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Créditos
 

Moderadora de Traducción
3lik@
 

Traductoras 
3lik@
Anamiletg
Candy27
Krispipe
Liliana
Mais
Manati5b
Mary Rhysand
NaomiiMora
Rimed
Vale
Wan_TT18
YoshiB 
 

Recopilación y Revisión
3lik@ & Mais
 

Diagramación
marapubs
Índice
 

Índice
Sinopsis
Glosario
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Próximamente
Agradecimientos de la autora 
Sinopsis
 

Algunos días parecen años, pero en el caso de Ember Brycin lo opuesto


es la verdad. Ella sólo había estado en el Otro Mundo un día o dos cuando
volvió al reino de la Tierra. Pero es tres años después en la Tierra. Em tiene
ahora 22 años. Importaría si fuera humana, pero no lo es. Es una Dae, parte
Demonio y parte Fay, con un poco de Morador Oscuro mezclado para
hacerla incluso más rara.
Ver a Seattle reconstruido sólo confirma que se ha ido tres años. Para
ella no fue hace tanto que la zona de Seattle era sólo escombros de
hormigón y muerte. Todo hecho por su mano.
Aunque una cosa no ha cambiado, es su innegable conexión con Eli
Dragen, quien es sexy, hermoso e incluso más volátil y frustrante. Pero sus
problemas van más allá de él. La Reina Seelie del Otro Mundo todavía tiene
a Mark, el padre de Em, y sus amigos Ryan y Josh como rehenes. Em tiene
que rescatarlos sin, una vez más, ser atrapada y usada como un peón que
ayude a la Reina a volver a poseer la Tierra. Al mismo tiempo, Ember está
con el agua hasta el cuello con Lars, el Rey Unseelie, después de romper su
contrato con él.
Mientras algunos secretos salen a la luz, otros parecen ser incluso más
enigmáticos. La única verdad que Ember sabe es que todos están guardando
secretos. Cuando el pasado de Eli es relevado, Em entiende claramente por
qué actúa como actúa y lo mucho que sus vidas están entrelazadas. Pero
también sabe que Eli está ocultando algo, algo que podría cambiar su
relación para siempre.
Em continúa lidiando con sus sentimientos por Torin y su propio secreto
que le está reteniendo a Kennedy. Cuando la tensión de la guerra
incrementa entre los Seelie y Unseelie (Luz y Oscuridad), la tensión en el
terreno de los Moradores Oscuros aumenta incuso más cuando se preparan
para obtener la espada sin importar el precio. Pero, ¿es Ember la respuesta a
la localización de la espada? ¿Es ella la que cumpla la profecía? Como es
usual, nada es nunca lo que parece.
Dwellers of Darkness - Darkness #3
 

Para mis fans. Ustedes han hecho esto posible.


Glosario
A GHRA: En gaélico: mi amor.
BITSEACH: En gaélico: zorra.
BROWNIES:  Pequeñas Hadas trabajadoras que habitan en casa o
almacenes. Son raramente vistos y podrían hacer la limpieza y las cosas de
la casa a la noche.
CAMINANTE DE SUEÑOS:  Tiene la habilidad de ponerse en un
lugar que está sucediendo en la vida real o en tiempo real. Pero no se puede
ver o interactuar con la gente mientras se camina en sueños. Eres un
fantasma para ellos.
CIACH ORT: En irlandés: maldita sea.
CINAED/CIONAODH: En irlandés: nacido/a del fuego.
CONJURO: encanto o hechizo creado usando palabras.
DAE:  Seres con sangre de hada pura y de demonio. Sus poderes y
características físicas representan a los dos linajes. Los hijos de hadas y
demonios son extremadamente poderosos. Son temidos y considerados
abominaciones, fueron asesinados al nacer por la Reina Seelie durante
siglos.
DAMNU’ ORT: En irlandés: maldito.
DEMONIO:  Un grupo extenso de seres poderosos y, usualmente,
malévolos. Viven de las fuerzas vitales de los humanos, ganadas por el
sexo, el libertinaje, la corrupción, la codicia, los sueños, la energía y la
muerte. Viven en la Tierra, haciéndose pasar por animales o humanos;
siendo su revestimiento exterior su mejor arma para seducir u obtener su
presa.
DRAOIDH: Otro término para Druida.
DROCHRATH AIR: En gaélico: Maldición o Maldito/a seas.
DRUIDA: Importantes personajes en la Antigua Cultura Celta. Tenían
los puestos de consejeros, jueces y profesores. Tanto de género femenino
como masculino, y son magos y videntes que tienen la capacidad de
manipular el tiempo, el espacio y la materia. Son los únicos seres humanos
capaces de vivir en el Otro Mundo y pueden vivir durante siglos.
DUENDES: Criaturas bajas y feas. Pueden ser muy malhumorados y
gruñones. Son codiciosos y se sienten atraídos por monedas y objetos
brillantes. Se llevarán cualquier cosa que dejes en el suelo.
ESCENA ORINICA:  Es llevar a alguien a un sueño, por lo general
sólo a otra Hada. Pero debido a la sangre que comparten, Ember puede
llevar a Eli a la suya. Ella puede interactuar plenamente con la persona. Se
siente tan real como cuando estás despierto.
FAE: Amplio grupo de seres mágicos que se originó en el reino de la
Tierra y emigró al Otro Mundo cuando las guerras humanas comenzaron a
tomar sus tierras. Pueden ser tanto dulces y juguetones como escalofriantes
y peligrosos. Todos ellos poseen el don del glamour (poder de la ilusión) y
algunos tienen la capacidad de cambiar de forma.
GABH SUAS ORT FHÉIN: En gaélico: Vete a la mierda.
GLAMOUR: Ilusión creada por las hadas para camuflarse, distraer o
cambiar la apariencia.
GNOMOS: Pequeñas criaturas parecidas a los humanos que viven bajo
tierra. Hay de diferentes tipos: gnomos de bosque, gnomos de jardín y
gnomos de casa. Son territoriales y traviesos y no les gustan los humanos
particularmente.
HADA (FAY):  Selecto grupo de élite de los fae. Las hadas de la
nobleza de sangre pura se erigen como la corte judicial conocida como el
Seelie de Tuatha De Danann. Tienen tamaño humano y podrían ser
confundidos por humanos si no fuera por su belleza antinatural. Una de sus
debilidades es el hierro, ya que es venenoso para los fey / fae y puede
matarlos si hay demasiado en su sistema. Vea también "Fae" por encima.
INCUBUS:  Macho. Seduce humanos, absorbiendo su fuerza vital a
través del sexo.
KELPIE: Un espíritu del agua del folklore escocés que, por lo general,
toma la forma de un caballo. Tiene la reputación de deleitarse con el
ahogamiento de los viajeros.
MAC AN DONAIS: En gaélico: maldición; literalmente significa hijo
de la recesión.
MO CHROI: En gaélico: mi amor.
MO CHUISLE MO CHROI: Frase cariñosa en irlandés que significa
pulso de mi corazón. También puede significar mi amor o cariño.
MO CHUISLE: En gaélico: mi latido.
MO SHIORGHRA: En gaélico: amor eterno.
MORADOR OSCURO:  Mercenario autónomo del Otro Mundo. El
único grupo del Otro Mundo que no está ni bajo el mandato de la Reina
Seelie ni del Rey Unseelie. Fueron exiliados a la Tierra por la Reina.
NI CEART GO CUR LE CHEILE:  En gaélico: No hay fuerza sin
unidad.
NINJUITSU, PANKRATION O BATAIREACHT:  Formas de artes
marciales. Bataireacht es pelear con palos irlandeses.
OTRO MUNDO: Otro reino fuera del reino de la tierra.
PÁISTE GRÉINE: En gaélico: hijo nacido fuera del matrimonio.
PIROQUINESIS: La capacidad prender fuego a objetos o personas a
través de la concentración de la energía psíquica.
PIXIE: Estas hadas de quince centímetros son criaturas traviesas que
disfrutan con la práctica de bromas. Son violentas y leales y tienen una alta
“alergia” al zumo de enebro.
POOKA/PHOOKA/PHOUKA:  Duende en irlandés. Son cambiantes
de forma que, usualmente, toman la apariencia de una cabra.
RAICLEACH: En irlandés: zorra, mujer fácil.
‘S MAGADH FÚM ATÁ TÚ: Estás bromeando.
SEELIE: El tribunal "de Luz" de los Tuatha De Danaan que significa
"bendecido". Este tribunal se compone de todos/as los/as hadas y fae nobles
(puros). Tienen poderes que pueden usarse para el bien o para el mal, pero
son considerados como más honrados que los Unseelie. Sin embargo, "luz"
no significa necesariamente "bueno".
SHEFRO: Un tipo de hada macho.
SHURIKEN: Armas tradicionales japonesas sostenidas con las manos,
ocultas, que son generalmente lanzadas.
SIDHE: Otro nombre para la gente fae de Tuatha De Danann.
SIONNACH: En gaélico: zorra.
STRIAPACH: En gaélico: puta.
STRIGOI: “Caníbal” del mundo de los Fae. Consume la carne de los
otros Fae para ganar sus poderes. A veces comerá humanos, pero prefiere
Fae.
TECNOQUINESIS: La capacidad de mover un objeto con el poder de
los pensamientos de uno mismo.
TÉIGH TRASNA ORT FÉIN: Palabrota en gaélico con el significado
aproximado de Que te jodan.
TELEQUINESIS: Poder de mover algo con la mente y sin utilizar la
fuerza física.
TUATHA DE DANANN (o DANAAN): Raza de gente en la mitología
irlandesa. Son los primeros Fae/Hadas.
UNSEELIE: Las hadas "oscuras" de los Tuatha De Danaan. Éstas son
consideradas los no-puros o rebeldes del Otro Mundo y no siguen los
caminos de los Seelie. Son de hábitos nocturnos y tienen poderes con
intensiones más inmorales. También pueden utilizar su capa exterior para
seducir o ganar a sus presas; sin embargo, "oscuro" no significa
necesariamente "malo."
WARDS: Un hechizo mágico y poderoso fundamentalmente usado para
defender una zona y se supone que impide a los enemigos pasar a través.
Para mis fans. Ustedes hicieron esto posible.
Capítulo 1
Traducido por 3lik@
 

Algunos días pueden parecer años. En mi caso, todo lo contrario era


cierto. Solo había estado en el Otro Mundo por lo que parecieron unos días,
pero regresé al reino de la Tierra con tres años más encima. La edad no se
aplica realmente cuando puedes vivir miles de años. Si fuera humana, hoy
tendría veintidós años.
No soy. Humana.
La ciudad reconstruida de Seattle brillaba bajo y solo cimentó el hecho
de que realmente había estado ausente tanto tiempo. Mi última visión de
Seattle fue de montones de hormigón y muerte. Todo por mi culpa.
—No. Esto no puede ser. No es posible. —La voz de Kennedy se
estremeció, interrumpiendo mis pensamientos.
—Bueno, lo es. —Eli sonó indiferente.
Me volví para mirarlo. Todo sobre su comportamiento era amenazador y
cruel. Parecía incluso más grande que su estatura de 1.94 cm, y parecía
estar listo para atacar. Sus ojos verdes eran agudos y amenazantes mientras
observaba todos mis movimientos. Era más un Morador Oscuro que el
chico con el que había estado hace unos pocos días.
—¿Cómo llegaste tan rápido?
Sus ojos insensibles se aferraron a los míos.
—Estaba casualmente en el vecindario.
—¿En el vecindario? Estamos a más de una hora y media de Olympia,
en el medio del bosque.
El fuerte olor a pino se adhirió en el interior de mi nariz. El sol ardiente
se abrió paso entre las ramas, filtrándose en mi cara. Cuando me fui, había
sido casi invierno. Ahora, el aire estaba caliente, provocando hilo un de
sudor que se deslizaba por mi espalda.
Normalmente la naturaleza me relajaba. Eli no estaba ayudando.
Sus hombros se hincharon; su cabeza se inclinó hacia abajo.
—Como dije... en el área.
Forcé a bajar el acido nervioso que se hacía bolita en mi garganta. Tener
su sangre era como una llama en mis venas. Revivía cuando él estaba cerca.
Era aún más fuerte para él. Podría rastrearme a cualquier parte.
—¿C-cómo es esto posible? —Kennedy miró la reconstruida ciudad
abajo, una mano temblorosa en su estómago.
Por supuesto, me sorprendió la evolución de Seattle, pero había sabido
un poco más sobre el Otro Mundo: cómo el tiempo se movía de forma
diferente allí. En los últimos dos meses, o años si el tiempo de la Tierra
contaba, aprendí a adaptarme rápidamente a la vida surrealista en la que me
sumergí. Mi supervivencia dependía de eso.
A pesar de que Kennedy había sido prisionera de la Reina Aneira y se le
había dado información sobre el mundo Fae, sabía que era diferente
experimentarlo. Ella era una persona de hechos y podía soportar que le
dijeran cosas, absorbiendo las realidades, pero vivirlo no era lo mismo.
—Fuiste prisionera de una Hada, rodeada de magia, y me preguntas
¿cómo? —le espetó Eli.
—Oye. Dale un descanso. Algunos de nosotros no fuimos criados
sabiendo sobre esto. —Mis ojos se estrecharon. Eli nunca había sido
conocido como un chico agradable, ni siquiera cerca, pero esto era inusual.
Su furia e irritación ondeaban de él, muriendo por ser invocados.
—Bueno, tendrá que aprender rápido. —El tono de Eli insinuaba lo que
ambos sabíamos sobre Kennedy. Lo que ella ni siquiera sabía de sí misma,
de lo que realmente era. Mi cabeza se sacudió ligeramente en advertencia.
Entrecerré los ojos para transmitir: aún no.
Eli se echó hacia atrás y miró hacia otro lado. La ira ardía en sus ojos.
Incluso cuando era un idiota, era un espectáculo para la vista. El pelo
castaño claro hasta los hombros de Eli había sido rasurado. Parecía
amenazante con sus tatuajes y la cicatriz que le cortaba la línea de la
mandíbula. Sus penetrantes ojos verdes estaban llenos de furia ardiente.
Pero, maldita sea, aún era tan condenadamente sexy que dolía mirarlo. Fue
aún más doloroso recordar lo que pasó entre nosotros solo unos días antes.
Bueno, unos días para mí. Donde habían estado sus labios y manos. Cómo
se sentía profundamente dentro de mí. Cómo su mirada había vagado
codiciosamente sobre mi cuerpo. Ahora solo me miraban con desprecio.
—Kennedy, sé que esto debe ser muy difícil de asimilar. —Mi madre se
acercó a ella y le tocó el hombro. Su cabello castaño oscuro le caía
lánguidamente por la espalda. Estaba exhausta y enferma después de años
de tortura, pero sus ojos eran tan hermosos como lo recordaba. Un profundo
color óxido, que brillaba a la luz del sol.
Kennedy negó con la cabeza.
—Pero mi familia... por lo que deben estar pasando... —se interrumpió.
Su pequeño cuerpo tembló.
—Lo sé, cariño. —La voz de mi madre era tranquilizadora.
Estaba yendo hacía Kennedy cuando escuché un estallido de energía.
Dos diminutas criaturas aladas navegaron por el espacio, una puerta del
Otro Mundo, y casi se estrellaron contra la cabeza de Eli.
—Oooohhh, ¿freciosa señora? —Escuché a Cal mascullar antes de que
Simmons hablara sobre él. Cal estaba en su chaqueta pirata con su espada
de bastón colgando en el aire.
—¡Mi señora! Ellos están viniendo. Los soldados se están acercando. —
Simmons estaba vestido con un traje de piloto de combate de los años 60,
que había robado de un muñeco Ken.
—¿Qué? Mis hombros se tensaron.
—Soooldados... bla bla... viniiiiiendo. —Cal hizo un hipo—. Lo queee
éeel diiice.
—Tratamos de desviarlos a otro portal, pero se separaron y algunos se
dirigen hacia este lado. —El ceño fruncido de Simmons reflejó la decepción
que sentía consigo mismo—. Lo siento mucho, mi señora. Te fallé.
El grupo se quedó quieto, sobresaltados, a excepción de Cal, que tejía
borracho en el aire.
—Muévanse. Tengo un coche cuesta abajo. —Eli hizo un gesto para que
todos comenzaran a correr.
Empujé a Kennedy para que siguiera a Eli y Jared y luego volteé a mi
madre.
—Vamos.
Mamá apretó la mandíbula y negó con la cabeza.
—Ember, no iremos con los Moradores Oscuros. Son asesinos a sueldo.
No sabes lo que han hecho. Son incluso más peligrosos que los soldados.
—Mamá, realmente no tenemos tiempo para esto, pero créeme cuando
digo que no lo son.
Simmons se relajó, cerca de mi oreja.
—Mi señora, realmente necesitamos que te retires.
Agarré sus manos.
—Mamá por favor. Cualquier problema que tengas con ellos solo tendrá
que esperar hasta estemos a salvo.
—Ember, están más allá de lo peligroso.
—¿No crees que lo sé? Pero no importa; Soy uno de ellos ahora.
Ella ignoró lo que dije y respondió:
—No te atrevas a decir tal cosa. Tú no eres como esos asesinos.
El aire crepitó y al menos una docena de hombres de la Reina salieron
por la puerta del reino.
—Ve —grité.
A la vista de más y más soldados que venían hacia nosotros con las
espadas en alto, la terca naturaleza de mi madre cedió y ella corrió
conmigo. Sus piernas apenas podían mantener el ritmo. Desde que estuvo
encerrada en el calabozo de Aneira, su pequeño cuerpo, una vez fuerte se
volvió flaco y débil.
El bloque sólido de soldados avanzó hacia nosotros. Miré por encima
del hombro y me fijé en el primer frente unido. Aproveché mis poderes, y
con un empujón de mi mente, algunos de los hombres volaron como cascos
de dominó contra los que estaban detrás de ellos. Solo los detendría por un
momento. Teníamos que movernos más rápido.
—Eli —grité.
Él dio media vuelta.
Ayuda. Mi expresión debe haberle transmitido lo que necesitaba porque,
sin decir una palabra, corrió hacia mí, recogió a mi madre y se fue.
—Tráiganla —gritó un soldado de cabello oscuro que me señalaba,
mientras más hombres salían por la entrada.
Mientras corría detrás del grupo, mi cerebro evaluó rápidamente la
situación, tal vez debido a mi parte Morador Oscuro o al entrenamiento de
Alki. Me buscaban porque solo a mí realmente le importaba la Reina. Si me
separaba de ellos, mis amigos y mi madre tendrían más posibilidades de
escapar. Mis poderes por sí solos no serían suficientes para detener a los
soldados. Ya podía sentir los músculos de mis piernas esforzándose por
seguir corriendo. Mi cuerpo estaba demasiado agotado para poder luchar
contra todos. Escapar era mi única opción.
Sin necesidad de pensarlo un segundo, pivoteé, rompiendo el camino
principal hacia otro. Una pared de árboles colosales y follaje espeso denso
me mantuvo en el camino de grava delgada. Inmediatamente, oí gritar a las
tropas de la reina. Como esperaba, la mayoría cambió de dirección para
seguirme. Sus instrucciones fueron capturarme a toda costa.
—Por los saltos juníperos, ¿q-qué estaaás haciendo? —El metabolismo
de colibrí de Cal estaba quemando cualquier licor que hubiera consumido,
pero aún se desvió cuando voló cerca de mi cabeza.
—Alejándolos de mis amigos —siseé entre dientes—. ¿No tienes más
de lo que los hizo dormir?
—Uh... no... no creo que lo necesitemos más. Entonces... como que me
lo bebí.
Ah.
—Mi señora, ¿qué te gustaría que hagamos? —Simmons pasó
zumbando alrededor de un árbol.
Los hombres de la Reina estaban tan cerca que podía sentir las
vibraciones de sus gritos trepando por mi columna vertebral. Tenía que salir
de este camino; era demasiado fácil de seguir. Los empinados barrancos
estaban cubiertos de maleza, suelos inestables y rocas. Me detuve, mirando
hacia abajo.
—Oh no. ¿Estás loca, niñita? —exclamó Cal mientras se lanzaba por mi
oreja.
Ignoré el insulto alcohólico de Cal.
—Simmons, por favor ve a ayudar a los demás. Asegúrate de que salgan
de aquí de manera segura. Diles lo que necesites para que se vayan.
—No, mi señora. No podemos dejarte aquí.
Cal de repente se puso serio.
—Simmons, haz lo que te dice la señora. No cuestionas sus órdenes Me
quedaré con ella. Ella estará bien, lo prometo.
Simmons suspiró, pero se despidió y se lanzó a través de los árboles. Mi
pecho estalló de alivio porque Cal no se iba. Simmons siempre fue bueno
tenerlo a tu lado; él seguiría órdenes. Pero Cal transmitía una lealtad feroz
una vez que te dejaba entrar. Lucharía hasta la muerte por ti y no seguiría
las reglas al hacerlo.
—¡Tú! ¡Detente! —Una voz resonó detrás de mí.
Después de otra mirada de pánico al barranco traicionero, dejé escapar
un pequeño gemido.
—Bueno, piensa en ello de esta manera, en realidad no morirás en este
reino. —Cal zumbó en mi periferia.
Eso no era completamente cierto. Una ventaja de ser Fae era la
dificultad de morir en la Tierra. La muerte aquí consistía en fuego,
decapitación o recibir disparos con balas de hierro, pero no por
enfermedades, accidentes o causas naturales. Las armas fabricadas en el
Otro Mundo también podrían matarnos aquí. Dos veces al año éramos aún
más vulnerables: Samhain, conocido como Halloween y Beltaine, el primero
de mayo. Ambas eran cuando nuestros mundos se desangraron y nos
expusieron a todo tipo de riesgos. Gracias a Dios que este no era uno de
esos momentos.
—Gracias, Cal —repliqué—. Pero no planeo ser lastimada. —Me
enfoqué en mis poderes. Si podía mover personas y objetos con mi mente,
¿por qué no podría hacerlo conmigo?
—Mm... Ember... tus poderes no…
—Te veo en la cima.
Tomé una respiración profunda y me arrojé a la quebrada,
concentrándome en las imágenes de mi cuerpo flotando. La primera vez que
golpeé el suelo, los huesos crujieron y me quitaron el aliento. Doblé la
cabeza y di un salto mortal, volteé, rodé y me precipité cuesta abajo. Había
tanto dolor que no podía descifrar entre golpear un arbusto o la base de un
árbol. Mi cuerpo tomó velocidad, así que volé por el aire y reboté en el
suelo en intervalos. Estoy segura de que grité, pero ni siquiera podía
recordar abrir la boca.
Parecieron eones antes de detenerse en el fondo. Continué cayendo allí;
mi cuerpo estaba demasiado conmocionado para moverse. ¿Por qué mis
poderes no funcionaron?
Escuché gritos distantes sobre mí. Los soldados seguían en la cima de la
colina.
—Te daré un 8.5. Tu aterrizaje carecía de llamas. —Cal revoloteó hacia
mi pecho.
Un gemido rompió mis dientes. Todavía entumecida, el dolor aún no me
había alcanzado del todo. No estaba deseándolo cuando lo hice.
—Traté de detenerte antes de que hicieras algo tonto. Demasiado tarde.
La próxima vez que quieras tirarte a un barranco, debes saber que tus
poderes nunca funcionan en ti misma.
Gruñí en respuesta, que era mi forma de decir: Es bueno saberlo.
Nota: descubre si tus poderes funcionan en ti misma antes de ejecutar
un plan.
—Probablemente sea lo último que quieras hacer, niñita, pero este es el
momento perfecto para alejarte de ellos. Todavía están holgazaneando allá
arriba, indecisos sobre qué hacer a continuación.
Parpadeé un par de veces, me obligué a asentir. Quería quedarme allí y
dejar que la tierra me sane, empaparme de su energía. Sin embargo, el
tiempo era crítico y no podía darme el lujo de dudar. Otro gruñido rompió
en mis labios mientras me levantaba. Mis costillas me apuñalaron, causando
agonía. Sin duda, había algunas quebradas. El resto estaba fracturado o
magullado, junto con mis muñecas y tobillos.
Increíble. Un buen día hasta ahora.
Cal se cernió sobre mí mientras me ponía de pie. Tiró de mi camisa,
tirando de mí hacia adelante.
Trabajando a través del dolor, mis piernas avanzaron lentamente, y dejé
que Cal me guiara a través del barranco. Sentí que la sangre corría por mi
rostro y sabía que me cubría. Casi cada pulgada expuesta de mi piel estaba
sangrando, y crecientes hematomas llenaban los espacios. Mi cerebro se
sentía como si hubiera estado en uno de esos centrifugadores de ensalada.
La agonía de mis heridas me hizo tropezar y gruñir a través del denso
bosque. Perdimos a los soldados, pero con la Reina detrás de mí, nunca
estaría realmente a salvo hasta que estuviera en el terreno de los Moradores
Oscuros.
—Tienes que seguir adelante. Puede que los hayamos perdido por ahora,
pero no se darán por vencidos fácilmente. Hará que alguien te rastree. —
Cal empujó su cabeza contra mi espalda, golpeándome para continuar.
Odiaba ser débil, pero el dolor punzante me quitaba todo. Me tambaleé
hacia adelante, cayendo al suelo. Esta vez sabía que no podía levantarme.
La voz de Cal zumbaba en mi oído, pero ya no pude entenderlo. Mis manos
apretujaron la tierra, queriendo que me tragara y me quitara la agonía. Su
energía comenzaba a gotear en mis venas, pero no tenía tiempo para que la
tierra me inyectara la cantidad necesaria para sanarme.
—¿Ember? —Mi nombre se movió a través del aire de la tarde,
pinchándome la oreja—. Brycin, ¿dónde estás?
Esa voz era tan familiar para mí como la mía. Gemí.
—¡Aquí! —gritó Cal, su pequeña voz apenas aguantando.
No podía moverme ni responder y esperaba que Cal llevara a Eli a mí.
Debo haberme quedado dormida porque lo siguiente que sentí fueron las
fuertes manos de Eli sobre mí, dándome la vuelta.
—¿Qué diablos pasó? —demandó Eli.
Mis párpados se estrecharon hasta que desapareció de nuevo.
—Oye, Brycin. Quédate conmigo. —Golpeó sus dedos con fuerza
contra mi mejilla. Forcé a mis ojos abrirse ligeramente—. Ahora dime, ¿qué
diablos pasó? —Se volvió hacia Cal.
—No me mires. Ella como que se arrojó por un barranco. Pensé que era
un fetiche morboso que disfrutaba.
Eli se frotó la cabeza afeitada con irritación.
—Ella está llena de eso. Ha estado mascullando tonterías sobre monos
voladores y una merienda con un lirón. No tengo idea de qué demonios está
parloteando. —Los pies de Cal me cosquillearon en el brazo cuando
aterrizó.
La mano de Eli se dirigió a mi rostro, frotando la sangre seca de mis
ojos. Me levantó como un bebé, y me acurruqué contra su pecho, dejando
que la protección de su cuerpo me calmara y me consolara.
Me dormí y seguí el ritmo oscilante de sus pasos mientras nos sacaba
del bosque. Su voz llegó a mi oído:
—Menos mal que todavía puedo sentirte.
Pensé que sus labios tocaban mi coronilla, pero volví a dormir,
confundida en cuanto a lo que era real y lo que no.
Capítulo 2
Traducido por Candy27
 

Cuando abrí los ojos, hojas se mecían suavemente sobre mi cabeza.


Pensé que estaba soñando hasta que el dolor que palpitó arriba y abajo por
mi cuerpo me hizo claro que estaba despierta. Las plantas se habían
envuelto a sí mismas alrededor de mis piernas y brazos, manteniendo un
agarre firme sobre mí mientras donaban su vitalidad.
—Pensé que eso sería mejor que ponerte en una cama de enfermería —
el tono duro de Eli se metió a presión en mí.
Giré la única parte de mí que no estaba fijada al suelo: mi cabeza. Él se
sentó junto a un árbol no demasiado lejos.
—Sé que estás mejor aquí fuera. —Los ojos de Eli estaban apretados
mientras miraba fijamente más allá de mí—. Sanarás más rápido estando
alrededor de plantas y árboles. —Sus palabras no concordaban con su tono
brusco, cada sílaba entrecortada y disparada hacia mí como una acusación
—. Aunque, Owen está salivando por tenerte de vuelta. Su pequeño mono
de laboratorio ha vuelto.
Eso no me sorprendió. Owen era el facultativo médico del clan. Prefería
la sanación y la ciencia a matar. No solo era el único Dae viviente, sino que
mi ADN ahora era parte Morador Oscuro, era un sueño de investigación
para él.
Con cada palabra que Eli decía, mis defensas se levantaron, sintiendo la
necesidad de protección.
—Sí, gracias. —Rígidamente mi cuerpo se levantó hacia una posición
sentada, las plantas anulando su agarre—. Burbuja, al mono de laboratorio
le gustaría un plátano.
Fríos ojos verdes iluminaron los míos.
—¿Qué? El potasio ayuda cuando estás intentando sanar. Un plátano
realmente suena bien.
Sus párpados solo se entrecerraron.
—Supongo que alguien perdió su sentido del humor en los últimos tres
años.
Mis ojos no estaban preparados para el rápido movimiento y apenas
captó lo rápido que se levantó y voló hacia mí. Me encogí y miré hacia otro
lado, preparándome para su ataque. Dos segundos después me di cuenta de
que nada había pasado. Abrí los ojos y me di la vuelta para mirar hacia su
descomunal cuerpo de pie sobre mí. La ira hacía temblar sus tensos
músculos, flexionados y sacudiéndose bajo su piel. Sus ojos estaban de un
verde tan brillante que casi eran de neón.
—No tienes ni idea de por lo que he pasado estos últimos años —exhaló
pesadamente—, mientras estuviste fuera con tu novio… —se fue apagando,
caminando lejos de mí, resopló por la nariz—. Todavía apestas a sexo. A
mí.
Me sonrojé. ¿Todavía podía olerse a sí mismo en mí? Humillada,
empujé mi chaqueta más apretada a mi alrededor.
—Lo siento, ha sido un poco duro darme una ducha cuando estaba
encerrada en los calabozos de la reina. Además, solo me doy una ducha
cada cuatro años, no tres.
Las pupilas de sus ojos se estiraron, y su nariz destelló.
—No me empujes ahora mismo. Mi paciencia es extremadamente
escasa.
—Espera. ¿Estás enfadado conmigo? ¿Estás bromeando? —rugí,
haciendo un gesto de dolor mientras intentaba levantarme. Mis costillas
todavía dolían ferozmente—. ¿Cómo te atreves a estar enfadado conmigo
cuando fuiste tú el que tuvo sexo conmigo y después me dijo que mató a mi
madre? ¿Por qué dirías eso? ¿Qué tipo de persona hace una cosa tan
horrible?
Como una roca, su pesada presencia se cernía sobre mí:
—Una persona como yo supongo.
Empujando mis emociones hacia atrás, di un empujón a su pecho.
—Estás enfermo.
—Nunca he negado eso. —Sus grandes manos se envolvieron
fácilmente alrededor de mis muñecas.
—¿Por qué? —Mis palabras apenas salieron—. ¿Por qué mi tatuaje me
advertiría contra ti, y Lorcan, si no la mataste? ¿Mentiste acerca de eso
también? Dime qué relación tienes con mi madre. — Ni pude parar mi
diatriba—. Tu toque nunca fue tan doloroso como la de Lorcan, pero ahora
casi se ha ido. Por favor. ¿Qué está pasando?
Él dejó caer mis brazos, frotando su cara de forma ausente.
—Brycin. —Restregó su cara más fuerte—. Necesi…
—¿Ember? —Otra voz le cortó. Mi madre salió de entre los árboles.
Tenía círculos oscuros bajo los ojos y cortes por todos lados. Sus ropas
estaban rasgadas y sucias—. ¿Estás bien? —Sus ojos y su tono eran
afilados. Podía decir que estaba más preocupada del efecto de Eli en mí que
en mis heridas.
—Sí, mamá, estoy bien. —Me eché hacia atrás lejos de Eli.
Ella dio un leve asentimiento, pero sus ojos lanzaron miradas
sospechosas entre Eli y yo.
—Quería comprobarte. —Caminó más cerca de mi lado—. También, los
Moradores Oscuros estaban ansiosos de reunirse cuando te levantaras.
Asentí y me giré para irme cuando me di cuenta de que nadie me seguía.
—¿Chicos, vienen?
—Dame un momento, me gustaría hablar a solas con Elighan. —Su
cortante mirada nunca dejó a Eli completamente.
Uh-oh. Esto no puede ser bueno.
Eli no se encogió, pero cruzó los brazos y puso los ojos en blanco. La
hostilidad entre ellos era profunda, especialmente al lado de mi madre. Eli
había mentido acerca de matarla, pero, ¿por qué? Necesitaba saber qué en el
infierno estaba pasando.
Dudé, mi mirada escrutadora entre ellos dos.
—¿Como ustedes dos se conocen? ¿Qué pasó entre ustedes dos?
La atención de mi madre finalmente se volvió hacia mí:
—Ember, este ciertamente no es el momento.
—¿Cuándo es el momento? —Saqué mis brazos en pregunta—. ¿Por
qué nadie simplemente me dice la verdad por una vez?
—Ember. —El tono de mi madre llegó al escalofriante nivel que
recordaba de cuando se enfadaba conmigo—. Este no es el momento ni el
lugar. Por favor, dame un momento a solas con Elighan.
Empecé a obedecer, pero me detuve a mí misma. ¿Cómo lo hacía? Ella
tenía el poder definitivo de convertirme instantáneamente en una niña de
cinco años de nuevo. Mi madre nunca necesitó usar un glamour en mí.
Todo lo que tenía que hacer era darme esa mirada de decepción y
desaprobación con los ojos entrecerrados y la mandíbula apretada, y estaba
acabada.
Pisoteé lejos con un resoplido. Aunque era muy adolescente de mi parte,
técnicamente, ya no era más una adolescente al menos aquí en la tierra.
Cuando casi estuvieron fuera de la vista, me giré, no podía escucharlos,
pero estaba claro que estaban discutiendo, gesticulando con la mano y con
sus caras apretadas por la seriedad. Lo que fuera, lo iba a descubrir,
eventualmente.
Entrando en la casa del rancho se sintió familiar incluso a pesar de que
había sido seis meses para mí y alrededor de tres años para ellos. Todo
parecía y olía igual.
—Ember. —Kennedy saltó del sofá. La fuerza de sus brazos alrededor
de mí casi hizo que cayera sobre mi trasero—. Estás bien. Estaba tan
preocupada por ti.
—Estoy bien. Como sabes ahora, no soy tan fácil de tirar. —Reí.
—Sí. —Se echó hacia atrás, frunciendo el ceño—. Acerca de eso… una
parte de mí realmente quería matarte. Los meses de agonía en los que nos
pusiste a mí y a Ryan. Cuando desapareciste de la fiesta… —Miró lejos,
parpadeando—. Nos culpamos a nosotros mismos.
—Lo siento.
—Entendí que la mayoría de ello estaba fuera de tu control, y que
sentiste que nos estabas protegiendo, pero nunca lo hagas de nuevo.
Miré mis pies, sintiéndome como un cachorro regañado.
—No lo prometo.
—Hablaremos más tarde.
No hubo pregunta en esa declaración, y asentí en respuesta. Kennedy
era de huesos pequeños y solo unos centímetros más alta del 1,50 cm. Tenía
un pelo largo, marrón y sedoso y ojos marrones normalmente rodeados por
lentes. Ken era también la dulce en nuestro grupo. Ella me dejaba a mí y a
Ryan competir por la dominancia, pero era realmente nuestra líder. Con una
palabra o mirada podía silenciarnos.
—Ember, me alegro de que estés despierta. —Cole caminó delante de
mí desde la cocina, su barba incipiente había crecido a una barba completa.
Todos estos chicos eran tan malditamente sexis que estaba mal—. Y viva.
—El resto de los Moradores Oscuros se reunieron detrás de él.
—Hola, chicos.
A pesar de todos los problemas y las complejas relaciones que tenía con
el grupo, una parte de mí luchaba con el deseo de correr hacia ellos y
abrazarlos. Era consciente de que realmente les había echado de menos, lo
que generaba una emoción incómoda en mi. Había esperado que el
sentimiento que tuve cuando vi a West fuera una casualidad, el sentimiento
de que eran mi familia. Mierda, no lo eran.
—¿Dónde está Eli? —Gabby escudriñó la habitación.
—Está fuera hablando con mi madre.
Cole asintió, y su cara se tensó con un ceño fruncido.
—Tenemos que empezar sin ellos.
—La reina tiene a West —solté. No había una buena manera de decirlo.
Preferiría arrancar la venda y acabar con ello. Pero nadie mostró la sorpresa
que estaba esperando.
Cole balanceó su cabeza de nuevo mientras la furia golpeaba sus ojos
color avellana.
—Jared nos dijo que lo viste en el calabozo, y Lorcan fue el que se lo
entregó a ella. —Frotó su barbilla duramente—. Le hemos estado buscando
casi tres años. Normalmente podemos sentirnos los unos a los otros, como
Eli puede hacer contigo. Nuestra conciencia de West desapareció seis meses
antes de que tú desaparecieras. Pensamos que Lorcan lo mató. —Sus puños
se tensaron cuando se apretaron juntos, chascando sus nudillos—. Hemos
aprendido por ti y por West que nuestros vínculos se rompen cuando vas al
Otro Mundo. Nunca tuvimos ninguna razón para descubrirlo antes de eso.
Estuvimos en el Otro Mundo hasta que todos fuimos expulsados. Después
no pudimos ir entre los mundos. Porque regresaste, somos conscientes de
ese fallo.
—Intenté sacarlo. Odié dejarlo allí, pero tenía un collar con pinchos
alrededor de su garganta. Estoy segura de que estaba encantado. Le prometí
que volvería a por él… a por él y a por mi padre, Ryan y Josh. Me mató
irme sin ellos.
—Lo sé, Ember, pero era lo único que podías hacer. No te preocupes; no
abandonaremos a uno de los nuestros. —Los labios de Cole se estiraron
hacia una leve sonrisa—. Para bien o para mal eres uno de nosotros ahora, y
junto con West, tus amigos y familiares no serán dejados atrás. Los
sacaremos.
—Gracias. —Sus palabras significaban más para mí que nada, tenía
ayuda ahora. Sería capaz de recuperarlos.
Movió su cabeza y su largo y abundante pelo cayó sobre sus ojos.
Owen, Cole y Jared todos tenían el mismo color de ojos y pelo, y el
parecido con su familia era fuerte. Cole se giró para dirigirse a nosotros.
—Toma asiento. Tenemos mucho que discutir.
Mientras las personas se movían y se instalaban en el salón, los olores
familiares, los atestados sofás de cueros, y el sentimiento de hogar me
invadió. Me hacía querer acurrucarme en el sofá y dormir, sintiéndome
protegida y segura.
Cooper se dirigió hacia mí.
—Oye.
—Oye, Coop. Es bueno verte.
—Sí, lo mismo digo. Aunque ha sido más tiempo para mí que para ti.
—Eso me han dicho.
Gabby caminó hacia mí del otro lado. Su pelo negro teñido había
crecido hasta su barbilla. El final parecía como si lo hubiera hundido en
pintura fluorescente verde.
—Nunca pensé que diría esto, pero realmente me alegro de tenerte de
vuelta.
Mis cejas golpearon la línea de mi pelo.
—Lo sé, también me sorprendió. Las cosas no han sido agradables por
aquí los últimos tres años.
—Eso diciéndolo suavemente. —Cooper resopló—. El capullo me debe
una nueva motocicleta.
—¿Qué pasó? —Eché un vistazo de Cooper a Gabby.
—Eli es un gilipollas en la mejor de las ocasiones.
—Sí, Gab, y tú son tan dulces —les pinché.
Ella puso sus ojos en blanco.
—Puede que sea una zorra, pero comparado con tu chico…
Mis dientes se apretaron.
—Él no es mi chico.
Ambos Cooper y Gabby se rieron a carcajadas.
—Mira, nunca he declarado ser tu mayor fan, pero si puedes conseguir
que Eli esté un poco más soportable, te montaré un jodido desfile. —Gabby
cruzó sus delgados y tonificados brazos.
Levanté las manos.
—Son Moradores Oscuros. Ser gilipollas es un rasgo de la personalidad
heredado. ¿Qué tan malo pudo haber sido?
Cooper peinó hacia atrás su pelo rubio de surfista.
—Estarías sorprendida. Nunca le he visto de esta manera. Somos
oscuros, sí, y la mayoría de las veces unos idiotas, pero él alcanzó niveles
de oscuridad los cuales nos asustan incluso a nosotros. Eso es decir mucho.
Se volvió temerario, y apenas se mantenía en su forma humana. Si lo hacía,
se emborrachaba y buscaba pelea a propósito con otros clubs de
motociclistas. A veces empezaba a cambiar delante de ellos. Tuvimos que
sacarlo de situaciones extremadamente difíciles. El Sheriff Weiss incluso
puso una orden judicial para su arresto.
El Sheriff Weiss. El nombre me generaba resentimiento, el cual contrajo
mis músculos. El odio mutuo era épico. Él no causó más que dolor y
miseria. Lo que más me molestaba era que había estado en lo cierto en su
valoración de mí, pero equivocado acerca del por qué. Ciertamente había
empezado los fuegos en la escuela. Y lo hice, simplemente no de la manera
que pensaba. Mis poderes convocaban cosas extrañas a mí alrededor toda
mi vida. Explosiones de luces eran solo una de ellas.
—Nos convertimos en las niñeras permanentes de Eli. Nuestro Segundo
ha estado en una espiral descendente, y a lo único que podemos atribuirlo es
a ti. —Gabby me señaló—. Y por tu olor. Puedo entender porqué se
convirtió en tamaño tirano. —Su nariz se arrugó.
Si me sentí humillada cuando Eli lo trajo a colación, esto era un nivel
completamente nuevo. El suelo no era suficientemente grande. Quería que
la tierra me tragara entera.
—¿No lo habías adivinado? —Cooper miró boquiabierto hacia Gabby
—. Era bastante obvio después de que volvieron esa noche.
—Honestamente, realmente no quería pensar acerca de los dos pies
grandes follándose entre los árboles. —Gabby se encogió de hombros.
—¡Cállense! —Mis manos cubrieron mi cara. Ya estaba suficiente
avergonzada.
—Sí, chicos. —Al sonido de la voz grave de Eli, los tres nos giramos—.
Creo que cerrar la boca sería sabio. —Su tono era chirriante como si
alguien estuviera masticando hielo. Cooper y Gabby rápidamente se
dispersaron hacia el otro lado de la habitación, abandonándome.
Cobardes.
Cole gritó sobre la multitud:
—Todo el mundo está aquí, así que empecemos la reunión.
Eli y yo no nos movimos. Nuestras miradas estaban selladas juntas.
—Después de ti. —El tono de Eli era desagradable mientras asentía
hacia el sofá.
La inquietud llenó mis pulmones. Dando la vuelta, rápidamente desalojé
el área y me dirigí hacia el sofá donde estaban Kennedy y Jared.
Mi madre se sentó en una esquina, sus vigilantes ojos cambiaban entre
Eli y yo. Ni siquiera había notado que había entrado. Siempre había sido
buena deslizándose dentro y fuera de las habitaciones casi sin ser detectada.
Ella me hacía un montón de bromas prácticas mientras crecía. Como una
niña pequeña, miraba a mi madre como si tuviera superpoderes.
Me di cuenta de que realmente los tenía; era un hada, una noble Fay. Un
“encuentro” con un alto Demonio me había producido a mí, una criatura
híbrida conocida como Dae. Los Dae eran criminales en el Otro Mundo, y
casi todos habían sido cazados y asesinados. La Reina había dejado que la
mayoría del Otro Mundo creyera que éramos malvados y solo matábamos y
destruíamos. Los Dae eran poderosos, probablemente demasiado. Pero su
deseo de tenernos erradicados era acentuado por una profecía daba a
entender que un Dae la mataría con la Espada de Luz. Podía escuchar la voz
de Lars en mi cabeza, leyendo el texto:
Por uno de la Luz, la Oscuridad se tomará su venganza.
Una línea de sangre que no puede ser reprimida subirá al poder.
Un descendiente tomará el trono.
La sangre tratará de matarte.
Ella, la que posee la Espada de Luz tendrá el poder.
La profecía era una espina en mi costado. Siempre había pensado que la
Reina estaba tras de mí simplemente por mis poderes, pero su incentivo
para capturarme iba más allá de esto porque la profecía podría o no podría
ser acerca de un Dae. Para asegurarse, ella querría cubrir todas las bases.
Cole tomó su lugar al frente de la habitación.
—Hay un montón de lo que ponerse al día, y muchas cosas que
necesitamos discutir, pero déjenme abordar una preocupación que podrían
tener. —Su atención se volvió hacia mí—. Hemos rehecho la barrera de
seguridad alrededor de la propiedad. No habrá repetición de Lorcan
viniendo a por ninguno de ustedes de nuevo.
El nombre de Lorcan trajo sentimientos de odio a la superficie.
Anhelaba cazarle y matarle. Al menos no tenía que preocuparme acerca de
que volviera al rancho e intentara secuestrarme o coger a Kennedy de
nuevo. Me había quedado sin amigos y familiares con los cuales
amenazarme.
—Ya no podrán entrar ninguno de ellos aquí. —Cole movió su postura
—. Pero el encantamiento solo nos advierte de gente extraña que quiera
entrar, no salir. Solo nosotros seis Moradores Oscuros somos parte del
encantamiento, así que, si los demás vagabundean fuera de la propiedad, no
lo sabremos, y podrían no ser capaces de volver.
—Habla por ti mismo. —La voz de Cal vino de la ventana. Él y
Simmons volaron directamente hacia mí.
—Los pixies no cuentan —bromeó Eli desde la pared en donde se había
apoyado—. Los sub-Fae nunca cuentan.
Mi mano fue inmediatamente a mi frente. Eso no era algo que se le
decía a los pixies.
—¿Q…qu…qué? —Simmons se infló con la ofensa, zumbando hacia
Eli—. ¿Qué has dicho, señor?
—Dijo que no importábamos, Simmons. —La voz irritada de Cal llenó
mi oído cuando aterrizó en mi hombro.
El labio de Eli se curvó hacia arriba.
—¿Qué pasa? ¿Le he ofendido a usted, pequeño hombre?
Simmons resopló y rugió por la rudeza de Eli. Tiró de la espada de
plástico, un agitador de cocteles, atada a sus pantalones.
—Lo has hecho, señor. Le reto a un duelo.
Eli bufó con una risa.
—Iré a coger algunas figuras de acción para niños así puedes luchar
contra algo de tu tamaño.
Incluso a través de la habitación pude ver enrojecer la cara de Simmons
mientras Eli le sacaba de quicio más y más.
—Eli —advertí—. ¡Suficiente!
Eli se mofó de Simmons, pero mantuvo su boca cerrada.
—Simmons, no vas a luchar contra nadie. Simplemente está tratando de
provocarte. —Dirigí a Simmons hacia mí. Cal ya se había instalado en mi
hombro derecho, ignorando las palabras punzantes de Eli.
Simmons refunfuñó y vino hacia mí. Por supuesto, cuando intentó
aterrizar, se deslizó y cayó sobre mi regazo, lo cual solo provocó su ira aún
más. Era una bola de rabia. Incluso Cal fue lo suficientemente inteligente
para no comentar sus habilidades de aterrizaje. Simmons pisoteó saliendo
de mi regazo y se sentó en el brazo del sofá, cruzando los brazos,
enfurruñándose. Él pensaba de sí mismo como el mejor volador en el reino.
Lo era. Simplemente tenía un problema con los aterrizajes.
—Bien, ¿podemos volver al trabajo ahora? —Cole miró hacia el techo,
intentando mantenerse calmado—. Ember, nos gustaría añadir tu sangre al
hechizo, con el tiempo. Eres parte de nosotros ahora, y sería bueno para ti
que sepas cómo volver. Kennedy, Lily, creo que ambas saben que es más
seguro si no salen o no saben cómo volver aquí si lo hacen.
—Creo que eso es sabio —respondió mi madre—. Tampoco creo que
necesites a Ember. Si nos marchamos, créeme, no volveremos.
Le lancé a mi madre una mirada de exasperación.
—Vamos a dejar que Ember decida —la respuesta de Cole fue helada.
—Bien —interrumpí, girándome hacia mi madre—. Creo que tenemos
cosas más importantes en la lista. Necesitamos acordar un plan para rescatar
a Papá, Ryan, Josh, y a West. Vamos a concentrarnos en ellos, por un
momento, apartemos a un lado los problemas que tienen los unos con los
otros. Lo tengo. Hadas y Moradores Oscuros no se llevan bien. Supérenlo.
Un extraño silencio cayó en la habitación. Magía y tensión se
arremolinaban y se estrellaba el uno contra el otro como ropa en la
lavadora.
Mamá se aclaró la garganta.
—Estás en lo cierto, Ember. Su liberación es lo más importante. —Ella
dirigió su declaración hacia Cole.
Él la estudió por un momento, y después asintió.
—De acuerdo.
—Creo que lo primero que deberías hacer es contarle a esa pobre niña lo
que es realmente. —Mi madre peinó hacia atrás su largo y abundante pelo.
Cada cabeza se giró rápidamente en su dirección. Supe instantáneamente de
quién estaba hablando, pero Kennedy miró alrededor de la habitación para
localizar el sujeto del comentario de mi madre.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté. Incluso la Reina no había detectado a
Kennedy. ¿Cómo lo hizo mi madre?
—La he olido. —Las manos de mi madre inmediatamente se movieron
adelante y atrás—. Quiero decir. Lo sentí saliendo de ella. Sus poderes no
van a quedarse dormidos para siempre. Se está haciendo mayor. Antes, la
ignorancia era lo mejor, pero ahora es parte de esto, y solo podrá protegerse
a sí misma con la verdad.
Mi mirada se lanzó hacia Kennedy quien seguía mirando alrededor con
una expresión confusa. Sus ojos se ampliaron cuando notó que todo el
mundo la estaba mirando.
—¿Qué? ¿Qué está pasando? —Su semblante ansioso se volvió hacia
mí a por consuelo—. ¿Ember?
Miré mis manos retorciéndolas en mi regazo.
—Ken… uh… esto no va a ser fácil de escuchar o aceptar…
—Eres una maldita Druida —soltó Eli y se encogió de hombros cuando
yo le interrumpí—. ¿Qué? Ahora lo sabe, y podemos movernos hacia la
aceptación.
Toda la atención se volvió hacia Eli.
—En serio, ¿cuál es tu problema? —Le miré fijamente—. No sueltas de
repente algo como eso.
—Estamos perdiendo el tiempo. Uno de mis hermanos está siendo
torturado. No tenemos tiempo para mimarla.
Mi fiera mirada le fijó en el sitio, odiaba que una parte de mí estuviera
de acuerdo. El tiempo no estaba de nuestra parte. La Reina podría decidir
matarlos o torturarlos en cualquier momento. La mente retorcida de Aneira
parecía no conocer límites.
—Lo siento. ¿Qué? —Kennedy se sentó más adelante, mirándonos a
todos nosotros como si acabáramos de caer del tren de la locura.
Ciertamente, no está muy lejos de la verdad.
Corriendo rápidamente a lo largo del sofá, me incliné hacia delante, y
agarré su mano con la mía.
—Ken, es verdad. Sé que lógicamente querrás luchar contra esto, pero
eres un druida.
—¿Soy qué? —se opuso Kennedy. Ella había sido adoptada y siempre
supo que sus padres no eran sus padres biológicos. No sabía nada de sus
relaciones sanguíneas, pero no creo que esperara esto.
Le apreté el hombro.
—Créeme; entiendo cómo te sientes ahora mismo. Parece imposible y
va en contra de todo lo que te han enseñado a creer como humano. Pero es
real, Kennedy. Hay este tipo de cosas como Hadas y Demonios como ya
sabes. Te apuesto a que, si lo piensas bien, en algún lugar dentro de ti,
siempre has sospechado que eres diferente.
—¿Diferente? Diferente, sí, pero ¿un Druida? Un Druida actual… no…
eso nunca se me ocurriría. —Sacudió la cabeza—. Los Druidas son
humanos, ¿verdad?
—Sí, tienen magia igual que las hadas, pero son humanos. Son
miembros de una casta de sacerdotes de los celtas y tienen poderes
espirituales. —Cole podía sentir cómo su corazón se aceleraba fuera de
control. Su tono dominante estaba calmado y era reconfortante.
—¿Mágicos? ¿Poderes espirituales? ¿Cómo cuáles? ¿Cuáles
exactamente? ¿Qué hacen? —la voz de Kennedy golpeó una nota más
aguda.
—Cada familia Druida tiene diferentes fortalezas, pero los Druidas en
general eran filósofos, curanderos, videntes. Practicaban la magia y usaban
encantamientos y hechizos para preparar talismanes —respondió Cole.
—¿Videntes? —Kennedy se tensó con sus manos temblando.
Entendía porqué esto era lo que más captaba su atención. Siempre había
sido “sensible” con las personas, casi sabiendo antes que ellos lo que
estaban pensando o sintiendo. Ella estaba en armonía con todo lo que había
alrededor de ella.
—El entrenamiento para ser un vidente toma décadas, pero el don está
en ti. —Cole echó una mirada hacia Owen, sacudiendo su cabeza hacia él
para que interviniera.
Owen se tambaleó hacia delante torpemente.
—Señorita Johnson. Kennedy, le concedo que esto da miedo, pero
necesitas saber cómo de extraordinaria y especial eres. Eres el último
Druida vivo conocido. Ni siquiera deberías estar viva, pero quienes fueran
tus padres tomaron medidas extremas para mantenerte viva escondiéndote
con los humanos.
Cole frotó su frente.
—No estás realmente ayudando, Owen.
—¿Soy el último Druida vivo? ¿Qué significa eso? ¿Por qué?
¿Esconderme con los humanos? Pensé que era humana —gimió Kennedy.
Los brazos de Jared se envolvieron alrededor de sus hombros mientras
intentaba reconfortarla.
Owen se encogió, entendiendo ahora que su excitación no se extendía a
ella.
—Técnicamente eres humana, pero como dijo Cole, ser un druida te
hace especial.
—¿Especial? ¿Cómo?
—Para empezar, puedes vivir cientos de años.
Pude sentir el pánico hirviendo bajo la piel de Kennedy. Intervine antes
de explotara por toda la habitación y pregunté:
—¿A lo mejor si empiezas desde el principio y le cuentas más de la
historia de los druidas?
—Por supuesto —estuvo de acuerdo Owen con un asentimiento—. En
los tiempos precristianos, alrededor de doscientos años antes de Cristo, los
Druidas eran los responsables de de la educación y las prácticas religiosas.
Incluso a pesar de que eran humanos, conocían el Otro Mundo y creían en
los dioses y diosas celtas. Sus sacrificios y sus conexiones con la tierra les
hacían crecer en poder. Personalmente creo que los dioses empezaron a
preferirlos sobre los Fae, y ese es el porqué los dioses les concedieron un
“estatus especial”. Los dioses encantaron su sangre para que los druidas
pudieran entrar y salir del Otro Mundo libremente. Su esperanza de vida fue
extendida. Cuanto más alto es tu rango, más poder mágico tienen y más
tiempo vives.
»Justo como cualquier grupo, algunos intentaron tomar ventaja de su
creciente control. Los dioses no hicieron nada. El Rey Unseelie también
tenía un montón de Druidas trabajando para él e ignoró sus crecientes
poderes. Para el momento en que Aneira tomó el trono, los Druidas eran
más formidables con la magia que las Hadas. Obtenían sus poderes mágicos
del reino del Otro Mundo y de la tierra. Podían crear hechizos y
maldiciones irrompibles y escondían cosas que incluso los poderes de la
Reina no podían socavar.
Owen empujó sus lentes arriba por su nariz.
—Los Gaullish eran los Druidas más poderosos, el cual creo que es la
raíz del linaje del que procedes, Señorita Johnson. Eran mediadores entre
los mundos mortales y los dioses, cubrían ambos planos. Aneira temía y
odiaba a los Gaullish sobre los demás. Intentó aniquilar la raza entera.
—¿Están todos muertos? ¿Por qué? ¿Por qué tenía miedo? ¿Como pudo
salirse con la suya con algo como eso? —Las preguntas de Kennedy
salieron atropelladamente. Había crecido con la democracia, la justicia y la
lógica. El mundo Fae no funcionaba de esa manera. Si el gobernante te
quería murto, estabas muerto.
También había otra razón por la que Aneira odiaba a los Druidas. Mi
estancia con Lars había abierto mis ojos hacia lo lejos que Aneira llegaría.
Ellos escondieron la Espada de Luz. Aneira pensó que matar al que creó el
hechizo causaría que este se rompiera o perdiera poder. No lo hizo. Aneira
entonces mató a cada Druida, pero el encantamiento no se rompió. Kennedy
había sobrevivido. Si Kennedy procedía del gran linaje de los Druidas y su
familia la trajo a escondidas al reino humano y la escondieron entre
humanos, ella podría ser la única barrera entre Aneira y esa espada.
—El Otro Mundo no es una democracia, Aneira lo dirige, y su palabra
es la ley. Ella no se toma amablemente a aquellos que se resisten a su
autoridad. Si no obedecen, encuentra una manera de destruirlos. —Owen
me echó una mirada, y después de vuelta hacia Kennedy.
—¿Así qué pasa con esto Gaullish? ¿Ellos son mi familia? —Kennedy
todavía parecía un gatito asustado, con los ojos bien abiertos y preparado
para echar a correr.
—Es más como una clasificación para los Druidas, no sé con seguridad
de qué familia procedes, pero si tuviera que adivinar, sería la familia
Cathbad.
—¿Cathbad? ¿Quiénes son? —Kennedy alisó su largo y sedoso pelo
castaño. La conocía. Esto estaba empezando a sobrepasarla.
—Cathbad el luchador era un vidente y guerrero y uno de los druidas
más influyentes. Trabajó para el Rey Seelie porque podía anticipar días
favorables para que los guerreros entraran en batalla. Tan lejos como
recuerdo, era un buen hombre y fiel al corazón de las enseñanzas de los
Druidas. Era muy respetado y famoso hasta que Aneira subió al poder. Fue
despojado de su posición como profesor y consejero real. Los Druidas
salieron de su favor y se convirtieron en los enemigos de Aneira.
—Y ella los mató —terminó Kennedy por él.
Owen asintió. Kennedy retorció sus manos, y ella se miró sus pulsantes
venas.
—¿Así que mi sangre está bendecida con un conjuro de los dioses y
diosas? ¿Ese es lo que me permite vivir más tiempo y ser capaz de hacer
magia?
—La magia siempre ha estado en tus ancestros, y los dioses encantaron
tu linaje para mantenerlo durante generaciones. Si tienes un niño, no
importa quién es el padre, será completamente Druida. El encantamiento
era para asegurar que la herencia familiar nunca se diluyera, por así decirlo.
No se debilitará, y en algunos casos, podría volverse más fuerte. La línea de
sangre corre profundamente en tus venas.
—¿Así que el hecho de que pueda captar las auras de la gente y pueda
sentir emociones extremas no es porque fuera algún tipo extraño?
—Bueno… —Incliné mi cabeza. Kennedy me golpeó mi pierna, pero
soltó una risa—. Caminaste dentro de esa.
—Sí, siempre lo hago. Piensas que tengo grandes poderes. Veo esa
venir.
—Ahh, Ken, solo porque eres tan dulce. Todavía esperando lo mejor de
mí.
—Habías asumido que me hubiera dado por vencida hace mucho
tiempo. —Ella sonrió.
—Vaya, ¿ella se convierte en un Druida mágico y se vuelve toda
descarada? —fingí dolor.
Podía sentir que se estaba calmando, relajándose mientras
bromeábamos, exactamente lo que esperaba. Éramos nosotras, Kennedy y
Ember, todavía burlándonos la una de la otra. No un Druida y un Dae con
poderes del Otro Mundo.
—Pero, si tengo estos talentos, ¿por qué no han aparecido antes?
—Como los Fae, no obtienes completamente tus poderes hasta que eres
mayor de edad, lo que es alrededor de los dieciocho años. Tampoco has
crecido con la vida de Druida. Desde el nacimiento, los Druidas antiguos
eran enseñados y entrenado en magia. Deberías mostrar algún signo de
magia para ahora. Al principio pensé que debería ser algún tipo de conjuro
que colocaron tus padres. Querían que te mezclaras y te escondieras con los
humanos. Pero no siento un encantamiento en ti. Creo que simplemente los
estás reprimiendo. Has crecido no creyendo en magia, y la fuerza mental es
una fuerte bloqueante. Espero que desde que ahora eres consciente de lo
que eres, tus poderes saldrán. —Cole se echó hacia atrás en su silla—.
Necesitas ser entrenada. Los grandes Druidas son enseñados durante
décadas en un arte en particular. No tenemos ese tiempo, así que haremos
un curso intensivo empezando mañana.
—Guau. Espera. —Me puse de pie—. No ha aceptado esto. A diferencia
de mí, quiero que Kennedy tenga una elección en lo que hace. Es su vida.
—Ella nunca podrá volver a su antigua vida —argumentó Cole—.
Tenemos suerte de que no haya sido descubierta con anterioridad.
Finalmente, la Reina lo notará, y Kennedy acabará asesinada.
—No estoy diciendo que pueda volver a casa. Simplemente estoy
diciendo que tiene el derecho de elegir si quiere estar involucrada en esto.
De ser tu cerdo guineano. Al menos dile por qué le estás pidiendo esto.
Cole apretó las manos, inclinándose hacia delante.
—Kennedy, fuimos exiliados del Otro Mundo por una Reina hace
veintidós años. Antes de que matara a los que creía que eran los últimos
Druidas, hizo que uno creara el maleficio que nos prohibía. Solo un Druida
puede deshacer una maldición Druida. Hasta ti, nunca creímos que hubiera
otro con vida para romperlo. Aneira está torturando a tus amigos y a uno de
los nuestros. Queremos ser capaces de sacarlos. Solo podremos hacerlo si
entramos al Otro Mundo.
Mi protectora mamá oso salió entonces:
—¡Porquería! ¿Puedes tocarle más fibras sensibles? ¿Dile en qué tipo de
peligro le estás metiendo?
Una mano tocó mi brazo.
—Quiero hacer esto. Como tú, siempre he sabido profundamente dentro
de mí que no encajaba. Esto es lo que se supone que sea. Y si puedo ayudar
a que vuelvan a casa y liberar a Ryan y a Mark. Haré cualquier cosa.
Mierda, esta chica tenía tan buen corazón. ¿Cómo en el infierno se había
convertido en mi amiga?
Su fiera lealtad hacia sus amigos igualaba a la mía, así que no había
dudado que Kennedy elegiría ayudar. Mi actitud protectora todavía quería
que tuviera algo que decir. Tenía el derecho de decir sobre su vida y que no
le dijeran lo que iba a ser. Kennedy y yo éramos tan diferentes en algunos
aspectos de nuestra personalidad, pero tan similares en otros. Nuestro amor
y dedicación a la familia, ya sea por sangre o por elección, no sabía de
barreras.
También estaba impresionada de lo bien que se lo había tomado. Yo no
había aceptado mi revelación con tanta gracia. Había vomitado sobre el
suelo. Oh, sí, bebé… así es como rodé. Fui la que corrió alrededor como si
mi pelo estuviera en llamas lanzándome de cabeza en cosas sin pensar. Pero
Kennedy era una persona de hechos. Primero venía el conocimiento, y
después hacia un plan.
—Cuando empecemos tu entrenamiento mañana, empezaremos con la
historia y lo básico de la magia druida. —Cole se puso en pie, frotándose
las piernas—. Creo que deberíamos tomarnos un pequeño descanso
mientras podamos.
Un murmullo de consenso pasó por el grupo. Kennedy se dirigió a la
puerta. La escuché decirle a Jared que necesitaba un momento para sí
misma. Él asintió, pero sus ojos parecían tristes mientras la observaba salir.
—Voy de caza por si alguien se quiere unir. —Cole estiraba sus brazos
mientras dejaba la habitación.
¿Caza? Una reacción embelesada me propulsó a tomar una par de pasos
hacia delante, siguiéndole.
—Yo voy. —Eli se giró y me miró fijamente. No te atrevas a seguirnos,
decían sus ojos.
Me paré. Tanto como mi Morador Oscuro estaba pateando por dentro
para que fuera a una caza. No quería estar en ningún lugar cerca de Eli.
Además, había otra cosa que necesitaba hacer.
Capítulo 3
Traducido por yoshiB
 

Buscando soledad en las profundidades del bosque, me dirigí hacia el


cálido aire del atardecer. Los olores ricos y reconfortantes de pino y secoya
redujeron mi preocupación. Torin había estado constantemente en mi
mente, y quería contactarlo de nuevo. La última vez que lo vi, estaba siendo
capturado por órdenes de la reina en castigo porque me ayudó en secreto.
No estábamos tan encubiertos como pensábamos. La Reina estaba
consciente de nuestra conexión y relación. Su método de disciplina
preferido era el abuso. Pensaba en Torin como "suyo". No sólo hacía que
desee a otra persona, sino que traicionaba y le mentía por esa persona. El
disgusto arraigó en mi estómago en lo que probablemente estaba
sucediéndole. Torin había insinuado que mentalmente y sexualmente le
gustaba castigarlo. Sólo podía imaginar la tortura sádica que le estaba
haciendo. Me masajeé las sienes, sintiendo la bilis en mi garganta.
Me deslicé por un tronco de árbol y me sujeté. Cerrando mis ojos, me
concentré y llamé por él. Con Torin, incluso cuando no podía responderme,
siempre lo sentí allí: como energía, como una línea de vida. Desde que la
Reina lo había llevado, no había sentido más que una línea fría y muerta.
Mis sentimientos por él siempre habían sido complicados y extraños, y
sabía que no podía soportarlo si estaba muerto. Me sentiría vacía, y siempre
me atormentaría. La culpa pesaría mucho en mi corazón porque me salvó de
la Reina. No podía perderlo.
—Por favor, Torin, por favor, no mueras. Todo lo que necesito es saber
que estás vivo. Dame algo, por favor.
—¿Tu novio te ignora, otra vez? —dijo Eli, atravesando los árboles.
Gruñí un suspiro, levantándome de nuevo.
—Realmente te gusta acecharme, ¿no? ¿Es una cosa de gato?
—No soy un gato raro. —Frunció el ceño.
Burlándome, apoyé mi cabeza en el árbol.
—Me encanta que te burles de lo mismo que eres ahora.
Fruncí el ceño y le respondí:
—Mi parte de Morador Oscuro no fue por elección.
—Era obviamente una estupidez mía.
—Púdrete.
—¿De nuevo?
Apretando mi mandíbula y mis puños, gruñí.
—¿Qué quieres? Llegar al punto o alejarte de mí. Parece que tenemos
esta misma conversación una y otra vez de todos modos. Por qué no grabas
una y lo pones en un bucle porque estoy harta de esta mierda ¿No lo crees?
—pregunté—. Es tan viejo. Has sido nada más que un culo desde el día que
te conocí. Desde que me he ido, has descubierto un nivel completamente
nuevo y te has convertido en uno aún más grande.
—Me gusta pensar que nunca dejo de aprender y crecer.
Estaba a punto de ir a apisonarlo con malas palabras cuando me detuve.
Le gustaba fastidiar a la gente. Él me estaba sacudiendo, y yo estaba
dejándolo.
Tomando una respiración profunda, junté mis manos para evitar que
temblaran. Le sonreí, en su lugar. Frunció el ceño como si estuviera
sorprendido, y entonces la confusión se convirtió en furia. Su rostro se
apretó. Cambié las reglas del juego con un gesto. Con una sonrisa. Eso era
talento.
Arrastró los pies sobre la tierra y apartó la mirada.
—Vine aquí para decirte que, si vas a tener escenas oníricas o caminar
en los sueños con el chico hada, déjame fuera de eso. No me gustan las
excursiones forzadas, especialmente en donde soy la tercera rueda. Por lo
general, no estoy de pie a un lado en un trío.
Respira, Ember, respira, me repetí.
—Ya que ni siquiera pudiste manejarme, estoy pensando que esas chicas
tienen el extremo corto del palo. En más de una forma.
Había muchas cosas que podía decir acerca de Eli, pero ser "no dotado",
pequeño o no tener talento en la cama no eran ninguna de ellas. Sin
embargo, golpear por debajo del cinturón me hizo sentir mejor porque, si
algo le molestaba, era un golpe en su ego excesivo.
Un gruñido gutural se originó en las profundidades de su garganta
—Creo recordar que te manejé sin esfuerzo, varias veces. ¿Puedes decir
lo mismo?
—Las chicas somos buenas fingiendo.
Sus ojos parpadearon de rojo y sus pupilas se alargaron. Sentí que el
mío era el suyo. Mi Morador Oscuro respondió al suyo, amplificando el aire
ya cargado entre nosotros. El impulso de derribarlo, desgarrando su ropa
mientras yo iba, era casi abrumador. La necesidad de sexo, por él, sacudió
mi cerebro. Ninguno de los dos se movió, ambos respirando pesadamente
dentro y fuera. Si me movía, no sería capaz de detenerme, lo que sería una
mala idea... muy mala. ¿Cierto? Casi dejé de preocuparme cuando vi sus
ojos arder más caliente de deseo.
Luego se transformó.
Salté hacia atrás, sorprendida por este cambio rápido.
—¿Qué demonios?
Lo había visto cambiar completamente delante de mí una vez cuando
me estaba protegiendo de un Strighoul sanguinario. Fue fascinante tanto
entonces como ahora, ya que su cuerpo salió de su ropa y tallado en una
criatura elegante, hermosa y aterradora. La piel era tan negra que su
contorno se mezclaba con la noche. Sólo sus ojos rojos llameantes eran
visibles. Fue hecho para matar, para aproximarse sigilosamente a su presa y
asesinarlos sin ser detectado. No había escapatoria de un Morador Oscuro.
En el momento en que una víctima veía esos ojos rojos, la muerte estaba a
sólo unos minutos.
En lugar de asustarme, sólo me intrigó. Los afilados huesos que cubrían
su espalda reflejaban la luz de la luna. Parecían dientes de tiburón. Si caíste
sobre ellos, serías cortado por la mitad. La cabeza de Eli se sacudió a la
derecha, olisqueando el aire. El resplandor rojo en sus ojos se puso verde.
Los ojos de los Moradores Oscuros sólo se ponían rojos cuando estaban en
su estado más primitivo. Esto también pasaba cuando estaban a punto de
matar a alguien o cuando se ponían realmente, realmente cachondos.
A pesar de que yo era parte Morador Oscuro, nunca sería capaz de
convertirme en esta forma. Pero tenía algunas de sus habilidades: mis
pupilas cambiaban y mis sentidos aumentaban. También tenía los instintos
de Morador Oscuro para matar y cazar.
Él gruñó, y sus grandes garras en forma de hoz rasgaron el último
pedazo de su ropa antes de que se dirigiera en la dirección que él había
estado olfateando.
—¿Qué? ¿Qué es? —pregunté.
Aunque no podía usar palabras, no nos impedía comunicarnos.
Teníamos esta extraña capacidad de transmitir nuestros pensamientos sin
hablar. Incluso antes de recibir su sangre, pudimos transmitir lo que
estábamos pensando a través de nuestros ojos. No era como si yo pudiera
oír su voz en mi cabeza como podía con Torin, pero más como que
simplemente entendí lo que Eli estaba pensando. A diferencia de Torin, Eli
tenía que estar mirándome para que funcionara. En forma de Morador
Oscuro, sólo parecía ser mejorado.
Huelo a Lorcan.
¿Qué? ¿Estás seguro? ¿Creía que no podía entrar aquí? Inhalé
profundamente. Era leve, pero olía un hedor familiar. Los sentidos de Eli
estaban mucho más desarrollados que los míos.
No puede, pero está cerca, y no está solo. Samantha está con él.
El gruñido que salió de mi garganta me impactó. Mi odio hacia
Samantha eclipsó incluso mi odio hacia Lorcan. Había matado a mi amigo
Ian, rebanando su garganta fríamente frente a mí sólo porque estaba celosa
de Eli. Mi venganza se hundió profundamente; necesitaba su sangre.
Eli salió a través del arbusto. Su viaje fue mucho más silencioso que el
mío mientras nos dirigíamos hacia la línea de propiedad. Para los seres
humanos sería casi indetectable, pero para un Morador Oscuro,
probablemente sonaba como una manada de elefantes.
Sentí la magia del hechizo venir sobre mí. El calor palpitó sobre mi piel
como un latido del corazón, y supe que la línea de propiedad estaba cerca.
Las siluetas de tres figuras estaban al otro lado de la línea. Mis ojos
tomaron lo que estaba delante de mí, pero requería un poco más de tiempo
para que mi cerebro lo captara realmente.
—¡Kennedy!
La mano de Lorcan agarró firmemente la garganta de Kennedy. Su
habitual sonrisa complacida se le pegó en la cara. Era más bajo que Eli,
pero tenía el mismo color de ojos y pelo.
—Mira lo que encontramos vagando solo en el bosque. —Lorcan nos
chasqueó la lengua—. Ustedes lo hacen demasiado fácil.
—Lo siento. —Los ojos de Kennedy se humedecieron, el miedo
grabado en su rostro—. Necesitaba algo de aire y no me di cuenta de que
había cruzado la línea.
Cole nos había advertido acerca de los límites. Pero porque ella salió, no
entró, el encanto no salió para advertir a los Moradores Oscuros.
—Oh, ¡Damnu aire! Cállate perra quejumbrosa. —Samantha puso los
ojos en blanco—. Todos los humanos son tan irritantes.
Si no estuviera tan asustada por Kennedy, me habría reído. Samantha
era la última en hablar de ser quejumbrosa, perra o irritante.
—Aún así, creo que podríamos quedarnos con esta. Es una persona
especial, ¿verdad? —Lorcan dio unas palmaditas en la cabeza a Kennedy.
—No te atrevas a hacerle daño. —Mis músculos se crisparon. Incluso si
no podía convertirme en un Morador Oscuro, el deseo de matar seguía allí.
—¿Lastimarla? Ahora, ¿Por qué querría hacerle daño? —Lorcan sonrió
—. Vine aquí por ti, Ember, pero ahora me iré con algo aún mejor.
Eli retumbó, su espalda se contrajo en una postura de ataque, mientras
avanzaba más cerca del borde de la propiedad.
—¿Qué estás haciendo aquí, Lorcan? —pregunté. Esta no era la primera
vez que había caído sin anunciarse. Fue oportunista y usó su sigilo de
Morador Oscuro para desestabilizar el equilibrio de poder.
Él me ignoró y se enfrentó a la bestia de medianoche a mi lado.
—Estoy un poco herido de que guardaste esto de nosotros. Pensé que
éramos familia, Elighan. Esto cambia todo. Nuestros padres estarían
decepcionados de la forma en que acabó. Escogiendo un Dae sobre tu
propia sangre y ahora manteniendo a un Druid de tu familia. —Se pasó la
mano por la cabeza, de la misma manera que Eli siempre hacía cuando
estaba frustrado. Lorcan y Eli eran hermanos y eran muy diferentes, pero se
podía ver el parecido familiar en sus hábitos y voz. Podría ser
extremadamente inquietante. Lorcan era un chico guapo, pero todo lo que
pude ver era un alma retorcida. Años de celos y cólera lo convirtieron en
una oscura masa de fealdad vindicativa—. Aquí que como de costumbre,
hermanito, escoges tu pene sobre tu familia.
—Al menos él puede elegir. Eres un idiota. No hay manera de escapar
de eso.
—Un pequeño escupitajo, ¿verdad? Creo que estoy empezando a ver lo
que Eli ve en ti... ahhh... nop, se ha ido.
Samantha resopló.
—Tengo que admitir que estoy sorprendido de verte aquí después de lo
que pasó la última vez. Te digo que tu novio mató a tu madre, y aún corres
de regreso a sus brazos. —Lorcan barrió una mano entre mí y Eli—.
Supongo que tus estándares son aún más bajos de lo que imaginé.
—Como uno de los lacayos de la Reina, pensaría que sabrías que salvé a
mi muy… viva madre del calabozode la Reina.
—No estoy trabajando exactamente con la Reina...
Seguí hablando:
—Sales para hacer mierda como esta. Estás tan celoso de tu hermano
que quieres herirlo de la manera que puedas. Yo era simplemente un
beneficio. ¿Obtuviste una erección mintiendo y manipulando? ¿Es la única
cosa que entiendes? Eres triste y patético.
No estaba firmemente detrás del sentimiento de que Lorcan lo había
hecho todo por patadas. Sabía que algo había sucedido entre ellos y mi
madre. Pero mi madre estaba viva, y Lorcan no necesitaba saber mis dudas.
La ceja de Lorcan se alzó.
—¿De verdad? ¿Soy yo el mentiroso? No voy a negar que influiría en
alguien para conseguir lo que quiero, pero nunca te he mentido. ¿Por qué
tendría que hacerlo? La verdad es mucho más divertida.
Había dicho muchas cosas la noche que me dijo que mataron a mi
madre. Y cuando tocó mi tatuaje, el dolor que ambos sentíamos había sido
insoportable. El contacto de Eli había sido un poco doloroso también, pero
nada comparado con el de Lorcan. Desde que Eli me había dado su sangre,
su tacto ya no quemaba, y sólo causaba un ligero zumbido. Mi tatuaje
estaba atado a ellos. Otro misterio que necesitaba averiguar. En este
momento, mi prioridad era alejar a Kennedy de Lorcan.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? ¿Creí que había un encanto para evitar
que recordases este lugar?
Lorcan se burló:
—Soy más listo que todos ellos combinados. Siempre lo he sido. No te
pongas tan nerviosa, Emmy. No puedo cruzarlo, pero siempre puedo
encontrar el camino de regreso aquí. Me aseguré de eso. —No sabía
exactamente lo que quería decir, pero no dudé de él. Lorcan era tortuoso e
inteligente. Encontraría un camino.
—Cruza la línea, Ember. Te reto —soltó Samantha—. ¿No quieres
reunirte aquí con tu amiga? ¿Cuál era el nombre del otro humano estúpido
que maté?
Un destello de la sonrisa torpe de Ian surgió en mi mente. Quería que
pagara. Di un paso adelante. Eli rozó contra mí, retumbando, y
bloqueándome de Sam.
—Vamos, ahora. —Lorcan tiró de Kennedy más apretado en su cuerpo
—. ¿No podemos ser una gran familia feliz?
Con un gruñido, caminé alrededor de Eli.
—No sabes lo primero de ser una familia. Creo que West estaría de
acuerdo con eso. —La ira quemó mis palabras—. ¿O sólo llamas a la
familia cuando se comportan como quieres?
—Ember, ¿de verdad hablas de familia? ¿Cuándo no hiciste nada para
sacar a tu querido papá del Otro Mundo? Lo dejaste a él y a tus otros dos
amigos ahí. ¿Dejar a los que no eran importantes? ¿Realmente es ser un
amigo o una hija amorosa tomar solamente los que te ayudarían? Dejaste
que otros murieran porque eres demasiado egoísta para dar la cara.
Rompí. Mi cerebro se cerró al pensamiento o la razón, y fui por Lorcan.
Samantha corrió hacia mí, cortando mi carga. La energía surgió de mí, mis
ojos se estrecharon. Todos mis diferentes poderes querían explotar, pero el
Morador Oscuro ganó.
Matar. Presa. Mía.
Eli se movió conmigo. Sin perder el ritmo, se fue a Lorcan cuando
Samantha vino a por mí. Lorcan ni siquiera tuvo tiempo de transformarse
antes de que Eli lo arrastrara al suelo. Kennedy se fue volando por el aire,
golpeando un árbol. Su cuerpo se desmayó al golpear la tierra, y rezaba para
que ella estuviera solo inconsciente.
Conduje mi fuerza hacia Samantha, y ambas nos deslizamos por la
tierra. Samantha y yo habíamos peleado antes. Incluso con todos mis
diferentes elementos mágicos, Samantha seguía siendo un partido en una
pelea. Era rápida y poderosa, y ya no se contenía como la primera vez. Para
el momento en que pude conseguir mis habilidades directo a ella, ya estaba
en mí. Mis puños se enredaron en represalia, aplastando su rostro.
Ella gruñó, y sus garras aparecieron, balanceándose hacia mí. El
Morador Oscuro en mí respondió. Me habían dicho que cuando esto
sucedía, no sólo mis ojos se volvían negros, pero las pupilas se estrechaban
en una forma de diamante. Me agaché, barrí sus piernas, y nos golpeó a los
dos al suelo. Ella me dio la vuelta, a horcajadas sobre mí. Su brazo volvió, y
sus uñas se prepararon para cavar en mi cara.
Mi poder de telequinesis la arrojaron en el aire, y su cuerpo se agrietó en
una superficie de piedra. Ella se estremeció, escupiendo y retorciéndose
contra el agarre de mi mente. La fuerza con la que luchó contra mis poderes
me cansaba. No pudiendo sostenerla, se dejó caer al suelo. Se levantó y se
dirigió hacia mí una vez más. Incluso con mi entrenamiento, podría
físicamente vencerme. Nació para matar, pero mi mente la mantuvo de
hecho lejos de tocarme.
—¡Perra! Escondiéndote detrás de tus poderes. Pelea como la Moradora
Oscura que pretendes ser.
—¿Crees que voy a jugar limpio? —Me reí—. Qué poco me conoces,
Sam. Haré cualquier cosa para matarte.
Ella gruñó, a punto de responder, cuando Cooper, Gabby y Jared
saltaron del bosque, deteniéndose en la línea de propiedad. ¿Cómo sabían
que estábamos aquí?
Cuando terminé este pensamiento, recordé que tenían la habilidad de
hablar en la cabeza del otro como Torin y yo. Eli probablemente los
contacto.
—¡Kennedy! —gritó Jared y se lanzó hacia ella.
Cooper y Gabby saltaron sobre la línea. Se mantuvieron en sus formas
humanas, pero los aspectos de Morador Oscuro rompieron a través. Sus
dientes eran largos y puntiagudos, y sus uñas se volvían afiladas y en forma
de hoz.
—Aléjate, Lorcan. —Cooper frunció el ceño.
Eli y Lorcan se separaron. Lorcan se levantó, frotándose la sangre de la
barbilla.
Me alejé de Samantha, dejando que mi poder la liberara. Ella cayó hacia
adelante sobre su rostro, pero rebotó con su labio enganchado en un
gruñido. Sin embargo, no vino detrás de mí. Teníamos apoyo ahora, y lo
superábamos.
Jared alzó la diminuta complexión de Kennedy, abrazándola contra su
pecho mientras bordeaba la línea de propiedad.
—¡No! —Lorcan se acercó a Jared y se detuvo en el ward—. Jared,
detente. ¿No ves que esto cambia todo? Sólo estaba usando a la Reina para
conseguir lo que era legítimamente nuestro. Pero la pequeña Druida altera
las cosas. Podemos usarla… —Señaló a Kennedy—. Tú y yo somos
familia. ¿No quieres lo mejor para la familia?
—Esto no tiene nada que ver con la familia. No hay "nosotros" en esa
frase, sólo un "tú". —Jared se dio la vuelta con Kennedy en sus brazos,
luego miró hacia atrás—. Oh, y, Lorcan, vete a la mierda.
No pude ocultar mi sonrisa de satisfacción. Cooper y Gabby cruzaron la
línea y guardaron a Jared y Kennedy por si Lorcan hacía una jugada para
ella.
—Lo secundo. —La voz de Eli me sobresaltó.
Su brazo rodeó mi cintura mientras hablaba con Lorcan, arrastrándome
hacia la línea del ward. Estaba en su forma humana y completamente
desnudo. Esto era algo que, no importaba lo que estuviera pasando, no
podías evitar notarlo.
Capítulo 4
Traducido por Manati5b
 

Regresamos a la casa a la carrera.


—Jared, llévala a la cabaña. Cooper, ve a traer a Owen —ordenó Eli—.
Gabby, encuentra a Cole. Necesito encontrar pantalones.
Siguió hacia la casa. Los cuatro siguieron trayectorias diferentes. Yo
seguí la figura en los brazos de Jared. Ahora estaba despierta, sosteniendo
fuertemente el cuello de Jared. Él estalló a través de la puerta; la luz bajó en
cascada por los escalones e iluminó el camino para nosotros.
—¿Qué diablos pasó? —escuché a mi mamá preguntar desde la
habitación. Los resortes de la cama crujieron cuando se levantó de un salto.
Su contorno atravesó la puerta llegando detrás de Jared para ayudarlo.
Mis pies golpearon los escalones, y me sumergí de la oscuridad hacia la
luz del cuarto.
—Estoy bien, Jared. Puedes bajarme. —Kennedy lo miró.
El rostro de Jared era de piedra cuando dijo:
—Conseguirás una revisión. Puedes tener una contusión cerebral —
insistió él y la depositó gentilmente en la cama. Jared no era como el resto
de su familia. Era el único nacido en la tierra, y su madre había sido
humana. Mitad Morador Oscuro o no, cuando se trataba de ser protector
con lo que él consideraba “suyo”, se convertía en sangre pura.
—¿Qué está pasando? —dijo mamá, y me miró.
Estaba a punto de responderle cuando Eli, Cole y Owen subieron los
escalones y entraron en la habitación. Ambos Cooper y Gabby estaban
ausentes. Debieron haberles ordenado que permanecieran afuera. De otra
manera, Gabby hubiera estado aquí. Gabby buscaba el drama como un
adicto a las drogas. Se deleitaba con ello.
—¿Qué sucedió? —repitió Cole—. Gabby no me dice nada excepto que
puede que Kennedy esté herida.
—Estoy bien. —La voz de Kennedy casi fue ahogada por todos
cacareando alrededor de ella.
—Eli, ¿Por qué, no me contactaste? —rugió Cole.
Eli se estiró en toda su altura antes de decir:
—Sabía que estabas ocupado. Me comuniqué con Cooper quien trajo a
Gabby y a Jared. Pero Lorcan no vino a pelear. Solo vino aquí con Sam. Si
quería pelear con nosotros, hubiera venido con el ejército de la Reina.
Quería demostrar que podía llegar hasta nosotros.
Cole se acercó.
—No me importa. Deberías llamarme siempre. Él tenía a Kennedy y
podría haberla matado sin saber lo especial que es. O peor aún, ¿qué pasaría
si descubriera lo que ella era?
Demasiado tarde. Lorcan ya lo sabe, pensé.
—Soy el Segundo. Confía en que sé lo que hago. —Los ojos de Eli
relampaguearon.
—¿Oh, ahora quieres ser el Segundo otra vez? Has estado ausente de la
posición por tres años. Tus decisiones y elecciones casi te han expuesto.
Has sido una pesadilla para tratar, desordenado y errático. —Se dirigió al
rostro de Eli. Cole solo medía 1,86cm, pero su autoridad de Alfa lo hacía
parecer más alto—. ¿Y ahora quieres que confíe en ti?
Los músculos de la mandíbula de Eli se tensaron.
—Sí.
—¿Incluso que casi colocaste a Kennedy y a Ember en las manos de
Lorcan?
—Todos cállense —grité—. Este no es momento para sacar rencores.
Un silencio recorrió el espacio.
—¿Owen?
Hice un movimiento hacia Kennedy. Owen bordeo los objetos que
bloqueaban su paso y se dirigió cerca de su paciente. Mientras la revisaba,
llevé al grupo al otro lado de la habitación.
—El resto de ustedes vengan conmigo. No necesitamos su mierda
personal ahora mismo.
Cole y Eli bajaron la mirada y la desviaron. Cole exhaló, sus hombros
relajándose.
—Está bien, díganme exactamente qué pasó.
—Lorcan pasó —exhaló Eli, y los músculos de su rostro se relajaron
con la tensión liberada.
Eli y yo explicamos con las adiciones a la historia de Jared y Kennedy.
—¡Maldición! —Cole se frotó la cara—. Realmente no necesitamos de
él sabiendo acerca de ella. Aneira lo sabrá también.
Eli movió su cabeza hacia atrás y hacia adelante.
—No sé si Lorcan le diga a la Reina. Al menos no todavía. Sé cómo
funciona su cerebro. Es un oportunista.
Me balanceé en las rocas de mis pies.
—Estoy de acuerdo con Eli. Lorcan no es alguien en quien confiar, pero
lo hizo sonar como si ya no estuviera trabajando para la Reina. Él quiere a
Kennedy para así no necesitar a la Reina.
—No confío en nada que venga de la boca de Lorcan —dijo mamá con
los dientes apretados.
—Yo tampoco. Necesitamos estar en guardia, incluso si la Reina no lo
sabe, Lorcan lo sabe ahora. Él ira tras ella. —Eli se reclinó contra la pared.
Cole asintió.
—Para estar seguros, vamos a recorrer nuestros límites. Quiero
asegurarme de que todo está seguro y que los hechizos no se rompen.
Eli se dirigió inmediatamente a la puerta, Cole detrás de él. Jared estaba
sentado al lado de Kennedy pero miraba anhelantemente la puerta.
Kennedy colocó su mano sobre las de Jared.
—Estoy bien. Ahora por favor ve. Quiero que lo hagas.
—No. No voy a dejarte. —Presionó su boca en una línea fina, sus ojos
corriendo entre la puerta y Kennedy.
—Ve —interrumpió Owen—. Ella está bien y estaremos aquí cuando
regreses.
Jared se puso de pie, inclinándose para besar la frente de Kennedy, y
corrió hacia la puerta. Como yo, él nunca podría convertirse en un completo
Morador Oscuro, pero tenía los sentidos y rasgos de uno. Hacía todo lo
posible para mantenerse al día con ellos.
Owen se fue poco después de declarar a su paciente libre de golpes y en
buen estado de salud. Mamá entró en la ducha para fregar los años de
suciedad y tortura de su piel. Sabiendo que todavía olía a Eli, estaba
muriendo por uno también. Tendría que esperar, uno de nosotros necesitaba
quedarse con Kennedy.
La ducha de mamá era mucho más merecida, así que me senté en la
cama de Kennedy, enrollando mi cabello en una coleta suelta.
—¿Entonces qué va a suceder? —Kennedy cepilló una inexistente
pelusa de sus pantalones—. Ahora Lorcan sabe sobre mí.
Colocando mis piernas debajo de mí, me giré para enfrentarla.
—Cole todavía tiene miedo de que Lorcan pueda usarte como una pieza
de negociación con la Reina. Eli está de acuerdo pero parece pensar que
Lorcan permanecerá con el conocimiento hasta que lo necesite. Lorcan es
un oportunista, y no hará nada hasta que lo necesite para ayudarlo. ¿Qué le
está impidiendo que eventualmente vaya con la Reina? No lo sabemos. De
cualquier forma, no importa. La información sobre ti esta fuera. Ya no estás
a salvo.
Kennedy miró hacia abajo y sus dedos se torcieron sobre la sábana. Un
suspiro se elevó de su interior.
—Creo que entendí desde el momento en que Lorcan nos secuestró que
nunca sería capaz de regresar otra vez. Era algo que solo sabía, sin darme
cuenta de porqué. Comprendo más ahora contigo manteniéndote alejada de
nosotros. No quiero que nada le pase a mi familia. Mi pequeña hermana,
Hailey… Dios, no puedo imaginar si le hacen daño. O a mis padres.
Una lágrima rodó sobre su mejilla. Quitándose sus lentes se limpió el
rostro.
—Me mata saber que nunca volveré a verlos.
—Nunca digas nunca. —Abrí su brazo—. No sabemos qué nos depara
el futuro, pero tal vez las verás de nuevo.
Una pequeña sonrisa movió sus labios.
—Gracias, Em, por estar aquí. No sabes qué reconfortante es tenerte a
mi lado durante esto. —Tomando mi mano en la suya, le dio un apretón.
—Bueno, en realidad no hay ningún otro lugar en el que prefiera estar o
de hecho pueda estarlo. —Le sonreí con mi sonrisa “sabes-que-me-amas”.
Ella rio entre dientes, pero rápidamente se detuvo.
—Dios, Ember, ¿Qué vamos a hacer con Ryan? Dejándolo ahí, enfermo.
—Lo sé. Casi me rompió también. Lo sacaremos. Te prometo que no
descansaré hasta que lo hagamos.
Ella asintió, mirando a otro lado, y parpadeó para contener las lágrimas.
Una pequeña risa salió de su garganta.
—¿Quién habría pensado que este sería nuestro destino cuando nos
conocimos en la secundaria?
—Siempre supe que estábamos destinadas a cosas diferentes… no estoy
segura de que luchar con la Reina de Otro Mundo y resultar ser parte
Demonio y parte Hada estuvieran en mis visiones. Estaba pensando más en
activistas de los animales o estudiando en el extranjero durante un año.
Kennedy soltó una risita.
—Sip, ni en un millón de años pensé que provenía de una larga y
perdida línea de Druidas.
—Bueno, suena como que tal vez en mil años aún estarás por los
alrededores. Tal vez entonces puedas llegar a un acuerdo con ella.
Por alguna razón esto nos golpeó, y ambas empezamos a reír hasta que
las lágrimas escaparon de nuestros ojos.
—Santa vaca. Esto es una locura. —Kennedy se secó sus ojos con el
reverso de su mano.
—Bienvenida a mi mundo. —Hice un gesto con mis manos. Nos
sentamos por un momento, recuperando la compostura. El agua se apagó en
el cuarto de al lado; mi mamá finalmente había terminado con su baño.
Kennedy rompió el silencio.
—¿Puedo preguntar qué sucede entre tú y Eli? Sé que él no es conocido
por su disposición alegre, pero parece que va a explotar con ira. Pude
sentirlo. Y principalmente es dirigida a ti.
Mis ojos rodaron hacia el techo.
—Si entendiera el enigma que es Elighan Dragen, mi vida sería mucho
más simple.
—Sip, él es complicado… incluso más que los otros.
Ella retrocedió hacia atrás inclinándose contra la cabecera.
—Así que dame un resumen rápido de lo que ha pasado desde la última
vez que nos vimos, o al menos las cosas más jugosas que no quieres que tu
mama escuche. —Miró hacia la puerta del baño.
—Lo cual sería todo lo que tiene que ver con Eli.
Mé apoye en mis codos. Empecé con lo que sucedió entre Eli y yo,
pasando rápidamente la parte sexual. Pero Kennedy lo captó. Sus ojos se
ampliaron incluso más cuando le dije lo que Lorcan había dicho sobre
matar a mi mamá y el enlace con mi tatuaje.
—Pero obviamente no lo hizo. A menos que tu madre sea un
fantasma… está viva.
—Sí, lo sé. No entiendo nada de esto. Y ni mi mamá o Eli parecen
entrar en detalles. Oh sí, una advertencia: Los Fae no son buenos diciéndote
toda la verdad. Todos los Fae con los que he estado en contacto tienen a ser
extremadamente hermético. Incluso decirte una cosa mundana acerca de
ellos mismos o de los Fae en general es como yo haciendo matemáticas en
mi cabeza. Y tú sabes lo buena que soy en eso.
—Casi tan imposible. —Kennedy sonrió, golpeando mi brazo—.
Chistoso que tú digas eso. Tú tampoco eres un libro abierto sabes. Tienes la
misma característica también. Probablemente no tan mala como ellos, pero
tiendes a mantener las cosas ocultas. Jared también. Aparenta ser todo
hablador y abierto, pero realmente no lo es. Solo me dice lo básico de lo
que necesito saber.
Siempre me tomaba con la guardia baja cuan perspicaz podía ser
Kennedy. Puesto que ahora sabía lo que era, me iba a ser más difícil
ocultarme de sus habilidades de vidente. Juguetonamente la golpeé en la
pierna.
—¿Qué es lo que sucede con ustedes dos?
Kennedy no necesitó decir una palabra. La sonrisa tonta que salía de su
rostro enrojecido me decía todo lo que necesitaba saber.
—Aunque es muy joven.
—¿Y? claramente te adora, y los dos juntos son adorables. Los vi a
ustedes unas cuantas veces cuando caminaba en sueños. Me pareció ver
venir esto.
Las cejas de Kennedy se arquearon.
—¿Nos viste? ¿Qué quieres decir con caminar en sueños?
Ah, correcto.
—Lo olvidé. —Me golpeé la sien—. No sabes sobre mis extrañas
habilidades. —Traté de explicar la escena onírica y los caminantes de
sueños a Kennedy—. La escena onírica es colocar a alguien en un sueño,
usualmente solo otro Fae. Pero debido a la sangre que compartimos, puedo
traer a Eli a la mía. Puedo completamente interactuar con la persona. Se
siente tan real como cuando estoy despierta. El caminante de sueño es la
habilidad, a través del sueño, para colocarme en un lugar en la vida real y
en el tiempo real. Pero no puedo ser vista ni puedo interactuar con personas
mientras camino en sueños. Soy un fantasma para ellos.
Kennedy abrió mucho sus ojos.
—Oh mi Dios. Hubo algunas veces que sentí este extraño
estremecimiento en mi piel, como si estuviera siendo observada. Por
supuesto, lo deseché pensando que estaba siendo paranoica.
Asentí.
—Estabas sintiéndome. Vi tu reacción cuando entré al cuarto. Me
preguntaba si era porque podías sentirme de alguna manera ahí.
—Lo hice. Esto es tan loco… —Sacudió su cabeza—. Hablas de hadas
y Fae. ¿Cuál es la diferencia?
Usé la definición que me dio Cole cuando yo pregunté primero.
—F-a-e es un término general para todo lo del Otro mundo. H-a-d-a es
un tipo de hada de sangre pura. La Reina y su corte son Fae puros. —Me
estiré y toqué su brazo—. ¿Estás bien?
Su cabeza se balanceó ligeramente de nuevo antes de que su frente
cayera sobre mi pierna.
—Sí. —Su voz salió temblorosa—. Simplemente estoy asimilando todo.
—Sé que es mucho con lo que tratar. —Acaricié su cabello con un
movimiento rítmico. Su seda castaña se deslizó a través de mis dedos—. Si
ayuda, estás manejando esto mejor de lo que yo lo hice.
Kennedy dio una pequeña risa antes de sentarse otra vez. Su espalda
recta y fuerte. Kennedy podía ser pequeña y tranquila, pero hay algo sobre
ella hacía que prestes atención. Ella tenía una fuerza interior convincente.
—Ahora sabes que necesitas confiar en tus instintos. Creo que llegarás a
tus poderes más rápido cuanto más te dejes ir y no intentes bloquearlos.
—Cierto. Mis poderes mágicos. —Suspiró, mirando a otro lado. Apretó
los labios y me miró—. Estoy abrumada por todo esto, pero al mismo
tiempo…
—Era como si supieras antes de que te lo dijeran.
Sus ojos se agrandaron de acuerdo.
—Sí, exactamente. —Su rostro se tornó serio—. Siempre sentí, incluso
antes de que te conociera, que estaba esperando por ti para que aparecieras.
El día en que llegaste a nuestra escuela hubo una extraña conexión. No
hubo duda de que tenía que conocerte, y de que nuestras vidas iban a estar
conectadas.
Yo me sentí del mismo modo. Ese primer día en el almuerzo cuando
estaba sola en la cafetería y esta cosa pequeña con audacia se sentó a mi
lado junto con su amigo Ryan. Era como si estuviéramos predestinadas a
estar cada una en nuestras vidas. Una Druida y una Dae, ambas huérfanas
del Otro Mundo… reunidas.
—Está bien, basta de charla seria. Ustedes chicas me deprimen —dijo
mamá desde la puerta del baño.
Girándome, me sorprendí al verla. Había perdido mucho peso y
músculo, pero seguía siendo hermosa. Estos seis años no la habían
envejecido. Para un Fae, apenas era un golpe en el radar. Su rostro era
llamativo y dulce. Parecía tan pequeña parada ahí. Mi madre siempre había
sido pequeña, pero su cuerpo curvilíneo y tonificado marco ahora era
delgado por los años de estar encerrada lejos. Verla parada en frente de mí
otra vez era surreal. Quería tocarla asegurarme de que era real. Siempre
había deseado esto, pero nunca lo había imaginado posible.
Mis miradas eran incluso más contrastadas con las de ella que de
costumbre. Al ser una Dae, tomé características de mis padres, pero
favorecí a mi padre biológico, un demonio. Yo era alta y tenía el cabello
negro con mechas rojas más allá de la mitad de mi espalda. Mis ojos eran
largos y prominentes. Un ojo era un extraño, brillante verde amarillo que
iluminaba como un ojo de gato. El otro era azul pálido-lavanda, delineado
con azul y púrpura eléctrico.
Era un fenómeno tanto en el mundo humano como en el mundo Fae.
La toalla de mamá secaba su cabello.
—Digo que esta noche nos pongamos al día y tengamos una charla de
chicas y chismes sobre chicos. Mañana podemos volvernos serias otra vez y
meternos en todo lo pesado. Creo que hemos tenido suficiente por hoy. Esta
noche vamos a olvidarnos de todo. ¿Está bien?
—Mamá, no creo que hablar de chicos sea el mejor uso de nuestro
tiempo. ¿Qué hay acerca de Mark y nuestros amigos?
—Te sigo la corriente. No podemos hacer nada esta noche, y he perdido
seis años de tu vida, de ti creciendo. Creo que Mark querría que nosotras
nos tomáramos una hora o dos para ponernos al corriente. Además,
Kennedy parece que, si no consigue su mente salir de su rueda de hámster,
va a explotar.
Mamá se movió hacia la cama individual a lado de nosotras y se acostó.
Todavía había una pared entre nosotras, pero no podía ignorar lo bueno que
era estar cerca de ella, riendo y siendo tonta. Esta era la madre que
recordaba.
—Estoy dentro. —Kennedy se sentó, girando su silueta para ver a mi
mamá.
Asentí lentamente.
—Está bien, estoy dentro también. Pero te advierto mamá, hablar de
chicos conmigo puede no ser divertido como piensas.
—Tienes razón. No soy tan ciega para no ver que hay algo entre tú y
Elighan. —Hizo una mueca—. Bien. Hablar del chico actual contigo está
fuera de límites esta noche. Kennedy, por otro lado, no lo está. Me
encantaría saber de ti y escuchar todo acerca de las hazañas de mi hija
desde que la conociste.
Gruñí.
Kennedy se sentó más derecha con más ansiedad.
—Oh, ¿por dónde empiezo?
—Antes de bajar por aquella larga y gruesa carretera, ¿Quién va a la
cocina? Sé que hay mantequilla de maní extra crujiente.
—Es curioso cómo le dije que me dejara sola, y todo lo que hice fue
gastar mi tiempo en antagonizarlo. ¿Ir por la mantequilla de maní de Eli?
No podría estar pidiendo más.
—¿Mantequilla de maní? —gruñó mi mamá, y su rostro se volvió
anhelante. No había nada en el Otro Mundo. Dudaba que los siervos de la
Reina le dieran a mi mamá algo más que unas gachas. Podía imaginar
cuánto probablemente extrañara la mantequilla de maní y otras comidas de
la tierra.
—Gabby siempre tiene helado de galleta en el congelador también. —
Kennedy y mamá se animaron—. Vamos chicas. Estamos invadiendo la
cocina de los Moradores Oscuros.
Varias horas después, Kennedy y yo tomamos nuestras bien merecidas
duchas y estábamos listas para dormir.
Todas estábamos vestidas con ropa que había dejado aquí la última vez
que había sido “invitada”. Ambas, Ken y mi mamá nadaron en mi ropa. Mi
mamá era solo dos pulgadas más alta que Kennedy, pero todavía pequeña
comparada conmigo.
Finalmente, agotada por el día y prácticamente en una coma de comida
azucarada por asaltar la cocina, nos metimos a la cama. Creo que estaba
dormida antes de que mis párpados se cerraran.
 

—¿Torin?, Oh mi Dios. ¿Estás bien? No he sido capaz de contactarte.


— Me puse de pie, mirando salvajemente alrededor del bosque donde él y
yo nos habíamos encontrado tantas veces antes, en nuestros caminos de
sueño—. ¿Dónde estás?
Mi mirada cayó sobre un contorno enorme.
—Siento haberte decepcionado.
—¿Eli?
—Guau, lo consiguió al primer intento.
La decepción estalló a través de mí, no al ver a Eli sino no haber
encontrado a Torin. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no podía sentirlo más
o soñar con él? ¿Qué había hecho la Reina? El miedo que sentía por él era
palpable, casi paralizante. Era difícil para mí admitirlo, pero extrañaba
nuestra conexión. Extrañaba que viniera a mí. Lo extrañaba a él.
Eli sacudió su cabeza.
—Obviamente, no soy quién esperabas.
—Estoy preocupada por él. No puedo sentirlo en absoluto, y tengo
miedo de lo que la Reina le está haciendo.
Elí resopló.
—Nada que no haya hecho de buena gana antes.
Resentimiento hirvió en mí ante su declaración.
—No sabes de lo que estás hablando. No sabes nada acerca de Torin o
por lo que ha pasado.
—Sé lo suficiente.
Tomé mis manos con fuerza.
—¡Ahhh! —gruñí en frustración.
Torin había confesado su pasado con la Reina; la mayoría no era buena
o saludable. Se había quedado con ella en la esperanza de encontrarme.
¿Cómo podía darle la espalda a alguien como él? Especialmente por un
tipo como Eli que se esforzaba por ser arrogante en la vida.
—Por una vez, solo cállate. Solo tengo un día desde que regresé, y ya he
tenido suficiente de ti.
—Entonces deja de arrastrarme en tus pequeñas fantasías nocturnas.
—No quiero. —Estaba frustrada y avergonzada de que no podía detener
a mi subconsciente. Me hacía sentir expuesta, vulnerable y estúpida, como
una niña que iba e iba sobre él y dibujaba nuestros nombres en un diario
con corazones.
—Me quieres. —Se acercó a mí, su cuerpo presionando el mío—.
Completamente comprensible.
Tenía razón. Esto me enojaba más que nada. Mi orgullo quería que
volviera a las armas que ardían, pero no las tenía en mí. Ya no.
—Trataré de aprender a controlar mis sueños, pero hasta entonces
posiblemente tengas que soportarme de esta forma. Mi madre y yo
dejaremos el rancho mañana, y no tendrás más que lidiar conmigo en tu
vida diaria. Salgamos juntos de nuestra miseria.
Caminé lejos de él. Tan pronto y dije las palabras, sabía que tenía
razón. Mamá no quería estar aquí. Lo dejó claro. Kennedy tendría que
quedarse; era seguro para ella bajo la protección de los Moradores
Oscuros, y ella querría permanecer cerca de Jared. Mamá y yo nos las
ingeniaríamos en cómo sobrevivir. Podríamos ir con Lars. Probablemente
me castigaría por desobedecer y romper su contrato. Era algo que tendría
que enfrentar de todos modos, pero el instinto me decía que Lark me
protegería.
Eli se me acercó rápidamente.
—No te puedes ir. No es seguro.
Lo alejé así podía mirarlo a los ojos.
—No es seguro para mí quedarme. Tú y yo somos agua y aceite, y es
mejor si me marcho. No niegues que estarás aliviado. No me quieres aquí, y
yo no quiero estar aquí.
Su mano se alzó como si fuera a detenerse en mi mejilla, pero la
sacudió hacia lo alto de su cabeza.
—Lo que sea que sentimos o no, no puede obstaculizar tu seguridad. No
quiero que te vayas y te maten o te tome la Reina porque no podemos
soportar estar cerca el uno del otro —dijo, con palabras ásperas y severas.
Amargas.
—Bueno, Dragen, realmente no es tu decisión.
—¿Así que arriesgarás tu vida para despreciarme Brycin? —espetó—.
Maldita sea mujer, eres la criatura más difícil y obstinada que he conocido.
—Escoge una para conocerme.
—No seas imprudente solo para hacerme enojar —gruñó.
—Hacerte enojar es todo lo que parece que hago cuando estoy aquí. —
Froté mi frente—. No puedo ganar contigo.
—No, no puedes… Em…
Mi mano se alzó.
—Deja de hablar antes de que más palabras estúpidas salgan de tu
boca. Me marcho en la mañana, y eso es todo.
—Pero…
—¡No! Ni una palabra más. —Me aleje de él, cerrando mi cubierta y
demandándome a mí misma a despertar.
Un sentimiento familiar y nauseabundo me invadió. Cuando abrí mis
ojos, Eli se había marchado, pero no estaba de vuelta en mi cama en el
rancho. Estaba dentro de las paredes el castillo de la Reina. Mi
inconsciente dictó una vez más a quien quería ver.
—¡Papá! —no pude evitar gritar.
Él no podía verme o escucharme, pero mi necesidad de correr hacia él
no se detendría. Estaba sentado en una silla de madera a lado de la cama
de Ryan. Su atlético cuerpo desplomado hacia adelante. Los círculos
oscuros rodeaban sus ojos azules. Su cabello rubio y plateado estaba
desaliñado y el rostro normalmente afeitado y limpio, estaba cubierto de
rastrojo.
Mirando alrededor de la habitación, me di cuenta de que se había
mudado con Ryan. Pero sólo eran Mark y Ryan. ¿Dónde estaba Josh? ¿Qué
pasó con él?
Mark apretó un paño húmedo en la frente de Ryan.
—¿Cuándo se enfermó? —Mark se dirigió a otra persona en la
habitación. Alejando mis ojos de la gloria de ver a mi padre vivo, noté a
Castien apoyado contra la pared junto a la puerta.
—No pasó mucho tiempo después de que llegaron aquí. Algunos
humanos son más sensibles a la transición de la Tierra al Otro Mundo.
Ryan parece ser uno de esos. —Castien apartó la vista de mi padre. Se
movió, cruzando los brazos defensivamente en frente de su cuerpo.
Fuera que si era su movimiento de blindaje o su falta de contacto
visual, algo no estaba bien para mí. Mark obviamente se sentía de la misma
manera.
—¿Por qué es que no te creo?
Castien apartó la mirada con un encogimiento de hombros.
—Créeme o no. —Él se movió con el cinturón que rodeaba su cintura—.
Lo que he hecho es proteger a Ryan. Solo quiero que esté a salvo.
Mark saltó hacia arriba.
—¿Qué quieres decir? —Él tomó algunos pasos hacia Castien—. Este
chico es como un hijo para mí. No me importa lo que seas. Encontraré una
manera de hacerte daño si le haces daño a este chico de alguna manera.
Una oleada de orgullo me llenó. Vamos papá.
—Lo salvé. —Castien saltó de su posición inclinada contra la pared.
Mark lo observó, sus puños todavía cerrados, listos para golpear a este
apuesto chico Fae—. Estaba muriendo. Entre el estrés de la muerte de su
primo y el viaje entre mundos, el sistema de Ryan estaba lentamente
cayendo. No quería verlo perecer. Hice lo que tenía que hacer para
salvarlo. Le di comida Fae para ayudarlo a vivir. Al principio tuvo una
reacción adversa. Mata el sistema inmune humano antes de que se
reconstruya. Se ponen muy enfermos antes de mejorar.
Mi estómago gorgoteaba ácido. Sabía qué significaba eso: Ryan nunca
podría dejar el mundo Fae. Sentí culpa, miedo y coraje. Pero no sabía si
era más a mí misma por dejar a Ryan involucrarse en esto o a Castien.
—¿Así que estará bien?
—Sí, ha estado mostrando pequeños progresos. Ryan estará bien.
Mark se puso en la cama junto a Ryan con un suspiro. Mi padre no
sabía lo que realmente significaba para Ryan. Yo, por el otro lado, no
sentía alivio. Estaba tan agradecida con Castien por haber salvado a Ryan,
¿pero a qué costo? Ryan nunca vería a su familia, ni iría a la universidad,
ni haría ninguna de las cosas que había planeado. Siempre había soñado
con ir a San Francisco después de graduarse. Ahora esto nunca sucedería.
Con el conocimiento de que Ryan y Mark estaban bien, generalmente
hablando, me enfoqué otra vez en Torin. Nada. No era una buena señal. No
podía soportar pensar en lo que la Reina le estaba haciendo, asi que traté
de encontrar a Josh. Podía sentirlo. La conexión con él bullía de
electricidad y vida. Estaba en algún lugar en el castillo. Vivo. Esto era
bueno al menos, pero por alguna razón, él fue bloqueado de mí. Frustrada,
me deslicé fuera de mi sueño de vuelta a la realidad.
 

En el momento en que mis párpados se abrieron, estaba fuera de la


cama. La luz de la luna brillaba a través de las minúsculas ventanas de la
cabina, dándole a la habitación un brillo espeluznante. Rayos de luz
brillaban suavemente sobre mamá y Kennedy. Las dejé dormir. No había
nada que pudieran hacer, y habían pasado por mucho. Revelar lo que había
aprendido solo aumentaría sus preocupaciones. Mamá y yo podíamos
marcharnos cuando ella despertara. Le hice una nota rápida diciéndole mi
idea y para venir a buscarme. Ella iba a estar emocionada cuando leyera
esto. Dado que el sueño no iba a ser mi amigo, me dirigí al lugar donde
podía tomar mis agresiones: el gimnasio.
No era mi primera opción, pero mi primera opción no era más una
opción. Mi preferencia requería menos ropa y deslizarme en la cama de
cierto Morador Oscuro. Mis sentimientos por él corrían constantemente
entre el calor y el frío, mayormente calor.
Vestida con mis sudores y camiseta sin mangas, mi cabello en una
coleta, entré en la vieja cochera, la cual había sido convertida en una
instalación de entrenamiento para los Moradores Oscuros. Los sacos de
boxeo caían desde diferentes alturas del techo. Alfombras lisas negras
estaban en un lado y equipo de entrenamiento en el otro. Cogí las vendas de
manos de la estantería y fui a trabajar en la bolsa de boxeo.
Mis miedos por papá, Ryan, Josh y Torin cayeron en la bolsa con cada
golpe.
—Tu forma todavía es insuficiente —la voz de Eli retumbó por detrás
de mí. Sin girarme, presioné mi cabeza contra la bolsa con un gruñido
grave.
El calor de su cuerpo estuvo instantáneamente ahí mientras se movía de
detrás de mí, tomando mi mano.
—Todavía sigues metiendo el pulgar. —Curvó mis dedos sobre sí
mismos, colocando el pulgar en la parte superior—. Ahora golpea. —
Golpeé la bolsa con fuerza—. Sé que es incómodo, pero protege tus dedos y
haces mayor daño a tu oponente.
El calor de su cuerpo junto al mío me atormentaba. Volviéndome hacia
él, me desplacé a un lado.
—Gracias. —Mis manos se movieron con la venda atada alrededor de
mis manos. Mi mirada se fijó en ellos para evitar ver el cuerpo alto y medio
vestido de Eli.
—No hay problema. —Parecía no tener ninguna aprensión mirando
directamente hacia mí. Sus ojos verdes brillaban intensamente.
¿Quería torturarme? ¿Era su ego tan grande que sabía que podía tenerme
en el piso con solo vislumbrar su pecho desnudo? La ira se arraigó en mi
cuerpo. Cambié mi peso entre mis piernas.
—¿Querías algo?, porque sería agradable si pudiera sacarte de mi
cabeza por cinco minutos.
Eli apretó la mandíbula.
—¿Todavía estás planeando irte?
Asentí.
—Tan pronto y haya luz, mamá y yo estaremos fuera de tu camino.
Ya no me sentía apegada a esta idea como lo había hecho antes, pero no
había forma de que retrocediera. Poner espacio entre nosotros era
probablemente lo más inteligente que pude hacer.
Mientras Eli se acercaba, volvía a la bolsa, recuperando el poco espacio
que teníamos entre nosotros. Una sonrisa salvaje torció el lado de su boca.
Envió estremecimientos a través de mí. Bueno o malo, no lo sabía. Había
algo más inestable en él desde que regresé. Al igual que la cordura, era algo
en lo que solo se interesaba cuando se sentía así.
—Vamos a ver.
Se acercó y tocó un mechón de mi cabello que había salido de mi cola
de caballo, metiéndolo detrás de mi oreja. Se inclinó hacia adelante. Su
respiración rozó mi cuello. Contra mi voluntad, mis párpados se cerraron
cuando sus labios rozaron mi oído.
Una risa loca salió de él. Mis pestañas se levantaron para verlo parado
mirándome. Una extraña expresión torturada en su rostro. Retrocedió hacia
la puerta.
—Ten un buen entrenamiento Brycin…
Y se había marchado.
Me quedé allí sacudiendo los escalofríos calientes y fríos de mi piel.
Capítulo 5
Traducido por Rimed
 

Pasé las siguientes horas en el gimnasio intentando poner mis


pensamientos y mis sentimientos en la misma página. Apenas comenzaba a
amanecer cuando otro cuerpo entró.
—No te irás, Ember —dijo firmemente Cole.
Golpeé con fuerza la bolsa antes de decir:
—Eli me reportó, supongo.
—Soy el primero. Él le estaba dando a su líder información que pensó
que debía saber.
—El se chivó. —Volví a golpear la bolsa con mi puño.
—Ember, date la vuelta —ordenó Cole. Cuando no estaba en mi modo
de Morador Oscuro, ellos realmente no tenían control sobre mí. O eso me
gustaba pensar. Pero Cole aun poseía el poder de forzarme a hacer lo que
pidiera.
Me detuve. Mis pulmones exhalaron del esfuerzo. El sudor caía en
senderos por mi cara. Disgustada, me volteé para encararlo. Sabía porqué
quería que lo mirara. Su autoridad estaba arraigada en sus ojos. Con mi
sangre de Morador Oscuro, me doblegaría a su autoridad.
¡Malditos Moradores Oscuros!
—Mírame, Ember.
Resoplé, cruzando mis brazos, bajé la mirada hacia la colchoneta y a un
lado antes de finalmente dejarla aterrizar en él. Sentí el peso de su dominio
instantáneamente.
—Estás siendo estúpida en inmadura. Tú y Eli necesitan lidiar con sus
problemas. Resuélvanlos porque no van a irse de aquí. Los necesito a
ambos. Hay una guerra y necesito a mis jugadores más fuertes en su mejor
forma. Realmente no quiero saber qué pasó entre ustedes dos, y por mucho
que los dos me puedan volver loco, son más fuertes juntos. Son un equipo
poderoso. —Su mirada en mí se suavizó—. Eli no ha sido el mismo desde
que desapareciste. Necesito a mi Segundo de vuelta, Ember.
Mi pecho se apretó. Era extraño para los Moradores Oscuros pedir
ayuda y aquí estaba su líder pidiendo la mía.
—¿Estamos de acuerdo? ¿Te quedarás?
Lo conocía lo suficiente para saber que no me estaba dando una opción
realmente. La lógica me decía que estaba en lo correcto. ¿Cuándo antes
había escuchado a la lógica? Aún asi me encontré a mi misma asintiendo.
—Sí.
—Gracias —respondió Cole y dejó la habitación.
La frustración volvió a deslizarse bajo mi piel en el instante en que él se
fue. Había tomado mi decisión. Queria irme, pero Eli bloqueaba mi camino.
No parecía quererme cerca, así que, ¿por qué no me dejaba ir? Aún cuando
sabía que Cole estaba en lo correcto y debía quedarme, no me gustaba tener
a alguien delatándome. Me sentía estúpida e infantil.
Rasgué los vendajes de mis manos y muñecas. Cole quería que lidiara
con mi mierda. Comenzaría con mi problema número uno. Mis pies
pisotearon la tierra seca, levantando nubes de polvo mientras me dirigía a la
casa.
—¿Me delataste? —dije e irrumpí en la cocina.
Eli estaba mirando a su frasco de mantequilla de maní vacío, como si
quisiera que se rellenara a sí mismo. Una sonrisa de satisfacción apareció en
mi boca.
Cooper y Gaby estaban junto al tostador peleando sobre quién pondría
el siguiente pan.
—¿Tú hiciste esto? —Eli levantó el frasco.
Sonreí dulcemente. Sus puños sujetaron el contenedor de plástico,
aplastándolo.
—Lo siento. ¿Quieres que tiemble o me desmaye? —Doblé mis brazos.
Golpeó el frasco contra la mesa.
—Soy el Segundo aquí. Tengo deberes y responsabilidades. No iba a
dejar que te fueras sin discutirlo con mi Primero. Ambos decidimos que era
una idea estúpida. —Su voz fue un profundo gruñido.
—¿Ustedes decidieron? Esta es mi vida. De todas formas, por lo que he
oído de ti últimamente, no te has preocupado mucho por las reglas y
responsabilidades. ¿Por qué empezar ahora? —Golpeé el mostrador con mi
mano, imitando su frustración.
Cooper se volteó a verme. Gabby se aprovechó de su distracción, puso
su pan en la tostadora y luego su atención emocionada en el drama.
—Bueno, tú tomas desiciones estúpidas. No se puede confiar en ti
cuando tomas decisiones relacionadas con hombres, tu seguridad y
cualquier otra cosa.
El cuarto se cargó con energía. Las luces parpadearon.
—¿Por qué? ¿Porque no coinciden con las tuyas?
—Exactamente.
—Bueno, sobre los hombres puede que tengas razón. Sí tomo decisiones
estúpidas. —La furia latía en mis oídos. Había entrenado por un largo
tiempo para contorlar mis poderes, para no dejar que me gobernaran, pero
cuando estaba alrededor de Eli mi control se iba al infierno.
—El chico hada estará tan herido.
La magia se escapó de mi control, saturando la habitación. Cada luz
subió su intensidad, estallando por la sobrecarga de mi poder.
—El chico hada fue el único con el que hice lo correcto.
Los ojos de Eli destellaron, estrechándose.
—Tendrás que compartirlo con la reina. He oído que le gustan los tríos y
fiestas de sexo rudo. —La flecha disparó directo al centro de mi punto
débil.
El tostador emitió un agudo chirrido antes de explotar. Las llamas
serpentearon alcanzando el fondo del mueble.
—Guau. —Cooper y Gabby dieron un salto hacia atrás.
En cosa de segundos la tostadora llena de pan explotó. Con un fuerte
sonido, plástico y pedazos de metal y de pan en llamas volaron en todas
direcciones. Todos nos agachamos mientras partículas de pan volaban a
nuestras cabezas. Pedazos del tostador golpearon en distintos lados del
cuarto, cayendo al piso.
—El desayuno esta listo —gritó Cooper al morir la conmoción—.
Gabby, te gusta tostado, ¿no?
—Suficiente —gritó Gabby, enviando su enojo entre mí y Eli—.
Ustedes. Dos. Síganme. ¡Ahora! —demandó, caminando fuera de la cocina.
Ni Eli ni yo nos movimos.
—Será mejor que la sigan. Está molesta —dijo Cooper—. No me
metería con ella estando molesta y sin desayuno.
Eli inhaló, cabeceó levemente en asentimiento y comenzó a seguir a
Gabby fuera de la casa. Se dio vuelta hacia mí:
—¿Vas a venir? No soy el único al que van a gritar. —Con un gruñido
lo seguí con resentimiento.
Eli y yo nos arrastramos detrás de Gabby a la cabaña, cual niños
desobedientes a punto de recibir nalgadas. Mami está molesta.
—Ustedes dos, entren aquí.
Abrió la puerta de la cabaña señalando para que entráramos antes que
ella. Entré después de Eli pasándola con la cabeza baja. La puerta se cerró
de golpe en cuanto crucé el umbral. Tanto mamá como Kennedy se habían
ido. Sus camas estaban hechas, pero la mía no era mas que un revoltijo que
llegaba hasta el suelo.
—¿Qué demo…? —Me volteé. Se podía oir la madera deslizándose por
el porche antes de que hubiese otro ruido contra el marco.
—¿Qué estás haciendo, Gabby? —Eli se apresuró hacia la puerta.
—Encerrándolos —respondio sin emoción Gabby a través de la puerta.
—¿Qué? ¿Por qué? —Me movi junto a Eli.
—Porque estoy harta de su mierda.
—Gabby, abre la maldita puerta. —El puño de Eli golpeó la madera.
—Nop —respondió Gabby—. Eli, tu siempre has sido un dolor en el
culo, pero desde que ella desapareció, has dejado de estar dentro de lo
tolerable.
—Gabrielle… —gritó su nombre con una peligrosa advertencia.
—Quéjate todo lo que quieras, pero no los dejaré salir hasta que lidien
con su problema. No soy la única que se siente así. Soy la única con las
agallas para hacer algo al respecto. Todos hemos tenido suficiente de este
implacable lado de mierda tuyo. Y viniendo de nosotros es decir demasiado,
Eli. Piénsalo.
Un gruñido salió de él.
—¿Por qué me merezco yo esto? —Golpeé la puerta.
—Porque eres el problema y la solución —respondió Gabby—. Así que
hasta que haya algún tipo de progreso, me sentaré fuera de la puerta y me
aseguraré de que ninguno de ustedes intente escapar.
Eli apoyó su frente contra la puerta.
—Juro que si no abres la puerta en este momento….
—¿Tú qué? —se desquitó Gabby—. ¿Serás un imbécil conmigo? Por
los últimos tres años he estado a nada de expulsarte. No hagas que me
arrepienta de no haberlo hecho.
—Sabes que puedo destruir este lugar antes de que siquiera logres salir
de la silla.
—Y tú sabes que simplemente encontraré otro lugar o modo de
encerrarte. No me amenaces Eli. No despiertes mi lado malo. Sabes cómo
de desagradable se pueden poner las cosas.
¿Este es el lado bueno de Gabby? Recuérdenme no hacerla enojar.
Dejando salir el aire de mis pulmones, me apoyé contra la pared junto a
la puerta.
—Ella es tan testaruda como tú.
Con una risa ronca, Eli volteó su cabeza hacia mí.
—Le dijo el sartén a la olla…
Entrecerré mis ojos.
—¿Cuál demonios es tu problema de todas formas? No has sido nada
más que un idiota desde que volví. Actúas como si quisieras que
desapareciera nuevamente. Estaba dándote lo que deseabas y me
bloqueaste. Pensé que estarías encantado.
—Por mucho que lo quiera, no te irás de aquí.
—¿Qué te hice? Soy yo la que debería estar molesta contigo. Yo deberia
aborrecer el verte. No al revés.
Se alejó de la puerta y retrocedió cruzando defensivamente sus brazos.
—Tú eres la que tuvo sexo conmigo y luego me dejó creer que había
matado a mi madre. —Derrepente la rabia, confusión y vergüenza que había
empujado lejos de mí habían vuelto a la superficie, brillando bajo mi piel.
Controlate Ember, mantente en control.
La mandíbula de Eli se mantuvo firme, con su furia asomándose en la
superficie también.
—Respóndeme. ¿Por qué me dejarías creerlo? ¿Por qué decirme que la
asesinaste?
—Jamás dije que lo hice. Lorcan lo dijo. Y tú no tuviste problema en
creerle.
Una ira cegadora salió de mi cuerpo, reventando las pocas luces del
cuarto dejándolo a oscuras. Ninguno de los dos se estremeció cuando los
pedazos de vidrio cayeron sobre nosotros, manteniendo los ojos fijos el uno
en el otro. Mis sentidos aumentados facilitaron el sentir sus emociones en
conflicto envolviendo el cuarto: la violencia, resentimiento, enojo e incluso
miedo. Los míos solo colisionaban contra los suyos.
—Ciertamente no lo negaste. —Mi cuerpo peleó por mantener mis
emociones bajo control.
—¿Y qué te hizo pensar que simplemente podías ir al Otro Mundo y
encarar a la reina? Eres imprudente y descuidada. ¿Acaso perdiste
temporalmente toda la lógica y pensamientos en ese cerebro tuyo? ¿Sabes
lo estúpido que fue eso? En serio, ¿acaso siquiera piensas?
Apreté mis dientes. El control se escabullía de mí, con las emociones
tomando el mando. Me acerqué a él.
—No recuerdo jamás haber necesitado tu opinión o aprobación. No me
importa lo estúpido que pienses que fue. No lo hice por ti. Lo hice por mis
amigos y familia.
—Pero podrías haber muerto. Podrías haber hecho que los maten a ellos.
Es por pura suerte que salieran de allí con vida. ¿Cómo te habrías sentido si
hubieras hecho que maten a Kennedy? ¿O a Jared? —Dejó caer sus brazos a
su lado, con puños, su cara grabada con furia.
—Ah, así que la verdadera verdad sale a la luz. Entiendo a Jared, pero
sé honesto. Tu preocupación no es por mí, si no por Kennedy — respondí
—. Eso es lo que realmente te preocupa. Podrías haber perdido a tu Druida,
tu modo de volver a tu precioso otro mundo, ya que ya no soy una
mercancía para el Rey Unseelie.
El pecho de Eli se infló con rabia. Sus ojos flameaban rojas,
transformándose en su estado de Morador Oscuro. La energía sofocaba la
habitción, asfixiándome. Emitió un gruñido desde lo profundo de su ser. Eli
tembló mientras sus músculos tensaban su cuerpo.
—Mierda. ¿Voy a tener que entrar ahí y arbitrar para que no se maten el
uno al otro? —gritó Gabby.
La rabia de Eli se podía sentir claramente al otro lado de la puerta.
Siendo tan violentos como eran los Moradores Oscuros, sabía que nunca me
heriría intencionalmente. Tampoco era una delicada pequeña niña, podía
pelear y herir devuelta.
—Esto no tiene nada que ver con Kennedy. —Su voz se tensó mientras
intentaba recuperar el control—. Esto tiene que ver contigo.
Eli respiró hondo, frotando bruscamente el poco pelo su cabeza.
—¡Ciach ort! ¿Tienes alguna idea de por lo que tuve que pasar cuando
desapareciste? —Su tono era duro y a la defensiva—. No podía sentirte —
susurró roncamente y se alejó—. Busqué en todas partes, pensando que tal
vez solo estabas fuera de alcance, que si iba un poco mas allá sería capaz de
sentirte… nunca lo logré. Esperando que siguieras con vida, me volví loco
intentando encontrarte.
Hubo un fuerte bufido al otro lado de la puerta.
Ignorando a Gabby, continuó:
—He estado en la tierra por veintidós años humanos, pero nada se ha
sentido tan largo como esos tres años.
La humedad se había evaporado de mi boca. Mi garganta se apretó
mientras intentaba tragar. No había palabras formándose en mi lengua.
En un segundo su humor sombrío se volvió volátil. Sus manos se
envolvieron alrededor de mis bíceps mientras se acercaba, sus dedos
hundiéndose en mi piel.
—No vuelvas a hacerlo jamás.
Mi respuesta fue automática. Nunca me he llevado bien con la
autoridad.
—Puedo hacer lo quiera. No tienes voz en eso. —Intenté soltarme de su
agarre sin éxito.
—Oh, tengo una voz cuando estás haciendo estupideces. —Apretó su
agarre, respirando fuerte.
Mi cuerpo se puso aun más rígido.
—No, no la tienes. Puedo ser parte Morador Oscuro, pero no puedes
ordenarme. No soy algo que puedas controlar. Mis elecciones y acciones
son mías.
—¡Maldición! —gruñó Eli—. ¿Tienes algún instinto de auto-
preservación? ¿Alguna idea de que con una palabra o señal de la reina tú y
tu familia podrían estar muertos? La suerte y dos pixies son la única razón
de que estés aquí ahora.
—Así que… ¿No tengo nada que ver con el hecho de que estamos a
salvo? —grité en respuesta—. ¿No crees que tal vez algunas de mis
habilidades y entrenamientos son responsables de habernos sacado de ahí?
—No quería mencionar que la única razón por la que realmente estaba viva
fue que Torin le dijo a la reina que yo eran en parte Morador Oscuro. Ese
conocimiento había salvado mi vida. Pero en este momento me sentía
demasiado enojada para ser honesta.
Él soltó una breve carcajada, lo que solo provocó mi furia. Sin
advertencia me ceñí más a él, enganché mi pierna por la cara interna de la
de él, apreté mi pierna y di un tirón hacia atrás. Sus pies dejaron su lugar
bajo de él, haciéndolo aterrizar en su espalda, sacudiendo las paredes de la
cabaña. Salté sobre su pecho, saqué la daga de mi bota y la llevé a su
garganta.
—Déjame preguntarte una vez mas. —Mis palabras fueron medidas—.
¿Realmente piensas que mis habilidades no tienen nada que ver con que
saliéramos de ahí?
Sus ojos se volvieron rojos nuevamente, pero esta vez no era con enojo.
—No vuelvas nunca a dudar de mí. —Incliné mi cabeza—. Si puedo
derribarte sobre tu espalda sin siquiera utilizar mis poderes, entonces dame
un poco más de crédito que simplemente tener algo de suerte.
—Sabía que me querías sobre mi espalda otra vez. —La lujuria brillaba
en su mirada, haciendo el aire alrededor más espeso—. Demonios. Eso…
fue ardiente.
No pude detener la sonrisa formándose en mis labios. Con la misma
rapidez con la que lo había derribado, Eli me botó y me volteó sobre mi
espalda.
—Esto funciona para mí también.
Se arrastró entre mis piernas. Su arrogante sonrisa puso mi pulso en
marcha. Su mirada se movió sobre mí, dándome mareos. No nos movimos
mientras el anhelo y deseo saturaban la habitación, entrelazándose tan
fuerte que dolía. Realmente no habíamos aclarado nada, pero la necesidad
de tener una charla sincera se evaporó en cuanto se presionó cerca de mí.
Yo actué primero. Balanceé mi cabeza hacia adelante y mis labios
chocaron con los suyos. Con un gemido, sus manos rodearon la parte
trasera de mi cabeza y me empujaron más cerca. Besarlo se sentía como
encontrar agua en un desierto luego de meses. No pude evitar el gemido de
alivio y felicidad que se escapó al sentir su lengua deslizarse por mis labios,
hacia mi boca. Nuestros labios estaban desesperados y necesitados mientras
nos inhalábamos el uno al otro. La lujuria bloqueó todo lo que estaba más
allá del otro. Nuestras manos ya se encontraban tirando la ropa que nos
impedían tocarnos el uno al otro. Mis dedos tiraron del dobladillo de su
camisa sobre su cabeza. Sus líneas de tinta caían por sobre su hombro,
bajando por su espalda hacia su trasero. Al ver las curvas líneas celtas
nuevamente se aceleró mi corazón. Mis ambiciosas manos intentaban
consumirlo. Él me quitó la sudadera en un rápido movimiento. Nuestras
manos se deslizaban hambrientamente sobre nuestra piel desnuda. Él estaba
más es forma de lo que recordaba. Su trasero tan firme que no podía detener
a mis manos de hacerse camino bajo sus jeans. Eli gimió suavemente
mientras tiraba apresuradamente mis pantalones.
Se detuvo súbitamente. Antes de que pudiera preguntar qué iba mal él
gritó:
—Te puedes ir, Gabby.
Oh, cierto.
—Aww… finalmente se estaba poniendo bueno.
Ella se rió, pero pude oir el crujir de la silla cuando se levantó. Eli
esperó por unos pocos segundos más antes de volverse hacia mí.
—Buena idea. —Sonreí.
—Estoy seguro de que será capaz de oírnos de todas formas. Podemos
ponernos algo ruidosos — bromeó.
—También somos capaces de dañar cosas.
—Nunca me gustaron las cosas de aquí, de todas formas.
Eli sonrió, sus labios y peso bajaron hasta mí, apoyándome en el suelo.
Me besó tan profundamente que todo en mí se transformó en mantequilla.
Entonces se levantó y me tiró hacia él. Sus brazos agarraban mi trasero,
levantándome. Mis piernas se envolvieron a su alrededor mientras me
cargaba hacia la mesa de operaciones.
—Ahora solo te comportas extraño. —Sonreí contra sus labios mientras
me bajaba—. ¿Cumples tu fantasia de doctor?
—Será una fantasía de enfermera.
Mientras alcanzaba la parte superior de sus jeans, él tomó mi mentón y
me forzó a verlo a la cara. Su expresión era seria.
—Como dije, no vuelvas a hacerme eso otra vez. ¿Está bien?
Sus palabras eran simples, pero sabía que estaban cargadas de
significado. Esto era el equivalente a él desnudando su alma, dejándome
verlo vulnerable. Todo lo que pude hacer fue asentir en respuesta.
—Te dije una vez que te seguiría a donde sea, y lo decía en serio.
Entonces sus labios volvieron a los míos. Tiré de las vueltas de su
cinturón, acercándolo a mí. Sus manos dejaron mi cara y se detuvieron en
mi sujetador deportivo, el cual me quitó por sobre mi cabeza y lo tiró a un
lado. Sus manos vagaron por mi piel desnuda, lo que la prendió en fuego.
Con un tirón, sus jeans cayeron al piso. Por supuesto que no llevaba nada
bajo ellos. Se quitó sus botas a patadas y dio un paso fuera de sus jeans sin
que sus labios dejaran mi cuerpo. Despegó mis jeans de mis caderas y me
los quitó. Solo una pequeña pieza de tela estaba ahora entre nosotros. Eli se
subió a la mesa y me recostó. Su piel presionó contra la mía, dejando cada
nervio hormigueando.
—Mierda, te he extrañado —murmuró, sus labios y manos explorando
cada centímetro de mí.
Alcanzando mi ropa interior, nuevamente se detuvo. Esta vez yo
también oí lo que lo había detenido. La puerta de la cabaña se abrió. Mamá,
Kennedy y Jared entraron. Se detuvieron en seco.
Cerré mis ojos y exhalé.
—Mierda.
Capítulo 6
Traducido por krispipe
 

—¿Qué diablos está pasando aquí?


Nada es más aterrador que la furia de una madre, y pude sentir a mi
madre quemando un agujero en mi interior; realmente, estaba enfocada en
el culo desnudo de Eli. Tenía que darle crédito; él no se estremeció ni huyó
y se escondió como yo quería hacer. Se levantó, agarró sus pantalones y se
deslizó rápidamente en ellos con una sonrisa divertida en su rostro. Envolví
mis brazos alrededor de mis pechos desnudos y me obligué hacerme más
pequeña.
Deja de sonreír. Esto no es gracioso, le dijeron mis ojos a los suyos.
Tienes razón...no es gracioso... es jodidamente hilarante. Rió entre
dientes.
Si mi madre no te mata, yo lo haré. Sacudí la cabeza, deslizándome
fuera de la mesa y cogí cualquier ropa a mi alcance.
Kennedy murmuró disculpas y ya estaba a medio camino de la puerta.
Jared parecía atrapado entre avergonzado y entretenido. Mi madre estaba
cerca de disparar fuego por los ojos.
—Les daremos un momento, y luego quiero tener unas cuantas palabras
contigo. —Furia cubrió cada sílaba que mi madre pronunció.
Se volvió bruscamente, agarró a Jared por el brazo, y lo sacó con ella
donde Kennedy estaba parada en el porche. Los ojos de Eli seguían
corriendo sobre lo último de mi desnudez que podía absorber.
—Mierda, mierda, mierda —repetí, tirando de las prendas que pude
encontrar.
—Como si ella no lo supiera.
—Pensar que lo sabes es una cosa; verlo es diferente. Especialmente
cuando estás desnudo y encima de su hija. —Un rubor de humillación
acaloró mi rostro.
—Awww, mira tus orejas se están poniendo rojas. —Eli se puso sobre
mí, su mano acariciando el lado de mi cara. Se inclinó y me besó en la
punta de mi oreja.
Mi madre está justo al otro lado de la puerta, lista para matarnos a los
dos. Miré a sus ojos verdes.
Déjala. No tengo miedo de tu madre.
Deberías de tenerlo.
Tú eres la única que puede hacer que me cague de miedo. Puedo
manejarla.
¿De dónde crees que lo aprendí? Arqué mi ceja.
Mamá golpeó su puño contra la puerta.
—Ember, es mejor que estés vestida porque voy a entrar. —Sólo hizo
una breve pausa antes de entrar.
Estaba relativamente vestida... al menos mis pantalones de chándal y mi
camiseta de tirantes estaban de vuelta. Eli sólo llevaba sus pantalones
vaqueros, así que agarró su camiseta del suelo y se la puso mientras ella
entraba.
Con los brazos cruzados, se acomodó en el medio de la habitación.
—Elighan, me gustaría tener unas palabras con mi hija. —Su tono de
mando de repente me hizo sentir como una niña de nuevo. Tragué el pánico
en mi estómago.
Eli se volvió hacia mí. Tienes razón; es aterradora. Guiñó un ojo antes
de maniobrar su gran cuerpo alrededor de mi diminuta madre, que estaba
parada como una roca inamovible, y me dejó. El sonido de la puerta
cerrándose detrás de él me hizo desear poder seguirlo.
No me dejes.
Cuando mi mamá habló, fue la voz excesivamente tranquila y
controlada lo que me asustó más que si gritara.
—Sabía que tendría que lidiar contigo teniendo sexo con chicos, pero
admito que ni siquiera yo imaginé que estarías con un Morador Oscuro. —
Sus labios se pusieron blancos mientras se apretaban—. No quiero que lo
veas más.
—¿Disculpa?
—Es peligroso, y lo digo en el sentido más extremo. Elighan no es
alguien que debas tener cerca. No sabes lo sombríos y terribles que son los
Moradores Oscuros.
—Lo siento, ¿pero me estás diciendo a quién puedo y no puedo ver?
¿La mujer que desapareció, que me mintió toda la vida, que pensé que
estaba muerta durante los últimos siete años de mi vida? ¿De verdad estás
quedándote ahí y diciéndome lo que tengo que hacer? —grité—. Lo que
esté haciendo con Eli no es asunto tuyo. Es un poco tarde para la charla de
los pájaros y las abejas. Tu hija no es una niña ya. No lo he sido durante
mucho tiempo. Soy una adulta y soy capaz de tomar mis propias decisiones.
—¿Esto es lo que llamas tomar una decisión de adulto? —gritó—.
Siento no haber estado ahí para ti durante esos años. No sabes cuánto
lamento el tiempo que perdí contigo, pero siempre serás mi hija, y siempre
querré protegerte. —La terquedad en su tono igualaba a la mía—. Los
Moradores Oscuros son asesinos sin alma. No quieres estar involucrada con
ellos. Te estoy diciendo esto porque te amo. Por favor, confía en mí en esto.
—¿Confiar en ti? ¿En serio? Esto es tan increíblemente irónico viniendo
de ti. —Ira se almacenó con fuerza en mi pecho. Necesitaba moverme, fui a
agarrar el cuchillo todavía en el suelo de cuando me enfrenté a Eli—. Los
Moradores Oscuros no son lo que solían ser, y yo tampoco.
Mamá se movió, manteniéndome a su vista.
—Créeme que lo son, y han hecho cosas terribles en el pasado. Tienes
que creerme en esto.
—No. ¿Dime qué sabes además de lo que recuerdas de ellos en el Otro
Mundo? Ya sé que eran asesinos mercenarios. ¿Hay algo más? —Las
palabras cayeron de mi boca en una tormenta de resentimiento. Las dos
bombillas que aún permanecían intactas parpadeaban con mi impaciencia.
Tomé una bocanada de aire, intentando componerme.
La mandíbula de mamá se apretó, desvió la mirada.
—Está bien, así que dime —demandé—. Obviamente los conocías o
interactuabas con ellos en el Otro Mundo. ¿Me equivoco?
—No, no te equivocas. —Su dedo se retorció en el lugar vacío donde su
anillo de bodas solía estar.
Podía verla debatiéndose sobre abrirse a mí. Todavía me estaba
ocultando cosas.
—¿Mamá?
Una arruga se disparó a través de la frente de mi madre antes de que
sacudiera la cabeza levemente.
—Entiendo que estés enfadada. Pero no dejes que tu enfado conmigo
cause que tomes decisiones imprudentes.
Por alguna razón esto sólo me enfureció más. Una pequeña risa
enloquecida brotó de mis labios.
—Esto viniendo de una mujer que, cuando yo tenía tres años, salía con
los hombres más salvajes y desagradables que podía encontrar... cualquier
hombre que tuviera una moto entre sus piernas. Supongo que me parezco a
ti más de lo que pensaba.
Sus ojos se estrecharon.
—Esto es diferente y lo sabes.
—¿Lo es? —Golpeé el cuchillo en la mesa. De repente, era una
adolescente que se rebelaba contra sus padres—. ¿No me digas que algunos
de esos tipos con los que saliste no habían matado? La única diferencia es
que ellos eran humanos. Oh, cierto, no todos lo eran. Tú estabas casada
antes, ¿no? Con un Fay al que engañaste con un Demonio. Después te
casaste con Mark. ¿Se considera poligamia si estás casado con dos de
especies diferentes? —Dejé caer mis brazos mientras me revolvía de
resentimiento—. Sí, de verdad debería escucharte. Me encanta cómo estás
criticando mis elecciones cuando las tuyas no han sido tan excelentes.
Mi madre jadeó.
—¿Cómo sabes lo de Eris?
—¿Eris? ¿Ese era su nombre?
—Sí —susurró.
—¿Lo amaste? ¿Sabía sobre la aventura? —Tenía muchas preguntas
dando vueltas en mi cabeza.
—Se enteró de la aventura. Pero no era como si no tuviera sus propios
enredos. —Cada palabra que pronunciaba parecía dolorosa y forzada—.
Antes del compromiso, era un hombre agradable, o eso pensábamos todos.
Después del matrimonio, su verdadera personalidad salió. Era un hombre
cruel y abusivo, y se casó meramente por el título y el estatus.
Sentí mi estómago enfermar. El pasado de mi madre estaba lleno de
secretos ocultos y recuerdos dolorosos. Aún así, no podía dejar pasar mi
propia rabia.
—¿Por qué no me contaste nada de esto? ¿Por qué tuve que escucharlo
de Lars? Es triste y poco gracioso que un Demonio haya sido más honesto
conmigo que mi propia madre.
Se estremeció y respiró hondo.
—Hice lo que pensaba que estaba bien en ese momento. No me juzgues.
Soy tu madre.
—Técnicamente... pero no has sido mi madre durante siete años. Mark
ha sido mi madre y mi padre. Tienes que ganarte el título —bramé.
Sus ojos se llenaron de emociones, y se alejó de mí, su cara contraída y
cansada de repente. Inmediatamente, me sentí culpable.
—Lo siento. No quise decir eso.
Miró a un lado, lágrimas deslizándose por sus mejillas.
—Sí, querías, y tienes razón. Yo no estuve ahí para ti. —Tragó saliva y
cepilló las gotas saldas de su cara—. Todavía quiero que seas mi niña
pequeña. Quiero fingir que no perdí todos esos años contigo. Pero lo hice, y
ninguna disculpa en el mundo va a recuperarlos.
Mi estómago se retorció.
—No, no lo hará. Pero sé que hiciste lo que hiciste para protegerme. —
Recogiendo el cuchillo de nuevo, toqué el metal, centrándome en el
intrincado diseño grabado en la hoja. Lo empujé de vuelta a la ranura de mi
bota—. No podemos simplemente empezar donde lo dejamos. Las cosas no
son tan simples.
La cabeza de mamá se balanceó.
—Lo sé. Pero quiero intentarlo. Conocernos de nuevo.
—Sí... eso sería bueno.
—Pero primero tenemos que salir de aquí. Necesitamos encontrar un
lugar seguro. Lejos de ellos.
Y ahí desaparecían esos sentimientos de paz que habían empezado a
flotar a mí alrededor.
—¿Qué?
—Ember, hablamos sobre esto. Sé que tienes sentimientos por Eli, pero
confía en mí. Tenemos que alejarnos tanto como sea posible. ¿Pensé que era
lo que querías también? O al menos lo era antes de este encuentro con
Elighan.
—Lo era. Pero volví a mis sentimientos.
—No. Tenías razón la primera vez. Tenemos que irnos.
—¿A dónde? —Levanté mis brazos. A pesar de que había estado de
acuerdo con irnos la noche anterior, ahora no estaba segura de si lo hubiera
hecho.
—Al norte. Tengo conexiones en Canadá. Podemos quedarnos con ellos.
Ella había estado planeando esto, esperando que yo dijera la palabra. La
noche anterior podría haberle dejado, pero las cosas eran diferentes hoy. Tal
vez estaba siendo más honesta conmigo misma. Habría abandonado el
rencor, incluso sabiendo que estaba siendo estúpida. Mi terquedad no tenía
límites, pero tampoco los tenía la de mi madre. Podía decir que ella estaba
decidida a ir, a pesar de lo peligroso que sería. Me tomaría mucho
convencerla de lo contrario.
—¿Y entonces qué? Aneira no se va a quedar sentada. Vendrá a por
nosotras. Estamos siendo cazadas ahora. Ni siquiera llegaríamos a Canadá.
Además, necesito estar aquí para Kennedy y diseñar un plan para sacar a
Mark y Ryan del Otro Mundo. ¿Te olvidaste de ellos?
—Por supuesto que no. Todavía podemos planear sacar a Mark y Ryan
de allí sin los Moradores Oscuros.
—Sé lo que dije en la nota antes. Estaba enojada y no pensaba con
claridad. No podemos irnos y lo sabes.
—Quizá no estás pensando claramente ahora. Elighan te tiene en el
bolsillo.
Mis ojos se contrajeron.
—No. No soy una chica tonta. Nunca lo he sido. Así que no me
conviertas en algo porque es lo que se ajusta a tu argumento. —Respiré
profundamente—. Mi terquedad, que he heredado de ti, no me dejó ver lo
obvio. Ellos son unos de los Fae más poderosos a nuestro lado. Tenerlos
con nosotros sólo ayuda. No me voy a ir.
Los dientes de mi madre se apretaron.
—Si no fuera por Elighan, ¿estarías más dispuesta a ir?
—Realmente no importa porque Eli es una parte de esto...una parte de
mí.
—Puede que te sientas así ahora, pero…
—No —la corté—. No lo entiendes. Deja de hacerme sentir como una
adolescente tonta y soñadora. Cuando digo que es parte de mí, no es
hipotético.
Los ojos de mamá se fijaron en los míos.
—¿Qué quieres decir?
—Soy uno de ellos. —Mis brazos se cruzaron sobre mi pecho—. La
sangre de Eli corre por mis venas. Soy en parte Morador Oscuro ahora. No
lo dejaré, y además, sería inútil. No hay lugar en la Tierra en el que él no
pudiera encontrarme.
Su cabeza tembló de un lado al otro rápidamente.
—No es posible.
—Sí, todo el mundo sigue diciendo eso, pero aquí estoy. Eli me salvó la
vida. Estaba muriendo, y Eli me dio su sangre. No habría sobrevivido sin
ella. La mayoría pensaba que no sobreviviría con ella, pero lo hice. Owen
piensa que los Dae responden de manera diferente a la sangre ajena.
Nuestra sangre no la rechaza, sino que la acepta, moldeándola con la
nuestra.
—¿Owen te ha probado? ¿Está seguro de eso?
—Sí. Él saliva cada vez que pude tener una aguja cerca de mí. La última
vez que lo comprobó, yo tenía trece hebras de ADN. Un Fae normal tiene
alrededor de ocho. Tomé el ADN del Morador Oscuro y lo hice mío. Nadie
sabe si esto es una cosa de Dae o una cosa mía porque los Dae siguen
terminando muertos. Nadie con el que haya hablado entiende o conoce toda
la capacidad de un Dae —expliqué. Se sentía extraño explicar esto a la
mujer que me dio a luz. Supongo que incluso tener un Dae no te hace
conocedor de uno—. Supongo que no tenían un libro de crianza de Dae
cuando estabas embarazada de mí, ¿eh?
La boca de mamá se abrió. Luego hizo una mueca, mirando al otro lado.
—¿Quién era mi padre? —Tiré de mi collar—. ¿Te violó?
La cabeza de mamá se sacudió, miró hacia mí, y luego se volvió otra
vez.
—No quiero hablar de eso ahora mismo.
—¿No quieres hablar de eso? ¿No crees que tengo derecho a saberlo?
Se frotó las sienes y suspiró.
—Sí, pero no ahora. Por favor, dame un poco más de tiempo. ¿De
acuerdo?
Mis hombros se hundieron, pero pude ver el dolor en su rostro.
—Sí, de acuerdo.
—No fuiste concebida en una violación. Fue puramente de amor, pero
es complicado. Te contaré la historia entera... algún día. Lo prometo.
Asintiendo, miré abajo a mis botas.
—¿Y ahora qué?
—No lo sé. Esto es demasiado para asimilar. —Mamá parecía tan
perdida como me sentía yo—. Nos quedaremos por ahora.
El barranco entre nosotras no se sentía mucho más estrecho. Mucho nos
dividía. Nuestra una vez cercana, cariñosa relación tensa bajo el peso de lo
que nuestras decisiones y el destino nos había dado.
Capítulo 7
Traducido por NaomiiMora
 

Cole y Owen trabajaron con Kennedy la mayor parte del día. Jared
estaba justo al lado de ella, también aprendiendo sobre la historia de los
Druidas. Me presenté para mostrar mi apoyo, pero después de dos horas de
una profunda lección de historia, mi mente se entumeció. Todavía no le
había contado a Kennedy sobre Ryan o de mi caminante de sueños. Nunca
me pareció el momento adecuado para decir: Ah, dicho sea de paso, nuestro
amigo nunca podrá volver al reino de la Tierra. Debería decirle; lo haría.
En ese momento, quería que se concentrara en lo que podía cambiar.
Tenía que concentrarse en aprender cómo ser un Druida.
Eli había desaparecido después de nuestro pequeño encuentro de la
mañana. Sutilmente, o no tan sutilmente, busqué en los alrededores por él.
Fue un día de verano maravillosamente raro y extremadamente caluroso
en Olympia. Cooper salió al porche de la casa del rancho, con una cerveza
de medio día en la mano. La puerta de la pantalla chirriante se cerró tras él
cuando salió de la casa.
—No está aquí.
—¿A dónde se fue? —Pretender que no estaba buscando a Eli parecía
ridículo.
—Está afuera en un trabajo. —Cooper tomó un trago de su cerveza—.
Como todavía no tengo una bicicleta y todas las demás están siendo
utilizadas, el bastardo se llevó a Gabby y me dejó atrás.
—¿Qué quieres decir con un trabajo?
—Aún tenemos que sobrevivir aquí en la Tierra y ganar dinero.
Tenemos que trabajar.
Los Moradores Oscuros tenían otro nombre en la Tierra, los MDO,
Motociclistas de la Oscuridad. Eran un "club" local de motocicletas, que
controlaba Olympia y gran parte de la línea de la costa norte de
Washington. Eran temidos por la población promedio y respetados en el
mundo del ciclismo. Sin duda, su aura de Fae oscura ayudó a que las
personas los temieran naturalmente. En algún tiempo su club era más
grande, pero con Lorcan tomando algunos miembros viables, se había
reducido a seis. Jared aún no los acompañaba, pero los cuatro tipos grandes
y una chica feroz todavía tenían una fuerte presencia en Washington.
—¿Qué implica este 'trabajo'? —Me acerqué al porche y me instalé en
la barandilla.
Cooper se sentó en la mecedora.
—¿Crees que te lo voy a decir?
—Sí, lo creo. —Le quité la botella de la mano y tomé un trago. Ugh.
Odiaba la cerveza Sabía a meada de zorrillo con avena de una semana de
antigüedad.
—Oye. Consigue la tuya. —Cooper trató de recuperarlo.
—Nah. En realidad, no me gusta la cerveza. —Terminé los últimos
tragos de su cerveza tratando de no vomitar y se la devolví a Cooper—.
Ahora habla.
—Hombre, eres frustrante. —Se meció en la silla, arrojando la botella
vacía a la papelera de reciclaje a su derecha. Sonreí—. Pero recuerda, crecí
con Gabby. Nadie puede romperme. —Me devolvió la sonrisa de
suficiencia—. Tenemos que conseguir dinero, Ember, y es mejor que no
sepas cómo lo hacemos.
—¿Por qué? ¿Qué hacen chicos? —Mi estómago se retorció. Había
escuchado historias. Muchas diferentes. No quería que ninguna de ellas
fuera verdad.
—Somos Fae de Oscuridad. En un momento nos contrataron asesinos,
mercenarios por naturaleza, y matamos para ganarnos la vida. Ya no
hacemos eso, lo que es todo lo que necesitas saber.
Mi boca se abrió para discutir. Luego se cerró. Algo me impidió
explorar más esto. Una parte de mí quería saber, pero la mayor parte de mí
no. Sabía que no me haría feliz. Eli y el resto de ellos habían estado en la
cárcel más veces de las que podía contar. Pero escuchar las palabras
verdaderas provenientes de la boca de Cooper podría cambiar las cosas.
—Si sigues esperando ver un lado agradable, bueno de nosotros,
deberías marcharte ahora. Eli ciertamente no lo es, y el resto de nosotros
tampoco. En realidad, estamos tratando de ser mejores. Déjalo así.
—Lo sé pero...
—Sin peros. Tenemos que ganar dinero.
¿Qué esperaba? Eran Fae de Oscuridad. Peor aún, eran Moradores
Oscuros. ¿Esperaba que actuaran como buenos ciudadanos humanos? No,
esa no era su naturaleza, pero todavía me molestaba. No podría cambiarlos
más de lo que podrían cambiarme a mí. Para bien o para mal, esta era mi
familia, y me quedaría con ellos. Sostuve mi cabeza, de repente muy
cansada.
—Necesito un poco de agua para lavarme este asqueroso sabor de la
boca. —Me deslicé de la barandilla y me dirigí al interior de la casa.
Cooper asintió y me vio alejarme.
La frescura del interior alivió un poco la tensión, pero de repente quise
recostarme. Aunque técnicamente estaba durmiendo en la cabina de la
enfermería, no quería ir allí. Mamá probablemente estaría cerca con una
expresión infeliz y comentarios mordaces sobre Moradores Oscuros. No
necesitaba eso en este momento, especialmente después de mi charla con
Cooper. Sin pensarlo mucho, me escabullí por el pasillo hacia la habitación
de Eli.
Sabiendo que estaba fuera, pasé por la puerta inadvertidamente. Luché
por quitarme los jeans ya que se pegaban a mi piel, encostrada de sudor y
suciedad. Cuando había recogido ropa de mi casa un tiempo atrás, hacía
frío. No había empacado artículos de verano. Sintiendo que había bajado
diez grados estando en ropa interior y tirantes, me recosté en la cama de Eli.
Su olor tentador me hizo enroscarme profundamente en su almohada. Me
incliné y encendí un ventilador. El aire fresco revoloteó sobre mi piel. Mis
párpados se cerraron y mis músculos ansiaron la relajación. No pasó mucho
tiempo antes de que cayera en un sueño profundo.
 

Los cuerpos estaban amontonados en pilas sobre la pradera quemada.


Ceniza y humo colgaban pesadamente en el aire. La sangre empapaba la
hierba y la teñía con un rico tono borgoña. La vista de la carnicería y el
olor a carne carbonizada perforaron mi estómago, haciendo que vomitara.
Había estado aquí antes. Me había parado en este lugar. Esta vez había
más cuerpos y más sangre. La muerte flotaba en el aire, empapándolo. El
cielo estaba moteado con bolas de fuego ardiendo, la línea entre los
mundos se fundió en una sola. Pronto no habría ninguna.
—Ember, tienes que evitar que esto suceda. —Una voz habló en mi
cabeza.
Me volví rápidamente, buscando el altavoz. Reconocí la figura
encapuchada que estaba en lo profundo de las sombras. Era mi madre.
Aunque nunca mostró su rostro, lo sabía. Podía sentir el amor
incondicional y la conexión entre nosotras.
—¿Mamá? —Me acerqué.
Cuanto más cerca estaba de ella, la oscuridad parecía cerrarse más a
nuestro alrededor y la tapaba aún más de la vista. Su mano se estiró y tomó
mi mano dolorosamente.
—Encuentra la espada, Ember. —Su tono sonaba desesperado y
suplicante—. No dejes que caiga bajo su control o todo se perderá. Este
será tu futuro.
Sabía que se refería a Aneira. Era lo único de lo que estaba segura. La
figura dio media vuelta y se alejó.
—¡Espera! —Extendí la mano para detenerla. Mis dedos agarraron la
tela de su túnica—. No, mamá, espera. ¿Cómo encuentro la espada?
—La respuesta está contigo —dijo antes de desvanecerse, dejándome
sola.
Solo podían escucharse los gemidos de las personas que morían y los
lejanos sonidos de la batalla.
 

Un ligero golpe en la puerta me sacó de mi sueño. Mi cabeza se sacudió.


Miré a la puerta, luego por encima de mi hombro. La luz del amanecer se
filtró sobre Eli durmiendo a mi lado. Estaba echado sobre su espalda, y una
mano yacía protectoramente sobre mi muslo desnudo. No lo había oído
entrar ni lo sentí subir a mi lado. Debo de haber estado cansada si dormí
durante el resto del día y de la noche. El sueño me dejó un nudo en el
estómago. Cuanto más me extendía para recordarlo, más me evadía.
Otro par de golpes hizo tintinear la puerta; el recuerdo del sueño
desapareció por completo. Como no quería que él se despertara, me
escabullí de debajo de la mano de Eli. Se movió y giró su cabeza hacia el
otro lado, pero permaneció dormido. Ajustando mis tirantes, fui de puntillas
hacia la puerta y la abrí.
Cole estaba parado en el otro lado, su expresión impaciente.
—Ember, tienes que venir afuera.
—¿Por qué? ¿Que está pasando? ¿Qué hora es?
—Por favor, ven. —Su tono transmitía que este no era el momento para
discutir o hacer preguntas.
Miré por encima de mi hombro a Eli.
—Solo tú. —intervino—. Te esperaré afuera. Por favor date prisa. —
Cole se alejó rápidamente.
Los pantalones que había estado usando estaban en una bola sucia en el
piso; el calor y el tiempo me impidieron volver a ponérmelos. En su lugar,
busqué un par de pantalones cortos doblados encima del tocador de Eli y
salté dentro de ellos. Me quedaban grandes, pero no tuve tiempo de
preocuparme por mi estilo. Me puse las botas y salí corriendo hacia donde
Cole estaba esperándome ansiosamente.
—¿Que está pasando?
—Ya lo verás. —Hizo un gesto para que lo siguiera.
Conmigo retrasándose detrás, se dirigió hacia la parte trasera de la
propiedad. El sol apenas asomaba sobre las montañas. Llegamos a un
campo abierto, y a lo lejos pude ver las diminutas siluetas de Simmons y
Cal que se movían en el aire. Me llevó un momento darme cuenta de que no
estaban solos. Tres formas humanas se arrastraban lentamente detrás de
ellos: dos hombres y una mujer. Uno de los hombres estaba siendo retenido
por los otros dos. Sus brazos estaban alrededor de sus hombros mientras
luchaba por avanzar cojeando.
Mi mirada se estrechó en uno. Todas las otras preocupaciones en mi
mente se disolvieron instantáneamente.
—Torin —grité.
Mis pies golpearon la tierra mientras corría hacia él. Torin levantó la
vista, su rostro ensangrentado e hinchado. Cuando me vio, sus piernas se
rindieron, y se derrumbó en el suelo.
Patiné para detenerme frente a él, y la tierra y las rocas se quebraron en
mis rodillas cuando caí. Mis manos se dirigieron automáticamente a su
rostro, levantando su cabeza.
—Te encontré.
Torin sonrió soñadoramente. Estaba luchando por mantenerse
consciente. Su cuerpo y rostro estaban tan maltratados que apenas podía
moverse o hablar, y apenas podía distinguir sus rasgos. Tenía un ojo
completamente hinchado y el otro solo abierto hasta la mitad.
Mi mirada dentelleó y captó a los demás.
—Oh, Dios mío, Josh. ¿Estás bien?
No era alguien que esperaba ver de nuevo, pero me sentía muy feliz de
haberme equivocado. Su rostro dulce y familiar me miró con tristeza a los
ojos. Josh tenía un labio partido, un ojo negro y un corte profundo en la
mejilla. Afortunadamente, nada que no sanaría.
—Sí. Estoy bien.
Reconocí a la mujer del otro lado de Torin. Era del calabozo del castillo.
La que se acercó a mí, confirmando que yo era parte Morador Oscuro. Era
la única razón por la que la Reina no me había matado en el acto.
—Te recuerdo.
—Sí. Soy Thara. —Habló formalmente, su voz elegante y majestuosa
—. No temas. Ya no estoy con la Reina. Ayudé a Torin a escapar. Lo habría
matado.
—Gracias.
Mis manos todavía sostenían la cabeza de Torin. Continuaba
desplomándose más. Había sido puesto en este predicamento y había sido
torturado por la Reina debido a su apego por mí. A pesar de que estaba
gravemente herido, sentí un alivio abrumador porque estaba lejos de ella.
Volviendo mi atención a Torin, mis ojos realmente comprendieron su
condición.
—Maldición ... —Estaba en mal estado.
—Mo chuisle —murmuró. Podría decir que no tenía sentido de la
realidad y estaba aleteando al borde de la conciencia y la tierra de los
sueños.
—¿Qué mierda? —Una voz profunda habló detrás de mí. Al volverme,
vi a Eli caminar hacia nosotros usando solamente un par de pantalones
vaqueros raídos.
—Simmons y Cal los condujeron aquí —dijo Cole.
—Estábamos de guardia cuando los vimos salir por una puerta del Otro
Mundo. Hemos venido enseguida para decírtelo, mi señora. Él nos detuvo
—declaró Simmons, señalando a Cole.
—Gracias, Simmons. Hiciste lo correcto. Cole solo estaba haciendo su
trabajo también. —Simmons frunció el ceño pero asintió con la cabeza
hacia mí.
Había tantas cosas que necesitaban ser contestadas, pero todas podían
esperar.
—Chicos, tenemos que llevarlo a la clínica ahora. ¿Dónde está Owen?
—Ya lo contacté a través de nuestro enlace. Nos estará esperando —
respondió Cole, agarrando el hombro de Eli y acercándolo a Torin.
Moradores Oscuros y Hadas no eran amigos. El término "adversarios"
era expresarlo suavemente. Esto se demostraba aún más entre Eli y Torin ya
que tenían más aversión uno por el otro que los rivales promedio
Hada/Morador Oscuro. Esta demostración de preocupación entre ellos era
radical. Sin ningún problema, Eli se acercó a él, sacándome del camino. El
cuerpo entero de Torin se había debilitado. Con la ayuda de Cole, Eli arrojó
a Torin sobre su hombro como un saco de patatas. Torin gimió de dolor,
pero permaneció inconsciente. No me importaba cómo cargaba a Torin ya
que de todos modos no recordaría nada. Eli se detuvo frente a mí, sus ojos
moviéndose sobre mi cuerpo, una sonrisa en sus labios.
—Lindos pantalones. Creo que los querré de vuelta más tarde. —Eli se
giró y se dirigió hacia la cabaña.
Ardiendo ya en el exterior con el calor que se acercaba, mis entrañas se
apretujaron. Este no era el momento apropiado, pero a mis hormonas no les
parecía importar una mierda últimamente lo que era correcto o no. Me lo
guardé para mí que verlo levantar y llevar a Torin a la cabaña me excitó por
completo.
A veces actuaba como una chica.
Cal zumbó en mi oído, una sonrisa divertida en su rostro y su mirada en
Torin y Eli.
—Oh, sí, nena, las cosas de repente se vuelven divertidas. —Se rió y
salió volando. Simmons lo siguió, ambos volviendo a sus puestos.
—Sí, divertido —murmuré para mis adentros y me volví para localizar a
Josh.
Estaba parado en el mismo lugar, sus cejas rozaron juntas. Parecía
vulnerable y preocupado.
—Oye, Josh. ¿Estás bien?
Me moví hacia él. Su mirada se levantó. Sus suaves ojos color avellana
buscaron los míos. La ligera brisa revolvió su ya sucio cabello rubio arena.
Pasaron varios momentos antes de que asintiera y abriera los brazos. Lo
envolví en un abrazo.
—Me asustaste. Pensé que te había perdido. Estoy muy feliz de que
estés aquí. Que volviste.
—Sí. Yo también —respondió y se alejó—. Creo que necesitas decirme
qué está pasando, y me refiero a todo.
—Lo sé. Lo explicaré todo. Luego. En este momento, centrémonos en
que Torin y tú sean examinados. Asegurarnos de que están bien.
Para cuando Josh y yo llegamos a la cabaña, Torin ya estaba confinado
en una cama, todavía frío. Owen estaba inclinado sobre él. Mamá y
Kennedy se sentaron juntas en una cama todavía en pijama después de
haber sido despertadas por el séquito que inundaba su habitación. Cole
estaba parado al final de la cama. Thara, al otro lado, agarró su mano con
fuerza. Eli se apoyó contra la pared más cercana a la puerta; su atención
estaba sobre mí cuando entramos.
—Josh. —Eli asintió con la cabeza hacia él.
—Eli —replicó Josh y se movió a la pared más alejada de él.
Josh nunca había sido un fan de Eli, no sabía si era por miedo o genuina
antipatía. Parecía que nada había cambiado. Extraño. Con el amor de Josh
por World of War Craft y el mundo de fantasía, uno pensaría que descubrir
que Eli era una de las bestias más temidas y despiadadas en el mundo de los
Fae lo impresionaría.
Abriéndome paso entre la multitud, me dirigí a la cama ocupada.
—Oh, Torin. —Todavía era una conmoción mirarlo. La cara hinchada y
deformada no era una que reconociera. Su tortura recaía en mis manos—.
Lo siento mucho —susurré roncamente.
—Sanará. —Owen me dio una palmadita en la mano—. Lentamente,
pero se recuperará.
—Quieres decir que las heridas visibles sanarán. —El nudo en mi
garganta hizo que fuera difícil de tragar. La habitación se puso caliente y
apretada.
Owen inclinó su cabeza, permaneciendo en silencio. No quería decirlo.
Estaba tratando de ser amable, pero la verdad era una piedra en mi corazón.
No sabía lo que la Reina le había hecho a Torin. Conociendo sobre su
pasado con ella y de lo que era capaz, tenía que ser horrible, degradante,
abusivo y doloroso. Tanto mental como físicamente, ella se aseguraría de
que sintiera la traición y la transgresión que le causó. ¿Cómo podría superar
todo esto?
—Necesita descansar. —Owen insinuó a todos que se fueran. Solo
Owen, Thara, Eli y yo nos quedamos.
Mi necesidad de quedarme con él era abrumadora. Mis músculos se
bloquearon, inmovilizándome en su lugar. Mi corazón y mi cuerpo no
podían dejarlo de lado.
—Me quedaré, también. —Las palabras de Thara sonaron como un
desafío.
Mis ojos se dirigieron hacia ella, y gruñí.
—Thara, creo que necesitas descansar y algo de comer. Estará bien
mientras estás fuera. —Owen le hizo un gesto para que lo siguiera.
Ella sostuvo mi mirada por unos segundos más y luego asintió con la
cabeza, pero me observó todo el tiempo que caminó hacia la puerta.
Eli aún se apoyaba contra la pared. Su expresión no tenía ningún
sentimiento, pero su presencia era fuerte e incontenible. Sus ojos se
adentraron en los míos, su mandíbula apretada. Se empujó fuera de la pared,
se giró y salió de la habitación sin decir una palabra. No necesitaba hacerlo.
Su fría y distante expresión me lo dijo todo. Me dolió seguirle, pero algo
me mantuvo en mi lugar. Deslizando una silla, me senté al lado de Torin.
Puse su mano magullada y rota en la mía. Dejó escapar un suspiro, y su
cuerpo se relajó aún más en las almohadas.
Capítulo 8
Traducido por NaomiiMora & 3lik@ & YoshiB
 

Durante las siguientes veinte horas, no abandoné a Torin, incluso


cuando lo trasladaron a la antigua habitación de Dax para tener más
privacidad. La cabaña del hospicio se estaba llenando con Thara, mamá,
Kennedy y yo durmiendo allí. Torin fue colocado en la habitación más
alejada de los otros Moradores Oscuros, lo cual parecía ser la mejor idea.
Estaba hecha para albergar a once Moradores Oscuros. Ahora solamente
seis la habitaban.
La dedicación de Thara casi rivalizaba con la mía. Owen la obligaba a
tomar pausas, comer o descansar, pero nunca podría influir en mí. No lo
dejaría. La idea hizo que algo me doliera.
Había ido a tomar una siesta rápida una hora antes, dejando que me
siente a vigilar junto a su cama. Su hinchazón había bajado, pero los cortes
y moretones sanaban más lentamente. Para un Fay, su recuperación lenta no
era normal, lo que solo aumentaba mis preocupaciones. ¿Qué tan dañado
estaba por dentro que hacía que fuera tan lento para repararlo por fuera?
Una figura se movió a mi lado, alcanzando la muñeca de Torin. Con los
ojos borrosos, miré hacia Owen.
—Realmente necesitas al menos comer algo, Ember. —Frunció el ceño
hacia mí.
Rehusándome una vez más, agarré con más fuerza la mano de Torin. Un
pequeño gemido flotó de sus labios. Mi cabeza se volvió hacia él y de
vuelta a Torin.
—¿Torin? —Me puse de pie y alcancé su cara.
—Mo chuisle. —Las palabras apenas llegaron a mi oído—. ¿Estás
realmente aquí? —Sus párpados se agitaron pero no se abrieron.
—Sí. Estoy aquí —chillé.
Una sonrisa apareció en sus labios, abriendo los cortes en ellos.
—Te encontré. Ahora puedo morir satisfecho.
Mi corazón se apretó tan fuerte que se hizo difícil respirar. La idea de
que muriera envió dagas a mi corazón.
—No vas a morir. —Era más para mí que para él. Era una idea que
rechazaba aceptar. No respondió, su cabeza cayendo más pesada sobre la
almohada. Lágrimas ardían, asfixiando mi garganta.
Owen me tocó el hombro.
—Esto probablemente sucederá por un tiempo. Mientras se está
curando, su cuerpo solo podrá permanecer despierto por pequeños
intervalos antes de que necesite reponerse.
Era como un tsunami. Cada momento de dolor que le causé a él y a los
demás se precipitó todo hacia mí a la vez. La habitación comenzó a
tambalearse, y el piso se movió bajo mis pies. Mis nudillos se pusieron
blancos cuando agarré las sábanas de la cama. Mi espalda se arqueó hacia
adelante, curvándose sobre sí misma. Las paredes se cerraron sobre mí.
—Respira, Ember. Estás empezando a hiperventilar. —Owen presionó
suavemente su mano sobre mi espalda.
—Necesita un poco de aire y comida. —Otro par de manos agarró mis
caderas y me empujó hacia la puerta. Eli me escoltó hacia el aire de la
mañana. ¿Cuándo entró a la habitación? Ni siquiera me había dado cuenta.
¿Cuánto tiempo había estado parado detrás de mí? ¿Escuchando?
El rancho estaba en silencio y en las horas profundas de la noche.
Todavía faltaba un par de horas para el amanecer, pero durante el verano, en
el extremo norte, siempre parecía que el amanecer estaba esperando su
turno. Eli se movió frente a mí. Sus manos se aferraron a los lados de mi
cara.
—Oye mírame. Cálmate.
—Oh Dios. Le hice esto a él. Yo.... Solo destruyo y daño a la gente.
Otra ola de pánico me arrastró a lo largo de un largo río de culpa.
Tragué aire. Tantas cosas me golpeaban al mismo tiempo: emociones por
mi madre, de Mark y West atrapados en el Otro Mundo, de Ryan nunca
capaz de irse, de todas las personas que maté en Seattle. Torin era
simplemente otro en la lista cada vez mayor. Todo era demasiado. Las
lágrimas calientes y cegadoras pasaron mis límites defensivos y se
derramaron sobre las paredes. Odiaba llorar frente a las personas y, en algún
momento, Eli habría sido el primero de la lista. Las cosas habían cambiado.
Ahora parecía el único a quien podía mostrarle mis verdaderos
sentimientos. Apreté mi rostro contra él y sentí sus brazos rodeándome,
abrazándome fuertemente contra él.
—Estará bien. —Su voz vibró a través de su pecho contra mi oreja.
—No, no lo estará. —Negué con la cabeza, embarrando mis lágrimas y
mi nariz moqueante sobre su pecho—. Torin ha sido torturado. Mark y
Ryan todavía están atrapados allí junto con West.
—Kennedy y Josh están de nuevo a salvo, Torin sanará y Lily estará
contigo nuevamente. Vamos a sacar a West, Mark y a Ryan. —Me tendió la
mano para mirarme la cara—. Lo prometo.
Limpiando mi nariz, negué con la cabeza.
—Ryan nunca podrá volver.
—¿De qué estás hablando?
—Estaba en un sueño lúcido... —hipé—. Ryan se estaba muriendo ... y
Castien le dio comida a Fae para salvarlo. —No necesitaba decir más; Eli
frunció el ceño. Sabía lo que esto significaba.
Ahuecó mi cara y sacudió las lágrimas con los pulgares.
—¿Le has contado esto a alguien?
—No. —Mi cabeza se movió en consecuencia—. Kennedy ha pasado
por muchas cosas y dice que salvar a Ryan la mantiene activa durante los
momentos realmente difíciles. No puedo quitarle esto a ella.
—Tienes que decírselo.
Suspirando, me incliné hacia él.
—Lo sé. Pero no todavía.
Levantó mi cabeza y me besó profundamente. Al principio sus labios
fueron reconfortantes y dulces, pero el anhelo rápidamente se disparó por
mis venas. Se llevó todo el dolor. Algunos podrían decir que este no era el
mejor momento. Discrepo. Lo necesitaba, entero, a una pizca de felicidad
en la oscuridad. Sus manos se deslizaron por la parte posterior de mi
cabeza, y sus dedos se enredaron en mi cabello. Presionó sus labios
fuertemente contra los míos, y su lengua descubrió cada pulgada de la mía.
Esta vez, la falta de aire en mis pulmones era consciente. La necesidad de
estar más cerca de él era aplastante. Mordió mi labio, lo que fue mi
perdición. Agarré su mano, y con la determinación de un toro, lo arrastré
hasta la casa y por el pasillo hasta su habitación.
Con la puerta cerrada y con llave, nos volvimos y nos encaramos.
Nuestras respiraciones vacilaron cuando nos acercamos más. Mi corazón
latía contra mis costillas. Se inclinó, y pude sentir su proximidad abarcando
mi piel. El deseo se hizo tan denso que dejé de respirar.
Su dedo rozó mi estómago mientras seguía la banda de sus boxers que
usaba. Me chupé el labio inferior; mis ojos se cerraron ante su toque.
—Me gustan esos puestos en ti —me susurró al oído—. Pero me
gustarían más si no lo hicieras. —Les dio un ligero tirón.
Mis dedos se acercaron a la parte superior de sus jeans,
desabotonándolos.
—Lo mismo digo.
Con un gruñido profundo, Eli me recogió y me llevó a la cama. Caímos
pesadamente sobre ella mientras nuestros labios se destrozaban. Se deslizó
entre mis piernas, y la fricción de sus movimientos contra mí hizo que
ambos nos apretáramos más fuerte. Parecía que no podía acercarme lo
suficiente a él. Jadeando y arañando, apreté mis piernas alrededor suyo.
Sintiéndolo duro contra mí impulsó mi adrenalina a golpear en mis oídos.
Me llevó dentro de unos vertiginosos hechizos, dejando mi mente
completamente vacía de todo menos del momento presente. Sus labios se
movieron por mi cuello, haciéndome jadear. Mis manos tiraron de sus
pantalones sobre sus caderas y sobre el piso. Un estruendo emergió de su
pecho cuando mis manos volvieron a subir sobre su trasero apretado y
desnudo. Deslizó un dedo debajo de la camiseta de tirantes que tenía y la
tiró sobre mi cabeza y la arrojó a un lado. Nuestra respiración era corta y
pesada. Me senté y lo empujé hacia abajo, gateando sobre él. Sus manos
subieron lentamente por mi cuerpo. Dejé caer mi cabeza hacia atrás con
deseo, mientras los estremecimientos de su toque enviaban hormigueos
rápidamente a través de mí. Se sentó y acercó su boca a mi cuello y mi
pecho. La calidez de sus besos me hizo gemir.
Sonreí maliciosamente y lo empujé hacia abajo. Empecé por su cuello y
meticulosamente besé y pellizqué lentamente su cuerpo, sin perder ni un
centímetro. Hubo algunas áreas a las que le presté más atención. Eli
continuó gruñendo, lo cual sonaba cada vez más y más animal. Los sonidos
de nuestra respiración profunda fueron el único ruido en la habitación
cuando ambos besamos y tocamos nuestros cuerpos sudorosos. Me quité la
ropa interior y me dio vueltas sobre mi estómago. Su lengua se deslizó por
mi columna. Gruñí. Su cuerpo presionó la parte posterior de la mía, su
aliento caliente en mi cuello.
—Por favor — le supliqué—. Ahora.
Concedió mi deseo. Deslizando mis piernas para separarlas más, empujó
profundamente. No había nada más que él y yo. Pulsante y fuerte. Nuestra
energía rebotó la una contra la otra y se estrelló contra las paredes.
Al final hicimos explotar su ventilador y destrozamos un espejo. Incluso
con la luz apagada, las luces habían parpadeado con energía cargada. Ni
siquiera quería pensar en lo que otros podrían escuchar afuera.
—Ahora realmente necesito una ducha —jadeé. Una mirada maliciosa
se enredó en sus labios. Rodó fuera de la cama y se levantó, saliendo de la
habitación—. ¿A dónde vas?
Hizo una pausa mirando por encima de su hombro.
—A tomar una ducha. ¿Vienes?
—Um, sí. —Salté de la cama—. Todo se trata de ahorrar agua.
—Dudo que ahorremos agua. —Su ceja se levantó maliciosamente.
Nunca me moví tan rápido en mi vida.
 

—Eli, Ember, Torin está despierto. —Cooper golpeó la puerta del baño
—. Es hora de tomar un respiro. Cole quiere que se unan a nosotros en el
pasillo en cinco minutos.
La culpa tejía mi conciencia. ¿Cómo no podría estar allí cuando se
despertara? Torin nunca había dejado mi mente por completo, pero Eli hizo
un excelente trabajo aliviando mi tensión y llevándome desde el borde. Sí
ayudó saber que Thara probablemente estaba allí.
—Tanto para ahorrar agua. —Hace mucho tiempo el agua se había
convertido en hielo, no es que nos importara. Habíamos estado allí tanto
tiempo que todo en mí comenzó arrugarse como pasa.
—Te lo dije —Eli murmuró contra mis labios y se acercó para cortar el
chorro de agua.
Mi lengua encontró la suya otra vez, y sus brazos se envolvieron a mi
alrededor, besándome hasta que mis dedos se curvaron. Sus manos se
arrastraron lentamente sobre mi piel.
La puerta del baño sonó con otro golpe.
—No soy tan estúpido como para pensar que ustedes saldrán la primera.
Me quedaré aquí hasta que realmente vea la puerta abierta —gritó Cooper a
través de la puerta.
Eli presionó su frente contra la mía con un suspiro.
—Mejor vamos —le dije mientras veía gotitas de agua deslizarse por la
cara de Eli y sobre sus labios.
—Sí, no me obliguen a entrar —gritó Cooper—. En realidad, tachen lo
que dije. He visto el trasero desnudo de Eli lo suficiente, pero el de Ember
sería un cambio agradable.
—Está bien. Está bien. Saldremos en un minuto —gritó Eli y se volvió
hacia mí—. No es que no deberías mostrar tu trasero. Es un trasero
extremadamente agradable. —Sus manos se movieron sobre él.
Sonriendo, lo besé una vez más, tomando sus manos en las mías.
—Vamos. Cooper tendrá muchas otras oportunidades para ver mi
trasero. —Dirigí mis palabras hacia el otro lado de la puerta.
—Dijiste plural, ¿verdad? Como en ¿más de una vez? —le preguntó
Cooper.
—Vete, Coop. Estaremos allí en unos minutos —respondió Eli y me
sacó de la ducha de piedra natural y baldosa.
—Cinco minutos —dijo Cooper y se alejó.
Eli me tiró una toalla limpia. Después de envolverme en ella, nos
apresuramos a regresar a su habitación. Me puse los boxers de Eli y una
camisa sin mangas y alisé mi cabello en una cola de caballo. Eli se puso
unos jeans y una camiseta y me siguió fuera de la habitación.
Cuanto más nos acercábamos a la vieja habitación de Dax, que estaba al
otro lado de la casa del rancho, más acelerados eran mis pasos. Estaba a
rebosar. Casi todos estaban allí. Josh, Gabby, Kennedy y Jared estaban
ausentes, pero los otros estaban metidos en el pequeño espacio,
esperándonos.
Josh... ¡mierda! En mi visión estrecha de Torin, me había olvidado de él.
Aún necesitaba hablar con él y asegurarme de que estaba bien. Ni siquiera
sabía dónde había estado durmiendo.
—Ya era hora —declaró Cole. Un rubor de vergüenza me calentó las
mejillas.
Mamá rondaba la cama de Torin y lo ocultaba de la vista. Al entrar, sus
ojos se clavaron en mí. La desaprobación, la ira y el disgusto se precipitaron
de mí hacia Eli.
—Voy a intentar algo en la oscuridad y decir que mamá no me aprueba
o el hecho que su dulce hija duerme conmigo —me susurró Eli al oído.
—Eso sería una subestimación —me burlé, volteando mi rostro hacia él
—. Pero de ninguna manera sería considerada una dulce hija.
—No después de lo que acabas de hacer. No sabía que eras tan flexible.
Me debes un nuevo ventilador, por cierto.
Le di un empujoncito.
—Cállate.
—¿Ustedes dos quieren unírsenos? —El tono agravado de Cole nos
devolvió a los demás.
Esta vez, cuando miré, mamá se había movido hacia un lado. Torin
estaba ahora directamente en mi línea de visión. De repente, se convirtió en
el único en la habitación. No pude detener el tirón que automáticamente
sentía hacia él, me moví rápidamente hacia su lado de la cama.
—Torin, ¿cómo te sientes?
Su único párpado seguía hinchado por lo que estiró su cuello para
mirarme. Su frente se arrugó cuando su atención rebotó entre Eli y yo,
asimilando nuestro cabello mojado y el hecho de que la mitad de mi
atuendo era de Eli. Sus labios se apretaron fuertemente.
—Gracias al Dr. Donovan, me siento mucho mejor.
—Lamento mucho no haber estado aquí cuando despertaste.
—Le dije que nunca te fuiste de su lado, hasta que te obligué a comer y
descansar —comentó Owen. Me estaba cubriendo, aunque estaba segura de
que todos los demás en la sala sabían lo que realmente había estado
haciendo.
Asentí y desvié la mirada.
Thara cernió su peso.
—Yo estaba aquí. —Ella estaba de pie al otro lado de él. Sus ojos se
lanzaron hacia mí y luego de vuelta a Torin. Su expresión era dura y tensa.
Le di una sonrisa tensa y volví a mirar a Torin.
—Realmente lo siento —dije en voz baja. Esta disculpa no tuvo nada
que ver con mi ausencia.
Torin inmediatamente negó con la cabeza, tomando mis manos en las
suyas.
—No hay nada por lo que disculparse. No me hiciste esto.
—¿No es así?
—Ember, te dije que no hay nada que no haría para mantenerte a salvo.
Soy yo quien debería disculparme. Debería haber sido más cuidadoso y
debería haberme dado cuenta de que estaba en contacto con nosotros.
—No había forma de que pudieras haberlo sabido. Ella se habría
asegurado de eso. —Miré hacia abajo a nuestros dedos entrelazados—.
¿Sigues conectado con ella?
Torin una vez más movió su cabeza hacia adelante y hacia atrás.
—No.
—Interrogamos a Torin mientras esperábamos a que llegaras —dijo
Cole con firmeza—. No podemos permitir que se quede aquí y que siga
vinculado a la Reina.
—Ella cortó todos los lazos conmigo y me quitó mi posición y título. —
Había tristeza y dolor en su voz. Él nació para ser un soldado, y quitárselo
fue como quitarle su identidad—. Thara me salvó. Ella me sacó del castillo.
Giró hacia ella su mirada llena de aprecio y admiración. Ella le devolvió
la sonrisa y le apretó el hombro. La devoción hacia él era clara, pero, ¿era
por respeto o por algo más?
—A través de nuestra unión, pude reconocer qué puerta usar para
acercarme más a ti.
—¿Unión?
—Sí. Estamos vinculados por el juramento que nos han puesto. Nos
conecta. No fue hasta que llegaste a la mayoría de edad y saliste de la
protección de Lily que pude sentirlo.
El aire dejó de bombear a mis pulmones, y tiró de mis manos fuera de
su alcance.
—Espera. ¿Qué?
Torin me había dicho que los dioses y diosas Fae nos habían puesto
juntos, y que nos habíamos comprometido antes de que naciera. Esto fue
antes de que supieran que yo había nacido de un Demonio en lugar del
esposo Hada de mi madre. Sabía que Torin aún respetaba el acuerdo, pero
pensé que ser un Dae habría anulado nuestra union.
—Estaba demasiado débil para contactarte por escenas oníricas o
nuestro enlace mental. Pero nuestra unión me ayudó a encontrarte. Eres mi
prometida, Ember. ¿No crees que no podría encontrar el camino para ti?
La piel de la nuca me picaba, y sin mirar, podía sentir los ojos de Eli
arder en mí. Su voz fue tensa cuando dijo:
—¿Estás prometido a él?
Girando, vi que su expresión coincidía con su tono. De repente, me di
cuenta de que todos escuchaban cada palabra pronunciada entre Torin y yo.
Me enfrenté a Torin:
—Cuando me dijiste que estábamos unidos, no solo estabas hablando
metafóricamente, ¿verdad?
Él se movió incómodo sobre la cama.
—No.
Siempre me había sentido atraída por Torin. Seguro. En el fondo
comprendí que debíamos estar juntos, incluso cuando mi corazón quería
otro. ¿Podría ser todo esto por un vínculo? ¿Alguno de mis sentimientos era
real? La sangre de Eli me conectó con él. Ahora me estaban diciendo que
mis sentimientos por Torin se basaban en un arreglo que estaba fuera de mi
control. No me gustaba sentirme manipulada o incapaz de tomar mis
propias decisiones. El miedo y la furia se mezclaron dentro de mí. Las luces
sobre mi cabeza comenzaron a chisporrotear.
Mi madre sintió mi control tambaleándose en el precipicio y se acercó a
mí para tocarme el brazo.
—Respira profundo.
—¿Respirar? ¿Quieres que respire ahora mismo? —exclamé, mis brazos
ondeando frenéticamente—. ¿Qué pasa con los Fae no diciéndome toda la
verdad? Estoy tan harta de esta mierda. Nada es lo que parece con ustedes.
—Porque sabemos lo bien que lo tomas —el tono de Eli era
entrecortado.
Le lancé una mirada furiosa.
—Eres la última persona que debería estar hablando en este momento.
La expresión dolorida de Torin me impidió perder la cabeza por
completo. Estaba claro que mi fuerte reacción lo había herido. Si fui yo o el
vínculo, no importó. Lo último que quería hacer era lastimarlo. Lo cuidé
profundamente, tal vez incluso lo amé de alguna manera. A decir verdad, si
nunca hubiera conocido a Eli, podría haber aceptado esto más gentilmente.
Quizás de buena gana. Pero conocí a Eli. No había dudas a dónde
pertenecía mi corazón. Correcto o incorrecto, bueno o malo.
—Bien, entonces, ¿cómo lo rompemos? —Sabía que había dicho algo
mal tan pronto como lo dije, pero era demasiado tarde para devolverlo.
Torin se puso rígido.
—¿Quieres romperlo?
—Uhhh sí... bueno, te prometieron a un Hada puro, y no lo soy.
—Te lo he dicho una y otra vez, no me importa lo que eres. Tú estabas
destinada para mí. Esto nunca ha cambiado.
Un pequeño gruñido sonó detrás de mí.
Guau, estoy segura de cómo crear una situación incómoda.
Mamá trató de tranquilizarme:
—No puedes romperlo, Ember. Como te dije antes, no te está haciendo
hacer nada en contra de tu voluntad. Solo te obliga más a querer elegir a esa
persona.
—Pero no hizo que quisieras ser fiel a Eris. Estabas unida a él, y aun así
tenías una aventura con un Demonio.
Los ojos de mamá se agrandaron antes de alejarse de los míos, y una
expresión extraña se movió sobre su rostro. Descubrir su pasado le causaba
angustia, pero comencé a preocuparme cada vez menos. Por una vez, quería
saber la verdad completa.
Su voz era tranquila, pero firme cuando agregó:
—Vinculados, sí, pero luego fue forzado. Deber. Tú y Torin no son y
nunca serán forzados. Si creciste en el Otro Mundo, las cosas serían
diferentes. Dado que no es así como fue la vida, tienes una opción —
respondió mamá, su voz distante.
—Es triste, me tomó ser una abominación y estar escondida del Otro
Mundo para darme opciones y libertades.
—Ember, lamento que esto resulte en tu incomodidad. No es lo que yo
quería. Esperaba que quisieras estar conmigo —dijo Torin en voz baja.
La culpabilidad se virtió en mi pecho.
—Lo siento. No quise decir... no es que yo no... —Bajando la voz, miré
alrededor de la habitación. Todos los ojos estaban puestos en mí. Eli no
tenía emoción, pero la intensidad de su mirada era suficiente.
—¿Sí? —Torin me animó a continuar.
—Sí, no te detengas allí. Termina tu pensamiento —comentó Eli con
acidez.
Esto era un no-ganar para mí. Lo que sea que dijera solo lastimaría a la
gente.
—Disculpen. —Me abrí paso entre la multitud y salí por la puerta.
Solo unos pocos pasos hacia el bosque, sentí a Eli muy cerca.
—Eli, no puedo lidiar contigo ahora mismo.
—Qué mal. —Caminó hacia mí. Él ladeó la cabeza, con los brazos
cruzados—. Estás lidiando conmigo.
Pasé mi mano con frustración por mi húmeda cola de caballo, un
gruñido exasperado zumbó en mi garganta.
—¿Qué es lo que quieres que diga? No sabía acerca de este vínculo.
Obviamente no era algo bajo mi control.
—¿Quieres decir que nunca te mencionó el compromiso antes? —Su
tono era más burlón que de pregunta.
—Lo hizo, pero...
Eli pasó por encima de mis palabras.
—¿Y te dijo que los dos estaban atados por los dioses?
—Pensé que estaba hablando en sentido figurado. Quiero decir que
siempre sentí algo, pero no lo hice...
—¿Lo amas?
Sus palabras contundentes me detuvieron en su lugar y me dejaron sin
palabras. ¿Amaba a Torin? Lo hacía, pero no en la forma en que Eli quiso
decir o Torin quería. Sin Torin me sentía pérdida, pero más como si hubiera
perdido a mi mejor amigo, no a mi amante. Aun así, mis sentimientos por él
eran fuertes.
—Eso es lo que pensé. —Eli miró sus pies descalzos—. Bien, bien, él es
con quien deberías estar. Tú y yo nunca fuimos destinados a ser más que un
par de cogidas de todos modos.
Negué con la cabeza.
—No hagas esto. No trates de lastimarme porque estás enojado o
molesto.
— No lo estaba —se burló Eli.
Sus palabras me golpearon, incluso si pensé que eran una mentira.
—Mira, no puedo negar que tengo sentimientos por él, vinculados o no.
Él ha estado allí para ayudarme cuando no tenía a nadie más. —Eli se
estremeció ante mi golpe—. Pero no creas que disminuye lo que siento por
ti. Me preocupo por él, pero yo...
Las palabras se atascaron en mi garganta. Nunca había permitido a
alguien lo suficientemente profundo en mí como para "enamorarme". Me
importaba y amaba a mucha gente. Pero estar enamorada era diferente, y
me asustaba. Incluso con amar a mis amigos y mi familia, todavía tenía las
paredes envueltas protectoramente alrededor de mi corazón. Amar
significaba perder. La reaparición de mi madre no había cambiado mis
reacciones. El daño estaba demasiado incrustado en mí. Era fuerte, pero la
mera idea de perder a Eli o darle acceso a destruir mi corazón... no era tan
fuerte.
—Pero, ¿qué?
—Nada. —Sacudí mi cabeza.
—Esto va en contra de todo lo que soy —ladró Eli—. Siempre estarás
conectada con él. No es algo que alguna vez desaparecerá. Y yo no
comparto.
Ex…tingue…me.
—Y tengo el mismo problema contigo —proclamé—. ¿Es real nuestra
conexión, o es solo por la sangre?
Sus puños y mandíbula se apretaron.
—Eso no es lo que quise decir —balbuceé.
—¿De verdad? Creo que fue exactamente lo que querías decir. —La ira
se filtró en sus palabras—. La sangre puede unirnos, pero nada más lo hace.
—Eli...
—Hagamos las cosas simples. Estamos aquí para conseguir a nuestra
familia y amigos del Otro Mundo. Eso es todo. —Dio un paso atrás—.
Perteneces a él, así que puede lidiar contigo ahora. —Se giró y se alejó,
dejándome allí de pie con mi refutación cubriéndome la lengua.
¡Mierda! ¿Puedo arruinar más las cosas?
Por lo general, las palabras no se perdían en mí, pero cuando se trataba
de mis sentimientos y mi corazón, eran difíciles de encontrar. Los había
escondido en el fondo, protegiéndome de la dura realidad. Debido a mis
miedos, no pude decirle a Eli cómo me sentía realmente. La atracción
instantánea entre nosotros se había convertido en algo más profundo. No
podía negarlo, pero tampoco lo admitiría. Todo estaba tan loco, pero solo
aumentó el deseo de correr detrás de Eli y perderme en él de nuevo. La
duda y el orgullo me impidieron actuar, y me desplomé en el suelo con un
grito de agravado.
Un sonido aleteante de alas se acercó antes de que Cal aterrizara sobre
mi rodilla.
—Vinculado con dos hombres diferentes, ¿eh? ¿Es justo llamarte
ramera ahora?
Gemí.
—Por favor, no me hagas reír.
—Puede que estés vinculada a otro hombre, pero sabes que realmente
estás pensando en mí y en esos besos que me debes.
Sacando mi cabeza enterrada de mis manos, me reí entre dientes.
—Tienes razón. Eres todo el hombre que necesito.
Cal se sonrojó y apartó la vista de mi mirada.
—¿Puedo preguntarte algo? —Me recosté y me incliné más hacia el
árbol. Él asintió—. No soy una persona de confianza. Siempre he sido
alguien que asumiría lo peor y luego reflexionaría más tarde. Pero con
Torin, nunca lo cuestioné. Siempre confié en él incluso cuando iba en contra
de mi naturaleza. ¿Esto es por el vínculo?
Cal se sentó sobre mis rodillas, poniéndose cómodo.
—Creo que sí. Lo que sé sobre los vínculos es que no te presionan para
que ames a los individuos, pero te obligan a sentirte más atraído por ellos.
Atraído automáticamente hacia ellos, confiando en ellos, naturalmente
queriendo ayudar al otro. Ambos inconscientemente reconocen al otro
como compañero.
Hice una mueca.
—Sin decir que todo sale según lo planeado. Se supone que solo te debe
guiar de esa manera. Parece que las mujeres de tu familia tienen una cierta,
¿cómo puedo decir, "obstinación" al destino predestinado o que se te diga
qué hacer de alguna manera? —bromeó Cal.
—Sí —me burlé—. Tenemos problemas con la autoridad, ¿no? Incluso
cuando proviene de los dioses y diosas.
Cal y yo estuvimos en silencio durante unos minutos, captando los
ruidos distintivos del bosque. Los grillos emitían un sonido estridente e
hipnótico a través del crepitar de las ramas y el sonido de las hojas al
viento.
—¿Lo amas? —Las palabras contundentes de Cal desviaron mi mirada
hacia él.
—¿Quién? ¿Torin?
Cal inclinó la cabeza.
—No.
Mi primera reacción fue estar de acuerdo, pero luego el miedo me
detuvo, incluso para insinuarlo. Solté un largo suspiro, golpeando mi cabeza
contra el tronco del árbol.
—Seguir el deber o lo que piensas que es correcto solo te lastimará al
final. Hay una razón por la cual la vida intervino contigo, a pesar de que
llegó en forma de un idiota Morador Oscuro.
—Ahhh. —Ahuequé mi cara en mis manos—. ¿Qué está mal conmigo?
Realmente soy un desastre ¿eh?
—Definitivamente. —Cal palmeó mi rodilla—. Pero sigo fiel a mis
palabras. No puedes elegir a quién amas; te elige a ti.
—¿Cuándo te hiciste tan sabio con el amor? —le pregunté—. ¿Alguna
vez te enamoraste?
Cal se movió sobre mi rodilla distante, una triste mirada envolvió sus
facciones. Cuando se dio cuenta de que todavía lo estaba mirando,
carraspeó.
—Uh, una vez hace mucho tiempo. No terminó bien. —Sacudió su
cabeza y rió—. Qué equipo somos.
—Creo que somos un buen equipo. —Me incliné hacia adelante y le di
un ligero beso en la mejilla.
Él se sonrojó profundamente.
—Ahora solo me debes uno.
—Considéralo un regalo de promoción.
Un fuerte crujido del bosque hizo que Cal y yo nos pusiéramos en alerta
máxima. Voló de mi rodilla cuando me puse de pie. Era casi imposible para
los forasteros entrar, pero todavía estaba atenta. Alki me había tomado
desprevenida. No fue Eli a quien sentí. No era ninguno de los Habitantes
Oscuros ya que se callaron al acercarse. Este era un humano.
Un contorno alto y delgado avanzaba desde los árboles.
—¿Josh?
—Hola, Ember.
Corrí hacia él, lanzando mis brazos alrededor de él, pero se puso rígido
bajo mi abrazo. Josh no se apartó, pero tampoco respondió mi abrazo. El
pobre niño había pasado tanto, y yo había sido una terrible amiga para él
desde su llegada.
—Me alegra que estés aquí con nosotros. —Me acerqué—. Josh, lo
siento. He estado tan consumida con Torin que ni siquiera he hablado
contigo. ¿Cómo estás? ¿Dónde estás durmiendo? ¿Necesitas algo?
Él miró hacia otro lado.
—Estoy bien. Me dieron un tipo llamado habitación de Dominic. Está al
lado de Torin.
Asentí.
—Lamento mucho haberte arrastrado a esto y haberte involucrado en mi
jodida vida.
Su frente se arrugó.
—¿Por qué? ¿No crees que debería ser parte de esto?
La confusión arrugó mi frente.
—No, eso no es lo que quise decir en lo absoluto.
—¿Es porque soy humano o porque todavía piensas en mí como el
debilucho y patético Josh?
—¿Qué? —dije—. No te defino por ninguno de esos términos.
—Porque puedo ayudar. Quiero pelear contra la Reina... por lo que hizo.
Sentí un vacío en el estómago.
—¿Qué te hizo ella?
—Ella en realidad no hizo nada, pero se levantó y vio cómo sus
hombres me golpeaban.
—¿Ella no te tocó?
—No, pero las reinas nunca hacen su propio trabajo sucio, ¿verdad? —
Se encogió de hombros, pareciendo perder mi significado—. Pero no es
como si hubiera conocido a muchos de ellos. Bueno, he conocido a muchas
reinas en la calle, pero no de la realeza. —Se formó una sonrisa en su boca.
Había un sabor de la personalidad lúdica de Josh, la que yo había
conocido en Silverwood. Había cambiado, pero ¿cómo no podría haberlo
hecho? Su mundo había sido completamente sacado de debajo de él.
Extrañaba a mi amigo, el chico despreocupado que conocí en la escuela.
Afortunadamente, no lo había destruido también, y se recuperaria con el
tiempo. Josh tenía mal genio y una vida dura. Yo quería que fuera feliz.
Esperaba que esta experiencia no lo rompiera.
—Quiero ayudar. —Sus ojos suplicaron a los míos.
—No quiero que te lastimes. Lo que estamos haciendo es
extremadamente peligroso.
—Es demasiado tarde para pensar en mi bienestar ahora. —La ira
parpadeó sobre su rostro, pero desapareció rápidamente—. No me excluyas
porque piensas que soy demasiado frágil o débil. Tú me trajiste a esta pelea.
No tengo hogar, Ember. No es que pueda regresar a la escuela y no volveré
a las calles. Me debes. Merezco saber qué está pasando y ser parte de eso.
Asentí. La culpa de su situación actual me aplastó los hombros. Yo le
debía a él. Había perdido todo lo que había conocido por mi culpa. Otra
víctima en mi estela.
—Creo que debes contarme todo, desde el principio.
Nuevamente, estuve de acuerdo. Nos sentamos, y comencé a hablar y
continué hasta que el sol estaba alto en el cielo, horneando la tierra.
Capítulo 9
Traducido por Vale
 

La vida cayó en un patrón en los próximos días. Unos pocos en el grupo


se turnaban para ir de compras o hacer recados mientras los demás se
quedaban atrás. A veces algunos de los Caminantes de Sueños desaparecían
por la noche.
Las motocicletas atravesaron la oscuridad cuando desaparecieron del
recinto. Traté de no pensar en dónde iban, pero lo sabía. La pandilla estaba
"trabajando".
Kennedy, mamá, y yo no teníamos permitido dejar la propiedad en
absoluto. Owen y Gabby fueron los que nos consiguieron artículos
personales a mamá, Kennedy y yo. Entre el estilo de Gabby y el hecho de
que no nos importaba lo que agarró, terminamos con una fusión de chica-
rockera, ropa de entrenamiento, y poliéster barato.
Josh usó la de Dominic, que había sido dejada atrás. Lo sepultaban, pero
parecía contento.
Eli era fiel a su palabra: no interactuaba conmigo a menos que tuviera
que ver con el entrenamiento de Kennedy o alguna pregunta superficial. No
estaba siendo el idiota psicótico como lo había sido cuando volví por
primera vez o incluso el idiota que había sido cuando nos conocimos. Era
indiferente. Actuando como si nada hubiera pasado entre nosotros o como
si no estuviera remotamente atraído por mí. Tenía que admitir que esto era
peor. Podría aceptar los otros temperamentos. Al menos entonces supe que
sentía algo. Para ser justos, mi terquedad y mi dolor no me permitieron
decirle cómo me sentía realmente. Mi tapadera me hacía actuar de manera
calma y reservada, siguiendo sus pasos.
Sabía que necesitaba estar lo más lejos posible de la atracción de Eli
Dragen. Mi regreso a la cabaña la noche después de que peleamos causó
algunas cejas arqueadas, pero nadie dijo nada. Vieron el distanciamiento
que Eli y yo mostramos mutuamente y parecían entender. La presencia de
Torin puso un gran obstáculo entre nosotros. A pesar de que mamá no
comentó, podía ver su placer con este nuevo desarrollo.
Torin se curaba lentamente. Podía levantarse y caminar un rato. Aún
tenía un largo camino por recorrer. Los cortes y magulladuras en su rostro
permanecieron hinchados, pero se habían curado lo suficiente como para
reconocer sus hermosas facciones de Hada. Thara nunca dejó su lado. Tenía
pocas dudas de que su fidelidad provenía de más que de un deber. Estaba
enamorada de él. Esto hizo las cosas un poco más heladas entre Thara y yo,
y la tensión entre las Hadas y los Caminantes de Sueños era palpable.
Lo único bueno fue que desde la llegada de Torin y Thara, mi mamá no
miraba la puerta cada minuto como si estuviera preparándose para salir
huyendo. Tener otras Hadas alrededor la calmó.
Kennedy aceptó su nueva herencia Druida con gusto. Había una fuerza
en ella que no había visto antes. Sostenía su cabeza más arriba y tenía una
manera de ser que te hacia girar y mirar. Sin embargo, de vez en cuando,
podía ver a Ken pareciendo como si quisiera vomitar o huir.
—¿Cómo estás en realidad? —le pregunté una noche cuando estábamos
solas en la cabaña. Doblé las piernas debajo de mí, sentada en la cama con
ella.
Su mirada se deslizó hacia sus manos, luego hacia mí.
—Mejor de lo que pensaba. Probablemente entenderás esto, pero
siempre me sentí diferente. Quiero decir realmente diferente. Solía pensar
que era porque era adoptada. Las incógnitas de dónde y de quién vengo me
hicieron sentir anormal. ―Los suaves ojos marrones de Kennedy me
miraron a través de sus lentes negros de tipo bibliotecaria. Los movió más
arriba por el puente de su nariz—. Sabía, como probablemente lo hiciste tú,
que realmente era extraña. Quiero decir que podía ver las auras de la gente,
el resplandor real a su alrededor, por todos los santos. Tendría estos
extraños momentos en los que diría estas cosas proféticas, que no tenía ni
idea de dónde venían, pero sabía que era verdad. —Enderezó la espalda,
sentándose más alta—. Ahora entiendo quién soy en realidad. Es aterrador,
pero me siento bien. Más fuerte.
—Lo eres. —Sacudí la cabeza con asombro—. Eres fabulosa. Incluso en
los últimos días, he visto un cambio en ti. Puedo decirte que estás asustada
hasta la mierda, pero te estás metiendo de lleno. Estoy asombrada de ti. Me
tomó mucho más tiempo aceptar lo que era.
Sonrió, un rubor revoloteó en sus mejillas a mi elogio. Su mano empujó
contra mi pierna.
—Sí, bueno al menos todavía soy humana. Tú siempre serás el
fenómeno más grande.
—¡Más alta, no más grande! Soy un fenómeno más alto. —Me reí
empujándola en respuesta—. Ya me siento como una amazona a tu lado. No
me hagas sentir como un ogro.
—Oh, por favor, ogro mi trasero. —Puso los ojos en blanco—.
Hablando de ogro... ¿cuál es el problema con Eli?
No pude dejar de resoplar cuando conectó a Ogro con Eli. Mis hombros
subieron y luego cayeron.
—No lo sé.
Inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Cómo te sientes tú por él?
—Esa es una respuesta extremadamente complicada. —Dejé escapar un
suspiro-risa demacrado.
—No, no lo es. Es muy simple. —Su mirada se clavó en mi alma. Sus
ojos brillaron—. Sientes la atracción hacia ambos. Estás conectada a ellos.
Pero uno te tiene a ti, y tú tienes al otro.
Mis cejas se arquearon.
Kennedy sacudió la cabeza, rompiendo su mirada fija en mí.
—Oh mierda. Lo hice de nuevo, ¿cierto?
—Sí... —Me moví incómodamente en la cama.
—Lo siento mucho. —Tocó mi brazo—. Ahora que sé lo que soy, mis
poderes son incontrolables. La cosa del vidente me está sucediendo mucho
más a menudo y en los momentos más aleatorios.
La culpa se grabó en las comisuras de su boca y ojos.
—Realmente me disculpo.
—No lo hagas, Kennedy. No puedes evitarlo. —Tomé su mano en la
mía, mirándola a la cara—. Nunca te disculpes por quien eres.
Una sonrisa creció en sus labios.
—No lo haré. Ya no. —Luego salió de la cama—. Vamos. Quiero
enseñarte algo que aprendí hoy.
La seguí con impaciencia. La luna del final de verano brillaba en lo alto
del cielo, dejándolo iluminado que lo normal.
Caminó hacia un lugar en el suelo donde unas cuantas flores silvestres
se habían repantigado y muerto. El calor drenó y quemó la vida de ellas. Mi
corazón se apretó. Era el ciclo de la vida, pero la tierra era tanto una parte
de mí que quería llorar sus muertes.
Se arrodilló, rodeando las plantas con las manos. Sus ojos estaban
firmemente cerrados, y comenzó a cantar. Tomó un tiempo, pero mientras
recitaba las extrañas palabras fervientemente, vi que las flores comenzaban
a desenrollarse, los colores se rellenaban y sus pétalos se enderezaban. Los
extremos estaban todavía quemados y algunas partes no cambiaban, pero
las flores se mantenían erguidas. Vivas.
—¡Santo cielo! —Mis ojos salieron de mi cabeza—. Las trajiste de
vuelta a la vida.
Kennedy se sentó sobre sus talones.
—No, no puedo traer nada a la vida, pero estoy aprendiendo a sanar. No
estaban del todo muertas.
—Ken, eres increíble —dije.
El orgullo brillaba sobre sus rasgos.
—Tengo un largo, largo camino por recorrer, pero Owen dice que estoy
aprendiendo las cosas más rápido de lo que él esperaba.
—No me sorprende. Siempre has sido una aprendiz rápida. Te encanta
estudiar y descubrir cosas.
El sonido de la puerta de tela metálica chirriando abierta trajo nuestra
atención a la casa principal. Torin entró lentamente en el porche,
estirándose. Como si el destino realmente quisiera agitar la situación, Eli
salió del bosque, jalando unos pantalones. Ninguno de los dos nos vio. Eli
probablemente sentía que estaba cerca, pero no sabía que Ken y yo
estábamos allí en las sombras.
Podía verlo venir. Eli y Torin se habían mantenido lo más alejados
posible. Cuando se cruzaron, creo que todo el mundo se congeló esperando
que uno de ellos explotara. Eli estaba saliendo de una carrera como un
Caminante de Sueños y ya tendría su testosterona acelerando al máximo.
Estaría buscando una pelea.
Di un paso adelante, deseando aplastar el inevitable altercado, pero una
mano me detuvo. Kennedy sacudió la cabeza.
—Tienen que resolverlo —susurró. Kennedy dijo esto ahora, pero
cuando la sangre y partes del cuerpo comiencen a volar, podría cambiar de
opinión. Volví a ver los caminos de los chicos acercándose.
Eli se detuvo en seco cuando llegó al final de los escalones del porche.
Torin se quedó rígido con su rostro como piedra. El odio que arrojaban
golpeó el aire de la noche, embutiendo la brisa cálida con hostilidad. Eli
tomó dos escalones del porche en uno, centrándose en la puerta.
Me sentí como si estuviera viendo una película de terror, dividida entre
no querer mirar y no poder apartarme. Tal vez no lucharían.
—De todos modos, nunca fue para ti, Dragen. Dejarla ir era lo correcto.
¡Maldita sea! Mis párpados se cerraron, mi mano subió a mi cara.
Eli se quedó inmóvil. Incluso en la oscuridad pude ver sus hombros
tensándose y encorvándose. Sin decir una palabra, se volvió hacia Torin y
se acercó a una pulgada de él. Los ojos de Eli se encendieron rojos.
Mi movimiento fue automático. No podía dejar que se lastimaran. La
cabeza de Eli se sacudió ante el sonido de mis pasos. Sus ojos se clavaron
en mí a través de la oscuridad, fijándome en el lugar. Se quedaron en los
míos por unos momentos antes de enfrentarse a Torin de nuevo y retroceder.
—Toda. Tuya. Mi. Amigo —escupió y se dio la vuelta, abriendo la
puerta de tela metálica de un tirón mientras entraba a toda prisa en la casa.
La puerta golpeó tan fuerte detrás de él que el marco se agrietó.
Dejé escapar un suspiro tambaleante.
—Mierda.
—Secundo eso. —Kennedy dejó escapar un suspiro—. Eso fue un poco
intenso.
Mientras Kennedy y yo volviamos a la cabaña, las palabras de Eli
resonaron en mis oídos.
Toda tuya mi amigo.
Era como una puñalada en el estómago. No importaba si lo decía en
serio o no; las palabras azotaron mi corazón. Si "eligiera" a Torin, ¿Eli
estaría bien con ello? ¿Podría seguir adelante con otra chica tan fácilmente?
¿Ser feliz con ella? El pensamiento me hizo querer vomitar en los
arbustos.
Estar sin Eli se sentía como tortura. Estar sin Torin no marchitaba mi
corazón en un agujero oscuro. Sabía a quién realmente quería. Mi problema
era que incluso si sabía cómo me sentía, era demasiado obstinada como
para ceder. Si él estaba bien sin mí, entonces tenía que encontrar una
manera de estar bien sin él.
Al día siguiente, mientras la mayoría ayudaba a Kennedy a aprender
cánticos, hechizos y poderes curativos, me tomé el tiempo para ir al
gimnasio y entrenar. Tenía mucha agresión que liberar. Eli había perseguido
mis sueños el resto de la noche. Sus palabras se convirtieron en historias
vívidas con él teniendo hadas de agua asombrosamente hermosas y medio
vestidas, sentadas en su regazo y alrededor de sus pies, besándolas mientras
se reía de mí. Me desperté tan enojada que quería darle un puñetazo.
Ejercitarme era cómo lidiaba con esos sentimientos. También necesitaba
mantener mis habilidades de combate en forma. Había mejorado, pero
todavía estaba lejos de estar lista para luchar contra cualquier soldado. La
voz de Alki permanecía constantemente en mi cabeza: Eres demasiado
lenta. No dedicada. Cuando vas a apuñalar a alguien, estate segura de ello.
No hay rehacer si él te mata primero.
Como que extrañaba a ese cabrón tirano.
Mientras estaba practicando, Josh entró en la habitación.
—Ey, ¿puedo unirme?
—Claro.
Limpié el sudor de mi frente y dejé que la punta de la espada se apoyara
en el suelo. Me sorprendió no poder escuchar a Alki gritarme desde aquí.
Nunca bajes la guardia. Y nunca trates a tu espada como un bastón. La
respetas y te respetará.
Josh caminó hacia la pared forrada de palos, espadas y dagas. Sus ojos
estaban abiertos de asombro.
—Es como entrar en una fantasía de World of War Craft. —Sus dedos se
arrastraron a lo largo de cada arma.
—Deberías haber visto la sala de armas de Lars. Habla de impresionante
y espantoso al mismo tiempo.
—¿Tenía más que eso? —Josh acarició uno de los sables.
—Es el Rey Unseelie. Tiene más de todo. —Recogí mi espada—.
¿Alguna vez has usado una de estas? —Josh me miró, luego a otro lado,
sacudiendo su cabeza—. Bueno, coge una. Te mostraré.
Josh agarró el sable. Estaba esperando que cayera de su agarre. Eran
mucho más pesados de lo que la gente pensaba. Sorprendentemente, lo
agarró con facilidad, acomodándolo cómodamente en su mano.
Lo giró dirigiendo la punta hacia mí.
—Vaya, impresionante. ¿Estás seguro de que nunca has manejado uno
antes? —bromeé.
Dejó caer su postura, dejando caer la espada.
—No, deben ser esos años de jugar videojuegos.
Mis cejas se juntaron.
—Sí, no es exactamente lo mismo.
—Entonces ¿vas a seguir parloteando o vas a enseñarme algunos
movimientos?
Una sonrisa maliciosa curvó mis labios.
—Me encanta cuando niños pequeños tratan de desafiarme.
Josh resultó ser un estudiante rápido. Después de unas horas, estaba
luchando conmigo. Todavía me contenía, pero era mejor de lo que pensaba
que sería. Debería tener cuidado practicando con él.
Se sentía bien dejar ir mi ira. Tanto en mí era negro y sombrío. La lucha
parecía el único momento en el que mi mente no pensaba. Sólo me movía y
reaccionaba. Era cuando finalmente experimentaba algún tipo de
satisfacción.
 

Más tarde en la noche, me arrastré de vuelta a la habitación, mi mente y


cuerpo agotados debido al calor y el ejercicio. Me deslicé rápidamente en
un sueño.
Mis párpados se abrieron a una escena familiar delante de mí. Me paré
en el bosque mágico. Destellando y como de ensueño, los árboles se
balanceaban bajo la brisa ligera.
—Se siente como demasiado tiempo desde que hemos estado aquí juntos
—dijo Torin desde mi lado—. He extrañado esto.
Miré su cara. Aquí en la caminata en sueños, estaba completamente
curado. Era difícil no retener el aliento cuando él te miraba. Torin era
hermoso.
—Me asustaste mucho cuando no pude contactar contigo.
—Me disculpo. Haré mi mejor esfuerzo para no volver a molestarte
jamás.
Por mi vista periférica pude verlo mirándome, sus ojos llenos de anhelo
caliente. Mantuve mi atención en los árboles revoloteando en la ligera
brisa, encontrándolos la cosa más fascinante que alguna vez había visto.
—No te disculpes por algo que no pudiste evitar. —Golpeé mi hombro
contra el suyo, intentando disipar la tensión creciente entre nosotros. Él
hizo una mueca—. Oh, lo siento. Te ves tan normal en la escena onírica que
olvido que todavía estás herido.
Se frotó el hombro.
—Estoy bien. Su toque siempre es bienvenido.
Me mordí el labio, mis dientes rasgaron la carne.
—Detente. —La mano de Torin subió a mi mejilla, sus dedos rozando mi
boca.
Me respiración se quedó en mi garganta. Estaba dividida entre alejarme
y querer permanecer en su toque cálido. Sus ojos estaban enfocados en mi
boca. Lentamente me atrajo hacia él. Sabía lo que sentía por Eli, pero
tampoco podía negar la parte de mí atraída por Torin, el vínculo que nos
conectaba. Siempre odié esas chicas insípidas en libros y películas.
Parecían débiles, incapaces de tomar una decisión. Pero aquí estaba yo,
siendo la misma chica. El fastidio de mí misma, de Torin, y Eli me hizo
sacudirme fuera del alcance de Torin de nuevo.
Sus párpados se estrecharon cuando me vio alejarme.
—Ember, no luches contra ello. Sabes en el fondo que debemos estar
juntos. —Estaba tratando de disimularlo, pero sentí la frustración y
agravación por encima de su fachada delgada.
Mi cabeza comenzó a sacudirse hacia adelante y atrás.
—No, no, no lo sé.
La razón por la que mi resentimiento se intensificó fue porque sí tenía
esos sentimientos en algún lugar dentro de mí. No me gustaba. No quería
que la gente me dijera qué hacer o sentir que no tenía control ni elección
en una situación. Mi instinto obstinado quería pelearlo.
—Sí, lo haces. —Sus dedos se enrollaron fuertemente alrededor de mis
muñecas.
—El vínculo puede pensar eso, pero no es cómo me siento. —Sacudí la
cabeza otra vez.
Él tiró de mis brazos con brusquedad, obligándome a mirarlo.
—¡Para! El vínculo no te obliga a sentir algo que ya no experimentas.
Simplemente estás muy asustada de admitirlo. —Había una nota salvaje
girando en el tono de su voz.
Mi latido del corazón se aceleró, golpeando mi pecho. Sabía que Torin
nunca me haría daño, pero algo no andaba bien. No era completamente él
mismo. Después de lo que había pasado, ¿quién podía culparlo? Puede que
nunca volvería a estar bien.
Mi expresión debe haber mostrado algo de la preocupación que sentí.
Sus ojos se ampliaron. Rápidamente dejó caer mis manos, alejándose.
—Lo siento, Ember. Perdí la calma.
—Está bien.
Me lamí los labios nerviosamente. Estaba bien, pero su agarre
estridente y su tono todavía me asustaban. Nunca había sido agresivo
conmigo. Torin siempre había sido extremadamente amable y dulce.
Paciente en exceso. Podía sentir que su paciencia ahora era delgada y
cerca del punto de ruptura.
Era apenas audible, pero con mi oído de Caminante de Sueños, detecté
un gruñido bajo y profundo que venía del bosque. Tragué nerviosa,
escudriñando el bosque. Eli estaba allí en algún lugar, escondiéndose en
las sombras.
Necesitaba apaciguar la situación.
—Estaba a punto de ir a caminar en sueños con West, mi papá, y Ryan.
—Entonces te dejaré ir. —Torin dio un paso adelante y sin previo aviso
ahuecó el lado de mi cara y me besó. Sus labios eran cálidos mientras
suavemente cubrían los míos. Se separó y apoyó la cabeza en la mía,
susurrando con voz ronca—: Fue agradable tener este momento breve
contigo. Eras lo que me hizo pasar por el dolor. Pensar en ti durante ese
tiempo me dio esperanza.
Me soltó la cara, sin esperar mi respuesta, y desapareció entre los
árboles, dejándome aturdida y congelada en el lugar.
Una rama se rompió en el bosque y finalmente me sacó de mi estupor.
No podía enfrentar a Eli o a su cólera bipolar.
Me masajeé la frente mientras trataba de concentrarme en West. Quería
ver a mi papá, pero las imágenes de los clavos golpeando la garganta de
West lo hicieron mi primera prioridad. Ahora era familia, así que me
concentré en él. Quería entrar en la caminata de sueños antes de que Eli se
acercara a mí. No necesitaba sus comentarios indiferentes o rencorosos
sobre Torin o ni el hecho de que los trayera a ambos a mis sueños. La
conexión que sentía por ellos parecía traerlos automáticamente tanto si
quería que estuvieran allí o como si no.
La sensación de mareo era todo lo que necesitaba para darme cuenta
de que había dejado el bosque. Abrí los ojos, ajustándome al calabozo
oscuro y cutre. El olor de la orina y la paja mohosa no me asaltó, pero
sabía que estaba allí. Mi nariz todavía se arrugaba con el recuerdo del
hedor rancio.
Mi visión finalmente se acostumbró a la oscuridad turbia de la celda.
—West... —Mis pies tropezaron sobre sí mismos tratando de moverme
hacia él.
La sangre le corría por el cuello, agrupándose alrededor del cuello de
su camisa. La pérdida de sangre le había afectado mucho. El peso había
decaído en él; tenía las mejillas flacas, los ojos hundidos y el rostro pálido
y demacrado. Su cuerpo estaba quemando calorías tratando de producir
sangre, y estaba perdiendo demasiada como para mantenerse al día.
—West, lo siento mucho. —Me arrodillé al otro lado de los barrotes,
alcanzando su rostro—. Te sacaré de aquí.
Sus ojos estaban cerrados, pero en el momento en que lo toqué se
abrieron. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Podía sentirme. Sus párpados
parpadearon, mostrando sus suaves ojos marrones.
—Tengo que decir que te ves como una mierda —bromeé, sabiendo que
él no podía oírme.
—Tú. Te. Ves. Como. Una. Mierda. —Una voz vacilante salió de la
oscuridad.
Salté, cayendo sobre mi trasero. Mis ojos exploraron el área por el
sonido.
—Y aquí yo pensando que hoy me había vestido para impresionar —
respondió West. Su tono sonaba áspero mientras luchaba por hablar.
La inquietud se prendió de mis nervios. Nadie podía oírme mientras
estaba en una caminata de sueños. ¿Fue sólo una coincidencia? Me quedé
quieta, desconfiada de quién había hablado.
—Yo. Puedo. Verte. —La voz volvió a aparecer. Mi corazón latía en mi
pecho. ¿Estaba hablando conmigo?
—Bueno, ahí va a jugar al escondite contigo. Este era mi mejor
escondite —resopló West.
Mi instinto me decía que la extraña voz me hablaba a mí, no a West.
Avancé, entrecerrando los ojos, y traté de mirar a través de las espesas
sombras del paseo de la prisión. Hubo un suave sonido de arrastrar los
pies antes de ver una figura corta. Sólo llegaba a mi cintura y parecía
fornido, construido como un cuadrado con un cuello grueso y una cabeza
grande. Cuanto más se acercaba, más claro se volvía. Ahora podía ver la
barba larga, la nariz gorda y aplastada y los ojos profundos y bizcos. El
tiempo en la biblioteca de Lars había vuelto a ser útil. Los bocetos de un
enano en uno de sus libros casi reflejaban al que estaba delante de mí. La
descripción había indicado que no eran conocidos por ser amistosos o
sociables, eran reservados, y preferían vivir en lugares oscuros,
subterráneos, en montañas, como esta mazmorra apestosa.
Andaba como un pato mientras caminaba hacia mí, jadeando por el
esfuerzo. Tanto él como su ropa estaban sucios. La suciedad y la mugre
estaban fijadas tan profundamente en sus arrugas que parecía que nunca se
había bañado. Ahora estaba más agradecida de que no podía olerlo ya que
su olor debía ser horrendo. Llevaba una jarra de agua y derramó la mayor
parte del contenido mientras arrastraba los pies hasta la celda de West.
—¿Me ves? —pregunté.
No miró hacia arriba o ni siquiera se encogió mientras le hablaba, su
grueso cuerpo caminó a través de mí sin vacilar. De acuerdo, me estaba
volviendo loca. Debe haber sido una casualidad el haber repetido lo que
dije.
—Te veo —dijo la voz de nuevo. Esta vez vi que los labios del enano no
se movían. Sólo gruñó en respuesta—. Pero ¿me ves a mí?
—No necesito verte. Te huelo —contestó West.
Movimiento en el hombro del enano llamó mi atención. Lo que pensaba
que era parte de la ropa del hombrecito, era un pájaro. Uno grande. El
cuerpo negro oscuro del cuervo y los ojos pequeños y brillantes se
volvieron hacia mí.
El cuervo había estado hablando todo el tiempo, no el enano.
—Regresaste. Fuego. Regresaste a casa.
—Los había echado mucho de menos, muchachos —contestó West con
sequedad—. Creo que se te olvidó tu medicación hoy, cuervo. Estás siendo
más absurdo de lo habitual.
—¿Me ves? —Era menos una pregunta y más un intento de confirmar
que esto realmente estaba sucediendo.
—Lo veo todo. —La criatura inclinó su cabeza hacia mí.
Mierda. El pájaro realmente podía verme. Esto no era bueno. Podría
volar en cualquier momento y decirle a la Reina que estaba aquí. Y no
cabía duda de que sabía quién era yo. Mi seguridad se sentía amenazada;
el impulso de correr era fuerte. Di unos cuantos pasos, dándole una última
mirada a West.
—No. Quédate. —El cuervo batió las alas.
No, debo irme.
Cerré los párpados y pensé en Mark y Ryan. Los vería antes de salir de
la caminata de sueños. Esperaba que el cuervo no se lo dijera enseguida.
La habitación giró. Cuando paró, volví a abrir los ojos y examiné el
área en busca de cualquier amenaza potencial donde Ryan y Mark estaban
detenidos. Parecía que no había pasado tiempo desde mi última visita.
Probablemente no lo había hecho para ellos. Mark seguía sentado en la
silla, cerniéndose cerca de la cama de Ryan. Castien se apoyaba contra la
pared del fondo. Ryan seguía inconsciente, durmiendo profundamente. Su
piel tenía más color, y esta vez noté un leve resplandor. ¡Oh, mierda santa!
Mi amigo brillaba como una verdadera Hada.
La ironía de esto no me pasó desapercibida, y no pude evitar reír. Le
encantaría esto.
—Entonces vuelve a decirme lo que es un Dae. —El tono irritado de
Mark irrumpió mis reflexiones.
Castien exhaló como si fuera la décima vez que había respondido a la
misma pregunta.
—Un Dae es medio Demonio puro y medio Hada noble.
—¿Así que Lily, mi esposa, se había casado antes con una Hada noble,
pero tenía una aventura con un Demonio? —La expresión incrédula de
Mark me dijo que estaba teniendo problemas para creer esto.
—No voy a pasar de nuevo por esto contigo.
Los ojos azules de Mark miraron fijamente a Castien.
—No has dicho sí o no a nada de lo que he preguntado.
—Tienes que discutir esto con tu esposa, no conmigo.
Los párpados de Mark bajaron.
—Sí, si mi esposa estuviera viva y no estuviera encerrada en la Tierra
de Hadas, me encantaría hablarle sobre por qué no me dijo la verdad. ¿Por
qué ocultó a Ember y su verdadera identidad? Todos esos años temí
secretamente que Ember se estuviera volviendo loca. Dudé de ella. Podría
haber estado allí para ella. Maldita sea, Lily, ¿por qué no me dijiste? —le
gritó a nadie.
Castien se mofó:
—¿Le habrías creído? —Antes de que Mark pudiera responder, Castien
agregó—: En este mundo, la verdad puede salvarte o matarte. En su caso
habría sido lo último. Te protegió al no decirte.
—Pero tú aún terminaste aquí. Tengo que decir que creo que Lily era
egoísta. ¿Pensó más allá de lo que quería, trayéndote a esto? —La voz de
la Reina hizo que tanto los hombres como yo saltáramos.
Castien se enderezó, asumiendo la postura de guardia. Mark dejó caer
su silla, poniéndose de pie a la defensiva y apoyando una mano en el
hombro de Ryan.
¡Mierda! ¿El cuervo le dijo que estaba aquí? Mirando a su alrededor,
no vi ningún rastro del pájaro, lo cual no significaba que no estuviera allí
en algún lugar. Lo único que me impedía saltar de mi caminata de sueños
era que la Reina no miraba a su alrededor. Su atención estaba
completamente en Mark y Ryan.
—Ustedes los humanos son tan divertidos. Pondrías tu cuerpo delante
de él, ¿no? ¿No sabes que sería en vano? Nada podría impedirme llegar a
él si así lo quisiera, y serías simplemente otro cadáver que tendría que
arrastrar fuera de aquí. —Su voz tintineó como campanas suaves, pero sus
palabras cortaron como púas de acero.
La mano de Mark no salió del brazo de Ryan. Estaba empezando a ver
que no sólo me parecía a mi mamá.
Mark me había enseñado protección y dedicación a aquellos a quienes
amaba. Si me asemejara a uno de sus rasgos, estaría feliz. Mi amor por él
floreció en mi pecho, casi sofocándome. Mis músculos picaron con la
necesidad de agarrarlo y llevarlo de vuelta a la Tierra conmigo.
—Puede retirarse, guardia. —Aneira no apartó los ojos de Mark.
—Sí, Su Majestad. —Castien se inclinó y se dirigió a la puerta. Pude
ver la preocupación en sus ojos cuando se volvió para mirar a Ryan
mientras salía de la habitación.
—Sr. Hill... ¿puedo llamarte Mark? —Le sonrió tímidamente—. He
querido venir a visitarte por un tiempo para ver si te gusta tu nuevo
alojamiento. Pido disculpas por mi rudeza.
Mark y yo fruncimos las cejas al mismo tiempo. Mark no era tonto.
Comprendía cuándo le estaban tomando el pelo. Cada movimiento de
Aneira era calculado.
¿Qué estaba tramando?
—¿Te has sentido cómodo aquí? —Se deslizó para acercarse a él. Una
risa musical resonó en su garganta—. Sé que soy una anfitriona tan
terrible. Me di cuenta de que no sé nada de ti. Ni siquiera sé de dónde eres.
Los ojos de Mark se deslizaron hacia ella y luego dieron vueltas por la
habitación, como si estuviera esperando que algo saliera de un salto. Me
sentía de la misma manera. Definitivamente estaba tramando algo.
Cuando no respondió, se inclinó y agarró su brazo, su tono tenso.
—Te hice una pregunta. Me responderás.
El rostro de Mark se relajó, una leve sonrisa inclinaba sus labios. La
miró soñadoramente. Estaba usando glamour en él. ¡Esa perra!
—Ahora, ¿dónde está ese lugar en la Tierra en el que te sientes
verdaderamente en casa y donde tenías a tu amada esposa e hija a tu lado?
—Aneira ya no se molestó con su voz dulce.
—Monterey. Es donde me enamoré de mi esposa y de nuestra hermosa
hija. Lily y yo tuvimos nuestra primera cita en un restaurante de Cannery
Row —suspiró Mark alegremente.
Aneira lo soltó.
—¿Ves? ¿Fue tan difícil?
Mark parpadeó; una expresión extraña se deslizó por su rostro. Infló
sus mejillas y respiró hondo. Parecía que iba a vomitar.
Ella sonrió, una sonrisa amplia, y caminó hacia la puerta.
—Has sido de mucha ayuda. Espero con impaciencia nuestra próxima
visita. —La Reina salió por la puerta con su habitual confianza arrogante.
Cuando la puerta se cerró, Mark se derrumbó en la silla. Quería
abrazarlo tanto que dolía. Se inclinó y agarró un tazón de la mesa y
vomitó.
Dios, odiaba a la perra. Observarla me hizo aún más ansiosa por
encontrar la espada y deslizarla a través de su cuello.
Me quedé unos minutos más, pero con la noche de la Tierra llegando a
su fin, tuve que dejar a Mark y Ryan. De nuevo.
Capítulo 10
Traducido por Wan_TT18
 

Cuando desperté, todos habían desaparecido de la cabaña. Me duché y


me puse unos pantalones cortos, un top, y recogí mi cabello en una cola de
caballo, luego fui por un poco de desayuno. Mi estómago rugió
insistentemente. Entré en la cocina y me detuve. Eli estaba en el mostrador,
comiendo algo que parecía crudo y carnoso. Sus ojos fueron a los míos. Se
mantuvieron neutrales. Sin sentimientos en ellos. Si iba a actuar como si no
hubiera estado en mi escena onírica anoche, yo también.
—¿Dónde están todos? —Mantuve mi barbilla alta y continué hacia la
nevera. La abrí, fingiendo estar buscando algo.
Tardó un momento en responder.
—Ya están con Kennedy. Este es su primer día intentando lanzar
hechizos afuera.
Asentí.
—Bien.
Cerré la nevera y me dirigí a la alacena donde estaba la mantequilla de
maní. Hice una pausa. La mantequilla de maní le pertenecía a él. Cambié de
dirección y agarré una manzana del frutero.
—Puedes tomar un poco de mantequilla de maní —dijo, sin mirar en mi
dirección.
—No, está bien. Una manzana es suficiente.
Él se burló, pero tomó otro bocado en su boca.
—¿Qué sabes sobre los cuervos? —Di vueltas a la manzana en mis
manos con nerviosismo.
Eli se enderezó, frunció el ceño ante mi pregunta.
—¿Cuervos? ¿Por qué?
Me encogí de hombros.
—Solo leí algo sobre ellos y me dio curiosidad.
Él me estudió, parecía que no sabía si mentía o no.
—Son increíblemente inteligentes. Se sabe que son embaucadores,
¿pero en realidad que Fae no lo es? —Hizo una pausa, pensando—. Los
cuervos también se consideran protectores, portadores de magia y guías de
sueños.
Entonces así es como el pájaro me vio. Apuesto a que fue una guía de
sueño que probablemente podría ver o caminar por el sueño de alguien
como si fuera real. Podría haber sido tan real para él como lo es West.
—¿Son de la luz o de la oscuridad?
—Los cuervos son neutrales. Pero, en todo caso, se les considera más
como Fae de oscuridad que de la luz. —Dejó el tenedor—. ¿Cuál es la
verdadera razón por la que me preguntas esto?
—No hay razón. —Negué con la cabeza y me acerqué más a él,
examinando su plato—. ¿Qué estás comiendo?
Sabía que estaba cambiando de tema, y sus ojos penetraron los míos
antes de sacudir su cabeza ligeramente.
—Venado y huevos.
—Parece carne de venado crudo. —Por costumbre, mi labio se levantó
con disgusto.
—Me gustan las cosas crudas y sin procesar.
Mi lengua salivaba por la carne. Ni siquiera me di cuenta de que me
lamía los labios hasta que lo vi mirándome. Sus ojos estaban fijos en mi
lengua y labios. El calor me encendió las mejillas y el cuello. Se aclaró la
garganta y descubrió que su plato era excepcionalmente fascinante.
—¿Quieres un bocado? —dijo, volviendo a parecer desinteresado—. No
puedes negar que tu parte de Morador Oscuro lo quiere.
Nuevamente, mi pecho se hinchó de calor. Oh, claro, todos mis lados de
Morador Oscuro, Demonio y Hada lo querían. Pero, espera, él estaba
hablando de comida. De repente, encontré su plato excepcionalmente
interesante también.
Me encogí de hombros.
—Claro. —Actuar como si me importara una mierda garantizaba que lo
engañaba. ¿Cierto?
Recogió pedazos en su tenedor y lo apuntó hacia mí.
¿Que demonios? ¿Va a alimentarme? Mierda.
Abrí la boca y giró el tenedor. Intenté sacar toda la comida del tenedor y
meterla en mi boca. ¿Pero cuándo fui conocida por mi finura? Algunos
pedazos cayeron al suelo, mi mano se cerró sobre mis labios, empujando el
resto.
Muy caliente.
Los pedazos de carne explotaron en mi paladar, y gemí de felicidad.
Nunca me gustó la carne roja antes de que Eli me hubiera dado sangre de
Morador Oscuro, y ahora la estaba comiendo cruda. Estaba cruda y la
amaba.
—Sabe bien —murmuré a través de cada mordida.
Sus ojos se clavaron en mí. Sus labios formaron una media sonrisa, sus
ojos llenos de deseo. La frialdad que mostró toda la semana había
desaparecido. Nos quedamos allí. Mi pecho se contrajo, y mis pulmones
olvidaron mover el aire hacia adentro y afuera. Cada pulgada de mi piel
hormigueaba de deseo. Pensé en él lanzándome sobre el mostrador, todo
cayendo al suelo, mientras me llevaba allí. Apreté mis músculos para que
dejaran de reaccionar, pero ellos no escucharon. Me acerqué un poco más;
solo un cabello separaba nuestros cuerpos. Su respiración se volvió
superficial, y mi cuerpo hormigueó por la proximidad de la suya. No nos
miramos a los ojos, pero podía sentir su recorrido en cada curva de mi
forma. Extendí la mano, tocándole ligeramente la camisa, los músculos de
su estómago ondulando bajo la tela. Lentamente se inclinó, yendo hacia
abajo. Sus labios estaban a solo una pulgada de los míos.
Y entonces ya no estaban. Retrocedió bruscamente y se llevó la mano a
la cabeza.
—¿Qué pasa? —El pánico me atravesó instantaneamente.
Él presionó su sien.
—Es Cooper. Está intentando usar nuestro vínculo, pero no tiene
sentido.
Ahora podía escuchar el rugido de un motor de motocicleta que
resonaba en la casa y la hacía vibrar. Un chirrido de frenos sonó, como si la
bicicleta hubiera estado estacionada en la sala de estar. Una advertencia fue
entregada profundamente en mi estómago. Usualmente estacionaban sus
bicicletas en el cobertizo, lejos de la casa. Corrí a la sala familiar con Eli
detrás de mí. A través de la puerta mosquitera, vi a Cooper salir de la
Harley negra de Eli y subir los escalones de la casa.
Mi cuerpo comenzó a latir con la tensión. Algo estaba claramente mal.
Podía sentirlo en el aire, saliendo de Cooper. Como un toro, abrió la
protección y su nariz se encendió.
—Enciende el televisor.
—¿Qué? —Lo miré fijamente.
—¿Qué está pasando? No pude comprenderte. ¿La chica con la que
estuviste anoche ya te acosa? —bromeó Eli con Cooper, pero su voz tenía
una nota de alarma.
—Necesitas ver esto.
Cooper, al no poder esperar a que yo entendiera su pedido, se lanzó al
control remoto y pulsó al televisor.
La pantalla estalló a la vida con imágenes: lotes vacíos; escombros
colapsados que se asemejan a estructuras; las casas flotaban por el camino
hacia el mar. La gente gritaba y gemía mientras las cámaras escaneaban la
escena a su alrededor.
—Qué... —Me llevé la mano a la boca.
—Aneira. —Cooper se volvió hacia mí—. Atacó hace más de una hora.
Lo escuché de camino a casa.
Mi cerebro estaba procesando las imágenes. La parte lógica entendía lo
básico que estaba viendo, el caos y la destrucción, pero cada parte de mí
estaba entumecida y era lenta de comprender. Mis ojos se fijaron en las
palabras en la pantalla, la ubicación del lugar.
Tsunami golpea Fisherman's Wharf en Monterey, California.
—Oh, Dios... no. —Se me hizo un nudo en la garganta y apenas pude
pronunciar las palabras.
Era el lugar donde Mark había crecido. Mi hogar. Aneira quería hacer
que su ataque fuera personal: lastimarme al dañar a otros que conocía y me
importaban. Aunque mamá y yo nos mudamos mucho, tan pronto como
conoció a Mark, nos mudamos a Monterey para estar con él. Mis recuerdos
más felices tuvieron lugar allí. La linda anciana que cuidaba de mí había
vivido allí. Aprendí a andar en bicicleta en nuestra calle. Mamá, Mark y yo
conseguíamos sopa de almejas e íbamos a sentarnos en el muelle para ver a
las nutrias nadar en el océano. Mis amigos de la escuela y yo jugamos a las
escondidas en mi césped.
Mis piernas comenzaron a ceder. Eli me agarró cuando caía al suelo.
—Trae a Cole y a todos. Deben estar afuera en el sitio de entrenamiento
—ordenó Eli.
Cooper respondió rápidamente a la segunda orden y salió corriendo de
la casa.
—Ella hizo esto por mi culpa. —La culpa aplastante me apretó los
pulmones y el peso me hizo una bola.
Eli negó con la cabeza.
—No es tu culpa. Sí, ella hizo esto personal, pero con o sin ti, habría
hecho esto de todos modos. Tal vez incluso a una ciudad más grande.
Estaba tratando de hacer que me sintiera mejor, pero no funcionó. Me
preguntaba cuántas vidas se habían perdido y cuántas víctimas había
conocido. Se habían tomado más vidas a causa de Aneira. Por mí. Él me
sentó, acercándome a su pecho. No hubo lágrimas. No podía llorar; ya no
podía sentir.
Pies subieron los escalones de la casa. Cole fue el primero en entrar con
Cooper y mamá justo detrás. Todos los demás entraron poco a poco.
—¡Mierda! —exclamó Gabby.
Me senté en el piso, perdida. Un llanto estrangulado salió de los labios
de mi madre. Sus ojos también estaban pegados a la información escrita en
la pantalla.
—No... no... no. Nuestro hogar. —Tenía una mano en el estómago y otra
en la boca. Su incredulidad por lo que estaba viendo estaba escrito en toda
su cara.
Cole no dijo una palabra mientras caminaba más cerca del televisor.
Viendo. Absorbiendo.
—Supongo que no hay manera de evitar una guerra ahora.
Un rayo de ira me puso de pie.
—¿Cuántas veces destruirá una ciudad, matando a miles de humanos,
para que a alguno de ustedes le importe? Han pasado tres años desde que
atacó Seattle. ¿Qué han hecho ustedes? Nada. ¿Y qué hay del infame y
omnipotente Rey Unseelie? ¿Por qué continúa dejándola hacer esto? ¿Qué
está esperando?
Cole se volvió y me miró directamente:
—Tú.
—¿Qué?
—Ember, tienes que entender a los Fae —dijo—. Podemos estar
constantemente provocando, peleando y peleando pequeñas guerras entre
nosotros. Pero con una gran guerra total como esta, tendemos a no incitarla
a menos que sepamos que podemos ganar.
—¿Y no crees que puedas vencerla?
—No. Y creo que el Rey Unseelie lo sabe. Por eso se ha mantenido
alejado hasta que encuentre la única cosa que puede destruirla. Para
siempre. —Los ojos de Cole se dirigieron a los míos, insinuando más de lo
que estaba diciendo.
—La espada de Nuada... la Espada de la Luz —susurré.
Cole sonrió amargamente.
—Veo que tu tiempo con Lars fue educativo. Pensé que te había contado
sobre la profecía.
Inhalé.
—¿Sabes sobre la profecía? ¿Sobre la espada? ¿Cómo?
—No fui completamente honesto contigo. Kennedy no es nuestra única
forma de regresar al Otro Mundo. —Cole miró entre Kennedy y yo—. Un
Druida es una forma de romper la maldición en nuestra familia. Tomará
años antes de que Kennedy pueda obtener ese nivel de magia. La otra forma
es si matas la fuente de la maldición. La magia se rompe, y morirá con su
poseedor.
Las botas de Cole se agolparon con fuerza en el suelo de madera
mientras se movía hacia el respaldo del sofá.
—Exterminarla es nuestro camino más rápido. También es como matar
dos pájaros de un tiro, por así decirlo. Pero como nadie podía encontrar la
espada, teníamos que seguir con el plan de intercambiarte con el Rey
Oscuro o ahora usar las habilidades de Kennedy. El intercambio contigo
habría incluido una estipulación de que nos involucremos con la
localización de la espada. Como sabes, ese intercambio nunca sucedió. —
Tocó la parte posterior del desgastado sofá de cuero—. Al igual que el Rey
Oscuro, nos encargamos de conocer las debilidades de nuestros enemigos.
Sabemos que la Espada de Nuada es de ella. Buscamos por años,
infructuosamente. Hasta ti. Si eres la de la profesia, creemos que la
ubicación estaría conectada a ti. O en algo que esté contigo.
Los ojos de Cole se desviaron de mí hacia mamá.
Seguí sus ojos, su significado hundiéndose. Habían sabido sobre la
espada y la profecía todo este tiempo. Otra cosa que me ocultaron.
—Por eso estabas tan feliz de dejarme ir a casa y conseguir mi ropa la
última vez que estuve aquí. Esta fue tu oportunidad de buscar lo que creías
que tenía. —La noche que había escuchado a Cole y Eli, y habían hablado
de buscar algo que pensaban estaba escondido en mi casa. Todo tenía
sentido ahora.
—Podríamos ir a ver tu casa en cualquier momento, pero esperabamos
que se mostrara en tu presencia de alguna manera. No encontramos nada.
—¿Por qué crees que la ubicación de la espada está conectada conmigo?
¿Por qué iba a tenerla? —Hubo algo acerca de esa noche y lo que había
oído por casualidad que me mantuvo mirando a mi madre—. ¿Sabes algo
sobre esto?
Sus brazos estaban doblados a la defensiva, y sus ojos se estrecharon en
Cole.
—No. No tengo idea de dónde se encuentra la espada.
Cole inclinó la cabeza.
—¿Estás segura, Lily?
Su cara se sonrojó con furia.
—No sé nada, y tampoco Ember. Déjala fuera de esto. Si quieres ir a
buscar esta espada, entonces ve. No arrastren a mi hija a eso.
Él hizo una mueca.
—Creo que tú y yo sabemos que Ember está tan lejos en esto que solo
hay una salida. Sabes que ella es la elegida, Lily.
La mandíbula de mamá se tensó y su mano tocó sus labios. Hacia esto
cuando tenía que decidir sobre algo. Echó un vistazo al televisor que
mostraba las imágenes de gente gritando y llorando por ayuda mientras
casas y edificios flotaban por las calles. Sus hombros cayeron, su cabeza se
posó en sus manos, y ella asintió.
—Sí, lo sé. —Sus palabras apenas se escucharon antes de darse la vuelta
y salir corriendo de la habitación.
Los sonidos del televisor solo me ponían los dientes de punta.
—Miles de casas y edificios se perdieron hoy. A partir de ahora el
número de muertos es más de mil trescientos. Muchos siguen
desaparecidos. Sabemos que el total solo aumentará. Los turistas y
lugareños no tuvieron ninguna advertencia. Los científicos están
desconcertados en cuanto a la causa, ya que no hubo ningún terremoto
importante registrado hoy en ninguna parte del mundo. Algunos piensan
que esto podría haber comenzado a partir de placas que se desplazan en el
medio del mar que pudieron desencadenar este tipo de devastación.
Algunos dudan de esta afirmación ya que no hubo otras ciudades o áreas
cercanas afectadas de ninguna manera.
—Vaya. —La cara de Josh estaba vacía de cualquier emoción, pero
sabía que mantenía las cosas ocultas—. ¿La Reina es realmente capaz de
hacer esto?
—Sí —respondió Owen—. Aunque este tipo de destrucción es más de
lo que pensé que sus poderes podían hacer.
Apreté los puños.
—Ella tuvo ayuda. —Seguí mirando las imágenes—. Su pequeño
amplificador, Asim.
Era el chico que "me ayudó" a destruir Seattle. Una vez tuve compasión
por él. No podía tocar a nadie sin efectos devastadores. Qué vida tan
solitaria: nunca ser tocado o abrazado. Mis sentimientos cambiaron
rápidamente después de lo que sucedió. Le habían lavado el cerebro a una
edad temprana y pensó que trabajar para la Reina era un privilegio y un
honor. No tenía empatía por las vidas humanas que tomaba.
—También tendría que usar un hada de agua para obtener ayuda. Aneira
no tiene poder sobre el agua o el fuego. Ella puede ayudar, ¿pero para este
tipo de devastación? A las hadas del agua no les gusta, pero de alguna
manera se aseguraría de que la ayudaran. —Cole se acercó al televisor,
bebiendo cada imagen que parpadeaba en la pantalla—. Su poder es aire.
Ella puede crear huracanes y tornados, pero la devastación real suele ser
con fuego.
—Por eso ella me quiere. Las hadas de agua solo pueden dañar lugares a
lo largo del agua. Y sus poderes de aire no son lo suficientemente fuertes
como para destruir como el fuego. Tenemos que actuar. —Apunté mi
declaración a Cole—. Necesitamos hacer algo. ¡Ahora!
—¿Qué es exactamente lo que quieres hacer? —Cole levantó los brazos
—. ¿Volver al Otro Mundo y pedirle a la Reina que pare?
—Estoy seguro de que cumplirá si lo preguntas amablemente —dijo Eli.
—Cállate —le grité a Eli—. Por una vez, ¿podrías no abrir la boca?
—¿Quieres explicarme esto? ¿Eso te haría sentir mejor? —Eli dio un
gran paso hacia mí, su ira aumentando.
—Está bien, guau... creo que todos deben calmarse. —Jared levantó sus
manos, y Kennedy asintió con la cabeza.
—¿Calmarse? ¿Cómo puedo cuando miles de vidas se perdieron
simplemente porque eran de la ciudad donde yo vivía... donde creció Mark?
Esto fue por lo que Mark le dijo.
—¿Qué tiene que ver Mark con esto? —preguntó Kennedy.
La miré.
—Todo. Debería haberlo visto venir, sabiendo lo que estaba tramando,
pero no lo hice. Solo dejé que esto suceda.
—¿De qué estás hablando, Ember? No tienes sentido. —Kennedy me
miró.
—Caminé en los sueños de Mark y Ryan, y entró Aneira. Ella dejó a
Mark con una expresión de glamour y le preguntó dónde consideraba estaba
su hogar.
—Y dijo Monterey —adivinó Cole.
—Sabía que estaba tramando algo. No entendí qué. ¿Cómo no pude
verlo?
—No es tu culpa. —Kennedy se acercó a mí, pero mi cuerpo rígido la
mantuvo a distancia.
—Lo es, y tengo que hacer algo al respecto.
—Lo único que sucederá es que morirás si recurres a ella ahora. Si
realmente quieres vengar a esas personas, encontremos la espada. Entonces
podemos detenerla para siempre —dijo Cole.
Otra silenciosa pausa vino sobre nosotros.
—Entonces... —intervino Josh—. Esta espada. ¿Ninguno de ustedes
tiene idea de dónde está?
Todos nos quedamos en silencio, frunciéndo el ceño a él y a los demás.
—¿Cómo van a encontrarla entonces? —Josh miró a cada uno de
nosotros, esperando una respuesta.
No era algo que tuviera una respuesta. No en este momento de todos
modos. La agravación se estableció en la sala. Todos estábamos frustrados y
desanimados.
¿Por dónde empezar siquiera?
 

Capítulo 11
Traducido por Wan_TT18
 

—¿Estás bien? —me preguntó Kennedy unos días después. Había


estado vociferando y gritando a los demás mientras trataban de entrenarla.
—Estoy bien.
—No pareces ser tú misma estos últimos días. Estoy preocupada por ti.
Se puso de pie con confianza, mirándome. De repente, me sentí como la
niña. Algo en mí reconoció que los roles de nuestra relación estaban
cambiando. Ella estaba cambiando, lo que me hizo sentir incómoda y
agitada.
Bufé burlonamente.
—Yo no me preocuparía por mí; preocúpate por ti misma. Necesitas
avanzar más rápido que esto.
Su boca se tensó, y su mandíbula se apretó antes de hablar:
—Lo estoy intentando.
Intentarlo no nos estaba ayudando. Intentarlo solamente mataría a más
personas.
—Intentalo más —empecé a girar y me alejé cuando escuché a mi
madre.
—Ember. —Su tono sonó sorprendido y avergonzado.
Me volví hacia ella:
—Oh, lo siento. No es la forma en que me criaste. Ah, claro, no me
criaste. Lo único que he aprendido de ti es dolor y cómo protegerme para no
dejar que alguien se acerque demasiado.
No le di tiempo para responder a mis palabras antes de darme la vuelta y
salir corriendo. Incluso entonces, la culpa de lo que dije y la forma en que
los había tratado solamente hizo que me enojara más conmigo misma y con
ellos.
Incómoda, no me sentía bien ni en mi propia piel. Quería actuar, hacer
algo para detener a Aneira y ayudar a esa gente pobre de Monterey.
¿Quién sería el próximo en la lista de Aneira?
 

Las noticias solo empeoraron. El número de muertes aumentó a más de


mil quinientos, y el daño fue mucho más extenso de lo que se pensó
originalmente.
No podía comer y eludí las comidas para ir directamente al gimnasio.
Josh se reunió conmigo a menudo para hablar y entrenar.
Continuó sorprendiéndome lo fácil que lo estaba captando. Supongo que
esos años jugando World of WarCraft me ayudaron.
—Eres realmente buena —jadeó Josh, apoyándose en su espada.
—Alki diría que mi postura es terrible, y mi concentración es espantosa.
—Devolví la espada a la pared de las armas.
—Suena como un bastardo.
—Definitivamente, pero es un buen maestro.
—¿Él también te ayudó con tus poderes?
—Sí, pero sobre todo me entrenó físicamente. Maya y Koke me
ayudaron a entrenar en mis otros poderes.
—Claro, porque uno no es lo suficientemente bueno. —Sacudió la
cabeza—. Así que tienes telekinesis, pirokinesis, y puedes adquirir poderes
de la tierra. ¿Segura que no tienes una capa y una carta de aceptación para
Hogwarts?
—Eso sería genial. —Agarré una toalla de la mesa, limpiándome la
cara.
—Espera. Olvidé lo más importante. También eres parte Morador
Oscuro.
—Soy un perro callejero mutado. —Me dejé caer sobre la mesa y tomé
un trago de agua.
—Tengo curiosidad acerca de tus poderes de Morador Oscuro. —Josh
tomó su agua de la mesa y se sentó junto a mí.
Mi boca se cerró en una delgada línea.
—No tienes que decirme. —La decepción hizo que sus hombros se
hundieran.
Exhalé.
—No. Está bien. Ninguno de mis atributos es tan fuerte como el de
ellos, y no puedo cambiar, pero todos mis sentidos se han acentuado.
—¿Eso es todo? —Su mirada se precipitó hacia mí.
—Mis alumnos se comportan como gatos cuando me enojo o me
protegen. —Josh era mi amigo, y confiaba en él, pero me sentía incómoda
al contarle esto a alguien. Mi instinto me estaba advirtiendo que me callara.
Era curioso, me quejaba porque los Fae no eran abiertos, y aquí estaba yo
haciendo lo mismo, tal como lo había señalado Kennedy.
—¿Creí que te escuché decir que tu ADN ha cambiado y que el hierro
no te afecta como a un Fay normal?
No recordaba haberle contado nada a Josh sobre mi inmunidad al hierro,
pero habían sucedido tantas cosas que ya ni sabía lo que había dicho. Podría
haberle dicho que dormí en ropa interior de pastelitos de fresa hasta que
tenía seis años.
—Oh, sí. Sin embargo, todavía duele como el infierno.
Nuevamente, mi garganta se apretó al decir más. Siempre había estado
protegida, pero esto era diferente. ¿Cuándo realmente acepté mi "estado-
Fae"? No podía recordarlo, pero quería proteger y defender nuestros
secretos con todo lo que tenía.
—¿Cuánto tiempo tarda en desaparecer?
Cuando estaba a punto de eludir otra pregunta, un agudo gemido asaltó
mis tímpanos. Con un grito, me deslicé de la mesa al suelo y me tapé los
oídos.
—¿Qué pasa? —Josh saltó hacia abajo, poniéndose en cuclillas junto a
mí—. ¿Qué pasó?
El quejido que causaba dolor de cabeza me recorrió la cabeza y me hizo
rechinar los dientes. Gruñí y presioné mis manos más a los lados de mi
cabeza.
—¿El sonido... no puedes oírlo?
—No. ¿Qué sonido? —Su mirada me examinó críticamente.
—Es... Es un sonido muy agudo. —Me encogí de nuevo cuando el
gemido alcanzó otro nivel elevado.
—¿Qué? ¿Oyes silbatos para perros ahora o algo así? —La voz de Josh
sonaba demasiado dura para que fuera completamente una broma.
—No… —Hice una pausa y miré por la ventana—. No. No es un silbato
para perros sino una brecha de seguridad.
Salté y me dirigí a la puerta. Los Habitantes Oscuros habían agregado
mi sangre al hechizo que rodeaba la propiedad para poder decir cuándo
alguien trataba de irrumpir.
—¿A dónde vas? Espera. —Josh me siguió.
No me detuve. Mis piernas me llevaron hacia la alarma de advertencia.
A mitad de camino, el ruido se detuvo.
El alivio fue instantáneo, dejando el aire a mi alrededor en paz. Seguí
caminando hasta la línea de la propiedad y vi a Cole y Eli antes de ver
quién estaba del otro lado.
Lorcan.
Su marco dominaba el área que lo rodeaba. Vestía vaqueros oscuros, una
chaqueta de cuero negro y una sonrisa arrogante mientras nos miraba.
¿Por qué estoy incluso sorprendida?
Reduje la velocidad a un ritmo ligero, mientras dos objetos voladores se
dirigían a cada uno de mis hombros.
—¡Mi señora... woaaa! —Mis manos agarraron a Simmons antes de que
se cayera, y lo coloqué directamente sobre mi hombro.
Cal revoloteó con gracia.
—No podíamos perdernos la fiesta. Espero que hayas traído el alcohol y
las mujeres. —La jerga humana sonaba graciosa viniendo de él. Habían
estado rondando a nuestro alrededor demasiado tiempo.
Miré a Lorcan. Se quedó solo, pero vi dos figuras acechando detrás de
él, ligeramente escondidas en las sombras. Dominic y Dax. Él no trajo a
Samantha en todo de este tiempo.
Awww... qué mal. Estoy realmente de humor para matarla.
Las voces retumbaban en murmullos bajos y se aclaraban cuanto más
me acercaba.
—No crees que no tengo mis propios trucos para encontrarlos. No eres
la única con amigos. —Lorcan arrojó varias veces una piedra en el aire y la
atrapó.
—¿Qué te parece ser un perro faldero domesticado? ¿Te da golosinas y
cepilla tu abrigo hasta que esté todo brillante? —se burló Eli.
La cara de Lorcan se contrajo.
—¿Domesticado? Creo que deberías mirarte a ti mismo, hermano. —
Los ojos de Lorcan parpadearon cuando me acerqué a Eli.
Causaría mucho dolor a Lorcan, pero podría cruzar la línea si realmente
quisiera. A menos que tuviera más que Dominic y Dax detrás de él, sabía
que sería una estupidez intentarlo. Aún así, no quité mis ojos de él.
—Antes de que te vuelvas loca y exijas por qué estoy aquí —Lorcan dio
una pausa dramática—, he venido a hacer un trato. Me gustaría que nos
convirtiéramos en socios comerciales, como dirías.
Mi fuerte resoplido sonó agudo contra la silenciosa oscuridad
circundante.
—Oh, Lorcan, siempre eres bueno para reír.
Él me fulminó con la mirada.
—Cállate, repulsión desagradable. Puedo olerte y saber que ahora eres
parte del hechizo. El hecho de que te estás volviendo más y más un
Morador Oscuro es una desgracia. Se centró en Eli cuando agregó—: No
hay peor vergüenza para nosotros. Me enfermas, hermano, permitiendo que
un Dae se convierta en un Morador Oscuro. —Su rostro mostraba puro
aborrecimiento.
Eli apretó los dientes, su mandíbula se tensó.
—Cállate. —Sus ojos se movieron, y sus hombros comenzaron a
encresparse cuando comenzó a convertirse en su forma de Morador Oscuro.
—¿Con quién estás realmente enojado, pequeño hermano? ¿Conmigo o
es porque sabes en el fondo que estoy en lo cierto?
La mano de Cole salió para impedir que Eli reaccionara.
—Lorcan, vete. Ya no eres parte de nosotros ni eres bienvenido aquí, y
ciertamente no haremos ningún trato contigo.
Lorcan gruñó, pero lentamente su rostro se suavizó en una diversión
petulante.
—Oh, creo que cambiarás de opinión cuando te des cuenta de lo que la
Reina realmente ha planeado. ¿Crees que Seattle y Monterey son el máximo
alcance de sus planes? —Continuó cuando supo que tenía nuestra atención
—: Es posible que ya no trabaje con ella, pero sé lo que tiene intención de
hacer. Nos necesitas, y todos necesitamos a los Druida. Lo siento, Ember,
ya no eres la más importante, aunque tus poderes te serán útiles. El druida
puede romper la maldición, pero también tendremos poderes que Aneira no
puede tocar. Podemos estar juntos y luchar contra ella. Como solíamos
hacerlo.
La profunda necesidad de proteger a Kennedy estaba en mis entrañas.
Lo alejé junto con todas las otras emociones que tuve esta semana. Lars
tenía razón: los sentimientos eran una debilidad y solo se usarían en tu
contra.
—¿Qué está planeando hacer?
—¿Crees que simplemente voy a decírtelo sin algo a cambio? —Lorcan
inclinó la cabeza hacia mí. Equivalente a acariciar mi cabeza y decir:
Awww, ¿no eres adorable? Lindo, pero estúpido como el infierno.
—¿Quieres que vuele y defequé sobre tu cabeza? —susurró Cal en mi
oído. No pude evitar reír. Todos se volvieron hacia mí.
—¿Pixies? —Lorcan pareció atonito—. ¿Dejas entrar a pixies aquí
también? Bueno, supongo que cuando llegas tan bajo como un Dae, todo lo
demás palidece en comparación.
Dos criaturas aladas cabreadas estallaron en el aire.
—¿Disculpe, señor? No ofenda a mi señora.
Un afligido Simmons se hinchó.
Tanto Eli como Cole miraron al cielo con fastidio.
—Chicos. —Traté de agarrar sus piernas, pero escaparon fuera de mi
alcance.
—Te reto a un duelo —gritó Simmons.
Lorcan, Dax y Dominic respondieron con una carcajada. Esto solo
incitó a Simmons más. Cal se quedó en silencio. Sin duda estaba planeando
algo en silencio.
—Maldita sea, Ember. ¡Saca a esos pequeños cabrones de aquí! —me
llamó la atención Eli. La rabia llameaba sus ojos.
En el peor momento posible, Josh, Torin, Thara, mamá y Kennedy
irrumpieron ruidosamente entre la maleza.
—¿Ember? ¿Estás aquí? —grityó Kennedy.
Mamá intentó callarla, pero no tenía sentido. Se podía escuchar a los
humanos a kilómetros de distancia. Solo los Fae ingresaron al claro en
silencio, aunque Torin con su bastón y su cojera no podía llevar el sigilo
con la misma facilidad.
Me encogí.
—Oye, ahí estás. Josh nos dijo que saliste corriendo en esta dirección...
—Kennedy se detuvo y sus ojos se agrandaron, finalmente viendo al grupo
reunido.
Hubo una pausa cuando Lorcan los notó. Una expresión se movió
rápidamente sobre su rostro mientras miraba a mi madre, no podía ubicarlo.
Luego sus ojos se estrecharon cuando aterrizaron en Torin.
Al ver tres Hadas Seelie, uno de los cuales era el ex Primer Caballero,
en la tierra de los Moradores Oscuros, Lorcan dio un paso atrás y negó con
la cabeza.
—Estaba equivocado. Te hundiste más bajo.
Dax y Dominic salieron de los árboles, ya sea con total incredulidad o
en respuesta a que nuestro número había duplicado el suyo.
—¿Qué les ha pasado, muchachos? Ni siquiera puedes llamarte a ti
mismo Morador Oscuro. —Las palabras salieron de la boca de Lorcan—.
Siempre supe que eras el peor líder, Cole, pero esto es desagradable.
¿Diriges una casa mitad Luz ahora? Ah, y no nos olvidemos también de los
humanos. —Asintió con la cabeza a Josh—. No sabías nada acerca de ser
un verdadero líder, y te convertiste en uno solo por defecto. Nadie más lo
suficientemente viejo quedó vivo. Mira lo que ha hecho tu liderazgo. —
Lorcan hizo un gesto—. Esto no es lo que son los Moradores Oscuros. Nos
has hecho parecer blandos y débiles. Te estás volviendo humano, Cole.
En el mundo Fae, este era uno de los peores insultos.
Cole y Eli permanecieron en silencio, con los brazos cruzados, la cabeza
en alto y desafiantes. No había duda de que estaban de acuerdo con algo de
lo que Lorcan dijo. Albergar a un Fae de luz y a los humanos no estaba en
su naturaleza. Iba en contra de todo lo que una vez representaron. Pero lo
hicieron, principalmente por mi culpa.
Lorcan negó con la cabeza.
—Si esto es en lo que se han convertido, esta será una victoria
extremadamente fácil para la Reina. —Retrocedió unos pasos; Dax y
Dominic hicieron lo mismo—. He dicho esto antes, pero no me di cuenta de
cuán cierto era: nuestros padres estarían avergonzados. Una vez fuimos
respetados y temidos. Ahora mira los conejitos mullidos y pequeños que
son. —Se giró para alejarse y se detuvo, mirando por encima del hombro—.
La Reina podría tener la idea correcta al derribar el muro entre los dos
mundos, exponernos y hacer que los dos mundos se conviertan en uno.
Sería solo una mejora.
Se deslizaron en las sombras y desaparecieron.
 

Capítulo 12
Traducido por Wan_TT18
 

Mi estómago se sentía como si hubiera sido bañado en ácido. Las


palabras de Lorcan daban vueltas y vueltas en mi cabeza. La Reina podría
tener la idea correcta al derribar el muro entre los dos mundos,
exponiéndonos y convirtiendo los dos mundos en uno. La Reina no solo
quería recuperar la Tierra; quería unir los mundos y tener todo bajo su
mando. Quería matar o esclavizar a los humanos y revelarnos a nosotros,
los Fae. La magia gobernaría.
Era como papel de lija contra mi piel. Este conocimiento crearía histeria
que el mundo no podría manejar. Lo que todos habían conocido se habría
ido. El caos de Seattle sería un paraíso en comparación con lo que sucedería
si el plan de Aneira se materializara.
Mis dedos se deslizaron por el puente de mi nariz, pellizcando también
la unión de mis cejas. Cuando Cooper, Jared, Owen y Gabby regresaron de
recorrer los límites de la propiedad, pasamos una hora en una "reunión de la
casa" que consistía en gritarnos el uno al otro. Abarcamos el mismo
argumento hasta que Eli salió de la sala pisando fuerte, declarando que no
podía soportar otro minuto de conversación sin sentido. Estuve de acuerdo.
No estábamos llegando a ninguna parte. Eli probablemente sintió que
Lorcan tenía razón. Se habían vuelto suaves aquí. No pensé que fuera algo
malo, pero Eli lo haría.
Mi piel se arrastraba con la necesidad de salir a cazar o correr hasta que
todos mis problemas hubieran quedado atrás. Así que me dirigí a la
espesura del bosque, pero me detuve cuando escuché voces enojadas.
—Sé que no nos gustamos, pero para Ember, para esta guerra, tenemos
que tratar de trabajar juntos.
—No necesito hacer nada por ti o ella. Preferiría que te fueras y nunca
volvieras.
El tono de Eli estaba tenso y lleno de ira debajo de la superficie.
—No la dejaré —respondió bruscamente Torin—. Donde ella va, yo
voy.
—¿Por qué? ¿Crees que ustedes dos vivirán juntos felizmente con
pequeños niños Fae mestizos corriendo alrededor? Eres más iluso de lo que
pensaba.
Todavía no podía verlos por completo, pero podía sentir la tensión que
se acumulaba entre ellos. Los árboles circundantes se mantuvieron en
tensión, como una burbuja espesa.
—No soy el que está delirando. Ella no era para ti. Tú lo sabes. Así que
déjala ir. —La furiosa voz de Torin se desplazó a través de la oscuridad—.
Nunca puedes verdaderamente hacerla feliz.
—¿Y crees que tú eres ese hombre? ¿Crees que puedes manejarla?
¿Crees que es del tipo de felices para siempre? —Eli indignado echó hacia
atrás. Su voz estaba tensa. No pasaría mucho tiempo hasta que cruzara el
límite—. Y para confirmar... Hice un muy buen trabajo para satisfacerla.
Estoy seguro de que puedo hacerla temblar y gemir. ¿Puedes decir lo
mismo?
—Aléjate de ella. —Torin arremetió algo inestable, desafiando a Eli,
quien se elevó varios centímetros sobre él. La semana pasada todos estaban
en la garganta del otro, pero estos dos habían sido los peores.
—¿Qué vas a hacer al respecto, chico hada? —Eli sonrió, sin siquiera
molestarse en soltar sus brazos.
Al ver el fuego acumularse bajo las fachadas afiladas de ambos
hombres, me apresuré a ponerme entre ellos.
—Paren. Los dos.
—No... déjalo ir. Veamos qué pueden hacer pies centelleantes —se
burló Eli.
—Eli, cállate.
Me volví bruscamente hacia él, advirtiéndole más de mi temperamento
que el de Torin. Al mirarme a los ojos, Eli se movió hacia atrás, levantando
los brazos en una fingida rendición.
Me volví hacia Torin.
—Deberías estar descansando. Todavía estás sanando. Tienes que volver
a la casa.
A pesar de que la fuerza de Torin no había vuelto a su plenitud, se quedó
allí echando humo. Su mano agarró el bastón con tanta fuerza que sus
nudillos se pusieron blancos. Mi enfoque estaba en él. Pude sentir el
vínculo atrayéndome hacia él, queriendo cuidarlo. Pero mi cuerpo era muy
consciente del calor que irradiaba Eli detrás de mí. Era como la energía
magnética que me hacía desear dar un paso atrás y sentir su cuerpo
presionado contra el mío.
—Sí, deberías volver y relajarte, chico hada —se burló Eli.
—Eli.
Me alejé para poder girar y enfrentarlo. Al mismo tiempo, el
temperamento de Torin se rompió. Aprovechó el poco espacio que le di
para llegar a Eli. Se lanzó, su puño chocando la cara de Eli. Solo la cabeza
de Eli se echó hacia atrás en respuesta. Su cuerpo no se movió ni una
pulgada. Grité sorprendida. Hubiera esperado esto de Eli, pero no de Torin.
Este temperamento corto y violento no era él. Torin se lanzó para un
segundo golpe que nunca hizo contacto. Eli se apartó del camino,
empujándome hacia atrás. Sus técnicas de reacción y lucha fueron más
rápidas que las de Torin. No hubo concurso. Eli fácilmente podría matar a
Torin. Eli se agachó y corrió hacia adelante, su hombro chocó el estómago
de Torin. El bastón de Torin voló de su mano, casi golpeándome en la
cabeza.
—¡Paren! —Sonó mi voz.
No me escucharon o no les importó.
Los cuerpos cayeron al suelo, las hojas y las ramas crujían bajo su peso
mientras luchaban. La sangre roció la nariz de Torin cuando colisionó con
el codo de Eli. Torin golpeó la cara de Eli con la palma de su mano. Un
chasquido en la mandíbula de Eli me dijo que el contacto había sido
efectivo.
—¡Basta! —grité de nuevo.
Traté de concentrarme para alejarlos el uno del otro con mi mente, pero
no pasó nada, excepto que algunas ramas volaron por el aire. Gruñendo y
maldiciendo, rodaban, pateaban y golpeaban. En las oscuras sombras del
bosque, vi que los ojos de Eli se tornaron rojos cuando Torin tomó otro
golpe. Mi estómago cayó en picada. Los ojos de Eli solo brillaron en rojo
cuando estaba listo para matar.
Mis párpados se apretaron juntos, cavando profundamente dentro de mí.
Necesitaba separarlos. Ahora.
—¡Detenganse! —Sonó una fuerte voz clara detrás de mí. Torin y Eli
cesaron al instante.
Me di la vuelta sabiendo ya quién era.
Kennedy estaba allí con las manos en las caderas y una expresión que
había visto unas cuantas veces cuando estaba enojada conmigo y Ryan.
—Es suficiente. —Su pequeño cuerpo era dominante mientras caminaba
hacia los muchachos—. Deberían estar avergonzados de ustedes mismos.
Este no es el momento ni el lugar. La gente está muriendo y nuestros
amigos y familiares están encerrados... siendo torturados.
Aunque no había sido yo quien peleaba, bajé la cabeza avergonzada.
Ella tenía una cierta forma de hacerse escuchar. Kennedy podría guardar
silencio durante horas y luego pronunciar una palabra que cambiaría
completamente tu mundo. Mi culpabilidad vino de haber sido egoísta y
cruel con ella toda la semana. Había olvidado que no era la única herida,
asustada y frustrada.
Los muchachos se pusieron de pie, la sangre brotaba de sus narices y
labios.
Kennedy recogió el bastón de Torin.
—Tú, de todos nosotros deberÍas estar tratando de sanar y ser más fuerte
para la batalla real, no luchar por algo que no se puede ganar. Ninguno de
ustedes ganará esto. Se da, no se toma.
Kennedy siempre decía cosas raras. En la escuela la gente la
consideraba "rara" cuando decía cosas como esta. Ahora, sus ideas extrañas
y su fraseo misterioso tenían más sentido. Era el vidente en ella haciendo
presencia, su naturaleza druida saliendo a la superficie.
Ella tenía poder sobre los chicos. Se quedaron allí mirándola con este
extraño asombro. Ella podría haberles dicho que fueran directamente a sus
habitaciones, y tenía pocas dudas de que no hubieran obedecido.
Su hechizo se rompió en el momento en que abrí la boca.
—¿Que estaban pensando? No necesitamos que intenten matarse ahora
mismo —Mis brazos se agitaron frenéticamente—. Quiero que detengas
esto ahora.
—Definitivamente no dijiste esas palabras la otra noche. —Eli se limpió
la sangre de su labio. La sonrisa de complicidad en su rostro hizo que el
fuego subiera por mi cuello.
—¿Cómo puedes descaradamente faltarle el respeto y avergonzarla así?
—Torin dio un paso tambaleante hacia Eli otra vez—. No eres digno de
ella.
—Nunca dije que lo era. —Eli se cruzó de brazos.
—En serio, ya es suficiente —grité, habiendo cumplido con mi límite de
su mierda.
Kennedy se acercó a Torin y colocó su bastón frente a él.
—Déjame acompañarte de vuelta.
Las fosas nasales de Torin todavía ardían de ira, pero cuando Kennedy
repitió su nombre, él asintió, apartando la mirada de Eli y de mí. Kennedy
tomó el brazo libre de Torin y lo llevó hacia la casa. Echó una última
mirada por encima del hombro, su mirada se desvió hacia mí, luego a Eli.
Fue rápido pero lleno de significado: Ustedes dos ocupense de sus
problemas era la traducción básica. Su cabeza giró hacia atrás antes de que
ella y Torin se deslizaran en la oscuridad.
Tan pronto como se perdieron de vista, me volví bruscamente, de cara a
Eli. Me moví a centímetros de su cara:
—¿Qué ibas a hacer, golpear la mierda de alguien que está herido y
enfermo? ¿Es ese el tipo de hombre que eres?
Su rostro tenía una expresión feroz, sin estremecerse ante mi cercanía.
—Es gracioso, porque creo que él vino primero a buscarme. Torin no es
ni débil ni vulnerable. —Movió sus labios a solo unos centímetros de los
míos.
De repente, estaba demasiado cerca de él.
—Y no te olvides, niña. No soy un hombre. Sé que disfrutas el hecho de
que puedo follarte como una bestia. —Sus dedos rozaron la entrepierna de
mis pantalones, la fricción me provocó un hormigueo.
Fervor vibró en mi estómago y se movió más abajo. Mis párpados se
cerraron brevemente, sofocando un gemido.
—¿Ves? Le gusta la bestia, también.
Saber que podía tenerme de rodillas cada vez que él deseaba alimentaba
la rabia en mis entrañas. Quería que me llevara allí mismo, tan fuerte que
no sabía la diferencia entre el placer y el dolor. Me mordí el interior de mi
mejilla.
—No me hagas enojar esta noche. No estoy de humor para tu mierda. —
Mis palabras volaron hacia él con tanta furia y frustración sexual reprimida
que Elli retrocedió un paso.
Rápidamente recuperó la distancia perdida, su pecho chocándome. La
calidez de su piel debajo de su camisa y la sensación de su dureza
presionando dentro de mí hicieron que mi deseo subiera un poco.
—¿Por qué eres la única que me asusta? —Eli inclinó su cabeza, sus
labios se curvaron en una sonrisa.
—Porque quieres que tus partes de bestia permanezcan intactas.
Sus ojos brillaron y se fijaron en los míos. Deseo, añoranza y necesidad
palpitó entre nosotros, llenando cada molécula en el aire. Mantuve mi
mirada fuerte y nivelada hacia él. Él levantó su mano hacia mi cara, pero se
detuvo antes de que me tocara. Eli miró hacia un lado, dejando caer su
brazo. Su humor coqueto se alteró. Me miró, sus pupilas cada vez más
verticales. Con la forma en que me miraba, podía sentir frustración
golpeando dentro de él. Un gruñido áspero surgió desde lo más profundo de
su garganta. Él giró alrededor. Un rugido violento rebotó en el dosel de los
árboles. Su ropa fue arrancada de su cuerpo cuando se transformó en
Morador Oscuro. Sus garras como dagas rasgaron la tierra mientras se
alejaba.
Me quedé allí después de que él se había ido, mi respiración superficial
en mi pecho. Finalmente, di la vuelta al camino opuesto y comencé a
moverme. Mi necesidad de correr y rebotar en las rocas también era
esencial para mi cordura.
Atravesando los árboles, salté de roca en roca con precisión. Mi
conexión con la naturaleza mapeó la disposición de la tierra en mi cabeza.
Me sentí más fuerte aquí. Mis lados Dae y de Morador Oscuro se
fusionaron en una unión pacífica. Me sentí más liberada de lo que me había
sentido en mucho tiempo. Tanto los Lars como los Moradores Oscuros
podrían permitir más libertad que la prisión en el castillo, pero aún me
limitaban. Quería salir. Necesitaba correr sin limitaciones.
Mis piernas se arrastraron por el terreno saltando, girando, corriendo y
destrozando la propiedad, eliminando toda mi agresión. Finalmente me
detuve, jadeante y sudorosa. Era una noche hermosa y clara, y las estrellas
de arriba brillaban sobre mí. Me recosté en una roca mirando hacia el
espacio interminable.
Por un breve momento, dejé que la amenaza de la Reina, las muertes y
las espadas mágicas ocultas floten hacia el cielo. Hojas levantadas del
suelo, derivando hacia la dirección de mi mirada. Se voltearon y giraron
mientras mi mente las movía como si fueran piezas de ajedrez. Parecían
naves espaciales que atravesaban el cielo nocturno. La noción de pequeños
hombres verdes, extraterrestres, que venían a invadir la Tierra era ridícula.
La verdadera amenaza estaba aquí, vestida y pareciendo humana.
Los humanos nunca pensaron que los Fae fueran reales, el verdadero
peligro. Si la invasión de Fae viniera, la Tierra ya no existiría. La magia lo
destrozaría y dejaría todo en ruinas. Tenía que detener a Aneira.
Simplemente no sabía cómo. Lo único que podía detenerla era la Espada de
la Luz, y no estábamos más cerca de lo que estábamos hace un mes.
Mientras mi mente se sumergía más profundamente en mis
pensamientos, sentí un pequeño hormigueo en mi piel. Alguien estaba allí.
Mirándome. Mis sentidos "arácnidos" estaban en plena floración. Olfateé
profundamente. El aroma me resultaba familiar, pero no había nadie ni nada
que pudiera ubicar. Las hojas cayeron de mi mente mientras me sentaba.
Traté de ver a través de las sombras oscuras que se cernían a mi alrededor.
La roca se convirtió en un tobogán mientras me deslizaba silenciosamente
al suelo.
Las ramitas se rompieron. Mi mirada se lanzó y vagó por la maleza.
Tragando, mi corazón latía en mi garganta. ¿Quién podría cruzar la
frontera? Mi nariz examinó el aire de nuevo. Todos los Fae olían diferente,
pero la magia poderosa tenía un olor particular. Los humanos también
tenían un aroma distintivo que estaba empezando a reconocer. Esto no olía a
ninguno de ellos.
Manteniéndome cerca del suelo, me escurrí más cerca. Hubo un tiempo
en que me hubiera quedado en un lugar temblando como una niña pequeña.
Esos días habían terminado. Saqué el cuchillo que tenía en mi bota. La
espada centelleaba bajo las estrellas brillantes mientras me deslizaba
silenciosamente entre la multitud de sombras.
Mi enfoque se centró en una silueta más oscura debajo de los árboles.
Una figura estaba parada mirando la roca donde yo había estado sentada.
Agarrando el cuchillo con más fuerza en mi mano, salté a la forma, lista
para atacar con la daga. El cuerpo me dio vueltas al sentirme. El rostro se
hizo inconfundible.
—¡Maldición! —Intenté girar en el último momento, pero aún choqué el
objeto. Sus brazos se agarraron a mí cuando se estrelló contra un árbol.
—¿Qué demonios, Ember?
Me enderecé y recuperé mi equilibrio.
—Mierda, Josh, me asustaste muchísimo. —Mi mano se agarró a mi
pecho.
—¿Te asusté? Tenías un cuchillo yendo directo a mi garganta.
—Bueno, ¿qué estabas haciendo furtivamente sobre mí? No fue
inteligente.
Refunfuñó algo y se sacudió, poniéndose de pie.
—¿Qué estás haciendo aquí, Josh? Solo.
Un resoplido salió de él.
—Tú estás aquí sola.
Un ceño fruncido presionó mis labios. Últimamente, sentía que tomaba
todo lo que decía de la manera equivocada. Finalmente, teniendo un
momento para relajarme, mis sensores captaron el aroma de Josh. Olía a sí
mismo. Adolescente. Pero no el olor que había detectado antes.
—Salí a buscarte para cenar, pero me quedé viendote saltar las rocas y
mover las hojas. Totalmente impresionante. —Sacudió su cabeza hacia las
rocas.
—Gracias. —Me limpié la frente, arreglando los mechones sueltos de
cabello—. Muchos meses de entrenamiento.
—Con los demonios. —No era una pregunta.
—Sí. —La idea de Lars lanzó escalofríos por mis hombros.
Extrañamente, lo extrañaba a él y a los demás que me habían entrenado.
Mucho. En particular, Marguerite. Extrañaba sus cálidos abrazos.
—¿Entonces todavía no te has puesto en contacto con ellos?
—No. —Fervientemente sacudí mi cabeza—. Lars definitivamente es
alguien a quien estoy evitando en este momento, por mi propio bienestar.
—¿Oh? —Josh arqueó las cejas.
Sonreí débilmente.
—Nunca hagas un pacto con un Demonio. —Agarré el brazo de Josh,
tirando de él hacia la casa—. Vamos, estoy muriendo de hambre.
Cuando Josh y yo llegamos a la casa, escuché un ruido. No pasó mucho
tiempo antes de que Josh mirara a su alrededor con curiosidad por la fuente
de ello también. Sonaba como un papel crepitante y espeso.
—Me has insultado por última vez, Cal. —Escuché la voz de Simmons
antes de verlo.
—Deja de moverte, Simmons. Lo estás derramando —exclamó Cal.
Siguiendo las voces, caminamos alrededor de la pila de madera en el
costado de la casa. Cal y Simmons estaban sobre una gran hoja de papel
blanco, con hojas esparcidas sobre ella y un recipiente con líquido en el
medio. La forma en que Cal abrazó y agarró el cuenco, estaba segura de que
contenía jugo de enebro. Cal hipó y comenzó a tararear felizmente.
—¿Qué está pasando aquí? —Puse mis manos en mis caderas y miré a
los dos pixies.
El cofre de Simmons estaba hinchado. Trató de levantar sus pies
descalzos, pero el periódico llegó con su pie y amenazó con volcar el
contenedor.
—Oye. —Cal frunció el ceño a Simmons y luego se volvió hacia su
tazón, con la cara llena de pura adoración—. Lo siente, mi amor. Él no
sabía lo que estaba haciendo. Promete no volver a hacerlo nunca más. —
Acarició el costado con amorosas caricias.
—¿Qué pasó? —Una sonrisa insinuó mis labios. Pero había aprendido
que cuando Simmons se ofendía no debía empeorar las cosas.
—Tu Morador Oscuro nos tendió una trampa, mi señora. Una trampa
cruel y malvada. Estamos atrapados.
Le di un codazo a Josh en las costillas cuando lo escuché reírse. Se puso
en cuclillas y tocó el papel.
—Es papel de mosca. Mi abuela solía ponerlo afuera en el verano para
atrapar moscas y mosquitos.
Mi mano voló hasta mi boca, disfrazando mi necesidad de reír.
—Déjame ayudarles a salir de eso.
Tomé un poco de agua y, con un poco de fuerza y algo de la piel de
Simmons, él se liberó del papel. Cal tenía un agarre mortal en el plato, así
que los quité como un par unido. Cal ni siquiera pareció darse cuenta o le
importó que fuera libre. Se reclinó al lado del tazón y se durmió abrazando
el platillo.
—Mi señora, tenga cuidado. La pelea está en marcha ahora. Nadie se
mete con un pixie —declaró Simmons antes de volar.
—Tendré que darle crédito a Eli. Eso fue muy divertido. —Josh se rió
entre dientes mientras se dirigía a la casa.
Me froté las sienes mientras los ronquidos de Cal revoloteaban sobre la
brisa. Gracioso, sí, excepto que había oído que los pixies eran bromistas
conocidos. Esto podría ponerse desagradable.
Capítulo 13
Traducido por Mary Rhysand & NaomiiMora
 

—¿Dónde están? —retumbó una voz.


Me desperté en sobresalto, buscando la amenaza en el cuarto. Mi mirada
borrosa se posó en Eli abarcando la entrada de la cabaña.
Despertarse sobresaltado por Eli entrando al cuarto como un demente
era demasiado familiar. Enterré mi cabeza de nuevo en la almohada con un
gemido, pero Kennedy y mamá saltaron sobresaltadas.
—¿Dónde están esos pequeños mierdas?
Resoplando, quité la sábana y me incorporé, frotándome el rostro.
—¿Por qué estás gritando?
—Los pixies… ¿Dónde se esconden?
—¿Cómo habría de saberlo? —Finalmente, mis ojos se habían aclarado
lo suficiente para ver la cabeza afeitada de Eli—. ¿Qué demonios está en tu
cabeza? —Los hombros de Eli se alzaron cuando inhaló. Ahora podía ver
que en su frente y cuero cabelludo estaban una docena de penes dibujados
—. ¿Es eso…? —me callé y me tapé la boca con la mano.
—Penes, sí.
Solté una carcajada, pero rápidamente traté de detenerla cuando los ojos
de Eli destellaron rojos. Hice un trabajo horrible; mi boca se torció cuando
una risilla hizo su camino fuera de mi boca. Tuve que contenerme aún más
mientras continuaba mirando a los crudos dibujos de formas de penes en la
cabeza de Eli.
—¿Crees que es gracioso? —demandó Eli—. Lo escribieron con
marcador permanente.
La risilla se hizo cargo, sacudiendo mi cuerpo, y aullé de la risa.
Finalmente, cuando pude hablar, agregué:
—Estabas actuando como un imbécil. Insultaste a dos pixies, y ellos se
vengaron. Sabes cómo son de tramposos. Conseguiste lo que te merecías.
—Me encogí, tratando de devolver mi risita—. De hecho, te quedan bien.
Sus ojos me recorrieron, observándome. Por el momento más breve
pude haber jurado que vi diversión en sus ojos, pero se dio vuelta y pisoteó
fuera del cuarto, azotando la puerta detrás de él.
Una risotada salió de mi boca.
—Ahora eso fue divertido —dijo mamá desde su cama—. Creo que Cal
y Simmons son mis nuevas personas favoritas.
Me dolía la barriga de tanto reírme, y la tensión se deslizó fuera de mis
hombros. Era exactamente lo que necesitaba en ese momento.
Limpiándome los ojos, salí de la cama.
—¿A dónde vas? —preguntó Kennedy.
—Voy a ir a advertirle a Cal y Simmons… después que les agradezca.
Recogí mi cabello en una coleta mientras salía del cuarto. Aun
escuchaba a Eli peleando con la cama. Me seguí diciendo que era porque
estaba tan cálido afuera, pero era una mentira.
—¿Cal? ¿Simmons? —Me aventuré a decir fuera del porche—. Es
mejor que se escondan por un día o dos —le hablé a los arboles. Sabía que
se hallaban allí y podían oírme. En caso de que otras personas estuvieran
escuchando, mantuve mi tono de voz un poco severo.
Hubo un pequeño movimiento en los árboles. Les guiñé un ojo y les di
dos pulgares arriba. Una pequeña risita fue mi única respuesta.
Supongo que debería volver con Eli y ver cuán cabreado está realmente.
La casa estaba vacía cuando entré. Creí escuchar motocicletas
reverberando esa mañana mientras aún me hallaba medio dormida.
Suertudos ellos. Podían irse cuando quisieran y escapar por el día.
Siempre había alguien alrededor; nunca se iban todos, así que me moví
en silencio por la casa y hacia el cuarto de Eli.
—¿Eli?
Toqué a la vez que abría la puerta. Asomé la cabeza, rápidamente
revisando el área. Se hallaba vacía. Su cuarto y sus pertenencias me
llamaron, queriendo que descubriera sus secretos ocultos. De repente, mi
curiosidad se hizo cargo de cualquier pensamiento racional. Quería saber
qué tenía como tesoros y recuerdos. Miré detrás de mí. Cuando estuve
segura de que no se encontraba en ningún lugar cercano, entré.
Había estado aquí hace solo una semana, pero mi atención no se centró
en los objetos en su cuarto. Se centró en otras cosas que tenía. La puerta
hizo clic detrás de mí cuando la cerré. Eli era una persona tan confusa y
ambigua. Sabía que mantenía secretos de mí, y había tanto de él que no
conocía. Tenía una historia con mi mamá de la que nadie me hablaría. Los
Moradores Oscuros estaban exiliados, y él tenía algo que ver con eso. ¿Por
qué era la razón por la cual habían sido exiliados? ¿Qué causó esas
cicatrices en su rostro o su cojera? Había una historia allí, pero era
demasiado defensivo y reservado cuando se refería a su pasado.
Infiernos, ni siquiera sabía qué libros le gustaba leer. Y, de acuerdo, si
era honesta, me preguntaba qué clase de porno, si había, tenía en la gaveta
de sus boxers.
Una pared se hallaba alineada con las ventanas, una tenía roperos, y la
otra tenía la puerta. Su cama ocupaba la única pared blanca. No había
carteles o arte en las paredes, pero había un estante con libros y un vestidor
con dinero, papeles perdidos, y una caja cerrada de madera.
Caminé de puntillas hacia ella. Podía abrirla; había abierto puertas
antes.
El único problema era que no podía volver a sellarla. Si la forzaba a
abrirse con mi mente, quebraría la cerradura dentro, y Eli lo sabría. No
podía irrumpir en las cosas privadas de alguien tan abruptamente. Me forcé
a dar media vuelta y mirar a su estante en su lugar. Eso era lo
suficientemente inocente si era atrapada.
Los libros iban desde El Señor de Los Anillos y Diarios de Motocicleta
a Rebelión en la Granja y Juegos del Hambre. Los últimos dos me
preocuparon un poco. Rebelión en la Granja y Los Juegos del Hambre eran
contextos muy cercanos a lo que pasaba en este lugar. Me moví a su
vestidor. La gaveta superior contenía sus calcetines y otras cosas. Solo unos
cuantos calzoncillos estaban allí. No parecía ponerse ropa interior a
menudo. Tal vez se hallaban bajo la cama.
La segunda gaveta tenía camisetas. Estaba a punto de cerrarlo cuando
una me llamó la atención. Tenía pintado algo que reconocí. La familiar
camisa era una mis favoritas. Había sido de Mark antes de que se la robara,
e incluso a pesar de que la manché de pintura, no podía dejarla. No era una
de las que había traído al rancho la última vez. Había estado en la pila sucia
en mi ropero. No tuve tiempo de cogerla antes que el Strighoul me atacara
cuando Eli y Cole me dejaron volver a mi casa a recoger alguna de mis
pertenencias. Así que, ¿por qué se hallaba esta camiseta aquí?
Dejé el vestidor y fui a su ropero. Ropas colgaban de ganchos, sus
zapatos y botas abajo. Pero algo grande voluminoso se encontraba al fondo
del armario. Arrodillándome, me arrastré al fondo y lo traje hacia la luz. La
caja era larga y pesada. Levanté la tapa y miré. Mis manos fueron de objeto
a objeto, sin creer lo que veía. Fue como si alguien me golpeara en el
estómago.
La caja estaba llena de mis cosas: mis libros de bebé, mi arte, el álbum
de bodas de mamá y Mark, y muchas otras cosas que pensé pérdidas para
siempre. Agarré mi libro de bebé, mis dedos se deslizaron sobre la pequeña
rasgadura en la entrepierna, sacando un trozo de tela de su encuadernación.
El corte de material era flexible en mi mano, mi manta de bebé. El hilo de
seda de aguja fue cosido alrededor del borde. Mi símbolo de tatuaje.
Torin me dijo que mi mamá había sido una poderosa Caminante de
Sueños. ¿Fueron los sueños de mi madre en realidad sueños, o había soñado
conmigo? Era otra cosa en mi lista creciente de cosas por preguntarle.
Había mantenido la boca cerrada desde que regresó. Debido a lo que
había pasado, traté de dejarlo pasar hasta que estuviera lista. Creo que el
tiempo se había agotado; quería respuestas ahora.
Tan silencioso como era, sentí a Eli entrar al cuarto. Su presencia llenó
el espacio, pero no habló.
Metí el pedazo de tela en mi muñequera.
—¿Qué es eso? —Señalé a la caja conteniendo mis cosas.
Se quedó quieto y me miró, sus brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Por qué tienes mis cosas? Mi libro de bebé, álbumes de fotos, mi
vieja camiseta.
—Tú y Mark estuvieron fuera tres años. ¿Pensaste que tu casa se
quedaría allí? —Se movió más en el cuarto—. El banco la puso en venta.
Me di vuelta y miré a Eli. Venía de ducharse. Solo llevaba unos
vaqueros que colgaban en sus caderas. Gotas de agua corrían por su pecho.
Se secó la cabeza con una toalla. Se habían desvanecido un poco, pero las
marcas aún se hallaban allí. Miré de nuevo a la cosa en mis manos.
—Tienes mi álbum de fotos y mis cuadernos de dibujos.
Silencio.
—Pero pensaste que había muerto… ¿así que por qué tomar mis cosas?
Eli miró por la ventana.
Mirando de nuevo a su pecho, cogí un DVD.
—¿La Dimensión Desconocida? —Recordé avergonzada cuando lo
conocí la primera vez y lo invité a ver la serie.
—Sí, alguien mi dijo que era un clásico de culto, y que debería
probablemente verla.
Una pizca de emoción destelló a través de mí. Probablemente Eli nunca
lo admitiría, pero pensó que había muerto y sin embargo retiró estas cosas
de mi casa. Quería algo mío. Esto significaba más para mí si de hecho
hubiera dicho que me quería. Estaba segura de que nadie que conocía había
hecho esto.
Mostrar emociones sería una debilidad que no querría que nadie supiera,
incluyéndome. Más lágrimas llenaron mis ojos, lágrimas que había estado
conteniendo a raya toda la semana. Me mordí duro el labio.
—Bueno, gracias —dije, tratando de sonar casual.
Él suspiró pesadamente.
—¿Qué? —Me puse de pie, enfrentándolo. Se recostó contra la pared
mientras me estudiaba—. ¿Qué? —demandé de nuevo, enfurecida por su
silencio—. ¿No tienes una relación mordaz? ¿En serio? ¿Tú?
Se cruzó de brazos; sus músculos muy marcados en sus abdominales.
No es que no lo notara o a algo así.
—¡Maldición! Di algo. Algo. Grítame por inmiscuirme en tu cuarto, por
revisar tus cosas. —Mis brazos se agitaron, como un molino de viento.
Habla, ladra, maulla… no me importa. Solo ten una maldita emoción o
pensamiento. Simplemente no te quedes allí.
Sus ojos verdes destellaron, y Eli dio un paso adelante. Yo contrarresté
sus pasos y me moví hacia atrás. Sus emociones eran ilegibles. Tenía la
misma mirada que cuando se le ordenaba que se hiciera cargo o estaba a
punto de romperle el cuello a alguien. Los nervios hacían a mi corazón latir
más rápido, pero permanecí erguida.
—Allí está. —Alzó sus cejas y me dio una mirada calculadora.
—¿Allí está quién?
—La chica apasionada, la que siempre tiene algo que decir, la que es
dolor en el trasero. —Se acercó aún más, alineando nuestros cuerpos—.
Desapareció esta semana. Se volvió distante e indiferente. Cruel incluso.
Parpadeé.
—Espera. ¿Me estás sermoneando por ser mal, distante e indiferente?
Qué gracioso.
—Sí, pero esas cosas son parte de mi personalidad encantadora. No de
la tuya.
Mi garganta se apretó. Arqueé mi cabeza.
—Sé que te sientes culpable y sufres. Has pasado a través de mucho,
pero tú sin tus emociones no eres tú. Esos sentimientos te hacen lo que eres.
El por qué amas con tanta pasión, proteges a tus seres queridos fieramente,
y actúas como una mula testaruda. Es el por qué las personas son atraídas a
ti, incluso contra su voluntad.
Resoplé.
Tiró de mi rostro así podía mirarlo. Podía sentir la pared, la que había
puesto para resguardarme de la última oleada de dolor insoportable,
empezar a romperse.
—Pero no puedo sopórtalo. Es demasiado. —Agaché la cabeza.
—Puedes porque debes hacerlo. —Incluso tratando de ser lindo, Eli aun
no decía las cosas dulces—. Tienes a personas contando contigo. Eres la
única que puede detenerla.
Recosté mi cabeza en su pecho, librando un respiro. Nos quedamos así
por un momento antes de sentir sus brazos envolverme fuertemente. Ambos
nos volvíamos locos, pero él era quien siempre podía traerme de vuelta del
borde o dejarme hacer lo que necesitaba hacer para sacar algo de mi
sistema. Parecía entender cómo funcionaba mejor que yo. Podía
encenderme y calmarme. Sabía lo que sentía por él. Estaba enamorada de
él, y era aterrador.
Sin una palabra, me puse de puntillas. Mis labios encontraron los suyos,
y fuego instantáneo corrió a través de mis venas. Suspiré; estaba en casa.
Eli me besó lento y profundo, pero la chispa entre nosotros se calentó
rápidamente. Sus manos agarraron mi nuca, estrellándome contra él. Su
lengua y labios eran incitadores. Finalmente, me aparté, ambos respirando
fuertemente. Mis ojos quemaron los suyos.
—Esta semana me he dado cuenta de que eres un serio dolor en mi
trasero. Probablemente me arrepentiré de decirte esto, pero me he dado
cuenta de que puedo vivir sin ti, Dragen. Solo que no quiero.
Una sonrisa tocó su boca.
—Igualmente, Brycin.
Me besó de nuevo. Sabía cómo se pondrían las cosas si lo permitía. Ahí
es donde yace el círculo vicioso. Eli y yo nunca hablábamos o
solventábamos los problemas entre ambos.
Me aparté.
—Necesitamos hablar. —Incluso yo me crispé al oír las palabras salir de
mi boca. Las cejas de Eli se alzaron—. Sí, no puedo creer que dije esas
palabras tampoco. Pero tenemos que hacerlo. —Me mordí el labio inferior,
juntando mis palabras—. Nunca he querido un chico normal o una relación
típica. No es quien soy. No estaría feliz con un “chico lindo”. —Hice
comillas en el aire—. Un chico lindo no podría manejarme. —Eli concordó
con una sonrisa—. No podemos seguir yendo alrededor de esto. No puedo
soportarlo más, no con todo lo demás pasando. Quiero algo tangible. —Mi
pie frotó las grietas del piso de madera—. No es que no vayamos a pelear,
ser sarcásticos, o volvernos locos porque así es como somos. No puedo
soportar lo caliente y lo frio de ti. Quiero saber que estás en esto… que
quieres esto. —Señalé entre ambos.
El pecho de Eli se expandió mientras respiraba profundamente, se cruzó
de brazos defensivamente. Permaneció en silencio. Por unos momentos
antes de decir:
—Te quiero.
Felicidad, deseo, y miedo fluyeron a través de mi cuerpo.
—Si lo dices en serio, no podemos tener secreto entre ambos. No quiero
a alguien tratando de ser mi protector; quiero un compañero. Si estamos en
esto juntos, estamos como iguales. No soy la chica delicada. Necesito la
verdad todo el tiempo. Tan dura o aterradora como pueda ser.
—De acuerdo. Pero, para ser justos, nuca te he visto como otra cosa que
mi igual… incluso en los momentos que no quería que lo fueras.
—Dime la verdad ahora. Dime qué pasó entre tú y mi madre.
Arrugó su boca, y negó con la cabeza.
—No puedo. Es la única cosa que no puedo decirte.
Frustración quemó mi esófago.
—¿Por qué? ¿Qué pasó entre ustedes? Dijimos no más secretos. Dime.
¿Por qué ambos me ocultan cosas?
—No puedo decirte. Necesitas preguntarle a tu madre. —Los ojos de Eli
destellaron rojo, su barbilla se apretó—. Decide ahora si esto cambia las
cosas para ti.
No sabía cómo responder. El silencio y la tensión cortaron a través del
cuarto, volviéndose hielo y volátil mientras más tiempo permanecía en
silencio.
Finalmente, susurré:
—Necesito algo de ti. Cuéntame sobre tu pasado. Cualquier cosa. Cómo
tu clan… ¿por qué odiaban tanto a los Dae? —Estaba dispuesta a aceptar
cualquier tipo de verdad o explicación en ese momento—. Por favor,
necesito entender.
Eli se llevó la mano a la cabeza. Con una bocanada de aire, se sentó en
su cama.
—El no contarte esta historia no tiene nada que ver con ocultarte la
verdad. —Su voz era baja, zumbando tiernamente en mi oído—. El tiempo
me atormenta. Nunca he hablado de ello con nadie.
Ansiaba sentarme a su lado, pero me mantuve firme. No era bueno para
lidiar con la emoción y estar cerca empeoraría las cosas.
—Tenía alrededor de diez en años humanos. Hubo un grupo de Dae que
escapó de la atención de la Reina y que vivieron en la Tierra sin ser
detectados. Eran los tardíos mil ochocientos, un tiempo en el que incluso la
más leve insinuación de que alguien oyera o viese cosas inusuales los metía
en un manicomio. Era peor aún si hacías que las cosas sucedieran.
Desafortunadamente, estos Dae comenzaron a llamar la atención de los
guardias y otros pacientes. La Reina envió a sus soldados para que se
encargaran de ellos, pero con ayuda los Dae escaparon.
»Aneira necesitaba ayuda para localizarlos. Es ahí donde entramos. Mi
padre y mi madre eran los líderes del clan; los padres de Cole eran los
segundos al mando. La Reina vino a mi padre y nos pagó una suma
considerable para matar a los Dae. — us ojos verdes se clavaron en los míos
—. Recuerda, mi clan era diferente en el Otro Mundo; nos protegíamos
ferozmente. Nada y nadie más nos importaba. Nacíamos asesinos, y nos lo
tomábamos en serio.
Asentí. Lo sabía, pero todavía era difícil escuchar lo fríos que eran y lo
despiadadamente que mataban. Me retorcí, sin querer conocer la verdad,
pero sabía que tenía que escuchar todo eso.
—Encontramos su escondite. Era mi primera misión real, aunque había
salido muchas veces antes. Gabby, Cooper y yo éramos demasiado
pequeños para ayudar con el asesinato, pero Lorcan había estado trabajando
durante varios años. Cooper y Gabby todavía estaban en observación, pero
conseguí ser parte de aquello esa noche.
Vi un atisbo del orgullo de niño pequeño que debió haber sentido al
formar parte del grupo.
—Ya habíamos tratado con Dae antes, pero este grupo era diferente.
Eran poderosos e inestables. No habían aprendido a controlar su magia. El
orgullo y el ego de mi padre no previeron cuán formidable podría ser los
Dae, especialmente cuando estaban asustados y sin nada que perder. Las
cosas salieron mal de inmediato. Una mujer increíblemente dominante
parecía ser la líder. Ella y su compañero mataron a un tercio de nosotros
antes de que mi padre retrocediera. Yo era joven, estúpido, e impulsivo
sobre mi primera tarea y pensé que, si me escabullía por detrás, podría ser
yo quien la matara. El más neófito del clan que haya reclamado jamás una
muerte tan joven ...
Eli se fue callando. Sus ojos se cerraron mientras recuerdos incómodos
parecían moverse en él.
—Sus sentidos eran más intensos de lo que pensaba. Sabía que venía y
me dejó acercarme antes de volver sus poderes a mí. Mi madre actuó por
instinto y se lanzó contra ella, lista para destruir a la hembra. Recuerdo a
uno de los Dae macho gritando para advertir a la hembra. Intentando
protegerla, fue tras mi madre. Su poder hizo estallar su cerebro y su interior.
Murió instantáneamente, una muerte sangrienta y horrible.
La mirada de Eli estaba muy lejos cuando agregó:
—Todo se fue cuesta abajo desde allí. Aplastó mi pierna, pero se detuvo
allí. No sé por qué dudó en matarme. Le dio tiempo a mi padre para atacar,
y Cole me sacó. —Su cojera y las cicatrices de su rostro eran recordatorios
diarios de lo que sucedió—. Mi padre y la mayoría de nuestro clan fueron
aniquilados. Solo un puñado sobrevivió.
Mi garganta se cerró con fuerza alrededor de sí misma.
—Lo siento mucho, Eli.
—No solo me habían criado despreciando a los Dae y pensando que
eran abominaciones, sino que mi odio por ellos solo creció después de eso.
Juré vengarme de todos ellos. —Me miró con una sonrisa triste escondida
en sus ojos—. De alguna manera arrojaste mi plan por la ventana. —Se
movió sobre la cama.
Las palabras se desviaron de mi lengua dejándome muda. Estaba
desgarrada. Había una parte de mí que entendía a los de mi clase y quería
decir que solo se estaban protegiendo. Luego estaba la parte conectada a
Eli, pero no a través de la sangre, que quería abrazarlo y decirle que no era
su culpa. Probablemente hubiera terminado igual.
—Hay más —murmuró, deteniendo mis palabras.
Mis cejas se levantaron mientras mi corazón se desplomaba. No pensé
que pudiera manejar mucho más.
—El nombre que gritó el macho ... el nombre del Dae ... era Brycin.
El aire se detuvo en mis pulmones.
—¿Qué?
Eli se llevó la mano a la cabeza otra vez, frotando el nuevo bulto.
—Cuando me dijiste tu nombre el primer día en Silverwood, no pude
creerlo. Sentía como si una loca broma del destino estuviera jugando
conmigo al sacar a la superficie cada herida que había tratado de enterrar.
Me hizo odiarte más. Una parte de mí quería matarte en ese momento por
tirármelo a la cara. Intencionalmente comencé a llamarte Brycin para que
me recordara por lo que pasé y lo que eras para mí. —La cabeza de Eli
tembló como si estuviera tratando de expulsar los recuerdos—. Todo estaba
en tu contra. Pensé que mi intriga era de aversión, pero cada vez me
enojaba más porque mi amor ciego por ti solo aumentaba. Iba en contra de
todos mis instintos y deseos. Me dije a mí mismo que solo te estaba
conociendo, para utilizarte. Querer estar cerca de ti era solo porque algún
día mis padres serían vengados y mi familia regresaría al Otro Mundo.
Hubiera sido tan simple si esas cosas hubieran sucedido, pero no lo
hicieron. Y te resentía por eso.
¿Por qué exigía la verdad cuando solo me llevaba a cosas que no quería
escuchar? No tenía idea de cómo responder a su confesión. Me dolió oírlo
decir esas cosas, incluso si me aclaraba su trato conmigo al principio. Sus
sentimientos podrían ser diferentes ahora, pero era difícil de entender que
en un momento soñó con matarme por venganza porque resultaba que
pertenecía a un grupo al que había considerado parias y tratado como
alimañas. También era difícil saber de las horribles muertes de su familia
por parte de los de mi especie. Los Dae solo habían estado tratando de
salvar a las personas que les importaban. Ambas partes pensaron que tenían
razón. Ambos lados perdieron.
La otra cosa que me llamó la atención: ¿era pura coincidencia que mi
apellido fuera Brycin? Aprendí rápidamente que en el mundo Fae nada era
por casualidad. Entonces, ¿por qué me pusieron el nombre de este otro
Dae?
La mirada de Eli penetró la mía entonces.
—Sé lo que quieres preguntar, y no sé. Eso es algo que tendrás que
discutir con tu madre. Los Fae no tienen apellidos; tenemos nombres de
clanes. Los Fae que viven en la Tierra generalmente los hacen para encajar
entre los humanos. Todos nuestros apellidos fueron tomados de los nombres
de nuestros padres. El mío era conocido como Dragen. No sé qué relación
tienes con Brycin, pero no creo que sea una casualidad.
Yo tampoco. Sus ojos estaban sobre mí, y bajé la cabeza.
—Así que así es como te hago callar, ¿eh? —Juntó sus manos,
apoyando sus brazos en sus piernas.
Los míos colgaban a los lados, observando cómo mis dedos se movían
metódicamente sobre las arboledas en el piso de madera.
—Pedí la verdad. No puedo estar enojada porque me la diste. —Tomé
un momento y respiré profundamente. La revelación se sintió pesada en mis
hombros—. Gracias por decirme. —Podía entender más a Eli, pero mi
pasado se sintió más nublado—. Necesito hablar con mi madre.
Respondió con un asentimiento.
Abrí la puerta y me dirigí a la única persona que podía explicar y aclarar
el lío distorsionado en mis entrañas.
Mientras salí por la puerta de entrada, escuché que me llamaban. Torin
estaba sentado en una silla en el porche de la cabina de la enfermería. Thara
estaba a su lado. No había forma de fingir que no lo escuché, aunque no
tenía ganas de hablar con él en ese momento. Con una exhalación no
disimulada, me dirigí hacia él.
Les asentí con la cabeza mientras me acercaba.
—¿Han visto a mi madre?
—Creo que salió a caminar. Dijo que necesitaba tiempo para sí misma
—dijo Thara.
Maldita sea. Conocía a mi mamá. Como yo, le encantaba escapar en el
bosque durante horas. Sería inútil intentar rastrearla. Tendría que esperar
para hablar con ella.
—Entonces, ¿cómo te sientes? —Me agarré a la barandilla, mirándolo.
—Casi de regreso a mi yo normal, gracias —respondió Torin. Sus
manos acariciaron nerviosamente sus rodillas—. ¿Estás disponible para
hablar? Quisiera hablar contigo. ¿Quizás un paseo por el bosque?
Me había colmado de hablar durante el día, pero asentí de todos modos.
Con un gemido, Torin se levantó de la silla.
—Por favor, necesitas descansar. —Thara inmediatamente se levantó
para ayudarlo a ponerse de pie.
—Necesito ejercicio. Si permanezco sentado o acostado un segundo
más, me volveré loco. —Sonrió y le dio unas palmaditas en el brazo en
garantía. Thara todavía parecía querer meterlo en la silla y atarlo—. No iré
lejos. Lo prometo. —Bajó las escaleras y me hizo un gesto.
Thara nos vio partir, pareciendo luchar contra cada impulso que tenía.
Sus puños apretados a los lados, la cara apretada, conteniendo su
desaprobación.
—Será mejor que no te tropieces, o estará aquí arrastrándote más rápido
de lo que puedes parpadear —medité cuando estuvimos fuera del alcance
del oído.
—Sí. Sus intenciones son buenas. Es un soldado especialmente fiel
hacia mí. Quizás un poco demasiado dedicada en este momento.
Le di una mirada de soslayo.
—¿Crees que por eso es fiel? ¿Porque es una buena soldado?
—¿Sí, por qué?
Una risa divertida salió de mi garganta.
—Oh, Torin, tienes mucho que aprender sobre las mujeres. —Miré
detrás de nosotros. Estábamos fuera de la vista de la cabaña—. Está
enamorada de ti. —Sus ojos se convirtieron en platillos—. Oh, vamos, ¿no
puedes ser tan estúpido?
Torin miró por encima del hombro en dirección a la cabaña. La
comprensión cayó en picado sobre sus facciones.
—Pero... pero no puede ser.
—¿Por qué no?
—Porque se supone que yo soy para ti. —Se volvió hacia mí, con su
rostro establecido en una resolución obstinada.
—Sí, sobre eso —murmuré, metiendo las manos en los bolsillos—.
¿Puedo preguntarte algo?
—Cualquier cosa.
—Dices que estamos hechos el uno para el otro, que estamos
destinados. Pero, ¿qué es lo que realmente te gusta de mí?
Dio un paso atrás, sus cejas bajando en una línea.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir ¿por qué me quieres?
—Esa es una pregunta tonta. —Irritación sacudió la superficie de sus
ojos. Su temperamento emergía rápidamente de nuevo. Me entristecía que
Torin hubiera cambiado. La Reina había ganado en una manera. Rompió
una parte de él, y no pude evitar sentir que yo era la única culpable.
—No, realmente no la es. —Saqué mis manos de mis bolsillos y crucé
mis brazos sobre mi pecho—. ¿Me encuentras divertida? ¿Te desafío? ¿Qué
sientes cuando me ves?
Torin resopló.
—No entiendo a qué intentas llegar. Por supuesto, espero con ansias
verte. Disfruto mucho estar contigo. Besarte.
—Disfrutas... sí. —Una sonrisa triste se dibujó en mis labios—. Todo lo
que has hecho es tu deber. ¿Te has detenido y pensado si esto es realmente
lo que tú quieres? —Su frente se arrugó cuando entendió mi pregunta—. No
tengo dudas de que, si hubiera nacido como una Fay pura y hubiera crecido
en el Otro Mundo, tú y yo probablemente tendríamos una agradable vida
juntos. Pero no era nuestro destino. Ciertamente no el mío.
La cabeza de Torin se retorció de un lado a otro al negarse al escuchar
mis palabras. Sonaba molesto.
—Ember, sabes que no me importa lo que eres. Te protegeré y amaré sin
importar nada.
La frustración se deslizó por mi cuello.
—Ese es el problema. No necesito protección. Quiero un compañero, no
un guardián. —Tomé un gran respiro—. Torin, estás tan concentrado en
'deber' y 'honor' que estás perdiendo toda la cuestión. Lo juro, incluso si no
sintieras nada por mí, aún estarías conmigo solo porque era lo que pensabas
que deberías hacer. No es lo que soy ni lo que quiero. Quiero pasión y amor.
Un mejor amigo y un compañero. —Al ver su rostro, rápidamente me
apresuré—. No hay nada malo con el honor y el deber, pero no cuando se
trata de casarse o de tener una relación. Quiero que honestamente me digas
que estás enamorado de mí. No porque te dijeran que deberías estarlo, o es
lo que siempre has pensado, sino porque realmente lo estás.
Torin me miró, su aliento cada vez más superficial. Sus brazos y piernas
se crisparon inquietos.
—¿Estás diciendo esto por Dragen? —Tanto sus ojos como sus palabras
me desafiaron a responder, pero no me dio la oportunidad—. Puedes pensar
que te preocupas por él, pero es un Morador Oscuro, Ember, un asesino
desalmado. No puede amar a nadie. No dejaré que te lastime algo como él.
Está jugando contigo y finalmente se aburrirá y te dejará.
Auch.
—No tienes voz en el asunto. Esta es mi elección.
Algo brilló en sus ojos, y se volvió bruscamente, su puño chocando un
árbol. La rabia atravesó su mano hacia la corteza, triturando parte de la capa
superior de la madera. Retrocedí tambaleándome sorprendida, no preparada
para su súbito arrebato.
—Dios, Ember. ¿Cómo no puedes ver la verdad? ¿Cómo no puedes ver
lo que realmente es?
Mi boca se abrió y se cerró, las palabras no se formaban en mi lengua.
—Te amo. Yo soy el que estaba destinado para ti. —Sus nudillos
sangraron y cayeron por su mano, cayendo en la tierra blanda—. Se supone
que debemos estar juntos; incluso los dioses nos pusieron juntos. Nos
rendimos enteramente uno a otro.
Siempre odié ese sentimiento. Otras personas no nos completan. Estás
completo sin tener a alguien más. La persona solo agrega a tu grandeza.
—Nadie me completa —refunfuñé, pero no pareció escucharme—.
Torin, te mereces más. Alguien que realmente te ama y a quien amas de
vuelta. No somos secuaces de estos dioses. Nuestras vidas son nuestras para
decidir, y controlamos nuestro destino, no ellos. —Podía sentir mis palabras
golpeando una pared. No captó nada de lo que dije—. Deberías estar con
quien quieras. Ambos deberíamos. Te quiero, pero no estoy enamorada de
ti, y tampoco creo que tú lo estés. Realmente no.
Cojeó y colocó su cuerpo sobre el mío.
—Estás equivocada, Ember. Estoy enamorado de ti. —Ahuecó mi
mejilla. Estaba enojado, pero su toque era suave—. Siempre te amaré. Te
dejaré descubrir cuán incorrecto es Eli para ti. Y cuando te deje... y lo hará,
estaré allí. Porque al final somos tú y yo.
Sus ojos azules eran intensos, su concentración sobre mis labios. Estaba
segura de que iba a tratar de besarme. En cambio, dejó caer la mano con un
suspiro, giró y se dirigió a la cabaña. Lo dejé irse. Mi corazón se retorció
con el conflicto. El vínculo tiró de mí y quería que fuese tras él. La otra
parte sabía que era solo porque no quería lastimarlo, no porque estuviera
enamorada.
Capítulo 14
Traducido por YoshiB
 

—Cuándo estás molesta, te murmuras a ti misma. ¿Las voces pelean en


tu cabeza otra vez? —La voz de Eli irradiaba desde detrás de mí. Oír su
tono retumbante era como un gatillo.
Me di la vuelta. Mi corazón saltó ante su magnífico rostro, cincelado
con la cicatriz que cortaba a través de la barba incipiente de su mandíbula,
tan querida para mí ahora.
—¿Cuánto tiempo has estado ahí?
Ignorando mi pregunta, se acercó a mí. Su cuerpo alineado con el mío.
—¿Sabes la diferencia entre él y yo? Yo no te dejaría darte cuenta de
que era malo para ti. —Sus palabras eran roncas y bajas.
—¿Respetarías mis deseos? —Mi voz igualaba su tono ronco. Se
apoderó de mi cara con ambas manos. Mi aliento se detuvo—. ¿Incluso si te
pido que me dejes en paz?
Se apretó aún más cerca, su mirada se clavó en mis labios.
—Ni loco. —Cerró cualquier espacio dejado entre nosotros y me besó
tan profundamente que todo mi cuerpo lo sintió.
 

No fue hasta después de la cena que tuve la oportunidad de estar a solas


con mi mamá. Estaba en el porche en la mecedora, utilizando la última luz
de la tarde para leer.
—Los Fae no tiene apellidos, así que, ¿cómo conseguimos Brycin? —
dije, llegando al punto.
Mamá levantó la vista de su libro, su mirada curiosa.
—Eli me dijo que hubo un Dae, uno que mató a su familia, cuyo
nombre era Brycin. Sé que no puede ser una coincidencia.
Gentilmente cerró el libro en su regazo.
—No, tienes razón. No es por casualidad. Brycin fue la persona que nos
ayudó a escapar a este reino sin que Aneira pudiera rastrearnos. Ella ayudó
a muchos Fae a huir del control de Aneira. Una versión Fae del Ferrocarril
Subterráneo podrías decir. Eras una recién nacida en ese momento. Te trajo
un certificado de nacimiento y todas las documentaciones necesarias así no
seríamos cuestionados por nadie.
Ahora los errores en mi certificado de nacimiento tenían más sentido, y
por qué mi mamá no tenía ninguna foto de mí como recién nacida.
Habíamos estado huyendo.
—Una de las puertas Fae más ocupadas es la de Sedona, Arizona. La
magia allí es tan densa que es difícil traficar. Ella nos escabulló y tenía a
alguien esperando para llevarnos lejos de los ojos vigilantes de Aneira.
Brycin era una persona increíble. Fuerte, apasionada, inteligente. Me
recuerdas mucho a ella. —Hizo una pausa, y su voz se quebró de emoción
—. Desafortunadamente, ayudarnos la condujo a su fallecimiento. Ella fue
atrapada por la Reina y asesinada porque nos ayudó a ti y a mí. Oí que
Aneira la torturó, pero nunca le dijo nada. —Lily miró hacia otro lado,
parpadeando las lágrimas—. Quería honrarla. Tú y yo no estaríamos aquí
sin ella.
Una tristeza abrumadora se arremolinaba en mí por una mujer que no
conocía. Ella era una compañera Dae, alguien como yo, y fue asesinada
protegiendo y ayudando a su tipo. Versiones en conflicto de ambas cuentas
de Eli y Mamá retumbaron desgraciadamente juntas. Sentí empatía por la
trágica historia de Eli, pero sabía que Brycin sólo había estado protegiendo
a su propio clan. Llevar su nombre me llenó de honor y orgullo. Ella era
alguien del que quería saber más. El hecho de que muriera por mí la hacía
una persona más importante.
—¿Por qué... por qué arriesgaría su vida por mí?
—Pensó que la causa valía la pena. Estaba tratando de iniciar una
revuelta contra Aneira. —Los dedos de mamá acariciaron distraídamente la
portada del libro—. Además, eras un caso especial.
—¿Por qué? ¿Porque yo también era Dae?
—En parte. —Mamá desvió la vista, sin mirarme a los ojos—. Estás
destinada a grandes cosas, Ember.
—¿También crees que la profecía es sobre mí?
Con un gesto desalentador de su cabeza, suspiró.
—Había esperado que no fueras tú. Parte de mí pensaba que, si te
sacaba de nuestro viejo mundo, se iría.
—Pero es un oráculo tan vago. ¿Cómo sabes que soy yo de la que
hablan? —Aun cuando lo dije, la verdad se escabulló en mis huesos.
La cabeza de mamá se giró hacia mí, sus ojos naranja-marrón se
clavaron en los míos.
—Porque lo es.
La barandilla me atrapó mientras me recostaba en ella. También sentí
que era yo. Seguía esperando que alguien me dijera lo contrario.
—¿Puedo preguntarte algo? —Su rostro parecía tan infeliz—. Me
preguntaba si habías visto a Mark. ¿Sabes cómo lo está llevando?
Miré mis zapatos. Había pasado un tiempo. Después de lo que sucedió
en Monterey, me pareció difícil. El desastre que llevó el incidente del
cuervo a los lejanos rincones de mi mente. Ahora me preguntaba si había
ocurrido.
—Lo necesito de nuevo. —Al instante mis ojos se hincharon—. Dios, lo
extraño.
—Yo también.
Mi mirada se alzó hacia la suya.
—Entiendo por qué no puedes caminar por los sueños mientras estás en
el calabozo, pero ¿por qué no lo has hecho desde entonces? Podrías verlo tú
misma.
Sus dientes tiraron de su labio inferior, el dolor se desvaneció de su
expresión.
—Soy la culpable de lo que le sucedió. Yo era demasiado egoísta para
vivir sin él y lo arrastré a esto. Si realmente lo amaba, debería haberme ido.
—No has caminado en sueños ni estado en una escena onírica conmigo
antes, ¿verdad?
Me miró un momento antes de sacudir la cabeza.
—No. ¿Por qué preguntas?
Saqué el trozo de tela de mi bolsillo. Los ojos de Lily se abrieron
cuando ella se inclinó hacia adelante viendo lo que tenía en la mano.
—Sólo encontré esto recientemente. Mucho después de que me hiciera
el tatuaje.
—Tu manta de bebé —murmuró para sí misma, frotando el material
entre sus dedos.
—Torin me dijo que adquirí mi habilidad para caminar en sueños de mi
madre.
—Lo hiciste —confesó ella.
—Entonces, ¿por qué nunca intentaste caminar en sueños o en una
escena onírica conmigo? ¿Para hacerme saber que estabas bien?
—No pude.
Me froté la cabeza.
—Un par de noches después de que pensé que estabas muerta, y otra
vez la otra noche, tuve un sueño. Una mujer se me apareció. Nunca vi su
rostro, pero sabía que eras tú. Podía sentir tanto amor venir de ella. Dejó
caer un collar en mi mano, diciéndome que era quien yo era, y que me
protegería. Se convirtió en el símbolo que había tatuado en mi espalda, el
mismo que encontré en la manta. Si esto no fuera más que un sueño, ¿Cómo
podría saber sobre este símbolo?
Los ojos de mamá brillaron con lágrimas.
—Eres increíblemente poderosa y tu línea de sangre también. Fui una
tonta por tratar de impedirte descubrir quién eras realmente. Debería haber
sabido sin importar qué, que te encontraría.
Ambas permanecimos en silencio antes de que ella se levantara y
caminara hacia mí. Sus brazos me rodearon, apretándome fuertemente.
Amaba sus abrazos; siempre me habían hecho sentir segura, protegida y tan
completamente amada
—¿Sabes cuánto te amo? Eres mi mundo. No hay nada más poderoso
que el amor de una madre. Lo que pasó en el pasado o lo que sea que tenga
el futuro, ¿Recordarías esto por mí? No hay nada en este mundo o el otro
que no haría o daría por ti.
Asentí.
—Te quiero tanto, mi niña. —Ella tocó mi mejilla y la giró, bajando los
escalones y entrando en el oscuro bosque.
Esa noche, Eli durmió profundamente a mi lado. Con las revelaciones
tan crudas para ambos, no hicimos nada más que dormir uno al lado del
otro. Su mano estaba siempre en contacto conmigo, asegurándose de estar
allí y segura. Estar de vuelta en los brazos de Eli me tranquilizó. Me dio la
fuerza de corazón para caminar en sueños de nuevo. La culpa y el miedo me
habían mantenido lejos de mis seres queridos durante demasiado tiempo.
Necesitaba saber que estaban bien.
Me relajé en la almohada, con los ojos cerrados. En este sueño quería
dirigirme primero a Mark y Ryan.
 

La sorpresa se apoderó de mí cuando vi a Ryan sentado en la cama.


Castien se sentó a su lado; Mark se quedó mirando la ventana cerrada.
El impulso me llevó a la cama de Ryan. Maldita sea. Era tan bueno ver
a Ryan consciente otra vez.
El resplandor a su alrededor se había vuelto aún más vibrante. Sus
mejillas estaban rosadas, y su piel volvía a su color normal.
—¿Lo qué estás diciendo es que Ryan está atrapado aquí? —preguntó
Mark. Su tono hacía alusión a la ira, una cualidad que había oído crecer
bastante.
—La comida Fae le salvó la vida. Se estaba muriendo —respondió
Castien.
—Sí, pero ahora no puede salir de aquí. Nunca volverá a casa. —Mark
se volvió hacia los dos chicos.
—¿Nunca volveré a ver a mi familia? ¿Ni siquiera un pie en la Tierra?
—El color de Ryan se volvió pálido.
—Podrías hacerlo, pero estar en la Tierra acabaría matándote. No
puedes comer comida humana de nuevo. Tu cuerpo ha cambiado. No es
exactamente humano, pero tampoco es Fae. Los humanos se adaptan de
manera diferente que nosotros. Podemos ir a ambos reinos sin problemas.
Una vez vivimos allí para que nuestros cuerpos puedan abrazar cualquiera.
Los seres humanos no pueden viajar entre mundos. Ahora que tienes un
poco de magia Fae en ti, tu cuerpo rechazará la Tierra. Confía en mí en
esto. La teoría se ha probado a fondo a través de los años. Todos los
humanos han muerto. —Castien se inclinó para agarrar la mano de Ryan
—. No quiero el mismo destino para ti.
Podía ver la cabeza de Ryan moverse nerviosamente mientras miraba la
mano de Castien en la suya. Recordé a Ryan diciendo que él había
experimentado amores platónicos "silenciosos" con chicos de la escuela.
Sólo uno devolvió sus sentimientos… a puertas cerradas. Pero delante de
todos, el chico dejó claro que ni siquiera eran amigos. Él se burlaba de
Ryan, llamándolo un maricón.
—El muchacho había volado rápidamente a través de la habitación y
golpeó la pared del gimnasio. Todos decían que me vieron empujarlo,
cuando en realidad ni siquiera lo toqué. No con mis manos de todos modos.
Ahora sé que mis poderes mentales habían hecho todo el trabajo por mí.
El Fae no fue criado para pensar de esta manera. El género no era un
problema. A ellos les gustaba a quienes les gustaba y no tenían reparos en
ello.
—Siempre he querido ser Tinker Bell. ¿Puedo conseguir una varita al
menos? —bromeó Ryan, pero el temblor bajo sus palabras mostró su
verdadero miedo.
Castien le apretó la mano.
—Hay dos veces cuando la Tierra y el Otro Mundo se unen... nuestros
reinos chocan. Esas veces puedes visitar la Tierra. De lo contrario, tendrá
que vivir aquí... permanentemente.
—¿Aquí? —Ryan se enderezó—. ¿Tendré que ser prisionero el resto de
mi vida?
El cabello oscuro de Castien revoloteaba de un lado a otro mientras
sacudía la cabeza.
—No. Te sacaré de aquí. Tengo un lugar donde estarás a salvo. Está en
el lado Oscuro Fae, y no es mucho, pero es seguro.
Ryan tragó saliva.
—¿También vivirás allí?
—Sí.
La plena comprensión de lo que Castien ofrecía se hundió y se mostró
en los rasgos de Ryan: desconcierto, miedo y felicidad. Se aclaró la
garganta
—¿Dijiste que hay dos veces en la que puedo visitar la Tierra?
—Son Samhain, que los humanos llaman Halloween, y Beltaine, que es
en mayo. Esas son las únicas ocasiones que puedes visitar con seguridad.
Si vas en cualquier otro momento, tu cuerpo reaccionará a la diferencia y
comenzará a fallar. Pero no se puede comer comida humana aun cuando
nuestros reinos se unan.
Ryan arqueó las cejas mientras procesaba las palabras de Castien
—¿Así que viviré en el Otro Mundo permanentemente, contigo?
Castien asintió, una sonrisa tímida y nerviosa se dibujó en sus labios.
Mark rompió los sentimientos incipientes que estaban llenando el
espacio entre Castien y Ryan.
—Castien, no puedo decirte lo agradecido que estoy por lo que has
hecho por Ryan... por mí. Es extraño decir eso cuando soy un prisionero.
Pero esto no es en realidad un dulce cuento de hadas donde todos viven
Felices para siempre.
—Comprendo tu preocupación —dijo Castien.
—Ryan, tú eres como mi hijo. Te amo, y quiero que entiendas
completamente todo lo que está sucediendo. Me doy cuenta de que
realmente no tienes una opción, pero todo esto no será tan fácil como
piensas.
Ryan soltó la mano de Castien y se levantó. Dado que la comida Fae se
había disuelto completamente en su cuerpo, se había hecho más fuerte.
Aunque había perdido algo de peso, seguía siendo el mismo osito de
peluche de rostro redondo que amaba. Pero ahora había un poder, una
confianza en él que era diferente. No dijo una palabra mientras cruzaba
hacia Mark, envolviendo sus brazos alrededor de la estructura alta y
delgada de Mark. Mark lo abrazó de nuevo. El padre de Ryan nunca había
aceptado a Ryan. Había ignorado quién era realmente Ryan, siempre
esperando que su hijo estuviera pasando por una fase. Con el paso de los
años, Mark se había convertido en una figura paterna más que el verdadero
padre de Ryan.
—Estaré bien. —Ryan le dio a Mark otro apretón.
—Sé que lo harás, pero no significa que no me preocupe por ti.
Fue un gesto pequeño, y me pregunté si Ryan lo había sentido, pero vi a
Mark besar ligeramente la parte superior de la cabeza de Ryan. Lágrimas
se derraman por mis mejillas, las cuales sabía que fluían de mi cuerpo real
de vuelta a la Tierra.
Ryan y Mark se apartaron, ambos aclarándose la garganta.
—Entonces, ¿Qué crees que Ember diría de mí siendo un hada?
—Oh, probablemente algo sarcástico. —Mark se rió.
Siempre supe que lo tenías en ti, me respondí, deseando ser parte de su
conversación. La felicidad que sentía al estar con ellos, riendo y
bromeando, llenaba mi pecho.
—Sí, probablemente algo así como, “Siempre supe que lo tenías en ti”.
—Ryan rió entre dientes. Maldición, ese muchacho me conocía demasiado
bien.
Era tiempo, pero dejarlos era tan difícil de hacer. Quería estar allí con
ellos, abrazándolos y tocándolos. Me sentí mejor sabiendo que Ryan era
consciente de su condición. Creía que cuando la realidad realmente se
estableciera, no sería tan simple. Pero si Castien estuviera a su lado,
podría tomar un poco la picadura.
Después, necesitaba caminar en sueños para ver cómo estaba West así
que mi concentración se volvió hacia él. Él era difícil de visitar. El hecho
de que no podía hacer nada más que mirarlo con dolor, incapaz de ayudar,
iba en contra de mi naturaleza.
El cuervo también me preocupaba.
Cuando abrí mis párpados, la oscura y húmeda hilera de celdas se
alineaba en las paredes. West se apoyaba contra los barrotes, con los ojos
cerrados. Parecía más delgado y enfermizo que la última vez. Tenía los ojos
hundidos y había perdido más peso. Mis piernas se inclinaron y me llevaron
al suelo de piedra junto a él. Extendí la mano y le acaricié la cara. Se
estremeció y sus labios se abrieron, luego volvió a cerrarse.
No había palabras que pudiera expresar. Se estaba deteriorando
rápidamente. La muerte se estaba acercando.
—Por favor, no pierdas la esperanza. Sé el Morador Oscuro normal,
dolor en el culo, obstinado que sé que eres —susurré.
—La muerte viene —dijo una voz de la oscuridad. Me tambaleé y vi al
enano dormido en la silla de la esquina; el cuervo estaba sobre su hombro
—. La muerte vendrá.
—No —dije al mismo tiempo que West murmuró:
—¿Puedes decirle que se apresure? Estoy realmente aburrido aquí.
—Sé que puedes verme, cuervo. —Me levanté.
—Fuego. Ya lo veo —replicó el cuervo.
—¿Sabes quién soy?
—Sí. Lo sé. —Sus alas revolotearon—. Ayudé a escapar de un incendio.
Me tomó un minuto antes de registrar las palabras.
—Espera. ¿Quieres decir que nos ayudaste a salir a mi mamá y a mí de
aquí? —Mis pensamientos volvieron a mi reciente descanso en la cárcel.
—Sólo bebé escapar.
Mi frente se llenó de confusión.
—¿Bebé?
—Cállate, pájaro. Tu voz me estropea los nervios. —West resoplo, sus
ojos todavía cerrados.
—No hablando contigo —replicó el cuervo.
—Mi deseo se ha concedido entonces. —West confundió el significado
del pájaro. Él reposicionó su cabeza, las cadenas sacudiendo.
—¿Qué quieres decir con bebé? —le pregunté al cuervo.
—Ayuda a mi bebé, Grimmel —el pájaro sonaba como una grabación
de una voz.
—Está bien, comencemos despacio. —La frustración comenzó a agotar
mi paciencia—. ¿Grimmel es tu nombre?
—Grimmel yo soy. —Saltó sobre la rodilla del enano. El enano se agitó,
pero sus ronquidos sólo se profundizaron.
Bueno, era un comienzo.
—Grimmel, ¿de quién es ese bebé del que hablas?
—Tú.
Grimmel inclinó su cabeza hacia mí. Luego me golpeó. No era la
reciente escapada de la cárcel de la que hablaba. El cuervo se refería a
cuando yo era un bebé, y mi mamá y yo huimos de Aneira. ¿Fuimos
retenidas aquí en el calabozo antes de que Brycin nos ayudara a cruzar la
puerta de Arizona? ¿Era él parte de eso?
—Pensé que no ibas a hablar —gruñó West.
—A ti no.
Ignorando a West, continué:
—¿Ayudaste a mi mamá y a mí a alejarnos de Aneira?
—Ayudar solo bebé. —El pájaro revoloteó sus alas de nuevo. —El bebé
debe vivir. Ella pidió. Lo haré. Ayuda a sacar al bebé. Como un zorro.
¡Santo cielo! Había estado allí y había ayudado a alejarnos de la reina.
El cuervo no era el más fácil de hablar, pero había muchas preguntas que
quería hacer. Mi boca se abrió, pero Grimmel salió disparado del regazo
del enano, aterrizando a mi lado en los barrotes de la jaula.
—Ayúdala. El bebé no debería haber vivido. El bebé destruye. —Sus
ojos negros se clavaron en mí.
Me alejé de la intensidad de su mirada y sus palabras.
—No quiero destruir.
—Sigue los pasos.
—¿Cules? ¿Los de mi madre?
—Sí. —El cuervo asintió con la cabeza—. Ir. Otros te encuentran. Ella
busca matar.
—Pero... —Miré hacia West. Parecía que ya no tenía energía para
levantar la cabeza.
—No puedo ayudar. Él está perdido.
—No. No digas eso. No morirá. Especialmente no aquí. —El miedo, la
tristeza y la frustración estrangularon mi garganta.
—Date prisa, Dae. El caballero oscuro cae.
Sentí un empujón y un giro antes de que mis párpados se abrieran.
Estaba de vuelta en la Tierra.
 

Me quedé despierta el resto de la noche. Eventualmente, la luz de la


mañana empujó a través de las grietas en las persianas. Eli rodó hacia su
lado, frente a mí.
—¿Qué estabas soñando anoche? Te quedaste gimoteando y llorando en
tu sueño.
Soplando un suspiro, dudé en decírselo. Pero decidimos ser
completamente honestos el uno con el otro.
—Vi a West. —Me mordí el labio, esperando el ultraje que sabía que
seguiría—. En mi caminata en sueños.
—¿West? ¿Qué? ¿Cuánto hace que lo visitas? —Eli se sentó—. ¿Por
qué no me lo dijiste? ¿Cómo está él?
—No está bien. —Me anudé las manos—. El dispositivo del cuello lo
está matando. Cuando traga, las varas cavan más profundamente en sus
músculos. Ha perdido mucho peso... —me callé.
Los ojos de Eli destellaron en rojo, luego fueron de negro a verde.
—Sin embargo, él sigue siendo el mismo West —me burlé. Incluso
cuando West no podía levantar la cabeza, todavía podía salir con algunos
comentarios burlones—. ¿Estás seguro de que ustedes dos no son
hermanos?
La expresión de Eli era mortal cuando dijo:
—Él es mi hermano. —Sabía lo que quería decir. Era la familia de Eli,
sangre o no.
—No tiene mucho tiempo. Tenemos que sacarlo.
Eli salió disparado de la cama.
—¿No crees que lo sé? —Él comenzó a pasear por la habitación. La
rabia llegó rápidamente a la superficie—. Odio estar sentado en mi culo
mientras uno de mis hermanos está siendo torturado hasta la muerte. No
pienses por un momento que su sufrimiento no pasa por mi mente cada
minuto. —Tomó aire—. Dímelo todo.
Llené a Eli con mis últimas dos caminatas de sueño.
—¿Así que este cuervo dice haberte ayudado a escapar? ¿Confías en él?
—Eli se apoyó en su cómoda. Todavía estaba muy tenso y nervioso. Sabía
que quería saber acerca de West, pero no había nada que pudiera hacer por
él ahora mismo. Eli no manejaba bien el desamparo.
—Sí lo hago. Sé que no irá a Aneira. No parece que le guste.
—Ponte en la fila. —Eli negó con la cabeza. Hubo un golpe antes de
que gritase—. ¡Maldita sea!
Su puño se estrelló contra el aparador, y una cadena de maldiciones
gaélicas estalló. Golpeó la cómoda en la pared de nuevo, dejando una
enorme abolladura. Eli se inclinó, respirando pesadamente.
Le di un momento antes de acariciar la cama.
—Ven acá.
—No. —Sus músculos del pecho se flexionaron. Sus manos arañaron el
aparador, y sus uñas se clavaron en el grano de madera.
—Eli. —Sabía lo que lo tranquilizaría. Con un Morador Oscuro, era
esto o matar algo. Él gruñó. Pronto se encendería.
Me bajé de la cama y fui detrás de él. Mis dedos engancharon la pretina
de sus boxers y los deslicé lentamente hacia abajo. Mi corazón se aceleró al
sentir el monstruo en él tan cerca de la superficie. No tenía miedo. Giré su
cuerpo para hacerme frente y me bajé al suelo. Nos miramos. Rompí el
contacto visual cuando me incliné besando su parte interna del muslo. Eli
aspiró agudamente cuando me moví hacia arriba, mi lengua corriendo a lo
largo de él. Un gemido gutural profundo salió cuando mi cálida boca lo
tomó, moviéndose lentamente. Se oyó un rugido y su respiración se hizo
más rápido.
Él gimió, agarrándose a la cómoda mientras levantaba la intensidad. Su
mano llegó a la parte posterior de mi cabeza, manteniéndola apretada,
moviéndose conmigo.
—Quiero enterrarme tan profundamente en ti. Quiero que grites en
misericordia. —Me agarró, me empujó hacia arriba y me presionó de nuevo
en la cómoda. Su cuerpo era duro contra el mío.
—Entonces mi trabajo está hecho.
—¿Esta era tu estrategia para tratar de mantenerme en forma de
hombre? —Su voz era espesa.
—No eres un hombre, ¿recuerdas?
—Eso es cierto. —Sus ojos brillaron, y su rodilla fue entre la mía,
empujando mis piernas separadas—. No lo soy.
 

 
No fue hasta la tarde cuando se "calmó" lo suficiente como para
aventurarse a pasar por el umbral de su dormitorio. La casa estaba inmóvil,
ausente de Moradores Oscuros y los ex Caballeros Fae.
—Probablemente estén con Kennedy —respondí mientras me metí
algunas piezas de venado en la boca. Si no sabía tan bien, habría sido
completamente asqueroso. Me moría de hambre, y mi lado Morador Oscuro
estaba llamando a gritos.
—Guau, ¿ni siquiera te molestas en sacar la bandeja de la nevera? —Eli
sonrió, observándome.
Me paré con la puerta del refrigerador abierta y me encogí de hombros.
—Demasiado esfuerzo.
Se rió y camino hasta mí.
—Sabes, ver cómo haces pedazo la carne me enciende.
—No es sorprendente. Estás retorcido.
—Y te gusta. —Él se paró sobre mí.
—Creo que eso me hace aún más enferma de la cabeza que tú.
—Sip.
Se inclinó, cerrando la brecha entre nosotros. Sus labios se acercaron a
mi cuello, rozando la piel hasta la curva de mi hombro. Mi respiración se
clavó en mi garganta. Él continuó a lo largo de mi brazo y luego
abruptamente agarró un pincho del plato.
—Yo también quiero uno. —Se puso de pie, moviendo su palo hacia mí.
Fruncí el ceño, lo cual sólo lo hizo reí.
—Parece que no dejas de agitar tu vara de carne en mi cara, ¿verdad?
El lado de su boca se curvo hacia arriba.
—Bien. Inteligente juego de palabra sexual. Bien jugado.
Desde temprano en nuestra relación, siempre tratamos de aventajar al
otro.
—Gracias. —Incliné la cabeza.
Él sonrió y se inclinó, sus labios mordisqueando mi cuello de nuevo.
—Gracias por lo de antes. Sin duda ayudó. La experiencia fue
definitivamente una primera vez para mí. —Me miró con las cejas
arqueadas—. No esa parte. Anoche... la parte sin sexo. Nunca he tenido a
una chica a mi lado, y sólo dormimos.
No quería pensar en las otras que habían descansado junto a él.
— En realidad lo secundo. Hemos dormido juntos una vez más sin tener
sexo.
—Eso es lo que piensas. —Su sonrisa pícara me hizo reír.
—Vaya, no estoy segura de jactarme de ello ya que ni siquiera desperté.
—Mira, tú eres la que está constantemente tratando de hacerme probar
mi virilidad aquí. —Él agarró la parte de atrás de mi cabeza—. Si quieres
atormentarme sin descanso, Brycin, todo lo que tienes que hacer es pedir.
—Guiñó el ojo—. Pero quiero oír un bonito por favor.
—Ugh! —Empujé su pecho—. Tu ego necesita sentir la dura realidad de
no conseguir nada.
—Lo bueno es que no parece que tal cosa va a suceder en cualquier
momento pronto.
Me tenía allí. No había manera de que pudiera detenerme más de lo que
podía.
Mirando por encima del hombro. La ventana se abría al hermoso cielo
azul. Otro día caluroso.
—¿Deberíamos salir a buscar a todo el mundo?
Siguió mi mirada, y de repente soltó abruptamente:
—¡Ay, mierda! Olvidé que se suponía que debía ir a recoger algo al club
esta mañana. —Sacudió su cabeza, pasando una mano por su cabeza. Las
marcas de lápiz todavía estaban ligeramente allí, pero se estaban mezclando
cada vez más y más en el crecimiento de su cabello—. Ahí es donde están.
Cooper debió de tomar mi bicicleta y haber ido a mi lugar.
Un rubor salpicó mis mejillas. Esto significaba que todos sabían que
estaba demasiado "ocupado" para ir. En ese momento, me había olvidado de
que las paredes no eran a prueba de sonido.
Al verme sonrojar, Eli rió.
—Me gusta que te avergüences de eso.
—¿De ellos escuchándonos, teniendo sexo? Sí, lo siento, me hace sentir
incómoda.
—¿No crees que no los he oído a todos ellos una vez que otra tener sexo
en esta casa? Aunque teníamos una regla para no traer a nadie aquí, todavía
era constante cuando Dax, Dominic, Lorcan y Sam vivían aquí.
—Ugh. No necesitas una ilustracion, pero ese no es el punto. Tengo que
mirar a estas personas a los ojos todos los días. Esas "otras" probablemente
fueron pateadas a la acera antes de que las sábanas se enfriaran.
—Es cierto —estuvo de acuerdo—. Pero, ¿de qué te avergüenzas más?
¿De que nos conocen y nos oyen? ¿O que Torin escuchó?
Mis hombros se tensaron.
—Torin no tiene nada que ver con esto. —Quise que fuera cierto, pero
tan pronto como Eli lo dijo, supe que tenía razón. No era porque quisiera
guardar todo esto de Torin. Había tomado mi decisión. Pero no quería
ponerlo en su cara. Me preocupaba tanto por él, y me dolía cuando sabía
que le estaba causando dolor.
—Así que todo esto es por Torin. —Eli cruzó los brazos sobre su pecho.
—No... sí. —Suspiré—. No tiene que ver con Torin de la forma en la
que crees. Sé que no hay sentimientos perdidos entre ustedes dos, pero me
preocupo por él. Nuestro vínculo nunca desaparecerá y nunca dejaré de
quererlo en mi vida o ser sensible a sus sentimientos. Oírnos es cruel y no
lo merece.
Eli arqueó la frente.
—No lo merece —repliqué.
—Bien. ¿Quieres dejar de tener sexo?
Gruñí. Oh diablos, no.
—Eso no es lo que quiero decir. Estoy pidiendo que seamos un poco
más considerados con él.
Eli apartó la mirada, la molestia parpadeando sobre su rostro.
—Brycin, puedes hacer lo que quieras. Pero soy quien soy, y no voy a
caminar de puntillas para que el chico hada pueda sentirse mejor. Si voy a
revolcar a mi mujer, voy a hacerlo. No me detengo, dondequiera o cuando
suceda. Todos los demás pueden irse al demonio.
Dos de esas palabras, puestas juntas, hicieron que mi estómago cayera.
Era el equivalente de Eli para decir novia.
—¿Qué dijiste?
—¿Quieres decir que voy a follarte sin filtros?
Casi me ahogo con mi risa.
—No... la otra cosa. ¿Me has llamado básicamente tu novia?
—¿Preferirías juguete sexual mejor?
—Oh, sí, definitivamente. —Puse mis manos en mis caderas e intenté
mantener una cara seria. Exasperó el infierno de mí al mismo tiempo que
me hizo reír.
—De acuerdo, juguete sexual, coge mi vara de carne. —Me entregó otro
pincho de la nevera. Me agarró de las piernas y me arrojó por encima del
hombro.
—Caramba, ¿cuántas insinuaciones sexuales puedes meter en una frase?
—Riendo, me puse sobre su hombro.
—Soy un genio con ellos.
Pensé que volvería a bajar por el pasillo, pero en cambio se volvió y
entró por la puerta principal.
—¿A dónde me llevas?
—Hay un pequeño estanque en el extremo de la propiedad. Creo que
necesito ver si mi juguete flota.
—¿Seré considerada una bruja si lo hago?
Él bufó.
—Si pesa lo mismo que un pato, y es de madera. ¿Por lo tanto? Una
bruja —citó a Monty Python y el Santo Grial.
Lo adoré aún más en ese momento.
—Tengo que ser una bruja si todavía no me he ahogado en tus mentiras.
Hubo una rápida palmadita en mi trasero.
—Bájame.
Me dejó deslizar fuera de su hombro.
—Está bien, pero es justo que me dejes montarte luego.
Capítulo 15
Traducido por Rimed
 

Ibamos a mitad de camino cuando vimos a Kennedy y Jared en el prado.


Ella estaba quieta, su rostro severo y con inquebrantable concentración.
Palabras fluyeron cantadas de ella como caramelo fundido. Espeso y rico.
Jared estaba sentado bajo un árbol no muy lejos. Solos en la pradera, ¿no
estaban intentando competir con los conejos? Eli y yo no podíamos ser más
diferentes. Kennedy estaba bajo un montón de presión, por lo que el sexo
debía de estar en lo más alejado de su mente. Me pregunté si actuaría de la
misma manera. Mi vista se fue hacia el hombre a mi lado mientras
caminábamos.
Nop.
Sin pensarlo, me detuve a su lado.
—Hola, Ken.
Ella saltó soltando un grito de susto y se giró. El encantamiento que
recien comenzaba a salir de sus labios salió disparado hacia mi pecho. Con
la fuerza de un estallido sónico, mis pies se separaron del piso y choqué a
Eli. Podía sentir el hechizo rodar sobre mi piel, envolviéndome. Eli y yo
volamos por el aire. Su mentón se hundió en mi espalda baja mientras
golpeábamos el piso. Una cadena de palabrotas en Gaelico salió de la boca
de Eli mientras yo yacía sobre él.
—¡Oh, Dios mío! Lo siento. —Kennedy vino corriendo hacia nosotros,
me ayudo a levantarme—. ¿Estás bien?
—Maldición, Ken. —Masajeé mi espalda, la impresión del mentón de
Eli magullaba mi piel.
Jared corrió hacia nosotros, riendo.
—Hombre, los derribaste. —Todos miramos a Jared.
—¿Están heridos? —Ella me miró frenéticamente.
—Sí, lo estoy —respondió Eli, sobando su nariz y mentón, intentando
sentarse—. Brycin, es la segunda vez que me haces casi arrancarme la
lengua de un mordisco.
—Si solo fuera así. —Me volteé para mirarlo y le guiñé un ojo
—. Sigue intentado. Quizas la próxima vez.
Sus ojos brillaron y una media sonrisa se instaló en sus labios cuando lo
comprendió.
—Hay otras formas de mantenerme callado.
Un simple comentario junto a una mirada de él y el calor fluyó a través
de mi cuerpo, haciéndome desear que estuviéramos solos.
—Sí, pero este sería permanente.
La sonrisa descarada de Eli creció.
—Demonios, la venganza es una perra.
Me encogí de hombros y sonreí.
—Me han llamado de peor forma.
—De cualquier forma, extrañarías demasiado esa parte mía.
—¿Ah, en serio? —Mis cejas se levantaron en interrogación.
—Sí. —Él arqueó su ceja hacia mí. Su sonrisa solo convocaba el
recuerdo de donde había estado antes su lengua. Oh, sí, extrañaría
demasiado esa parte.
—No estoy para nada incómodo. —Jared aclaró su garganta.
Kennedy agarró mi mano.
—¿Segura que estás bien?
Me volteé hacia Kennedy:
—Estoy bien, aunque hay un gran poder detrás de tus encantamientos.
Espero que no fuera un encantamiento para convertir a alguien en sapo o
algo así.
—Ember, detente.
Eli se puso detrás de mí y me agarró de los hombros. Otra cadena de
palabrotas salió de su boca, la cual envió inmediatamente escalofríos por mi
columna. Sus dedos tocaron mi espalda. Ya no sentía el doloroso choque de
su contacto como cuando nos conocimos. Aún sentía un hormigueo, pero se
sentía placentero en lugar de incómodo. ¿Era porque tenía su sangre? Aún
no sabía lo que eso realmente significaba.
—¿Qué sucede? —Intenté girar mi cabeza para mirar sobre mi hombro
—. J, Kennedy, vengan aquí.
Hizo mi cola de caballo a un lado, tirando el tirante de mi sudadera
fuera de mi hombro. Hola, déjà vu. Recordé la primera vez que Eli vió mi
tatuaje, excepto que entonces no habíamos tenido una audiencia.
Jared y Kennedy se pararon tras de mí: pequeños jadeos escaparon de
sus labios.
—¿Qué? ¿Qué está ocurriendo?
—¿Qué es eso? —le preguntó Jared a Eli, ignorándome.
—Parece un mapa. —Los dedos de Eli trazaron algo en mi espalda.
—¿Un mapa? ¿Un mapa de qué? ¿Cómo es que está en su espalda? No
estaba ahí antes —exclamó Kennedy.
—¿Hola? ¿Me recuerdan? —dije, agitando mis brazos frenéticamente
—. ¿Qué demonios está sucediendo?
—Deja de moverte. —Eli me agarró más fuerte y me sujetó en el lugar
—. No, no estaba ahí antes. ¿En qué hechizo estabas trabajando, Ken?
—Uh… era un encantamiento de revelación… —La comprensión se
hizo camino—. Estaba practicando en un hechizo para exponer a otros que
pudiesen estar ocultos. Como trampas y encantamientos de ocultamiento.
Mi paciencia se había ido. Exploté, soltándome de la sujeción de Eli.
—Dime qué demonios está ocurriendo, ahora mismo.
Los tres parpadearon, reconociéndome finalmente.
—Alguien hable antes de que incendie algo… posiblemente a ustedes.
—Señalé a cada uno.
—Creo que es mejor si lo ves por ti misma. —Eli intentó mantener su
voz tranquila, pero el entusiasmo o alarma enfatizaban cada palabra.
—No puedo verlo, precisamente.
Eli sacó su teléfono, señalándome para que me diera la vuelta.
—Ya se está desvaneciendo —dijo Jared—. Buena idea lo del teléfono.
Eli tiró de mi sudadera aún más abajo y tomó varias fotos antes de
dejarme subirla. Inclinó la pantalla del teléfono hacia mi mientras me movia
más cerca de él. Había usado el acercamiento, pero aún asi solo unas pocas
y tenues líneas podían distinguirse.
Una bocanada de aire se atascó en mi garganta. Mi espalda desnuda
lucía un tatuaje negro, dominando la pantalla, pero entremezclado con él
había unas extrañas líneas blancas. Extraños símbolos y formas cubrían mi
espalda. No sabía lo que estaba viendo, pero era lo suficientemente
detallado para reconocerlo como un mapa de algún tipo, con montañas,
cavernas y ríos.
—¿Es un mapa? —Mi dedo golpeó la pantalla.
—Luce como uno para mí —respondió Eli.
—¿Por qué tengo un jodido mapa en mi espalda? —Mis dedos fueron
hacia mi espalda, pero no sentí nada inusual. Levanté mi vista hacia él. Sus
ojos brillaron con una idea—. Conozco esa mirada. ¿Qué estás pensando?
Él frotó el espacio entre sus cejas.
—Estoy bastante seguro de que encontramos la ubicación de la espada.
 

Eli llamó a Cole y en menos de veinte minutos el grupo completo había


llegado a máxima velocidad de vuelta a la propiedad.
—Dejame ver. —Cole cargó hacia mí. Nos había empujado dentro de su
oficina, dejando a los otros fuera de momento.
—No podrás ver nada. —Eli se paro detrás de mí, su mano en mi
espalda, jugando ausentemente con el extremo de mi cola de caballo—.
Kennedy tendrá que hacer otro hechizo de revelación. Solo parece durar un
minuto o dos antes de desaparecer.
—¿Realmente crees que es un diagrama que muestra la ubicación de la
espada? —Cole se concentró en Eli, con desesperación en sus palabras.
—Mi intuición dice que sí. Tiene sentido. Pudo permanecer escondido
con Ember todo este tiempo. Solo fue por accidente que Kennedy le dio con
su hechizo y que yo estaba detrás de ella para verlo. De otro modo, no lo
habríamos encontrado.
Cole y Owen me miraron expectantes.
—Adelante, Ken —la incité.
Eli dio un paso a un lado, dejando a Kennedy acercarse a mí.
—Realmente no quiero herirte. —Ella se encogió mientras se movia a
mi alrededor.
—Soy más fuerte de lo que parezco. —Un bufido salió de Eli y apunté
mi dedo hacia él—. ¿Realmente quieres empezar conmigo? —Él sonrió y
sacudió su cabeza.
—¿Podrías por favor quitarte la sudadera, Ember? —pidió Owen
formalmente.
Estar desnudo en esta casa era algo normal y nadie pensaba nada
extraño sobre ello. Había sido criada para estar segura con mi cuerpo, pero
aun así dudé.
Vamos, Em; ponte tus pantalones de chica grande.
Al menos eran solo unos pocos de nosotros. Jared era el único con el
que me sentía incómoda con que me viera sin nada arriba. Eli me había
visto antes, Cole y Owen solo me veían como un proyecto de ciencias y
Kennedy no era problema. Tomé aire y tiré de mi sudadera. La enrollé y la
sostuve contra mi pecho.
—Bien, Ken. Haz lo peor.
Nada.
—¿Ken? —Me volteé a medias. Ella miraba sus manos.
—Aún no sé lo que hago. Estoy recién aprendiendo. —La voz de
Kennedy tenía un tono de pánico—. La última vez fue un accidente. ¿Qué
pasaría si esta vez realmente te hago daño? ¿O peor?
Jared se acercó a Kennedy, tomando sus temblorosas manos en las
suyas.
—Esta bien, nena. Puedes hacerlo. Sabes de esto.
Ella le dio una débil sonrisa, pero asintió.
—Esta bien… bien, aquí va. —Quitó sus manos de las de Jared, las
sostuvo en alto y encaró a mi espalda.
Volteé mi cara y vi a Eli moverse frente a mí.
—Solo en caso de que salgas volando nuevamente. —Sonreí,
apreciando el gesto.
Palabras que sonaban extranjeras fluyeron con naturalidad fuera de
Kennedy casi como si ella hubiese crecido hablando ese idioma. Estaban en
su sangre; apenas si necesitaban ser liberadas. Cuando ella había llegado al
final de su encantamiento, la magía brotó de sus manos hacia mi espalda. El
aire ondeó. Una silenciosa onda se dirigió derecho a mí. Me volteé y cerré
mis ojos.
Eli estaba preparado cuando mi cuerpo golpeó el suyo. Yo estaba más
preparada esta vez, pero aun dolia. Una pared habría sido más suave en
comparación con su pecho. Pero no me molestaban sus reconfortantes
brazos envolviéndome. Eli me ayudó a enderezarme y se paró de manera
protectora frente a mí mientras Cole y Owen reodeaban mi espalda. Dedos
comenzaron a trazar alrededor de mi tatuaje.
—¡‘S magadh fúm atá tú! —susurró Cole con asombro—. Todo este
tiempo no sabíamos que literalmente estaba bajo nuestras narices.
Pensamos que podría ser algo relacionado con Ember, pero no encantado
sobre ella.
Lenta y deliberadamente Owen me circundó, asimilándolo todo. Su
personalidad siempre había sido tan tranquilizante y reconfortante.
—Este tipo de magia es excepcional y esperialmente rara.
—Mi madre lo puso ahí, ¿eh?
Los Moradores Oscuros se detuvieron, todos mirándome a mí.
—Los escuché a ustedes dos hablando la noche después de que
regresamos de mi casa, cuando el Strighoul nos atacó. Tú dijiste que
pensabas que mi madre escondería algo conmigo. —Miré a Cole—. Y tú le
preguntaste nuevamente esta semana. Pero si ella escondió el mapa en mí,
¿por qué no sabía donde era la ubicación? ¿O por qué mentiría respecto a
eso?
—No mentí. —La voz de mi madre vino desde la puerta. Todos
dirigimos nuestra atención hacia ella—. No tengo idea alguna de donde está
la espada o sobre el mapa que están hablando.
—Estoy confundida. ¿Quién puso esto en mi espalda? —Mi mirada
saltó de un lado a otro, deseando que alguien respondiera.
Mi madre entró al cuarto, con sus brazos cruzados fuertemente sobre
ella.
—No puedo responder esa pregunta. Independientemente lo que haya
sugerido Cole, Ember, yo no tengo nada que ver con el hechizo en tu
espalda. No sabía de su existencia.
—¿No sabías nada de esto? —El tono de Cole estaba lleno de duda.
—No. No lo sabía. —El mentón de mi madre se levantó desafiante. Era
en ocasiones como esta que podía ver mucho de mi propia personalidad
reflejada en ella. Había sacado mucho de ella.
Cole la miró antes de ceder.
—Bueno, eso ya no importa.
Owen había contrarrestado cada movimiento que había hecho, siguiendo
mi espalda como una sombra, tocando y siguiendo las líneas.
—Se está desvaneciendo. Jared, toma una cámara de arriba del cajón de
arriba. —Él señaló.
Jared respondió, cogiéndola.
Con una nueva invocación de Kennedy, Jared disparó la cámara una
docena de veces antes de detenerse.
—Se desvanece rápido. —Cole tomó la cámara de las manos de Jared,
pasando la vista de las imágenes que había capturado—. Maldición. Las
líneas apenas se ven. Es difícil de ver, no importa lo que nos acerquemos a
tu espalda.
—¿A qué te refieres? —Me di vuelta para mirarlo.
—La magia y la película de fotos no van bien juntas —declaró mamá—.
Artefactos hechos por humanos nunca serán capaces de capturar magia o
algo del Otro Mundo de buena forma. Es algo bueno o probablemente
habríamos sido descubiertos hace un largo tiempo. La mayoría de las fotos
que muestran incidentes “del Otro Mundo” han sido adulteradas o
falsificadas porque no se muestran en los negativos.
—Tendremos que dibujarlo —declaró Cole.
—No soy tan bueno, pero puedo dibujar lo suficientemente bien para
captar la escencia del mapa —dijo Jared.
—Eso está bien, ¿pero alguno de nosotros sabe dónde es esto? —Eli
miró hacia nosotros—. ¿De dónde es este mapa?
Todos guardamos silencio. Las tenues líneas y símbolos, que había visto
en la pantalla, eran tan vagas y simples que podría ser cualquier sitio. No
había palabras ni nada que definiera la localización.
Cole se dejó caer en su escritorio. El aire de emoción había dejado el
cuarto.
Otro obstáculo aparecía frente a ellos.
 

Todos nos dirigímos hacia el claro para trabajar en dibujar el mapa,


cuando una abrumadora sensación me hizo dudar. Tiraba de mí en la
dirección opuesta. Cuando intenté ignorar el sentimiento y seguir
caminando, un tirón seco me botó al piso.
Mamá se apresuró en llegar a mi lado, empujando a Eli fuera del
camino.
—Ember, ¿Estás bien?
Sólo pude asentir con mi cabeza. El ácido se sentía espeso en mi
garganta. Todos se detuvieron y se dieron vuelta para verme atragantar
denuevo.
Kennedy corrió a mi lado.
—¿Estás bien? ¿Yo hice esto? Mis hechizos la han enfermado. —Ella
miró a Owen.
Encontrando mi voz, dije con voz ahogada:
—Necesito recostarme. Estaré bien.
Otra ola me golpeó y gruñí. El impulso de ir al otro lado de la propiedad
era tan poderoso que comenzé a gatear.
—Me gustaría examinarte. —Owen alcanzó mi brazo, para levantarme.
No. Debes ir. Sola.
Las palabras corrieron por mi mente y sacudí mi cabeza.
—Por favor, solo necesito descansar. —Él me miró suspicazmente. En
el momento en que dejé de pelear contra el impulso, el malestar se alivió.
—Creo que él debería darte un vistazo. —Mamá vino a mi lado,
palpando mi frente.
—En serio, estoy bien. —Retrocedí, alejándome de su mano y comencé
a levantarme. Mamá y Owen me ayudaron—. Ustedes chicos continúen;
trabajen con Kennedy. Yo volveré y descansaré un momento.
Antes de que alguien pudiera rebatirme, me di la vuelta y comencé a
caminar. Una forma sólida estaba justo a mi lado, moviéndose junto a mí.
—Eli, estaré bien. Vé con ellos. —Mi voz se elevó con el sentimiento
de deshacerme de él—. Realmente no te quiero cerca mientras esté
vomitando en el retrete.
Él sacudió su cabeza.
—No lo creo. No podemos hacer mucho sin ti de todas formas. Y ocurre
que encuentro sexy sujetar el cabello de una mujer mientras vomita.
Me encogí en una risa jadeante.
—Seguro que sí.
Otro violento tirón golpeó mis brazos y piernas.
—Por favor. Realmente quiero estar sola en este momento. Necesito
tenderme y solo serías una distracción. —Mi desesperación había hecho que
mi tono se volviera más intenso.
Inclinó su cabeza y sus ojos verdes se clavaron en los mios. Sentí que
sentía que algo iba mal, que le estaba mintiendo, pero no le dí la
oportunidad de descifrarlo.
—Volveré luego —dije antes de que él pudiera responder y caminé
rápidamente hacia la casa.
Cuando salí de su vista, comencé a correr. Mis piernas se movieron a
través del bosque, esquivando ramas de árboles y enredándose en el follaje.
Más rápido. Mi corazón latió. Más rápido.
 

La nausea subyacente fue reemplazada con ansiedad. Estaba siendo


controlada. Como una muñeca de trapo. Mis piernas bombeaban más fuerte
y me impulsaban más fuerte hacia mi destino. Solo había dos personas que
sabía que tenían este tipo de poder. No sabía a cuál le temía más.
Mi piel hormigueó cuando crucé la línea de propiedad. Súbitamente, la
necesidad de apurarme dejó mi cuerpo y me detuve.
—Te tomó bastante tiempo. Soy un hombre al que no le gusta que lo
hagan esperar. —La fría y dominante voz habló detrás mio.
Mis párpados se apretaron fuertemente.
—Lars.
Con un fuerte suspiro, me di la vuelta para encararlo. Estaba de pie allí,
tan aterrador y hermoso como lo recordaba. El aire de poder y dominación
lo envolvía tan espesamente que casi dolia respirar. Se peinó su ondulante
cabello negro azabache en un estilo impecable. Su traje era pulcro y
probablemente costaba más que un auto. Pero eran los ojos de Lars los que
me habían atrapado. Él era un demonio y tenía los mismos ojos verde
amarillentos que yo tenía. O uno de los míos, de cualquier forma. Esos ojos
intensos estaban estrechándose sobre mí en una mirada de pura furia.
Mierda. No, esto merecía un “Oh, santa mierda en corteza de fresno”.
—Ember —se dirigió a mí. A pesar del calor, escalofríos ondulaban por
mi piel—. Ha pasado un tiempo desde la última vez que te ví. Desde que
dejaste la casa protegida que te otorgué gentilmente y rompiste tu voto
hacia mi.
Era difícil no balbucear excusas o disculparse. La ira del Rey Unseelie
era algo que debía soportar. Había violado su contrato. Sabía que las
repercusiones llegarían eventualmente y que él probablemente me mataria.
Simplemente no estaba lista para que ese día fuera hoy.
—Ahora… dime, ¿qué podía ser tan importante para dejarnos y romper
tu pacto conmigo? Un acuerdo que, de ser violado, tendría consecuencias
que no serías capaz de llegar a compender.
Tragué, mirando a mis pies. Él no encontraría nada de lo que dijese
justificable. Familia y amigos no tenían el mismo peso para él que el que
tenía para mí.
—Solo haz lo que tengas que hacer, Lars. —Lo miré directamente e
intenté no acobardarme.
Una delgada sonrisa apareció en las comisuras de sus labios.
—¿Sin súplicas ni ruegos?
—No. No jugaré a eso contigo.
Una breve risa salió de su pecho.
—Estoy impresionado, Ember. Algunos de los Fae más peligrosos han
caído a mis pies rogando por perdón.
Crucé mis brazos.
—Sí, bueno, te conozco lo suficiente como para pensar que eres capaz
de sentir empatía.
Se rió de nuevo. Me tomó todo lo que tenía mantener mi barbilla en alto
y no mostrarle mis temblorosas manos. Este era un Demonio, el Rey
Unseelie y yo había roto un contrato con él.
Estaba frita.
—¿Cómo me pusiste el glamour para que viniera a ti? Pensaba que era
inmune a eso.
—No utilicé glamour, sino telequinesis. Puedo mover tu cuerpo en
contra de tu voluntad. —Sentía cómo su mirada penetraba hasta mi alma.
Yo tenía el poder de mover cosas con mi mente, pero no podía más que
abrir una puerta o mover un taco de billar hasta mi mano. ¿Controlar gente
para que se mueva en contra de su voluntad? Eso era una herramienta
poderosa.
—Así que, ¿cómo me encontraste?
—Sinnie. —Dio un paso deliberado hacia mí—. Hechizos y
encantamientos de velo no funcionan en los Fae menores como…
—Como Pixies y brownies. —La comprensión me golpeó. Cal y
Simmons me lo habían dicho cuando intentaba colarme en el castillo de la
Reina Aneira.
—Sí. Nadie piensa en los Fae menores como posibles amenazas o, en
mi caso, espías. Le tomó un tiempo, pero entre mis hombres y Sinnie, sabía
que podría encontrarte. Ella te encontró hace una semana. Estaba esperando
la oportunidad.
Una conexión hizo finalmente clic en mi cerebro. No había sido Josh el
que me había asustado cerca de las piedras. Había sido Sinnie. Por eso el
aroma era levemente familiar.
—Fue ella esa noche en el bosque. Era quien me vigilaba. ¿Así que
sabías que había vuelto por un tiempo?
—Sí —dijo Lars—. No hay muchas cosas que ocurran sin que lo sepa.
Solo necesitaba encontrar tu ubicación exacta. Intuía que estabas con los
Moradores Oscuros y que te estarían escondiendo.
—¿Y ahora qué? ¿Me matarás o me castigarás por romper nuestro
acuerdo?
—¿Matarte? —Una de las cejas de Lars se inclinó—. Matarte no tendría
sentido. Tengo planes más grandes para ti. Trabajarás para pagar la deuda
que tienes conmigo.
—¿Trabajar? —Tragué fuerte—. ¿A qué te refieres?
—Bueno, no pasé meses de mi tiempo entrenándote por nada. La guerra
se avecina y tú pelearas a mi lado. Pero después de que la espada sea usada
para alcanzar tu destino, me la entregarás a mí.
Eso no sonaba como una buena idea. El Rey Unseelie, un Demonio,
poseyendo la Espada de la Luz, una de las armas más poderosas en la Tierra
y el Otro Mundo. ¿Estaríamos simplemente cambiando a un tirano dictador
por otro?
—No tengo idea de dónde está la espada.
Lars inclinó su cabeza.
—No me decepciones con mentiras.
Correcto. Sinnie había estado probablemente espiándome todos los días
por una semana. Probablemente ese mismo día más temprano. Me encogí al
pensar que había estado observando cada uno de mis movimientos, incluso
en mi habitación. Ella probablemente nos había oído hablar sobre el mapa y
vino directamente a contarle a Lars.
—No sabemos dónde está realmente.
Una sonrisa perpleja apareció en su boca.
—Pero tienes un mapa hacia ella.
—Lo tengo. —Suspiré. La idea de pasar por sobre el Rey Unseelie era
demasiado estúpido para que incluso yo la contemplara.
Él balanceó su peso impacientemente. Él podría saber todo lo que estaba
ocurriendo, desde que tomaba descansos para ir al baño, e incluso la verdad
sobre Kennedy. Así es como él trabajaba.
—Probablemente sepas que Kennedy estaba conjurando un hechizo de
revelación que me golpeó de manera accidental. —Mi mano fue hacia mi
hombro—. Sólo aparece…
Antes de que pudiese terminar mi frase, Lars me rodeó y su dedo tocó
mi espalda. Un cosquilleo apareció sobre mi hombro. Estirando mi cuello
apenas podía ver las blancas líneas brillando.
—Santa mierda. ¿Cómo hiciste eso? —Era más una pregunta retórica.
Él era el Rey Unseelie. ¿Qué no podría hacer?
Él no respondió, solo tiro de mi polera para tener una mejor visión del
tatuaje. Maldición, me estaba cansando de ser tratada como un objeto.
—Fuiste inteligente… más astuto de lo que pensé que serías capaz —
murmuró él para sí mismo.
—¿Qué?
—Nada. —Me mandó a callar con un gesto.
—¿Sabes dónde es?
Él cerró sus labios, sus dedos se deslizaban por las líneas en mi piel.
—Hay algo que parece familiar en él, pero no sé de donde.
Continuó mirando mi espalda por unos cuantos momentos más, antes de
darme la vuelta.
—Mientras busco estos símbolos, tú continuarás con tu pequeña
charada. Convence a los Moradores Oscuros y a quien sea que necesites, de
que aún estás siguiendo con su plan. No soy lo suficientemente estúpido
como para creer que no están buscando la espada para su propio uso.
Después de que mates a Aneira, será mía.
Mi boca se abrió para rebatirle.
—No te equivoques, Ember. Tú harás esto. ¿Recuerdas el pequeño trato
que hicimos la primera vez que viniste a mí? ¿El favor que me debes?
Bueno, lo cobraré ahora. Ests atada a este acuerdo y también tu lengua. No
serás capaz de decirle a nadie de él. Todas las salidas están cubiertas en mis
tratos; no puedes dejarlo ni por escrito. —Su presunción había encendido
ira a través de mí.
—Supongo que eso es lo que saco por hacer un trato con un Demonio.
Nunca volveré a cometer ese error.
Una pequeña risa salió de su garganta.
—Una buena regla bajo la cual vivir… pero nunca digas nunca. Sé
agradecida con que esté ignorando tu pasada indiscreción. Te había dicho
que las repercusiones de romper un trato conmigo no eran algo que
querrías. Tú estúpidamente me ignoraste y lo haz roto de todas formas.
Podría hacerte sufrir por eso. Estoy siendo excepcionalmente generoso.
Perdonaré tu error previo mientras cumplas con el acuerdo actual. —Como
la última vez que había hecho un trato con él, sentí el peso de sus palabras a
mí alrededor, apretando mi garganta—. Si rompes este trato conmigo,
mataré al Morador Oscuro.
—¿Matar a Eli? —El dolor en mi pecho quemaba con solo pensarlo.
—También podría aplastar a esos dos pequeños pixies que amas. Soy un
Demonio, Ember. He sido increíblemente generoso contigo. No me
presiones. Entiendo lo que te hace actuar. Amenazarte obviamente no
funciona. Tus amigos son tu debilidad.
—No eres diferente a ella. —Ambos sabíamos a quién me refería con
“ella”.
—Soy peor. No me desafíes. Nunca olvides quién soy en realidad. —Su
calmada voz envió un escalofrío a través de mi corazón. Lo decía en serio.
No podía permitirme olvidar nuevamente que era un Demonio y el temible
Rey Unseelie de los Fae Oscuros por una razón—. ¿No crees que soy justo?
—preguntó él con frialdad. Mi respuesta consistió solo en mirarlo, lo que
parecio divertirlo—. Eres tan parecida a tu madre. Terca hasta el final. —
Lars me dio un pequeño asentimiento—. Sabrás cuando necesite hablar
contigo nuevamente.
Con eso, él se había ido.
Capítulo 16
Traducido por Candy27
 

—¿Cal? ¿Simmons? —Caminé pisando fuerte hacia el recinto—.


Saquen sus pequeños culos de pixie aquí fuera ahora.
Simmons reaccionó inmediatamente a mi llamada, volando fuera por la
ventana de la cocina donde probablemente estaban intentando fermentar su
propio zumo de enebro en el fregadero. De nuevo.
—¿Mi señora?
—¿Dónde está Cal?
Simmons miró sobre su hombro, avergonzado.
—Uh… bueno, mi señora, él está… bueno…
—Simmons… —Elevé una ceja.
—Bueno, decidió que quería ir a nadar.
—¿Y?
—Fue a nadar al fregadero de la cocina.
Mi mano fue a mi boca.
—El fregadero de la cocina no se encontraría lleno de zumo de enebro,
¿verdad?
—No mucho —se defendió Simmons—. Bueno, no mucho ahora…
Gimiendo, me dirigí hacia la cocina. Todo el mundo todavía estaba
fuera. Gracias a Dios.
En la entrada, encontré a un pixie desnudo haciendo ángeles de nieve en
la encimera.
—Weee… aire frio en mis exquisiteces. —Su acento escocés era grueso
por el licor—. Sintiendo todos los bonitos colores.
—Él está un poco fuera de sí, mi señora. —Simmons aterrizó en mi
hombro.
—¿Tú crees?
Cal se dio la vuelta y empezó a nadar.
—Tengo que sacarlo del fregadero para que no se ahogue. Pero para
hacerlo, tengo que convencerlo de que todavía está dentro. —Ambos
continuamos mirando al pixie desnudo nadando de lado en lo alto de la
mesa.
Arrugué la nariz.
—Recuérdame que nunca prepare la comida ahí de nuevo. —Me giré
hacia Simmons—. Desde que Cal está indispuesto, te preguntaré a ti.
Me senté en la isla, y Simmons saltó de mi brazo a la encimera.
—Cualquier cosa, mi señora.
—¿Son capaces, chicos, de sentir otros Fae? —No quería insultarle y
decir fae menores—. ¿Como brownies u otros pixies?
—Brownies —gritó Cal—. Rico.
Simmons le ignoró.
—No realmente. No más que tú puedes sentir otros Fae alrededor al
menos que están realmente cerca. ¿Por qué preguntas?
—Simple curiosidad —respondí—. ¿Así que no has visto nada como un
brownie por aquí?
—No lo he hecho, mi señora.
—Brownie. Sí. Sí —cantó Cal de nuevo. Él volvió a tumbarse sobre su
espalda, dándose por vencido en sus movimientos de nado.
—Estate callado, tú alcohólico. —Simmons le despidió con la mano.
—He viiiiiisto un brownnnniiieee. Era una raicleach.
—¿Qué? ¿La has visto? —Salté fuera de mi taburete y corrí hacia Cal.
Agarré un pañuelo y se lo lanzó a él. No me importaba lo pequeñas que
fueran sus partes; seguía sin querer verlas.
Cal amontonó el pañuelo convirtiéndolo en una almohada y cayó de
espalda sobre ello.
—Gracias. Más obligado.
—No era para eso exactamente. —Suspiré—. ¿Pero dime dónde la
viste? ¿Ella era la única?
Temía que Lars no estuviera solo en esta manera de pensar para
encontrarme. ¿La Reina había contemplado algo similar? Ella no parecía
pensar mucho en nada por debajo de su propia clase. Esperaba que no fuera
tan inteligente como Lars.
—Sí… vi… ¿he dicho que era una raicleach? —Sus ojos se abrieron
suavemente, y la sonrisa creció en su cara—. Mi tipo de mujer.
—Cal, enfócate. Necesito que me describas a quien viste y si ha habido
otros.
Un ronquido salió de él, y yo dejé salir un exasperado gruñido.
—No tiene sentido intentar despertarle, mi señora. Está fuera de uso —
dijo Simmons disculpándose—. Pero te prometo que en cuanto despierte,
conseguiré toda la información que le demandaste.
—Gracias, Simmons.
—¿Qué demonios? —Eli vino por detrás—. ¿Por qué hay un pixie
desnudo en el mostrador? Dónde no voy a comer de nuevo.
—Te perdiste sus empujes de estilo libre —reflexioné, mi cara se giró
hacia Eli. Mis cejas se movieron arriba y abajo—. Muy impresionantes.
—Oye, te dije no juzgaras… esas seis pulgadas pueden sorprender.
Resoplé. Simmons, tras mirar a Eli, se movió la nariz y dejó la
habitación, los ronquidos de un borracho Cal zumbando desde detrás del
fregadero.
—¿Te sientes mejor?
—Sip.
No estaba mintiendo. Me sentía mejor. Pero odiaba mantener el secreto
acerca de Lars lejos de Eli, especialmente después de hacer semejante gran
trato acerca de ser honrados el uno con el otro. No dudaba que Lars había
atado mi lengua, pero mi cabezonería todavía me empujaba contra las
reglas. Mi boca se abrió intentando confesarlo. Nada. Era como si me
hubiera vuelto muda. Mis cuerdas vocales eran indiferentes a las palabras
que se formaban en mi garganta.
—Estás realmente rara conmigo… bueno, más rara de lo normal.
Se inclinó contra el fregadero. La especulación en su mirada me taladró.
Fue Lars. Vino a mí en el bosque. Mis ojos intentaron expresárselo. Él
solamente inclinó su cabeza, esperando que respondiera.
Mierda.
Lars había cubierto todas las bases. Intenté hablar en alto de nuevo, pero
mis cuerdas se tensaron, casi dolorosamente. Cuanto más lo forzaba, más
dolía. El vínculo estaba asegurado.
Suspiré, dando en ello.
—Entre el encantamiento de Kennedy golpeándome y todo lo que está
pasando… —dije, arrastrando las palabras, sintiendo la mentira pesada en
mi lengua.
—Umm-humm. —Los labios de Eli se presionaron juntos.
—¿No crees que merezco estar un poco apagada? —Divertido,
realmente me irritaba que no aceptara mi lamentable escusa.
—Oh, estás algo más que un poco apagada. —Caminó acercándose a
mí, una sonrisa de suficiencia curvaba su boca.
Ignorándole, continué:
—He sido golpeada con una maldición mágica. Varias veces. Lo siento
si no estoy en mi mejor forma. Me siento como si acabara de ser abofeteada
con algodón de azúcar de Hadas, lo cual no es tan suave y tan dulce como
uno pensaría. —Agité mis brazos arriba y abajo. Los ojos de Eli solo
destellaron más brillantes mientras despotricaba. Supe profundamente que
no estaba comprando nada de lo que estaba diciendo. Eso empujó a incluso
a un nivel más alto mi diatriba—. No me mires así. Cómo podrías… —Mi
frase fue cortada cuando agarró mis labios, sujetándolos juntos.
—Cállate, Brycin. —Sus ojos penetraron los míos con implacable
deseo.
Cogiéndome, me deslizó de nuevo sobre la superficie, desabotonando
mis pantalones. Sus manos rozaron mis caderas empujando la tela hacia
abajo por mi culo.
La respiración se trabó en mi garganta.
—No va a ver ningún sitio en esta encimera donde seamos capaces de
comer de nuevo.
Su boca se arrastró hacia abajo por mi estómago, moviéndose más
abajo.
—Habla por ti misma.
 

Un beso en mi espalda me despertó. El calor del sol de la mañana ya era


pesado en la habitación. Finalmente habíamos recolocado nuestra fiesta de
lo alto de la encimera a la habitación antes de que la gente volviera a por la
cena. Nunca la comimos, y mi estómago retumbó para el momento en el
que mis párpados se abrieron.
Escuché una risita disimulada mientras varios besos se arrastraban a lo
largo de mi columna.
—¿Hambrienta?
Suspiré felizmente.
—Me muero de hambre. Pero, no creo que me pueda mover.
—Apuesto a que puedo hacerte mover de nuevo. —Sus dedos se
deslizaron sobre mi muslo desnudo.
—Lo dudo. —Mi tono aburrido contradecía la sonrisa que torcía mis
labios.
—¿Por qué constantemente me pones retos que superar? —murmuró Eli
contra mi piel.
Rodando, miré hacia arriba mientras se inclinaba sobre mí.
—Piensas que tendría que ser más inteligente que eso a esta altura, pero
por alguna razón parece que no puedo detenerme a mí misma.
Colocó sus brazos a ambos lados de mi cabeza, agachándose sobre mí.
—Es un misterio.
Extremidades y sábanas de cama se empezaron a enredar de nuevo
cuando un fuerte golpeteo rebotó contra la puerta.
—Sí, chicos deberían tener más sexo. No tuvieron suficiente la noche
anterior o cada noche, o día, mañana, media tarde… —Gabby se calló.
Eli suspiró y abrió la puerta.
—Técnicamente te tienes que culpar a ti mismo. Nos pusiste en una
habitación juntos demandado que lo superáramos. Estamos haciendo
nuestro mejor intento para cumplir tus condiciones.
—Creo que todavía tenemos que trabajar en ello. —Sonreí.
—Sí, creo que llegaré a arrepentirme —respondió Gabby.
Eli miró sobre su hombro hacia la puerta cerrada.
—Tú eras el único que no podía soportar que fuera un capullo más
tiempo.
—Oh, sigues siendo un capullo. —Gabby retrocedió pasando por la
puerta—. Pero ahora no estoy segura de qué tipo de capullo es peor.
—Ella te tiene ahí. —Me encogí de hombros.
Él asintió en acuerdo.
—Verdad. —Me dejó caer a un lado, apoyando la cabeza en su mano—.
Gabby, ¿tienes alguna razón para holgazanear en mi puerta?
—Conseguir pistas para producir mi propio video porno o teclear los
sonidos de apareamiento de los Yetis, no puedo recordar cuál era —dijo
inexpresiva—. Claro que lo tengo. Quiero decir, disfruto del sexo, pero
cuando soy participante… no escuchándolo. Cole y Kennedy ya están
practicando. Quiere que Ember lleve su culo allí tan pronto como sea
posible. Eso significa ahora, no en veinte minutos.
La pantalla de la puerta se cerró de un portazo ruidosamente cuando
salió, y sus pasos se volvieron más distantes cuando se dirigió a la salida de
atrás.
—Siempre es mi culo lo que quiere la gente. —Me levanté apoyándome
sobre los codos.
La mano de Eli fue sin rumbo bajo las sábanas, rozando un lado de mi
culo.
—Lo he invitado en varias ocasiones, pero continúa trayéndote consigo.
—Cállate. —Reí y le di un golpe—. Mi culo tiene estándares demasiado
altos, para ser dejado a solas con alguien como tú.
Eli estiró la mano hacia mi cara.
—Bueno que el resto de ti no lo tenga.
Cuando nuestros labios se encontraron, la lujuria tenía a todos mis
nervios bailando de nuevo. A regañadientes me empujé hacia atrás.
—Mejor me voy. Cole no será tan educado si tiene que venir a por mí.
—Peor. Mandará a Cooper quien no tendrá escrúpulos en arrastrarte
fuera de la cama desnuda.
—Por favor. Estar desnudos es más normal para ustedes que estar
vestidos. —Me senté, empujando fuera las sábanas. Iba a ser otro día
cálido. Este tipo de calor para esta época del año en Washington era inusual.
—Somos Moradores Oscuros. Estar desnudos viene mano a mano con
nosotros. Así como el sexo. —Lanzó hacia atrás las sábanas y se sentó,
mostrando su físico.
—Ustedes pueden correr alrededor desnudos. Estoy bastante bien con
ello. Estoy segura de que a Kennedy no le importará, e incluso creo que a
mi madre no le importará mucho. Ella aprecia los hombres desnudos bien
parecidos tanto como el resto de nosotros. No estoy segura acerca de Thara,
al menos que sea Torin quien no lleve ropa.
Escarbé en el vestidor por unas bermudas de Eli que había reclamado y
que los había convertido en un pantalón corto. Me deslicé en ellos, tirando
del cordón para apretarlo, después me metí en una camiseta de tirantes y até
mi cabello de vuelta a su usual cola de caballo. También, algo que no
admitiría en voz alta, era que me gustaba llevar su ropa. Aparte de su
reconfortante olor, había una innegable señal de “estamos juntos” que venía
con ello para que todo el mundo lo viera. A veces realmente odiaba que
secretamente fuera tan chica.
Eli se mofó de mi comentario y alargó el brazo sobre mi hombro para
agarrar un par de vaqueros del vestidor abierto. Era algo que ninguno de los
dos había traído a colación, pero más y más de mis cosas revoloteaban
hacia su habitación. Un par de veces doblé la colada y la dejé en la cesta en
el salón. Más tarde la encontré colocada, metida en su vestidor. Nunca lo
comenté, y tampoco lo hizo él.
—¿Café? —Eli tiró una camiseta sobre su cabeza.
—¿Eso es incluso una pregunta?
—¿Contigo? No.
—Pueden esperar cinco minutos adicionales para que consiga mi ingesta
de cafeína, ¿verdad?
—Creo que lo preferirán. —Apretando mi culo se dirigió hacia fuera.
—S, porque tú eres un ángel por las mañanas —refunfuñé, metiéndome
en mis desgastadas y siguiéndole.
Mientras salíamos, continué sintiéndome en el borde desde que en
cualquier momento Lars podrían “llamarme” de nuevo. Intenté cada manera
posible de decírselo a Eli. Pero cuando intentaba acercarme al asunto, mi
garganta parecía cerrarse, y no salía ninguna palabra. Se sentía como ser
barrido sobre ascuas, una experiencia que no quería de nuevo. Eli había
sentido algo raro, pero le resté importancia mientras continuaba sintiéndose
mal.
Casi todo el mundo estaba fuera en el lugar de entrenamiento para
cuando Eli y yo llegamos. Solo Owen estaba ausente, probablemente en su
laboratorio como un científico loco, analizando más de mi sangre y
gritando: ¡Está vivo!
Josh, Jared, Cooper, y Gabby estaban tirados en la hierba, observando.
Mamá estaba sentada bajo un árbol, con un libro en la mano y Thara a su
lado. Cole y Torin estaban de pie al lado de Kennedy mientras ella encaraba
el vasto prado.
Eli puso una mano en mi baja espalda, urgiéndome hacia delante para
unirme al grupo. Torin estaba ocupado ayudando a Kennedy, pero se giró
cuando nos escuchó aproximarnos. Su mirada se fue directamente hacia la
mano de Eli. Él miró lejos, un destello de caliente agonía se reflejó en sus
rasgos. Caminé lejos de Eli, sintiéndome culpable. Cualquier emoción que
tuviera por mí no iba a desaparecer de la noche a la mañana, no importaba
lo mucho que pensara que no lo merecía, la vida no funcionaba así de
simple.
Sonreí y me aproximé a ellos
—¿Estás preparada para el tiro al blanco? —Cole sonrió con suficiencia.
—No me lo digas… yo soy el blanco.
Cole sonrió de forma engreída y guiñó un ojo mientras cepillaba hacia
atrás un mechón de su pelo hasta los hombros que había escapado de su
coleta.
—Hemos estado trabajando con Kennedy toda la mañana para controlar
la dirección y la intensidad. Pensamos que está preparada —me habló Torin
formalmente.
Mi arrepentimiento me golpeó cuando miré alrededor hacia todas las
personas que estaban trabajando tan duro para encontrar esa espada. La
meta de Lars era la misma que la de ellos excepto cuando le pasara la
espada a él al final. No estaba engañándolos o mintiendo, pero todavía se
sentía incómodo no revelar completamente la verdad.
—Divertido, eso no me hace sentir mejor. —Fruncí el ceño—. Sin
ofender, Ken.
—No pasa nada. —Ella sacudió la cabeza, pero una sonrisa asomó
alrededor de su boca. Porque sabía que no me heriría con sus invocaciones,
se había relajado.
—Sí, puedo decir que estás realmente turbada por esto —me burlé.
—Llámalo revancha después de años de burlas interminables de ti y de
Ryan. —Guiñó un ojo.
La personalidad dulce de Kennedy había tomado algo de coraje. Había
entrado en sí misma y finalmente había crecido en quien estaba destinada a
ser. Fuerte, amable, y una fuerza motriz a su propia manera. Lo amaba.
Sacando la lengua, desfilé dentro de la pradera hacia el blanco de
madera que habían montado.
—Oye, ¿puedo tener un colchón de aire o algo?
—Estarás bien. Ella realmente ha mejorado —gritó Cole—. ¿Estás
preparada?
De espaldas a ellos, le di unos pulgares arriba.
—Esto va a picar un poco —me provocó Kennedy, lo cual me hizo reir
disimuladamente. ¿Dónde fue mi dulce Kennedy?
Poniéndome de rodillas, posicioné mis pies en el barro, sintiendo la
tierra calándose dentro de mí. Después de escuchar el encantamiento
navegando sobre el viento hasta mis oídos, solo un latido después la fuerza
de sus palabras me golpeó. Como un huracán, el poder me abofeteó, y de
nuevo estaba en el aire. Mi cara golpeó la improvisada diana, derribándola
mientras me estrellaba contra el suelo.
Permanecí con la cara en el barro, con brazos y piernas extendidos. El
sonido de pies corriendo hacia mí se mezcló con el aullido de las risas del
grupo del césped.
—¿Estás bien? —la voz de Eli me alcanzó primero. Su mano tocó mi
brazo.
—Ooowww.
—Oh, Em. Lo siento. —Kennedy se agachó al otro lado—. De nuevo.
Gemí dentro del barro. Riendo disimuladamente. Eli me dio la vuelta.
—Ella está bien.
—Hay sangre. —Kennedy señaló mi cara.
—Solo en su nariz. —Eli me empujó para levantarme, usando la parte
baja de su camiseta para limpiar la sangre.
—Lo siento tanto. —Kennedy agarró mi mano; su confianza burlona
había desaparecido.
—No te preocupes. Me advertiste de que podría doler un poco. —
Sacudí mi mano y sonreí mientras Eli continuaba limpiando la suciedad y la
sangre de mi cara. Miré dentro de sus brillantes ojos verdes—. Sé que te
estás muriendo por hacer un chiste sobre ojos como platos así que adelante.
Eli presionó sus labios juntos intentando no reír.
—¿Yo?
—A lo mejor si te imaginas a ti mismo como la flecha la próxima vez,
tendrás una mejor trayectoria —gritó Cooper, todavía aullando de risa—. Sé
una con la flecha, Em. Sé la flecha.
Le saqué el dedo sobre el hombro de Eli solo para hacer que el grupo
del césped se riera a carcajadas más fuerte. Miré hacia mi madre. Había
hecho la mitad del camino hacia mí, pero había parado. Ahora viendo que
estaba bien, también estaba luchando por no reírse.
—Agradable, mamá. ¿Tú también? —Levanté los brazos—. Adelante…
dime que la he cagado de nuevo.
Con eso todo el mundo lo perdió. La situación era hilarante, y yo reí con
ellos, incluso a pesar de que mi cara dolió cuando lo hice.
—Está bien, Jared, mira a ver si puedes hacer un boceto del mapa
expuesto en la espalda de Em antes de que desaparezca. —Cole se dirigió
hacia Jared mientras todos nos calmábamos un poco—. O vamos a tener
que hacerlo de nuevo.
Mis ojos se ampliaron, pero Eli tenía una gran sonrisa en su cara.
—En serio. Mejor día. De siempre.
—¿Recuerdas cuando dijiste que la venganza es una perra? —Mis cejas
se curvaron—. Sip, ella va a ser una esta noche.
—Mmmm… juegos previos. —Besó mi cabeza y se unió a Cooper y a
Gabby.
Desde que las fotos de mi espalda no mostraban todos los detalles y
marcas del tatuaje blanco, y no podíamos permitirnos perder ningún detalle
del mapa. Jared dibujó las líneas básicas, y con su ayuda yo lo terminaría.
Josh estaba justo a lado de Jared, ayudándole a copiar los detalles de mi
tatuaje. Todo parecía ser interesante para él. Con la magia y los hechizos,
Josh estaba en el cielo.
Con mi boceto en la mano de Jared, delineó lo que pudo antes de que
desapareciera. Para el momento que terminó el detallado trabajo. Kennedy
me había estrellado contra la tierra seis veces. Estaba enfadada y dolorida y
cubierta de aceite y sangre seca. Torin había estado determinado a
conseguirme un colchón para caer encima, pero la mayoría de las veces
fallé. Solo otro día en el Campamento de los Moradores Oscuros.
Ahora mismo, no era muy diferente a mis días en el Campamento
Demoniaco. Mientras me extendía en la tierra, un recuerdo de cuando volé
el edificio de entrenamiento cruzó mi mente. Alki, Koke, y Maya
extendidos de espaldas cubiertos de sangre, y trozos de edificio estaban
destrozados sobre el suelo todo porque mis habilidades necesitaban trabajar.
Una extraña tristeza me golpeó cuando pensé en mi familia Demoniaca,
en Nic, Rez y Marguerite. Ella me llamaba su dulce nina y me abrazaba tan
fuerte. Mi boca empezó a salivar ante el pensamiento de su cocina, mierda.
Realmente echaba de menos a esa mujer, Los echaba de menos a todos,
incluso a Koke y a Maya quienes probablemente no se sentían de la misma
manera. Enfermo como era realmente echaba de menos a Alki, Habían sido
mi familia por seis meses, y me había sentido en casa con ellos.
Mientras el día se ponía, eventualmente Torin, Thara y Mamá nos había
dejado, yéndose a caminar. Torin le había dado a Eli tantas miradas sucias,
murmurando cosas en voz baja que estaba aliviada por verlo irse. Eli solo lo
ignoraría por un tiempo. Cooper, Gabby y Eli desaparecieron poco después
para ir de caza.
Finalmente, Cole dio un tiempo y nos dejó al resto de nosotros mientras
se dirigía a la casa.
—¿Estás bien, nena? —Ella sacudía su mano contraída, mirando a
Kennedy arrastrar su cuerpo hacia él y derrumbarse cerca de mí y de Josh.
—Santa mierda, estoy cansada. —Apoyó su cabeza en el hombro de
Jared.
—Sin embargo, lo hiciste bien, estoy orgulloso de ti. —Besó un lado de
su cabeza, doblando su mano sobre la de ella.
—Gracias. —Sonrió; mirándole con sus ojos brillando con amor.
Eran tan malditamente adorables juntos que casi dolía. Era
dichosamente feliz. Jared era un buen chico, y su adoración por ella era
claro. Eran la pareja “linda y adorable” quienes casi te hacían vomitar. Pero
todo lo que podía estar era feliz por ella. La relación de Eli y mía era
diferente de la suya. Ninguno de nosotros era lindo o dulce. Nunca lo
seríamos, y estaba más que bien con ello.
—Espero que todo este duro trabajo nos lleve hasta la espada para que
podamos liberar a Ryan y a Mark —suspiró Kennedy, acurrucándose más
en el hombro de Jared.
—Y West —añadió Jared.
Un duro nudo se formó en mi estómago. Había sido dada el momento
perfecto para decirle a Kennedy la verdad acerca de Ryan. Aún así, ninguna
palabra salió. La verdad se apiñó en mi lengua, debatiéndose entre saltar
fuera o gatear de vuelta por mi garganta.
Su cara estaba tan pacífica. ¿Podía arrancar eso de ella? Se suponía que
era lo correcto para hacer, ¿pero lo era realmente? Podría romperla. Había
perdido a su familia, su casa, su vida como era antes. Todo lo que tenía era
la esperanza de tener a Ryan de vuelta con nosotros. Estaba segura de que
seguía esperando que pudiera ir a casa y estar con su familia de nuevo.
Josh, quien estaba silenciosamente sentado a mi lado, me salvó de mi
cobardía cuando rompió el silencio:
—¿Tienes alguna idea de a donde dirige este mapa? —Agarró el boceto
de Jared, girándolo.
—No, ni idea. —No era una mentira, pero mantener escondido el hecho
de que Lars lo había encontrado familiar parecía uno.
—Bueno, necesitamos averiguarlo si vamos a encontrar la espada —
insistió—. ¿Quién crees que lo puede saber?
—Si pudiera saber quien lo puso en mi espalda, podríamos empezar por
ahí. Pero nadie parece saberlo.
—¿Estás segura de que tu madre no lo sabe? —Los ojos de Josh se
mantuvieron en los míos.
Enfado resbaló por mi columna cuando dije:
— Mi madre dijo que no lo hacía, y yo le creo. Puede haberme ocultado
un montón de cosas por mi seguridad, pero no es una mentirosa. No me
mentiría acerca de esto ahora.
—De acuerdo, lo siento. Solo estaba preguntando.
—Lo siento, Josh. —El asunto de mi madre me provocaba ser un poco
brusca.
—¿Han acabado finalmente chicos? —Cooper, Eli y Gabby caminaron
hacia nosotros.
—Sip. —Jared estiró sus manos y sus brazos—. ¿Cogieron algo para
cenar?
—Tienes que conseguir lo tuyo, niño. Empieza poniendo para la
pequeña señorita. —Cooper restregó la cabeza de Jared. Jared saltó y
empezó a pelear con Cooper.
Manos inclinaron mi cabeza hacia atrás, y labios bajaron hacia los míos.
Algo agrio y caliente cubrió mi boca.
—¡Uh! —Me eché hacia atrás, y limpié mis labios. Un líquido rojo los
había pintado—. ¿Eso es sangre de ciervo?
Las caras de Kennedy y Josh se veían tan en conmoción que quería reír.
—Sip. —Me besó de nuevo—. Me preguntaba si serías capaz de
identificarlo.
Quería que me repugnara, como hacían Kennedy y Josh. No lo hizo. No
era lo mejor que había probado, pero claramente no era lo peor. Agarré la
parte de atrás de su cuello empujando la cabeza de Eli más cerca de la mía.
Lamí su labio inferior.
—Yum. —Sonreí.
Un profundo ruido sordo vino de su garganta.
—Oh, ewww… Emmmber. —El cuerpo de Kennedy se estremeció.
—Eso… eso es simplemente asqueroso. —Josh sacudió su cabeza.
Gabby inclinó su cabeza, evaluándome.
—Está bien, ella es tan retorcida como el resto de nosotros.
—Oh, ella es incluso más. —Eli me levantó—. Cooper, estate preparado
en diez minutos con el camión cargado.
—¿Qué mierda? ¿No me vas a ayudar a cargar? —Cooper levantó sus
brazos.
—Oye, tengo tareas de gestión. Tengo que entrenar y educar al nuevo
recluta Morador Oscuro.
Caminó hacia el patio trasero, tirando de mí todo el tiempo. Sabía a
dónde nos estábamos dirigiendo. No te burlabas de un Morador Oscuro —
especialmente Eli—, y creías que podías salir con la tuya.
Capítulo 17
Traducido por Mais
 

—Cuando dije que necesitaba entrenar al recluta, no quise decir que


podías venir con nosotros esta noche. —Eli se sentó en la cama,
balanceando sus pies hacia el piso.
—Bueno, lo hice.
Me senté, inclinándome contra la pared, jalando la sábana conmigo. Mi
deseo de ir con Eli también vino del hecho de que cuando regresé a su
habitación, la cama estaba hecha. Limpia y ordenada como un pin. Eli
pensó que yo la había hecho y lo dejé creerlo. En la manera precisa en que
había sido hecha, sabía la verdad: Sinnie. Era una carta de llamada de Lars.
Obviamente no era lo suficientemente urgente para llevarme al bosque, pero
me estaba diciendo que necesitaba verme pronto. Tenía que dejar la
propiedad.
—No vas a ir y punto. —Habíamos ido alrededor del mismo argumento
por los últimos diez minutos, cayendo en el mismo resultado.
—He estado cautiva aquí por siempre. Primero aquí, luego donde Lars,
luego como prisionera actual de la Reina, y ahora de nuevo aquí. Me estoy
volviendo loca. Ni siquiera es una salida en público.
—No importa. Estás siendo cazada, así que no puedes dejar esta
propiedad. —Se puso sus pantalones vaqueros.
—Rrrr… —Mi cabeza golpeó contra la pared—. Vamos. Ni siquiera me
estás esperando en la línea de propiedad. Estaremos allí y de vuelta antes de
que alguien posiblemente lo descubra.
—Lorcan podría estar esperando por ti. Probablemente tiene soldados
alrededor del perímetro. —Se sentó, colocándose las botas.
—Pero no lo hace, ¿verdad? Podrías olerlo y a otros antes de que se
acerquen a mí. Dijo que ya no estaba trabajando con Aneira. Por alguna
razón de hecho le creo. Claramente no le ha dicho en dónde estoy. De lo
contrario, estaría aquí. Podría estar buscándome en Europa por todo lo que
sabemos. Realmente necesito salir, Eli. —Me coloqué detrás de él,
hablando cerca de su oído—. Por favor.
Lentamente, besé su cuello. No estaba por encima de usar ninguno de
mis poderes de persuasión para salirme con mi camino.
Eli gruñó.
—No tienes vergüenza, mujer. ¿Realmente crees que soy fácilmente
manipulable?
Dejé que mi mano caiga sobre su pecho, deslizándose hacia abajo,
desabotonando sus pantalones.
—Puedo hacer que valga la pena. —Mis dedos comenzaron a
convencerlo. Gruñó en placer.
—Eres mala, Brycin. ¿Alguien alguna vez te dijo eso? Debes ser parte
Demonio o algo. —Se inclinó contra mí.
—Tendré que descubrirlo —ronroneé en su oreja. Después de un
momento, un profundo gruñido vino de él.
—Bien. Puedes ir. —Se giró y me lanzó de espaldas—. Pero escucharás
cada palabra que diga. No estoy bromeando. No serás terca o discutirás. No
solo es peligroso por lo que está allí afuera por ti, pero por lo que estamos
haciendo. Estos somos quien somos. Tienes que aceptar tanto lo bueno
como lo malo. —Gateó sobre mí, usando sus dedos para influenciar mis
respuestas—. ¿Entiendes? Cada palabra que digo. Obedeces. Sin preguntas.
—Eli… —gemí mientras su dedo me acariciaba con fervor.
—¿Estamos de acuerdo? —Se apartó, retrocediendo hacia mí.
Bromeando, intentó entrar, pero no lo hizo. Llevándome al borde.
—Eli… —Me golpeé contra él.
—¿De acuerdo?
Asentí profusamente.
—Usas el sexo como arma contra mí, y yo lo usaré de vuelta diez veces
más. ¿Lo entiendes? —Asentí de nuevo.
Se aseguró de que supiera que era el dominante en esta situación. Y sí,
se quedó con las botas puestas.
 

Nadie estaba feliz de que vaya. Eli apenas se sentó, dejando que Cole y
los otros traten de convencerme de no ir, pero mi mente estaba decidida. Él
solo se reía disimuladamente porque sabía que solo me volvía más
determinada.
Cooper aparcó la camioneta de Cole con la mercancía. Nunca había
creído que sería parte de algo como esto. Estaba tratando realmente duro de
no juzgar. No me gustaba, pero bueno o malo así es como hacían su dinero.
Eran Moradores Oscuros, Fae Oscuros, motociclistas. ¿Qué esperaba? ¿Qué
tengan trabajos apropiados y ser respetables? Gracioso que en mi mundo los
supuestos buenos querían matarme y los malos querían protegerme. Los
términos buenos y malos eran relativos.
—Eli, sabes que esto es estúpido. ¿Por qué estás dejando que Ember
vaya? —Cole miró fijamente a Eli.
—¿Permitiendo? —espeté, pero ambos me ignoraron.
—¿Has intentado detenerla de hacer algo en lo que está determinada a
hacer? —Eli continuó ayudando a Cooper a llenar el auto—. Además, es
buena luchadora ahora y tiene algunos poderes extremos. No podemos
tratarla como si fuera rompible. Es dura y puede lidiar con más de lo que
nosotros tenemos crédito.
—No es el punto. —Cole se acarició el mentón en frustración.
—Te prometo que la mantendré a salvo. Los Jinetes del Apocalipsis no
serán problema. Fácil trato. Son las camaradas más cercanas que puedes
tener en este negocio.
Una risa entre dientes vino de Cooper.
—Camaradas, ¿eh?
Eli lanzó una mirada a Cooper para que se calle.
—Debería ir yo en su lugar —afirmó Cole—. Weiss todavía tiene una
garantía a por ti, y Ember está contigo.
—No hombre, estaremos bien. ¿Qué podría ir mal? —Cooper molestó a
Cole con más. Eli golpeó la parte posterior de la cabeza de Cooper, dándole
una mirada de cállate-la-jodida-boca.
—No te preocupes. Esto será rápido. Es solo dejar las cosas así que
Cooper y yo podemos manejarlo. Volveremos y toda esta preocupación será
por nada mamá —bromeó Eli. Cole estaba por interrumpir cuando Eli se
subió de un salto a su Harley. Se giró hacia mí, lanzándome un casco.
—Sube Brycin. —Me coloqué el casco en la cabeza y balanceé mi
pierna, subiéndome detrás de él. Se recostó hacia atrás—. No sabes las
cosas que he imaginado hacerte en esta moto.
Una emoción me consumió mientras la imagen se reprodujo en mi
cabeza.
—Eres malo. —Lo pellizqué en la espalda. Sonrió y encendió el motor,
haciéndolo rugir en énfasis.
Cooper hizo un saludo militar, saltó en su camioneta y salió hacia el
camino.
—Mi señora, ¿te gustaría que los sigamos? —Simmons voló cerca de
mi oreja así podía escucharlo sobre el rugido del motor.
—No, Simmons, quédate aquí. Estaré bien. —Simmons no se veía feliz,
pero asintió. Cal voló en mi línea de visión, viéndose incluso más
descontento con mi decisión.
Antes de que pueda dirigirme a Cal, la Harley se lanzó hacia adelante.
Tuve que aferrarme a la cintura de Eli para evitar caerme.
—Que los buenos tiempos empiecen. —Su pie golpeó el acelerador y
nos lanzamos fuera del rancho.
El viento contra mi rostro y la libertad de estar fuera de la propiedad se
sintió exhilarante. Una sonrisa de placer no dejaba mis labios.
—Más rápido —grité en su oreja.
Pisó el pedal en una velocidad más rápida e hizo girar la manija
derecha. La moto se lanzó hacia adelante, haciendo que envuelva mis
brazos con más fuerza alrededor de su cintura, encajando mi cuerpo cerca
del de él. Mi pecho se hinchó, sintiendo como si hubiera sido sacada fuera
de una jaula. Volamos por el camino y dejé caer hacia atrás mi cabeza,
observando los altos de los árboles pasar mientras la moto golpeaba la
velocidad máxima.
 

El punto de encuentro era un almacén viejo y desértico en la parte no


popular de la ciudad. Nadie venía aquí, ni siquiera la clase de criminales
que me había encontrado en el Bar de Mike, a menos que estuvieran
haciendo algo que no querían que alguien más sepa.
Nos detuvimos en mitad de un lote vacío.
—Caray, si este no es el poster de una película por hacer negocios
turbios. —Me quité mi casco y me deslicé fuera de la moto—. Este es el
punto en la película donde gritas hacia la pantalla diciéndole a la chica que
salga de aquí.
—Sip, pero no cuando la chica es de la que otros deberían estar
escapando. —Eli se bajó, su casco ya en su mano.
—Buen punto.
Cooper rodó hacia nosotros.
—Extraño mi moto cuando conduzco esta cosa. No va alrededor de esas
esquinas tan suaves como mi bebé solía hacer. —Cooper miró a Eli
mientras saltaba fuera del auto y venía hacia nosotros.
—Sip, sip, lo entiendo. Después que obtengamos el dinero de esto,
obtendrás tu moto —gruñó Eli.
Mientras comenzaba a preguntar qué había pasado con la moto de
Cooper, vi luces a la distancia rebotando hacia nosotros. Dos autos se
detuvieron y varias personas se apilaron fuera, dejando las luces cegándome
e imposibilitándome ver quién se estaba acercando.
Cooper se rió bajo su aliento.
—Oh, hombre. Estás tan jodido. —Su atención estaba en alguien al otro
lado del lote. Su vista y olor era mejor que la mía.
—Mierda. —Eli bajó la cabeza y murmuró bajo su aliento—. No pensé
que estaría aquí.
Eventualmente, el grupo se acercó lo suficiente para verlos. Observé a la
gente y miré a una rubia. Inmediatamente, la reconocí como la chica que
había besado a Eli en la fiesta en el bosque. La noche que Lorcan me atacó.
Mi intestino se retorció, sospecha sentando pesadamente dentro de mi
estómago.
—¿Eli?
Sus párpados se cerraron brevemente.
—No puedes estar enojada, Brycin. Te fuiste tres años. Me volví un
poco loco. Pensé que estabas muerta.
—¿Estuviste con ella?
—¿Quién dejó a quién? —Arqueó una ceja.
Vergüenza y furia quemó por mi cuello.
—No vengas a mí con lógica —le siseé—. Ya pasamos eso. Hemos
pasado por mucha mierda para ser sensibles. —Sabía que Eli no era el tipo
de ir sin sexo por tres años, y no creía que se hubiera esperado por alguien
que creía que había muerto, pero todavía dolía.
Sus manos volaron a mi rostro.
—Tienes razón. Tú y yo lanzamos todo sentido por la ventana hace
mucho tiempo.
—No seas tierno. —Miré a la chica que ahora me había notado también.
Su rostro se contorsionó en enojo mientras miraba en mi dirección—.
Déjame adivinar, ¿no le dijiste que ya no nos estábamos viendo?
—Bueno, exactamente no nos estábamos “viendo”. Pensé que, si dejaba
de enviar mensajes de texto o mostrarme, entendería la idea.
Cooper resopló.
—Eres un imbécil, hombre.
Eli tomó mi mano y la apretó.
—Eso lo soy.
Aferrándome a su mano, lo fulminé con la mirada.
—Recuérdame de matarte más tarde.
Una de las sonrisas de muerte de Eli regresó a sus labios.
—Cuenta con ello. Ahora, vamos. —Me jaló hacia el otro grupo de
motociclistas, solo dejando ir mi mano cuando el líder se acercó a él.
Asomé la mirada hacia la chica y vi desprecio en su mirada en mí.
—Dragen, Morgan. —El hombre asintió hacia Eli y Cooper. Su
Segundo se acercó con él.
—Bobby. —Eli asintió de vuelta—. E.J.
—¿Escuchaste sobre Hermit? —preguntó Bobby.
—Sí. Disparo. Lo siento hombre.
—Sí. Buen chico. Esos bastardos en Portland. Escuché que tuvieron
problemas con ellos hace unos cuantos años atrás. Pock and McNamm,
¿verdad?
Mis músculos se apretaron. Para mí no era solo hace unos cuantos años
atrás. Todavía aparecían en mis pesadillas: la mano de Pock por mis
pantalones y McNamm teniéndome contra el piso. No lamentaba que
estuvieran muertos, pero me incomodaba el hecho de que Eli los había
matado por mí.
Eli ni siquiera se movió en mi dirección, solo asintió en acuerdo y
rápidamente cambió el tema.
—¿Les gustaría ver mi mercancía? —Eli hizo un gesto hacia el auto.
Cooper se dio la vuelta en un segundo y se dirigió de vuelta a la camioneta.
Estaba demasiado ocupada observando a Cooper, E.J, y Bobby así que
perdí a la chica deslizándose hacia Eli.
—Ya he visto la mercancía. —Su mano salió para tocar entre los
pantalones de Eli—. Era más que satisfactorio.
Incredulidad me dejó plantada en mi lugar. Eli agarró su mano y sacudió
la cabeza.
—Sip, mi error, y definitivamente no volverá a suceder de nuevo.
Humillación sonrojó sus mejillas.
—¿Por qué? ¿Por ella? —Sus ojos viajaron sobre mí—. ¿No me digas
que el infame playboy se ha situado con eso?
¡Mierda! Tendré una repetición de Samantha.
—Natasha, sabías que no había lazos.
Rabia era lanzada fuera de sus poros.
—¡Bastardo! —Empujó su pecho—. Ni siquiera pareciste tener un
problema cuando estabas follándome con locura noche tras noche.
La sorpresa, que me había mantenido congelada, se disipó.
Eli me vio moverme antes de que me diera cuenta de que lo había
hecho.
—Em… —Obstruyó mi camino hacia Natasha—. No lo hagas. —Sus
manos apretaron mis brazos.
—Será. Mejor. Que. Salgas. De. Mi. Camino. —Cada palabra retumbó
en su pecho, lo que me bloqueaba de llegar a ella.
—Tráelo perra —me retó Natasha—. ¿Crees que será fiel a ti? Buena
suerte. Tu novio me ha estado follando durante los últimos ocho meses.
—Natasha, detente —gritó Eli—. No quieres hacerla enojar.
Natasha colocó sus manos en sus caderas y me fulminó.
—¿Ella? Oh, creo que puedo tomarla.
—¿Crees? —Sonreí, enseñando mis dientes—. Eli, ella cree que puede
lidiar conmigo. ¿Por qué no te haces a un lado y le mostraré lo que cree que
puede lidiar?
—Oh, infiernos, no. —Su agarre se volvió más apretado—. Brycin, ella
no vale la pena.
Aquellas palabras solo hicieron enojar más a Natasha. Voló hacia
nosotros. Antes de que pueda alcanzarme, Eli me dejó ir y agarró sus
muñecas, reteniéndola.
—¿Qué infiernos está pasando? —demandó Bobby mientras él, E.J., y
Cooper daban la vuelta a la camioneta—. Natasha, solo te permití venir
porque dijiste que querías ser parte de esta transacción.
Sostuvo la mirada de Eli un momento más ante de retroceder,
liberándose.
—Tienes razón, padre. Esos son los únicos bienes en los que estoy
interesada. —Se dirigió hacia la camioneta.
Tanto como quería despreciarla, vi tristeza creciendo una fuerte pared
alrededor de ella por protección, haciéndola más dura de corazón. En este
estilo de vida, debías tener piel gruesa. Yo debería estar simpatizada con
ella… pero, nop… la odiaba.
La atención de Eli regresó a mí y sus manos estaban de vuelta en mis
antebrazos.
—Respira.
Tomando una respiración profunda, la solté rudamente.
—Voy a matarte.
—Lo espero. —Movió sus cejas hacia mí.
Mis ojos miraron profundamente en sus hermosos ojos verdes.
—Si alguna vez me engañas…
—Claro —resopló, cortando mis palabras—. Recuerda, me gusta que
mis partes de bestia estén intactas.
Sonreí, traviesa.
—Y yo podría volverlas en pedazos fritos y bolas.
Se estremeció, cubriendo su boca con su mano.
—Shhh… puedes oírte. —Bajó la mirada a sus pantalones—. No las
asustes así. Está bien chicos, no quiso decirlo en serio.
—Oh, sí lo hice. —Le di una mirada fulminante. Se rió entre dientes,
besó mi frente y me dirigió hacia los otros.
Mientras estábamos caminando, sentí picazón, jalando mis entrañas.
Pánico atravesó mis venas. No, no ahora mismo, Lars. No había sentido
nada en toda la noche y esperaba que Sinnie solo se hubiera adelantado, sin
ser capaz de evitar hacer la cama. Que no hubiera sido una señal de Lars.
Mi esperanza fue desterrada y ahora estaba siendo llevada hacia la dirección
del Rey Unseelie. No era doloroso todavía. “Todavía” era la palabra clave
aquí. Tragué, tratando de ignorarlo y nerviosamente continué caminando
con Eli.
Acabamos de dar vuelta a la parte posterior del auto cuando escuchamos
a otros hablar.
—Se ve bien. Deberían ser fáciles de vender en la calle. —Bobby
examinó la mercancía—. E.J. agarra el maletín. La cantidad que nosotros
decidimos…
Las palabras de Bobby fueron cortadas por un rompimiento de luces
rojas y azules flotando en el área con un brillo y sirenas inmediatas
comenzaron a sonar.
—¡Mierda, los policías! —Cooper corrió hacia nosotros.
Dos autos policía llegaron hacia donde estábamos estacionados,
llenándonos de tierra.
—¿Qué infiernos es esto Eli? —gritó Natasha—. ¿Tú lo planeaste?
—No seas estúpida.
—Bueno, alguien lo hizo —la acusación estaba dirigida a mí.
—¡Congelados! —Una voz retumbó por el altavoz. Reconocí la voz
inmediatamente.
Weiss.
E.J. y Bobby corrieron hacia los árboles.
—Dije, congelados —otro policía gritó mientras salía del auto.
Todos nos esparcimos. Todo se volvió caótico y enloquecido.
Rápidamente perdí a Eli y lo busqué a través de la multitud de motos
retirándose. Justo entonces mi estómago se apretó en dolor, haciéndome
doblar. El deseo de correr en la misma dirección donde estaban los policías
de pie quemó en mis músculos.
—Noooo, Lars. —Apreté mis dientes y luché contra la noción de actuar.
—¿Brycin? —podía escuchar la voz de Eli tenuemente a través del
sonido de la sirena y la gente gritando.
Una pesadez seca se empujó en mi garganta.
—Eli —respondí, pero apenas salió como un susurro. Con todo lo que
tenía, me obligué a correr. Me moví cerca de donde había escuchado su voz.
Un puño colisionó con mis entrañas y rompió el aire de mis pulmones,
llevándome al suelo. Mientras caía, la bota puntiaguda de una mujer se
lanzó contra mi estómago.
—Eso es para ti perra. —Natasha se mofó antes de patearme una vez
más—. Y esto es por tu hijo de puta de novio.
Me retorcí de dolor tanto por ignorar la llamada de Lars por las patadas
en mi estómago. Todo mi control intencionado en mantener a salvo a los
humanos se disolvió de mí. Enojo y dolor explotó en onda tras onda fuera
de mí.
Fue en ese mismo instante cuando me sentí siendo arrancada de mis pies
que un destello de mi energía encendió los vapores del tanque de gas y
encendió el motor del auto. La pólvora y los miles de balas guardadas en la
parte posterior de la camioneta explotaron.
¡BOOM!
La fuerza me lanzó fuera del suelo, más allá de los autos policía y me
deslicé en la tierra. Con la piel arrancada contra la grava, mi cabeza se
golpeó hacia atrás en el suelo con un golpe duro.
Todo se volvió negro.
Capítulo 18
Traducido por Mais & 3lik@
 

Había un tenue timbre sonando en mis oídos, y mi cerebro y reacciones


se movieron cansadamente a través de la niebla de polvo y escombros
todavía colocándose en el suelo. La primera sensación que tuve fue de mis
brazos siendo jalados detrás de mí y metal encerrándolos. Este tipo de metal
no me hacía nada y bajo circunstancias normales podría haberme liberado.
La segunda cosa que noté es que ya no sentía el jalón de Lars. ¿La
explosión rompió la conexión? ¿O él la detuvo? No me dio mucho tiempo
para considerar alguna opción.
—Así que todavía estás viva, Srta. Brycin. ¿Escondida durante los
últimos tres años y has salido para cometer un crimen? No estoy del todo
sorprendido. —Las palabras del Sheriff Weiss sisearon en mi oreja—. Estás
bajo arresto. Tienes el derecho a permanecer en silencio… —Pasó a través
de los derechos obligatorios de Miranda antes de agregar los propios—. Y
esta vez nunca te irás. Finalmente te tengo como dije que haría. Sabía que
solo sería cuestión de tiempo y estarías arruinada. —Me levantó a mis pies
mientras mi visión trataba de cortar a través de la nube de polvo girando
alrededor del área.
¿Eli? Envié a través de mis pensamientos. Sabía que no podía
escucharme, pero sí sentirme. Me seguiría.
—Siempre fuiste un problema, pero estar con el Sr. Dragen ha
convertido tus malos comportamientos en delitos. Manipular luces es un
juego de niños comparado con el tráfico en el mercado negro.
Mi boca se quedó cerrada y mis ojos continuaron buscando por Eli
mientras el Sherrif Weiss me empujaba hacia su carro patrulla. Todavía
estaba mareada y confundida por haber sido lanzada al suelo, pateada en el
estómago e invocada por un Demonio. Weiss empujó mi cabeza abajo
mientras me empujaba dentro del auto. Al momento en que lo hizo, supe
que estaba en problemas. Hierro enlazaba el metal genérico que dividía la
parte delantera y posterior del auto policía. No era un montón, pero sí
suficiente para lograr que mi cuerpo reaccione. Me hundí hacia atrás y
presioné mis brazos incómodamente contra el asiento.
Weiss agarró su radio policía de su cinturón.
—Lambert, copia.
Tomó unos pocos minutos antes de que una vez volviera a través del
altavoz.
—Copiado, este es Lambert. Tengo a Dragen en custodia. Los otros
escaparon.
Mis párpados se apretaron juntos. Mierda. Todavía había una pequeña
duda de que Eli podría haberse escapado, pero probablemente estuvo
buscándome. Conociéndolo, haría algo estúpido como permitir ser arrestado
si supiera que yo había sido atrapada.
—Maldición Eli —balbuceé. Ahora a través de la oscuridad lo sentía
cerca. Miré por la ventana y vi los ojos verdes primero. Brillando y
furiosos.
Mis ojos se entrecerraron en los suyos. ¿Eres estúpido?
Yo no fui el que hizo explotar todo y luego fue atrapado, respondió.
Estaba por maldecirlo más, pero Lambert lo llevó de vuelta al otro auto
policía, bloqueando nuestros ojos para poder comunicarnos.
Había una parte de mí, una parte enferma, que pensó, Oh, qué
romántico. Fue arrestado por mí. Nuestros gestos románticos consistían en
obtener cargos de delitos de nuestros registros. El Bonnie y Clyde del
mundo de las hadas.
Esto no es lo que tenía en mente cuando pensaba en Eli y yo y esposas.
Sherrif Weiss se deslizó en el asiento frontal, encendiendo la sirena.
Este no era un cargo menor del que podíamos escapar con una palmada en
la muñeca. Realmente necesitaba mis poderes así podía salir de este
desastre, pero el hierro me incapacitaba lo suficiente.
Sherrif Weiss condujo fuera de los almacenes abandonados y giró hacia
el centro de la ciudad Olympia.
—No creas que eres una clase de genialidad. ¿Sabes cuántas chicas he
visto como tú? Todas creen que la vida con los chicos malos es divertida y
excitante. Hasta que se pone serio y se encuentran haciendo veinte años de
prisión o más. —Me miró a través del espejo retrovisor—. Si toma un susto
como este para que salgas de ese camino y veas la verdad antes que sea
demasiado tarde, entonces estaré feliz.
Me moví al lado así el dolor en mis brazos no era tan constante.
—Has estado detrás de mí desde el principio. Probablemente has soñado
con esto. Entonces, ¿qué te importa si estoy en el camino correcto o no?
—Tienes razón. Nunca me has gustado y sabía que eras una semilla
mala. Había algo sobre ti en lo que nunca confié, pero también me
recuerdas de alguien. Alguien del que me rendí.
Había algo en la forma en que lo dijo que supe que era personal.
—¿Quién?
Sus manos apretaron con más fuerza el volante.
—Una hija —dijo finalmente.
Esto me puso incómoda. El malvado Sheriff Weiss se estaba volviendo
una persona. Alguien que experimentó dolor y amor. Él y yo siempre
tuvimos un muro de juicio no reservado y odio por el otro. No me gustaba
que se estuviera volviendo… humano.
—Me recuerdas a ella. La misma terquedad, misma falta de
consideración por el otro. En todo lo que piensas es en ti, y das poco
pensamiento a lo que es correcto y lo que no.
No tenía ni idea de la historia de su hija o lo que pasó con ella, pero su
amargura estaba clara. Cuando conocí a Weiss por primera vez, tenía el
presentimiento de que estaba siendo castigado por más que solo mis
acciones.
—¿Qué le sucedió?
—Escapó y se vio involucrada con un chico y su banda. Un policía le
disparó y mató cuando trató de escapar de una redada antidrogas. —Las
palabras de Weiss eran duras y llenas de veneno—. Tomó decisiones
equivocadas y obtuvo lo que merecía. La ley es la ley. Rompió las reglas y
tuvo que tomar las consecuencias de sus acciones.
Caray…
Sin palabras. Tomé la historia de Weiss. Era un hombre que creía en
blanco y negro, bien y mal, orgullo y honor. Todavía el dolor de perder a su
hija tenía que comérselo. Sus excesos de celos de “obtenerme” era más
sobre su hija y arreglar lo que no había sido capaz de hacer con ella. Era
triste. No hacía que lo quisiera, pero entendía sus acciones un poquito más.
—¡Mierda! —escuché gritar a Weiss.
El auto policía en frente de nosotros, que tenía a Eli, se deslizó
incontrolablemente a través del camino. Weiss pisó los frenos, y nos
deslizamos de lado por el asfalto. Algo se estrelló contra nosotros,
ahuecando el lado de nuestro auto, enviándolo a volar a través del aire.
Una sensación de no saber qué camino seguía se envolvió a mí
alrededor. Se sentía como si acabara de subir hacia la máquina de lavado y
me hubiera puesto en un ciclo giratorio. El cinturón de seguridad cortó en
mi estómago y hombro mientras me sostenía en mi lugar. Tanto Weiss como
yo nos quedamos suspendidos en el aire mientras el auto giraba, pero el
momento en que el techo hizo contacto con el suelo, se arrugó sobre
nosotros con una fuerza rompe huesos. Mi cabeza se estrelló contra el
techo. Dolor enloquecedor y sonido llenó mis sentidos y me abrumó. El
sonido de metal crujiendo en agonía parecía venir de cada dirección antes
de que se detuviera abruptamente.
Varios momentos pasaron mientras trataba de entender lo que había
sucedido. Parpadeé y moví mi cabeza. El claro de luna encendía el interior
lo suficiente para distinguir al golpeado e inconsciente sheriff. Su cinturón
de seguridad lo sostenía, pero el techo se había hundido tanto que su cuerpo
estaba abrazado contra este. Yo estaba colgada hacia abajo, sangre saliendo
de mi cabeza. Mis ojos se volvieron pesados y quería dormir. Lo anhelaba
como un hambre profundo.
Vidrio se rompió y me despertó, haciéndome tener náuseas. Un gran
puño empujó a través de la ventana del lado, agarrando el marco de la
puerta y arrancándolo de sus bisagras. Cerré mis ojos y giré mi cabeza,
incapaz de bloquear el estridente sonido del metal. Sentí manos manosear
mi cinturón de seguridad. Estas me agarraron y me sacaron del auto
desmantelado. Dolor. Sentía dolor.
Solo cierra tus ojos y ve a dormir Ember. El dolor se irá.
Traté de forzar a mis ojos a abrirse cuando mi cuerpo fue colocado en
un concreto áspero. Estaba demasiado oscuro para ver claramente a mi
rescatador, pero podía sentir que era enorme. Su figura bloqueaba la luz de
la luna. Mis brazos fueron liberados de los apretados lazos que los
mantenían cautivos. Sangre fluyó de vuelta a estos, haciendo que piquen y
duelan.
—¿Está bien? —Vino una voz desde detrás del hombre que
silenciosamente me había ayudado. Conocía esa profunda y varonil voz.
Solo no podía colocarle un rostro.
—Sí —respondió el hombre enorme—. Necesitamos irnos ahora.
Brazos fuertes se curvaron bajo mis piernas y espalda y me cargaron
como un bebé mientras me iba a la deriva a un lugar donde no sentía dolor.
 

El suave movimiento de dedos curvándose a través de mi cabello


ocasionó que mis párpados se abran. Sabía que debía ser un sueño ya que
no había otra forma de que pudiera estar aquí. ¿Pero por qué estaba
soñando con él? ¿No tenía ya suficientes problemas de chicos?
Mi cabeza yacía cómodamente en el regazo de Nic. Sus hermosos y
rasgos españoles brillaban en mí. Sus ojos color marrón oscuro enfocados
con hambre en mí. En un sueño, Nic todavía proyectaba sexo puro e
inhibido. Era un Incubus y bueno en su trabajo. Demasiado bueno.
También sabía que si fuera a ser despierta, estaría sintiendo dolor. No
sentía nada más que una vibración rítmica haciendo que mi cuerpo se
balancee.
—Mi pequeña Dae. —Los labios de Nic tocaron mi frente. Verlo de
nuevo era aliviador. Los había extrañado a todos. Pero las palabras no
vendrían a mis labios sin importar lo mucho que lo intentara.
—Shhh… —Me besó en los labios—. Te tengo. Duerme, mi dulce Dae.
—Mis pesados párpados siguieron su orden. Mis sueños me empujaron más
profundamente en la oscuridad.
 

Mis pestañas se levantaron. Un candelabro colgaba por encima de mi


cama, brillando en la temprana luz de la mañana. Rodé y me acurruqué más
en las suaves sábanas.
¡Mierda! Me senté de golpe, entumecida. Era un momento de deja vú,
despertar aquí en mi ropa interior y polo de tirantes, pero esta vez sabía
exactamente dónde estaba.
—Lars —rugí y retiré de golpe las sábanas mientras me levantaba de un
salto.
El vestidor todavía estaba lleno con mi ropa. Tres años después y nada
parecía diferente. Agarré un par de pantalones vaqueros del cajón. Mis
botas estaban en mi ropero. Me deslicé en estos y me dirigí a la puerta.
Bajar las escaleras se sintió como otro día en Campamento Demonio.
Los olores del caliente tocino y los huevos ricos llenaron las escaleras.
Marguerite estaba cocinando. Un sollozo vino de mi pecho y estaba
corriendo antes de darme cuenta.
—Marguerite —lloré como una niña mientras entraba a la cocina.
—Mi dulce nina.
Sus brazos se envolvieron alrededor de mí, jalándome hacia abajo hacia
su pequeña estatura. Mi corazón explotó con calidez mientras me aplastaba
contra ella. Marguerite era como la abuela que nunca tuve. Era dura, pero su
amor era incondicional y completo. Era difícil mantener las lágrimas. Me
hacía sentir como una pequeña niña, protegida y amada.
—Oh, te hemos extrañado, nina. No debes de volvernos a dejar.
Justo entonces no quería hacerlo. Tanto con mi madre como Torin en el
rancho, las cosas se habían vuelto más complicadas y tensas. Anhelaba
quedarme aquí, envuelta en el amor de Marguerite.
—Estoy de acuerdo —dijo una voz detrás de mí. La reconocí
inmediatamente.
—Rez. —Me giré y la abracé. Realmente no me había dado cuenta de lo
mucho que las había extrañado. Ellas también eran mi familia. Eran parte
de mí.
—Oh, no lo sé. Sin duda estaba bien con ella alrededor. —Maya entró a
la cocina, inmediatamente encontrando el pastel de café de Marguerite, para
chuparse los dedos.
Sonreí.
—Qué gusto verte también Maya.
Me gruñó con su atención enfocada en el pastel en su mano. Alki y
Koke entraron detrás de Maya.
Koke se movió a mí alrededor.
—Si estás de vuelta, iré a conseguir relleno extra.
Chasqueó la lengua en enojo, refiriéndose a esa vez que había hecho
explotar la zona de trabajo, lanzándonos a yardas de distancia,
desmantelada y herida. Que sea Fae iba bien, pero ellas nunca me dejaban
tenerlo bajo perfil. La habitación ahora estaba construida de piedra… no de
madera.
—No te ves tan suave y gorda como pensé que serías. —Alki giró
alrededor de mí y agarró mi brazo. Inmediatamente me puse en posición de
defensa.
—Para mí solo han pasado unas pocas semanas desde que estuve aquí.
—Una ceja se levantó, tentándolo a atacar.
—¡Oh, no-no-no-no! —Marguerite ondeó una espátula entre nosotros
—. Ningún combate en mi cocina.
Alki se vio como si quisiera ver si sus enseñanzas todavía estaban
incrustradas en mi cerebro y músculos, pero Rez sacudió la cabeza.
—Ember necesita comer y hablar con Lars. Ustedes pueden golpearse
más tarde.
Alki resopló en decepción.
—De acuerdo. Pero saldrás más tarde. No puedes permitirte ponerte
suave. —Se giró y se fue por la puerta trasera, Koke detrás.
Sonreí, sacudiendo la cabeza. Sip, incluso había extrañado a Alki.
Necesitaba terapia.
—¿Dónde está Nic? —Me giré hacia Rez. Un sueño nubloso de la
noche anterior colgaba en mis pensamientos.
Rez inclinó la cabeza.
—Dormido. Salió hasta tarde anoche.
—Bueno, es bueno ver que las cosas no han cambiado aquí.
—De hecho, no estaba solo; estaba ayudando a recuperarte. Fue con
Rimmon, Gorgon y los hombres de Lars anoche. ¿No lo viste?
Así que Nic no era un sueño. Sin una palabra, me dirigí a las escaleras,
hacia la habitación de la diosa española.
—Mi pequeña Dae ha regresado a casa —la voz de Nic vino a través de
la oscuridad cuando entré.
—Creo que debería agradecerte por eso—. Entré un paso más en la
habitación, pero mantuve la puerta abierta.
Nic era un Incubo sexy y siempre problemático. Detrás de las puertas
cerradas, él era una fuerza con la que no estaba preparada para lidiar. Su
mano se extendió desde debajo de las sábanas y tiró de la parte de atrás de
mi pierna. Me caí en la cama junto a él.
—He estado esperando que te caigas en mi cama.
Él tiró de mí, impidiéndome levantarme. Tuvimos una breve aventura
mientras estaba en la casa. Los dos sabíamos que no era más que eso, pero
había sido divertido. El hecho de que en realidad no tuve sexo con él
parecía un milagro ahora. Nic era casi imposible de no desear. Aún podía
aturdirme.
—No vine aquí por esto. —Me aparté y me senté. Él mantuvo su mano
en mi pierna.
—¿Por qué viniste aquí, entonces?
Se sentó, revelando más de su pecho desnudo. Sus ojos oscuros
penetraron los míos. Nic era un dios del sexo, y no importaba cuán
comprometido estabas con alguien, su poder te atraía. Supuestamente era
inmune a su encanto. Si ese fuera el caso, ningún mortal tenía una
oportunidad. Pude sentirme debilitarme.
—Nic, detente. —Me puse de pie—. Vine aquí para agradecerle.
Él me estudió por un momento, sus ojos me recorrieron.
—Bueno, bueno, bueno, mi dulce Dae está teniendo sexo... en grande.
—¿Qué? —Mis mejillas se calentaron.
—Em, el sexo es lo único con lo que estoy realmente sintonizado. Es
cómo sé quién es vulnerable y a quién acercarme. Puedo decir cuando
alguien está realmente satisfecho y cuando alguien no está satisfecho. Tú,
chica, estas increíblemente feliz. Esos pueden ser divertidos y un gran
impulso de energía, pero los humanos que están solos y llenos de auto-
desprecio son los más fáciles. —Se deslizó hacia mí, poniendo los pies en el
suelo.
—Eres asqueroso.
Nic extendió sus brazos con una amplia sonrisa.
—Es quién soy. —Sus ojos se clavaron en mí otra vez—. Te estoy
diciendo que en este momento realmente quiero conquistarte. Serías un
desafío.
—No obtendrás ningún golpe de energía.
—Recibiría otro tipo de zumbido de ti. Sería simplemente para el
disfrute. No trabajo.
Desvié la mirada, avergonzada.
—No te avergüences de querer sexo, Em. Las hadas y los demonios son
los demonios sexuales más grandes que existen.
No quería decirle que también era parte Morador Oscuro, que podía
igualar la necesidad sexual de un Incubo. No era extraño que apenas
pudiera quedarme en mi ropa últimamente.
—Los humanos piensan que deben avergonzarse porque lo quieren y les
gusta. Realmente lo estás disfrutando, ¿no? —Nic se apoyó en sus brazos
con una mirada lasciva—. Simplemente estoy decepcionado de que no sea
yo.
Me reí.
—No estás molesto. No me quieres tanto.
Él se encogió de hombros.
—Me gustas más que la mayoría. Te has convertido en uno de nosotros
aquí. —Se movió, solo una esquina de la sábana lo cubría—. Pero tú eres el
tipo de chica que quiere que su pareja sea monógama. No quiero y nunca
me gustará nadie lo suficiente para la fidelidad.
Me reí.
—Sí, bueno, solo quería agradecerte por salvarme. —Me volví para
irme.
—Sabes que no fui el único que te extrañé. Él nunca dejó de buscar.
Mi mano se detuvo en el pomo de la puerta.
—Eso es porque rompí nuestro contrato, que no viene sin
consecuencias. Lars quiere asegurarse de que pague.
—Si eso es lo que quieres creer, pero él no envió a sus secuaces a
buscarte. Fue él mismo.
Aún seguía mirando hacia la puerta cuando dije:
—Él me necesita ahora mismo, pero solo soy un medio para el fin.
—Cuando descubrió que estabas en el Otro Mundo, se arriesgó a
exponer a sus espías para ayudarte a escapar. Incluso tenía gente que
mantenía a tus amigos y padre a salvo.
Giré.
—¿Qué? ¿Quién?
La mirada de Nic fue constante en mí.
—Piénsalo, Ember. ¿Quién está en condiciones de mantener a tu familia
a salvo?
Entonces me golpeó.
—Castien. ¿Castien trabaja para Lars?
Nic asintió.
—Es uno de los muchos que han subido de rango con Aneira. Castien es
el más alto, y la Reina confía en él. Él ha sido un gran informante para
nosotros, y no queremos comprometerlo. Hace lo suficiente para que no lo
atrapen.
De repente, tenía tanto sentido que Castien siempre había cuidado de
mis amigos y los había tratado bien. Pensé que había sido por Ryan, y tal
vez ahora lo era, pero al principio no. ¿Cuántas cosas pequeñas hizo cada
día para evitar que Aneira los mate? ¿Por qué Lars se molestaría?
Ciertamente, ¿no le importaba si alguno de ellos sobrevivió? Agarré la
puerta de nuevo.
—¿A dónde vas?
—Hablar con Lars. —Le di una rápida sonrisa por encima del hombro
—. Gracias de nuevo por salvarme esta noche.
—¿Qué tal si me debes una? —Guiñó un ojo.
Me reí entre dientes y salí de la habitación.
La oficina de Lars estaba al otro lado de la casa. Atravesé la enorme
casa de estilo inglés y entré en su oficina.
—¿Por qué no me dijiste que tenías a alguien?... Castien... cuidando a
mi familia ¿No crees que esto hubiera aliviado mi ansiedad?
Se sentó en su silla, desconcertado por mi entrada.
—No podría hacerte saber nada sobre mis hombres allí. Tu vínculo con
Torin podría haberlos expuesto a la Reina. Lo que sea que haya aprendido
de ti, Aneira podría haberlo seleccionados de sus pensamientos. Tenía que
mantenerte completamente ignorante, por la seguridad de mis hombres y
por tu familia.
Mi enojo se desinfló. Él solo había estado protegiendo a las personas
que amaba... de mí.
—¿Por qué lo hiciste? Sé que no te importa lo que les pase.
Lars se acomodó en su silla.
—Tienes razón. A mí no, pero a ti sí. Necesitaba que tuvieras un motivo
para pelear. Sabía que mientras fueran prisioneros nunca dejarías de luchar
por tu familia y amigos. Si algo les sucediera, podrías haber ido en
cualquier dirección. No estaba dispuesto a arriesgarme.
La manipulación debería ser la línea de identificación de los Fae, pero
en este caso no podría enojarme. Los había mantenido lo más seguros
posible.
—¿Sabías que Ryan no puede irse ahora?
—Sí. Era la única forma en que Castien podía salvarlo. Ryan estaba
muriendo. Fue mi orden.
Me limpié el corte en la frente.
—Gracias por salvarlo.
Asintió.
—Ahora hablemos de asuntos más urgentes, y por qué estaba tratando
de contactarte esta noche.
—¿Era necesario voltear un carro de policía, casi matándome para
pillarme? Podrías haber preguntado amablemente. Ah, claro, los Reyes
Unseelie no hacen eso.
—Te salvé de ser encarcelada. Deberías darme las gracias. De nuevo.
—Tú, Fae, estás tan jodido. Adoro que pienses que sacar un coche
patrulla de la carretera porque no venía corriendo es algo perfectamente
normal de hacer.
—Ignoraste mi llamada. Sabía que algo estaba mal. —Hizo un gesto
hacia la silla—. Por favor, siéntate, Ember.
—No. Tengo que volver. Necesito encontrar a Eli... oh, Dios, ¿Está
bien? ¿Qué le pasó?
—Él está bien. También pudo escaparse.
Alivio salió en mi aliento.
—Mejor me voy. Él me rastreará. —Me balanceé adelante y atrás sobre
las puntas de mis pies.
—No podrá encontrarte aquí —declaró Lars.
Mis labios se curvaron en una sonrisa.
—¿Oh en serio? Lo hizo la última vez.
—¿Qué? —Lars se detuvo, su cabeza se movió rápidamente—. ¿Pudo
encontrarte aquí?
—Sí. No podía cruzar las barreras, por supuesto, pero sabía dónde
estaba. El único lugar en el que parece no poder sentirme es cuando estoy
en el Otro Mundo. Me encontrará pronto.
La frente de Lars se arrugó.
—Soy consciente de que no se conecta contigo en el Otro Mundo. Pero
nunca sospeché que tu vínculo con él era tan fuerte que atravesó nuestros
hechizos y pabellones. —Frunció el ceño—. Hubiera sido más diligente si
hubiera sabido que podía sentirte en nuestro complejo.
Me encogí de hombros.
—Podrías ser tan cuidadoso como quisieras, eso no lo detiene. Es un
poco molesto, pero no lo será.
—Estoy empezando a entender cuánto. —Lars frunció el ceño.
—Espera. ¿Cómo supiste que Eli no podía sentirme en el Otro Mundo?
—Me quedé sin habla; la respuesta ya viniendo a mí—. Viste a Eli mientras
estaba fuera. ¿Y sabías que estaba viva todo el tiempo y no se lo dijiste?
Lars asintió con calma.
—Estaba causando suficientes disturbios aquí en la Tierra. Necesitaba
controlar la situación y mantenerte a salvo. Hubiera destruido mis esfuerzos
si supiera que estás viva.
Gruñí.
—Deberías agradecerme. Elighan habría sido asesinado. No hay duda
de que habría tratado de llegar al Otro Mundo por ti, atrayendo la atención
de la Reina al hacerlo. No fue sutil ni discreto durante tu ausencia.
Las otras historias de cómo fue Eli durante ese tiempo solo respaldaban
su declaración. Aún estaría tan enojado cuando descubriera que Lars sabía
todo el tiempo que no estaba muerta.
—A ver, por qué me trajiste aquí para que pueda volver. —Crucé los
brazos.
Lars se levantó y caminó hacia las puertas de vidrio que dominaban su
extenso paisaje.
—Me tomó un tiempo darme cuenta de lo que vi en tu espalda. —Su
voz era distante, perdida en sus pensamientos. Sé la ubicación del mapa en
tu espalda. En realidad, estoy disgustado, me tomó tanto tiempo cómo
descifrarlo. Debería haber sabido... —Lars carraspeó, librándose de
cualquier emoción que pudiera haber mostrado—. Tiene un gran significado
para mí.
—¿De verdad? ¿Dónde? —Me quedé mirando la parte posterior de su
cabeza.
—Un área cerca de Thessalia.
—¿Como en Grecia? ¿De verdad? Siempre quise ir ahí.
—Sí. —Se volvió para mirarme—. Nos dirigimos a los monasterios de
Metéora esta noche. Tú y la Druida vienen conmigo. —Por supuesto,
Kennedy tendría que estar allí. Un Druida tenía que romper la maldición
para poder alcanzar la espada.
—¿Esta noche? ¿Y los Moradores Oscuros?
Lars negó con la cabeza.
—No los necesitamos.
Una risa espurrida cayó de mis labios.
—Los necesitemos o no, ellos vendrán.
Lars miró por la ventana y suspiró.
—No los quiero con nosotros, pero estaré de acuerdo con esto solo por
tu conexión con Elighan. Él te seguirá de todos modos. Supongo que
podrían ser una ventaja para protegerte y localizar la espada. —Lars caminó
hacia mí con una expresión severa y sus ojos se clavaron en los míos—.
Pero nuestro trato aún se mantiene. En el momento en que la espada ya no
sea necesaria para eliminar a la Reina, me pertenece a mí, o él muere.
Asentí lentamente.
—De acuerdo.
—Está bien, vámonos.
Mi cara se arrugó. Me preocupaba cómo Eli y el grupo tomarían las
noticias sobre Lars, especialmente porque lo había mantenido en secreto.
Capítulo 19
Traducido por yoshiB
 

De alguna manera mamá percibió mi cercanía dado que se quedó


esperando en la línea de propiedad. Mi estómago se retorció en nudos,
nerviosa de lo que iba a suceder. Nadie estaría contento con Lars.
—Ember —gritó mientras corría hacia mí—. Estábamos tan
preocupados por ti. Me estaba volviendo loca. Elighan no sabía qué te había
pasado. —La fuerza de sus brazos aplastó el aire de mis pulmones.
—No puedo respirar, mamá —me ahogué.
—Bien, porque estaba planeando matarte una vez que supiera que te
encuentras bien —retrocedió, agarrándome fuertemente los hombros. Sus
ojos vagaron de la parte superior de mi cabeza a mis pies, asegurándose que
estaba en una sola pieza—. No vuelvas a hacerme eso.
—No tenía mucha opción. —Miré alrededor, lista para que un Morador
Oscuro furioso saliera de la carpintería—. ¿Dónde está Eli?
—Salió a buscarte, dijo que podía sentirte, pero estaba teniendo
problemas para localizar el lugar exacto ¿Qué pasó? —Dejó caer su agarre
en mí.
—Sobre eso... hay algo más que necesito decirles chicos. —Me encogí
de miedo sabiendo cómo reaccionarían todos.
Mamá se quedó rígida en su lugar, y vi su nariz olfatear el aire, sus ojos
se agrandaron.
—A la gran puta. ¡No!
—Oh, sí. —Lars salió de las sombras, dirigiéndose a mi madre con una
expresión fría. Su cabeza le dio un gesto de asentimiento—. Sionnach.
—Lars. —Mamá asintió a cambio, recuperando rápidamente su
compostura—. Qué decepcionante. Esperaba no volver a verte nunca más.
Él se burló. Fue una de esas sonrisas heladas que siempre me hizo
retorcerme en mi asiento.
—Deberías haber venido a mí, Lily. Pude haberte salvado de una gran
agonía. Todos esos años en fuga manteniendo a Ember lejos y luego siendo
torturada sólo por tu obstinada naturaleza.
—Quería alejarla de esa vida. Para mantenerla a salvo. La hubieras
lanzado de cabeza a la primera.
Lars se acercó.
—¿Y has impedido que eventualmente sucediera? No. Simplemente la
dejaste ignorante, vulnerable y débil. —La ira ponchó cada palabra.
Nunca lo había visto perder la calma. No importaba lo frustrado o
molesto que hubiera estado conmigo, mantuvo un aire de control. Siempre
estaba a cargo, pero algo en su tono ahora me hacía sentir que su contención
estaba cayendo.
—Ella tenía una vida y era amada. Amada más de lo que tú podrías
entender.
Mi cabeza se giró para mirar a mi mamá. Algo en sus palabras y mirada
amenazadora hizo que mi estómago se desplomara.
—No sabes nada de la especie. Nunca me diste la oportunidad. —Él
abrió los brazos antes de juntar las manos.
—Oh, creo que los conocí bastante bien para darme cuenta de que
estaba mejor sin ninguno de ustedes.
El miedo se aferró a mis pulmones. Luché para respirar, sabiendo lo que
vendría. Lo había sentido por un tiempo, pero nunca me dejé aceptar
plenamente el pensamiento. Ahora, me estaba observando a mí misma
siendo barrida por un río hacia una cascada, impotente para detenerlo.
—¡Ella es mi sangre! —gritó Lars y su cuerpo tembló—. Mi sangre. Mi
familia.
Noooo... Ahora estaba pasando por la cascada hacia las rocas aplastantes
abajo.
—¿Qué te importa eso? —Mamá se acercó, levantando los hombros—.
No tienes ni idea de lo que significa la familia. Todo lo que te importaba era
el poder. No podrías amar a nadie más que a ti mismo. Ella no te pertenece,
Lars.
—¿Y ella te pertenece? —respondió de regreso.
Mi corazón golpeó contra mis costillas. Una idea absorbió mis
pensamientos. ¿Estaba escuchando a mi madre y a mi padre pelear? ¿Mi
mirada se lanzó entre dos amantes anteriores? ¿Mis padres? Todo parecía
equivocado ¿Lars y Lily juntos? ¿Enamorados?
Mi cabeza temblaba de un lado a otro sin querer aceptar la noción. Lars
era exactamente lo contrario de lo que le gustaba a mamá. Los opuestos se
atraen, pero esto era todavía difícil de comprender. Estaba más sorprendida
y confundida por el hecho de que mi madre y Lars pudieran haber estado
juntos que el hecho de que podría ser mi padre. Había estado allí todo el
tiempo, esta posibilidad. Desde el momento en que conocí a Lars sentí una
extraña conexión con él.
—¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste? —Miré el rostro de Lars,
buscando evidencias de que yo provenía de él.
Sus brillantes ojos, de color verde amarillo, volvieron a mirar a los
míos. Su cabello negro era del mismo color que el mío. Siempre pensé que
el color de los ojos que compartimos era cosa de Demonio. Supongo que
era más que eso. Ciertamente no tenía su tono de piel bronceada. Mi nariz y
labios no parecieron venir de ninguno de ellos.
—No sentía que estabas lista para esta información en ese momento.
Había asuntos más urgentes.
—¿Más urgentes? ¿Entrenarme y crear un arma contra la reina era más
urgente que decirme que eres mi padre?
Lars y mamá se detuvieron, ambos se volvieron hacia mí. Un enorme
abismo llenaba el espacio. El pavor me disparó en la tripa como una flecha.
Había más que no me decían.
—T-tú eres mi padre, ¿verdad?
—No. No soy tu padre, Ember —dijo Lars con naturalidad.
La alfombra salió de debajo de mí. Una rueda de la fortuna en mi cabeza
estaba girando mis emociones y pensamientos girando y girando.
—¿Qu-qué? Pensé... que acabas de decir... —No sabía qué estaba
tratando de decir.
—Dije que eras mi sangre, no que seas mi hija.
Parpadeando, lo miré desesperadamente y luego a mi madre cuando no
continuó.
Mamá comprimió sus labios y suspiró.
—Ember... Lars es tu tío.
¿Qué? ¿Mi tío?
—Mi hermano gemelo era tu padre. Está muerto —dijo Lars mientras
me miraba.
Mamá le lanzó una mirada furiosa.
—¿Por qué no le cuentas cómo llegó a ser así?
Los ojos de demonio de Lars se inclinaron.
—No había otra opción.
—Muy conveniente para ti, ¿verdad? —Mamá lanzó hacia él—. Querías
todo lo que él tenía.
—Poder quizá, pero perdí las dos cosas que significaron algo para mí
para adquirirlo.
—No sabes nada de pérdida. Has destruido la...
—¡Para! ¡Para! —Agarré mi cabeza. Todo mi cuerpo temblaba de ira,
confusión y miedo.
Hubo un tenso silencio antes de que Lars hablara.
—Ember, ¿te acuerdas cuando te conté sobre el anterior Rey Unseelie?
Me tomó un momento antes de que el recuerdo volviera a mí. Sucedió la
primera vez que hablé con Lars, después de que casi me ahogué y acabé
desmayada en su tierra. Había insinuado que había matado y tomado el
título del último rey.
—Sí.
—Tu padre era el rey anterior. —El cuerpo de Lars se puso rígido y su
mirada distante.
Sacudí la negación y me dirigí a mi madre:
—Me dijiste que mi padre vivía en Nueva York. Vi una foto de él. ¿Era
toda una mentira? ¿No era real tampoco?
—No mentí exactamente. Era un viejo novio mío. Encontraste la foto de
nosotros y asumiste que era tu padre, y te dejé creerlo. Realmente vive en
Nueva York con una esposa y niños. Eso es todo real.
—Sólo el hecho de que no es mi padre. Que mi padre era un Demonio
que era el Rey Unseelie.
—Tienes que entender. Quería que no tuvieras nada que ver con este
mundo o vida. Pensé que estaba haciendo lo mejor para ti.
—¿Lo mejor? —grité—. ¿Mintiéndome? ¿Manteniéndome ignorante e
inconsciente de lo que existía ahí afuera? Pensé que estaba loca la mayor
parte de mi vida.
Los ojos de mamá se llenaron de lágrimas mientras ella me miraba.
—Lo siento mucho.
—Lo siento no va a cambiar la realidad que tuve que vivir a través de su
'asesinato' y tuvo que ser cometido por un tiempo porque yo estaba viendo y
escuchando cosas. Lo siento, no traeré a mi padre.
—Mark es tu verdadero padre a todos los efectos. Devlin no sabía nada
sobre ser padre o cuidar a un niño.
—Nunca nos diste la oportunidad —replicó Lars, pero mi mente se
aferró a algo que ella dijo.
—¿Devlin? ¿Era su nombre? ¿Me dijiste que era el apellido de mi
padre?
—Lo era —respondió suavemente. Ella no había mentido exactamente
al respecto, pero eso no me hizo sentir menos enojada.
Todavía me sentía engañada. Todo el tiempo tuve otra pista riendo en mi
cara, como una retorcida broma interna de la que nunca me dejaron entrar.
Ember Aisling Devlin Brycin. Mi nombre era una larga farsa. Cada uno de
los nombres insinúaba a quién yo era o sobre el mundo de dónde vengo.
—Háblame de él. —Me abracé para evitar explotar.
—Devlin era mi gemelo. —Lars cambió su peso hacia la otra pierna—.
Mi hermano y yo compartimos la misma apariencia y poderes... los que has
heredado. Éramos muy cercanos y lo hacíamos todo juntos, hasta que se
enamoró. Entonces todo cambió. —Los párpados de Lars se movieron para
mirar a mamá antes de que volvieran a mí.
Ella mantuvo la cabeza baja, mirando el suelo.
Así que el Rey demonio Unseelie, mi padre, se enamoró de una noble
hada, mi mamá. Tuvieron un amor tórrido. Cuando llegué a existir, todas
sus vidas se fueron a la mierda.
Qué shakesperiano.
Mi padre murió. Asesinado por el actual Rey Unseelie, mi tío. Olvida a
Shakespeare, deberíamos estar en un reality show.
La noción de que nunca llegaría a conocerlo, de saber quién era, me
golpeó. Estaba segura de que debí sentir algo, cualquier cosa. No lo hice.
Sólo me sentía entumecida e indiferente.
—¿Por qué mataste a tu propio hermano? ¿Para convertirte en Rey?
¿Para ser más poderoso? ¿Cómo pudiste hacer algo así?
Lars apretó el espacio entre sus cejas.
—Tenía que hacerlo. No era algo que quisiera hacer. Se volvió loco y ya
no estaba en condiciones de gobernar.
—¿Así que lo mataste? —Un grito estrangulado salió de mi garganta—.
¿Es así como resuelves las cosas? Era tu hermano, no importa qué.
Sus labios se volvieron hacia abajo, e inclinó la cabeza. No había
tristeza ni emoción en su voz.
—Es cómo se hace. Nunca te retiran de ser el Rey Unseelie. Es una
lucha a muerte, y quien gane es Rey. Devlin mató a miles de seres humanos
y ya no era apto para ser Rey. Se perdió y se volvió volátil. Seguí siendo el
único bastante poderoso para desafiarlo. Eso dependía de mí.
—¿Por qué no me dijiste esto?
—Después de lo que pasaste, no eras exactamente estable. No pensé que
te ayudaría a oír que el ex Tirano Rey Unseelie era tu padre biológico, que
se había vuelto loco, y casi borra a un país. Que tu propio tío lo había
matado y se había convertido en el actual Rey Unseelie. Necesitabas a tu
padre y tus amigos humanos para enfocarte. Para vengarlos. Para
estabilizarte —dijo Lars—. También fue inquietante para mí ver lo
desproporcionada e indefensa que estabas. Necesitaba que te concentraras
en tus poderes y ser capaz de protegerse.
Durante la mayor parte de mi vida, me había preguntado por el hombre
de Nueva York, mi supuesto padre. Antes de Mark, miraba a los hombres en
la calle y fingía que eran mi papá. Fui testigo de padres empujando a sus
hijos en el columpio o jugando con ellos en el césped delantero. Me
imaginé cómo sería tener uno. Mi padre me decía cuánto lo sentía y me
prometió que nunca más me dejaría. Que me amaba y me echaba mucho de
menos.
Mis fantasías nunca lo incluyeron siendo un Demonio o un Rey
Unseelie. O fallecido. Me visualizaba reuniéndome con la familia de mi
padre durante la cena de Navidad, no un texto de más de mil años que
profetizó mi muerte a una reina hada con una espada mítica. Mis sueños
habían sido un poco más simples: un perro, una pelota y un césped.
Eso nunca fue para mí. Mi biológico padre Demonio estaba muerto,
mientras que mi verdadero padre estaba encerrado en el Otro Mundo por
una loca perra Hada. Esa era mi realidad.
Alguien tiene un sentido del humor realmente enfermo.
Mamá me tendió la mano.
—Ember, siento mucho haberte mentido. Sólo quería protegerte.
—No. —Salí de su alcance—. Ya he tenido suficiente de tu idea de
protección. Sólo me ha traído dolor y angustia.
Su rostro se llenó de horror y devastación. No me importaba. Giré y me
metí en la oscura noche. Necesitaba estar sola. Mis pensamientos eran como
mosquitos enojados, zumbando alrededor de mi cabeza. Oí a mamá llamar
mi nombre repetidamente, pero no vino detrás de mí. Seguí hasta que
quedaron fuera de la vista, entonces la tierra subió para recogerme cuando
mis piernas se desplomaron.
La respiración entró y salió de mis pulmones demasiado rápido. El
mundo a mi alrededor giró, y me curvé en una pelota. Cuando los wards se
apagaron, se sintió distante y lejano. En algún lugar de mi cerebro registró a
Lars debió haber cruzado la propiedad del Morador Oscuro.
—Mi señora. Mi señora. ¿Estás bien? —Simmons se agitó en mi cara,
su expresión llena de preocupación y miedo—. Hemos estado tan
preocupados por ti. Sir Torin se ha vuelto loco. —Simmons hizo una pausa
y me tomó en serio—. ¿Qué ha ocurrido, mi señora? No te ves bien.
No pude responder. Si abría la boca, me abriría. Tenía miedo de que los
fragmentos de mi corazón estuvieran demasiado destrozados, y no sería
nunca capaz de reponerme.
—Voy a buscar a Sir Torin. El ayudará.
—Mejor busca a Elighan, Simmons —dijo la voz de Cal desde arriba—.
Creo que ha vuelto ahora.
El pecho de Simmons se llenó de aire y frunció el ceño como si ignorara
las instrucciones de Cal. Pero su atención se volvió hacia mí antes de que él
asintiera y saliera volando.
Cal aterrizó ligeramente en mi hombro. Mis brazos estaban envueltos
alrededor de mis piernas mientras me balanceaba, perdida en el
pensamiento. Mi padre había sido el Rey de la Unseelie. Una parte de mí
siempre se había preguntado si era Lars. ¿Me decepcionó que no lo fuera?
Sí. Yo quería que fuera él. Porque estaba vivo. Tal vez sentí una extraña
conexión con él porque mi verdadero padre era su gemelo, y él era su
familia.
¿Qué hizo que mi padre se volviera loco? ¿Por eso había tanto
resentimiento entre mi madre y Lars? Necesitaba saber mucho más ahora
que la verdad estaba fuera. A pesar de eso, mi mente tenía otros planes.
Quería cerrar y olvidar todo lo que aprendí. La voz de Cole volvió a mí:
Una vez que la verdad está fuera, no hay vuelta atrás, y desearás que
pudieras.
—¿Brycin?
No respondí ni me moví mientras Eli se agachaba frente a mí.
—¿Estás bien? De verdad me asustaste cuando desapareciste. Oye,
háblame.
—He estado hablando con ella durante los últimos minutos sin
respuesta. Creo que la niña de aquí finalmente se ha roto. —Cal me dio un
golpecito en el costado de la cabeza—. Cabeza rota. No más galletas en el
tarro de galletas.
¿Había estado hablando conmigo?
—Ember? —dijo Eli con más firmeza—. ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo
escapaste de Weiss? Habla conmigo. —Me estrechó las manos, luego miró
a Cal—. ¿Qué pasó?
—¿Qué? ¿Supones que lo sé? ¿Como si estuviera escuchando? ¿Yo? —
Cal tocó su pecho, dramáticamente.
Eli ladeó la cabeza y se burló.
—Sí, sí, bien —respondió Cal—, la niña descubrió que su verdadero
padre era el anterior Rey Unseelie, y el actual es su tío... quien mató a su
padre.
Eli se sacudió; mis párpados parpadearon ante el rápido movimiento. Su
mano fue a frotar su cabeza.
—¿Tienes que estar jodidamente bromeando?
—Jodidamente no bromeo. —Las palabras estaban fuera de mi boca
antes de que me diera cuenta de que hablaba.
Sonaban robóticos, lo que me pareció aún más divertido. Era algo que
Eli me había dicho cuando nos conocimos, cuando la Señora Sánchez nos
unió para hacer el curso de las cuerdas. Recordé cuán nerviosa me ponía,
cuán elevado sexualmente e incómodo mis sentidos se convirtieron en torno
a él. Eso nunca se había ido, pero ese día se sentía hace tanto tiempo. Era
una chica humana entonces, felizmente inconsciente de lo que realmente era
y lo que estaba por delante.
Empecé a reír. Incontrolablemente.
—Oh, sí, la galleta se ha desmoronado. El polvo de duendecillo ha
disuelto su cerebro. —Cal me dio una palmadita en la cabeza.
Me dolía el estómago mientras seguía riéndome.
—Ember, necesito que te concentres. —Cuando Eli me puso en pie, Cal
se lanzó al aire, sus alas revoloteando, manteniéndolo en su lugar.
Los ojos verdes de Eli brillaron a la luz de la luna. Su rostro estaba
medio sombreado. Con sus cabellos apenas comenzando a crecer, sus ojos
verdes salvajes, y cara marcada severa, parecía asustadizo, amenazante y
despiadado. Sexy y peligroso eran cualidades adictivas. Te dejaban olvidar
el mundo que te rodeaba y quise olvidar todo lo que había aprendido en la
última media hora… para dejar de sentir la tristeza desgarradora por un
momento. Mi necesidad básica se hizo cargo.
Mis labios se encontraron con los de él con tanta fuerza que retrocedió.
Sus dedos tocaron mi cara, y nuestros labios se movieron brutalmente uno
sobre el otro.
—Está bien, creo que es hora de que salga —murmuró Cal—. Tal vez ir
a ver un sexy brownie sobre una mujer. —Se alejó.
El beso de Eli se profundizó. Gemí y empecé a tirar de su camiseta.
—Sabes que nunca soy una persona que rechace el sexo... —Eli
retrocedió un poco—. Nunca.
—Bien. —Sonreí y le besé el cuello.
—¿Me dirás qué te pasó esta noche?
Incliné la barbilla para mirarlo.
—Ahora mismo necesito unos minutos para olvidar todo lo que acabo
de descubrir.
La ceja de Eli se arqueó.
—¿Unos minutos? ¿Eso es todo?
—¿No dijiste que había algunas cosas que querías hacerme en tu moto?
Ambas cejas de Eli golpearon su línea del cabello.
—Lo que tenía en mente definitivamente tomará más de unos minutos.
—Te doy doce. Vamos a ver qué puedes hacer en ese momento. —Le
agarré la mano y lo tiré hacia el cobertizo donde estaban estacionadas las
Harleys.
—Damnú ort bean dhubh —gruñó y me siguió.
 

 
Me incliné sobre la moto para agarrar mi camisa del suelo. Todavía era
usable, pero una vez más mi ropa interior no sobrevivió. Eli arrebató la tapa
de mis manos y la atrajo sobre mi cabeza, sus nudillos deslizándose por la
piel sensible a mis lados. Sus ojos penetraron en los míos todo el tiempo.
Me estremecí.
—Tenemos que volver.
Pasamos mucho más allá de la marca de doce minutos, y Lars no iba a
ser paciente mucho más tiempo. Me sorprendió que nadie viniera por
nosotros. Necesitaba este tiempo para recobrar la cabeza, o en este caso,
perderla completamente, varias veces. Me sentí mucho mejor. Las cosas que
hicimos en la moto con el motor acelerando me haría sonrojar durante años.
Fue impactante que no hiciéramos estallar el motor.
—Primero tienes que hablar conmigo —dijo contra mi cuello mientras
abotonaba mis pantalones.
—¿Es esta tu versión de hablar? —Aparté sus manos y me alejé—.
Vamos. Lars no va a esperar mucho más.
Me giré para irme. Los dedos de Eli se envolvieron alrededor de mi
bíceps y tiró de mí de nuevo para hacerle frente. Su expresión se volvió
severa y prohibitiva.
—No juegues conmigo, Brycin. —Su agarre se volvió más apretado, sus
ojos verdes parpadearon más brillantes—. Sé cuando estás usando el sexo
como una distracción. No soy tan simple como piensas.
Aunque sabía que él nunca me había hecho daño a propósito, una chispa
de ansiedad chisporroteó mi columna vertebral. No importaba lo que
hubiéramos pasado, todavía podía asustarme. El asesino despiadado nunca
estuvo lejos de la superficie, no importaba lo "humano" que actuaba.
—Eres cualquier cosa menos simple —dije.
—Soy un Morador Oscuro, así que voy a elegir revolcarte por encima
de hablar. Siempre. Es quien soy. Pero no pienses que puedes tirar de mí.
Me alejé de él.
—Mierda. Dame un descanso. Acabo de enterarme que tengo un tío y
un padre fallecido. Nadie pensó en dejarme saber sobre ellos, incluso
cuando vivía bajo su techo —escupí, la furia crujiendo bajo mi piel—. Y
aún mejor... Lars asesinó a mi padre porque Devlin se volvió loco y empezó
a matar a la gente a diestra y siniestra. Supongo que la manzana no cae lejos
del árbol.
—¿Es eso lo que piensas? —Los ojos de Eli ardían en mí—. No estás
loca ni homicida.
—Estoy segura de que algunos pedirían diferir.
Eli me agarró la muñeca de nuevo, tirándome hacia él.
—Créeme, sé que es ser un asesino, y tú no eres uno.
Un dolor abrumador se apretó en mi garganta, emoción se astillaban
lejos de mi muro. Me quedé mirando a mis pies, el dolor se metió en el
corazón.
—Ambos me mintieron. ¿Por qué me guardaron algo así?
Eli me observó. Sus manos seguían sujetas alrededor de mis brazos.
—Lily lo hizo para mantenerte a salvo.
—No sé si esa excusa es suficiente.
Nos quedamos quietos por un minuto. Mordiéndome el labio, respiré
hondo y pregunté:
—¿Sabías quién era mi padre?
Había aprendido demasiado bien que al Fae le gustaba guardar sus
secretos. Incluso aquellos que sentía deberían decirle que la verdad no. Tal
vez los siglos ocultándose de los humanos y mantener su existencia en
secreto del mundo los mantuvieron tan apretados.
—No. —Sacudió la cabeza—. No definitivamente. Pero tenía mis
sospechas.
Mi cabeza se izó.
—¿Sospechas?
—Eres demasiado fuerte para venir de un Demonio común. Ahora tiene
sentido. Cuando el último Rey Unseelie se volvió loco y fue asesinado, no
pasó mucho tiempo después de que te trajeran a este reino. Pero, no, no
sabía a ciencia cierta quién era tu padre.
—¿Sabes por qué perdió la cabeza?
Eli mantuvo sus ojos enfocados en los míos, pero se detuvo por un par
de respiraciones.
—No.
Seguí observándolo. Sospeché que no me estaba diciendo toda la
verdad, pero no se estremeció. Rompí primero.
—Siempre sentí curiosidad por mi verdadero padre, pero cuando Mark
entró en mi vida, fue suficiente. —Lágrimas me llenaron los ojos—. ¿Por
qué él no puede ser suficiente? ¿Por qué me preocupo por este hombre que
nunca conocí? Un Demonio que mató a gente. ¿Por qué me pone triste que
esté muerto?
—Porque él era tu padre. —Inclinó su cabeza—. En secreto pensaste
que era Lars —dijo. Con los ojos borrosos, miré al suelo y asentí con la
cabeza—. Querías que fuera él.
Un llanto estrangulado se liberó, confirmando sus suposiciones. Al
menos mi padre estaría vivo. Bueno o malo, era alguien que conocería.
Ahora que estaba perdido para mí para siempre.
Eli me tomó la parte de atrás de la cabeza y me apretó fuerte contra su
cálido cuerpo, envolviéndome. Sollozos surgieron de mi pecho. Los muros
protectores que pasé años perfeccionando se desplomaron. Me dejó llorar y
me abrazó hasta que me calmé.
—Hablando de Lars, vi que estaba aquí. Supongo que tiene algo que ver
con que nos alejemos de Weiss esta noche —dijo Eli después de que mis
pesadas lágrimas cedieran.
Asentí contra su pecho. Retrocediendo, me limpié los ojos.
—Él causó el accidente, así que pudimos escapar. Conoce la
localización del mapa en mi espalda.
Eli se inclinó.
—¿Y no habías pensado en contarme esto hasta ahora?
Lo fulminé con la mirada.
—He tenido otras cosas en mi mente. Y no asumas que me olvidé de la
Sra. Tetas y culo antes. Todavía vamos a hablar de eso.
—Es bueno ver que tienes tus prioridades claras, Brycin. —Suspiró y
puso una mano en mi espalda baja, empujándome a la casa.
—Oh, créeme, ellos serán importantes para ti si McTramp vuelve a estar
cerca de ti otra vez.
—Ten cuidado, Brycin, estás empezando a sonar celosa.
Cuando nuestros pies golpearon las escaleras de la cubierta de la
hacienda, alguien nos gritó:
—Ustedes dos son un infierno para estar alrededor.
—¡Mierda! —Di un salto.
Cooper se sentó en la mecedora del porche, empapado en la oscuridad.
Sólo sus brillantes ojos marrones se mostraban.
—Me estoy cansando de masturbarme. Tengo que echar un polvo.
Ahora. —Cooper se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta—. Se
suponía que debía traerlos a ustedes dos hace un tiempo. Vamos a estar de
acuerdo en que lo hice. —Cooper bufó.
—De acuerdo, amigo. —Eli le dio una palmada en la espalda de Cooper
—. Espera, ¿No te acostaste con la camarera la otra noche?
—Sí, pero con ustedes dos, me recuerdan dolorosamente que incluso un
par de horas son demasiado tiempo. —Cooper gruñó y se movió hacia la
puerta. El chirrido abrió revelando la habitación de la familia hirviendo con
la conmoción y la gente gritandose el uno al otro.
Mierda.
Cole, mamá y Lars estaban agrupados. Sus cuerpos estaban tensos y
enojados, y las voces se elevaron.
—Vamos con ustedes. ¿Crees que simplemente nos sentaremos y te
dejaremos conseguir la espada por ti mismo? —gritó Cole.
Lars parecía tranquilo y en control, pero así era cuando era más
peligroso.
—Nunca te negué que vinieras. He llegado a comprender la relación
entre Ember y Elighan. Es inútil mantenerlos separados. No pierdo mi
tiempo ni energía sin cuidado. Pero sólo unos pocos de ustedes necesitan
venir, y su trabajo será protegerla.
—Siempre protegemos a los nuestros —dijo Cole—. No vendrás aquí y
nos mandarás. —Sus pupilas se estiraron verticalmente—. No me importa
quién seas.
—Yo soy el Rey Unseelie. Tendré tu respeto.
—No eres nuestro rey. No estamos gobernados por nadie sino por
nosotros mismos. —Cole golpeó su pecho con fuerza.
—Si habitas la Tierra, estás bajo mi dominio —gritó Lars—. Yo fui el
que protegió a Ember cuando fue capturada y retenida por Aneira. En
realidad, no necesito a ninguno de ustedes, excepto al Druida y Ember.
Vi los músculos del hombro de Eli tensados.
—¿Supiste todo el tiempo que estuvo allí y viva?
—Sí. No decirte la verdad le salvó la vida y la tuya —respondió Lars.
Esto va a ser divertido.
El movimiento de Eli hacia Lars fue rápido, pero fui más rápida. Me tiré
en el medio.
—¡Caray! Tiempo fuera. —Tenía mis manos en formación-T,
golpeándolas juntos—. Sé que está loco, Eli, pero eso no es lo importante
ahora mismo. Está hecho. Tenemos que olvidar todo, pero conseguir la
espada. —Me volví para hacer enfrentar a todo el grupo y miré a cada uno
en el círculo apretado—. Todos necesitamos hacer de ella nuestra prioridad.
—Los vellos de Eli seguían levantados, con los puños apretados, pero se
alejó de Lars—. Puesto que la mayoría piensa que soy la que está
profetizada, creo que tengo voto sobre quién va. Cole, Eli, Kennedy y
Cooper vendrán con nosotros.
—¡Oh diablos, no! Yo voy —Gabby se metió en el círculo.
—Yo también —insistió mamá. Estaba a punto de refutar esto cuando
Jared hizo eco de su sentimiento.
Josh se levantó del brazo de la silla donde estaba encaramado.
—Yo también voy. No hay manera de que me dejen.
—Puede que me necesiten. Yo también iré —dijo Owen.
Comencé a negar sus peticiones.
—Mi señora. A donde vayas yo voy. —Simmons voló hasta mi línea de
visión. Cal y él habían estado sentados en la repisa de la chimenea viendo el
drama desplegarse.
Cal se acercó a Simmons.
—Tú, niña, sólo te meterás en problemas si no voy.
—Ember, estamos en esto juntos. No hay manera de que hagas esto sin
mí —dijo mamá, la determinación fija en su rostro. Reconocí esta mirada, y
sabía que no debía discutir.
Apreté la boca en una línea dura y asentí.
—Bien. —Me volví hacia Lars—. Todos vamos. Haz los arreglos
necesarios para hacer las cosas en orden, pero así es como va a ser. No más
peleas o 'mi plan es mejor que tu plan'. Necesitamos ser un equipo. Puede
que no te guste, pero todos odiamos a Aneira. Tenemos un objetivo común.
No lo olvidemos.
Esta fue probablemente la decisión más estúpida sin duda, pero fue
hecha.
Entonces empecé a pensar en: ¿Qué pasa cuando pones a un Rey
Demonio, a una madre infeliz, a un grupo de asesinos, a un druida sin
practica y a un Dae en un viaje juntos?
No hay duda. Esta es la decisión más estúpida jamás tomada.
El tiempo en familia es divertido... quien dijo esto necesitaba una
palmada dura a la cabeza.
 

Capítulo 20
Traducido por Rimed
 

Presioné mi cara contra la pequeña ventana del avión. El terreno


de la montaña Pindus se elevaba y caía en acentuados acantilados abajo
mío. Quitaba el aliento. Estas no eran unas vacaciones familiares, pero aun
así estaba emocionada por estar en Grecia. Había viajado a unos cuantos
lugares en Europa, pero el centro de las antiguas maravillas del mundo no
era uno de ellos. Aunque dudaba que el turismo fuese parte del itinerario.
Una mano sujetó fuertemente la mía con un doloroso apretón, mientras
la turbulencia sacudía el avión privado como una pelota de basquetbol. Me
voltee a ver a Eli apoyado hacia atrás en su asiento junto al mío. Sus ojos
estaban cerrados, su cara pálida, su mandíbula apretada y su respiración
rápida y superficial.
—Finalmente encontré algo de lo que estás asustado.
Uno de los ojos de Eli se abrió, observándome.
—No estoy asustado, solo extremadamente desconfiado de este aparato
humano. Esto no es natural, no debería ser capaz de estar en el aire.
—¿Así que imagino que nunca has volado?
Él volteó su cabeza hacia adelante y miró hacia el techo.
—Nunca tuve la necesidad. Se supone que esté en el piso, con mis pies
tocando la tierra. Prefiero correr o andar en moto.
Casi todos en el grupo coincidieron en que usar las puertas sería un
suicidio. Aneira tendría a sus soldados vigilándolas. Dado que de todas
formas los Moradores Oscuros no podían usarlas, habíamos decidido
utilizar otros medios de transporte. Lars tenía su avión privado preparado
para nosotros y en menos de una hora estábamos en el aire.
El avión era impecable, lujoso y equipado con todos los últimos
dispositivos. Cada videojuego y pantalla táctil que pudieras imaginar estaba
instalada en los asientos. Cada uno incluía su propio grupo de artilugios y
artefactos. Josh estaba en el cielo de World of Warcraft. No creo que haya
cerrado sus ojos o parase de apretar los botones de su asiento siquiera un
momento.
Nuestro piloto era Fae al igual que las hermosas azafatas, Jessica y
Melanie. Ellos trabajaban para Lars y él era su mayor prioridad. Lars se
había retirado a su oficina privada en la parte trasera de la cabina tan pronto
habíamos abordado y no lo había sido visto desde entonces. Melanie se
deslizó cerca de su puerta y entraba y salía con refrescos de vez en cuando.
Había sido un vuelo estresante. Las catorce horas. Incluso luego de mi
solicitud de “llevarnos bien”, la colaboración de Lars, los Moradores
Oscuros y mamá habían sido menos que amigables y conciliadores. Lars
había declarado en múltiples ocasiones que no estaba feliz con el extenso
séquito que nos escoltaba a Grecia.
El avión se inclinó nuevamente. Mi mano recibió otro apretón
aplastante.
—Marica. —Sonreí y su agarre se apretó—. ¡Ay!
Ahora sonrió Eli.
—¿Realmente quieres joder a un Morador Oscuro nervioso? ¿No has
aprendido nada?
Me incliné más cerca; mi cara estaba solo a un aliento de la de él.
—Disfruto joder a Moradores Oscuros nerviosos.
El ángulo de su boca se elevó en una de sus sonrisas de chico malo.
—Bueno, estoy realmente tenso y nervioso ahora mismo.
Sonreí.
—¿Alguna vez oíste del club de la milla de altura?
—Es divertido, pero sí, lo he oído. —Sus labios rozaron los míos
mientras hablaba, enviando aleteos hacia mi estómago—. Y siempre he
sentido curiosidad sobre convertirme en miembro. ¿Cómo hace uno para
lograrlo?
El calor abrasó mi piel donde rozaron sus labios. Mirando sobre el
reposacabezas de mi cómoda silla giratoria, vi a mamá, Thara y Torin
sentados en un sofá incorporado en la parte trasera del avión, frente al baño.
Unos glaciares ojos azules se fijaron en los míos mientras Torin devolvía mi
mirada. Rabia mezclada con un deseo torturante se apreciaba en sus ojos.
Rápidamente me volteé hacia el frente.
—Creo que tendremos que esperar.
Escabullirnos allí atrás para un “rapidito” sería incómodo, vergonzoso y
cruel. Esta no era la primera vez que pillaba a Torin mirándonos a mí y a Eli
con anhelo, furia y dolor en su expresión. Me sentía tanto triste como
culpable. Su dolor era algo difícil de afrontar. Nuestra conexión pedía que
hiciera todo en mi poder para hacerlo feliz. Pero aquello que causaba su
dolor era yo y mi propia felicidad. Era demasiado egoísta para dejar a Eli.
El vínculo me frustraba porque quería que desapareciera. Había
intentado centrarme en su origen. Para averiguar qué me hacía querer
proteger e ir con Torin. Cuando Lars me había atrapado, había sido algo
físico. Mis brazos y miembros se habían movido sin pensarlo y mientras
más peleaba, más dolía. Mi conexión con Eli estaba en mis venas, mi
cuerpo, mi piel… en todo. Era mi propia necesidad el estar cerca de él, no
atracción física.
El vínculo con Torin era algo intermedio. Mi cerebro podría apagarse y
yo simplemente respondería. Era como un código integrado en mí hacía
mucho tiempo, el cual me apagaba a mí y encendía a la conexión. Yo
reaccionaba primero. Cuando me daba mí misma un momento y me forzaba
a pensar, me daba cuenta de que no era realmente yo la que se sentía de
aquella forma. Era casi como si una entidad externa se hubiera aferrado a
mí, controlando mis pensamientos y acciones. No se sentía particularmente
bien cuando iba en su contra, pero no era doloroso o inmanejable como
había sido con Lars.
El cálido aliento de Eli contra mi cuello me sacó de mis pensamientos.
—¿Estás segura? Realmente me calmaría. Estarías haciendo servicio
comunitario —dijo él en mi oreja, su mano subiendo por mi pierna.
Mi aliento quedó atrapado en mi garganta. Era tentador, pero sacudí mi
cabeza.
—Lo siento, supongo que tendrás que ganarte tus alas cuando volvamos
a casa.
Un gruñido apenas audible fue emitido desde su garganta.
—Ya sabes que ocurre cuando me tientas y me dejas así. ¿Estás lista
para las consecuencias?
Lo había hecho y lo estaba. Si el avión no estuviera lleno de gente,
encantada le dejaría que me lo mostrara.
—Castígame después.
—Oh, lo haré. Una decena de veces. —Suspiró él, dándome un beso
rápido antes de recostarse en su asiento.
Un crujido salió del altoparlante del avión.
—Este es su capitán. Estaremos aterrizando en breve. Melanie y Jessica
irán a ver si necesitan algo.
Cooper había coqueteado excesivamente con Jessica desde el momento
en que habíamos despegado. Los dos habían desaparecido un momento
atrás y tenía pocas dudas de que había logrado su objetivo de tener sexo.
Probablemente varias veces. Jessica bajó por el pasillo enderezando su
camisa, viéndose mucho más descuidada de lo que se veía al inicio de
nuestro vuelo. Cooper la siguió con tan solo un minuto de diferencia. Su
contoneo hacia el asiento era de autosatisfacción. No estaba segura de si
estaba celosa o asqueada de la idea de Cooper y la aeromoza haciéndolo en
el baño.
Josh pasó la mayor parte del viaje jugando videojuegos que aún no
habían sido estrenados. Gabby, Owen y Cole estaban sentados frente a
nosotros, durmiendo la mayor parte del camino. Tampoco estaban
encantados con estar en el aire. Incorporándome, mire más alla de Eli.
Kennedy estaba acurrucada en su asiento, su cabeza en el regazo de Jared,
mientras susurraban y reían juntos.
Tan jodidamente tierno.
Me volteé a la ventana y vi la pista de aterrizaje encontrarse con las
ruedas de nuestro avión. Eli mantuvo sus ojos cerrados todo el tiempo. Dejó
salir una gran bocanada de aire cuando el avión se detuvo.
—Quiero darles la bienvenida a Larissa, Grecia. La hora local
corresponde a las nueve veinte de la mañana y actualmente hay veintiséis
grados en esta mañana de agosto —anunció el capitán.
Larissa tenía la pista de aterrizaje más cercana a la región de Meteora,
pero no era un aeropuerto comercial. Estábamos en una base militar. El
hecho de que pudiésemos aterrizar aquí me decía mucho sobre la autoridad
y poderío de Lars. No sabía si era a través de glamour, dinero o chantaje. Y
realmente tampoco quería saberlo.
 

Lars tenía un transporte de lujo esperándonos cuando salimos del avión.


El viaje desde la base al pueblo de Kalambaka fue sin incidentes. Nadie
miró dos veces mientras seis enormes y rudos Moradores Oscuros, tres
hadas etéreas, un Demonio de ojos amarillos, un humano, un druida, dos
pixies voladores y un Dae bajaban de la camioneta en medio de la plaza del
pueblo. Me hacía preguntarme si Lars había usado glamour en todos
nosotros para vernos como turistas corrientes o si la gente de aquí veía
cosas extrañas todo el tiempo. Sabía que mantenernos bajo el radar de los
espías del Otro Mundo era vital.
Lars nos registró en el hotel local dándonos estrictas instrucciones.
—Tienen sesenta minutos para descansar y prepararse. No
regresaremos. De aquí en adelante, acamparemos y andaremos sobre un
arduo terreno. —Él agitó su mano—. Ahora vayan. Los quiero a todos aquí
en una hora.
—Necesito una ducha —gruñí y me encaminé hacia el cuarto que me
habían asignado.
Eli agarró mi cintura por detrás, tirándome hacia él. Sus labios rozaron
mi oreja.
—Yo también.
 

Exactamente una hora después, estábamos de pie frente al hotel. No


había tenido ningún descanso, pero la ducha me había refrescado. El
sentimiento se desvanecía rápidamente mientras el calor me golpeaba
implacablemente. Levanté la vista para ver el paisaje, protegiendo mis ojos
del sol cegador. Por encima del pintoresco pueblo de Kalambaka, se
elevaban hacia el cielo fuertes y prominentes formaciones gigantes de roca.
Visible entre las nubes hinchadas, pilares de piedra balanceaban sobre sus
hombros un monasterio de piedra tostado por el sol. Desgastados y de un
blanco corroído los edificios de piedra con techos de tejas rojas rodeaban la
plaza, lo que incluía hoteles, pastelerías, restoranes, tiendas de recuerdos y
una iglesia.
Ya estaba enamorada de este lugar, se sentía vivo y lleno de misterio e
intriga. El paisaje junto a la deliciosa comida había traído aquí a la gente. El
aroma de tomates, pesto y pan llenaban el aire. Tomé una respiración
profunda y mi estómago gruñó con la necesidad de probar cada delicioso
olor que flotaba en mi camino.
—Hice una pequeña investigación en el camino. —Kennedy sacó un
papel con sus anotaciones—. Meteora significa “en medio del cielo”,
“suspendido en el aire” o “en los cielos de arriba”. Los seis monasterios
fueron construidos en pilares de roca naturales. Los científicos creen que las
cumbres se formaron hace sesenta millones de años, desarrollados a partir
del río y los terremotos. Se dice que la primera gente llegó a esta área en el
siglo nueve. Para escapar de la vida cotidiana, algunos se asentaron en
pequeñas cuevas, embarcándose en vidas de soledad y reuniéndose
ocasionalmente para adorar y rezar. Con el paso del tiempo, los moradores
de las cavernas se convirtieron en una pequeña comunidad concentrada
alrededor del creciente número de monasterios.
Ella nunca hacía una “pequeña investigación” en nada. Era una de las
razones por las que había sido llamada nerd y empollona en la escuela.
Amaba los hechos tanto, si no más, que lo que lo hacía yo.
Ahora la mirábamos fijamente a ella en vez de los pináculos de piedra.
—Sí. Todo muy fascinante, señorita Johnson, pero los científicos nunca
aceptarán la verdad. Nosotros ayudamos a crear esta tierra. —Lars se
acercó, poniéndose sus lentes de sol.
Se refería con “nosotros” a los “Fae”. Así que yo tenía razón. Esta tierra
estaba llena de magia. Su belleza e intriga eran sobrenaturales. Podías
sentirlo en todas partes. Había estado aquí solo unas pocas horas y ya podía
sentir cómo este lugar se metía bajo mi piel. La historia del pueblo
susurraba en mi oído que la explorara, que descubriera sus secretos. Era
como si una sirena entonara su canción incitándome a amar la piedra
blanqueada y los techos de tejas rojas. Cedí al deseo sin cuestionarlo.
Incluso las tiendas alrededor de la plaza guardaban historias de mucho
tiempo atrás sobre las personas que entraban y salían a diario, sus tiempos
felices y sus tragedias. La gente y sus pasados estaban grabados en las
calles de adoquín bajo mis pies.
La vista de un niño cargando bolsas de pan, carnes, quesos y otras cosas
me trajo de vuelta al presente. El chico local dejó obedientemente las cosas
a los pies de Lars. Lars le tendió un fajo de dinero.
—Gracias, señor. Cualquier cosa que necesite recurra a mí. Yo me
encargaré de usted —respondió él en español y luego corrió eufórico con su
rollo de billetes.
Lars lo observó irse antes de voltearse hacia nosotros. Se había
cambiado a pantalones de combate y una camiseta verde del ejército que le
quedaba perfectamente. Incluso vestido de manera informal, Lars
proyectaba una autoridad asombrosa.
—Espero que todos hayan descansado. Estaremos caminando y
escalando montañas por un terreno especialmente duro con un clima muy
cálido. Tengo paquetes del ejército listos para nosotros en nuestro lugar de
destino.
—Sí, claro, los cincuenta y cinco minutos que tuvimos fueron tan
refrescantes luego de un vuelo de catorce horas —me quejé, frotando
bloqueador solar en mis brazos.
Yo vestía caquis y una camiseta negra con mi pelo recogido en una cola
de caballo. La mayoría de nosotros nos veíamos como si estuviésemos a
punto de entrar a la jungla amazónica o listos para cruzar a pie el Sahara.
Estábamos vestidos con pantalones en tonos verdes o marrón, camisetas o
sudaderas y botas de excursión, que habían sido un regalo dejado por Lars
en cada uno de nuestros cuartos. Tenía que admitir que era muy organizado
y preparado. Esto es lo que debía haber estado haciendo en el vuelo hacia
aquí, preparándolo todo para nosotros.
—Bueno, quizás si hubieses ocupado tu tiempo en descansar, habría
sido más beneficioso. Recuerda que mi cuarto estaba junto al tuyo. —
Cooper me miró molesto y luego se giró hacia Lars—. Es mejor que este
pueblo esté lleno de mujeres solteras y cachondas.
Eli soltó una risita.
—¿Cuándo la necesidad de que fuesen solteras te ha detenido?
—Cierto. Solo necesitan estar cachondas.
—¡Suficiente! —La voz de Lars los arrancó de la broma—. Todos son
como hadas de agua pre púberes. Contrólense, por favor.
Lily se burló:
—¿Qué sucede Lars? ¿Te olvidas de cuando te comportabas de la
misma forma? Ha sido hace mucho para ti, ¿no?
Los ojos de Lars se estrecharon sobre mi madre.
—Difícilmente. Podría avergonzar a estos niños, pero eso no controlaría
todos mis pensamientos. —Nos dio a cada uno una mirada penetrante—.
Estoy sorprendido de que estés bien con esto Lily, ya que tu hija es uno de
los participantes más activos en esto.
Mamá le dio a Lars una mirada intencionada.
—Tienes razón. No lo estoy, pero mientras más le diga que algo es un
error y solo la herirá al final, más se tira ella de cabeza a ello.
Eso era verdad. Aún me molestaba que me conociera tan bien.
—Se parece a su madre, entonces.
—Lars… —El tono de mamá era letal y su mirada podría derretir la
piedra. Estaba encantada de no estar en el otro extremo de aquella mirada.
—Como dije antes, no volveremos al pueblo. Si no se prepararon
apropiadamente para el viaje que sigue, no es mi problema. —Los ojos de
Lars pasaron de mi madre al resto del grupo—. Tengo un helicóptero que
nos llevará al primer monasterio. Desde allí andaremos a pie hacia nuestros
otros destinos. Acamparemos de aquí en adelante, mayormente en lugares
donde no está permitido.
Ilegal para humanos ordinarios quería decir. No para el Rey Unseelie.
—He reducido el área que exploraremos a un radio de cuarenta millas.
Empezaremos al norte de Ypapantis y lentamente haremos un círculo al
sudoeste hacia el pueblo de Kastraki. Hay muchas cuevas y lugares donde
la espada podría estar oculta. Es un montón de terreno que cubrir, así que
debemos empezar ya.
 

El helicóptero voló sobre los monasterios construidos en las cumbres,


dando la ilusión de que las estructuras estaban flotando sobre las nubes. Me
incliné más hacia la puerta abierta del costado.
—Esto es increíble.
Los helicópteros eran mucho más ruidosos de lo que había imaginado.
Los audífonos ayudaban a disminuir la mayor parte de los ruidos del motor
y evitar que nos perforara los tímpanos, mientras permitían que el capitán
nos hablara. Cal y Simmons eran más pequeños, asique les pusimos bolas
de algodón en los oídos. Simmons gesticuló algo hacia mí y asintió. Él y
Cal estaban atados a mi reposabrazos para que no salieran expulsados por el
viento.
—Oh, sí… genial. —Eli gimió en su micrófono, su tez volviéndose
pálida. Esto, por supuesto, me hizo sonreír. Finalmente conocía una de sus
debilidades, se sentía como ganar la lotería.
—Oh, ¿Te sientes mal, de nuevo? —lo molesté. Sin compasión aquí.
Su mandíbula se apretó con más fuerza cuando el helicóptero se desvió
bruscamente a la derecha. Las “conexiones” de Lars con los militares nos
tenían en un gran helicóptero Blackhawk. Uno en que cabían trece personas
y dos pixies. Todos los Moradores Oscuros, Kennedy y mi madre estaban
agarrados a sus asientos, con los nudillos blancos. Podía darme cuenta de
que Kennedy quería mirar, pero su miedo a las alturas la mantenía
firmemente en su asiento. Josh, Thara, Torin, Lars, los pixies y yo
estábamos felices estando en el aire.
Mirando hacia abajo podía ver a los turistas pululando por los
monasterios como si fuera un hormiguero. Miles de puntos negros bajaban
de buses y recorrían los senderos, rondando las entradas de las ermitas más
populares. El sol golpeaba la tierra, transformándola en un radiador de
calor. Pero aquí arriba el viento pasaba a través de mi pelo y tronco,
enfriando mi cabeza y cuerpo. Era el cielo.
La mayoría de la gente caminaba o tomaba un bus para ir a los
monasterios. Dado que Lars quería evitar tanto como pudiese el contacto
humano, él eligió un helicóptero. Nos dirigía al más lejano, para que
pudiésemos movernos lentamente hacia el pueblo.
Después de un rato, el helicóptero comenzó a bajar, dirigiéndose hacia
una de las ermitas. Esta era distinta a las otras que estaban construidas en
los picos de rocas. Ypapanti estaba construida dentro de una gran cavidad
de roca. A pesar de su belleza y brillantes frescos pintados, permanecía
inhabitada y cerrada al público. Exactamente lo que Lars estaba buscando.
—¿Aterrizaremos allí? —señalé, mirando a Lars.
Él asintió. Normalmente nadie tendría permitido aterrizar un gran
helicóptero junto a un antiguo monasterio. Con Lars, las reglas no
aplicaban.
—¡Santa mierda! —Estaba cautivada con la necesidad de explorar el
priorato. Había querido venir a esta parte de Grecia desde que podía
recordar. Cuando aterrizamos, casi me caigo por la puerta, ansiosa por mirar
los alrededores y explorar.
—Esto no son vacaciones, Ember —pronunció Lars mientras salía del
helicóptero—. No estamos aquí para hacer turismo.
Mi labio bajó en un puchero.
—Sin embargo, veremos cosas que ningún turista tiene permitido, nos
adentraremos profundamente en las ruinas y aprenderemos la historia que
se mantiene oculta del mundo exterior.
Mi puchero se convirtió en una gran sonrisa.
—Toma tu mochila. Vamos yendo —gritó Lars por sobre el sonido de
las aspas girando.
Antes de irnos, Lars nos instruyó para que guardásemos en nuestros
bolsos de viaje cualquier ropa u objeto personal que quisiéramos; eran
enormes. Debido a que Kennedy era tan pequeña, tuvo que inclinarse hacia
adelante para no terminar sobre su trasero.
Los trece nos pusimos nuestras mochilas y nos organizamos sobre
quien, de cada dos personas, llevaba la tienda y quien llevaba la comida.
Lars era el único que tenía su propia tienda. No había sorpresa alguna en
ello.
El helicóptero rentado despegó, enviando mi cola de caballo
dolorosamente en contra de mi cuello y cara. Los pixies estaban dentro del
cierre de mi bolso para que no salieran volando. Rápidamente nos movimos
hacia el monasterio vacío, listos para empezar nuestro viaje.
Esta ermita era pequeña comparada con las otras ya que la habían
construido en el costado de la roca. Esto la protegía del clima y de ser
invadida de todos los flancos, salvo por la entrada principal. No era tan
cautivante como las que estaban construidas en la cima de las rocas, pero
era más segura.
Estiré mis sentidos. La magia estaba suspendida densamente por toda el
área. No podías escapar del sentimiento de que este lugar no era
completamente “natural”. La magia era parte de esta tierra, haciendo difícil
distinguirla de los encantamientos que escondían un antiguo ícono Fae. No
era algo tangible que pudieses ver si no algo que sentías dentro, un
escalofrío en tu piel, el hormigueo en tu cuero cabelludo o en tus tripas.
Hacia el área perfecta para esconder cosas, pero un sufrimiento para
nosotros tener que encontrar algo.
Antes de comenzar a explorar, Lars nos dejó almorzar pan caliente,
carne y quesos junto con algún vino local. Con mi estómago lleno y feliz,
estaba de un humor optimista para encontrar la espada.
No eran los monasterios lo que Lars quería investigar, si no las pequeñas
grietas que consideraba cuevas. En general solían estar en medio de la
montaña, muy por encima de la tierra. Yo había tenido unas pocas clases de
escalar rocas y una o dos veces había completado los niveles fáciles de
escalar sin protección. Esto era todo menos eso. Este tipo de escalada era
para un experto que pudiese escalar empinados acantilados para alcanzar
una pequeña abertura en medio de un pilar de piedra. Sabía que había gente
que hacia esto todo el tiempo, pero para mí era aterrador. Poner todo tu peso
en un punto, el cuál evitaba que te desplomaras en el suelo.
Lars quería que fuera Kennedy, pero su miedo a las alturas hizo que
echara raíces muy por encima de nosotros, lejos del borde. Mientras la
mayoría se quedaba atrás y cuidaba nuestras pertenencias, descendí con
Lars. Él esperaba que yo sintiera algo debido a mi conexión con la espada.
Y a donde yo iba, iba Eli.
—Oye, esto me recuerda aquella vez en el castillo cuando estabas
escalando esa pila de cajas —dijo Cal cuando finalmente llegué al borde de
la cueva—, Ahí también te demoraste muchísimo. —Parecía aburrido
mientras se apoyaba contra la pared de la cueva.
—¿Cal? —El sudor caía por mi frente.
—¿Sí?
—Muérdeme.
 

El sol caliente en mi espalda, la falta de sueño y los músculos tensos


hicieron temblar mis piernas luego de mi segunda escalada. Quería
desplomarme. Habíamos escalado ya por millas entre la escalada previa y
esta. El terreno se estaba volviendo más empinado y extenuante, pero era el
calor lo que realmente drenaba nuestras fuerzas. Era implacable y te
despojaba de toda energía.
—Esta bien, nos detendremos por hoy y acamparemos aquí —declaró
Lars mientras yo yacía sobre mi espalda. Obtener cualquier tipo de
movimiento de mi parte requeriría de una grúa. El grupo comenzó a
moverse alrededor, preparando el campamento.
—La tienda no se construirá a sí misma. —Eli se paró encima mío.
—Realmente no quieres que te ayude, porque podría encontrar otro
lugar para insertar ese palo de la tienda —gruñí, mis músculos simulaban
ser fideos mojados.
Una de sus cejas se levantó.
—Amo cuando hablas sucio.
Gruñí.
—Realmente, si tuviera la energía de rodar, te diría que besaras mi
trasero.
—Entonces creo que tendré que comenzar con el frente. —Él se agachó
y alcanzó mis manos.
Mis mejillas se ruborizaron mientras él me levantaba. Era gracioso
cómo de repente tenía más energía.
—Sabes cómo me gusta comer fuera. —Su labio se tensó.
Mi boca cayó abierta.
—Me refería afuera, en el aire fresco. —Él guiñó mientras retrocedía,
tirándome con él—. ¿Qué estabas pensando, Brycin?
Maldito sea.
Capítulo 21
Traducido por AnamiletG
 

Como Lars tenía su propia tienda, nos dejó al resto de nosotros decidir
los incómodos arreglos para dormir. Creo que mamá esperaba fuera con
ella, pero dejé en claro que Eli y yo estaríamos compartiendo. Kennedy se
estaba volviendo menos tímida cada día. Ella fue quien le dijo a Jared que
preparara su tienda. No pude evitar reírme y pensar cómo reaccionaría Ryan
ante esto. Quizás no tendría palabras para ver a nuestra dulce y pequeña
Kennedy durmiendo con un hombre más joven. Thara y mamá terminaron
como compañeras de habitación, al igual que Cole y Owen. Torin y Josh
usarían la misma tienda, lo que al principio parecía extraño, pero en
realidad tenían algo en común, la reina. Habían sobrevivido al mismo
trauma y ahora compartían un vínculo. Cooper decidió dormir afuera, por lo
que Gabby terminó con una tienda para ella sola. Los pixies dormían en el
árbol cerca de mi tienda.
Con la cena terminada y un fuego rugiendo en medio de nuestro
campamento, todos nos sentamos mirando las estrellas y hablando. Fue lo
más cerca que estuvimos de actuar como si realmente nos lleváramos bien y
nos quisiéramos. Sabía que era el pegamento que mantenía precariamente
juntos a todos estos grupos diferentes, y sentí cierto orgullo por eso. Quizás
era por un hilo, aun así, ¿cuándo obtienes a los Fae de Oscuridad, Fae de
luz, Demonios, Hadas, Moradores Oscuros y humanos, todos en el mismo
lugar sin guerra? De acuerdo, una guerra era la razón por la que estábamos
allí, pero esta vez del mismo lado.
Tomé un sorbo de mi té y me recosté mirando las estrellas. Se sentían
tan cerca que podías derribarlos y envolverte en su trémulo resplandor. En
lo alto de los acantilados, la noche convertía el aire del caluroso día en
fresco y refrescante.
Lars se levantó y caminó más profundo en la noche lejos de la fogata y
de nosotros. Había estado de un humor extraño todo el día. No es que nadie
más lo notara, pero había pasado suficiente tiempo con él para saber que
algo estaba pasando.
Lo seguí y me moví junto a él mientras miraba la brillante luna que
flotaba como una bola dorada de discoteca en el cielo nocturno.
No me miró, tenía los ojos fijos en el cielo.
—Crecí aquí, ¿sabes? La ciudad ya no existe, pero estaba cerca de aquí.
Me quedé en silencio. Hacer que Lars hablara sobre cosas personales
era raro. Hablarme de su infancia fue como conseguir un unicornio para
Navidad. Espera... ¿existieron en el Otro Mundo? ¿Tal vez en lugar de
ponis, los niños tenían unicornios allí?
Nota mental: debo averiguar si puedo conseguir un unicornio para
Navidad.
Volviendo al presente, traté de imaginarme a Lars como un niño
corriendo por estas colinas bajo el ardiente sol griego. Su cabello negro
azabache y su piel aceituna encajan perfectamente aquí.
—Mi hermano y yo conocíamos cada centímetro de estas montañas, y
corríamos aterrorizando y causando estragos. No sé cómo nuestra madre
nos aguantó.
¿Lars tenía una madre? ¿Tuve una abuela? No había pensado en eso.
Parecía extraño. Sabía que tenía que venir de algún lado, pero pensar en él
como un bebé o un niño pequeño con madre y padre tomaba una mentalidad
que aún no tenía.
—Devlin y yo fuimos excepcionalmente cercanos al crecer. Sentimos
que éramos nosotros contra el mundo, y juntos no había nada que no
pudiéramos hacer. —La expresión de Lars se volvió distante—. Terribles
gemelos demoníacos. Pasamos buenos momentos a través de los siglos.
—¿Qué pasó? ¿Qué los hizo separarse? —Me giré para mirarlo.
Lars se masajeó la nuca.
—Fueron varias cosas, pero la razón principal fue una mujer.
Él cambió su peso.
—Ambos nos enamoramos de la misma.
—¿Y ella lo eligió?
—No. Ella me eligió a mí. —Sus palabras se volvieron rígidas—. Y yo
elegí el poder. —Con eso caminó más profundamente en la noche,
dejándome allí parada aturdida por su admisión.
Pasaron los días y la emoción y el optimismo que habíamos sentido
disminuían. Con cada monasterio diferente que visitábamos, la escalada se
hizo más difícil, el terreno más complicado, y el sol más caliente. La
desilusión se derramaba en nuestros estados de ánimo. Sabía que no era mi
culpa, pero me sentía responsable de la falta de progreso. De alguna manera
pensé que debería poder sentirla, saber dónde estaba. No tenía ni idea.
Kennedy parecía estar tan frustrada consigo misma. Apenas había
aprendido que era un druida, y ahora se esperaba que hiciera niveles de
magia que a otros les tomaría siglos dominar.
A pesar de que teníamos el dibujo del mapa, Lars insistió en que
Kennedy lo revelara de mí todos los días por si habíamos olvidado alguna
pista. Lars ejerció mucha presión sobre Kennedy, especialmente
entrenándola para detectar y romper hechizos. Tanto Kennedy como yo
estábamos agotadas al final de cada día. Pasé la mayoría de las tardes
tendida en la tierra para reponer mi fuerza. Kennedy estaba conectada a la
tierra y a todo lo que la rodeaba, pero sus poderes no se restauraron como
los míos. Ella colapsaría junto a mí cuando terminara nuestra tortura. Mi
energía se restablecería y me sentiría mejor, pero por lo general me quedaba
dormida después de la cena.
Mamá salió a reunirse con nosotros bajo los árboles una noche después
de un día particularmente duro. Sus manos apretaban tres tazas de café y
algo se metió debajo de su brazo.
—¿Chicas, están bien?
—El café no va a ayudar en este momento. —Las palabras cayeron de
mis labios, pero mi cuerpo permaneció inerte.
—No es café; es un vino griego casero. —Ella se sentó junto a mí,
colocando las tazas en el suelo.
Ella sacó la botella y la colocó al lado de las tazas. Vi la cabeza de
Kennedy aparecer.
Una risita se abrió camino hacia la superficie.
—Oh, de repente está alerta. —Me senté lentamente y me deslicé para
que Kennedy pudiera sentarse a mi lado—. ¿De dónde has sacado esto?
—La robé de la bolsa de Lars. —Mamá nos hizo un guiño cómplice—.
Pensé que podríamos relajarnos y tener un poco de tiempo de chicas.
Mamá y yo no habíamos hablado mucho después de haber descubierto
la verdad sobre mi padre y Lars. Todavía estaba teniendo dificultades para
sobrellevarlo y no enojarme con ella. No la miré a los ojos cuando me
tendió el vino.
—Gracias.
La sonrisa de Kennedy se hizo más amplia al aceptar su taza.
—Esto huele bien. Como uvas cocidas asándose al sol abrasador.
Yo resoplé.
—Suenas como un folleto de viaje.
—Un brindis. —Mamá levantó su bebida—. Por las dos chicas que se
han convertido en las mujeres más increíbles, notables y fuertes que he
conocido. Estoy muy orgullosa de ustedes dos.
Las lágrimas instantáneamente picaron en la parte posterior de mis ojos
cuando chocamos tazas y tomamos un sorbo. No solo por lo que dijo, sino
que era exactamente lo que sentía por ellas. Mi madre siempre ha sido mi
ídolo. Hacerla caer del pedestal y convertirse en una persona real fue un
cambio difícil. Aún era una de las mujeres más asombrosas que conocía con
todo lo que pasó y todo lo que sacrificó. Ella cometió errores, pero lo hizo
por amor. Por mí.
Una figura se movió detrás de un árbol, haciendo que mi cuerpo se
contrajera. Olfateé el aire, relajándome de inmediato.
—Ven aquí y únete a nosotras. —Hablé con el área de árboles.
Gabby salió, con los brazos cruzados, parecía aburrida.
—No estaba espiando.
—No dije que lo estuvieras. —La saludé con la mano.
Vi los bordes de la boca de mi madre caer, pero rápidamente se contuvo
y asintió con Kennedy. Gabby había crecido con chicos. La única otra chica
en su grupo era Samantha, y algo me decía que no tenían fiestas de pijamas
ni pasaban el tiempo viendo películas, trenzándose el cabello. O en el caso
de Gabby matándose la una a otra. Ella tuvo problemas para interactuar con
otras mujeres, y no pensé que quisiera. Estaba empezando a creer que
estaba equivocada.
—Ahora veo lo que realmente estás haciendo cuando dices que estás
«sanando». —Se paró frente a mí, haciendo comillas en el aire.
—No creerías los poderes curativos del vino. —Mamá acarició la
botella de vino como una joya preciosa.
—Siéntate, Gabby. —Palmeé la tierra a mi lado—. Puedes compartir el
mío. —Le di la taza de café.
—Eso es amable de tu parte, Ember. Compartir. —Mamá me dio unas
palmaditas en la pierna como si tuviera cinco años.
—Al diablo. Esta es mi taza ahora. —Agarré los restos de la botella.
—¡Oye! —Kennedy me golpeó, riendo—. No es justo.
—Compartiré. Dios, señora. —Me reí de nuevo.
Gabby se aferró a la taza de café, con la espalda rígida mientras sus ojos
se movían entre Kennedy y yo. Esto era muy extraño para ella, podría
decirlo. Tener «amigas» y ser tonta no era algo que entendiera.
Nos abrimos paso a través de la botella, y pronto Kennedy estaba de pie
sobre una roca con su taza.
—Oye, mundo, soy un Druida. ¿Meee oyesss? Un druida. Hago magia y
vivo siglos —hipó—. Y estoy orgullosa de serlo.
—Bien por ti, Ken. Sal de tu armario metafísico de Druidas. —Tropecé
con ella. El vino griego casero era mucho más potente de lo que esperaba.
—Ven aquí —me saludó—. ¡Tú también! —Señaló a Gabby.
Gabby negó con la cabeza.
—Mi tolerancia es demasiado alta para hacer estupideces tan temprano.
Dame una o dos horas.
—¡Bah! —Kennedy agitó su mano hacia Gabby, haciendo que casi
caiga.
Trepé por la roca. En algún lugar dentro de mí sabía que esta era
probablemente una mala idea. Mi cerebro ebrio ignoró este pensamiento, y
estaba al lado de Kennedy.
—Vamos, Em, hazlo. Grítalo. Se siente bien.
—Estoy orgullosa de ser un druida —grité. Mi madre se sentó en el
suelo encorvada de la risa.
Kennedy me dio un manotazo.
—Vamos, de verdad.
—Soy una Dae —Me empiné más alto sobre la roca.
—Eso. Fue. Patético. —Kennedy se balanceó y me sacudió.
Tomé aliento.
—¡Estoy orgullosa de ser una Dae! —bramé.
Oírme decir las palabras golpeó algo profundo en mí. Me gustaba ser
una Dae. Era mi ser. Estaba orgullosa de mi herencia y de los Dae como
Brycin, quien moriría por una causa en la que ella creía, por mi familia y
amigos, por mí. No quería tomarlo a la ligera.
Una sonrisa eufórica brotó de mí. La gratificante sensación duró un
segundo antes de que mi equilibrio se fuera al sur. Kennedy y yo
colisionamos. Con un grito estrangulado, nuestras piernas y brazos se
enredaron, y ambas caímos en picado desde la roca que se estrelló contra la
tierra blanda.
—¡Ayyy! —gruñí, y Kennedy se dio la vuelta con un gemido.
—Ahora bien, por esa mierda valió la pena venir aquí. —Gabby inclinó
su copa hacia nosotros y debió el resto.
—¿Están bien chicas? —Mamá corrió hacia nosotras. Su voz sonaba
tensa, mientras trataba de no reírse.
—Sí. Ya no me siento tan orgullosa —refunfuñé, escupiendo tierra por
la boca.
Mamá se rio, aullando.
—Oh, no, Ember, realmente eres tú. Y estoy muy orgullosa de mi hija
traviesa, Dae.
—Oh, hombre... —Kennedy levantó la cabeza y miró la copa que aún
tenía en la mano—. Derramé mi vino.
La risa resonó desde los acantilados, rebotando en las rocas empapadas
por el sol y rodeándonos. Todas nos reímos hasta que las lágrimas
empaparon nuestras caras.
—Saltarines Juníperos. Chicas probablemente pueden oírlas en el Otro
Mundo. —Cal y Simmons volaron hacia nosotras.
Cal aterrizó en mi pierna. Los pies de Simmons se deslizaron por el
suelo hasta que se detuvo, golpeando mi espalda.
—Mi señora. —Simmons se apartó de mi camisa, enderezando sus
hombros mientras se acercaba para mirarme—. El Rey Unseelie te está
pidiendo que moderes tu voz.
Cal gruñó.
—Creo que sus palabras exactas fueron: «Diles que se callen antes de
vaya allí y las calle yo mismo».
Sabía que había un peligro verdadero de espías estando por allí, pero
decirles a las personas ebrias que se callasen era como pedirle a Eli que no
fuera un jodido sarcástico. No iba a suceder. Sonreí cálidamente al pensar
en él, de repente queriendo encontrarlo.
Borracha y cachonda justo como a él le gusta.
—Probablemente deberíamos regresar. El sol se está poniendo. —Mamá
recogió su taza y la botella vacía. Sus mejillas estaban rojas por el alcohol.
—Ahhh, las cosas se estaban poniendo buenas. —Gabby frunció el
ceño, poniéndose de pie. Aún estaba bastante sobria, pero estaba lo
suficientemente relajada que pude ver una pequeña grieta en su armadura.
—¿Derramaste algo? —Cal señaló el lugar húmedo en la tierra.
—Um... sí. Nos caímos. —Kennedy tropezó mientras intentaba pararse,
señalando la parte superior de la roca donde habíamos estado.
—¿Has desperdiciado alcohol? —La voz ya alta de Cal subió una
octava. Me encogí en el tono alto—. Glorioso, hermoso, magnífico jugo de
uvas... perdido para siempre. —Se acercó y palmeó la tierra mojada.
—Vamos, Cal, estoy segura de que hay más en el campamento.
Me puse de pie. Bueno, traté. Me tomó algunos intentos para
mantenerme en pie oficialmente.
Levantando su mano del lugar húmedo, la lamió. Con un gemido, me
volví para seguir a todos los demás.
Mamá vino a mí y agarró mi brazo, dejando que todos los demás se
adelantaran.
—Ember. —Se giró para mirarme—. Sé que no hemos tenido la
oportunidad de hablar. —Ella tragó, apartó la mirada de mí y susurró—: Lo
siento mucho. Sé que debes odiarme, y entiendo completamente si lo haces.
Pensé que te estaba protegiendo. No tenía derecho a alejarte de tu tío o de ti
misma.
Ya fuera el vino o porque mi corazón entendía más sus acciones, no
estaba tan enojada con ella en ese momento. Envolví mis brazos alrededor
de ella.
—Lo sé, mamá.
Ella me devolvió el abrazo, un sollozo jadeante en su pecho.
—Tú eres mi mundo entero. La idea de que algo te suceda...
La apreté más fuerte.
Nos quedamos así por un tiempo. Cuando ella se retiró, me miró
directamente a los ojos.
—Cuando todo esto termine, nos sentaremos y hablaremos. Hay tanto
que necesito explicarte y decirte...
No la dejé terminar.
—Mamá, estoy tan feliz de tenerte de vuelta. Y ahora todo lo que quiero
es mi madre. Nos preocuparemos por el resto más tarde.
Ella asintió, sus ojos brillaban de orgullo.
—Me sorprendes todos los días. Te has convertido en una mujer tan
increíble.
—Al igual que tú.
 

Tres de cada cuatro de nosotras nos despertamos con resaca, doloridas y


completamente inútiles. Gabby disfrutó con esto haciendo sonar las ollas
con más fuerza y siendo mucho más «animada» de lo que alguna vez pensé
que era capaz.
Perra.
Pronto descubrimos que la magia y las resacas no funcionaban bien
juntas. Con Kennedy y yo fuera de servicio, Lars se fue. Estaba enojado,
pero no era la primera vez que nos dejaba. Él desaparecía a veces. No
teníamos idea de lo que estaba haciendo o donde estaba yendo, pero nos dio
una tarde libre para relajarnos o explorar.
Había algo en esta área además de la magia que sostenía que me
acercaba. Mi verdadero padre había nacido y crecido aquí, así que tal vez
estaba en mi alma amar esta tierra. El terreno era impresionante y único.
Nuestro campamento estaba en lo alto de una montaña, con el valle y el río
atravesando picos de piedra.
Me alejé del anhelo del campamento para estar sola y reflexionar. El
viento me hizo cosquillas en la cara y me enredó el cabello. Un profundo,
rojo y naranja ardiente adornaban el cielo mientras el sol se escondía al otro
lado del mundo. Me senté y miré el paisaje impresionante delante de mí.
Los pináculos de arenisca cubiertos de vegetación verde sobresalían del
paisaje hasta que caían en el valle a lo lejos.
Suspirando felizmente, alcancé mi mochila. No había perdido el hábito
de llevar un pequeño cuaderno de dibujo conmigo. Tiré un lápiz de mi bolso
y comencé a dibujar. Mi mano voló sobre la página. Fue como volver a
casa. Había pasado tanto tiempo desde que esbocé. Tanto se había metido
en el camino de algo que amaba casi tanto como respirar. Esta fue una
terapia para mí, y me ayudó a centrarme y ser prospectiva.
Me senté allí perdiéndome en la creación y olvidé todo lo que me
rodeaba, excepto el paisaje y mi cuaderno.
—Es bueno verte dibujar de nuevo. —Eli mordió mi oreja.
—¡Mierda! —Di un salto, deslizándome hacia adelante. Sus manos
agarraron mi cintura evitando que me sumergiera en una cierta muerte
rocosa. O al menos una experiencia dolorosa—. Realmente necesitas dejar
de acercarte sigilosamente. En alguna de esas ocasiones, en realidad me
enviarás por el acantilado. Literalmente.
Él gruñó, besando suavemente la curva de mi cuello.
—La familia y yo iremos a cazar. ¿Quieres venir?
—Nah. Realmente disfruto dibujar ahora. —Miré por encima de mi
hombro hacia él.
—Está bien. —Me dio un rápido beso y se levantó—. Volveré más
tarde. —Me miró. Prepárate. Ya sabes cómo me pongo después de una
cacería.
—Está bien, diviértete. —Sonreí. Esperaré ansiosamente.
Eli se deslizó a través del follaje y desapareció. Me sacudí el escalofrío
de deseo que me atravesaba y volví a enfocarme en mi dibujo. El naranja en
el cielo se mezclaba con el rojo, el rojo se fundía en azul oscuro-violeta.
Hermoso.
También tú. Una voz habló en mi cabeza.
Me giré y lo miré.
—¿Escuchando a escondidas?
Torin dio un paso adelante. Su camisa negra se acurrucó contra los
músculos de su pecho. Su cabello colgaba suelto y soplaba en el viento. Él
me dejaba sin aliento. El hombre era tan hermoso que rivalizaba con el
paisaje que tenía delante.
—Me disculpo, Ember. No quise inmiscuirme.
—No, está bien. —Palmeé el lugar a mi lado—. Acompáñame.
Él vaciló, pero vino hacia mí, sentándose en el lugar donde había estado
mi mano.
—Lo digo en serio. Eres hermosa.
—Torin... —Mi corazón ardía de culpa—. Por favor, no digas cosas así.
—¿Por qué? —Sus ojos se clavaron en mí.
—Porque... —Cambié mi mirada, mirando el oscuro atardecer—.
Porque estás haciendo esto aún más difícil.
Respiró través de sus dientes.
—¿Cómo estoy haciendo esto difícil? Soy el que te ve a ti y a Dragen.
Mis dedos presionaron el puente de mi nariz.
—Odio causarte dolor, y odio que seas tan agradable y honorable sobre
todo esto. Eres demasiado bueno.
Torin volvió su cuerpo hacia el mío.
—¿Prefieres que sea un imbécil como Dragen? ¿Te gusta que te traten
de manera espantosa e irrespetuosa?
—Eso no es lo que quise decir.
—No soy un hombre así, Ember. Solo te adoraría. Te honraría. Mereces
ser apreciada.
Exactamente. Como una muñeca o una reliquia.
—¿Qué tal si solo me amas? —respondí.
Él parpadeó.
—Bueno, amarte no hace falta decirlo.
—No, realmente no. —Aparté mi cabello de mi cara—. No dudo de que
quieras decir cada palabra, y la chica con la que termines será la más
afortunada del mundo, pero...
—Pero tú no eres esa chica.
Mi corazón se apretó. Había una parte de mí que quería decir que sí, que
lo era. El vínculo quería reclamarlo. Tiró de mis entrañas, girándolo para
actuar. Sin embargo, la atracción no reclamaba mi corazón. Fue como si
hubiera sido programado en mi cerebro. Pero cuando lo pensé, me di cuenta
de que realmente no era lo que quería. Aún no confiaba en mí misma para
hablar, negué con la cabeza.
—Mírame. —No respondí a su súplica. Sus dedos se acercaron a mi
barbilla, girando mi rostro al suyo—. Todas las noches que la Reina me
torturaba, pensaba en ti. Eso es lo que me ayudó. Tu cara me dio esperanza
para seguir viviendo. Para seguir luchando.
Sus ojos azules miraron a los míos con tanto anhelo y amor que
arrancaron todo mi poder de voluntad. Sabía lo que venía, pero no lo
detuve. La calidez de sus labios sobre los míos era tan familiar; era como si
hubieran sido diseñados para mí. Su boca se movió contra la mía, su lengua
separó mis labios.
¡No! Mi alma tiró de mi corazón y mi cerebro.
—No. No puedo. —Me levanté y me alejé.
Me siguió.
—¿Por qué? —Algo pareció romperse en él. Apretó los puños a los
costados—. He sido extremadamente paciente. He observado y soportado tu
degradación con Dragen una y otra vez. Todo hombre tiene un límite.
Obviamente no estás viendo la verdad lo suficientemente rápido. Esto llega
a su fin. —Cuadró los hombros, exigiendo mi obediencia—. Estás conmigo
ahora. —Me alcanzó.
Retrocedí y puse más distancia entre nosotros.
—¿Discúlpame? ¿Contigo ahora? No decides con quien estoy. No soy
alguien a quien puedes controlar y ordenar, incluso si estuviéramos juntos.
No es lo que soy —grité cada palabra con veneno, la ira cargó a través de
mis músculos.
Este cambio en Torin era cada vez más difícil de sobrellevar. Las
cicatrices emocionales de haber sido mental, física y sexualmente torturado
lo habían cambiado. Se enojaba con facilidad. Quería estar allí para él.
Entenderlo. Pero lo estaba haciendo excepcionalmente difícil. Tomé un
aliento tembloroso.
—Me preocupo por ti. Siempre lo haré. Pero nunca será en la forma que
quieres.
La ira brilló en sus ojos.
—Dragen te tiene atrapada y no puedes ver la verdad. Él te hará daño y
finalmente se aburrirá y se irá. Lo he visto hacer eso con otras a lo largo de
los años. —Torin alzó los brazos—. Nosotros seríamos buenos juntos. Yo
cuidaría de ti, te protegeré siempre.
—Ahí está de nuevo. Deber. Honor —le lancé, frotando mi frente.
—¿Y qué está mal con esas cosas? —Su aliento sonaba desigual, sus
párpados se estrecharon. Él se movió más cerca.
—Nada. —Negué con la cabeza, alejándome. —Necesitaba alejarme de
esta situación y de él—. Pero no es lo que quiero. Ninguno de nosotros sería
realmente feliz al final. Lo siento, pero no quiero estar contigo. Por favor,
déjame ir. —Sin darle la oportunidad de responder, di media vuelta y salí
corriendo.
—Ember —me gritó Torin.
Estaba dejando al hombre con el que probablemente estaría parada en
un acantilado al atardecer y me dirigía hacia el hombre que había elegido,
que probablemente estaba destrozando un maldito cadáver de venado en ese
momento. Era tan romántico.
Las palabras de Kennedy habían sido correctas: tienes una, y la otra te
tiene a ti.
Eli me tenía a mí. Completamente.
 

Esa noche, alrededor de la fogata, me senté entre mamá y Josh. Torin se


sentó al lado de Thara frente a mí. Podía sentir su mirada ardiente,
desafiándome a mirarlo. Eli simplemente miraba con una ceja curva. Sintió
que algo estaba mal, pero no quería hablar con él hasta que estuviéramos
solos. No sentí culpa, sino decepción por mi debilidad por Torin porque no
podía evitarlo. Aunque no estaba enamorada de Torin, mis sentimientos no
estaban definidos. No podía simplemente apagarlos.
No fue hasta que Eli y yo nos establecimos en nuestra tienda más tarde
cuando quise confesarlo o intenté hacerlo.
—Eli... yo ...
Sus ojos se clavaron en los míos, y frunció el ceño.
—¿Es la próxima parte de tu oración «besé a Torin» por casualidad?
Mis ojos se agrandaron, y mi boca se abrió. Sus dedos se acercaron para
cerrar mi mandíbula.
—¿C-co cómo lo supiste? —tropecé con mis palabras.
—Puedo olerlo en ti. —Eli puso sus brazos detrás de su cabeza,
recostándose sobre la almohada.
—Está bien, voy a saltarme la parte incómoda y llegar al punto. —Mis
párpados se achicaron, mirándolo críticamente, tumbado allí aparentemente
relajado—. ¿Así que estás de acuerdo con eso?
Él se encogió de hombros.
—Realmente no tengo derecho a decir nada.
La ira me bombeó.
—¿Así que no te importa una mierda a quién beso? ¿Y con quién me
acuesto? ¿Eso no te importa en absoluto?
Eli abrió la boca para hablar, pero el tren de mi furia ya se deslizaba por
las vías.
—¿Qué diablos estamos haciendo entonces? ¿Te aburrirás de mí y me
arrojarás por otra pronto? Dios, soy tan estúpida. Soy la chica que se lleva
al chico malo y piensa que será ella quien lo cambie. Pensé que estábamos
en esto juntos, tú y yo. —Mi furia solo se intensificó cuando Eli se tapó la
boca e intentó no reír—. ¿De qué demonios te estás riendo? ¿Crees que es
gracioso? ¿Verme enloquecer es bueno para tu ego?
—Honestamente... sí, pero no por eso me estoy riendo. —Se sentó.
Mi diatriba había terminado, pero la rabia hirviendo por debajo
lentamente se puso a hervir.
—Oh, por favor, ilumíname.
La expresión de Eli se volvió seria.
—Créeme si lo hubiera olido en otra parte de ti además de tus labios,
habría un Hada menos en el mundo. —Mantuvo la vista en la pared de la
tienda—. Nunca me he sentido celoso. Es una emoción que golpea mi lado
animal, y necesito controlarlo. Se necesita mucho para encenderlo, pero
cuando sucede, no hay forma de detenerme. Mataría.
Tragué saliva. Tenía toda mi atención mientras continuaba.
—No soy tu guardián o tu madre. Puedes tomar tus propias decisiones.
He renunciado a intentar controlarte. Sé qué harás lo que es correcto para ti
al final, ya sea Torin o yo.
Mi boca se abrió de nuevo.
—No me malinterpretes. Si al final es Torin, lo enfrentaré hasta la
muerte. Hasta entonces... —Se acostó de nuevo—. Además de lo que
realmente quiero decir es después de lo de Natasha, pensé que tenías una
cortesía.
Una bocanada de aire medio divertida, medio confusa escapó de mis
labios.
—¿De verdad? ¿Lo dices en serio?
Él se burló:
—Diablos, no, Brycin. Si él te besa o incluso se acerca a ti otra vez, lo
destrozaré. No estoy bromeando. Todavía podría hacerlo.
Con una risa divertida, agarré mi almohada y golpeé a Eli.
 

 
A la mañana siguiente, Lars gritó en el campamento, rompiendo la
calma de la mañana.
—Tú —rugió, señalando a Kennedy—. Ven aquí.
Los ojos de ella se ensancharon por un instante cuando saltó del tronco.
Luego se detuvo, con las manos en las caderas. Su barbilla se levantó.
—Tengo un nombre, ya sabes, además de niña o Druida.
Todo el campamento se quedó inmóvil. Nadie le contestaba al Rey
Unseelie. Bueno, excepto yo, pero eso se sintió un poco diferente, ya que
era familia.
Lars la observó atentamente por un instante antes de asentir.
—Me disculpo. Srta. Johnson, si pudiera venir aquí y ayudarme.
Todavía no estaba preguntando, sin embargo, mis ojos se abrieron por
completo en estado de conmoción. Esta pequeña niña de noventa y cinco
kilos y nada, solo puso al Rey Unseelie en su lugar y ganó. ¡Santo cielo!
Con todo lo que le sucedió a Kennedy desde que descubrió sobre sí misma,
ahora tenía una fortaleza en ella, incluso Lars no podía negarlo.
—Ember, tú también. —Él me hizo un gesto con la mano e ignoró las
miradas atónitas del campamento.
—Pero mi desayuno... —Miré hacia el plato de huevos revueltos y
humeantes. El termo de café todavía estaba a mi alcance.
—¡Ahora! —Prácticamente pisoteó su pie con impaciencia. Las
sutilezas se fueron lejos. Había estado de mal humor en el momento en que
se marchó.
Tiré mi plato en las raíces árbol cercano.
—¿Realmente quiere tratar conmigo antes de que tome mi café? —
murmuré mientras caminaba hacia él.
Mi madre sonrió y me apretó el brazo cuando pasé.
—Incluso a los dos años no eras una persona madrugadora. —Esto me
provocó una pequeña sonrisa.
Solté un bufido cuando me paré frente a él.
—¿Qué?
—Quiero que Kennedy haga otro hechizo revelador.
—¿De nuevo? Lo hemos hecho todos los días. No hay nada que ustedes
no hayan visto. ¿Qué va a hacer, excepto agotarnos a Kennedy y a mí por el
día?
—Haz lo que dije.
—¿Por qué no lo haces entonces? Deja a Kennedy fuera de esto.
—También estoy haciendo lo mío. —Sacudió la cabeza—. Ahora, date
la vuelta.
Todos en el campamento observaban, temerosos del temperamental
estado de ánimo de Lars. Levanté la parte de atrás de mi camisa. Eli vino y
se agarró a mis brazos, haciéndose mi roca.
—Comienza. —Lars se dirigió a Kennedy.
Ella asintió y murmuró su conjuro. Lars me tocó la espalda en el
momento en que Kennedy terminó. La energía que entró en mi espalda tiró
de todos mis sentidos. Ni siquiera sentí que me golpeaba contra Eli.
Entonces todo se precipitó de vuelta a mí como un dique roto. Eli me agarró
cuando mis piernas colapsaron. Jadeé, parpadeando.
—Santo cielo. ¿Qué hiciste? —siseé.
—Convertí el hechizo de Kennedy en un nivel superior. Quiero
asegurarme de que no nos falte nada. —Lars cepilló los mechones de mi
cabello en mi espalda.
Si había algo nuevo que ver, estaba segura de que ya lo hubiéramos
visto. No quería arriesgarme a enojar más a Lars, así que me quedé callada.
Cole, Owen y mamá se habían movido a mí alrededor y se habían
quedado quietos mientras Lars me inspeccionaba la espalda.
—Lo siento, Lars, pero no hay nada que no hayamos visto. —Cole
suspiró.
Lars permaneció en silencio, pero pude sentir su frustración creciendo
en una fuerza lista para estallar.
—Desafortunadamente, estoy de acuerdo con Cole —dijo mamá.
—Yo también. —Owen asintió.
Jared llegó; sus fríos dedos tocaron mi espalda.
—Eso es genial. Nunca me había dado cuenta de esto antes.
—¿De qué? —preguntó Lars.
Su dedo regresó en contacto con mi espalda.
—Aquí. Es pequeño, pero considera las líneas blancas y negras como
una sola. La parte inferior de esta forma de S y la parte superior de esta se
conectan a un signo de infinito.
Varios latidos pasaron antes de que Lars hiciera un juramento en un
idioma que no reconocí.
—¿Qué ciego soy? Los he estado tratando como entidades separadas.
—No recuerdo haber visto esta marca antes. Tu poder debe haberlo
empujado a la superficie.
Cole estaba saltando de emoción.
—Eli, ¿ven aquí?
Eli fue y caminó a mí alrededor.
—¿Ves las marcas? Se están desvaneciendo, pero ¿cómo se ve el
diseño? —Cole tocó el lugar en mi espalda.
Eli se acercó, su dedo estirando la piel en el área donde estaban
mirando. Un silbido de aire salió entre sus dientes.
—Es el dragón del infinito... —se calló—. El símbolo de mi familia,
nuestro signo.
—¿Qué? —Me giré para mirar a Eli, pero Lars me agarró por los
hombros y me hizo girar—. ¿Qué quieres decir con el símbolo de tu
familia? ¿Por qué estaría en mi espalda?
Eli no respondió y continuó tocando la imagen.
—Alguien por favor dígame qué está pasando.
Lars maldijo.
—La Cueva Dragón. Ahí es donde está.
—¿Dónde está eso? —preguntó mamá.
—La Cueva Dragón está debajo del monasterio de Varlaam, que está a
varios kilómetros al noroeste de aquí.
Lars ya se estaba alejando.
—Prepárate para partir en treinta minutos.
—Pero... —Tantas preguntas pasaron por mi cabeza.
Lars se volvió bruscamente y me fulminó.
—El dragón del infinito es un símbolo antiguo. Puede estar relacionado
con el Sr. Dragen aquí, pero lo más probable es que no. También pasa a ser
la figura utilizada para esta cueva en los primeros mapas. Ahora muévete.
Con eso nuestro ejército de personas se disipó en todas las direcciones
recolectando equipo de campamento. Eli y yo seguimos parados allí.
—Él tiene razón. Probablemente no tenga nada que ver conmigo. —Eli
se frotó la cabeza.
Lo miré por el rabillo del ojo.
—Sí, porque las cosas que tienen que ver con Fae son siempre simples
casualidades.
Capítulo 22
Traducido por Liliana
 

—¿Mi señora? La cueva está sobre la siguiente colina. Casi has llegado.
—Simmons me rodeó la cabeza.
—Simmons, ¿dejarías de chillar? —gruñó Cal, sosteniendo su cabeza.
Se encogió más ceñido en mi mochila.
—¿Alguien está un poco sensible esta mañana? —bromeé. La planta de
enebro griego crecía en abundancia aquí, y Cal fue el que tenía resaca esta
mañana. Optó por no explorar el área e informar. Simmons aceptó
alegremente el papel.
Cuanto más estábamos aquí, más alerta necesitábamos estar.
Descubiertos por la Reina siempre era algo que teníamos que preocuparnos.
Lars ayudó a Kennedy a poner encantamientos cuando acampamos, pero
cuando nos estábamos moviendo no teníamos protección.
—El área está libre de seres humanos y Fae, mi señora. —El
hombrecillo voló a mi nivel de los ojos.
—Gracias, Simmons.
—Oh, mira. Supongo que son bueno para algo —hizo un chiste Eli.
—Como se atreve, señor. —Un enojado pixie agarró su palo swizzle en
su cinturón.
—Simmons, no eres tan tonto para morder el anzuelo. Por favor,
mantente alerta. Tu puesto de vigilancia en vital para nuestro plan.
Él ajustó su espada.
—Por supuesto, mi señora. —Le disparó una mirada fulminante a Eli y
voló.
—¿Por qué tienes que hacerlo? —exhalé.
Eli sonrió.
—Parte de mi encanto.
—¿Molestar a las personas? Oh, sí, eres bueno en eso.
Miré por encima del hombro y vi que Torin estaba en la retaguardia.
Desde mi último encuentro con él, se mantuvo a una gran distancia. Ahora
sus ojos penetraban los míos, y eran fríos y duros. La idea de que me odiara
era como dardos en el corazón. ¿Torin y yo alguna vez estaríamos bien?
Parecía muy dudoso. También sentí la intensa mirada de Thara junto a él, y
rápidamente me giré.
Josh vino a nuestro lado, apartando mi atención del drama personal.
—¿Entonces realmente crees que la Espada de Luz está en esta cueva?
—No lo sé. Eso espero.
Un nervio se estremeció ante la sonrisa de Josh.
—Mejor que esté allí. —Se ajustó la pesada mochila. Su tono era
inusualmente grave. Lo miré fijamente—. Realmente quiero derrotarla. La
venganza por lo que ella me hizo. A todos nosotros.
—Por supuesto que sí. —Asentí. Su dedicación para encontrar esta
espada casi rivalizaba con la mía. Lo que le ocurrió había sido más de lo
que me dijo. Mi estómago se anudó ante ese pensamiento.
El momento en que nos acercamos a la abertura de la cueva, lo sentí.
Hierro. La cueva estaba envenenada con eso. El suelo normalmente
contenía una forma de hierro, peo este estaba tan diluido que normalmente
no tendría el poder de afectar a las Hadas.
Esta cueva tenía más que las otras cuevas que habíamos explorado hasta
ahora. ¿Otra coincidencia o un propósito?
Torin y Thara retrocedieron cautelosamente mientras sentían el metal a
tientas con avidez hacia su piel. Entonces mi atención se fijó en mamá. Dio
un paso atrás como lo hiso su compañera Hada lo hizo. Ella captó mi
mirada interrogante.
—Aneira me encerró en hierro durante años. —Mamá dio un paso
determinado hacia la cueva—. Estaré bien.
Me volví hacia Torin y Thara:
—Ustedes deberían quedarse aquí y vigilar…
La cabeza de Torin empezó a temblar antes de que terminara la frase:
—No.
—Te dolerá. Podría paralizarte.
—No soy débil. —Me fulminó con la mirada.
—Nunca dije que lo eras. —Levanté los brazos. Discutir con él era
inútil. No escuchaba sin importar las consecuencias o la cantidad de dolor.
Él iría y Thara iría dónde quiera que Torin lo hiciera.
—No vamos a dejarte tampoco, mi señora. —Simmons estaba a mi
lado.
Cal, estaba encrespado en mi mochila, murmurando algo en acuerdo con
esto.
—Está bien. —Exhalé y me moví hacia adelante—. Vamos.
Lars ya se encontraba ante la impotente entrada de la Cueva Dragón. La
ciudad de Kalambaka apareció en el valle abajo. Por encima de nosotros se
alzaba el monasterio Varlaam. Tanto la cueva y el priorato están abierto al
público, pero como era muy temprano, y la caravana no estaba anunciada,
estaban vacíos.
—Anoche leí en mi libro de viaje que hay una leyenda asociada con esta
cueva. —Kennedy sacó sus notas de la guía de Grecia y comenzó a leernos
—. Hay una historia contada a los niños sobre un dragón que solía vivir
dentro de una enorme caverna debajo del monasterio Varlaam. El dragón
iba a la aldea cercana de Kastraki cada noche para alimentarse de los
locales y su ganado. Las personas se volvieron desesperadas e incapaces de
tratar con la criatura por su cuenta, así que buscaron ayuda en el monasterio
de Varlaam. Un moje quien presintió su desesperación se sacrificó para
ayudarlos. Maldijo al dragón y luego saltó al acantilado hasta su muerte.
Inmediatamente después de que el moje murió, el techo de la cueva
colapsó, y el dragón fue asesinado.
Me empecé a reír.
—Los humanos creen que eso es un cuento de hadas, pero en nuestro
mundo probablemente eso sucedió, ¿verdad?
Lars me miro y se volvió. Mi sonrisa cayó.
—Eso es solo una leyenda —No respondió, pero arqueó una ceja.
Miré a todos los demás Fae.
—¿Verdad? —También apartaron la vista de mí—. ¿En serio? —
exclamé.
—Ya te dije, mi hermano y yo éramos alborotadores —respondió Lars
—. El sacrificio del monje no hizo que se derrumbara. Era un fanático
religioso quien pensaba podía salvar a las personas entregándose a la bestia.
Él lo atrapó en la cueva cuando Devlin y yo la colapsamos. Las personas
querían usar su muerte como una historia moralista, y de allí surgió la
leyenda.
—¿Existen los dragones? —pegunté.
—Ya no. Fueron cazados hasta la extinción hace mucho tiempo. —Lars
miró fijamente hacia la oscuridad pareciendo perderse en los recuerdos.
—¿Por qué trajiste uno aquí? —Miré más profundamente en la cueva
tratando de imaginar un enorme dragón que respiraba fuego, sentado
dentro.
—Éramos jóvenes y aburridos, y pensamos que tener a un dragón podría
darle una poco de sabor a la vida, especialmente si podíamos aprovecharnos
de su poder. Resultó que eran mucho más difíciles de manejar de lo que
pensábamos.
Meneé la cabeza. Hablando acerca de alborotadores. Las personas
pensaban que los niños hoy en día causaban estragos. Prueba de ello los
gemelos demonios con poderes mágicos y demasiado tiempo en sus manos.
Me preguntaba si muchas otras leyendas se basaban en historia reales de
Fae.
Lars unió las manos, recuperando la atención del grupo.
—Muy bien, suficiente sobre mis indiscreciones pasadas. Tienen
lámparas de cabeza en los equipos que les di. Vamos a ir más allá de dónde
los turistas tienen permitido. Es peligroso y oscuro, y nos aventuraremos en
algunos lugares pequeños y estrechos. —Lars se puso el sombrero—.
Debido a que habrá algunas áreas estrechas, solo podemos traer nuestras
mochilas de día, así que por favor cámbienlos ahora. Dejen las mochilas
más grandes aquí. —Señaló un escondite en la pared.
Un paso dentro de la cueva, y caí de rodillas. La sensación de todo
siendo arrancado de mi tripa me hacía sentir débil. Thara y Torin siguieron.
Eventualmente me haría más inmune al veneno de las Fay debido mi lado
Morador Oscuro y el lado Demonio; las otras Fay no lo harían.
Mamá se arrodilló junto a mí, su brazo me envolvió, ayudándome a
estar de pie. Parecía la menos afectada, así que me incliné sobre ella cuando
volví a ponerme de pie.
—No tenemos tiempo para que se aclimaten. Ábranse paso o
permanezcan atrás. —Lars sacó su lámpara, colocándola sobre su cabeza.
—Está bien, me quedaré aquí, relajarme, ponerme al día con mi
bronceado, quizás dibujar o hacer un poco de turismo —dije de regreso.
Él me lanzó una severa mirada.
—Excepto tú.
—Vamos todos juntos. —Crucé los brazos—. Nadie se queda atrás.
Lars gruñó y arrojó su bolso en el agujero.
—Vamos a salir ahora. —Encendió la lámpara, se volvió, y siguió el
camino por el pasillo.
—Maldición, alguien está siendo un malparido hoy —dijo Cooper,
colocando una lámpara de cabeza.
—Parece que estoy permanentemente rodeado por ellos. —Levanté la
ceja hacia él. Ya los efectos del hierro estaban comenzando a disminuir.
Gabby caminó detrás de Cooper—. Oh, y unas cuantas perras —añadí.
—Por supuesto. —Asintió ella orgullosamente. Ya había colocado su
otro equipo lejos y se inclinó hacia adelante sobre los dedos los pies, como
si estuviera lista para la aventura hacia lo desconocido.
La mayoría de ellos se habían movido, siguiendo a Lars. Josh fue uno de
los primeros, ansioso por comenzar. Thara y Torin luchaban. Debido a que
eran lentos para cambiar sus mochilas o incluso moverse, fui a darles una
mano.
—No. —Torin frunció el ceño—. Puedo hacerlo solo.
Jalé de regreso la mano del su bolso.
—Lo sé. Solo quiero ayudar.
Sus labios se convirtieron en una delgada línea blanca, presionándose
firmemente. Su expresión era dura, pero la tristeza parpadeaba en sus ojos.
No quería mi ayuda.
Retrocedí con un movimiento de cabeza.
—Está bien. —El dolor quedó atrapado en mi garganta, y tuve que
alejarme antes de que lo viera en él. Agarré mi mochila más pequeña, lancé
la otra en el agujero, y corrí detrás de Lars.
Eli se deslizó a mi lado en la oscuridad. Sus dedos rozaron los míos. No
dijo o hizo nada más, pero yo no lo necesitaba. Eso era suficiente.
 

Pasaron horas o lo que parecían horas. No tenía idea del tiempo, solo
más claustrofobia de la oscuridad y paredes opresivas de hierro. Me
mantenían agotada y luchando. El pasillo era áspero y algunas veces
desaparecía por completo. Era bastante claro que no había sido utilizado en
décadas. Fue peor cuando tuvimos que gatear sobre nuestra barriga,
resbalado a través de afiladas rocas. Araña, murciélagos y grandes insectos
se movían sobre las paredes, el suelo y el techo alrededor de nosotros.
Estábamos en una grieta apretada. Las paredes se cerraban sobre mí; el aire
era más delgado y más difícil de respirar.
—Relájate, Em —dijo Kennedy desde atrás—. Puedo sentir su temor.
Tu aura está muy oscura.
Me acerqué y le agarré la mano en la mía.
Ella le dio un apretón reconfortante.
—Así que mi debilidad es a las alturas y la tuya es a lugares confinados.
—Sin ventanas…ni luz…o sin salida. —Morir. Vamos a sofocarnos y
morir aquí. Podía sentir el pánico ardiendo en la garganta, despertando mis
brazos y piernas para correr. O moverme hacia la esquina.
—Simplemente mantente respirando. Dentro y fuera…dentro y….
¡ahhhh!
—¿Qué? —pregunté con furia.
—¡Araña! ¡Enorme!
Simmons me rasgó el hombro en el aire; Cal se quedó inactivo.
—¿Dónde? —Simmons sacó su espada—. La mataré.
Eli se inclinó a mi alrededor y las barrió. Cayó de golpe en la tierra y
corrió por el pie de Kennedy. Ella pateó y gritó, lo que expulsó a los
murciélagos por encima.
—¡Suficiente! —Mis palabras salieron tensas mientras un ciempiés se
escabullía por la pierna de mi pantalón. Moví las manos frenéticamente
hacia Eli para que lo quitara.
—Eres una chica. —Él puso los ojos en blanco y lo sacudió.
Me incliné hacia su oído.
—Pero follo como un Demonio. —Una sonrisa traviesa se clavó en su
labio.
—Deprisa. —Lars nos disparó, meneando la cabeza.
La impaciencia de Lars con nuestro lento ritmo estaba alcanzando cifras
sin precedentes. Contantemente estaba interrogando a Keneddy para ver si
sentía o presentía algo. Cuando ella negaba, la frustración de Lars solo
aumentaba. Sorprendentemente, no la lanzó sobre ella; su ira encontró otra
salida. Su ira se volvió hacia Torin y Thara quienes apenas podían seguir
adelante. Unas cuantas veces tuvimos que detenernos y esperarlos. Estando
en una cueva tenía que ser una tortura para ellos. El hierro constantemente
los ponía de rodillas, pero nunca se quejaron. Owen se quedó cerca,
ayudando como podía. Torin aceptó su ayuda con más facilidad que la mía.
Finalmente, Lars se detuvo. La cueva se abría a una enorme caverna,
pero luego el sendero se estrechaba en una cornisa de un pie de ancho. En
un lado había una pared lisa; en el otro era una caída a un vacío profundo.
Cole apuntó la linterna hacia el vasto abismo, pero la luz nunca alcanzó el
fondo.
—Escucho el agua allí. —Cole inclinó la cabeza.
—Hay un río que atraviesa esta cueva —dijo Lars—. Este pasadizo es
terriblemente estrecho y no se ve estable. Las rocas están sueltas alrededor
del borde. Tengan cuidado. Es una larga caída.
Miré hacia abajo al abismo. Mi estómago se estremeció ante la idea de
caer.
Lars emprendió el camino, seguido de cerca por Josh; Thara y Torin
cerraron la marcha. Simmons y Cal se montaron en mi mochila. Cal
roncaba la mayor parte del camino, y Simmons seguía nervioso por el
incidente de la araña. Las grandes arañas miraban a un pixie como una
deliciosa comida.
Cuando pisé la saliente, el corazón se me aceleró. Era tan ceñido que la
mayoría de nosotros teníamos que caminar lateramente. Aprendí una
importante lección rápido, no mirar abajo. Tragué, empujando la cabeza
contra la pared.
Los pares de botas se deslizaban por el camino restringido como un tren.
Mi mochila estaba colocada en mi delantera, y mi espalda presionando
rígidamente la piedra. Frágiles fragmentos de roca se derrumbaban con cada
paso que tomábamos. Detrás de mí Keneddy gemía.
—No mires abajo, Ken. Siente con tus pies y mantén la cabeza mirando
hacia adelante. —Le di una mano y la apreté.
Sus finos dedos se apoderaron de los míos. Se mordió el labio y asintió.
Mi mirada se dirigió hacia Torin. El hierro le estaba afectando más.
Después de lo que la Reina le hizo, estaba claro que él nunca sería el
mismo. Parecía que solo la determinación lo mantenía en pie. Mi odio por
ella pasó a través del dolor que el hierro me causaba. La idea de matarla se
estaba convirtiendo en una idea muy bienvenida. Ella pagaría por todo lo
que había hecho. El arma de su aniquilación estaba casi a nuestro alcance.
Cuando volví la atención a asegurar mi pie en el estrecho camino,
escuché gritar a Thara.
—¡Torin! —Su nombre resonó en las paredes.
Mi cuello se torció. Torin se bambaleó hacia adelante, perdiendo el
equilibrio y golpeó el suelo deslizándose a medio camino de la saliente.
Grité su nombre, pero en una fracción de segundo el inestable borde
absorbió su caída y reaccionó. Comenzó a deteriorarse bajo él, generando
una avalancha de piedras.
—No —grité, acercándome sin sentido.
Escombros rodando desaparecían su cuerpo al acantilado. Luego se fue.
Un rugido retumbando en mis oídos cortó cualquier sonido que no fueran
las rocas y mi palpitante corazón. La sorpresa todavía no llegaba cuando el
sendero se desplomó más, y vi cómo Owen, Jared, Gabby, y Thara salían
disparados de la vista.
Me giré hacia Keneddy, pero la vi resbalando.
—¡Kennedy!
Mi corazón subió por la garganta mientras me disparaba por ella. Cerré
los dedos alrededor de sus muñecas y ella tiró hacia mí. La tierra comenzó a
romperse poco a poco bajo sus zapatos. Mi agarre se deslizó mientras otro
pedazo de camino desaparecía debajo de ella.
—Ember —gritó ella cuando comenzó a caer de mi agarre.
Me caí hacia adelante buscando sus manos. Un brazo me golpeó contra
el sendero, alcanzándome. Eli se zambulló por Kennedy antes de perderla
en el pozo negro. Podía haber agua allí abajo, pero eso no significaba que
sobrevivirá a la caída. Eli yacía sobre mí sosteniéndola fuertemente.
Kennedy se lamentaba y estrmecía, lo que hizo más difícil que Eli
aguantara.
—Te tengo, Ken. —La voz de Eli era tranquila y confiada—. No te
dejaré ir. Lo prometo.
Sus ojos se conectaron con los suyos y ella dejó de gritar.
—Permanece en calma. Te sacaré.
—Está bien —gimió y dejó su cuerpo aflojarse.
Me incliné y agarré su otro brazo. Podía escuchar voces detrás de mí,
pero no podía entender nada en particular. Mi única atención estaba en
nosotros tres y la saliente desmoronándose. Eli fácilmente tiró del diminuto
marco de Kennedy con un brazo. Sus brazos envueltos en un apuño de
muerte alrededor de él.
—Estás bien —murmuró él.
Sus llorosos ojos lo miraron.
—Jared.
—Tenemos que salir —dijo la voz de Lars hacia nosotros—. La saliente
continúa siendo precaria.
Mi lámpara iluminaba su rostro.
—Danos un momento.
—Toda el agua sale. No morirán de esa caída. Están bien. Tenemos que
seguir avanzando.
Estreché los ojos hacia Lars.
—Te quejabas de que nos estaban retrasando. ¿Hiciste eso? ¿Deshacerte
de nuestro “equipaje”?
—No seas ridícula —respondió Lars, girándose y alejándose por la
saliente.
Eso realmente no fue una respuesta.
—Jared es un chico fuerte. Estará bien. —Eli condujo a Kennedy para
caminar delante de él. Ella asintió en respuesta, pero todavía parecía que
quería llorar o vomitar.
—¿Simmons? ¿Cal? —grité.
—Sí, ¿mi señora? —Simmons entró y salió de mi lámpara.
—Por favor, ve y asegúrate de que estén bien.
—¿Quieres que te dejemos, mi señora?
—Estaré bien, pero su papel en asegurar la seguridad de nuestros
soldados caídos será inmensurable.
Su cuerpo se enderezó inmediatamente.
—Sí, mi señora. No te fallaré. —Se inclinó y bajó por la oscura
barranca.
—Vaya, que montón de estiércol de troll —resopló Cal en mi mochila.
—Sí, lo sé —dije.
Cal se movió en mi mochila.
—Lo seguiré para asegúrame que no termine cayendo al agua y
ahogándose. —Suspiró y se fue.
—Gracias —le dije justo cuando escuché un ruido en el suelo junto a
mí.
—Mierda —grité al mismo tiempo que Eli gritó por mí. Él había
avanzado ligeramente con Kennedy.
—Ve. —Le hice señas hacia adelante—. Corre.
El sólido suelo bajo mis pies se volvió suave y pulverulento. La idea de
que no moriría de la caída no detuvo el terror que sentí cuando la saliente
cedió. El hierro drenó toda mi fuerza, así que las piernas parecían no
moverse lo suficientemente rápido mientras el sendero se desmoronaba.
Podía ver que Lars y Josh habían llegado a la boca de la cueva. Cole
estaba cerca, ayudando a Cooper y mi mamá a la seguridad. Eli levantó a
Kennedy y la arrojó a Cooper como si fuera tan ligera como un balón de
fútbol. Probablemente lo era para ellos. Me hizo sentir mejor sabiendo que
al menos Kennedy y Josh estaban a salvo. Eran los únicos que
probablemente morirían de la caída.
La boca de la cueva estaba casi a su alcance cuando el sendero
desintegrándose me golpeó. El aire llenó el espació bajo mis pies, y
comencé a caer.
—¡Brycin!
—¡Eli! —gritó Cole mientras Eli saltaba en mi dirección.
Como una coreografiada rutina, Eli se deslizó sobre su estómago y sus
brazos me alcanzaron. Cole saltó sobre las piernas de Eli, impidiéndole
gatear sobre mí. Sus dedos rozaron mis brazos, perdiéndome. Mi estómago
giró con la sensación de la caída libre. Abruptamente, sus dedos se curvaron
en garras de Morador Oscuro. Fuerte y letal, las uñas de la oz eran largas.
Se estiró más lejos, las garras clavando y cavando en mis brazos.
Grité mientras el dolor irrumpía a través de mis brazos y subía por mis
hombros. Me dolía como el infierno, pero ya no estaba cayendo. Sudor
escurría de Elli mientras yo colgaba allí por las puntas de sus garras. Me
enganché a los ojos verde brillante. Convirtiéndose en mi salvavidas. Si
estuvieran conectada ellos, estaría bien.
El dolor mantenía las voces gritando a distancia. Podía ver a Cole y
Cooper moverse a ambos lados de Eli. Tenía que levantarme un poco para
poder alcanzarme. Mi piel se desgarró mientras sus garras se clavaban en
mis bíceps mientras las hundía. Estoy segura de que grité, pero en ese
momento no sentía o escuchaba nada.
Dos manos me agarraron bajo mis brazos.
—¿La tienes? —La voz de Eli era tensa.
—Sí, adelante.
—¿Brycin? —gruñó Eli mi nombre—. Estoy advirtiéndote que esto va a
doler mucho. —Y con eso sacó sus uñas de mi piel y retrocedió.
La agonía era tan terrible que mi grito se perdió en mi voluntad pura de
no desmayarme. Relajé la cabeza cuando Cooper y Cole me colocaron en
un terreno seguro y estable. La sangre emanaba de los agujeros en mis
brazos. Por supuesto, la única vez que realmente necesitábamos a Owen,
estaba flotando por algún río griego.
—Ember. —Mamá estaba de rodillas a mi lado colocándome la cabeza
en su regazo. Quería quedarme dormida en su cálido abrazo. Me recordó
cuando era niña, y mirábamos películas en el sofá mientras me hacía
cosquillas en la espalda o me acariciaba el cabello.
Una picazón estalló en mi mejilla. Los párpados volvieron a abrirse para
ver a Lars a mi otro lado. Ni siquiera me acordaba de cerrarlos.
—Debes permaneces despierta. Te sanarás a ti misma con el tiempo,
pero puedo adormecer el dolor hasta entonces.
—¿Puedes adormecer el dolor? —repetí. Bueno, eso es lo que quería
decir, pero salió confuso.
—Soy el Rey Unseelie y un Demonio. No hay mucho que no pueda
hacer. —Numerosas veces había estado en agonía después de las lecciones
con Alki. Sangrando, magullada, y chamuscada. Él nunca embotó ese dolor.
—Nunca me entumeciste saliendo a flote —gruñi.
Él resopló.
—Necesitabas experimentar todo. Construye el carácter, y desarrolla
una mayor tolerancia a la cantidad de dolor que puedes manejar.
Traté se sacarle la lengua, pero era demasiado esfuerzo. Terminé solo
lamiéndome el labio inferior.
—Si la señora Johnson estuviera mejor entrenada, podría curarte
completamente. Esas habilidades son para Druidas más avanzadas —
comento él, y colocó sus manos en mis brazos, cerrando los ojos.
Murmuró palabras que no entendía. Como si hubiera metido una jeringa
de anestésico en mi brazo, una sensación me calentó las venas y músculos,
y convirtió el dolor en un ligero palpitar.
Exhalé dándome cuenta de cómo la angustia había tomado toda mi
energía.
—Oh sí. Gracias. —Me sentí un poco mareada, así que mamá me ayudó
a sentarme. Mi cerebro giró.
—Ve despacio. —Me sostuvo cerca, y me curvé contra ella. Me golpeó
intensamente cuánto la había extrañado, cuánto habíamos perdido juntas.
Necesitaba dejar ir el resentimiento y no dar por sentado que ella estaba de
regreso en mi vida.
—Te amo, mami —susurré.
Sus brazos se apretaron a mí alrededor.
—Estás un poco drogada, ¿verdad, cariño? —Se rió entre dientes y besó
la parte superior de mi cabeza—. Yo también te amo.
Eli se movió a través de la multitud que me rodeaba. Me separé de mi
mamá y traté de levantarme. Eso no salió bien.
Él no espero a que lo intentara de nuevo. Agarró el frente de mi parte
superior y me puso en pie. Sus manos agarraron los costados de mi rostro
preparándome para la fuerza que venía. Sus labios aplastaron los míos.
Inhaló dentro de mí, deteniendo el oxígeno de entrar. No me importó una
mierda. Respirando o teniendo personas a mí alrededor era completamente
irrelevante.
Con la misma intensidad que cuando me besó, se apartó, dio la vuelta y
caminó hacia la entrada de la cueva. Podía solo sonreír. Ese era Eli.
Mamá entrelazó su brazo con el mío. Ayudándome a mantenerme en
pie. Suspiró pesadamente.
—He perdido la batalla contra él sin duda.
—Siento decirte, pero nunca tuviste una oportunidad con eso. —Me
incliné hacia ella, empujando se hombro—. Demasiado como mi madre.
—Seguro que lo es. —Se rió, luego suspiró—. Más de lo que sabes.
Capítulo 23
Traducido por Wan_TT18
 

Mamá y yo fuimos las últimas en entrar a la siguiente área. Había cuatro


túneles desviándose en diferentes direcciones. El mapa en mi espalda
mostraba solo una ubicación general de la cueva. Una vez dentro,
estábamos solos.
Aún con mareos, caminé hacia Lars.
—Por favor dime que sabes cuál elegir.
Él me miró.
—Esperaba que pudieras informarnos.
Mi luz rebotó en cada túnel cuando los consideré a todos.
—¿No sientes algo de magia?
Lars negó con la cabeza, luego miró por encima del hombro.
—Kennedy, por favor, ven adelante. —Kennedy rápidamente se movió
a su lado—. Tú y yo haremos una versión diferente de un hechizo revelador.
—Está bien. —Un brillo emocionado se reflejó en sus ojos. Reconocí
esa mirada. Era la misma expresión que tenía después de finalmente
descubrir mis poderes. Empiezas a desear la magia.
Los dedos elegantes de Lars alcanzaron a Kennedy. Ella vaciló, pero
tomó la ofrenda.
—Enfócate en cada palabra y repite cada una de ellas con exactitud. Me
refiero a exactitud. ¿Lo entiendes?
Kennedy asintió, parada derecha.
—Está bien, comencemos.
El latín se arremolinó en su boca, cada sílaba clara pero desconocida
para mí. Kennedy recitó cada frase con precisión. Una cálida sensación
flotó desde ellos, creando una luz. Giró y se curvó a través del aire
apuntando hacia cada uno de los túneles. Voló en círculos y finalmente
aterrizó en la abertura de la que se desvió bruscamente hacia la derecha.
—Eso es. Lo conseguimos. —Aplaudí.
—Buen trabajo, Srta. Johnson. Excelente pronunciación. —Lars asintió
con la cabeza hacia Kennedy, que estaba sonriendo de oreja a oreja.
Le di un pulgar hacia arriba, y ella sonrió más.
La luz desapareció en el momento en que Kennedy y Lars rompieron el
contacto, pero no importó. Sabíamos qué túnel usar.
Nuestro grupo disminuido avanzó por el largo y sinuoso pasadizo.
Odiaba seguir adelante sin los demás, actuando como si no se hubieran
perdido en un agujero negro. Era más fácil saber que todos eran Fae y que
estarían bien. Quién sabe, quizás ya habían flotado a la ciudad y yacían
junto al río con una bebida en la mano, comiendo pesto para el almuerzo.
Maldita sea... Eli debería haberme dejado caer.
Mi entusiasmo por estar en la ruta correcta disminuyó cuanto más
caminamos. El túnel parecía interminable, llevándonos constantemente
hacia abajo, más profundamente en la corteza terrestre. Las paredes de
tierra me envolvieron, sentándose sobre mis hombros, aplastando mis
pulmones. Eli se convirtió en mi ancla. Su mano en la mía y la solidez y
calidez de él me salvó de perder la cabeza. Lars tuvo que adormecer mi
dolor una vez más para poder estar bien. Con el hierro, sanaba con más
lentitud.
Después de lo que parecieron horas, el pasaje se niveló y expandió. Esta
cámara era del tamaño del área familiar de los Moradores Oscuros. No
pequeña, pero definitivamente no del tamaño de la enorme sala de estar de
Lars.
—Siento algo. —Kennedy se detuvo, cerrando los ojos.
—¿Qué? —Lars se movió hacia ella.
—No puedo explicarlo. No es nada que haya experimentado antes, pero
al mismo tiempo, es algo muy familiar. —Ella negó con la cabeza, sus
párpados aún apretados. Comenzó a caminar y se detuvo a unos pocos pies
de distancia de la pared.
Josh enfocó su luz hacia Kennedy y se quedó boquiabierto.
—¡Miren! —Señaló, subiendo y bajando sobre las puntas de sus pies.
Sobre el hombro de Kennedy vi una forma pequeña e infinita grabada
en la superficie. Lo dejarías pasar si no lo estuvieras buscando. Mis botas
me llevaron a la pared. Mis dedos trazaron el símbolo, y pude sentir el
contorno de una cabeza de dragón en el medio de la talla. El tiempo le había
quitado cualquier detalle verdadero.
Lo encontramos.
La emoción me picó los ojos. Hubo una parte de mí que pensó que esto
nunca sucedería. Pero lo hicimos. La euforia levantó mi alma como un
globo. Mi emoción estaba manchada por la idea de que los otros no estaban
con nosotros. Todos habíamos trabajado tanto para llegar hasta aquí.
Deberían haber estado aquí para experimentar esta victoria.
Lars se colocó a mi lado.
—Tu destino está a punto de ser sellado. Espero que estés lista.
Aspiré en un aliento desigual.
—Yo también.
Josh indicó violentamente.
—Vengan. Comencemos a cavar.
Los párpados de Lars se estrecharon en Josh. No le decías al Rey
Unseelie qué hacer. Nunca. Especialmente si eras humano.
—No podremos cavar hasta que Kennedy nos muestre el lugar exacto y
rompa la maldición Druida. Los Druidas se habrán asegurado de que esté
completamente protegido —respondió Lars. Sus palabras fueron agudas y
nítidas. Lars le hizo un gesto a Kennedy para que se acercara—. Te hice
trabajar en este hechizo toda la semana, pero fue en la práctica. Esta vez
reaccionará. Los encantamientos están vivos, y este tratará de luchar contra
ti al principio. ¿Estás lista?
Kennedy apretó los labios y asintió con la cabeza mientras daba varios
pasos antes de aterrizar en un lugar.
—Está aquí. —La punta de sus botas se hundió en la tierra—. Todos
retrocedan, por favor.
Todos le dimos espacio.
Ella abrió los brazos y comenzó a cantar. Las palabras no significaron
nada para mí, pero pude sentir su poder. La energía y la presión se
acumulaban en la habitación cuanto más firme hablaba. Perlas de sudor
salpicaban su cabello y su rostro se crispó. La pesadez en la cámara se
volvió casi intolerable.
Sus palabras se volvieron más forzadas y escasas, y gimió de dolor
cuando sus piernas comenzaron a tambalearse debajo de ella. Sentí algo
nuevo mientras la miraba: asombro por su poder. Pero ver a mi amiga sufrir
también me tenía inquieta y nerviosa.
—No te detengas —le gritó Lars—. Debes seguir adelante.
A pesar de que ella era la única que hacía ruido, era ensordecedora la
cueva. A través de sus cánticos, Kennedy gimió de dolor y cayó de rodillas.
Sus dientes apretados, lágrimas y sudor cayeron por su cara mientras
gritaba las palabras. Entonces, como si se hubiera reventado un globo, la
presión de la habitación se dispersó. Kennedy se acurrucó sobre su costado,
respirando pesadamente.
Está hecho. Ella lo había roto.
Lars llegó a ella primero.
—Buen trabajo, Srta. Johnson. Eso fue extraordinariamente
impresionante. Tu clan estaría orgulloso. —Puso una mano sobre ella—.
Como eres en su mayoría humana, solamente puedo ayudarte un poco con
el dolor.
Una ola de magia la dominó y dejó escapar un suspiro de alivio. La
ayudé a sentarse.
—Pateaste culos, chica; Estoy tan orgullosa de ti. —Le di un fuerte
abrazo—. Y recuérdame nunca molestarte.
Ella rió débilmente y retrocedió.
—Sí, si Ryan pudiera verme ahora. Piensa que se sorprenderá un poco
cuando se entere de esto.
—Nuestra chica dulce ha tomado un cambio. —Me reí.
—Pueden conversar más tarde —intervino Lars—. Ahora mismo
tenemos que excavar.
Mientras cavamos, los Moradores Oscuros convirtieron sus manos en
palas con garras. Conveniente. Mi pequeña pala de mano estaba haciendo
muy poco. Fue agotador y frustrante.
Quince minutos más tarde, cavé mi pequeña pala en el agujero
profundo. Golpeó algo más duro que la suciedad y me dolió la mano por la
vibración de la pala de metal.
—Golpeamos algo —gritó Cooper, sus garras raspando la parte superior
del objeto sólido que golpeamos.
—Se siente como madera.
—Tal vez es una caja —habló Josh detrás de Cooper.
Continuamos limpiando y cavando hasta que el objeto se volvió distinto.
No era una caja, sino más bien una puerta pequeña, estrecha y tapiada.
Lars se acercó y puso su mano sobre ello.
—Siento magia al otro lado de esto, pero está siendo bloqueada.
Cooper agarró el hacha de la mochila de Cole.
—Retrocedan, muchachos. —Parecía mareado sosteniendo el arma
afilada. Todos reaccionamos rápidamente mientras se balanceaba. Le tomó
un par de golpes antes de que la madera se astillara.
—Detente. —Cole extendió su mano, evitando que Cooper diera otro
golpe.
Cole se sentó y se deslizó más cerca de la tabla.
—Cooper, Eli, tomen mis brazos.
Ambos rodearon a Cole, sosteniéndolo mientras pisoteaba la astillada
madera. Después de su tercer salto en la puerta, hubo un fuerte crujido. La
madera cedió, dejando sus piernas agitándose en el aire. La luz llenó la
caverna, que emanaba del agujero como un géiser.
—Mierda. —Cooper consiguió un mejor control sobre él—. Lo bueno
es que te teníamos a ti. Parece una larga caída.
Miré dentro del agujero. La cálida luz me impidió ver el verdadero
fondo, pero definitivamente estaba muy abajo.
—Creo que lo encontramos. —Josh sonrió con emoción—. Wuuu-juuu.
—Cruzó la cueva. Su entusiasmo era tan contagioso que me hizo reír. La
cueva estalló en vítores y emoción. Era mejor que golpear el oro.
Encontramos nuestro tesoro supremo.
—Ciertamente lo hemos hecho. —Lars era frío y sereno, pero sus ojos
estaban cubiertos de auto satisfacción. Lars estaba parado a mi lado cuando
agregó—: Ember, creo que eres la única que puede recuperarlo. Ya que eres
la profetizada, solamente tú puedes sacarlo de su lugar.
Me mordí el labio, mirando hacia abajo en el agujero brillante. Pudimos
ver algo que podría ser una brillante espada en el fondo del pozo.
—Bueno.
—Espera.
Eli sacó un arnés de su mochila y me hizo entrar en el, apretando las
correas. Se desabrochó la soga de su mochila y se inclinó para sujetar el
gancho de metal al frente de la mía. Sus dedos rozaron la piel de mi
estómago.
—Esto se siente familiar. —Le guiñé un ojo—. ¿Quién hubiera pensado
en Silverwood que el curso de cuerdas sería útil más tarde?
Su toque todavía me quemaba la piel con la habilidad de enviar mi pulso
acelerado al cielo.
—Sigo pensando que ponernos en la misma habitación debería venir
con una etiqueta de advertencia.
Una sonrisa malvada curvó su boca.
—Deberíamos venir con varias etiquetas de advertencia. —Alguien se
aclaró la garganta, rompiendo la mirada de calor que Eli y yo estábamos
intercambiando.
Me alejé de él.
—Está bien, Em, Cooper y yo te vamos a bajar lentamente. Avisanos
cuando estés en el fondo. —Asentí y me hundí en el agujero,
sosteniéndome en la pared antes de que Cooper y Cole tomaran mi peso.
—¿Estás lista? —preguntó Cole.
—Sí, hagamos esto.
—Mierda. ¿Qué pasa si sucede algo cuando ella lo toque? ¿Qué pasa si
no es la elegida y sale herida? —divagó Mamá, su mirada y sus preguntas
apuntaban a Lars.
Lars agitó sus brazos hacia mí.
—Lily, sabes que ella es la elegida. Deja de luchar contra la verdadera
herencia y el destino de Ember. Déjala ser lo que debe ser.
El dolor y la tristeza se reflejaron en las facciones de mi madre, pero
ella asintió.
En secreto, también estaba nerviosa de tocarlo. Ahora el miedo se
extendió aún más en mi estómago.
Vamos, Em, no retrocedas.
Me solté de la pared, y mi cuerpo cayó unos metros antes de que la
cuerda y la bodega de los chicos se unieran. La sacudida lastimó mis
articulaciones a lo largo de mi columna. Mientras me bajaban
constantemente al suelo, el brillo creció a un nivel cegador. Ni siquiera vi
cuando mis pies chocaron la tierra.
—Está bien, he llegado al final —grité.
Dejaron caer unos cuantos pies más de cuerda, así que tuve libertad para
moverme. Me aseguré de tener equilibrio antes de girar y tomarlo por
completo.
Estaba en un montículo elevado de tierra. La hoja tenía grabada
símbolos y decoraciones celtas. Los tallados se arremolinaban, se
entrelazaban y se infundían en un hermoso diseño. Tan cerca como estaba,
me di cuenta de que el brillo alrededor de la espada había comenzado a latir.
Cuando di un paso hacia ella, la vibración se elevó. La luz era cálida y
acogedora, y me llamaba. Con cada paso que daba, más reaccionaba a mí.
No se podía negar que me conocía; quería que lo sostuviera. El poder de eso
me puso de rodillas. Me arrodillé frente a él como ante un altar. No era
religiosa, pero el antiguo poder que esta espada contenía me afectó como
nunca. Cargado de vida y recuerdos. Podía sentirlo rebosante de la
existencia que había vivido.
Lo toqué. Mis dedos golpearon el exterior de una burbuja de luz. Mi
cuerpo bebió la magia, encendiendo mi interior con poder. Ya no estaba al
tanto de nada más que la luz que se apoderaba de mi cuerpo. Llenaba cada
esquina, alejando mis pensamientos y emociones. Sin saber más sobre el
espacio o el tiempo, escuché una voz en mi cabeza:
Si tienes esta espada, Ember, significa que lo peor ha salido a la luz.
Eres tú quien necesita terminar su reinado. Es hora de terminar con la
oscuridad en la que hemos morado por demasiado tiempo.
Abruptamente, estaba de vuelta dentro de mi cuerpo, en un agujero en el
suelo. Mis párpados se separaron, y parpadeé varias veces. Era
completamente negro. El resplandor alrededor de la espada había
desaparecido. Me quedé atónita por varios latidos y escuché la voz
repitiendo. Fue un sonido tan reconfortante. Quería disfrutarlo, aunque ya
no podía recordar si era hombre o mujer.
Gritos desde arriba entraron en mi conciencia.
—¿Ember? —La voz de mamá gritó más fuerte. Otras llamadas se
enredaron alrededor de ella—. ¿Estás bien? ¡Respóndeme!
Los puntos de luz intentaron brillar sobre mí, pero las linternas no
podían alcanzar la profundidad de la cueva.
—Sí. Sí, estoy bien —grité, cambiando mi faro de dirección y
apuntando la luz hacia la espada.
Era hermoso, pero el metal ya no me llamaba. No fue la espada la que
me atrajo cerca; había sido el encantamiento lo que lo hechizó. Todavía
podía percibir su poder desalentador, pero ya no me importaba si lo tenía o
lo poseía. Era neutral para mí.
Mis dedos se envolvieron alrededor del mango, soportando el peso
mientras lo levantaba. La cosa era pesada. Mi mano se deslizó por el metal,
acariciando los caracteres grabados. No era hierro o cualquier otro metal
que sentí antes. Era algo que no pertenecía a la Tierra.
—Em, ¿qué está pasando? —gritó Cole.
A regañadientes, me levanté y agarré la espada con fuerza contra mi
cuerpo. Había llegado a aceptar la profecía y qué papel desempeñaba en
ella. Me sentí posesiva. Era mi destino, y lo iba a cumplir.
—Esta bien, lo tengo. Estoy lista para regresar.
Poco a poco me llevaron a la cima. Los brazos me agarraron cuando me
acercaba a la superficie. Eli agarró el peso de mis manos, aligerando la
carga de Cole y Cooper. Me levantaron y pusieron mis pies sobre el suelo.
—Déjame verlo —exigió Lars a Eli.
Eli lo sostuvo en sus palmas mientras todos rápidamente rodeaban la
espada, comiéndosela con los ojos.
Kennedy se acercó.
—Vaya, puedo sentirla. Está viva.
Muchas cosas en el Otro Mundo tendían a estar vivas, como libros y
armas. Tenían historia y la vida que habían experimentado. Si eras tranquilo
y paciente, podían contarte su historia. Su dedo se estiró para tocarlo. En el
momento en que lo hizo, ella golpeó el suelo...
—¡Ken! —Me zambullí detrás de ella. Ella parpadeó y negó con la
cabeza—. ¿Estás bien? —La ayudé a sentarse.
—Sí. No sé lo que pasó. Sentí que trató de hablar conmigo. Fue
demasiado.
Mi atención volvió a la espada en la mano de Eli.
—Eli, ¿sientes algo?
Sacudió la cabeza.
—No.
Fruncí el ceño. Yo era la profetizada, la que debería tener la conexión
con eso. ¿Por qué no intentó comunicarse conmigo?
Todos se turnaron para colocar sus manos sobre la hoja. Nada.
—Kennedy, si nuestra teoría es correcta acerca de quién eres, el druida
que le echó la maldición es de tu línea familiar —dijo Cole—. Por eso está
interactuando contigo y con nadie más. —Ninguno de nosotros podría
refutar su razonamiento.
Lars se volvió hacia Eli:
—Déjame tenerla. La llevaré.
Me encogí. Sabía cuál sería la reacción a esto. Las protestas
bombardearon la declaración de Lars.
—¿Crees que seríamos lo suficientemente estúpidos como para dejarte
tenerla?
—No lo creo.
—No hay forma en el infierno de que la sostengas.
—Todos, cierren la boca —grité, silenciando las voces de combate—.
Es mi carga, y la llevaré. —Mi proclamación no estaba lista para la
realidad. Le quité la espada a Eli de la mano y terminé en la tierra.
Maldita sea. Eso es vergonzoso.
—No sé ustedes, chicos, pero me siento mejor acerca de esto. —Eli
sonaba demasiado divertido para su propio bien—. Me alegra que estés
manejando esto, Brycin.
—Cállate —murmuré en el suelo. Vino a mi lado, ayudándome a darme
la vuelta.
Si alguna vez quieres volver a verme desnuda, cerrarás esos labios
ahora mismo. Lo fulminé con la mirada.
Él sonrió e hizo un gesto sellando su boca, el destello en sus ojos
brillaba con humor.
—Realmente te odio —murmuré mientras él me levantaba.
Eché un vistazo a la espada. La mayoría de mí quería patearla, pero con
mi suerte me rompería los dedos del pie en el proceso.
—Estará bien. No estaba lista para lo pesada que es.
—¿Qué tal si la llevo en la espalda? —Eli levantó su mano parando los
próximos rechazos a esta idea—. Solamente lo llevaré hasta que salgamos
de aquí. Entonces Brycin lo tomará. Créanme, no tengo ningún deseo de
obtener esta espada. Además, si hiciera algo, Brycin me patearía el culo.
También realmente quiero verte desnuda otra vez. Sus ojos se
encontraron con los míos. Usando solamente la espada.
Me sonrojé y miré hacia otro lado. No importaba cuán familiar nos
volviésemos, todavía podía hacerme temblar. Cuando levanté la vista, noté
que Lars se alejaba del grupo. Su cuerpo rígido. Una mirada de urgencia
crispó sus facciones mientras miraba a su alrededor. Algo andaba mal.
—¿Qué? —Di un paso hacia él.
Todos los que estaban cerca de mí estaban distraídos con la espada,
ajenos a Lars. Sus ojos se volvieron tan brillantes que casi eran de neón. En
ese instante dio media vuelta y corrió hacia la salida de la caverna.
—Lars —llamé después de él.
¿A dónde iba? Mis pies comenzaron a seguirlo desde el corazón de la
cueva y hacia el túnel. La luz de mi linterna se sacudió en las paredes y el
piso de la cueva a medida que cogí velocidad.
—¡Lars! —grité desesperadamente.
¿Por qué nos dejó así? Él se había ido. Ni un sonido de pasos o rastros
había permanecido allí. Era tan sigiloso y escurridizo como los Moradores
Oscuros.
—Déjalo ir. —Mamá se acercó detrás de mí.
—¿Lo dejo ir? Pero él nos trajo aquí. ¿Por qué huiría? —Volví a
mirarla, su lámpara me cegaba. Me protegí los ojos.
—Desaparece por lo general cuando más lo necesitas o cuando necesita
salvar su propia piel. Él es un Demonio, Ember. Solo piensa en sí mismo.
Siempre lo ha hecho.
Sacudí mi cabeza contra sus palabras.
—No entiendo, sin embargo. Acabamos de obtener la espada. Esto es
exactamente lo que él quería. ¿Por qué desaparecería ahora?
—No sé el por qué de las acciones de Lars. Hay muchas razones por las
que te mantuve alejado de él, pero en este momento estoy más preocupada
de que te lastimes. No quiero que creas que él es más de lo que es. —Había
más de lo que no me estaba diciendo. Esto era sobre el pasado, no el
presente. Su conexión, como su relación con Eli, estaba envuelta en el
misterio. Un secreto que eventualmente aprendería, pero no en este
momento.
Abruptamente, sentí un cosquilleo en mi piel. Una advertencia. Algo
estaba por venir.
—¿Sientes eso? —Retrocedí unos pasos, agarrando el brazo de mamá.
—Sí. El olor es horrible. ¿Qué es? —Ella caminó hacia el grupo
conmigo.
Tomé una respiración profunda. Ella tenía razón. Un olor a cadáver
podrido y rancio flotaba hacia nosotros.
—No... no sé. —No pude ubicarlo, pero provocó un profundo miedo en
mis entrañas. Ambas empezamos a correr hacia el núcleo de la cueva.
Algo malo venía por nosotros. ¿Por eso Lars había huido? Sus poderes
habrían olido o sentido esto antes que el resto de nosotros. ¿Era tan malo
que sabía que debía salir antes de que nos alcanzara? Mi corazón quería
creer que no nos dejaría.
Incluso si no le importaba lo que me sucediera, a él le importaría la
espada. Simplemente no la dejaría, ¿verdad?
Mis pensamientos no tuvieron tiempo de enfocarse en él. No importaba.
Ya no estaba aquí para ayudar a combatir lo que venía.
Corrí de regreso a la cámara.
—Chicos, algo se acerca.
Todos se detuvieron y se volvieron para mirarme. Eli había asegurado la
espada en su espalda. A pesar de que no le había dicho que no a su plan, el
instinto me hizo desear quitárselo y protegerlo yo misma. Era mío. Mi
destino.
Antes de que alguien pudiera reaccionar, una voz entró en el túnel:
—¿Cuántos de ustedes se necesitan para atornillar una bombilla? —El
tono sonó suave y seguro—. Quiero decir que hay quince de ustedes,
contando dos pixies, para recuperar una sola espada, sin embargo, les tomó
varios días. ¿Qué dice eso sobre ustedes como inteligencia colectiva?
¡Mierda! Conocía esa voz demasiado bien.
Capítulo 24
Traducido por Manati5b & Vale
 

Lorcan estaba parado en la entrada de la cueva, la luz atrapando sus ojos


verdes. Su habitual chaqueta de cuero y jeans oscuros fueron remplazados
por sus pantalones camuflajeado verde oscuro y una camisa negra ajustada.
El hedor de la muerte había cubierto su olor, así fue capaz de acercarse a
nosotros sin ser detectado.
Su mano frotó su cabeza afeitada. Dax estaba parado a lado de él,
vestido de manera similar. El resto de ellos estaban en su forma Morador
Oscuro, y creaban una protección alrededor de ambos hombres. Supe de
inmediato cual era cual. Mi conexión con ellos me permitía sentir sus auras
y conocerlas incluso en su forma de bestia.
—Con tantos de ustedes, no fue difícil seguirlos. Bien podrían haberme
enviado una postal desde Grecia diciendo: “Ojalá estuvieras aquí”.
La forma de bestia de Samantha se acercó a mí. Mis ojos se estrecharon
en ella. Le gruñí a modo de advertencia.
—Tranquila ahí, Emmy —e mofó Lorcan. Odiaba la manera despectiva
en que decía mi nombre, y él lo sabía.
Todo era un juego. Un juego de poder.
Eli y Cole se acercaron a mí, y me inmovilizaron. Al ver esto, el labio
de Samantha se frunció en una mueca burlona.
—¿Por qué no le dices a tu pequeño gatito que retire sus garras? —dije.
Samantha gruñó, pero con una mirada de Lorcan, se detuvo.
—Oh, mira, ella está domesticada ahora. —Asentí con la cabeza hacia
el Morador Oscuro. Samantha gruñó y se adelantó.
—Samantha —gritó Lorcan. Ella continuó gruñendo, pero se hizo hacia
atrás—. No la haría antagonizar otra vez Ember. No la detendré la próxima
vez.
Graciosamente ninguno de nosotros le preguntamos cómo o porqué
estaba ahí. Por ahora habíamos aprendido que con Lorcan si había alguna
manera, él tenía la voluntad.
—Estás en inferioridad numérica Lorcan —dijo Cole.
—¿Inferioridad numérica? —Lorcan rio, cortando a Cole—, Vi a la
mitad de tu grupo saliendo del rio dos millas atrás. Creí que finalmente te
volviste prudente e intentaste deshacerte de la Luz, pero viendo a Owen,
Jared y Gabby escalando, me hizo reconsiderarlo.
El alivio me inundó. Estaban bien.
Un pequeño suspiro vino de Cole antes de volver a una expresión pétrea
hacia Lorcan.
—Todavía estás en inferioridad numérica aquí, y sé que eres mucho más
astuto como para venir a una pelea donde posiblemente no tengas
posibilidades de ganar. Así que porqué no llegas al motivo por el que estas
aquí.
—Oh, ésta definitivamente será una pelea que ganaré —respondió
Lorcan—. Pero tienes razón, déjame llegar al punto. Vine para una última
apelación para que cambies de opinión. Conseguiré lo que quiero de una
manera u otra. Esperaba que pudieras ver cuán mejor sería trabajar junto
contra Aneira. Tenemos a Ember, al Druida, y ahora la espada. Todo está en
nuestra esquina.
Por mucho que odiara admitirlo, había una pequeña parte de mí que
estaba de acuerdo con él. Todos nosotros juntos seríamos más fuertes, pero
nunca podría trabajar con él, o alinearme con Samantha o Lorcan. Ellos
habían matado a mi amigo, me habían secuestrado, y me habían
intercambiado con la Reina. Los mataría a los dos primero.
—Déjame adivinar. Quieres la espada para ti mismo. —Eli inclinó la
cabeza, acercándose más a mí.
—¿Qué puedo decir hermano? Sigo la tendencia. Quiero lo que todos
los demás desean. —Extendió sus brazos—. Ahora, dame lo que quiero.
Eli sonrió.
—No lo creo.
—No te estarás acercando a nada. —Cole se movió a lado de Eli con
Cooper y mi mamá siguiéndolos.
¿De verdad había pensado que estaríamos de acuerdo en trabajar con él?
Su narcisismo era increíble.
Lorcan suspiró, mirando al suelo.
—Pregunté cortésmente. Vine a ti, traté de hacer un trato, pero una vez
más has ignorado mi oferta. Ahora, haré lo que debí haber hecho desde un
principio. Tomar lo que quiero. Esto me enseña a intentar jugar bien.
Levantó la mano y chasqueó los dedos. Por un breve momento no pasó
nada, pero la expectación me mantuvo al borde. Abruptamente, el silencio
terminó cuando un agudo grito de guerra sonó detrás de él, y los cuerpos
inundaron el túnel de la cueva corriendo hacia nosotros.
Mis pulmones dejaron de tomar aire cuando me di cuenta de lo que
estaba mirando. El miedo tiró de cada nervio de mi cuerpo.
Vamos a morir.
Olas de ojos rojos de Strighoul se sumergían abriéndose, gimiendo, con
sus dientes como agujas desnudas listas para pelear. Ninguna tenía armas,
pero no las necesitaban. Eran sus propios medios de combate. Un escalofrió
me cortó los huesos al recordar a Vek dividiéndose en mi garganta la última
vez que crucé a un Strighoul. Solo su mirada sedienta de sangre me hizo
desear esconderme en la esquina. Cada una era una criatura alta y delgada
con piel blanca y pastosa. Venas y cicatrices alineaban sus cabelleras calvas
y desiguales. Aguas orejas puntiagudas sobresalían de sus cabezas. Vestidos
con ropa Goodwill de marginados, volaban hacia nosotros. Amplié mi paso,
sacando un arma de la funda de mi espalda.
Todos nuestros Moradores Oscuros, excepto Eli, cambiaron a sus
formas. Eli tenía la Espada de la Luz atada a su espalda, y si él cambiaba, se
arrancaría. No podíamos perderla ahora.
Sabía que mamá podía arreglárselas sola. Pero Kennedy estaba
completamente congelada por el miedo. Cooper saltó enfrente de ella,
bloqueando los Strighoul. Sus poderes eran muy nuevos e inseguros. El
miedo le impidió ayudar en la lucha. Ella podría hacer un hechizo
revelador, pero eso realmente no nos ayudaría ahora. Además de Kennedy,
Josh había sido el otro que me preocupaba. No se había entrenado con el
resto de nosotros, haciéndolo un objetivo fácil. Pero cuando lo miré,
sostenía la espada como un profesional. Chilló su propio grito de batalla
mientras se zambullía en el enjambre de Strighoul. Balanceándose, cortó la
cabeza de un Strighoul, partiéndola a la mitad como un melón.
¡Santa mierda! ¿Cuándo Josh aprendió a luchar así? Cuando habíamos
entrenado juntos, había sido bastante bueno, pero esto era diferente. Poseía
instintos que no pensé que tendría. Esto solo venia de duro entrenamiento, o
tal vez todas esas horas en sus videojuegos ayudaron.
Sin tener tiempo para pensar sobre ello, entré en mi propia postura de
batalla. Cuatro Strighoul corrieron hacia mí. Mi espada encontró al primero
en el estómago. Lo saqué, girando en un círculo completo, dando impulso a
la espada para cortar al siguiente por la mitad. Sangre y materia salpicaron
mi cara y mi cuerpo. Giré de nuevo, cavando en otro Strighoul. En la
pequeña cueva, nadie se atrevió a sacar un arma ya que las balas podrían
rebotar.
Los Moradores Oscuros de Lorcan no se unieron a la lucha contra
nosotros. Mientras mi arma se hundía dentro de otra criatura que gritaba,
me di cuenta de que Lorcan se acercaba a Kennedy. Cooper estaba muy
ocupado luchando contra los Strighoul para notar su infracción.
Pensé que Lorcan iría por el último premio, la espada. No lo hizo. En
lugar de ir por Eli, quien tenía la espada, Lorcan se dirigía hacia la Druida.
Entonces me dí cuenta: Todo era un montaje. Lorcan estaba usando a los
Strighoul para distraernos de lo que de verdad quería.
Kennedy.
Cooper debió haber sentido finalmente la evasión porque se acercó más
a Kennedy. Apoyándola contra la pared, protegió su cuerpo con el suyo.
Yo también necesitaba proteger a Kennedy. No dejaría que se la
llevaran. Pude sentir mi cuerpo fatigarse mientras trataba de luchar contra el
hierro que me rodeaba, así como los Strighoul, pero ellos seguían llegando.
Solo conseguía un paso adelante cuando más llegaban empujándome dos
pasos atrás.
Por el rabillo del ojo, noté que los Strighoul comenzaban a dirigirse
hacia Cooper. Mientras Cooper estaba ocupado luchando con ellos, Lorcan
se deslizó hacia arriba y agarró a Kennedy. Ella luchó contra Lorcan, pero
él fácilmente la arrastró hacia la apertura.
—¡Kennedy! —grité a través de la cueva.
Me precipité hacia ellos, empujando a través de los cuerpos que
peleaban a mí alrededor. No pude oír nada, pero vi la boca de Kennedy
abrirse, brazos extendidos hacia mí. Dax sacó un arma. Mi estómago se
hundió. Oh por favor, no la lastimes. Su pistola barrió la parte posterior de
la cabeza y su cuerpo se inclinó sobre los brazos de Lorcan. Se volvió hacia
Dax, y pude ver gritándole algo. Los ojos de Lorcan enrojecieron. Dax se
encogió de hombros cuando Lorcan levantó a Kennedy, lanzándola sobre su
hombro.
—Eli —gemí buscándolo por los alrededores. Él estaba en medio de una
pelea contra dos Strighoul. Sin embargo, hizo contacto con mis ojos—.
¡Lorcan! —señalé.
Eli arrojó a uno de los Strighoul y miró hacia donde señalaba. Cuando
seguí su mirada, el lugar estaba vacio. Todo el equipo de Lorcan se había
marchado. Como la noche, ellos se podían escabullir dentro y fuera casi sin
ser detectados.
¡Noooo! No tuve tiempo de reaccionar mientras otros tres Strighoul
fueron hacia mí.
—Ella es mía chicos —gritó una voz nasal y manos sujetaron mis
brazos. Reconocí la voz, Drauk.
El Strighoul que venía hacia mí se detuvo, escuchando a su líder.
Distraída por la captura de Kennedy, había permitido que mi enemigo se
escabullera detrás de mí. Alki estaría avergonzado. La primera lección que
había aprendido: nunca bajes la guardia.
—Brycin. —La voz de Eli llenó mis oídos. Mi mirada se levantó,
encontrando la suya.
Lo siento mucho. Destrozó a varios Strighoul tratando de alcanzarme.
—No daría otro paso Elighan. —La mano de Drauk se apretó alrededor
de mi garganta.
Giré y vi su boca abierta, dejando al descubierto cientos de dientes
puntiagudos. Eli se detuvo. La lucha dentro de la cueva continuó, pero
nosotros tres estábamos en nuestra pequeña burbuja.
—Vek te dio un dulce golpe la última vez. Creo que es justo que tenga
lo mismo. —Drauk me agarró más cerca de su cuerpo, sus labios se
acercaron al área vulnerable donde se unían el hombro y el cuello. Su
aliento estaba húmedo en mi piel desnuda.
—No la toques. —Eli desenvainó la espada de su espalda y la balanceó
sobre su cabeza. Eli podría alcanzar a Drauk, pero no antes de que sus
dientes se hundieran en mí primero. Vaciló, agarrando su espada con más
fuerza.
—Dragen, conoces el mundo Fae Oscuro. Todo es justo. Y creo que es
justo que la pruebe.
Sin ninguna duda, Drauk mordió, desgarrando mi carne. Un grito vibró
en las paredes de la cueva. El dolor debilitó mis piernas, haciéndolas
inútiles. El sonido de metal golpeando el suelo de piedra resonó en mis
oídos. Los puntos salpicaron mi visión cuando un Morador Oscuro
completamente cambiado se lanzó sobre mi cabeza. Sus garras de hoz se
enterraron profundamente en el pecho de Drauk. Ambos chocaron con el
suelo, golpeándome a mi espalda. Mi linterna salió volando y rodó hacia la
esquina oscura de la caverna. Me quedé mareada y desorientada con los
sonidos de la lucha muy alejados y como un sueño. El fuerte olor me
impedía dejarme caer. Apestaba a sangre y hierro. Muerte y miedo.
Un rugido vino de Eli cuando Drauk mordió su costado. Eli le cortó la
cara a Drauk con sus garras. Pedazos de piel y tejido se quedaron en las
uñas de Eli. Un grito desgarrador salió de los labios de Drauk. Resopló, y
mi sangre y piel gotearon de su labio. Una profunda risa salió de su
garganta.
—Sigue intentándolo, Dragen, pero puedo sentir la carne de la Dae
digiriéndose en mi sistema. Incluso un poco de sus poderes hará que sea
fácil para mí derrotarte. —Drauk se arrojó hacia Eli.
Mientras continuaban peleando, traté de no vomitar. La magia Lars se
estaba desvaneciendo, y el dolor pulsaba a través de mí. Los músculos y las
venas que Drauk había roto latían con agonía. El deseo de cerrar mis ojos y
caer dormida era demasiado. Pero mi familia estaba luchando, tal vez
muriendo por mí. No podía decepcionarlos. Si iba a morir aquí, seria
después de tener segura la espada.
Ember, levántate. No mueras ahora. Has llegado demasiado lejos.
Mentalmente me empujaba para sentarme. Acido cubrió mi lengua y el
vómito se elevó hasta la parte posterior de mi garganta.
La espada yacía a mis pies. Todos a mi alrededor estaban demasiado
ocupados luchando para ver que la cosa más poderosa en el mundo estaba
allí para tomarla. Con mi brazo bueno, tiré del otro mientras la sangre
brotaba de mi hombro.
Un grito estrangulado vino de Drauk. Se apartó de Eli, inclinándose de
dolor.
—¿Qué está sucediendo? —Se agarró su estómago y cayó en el suelo.
Eli gruñó, pero dio un paso atrás. Incluso en la forma de Morador
Oscuro, el rostro de Eli mostraba confusión. Lo que sea que le estaba
pasando a Drauk no era algo que Eli hubiera hecho.
Inmediatamente lo entendí. Fui yo. Cuando Drauk me mordió, había
absorbido una pequeña cantidad de mis poderes. Pero mis poderes venían
con un precio, algo que él no había pensado. Levantándome, tomé la espada
con mi mano izquierda y me arrastré hacia él.
—Esto es lo que obtienes por morder a una Fay en una cueva de hierro.
—Le hice una mueca de desprecio—. Envenenamiento por Hierro.
Él me miró, con verdadero miedo revoloteando en su expresión. Como
cualquier Fay ante su primer contacto con este metal, era debilitante. No te
podías mover, lo que te hacia vulnerable.
Luchando a través del dolor, tomé el mando de la espada con ambas
manos, balanceándola hacia arriba. Hice un grito estrangulado y dejé caer la
espada con todo lo que tenía. La cuchilla le atravesó el cuello como un
pepino. Su cabeza saltó y rodó por la habitación. Flujo espinal y sangre
detrás.
La adrenalina me bombeó y me dejo aturdida. Me quedé aturdida.
¡Santa mierda! ¿Acabo de cortarle la cabeza a alguien?
Ni siquiera había terminado de pensar cuando hubo un horrible grito
desde el otro lado de la caverna. Me giré para ver a mas Strighoul entrando.
Todos los Moradores Oscuros estaban en su forma de bestia, desgarrando y
rebanando Strighoul. Lars se había ido. Kennedy también. Solo había unos
cuantos de nosotros luchando contra la infiltración masiva de Strighoul.
Pánico menguó en mi estómago cuando no vi a mi mamá por ningún lado.
Estaba trabajando completamente por adrenalina, y necesitaba usarla
hasta que colapsara. No podía perder mucha más sangre. La cabeza de Eli
empujó mi pierna, trayéndome de regreso a él y casi haciéndome perder el
equilibrio. Miré hacia abajo a los llameantes ojos rojos que le pertenecían.
Corre, Brycin. Sal de aquí con la espada. Sus ojos se fijaron con los
míos.
No quiero dejarte... a ninguno de ustedes. Hay muchos Strighoul. La
angustia pura de perder a cualquiera de mi familia atornilló mis pies al
suelo de piedra.
Necesito... necesitamos... tú y la espada a salvo. No dejes que todo esto
sea para nada. Podemos cuidarnos a nosotros mismos.
Me balanceé sobre las plantas de mis pies, vacilando.
¡Brycin, corre!
¿Correr? Fue más difícil de lo que pensé. Tropecé durante los primeros
pasos. El hierro me frenaba, al igual que la falta de sangre. Goteaba desde la
curva de mi hombro y se extendía a lo largo de mi brazo. Mi voluntad pura
de alejar la espada de los Strighoul me mantuvo en pie.
—Ven por aquí. —Josh me indicó que lo siguiera, con los ojos muy
abiertos y frenéticos. Vacilé antes de dirigirme hacia él. Enfocó su farol y
me dirigió hacia un pequeño agujero en el otro extremo de la cueva—. Ve.
—Asintió con la cabeza hacia la apertura.
Si no fuera por el hecho de que corríamos por nuestras vidas, me habría
reído.
Sí, Alice finalmente descenderá por el agujero del conejo.
Metiendo la espada bajo mi brazo, miré hacia atrás una vez más y vi el
pequeño espacio lleno de Strighoul. Los Moradores Oscuros saltaban por el
aire, cortando y mordiendo. Todo el movimiento me dejó mareada. Justo
cuando volví la cabeza, creí ver por el rabillo del ojo un pequeño animal
rojizo que saltaba sobre la cabeza de un Strighoul, arañando su rostro.
Parpadeé y desapareció en la multitud de cuerpos.
Estupendo. El delirio se está instalando y estoy empezando a ver cosas.
Manos se apretaron contra mi columna vertebral, volviendo mi atención
a atravesar el agujero. Solo había espacio suficiente para gatear. Fila india.
Iba unos quince pies antes de que se abriera a otra habitación.
Todos los sonidos de la batalla fueron bloqueados por las gruesas
paredes de la cueva. Me levanté, y Josh me atrapó cuando me tambaleé
hacia un lado.
—Realmente espero que aquí haya una salida. —Miré alrededor de la
habitación. La única luz provenía de su farol.
—Sí, yo también. —Me soltó y comenzó a caminar por el perímetro de
la nueva cámara.
—Estoy tan feliz de que estés bien. —Lo miré investigar. Tenía varios
cortes y estaba desarrollando hematomas en la piel. Aparte de esas heridas,
parecía estar bien—. ¿Cómo peleaste contra los Strighoul? Apenas pude
hacerlo yo. Impresionante.
Josh resopló.
—Con un padre como el mío, aprendes a luchar y sobrevivir.
Sabía que debería estar ayudándolo, pero hacía todo lo que podía para
mantenerme en pie. Me apoyé contra la pared, respirando pesadamente.
—Sí, pero los Strighoul son un enemigo bastante diferente.
Josh se dio la vuelta.
—¿Estás molesta porque sobreviví? ¿Que un chico humano pudo en
realidad defenderse de un Fae?
—No... eso no es... —Negué con la cabeza. No tenía energía para esto
—. Ignórame. Estoy perdida en este momento.
Tomó aliento.
—Sí, lo siento... yo también. Vamos. Creo que encontré una salida.
Me mordí el labio inferior con una ola de determinación. Di un paso.
Tienes que seguir adelante, Em. Por tu familia... por los que están
prisioneros. Esto ahora incluía a Kennedy. La venganza y la ira quemaron
lo suficiente en mis venas para mantenerme en movimiento. Josh iluminó el
camino, y me deslicé a través de una estrecha grieta y entré en un túnel
largo.
—Esto tiene que llevar afuera. —Josh apuntó su linterna por el pasillo y
se fue en una caminata rápida.
—Arriba o abajo, siempre y cuando nos saque de aquí.
No podía discutir. Seguir su ritmo tomó mucho de mí. Mientras la
sangre goteaba por un brazo, la espada se volvía pesada en el otro.
Sentí un tirón en mi brazo.
—Déjame llevarla por ti.
—¡No! —La respuesta salió rápidamente de mi boca. Protege la espada
a toda costa. No dejes que nadie más la toque.
Los ojos de Josh se achinaron.
—Estaba tratando de ayudar. Estás herida y nos ralentizas. Ahora
déjame llevarla por ti.
Di un paso atrás.
—No.
—Déjame tenerla. —Se abalanzó sobre ella.
Un gruñido salió de mi garganta cuando puse mi cuerpo frente a la
espada.
Josh se pellizcó el puente de la nariz y suspiró.
—Estás siendo estúpida. Déjame llevarla.
No me moví. Todo en mi núcleo me dijo que no soltara.
—Realmente no quería que sucediera de esta manera. Realmente no lo
hacía. —Josh negó con la cabeza. Desenvainó su daga, apuntando hacia mí
—. Déjame tener la espada.
¿Qué demonios?
—Josh... Josh, ¿qué estás haciendo?
Cargó hacia adelante, golpeándome contra la pared, su cuchillo contra
mi garganta. La lámpara en su cabeza me cegó. Solo podía ver el contorno
de su rostro.
—Lo que me enviaron a hacer. Llevarte a ti y a la espada a mi Reina.
—¿Tu reina? ¿De qué estás hablando? —balbuceé. El completo engaño
se clavó en mi espalda como el acero en mi garganta. Oh, Dios, no—. Ell-
Ella no es tu Reina, Josh. Eres humano.
Su expresión se oscureció.
—No lo entiendes. Nunca lo hiciste. Fingiste que te importaba y ser mi
amiga, pero no lo eres. Nunca lo has sido. En el fondo, realmente me
consideras un humilde humano. Estoy por debajo de ti. Todos me hicieron
sentir inferior toda mi vida. Nadie pensó en mí para nada de nada. Mi
propia familia me considera inútil. —Rocíos de ira salieron de su boca
mientras hablaba.
—Eso no es cierto. Eres mi amigo. Eres todo menos inútil.
—Cállate, Ember. No soy estúpido. ¿No crees que no podía sentir lo que
todos ustedes sentían por mí en el rancho? ¿Cómo fui una molestia? Y Eli y
los demás realmente querían que me fuera. Estaba por debajo de ellos.
Incluso en Silverwood, Eli me trató como si fuera un parásito.
—No lo tomes como algo personal. También me trató así en aquel
entonces —respondí.
—Pero eres especial. Eres algo. Yo sigo siendo un humano lamentable.
—¿Es eso lo que piensas? ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Para ser algo
más?
—La Reina vio algo en mí. Quiere que sea su Primer Caballero. Soy
algo digno para ella.
El nudo en mi garganta se movió hacia mi estómago. ¿Su Primer
Caballero? Sabía lo que esto significaba, lo que implicaba.
—Josh, no puedes. No tienes idea de lo que significa. Solo te está
usando.
Mala elección de palabras.
El borde de la daga voló hacia mi garganta. Se acercó más,
presionándola contra mi yugular.
—Realmente debes pensar que soy estúpido. Pobre idiota, crédulo Josh.
Cuando estuvimos en Silverwood, aprendí que tan dulce como Josh
parecía ser, tenía un temperamento.
Su padre había sido de la misma manera y había golpeado a Josh en
exceso al crecer. Josh solía odiar a su padre por eso. Ahora se estaba
convirtiendo en la misma persona.
—No eres tonto. —Intenté calmar la situación, pero todo lo que decía
parecía sólo enfurecerlo.
—¡Cállate! ¡Solo cállate! Lo gracioso es que yo fui quien te engañó.
Incluso cuando metí la pata y te demostré que podía manejar una espada,
todavía me creías impotente. ¿No crees que ella me entrenó? Todo el
tiempo que estuve contigo, estaba obteniendo información para ella. Qué
fácil la diste, nunca pensaste que yo era la única cosa a la que debías temer.
Esa perra lo hizo de nuevo. Tomó a alguien más que me importaba. Josh
era susceptible. Aneira no necesitó usar glamour. Solo necesitaba que
alguien le dijera que era especial. Cayó felizmente en su tela de araña. ¿Qué
mejor manera de llegar a mí mental y físicamente que usar a alguien en
quien confiaba y me importaba? Un espía en el nido.
Pinchazos de miedo envolvieron mi piel.
—Oh, Josh, ¿qué hiciste?
Presionó el cuchillo más profundo.
—Estoy ayudando a crear un mundo mejor.
Era casi como si su voz saliera de él. Había hecho un buen trabajo de
lavado de cerebro.
—Por favor, mira lo que está justo frente a ti. Está tratando de tomar el
control y rendir a los humanos la raza inferior. Destruirá la Tierra —
divagué, tratando de abrirme paso hacia él—. Te está usando y te matará tan
pronto como ya no seas útil. Por favor, Josh, no hagas esto.
Sacudió la cabeza.
—Créeme que no soy inútil para ella. Se preocupa por mí y quiere que
sea genial. Ella y yo somos un equipo y haremos las cosas bien otra vez.
Mis párpados se cerraron. Me tragué el enorme nudo en mi garganta. El
borde de la cuchilla perforó mi piel. Había conseguido poner sus ganchos
en él. Había envuelto a Josh en una manta poderosa y le había dado todo lo
que necesitaba, todo lo que anhelaba y le faltaba.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para Aneira?
—Después de que te fuiste del Otro Mundo, mi Reina gentilmente me
acogió. No vio a un niño perdido o desamparado. Vio un futuro guerrero y
me entrenó. Se nos ocurrió el plan de dejar ir a Torin, pero que piense que
se escapó. Para las apariencias, hizo que un guardia me golpeara y me
pusiera en la habitación con él. Fui yo quien plantó la idea en la cabeza de
Torin de cómo escapar. Aquí estaba este todopoderoso Primer Caballero, un
Hada, y se tragó mis sutiles consejos. Fue tan fácil. —Los ojos de Josh
brillaron con orgullo y aturdimiento. Disfrutaba saber que había engañado a
una Hada y que era más inteligente y mejor que ellos.
Josh estaba siendo exactamente lo que odiaba.
—Mi Reina y yo preparamos el “escape”. Sabíamos que Torin me
guiaría directamente hacia ti. Estaba tan contenta conmigo cuando supo que
ibas a buscar la espada, y yo conocía cada paso que ustedes tomaban.
Hiciste todo el trabajo. —La suficiencia vibraba en Josh.
El miedo debe haberse mostrado en mi rostro porque Josh sonrió.
—Así es, Ember. La Reina lo sabe todo y ha estado conmigo casi en
cada etapa del viaje. —Con su mano libre, se tocó la cabeza.
Por supuesto. Torin me dijo que la Reina tenía el poder de caminar entre
sueños y conectarse con los pensamientos de su Primer Caballero. Un
bloque sólido de hielo se deslizó por mi espalda.
¡Maldición!
—Así que tu trabajo era dejarnos encontrar la espada, luego separarnos
a ella y a mí del grupo. —Su engaño endureció mi corazón.
—Estrella de oro para ti. Vámonos. La Reina preferiría que
estuviéramos fuera de las paredes de la cueva. Es gracioso, para seres tan
fuertes y poderosos, un poco de hierro, y eres impotente. Supongo que los
humanos ganan en esta. —Agarró mi camisa con una mano y tiró de mí
hacia adelante.
Manteniendo la espada en mi garganta, apretó mi brazo bueno y tiró de
mí hacia adelante. No sabía por qué no había notado antes cuánto se había
rellenado. No era el niño escuálido y torpe que había conocido en
Silverwood. Había cambiado. Había estado tan atrapada en mi propia
mierda que pasé por alto lo que Josh realmente necesitaba. Alguien que lo
notara. Un amigo. Ahora era demasiado tarde.
Estaba más entrenada que él, pero el hierro y la pérdida de sangre me
hicieron tambalearme y tropezar con los guijarros más pequeños de la
cueva. Todo lo que necesitaba era llegar a la boca para alejarme del hierro y
dejar que la tierra me llenara con su poder sanador. Entonces mi fuerza
volvería. Esa sería mi oportunidad. La espada y yo teníamos que quedarnos
fuera de las manos de la Reina por todos los medios posibles.
El farol de Josh bajó por la cueva oscura, dándonos solo luz suficiente
para ver unos pocos pies adelante. Mis ojos seguían la luz, pero no la
necesitaba. El camino y el espacio se trazaron claramente en mi cabeza.
El pasadizo de repente terminó, dando lugar a lo que parecía ser una
caída oscura e interminable. El camino seguía en el otro lado de la fisura a
unos treinta metros de distancia. Un puente delgado de cuerda suspendido
en el medio. Tragué saliva y me detuve al acercarme al puente.
—Las damas primero. —La espada me golpeó la espalda.
—Ahora puedo decir que literalmente me has apuñalado por la espalda.
—Gracioso —respondió con otro empujón—. Dije ve.
Me empujó hacia la cuerda delgada y retorcida. Solo había un cordón
para caminar y otro para sostenerse. Respiré profundamente y me paré
sobre el cordel. Se tambaleó y balanceó, y mi único brazo se agarró con
todo lo que tenía. Cuando recuperé el equilibrio, deslicé mis pies y crucé el
puente. La cuerda crujió con protesta. Josh metió la espada en la parte
trasera de sus pantalones y salió detrás de mí.
—¡No, Josh, no lo hagas! —En el instante en que las palabras salieron
de mi boca, supe que ya era demasiado tarde. La cuerda se desenredó y se
rompió bajo nuestro peso combinado, lo que nos hizo caer en picada en el
oscuro abismo.
Capítulo 25
Traducido por Mais
 

Caer, sin tener idea de hacia dónde vas o lo lejos que está el suelo de ti,
es bizarro. Cuando puedes ver el suelo, sabes cuándo llegará el final.
Puedes anticiparlo. Pero esta era una repetición enfermiza de “¿Es ahora?
¿Ahora? ¿Y ahora?”. Todo lo que sabes es que tu muerte está al final, y la
encontrarás más rápido de lo que deseas.
Fue tan solo un segundo antes de que chapoteara cuando percibí qué
estaba debajo de nosotros. La rapidez y la fuerza con la que golpeé el agua
fueron como golpear un muro de ladrillo. Mi piel quemó con el impacto y el
agua me raspó con fuerza. Fue tan solo unos segundos después de
sumergirme cuando sentí un movimiento a mi lado, que tenía que ser Josh.
El agua fría se envolvió alrededor y me encerró en su agarre mortal. La
oscuridad penetró tan profundamente, que no parecía hacer una diferencia si
mis ojos estaban abiertos o cerrados.
¡Aire! Mis pulmones gritaban. Empecé a nadar, esperando estar en la
dirección correcta. Pateando y luchando, finalmente llegué a la orilla y
jadeé por aire. Parpadeé y limpié el agua de mis ojos. Un destello de luz a
lo lejos enviaba impresiones fantasmales a través de la cueva. La luz
significaba una salida.
Se removieron mis tripas al darme cuenta de que nada se movió a mi
lado.
—¿Josh? —No hubo respuesta. No puedo dejarlo morir. Sin importar lo
que haya hecho.
Tomando una respiración llena de pánico, traté de mapear el espacio a
mi alrededor. Detecté una masa flotando cerca de mí. A ciegas, me dirigí
hacia el objeto.
—Por favor, no estés muerto. —Mis manos sintieron la parte posterior
de su cabeza y rodé encima de él. La espada todavía estaba metida en lo
profundo de sus pantalones, haciendo un peso hacia abajo y jalándolo en lo
profundo del agua—. Mierda.
Me aferré a su ropa y lo apreté. Terror hizo que mi respiración se
detenga; el borde del lago bajo tierra estaba a una distancia razonable de
nosotros. No podía hacerle Reanimación Cardiopulmonar aquí. Lo coloqué
bajo mi brazo malo y caminé de lado hacia el borde del agua. Entre él, la
espada, mi brazo malo, y mi energía acabándose, era difícil mantener mi
propia cabeza sobre el agua.
Finalmente, mis pies rozaron contra algo sólido; pensé que ser capaz de
estar de pie en el suelo sería mejor, pero poner su peso en tierra seca todavía
era difícil. Una ola nos ayudó a empujarnos lo suficiente así pude recostarlo
sobre su espalda. El agua iba y venía, balanceando su cuerpo de adelante y
atrás.
Usando todos mis sentidos excepto la vista, incliné hacia atrás mi
cabeza y empecé la reanimación. Apreté su pecho y soplé repetidamente en
su boca.
—Vamos Josh —sollocé—. Respira. —Frustrada con la falta de
resultados de mis esfuerzos, lo golpeé con mi puño en su pecho con tanta
fuerza como pude reunir.
Josh escupió y empezó a toser. Pude escuchar agua saliendo su boca
mientras se giraba a su lado, escupiendo. Vomitó, pero al menos estaba
vivo. Me senté sobre mis talones, temblando.
—¿Me salvaste? —Su voz era ronca.
—Por supuesto.
No respondió, pero rodó contra su espalda con un gruñido.
—¿Mis ojos están jugando trucos conmigo mismo o veo una pequeña
luz aquí?
Me giré para ver el brillo.
—Hay una clase de abertura por allá. Es suficiente para dejar que el
agua salga. Esperemos que sea adecuado para nosotros.
Josh se empujó de pie, lo que empezó otro conjunto de tos. Con su
mano, me jaló a mis pies.
—Salgamos de aquí.
Asentí y giré hacia nuestra libertad. Ambos nos movimos lentamente,
cojeando con dolor. Me sorprendió que ninguno de los dos se hubiera roto
algo, aunque Josh se apretaba el pecho como si se hubiera roto unas cuantas
costillas. Si eso era todo, sería un milagro.
Eventualmente rodeamos una esquina, y el destello de luz se convirtió
en un hueco enorme, suficiente para nosotros para salir. Josh soltó un
suspiro de alivio.
Mientras subíamos sobre las rocas y nos movíamos más cerca de la
salida, Josh agarró mi codo.
—Em, espera. Sin importar qué… gracias por salvarme. —La expresión
en su rostro estaba arrugada, ya sea por dolor o culpa, no lo sabía. Se giró y
gateó sobre la roca, hacia la salida.
No tuve más opción que seguirlo.
 

El caluroso y deslumbrador sol me cegaba mientras ascendíamos de la


oscura y fría cueva. Inmediatamente, el calor me encapsuló. Mi fuerza se
estaba acabando rápidamente con la pérdida de sangre, y la temperatura
solo lo empeoró; la tierra llamaba a sanarme, pero todavía había mucho
hierro alrededor. Josh agarró mi brazo y me arrastró a través del umbral. El
hierro oprimido que había estado en la cueva se iluminó, pero todavía no
era suficiente. Mi poder solo golpeaba en las suelas de mis zapatos, no
atravesaba.
—Sigue caminando. —Josh me jaló hacia adelante. Supongo que
nuestra tregua se había terminado. La Espada de la Luz brillaba en la luz del
sol contra su espalda.
—En serio, salvé tu vida, ¿y todavía vas a entregarme a ella?
Los ojos de Josh se entrecerraron.
—Oh, ¿debería estar eternamente agradecido a todos los poderosos
Dae?
Sacudí mi cabeza. Hace tan solo un minuto era como el Josh que había
conocido. El chico se había ido, de nuevo.
Con cada paso lejos de la cueva, me sentí mejor. Llena de sangre,
tratando de sanar mi herida abierta, aunque todavía estaba demasiado
drenada para luchar contra Josh. Dormir y un completo día recostada en el
bosque ayudaría, lo que no era una opción. Mi cerebro estaba lleno de
telarañas; ni siquiera podía planear un escape.
Perdí el rastro de qué tan lejos o qué tanto caminamos. El calor
implacable nos chupó la energía antes de que siquiera empezara a secar
nuestra ropa y cabello.
Nos tambaleamos por la montaña y su agarre en mí se apretó. Cuando
llegamos a un área de árboles, la sombra se sintió como el cielo. El alivio
no duró mucho mientras una nueva sensación me golpeó inmediatamente.
Magia. Era tan gruesa y poderosa que mis pulmones se apretaron y me sentí
mareada y confusa.
Una docena de guardias de pronto aparecieron y se posicionaron
alrededor de Josh y yo. Aneira salió detrás de ellos. Era la cosa más
hermosa que había visto. Probablemente la Fay más extraordinaria que
jamás había vivido. Estaba elegante con cabello profundamente rojo que
caía al medio de su espalda. Tenía ojos violetas y piel alabastra. Te quitaba
el aliento. Despiadada.
Sacudí mi cabeza. Su glamour usualmente no funcionaba conmigo, pero
estaba débil y susceptible.
—Su Majestad. —Josh sacó la espada de su espalda, la recostó plana a
través de sus palmas y se arrodilló en frente de ella—. He hecho lo que
pidió. Le he traído la Espada de la Luz.
—Gracias Joshua. Una vez más, has probado que serás un gran Primer
Caballero. —Tocó su hombro suavemente—. Por favor, ponte de pie.
Josh lo hizo, sus manos todavía demostrando su regalo esperado, la cosa
precisa que había luchado por encontrar y esconder de ella. Todo lo que
trabajamos para lograr ahora se había ido. Era como si alguien me hubiese
dejado vacía por dentro y fuera, arrancando mi corazón. Mis piernas se
sacudieron debajo de mí mientras un sollozo se escapó de mis labios. Se
había ido. Todo se había ido.
Los dedos de Aneira se extendieron para tocar las marcas talladas en la
daga, pero se detuvieron. Su mano solo se colocó por encima de esta. Sus
ojos destellaron, y su rostro mostró tanto deseo como terror. Ella la había
querido por tanto tiempo, pero tal vez le temía más. Cuando Josh se acercó
a ella, ella retrocedió. Estaba aterrada de la daga. Y debería estarlo; era la
única cosa que podía matarla.
La miró codiciosamente antes de chasquear sus dedos. Los guardias
corrieron a su lado.
—Por favor, tres de ustedes escolten a mi notable Primer Caballero de
regreso al castillo y que esto esté apropiadamente sellado. —Su mirada
nunca dejó la espada. Josh no pareció notarlo y continuó mirándola en
anhelo. Sus palabras de adulación solo hicieron ponerse más recto, felicidad
brotando de sus rasgos.
—Me honra, mi Reina, con esta tarea. —Josh hizo una reverencia con
su cabeza. Cada palabra que dijo sonaba como si vinieron de sus video
juegos o alguna película. Estaba viviendo una fantasía y cegándose de la
verdad alrededor de él.
Aneira finalmente lo miró y le dio una adorable sonrisa.
—Confío completamente en usted, mi caballero.
—Ugh. Voy a vomitar al escuchar a esta mierda artificial. —No pude
evitar decir. Era tal mierda. ¿Cómo Josh no podía ver a través de ella?
Desafortunadamente, esto trajo la no bienvenida atención de Aneira hacia
mí, y me miró con odio.
—Joshua, por favor váyase. —Como un cachorro apasionado, caminó
hacia adelante tan rápido que tres guardias tuvieron que correr para
atraparlo. Como a trescientos pies de distancia, desapareció en lo que
parecía ser como el aire. Los humanos, a menos que fueran videntes, no
podían ver las puertas del Otro Mundo. Josh no dudó. Él sabía qué estaba
allí.
—Te ves sorprendida, Ember —se burló Aneira, acercándose a mí—. Te
preguntas cómo él sabía que la puerta estaba allí. Solo los humanos van al
Otro Mundo, los cambia. Sus mentes se abren y ven cosas que nunca se
permitieron imaginar antes. A los humanos les gusta ser ignorante de
nosotros. Les asustamos. —Su sonrisa se amplió—. Como deberían. Son
débiles y estúpidos.
—Dime, ¿cómo realmente te sientes? —Crucé mis brazos. Cada minuto
que la demoraba, mis poderes crecían con fuerza.
—Puedes ser Fae, pero realmente eres como ellos. De hecho, tú eres
peor… una Dae, que piensa como humana. ¿Qué esperaba? Lily te crió —
dijo con desprecio y se giró hacia sus guardias—. Espósenla.
Dos guardias agarraron mis brazos, colocándolos en frente de mí. Otro
se puso guantes mientras agarraba las esposas de hierro de su cinturón.
Estaba teniendo un momento de deja vú: otro país, en otra montaña con un
diferente guardia pero de cualquiera manera, era igual. Ese recuerdo trajo
memorias horribles. Miedo comió el revestimiento de mi estómago. No
podía permitirme perder más energía.
Me mordí con fuerza, apretando mis dientes mientras el guardia
colocaba las esposas en mí. Los brazos se envolvieron alrededor de mí y
mantuvo mis piernas de colapsar. Traté de tragar el gemido patético que
llegó por mi garganta pero no pude. Mis párpados cayeron, mi cuerpo
queriendo unirse a ellos. Dormir. Solo quiero dormir.
—Sé que has estado escondiendo algo de mí, Ember. ¡Qué vergüenza!
—Sacudió su cabeza como si yo fuera una niña asquerosa—. Pensar que tu
pequeña amiga Druida era una prisionera de mi castillo. Ella podría haberse
escapado, pero yo ya tengo a mis hombres rastreando Lorcan. Es solo
cuestión de tiempo antes de que ella sea mía de nuevo. ¿Tener tanto a una
Druida y a una Dae? —Se detuvo, sus ojos brillando con excitación—. Las
posibilidades son infinitas. Entonces, después que termine contigo, tendré el
placer más dulce de matarlas a las dos.
Desnudé mis dientes.
—Déjala a ella fuera de esto. —Extrañamente, de pronto estaba
agradecida de que Lorcan tuviera a Kennedy lejos de aquí.
—Creo que me conoces mejor que eso, mi querida niña. —La Reina se
rió codiciosamente. Ahora sabía sobre Kennedy, no descansaría hasta
capturarla.
—Sé que también estás al tanto de la conexión de tu familia a Lars. ¿Ves
ahora por qué disfruté usarte en contra de él? Utilizar a su sobrina para
destruir su reino pedazo a pedazo. Arrancarlo de su trono, destruyendo todo
lo que él y su hermano construyeron. Hubiese sido incluso mejor si hubiese
sido el anterior Rey Unseelie. No es que importe. Ambos son iguales para
mí y su sangre corre en tus venas. Lars estaba enamorado de tu madre
también. Fue su primer amor, pero su necesidad de poder lo empujó hacia
los brazos de Devlin. Sabiendo la desgracia de una madre, ella se acostó
con los dos. ¿Quién sabe? Lars podría ser tu padre. De cualquier manera,
esto ha sido muy entretenido para mí para usarte a ti contra lo que ellos
crearon.
La idea de Lars posiblemente siendo mi padre había cruzado mi mente,
pero rápidamente lo había alejado. Ahora estaba en mi rostro. Imágenes de
Lars y Lily juntos golpearon en mi cerebro. ¿Ella había estado con él una
vez antes de que se enamorara de su gemelo? Todo lo que había visto entre
ellos para argumentar. Incluso cuando había pensado por primera vez que
Lars era mi padre, la idea de ellos juntos se veía mal. El tiempo y el enojo
hacía cosas graciosas a la gente, pero todavía no parecía correcto pensar de
ellos como un objeto.
—Como Lars, hablas mucho. Hablas y diseñas planeas para dominarme,
pero cuando se trata de realmente luchar, te arrastras a mis pies. —Aneira se
veía emocionada mientras me revelaba esto—. Lars estuvo aquí más
temprano. Vino a detener a una gran mala Reina de tomar la espada debajo
de él. —Abrió sus brazos, haciendo un gesto alrededor—. Puedes ver lo
bien que eso salió para él. Se ha ido ahora.
—¿Ido? ¿Lo mataste?
La idea de mi tío muerto apretó mi pecho. No el Rey Unseelie o el
Demonio, sino mi tío. Apenas había aprendido la verdad sobre él siendo
familia cuando fue alejado de mí. Él había venido aquí por sí mismo para
detener a Aneira. Ese era el motivo por el que escapó de la cueva más
temprano. No porque estuviera dejándome sino porque quería detener a la
Reina de llegar a mí. Estaba avergonzada de mí misma que, como siempre,
pensaba lo peor de alguien. No había pensado en el Rey Unseelie como
alguien que escaparía de alguien, pero mi confianza en la gente era baja y
hacía difícil automáticamente pensar lo mejor de ellos.
—Pensó que podía vencerme. Qué tonto. Yo soy la Fae más poderosa.
Nadie puede derrotarme, especialmente ahora que tengo la única arma en
mi posesión que puede conquistarme.
El malestar en mi estómago dio vueltas. Entre las noticias sobre Lars y
Josh y los efectos del hierro, no iba a negar que era un desastre. Se volvió
demasiado. Ella había ganado.
Roto. Suficiente. Mi cabeza cayó hacia adelante y lágrimas cayeron por
mis mejillas.
—¿Qué quieres, Aneira?
—Quiero venganza —dijo esto en voz baja pero cada sílaba era una
resolución.
Me forcé a mirarla. Mi cuerpo estaba tratando fuerte de luchar la nueva
dosis de envenamiento de hierro. La tierra me estaba ayudando tanto como
podía, pero no era suficiente. Lados opuestos cedieron y tomaron al mismo
tiempo, arrancando trincheras en mis tripas.
—¿Contra quién? ¿Humanos? ¿Por tomar la Tierra de ti? ¿De todo eso
se trata?
Ella me observó cuidadosamente.
—No tienes idea de lo que es vivir en miedo de algo que debería darte
miedo. Nosotros estábamos aquí primero. Esta era nuestra casa —espetó y
luego tomó una respiración—. Pero tú eres parte de mi venganza. Nunca
deberías de haber existido. Quiero destruirte a ti y a todos los que amas…
lenta y dolorosamente… así como ellos me lo hicieron a mí.
Sus dedos apretaron mi mentón, apretando fuerte. Su furia estaba
enfocada en mí. Esta mujer realmente me odiaba con cada fibra de su ser.
Había otros Dae que habían existido. ¿Ella los había despreciado así?
—Usándote para destruir la cosa precisa que tu madre intentó tanto
alejar de mí, lo hace tan deliciosamente perfecto. —Con una hermosamente
maliciosa sonrisa, retrocedió un paso—. Vamos a casa Ember.
Los guardias solo habían tomado un paso hacia mí cuando mi sangre se
encendió, destrozando a través de mis venas. Mis pies se enterraron en el
suelo y detuvieron a nuestro grupo de seguir. No podía verlo pero sabía que
él estaba allí.
—No… —murmuré para mí misma, mirando alrededor. Incluso si la
idea de él estando cerca me consolaba, no lo quería aquí. Lo quería a salvo.
Un crujido sólido de grava anunció la llegada de Eli. Podía escabullirse
hacia alguien en mitad del día sin una idea de que estaba ahí. Él quería ser
escuchado.
Aneira se detuvo y se giró, mirando alrededor. Los guardias se pusieron
nerviosos, buscando la nueva amenaza.
—Espero que esté invitado a esta velada. —Eli apareció. Estaba
sangriento por todos lados; cortes y marcas de dientes por todo su cuerpo.
Pedazos de carne habían sido arrancados de su lado y hombro. Heridas de
batalla del Strighoul—. Las Hadas saben cómo hacer una fiesta. Por favor
dime que alguien invitó a las ninfas y a las hadas de agua. —Eli frotó sus
manos. Mantuvo su atención alejada de mí, a propósito no mirando hacia
mí.
¿Qué está haciendo?
—Elighan, ha pasado bastante tiempo. La última vez que te vi, sangre te
cubría también —replicó Aneira con disgusto—. ¿Qué te trae aquí? —La
Reina presionó sus labios y me miró, luego de vuelta a él—. Por favor dime
que no es por ella. —Frunció el ceño.
Eli estaba desnudo, lo que se hacía más aparente cada vez que se
acercaba. Supongo que debería estar halagada de que no se haya detenido a
cambiarse antes de venir tras de mí.
Aneira no era inmune a su desnudez tampoco. Su enojo chispeaba cada
vez que él se acercaba, cambiando en una mirada que reconocí. Era la
expresión que veía en la mayoría de mujeres que miraban a Eli. Sus ojos
destellaban con deseo. Me había acostumbrado a él estando desnudo pero
todavía no me gustaba verlo expuesto.
—Si hubiera sabido que serías tan sexy, y grande, te hubiese mantenido
como uno de mis mascotas —le dijo a Eli; su mano buscó su rostro. El
cuerpo de él se tensó bajo su toque.
—Realmente no soy bueno en entrenamientos —respondió Eli, viéndose
aburrido. Pero podía sentir la tensión rugiendo debajo de él.
Su mano cayó del rostro de Eli a su pecho.
—Vaya, has crecido. Puedo imaginar que serías una bestia real en la
cama.
Mis collares se elevaron, casi ahogándome con enojo y posesividad.
—Tendrás que preguntarle a ella sobre eso. —Eli asintió hacia mí. Sus
ojos finalmente encontrando los míos.
¿Qué estás haciendo? ¿Estás completamente loco?
Sí. Te lo dije Brycin, donde vas tú, voy yo.
Estás loco. Mis párpados parpadearon dos veces tratando de aguantar
las lágrimas.
Creo que eso ha quedado bien establecido. Su boca se quedó neutral,
pero sus ojos sostenían el destello de una sonrisa. No voy a dejarte ir allí
sola, de nuevo. Cole fue a encontrar al resto de nuestro grupo y ellos irán
tras de Kennedy. Vine por ti.
¿Mi madre?
La convencí que sería mejor que se vaya; puede ayudar más desde
fuera.
Solté un suspiro de alivio. No podía ser fan de la idea de mamá
regresando a la prisión de Aneira. No sabía lo que le había pasado a Lars,
pero había esta molestosa esperanza en mis tripas que decía: Él es el Rey
Unseelie. No puede morir tan fácilmente. Pero si no estaba muerto, ¿dónde
estaba?
—Prefiero verlo por mí misma —el comentario de Aneira me trajo de
vuelta al presente. Sus párpados bajaron hambrientos mientras tomaba su
pene. Ella continuó, escabrosamente mirándolo de arriba y abajo—. Tú
serás mucho más divertido que tu hermano. Más difícil de romper. Amo los
retos.
La implicación no fue del todo sutil y ella no era una de amenazas vacía.
Desde la “muerte” de mi madre sabía que era capaz de soportar un montón,
mucho más de lo que pensé que podía. Esta no era una de esas cosas. La
idea de ella teniendo a Eli —oh, diablos no—, las cosas irían mal. Me lancé
hacia adelante, el guardia detrás de mí me agarró, jalándome de vuelta a su
pecho. La Reina ni siquiera se estremeció; su atención estaba todavía en el
hombre delante de ella.
—Realmente no eres mi tipo. —Eli se encogió de hombros indiferente.
Hubo un breve destello de enojo en su rostro antes de que risa llenara el
aire como música.
—Yo soy el tipo de todos. Estaré agradecida de mostrártelo. —Sus ojos
brillaron con reto.
Como el pop de un globo, mi furia explotó. A través del hierro, mi
poder fue arrastrado desde la profundidad de mi alma. La idea de ella
tocando a Eli o usándolo como lo había hecho con Torin, dibujó una cortina
de rojo. No vi nada. Solo sentí.
Con una ráfaga de energía, Aneira fue arrancada de sus pies y lanzada
hacia atrás a través del aire. Un duro golpe sonó mientras aterrizaba en el
terreno rocoso y se deslizaba a través del suelo. El silencio que vino
después fue ensordecedor. Los soldados estaban en silencio de shock
mientras observaban a su Reina volar y caer plana en su espalda.
Mierda…
Eli obviamente sintió lo mismo. Su cabeza se fue hacia adelante,
jurando bajo su aliento, mientras sacudía su cabeza de atrás hacia adelante.
—Mi Reina. —Un guardia corrió hacia ella, despertando a los demás
soldados de su estupor. Un montón se agachó hacia ella.
Ella levantó la cabeza.
—Aléjense de mí. —Se puso de pie sin ayuda mientras rabia encendía
sus ojos y quemaba en mí—. Tú asquerosa mestiza… —Siguió con un
conjunto de palabras sucias, pero estaba en Gaélico así que solo entendí el
tono enojado.
Poder rugió de ella mientras caminaba hacia mí. El guardia detrás de mí
me apretó con más fuerza, manteniéndome en mi lugar. Su mano se lanzó
hacia arriba, colisionando con mi rostro. Un torrente de dolor golpeó mi
mejilla y me tambaleé a un lado. Puntos mancharon mi visión.
Un profundo rugido vino de la forma a mi lado.
—Tu novia aquí necesita aprender su lugar, así como tú. —Un pedazo
de mi cabello fue jalado hacia arriba. Fríos y ojos azules encontraron los
míos—. Si vuelves a hacer eso, Ember, te mataré. —Su voz era fría y
calmada. Estaba de vuelta en control.
Me enderecé. Un enojo febril todavía encajaba mis músculos.
—Y si tú lo vuelves a tocar de nuevo. Yo. Te. Mataré. A. Ti.
Otro dolor cegador rompió a través de mi rostro cuando me golpeó de
nuevo.
—Toco lo que quiero, tú insolente niña. Respetarás a tu Reina.
—Tú no eres mi Reina. —Nunca podía mantener mi boca cerrada. Me
volvió a golpear y esta vez saboreé sangre.
Eli rugió y se lanzó hacia ella. En ese momento la Reina sacó algo del
dobladillo de su vestido y deslizó su brazo hacia Eli. Un torrente de sangre
salió de su cuello. El cuerpo de Eli cayó al suelo.
Capítulo 26
Traducido por Mais
 

—¡Nooooo! —un grito tan gutural y primitivo explotó desde mi


garganta. Me lancé hacia adelante—. ¡Eli! —sollocé.
Horror cortó a través de mi corazón, rompiéndolo en mitad. Los
guardias inmediatamente atraparon mis brazos y me levantaron de pie, lejos
de Eli. Él trató de jadear por aire pero gorgoteó, atorándose con su propia
sangre. Pánico alcanzó lo profundo de mi alma. Todos mis sentidos eran
primitivos. Escupiendo con rabia, mordí las manos de secuestrador. Luché
contra ellos, rugiendo como una bestia. Me retorcí y estiré, y el mundo se
giró debajo de mí. No sabía cuál era el camino hacia arriba o hacia abajo.
Mi único instinto era llegar a él.
Llantos violentos siguieron viniendo de mí mientras observaba más
sangre hacerse una piscina debajo de él. Era casi como si tuviera doce años
de nuevo, y el cuerpo de mi madre estuviera recostado en una piscina de su
sangre. Lágrimas corrían por mi rostro, llenando mi boca mientras
continuaba sollozando en agonía.
La Reina giró mi rostro hacia el de ella.
—Silencio.
Mi mentón apuntaba hacia ella pero mis ojos no dejarían los de él. Él
tomó una respiración hueca. Un sollozo retumbó en mi pecho. Su cuello
estaba abierto y sus músculos, tejido y venas sobresalían desde el amplio
hueco. Burbujas de sangre salían de su boca y cuello mientras luchaba por
respirar. Mi nariz recogió el fuerte olor a sangre y la magia de la daga de la
Reina que había atravesado a través de su piel. Era una daga soldada en
Fae. Él moriría.
Uñas se enterraron en mi mentón mientras Aneira forzaba mi atención
de vuelta a ella.
—Puedes salvarlo, Ember. —Sus labios se retorcieron en una sonrisa
cruel—. Tus poderes Fay pueden sanarlo.
Me tomó unos pocos segundos antes que sus palabras sean registradas.
Podría sanarlo. Mis poderes de la tierra lo habían hecho antes cuando él
había sido disparado por un motín rival. Un destello de esperanza llenó mi
pecho.
—Por favor, déjame salvarlo —sollocé mientras luchaba para moverme
hacia él. El agarre del soldado en mí era de hierro.
—Déjanos hacer un trato. —Su voz se giró alrededor de mí como una
serpiente venenosa.
—Cualquier cosa. Haré lo que desees. Por favor déjame revivirlo. —La
idea de perderlo, de estar sin él, dejaba un vacío en mi corazón tan grande
que nada podía llenarlo. Apenas había vivido a través de la muerte de mi
madre. Estaba bastante segura de que no lograría atravesar esto.
—Es eso con lo que estaba contando. —Una sonrisa de satisfacción
retorció sus rasgos—. Esta profecía ha sido una espina en mi lado durante
años. Perdí cuenta de cuántos Dae eliminé. Pero tú eres una que se supone
que debe completarlo, ¿verdad? —No era realmente una pregunta—. No
quiero destruirte ahora mismo, Ember. Eres valiosa para mi plan, pero ya no
serás capaz de tocar la Espada de Nuada. Dolor intolerable vendrá a ti si
tratas de sacar la espada para tu propio uso contra mí. Y él morirá
automáticamente. —Su cabeza hizo un gesto hacia Eli. Su respiración se
había vuelto tan ligera que ya no podía ver su pecho moviéndose—. Como
intercambio a ello, te permitiré tratar de salvarlo. Será mejor que decidas
rápido, Ember. Él solo tiene unos pocos momentos de vida. Entonces estará
perdido para siempre.
Un nuevo fluido de pánico explotó a través de mi pecho. No había
cuestionamiento sobre lo que haría. Ella entendía eso. Incluso si significaba
que la oportunidad de matarla se iría para siempre, lo haría.
—¿Tenemos un trato?
—Sí. Sí. Lo haré. Lo que sea que tú quieras. —Lágrimas corrían por mi
rostro.
Una energía pesada se deslizó a través de mi piel. Picaba y me recordó
de cuando hice el trato con Lars, encerrándome en la transición. Romper el
trato de Lars había sido enloquecedoramente doloroso y él había ido fácil
conmigo por violar el contrato. Aneira no lo sería. El lazo que ella lanzaría
mataría a Eli en un parpadeo y ella lo disfrutaría. Este no era un contrato
que no podía y no rompería. Jamás.
Aneira sonrió complacida. Sus soldados todavía me sostenían.
—Déjenme ir —dije a través de mis lágrimas—. Por favor… estoy de
acuerdo con tu trato. —Luché por liberarme.
Aneira se detuvo y luego hizo un gesto a sus hombres para que me
liberaran. Cuando sus manos me dejaron ir, no me detuve y me lancé hacia
el cuerpo moribundo de Eli. Había perdido tanta sangre.
—Por favor, quédate vivo. No te atrevas a morirte.
Traté lo mejor que pude con mis muñecas atadas, para agarrar los lados
de su rostro, mis manos empapándose en su sangre. Llevé su boca a la mía.
La sangre que burbujeó manchaba sus labios. El sabor salado de mis
lágrimas mezclado con la sangre y el sabor áspero y masculino de Eli
cubrieron mis papilas gustativas. Todo en lo que podía enfocarme era en
enviarle cada onza de energía que tenía de vuelta a él.
Mis filtros estaban bajos y el pánico me evitaba procesar todo esto con
claridad. Llamé al poder de la tierra, y vino en abundancia. Jalé con fuerza
contra este, queriendo más. Me llenó de luz cálida. Plantas se arrastraron y
se deslizaron hacia mí, escuchando mi llanto.
Energía se dirigió de mí hacia Eli, pero su cuerpo yacía inerte. Sin
movimiento o respuesta. Gemí, presionando mis labios con más fuerza
contra los de él. La calidez en mí se puso más caliente y caliente. Podía
sentir los músculos de Eli y su piel moldándose junto. Sangre dejó de salir
de su cuello pero no había sangre en él.
—No me hagas esto. Tienes que vivir —le siseé—. Por una vez no seas
un jodido cabeza de cerdo. —Mis labios volvieron de nuevo hacia él. Mi
energía estaba menguando, pero el calor dentro estaba creciendo,
volviéndose doloroso.
Maldito seas, Eli. Siéntate y lucha conmigo.
No se movió. Su pecho se quedó al nivel.
—Eres un imbécil. No tienes permitido morirte.
Empujé su pecho. Sollozos incontrolables sacudieron mis hombros. El
zumbido que normalmente mi sangre obtenía cuando él estaba cerca se
había disipado. Estaba volviéndose tan febril que apenas podía sentirlo.
Pronto se iría. Para siempre.
—Agárrenla —escuché que la Reina le ordenó a sus hombres. Una
mano vino hacia mi hombro, empujándome contra mi trasero.
—¡No! ¡Noooo! —grité—. Me dijiste que podía salvarlo.
—Sí, y lo intentaste. No te prometí que viviría. —Aneira palmeó sus
uñas impacientemente contra su brazo—. Un detalle menor que te perdiste.
Ahora, levántenla. —Hizo un gesto a sus hombres.
Con un llanto desgarrador, me alejé de los guardias, arrastrándome hacia
Eli.
Manos lucharon por jalarme.
—Está muerto Ember —dijo la Reina.
Mi mente se apagó. Todo lo que podía ver era a él. La conexión entre
nosotros ya no estaba. Sentí nada de él. Mi sangre estaba en silencio. Esta
no era la forma en que se suponía que debía de terminar. Habíamos pasado
por mucho, juntos. Mi corazón y alma eran completamente suyos.
No lo perderé.
Desde profundidades que no sabía que existían, me enterré en mi núcleo
e invoqué la tierra. Cuando mis labios tocaron los suyos, energía me
atravesó como una bomba sónica, arrancándome de mis sentidos. Me
tambaleé en el aire, aterrizando en una bola arrugada, a unos cuantos pasos.
La Reina y sus hombres retrocedieron de la presión. La forma floja de Eli
voló atrás, golpeando las rocas con un crujido. Su boca y ojos se abrieron
del impacto. Tomó un jadeo de aire. El líquido en mis venas zumbó a la
vida.
—¡Eli! —Agotada y mareada, me tambaleé hacia él, colapsando en el
suelo a su lado—. Estás vivo.
Él tragó unas cuantas veces antes de hablar.
—Siempre supe que serías el final de mí. —Hizo una mueca de dolor.
Su voz era baja y ronca. Sangre manchaba su pecho. La cicatriz a lo largo
de su cuello estaba inflamada, pero ya comenzando a sanar. Las heridas del
Strighoul también habían sanado.
Escuchar su voz de nuevo me sumergió en felicidad. Solté un sollozo de
alivio.
—No te atrevas a morirte de nuevo. ¿Lo entiendes? ¡Jamás! —Mis ojos
continuaron a hacer agua.
La mano de Eli gentilmente se envolvió alrededor de la parte trasera de
mi cuello.
—Para futura referencia, la próxima vez que esté por morir, quiero
hacerlo al follarte. La única forma de morir.
Hipeé una risa.
—Totalmente anotado.
Sus ojos verdes encontraron los míos cuando toqué su rostro. Nuestros
ojos se miraron con hambre. En un momento extraño, la expresión de Eli se
volvió seria. Jaló mi oreja contra sus labios y susurró con voz ronca:
—Cuando estés por matar a esa perra, quiero estar allí. Quiero ayudar a
arrancarla a pedazos, miembro tras miembro.
Mis labios se convirtieron en una línea estrecha. Incliné mi cabeza y
asentí. Le contaría del pacto, solo que no ahora. Era devastador para mí
pensar haber hecho todo este camino por nada. ¡No! No sé cómo lo iba a
hacer, pero Aneira tenía que morir. Ahora mismo Aneira tenía la espada.
Esa era la primera cosa con la que tenía que lidiar. La segunda sería
liberarnos. La tercera sería liberarme de ese lazo.
—Esto es absolutamente nauseabundo —dijo Aneira detrás de mí.
No me había olvidado que estaba allí, pero Eli tenía una forma de
bloquear al resto del mundo. Me giré y me puse en frente de él. Eli se
levantó, usando las rocas como soporte. Estaba débil pero mantuvo su
cabeza rígida tratando de no mostrarlo. Yo estaba temblorosa y exhausta
pero si la Reina venía tras de él de nuevo, la arrancaría a pedazos con mis
propias manos.
—Oh, estoy agradecida que estés bien, Elighan. Estaba decepcionada de
perder a un juguete como tú. Tal pérdida. —Aneira apartó su largo cabello
rojo de su hombro—. Aunque, me pregunto, ¿Ember hubiera tratado de
salvarte con tantas fuerzas si supiera la verdad de tu pasado?
Mi cabeza se giró para ver a Eli. Sus ojos destellaron rojo y se apartó de
la roca con un rugido. Sabía que Eli todavía sostenía secretos de su pasado,
pero Aneira disfrutaba provocando a la gente. Ahora mismo no podía dejar
que se metiera en mi cabeza.
—Eli.
Lancé mi brazo para detenerlo. Él me miró. Sus pupilas se agrandaron y
quemaron con rabia. Detente. Ella solo está tratando de provocarnos. Tiene
la espada ahora. Tenemos que tenerla de vuelta, mi mirada se transportó a
la de él. Él sostuvo mi mirada. Podía sentir que quería destruirla. Soltando
un respiro, sacudió su furia y retrocedió. Sabía lo difícil que tal cosa era
para él. Iba en contra de su naturaleza. Una vez que su enojo se había ido,
fue difícil meterlo de nuevo en la caja.
—Bueno, bueno, bueno… qué interesante. Eres capaz de comunicarte
con Eli como si fueras uno de ellos. —Mi cabeza se giró de vuelta a Aneira.
Ella me estaba mirando curiosamente—. Cuando Torin me contó que eras
parte Morador Oscuro, estuve sorprendida de cómo eso podía ser posible.
Estaba intrigada. ¿Tomarías sus rasgos? ¿Te volverías más invencible?
Nunca imaginé que tener sangre de Morador Oscuro te haría capaz de
comunicarte con él o volverte inmune al hierro. —Dejó que lo último
cuelgue en el aire, su mirada en las esposas todavía envolviendo mis
muñecas.
Mierda. Había estado tan consumida con defender y salvar a Eli que me
había olvidado por completo las implicaciones de usar mis poderes a través
de las esposas de hierro. Tenía un sentimiento pesado de que ella sabía que
esta información no iba a ser una buena para mí.
—Joshua me contó sobre esta posibilidad. Elighan me dio la manera
perfecta de probar esta teoría. Sabía que si podías hacerlo, lo usarías
mientras tratabas de salvarlo.
—¿Esa fue una prueba? —exclamé—. ¿Y si no hubiera podido?
—Entonces él hubiera muerto y yo hubiera sabido tus límites. —Sus
labios se presionaron en astuta burla—. Sin embargo, tenía razón. Vas a ser
excesivamente útil para mí, Ember.
Una serpiente de enojo y muerte se envolvió alrededor de mis tripas en
tan solo pensar que podría no haber sido capaz de salvar a Eli. Sacudí mi
cabeza tratando de aclarar mi cabeza ante la idea.
—Lo que sea que esté en su sangre que te ha hecho inmune, estaré
interesada en descubrir. Así nunca tendré que preocuparme sobre su
envenamiento de hierro. Tener esta debilidad Fay erradicada. —Los ojos de
Aneira brillaron con la posibilidad—. Sí, estoy especialmente interesada en
tu sangre.
Nop. No es bueno para mí.
—Aún no te ayudaré. Viví a través del intercambio de sangre. ¿Serás
capaz de decir lo mismo sobre ti misma? Soy una Dae, una especie que es
incluso más formidable que tu trasero de Hada.
¿Por qué, oh por qué, nunca puedo mantener la boca cerrada?
En lugar del enojo que pensé que vendría en mi camino, ella se rió,
gutural y seductora.
—Me recuerdas tanto a tu madre, apasionada y terca por todas las cosas
equivocadas. —Colocó sus manos en sus caderas—. No estaré transfiriendo
tu sangre. Sino tu poder.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Conozco una forma en que pueda transmitir tus poderes a mí sin
intercambio de sangre. —Sonrió como un gato Cheshire. No tenía ni idea
de lo que estaba hablando. Lo que sea que fuera no era cuestión de si yo
entendía o no. Ella lo hacía. Y estaba frívola con este conocimiento.
—¿Quieres que te transfiera mis poderes? ¿Y simplemente voy a dejarte
hacerlo?
—No solo lo quiero, lo haré. Y lograr que lo hagas será suficientemente
fácil. No es que estoy pidiéndolo. —Miró a Eli de nuevo—. El hierro puede
que no te controle pero tu conexión él y a los otros todavía en el Otro
Mundo lo hará. Esa es tu debilidad. Me ayudarás Ember. No tengo duda de
ello. Ahora déjanos ver cómo tu querido padre humano, ese otro Morador
Oscuro, y tu amigo regordete están haciendo.
—Eres una perra —le espeté.
Aneira dio un paso hacia mí.
—Ten cuidado Ember, mientras más actúes, más yo actúo contra él. —
Palmeó mi mejilla con rudeza, haciendo encender mi rostro herido.
Se detuvo y una mueca gigante rompió sobre sus labios.
—¿O tal vez a ti te gustaría ir en su lugar, Lily? —La Reina mantuvo su
cabeza en mi dirección pero sus palabras no eran para mí.
¿Lily? Oh, no.
—Sabes que lo haré, Aneira, pero te conozco demasiado bien. Esa
opción no está exactamente en la mesa. —Mamá salió detrás de una roca
masiva. Ella también mostraba señales de una batalla: su top destrozado,
sus pantalones de ejército rotos, su ropa manchada de sangre y su rostro
herido y cortado.
Mis piernas casi se doblan.
La Reina giró, enfrentando a mi madre.
—¿Me estoy volviendo tan predecible?
—Sí —respondió mi madre.
¿En qué estaba pensando? Ella se había ido. ¿Por qué volvería? Apenas
podía soportar la consecuencia de salvar la vida de Eli. ¿Y si Aneira le
hacía daño, usándola contra mí también?
—Mamá, ¿q-qué estás haciendo aquí?
—Me estaba preguntando lo mismo Lily. ¿Qué estás haciendo tú aquí?
¿Tienes miedo de lo que pueda hacer… o decir? —preguntó Aneira.
La mandibular de mama se tensó.
—Ember es mi hija y haré lo que esté en mi poder para protegerla.
Como dije, te conozco Aneira. Quiero estar aquí.
La Reina aulló con risa.
—Ohhh… tantas cosas en lo que dices me sorprende. Esto va a ser
enormemente divertido. —La Reina chasqueó su mano—. De acuerdo, si
quieres seguir, ¿quién soy yo para negarlo?
Todo era un espectáculo. Ella nunca dejaría ir a mamá. Luché entre
vomitar y estar furiosa con ella. ¿Por qué volvería tan deseosa? No podía
ayudarme si estaba encerrada de nuevo. ¿Por qué lo arriesgaría?
Entonces me golpeó. Mark.
No es que mi madre no quisiera protegerme, pero era un movimiento
estúpido. Ella estaba con algo, así que esto era intencional. Antes de que
pudiera hacer contacto de mirada, los guardias la rodearon y bloquearon mi
oportunidad de ver cualquier clase de respuesta en sus ojos.
—Bueno, hoy ha sido un día especialmente productivo. —La Reina
asintió a sus hombres—. Y dale una bata a él. Es bastante distractor.
Hizo un gesto hacia Eli. Uno de los guardias se quitó su capa y la
envolvió alrededor del cuerpo desnudo de Eli. Ella empezó a caminar hacia
la puerta. Los guardias tomaron la señal no verbal y nos empujaron a mí y a
Eli hacia adelante. Mi cabeza se giró hacia donde él caminaba a mi lado.
Lograremos sobrevivir a esto. Sus ojos estaban llenos de fuerza y
certeza.
Mi corazón de pronto surgió con emoción. Después de casi perderlo, no
había pregunta de cómo me sentía. Incluso en mitad de este desastre, él
podía tranquilizarme, lograr que me sienta más fuerte. Podía llevarme el
mundo si estaba a mi lado. Lo que sea que estaba más allá de nosotros, lo
lograríamos atravesar… juntos.
Te amo, mis ojos dijeron a los de él. Mis mejillas se sonrojaron y mi
estómago cayó. Nunca le había dicho eso a nadie antes, además de mi
familia y amigos cercanos. Esto era diferente.
El rostro de Eli vaciló. Levantó la cabeza al cielo, sacudiendo su cabeza.
Una emoción extraña y dolorosa destelló a través de sus rasgos.
Eventualmente miró de nuevo hacia mí. No deberías. Apretó sus dientes; su
expresión se había vuelto tensa y áspera. No lo valgo. Luego se dio la
vuelta.
Vergüenza cubrió mi rostro. ¿Q-qué? Esa no era la respuesta que
esperaba. Mi humillación se convirtió en enojo. Palabras calurosas se
deslizaron en mi lengua. Estaban por hundirlo pero mi boca se quedó
cerrada.
Lo sentí de nuevo. Apenas lo sentí, a diferencia de mi sangre de
Morador Oscuro, pero podía experimentar sus emociones. La última vez fue
así de fuerte justo después que él me había dado su sangre, después que casi
morí por el ataque de Lorcan. No sé si fue porque había consumido más de
su sangre mientras trataba de salvarlo, pero estaba allí y sus emociones
estaban por todo el lugar. Enojada a eufórica, miserable hacia enojada, con
él y conmigo misma.
Tragué mis palabras dolorosas. Juzgar a un hombre por sus acciones, no
sus palabras. Él casi había muerto por mí y todavía estaba a mi lado.
 

Los guardias nos llevaron a paso equilibrado hacia la puerta del Otro
Mundo. Mis experiencias con el Otro Mundo no lo hacía un lugar bonito al
que volver. Lo único bueno es que me acercaba a Mark, Ryan y West, para
ayudarlos a escapar. ¿Pero cómo podía llevarme a Mark y West y dejar a
Ryan atrás? No podía dejarlo. Tenía que haber otro camino.
Nos acercamos a la puerta. Me estaba volviendo mejor en ubicar los
huecos de aire ondeante ahora. Mientras la atención de los guardias estaba
en la Reina pasando a salvo, un sonido zumbante picó mi oreja.
—Te dejo por un momento y mira lo que sucede. —Cal aterrizó en mi
hombro—. Cubierta de sangre de nuevo —siseó. Mi cola de caballo se
había salido completamente de su agarre y él se escondió fácilmente debajo
de mi grueso cabello.
Una pequeña sonrisa elevó mi rostro.
—Simmons se está quedando detrás con el resto de nosotros por ahora.
Nuestra familia disfuncional está junta de nuevo, descubriendo cómo
rastrear a la chica Druid. Me imaginé que querrías que Simmons se quede
con ellos.
Di un pequeño asentimiento de cabeza.
—No dejaré tu lado, chica. No es que puedas funcionar sin mí de todos
modos.
Amaba a Cal. Él se apretó contra mi cuello mientras los guardias me
empujaron contra la puerta.
Aquí voy de nuevo. Ya no era un hueco de conejo, pero un vacío negro
de nunca acabar de constantes mentiras y secretos.
Kennedy estaba en manos de Lorcan. La Reina ahora tenía a Mark,
Mamá, Ryan, West, Eli y a mí. Josh era el soldado de Aneira, con el cerebro
lavado. Lars o estaba muerto o se había escapado. Al menos Torin, Thara y
el resto de los Moradores Oscuros estaban a salvo y con suerte, en un avión
volviendo a los Estados Unidos.
Aneira ahora sostenía la única arma capaz de destruirla. Mi destino era
matar a la Reina, que ya no era un destino que podía completar. Pero de
alguna manera, la destruiría. Con o sin la Espada de Nuada, derrotaría a la
Reina de la Luz, hundiéndola en la oscuridad… para siempre.
Nadie jodía con mi familia.
Próximamente

Después de meses de búsqueda, Ember y sus amigos finalmente han


encontrado la Espada de Luz, la única arma capaz de destruir a la Reina
Aneira y poner fin a su gobierno. Este es el destino de Ember. O eso pensó
ella. Ahora un pacto para salvar al hombre que ama lo cambia todo.
En esta última entrega de la serie Darkness, cuando la verdad salga a la
luz, Ember aprenderá que es mejor dejar algunas cosas en la oscuridad a
medida que su mundo se desgarra aún más. Ya no es más el agujero del
conejo, sino un eterno vacío oscuro lleno de mentiras, traiciones y secretos
interminables.
La lucha por la Tierra ha comenzado, y Ember tendrá que hacer un
último sacrificio para salvar a millones de vidas inocentes y a sus seres
queridos.
Pero el precio puede ser demasiado alto, incluso para ella.
Blood Beyond Darkness – Darkness #4
Agradecimientos de la autora

Me gustaría agradecer a todos los fans que han continuado apoyándome


de corazón. ¡O al menos apoyando a Eli! Son increíbles. Espero que
continuén amando estos libros y personajes tanto como yo. ¡No puedo creer
que solo quede un libro en la saga!
De nuevo, a mi madre. Estos libros son tantos tuyos como míos. Tu
ayuda ha sido tan fundamental. Todavía no hay suficientes gracias en el
mundo para pagarte. ¡Te amo!
Linne, “L”, y Colleen por ser mis lectores beta. ¡Son increíbles chicas!
Sus ideas y sus consejos me han ayudado a hacer incluso mejor mi historia.
Y tus notas adicionales, L, siempre me hacen reír. Realmente te metes en
las escenas de Eli y Em. Estoy tan agradecida de tenerte en mi vida.
Emily Mork por tus hermosos diseños de tatuajes y siempre ser una
inspiración para mí. ¡Te amo!
Chase Nottingham, además de tener un nombre genial, quiero decir lo
agradecida que estoy porque S.M. Boyce te trajo a mi vida. Tu edición y tus
notas fueron de mucha ayuda. Tienes dos fans nuevos entre mi mamá y yo.
http://www.chaseediting.com/ y paperchase@comcast.net
Jordan Rosenfeld. Gracias de nuevo por todas las horas que pusiste en
ayudar a formar y desarrollar mi libro. ¡Absolutamente te adoro!
http://jordanrosenfeld.net/
Dave en Woulds & Shoulds. Tus diseños de portadas han sido
increíbles. Creo que he ganado un montón de fans por ellas. Gracias por tu
constante ayuda y talento. http://editinganddesign.com/
Judi de http://formatting4u.com/. ¡Gracias! Has hecho que sea más fácil
el estrés de sacar adelante mis libros a tiempo.
A mi equipo, Stacey’s Geek Squad. Las amo tanto chicas: Jessa, Dee,
Akilah, Shayna, Heather, Brandy, y Aarati. Su apoyo al infinito y más allá
es apreciado más de lo que puedo decir en palabras.
S.M. Boyce y Jen McConnel, chicas han sido mi línea de apoyo y mi
equipo. Al instante en que nos conocimos supe que sería una amistad para
siempre. Lo lamento… ¡están atadas a mí ahora!
Como siempre, un gran agradecimiento a mi familia y a mis amigos
alrededor del mundo. ¡No crean que se han salvado! Su parte en mis
historias será contada algún día… pronto. Los amo y extraño mucho.

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