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La Reina Del Alfa - T.N. Hawke
La Reina Del Alfa - T.N. Hawke
Una novela de
T. N. HAWKE
©del libro T. N. Hawke 2024 en adelante.
ÍNDICE
SINOPSIS
DEDICADO A
Prólogo I
Prólogo II
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
SOBRE LA AUTORA
SINOPSIS
Te quiero mucho.
SOBRE ESTE MUNDO Y EL
OMEGAVERSE
¡Hola, lector!
No sé si habrás leído o quizás oído hablar sobre el
universo Alfa/Beta/Omega.
DALIA
AMANDA WOLFRED
—¿Qué…?
—Por fin estás despierta, zorra —interrumpe una voz
femenina, fría y despiadada, con impaciencia—. Ya era hora.
Odio que los imbéciles me hagan esperar.
DALIA
En la actualidad.
27 de octubre de 2024.
—Mírala, es patética.
—Puta fetichista.
—Creo… creo que tal vez sí que sea una loba, Ingrid —
murmura la chica de sangre elfa con timidez.
La omega y el celo
DALIA
—¡Igualmente!
RYDER
—Sí, señora.
—Lo haré.
Y está en celo.
La omega y el intruso
DALIA
La omega y la crisis
DALIA
Oh, no. Oh, madre de plata. Que no sea real, por favor,
suplico mentalmente a la luna.
Es ridículo.
La omega y el alfa
DALIA
Estoy jodida.
Él se me queda mirando.
—Madre mía.
Él asiente.
—¿Qué propuesta?
El alfa y la propuesta
RYDER
Y es comprensible.
Es ridículo.
—Ah…
Asiento.
Bien.
—Entonces tenemos mucho en común.
—Entiendo.
Jodido lobo.
Ahí está.
La omega y el dilema
DALIA
De mi sangre omega.
Por mucho que me guste pensar que soy más que mis
hormonas, que el deseo sexual que puedo llegar a sentir por
una persona (y que jamás había sentido hasta ahora con
esta maldita intensidad) no me domina y que las emociones
primarias de mi loba no tienen tanto poder como mi mente
racional… la realidad es como un golpe en el estómago:
inesperado, doloroso y duro de aceptar.
Lo quiero en mi cama.
Oh, no.
Madre mía.
Es la señora Pierce.
Lo que me faltaba.
—Hola, señora Pierce. —Pongo una sonrisa falsa en mis
labios y me levanto de la silla para caminar hacia la entrada
y así intentar impedir que la mujer se pasee por mi casa
como si le perteneciera, cosa que no sería la primera vez
que hace si ve la puerta abierta—. ¿Cómo está? ¿A qué
debo su visita?
Como mi madre.
Y estoy harta de ese maldito egocentrismo.
—Señora Pierce, está usted invadiendo mi apartamento
y eso tiene un nombre muy feo, ¿sabe usted cuál es? —le
siseo, perdiendo todo rastro de fingida cordialidad.
Me tiene harta.
Ella me mira con sorpresa, ofendida una vez más.
—No estoy invadiendo nada. La puerta estaba abierta
—se envara.
—Eso no le da derecho a entrar —mascullo con la
mandíbula tensa por el enfado—. Sigue siendo allanamiento
de morada, señora.
—¡Allanamiento de morada! ¿Yo? —chilla con una
expresión de sorpresa y un enfado tremendos—. ¡¿Cómo te
atreves?!
El alfa y su manada
RYDER
—¿Por qué?
—Porque podrían herir los sentimientos de tu hermano,
boba.
Y lo entiendo.
—Porque tiene que tomar su propia decisión, Susie —le
explico, tratando de calmarlas a ambas—. Es una mujer
adulta independiente y yo un varón al que apenas conoce,
por muy compatibles que seamos.
Sus pequeñas garras pintadas de colores vivos, que
saca de manera inconsciente, se clavan ligeramente en mi
antebrazo.
Por mí.
Y ello me hace arder por dentro con un dolor que es
mucho peor que cualquier jodido celo.
—¿Qué hay de eso de que los omega son personas
libres e independientes y que si te dicen que te vayas a la
mierda te tienes que tirar por un puente? —inquiere Susie
con un deje de humor forzado.
Amber se echa a llorar de nuevo y aprieta mi mano con
más fuerza.
—Te quiero más que a nada, Ryder —solloza—. Y no
quiero que te mueras. ¡No quiero que te mueras!
La omega y la traición
DALIA
Estoy en la calle.
DALIA
—Hola.
Trago saliva porque noto la garganta reseca. Y no sé si
es de haber estado llorando o porque él me pone más
nerviosa de lo que nadie lo ha hecho jamás.
Él me está mirando.
Lo hace como si pudiera verme más allá de la piel: mis
miedos, que trato de ocultar de mi aroma para que no
pueda percibirlos; mi ansiedad, que sé que definitivamente
está notando porque es demasiado intensa como para que
pueda controlarla; mi agobio; mis ganas de que alguien me
abrace y me diga que todo va a ir bien, que no soy una
mala persona y que no merezco esto, aunque los vecinos y
Briana hayan decidido que sí.
DALIA
—¿Y la pequeña?
Su sonrisa se amplía un poco más cuando pone el
intermitente y sale de la autovía, metiéndose en un distrito
cuya entrada está fuertemente vigilada tras saludar a los
guardias.
—Tiene diez años y es toda una revoltosa.
—Amas mucho a tus hermanas.
Dentro de su santuario.
Rodeada de personas por las que él daría su vida para
protegerlos.
DALIA
La omega y la tentación
DALIA
—Gracias, Anne.
DALIA
Es adorable.
Lo sabía.
Y la entiendo.
Mucho más.
Sino a otra omega que, como yo, sabe muy bien lo que
está en juego.
DALIA
¿Verdad?
—Nunca he soñado con eso —añado cuando él solo se
ríe por lo bajo como si se estuviese divirtiendo horrores a
costa de mi vergüenza—. Ni lo he hecho.
Será capullo.
No es como mamá.
DALIA
Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, pero sí, ahí sigue:
enorme. Ancho y largo y con el nudo de la base
deshinchado pero definitivamente enrojecido, lo que implica
que el maldito alfa quiere anudarme.
—No.
—Capullo —replico.
DALIA
La omega y la decisión
DALIA
No puedo dormir.
La omega y la pasión
DALIA
Suelto un bufido.
—¿Mmm?
—Yo sí lo necesito.
—Me alegra oír eso —se ríe él, haciendo que deba
besar esa hermosa sonrisa porque juro que jamás he visto
una cara tan bella cuando sonríe—. Lo mismo digo.
Y él se mueve.
La omega y su pasado
DALIA
Él besa mi frente.
Es embriagador.
—Cuando tenía veintitrés años, mi madre ya no podía
más con sus celos anuales —prosigo tras reunir fuerzas,
sintiendo cómo las feromonas de ese aroma me ayudan a
calmarme—. Así que a ella y a su novio no se les ocurrió
otra cosa que usar a mi padre omega. —Me reacomodo
sobre su hombro de manera inconsciente.
—Joder…
Alzo la mirada y él me limpia las lágrimas que no me
había dado cuenta de que manchaban mis mejillas hasta
ese momento.
Él suelta un gruñido.
—No tengo intención de separarme de ti jamás.
Sonrío contra su piel.
El alfa y el amor
RYDER
No.
Es por Dalia.
Por su maldita sonrisa. Por su sentido del humor. Por su
contradictoria mezcla de timidez y arrojo. Por lo valiente que
es. Lo inteligente que es y lo amable que es con mis
hermanas, por la manera en la que le sonríe a Anne, porque
los ojos se le iluminan al mirarme y…
Oh.
Joder.
Me he enamorado de Dalia.
—Lo sé.
DALIA
—Ah… No lo sabía.
Pero no conmigo.
Por salvarla.
Me estremezco de horror.
La omega y el amor
DALIA
—Los he echado.
La omega y el evento
DALIA
—Pero…
Asiento y le sonrío.
La omega y la enemiga
DALIA
RYDER
La omega y la obsesión
DALIA
RYDER
La omega y la muerte
DALIA
La omega y la pérdida
DALIA
La omega y la propuesta
DALIA
—No lo sé.
La voz se me quiebra en la última sílaba.
La rabia me embarga.
—¡¿Y a usted qué le importa?! ¡Ni siquiera tolera a sus
propios hijos la mayor parte del tiempo! —grito sin querer
gritar, perdiendo los estribos.
La omega y el precio
DALIA
—Acepto.
DALIA
Yo incluida.
Me encojo de hombros y les sonrío.
Amber asiente.
—Los alfas siempre intentarán salvar a alguien de su
manada a toda costa —declara Amber con expresión
sombría—. Siempre. Aunque ello les cause la muerte. No
pueden evitarlo. Es parte de su genética. De su instinto
sobreprotector y posesivo.
La omega y su valentía
DALIA
La omega y la despedida
DALIA
La omega y el adiós
DALIA
—Adiós —susurra.
Y entonces, sin más, abre los brazos a ambos lados del
cuerpo y se deja caer de espaldas cerrando los párpados.
Ambas lo sabemos.
Asiento y, sin mediar palabra, la abrazo y camino para
reunirme con mi pareja.
EPÍLOGO
DALIA
FIN
SOBRE LA AUTORA
¡Ah! Y recuerda que las pequeñas autoras agradecen siempre que dejes
estrellas y/o un comentario si te ha gustado el libro para que así Amazon no
lo entierre y pueda llegar a más lectores potenciales.