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Jake M.O.

ROTO
Serie Lazos de Sangre
Libro 1

Título: Roto

Autora: Jake M.O.

Año de publicación: 2024

Lugar: España

ISBN: 9798877655737

Publicación independiente en Wattpad y Amazon KDP.


"Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de
nosotros y, a veces, ellos ganan."

Stephen King.
Contenido
Estructura mafia italiana
Diccionario
Sinopsis
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta Y uno
Treinta Y dos
Treinta Y tres
Treinta Y cuatro
Epílogo
Próximo libro
Estructura mafia italiana
 Provincia: Unidad formada por los principales cargos de la mafia
italiana, normalmente por los Don, si alguno falla, puede enviar a su
consegliere o un capo de confianza en su lugar. En sus reuniones acuerdan
no traspasar territorios de otros Dones para comerciar.

 Don: Máximo jefe, su poder está por encima de cualquiera.

Dones de esta historia y sus territorios:

 Norte del país:

Mafia: ’Ndrangheta.

Don: Tomasso Romano.

Heredero: Ares Romano.

Regiones: Lombardía, Valle d'Aosta, Piemonte, Liguria, Véneto,


Tarentino Alto Adige y Friuli Venezia Giulia. Controlan Calabria, al sur del
país.

Residencia: Milán.

 Centro del país:

Mafia: Casamonica.

Don: Mauritio Médici.

Heredero: Gianluigi Médici.

Regiones: Emilia Romagna, Toscana, Marche, Umbría y Lazio.

Residencia: Roma.

 Sur del país:


 Primera familia:

Mafia: Camorra.

Don: Federico Russo.

Heredero: Giani Russo.

Regiones: Campania y Basílica.

Residencia: Nápoles.

 Segunda familia:

Mafia: La Cosa Nostra.

Don: Primo Moretti.

Heredero: Michel Moretti.

Regiones: Sicilia y Cerdeña.

Residencia: Palermo.

 Tercera familia:

Mafia: Sacra Corona Unita.

Don: Giuseppe Di Cardo.

Heredero: Francisco Di Cardo.

Regiones: Puglia, Molise y Abruzzo.

Residencia: Bari.

 Capo: Jefe bajo el mando del Don, están esparcidos por las capitales
de las regiones, excepto en la que vive el Don, ahí gobierna él.
 Consegliere: Consejero y mano derecha del Don o el capo. El
consegliere del Don tiene más poder que el del capo.

 Ejecutor: Pueden haber uno o dos, se encarga de ejecutar las órdenes


del Don o el capo, suelen ser los que torturan y se encargan de matar.

 Soldados: Todos los demás miembros de la mafia que no tienen un


cargo importante.
Diccionario
Algunas palabras usadas en esta historia son italianas, es por eso que
dejo aquí sus traducciones para que os sea más fácil la lectura. Son palabras
cortas y conocidas si has leído mi otra saga de mafia.

Stronzo - Estúpido, imbécil, gilipollas (Stronzi en plural)

Coglione - Capullo, Cretino.

Cazzo - Coño, joder, carajo.

Vaffanculo - Vete a la mierda, Vete a tomar por culo.

Cagna - Perra

Puttana - Puta.

Porca puttana - Me cago en la puta.

Figlio di puttana - Hijo de puta

Principessa - Princesa

Amore/Amore mio - Amor/Mi amor

Mia vita -Mi vida

Piccolo/Piccola - Pequeño/Pequeña (Piccoli en plural)

Bambino/Bambina - Niño/Niña (Bambini en plural)

Mamma - Mamá

Papà - Papá

No siempre se usarán estas palabras, pero las dejo aquí por si acaso y por
si se me olvida poner las traducciones bajo los capítulos.
Sinopsis
Ares Romano:
Venus no fue creada para estar conmigo, era mi hermana, mi gemela.
Pero al diablo con eso, la deseaba y ella me deseaba a mí. No nos importaba
nuestra consanguinidad, nunca fue un obstáculo, lo dejamos de lado y
funcionó. Ella me amaba, me veía tal y como era, lo más sorprendente es
que no le asustaba mi oscuridad. Le gustaba nadar en ella, se hacía más
grande, más fuerte y valiente. Nunca me tuvo miedo, hacía bien, jamás
podría dañarla. Yo estaba roto, pero ella también.

Venus Romano:
Ares y Venus, dos amantes de la mitología griega. Nuestra madre debió
ver el futuro cuando nos nombró así, estábamos destinados. No me
escondo, estoy profunda y locamente enamorada de mi hermano, mi
gemelo. Él siempre fue diferente, desde pequeño, pero yo siempre fui su
luz, su ancla en la cordura. ¿El problema? Que me gustaba su oscuridad,
nos protegía, nos cuidaba. Eros y yo estábamos a salvo con él en este
mundo. Los monstruos también saben amar.
Uno
Ares
Dicen que cuando una vida se desvanece otra está a punto de comenzar.
No es lo que veo, cuando quito una vida voy a por la siguiente y luego a por
otra. Soy un asesino, un sádico. Me gusta hacer daño, no tengo consciencia,
no siento las emociones como los demás seres humanos.

Psicopatía monoempática.

Eso es lo que el psiquiatra me diagnosticó cuando tenía tres años. Desde


muy pequeño supe que era diferente, no amaba a mis padres, no amaba a
nadie. A nadie que no fuera ella. Mi gemela, mi hermana, mi adoración más
pura, mi luz y mi oscuridad, mi sol y mi luna. Mi Venus. Mi único
sentimiento está dirigido hacia ella y Eros, su hijo. No diría que los amo, no
de una forma tan mundanal como lo hacen los demás humanos. Mis
sentimientos por ellos son mucho más profundos y oscuros, son egoístas.
Los quiero únicamente para mí, ellos me pertenecen y lo saben, los
protegeré, los cuidaré y haré cualquier cosa por ellos. Aunque eso suponga
matar, como estoy haciendo ahora.

El bastardo que yace en mis pies es el padre de un niño que empujó a


Eros esta mañana en el parque. Nadie le hace daño a alguien que me
importa, Eros lo hace, me importa mucho, es mi sangre. Aunque no es por
lo que me importa, lo adoro porque viene de ella, estuve allí cuando nació.
Tan pequeño y vulnerable, le hizo algo a mi corazón cuando lo sostenía en
mis brazos por primera vez, creo que escuché un latido. Le hice un
juramento, el mismo que le hice a su madre, lo protegería de cualquier mal
del mundo. Sería su sombra, su protector, su asesino personal. Cualquier
cosa que me pidiera se lo daría.

Golpeo una última vez a este maldito stronzo. No voy a tolerar que
nadie falte el respeto a las únicas dos personas que amo.

-Iván, llama a Fabián, que se encargue de limpiar este desastre- ordeno.


Él asiente. Me giro hacia el pequeño hijo de puta que se atrevió a
empujar a mi piccolo. Tiene los ojos desorbitados, la mirada perdida. Ha
visto todo lo que le he hecho a su padre, así aprenderá a no meterse con
quien no debe. Me agacho frente a él, ni siquiera me mira, pero su cuerpo
tiembla. Eso está bien, sabe que estoy aquí, puede sentirme.

-¿Vas a volver a empujar a Eros?- le pregunto.

Niega con la cabeza lentamente, me pongo de pie y revuelvo su pelo con


mi mano.

-Así está mejor, piccolo- le digo- Nunca debiste haberlo tocado.

-Ares- me llama Iván- Deberíamos irnos ya, Fabián y su equipo vienen


de camino, tu padre va a enterarse de esto, si no lo ha hecho ya.

Mi boca se curva por un lado. Estoy deseando que mi padre se entere de


esto. Iván niega con la cabeza.

-Lo estás deseando, ¿verdad?- me pregunta.

Palmeo su hombro. Creo que, después de Venus, es la única persona que


me conoce de verdad. Nos conocemos desde que lo salvé de un depredador
sexual cuando teníamos trece años, no fue la primera vez que maté a
alguien, ya lo había hecho antes. Estaba con mi padre por las calles de
Milán cuando escuche a un niño gritar, en realidad, sólo tenía curiosidad
por saber qué estaba pasando. Cuando encontré a Iván, ese hijo de puta lo
tenía sometido, estaba a punto de violarlo, en plena calle. Saqué el cuchillo
que llevaba siempre conmigo, el que mi padre me había arrebatado en
diferentes ocasiones y siempre recuperaba, me acerqué por detrás a ese hijo
de puta y lo apuñalé en la yugular. Se desangró como un cerdo, Iván salió
de debajo de él para esconderse detrás de mí mientras se ponía sus
pantalones viejos, roídos por el paso del tiempo. Vio desangrarse a ese
enfermo y no dijo nada. Le pregunté si no tenía miedo de mí, como todas
las personas solían sentir cuando me conocían de verdad. Iván negó con la
cabeza, fue en ese momento cuando lo tomé de la mano y lo llevé hasta mi
padre, a quien le insistí para llevarlo a casa. Al principio se negó, pero,
después de amenazarlo con hacer daño a todos sus soldados, aceptó. Mi
padre sabía que sería capaz de eso y de más. Desde entonces, Iván se
convirtió en mi mano derecha, a él le gusta llamarnos mejores amigos. En
cierto modo, siento aprecio por él, no al nivel que lo siento por Venus o
Eros, pero estoy dispuesto a volver a matar por él. Esta puta psicopatía es
un caso extraño, muchos creen que soy un sociópata, no es así. No actúo
por impulso, siempre lo tengo todo bien controlado, necesito tener el
control de las situaciones.

Me subo a mi coche, un Mustang Mach 1 de color negro, un regalo de


mi hermana. Nunca salgo de casa en otro coche que no sea este. Mi
pequeña zorra me tiene vigilado, que no piense que no he encontrado el gps
localizador escondido cerca del motor. Puede aparentar ser una esposa
sumisa e inocente, pero yo la conozco de verdad, todos los que pasan
tiempo a solas con ella lo hacen. Puede que yo sea el psicópata
diagnosticado, sin embargo, Venus no es precisamente una persona sana
mentalmente. Estamos jodidos, muy jodidos de la cabeza. ¿Acaso me
importa? No, la quiero así.

Piso el acelerador en cuanto Iván está dentro del coche, viene conmigo a
todos lados. Vive en mi casa, en mi ala de la casa. La maldita estructura
tiene más metros cuadrados que el jodido Vaticano, a mi padre le encanta
aparentar, cree que una casa de esas características lo hará parecer más
importante. Como si no fuese suficiente ser el Don de la ‘Ndrangheta, como
si no fuese suficiente con gobernar el norte de Italia y el sur. Lombardía,
Calabria, Piemonte, Véneto, todos esas regiones nos pertenecen y alguna
más. Somos la mafia italiana más grande hasta la fecha, he ayudado a mi
padre a tomar todos esos territorios, me ha estado usando como su perro de
presa desde que cumplí dieciséis años, su ejecutor. Desde que mi cuerpo se
hizo más grande y fuerte, si hay algo de mí que le gusta a mi padre es mi
metro noventa y cinco, siempre lo adoró. Y, aunque no lo diga, sé que
también le viene bien mi psicopatía para sus planes, soy más un peón que su
hijo. De hecho, nunca me vio como un hijo, no es necesario que me lo diga,
puedo ver el desprecio en él cuando no me necesita. Tampoco es que me
importe, nunca lo he visto como un padre, sólo un bastardo del que espero
la muerte. Joder. Es lo que más deseo en el mundo, que muera pronto para
poder tomar su lugar, seré el próximo Don, aunque ya me esté encargando
de la mayor parte del trabajo. Mi puto padre sólo se preocupa por ordenar
cosas y follarse a sus putas.

-El cargamento está a punto de entrar por Venecia.

La voz de Iván me saca de mis pensamientos.

-Llama a Matteo, que esté atento a cualquier movimiento, este


cargamento es muy importante- le digo.

-¿Era necesario?

-No puedo leer tus pensamientos, querido amigo.

-Tener al niño viéndote torturar y matar a su padre.

-Sí.

-Sólo tiene seis años, lo has traumado para toda la vida.

-¿Cómo hice contigo?

Iván sonríe.

-No me traumaste, lo sabes.

-Lo superará.

-¿Y si no?

-Hay instituciones mentales con plazas disponibles.

-Deberías solicitar una para ti.

-Vendrías conmigo, lo sabes.

-Por supuesto, soy tu mascota.


-Exactamente.

El bastardo se ríe. Nunca lo he considerado una mascota, quizás haya


desarrollado algún tipo de sentimiento extraño por él. Mi pecho vibra por la
risa. Eso es una estupidez.

-¿Sabes si Venus está en casa?- le pregunto.

-No, Ares, a pesar de lo que creas en tu jodida cabeza, no tengo un dron


siguiendo los pasos de tu hermana.

-Deberías, hazlo. Compra un dron y que la siga a todos lados.

-Ares- advierte- Me matará si lo hago.

-Te cubriré las espaldas.

-No voy a hacerlo, puto psicópata. Ella estará con su esposo cenando en
algún lugar de Milán, sabes que a Martino le encanta presumir de esposa.

Aprieto el volante con mis manos, odio a ese cabrón que se casó con
ella. Era necesario hacerlo, lo entiendo, pero lo odio. La trata como a un
trofeo, como si hubiera conseguido el mayor logro de su vida. Por supuesto
que lo hizo, Venus es la hija de su Don, un puto Consegliere casado con la
hija del Don.

Abro el portón de la entrada y aparco el coche dentro de los muros de la


propiedad Romano, salgo del coche y voy hacia dentro mientras saco del
bolsillo de mi pantalón mi móvil. Marco el número de Venus a la vez que
camino hacia su lado de la casa. No tuve que amenazar a Martino para que
se quedaran aquí a vivir, por supuesto que ese cabrón codicioso querría
vivir en esta casa. Una maldita mansión de dos plantas con más de veinte
habitaciones, cinco por cada ala. Pero no es eso por lo que quiere vivir aquí,
sino por lo que representa este lugar. El hogar de la familia Romano, el
hogar del Don.
Guardo el móvil de vuelta en mi pantalón, mi hermana no ha atendido la
llamada. Abro un poco la puerta de la habitación de Eros, asomo la cabeza
antes de entrar. Me acerco a él y me siento en el borde de su pequeña cama.
Niego con la cabeza a la vez que aparto el libro de su cara.

-Buenas noches, piccolo- susurro en voz alta.

Me levanto de la cama, apago la luz que mi hermana siempre le enciende


para que no tenga miedo a la oscuridad. Maldita sea, es Eros Romano, no le
tiene miedo a la puta oscuridad. Pero Venus no atiende a razones, sigue
pensando que es un niño pequeño. Me encuentro de frente con ellos cuando
llego a la entrada de la casa.

-Venus- la llamo- ¿Tienes tu móvil encima?

-Sí, Ares, lo he oído.

-¿Y por qué no has cogido mi llamada?- gruño.

Martino se pone delante de ella, ocultándola de mi vista. Como si


pudiera hacer algo en mi contra. Lo miro a los ojos, negros como la noche.

-Apártate- espeto.

-Por si no te has dado cuenta, acabamos de llegar de una cita romántica,


voy a llevarme a mi esposa a nuestra habitación.

Lo agarro por las solapas de su chaqueta.

-Fuera de aquí Vitale- le ordeno- No me obligues a llevarte arrastras a tu


habitación.

Me da un empujón hacia atrás, aunque es más bajo que yo, tiene casi la
misma fuerza. Sus treinta y cinco años nunca fueron un impedimento para
él, siempre tuvo la vitalidad de un joven, creo que eso es lo que le atrae a mi
padre para tenerlo a su lado.

-Martino, ve a nuestra habitación, iré enseguida- le dice mi hermana.


Martino se gira hacia ella, le pega la boca al oído.

-Te espero en nuestra cama, mia vita.

Doy un paso adelante, pero Venus pone una mano en mi pecho para
detenerme.

El hijo de puta se aleja con una sonrisa en su rostro, quiero matarlo. Las
manos de mi hermana se posan en mis mejillas, me obliga a mirarla.

-Cálmate, Ares.

-Te he estado llamando.

-Una sola vez, no lo he cogido porque estábamos cerca de aquí.

Rodeo su cuerpo con mis brazos, apretándola contra mi cuerpo.

-Sabes que tienes que atender mis llamadas siempre, hermanita.

Pone los ojos en blanco.

-Quizás debería ir a matar a tu esposo, así entenderías que siempre debes


atender a tu hermano mayor.

-Morte- murmura en voz casi inaudible.

Mi polla se endurece en mis pantalones, ella sabe el efecto que ese apodo
produce en mí. Inclino mi cabeza hacia adelante hasta pegar mi boca a su
cuello.

-Ven conmigo a mi habitación, amore.

-Debo ir con Martino primero.

Aprieto su culo con mis manos.

-Ares, van a vernos.


-Nunca me ha importado. Tú decides, amore, te follo aquí o en mi
habitación, en un lado o en otro te haré gritar.

No me pasa desapercibido el suave gemido que se le escapa.

-Puedes fingir todo lo que quieras con ese hijo de puta, no conmigo,
Venus.

La tomo por la barbilla con mis dedos, sus ojos azules se encuentran con
los míos del mismo color. Un par de gemelos, con el pelo de color negro,
los ojos fríos y azules como el hielo cuando está concentrado. Acaricio con
mis nudillos la piel de su mejilla, tan blanca y suave. Tan pequeña a mi
lado, tan vulnerable para mí, tan salvaje para otros. Bajo mi vista a sus
gruesos labios, los que tantas veces he besado.

-¿Qué decides, hermanita?

-Iré en cinco minutos.

-¿Tan poco dura ese bastardo?

-Ares, basta con eso. Sabes que ya no me toca, tiene a sus amantes para
eso. Se irá en cinco minutos a encontrarse con una.

-¿Y por qué parece que te acuestas con él?

Sus dedos recorren la línea de mi recta mandíbula hasta llegar a mis


labios, los que ella mira con tanto deseo, acaricia mi labio inferior con las
yemas de sus dedos.

-Le gusta provocarte- me dice.

-Sus provocaciones acabarán muy mal para él algún día de


estos, amore.

-Eros te odiará.

-Ambos sabemos que eso no es cierto, Eros me adora.


-Padre te odiará.

-Ya lo hace.

-Yo te odiaré.

La empujo con mi cuerpo, su espalda golpea con la puerta de la entrada.

-Nunca podrías odiarme, amore mio. Me amas, estás enamorada de tu


hermano, de tu gemelo.

Me separo de ella.

-Cinco minutos, Venus, es todo lo que tienes para llegar a mi habitación


o iré a por ti.

-Cinco minutos, hermano.

Camino hacia mi habitación, la anticipación por estar dentro de su coño


me tiene la polla como el acero. Esto lo comenzó ella, fue quien confesó lo
que sentía por mí. Me dijo que no eran sentimientos de hermanos, no del
todo. Sentía por mí otro tipo de amor, uno más profundo, más mundanal.
Sólo teníamos trece años, aunque me la follé por primera vez cuando
teníamos quince. Nuestro padre nos había dejado solos en casa durante una
semana, y sí, no dejé de follármela durante toda esa semana. Después de
que él volviera, Venus fingía tener miedo para dormir en mi habitación, la
zorra estaba deseando empalarse en la polla de su hermano. Aprendió a
chupármela y yo aprendí a comerme su coño. Tiene la misma adicción por
mí que yo por ella. Somos unos enfermos, unos putos enfermos que follan
como conejos. Estamos rotos y adoramos estarlo.
Dos
Venus
Una locura. Una hermosa y peligrosa locura. Es así como siempre defino
mi relación con Ares, no sé cuándo se torció todo. Pero me di cuenta de que
lo amaba de una forma diferente, yo no veía a mi hermano sólo como un
hermano, era algo más que eso. He de admitir que Ares siempre me ha
protegido, incluso de Gina, la esposa de nuestro padre. Digamos que no le
caigo bien, nunca lo hice, tampoco sé por qué. Creo que le recuerdo a mi
madre, Ares y yo nos parecemos a ella físicamente. La extraño tanto, hace
dieciocho años que se fue de este mundo, fue la mejor madre del mundo.
Mi niña interior de seis años la sigue llorando.

Entro en mi habitación, Martino sale del vestidor con la ropa cambiada,


cree que ensuciará nuestro lecho conyugal si se encuentra con otras con la
ropa con la que ha salido conmigo.

-Volveré en tres horas, más te vale estar aquí en nuestra cama.

Levanto una ceja mirándolo.

-¿Me estás amenazando, Martino?

-Te estoy advirtiendo de que no sucederá nada bueno si vuelvo y no estás


aquí.

Suelto una carcajada.

-¿Es divertido para ti?- me pregunta.

-Es muy divertido que creas que puedes amenazarme y salirte con la
tuya- contesto.

-Venus, no me provoques.
Me acerco a él de forma amenazante, me importa poco su metro ochenta
y ocho.

-No me provoques tú a mí, Martino.

-Eres muy valiente con Ares cubriendo tu espalda. ¿Serías igual si él no


estuviera?

Saco el cuchillo de mi muslo, el que siempre llevo encima, como mi


hermano me enseñó. Aprieto la hoja contra la garganta de mi querido
esposo.

-Ares me protege, Martino, pero sé defenderme. Atrévete a amenazarme


de nuevo y no volverás a ver la luz del sol nunca más.

-Aparta eso de mí.

Hago caso omiso a su orden, de hecho, hago todo lo contrario, aprieto


más la hoja hasta que un hilo de sangre se desliza por ella.

-Ni una jodida amenaza más. ¿Lo has entendido?

-Sí.

En cuanto me giro, me sujeta por detrás, lo golpeo con mi cabeza en la


boca, lo que provoca que me suelte de inmediato. Me giro para mirarlo con
mi cuchillo de caza apuntado hacia él.

-¿Es que quieres que Ares te mate?- escupo- Me dio cinco minutos para
ir a hablar con él y darle las buenas noches y ya he gastado más de cuatro
contigo.

-No, hermanita, ya van cinco.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral al oír su voz. La figura de mi


hermano pasa por mi lado, intento sujetarlo, pero se me escapa. Está
decidido en ir a por Martino, no puedo permitirlo. Me pongo delante de
Ares.
-Por favor- le suplico.

-¿Te ha tocado?- me pregunta.

-Sé defenderme, hermano.

-Eso lo sé, pero puede tocarte en un descuido. ¿Lo ha hecho?

-No, yo lo he golpeado a él, míralo.

Mi hermano lo mira de arriba a abajo, luego devuelve su mirada hacia


mí.

-Necesito que me cantes la canción para poder dormir- me dice.

-Ya eres mayor para que le pidas a tu hermana que te cante canciones
para dormir- espeta Martino- Ni Eros hace eso. Venus no vas a volver a
dormir con él, no es un niño pequeño, maldita sea.

-Iré en cuanto me cambie, hermano- contesto a Ares- Espérame allí.

-Te esperaré aquí.

Me pongo de puntillas, ni siquiera con tacones de quince centímetros


llego a la altura de mi hermano. Pego mi boca a su oído.

-Morte- susurro.

Su respiración se agita.

-Tienes un minuto, hermana.

Espero a que Ares salga de la habitación, no sin antes amenazar a


Martino con la mirada. Me giro hacia mi esposo.

-Vete y no regreses esta noche o Ares vendrá cuando estés durmiendo y


te matará.
-Tu padre lo matará.

Se me escapa una risa.

-¿Cuántos años llevamos juntos, Martino? ¿Aún no te has dado cuenta de


que mi padre jamás matará a su mejor asesino? Antes te mataría a ti.

Martino se acerca a mí, toma mi barbilla con sus dedos.

-Hay muchas cosas que no sabes, mi amada esposa.

Después de decir eso se marcha de la habitación. Entro en el vestidor, me


cambio el vestido por algo más cómodo, unos pantalones cortos de algodón
y una camiseta de tirantes. Salgo de la habitación una vez que me he
desmaquillado y cambiado la ropa. Antes de ir al ala de Ares, me asomo a la
habitación de mi hijo, sonrío cuando lo veo profundamente dormido,
aunque su luz para la oscuridad está apagada, Ares ha debido venir a verlo.
Apoyo la cabeza en el marco de la puerta, Eros es el mejor regalo que la
vida me dio. Un brazo rodea mi cintura, con la mano del otro brazo cierra la
puerta.

-Ya ha pasado el minuto- susurra en mi oído- Deja dormir tranquilo a


Eros, él está bien aquí, amore.

Su boca se posa en mi cuello, haciéndome gemir, conoce mis puntos


débiles y se aprovecha de ello.

-Te voy a follar en tu cama para que ese puto esposo que tienes me huela
en vuestras sábanas.

Asiento con la cabeza, pero niego inmediatamente.

-Ares, no.

Su risa es baja, pero intensa. Cuando algo se le mete en la cabeza no hay


poder en este mundo que se lo saque. Me empuja con su cuerpo hacia mi
habitación, para cuando hemos llegado, me ha despojado de mi ropa. Me
toma en brazos y me suelta en el colchón, lo observo desabrochar el
pantalón de su traje negro, lleva las mangas por los codos y los primeros
botones del pecho abiertos, dejando a la vista sus múltiples tatuajes. Esos
que le recorren todo su torso, brazos y cuello, llegando hasta la nuca. Algo
que a nuestro padre nunca le gustó que hiciera, pero aun así hizo, empezó
con el tatuaje de nuestra familia, el de la ‘Ndrangheta, después se hizo más,
sólo yo sé el significado de cada tatuaje.

-Abre las piernas, hermanita. Tengo algo muy duro para ti.

Mi corazón se acelera con sus palabras y él sabe bien lo que ellas


producen en mí. Es lo mismo que cuando yo lo llamo Morte, el apodo que
le pusieron sus enemigos y los que le temen, porque Ares es la muerte
personificada. Se pone sobre mí, con una mano a cada lado de mi cabeza.
Agarro su polla y la guío hacia mi entrada, me embiste de un empujón.

-Cuando te llame, atiende la puta llamada- gruñe.

Me sujeto de sus fuertes antebrazos, miro hacia abajo, siempre me ha


gustado ver cómo entra dentro de mí.

-Tan zorra- se burla.

Gimo fuerte, sabe cómo hablarme para hacerme disfrutar. Porque sí,
disfruto de su degradación, la psicóloga dijo que soy masoquista. Aunque
tenía razón, nunca más volví a verla y creo que Ares tiene algo que ver en
eso. Ella trató de separarnos, les dijo a nuestros padres que mi hermano
tenía una gran influencia en mí. Está tan equivocada, soy yo la que influye
en él, sólo permito que Ares me hable así porque me gusta que lo haga. Si le
pidiera que nunca más lo volviera a hacer, obedecería sin hacer preguntas.
Mi hermano es un psicópata, pero sé, que a su modo, me ama.

-Ares, más fuerte- gimo.

Mueve sus caderas con más fuerza y rapidez, rodea mi garganta con su
mano y aprieta, apenas puedo lograr respirar. Sin embargo, mi placer
aumenta.
-Lo he matado, hermana. He matado al padre de ese niño que empujó a
Eros en el parque.

Un gemido sale de mí.

-Te habría follado en el charco de sangre que hice- gruñe- Habría lamido
la sangre de tu cuerpo.

El nudo en mi bajo vientre se aprieta.

-Amore- susurra- Vas a correrte, ¿verdad? Vas a llenar la polla de tu


hermano con tus fluidos.

Asiento una sola vez, mi hermano aprieta más mi garganta, haciendo que
el nudo se desate y mi orgasmo explote, pequeñas luces aparecen en mi
visión. Ares me besa para acallar mi grito, gruñe en mi boca y se corre.

-Me encanta llenar tu coño con mi semen, hermanita.

Me rio suavemente, es un enfermo, tanto como yo. Se acuesta a mi lado,


no le gusta hacer esto, lo hace por mí, supongo que estos gestos son su
forma de demostrarme su amor. Me acurruco en su costado, apoyando mi
cabeza en su pecho.

-¿Por qué te ha llevado a una cita romántica?- me pregunta.

-Llamó a la prensa para que nos hicieran fotos.

-¿Padre lo sabe?

-Sí, estuvo de acuerdo.

-No eres un trofeo- espeta.

-Para ellos sí, para ti no.

-Yo soy el psicópata, pero ellos son los enfermos.


Le doy un beso en la mejilla.

-Tienes que irte- le digo.

-Hoy te tocaba dormir en mi cama, Venus.

-Esta no es tu cama.

-Me quedaré.

-Ares, uno de estos días alguien terminará atrapándonos.

-Lo mataré.

-No puedes matar a todo el mundo.

-¿Estás segura de eso?

-¿Y si la persona que nos atrapa es Lucio, Gina o padre?

-Ya tengo balas con sus nombres, amore.

Me apoyo en mi codo para mirarlo, mis ojos se encuentran con los


suyos, su pelo largo por arriba está despeinado, siempre se ha rapado la
parte de atrás y de los lados para enseñar sus tatuajes. Trazo la línea recta de
su nariz, levemente torcida a la izquierda.

-¿Matarías a padre?- le pregunto.

-Mataré a cualquiera que se atreva a haceros daño a Eros o a ti.

Mi boca se curva hacia arriba, me subo a horcajadas encima de él, aún


lleva sus pantalones puestos. Acaricia mis pezones con sus pulgares,
haciéndome gemir.

-Eres tan hermosa, Venus.


Baja sus manos a mis caderas, empieza a moverme hacia adelante y
hacia atrás. Mis ojos se cierran solos.

-¿Martino nunca ha vuelto a intentar acostarse contigo?- me pregunta.

Niego con la cabeza mientras el placer vuelve a inundarme.

-¿Te acuerdas de nuestra primera vez, amore?

Claro que me acuerdo, siempre me acordaré.

-Fue la primera vez que me corrí dentro de ti.

-Lo recuerdo, hermano.

-Nunca había sentido algo tan oscuro, Venus, despertaste a algo dentro
de mí. A ese algo no le gusta saber que te has acostado con otro hombre.

-Sólo fue una vez, tuve que hacerlo, lo sabes.

-Joder, lo sé y no me gusta.

Abro los ojos, la rabia contenida en los suyos me recibe. Nunca le gustó
que tuviera que acostarme con Martino, pero era nuestra noche de bodas y
debía hacerlo, por nuestro propio bien y el de Eros, nadie podía saber que
estaba embarazada de mi gemelo.

-Sois míos, Venus.

-Sólo tuyos, Morte.

Me gira bruscamente de cara al colchón. Comienza a follarme desde


atrás, está rabioso, lleno de ira. Lo siento muy dentro de mí, gruñe y
maldice mientras me folla.

-Es mi puto hijo- gruñe- No suyo.


Clava sus dedos en la carne de mis caderas, estoy segura de que mañana
tendré moretones. Sus empellones no cesan, me da más duro.

-Es hora de que Eros tenga un hermano.

-¿Qué?

-Quiero que dejes las pastillas.

Lo miro por encima de mi hombro.

-No me volveré a acostar con Martino- le digo.

-Esta vez no hará falta, amore. ¿Crees que dejaría que otro hombre
volviera a tocarte?

Me levanta envolviendo mi garganta con su mano, mi espalda queda


pegada a su pecho.

-Me perteneces, Venus, tu cuerpo es mío.

Pone su otra mano en mi vientre.

-Quiero follarte con el vientre lleno de mi segundo hijo.

Agarra mi mano y la lleva a nuestra unión.

-Nota como mi semen te llena, hermanita.

Su polla convulsiona a la vez que mi coño se aprieta por otro orgasmo.


Ares gime en mi oído.

Deja un vacío cuando sale de mí, lo escucho abrocharse los pantalones y


el cinturón. Me acurruco en la cama, sintiéndome vacía. Siempre es lo
mismo, no quiero sólo sexo con él, quiero una vida.

-Este no es tu lugar, Venus, deberías estar en mi cama conmigo, cada


noche y cada mañana.
Sale dando un portazo. Ojalá pudiera dormir con él todas las noches,
pero eso es algo que nunca cambiará. La mafia italiana no está preparada
para nosotros, para algo como lo nuestro. Sólo cuando Ares haya llegado al
poder podrá cambiar las cosas y quizás eso no suceda hasta dentro de
mucho tiempo, nuestro padre aún es joven y sano. Y hay algo que Ares no
sabe y no sé cómo decírselo sin que entre en cólera y mate a todo el mundo,
incluidos los otros hijos de padre.
Tres
Ares
Le guiño un ojo a Gio, ella se ríe con las manos tapando su boca, Eros
me sonríe. Intento no mirar hacia mi hermana, anoche no acabamos
precisamente bien, yo terminé muy enfadado, saliendo de madrugada de la
casa para matar a alguien, es la única forma que tenía de conciliar el sueño.
Iván se sienta a mi lado, a pesar de la negativa de Gina de que lo haga.
Puede joderse, Iván es más familia que ella, puede creerse la dueña de esta
casa, pero no lo es. Sólo es la puta que calienta la cama de mi padre cuando
él no está con sus otras amantes. Mantengo la vista en ella, que pronto se da
cuenta de que la estoy mirando. Echa hacia atrás su pelo negro, sus ojos
azul oscuro desprenden odio hacia mí. Como imagino que hacen los míos,
la odio tanto. Era la amante de mi padre, siempre lo fue, incluso cuando mi
madre vivía. De hecho, su hijo tiene diecinueve años, nació cuando mi
madre aún vivía. Se aprovechó de su muerte para convertirse en la nueva
esposa del Don, de alguna forma cree que su estatus de amante cambió, no
es así. La gente de nuestro alrededor la respeta por orden de mi padre, no lo
hacen las esposas de los otros Don. Todos hemos escuchado lo que se dice
de ella en otras regiones, mi padre intenta hacerse el tonto, pero no puede
impedir que se hable. Nunca tendrá el respeto y la elegancia de Beatrice
Romano.

Gio llama mi atención, me sonríe con picardía. Es la viva imagen de


Venus con su edad, mismo color de ojos y de pelo, personalidad picaresca y
extrovertida. Vuelve a perder mi atención cuando Martino y mi padre entran
en el comedor. Mi padre se sienta a la cabeza de la mesa, en el otro extremo
de donde yo estoy. Martino está a su derecha con Venus a su lado y Eros al
lado de ella. A la izquierda de mi padre siempre están Lucio primero, Gina
y Gio. Iván y yo nos sentamos alejados de ellos, mi amigo se sienta a mi
derecha.

-¿Algo que decirme, Ares?- me pregunta mi padre.


Suelto un suspiro. Cuarenta y ocho años y no se muere. El maldito sigue
tan sano como una manzana, debería comenzar a quitarle su afición por
entrenarse en el gimnasio de la mansión. Aunque las canas de su pelo gritan
su edad por todos lados.

-Sí, padre, debo decirte algo- contesto.

-Te escucho.

-Disfruté mucho- le digo con una sonrisa.

Da un golpe en la mesa con su palma.

-Esto no es un puto juego- espeta- ¿Por qué lo hiciste?

-¿Debería haber una razón?

-Su hijo de seis años estaba delante- añade Martino- También su esposa.
Ambos están en un hospital psiquiátrico gracias a ti.

-De nada, ha sido un placer.

Iván oculta su risa detrás de su mano.

-Estás loco- murmura Gina.

-Tu esposa quiere morir, padre.

-Gina, cállate- le ordena él.

Ella lo mira con molestia.

-Sí, Gina, cállate o lo haré yo- le digo.

-Tu maldito hijo me está amenazando- se queja a mi padre.

Lucio se levanta con el cuchillo en la mano, Iván se pone de pie


impidiéndole el paso.
-Apártate, perro- espeta Lucio.

-Por tu propio bien, Lucio, no hagas eso, sabes que no acabará bien para
ti, te dobla en tamaño y fuerza y no sabes pelear como él- le contesta Iván.

-Ruso de mierda, aparta de mi camino.

Aprieto los puños y me pongo de pie.

-Déjalo, Iván- le digo.

Mi amigo me mira por encima del hombro, se hace a un lado. Lucio


aprovecha y se lanza hacia mí. Me aparto, lo agarro por el brazo de la mano
con la que agarra el cuchillo y se lo doblo por detrás de la espalda. Golpeo
su cabeza contra la mesa. Gina grita, pero hay una risa que sobresale por
encima. Una sonrisa se dibuja en mi cara, Gio me mira con ojos curiosos.

-Suelta a tu hermano, Ares- me ordena mi padre.

-Oh, a tu pequeña Gio le hace gracia. ¿Verdad, bambina?

-Sí- contesta muy segura- Dale fuerte.

Mis cejas se levantan, miro a mi padre.

-Toda la vida culpando a madre de mi trastorno y resulta que lo he


heredado de tu parte- le digo.

-Es una niña de cuatro años- gruñe- No es como tú.

Me inclino hacia adelante para acercarme a mi hermana pequeña.

-¿Quieres que lo haga sangrar, bambina?

Sus ojos brillan por la emoción, es como yo.

-Igual a mí, bambina.


-¡Suelta a tu hermano!- me grita mi padre.

-¿Es una orden?- le pregunto.

-Sí, es una maldita orden.

Asiento y me echo hacia atrás, Lucio vuelve con rapidez al lado de su


madre. Me fijo en que Gio hace un gesto de disgusto, mi boca se curva por
un lado, no le ha gustado que no haya habido sangre.

-Os quiero a Iván y a ti en el almacén, luego os iréis directos a la entrega


de esta tarde- nos ordena mi padre.

Me acerco a Eros, me agacho a su lado y acaricio su mejilla con mi


pulgar.

-¿Asustado?- le pregunto.

Niega con la cabeza. Es una mezcla perfecta de su madre y yo, lo


hicimos tan jodidamente bien. No sé qué siento por él, y sé que no es amor,
pero cuando lo sostuve por primera vez en mis brazos sentí lo mismo que
cuando Venus me confesó que estaba enamorada de mí. Hay algo muy malo
dentro de mí, algo oscuro que me dice que debo protegerlos.

-Nunca me asustas- me dice.

-Bien, no quiero hacerlo.

Eros rodea mi cuello con sus brazos.

-Te quiero mucho- me dice- Ve a por esos malos.

Mi pecho vibra por la risa, aún no comprende del todo lo que hago. No
intento ocultarme de él, sabe que soy raro, que he matado y mato a gente,
pero cree que son personas malas.

Me pongo de pie cuando me suelta, mi hermana me mira. Me inclino


hacia adelante y le doy un beso en la frente.
-Ten cuidado, por favor- susurra.

-Siempre.

Iván y yo salimos de la casa, subimos a mi coche. En cuanto estamos


dentro comienza su verborrea, apenas entiendo lo que me dice, cuando
habla muy rápido se le mezcla el acento ruso. Siempre lo intenta ocultar,
aunque a mí no me gusta, lo hace porque cree que los hombres más
allegados a mi padre lo respetará más. Parece que aún no se ha dado cuenta
de que no lo harán porque son unos xenófobos de mierda, lo toleran porque
los amenacé con matarlos. Trata de conseguir la gracia de todo el mundo,
fue abandonado de niño y siente esa necesidad de agradar a todos. Su
acento sale más fuerte cuanto más se enfada, a pesar de que lleva muchos
años en Italia no se va el acento y a mí, personalmente, me gusta.

-Iván, basta- digo con tranquilidad- Lucio comenzó.

-No, fue Gina.

-Cierto, pero a ella no puedo matarla, por ahora.

Suelta un suspiro.

-¿De verdad vas a matarla cuando subas al poder?- me pregunta.

-Sí, mi madre murió por su culpa.

Iván asiente. Le he contado sobre la muerte de mi madre cuando llevaba


en mi casa unos días. Mi madre descubrió a mi padre con Gina en su cama,
la zorra se reía mientras mi madre era golpeada por mi padre por haberle
gritado, lo vi todo desde una rendija de la puerta de la habitación. Tengo
tantas ganas de ponerles las manos encima a los dos, si aún no lo he hecho
es porque Venus me ha pedido que espere a que sea el vigésimo aniversario
de su muerte, quiere mirar a los ojos a nuestro padre y clavarle el cuchillo
profundamente. Nunca he sentido cariño por mi madre, pero la respetaba,
ella nos cuidaba y nos quería. A pesar de saber cómo era yo, siempre me
amó, jamás me hizo a un lado como mi padre. Un mes después de ese
suceso, y después de haber descubierto que mi padre había tenido un hijo
con Gina, mi madre se suicidó, no soportó el rechazo de mi padre y se
ahorcó en su habitación, se colgó de la viga de la cama donde mi padre se
había follado a su puta. Gina y mi padre se casaron un mes después de la
muerte de mi madre, la puta sólo tenía dieciséis años cuando comenzó con
mi padre, pero ya era una maldita zorra. Ellos se la arrebataron a Venus, ella
la amaba, lloró durante meses la pérdida de nuestra madre y sé que aún lo
hace.

Llegamos al almacén de mi familia, donde guardamos todo el


cargamento de armas y drogas. Introduzco el código de la entrada, las
puertas de acero se abren, entro y aparco junto a la entra al almacén. Iván es
el primero en bajarse, saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón para
enviarle un mensaje a Venus.

A: Espérame esta noche en mi cama, dile a tu esposo que vas a dormir


con tu hermano.

Guardo el móvil en la guantera del coche, luego salgo del coche.

-Señor Romano- me saluda Matteo- El cargamento de armas ya está


aquí, los rumanos han cumplido con lo acordado.

-¿Lo has revisado?- le pregunto.

-No.

-¿Entonces cómo sabes que han cumplido con lo que acordamos? ¿Sólo
porque han llegado a tiempo?

Entro dentro del almacén. Dumitru Popescu me mira por encima del
hombro, acto seguido, desvía su mirada a Iván, nunca le ha gustado. Unos
rusos asesinaron a su madre y desde entonces los odia a todos.

-Romano- me saluda.
Lo miro de arriba a abajo, luego me dispongo a abrir la primera caja con
una palanca de hierro. Tiro la tapa a un lado y examino el producto, le hago
un gesto con la cabeza a Iván, se ha estado esforzando mucho durante años
para aprender sobre armas. Agarra una de las P90, la observa con cuidado y
detalle.

-¿Qué dices?- le pregunto.

-Todo bien.

-Como siempre- escupe Popescu.

Iván deja la P90 en la caja con las otras.

-Matteo, haz la transferencia- ordeno.

Popescu lo detiene.

-El precio ha subido, Romano- me dice- Ahora son doscientos mil euros.

Cruzo mis manos delante de mí.

-¿Estás seguro de que quieres discutir esto?- le pregunto- Tenemos un


contrato vigente, Popescu.

-Las cosas cambian, tengo otros compradores que ofrecen más.

-Entiendo.

Miro a su segundo, una gota de sudor cae por su frente, está nervioso.
Recorro su cuerpo con mi mirada, sus dedos tienen un leve temblor que
intenta controlar, sin éxito. Lo hago rápido, saco mi arma de mi espalda y
disparo en la frente de Popescu.

-Acabas de ascender- le digo al segundo.

-S-Sí- tartamudea.
-¿Sigue siendo el mismo precio?

-Sí, señor Romano. El mismo precio para todas las armas.

-La transferencia, Matteo- vuelvo a ordenar.

Me apoyo en el borde la caja mirando las armas.

-A tu padre no le va a gustar esto- me dice Iván.

-A mí tampoco me gustaba Popescu, me llama Romano.

Iván se ríe.

-Es una falta de respeto, Don- se burla.

Mi boca se curva por un lado.

-Tienes suerte de caerme bien- le digo.

-Me amas, sólo lo niegas.

-Por supuesto.

-Transferencia hecha, señor Romano- me dice Matteo.

-¿Cuál es tu nombre?- le pregunto al segundo.

-Andrei Popescu.

Frunzo el ceño, mi vista salta del cuerpo sin vida de Dumitru a Andrei.

-¿Era tu padre?- le pregunto.

-Sí, señor Romano.

-Mierda- murmura Iván.


-No puedo decir que lo sienta, Andrei. Era un bastardo codicioso, eso fue
lo que lo mató.

Su nuez de Adán se mueve cuando traga grueso.

-¿Has heredado su codicia?- le pregunto.

-No, señor. Él siempre dijo que me parezco a mi madre.

Paso mi brazo con mi arma por encima de sus hombros.

-Mi padre dice lo mismo de mí- le digo- No es malo parecerse a una


madre, es peor parecerse a alguien como estos bastardos. ¿Verdad?

-Sí- gruñe- Mi madre lo amaba.

-¿La golpeó alguna vez?

-Muchas.

-Seremos buenos amigos, Andrei. Con mi ayuda y la de Iván serás el


mejor capo que la mafia rumana ha tenido.

-Gracias señor Romano.

-No, a ti te permito que me llames por mi nombre.

Iván niega con la cabeza.

-Narcisista- me dice.

Mi boca se curva por un lado.

-Ahora a trabajar- ordeno- Quiero todo el cargamento ordenado y


guardado, Matteo. Advierte que quien no colabore terminará como Popescu,
con suerte, claro.

-Sí, señor Romano.


-Andrei, que tengas buen viaje de vuelta a tu casa y dile a tu madre que
me alegra que ahora sea una mujer libre.

-Gracias, Ares.

Ordena a sus hombres que lo sigan fuera del almacén.

-¡Pirlo!- grito- Que alguien saque esta porquería de aquí- ordeno


pateando el cadáver de Popescu.

Mis hombres se encargan de guardar toda la mercancía en su lugar


mientras yo me reúno por videollamada con el capo de Calabria para cerrar
la compraventa de una empresa de construcción que usaremos para lavar el
dinero.

Mi padre aparece a mitad de la mañana, para llevarse todo el mérito de


lo que yo he hecho, por supuesto.

-¿Por qué siempre tienes que matar a alguien?- escupe.

-Porque puedo y porque quiero. ¿Alguna otra pregunta estúpida?

-No puedo explicarme por qué tu hermana te tolera, eres un idiota- dice
Martino.

-Tengo delante de mí al campeón de los idiotas- contesto sonriendo.

-Stronzo- murmura.

Mi padre lo mira por encima del hombro.

-Sigue siendo mi hijo, Martino- le dice.

-Lo siento, Don.

-¿Y conmigo no te disculpas?- le pregunto fingiendo estar ofendido-


Vamos, cuñado, te quiero.
Mi voz se rompe en una risa con esto último, Martino aprieta los puños.
Me tiene tantas ganas como yo a él, algún día lo torturaré y lo mataré como
tantas veces he imaginado.

-¿Andrei Popescu está de acuerdo con lo que has hecho?- me pregunta


mi padre.

-Sí, no habrá ningún problema con él, padre.

-Bien, no vuelvas a hacer algo así.

-No prometo nada.

-Ares- advierte.

-Si ya sabes cómo soy, ¿para qué me tienes aquí trabajando?

-Porque a pesar de todo, sigues siendo mi mejor hombre y eres mi


heredero.

-¿Tu esposa te permite que yo sea tu heredero y no ese bastardo?

-Lucio es tu hermano, respétalo.

El bastardo aparece por la puerta como si nos hubiera oído hablar de él,
que no dudo que lo haya hecho para después ir con el chisme a su madre.
Ese idiota siempre ha vivido protegido por ella, su niño de oro.

-¿Ocurre algo, padre?- le pregunta.

-Sí, te estaba llamando bastardo- contesto.

-¡Ares!- me grita mi padre.

Me levanto de la silla de cuero, meto mis manos en los bolsillos de mi


pantalón.

-No es mentira, naciste de la aventura con una puta.


Lucio se abalanza hacia mí, no necesito apartarme, el muy idiota ha
pasado por alto la mesa de escritorio entre nosotros, cae encima de ella.

-Jamás serás un buen soldado si sigues actuando por impulso, Lucio- le


digo- Es una pena, nunca podrás enfrentarte a mí como es debido.

Paso por su lado para salir del despacho, sus gritos empiezan a sonar en
cuanto cierro detrás de mí. Le reclama a mi padre por mis palabras,
obviamente no puede hacer nada, me ha castigado tantas veces y ninguna
me ha servido de escarmiento. No voy a cambiar, por más que mi padre
envíe a sus soldados a torturarme.

Iván me alcanza antes de llegar a mi coche.

-¿Por qué gritaba ese?- me pregunta.

-He llamado puta a su madre.

-Oh, vale. ¿A dónde vamos?

-A comer, me muero de hambre.

Iván saca su móvil cuando suena, frunce el ceño.

-¿Ocurre algo?- le pregunto.

-Es Demarco.
Cuatro
Venus
En cuanto Ares se marcha por la puerta todo comienza. Las voces de
Gina y Martino reclamándome el comportamiento de mi hermano, como si
yo tuviera algo que ver. Me levanto de la silla, pero Martino tira de mi
mano hacia abajo.

-¡No le hagas daño a mi mamma!- le grita Eros.

Pongo mi mano en su muslo, sus arrebatos me recuerdan a los de Ares.

-Tranquilo, piccolino, estoy bien- le digo con una sonrisa.

Doy un tirón de mi brazo para deshacerme del agarre de Martino. No


soporto que me toque, cada vez lo soporto menos.

-Hay mujeres que necesitan un correctivo- le dice Gina a mi esposo.

Martino resopla.

-¿Y arriesgarme a que el psicópata venga a por mí? No, gracias, Gina.

Aprieto la mandíbula mirando a Gina, es asqueroso lo que le está


diciendo a Martino que haga. Mis ojos se desvían a mi padre.

-¿No tienes nada que decir?- le pregunto- Tu esposa está recomendando


a Martino que me golpee.

Mi padre guarda silencio.

-¡Padre!- grito- ¿Te doy igual?

De nuevo, silencio.

-¿Por qué me odias?- le pregunto.


Martino me sujeta por el brazo con fuerza, provocando que Eros se
levante de su silla y se abalance hacia él. Sujeto a mi hijo por la cintura.

-¡Eros!- le grita Gina.

Mi hijo la fulmina con la mirada.

-Puttana- murmura.

Pongo mi mano en su boca. Gina lo mira sorprendido, Eros jamás le


había hablado así a nadie. Todos observamos a mi padre, que se levanta de
su silla y se acerca a mi hijo y a mí.

-Padre, no- suplico- Sólo es un niño, se ha equivocado.

-Y por ello debe aprender.

Agarra a Eros de la muñeca, mi hijo se aferra a mi cuello con su otro


brazo.

-¡Mamma!- solloza.

-¡Por favor!- suplico- Castígame a mí.

Mi padre suelta la muñeca de mi hijo.

-Mamma- me llama- Perdón.

-Ve a buscar a Demarco y dile que le ordene a Fabián que te lleve al


colegio- le digo.

Niega con la cabeza.

-Eros, obedece- digo con firmeza.

Mi hijo sale corriendo del comedor. Mientras me levanto de la silla miro


a Gina, que tiene una estúpida sonrisa en su rostro.
-Vamos- me ordena mi padre.

Me levanto de la silla y lo sigo por los pasillos de la casa. Bajamos al


sótano de la mansión, el olor de aquí me recuerda a ese y todos los días en
que mi padre castigó a Ares, huele a sangre, a humedad, hay una mezcla de
olores que revuelven mi estómago. Mi padre se detiene en una de las celdas
de cristal, me hace un gesto con la mano para que entre delante de él. Es la
primera vez que estoy aquí para ser castigada, las únicas veces que bajé de
pequeña era cuando Ares era castigado, nadie sabía que estaba presente,
viendo cómo mi gemelo era torturado.

-Sabine, desnúdala- ordena mi padre a su hombre de más confianza.

El hijo de puta se acerca a mí y arranca mi vestido de mi cuerpo, luego


me quita el sujetador y las bragas, dejándome desnuda por completo.
Recuerdo que esto también lo hacían con mi hermano, me dijo que era una
forma de humillar. Así que no voy a darle esa satisfacción, levanto la
barbilla mirando a mi padre.

-De rodillas- me ordena- Mirando hacia la pared, Venus.

Hago lo que me dice.

-Don, quizás le vendría bien un castigo más... íntimo- le dice Sabine.

-De eso se encargará su esposo.

Putos enfermos de mierda. Puedo esperar cualquier cosa de Sabine, es un


maldito loco que toma a las mujeres como quiere. ¿Pero mi padre? Pensé
que me quería, aunque sólo fuese un poco, al parecer estaba muy
equivocada. Sé que nunca quiso a Ares y parece que tampoco me quiere a
mí.

-Aparta el pelo de su espalda, Sabine.

Los dedos de ese cerdo rozan mi piel cuando aparta mi pelo, lo deja
sobre mi hombro cayendo por mis pechos, que no duda en rozar.
-Una pena- murmura.

-Cerdo- espeto.

El primer golpe del látigo se produce en cuanto Sabine se aleja de mí,


después viene otro y otro más. Puedo soportar cualquier golpe, pero jamás
podría haber soportado que le hicieran esto a mi hijo. Reprimo las lágrimas,
no voy a darles la satisfacción de verme destruida.

Pierdo la noción del tiempo, tampoco sé cuántos latigazos me ha dado


mi padre. Pero por fin se ha detenido. Apoyo mis manos en el suelo, mi
respiración está agitada, no siento mi espalda.

-Las tijeras- ordena mi padre.

Lo miro por encima del hombro.

-¿Qué vas a hacer?- le pregunto.

Sabine le entrega unas enormes tijeras, son como de cocina. Mi padre


ignora mi pregunta y se acerca a mí, agarra todo mi pelo con su mano.

-Padre, no, por favor- sollozo.

Ya no puedo aguantar más las lágrimas, él sabe por qué dejé crecer mi
pelo hasta las caderas. Adoraba la larga melena de mi madre, su pelo negro
y largo siempre cue un orgullo para ella, quería hacer lo mismo para
recordarla.

Los mechones de pelo recortados comienzan a caer al suelo, suelto un


fuerte grito de dolor. Cuando ha terminado de cortar mi pelo, deja caer las
tijeras junto a mí en el suelo. Me hago un ovillo, abrazando el pelo que ya
no me pertenece. Ni siquiera siento el dolor de mi espalda, me duele más el
corazón, es como perder a mi madre por segunda vez. La celda se queda a
oscuras cuando Sabine y mi padre salen. Siento el frío calando en mis
huesos, sin embargo, no me muevo, no puedo hacerlo. Quiero salir
corriendo de aquí, quiero ir con mi madre a su lugar feliz, donde nunca más
sufriré. Aunque eso supondría dejar a Ares y a nuestro hijo, nunca podría
hacerles algo así. Sé que Ares lo cuidaría, no podría estar en mejores manos
que en las suyas, pero mi hijo me necesita, como yo he necesitado a mi
madre toda mi vida.

Mi pecho duele de tanto llorar, intento ponerme de pie para salir de aquí,
mas no puedo, el dolor en mi espalda se hace notar. Gimo de dolor a la vez
que lloro, hago una bola con el pelo que mi padre me ha cortado, es
demasiado.

La luz de la celda se enciende, después se abre la puerta, me giro en el


suelo aguantando el dolor, consigo ponerme en posición fetal en el suelo,
por supuesto que sin soltar mi pelo.

-Jesús, señora Venus.

-Demarco- sollozo.

-No se preocupe, voy a llamar al señor Ares.

-No, a él no, estará ocupado. Llama a Iván.

Escucho el murmullo de la voz de Demarco hablando con Iván, luego


cuelga y se agacha frente a mí.

-Voy a llevarla a la habitación del señor Ares- me dice.

-Mi pelo- susurro con la voz rota.

-Déjelo aquí, le doy mi palabra de que volveré en cuanto la haya puesto


a salvo y lo recogeré en una caja, tengo una de madera muy hermosa.

Mi boca se curva por un lado.

-Gracias, Demarco.

-No es nada, señora Venus. Ahora, permítame llevarla a un lugar seguro.


Asiento con la cabeza, Demarco me cubre el cuerpo con su chaqueta. Me
quejo por el dolor cuando me toma en sus brazos. Agarro su camisa con mi
mano por el mareo que siento. Pronto estamos en el ala de Ares, ya puedo
sentir como mi corazón se ralentiza y mi alma se siente segura, su olor está
por todas partes en este lugar. Demarco me deposita bocabajo sobre la cama
de mi hermano, me cubre hasta las caderas con las mantas.

-Iván está de camino para curarla, señora.

-Está bien. ¿Y mi hermano?

Demarco carraspea.

-Iván lo ha perdido de vista- contesta.

Esbozo una sonrisa.

-Bien, no digas nada, Demarco.

-Por supuesto, señora Venus.

-¿Puedes ir tú a recoger a Eros al colegio?

-Sí, señora.

-Sólo puedo confiar en ti y en Fabianos.

-El señor Ares y usted siempre se han portado bien conmigo y con mi
familia, jamás los traicionaría.

-Mi pelo, por favor.

-Enseguida, señora Venus.

La puerta se cierra después de que Demarco salga de la habitación, la ha


cerrado con llave, estoy segura de que ha sido una orden de mi hermano.
Cierro los ojos, pero en cuanto lo hago el rostro de mi madre aparece en mi
mente, su pelo negro, sus ojos azules, su hermosa sonrisa.
-Te extraño- sollozo.

El llanto vuelve a salir de mí, no puedo controlarlo. Agarro una de las


almohadas de Ares y la abrazo, necesito sentirlo cerca para que me dé
fuerzas.

Unas suaves manos acarician mi mejilla, abro los ojos muy lento, me he
debido quedar dormida.

-Hola- me saluda con dulzura- Siento despertarte, pero Ares me pidió


que lo llamaras en cuanto estuviera aquí contigo.

Iván me entrega su móvil con el número de mi hermano ya seleccionado.

-Voy a limpiar y curar tu espalda mientras hablas con él, ¿de acuerdo?

-Sí.

Pulso sobre el icono del teléfono y pongo el móvil en mi oreja, ni un sólo


segundo tarda en contestar.

-Dime quién ha sido.

-Padre.

-¿Quién estaba presente?

-Dos de sus hombres, Mariano y Lorenzo. Sólo miraron sin hacer nada.

-¿Padre te golpeó?

-Sí, Sabine lo ayudó a desnudarme por completo, me rozo con sus


asquerosos dedos, Ares, y le sugirió a padre que lo dejara violarme para
darme una lección.

Mi hermano cuelga la llamada. Dejo el móvil al lado de mi cabeza.

-Quizás esto te escueza- me dice Iván.


-No pasa nada.

-¿Iba a hacerle esto a Eros? El piccolo fue llorando a Demarco y le contó


todo lo que había pasado, él me lo contó a mí.

Giro la cabeza hacia el otro lado para mirar a Iván.

-Sí, no podía soportar que tocaran a mi hijo.

Iván sonríe.

-Eres una buena madre, Venus. Eros es un niño afortunado.

Tomo su mano.

-Gracias, Iván, eres como un hermano para mí.

-Lo sé, principessa. Intenta relajarte y si duele mucho, dímelo y me


detendré.

Asiento con la cabeza. Se me escapan pequeños gemidos cuando


empieza a curar mi espalda. Intento concentrarme en otra cosa, es cuando la
veo, la caja de madera que Demarco mencionó. Es hermosa, parece de
madera noble, ébano seguramente, tiene flores talladas. Alcanzo a tocar mi
pelo con mi mano, está muy corto.

-Crecerá, principessa.

-Tardará.

-Conozco a tu madre por lo que Ares y tú me habéis contado de ella. Su


mayor orgullo no era su pelo, Venus. Erais vosotros, Ares y tú, sus hijos.

Mi pecho se aprieta.

-Que sigáis unidos es lo que más querría ella- me dice- Nunca le deis la
satisfacción a esos hijos de puta.
Se me escapa una carcajada.

-¿Qué he dicho?- me pregunta.

-Mi madre siempre decía eso- contesto- Cuando padre se enfadaba,


porque Ares y yo no queríamos separarnos, nos decía que nunca debíamos
darles la satisfacción de vernos enfrentados. Debíamos permanecer unidos
siempre.

-Una mujer muy sabia, si me preguntas. Juntos sois más


fuertes, principessa.

-Y contigo a nuestro lado lo somos aún más, eres el tercer gemelo.

Iván se ríe.

-Pues no me parezco en nada a vosotros- dice.

Iván se levanta de la cama después de pincharme algo en la nalga.

-Ya está, te he puesto un calmante para el dolor, puede que te dé sueño-


me dice.

-¿Quedarán marcas?

-No lo creo, las heridas no son profundas, son superficiales.

Suelto un suspiro. Ya tengo suficiente con mirarme en el espejo y ver mi


pelo corto.

-Se curarán en un par de semanas- me dice- Intenta descansar.

-Eros.

-Yo me ocupo de él hasta que Ares regrese, cuando tu hijo vuelva del
colegio lo traeré aquí directamente y cerraré con llave.
-No dejes que Martino se acerque a mí, mi padre dijo que él se
encargaría del otro castigo, el íntimo.

Iván aparta de mi cara un mechón de pelo.

-Ares no dejará que te ponga las manos encima, principessa. Duérmete


un poco más, traeré comida cuando hayas despertado.

-Iván, gracias, eres tan bueno.

-Sólo con quien lo merece, hermanita.

Mi pecho vibra por la risa.

-Te quiero- le digo.

-Y yo a ti, descansa.

Posa sus labios sobre mi sien.

-Suerte que Ares me ama, sino ya estaría muerto- dice con tono
divertido.

-Nos ama, aunque lo niegue.

-Es lo que yo le digo.

Mis ojos se cierran mientras me quedo sonriendo por las palabras de


Iván. Nunca lo vi como un amigo, ha sido un hermano más desde que lo
conozco, agradezco que mi hermano lo trajera a casa, es bueno tenerlo aquí.
Cinco
Ares
El ruido en mi cabeza es incesante, las voces me gritan que lo haga lento
y doloroso, debo hacerlo así. Estos hijos de putas nunca debieron quedarse
mirando como mi padre azotaba a mi hermana con el látigo. En cuanto
acabe con ellos iré a por el cabrón de Sabine, para él tengo algo mejor
guardado. La tocó, no voy a pasar eso por alto. ¿Cómo podría? Estoy
torturando a dos hombres que se quedaron mirando sin hacer nada por
detener a mi padre. Y no me sirven las excusas de que es el Don, ellos
sabían que, con sólo mencionar mi nombre, mi padre se detendría. No lo
hicieron, prefirieron guardar silencio, ahora lo están pagando.

Introduzco el soplete encendido dentro de la herida de bala que le he


hecho a Lorenzo en el torso, sus gritos suplicando que me detenga no
producen nada en mí. Saco el soplete de su cuerpo, sus gritos cesan.

-Contesta a mi pregunta, Lorenzo. ¿Mi hermana gritó cuando nuestro


padre la azotaba?

Niega con la cabeza débilmente.

-¿Entonces por qué gritas tú?

Vuelvo a introducir el soplete, esta vez con más intensidad, su piel


empieza a ponerse caliente. Los ojos de Lorenzo se vuelven hacia atrás y
empieza a convulsionar. Dejo que caiga al suelo con la silla a la que lo
tengo atado. Miro a mariano, niega con la cabeza y me suplica, su destino
será el mismo que el de Lorenzo y sólo cuando crea que ya ha sido
suficiente les daré la paz que tanto desean.

Unas horas más tarde, me encuentro entrando en la mansión. Sabine está


aquí, siempre está aquí, mi padre lo mantiene cerca de él para que lo
proteja. Es su maldito perro guardián, si hay alguien al que pueda llamar
amigo de mi padre ese sería Sabine. Lo que tengo reservado para él es
mucho peor de lo que les he hecho a Mariano y Lorenzo. Esta noche, un
grupo de mis hombres van a llevárselo de su cama, esos hombres me son
leales a mí y no a mi padre. De hecho, pocos hombres le son leales, desde
que se casó con su puta perdió el respeto de mucha gente. Esa misma gente
está deseosa de que yo ascienda al poder, por lo pronto, tendrán que esperar
dos años más.

Entro en el pasillo que va a mi habitación, escucho la voz de Iván


discutiendo con el bastardo de Martino. Así que, acelero mis pasos. Saco mi
navaja del bolsillo trasero de mi pantalón de traje y pulso el botón para
sacar la hoja, en cuanto estoy detrás de Martino la clavo en su costado. Lo
sujeto con mi otro brazo para que no caiga al suelo.

-No tienes permiso para estar en mi ala- susurro en su oído- Será mejor
que vayas a curarte- retuerzo la hoja en su interior, Martino gime- Parece
doloroso, cuñado.

En el momento en que lo suelto se apoya en la pared frente a él, se


tapona la herida con su mano.

-Tu padre te lo hará pagar- dice con dificultad.

-Si yo fuese tú me iría ahora mismo- le digo- Tengo muchas ganas de


seguir matando, Martino.

Mae mira por encima de su hombro con el ceño fruncido.

-¿Seguir matando?- me pregunta.

-Ve a llorarle a mi padre si quieres, dile lo que te he hecho y después dile


que lamento la pérdida de Lorenzo y Mariano.

Martino jadea, lo observo marcharse a trompicones de mi ala.

-¿Qué quería?- le pregunto a Iván.

-Llevarse a Venus y a Eros.


-Ve a tu habitación, yo me encargo de ellos.

Mi amigo asiente. Su habitación está por el otro pasillo de mi ala de la


casa.

-No ha querido comer- me dice mientras desaparece por la esquina del


pasillo.

Agarro el pomo de la puerta, abro y entro en mi habitación.

-¡Papà!- chilla Eros en cuanto me ve, sale corriendo hacia mí- Le han
hecho daño a mamá.

Lo tomo en mis brazos, los suyos rodean mi cuello.

-Lo sé, piccolo. Ya estoy aquí, nadie va a hacerle daño nunca más.

Camino con mi hijo hacia la cama, Venus está tumbada bocabajo, tiene
los ojos cerrados, aunque no está dormida. Su espalda es un desastre, está
roja y llena de heridas. Dejo a Eros a los pies de la cama.

-Guarda silencio, tu madre necesita tranquilidad. ¿De acuerdo?

Él asiente.

-La he estado cuidando- me dice- Pero no quiere comer.

Sus ojos se llenan de lágrimas, mi padre va a pagar por cada una de ellas.

-¿Por qué no vas a buscar a Iván para que te acompañe a tu habitación y


coges algunos juguetes?- le pregunto.

-Vale.

Espero a que salga de la habitación, cuando lo hace, me tumbo de lado


mirando a mi hermana. Sus ojos se abren, están rojos por todo lo que habrá
llorado.
-¿Qué les has hecho?- me pregunta.

-Todo lo que las voces me decían.

Pone su mano en mi mejilla.

-¿Y Sabine?- me pregunta.

-Esta noche, amore mio.

-Recuerda que no puedes tocar a padre hasta dentro de dos años.

-Es una norma estúpida.

-Lo es, pero necesito esto, Ares.

-Lo sé, es por eso que todavía no está muerto.

Le doy un beso en la frente.

-Eso no quiere decir que no pueda tocar a la puta- le digo.

-Basta. Eros la llamó así y por eso me encuentro en esta situación.

-Amore mio, nuestro hijo es inteligente, no tenemos la culpa de que Gina


sea una puttana.

Su sonrisa adormece el demonio de mi interior, las voces se calman.

-Venus- susurro.

-Dime.

-Duermes a mi demonio, haces que las voces se callen.

-Descansa, Morte. Descansa hasta esta noche, deja que Ares cuide de mí
hasta entonces.

La tomo por la barbilla con mis dedos y poso mis labios sobre los suyos.
-Te adoro de una forma enfermiza, hermana.

-Te adoro de la misma forma, hermano.

-Rotos, pero juntos.

-Rotos, pero juntos.

Vuelvo a besarla en los labios.

-Tienes que comer, Eros estaba triste.

Me mira con sus ojos azules más abiertos que nunca.

-Tengo hambre, pero estoy desnuda, no podía dejar que viera lo que te
pertenece, aunque sea nuestro hijo.

Mi boca se curva por un lado, es tan jodidamente perfecta.

Me levanto de la cama, agarro una camiseta de manga corta del cajón de


mi cómoda, me acerco a mi hermana y la ayudo a sentarse en la cama,
luego la ayudo a ponerse la camiseta. Protesta un poco por el roce de la tela
con su espalda. Me doy cuenta de que su pelo ha sido cortado.

-No digas nada, por favor- solloza.

-¿Padre?

Asiente mirándome a los ojos.

-Estás hermosa, amore.

Se sube a horcajadas a mi regazo, se aferra con sus brazos a mi cintura


para llorar. No sé cómo tocarla sin hacerle daño, así que, poso mis manos en
su culo desnudo.

-Llamaré a tu peluquera para que te arregle el corte- le digo.


-Gracias.

-Mírame, amore.

Limpio sus lágrimas con mis pulgares.

-El pelo crecerá- le digo- Aunque he de admitir que me gusta más así.

Le llega casi por los hombros, un poco más abajo. Tiene unos mechones
más largos que otros, voy a joder tanto a mi padre. Esto es una humillación
para Venus, siempre estuvo tan orgullosa de su pelo largo, como el de
nuestra madre.

-¿De verdad me queda bien?- me pregunta.

-Incluso algo más corto, Venus, eres hermosa con cualquier corte de
pelo. Para follarte no necesito que sea largo.

Golpea mi pecho con su mano mientras se ríe.

-Así es como debes estar siempre, riendo. No vuelvas a llorar, yo


solucionaré tus problemas.

Agarro de la cama la bandeja con comida, la pruebo yo primero, no


confío en que no le hayan puesto algo. Voy a buscar a alguien que se
asegure de preparar todas las comidas de Venus y nuestro hijo. En mi lado
de la casa tengo una cocina en la planta baja, mi padre la construyó
creyendo que así no iría a comer con su nueva familia y me quedaría
encerrado en mi ala. A veces pienso que no me conoce lo suficiente.

-¿Está bien?

-Sí, sabe a comida normal.

Conozco todos los venenos de este mundo, he leído suficiente sobre ellos
como para reconocer su sabor. Agarro el tenedor, pincho más pasta y se la
ofrezco a Venus.
-Come, amore.

Iván y Eros entran en la habitación, mi hijo se sube a la cama con sus


consola portátil. Se la regalé para su cumpleaños hace dos meses, ni que
decir tiene que se puso muy feliz cuando hizo trizas el papel de regalo y vio
lo que era. La puerta vuelve a abrirse, Gio entra corriendo, dejando la
puerta abierta de par en par, se sube a la cama agarrándose a las mantas y se
sienta junto a Eros sin decir nada, Gio no habla mucho, sólo cuando está
con nosotros lo hace.

-¿Quieres jugar?- le pregunta Eros.

-No, quiero ver.

Venus sonríe. Ama muchísimo a Gio, por suerte, ella no es como Lucio
ni la puta, mucho menos como nuestro padre. Le gusta estar con Eros, con
Venus y conmigo, a veces hasta creo que le cae bien Iván, por lo menos lo
tolera. A quien no tolera es a su propio hermano, más de una vez la he
sorprendido mirándolo de forma extraña, es la misma mirada que tengo yo
cuando quiero matar a alguien. Mi boca se curva hacia arriba mirándola, se
parece más a mí de lo que a nuestro padre le gustaría. Por eso siempre está
sola o con su niñera, ni Gina ni nuestro padre le prestan mucha atención,
supongo que por eso también prefiere estar con nosotros, Eros es quien más
atención le presta, siempre la está buscando para jugar y pasar el rato
juntos. Venus se la lleva al parque, a pesar de la psicopatía que pueda tener
es una niña muy obediente, por lo menos con nosotros.

-Te compraré una muñeca para tu cumpleaños, bambina.

Arruga la nariz y pone morritos con los labios, hace eso cuando algo le
disgusta.

-¿Por qué estás tan despeinada?- le pregunta Venus.

-Gina no me peinó- contesta.


Venus pone los ojos en blanco. Podemos contar con los dedos de una
mano las veces que Gina se ha hecho cargo de su hija, incluso nos sobrarían
cinco dedos. Desde que nació Gio ha estado a cargo de una niñera, mi padre
tampoco se preocupa mucho por ella, es como con Venus. Creo que no le
agrada la idea de tener hijas. Iván agarra la bandeja cuando Venus termina
de comer, Eros la mira de vez en cuando, luego sonríe. Cubro las piernas de
Venus con las mantas, ella apoya su mejilla en mi pecho.

-¿Quieres dormir un poco más?- le pregunto.

-No, está bien, quiero estar con ellos.

-Está bien, amore. Voy a salir un momento, volveré en unos minutos.


Demarco se queda en la puerta.

-No hagas nada.

-Sabes que eso es inevitable.

Le doy un beso en la sien antes de dejarla sobre la cama con cuidado.

-Eros. ¿Qué pijama quieres que te traiga para esta noche?- le pregunto.

-El de cohetes- contesta sin quitar la vista de la pantalla de la consola.

-¿Necesitas algo de tu habitación?- le pregunto a Venus.

Mira a Gio.

-Mi cepillo para el pelo.

-Bien.

-Trae un pijama para ella también.

Asiento con la cabeza. Salgo de la habitación con Iván siguiéndome.


Bajo las escaleras hasta la cocina de mi ala, enciendo la luz.
-Tengo que contratar a alguien de confianza- le digo a Iván.

-La esposa de Demarco, Celia, creo que estaba buscando empleo.

-Habla con él, quiero que empiece cuanto antes.

-Le enviaré un mensaje ahora mismo.

-Dile que empiece esta misma noche, le pagaré el doble y que haga una
compra.

-Hecho, Demarco dice que va a llamarla ya.

Dejo la luz de la cocina encendida y salgo, voy hacia el ala de mi padre.


Por supuesto que me encuentro con la puta a medio camino.

-¿Dónde crees que vas?- me pregunta.

-A por cosas para tu hija, puta.

-Deja de llamarme así.

Me detengo antes de entrar en la habitación, la miro por encima del


hombro.

-¿No eres una puta?- le pregunto.

-¡Soy la esposa de tu padre! Es el Don de la mafia.

-¿Y? Eras su puta antes de casarte con él, eso no ha cambiado.

Aprieta sus puños. Sus ojos desprenden un fuerte odio por mí.

-¿Tu querida hermana está bien? He oído que ha sido corregida por tu
padre- me dice con una sonrisa.

-Por suerte ella es una mujer de verdad, no una puta que se acuesta con
viejos por dinero. Dieciséis años, que asco.
Gina se abalanza hacia mí, la sujeto por el cuello con fuerza, sus pies no
llegan al suelo. No tiene nada que hacer contra mí. Pego su cara a la mía,
ella me sujeta por las manos.

-Has cometido un gran error al sugerirle a Martino que debía castigar a


mi hermana. Quizás eres tú quien debería recibir el castigo.

-Su-Suéltame.

La empujo contra la pared, cae de lado al suelo. Sus jadeos nerviosos por
tomar aire me dan placer, adoro verla así, tirada en el suelo luchando por su
vida de mierda. Pronto será una realidad.
Seis
Venus
Ares e Iván han traído el colchón de otra habitación para que los niños
duerman ahí, aunque la cama de Ares es enorme, no quería que estuvieran
aquí, dijo que yo necesitaba descansar y tener espacio en la cama para que
no me hicieran daño en la espalda sin querer. Ni Eros ni Gio protestaron,
creo que estaban felices de compartir cama esta noche, han montado una
pequeña tienda de campaña con ayuda de Iván y unas mantas.

-Me recuerdan a nosotros- le digo a Ares.

-A mí también. Tenemos que hablar de sexo con ellos.

-Ares, por Dios, son niños.

-Me querías follar cuando teníamos trece años, amore.

Abro la boca con sorpresa.

-No es cierto- le digo- Me declaré a ti, no te quería follar.

Ares sonríe. Me acurruco en su pecho.

-En un mes será el aniversario de la muerte de mamá- le digo.

-Os llevaré a Eros y a ti al cementerio para que le llevéis las flores.

-Tengo que hablar con Helena para saber si ya ha cosechado las rosas
negras.

Ares me da un beso en la cabeza. El cumpleaños de Gio es pasado


mañana, tengo que organizar una pequeña fiesta para nosotros, dudo mucho
que Gina haya organizado algo, nunca lo ha hecho. Nuestro padre
seguramente estará ocupado con su trabajo o alguna de sus otras putas, en
cualquier caso, no habrá organizado el cumpleaños de su hija, como
tampoco ha organizado nunca el de Ares y el mío. Pero seguro que para el
cumpleaños de Gina hará una fiesta por todo lo alto e invitará a los Don y
sus esposas e hijos. Inclino la cabeza hacia atrás para mirar a Ares, tiene la
vista fija en el techo, está esperando para terminar de vengarse por lo que
me han hecho hoy.

-Compra regalos para Gio mañana- susurro.

Asiente con la cabeza. Meto mi mano por debajo de su camiseta de


manga corta, le hago cosquillas por todo el torso con mis uñas. Peina con
sus dedos mi pelo recién cortado, la peluquera vino esta tarde para
arreglarme el destrozo que me habían hecho, ahora lo llevo por encima de
los hombros en un corte recto. Me gusta como me queda, creo que estoy
preciosa, pero sigue doliendo no poder tenerlo largo. Cuando Eros me vio
con el pelo bien cortado sonrió y me dijo que era la madre más bonita del
mundo, Gio asintió de acuerdo con él. Ares fue el que no dijo nada, pero no
necesitaba que lo hiciera porque puedo leer sus pensamientos. Sé que para
él estoy preciosa y que si hubiera podido me habría hecho suya en cuanto
hubiera echado a la peluquera, a los niños y a Iván de la habitación.

Gio y Eros salen de la tienda de campaña improvisada.

-Mamma, queremos ver una película- me dice mi hijo.

-Es tarde y mañana tienes colegio- le respondo.

-Por favor- me suplica- Sólo un poco.

Ares se levanta de la cama, agarra el mando de la televisión del mueble


bajo la tele. Trajo todo este sistema de cine para que Eros pasara aquí más
tiempo con él, lo logró, por supuesto. Conoce todos los puntos débiles de
las personas, ya sean para bien o para mal.

-¿Cuál?- le pregunta a Eros.

Eros mira a Gio.


-Monstruos- contesta ella.

Ares frunce el ceño mirando a Eros, que le arrebata el mando para buscar
él mismo la película. Ares vuelve a mi lado, nos cubre con las mantas esta
vez.

-Eros, dale voz a esa película, está demasiado bajo el volumen- le dice.

-Vale- contesta nuestro hijo sin apartar la vista de la televisión.

Ares se gira hacia a mí, comienza a besarme hasta que me sube a


horcajadas sobre él. Me sujeta por la nuca con su mano para que no pueda
romper el beso. Eros sabe que él es su padre, pero que no puede llamarlo así
porque alguien podría escucharlo y eso no sería nada bueno. Sin embargo,
Gio no sabe nada, si nos ve o nos escucha se le podría escapar algo sin
querer, a fin de cuentas sólo tiene cuatro años y no entiende algunas cosas.
Ares rompe el beso, su dureza se clava en mi entrepierna desnuda, el
pantalón de chándal que lleva no es tela de gorda.

-¿Qué haces?- le pregunto.

-Tenía ganas de besarte, amore.

-Gio podría vernos u oírnos.

-¿Por qué crees que le he dicho a nuestro hijo que suba el volumen?

-Aun así, es peligroso.

Acaricia mi labio inferior con su pulgar.

-No puedo evitarlo, Venus, quiero besarte y follarte en todo momento.


Ese corte de pelo tiene mi polla dura todo el tiempo. Deberías dejarlo así
siempre.

-¿En serio?
-En serio, amore. Luce el corte en la fiesta de cumpleaños de Gina, te
compraré el vestido más caro y hermoso para que lo lleves, todos los ojos
estarán sobre ti.

-¿Y no vas a querer arrancarlos?

-Sí, pero me aguantaré sólo por joder a la puta.

-Que sea con la espalda descubierta hasta el culo, de tirantes finos y de


seda.

-Ya lo tienes, amore mio.

Esbozo una sonrisa, siempre me da todo lo que quiero, aunque a él no


me guste. Ares siempre fue posesivo, no le gusta que me toquen o me
miren, pero si la ocasión lo merece, como lo hará en el cumpleaños de Gina,
lo soportará unas horas.

-Te amo, Morte- susurro.

Levanta sus caderas y aprieta las mías hacia abajo, su erección me hace
gemir.

-No puedes llamarme así y pretender que no te folle- me dice.

-No puedo moverme y tampoco puedo estar de espaldas en el colchón.

-Cazzo. ¿Cuánto tiempo te durará el dolor?

Me encojo de hombros.

-Iván dijo que las heridas se curarán en un par de semanas, pero no dijo
nada del dolor.

-Bueno, en cuanto deje de dolerte me avisas.

Me rio suavemente.
-¿Tanto me necesitas?- le pregunto.

-Como la Tierra necesita del sol para subsistir, amore.

-Me confundes, Ares. Puedes decir cosas tan dulces y luego convertirte
en algo tan oscuro. ¿Cómo puede un psicópata amar como tú lo haces?

-Soy especial.

Gimo de dolor cuando me rio fuerte.

-No eres especial- le digo- El psiquiatra dijo que eras el segundo caso
registrado en el mundo.

-Pero soy mejor que el otro stronzi.

Niego con la cabeza. Su ego es tan grande como él. Realmente no


sabemos a ciencia cierta cómo es capaz de amar a ciertas personas, su
psicopatía podría confundirse con la sociopatía, pero Ares nunca actúa por
impulso, antes de hacer algo lo planea bien, siempre mide sus palabras para
hacer daño si lo necesita, al igual que las mide para enamorarme más de él.
Es un manipulador, un sádico, un psicópata diagnosticado, un loco, su
forma de entender el amor no es normal y jamás será sana, mi gemelo es
tóxico, posesivo y controlador. Pero lo amo así, puede que yo no sea un
psicópata, pero soy todo lo demás. Odio cuando alguna mujer se le acerca
demasiado, Ares ha matado por mí más veces de las que puedo contar.
Cuando le digo que alguna de esas mujeres me causa inseguridad aparece
muerte al día siguiente. No somos sanos el uno para el otro, pero nacimos
para estar juntos.

-¿En qué piensas tanto?- me pregunta.

-En ti, siempre pienso en ti.

-Por tu bien, espero que así sea.


Pongo los ojos en blanco, Ares aprieta mi culo. Mira la hora en el reloj
de su muñeca, me baja de su regazo con cuidado. Quedo tumbada de lado
en el colchón.

-Debo irme, duérmete, estaré de vuelta por la mañana antes de que


despiertes.

-No creo que vaya a dormirme temprano, esos dos no tienen sueño y
Eros tiene mañana colegio.

-Después del día que ha pasado tiene permitido quedarse aquí un día.

-Ares, no.

-Amore, deja que nuestro hijo se quede aquí mañana, saca buenas notas y
no falta nunca, un día no hará la diferencia, llama por la mañana para decir
que está enfermo.

-Está bien, pero sólo mañana.

-Sólo mañana.

Me da un beso en la frente, luego se acerca a Eros.

-Cuida de tu madre, Fabián estará en la puerta hasta que yo vuelva, si


necesitas algo díselo a él. ¿De acuerdo? La esposa de Demarco dejó comida
preparada en la nevera por si a mamá le da hambre.

Eros asiente, rodea el cuello de su padre con sus brazos y le dice que lo
quiere. Conoce la condición de Ares, sabe que para él es difícil decir que
nos quiere, pero que lo hace a su manera.

-No os durmáis muy tarde, piccoli, Venus necesita dormir.

Gio y Eros asienten con la cabeza. Ares me guiña un ojo antes de salir de
la habitación. Mis ojos se encuentran con los de mi hijo.

-Sólo un poco más y nos dormimos, mamma.


-Está bien, mia vita.

Agarro mi móvil de la mesita de noche de Ares, lo tomó de mi


habitación cuando fue a por mi pijama. Martino se había ido de casa y pudo
entrar sin discutir con él, cuando volvió, horas más tarde, vino a aporrear la
puerta de esta habitación. Ares no se encontraba aquí en ese momento,
estaba organizando lo de esta noche con Iván y otros hombres leales a él.
Demarco le impidió la entrada a mi esposo, aunque me gritaba desde fuera
de la habitación que moviese el culo y saliera con nuestro hijo. Sí, Martino
piensa que Eros es su hijo, es por eso que tuve que acostarme con él en
nuestra noche de bodas. Mi padre me prometió a él cuando yo tenía
diecisiete años, Ares quiso protestar, casi mata a Martino de una paliza.
Nuestro padre intentó enviarlo lejos, pero, obviamente, no podía luchar
contra él, nadie lo movería de mi lado. Al principio me desagradó la idea de
casarme con Martino, es once años mayor que yo, cuando me quedé
embarazada de Ares sentí que el matrimonio con Martino sería de ayuda.
Nos casamos el día después de mi cumpleaños número dieciocho, para ese
momento tenía cinco semanas de embarazo. Ares amenazó al médico para
decir que nuestro hijo había nacido un mes antes de lo previsto, era mentira,
claro. Eros nació a término, fue un niño sano y fuerte. A Martino le encanta
presumir de él delante de todos sus amigos y los otros capos y Dones,
cuando el show acaba, Martino se olvida de Eros. Lo prefiero así, Eros
nunca ha entablado una relación con él, era más fácil explicarle quién es su
verdadero padre. Cuando estamos en público llama a Martino papá y a Ares
por su nombre, pero en la intimidad es al revés. Al principio creí que sería
algo complicado para él y que podría confundirse, pero Ares tiene razón,
nuestro hijo es un niño inteligente y lo entendió a la primera. De hecho, se
puso muy feliz cuando le conté a los cinco años que su verdadero padre es
Ares, no pregunta por nuestra relación de hermanos, supongo que lo hará
cuando crezca y comprenda lo que eso significa de verdad.

Desbloqueo mi móvil, tengo cientos de llamadas de Martino y varios


mensajes que ya han sido leídos, imagino que por Ares. Los leo uno a uno,
no son más que amenazas vacías, Martino jamás se atrevería a hacerme
nada, le tiene demasiado miedo a mi hermano. Aunque algunas veces
intenta refugiarse en mi padre, cree que, de algún modo, él lo protegerá de
Ares. Es un stronzo si piensa así, nadie puede protegerlo de Ares. Bueno,
yo podría, pero no lo haré. Si Ares quiere golpearlo dejaré que lo haga, si
quiere matarlo me dará una alegría. Sé que esta tarde lo apuñaló porque
estaba en la puerta molestando y doy por hecho que ese es el motivo por el
que ha estado tantas horas fuera de casa, tuvo que ir al hospital de la familia
a curarse. Todos los soldados van allí cuando tienen un "accidente", mi
padre ha ido alguna que otra vez cuando le han disparado sus enemigos. No
es realmente un hospital, en un anexo en el almacén donde algunos médicos
bajo nómina se encargan de curar a los hombres de la familia, la
‘Ndrangheta. Hay un quirófano, una zona de ingreso hospitalario con varios
boxes separados por un biombo de tela y alguna que otra cosa más que se
pueda necesitar.

-Mamma.

Levanto la cabeza para mirarlo.

-Nos vamos a dormir, descansa- me dice.

-Buenas noches, mia vita. Te amo.

-Te amo, mamma.

-Te amo, Venus- me dice Gio.

-Y yo a ti, bambina.

Sólo repite las palabras de mi hijo, pero se siente bien que me las diga.
Dejo el móvil en la almohada de Ares, el sueño va pesándome poco a poco.
Siete
Ares
Iván se une a mí en la parte trasera de la mansión, donde están las
habitaciones de los empleados y, por ende, la de Sabine. Abro su puerta de
una patada, el cabrón saca su arma de debajo de la almohada, me abalanzo
hacia él y lo golpeo con mi puño en la cara antes de que pueda disparar. Me
empuja hacia atrás, caigo en el suelo, se sube a horcajadas sobre mí y me
golpea en la mandíbula con su puño. Me lo quito de encima con un
empujón, saco mi arma de mi espalda y pego el cañón en su frente.

-La tocaste- gruño.

-No es cierto.

-Rozaste su delicada piel con tus asquerosos dedos. Nadie toca a mi


hermana.

Le doy con la culata de la pistola en la cabeza, queda inconsciente de


inmediato. Iván ordena a los hombres que han venido con nosotros que lo
lleven al sótano. Por la mañana le diré a mi padre dónde puede encontrar su
regalo.

-Iré enseguida- le digo a mi amigo- Encárgate de que esté desnudo y bien


atado en la silla.

-Ten cuidado.

Camino por los pasillos de la casa hasta llegar a mi objetivo, abro la


puerta de la habitación con cuidado de no hacer ruido, quiero que se
despierte con mi voz. Me acerco de puntillas a la cama, intentando que mi
sombra no los despierte, pongo mi mano en la boca de la puta, rodeo su
cintura con mi brazo y la levanto de la cama de un tirón. Patalea en el aire,
intentando liberarse de mi agarre, pero sólo lo aprieto más.
-Quédate quieta o te mato- susurro en su oído- Asiente si lo has
entendido.

Hace lo que le digo, asiente una vez. Saco la navaja de mi bolsillo y la


presiono contra su costado, está completamente desnuda, mi estómago se
revuelve.

-Padre- lo llamo- Despierta, tengo una sorpresa.

Sus ojos se abren de golpe, intenta agarrar su arma de debajo de la


almohada, pero ya no está, uno de mis hombres entró antes de que se
viniera a dormir y la robó.

-¿Buscas tu arma?- le pregunto- La robé, papi- me burlo.

-Deja a Gina fuera de esto.

-No lo hiciste con Venus, la golpeaste.

-Ella lo pidió.

-¡Para proteger a su hijo!- grito.

-Eros llamó puta a mi esposa.

-Porque lo es. ¿O debo recordarte que le pagabas por acostarse contigo?

-Eso fue hace mucho tiempo.

-No importa, sigue siendo una puta. Se acuesta contigo para obtener
dinero y prestigio.

-Ares, suéltala, es una orden.

Me rio con una sonora carcajada.

-¿Crees que eso va a funcionar? Sólo te obedezco porque me conviene,


ahora no lo hace. Has hecho daño a mi gemela.
-Lo siento, no volverá a ocurrir.

-Eso ya lo sé, porque la próxima vez no te daré una advertencia, os


mataré a todos sin contemplaciones.

Hundo la navaja en el costado de Gina, ella grita tras mi mano. Mi padre


se pone de rodillas en la cama, ignorando su propia desnudez.

-Creo que he tocado un riñón, suerte que tienes dos- me burlo.

-Esto no va quedar así, Ares- gruñe mi padre.

Doblo la hoja dentro del cuerpo de Gina, sus lágrimas empapan mi


mano, es la primera vez que la veo llorar.

-¿Me estás amenazando?- le pregunto a mi padre- Sabes que eso no


acabará bien para ti y para tu familia.

-Venus y tú también sois mi familia.

-¿Y por qué no lo parece? ¿Le has pegado alguna vez a tu bastardo?

-No.

-Me pegaste más veces de las que puedo recordar, ahora lo haces con
Venus, tu hija. ¿Qué diferencia hay entre Lucio y Venus o yo?

Mi padre no contesta.

-Lo que pensaba- le digo- Mataste a mi madre, no permitiré que hagas lo


mismo con Venus.

-Yo no maté a tu madre, ella se suicidó.

-Por tu culpa, padre. Y por culpa de tu puta.

-Ares, se está desangrando, suéltala para que pueda llevarla al hospital.


-Dame tu palabra de que nunca más tocarás a Venus o a Eros y que no
habrá represalias por tu parte por esto, si tú mueves ficha yo te hago un
jaque mate, padre. Recuérdalo, no me importará matar a todo el mundo si
con eso consigo darle paz a mi hermana.

-Tienes mi palabra, no haré nada contra Venus y Eros.

-Ni Iván.

-Ni Iván- repite apretando la mandíbula.

Saco la navaja del cuerpo de Gina, cae de cara en la cama.

-Ten cuidado, Ares, no siempre tendrás las de ganar- me amenaza.

-Puedes intentar algo contra mí, estaré encantado de matar a todos tus
perros.

Salgo de la habitación dando un portazo. La oscuridad de la noche me


acompaña por los pasillos mientras bajo al sótano de la mansión, introduzco
la clave de acceso en el teclado numérico de la pared, la puerta se abre de
forma automática. Entro dentro del pasillo de las celdas, una única celda
está iluminada, camino hacia ella. Iván apunta con su arma a la cabeza de
Sabine, que ya está despierto y como pedí, tal y como Dios lo trajo al
mundo.

-¿Algún problema?- me pregunta mi amigo.

-Ninguno, estaremos tranquilos en casa unos días.

Él asiente.

-Tu padre va a matarte si te atreves a hacerme algo- escupe Sabine.

-A mi amado padre le ha surgido una emergencia con su adorada esposa.


Estarán unos días en el hospital- contesto.

Agarro el cuchillo de carnicero de la mesa de herramientas.


-Esto te va a doler- le digo a Sabine.

-¡No te atrevas!- me grita.

Le hago un gesto con la cabeza a dos de mis hombres, agarran las


piernas de Sabine y las abren, de un solo golpe corto su polla por completo,
la sangre salta por todos lados, suerte que mi ropa es toda negra y no se
notarán las manchas de sangre, el suelo es otra historia.

-Le dije a mi padre en más de una ocasión que pusiera suelo negro,
nunca me hizo caso y ahora está todo sucio.

Sabine llora y se queja por el dolor.

-Las manos- les ordeno a mis hombres.

Las desatan de los brazos de la silla, Iván pone una pequeña mesa
plegable frente a él para que mis hombres puedan extender sus manos en
ella. Empiezo a cortar uno por uno los dedos de su mano derecha con
mucha lentitud y dejando cinco minutos de espacio entre corte y corte,
luego hago lo mismo con la otra mano. Quemo las heridas para que no se
desangre, luego agarro una hierra con las iniciales AR, Ares Romano, Iván
la calienta con el soplete hasta que el hierro se pone rojo. Empiezo a marcar
la piel de Sabine por todos lados, el olor a carne quemada se impregna en
toda la celda.

-Va a entrar en shock- me avisa Iván.

Suelto la hierra en el suelo. Agarro a Sabine por la mandíbula.

-Sugeriste a mi padre que te dejara violar a mi hermana- le digo


mirándolo a los ojos- Ahora morirás con tu polla metida en tu propio culo.

Lo tiro al suelo de una patada, lo pongo bocabajo a pesar de sus vagas


protestas. Gerónimo, uno de mis hombres, me entrega la polla muerta de
Sabine empalada en una vara de hierro. Otros dos de mis hombre abren su
culo. Meto la vara con la polla hasta el final de un solo empujón, sangra
como un cerdo en una matanza, su cuerpo empieza a convulsionar.

-Lo quiero colgado del techo por las manos y los pies- ordeno a mis
hombres- Que mi padre y su consegliere vean lo que ocurrirá si vuelven a
herir a mi hermana.

-Me quedaré aquí para asegurarme de que todo queda como quieres- me
dice Iván- Ve con ella.

-Gracias, amigo.

Iván sonríe, le encanta cuando lo llamo así.

-Envíame una foto cuando hayáis acabado aquí- le digo.

Asiente con la cabeza. La tortura no ha durado tanto como me hubiera


gustado, pensé que Sabine aguantaría más, pero no ha sido así, era un
maldito cobarde, igual que lo es Martino. Siempre han creído que mi padre
los protegería con su poder, no hay poder en este mundo que me impida
vengar a Venus, por ella haría posible hasta lo imposible. Moveré cielo y
tierra con tal de ver su sonrisa, nadie, absolutamente nadie, puede tocarla o
hacerle el más mínimo daño. Ella no nació para sufrir, nació para sonreír y
darle algo de luz a mi vida con esa sonrisa. Me gusta cuando me sonríe, a
mi demonio le gusta, Morte se tranquiliza cuando ella sonríe. Es la única
forma de que el mundo esté en paz, cuando ella llora Morte se vuelve loco y
el mundo arde en llamas.

Llego a la puerta de mi habitación, han pasado casi tres horas desde que
me fui. Fabián sigue de pie vigilando la puerta.

-¿Ha habido algún problema?- le pregunto.

-No, señor. La señora Venus y los niños se quedaron dormidos hace rato.

Asiento con la cabeza. Agarro la llave de mi bolsillo y abro la puerta,


todo está en silencio cuando entro. Sólo la luz de la luna entrando por las
ventanas ilumina la habitación. Entro en el baño, me desnudo por completo,
echo la ropa en el suelo y me meto en la ducha. El agua fría toca mi piel,
nunca puedo bañarme con agua caliente, aunque sea invierno. El frío me
ayuda a mantener mis pensamientos en orden. Me deshago de la sangre que
ha traspasado a mi piel, el agua se tiñe de rosa mientras desaparece por el
desagüe.

Salgo de la ducha después de enjabonarme todo el cuerpo y aclararlo,


agarro una toalla y la ato a mi cintura. El hombre del espejo me mira
fijamente. Tantas muertes a nuestras espaldas y ni un sólo
remordimiento, Morte y Ares, la misma persona, el mismo asesino. Aparto
la vista del espejo un segundo para tomar mi cepillo de dientes y
lavármelos. La puerta del baño se abre, Gio entra y se queda mirándome,
saco el cepillo de dientes de mi bica y la enjuago. Ella se acerca a la ropa
ensangrentada que he dejado en el suelo, al tocarla se llena la mano de
sangre.

-¿Qué haces despierta a estas horas?- le pregunto.

-Un monstruo.

Frunzo el ceño.

-¿Una pesadilla?- le pregunto.

Niega con la cabeza.

-Yo monstruo- contesta.

Me enseña su mano, la que tiene sangre y sonríe. Me agacho frente a ella


y agarro su mano.

-Es de Sabine- le digo- Lo he torturado y matado.

-¿Por qué?

-Quiso hacerle daño a Venus.


Su nariz se arruga.

-Nunca hacemos daño a quien nos importa, Gio, aunque no los amemos
como ellos a nosotros.

Asiente con la cabeza.

-Eros importa- dice.

-Sí, a mí también. Nunca le vamos a hacer daño a Venus, Eros o Iván.

Esboza una sonrisa. Le limpio la mano con una de las toallas más
pequeñas del lavabo.

-Ahora a dormir- le digo- Eros necesita que lo protejas en sus sueños.

-Vale.

Sale corriendo del baño. Gio va a necesitar mi ayuda a medida que


crezca, podría descontrolarse y matar a cualquiera, convertirse en algo
mucho peor de lo que yo soy. Eros se entristecerá si a ella le pasa algo, si va
a la cárcel o, peor, la terminan matando por lo que es y la amenaza que
representa para el mundo.

Después de vestirme y asegurarme de que Gio está dormida, me meto


bajo las mantas con Venus. Ella está bocabajo mirando hacia la ventana,
tiene la espalda descubierta, en algún momento se ha quitado mi camiseta,
supongo que le molestaba. Acaricio con mucho cuidado las heridas de su
espalda, su cuerpo sufre un leve temblor. He protegido a Venus toda mi
vida, me mata no haberla podido proteger esta vez, se sacrificó por nuestro
hijo. Venus es la mejor madre del mundo, Eros tiene tanta suerte de tenerla.
Bajo con mis dedos a la curvatura de su culo, deslizo la manta para verlo
mejor, tan redondo y suave. Lo acaricio con mi palma, mi polla se endurece
tanto como el acero. Venus gira la cabeza hacia mí, sus ojos están abiertos.

-¿Qué se supone que estás haciendo?- me pregunta susurrando.


-Tocarte.

-Eso ya lo he notado.

-Me gusta tu piel, amore. Es tan suave.

Meto mis dedos entre sus piernas.

-Ares, no puedo...

Se calla cuando introduzco un dedo en su vagina, tan caliente y húmeda.

-No puedo follarte con mi polla, pero puedo hacerlo con mis dedos.
Necesitas relajarte, tápate la boca y no hagas ruido.

Empiezo a sacar y meter mis dedos lentamente, ella cierra los ojos y se
tapa la boca con su mano. Me acerco más a ella, acelerando los
movimientos de mis dedos.

-Vas a correrte por los dedos de tu gemelo. ¿Verdad?

Beso su mejilla.

-Cada vez que te follo me acuerdo de nuestra primera vez- susurro en su


oído- Recuerdo cuando metí mi polla dentro de ti y te hice sangrar, te quité
la virginidad, hermanita.

Se le escapa un gemido.

-¿Sabes qué fue lo que más me gustó?- le pregunto- Saber que ya eras
mía para siempre, luego te dejé embarazada a propósito.

Intenta removerse, pero me pongo de rodillas y la sujeto con mi mano


libre, la follo más rápido.

-Te cambié las píldoras, Venus- le digo- Tenía que hacerlo.

-Te voy a matar- jadea.


-No, primero vas a correrte.

Me pongo de rodillas entre sus piernas, saco mi polla y me masturbo


mientras también lo hago con ella.

-Ahora tienes dos opciones, hermanita. Dejas las píldoras por voluntad
propia o te obligo.

-No.

-Venus, aún no lo has entendido, tu cuerpo está hecho para dar a luz a
mis hijos, mis pequeños monstruos.

Meto la cabeza de mi polla en su vagina y me corro dentro. Venus se


corre unos instantes después.

-Eres un puto loco- me dice enfadada.

-Eso ya lo sabías.

Me tumbo a su lado, su ceño está fruncido.

-Pensé que me había olvidado alguna píldora, Ares.

-No, te las cambié.

-¿Y se te ocurre decírmelo seis años después?

-Sí, me acabo de acordar.

-Nunca me has mentido.

Levanto una ceja, su voz parece rota.

-No, nunca te he mentido- le digo.

-Me ocultaste esto, stronzo. ¿No pensaste que merecía saberlo?


-La verdad es que no.

Niega con la cabeza, luego la gira hacia el otro lado.

-Venus.

Ella me ignora.

-¿Hice mal?- le pregunto.

Vuelve a ignorarme.

-Está bien, no contestes. No puedo pedirte perdón, sabes que no lo


siento.

-Me acosté con Martino porque estaba embarazada de ti.

-Lo mataré.

-No todo se soluciona con la muerte, Ares. Me vi obligada a acostarme


con un hombre que no amaba, dejé que se corriera dentro de mí para ocultar
que tú era el verdadero padre de mi hijo. Creo que al menos merecía saber
que cambiaste mis píldoras. Te juro que como te atrevas a hacerlo de nuevo
cogeré a Eros y nos iremos lejos de ti.

El demonio dentro de mí me araña desde dentro para salir.

-Lo- Lo...- trago grueso- Lo- Lo si-siento.

-No, no lo sientes. No puedes sentirlo, no tienes esa capacidad.

-Venus, no puedes irte lejos de mí.

-Lo haré, Ares. Lo haré si vuelves a hacer algo así.

La mañana llega conmigo despierto, no he dormido nada, he estado


mirando al techo toda la noche. Lo que me dijo Venus me ha tenido en vela,
ella no sería capaz de dejarme. ¿Verdad? La miro cuando se remueve, abre
los ojos lentamente.

-No puedes dejarme- le digo.

-Ahora no, Ares, déjame en paz.

-Venus, te lo digo en serio, te buscaré por cualquier lugar que se te


ocurra pisar, mataré a quien sea necesario hasta encontrarte.

Se acurruca en mi costado.

-Estás enfermo- me dice- Igual que yo, porque me has mojado, joder.

Besa mis labios desesperada, toco su coño con mi mano, mi semen está
seco entre sus pliegues.

-De verdad lo siento- le digo rompiendo el beso.

-Deja ya eso, Ares, ambos sabemos que no lo sientes.

-No, pero es lo que tú quieres escuchar.

-Quiero escuchar la verdad, Ares. No vuelvas a hacerlo. ¿De acuerdo?

-De acuerdo.
Ocho
Venus
Han pasado dos días desde que mi padre me azotó con el látigo, Ares me
contó lo que hizo esa noche, todo el daño que hizo. Sabine está muerto, mi
padre lo encontró la mañana siguiente colgado del techo de una de las
celdas, con los dedos de las manos cortados, su propia polla metida en el
culo con una vara de hierro y las iniciales de Ares grabadas por todo el
cuerpo.

Le pongo la última vela al pastel que he comprado para Gio, lleva un


monstruo y varios muertos en la parte alta, no es lo más normal para una
niña de cuatro años, pero es lo que quería y se lo dijo a Ares.

Me siento un poco mareada, he pasado dos días en la cama, sólo me he


levantado para ir al baño. Ares me ha estado ayudando a ducharme e Iván a
curar mi espalda, que ya no duele. Cierro los ojos, creo que estoy a punto de
caer al suelo, pero unos fuertes brazos me sujetan por la cintura.

-Deberías sentarte.

-Estoy bien, mia vita, Iván dijo que sería normal después de estar tanto
tiempo acostada en la cama

Me da un beso en el cuello.

-¿Puedes sostenerte sola?- me pregunta.

-Sí, ya se me está pasando el mareo.

Ares me suelta lentamente, me agarro feo borde de la isla de la cocina.


Vamos a celebrar el cumpleaños de Gio en su lado de la casa, decidimos
hacerlo aquí para que tuviera un buen cumpleaños. Ni nuestro padre ni su
hermano nos molestarán aquí, saben a lo que se enfrentan si se atreven a
pisar el área de Ares. Lucio lo intentó cuando se enteró de que Ares había
herido a Gina, no terminó nada bien y, por suerte, él no acabó en el hospital.
Aunque sí con varios moretones por la cara y el cuerpo, Iván y Demarco
tuvieron que sostener a Ares para que no lo matara.

-Lleva el pastel a la mesa- le digo a mi hermano- Iré enseguida, necesito


tomar agua.

-Amore, ve a sentarte, puedo llevarte el agua.

-Ares, no voy a pasarme el día sentada, necesito recuperarme, Eros me


necesita y Gio también.

-No es tu responsabilidad.

-¿Y qué hago? ¿Dejarla sola? Ni siquiera la niñera la cuida como es


debido.

-Puedo contratar a alguien.

Niego con la cabeza.

-Necesita a su familia a su lado, no a una desconocida- respondo.

-Bien, como quieras.

-Sí, exactamente, esto es lo que quiero. Voy a hablar con padre para que
me deje hacerme cargo de ella.

Ares suspira. Agarra el pastel y sale de la cocina hacia el comedor que ha


montado en una de las otras habitaciones de la planta baja de su ala de la
casa. No me importa que no esté de acuerdo con esta decisión, Gio ya ha
pasado demasiado tiempo con una niñera, siempre está sucia y descuidada.
La he bañado en más ocasiones de las que puedo contar con los dedos de
una mano. A Gina y a mi padre parece darles igual, no a mí, es sólo una
niña pequeña y no merece ese trato.

Agarro la jarra de agua de la nevera y un vaso de la alacena superior, lo


lleno de agua fría y me lo bebo de una sola vez. Voy al comedor, mi boca se
curva por un lado cuando veo a mi hijo tapando los ojos de Gio y a ella tan
tranquila, como si fuese lo más normal del mundo. Ares me toma por la
cintura y me pone delante de él.

-Eros, ya puedes destaparle los ojos- le dice a nuestro hijo.

Los ojos de Gio brillan cuando ve el pastel y las velas encendidas. Su


atención está puesta en ese pastel y no en nosotros cantándole feliz
cumpleaños.

-Ya puedes soplar las velas, Gio- le dice Eros.

Una de las velas se le dificulta, Eros se inclina hacia adelante y la ayuda


a apagarla, Gio le sonríe.

La fiesta de cumpleaños de Gio dura hasta casi la noche, nadie ha venido


a ver si ella está bien o a entregarle un regalo. Me entristece saber que no le
importa a sus padres o su hermano. Ella está tan feliz jugando con sus
nuevos juguetes y con Eros en el suelo.

-Estoy de acuerdo- me dice Ares.

-¿De acuerdo con qué?

-Con que te hagas cargo de ella.

Le doy un beso en el pecho, me ha tenido casi todo el día sentada en su


regazo.

-¿Vas a hacerte cargo de Gio?- me pregunta Iván.

-Sí, estoy harta de no hacer nada por ella.

-Me parece bien, Venus, eres una gran madre y serás una gran hermana
para ella.

-No- dice Ares.


Iván y yo fruncimos el ceño.

-¿No!- le pregunto.

-Yo la cuidaré cuando esté en casa, tú cuando yo esté fuera trabajando.

-Puedo encargarme de ella yo sola.

-Lo sé, amore. Pero Gio me necesita a mí, ella...

-Es como tú- lo interrumpe Iván.

-Sí, la noche que maté a Sabine, volví de madrugada a la habitación. Ella


estaba despierta, esperó a que me duchara y entró en el baño para tocar mi
ropa ensangrentada.

Miro a Gio, me había dado cuenta de ciertos comportamientos, como


que nunca se asuste de Ares. O que le guste ver cómo golpea a Lucio, el
otro día estaba embobada mirando cómo Ares casi lo mata.

-Necesita ayuda- digo.

-La tendrá, me dijo que Eros le importa, es lo que usaré para canalizar su
psicopatía.

Me levanto del regazo de Ares.

-¿A dónde vas?- me pregunta.

-Tengo algo que hacer, vuelvo enseguida.

Salgo del ala de mi hermano, la voz de mi padre, muy enfadado por


cierto, se oye desde el pasillo que va a su despacho. Llamo a la puerta con
suavidad cuando llego. Mi esposo es quien me abre la puerta, cierra tras de
sí y me empuja hacia el otro lado del pasillo con su cuerpo.

-¿Dónde coño has estado durante dos días?- espeta.


-No es asunto tuyo, déjame pasar, debo hablar con mi padre.

Me agarra por los brazos con fuerza.

-Para tu estúpido cerebro puede que no sea un dato importante, pero


sigues siendo mi esposa y el niño que te has llevado es mi hijo.

Me zafo de su agarre.

-No me toques- escupo- Eros es mío, única y exclusivamente mío.

Me aprisiona con su cuerpo contra la pared.

-¿Recuerdas que estuve presente en su creación?- pone su dedo índice en


mi sien- Que a tu dura cabeza le entre eso. Quiero que esta noche volváis a
nuestro ala, no voy a repetirlo más veces, Venus. Tu lugar está a mi lado, no
al lado de ese puto loco.

-No lo llames así- gruño.

Golpeo su costado con mi puño, Martino se dobla por el dolor. Lo agarro


por el pelo de la nuca e inclino su cabeza hacia atrás.

-Mi hijo y yo nos quedaremos en el ala de mi hermano hasta que lo crea


conveniente- le digo mirándolo a los ojos- No vuelvas a tocarme, Martino,
o se lo diré a Ares.

Traga grueso.

-Sí, sé cuánto adoras la compañía de mi hermano.

Empujo su cabeza a un lado.

-Jamás vuelvas a ordenarme nada, no soy una de tus zorras.

Entro en el despacho de mi padre, sus ojos se posan sobre mí, también


los de su bastardo.
-Quiero hablar a solas contigo, padre.

Lucio se pone en pie, su ojo izquierdo está totalmente morado.

-Lo que tengas que hablar con mi padre puedes hacerlo delante de mí-
me dice.

-Cuando los adultos hablan los niños callan, Lucio. ¿No te ha enseñado
modales tu amada madre?- esbozo una sonrisa- No me extraña, ni siquiera
ella los tiene...

Lucio da un paso adelante, pero nuestro padre lo agarra por el brazo,


deteniéndolo.

-¿Has venido a insultar a mi esposa?- me pregunta.

-No, vengo a hablar de Georgina.

-¿Dónde está? Lleva dos días desaparecida.

Pongo los ojos en blanco.

-Ha estado conmigo, mientras me recuperaba de tu castigo.

-Bonito corte de pelo- se burla Lucio.

-Gracias, bastardo, a mí también me gusta cómo me queda- contesto sin


dejar de mirar a mi padre.

-¿Qué quieres?- me pregunta él.

-Encargarme de tu hija, esa a la que no hacéis caso hasta que alguien


viene de visita o hacéis una fiesta.

-No.

-¿No? ¿Estás seguro?


-Vas a volver a tu ala de la casa, con tu esposo y vuestro hijo, vas a dejar
en paz a Georgina, tiene una niñera.

-¡Una niñera que no la cuida!- grito- No voy a obedecerte, padre. Esa


niña necesita a alguien a su lado, por si no te has dado cuentas es como
Ares.

-¡No lo es! Sal de mi despacho ahora mismo.

-No voy a irme hasta que firmes un documento de cesión de custodia a


mi nombre.

-Al parecer el castigo de papá te dejó tan loca como el psicópata- dice
Lucio.

-Te equivocas, nací así, pequeño bastardo. Por cierto, ¿cómo está la puta
de tu madre? ¿Ha perdido el riñón?

Lucio se abalanza hacia mí, mi espalda golpea contra el suelo, antes de


que pueda darme el primer golpe, nuestro padre lo agarra por la cintura y lo
levanta. Me levanto rápidamente del suelo.

-Firma ese documento, padre. No me iré de aquí sin él- le exijo- ¿O


quieres que tu bastardo de oro muera?

Frunce el ceño.

-Eres igual que él- me dice.

-Somos gemelos, padre. Ares haría cualquier cosa por mí y yo haré


cualquier cosa por él, por Gio y por Eros.

-Mi abogado te enviará ese documento firmado hoy mismo.

Niego con la cabeza.

-Ahora, quiero ese documento ahora. Vamos, llama a tu maldito


abogado.
-No puedes cederle a la niña- le dice Lucio- No pueden ganar siempre.

-Prefiero entregarle a esa niña a que Ares te ponga una mano encima por
haber intentado golpear a su gemela. Eres un idiota, Lucio, no vuelvas a
hacer algo así.

Lucio me fulmina con la mirada, lo que sólo hace que mi sonrisa se


ensanche. Puedo ser alguien tranquila y pacífica, pero jamás toques a las
personas que amo, te mataré si es necesario.

-Vamos, padre, sigo esperando y sabes que no me gusta esperar.

Aprieta la mandíbula, pero se mueve hacia su escritorio. Agarra su


móvil, teclea en la pantalla hasta que comienza a sonar la llamada por el
altavoz. Su abogado contesta.

-Señor Romano. ¿En qué puedo ayudarlo?

-Necesito que envíes a mi email un documento de cesión de custodia.

El abogado guarda silencio unos segundos.

-Hazlo- le ordena mi padre.

-¿Está seguro?

-Sí, la menor es mi hija, Georgina Romano.

-¿A quién va a ceder su custodia?

-Venus Romano, mi otra hija.

-Y Ares- le digo.

Niega con la cabeza. Me acerco a él y le arrebato el móvil de la mano.

-Ares y Venus Romano- le ordeno al abogado.


-Señora Venus, su padre debe estar de acuerdo con esto.

-Obedece de una maldita vez, él está de acuerdo.

-Como ordene.

Le devuelvo el móvil a mi padre.

-Su esposa debería firmar este documento también, señor Romano.

-Envíelo ahora mismo a mi email.

-Sí, señor Romano.

Mi padre deja su móvil sobre el escritorio con un sonoro golpe.

-¿Por qué haces esto?- me pregunta.

-Ya te lo he dicho, Gio merece a alguien que la cuide y la ame. Ni Gina


ni tú os hacéis cargo de ella, sólo tenéis ojos para Lucio. Sólo tiene cuatro
años, padre. Ni siquiera te has acordado que hoy es su cumpleaños, ¿cierto?

Frunce el ceño. Por supuesto que no se ha acordado, nunca lo hizo. No


recuerdo ni un solo cumpleaños de Gio en el que él o Gina estuvieran
presentes.

-Deja que yo cuide de ella, padre. Haz algo bueno por Gio, sólo por una
vez en tu vida.

Su mirada se suaviza.

-Bien- dice.

-Papá, no- espeta Lucio.

-¿Y tú qué problema tienes?- le pregunto.


Mi cabeza da vueltas a muchas cosas. ¿Por qué insiste tanto en tener a
Gio bajo el ala de su madre y nuestro padre? Nunca la quiso.

-Contesta- exijo.

-Déjame en paz, puta.

-Contesta a mi pregunta. ¿Por qué insistes tanto en tener acceso a Gio?

Padre lo mira.

-Lucio, contesta a la pregunta de tu hermana.

-¡No es mi hermana!- grita.

Padre cruza al otro lado del escritorio, Lucio se pone recto y agacha la
cabeza.

-¿Me has gritado?- le pregunta.

-Lo siento, papá, no era mi intención.

-Contesta a la pregunta.

-No es correcto, Georgina no es nada de ella. Debe estar con su familia.

-¿La has tocado?- le pregunto- ¿Te has atrevido a tocar a una niña de
cuatro años?

Levanta la cabeza para mirarme.

-¿Estás loca?- me pregunta- No la he tocado, enferma.

-¿La has golpeado alguna vez?- le pregunto.

Ante esa pregunta guarda silencio.

-Voy a matarte, bastardo- escupo- ¡Es una niña!


Miro a nuestro padre, su semblante permanece imperturbable.

-¿No te importa?- le pregunto.

-Lucio seguramente pensó que estaba haciendo lo correcto, Georgina a


veces es caprichosa.

-¡Porque es una maldita bebé! Los niños son caprichosos- niego con la
cabeza- El documento, lo quiero ya. Y, Lucio, si te atreves a acercarte a Gio,
aunque sea un sólo milímetro, te juro que te sacaré los ojos y te los haré
comer. ¿He sido clara?

Su boca se curva por un lado.

-Eres muy valiente con el psicópata protegiéndote- me dice.

Doy varios pasos hacia él, me detengo a escasos centímetros, no es


mucho más alto que yo. Lucio se parece más a su madre que a nuestro
padre.

-Provócame, Lucio, nunca has conocido a mi otra versión, pero padre sí.
Él puede contarte lo que soy capaz de hacer por alguien a quien amo.
Acércate a Gio o a Eros y te juro que serás comida para los peces.

-Vete de aquí, enviaré a alguien con el documento firmado por mí y por


Gina- me dice mi padre.

-Media hora, eso es todo lo que tienes antes de que le cuente a Ares que
tu bastardo me ha tirado al suelo y ha intentado golpearme.

Antes de darme la vuelta para salir del despacho, miro a Lucio a los ojos,
levanto el brazo y le doy una bofetada en la cara. Se cubre la mejilla con su
mano.

-No se tocan a los niños, hijo de puta enfermo. Tienes suerte de que Ares
no te haya oído, estarías muerto en este preciso momento.
Me marcho del despacho sin mirar atrás, mi pobre Gio, no imagino lo
que habrá debido sufrir físicamente. Puede que sea una pequeña psicópata,
pero sigue sintiendo dolor físico. Ese bastardo la ha golpeado, quién sabe si
Gina está al tanto de esto, quizás hasta le dé igual.
Nueve
Ares
En cuanto Venus regresa a la fiesta se acerca a Gio, examina sus brazos,
espalda, cuello y piernas. No dice qué busca, pero puedo imaginarlo.
Cuando encuentra algo en la pierna derecha sus ojos se llenan de lágrimas,
se cubre la boca con la mano y niega con la cabeza.

Me pongo en pie y me acerco a ellas, Gio tiene un moretón en el muslo,


nos mira con ojos curiosos, luego se ríe.

-Lucio- dice.

Iván me sujeta cuando me doy la vuelta.

-Déjame- gruño.

-Es su fiesta de cumpleaños, no es el momento, hermano.

-Quiero estrangularlo.

-Otro día.

-Ha tocado a su propia hermana, una niña de cuatro años.

-Ares, torturaste a un hombre delante de su hijo de seis años hace dos


días.

-Ese no niño no me importa, Gio es mi hermana pequeña.

Iván sonríe por un lado de la boca.

-Lo sabía- dice.

-No es amor, idiota, no puedo sentirlo aunque quiera.


-Pero quieres, eso ya es un paso.

-Deja de humanizarme y apártate.

-No, hoy no. Te prometo que mañana le daremos una lección a Lucio.

-Ya lo he hecho yo- dice Venus- Lo he golpeado y amenazado con


sacarle los ojos si se atreve a acercarse a ella. Padre me va a entregar su
custodia.

-¿Por eso te has ido?- le pregunto.

Ella asiente, le da un beso en la cabeza a Gio.

-Vas a quedarte conmigo, principessa. Eros y yo cuidaremos de ti, ya no


habrá más niñeras y Lucio no va a volver a pegarte.

Gio se pone de pie, rodea el cuello de Venus con sus brazos. Me dan
igual los otros niños, los otros adultos, pero no me gusta cuando tocan a
estas personas que están aquí conmigo. Esto es lo más cerca que voy a estar
de sentir amor por alguien y sé que no es amor, sino sentido de la posesión,
son míos y no me gusta que toquen lo que me pertenece. Me agacho y
agarro a Gio en mis brazos.

-La próxima vez que Lucio te pegue grita y acudiré lo más rápido
posible, si no estoy para salvarte golpéalo fuerte con el objeto que tengas
más cerca, lo golpeas en la cabeza. ¿Lo has entendido?

-Sí.

-Mostriciattola,

Ella sonríe. Puede tener cuatro años, pero es inteligente y espabilada.

-Deja de llamarla pequeño monstruo- me regaña Venus.

-No- contesto.
-No- repite Gio.

Iván se ríe, haciendo fruncir el ceño de mi gemela. Mi padre entra en el


comedor con un documento en la mano, Venus se acerca a él y se lo
entrega. Camino hacia ellos, Gio gira la cabeza para no mirar a nuestro
padre, creo que lo odia tanto como yo.

-¿Qué es eso?- pregunto.

-El documento de cesión de custodia- contesta Venus.

Agarro el documento de sus manos. Mi nombre figura en él, Venus me


mira de reojo.

-Tenéis que firmarlo- nos dice nuestro padre entregándonos su pluma.

Mi gemela me mira a los ojos. Le arrebato la pluma de la mano a mi


padre, no pensé que Venus quisiera hacer esto de forma legal. Dejo a Gio en
la mesa sentada y firmo el documento, veo las firmas de mi padre y la puta.
Luego miro a Eros, jamás sería capaz de deshacerme de él, pero el
monstruo soy yo. Venus se pone a mi lado, me quita la pluma y firma el
documento. Mi padre intenta tomarlo de la mesa, pero lo detengo poniendo
mi mano sobre el papel.

-No tan rápido, padre. Prefiero llevarlo yo mismo al juzgado mañana a


primera hora.

-Eres un hijo de puta.

-Creí que ya habíamos establecido eso. Actualiza tus insultos, o mejor,


ahórratelos, no me afectan.

-Mi abogado te acompañará al juzgado por la mañana.

Asiento con la cabeza.

-Una última cosa, padre- miro a Gio, sus ojos conectan con los míos-
Dile a tu hijo de oro que tenga cuidado, si lo veo mirando en dirección a
Gio le arrancaré los ojos y obligaré a la puta a comérselos.

Mi padre se marcha del comedor. Me cruzo de brazos mirando a mi


hermana, Venus imita mi postura.

-Dijiste que tú ibas a cuidarla conmigo- me dice.

-No pensé que ibas a hacer todo esto legal.

-¿Y qué querías que hiciera? Si no lo hacía de esta forma podrían


llevársela cuando quisieran.

-¿Dónde va a quedarse a dormir?

-Conmigo, hay mil habitaciones en esta casa.

-No vas a moverte de mi ala.

-Algún día tendré que volver a mi habitación.

Niego con la cabeza. No voy a dejar que vuelva al lado de su esposo.

-Me encontré con Martino saliendo del despacho de padre. Me exigió


que volviera con su hijo a nuestro ala de la casa.

-He dicho que no vas a volver, ni tú ni Eros. Mañana envía a Celia a por
tus cosas y las de nuestro hijo al ala del cobarde.

Venus resopla.

-Prepara una habitación para ellos, se acabó eso de dormir con nosotros-
le digo.

-Eres tan mandón- protesta Iván.

Lo miro con una ceja levantada, Venus se pega a él, quien se cruza de
brazos también.
-Nuestro hermano tiene razón- dice ella.

-¿Hermano?- gruño.

-¡Por el amor de Dios!- chilla Venus- Iván es nuestro hermano.

-Venus- advierto.

Iván pone los ojos en blanco.

-Déjalo, Venus, tu querido gemelito quiere ser el único hermano en tu


vida.

Iván sale del comedor en dirección a las escaleras.

-¿Por qué?- me pregunta Venus.

-Soy tu único hermano.

-Iván es un hermano para mí, tú lo trajiste a nuestras vidas. ¿Es necesario


que seas cruel con él? Iván no ha hecho más que sernos fiel y amarnos. Sé
que no puedes devolverle ese amor, pero no es necesario hacerlo sentir
como si no perteneciera a nuestra familia.

Venus agarra a Gio de la mesa y se sienta en el suelo con ella y con Eros,
ignorándome. Me froto la frente con los dedos, la he cagado. Siempre he
sentido que Iván es más que un amigo, como dice mi hermana, no puedo
amarlo, pero ciertamente no es un amigo.

-Me he puesto celoso, amore- digo antes de salir del comedor.

Busco a Iván en su habitación, pero no está. Después de un rato de estar


buscándolo por nuestro ala, no lo encuentro. Así que, decido ir a buscarlo
por el resto de la casa, en el comedor principal no está, tampoco en el jardín
trasero o en la entrada delantera de la casa, ahora resulta que nadie lo ha
visto y sé que mienten. Bajo al sótano, como último recurso, juro por lo más
sagrado que comenzaré una matanza si está aquí. La voz de Lucio se cuela
en mis oídos a medida que bajo las escaleras, se está riendo y hay alguien
con él. Ni Lucio ni su amigo, Gianmarco, hijo de uno de los capos de mi
padre, se dan cuenta de mi presencia. Iván lo hace y sonríe. Los bastardos lo
han atado de pies y manos y lo han golpeado, no mucho, ni siquiera sé
cómo coño lo han atrapado, Iván está entrenado. Sus ojos se vuelven un
poco hacia atrás, está intentando no cerrarlos. Imagino que lo han drogado,
así es como lo han atrapado.

-Es un lame culos- dice Gianmarco- Siempre a la sombra del loco.

Lucio se ríe a carcajadas, le da una patada a Iván en el estómago.

-Si me soltáis os demostraré que no necesito a Ares para defenderme-


contesta con dificultad.

¿Qué maldita droga le han metido en el cuerpo? Su lengua parece


trabarse consigo misma.

-La puta de Venus me amenazó con sacarme los ojos si me acercaba a la


niña o a su puto hijo, no dijo nada de ti- se excusa Lucio.

-Porque sabe que puedo defenderme yo solo. Eres muy valiente, Lucio,
todo un hombrecito de mamá que se mete con una niña de cuatro años
porque no es capaz de ganarle a su hermano mayor- contesta Iván.

Lucio lo golpea en la boca con su pie, la sangre brota, sin embargo, Iván
no se inmuta, todo lo contrario, se ríe.

-Estás tan loco como él, ruso asqueroso- dice Gianmarco.

Iván escupe sangre al suelo.

-Por eso somos amigos, mierdecilla- le contesta.

Entro en la celda, el rostro de Gianmarco palidece, provocando que


Lucio se gire.

-Somos hermanos- corrijo a Iván.


-Vete a la mierda, puto loco- se ríe él.

Gianmarco intenta salir corriendo de la celda, agarro mi arma con


rapidez y le disparo en el tobillo.

-¿Tus padres no te han enseñado que no hay que correr por los pasillos?-
le pregunto mirando al bastardo.

Su labio superior tiembla por la ira.

-¿Por qué no descargas conmigo tu rabia, bastardo?- le pregunto- Es a mí


a quien quieres golpear. Primero lo haces con una niña de cuatro años, tu
propia hermana, y ahora con un hombre que no te ha hecho nada.

Lucio se abalanza hacia mí, lo sujeto por la cintura con mi brazo, me


golpea varias veces en la cara con su puño. Cuando me he hartado, lo lanzo
contra la pared.

-Enseguida vuelvo a desatarte- le digo a Iván.

-¿Es en serio? Me han metido en el cuerpo alguna mierda, desátame y


déjame que vaya a comer, me apetece dulce.

Iván empieza a hablar en ruso, se ríe y niega con la cabeza.

-Cazzo, te desato, pero cállate. Y deja de cantar esa maldita canción,


sabes que la odio.

Iván se ríe a carcajadas, luego me lanza besos al aire.

-Te amo, psicópata- me dice.

-¿Qué mierda le habéis metido?- le pregunto a Gianmarco, Lucio ha


quedado inconsciente.

-Fue idea de Lucio, dijo que estaría más tranquilo con una mezcla de
cocaína y de ketamina.
-¡Joder!- grito.

Me pongo en cuclillas frente a Iván, estoy totalmente ido. Saco mi móvil


del bolsillo de mi pantalón y marco a Fabián.

-Señor Romano- contesta.

-Ven al sótano, tienes que llevar a Iván a su habitación y ponerle suero,


va a quedarse dormido y tengo algo que hacer.

-Voy enseguida, señor.

Guardo el móvil en el bolsillo de nuevo.

-Quiero follar- murmura Iván.

-Mierda, sí que estás drogado.

Nunca he visto a Iván con ninguna mujer, su única misión en la vida era
ser el mejor en su trabajo. Estudió medicina por cuenta propia, estudió el
funcionamiento de las armas, estudió cualquier cosa que le pudiera ser útil
en nuestro mundo. Siempre quiso ser el mejor, no le habían interesado las
chicas nunca, tampoco los chicos, lo habría sabido.

-No me quiere- dice de pronto.

-¿Quién?

-Ella.

Mi demonio rasca para salir. Habla muy pocas veces de esa mujer, sólo
cuando ha estado borracho. Lo abandonó a su suerte cuando tenía nueve
años, vino a Italia sólo para dejarlo aquí y volver a su país. La busqué, la
zorra sólo estaba interesada en el dinero, es por lo que se quedó
embarazada, cuando no pudo sacar más dinero al padre de Iván, lo
abandonó en un país desconocido, con gente desconocida.

-Venus y yo te queremos, es todo lo que importa.


Él se ríe.

-Acabas de admitir que me quieres, Morte.

-En cierto modo, lo hago. Pero no digas nada.

Niega con la cabeza de forma divertida, si Gio y Eros lo vieran estarían


riéndose de él.

-No diré...- hace gestos raros con la boca- Nada.

Pongo mi mano en su mejilla.

-Eres nuestra familia y nosotros somos tu familia, Eros te adora y Gio


también.

-Ella es como tú.

-Por eso puedo afirmar que te quiere, te habría clavado un lápiz de


colorear si no le gustaras.

Iván sonríe, mira a Lucio.

-Le ha pegado- dice con tristeza- ¿Puedo pegarle yo a él?

Fabián aparece por detrás de mí.

-Sí, pero no ahora, primero tienes que ir con Fabián y descansar. ¿Vas a
portarte bien?

-Sí, señor.

-Iván- advierto.

-Sí, pesado. Sólo quiero dormir.

-Bien.
Me pongo de pie y me giro para estar frente a Fabián.

-Vigila a Iván todo el tiempo hasta que se le pasen los efectos de las
drogas- le ordeno.

Él asiente. Agarro a Lucio por un tobillo y a Gianmarco por el suyo, el


que tiene herido. Grita de dolor, y cuanto más grita más aprieto mi mano a
su alrededor. Subo las escaleras arrastrándolos a los dos. El camino es
eterno por los gritos del pequeño hijo de puta. ¿Pensaron que no habría
consecuencias? Tienen suerte de no estar muertos. Abro de una patada la
habitación de mi padre, Gina se sobresalta en la cama, sigue convaleciente.
Empujo a Lucio y a su amigo con todas mis fuerzas, llegan al borde de la
cama.

-¿Qué ha pasado?- pregunta.

-Tu bastardo hizo algo que no debía y, no contento con eso, metió a su
amiguito en este lío.

-No le hagas nada.

Inclino la cabeza hacia un lado.

-¿Me estás suplicando, puta?- le pregunto.

-No- gruñe- Es una orden.

Mi pecho vibra por la risa.

-No eres nadie para darme órdenes- le digo.

-Pero yo sí.

Miro a mi padre por encima del hombro, está detrás de mí, bajo el
umbral de la puerta. Lo sigo con la mirada cuando pasa por mi lado para
acercarse a Gianmarco y a Lucio.

-¿Te ha disparado Ares?- le pregunta.


La vista de Gianmarco salta de mi padre a mí y al revés.

-Sí, fue él.

-Puedo rematarlo si es necesario, padre.

Mi padre me fulmina con la mirada.

-Ya has hecho suficiente- me dice.

-La próxima vez que vea a Lucio cerca de Iván, Venus o los niños no
tendré tanta misericordia. Agradece que está vivo, padre.

-Lo tendré en cuenta.

Me acerco a Gianmarco, su cuerpo tiembla. Pongo mi pie sobre su


tobillo y piso fuerte.

-Gianmarco, dile a tu padre que te compre unas muletas, creo que


escuché el hueso romperse cuando la bala te impactó.

-Ares, basta- me ordena mi padre- Vete de aquí, yo me encargo.

-Gracias, papi- contesto con burla, miro a Gina y le guiño un ojo- Adiós,
mami, que te sigas recuperando.

Los dejo a solas en la habitación, los gritos de Gina a mi padre no tardan


en escucharse. Esa puta se ha tomado demasiadas libertades, pero mi padre
parece permitirle casi cualquiera cosa. Lo que me hace pensar que ella
podría tener alguna cosa que podría destruirlo, tengo que averiguar qué
sucede y usarlo a mi favor.
Diez
Venus
Aplico un poco de colorete en mis pómulos, mi pelo y mi maquillaje
están impecables y las joyas en su lugar. Eran de mi madre, un conjunto de
pendientes y collar de diamantes con oro blanco. Ares me observa a través
del espejo, no me ha quitado la vista de encima desde que comencé a
prepararme para la fiesta. Hoy es el cumpleaños de Gina, el show
comenzará en breve, tendremos que aparentar ser la familia perfecta que mi
padre ha hecho creer a todos que somos. Tendré que fingir que mi
matrimonio con Martino es ejemplar, que somos felices, cuando ni siquiera
toleramos mirarnos. Lo que más me duele es que mi hijo y Gio tendrán que
fingir que son amados por sus padres. Eros ciertamente lo es, Ares y yo lo
hacemos, pero ante el ojo público, Martino es su padre y Eros lo odia. No le
gusta que lo toque, algo que tiene en común con su verdadero padre,
tampoco le gusta que Martino me toque a mí, dice que yo pertenezco a su
padre y no a ese stronzo di merda. Sí, también se parece a Ares en eso.

Dejo la brocha en el tocador que mi gemelo mandó a poner en su


habitación para mí. Me levanto del asiento de terciopelo, Ares recorre mi
cuerpo con sus ojos, sólo llevo un tanga de encaje negro y un fino sujetador
a juego, un regalo suyo. Ares se desabrocha el cinturón y el pantalón, el
bulto de su entrepierna sale disparado al aire en cuanto se deshace de la
ropa. Me quito el sujetador y el tanga, luego camino hacia la cama y me
tumbo de espaldas en ella con las piernas abiertas. No deberíamos estar
haciendo esto, llegaremos tarde a la fiesta, pero que se jodan. Necesito
sentirlo antes de enfundarme en mi disfraz de buena esposa, la sumisa que
todos creen que soy.

Ares se pone sobre mí, besa mis labios a la vez que entra en mí. Rodeo
su cuello con mis brazos, me penetra más rápido y más fuerte. Rompe el
beso, pega su frente a la mía.

-Te amo- susurro


Sus ojos me observan, sé cuánto le gustaría decirme que me ama y
cuánto le gustaría sentir lo que yo siento por él. E un secreto que
permanecerá entre nosotros. Pongo mi mano en su mejilla.

-Tengo suficiente amor para los dos, mia vita.

Posa sus labios sobre los míos. Nunca he necesitado que me diga que me
ama, me basta con sus muestras de amor, a su modo. Ares siempre me ha
cuidado y protegido como nadie, hace lo mismo con nuestro hijo. Es
suficiente con eso.

Me sujeta con una mano por la cadera, entra más fuerte dentro de mí,
haciéndome gemir fuerte. Ares gruñe.

-Ares- gimo.

Más fuerte, más rápido. Mis gemidos lo animan, alimentan su ego.


Necesita hacerme disfrutar para sentirse mejor.

-Amore, dime quién está follando tu delicado coño.

-Tú, mi gemelo, mi hermano mayor.

Ares rodea mi cuerpo con sus brazos, se gira llevándome con él.

-Móntame, Venus- me ordena.

Me apoyo en sus hombros para ayudarme a moverme mejor. Echo la


cabeza hacia atrás mientras monto a mi hermano. Rodea uno de mis
pezones con su boca.

-Ares, mio cuore.

Me mueve como a una muñeca con sus manos en mis caderas.

-Ahí- gimo.

-¿Ahí te gusta?
-Me voy a correr.

-Cazzo, aprieta mi polla, amore.

Lo miro a los ojos mientras me corro, Ares me mueve más rápido. Mi


orgasmo se alarga hasta que el termina corriéndose dentro de mí.

-Las píldoras- murmura.

-No es el momento, mia vita.

Ha estado muy insistente con este tema, pero por lo menos respeta mi
decisión de no tener un bebé en este momento. Creo que mi enfado de la
otra vez lo alertó. Me levanto de su regazo, noto su semen correr por el
interior de mis muslos.

-Tengo que vestirme- le digo.

Se pone de pie, me agarra por la mandíbula con su mano y me besa en la


boca.

-¿Vas a dejar mi semen corriendo por tus muslos?- me pregunta.

-Sí- contesto con una sonrisa, que mi hermano me devuelve.

-Voy a estar duro toda la puta noche pensando en ti paseando por ahí con
mi semen seco entre sus piernas.

-Estaré mojada esperando a que vuelvas a follarme esta noche.

Intenta besarme de nuevo, pero lo empujo por el pecho riéndome, cae de


culo en la cama. Su sonrisa es preciosa, una lástima que no la muestre más.

-Tienes el vestido colgado entre mis trajes- me dice.

Doy un grito de emoción, de inmediato salgo corriendo hacia el vestidor.


No me ha permitido ver el vestido que me compro hace una semana, no
tengo ningún dato de él. Aunque mi hermano sabía lo que quería, no puedo
imaginar cuán hermoso es el vestido. Agarro el vestido guardado en una
funda, me muerdo el labio inferior en cuanto empiezo a bajar la cremallera,
quito la funda por completo y la dejo caer al suelo. El grito que sale de mí
debe haberse oído por toda la casa. Es un vestido precioso. Los tirantes son
finos, de pedrería y es de color oro rosa, de seda. Es tal y como se lo pedí,
pero con un añadido, tiene una abertura en el lado del muslo izquierdo.

-Las piedras de los tirantes son diamantes reales.

Giro la cabeza hacia mi hermano, está apoyado en el marco de la entrada


con los brazos cruzados sobre su pecho.

-Es precioso, mia vita.

-¿No vas a ponerte ropa interior?

Bufo mientras me lo pongo.

-¿Con este vestido? No, se notará y quedará muy feo.

-Vas a ir por ahí sin nada debajo de ese vestido- gruñe.

-Sí- señalo a mi espalda- ¿Se nota mucho?

Ares pasa sus dedos por mi piel, las heridas se han curado, me salieron
postillas después de una semana desde que mi padre me azotó. No las
toqué, quería que se cayeran por sí solas.

-Está perfecta, amore. Tan suave como lo estuvo siempre.

Respiro aliviada, no quiero tener en mi cuerpo ni una sola marca que


haya hecho mi padre.

Ares agarra mis sandalias de tacón plateadas de Alexander McQueen,


estas también me las regaló él para esta ocasión, fue lo único que me
permitió ver. Se arrodilla frente a mí y agarra mi pie derecho para ponerme
la sandalia. Besa mi pierna hasta la rodilla, luego me pone la otra sandalia.
-Tan perfecta- murmura.

Sube con besos hasta mi entrepierna, donde deposita un último beso


antes de levantarse.

-Eres mi todo, Venus.

-Te amo, ahora y siempre.

-¡Mamma!

Mi pecho vibra por la risa.

-Estábamos tardando demasiado, nuestro hijo se ha impacientado- le


digo a mi hermano.

-Vamos, es hora de que comience el show.

Tomo a Eros y a Gio de la mano en cuanto salgo de la habitación. Ares


viene detrás de nosotros, protegiéndonos, como siempre.

Martino casi se abalanza hacia nosotros cuando no ve aparecer en el gran


comedor, que ha sido despejado para la fiesta de cumpleaños de Gina quien
se acerca a nosotros para arrebatarme a Gio de la mano. Mi esposo me toma
por la cintura, miro a Ares por encima de mi hombro. No le gusta que me
toque, pero esta noche debe aguantarse, sólo unas horas.

-Sonríe, esposa. La gente está a punto de llegar- me dice Martino.

-Oh, olvidaba lo feliz que soy a tu lado, esposo.

Aprieta mi cadera con sus dedos.

-¿Qué es esto que llevas puesto?- espeta.

-Los seres humanos solemos llamarlo vestido- se burla Ares- Y mi


hermana está preciosa con él. ¿Verdad, cuñado?
Martino se estremece, ni siquiera es capaz de contestar a la pregunta de
Ares. Mi padre se acerca, hay un gran ceño fruncido en su cara y unos ojos
rezumando ira.

-Ve a cambiarte- me ordena.

-¿Tu esposa está celosa de que haya una mujer más hermosa que ella,
padre?

Mi boca se curva en una sonrisa con las palabras de Ares.

-Venus, obedece a tu padre- me insta Martino.

-Ni se te ocurra obedecer- me dice Ares- Estás preciosa con ese vestido,
es fino y elegante.

Me guiña un ojo.

-Mamma, estás hermosa- me dice mi hijo.

Acaricio su mejilla con mi pulgar.

-Pareces una vulgar puta- dice Lucio.

Ares intenta ir hacia él, pero nuestro padre lo detiene.

-Esta noche no- le dice.

-Ordénale que le pida perdón a Venus o convertiré la fiesta de


cumpleaños de tu puta en una sangría.

Padre mira a Lucio por encima de su hombro, Gina lo empuja hacia


adelante. Si hay alguien más importante que Lucio para Gina es ella misma,
no dejará que nada ni nadie fastidie su puesta en escena ante la sociedad.
Mucho menos si esa sociedad son Capos y Dones de la mafia italiana.

Lucio se acerca, aprieta la mandíbula y balbucea una especie de


disculpa. Algo que a Ares no le sirve, lo sujeta por detrás del cuello y lo
encara conmigo.

-Lo siento, no eres una vulgar ni una puta.

-Disculpas aceptadas- contesto.

Ares lo suelta, Lucio aprovecha y sale corriendo a esconderse detrás de


su madre.

-Señor Romano, los invitados están llegando- anuncia Fabián.

-Que pasen.

Enderezo mi espalda, Ares se pone junto a nuestro hijo. Por supuesto,


Martino emite una vaga protesta para que él no lo escuche. Los primeros en
entrar son la familia Médici, tienen un largo linaje de ancestros que
pertenecieron a la mafia, después de mi familia, son los más antiguos del
país. Mauritio Médici es el Don de la región de Lazio, la Casamonica es su
familia, su mafia. Saluda a mi padre, pero ignora a Gina, sus viejas
costumbres nunca la aceptarán., al igual que tampoco aceptarán a Lucio por
haber nacido fuera del matrimonio. Gio es otra historia, a ella la saluda
como a una Romano más. Esboza una sonrisa cuando me ve.

-Bella ragazza.

Le encanta llamarme chica guapa desde que soy pequeña.

-Don Médici- lo saludo.

-Tan hermosa como siempre.

-Gracias, Don.

Frunce el ceño con diversión al mirar a Eros, que se ríe.

-Pequeño diavolo, tan parecido a su madre y a su tío.


Eros toma la mano de Ares. Recibo a su esposa mientras él se toma su
tiempo en saludar y hablar con Ares. Cada vez que lo ve intenta reclutarlo
para su familia. Carmela pone su mano en mi mejilla, a pesar de ser quince
años mayor que mi madre, eran buenas amigas y siempre le dio muy buenos
consejos.

-Te pareces tanto a ella- me dice- Si pudiera ver la mujer en la que te has
convertido estaría muy orgullosa de ti, cariño.

-Gracias, Carmela.

Se para frente a Ares después de saludar a mi hijo.

-Aunque no lo creas, te pareces a ella mucho más que Venus- le dice-


Algún día te contaré cosas sobre tu madre.

Ares levanta una ceja.

-¿Cuánto te queda de vida? ¿Estás esperando a morir?- le pregunta.

Carmela y Mauritio rompen en una risa, siempre han querido mucho a


Ares y nunca se han tomado en serio sus palabras. Mauritio se dirige a mi
padre.

-Lamentamos mucho que nuestro hijo no haya podido asistir junto a su


familia, pero hemos estado teniendo problemas con un grupo de nuevos
delincuentes que pretendían operar en nuestros territorios y no podíamos
dejar Roma sin supervisión.

-Lo entiendo, Mauritio, no hay problema- contesta mi padre.

Los siguientes en entrar y saludar a mi padre y a su esposa son la familia


Di Cardo, de la Sacra Corona Unita, no son tan antiguos como mi familia y
la de Mauritio. El Don, Giuseppe Di Cardo, subió al poder hace apenas un
año, cuando su padre falleció por un infarto mientras estaba con una de sus
amantes. La señora Di Cardo dejó de aparecer en público, estaba tan
avergonzada. No es algo fuera de lo común que los hombres de la mafia
tengan amantes, sólo unos pocos son fieles a sus esposas, pero que algo así
salga a la luz es verdaderamente vergonzoso. Y no debería ser ella quien se
avergonzara. Di Cardo, su esposa y sus dos hijos de dieciséis y quince años
nos saludan.

Todos los Dones y sus familias van pasando poco a poco, no son
muchos. Sólo cinco mafias que gobiernan en Italia. Aún queda la Camorra,
la familia Russo, se podría decir que son nuevos. El Don, Federico Russo,
subió al poder tras matar al otro Don y a toda su familia cuando apenas
contaba con dieciocho años. Se apoderó de la región de Campania, hizo de
Nápoles su fortaleza, allí se casó, engendró y crio a sus cuatro hijos y su
única hija. Es el único que tolera a Gina, claro, al igual que ella, no debería
estar donde está, supongo que por eso son amigos.

-Tu esposa está radiante, Tomasso- le dice a mi padre.

-Oh, harás que me sonroje, querido Federico- contesta ella con una
sonrisa.

-Esa era mi intención.

Ares suspira, está harto de esa estúpida conversación, eso y que Federico
Russo le cae tan bien como una patada en el estómago. Los ojos de este
idiota recorren mi cuerpo, siento tanto asco, no me gusta. Puede que sea
alto, que se cuide y machaque su cuerpo en el gimnasio. Puede que su pelo
ligeramente gris pueda parecerle atractivo a otras mujeres, o que su
mandíbula cincelada sea la principal atracción de su cara. Pero a mí no me
gusta, ni él, ni sus ojos oscuros como la noche. Tiene algo que me repugna.

-Hermosa como una mañana de navidad- me dice, mira a Martino- Una


delicia, debes de ser el hombre más feliz del mundo compartiendo tu cama
con semejante mujer.

Martino sonríe con satisfacción, para él no soy más que un trofeo. Y en


cambio, mi estómago se revuelve.
-Sigue siendo mi hermana, habla de ella con el respeto que merece-
gruñe Ares- Puedo desangrarte aquí mismo si lo deseas.

Federico sonríe por un lado de la boca mirando a Ares.

-Vas a ser un gran Don- le dice- Quizás deberías comenzar a buscar a un


reina.

-¿Para qué? No me gustan las mujeres.

Federico frunce el ceño, mira mi padre.

-Está bromeando- le dice- Ares tiene un humor extraño.

-Me gustaría hablar contigo de algo que lleva tiempo rondando por mi
cabeza, amigo- le dice Federico.

Su hija pasa entre él y yo, dándome un empujón, se cuelga del cuello de


mi hermano.

-Tenía tantas ganas de verte- le dice emocionada.

Ares la aparta de un empujón, haciéndola tropezar con sus propios pies,


su madre la sujeta antes de que caiga al suelo.

-No vuelvas a tocarme o te cortaré las manos- le gruñe mi hermano.

Ella se ríe. Niego con la cabeza, piensa que está bromeando, pero no lo
hace, le cortará las manos si vuelve a poner un solo dedo encima de él. Es
tan joven y tan ingenua, tan hermosa con su pelo castaño hasta la cintura, su
pequeña estatura y su fina figura. Con esos ojos igual a los de su padre.
Terminará metida en problemas si no controla sus impulsos con Ares.

-Querido Ares, es un placer verte de nuevo- lo saluda la señora Russo.

Ares la ignora, su hija no debería haber actuado de esa forma. Los capos
y familias menores comienzan a entrar, Ares me toma por la cintura para
llevarme a un lado de la sala, arrastrando a Eros con nosotros.
-¿Ansiedad?- le pregunto.

Asiente con la cabeza, no le gustan los eventos sociales, especialmente


cuando Iván no está presente para hacerle compañía. Gina nunca lo ha
invitado, no lo considera de sangre azul, así que no le permite estar aquí. Mi
boca se curva hacia arriba porque a Ares eso no le importa, irá a por el en
dos minutos.

-Ve- le digo- Eros y yo estaremos bien, iré a hablar con Carmela y con
las otras esposas.

-Volveré enseguida con Iván. Ya debe estar preparado.

Me da un beso en la frente antes de desaparecer por el pasillo.

-Mamma.

-Dime, amore mio.

-¿Puedo ir con Gio y los otros niños?

-Sí, pero no hagáis mucho ruido o tu abuelo se enfadará.

Eros frunce el ceño, me recuerda tanto a su padre cuando algo le disgusta


y hace ese gesto. Le doy un suave empujón por la espalda para que se vaya
a jugar. Me acerco a las otras esposas, las de los Dones, las esposas de los
capos y los soldados tienen su propio grupo social y rara vez aceptan a
alguien de alto rango entre ellas. Creo que tienen miedo de decir algo
impropio y que los Dones tomen medidas. Así que, las esposas de los Dones
quedan reducidas a un escaso grupo, pero han conseguido hacerse amigas
de verdad. En cuanto llego a ellas, Carmela me toma por la cintura.

-Estás muy hermosa- me dice la esposa del Don de la Cosa Nostra.

-Gracias, Fiorella, tú también lo estás.

Carmela toca mi collar.


-Mauritio y yo le regalamos este conjunto a tu madre por tu nacimiento y
el de Ares.

-Lo sé, me lo puse a propósito, pero no digas nada.

Las esposas se ríen, Gina pasa por nuestro lado con la esposa de Russo,
todas las miran con asco.

-No debería estar donde está- dice Carmela- Tu padre se volvió loco
cuando la hizo su esposa.

Pongo mi mano sobre la suya en mi vientre.

-No puedo imaginar lo que Ares y tú habéis debido pasar con alguien así.

-Nos tenemos el uno al otro, Ares lo hace todo más fácil.

Carmela me da un beso en la mejilla.

-Sois tan fuertes y valientes.

-Siempre unidos.

-Para no darles la satisfacción a esos hijos de puta.

Nuestras risas atraen la atención de algunas personas. No era extraño que


mi madre dijera esas cosas delante de las otras esposas de los Dones, lo que
sí es extraño es que una esposa de cualquier rango diga una palabra mal
sonante. Desde pequeñas se nos ha enseñado a ser damas de bien, regias y
rectas, con una calidad vocal impecable. Decir ciertas palabras se considera
indigno. Pero hemos evolucionado y ahora somos algo más libres, Carmela
y mi madre nunca se ajustaron a las esposas convencionales, algo que se fue
extendiendo a las otras esposas, otorgándoles algo más de libertad.

-Tu madre siempre decía eso- comenta la esposa del Don de la Cosa
Nostra.
Abre la boca para decir algo, pero es interrumpida por Cinthya, la hija de
Russo, su esposa y Gina, que han decidido unirse a nosotras. Gina pone su
sonrisa falsa en su cara, toma las manos de Carmela para separarla de mí,
por supuesto, no quiere que me relaciones con quien ella considera que
debería ser su responsabilidad.

-Querida Carmela, tanto gusto tenerte en mi casa- le dice.

Carmela aparta las manos de las de ella.

-Hasta donde sé una parte de esta casa pertenecía a Beatrice Romano y


ella se la dejó a sus hijos cuando murió- contesta- Tú no eres dueña de este
lugar, querida Gina.

Gina fuerza su sonrisa. Tomo una copa de champagne de la bandeja del


camarero para ocultar mi sonrisa, aunque Gina parece haberse dado cuenta,
entrelaza su brazo con el de Cinthya Russo.

-No deberíamos decir esto, pero es tan buena noticia que la emoción nos
puede- dice Gina mirándome.

-¿Y qué noticia es esa?- pregunta Carmela.

-Mi esposo va a prometer a Ares con Cinthya, van a ser la pareja del
siglo.

Escupo el champagne de mi boca de vuelta en la copa. Empiezo a


reírme, contagiando a las otras mujeres.

-¿Qué es tan gracioso?- espeta Cinthya.

-Que creáis que Ares va acceder tan fácil a casarse contigo- contesto,
miro a Gina- ¿De verdad no lo conoces?

-Mi esposo se lo ordenará, no podrá decir que no.

Niego con la cabeza.


-Ares reducirá a ruinas todo lo que tu esposo tiene antes de casarse con
alguien o se casará y se quedará viudo en la noche de bodas.

El cuerpo de Cinthya tiembla.

-Él nunca haría algo así- me dice fingiendo seguridad.

Me acerco a ella, recorro su mejilla con mis nudillos.

-Voy a darte un consejo gratuito- le digo- Aléjate de mi hermano, si él no


te mata lo haré yo misma.

-¿Tú?- me pregunta nerviosa.

-Sí, nunca me ha gustado que obliguen a mi hermano a hacer algo que no


quiere, lo pone ansioso y de mal humor. Hazme caso, Cinthya, eres
demasiado joven y no conoces a Ares, no es lo que quieres. Que Gina, que
tanto te aprecia, te cuente qué ocurrió hace dos semanas. Que te cuente qué
le hizo Ares en uno de sus momentos de total oscuridad, estoy segura de
que no te ha contado ni la mitad de cómo es en realidad.

Miro a las esposas de los Dones.

-Incluso ellas lo conocen bien, parece que tú no has oído las historias de
mi gemelo, de Morte.

La cabeza de Ares gira hacia mí, como si hubiera oído su sobrenombre.


Tomo una copa nueva de champagne y me dirijo hacia Iván y hacia él.
Once
Ares
Mi hermana se dirige a mí con Gina pisándole los talones. Mi gemela no
está feliz, puedo verlo en el gesto amargo de su precioso rostro, si esa puta
se ha atrevido a decir algo que la ha molestado ya puede ir despidiéndose de
su fiesta. He estado pendiente de ella desde que regresé a la sala con Iván,
tuve que ir a por él, primero porque no me gusta que lo discriminen por no
tener sangre real, como la puta dice, y segundo porque es mi hermano y va
a donde yo vaya. Eros y otros niños pasan por delante de nosotros corriendo
y chillando, están a punto de molestar a mi padre. Por supuesto, no les
gritará, eso es algo demasiado bajo para hacerlo delante de sus amigos.
Agarrará a Eros por el brazo y lo llevará a un rincón alejado para
reprenderlo, es lo que hacía conmigo, a diferencia de mi hijo, yo no tenía a
nadie que me salvara de sus garras. Eros me tiene a mí, no permitiré que le
ponga un sólo dedo encima.

Venus llega a mi lado, Gina la agarra por el brazo y la gira a la fuerza.

-Suéltala, puta- le digo con tranquilidad- Hay demasiada gente en esta


fiesta y estoy aburrido, podría divertirme desmembrando sus cuerpos.

La mano de Gina cae con rapidez a su costado. Claro que no va a


permitir que su fiesta de vaya al garete y menos con algo tan sanguinario
como una matanza, ha invitado a algunos periodistas para que cubran su
fiesta. Esos sólo han venido a ver qué cotilleos pueden captar para sus
artículos en la prensa rosa del país.

-Gina, ¿por qué no le das a mi hermano las buenas noticias que acabas
de darnos a mí y a todas las esposas de los Dones?- le pregunta mi hermana.

-¿Qué noticias?- pregunto.

Gina se fija en Iván.


-¿Qué hace él aquí?- espeta.

-Es mi hermano, mi familia, está donde debe estar- contesto- Ahora


cuéntame esas buenas noticias. ¿Vuelves a llevar un bastardo en tu vientre?

-Mis hijos no son bastardos- masculla.

-Cierto, Gio no lo es. Lucio, en cambio, es un bastardo, nacido de un mal


polvo entre una puta y un Don.

Su ojo derecho sufre un pequeño espasmo.

-Ahora cuéntame sobre esas buenas noticias- exijo.

Intenta irse, pero la sujeto por la cintura, pegando su cuerpo al mío.

-No tan rápido- le digo.

-Suéltame, vamos a llamar la atención de la gente.

-¿Por qué no quieres contarme esas buenas noticias?

Mira a mi hermana.

-Vamos, cuéntale, es el protagonista de esas noticias- le dice ella, la puta


guarda silencio- ¿A mí me lo cuentas y a él no?

-Venus, habla.

Los ojos de mi hermana se encuentran con los míos, abre la boca para
hablar, pero la puta se la tapa con sus manos.

-Tu padre ha decidido casarte con la hija de Russo- me dice Carmela


apareciendo al lado de Venus.

Suelto a la puta que se tropieza hacia adelante. Venus le da un manotazo


en las manos.
-No vuelvas a tocarme con tus asquerosas manos- le dice.

La puta sale corriendo lejos de mí.

-¿Es eso cierto?- le pregunto a mi gemela.

-Sí, Gina y Cinthya nos lo contaron, la esposa de Russo estaba delante,


no lo desmintió.

-Así que esa era la idea que le rondaba a Russo por la cabeza- murmuro.

Carmela frota mi brazo con su mano.

-Serás el próximo Don del territorio más grande de la mafia italiana- me


dice- Russo sólo busca aumentar su poder y la forma más fácil es casando a
su hija contigo.

-Entonces no debería tener una hija, sería una pena que muriese en un
terrible accidente- contesto con una sonrisa.

-Venus, Eros y tú siempre tendréis un lugar en el que refugiaros en


Roma- mira a Iván- Y tú también, cariño.

-No voy a irme de mi hogar, si padre quiere jugar a este juego yo


también.

Venus frunce el ceño.

-¿Qué vas a hacer?- me pregunta.

-Ya lo sabrás, hermanita.

Carmela se la lleva de la mano, es mejor que ahora no esté cerca de mí.


No me gusta que jueguen conmigo, padre va a arrepentirse de haberlo
intentado. Camino hacia a él, en contra de los consejos de Iván. Mi padre y
Russo se quedan en silencio cuando llego a ellos, Martino sonríe antes de
dar un sorbo a su vaso de whisky.
-He oído algo, padre. Pero creo que debe haber algún error.

Mi padre carraspea.

-¿Qué has oído?- me pregunta.

-A tu puta se le da bien usar la lengua, le ha contado a mi hermana que


pretendes casarme con la hija de tu amigo.

-Deberías respetar a la esposa de tu padre- me dice Russo.

-Y tú deberías dejar de comértela con los ojos- contesto- Aunque quizás


mi padre permita que te la folles.

Mi padre aprieta la mandíbula.

-Contesta. ¿Es cierto lo que tu puta dice?- le pregunto.

-Federico y yo hemos estado hablando, tienes veinticuatro años y


Cinthya cumplirá dieciocho años en dos meses, es tiempo suficiente para
organizar una boda.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro.

-¿Estás seguro de que quieres casarme con la hija de tu amigo, una niña
de dieciocho años manipulable?

Los ojos de mi padre se abren. Me giro hacia Russo.

-Soy un psicópata diagnosticado, es por eso que nunca me ha importado


asesinar a todo aquel que mi padre me ha ordenado. No digas nada, a él no
le gusta que presuma de mi trastorno. ¿Quieres dejar a tu hijita en mis
manos? Me la follaré hasta que me suplique que me detenga y ni siquiera
así me detendré, la cortaré con mi cuchillo, le haré la vida imposible, el
infierno será un lugar mucho más agradable que estar a mi lado.

Las fosas nasales de Russo se dilatan, es obvio que mi padre no le había


dado todos los detalles de mi condición, nunca lo hace. Pocas personas
conocen mi trastorno y, como Federico es su mejor amigo, no quería
manchar su reputación con alguien como yo en su familia.

-Fuera- me ordena mi padre.

-De hecho, prefiero quedarme aquí, por si se te ha olvidado contarle a tu


amigo algún que otro detalle.

Palmeo la espalda de Russo.

-¿Te ha contado que hace dos semanas apuñalé a su puta en el costado?-


le pregunto- Casi hago que pierda un riñón, es una pena que no lo lograra.

-¡Largo!- grita mi padre.

Mi boca se curva por un lado. Mi plan ha salido tal y como he


imaginado, mi padre acaba de joderle la fiesta a su querida puta. La veo por
el rabillo de mi ojo acercándose a mi padre a pasos acelerados.

-Lucio es una mejor opción para tu hija, Russo- le digo- Tiene su edad y
no está tan loco, aunque teniendo la sangre de Tomasso Romano corriendo
por sus venas no aseguraría nada. Quizás tus nietos se parecen a mí si casas
a Cinthya con Lucio. Te doy mi palabra de que los cuidaré.

Me alejo de ellos, dejando a mi padre discutir con Russo y su puta a la


misma vez. Me reúno con Carmela, Mauritio y Venus en un rincón de la
sala.

-Vas a provocar una guerra con La Camorra- me dice mi hermana.

-Ese ladrón de Russo merece tener un final lo antes posible- comenta


Mauritio en un susurro- Hay un heredero del antiguo Don, uno que Russo
no sabe que existe, cumplirá veinte años en breve, está dispuesto a luchar
por lo que le pertenece.

Frunzo el ceño. Creí que Federico Russo había acabado con el linaje de
los Natale.
-¿Un heredero?- pregunto- Hace más de veinte años que se acabó con
ese linaje.

Mauritio niega con la cabeza.

-No es seguro hablar aquí, reúnete conmigo en Roma en tres días, te lo


contaré todo. Por desgracia, no podemos confiar en vuestro padre, así que
no contéis nada- nos dice a Iván, Venus y a mí- Los otros Dones están al
tanto y de acuerdo conmigo, vamos a eliminar a Russo de la ecuación.

-Tiene tres hijos varones- le digo.

Mauritio chasquea la lengua.

-Esos cabrones no son nada, ni siquiera saben luchar como un verdadero


soldado italiano. Sólo saben disparar a diestro y siniestro.

-Y eso es suficiente para matar- comenta Iván.

Carmela toca el brazo de su esposo, mira por detrás de mí. Cuando me


giro, recibo el golpe de un puño en la mandíbula, mi hermana da un grito
cuando caigo al suelo. Noto el sabor metálico recorriendo mis papilas
gustativas. Me levanto con tranquilidad, ajusto la chaqueta de mi traje y me
giro hacia quien me ha golpeado.

-No deberías haber hecho eso, bambino- le digo al hijo mayor de


Federico Russo.

-Has ofendido a mi padre- protesta.

Agarro mi navaja del bolsillo del pantalón y saco la hoja sonriendo.

-He ofendido a tu padre al rechazar a tu hermanita virgen y ahora voy a


dejarlo sin heredero.

-Y yo voy a ofender al tuyo cuando me folle a tu puta hermana por todos


sus asquerosos agujeros- escupe.
Venus se pone de delante de mí, sujeta mi muñeca impidiéndome usar la
navaja para cortarle la garganta al hijo de puta que acaba de golpearme.

-Hay un plan- susurra- Sigámoslo, Morte.

Me quita la navaja de la mano, luego se gira hacia el hijo de Russo.

-Será mejor que te vayas ahora mismo de Milán, sólo podré detenerlo
unos minutos- le dice.

Ya los estoy contando en mi cabeza, la cuenta regresiva ha comenzado,


si sigue en el territorio de la ‘Ndrangheta en cinco minutos lo desollaré
delante de su puto padre, yo mismo acabaré con los Russo al completo.

-¡Corre!- le grita Venus.

El chico sale corriendo como alma que lleva el diablo, hace bien. Mis
ojos se encuentran con los de Federico Russo.

-Es tarde y Morte quiere salir a jugar- le digo- Tu familia se ve tan


apetecible.

Mira a mi padre.

-Es mejor que os vayáis- le dice- Ahora, Federico.

Venus pega su espalda a mi pecho, agarra mis brazos y rodea su cintura.


Sé que Iván ya debe tener mi navaja guardada, hacen esto cuando estoy a
punto de perder el control.

-Dos minutos- aviso.

Mi padre comienza a ponerse nervioso.

-¡Fuera maldita sea!- le grita a Russo.

-Eros está aquí- murmura mi hermana- No hagas nada delante de él, te lo


suplico.
-Nunca haré nada que lo traumatice.

-Tengo que sacarlo de este lugar- dice nerviosa.

-Yo me encargo de él y de Gio- dice Iván.

-Voy a avisar a los padres para que se lleven a sus hijos de aquí- dice
Carmela.

-Un minuto- murmuro.

-Ares, por favor, contrólate.

-Podría haberlo hecho si sólo me hubiera golpeado, amore, pero te ha


ofendido a ti. Nadie, nunca, puede ofenderte- susurro en su oído.

Mis ojos van hacia Martino, que sigue en la misma postura de hace cinco
minutos, no se mueve, le da igual si alguien ofende a su esposa. Será el
primero en morir dentro de dos años cuando atrape a mi padre.

-Diez, nueve, ocho...

Comienzo a contar hacia atrás en voz alta, la sala casi se ha despejado.


Sólo algunos ojos curiosos siguen observando y esperando mi próximo
paso. Hago un amago de movimiento, pero Venus me sujeta.

-Ve con nuestro hijo- susurro- Volveré en cuanto lo encuentre.

-Comenzarás una guerra.

-Estoy dispuesto a comenzar mil guerras para defender tu honor. ¿Aún


no te has dado cuenta?

Se gira para darme la cara.

-Por favor, sigamos el plan de Mauritio, hazlo por mí.

Acaricio su mejilla con mi pulgar.


-¿Eso es lo que deseas?- le pregunto.

-Sí, no nos verán venir, será mejor.

-Primero me pides que espere al vigésimo aniversario de la muerte de


nuestra madre y ahora esto.

-Sé que te pido demasiado, Ares.

-No, no es así. No importa lo que pidas que moveré cielo y tierra por
dártelo, si debo controlar lo que tengo dentro para que seas feliz lo haré.

-Gracias.

Rodea mi cintura con sus brazos y apoya la mejilla en mi pecho.


Envuelvo su cuerpo entre mis brazos con los ojos fijos en mi padre.

-Ella no estará siempre para detenerme, padre. Si vuelvo a ver a ese


pequeño hijo de puta por alguno de nuestros territorios lo mataré y le
enviaré el cadáver a su padre hecho pedazos.

Mi padre asiente. Morte no saldrá esta noche, pero no siempre será así,
anhelo el día que Venus lo deje salir para culminar mi venganza. Todo es
por ella, le arrebataron a su madre, la ofenden públicamente, quiero
matarlos por eso.

-Tres días- susurra Mauritio cerca de mí- Nos vemos en tres días trae a
Venus y a vuestro hijo con vosotros, no es seguro que los dejes aquí sin
supervisión.

Asiento levemente. Nunca nos ocultamos de Mauritio y su familia, claro


que no aceptaron lo nuestro al principio, fue difícil para él, puedo
entenderlo. Finalmente, su esposa lo ayudó a seguir adelante con este hecho
y nos apoyó como siempre lo hizo. Es bueno para Venus y Eros tenerlos de
nuestro lado, si algo me llegara a pasar, Roma es el lugar más seguro para
ellos, todos los Dones están de lado de él y ayudarán a protegerlos.
Doce
Venus
Ares termina de ponerle el abrigo a Gio, hoy volamos a Roma para
encontrarnos con Mauritio y Carmela, van a contarnos todo lo que tienen
planeado para derrocar a Federico Russo. Mi hermano envió a un espía a
Nápoles para vigilarlo, no se ha movido de su casa y su hijo mayor está en
paradero desconocido.

Eros me abraza por la cintura, desde que estamos viviendo en el ala de


su padre está mucho más feliz. Supongo que también tiene que ver que
Martino no está cerca de él, nunca le cayó bien. Eros toma la mochila de
Gio, la cuida tanto como su padre me cuida a mí.

-Vamos, bambina- le dice tomándola de la mano.

Se me escapa una suave risa, Ares lo mira con el cepo fruncido.

-Es dulce, en eso no se parece a mí- dice.

-No, eso lo ha sacado de mí.

Ares sonríe, me toma por la cintura y me pega a su cuerpo.

-Si tuviéramos una niña se parecería a mí- me dice.

-No vamos a tener un bebé ahora.

Aprieta mi culo con su mano.

-Ya caerás, amore.

Ares me libera de su agarre y toma nuestras maletas.

-¿En serio necesitas dos maletas para tres días?- me pregunta.


-Claro que sí. ¿Y si ocurre algo? Siempre debo llevar ropa, además, ahí
dentro hay ropa tuya, de Eros y de Gio. No toda es mía.

Mi hermano me mira como si no me creyera.

-Bien, hay más ropa mía que de vosotros, pero me gusta tener donde
elegir.

Niega con la cabeza.

-Será mejor que nos vayamos- suspira- Sólo esto va a ocupar diez
minutos meterlo en el jet.

-Oh, por el amor de Dios, déjame en paz.

Mi hermano se ríe. Tomo a Gio de la mano, salimos de la habitación para


encontrarnos con Iván en el pasillo, que también se ríe cuando ve a Ares
con dos enormes maletas.

Al pasar por la entrada de la casa veo a Lucio de reojo, susurrando cosas


a algunos soldados que suelen vigilar la casa. Debo contarle a Ares y a Iván
lo que escuché hace meses. Estaba cerca del despacho de mi padre cuando
vi a Martino, a Russo, a Lucio y a Gina entrar, me dio curiosidad, la verdad.
No sabía que Russo estaba por Milán y no es común que una esposa esté en
una reunión con dos cabezas de familia y su consegliere. Me acerqué en
silencio a la puerta, ellos no me habían visto. La voz de mi padre sonaba
dentro, estaban murmurando, casi no podía oír bien. Gracias a Dios, Gina
tiene una voz molesta y chillona, escuché perfectamente lo que ella decía.
Estaban planeando matar a Ares para que Lucio fuese el heredero de mi
padre. Saben que si desplaza a Ares como varón primogénito se echará
encima a los otros Dones, por eso planearon su muerte. Y fue por eso
precisamente que le regalé a Ares un coche nuevo, blindado, con la última
tecnología y un gps localizador. Cada vez que sale de casa con él abro la
aplicación de mi móvil para saber a dónde va.

-¿A dónde vais?


Me detengo en la puerta de la entrada al oír la voz de mi padre, al
girarme lo veo detrás de nosotros con los brazos cruzados sobre el pecho.

-Te lo dije, padre. Mauritio y Carmela nos invitaron unos días a su casa
en Roma- contesto.

-No recuerdo que me lo dijeras.

Suelto un suspiro, él nunca me escucha, de ahí que no recuerde que ayer


lo avisé que estaríamos fuera de casa durante varios días. Dejo a Eros y a
Gio en lo alto de la pequeña escalera, bajo los escalones y me acerco a mi
padre.

-El día de la fiesta, Carmela quiso invitarme a su casa, por lo tanto,


invitó también a Ares y a Iván y, obviamente, no voy a dejar a mi hijo y a
Gio aquí sin mi supervisión- le explico.

Mi padre mira a Ares por encima de mí. Hay algo extraño en su mirada,
lo mira de una forma que nunca antes hizo.

-Padre- lo llamo.

Mantiene la vista en mi hermano, miro a Ares por encima de mi hombro,


que también está mirando a nuestro padre. En su mirada hay desafío, odio,
rencor. Vuelvo a mirar a mi padre, de pronto, hay una sonrisa siniestra.

-Padre- lo vuelvo a llamar.

Finalmente, sus ojos se desvían hacia mí.

-¿Me has escuchado?- le pregunto.

-Fuera- es lo único que dice.

En mi interior algo me está alertando, siento como si mi padre hubiera


planeado algo. Ares me toma por la cintura, me empuja con suavidad hacia
los niños. No puedo quitarle la vista de encima a mi padre, sigue
observando a mi hermano.
-¿Dónde está Martino?- le pregunto deteniéndome.

-Ocupado- es lo único que contesta.

-¿Ocupado con qué?

-Asuntos que no te importan.

-Vamos, principessa- me dice Iván- No merece la pena.

Los niños salen corriendo hacia el coche de Demarco. Niego con la


cabeza.

-En ese coche no- murmuro asustada.

-¿Qué ocurre, amore?

-No me encuentro bien, no quiero ir en ese coche.

-Iremos en el mío, que Demarco lo recoja en el aeropuerto.

Asiento con la cabeza. Demarco y Fabián cambian las sillas de seguridad


de su coche al de mi hermano, abro el capó delantero. Busco algo fuera de
lo normal, no encuentro nada, me agacho en el suelo y busco por debajo del
coche, tampoco hay nada sospechoso. Cuando me pongo de pie, encuentro
a mi hermano mirándome con el ceño fruncido.

-En el avión- le digo- Hablaremos allí.

-Bien.

Paso por al lado de Demarco y Fabián y me detengo un momento.

-No uséis el coche, coged otro- les digo.

-¿Ocurro algo?- me pregunta Demarco.


-Creo que sí, os enviaré un mensaje cuando suba al avión, pero no
toméis ese coche por nada del mundo. Tengo un pálpito.

Ambos asientes. Me subo a los asientos traseros del coche de mi


hermano, al lado de Gio. Ella me sonríe, acaricio su mejilla con mis
nudillos.

-Película- me dice- Quiero ver una película.

Saco la tablet de mi bolso, la desbloqueo y abro la aplicación para ver


películas.

-¿Cuál quieres, mia vita?- le pregunto.

Se queda pensativa unos segundos, en lo que Ares pone el coche en


marcha, mis nervios se calman cuando me doy cuenta de que todo sigue
bien.

-Annabelle- termina diciendo Gio.

Iván se gira en el asiento a gran velocidad, mira a Gio.

-Elige otra, piccolina. Esa es muy fea.

Gio se cruza de brazos con una arruga en su ceño.

-¿Por qué no ponemos Godzilla?- le pregunto- Esa también te gusta


mucho.

Tuerce la boca a un lado antes de asentir. Busco la película y la


reproduzco cuando la encuentro, le entrego la tablet a Gio. Ares me observa
unos segundos por el retrovisor del coche.

La preocupación se evapora de mí al completo en cuanto llegamos al


aeropuerto privado de mi familia. Demarco y Fabián aparcan a nuestro lado,
han cogido otro coche, como les dije. Iván me ayuda a salir de este coche,
es extremadamente pequeño por detrás, ni siquiera sé cómo han cabido las
dos sillas de seguridad de los niños. Gio se quita el cinturón ella sola y da
un salto, comienza a dar pequeños saltitos una vez está fuera del coche,
nunca ha montado en avión. Ni Gina ni nuestro padre la han sacado nunca
de Milán, cuando han ido de vacaciones la han dejado con la niñera.

-¿Estás feliz, mia vita?- le pregunto.

-Sí, gracias, Venus.

Rodea mi pierna con sus brazos, a pesar de todo, es una niña muy buena.
En el tiempo que lleva a mi cargo no se ha portado mal ni una sola vez, ha
tenido pequeños berrinches, pero es normal, sólo tiene cuatro años recién
cumplidos. Demarco, Fabián, Ares e Iván se acercan a mí.

-Empieza a hablar- exige mi hermano.

-Ares, aquí no.

-Ahora, Venus. Estoy perdiendo la paciencia.

Miro a Gio y a Eros, le hago un gesto a mi hijo para que se lleve a su tía
dentro del jet, él la toma de la mano y obedece.

-Hace unos dos meses escuché una reunión secreta de padre con
Federico Russo, Lucio, Martino y Gina- comienzo- Estaban hablando de ti-
le digo a mi hermano.

-¿De mí?

-Sí, estaban planeando matarte, quieren que Lucio sea el heredero del
Don.

Ares golpea el techo del coche con su mano.

-¿Por qué no me dijiste esto antes?- me pregunta enfadado.

-No sabía cómo hacerlo sin que mataras a nadie.

-¡Tu puto plan de hacerlo en dos años!- me grita.


Iván lo sujeta por el pecho.

-Cálmate, no es necesario gritar- le dice.

-Podría haber muerto- me dice Ares.

-¡No!- chillo- Intenté protegerte todo este tiempo.

Mira su coche.

-Lo mandaste a personalizar. ¿Cierto?- me pregunta.

-Sí, está completamente blindado, a prueba de balas. El localizador era


para saber dónde podrías estar en caso de accidente.

Niega con la cabeza, está muy enfadado.

-No tengo excusa- le digo- Debería habértelo dicho, lo siento. Antes vi a


Lucio y a padre muy raros, empecé a sentirme nerviosa y creí que podrían
haber puesto una bomba en el coche en el que íbamos a venir al aeropuerto.

Ares me ignora, se dirige a Demarco y Fabiano.

-Quiero que vigiléis cada uno de los pasos de mi padre, Martino, la puta
y el bastardo. Informes cada dos horas. ¿Entendido?

-Sí, señor Romano- contestan a la vez.

-No toquéis el otro coche, por si acaso.

Ambos asienten. Ares toma las maletas y se las entrega a la azafata, pasa
por mi lado sin mirarme. Iván me toma por la mano, me lleva hasta dentro
del jet. Mi hermano se ha sentado al final del todo.

-Déjalo a solas un rato- me dice Iván.

Dejo caer mi cuerpo en uno de los asientos frente a Eros y a Gio, están
absortos en la película de la tablet. Cierro los ojos unos segundos para
respirar hondo, necesito reprimir mis lágrimas, no me gusta enfadar a Ares
y lo he hecho, a lo grande. Debí haberle contado esto hace mucho, su vida
corría peligro y me callé. No sé qué pretendía callándome, podría haberlo
perdido. Mi cuerpo es levantado del asiento de un tirón, Ares me arrastra
por el pasillo hacia la habitación en la cola del jet, me empuja dentro, entra
y cierra tras de sí.

-Deberías haberme dicho que intentaban matarme, habría estado alerta-


espeta.

-Lo siento, Ares.

-¡Lo sientes!- grita.

-¡Sí, joder!

Me sujeta por la garganta.

-Podría haber muerto, tus disculpas no me sirven.

Lo golpeo en el vientre con mi puño cuando comienza a apretar su


agarre en mi garganta, se dobla lo suficiente para que pueda liberarme de un
manotazo.

-Hijo de puta- murmuro- Me estabas dejando sin aire.

-Es lo que mereces.

-¡Pues mátame!

Las lágrimas salen de mis ojos.

-Mátame y acaba con esta estupidez- le digo.

-¿Me mientes y eres tú quien llora?

-No te mentí, stronzo.


-Me ocultaste un dato muy importante, para mí es lo mismo que mentir.

Niego con la cabeza.

-Vete a la mierda, Ares, no te he mentido. Nunca lo hice. ¿Podrías decir


lo mismo? Claro que no.

Golpeo su brazo con mi hombro al pasar por su lado.

-Venus.

-Déjame en paz de una maldita vez, Ares, eres un hijo de puta. Sólo
intentaba protegerte.

-Tu tiempo se ha acabado, no voy a esperar dos años.

-Haz lo que quieras, yo haré lo mismo.

Abro la puerta de la habitación, pero Ares la cierra de un empujón sin


dejarme salir.

-¿Qué quieres decir?- me pregunta.

-Exactamente lo que esas palabras significan, que puedes hacer lo que te


dé la gana porque yo haré lo mismo.

Me agarra por la mandíbula con sus dedos para obligarme a mirarlo.

-Sigues siendo mía.

-No soy una mierda para ti.

Me apoya contra la puerta, su cara está a escasos centímetros de la mía.

-¿No eres nada para mí?- pregunta- Eres todo, Venus. ¿Sabes por qué me
enfada tanto saber que podría haber muerto?- niego con la cabeza- Porque
Eros y tú os habríais quedado solos en esa maldita casa llena de víboras
sedientas de poder.
Sus labios se posan sobre los míos en un suave y corto beso.

-No me importa morir hoy mismo, pero no soporto la idea de dejaros a


nuestro hijo y a ti desamparados, expuestos al peligro. Uno de los motivos
de este viaje es asegurarme de que, si algo me llegara a pasar, Eros y tú
estaríais seguros en Roma, con los Médici. Voy a hacer un trato con
Mauritio Médici y su hijo, vuestra seguridad a cambio de mis servicios
como asesino. Mataré a padre yo mismo, a su bastardo, a su puta. Quemaré
Italia entera si con eso consigo dejaros un lugar seguro y apacible.

Pego mi frente en su barbilla.

-Lo siento, amore mio- sollozo- Creí que estaba protegiéndote,


perdóname.

-Me importas más de lo que crees, Venus. Te... Te amo, de alguna forma
lo hago.

-Fóllame, Ares, te necesito.


Trece
Ares
No voy a soportar esperar dos años. Lo que le dije a mi hermana en la
habitación del jet iba en serio, su tiempo de espera se ha acabado. Voy a
planear muy bien la muerte de Tomasso Romano y sus secuaces, todos
morirán en una terrible explosión. Dejaré que Venus, Eros y Gio se queden
en Roma cuando mi plan sea ejecutado, deben estar a salvo.

Maldito hijo de puta, ha dejado que esa puta influya en cualquier cosa de
su vida. No sirve para ser Don, apenas tiene un mínimo de personalidad
para gobernar. ¿Un bastardo como heredero? Y ni siquiera ese es el
problema, incluso Eros, siendo también un hijo de una aventura podría
gobernar y todos lo aceptarían. El problema es la madre de ese chico, lo
manejará a su antojo, como hace con mi padre. Ningún otro Don aceptará
eso, Gina destruirá todo lo que tanto costó reconstruir. Nuestra buena
relación con otras mafias, hasta ellos querrán apartarse del camino, incluso
comenzar una guerra con Irlanda, España o Rusia. Japón se mantendría al
margen, pero si se les aprieta mucho las tuercas se asociarían con los otros
jefes para destruir Italia. En ese caso, no tendríamos nada que hacer. Ahora
somos la primera mafia más importante, nunca antes se vio a la
‘Ndrangheta, La Cosa Nostra, La Casamonica o la Sacra Corona Unita. La
Camorra está fuera de esto desde que Federico Russo se hizo con el poder,
no podemos confiar en él.

Venus acaricia con sus dedos mi pecho desnudo. La empujo por la


cintura para que suba a mis caderas, ella lo hace.

-Móntame- le digo.

-El jet debe estar a punto de aterrizar.

-Y no saldremos de aquí hasta que me haya vuelto a correr.


Pone los ojos en blanco, pero hace lo que le digo. Agarra mi dura polla y
se desliza por ella, empieza a moverse rápido. Sus gemidos son un suave
sonido, se reprime por los niños al otro lado y odio eso. Me gusta oírla
gritar mi nombre, me gusta oír cómo disfruta conmigo. Y sé que volveré a
follármela en cuanto estemos a solas en una habitación de la casa de
Mauritio.

Le doy un empujón con mis caderas, Venus cae sobre mi pecho, empiezo
a follarla desde abajo. Aprieto sus tetas con mis manos mientras ataco su
cuello con mi boca, sabe tan dulce. Sus manos descansan en mi nuca, donde
me clava sus uñas. Pongo una mano sobre su culo, empujando hacia abajo.

-Me voy a correr- gime.

Mantengo el ritmo hasta que su coño empieza a apretar mi polla, mi


hermana muerde mi hombro, su grito es acallado por mi propia piel. La
sujeto por el pelo de la nuca y levanto su cabeza, sus ojos están vidriosos.
Me hundo dentro de ella y me corro.

-Te amo- susurra.

Le doy un corto beso en los labios.

-Tenemos que salir de aquí- me dice- Llevamos todo el vuelo encerrados


en esta habitación.

Rodeo su cuerpo con mis brazos y la aprieto contra mí. Casi puedo verla
sonreír, sé que a ella le gustan estos gestos.

Después de vestirnos, salimos de la habitación. Veo a Gio y a Eros con


unos enormes cascos ensimismados en la tablet.

-Por suerte, el tío Iván vino preparado- murmura mi amigo.

Le doy una bofetada en la nuca.

-Gracias- le dice Venus, acto seguido le da un beso en la mejilla.


Me siento al lado de él, el jet comienza a descender. Iván sonríe mirando
la pantalla de su móvil, una de mis cejas se levanta de forma automática.

-¿Con quién hablas?- le pregunto.

-No es asunto tuyo.

Le arranco el móvil de la mano, es una conversación con Sienna Médici.

-Mauritio va a matarte- le digo devolviéndole el móvil- Deja en paz a su


hija, acaba de cumplir dieciocho años.

-No estoy haciendo nada malo, Ares, sólo hablamos.

-¿Cómo has conseguido su número?

-La gente social suele tener instagram, me siguió e hice lo mismo, luego
comenzamos a hablar por mensaje privado y me dio su número.

-Bloquéala en todos lados.

-No voy a hacer eso, Sienna es mi amiga.

-Iván, si Mauritio te pone una mano encima tendré que actuar y nos
pondremos en contra a la puta Casamonica.

-Mierda, sólo estamos hablando, en serio. Te doy mi palabra de que no


ocurrirá nada entre nosotros.

Aprieto la mandíbula, de todas las mujeres del mundo ha ido a fijarse en


la hija de un Don, del jodido Mauritio Médici.

-De todos modos no creo que puedas acercarte mucho a ella- dice Venus.

-¿Por qué dices eso?- le pregunto.

-Mauritio prometió a su hija hace un año a Michel Moretti, se casarán el


verano que viene.
-Sienna no me ha dicho nada- murmura Iván.

-Porque no le interesa que lo sepas. Iván, algunas mujeres de nuestro


mundo buscan una vía de escape ante un matrimonio no deseado, los
amantes de ellas terminan muertos- le dice Venus- No te conviertas en un
amante.

-Es una mierda- protesta- Los hombres pueden tener mil amantes si así
lo desean, pero ellas no pueden tener ni un amigo.

-Como dejes que te maten te mato primero- lo amenazo.

Pone los ojos en blanco a la vez que resopla. Escribe rápido en su móvil
y después lo guarda en el bolsillo de mi pantalón.

-Ya está bloqueada- me dice.

-¿Y por qué me lo das?

-Porque no quiero morir.

-Te buscaré a una amiga adecuada para ti- le dice Venus.

-¿Qué quieres decir con "adecuada para mí"?

-Una que no haga que mueras.

Iván asiente.

-¿Por qué ahora?- le pregunto.

Se encoge de hombros.

-Os veo a Venus y a ti cada día demostrando lo mucho que os amáis-


abro la boca para hablar, pero Iván la tapa con su mano- Cállate si vas a
decir una estupidez. El caso es ese, quiero algo como lo que tenéis. Quiero a
alguien que me ame y me cuide, que se preocupe por mí.
Aparto su mano de mi boca.

-Me tienes a mí- le digo.

-¿Me dejas jugar con tu culo?

Venus se ríe a carcajadas.

-No- contesto seriamente.

-Entonces no me sirves.

-¿Y? ¿Te busco un hombre o una mujer?- le pregunta mi hermana con


burla.

-No me importa- contesta Iván con una sonrisa.

Giro la cabeza hacia él.

-¿Te gustan los hombres?- le pregunto.

-No me disgustan. ¿Te sirve esa respuesta?

Venus tiene la boca abierta por la sorpresa de lo que nuestro hermano


acaba de confesar.

-No sabía que eras bisexual- le dice mi hermana.

-Porque nunca te lo he contado, tengo mis propios secretos.

Me inclino hacia él.

-¿Qué secretos?- le pregunto.

-Se llaman secretos por una razón, narcisista de mierda, no todo gira
entorno a ti.
Estrecho los ojos, tarde o temprano terminaré averiguando esos secretos.
Desvío la mirada de Iván cuando la azafata entra en la cabina.

-Ya pueden desembarcar- nos avisa.

Me pongo de pie, agarro a Iván por encima del codo y lo levanto de un


tirón.

-Lo averiguaré todo- le digo.

Sonríe con suficiencia. Lo suelto para poder tomar a Gio en mis brazos,
me he dado cuenta de que se ha quedado dormida mientras el jet aterrizaba.
Venus agarra a nuestro hijo de la mano, le doy un empujón a Iván para que
pase por delante de mí, el cabrón se ríe, me está jodiendo con la mierda de
sus secretos. Quizás no tenga ninguno y sólo se esté burlando de mí.

Los guardias de Mauritio y su propio hijo nos reciben en la pista de


aterrizaje. Venus lo saluda con dos besos, Iván estrecha su mano y luego me
la ofrece a mí.

-Cierto, no te gusta el contacto físico- dice Gianluigi- Bienvenidos, mis


padres os esperan en casa, me pidieron que viniera a buscaros.

-Gracias, Gianluigi- le dice Venus.

-¿Tu esposo sigue igual de cobarde?- le pregunta.

Eros se ríe.

-Me temo que sí- contesta mi hermana.

-Tu padre debería haberte casado con un hombre de verdad, no con uno
que se esconde bajo su falda.

-No debería haberse casado- gruño.

Venus entrelaza su brazo con el de Gianluigi, Iván me mira y sonríe.


-Acabarás muerto- le digo.

-Me amas, nunca podrías matarme.

-Sigue provocándome y saldremos de dudas.

Iván entrelaza su brazo con el mío, imitando a mi hermana, incluso imita


su forma de caminar y frota su mejilla por mi hombro.

-Amore mio, te amo tanto- me dice.

Le doy un empujón con mi cuerpo, provocando que se choque con uno


de los guardias. Venus y Gianluigi se giran para mirarnos.

-¿Qué hacéis?- me pregunta mi hermana.

-Aléjalo de mí o lo mato- gruño.

Me subo en el segundo coche, el más grande, el cabrón se sube a mi


lado.

-¿No vas a dejarme en paz?- le pregunto.

-No, es divertido provocar a un psicópata que me ama.

Gio se levanta de pronto, se sube sobre el regazo de Iván mirándolo


fijamente.

-Quítamela de encima, ésta psicópata no me ama- me dice.

-Ahora te jodes- me rio- Gio, vigílalo.

Ella asiente y se cruza de brazos. Venus y Eros entran con nosotros en la


parte trasera del coche, se sientan en los asientos frente a mí. Gianluigi se
sube en el del copiloto.

Venus mira a Gio con el ceño fruncido.


-¿Qué hace así sentada?- me pregunta.

-Está vigilando a este cabrón.

Mi hijo se ríe.

-Cabrón- repite.

Mi pecho vibra por la risa.

-Eros, no se dicen esas palabras- lo regaña Venus.

-Papà lo dice.

Venus me fulmina con la mirada.

-Será el Don algún día, amore. Dirá cosas mucho peores- me defiendo.

-Deja de decir cosas así delante de los niños.

Mi boca se curva por un lado, me pone muy caliente cuando se pone en


modo mamá.

-Eres imposible- se rinde.

Iván llama mi atención.

-¿Me la quitas de encima?- me pregunta.

-No. Mostriciattola, si se mueve, ataca.

Gio asiente, muy segura de sí misma.

-Ares, deja de llamarla pequeño monstruo- me regaña Venus.

Toma a Gio del regazo de Iván y la sienta en el suyo.

-Iván es familia, mia vita. No hacemos daño a la familia- le dice con


suavidad.
-Vale- contesta- Iván bueno.

Venus levanta la vista hacia mí.

-Se suponía que debías enseñarla, no alimentar su trastorno.

Me inclino hacia adelante, apoyando mis codos sobre las rodillas.

-Venus, amore, alimentar su trastorno es lo mejor que puedo hacer por


ella. Debe saber que no hay nada malo en su cuerpo y mente. Padre siempre
me golpeó por ser como soy, no voy a permitir que Georgina crezca
creyendo que es anormal o una loca. Es como es, no pidió nacer así.

No tardamos mucho más en llegar a la propiedad de los Médici, es más


grande como la casa de mi padre. Aunque aquí vive más gente, Carmela y
Mauritio tienen dos hijos varones, cada uno casado con su propia mujer y
viviendo en un lado de la casa. Luego están sus dos hijas, también casadas y
viviendo aquí. Excepto Sienna, que cuando se case tendrá que ir a vivir a
Sicilia con su esposo. Gianluigi es el único que tiene hijos, por ahora, un
niño de siete años y una niña de cuatro.

Seguimos a Gianluigi por el pasillo hacia las habitaciones de invitados.

-Mis padres os recibirán más tarde, están atendiendo una reunión de


última hora, los albaneses quieren subir los precios- nos dice.

-Una bala en la frente es la mejor solución- respondo.

Gianluigi sonríe.

-Escuchamos lo de Popescu- me dice- Deberías ir a una de esas


reuniones con mis padres.

-No lo descarto.

-Aún me parece increíble que tu madre sea la consegliere de tu padre-


dice Iván.
Gianluigi se encoge de hombros.

-Mi madre siempre entendió el negocio, lo hizo bien la primera vez, sus
consejos a mi padre produjeron muchos beneficios, los capos no pudieron
negarse.

-Es un paso más para la dominación de las mujeres- comenta mi


hermana con una sonrisa.

Gianluigi se ríe.

-Estaré en el jardín trasero con mis hijos y mi esposa, podéis uniros a


nosotros cuando deseéis- nos dice- Iván, tu habitación es la de la izquierda-
me mira a mí- La tuya y la de tu hermana es la de la derecha y la de los
niños está entre las dos.

-Voy a deshacer la maleta- dice Iván- Iré enseguida al jardín trasero.

-Bien, ordenaré que hagan algo de merendar para los niños.

-¡Sí!- chilla Gio.

Gianluigi le acaricia la mejilla.

-¿Quieres galletas?- le pregunta.

-Con chocolate.

-Perfecto, galletas con chocolate para la pequeña Ares.

Venus e Iván se ríen. Gianluigi se marcha antes de que pueda contestarle.


Mi hermana entra con los niños en la habitación de ellos, dejo sus maletas
sobre la cama y me acerco a la ventana, da al jardín de atrás. Desde aquí
veo a los hijos de Gianluigi jugando, su esposa y sus dos hermanas están
sentadas cerca de la chimenea de exterior. Meto las manos en los bolsillos
de mi pantalón. Sienna Médici sale de la casa para sentarse junto a sus
hermanas y su cuñada. Escucho la puerta de la habitación abrirse.
-Eros y Gio han salido corriendo en cuanto han podido- me dice mi
hermana.

-Tenemos que hablar con los Médici lo antes posible.

-Bien, entonces vamos.

-Ve a buscar a Iván, dile que Sienna está en el jardín y que no se atreva a
hablar con ella.

Venus rodea mi cintura con sus brazos desde atrás.

-¿Por qué te importa tanto?- me pregunta.

-Te lo dije, amore. Este lugar es el más seguro para ti y nuestro hijo,
incluso para Gio. Tengo a padre intentando matarme, si llega a conseguirlo
tienes que venir aquí. Que Iván juegue con la hija de Mauritio sólo nos
perjudicaría, a él también, no tendrá a dónde ir si padre logra su objetivo.

-No va a pasarte nada, yo misma mataré a padre antes de que ponga una
mano sobre ti.

-No lo haría él, tu esposo no estaba cuando nos fuimos, él tampoco se


atrevería a tocarme. Enviarán a alguien, un asesino a sueldo, más ahora que
el truco del coche explosivo no ha funcionado.

-¿Había una bomba en el coche?

-Estoy seguro de que así era. Demarco me envió un mensaje, el coche no


estaba cuando volvieron a casa. Padre le preguntó por qué no habíamos ido
en ese coche al aeropuerto.

-¿Y qué contestó?

-Fabián abrió la válvula de la rueda antes de irnos, dijeron que los


neumáticos estaban desinflados.

-¿Entonces no sospecha que sabemos sus intenciones?


-No lo creo.

-No quiero volver.

Me doy la vuelta, la tomo por la barbilla y la obligo a mirarme a los ojos.

-Nunca dejaré que os pase nada, os protegeré a los cuatro- le digo.

-¿Y quién te protege a ti?

-Creo que mi mujer es una buena candidata.

Su sonrisa hace cosas en mi interior.

-Nunca me habías llamado así- dice.

-Eres mía, mi mujer.

Junto mis labios con los suyos, un beso corto porque tenemos mucho de
lo que hablar con los Médici.
Catorce
Venus
Eros corre detrás del hijo mayor de Gianluigi, llevan un rato gritando y
corriendo sin sentido, sólo se persiguen y se ríen. Gio ha estado intentando
mantener el ritmo, pero cuando se cansó se subió al regazo de Ares y se
quedó dormida, con la barriga llena, por supuesto. No dejó ni una sola miga
de las galletas que Gianluigi le consiguió.

Isabella observa a Gio con una sonrisa, es la esposa de Gianluigi.

-Crecen tan rápido- murmura con un tono de tristeza- Gian y yo estamos


deseando volver a ser padres.

-¿Y tu esposo y tú?- le pregunto a Clara, la hermana de Gianluigi.

Niega con la cabeza.

-Queremos disfrutar de nuestro matrimonio un poco más, además, Carlo


está muy ocupado ayudando a mi hermano con los albaneses- contesta.

Las miradas se posan sobre la otra hija casada de Mauritio, sólo tiene
diecinueve años y acaba de casarse, ella se ríe y se frota el vientre. Sus
hermanas abren la boca con sorpresa.

-No digáis nada aún- nos dice- Queremos darle una sorpresa a papá y
mamá esta noche. Román y yo estábamos esperando a que estuvierais aquí-
dice esto último mirándonos a Ares y a mí.

Sienna es la primera en inclinarse para abrazar a su hermana. Son como


gemelas, se llevan un año. Gianluigi es el mayor de todos, tiene treinta
años; Paolo es el segundo, casado desde hace unos años, tiene veintiocho.
Luego está Clara, la mayor de las chicas, ella tiene veinticinco, se casó hace
algunos años, cuando tenía veinte años. Valentina es la siguiente, la que está
embarazada, tiene diecinueve años, se casó hace unos meses. Todos
asistimos a su boda, estaba tan feliz, se casaba con el hombre del que lleva
enamorada desde que tenía quince años. Su esposo es mucho mayor que
ella, pero nunca le importó, se prometieron cuando ella tenía dieciocho años
y un año después se casaron.

Gianluigi sale al jardín con su hermano, se sienta junto a su esposa.

-Mis padres estarán aquí enseguida, disculpadlos, esos putos albaneses


no cesan en su empeño de subir los precios de las armas.

Estoy segura de que Carmela logrará un buen acuerdo, siempre fue


buena para los negocios. Gianluigi suspira, parece realmente agotado. Nos
mira a Ares y a mí y frunce el ceño.

-Aquí no tenéis que esconderos- nos dice.

Carmela y Mauritio sabían lo nuestro, nunca averiguamos cómo lo


supieron, pero nos lo dijeron una de las veces que vinimos a visitarlos hace
mucho años. No parecían asqueados con nuestra relación, Ares no indagó
más, le daba igual si lo sabían o no. Sin embargo, a mí me habría gustado
averiguar cómo lo supieron.

-No queremos incomodar a nadie- digo.

Gianluigi niega con la cabeza.

-No es algo que yo haría- dice- Lo encuentro...

-Repulsivo- contesto por él.

-Sí, lo siento.

-No pasa nada, es entendible.

Ares deja su vaso con zumo de melocotón sobre la mesa haciendo un


sonoro golpe.
-Calma- le dice Gianluigi- No digo que seáis repulsivos, es mi punto de
vista, pensando en mis hermanas. No os juzgo, lo juro, Ares. Me parece
bien que estéis enamorados y os cuidéis el uno al otro.

-No vuelvas a llamar repulsiva a Venus- advierte.

Gianluigi levanta las manos en señal de rendición.

-No lo hice, pero tienes mi palabra de que nunca más insinuaré algo así.

Ares asiente, conforme con las palabras de Gianluigi. Mauritio y


Carmela deciden entrar en este preciso momento, ella sonríe cuando nos ve.

-Mis niños, echaba de menos teneros en casa.

Me levanto para saludarla con dos besos y un abrazo. Ares hace lo


mismo, aunque no le gusta el contacto físico con algunas personas, a
Carmela se lo permite, prácticamente lo obliga a saludarla.

-Iván, cariño, me alegra mucho tenerte aquí.

-Gracias por la invitación, siempre es un placer venir a la casa de una


hermosa señorita.

Carmela se ríe mientras niega con la cabeza, Iván siempre ha sido muy
bromista con ella y le encanta alagarla. A pesar de su edad, Carmela sigue
siendo una hermosa mujer. Su pelo rubio no tiene ni una sola cana, y todo
es genética, no hay nada químico en su cabello. Se sienta a mi lado,
tomando mis manos.

-Supongo que ya podemos hablar del asunto que os trae hasta aquí- dice
Mauritio.

-Mi padre está intentando matarme- dice Ares sin preámbulos.

Mauritio y Carmela se miran entre ellos, luego miran a mi hermano.

-¿De qué hablas, cariño?- le pregunta Carmela.


-Venus escuchó una conversación entre mi padre, su puta y su bastardo y
Federico Russo.

-Y Martino- añado.

-Sí y el cobarde- murmura Ares- Han estado planificando mi muerte, hoy


lo intentaron. El coche en el que debíamos ir al aeropuerto tenía una bomba,
Venus lo sospechó y fuimos en el mío, cuando Demarco y Fabián
regresaron a la casa el coche ya no estaba, la excusa fue que las ruedas
estaban mal y había que llevarlo al taller. Fue Fabián quien le sacó el aire
para tener una justificación ante mi padre.

Mauritio pasea pensativo de un lado a otro.

-¿Y por qué intentar casarte con la hija pequeña de Russo?- pregunta.

-Querido, es todo parte del plan. Gina ha convencido a Tomasso de que


Lucio sea quien herede su cargo, el próximo Don. Saben que a Ares no le
gusta el contacto físico, no la habría tocado como esposo, mientras que ella
se encargaba de matarlo.

-¿Cómo?- pregunta Gianluigi.

-Veneno- murmuro en voz baja.

Mis ojos conectan con los de mi gemelo. Iban a casarlo con Cinthya para
matarlo, ella iba a envenenarlo.

-¿Veneno?- pregunta Mauritio.

Asiento con la cabeza.

-A padre siempre le atrajeron los diferentes tipos de veneno- digo-


Cuando tenía doce años encontré un libro que hablaba sobre eso, me lo
quitó de las manos y nunca más lo volví a ver.

Carmela suspira.
-Todo estaba planeado. La boda con Cinthya, la muerte de Ares, la
subida al poder de Lucio- dice- Estoy segura de que Russo estaba metido en
esto porque Tomasso le prometió que casaría a Lucio con su hija tras la
muerte de Ares. Nadie sospecharía que un hermano ocupase el lugar del
otro en el matrimonio, sobre todo cuando se diese a conocer que la sufrida
esposa seguía siendo virgen.

-Y todo se fue al traste cuando Ares contó lo de su psicopatía y lo que le


haría a Cinthya si lo casaban con ella- dice Mauritio- Por eso actuaron de
forma desesperada esta mañana con lo del coche bomba.

Observo a Ares, que mira a Gio con atención.

-Ella venía con nosotros- digo.

-No les importa, nunca les importó- gruñe- Iban a deshacerse de dos
psicópatas de una vez.

Carmela jadea, pone una mano sobre su corazón.

-Es sólo una niña- dice.

-Y me entregaron su custodia- le digo- No la cuidaban, ni siquiera la


niñera.

-Virgen santa- se sorprende Isabella.

-Quiero hacer un trato- dice Ares mirando a Mauritio- Yo mismo me


encargaré de destruir a mi padre y a todos sus cómplices, trabajaré para ti
hasta que Tomasso Romano esté a tres metros bajo tierra.

-¿A cambio de qué?- pregunta Mauritio.

-Si algo llega a pasarme acogeréis en Casamonica a Venus, Eros, Gio e


Iván, formarán parte de vuestra familia, sin excepciones. Serán Médici, su
total protección a cambio de mis habilidades.

Mauritio asiente.
-Lo tienes, hijo. Lo habría hecho sin necesidad de un trato y tampoco
espero que lo cumplas, al fin y al cabo es tu padre.

Ares se ríe, de verdad, de forma genuina.

-No puedo considerar padre al hombre que mandó a mi madre a la


tumba- dice- Venus sufrió por su culpa, no tendré piedad con él a la hora de
mandarlo al infierno.

Carmela solloza, atrayendo la atención de todos.

-Luz de mi vida. ¿Qué ocurre?- le pregunta Mauritio.

Carmela niega con la cabeza.

-Si Beatrice siguiera con vida...- se calla de pronto y mira a su esposo.

-Nunca habría permitido que sus hijos sufrieran este trato- continúa
Mauritio.

-Pero no está- sentencia Ares- Decidió quitarse la vida por despecho.

Un gemido entrecortado se me escapa, sabe que no me gusta que diga


eso, cuando lo hace me siento abandonada por nuestra madre. Ella no
estaba bien, no es que quisiera abandonarnos, su mente no funcionaba de la
forma correcta y por eso jamás la culparé por lo que hizo. Aunque eso no
cambia el dolor que me produce saber que ella no soportó el rechazo de
padre y acabó con su vida.

-¿Cuál es el plan?- le pregunta Ares a Mauritio.

Él se sienta en el sillón individual más cercano a la chimenea y a Ares.

-Todos estamos de acuerdo en que Gina debe morir- dice.

-¿Quiénes son todos?- pregunta mi hermano.


-Los Dones, Primo y Giuseppe, están conmigo. Los capos bajo nuestro
mando también están dentro.

-Suficientes para acabar con Federico Russo y mi padre- dice mi


hermano- Yo me encargaré de atrapar a mi padre y a su puta, Iván se
encargará del bastardo.

-Bien. Nosotros nos encargaremos de los Russo- dice Mauritio- Primo y


Giuseppe se pondrán felices cuando les diga que estás dentro.

-¿Por qué Federico no sabía sobre la psicopatía de Ares?- pregunta Iván,


a lo que mi hermano se ríe.

-A padre no le gusta presumir de mi don- contesta- Mucho menos con el


único Don que apoya a su puta y su bastardo.

Carmela niega con la cabeza, luego se levanta.

-Será mejor que vayamos dentro, está oscureciendo y comienza a hacer


demasiado frío- nos dice.

Observo a Gianluigi y a Isabella desde la ventana, han salido a pasar el


rato en la chimenea de fuera, los escucho reír. Durante la cena, la hija de
Mauritio y Carmela ha anunciado que está esperando su primer hijo junto a
su esposo. Sus padres han llorado por la emoción, lo que me puso mal
porque mi padre no reaccionó así cuando anuncié que estaba embarazada.
Sólo le dio la enhorabuena a Martino, a mí me ignoró. Bueno, no, me
ordenó que cuidara del hijo de Martino y que sería mejor que fuese un
varón.

Un suave beso se posa en mi cuello, luego otro, y otro más.

-¿Quieres algo así?- me pregunta mi hermano.

-¿Algo como lo que tienen Gianluigi y su esposa?- Ares asiente- No, no


quiero eso.
-¿Entonces por qué los miras tanto?

-Sólo estoy pensando.

Me giro hacia él, sus manos se posan en mi culo, pongo las mías sobre
su pecho.

-Me gusta lo que tenemos nosotros, no estoy hecha para el amor


romántico. Esas cosas no me gustan, amore. Adoro que me controles, que
odies que otro hombre me mire o me toque, me gusta cuando entras en mí
bruscamente. Me encanta cuando me tratas como tu esclava sexual, sólo
tuya.

Ares me levanta del suelo, rodeo su cintura con mis piernas.

-Me gusta mi gemelo, mi posesivo y psicópata hermano.

Rozo mis labios con los suyos, provocando un gruñido de él.

-Necesito que me hagas gritar, hermano.

-¿Quieres que te folle?

-Por favor, hazme gritar tu nombre.

Me lleva a la cama entre besos y prendas caídas al suelo. No quiero nada


como lo que tienen Gianluigi e Isabella. Quiero lo que tengo, lo que Ares
me da, lo quiero a él.

Mi espalda se arquea cuando pone su boca sobre mí, lame y besa el nudo
de nervios en mi clítoris. Nuestros ojos conectan mientras sigue
alimentándose de mí, recorre mi vientre con sus manos hasta llegar a mis
pechos. Los agarra y los amasa con brusquedad, me hace daño y me da
placer a la misma vez. Un sádico y una masoquista no son una buena
combinación. Mi boca se abre para dejar salir un fuerte gemido, Ares sonríe
en mi coño, le encanta cuando gimo fuerte, le encanta saber que pueden
escuchar cómo me da placer. Se sube sobre mí en cuanto tengo el primer
orgasmo, agarra el cabecero de la cama con una mano y pone la otra sobre
mi cabeza después de alinear su polla con mi hendidura. Una sola vez, un
solo empujón y ya está dentro de mí, golpeándome hasta el fondo. Clavo
mis uñas en su espalda, Ares gime muy fuerte y me folla más duro. Carne
contra carne, chocando, haciendo ruido. Araño su espalda sin darme cuenta
de lo que hago hasta que gruñe en mi boca. Rodea mi garganta con la mano
que tenía junto a mi cabeza, reduciendo el aire que entra en mis pulmones.

-Tu coño es mío, hermanita- susurra.

-Morte...

Ares se vuelve loco, entra y sale de mí sin piedad. Su polla se engrosa en


mi interior, las luces detrás de mis párpados aparecen y, entonces, exploto.
Arrastro a Ares conmigo al precipicio, donde caemos extasiados y ebrios
por nuestros orgasmos. Rodea mi cuerpo con sus brazos, rueda por el
colchón llevándome con él para tumbarme sobre su pecho.

-Te amo- le digo.

Me da un beso en la cabeza.

-Esto es lo que quiero, Ares, no lo que tienen los demás. Te quiero a ti,
en cuerpo y alma.

-¿Debería follarte otra vez?

-Toda la noche- contesto con una sonrisa.

Lo beso en los labios cuando sonríe de vuelta. Me da igual que otras


mujeres busquen una relación sana, un hombre romántico o una vida idílica.
Lo que yo quiero no es normal, primero porque amo a mi hermano gemelo
y segundo porque es un psicópata. Pero es mío y mataré a cualquier mujer
que se atreva a poner sus ojos sobre él. Como Cinthya, ha esquivado la bala
esta vez, si su padre sigue insistiendo en casarla con Ares se quedará sin
hija, yo misma la mataré. Ares es mío.
Quince
Ares
La beso duro, los gemidos que se le escapan no me ayudan. Quiero
follarla otra vez y debo irme, pero mi gemela no me deja. Está
extremadamente apegada desde anoche, no me ha permitido separarme de
ella ni un solo segundo. Agarra mi polla y se desliza por ella, otra vez. Me
monta rápido, sus tetas se frotan por mi pecho. Llevamos toda la mañana en
la cama, ni siquiera sé cuántas horas hemos dormido, pero no han sido
muchas.

-Amore, tengo que irme.

Me calla con un beso corto, luego pega su boca a mi oído para gemir.

-Me estás provocando- gruño.

Ella se ríe y gime más fuerte. Gianluigi e Iván deben estar esperándome,
anoche prometí ayudarlo con los albaneses.

-Venus, tengo que irme.

-No mientras tenga tu polla dentro de mí.

Mi pecho vibra por la risa. La agarro por las caderas para ayudarla a
moverse.

-La has tenido dentro toda la noche- le digo.

-No es suficiente- gime- Ahí, Ares.

Rodeo su cintura con mi brazo y empiezo a follarla desde abajo. No


tarda en correrse, llevándome con ella al orgasmo. Jadea con sus labios
pegados a los míos.

-Tengo que irme- le digo.


Pone los ojos en blanco, pero se levanta de encima de mí. Veo mi semen
saliendo de su coño cuando se tumba bocabajo sobre el colchón. Me tumbo
sobre su espalda y le doy besos por la longitud de su cuello.

-¿No tenías que irte?- pregunta molesta.

-¿Por qué te enfadas?

-Porque nunca tenemos un rato para nosotros, no así. Siempre tenemos


que robar momentos, aquí tenemos libertad para estar juntos y anoche
tuviste que prometerle a Gianluigi que lo ayudarías con su trabajo.

Le doy un beso en el hombro.

-Le di mi palabra a Mauritio de que pondría a su cargo mis habilidades a


cambio de protección para vosotros.

-¿No podías tomarte ni un solo día libre?

Peino su pelo con mis dedos, me mira de reojo.

-Vete de una puta vez, Ares, me estás molestando- espeta.

Le doy un empujón en el culo con mis caderas.

-¡Lárgate!- grita enfadada.

Muerdo su cuello con fuerza, ganándome un gemido de ella.

-Me quedaré contigo todo el día- le digo.

-Diste tu palabra.

-Tú eres más importante.

Su boca se curva en una sonrisa.

-Eres una manipuladora- susurro en su oído- Sólo querías escuchar eso.


-Aprendí del mejor, y sí, quería escucharte decir algo tan cursi como eso.

Meto mis manos por debajo de su cuerpo, agarro sus tetas y las aprieto.

-Iván vendrá a buscarte si no bajas- me dice.

-Te follaré delante de él.

Su espalda tiembla por su risa. Le doy un último beso en la mejilla antes


de levantarme. Siento su mirada en mí, persiguiéndome hasta el baño.

-Ares- me llama.

-Dime, amore.

-Sé que los albaneses tienen a mujeres trabajando con ellos, si alguna te
mira la mataré.

-¿Y si dejo que me toque?

-Será mejor que eso no suceda, hermanito.

Entro en el baño riéndome. Nunca he mirado a otra mujer que no sea


Venus, ella ha sido la única en mi vida.

Termino de darme la ducha y vestirme un rato después. Gianluigi e Iván


están en el hall de la casa cuando bajo el último escalón de las escaleras.

-Llegas tarde- me dice Gianluigi- Quedamos a las ocho y son casi las
nueve.

Miro el reloj de mi muñeca, son las ocho y media.

-Me he retrasado media hora- le respondo.

-Tarde, al fin y al cabo. Vámonos, Ledri y Donika Dervishi ya deben


estar esperándonos en el almacén.
-¿Tienen el mismo apellido?- pregunta Iván.

-Son hermanos, él es el mayor, pero no hace nada si su hermana no da el


visto bueno- contesta Gianluigi.

Iván me mira sonriendo.

-Me recuerda a alguien- dice.

Gianluigi se ríe, le doy una bofetada en la nuca a Iván. Aunque tiene


razón, muchas de las cosas que hago son por orden de mi hermana. Si a ella
no le gusta algo de lo que vaya a hacer no lo hago, o intento que no se
entere si lo hago.

Empujo a Iván a un lado cuando intenta subirse en el asiento del


copiloto, me subo y espero a que Gianluigi esté dentro para preguntarle más
detalles sobre los albaneses. Necesito datos de ellos para saber cómo actuar
y qué decir.

Básicamente son dos hermanos que quedaron huérfanos a muy temprana


edad, vivieron en las calles hasta que el jefe de la mafia albanesa se apiadó
de ellos y los acogió cuando él tenía ocho y ella seis años. Ahora tienen
dieciocho y veinte años, el jefe los envía a todos lados ahora que no cuenta
con la salud de hace años. Va a dejarlos a cargo de todos sus negocios
cuando se marche de este mundo. El jefe siempre tuvo buena relación con
Mauritio, pero sus acogidos quieren cambiar las cosas. Como mafia italiana
no podemos tolerar estas cosas, son jóvenes e inexpertos, no nacieron para
esto y quieren comerse el mundo. El problema es que el mundo que están
intentando comerse puede terminar comiéndoselo a ellos.

Gianluigi aparca el coche en el almacén de su familia. Todas las mafias


cuentan con uno de estos, algunos, como mi familia y los Médici, contamos
con un carguero en el puerto, además del almacén. Iván y yo seguimos a
Gianluigi por los largos pasillos del lugar. Los guardias de los Médici están
aglomerados a un lado de la sala más grande de este almacén, donde
guardan las armas. Gianluigi saca su arma y la deja sobre el escritorio, una
técnica de intimidación que le enseñó su padre. Ledri, el albanés, sonríe.
Tiene las manos cruzadas delante de él. La chica, la que imagino que es su
hermana, parece muy joven, no debe tener más de veinte años. Se hace la
dura, no parece inmutarse por el arma. ¿Cambiaría su rostro si decido
desangrar a su hermano? Mi boca se curva por un lado.

-¿Y eso por qué sonríe?- pregunta Ledri en italiano, pero con un gran
acento albanés.

Gianluigi me mira por encima de su hombro.

-No tengo ni idea- contesta.

-¿Quiénes son?- pregunta Donika con el mismo acento que su hermano-


No habíamos quedado en esto.

Ella da un paso adelante, encarándose con Gianluigi. Debe medir metro


sesenta, no más de cincuenta y cinco kilos. Pelo largo negro, rizado por las
puntas. Piercings en orejas y nariz, demasiado maquillaje negro en sus ojos
de color marrón.

Saca su arma de su espalda, los hombres de Gianluigi la apuntan. Ledri


le dice algo en albanés, Iván me susurra.

-Le ha pedido que guarde el arma.

Asiento con la cabeza. Uno de los pasatiempos favoritos de mi amigo es


aprender idiomas, en realidad, cualquier cosa. Le encanta estudiar, todo lo
contrario a mí, sólo aprendo algo si me sirve para mis objetivos.

Donika se pone delante de mí, mi cabeza se inclina hacia la derecha para


observar a la pequeña criatura que me desafía.

-¿Quién eres y qué haces aquí?- me pregunta.

-¿Te gustan las historias de miedo?- le pregunta Iván.

Los ojos de ellas permanecen en los míos.


-Te hablo a ti, no a tu ventrílocuo- escupe.

Esbozo una sonrisa.

-Aléjate antes de que se aburra de tu interacción y acabes con el cuello


roto- le advierte Iván.

-¡Contesta!- me grita.

Empiezo a caminar, empujándola con mi cuerpo, su espalda choca contra


el torso de su hermano, quien le rodea la cintura con su brazo.

-No- me dice Gianluigi poniendo su mano en mi hombro- Estamos aquí


para negociar pacíficamente.

Asiento una vez con la cabeza y regreso a mi sitio sin quitar la vista de
encima de Donika, ahora ya no parece tan valiente y eso me gusta. No debe
confundir mi silencio con sumisión, no le voy a permitir gritarme.

-Él es Ares Romano- me presenta Gianluigi.

Parece que los hermanos han oído hablar de mí, ambos tragan grueso y
evitan mirarme.

-No lo sabíamos- dice Ledri- Disculpa a mi hermana, Gianluigi.

-Está disculpada, sólo esta vez, no tolero faltas de respeto en mi propia


casa. No podéis venir al territorio de mi familia, a mi territorio y exigir algo
que no es parte del trato que mi padre hizo con vuestro jefe.

-La subida de precio sigue en pie- dice Donika con la barbilla elevada.

-La última vez que escuché esa frase quien la dijo acabó con una bala en
la frente- murmuro.

Donika me mira de reojo, su pecho sube y baja con rapidez, aunque


intenta ocultarlo girándose hacia su hermano.
-El precio de ahora es injusto- interviene Ledri.

-Es el que se acordó en su momento.

-Hace veinte años, las circunstancias cambian, la vida se vuelve cara.

Iván carraspea, atrayendo la atención de Gianluigi.

-¿Puedo saber cuánto estás pagando por sus armas?- le pregunta.

-El trato que mi padre y su jefe hicieron es que ellos nos proveerían de
un lote de setecientas armas por cuatrocientos cincuenta mil euros.

Iván se queda pensativo.

-Es un trato injusto- termina diciendo- Ellos tienen razón.

Gianluigi se cruza de brazos.

-¿Y qué solución propones?- le pregunta.

-El mercado de armas está ahora alterado, los rusos las están vendiendo
al precio del petróleo en tu terreno. Nosotros pagamos cien mil euros por
cada arma, tú seiscientos. Puedes permitirte pagar mil euros por cada arma,
no supondrá ninguna pérdida para ti, ofreciendo un precio de mercado más
bajo que el de los rusos y más alto que el que ofreces ahora. Seguirás
ganando el mismo dinero y ellos obtendrán un trato justo.

Gianluigi me mira.

-Es el mejor en lo suyo- le digo.

Se gira hacia los albaneses.

-¿Os parece justo lo que ha dicho?- les pregunta.

-Sí, un trato más justo que antes- contesta Ledri.


Gianluigi le ofrece su mano, Ledri mira a su hermana, que sigue con la
cara escondida en el pecho de él.

-Sí- susurra ella.

Ledri estrecha la mano de Gianluigi.

-Ni una sola subida de precio más, es una advertencia.

Ledri asiente. Gianluigi le hace un gesto a su abogado, a Mauritio le


gusta dejar las cosas bien atadas, sobre todo cuando se trata de sus
negocios.

-Firma el contrato cuando lo hayas leído; le dice a Ledri- Quiero que las
armas estén aquí esta misma tarde, ya llevo varios días de retraso en la
venta con mis otros compradores.

-Las tendrá aquí.

Me acerco a Donika.

-¿Ya no me miras, piccolina?- susurro en su oído- Hace dos segundos me


estaba divirtiendo contigo, ahora sólo eres una más, una niña asustadiza,
escondida en los brazos de su hermano.

Se le escapa un tembloroso gemido, Ledri la aprieta contra su cuerpo.

-Por favor, ella no sabía quién era usted- me dice- Es sólo una niña de
dieciocho años, sólo quería impresionar.

-Tranquilo, no tengo ningún interés en hacerle daño- contesto- Pero


debes enseñarle a tener cuidado, en este mundo todos estamos mal de la
cabeza.

-Algunos más que otros- murmura Iván- Deja en paz a la niña, no te ha


hecho nada, puto psicópata.

Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón.


-Donika, mírame- le ordeno.

Levanta la cabeza lo más mínimo para mirarme.

-No me tengas miedo, piccolina, te doy mi palabra de que no te haré


nada- ella asiente- Ten cuidado, los hombres de la mafia no aceptan que las
mujeres estén en altos cargos, de hecho, no aceptan que la mujer se salga
del papel que la sociedad os impuso hace tiempo. Tu hermano y tú podríais
acabar muy mal si no sabes a quién te enfrentas, estudia a tus enemigos
antes de hablar, recuerda cada gesto, cada palabra, fíjate si el sudor cae por
su frente, es una señal de nerviosismo. ¿Qué indica eso?

-Que no está seguro de lo que dice.

-Muy bien, aprovecha sus puntos débiles, nunca te sientas mal por hacer
esto porque ellos no sentirán pena por ti.

-Gra-Gracias- tartamudea.

Miro a Ledri.

-Cuida siempre de tu hermana- le digo.

Él asiente. Después de que Gianluigi y Ledri firmaran el contrato nos


dirigimos a nuestro siguiente objetivo. El grupo de delincuentes por el que
Gianluigi se perdió la fiesta de cumpleaños de la puta. Han estado dando
por culo desde hace un tiempo, hoy se acaba eso, Gianluigi me ha dado
carta blanca con ellos y no puedo estar más ansioso, llevo demasiado
tiempo sin matar a alguien.

Mi móvil vibra en el bolsillo interior de mi chaqueta. Lo agarro para ver


quién es, la pantalla parpadea con varios mensajes de mi espía en Nápoles.
Federico Russo acaba de aterrizar en Milán. Mi padre está aprovechando mi
ausencia para seguir orquestando mi muerte con su amigo. Bueno, quizás
sean ellos quienes mueran primero.
En cuanto Gianluigi detiene el coche doy un salto de él, saco mi arma y
apunto con ella mientras camino hacia dentro del edificio. Disparo al primer
hombre armado que veo, luego a otro y después a otro. Me acerco por
detrás del cuarto hombre y lo asfixio con mi brazo rodeando su cuello. Una
bala roza mi costado, haciéndome gruñir. Dejo caer al hombre al suelo,
Gianluigi dispara al que me disparó a mí.

-Maldita sea, Ares- protesta Iván- ¿Por qué te has ido solo?

-Porque necesito matar.

Me saca la camisa del pantalón y examina la herida.

-No es nada grave, ha sido un roce- dice.

-Estoy bien- le aseguro.

-No te vuelvas a ir solo, si mueres, Venus me matará a mí- me dice- Aún


tengo sueños que cumplir.

-Entonces tendrás que ser más rápido.

-El jefe de esta maldita banda debe estar escondido en algún lugar de
este edificio- nos dice Gianluigi.

-Iván y yo nos encargamos, princeso- le digo con una sonrisa.

-¿Crees que no puedo seguirte el ritmo, puto psicópata?

-No lo creo, lo sé.

Me apunta con su dedo índice.

-Quien mate a más hombres hasta localizar al jefe gana- me desafía.

-¿Y qué se gana?- pregunta Iván.

-Un Audi último modelo- dice Gianluigi con los brazos extendidos.
-Blindado y con todos los extras- añado.

-Hecho.

Estrechamos las manos para cerrar el trato. El idiota acaba de perder


dinero apostando contra mí. Iván me sigue por las escaleras que suben al
primer piso.

-¿Qué vas a hacer con otro coche?- me pregunta.

-Es para ti.

-¿En serio?

-En serio.

Su sonrisa es genuina, es la primera vez que tiene coche, Venus intentó


regalarle uno cuando cumplió diecinueve años, pero él se negó. También se
negó que yo lo hiciera, esto no es un regalo realmente, es una apuesta que
Gianluigi va a perder.
Dieciséis
Venus
-¡Oh Dios!- exclama Isabella- ¿Qué os ha pasado?

Miro hacia atrás, Ares y Gianluigi están bañados en sangre. Carmela se


apresura a llevarse a los niños a otro lado. Me levanto del sofá y me acerco
a mi hermano.

-¿Qué has hecho?- le pregunto.

-Una apuesta con este idiota- contesta señalando con su pulgar a


Gianluigi- Y he ganado.

Pongo los brazos en jarras con las manos sobre mis caderas, no puedo
creer que haya apostado con Gianluigi, Dios sabe qué. Pero no debe de ser
nada bueno cuando llegan con estas pintas.

-No me mires así, comenzó él- me dice.

-No es cierto, diste a entender que no podía seguirte el ritmo- se defiende


Gianluigi.

-Y tenía razón- se burla mi hermano.

-Maldita sea Ares, ve a darte una ducha- le ordeno- Si Eros o Gio te ve


así...

-A Gio le encantará- me interrumpe.

Aprieto la mandíbula, esto no es un juego, no quiero que ninguno de los


niños vea esta escena. Algún día lo harán, pero ese día no es hoy. Tomo a mi
hermano de la mano y lo arrastro hacia nuestra habitación, la voz de Iván
me detiene.

-Está herido.
Me giro hacia mi hermano.

-¿Herido?- le pregunto.

-No es nada, una bala me rozó en el costado.

Suelto su mano y comienzo a buscar la herida, la encuentro en el costado


izquierdo, está sangrando. Y no sólo hay una herida de bala, veo algunos
moretones formándose por donde la piel no está tatuada.

-¿Por qué tienes que jugar con tu vida?- le pregunto.

-Es divertido.

-¡No lo es!

Ares sonríe, lo golpeo en el pecho con mi puño, acto seguido, me sujeta


por las muñecas y me echa sobre su hombro. Por más que protesto y pataleo
no me baja al suelo. Levanta mi vestido hasta mis caderas y muerde mi culo
con fuerza, haciéndome gemir. Luego empieza a introducir sus dedos en mi
vagina.

-Van vernos- gimo.

Parece no importarle porque no contesta. Meto una mano por dentro de


su pantalón, aprieto su culo y clavo mis uñas.

-Ares, vas a hacer que me corra en el pasillo.

Su risa es baja y grave, no le importa que alguien nos vea, no le importa


si alguien me ve correrme con los dedos de mi gemelo dentro de mí, no le
importa si me escuchan gemir o correrme, le da igual siempre que a él le
satisfaga de forma enfermiza y turbia, lo peor es que a mí también me
gusta. De pronto saca sus dedos de mi interior, abre la puerta de nuestra
habitación, cierra tras nosotros y me suelta en la cama. Me quedo mirando
al techo, jadeando como si hubiera corrido una maratón. Adoro todas las
sensaciones que mi gemelo provoca en mí, adoro cada parte oscura y
retorcida.

La tela de mis bragas crujen, las ha hecho añicos. Pongo mis manos en
su nuca en cuanto su lengua conecta con mi clítoris. Es tan brusco, tan
descuidado y lo amo así. Me muerde y me lame, no sé qué adoro más. Voy
a explotar. Y, entonces, se detiene. Levanto la cabeza para mirarlo, se ha
alejado de mí y está desnudándose.

-¿Qué crees que haces?- le pregunto.

Su polla, dura como el acero, salta cuando se quita los pantalones y los
bóxer. Mi coño llora de necesidad.

-Me ordenaste ducharme. ¿Lo recuerdas?

Mi boca se abre con indignación, no puedo creer que me esté haciendo


esto.

-Vuelve aquí y termina lo que has empezado- espeto.

Mi hermano se gira hacia mí, se acerca y me da un beso en los labios,


rodeo su cuello con mis brazos, pero me aparta de él.

-Voy a la ducha, amore. Si te mueves de esta cama volveré a matar y esta


vez no serán unos simples delincuentes, mataré a la esposa de Gianluigi o a
alguna de sus hermanas.

-No lo harás.

-Gianluigi apostó conmigo esta mañana y perdió. ¿Quieres perder tú


también?

Le doy una bofetada en la cara, el bastardo se ríe de forma sonora.

-Me pone tan duro cuando te enfadas.


Muerde mi labio inferior, provocando que un gemido salga de lo más
profundo de mí. Luego se encierra en el baño, el sonido del agua llega hasta
mí. No puedo creer que me haya dejado así, lo quiero matar. Me quedo
varios minutos mirando hacia el techo de la habitación, pensando en Ares,
en todo lo que él significa para mí y en lo que quiero que signifique. Lo
quiero todo con él, es una jodida locura, es mi hermano y sé que a mucha
gente le costará entenderlo, pero no me importa. Somos egoístas y sólo nos
importa nuestro propio bien.

Me levanto de la cama, agarro el móvil de mi hermano del bolsillo de su


chaqueta en el suelo y vuelvo a la cama. La notificación de un mensaje salta
en la pantalla, abro el mensaje y lo leo detenidamente.

?: Gracias por tus consejos, ha sido interesante conocer a ese


demonio italiano del que tanto se habla. Besos, Donika.

Aprieto el móvil en mi mano, le advertí que no se acercara a ninguna


mujer. Lanzo el móvil de mi hermano contra la pared mientras doy un grito.
Ares sale del baño y me observa confundido.

-¿Qué coño haces?

-¿Donika?- pregunto enfadada- ¿Quién coño es Donika?

-¿Qué?

-Te ha enviado un mensaje agradeciéndote no sé qué consejos y que ha


sido interesante conocerte. ¡Te advertí, Ares!

Mi hermano se acerca a mí en dos pasos, me sujeta por la garganta.

-No me grites- espeta- Donika es la chica albanesa, estaba asustada por


mi culpa y le di algunos consejos para que controlara sus miedos.

-No tenías que hacerlo, que se joda.

-¿Estás celosa?
-Sí, eres mío. Dame su nombre completo, quiero que muera.

Ares sonríe.

-Me gustas celosa, Venus, quizás debería comenzar a acercarme a otras


mujeres.

-¡Te mataré!

Estrella sus labios contra los míos antes de que pueda decir nada más.
Me empuja con su cuerpo contra la cama, siento su polla rozarse contra mi
coño. La agarro y la alineo con mi entrada mientras Ares sigue devorando
mi boca. Su boca desciende por mi cuello.

-Ares, maldita sea- me quejo- Métela ya.

-No te lo mereces, zorra. Has roto mi móvil en un ataque de celos.

Emito un gruñido de frustración, lo empujo contra la cama, él me


permite hacerlo, por supuesto. Me meto su polla en la boca, por lo que mi
hermano se ríe.

-Te encanta chuparme la polla, eres tan puta con tu gemelo.

Meto mi mano entre mis piernas.

-No te toques- gruñe- Tienes que reponer mi móvil ya hasta que no lo


hagas tienes prohibido los orgasmos.

Saco su polla de mi boca.

-Y una mierda- espeto mientras me subo a horcajadas sobre él.

Me sujeta por las caderas intentando impedir que lo haga.

-¡Venus!
Me rio a carcajadas a la vez que me deslizo por su polla, enredo mis
piernas a su alrededor.

-Suéltame, maldita sea- espeta.

-No.

Intento besarlo, pero se aparta de mí.

-Te he dicho que me sueltes.

-Y yo te he dicho que no, no vas a negarme ningún orgasmo, Ares.


Nunca lo has hecho.

-Porque nunca lo has necesitado.

Frunzo el ceño.

-¿Qué quieres decir con eso?- le pregunto.

Me sujeta por la mandíbula con fuerza.

-Has roto algo mío, nunca antes lo hiciste- me dice.

-Lo he hecho porque tú has estado coqueteando con otra mujer.

-No he coqueteado con ninguna mujer. Estás loca.

-Como tú, jodido psicópata.

Ares me empuja lejos de él, caigo de la cama, haciéndome daño en el


codo.

-Venus, joder.

-¡Déjame!- le grito.

-Amore, no pretendía hacerte daño.


Me recoge del suelo en sus brazos.

-Déjame ver- dice tomando mi brazo con cuidado- ¿Te duele mucho?

-Sí- sollozo.

Ares me da un beso en la mejilla, intento no sonreír.

-Perdóname- me dice.

-No, me has golpeado- lloro.

-Amore, no digas eso. Nunca te golpearía.

-Me duele- me quejo con voz de niña.

Ares me tumba en la cama con cuidado, besa mi brazo, subiendo hasta


mi cuello. Agarra su polla y la alinea con mi entrada, comienza a
penetrarme.

-Dijiste que no iba a tener orgasmos por haber roto tu móvil- sollozo.

-Deja de llorar, por favor, me mata verte mal.

Se mueve más rápido a la vez que besa mi codo y mi brazo.

-Sabes que nunca pido perdón, amore. No siento remordimiento, pero te


estoy pidiendo perdón sinceramente. No quería hacerte daño.

-¿Y crees que follándome vas a conseguir que se me quite el dolor?

-Sí, reemplazaré el dolor por placer, Venus.

Ataca mi boca con la suya, Ares se está descontrolando. Es lo que quería,


me ha dolido el golpe, pero sabía que si lo exageraba vendría a socorrerme.
Nunca le gustó que nada me rozase, ni siquiera el viento. Por supuesto, iba
a aprovechar esta situación para obtener lo que llevo deseando desde que
metió su cabeza entre mis piernas y me dejó al borde del orgasmo.
Sus embistes son cada vez más duros, no deja de besarme el codo y pedir
perdón, esto es lo más humano que puedo hacer de él. Nunca le ha gustado
verme llorar, es por eso que se volvió tan loco cuando padre me azotó con
el látigo.

Ares gime en mi oído, aprieta mi teta con su mano. El dolor se mezcla


con el placer para explotar en un fuerte orgasmo, mi hermano se corre
conmigo. Empiezo a reírme a carcajadas, Ares levanta la cabeza y me mira
con el ceño fruncido.

-Eres una maldita hija de puta- gruñe saliendo de mí.

-Me has hecho daño en el codo.

-No es cierto, me has manipulado para que te follara.

Le enseño mis dientes en una sonrisa, meto dos dedos en mi vagina y le


enseño su semen.

-Esto no queda así, Venus.

Me rio más fuerte.

-Vamos, hermanito, siempre me das lo que quiero.

Se levanta de la cama enfadado, agarra mi móvil de la mesita de noche.

-¿Qué haces?- le pregunto.

-Has roto el mío por un ataque de celos, me quedo con el tuyo hasta que
lo repongas.

-¡Estabas hablando con otra mujer!

-¡Pues te jodes!

Doy un salto de la cama hacia él, me atrapa en el aire, dándome la


oportunidad de enredar mis piernas alrededor de su cintura.
-Tú eres mío, Ares Romano. Te advertí que si alguna mujer te tocaba la
mataría. Esa tal Donika está muy muerta.

-Esa gal Donika es una niña de dieciocho años, no me gusta, sólo fui
amable con ella.

Frunzo el ceño, la ira no hace más que crecer dentro de mí.

-Nunca has sido amable con nadie. ¿Por qué con ella sí?- le pregunto.

-Porque me recordó a ti cuando tenías ocho años.

-¿A mí?

-Sí, intentaba aparentar ser alguien fuerte y valiente, pero no era más que
una niña asustada. Intentó enfrentarse a mí.

-No me gusta que seas amable con otras mujeres.

-Venus, eres la única mujer que quiero follarme.

-¿Te gusta que otros hombres me miren?

-No- espeta.

-Pues a mí tampoco me gusta que otras mujeres te miren o te hablen.

Mi hermano besa mi cuello.

-Ares, te quiero sólo para mí.

-Soy tuyo, hermanita. No me interesa ninguna otra mujer.

-¿Y si te obsesionas con otra?

-Eso no va a pasar nunca.

Pego mi frente a la suya.


-No soportaría verte con otra, hermano. Me enferma sólo pensarlo.

-¿Es por eso que no quieres tener una hija conmigo?

Me rio suavemente.

-No es por eso, me encantaría que me dejaras embarazada otra vez. Pero
no es el momento, con toda esta guerra montada no es seguro traer un bebé
al mundo. ¿Y qué le diría a Martino? No estoy dispuesta a volver a
acostarme con él para que crea que me ha dejado embarazada.

-Esta vez no sería así, lo drogaría y fingiríamos que te acostaste con él. Y
puedo protegeros, amore.

-No lo entiendo, no puedes amar a Eros, no te gustan los niños. Pero


quieres dejarme embarazada.

-Venus, quiero todo lo que venga de ti. No puedo amar a Eros como lo
haces tú, pero lo hago a mi modo. Me obsesiona todo lo que viene de ti,
quiero dejarte embarazada por puro egoísmo. Si das a luz a mis hijos estas
atada a mí para siempre.

Beso su mandíbula.

-Te prometo que dejaré las píldoras cuando hayamos acabado con padre-
le digo.

-Te follaré hasta que en tu vientre haya otro hijo mío.

-Me follarás con el vientre hinchado por tu hijo.

-Cazzo, me provocas a propósito.

-Sí.

Me besa desesperado, ansiando absorber todo lo que hay en mí.

-Te amo, Ares.


Diecisiete
Ares
Venus me compró un móvil nuevo esta mañana cuando salimos de
camino al aeropuerto, en cuanto lo he encendido he sido bombardeado a
llamadas y mensajes de mi padre y Martino. Uno de los encargos
provenientes de Rumanía ha sido confiscado por la guardia fronteriza. Cada
vez que surge este tipo de problemas soy yo quien se encarga de
solucionarlo. Ya estoy en ello, sólo tenía que averiguar los nombres de los
guardias que han detenido nuestro cargamento y averiguar sobre su vida
personal. Los cuatro guardias están casados, dos de ellos con hijos y uno
con su esposa embarazada en los últimos meses. Ya he enviado a Demarco
y a Fabián para que les hagan fotos y poder amenazar a los guardias.

También tengo otro asunto que solucionar con Martino, el bastardo ha


intentado entrar en mi lado de la casa. Cuando Eros, Gio y Venus se
mudaron conmigo ordené a Demarco que instalara una alarma silenciosa.
Para entrar en mi área hay que cruzar unas puertas que siempre están
cerradas cuando no estamos, Iván, Venus o yo, les puse cerradura y sólo yo
tengo llave. Anoche saltó la alarma en el móvil de Iván y esta mañana ha
vuelto a saltar. Vi por las cámara de seguridad, que también instalé, que en
las dos ocasiones había sido Martino intentando colarse. Quiero saber qué
coño estaba intentando hacer en mi área.

Gio se sube a la mesa del jet, se sienta sobre sus talones para mirarme
fijamente.

-Ares- me llama.

-¿Qué?

-Venus dice que no puedo comer más chocolate.

Miro a mi hermana, que está sentada al otro lado del pasillo.


-Le dolerá el estómago- me dice.

Gio se cruza de brazos con el ceño fruncido. Agarro la tableta de


chocolate de la otra mesa y se la entrego, sonríe ampliamente.

-Gracias, Ares.

-Si vomita la cuidas tú- espeta mi hermana.

-Tengo trabajo.

-La cuidad tú, Ares- insiste.

-Mostriciattola, sólo un poco de chocolate. ¿De acuerdo?

Gio asiente. Y como Venus había previsto, se puso a vomitar al aterrizar


el jet en Milán. Mi hermana está muy enfadada conmigo por haberle dado
el chocolate a Gio.

-El médico está en la casa- nos informa Iván.

-Que espere en la entrada- contesto- ¿Celia está en la casa?

-Está llegando- responde mi amigo.

-Bien.

Gio protesta y gimotea un poco por el dolor de estómago.

-Te dije que no se le dieras más chocolate- me regaña Venus.

-No puedo negarle nada a mi mostriciattola.

Mi hermana gruñe a la vez que me fulmina con la mirada. Hay algo que
me une a esa niña, creo que es porque me veo reflejado en ella y no puedo
hacer nada por cumplirle sus caprichos. Sé lo que significa sentirse solo e
incomprendido, no permitiré que ella se sienta así nunca. Puede pedirme
que mate a alguien porque lo haré sin pensarlo dos veces.
-Ares- gimotea Gio.

La tomo en mis brazos, apoya la cabeza en mi hombro mientras froto su


espalda con mi mano. Su gimoteo cesa lentamente.

-Se ha dormido, eres como un puto sedante para ella- se ríe Iván.

-Le da seguridad- dice mi hermana.

Bajo del coche con Gio dormida en mis brazos. En cuanto entramos en la
casa, veo a Venus ser arrastrada por el brazo, saco mi arma de mi espalda
para apuntar a Martino con ella.

-¡No!- me chilla mi hermana- Ares, baja el arma.

-Suelta a mi hermana, hijo de puta- gruño.

-Es mi esposa y me la llevo conmigo.

-¡Mamma!- solloza Eros.

Aprieto el gatillo sin más preámbulos, la bala impacta en el hombro de


Martino. Iván agarra a Venus y a Eros y los pone detrás de él. El médico se
apresura a llegar a Martino.

-No- espeto- A él no es a quien tienes que atender.

Gio solloza en mi oído.

-Me duele- se queja en un susurro.

Mi padre y su puta aparecen en la entrada.

-¿Qué significa esto, Ares?- me pregunta mi padre.

-Ha tocado a mi hermana.

-Es su maldita esposa- espeta mi padre- Doc, atienda a mi yerno.


-He dicho que no. Ha venido aquí por Gio, si quieres que tu perro sea
atendido llama a otro médico o llévalo a tu hospital. Doc, conmigo a mi
lado de la casa.

Aprieto la mandíbula cuando no se mueve, así que lo apunto con mi


arma.

-Tiene dos formas de llegar a mi área, con una bala en el hombro o sin
ella- lo amenazo.

Él asiente, pasa por delante de mí, sabe a dónde ir porque no es la


primera vez que viene aquí. Ya lo hemos llamado otras veces cuando Eros
era más pequeño y enfermaba, mi hermana siempre prefería que nuestro
hijo fuese atendido en mi área. Doc se detiene frente a la puerta cerrada.

-Las llaves están en el bolsillo de mi pantalón- le digo a Venus.

Ella las agarra y abre la puerta.

-Guía a Doc a la habitación de los niños, Venus- le digo a mi hermana.

Eros toma mi mano, me mira con ojos de cachorro.

-¿Gio va a estar bien?- me pregunta.

-Sí, es una chica fuerte.

-Una mostriciattola- dice sonriendo.

Gio se ríe suavemente. Llegamos a la habitación de Eros y Gio, Venus


abre la puerta, se acerca a las cortinas y las abre para dejar pasar la luz del
sol. Tumbo a Gio con cuidado en la cama, tiene los ojos llenos de lágrimas.

-Doc va a quitarte el dolor de estómago- le digo- ¿Verdad, Doc?

-Sí, por supuesto.


Dejo que la revise mientras Venus contesta a las preguntas. Por suerte,
sólo es una mala digestión. Miro por encima de mi hombro el leve
movimiento en la puerta, el bastardo está ahí parado sonriendo.

-¿Quién te ha dado permiso para estar en mi área?- le pregunto.

-¿Has intentado matar a la cría? Eres un bastardo- se ríe.

-El único bastardo aquí eres tú, te recuerdo que la puta de tu madre te
tuvo fruto de una aventura- contesta Venus.

Lucio la fulmina con la mirada.

-Por lo menos mi madre me ama y no me abandonó.

-Mi madre no se suicidó, tu madre la mató- le digo.

-Sigue engañándote, esa zorra no os quería y terminó con su vida.

Venus corre hacia él, se abalanza tan fuerte que ambos caen al suelo, ella
horcajadas sobre Lucio. Lo golpea con su puño varias veces hasta que él
empieza a quejarse y lloriquear. Iván intenta ir hacia ellos, pero lo detengo.

-¿Ha acabado, Doc?- le pregunto.

-Sí, sería bueno que tomara té de manzanilla, eso le aliviará el dolor y es


mejor que medicación química, sobre todo por su edad.

-Bien, gracias por venir, ya puede irse.

El médico sale corriendo de la habitación, se detiene unos segundos


donde Venus tiene sometido a Lucio, luego desaparece por el pasillo. Me
acerco a mi hermana, está ahogando al bastardo con sus manos rodeándole
la garganta. Los ojos de Lucio se posan en mí.

-Basta- murmura con dificultad.


-¿Por qué?- le pregunto- Has hecho daño a mi hermana, tiene derecho a
pegarte y a matarte.

-Papá...- sus palabras no llegan a más.

Venus lo suelta a regañadientes.

-No vuelvas a nombrar a mi madre, la próxima vez te mataré, bastardo-


escupe mi hermana.

La ayudo a levantarse, se abraza a mi cintura de inmediato.

-Vete de aquí y no vuelvas a entrar sin permiso- le digo a Lucio.

Se pone de pie con dificultad y se encara a mí, mi boca se curva por un


lado.

-Vamos pequeñín, ni siquiera lo pienses, estarás muerto antes de que


vuelvas a pestañear- me burlo.

-Esta es la casa de mi padre, mi casa- espeta- Puedo estar por donde


quiera.

Venus me suelta, aprieta su dedo índice en el pecho de Lucio.

-Esta casa fue de mi madre antes de que la puta de la tuya llegara aquí,
de hecho, su nombre no figura en las escrituras. La mitad de este lugar nos
pertenece a Ares y a mí, la otra mitad, la de padre, también nos pertenece.
No tienes ningún tipo de derecho aquí, fue una propiedad matrimonial entre
mi madre y padre.

-No es cierto.

-Lo es, pequeñín, si padre muere no heredarás nada de esta mansión. Tu


madre, Martino y tú estaréis fuera de aquí, yo mismo os echaré- le digo-
Será mejor que no sigas jodiendo.

-Lárgate. Y no vuelvas a nombrar a mi madre, maldito bastardo.


La voz de Venus se rompe.

-Ve con Gio- le digo- Celia debe estar a punto de llegar, voy a ordenarle
que le haga un té de manzanilla.

-Está bien.

-Iván quédate aquí.

-Por supuesto, hermano.

Agarro a Lucio por encima del codo y lo arrastro fuera de mi área, Celia
entra por la puerta de la entrada justo en este momento.

-Ve a la cocina, mi hermana te está esperando allí- le digo.

-Sí, señor Romano.

Empujo a Lucio con todas mis fuerzas, empiezo a reírme a carcajadas


cuando se cae al suelo.

-Algún día te arrepentirás de haber nacido- espeta.

-¿Vas a llorar, bebé?- me burlo de él- Oh, el pobre bebé de mamá está a
punto de llorar.

Se levanta de un salto, sólo para lanzarse hacia mí. Me echo a un lado,


provocando que vuelva a caer al suelo. Meto las manos en los bolsillos de
mi pantalón mientras me sigo riendo de él. Alguien me da un tirón del
brazo, por la fuerza que ejerce sé que es mi padre. Me encuentro con sus
ojos al girar la cabeza.

-Deja a tu hermano tranquilo y ven conmigo- me dice.

-Vamos, papi, mi bastardito y yo sólo estábamos jugando.

-A mi despacho, Ares.
Lo sigo por el pasillo que va hacia su despacho, abre la puerta y se hace
a un lado para dejarme entrar.

-He hablado con Russo- me dice a la vez que cierra la puerta- Vamos a
retomar tu compromiso con Cinthya.

-Te advertí de lo que pasaría si me obligabas a casarme con ella.

-Vas a comportarte con Cinthya.

-¿O si no?

-Venus, Eros, Gio, Iván... Tú decides, hijo.

Lo aprisiono entre mi cuerpo y la pared, noto su arma en mi costado.

-Hazlo, padre. Acaba de una vez conmigo, haz lo que llevas queriendo
hacer desde que soy pequeño.

-Eres mi hijo, no me obligues.

-Has amenazado a Venus.

-Me has obligado.

-Resulta que te obligo a muchas cosas.

-Vas a casarte con Cinthya y cuidarás como cuidas a tu hermana.

-No, la haré infeliz, tanto que ella misma acabará con su vida.

-No me provoques más, Ares. La boda se celebrará en dos meses, darás


el sí quiero a Cinthya, te la follarás y tendrás un heredero. Te juro que como
no obedezcas las cosas se pondrán muy feas para todos.

Mi pecho sube y baja por la rabia. Tengo que planear algo para
deshacerme de este cabrón antes de lo previsto.
-¿Qué sucede cuando enjaulas a un león?- le pregunto.

-Ares- advierte apretando el cañón de su arma contra mi costado.

-Esto no saldrá como tú esperas, padre. Te lo estoy advirtiendo.

-Venus regresa esta noche con su esposo, Martino está deseando


aumentar la familia.

Doy un golpe con mi palma en la pared, junto a la cabeza de mi padre.

-Venus se queda donde está.

-A cambio de que obedezcas.

-A cambio de que obedezca- repito.

Envuelvo la garganta de mi padre con mi mano.

-Un día, padre. Un día todo acabará para uno de los dos.

Lo suelto lentamente, sin apartar la vista de él. Luego salgo de su


despacho y me dirijo hacia mi lado de la casa. La risa de Gina me taladra
los oídos, saco mi arma y disparo a su bastardo en la rodilla.

-¡Esto no acabará bien!- grito.

Me encierro en una de las habitaciones libres de mi área, los muebles y


las cortinas son plastilina en mis manos, destrozo todo a mi paso. La ira que
tanto tenía acumulada desde que entré en esta casa sale de mí. Sabía que
demostrar que Venus y los demás me importan me perjudicaría. Los usan en
mi contra y no me gusta nada.

-Mia vita. ¿Qué ocurre?

Me detengo abruptamente con la voz de mi hermana.

-Háblame, por favor.


Cierro los ojos y respiro hondo, las manos de Venus se posan en mi
espalda. Todo se esfuma como la espuma con un soplido.

-Morte- susurra.

-Voy a casarme con Cinthya Russo.

-¿Qué?

-Padre me está obligando.

-No puedes casarte con ella.

-Tengo que tener un hijo con ella, me lo ha dicho.

Venus me obliga a girarme.

-Ya tienes un hijo- me dice.

-Si no hago todo lo que padre dice os pondré en peligro a todos. Iván,
Gio, Eros y tú.

-Podemos solucionarlo.

-Por ahora no, tenemos dos meses para arreglar esto o me veré obligado
a casarme con esa niña y engendrar un hijo con ella.

Pongo mi mano en la mejilla de mi hermana.

-La mataré, Ares.

-Lo sé.

-No, te lo digo en serio, si te pone un sólo dedo encima la mato. Te


quedarás viudo la misma noche de bodas.

Esbozo una sonrisa.


-Eres mi vida, Venus, la que remueve todos mis demonios y los duerme.
La única capaz de vivir en mi oscuridad y nadar en ella a mi lado.

-Te amo, Ares, no te dejaré solo en esto.

Poso mis labios sobre los suyos. Ahora mismo la necesito más que
nunca, ella es la única que puede calmarme en estos momentos para que
pueda pensar en algo.
Dieciocho
Venus
Ha pasado un mes desde que padre obligó a Ares a aceptar el
compromiso con Cinthya. Esta noche es la fiesta para anunciarlo, por
supuesto que iban a hacer una fiesta, padre debe anunciar que su heredero
va a casarse con la hija de otro Don. Una unión que aumentará el poder de
ambas familias.

Ares ha estado muy ausente, ni siquiera ha dormido en la casa, ha estado


pasando las noches aplacando su ira en peleas ilegales. Toda la maldita
noche. Siento que nos culpa por su situación, en parte es así. Él ha
demostrado que Iván, Gio, Eros y yo le importamos y lo están amenazando
con eso. He intentado hablar con padre y suplicarle que no haga esto, pero
ha sido imposible. Su objetivo es claro, quiere quitarse a mi hermano de en
medio y el matrimonio con Cinthya es el camino.

Agarro la copa de champagne que Martino me ofrece y le doy un largo


sorbo, los invitados de mi padre ya están llegando. De quien no hay ni
rastro es de Ares, sólo espero que esté bien. Celia se ha quedado con Gio y
con Eros esta noche, no creo que sea lo más adecuado que estén por aquí
esta noche. Sobre todo porque no sé en qué estado va a estar mi hermano.

-Sonríe.

Aprieto la copa en mi mano, estoy harta de Martino y su estúpida


obsesión por aparentar. Quiero que esto acabe de una vez y poder vivir mi
vida junto a Ares y nuestro hijo.

-Venus, sonríe.

-Déjame en paz, Martino.

Me sujeta por el brazo con fuerza, tanta que no puedo evitar hacer un
gesto de dolor.
-Obedece.

-Te he dicho que me dejes en paz, te juro que...

Pega su cara a la mía.

-¿Qué vas a hacer? Ares no está para protegerte.

Una enorme sombra se cierne sobre nosotros, Ares sujeta la mano que
Martino tiene sobre mí.

-Siempre estaré para protegerla, suelta a mi hermana de una puta vez y


no vuelvas a tocarla.

Mi corazón se acelera, él siempre estará cerca para protegerme. Mi


hermano aparta la mano de Martino de mi brazo, luego envuelve mi cintura
con el suyo.

-¿Has hablado con tu padre?- le pregunta Martino.

-Sí.

-Entonces deberías ir a buscar a tu prometida y dejar a mi esposa


conmigo.

Ares me aprieta la cadera con sus dedos, ocurre algo y no sé qué pueda
ser. Mi hermano está raro, inquieto, y permite que Martino le hable con
autoridad. Oculto mi cara en su pecho.

-No me dejes sola- susurro.

-Vete- dice Martino en tono autoritario.

-Ares...

-Volveré en un rato, hermana- me contesta- Ve con Iván.


Desenvuelve su brazo de mi cintura y me da un suave empujón por la
baja espalda hacia donde se encuentra Iván. Mis pasos son lentos, miro a mi
hermano por encima del hombro, me quema el alma verlo así, siendo
prisionero de nuestro padre.

-Ven aquí- me dice Iván tirando de mis manos.

-¿Qué está pasando?- le pregunto.

Iván pone una mano sobre mi mejilla.

-No te preocupes, Ares se está encargando de esto, principessa.

-Está sufriendo, Iván, puedo notarlo.

-Deja que él se ocupe.

Suelto un suspiro, una mano se posa en mi hombro, me giro para ver


quién llama mi atención.

-Ve con tu esposo- me ordena mi padre.

-Estoy harta- espeto- ¿Por qué nos haces esto?

-Te he dado una orden, Venus, obedece.

-¡No!- grito.

Siento todos los ojos sobre mí, pero me importa una mierda, estoy
cansada de sus juegos.

-Ahora vas a escucharme, padre, delante de toda esta gente que ha


venido aquí a celebrar un compromiso falso.

-Venus- advierte.

-¡He dicho que no! Deja en paz a Ares, no quiere esto, odia a esa
estúpida niña y todo lo que tenga que ver con ella.
Busco a Cinthya por la sala, la encuentro agarrada del brazo de Ares,
sonriendo como una estúpida.

-¡Te juro que como obligues a mi hermano a casarse contigo te haré la


vida imposible!- le grito.

Me acerco a ella a pasos agigantados y amenazantes, ya he acabado con


esto. La agarro por el pelo de la nuca y la empujo al suelo, la conmoción de
la sala se hace evidente en los jadeos y murmullos.

-¡Estás loca!- me grita Cinthya.

-Y aún no has visto nada.

Me pongo a horcajadas sobre ella, empiezo a golpearla con mis puños y


a arañarla por donde puedo. Ella grita e intenta cubrirse la cara con los
brazos, pero es inútil, estoy enfurecida. Un cálido brazo me sujeta por la
cintura y me levanta en el aire.

-No hagas esto- susurra en mi oído.

-¡No pueden obligarte!- chillo- ¡Padre, detén esto!

Federico Russo levanta a su malherida hija del suelo.

-Esto es inadmisible- dice examinando a su hija- Mira lo que ésta loca le


ha hecho.

-Papi- solloza Cinthya.

-Martino, lleva a tu esposa a vuestra habitación- ordena mi padre.

Ares gira su cuerpo conmigo en sus brazos, ocultándome parcialmente


de la vista de Martino y nuestro padre.

-No voy a repetirlo- dice padre- Martino llévate a tu esposa.

-Tomasso, basta- se oye a Mauritio.


-Venus ha cometido una infracción, necesita ser corregida.

-¡Es tu hija!- grita Carmela- ¿Vas a permitir que su esposo la golpee?

Ares aprieta su agarre en mi cintura.

-Luise ve a por Eros- ordena mi padre a uno de sus hombres.

-¡No!- chillo- ¡Por favor!

-Toca a Eros y esto se irá a la mierda más absoluta- amenaza Ares.

-Alguien debe pagar por esto- espeta Federico.

Ares me suelta.

-Yo- dice- Castígame a mí, padre.

-Ve al sótano, iré enseguida.

Agarro a mi hermano por la chaqueta, él me mira por encima de su


hombro.

-Lo siento, hermano.

Aparta mis manos de su chaqueta para poner rumbo al sótano. Ninguno


de los invitados dice ni una sola palabra. Por supuesto. ¿Cómo iban a decir
nada en contra de su Don? Aquí sólo hay cobardes, leales a mi padre por
miedo. Sólo Mauritio y Carmela han sido invitados a esta patraña de fiesta.

-Tráela con nosotros- le ordena padre a Martino.

-Tomasso, por favor- le ruega Carmela- Deja a Venus fuera de esto, ha


cometido un error...

-Estás en mi territorio, Carmela, no creas que tienes poder aquí.

Mauritio se pone delante de su esposa.


-Cuidado, Tomasso, habla con más respeto a mi mujer.

-Será mejor que os vayáis- responde mi padre- Martino, agarra a Venus.

Mi esposo me toma por el brazo, dejo que me arrastre detrás de mi padre


sin rechistar, no quiero empeorar más las cosas y que Ares sea quien lo
pague, ya lo he perjudicado bastante. Iván intenta seguirnos al sótano, pero
varios hombres de mi padre lo detienen.

Mi hermano se ha quitado la chaqueta cuando ya hemos llegado al


sótano. Está de espaldas a la puerta de la celda.

-Ares- lo llamo, pero él me ignora- Lo siento, hermano.

Padre rompe su camisa y desecha los trozos en el suelo. Martino me


sujeta por la mandíbula para obligarme a mirar hacia mi hermano mientras
me susurra en el oído.

-¿Sabes lo mejor de tener a la bestia enjaulada? Que esta noche por fin
podré hacerte mía de nuevo.

Sus besos en mi cuello me asquean, puede intentar tocarme esta noche,


acabará muy mal para uno de los dos. No me quedaré quieta, lo mataré si es
necesario. Los primeros golpes los soporta bien, no permite que sus rodillas
cedan ni se doble del dolor, por más que padre lo golpeé fuerte con sus
puños. Las patas lo hacen gruñir, cada golpe que le dan, me lo dan a mí, lo
siento en mi cuerpo y en mi alma.

-¡Ya basta!- grito.

No puedo zafarme del agarre de Martino, cada vez que lo intento, me


sujeta con más fuerza. La sangre brota del costado de mi hermano cuando
padre le clava un pequeño cuchillo en el costado, lo hace girar. Y, esta vez,
la rodilla derecha de Ares cede y se hinca en el suelo.

-Mi esposa sufrió este dolor por tu culpa, bastardo enfermo- le dice
padre- Debí matarte cuando eras pequeño, pero la zorra de tu madre me lo
impidió.

Doy un fuerte grito, atrayendo la atención de padre.

-Controla a tu esposa- le ordena a Martino.

Mi esposo levanta la mano y me da una bofetada en la mejilla.

-Hijo de puta- murmuro.

Lo golpeo en la garganta con mi puño, Martino empieza a toser, golpeo


su entrepierna con mi rodilla y saco el cuchillo de mi muslo. Aprovecho que
Martino está en el suelo de rodillas para agarrarlo por la nuca y poner el
cuchillo en su garganta, aprieto hasta que noto la sangre corriendo por mi
mano.

-Aléjate de mi hermano o mato a tu puto perro- amenazo a mi padre.

Casi puedo oír cómo el cuchillo se desplaza dentro de mi hermano


cuando padre lo saca de su costado. Se aleja de él lentamente, así que,
aprieto más la hoja del cuchillo en la garganta de Martino, quien se queja.

-Suelta el cuchillo, Venus- me dice padre- Es a tu esposo a quien estás


hiriendo.

-¿Crees que me importa? Lo mataré si es necesario.

-Es el padre de tu hijo.

-¡No es nada de Ero! Él es mío.

Padre aprieta la mandíbula.

-Voy a advertirte algo, padre. Será mejor que detengas esta maldita boda.

-Eso no va a suceder.
-Hazlo ahora, quiero escucharte. Vamos, llama a tu querido amigo y
cancela el compromiso.

-¿Y si no lo hago?

Una carcajada me abandona.

-No quieras saberlo, padre. Sé que has amenazado a Ares con hacerme
daño si no te obedece. Pero yo te amenazo a ti si tú no obedeces.

Mi padre se ríe.

-No eres más que una niña mimada- me dice.

-Pruébame, te reto a que lo hagas. ¿Qué crees que hacía en mis ratos
libres?

Su ceño se frunce, claro que nunca lo supo o lo imaginó. Siempre ha


creído que soy una estúpida, una superficial que sólo se preocupa por la
moda. Pero a escondidas de todos aprendí el arte del veneno, lo mismo que
hizo él.

-Vamos, padre- me burlo- ¿Pensaste que no notaría el veneno en mi copa


de champagne? ¿O que no sospecharía que mi amado esposo me ofreciera
una cuando nunca lo hizo? Tengo todos los antídotos habidos y por haber.

-Bastarda- gruñe.

-Oh, no. Eso se lo dejamos a tu pequeño Lucio.

Ares se levanta del suelo, se gira y me mira.

-Siento mucho haberte metido en esto, hermano- le digo- No pretendía


que te hicieran daño.

Miro a mi padre.
-Deberías ir a ver a tu esposa- le digo- A estas alturas ya debe estar
encontrándose mal.

Sus ojos se abren con sorpresa, sale corriendo de la celda. Ares fija su
vista en Martino, quien sufre un leve temblor. Lo empujo hacia adelante.

-Todo tuyo, hermanito. Padre puede estar sin él un tiempo.

Ares sonríe, agarra a Martino por la camiseta y lo eleva del suelo, golpea
su espalda contra la pared.

-Tú y yo tenemos algo que aclarar, cuñado. Aún no me has contado por
qué tenías tanto interés en entrar en mi lado de la casa.

Me acerco por detrás a mi hermano, su costado sangra, mis dedos se


manchan con su sangre al tocar suavemente la herida.

-Quería obligarme a acostarme con él esta noche, Ares.

Martino es lanzado al otro lado de la celda, su cuerpo golpea contra una


mesa vacía, que se rompe en dos por el impacto. Mi hermano acuna mi cara
entre sus manos, ignorando las quejas de mi esposo.

-Lo siento de verdad- le digo.

Me da un beso en la frente, hacía tiempo que no sentía sus labios sobre


mi piel.

-Ve arriba, Venus, no quiero que veas lo que voy a hacer. Y ve llamando
a una ambulancia, la va a necesitar.

-Preferiría quedarme viuda.

-Lo serás, ya queda menos, amore- susurra.

Me da un beso en la comisura de los labios.

-Te quiero desnuda en nuestra cama- susurra en mi oído.


Suelto un jadeo.

-Putos enfermos- murmura Martino- ¿Desde cuándo folláis?

Lo miro por encima de mi hombro.

-Desde los quince y ha sido lo mejor que pudo pasarme- contesto.

-Y tú no vas a decir nada de esto o yo mismo me encargaré de cortarte la


lengua y los dedos de las manos- lo amenaza Ares.

-Algún día se sabrá y os perseguirán, sois unos engendros de la


naturaleza.

-Te dejo a solas con él, quizás podría perder algún dedo o la lengua,
hermano.

-¿Es lo que quieres?

-Sí.

Y con eso, salgo de la celda. Empiezo a escuchar la voz alterada de mi


padre al subir las escaleras. Le está dando la orden a un guardia que vaya a
buscarme. No es necesario, ya estoy en la sala cuando veo que Iván está de
rodillas en el suelo, con un arma apuntando a su cabeza. Que Eros y Gio
han sido sacados de sus camas y están abrazados en el suelo mientras Lucio
apunta con su arma a la cabeza de mi hijo.

-¡Dame el puto antídoto!- me grita Lucio.

-No, bastardo- espeto.

-Venus, el antídoto o mato a los que te importan, empezando por tu


jodido hijo- me amenaza.

-¡Son niños inocentes!- le grita Carmela entre lágrimas.


Los demás invitados se han ido, a excepción de los Russo, que observan
toda la escena.

-¿Quieres el antídoto?- le pregunto a mi padre.

Está en el suelo con Gina entre sus brazos, ella me mira con ojos
suplicantes. Saco un frasco pequeño de mi escote.

-¿Te refieres a esto?- le vuelvo a preguntar a padre.

Sus hombres me apuntan con sus armas.

-Si disparan a Eros, Gio o Iván romperé el frasco en el suelo y no habrá


antídoto- lo amenazo.

Ordena a sus hombres que bajen las armas y suelten a Iván, Gio y Eros,
mi hijo sale corriendo hacia Carmela y Mauritio, pero Gio se queda
mirando a Lucio. Luego corre hacia él, no sé de dónde ha sacado un
cuchillo, pero se lo clava a Lucio en el muslo varias veces. Iván la toma en
sus brazos y trata de tranquilizarla mientras dos hombres de mi padre
atienden al bastardo chillón.

-Venus- me llama mi padre.

Puedo notar la desesperación en su voz.

-Tres- le digo.

-¿Tres?

-Tres gotas es todo lo que obtendrá tu puta.

-No es suficiente. ¿Verdad?

-No, le dará unos días más y, si te has portado bien con mi familia y
conmigo, te daré otras tres gotas. ¿Trato hecho??

Asiente a regañadientes. Me acerco a Gina y me agacho a su lado.


-Abre su boca, seguro que ya sabe cómo hacerlo, papi- me burlo.

-Hazlo, de una puta vez- espeta.

Sonrío y le echo tres gotas bajo la lengua.

-Nos vemos en unos días, madrastra.

-Eres igual que tu madre y que Ares- me dice mi padre.

-Gracias, es realmente halagador, padre.

Vuelvo a ponerme de pie, me acerco a mi hijo, no sin antes advertir a mi


padre.

-No intentes robarme el antídoto, estará en un lugar seguro, muy seguro.


Y rompe el compromiso de mi hermano con esa zorra.

-Ares es un psicópata, no tiene opción de ser cruel, pero tú... Eres peor
que él- murmura Gina.

-Haré lo que haga falta por mi familia, puta. Incluso convertirme en el


mismísimo diablo.
Diecinueve
Ares
Escupo en el suelo junto al cobarde que no se ha atrevido a defenderse
por miedo a que lo matara aquí mismo. Odio cuando un rival no se
defiende, quiero que lo haga, me divierte. Le doy una patada en el
estómago, una pena no poder matarlo ahora, pero di mi palabra a Mauritio y
Carmela que me controlaría.

Quito el anillo con la inicial de su apellido del dedo anular que le he


cortado, no va a necesitarlo ahora mismo.

-Dijiste que era herencia familiar. ¿Cierto?- me burlo- La V de Vitale,


también podría ser la V de Vólkov.

-No te atrevas- espeta con dificultad.

Lo guardo en el bolsillo de mi pantalón.

-A Iván va a encantarle mi regalo. Y recuerda no contar nada respecto a


mi hermana y yo, vas a tenerme de sombra, Vitale.

-No diré nada.

Suelto una risa áspera, sé que no dirá nada. Siempre ha sido un cobarde y
siempre lo será, mi padre sólo puede protegerlo hasta cierto punto. Esta vez
no lo podrá proteger de ninguna manera.

Ordeno a uno de los guardias de mi padre que se encargue de Martino,


estoy harto de estar en este sótano. Necesito que Iván me cure la herida del
costado y asegurarme de que Venus se ha tomado el antídoto. Ella lo sabía,
nunca me contó que estudió los libros de padre sobre todos los venenos que
existen. Supo desde el primer sorbo de esa copa de champagne que Martino
había puesto veneno por orden de padre, aun así, bebió y se envenenó para
no levantar sospechas. Arriesgó su vida por mí, pero estalló cuando vio a
Cinthya de mi brazo. Me ha salvado de casarme con ella, mi pequeña zorra
me ha liberado. He estado tan resentido este último mes, buscando una
solución a mi problema y ella lo ha hecho en un sólo instante, a cambio me
he llevado unos cuantos golpes y una puñalada en el costado, pero ha
merecido la pena.

Mi pecho vibra por la risa cuando veo la escena en la sala donde se


estaba celebrando el compromiso, Venus está con Mauritio, Carmela, Iván y
los niños. Eros tiene a Gio pegada a su cuerpo, ella parece muy exaltada.

-¡Ares!- chilla cuando me ve.

Se deshace del agarre de mi hijo y corre hacia mí. La tomo en mis


brazos, sus delgados bracitos rodean mi cuello.

-Lucio ha sido malo- susurra en mi oído- Quería hacer daño a Eros, pero
le he dado su merecido.

-Bien hecho, mostriciattola. ¿Usaste el cuchillo que te regalé?

-Sí, sangró en la pierna.

Froto su espalda con mi mano, hace unas semanas compre un pequeño


cuchillo, perfecto para ella. La enseñé a usarlo cuando todos los demás
estaban durmiendo por la noche, luego me iba y no volvía hasta que el sol
salía a primera hora de la mañana. Le expliqué cómo debía usarlo y dónde
debía guardarlo para que nadie lo viera y pudiera defenderse o defender a
alguien que le importa, Gio fue obediente y muy aplicada, aprendió de
inmediato. La dejo en el suelo junto a mi hijo, que me mira con ojos de
cachorro, como lo hace su madre.

-Tienes sangre en el costado- me dice.

-No te preocupes, piccolo, ahora me ocupo de esa herida- lo tranquiliza


Iván.

Revuelvo su pelo con mi mano, haciéndolo reír.


-Esto es una locura, Ares- dice Carmela- Los Russo siguen aquí, no sé
qué están esperando.

Ignoro sus palabras, no puedo apartar mi vista de mi hermana. Pongo mi


mano en su mejilla y acaricio su piel con mi pulgar, ella se inclina hacia mi
toque.

-¿Te has tomado el antídoto?- le pregunto.

-Sí, estoy bien. Ve con Iván para que te cure.

Me giro hacia mi padre, me fulmina con la mirada.

-¿Has hablado con tu amigo?- le pregunto.

Niega con la cabeza. Me acerco a Russo con una sonrisa en mi cara, me


pone duro saber que soy yo quien va a darle la noticia de que su preciada
hija no va a convertirse en mi esposa finalmente.

-Amore. ¿Estás bien?- me pregunta Cinthya.

-Deja de llamarme así, zorra estúpida. No soy nada tuyo y nunca lo


seremos.

-¿De qué está hablando tu hijo, Tomasso?- le pregunta Russo a mi padre.

Padre agacha la cabeza, es la primera vez que lo veo hacer eso. Puto
cobarde de mierda.

-No va a haber boda, Federico. He decidido romper el compromiso de


Ares con tu hijo.

Me cruzo de brazos, el rostro de Russo está desencajado, su sueño de


matarme y que su hija se case con Lucio tras mi muerte no va a ser posible.
No tendrá más poder del que ya tiene, siempre será un ladrón que le robó el
territorio a un verdadero Don.
-Lárgate y no vuelvas, si veo a algún hijo tuyo cerca de mí lo mataré- lo
amenazo- Empezando por la zorra que tengo delante de mí.

Russo intenta golpearme, agarro su muñeca y le doblo el brazo por


detrás de la espalda. No entiendo cómo fue capaz de matar al Don de
Nápoles. Cinthya y su madre lloran, están siendo protegidas por los
hombres de Russo.

-¿Y ahora qué hacemos, Russo?- le pregunto.

-Suéltame- espeta- Sigo siendo un Don, tú no.

-Pero has intentado golpearme y has roto mi corazoncito, yo te amaba,


suegro.

Se remueve con intención de zafarse de mi agarre, golpeo el centro de su


espalda con mi puño, provocando que caiga de rodillas al suelo.

-Fabián, saca la basura, si lo hago yo acabará en un contenedor de


verdad- ordeno.

Le doy un empujón a Russo y lo suelto. Estoy aburrido de esto, quiero ir


a mi habitación y darme una ducha para poder follarme a mi mujer.
Carmela me sonríe cuando me giro, voy hacia ellos justo en el momento en
el que Martino es sacado del sótano. Por supuesto, se escuchan algunos
jadeos. Entonces recuerdo que en el bolsillo de mi pantalón llevo mi
pequeño trofeo, lo agarro y se lo lanzo a mi amigo, que lo atrapa en el aire.
Su ceño se frunce.

-¿Le has robado el anillo de su familia?- me pregunta.

-Ahora es de tu familia, la V de Vólkov.

-Eres un jodido loco, Ares.

-Gracias, hermano.
Su risa me hace sonreír, al igual que a Gio, que dudo mucho que
entienda algo de lo que estamos diciendo.

-Nosotros nos vamos, hijo- dice Mauritio- Es hora de volver a casa y


adelantar los planes.

Asiento con la cabeza, es la segunda mejor noticia de esta noche.

-Mañana es un día especial- dice Carmela con tono triste.

Acaricia la mejilla de mi hermana con sus nudillos.

-Llévale flores de mi parte, cariño- le dice.

-Lo haré, Carmela. Que tengáis un buen viaje de regreso.

Nos dirigimos a mi habitación después de despedirnos de los Médici.


Gio y Eros se suben a mi cama y encienden la televisión para ver una
película. Iván ha ido a su habitación para recoger algunas cosas y poder
curarme la herida del costado.

-Ayúdame a darme una ducha- le digo a mi hermana.

Suelta un suspiro, pero me acompaña al baño. Engancha el cinturón de


mi pantalón con sus dedos para deshacerse de él.

-Venus, mírame.

Ella obedece.

-He estado ausente.

-Lo he notado, Ares.

-Saca mi polla.

-Ahora no. Tienes que ducharte y dejar que Iván te cure.


-Hazlo.

Me gira y me da un empujón por la espalda.

-A la ducha, Ares, te obligaré a meterte con los pantalones y los zapatos


si es necesario- me dice enfadada.

-¿Qué he hecho ahora?

Me voy desnudando del todo mientras la escucho.

-Alejarte de mí durante un mes. Lo entiendo, te hemos jodido la vida,


si... Si no te importáramos nadie te habría obligado a hacer algo que no
querías. Lo siento.

Venus abre el agua fría de la ducha.

-Entra, hermano.

-No tienes que pedirme perdón por importarme, Venus. El mundo sería
un lugar mucho más oscuro sin ti en mi vida.

-Cazzo, Ares.

-¿Qué?

-No puedes decir esas cosas y esperar que no te deje follarme.

Mi boca se curva por un lado.

-Dejaré que los niños se hayan ido a su habitación y, entonces, serás toda
mía. Le haré a tu cuerpo todo lo que no he hecho este mes.

-¿Es una amenaza?- me pregunta.

-Es una promesa, amore.


Su sonrisa remueve todo dentro de mí, hace que las cosas se pongan del
revés.

-Dúchate, apestas a Martino y odio ese maldito perfume.

Hago un gesto de asco a la vez que huelo la piel de mis brazos. Es cierto,
huelo a ese cobarde.

-Cuéntame qué le has hecho mientras te duchas- me dice.

Mi hermana sonríe con cada dato que le doy de lo que le he hecho en el


sótano a su esposo. Ella más que nadie está deseando quedar viuda y pronto
eso será un hecho. Seré yo quien le entregue su libertad.

Ato una toalla a mi cintura después de ducharme, mi hermana se fue a la


habitación hace rato, no quería dejar a los niños mucho rato a solas.

Ni Eros ni Gio están cuando salgo del baño.

-¿Dónde han ido?- le pregunto a mi hermana.

-Demarco los ha llevado a jugar a su habitación, estaban aburridos.

Me pongo sobre Venus en la cama.

-Entonces estamos solos- le digo.

-No tan rápido, Romeo- murmura Iván cerrando la puerta de la


habitación- Voy a curar tu herida.

Venus sonríe, le doy un beso en los labios mientras suelta una carcajada.

-Deja que Iván te cure, idiota- me empuja por el pecho riéndose.

Escucho a Iván suspirar.

-Ares, maldito estúpido, tengo mejores cosas que hacer- me dice.


-Me ha insultado, Venus.

-Deberías matarlo, hermanito.

Miro a Iván por encima de mi hombre.

-Me amas, olvida eso de matarme- dice.

Venus agarra mi polla por encima de la toalla.

-No creo que a Iván le interese ver eso, amore- susurro.

Ella se ríe. Ruedo hasta quedar de espaldas en el colchón, pongo mi


brazo doblado por detrás de mi cabeza. Iván empieza a curar mi herida
mientras yo observo a mi hermana. Acaricio su mejilla con mis dedos, me
cuesta creer que la pesadilla del matrimonio con Cinthya haya acabado,
gracias a mi gemela. Ya no tendré que preocuparme por tenerla en este lado
de la casa, cerca de Venus y los niños. Tampoco tendré que preocuparme
por engendrar un hijo con ella, lo habría detestado desde el primer
momento. Nunca me habría importado tanto como Eros, en realidad, nunca
me habría importado. Habría sido un niño infeliz, jamás habría tenido
ningún tipo de atención de mi parte y, lo más seguro, es que lo hubiera
utilizado en contra de Cinthya para hacerle daño a ella.

Mis ojos pesan por el cansancio, giro la cabeza para mirar a Iván, el
cabrón sonríe.

-¿Qué me has puesto?- le pregunto.

-Un sedante para caballos, descansa, hermano.

-Hijo de...

El sol golpea fuerte en mi cara, noto un cuerpo moverse fuera de la


cama. Reacciono rápido y agarro el arma bajo mi almohada.

-No está ahí.


Frunzo el ceño, mi arma ni está donde la dejo siempre.

-Vuelve a dormir, Ares.

-¿A dónde vas?- le pregunto a mi hermana.

-Hoy hace dieciocho años de la muerte de mamá, voy al cementerio a


dejar sus flores.

-Espera, iré contigo.

-No es necesario, Iván viene con Eros, Gio y conmigo. También me llevo
a Demarco y Fabián. Quédate y descansa, tienes todo el cuerpo lleno de
moretones.

-Iré, Venus.

El dolor en el cuerpo se hace presente cuando me levanto de la cama.

-Estaré listo en un minuto- le digo a mi hermana.

-Está bien, te espero en la entrada.

-Grita si alguien te molesta.

-Gritaré tu nombre.

Rozo mis labios con los suyos.

-Te prometo que lo harás esta noche, amore. Te follaré tan fuerte que
gritarás toda la noche.

Agarro su mano y la pongo en mi polla desnuda.

-¿Tenemos diez minutos?- le pregunto.

-No.
Beso su cuello mientras ella me masturba.

-Amore, haz que me corra.

Se pone de rodillas, levanta mi polla y se mete mis bolas en la boca.

-Eso es, Venus- gimo.

Pongo una mano en su nuca y tiro de su pelo, ella gime fuerte.

-Venus, necesito entrar en tu coño.

Niega con la cabeza.

-Hermana- gruño.

Se mete mi polla en la boca.

-Cazzo, métela entera, amore- obedece de inmediato- Tan complaciente,


mi zorra.

Su gemido recorre toda mi longitud. La agarro por la cabeza con ambas


manos y empiezo a follarle la boca. La punta de mi polla entra en su
garganta, me la follo con fuerza.

-Puta zorra- gruño.

Saco mi polla para que pueda respirar, Venus sonríe, adora que la
degrade. La agarro por el brazo y la levanto en el aire, enredando mis
brazos en sus muslos. Mi cara queda pegada a su delicioso coño, me lo
como por encima de las bragas y el vestido. Pego su espalda a la pared.

-Ares- gime.

-Aparta las bragas, Venus.

Echa las bragas a un lado, lamo su clítoris con mi lengua.


-Cazzo, quiero meter mi polla en tu coño.

-Sigue lamiéndome.

Beso su coño con mis labios, su clítoris está hinchado y palpitante.


Venus gime fuerte, acelero mi lengua, necesito que se corra de una puta vez
para poder correrme yo. Clava sus uñas por detrás de mi cuello,
haciéndome gruñir. Se corre con un fuerte gemido. La suelto bocabajo sobre
la cómoda, levanto su vestido y bajo sus bragas, meto mi polla entre sus
muslos.

-Apriétalos, amore.

Me follo rápido sus muslos, su clítoris aún está sensible y tiene otro
orgasmo con el roce de mi polla. Venus la agarra y mete la cabeza en su
coño, mi semen sale disparado dentro de ella.

-Tan zorra- me rio.

-Te adoro, Ares.

Le doy un beso en la mejilla.

-Y yo a ti, me tienes obsesionado, Venus.


Veinte
Venus
Ares entrelaza sus dedos con los míos para salir de la habitación. Hoy es
un día triste, pero él siempre hace que sea mejor. Dieciocho años. Es mucho
tiempo sin ella en mi vida y recuerdo todo lo que vivimos juntas, cada
detalle, cada sonrisa, cada gesto de amor. Beatrice Romano fue la mejor
madre del mundo, intento imitarla y amar a Eros con todo mi corazón,
ponerlo por delante de todo y todos. Incluso si eso significa ponerlo por
delante de Ares.

Agarro mis gafas de sol de su estuche, pero me quedo congelada cuando


veo a padre junto a Iván y los niños con un ramo de rosas blancas.

-¿Qué haces aquí?- le pregunto.

-Llevar flores a la tumba de mi difunta esposa.

-No lo has hecho en dieciocho años- gruño.

-Ya es hora de que lo haga.

-No vas a ir- espeto.

Padre se acerca a mí, Ares me echa a un lado, interponiéndose entre


nosotros.

-Voy a ir os guste o no. Esto se ha vuelto una locura, necesitamos un rato


a solas, padre e hijos- nos dice.

Mi hermano y yo nos miramos, es muy extraño que quiera venir a la


tumba de nuestra madre con nosotros. Aun así, aceptamos. Me apresuro a ir
hacia Eros y Gio, los tomo de la mano y los llevo hacia el coche.

-Tú te vienes con Iván y conmigo- le dice mi hermano a nuestro padre.


-Como queráis.

Me subo al coche con Demarco y Fabián, Ares se sube a su coche con


Iván y con nuestro padre. Abrocho los cinturones de Eros y de Gio antes
que el mío, luego me pongo las gafas de sol. No sé qué pensar de este
arrebato de mi padre, le rogué tantas veces que nos acompañara a visitar a
mamá y nunca quiso, estaba centrado en su nueva esposa y su otro hijo.
Ares y yo, sobre todo yo, habíamos pasado a un tercer plano. El trabajo, la
mafia, siempre estuvo primero, luego Gina y Lucio. Ares y yo no
formábamos parte de su nuevo plan de vida. Intentó enviarnos a un
internado en Suiza cuando mamá murió, pero la abuela, su madre, se lo
impidió, y cuando ella murió, Ares y yo ya habíamos entrado en la
adolescencia. Jamás pudo controlarnos, así que la idea del internado ya no
era una opción. Nos dio de lado, Ares e Iván eran la única familia que me
quedaba. Estoy segura de que habría abandonado a Iván si hubiera logrado
enviarnos a un internado.

Mi hijo pone su mano sobre la mía, acaricio el dorso de la suya con mi


pulgar.

-Te amo, mamma.

-Y yo a ti, mia vita. Y a ti también, Gio.

Mi principessa sonríe, le encanta que le diga que la amo, se pone tan


feliz. Lógico, por otro lado, tiene el mismo trastorno de la personalidad que
Ares y es una pequeña narcisista.

Demarco detiene el coche en la floristería de Helena.

-Quedaos aquí con Fabián, vuelvo enseguida- le digo a los niños.

Demarco me acompaña al interior de la floristería.

-¡Señora Venus!- me saluda Helena de forma efusiva.

Le doy un pequeño abrazo.


-Me alegro verla un año más, aunque sea en estas circunstancias- me
dice.

-Gracias por tu trabajo un año más, Helena. Eres la única que cultiva
esas rosas para mí.

Ella sonríe, lleva años cultivando las rosas negras para la tumba de mi
madre, primero fue su padre y ahora ella. Mi abuela paterna fue la primera
en encargarlas, cada año venía a por ellas y nos llevaba a mi hermano y a
mí a ver a mamá a su tumba. Seguí haciéndolo después de su muerte, le
prometí que a cambio le llevaría flores a la suya, tulipanes blancos, ella
misma me dijo que eran sus favoritos, las flores que su antiguo amado le
regalaba cada año. No, ese amado no era mi abuelo, era el jardinero que
trabajaba en la casa. Fue quien le enseñó todo acerca de las flores y ella lo
hizo con mi madre cuando la conoció. Siempre se llevaron bien, no
recuerdo ni una sola vez en la que la abuela discutiera con mamá. De hecho,
siempre la defendía ante mi padre y lo repudió cuando supo lo que le había
hecho a mamá. Lo mismo que el abuelo le hizo a ella, quien murió de un
infarto mientras estaba con su amante. Por desgracia, ya era tarde para que
mi abuela y su amado fueran felices, él había fallecido en un accidente de
coche.

-Las rosas negras son tan hermosas.

La voz de Helena me saca de mis pensamientos, ni siquiera me he dado


cuenta de que me ha arrastrado al invernadero donde cultiva las rosas. A su
lado están los tulipanes blancos de la abuela, pronto los llevaré a su tumba.

-Oscuridad, rareza- murmuro- Eso es lo que significan.

-Hermoso, señora Venus. No todo lo oscuro da miedo.

-No, tienes razón. Mi madre siempre decía que Ares era oscuro y
extraño, pero hermoso.

Mi voz se rompe. Mamá amaba tanto a mi hermano, me duele saber que


era la única que lo entendía de verdad, que lo amaba tal y como era.
Helena frota mi brazo.

-La tiene a usted, señora Venus. Su hermano siempre la tendrá.

-Sí, nunca podría dejarlo solo.

-Lo entiendo.

Esbozo una sonrisa. Helena es una de las personas que conoce mi


relación íntima con Ares. Se lo conté en un momento de debilidad y me
prometió que jamás lo contaría, así ha sido durante años.

-Gracias por tu amistad, Helena. Pronto te daré algo mejor que esta
floristería.

-Sabe que no espero nada a cambio de ser su amiga.

-Mi amiga- me rio- Las amigas no se tratan de usted, Helena.

Ella se ríe suavemente. Es diez años mayor que yo, pero a veces siento
que es al revés. Le doy un beso en la mejilla.

-Voy a preparar su ramo, no tardaré- me dice.

-Espero aquí.

-Siéntese en su banco, lleva un año esperándola.

Hago lo que me dice mientras ella se agacha a recoger las rosas. La


observo ponerse los guantes de trabajo y coger la tijera de podar. Una figura
atraviesa la puerta de cristal, la ira crece en mi interior, ni siquiera Ares ha
entrado aquí nunca, este es mi lugar de paz. Padre se sienta a mi lado en el
banco, pone su mano sobre mi muslo.

-A tu abuela le encantaban los tulipanes blancos.

-Por eso es que hay aquí- espeto- Ella fue la única que se ocupó de la
tumba de mamá cuando mi hermano y yo éramos pequeños.
-Lo siento, no he sido un buen padre.

-No, no lo has sido. Ojalá te hubieras comportado como Mauritio con sus
hijos. Los ama tanto.

-Venus, quiero enmendar mis errores. Me he dado cuenta de que...

-No- lo interrumpo- Yo no te perdono y Ares mucho menos. Le da igual


lo que le hayas hecho a él, sólo le importa lo que me hicieras a mí. Pero a
mí sí me importa lo que le has hecho desde que es un niño- padre suspira-
Cada golpe que le diste, cada insulto que soltaste sobre él, todo eso fueron
como flechas clavándose en mi alma. Y únicamente voy a perdonarte
cuando todas ellas hayan sido arrancadas, sin embargo, te advierto de que
son demasiadas y no tienes tanta vida.

-Las flores ya están, señora Venus- me avisa Helena.

Me levanto del banco, mi padre imita mi movimiento, pone su mano en


mi hombro.

-Lo intentaré, hija. Merece la pena intentarlo.

Niego con la cabeza, no me creo ni una sola palabra que sale por su
boca. Helena me entrega el ramo perfectamente envuelto en tela negra de
seda y atadas con un lazo negro.

-¿Rosas negras?- pregunta mi padre.

-Eran las favoritas de mamá, ni siquiera conocías a tu esposa, la mujer


que te dio dos hijos gemelos.

-Me temo que hay muchas cosas que desconozco, Venus, permíteme
conocerlas.

-Nos vemos, Helena. De nuevo, gracias por tu trabajo- le doy las gracias
ignorando a mi padre.
Padre me sigue a la salida de la floristería, Ares hace un amague de
lanzarse hacia él, pero Iván lo detiene.

-Te dije que no entraras ahí- le espeta a nuestro padre.

-Quería un rato a solas con mi hija, no es un delito.

-Está bien, hermano. Vamos al cementerio.

Me subo al coche con los niños, Gio se queda con la boca abierta al ver
las flores, me hace sonreír. Agarro una y se la entrego.

-Gracias, Venus.

-De nada, amore mio.

-La podemos dejar en la tumba de mi abuelita- le dice Eros- A ella le


encantaban las rosas negras.

-No importa, mia vita, Gio puede quedarse con la rosa.

-No, quiero dejarla en la tumba- contesta mi hermana.

-Como desees, amore mio.

Unos minutos más tarde llegamos al cementerio, Iván y Ares se encargan


de sacar a los niños del coche. La constante presencia de mi padre junto a
mí me está poniendo nerviosa, no se despega de mi lado cada vez que tiene
oportunidad. Eros y Gio se toman de la mano, mi hermana está ignorando
por completo a nuestro padre.

Camino por delante de los demás. Las flores se caen de mis brazos
cuando veo la tumba de mi madre, la lápida de mármol está completamente
destrozada.

-¡No!- grito llorando- ¡Mamá!


Mi padre saca su arma, mira a nuestro alrededor buscando a alguien.
Caigo de rodillas al suelo.

-¡Ares llama a Valentino y ordénale que venga ahora mismo!- grita mi


padre.

Iván rodea mi cuerpo con sus brazos.

-Reconstruiremos su lápida, principessa.

-Mami- lloro- Han destrozado su tumba, Iván.

-Mamma- solloza mi hijo.

Gio lo abraza por la cintura a la vez que mi padre se agacha a mi lado,


agarra mi barbilla con sus dedos y levanta mi cabeza.

-Te juro que encontraré al culpable de esto, Venus.

-¡Has sido tú!- le grito.

-No tengo nada que ver con esto, te doy mi palabra, hija.

-Has sido tú- repito llorando.

Apoyo mi cabeza en el pecho de Iván.

-No tengo nada que ver con esto, Venus. Te juro por Dios que voy a
encontrar a quien haya hecho esto y lo haré pagar- me dice mi padre.

-Me lo entregaras a mí- gruñe mi hermano.

Padre lo mira y asiente.

-¿Quieres que se lo entregue a tu hermano?- me pregunta padre.

-Sí- contesto en un hilo de voz.


Por primera vez en años, me da un beso en la frente, hace que mi
corazón de un vuelco. Pero sigo sin fiarme de él y sus intenciones. Ares me
levanta del suelo en sus brazos, oculto mi cara en su pecho.

-Investigaré esto, amore. Si padre tiene algo que ver no esperaré más
tiempo para deshacerme de él- susurra.

Asiento con la cabeza.

-Volveré a reconstruir esa lápida para ti- me dice- Será como si nada
hubiera ocurrido.

Me aprieto contra su cuerpo. En momentos así, su olor es lo único que


puede ayudarme a calmarme.

-Iván, coge las llaves de mi coche del bolsillo de mi pantalón y llévatelo-


le dice- Iré con mi hermana.

-Yo iré con vosotros- dice padre.

-No es necesario- contesta Ares.

-Pero quiero estar con vosotros.

Ares se gira.

-¿A qué viene todo esto?- le pregunta- Justo el día que destruyen la
lápida de mi madre.

-He estado toda la noche despierto, no he dejado de pensar en todo lo


ocurrido. Nunca debería haber prometido a Venus con Martino y tampoco
debería haberte obligado al compromiso con Cinthya. Si Beatrice estuviera
con vida me habría intentado matar- dice esto último sonriendo- Vuestra
madre era puro fuego, te pareces tanto a ella, Venus. Y tú también, Ares.

-No me creo ni una sola palabra tuya, nunca me quisiste y eso no va a


cambiar en una noche.
-No es cierto, eres mi hijo. Cuando te tuve en mis brazos por primera vez
fue el día más feliz de mi vida, tenía al varón que siempre quise, un
heredero digno de los Romano. Y cuando te sostuve a ti, Venus, sentí que
mi vida mejoraba. Nunca quise una niña, eso es cierto, pero me robaste el
corazón desde el primer momento.

-¿Y entonces por qué me has golpeado desde que tengo uso de razón?- le
pregunta mi hermano.

-Tenía miedo, te tenía miedo, Ares. Cuando comenzaste a mostrar esos


signos me asusté.

-Mamá no lo hizo- le digo.

Niega con la cabeza.

-Beatrice era mucho más fuerte que yo y jodidamente más valiente. Ella
nunca temió a lo que se nos venía encima, siguió adelante y luchó por
vosotros, por ti, hijo.

Inclino la cabeza hacia atrás, sé lo que está pensando mi gemelo y pienso


exactamente igual que él. No nos creemos a nuestro padre y no lo haremos,
pero fingiremos que sí. Es la única forma de averiguar qué está tramando.

-Realmente lo siento y estoy dispuesto a enmendar mis errores,


comenzando con vuestra posición en la casa. No dejaré que Gina ni nadie
os falte al respeto, seréis tratados de la misma forma que yo.

-¿Y Gio?- le pregunto.

-Igual, Venus, ella también es mi hija.

-No voy a devolvértela.

-No, no lo hagas, ella parece estar bien contigo, es feliz.

-Lo es- le aseguro.


-Permitidme que os demuestre que quiero cambiar nuestra relación, por
favor.

Ares se ríe.

-Don Romano pidiendo algo por favor- se burla.

Padre sonríe.

-Es necesario para lograr estar al lado de mis hijos.

-Una oportunidad, es todo lo que tienes, padre- le dice Ares.

-La aprovecharé.

Mentiroso. Eso es lo que es. No me creo nada y algo en mi interior me


dice que ha tenido que ver con el destrozo de la lápida de mi madre.
Veintiuno
Ares
Dejo mi arma sobre el escritorio, hoy está siendo un día de mierda. Dos
de los cinco cargamentos han llegado en mal estado a su destino, las cajas
con la droga han sido abiertas y faltan unos cuantos kilos de fenciclidina,
ahora debo investigar dónde se ha producido el robo y encargarme del
pobre idiota que se ha atrevido a cometer tal delito. Además de eso, debo
seguir investigando quién coño destrozó la lápida de mi madre, ya la he
mandado a reconstruir, esta vez vamos a usar mármol Calacatta de oro en
vez de mármol normal. Venus es quien se ha encargado de elegir el tipo de
letra y la frase, quiere que esta vez seamos ella y yo quien la elijamos, la
otra vez fue nuestra abuela. Aunque también quiere dejar algo de la antigua
frase para recordar a nuestra abuela. Y quiere que tenga una rosa de mármol
negro, el escultor nos ha dado un mes de plazo para que esté terminada. Las
cámaras de seguridad del cementerio no han mostrado nada, eso es lo que
ha dicho mi padre. Por supuesto, no me lo creo. De hecho, pienso que
conoce a esa persona y no quiere decírmelo.

La pantalla de mi móvil se ilumina con el nombre de Venus, lo agarro y


pulso el botón verde, su rostro aparece en la pantalla.

-¿Estás solo?- me pregunta.

Asiento con la cabeza.

-Pareces estresado, mia vita.

Suelto un largo suspiro. No puede imaginar lo estresado que estoy.

-Te estaré esperando desnuda en nuestra cama.

Mi boca se curva por un lado.

-Amore, me estás poniendo dura la polla.


-Mmm... Que rica, quiero chuparla.

Mi pecho vibra por la risa.

-He estado hablando con el escultor de la lápida y la rosa.

-¿Y qué te ha dicho?

-Va a acelerar el trabajo porque le he ofrecido dos mil euros más.

-Bien, si eso es lo que quieres me parece bien.

-Gracias, mia vita.

Nos quedamos mirándonos en silencio unos minutos.

-¿Va todo bien?- me pregunta.

-No te preocupes, es sólo trabajo.

-¿Has averiguado algo del destrozo?

-No.

-Padre estuvo antes aquí, vino a despedirse de mí antes de irse a


trabajar.

Pongo los ojos en blanco. La última semana, desde que ocurrió la


destrucción de la lápida de mi madre, ha estado incordiándonos, fingiendo
preocupación por Venus y por mí, incluso por Gio. La puerta de mi
despacho se abre para dar paso al susodicho.

-Tengo que colgar, hermana. Padre acaba de entrar.

-Está bien, seguiré viendo si puedo añadir alguna cosa más a la tumba
de mamá.
Asiento con la cabeza y cuelgo. Mi padre se sienta en la silla frente a mí
y desliza una carpeta por el escritorio. La agarro y la abro para ver el
contenido, son fotos del cementerio.

-¿Qué es esto?- le pregunto molesto- Creí que las cámaras de seguridad


no mostraban nada.

-Quería asegurarme antes de enseñarte lo que mostraban.

Aprieto la carpeta de cartón en mis manos.

-Los hijos de tu capo- gruño.

-He enviado a cuatro hombres a por ellos, Ares, ya deben estar aquí.

Me pongo de pie de un salto. Van a pagar por lo que hicieron a la tumba


de mi madre.

-Fue por venganza- dice mi padre- Heriste a Gianmarco en el tobillo y


sus dos hermanos mayores se han vengado.

-¿Y tienen idea de por qué herí a su querido hermano? Estaba torturando
a Iván con la complicidad de tu hijo.

-Lo sé, y en esto estoy de acuerdo contigo, Iván es de la familia y no


deberían haberlo tocado. Ya te dije que quiero dejar atrás todo el odio y el
rencor. Lucio ya está recibiendo su castigo, tiene prohibido acercarse al
almacén, usar su coche o cualquier otro lujo.

-¿Y tu... esposa está de acuerdo?

-No, pero me da igual. Yo soy quien manda aquí y debe acatar mis
órdenes.

-Bien, iré a ver a estos dos stronzi. Necesito escucharlos llorar.

Mi padre se pone de pie cuando paso por su lado, me agarra por encima
del codo.
-Nunca he entendido tu trastorno, Ares, creo que nunca lo haré. He sido
un cobarde y te he dejado solo con todo esto. Déjame estar contigo hoy.

Mi boca se curva por un lado, lo que hace que mi padre sonría. Piensa
que me estoy creyendo su teatro, su falso arrepentimiento, no es así. No
puede engañarme, sé que esos dos stronzi no tienen nada que ver con todo
esto. Los ha amenazado para que confiesen algo que no hicieron y estoy
totalmente seguro de que sabe quién ha destrozado la tumba de mi madre,
pero lo está protegiendo.

-Por supuesto, padre. Me gustaría que estuvieras a mi lado.

-Gracias, hijo.

Va a mi lado mientras caminamos hacia las celdas. Bajamos en el


ascensor hacia el sótano del almacén, aquí traemos a quienes cometen
crímenes contra nosotros o la 'Ndrangheta, el sótano de casa lo usa mi padre
para castigar a sus soldados o a la familia. Doblo la esquina y abro la puerta
de la primera celda, los hombres de mi padre ya han empezado a divertirse
con estos dos stronzi, pero se quedan quietos cuando notan mi presencia.

-Señor Romano, han confesado- dice Loreto a mi padre.

Me agacho frente al hermano mayor de Gianmarco.

-¿De quién fue la idea?- le pregunto.

Niega con la cabeza a la vez que solloza.

-Sus padres y su otro hermano han desaparecido, señor- nos informa


Loreto.

Frunzo el ceño. Es obvio que no han desaparecido por voluntad propia,


mi padre ha debido deshacerse de ellos para que no hablen y me cuenten la
verdad. Agarro al chico por el pelo de la nuca y levanto su cabeza, tiene
sangre corriendo desde la ceja derecha hasta la mejilla, y el ojo se le está
poniendo morado.
-¿De quién fue la idea?- repito.

-Lo- Lo siento.

-Contesta, no quiero tus disculpas, quiero la verdad.

Suelta un fuerte sollozo. ¿De verdad está dispuesto mi padre a sacrificar


a estos dos chicos por proteger al verdadero culpable?

-Mía- contesta- Se lo suplico, deje a mi hermano Alessandro libre, yo


soy el culpable, él no quería...

-No- lo interrumpo- Ambos pagaréis por lo que hicisteis.

Acerco mi boca a su oído y le susurro.

-No hagas ningún movimiento, os voy a dar una oportunidad porque sé


que no habéis sido vosotros. ¿Me equivoco?- niega sutilmente con la
cabeza- Finge.

Da un fuerte grito de auxilio. Me pongo de pie y miro a mi padre.

-¿Qué le has dicho al oído?- me pregunta.

-Todo lo que planeo hacerle- contesto con una sonrisa- Pero no ahora.

-¿Qué? ¿Cómo que ahora no?

-Venus no sabe que ya has atrapado a los culpables, anoche me contó


llorando que quería mirar a los ojos de quien le hizo eso a la tumba de
nuestra madre y ver cómo la vida escapa de sus ojos.

Mi padre se frota la mandíbula con su mano.

-Está bien, pero quiero estar presente- dice.

-No creo que a mi hermana le guste escuchar eso, ella preferirá estar a
solas con ellos.
-No me importa, quiero estar presente. Beatrice era mi esposa.

-Que mi hermana decida, no voy a ir en contra de sus deseos, si ella no


quiere que estés presente no lo estarás.

Suspira profundamente mientras se frota la frente con los dedos.

-Está bien, pero estaré fuera de esa puerta para encargarme de los
cuerpos.

-Nunca te ensucias las manos con ese tipo de trabajo, es un poco extraño.

Traga grueso, su nuez de Adán se mueve arriba y abajo.

-Cierto, enviaré a...

-No es necesario, padre. Iván se encargará de eso.

Asiente a regañadientes. Agarro mi móvil del bolsillo de mi pantalón y


marco el número de Venus, espero que entienda lo que quiero decirle.
Contesta en el segundo tono de llamada.

-Hola, mia vita.

-Hermana, tengo noticias.

-Entiendo. Dime.

-Padre ha encontrado a los culpables.

-¿En serio?

-Sí, los tengo delante de mí.

-Quiero ir a verlos.

-Dile a Demarco que te traiga. Ya puedes descansar, hermanita.


¿Recuerdas cuando con diez años te daba miedo el monstruo del armario y
yo lo mataba por ti?

-¿Ares? No había ningún monstruo, fingíamos que había uno para


asustar a Lucio.

-Sí, exactamente. Esta vez será igual.

-Pensaré en algo de camino.

-Bien, nos vemos.

Estos chicos son culpables de otras cosas, no de lo que pasó con la


tumba de mi madre. No tengo problema en asesinarlos, pero no voy a darle
esa satisfacción a mi padre. Le envío un mensaje rápido a Iván.

A: Llama a Gianluigi y avísale que voy a enviarle a Arturo y


Alessandro Di Vaio, todos deben creer que han muerto.

Me quedo mirando la pantalla hasta que contesta.

I: Entendido, hermano. Me pongo a ello.

Guardo mi móvil en el bolsillo de mi pantalón. Mi padre me observa


pasear de un lado a otro por la celda. No sé cómo voy a hacerlo sin que
nadie se dé cuenta, pero debo sacar a estos dos chicos de aquí y llevarlos
fuera de Milán, fuera del territorio de la 'Ndrangheta.

Mi hermana entra por la puerta un rato después, mira a nuestro padre.

-¿Son ellos?- le pregunta.

-Sí, hija.

-¿Los hijos de tu capo?

-Herí a su hermano pequeño en el tobillo por algo que hizo y parece que
ellos han buscado venganza- le explico.
Mi hermana asiente, mira a los chicos Di Vaio fingiendo odio.

-Quiero estar a solas con ellos y mi hermano- dice.

-Venus, hija...

-A solas- lo interrumpe.

-Bien, esperaré fuera.

Todos, excepto mi hermana y yo, salen de la celda. Venus cierra el


seguro de la puerta sin hacer ruido y da un grito de rabia mirando a los
chicos, quienes se estremecen. Luego se agacha frente a Arturo.

-¿Por qué os habéis prestado a esta farsa?- le pregunta susurrando.

-No, señora, su padre nos obligó. No tenemos ni idea de qué está


pasando. Sólo nos dijeron que debíamos confesar el destrozo de una tumba
o matarían a nuestros padres y hermano pequeño.

-Ya deben estar muertos, han desaparecido y estoy seguro de que es


padre quien los tiene- le explico a mi hermana.

Arturo solloza.

-Os sacaremos de aquí- le asegura mi gemela- Iréis a Roma con la


familia Médici y tendréis que fingir que estáis muertos. Voy a inyectaros
algo para que así lo parezca, es un veneno muy suave, pero fingirá vuestra
muerte.

-¿Cómo puedo confiar en vosotros?- pregunta Arturo mirándome.

-No puedes, pero tendrás que hacerlo si quieres que tu hermano y tú


salgáis de este lío en el que os han metido.

-Hermano, hay que fingir que han sangrado- me dice mi hermana.

-Yo me encargo de eso.


Venus abre el seguro de la puerta de la misma forma en que lo cerró, sin
hacer ruido. Saco el cuchillo de la funda y me corto en los dos antebrazos,
mancho con mi propia sangre a Alessandro, que no ha dicho ni una sola
palabra desde que estamos aquí. Está muerto de miedo, normalmente me
jactaría de algo así, en cambio, no puedo hacerlo porque sé que padre se
sentiría satisfecho. Bajo las mangas de mi camisa negra para que nadie vea
los cortes y la sangre.

-Ya está, Venus. ¿Cuánto tarda en hacer efecto el veneno?

-Quince minutos.

-Suficiente para fingir que los estoy golpeando. Ahora llora, hermanita,
grita fuerte.

Venus hace lo que le digo, mientras que yo me encargo de fingir que


estoy golpeando a Arturo en primer lugar. Mi hermana llora por nuestra
madre y el veneno empieza a actuar en el cuerpo de Arturo, sus ojos se van
cerrando muy lento, el chico intenta luchar contra ello. Finalmente, se
desmaya. Hago exactamente lo mismo con su hermano menor, justo cuando
la puerta se abre y la figura de padre aparece.

-Bien hecho, hijo- me dice.

-Dos hijos de puta menos en el mundo- murmuro- ¡Iván!- mi amigo entra


apresuradamente en la celda- Llévate esta mierda de aquí.

Le hace un gesto a dos de mis hombres para que lo ayuden a llevarse los
cuerpos.

-Llévalos a la morgue- le ordena mi padre.

-Como ordene, Don- contesta Iván.

Mi hermana se abraza a mi cintura, aún finge estar desconsolada. Padre


frota su espalda en un intento de consolarla.
-Ya se ha acabado, hija. Los culpables del destrozo de la tumba de
vuestra madre ya han sido ejecutados.

Le doy un beso en la parte superior de la cabeza a mi hermana.

-Ares, llévame a tu despacho, por favor. Necesito sentarme un rato- me


dice en un hilo de voz.

-Está bien, vamos.

La tomo por la mano, entrelazando nuestros dedos.

-Quédate con ella el resto del día, yo me encargo de lo que queda de


trabajo- me dice mi padre.

-Gracias, muy considerado.

Suspira y niega con la cabeza. Mi hermana aprieta mis antebrazos con


sus manos. En cuanto llegamos a mi despacho, cierra la puerta con seguro
detrás de nosotros. Entra en el baño y saca el botiquín, lo pone sobre el
escritorio y lo abre.

-Deja que Iván se encargue de eso- le digo.

-No, está ocupado con los chicos Di Vaio, vas a desangrarte.

-Estoy bien, amore. Ven, siéntate en mi regazo.

-No, primero voy a curarte. Iván me enseñó a suturar heridas.

-Venus, cálmate.

La tomo de la mano, deteniendo sus movimientos en el botiquín. Tiro de


ella para obligarla a sentarse en mi regazo.

-Estoy bien, no voy a desangrarme- le aseguro- ¿Qué pasa? Estás


nerviosa.
-Es todo este asunto. ¿Por qué padre está protegiendo al verdadero
culpable? Incluso es posible que haya matado a uno de sus capos y a su
familia.

Mi hermana me mira a los ojos, acaricio su mejilla con mi pulgar,


acercando mis labios a los suyos hasta que los pongo encima. La siento a
horcajadas sobre mí, su ajustado vestido se sube por sus muslos hasta llegar
a sus caderas. Acaricio la suave piel de sus piernas con las yemas de mis
dedos. Mi hermana rompe el beso.

-Sabes algo. ¿Verdad?

-No, pero creo que sé a quién protege. Voy a investigar la verdad,


intentaré recuperar las grabaciones originales de las cámaras del cementerio
y haré pagar a quien sea que padre esté protegiendo.

-Dime quién crees que es.

-Piensa, Venus. ¿Por quién se tomaría padre tantas molestias para que yo
no lo mate?- aprieto sus muslos con mis dedos, ella gime- ¿A quién
protegería con tanto ahínco?

-Lucio.

Asiento con la cabeza.

-Ese maldito bastardo- gruñe- Lo quiero muerto, Ares.

-Lo tendrás, arrojaré su cadáver a tus pies.

Alguien llama a la puerta con suavidad.

-Soy yo- dice Iván.

Venus se levanta de mi regazo para abrirle la puerta. Mi amigo entra, va


directo al botiquín mientras mi hermana me remanga.

-¿Son cortes profundos?- le pregunta a Iván.


Él los examina.

-Un poco, quedarán cicatrices.

-Dos más no serán nada- digo.

Iván pone los ojos en blanco.

-¿Qué ha pasado?- me pregunta.

-Padre ha fingido todo esto- le dice Venus- Los chicos Di Vaio no son los
culpables. Creemos que fue Lucio y que padre lo está protegiendo.

Sus manos tiemblan cuando empieza a coser la primera herida.

-Eso tiene más sentido, esos chicos no tenían ningún motivo para hacer
algo así- dice.

-Herí a Gianmarco.

-Porque me hirió a mí, Arturo y Alessandro Di Vaio siempre han sido


chicos inteligentes, más que su hermano pequeño. No iban a vengarse de ti
sabiendo lo que eres.

-En cambio, Lucio...- murmura Venus.

-Ese es un idiota que se cree intocable por culpa de su madre y vuestro


padre. Tiene más sentido que haya sido él.

Pongo mi mano sobre la de mi amigo. Siento que le pasa algo.

-¿Me lo vas a contar?- le pregunto.

Respira hondo varias veces, está nervioso, muy nervioso.

-La he visto- dice con la voz rota.

-¿Qué?- preguntamos Venus y yo a la vez.


-¿Dónde?- pregunto- Dime dónde e iré a por ella.

Niega con la cabeza.

-Esta mañana me enviaste a uno de los clubs fuera de la ciudad- me dice.

-Sí.

-La vi allí, estaba acompañada de un hombre, ruso que no reconocí, pero


era joven, unos veinticinco años o poco más.

-¿Qué coño hacen los rusos aquí?- gruño.

No tenemos ningún tipo de negocio con la Bratva.

-¿Te vieron?- le pregunto.

-No.

-¿Con quién estaban?

Mira a mi hermana.

-¿Con Martino?- pregunta ella.

Iván asiente y sigue curando mis heridas. ¿Qué hacía Martino con los
rusos? Tengo que averiguarlo, y también averiguar si padre tiene
conocimiento de esto. Seguro que sí, ese cobarde no hace nada sin el
beneplácito de padre. Sea lo que sea lo voy a averiguar.

-Déjalo así- me dice Iván- Ella parecía feliz.

-¿Debería importarme? Eres tú quien quiero que sea feliz, no la puta que
te abandonó. Mi hermano eres tú, no ella.

Iván sonríe.

-Me amas- se burla.


Venus y él se ríen al unísono. Pero digo la verdad, es Iván quien me
interesa que sea feliz. Si él lo es, hace mejor su trabajo, por lo tanto yo
también estoy feliz. Y en el fondo, me alegro de que mi hermano sea feliz,
lo merece.
Veintidós
Venus
Iván no deja de llorar, se ha venido conmigo a casa por orden de mi
hermano. Me duele verlo así, no merece sufrir por alguien que no lo ama y
nunca lo hizo, merece algo mejor. Rodeo su cintura con mis brazos y apoyo
mi cabeza en su pecho, lo que lo hace sollozar más fuerte. Levanto la
cabeza y le doy un beso en la mejilla.

-¿Por qué no dejas que Ares se encargue de ella?- le pregunto.

-Por la misma razón que tú querías esperar al vigésimo aniversario de la


muerte de tu madre para que él asesinara a vuestro padre.

-Por amor.

Iván asiente.

-¿Sigues amando a tu madre?

-Sí, quiero odiarla con todas mis fuerzas, pero no puedo. Ella fue una
buena madre antes de abandonarme, me contaba cuentos, me cantaba,
cuidaba de mí.

-¿Y si averiguamos por qué te abandonó?

Se encoge de hombros. Este tema le dolía tanto que nunca quiso


averiguar por qué su madre lo había dejado a su suerte aquí en Italia.

-Ares y yo lo investigaremos y cuando tengamos algo te lo diremos- le


digo.

Iván sonríe, me da un beso en la frente.

-Eres la mejor hermana del mundo, Venus. Te amo.


-Y yo a ti, Ares y tú sois los mejores hermanos.

Nos abrazamos fuerte, quiero a Iván muchísimo. Siempre le estaré


agradecida a Ares por traerlo a nuestras vidas.

Hay un poco de revuelo fuera de casa cuando Demarco detiene el coche.


Los guardias están rodeando algo, incluso Lucio está fuera observando
alguna cosa. Iván me ofrece su mano para ayudarme a bajar del coche.

-¿Qué está pasando?- pregunto llegando a la aglomeración.

Los guardias se abren paso dejando a la vista un precioso Audi R8 de


color gris oscuro. Iván se emociona mucho cuando ve a uno de los hombres
de Gianluigi entregarle las llaves y una nota.

-¡Esto es demasiado!- chilla emocionado.

Lo observo con una sonrisa en la cara, Gianluigi ha cumplido con su


palabra y le ha comprado el coche que se apostó con Ares. Iván me abraza y
me zarandea por la emoción, me rio en voz alta.

-¡Es una puta locura!- chilla.

-¿En serio es tuyo?- le pregunta Lucio con desprecio.

-Claro que lo es- contesto.

Lucio se ríe.

-¿Quién te lo ha comprado? Tú no tienes dinero para este tipo de coches,


arrimado- se burla.

Voy hacia él y lo abofeteo en la cara, Lucio se cubre la mejilla con su


mano.

-Los únicos arrimados sois tu madre y tú, esta casa no os pertenece,


pertenece al matrimonio de mis padres. Si estáis aquí es porque mi hermano
y yo lo permitimos.
-Se lo diré a mi madre, le diré que me has golpeado.

Hago un puchero con el labio inferior.

-Pobre bebé, tiene que ir llorando a su mamá porque no puede


defenderse solito- me burlo- Corre, ve a llorarle a tu mami y dile que aquí la
espero.

Me giro hacia Iván con una sonrisa, no voy a seguir empañando este
momento para él. Paso mi dedo índice por el capó del coche.

-Deberías ir a por Eros al colegio en este coche- le digo.

-Mi piccolo se pondrá feliz si me ve aparecer con este monstruo.

-¡Venus!

Iván se ríe cuando oye la voz de Gio, viene corriendo hacia nosotros
riéndose, Fabián la sigue a paso rápido, pero sin pillarla. Da un salto a mis
brazos.

-Hola, principessa.

Me da un beso en la mejilla, le devuelvo muchos besos por el cuello y la


cara, haciéndola reír fuerte.

-¡Iván!- chilla.

Me la quita de los brazos para lanzarla por los aires, la risa y los gritos
de diversión de Gio aceleran mi corazón, este ha sido su estado desde que la
tengo conmigo. Alguien tira de mi brazo.

-¿Qué haces?- espeto.

-Tenemos que hablar en privado.

-No necesitas tirar de mi brazo, Martino, suéltame, me haces daño.


Hace lo que le digo, me froto donde me ha agarrado.

-Lo siento, no quería hacerte daño, es que de verdad necesito hablar


contigo a solas.

-Bien, vamos allí- señalo hacia las puertas de los garajes- ¿Está todo
bien?- le pregunto mientras caminamos.

-No. Estoy cansado de esto.

Nos detenemos junto a las puertas cerradas, me cruzo de brazos a la


espera de que hable y me cuente qué es lo que quiere. Martino respira
hondo y se pellizca el puente de la nariz, la prótesis en su dedo es nueva, mi
padre se la ha regalado a modo de disculpa por lo que Ares le hizo anoche.
Está totalmente golpeado, ni siquiera debería estar en pie, pero no se atreve
a quedarse en la casa sin la supervisión de mi padre.

-Tú dirás- le digo.

-Quiero irme de esta casa.

Me rio suavemente.

-Ni mi hijo ni yo nos vamos a ir contigo a ningún lado.

-Lo suponía. Por eso quiero el divorcio.

Se me escapa una carcajada.

-Mi padre no lo va a permitir.

-Convéncelo, te daré la libertad que tanto has deseado siempre, rechazaré


mis derechos como padre de Eros y tendrás su custodia completa.

Estrecho los ojos, hay algo que no me está contando.

-Será mejor que empieces a hablar, Martino. Dime qué me estás


ocultando.
-He conocido a una mujer, me he enamorado de ella y quiero una vida a
su lado.

Mi risa llama la atención de los demás.

-No es gracioso, Venus.

-Para mí sí, no te creo Martino. Dime la verdad y te doy mi palabra de


que yo misma te entregaré los papeles del divorcio firmados.

Suelta un gruñido de rabia.

-Me matarán si hablo.

-No es mi problema. Habla o mi hermano te hará hablar.

-No puedo, maldita sea. Por favor, dame el divorcio y me iré lejos.

Niego con la cabeza, no voy a darle el divorcio hasta que no me cuente


la verdad.

-Cazzo, Venus. Eres tan jodidamente testaruda.

Me encojo de un hombro.

-Esta noche, en el jardín trasero que da al ala de Ares, encuéntrame allí y


te lo contaré todo. Lleva los papeles del divorcio firmados, mañana mismo
quiero irme de aquí.

Lo miro de arriba a abajo, seis años casada con él me ha permitido


conocerlo a fondo.

-Estás intentando huir- le digo- Estás muerto de miedo. ¿Qué es lo que


escondes? ¿Por qué quieres huir?

-Aquí no, te prometo que te lo contaré todo esta noche.

-Los rusos- murmuro- ¿Es por ellos?


-Tienen algo que ver, Venus...- respira hondo- Ares y tú tenéis que
prepararos para lo que se viene, protege a Eros con tu vida.

Mi corazón late con fuerza, nunca he visto a Martino tan nervioso y


misterioso.

-Me estás asustando, Martino.

-Deberías, si crees que Ares es el diablo es porque no la has visto a ella...

Un disparo suena desde algún lado, suena otro y otro más. Martino pone
sus manos sobre mis hombros, me mira fijamente a los ojos.

-Protege a Eros, vienen a por él- gime con dolor.

-¡Martino!- grito.

Cae desplomado al suelo, la sangre sale a borbotones de su pecho. Tres


disparos, alguien lo ha matado desde algún lado. Miro a mi alrededor, pero
no veo a nadie, los guardias de mi padre están alerta. Iván corre hacia mí
con Gio en sus brazos.

-Tenemos que entrar en la casa- me dice- Vamos, Venus, muévete.

Iván tira de mi muñeca, me resisto a irme.

-Iván, espera. Tenemos que ayudar a Martino.

-No podemos hacer nada por él.

Me arrastra al interior de la casa, Fabián ordena a los guardias que se


muevan y encuentren al francotirador. Han ido a por Martino, las balas iban
para él. Querían silenciarlo y lo han conseguido. ¿Cómo han podido oír lo
que me estaba contando? No estoy entendiendo nada. ¿En qué momento
nos han oído y han actuado tan rápido? Niego con la cabeza. Me siento en
el sofá derrotada, Gio se sube a horcajadas a mi regazo y me abraza, rodeo
su cuerpecito con mis brazos. No puedo creer que Martino esté muerto,
tenía razón en avisarme. Algo está pasando, estaba muy nervioso y sus
últimas palabras están muy metidas en mi cabeza.

Las manos de Iván se posan en mis rodillas.

-Ares va de camino a por Eros, quiere que te quedes aquí y que estés
tranquila. Él va a encargarse de todo.

Asiento con la cabeza. Debo contarle a mi hermano lo que Martino me


ha dicho antes de morir.

-Está muerto- murmuro.

-Lo siento, Venus. Sé que nunca te llevaste bien con él...

-Me da igual que se haya muerto, es que aún no me lo creo, me cuesta.

-Bien, entonces no te daré el pésame.

Me rio suavemente, no creo que sea el mejor momento para reírme. Pero
nunca quise a Martino y nunca fue una buena persona conmigo. Incluso
antes de saber que Ares y yo nos estábamos acostando.

-Se fue sin saber la verdad sobre Eros- le digo a Iván.

-Eso ya no importa, tampoco es que hubiera cambiado algo.

-Sí, tienes razón.

Gio se abraza más fuerte a mí cuando escucha la voz de Gina, la puta


sólo se está preocupando de que su bastardo esté bien. No mira en dirección
a Gio ni un sólo segundo, no le importa.

-Principessa- la llama Iván- ¿Estás bien?

Gio levanta la cabeza para mirar a Iván.

-Sí- contesta con su dulce voz.


Iván le da un beso en la frente.

-¿Dónde está Eros?- le pregunta.

-No te preocupes por él, principessa. Ares ha ido al colegio a recogerlo y


lo traerá a casa- le explica Iván.

Gio asiente con la cabeza, aparto el pelo de su cara con mis dedos. Padre
entra en la casa dando órdenes a gritos, Gio se tapa los oídos.

-¿Por qué hace eso?- me pregunta Iván.

Niego con la cabeza, es la primera vez que veo a Gio hacer algo así. La
tomo por la barbilla con mis dedos y la obligo a mirarme.

-¿Por qué te tapas los oídos?- le pregunto.

-No me gusta la voz de papá, es fea y gritona. Y dice cosas muy malas
sobre una mujer que quiere a Eros.

Frunzo el ceño.

-No hables de eso aquí, amore mio. Cuando estemos a solas me cuentas
esas cosas que padre dice sobre esa mujer- le digo.

-Vale.

-No se lo cuentes a nadie que no seamos Iván, Ares o yo. ¿Entendido?

-Sí, Venus.

Le doy un beso en la cabeza. Quizás haya oído algo de lo que Martino


quería contarme, ahora no puedo fiarme de nadie y no voy a poner en riesgo
la vida de mi hermana pequeña.

-No van a llevarse a Eros. ¿Verdad?- me pregunta en un susurro.

-No, amore mio. No van a llevarse a Eros a ningún lado.


Iván y yo nos miramos. Es obvio que algo está pasando y no nos estamos
enterando. Padre viene hacia nosotros, Gio se acurruca en mi regazo,
ocultando su cara de él.

-¿La niña está bien?- me pregunta.

-Sí, mi hermana está perfectamente- contesto con molestia.

-¿Y tú?

-Iván y yo estamos bien, gracias por preguntar.

-¿Qué ha pasado?

Antes de que pueda abrir la boca para contestar, Eros entra corriendo por
la puerta, se abalanza a mis brazos. Gio le corresponde su abrazo, mi hijo le
da besos por la cara.

-¿Estás bien, Gio?- le pregunta.

-Sí, Iván me quiere mucho y me ha protegido.

Eros sonríe. Ares se coloca junto a nuestro padre con las manos en los
bolsillos de su pantalón. Parece tranquilo, pero sé que está deseando
hacerme mil preguntas para desatar su furia con alguien.

-Mia Vita, llévate a Gio a vuestra habitación, que Fabián os acompañe- le


ordeno a mi pequeño.

-Vale, mamma.

Mi hijo toma a mi hermana de la mano y se la lleva por el pasillo.

-Contesta. ¿Qué es lo que ha pasado?- vuelve a preguntarme mi padre.

Me encojo de hombros, finjo estar triste, no quiero que sospeche nada.


Aunque debo tener cuidado, ya que, si tiene algo que ver en la muerte de
Martino es porque alguien nos escuchó hablar y avisaron a padre, que
ordenó su muerte.

-Martino quería hablar a solas conmigo.

-¿Sobre qué?- inquiere padre.

Cierro los ojos y respiro hondo, Ares me conoce bien y no se está


creyendo mi teatro. Dejo salir una lágrima.

-Quería el divorcio- digo con la voz rota.

-¿El divorcio?- pregunta padre con aparente confusión.

-Sí, me dijo que había conocido a otra mujer y quería estar con ella.

-¿Por eso lloras?

-A pesar de lo que puedas pensar, quería a Martino, padre. No nos


llevábamos especialmente bien, pero era mi esposo y me duele que haya
acabado de esta forma.

-¿Crees que estaba metido en algún problema?

-No lo sé, no me contó nada más. Sólo que quería el divorcio.

Padre asiente.

-¿Te contó algo sobre esa mujer de la que estaba enamorado?- me


pregunta.

Niego con la cabeza.

-Martino tenía muchas mujeres, padre. Podría haber sido cualquiera.

-Está bien. Quédate en el ala de tu hermano, voy a enviar a algunos


hombres a registrar la habitación que compartías con Martino.
-¿Puedo ir yo primero?- le pregunto- Tengo algunas cosas que me
gustaría recuperar, por favor, padre. Eran cosas de mamá.

Ares se cruza de brazos mirando a nuestro padre.

-Sí, por supuesto, ve. No tardes mucho, mis hombres estarán ahí en diez
minutos.

Asiento varias veces. Ares e Iván me siguen por la casa hasta llegar a mi
habitación. Iván abre la boca para hablar, pero rápidamente le pongo una
mano encima para callarlo.

-Aquí no- susurro.

Él asiente. Dejo mi mano caer, Ares saca su móvil y teclea en él, luego
me lo muestra.

"¿Qué buscamos?"

Agarro el móvil y contesto a su mensaje, le muestro la pantalla a Iván y a


él.

"Cualquier cuaderno, nota o carta que Martino haya podido guardar. Lo


que creáis que no encajaría con él. Tenía un segundo móvil, padre no
conocía su existencia, yo lo vi una vez, lo tenía escondido en el fondo del
cajón de la mesita de noche."

Ares e Iván asienten. Voy hacia la mesita de noche de Martino. Abro el


primer cajón y busco en su interior, su otro móvil está intacto. Quien lo
haya matado no conocía de su existencia, nadie lo hacía. Yo lo vi de
casualidad una vez buscando algo con lo que poder molestarlo. Iván me lo
quita y lo guarda en el bolsillo de su pantalón.

-¿Podéis coger las joyas que están en esa caja?- pregunto.

-Sí, claro- contesta Iván agarrando la caja de madera sobre la cómoda.

-¿Esto es todo?- me pregunta mi hermano.


-Sí, creo que no hay nada más que necesite.

-Entonces vámonos de aquí.

Ares me toma por la cintura, pega su boca a mi oído.

-En cuanto estemos en nuestra habitación vas a contarme todo lo que


está pasando, estoy muy ansioso, Venus.

Giro la cabeza, nuestros labios se rozan.

-Te lo contaré todo, hermano.

Me da un corto beso en los labios, luego salimos de la habitación.


Martino se ha ido para siempre y ahora debo averiguar qué es lo que me
estaba tratando de contar.
Veintitrés
Ares
Martino ha muerto. Ha sido asesinado en esta maldita casa por un
francotirador. Venus podría haber salido herida, Iván o Gio... Maldita sea.
Tengo que averiguar todo lo que pueda sobre este asunto. Mi hermana
parece nerviosa y nunca la vi así, ella siempre mantuvo a raya los nervios.
Me desconcierta verla así y sé que algo está pasando con ella. Cierro la
puerta de la habitación de los niños tras de mí, mi hermana pasea de un lado
a otro de la habitación. Niega con la cabeza varias veces y murmura algunas
cosas que no logro entender bien, lo único que distingo es el nombre de
Martino. Mi paciencia se está agotando y mi hermana parece darse cuenta
porque me mira a los ojos.

-Me dijo que debía proteger a Eros, que alguien venía a por él.

Frunzo el ceño, cuando miro hacia los niños, Gio tiene a Eros abrazado
con fuerza.

-Gio sabe algo- dice Venus- Ha debido oír alguna conversación de padre.

Me acerco a Gio y me agacho frente a ella.

-Cuéntame, mostriciattola. ¿Qué fue lo que escuchaste?

Tuerce la boca a un lado, mira a Eros y luego a mí.

-Papá dijo que se había escapado y que tenía que encontrarla.

-¿A quién?- le pregunto.

Se encoge de hombros.

-Me escondí detrás del sofá, hermanito- me dice- Papá y Martino estaban
enfadados y papá hablaba muy mal de una mujer.
-¿Es ella quien se ha escapado? ¿Esa mujer?

Se queda pensando unos segundos y después asiente.

-Escuchó a padre decir que esa mujer quiere a Eros- dice Venus.

-¿Es cierto, mostriciattola?

-Sí, papá dijo que esa mujer era muy mala y peligrosa, que era peor que
tú.

Me pongo de pie de un salto.

-Martino dijo lo mismo- dice Venus con nerviosismo- Me dijo que si


creía que tú eras el diablo es porque no la había conocido a ella. Estaba muy
nervioso, decía que debía proteger a Eros con mi vida.

Acuno su cara entre mis manos, las lágrimas han empezado a caer por
sus mejillas.

-Cálmate, no voy a dejar que le pase nada a nuestro hijo.

Le doy un beso en la frente, después junto la mía con la suya.

-No voy a dejar que le pase nada- la tranquilizo.

Venus pone sus manos sobre las mías.

-Tampoco quiero que te ocurra nada a ti, amore- me susurra.

-Eros siempre será lo primero, es en quien voy a centrarme.

Se le escapa un sollozo.

-Tenemos que averiguar quién es esa mujer y por qué quiere a Eros- dice
Iván.

Miro a mi hermana a los ojos.


-Lo averiguaremos, no voy a detenerme hasta saber qué está ocurriendo-
digo con firmeza.

-Quizás sea alguna mujer que quiere venganza en contra de padre y cree
que Eros es la clave- dice Venus.

-Si es así, le haré saber que la única forma de vengarse de ese cabrón es
matando a su bastardo y a su puta.

Venus asiente. Miro a Iván.

-Estoy a tu lado, hermano- me dice.

-No te quiero en la línea de fuego. Vosotros tenéis que salir indemnes de


esto. Si es necesario huiréis a Roma con los Médici.

-No- solloza Venus- Tienes que venir con nosotros.

-Venus, mi prioridad sois vosotros- le digo- Quedaos aquí, voy a ir a ver


si puedo averiguar algo.

-Ve tranquilo, hermano. Yo me quedo con ellos- me dice Iván.

Los dejo en la habitación, encerrados bajo llave, Demarco, Fabián y mis


otros hombres de confianza están ocupados con el revuelo de la muerte de
Martino. Todos están de arriba para abajo en la casa, los guardias corren por
los pasillos, armados hasta los dientes buscando cualquier pista de lo que ha
pasado.

¿Quién será esa mujer y por qué quiere a mi hijo? No estoy entendiendo
nada y eso me está arañando por dentro.

Llamo a la puerta del despacho de mi padre, me da paso desde dentro.


Entro y cierro la puerta, mi padre está hablando por teléfono con alguien
que deduzco que son los padres de Martino. Les está dando la noticia, hace
un año que no vienen por aquí, viven a una hora de Milán y no se llevaban
bien con mi hermana. De hecho, la madre de Martino no quería que su hijo
se casara con Venus, pero mi padre era quien tenía la última palabra.

-Sí, su esposa se encargará de organizar su funeral, como debe ser- dice


mi padre- Bien, os llamaré cuando todo esté listo.

Deja el móvil sobre el escritorio, se quita la chaqueta del traje y se deja


caer sobre su silla de cuero.

-¿Hay alguna pista?- le pregunto.

-Han encontrado los casquillos de unas balas, son balas huecas.

-Los rusos- afirmo.

-Sí.

-¿Por qué? Nunca hemos tenido problemas con ellos.

Mi padre mira hacia la ventana.

-¿Qué es lo que no me cuentas, padre?

-No es algo que sea asunto tuyo, Ares.

-¿Seguro? Mi hermana ha estado en peligro por culpa de algo que se me


escapa de las manos, creo que sí es asunto mío.

-Si te quedas más tranquilo te diré que ella no tiene nada que ver con
esto. No debes preocuparte.

-Ella no, de acuerdo. ¿Y los demás?

Su vista salta de la venta a mí, abre la boca y la cierra varias veces.

-Te lo estoy pidiendo de forma civilizada, padre. Pero si lo deseas puedo


ir a por tu amada esposa y lo solucionamos por las malas.
Se pone de pie de un salto.

-Deja a Gina fuera de esto.

-Entonces dime si debo preocuparme por Eros, Gio o Iván.

Da un golpe con su puño en el escritorio, no va a amedrentarme. Se


queda callado un rato hasta que decide hablar.

-Hace años atrapé a una mujer, estaba intentando operar en mi territorio.


No tuve otra opción, la atrapé y la lleve lejos, era peligrosa. Intentó
asesinaros a Venus y a ti cuando erais pequeños, casi mata a vuestra madre.

-¿Dónde la llevaste?

-Hice un trato con los rusos, con el jefe de la Bratva. Ellos la


mantendrían prisionera a cambio de que yo hiciera la vista gorda con un
asunto de él.

-¿Qué asunto?

-Eso no puedo decírtelo, sólo debes saber que cumplí con mi parte del
trato todos estos años. Hace unos días la prisionera se escapó.

-Y ahora busca venganza.

-Sí. Sabe de vosotros, quiere hacerme pagar mi delito contra ella- dice
esto último riéndose- Gio, Lucio, Venus, Eros y tú estáis en peligro, pero os
protegeré.

Estrecho los ojos hacia él, dudo mucho que vaya a protegerme, ésta
podría ser su oportunidad para deshacerse de mí. Aunque por otro lado
podría protegerme para no darle la satisfacción a esa mujer.

-Dame un nombre- le digo.

Niega con la cabeza.


-Es muy peligrosa, incluso más que tú.

-No me importa, haré cualquier cosa por proteger a mi familia.

-¿Lucio incluido?

-No, de ese te encargas tú.

-Sigue siendo tu hermano.

-No lo es, tu esposa se ha encargado de hacérmelo saber todos estos


años.

-¿Por qué Gio sí?

-Es diferente, ella es una niña, no está corrompida por tu esposa.

Suelta un suspiro.

-Siempre has odiado a Gina y nunca he sabido por qué, ella no te hizo
nada.

Me apoyo en mis puños sobre el escritorio y me echo hacia adelante.

-¿No me hizo nada?

-No tuvo nada que ver con la muerte de tu madre, Beatrice...

-¡Basta!- grito- Deja de una maldita vez el tema del suicidio. Sabes por
qué lo hizo, tu esposa y tú tuvisteis mucho que ver en eso.

-Lo siento, Ares. Amé a tu madre, pero dejé de hacerlo cuando Gina
llegó a mi vida.

Hago un gesto de asco.

-Tenía dieciséis años, maldito pedófilo- gruño.


-¡No me llames así!

-Es la verdad, padre. Te follaste a una niña de dieciséis años cuando tú


tenías veintisiete.

-Me obsesioné. Es obvio que no lo entiendes porque no tienes esa


capacidad. Y no me importa si lo entiendes o no, Gina es mi esposa y tu
madrastra.

-Tenía seis años cuando mi madre murió, no sentí nada, pero odié cada
lágrima que mi hermana derramó y nunca olvidaré sus noches de llantos y
pesadillas. Te llamaba desconsolada y tú nunca acudiste a su llamada,
estabas muy ocupado con tu nueva familia. Fui yo quien se ocupó de Venus.
¡Seis putos años teníamos! La abuela se encargó de nosotros hasta que se
fue y después... Nada. Sólo ella y yo, hasta que llegó Iván. Nunca voy a
perdonarte todo el dolor que le hiciste pasar a mi gemela, todo lo que ella
ha sufrido sigue arraigado en mi interior.

-Os fallé como padre.

-Sí, lo hiciste. Pero ya no importa, Venus se repuso a tu ausencia y ya no


te necesita, yo nunca lo hice.

-Tengo un favor que pedirte, hijo.

-No voy a proteger a tu bastardo.

-No es eso, creo que tengo bien cubierta esa parte.

-¿Entonces?

-No salgáis de casa, si esa mujer os atrapa tendrá algo con lo que
doblegarme. Y por favor, te suplico que cuides a tu hermana y a tu sobrino,
ellos son quienes más me preocupan.

-Eso no tienes que pedírmelo, protegeré a Venus y a Eros con mi vida.

-Quiero que tú también te cuides, eres mi heredero.


-Sabes que no voy a hacerte caso. ¿Verdad? Hay un peligro amenazando
la vida de Eros, posiblemente la de Venus, Gio e Iván, no voy a quedarme
de brazos cruzados. Daré caza a esa mujer y dispararé antes de preguntar.

Mi padre niega con la cabeza.

-Eres tan testarudo como lo era tu madre- suspira- Beatrice siempre fue
una mujer de carácter fuerte, a veces la extraño.

Pongo los ojos en blanco, espero que alguna vez deje de mentir.

-Dame el nombre de esa mujer- exijo.

-La llaman Ombra. Nunca supe su nombre real.

-¿La llaman oscuridad?

Mi padre asiente. Salgo de su despacho sin decir nada más, ya tengo lo


que necesito. Ahora sólo debo recabar información sobre esa mujer y
encontrarla antes de que se haga con Eros. No puedo permitir que lo atrape,
le daré cualquier cosa a cambio de que deje en paz a mi hijo.

Fabián entra por la puerta de casa, algunos de mis hombres vienen detrás
de él.

-Señor, hemos encontrado algo- me dice- Aún no se lo hemos contado a


su padre.

Asiento con la cabeza. Fabián saca su móvil, me muestra una grabación


de las cámaras de seguridad que da a la parte norte de los muros, donde hay
poca vigilancia. Mi padre desconoce la cámara de seguridad que ordené
instalar, quería tener a mi hermana y a nuestro hijo lo más seguros posibles.
Fabián reproduce la grabación, veo a un hombre de mediana edad, creo que
lo conozco. Agarro el móvil y paso hacia adelante la grabación, necesito ver
bien la cara de ese hombre. Lo veo sacar un fusil de francotirador de una
funda, con tranquilidad se sube a una escalera y posa el fusil por encima del
muro, apunta hacia quien supongo que es Martino, y dispara tres veces,
luego se apresura a bajar de la escalera y guardar el fusil. Veo perfectamente
su cara cuando se gira para salir corriendo. Es el maldito Federico Russo.

-¡Maldita sea!- grito.

¿Qué está pasando? ¿Por qué Federico querría matar a Martino?

-Que nadie vea esto- le ordeno a Fabián.

-¿Cómo debemos proceder, señor?- me pregunta.

-La prioridad son Venus, Eros y Gio, hay que protegerlos por encima de
cualquier cosa. Si algo les pasa a uno de ellos os mataré a todos.
¿Entendido?

-Sí- contestan todos a la vez.

-Fabián, quiero que averigües algo sobre una mujer.

-Por supuesto, señor. ¿Tiene un nombre?

-Sí. Más bien un apodo, Ombra. No sé su nombre real.

Fabián frunce el ceño.

-¿Qué ocurre?- le pregunto.

-Mi padre una vez me habló de alguien con ese apodo.

-¿La conoce?

-No estoy seguro, pero puedo ir a hablar con él y averiguar qué sabe.

-Hazlo, Demarco se queda al mando.

-Entendido, señor. Volveré lo antes posible.


-Fabián, no levantes sospechas, no podemos confiar en nadie. Eso se
aplica a todos, cualquier cosa que escuchéis o que hagáis os calláis, me lo
contáis en mi lado de la casa. Nada de mensajes o llamadas.

-Señor, podemos crear un chat encriptado para poder comunicarnos- me


dice uno de mis hombres.

-Está bien, hazlo y avísame cuando lo tengas.

Él asiente y se marcha. Envío a mis otros hombres a mi lado de la casa


para protegerla. Luego voy hacia allí para reunirme con mi hermana e Iván.
Cuando entro en la habitación veo a Venus llorando, odio verla así, no
debería estar derramando lágrimas. Me siento a su lado en la cama, ella se
sienta en mi regazo y me abraza, rodeando mi cuello con sus brazos.

-Cálmate, nadie va a hacer daño a nuestro hijo- le digo.

-Tengo miedo, Ares. Podrían herirnos a cualquiera de nosotros.

-No va a pasar, te lo prometo. Voy a encontrar a esa mujer y hacer un


trato con ella, le daré cualquier cosa que me pida a cambio de que nos deje
en paz.

Iván se sienta a mi lado mientras observa a Eros y a Gio jugar en la


alfombra del suelo.

-Fabián ha encontrado algo- les digo.

-¿Qué ha encontrado?- me pregunta Iván.

-¿Recuerdas la cámara de seguridad que ordené instalar en el lado norte


del muro?- Iván asiente- Ha captado al tirador.

Venus levanta la cabeza con rapidez.

-¿Sabes quién es?- me pregunta.


-Sí. Federico Russo, fue él quien disparó a Martino, provocando su
muerte.

Venus frunce el ceño, la confusión atraviesa su rostro.

-No lo entiendo. ¿Por qué iba a matar a Martino?- pregunta.

-No lo sé y voy a averiguarlo.

-¿Y si sabía que quería contarme la verdad sobre esa mujer? ¿Y si sabía
que quería huir?

Empieza a hablar muy rápido haciendo mil preguntas al aire, acuno su


cara entre mis manos.

-Con tranquilidad, amore. No puedo entenderte si hablas sin sentido.

-Es que no entiendo nada, Ares. Martino está muerto y no sé por qué.
Sólo sé que quería irse lejos de Milán, huir de la mafia. Tenía miedo,
verdadero miedo.

-Le tenía miedo a esa mujer, no a vuestro padre- dice Iván- Nunca se
habría ido de Milán sin un gran motivo, le encantaba ser el perro faldero del
Don.

Estoy de acuerdo con él, Martino jamás habría abandonado a mi padre si


no hubiera sido por algo muy gordo. Sea quien sea esa mujer lo tenía
aterrorizado y quería huir de ella, irse lo más lejos posible de Ombra.
Veinticuatro
Venus
El malestar no me deja dormir, no puedo sacar de mi cabeza las palabras
de Martino. Hace dos días que murió, su funeral es en un par de horas y casi
no he dormido nada, sólo una o dos horas. Tener que volver a ver a sus
padres también me tiene nerviosa, sobre todo a su madre, nunca me quiso.
No es que me importe, pero es una mujer muy entrometida. Comenzará a
decirme lo mala esposa y mala madre que soy, que ella criaría a Eros mucho
mejor que yo y que debería dejar que se fuera con ella. Empezará a criticar
cualquier cosa que pueda sobre mí y mi hermano, me hará imposible la
existencia y ahora que su hijo ha muerto me culpará por ello. Incluso
criticará que no le haya dado más hijos, siempre que nos veíamos para
navidad sacaba ese tema a relucir.

Por otro lado, mi hermano ha estado investigando sobre esa mujer,


sobre Ombra, el padre de Fabián no tenía información interesante, sólo le
contó lo que ya sabíamos, que es alguien peligrosa y que si la vemos ir en
una dirección corramos hacia el lado contrario.

Dejo el vaso de agua dentro del fregadero. El sol está comenzando a


salir, es hora de despertar a mi hijo y prepararnos para el funeral. Subo las
escaleras con pasos lentos y pesados, el ruido de mis pies descalzos por el
suelo de mármol es el único sonido que me acompaña. Abro la puerta de la
habitación de Eros y Gio con cuidado y entro. Ambos duermen abrazados
en la enorme cama, observo los juguetes que han dejado tirados por el
suelo. Me agacho y recojo el coche de carreras que Martino le regaló
cuando cumplió seis años. Ha sido el único regalo de Martino que de
verdad le ha gustado a Eros.

-Mamma.

Levanto la vista del coche, mi hijo está sentado en la cama frotándose los
ojos.
-Buenos días, mia vita.

Me siento en el borde del colchón.

-¿Qué ocurre?- me pregunta somnoliento.

Peino su despeinado pelo con mis dedos, sus ojos azules no dejan de
mirarme.

-Tenemos que prepararnos para el funeral de Martino.

Hace un gesto de disgusto.

-¿Ya puedo llamar papà a Ares delante de todos?- me pregunta.

-No, amore, aún no puedes.

Su gesto cambia a uno de profunda tristeza. Sé cuánto ama a su padre y


lo mucho que le gustaría gritarle al mundo que es su hijo.

-Lo harás algún día- le prometo- Tu padre cambiará las cosas para
nosotros, seremos una familia de verdad.

-¿Y tendré hermanos?

Sonrío levemente.

-Sí, Eros, tendrás hermanos. Todos los que quieras.

-Quiero dos- dice con una sonrisa.

-Tendrás muchos más.

Giro la cabeza hacia la puerta al oír su voz, Ares permanece allí de


brazos cruzados observándonos a su hijo y a mí.

-Gracias, papà- le contesta Eros.


Se baja de la cama y sale corriendo hacia él, Ares lo levanta del suelo y
nuestro hijo lo abraza.

-Te amo, papà.

El movimiento de Gio despertándose llama mi atención, abre los ojos y


sonríe cuando me ve.

-Buenos días, principessa- le digo.

-Buenos días, Venus.

-Arriba, tenemos un día muy largo por delante.

Una hora más tarde, estamos en los jardines del cementerio. Hay algo, de
lo que me enteré ayer, que debo contarle a mi hermano, pero no sé si es un
buen momento para esto. La oscura cabellera de Paloma Vitale aparece ante
mi vista. Así que, decido que no es un buen momento para hablar con mi
hermano. Su esposo y ella se detienen frente a Eros y a mí, toda la prensa
de Milán está cubriendo la noticia de la muerte de mi esposo. Mi padre dio
una rueda de prensa. Por supuesto, dijo que Martino había sufrido un
accidente de tráfico donde había resultado gravemente herido y murió de
camino al hospital. El padre de mi difunto esposo es el primero en darnos el
pésame a mi hijo y a mí. Paloma se agacha para darle un beso en la mejilla
a Eros, quien se limpia con disimulo la zona con su mano.

-Querida- se dirige a mí- Mi hijo tenía tanta vida por delante y tantos
hijos que tener.

Aprieto la mandíbula, odio que me trate como si fuera un contenedor


para la prole de su hijo.

-Una pena que no pudieras darle más.

-No es momento- espeta su esposo- Camina, Paloma, nuestro hijo está a


medio metro en un ataúd.
Paloma levanta las gafas de sol de sus ojos, hay tanto odio en ellos y
todo está dirigido a mí. Imito su gesto quitándome mis gafas de sol.

-Es una pena que Martino no fuese capaz de engendrar más hijos- digo.

Su párpado inferior sufre de un pequeño espasmo, es una auténtica


ofensa para ella insinuar que su hijo era un hombre impotente. Claro está,
que es algo que no sé y tampoco me interesa saber, pero inventaré cualquier
cosa con tal de molestarla. Su esposo la agarra por encima del codo, se
ponen junto a Eros. Paloma intenta agarrar a mi hijo por los hombros, pero
él le quita las manos.

-Ven conmigo, Eros, soy tu abuela- espeta.

-No, quiero estar con mi madre.

Esta vez, Paloma, lo agarra con más fuerza por los hombros. Eros se
resiste rodeando mi cintura con sus brazos.

-Suelta a mi hijo- gruño.

-También era hijo de mi pequeño Martino.

-Vas a montar un escándalo, Paloma- la regaña su esposo- Deja a Eros


con su madre.

Paloma se da por vencida y suelta a mi hijo, que se apresura a ponerse


entre mi hermano y yo. Miro a Ares de reojo, tiene la mandíbula apretada y
las fosas nasales dilatas por el enfado.

-Dame la orden y estará muerta hoy mismo- susurra.

Asiento con la cabeza, mi hermano sonríe mostrando su inmaculada


dentadura. Ya estoy cansada de esa mujer, la quiero fuera de escena, no
volverá a molestarnos a mi hijo o a mí. Mi padre, Gina, Lucio y Gio son los
últimos en ponerse en la fila con nosotros. Mi principessa tiene cara de
disgusto, no quiere estar de la mano de esa zorra que la parió. Pero ahora
mismo no podemos hacer nada. Mira con cara de tristeza a Ares.

-Cazzo- maldice mi hermano- Ven aquí, mostriciattola.

Una sonrisa se dibuja en mi cara cuando la toma en sus brazos, Gio le


sonríe.

Después del funeral, nos hemos desplazado hasta la mansión para


celebrar un pequeño velatorio en memoria de Martino. Ares está que se lo
llevan los demonios, Federico Russo se ha atrevido a venir, le enfada no
saber por qué asesinó a Martino y está alerta porque no se fía de que pueda
hacernos algo a Eros o a mí. Por mi parte, no dejo de observar a Cinthya,
sigue empeñada en perseguir a mi hermano. Le quiero arrancar los ojos para
que deje de mirarlo y sonreír como una estúpida. Carmela me susurra.

-Calma, cariño. Él sólo tiene ojos para ti.

-La odio, Carmela.

-Lo sé, recibirá su merecido muy pronto.

Suelto un suspiro, estoy harta de esperar. Quiero que se actúe de una vez,
que mi hermano suba al poder como nuevo Don y poder vivir nuestra vida
juntos, sin escondernos de nadie. Paloma se acerca a mí, de nuevo. Le
sonríe a Carmela.

-Tan hermosa como siempre, querida- le dice.

Carmela asiente y se marcha, dándome una mirada de disculpa por


dejarme a solas con esta arpía. Paloma se cruza de brazos mirándome en un
intento de mostrar superioridad.

-Eros se vendrá conmigo esta misma noche.

Suelto una carcajada.

-¿Te has vuelto loca? Mi hijo no irá a ningún sitio sin mí.
-Va a venir conmigo si no quieres que le cuente a todo el mundo que te
acuestas con tu gemelo.

Mi boca se curva por un lado.

-¿Creías que mi hijo no me lo contaría? Lo hizo para asegurarse de que


os jodiera si algo le pasaba y ahora está muerto por tu culpa, zorra de
mierda.

-Contaba con ello, Martino siempre fue un niñito de mamá.

Mi hermano se acerca a nosotras, le ofrece a Paloma una copa de


champagne, que ella acepta encantada, hay que aparentar, como hacía su
hijo.

-¿Molestando a mi hermana?- le pregunta Ares.

Paloma se ríe suavemente.

-¿Tu hermana? Querrás decir tu puta- contesta.

Niego con la cabeza sonriendo, mi hermano se ríe, luego pasa el brazo


por encima de los hombros de Paloma.

-¿Cuántos años tienes? ¿Sesenta?- le pregunta- Es una pena morir joven,


Paloma.

-No me harás nada o contaré lo vuestro.

-¿A quién más le contó tu hijo la relación de mi hermano y mía?- le


pregunto.

-Martino sólo tenía confianza con su madre- dice con la barbilla alta- No
era tan estúpido como para ir contando cosas así por ahí sin tener pruebas.

-¿Y tú?- le pregunta Ares- ¿Se lo has contado a alguien?

-Claro que no, no tengo pruebas, estúpido.


Asiento a mi hermano, acerca su boca al oído de Pamela.

-Ahora vas a hacer lo que yo te diga o mataré a tu hija- le susurra.

Paloma niega con la cabeza, ya no es tan valiente.

-No le hagas nada, ella está enferma.

-Entonces obedece y me ocuparé de que tenga una larga vida en ese


psiquiátrico- le digo.

Mi hermano se la lleva lejos de los invitados. Iván me asiente desde


lejos, supongo que Ares le ha contado sus planes.

Miro a mi alrededor antes de seguir los pasos de mi hermano, camino


por el largo pasillo que lleva a la cocina del área de Ares. En cuanto entro,
lo primero que veo es el gesto de terror de Paloma. Mi hermano la tiene
sentada en uno de los taburetes de la isla mientras la obliga a escribir una
carta de despido, todo esto apuntando con su arma a la cabeza de ella.
Paloma levanta la vista para mirarme.

-No diré nada, te lo suplico, Venus.

Apoyo mis manos en la encimera.

-Sigue escribiendo esa carta de despido, Paloma, nadie va a salvarte de la


muerte.

-¡No diré nada!- solloza fuerte.

-No puedo fiarme de ti, además, el veneno que mi hermano puso en tu


copa debe de estar a punto de hacer efecto.

Solloza a la vez que niega con la cabeza. Es una suerte que se vayan a
quedar a dormir en el ala que antes me pertenecía.

-Vuelve al velatorio- me dice mi hermano- Yo me encargo de llevarla a


su habitación cuando haya terminado de escribir la carta.
-Quiero quedarme, además hay algo que necesito contarte.

-¿Es importante?

-Y urgente. Lo descubrí ayer...

Un disparo lejano nos interrumpe, empiezan a oírse gritos y más


disparos. Paloma intenta salir corriendo, pero Ares la detiene. Agarro la
carta y la guardo bajo mi vestido negro. Iván empuja a Eros y Gio dentro de
la cocina, detrás de ellos entran Carmela e Isabella.

-¿Qué está pasando?- les pregunto tomando a mis niños.

-No lo sé, unos rusos han entrado y han empezado a disparar- contesta
Carmela.

-¿Algún herido?- pregunta Ares.

-Sí, Gina y vuestro padre- responde Iván sin dejar de mirar hacia la
puerta.

-Quedaos aquí- nos ordena mi hermano- Venus, sujétala, no le queda


mucho tiempo. Iván, protege a todos.

Empuja a Paloma hacia mí, su cuerpo ya está débil, cae de rodillas al


suelo.

-¿Qué le pasa?- me pregunta Carmela.

-Ares la ha envenenado.

-¿Hizo algo malo?

-Sí, quería quitarme a mi hijo.

Carmela asiente. Iván me ayuda a tumbar en el suelo a Paloma, sus ojos


se están cerrando lentamente.
-Hay algo que deberías saber- le susurro, abre los ojos brevemente- Tu
pequeño Martino nunca engendró ningún hijo, Eros le pertenece a mi
hermano, es de él. Si me casé con Martino fue para ocultar que el bebé que
crecía dentro de mí era de mi gemelo.

Una lágrima cae por su sien, pero no siento ninguna pena por ella.

-Deberíais dispararle y soltarla en la sala donde se estaba celebrando el


velatorio- murmura Carmela- Pensarán que murió allí.

-Tenemos una carta de suicidio- contesto.

-También es un buen plan.

Ares tarda más de una hora en regresar a la cocina, no se volvieron a oír


más disparos. Mi hermano tiene la cara llena de sangre, pasea de un lado a
otro lleno de ira. Sólo murmura y maldice, aún lleva su arma en la mano.

-¡Sacad a los niños de aquí!- grita.

Isabella toma a Eros y a Gio de las manos.

-Vamos, iremos a otro lugar- les dice.

Me atravieso en el camino de Ares, pongo mis manos en su pecho. Su


respiración está muy agitada.

-Respira hondo.

-Necesito ir a matarlos, Venus.

-¿Qué ha pasado?

-La puta y padre están bien, las balas sólo los han rozado.

-¿Pero?

-No los querían a ellos, buscaban a Eros.


-¿Qué?- jadeo.

-Uno de los rusos que atrapé me lo confesó antes de morir. Dijo


que Ombra los había enviado.

-¿Están bajo el mando de esa mujer?

Ares asiente. ¿Cómo ha conseguido meterse a los rusos en el bolsillo?

-No era la Bratva- murmura Iván.

Ares gira la cabeza con rapidez, se acerca a Iván con pasos amenazantes
y lo agarra por el cuello.

-Habla- gruñe.

-Esos hombres que entraron, reconocí a uno. Hacía mucho tiempo que
no lo veía, pero la cicatriz de su cara es inconfundible. Se llama Matvey
Morozov, Pakhan de la Mafia Roja, rival de la Bratva.

-¿Dónde lo conociste?

Pongo mis manos sobre el brazo de mi hermano.

-Suéltalo, él no tiene nada que ver con lo que está pasando- le digo- Es
nuestro hermano.

Ares suaviza su rostro, mira a Iván y lo suelta.

-Tenía siete años cuando lo vi por primera vez. El Pakhan de la Bratva


había organizado una reunión con Morozov para firmar un tratado de paz,
pero no llegaron a ningún acuerdo. Esa fue la primera y última vez que lo
vi. Hasta hoy.

-¿Y tienes idea de qué puede estar haciendo Morozov con esa mujer?- le
pregunta Ares.

Iván niega con la cabeza.


-¿Cómo voy a saberlo? No lo conozco personalmente, Ares.

Pongo mis manos en las mejillas de Iván, sus ojos están llenos de
lágrimas, conozco su dolor, es el mismo que siente cada vez que recuerda su
vida pasada.

-Somos tu familia, hermano- le digo- Nosotros tres contra todo y todos.

Iván me abraza y empieza a llorar.

-Te juro que voy a matar uno a uno a todos los miembros de la puta
Bratva- gruñe mi hermano- Dejaré para el final a esa zorra que te abandonó.

Mis ojos buscan a Carmela, pero no está por ningún lado, lo que me
confunde aún más. Sin embargo, no es algo por lo que deba preocuparme
ahora, tenemos un cadáver en el suelo que debemos llevar a su habitación
junto a la carta de suicidio.
Veinticinco
Ares
El avión está a punto de aterrizar en Irlanda, estoy a pocos minutos de
reunirme con Eamon Kavanagh, el Boss de la mafia irlandesa. Llevo dos
días intentando contactar con Matvey Morozov para hacer un trato con él,
quiero que me entregue a la mujer y, a cambio, destruiré a la Bratva para él.
Pero no he sido capaz de encontrarlo, ninguno de mis contactos parecían
tener negocios con él. Sólo el Don de La Cosa Nostra pudo hacer algo por
mí, me dio el contacto de Kavanagh, dijo que él podría tener algo con
Morozov. Así que aquí estoy, aterrizando en Irlanda, solo. Ni Iván ni Venus
han venido conmigo, consideré esto demasiado peligroso como para
traerlos, en la mansión estarían más seguros. Mi padre ha reforzado la
seguridad desde el ataque en el velatorio de Martino. Mi boca se curva por
un lado recordando el momento en el que encontraron el cuerpo de Paloma
Vitale y la carta de suicidio. Nadie sospechó nada, ya que, todos conocían la
cercanía de ella y su hijo, simplemente, pensaron que no soportó la muerte
de su hijo y decidió suicidarse. Su esposo no ha tardado mucho en encontrar
una nueva prometida, obviamente, debe ser una de sus amantes. Asqueroso.

Me bajo del avión en silencio, evito que los otros pasajeros me toquen.
Decidí viajar en un vuelo comercial, por si surgía algún contratiempo, tener
un escudo con las demás personas. No puedo estar seguro si alguien me está
siguiendo. Un pelirrojo me espera junto a un Mercedes SUV negro con los
cristales tintados.

-Señor Romano- me saluda en inglés- El señor Kavanagh me ha enviado


a recogerlo.

Asiento con la cabeza, el chico me abre la puerta de los asientos traseros


después de guardar mi bolsa de viaje en el maletero. No sé cuántos días
estaré fuera de casa, quizás tenga que viajar a Rusia tras mi estancia en
Irlanda. De cualquier forma, debía traer algo de equipaje conmigo. Mis
armas van bien aseguradas entre mi ropa, la bolsa es una especial que pasa
los controles del aeropuerto sin problemas.

Dublín es más lluvioso que Milán, hoy el cielo está totalmente gris. La
ciudad queda detrás cuando salimos de ella, Kavanagh fue muy estricto con
nuestro punto de encuentro, lo haríamos en su casa, bajo sus normas y sus
exigencias. No tuve más remedio que aceptar, la vida de mi hijo está en
juego.

El chico me abre la puerta del coche en cuanto nos detenemos en el


castillo de Kavanagh. Es impresionante.

-Todos ponen la misma cara al verlo- sonríe el chico- Por cierto, soy
Cillian, el sobrino del señor Kavanagh.

-¿Y por qué lo llamas señor si eres su sobrino?

Cillian sonríe.

-Yo decidí hacerlo, quiero ganarme el respeto por mí mismo y no por ser
el sobrino del jefe.

-Entiendo.

Cillian abre la enorme puerta de la entrada. Una dulce risa atraviesa mis
oídos, acto seguido, veo una larga cabellera pelirroja, atada en una cola con
un lazo blanco, moverse por el enorme hall. Una chica corre mientras se ríe
y mira detrás de ella.

-¡No me atraparás!- chilla riéndose.

-¡Lo haré, pequeña!

Cillian mira a la chica con ternura.

-Mi prima- dice- Y el que la va a atrapar es su padre y mi tío, Eamon


Kavanagh.
La enorme figura de Eamon aparece por la esquina del pasillo de la
derecha, atrapa a su hija en sus brazos. La confusión me atraviesa.

-¿Cuántos años tienen?- le pregunto a Cillian.

Antes de que pueda contestar, los ojos de Eamon se posan sobre mí, le
susurra algo a su hija en el oído, lo que hace que ella me mire y sonría
ampliamente. Se libera de los brazos de su padre y se acerca a mí, me doy
cuenta de que va descalza, lo único que lleva es un vestido blanco que le
llega hasta las rodillas y es de manga larga. Se detiene frente a mí, extiende
su brazo y me toca la cara, tiene que ponerse de puntillas para lograrlo,
traza cada detalle que hay en mí.

-Rory, te he dado una orden- espeta su padre.

-Nunca he conocido a un psicópata- susurra ella- Es, ciertamente,


interesante.

Encoge su brazo con una enorme sonrisa.

-Soy Rory Kavanagh- me dice- ¡Y estoy muy encantada de conocerte!-


chilla con emoción.

Sus brazos me rodean por encima de los míos, atrapándome entre ellos.

-¡Rory!- vocifera una voz más grave- ¿Cuántas veces te hemos dicho tu
padre y yo que no abraces a extraños?

Un hombre mayor está a los pies de la escalera, es tan grande como


Eamon.

-Ese es nuestro abuelo- murmura Cillian- Garret Kavanagh.

Rory se gira hacia su abuelo.

-Pero abuelo, nunca conocí a alguien como él- se defiende ella.

Eamon se acerca a su hija, la toma por la cintura y se la echa al hombro.


-¡Papá!- protesta- ¡Quiero quedarme!

-No lo harás.

Garret extiende su mano hacia mí, la vuelve a guardar cuando no ve una


reacción por mi parte.

-Cierto, no te gusta el contacto físico- dice- Lamento lo de mi nieta, a


veces puede ser...

-Demasiado impulsiva- dice Cillian riéndose.

-Sí, Rory es especial, no ve maldad en nadie.

-Debería tener cuidado- gruño.

-Te agradezco que no le hayas hecho nada, he oído las historias


sobre Morte.

-Todas ciertas- añado.

Garret sonríe. Extiende su brazo señalando hacia las puertas del lado
izquierdo.

-Vayamos al despacho de mi hijo hasta que él vuelva- me dice- Cillian,


hijo, ya puedes irte a tu habitación. Gracias por recoger al señor Romano.

-De nada abuelo, iré con mi prima.

-Tu tío te agradecerá que la controles hasta que hayamos acabado con la
reunión.

-Abuelo, nadie puede controlar a Rory.

Garret y él se ríen, parecen tener algún tipo de broma interna.

-Por favor, sígueme- me pide Garret.


Cruzo el hall detrás de él, abre las puertas que muestran un gran
despacho con un enorme ventanal que da a la parte delantera del castillo.

-Siéntate. ¿Una copa?

-No, nunca bebo, el alcohol nubla el juicio- contesto a la vez que me


siento en el sofá de cuero de dos plazas.

-Siempre estás alerta.

-Debo estarlo.

-Moretti le contó algo a mi hijo sobre el motivo de tu visita.

La puerta del despacho se abre, Eamon entra y cierra tras él, su padre le
ofrece un vaso con whisky.

-Disculpa a mi hija, es demasiado efusiva cuando algo le llama la


atención y tú lo has hecho. Le gusta todo lo que no sea normal.

Mi ceja izquierda se levanta de forma automática, nunca me habían


dicho con tanta libertad que no soy normal.

-No te ofendas, en realidad, considero que tienes un don extraordinario-


dice- Matar sin sentir ningún tipo de remordimiento. Es el sueño de todo
mafioso.

Se sienta en el borde de su escritorio mirando hacia mí.

-¿Matvey Morozov?- me pregunta antes de dar un sorbo a su vaso.

-Sí, necesito dar con él para hacer un trato.

-Puedo hacer de intermediario, a Matvey no le gustan los desconocidos.

Me rio con suavidad mientras niego con la cabeza.

-¿He dicho algo gracioso?- me pregunta.


-Sí, muy gracioso, de hecho.

-¿Y puedo saber qué es tan gracioso?

-Que a Morozov no le gusten los desconocidos y, sin embargo, tenga a


sus soldados bajo el mando de una auténtica desconocida.

Eamon frunce el ceño, deja el vaso en el escritorio y se pone en pie.

-¿De qué estás hablando?- me pregunta.

-Hace cuatro días el esposo de mi hermana fue asesinado en nuestra


casa, delante de ella. Cuando le pregunté a mi padre qué estaba ocurriendo
me contó que los casquillos de las balas eran rusos, estaba más confundido
que antes. Así que, me explicó que hace años hizo un trato con los rusos,
con la Bratva. Él se ocuparía de algo que desconozco a cambio de que los
rusos mantuvieran presa a una mujer que él atrapó intentando apropiarse de
su territorio. Esa mujer escapó hace poco y quiere venganza. Ahora esa
mujer quiere al hijo de mi hermana, es por lo que atacó la mansión de mi
familia. Morozov estaba allí, logró escapar con vida.

Me abstengo de contarle acerca de que fue Federico Russo quien asesinó


a Martino y usó balas rusas para cubrir su rastro.

-¿Y dices que Matvey no conoce a esa mujer?

-Imposible, ella ha permanecido años como prisionera de la Bratva,


debió conocerlos después y convencer a Morozov de ayudarla a cambio de
algo.

-Me gustaría saber qué vas a ofrecerle a cambio de entregarte a la mujer.

-Acabar con la Bratva.

Eamon mira a su padre a los ojos, él asiente.

-Estamos dentro- dice.


-¿Dentro?- pregunto.

-Queremos acabar con la Bratva tanto como Morozov, hemos estado


teniendo problemas con ellos y con Escocia, quitarnos a un enemigo nos
dará la oportunidad de enfocarnos en el otro.

-Bien, dame su contacto y yo acabaré con todos.

-Organizaré una reunión con Matvey en mi casa...

-No- lo interrumpo.

-¿No?

-¿Por qué aquí? Tu hija vive en este lugar.

-Nunca pierdo de vista a Rory.

-¿Ni cuando trabajas?

Niega con la cabeza.

-Trabajo desde casa, tengo a alguien que se encarga de ir a las entregas


en mi nombre. Siempre estoy donde está mi hija.

-Pero invitas a tu casa a desconocidos.

Eamon sonríe.

-No es cierto- dice- Mira, soy muy controlador con la seguridad de mi


pequeña, quizás demasiado, siempre tengo mis ojos sobre ella. En todo
momento, incluso ahora.

Mi ceño se frunce, este jodido bastardo debe tener cámaras ocultas en la


habitación de su hija, lo he visto mirar el reloj de su muñeca varias veces.

-Nunca pondría en peligro a mi hija. Si te he invitado a mi casa es


porque tenemos un amigo en común que me ha hablado fatal de ti, pero
tienes su total confianza.

-Moretti- digo.

-Sí. Mis negocios con él siempre han ido bien, si él confía en ti, yo
también. Y confío en Matvey, lo conozco desde hace muchos años. No es
un hombre que se tome a la ligera las cosas. Esa mujer debe tener algo que
Matvey quiera con todo su ser para que haya puesto a sus soldados bajo su
mano.

Me froto la frente con los dedos.

-Deja que organice esa reunión, quédate en mi casa unos días y veamos
qué averiguamos sobre este asunto- me dice.

-¿Cuántos días? No puedo dejar mucho tiempo a solas a mi hermana,


ella me necesita.

Eamon sonríe de una forma extraña.

-No serán muchos, te doy mi palabra- me dice.

-Te llevaré a tu habitación- me dice Garret.

-Yo hablaré ahora mismo con Matvey, espero que me atienda.

Garret me deja a solas en mi habitación, es un lugar espacioso. Dejo mi


bolsa de viaje en la cama, saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón y abro
la aplicación de las cámaras de seguridad. Venus, Iván y los niños están en
mi habitación, prefirieron dormir todos juntos en una para estar más
protegidos. Aun así, dejé a varios de mis hombres vigilando mi área por
dentro. En caso de que algo suceda, el sistema de seguridad cerrará todas
las puertas con mis hombres armados, protegiendo a mi familia. Incluso
Celia se está quedando ahí a dormir.

El nombre de mi hermana parpadea de pronto en la pantalla de mi móvil,


acepto la llamada.
-¿Has llegado bien?- me pregunta.

-Sí, amore. Voy a quedarme unos días aquí, Kavanagh va a ayudarme a


ponerme en contacto con Morozov.

-¿Crees que podrás llegar a un acuerdo con él?

-Haré cualquier cosa por nuestro hijo.

-Tenemos que hablar, Ares, hay algo que debo decirte.

-Lo sé, llevas días diciéndomelo, pero he estado muy ocupado.

-No importa, es que es algo importante para nosotros y tienes que


saberlo.

-Bien, lo hablaremos cuando esté de vuelta en casa.

-Está bien.

-Amore. ¿Estás bien?

-Sí, solo es malestar estomacal.

-¿Malestar estomacal?

-Ajá.

-¿Venus estás...?

-Sí.

Mi corazón se acelera. Está embarazada. Mi mujer está embarazada otra


vez.

-¿Has ido al médico?- le pregunto.


-No, con todo este lío no he podido ir. Pero me hice varios test de
embarazo que Celia me compró y todos dieron positivo.

-No lo entiendo, estabas tomando las píldoras y esta vez no tengo nada
que ver.

-He sido yo, sin querer. Con todo lo que ha estado pasando olvidé tomar
algunas, creí que no pasaría nada, pero cuando no me vino el período este
mes sospeché y acerté.

-Cazzo, amore.

-Has conseguido lo que querías.

-Tengo la polla dura, maldita sea.

Mi hermana se ríe.

-Celia acaba de traernos la cena, voy a ver si logro comer algo.

-Cuida de nuestra hija.

-Aún no sabes su sexo.

-Será una pequeña psicópata, lo sé.

-Estás loco, Ares.

-Y me adoras.

-Mucho, hasta mañana.

-Descansa, amore.

Dejo el móvil en la cama y me siento en el borde. Ahora más que nunca


debo actuar para mantener la paz con otras mafias. Mi mujer está
embarazada y necesito tener a salvo a nuestros hijos. Agarro el móvil y le
envío un mensaje a Iván, quiero que esté pendiente de Venus y que llame al
médico para que le haga una analítica en casa, necesito saber que todo esté
bien con ella y el bebé.

A: Hermano, necesito que estés muy pendiente de Venus, me acaba


de contar que está embarazada. Llama al médico y que la trate en casa.

Me quedo mirando la pantalla del móvil esperando a que Iván conteste,


el tiempo está pasando demasiado lento y quiero matar a Iván por no
contestar rápido.

I: Hecho, hermano. Mañana por la mañana estará aquí.


Enhorabuena, ya tienes a tu nuevo monstruo en camino.

Esbozo una sonrisa. Sí, ya tengo un nuevo pequeño en el horno, el


legado de Ares Romano se amplía.
Veintiséis
Venus
Por fin lo sabe. Lo que tanto llevo queriendo decirle, ya lo he hecho. Me
he quitado un gran peso de encima, por ahora sólo lo sabemos nosotros, los
niños y Celia. Tendré que contárselo a Demarco y Fabián para que puedan
protegernos bien. Pero no quiero que nadie más se entere de esto, no
todavía, cuando Ares esté aquí se sabrá. Pensarán que es de Martino y
tampoco me importa, pronto mi padre y su familia morirán y me convertiré
oficialmente en la esposa de Venus. Mauritio nos prometió que haría todo lo
posible por hacer legal un matrimonio entre los dos. Mis hijos figurarán
como hijos de Ares, no tendremos que volver a escondernos.

El médico me pincha en el brazo, Gio está embobada mirando la aguja


en mi brazo. Niego con la cabeza sonriendo, desde que apuñaló a su
hermano en la pierna varias veces se ha vuelto más curiosa con todo lo que
implique objetos punzantes. Ares e Iván la van a enseñar a usar los
cuchillos próximamente.

-Tendré los resultados mañana- dice el doctor- Deberías ir a la clínica


para hacerte una ecografía.

-Iré en cuanto mi hermano haya vuelto- contesto.

-Tienes que comenzar a tomar las vitaminas prenatales.

-Enviaré a Celia a comprarlas- dice Iván.

-¿Eso es todo?- le pregunto al médico.

-¿Has sentido otros síntomas, además de los típicos del embarazo?


¿Sangrado?

Niego con la cabeza.


-Entonces esto es todo, te llamaré por la mañana para darte los resultados
de la analítica, pero ya puedo decirte que te veo bastante bien. ¿Sabes de
cuántas semanas podrías estar?

-Mmm... Sí, según mis cálculos cinco semanas.

-Bien, descansa y come bien.

-Yo cuidaré a mi mamma- dice mi hijo.

Acaricio su mejilla con mis nudillos, desde que se ha enterado de que


estoy embarazada no me quita la vista de encima. Iván acompaña al médico
a la puerta.

-Tienes que tumbarte, mamma.

Mi pecho vibra por la risa, Eros está acomodando las almohadas para mí.

-Sí, tienes que tumbarte- repite Gio.

La risa de Iván me contagia.

-Os amo- les digo a mis niños.

Eros se tumba a un lado y Gio al otro, los rodeo con mis brazos y beso la
parte superior de sus cabezas.

-¿Cuándo te crecerá la barriga?- me pregunta mi hijo.

-Aún queda mucho, mia vita.

Pone su mano en mi vientre, Gio lo imita. Iván se sienta a nuestros pies.

-¿Necesitas algo?- me pregunta.

-Estoy bien, sólo siento unas pocas de náuseas. Nada que no haya pasado
antes.
-Cualquier cosa me lo dices, antojos o medicamentos.

-Estoy bien, hermano- le digo con una sonrisa- ¿Tú estás bien?

Niega con la cabeza. Desde que vio a Morozov en la mansión ha estado


teniendo recuerdos en forma de pesadillas, Ares ha tenido que ir a su
habitación a consolarlo cuando se despertaba gritando. No ha querido
contarnos qué soñaba, pero podemos imaginarlo porque no dejaba de llorar
llamando a su madre.

-Necesitas sacarlo de ti- le digo- Sabes que siempre estaré aquí.


¿Verdad?

-Sí.

Iván se tumba, pone su cabeza sobre mi vientre y solloza. Al rato lo noto


quedarse dormido, Gio y Eros también se han dormido. La puerta de la
habitación se abre, Celia asoma la cabeza y sonríe cuando me ve en esta
posición.

-He traído sus vitaminas, señora Venus.

-Déjalas en la cómoda.

-Parece que todos estaban cansados por la emoción.

Me rio suavemente.

-Eso parece. ¿Puedes preparar algo rico para comer?

-¿Algo grasiento?

-Eso sería perfecto.

-Creo que a los pequeños les gustaría mucho una pizza con carne.

Una enorme sonrisa se dibuja en mi cara.


-A los no tan pequeños también nos encantaría- le digo.

Celia se marcha de la habitación. Cierro los ojos para intentar relajarme


un poco, las náuseas están empeorando. A mi mente viene mi primera vez
con Ares y todo lo que hemos conseguido desde entonces.

Venus, 15 años

Padre se ha ido con Gina de vacaciones, se han llevado a Lucio con


ellos y nos han dejado con la abuela, pero le ha surgido algo en su pueblo
con su hermana mayor y ha tenido que irse. Mi hermano y yo nos hemos
quedado a solas. Estoy un poco nerviosa, quiero tener relaciones con Ares,
pero no sé si él querrá. Nos hemos besado y tocado por encima de la ropa,
sólo eso. Me siento rara a veces, como si no perteneciera a este mundo sólo
por estar enamorada de mi hermano gemelo. Sus brazos me rodean por la
cintura.

-Hola, amore- susurra en mi oído- Te he echado de menos.

-Mentiroso- me rio- Nos hemos separado dos minutos para que fueras al
baño.

Ares se ríe, me gusta cuando lo hace, aunque no sea muy a menudo.


Giro la cabeza para mirarlo, es tan guapo, todas las chicas del instituto
quieren estar con él, pero mi hermano sólo tiene ojos para mí.

-Lu me ha comprado algo- le digo.

-¿Tu amiga?

-Sí, le dije que había un chico que me gustaba y que necesitaba algo.

Ares frunce el ceño. Me separo de él, liberándome de sus brazos. Me


acerco a la mesita de noche de mi habitación y abro el cajón, agarro la
caja y se la enseño a Ares.

-¿Condones?- me pregunta.
Siento mis mejillas arder por la vergüenza.

-¿Quieres tener sexo?

-Sí, Lu ya ha tenido y dice que es genial.

Ares toma mi barbilla con sus dedos y me obliga a mirarlo a los ojos.

-No te dejes llevar por lo que otras personas digan, lo haremos cuando
estés lista- me dice.

-Estoy lista, quiero estar contigo, hermano.

Posa sus labios sobre los míos, rodeo su cuello con mis brazos. Mi
hermano ha crecido tanto estos años, ojalá mamá pudiera ver el hombre en
el que se ha convertido. Rompo el beso.

-¿Dónde está Iván?- le pregunto.

-Jugando a videojuegos en su cuarto.

-Odio que tengas que dormir tan lejos de mí, Ares. Papá no debería
haberte exiliado a ese lado de la casa, está muy lejos de mí.

-Tenemos toda una semana para dormir juntos.

Ares me tumba en la cama con cuidado, se pone sobre mí entre mis


piernas, frota su dureza contra mi entrepierna.

-Está muy caliente, amore.

Se me escapa un gemido.

-Me gusta cuando gimes- me dice- Me siento bien.

Me ayuda a quitarme mi ropa y yo lo ayudo a quitarse la suya, es la


primera vez que nos vemos completamente desnudos desde que nos
convertimos en adolescentes. Su pene es tan grande y grueso.
-¿Me va a caber?- le pregunto.

-Creo que sí.

Ares toca mi entrepierna, doy un pequeño respingón, nadie me había


tocado nunca sin ropa.

-¿Tu coño debería estar así de mojado?- me pregunta.

Me encojo de hombros.

-Dame un condón, hermana.

Abro la caja mientras mi hermano me sigue tocando, agarro un condón


de dentro y se lo entrego. Ares deja de tocarme para abrir el envoltorio y
ponerse el condón.

-¿Te aprieta?- le pregunto.

-No, está bien, no me duele.

Ares agarra su pene, lo pone en mi hendidura y me penetra un poco. Me


quejo por el dolor y la presión.

-¿Te duele?

-Sí.

-Voy a parar.

-No, por favor.

-No quiero hacerte daño, Venus, a ti no.

-Por favor, por favor, por favor. Lo soportaré, te lo prometo.

Mi hermano se tumba sobre mí, su pene entra unos centímetros más


dentro de mí.
-Es muy grande, Ares- me quejo.

-Venus, déjame que pare.

Niego con la cabeza efusivamente, quiero hacer esto, aunque duela. Las
lágrimas caen por mis sienes con cada centímetro introducido dentro de mí.

-Estás sangrando, Venus- dice mi hermano con tono asustado.

-Lu dijo que la primera vez sería normal.

-Cazzo- gime.

-¿A ti te gusta?

-Sí, maldita sea.

Gime más fuerte, empieza a moverse más rápido. Me duele mucho, pero
se me escapa un fuerte gemido. Ares sonríe.

-Te gusta- dice.

-No, sí... Me duele, pero también me gusta. Ve más rápido, por favor.

Mi hermano me sujeta por la garganta con fuerza, el aire no pasa a mis


pulmones, agarro su mano con las mías. Algo crece dentro de mí, mi
hermano no deja de empujar dentro de mi vagina, sus gruñidos encienden
una llama interna, me está prendiendo fuego sin saberlo. Grito fuerte, algo
acaba de explotar y me ha gustado demasiado. Mi hermano gruñe y gime
casi al mismo tiempo. Pega su frente en mi mejilla, está sudoroso y
jadeando, afloja el agarre en mi garganta.

-Ares...- jadeo.

-¿Sí?

-Ha sido increíble, he sentido algo diferente a cuando nos tocamos por
encima de la ropa.
-A mí también me ha gustado mucho, he notado salir algo de mi polla.

Frunzo el ceño. Mi hermano se pone de rodillas, me apoyo en mis codos


para mirar su pene, el condón está lleno de sangre por fuera y algo blanco
por dentro.

-¿Qué es eso?- le pregunto.

-Semen.

-¿Eso es lo que el profesor dijo que dejaba embarazada a las mujeres?

-Sí.

En clase nos hablan de sexo a veces, pero no nos cuentan muchas cosas.
Una vez escuché al director regañar a un profesor por intentar darnos una
clase de educación sexual, dijo que era un colegio de prestigio y que no se
admitirían ese tipo de comportamientos inmorales.

Mi hermano se quita el condón.

-Debería tirarlo a la papelera- dice.

-Entre los papeles para que nadie lo vea.

Ares vuelve del baño pocos segundos más tarde, se pone sobre mí de
nuevo, su pene sigue tan duro como antes.

-Quiero hacerlo otra vez- le digo.

-Yo también.

-Pero ahora me duele.

-Esperaremos.

-Ares, te quiero mucho.


Me besa duro, es la primera vez que mete su lengua en mi boca y me
gusta mucho su sabor, es salvaje, me hace gemir. Mi hermano rompe el
beso.

-¿Lo tendremos que hacer siempre con condón?- me pregunta.

-No lo sé, no quiero quedar embarazada.

-¿Puedes preguntarle a tu amiga Lu si sabe de otra forma de hacer esto


sin correr el riesgo de que te quedes embarazada?

-Sí, mañana en clases le pregunto.

Ares sonríe.

-¿Por qué quieres que lo hagamos sin condón?- le pregunto.

-Quiero saber cómo se siente y llenarte con semen, es curiosidad.

Mi hermano comienza a besar mi cuello y a hacerme cosquillas,


haciéndome reír a carcajadas.

Actualidad.

Abro los ojos cuando alguien llama a la puerta. Me encuentro sola en la


cama.

-Adelante- digo con voz somnolienta.

No me había dado cuenta de que me había quedado dormida. Iván entra


en la habitación.

-Venía a buscarte para comer- me dice.

-¿Qué hora es?

-La una del mediodía.


Pongo una mano en mi frente, he dormido demasiado.

-¿Te encuentras bien?- me pregunta Iván.

-Sí, de hecho, me encuentro mejor que antes. ¿Dónde están los niños?

-En la cocina con Celia y Demarco.

Asiento con la cabeza. Iván se acerca y me ayuda a levantarme de la


cama.

-¿Sabes algo de Ares?- le pregunto.

-Sí, llamó hace dos horas. Kavanagh ha conseguido una reunión con
Morozov, será mañana.

-Espero que todo salga bien.

Tenemos que proteger a Eros y a nuestro futuro bebé, si esa mujer se


entera de que estoy embarazada quizás quiera también a este bebé. No sé
por qué quiere vengarse de mi padre a través de nosotros. No la conocemos
y, si ella de verdad conociera a mi padre, sabría que nosotros no somos el
medio para vengarse de él. No le importamos y nunca le haremos, debería ir
a por Lucio, es el único hijo que parece importarle de verdad.

-¿Has conseguido algo de las grabaciones del cementerio?- le pregunto.

Aún no hemos averiguado quién es el verdadero culpable de lo que pasó


en la tumba de mi madre.

-Nada, quien haya borrado las grabaciones lo ha hecho bien- contesta-


Ramiro no ha conseguido nada.

Siento la tristeza crecer en mi interior, me duele que el culpable aún siga


suelto. Quiero que sufra y que pague por lo que hizo.

-Ares quería que lo llamaras.


-Lo haré después de comer algo, me muero de hambre.

Iván pone su mano en mi vientre.

-Otro sobrino- dice con una sonrisa.

-Ares dice que es una niña.

-Yo también, quiero una sobrina.

Pongo mi mano en su mejilla.

-Mis niños tienen al mejor tío del mundo.

Iván sonríe. Tiene el mismo amor por Eros que por Gio y sé que amará
de la misma forma al nuevo bebé. Una explosión suena en la puerta de
entrada de este área. Iván me agarra y me echa a un lado.

-¡Ve a la cocina con los niños!- me grita mientras saca su arma.

Intento salir corriendo, pero un hombre enmascarado me atrapa, escucho


los gritos de Eros y Gio.

-¡Dejadlos en paz!- grito- ¡Son unos niños!

El hombre pone algo en mi nariz, empiezo a marearme, mis ojos se


cierran lentamente.

-Soco..rro...
Veintisiete
Ares
La reunión con Morozov se está retrasando, aún no ha llegado a la casa
de Eamon y me estoy desesperando. Iván no contesta al teléfono, lo último
que supe es que el médico ya había atendido a Venus y ella se había
quedado dormida.

Me levanto del asiento para caminar de un lado al otro del despacho de


Eamon, siento sus ojos sobre mí. La puerta del despacho se abre, Cillian
asoma la cabeza.

-Tío Eamon, Matvey está aquí.

-Hazlo pasar, por favor.

Mi pecho sube y baja con rapidez, el demonio dentro de mí me pide que


salte sobre Morozov, le saque toda la información a golpes y lo mate, pero
la parte racional de mi cabeza me dice que me controle, él es la clave para
salvar a Eros de esa mujer. Los ojos de Morozov se posan sobre mí, sonríe
como un maldito estúpido.

-Es como si te conociera de antes- dice con acento ruso.

Eamon le pone una mano sobre el pecho.

-No provoques, Mat, no es el momento- le dice- Hemos oído que estás


trabajando con una mujer, que has puesto a tus soldados bajo su mando.

Morozov se quita la mano de Eamon del pecho.

-¿Qué tenéis que ver vosotros con esa mujer?- le pregunta a Eamon.

-Nosotros nada, pero Ares sí y tiene algo que proponer.

Morozov se gira hacia mí, cruza las manos delante de él.


-Te escucho, Don- se burla.

Me acerco tanto a él que nuestras caras quedan a escasos centímetros.

-Atacaste mi casa, con mi familia dentro- gruño- ¡Mi hermana!- grito.

Morozov sonríe.

-Eran órdenes de Ombra, aunque he de decir que ella no sabía que Venus
y tú estabais ahí.

-Quiero que ceses esto, deja a Eros en paz, es un niño.

-Puedes quedarte tranquilo, Ombra ha desaparecido, por eso me he


retrasado en llegar aquí. La he estado buscando y no la he encontrado.

Frunzo el ceño y me echo hacia atrás. Esa mujer no está, Iván no


contesta al teléfono. Saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón, marco con
rapidez el número de mi hermana. La llamada suena, pero no contesta.
Marco el número de nuevo, tampoco contesta. Con Iván es lo mismo, no
contesta el teléfono. Llamo a Fabián, que tampoco contesta, después a
Demarco con el mismo desenlace. Como última opción, llamo a Celia.

-Señor, Romano.

Su voz está rota por el llanto.

-¿Qué está pasando?

-Han entrado unos hombres, han herido a todos. Al señor Iván, Fabián,
Valerio...

-¿Dónde están Venus, Eros y Gio?- la interrumpo.

-Gio está herida, la tengo en mis brazos, no deja de llorar y llamarlo a


usted. Pero la señora Venus y su hijo... Se los han llevado.
Lanzo el móvil al sofá, rebota y cae al suelo. Saco mi arma y apunto a la
cabeza de Morozov.

-¿Dónde los tienes?- le pregunto- Será mejor que contestes en menos de


dos segundos o habrá una bala en tu jodida frente.

-No sé de qué me hablas, Romano. No he tenido nada que ver con lo que
haya ocurrido.

-¡Se han llevado a mi hermana y a Eros!- grito desesperado.

Morozov frunce el ceño, mete la mano en su bolsillo mirándome y saca


su móvil.

-Voy a llamar a mi espía, lo dejé en Milán por orden de Ombra- dice.

-Pon el altavoz- exijo.

Morozov pulsa el botón, me desespero más con cada toque de la


llamada. Hasta que una voz grave sale por el altavoz del móvil, habla en
ruso.

-En inglés, Vasil, estoy con Kavanagh y Romano.

-¿Romano?

-Sí, ahora somos amigos. Repite lo que me has dicho.

-Hubo una explosión dentro de la casa de los Romano. Vi a un grupo de


hombres entrar y golpear a los guardias de Tomasso Romano.

-¿Los conocías?- le pregunto.

-No, nunca los había visto. Iban capitaneados por un hombre joven,
todos italianos.

Morozov me hace un gesto con la cabeza.


-Te dije que no había tenido nada que ver con esto- me dice.

-Pakhan, esos hombres parecían los hombres de Russo- dice Vasili.

-Sigue vigilando la casa y llámame con cualquier...

Pongo la mano sobre el móvil.

-Tengo gente dentro, necesitan ayuda- le digo.

-No soy una ONG.

-Te deberé un favor.

Morozov asiente.

-Sus nombres- me dice.

-Georgina Romano, Celia Bianchi, Demarco Bianchi, Fabián Zanetti y


mi hermano, Iván Vólkov.

Los ojos celestes de Morozov se oscurecen.

-Tienen que salir vivos de allí, te juro que si algo les pasa a alguno de
ellos no tendrás tiempo para correr y esconderte de mí- lo amenazo.

-Tienes a un Vólkov- espeta.

-Iván es mi hermano, no tiene nada que ver con la Bratva, pertenece a la


'Ndrangheta. Dame tu palabra de que será cuidado. A cambio te ayudaré a
destruir a la Bratva.

Morozov gruñe y aprieta la mandíbula.

-¡Está bien!- grita enfadado.

Se pega el móvil a la boca por la parte del micrófono.


-Vasili, ya lo has oído. Saca de esa casa a esas personas y mantenlas a
salvo, si necesitan un médico busca a uno.

-Lo que ordene, Pakhan.

-Avísame cuando los tengas.

Morozov cuelga la llamada, me mira fijamente.

-Iván Vólkov- dice con asco- ¿Qué coño hace un Vólkov con la
'Ndrangheta?

-Lleva desde pequeño conmigo, lo encontré en la calle a punto de ser


violado.

Su gesto cambia, ahora ya no hay ira sino confusión.

-No tengo tiempo para contarte esta historia, debo volver a Italia para
buscar a Venus y a Eros- le digo.

-Iré contigo- dice Morozov- Necesitarás ayuda y hombres.

-Tengo hombres.

-Más hombres- insiste.

-Eres muy pesado.

-Ares, deja que te acompañemos- me dice Eamon.

-¿Y tú por qué?

-Hicimos un trato ayer, ahora somos socios.

Levanto una ceja.

-Nuestro trato no incluía esto- le digo.


-Hijo, deja que Eamon te ayude, es bueno rastreando- dice Garret- Te
vendrá bien para encontrar a tu hermana y el niño.

Asiento con la cabeza. Pronto estamos en el jet de los Kavanagh.

Mi móvil suena, rompiendo el silencio del ambiente. Lo saco y veo el


nombre de Iván parpadeando en la pantalla, deslizo el dedo para contestar y
me lo pongo en la oreja.

-Hermano, lo siento- llora- Intenté protegerlos, pero no pude.

-Cálmate. Voy para allá.

-Lo siento mucho, Ares.

-Iván, tienes que calmarte- escucho a Fabián decirle- Te están cosiendo


las heridas.

-Hermano, escúchame- le digo con firmeza.

-Vale- solloza.

-Tienes que dejar que el médico te cure.

-¿Médico?- se ríe con sarcasmo- Es un puto ruso de dos metros con


barba y barriga.

El ruso, que doy por hecho que es Vasili, protesta en su idioma. Iván se
ríe y le dice algo, se oye el sonido de algo rompiéndose.

-Iván- lo llamo- No lo provoques.

-No quiero que me toque.

-Deja. Que. Te. Cure- mascullo paulatinamente.

-Vuelve ya o lo mato.
-Estoy de camino. Tienes que ayudarme a encontrar a Venus y a Eros.

-Lo haré.

-¡Entonces deja que el ruso te cure!- rujo.

-Está bien.

Cuelgo la llamada, Morozov me observa con una sonrisa.

-¿Qué miras?- espeto.

-Tu amigo...

-Hermano- lo interrumpo.

-Tu hermano- se corrige- Me gustaría oír su historia.

-No.

-Conozco a los Vólkov, quiero conocer esa historia- exige.

-Mat, creo que no es Ares quien debe contar esa historia. Le pertenece al
otro chico- interviene Kavanagh.

Miro por la ventanilla del jet. No tengo ningún interés en contarle nada a
Morozov sobre Iván. El problema que tenga con la Bratva es de ellos, mi
hermano no tiene nada que ver. Estoy deseando llegar a Milán y ver a
mi mostriciattola, no dejo de pensar en ella, en Venus y en Eros. Juro que
como les hayan tocado un solo pelo voy a matar a todo el mundo. Dejaré
Italia sin gente, no habrá ni una sola alma paseando por la calle.

El jet aterriza unas horas más tarde, soy el primero en salir de él y subir a
mi coche. Demarco se sube en el lado del copiloto, ha traído a algunos
hombres para que recojan a Kavanagh y Morozov, también hay hombres de
ambos, que han venido con nosotros en el vuelo.

-¿Te han herido?- le pregunto a Demarco.


-Nada grave, señor, estoy listo para luchar.

Asiento con la cabeza mientras piso el acelerador. El motor ruge por las
carreteras, han llevado a Gio y a Iván a una ubicación secreta de Morozov.
El ruso tenía un lugar donde esconderse en Milán y mi padre no tenía ni
idea, es un maldito inútil como Don. La ciudad queda detrás cuando salgo
de ella, Morozov está en el coche de delante guiándonos hacia la ubicación.
Una propiedad enorme aparece ante nosotros, las rejas del portón se abren
para dejarnos pasar.

-¿Tiene esta mansión y su padre no sabía nada?- me pregunta Demarco.

Golpeo el volante con la palma de mi mano.

-¡Es un maldito inútil!- grito.

-Señor, hay algo que quiero decirle antes de que nos encontremos con los
demás.

-Habla.

-Fabián dijo algo antes de quedar inconsciente. Fue un nombre, Gino


Russo.

La ira sale disparada por cada poro de mi piel, doy un salto del coche en
cuanto lo detengo. Morozov me agarra por el brazo antes de que pueda
entrar en su casa.

-Yo te llevo hasta ellos, Morte- me dice.

Me arrastra por los pasillos hasta una habitación, los ojos llorosos de Gio
me reciben cuando la puerta se abre.

-¡Ares!- chilla- ¡Se han llevado a Eros!- llora.

Me acerco a ella y la tomo en mis brazos.

-Tranquila, mostriciattola. Lo vamos a encontrar.


Toco su muslo izquierdo con cuidado, lo tiene vendado, también tiene un
apósito en la frente.

-¿Quién te ha hecho esto?- le pregunto.

-Un hombre malo- solloza.

-Intentó proteger a su hijo y ese hombre la hirió- me dice Celia.

-Lo voy a matar- gruño.

-¿Tu hijo?- pregunta Morozov.

-No es asunto nuestro, Mat- le dice Kavanagh- Estamos aquí para ayudar
a encontrar a su hermana y al niño.

-¿Alguien ha llamado a Mauritio?- le pregunto a mis hombres.

-No, señor. No hemos tenido tiempo con tantos heridos- contesta


Demarco.

-Lo haré yo.

-¡No me toques!

Giro la cabeza hacia las puertas, Iván entra discutiendo con el ruso.

-Cazzo, Ares- suspira cuando me ve.

Lo acojo entre mis brazos, rodeando sus hombros con el brazo que tengo
libre, Iván solloza.

-La perdí, hermano.

Intento controlarme por el bien de Venus y Eros, necesito estar tranquilo


y pensar en cómo puedo encontrarlos. A ellos no les beneficia que deje salir
toda mi ira, tengo que pensar con la cabeza fría. Pero en cuanto haya puesto
a Venus y a Eros en un lugar seguro dejaré que el mundo sucumba bajo mis
pies. Los responsables de todo esto van a pagarlo caro.

-Tienes que contarme todo lo que recuerdas, Iván- le digo con toda la
suavidad que puedo.

-Gino Russo, lo vi- contesta a la vez que sorbe.

-¿Entonces no era un ataque de los rusos?- pregunto.

Morozov carraspea.

-De la Bratva- me corrijo.

-Señor- me llama Celia- Yo también vi al chico Russo, fue quien tomó a


Eros.

Cierro los ojos y respiro hondo, ese cabrón está muerto.

-¿Dónde estaban mi padre y sus hombres?- pregunto mirando a


Demarco.

-Su padre ha desaparecido también, señor Romano, no sabemos dónde


está y Gina y Lucio salieron corriendo tras el ataque, se llevaron a una dos
docena de hombres con ellos. Sólo quedamos nosotros.

Sólo quedan mis hombres más leales. La puta y su bastardo han salido
corriendo en cuanto han tenido la oportunidad y mi padre está desaparecido.
Me cree estúpido.

-Ha sido él- mascullo.

Iván me mira con el ceño fruncido y los ojos llenos de lágrimas.

-¿Tu padre se ha llevado a Venus y a Eros?- me pregunta con confusión.

-Sí, estoy totalmente seguro.


-¿Por qué haría algo así tu propio padre?- me pregunta Eamon.

-¿Hablas italiano?- le pregunto.

-Sí, entre otros idiomas. Ahora contesta, por favor.

-Nunca nos quiso, Venus y yo sobrábamos en su vida- me hace un gesto


señalando a Gio con la barbilla- Tampoco la quiere, ella es como yo. No
puede controlarla, no sabe cómo hacerlo y prefirió dejarla abandonada.

-Bastardo- espeta.

-Necesito pensar en algo y tiene que ser rápido- murmuro.

-Señor Romano- me llama Celia.

-Dime.

-Escuché algo cuando me escondí con Gio detrás de la isla.

-Habla, Celia- le insta su esposo.

Las manos de Celia tiemblan, han estado así todo el tiempo. Demarco
frota su espalda con ternura.

-Habla, mi amor, el señor Romano te escucha- vuelve a insistir.

-El chico Russo dijo un nombre, no pude oír lo que hablaba con otro de
los asaltantes, pero sí escuché bien el nombre de esa mujer.

-¿Ombra?- le pregunto.

Celia asiente con la cabeza. Mi vista salta a gran velocidad hacia


Morozov, que levanta las manos en señal de rendición.

-No tengo nada que ver, Romano. De hecho, creo que a Ombra se la
llevaron esta mañana, no creo que haya desaparecido por voluntad propia,
ella tenía mucho interés en capturar al niño.
-¿Por qué?- pregunto- ¡¿Qué puto interés tenía esa mujer en mi hijo?!

Morozov se pellizca el puente de la nariz con sus dedos.

-No creo que yo sea la persona más adecuada para contar algo así, pero
debes saber que no era un interés malo, ella quería proteger a ese niño, a tu
hijo.

-¿Protegerlo?- preguntamos Iván y yo a la misma vez.

-De Tomasso Romano- contesta Morozov.


Veintiocho
Venus
Me retumba la cabeza. Escucho a mi hijo llamarme, por más que intento
moverme no puedo, estoy atada de pies y manos. Eros está discutiendo con
alguien, me está intentando proteger. El agua helada cae sobre mí, no veo
nada, creo que tengo los ojos cubiertos con algo. Me siento mareada y
desubicada, una voz grave me está hablando, se ríe y me vuelve a echar
agua helada. Eros grita que se detenga. El frío cala en mis huesos, empiezo
a temblar, mis dientes castañean. Mi respiración se vuelve rápida y
entrecortada.

-Basta- hablo en un susurro.

El hombre vuelve a hablar, pero no logro entenderlo, su voz parece


enlatada. Levanto la cabeza en un intento de ver algo o encontrar a mi hijo.
Alguien grita de forma animal, es un quejido de dolor y protesta. Me lanzan
agua helada de nuevo y se me escapa un gemido de dolor. No sé cuánto
tiempo aguantaré esta frío.

-¡Deja a mi mamma!

Eros.

Mi niño, él no debería estar aquí. ¿Dónde está Ares? ¿Por qué no viene a
rescatarnos?

De nuevo se oye el mismo sonido, es como un animal salvaje, ruge y


grita con rabia. Mi pecho sube y baja con rapidez.

-Mamma.

-Estoy aquí, mia vita- logro decir.

-Por fin.
Conozco la voz de ese hombre, es Federico Russo. Mis ojos son
destapados de repente, su rostro aparece ante mí. Tiene una ridícula sonrisa
en la cara, en cuanto Ares nos encuentre se la borrará. Desvío mis ojos
hacia la izquierda, mi hijo está atado a una silla, como yo. Tiene sus
muñecas y sus tobillos envueltos en una soga de cáñamo, la rabia crece en
mi interior, si tiene su preciosa piel herida Federico lo va a pagar muy caro.
Mi niño me suplica con los ojos llenos de lágrimas, ojalá pudiera
levantarme de esta silla y llevármelo muy lejos de aquí, ponerlo a salvo.
Recibo una bofetada en mi mejilla sin previo aviso, Federico se ríe.

-¡Puto!- grita mi hijo- ¡No toques a mi mamma!

El bastardo de Federico se ríe de mi hijo.

-Tiene carácter, nadie podría decir que es hijo de Martino Vitale- dice
paseando de un lado a otro de la habitación.

Miro a mi alrededor, estamos en una especie de sótano, estoy segura.


Sólo hay una bombilla colgando del techo, nada de ventanas. Las cuatro
paredes que nos mantienen prisioneros a mi hijo y a mí son de color negro,
el suelo es de concreto. Huele a humedad, a sangre, a sudor.

Federico apoya sus manos sobre mis brazos, echa todo su peso sobre mí
al inclinarse hacia adelante, su cara queda a escasos centímetros de la mía.

-Deberías haberte quedado quieta. Deberías haber dejado que Cinthya se


casara con Ares, tu hijo y tú no estaríais en esta situación si hubieras
permanecido tranquila.

-Jamás me quedaré tranquila sabiendo que mi hermano está siendo


obligado a hacer algo que no quiere.

Le escupo en la cara. Mi hijo se ríe.

-Maldita zorra- gruñe Federico.

Vuelve a golpearme en la mejilla, esta vez en la otra.


-¡Bastardo!- grita mi hijo.

-¡Serás el siguiente si no te callas!- le grita Federico a la vez que se


limpia la cara.

-Toca a mi hijo y te juro que te mato- lo amenazo- No me conoces y lo


que es peor, no conoces a Ares.

-No os encontrará.

-Lo hará, mi hermano siempre sabe cómo encontrarme.

La boca de Federico se curva por un lado. No sabe lo que ha hecho al


secuestrarnos a mi hijo y a mí, Ares ya debe estar buscándonos y dará con
nosotros. Federico puede ir despidiéndose de su familia y su territorio, mi
hermano no va a dejar nada de Federico Russo en pie. Sus hijos, su esposa,
su casa, todo será reducido a ruinas.

-Morte está en camino, Federico- le digo con una sonrisa.

Me sujeta con fuerza por el pelo. El mismo sonido vuelve a surgir, la


respiración de Russo se acelera.

-¿Qué es eso?- le pregunto.

-Algo que no quieres saber, algo salvaje, peligroso.

La puerta de la habitación se abre.

-Suéltala.

Mis ojos se abren. No puede ser, él no puede haber hecho esto. Aunque,
¿de qué me sorprendo? Nunca me quiso y siempre intentó deshacerse de mi
hermano y de mí.

-Eres un hijo de puta- espeto.


Federico me suelta de un empujón. Padre se acerca a mí, sonríe como un
estúpido.

-Tenía que hacerlo, hija.

-¡No me llames así!- grito- Nunca has sido mi padre y nunca lo serás.

-Bueno, no pierdo gran cosa. Una zorra como tú no es digna de llevar el


apellido Romano.

-Mejor ser una zorra que un puto pedófilo- respondo.

Mi padre mi abofetea en la cara varias veces, siento mis mejillas


ardiendo.

-¿Recuerdas lo que Ares le hizo a tus hombres cuando me diste esos


latigazos? Ahora imagina lo que hará cuando sepa que tú has sido quien nos
has secuestrado a Eros y a mí, que me has vuelto a tocar. Puedes ir a
despedirte de tu puta, la que no está recibiendo el antídoto, por cierto.

Mi padre se ríe.

-Tengo ese antídoto, Venus. Gina ya no lo necesita más, se lo tomó todo.


Fue complicado averiguar dónde lo tenías, pero después de varias horas, lo
encontré escondido en una peluche de Eros. Un buen escondite, debo decir.
Nunca se me había pasado por la cabeza que estaría ahí, fue el último lugar
en el que busqué.

-No importa, Ares la matará- digo derrotada, con la cabeza agachada.

-Gina y mi hijo ya no están en la mansión, están en un lugar seguro con


la esposa y la hija de Federico. Están a salvo.

Se me escapa una risa de incredulidad.

-No hay lugar seguro para vosotros- le digo.

-Ares te ha sumido en la misma oscuridad en la que vive él.


Niego con la cabeza mientras me rio.

-Ares no vive en la oscuridad- me rio- Es la oscuridad. Nació y creció en


ella, si eres lo suficientemente inteligente te alejarás de él, correrás por tu
vida. Porque si hay algo constante en la vida de Ares somos Eros y yo. A su
lado el diablo es un mero bufón, hará cualquier cosa por llevarnos de vuelta
a su oscuridad. Por mantenernos ahí.

Mi padre se aleja de mí, ahora ya no parece tan valiente.

-No tenéis ni idea de lo que habéis hecho, del mal que habéis despertado-
les digo- Será mejor que empecéis a correr antes de que mi gemelo os
atrape, todo lo que amáis, todo lo que alguna vez deseasteis, cualquier cosa
en la que hayáis puesto el ojo será destruido, hasta que no quede ni un sólo
recuerdo de vosotros. Ares lo quemará todo, derribará edificios enteros por
encontrarme, por llevarme de nuevo a su lado. Corred si sois inteligentes.

Federico y él se miran el uno al otro, quizás se estén replanteando su


hazaña. Una estúpida hazaña. Se han condenado y han condenado a todos
los que los rodean.

Giro la cabeza con rapidez hacia la puerta cuando vuelve a sonar ese
ruido.

-¿Qué es eso?- vuelvo a preguntar- No parece humano.

-Dejó de serlo hace mucho- contesta mi padre.

Empiezan a sonar fuertes golpes en la puerta, como puños aporreando,


patadas, gruñidos de algo salvaje. Varias personas gritan fuera de la
habitación, esa cosa grita, un grito agudo y fuerte.

-¡Mamma!- llora mi hijo.

-Padre, deja que me acerque a Eros, está asustado.

Niega con la cabeza, luego saca su arma.


-Voy a ver qué ha hecho ahora- le dice a Federico.

-Deberías haberla matado hace años.

-Pronto estará muerta, amigo.

Ella.

Esa cosa es una mujer.

-Ombra- murmuro.

-Chica inteligente- se burla Federico.

-¿La habéis capturado?- le pregunto.

-Sí, se escapó de Rusia, tu padre la tenía en Siberia. Mató a su guardia,


después a treinta hombres, caminó por la nieve hasta el poblado indígena
más cercano, donde la ayudaron a llegar hasta la ciudad, de allí fue a
Moscú, donde conoció a Matvey Morozov y se hizo amiga de él. Es fuerte,
debo reconocerlo. Varios días por la nieve, sobreviviendo a base de
animales pequeños, zorros, liebres, pájaros. Pasando frío y sueño.

-Cállate- espeto- No me interesa escucharte, tienes una voz horrible,


Federico.

-Quizás debería entretenerme contigo, pero no prometo que me quedaré


callado, seguramente me oirás gemir en tu oído.

-Cerdo, desgraciado. ¡Tócame y haré que Ares te mate tan despacio que
desearás no haber nacido nunca!

Me agarra por la mandíbula con fuerza y me besa, la bilis sube por mi


garganta, la acidez me quema. Echo la cabeza a un lado cuando me suelta y
dejo salir el vómito. Odio que mi hijo tenga que ver esto, no deja de gritar y
llorar, se retuerce en su silla intentando liberarse. Sé que quiere venir a mí y
protegerme, pero también sé que Federico no dudará en hacerle daño si lo
intenta.
-Mia vita, cálmate- le digo- Mamá está bien, estamos bien.

Mi hijo entiende lo que le digo, su hermano y yo estamos bien, creo que


mi bebé está bien. Padre entra en la habitación dando un portazo al cerrar la
puerta, está muy enfadado.

-¿Qué ocurre?- le pregunta Federico.

-Esa puta se ha cargado a cinco hombres- espeta.

-Cazzo- murmura Federico- Creí que estaba atada.

-Se ha desatado. Espero que ahora no pueda lograrlo, le he puesto una


cadena alrededor del cuello.

El móvil de mi padre suena, lo observo tomar la llamada. Su gesto se


vuelve más duro con cada palabra que le dicen al otro lado de la línea. Mira
a Federico antes de colgar.

-Tenemos un problema- le dice.

-¿Y ahora qué?

-Ares.

Esbozo una sonrisa. Sabía que no nos fallaría.

-¿Qué ha hecho ese loco?- le pregunta Federico.

-¡No lo llames así!- grito.

Federico me da un fuerte golpe en la cabeza, la silla se vuelca de lado,


golpeando mi lado derecho del cuerpo con el suelo. El rostro de mi hijo es
lo último que veo, mis ojos se cierran solos.

Me siento pesada, cansada, tengo frío. Suspiro profunda y pesadamente,


me duelen los pulmones, la cabeza va a estallarme, el cuerpo se siente como
si un camión de una tonelada me hubiera pasado por encima. Abro los ojos
con lentitud, todo está a oscuras, sólo una fina línea de luz pasa por debajo
de la puerta, pero no es suficiente para ver en la oscura habitación.

-Mamma.

-Eros, mia vita. ¿Te han hecho algo?

-No.

Respiro tranquila.

-¿Estás bien?- me pregunta.

-Estoy bien, cariño.

-¿Y el bebé?

Sollozo fuerte, siento líquido seco entre mis piernas, no creo que mi bebé
esté bien.

-No llores mamma, papà viene a por nosotros, lo dijo el abuelo.

-¿Qué dijo?

-Que papà había traído a unos hombres a Italia.

-¿Unos hombres?

-Sí, dijo unos nombres, Kavanagh y Morozov, no los conozco mamma.

-No importa, cariño. Tu padre viene a por nosotros.

-Todo va a estar bien, mi hermano y tú estaréis bien.

Sollozo más fuerte, me duele tanto que mi pequeño esté viviendo esto,
sólo es un niño de seis años. No es justo que esté pasando por algo así,
viendo a su madre siendo golpeada, sintiendo miedo por esa mujer que está
al otro lado del pasillo, viendo como su propio abuelo quiere deshacerse de
nosotros. En cuanto Ares nos saque de aquí lo pondré entre mis brazos y lo
abrazaré tan fuerte que se olvidará de cada cosa que ha visto aquí.

-Mi niño, mi bebé.

-Estoy aquí contigo, mamma. No iré a ningún lado sin ti.

Suelto un suspiro tembloroso. Eros se parece a su padre más de lo que


imaginaba, es tan fuerte y luchador como él.

-Mamma.

-Dime.

-Esa cosa se volvió a escuchar.

-No tengas miedo, no creo que sea a nosotros a quien quiere.

-Lo sé.

-¿Lo sabes?

-Sí, el abuelo y Federico estaban hablando delante de mí cuando te


quedaste dormida.

-¿Y qué decían?

-Que ella quiere matar al abuelo y a Federico, a todos los que te han
hecho daño.

Frunzo el ceño. ¿Esa mujer quiere protegerme?

-El abuelo dijo que debería haberla matado cuando tuvo la oportunidad,
pero por estúpido no lo hizo.

-Sí, tu abuelo es un maldito estúpido. ¿Dijo algo más de esa mujer?

-Sólo una cosa.


-Dímela, cariño.

-Que la matará delante de nosotros, que te hará ver cómo mata


a Ombra para hacerte sufrir.

Niego con la cabeza. De pronto, se oye un fuerte estruendo, luego


disparos y los gruñidos y rugidos de esa mujer nuevamente. Los hombres de
fuera gritan antes de que se haga el silencio, unos pasos descalzos suenan
acercándose a la puerta. Llaman suavemente, para después empezar a
aporrear la puerta con fuerza. Golpes y más golpes a la puerta hasta que
cruje y se abre, una sombra, la figura de una mujer aparece. Veo su sombra
acercándose a mi hijo, parece que lo huele.

-Por favor, no le hagas nada- le suplico.

La poca luz que entra del pasillo me permite ver cómo gira la cabeza
hacia mí, se acerca a pasos lentos. Huele a muerte.

-Haz lo que quieras conmigo, pero deja a mi hijo- le digo.

Acerca su nariz a mi pelo, después lo acaricia y frota su mejilla por él.

-Venus- dice.

Mi piel se eriza, una corriente eléctrica recorre mi columna vertebral.

-No- sollozo- No puede ser.

-Venus- vuelve a decir- ¿Dónde está él? ¿Dónde está mi hijo, mi Ares?

-Mamá- jadeo- Tú eres Ombra.


Veintinueve
Ares
Morozov está ordenando a sus hombres que busquen fuera de Italia, ya
hace un día que se los llevaron. Anoche tuve que ir a matar a alguien,
Mauritio ha llamado esta mañana para informarme de que Carmela y él
vienen de camino, los otros dos Dones, junto a Gianluigi, están recuperando
Nápoles. Han aprovechado la ausencia de Russo para hacerse con ese
territorio. Van a devolvérselo a su legítimo dueño.

Golpeo una vez más la cara del stronzo que tengo delante. Lo atrapé en
la zona norte del muro, nos estaba vigilando, es uno de los hombres de mi
padre. Este idiota me ha contado que ha sido él quien se ha llevado a mi
mujer y mi hijo. Pero no sabe dónde está, ya lo habría soltado de ser así.

Por otro lado, las cámaras de seguridad son las que me dieron toda la
información que necesitaba. La puta y su bastardo salieron corriendo de la
mansión, tal y como Demarco dijo. Los vi huir y subirse a un coche
imposible de rastrear, mi padre se aseguró de que ellos dos estuvieran
seguros y lejos de mí. Pero los voy a encontrar y los torturaré delante de mi
querido padre, verá cómo su puta es violada por múltiples hombres, verá
cómo su hijo es torturado de formas que ni se imagina. Ya lo tengo todo
pensado y organizado, Morozov me escuchó hablando en voz alta sobre
esto y me ha dejado a cinco de sus hombres que no tienen escrúpulos para
que se follen a la puta. Del bastardo voy a encargarme personalmente. Le
voy a romper cada hueso, cada centímetro de piel será cortado, cosido y
curado, para después volver a cortarlo. Lo haré hasta que me canse, luego
los quemaré vivos. En cuanto a mi padre, bueno, para él tengo preparado lo
mejor, voy a asfixiarlo hasta que comience a alucinar, lo dejaré tomar aire y
lo volveré a asfixiar. Ya tengo la cámara de oxígeno lista, está en el sótano.
Mis hombres la han trasladado desde el almacén donde la había estado
guardando tantos años.

El cabrón delante de mí da un suspiro antes de dejar de vivir.


-Encárgate, Demarco- ordeno.

-Sí, señor.

Salgo de la celda del sótano, las puertas se abren para dar paso a
Carmela y a Mauritio. Ella viene hacia mí con los brazos abiertos, pero la
detengo.

-Hoy no- le digo.

Se detiene y asiente. No tengo tanta paciencia como para dejar que me


abrace. Mauritio se detiene junto a su esposa.

-Tenemos que hablar, hijo- me dice.

-¿A qué habéis venido?

Varios hombres comienzan a rodearlos, están alerta y con las manos en


sus armas, son doce.

-Esto no está bien, Mauritio- murmuro.

Empiezo a pasear de un lado a otro sin quitar la vista de encima de


Carmela y Mauritio. Ella parece muy nerviosa, él también lo está, aunque lo
oculta medianamente bien. Tiene algunos espasmos en el cuello, mira hacia
otros lados y luego a mí.

-Escuché cuando nombrasteis a Ombra- dice Carmela.

-Es por eso que saliste corriendo- afirmo.

-Sí. Hacía muchos años que no escuchaba ese nombre, no podía creer
que Venus y tú lo conocierais. Tuve que irme para confirmarlo, para
confirmar las sospechas que ese día surgieron en mí.

-Sabes quién es. ¡Dime su maldito nombre!- rujo.

La respiración de Carmela se acelera, Mauritio la abraza.


-¡Dímelo!

-Beatrice Romano- jadea- Ella siempre fue Ombra.

Me detengo abruptamente. Es imposible, mi madre está muerta.

-Me estás mintiendo- gruño.

Carmela niega con la cabeza.

-Conocía a tu madre muy bien. Tú y ella son muy, pero que muy
parecidos.

-Deja de dar rodeos y habla- exijo- Ninguno de estos pobres idiotas va a


detenerme si decido mataros a tu esposo y a ti.

Carmela mira a Mauritio, él asiente.

-Bea era una mujer con carácter- comienza ella- Tu padre jamás pudo
someterla, le tenía miedo, como a ti. Si te odia tanto es por lo mucho que
sacaste de Beatrice. Ombra surgió en las calles, hubo una época oscura en
Milán, estaba asediada por un asesino en serie. Alguien del que todos tenían
miedo, no había día en que Ombra no apareciera en las noticias. Todos los
muertos eran hombres de la edad de tu padre, con la misma apariencia
física.

-¿Por qué los mataba?

Carmela se encoge de hombros.

-Odiaba a tu padre. Ella nunca tuvo la capacidad de amar, no de la...

-Misma forma que un humano normal- la interrumpo- Heredé mi


trastorno de ella, de mi madre.

-Sí. Cuando Beatrice supo que estaba embarazada los asesinatos cesaron.
Su ego creció, su necesidad intrínseca de que hubiera más como ella iba a
ser posible- continúa.
-¿Cómo quedó embarazada si odiaba a mi padre?- le pregunto.

-Tu abuelo paterno, Horatio Romano, obligó a tu padre a engendrar un


heredero. Tenía que hacerlo o nombraría como el próximo Don al hijo de su
hermano.

-¿Violó a mi madre?

-Así es, Beatrice fue drogada para poder controlarla y que él llevara a
cabo su cometido.

-¿Por qué nunca se vengó de él?

Carmela sonríe levemente.

-Si algo bueno tiene vuestro trastorno es la paciencia. Esperó y esperó


hasta que supo que tú eras como ella, una copia exacta de Beatrice Romano.
Quería que tú te vengaras por ella, decía que así era más hermoso. Un hijo
asesinando a su padre por cierto tipo de apego a su madre.

-Lo vi golpearla.

-A Tomasso le gustaba hacerlo, vi tantos moretones en el cuerpo de


Beatrice que apenas puedo contarlos. Ella nunca se doblegó ante él.

-Mi padre fingió el suicidio de mi madre.

-Es lo que creemos- dice Mauritio- Es posible que todos estos años haya
estado prisionera en algún lugar de este mundo, escapó e intentó encontrar a
tu padre.

-Quería a Eros. ¿Por qué?

-No lo sabemos, hijo.

Empiezo a andar de nuevo de un lado al otro mirando a Carmela y a


Mauritio. Han estado callados varios días, sabían la verdad y decidieron
callar.
-Deberíais haberme contado todo esto en cuanto lo sospechasteis.

-Teníamos que estar seguros, Ares- dice Carmela- ¿Y si os lo


contábamos y después no era lo que pensábamos?

-¡Aun así!- grito.

Carmela se separa de su esposo, camina con dudas hacia mí.

-Tesoro, no- suplica su esposo.

-Ares, le prometí a tu madre que siempre estaría pendiente de Venus y de


ti- me dice- No quería que tu hermana se ilusionara y luego no fuese nada
más que una confusión. Lo siento, cariño.

La sujeto por la garganta, sus hombres me apuntan con las armas.

-Disparad y le romperé el cuello antes de morir- los amenazo.

-Bajad las armas- ordena Mauritio.

Desvío mis ojos hacia los de Carmela, su boca está levemente abierta
intentando tomar el aire que no le permito.

-Ares, suéltala.

Miro de reojo hacia Iván, mi amigo pone su mano sobre mi antebrazo.

-Hermano, a Venus no le gustará saber que la mataste. Te odiará por ello.

Aprieto la mandíbula, tanto que mis dientes rechinan. Suelto a Carmela


sin previo aviso, cae al suelo casi desmayada.

-Lo siento- murmura en un jadeo.

Iván pone las manos en mis hombros, distrayéndome de lo que sucede a


nuestro lado, de cómo Mauritio Médici se está apresurando en llevarse a su
esposa de esta casa.
-Lo he oído todo- me dice Iván- Vamos a encontrar a Venus y a Eros,
lograremos desenredar todo este lío. Los dos juntos, como hermanos.

-Está viva.

-Lo sé.

-Quería a Eros y no entiendo por qué.

-Debía tener una buena razón, hermano.

-Quiero matar a mi padre, tan lento y doloroso.

-Yo mismo te lo entregaré, tienes mi palabra.

Apoyo mi frente en el hombro de mi hermano, estoy agotado de luchar


contra todos y todo. Quiero a mi lado a mi mujer y a nuestro hijo, los
necesito. Ares Romano no es nada sin ellos.

Iván me abraza, no sin antes darme un beso en la sien.

-Los encontraremos- me dice.

Las horas pasan tan lento, mi cabeza da tantas vueltas a tantas cosas. Mis
hombres no dejan de buscar a Venus y a Eros. Donde sea que se los hayan
llevado, no están en Milán, han debido de trasladarlos fuera de aquí.
Observo a Iván, ha estado con los nervios crispados con Morozov rondando
por aquí. No se ha acercado a él, aunque Morozov lo ha intentado, sigue
queriendo saber por qué Iván está aquí. Kavanagh se marchó a su casa, le
surgió un problema con su hija y tuvo que irse.

Gio está ausente, físicamente está aquí, pero mentalmente no. Celia le
habla y ella no contesta, creo que está imaginando todas las formas en las
que querría clavar su cuchillo en nuestro padre. Celia me informó que se le
había escapado y la había encontrado escuchando a escondidas la
conversación con Carmela y Mauritio. Sabe que nuestro padre ha hecho
todas esas cosas, que se ha llevado a Eros, su Eros.
Desvío mi mirada de Iván a ella, está sentada en una silla mirando hacia
la nada, sus ojos fijos en un lugar de esta habitación.

La puerta se abre de golpe, Demarco entra con urgencia.

-Señor, he encontrado algo- dice sin aliento- He venido corriendo desde


el final de la calle.

-¿Qué has encontrado?

-Una cámara de seguridad, es de un vecino, le pedí que me dejara verlas.

Me entrega su móvil con un vídeo de una cámara de seguridad


reproduciéndose. Es el coche donde la puta y el bastardo se fueron, de
pronto se bajan y suben a otro.

-Es un coche rastreable, señor. Pero necesitamos a Fabián para eso,


ninguno de los otros hombres está tan capacitado como él para encontrar
ese coche.

Aprieto el dispositivo en mi mano, Fabián está inconsciente desde ayer.

-Puedo hacerlo yo- dice Morozov.

Me quita el móvil de la mano, luego teclea en el suyo, llama a alguien.

-Si alguien puede encontrar un coche esa es Frida- dice.

Empieza a hablar en ruso, Iván se pone a mi lado y me traduce.

-Le está dando el número de la matrícula- hace una pausa a la vez que
Morozov- Ahora le ordena que lo haga ya o la matará- el ruso se ríe,
supongo que está de broma con esa tal Frida.

Cuelga la llamada y me mira.

-Al norte, en la frontera con Suiza- dice- A las afueras de un pueblo


llamado Lavena Ponte Tresa.
Frunzo el ceño, no conocía ninguna propiedad a nombre de mi padre en
ese lugar, pero seguro que la compró a nombre de su puta. Es por eso que
no aparece en nuestro registro de propiedades.

-En marcha- ordeno- Demarco, reúne a todos nuestros hombres. Vamos a


ir a por esa puta y el bastardo, Tomasso Romano no tendrá más remedio que
entregarme a mi mujer y mi hijo.

Una hora y veintitrés minutos, eso es lo que tardamos en llegar a Lavena


Ponte Tresa. La casa está fuertemente custodiada por los hombres de Russo,
así que él también está aquí. No hay ni un solo hombre de mi padre, lo que
me hace pensar que lo han traicionado y se han ido. Nunca estuvieron de
acuerdo con que su puta se convirtiera en su esposa, supongo que secuestrar
a Venus y a Eros ha sido la gota que ha colmado el vaso. No sé qué habrá
sido de esos hombres, quizás hayan muerto a mano de los guardias de
Russo o hayan podido huir, en cualquier caso, no me importa. Ahora lo
único importante es capturar a la puta y al bastardo y llevármelos para
negociar con sus vidas. Si la familia de Russo está aquí terminarán muertos,
todos ellos. Quizás me lleve a su hija y la torture.

-Estamos en posición- me avisa Iván por el auricular.

-Ahora- ordeno.

Los guardias caen uno a uno por las balas del fusil de mi hermano y
Vasili. Morozov viene a mi lado, acercándonos a la puerta principal de la
casa. Agarro la mano del guardia caído y la corto con mi machete, la uso en
el panel para abrir la puerta. Morozov es el primero en disparar a los
guardias de este lado del muro. Los silenciadores en las armas nos permiten
adentrarnos sin hacer sonar las alarmas. Veo a la puta desde una ventana,
está riéndose con una mujer que no conozco, pero no es la esposa de Russo.

-Ve hacia la izquierda, yo iré a la derecha- me dice Morozov.

Le señalo hacia la puta.

-Yo me encargo de ella- me dice.


Pongo mi mano en su hombro para detenerlo.

-Aún no me has dicho qué relación tenías con mi madre. ¿Por qué la
ayudaste?

-Te lo contaré todo cuando estemos fuera de aquí.

Asiento con la cabeza. Quiero saberlo todo, por qué mi madre acudió a
él, por qué lo conocía y cómo sabía a dónde ir.

Me detengo junto a la puerta de la cocina, no hay nadie a la vista.


Deslizo la puerta corredera y entro, Demarco y diez de mis hombres vienen
detrás de mí. Caminamos en silencio por la casa, una escalera aparece a mi
derecha, le hago un gesto a mis hombres para que vayan hacia el lado
izquierdo del pasillo de arriba, Demarco y yo iremos hacia el lado derecho.
Las puertas de las habitaciones están cerradas, Demarco las abre una a una
para inspeccionar el interior. De pronto, levanta su arma y apunta hacia
dentro.

-Por favor- suplica una mujer.

-Señor- me llama Demarco- Es la esposa de Russo.

Me asomo a la habitación, Mariana Russo está sentada sobre la cama.

-Ares, no me hagas nada- suplica.

-¿Por qué no debería?

Solloza y niega con la cabeza.

-Habla o te vuelo los sesos- la amenazo.

-No tengo nada que ver en todo esto. Federico me obligó a venir aquí.

-¿La mujer que hay abajo es su amante?- le pregunto.

Asiente varias veces llorando.


-Llevo encerrada en esta habitación desde ayer. Sólo viene la criada a
darme comida.

-¿Y tu hija?

-No le importo, lo único que a ella le preocupa es su estatus y el dinero,


es igual a su padre.

-No es mi problema- le digo.

Aprieto el gatillo y disparo, la bala impacta en su frente, su cuerpo cae


hacia atrás en la cama.

-Vamos a buscar a la princesita Russo- le digo a Demarco.

Él asiente. Pasamos a la siguiente habitación, está vacía. Unos gemidos


llegan a mis oídos, me acerco lenta y silenciosamente a la puerta. Los
gemidos son de una mujer y un hombre, se oye la carne chocando contra la
carne. Abro la puerta con cuidado de no hacer ruido y miro por la rendija,
mi boca se curva por un lado. Los tengo, Lucio y Cinthya follando como
cerdos. Entro despacio, aún no se han percatado de mi presencia. Apunto
con mi arma al muslo de Lucio y disparo, el bastardo aúlla de dolor.
Cinthya intenta cubrirse, pero niego con la cabeza.

-Te vendieron como una chica virgen y eres tan puta como la madre del
bastardo- me burlo- Por cierto, hermanito, follando de esa forma dudo
mucho que hagas llegar al orgasmo a una mujer. ¿Me equivoco Cinthya?

Agacha la cabeza, Demarco se ríe.

-Padre se enterará de esto- gimotea Lucio.

-Esa es la idea, bastardo.

Demarco me entrega una cuerda y un trozo de cinta, le ato las manos y


cubro su boca con la cinta. Demarco hace lo mismo con Cinthya.

-¿Nos los llevamos desnudos?- me pregunta.


-Sí.

Cinthya niega con la cabeza, hay lágrimas cayendo por sus mejillas.
Como si me importara. Los arrastramos por el pasillo para ir de vuelta a los
coches.

-Señor.

-¿Sí?

-Debería darle el pésame a la chica.

Mi pecho vibra por la risa, pero Demarco tiene razón.

-Mi más sentido pésame por la muerte de tu madre, Cinthya.

Sus ojos se abren.

-Vamos, no te hagas la dolida- le dice Demarco- Ella misma nos dijo que
nunca te ha importado, que sólo quieres dinero y estatus.

-Y lo fue a buscar en un bastardo- me rio.

-Algunas personas suelen ser muy estúpidas- interviene Iván desde el


final del pasillo.

Le lanzo al bastardo, que cae a sus pies.

-Ahí es donde debes estar- le digo- A los pies de mi hermano.

-¿Por qué están desnudos?- me pregunta Iván.

-Estaban follando.

Iván abre los ojos como platos.

-El ruso tiene a la puta- me dice- No hay ni rastro de tu padre o Russo,


aunque vas a llevarte una sorpresa.
Mi hermano me lleva al piso de abajo, lanza a Lucio contra su madre y,
sí, me llevo una enorme y grata sorpresa al ver atados a los hijos varones de
Russo, Gino levanta la barbilla.

-Por fin te tengo en mis manos- le digo- Nos vamos a divertir mucho tú y
yo.

Su grito de rabia es amortiguado por la cinta en su boca. No tiene de qué


preocuparse, tendrá mucho tiempo para gritar, lo haré gritar tanto que su
garganta sangrará por la irritación.
Treinta
Venus
-Espera.

Tengo los pulmones ardiendo, llevamos horas caminando por el monte.


No sé dónde estamos, tengo la planta de los pies como si mil alfileres
ardiendo se me estuvieran clavando. Eros tiene las mejillas rojas, jadea
tanto o más que yo. Pero ella... No puedo ni mirarla, aún me cuesta creer
que esté aquí, viva y conmigo. Aunque no parece ella, su pelo está
enredado, lleno de suciedad, ha perdido mucho peso desde la última vez
que la vi y su mirada ya no muestra amor.

-Tenemos que seguir- me insta- Vendrán a buscarnos, tenemos que llegar


al pueblo más cercano y volver a Milán.

-¿Cómo sabes dónde estamos?- le pregunto.

Extiendo mis brazos en forma de cruz y señalo a mi alrededor.

-Es todo campo, árboles y montes.

Mi... madre mira a su alrededor, parece examinar todo con atención,


señala con su dedo índice a un lado.

-Allí- dice- Hay un arroyo, podemos parar a beber, pero debemos seguir
inmediatamente.

Asiento con la cabeza, mi hijo me toma de la mano. No ha pronunciado


ni una sola palabra desde que mi madre nos sacó de aquella cabaña.
Seguimos a mi madre hasta el pequeño arroyo que corre hacia abajo.

-Tenemos que seguir su curso- dice.

Me agacho en el arroyo, mi hijo imita mi movimiento.


-Así- le dice mi madre.

Pone sus manos en forma de cuenco, coge agua y bebe de ella, Eros hace
lo mismo.

-Bebe agua, Venus, no sabemos lo largo que es este arroyo.

En cuanto la primera gota de agua toca mi boca siento alivio, bebo hasta
saciarme, con los ojos de mi madre puestos sobre mí.

-Te has convertido en una mujer tan hermosa- me dice acariciando mi


pelo.

-Él lo cortó, lo tenía tan largo como tú, quería honrar tu memoria.

-Sólo es pelo, principessa.

Se me escapa una lágrima. Mi madre se saca un cuchillo de la manga y


se corta el pelo por los hombros.

-No es nada- dice- Ares y tú siempre lo fuisteis todo.

Me lanzo a sus brazos, el llanto sale con fuerza de mí mientras mi madre


trata de consolarme acariciando mi pelo con ternura y tararea la canción de
cuna que nos cantaba a mi hermano y a mí cuando éramos pequeños.

-Tengo miedo, mamá- sollozo.

-Estoy aquí, no voy a permitir que os pase nada a tu hijo y a ti.

-Estoy embarazada, creo... Siento algo seco entre mis piernas. No quiero
mirar.

-Déjame a mí.

Me separo de ella, desabrocho el botón de mi pantalón vaquero y lo bajo,


mi madre toca el interior de mis muslos a la vez que me examina.
-No es sangre, puedes estar tranquila, principessa.

Un peso se quita de mis hombros.

-Parece...- suelta un fuerte gruñido, los pájaros salen volando.

-¿Mamá?- pregunto asustada.

-Semen- gruñe.

Frunzo el ceño. No han podido violarme, me habría despertado.


¿Verdad? Mi pulso se acelera.

-Venus, tienes que dejar que te examine bien.

Mis ojos se desvían a mi hijo, está pendiente de nosotras.

-Eros, ve a buscar alguna piedra o algo- le dice mi madre.

-Ve, mia vita, pero no te alejes demasiado.

Mi hijo asiente. Me tumbo de espaldas sobre la hierba, mi madre me


quita el pantalón y las bragas y me abre de piernas.

-Tranquila, principessa, mamá está aquí. Todos los monstruos caerán.

Respiro hondo y suelto el aire, lo hago varias veces. Intento distraerme


pensando en Ares, cuando nos reencontremos lo voy a abrazar tan fuerte
que nunca más lo soltaré. Quiero estar en sus brazos, a salvo, feliz.

-Ya está.

Abro los ojos ante la voz de mi madre.

-No hay nada dentro- dice.

-¿Se han corrido sobre mí?


-Sí, es lo que parece.

-¡Hijo de puta!- grito- Ha sido Federico Russo.

Mi madre me arregla la ropa, me ayuda a ponerme en pie.

-Cuando Ares se entere- murmuro.

La mano de mi madre se posa en mi mejilla, esboza una leve sonrisa.

-Eros se parece tanto a su padre.

Se me escapa un jadeo.

-¿Qué?- pregunto.

-Lo sé desde antes que vosotros os dierais cuenta. Nacisteis para ser el
todo del otro.

-Mamma, he encontrado esto.

Miramos a mi hijo, tiene una piedra afilada en la mano.

-Oh, eso es genial- le dice mi madre- ¿Sabes usarla?

Eros niega con la cabeza, mi madre se inclina hacia adelante y le da un


toque en la nariz con su dedo índice.

-La abuela te enseñará a usarla- le dice- Te enseñaré muchas cosas.

-Quiero ir con mi papà.

Mi madre le ofrece la mano.

-Te llevaré con él- le dice.

-¿Mi mamma está bien?- ella asiente- ¿Y el bebé?


-También, ambos están perfectos. Tenemos que protegerlos hasta que
encontremos a Ares.

-Vale, abuela- contesta tomando su mano.

Mi corazón da un vuelco. Lo que nunca imaginé está ocurriendo, soñé


tanto con que Eros la conociera, pensé que jamás tendría una abuela y ahora
ella está aquí.

Tomo la otra mano de mi madre, ella sonríe. Caminamos hacia abajo por
el monte, no sé cómo sabe dónde estamos o cómo puede guiarse entre
tantos árboles, pero lo hace.

-Tengo tantas preguntas- le digo.

-Lo sé, principessa y contestaré a todas.

-¿Qué pasó? Padre nos dijo que te habías suicidado.

-Ya ves que no es verdad. Quería tener vía libre con esa puta.

-Gina- suspiro.

-Una niña, tu padre es un maldito enfermo. Pero la psicópata soy yo- se


ríe.

Frunzo el ceño y me detengo abruptamente.

-¿Psicópata?- le pregunto.

-Ares no es el único especial en la familia- sonríe- Me gustaría hablar de


eso con él presente, si no te importa, creo que merece conocer su origen, de
dónde viene todo.

Asiento con la cabeza.

-Por favor, sigue contándome qué pasó.


-La noche antes de mi supuesta muerte, tu padre me drogó, como había
hecho otras tantas veces. Me llevó lejos de la mansión y me obligó a
escribir esa carta, me amenazó con mataros a Ares y a ti.

-Pero tú... No nos amas.

-Todo lo contrario, sois mi mayor creación, Venus. Cuando supe que


estaba embarazada fue el día más feliz de mi vida. No voy a mentirte, no os
amaba de una forma convencional, pero erais una extensión de mí. Me
disgustaba saber que también erais parte de Tomasso, pero decidí obviar esa
parte y centrarme en vuestra sangre Trevisan, la mía. Cuando nacisteis
conformé que sólo os parecíais a mí, no teníais nada de ese bastardo
abusador- abro la boca para hablar, pero mi madre me detiene- No voy a
darte detalles de vuestra concepción, no necesitas saberlo.

El sonido de varios coches capta nuestra atención.

-Corred- ordena mi madre- ¡Corred!

Mi madre nos arrastra a Eros y a mí corriendo arroyo abajo. Las voces


de algunos hombres suenan detrás de nosotros, juraría que he oído la voz de
mi padre y de Federico Russo, pero no puedo mirar hacia atrás sin
tropezarme. Una bala impacta en el tronco de un árbol, ahora estoy segura
de que es mi padre quien grita, nos ordena que nos detengamos. Mi madre
corre más rápido, haciendo que Eros y yo prácticamente seamos arrastrados
por el suelo por ella.

Nos detenemos abruptamente cuando chocamos contra un enorme


cuerpo, su olor se filtra por mis fosas nasales, inmediatamente me siento en
casa, a salvo. Rodeo su cintura con mis brazos.

-¡Papà!

-Detrás de mí- ordena mi hermano.

Mi madre me obliga a soltarlo y ponerme detrás de él, como ha


ordenado. Iván me guiña un ojo.
-Atentos- dice mi hermano.

Escucho la risa de padre.

-Se acabó, padre- dice mi hermano.

-Somos más, hijo.

Ares se ríe, los arbustos que nos rodean se mueven, más de veinte
hombres salen de entre ellos, sólo reconozco a los de mi hermano.

-Matvey- murmura mi madre.

Uno de esos hombres le guiña un ojo.

-Ombra, me alegra volver a verte- contesta con acento ruso.

Giro la cabeza con rapidez hacia Iván, que niega con la cabeza.

-No son esos rusos- dice.

-¡Entrégamela!- grita padre- Dame a esa zorra que os trajo al mundo a


Venus y a ti.

-¿De verdad crees que voy a entregarte a mi madre? La has tenido


dieciocho años, ahora le toca a mi hermana disfrutar de ella.

Agarro la camisa de mi hermano, se arruga en mi puño.

-Acabemos con esto, entregad las armas- dice Ares.

-No nos rendiremos tan fácil- contesta Federico.

Escucho a Iván reírse.

-¿Y ese por qué se ríe?- pregunta Russo.


-¿Cómo crees que hemos llegado hasta aquí?- le pregunta Iván- Tu hijo
cantó como una cotorra en cuanto Ares le puso una mano encima a tu hija.

-¡¿Has tocado a mi hija?!- grita Russo.

-Y aún no he acabado con ella- contesta mi hermano.

Tiro suavemente de su camisa, me mira por encima del hombro.

-Creo que Russo se corrió entre mis muslos cuando me dejó


inconsciente- susurro.

Los ojos azules de mi hermano se oscurecen, dispara a Russo en las dos


rodillas.

-¡Agarradlos a todos!- grita- Ruso es mío.

Mi hermano se gira, acuna mi cara entre sus manos y besa mis labios.

-¡Malditos enfermos!- grita padre.

-Ven con Iván, amore. Iré enseguida- me dice mi hermano, ignorando los
gritos de nuestro padre.

-Ven conmigo, principessa.

Iván me toma de la mano, hace lo mismo con Eros, pero no camino muy
lejos, me quedo observando la escena. Mi madre no se mueve de su sitio,
observa cómo Demarco y otro hombre reducen a mi padre, una sonrisa se
dibuja en su rostro. Su pesadilla ha terminado, ha estado dieciocho años
encerrada, Dios sabe en qué condiciones. Ares se gira hacia ella, mi madre
pone una mano sobre la mejilla de mi hermano.

-Ya no eres un niño- le dice ella.

-La he estado cuidando, como te prometí.

-Lo has hecho bien, principino. Has hecho muy feliz a tu madre.
Mi hermano la rodea a nuestra madre con sus brazos, ella hace lo mismo,
lo abraza por la cintura.

-Vayamos a casa, mamá- le dice- Tenemos mucho que hacer.

-Sí, ahora eres el Don de la 'Ndrangheta. Una nueva era comienza.

Los ojos de mi hermano se posan sobre mí. Ahora él es quien manda


sobre el norte de Italia, un nuevo Don acaba de surgir, un asesino
gobernando, un psicópata obsesionado con su hermana gemela. La
oscuridad gobernará en Italia durante un largo periodo.

Mi hijo llama mi atención tirando de mi dedo meñique.

-Dime, mia vita.

-Tengo que contarle algo a papà.

Frunzo el ceño.

-¿Qué tienes que contarme, Eros?

Mi hijo tuerce la boca a la derecha y luego a la izquierda, su vista salta


de mí a su padre y al revés. Ares y yo nos miramos, él se agacha para estar a
la altura de nuestro hijo.

-¿Quiere decírmelo al oído?- le pregunta.

-Sí.

La espalda de mi hermano sube y baja, lo que sea que le esté contando


Eros no debe ser nada bueno. En cuanto se pone de pie, Iván y yo tenemos
que sujetarlo para que no cometa un error aquí.

-¡Soltadme!- nos grita.

-Cálmate- le dice Iván- No hagas esto, le darás lo que quieren, merecen


sufrir.
-¿Has oído lo que Eros le ha dicho?- le pregunto.

Iván asiente. Miro a mi hijo, sus mejillas están sonrojadas y agacha la


cabeza de inmediato. Tomo a mi hermano por la mandíbula y lo obligo a
mirarme.

-¿Qué te ha contado?- exijo saber.

Inclina la cabeza levemente hacia un lado mientras aprieta la mandíbula.

-Ares- advierto.

-Vio a Federico corriéndose entre tus muslos, luego lo hizo el bastardo


que nos engendró.

No tengo mucho tiempo de reaccionar, el vómito sube desde mi


estómago hasta mi garganta, giro la cabeza con rapidez, mi madre me sujeta
el pelo.

-Calma, principessa, mamá lo arreglará todo- me dice con suavidad.

Frota mi espalda con su mano a la par que sigue repitiendo las mismas
palabras una y otra vez. Me siento exhausta, cansada y mareada.

-Ares, tu hermana necesita un médico- dice Iván.

-La golpeó mucho, papà- dice Eros- En la cara y en la cabeza, después la


tiró con la silla. Mamma lloró mucho.

Las lágrimas caen por mis mejillas, me siento tan humillada. Ares me
toma entre sus brazos, me duele el pecho, siento tanta presión.

-Los haré pagar, amore. Esto no quedará así.

-Quiero ir a casa, por favor.

Ares entra en el coche conmigo en su regazo, sus besos en mi cabeza


alivian el dolor de mi alma, pone su mano en mi vientre.
-Iremos directos al hospital para que te hagan una ecografía- me dice-
¿Quieres ver a nuestro bebé?

Una sonrisa se dibuja en mi rostro, Eros se pone de rodillas en el asiento


para darme un beso en la frente.

-Papà y yo cuidaremos de ti.

-¿Dónde está Gio?- pregunto en un hilo de voz.

-Celia la está cuidando- contesta Ares- Os extraña.

-La hirieron- dice Iván.

Eros gira la cabeza con rapidez hacia su tío.

-Está recuperándose, piccolo.

-Quiero ir con ella- dice con tono triste.

-Le diré a Celia que la lleve al hospital- responde Ares.

-Gracias, papà.

Poso mis ojos sobre mi madre, tiene el ceño fruncido.

-¿Quién es Gio?- pregunta.

-Es hija de Gina y padre- contesto- Pero ella no tiene nada que ver con
ellos, mamá, te lo prometo.

Su rostro se ha vuelto duro.

-Mamá, sólo tiene cuatro años.

-Gio es buena, abuela- le dice Eros.

-Es hija de esa puta- espeta.


-Gio es como nosotros, mamá- le dice Ares- Ella está bajo mi protección,
nadie puede tocarla. ¿Entendido?

Mi madre asiente con la cabeza, aunque no parece muy convencida. Esto


no va a ser fácil, ella acaba de salir de un encierro de dieciocho años y odia
a Gina y todo lo que tenga que ver con ella. Debo proteger a mi pequeña,
ella no es culpable de nada de lo que su madre hiciera, nunca estuvo de lado
de ellos y nunca lo estará.

-Gio me pertenece- gruñe mi hermano- Es tan hija de Venus y mía como


Eros y el bebé que viene en camino.

Le doy un beso en el pecho mientras sonrío. Adoro que sea así con
nosotros.
Treinta y Uno
Ares
Literalmente ardo en deseos de comenzar a destrozar la piel de los
bastardos que han hecho daño a mi mujer. Por fin puedo llamarla así
libremente, somos libres después de tantos años. Mi ascenso como Don de
la 'Ndrangheta me da la libertad de cambiar las cosas, Venus será mi esposa
antes de que nuestro bebé nazca.

Acaricio la piel del vientre de Venus, la doctora le ha estado haciendo


algunos análisis desde que hemos llegado al hospital de la 'Ndrangheta.
Venus se ha quedado dormida en cuanto se ha tumbado en la camilla a la
espera de la ecografía. Tiene moratones en el brazo derecho y las mejillas,
sobre todo bajo el ojo izquierdo, en el pómulo. Eros dijo que Federico la
había abofeteado muchas veces y la tiró de la silla. Pienso hacerle el doble
de lo que le haya hecho.

Mi madre está siendo tratada en la habitación de al lado. Iván está con


los niños en el pasillo, Gio y Eros no se han separado ni un sólo instante
desde que llegamos.

Me inclino hacia adelante y beso el vientre de Venus, apoyo mi frente


sobre él.

-Gracias por aguantar- susurro- Nunca más volverás a sufrir, piccolina.

Una mano se posa en mi nuca, me hace cosquillas suavemente con las


uñas.

-Tienes muy claro que es una niña- me dice.

-Sé que lo es.

-Eros y yo queremos un niño, otro principino.


Niego con la cabeza, va a ser una niña y será como yo, la enseñaré a ser
una asesina, igual que lo será su hermano mayor algún día e igual que lo
será Gio. Ella dos trabajarán para Eros cuando crezcan y el miedo a los
Romano reinará en Europa. Cada vez que se escuche nuestro apellido el
mundo temblará.

La doctora Merino y su enfermera entran en la habitación.

-¿Ha descansado?- le pregunta Merino a mi mujer.

-Sí, me ha venido bien dormir un poco.

-Voy a hacerte la ecografía, la analítica ha salido bien, no hay nada fuera


de lo común.

Venus sonríe, acaricio su mejilla con mis nudillos. Observo con atención
a la doctora encender el ecógrafo, su enfermera la ayuda a abrir las piernas.
Aprieta mi mano cuando le introduce el aparato en la vagina, recuerdo
cuando estaba embarazada de Eros que nunca le gustaban este tipo de
ecografías.

-Ya está- le dice la doctora.

De inmediato veo la pequeña bola en la pantalla, mi boca se curva por un


lado. Ahí está mi pequeña asesina.

-Cinco semanas y dos días- dice la doctora- El tamaño y el peso están


bien.

Venus suelta un suspiro, durante todo el camino estuvo muy preocupada


por nuestro bebé. Me comentó que nuestra madre la había revisado porque
había sentido algo seco entre las piernas, era el semen de Russo y nuestro
padre, algo por lo que los haré pasar un puto infierno. No sólo se atrevieron
a cometer tal acto atroz a mi mujer, sino que lo hicieron delante de nuestro
hijo. Eros es un chico fuerte y valiente, pero odio que haya tenido que ver
esa situación con su madre. Me llaman enfermo a mí, pero jamás haría algo
así con mis hijos. Tomasso Romano va a pagar por cada delito que haya
cometido contra mi mujer y mi hijo, Federico Russo pagará por haberla
golpeado, por haberse atrevido a mancillar su cuerpo, su preciosa piel.

Ayudo a mi mujer a bajarse de la camilla.

-Vaya a casa, señora Venus, coma bien y descanse todo lo que el cuerpo
le pida- le indica la doctora- Nos volveremos a ver en dos semanas y
haremos una nueva ecografía, deberíamos asegurarnos de que sólo venga un
bebé dado sus antecedentes. Aunque sólo he visto un embrión, no puedo
fiarme.

Venus asiente con la cabeza, la doctora se dirige a mí.

-Don, creo que el doctor que está atendiendo a su madre requería de su


presencia, había algo importante que quería hablar con usted.

Venus me mira con preocupación. Salimos de la habitación, el médico


que atendía a mi madre nos espera fuera.

-Acompáñenme, por favor- nos dice.

Lo seguimos por los pasillos del hospital hasta su despacho. Cierro tras
de mí, mi hermana se sienta en la silla al otro lado del escritorio, el doctor
Dalmasso se sienta en su silla y abre una carpeta.

-Su madre no está bien- nos informa- Tiene desnutrición, muchos huesos
rotos y mal curados, muñeca derecha, costillas, ambas rodillas. Pero la
fisura que más me preocupa es la del cráneo, podría sufrir consecuencias a
largo plazo. Dado que no ha querido hablar en todo el proceso, no podría
afirmar cuándo o dónde se hizo la fisura. Aunque el conjunto de lesiones
indica que ha sido golpeada con frecuencia.

-¿Qué consecuencias podría tener esa fisura?- pregunta mi mujer.

-Convulsiones, pérdida de conocimiento, inquietud, irritabilidad, dolores


de cabeza, entre otros síntomas. Debería ser tratada por un neurólogo. Hay
algo más, hice un estudio ginecológico, tuve que sedarla un poco para que
me lo permitiera, agredió a dos enfermeras. Se negó a que la examinara una
mujer, tuve que hacerlo por su bien.

-¿Algo malo?- le pregunto.

-Muy malo, de hecho. Presenta lesiones en la vagina y cervicitis, que es


la inflamación del cuello uterino. Lo primero es debido a múltiples
violaciones y abortos, lo que también provocó algunas lesiones en el útero.
La cervicitis se debe a una enfermedad de transmisión sexual, en su caso es
la gonorrea. Ya he comenzado con el tratamiento pertinente para su
curación. En cuanto a lo otro sólo necesita tiempo y descanso.

Venus solloza, se tapa la cara con las manos y niega con la cabeza.

-Lamento no ser portador de buenas noticias. Les recomendaría terapia


para su madre, los horrores que haya vivido sólo los conoce ella y se ha
cerrado, debe hablarlo para sanar su mente.

-Gracias por todo. ¿Podemos llevar a nuestra madre a casa?- le pregunto.

-Sí, por supuesto. Les daré la receta de los medicamentos que va a


necesitar. Recuerden que debe comer bien hasta volver a su peso.

Asiento con la cabeza.

-Don, conozco a su familia desde que ustedes nacieron, llevo años


trabajando para la 'Ndrangheta, su madre siempre fue la indicada para ser la
esposa. Tiene todo mi apoyo y el de mi personal médico.

Le agradezco con un gesto leve de mi cabeza. Tomo a Venus del brazo


con suavidad, me rodea la cintura en el momento en que está de pie.

-Vayamos a casa, amore. Tenemos mucho de lo que hablar.

En cuanto entramos en el coche, Gio y mi madre se miran fijamente, por


más que hemos intentado que se dejen de mirar no cesan. Es como si
tuvieran una guerra entre las dos, algo de lo que sólo ellas son partícipes. A
Eros parece hacerle gracia, no ha dejado de reírse, lo ha llamado duelo de
leonas.

-¿Ella es como nosotros?- me pregunta mi madre sin dejar de mirar a


Gio.

-Sí- contesto.

-¿La han diagnosticado?

-Lo hice yo.

Mi madre levanta la barbilla.

-¿Sabes quién soy, niña?- le pregunta.

Gio se encoge de hombros.

-Me da igual- responde- Yo soy Gio y soy una mostriciattola.

Mi boca se curva por un lado, es mi mostriciattola. Veo a mi madre


sonreír, pero inmediatamente vuelve a ponerse seria.

-Soy Beatrice Trevisan, hija de un antiguo Don de la región de Trento,


antes de que tu abuelo y tu padre, Horatio y Tomasso Romano se
aprovecharan de su enfermedad y conquistaran su territorio.

Gio arruga el entrecejo y los labios, poniéndolos de morro. Se cruza de


brazos, ahora está enfadada, muy enfadada.

-¡No es mi padre!- chilla.

-¿No? ¿Y entonces quién es tu padre, niña?

Gio me señala con su pequeño y delgado dedo, hace reír a Venus.

-Ese es mi hijo, no tu padre- le dice mi madre.


-Basta, mamá- le suplica Venus- Es una niña y Ares y yo la estamos
criando, puede decir libremente que somos sus padres.

Gio le saca la lengua, la tomo en mis brazos y le doy besos por todos
lados, haciéndola reír a carcajadas.

-Mi mostriciattola. Un día serás tan mala como yo- le digo.

-Y mataré a gente- dice convencida.

-Mierda, hermano, vas a crear un monstruo- se ríe Iván.

-Mi monstruo- digo con una sonrisa a la vez que miro a Gio a los ojos.

Ella aprieta mis mejillas con sus manos.

-Eres un monstruo bonito- me dice- Y yo una mostriciattola fea.

-¡No!- grita Eros con enfado- No eres fea Gio, eres la mostriciattola más
guapa del mundo.

Venus e Iván se ríen a carcajadas, escucho a Demarco reírse también


mientras conduce.

La mansión aparece al final del camino, mi madre se empieza a poner


ansiosa. Puedo verlo en su respiración agitada, intenta desviar la mirada
hacia otro lado que no sea la casa. Venus entrelaza sus dedos con los de ella,
parece relajarse un poco.

-Estamos bien, mamá. Él ya no está ahí- le dice.

-Lo sé, es que hace mucho tiempo que no piso esta casa.

-Es tu casa, mamá, siempre lo fue. Ha sido limpiada por los empleados,
no hay nada que pueda recordarte a ellos.

Mira a Gio con furia.


-Eso está fuera de discusión- espeto- Te lo dije, es mía, no tiene nada que
ver con la puta.

-Mamá, Gio es inocente, la tenían abandonada. Ares y yo nos hicimos


cargo de ella por ese motivo. Siempre estaba sucia y hambrienta, su
hermano la golpeaba y ella ni siquiera entendía nada de lo que le hacía.
Apenas hablaba cuando la llevamos con nosotros, ahora habla hasta por los
codos- le dice Venus- No te pido que la trates o la quieras, sé que eso es
imposible, pero, por favor, no le hagas daño, ya ha sufrido bastante y es
sólo una niña de cuatro años.

Desvía la mirada hacia otro lado sin contestar a la vez que suelta la mano
de Venus, que se acurruca en mi costado. Respiro hondo varias veces, mi
hermana debe notar mi malestar porque acaricia mi antebrazo con sus
dedos. Hoy no es el mejor día para hacerme enfadar, ya estoy bastante
enfadado y con ganas de torturar y asesinar a alguien.

El coche donde va Morozov con cuatro de mis hombres se detiene en la


entrada de la casa.

Mi padre, su puta y los demás fueron enviados al almacén, cada uno en


una celda. Atados y sedados hasta que yo vaya para comenzar con la
tortura.

Ahora quiero saber por qué mi madre quería a Eros, por qué su alianza
con Morozov y cómo lo llegó a conocer. Quiero saberlo todo.

Venus se sienta en el sofá, Celia viene corriendo hacia ella.

-Señora Venus. ¿Se encuentra bien?

-Sí, Celia, estamos bien- contesta frotándose el vientre.

Celia suelta un suspiro entrecortado.

-Pasé mucho miedo por usted y su hijo- dice con la voz rota- Me alegra
que hayan vuelto sanos y salvos.
-Gracias, Celia.

Celia me mira, luego a mi madre, sus ojos se abren. Celia es demasiado


joven para conocer a mi madre, pero debe haber visto el gran parecido entre
ella, mi hermana y yo.

-Beatrice Romano- la presento- Mamá, ella es Celia, la esposa de


Demarco y nuestra empleada más fiel.

Mi madre asiente.

-Encantada, Celia. ¿Dónde están Gracia y Jacinta?

-Padre las echó cuando moriste- responde mi hermana- Contrató a gente


nueva para que sirvieran a su puta.

-Ya no están, ahora Celia es la ama de llaves de esta casa y


contrataremos a un nuevo personal para que se encargue de ayudarla.

-Gracias por su confianza, Don- me dice Celia con una sonrisa.

-Ve a preparar algo de comer, mi mujer y nuestra madre necesitan


alimentarse- le ordeno.

No se me escapa la gran sonrisa que se dibuja en el rostro de Celia


cuando me he referido a Venus como mi mujer delante de todos. Es
liberador poder hacerlo, ya no tenemos de qué escondernos.

-Siéntate- le ordeno a mi madre- Tienes mucho que contarnos- ahora


miro a Morozov- Tú también, Pakhan- me burlo.

Me hace una reverencia contestando a mi burla. Iván se sienta con Eros y


Gio al lado de Venus, entrelazan sus dedos, si no fuese él quien la ha tocado
ya estaría muerto.

-Voy a ir directo al grano- digo- ¿Por qué querías a Eros, mamá?


Se frota los brazos, Morozov le pasa un brazo por encima de los
hombros.

-Tomasso me mintió- comienza a hablar mi madre- Me contó que Venus


había tenido un hijo, un niño llamado Eros, lo había nombrado así en honor
a su tío, tú. Dijo que ella había muerto en el parto y que tú- me señala con
su dedo índice- Te habías vuelto loco y ya no estabas en Italia, sino por el
mundo asesinando a gente.

-¿Y te lo creíste?- le pregunto.

-No tenía nada más en lo que creer, Ares. Estaba encerrada, sin noticias
del exterior. Excepto algunas cosas que escuchaba de mis custodios, aprendí
ruso con los años. Cada día que pasaba lo entendía mejor, no dije nada para
seguir oyendo las conversaciones. En una de esas fue que escuché el
nombre de Matvey Morozov. Los guardias hablaban de él con desprecio, los
imbéciles dieron tantos detalles que cuando lo encontré es como si ya la
conociera de antes. Le conté toda mi historia, le prometí destruir a la Bratva
a cambio de que me ayudara a recuperar a mi nieto. No podía dejar que
Eros se criara con ese maldito monstruo.

Me cruzo de brazos, la historia tiene sentido.

-Ella dice la verdad- la apoya Morozov.

-¿Por qué aceptaste su trato?- le pregunta Iván- No tiene nada.

-Oh no, chico Vólkov, en eso te equivocas. Ella tiene algo muy valioso.

-Es una psicópata- respondo- Querías aprovecharte de su trastorno.

-No, no. Aprovecharme no, hicimos un trato. Ella haría algo por mí y yo
por ella.

-Ares, Mat no es malo- me dice mi madre.

Me rio con ironía.


-Y me lo dices tú, que te casaste con Tomasso Romano.

-Ares- advierte mi hermana.

-Ya sé que fuiste obligada- espeto- Pero podrías haberlo matado y no lo


hiciste.

Se pone de pie de un salto, hay mucha ira en sus ojos.

-Tu padre tenía prisionero a mi padre. Horatio Romano me obligó a


casarme con su hijo a cambio de cuidar de mi pobre padre enfermo. ¡Le
robaron el territorio a los Trevisan! Ese maldito viejo lo tenía todo
planeado, quería Italia al completo. Yo era la llave para ese reino de poder
que tanto soñaba.

Frunzo el ceño. Mi madre señala a Gio.

-¿Sabes por qué tiene el mismo trastorno que tú?- me pregunta- Porque
tu abuelo, Horatio, lo padecía, era un jodido psicópata. Supo de mí a través
de otros, en su maldita mente tenía la fantasía de crear un ejército de
psicópatas. Tu padre tenía los componentes en sus genes, aunque no el
trastorno. Esa niña lo heredó de los Romano, tú de ambas partes. Eres el
sueño de Horatio Romano. Para él fue una auténtica desgracia que muriera
antes de poder utilizarte a su favor, espero que Satanás lo tenga en su gloria.

Mi madre se sienta de nuevo en el sofá, Morozov frota su espalda con


suavidad.

-Horatio Romano no contaba con algo- le digo.

-¿Con qué?

-Que yo sólo me doblego ante mi mujer, ante Venus Romano.


Treinta y DoS
Venus
La casa está siendo reformada, no quiero que haya nada que me recuerde
el horror que se vivió aquí una vez. Desde ahora sólo existirá la paz y la
nueva generación Romano. Ares ya ha sido nombrado oficialmente como
Don de la 'Ndrangheta. Esta noche será su primera fiesta, una que se hace
cada vez que hay un nuevo Don en el poder. La celebraremos en la sala
principal, las obras no han comenzado aún en ese lado. Hoy seré presentada
como la prometida de mi hermano. Hubo una reunión con todos los Dones,
incluido el nuevo Don de la Camorra, los Natale vuelven a su lugar. En la
reunión se habló sobre Ares y yo, sobre nuestra relación. Aunque al
principio se mostraron dudosos, terminaron aceptando que era mejor esto a
que una puta fuese la esposa del Don. De hecho, Moretti mencionó que la
sangre del heredero Romano sería la más pura hasta el momento.
Estupideces de viejos arcaicos, pero una estupidez que me conviene y voy a
aprovechar.

Han pasado cinco días desde que mi hermano nos rescató en el monte.
Estábamos en la frontera con Suiza, Ares nos encontró gracias a la lengua
suelta de Cinthya, le contó sobre la cabaña y Ramiro se encargó de rastrear
el teléfono de mi padre. Llegaron justo a tiempo, creo que Federico y mi
padre nos habrían vuelto a apresar si no hubieran llegado.

Estos días han sido muy tensos. A mi madre le cuesta adaptarse a su


nueva vida, Matvey la está intentando ayudar, es obvio que él tiene
sentimientos por ella y que ella siente algo de apego por él, no lo sé, lo que
sé es que él es el único que logra controlarla cuando le dan las crisis, sobre
todo por las noches. Ares la ha puesto en el ala que un día me perteneció, no
quería que estuviera en su antigua ala, la que compartía con mi padre. He
intentado hablar con ella sobre los abusos que mi padre le infligió, no da su
brazo a torcer, está cerrada con ese tema.
En cuanto a la tortura de todos los que nos hicieron daño, Ares aún no ha
comenzado, se está tomando su tiempo. Lo llama tortura psicológica, va a
verlos todos los días, se queda un rato con ellos y después se marcha sin
decir nada. Quiere esperar a establecer su nueva posición como Don de la
'Ndrangheta, que todo esté más calmado para empezar a torturar a nuestro
padre. Matvey y Vasil van a ayudarlo, Iván se ha abstenido de participar,
dijo que prefería cuidarnos a los niños y a mí. Está muy afectado desde que
nos secuestraron, se culpa por ello y, en parte, creo que tampoco quiere
estar cerca de Matvey. Quien ha estado muy insistente en conocer más
sobre la historia de Iván, aunque nadie le cuenta nada.

Ares me besa el vientre, sacándome de mis pensamientos. Hoy cumplo


seis semanas de embarazo, he estado muerta en vida con las náuseas, la
doctora dijo que adelantaríamos la cita de la próxima ecografía y ver si
llevo gemelos en mi vientre.

Se me escapa un gemido, Ares muerde el interior de mi muslo,


acercándose lenta y dolorosamente a mi entrepierna. Apenas hemos tenido
tiempo para nosotros, los únicos ratos que hemos podido estar a solas me he
quedado dormida. Me gira con cuidado sobre el colchón y levanta mi culo,
ya estoy goteando por él, sintiendo esa enorme necesidad de tenerlo en mi
interior. Me baja las bragas muy, pero que muy, lento. Me besa las caderas y
las nalgas, luego me da una larga lamida en mi coño.

-Te necesito, Venus.

-Y yo a ti, hermano.

No importa que vaya a convertirme en su esposa, no importa que


tengamos seis o diez hijos, siempre será mi hermano mayor, mi gemelo. Y
yo siempre seré suya.

Me penetra tan deliciosamente, tan duro y rápido. Se mueve brusco, pero


con cuidado, aún en su descontrol me cuida. Me clava los dedos en las
caderas y sé de inmediato que me dejará marcas, unas marcas que adoro
llevar en mi piel. Sale de mí sin previo aviso, se sienta en la cama y me
sube encima de él. Me sujeta por el culo con sus manos apretando con
fuerza mi carne y ayudándome a subir y bajar por su longitud. Me abrazo a
su cuello, mi mejilla pegada a la suya, ambos estamos jadeando y gimiendo.
Extrañaba demasiado estar así con él, tener este momento para nosotros.
Ares me muerde el hombro, mi orgasmo explota con tanta fuerza que
empiezo a ver pequeñas luces detrás de mis párpados. Su gruñido gutural
me avisa de que también se está corriendo.

-Tengo algo para ti- susurra sin aliento.

Agarra una caja de debajo de su almohada sin salir de mi interior. Un


precioso anillo de compromiso con una piedra negra en su centro y algunas
más pequeñas a ambos lados. Toco la piedra con la yema de mi dedo
corazón.

-Es una serendibita- me dice mi hermano- También es una de las piedras


preciosas más raras y valoradas del mundo, eso eres tú para mí, amore.
Dentro de mi locura eres mi única constante.

-Ares... Te amo, es preciosa y me encanta.

Mi hermano agarra el anillo de la caja y lo desliza por mi dedo índice


derecho.

-Vas a ser oficialmente mía - me dice- Todos sabrán que Ares Romano es
tu dueño.

Esbozo una sonrisa, le clavo las uñas en la parte trasera del cuello,
haciéndolo gruñir.

-Creo que en cuanto crezca mi vientre sabrán que soy tuya y para
siempre, toda la eternidad- contesto.

Su beso es duro, su lengua entra en mi boca invadiendo cada rincón. Me


aprieta contra su cuerpo, sus brazos rodeándome, acogiéndome en su calor.
Pega su frente a la mía, rompiendo el beso.

-Ponte el vestido, amore. Quiero presumir de mujer delante de todos.


-Y después nos escapamos un rato para que vuelvas a follarme.

-Cazzo, te adoro- pone su mano en mi vientre- Os adoro. ¿Y si son


gemelos?

Pongo mi mano encima de la suya, le acaricio el dorso con mi pulgar.

-Serán los gemelos más amados del mundo- respondo.

-Te doy mi palabra de que los cuidaré y los protegeré de cualquiera que
intente dañarlos.

Niego con la cabeza.

-No tienes que darme tu palabra, amore mio. Proteges a Gio y a Eros, los
cuidas y los mimas. Sé que también cuidarás a este bebé, o estos bebés.
Estoy segura de que son dos.

Me da un beso en la punta de la nariz.

-Los invitados deben estar a punto de llegar- me dice- Vístete.

-Lo que ordene, Don- contesto con una sonrisa.

El vestido que Ares me compró ayer se ajusta perfectamente a mis


curvas, mis nuevas curvas. He notado cómo mis caderas se han ensanchado
y mis pechos parecen algo más llenos. Mi cuerpo se está preparando para la
vida que crece en mi interior, no puedo esperar a ver mi vientre hinchado.
Me doy un último vistazo en el espejo antes de salir del vestidor. Mi
hermano parece molesto hablando por teléfono, pasea de un lado a otro de
la habitación. Luego cuelga la llamada y suspira a la vez que se pellizca el
puente de la nariz.

-¿Ocurre algo?- le pregunto.

-Ramiro ha descubierto por qué la alarma de este área no saltó cuando os


llevaron a Eros y a ti.
-¿Y qué ha dicho?

-Lucio vio a Ramiro instalándola y avisó a padre, enviaron a alguien


para manipularla.

-Ese maldito bastardo- espeto.

Ares teclea en rápido en el móvil.

-¿A quién le hablas?- le pregunto.

-A Giulio, quiero que le dé una lección a ese pequeño hijo de puta hasta
que mañana vaya yo y me divierta con él.

-¿Hasta cuándo los vas a mantener con vida?

-A los Russo no mucho más tiempo, pero padre, su puta y su bastardo


aún van a sufrir.

-Hermano, mamá sufrió dieciocho años, la violó de forma constante, la


obligó a abortar...

-Sufrirá, te lo prometo.

Ares me rodea la cintura con su brazo y me da un beso en la frente.

-Tienes que convencerla de que hable con el psicólogo- me dice.

-Lo he intentado y cada vez que he sacado el tema sale corriendo,


literalmente. Matvey ha tenido que ir tras ella para detenerla.

Mi hermano se separa de mí y me toma de la mano.

-Bajemos, los invitados ya deben estar en la sala- dice.

Y así es, cuando entramos en la sala de celebración, todos los Dones, sus
familias y los capos y sus familias nos reciben. Mi hermano agarra mi mano
con más fuerza, no todos están de acuerdo con nuestra unión, pero tendrán
que acatar las órdenes. De todas formas, sólo son unos pocos y ninguno de
esos son capos de la 'Ndrangheta. No me importa si les parece bien que mi
hermano gemelo y yo seamos algo más, no me importa si les da asco o nos
encuentran repulsivos. Ya nos hemos ocultado durante mucho tiempo y no
pretendo seguir haciendo eso. En el acta de nacimiento de mi hijo ya figura
como Eros Romano, hijo de Ares Romano. Mauritio nos lo consiguió a
modo de disculpa por no habernos contado antes sus sospechas sobre mi
madre. La legalización de nuestro matrimonio tardará un mes, el tiempo
suficiente para organizar una boda.

Carmela se acerca a mí con una sonrisa, vino de viaje, a espaldas de su


esposo, en cuanto le conté que mi madre había regresado a casa. Al
principio, mi madre no la recibió, no quería verla ni tenerla cerca. Matvey
me contó que ella ya no era la misma mujer y que muchas cosas habían
cambiado. Por sus palabras, deduje que mi madre le ha contado todo lo que
mi padre le hizo. Carmela se terminó marchando a Roma sin ver a mi
madre, espero que hoy no ocurra nada entre ellas.

-Felicidades, cariño- me dice con un abrazo y un beso en la mejilla.

Escucho un gruñido y ya sé quién es, la voz de Matvey atrae mi


atención. Está regañando a mi madre.

-Discúlpame, Carmela.

-Por supuesto, ve con ella- su voz apenas es audible.

Mi madre no le quita la vista de encima a Carmela a medida que me


acerco, dispara odio y resentimiento hacia ella, no entiendo por qué.
Siempre fue su amiga, su mejor amiga y la única. Acuno su cara entre mis
manos, su atención se fija en mí.

-¿Qué te pasa?- le pregunto con suavidad.

Me toma de la mano para sacarme al jardín trasero, nos sentamos en uno


de los bancos cerca del jardín de flores.
-Me siento fuera de lugar- se sincera- No os conozco a Ares y a ti, tenéis
una vida juntos. Yo ya no pertenezco a este lugar.

-Claro que perteneces a este lugar, perteneces al lugar donde están tus
hijos, mamá.

Niega con la cabeza.

-Desde que erais pequeños supe que esto pasaría algún día, pero pensé
que estaría presente en cada paso que dierais. Y, sin embargo, quien ha
estado presente es Carmela- esto último le sale con rabia.

Entrelazó sus dedos con los míos.

-Carmela no es nuestra madre y tampoco ha estado tan presente. ¿Sabes


quién ocupó mis pensamientos cada vez que daba un paso importante?

-No.

-Tú, mamá. Dejé que mi pelo creciera tan largo para que fuese como el
tuyo, crie a Eros con el mismo amor que tú intentaste mostrarnos a mi
hermano y a mí y cuidé de Ares como tú lo hacías. Nunca me fijé en otra
mujer que no fueras tú, ni siquiera en la abuela.

Una sonrisa se dibuja en su cara.

-¿De verdad no soy un estorbo?- pregunta.

-No- me rio con suavidad- Eres una manipuladora y sólo querías oír
estas palabras y si Ares tuviera un poco de empatía contigo también te las
habría dicho.

Mi madre se ríe, añoraba tanto su risa que lo hago sin pensar, empiezo a
hacerle cosquillas por la barriga, haciendo que su risa suene más fuerte. Ella
me abraza por encima de mis hombros, apoyo mi cabeza en su pecho.

-Mi dulce niña- murmura- Siento haber estado tan distante estos días,
pero necesitaba tiempo para adaptarme.
-Te han tenido dieciocho años encerrada, lo entiendo, mamá.

-Anoche, Gio se coló en mi habitación.

-¿Qué?- pregunto levantando la cabeza con rapidez.

Mi madre no parece enfadada, sino divertida.

-Me amenazó con clavarme su cuchillo, el que su papi Ares le regaló si


me atrevía a haceros daño a alguno de vosotros, dicho por ella. ¡Oh!
Incluyó su tío Iván.

Mi pecho vibra por la risa, Gio se ha vuelto demasiado obsesionada con


nuestra seguridad. Algún día será una buena soldado de la 'Ndrangheta, será
la primera mujer en convertirse en parte activa de nuestra familia y de toda
la mafia italiana.

-Ares y tú teníais razón con ella. No se parece en nada a Tomasso, es


igual a mi pequeño psicópata.

-Ya no es tan pequeño.

-No- contesta con una sonrisa- Ya tiene su propia familia.

-Mamá... Necesitamos hablar sobre lo que te pasó.

-No lo haré contigo, Venus. Jamás ensuciaré tu mente con la maldad de


Tomasso Romano.

-Pero...

-Matvey me escucha, es todo lo que necesito, cariño. Te doy mi palabra


de que no estoy afectada por todo lo que ese cabrón me hizo.

-Te violó, mamá, en repetidas ocasiones.

Asiente con la cabeza.


-Lo bueno de no tener la capacidad de tener sentimientos es que eso no
me afecta como crees.

-¿Y cómo te afecta?

-Estoy muy enfadada, cariño. Se atrevió a tocar lo que me pertenecía,


sólo es un sentido de posesividad. Porque, al igual que tu hermano, no me
gusta que toquen lo que me pertenece.

Le doy un beso en la mejilla.

-Por eso estás así con Carmela- le digo- Crees que te ha sustituido.

-Sí.

-No lo ha hecho, nunca lo hizo. Ella siempre nos hablaba de ti.

-¿De verdad?

-De verdad, mamá.

Su mirada se fija en la oscuridad de la noche.

-Tu padre nunca logró romperme porque...

-No se puede romper lo que ya está roto.

Es interrumpida por la voz de mi hermano, se acerca a nosotros y se


agacha frente a nuestra madre, poniendo sus manos sobre las rodillas de
ella.

-Mi niño- le dice poniéndole una mano en la mejilla- También lo intentó


contigo. ¿Verdad?

-Muchas veces, pero nunca me doblegó.

-Y nunca lo habría logrado, también lo quiso hacer conmigo. Como no


pudo tener a la esposa sumisa que deseaba se fue con esa puta.
Mi hermano sonríe.

-Quiero que mañana vengas conmigo al almacén- le dice- Mereces tener


tu venganza.

Se miran a los ojos, como si ambos estuvieran en la misma página de un


libro que sólo ellos conocen. En mi interior estoy gritando de felicidad, por
Ares, por mi madre y por mis hijos. Grito de felicidad por la oferta de mi
hermano, sé que nuestra madre torturará a Tomasso Romano como merece.
Treinta y Tres
Ares
Todo acaba algún día. Siempre hay un final, la vida nunca es eterna, pero
si hay algo eterno es nuestro legado. El mío quedará impreso en las páginas
de la mafia italiana, generaciones y generaciones de mis descendientes
hablarán de mí, de Morte. Hoy es el día que dejaré que salga y se divierta
con todo lo que tiene a su alcance. Cuchillos, pistolas, alicates, agua...
Cualquier cosa se convertirá hoy en un arma en mis manos. Me ajusto la
chaqueta del traje dando un suave tirón. Escucho a mi mujer protestar,
anoche apenas comió por las náuseas del embarazo y ahora está hambrienta.
La escucho salir de la habitación dando un portazo.

Niego con la cabeza sonriendo, adoro verla así, embarazada de mis dos
posibles bebés y hermosa como siempre. Anoche le hice el amor varias
veces y creo que por fin puedo decir esto con total convicción, ya no me la
follo, ahora le hago el amor. Y lo haré para el resto de mi vida. Venus es la
única mujer que he adorado y la única que alguna vez adoraré.

-¡Ares!

-Ya voy, mostriciattola.

Su pequeño cuerpo aparece en el umbral de la entrada al vestidor. Tiene


el ceño fruncido y una expresión molesta en la cara. Me agacho en cuclillas
frente a ella y aparto el pelo de su ojo izquierdo para ponerlo detrás de su
oreja.

-¿Qué ocurre?- le pregunto.

-Beatrice dice que ahora es mi abuela- contesta con molestia.

-Mostriciattola, sólo te está provocando para que te enfades.

-Pero no me gusta- dice negando con la cabeza.


-Hablaré con ella. ¿De acuerdo?

-Vale.

Rodea mi cuello con sus pequeños y delgados brazos, la aprieto contra


mi cuerpo. Ella es mi pequeña, no sé cómo fui tan estúpido de ignorarla
durante casi cuatro años, debí haberla conmigo llevado desde que nació.

-Vamos, tienes que ir con Eros.

-¿Te vas?

-Sí, voy a ir a hacer daño a los que atraparon a Venus y a Eros.

Asiente con la cabeza a la vez que sonríe.

-Hazles mucho, mucho, mucho daño.

Le doy un beso en la frente como promesa, les haré mucho, mucho,


mucho daño. Empezando por Russo, mi madre se encargará de mi padre,
ella misma le hará sufrir por todo lo que nos ha hecho.

Después de dejar a Gio con Eros y Celia, me dirijo al salón principal. La


risa de mi madre se cuela por mis oídos, mi ceño se frunce de forma
automática. El ruso ha estado coqueteando con ella desde que se
reencontraron y mi madre parece corresponder a su coqueteo. No me gusta,
mi hermana acaba de recuperar a nuestra madre y no voy a dejar que el puto
ruso las aleje. Carraspeo llamando la atención de ambos.

-Cariño, te estábamos esperando- dice mi madre con una sonrisa.

-¿Cuándo te largas de mi casa?- le pregunto al ruso.

Se pone de pie, sacando pecho, como si eso me fuese a echar para atrás,
de hecho, hago todo lo contrario, doy varios pasos hacia adelante hasta que
estoy frente a frente con él.

-Quiero que te largues hoy mismo- gruño.


-¿Y si no qué?- me desafía.

-Puedes imaginarlo.

Mi madre pone su mano en mi pecho y me echa hacia atrás.

-Mat puede quedarse todo el tiempo que desee, Ares. Es mi invitado.

-¿Te follas a tu invitado?

-¿Algún problema con eso?- me pregunta de vuelta- Soy una mujer


adulta, cariño y dueña de mi cuerpo después de veinticuatro años.

Niego con la cabeza y con mi dedo índice, mi madre sonríe.

-No vas a manipularme como hace Venus- le digo.

Inclina la cabeza hacia un lado.

-No intento manipularte, sólo te digo la verdad. Soy libre, joven y quiero
disfrutar de la vida, cariño. Mat es lo que quiero ahora.

-¿Qué significa eso?- pregunta él.

-Que te dará la patada en cuanto se canse de ti- contesto- Ojalá sea


pronto.

Mi madre pone su mano en mi mejilla, me acaricia suavemente con el


pulgar.

-Déjame hacer esto, por favor. Necesito experimentar lo mismo que


tienes con Venus.

Cierro los ojos, respiro profundamente y suelto el aire.

-¿Te irás a Rusia?- le pregunto abriendo los ojos.


-No, mi hogar está aquí con Venus, vuestros hijos, Iván y la pequeñas
psicópata.

Asiento con la cabeza.

-Iván necesita una madre- le digo.

-Me encantaría ser eso para él.

-Tiene una...

Golpeo al ruso con mi puño antes de que pueda terminar esa frase, cae
de culo en el sofá. Mi madre se interpone entre los dos, se pega a mi cuerpo
en un intento de detenerme.

-¡Vuelve a decir una mierda así y te juro que te mato!- lo amenazo.

Se limpia la sangre de la boca con el dorso de su mano.

-No importa, hermano. Tiene razón, ya tengo una madre.

-¡Maldita sea!- grito al oír la voz de Iván.

Me sorprendo al ver a mi madre dirigirse a mi hermano, acuna la cara de


él entre sus manos, aunque Iván es mucho más alto que ella, lo intenta.

-Quiero que sepas que ni Venus ni Ares me han contado nada sobre tu
pasado, son leales a su hermano pequeño- Iván sonríe levemente- No sé qué
pasó, pero sí sé que una mujer que abandona a alguien a quien mis hijos
aprecian no merece ser llamada madre.

Mi hermano se lanza al calor de sus brazos, cuando empieza a sollozar,


ella lo consuela como hacía con Venus cuando era pequeña. Miro al ruso
por encima de mi hombro.

-Eres hombre muerto- espeto.

-Tenemos que hablar en privado sobre él.


-Ahora no, tengo cosas importantes que hacer.

Me acerco a mi madre y a mi hermano, le doy un beso en la cabeza a él.

-¿Vienes con nosotros?- le pregunto.

-No, prefiero quedarme aquí con Venus y los niños.

Asiento con la cabeza. Mi madre se agarra a mí, entrelazando su brazo


con el mío. El ruso nos adelanta al salir de la casa, mi madre suspira.

-Que se enfade- mascullo- No es nadie aquí y no tiene que hablar


mierdas que no conoce.

-Eso también podría aplicarse a ti, cariño. Quizás él sepa algo que
nosotros no.

Emito un leve gruñido, no quiero hablar con él de nada que tenga que
ver con mi hermano.

Le abro la puerta de mi coche a mi madre, Morozov ya está sentado en


los asientos traseros. Rodeo el coche y me subo en el lado del conductor, mi
madre se gira para acariciar la rodilla del ruso con su mano, él pone la suya
sobre la de ella. Arranco el motor enfadado, no me gusta la relación de mi
madre con ese stronzo.

-¿Conoces a los Vólkov?

Aprieto el volante con mis manos, no quiero oír su voz y mucho menos
si es para hablar de esa familia. Voy a obligar a Iván a cambiarse el apellido.

-Tienes que conocer la historia de ellos- insiste- ¿Sabes por qué no he


podido destruir a la puta Bratva? Porque son muchos, demasiados para mí.

-Cumpliré con la parte del trato que hiciste con mi madre, pero no quiero
oír nada de esa familia.
-Tienes que hacerlo, ese chico ni siquiera conoce un poco de su propia
familia.

Golpeo el volante con la palma de mi mano, haciendo sonar la bocina.

-Ares, escúchalo- me pide mi madre.

-Los Vólkov tienen siglos de historia, el inicio de su poder se remonta al


siglo XVI, cuando se adoptó por primera vez el título de zar, siglos y siglos
de historia rusa, con otro apellido, por supuesto. Antes se les conocía como
Románov.

Mi ceño se frunce de forma automática.

-¿Románov?- pregunta mi madre- ¿Esos Románov?

-Sí. Anastasia, Rasputín, toda esa historia que todo el mundo conoce.
Los Vólkov son descendientes directos del zar Nicolás II. La Bratva se
originó en 1917 cuando el último de los Románov se creía muerto, fue un
antepasado de ese chico quien la creó. Querían seguir gobernando Rusia,
pero esta vez lo harían en las sombras. Adoptaron el nuevo apellido Vólkov,
en ruso significa fuerte, ágil y valiente como un lobo, así es como se veían.
Eran unos engreídos, pensaban que estaban por encima del bien y del mal,
de ahí la caída del último zar. Cada cabeza de familia que nació de los
Románov era cruel y despiadado, pero el peor siempre ha sido Gavril
Vólkov, el padre de tu hermano, abusó de todos sus hermanos, los golpeaba
y los encerraba en los armarios durante días. Hubo una criada a la que violó
en repetidas ocasiones, ella huyó, dicen que con un bebé fruto de esas
violaciones, aunque nunca pudieron comprobarlo porque no la encontraron.
Yo tengo otra teoría de lo que pasó con ella.

-¿Cómo sabes todo esto?- le pregunto.

Por el retrovisor, veo a Morozov sonreír sin ganas.

-Porque yo era un niño cuando Gavril también abusó de mí, de su propio


hermano- contesta- Creé la Mafia Roja para hacerle frente, mis otros
hermanos y yo nos unimos en su contra, nos cambiamos el apellido. Gavril
mató uno a uno a mis hermanos.

-¿Por qué te dejó con vida?

-Para demostrar su poder, sabía que nunca podría matarlo, llevo años
intentándolo y no he podido. Cuando conocí a tu madre vi una oportunidad.

-Eres tío de Iván- afirmo.

-Sí, pero ese muchacho no se parece en nada a Gavril. Él es como mi


hermana, Vera, ella era de pelo castaño, ojos oscuros, bondadosa y amable.

-¿Sigue viva?

-Viva y segura en un lugar que jamás revelaré. Es la única familia que


me queda. Gavril cree que la mató.

-No quiero que le cuentes nada de esto a Iván, ya ha sufrido bastante por
culpa de esa jodida familia.

-Quiero conocer su historia, saber cómo acabó aquí contigo. Quiero


saber por qué su hermano no lo busca.

-¿Su hermano?- pregunto confundido.

-Iván tiene un hermano mayor, Pavel. Será el próximo Pakhan, cuando


Gavril haya muerto.

-Quizás no le interese encontrarlo.

Morozov niega con la cabeza.

-Pavel no es como Gavril, es un buen hombre- dice.

-Hablas de él como si lo conocieras.


-Lo hago, al principio no confiaba en él, pero me demostró que podía
hacerlo. Quiere cambiar las cosas, odia a su padre tanto como yo.
Físicamente es un Vólkov, pero su corazón es como el de Vera y Ludmila,
su madre.

-¡Esa zorra abandonó a Iván a su suerte!- grito.

Doy un frenazo con el coche, mi madre se sujeta al salpicadero. Me giro


hacia atrás, apuntando a Morozov con mi dedo índice.

-No la nombres delante de Iván, te juro que te arrancaré la lengua.

-Hay algo que se nos escapa, Ludmila jamás habría abandonado a un


hijo suyo sin un motivo de peso.

-No me importan sus motivos, Iván estuvo a punto de morir muchas


veces, casi lo violan.

Morozov asiente.

-No la mencionaré- me asegura- Espero poder quedarme unos días más


aquí y conocerlo.

-Iván no quiere tener nada que ver con Rusia o con los rusos, os odia a
todos.

-Entiendo. No me acercaré a él.

Salgo del coche tan enfadado y molesto, tendré que descargar toda mi ira
con los cabrones que tengo encerrados.

La primera celda en la que entro es en la de Russo, lo he mantenido


atado de pies y manos todo el tiempo. Empiezo a golpear su cara con mi
puño, la irá no desaparece de mi cuerpo, necesito más. Me estoy
consumiendo por el odio a esa zorra que abandonó a mi hermano a su suerte
en un país que no había pisado nunca antes, en una ciudad llena de peligros
y desconocidos, con un idioma del que no sabía ni una sola palabra. Lo dejó
solo con nueve años, un maldito niño abandonado a merced de cualquiera.
Incluso de mí, no sé por qué lo salvé aquella noche, pero lo tomé como mío
y no me gusta que nadie toque lo que me pertenece.

Alguien me sujeta por los brazos, doy un fuerte grito para que me
suelten, quiero seguir golpeando a Russo.

-Principino, cálmate.

-Suéltame, mamá. Quiero matarlo.

-No así, lo harás rápido y tiene que sufrir por lo que hizo a tu hermana.

Russo sonríe, sus dientes están llenos de sangre por todos los golpes que
le he propiciado. Mi madre y el ruso me sueltan los brazos.

-Déjame a mí- me dice el ruso.

Observo cómo desata la cuerda de la muñeca derecha de Russo, le agarra


el brazo y lo dobla, luego golpea con la culata de su arma y mucha fuerza el
codo. Russo grita por el dolor.

-Nervio cubital- dice Morozov- Los golpes aquí duelen como si te


hubieras roto un hueso.

Lo golpea de nuevo, provocando otro grito y las lágrimas de Russo.


Morozov llama mi atención, se agacha en cuclillas y le quita un zapato a
Russo, pega el cañón de su arma en el dedo meñique y dispara. Russo no
deja de llorar y removerse.

-Busca siempre los puntos más dolorosos- me dice Morozov.

-Cariño, voy a ir a ver a tu padre- me dice mi madre.

-Voy contigo- respondo.

Mi padre se encuentra en la celda al final del pasillo, dejé que mis


hombres lo encerraran con su puta y su bastardo, así, cuando los torturase
estarían todos juntos. Mi madre agarra el pomo de la puerta, respira hondo y
abre.

-Maldita zorra- murmura mi padre.

Mi madre fija su vista en la puta.

-Ares, déjame ir, por favor- me suplica.

Niego con la cabeza mientras me rio. Morozov se acerca a la puta, la


examina con atención, después mira a mi madre.

-Tenéis un cierto parecido físico- dice.

Mi madre sonríe.

-Supongo que Tomasso me buscó en otra mujer más sumisa- contesta.

-¿Qué hace ese ruso en mi territorio?- pregunta mi padre.

Mi madre da un paso adelante.

-La 'Ndrangheta le pertenece a mi hijo, ya no es tu territorio, sino de él-


le dice con seguridad- Y el ruso, como tú lo llamas, está conmigo.

Morozov rodea la cintura de mi madre con su brazo. Los observo


atentamente.

-¿Te lo estás follando?- gruñe mi padre.

-Sí, anoche fue la primera vez y no pienso parar, Mat es bueno en la


cama.

-¡Eres mi esposa!- grita mi padre.

Mi madre lo sujeta por mandíbula con su mano.


-Nunca fui tu esposa, jamás me acosté contigo por voluntad propia,
como sí he hecho con Mat.

-Me perteneces, tu cuerpo es mío.

-No, querido. Ombra jamás te perteneció, Ombra no tiene dueño, es libre


como el viento.

El golpe que le da en la mejilla con su palma suena en toda la habitación.


Mi madre se quita la chaqueta y la deja a un lado sobre la mesa, agarra un
pequeño y afilado cuchillo y se lo clava a mi padre en el hombro.

-¿Lo recuerdas?- le pregunta- Esto fue lo primero que me hiciste, me


clavaste un cuchillo en ambos hombros- lo saca y se lo clava en el otro- Lo
recuerdo todo, Tomasso, cada golpe, cada corte, cada quemadura, cada
violación, cada aborto. Me tuviste dieciocho años prisionera, sometida a tus
torturas, me pegaste una maldita enfermedad venérea. ¿Te contagió esa
puta?

La sangre brota de los hombros de mi padre.

-Mamá- la llamo, me mira por encima de su hombro- Ve con calma,


tienes dieciocho años para torturarlo, puedes quedártelo como mascota.

Ella sonríe, complacida por mis palabras. Me giro hacia la puta, su


cuerpo tiembla y llora más fuerte.

-No me hagas nada, por favor- suplica.

-No es una opción.

Saco mi arma, la primera bala va directa a su antebrazo. La puta llora y


se queja de dolor, mientras que su hijo me grita que me detenga, algo que
no haré. Agarro el otro cuchillo de la mesa y empiezo a cortar su piel. Algo
dentro de mí se va calmando con cada corte nuevo que hago, tallo su piel en
profundidad. Horas y horas cortando su piel como si fuera un trozo de
papel. Un sólo corte más, eso es lo que me digo a mí mismo, pero tampoco
lo cumplo. Un dedo roto, luego otro y otro más. No puedo detenerme y sé
que debería. La voz de mi madre es la que lo logra, le ordena al médico que
atienda a la puta cuando empiezo a alejarme de ella caminando hacia atrás.
Ahora es cuando debería volver a casa con mi mujer y nuestros hijos, con
mi hermano. Sin embargo, no puedo, el bastardo también necesita mi
atención. Agarro un cuchillo y un soplete, sin previo aviso, corto su pecho
desnudo de una tajada y enciendo el soplete, introduzco la punta con la
llama dentro de él.

-Nunca debiste tocar a mi mostriciattola- le digo al oído- Vas a estar


mucho tiempo aquí, me divertiré tanto contigo, hermanito.

La habitación de Russo me llama a gritos, Morte está desatado, pero mis


ojos se fijan en mi madre. Ella observa con atención a mi padre, no dice
nada, sólo mira mientras juega con el cuchillo ensangrentado en su mano.
De pronto, lo levanta y le corta en una mejilla, hace lo mismo en su ojo
izquierdo. El bastardo grita cuando no soporta más el dolor.

-¡Manchaste la preciosa piel de mi niña!- le grita.

Veo a la puta fruncir el ceño.

-¿Así que tu esposo no te ha contado lo que su amiguito Russo y él


hicieron con mi mujer?- le pregunto.

Niega débilmente con la cabeza.

-¿Y tampoco sabías que ha estado siéndote infiel todos estos años?
¿Tampoco sabías que violó a mi madre vez tras vez? ¿Que la dejó
embarazada y la obligó a abortar tantas veces hasta que le dejó lesiones
internas?- gruño.

-No sabía nada- contesta en un hilo de voz.

-¡No te creo maldita puta!- grito.


Aparto al médico de un empujón, agarro a la puta por el pelo de la nuca
e inclino su cabeza, nuestras caras quedan pegadas.

-Eres tan culpable como él, pagarás por todo lo que hiciste. Te reíste
cuando mi padre la golpeó delante de ti, a ver si ahora también tienes tantas
ganas de reírte.

-¡No sabía que estabas allí!- llora.

-No importa, nunca deberías haberte metido en la cama de Tomasso


Romano. Pero tu ambición pudo más.

-Sólo tenía dieciséis años- llora- Perdóname.

-Nunca voy a perdonarte, no me importa la edad que tuvieras, seguiste


haciendo daño cuando ya eras adulta. Incitaste a Martino a golpear a Venus,
abandonaste a mi hermana pequeña y dejaste que tu bastardo la golpeara.

Todo dentro de mí se revuelve, mi cabeza grita que la mate, estoy tan


sediento de venganza que no lo pienso más y dejo que Morte se haga cargo.
De un mordisco le arranco piel de la mejilla, sus gritos no hacen más que
aliviar a mi demonio. Escupo en el suelo una mezcla de sangre y piel.

-Estás loco- murmura mi padre.

-Lo estoy, puedes darle las gracias a tu jodido padre- contesto.

Mi madre se acerca a mí, limpia mi boca con la manga de su jersey


negro.

-Ordénale a Fabián y a Demarco que te ayuden a llevarlo a la cámara de


oxígeno- le digo.

Una sonrisa se dibuja en su rostro.

-Siempre quise una- dice.


Sus brazos rodean mi cintura. Sé que esto no borrará la mierda que le
hizo pasar, pero le dará a su propio demonio lo que tanto desea. Venganza.
Treinta y Cuatro
Venus
Mi vientre ha crecido en los tres últimos meses. Finalmente, llevo a un
par de gemelos mellizos en mi interior, crecen fuertes y sanos. Un niño y
una niña, Eros y yo tenemos a nuestro principino y Ares e Iván tienen a su
otra principessa. Gio es la única que se mantiene al margen, principalmente
porque no entiende mucho lo que significa todo esto, ella no siente apego
por dos bebés que no conoce, aunque siempre está tocando mi barriga,
incluso cuando está entretenida mirando la televisión. Ha comenzado a
llamarnos papá y mamá a Ares y a mí, cosa que no nos molesta en lo más
absoluto. De hecho, prefiero que sea así, que crezca con dos figuras
paternas. Sus lecciones de cuchillo comenzaron esta semana, primero
aprenderá con Iván, Ares está muy ocupado con su nuevo cargo de Don.
Tiene que nombrar a un consegliere en los próximos días. Yo sé a quién va
a nombrar, Iván ni siquiera se lo imagina, siempre ha creído que no lo
aceptarían por tener sangre rusa. Pero ningún Don se ha opuesto a su
nombramiento y, aunque lo hubieran hecho, Ares no les habría hecho caso.
Mi hermano e Iván han conseguido expandir nuestro territorio más allá del
Atlántico. La mafia italiana ha recuperado territorios que se perdieron
antaño, ahora la 'Ndrangheta es dueña de Nueva York, La Cosa Nostra se ha
quedado con Toronto en Canadá, la Casamonica con Chicago, la Sacra
Corona Unita con Los Ángeles y la Camorra con Miami. Es por eso que los
Dones no se han opuesto al nombramiento de Iván como consegliere
principal de la 'Ndrangheta, gracias a él tienen nuevos territorios para hacer
negocios y hacer crecer sus fortunas.

-Estás preciosa.

Esbozo una sonrisa y me giro, Iván me mira de arriba a abajo con una
sonrisa. Hay tanto amor y ternura en sus ojos, se limpia las lágrimas con el
talón de su mano.
-Nuestro hermano se va a volver loco cuando te vea- dice entre risas y
lágrimas- Tendré que llevarme a los niños para que no vean a sus padres
haciendo cosas guarras.

Mi pecho vibra por la risa, me froto el vientre.

-A estos no puedes llevártelos- le digo.

-Dame tiempo y lo haré.

Rodeo su cuello con mis brazos, él hace lo mismo por mi cintura.

-Me cuesta creer que este momento haya llegado- le digo.

-Pues créetelo, principessa. Hoy te conviertes en la esposa de Ares


Romano, tu hombre.

Doy un grito interno de felicidad. Por fin ha llegado el día de mi boda.


Mi madre y Carmela me han ayudado a organizarla, he mimado y cuidado
cada detalle, cada más mínimo detalle. Las flores, los asientos, la comida,
los invitados. Quería algo pequeño y romántico, es broma, quería que todo
el mundo se enterase y he invitado a casi toda la mafia italiana. Los Dones,
capos, sus familias, los irlandeses a los que mi hermano conoció, a los rusos
amigos de mi madre. La prensa del país estará presente, Ares dio una rueda
de prensa para informar sobre la desgracia que asoló a nuestra familia. Les
dio información falsa, dijo que nuestro padre, su esposa y su hijo habían
sido secuestrados y asesinados por los mismos hombres que habían
secuestrado a nuestra madre hace dieciocho años. También les dijo que ella
le había confesado que él era adoptado, para así poder contar que nos
íbamos a casar. Obviamente, hubo un silencio incómodo, muchos decían
que nos habíamos criado como hermanos y que eso era incesto. Los
periodistas que dijeron algo así desaparecieron al día siguiente. Mi hermano
ha conseguido lo que padre nunca pudo, controlar los medios de
comunicación del norte de Italia, la policía ha sido comprada. Está creando
un lugar seguro para nosotros y nuestros hijos.

-¡Mami!
Iván sonríe y se hace a un lado. Gio abre la boca cuando me ve con mi
vestido de novia.

-Pareces una princesa, mami.

-Gracias, amore mio. ¿No deberías estar con tu padre?

Abre los ojos como platos y sale corriendo de la habitación. Ares quería
que tanto nuestra madre como Gio lo acompañaran al altar, yo quería lo
mismo, pero con nuestro hijo y con nuestro hermano, Iván y Eros me
entregarán a él. Mi hijo entra por la puerta con las mejillas sonrojadas y
jadeando.

-¿Gio te ha hecho correr?- le pregunta Iván.

Mi hijo asiente con la cabeza.

-Mamma, estás bellísima.

-Mia vita, te amo.

Eros toma mi mano izquierda, entrelazo mi brazo con el de Iván y


asiento con la cabeza. Estoy lista para ser entregada a mi hombre, a mi
demonio.

Toda la ceremonia y la fiesta serán celebradas en la mansión, las


renovaciones acabaron hace una semana, justo a tiempo para la boda. Mi
madre volvió a su antiguo ala, Morozov volvió a Rusia para encargarse de
su trabajo, pero ayer regresó por sorpresa para estar presente en la boda.
Debo reconocer que es un buen hombre y que hace feliz a mi madre,
cuando él está a su alrededor ella no deja de sonreír.

Demarco y Fabián abren las puertas del jardín de atrás con una sonrisa.

-Enhorabuena señora Romano- me dicen los dos.

-Gracias.
Mi voz sale más temblorosa de lo que pretendía, los nervios están a flor
de piel, estoy a punto de contraer matrimonio con el único hombre que he
amado toda mi vida, mi alma gemela y el amor de mi vida. Iván me asiente
con la cabeza, respiro hondo y suelto el aire varias veces.

-Estoy lista- le digo.

La música empieza a sonar, cada vez que he escuchado esta canción he


pensado en Ares, en cómo me hace sentir, en todo lo que me da y en todo lo
que hace por mí y nuestra familia. Él es mi razón de todo, soy lo que soy
gracias a él.

-Calum Scott- dice Iván.

Asiento con la cabeza. Cada vez estamos más cerca de mi destino, mi


amor.

-You are the reason siempre me hace pensar en Ares y en nosotros, en lo


que somos y en lo que eso significa para el mundo.

-El mundo ardería en llamas si te volvieran a tocar un solo pelo- la voz


de mi hermano llega hasta mí- Morte nació para proteger a su diosa.

Nos detenemos frente a él, sus ojos brillan por el deseo y el anhelo de
tenerme en exclusiva. Iván y Eros le entregan mis manos, que toma sin
dudar, acerca su boca a mi oído para susurrarme.

-Hoy luces más hermosa que nunca, amore. Sólo pienso en el momento
de tenerte a solas para mí y hacerte todo lo que te gusta.

Mi sonrisa es instantánea.

El momento del sí quiero llega después del discurso del oficiante. Ares
desliza la alianza por mi dedo y yo hago lo mismo con su alianza.

-Oficialmente mía- dice antes de darme un apasionado beso en los


labios.
No hay nada ni nadie a nuestro alrededor, sólo nosotros, justo en este
momento que tanto había soñado. Ahora dormiré y despertaré en sus brazos
cada día, cada noche, cada maldito segundo de la vida pertenezco y
perteneceré a Morte. Ares me toma por la cintura con un brazo y me pega a
su cuerpo, mi barriga se pega a su cuerpo.

-Tengo tantas ganas de llevarte a nuestra habitación y verte desnuda-


susurra en mi boca- Quiero adorar cada centímetro de tu piel, besarla y
marcarla.

-Te amo, amore mio.

La boda duró horas, tengo los pies adoloridos y cansados, mi cuerpo me


grita que descanse. Pero la anticipación por mi noche de bodas me tiene tan
despierta como un búho. Miro mi reflejo en el espejo, compré lencería de
encaje esta semana, quería darle una sorpresa a Ares, mi esposo. Mi corazón
late rápido cuando me refiero a él de esa forma. Lo sigo amando como
hermano, pero ahora, el título de esposo es el que tiene más fuerza para mí.

Mi boca se abre cuando salgo del vestidor y veo la habitación a oscuras,


iluminada únicamente por la tenue luz de las velas, hay pétalos de rosas
negras esparcidos por el suelo y la cama. Sus brazos me rodean por detrás,
posando sus manos en mi barriga, besa mi hombro izquierdo.

-Creí que no eras romántico- le digo.

-Esta noche lo mereces. ¿Los gemelos están dormidos?

Giro la cabeza para mirarlo. Devora mi boca de inmediato, haciéndome


gemir. Me empuja con su cuerpo hacia la cama, donde me deposita con
sumo cuidado. Da un paso atrás, su boca se curva en una sonrisa.

-Me encanta esa lencería, amore. Pero no va a durar mucho en tu cuerpo.

Así es, en cuanto pone sus manos en mis muslos me despoja de las
bragas y el sujetador a juego. Recorre con su boca cada parte de mí, mis
caderas, mi vientre, mis pechos. Soy un juguete en sus manos y se siente tan
bien ser amada y manejada por el mismísimo Ares Romano. Mi piel se eriza
cuando su lengua toca mi necesitado clítoris. Sus dedos aprietan la carne de
mis muslos, haciéndome gemir, me muerde y lame los labios de mi coño.
Me siento vacía y lo necesito dentro de mí. Parece leer mis pensamientos,
me gira para ponerme en cuatro, no tarda ni un sólo segundo en mojar su
polla con mis fluidos. Ambos gemimos de placer cuando se mete hasta el
fondo de mi vagina. Dejo caer mi cabeza al colchón, mis gemidos son tan
fuertes como nunca.

Ya no tienes que esconderte, ahora todos saben que estás follando con tu
esposo.

Me repito una y otra vez en mi mente. No importa que alguien nos


escuche, no importa si alguien se da cuenta de que Ares y yo estamos
follando. Es mío, mi esposo.

-Esposo- gimo.

Me folla más fuerte, de pronto me agarra por la garganta y me levanta,


pega mi espalda a su pecho. Me ayuda a estabilizarme con su mano libre
sujetando mi vientre.

-Repite lo que has dicho- me exige- Repítelo- gruñe.

-Morte, esposo- mi voz sale en un susurro.

-Me voy a correr, amore.

Va en busca de mi clítoris, con sus dedos lo pellizca y estallo en un


fuerte orgasmo.

-Mi esposa- susurra en mi oído mientras se corre.

Una lágrima solitaria cae por mi mejilla.

-Somos libres, amore. Ahora todos saben que perteneces a Ares


Romano, Morte está feliz.
Ares me tumba con cuidado en la cama, acto seguido, se acuesta a mi
lado. Me acurruco en su pecho, esto se siente muy bien.

-Venus.

-¿Sí?

-¿Esto es la felicidad?

Una sonrisa se dibuja en mi cara.

-¿Sentir como si un ejército de unicornios rosas fueran a salir de tu


pecho?- le pregunto.

-Algo así.

-Sí, amore mio, esto es la felicidad.

-Entonces soy feliz.

Me subo a horcajadas a sus caderas, su polla sigue tan dura como al


principio.

-No celebramos nuestro cumpleaños- le digo.

-¿Dónde quieres ir de viaje? Te llevaré a cualquier lugar de este país.

-Quiero un viaje familiar, todos necesitamos descansar y divertirnos. Gio


nunca ha visto la playa y a Eros le encanta.

-Elige un sitio, pero que no sea fuera de Italia, aún necesitamos estar a
salvo.

-Hace mucho tiempo que nadie va a la casa de Calabria.

-¿Quieres ir a Scilla?

-Sí, allí tenemos playa privada y seguiremos en nuestro territorio.


-Nos iremos pasado mañana.

Doy un grito de felicidad, hace tanto tiempo que no salimos de viaje.


Eros va a ponerse muy feliz cuando sepa que nos vamos a la playa y
mi principessa se pondrá a dar saltos cuando le enseñe fotos del lugar al
que vamos a ir.

-¿Cuánto tiempo estaremos allí?- le pregunto.

-Lo que tú desees, pero si decides estar más de un mes tendremos que
hablar con el hospital de la 'Ndrangheta de allí para que sigan el embarazo.

Asiento con la cabeza varias veces, no puedo dejar de sonreír.

-Quiero estar un mes como mínimo, hace mucho tiempo que no salimos
de viaje y desde allí puedes hacer tu trabajo y nombrar a Iván tu
consegliere.

-¿Quieres que hagamos una pequeña fiesta allí para celebrar su


nombramiento?

-¡Sí!- chillo.

Ares se ríe.

-Me encanta verte así, Venus, no tienes ni idea de las cosas que me haces
por dentro.

-Te amo, Ares. Este ha sido uno de los mejores días de mi vida...

Me callo rápidamente, agarro una mano de Ares y la pongo en mi


barriga, su sonrisa no tarda en salir.

-Se mueven- dice.

Es la primera vez que sentimos a los bebés moverse. Ares me pone de


espaldas en el colchón y pega su boca a mi barriga.
-Hola, piccoli, soy papá.

Los bebés se mueven de nuevo.

-Te reconocen, amore mio.

-Por supuesto que lo hacen, son chicos inteligentes.

-¿Has pensado en algún nombre?

-Sí. ¿Quieres seguir con la tradición de mamá?

-¿Llamarlos como los dioses griegos?- mi esposo asiente- Sí, llevamos


nuestros nombres por su obsesión con ellos y Eros igual, lo nombré así para
tenerla presente.

-Hades y Perséfone- dice mirando el movimiento en mi barriga- A ellos


les gusta.

-Hades y Perséfone Romano. Me gusta mucho- frunzo el ceño- Amore.

-¿Sí?

-Nuestros cuatro hijos serán temidos por todos. ¿Y si alguno de estos


bebés hereda tu trastorno?

-Nos tendrá a nuestra madre, a Gio y a mí para enseñarle. Nunca estará


solo.

-Como lo estuviste tú.

-Sí.

-Lo odio por habernos arrebatado a nuestra madre.

-Lo sé.
Atraigo su atención acariciando su nuca suavemente, sus ojos se posan
en los míos.

-Te amo, Ares. Ahora y siempre estaré a tu lado sin importar lo que
hagas o digas.

Escala por mi cuerpo hasta llegar a mi pecho, rodea mi barriga con su


brazo y apoya la cabeza en mi pecho. Su respiración se relaja cuando se
queda dormido. No puedo imaginar lo solo que ha debido sentirse, ahora
con Gio a su lado parece más feliz, y, aunque parezca un monstruo por lo
que estoy pensando, deseo con todo mi corazón que uno de los gemelos
tenga su psicopatía. Sé que Ares lo ayudará a encontrar su camino, como
está haciendo con nuestra principessa.
Epílogo
Ares
La llamada con Morozov me ha dejado enfadado y confuso. No sé cómo
voy a contarle a Iván toda la verdad sin que me odie. Hace meses que sé la
verdad sobre su origen, su familia. La puta siempre lo discriminaba por no
tener sangre azul, como ella decía, y resulta que Iván es el único de
nosotros que de verdad ha pertenecido siempre a la realeza, a la rusa. Suelto
un suspiro largo, tengo que contárselo todo. Acerca de Morozov, de su
vínculo sanguíneo con él y sobre lo que acaba de contarme. Los Vólkov son
unos verdaderos monstruos y esa zorra que sólo sirve para parir hijos
desgraciados no se libra, por mucho que se justifique diciendo que sólo
quería proteger a Iván.

La risa de Gio y de Eros llega a mí desde la playa. Me giro en mi silla de


cuero, las puertas de cristal del despacho tienen vistas a la playa donde mis
hijos juegan en libertad y mi mujer descansa tomando el sol. Su barriga ya
está enorme, veintidós semanas de embarazo, seis meses. Me la he follado
cada día, verla así me tiene duro la mayor parte del tiempo. En lo único que
pienso cuando no estoy trabajando es en llevarla a la cama y meterme
dentro de ella, del calor de su coño. No se queja, las hormonas han subido
su libido, su deseo sexual está por las nubes. Algunas madrugadas me
despierta chupándome la polla para después montarme, hasta que se corre y
se vuelve a dormir.

Mierda, mi polla está dura y goteando por ella. La necesito y no es un


buen momento.

-Cazzo.

Me giro abruptamente al oír la voz de Iván, tiene cara de asco mientras


mira mi erección.

-No debería haber entrado sin llamar- dice.


-En efecto, deberías haber llamado, ahora te jodes.

Pone los ojos en blanco.

-¿Qué quieres?- le pregunto.

-Los irlandeses quieren hacer negocio.

-Eres mi consegliere. ¿Qué opinas?

-Que deberíamos, quieren de nuestra droga, su antiguo proveedor les está


fallando demasiado y están cansados.

-Bien, que el abogado redacte el contrato y se lo envías tú. Pregúntales


cuánta cantidad necesitan y acuerda un precio razonable para ambos.

Iván asiente. Todos nuestros capos están más que satisfechos con su
desempeño como consegliere, no es para menos, sus fortunas se han visto
aumentadas por las ideas de mi hermano. Es un maldito as en los negocios,
tanto en los legales como en los ilegales. Hemos inaugurado algunos clubs
nocturnos para blanquear dinero, dos de ellos en Calabria. Ni siquiera
llevamos cinco meses al mando y hemos logrado que la 'Ndrangheta suba
de nivel, ahora somos la mafia más rica y poderosa de Italia. Sólo tenemos
a los japoneses por delante para serlo del mundo. Esto lo sé gracias a
Gianluigi, el bastardo conoce los secretos de las otras mafias. Hace un mes
que fue nombrado Don, Mauritio decidió retirarse y descansar junto a
Carmela, se dedican a viajar y vivir su vida. La relación entre mi madre y
Carmela ha ido mejorando, están intentando retomar la amistad que tenían,
aunque a mi madre a veces le dan celos cuando ve a Venus siendo
demasiado cariñosa con Carmela.

Iván sale del despacho, echo la cabeza hacia atrás y suspiro cerrando los
ojos. Tengo que decírselo, no puedo callarme esto por más tiempo y la
nueva información sólo empeora las cosas. Cuando se entere querrá correr
hacia el foco de la noticia y no tendré otra opción que acompañarlo, no lo
dejaré solo en esto. Pondré en sus manos todos mis recursos, ahora tiene su
propia ala de la casa y es dueño de una parte, Venus y yo decidimos que así
fuera cuando el abogado nos informó que la parte de nuestro padre había
pasado a ser de nosotros y nuestra madre nos cedió la suya. Ya que ahora
pasa más tiempo en Rusia que en Italia.

La puerta corredera se abre, Gio entra, cierra y se sube a mi regazo.

-¿Qué ocurre, mostriciattola?

-Papi, quiero comer pasta con mucha carne, pero mami dice que aún es
temprano y Celia no tiene la comida preparada.

Se cruza de brazos haciendo morros con la boca, lo hace cada vez que
algo le molesta, sobre todo cuando quiere algo y Venus se lo niega. Es
cuando recurre a mí, sabe que no puedo negarle nada.

Acuno su cara entre mis manos y le doy un beso en la frente.

-Vamos a ver qué podemos comer de la cocina. Aunque no lo creas,


Celia no tiene superpoderes para hacer la comida más rápido- le digo.

Ella se ríe, he descubierto algo y es que la risa de mis hijos me ayudan a


callar las voces de mi mente cuando necesito que lo hagan.

Me levanto de la silla de cuero con Gio en mis brazos, mientras ella me


cuenta las cosas que ha estado haciendo en la arena con Eros, los castillos
tan increíbles que han construido y el enorme agujero que han hecho, me
dirijo a la cocina.

-Y Fabián se cayó en el agujero- dice riéndose.

-¿Cómo se cayó?

-Lo tapé con una toalla y Eros lo hizo correr detrás de él.

Mi pecho vibra por la risa, estos dos han descubierto el mundo de las
travesuras ahora que somos libres. Demarco y Fabián son el foco principal,
ellos se lo toman bien, a veces les devuelven las bromas, lo que sólo
provoca que Eros y Gio se rían más fuerte.
Celia se ríe y niega con la cabeza cuando nos ve entrar en la cocina,
desliza un plato con un trozo de pizza de anoche por la encimera.

-Vino antes con la señora Venus persiguiéndola- me dice- Intentó subirse


en la encimera para alcanzar la carne cruda.

Miro a Gio, que mira hacia otro lado como si esto no fuese asunto suyo.

-No puedes comer la carne cruda- le digo.

-¿Por qué?

-Te hará daño en el estómago. ¿Recuerdas cuando comiste tanto


chocolate?- asiente con la cabeza- ¿Quieres volver a sentir ese dolor?- ahora
niega.

-Vaaaale, papi. No comeré carne cruda.

Suspiro fuerte, el hambre de mi mostriciattola es insaciable. Está todo el


día corriendo y subiéndose a todos lados, la pediatra dijo que todo era
normal, es una niña en crecimiento y es muy inquieta.

La dejo sentada sobre la encimera, no duda en agarrar el trozo de pizza y


comer. Eros entra corriendo en la cocina.

-¡Papà! Yo también tengo hambre.

Celia se ríe.

-Esta es la consecuencia de estar todo el día jugando en la playa- dice


sonriendo.

-¿Hay más pizza?- le pregunto.

-Sí, en el microondas hay dos trozos más, Don.

Caliento un poco los dos trozos en el microondas, de fondo, escucho a


mi hijo susurrar a Gio que luego tienen que ir a la habitación de Fabián a
robarle su radio para comunicarse con mis otros hombres. Mi boca se curva
por un lado, tendré que avisar a mis hombres de esta travesura y estén
alerta, seguramente, mis hijos finjan que están en peligro.

Saco la pizza del microondas y se la entrego a Eros, parte uno de los


trozos por la mitad y le entrega uno a Gio.

-Piccoli- los llamo- Tengo que ir a trabajar, obedeced a mamá y a Iván.


¿Entendido?

Los dos asienten mientras comen su pizza.

-Envía a alguien a buscarme cuando la comida esté lista- le digo a Celia.

-Sí, Don.

Camino de vuelta al despacho, pero en último momento, me desvío hacia


el camino de la playa. Venus e Iván están sentados en una toalla en la arena
hablando animadamente de algo.

Me siento por detrás de mi mujer, rodeando su cuerpo con mis piernas.


Le doy un beso en el hombro.

-Tienes la piel caliente y hueles a mar- le digo.

-Mierda, Ares, ve a hacer eso a otro lado donde yo no esté- se queja mi


hermano.

Venus se ríe.

-Tenemos que hablar, hermano- le digo a Iván.

-Iva a ir ahora a hablar con Kavanagh.

-No es sobre eso, es algo que sé desde hace meses y tú también deberías
saber.

Frunce el ceño confundido.


-¿Sobre qué?- me pregunta.

Venus se mantiene expectante, siento que las palabras quieren brotar de


mi boca y, por otro lado, no quiero hacerlo porque sé lo que sucederá. Pero
debo hacerlo, Iván merece conocer su propia historia, saber lo que está
pasando en Rusia.

-¿Qué ocurre, Ares?- me pregunta.

-Es sobre los Vólkov.

Su mandíbula se tensa, se levanta de un salto.

-No- dice con firmeza- No te atrevas a nombrarlos.

-Tienes que escuchar, hermano.

Niega con la cabeza, ya tiene lágrimas luchando por salir de sus ojos y
me odio por ser el causante de ellas. Ojalá no tuviera que hablar de esto,
ojalá pudiera llevármelo a la tumba. Sin embargo, no puedo, si se entera por
otro lado de esto me odiará para siempre. Me levanto de la toalla, me
coloco frente a él y pongo mis manos sobre sus hombros.

-Estoy aquí, siempre lo estaré. Eres mi hermano y eso no cambiará por


un jodido apellido- le aseguro- Pero debes escucharme, es muy importante
todo lo que tengo que decirte.

-Por favor- me suplica con la voz rota.

Venus se pone en pie para abrazarlo por el costado.

-Somos tus hermanos y eso no lo cambiará nadie- le dice- Escuchemos


lo que Ares tiene que decirnos, tus problemas son los nuestros, tus alegrías
son las nuestras y tus penas las lloramos contigo.

-Está bien- su voz sale temblorosa.

-No sé si conoces el origen de tu familia.


Empiezo a contarle cada dato y detalle que Morozov me dio hace meses.
Le cuento sobre su ascendencia Románov, por supuesto, no tenía ningún
tipo de conocimiento sobre esto. La expresión de su rostro es de total
confusión, pareciera como si no estuviera entendiendo ni una sola palabra
de lo que le digo. Continúo con la parte que sé que lo hará estallar en rabia.
Le hablo de Morozov y su lazo sanguíneo con él, sobre cómo Gavril trató a
cada uno de sus hermanos y cómo dejó sólo con vida a Morozov y otra
hermana, aunque de esta última no conoce su verdadero estado vital, ya que
Morozov la tiene en un lugar seguro.

-¡Estás mintiendo!- me grita- ¡No es nada mío!

Lo sujeto con fuerza por los hombros, niega con la cabeza a la vez que
llora desconsolado.

-Ojalá estuviera mintiendo, hermano. Pero esta es la verdad, tu verdad.

-¿Por qué mi madre no me dejó con él?- llora.

-Porque es una zorra mala- espeta Venus- Y porque si lo hubiera hecho


no te habríamos conocido y me alegro de que no te dejara con Mat.

-Morozov no tiene ninguna intención de acercarse a ti si tú no quieres- le


digo- Me dio su palabra de que respetaría tus deseos.

-No quiero a ese ruso cerca de mí. No quiero a ningún ruso a mi lado.

-Hay algo más.

Se ríe sin ganas.

-Tienes tres hermanos- le digo.

-¿Tres? La última vez conté uno.

-Entonces conoces a Pavel- le digo.


-De vista. No se me permitía acercarme a él, de hecho, no se me permitía
hacer nada más que permanecer oculto en la habitación contigua a la criada,
Lena.

-Cazzo- gruño.

-Mi madre venía cada día a verme, me contaba un cuento por las noches
para dormirme, me decía cuánto me amaba y que ojalá pudiera estar
conmigo cada segundo del día. Hacía promesas que nunca cumplía, era todo
mentira, si me hubiera querido de verdad habría luchado por mí, no me
habría dejado abandonado a los nueve años en un puto país que no conocía.

-Iván, hay una razón por la que te cuento todo esto. Tus otros dos
hermanos, han sido abandonados en pleno bosque al norte de Rusia. Vasil
estaba vigilando la casa y vio a alguien salir con los chicos, los siguió dos
horas, fueron hasta la frontera del país para abandonarlos a su suerte.

-¿Qué?- pregunta sollozando- ¿Ha abandonado a otros dos hijos?

Asiento con la cabeza.

-Estaban desnudos- le informo.

Parpadea varias veces.

-A estas alturas, en Rusia, debe hacer frío y debe haber nieve- dice.

-Sí, los abandonaron para que murieran- le digo.

-¿Dónde están?

-Con Morozov y mi madre, ahora están a salvo.

-¿Pero?

-No es seguro para ellos seguir en Rusia.


Se aleja un poco de Venus y de mí, mi mujer entrelaza sus dedos con los
míos. Iván murmura algo en ruso mientras pasea de un lado a otro y se pasa
los dedos por el pelo.

-Tengo que hacer algo- me dice deteniéndose- No puedo mirar hacia otro
lado como hicieron conmigo.

-Vamos a ir a por ellos y los traeremos a nuestra casa- le aseguro.

-Mierda- solloza- Tengo dos hermanos de los que desconocía su


existencia.

-Levka y Lena, tienen dieciocho y dieciséis años respectivamente.

-Levka y Lena- dice sonriendo- ¿Crees que les gustaré?

Venus suelta mi mano, se acerca a él y le pone las manos en el pecho.

-La persona que no te adore tiene un serio problema mental, hermano- le


dice- Ve a por ellos y tráelos a casa.

Iván le da un beso en la frente y la abraza.

-Voy a ir a por ellos. Traeré a mis dos hermanos a su verdadero hogar.

-Iremos, hermano. Ares e Iván contra todos- le digo con una sonrisa.

Mi hermano se lanza a darme un fuerte abrazo. Tengo que ir con él y


asegurarme de que se mantendrá a salvo, no me importan esos chicos, pero
él sí y no dejaré que nada ni nadie lo vuelva a dañar. Morte será su
guardián.

Nunca había pensado que mi vida sería así, plena, siempre viví entre el
caos y el odio. Dudo mucho que esta calma dure para siempre, pero
disfrutaré de cada momento hasta que toque volver a la lucha, a la guerra.
Iría a mil guerras por defender a mi familia. Ayer fuimos Venus y yo, hoy es
Iván y pasado serán mis hijos. No importa cuántas veces tenga que
mancharme las manos con la sangre de mis enemigos, no importa las balas
que tenga que disparar, no importa las vidas que tenga que quitar. Nada de
eso importa si la vida de mi familia está en juego. Ellos por delante de todo
y de todos. Ares Romano no descansará hasta ver a todos nuestros enemigos
en ruinas, hasta verlos perecer como la lluvia en un día de sol. Morte está
más vivo que nunca y dispuesto a cualquier cosa.
Próximo Libro
Primer Spin Off de la Serie Lazos de Sangre
Lo traicionaron, fue abandonado por ser diferente a lo que se esperaba.
Tuvo que aprender a sobrevivir solo en un país extranjero, unas calles que
nunca visitó, gente que hablaba en otro idioma. Alguien lo salvó, le dio lo
que siempre deseó: una familia. Pero había algo que le faltaba, así que fue a
buscarlo y lo que encontró era mucho peor de lo que una vez pudo
imaginar. Dos corazones rotos que había que reparar, dos chicos demasiado
jóvenes que luchaban por sobrevivir. Se los llevó con él. Aunque eso
supusiera una guerra contra la Bratva.

Iván Vólkov:
A los nueve años fui abandonado en un país lejano del que nací. Mi
madre me dejó a mi suerte en las calles de Milán, pero un demonio con cara
de ángel me salvó de ser abusado sexualmente por un transeúnte. Se
convirtió en mi hermano, me hizo parte de su familia. Todo lo que tengo y
todo lo que soy se lo debo a él. Ahora necesito su ayuda para liberarlos a
ellos y ganar la guerra contra la Bratva. Siempre deseé una familia propia,
tener hijos y alguien que me amara y me cuidara. Lo conseguí de quien
menos esperaba. Levka y Lena provocaron algo dentro de mí, un instinto de
protección, de posesividad, celos que jamás había sentido.

Lena Vólkov:
Me abandonó con un niño, Levka y la criada, de la cual llevo mi nombre,
me cuidaron. Hasta que ella fue asesinada por Gavril, mi padre, el de Levka
y Pakhan de la Bratva. Fue cuando Levka se hizo cargo de mí, me alimentó
con la poca comida que nuestra madre nos daba a escondidas. Levka me
enseñó lo que la criada le había enseñado, lo poco que aprendí fue gracias a
él. Levka es mi mundo, o eso creía. Iván apareció para salvarnos, mi mundo
se expandió, comencé a ver la vida de otra forma. A Levka no le gustó que
alguien nuevo llegara, pero aceptaría cualquier cosa que yo quisiera.

Levka Vólkov:
No me gusta. Lena siempre fue sólo mía, ahora tenía que compartir a la
niña que crie con él. Ella parecía feliz con Iván, no podía negarle eso, mi
pequeña ya había sufrido demasiado. Pero quería protegerla de cualquier
mal, por eso acepté ir con él. Sabía que Lena no sobreviviría sin mí, sus
días seguirían siendo tristes y grises. Ella había nacido para dar luz a este
mundo, ella era mi luz. Mi solnyshko. Si tenía que aprender a tratar a Iván
lo haría por ella. Así comenzó todo, por ella. Por Lena.

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