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Documento de Ivana
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PARTE A - GRECIA
La Península Balcánica es una región surcada por cadenas montañosas, que encierran
numerosos valles parcialmente fértiles -algunos más que otros- pero de clima seco. Ello
determinó que no pudieran producirse suficientes cereales, sino sobre todo, vid y olivo.
Ese hecho condicionó la dieta de los helenos y también los impulsó a tomar contacto
comercial con otros países. La temprana iniciación comercial de los helenos, debido a su
carencia de cereales, se vio favorecida por las características y ubicación de su territorio:
costas recortadas y con excelentes puertos naturales sobre el Mediterráneo Oriental, en
cuyas costas se habían desarrollado importantes civilizaciones del Cercano Oriente:
Egipto, Creta, Fenicia. La estructura recortada de las costas incidió no sólo en su vida
económica sino también en la política, porque los grupos tribales construyeron en cada
valle estados independientes de escaso territorio, las llamadas «ciudades-estado» o
«polis».Cada polis, cuando instaló colonias sobre las costas del Mar Mediterráneo,
mantuvo la misma estructura estatal, pese a que no había valles recortados que lo
justificaran. Esto se explica porque los helenos trasladaron el tipo de organización política
que ya tenían, en una replica, allí donde se asentaron.
Poblamiento
1. Invasión Aquea. La Península Balcánica fue poblada hacia el 2000 AC por pueblos
seminómadas de pastores, que se hicieron sedentarios en ese suelo. Fue la primera oleada de
los Helenos, que pertenecían a la gran familia de los Indoeuropeos o Arios, pueblos nómades
que tenían por habitat natural las llanuras del sur de Rusia, desde donde migraron en oleadas
sucesivas. Llegaron divididos en tres grupos de tribus: aqueos, jonios y eolios, aunque a menudo
se los llama genéricamente aqueos.
La estructura organizativa básica de los helenos era el clan patriarcal o «genos», regido
por un jefe llamado «basileus». Los miembros del genos se consideraban parientes en grado
diverso, porque decían descender de un antepasado común, al que rendían culto. Cada genos
por tanto, además de rendir culto a los dioses comunes, tenía su propio culto familiar. El basileus
era aquel que podía probar que descendía más directamente de ese antepasado. El hecho de
atribuírsele ascendencia divina hacía del suyo un poder esencialmente religioso, y por ello era
el encargado de aplicar la «Themis», o sea las normas de justicia reveladas por la divinidad, de
cuyo conocimiento era el único poseedor. De ahí su inmenso poder sobre los miembros del clan,
con el objeto de hacer reinar la paz entre ellos. Por motivos de índole guerrera los genos se
unían en fraternidades o hermandades de genos, las «fratrías», cuyo jefe recibía también el
nombre de «basileus». Para incursiones mayores se reunían en tribus o «filé», cuyo jefe era el
«filobasileus». Y en caso de una expedición que nucleara muchas tribus, el jefe recibía el título
de «basileus en jefe».
Esos primeros pobladores indoeuropeos –aqueos, jonios y eolios- crearon una civilización
llamada «micénica», porque Micenas fue la ciudad-estado más importante de ese período. Los
historiadores la llaman a menudo «civilización homérica», porque Homero la inmortalizó en su
obra La Ilíada, en la que describió la ciudad del rey Agamenón como «la de anchas calles» y
«la rica en oro». Se trataba de una civilización básicamente rural, que hacia fines del período –
el 1400 AC- se tornó marítima por la influencia de la gran civilización marítima de la época: la
cretense o minoica, así llamada porque se desarrollaba en la isla de Creta y su rey tenía el título
de Minos.
La civilización micénica sentó las bases de la estructura política de la Hélade, porque se
organizó en varios estados independientes, las ciudades-estado o polis, que tenían como forma
de gobierno una monarquía, limitada por los ancianos jefes de los génos. Era una civilización
«heroica», donde primaba el héroe -por tanto el varón-; a diferencia de Creta que, por ser una
sociedad básicamente comercial y tener como deidad principal a la Diosa Madre -que
representaba la fertilidad- concedía gran importancia a la mujer.
2. Invasión Doria y expansión helena a Asia Menor. Hacia el 1200 AC llegó una nueva
oleada de pueblos seminómadas, los dorios, que lograron dominar a los aqueos casi en todas
partes, pero no en Atenas que siguió siendo una ciudad jonia. Pese a que traían armas de hierro
-la civilización micénica no había superado el estadio del bronce., el triunfo no fue inmediato. Se
inició una etapa de anarquía de 4 siglos, de la cual no han quedado documentos suficientes. En
esa etapa se produjo la colonización de las costas del Asia Menor, provocada por los pueblos
derrotados que se negaron a someterse al dominio dorio y prefirieron migrar. La migración
helénica y su lucha por asentarse en las costas de Asia Menor es el hecho que Homero canta
en La Ilíada, pero como se trata de una obra mítica y no de un relato histórico, el objetivo está
encubierto: la obra cuenta un episodio de la guerra de Troya, provocada según Homero por el
intento de los micénicos de rescatar a Helena –esposa del rey Menelao y cuñada de Agamenón,
rey de Micenas-, que había sido raptada por Paris, príncipe hijo de Príamo, rey de Troya.
Hacia el año 800 AC se ubica la finalización de la etapa de anarquía. Los griegos
consignaban ese año como el del comienzo de su historia. Otra vez se fueron estructurando las
ciudades-estado o polis. Como en la etapa anterior, esa organización surgió de la fusión de dos
zonas: la «polis» -lugar fortificado donde habitaban el rey, los altos dignatarios, la nobleza-, y el
«asty» -conjunto de aldeas ubicadas al pie de la colina, donde vivían todos los servidores de la
nobleza (campesinos y siervos) y también los comerciantes. El poblado bajo era más dinámico
y fue creciendo en número de habitantes e importancia a medida que se desarrollaba el
comercio; pero como la zona alta tenía más prestigio, su nombre se extendió al conjunto. La
fusión entre ambas zonas se concretó pacíficamente
En la evolución histórica de la Hélade tuvieron importancia esencial dos hechos, que ya
aparecen en los orígenes de la civilización helénica.
1) Por un lado el problema social, generado porque los miembros de la ciudad-estado
tenían distintos derechos, y porque como las leyes no estaban escritas, la arbitrariedad de los
poderosos sobre la gente común era permanente. Y este hecho produciría una serie de conflictos
sociales que llevarían a la transformación paulatina del régimen jurídico y político hasta llegarse
en el siglo V AC a la república democrática;
2) El problema de política exterior, porque el territorio de la Hélade era un mosaico de
pequeños estados independientes y belicosos, que nunca llegaron a constituirse en un estado
nacional, y cuya lucha permanente los condujo a su debilitamiento hasta caer bajo el dominio
extranjero.
El Desafío de la Superpoblación
A lo largo del siglo VIII AC, durante la primera época de la ciudad arcaica, cuando el
sistema de gobierno era aún monárquico, se fue produciendo un incremento de población que
llevó a una crisis social. A medida que corría ese siglo VIII AC la situación de los campesinos se
había ido deteriorando y vivían con grandes privaciones. Como no había instituciones estatales,
cuando necesitaba un préstamo se lo pedía a su vecino noble; y si no podía pagarle perdía su
tierra, y hasta su libertad y la de su familia, porque existía como penalidad la esclavitud por
deudas. La tierra así fue pasando a manos de los nobles y los campesinos podían considerarse
dichosos si se les permitía quedarse en sus antiguas propiedades en calidad de aparceros; pero
el arriendo alcanzaba las 5/6 partes de su producción1. Cuando el número de pobres fue
insostenible y se preveía una crisis social, se recurrió a la colonización como solución. Ello
implicó el envío de los pobres «como emigrantes a colonias distantes, donde la tierra fue
inicialmente dividida en lotes iguales». Fue en realidad una solución transitoria, porque con el
tiempo las injusticias condujeron a la desigualdad también en las colonias; y en las ciudades
madres se agudizó el problema porque la colonización creó nuevas condiciones, que
beneficiaron a unos pocos y perjudicaron a las grandes mayorías.
La colonización fue la respuesta al problema social y consistió en alejar de la polis al
excedente de pobres, a los que se les ofreció la posibilidad de acceder a tierras en propiedad
en colonias lejanas. Los griegos se extendieron por el mar, hacia el este y el oeste. Por el
Mediterráneo Oriental fundaron colonias como Bizancio, y también en las costas del Mar Negro;
por el Mediterráneo Occidental se asentaron preferentemente en el sur de Italia, peninsular e
insular -región que llamaron Magna Grecia-, y en las costas de Libia -llamadas Tripolitania y
Cirenaica.
Las colonias tuvieron en un comienzo un carácter esencialmente agrario, según las
características de la sociedad madre y del tipo de migrantes, todos campesinos desposeídos.
Elegían las zonas en función de la cantidad y calidad de las tierras, en tanto que prestaban poca
atención a sus posibilidades mercantiles, posición estratégica o profundidad adecuada para
construir puertos. Cuando creció el comercio en el Mediterráneo entre las ciudades de la Hélade
y las colonias, cambió el carácter de la colonización, y en la segunda etapa las ciudades
coloniales se establecieron en zonas importantes para el comercio. Así surgió un incipiente
imperialismo comercial de las ciudades helenas principales, especialmente de Atenas. Hubo
estados que no participaron en este proceso, como el caso de Esparta, la cual militarizó su
sociedad para solucionar el problema de superpoblación expandiéndose sobre las poblaciones
vecinas de la Península del Peloponeso. Ello, según A. Ponsati, truncó el desarrollo de las artes
y las letras en esta polis 2 .
La revolución económica
La colonización produjo un gran cambio económico, que incidió en los planos social y
político. Las características del cambio fueron:
a) En el aspecto agrícola se produjo un incremento de los cereales y las materias primas
en general, porque las colonias tenían un suelo y un clima especialmente apto para los cereales.
1 Ibídem, p. 88.
2 A. Ponsati: Lecciones de Historia de las Instituciones. Buenos Aires, Ediciones Astrea, 1976; p. 97.
Eso determinó el aumento del comercio en el Mediterráneo, entre las ciudades madres y las
colonias. Como ellas enviaban cereales, en la Hélade se concretó un cambio en la agricultura,
y aumentó la producción de vid y olivo, cultivos adaptados al clima seco de la región e
industrializables.
b) Se desarrolló la industria manufacturera, en principio relacionada con esos nuevos
cultivos –se produjo vino y aceite de muy buena calidad-, pero también de otras mercaderías
que fueron exportadas y muy apreciadas, como vasijas y vasos de cerámica decorados muy
finos, tejidos, sandalias. De ese modo la Hélade compensó su intensiva importación de cereales,
y se ocupó de buscar nuevos mercados de consumo para su producción.
c) Las actividades mercantiles, que fueron creciendo y se transformaron en el sector
dinámico de la economía helénica.
Por efecto del desarrollo del comercio se difundió la moneda en este siglo, inventada por
los griegos (aunque algunos autores afirman que no fueron los europeos sino los lidios de Asia
Menor). También se adoptó un sistema de pesas y medidas que, si bien no era uniforme en todo
el Mediterráneo, permitía establecer equivalencias. El cambio económico y social se limitó, en
consecuencia, a las ciudades marítimas.
El cambio social fue importante, porque el comercio produjo el aumento de la riqueza
mobiliaria, lo que significó que la riqueza rústica dejó de ser la única posible. Aunque ésta siguió
siendo la más «honorable» porque daba mayor seguridad y garantizaba la realización del ideal
heleno de autonomía, la riqueza mobiliaria permitió el ascenso de sectores nuevos y una
variación de la estructura social existente.
a) La Nobleza siguió existiendo, como propietaria de los latifundios. Algunos nobles
supieron adaptarse y participaron del cambio económico. Otros, en cambio, optaron por persistir
en las actividades tradicionales. Tanto unos como otros terminaron fusionándose con el sector
más rico de la Burguesía, constituyéndose así la Oligarquías
b) La Burguesía fue un sector social nuevo, conformado por los comerciantes y dueños de
talleres industriales más ricos. En principio, carecían de derechos civiles ni políticos, porque la
sociedad continuó siendo gentilicia. Cuando se unieron a través de los matrimonios con la
Nobleza, dando vida a la Oligarquía, entonces sí ingresaron a formar partes de los genos,
tuvieron la protección de las leyes y gobernaron la ciudad, desde las instituciones existentes.
b) La clase media se formó con los dueños de pequeños talleres y comercios. Sus
miembros pudieron procurarse una armadura completa en una época en que los progresos de
la industria facilitaron la producción de armas más livianas y a precios más bajos. Cuando la
infantería –los hoplitas- superó a la caballería, formada por los nobles, éstos perdieron el
monopolio de la defensa de la ciudad. Y así la clase media, por prestar el servicio militar, empezó
a luchar por derechos. La relación entre prestación del servicio militar y exigencia de mayores
derechos, constituye una recurrencia en la historia.
c) El campesinado pobre empeoró su situación, pues debieron vender sus productos a
precios muy baratos para competir con los extranjeros. Así, se endeudaron. Quienes perdieron
sus tierras pero se salvaron de la prisión o la esclavitud por deudas, buscaron migrar a las
colonias. Cuando esa posibilidad disminuyó, ocurrió el estallido social.
El régimen político cambió hacia fines del siglo VIII y principios del VII AC. La nueva
oligarquía asaltó el poder y depuso a la Realeza. Se produjo así la caducidad de la Monarquía
y la instauración de un nuevo régimen: la República Oligárquica 3.
Las repúblicas oligárquicas –como las democráticas- implican regímenes representativos,
pero existe una diferencia sustancial entre unas y otras. En las repúblicas democráticas “todos
los nacionales son ciudadanos de pleno derecho”4. En las oligárquicas, en cambio, se establece
una división de la población nacional -o sea de los ciudadanos- en dos sectores, de los cuales
sólo uno participa en el gobierno.
La institución que reemplazó a la Realeza fue la Magistratura, que tomó distintos nombres,
según las ciudades. En Atenas fue el Arcontado. Las demás instituciones continuaron siendo las
mismas, aunque integradas de distinto modo, pues tanto la Bulé como la Asamblea estuvieron
constituidas por miembros del nuevo sector social, la oligarquía, integrada a los viejos genos de
la nobleza..
La República Oligárquica adoptó formas distintas en cada ciudad-estado, y también generó
reacciones dispares de los sectores excluidos del poder. Veremos un caso modélico: Atenas.
Atenas y la Democracia
Atenas fue una polis marítima ubicada en la Península de Ática. Fue poblada por los jonios
y pudo resistir la invasión de los aqueos. Fue en la antigüedad un Estado modélico, tanto porque
fue la cuna de la República Democrática como por haber sido el centro de la cultura helénica,
de gran trascendencia para la civilización occidental.
La Etapa Arcaica fue semejante a las de las demás ciudades helénicas. Una monarquía
limitada, de base gentilicia 5, que cae como consecuencia del cambio económico6 que lleva a la
formación de la burguesía y luego la oligarquía, la cual genera la República Oligárquica. Este
régimen sustituyó a la Monarquía en Atenas, como en todas las ciudades marítimas, debido al
cambio económico-social. Las Instituciones Políticas fueron:
a) El Arcontado7, se constituyó con 9 miembros: a) El Arconte-Rey, cargo ocupado por la
vieja familia real, b) El Arconte Epónimo, que heredó del rey las funciones civiles; c) El Arconte
Polemarca, encargado de las funciones militares; d) Los 6 Tesmothetes, con funciones
judiciales. Los cargos de magistrados eran, en Atenas, periódicos y electivos.
b) El Consejo era la institución central del régimen oligárquico. Se reclutaban entre los ex
– magistrados8 en forma electiva. En las ciudades que tenían una Bulé numerosa –como
Atenas- se formaba en su seno una Comisión de «Probuloi», especie de consejo restringido
integrado por los individuos más ricos.
c) La Asamblea estaba integrada por los «ciudadanos activos», en quienes residía la
soberanía, diferenciada de la masa no calificada, que estaba excluida. Recibía el nombre de
Ecclesia o Halia. La Asamblea discutía las proposiciones presentadas por los buleutas. Si bien
en algunas ciudades su accionar era consultivo, en Atenas era decisorio. Sin embargo, no
podían introducir modificaciones a los proyectos, debiendo aceptar o rechazar el proyecto en
forma completa.
«asymnetas». Eran en general eran electivos y periódicos, pero en algunas ciudades fueron vitalicios.
8 Hubo polis, como Esparta, en las que el cargo de consejero era vitalicio. Se entraba siendo anciano y se
La Acción Revolucionaria
Se concretó a mediados del siglo V AC, luego de una lucha social que renació 30 años
después de la reforma soloniana. De los tres partidos existentes, de la llanura, la costa y el
interior –que representaban los intereses e cada uno de los sectores sociales: los terratenientes,
la clase media comercial y el campesinado pobre-, triunfó el partido del interior, cuyo jefe,
Pisístrato, daría cumplimiento a las reivindicaciones campesinas.
Pisístrato, que asumió en 560 AC, «solucionó de manera definitiva la cuestión agraria»,
repartiendo las tierras roturadas y los dominios confiscados a los nobles, con lo cual logró la
formación de esa importante clase media campesina, que será «el elemento más estable y más
sano del cuerpo cívico hasta el fin de la guerra del Peloponeso» 10. Para hacer posible la
afirmación del sector, el gobierno hizo préstamos para favorecer el cultivo de la vid y el olivo,
que si bien eran más redituables, requerían de un tiempo mayor que el de cereales para la
recuperación de la inversión. Para solucionar el problema de los pobres de las ciudades, impulsó
la construcción de obras públicas que embellecieron la ciudad.
El régimen cuidó de la educación popular. Organizó concursos musicales y recitales.
Además, no modificó la Constitución y permitió el funcionamiento de las instituciones populares.
Pensaba que la participación de los ciudadanos en los Tribunales y la Asamblea contribuiría a
su socialización política, con el consiguiente desarrollo del sentido de bien común y
responsabilidad ciudadana.
La República Democrática.
Las Reformas que permitieron la instauración de la Democracia se debieron a Clístenes,
magistrado que acabó la obra esbozada por Solón, y dio forma definitiva a la Constitución
Democrática de Atenas, en el 508-507 AC. Con Clístenes se instauró una reforma administrativa
que hizo posible la participación de todos los sectores sociales –hablando siempre de los
ciudadanos- en todas las instituciones del Estado. Aunque se amplió el número de miembros
de cada institución para acomodar su representación y funcionamiento al sistema decimal –los
100 demos o barrios-, ellas siguieron siendo las mismas: Arcontado, Bulé o Consejo, Tribunal
de los Heliastas, Asamblea del Pueblo11. Pero ahora el campesino o el thete podían ocupar
cualquier cargo político, máxime que en la mayoría de los casos se usaba el sorteo como método
de selección.
Las Reformas de Clístenes fueron profundizadas a lo largo del siglo V AC. Así:
a) Se estableció la «mistophoría» o retribución pecuniaria, para que los ciudadanos
pudieran integrar las instituciones. En caso de participación en la Asamblea, se les entregaba el
equivalente a un día de trabajo.
b) Se extendió el sorteo a más tipos de designaciones. Hubo algunos cargos, como el de
estratego, que siempre fue electivo.
c) Se redujeron las funciones del Areópago. Ello se debió a que las iniciativas democráticas
se estrellaban en el Areópago que podía oponer su veto a las decisiones de la asamblea popular
aduciendo que eran incompatibles con el espíritu de las leyes. Los demócratas atacaron esta
fortaleza conservadora y privó de sus atribuciones políticas, limitando solo su acción a causas
que implicaban sentencias de muerte12.
El gobierno de Pericles (quien gobernó hasta su muerte, en 429 AC) coincidió con la 1º
parte de la Etapa de Hegemonía de Atenas en la Hélade (465-404 AC). Según Glotz, en la
época de Pericles «la vida política de Atenas muestra un equilibrio perfecto entre los derechos
10 B. Knauss: La Polis. Individuo y Estado en la Grecia Antigua. Madrid, Aguilar, 1979; p. 40.
11 Ver supra las funciones, en República Oligárquica
12 Grimber, op.cit., p. 171.
13
del individuo y el poder público»
La Democracia Ateniense: Principios e Ideales.
La democracia ateniense tuvo una serie de principios e ideales que la caracterizaron, cuya
esencia ha llegado hasta la actualidad, y que la constituyen en el antecedente más remoto de
los regímenes democráticos actuales. Sus principios e ideales fueron los siguientes.
a) La libertad individual, entendida desde el punto de vista de la noción de “libertad externa”
era “absoluta, porque ningún ciudadano, bajo ningún concepto, podía ser esclavizado”. Se
prohibió tanto a particulares como al Estado el apremio físico. Y ello se completó con la
responsabilidad individual, porque ninguna pena -penal, civil, política como la atimia o pérdida
de la ciudadanía-, podía alcanzar a los familiares. La protección civil se hacía extensiva a los
extranjeros domiciliados o «metecos», y ello hizo del Ática la tierra clásica de la libertad, que era
elegida por literatos y artistas de toda la Hélade, donde se refugiaban los exiliados de todas las
otras polis. La libertad, en el sentido de “libertad interna” estaba sin embargo muy acotada,
porque los griegos, y en particular los atenienses, sentían vívidamente el principio de bien común
y acomodaban su accionar al bien de la ciudad, que era el de todos. Esta es la idea que está en
la base del ideal de libertad.
b) La igualdad era para los atenienses la condición de la libertad. Gozaban de isonomía o
igualdad ante la ley, y de isegoría o igual derecho de hablar. Este derecho era el más apreciado
por los atenienses. Había sí, desigualdad tributaria, pues persistía el esquema soloniano.
c) El Estado tenía deberes morales para con los ciudadanos, que algunos autores
identifican con las garantías modernas del Estado que se auto-limita. En beneficio de la libertad,
se prohibieron los apremios físicos, la esclavitud y, también, se vedó responsabilizar a los
familiares de los actos de algún individuo –lo cual se correspondía con el fin de la
responsabilidad colectiva de los tiempos anteriores a Solón. En consideración a la igualdad, se
establecieron emolumentos para retribuir los servicios prestados al Estado, pues sólo así todos
los ciudadanos, de cualquier nivel social, podrían participar. No sólo los cargos públicos eran
rentados. Si fijó un óbolo al ciudadano, que equivalía a un día de trabajo, para que concurriera
a la Asamblea.
El Estado encaró una serie de tareas para evitar la desigualdad social, de modo que
asumió el papel de protector de los sectores más débiles. Así: a) Para terminar con el flagelo de
la desocupación, organizó el «sistema de cleruquías» -colonias de campesinos asentadas en
comarcas distantes-, impulsó –en beneficio de los artesanos- la construcción de obras públicas,
e incorporó a los más pobres como remeros en la flota; b) Instituyó la asistencia pública: los
huérfanos de guerra fueron educados por el Estado, y al llegar a la mayoría de edad recibían
armaduras de hoplitas; c) Buscó evitar los monopolios que encarecían los productos, y se ocupó
del precio del pan; d) Impuso a los ricos la organización de concursos dramáticos y líricos, con
el objetivo de satisfacer las necesidades culturales de los sectores más pobres.
d) El ciudadano tenía obligaciones correlativas para con el Estado, que eran celosamente
controladas por los mismos ciudadanos, quienes podían votar la expulsión o incluso la muerte
de quien no fuera merecedor de seguir gozando los beneficios de ser ciudadano ateniense. Ese
control se debía a que los helenos no concebían el Estado como algo abstracto, sino como la
«comunidad de hombres libres», lo que determinaba que se refirieran a sí mismos como “los
atenienses» y no como «Atenas». Esa «comunidad» era omnipotente y la individualidad estaba
Este ideal regía todos los principios políticos. La libertad tenía como contrapartida el
respeto a la ley. La libertad del ciudadano implicaba su derecho a discutir y participar en la
elaboración de la ley; pero una vez sancionada ésta, sus restricciones debían ser respetadas
porque favorecían el bien común. Siendo libres todos podían aportar, de algún modo, a la
empresa común de la vida cívica. En esa participación y en esa colaboración residía su orgullo,
y su convicción de que sólo en la ciudad se podía vivir una vida digna y plena. Junto a la idea
de libertad, esa concepción de la ley era esencial en el pensamiento griego. En un Estado libre
el soberano era la ley, no el gobernante, y “la ley merecía el respeto del ciudadano, aunque en
algún caso particular lesionara sus intereses”. En esos ideales residía, para los griegos, su
superioridad en relación a los no-griegos o “bárbaros”15.
La Hélade, y en particular Atenas, fue la cuna de la democracia. “La mayor parte de los
ideales políticos modernos –como, por ejemplo, la justicia la libertad, el régimen constitucional y
el respeto al derecho- o, al menos, sus definiciones, comenzaron con la reflexión de los
pensadores griegos sobre las instituciones de la ciudad-estado”16.
La ciudadanía dependía del nacimiento: todo griego era ciudadano de la polis a la que
pertenecían sus padres, cualquiera fuera el lugar de residencia. Tal condición le daba derecho
a la participación política, en diferentes grados según la estructura política de la ciudad. Podía
no tener más privilegio que la de asistir a la asamblea de la ciudad y/o de integrar los jurados
populares, o bien la de poder ser designado en algunos o todos los cargos políticos. Pero lo
significativo es que “para un griego, la ciudadanía significaba siempre esa participación,
cualquiera fuese su grado.
Las instituciones, en la fase democrática, funcionaban del siguiente modo:
a)-La Asamblea o Ecclesia, reunión a la que todo ciudadano tenía derecho a asistir desde
que llegaba a los veinte años, se reunía regularmente diez veces al año, aunque podía ser
convocada por el Consejo a sesiones extraordinarias. Tenía además funciones legislativas –
promulgaba las leyes elaboradas por el Consejo, las modificaba o las rechazaba- y electorales,
pues designaba a magistrados y funcionarios. Normalmente “todas las cuestiones importantes,
tales como declaraciones de guerra, acuerdos de paz, formación de alianzas, votación de los
impuestos directos o medidas legislativas generales, iban a la asamblea para recibir su
aprobación”17.
b)- El Arcontado (diez Arcontes) y los demás funcionarios duraban un tiempo breve –
generalmente un año- y en la mayoría de los casos no estaba permitida la reelección. El objetivo
era hacer posible la participación de la mayoría de los ciudadanos, que se desempeñarían a
nombre del pueblo, lo cual implicaba una especie de representación aunque muy diferente de
la concepción moderna de representación. Los cargos no eran unipersonales sino colegiados:
INTRODUCCIÓN
18 Las “tribus”, desde la reforma de Clístenes, eran zonas electorales que implicaban barrios distribuidos por las
tres regiones de Atenas: la costa, la llanura y la montaña (o sea la ciudad, donde se desarrollaban las actividades
comerciales, industriales y profesionales; la zona agrícola organizada en latifundios –en manos, por tanto, de los
más ricos; y la región montañosa donde vivían los sectores minifundistas). La idea ateniense era que ningún sector
social tuviera más poder que los demás, y por ello se constituían así los distritos electorales.
19 G. Sabine, op,cit., p. 19
pretendían ascendiente política20. Los impulsores del cambio fueron los sofistas, -o maestros-;
pero sobre todo provino de la poderosa influencia ejercida por Sócrates. Las dos construcciones
teóricas que se desarrollaron dentro del campo filosófico, fueron las de Naturaleza y Convención.
Aunque Atenas fue la cuna de la Democracia, sus filósofos más famosos presentaron un
pensamiento de oposición, quizás desilusionados por los excesos de la democracia: la adulación
al pueblo en las Asambleas, el populismo, los graves errores que se cometían cuando se
invocaban las emociones y no se recurría al desarrollo del pensamiento racional.
Los máximos representantes de la filosofía política helénica fueron: Platón y Aristóteles.
PLATÓN
Platón (427-347 a.C.) nació en el seno de una familia aristocrática, De Sócrates tomó la
idea fundamental de su filosofía política: la virtud es conocimiento. Entre los hechos significativos
que inciden en su vida podrían señalarse:
a)- su pasión política y sus aspiraciones de participación en las instituciones, para las que
cree estar más capacitado que otros por su origen aristocrático y su educación, pero de la que
se ve alejado por sus ideas, ya que era un profundo admirador del régimen espartano.-
b)- sus viajes a Sicilia, gobernada por tiranos –Dionisio I y Dionisio II-, a los cuales espera
influir para hacer realidad su teoría del “filósofo rey”. La experiencia termina en un fracaso,
porque los celos y desconfianzas de los tiranos en él los lleva a desterrarlo; y en la primera
oportunidad incluso es embarcado por la fuerza en un navío espartano, cuyo capitán lo vende
como esclavo. Esta experiencia lo llena de amargura, y a partir de ella se aleja de la política
práctica y se concentra en la producción teórica.
La obra de Platón comprende tres períodos.
a)- El primero es el período “socrático”. En él Platón traza su retrato de Sócrates como
hombre, maestro y amante de la verdad. Todas sus obras son “diálogos” en los que Sócrates es
el principal interlocutor y el talento superior. b) En el segundo período el protagonista continúa
siendo Sócrates y se repite el estilo del diálogo, pero ya aparecen nuevos elementos: el rechazo
a la democracia –Platón culpa del asesinato de Sócrates a la chusma, que “amenaza a cada
hombre como bestia al acecho” (496.c), y la figura del “filósofo rey” como ideal de régimen
político. En esa obra Platón se aleja del pensamiento tradicional griego –que ama la libertad y la
ley- porque excluye totalmente el Derecho: todo el sistema se subordina al filósofo rey que
conoce lo que es bueno para los hombres y que concreta un régimen paternalista sobre
individuos que tienen el papel de súbditos que están bajo la tutela real; y aparece la idea de la
Edad de Oro representada por la etapa monárquica patriarcal y hereditaria, donde gobernaba
uno, el más sabio.
c)- En el tercer período no usa más a Sócrates como interlocutor, aparentemente porque
se da cuenta que se había alejado mucho de sus enseñanzas. La obra más representativa de
esta etapa es: Las Leyes. En ella Platón restaura a la Ley en el lugar que le asignaban los
griegos. Sigue teniendo como ideal el gobierno de un filósofo rey libre de ataduras, pero como
es imposible encontrar ese hombre bueno y sabio, admite la conveniencia de un régimen regido
por una Ley Suprema que limite a gobernantes y gobernados. Dada la frágil naturaleza humana,
es preferible el gobierno de la ley (Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, T. 8).
Tres son las obras principales que contiene la filosofía política de Platón: La República, El
Político y Las Leyes.
a)- los trabajadores, cuya aptitud radica en la capacidad para la producción, munidos de
un alma de hierro o de bronce en la que priman las facultades apetitivas y nutritivas, que supone
que residen más abajo del diafragma. Ellos, destinados a satisfacer las necesidades físicas de
la sociedad, guiados por la virtud de la templanza, serán los agricultores y artesanos;
b)- los guerreros, de temperamento irascible, cuyas almas de plata contienen facultades
ejecutivas y valerosas, que residen en el pecho. En la ciudad ideal que postula ellos serán los
guardianes. Aptos para gobernar bajo el control de otros, su virtud es el valor;
c)- los gobernantes, cuya alma racional –de oro- facultada para el conocimiento y el
pensamiento reside en la cabeza, y que serán los magistrados. Ellos, guiados por la virtud de la
sabiduría, son los encargados de fijar los fines últimos del conjunto social, y de velar por el bien
común21. Estas facultades no son hereditarias, y aunque la mayor parte heredará el alma de sus
padres, puede haber excepciones y compete a los magistrados comprobarlo. De ahí que el
régimen social que postula no es el de castas.
3. Educación: el enfoque de la educación entronca naturalmente con el planteo
antropológico de Platón. Se debe dar a cada niño la mejor educación posible conforme a
sus aptitudes, y se debe hacer un control estricto de su desarrollo para percibir a qué tipo
pertenecen. Se debe observar su belleza y gracia –porque las aptitudes del alma se
reflejan en la belleza física-, y también las cualidades de su corazón y de su espíritu; y se
los debe someter a una serie de pruebas sobre el dolor, el temor y el placer. En función
de ello se determinará quiénes están aptos para continuar los estudios: gimnasia, arte
militar, música, y también aritmética, física y astronomía. Con este bagaje de
conocimientos y capacidades se los destinará a la defensa de la ciudad.
La educación también debe hacerse extensiva a las mujeres, porque Platón afirma la
igualdad de sexos. Considera que las mujeres tienen las mismas aptitudes que los
hombres para la función pública y también para la guerra, pudiendo formar parte de la
infantería ligera. Toma en ese sentido el modelo de Esparta 22.
4. Teoría Social para Platón la sociedad es una entidad natural, porque las familias se
asocian para dar satisfacción a sus mutuas necesidades de supervivencia, desarrollo
común y defensa. En este contexto los hombres están destinados por naturaleza a servir
a la Sociedad, que es concebida como un sistema de servicios en el que todos dan y
reciben algo, y a un Estado que es el ente regulador de ese intercambio mutuo. De allí
deriva su principio de la división del trabajo y la especialización de funciones, según el
cual la importancia social de los hombres depende del valor del trabajo que realiza –con
lo cual se conecta el platonismo con lo que será la teoría medieval-.
El Estado, que es un grupo cooperativo destinado a satisfacer las necesidades, y no un
ente jurídico-, debe ocuparse de los individuos desarrollen sus aptitudes naturales, que se
profundizan con la “preparación” y la “acción”, para ponerlas al servicio del conjunto social.
Los magistrados deben velar por la vigencia de las virtudes sociales, porque si bien el
conocimiento de la virtud hace el hombre bueno, para ello debe desarrollarse en una
sociedad buena. Platón tiene una concepción totalitaria del poder político, que debe
avanzar e inspeccionar todos los aspectos de la vida, porque liberado a sí mismo el hombre
no respeta las leyes que guardan el orden público. Por tanto, Platón privilegia al Estado
sobre el individuo, cuya plenitud deriva de su sujeción al Estado. Los principios de “virtud”
y “deber” deben orientar la vida de los ciudadanos, porque harían posible la “estabilidad”
y “la paz”23. En el platonismo por tanto todo es público, y no hay espacio para lo privado.
En cuanto a lo religioso, se debe imponer y velar por que los ciudadanos rindan culto a
los dioses de la ciudad, pero son permitidos los dioses particulares relacionados con las
tradiciones de la multitud.
5. Las Formas de Gobierno: Platón diferencia las formas de gobierno de los Estados
Jurídicos y no jurídicos. Son Estados Jurídicos aquellos que tienen la Ley como máximo
soberano y se cuida el bien común. Allí las formas de gobierno –que dependen del número
de miembros y del grado de participación de la ciudadanía- son: la Monarquía, la
Aristocracia y la Democracia. Ésta es la peor de estas formas gubernativas. En los Estados
No Jurídicos los regímenes gubernativos son: la tiranía, la oligarquía y la democracia
extrema. Como en ellas no hay una Ley soberana y se contemplan sólo los intereses del
ARISTÓTELES
24 Prelot: ibidem, p. 54
26 Aristóteles, ibidem.
27 Aristóteles, ibidem, cap. V, p. 47.
28 Aristóteles, ibidem.
29 Sabine, op.cit., pp. 58-59.
30 Aristóteles, op.cit., p. 43.
individualismo moderno, precisamente por esa conexión entre individuo y comunidad.
También a diferencia de los teóricos modernos, Aristóteles considera que “se necesitan
buenos ciudadanos para que la Ciudad sea buena, y no... una buena Ciudad para tener
buenos ciudadanos”31.
5. Educación :El papel del Estado es formar a los individuos en la virtud, induciéndole a
subordinar las necesidades materiales deben subordinarse a las espirituales –del mismo
modo que el hombre se subordina a la comunidad-. El Estado en consecuencia no debe
propender a la grandeza militar ni al enriquecimiento, porque ello induciría a los
ciudadanos a orientar su vida en la búsqueda de honores militares o de riquezas. El
Estado debe contentarse con ser autárquico, y privilegiar la educación: debe orientar a
los individuos a que actúen rectamente. Los valores modélicos son: la moderación, la
justicia, la equidad, la magnanimidad, el valor. Sólo a partir de la obtención de hombres
virtuosos se podrá construir la “virtud colectiva”, que es el fin de la política.
6. El Poder Político: forma y extensión: En la concepción del poder difiere Aristóteles de
sus predecesores. Para ellos –como el caso de Jenofonte y de Platón- lo importante era
el ascendiente personal del gobernante, y dentro de este planteo la constitución o incluso
las leyes tenía escasa significación. Aristóteles invierte esta cuestión: “retira al hombre
del poder para dárselo a la ley, porque según él, lo que es general resulta superior a lo
que es particular. Por otra parte, diferencia “la primera ley” o Constitución, de las demás
leyes que le están subordinadas.
7. Las Formas de Gobierno
Aristóteles hace una doble calificación, que combina.
a)- Desde el punto de vista cuantitativo, el gobierno puede ser: de uno (monarquía y
tiranía), de unos pocos (aristocracia y oligarquía) o de todos (república y democracia).
b)- Desde el punto de vista cualitativo los gobiernos pueden ser “puros” o “impuros”
(desviados o corrompidos), según gobiernen en función “del interés general” y acomodados a
las leyes, o bien cuando predomina “el propio interés” de los gobernantes. En consecuencia,
las formas de gobierno clasificadas en función del número de miembros es combinada en base
a la calidad de los bienes que los gobernantes cuidan. A partir de ello deriva la clásica
clasificación aristotélica:
Son formas puras de gobierno: la monarquía, la aristocracia y la república. Son formas
impuras de gobierno: la tiranía, la oligarquía y la democracia.
Aristóteles señala varios tipos de regímenes monárquicos. Así por ejemplo: a)- la
monarquía absoluta, en la que el rey tiene todo el poder, que deriva de la realeza patriarcal, que
fue la primera forma históricamente hablando, que se impuso en los orígenes de los Estados,
cuando éstos fueron como una familia ampliada. b)- La monarquía heroica de los tiempos de los
pueblos guerreros, en la cual la función esencial es el mando de la guerra y el pontificado. c)-
La tiranía es el régimen en el cual se gobierna en interés de uno solo, por medio de la violencia
y la rapiña, razón por la cual ningún hombre de bien puede tolerarlo.
Los regímenes aristocráticos pueden adoptar cuatro formas, de los cuales son las mejores:
a)- La aristocracia en la cual se le da cierta participación a la muchedumbre, con lo cual a
la “virtud” propia de la aristocracia y a la “riqueza” de la oligarquía se agrega el principio de
“democracia”; o sea que la masa tiene derechos políticos. Pero las funciones esenciales están
monopolizadas por las clases superiores. El ejemplo estaría representado por Esparta, aunque
ahí no existía la riqueza.
PARTE B) ROMA
La Historia de Roma abarca doce siglos, desde su fundación en el año 753 o 754 AC,
hasta el 453 DC, año de la caída en manos de los pueblos germanos. Roma comenzó siendo
una ciudad estado, ubicada en las orillas del río Tíber. Fue fundada por los latinos, pueblo de
origen indoeuropeo asentado en aldeas en el Lacio, que instalaron en las colinas un opidum,
para protegerse del avance etrusco. Esa fortaleza –que no impidió que fueran conquistados-
constituye el origen de la ciudad. Roma está en el centro de la península itálica, la cual fue
poblada por grupos disímiles: al norte los etruscos, en el centro y sur varias otras tribus de
italiotas –sabinos por ejemplo- y en las costas del sur y de Sicilia los griegos de la Magna Grecia.
Su desarrollo histórico se divide convencionalmente en tres etapas, en función de su forma de
gobierno: Monarquía, República e Imperio. Cada una de ellas, a su vez, es subdividida en etapas
menores, en base a la forma como el poder fue desempeñado y al grupo político-social que lo
detentaba
1. La Monarquía La fase monárquica se extiende desde la fundación de Roma hasta la
revolución del 509 AC, año en que se instaura la República. El sistema social comprendía 4
estamentos u órdenes: patricios, plebeyos, clientes y esclavos. a) Los Patricios eran los
descendientes de los fundadores latinos, y luego también de los conquistadores etruscos.
Constituían la nobleza, poseedora del gran bien económico de la época: la tierra. Estaban
organizados en Gens, el clan patriarcal que caracterizaba la sociedad arcaica y era la célula de
la sociedad. Como en el caso de Grecia, se trataba de una agrupación de familias que se
consideraban descendientes de un antepasado común, y tenían un culto familiar y un jefe: el
«pater familiae», que ejercía sobre sus miembros un poder superior al del basileus griego. En
tanto miembros de las gens, sólo los patricios eran ciudadanos, y por tanto disfrutaban de los
derechos civiles -al matrimonio, la adopción, la propiedad, la participación en el culto familiar e
institucional de Roma-, y también de los derechos políticos, porque podían participar en las
instituciones gubernativas: el Senado y la Asamblea por Curias. b) Los plebeyos eran de origen
diverso: extranjeros domiciliados, miembros de las poblaciones conquistadas, clientes
emancipados de las gens por extinción natural de éstas. Se ocupaban como comerciantes,
industriales, obreros, y su número fue creciendo a medida que la ciudad se desarrollaba. Había
dos tipos de plebeyos: ricos y pobres. Como no pertenecían a la ciudad –aunque hubieran nacido
en ella- por tener sus padres otro origen, carecían de la protección de los dioses y no podían
aspirar a la protección de las leyes. No disfrutaban por tanto de los derechos civiles –ni el
derecho de matrimonio o «connubium» ni el derecho de propiedad o «comercium»-, ni de los
políticos. En forma correlativa, no tenían deberes, pues su no pertenencia a la ciudad los eximía
de las dos grandes cargas que pesaban sobre los ciudadanos: el servicio militar y el impuesto32.
c) Los clientes constituían una categoría social desconocida en Grecia. Se trataba de personas
que se integraban a las gens, pero su pertenencia a ellas no era natural sino adventicia.
Procedían colocándose bajo la protección del pater, al cual entregaban sus bienes –aunque
conservaban el usufructo-, a los efectos de conseguir derechos civiles. El régimen de la clientela
tuvo gran significación en Roma, porque el poder de las gens dependía del número de
propiedades y de miembros –patricios y clientes- que tenía. d) Los esclavos eran muy
numerosos. Se trataba de quienes habían perdido su libertad por deudas o habían sido
comprados, y carecían de derechos. El sistema político era Monárquico. Como en toda ciudad
arcaica, la vigencia del régimen gentilicio determinaba que la Monarquía fuera limitada. Las
instituciones políticas eran tres: a) El Rey, que reunía en sus manos la plenitud de las funciones
ejecutivas: administrativas, militares, jud judiciales, religiosas. Se trataba de una
realeza militar poderosa. b) El Senado o Consejo de Ancianos, integrado por los jefes de las
gens, representación permanente junto al rey de los “pater familiae”, quienes lo asesoraban en
todas las cuestiones. Si bien su papel era consultivo, debía -como en el caso de la Grecia- ser
tenido en cuenta; c) La Asamblea por Curias, integrada por los varones de las gens en edad de
prestar el servicio militar, que tenía un papel esencialmente consultivo y formal. La etapa
monárquica terminó a fines del siglo VI AC, cuando ocurrió la revolución que instauró otra forma
de gobierno: la República.
La organización Institucional de la República en el siglo III
La República se extiende entre el 509 y el 27 AC. Comprendió varios momentos, que se
designan en base al sector dirigente y a las características de su mando. Esas fases fueron:
32
El rey Servio Tulio permitió a los plebeyos ricos el acceso a la tierra. La reforma buscó resolver problemas tributarios y militares, pues desde entonces,
como contrapartida del acceso a la propiedad rústica, los plebeyos pagaban impuestos y servían en el ejército.
República Patricia, República Patricio Plebeya, República Oligárquica y Régimen de Poder
Personal.
1.-La República Aristocrática (lucha patricios - plebeyos)
Abarca desde fines del siglo VI AC (509 AC) hasta mediados del siglo IVAC (367 AC).
Presenta como características: a) el monopolio político del patriciado; b) los comienzos de la
expansión militar; c) la lucha entre patricios y plebeyos.
a) El monopolio político del patriciado. La revolución del 509 AC, fue obra del patriciado y
de una pequeña porción de plebeyos ricos: los que revistaban en el ejército. En consecuencia,
los patricios se reservaron la mayoría de las instituciones se intentaron neutralizar aquella que
estaba abierta a los plebeyos: los Comicios por Centurias.
En el plano político el régimen cambió. Se crearon instituciones nuevas: la magistratura
para reemplazar a la realeza, y los Comicios por Centurias. Persistieron las otras dos
instituciones: Senado y Comicios por Curias.
La Magistratura heredó las atribuciones ejecutivas del rey. Comprendía varios tipos de
magistrados, que se fueron creando a lo largo del siglo, en función de las necesidades
administrativas y del conflicto que caracterizará la etapa: la lucha entre patricios y plebeyos.
Aunque en un origen todos eran patricios, luego fueron designándose magistrados plebeyos.
Las normas que establecían cargos y funciones fueron coordinadas en la etapa siguiente, en la
Constitución del Siglo III AC.
El Senado, integrado en su origen por los pater familiae, en la etapa republicana pasó a
conformarse con los ex – magistrados. Era la ciudadela del patriciado y, aunque las leyes
permitieron el acceso a la magistratura de sectores nuevos, éstos fueron siempre una minoría.
Fue la institución con más poder en Roma. Entre otras funciones, preparaba la nómina de
candidatos a cónsules que se presentaba ante los Comicios Centuriados, para que así éstos
votaran un candidato funcional al interés senatorial.
Los Comicios por Curias, eran una asamblea integrada sólo por patricios, los varones
adultos de las gens, inscriptos en función de su domicilio. Entre sus funciones más significativas
se contó la de investir a los cónsules de «imperium», esto es, del conjunto del poder civil, militar
y judicial, mediante una ley especial, la «lex curiata del imperio». Sin esa investidura, que
completaba a la realizada por los Comicios por Centurias, los cónsules no podían entrar en
funciones
Los Comicios por Centurias eran la institución nueva, creada para satisfacer a los plebeyos
ricos que revistaban en el ejército. Estos Comicios reunían, pues, tanto a patricios como a
plebeyos. Ellos designaban a los cónsules y los investían de potestas, esto es, del derecho a
entrar en contacto con el pueblo y ejercer el poder civil. Esa elección, sin embargo, estaba
condicionada al accionar de las dos instituciones patricias: el Senado que ratificaba la elección,
y las Curias que los investían de imperium.
b) La Lucha de los Plebeyos contra los Patricios llena toda esta etapa republicana.
Significó el enfrentamiento de los plebeyos ricos y pobres contra el patriciado.
Los plebeyos tenían en común algunas reivindicaciones. Tanto los plebeyos ricos –
propietarios rústicos y clase media urbana- como los plebeyos pobres aspiraban al dictado de
leyes escritas y a la igualdad de derechos civiles y políticos. Pero los pobres tenían, además,
expectativas de orden económico-social.
El arma que usaron para presionar al sector dirigente fue la resistencia civil, bajo la forma
de negativa a pagar impuestos y a integrarse al ejército. Esto tuvo gran peso por ser la época
en la cual Roma luchaba, primero por su supervivencia frente a la invasión extranjera, y luego
iniciaba las guerras de expansión imperialista con el sitio de la ciudad de Veyes, a fines del siglo
V AC –que duró más de 10 años.
El Programa común de lucha fue el siguiente:
a) En el plano jurídico, redacción de un código escrito, común a todos, para terminar con
la arbitrariedad, y autorización de los matrimonios mixtos (entre patricios y plebeyos);
b) En el plano político, el acceso a todas las magistraturas, incluido el Consulado -que les
permitía ingresar al Senado-, y validez legal de los Plebiscitos;
c) En el plano social, reclamaron la suavización del régimen de deudas, la solución de la
cuestión agraria y la sanción de leyes frumentarias;
d) En el plano religioso, la participación en el sacerdocio, con paridad a los patricios.
Usaron diversas estrategias, que pueden resumirse a la resistencia a alistarse al ser convocados
y a pagar impuestos.
Se logró en esta etapa:
1) En el 451-449 a. C. se redactaron las 1º leyes escritas, la llamada «Legislación
Decenviral» o Ley de las Doce Tablas. Ellas prohibieron la esclavitud por deudas.
2) El acceso a ciertos actos de derecho civil: matrimonio, testamento y adopción, que
debieron adoptar formas nuevas, laicizadas, pues hasta entonces habían tenido naturaleza
religiosa. Cuando en 445 AC se permitieron los matrimonios mixtos, los plebeyos alcanzaron la
plenitud de los derechos civiles. Se centraron a partir de entonces en la lucha por la igualdad
política.
3) Los Derechos Políticos fueron conseguidos poco a poco, a partir del 449 AC: se
establecieron las Asambleas por Tribus como Comicios del Estado (en su origen, legislaba sólo
para los plebeyos), se les fue permitiendo el acceso a las distintas magistraturas –edilato,
cuestura, pretura, etc. En el año 367AC, con las Leyes Licinias lograron ingresar al Consulado,
la máxima magistratura romana. La apertura del Senado fue la consecuencia natural, porque se
formaba con ex magistrados.
En conclusión. Los patricios hubieran podido conservar el monopolio del poder si no
hubieran necesitado de los plebeyo, y el problema militar fue determinante. A fines del siglo V a.
C, a punto de iniciarse la expansión imperialista, ya se había igualado a ambos sectores en el
plano de los derechos civiles: todos eran ciudadanos, pero unos activos y otros pasivos. La
misma necesidad de soldados e impuestos permitió a los plebeyos continuar la lucha hasta
lograr, las mencionadas Leyes Licinias, que los transformó a todos en ciudadanos activos.
En el 367 AC, lograda la igualdad civil y política entre patricios y plebeyos, se cierra una
etapa republicana –la Aristocrática- y se abre otra –la Patricia Plebeya-, porque cambia el sector
dirigente. Ellos deberán dar satisfacción a la cuestión social.
La unión de Patricios y Plebeyos
A partir del dictado de las Leyes Licinias (367 AC) se produjo una modificación de la élite
gubernamental. El Patriciado fue reemplazado por la Nobilitas, o Nobleza Patricio-Plebeya,
conformada por dos grupos: el patriciado progresista, que aceptada el hecho consumado, esto
es, la igualdad civil y política concedida a los plebeyos, y los plebeyos ricos que tenían sus
expectativas satisfechas.
Los sectores no conformes con la nueva situación fueron: el patriciado conservador, que
aspiraba a la recuperación de su hegemonía; y los plebeyos pobres, que tenían reivindicaciones
económicas y sociales. Otro sector insatisfecho era la burguesía urbana, pues como no se
habían equiparado las riquezas inmueble (rústica) y mueble (urbana), ellos eran ciudadanos
activos, pero ocupaban un lugar social inferior.
El problema de la guerra imperialista fue, una vez más, utilizado por los sectores
disconformes, en especial la plebe pobre. Encontraron en esta oportunidad una dirigencia más
permeable a dar respuesta favorable a la cuestión social. .
«La cuestión social» tenía una larga historia, porque había sido incluida en las
reivindicaciones de todos los plebeyos durante las luchas de los siglos V y IV AC, aunque para
los ricos la incorporación de tal problemática al programa había sido hecha para lograr el apoyo
de la numerosa plebe pobre a su causa. Algunas respuestas había dado el patriciado en la etapa
anterior –de las 3 Leyes Licinias, dos se relacionaban con la temática social-, pero no se habían
dado soluciones de fondo.
La «cuestión social» suponía tres problemas:
La Cuestión Frumentaria implicaba el pedido de subsidios a los campesinos, para que el
grano fuera vendido a precios más bajos. La Cuestión de Deudas, se debía a que hasta la Ley
de las Doce Tablas no existía un interés legalmente establecido, sino que era discrecional; y los
prestamistas –que eran particulares-33, imponían tasas muy elevadas. Los pagos realizados por
el deudor no llegaban ni a cubrir los intereses, por lo cual el monto de la deuda iba siempre en
aumento, hasta que el deudor insolvente terminaba respondiendo con su libertad y la de su
familia. Lo que se pretendía, en consecuencia, era la regulación de la tasa de interés y, además,
que los intereses ya pagados se imputaran al capital y la Cuestión Agraria remitía al tema del
reparto de tierras. A diferencia de la Hélade, no se pretendía la confiscación de parte de los
latifundios existentes. Las conquistas romanas generaban un permanente incremento de la tierra
pública –el ager publicus-, tierra que era usufructuada por los ricos –la nobilitas en esta etapa
republicana. Lo que se exigía, en consecuencia, era la división de ese ager publicus abundante
en medianas propiedades y su distribución entre los soldados que las habían conquistado, los
cuales en su mayoría eran campesinos empobrecidos..
Estas medidas tuvieron gran trascendencia en la Historia de Roma. La Nobilitas en el
poder contó desde entonces con un gran aliado: la clase media campesina.
La Burguesía Capitalista se transformó en el otro sostén de la Nobilitas. Era un sector
emergente, integrado por comerciantes, industriales y financistas, que habían crecido
económicamente al amparo del Estado Romano, como banqueros, arrendatarios de impuestos,
concesionarios de obras públicas y fletes marítimos. Aquellos burgueses que, además, eran
latifundistas, disfrutaban de los privilegios clásicos de los propietarios rurales, aunque la parte
más lucrativa de su actividad fuera urbana. En cambio, los capitalistas que eran sólo propietarios
urbanos y carecían de propiedades rurales, no disfrutaban de los mismos derechos. Aunque no
fue su iniciativa sino la de un opositor –Apio Claudio-, la Nobilitas hizo suya la reforma de
equiparación de ambas riquezas inmueble y mueble 34. Esto consolidó la alianza de clases entre
33 Los préstamos en esta etapa republicana, como en la Hélade, corría por cuenta de los terratenientes vecinos,
porque no había instituciones estatales que cumplieran esta función.
34 A semejanza de la decisión, tomada en Atenas, de equiparar el medimno y la dracma.
los sectores más ricos: Nobilitas y Burguesía urbana, que duraría durante más de un siglo.
La gran obra de la nobleza patricio plebeya fue su capacidad para armonizar las leyes que
se habían ido dictando para organizar las instituciones –Magistratura, Senado, Comicios-, tanto
en su composición como en sus funciones. En consecuencia, fue su obra ese edificio
constitucional que se conoce como Constitución Republicana del siglo III AC, el gran orgullo de
los romanos.
Todo Estado supone la existencia de tres elementos: territorio, población y poder. Si falta
alguno de ellos, deja de existir el Estado. El territorio fue extendiéndose, el Estado romano fue
originariamente una ciudad-estado, constituido por la ciudad de Roma y el campo circundante.
Luego la República inició el proceso de conquistas, y se extendió a lo largo de los siglos IV y III
AC. a toda Italia, conquistando hacia el norte Etruria, y hacia el sur la Magna Grecia. Cuando a
partir del siglo II AC se expandió por el mundo mediterráneo, difundió una cultura que surgió de
la combinación de lo romano, lo heleno y lo etrusco.
La población también fue creciendo. En principio fueron ciudadanos sólo los romanos.
Luego fue extendiendo la ciudadanía a los itálicos, y en la etapa imperial, se hizo extensible a
toda la población imperial. La ciudadanía podía ser completa (plenitud de los derechos civiles y
políticos) o incompleta, con distintas variantes: sólo derechos civiles, o bien incluso el derecho
político activo (participar en las Asambleas) pero no pasivo (ser electo magistrado).
El Poder en el estado romano tenía las siguientes características: un régimen de soberanía
directa. El ciudadano ejercía personal y directamente sus derechos, sea en el Foro, sede de los
Comicios por tribus, según el mandato constitucional; o en el Campo de Marte, donde
sesionaban los Comicios por Centurias. Los poderes no estaban separados al estilo actual. La
noción de separación de los poderes fue tan extraña a la Roma republicana como a las demás
ciudades antiguas. Los Comicios eran Asambleas que cumplían funciones electivas, legislativas
y judiciales. Los magistrados por su parte acumulaban funciones civiles, administrativas,
judiciales y religiosas; e incluso, en virtud del «imperium», algunos de ellas -dictadores, cónsules,
pretores, o sean las superiores-, añadían atribuciones militares.
Estructura Constitucional.: La Constitución del s. III a. C., respondía al ideal antiguo de
constitución «mixta», porque establecía un régimen que combinaba principios de tipo
monárquico, aristocrático y democrático, tal como lo postulara Aristóteles. Intentaba armonizar
distintas instituciones, que expresaban los intereses de sectores diferentes. Para evitar la
invasión de la democracia griega se pusieron frenos: no se retribuyeron los cargos de
magistrados y senadores, lo cual automáticamente excluyó de hecho a los más pobres o no
propietarios; y el pueblo, respetuoso por tradición y temperamento de la jerarquía social, dejó en
manos del patriciado y la nobleza patricio-plebeya la dirección de los negocios públicos.
La Apariencia de Democracia: en la Roma Republicana, a diferencia de las ciudades
griegas como Atenas, jamás llegó a la implementación del régimen democrático. Es cierto que
tuvo representación popular en dos tipos de Asambleas: la asamblea por centurias y la asamblea
por tribus, pero esa representación no implicó la instauración de la democracia sino de una
«apariencia» de democracia porque hubo siempre desigualdad entre los magistrados y los
ciudadanos. Tal desigualdad surgía de la idea existente en Roma -y no en Grecia-, de que la
ciudad-estado implicaba –según vimos- algo más que la persona moral formada por el conjunto
de ciudadanos, y de ese «algo más» participaban los magistrados, que eran su encarnación.
Como símbolo de esa diferencia, los magistrados permanecían sentados en su estrado mientras
los ciudadanos estaban de pie. Ello implicaba la existencia de un vínculo de superioridad-
inferioridad incompatible con la democracia, que difiere del vínculo de superioridad-
subordinación propio de cualquier régimen político o grupo social formal. En Grecia, en cambio,
los ciudadanos se sentaban en graderías. Lo que acercaba ambos sistemas es que en los dos
casos se concebía que el pueblo, cuando se reunía para deliberar hacia uso de un deber y un
derecho. En Roma el voto no era individual sino colectivo. Ese hecho generaba una gran
desigualdad entre los ciudadanos romanos, porque el valor del voto era desigual. El voto
individual o por cabeza, que es el auténticamente democrático, no se conoció nunca en Roma.
Las Instituciones del Poder Republicano Romano
La Constitución del siglo III AC era considerada por los romanos como un modelo de
equilibrio. Era una constitución mixta porque combinaba rasgos de monarquía, aristocracia y
democracia. Sus instituciones representaban a las 3 formas de gobierno: la Magistratura a la
monarquía, el Senado a la aristocracia y los Comicios a la democracia.
A. Comicios por Curias. Fue una institución patricia cuya importancia disminuyó en la
República. Sus facultades pasaron a los Comicios por Centurias y luego se repartieron entre
éstas y las Tribus. Conservó finalmente funciones de tipo formal y ritual, como: a) investir a los
magistrados de imperium, sancionando la lex curiata del imperio; b) consagrar a los sacerdotes;
c) recibir el juramento de fidelidad y el homenaje al magistrado; d) resolver en causas relativas
a lo familiar, como el testamento y demás actos privados que no correspondía fueran ventilados
ante un grupo tan numeroso y heterogéneo como las Centurias.
B. Comicios por Centurias. Nacieron luego de la revolución republicana del 509 AC. Lo
integraban los soldados, organizados en sus clases (ecuestre, 1º, 2º, 3º, 4º, 5º) y sus cuadros
(las centurias). Eran 193 centurias, de las cuales las caballería y las de 1º clase sumaban 98 (o
sea 98 votos sobre 193). Si todas acordaban ya constituían mayoría, por lo cual no votaban las
demás. Sus Facultades: debían ser convocados por magistrados con imperium, por el carácter
militar de la institución, le competían facultades: a) Electorales. Nombraban a los cónsules y a
todos los magistrados con imperium; b) Legislativas. Votaban las leyes y decidían
soberanamente sobre paz y guerra; c) Judiciales. Entendían, en grado de apelación y por vía de
la provocatio, en las causas en que se había pronunciado pena de muerte y en las que había
multas graves.
C. Comicios por Tribus. Su composición fue variando, a medida que se modificaba el
número de tribus, que eran circunscripciones territoriales y electorales. Llegaron a ser 35 tribus,
31 rústicas y 4 urbanas. Como la inscripción se acomodaba al domicilio, las tribus rurales tenían
mayor peso electoral (31 votos) pese a que las urbanas (4 votos) eran más numerosas, porque
incluían a la masa proletaria. Se considera que el voto de un ciudadano rústico -o sea alguien
que tenía propiedades campesinas- pesaba 10 veces más que el de un ciudadano urbano. Sus
Facultades. También fueron variando. En el siglo III fueron: a) Electorales: designar a los
tribunos y ediles plebeyos; y desde 287 a. C. también a cuestores, ediles curules y tribunos
militares; b) Legislativas: votar los plebiscitos, que debían ser ratificadas por la auctoritas patrum
senatorial hasta el 287 AC, momento a partir del cual se transformó temporalmente en la gran
asamblea legislativa y electoral del Estado. c) Judiciales: Entender en grado de apelación sobre
las sentencias criminales pronunciadas por los tribunos; y desde 287 a. C. atendió también casos
de apelación de las multas máximas.-
La Constitución del siglo III AC significó un momento de equilibrio entre los sectores sociales. La
Nobilitas gobernaba con el apoyo del los capitalistas o sector ecuestre, y el predominio en las
Asambleas de la clase media campesina, sector social éste consustanciado con el orden social
imperante, y que actuaba con sentido de bien común. Pero la vigencia de ese equilibrio
constitucional duró sólo un tiempo. Los mismos factores que llevaron a la constitución de la clase
media campesina -la guerra, la situación económica- siguieron actuando, llevando a su extinción
y a la ruptura del equilibrio entre las clases. Este fue el momento en el cual la nobleza senatorial
empezó a gobernar en función de sus exclusivos intereses. Se inicia entonces la etapa siguiente:
la de la República Oligárquica.
El IMPERIO ROMANO Y SU LEGADO: la lengua y el derecho
El Imperio Romano se extendió desde el año 27 AC hasta el 476 DC. Durante esta larga
etapa el Imperio fue dividido en dos sectores: el Occidente con capital en Roma, y el Oriente con
capital en Constantinopla. En 476 DC el sector que se derrumbó al ser invadido por los pueblos
germanos, fue el imperio Occidental, y ese hecho fue tomado por los historiadores como
separador de época. Ese año no sólo marca la caída del Imperio Romano, sino también el fin de
la Edad Antigua. El sector Oriental del Imperio Romano, que adoptó el nombre de Imperio
Bizantino, continuó vigente durante toda la Edad Media, y cayó en 1453. Ese hecho, considerado
también como separador de época, marca para los historiadores el fin de la Edad Media.
Durante su vigencia, el Imperio Romano vivió dos momentos: a) la fase del Alto Imperio o
Principado, desde el 27 AC, luego del triunfo de Augusto sobre Antonio y su aliada Cleopatra,
reina de Egipto, en la batalla de Actium, hasta la Crisis del siglo III; b) el Bajo Imperio o
Dominado, desde esa Crisis hasta la caída en 476, cuando la cocona imperial cayó en mayos
de las tribus germanas.
Ambos momentos son muy diferentes en cuanto al modelo teórico y a la organización
interna del régimen. El Principado institucionalizó lo que había sido el esquema de Pompeyo, en
tanto que en el Dominado se impone una Monarquía Absoluta, en correspondencia con el
proyecto frustrado de Julio César.
El Alto Imperio o “Principado”
El Modelo. Augusto era, en el plano jurídico, un Princeps, un primer ciudadano -como
Pompeyo pretendiera serlo-, cuya designación era realizada por el Senado y ratificada por el
pueblo, que poseía “poderes plenarios concedidos por el pueblo, para el manejo de la política
externa y de los asuntos militares». En cuanto a política interna, poseía una parte importante de
las atribuciones, pero compartía este plano gubernativo con el Senado y las demás instituciones
republicanas. Su ámbito preciso de gobierno era el territorio extraitálico, con mayor poder en las
provincias «imperiales» que en las «senatoriales». La ciudad de roma, en cambio, seguía –al
menos en teoría- en manos de las instituciones tradicionales, y por tanto del Senado.
El Princeps era en realidad, casi un rey en el territorio imperial, por los poderes que fue
acumulando. En cuanto a su injerencia en la vida de la ciudad de Roma, dependió de su
particular estilo. Hubo princeps autoritarios, que prácticamente anularon al Senado -e incluso
persiguieron a sus miembros-, y actuaron como reyes de Roma; hubo en cambio otros que, más
respetuosos, cedieron su cuota de poder a la Oligarquía. En consecuencia, aunque en teoría el
Senado era la institución hegemónica para el gobierno de Roma, su grado de poder dependía
del lugar que el Princeps le asignaba.
El Poder Imperial se fundaba en tres atribuciones básicas: la potestad tribunicia, el imperio
proconsular y el sumo pontificado. Se añadían otras facultades, títulos y honores.
1) La potestad tribunicia -que recibía pese a su condición de patricio por el hecho de ser
emperador-, era concedida el Emperador en forma ampliada, porque carecía de límites espacio-
temporales, y de ese otro importante freno que implicaba la colegialidad. Esta potestad le
significaba al Princeps: a) facultades propias del poder tribunicio; b) prerrogativas frente al
Senado y al pueblo. c) inmunidades.
2) El Imperium Proconsular, también ampliado espacio-temporalmente; por tanto,
completo y universal, porque no era compartido y se extendía a todo el Imperio. Suponía la
totalidad de las funciones militares, judiciales, gubernativas y administrativas en el territorio
imperial, particularmente en las provincias imperiales, en las que actuaba a través de su legado,
el gobernador. En las provincias senatoriales tal poder no era tan directo en principio, pero las
limitaciones fueron decayendo.
3) El Pontificado Máximo lo hacía intermediario entre dioses y hombres, autoridad máxima
de los institutos culturales y depositario de la tradición religiosa de Roma.
El Princeps era un Primer Ciudadano, que tenía sus poderes por delegación popular. Por
tanto, no podía establecerse la sucesión hereditaria: se suponía que eran el Senado y el Pueblo
quienes debían designar a los sucesores. Para evitar riesgos, se procedió a la «adopción» y a
la «asociación». Eso significaba que cada Princeps, en algún momento de su mandato,
adoptaba al ciudadano que elegía como sucesor y lo asociaba a su poder, confiriéndole la
Potestad Tribunicia y el Imperium Proconsular. Producido el deceso de cada Princeps, el Senado
le ofrecía el cargo a aquel que, por estar asociado, ya tenía mando militar y conocía de la
problemática gubernativa del imperio. Ese ofrecimiento era una formalidad: era la forma como
se preservaba la idea del régimen republicano. El sistema funcionó durante los siglos I y II dC -
familias Julio-Claudia, Flavia, Antonina-. En el siglo III entró en crisis, y luego de medio siglo de
guerras civiles se hizo necesaria la implementación de un nuevo sistema.
Las Instituciones del Alto Imperio.
Las instituciones propias de la etapa del Principado fueron de dos tipos: las antiguas
instituciones adaptadas al nuevo régimen, y las nuevas instituciones, creadas específicamente
por el Emperador.
1). Las Antiguas Instituciones persistieron durante el Principado, aunque vaciadas en su
funcionamiento. El objetivo de tal permanencia era satisfacer sobre todo a la Oligarquía, y evitar
reacciones como las protagonizadas contra Julio César.
2). Las Nuevas Instituciones, de corte Imperial, se fueron consolidando paulatinamente
mientras las instituciones tradicionales decaían. Se trataba de cuerpos colegiados o de
funcionarios individuales, destinados a ayudar al Princeps en el cumplimiento de su tarea. El
Imperio Romano dejó de ser un conglomerado de territorios conquistados, unidos a Roma por
tratados particulares, para convertirse en un Estado Centralizado, con sus instituciones
adecuadamente coordinadas. El modelo fue tomado de los Imperios precedentes del Oriente
Helenístico, aunque con una organización institucional acomodada a la nueva realidad. Pero
respondiendo al «ideal helenístico», los emperadores se esforzaron por crear una
administración eficaz y centralizada; y eficientizaron la burocracia para que el número de
funcionarios y oficinas no excediera las estrictas necesidades.
En Suma. El régimen imperial surgió como una necesidad, y fue funcional porque llevó la
eficiencia administrativa y la paz que se requería, porque puso fin a las guerras civiles y a los
conflictos sociales y partidarios. Llevó también las conquistas a sus límites e inauguró un
importante período de paz, bajo el gobierno de emperadores extranjeros, como por ejemplo los
ibéricos. Alcanzó su etapa de florecimiento en los siglos I y II de nuestra era, llamados
respectivamente «el siglo de Augusto» y «la pax romana»: épocas de gran desarrollo cultural,
artístico y jurídico. Los vicios en los que se fue cayendo lo debilitaron y generaron el conflicto, a
lo cual se sumó el problema externo.
La instalación del Bajo Imperio o Dominado se tradujo en una serie de cambios, en los
aspectos institucional, territorial y religioso. Se origina con Diocleciano (295-306)
El Principio Político que triunfó fue el Absolutismo. El emperador era la máxima autoridad
en todo el imperio, y caducaron los poderes de las instituciones republicanas romanas: el
Senado era honorífico y las magistraturas dependían del emperador. Éste era el jefe de los
ejércitos, cabeza de la administración, fuente de legislación, supremo juez y pontífice máximo,
representante del dios, y dios viviente, principio éste que heredó de las monarquías helenísticas.
Este Monarca Absoluto no tenía, de hecho, limitaciones. Y la condición de ciudadano
desapareció de tal modo, que el término se perdió.
La solución al problema sucesorio fue concretado por Constantino, quien impuso el
principio hereditario, propio de las monarquías absolutas, lo que era una consecuencia natural
de la identificación del poder imperial con la divinidad.
La solución al problema administrativo-territorial fue obra de Teodosio, quien en 395
procederá a la división -ahora definitiva- del Imperio en dos partes: el Imperio Romano Oriental,
con capital en Constantinopla, y el Imperio Romano Occidental, con capital variable: Roma,
Tréveris o Milán -fue cambiando-. En general existió una marcada tendencia a llevar la capital
al norte, para acercarla a la zona de los conflictos.
3. La solución del problema religioso tuvo dos momentos:
a) En el año 313, Constantino dictó el Edicto de Milán, que fue un Edicto de Tolerancia a
partir del cual fue posible la práctica de la religión cristiana, como la de los demás cultos. A partir
de entonces el Emperador empezó a buscar el apoyo de la Iglesia Cristiana, lo cual se debió a
la decadencia de las clases sociales en las que tradicionalmente se apoyaba el poder romano.
Sin embargo, el culto romano oficial siguió siendo el tradicional.
b) En el Año 395, Teodosio hizo del Cristianismo la religión oficial del Imperio y prohibió la
práctica de todos los cultos no católicos, los que empezaron a ser perseguidos. “En la actitud
político-religiosa de Teodosio y de sus sucesores es dable advertir que la Iglesia Cristiana, en el
curso de las persecuciones que soportó, había aprendido la lección de la intolerancia y pasó de
ser víctima a constituirse en victimaria. No sólo la persecución contra el paganismo, sino el uso
de la autoridad política para el combate contra las disidencias religiosas y las herejías, se
hicieron moneda corriente” (Ponsati: 1976; 623).
El acuerdo entre “el trono y el altar” fue conveniente para ambos sectores. No sólo la
jerarquía eclesiástica se valió del poder temporal para combatir toda disidencia religiosa.
También el poder temporal usó el apoyo eclesiástico para fines políticos. El principio de la
Monarquía Absoluta de Derecho Divino se vio reforzado a partir de este momento; y empezó la
tendencia -que se fue profundizando- a acomodar la legislación del Estado a la legislación
religiosa. No había sometimiento del poder político al religioso -como ocurriría en el medioevo-
sino todo lo contrario: el Emperador, siguiendo la tradición romana, empezó a intervenir en
cuestiones de la Iglesia: pretendió elegir los papas, presidir los concilios, intervenir en cuestiones
de fe -en casos de herejías-. Fue por ello que, a fines del siglo IV, y buscando separar la Iglesia
Católica del yugo del poder imperial, San Agustín enunció la Teoría de las Dos Espadas,
destinada a tener gran trascendencia en el medioevo, pero que en principio, en Roma fue
inoperante.
El problema militar -fronterizo no pudo ser solucionado. Durante siglos Roma se había
extendido a expensas de otros pueblos, y había estructurado fronteras fuertes. A medida que la
Crisis asoló el Imperio, esas fronteras se fueron debilitando, y los pueblos que desde tiempo
atrás presionaban por entrar, lograron hacerlo.
La frontera del Danubio estalló a fines del siglo IV. Empujados por los hunos, los visigodos
invadieron el imperio, asolaron la Península Balcánica, y como fueron derrotados por el
emperador Valente en la batalla de Andrinópolis, torcieron al Oeste y atravesaron Iliria, con lo
cual salieron del Imperio Romano Oriental. Ingresaron al Imperio Occidental, invadieron Italia y
amenazaron con ocupar Roma. La mediación del Papa hizo posible que se retiraran, y que
finalmente se instalaran, con autorización de los romanos, al S.O. de Francia y este de España,
formando el Reino Visigodo. La frontera del Rin estalló en el 406, cuando suevos, alanos y
vándalos penetraron en la Galia y se desparramaron por España; y luego los francos ocuparon
Francia. Se formaron así en Francia dos reinos, el Burgundio y el Franco, éste destinado a tener
gran importancia en la Edad Media.
Las invasiones germanas continuaron. En el año 476 Odoacro, rey de los hérulos, ocupó
Roma, destronó al Emperador, y envió las insignias imperiales a Bizancio. Con ello se puso fin
a la vigencia del Imperio Romano Occidental, y ese hecho es considerado por los historiadores
como un separador de época: el 476 marca el fin de la Edad Antigua y el comienzo de la Edad
Media. El Imperio Romano Oriental subsistió durante 10 siglos más, y allí se preservó el régimen
monárquico absoluto, la idea abstracta del estado, el derecho romano -que fue recopilado por el
Emperador Justiniano-; y todos esos elementos políticos, que se perdieron en Occidente durante
varios siglos, empezaron a ser recuperados a partir de los siglos XI y XII. El Imperio Romano
Oriental subsistió hasta 1453, fecha en que cayó por la invasión turca a Europa, y se considera
esa fecha también como de finalización de la Edad Media y nacimiento de la Edad Moderna.
LA LENGUA Y EL DERECHO
INTRODUCCIÓN
Roma patria del derecho, tuvo el sentido y el instinto de la política, pero careció de la
inteligencia reflexiva, ello se debe a que el espíritu romano fue esencialmente práctico, la
República Romana engendro hombres de Estado, jurisconsultos, oradores, su existencia muy
activa los aleja de una orientación especulativa. Se admiraban demasiados a sí mismos y por
este hecho apenas se interesaron por las instituciones de otros pueblos.
En esta nueva comunidad que dejaba de lado a la ciudad estado, el desarrollo de la
filosofía Estoica había aportado ideas de justicia natural, estado universal y ciudadanía universal,
conceptos con carga más ética que jurídica. Esta nueva cultura universal, compartía la creencia
en que el mundo estaba sujeto al gobierno divino de un Dios, razonable y bueno. Este mismo
Dios mantiene una relación paterna con los hombres, los cuales, por lo tanto, pasan a
considerarse hermanos entre sí, constituyendo una familia universal. Describían además al
hombre como un ser sociable, pero no con el significado dado por los griegos, sino para dar a
entender que el respeto a las leyes de Dios y de los hombres es un don innato de la naturaleza
humana y que el hombre perfecciona su propia naturaleza en tanto las observa, o se degrada,
desobedeciéndolas.
Durante el siglo I AC y los dos primeros siglos después de Cristo, estas ideas influyeron
en el desarrollo de teorías que relacionaban el derecho y el gobierno con un plan formulado por
Dios para guiar a la humanidad; y en la introducción del derecho natural en el derecho romano.
Pero no en el desarrollo de una filosofía política.
El único de los escritores romanos que se debe considerar en cuanto a intentos de
formulación de una teoría política fue Cicerón. Apunta Sabine que […] la presunción de que el
estado es una criatura del derecho y no debe estudiarse como hecho sociológico o como bien
ético, sino en términos de competencia jurídica y de derechos, apenas había existido en el
pensamiento griego; ha sido parte intrínseca de la teoría política desde la época romana hasta
nuestros días. La relación del estado con las instituciones religiosas y de la filosofía política con
la Teología, que apenas habían sido problemas para los griegos, plantearon las cuestiones
principales y tiñeron la discusión de todos los problemas durante la Edad Media y hasta bien
entrada la Moderna.
CICERÓN
Marco Tulio Cicerón (106 –43 AC) vivió en la época de descomposición de la República
Romana, en el siglo I AC. Participó activamente en política, ocupando distintas magistraturas:
cuestor, edil, pretor, cónsul. Antes se había destacado como brillante abogado y orador. Fue
un hombre políticamente moderado, que bregó por la permanencia de las instituciones
republicanas. La tradición acostumbra remarcar la influencia profunda que recibió de Polibio y
de Platón. Como Polibio, adhería al sistema “mixto” de gobierno, que combinaba elementos de
monarquía, aristocracia y democracia. Como Platón, tituló sus obras La República y Las Leyes,
presentó el contenido en forma de diálogos, ofreció el ideal del mejor gobierno y del mejor
ciudadano, tomados simultáneamente en su relación de conexión necesaria, y presentó la
imagen del “político ideal de toda la literatura griega: el “Jefe” de Jenofonte, el “Sabio, rey-filósofo
o filósofo-rey de Platón, el “Buen ciudadano” de Aristóteles” (ibídem, 84).
Aunque no escribe propiamente una utopía, sino que usa el método histórico, construye
una “utopía del pasado”, porque idealiza las instituciones que han existido para presentarlas
como modelo para el porvenir (ibídem, 85). Su concepción de la virtud y del deber del
gobernante, que lo lleva a plantear que la autoridad se sostiene en buena medida sobre el
prestigio moral, proviene de la filosofía estoica (ibídem).
En sus obras el tema es el estudio del Estado, o sea en términos latinos la res publica. La
República y Las Leyes, considera Prelot, son de un gran valor documental, nos informan
ampliamente sobre las instituciones de Roma y de la Antigüedad
La República de Cicerón es muestra de su admiración por Platón, aunque su contenido se
diferencia de la obra de su maestro. No se explaya sobre un estado ideal: tampoco hace un
análisis de las diferentes formas de estado, aunque admira a Aristóteles, alude en su obra a un
estado concreto: la república romana. Los seis libros de La República tratan de:las diversas
formas de gobierno; donde luego de escribirlas al modo tradicional, deja clara su preferencia, la
mejor forma de gobierno es una cuarta compuesta por las tres primeras, que atempera las unas
con las otras. Coloco muy por encima de esas tres formas de gobierno aquellas que las reúne a
todas, como cita Rodríguez Varela. Las instituciones romanas; donde idealiza la república
romana, haciendo alusión más a sus glorias pasadas que a la época de decadencia que vivía.
Desarrolla además la tesis de que la superioridad de la organización política procede de que no
es obra de un hombre solo, ni monumento de una sola generación, sino fruto de la experiencia
de muchos siglos y del genio de una larga serie de grandes hombres, resume Rodríguez Varela.
En cuanto a su obra Las Leyes, complementa a La República en la exposición de su doctrina.
Sus partes son:
1.- El origen del Derecho; las leyes en general. Cicerón plantea la existencia de tres tipos
de leyes: el jus civile, o derecho común de los romanos; el jus gentium, o derecho intermedio,
conformado por el derecho consuetudinario de diversos pueblos; y el jus naturale, al que
considera inmutable y necesario y está grabado en la conciencia de los hombres. El derecho
para Cicerón, no es...una simple técnica para preservar la convivencia sino que debe reflejar
acabadamente criterios objetivos de justicia, señala Rpdriguez Varela.
2.- Las leyes religiosas;
3.- La organización del poder, magistratura y reglas políticas y prácticas, en suma, las
leyes políticas de Roma
Ese hecho de la influencia griega ha llevado a algunos autores a desvalorizar a Cicerón
considerándolo un imitador de Platón, lo que implica obviar el hecho de que él tenía una
formación clásica profunda. En contrapartida, otros han tratado de presentarlo como el pensador
original que ofreció en su obra el proyecto de lo que sería el Principado, el régimen político que
intentaría efectivizar Pompeyo, y que concretaría Augusto.
2. TEORÍA SOCIAL: La causa de la asociación en un Estado no es un pacto o contrato entre
hombres aislados, producto de la necesidad de protección, sino que es un hecho natural, porque
“la naturaleza humana tiende a huir de la soledad y está ávida de vida en común y de sociedad”.
Así, como Aristóteles y después Santo Tomás, Cicerón considera que los hombres son seres
sociales por naturaleza, y que el origen del Estado debe rastrearse en los hechos históricos:
diversas familias eligieron una zona donde asentarse y “un hombre” los organiza y reúne en una
Ciudad, que luego se extiende sobre sus vecinos; y a partir de entonces se hacen necesarios
“una autoridad permanente y un gobierno constituido” (Prelot, 87).
Tanto la fundación como el desarrollo del Estado es para Cicerón una obra colectiva,
porque por sabio y virtuoso que sea el gobernante, “la grandeza de un Estado necesita la
colaboración de toda la colectividad, que trascienda del individuo tanto en el espacio como en el
tiempo; y “se requiere el esfuerzo de un pueblo durante generaciones para llevar el poder político
a su grado de perfección”. (Prelot, 87).
El/los gobernantes que son los depositarios transitorios del poder, reciben del pueblo la
“autoridad” para mandar, autoridad que no deriva sólo de las condiciones personales del
gobernante sino que es un “hecho social”. La existencia de un “pueblo” reunido en una región
determinada, que conforma el Estado -en este caso, la Ciudad-, impone la existencia de una
autoridad con poder de mando, para conducir a su pueblo a la virtud y la felicidad. Cicerón
entiende por pueblo: “un “grupo numeroso de hombres asociados unos con otros por su
adhesión a una misma ley y por una cierta comunidad de intereses”. (Prelot, 86).
3. ÉTICA Y POLÍTICA a)- La Política es concebida por Cicerón como una actividad
impregnada de un alto contenido moral, porque el individuo cumple un deber consagrándose a
ella. Para desempeñar el gobierno de la ciudad deben desarrollarse las mayores potencias
humanas: la sabiduría y la virtud, a las que debe añadirse la experiencia cuando se trata de los
cargos más altos; de allí la importancia de respetar el cursus honorum. Sólo los hombres de
bien pueden desempeñarse adecuadamente en los cargos políticos, consagrándose al servicio
de la Ciudad, que es el de los ciudadanos. Se trata de una actividad que tiene una serie de
inconvenientes –en los que Cicerón insiste en forma reiterada-: la incomprensión e injusticia de
los ciudadanos, la asociación con hombres de “poco recomendables”, el poner en juego la propia
reputación. Pero en la medida en que es un deber cívico, el individuo debe consagrarse a ella;
y sólo cuando ya hubiera prestado ese servicio puede dedicarse a su vida privada y a sus
negocios particulares. Y es un deber cívico para los hombres de bien, porque lo peor que puede
a ellos pasarles es estar bajo la dirección de un mal hombre.
b)- El poder debe ser desempeñado por un hombre no sólo virtuoso, sino además
munido de suficientes conocimientos como para cumplir adecuadamente esa función; de ahí que
debe instruirse en la ciencia y el arte de la política. La ciencia moral y la ciencia política son así
los dos instrumentos en los que todo gobernante debe estar formado, pues ello le dará
“competencia y autoridad”. Ese “mejor ciudadano” –que se corresponde con el filósofo-rey de
Platón-, debe ejercer una “autoridad benévola”. Debe ser una especie de “tutor” del pueblo y de
“moderador”, porque debe dirigir, controlar, ayudar y moderar los conflictos. El objetivo de todo
gobierno es favorecer “la perfección moral y la felicidad” de su pueblo, y debe estar impulsado
por “el desinterés y la humanidad”.
4. LAS FORMAS DE GOBIERNO Las formas de gobierno son para Cicerón -que en ello sigue
la tradición-, tres: la monarquía o gobierno de uno, la aristocracia o gobierno de unos pocos –
los mejores-, y la democracia o gobierno de todo el pueblo. Considera que históricamente la
primera forma de gobierno ha sido la monarquía, derivada del poder paterno; pero como ella
deriva en despotismo, se produce la rebelión popular contra el déspota. El régimen se torna
entonces republicano-aristocrático, porque el pueblo carece de la preparación suficiente para
gobernar. Pero una vez que adquiere los derechos, el régimen deriva hacia la democracia.
Cicerón rechaza las tres formas puras. a)- La monarquía es el régimen que goza de las
preferencias de Cicerón, en relación a las otras dos; pero le teme a la transformación de la
monarquía en despotismo y la rechaza porque impide que los miembros de la ciudad “participen
en las deliberaciones”, “se pronuncien sobre las decisiones a tomar” e intervengan “en la
confección de las leyes” (ibídem, 88). Por otra parte, según Prelot “toda su terminología y su
ideología son republicanas” (ibídem, 87). b)- Al régimen aristocrático lo cuestiona porque durante
su vigencia se profundizan las diverencias entre los sectores, porque los hombres del patriciado
tienden a gobernar en su beneficio. c)- Al régimen democrático lo considera el peor de los tres,
porque impide “la equidad”, entendiéndose por ello que no se hace justicia porque no se da a
cada cual lo suyo. Esta concepción se relaciona con la idea que en la época antigua se tenía de
la sociedad: había diferentes tipos de hombres, ubicados en clases con diferente tipo de
jerarquía y dignidades, e intentar igualarlos y no reconocer esas diferencias jerárquicas rompía
con el orden tradicional, que era el mejor.
Cicerón adhería el régimen mixto, esto es, un régimen de gobierno que combinara los
elementos monárquico, aristocrático y democrático. En ese sentido avala la estructura tradicional
romana, donde “la magistratura” retiene ciertos elementos monárquicos, “la aristocracia” está
representada en el Senado, y “la democracia” se concreta en las Asambleas populares.
5. LA JUSTICIA NATURAL Y EL DERECHO POSITIVO
Cicerón pone el acento en el papel de la justicia dentro del Estado, porque afirma como
Aristóteles que es deber de éste propender a la vida feliz de la Ciudad; y como para que exista
esa felicidad se debe dar a cada uno lo suyo, esto es, debe haber equidad, la justicia es una de
las funciones esenciales del Estado.
Cicerón desarrolla en relación a esta cuestión el principio de la ley natural, evidenciando
la influencia de los estoicos. Afirma así:
a)- “que la naturaleza humana y la recta razón emiten órdenes que deben ser
respetadas por quien las escucha;
b)- que esas órdenes de la recta razón no pueden ser modificadas por el derecho
positivo y que los poderes públicos son impotentes a su respecto;
c).- que las manifestaciones de esa recta razón tienen un carácter eterno y
universal” (Prelot, 89)
En consecuencia, Cicerón desarrolla la idea de la existencia de una ley no escrita, la ley
natural o ley de razón, que precede a toda ley escrita (derecho positivo) a la cual ésta debe
ajustarse para tener legitimidad.
El tema que no deja absolutamente claro es el de los derechos individuales. Para los
romanos, como para los griegos, el hombre sólo puede ser feliz si se desarrolla en la Ciudad y
se acomoda a su normativa, o sea si vive en función del bien común. Es por ello que en la Ciudad
del mundo clásico “Todo se encontraba bajo la vigilancia del Estado, incluso la religión, incluso
la vida privada y todo le estaba subordinado, hasta la moral; el hombre carecía de toda garantía
en sus derechos individuales” (ibídem). “No obstante, el derecho romano aporta a esta
concepción totalitaria y autoritaria del Estado un correctivo jurídico capital: la distinción entre el
derecho público y el derecho privado” y con ello se ha producido un notable adelanto en relación
a los griegos.
Cicerón plantea la existencia de derechos individuales, pero “no ha tenido la osadía
intelectual suficiente para ver en el derecho individual un derecho trascendental inherente a la
personalidad. Los derechos del individuo son, en la época en que él escribe, inmanentes a un
ordenamiento jurídico procedente del Estado” (Prelot, 90).
Después de la muerte de Cicerón se da el tránsito de la República al Imperio, bajo la forma
de Principado, que según algunos autores se corresponde al planteo ciceroniano por el
predomino de un primer ciudadano. El régimen de monarquía absoluta posterior no tiene nada
que ver con la teoría política o jurídica romanas: se consideró una solución producto de la
necesidad de supervivencia, y fue una idea importada de Cercano Oriente, de las monarquías
egipcia, persa y macedónica.-
Las invasiones «bárbaras» fueron protagonizadas por los Germanos, conjunto de pueblos
de origen indoeuropeo o ario, proveniente de las estepas del sur de Rusia. Habían migrado
hacia el oeste, y se habían instalado en las fronteras del Imperio, sobre los ríos Rin y Danubio.
La situación que cada uno de ellos tenía frente a los romanos era particular: algunos estaban en
pie de guerra contra el Imperio; otros, como los Francos, se habían establecido con la anuencia
de los romanos dentro del territorio imperial al norte de la Galia, con el carácter de «pueblos
federados».
En realidad, el Imperio estaba ya en decadencia, y usaba a los pueblos Germanos que
consideraba más civilizados instalándolos como soldados y campesinos en su frontera interna,
como valla de contención frente a los otros Germanos.
El estallido del «limes» o frontera romana se produjo en dos zonas, en diferente momento:
en el Danubio primero y en el Rin después.
El limes del Danubio se rompió a fines del siglo IV y penetró el pueblo Visigodo al
territorio del Imperio Romano de Oriente. Cuando el Emperador Valente los detuvo militarmente,
recorrieron Iliria y penetraron en Italia. Guiados por Alarico llegaron hasta las puertas de Roma,
donde pactaron con el Emperador y el Papa. Se retiraron con el derecho reconocido por los
romanos de instalarse en el sudoeste de la Galia (Francia) y el este de la península Ibérica.
El limes del Rin estalló a principios del siglo V (año 406). Ingresaron los Suevos,
Alanos y Vándalos, que se asentaron en la Península Ibérica (en Galicia, Portugal y Andalucía
respectivamente). Posteriormente se produjo el ingreso de otros pueblos, como los Burgundios
que se asentaron en el sur de Galia (Francia), y los Anglos y Sajones que cruzaron a Inglaterra.
Finalmente en el año 476 Odoacro, rey de los Hérulos, depuso al emperador romano
Rómulo Augústulo, y envió las insignias imperiales a Bizancio. Con ello formalmente dio por
finalizada la vigencia del Imperio Romano de Occidente.
Con la caída del Imperio Romano Occidental tres civilizaciones se definieron en la cuenca
del Mediterráneo:
1. La Civilización Europea Occidental, de base cristiano-romana. En esta región se
asentaron las tribus Germánicas durante la Temprana Edad Media, que fue un período de
invasiones de pueblos y de guerras sistemáticas. Así nacieron las nuevas entidades políticas:
los Reinos Romano-Germánicos. Ellos fueron: el reino Visigodo en Hispania (España), el reino
Franco en Galia (Francia), los reinos Anglosajones en Inglaterra, el reino Lombardo en el norte
de Italia. Aunque cada uno de ellos tuvo características propias, en todos nació una cultura que
contenía elementos romanos y germánicos.
2. La Civilización Europea Oriental o Bizantina. En el Oriente europeo persistió el
Imperio Romano, pero éste fue tomando ciertas características propias de la cultura de los
pueblos Eslavos de la zona. Se mantuvo la monarquía absoluta y el Derecho Romano, pero el
latín se deformó; y aunque siguieron siendo cristianos, dejaron de ser católicos, porque
rechazaron la autoridad del Papa y adoptaron el estilo cristiano ortodoxo. Su líder religioso fue
desde entonces el Patriarca de Constantinopla. Esta región continuó su evolución en forma
bastante aislada de los conflictos de Occidente hasta la época de Las Cruzadas. Terminó su
vida en 1453, cuando los Turcos tomaron la ciudad de Bizancio, hecho elegido como separador
de época entre la Edad Media y la Edad Moderna. La península Balcánica pasará a formar parte
del Imperio Turco hasta el siglo XIX.
3- La Civilización Árabe-musulmana. En el oeste de Asia y norte de África se
estableció a partir de la prédica de Mahoma y de la unificación de las tribus nómadas sobre la
base de la religión musulmana o Islámica, el Imperio Árabe, que heredó muchas características
del antiguo imperio romano.-
36La expulsión de los Visigodos ocurrió en el 507, con la Batalla de Voillé. Los visigodos se concentraron en España, hasta
su derrota por los musulmanes, en el 711. Se refugiaron en la zona del Mar Cantábrico, y desde allí iniciaron la lucha de
Reconquista.
necesitaba su apoyo político. Intendente de Palacio y rey de hecho, aspiraba a serlo de derecho.
Pero para concretar un golpe de Estado contra el rey legítimo necesitaba la aprobación pública
del Papa, considerado la más alta autoridad moral del momento (Pirenne: 1992). El Papa, por
su parte, buscaba terminar sus relaciones con el emperador de Oriente, del cual aún dependía,
pues a éste la distancia le impedía defenderlo militarmente, y el peligro que significaba el avance
de los Lombardos sobre Roma era inminente.
En el año 75l los delegados de Pipino sugirieron al Papa Zacarías «si no era más
conveniente que el título real perteneciese a quien ejercía la autoridad suprema que a quien sólo
la poseía en apariencia» (Pirenne: 1992, 56). Con la aprobación papal, Pipino se hizo proclamar
rey por una Asamblea de Nobles. En la ceremonia de coronación, el Papa ungió la frente de
Pipino con los Santos Óleos, sellando así la alianza entre el poder temporal y el espiritual. El
monarca adquirió una fuerza moral de la cual hasta entonces había carecido porque ahora era
sagrado. Desde entonces la idea de sacralidad del poder monárquico se impuso.
La alianza se consolidó cuando en 752 el Papa Esteban II pidió la devolución del favor: el
auxilio frente a los Lombardos. Convinieron que, derrotados los Lombardos, los territorios de
Italia serían del Papa, disponiéndose así arbitrariamente de «una comarca cuyo propietario
legítimo era el Emperador» (Pirenne: 1992; 58). Concluida la victoriosa campaña, el Papa
consagró el linaje Carolingio, al hacer extensiva la consagración a los hijos de Pipino. Los efectos
de esa alianza fueron trascendentes en la historia europea:
1. El Papa recibió las tierras convenidas, fundándose así en 755 los Estados Pontificios,
lo cual transformó al Papa en soberano temporal. Como carecía de poder militar propio, el Papa
otorgó a Pipino el título de “Patricio de los Romanos”, por el cual establecía entre ellos un lazo
personal, que obligaba a los Francos a darle protección.
2. El poder de la realeza cambió de carácter. El poder laico de los Merovingios fue
reemplazado por otro con un componente religioso que lo afirmaba. La consagración hacía del
soberano una especie de personaje sacerdotal, un ser sagrado, que recibía su poder de Dios,
razón por la cual Pipino colocó la cruz en sus emblemas y se auto-tituló «rey por la Gracia de
Dios». En lo sucesivo el rey no será un César que apoyará su autoridad en recursos terrenos,
sino que planteará como su misión esencial la de hacer reinar sobre la tierra los preceptos de la
moral cristiana. A partir de entonces se hizo de la religión un asunto de Estado. Sólo quienes
pertenecían a la sociedad cristiana podían convivir en la Sociedad Política, y la excomunión
equivalía a poner a un individuo fuera de la Ley. Estas características del poder real se
preservaron a lo largo del medioevo.
En el año 800 el rey franco Carlos el Grande o Carlomagno (hijo de Pipino), fue coronado
Emperador por el Papa. Recibió la corona de los emperadores romanos (resguardada por la
Iglesia) lo que consolidó la alianza entre el trono y el altar, profundizando de la noción de poder
sacral37. Con la recreación imperial en el 800, como anteriormente con la creación de los Estados
Pontificios, se estaba disponiendo ilegalmente de bienes y atributos del emperador bizantino:
las tierras eran sus posesiones, la dignidad imperial sólo él podía conferirla. Pero estas
decisiones hicieron posible la independencia de la Iglesia Latina, y la creación de una Unidad
37Los términos “sacral" y "sagrado" son correlativos. Es “sacral” aquello que la Iglesia consagró, porque
con la consagración le confirió el carácter de sagrado.
Política, reunión del «pueblo cristiano». Aunque efímera, tal unidad proporcionó un cierto orden,
posibilitó un renacimiento cultural, y sentó las bases de lo que sería la civilización occidental en
los próximos años. Bizancio reconoció al Imperio de Occidente 12 años después.
El régimen Feudal
43
Tema desarrollado por la Dra. E. Villoria
Desarrolla, con equilibrio, conceptos tales como:
1- La ciudad: Afirma Tomás la existencia y el valor de la ciudad en sí misma. La sociedad política
es natural al hombre, ya que éste es por naturaleza cívico. Hay otras sociedades que no son la política,
como la doméstica, pero en lo que hace a distinguir al hombre entre los seres vivos, la sociedad política
le sirve de distintivo. Define a la sociedad diciendo que es una multitud organizada bajo una ley de
justicia consentida en interés común, siguiendo a Agustín, pero también Aristóteles y a Cicerón.
El bien común no sólo es el orden material sino el espiritual; el bien común debe tener en cuenta
el bien particular de cada uno de los miembros de la ciudad.
La sociedad engloba a los ciudadanos pero no los absorbe. Su concepción de ciudad es orgánica
no mecánica: los integrantes de la sociedad política no son sus siervos sino que permanecen libres
dentro de ella, cada uno con una actividad y vida propia, constituyendo sociedades dentro de la sociedad
mayor. No es mecánica porque ello implicaría que la pieza de un mecanismo no tiene actividad propia
sino que sufre el impulso sin resistencia para moverse.
2-La autoridad: La ciudad necesita un poder político. Tiene a Dios en su origen, como creador de
la naturaleza. Tomás elabora un silogismo para llegar a esta afirmación: “ la sociedad es una exigencia
de la naturaleza humana, ser moral, razonable, religioso, social; para vivir ene sociedad se necesita una
autoridad superior que ordene a cada miembro con vistas al bien común; así, pues, la autoridad es una
exigencia de la naturaleza, porque el fin no se puede alanzar sin el medio. Pero las exigencias de la
naturaleza proceden de Dios, su autor; la actividad es una exigencia de la naturaleza; por lo tanto, la
autoridad procede de Dios.
Esa autoridad divina, tiene a la comunidad como primer sujeto del poder, ella puede y debe
transmitirlo a una o unas personas por un período determinado. De este modo se diferencian las formas
de gobierno, que Tomás adopta siguiendo a Aristóteles: monarquía, oligarquía y democracia; y tres
formas falseadas: tiranía, oligarquía y demagogia.
3- La forma ideal de gobierno: Hay una preferencia de Tomás por la monarquía como régimen
ideal, aunque considera que el régimen mixto es lo preferible. El mejor régimen será aquel en que un
solo jefe mande conforme a la ley de la virtud, y según esta ley, un determinado número de funcionarios
colabore en la administración, donde todos los ciudadanos participando de la soberanía por ser
electores, sean elegibles para todas las magistraturas. Este modelo se acerca a la democracia
constitucional moderna
Su noción del bien común, su idea expresa de que el rey debe estar al servicio del reino y no a la
inversa, su condena a la tiranía, su inclinación por un régimen moderado, su concepción trascendente
del hombre, su fundamentación de los derechos inalienables de la persona humana, colocan a Tomás
de Aquino en la mejor tradición del espíritu de Occidente en la prosecución de una política humanista.
D) Recepción del Derecho Romano en Occidente.44
La teoría política del Medioevo se caracterizó por la preeminencia de los teólogos sobre
los autores laicos, porque durante los primeros siglos la Iglesia tuvo el monopolio del campo
intelectual. El movimiento intelectual de la Patrística dominó la primera etapa, como la
Escolástica constituyó la matriz del pensamiento intelectual en la fase posterior. Respecto a la
incidencia del pensamiento cristiano en la vida europea afirma Sabine: “La aparición de la Iglesia
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Temas elaborados por el Dr. R. Díaz Ricci
cristiana como institución distinta autorizada para gobernar los asuntos espirituales de la
humanidad con independencia del estado, puede considerarse, sin exageración, como el cambio
más revolucionario de la historia de la Europa occidental tanto en lo que respecta a la ciencia
política como en lo relativo a la filosofía política”45
Al momento de difusión del cristianismo, sus adeptos poseían ideas muy similares a las
sostenidas por los paganos contemporáneos en materia de filosofía y teoría política: creían en
el derecho natural, en el gobierno providencial del mundo, en la necesidad del derecho positivo,
en la igualdad de loa hombres ante Dios. “La novedad de la posición cristiana consistía en su
supuesto de que hay en el hombre una naturaleza dual y de la existencia de un control dual
sobre la vida humana correspondiente al doble destino de aquél” (Sabine).
En conclusión, la creación y fijación del derecho, en la temprana y alta edad media, fue un
lento proceso de codificación de las costumbres germanas en normas escritas para su aplicación
general a germanos y romanos. Esa codificación creó un derecho escrito común a todos y de
base territorial que sustituyó el derecho personal de la tradición germana nómade oralmente
transmitido. El ordenamiento jurídico único representaba mayores ventajas para las autoridades
civiles y eclesiásticas en el régimen de familia, de matrimonio y de sucesiones. No obstante el
derecho consuetudinario subsistió en diversos reinos como derecho local como atributo de un
grupo o pueblo fundado en la común creencia en el derecho natural como legitimador de los
usos sociales.