Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Razonamiento - , Capítulo XII
El Razonamiento - , Capítulo XII
El razonamiento probatorio
en el proceso judicial un encuentro
c n ^ entre diferentes
'2 = -S tradiciones
o - <D
Q) N '—’
00 >¿0
£5
O) c
u. E
— CO
P O
La colección Filosofía y Derecho publica aquellos trabajos que han superado una evaluación
anónim a realizada por especialistas en la materia, con arreglo a los estándares usuales en la comuni
dad académica internacional.
Los autores interesados en publicar en esta colección deberán enviar sus manuscritos en docu
mento Word a la dirección de correo electrónico manuscritos@filosojiayderecho.es. Los datos perso
nales del autor deben ser aportados en documento aparte y el manuscrito no debe contener ninguna
referencia, directa o indirecta, que permita identificar al autor.
En caso de ser aceptada la publicación del original, el autor deberá adaptarlo a los criterios de la co
lección, los cuales se pueden encontrar, en formato PDF, en la página web www.filosofiayderecho.es.
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright»,
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución
de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
Marina G a s c ó n A b e l l á n
Universidad Castilla-La Mancha
científico y, por tanto, objetivo y concluyente. Por eso los jueces (y la gente
en general) tienden a atribuir a esas declaraciones el más alto grado de fiabi
lidad1, y cuanto más científicamente sofisticada es la tecnología que les da
soporte mayor es la percepción de que son infalibles.
La extraordinaria confianza que se deposita en las pruebas forenses se ex
plica por varias razones. La primera de ellas tiene que ver con una deficiente
cultura científica que conduce a depositar unas expectativas exageradas en los
análisis que provienen de los laboratorios forenses. En efecto, si las pruebas
científicas no se han situado bajo una mirada crítica es porque se tiene una
concepción irreal de lo que las distintas disciplinas forenses pueden hacer
en la práctica. Porque se ignora que en la mayoría de ellas —por lo menos
en las tradicionales— el resultado de los análisis se expresa en un juicio de
probabilidad en el caso particular que tiene un fuerte componente personal o
subjetivo y, por tanto, es difícil considerar ese resultado como «objetivo» y
mucho menos «infalible»2. Porque se asume, aunque sea de una manera vaga
e intuitiva, que mientras el resto de pruebas están basadas en generalizaciones
empíricas de débil fundamento (por lo común máximas de experiencia), los
análisis forenses se basan siempre en una metodología científicamente rigu
rosa que arroja resultados concluyentes o fuera de toda duda. En definitiva,
porque ha calado la idea de que mientras el conocimiento que se obtiene en las
salas de los tribunales es frágil, lo que sucede en los laboratorios de la policía
científica es otra cosa.
Por otra parte, tampoco puede desconocerse la enorme influencia que ha
tenido la prueba del ADN sobre esa visión prestigiosa de la ciencia forense.
Desde que hace tres décadas se descubriera la «huella genética» y se empe
zase a usar en las investigaciones forenses, los métodos y técnicas de análisis
del ADN han sido objeto de intensa investigación, y hoy puede sostenerse
fundadamente su capacidad para vincular, con un alto nivel de fiabilidad, una
muestra examinada con una persona o fuente concreta. De hecho, la genética
forense se ha convertido en el gold standard de las técnicas de identificación
forense: el espejo en el que el resto de las disciplinas forenses identificativas
deben mirarse. Por supuesto sigue habiendo muchas cuestiones y problemas
abiertos en relación con el uso forense del ADN3. Sin embargo no puede sor
prender que el enorme y merecido prestigio alcanzado por esta prueba genéti
ca se haya proyectado también, como una suerte de «efecto irradiación», sobre
otras muchas disciplinas forenses que, sin embargo, no gozan en absoluto del
grado de investigación, desarrollo y fiabilidad del análisis de ADN.
El conocido como «efecto CSI» levanta acta de esta situación. El fenó
meno hace referencia al tremendo impacto que en el imaginario popular han
tenido algunos booms televisivos, como la serie norteamericana CSI (Crime
Scene investigation) y otras parecidas, que al exhibir el exitoso uso policial
de diversas técnicas forenses (especialmente las relacionadas con la crimina
lística identificativa) han aumentado de manera espectacular las expectativas
depositadas en ellas. Con un efecto en la praxis judicial: sobre todo en los
procesos penales, se ha generado una demanda cada vez mayor de pruebas
forenses y una reticencia a condenar cuando no se dispone de ellas. Es cierto
que algunos estudios cuestionan que estas series televisivas hayan potenciado
la sobrevaloración de las pericias forenses, y algunos de ellos sugieren incluso
que los espectadores habituales de estas series suelen ser más cautos con este
tipo de pruebas4. En todo caso, y sean cuales sean las causas principales del
fenómeno, de lo que no cabe duda es de la gran confianza que en general se
deposita en los informes que provienen de los «expertos de bata blanca».
Desafortunadamente no hay razón para una confianza tan ciega, y la expe
riencia muestra que cuando se utiliza la ciencia forense tam bién son posibles
los errores.
El error Mayfield
5 Una descripción pormenorizada del caso puede verse en el informe emitido por la Oficina del
Inspector General. U.S. Departamento de Justicia: Report on Mayfield: A Review ofthe FBI’s handlinft
ofthe Brandon Mayfiel Case (2006).
6 Cfr. el Report on Mayfield (2006). La literatura sobre las causas del error Mayfield es muy
abundante. Un excelente estudio del caso puede encontrarse en M nookin, 2010, al que remito para un
completo análisis.
PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: EL CAMINO HACIA UNA MEJOR CIENCIA.. 243
7 M n o o k in , 2010: 1230.
244 MARINA GASCÓN ABELLÁN
Sesgos cognitivos
11 Por ejemplo, el experimento llevado a cabo por Itiel E. Dror y sus colaboradores para demos
trar que los expertos no son perfectos sino relativamente falibles e influenciables. El experimento es
bien conocido. Los investigadores tomaron dos grupos de huellas dactilares que unos cinco años antes
habían sido examinadas por un grupo de expertos en huellas y consideradas como clara y definiti
vamente «coincidentes». Presentaron otra vez esas mismas huellas a esos mismos expertos, pero les
proporcionaron un contexto que sugería que las huellas no coincidían (etiquetaron el primer grupo de
huellas como las pertenecientes a los atentados de Madrid-Atocha y el segundo grupo com o las huellas
de Mayfield). Pidieron entonces a los expertos que determinasen si las huellas coincidían, y la mayoría
de ellos dijo que no coincidían, contradiciendo así su decisión previa. Los expertos llegaron ahora a una
conclusión diferente porque las etiquetas —no las huellas— indicaban que la decisión correcta era la
«no coincidencia» (D ror , 2006).
246 MARINA GASCÓN ABELLÁN
12 G uerra T hom pson, 2015: 183, 187 y ss. Eso mismo ha sido sugerido por Itiel DROR, quien
escribe que con mucha frecuencia los expertos forenses están expuestos a información científicamente
irrelevante que podría sesgar su análisis de los datos, «debido fundamentalmente a que trabajan con ls
policía y la fiscalía» (D r o r , 2018: 243).
13 ÑAS Report 2009: 183-184.
14 ÑAS Report 2009: 193 y ss.
15 Un experto en huellas dactilares con veinticinco años de servicio en Scotland Yard, mientras
declaraba en el tribunal se refirió a los test de competencia del FBI como «demasiado fáciles». Aptos
para entrenar a principiantes, pero no para acreditar la competencia de los verdaderos expertos. «Si ye
les pasase a mis expertos esos test —dijo— se echarían a reír» (Llera Plaza (II), 188 F. Supp. 2d 549),
16 ÑAS Report 2009: 201 y ss.
PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: EL CAMINO HACIA UNA MEJOR CIENCIA.. 247
17 «El concepto de individualización significa que un objeto hallado en la e s c e n a del crimen úni
camente puede ser asociado a una fuente específica» (ÑAS Report 2009: 184).
18 S ak s y K o e h le r , 2010: 1189.
19 «La cuestión no es tanto si las huellas dactilares de cada persona son p e r m a n e n tes y únicas —la
unicidad suele asumirse— sino si podemos determinar con adecuada fiabilidad q u e el dedo que dejó
una impresión imperfecta en la escena del crimen es el mismo dedo que dejó una im p r e s ió n (con imper
fecciones diferentes) en un archivo de huellas dactilares» (ÑAS Report 2009: 4 3 ).
248 MARINA GASCÓN ABELLÁN
20 S aks y K oehler, 2008: 199 y ss. Como comenta D. H. K a y e , «existe un riesgo nunca igual u
cero al aceptar cualquier inferencia sobre un parámetro poblacional. La distancia entre la muestra y la
población requerirá siempre un salto de fe. Lo único que vale la pena debatir es la longitud del salto»
(K a y e , 2010: nota 44).
21 ÑAS Report (2009): 7.
22 En ello ha insistido C hampod , 2009, en su dura crítica al paradigma de la individualización. Y
también C olé, 2009.
23 Además, «cuando los expertos exageran el estado de su ciencia y sus exageraciones encuentran
eco en los tribunales, los investigadores tienen menos incentivo para llevar a cabo la investigación
básica y aplicada que es necesaria para someter a control sus aserciones» (S aks y J oehler, 2010: 1207),
24 F a b rica n t y C a r r in g to n , 2016: 1.
25 Cfr. C u n liffe y Edm ond, 2017; C o lé , 2012.
26 Para una discusión analítica del papel de la ciencia forense en las condenas erróneas, vid. ( ía-
rret , 2014; C ooley y T urvey , 2014. Un registro de casos célebres de errores judiciales en los que In
prueba forense defectuosa ha jugado un papel esencial se recoge en C hampod y V uille, 2011, un estudio
comparativo sobre prueba científica elaborado para el Consejo de Europa. Para un análisis del fenóme
no en China, vid. J iang, 2016.
PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: EL CAMINO HACIA UNA MEJOR CIENCIA... 249
3. AVANCES Y RETOS
Si tuviésemos que decir de una manera sintética «lo que debe hacerse»
para mejorar la contribución de la ciencia forense a la Administración de jus
ticia creo que podríamos expresarlo en dos palabras: prevención y educación.
Prevención para evitar que a los tribunales llegue ciencia forense defectuosa.
Educación para equipar a los jueces con las herramientas cognoscitivas ade
cuadas para que puedan examinar con sentido el testimonio forense y prescin
dir de él si fuera necesario. La prevención es el camino que la ciencia forense
tiene por delante. La educación es el reto del derecho.
La ciencia forense tiene una incuestionable dimensión mor^L: los datos que
proporciona a los tribunales tienen un efecto práctico en la vida de las perso
nas. Ello significa que las cuestiones epistémicas concernientes a la ciencia
forense tienen también relevancia ética. Por eso, una ciencia forense política y
moralmente comprometida debe hacer todo lo posible por mejorar la calidad
de las ciencias forenses que llegan a los tribunales, como un modo de mejorar
«la justicia del sistema de justicia». De hecho, el «camino por delante» que
según el Informe ÑAS (2009) tiene ante sí la ciencia forense es un cambio de
paradigma que representa un auténtico «reto ético»31. Mejorar la calidad de la
ciencia forense es, en cierto modo, mejorar «la justicia del sistema de justicia».
Es necesario profundizar en el estudio y la investigación de las distintas
técnicas forenses (sobre todo de las científicamente más débiles) para estable
cer su fiabilidad, medir sus tasas de error y reforzar su precisión. Es necesario
que los laboratorios sigan escrupulosamente sólidos protocolos para realizar
los análisis y que su personal pase rigurosas pruebas de competencia y esté
bien entrenado; en definitiva, que se garantice que los expertos no son en
realidad pseudo-expertos. Este es un aspecto muy importante para los jueces
y abogados porque los test de competencia revelan claramente lo que los ex
pertos pueden hacer y con qué frecuencia cometen errores32. Hay que seguir
investigando para identificar de dónde proceden los sesgos cognitivos que
puedan afectar a las interpretaciones de los expertos y establecer las medidas
adecuadas para protegerlos de la información contextual que pueda sesgar
su juicio. Y sobre todo es necesario mejorar la forma en que los expertos
redactan sus informes y declaran ante el tribunal33. Muchos de los equívocos
34 «Algunos estudios con jurados simulados muestran que las tasas de c o n d e n a varían sistemáti
camente en función de pequeñas variaciones en las expresiones usadas para d escrib ir los resultados de
los análisis forenses» (K oehler, 2014:8). Cfr., también, G arret y M itchell, 2 0 1 3 .
35 Un experimento realizado por M cquiston-S urrett y S a k s , 2009, reveló q u e tanto jueces como
jurados quedaban más impresionados cuando el experto presentaba los resultados d e sus análisis usando
expresiones cualitativas («coincide con» «guarda una inusual similitud con», etc.) q u e cuando recurría
a a expresiones cuantitativas. Lo que explicaría por qué el informe de con clu sion es del experto (i. e.
la opinión explícita y última que da el experto sobre la probabilidad de que el a c u sa d o sea la fuente de
procedencia del vestigio o marca analizado), en los casos en que era ofrecido, ten ía, un impacto mayor
en la convicción de los jueces cuando el experto había presentado los resultados de l o s análisis de forma
cuantitativa: cuando los resultados son presentados de forma cualitativa el in fo r m e de conclusiones
tiene poco que añadir a la convicción del tribunal.
36 El ÑAS Report 2009 ha insistido mucho en este punto: la mayoría de las disciplinas forenses
«necesitan imperiosamente estandarizar y clarificar la terminología usada en los in fo r m es y testimonios
sobre los resultados de los análisis» (ÑAS Report 2009: 189). Sobre la necesidad d e estandarización de
la terminología de los informes (y también —e incluso más importante— de a lc a n z a r un consenso en
la evaluación de los resultados de los análisis forenses), cfr. en el ámbito europeo B i e d e r m a n n , V uille ,
T aroni y C hampod, 2015.
37 Vid. U lery et al., 2011; C ao y Jain, 2017.
38 Este es el caso de la comparación de marcas de mordeduras. Otras áreas F orenses que también
son científicamente deficientes, como el análisis comparativo de trayectoria b a lís t ic a o el análisis del
origen y fuente del fuego (arson), han caído más rápidamente. Vid. Saks , A l b r ig t , B ohan et al, 2016.
252 MARINA GASCÓN ABELLÁN
39 Como el diseñado por Itiel E. D ror y sus colaboradores examinando si cuando los expertos
analizan el mismo caso en dos momentos distintos llegan a las mismas conclusiones, e.g. identificar al
mismo sospechoso (vid. D ror y R osenthal , 2008). Para un desarrollo más completo del método usado
para cuantificar la fiabilidad y la vulnerabilidad de los expertos, en D ror, 2016: 121-127.
40 También destacan en este sentido los trabajos de Itiel DROR y sus colaboradores. Vid. D ror,
T hompson , M eissner , K ornfield , K rane , S aks y R isinger , 2015.
41 Vid. T hompson, V uille, T aroni y B iedermann, 2018.
42 Me refiero a la ENFSI Guidelinefor Evaluative Reporting in Forensic Science. StrengtheninR
the Evaluation of Forensic Results across Europe (STEOFRAE), de 2015, creada por ENFSI (Hu-
ropean Network of Forensic Science Institutes), una organización que reúne a más de 60 laborato
rios europeos con el objetivo de compartir estándares de calidad e intercambiar conocimiento. Puede
consultarse en http://enfsi.eu/wp-content/uploads/2016/09/ml_guideline.pdf. En España, además, lu
CNUFADN del Ministerio de Justicia ha aprobado también en octubre de 2015 unas Recomendaciones
sobre el informe pericial y la expresión de resultados en materia de análisis genéticos forenses que
recoge tanto el modo en que han de presentarse los resultados como el modo en que han de ser ínter
pretados por los peritos. Disponible en http://www.mjusticia.gob.es/cslSatellite/Portal/es/ministerUtl
organismos-ministerio-justicia/instituto-nacional/pleno-cnufadn.
43 Informe para el Presidente Barack Obama emitido por el Council of Advisors on Science and
Technology (PCAST) en Septiembre 2016. Sobre los riesgos que aún existen en la ciencia forense, vid.
C arr, P iasecki, T ully y W ilson, 2016.
PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: EL CAMINO HACIA UNA MEJOR CIENCIA... 253
Deferencia
Los tribunales suelen tener una actitud altamente deferente hacia los
informes y testimonios que provienen de la ciencia forense: aceptan lo que
el experto declara sin mayor control sobre su fiabilidad. Para ser exactos, el
único control que realizan es más bien superficial o formal, consistente en
verificar que los expertos poseen las apropiadas cualificaciones (por ejem
plo, como químico, o ingeniero, o biólogo) y entrenamiento y experien
cia suficientes50. A veces también se consideran otros factores, por ejemplo
cuánto tiempo viene aplicándose esa técnica o si ha sido admitida antes51.
y para llevarla a cabo les sugirió considerar diferentes factores: a) si el método usado puede ser (y
ha sido) sometido a contrastación (verificabilidad y refutabilidad como requisito de cualquier teoría);
b) si ha sido sometido a revisión por pares y publicado; c) cuáles son los márgenes de error (conocidos
o potenciales) asociados al método, y d) su aceptación por la comunidad científica concernida. Pero,
aparte de establecer esos factores, la importancia de Daubert reside en que constituye una llamada de
atención a los jueces para que examinen más críticamente el testimonio del experto. Para una clara ex
posición del establecimiento y desarrollo del estándar Dauber (así como una crítica de las confusiones
y malentendidos que los «factores Dauber» encierran), cfr. H aack , 2015: 50 y ss. C hampod y V uille
expresan también esta idea con elocuentes palabras: la sentencia Dauber «insiste de manera implícita
en el escepticismo que el juez debe mantener hacia el experto, que de este modo deja de ser considerado
como miembro de una élite con autoridad y pasa a ser un agente social comparable a cualquier otro,
eventualmente sometido a presiones de orden político y económico que pueden alterar su dictamen»
(C hampod y V uille , 2011: 39).
49 Este planteamiento fue expuesto por primera vez en A llen y M iller, 1993. Un desarrollo pos
terior puede verse en A llen, 2013.
50 Cfr. M artire y E dmond , 2017: 969.
51 «Los jueces se sientes más cómodos reiterando las prácticas pasadas (lo que ha sido admitido en
el pasado sigue admitiéndose)» (K oehler , S chweitzer, S aks y M acquiston , 2016: 402).
PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: EL CAMINO HACIA UNA MEJOR CIENCIA.. 255
jurídicos occidentales— supone que solo son legítimas las decisiones judicia
les basadas en reconstrucciones veraces de los hechos del caso. Sin embargo,
cuando los tribunales actúan deferencialmente la veracidad de los hechos que
se declaran probados no está garantizada, lo que inevitablemente incrementa
la posibilidad de error. La deferencia, en efecto, implica que los jueces aceptan
el testimonio del experto sin examinarlo o escrutarlo y, por tanto, sin entender
por qué deciden lo que deciden. Por eso una decisión deferente, al no estar ba
sada en la información y el conocimiento, puede aceptar como válida ciencia
deficiente o defectuosa (junk Science, en la ya famosa expresión popularizada
por Peter H u b e r 61), datos con poco o nulo fundamento científico que pueden
conducir a cometer errores. De hecho, como ya se dijo, la comunidad jurídica
está empezando a reconocer (con distinto nivel de intensidad, dependiendo
de los países) que nuestros sistemas producen condenas erróneas por el uso
de pruebas forenses desacreditadas o de pobre calidad62. Por eso, por razones
epistémicas, pero también por razones políticas o morales, hay que superar la
deferencia.
En definitiva, por mucho que avance la ciencia forense y se reformen sus
disciplinas, si los jueces no deciden por sí mismos entendiendo por qué deci
den lo que deciden, si siguen aceptando el testimonio de los expertos sin en
tenderlo y sin controlarlo, si rehúsan examinar la competencia y fiabilidad de
los expertos o aceptan sus (a veces) exageradas e injustificadas afirmaciones,
o, en otras palabras, si no promueven el rigor y la calidad de la ciencia forense
que entra en el tribunal, la veracidad de sus decisiones no estará asegurada.
Educación
Sin embargo, hay un obstáculo serio para superar la deferencia. Los jueces
por lo general carecen de suficiente formación científica. Normalmente no
tienen el conocimiento y las destrezas necesarias para evaluar con fundamen
to el testimonio de los expertos63. No están preparados para determinar si es
fiable la técnica usada o qué valor merecen (si es que merecen alguno) los
resultados obtenidos, lo que les impide verificar y/o cuestionar la solidez del
testimonio forense y los conduce a fiar su decisión a factores externos, como
las credenciales del experto64. Están entrenados para hacer análisis legales
pero no científicos y, por tanto, tienen una dificultad para evaluar y cuestionar
los datos inválidos o poco fiables.
Particularmente, la falta de comprensión estadística puede plantear serios
problemas, pues puede hacer que los jueces se engañen al interpretar lo que
el experto les comunica. La estadística juega un papel fundamental en la in
terpretación de los datos resultantes de los análisis forenses. Las disciplinas
forenses están basadas fundamentalmente en leyes probabilísticas y los datos
plasmados en las conclusiones del informe pericial que han de ser valorados
por los jueces son, en su mayoría, datos estadísticos cuya interpretación pue
de ser compleja e incluso contraintuitiva. Además, está demostrado el peso
desproporcionado que la gente en general, y los jueces e n particular, atribu
yen a los datos estadísticos. Por eso, cuando se carece de algún conocimiento
estadístico, las malinterpretaciones de los datos (tales co m o el «error de la
probabilidad de ser la fuente» —source probability error— y la «falacia del
fiscal»65) son muy comunes y pueden llevar a cometer errores judiciales66.
Incluso alguien tan experimentado en cuestiones-cuantitativas como Richard
P o s n e r , uno de los jueces y académicos norteamericanos más reputados e
influyentes, comete este tipo de errores en su tarea de ju e z 67.
Por consiguiente, si queremos que los jueces superen la deferencia y decidan
racionalmente o con fundamento, entonces es evidente que tienen que estar me-
—una vez más— si Mos jueces carecen de la formación necesaria para entender
la base cognoscitiva i de las pruebas que deben valorar, su decisión no estará
epistémicamente funndada. No será racional.
Laeducación siggnifica que los jueces tienen la información y \&formación
necesarias para deciodir si las pruebas son fiables, y qué valor probatorio cabe
atribuirles. Apunta, ¡por tanto, a aumentar o reforzar la base cognoscitiva del
juez para que puedaa realizar una decisión informada y racional. Por eso la
educación puede (y odebe) obtenerse por distintas vías.
El propio informae pericial puede y debe ser una valiosa fuente de informa
ción. Es decir, el infoorme puede (y de acuerdo con el paradigma más crítico y
reflexivo de la cienciiia forense debe) tener una dimensión educativa. Un infor
me completo (que deescriba los métodos y materiales usados, el procedimiento,
los resultados y las co:onclusiones) y riguroso (que identifique las fuentes de in-
certidumbre en los procedimientos y las conclusiones junto con la estimación
de su magnitud paraa indicar el grado de confianza que cabe depositar en los
resultados) permitiráa a los jueces (y a cualquier lector no científico) entender
lo que se ha hecho yv realizar un control informado de las conclusiones72. Por
eso los jueces deberíaan exigir a los expertos, si fuera necesario, que sus infor
mes tengan esta dimnensión educativa/informativa.
Pero un informes pericial completo y riguroso, siendo crucial, puede no
ser suficiente, y por «eso cabe pensar también en otras vías. Por ejemplo, en la
posibilidad de establllecer alguna instancia independiente que pueda ayudar a
los jueces a decidir • en los casos difíciles o complicados, como la propuesta
por The Law Comisssion para el Reino Unido73 o la sugerida por Christophe
C h a m p o d y Joélle V v u i l l e para Europa, consistente en establecer un órgano,
al estilo del British FForensic Science Advisory Council y el Forensic Science
Regulator, que actuaaría como el principal consultor de las autoridades políti
cas y jurídicas en re elación con la fiabilidad de las técnicas científicas que se
usen74. Y por supuessto hay que pensar también en la propia formación de los
jueces. Esto puede cconseguirse a través, por ejemplo, de programas educati
vos organizados por el propio poder judicial75, o —mejor aún— a través de la
72 El ÑAS Report 20009: 186 señala esta exigencia para el Informe pericial.
73 En su informe The ■Admissibility of Expert Evidence in Criminal Proceedings in England and
Wales. A new Approach too the Determination o f Evidentiary Reliability (2009), The Law Comission
sugirió la posibilidad de quue excepcionalmente, en los casos muy difíciles o complicados, el juez pueda
solicitar la ayuda de los exxpertos para determinar la fiabilidad del testimonio del experto (parágrafo
6.67).
74 «Ese órgano no teimdría poderes vinculantes, pero podría emitir recomendaciones [...] que au
xiliarían a los jueces cuanoido tuviesen que pronunciarse sobre la admisibilidad de una nueva técnica
forense o sobre la fiabilidadü de una nueva forma de prueba, o cuando pareciera adecuado abandonar una
forma de prueba que hubiei:ra quedado obsoleta» (C ham pod y V uille, 2 0 1 1 :5 4 ).
75 Entre las recomendHaciones realizadas por el PCAST Report (2016) figúrala necesidad de apor
tar más recursos para la fonrmación de los jueces, dado el cambiante paisaje en la valoración de la prueba
forense y el estado de validdación de muchas técnicas forenses (pp. 144-145). En España, por ejemplo,
PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: EL CAMINO HACIA UNA MEJOR CIENCIA.. 261
—una vez más— si los jueces carecen de la formación necesaria para entender
la base cognoscitiva de las pruebas que deben valorar, su decisión no estará
epistémicamente fundada. No será racional.
La educación significa que los jueces tienen la información y \2lformación
necesarias jw a decidir si las pruebas sonjiables y ..qué valor probatorio cabe
atribuirles. Apunta, por tanto, a aumentar o reforzar la base cognoscitiva del
juez para que pueda realizar una decisión informada y racional. Por eso la
educación puede (y debe) obtenerse por distintas vías.
El propio informe pericial puede y debe ser una valiosa fuente de informa
ción. Es decir, el informe puede (y de acuerdo con el paradigma más crítico y
reflexivo de la ciencia forense debe) tener una dimensión educativa. Un infor
me completo (que describa los métodos y materiales usados, el procedimiento,
los resultados y las conclusiones) y riguroso (que identifique las fuentes de in-
certidumbre en los procedimientos y las conclusiones junto con la estimación
de su magnitud para indicar el grado de confianza que cabe depositar en los
resultados) permitirá a los jueces (y a cualquier lector no científico) entender
lo que se ha hecho y realizar un control informado de las conclusiones72. Por
eso los jueces deberían exigir a los expertos, si fuera necesario, que sus infor
mes tengan esta dimensión educativa/informativa.
Pero un informe pericial completo y riguroso, siendo crucial, puede no
ser suficiente, y por eso cabe pensar también en otras vías. Por ejemplo, en la
posibilidad de establecer alguna instancia independiente que pueda ayudar a
los jueces a decidir en los casos difíciles o complicados, como la propuesta
por The Law Comission para el Reino Unido73 o la sugerida por Christophe
C h a m p o d y Joélle V u i l l e para Europa, consistente en establecer un órgano,
al estilo del British Forensic Science Advisory Council y el Forensic Science
Regulator, que actuaría como el principal consultor de las autoridades políti
cas y jurídicas en relación con la fiabilidad de las técnicas científicas que se
usen74. Y por supuesto hay que pensar también en la propia formación de los
jueces. Esto puede conseguirse a través, por ejemplo, de programas educati
vos organizados por el propio poder judicial75, o —mejor aún— a través de la
72 El ÑAS Report 2009: 186 señala esta exigencia para el Informe pericial.
73 En su informe The Admissibility of Expert Evidence in Criminal Proceedings in England and
Wales. A new Approach to the Determination o f Evidentiary Reliability (2009), The Law Comission
sugirió la posibilidad de que excepcionalmente, en los casos muy difíciles o complicados, el juez pueda
solicitar la ayuda de los expertos para determinar la fiabilidad del testimonio del experto (parágrafo
6.67).
74 «Ese órgano no tendría poderes vinculantes, pero podría emitir recomendaciones [...] que au
xiliarían a los jueces cuando tuviesen que pronunciarse sobre la admisibilidad de una nueva técnica
forense o sobre la fiabilidad de una nueva forma de prueba, o cuando pareciera adecuado abandonar una
forma de prueba que hubiera quedado obsoleta» ( C hampod y V uille , 2 0 1 1 : 5 4 ).
75 Entre las recomendaciones realizadas por el PCAST Report (2016) figura la necesidad de apor
tar más recursos para la formación de los jueces, dado el cambiante paisaje en la valoración de la prueba
forense y el estado de validación de muchas técnicas forenses (pp. 144-145). En España, por ejemplo,
262 MARINA GASCÓN ABELLÁN
el Consejo General del Poder Judicial podría incluir cursos de este tipo en su programa de formación
continua.
76 El ÑAS Report 2009 (p. 236) señalaba explícitamente la incorporación de estos programas en
las facultades de derecho como «el mejor modo de formar a los jueces y juristas» en la ciencia forense.
77 T w inning, 2009: 217-34. Sobre la interdisciplinariedad del estudio de muchos aspectos impor
tantes del «evidence in law», vid. T w inning, 2013.
78 En el libro editado por R oberts y R edm ayne , 2007, C allen (p. 159) y J ackson (p. 291) subrayan
la dimensión cosmopolita del derecho probatorio. Más aún —podríamos decir— en lo concerniente a
la prueba científica.
79 A sí se dice, sin ir más lejos, en el informe The Admissibility of Expert Evidence in Criminal
Proceedings in England and Wáles, 2009 (parágrafo 2.5, p. 8). Susan H aack también escribe que «no
hay manera de formar a los jueces (y mucho menos de mantenerlos formados) en todos los tipos de
experticia que puedan tener que manejar» (H aack , 2015: 66).
80 Por ejemplo, aunque la educación estadística puede parecer a muchos una barrera infranquea*
ble, algunos de los errores relacionados con la estadística podrían ser fácilmente evitados con umi
comprensión modesta de la teoría de la probabilidad. Y en todo caso es posible diseñar herramientas
para que los expertos en estadística auxilien y orienten a los tribunales en los casos complicados. Vid.
L ucen a , G ascón y P ar d o , 2015.
PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: EL CAMINO HACIA UNA MEJOR CIENCIA.. 263
BIBLIOGRAFÍA
81 A l l e n , 2013: 51, escribe que los déficits de los jueces y jurados «no son cognitivos sino in
formad onales. Carecen de conocimiento sobre muchas cosas, como ciencia y tecnología, pero no hay
razón para que no puedan alcanzar la instrucción adecuada en los campos relevantes».
82 H a a c k , 2015: 69.
83 Vid., por ejemplo, G race, M idgley , V eth y A huriri-D riscoll, 2011, que abogan por que los
jueces y los jurados estén correctamente informados de (o educados en) los inevitables márgenes de
incertidumbre en los resultados de una prueba científica.