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Daniela Abarca Malagón – 200-004-0020

El Ares de nuestra alma.

A lo largo de nuestras vidas nos hemos topado con la parte más oscura del ser
humano, se podrá hablar de diferentes facetas nuestras, sin embargo, uno de los
dioses que más ha estado presente en la existencia del ser humano es Ares el
dios de la guerra. Conocido por su tiranía y su trabajo de crear guerras ruines al
lado de Eris, la discordia según los Griegos, las guerras entre humanos es todo un
tema para hablar pues es algo que ha acompañado, no hablo solamente de
conflictos bélicos entre países como las grandes guerras (Primera guerra mundial,
segunda guerra mundial, guerra fría, guerra de Vietnam) si no también que en
nuestro corazón hasta en el alma tenemos constantes guerras internas que nos
dejan agotados todos los días a la hora de recostarnos, momento idóneo para
convivir con nosotros mismos.

¿Quién no ha estado a altas horas de la madrugada luchando contra uno mismo?


Esa parte de Ares queriendo salir para hacernos caer en un clico sin fin de mero
conflicto y no solamente con nosotros mismos si no con los demás. Así como ese
dios nos impulsamos muchas veces por la ira, el rencor y el deseo de ver a otros
casi matarse entre sí por no caerse bien o algo parecido; siendo un tema bastante
erótico también pues siempre va ligado desde el sentir del corazón humano, cada
guerra que liberamos a diario con personas, animales, malestares y demás podría
ser catalogado como algo de mera supervivencia entonces ¿Todos somos Ares?
Por supuesto, el dios se esconde en lo más profundo de nuestros corazones y
almas, tan agotados y tan aguerridos a la vez luchando constantemente en
guerras que quizá no podamos ganar tan fácilmente.

A veces ese Ares es un susurro en nuestro oído como si nos dijera exactamente
qué hacer para que estalle un nuevo problema, tal y como la típica referencia a
que “El diablo te está susurrando al oído cosas malas” los grandes personajes que
trajeron caos al mundo, infundieron el terror y la agonía, parecía que eran el
mismo dios en persona, Hitler con el odio hacia personas inocentes creando una
doctrina de superioridad mostrando nuevamente como es el mito de ese personaje
mítico tan precioso, el orgullo junto con el ego de poder hacer conflictos con el
chasquido de sus dedos mientras que los humanos son sus piezas de juego
pudiendo lograr esas intenciones bélicas. Todos albergamos esas características
de ese dios ejemplar ¿Podemos eliminar a Ares de nosotros mismos? La realidad
es que no, nos acompaña elegantemente en nuestra efímera vida susurrando
ideas maestras a través de la ira, el ego y el enojo mismo, con el sentimiento de
poseer y querer dominar todo, ahí todos nos convertimos en ese dios… Todos
somos Ares siendo el claro ejemplo en nuestra actualidad, la guerra de Ucrania y
Rusia, me imagino al dios conservando con una sonrisa complaciente ese conflicto
también las guerrillas que aún existen en Colombia, las guerras internas de
México y los carteles, las guerras entre nosotros contra alguien que nos cae mal
saboteando todo lo que hace de forma intencional.

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