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Diseño cubierta: Nacho Soriano

l.' edición: septiembre 1997

© 1997: J. Fernando Vera (coord.)

© 1997: J. Fernando Vera, Francisco López Palomeque,


Manuel J. Marchena, Salvador Anton

Derechos exclusivos de edición en español


reservados para todo el mundo:
© 1997: Editorial Ariel, S. A.
Córcega, 270 - 08008 Barcelona t
ISBN: 84-344-3455-5

Depósito legal: B. 34.311-1997

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60 ANÁLISIS TERRITORIAL DEL TURISMO

no turístico, y, en partic~lar, su vinculación con el medio geográfico abren una gran


diversidad de «regiones» o «espacios» turísticos: espacio o región turística de ca-
rácter internacional, o región de orden nacional, según su funcionalidad; regiones de
gran consumición o de poca consumición; regiones turísticas en países desarrollados
o países subdesarrollados (Wackermann, 1988); regiones polivalentes o regiones es-
pecializadas (Lozato-Giotart, 1987), y también, entre otras diferenciaciones, apare-
cen las regiones por sus propios atractivos-recursos (litoral, montaña, cultura, etc.).
Una de las denominaciones más corrientes sobre áreas turísticas con caracte-
rísticas más o menos homogéneas y, sobre todo, con una imagen que las identifica,
es la que hace referencia a las «zonas geoturísticas», que normalmente tienen esca-
la intraestatal. Zonas geoturísticas cuyo origen es la creación de una imagen corpo-
rativa y un determinado grado de funcionalidad, sobre todo, desde una perspectiva
de promoción. También es frecuente, especialmente en determinados contextos, el
uso de unidades político-administrativas como ámbitos turísticos o, lo que es lo mis-
mo, la identificación de las regioqes administrativas como regiones turísticas. Ello
obedece a razones de organización, de actuación y planificación, es decir, de opera-
tividad que se proyecta incluso en aspectos de carácter estadístico, así como a razo-
nes de promoción general o política de la propia región.
Este último punto no es anecdótico, sino que, en la práctica, es habitual que
para el conocimiento de la realidad turística de un territorio se disponga de infor-
mación «territorializada» a escala «regional» o desagregada en unidades adminis-
trativas inferiores, lo cual «obliga» a considerar la realidad turística basada en la re-
gión administrativa. En otro orden de cosas, también la organización de la
administración turística (de gestión, de promoción, etc., en el sector público o en el
privado) se inserta en el ámbito político administrativo regional, lo cual provoca que
en determinados contextos se identifique y se utilice el ámbito de la región político-
administrativa como región turística. Incluso, como decíamos más arriba, con unos
móviles que van más allá de la promoción turística (inserción internacional, señas
de identidad, atracción de inversiones, diferenciación política etc.).

2. Factores de localización espacial

Los factores de la actividad turística ya han sido tratados en la primera parte


cuando se han explicado desde una perspectiva geohistórica los factores clave del de-
sarrollo del turismo, y cabe subrayar que se hizo hincapié en la conquista del tiem-
po y la conquista del espacio, y en el origen y desarrollo de la demanda turística.
Pero dada la relevancia del turismo como fenómeno espacial, los factores de locali-
zación requieren un tratamiento específico, sin olvidar que dichos factores forman
parte del conjunto de circunstancias que han determinado el desarrollo turístico.
Abordar este tema supone entrar en la cuestión más general de los factores de
localización de las actividades económicas.1t1 turismo no es «una» actividad eco-
nómica, sino una actividad de carácter espacial que induce o genera «diversas» ac-
tividades económicas. Hay- q--ue recurrir,' pues, a ·ra. conceptualización de los factores
de localización de los hechos económicos y del «turismo» en particular, por ser éste
un fenómeno diverso y complejo, cuyo carácter espacial le confiere unas pautas de
localización singulares.
LA DIMENSIÓN TERRITORIAL Y AMBIENTAL DEL TURISMO 61

2.1. FACTORES DEL DESARROLLO TURÍSTICO Y FACTORES DE LOCALIZACIÓN


DEL TURISMO

El espacio es soporte y, a la vez, recurso; pero además, el espacio es recurso y


factor a la vez. El espacio es soporte y factor por su condición geográfica: magnitud
espacial y atributos de carácter cualitativo, que tienen un valor intrínseco -ya sea
natural o cultural- y, a la vez, el derivado de la valoración cualitativa que le otor-
ga la sociedad en cada momento histórico. Esta valoración social conduce, a su vez,
a la «adecuación» de los recursos o atractivos y a su conversión en producto y ofer-
ta, objeto de la venta y consumo turísticos.
El recurso turístico transformado o convertido en producto turístico se consu-
me allí donde se produce, y, además, no desaparece. El consumo turístico es un con-
sumo intangible en relación al recurso y al producto. Por otra parte, el recurso/fac-
tor, la materia prima, no se desplaza; se desplaza el turista, el consumidor turístico.
Sin duda, todos estos hechos hacen del turismo un fenómeno particular, y por ello
en su espacialización influirán factores específicos, diferenciados o con un protago-
nismo distinto, en comparación con los factores generales que explican la localiza-
ción de las actividades económicas.
Es oportuno, en este contexto, acotar los conceptos recurso turístico y produc-
to turístico, respectivamente. En este sentido, se sabe que toda actividad turística se
apoya en un recurso y se entiende por recurso turístico todo elemento natural, toda
actividad humana o todo resultado de esta actividad humana que puede mover y ge-
nerar un desplazamiento por motivos esencialmente de ocio. Dicho de otra manera,
los recursos turísticos son la base sobre la que se desarrolla la actividad turística; son
aquellos atractivos que, en el contexto de un destino, pueden generar interés entre el
público, determinar la elección y motivar el desplazamiento (Altés, 1994). De acuer-
do con esta definición, podemos afirmar que existe un gran número y una gran di-
versidad de recursos turísticos fundamentados en las características del territorio
(Valenzuela, 1986); pero sin embargo, los productos turísticos son menos y más
concentrados en el espacio.
La complejidad del producto turístico es un hecho derivado del propio fenó-
meno y de su singular significado como actividad económica. En los últimos años
se utiliza cada vez más el concepto «producto turístico» como.,representativo de una
realidad compleja y sustitutoria de conceptos anteriores menos agregados, menos
complejos, como, por ejemplo, el de alojamiento-producto o restauración-producto.
Un producto turístico es, pues, una combinación de prestaciones y elementos tangi-
bles e intangibles que ofrecen unos beneficios al cliente como respuesta a determi-
nadas expectativas y motivaciones (Altés, 1995). Por lo tanto, hoy día se concibe el
producto turístico como la realidad integrada que capta o percibe la demanda turís-
tica, y que no se compone de un solo elemento, sino que comprende un conjunto de
bienes, servicios y entornos, que percibe o utiliza el visitante durante su viaje y es-
tancia en los destinos a los que acude para satisfacer sus motivaciones de ocio y de
vacaciones (Bosch, 1993).
Lo expuesto hasta ahora permite destacar la importancia del territorio, del en-
torno y del medio ambiénte; en definitiva, la importancia de lo geográfico, en todas
sus acepciones (soporte, recurso, distancia .. .), como fundamento del recurso turí ri-
co y como configurador del producto turístico; y, por consiguiente, como espa, io ~
6_ A.!"iÁLISIS TERRITORIAL DEL TURISMO

producción y espacio de consumo del fenómeno turístico. En este contexto, cabe se-
ñalar el papel de la mejora del medio ambiente como elemento de cualificación, de-
rivándose de ello una doble estrategia: su incorporación al producto turístico y la re-
habilitación de los elementos degradados o modificados, lo que confiere calidad al
destino.
El conocimiento de la realidad turística pone de manifiesto que las actividades
turísticas no se distribuyen en el espacio de manera homogénea, sino que sus pautas
de localización muestran una concentración espacial, de carácter puntual o zonal.
Respecto de la zonificación «funcional» del planeta (podríamos hablar de la espe-
cialización «productiva» del espacio a escala mundial y regional) hay que recordar,
sin duda, que el mito del «sur» --con todos sus significados- se refuerza hasta el
punto de que la realidad turístico-residencial actual (movimien..,!os estacionales y fi-
jación de nuevas residencias que superan los límites estatales) y las tendencias que
se apuntan confieren a la mitología de este punto cardinal un atractivo referido ge-
néricamente a su «calidad de vida».
Los factores que explican la localización de las actividades turísticas son nu-
merosos y de diversa naturaleza, de acuerdo con el carácter diverso y complejo del
turismo - «turismos»- , tal como ya hemos señalado, pero en esta ocasión convie-
ne incorporar una variable fundamental para seguir adelante. Nos referimos a la es-
cala en la que se manifiesta el fenómeno y a la escala de análisis que nos interese
concretar, puesto que, según dichas referencias, los numerosos factores tendrán un
protagonismo u otro. Uno de los ejemplos que mejor ilustran la valoración anterior
es el caso del factor clima: dibuja unas zonas climáticas a escala mundial y regional,
entre ellas la zona templada-cálida, que se considera óptima para el turismo de sol y
playa, pero en cambio, son otros factores los que, a escala comarcal y local, expli-
can el porqué del desarrollo de unos lugares u otros, de unos espacios u otros, así
como el momento histórico de su despliegue. ·
En cuanto a la escala terriorial, es evidente que los factores que influyen a es-
cala local son distintos de los que explican la parcelación turística del mundo, es de-
cir, a pequeña escala. En este epígrafe destacaremos los aspectos relacionados con
la localización a pequeña escala, mientras que los factores que inciden a escala lo-
cal y comarcal se explicitarán al tratar más adelante los espacios turísticos (litoral,
rural, urbano y natural), y los modelos de desarrollo e implantación turística.
El espacio geográfico comprende un sustrato físico, un «continente» (el medio
natural diverso), compuesto por unos elementos geofísicos o geonaturales, y, asi-
mismo, un «contenido», unos elementos creados o generados por la ocupación hu-
mana: los elementos geohumanos o geoculturales. Esta ocupación humana tiene un
alcance diferenciado y comprende los propios asentamientos poblacionales, los
aprovechamientos y las funciones productivas, así como las relaciones que se esta-
blecen entre esos asentamientos y funciones, que dan paso a la existencia de unas je-
rarquías y unas áreas de influencia.
Desde la óptica de nuestro planteamiento inicial conviene subrayar esta con-
ceptualización de espacio geográfico, puesto que en este contenido vasto y extenso
se enmarcan los factores ambientales (naturales y culturales) del desarrollo turístico
y de su espacialización. Desde una perspectiva reduccionista, queremos centramos
en dos componentes que no presentan dudas sobre su consideración como «varia-
bles» geográficas: la distancia física del espacio o distancia geográfica (factor espa-
LA DIMENSIÓN TERRITORIAL Y AMBIENTAL DEL TURISMO 63

cial), y los distintos componentes o «atributos» del espacio geográfico (factor am-
biental). Al margen del significado que pueda tener cada factor, hay que subrayar
que el conjunto de factores aparecen interrelacionados entre sí, y su importancia in-
dividual dependerá del tipo de actividad turística y de la escala territorial (Leno,
1992). Por eso, su aislamiento o separación es imposible en la realidad, y sólo se
procede a ello con la finalidad clasificatoria u operativa en el momento de abordar
su análisis.
En consecuencia, la localización de las actividades turísticas, a distintas esca-
las y particularmente a pequeña escala, así como la explicación de la configuración
de los diversos espacios turísticos, se deben a diversos factores que se agrupan en
los siguientes epígrafes: a) los factores espaciales; b) los factores ambientales (geo-
naturales y geoculturales), y e) los factores dinámicos.

2.2. Los FACTORES ESPACIALES

El turismo es «desplazamiento» entre un centro emisor y un centro receptor, y,


por consiguiente, surge como variable la distancia física entre ambos, correspon-
diente a la propia dimensión del espacio geográfico. Por otra parte, esta distancia
física tendrá otros significados si la traducimos en distancia/tiempo o en distan-
cia/coste; en cada caso, su valor relativo ha ido cambiando a lo largo de la historia
en función de las posibilidades técnicas de la realización de los viajes y del coste
monetario de éstos. Sin duda, es evidente que el factor espacial aparece estrecha-
mente interrelacionado con el factor técnico y el factor económico.
La distancia física-distancia tiempo se entiende como un obstáculo, como un
elemento de diferenciación del espacio en relación al grado de accesibilidad. Su im-
pacto se traduce más en distancia-tiempo y en coste de desplazamiento que en <lis-
' ancia-kilómetros. En la línea argumental anterior, Leno (1992) señala, asimismo,
que uno de los aspectos esenciales en la localización de las actividades turísticas es
el grado de accesibilidad del lugar donde éstas se sitúan, considerado tanto en tér-
. minos de accesibilidad física como de accesibilidad de mercado, es decir, en cuanto
· a su proximidad con los centros emisores de la demanda. En este sentido, hay que
considerar no sólo la presencia de infraestructuras de transporte, sino también.la dis-
tancia, medida en términos absolutos, o en coste económico o temporal del despla-
amiento. /
Sin embargo, existen también otras distancias, además de las derivadas del es-
pacio físico y de su transcripción a distancia-tiempo-coste. Nos referimos a las «dis-
tancias» culturales, a la lengua, a los regímenes políticos, etc., que frenan la toma de
decisión o potencian la posibilidad de viajar a un lugar u otro. Tampoco hay que ol-
vidar la segmentación de la demanda por niveles de capacidad de gasto y de com-
portamiento «cultural», que, sin duda, se materializa en prácticas turísticas contras-
tadas.
Hoy día, el mapa mundi no es un espacio isocrono, aunque se hayan producido
grandes avances en la movilidad, y una mejor accesibilidad que tiende a igualar las
posibilidades de todos los lugares y propende a trivializar el concepto de territorio.
Las diferencias de la distancia absoluta traducida a distancia-tiempo y distancia-cos-
te aún provo~an diferencias de coste y también de opciones discriminadoras en la
64 ANÁLISIS TERRITORIAL DEL TURISMO

demanda, que se traducen en una desigualdad de acceso al ocio y en distintas posi-


bilidades de los lugares para convertirse en destinos turísticos. Por otra parte, o se
matizan convenientemente las realizaciones y proyectos en materia de transportes y
comunicaciones (carrera del espacio, grandes aviones supersónicos, robotización
doméstica ... ), o bien sus logros serán de difícil generalización debido a las limita-
ciones de la tecnología para su explotación comercial, o a que los costes de uso no
lo hagan factible. En resumen, pese a los avances indicados y pese a que en el cos-
te global de la actividad turística intervienen otros componentes que relativizan el
coste del desplazamiento, la dimensión geográfica del espacio no es trivial y tiene su
efecto directo e indirecto en la práctica turística, y, en consecuencia, en el desarro-
llo y configuración de los espacios turísticos a disttntas escalas.
Finalmente, creemos conveniente referimos, por un lado, a la situación geo-
gráfica de los espacios turísticos en términos relativos, es decir, considerando su
proximidad o lejanía respeto a los centros emisores o su posición privilegiada por
ser paso hacia otros espacios turísticos, posiciones que nos pemiten hablar de la ven-
taja de una determinada situación geográfica de un destino, de su renta de situación,
en definitiva. Y, por otro, aludir a la escala geográfica, puesto que los fenomenos
sociales tienen expresiones distintas según la escala espacial en la que se producen,
y por ello hemos de añadir a los dos aspectos anteriores (distancia y situación) el
elemento escala o rango geográfico como variable explicativa de la territorialización
del fenómeno turístico.

2.3. Los FACTORES AMBIENTALES (NATURALES Y CULTURALES)

Entendemos por componentes ambientales aquellas condiciones o atributos


que cuantitativa y cualitativamente conforman el espacio geográfico, lo diferencian
y lo diversifican. Los componentes naturales y culturales constituyen, a priori, «re-
cursos turísticos potenciales», que intervienen en los procesos de producción consu-
mo, y adquieren el rango de recurso económico cuando se les adjudica una valora-
ción social y son objeto de cualquier forma de explotación. Por otra parte, por su
significado, y en un sentido más amplio que el de «recurso», se constituy(?n, a la vez,
en factores del desarrollo turístico, y de ahí que genéricamente se aluda, cuando se
pretende explicar el fenomeno turístico, a factores naturales y a factores humanos
del turismo.
El espacio geonatural, cualitativamente diferenciado, constituye el soporte físi-
co de los procesos sociales, pero también actúa como factor, ya que su diversidad es-
pacial conduce a actuaciones diferenciadas (Sánchez, 1984). En otro sentido, recor-
demos que el turismo se basa en una valoración social de determinados elementos
geofísicos y geoculturales, que esta valoración puede cambiar a lo largo de la histo-
ria, y que, además, el espacio geográfico es heterogéneo, por lo que también pueden
cambiar los centros de interés y los focos de atracción. Interesa subrayar el primer
punto que hemos indicado, en particular el hecho que la valoración social de los ele-
mentos geofísicos se concreta, por ejemplo, en la búsqueda de un clima templado-
cálido y en la atracción del binomio sol-playa. Pero además, también en la valora-
ción de aquello que es «natural», que se identifica con la imagen de determinados
paisajes, y del «medio rural» que se contrapone al medio urbano. Asimismo, el tu-
LA DIMENSIÓN TERRITORIAL Y AMBIENTAL DEL TURISMO 65

rismo también es descubrimiento e intercambio de culturas y de conocimientos; bús-


queda de lo exótico, entendido en sentido amplio (naturaleza singular, culturas le-
janas ... ).
Para el desarrollo turístico de un espacio se requiere un amplio conjunto de re-
cursos naturales, pero sólo un grupo de ellos son, en sentido estricto, factores de
atracción turística. Es a estos a los que denominamos atractivos turísticos naturales
o atractivos naturales turísticos. Al resto de los elementos de la Naturaleza que se
precisan para el desarrollo turístico, pero que no son factores de atracción, los de-
signamos simplementre recursos naturales (Furió, 1996).
Frente a la heterogeneidad y diversidad del espacio geográfico se detecta un
proceso de banalización y homogeneización del mismo, hasta considerarlo un espa-
cio isoforme, artificioso y banal. Bajo estos supuestos, nos situamos en tres ámbitos,
que en buena medida aparecen interrelacionados. En primer lugar, el ámbito de la
percepción, y, en consecuencia, de la subjetivización del espacio, de su categoriza-
ción como espacio aparente frente al espacio real. En segundo lugar, el ámbito de la
uniformización y estandarización, que conduce a la trivialización del espacio. Y, en
tercer lugar, el ámbito de lo aparente y lo real, que enfrenta, por un lado, lo natural
con lo artificial (creación, «reproducción» material de «espacios») y, por otro, lo
real con lo «virtual» (importancia de la imagen, «creación» de espacios imaginarios
y ficticios, realidad «virtual»).
Sin entrar en un análisis profundo de estos hechos, ya de por sí complejos, po-
demos recoger diversos argumentos como contrapunto al contenido de las afirma-
ciones señaladas. En primer lugar, cabe constatar que si analizamos las causas de las
motivaciones turísticas, la mayor parte de ellas se fundamentan en atractivos am-
bientales. Las disfunciones entre las referencias del espacio real y, por otra parte, del
espacio artificio y los espacios imaginarios sólo tienen carácter ocasional y puntual
desde la perspectiva exclusiva del comportamiento de los flujos turísticos. Ello no
entra en colisión con la incorporación de imágenes o valoraciones subliminales (ele-
mentos artificiales, maquillaje ... ), que se incorporan a los atributos naturales de los
espacios turísticos, pero que no modifican su significado primario.
En segundo lugar, los nuevos turismos surgen en buena parte como respuesta a
la «desnaturalización» de los fundamentos y las prácticas turísticas, y comportan en
muchos casos una revalorización de elementos ambientales, tanto naturales como
culturales. Así pues, si estas tern;iencias se consolidan, cabe pensar que en el futuro
el papel del espacio geográfico podrá ser más relevante, puesto que, además, se bus-
can nuevas rarezas o singularidades. Se producirá, sin duda, una discriminación de
lugares, entendidos como destinos turísticos, de acuerdo en cada caso con la especi-
ficidad de su condición geográfica.
La diversidad y las potencialidades de los recursos/factores turísticos ha obli-
gado a sistematizar y valorar la importancia de cada uno de ellos, con lo que se han
planteado clasificaciones de dichos recursos. Probablemente la más conocida y uti-
lizada sea la de Defert (1968), que contempla la distinción de cuatro grandes cate-
gorías o grupos de recursos turísticos: hidrom, phitom, litom y antropom. A su vez
cada tipo de recurso posibilita y constituye la base de diversas actividades turísticas.
Los recursos hidrom y phitom constituyen factores ambientales naturales, mientras
que los recursos litom y antropom conforman los factores ambientales de carácter
cultural.
66 ANÁLISIS TERRITORIAL DEL TURISMO

La clasificación de recursos de Defert es la más conocida, pero hay que pun-


tualizar que no comporta una evaluación de los recursos ni, por consiguiente, su je-
rarquización. Las técnicas de evaluación más utilizadas se fundamentan en la consi-
deración del grado de interés que el recurso despierta en la demanda y en la
valoración de la cualidad intrínseca del propio recurso (valor naturalístico, valor de
su productividad, valor cultural y valor derivado de su equilbrio y vulnerabilidad).
Estos objetivos y técnicas conducen a las propuestas basadas en la capacidad de
atracción que ejercen sobre la demanda (grados o niveles de atracción actual o po-
tencial; atracción de ámbito regional, nacional o internacional...).
Las tipologías de recursos/factores son cátegorias de análisis; a ello hay que su-
mar que su acepción global y específicamentre turística es imprecisa y ambigua. Por
estas razones, el uso de tipologías se ha de relativizar, y a veces, en relación con su ·,
contexto, no son necesarias, tal como se comprueba hoy día debido, probablemente,
a un abuso de ellas. A escala local o comarcal pueden tener otro sentido y utilidad si
se procede a una evaluación, pero la valoración anterior es válida a escala mundial,
puesto que en ella no tiene sentido realizar un inventario exhaustivo e inacabado de
los recursos naturales y culturales. Tengamos en cuenta, como afirma Cazes (1989),
que no existen recursos turísticos en sí, sino solamente recursos explotables y utili-
zables en unas deteminadas condiciones tecnológicas y económicas. Un recurso sólo
adquiere o tiene interés según la atracción que pueda ejercer sobre el turista.

a) Los fa ctores ambientales naturales. El cuadro natural comprende diver-


sos elementos que actúan o pueden actuar como recursos/factores de localización de
la actividad turística. No obstante, hay que tener en cuenta que la mayor parte de las
veces la demanda valora y percibe el conjunto de los componentes a través de una
imagen global, una imagen que, con frecuencia, es una imagen manipulada o sesga-
da del paisaje natural (Callizo, 1991). Así, a pequeña escala, hay que destacar el pro-
tagonismo de la interrelación entre el recurso/factor clima y el recurso/factor litoral,
entendiendo por litoral el contacto tierra-mar, y, por lo tanto, incorporando las pla-
yas y el agua marina. Nos referimos, pues, al espacio litoral situado, a su vez, en las
zonas de clima templado-cálido, a los escenarios del turismo de sol-playa que fun-
damentan el modelo turístico hegemómico y de masas durante las últimas décadas.
Las principales regiones del mundo receptoras de turismo internacional son las
grandes cuencas marinas de clima templado-cálido: el Mediterráneo, el Pacífico, el
Atlántico centroamericano y el sureste asiático, cuya frecuentación se fundamenta
principalmente en la atracción de sus espacios litorales, tal como veremos más ade-
lante. Cabe recordar, no obstante, que el clima y la playa constituyen factores de pri-
mer orden, pero no determinantes, puesto que no son por sí mismos - como el res-
to de los recursos- factores genéticos, en cada caso, del desarrollo y de la
localización turística.
El clima crea unas condiciones ambientales que posibilitan, dificultan o impi-
den el asentamiento humano, y el hombre ha buscado o deseado ubicarse en los es-
pacios que mayor comodidad y posibilidad de supervivencia le ofrecen. El turismo
como actividad del hombre también se rige por estos imperativos, con el añadido de
que se eligen, se seleccionan los ámbitos, los espacios de mayor confort, y sólo de-
terminadas prácticas minoritarias (turismo aventura, turismo científico, turismo an-
tropológico ...) desafían estos condicionantes.
LA DIMENSIÓN TERRITORIAL Y AMBIENTAL DEL TURISMO 67

Actividades
de exterior
restringidas
Temperatura
/10 20"" 30 40 50 60 70 80 90 ºC
50
Recreación y /
~ 4050 40
baño en playa
Deportes de / 30 30
poco esfuerzo
20 ) Apto para la

para nata~.ión /
'""'""'''
o recreac1on
~ 10
20 templado
frío
10
+-- mayoría de
las actividades

pasiva / frío penetrante frío húmedo


0 o
Inadecuado
para golf, tenis -10 muy frío +1Q_ Deportes de
o recreación
invierno
basada en el -20
agua 2-- Límite para
el esquí
-30 frío extremo -30

-40 -40
10 20 30 40 50 60 70 80 90
Humedad relativa(%)

FIG. 4.2. Condiciones para el confort humano: temperatura y humedad relativa (según Terjung, 1966;
citado por Burton, 1991).

Cabe hablar de la aptitud climática en relación con la posibilidad de desarrollar


determinadas actividades turísticas, pero éstas pueden exigir unas condiciones cli-
máticas y ambientales muy distintas según los casos: piénsese en los tipos de clima
y en los parámetros atmosféricos del turismo de playa o del turismo de nieve, por
ejemplo, que nos permiten hablar de la aptitud climática estival o la aptitud climáti-
ca invernal. En este sentido, interesa recordar las estrategias y los logros, a escala lo-
cal y en ámbitos residenciales, en la modificación de las condiciones «climáticas»
(climatización: calefacción, refrigeración,,.), que han sido decisivos para la viabili-
dad de determinadas implantaciones turísticas. El clima actúa como un factor de de-
sarrollo y atracción, o como un factor !imitador en función de la modalidad turísti-
ca, y su importancia ha inducido la realización de estudios orientados a la
sistematización de la relación clima-turismo, que han permitido elaborar diversos
índices y formular numerosos modelos.
Además de las condiciones climáticas diferengiadas en las distintas partes del
mundo, con unas posibilidades contrastadas y sus ventajas comparativas como es-
pacios turísticos, interesa referirnos a un componente estructural de los tipos de cli-
ma; es decir, a su ritmo estacional, que influye en la temporalización de las activi-
dades humanas y, en consecuencia, del turismo. La estacionalidad de la demanda
(tiempo de trabajo, tiempo de vacación,,.) y la estacionalidad de los factores de
atracción generan múltiples repercusiones en las actividades turísticas y en la
cionalidad de los distintos espacios turísticos. Pero además, el ritmo estacional
senta una temporalidad diferenciada entre el hemisferio norte y el hemisferi
68 ANÁLISIS TERRITORIAL DEL TURISMO

6 meses por
debajo de 6 ºC
3 meses por
debajo de 6 ºC
- - - 6 ºC el mes
más frío
- - - 18 ºC el mes
más fresco
---------
- - - - - - - - - Climas templados ___ o _J --~-

FrG. 4.3. Zonificación climática del mundo (según Burton, 1991).

hecho que supone o puede suponer una complementaridad o competencia de espa-


cios turísticos a escala mundial.
Los recursos hidrom comprenden las aguas terrestres, las aguas marinas y pla-
yas, las aguas termales y también la nieve. A las aguas marinas ya nos hemos refe-
rido, y ahora corresponde mencionar otros recursos hídricos: el agua en todas sus
manifestaciones naturales. La distribución de la nieve a escala mundial está deter-
minada por la localización de los grandes sistemas montañosos y las altas latitudes,
si bien su aprovechamiento turístico (estaciones de esquí y montaña) se produce en
las zonas próximas a los centros emisores y países con sistemas sociales, económi-
cos y técnicos que lo posibiliten.
Los ríos y los lagos - láminas de agua, espacios azules ... - son escenarios tu-
rísticos destacados en los que se practican diversos deportes y actividades recreati-
vas, entre las que destacan los denominados «deportes-aventura», de gran auge en los
últimos quince años. Ríos y lagos con condiciones y potencialidades para las prácti-
cas turísticas y deportivas se encuentran por todo el mundo, si bien son pocos los
productos y pocas las ofertas que generan un movimiento turístico internacional. Se
trata, pues, de escenarios turísticos intrarregionales o nacionales. Sin embargo, exis-
ten determinados lugares naturales asociados a ríos o lagos que tienen un destacado
protagonismo en el turismo de masas como lugares e imágenes emblemáticas: son
las cataratas -Niágara, Victoria, lguac;u ...- , que soportan una gran frecuentación
turística. Por otra parte, desde siempre, el relieve y la vegetación han constituido, por
separado o de manera interrelacionada, factores de atracción turística; hecho que
abordaremos explícitamene más adelante al abordar el turismo en «espacio natural».
La modificación de los componentes naturales o su recreación artificial son fe-
nómenos que no tienen consecuencias tangibles y protagonismo como factor de lo-
LA DIMENSIÓN TERRITORIAL Y AMBIENTAL DEL TURISMO 69
calización de la actividad turística. Ahora bien, son fenómenos a valorar por cuanto
suponen un desplazamiento, una deslocalización de la ubicación de los recursos na-
turales y una relativización de este hecho como factor de localización, tal como ocu-
rre también con los recursos culturales. Quizás lo más destacado en esta escala sea
el fenómeno de tropicalización de las zonas templadas, es decir la trasposición de
elementos vegetales - palmeras, como paradigma e imagen emblemática de paraíso
turístico-- al litoral de los mares templados y altamente frecuentados. La construc-
ción de playas artificiales o su regeneración y la implementación de nieve con mé-
todos artificiales son ejemplos de actuaciones con impactos a escala local, y, asi-
mismo, la «fabricación» de nieve artificial permite a las estaciones de esquí
complementar el manto de nieve de sus pistas y favorecer su permanencia.
b) Los factores ambientales culturales. Los recursos turísticos ambientales
comprenden, tal como ya hemos señalado, tanto los de carácter natural como los de
carácter cultural. Estos últimos responden a la acepción de patrimonio cultural y de
cultura material. Y, si atendemos a las tipologías ya tradicionales, se trata de los re-
cursos litom (restos arqueológicos, monumentos históricos, museos .. .) y de los re-
cursos antropom (artesanía, folclore, fiestas ... ).
La localización de estos recursos tan diversos responde a las actuales pautas de
distribución de los pueblos, pero también de las antiguas civilizaciones. Su distribu -
ción en el mapa del mundo se dibuja de una manera más «aleatoria» y menos con-
centrada zonalmente en comparación con algunos recursos naturales, particularmente
con los que han dado_lugar al producto sol-playa. Sin embargo, los recursos cultura-
les presentan, en general, una localización de carácter puntual, y ello influye en la dis -
tribución - factor de localización- de los productos y de los flujos turísticos.
El renacer del turismo «cultural», en su acepción más amplia, confiere un nue-
vo papel a los recursos ambientales y culturales en la localización del turismo a es-
cala nacional e internacional, que supone un contrapunto a la hegemonía de las va-
riables sol y playa. De hecho, desde siempre, algunos monumentos, algunos
conjuntos histórico-artísticos y ciudades han sido más visitados que determinadas
estaciones litorales. Este hecho hoy es más evidente por cuanto se asocia al turismo
urbano, que moviliza flujos muy considerables y comparables a los destinos de sol
y playa, tal como se explicará al analizar más adelante el «turismo urbano».
Como muestra de la diversidad y la riqueza del patrimonio cultural se pueden
mencionar los centros religiosos mundiales (factor específico de localización turís-
tica), y las «peregrinaciones» que generan; los tesoros históricos y monumentales de
diversas civilizaciones antiguas (egipcia, griega, romana, maya ... ), con testimonios
materiales emblemáticos (pirámides, templos ... ). Por otra parte, el legado cultural es
objeto de museificación y ello genera la aparición de contenedores (museos) de
atractivos turísticos, que son factores de atracción de las ciudades que los acogen, e
incluso en ocasiones el propio «contenedor» es el princq>al atractivo cuando corres-
ponde a una obra de gran valor arquitectónico.

2.4. Los FACTORES DINÁMICOS

Los factores técnicos de todo tipo han tenido un importante papel en el d


rrollo del turismo, y cabe señalar, en concreto y en referencia a su protagoni mo
70 ANÁLISIS TERRITORIAL DEL TURISMO

cacional, que la revolución ocurrida en los medios de transporte ha contribuido en


gran medida a explicar la mundialización del fenómeno turístico. Pero no se puede
obviar que, junto a la ampliación del alcance espacial del desplazamiento, la masifi-
cación contemporánea del turismo debe no poco a las transformaciones en los me-
dios de alojamiento, así como a las economías de escala relacionadas con la con-
centración de la actividad económica (Callizo, 1991 ). Los factores técnicos
relacionados con la evolución dt los transportes están estrechamente relacionados
con los factores espaciales y con la superación de la distancia, y por ello ya han sido
comentados al tratarlos anteriormente.
La estructura receptiva y la infraestructura constituyen un factor de atracción
de primer orden, puesto que suponen una disponibilidad de alojamiento y una ope-
ratividad con grandes flujos (capacidad de atración) y, en consecuencia, de distribu-
ción espacial de la demanda en cada temporada. Además, para algunos destinos tu-
rísticos su estructura receptiva, tanto en términos cualitativos como cuantitativos,
representa un activo determinante y una ventaja competitiva en relación con otros
espacios turísticos.
Existen diversos recursos que participan en el proceso de producción y comer-
cialización turísticas y que también actúan como factores de localización del turis-
mo a distintas escalas. Nos referimos, por ejemplo, a la disponibilidad, o no, de re-
cursos humanos y de recursos financieros, que, en ambos, casos pueden ser
endógenos o exógenos. A escala mundial se detecta, por ejemplo, el fenómeno de la
colonización turística (explotación y negocio turístico) de los países del sur, de los
países de la «periferia», por parte del capital del «centro». La decisión del capital so-
bre dónde invertir en turismo es un factor clave, y, en particular, el capital del pro-
pio sector turístico, máxime cuando ya se ha llegado a una situación en la que exis-
ten diversas empresas transnacionales - del propio sector o de otros sectores- con
un fuerte poder de intervención a escala mundial.
La localización turística está determinada por el factor económico, entendién-
dolo como el conjunto de diversas circunstancias de naturaleza económica que han
intervenido e intervienen en los procesos de desarrollo del turismo y que tambien in-
fluyen en sus pautas espaciales, tal como hemos señalado en la primera parte. Hay
que añadir a lo dicho la política monetaria, la influencia del valor de las monedas y
la sucesión de situaciones económicas coyunturales (inflación, crisis cíclicas ... ), en-
tre otras.
Las decisiones sobre la explotación de los recursos turísticos, y, en consecuen-
cia, sobre la localización de la actividad turística, están condicionadas por múltiples
motivos. Además del papel que tienen los factores de carácter estructural -que fi-
jan a priori la ubicación turística-, encontramos otros hechos de carácter circuns-
tancial o que escapan a la «lógica» general de la espacialización del fenómeno tu-
rístico. Cabe citar, por ejemplo, el papel institucional (política turística, promoción
y desarrollo gubernamental de determinados destinos ... ); la geopolítica (espacios
acotados para el turismo debido a conflictos o guerras, a pesar de sus atractivos na-
turales o culturales, el turismo es un «factor» de paz ... ), o bien otras circunstancias
que se deben a una cierta «aleatoriedad» en relación a nuestros plantemientos -que
no azar- y que se sitúan en el ámbito de lo que llamamos «factor humano». En este
tipo de hechos englobamos la promoción, preparación y desarrollo de determinados
acontecimientos multitudinarios y puntuales, y casi siempre efímeros.
LA DIMENSIÓN TERRITORIAL Y AMBIENTAL DEL TURISMO 71

Por último, hay que referirse al factor «moda», que se manifiesta en la confi-
guración y diseño de ofertas y productos en determinados momentos o temporadas
inducidos por las reglas del mercado y al amparo de una sociedad de consumo de
masas y mediática, cuyos códigos de conducta arrastran a su consumo, afectando a
los destinos turísticos, y, sobre todo, a la dinámica de la demanda. Las «modas» pue-
den afectar a la estructura espacial, a distintas escalas, en función de su recurrencia
temporal y su intensidad en la escala de valores sociales.
FIN DE LA LECTURA
3. La estructura espacial del turismo a escala mundial

El análisis tanto del flujo internacional como del flujo nacional (doméstico o
interior), del fenómeno turístico a escala mundial, permite constatar tres realidades
incuestionables: a) constituye un fenomeno social, económico y territorial de primer
orden, que ya ha adquirido carácter estructural; b) constituye un fenómeno con una
fuerte dinámica de crecimiento, y e) constituye un fenómeno que está inmerso en
una fase crítica de transformaciones. La proyección espacial de estos rasgos dibuja
una mapa mundial en el que los trazos del fenómeno turístico discriminan a unas
regiones y privilegian a otras; dibujos que deben diferenciarse, a su vez, a distintas
escalas.

3.1. EVOLUCIÓN Y TENDENCIAS DEL TURISMO MUNDIAL

Los datos disponibles sobre comercio internacional ponen de manifiesto que en


los años noventa el turismo es la primera actividad de las distintas que conforman
dicho movimiento mercantil. e inclu~elante de las transaccioñespetrolífe-
~ras o del sector automovilístico (Huéscar, 1996). El porcentaje de los ingresos que
genera el turismo sobre el valor total de las exportaciones mundiales se ha situado a
mediados de los noventa en tomo al 8,5 %, mientras que los otros dos sectores men-
cionados representan en tomo al 6,5 % y 5,5 %, respectivamente. Otro parámetro
que ilustra el papel relevante del turismo es la tasa de crecimiento medio anual (de-
cenio 1983-1993) de los ingresos del turismo internacional, que ha sido del 13 %,
superior a las tasas de crecimiento de cualquier tipo de transacción o actividad co-
mercial a escala mundial.
El turismo como fenómeno socioeconómico de consideración inicia su desa-
rrollo en los años cincuenta, y hoy día, a finales del siglo xx, se ha convertido en
uno de los componentes fundamentales dS<l consumo de los países desarrollados. Por 'ti
otra parte, a pesar de la desaceleración de las tasa de crecimiento, se puede afirmar
que el turismo vive un período de expansión de los que definen las fases de desa-
rrollo del ciclo de vida del producto turístico (Agqiló, 1996). Esta realidad se pro-
duce gracias a dos hechos: el primero, el ascenso sin precedentes en los países de-
sarrollados de la propensión a viajar, que aún no ha tocado techo; y, el segundo, la
incorporación a este fenómeno de nuevos países en vías de desarrollo, que van si-
tuando el turismo doméstico y el viaje al extranjero como necesidades básicas y
pautas de consumo en los estratos con capacidad de gasto para ello.
El fenómeno turístico ha tenido un comportamiento expansivo, tanto en ' -

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