Está en la página 1de 4

Nombre: Francisco Javier Valverde Molina

COMENTARIO DEL ARTÍCULO DE ONRUBIA Y MINGUELA

1. Tema o problema objeto de estudio.

El tema principal del artículo es el siguiente: las funciones del asesor psicopedagógico
para garantizar la inclusión educativa, todo ello dentro de un marco constructivo y
preventivo de la orientación educativa, donde se tiene en cuenta el contexto que rodea al
alumno, y se pone el foco en las oportunidades y limitaciones que ofrece el centro, más
que en las deficiencias o necesidades del alumnado.

2. Objetivos del trabajo.

Los objetivos del artículo son delimitar las funciones de los asesores psicopedagógicos
o los profesionales de la intervención psicopedagógica, teniendo en cuenta el actual
marco de inclusión educativa que existe en los centros. Esas funciones se clasificarán
según los ámbitos de intervención del asesor u orientador dentro del centro, como son la
familia, el centro mismo, el alumno, el contexto que rodea al centro y el profesorado.

3. Marco teórico que lo sustenta.

El marco teórico que sustenta la clasificación y delimitación de las funciones de los


asesores psicopedagógicos en los centros para conseguir una correcta inclusión
educativa es el modelo constructivista, puesto que de otra forma sería imposible
ninguna clasificación de funciones según ámbitos de intervención. Ello es así porque el
modelo constructivista pone el foco en la influencia que tiene el contexto del alumno en
su desarrollo e inclusión. En este contexto se incluye el propio centro y sus dinámicas,
el profesorado y las relaciones que establecen, el alumnado como grupo e
individualmente considerado, las familias y el entorno. El orientador tendrá que actuar
en cada uno de esos ámbitos y, por lo tanto, se tienen que establecer unas funciones
específicas para cada uno de ellos, con el fin de que la inclusión sea una realidad
educativa.

Antes de que se estableciera el modelo constructivista como referente para atender a la


diversidad en los centros, la perspectiva asistencial del asesoramiento era dominante,
poniendo el foco exclusivamente en las necesidades y limitaciones que presentaba el
alumno, dando una respuesta prescriptiva a los problemas, y descartando cualquier
intervención en el contexto o entorno del alumnado.
4. Principales resultados.

Puesto que la escuela inclusiva no consiste solo en atender al alumnado que presenta
más dificultades y limitaciones en su aprendizaje, sino que la inclusión debe crear un
clima en los centros que limite las segregaciones y las barreras al aprendizaje, se deben
priorizar algunas de las funciones de los orientadores establecidas dentro del marco
constructivista, por encima de otras, como son “el asesoramiento al diseño y desarrollo
de planes estratégicos de centro y a la mejora de la organización y funcionamiento
institucional; el asesoramiento al diseño, desarrollo, revisión y mejora de los proyectos
curriculares de centro; y el asesoramiento a la planificación, desarrollo, revisión y
mejora de las programaciones de aula”.

Esas funciones son imprescindibles, puesto que los proyectos curriculares y


programaciones no se entienden como prácticas impuestas al centro desde fuera, sino
como la organización de las acciones que el profesorado del centro tiene que poner en
práctica en su día a día, y en este sentido es muy útil que el asesor del centro oriente
estas actuaciones hacia un enfoque más inclusivo, aportando medidas concretas y
correcciones.

Al poner el foco en estas funciones no se dejan de lado las otras, las cuales tienen un
carácter más concreto, sino que las refuerzan y les otorgan más sentido, puesto que ya
se han programado y previsto medidas más amplias de carácter transversal, que mejoran
la prevención de posibles dificultades.

5. Interés para la formación de un orientador.

Este artículo tiene el interés de fomentar la reflexión y análisis de las funciones que
deben desempeñar los orientadores en un centro con respecto a la inclusión de todo el
alumnado y la eliminación de barreras. Esto es importante para un orientador, puesto
que muchas veces se dan por sentado las tareas y funciones del orientador, y se asimilan
dinámicas que pueden suponer un error o no ser acordes con el principio de inclusión,
aunque en un principio pueda parecer que sí. Ya que el orientador percibe que está
atendiendo al alumnado con necesidades educativas especiales, se tiene la impresión de
que se está trabajando para conseguir la inclusión de todo el alumnado, pero esto supone
un gran error, como viene reflejado en el artículo. El diagnóstico y tratamiento de las
dificultades de algunos alumnos con problemas es sólo una de las funciones del
orientador, y no es todo lo que debe de hacer, y eso debe de quedar claro.
6. Conclusiones.

Como conclusión, se resalta en el artículo la necesidad de que la innovación y la


inclusión vayan cogidas de la mano, de forma que se evite que se produzcan
innovaciones en educación que no contemplen la inclusión de todos los alumnos, y la
eliminación de barreras para la participación y el aprendizaje, y del mismo modo la
inclusión debe de tener siempre un perfil innovador, que revolucione y dinamice las
prácticas educativas.

Por otro lado, la priorización de funciones que se ha comentado anteriormente viene a


resaltar la importancia que tiene para el autor el carácter asesor de los profesionales de
la psicopedagogía, que deberán orientar al profesorado y al centro, y no limitar la
función de estos profesionales al diagnóstico y tratamiento directo de dificultades
educativas concretas del alumnado. Por lo tanto, se debe recuperar la función asesora, y
depositar la confianza en el profesorado del centro, que deberá participar activamente en
los procesos de inclusión.

7. Valoración personal.

La reflexión que me sugiere la lectura de este artículo es la importancia que tiene contar
en los centros educativos con un orientador bien formado y con capacidad de crítica
sobre su propio trabajo y el de sus compañeros profesores. Esto es así puesto que es
muy fácil dejarse llevar por las dinámicas establecidas en el centro, o centrarse en poner
en marcha una determinada normativa sin capacidad de cuestionar o reflexionar sobre la
misma.

Por esto, me parece muy importante, en primer lugar, que el orientador haya estudiado y
reflexionado en profundidad sobre los fines de la educación, la función que la educación
cumple en la sociedad y el destino de un país, quién determina estos fines y por qué,
estando el orientador preparado para llegar a unas conclusiones que no tenía previstas
en un principio. Una vez que el orientador ha reflexionado sobre esto, el siguiente paso
debe ser ver qué papel cumple él dentro de este paradigma, y qué capacidad de acción
tiene, contemplando las funciones y competencias que le otorga la normativa estatal y
autonómica.

La inclusión educativa del alumnado debe adquirir sentido dentro del paradigma antes
planteado, y de esta forma adquiere un sentido que en principio no tenía. Las dinámicas
que se establecen en una sociedad son, en parte, el reflejo de las dinámicas que se llevan
a cabo en los centros educativos de un país, junto con la mecánica y funcionamiento de
otras instituciones, como la familia, los medios de comunicación, la religión, etc. En
este sentido, el centro educativo debe ser un ejemplo de inclusión y participación social,
un lugar donde se promueva la reflexión y el estudio de las cuestiones éticas y morales,
entendiendo la ética como el conjunto de normas que tienen el objetivo de preservar la
vida de los individuos corpóreos, y la moral como el conjunto de normas que pretenden
salvaguardar la vida del grupo en su conjunto. Por todo esto, la principal función del
orientador debe ser la de poner en marcha en los centros escolares realidades que
pueden parecer utópicas en un principio, para que se vean reflejadas en la sociedad en el
futuro.

También podría gustarte