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Libro Historia de La Filosofía-143
Libro Historia de La Filosofía-143
> El método
El problema que muy pronto preocupó a Descartes fue el de la fundamentación
del conocimiento: ¿cómo puedo avanzar con seguridad en el camino del cono
cimiento? Era consciente de los muchos errores que a lo largo de los siglos ha
bían sido presentados y defendidos como verdades incuestionables. Ahora
bien, dado que la razón humana es una herramienta valiosa y eficaz (como de
mostraban los avances científicos de la época), ¿cuál había sido el motivo de los
errores filosóficos anteriores? Si la razón humana es la misma, ¿por qué puede
hacer progresar a la ciencia y no a la filosofía?
Descartes está convencido de que, tal como los geómetras realizan las más
sencillas operaciones o las más complejas demostraciones sin ningún error,
igualmente puede comportarse el hombre en cualquier área del conocimiento,
siempre que utilice el mismo método. Esta confianza de Descartes en el buen
resultado del método se basa no solo en la perfección de este, sino también en
su concepción de la razón humana como una facultad que puede formular las
cuestiones más complejas y darles respuesta.
En el Discurso del método de 1637, Descartes establece las cuatro reglas fun
damentales de su método: la de la evidencia (intuición), la del análisis, la de
la síntesis y la de la enumeración. Se muestra convencido de que no es nece
sario contar con un gran número de reglas para dotarse de un buen método con
la finalidad de dirigir adecuadamente la razón. Es preferible que sean pocas, si
Actividad
han sido bien elegidas y se cumplen rigurosamente.
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«Pero, como un hombre que camina solo y en la oscuridad, resolví ir tan lentamente y proceder con tanta circunspección en todas las
cosas que, aunque no avanzara mucho, al menos me guardaría de caer. [...] Y como la multitud de las leyes proporciona a menudo
excusas a los vicios, de tal manera que un Estado está mejor regido cuando tiene pocas pero están estrictamente observadas; así, en
lugar de este gran número de preceptos de que consta la lógica, pensé que tendría bastante con los cuatro siguientes, siempre que
tomara la firme y constante resolución de no dejar de observarlos ni una sola vez.
El primero era no aceptar nunca nada como verdadero sin conocer evidentemente que lo fuera; es decir, evitar cuidadosamente la
precipitación y la prevención [prejuicios], y no incluir en mis juicios nada más que lo que se presentara a mi espíritu tan clara y distin
tamente que yo no tuviera ningún motivo para ponerlo en duda.
El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinara en tantas partes como fuera posible y como fuera necesario para resol
verla mejor.
El tercero, conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender
despacio, gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos, y suponiendo un orden hasta entre aquellos que no se prece
den por naturaleza los unos a los otros.
Y el último, hacer en todo recuentos tan completos y revisiones tan generales que llegara a estar seguro de no omitir nada».
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