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Emperador_romano
Emperador_romano
Los emperadores de las primeras dinastías eran considerados casi como la cabeza del Estado. Como
princeps senatus, el emperador podía recibir a las embajadas extranjeras en Roma; sin embargo, Tiberio
consideraba que esto era una labor para los senadores sin necesidad de su presencia. Por analogía, y en
términos modernos, estos primeros emperadores podrían ser considerados como jefes de Estado.
La palabra princeps, cuyo significado era 'primer ciudadano', fue un término republicano usado para
denominar a los ciudadanos que lideraban el Estado. Era un título meramente honorífico que no implicaba
deberes ni poderes. Fue el preferido de César Augusto, puesto que su uso implicaba únicamente primacía,
en oposición a imperator, que implicaba dominación. La posición
real del emperador era en esencia la del Pontífice Máximo con
poderes de Tribuno y sobre todos los demás ciudadanos. Se
mantuvo la denominación de princeps para conservar la apariencia
institucional republicana.
Con objeto de alcanzar esa monarquía no declarada, Julio César, y unos años más tarde Octavio, de una
forma más sutil y gradual, trabajaron para acumular los cargos y títulos de mayor importancia en la
República, haciendo que los poderes asociados a dichos cargos fueran permanentes y evitando que nadie
con idénticas aspiraciones pudiera acumular o conservar poderes por sí mismos.
Julio César recorrió una parte considerable del camino en esta dirección, ostentando los cargos republicanos
de cónsul (4 veces) y dictador (5 veces); consiguiendo ser nombrado «dictador vitalicio» (dictator
perpetuus) en el 45 a C. También había sido Pontífice Máximo durante varias décadas, y preparó su futura
deificación (iniciando el llamado Culto Imperial). Aunque fue el último dictador de la República, Julio
César murió muchos años antes del colapso final de las instituciones tradicionales republicanas que dieron
paso al sistema que los historiadores modernos llamaron Principado.
En la época de su asesinato (44 a C.) César ya era el hombre más poderoso de Roma, pero sin ser princeps,
condición que los historiadores modernos consideran determinante para llamarle emperador. Por esta razón
en la actualidad no es considerado como tal. A pesar de ello, consiguió algo que solo un monarca hubiera
podido conseguir, si bien esto solo se haría evidente muchas décadas después de su muerte: había
convertido sus grandes poderes republicanos en hereditarios a través de su testamento, en el que adoptaba a
Octavio y le designaba
como su único heredero
político. Sin embargo, no
sería hasta casi una década
después de la muerte de
César cuando Octavio
alcanzaría el poder
supremo, tras la guerra civil
posterior a la muerte de
César y el proceso gradual
para neutralizar a sus
compañeros en el
triunvirato que culminó con
la victoria sobre Marco
Antonio y Cleopatra VII.
De alguna forma, César
construyó el armazón sobre
Julio César. el que se asentaría la César Augusto.
condición futura del
emperador.
Sin embargo, no se puede marcar una línea a partir de la cual Octavio se convirtiese en emperador. A lo
largo de su vida política, Octavio, también conocido como César Augusto, recibió y adoptó varios títulos
que diferenciaban su condición de la del resto de los políticos, pero ninguna que claramente lo denominase
como tal. Fue proclamado Augusto, pero este es considerado un sobrenombre o un adjetivo ("aumentador")
más que un título. Con el tiempo, este adjetivo se tornaría sustantivo. Recibió también el título de pontifex
maximus. Recibió del Senado la encomienda de la tribunicia potestas (el poder del tribunado), sin
necesidad de ser uno de los tribunos; y también comenzó a usar Imperator, como parte de su nombre. Sin
embargo, a pesar de que Augusto recibió diferentes títulos, no hubo cambios en la organización del Estado,
la cual permaneció idéntica a la del período de la res publica.
Algunos historiadores como Tácito sugirieron que tras la muerte de Augusto habría sido posible el retorno
al sistema republicano sin necesidad de ningún cambio, en el caso de que hubiera existido un deseo real de
hacerlo (no permitiendo a Tiberio la acumulación de los mismos poderes, cosa que este hizo con rapidez).
Incluso Tiberio siguió a grandes rasgos manteniendo inalterado el sistema de gobierno republicano.
Los historiadores de los primeros siglos tuvieron más en cuenta la continuidad: si existió una «monarquía
sin reyes» hereditaria tras la República, esta habría comenzado con Julio César. En este sentido, Suetonio
escribió las Vidas de los Doce Césares, compilando los emperadores desde Julio César e incluyendo a la
dinastía Flavia (tras la muerte de Nerón, el nombre heredado ‘César’ se convirtió en un título). En libros de
historia más recientes, sin embargo, se apunta que inmediatamente después del asesinato de Julio César, el
Estado romano había vuelto en todos los aspectos a la República, y que el Segundo Triunvirato difícilmente
podría ser considerado una monarquía. Estas tesis, ampliamente seguidas, ven a Augusto como el primer
emperador en un sentido estricto, y se dice que se convirtió en tal cuando «restauró» el poder al Senado y al
pueblo, acto que en sí mismo fue una demostración de su auctoritas, tras lo cual recibió el nombre de
«Augusto» el 16 de enero del 27 a C.
Títulos y atribuciones
Aunque estos son los cargos, títulos y atribuciones más comunes, se debe tener en cuenta que no todos los
emperadores romanos hicieron uso de ellos, y que en caso de hacerlo, posiblemente no los usaban al mismo
tiempo. Los cargos de cónsul y censor, por ejemplo, no formaban parte integral de la dignidad imperial,
siendo ostentados por diferentes personas además del emperador reinante.
AVG. - Augustus (cognomen o tercer nombre, específico del emperador, desde Augusto)
CAES. - Caesar
CES. y CES. PERP. - Censor y Censor perpetuus
COS. - Consul (se añade un numeral cada vez que lo ejerce, excepto el I)
DIV. - Divus, Diva: desde Augusto, designa al emperador, emperatriz o miembro de la familia
imperial que ha recibido la apotheosis o declaración de divinización. Normalmente le sigue
el nombre más popular del personaje en cuestión (Divus Augustus, Divus Hadrianus),
excepto César, que fue designado simplemente Divus.
GERM. - Germanicus (otros epítetos de victoria sobre pueblos determinados: Britannicus,
Dacicus, Parthicus, Sarmaticus, Alamannicus, etc., a veces seguidos de Maximus).
IMP. - Imperator (como prenombre y como indicador de victorias militares, suyas o de sus
generales, en este caso le siguen numerales, excepto el I)
MAX. - Maximus
NOB. - Nobilissimus
OPT. - Optimus, como cognombre, específico de Trajano.
P.P. o PAT.PATR. - Pater patriae
P.F. - Pius Felix
PONT.MAX. o P.M. - Pontifex Maximus
PRINC. IVV. - Princeps Iuventutis (aplicado a los césares o herederos)
TRIB.POT. o TR.P. - Tribunicia potestas (habitualmente en ablativo o genitivo, le sigue el
numeral, excepto el I)
Como Pontifex Maximus, el emperador era la cabeza religiosa del Imperio, correspondiéndole la presidencia
de las ceremonias religiosas, la consagración de los templos, el control del calendario romano (suprimiendo
y añadiendo días cuando era necesario), el nombramiento de las vírgenes vestales y de los flamen
(sacerdotes), el liderazgo del Collegium Pontificum (dirección colegiada de los asuntos religiosos) y la
interpretación de los dogmas de la religión romana.
Aunque estos poderes otorgaban al emperador una gran dignidad e
influencia, en realidad no incluían por sí mismos ninguna autoridad
legal. En el año 23 a C., Augusto daría poder legal a la figura del
emperador. En primer lugar, con la inclusión entre sus cargos de la
tribunicia potestas, o poderes de tribuno, sin necesidad de ostentar
dicho cargo. Esto dio al emperador inviolabilidad y la capacidad de Aspecto actual del Foro de Roma;
perdonar a cualquier civil por cualquier tipo de acto criminal o de durante siglos, el centro geográfico
del poder político del Imperio.
cualquier otro tipo. Con los poderes del tribuno, el emperador podía
condenar también a muerte sin juicio previo a cualquiera que
interfiriera en el desempeño de sus deberes. Este «tribunado imperial» le permitía también manejar al
Senado según sus deseos, proponer leyes, así como vetar sus decisiones y las propuestas de cualquier
magistrado, incluyendo al tribuno de la plebe. También mediante este poder el emperador podía convocar a
las asambleas romanas, ejerciendo como presidente de las mismas y pudiendo proponer leyes en estos foros.
Sin embargo, todos estos poderes solo eran aplicables dentro de la misma Roma, por lo que aún necesitaba
otros poderes para poder vetar a los gobernadores y a los cónsules en las provincias del Imperio.
Para resolver este problema, Augusto trató de que se otorgara al emperador el derecho a ostentar dos tipos
diferentes de imperium: el primero como cónsul, lo que le daba el poder de la máxima magistratura dentro
de Roma, y el segundo con el título de Imperium Maius, que le daba poderes fuera de Roma, o sea, como
procónsul. Los cónsules y el emperador tenían por lo tanto una autoridad semejante, pudiendo cada uno de
ellos vetar las propuestas y actos de los otros. Sin embargo, fuera de Roma, el emperador superaba en
poderes a los cónsules, pudiendo vetarles sin que estos pudieran hacer otro tanto con él. El imperium maius
le daba al emperador autoridad sobre todos los gobernadores de las provincias romanas, convirtiéndole en la
máxima autoridad en los asuntos provinciales y dándole el mando supremo de todas las legiones romanas.
El emperador, merced a este imperium, podía nombrar a los gobernadores de las provincias imperiales sin
interferencia del Senado. La división de las provincias entre imperiales y consulares data, según Dión
Casio, del 27 a C.
El culto imperial
Bajo la denominación de culto imperial se incluye el conjunto de rituales realizados en honor del emperador
romano y su familia (una vez al año los habitantes debían quemar incienso ante su estatua, diciendo: «César
es señor»). Anteriormente Alejandro Magno había afirmado ser descendiente de los dioses de Egipto, y
decretó que debería de ser adorado en las ciudades de Grecia.1
Todavía en vida de Julio César, este consintió en la erección de una estatua a cuyo pie rezaba la inscripción
Deo invicto (en español, «Al dios invencible») en el 44 a C. El mismo año se hizo nombrar dictador
vitalicio. El Senado votó para que se le construyera un templo y se instituyeran juegos en su honor. Después
de su muerte lo colocaron entre los demás dioses y le dedicaron un santuario en el foro. El heredero de
César, Augusto, hizo construir un templo en Roma dedicado al «Divino Julio» (Divus Iulius). Como hijo
adoptivo del deificado Julio, Augusto también recibió el título de Divi filius («Hijo de dios»). Se hizo llamar
Augusto, fue honrado como divino y se le puso su nombre a un mes del año (agosto) tal como había
sucedido con su padre (Julio). Aunque Augusto en vida no pidió ser adorado, después de su muerte el
Senado le elevó al rango de dios y lo declaró inmortal.
El objetivo principal de este culto era demostrar la superioridad del gobernante mediante su adscripción a
una esfera divina, y la sumisión de los habitantes a los dictados de aquel.
La adoración del emperador, que en realidad era política más que personal, fue un elemento poderoso de
unidad en el imperio, puesto que era una especie de deber patriótico.2
Tácito describe en sus Anales3 que Augusto y Tiberio permitieron que se erigiera un único templo en su
honor durante sus vidas. Estos templos contenían, no obstante, no solo las estatuas del emperador
gobernante, que podía ser venerado a la manera de un dios, sino que también se dedicaban al pueblo de
Roma, a la ciudad de Roma, en el caso de Augusto, y al Senado en el de Tiberio. Ambos templos estaban
situados en la parte asiática del Imperio romano. El templo de Augusto estaba situado en Pérgamo, mientras
Tiberio no consintió ningún otro templo o estatua en su honor aparte de los existentes en Esmirna, ciudad
elegida en el año 26 entre once candidatas para erigir estos templos. Tiberio aseguró ante el Senado que
prefería ser más recordado más por sus actos que por las piedras. Sí permitió, en cambio, la construcción de
un templo en honor de su antecesor y padre adoptivo, el ya Divus Augustus, en Tarragona, en el año
15 d. C.
Los numerosos templos y estatuas dedicados a Calígula, por orden propia, fueron todos ellos destruidos de
inmediato tras la violenta muerte de este emperador. Al parecer, Claudio permitió la erección de un solo
templo en su honor, continuando el ejemplo de Augusto y Tiberio. En esta ocasión el templo se erigió en
Britania, tras la conquista de este territorio por Claudio.
Generalmente, los emperadores romanos evitaron reclamar para sí mismos el estatus de deidad en vida, a
pesar de que algunos críticos insistieron en que hubieran debido hacerlo, y que lo contrario podría ser
considerado un signo de debilidad. Otros romanos ridiculizaban la idea de que los emperadores fueran
considerados dioses vivientes, e incluso veían con diversión la deificación de un emperador tras su muerte.
Sobre este particular, el único escrito satírico de Séneca, la Apocolocyntosis divi Claudii (Conversión del
divino Claudio en calabaza), muestra un amargo sarcasmo sobre la previsible deificación de Claudio, la
cual se efectuó, de acuerdo con la versión de Tácito, en los funerales del emperador en el año 54.4
Frecuentemente, los emperadores fallecidos durante este período fueron objeto de adoración, al menos,
aquellos que no fueron tan impopulares para sus súbditos. La mayor parte de los emperadores se
beneficiaron de la rápida deificación de sus predecesores: si dicho predecesor era un familiar relativamente
cercano, aunque solo fuera por adopción, esto significaba que el nuevo emperador contaba con un estatus
cercano a la deidad, siendo divi filius, sin necesidad de parecer demasiado presuntuoso al reclamar para sí
mismo la condición divina. Una famosa cita atribuida a Vespasiano en su lecho de muerte dice que sus
últimas palabras, proferidas en tono irónico, fueron: Vae... puto deus fio! («¡Ay de mí, creo que me estoy
convirtiendo en dios!»), al sentir que la muerte le llegaba.
Para las mujeres de las dinastías imperiales la adquisición del título de Augusta, otorgado solo de forma
excepcional, significaba un paso esencial para alcanzar el estatus de divinidad. Lo alcanzaron, entre otras,
Livia (bajo Tiberio), Popea Sabina (bajo Nerón), Marciana, Matidia la Mayor (ambas con Trajano), Plotina,
Sabina (bajo Adriano), etc.
Para el culto específico de la domus augusta o familia imperial se creó el sacerdocio específico del
flaminatus. Los flamines ejercían el de los varones y las flaminicae, frecuentemente sus esposas, el de las
mujeres. El culto se extendía también a todos los ya fallecidos, caso en el que se mencionan como domus
divina, divorum et divarum, etc. flamines y flaminicae existían en el nivel municipal y en el provincial,
siendo el flaminado provincial masculino, que conllevaba también importantes gastos, una palanca muy
importante para el ascenso a otros órdenes sociales.
En muchos sentidos, Diocleciano fue el primero de los emperadores monárquicos, hecho que se simboliza
en que la palabra dominus ('señor') reemplazó a princeps como término preferente para referirse al
emperador. De una forma significativa, ni Diocleciano ni su coemperador Maximiano habitaron mucho
tiempo en Roma después de 286, estableciendo sus capitales imperiales en Nicomedia y Mediolanum (la
actual Milán), respectivamente.
Además, Diocleciano estableció la tetrarquía, un sistema que dividió al Imperio romano en Occidente y
Oriente, cada una de las cuales tenía un Augusto como gobernante supremo y un César como ayudante del
primero. El sistema de la tetrarquía degeneró en una guerra civil. El vencedor de estas guerras fue
Constantino I el Grande, quien restauró el sistema de Diocleciano de división del Imperio en Este y Oeste.
Constantino mantuvo Oriente para sí mismo y refundó la ciudad de Constantinopla como su nueva capital.
La dinastía que estableció Constantino también se vio pronto acosada por guerras civiles e intrigas
cortesanas hasta que fue reemplazada de forma breve por Joviano, general de Juliano el Apóstata y, de
forma más permanente, por Valentiniano I y la dinastía que este fundó en 364. A pesar de ser un soldado
procedente de la clase media-baja, Valentiniano no fue un «emperador cuartelero», sino que fue elevado a la
púrpura por un cónclave de generales veteranos y funcionarios civiles.
Teodosio I accedió al trono imperial en Oriente en el año 379, y se
hizo con el control de Occidente en 394. Declaró ilegales la
brujería, magia y adivinación, y convirtió al cristianismo en la
religión oficial del Imperio. Teodosio fue el último emperador que
gobernó la totalidad del Imperio romano, ya que el reparto del
mismo entre sus hijos Arcadio (Imperio Oriental) y Honorio
(Imperio Occidental) tras su muerte en el año 395 representó la
división definitiva del Imperio.
El último pretendiente Paleólogo a la Corona del Imperio bizantino, Andrés Paleólogo, vendió sus derechos
y títulos a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla antes de su muerte en 1502.5 Sin embargo, no se
tiene constancia de que ningún monarca español haya usado los títulos imperiales bizantinos y, de hecho,
los Reyes Católicos incluso trabaron una alianza contra Venecia con Bayezid II.6
cuando la desintegración del Imperio carolingio era ya patente, el Francisco II, último monarca en
portar el título de «Emperador
título se conservó para la línea primogénita de la familia. Tras un
romano».
interregno de varias décadas, el rey alemán Otón I logró reunificar
las regiones orientales del Imperio carolingio, siendo coronado
como Imperator el 2 de febrero del 962.
Esta nueva línea sucesoria estuvo compuesta por regla general de emperadores de origen alemán más que
romano, aunque mantuvieron el nombre de «romanos» como símbolo de legitimidad. Esto duró hasta el 6
de agosto de 1806, cuando Francisco II disolvió el Imperio durante las guerras napoleónicas con la clara
intención de impedir que Napoleón Bonaparte se apropiara del título y la legitimidad histórica que este
conllevaba.[cita requerida] Estos emperadores usaron una variedad de títulos, entre los cuales el más
frecuente sería Imperator Augustus, antes de terminar imponiéndose la denominación de Imperator
Romanus Electus. Los historiadores les asignan comúnmente el nombre de «Sacro Emperador Romano»
basándose en los usos históricos reales, y consideran al «Sacro Imperio Romano» como una institución
separada y sin relación política con el antiguo Imperio romano.
Véase también
Anexo:Emperadores romanos
Anexo:Emperatrices romanas
Anexo:Emperadores bizantinos
Anexo:Emperatrices bizantinas
Anexo:Emperatrices del Sacro Imperio Romano Germánico
Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
República romana
Imperio romano
Imperio bizantino
Sacro Imperio Romano Germánico
Historia de Roma
Referencias
1. Beurlier, De divinis honoribus quos acceperunt Alexander et successores ejus, p. 17.
2. «Apoteosis», Enciclopedia católica.
3. Tácito, Ann. IV, 37-38 y 55-56.
4. Tácito, Ann., XII, 69
5. Norwich, John Julius, Byzantium — The Decline and Fall, p. 446.
6. Láscaris Comneno, C. (1956). «Participación catalana en la defensa de Constantinopla
durante su último asedio» (http://revistas.iea.es/index.php/ARG/article/view/1744/1740).
Argensola 27: 261.
Bibliografía
Tácito, Publio Cornelio. Anales del Imperio Romano. Grupo Axel Springer, S.L. ISBN 84-
7291-958-7
Arce, Javier (1988). Funus Imperatorum: Los funerales de los emperadores romanos.
Alianza Editorial. ISBN 84-206-7068-5
Hidalgo de la Vega, María José (1995). El intelectural, la realeza y el poder político en el
imperio romano. Ediciones Universidad de Salamanca. ISBN 84-7481-803-6
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Emperador romano.
Cervantes Virtual • Antigua (http://www.cervantesvirtual.com/portal/Antigua/roma_txt11.shtml
#roma54) Archivado (https://web.archive.org/web/20100404053403/http://www.cervantesvirt
ual.com/portal/Antigua/roma_txt11.shtml#roma54) el 4 de abril de 2010 en Wayback
Machine. — Ceremonia de deificación de los emperadores romanos.
Pilum Digital (https://web.archive.org/web/20041024155251/http://www.pilumdigital.com/mo
dules.php?name=News&file=article&sid=379) — Cronología de los emperadores del Alto
Imperio.
Emérita augusta (http://www.emerita-augusta.net/html/emperadores.html) Archivado (https://
web.archive.org/web/20100427010224/http://www.emerita-augusta.net/html/emperadores.ht
ml) el 27 de abril de 2010 en Wayback Machine. — Los emperadores romanos en sus
monedas.
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