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Alberto Flores Galindo - Movimientos Sociales (2012)
Alberto Flores Galindo - Movimientos Sociales (2012)
Fuente del Texto: Alberto Flores Galindo, Movimientos campesinos en el Perú: Balance
y esquema. "Cuaderno Rural" núm. 18; Taller de Investigación Rural, Programa de
Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Católica del Perú: Lima, s.f. [1977?]. Esta
Edición: Marxists Internet Archive, agosto de 2012.
2. Estructura y coyuntura
A partir de ese acontecimiento límite que es un levantamiento campesino, el
investigador puede introducirse al estudio de la coyuntura (del momento en la lucha de
clases) que lo ha generado. A su vez, la comprensión de la estructura (de la formación
social) al interior de la cual se ha producido el acontecimiento.
Con una sublevación, más aún con una revolución o con un ciclo de sublevaciones, salen
a flote, se muestran a nivel de las apariencias, las contradicciones y las tensiones de una
sociedad. El acontecimiento termina dando las pistas para el estudio de la estructura.
Pero es preciso tener en cuenta que los movimientos sociales también actúan sobre las
estructuras y las coyunturas, y pueden llegar a constituir una “…fuerza responsable de
todos los cambios políticos y sociales en el orden establecido…” como afirmó el
historiador Boris Porchner. No hay que olvidar las consecuencias, los efectos de los
movimientos campesinos.
No se trata de asimilar los movimientos campesinos andinos a los que han sucedido en
otros contextos y tampoco se trata de hacer rápidas tipificaciones. Como sugeríamos
líneas atrás uno de los problemas capitales pendientes es saber qué se entiende
específicamente por campesino en el contexto andino y cuáles son los elementos
peculiares de sus luchas.
En esta misma dirección ayudará no descuidar los factores ideológicos. Hemos tratado
de resaltarlos en la parte I. Pero no en todos los estudios realizados se ha hecho lo
mismo. Una concepción errada del marxismo lleva a la omisión de los factores
"superestructurales”. Pero ésta no era la concepción, por ejemplo, de un Federico Engels
en ese hermoso libro titulado Las guerras campesinas en Alemania.
3. Las Fuentes
Un plan como el que proponemos exige de estudios sólidamente documentados.
Estamos demasiado acostumbrados al “ensayo”. Pero comprender cabalmente un
movimiento campesino obliga a la consulta de variados testimonies.
Lo usual ha sido utilizar algunas fuentes impresas: viajeros, informes de prefectos,
periódicos. No se niega la utilidad que puedan tener, pero no son suficientes.
En cuanto a las fuentes manuscritas lamentablemente se encuentran un poco dispersas,
algunas se han perdido, otras corren ese riesgo. En una enumeración sumaria podría
señalar, por ejemplo, a los testimonios de los propios hacendados (sus libros de
correspondencia) conservados en el Archivo del Fuero Agrario; a la documentación
judicial guardada en el Archivo General de la Nación, que ha venido siendo utilizada por
O’Phelan y por la Sra. Wilma Derpich; a los documentos de las comunidades indígenas
ahora dispersas en las reparticiones del SINAMOS; a los testimonies de algunas
instituciones vinculadas al campesinado como, por ejemplo, el Patronato de la Raza
indígena, sobre el cual trabajaron Kapsoli y Reátegui; de más difícil acceso son los
papeles de las prefecturas y subprefecturas provinciales.
A todo lo anterior se deben sumar los testimonios orales, imprescindibles para los
períodos más recientes. Han sido utilizados muy escasamente. Entre los pocos autores
que han hecho uso de ellos podríamos mencionar a Aracelio Castillo y a Jean Piel. Los
testimonios orales resultan fundamentales no sólo por la ausencia de otras fuentes, sino
además porque gran parte de la historia campesina ha transcurrido al margen de la
escritura (el llamado problema de "analfabetismo"). En este sentido, como lo ha
señalado reiteradamente Pablo Macera, la historia peruana deberá agenciarse para
encontrar y desarrollar nuevas técnicas de acopio y crítica de los testimonios orales. Los
historiadores tendrán que habituarse en el futuro al trabajo de campo, a la entrevista, a
la observación participante, a toda una serie de estilos que no son aparentemente
propios de su oficio.
Todo lo dicho sobre los testimonios orales se justifica además porque resulta un camino
adecuado para que el investigador intente percibir la problemática desde la óptica de los
propios campesinos. Ellos tienen mucho que decir sobre la historia que han hecho.
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[*] La bibliografía ha sido suprimida de esta edición. (Nota de marxists.org)
[1]Está pendiente, como lo ha señalado John Murra, el estudio de las sublevaciones
campesinas en la sociedad incaica.
[2] Hemos señalado los momentos de mayor intensidad en las luchas campesinas. No
son los únicos. Lamentablemente los SS. XVII y XIX son poco conocidos.
Como criterios centrales en la periodificación hemos atendido a los propósitos y a la
composición del movimiento. Lamentablemente hemos tenido que dejar a un lado otros
aspectos por la brevedad del texto y por el interés de pensar el tema en términos de una
“larga duración”.
[3] Las referencias bibliográficas aparecen en la tercera parte.
[4] Ver por ejemplo el estudio de W. Espinoza sobre el movimiento de Yanahuanca en
1596: “En el siglo XVII el primer movimiento nativista se produjo en Songo, entre 1622-
1626. Cada treinta años más o menos, se vinieron repitiendo hasta 1656-1660, el cual
ocurrió en el valle de Huancamayo, hoy Mantaro.”
[5] El profesor Kapsoli plantea una periodificación diferente en un estudio de próxima
publicación.
[6] En la década del 20 se produce un intento similar en Huancané.
[7] Sobre la costa norte, específicamente sobre el Valle de Jequetepeque, va la
comunicación de Manuel Burga. De hecho, estamos dejando a un lado el
comportamiento del proletariado agrícola.