deshacerse de mí. Aunque por otro lado
podría protegerme para no darle la satisfacción a esa mujer.
-¿Lucio incluido?
Suelta un suspiro.
-Siempre has odiado a Gina y nunca he sabido por qué, ella no te hizo
nada.
-¡Basta!- grito- Deja de una maldita vez el tema del suicidio. Sabes por
qué lo hizo, tu esposa y tú tuvisteis mucho que ver en eso.
-Lo siento, Ares. Amé a tu madre, pero dejé de hacerlo cuando Gina
llegó a mi vida.
-Tenía seis años cuando mi madre murió, no sentí nada, pero odié cada
lágrima que mi hermana derramó y nunca olvidaré sus noches de llantos y
pesadillas. Te llamaba desconsolada y tú nunca acudiste a su llamada,
estabas muy ocupado con tu nueva familia. Fui yo quien se ocupó de Venus.
¡Seis putos años teníamos! La abuela se encargó de nosotros hasta que se
fue y después... Nada. Sólo ella y yo, hasta que llegó Iván. Nunca voy a
perdonarte todo el dolor que le hiciste pasar a mi gemela, todo lo que ella
ha sufrido sigue arraigado en mi interior.
-¿Entonces?
-No salgáis de casa, si esa mujer os atrapa tendrá algo con lo que
doblegarme. Y por favor, te suplico que cuides a tu hermana y a tu sobrino,
ellos son quienes más me preocupan.
-Eres tan testarudo como lo era tu madre- suspira- Beatrice siempre fue
una mujer de carácter fuerte, a veces la extraño.
Pongo los ojos en blanco, espero que alguna vez deje de mentir.
Fabián entra por la puerta de casa, algunos de mis hombres vienen detrás
de él.
-La prioridad son Venus, Eros y Gio, hay que protegerlos por encima de
cualquier cosa. Si algo les pasa a uno de ellos os mataré a todos.
¿Entendido?
-¿La conoce?
-No estoy seguro, pero puedo ir a hablar con él y averiguar qué sabe.
-¿Y si sabía que quería contarme la verdad sobre esa mujer? ¿Y si sabía
que quería huir?
-Es que no entiendo nada, Ares. Martino está muerto y no sé por qué.
Sólo sé que quería irse lejos de Milán, huir de la mafia. Tenía miedo,
verdadero miedo.
-Le tenía miedo a esa mujer, no a vuestro padre- dice Iván- Nunca se
habría ido de Milán sin un gran motivo, le encantaba ser el perro faldero del
Don.
-Mamma.
Levanto la vista del coche, mi hijo está sentado en la cama frotándose los
ojos.
-Buenos días, mia vita.
Peino su despeinado pelo con mis dedos, sus ojos azules no dejan de
mirarme.
-Lo harás algún día- le prometo- Tu padre cambiará las cosas para
nosotros, seremos una familia de verdad.
Sonrío levemente.
Una hora más tarde, estamos en los jardines del cementerio. Hay algo, de
lo que me enteré ayer, que debo contarle a mi hermano, pero no sé si es un
buen momento para esto. La oscura cabellera de Paloma Vitale aparece ante
mi vista. Así que, decido que no es un buen momento para hablar con mi
hermano. Su esposo y ella se detienen frente a Eros y a mí, toda la prensa
de Milán está cubriendo la noticia de la muerte de mi esposo. Mi padre dio
una rueda de prensa. Por supuesto, dijo que Martino había sufrido un
accidente de tráfico donde había resultado gravemente herido y murió de
camino al hospital. El padre de mi difunto esposo es el primero en darnos el
pésame a mi hijo y a mí. Paloma se agacha para darle un beso en la mejilla
a Eros, quien se limpia con disimulo la zona con su mano.
-Querida- se dirige a mí- Mi hijo tenía tanta vida por delante y tantos
hijos que tener.
-Es una pena que Martino no fuese capaz de engendrar más hijos- digo.
Esta vez, Paloma, lo agarra con más fuerza por los hombros. Eros se
resiste rodeando mi cintura con sus brazos.
Suelto un suspiro, estoy harta de esperar. Quiero que se actúe de una vez,
que mi hermano suba al poder como nuevo Don y poder vivir nuestra vida
juntos, sin escondernos de nadie. Paloma se acerca a mí, de nuevo. Le
sonríe a Carmela.
-¿Te has vuelto loca? Mi hijo no irá a ningún sitio sin mí.
-Va a venir conmigo si no quieres que le cuente a todo el mundo que te
acuestas con tu gemelo.
-Martino sólo tenía confianza con su madre- dice con la barbilla alta- No
era tan estúpido como para ir contando cosas así por ahí sin tener pruebas.
Solloza a la vez que niega con la cabeza. Es una suerte que se vayan a
quedar a dormir en el ala que antes me pertenecía.
-¿Es importante?
-No lo sé, unos rusos han entrado y han empezado a disparar- contesta
Carmela.
-Sí, Gina y vuestro padre- responde Iván sin dejar de mirar hacia la
puerta.
-Ares la ha envenenado.
Una lágrima cae por su sien, pero no siento ninguna pena por ella.
-Respira hondo.
-¿Qué ha pasado?
-La puta y padre están bien, las balas sólo los han rozado.
-¿Pero?
Ares gira la cabeza con rapidez, se acerca a Iván con pasos amenazantes
y lo agarra por el cuello.
-Habla- gruñe.
-Esos hombres que entraron, reconocí a uno. Hacía mucho tiempo que
no lo veía, pero la cicatriz de su cara es inconfundible. Se llama Matvey
Morozov, Pakhan de la Mafia Roja, rival de la Bratva.
-¿Dónde lo conociste?
-Suéltalo, él no tiene nada que ver con lo que está pasando- le digo- Es
nuestro hermano.
-¿Y tienes idea de qué puede estar haciendo Morozov con esa mujer?- le
pregunta Ares.
Pongo mis manos en las mejillas de Iván, sus ojos están llenos de
lágrimas, conozco su dolor, es el mismo que siente cada vez que recuerda su
vida pasada.
-Te juro que voy a matar uno a uno a todos los miembros de la puta
Bratva- gruñe mi hermano- Dejaré para el final a esa zorra que te abandonó.
Mis ojos buscan a Carmela, pero no está por ningún lado, lo que me
confunde aún más. Sin embargo, no es algo por lo que deba preocuparme
ahora, tenemos un cadáver en el suelo que debemos llevar a su habitación
junto a la carta de suicidio.
Veinticinco
Ares
El avión está a punto de aterrizar en Irlanda, estoy a pocos minutos de
reunirme con Eamon Kavanagh, el Boss de la mafia irlandesa. Llevo dos
días intentando contactar con Matvey Morozov para hacer un trato con él,
quiero que me entregue a la mujer y, a cambio, destruiré a la Bratva para él.
Pero no he sido capaz de encontrarlo, ninguno de mis contactos parecían
tener negocios con él. Sólo el Don de La Cosa Nostra pudo hacer algo por
mí, me dio el contacto de Kavanagh, dijo que él podría tener algo con
Morozov. Así que aquí estoy, aterrizando en Irlanda, solo. Ni Iván ni Venus
han venido conmigo, consideré esto demasiado peligroso como para
traerlos, en la mansión estarían más seguros. Mi padre ha reforzado la
seguridad desde el ataque en el velatorio de Martino. Mi boca se curva por
un lado recordando el momento en el que encontraron el cuerpo de Paloma
Vitale y la carta de suicidio. Nadie sospechó nada, ya que, todos conocían la
cercanía de ella y su hijo, simplemente, pensaron que no soportó la muerte
de su hijo y decidió suicidarse. Su esposo no ha tardado mucho en encontrar
una nueva prometida, obviamente, debe ser una de sus amantes. Asqueroso.
Me bajo del avión en silencio, evito que los otros pasajeros me toquen.
Decidí viajar en un vuelo comercial, por si surgía algún contratiempo, tener
un escudo con las demás personas. No puedo estar seguro si alguien me está
siguiendo. Un pelirrojo me espera junto a un Mercedes SUV negro con los
cristales tintados.
Dublín es más lluvioso que Milán, hoy el cielo está totalmente gris. La
ciudad queda detrás cuando salimos de ella, Kavanagh fue muy estricto con
nuestro punto de encuentro, lo haríamos en su casa, bajo sus normas y sus
exigencias. No tuve más remedio que aceptar, la vida de mi hijo está en
juego.
-Todos ponen la misma cara al verlo- sonríe el chico- Por cierto, soy
Cillian, el sobrino del señor Kavanagh.
Cillian sonríe.
-Yo decidí hacerlo, quiero ganarme el respeto por mí mismo y no por ser
el sobrino del jefe.
-Entiendo.
Cillian abre la enorme puerta de la entrada. Una dulce risa atraviesa mis
oídos, acto seguido, veo una larga cabellera pelirroja, atada en una cola con
un lazo blanco, moverse por el enorme hall. Una chica corre mientras se ríe
y mira detrás de ella.
Antes de que pueda contestar, los ojos de Eamon se posan sobre mí, le
susurra algo a su hija en el oído, lo que hace que ella me mire y sonría
ampliamente. Se libera de los brazos de su padre y se acerca a mí, me doy
cuenta de que va descalza, lo único que lleva es un vestido blanco que le
llega hasta las rodillas y es de manga larga. Se detiene frente a mí, extiende
su brazo y me toca la cara, tiene que ponerse de puntillas para lograrlo,
traza cada detalle que hay en mí.
Sus brazos me rodean por encima de los míos, atrapándome entre ellos.
-¡Rory!- vocifera una voz más grave- ¿Cuántas veces te hemos dicho tu
padre y yo que no abraces a extraños?
-No lo harás.
Garret sonríe. Extiende su brazo señalando hacia las puertas del lado
izquierdo.
-Tu tío te agradecerá que la controles hasta que hayamos acabado con la
reunión.
-Debo estarlo.
La puerta del despacho se abre, Eamon entra y cierra tras él, su padre le
ofrece un vaso con whisky.
-No- lo interrumpo.
-¿No?
Eamon sonríe.
-Moretti- digo.
-Sí. Mis negocios con él siempre han ido bien, si él confía en ti, yo
también. Y confío en Matvey, lo conozco desde hace muchos años. No es
un hombre que se tome a la ligera las cosas. Esa mujer debe tener algo que
Matvey quiera con todo su ser para que haya puesto a sus soldados bajo su
mano.
-Deja que organice esa reunión, quédate en mi casa unos días y veamos
qué averiguamos sobre este asunto- me dice.
-Está bien.
-¿Malestar estomacal?
-Ajá.
-¿Venus estás...?
-Sí.
-No lo entiendo, estabas tomando las píldoras y esta vez no tengo nada
que ver.
-He sido yo, sin querer. Con todo lo que ha estado pasando olvidé tomar
algunas, creí que no pasaría nada, pero cuando no me vino el período este
mes sospeché y acerté.
-Cazzo, amore.
Mi hermana se ríe.
-Y me adoras.
-Descansa, amore.
Mi pecho vibra por la risa, Eros está acomodando las almohadas para mí.
Eros se tumba a un lado y Gio al otro, los rodeo con mis brazos y beso la
parte superior de sus cabezas.
-Estoy bien, sólo siento unas pocas de náuseas. Nada que no haya pasado
antes.
-Cualquier cosa me lo dices, antojos o medicamentos.
-Estoy bien, hermano- le digo con una sonrisa- ¿Tú estás bien?
-Sí.
-Déjalas en la cómoda.
Me rio suavemente.
-¿Algo grasiento?
-Creo que a los pequeños les gustaría mucho una pizza con carne.
Venus, 15 años
-Mentiroso- me rio- Nos hemos separado dos minutos para que fueras al
baño.
-¿Tu amiga?
-Sí, le dije que había un chico que me gustaba y que necesitaba algo.
-¿Condones?- me pregunta.
Siento mis mejillas arder por la vergüenza.
Ares toma mi barbilla con sus dedos y me obliga a mirarlo a los ojos.
-No te dejes llevar por lo que otras personas digan, lo haremos cuando
estés lista- me dice.
Posa sus labios sobre los míos, rodeo su cuello con mis brazos. Mi
hermano ha crecido tanto estos años, ojalá mamá pudiera ver el hombre en
el que se ha convertido. Rompo el beso.
-Odio que tengas que dormir tan lejos de mí, Ares. Papá no debería
haberte exiliado a ese lado de la casa, está muy lejos de mí.
Se me escapa un gemido.
Me encojo de hombros.
-¿Te duele?
-Sí.
-Voy a parar.
Niego con la cabeza efusivamente, quiero hacer esto, aunque duela. Las
lágrimas caen por mis sienes con cada centímetro introducido dentro de mí.
-Cazzo- gime.
-¿A ti te gusta?
Gime más fuerte, empieza a moverse más rápido. Me duele mucho, pero
se me escapa un fuerte gemido. Ares sonríe.
-No, sí... Me duele, pero también me gusta. Ve más rápido, por favor.
-Ares...- jadeo.
-¿Sí?
-Ha sido increíble, he sentido algo diferente a cuando nos tocamos por
encima de la ropa.
-A mí también me ha gustado mucho, he notado salir algo de mi polla.
-Semen.
-Sí.
En clase nos hablan de sexo a veces, pero no nos cuentan muchas cosas.
Una vez escuché al director regañar a un profesor por intentar darnos una
clase de educación sexual, dijo que era un colegio de prestigio y que no se
admitirían ese tipo de comportamientos inmorales.
Ares vuelve del baño pocos segundos más tarde, se pone sobre mí de
nuevo, su pene sigue tan duro como antes.
-Yo también.
-Esperaremos.
Ares sonríe.
Actualidad.
-Sí, de hecho, me encuentro mejor que antes. ¿Dónde están los niños?
-Sí, llamó hace dos horas. Kavanagh ha conseguido una reunión con
Morozov, será mañana.
Iván sonríe. Tiene el mismo amor por Eros que por Gio y sé que amará
de la misma forma al nuevo bebé. Una explosión suena en la puerta de
entrada de este área. Iván me agarra y me echa a un lado.
-Soco..rro...
Veintisiete
Ares
La reunión con Morozov se está retrasando, aún no ha llegado a la casa
de Eamon y me estoy desesperando. Iván no contesta al teléfono, lo último
que supe es que el médico ya había atendido a Venus y ella se había
quedado dormida.
-¿Qué tenéis que ver vosotros con esa mujer?- le pregunta a Eamon.
Morozov sonríe.
-Eran órdenes de Ombra, aunque he de decir que ella no sabía que Venus
y tú estabais ahí.
-Señor, Romano.
-Han entrado unos hombres, han herido a todos. Al señor Iván, Fabián,
Valerio...
-No sé de qué me hablas, Romano. No he tenido nada que ver con lo que
haya ocurrido.
-¿Romano?
-No, nunca los había visto. Iban capitaneados por un hombre joven,
todos italianos.
Morozov asiente.
-Tienen que salir vivos de allí, te juro que si algo les pasa a alguno de
ellos no tendrás tiempo para correr y esconderte de mí- lo amenazo.
-Iván Vólkov- dice con asco- ¿Qué coño hace un Vólkov con la
'Ndrangheta?
-No tengo tiempo para contarte esta historia, debo volver a Italia para
buscar a Venus y a Eros- le digo.
-Tengo hombres.
-Vale- solloza.
El ruso, que doy por hecho que es Vasili, protesta en su idioma. Iván se
ríe y le dice algo, se oye el sonido de algo rompiéndose.
-Vuelve ya o lo mato.
-Estoy de camino. Tienes que ayudarme a encontrar a Venus y a Eros.
-Lo haré.
-Está bien.
-Tu amigo...
-Hermano- lo interrumpo.
-No.
-Mat, creo que no es Ares quien debe contar esa historia. Le pertenece al
otro chico- interviene Kavanagh.
Miro por la ventanilla del jet. No tengo ningún interés en contarle nada a
Morozov sobre Iván. El problema que tenga con la Bratva es de ellos, mi
hermano no tiene nada que ver. Estoy deseando llegar a Milán y ver a
mi mostriciattola, no dejo de pensar en ella, en Venus y en Eros. Juro que
como les hayan tocado un solo pelo voy a matar a todo el mundo. Dejaré
Italia sin gente, no habrá ni una sola alma paseando por la calle.
El jet aterriza unas horas más tarde, soy el primero en salir de él y subir a
mi coche. Demarco se sube en el lado del copiloto, ha traído a algunos
hombres para que recojan a Kavanagh y Morozov, también hay hombres de
ambos, que han venido con nosotros en el vuelo.
Asiento con la cabeza mientras piso el acelerador. El motor ruge por las
carreteras, han llevado a Gio y a Iván a una ubicación secreta de Morozov.
El ruso tenía un lugar donde esconderse en Milán y mi padre no tenía ni
idea, es un maldito inútil como Don. La ciudad queda detrás cuando salgo
de ella, Morozov está en el coche de delante guiándonos hacia la ubicación.
Una propiedad enorme aparece ante nosotros, las rejas del portón se abren
para dejarnos pasar.
-Señor, hay algo que quiero decirle antes de que nos encontremos con los
demás.
-Habla.
La ira sale disparada por cada poro de mi piel, doy un salto del coche en
cuanto lo detengo. Morozov me agarra por el brazo antes de que pueda
entrar en su casa.
Me arrastra por los pasillos hasta una habitación, los ojos llorosos de Gio
me reciben cuando la puerta se abre.
-No es asunto nuestro, Mat- le dice Kavanagh- Estamos aquí para ayudar
a encontrar a su hermana y al niño.
-¡No me toques!
Giro la cabeza hacia las puertas, Iván entra discutiendo con el ruso.
Lo acojo entre mis brazos, rodeando sus hombros con el brazo que tengo
libre, Iván solloza.
-Tienes que contarme todo lo que recuerdas, Iván- le digo con toda la
suavidad que puedo.
Morozov carraspea.
Sólo quedan mis hombres más leales. La puta y su bastardo han salido
corriendo en cuanto han tenido la oportunidad y mi padre está desaparecido.
Me cree estúpido.
-Bastardo- espeta.
-Dime.
Las manos de Celia tiemblan, han estado así todo el tiempo. Demarco
frota su espalda con ternura.
-El chico Russo dijo un nombre, no pude oír lo que hablaba con otro de
los asaltantes, pero sí escuché bien el nombre de esa mujer.
-¿Ombra?- le pregunto.
-No tengo nada que ver, Romano. De hecho, creo que a Ombra se la
llevaron esta mañana, no creo que haya desaparecido por voluntad propia,
ella tenía mucho interés en capturar al niño.
-¿Por qué?- pregunto- ¡¿Qué puto interés tenía esa mujer en mi hijo?!
-No creo que yo sea la persona más adecuada para contar algo así, pero
debes saber que no era un interés malo, ella quería proteger a ese niño, a tu
hijo.
-¡Deja a mi mamma!
Eros.
Mi niño, él no debería estar aquí. ¿Dónde está Ares? ¿Por qué no viene a
rescatarnos?
-Mamma.
-Por fin.
Conozco la voz de ese hombre, es Federico Russo. Mis ojos son
destapados de repente, su rostro aparece ante mí. Tiene una ridícula sonrisa
en la cara, en cuanto Ares nos encuentre se la borrará. Desvío mis ojos
hacia la izquierda, mi hijo está atado a una silla, como yo. Tiene sus
muñecas y sus tobillos envueltos en una soga de cáñamo, la rabia crece en
mi interior, si tiene su preciosa piel herida Federico lo va a pagar muy caro.
Mi niño me suplica con los ojos llenos de lágrimas, ojalá pudiera
levantarme de esta silla y llevármelo muy lejos de aquí, ponerlo a salvo.
Recibo una bofetada en mi mejilla sin previo aviso, Federico se ríe.
-Tiene carácter, nadie podría decir que es hijo de Martino Vitale- dice
paseando de un lado a otro de la habitación.
Federico apoya sus manos sobre mis brazos, echa todo su peso sobre mí
al inclinarse hacia adelante, su cara queda a escasos centímetros de la mía.
-No os encontrará.
-Suéltala.
Mis ojos se abren. No puede ser, él no puede haber hecho esto. Aunque,
¿de qué me sorprendo? Nunca me quiso y siempre intentó deshacerse de mi
hermano y de mí.
-¡No me llames así!- grito- Nunca has sido mi padre y nunca lo serás.
Mi padre se ríe.
-No tenéis ni idea de lo que habéis hecho, del mal que habéis despertado-
les digo- Será mejor que empecéis a correr antes de que mi gemelo os
atrape, todo lo que amáis, todo lo que alguna vez deseasteis, cualquier cosa
en la que hayáis puesto el ojo será destruido, hasta que no quede ni un sólo
recuerdo de vosotros. Ares lo quemará todo, derribará edificios enteros por
encontrarme, por llevarme de nuevo a su lado. Corred si sois inteligentes.
Giro la cabeza con rapidez hacia la puerta cuando vuelve a sonar ese
ruido.
Ella.
-Ombra- murmuro.
-Cerdo, desgraciado. ¡Tócame y haré que Ares te mate tan despacio que
desearás no haber nacido nunca!
-Ares.
-Mamma.
-No.
Respiro tranquila.
-¿Y el bebé?
Sollozo fuerte, siento líquido seco entre mis piernas, no creo que mi bebé
esté bien.
-¿Qué dijo?
-¿Unos hombres?
Sollozo más fuerte, me duele tanto que mi pequeño esté viviendo esto,
sólo es un niño de seis años. No es justo que esté pasando por algo así,
viendo a su madre siendo golpeada, sintiendo miedo por esa mujer que está
al otro lado del pasillo, viendo como su propio abuelo quiere deshacerse de
nosotros. En cuanto Ares nos saque de aquí lo pondré entre mis brazos y lo
abrazaré tan fuerte que se olvidará de cada cosa que ha visto aquí.
-Mamma.
-Dime.
-Lo sé.
-¿Lo sabes?
-Que ella quiere matar al abuelo y a Federico, a todos los que te han
hecho daño.
-El abuelo dijo que debería haberla matado cuando tuvo la oportunidad,
pero por estúpido no lo hizo.
La poca luz que entra del pasillo me permite ver cómo gira la cabeza
hacia mí, se acerca a pasos lentos. Huele a muerte.
-Venus- dice.
-Venus- vuelve a decir- ¿Dónde está él? ¿Dónde está mi hijo, mi Ares?
Golpeo una vez más la cara del stronzo que tengo delante. Lo atrapé en
la zona norte del muro, nos estaba vigilando, es uno de los hombres de mi
padre. Este idiota me ha contado que ha sido él quien se ha llevado a mi
mujer y mi hijo. Pero no sabe dónde está, ya lo habría soltado de ser así.
Por otro lado, las cámaras de seguridad son las que me dieron toda la
información que necesitaba. La puta y su bastardo salieron corriendo de la
mansión, tal y como Demarco dijo. Los vi huir y subirse a un coche
imposible de rastrear, mi padre se aseguró de que ellos dos estuvieran
seguros y lejos de mí. Pero los voy a encontrar y los torturaré delante de mi
querido padre, verá cómo su puta es violada por múltiples hombres, verá
cómo su hijo es torturado de formas que ni se imagina. Ya lo tengo todo
pensado y organizado, Morozov me escuchó hablando en voz alta sobre
esto y me ha dejado a cinco de sus hombres que no tienen escrúpulos para
que se follen a la puta. Del bastardo voy a encargarme personalmente. Le
voy a romper cada hueso, cada centímetro de piel será cortado, cosido y
curado, para después volver a cortarlo. Lo haré hasta que me canse, luego
los quemaré vivos. En cuanto a mi padre, bueno, para él tengo preparado lo
mejor, voy a asfixiarlo hasta que comience a alucinar, lo dejaré tomar aire y
lo volveré a asfixiar. Ya tengo la cámara de oxígeno lista, está en el sótano.
Mis hombres la han trasladado desde el almacén donde la había estado
guardando tantos años.
-Sí, señor.
Salgo de la celda del sótano, las puertas se abren para dar paso a
Carmela y a Mauritio. Ella viene hacia mí con los brazos abiertos, pero la
detengo.
-Sí. Hacía muchos años que no escuchaba ese nombre, no podía creer
que Venus y tú lo conocierais. Tuve que irme para confirmarlo, para
confirmar las sospechas que ese día surgieron en mí.
-Conocía a tu madre muy bien. Tú y ella son muy, pero que muy
parecidos.
-Bea era una mujer con carácter- comienza ella- Tu padre jamás pudo
someterla, le tenía miedo, como a ti. Si te odia tanto es por lo mucho que
sacaste de Beatrice. Ombra surgió en las calles, hubo una época oscura en
Milán, estaba asediada por un asesino en serie. Alguien del que todos tenían
miedo, no había día en que Ombra no apareciera en las noticias. Todos los
muertos eran hombres de la edad de tu padre, con la misma apariencia
física.
-Sí. Cuando Beatrice supo que estaba embarazada los asesinatos cesaron.
Su ego creció, su necesidad intrínseca de que hubiera más como ella iba a
ser posible- continúa.
-¿Cómo quedó embarazada si odiaba a mi padre?- le pregunto.
-¿Violó a mi madre?
-Así es, Beatrice fue drogada para poder controlarla y que él llevara a
cabo su cometido.
-Lo vi golpearla.
-Es lo que creemos- dice Mauritio- Es posible que todos estos años haya
estado prisionera en algún lugar de este mundo, escapó e intentó encontrar a
tu padre.
Desvío mis ojos hacia los de Carmela, su boca está levemente abierta
intentando tomar el aire que no le permito.
-Ares, suéltala.
-Está viva.
-Lo sé.
Las horas pasan tan lento, mi cabeza da tantas vueltas a tantas cosas. Mis
hombres no dejan de buscar a Venus y a Eros. Donde sea que se los hayan
llevado, no están en Milán, han debido de trasladarlos fuera de aquí.
Observo a Iván, ha estado con los nervios crispados con Morozov rondando
por aquí. No se ha acercado a él, aunque Morozov lo ha intentado, sigue
queriendo saber por qué Iván está aquí. Kavanagh se marchó a su casa, le
surgió un problema con su hija y tuvo que irse.
Gio está ausente, físicamente está aquí, pero mentalmente no. Celia le
habla y ella no contesta, creo que está imaginando todas las formas en las
que querría clavar su cuchillo en nuestro padre. Celia me informó que se le
había escapado y la había encontrado escuchando a escondidas la
conversación con Carmela y Mauritio. Sabe que nuestro padre ha hecho
todas esas cosas, que se ha llevado a Eros, su Eros.
Desvío mi mirada de Iván a ella, está sentada en una silla mirando hacia
la nada, sus ojos fijos en un lugar de esta habitación.
-Le está dando el número de la matrícula- hace una pausa a la vez que
Morozov- Ahora le ordena que lo haga ya o la matará- el ruso se ríe,
supongo que está de broma con esa tal Frida.
-Ahora- ordeno.
Los guardias caen uno a uno por las balas del fusil de mi hermano y
Vasili. Morozov viene a mi lado, acercándonos a la puerta principal de la
casa. Agarro la mano del guardia caído y la corto con mi machete, la uso en
el panel para abrir la puerta. Morozov es el primero en disparar a los
guardias de este lado del muro. Los silenciadores en las armas nos permiten
adentrarnos sin hacer sonar las alarmas. Veo a la puta desde una ventana,
está riéndose con una mujer que no conozco, pero no es la esposa de Russo.
-Aún no me has dicho qué relación tenías con mi madre. ¿Por qué la
ayudaste?
Asiento con la cabeza. Quiero saberlo todo, por qué mi madre acudió a
él, por qué lo conocía y cómo sabía a dónde ir.
-No tengo nada que ver en todo esto. Federico me obligó a venir aquí.
-¿Y tu hija?
-Te vendieron como una chica virgen y eres tan puta como la madre del
bastardo- me burlo- Por cierto, hermanito, follando de esa forma dudo
mucho que hagas llegar al orgasmo a una mujer. ¿Me equivoco Cinthya?
Cinthya niega con la cabeza, hay lágrimas cayendo por sus mejillas.
Como si me importara. Los arrastramos por el pasillo para ir de vuelta a los
coches.
-Señor.
-¿Sí?
-Vamos, no te hagas la dolida- le dice Demarco- Ella misma nos dijo que
nunca te ha importado, que sólo quieres dinero y estatus.
-Estaban follando.
-Por fin te tengo en mis manos- le digo- Nos vamos a divertir mucho tú y
yo.
-Allí- dice- Hay un arroyo, podemos parar a beber, pero debemos seguir
inmediatamente.
Pone sus manos en forma de cuenco, coge agua y bebe de ella, Eros hace
lo mismo.
En cuanto la primera gota de agua toca mi boca siento alivio, bebo hasta
saciarme, con los ojos de mi madre puestos sobre mí.
-Él lo cortó, lo tenía tan largo como tú, quería honrar tu memoria.
-Estoy embarazada, creo... Siento algo seco entre mis piernas. No quiero
mirar.
-Déjame a mí.
-Semen- gruñe.
-Ya está.
Se me escapa un jadeo.
-¿Qué?- pregunto.
-Lo sé desde antes que vosotros os dierais cuenta. Nacisteis para ser el
todo del otro.
Tomo la otra mano de mi madre, ella sonríe. Caminamos hacia abajo por
el monte, no sé cómo sabe dónde estamos o cómo puede guiarse entre
tantos árboles, pero lo hace.
-Ya ves que no es verdad. Quería tener vía libre con esa puta.
-Gina- suspiro.
-¿Psicópata?- le pregunto.
-¡Papà!
Ares se ríe, los arbustos que nos rodean se mueven, más de veinte
hombres salen de entre ellos, sólo reconozco a los de mi hermano.
Giro la cabeza con rapidez hacia Iván, que niega con la cabeza.
Mi hermano se gira, acuna mi cara entre sus manos y besa mis labios.
-Ven con Iván, amore. Iré enseguida- me dice mi hermano, ignorando los
gritos de nuestro padre.
Iván me toma de la mano, hace lo mismo con Eros, pero no camino muy
lejos, me quedo observando la escena. Mi madre no se mueve de su sitio,
observa cómo Demarco y otro hombre reducen a mi padre, una sonrisa se
dibuja en su rostro. Su pesadilla ha terminado, ha estado dieciocho años
encerrada, Dios sabe en qué condiciones. Ares se gira hacia ella, mi madre
pone una mano sobre la mejilla de mi hermano.
-Lo has hecho bien, principino. Has hecho muy feliz a tu madre.
Mi hermano la rodea a nuestra madre con sus brazos, ella hace lo mismo,
lo abraza por la cintura.
Frunzo el ceño.
-Sí.
-Ares- advierto.
Frota mi espalda con su mano a la par que sigue repitiendo las mismas
palabras una y otra vez. Me siento exhausta, cansada y mareada.
Las lágrimas caen por mis mejillas, me siento tan humillada. Ares me
toma entre sus brazos, me duele el pecho, siento tanta presión.
-Gracias, papà.
-Es hija de Gina y padre- contesto- Pero ella no tiene nada que ver con
ellos, mamá, te lo prometo.
Le doy un beso en el pecho mientras sonrío. Adoro que sea así con
nosotros.
Treinta y Uno
Ares
Literalmente ardo en deseos de comenzar a destrozar la piel de los
bastardos que han hecho daño a mi mujer. Por fin puedo llamarla así
libremente, somos libres después de tantos años. Mi ascenso como Don de
la 'Ndrangheta me da la libertad de cambiar las cosas, Venus será mi esposa
antes de que nuestro bebé nazca.
Venus sonríe, acaricio su mejilla con mis nudillos. Observo con atención
a la doctora encender el ecógrafo, su enfermera la ayuda a abrir las piernas.
Aprieta mi mano cuando le introduce el aparato en la vagina, recuerdo
cuando estaba embarazada de Eros que nunca le gustaban este tipo de
ecografías.
-Vaya a casa, señora Venus, coma bien y descanse todo lo que el cuerpo
le pida- le indica la doctora- Nos volveremos a ver en dos semanas y
haremos una nueva ecografía, deberíamos asegurarnos de que sólo venga un
bebé dado sus antecedentes. Aunque sólo he visto un embrión, no puedo
fiarme.
Lo seguimos por los pasillos del hospital hasta su despacho. Cierro tras
de mí, mi hermana se sienta en la silla al otro lado del escritorio, el doctor
Dalmasso se sienta en su silla y abre una carpeta.
-Su madre no está bien- nos informa- Tiene desnutrición, muchos huesos
rotos y mal curados, muñeca derecha, costillas, ambas rodillas. Pero la
fisura que más me preocupa es la del cráneo, podría sufrir consecuencias a
largo plazo. Dado que no ha querido hablar en todo el proceso, no podría
afirmar cuándo o dónde se hizo la fisura. Aunque el conjunto de lesiones
indica que ha sido golpeada con frecuencia.
Venus solloza, se tapa la cara con las manos y niega con la cabeza.
-Sí- contesto.
Gio le saca la lengua, la tomo en mis brazos y le doy besos por todos
lados, haciéndola reír a carcajadas.
-Mi monstruo- digo con una sonrisa a la vez que miro a Gio a los ojos.
-¡No!- grita Eros con enfado- No eres fea Gio, eres la mostriciattola más
guapa del mundo.
-Lo sé, es que hace mucho tiempo que no piso esta casa.
-Es tu casa, mamá, siempre lo fue. Ha sido limpiada por los empleados,
no hay nada que pueda recordarte a ellos.
Desvía la mirada hacia otro lado sin contestar a la vez que suelta la mano
de Venus, que se acurruca en mi costado. Respiro hondo varias veces, mi
hermana debe notar mi malestar porque acaricia mi antebrazo con sus
dedos. Hoy no es el mejor día para hacerme enfadar, ya estoy bastante
enfadado y con ganas de torturar y asesinar a alguien.
Ahora quiero saber por qué mi madre quería a Eros, por qué su alianza
con Morozov y cómo lo llegó a conocer. Quiero saberlo todo.
-Pasé mucho miedo por usted y su hijo- dice con la voz rota- Me alegra
que hayan vuelto sanos y salvos.
-Gracias, Celia.
Mi madre asiente.
-No tenía nada más en lo que creer, Ares. Estaba encerrada, sin noticias
del exterior. Excepto algunas cosas que escuchaba de mis custodios, aprendí
ruso con los años. Cada día que pasaba lo entendía mejor, no dije nada para
seguir oyendo las conversaciones. En una de esas fue que escuché el
nombre de Matvey Morozov. Los guardias hablaban de él con desprecio, los
imbéciles dieron tantos detalles que cuando lo encontré es como si ya la
conociera de antes. Le conté toda mi historia, le prometí destruir a la Bratva
a cambio de que me ayudara a recuperar a mi nieto. No podía dejar que
Eros se criara con ese maldito monstruo.
-Oh no, chico Vólkov, en eso te equivocas. Ella tiene algo muy valioso.
-No, no. Aprovecharme no, hicimos un trato. Ella haría algo por mí y yo
por ella.
-¿Sabes por qué tiene el mismo trastorno que tú?- me pregunta- Porque
tu abuelo, Horatio, lo padecía, era un jodido psicópata. Supo de mí a través
de otros, en su maldita mente tenía la fantasía de crear un ejército de
psicópatas. Tu padre tenía los componentes en sus genes, aunque no el
trastorno. Esa niña lo heredó de los Romano, tú de ambas partes. Eres el
sueño de Horatio Romano. Para él fue una auténtica desgracia que muriera
antes de poder utilizarte a su favor, espero que Satanás lo tenga en su gloria.
-¿Con qué?
Han pasado cinco días desde que mi hermano nos rescató en el monte.
Estábamos en la frontera con Suiza, Ares nos encontró gracias a la lengua
suelta de Cinthya, le contó sobre la cabaña y Ramiro se encargó de rastrear
el teléfono de mi padre. Llegaron justo a tiempo, creo que Federico y mi
padre nos habrían vuelto a apresar si no hubieran llegado.
-Y yo a ti, hermano.
-Vas a ser oficialmente mía - me dice- Todos sabrán que Ares Romano es
tu dueño.
Esbozo una sonrisa, le clavo las uñas en la parte trasera del cuello,
haciéndolo gruñir.
-Creo que en cuanto crezca mi vientre sabrán que soy tuya y para
siempre, toda la eternidad- contesto.
-Te doy mi palabra de que los cuidaré y los protegeré de cualquiera que
intente dañarlos.
-No tienes que darme tu palabra, amore mio. Proteges a Gio y a Eros, los
cuidas y los mimas. Sé que también cuidarás a este bebé, o estos bebés.
Estoy segura de que son dos.
-A Giulio, quiero que le dé una lección a ese pequeño hijo de puta hasta
que mañana vaya yo y me divierta con él.
-Sufrirá, te lo prometo.
Y así es, cuando entramos en la sala de celebración, todos los Dones, sus
familias y los capos y sus familias nos reciben. Mi hermano agarra mi mano
con más fuerza, no todos están de acuerdo con nuestra unión, pero tendrán
que acatar las órdenes. De todas formas, sólo son unos pocos y ninguno de
esos son capos de la 'Ndrangheta. No me importa si les parece bien que mi
hermano gemelo y yo seamos algo más, no me importa si les da asco o nos
encuentran repulsivos. Ya nos hemos ocultado durante mucho tiempo y no
pretendo seguir haciendo eso. En el acta de nacimiento de mi hijo ya figura
como Eros Romano, hijo de Ares Romano. Mauritio nos lo consiguió a
modo de disculpa por no habernos contado antes sus sospechas sobre mi
madre. La legalización de nuestro matrimonio tardará un mes, el tiempo
suficiente para organizar una boda.
-Discúlpame, Carmela.
-Claro que perteneces a este lugar, perteneces al lugar donde están tus
hijos, mamá.
-Desde que erais pequeños supe que esto pasaría algún día, pero pensé
que estaría presente en cada paso que dierais. Y, sin embargo, quien ha
estado presente es Carmela- esto último le sale con rabia.
-No.
-Tú, mamá. Dejé que mi pelo creciera tan largo para que fuese como el
tuyo, crie a Eros con el mismo amor que tú intentaste mostrarnos a mi
hermano y a mí y cuidé de Ares como tú lo hacías. Nunca me fijé en otra
mujer que no fueras tú, ni siquiera en la abuela.
-No- me rio con suavidad- Eres una manipuladora y sólo querías oír
estas palabras y si Ares tuviera un poco de empatía contigo también te las
habría dicho.
Mi madre se ríe, añoraba tanto su risa que lo hago sin pensar, empiezo a
hacerle cosquillas por la barriga, haciendo que su risa suene más fuerte. Ella
me abraza por encima de mis hombros, apoyo mi cabeza en su pecho.
-Mi dulce niña- murmura- Siento haber estado tan distante estos días,
pero necesitaba tiempo para adaptarme.
-Te han tenido dieciocho años encerrada, lo entiendo, mamá.
-Pero...
-Por eso estás así con Carmela- le digo- Crees que te ha sustituido.
-Sí.
-¿De verdad?
Niego con la cabeza sonriendo, adoro verla así, embarazada de mis dos
posibles bebés y hermosa como siempre. Anoche le hice el amor varias
veces y creo que por fin puedo decir esto con total convicción, ya no me la
follo, ahora le hago el amor. Y lo haré para el resto de mi vida. Venus es la
única mujer que he adorado y la única que alguna vez adoraré.
-¡Ares!
-Vale.
-¿Te vas?
Se pone de pie, sacando pecho, como si eso me fuese a echar para atrás,
de hecho, hago todo lo contrario, doy varios pasos hacia adelante hasta que
estoy frente a frente con él.
-Puedes imaginarlo.
-No intento manipularte, sólo te digo la verdad. Soy libre, joven y quiero
disfrutar de la vida, cariño. Mat es lo que quiero ahora.
-Tiene una...
Golpeo al ruso con mi puño antes de que pueda terminar esa frase, cae
de culo en el sofá. Mi madre se interpone entre los dos, se pega a mi cuerpo
en un intento de detenerme.
-Quiero que sepas que ni Venus ni Ares me han contado nada sobre tu
pasado, son leales a su hermano pequeño- Iván sonríe levemente- No sé qué
pasó, pero sí sé que una mujer que abandona a alguien a quien mis hijos
aprecian no merece ser llamada madre.
-Eso también podría aplicarse a ti, cariño. Quizás él sepa algo que
nosotros no.
Emito un leve gruñido, no quiero hablar con él de nada que tenga que
ver con mi hermano.
Aprieto el volante con mis manos, no quiero oír su voz y mucho menos
si es para hablar de esa familia. Voy a obligar a Iván a cambiarse el apellido.
-Cumpliré con la parte del trato que hiciste con mi madre, pero no quiero
oír nada de esa familia.
-Tienes que hacerlo, ese chico ni siquiera conoce un poco de su propia
familia.
-Sí. Anastasia, Rasputín, toda esa historia que todo el mundo conoce.
Los Vólkov son descendientes directos del zar Nicolás II. La Bratva se
originó en 1917 cuando el último de los Románov se creía muerto, fue un
antepasado de ese chico quien la creó. Querían seguir gobernando Rusia,
pero esta vez lo harían en las sombras. Adoptaron el nuevo apellido Vólkov,
en ruso significa fuerte, ágil y valiente como un lobo, así es como se veían.
Eran unos engreídos, pensaban que estaban por encima del bien y del mal,
de ahí la caída del último zar. Cada cabeza de familia que nació de los
Románov era cruel y despiadado, pero el peor siempre ha sido Gavril
Vólkov, el padre de tu hermano, abusó de todos sus hermanos, los golpeaba
y los encerraba en los armarios durante días. Hubo una criada a la que violó
en repetidas ocasiones, ella huyó, dicen que con un bebé fruto de esas
violaciones, aunque nunca pudieron comprobarlo porque no la encontraron.
Yo tengo otra teoría de lo que pasó con ella.
-Para demostrar su poder, sabía que nunca podría matarlo, llevo años
intentándolo y no he podido. Cuando conocí a tu madre vi una oportunidad.
-¿Sigue viva?
-No quiero que le cuentes nada de esto a Iván, ya ha sufrido bastante por
culpa de esa jodida familia.
Morozov asiente.
-Iván no quiere tener nada que ver con Rusia o con los rusos, os odia a
todos.
Salgo del coche tan enfadado y molesto, tendré que descargar toda mi ira
con los cabrones que tengo encerrados.
Alguien me sujeta por los brazos, doy un fuerte grito para que me
suelten, quiero seguir golpeando a Russo.
-Principino, cálmate.
-No así, lo harás rápido y tiene que sufrir por lo que hizo a tu hermana.
Russo sonríe, sus dientes están llenos de sangre por todos los golpes que
le he propiciado. Mi madre y el ruso me sueltan los brazos.
Mi madre sonríe.
-¿Y tampoco sabías que ha estado siéndote infiel todos estos años?
¿Tampoco sabías que violó a mi madre vez tras vez? ¿Que la dejó
embarazada y la obligó a abortar tantas veces hasta que le dejó lesiones
internas?- gruño.
-Eres tan culpable como él, pagarás por todo lo que hiciste. Te reíste
cuando mi padre la golpeó delante de ti, a ver si ahora también tienes tantas
ganas de reírte.
-Estás preciosa.
Esbozo una sonrisa y me giro, Iván me mira de arriba a abajo con una
sonrisa. Hay tanto amor y ternura en sus ojos, se limpia las lágrimas con el
talón de su mano.
-Nuestro hermano se va a volver loco cuando te vea- dice entre risas y
lágrimas- Tendré que llevarme a los niños para que no vean a sus padres
haciendo cosas guarras.
-¡Mami!
Iván sonríe y se hace a un lado. Gio abre la boca cuando me ve con mi
vestido de novia.
Abre los ojos como platos y sale corriendo de la habitación. Ares quería
que tanto nuestra madre como Gio lo acompañaran al altar, yo quería lo
mismo, pero con nuestro hijo y con nuestro hermano, Iván y Eros me
entregarán a él. Mi hijo entra por la puerta con las mejillas sonrojadas y
jadeando.
Demarco y Fabián abren las puertas del jardín de atrás con una sonrisa.
-Gracias.
Mi voz sale más temblorosa de lo que pretendía, los nervios están a flor
de piel, estoy a punto de contraer matrimonio con el único hombre que he
amado toda mi vida, mi alma gemela y el amor de mi vida. Iván me asiente
con la cabeza, respiro hondo y suelto el aire varias veces.
Nos detenemos frente a él, sus ojos brillan por el deseo y el anhelo de
tenerme en exclusiva. Iván y Eros le entregan mis manos, que toma sin
dudar, acerca su boca a mi oído para susurrarme.
-Hoy luces más hermosa que nunca, amore. Sólo pienso en el momento
de tenerte a solas para mí y hacerte todo lo que te gusta.
Mi sonrisa es instantánea.
El momento del sí quiero llega después del discurso del oficiante. Ares
desliza la alianza por mi dedo y yo hago lo mismo con su alianza.
Así es, en cuanto pone sus manos en mis muslos me despoja de las
bragas y el sujetador a juego. Recorre con su boca cada parte de mí, mis
caderas, mi vientre, mis pechos. Soy un juguete en sus manos y se siente tan
bien ser amada y manejada por el mismísimo Ares Romano. Mi piel se eriza
cuando su lengua toca mi necesitado clítoris. Sus dedos aprietan la carne de
mis muslos, haciéndome gemir, me muerde y lame los labios de mi coño.
Me siento vacía y lo necesito dentro de mí. Parece leer mis pensamientos,
me gira para ponerme en cuatro, no tarda ni un sólo segundo en mojar su
polla con mis fluidos. Ambos gemimos de placer cuando se mete hasta el
fondo de mi vagina. Dejo caer mi cabeza al colchón, mis gemidos son tan
fuertes como nunca.
Ya no tienes que esconderte, ahora todos saben que estás follando con tu
esposo.
-Esposo- gimo.
-Venus.
-¿Sí?
-¿Esto es la felicidad?
-Algo así.
-Elige un sitio, pero que no sea fuera de Italia, aún necesitamos estar a
salvo.
-¿Quieres ir a Scilla?
-Lo que tú desees, pero si decides estar más de un mes tendremos que
hablar con el hospital de la 'Ndrangheta de allí para que sigan el embarazo.
-Quiero estar un mes como mínimo, hace mucho tiempo que no salimos
de viaje y desde allí puedes hacer tu trabajo y nombrar a Iván tu
consegliere.
-¡Sí!- chillo.
Ares se ríe.
-Me encanta verte así, Venus, no tienes ni idea de las cosas que me haces
por dentro.
-Te amo, Ares. Este ha sido uno de los mejores días de mi vida...
-¿Sí?
-Sí.
-Lo sé.
Atraigo su atención acariciando su nuca suavemente, sus ojos se posan
en los míos.
-Te amo, Ares. Ahora y siempre estaré a tu lado sin importar lo que
hagas o digas.
-Cazzo.
Iván asiente. Todos nuestros capos están más que satisfechos con su
desempeño como consegliere, no es para menos, sus fortunas se han visto
aumentadas por las ideas de mi hermano. Es un maldito as en los negocios,
tanto en los legales como en los ilegales. Hemos inaugurado algunos clubs
nocturnos para blanquear dinero, dos de ellos en Calabria. Ni siquiera
llevamos cinco meses al mando y hemos logrado que la 'Ndrangheta suba
de nivel, ahora somos la mafia más rica y poderosa de Italia. Sólo tenemos
a los japoneses por delante para serlo del mundo. Esto lo sé gracias a
Gianluigi, el bastardo conoce los secretos de las otras mafias. Hace un mes
que fue nombrado Don, Mauritio decidió retirarse y descansar junto a
Carmela, se dedican a viajar y vivir su vida. La relación entre mi madre y
Carmela ha ido mejorando, están intentando retomar la amistad que tenían,
aunque a mi madre a veces le dan celos cuando ve a Venus siendo
demasiado cariñosa con Carmela.
Iván sale del despacho, echo la cabeza hacia atrás y suspiro cerrando los
ojos. Tengo que decírselo, no puedo callarme esto por más tiempo y la
nueva información sólo empeora las cosas. Cuando se entere querrá correr
hacia el foco de la noticia y no tendré otra opción que acompañarlo, no lo
dejaré solo en esto. Pondré en sus manos todos mis recursos, ahora tiene su
propia ala de la casa y es dueño de una parte, Venus y yo decidimos que así
fuera cuando el abogado nos informó que la parte de nuestro padre había
pasado a ser de nosotros y nuestra madre nos cedió la suya. Ya que ahora
pasa más tiempo en Rusia que en Italia.
-Papi, quiero comer pasta con mucha carne, pero mami dice que aún es
temprano y Celia no tiene la comida preparada.
Se cruza de brazos haciendo morros con la boca, lo hace cada vez que
algo le molesta, sobre todo cuando quiere algo y Venus se lo niega. Es
cuando recurre a mí, sabe que no puedo negarle nada.
-¿Cómo se cayó?
-Lo tapé con una toalla y Eros lo hizo correr detrás de él.
Mi pecho vibra por la risa, estos dos han descubierto el mundo de las
travesuras ahora que somos libres. Demarco y Fabián son el foco principal,
ellos se lo toman bien, a veces les devuelven las bromas, lo que sólo
provoca que Eros y Gio se rían más fuerte.
Celia se ríe y niega con la cabeza cuando nos ve entrar en la cocina,
desliza un plato con un trozo de pizza de anoche por la encimera.
Miro a Gio, que mira hacia otro lado como si esto no fuese asunto suyo.
-¿Por qué?
Celia se ríe.
-Sí, Don.
Venus se ríe.
-No es sobre eso, es algo que sé desde hace meses y tú también deberías
saber.
Niega con la cabeza, ya tiene lágrimas luchando por salir de sus ojos y
me odio por ser el causante de ellas. Ojalá no tuviera que hablar de esto,
ojalá pudiera llevármelo a la tumba. Sin embargo, no puedo, si se entera por
otro lado de esto me odiará para siempre. Me levanto de la toalla, me
coloco frente a él y pongo mis manos sobre sus hombros.
Lo sujeto con fuerza por los hombros, niega con la cabeza a la vez que
llora desconsolado.
-No quiero a ese ruso cerca de mí. No quiero a ningún ruso a mi lado.
-Cazzo- gruño.
-Mi madre venía cada día a verme, me contaba un cuento por las noches
para dormirme, me decía cuánto me amaba y que ojalá pudiera estar
conmigo cada segundo del día. Hacía promesas que nunca cumplía, era todo
mentira, si me hubiera querido de verdad habría luchado por mí, no me
habría dejado abandonado a los nueve años en un puto país que no conocía.
-Iván, hay una razón por la que te cuento todo esto. Tus otros dos
hermanos, han sido abandonados en pleno bosque al norte de Rusia. Vasil
estaba vigilando la casa y vio a alguien salir con los chicos, los siguió dos
horas, fueron hasta la frontera del país para abandonarlos a su suerte.
-A estas alturas, en Rusia, debe hacer frío y debe haber nieve- dice.
-¿Dónde están?
-¿Pero?
-Tengo que hacer algo- me dice deteniéndose- No puedo mirar hacia otro
lado como hicieron conmigo.
-Iremos, hermano. Ares e Iván contra todos- le digo con una sonrisa.
Nunca había pensado que mi vida sería así, plena, siempre viví entre el
caos y el odio. Dudo mucho que esta calma dure para siempre, pero
disfrutaré de cada momento hasta que toque volver a la lucha, a la guerra.
Iría a mil guerras por defender a mi familia. Ayer fuimos Venus y yo, hoy es
Iván y pasado serán mis hijos. No importa cuántas veces tenga que
mancharme las manos con la sangre de mis enemigos, no importa las balas
que tenga que disparar, no importa las vidas que tenga que quitar. Nada de
eso importa si la vida de mi familia está en juego. Ellos por delante de todo
y de todos. Ares Romano no descansará hasta ver a todos nuestros enemigos
en ruinas, hasta verlos perecer como la lluvia en un día de sol. Morte está
más vivo que nunca y dispuesto a cualquier cosa.
Próximo Libro
Primer Spin Off de la Serie Lazos de Sangre
Lo traicionaron, fue abandonado por ser diferente a lo que se esperaba.
Tuvo que aprender a sobrevivir solo en un país extranjero, unas calles que
nunca visitó, gente que hablaba en otro idioma. Alguien lo salvó, le dio lo
que siempre deseó: una familia. Pero había algo que le faltaba, así que fue a
buscarlo y lo que encontró era mucho peor de lo que una vez pudo
imaginar. Dos corazones rotos que había que reparar, dos chicos demasiado
jóvenes que luchaban por sobrevivir. Se los llevó con él. Aunque eso
supusiera una guerra contra la Bratva.
Iván Vólkov:
A los nueve años fui abandonado en un país lejano del que nací. Mi
madre me dejó a mi suerte en las calles de Milán, pero un demonio con cara
de ángel me salvó de ser abusado sexualmente por un transeúnte. Se
convirtió en mi hermano, me hizo parte de su familia. Todo lo que tengo y
todo lo que soy se lo debo a él. Ahora necesito su ayuda para liberarlos a
ellos y ganar la guerra contra la Bratva. Siempre deseé una familia propia,
tener hijos y alguien que me amara y me cuidara. Lo conseguí de quien
menos esperaba. Levka y Lena provocaron algo dentro de mí, un instinto de
protección, de posesividad, celos que jamás había sentido.
Lena Vólkov:
Me abandonó con un niño, Levka y la criada, de la cual llevo mi nombre,
me cuidaron. Hasta que ella fue asesinada por Gavril, mi padre, el de Levka
y Pakhan de la Bratva. Fue cuando Levka se hizo cargo de mí, me alimentó
con la poca comida que nuestra madre nos daba a escondidas. Levka me
enseñó lo que la criada le había enseñado, lo poco que aprendí fue gracias a
él. Levka es mi mundo, o eso creía. Iván apareció para salvarnos, mi mundo
se expandió, comencé a ver la vida de otra forma. A Levka no le gustó que
alguien nuevo llegara, pero aceptaría cualquier cosa que yo quisiera.
Levka Vólkov:
No me gusta. Lena siempre fue sólo mía, ahora tenía que compartir a la
niña que crie con él. Ella parecía feliz con Iván, no podía negarle eso, mi
pequeña ya había sufrido demasiado. Pero quería protegerla de cualquier
mal, por eso acepté ir con él. Sabía que Lena no sobreviviría sin mí, sus
días seguirían siendo tristes y grises. Ella había nacido para dar luz a este
mundo, ella era mi luz. Mi solnyshko. Si tenía que aprender a tratar a Iván
lo haría por ella. Así comenzó todo, por ella. Por Lena.