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Arquitectura religiosa dominica del siglo XVI

De las tres órdenes mendicantes que vinieron a la Nueva España a evangelizar, la más importante
en la península era la de los predicadores de Santo Domingo, ya que desde 1229 había sido
puesto bajo su control el Tribunal del Santo Oficio, lo que les había dado ingerencia en todos los
asuntos religiosos y aún políticos, además de que su santo fundador, Santo Domingo de Guzmán,
era español, lo cual le proporcionaba el carácter de ser la orden española por antonomasia.
Características generales de los conventos dominicos
Lo primero que se debe destacar es que los conventos dominicos del primer siglo colonial fueron
construidos para llevar a cabo la misma labor que emprendieron los franciscanos y los agustinos: la
evangelización, de tal manera que el tipo de dependencias de que se sirvieron para realizar su
misión fue en esencia el mismo en las tres órdenes mendicantes. El interés en este sentido radica
precisamente en las características que adquirieron estas dependencias y la variedad de
soluciones que se dio a todas ellas, de acuerdo con varios factores, entre los que podemos
mencionar el espíritu de cada orden, la zona de evangelización, el carácter de los constructores y
la mano de obra indígena.

Los templos
Se pueden clasificar cuatro tipos de plantas en la zona mixteca zapoteca, que pueden hacerse
extensivos al resto de los sitios evangelizados, ellos son: a) de una sola nave sin crucero, como
Yanhuitlán, Yautepec, Amecameca, Tepoztlán, Azcatpotzalco y Chilmahuacan-Chalco; b) la planta
cruciforme como Teposcolula y Oaxtepec. Con respecto a Oaxtepec, el efecto de cruz latina se
consigue gracias a las dos capillas fronteras que se abren junto a la mayor: c)con capillas laterales
como en Coixtlahuaca, el templo de Antequera y la segunda iglesia del convento metropolitano, y
d) las basílicas de tres naves, como Coyoacán, Cuilapan y Chiapa de Corzo.
Los claustros
En Oaxaca la tendencia fue la construcción de claustros con pilastras y contrafuertes hacia el patio,
como Coixtlahuaca, el convento de Antequera, Cuilapan y Oaxtepec, en Morelos. Aunque lo común
fueran las arcadas soportadas por columnas.
Las galerías de los claustros en cada convento fueron cubiertas de diferente manera; con bóveda
de cañón corrido, como en Tetela del volcán, Yoaxtepec y Yautepec; de viguerías, como
Amecameca y Azcatpotzalco, y las que combina dos tipos de techumbre, por ejemplo en Cuilapan
y Yanhhuitlán, que poseen bóvedas de nervaduras en el claustro bajo y techumbres de madera en
el alto; en Antequera, que tiene crucerías en la planta baja y bóvedas caídas en la planta alta y en
Tepoztlán, donde ambos claustros están cubiertos con bóveda de cañón, pero en las esquinas del
claustro alto luce bóveda de nervaduras.
En los claustros dominicos fue común la horadación de rinconeras en los muros de las galerías
bajas, de estructura simple, como las de Tepoztlán, y con enmarcamientos de decoración en
relieve, como las de Azcapotzalco.
Capillas abiertas y capillas posas
Al igual que en el resto de los conventos mendicantes, fue necesaria en la construcción de los
conjuntos la inclusión de las capillas abiertas y capillas posas. En cuanto a las primeras se
levantaron de acuerdo con diferentes tipos de estructuras con presbiterio trapezoidal, como las de
Tepoztlán y Coixtlahuaca; capillas como las de Oaxtepec; de planta rectangular como la de
Yautepec y aún más interesante, la de Teposcolula con presbiterio semiexagonal y dos naves, así
mismo fue común en los conventos del siglo XVI que las porterías de los claustros cumplieran
también la función de capillas abiertas, como en Coyoacán.

http://arkipedia.blogspot.mx/2012/04/arquitectura-religiosa-dominica-del.html

LA ARQUITECTURA RELIGIOSA

Dentro de la transformación cultural que se opera como consecuencia de la Conquista, la evangelización es un hecho
capital que tuvo como consecuencia una fiebre constructiva que tal vez no tenga otro paralelo que lo acontecido en Europa
en los años iniciales de la época románica, y que se debe a las órdenes mendicantes: franciscanos, dominicos y agustinos.

Dos años después de la Conquista, en 1523, llegaron a la Nueva España dos frailes y un lego franciscanos, este último
Fray Pedro de Gante, que iniciaron la conversión de los indios al Evangelio. Ante la insistencia de Cortés, un año más
tarde desembarcaron en Veracruz doce franciscanos más, encabezados por Fray Martín de Valencia, entre los cuales
figuraba el ilustre Motolinía. A partir de este momento, no sólo la religión sino también la cultura adquirieron relieve,
pues estos frailes y los que llegaron posteriormente, alternaron la predicación con la investigación de la cultura indígena;
disemináronse por todo el territorio conquistado, levantando monasterios y recopilando el conocimiento antiguo, lo que
dio resultados de valor extraordinario como la Historia de las cosas de la Nueva España, escrita por Fray Bernardino de
Sahagún en Tepeapulco.

Los dominicos llegaron en 1526 encabezados por otro fraile ilustre, Domingo de Bentazos. Eran también doce, pero cinco
murieron y cuatro enfermaron y regresaron a España, lo cual retardó en un principio su actividad evangelizadora, que
posteriormente desarrollaron en aquellas regiones en que no predicaban aún los franciscanos.

Por último, los agustinos, siete, llegaron en 1533 y comenzaron a estudiar de inmediato en lugares a los que la labor
misionera de franciscanos y dominicos no había llegado.

Antes de entrar de lleno en el análisis de la arquitectura, conviene referirse, siquiera brevemente, a la expansión de las
órdenes mendicantes por el territorio de la Nueva España.

Los franciscanos, como primeros en llegar, encontraron un campo totalmente virgen; establecieron monasterios en los
principales núcleos de población y canalizaron sus fundaciones hacia los actuales estados de Tlaxcala y Puebla, abarcando
también partes de Hidalgo y Morelos, además de otros lugares con monasterios más aislados, y Yucatán, que les
perteneció totalmente. Los dominicos extendieron su influencia por el sureste del Valle de México, y por Morelos y
Puebla hasta la Mixteca y más lejos. Chiapas, perteneciente entonces a la Capitanía de Guatemala. Los agustinos inician
sus fundaciones en Morelos y se expanden principalmente hacia la parte baja de Michoacán y en la zona otomí. Por otra
parte, por el noreste, buscan el camino a la Huasteca.

En los pueblos de indios de importancia se fundaban conventos, de cada uno de los cuales dependían varias visitas,
consistentes en iglesias de menor dimensión, anexa a cada una de las cuales se levantaba una pequeña casa, destinada a
albergar a los frailes que hacían la visita. En algunos casos también se levantaban capillas en los barrios indígenas
dependientes del pueblo principal. De esta manera se establecía una red de fundaciones que permitía la mejor atención
posible a la gran población indígena, dado el escaso número de frailes de que se disponía.

Por lo anterior vemos que el edificio fundamental para la evangelización era el convento, el cual no solamente servía de
residencia a los frailes sino que también hacía el papel de escuela, hospital, hospedería, etcétera, por lo que constituía un
verdadero centro de servicio social. Su composición era la misma que desde la época carolingia se había impuesto en
Europa, pero con las modificaciones indispensables para adecuarla a una serie de necesidades muy peculiares como las de
la evangelización y a las cuales se adaptaron admirablemente los mendicantes, buscando la mayor armonía posible con las
tradiciones indígenas, a fin de facilitar la labor misionera.
Las partes fundamentales de la composición de un monasterio mexicano del siglo XVI son la iglesia, el atrio y el convento.
La primera presentaba diversas soluciones que más adelante consideraremos. El atrio alcanzaba enormes superficies y se
extendía generalmente fuera de la iglesia prolongando su eje, y en él se situaban la capilla abierta, las posas y una cruz. El
convento con sus múltiples funciones, se levantaba al costado sur de la iglesia, aunque, en ocasiones, como puede verse en
Tepoztlán y en algunos monasterios yucatecos, estaba al norte del templo. El conjunto se complementaba con la huerta, en
la parte posterior del convento.

Se construyeron tres tipos de iglesias en la Nueva España en el siglo XVI: de una nave, de una nave con capillas
hornacinas, y de tres naves, siendo, el primer tipo el más abundante. La iglesia de una nave, por regla general, carecía de
crucero, y su ábside era poligonal, aunque también las hay con ábside semicircular, en Yanhuitlán y Yuriria; o plano,
como en Tepeji del Río. Sus dimensiones eran considerables, ya que debían albergar gran cantidad de fieles, y no es raro
encontrarlas de más de cincuenta metros de largo.

La disposición de las iglesias de una nave era constante. Sobre el eje longitudinal se situaba el acceso, enmarcado por una
portada más o menos elaborada y en la cual encontramos el máximo de desarrollo de la forma ornamental. Se entraba al
templo por debajo del coro, que ocupaba la parte alta del primer tramo de la iglesia; situándose los fieles en la nave, que
contaba con una segunda puerta, lateral y llamada “de porciúncula”, también con importante ornamentación al exterior;
remataba el eje en el altar único, colocado en el ábside y a mayor altura que el piso de la nave, para darle más dignidad y
visibilidad.

Hay un caso en el que se agregó crucero a la nave única: Yuriria; pero esto es excepcional y posiblemente se debió a la
gran importancia que se quiso dar a este monasterio, y otro en Oaxtepec, en que se agregan a la nave, en el tramo anterior
al presbiterio, dos grandes capillas que le dan el aspecto de un falso crucero.

Las iglesias de tres naves no son comunes. Se distinguen de las anteriores en tener la nave flanqueada por las capillas, de
mayor o menor profundidad, comprendidas entre los contrafuertes laterales. Los dominicos tuvieron predilección por esta
solución, que fue la de las primitivas iglesias que levantaron en la ciudad de México, Puebla y Oaxaca, conservada esta
última, donde podemos verla aún hoy en día; también queda un ejemplo de esta solución en Coixtlahuaca.

Las iglesias de una nave con capillas honacinas sólo se construyeron al principio de la evangelización, pero desaparecen
desde 1540 y no volvieron a levantarse hasta 1575; las que se conservan datan casi todas de esta época y se cubrían con
madera, las tres naves a la misma altura, por lo que la luz no penetraba sino por las laterales. Son franciscanas las de
Tecali y Quecholac, en Puebla, y dominicas las de Coyoacán, deformada totalmente hace años, y Cuilapan.

Cualquiera que fuese la solución, siempre presentan las iglesias del siglo XVI caracteres comunes, como los confesionarios
contenidos en el espesor de los gruesos muros, en los que entraba el penitente por el templo y el sacerdote por el convento,
encontrándose a medio camino, donde se situaba una rejilla o celosía.

Las techumbres de las iglesias merecen también atención. Dada la época y las tradiciones españolas, la forma ideal de
cubrirlas era con crucería; pero este procedimiento, caro y complicado, no siempre se pudo emplear y se sustituyó a
menudo por otros más simples, como el artesonado de origen mudéjar, que permitía salvar claros de regular tamaño con
economía y ligereza y dar un carácter unitario al espacio interior. Aunque desde el siglo XVI fueron frecuentes las
cubiertas de artesón, cuyo uso se prolonga hasta el periodo barroco (tuvieron este tipo de cubierta entre otras, las iglesias
de la Merced, San Agustín y Santo Domingo en la ciudad de México), apenas se han conservado unos cuantos ejemplares,
el más notable de ellos es San Francisco de Tlaxcala, admirable muestra de este estilo. Las capillas pequeñas, o también
las iglesias de dimensiones modestas, se cubrieron con techumbres de viguería colocadas sobre arcos transversales. En
Calpulalpan (Tlaxcala) tenemos uno de estos techos.

Los agustinos emplearon el cañón corrido como techumbre de las naves de sus iglesias, reservando la crucería para el
presbiterio y el tramo anterior. Esto da un carácter distintivo a sus templos, y marca claramente la diferencia entre el
espacio de los fieles y el reservado al altar. Atlatlahuacan y Actopan, lo mismo que otros muchos monasterios, lo
ejemplifican.
A pesar de la simplicidad y humildad de los franciscanos, que se refleja en su arquitectura, fueron ellos quienes hicieron
mayor uso de las bóvedas de crucería en toda la iglesia, aunque a veces, como en Cuernavaca, tal tipo de cubierta aparece
sólo en el sotacoro, mientras que la iglesia se cubre con cañón corrido; eso sí, pintando en él las nervaduras, para, por lo
menos, sugerir el considerado como tipo ideal de techumbre.

Tula, Tochimilco, Tepeaca y Huejotzingo presentan este tipo de abovedamiento, el que conserva la tradición gótica pero
sólo en la forma, ya que el espíritu varía radicalmente al ser las nervaduras, en la mayor parte de los casos, un elemento
puramente decorativo y no estructural, y al adquirir los arcos formeros un perfil semicircular, en lugar del arco en ojiva
típico de la arquitectura gótica.
También los dominicos tuvieron preferencia por las crucerías. Lo mismo en Oaxtepec que en Yanhuitlán y Coixtlahuaca,
las bóvedas de nervadura dan gran prestancia a sus iglesias. En todos los casos se emplean los tipos comunes en España en
la época de los Reyes Católicos, con gran número de ligaduras y terceletes que transformaron la simplicidad de las
bóvedas del siglo XIII en una riqueza decorativa que muchas veces hace desaparecer la funcionalidad de la estructura.

Exteriormente, los empujes de las bóvedas se contrarrestaban por medio de contrafuertes en forma de prisma
cuadrangular. Los franciscanos solían colocarlos dispuestos con toda regularidad (Cholula), mientras que los agustinos
prestaban poca atención al ritmo creado por estos elementos en el exterior de sus iglesias (Acolman). En ocasiones, el
fuerte empuje de algunas bóvedas obligó a colocar arbotantes de gran pesantez, que como sucede en Tlayacapan,
Yanhuitlán y Cuernavaca, más parecen contrafuertes perforados que los esbeltos elementos de contrarresto típicos de la
arquitectura gótica.

Es frecuente que las iglesias del siglo XVI tengan un aspecto militar por lo sobrio de sus volúmenes y por el uso que se
hace, en los remates de pretiles, de almenas y garitones (Huejotzingo, Atlatlahuacan) y aun por el empleo de pasos de
ronda como sucede en Tepeaca, fronteriza entonces con tribus no dominadas, donde era indispensable alguna previsión
defensiva. La mayor parte de las veces todos estos aparatosos elementos no son sino decoraciones, ya que su situación o
su tamaño los hacen inútiles para la defensa.

Las torres constituyen otro elemento al que hay que hacer referencia. No fueron muy usadas en la arquitectura del siglo
XVI, ya que se daba preferencia a las espadañas para colocar las campanas, procedimiento predilecto de los agustinos
(Meztitlán), pero en ocasiones, como sucede en Actopan, Atlatlahuacan, Ixmiquilpan y Yuriria, destacan sus masas
importantes contrastando con la horizontalidad de las iglesias. Su forma, generalmente, es una nueva expresión de
mudejarismo en sus envolventes cúbicas y simples que recuerdan las de los minaretes musulmanes del sur de Francia y el
norte de África.

Por último, dentro de este breve análisis de las iglesias, es preciso hacer mención de las portadas, los elementos más
ricamente expresivos, dada su función de reflejar por fuera la importancia del santuario e invitar a los fieles a penetrar al
interior. En ellas quedaron plasmadas todas las modalidades estilísticas que llegan a México con los conquistadores y las
que se desarrollan durante el siglo XVI como reflejo de lo que acontecía en la Metrópoli. En un principio, las portadas
expresan todavía un sentir gótico, semejante al preferido en España a fines del siglo XV, y en cuya factura se encuentra, a
veces, la mano de obra indígena, principalmente en el tratamiento del relieve. En ocasiones también los elementos de
tendencia clásica, primer brote del Renacimiento, empiezan a aparecer, aunque sin proporción ni perfiles correctos. La
portada de Huejotzingo y el rosetón de Yecapixtla son ejemplares de este estilo, y dentro de la mano de obra indígena
pueden citarse las fachadas de Otumba y Tulpetlac.

Un poco más tarde, domina el renacimiento bajo la interpretación española: el plateresco, cuyo nombre deriva del
preciosismo de su ejecución, que más parece trabajada en plata que en piedra. También aquí encontramos ejemplos de una
gran pureza en Yecapixtla, Cuitzeo y, sobre todo, Acolman, la cumbre de este estilo, que llega a tener gran influencia en
otras portadas agustinas, como Meztitlán y Yuriria, esta última interpretada por los indígenas, que multiplican los
ornamentos en su típico horror al vacío.

Por último, llega el manierismo a influir en la composición de las portadas. Basado en una interpretación muy exacta de
los ejemplos de la antigüedad clásica, crea obras de una gran pureza. Primero con timidez (Cholula), después con mayor
conciencia de lo clásico y, por último, totalmente apegado a los textos de los tratadistas de esta época. Cuilapan ofrece la
muestra de un desarrollo que abarca todas las etapas del estilo.

Paralelamente a las tendencias medieval, plateresca y manierista, aparece con gran fuerza el mudejarismo, que, al igual
que en España, constituye una constante en el siglo XVI, interpretando en sus formas los distintos estilos y aun la
expresión indígena. Las portadas de Santa Cruz Atoyac, Chimalhuacán, Chalco y Acámbaro son fundamentales dentro de
lo mudéjar; pero es común que sus elementos, principalmente el alfiz, aparezcan en multitud de casos.

http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/358-las-artes-en-mexico/las-artes-en-mexico-
no-cat/362-003-arquitectura-del-siglo-xvi?showall=&start=4
Arquitectura religiosa del siglo XVI

Convento de San Gabriel, Cholula, Pue., Mx.


Trabajo elaborado por alumnos de la materia de Teoría de la Arquitectura.
Facultad de Arquitectura Xalapa.
Universidad Veracruzana.
Catedrático: Daniel R. Martí Capitanachi.

ANTECEDENTES
Durante el presente curso de teoría de la arquitectura se ha tratado de enfatizar el desarrollo, la importancia y
finalidad que tuvo la arquitectura del siglo XVI en la Nueva España (hoy México), como parte del aprendizaje
sobre la arquitectura nacional. Se busca identificar las características de los conventos de la Orden
Franciscana durante el siglo XVI, atendiendo a sus semejanzas y diferencias con los conventos construidos
durante el mismo periodo, pero en diferentes lugares y por órdenes mendicantes distintas.

La obra arquitectónica a estudiar como referente es el convento de San Gabriel, ubicado al oriente de la plaza
central de la ciudad de Cholula, Puebla. El convento de San Gabriel fue construido durante el siglo XVI, de
1529 a 1556, y corresponde al periodo del virreinato.
EL ESTILO
Si bien es cierto que la arquitectura de la época deriva de la española, también lo es que aquí posee
características que la diferencian de los modelos hispanos, pues aunque los elementos arquitectónicos
conservan los lineamientos tradicionales, sufren modificaciones diversas en su composición y decoración y
toman un aspecto peculiar que no se encuentra en su país de origen. Así la arquitectura de la Nueva España
reúne rasgos que provienen del arte mudéjar, del gótico, del renacentista, del plateresco y hasta pequeños
detalles del lejano romántico.

Hasta 1550 la existencia de los arquitectos no está debidamente documentado, pues ningún profesional de
forma hubiera arriesgado su posición para emprender la aventura de ir a tierras extrañas. Solo unos cuantos
canteros y albañiles estuvieron aquí entre 1525 y 1540, conociéndose el nombre de 5 de ellos. Ninguno era un
profesional calificado, pero sabían lo suficiente para encargarse de incipientes obras indispensables en la
ciudad.

Así, los impacientes Frailes se echaron a cuestas la tarea de dirigir ellos mismos la construcción de sus
edificios, aconsejados por los albañiles y canteros en lo más indispensables, quizá con algunos bosquejos de
planos y ayudados por los indios que ya tenían cierta experiencia, se fueron a los pueblos con la seguridad de
que saldrían adelante, por lo que los frailes construyeron sus conventos proyectando lo que ellos recordaban
de los templos españoles mezclando diferentes estilos.

A juicio del equipo, consideramos al convento de San Gabriel en general, de estilo romántico, por que por una
parte nos encontramos con la influencia bizantina a base de cúpulas que cubren algunas partes de edificio, por
otra, la influencia lombarda de la arquerías, en tercer lugar el romántico lombardo caracterizado por fuertes y
macizas torres de las fachas, y finalmente, bordeándolo todo el arabesco policromo y multicolor del arte
musulmán. Era difícil prever tan agradable resultado partiendo de aquel primitivo romántico pesado y rústico,
elaborado a base de materiales de concreción, pero la fuerza de los pueblos se sobrepone y aunándose, crea
estas grandes y bellas síntesis. Aunque posee elementos del Plateresco claramente visibles, como la puerta de
la fachada principal con un rosetón al centro.

La casa capitular se encuentra dentro del convento en el claustro alto, podemos apreciar pintura moral
representando pasajes de la vida de San Francisco de Asís, una misa de San Gregorio y a San Sebastián.
.1 ANTECENDENTES HISTÓRICOS
Durante el siglo XVI se suscitaron muchos eventos en la Nueva España. Uno de ellos fue la llegada
de las Ordenes Mendicantes, mandadas por España con el propósito de dar a conocer a los
indígenas la palabra de Dios, y así conquistarlos.

Las Ordenes Mendincantes fueron órdenes religiosas fundadas a partir del siglo XVIII y se formaron
para combatir la herejía y no estar anclados a un lugar como el clero secular. Además las órdenes
mendincantes tenían otro método de organización: dentro de ellas no había jerarquías, ya que
cualquier fraile de la congregación tenía comunicación directa con Dios.

Había 3 órdenes mendincantes. Inicialmente solo eran los Franciscanos y Dominicos y


posteriormente se formaron los Agustinos. Los Franciscanos son una orden religiosa fundada por
San Francisco de Asís. En 1209, Inocencio III aprobó sus primeras reglas. Los hermanos se
establecen primitivamente en la capilla de Santa María de los Ángeles, llamada porciúncula. Los
frailes acostumbraban mezclarse con los pobres y ayudarlos con su trabajo. Imitaban la vida
evangélica de Jesús y sobre todo su pobreza, no poseían absolutamente nada, ganaban su
subsistencia con su trabajo y en ocasiones mendingaban (de ahí el nombre de mendincantes). La
orden se multiplicó en Europa, con gran rapidez ocupando Perurgia. Cartona, Pisa y Florencia y
misiones entre los sarracenos y los moros.

Ya que tenían esa habilidad de poblar, no es raro ver como lograron expandirse por todo el
territorio de la Nueva España y creando en ella casas donde habitaba la comunidad , religiosa
bajo las reglas de su orden las casas fueron llamados conventos. Uno de los lugares donde se
realizo la mayor producción de arquitectura religiosa fue la ciudad llamada Puebla de los
Ángeles. Actualmente se conoce con el nombre de Puebla.

Cerca de aquí encontramos a la ciudad de Cholula, que es la ciudad habitada más antigua de
México y ha tenido uso continuo desde casi 25 siglos. En su larga etapa prehispánica desempeño
un papel prominente como centro comercial y más aun como centro religioso y ceremonial.En
ellas se levanta gran cantidad de obras de Arquitectura religiosa (como iglesias y conventos)
donde desarrollaron bellas cúpulas de azulejos en las torres y en muchos casos en toda la
fachada.

En Cholula, la principal herencia arquitectónica colonial se ubica en su plaza donde se levanta el


templo franciscano de San Gabriel. Se comenzó la construcción de este en 1529, por fray Martín
de Hojacastro, el tercer obispo de Puebla. La construcción fue acabada el 30 de abril de 1552,
fue dirigida por el arquitecto de la época, por orden del virrey Antonio de Mendoza. El plan fue
diseñado para modelar un monasterio.
Este convento es uno de los más grandes de la orden franciscana en todo el mundo.
Planta. Levantamiento.

I. 2 FUNCIONALIDAD
El programa arquitectónico del convento de San Gabriel, presentaba varias modificaciones,
respecto a los conventos europeos, producto de la llegada al nuevo mundo y con ello, nuevas
necesidades y metas a resolver.

Primero tenían que estar protegidos de los ataques que los indígenas podían confabular en contra
de los invasores de la nueva religión, por lo que los conventos fueron bardados colocando sólo 2 o
3 entradas bien definidas.

Su fe y costumbres impedían que los no bautizados pudieran tener acceso a la iglesia por lo que
necesitaban un lugar fuera del templo donde los frailes pudieran evangelizarlos, además de ser
necesario el que fuera de grandes dimensiones para dar cabida a las multitudes de indígenas que
requerían ser convertidos al catolicismo, de ahí la creación del atrio. Producto de la
evangelización de las masas surge la necesidad de un altar al aire libre para oficiar la eucaristía,
así pues con la capilla abierta se resolvía este problema. Dentro de la práctica del cristianismo se
acostumbraban las peregrinaciones a la parroquia de vez en cuando se detenían para rezar, en
estas paradas el padre se colocaba dentro de la capilla poza que hacia las veces de altar; tanto la
capilla abierta como las pozas y la cruz atrial deberían estar colocadas dentro del atrio.

Durante la colonización fue necesario marcar la separación entre bautizados y herejes, así que
los primeros requerían un lugar de mayor rango. La entrada a la iglesia era para privilegiados,
obviamente un lugar de mayor rango. La entrada a la iglesia era para privilegiados, obviamente
un lugar de menores dimensiones que el atrio y con protección de los agentes climáticos,
copiando los modelos europeos, además de una iglesia adicional exclusiva para los frailes, ambas
requerían tener accesos desde el atrio y al interior del convento.

El atrio se define como un dilatado espacio abierto; limitando la porción de territorio sagrado, se
integra generalmente por una barda que de manera perimetral limita al recinto de forma
cuadrangular y mediante una portada practicada en el lado oriental, permite el acceso en un
punto que remata en la puerta de la iglesia. En cada una de las cuatro esquinas se construyo una
pequeña edificación que hacía las veces de estación dentro de los recorridos procesionales que la
feligresa realizaba en torno al recinto abierto; la fuente que aparecía en el centro del patio,
además de proveer de agua a la comunidad, viene a ser la implantación junto con la sensibilidad
islámica, en el ámbito del Nuevo Mundo; siendo así con representaciones de cariátides y figuras
zomorfas fantásticas que manifiestan los ámbitos medieval y renacentista.

El claustro suele ser cubierto, el de planta baja con bóvedas de crucería al modo gótico o con
medio cañón de origen romántico; el de la planta alta de viguería de madera y terrado, que
significa que es descubierto y elevado, desde el cual se puede explayar la vista, el claustro que
encontramos en el convento de San Gabriel, es abierto. En torno a los claustros o deambulaciones
que se plantean como una transportación del recinto atrial destinado a los indígenas, se abren las
dependencias monacales: cocina, despensas, refectorio y sala de profundis abajo, celdas y
biblioteca en la parte alta y la escalera que comunica ambos niveles, la mayoria de las veces esta
constituida por un imponente cubo con peraltes cortos que inducen a establecer un peculiar
ritmo de ascenso, que mucho tiene que ver con la vocación simbólica a todos los elementos de la
edificación en donde el tránsito humano contribuía junto con el rumor del desplazamiento y la
sonoridad de las oraciones a establecer una estrecha vinculación entre espacio, piedra, sonido y
tiempo.

Las adecuaciones al inmueble que podemos mencionar son las siguientes: se introdujo
electricidad e instalación sanitaria, no había agua en tuberías dada a la época en que se
construyó y la situación de que hay con las nuevas construcciones que no la tienen.

También podemos ver que donde estaba el huerto se construyo una sección que actualmente está
en remodelación, es un edificio el cual se encuentra ubicado al sur junto a la Capilla Real. El
espacio se ve limitado verticalmente por una cubierta que de modo artificial reproduce la bóveda
celeste y que es ensamblada; en el cielo es visto a través de ventanas y la luz del día accede a
estancias internas de dimensiones insospechadas para él.

.1 ANTECENDENTES HISTÓRICOS
Durante el siglo XVI se suscitaron muchos eventos en la Nueva España. Uno de ellos fue la llegada
de las Ordenes Mendicantes, mandadas por España con el propósito de dar a conocer a los
indígenas la palabra de Dios, y así conquistarlos.

Las Ordenes Mendincantes fueron órdenes religiosas fundadas a partir del siglo XVIII y se formaron
para combatir la herejía y no estar anclados a un lugar como el clero secular. Además las órdenes
mendincantes tenían otro método de organización: dentro de ellas no había jerarquías, ya que
cualquier fraile de la congregación tenía comunicación directa con Dios.

Había 3 órdenes mendincantes. Inicialmente solo eran los Franciscanos y Dominicos y


posteriormente se formaron los Agustinos. Los Franciscanos son una orden religiosa fundada por
San Francisco de Asís. En 1209, Inocencio III aprobó sus primeras reglas. Los hermanos se
establecen primitivamente en la capilla de Santa María de los Ángeles, llamada porciúncula. Los
frailes acostumbraban mezclarse con los pobres y ayudarlos con su trabajo. Imitaban la vida
evangélica de Jesús y sobre todo su pobreza, no poseían absolutamente nada, ganaban su
subsistencia con su trabajo y en ocasiones mendingaban (de ahí el nombre de mendincantes). La
orden se multiplicó en Europa, con gran rapidez ocupando Perurgia. Cartona, Pisa y Florencia y
misiones entre los sarracenos y los moros.

Ya que tenían esa habilidad de poblar, no es raro ver como lograron expandirse por todo el
territorio de la Nueva España y creando en ella casas donde habitaba la comunidad , religiosa
bajo las reglas de su orden las casas fueron llamados conventos. Uno de los lugares donde se
realizo la mayor producción de arquitectura religiosa fue la ciudad llamada Puebla de los
Ángeles. Actualmente se conoce con el nombre de Puebla.
Cerca de aquí encontramos a la ciudad de Cholula, que es la ciudad habitada más antigua de
México y ha tenido uso continuo desde casi 25 siglos. En su larga etapa prehispánica desempeño
un papel prominente como centro comercial y más aun como centro religioso y ceremonial.En
ellas se levanta gran cantidad de obras de Arquitectura religiosa (como iglesias y conventos)
donde desarrollaron bellas cúpulas de azulejos en las torres y en muchos casos en toda la
fachada.

En Cholula, la principal herencia arquitectónica colonial se ubica en su plaza donde se levanta el


templo franciscano de San Gabriel. Se comenzó la construcción de este en 1529, por fray Martín
de Hojacastro, el tercer obispo de Puebla. La construcción fue acabada el 30 de abril de 1552,
fue dirigida por el arquitecto de la época, por orden del virrey Antonio de Mendoza. El plan fue
diseñado para modelar un monasterio.
Este convento es uno de los más grandes de la orden franciscana en todo el mundo.

Planta. Levantamiento.

I. 2 FUNCIONALIDAD
El programa arquitectónico del convento de San Gabriel, presentaba varias modificaciones,
respecto a los conventos europeos, producto de la llegada al nuevo mundo y con ello, nuevas
necesidades y metas a resolver.

Primero tenían que estar protegidos de los ataques que los indígenas podían confabular en contra
de los invasores de la nueva religión, por lo que los conventos fueron bardados colocando sólo 2 o
3 entradas bien definidas.

Su fe y costumbres impedían que los no bautizados pudieran tener acceso a la iglesia por lo que
necesitaban un lugar fuera del templo donde los frailes pudieran evangelizarlos, además de ser
necesario el que fuera de grandes dimensiones para dar cabida a las multitudes de indígenas que
requerían ser convertidos al catolicismo, de ahí la creación del atrio. Producto de la
evangelización de las masas surge la necesidad de un altar al aire libre para oficiar la eucaristía,
así pues con la capilla abierta se resolvía este problema. Dentro de la práctica del cristianismo se
acostumbraban las peregrinaciones a la parroquia de vez en cuando se detenían para rezar, en
estas paradas el padre se colocaba dentro de la capilla poza que hacia las veces de altar; tanto la
capilla abierta como las pozas y la cruz atrial deberían estar colocadas dentro del atrio.
Durante la colonización fue necesario marcar la separación entre bautizados y herejes, así que
los primeros requerían un lugar de mayor rango. La entrada a la iglesia era para privilegiados,
obviamente un lugar de mayor rango. La entrada a la iglesia era para privilegiados, obviamente
un lugar de menores dimensiones que el atrio y con protección de los agentes climáticos,
copiando los modelos europeos, además de una iglesia adicional exclusiva para los frailes, ambas
requerían tener accesos desde el atrio y al interior del convento.

El atrio se define como un dilatado espacio abierto; limitando la porción de territorio sagrado, se
integra generalmente por una barda que de manera perimetral limita al recinto de forma
cuadrangular y mediante una portada practicada en el lado oriental, permite el acceso en un
punto que remata en la puerta de la iglesia. En cada una de las cuatro esquinas se construyo una
pequeña edificación que hacía las veces de estación dentro de los recorridos procesionales que la
feligresa realizaba en torno al recinto abierto; la fuente que aparecía en el centro del patio,
además de proveer de agua a la comunidad, viene a ser la implantación junto con la sensibilidad
islámica, en el ámbito del Nuevo Mundo; siendo así con representaciones de cariátides y figuras
zomorfas fantásticas que manifiestan los ámbitos medieval y renacentista.

El claustro suele ser cubierto, el de planta baja con bóvedas de crucería al modo gótico o con
medio cañón de origen romántico; el de la planta alta de viguería de madera y terrado, que
significa que es descubierto y elevado, desde el cual se puede explayar la vista, el claustro que
encontramos en el convento de San Gabriel, es abierto. En torno a los claustros o deambulaciones
que se plantean como una transportación del recinto atrial destinado a los indígenas, se abren las
dependencias monacales: cocina, despensas, refectorio y sala de profundis abajo, celdas y
biblioteca en la parte alta y la escalera que comunica ambos niveles, la mayoria de las veces esta
constituida por un imponente cubo con peraltes cortos que inducen a establecer un peculiar
ritmo de ascenso, que mucho tiene que ver con la vocación simbólica a todos los elementos de la
edificación en donde el tránsito humano contribuía junto con el rumor del desplazamiento y la
sonoridad de las oraciones a establecer una estrecha vinculación entre espacio, piedra, sonido y
tiempo.

Las adecuaciones al inmueble que podemos mencionar son las siguientes: se introdujo
electricidad e instalación sanitaria, no había agua en tuberías dada a la época en que se
construyó y la situación de que hay con las nuevas construcciones que no la tienen.

También podemos ver que donde estaba el huerto se construyo una sección que actualmente está
en remodelación, es un edificio el cual se encuentra ubicado al sur junto a la Capilla Real. El
espacio se ve limitado verticalmente por una cubierta que de modo artificial reproduce la bóveda
celeste y que es ensamblada; en el cielo es visto a través de ventanas y la luz del día accede a
estancias internas de dimensiones insospechadas para él.

I.3 ASPECTOS FORMALES.


Debemos entender por espacios públicos a aquellos a los que una colectividad especifica acude
para hacer un uso simultáneo del mismo. El espacio privado es el que se utiliza por un individuo o
un pequeño grupo de ello; pero a diferencia de los espacios públicos, este debe hacer por uno
cada vez, pues de otro modo resultaría incómodo para las diferentes personas por la
individualidad que este uso requiere además de las costumbres de la comunidad.

Un espacio cerrado es un área delimitada para realizar una actividad específica que requiera
privacidad, un espacio abierto es lo que rodea al anterior. Lo siguiente será clasificar los
diferentes componentes abiertos del convenio de acuerdo al aspecto formal.
El convento: Su función es dar vivienda a los religiosos de la congregación, además de oficiar un
lugar apropiado para las celebraciones propias de la doctrina religiosa católica.

Formalmente es un espacio privado porque es para un grupo de personas que tienen la misma
finalidad que es el culto a la palabra de Dios, además de ser propiedad de la congregación; es
público porque a ellos asiste una colectividad (desde los frailes, los bautizados en la fe y los que
se evangelizaban). Es un espacio cerrado, en cuanto a la delimitación de su terreno, pero dentro
de él hay otros espacios que tienen diferentes funciones y en los que hay clasificaciones de
espacios públicos y privados, abiertos y cerrados.

El atrio: Su función era de ofrecer misas a los indígenas que no estaban bautizados y no podían
entrar a la parroquia. Por pertenencia, el atrio es un espacio privado, limitado por bardas y el
propio edificio conventual, propiedad de la congregación franciscano, pero es público desde el
punto de vista en el que puede tener acceso un grupo masivo de indígenas a los que se trataba de
evangelizar y no estaban bautizados. El espacio es cerrado pues está bien delimitado y bardado,
pero se puede considerar abierto, pues es una gran extensión de patio al aire libre; aunque del
mismo convento.

El claustro: Su función era permitir la circulación de los frailes al abrigo de la intemperie. Este
elemento del convento es privado por pertenencia- propiedad franciscana- y porque a él sólo
podían tener acceso los frailes y ninguna otra persona, ahora bien, se le puede considerar
público, atendiendo la libre circulación que a través de este podían tener los hermanos
franciscanos. Es un espacio cerrado por estar delimitado por cuatro paredes, y protegido a su
alrededor por el resto del edificio; aunque también se le puede considerar abierto por no tener
techo y permitir el libre paso de la iluminación y ventilación natural.

La capilla abierta: Elemento conventual cuya función era albergar al sacerdote, protegerlo de la
lluvia y el sol cuando oficiara una homilía, al aire libre. Formalmente, este tipo de capillas son
privadas por formar parte integral del convento, además de sólo dar asilo al padre que oficie la
misa, exclusivamente. Es abierto por estar directamente relacionada con el atrio, sin ningún tipo
de obstáculo.

El templo: Su función es dar protección a los fieles, sacerdotes y equipo religioso durante la
celebración de la eucaristía. Se considera un espacio privado, propiedad de la congregación
religiosa, de uso exclusivo para los bautizados en la fe católica; aunque público porque los
participantes de esta doctrina pueden ser un grupo numeroso de personas que participan al
mismo tiempo de la celebración sin ocasionar molestia alguna a terceros. Es un espacio cerrado
limitado y con pequeños espacios de transición al exterior.

La sacristía: Es el lugar donde el padre se reviste con los atavíos propios para oficiar la misa y se
guardan los elementos básicos para celebrar la misma. Formalmente es un espacio privado al que
solo tiene acceso el sacerdote y uno o dos acólitos –ayudantes- y cerrado, presentando dos
espacios de transición, que son las puertas, una de las cuales conecta directamente con el templo
y la otra no lleva al resto del edificio conventual.

Capillas pozas: Elementos usados para albergar un dirigente de alguna procesión dentro el atrio y
elevar oraciones al creador.
Es un espacio privado en el sentido de que solo alberga a una o dos personas, separándolas del
resto de la procesión, además de estar integrado al edificio conventual. Puede ser considerado
como cerrado en el momento de que al entrar a este aparta al o a los individuos del resto de la
multitud y abierto al estar directamente relacionados con los ya mencionados, ubicados en el
atrio, además de que esta separación es imaginaria pues no hay muro que los divida.

Las celdas: Espacios destinados a cumplir la función de dormitorios, para cada uno de los frailes
de la congregación, en este caso los franciscanos.
Naturalmente, las celdas son privadas y cerradas, porque a ellas solo puede tener acceso una
persona que será la que duerma en la misma y cerrada por estar dentro del edificio, limitado por
piso, techo y paredes y sin contacto con el exterior.

El huerto: Es un espacio privado por pertenecer a los frailes y al que no podían tener acceso los
civiles a menos que los primeros hicieran una invitación para colaborar en la producción, a pesar
de ello es público porque conviven cierto número de personas armónicamente y al mismo tiempo.
Es un lugar cerrado, por estar limitado por las bardas del propio convento y abierto por estar al
aire libre.

Los pasillos: Son los elementos de transición entre los lugares abiertos y cerrados que el edificio
alberga.

I.4 ASPECTOS ESTRUCTURALES


La construcción de cualquier tipo de edificio necesita de trabajadores especializados en hacerlos;
en el caso de México en el siglo XVI, esta clase fue formándose lentamente.

Los templos se levantaban sobre grandes plataformas de materiales sólidos. Su programa


estructural requería del pilotaje del suelo y la simple construcción con postes y dinteles. Las
cimentaciones de mampostería tienen mortero de lodo y cal. En cuanto a los muros se utilizaban
indistintamente el muro de cantería, el muro acompañado y el mixto.

El templo de San Gabriel presentan grandes contrafuertes coronados de almenas. El techo cuenta
con 46 cúpulas; asimismo tiene dos torres que completan el frente del templo y lo embellecen,
dándole un sentido de elevación propia de este tipo de construcciones. Los vanos del claustro del
convento anexo a el templo se construían con materiales rudos y argamasa, sostenidos por cimbra
hasta que fraguaban.
Respecto a los materiales, la piedra, la madera y la cal, fueron materiales clave en toda
construcción. Puebla estaba rodeada de fuentes ricas en estos materiales; dentro de los limites
de la ciudad se encontraban cal, barro y piedra. En las cercanías de Cholula había cantera más
obscura. La cal necesaria para la argamasa era muy costosa en el siglo XVI. La cal fina para el
estuco provenía de Calpulalpan; este material fue muy codiciado para recubrir pisos, como en
San Gabriel en donde se pavimentó todo el atrio con estuco rojo pulido, según la costumbre
prehispánica. El uso de metales fue en rejas, bisagras, herrajes, balconerías, tensores, cadenas,
cinchos y tuberías para agua, así como para la fabricación de campanas. La madera fue utilizada
en los portones de los templos.

II.1 LENGUAJE ARQUITECTÓNICO.


Los valores de masa se imponen por su monumentalidad, cada elemento de los que integran la
edificación es objeto de un refinado tratamiento artístico que ofrece resultados de gran mérito
plástico.

El cuerpo de la iglesia integra un ritmo de entrantes y salientes que, con los robustos
contrafuertes rematados con almenas, forman la fachada principal rematada con un triángulo
almenado. Esta fachada actúa como plano de fondo para la portada confinada por columnas de
procedencia clásica y acompañada por un soberbio arco abocinado con labrados platerescos.

Junto a la fachada se ensambla a la iglesia la torre campanario que está conformada por un
prisma de gran potencia geométrica, tiene vanos de medio punto y de tipo astillero que le dan un
carácter apretado al volumen. Cabe destacar la planta de la capilla real que tiene forma
cuadrada con estilo de mezquita. Los claustros, se caracterizan por tener toscos y bajos pasillos
con bóvedas de cañón que se abren a un pequeño patio central a través de vanos, y los muros
están ayudados por contrafuertes, de aquí su nombre de “claustros de contrafuertes”. Aunque
este tipo subsistió hasta finales del siglo XVI, la sencillez de su estructura o decoración fue
desapareciendo paulatinamente.

El patio del convento se distingue por una peculiar combinación de ritmos espaciales; el claustro
bajo se compone por una sucesión de contrafuertes tablerados, con el fin de perfilar
verticalmente las líneas de sombra con aberturas de cerramiento ojival. La parte alta de la
arquería continua (de procedencia románica) tiende a reducir su proporción respecto a la planta
interior.

Utilizaban la captura de luz para vitalizar los interiores, lo que caracteriza la sensación que hay
en los interiores conventuales. Hay óculos en forma elíptica, puertas y ventanas puestas en
diagonal sobre los muros, que se alternan con vanos triangulares y circulares. Esto demuestra
como la realidad plástica sobrepasa la utilidad.

II.2 ABSTRACCIÓN
Se presentará una pequeña comparación, más que todo formal, de algunos conventos
franciscanos en algunos lugares del país. Los conventos son el de San Gabriel, por supuesto, el de
Zempoala, el de Xochimilco, Huejotzingo, el de San Francisco en Tlaxcala y el de la Natividad de
Nuestra Señora en Xalapa; éste último aunque ya no existe, merece mencionarse por la
importancia que a los jalapeños represente. (la comparación está basada en las plantas
arquitectónicas de cada uno de ellos, a excepción del de Xalapa ya que no conseguimos los
planos, pero sí una breve descripción de este en un folleto proporcionado por el INAH).

Los indígenas trabajaron en la mampostería bajo la dirección de los frailes más versados en la
materia, que desde luego imprimieron en el conjunto los humildes y característicos principios de
la arquitectura franciscana para cuya orden seráfica orden la pobreza no sólo era un voto
obligatorio del profeso, sino un ideal a seguir ante el magnifico ejemplo de San Francisco de Asís.

Algunas de las diferencias que tiene San Gabriel a otras es la traza de la capilla de indias siendo
la única en seguir la traza compartimentada de una mezquita árabe. En cuanto a las capillas
posas San Gabriel solo cuenta con tres, a diferencia de San Andrés Calpan, que cuenta con una
serie completa de cuatro estructuras y son testimonio de que se trabajó el labrado de la piedra.

Las capillas de indios de San Gabriel cuentan son una gran dimensión en comparación a la de San
Francisco de Tlahuelilpa, Hidalgo. Podemos analizar que existe una gran similitud del convento
de San Gabriel a la mayoría de los demás, que se realizaron en ese siglo aún a pesar de que San
Gabriel fue de los primeros en construir. Sólo algunas iglesias estuvieron originalmente cubiertas
con un sistema de viguería y techumbre de dos aguas; como es el caso del convento de San
Francisco de Tlaxcala que actualmente puede apreciarse la lacería de madera.

El convento de San Gabriel tenía una orientación oriente –poniente, al igual que el de Xochimilco,
el de Zempoala; no así el de Jalapa, con una ubicación norte –sur, quizá uno de los factores que
influyó en esta fue la topografía accidentada con que Jalapa cuenta.

Una característica similar en todos, es la construcción de una sola torre al lado derecho de la
iglesia, además de una distribución similar, lo que constituye una iglesia con mucha profundidad,
al lado derecho de ésta, se localizaba el resto del edificio conventual, cercado por completo se
encuentra el claustro por las celdas y algunos cuartos para “oficinas” y para aulas de
adoctrinamiento, la mayoría de ellos tenía una fuente en el centro del claustro, el edificio
constaba de 2 niveles.

El claustro era un patio al centro del edificio, rodeado de corredores con arcos, sus celdas tenían
ventanas al exterior y con pisos de ladrillo. Además de la iglesia principal, el de Tlaxcala,
Zempoala, Xalapa y San Gabriel tenían una capilla para la tercera orden, para personas que
vivían fuera de la congregación y con menos restricciones.

Pensamos que los conventos eran más o menos de dimensiones iguales, pues las necesidades
básicas de ellos eral las mismas; lo que sí varían en todos ellos es la forma del atrio y sus
dimensiones, algunos cuadrados, otros rectangulares, y otros como el de San Gabriel poligonales,
los huertos de los conventos estaban localizados en la parte posterior del edificio, solo en el de
San Gabriel estaba localizado en el extremo derecho, donde ahora anexaron un edificio más.

No pudimos investigar el uso actual de los conventos, sólo el de San Gabriel, que continúa siendo
un convento, ya sin huerta y además de funcionar como recorrido turístico. El convento de Xalapa
se utilizó para albergar a los frailes y evangelizar a los indios, en un principio, posteriormente fue
Colegio Preparatorio y luego Sede del seminario hasta 1877 se decidió derrumbar por los daños
que le ocasionaron 2 sismos varias décadas atrás.

III. CRÍTICA.
El convento de San Gabriel es un ejemplo típico de la arquitectura religiosa española del siglo XVI
en México con aportaciones indígenas, que guardan ciertos elementos de identidad tanto en el
sentido artístico de sus frailes constructores, como en la forma de aplicar los recursos simbólicos
en cada edificio; un ejemplo es cuando el indígena ve sustituido el basamento prehispánico, por
las construcciones de los frailes, ya que en las estructuras ahora edificadas utilizaban las mismas
piedras de los antiguos templos.

Esta institución se considera símbolo litúrgico y cultural, ya que se unieron las creencias
indígenas y españolas. Con la sustitución de los basamentos prehispánicos por los templos
cristianos (conventos e iglesias), se logró la tarea impuesta a las ordenes mendincantes de
evangelizar al nuevo mundo, dando lugar a construcciones colosales que influyeron en el
pensamiento indígena.

Este convento cuenta con espacios que satisfacen las necesidades de los frailes durante el siglo
XVI, como la de albergar los locales en donde se desarrollaba la vida contemplativa; también
contaba con espacios destinados a difundir la evangelización impuesta a través de la enseñanza
de los sacramentos. Actualmente el convento ha sufrido pocos cambios como la adecuación de la
instalación eléctrica y la eliminación de los huertos, ocupando el espacio de los mismos para la
construcción de un nuevo edificio.

Respecto a su funcionalidad, el edificio se dividió en dos partes; una que continua albergando a
la comunidad franciscana y la otra donde se ofician misas a sus fieles.

San Gabriel es un gran atractivo turístico debido a su conservación y a la importancia histórica


que tuvo en el periodo del virreinato en México, tanto en el proceso de evangelización como en
la innovación arquitectónica.

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