Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
SERIE OMEGAVERSE 2
B. E. RAYA
Índice
COMENTARIO DE LA AUTORA
Reseña
¿Qué es el omegaverse?
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
PROXIMAMENTE
COMENTARIO DE LA AUTORA
En un inicio por equivocación, estas publicaciones fue
presentada como SAGA, lo cual fue equivocado, ya que lo
correcto sería decir que será una SERIE. El libro 1 y 2 son la
historia de EDWARD ARSLAN; sin embargo, no quiere decir
que el 3 y 4 serán relacionados con el mismo personaje
<<Eso dependerá del personaje mismo y que tanto abarque
su historia>> Edward Arslan tenía mucho para contar. El
siguiente protagonista esperó sea igual de interesante y
peculiar. Disfruten. Muchas gracias por el apoyo .
.
Reseña
La vida no es fácil para aquellos que nacen siendo
omegas, eso es algo que Edward Arslan tiene más que claro.
Edward ahora tendrá que enfrentar su mayor miedo,
tendrá que decidir entre conservar sus viejas convicciones y
determinaciones o adaptarse y cambiar.
Ahora sus complejos no importaban, no podía huir de
una realidad que le cambiaría la vida. Tenía que hacer un
lado los remordimientos y elegir correctamente que haber
con su vida a partir de ese momento.
Más que nunca tendrá que demostrar lo independiente,
inteligente, autosuficiente y determinado que era.
¿Qué es el omegaverse?
Esta es una pequeña introducción, para explicar y definir
un poco el género omegaverse. Ya que este es un género con el
que no muchos estarán familiarizados. El omegaverse es un
subgénero que se da dentro de las historias que tienen como
protagonistas a dos hombres. Los personajes en el mundo del
omegaverse se dividen según los rasgos que corresponden al
orden jerárquico como en una manada en el reino animal. El
omegaverse cambia todas las reglas del juego, creando un
universo único y muy interesante.
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
Su aturdimiento continuó por dos días más, ahora se
sentía mucho mejor. El sueño le habría servido para
descansar de la realidad, de no ser por las pesadillas. Había
tenido varias y en todas ellas aparecía un bebé y el caos
alrededor, poco después aparecía la cara de un pequeño
niño con ojos claros y cabello oscuro que lo acusaba de
arruinar su vida y le reclamaba lo mal padre que era.
Ya era casi mediodía cuando se levantó para comprobar
sus correos electrónicos y mensajes, era momento de que
volviera a la realidad. Tenía que ponerse a trabajar, no era
millonario para darse el lujo de dejar su empleo. Todos los
días recibía mensajes de Luc y de Jamal, ambos
preocupados por él y este último recordándole que tenían
que hacer una valoración médica apropiada. Era bueno
contar con buenos amigos, aunque su lista de personas con
las cuales contar fuera reducida.
En los últimos días, Luc se había encargado de llevarle
comida que Henry preparaba con gusto para él, aunque en
sus breves encuentros intentaban desviar la atención del
enorme elefante blanco de la habitación. Luc nunca le
mencionó nada sobre Nikolái y Edward, tampoco preguntó.
No podía librarse de la horrible sospecha de que Nikolái
se había marchado a D. C. sin pensar en el asunto del
embarazo dos veces. Y no podía culparlo por ello, después
de todo fue Edward el que siempre insistió en que lo que
tenían no significaba nada. Nikolái se había hartado de su
relación y había aprovechado las circunstancias para poner
fin a la misma. Aunque le extrañaba que de buenas a
primeras fuera capaz de darle la espalda a un supuesto hijo
de él. Aunque él creyese que el hijo podría ser de cualquier
alfa con el que Edward se hubiera revolcado, al existir la
menor duda, por lo menos Edward había esperado que
Nikolái intentara hablar con él.
Así que era un patético omega embarazado y solo. Y en
estas circunstancias, cualquier otro estaría devastado, sin
embargo, Edward ya se había compadecido lo suficiente. Él
era mucho más fuerte, y agradecía a los cielos el arranque
de ira que recibió en ese momento. Su primer impulso fue
querer llamarlo y decirle lo idiota que era. No obstante, eso
no serviría de nada.
Así que utilizo esa fuerza de mejor manera, comenzó a
prepararse para ir a trabajar. Mientras se lavaba los dientes,
observo su reflejo en el espejo. Vio con asombro su palidez y
las bolsas negras de debajo de los ojos. Una imagen que no
pensó volver a ver desde que fue un patético adolescente
omega confundido.
Era un omega adulto de treinta y cinco años. Él no era
tímido, ni patético. Era Edward Arslan, y no pensaba pasarse
el resto de su vida lamentándose. Se había equivocado con
Nikolái, había tenido miedo de aceptar que él, aunque fuera
un alfa, tal vez y solo tal vez, ellos dos juntos hubieran
estado bien.
Tenía sentimientos por él, eso era absurdo negarlo. Y si
Nikolái ahora mismo lo odiaba, no le reprocharía; sin
embargo, un bebé era otro asunto. Ese niño o niña no tenía
la culpa de las estupideces de ambos. Bien, deberían de
hacer bien en recordar que sus pasados con sus padres
progenitores no fue nada bueno ¿Deseaban lo mismo para
ese niño? ¿O era mejor terminar con todo por lo sano?
Dos horas más tarde, se dirigió a casa de Nikolái. A cada
paso que daba, iba repitiéndose lo que pensaba decir. Se
prometió que no gritaría. Sería fuerte y le explicaría la
situación. Aunque dudaba que le creyera que ese embarazo
fuera suyo.
Nervioso, entró en el vestíbulo y fue al departamento de
Nikolái. Sin permitirse dudar, más de un segundo llamó a la
puerta un par de veces sin obtener respuesta. Por instinto
movió la perilla de la puerta y esta se abrió. Pero nada más
entrar, vio que algo no iba bien. Encendió la luces y
entonces pudo notar mucho mejor la escasez de cosas.
—¿Nikolái?
Al entrar en la cocina, le sorprendió ver una botella de
whisky vacía en el fregadero, al lado de un vaso roto y de
varios platos sucios. Preparándose para lo que pudiera
encontrar, se dirigió a la habitación. Encontró más cristales
rotos por el piso. No le costó mucho imaginarse a Nikolái
tirando el vaso contra la pared en un arranque de furia.
Cada vez más preocupado, llegó al dormitorio, donde se
encontró cajones medio abiertos y los armarios vacíos.
Aturdido, se sentó en el borde la cama. <<Se ha ido>>
Edward enterró su rostro entre sus manos, sin poderse
creer lo fácil que le había resultado a Nikolái marcharse sin
mirar atrás, sin siquiera darle la oportunidad de aclarar las
cosas.
>>—Felicidades Edward, eres un estúpido.
Después de tantas semanas en las que eran dos bandos
que siempre luchaban por no ceder al bando contrario,
Edward ganaba. Había terminado por alejar a Nikolái. Su
propósito de no estar unido jamás a un alfa, estaba
cumpliéndose.
Poco después, sacó su teléfono móvil sintiéndose un
poco más controlado, era mejor terminar con esto de una
buena vez por todas. Llamó a Henry. Ellos no habían
hablado directamente desde aquella noche, él simplemente
le enviaba comidas con Luc.
—¿Te encuentras bien, Edward?
Preguntó la pareja de su mejor amigo. No era extraño
que le hiciera esa pregunta nada más contestar, ya que por
lo general era a Luc a quien llamaba, no a él.
—Nikolái se ha marchado.
Anunció secamente. Por un instante ambos se quedaron
en silencio, escuchó a Henry respirar profundamente.
—Así es, la misma noche que te enteraste de que
estabas…
A Henry se le cortó la voz, y no fue difícil para Edward
suponer que estaba intentando controlar sus lágrimas. Se
sintió culpable de hacerlo llorar de nuevo.
>>—Lo siento tanto, Edward. ¡Yo se lo dije! Sin
embargo…
—Él no te creyó.
Edward lo interrumpió. Cerró los ojos ante el dolor que
sintió.
—Lo siento.
—¿Sabes a dónde ha ido?
—Fue aceptado nuevamente en el ejército. Lo más
probable es que sea enviado de nuevo a incursiones. Mi
padre y yo, siempre temimos que esto sucedería.
Edward tomó una respiración profunda, se levantó de la
cama y salió de la habitación.
—Gracias por decirme, Henry. Siento haberle molestado.
—No ha sido ninguna molestia. Edward, de verdad yo
estoy tan apenado. De alguna forma siento que es nuestra
culpa, si no los hubiéramos descubierto…
—No lo es, Henry.
Edward llegó a la puerta y apagó las luces, después, sin
mirar atrás, cerró con un leve portazo.
—He intentado localizarlo, pero su móvil está
desconectado. Papá también lo ha intentado y nada.
Comentó Henry, con voz temblorosa.
>>—Te prometo que hablaremos con él. Lo
convenceremos de volver contigo y el bebé.
Tras unos instantes, Edward tragó saliva.
—No tienes que hacer eso, Henry.
Edward luchó con todas sus fuerzas para que su voz
sonara lo más tranquila posible.
>>—Él no me debe nada, ni yo a él. Es mejor aceptarlo y
dejar las cosas como están.
—Pero… el bebé.
—Ese es mi problema.
Aseguró.
>>—Nos vemos luego, Henry.
Edward terminó la llamada, salió a la calle y emprendió
el camino de vuelta a casa solo.
Capítulo 2
Tres días más tarde, Edward intentaba concentrarse en el
trabajo, aunque no estaba teniendo éxito en absoluto.
Nuevamente, observó su móvil, la pantalla estaba oscura,
sin embargo, en su imaginación era como si pudiera ver el
último mensaje recibido en forma fosforescente y brillante.
Era un mensaje de Jamal, donde le preguntaba qué día iría a
la clínica para realizarse las pruebas necesarias. No era
nada propio que un médico interviniera personalmente con
un paciente, no obstante Jamal actuaba como amigo.
Además, Edward era consciente de que él estaba actuando
en complicidad con Luc.
Lo cierto era que Edward aún no tomaba una decisión,
por ese motivo estaba retrasando esos exámenes médicos.
Ya que su mayor temor se había hecho realidad: estaba
embarazado y completamente solo. Resopló al pensarlo.
Apartando su computada, Edward se levantó y caminó
hacia el perchero en busca de su abrigo, en ese momento la
puerta se abrió y Luc entró sin llamar.
—¿Qué haces?
Preguntó Luc, al verlo colocarse el abrigo.
—No me puedo concentrar, necesito un poco de aire, iré
a comprar un café.
Dijo Edward sin mirarlo.
—¿Has comido algo?
Preguntó Luc, dedicándole una mirada indescifrable,
para otros Luc podría ser una persona insensible, sin
embargo; Edward lo conocía bastante bien. Él estaba
preocupado por Edward. No obstante, Luc sabía que no era
bueno agobiarlo tanto, sutilmente le daba espacio, pero
buscaba la manera de cuidarlo.
—No tengo hambre, aunque tal vez aproveche para
comprar una baguette.
Luc asintió solemne.
—¿Puedo ir contigo?
Edward entrecerró los ojos.
—¿No tienes trabajo?
—Siempre tengo trabajo, pero ese no es el punto.
Luc le dedico una mirada seria.
>>—Soy tu amigo, Edward. He tenido paciencia y no he
querido presionarte y atosigarte con preguntas. Sin
embargo no quiero que me dejes fuera de esto. Sabes que
te apoyo, y es primordial que tomes una decisión pronto.
—¿Qué quieres que te diga, Luc? Mi peor pesadilla se ha
hecho realidad.
Luc no se extrañó ante su estallido.
—Sabes que te conozco mejor que nadie. Comprendo
que la situación no es la ideal, por eso quiero apoyarte.
Edward rehuyó su mirada.
—Por eso necesito tiempo para pensar. No sé cómo
expresar lo que siento… Yo…
Edward suspiró pesadamente.
>>—En ocasiones estoy bien, siento la fuerza y creo que
he tomado una decisión. No obstante, luego vuelvo a dudar
y siento que voy a perder todo lo que he conseguido con
tanto esfuerzo por esto. No te imaginas cómo me duele.
Él apretó los dientes.
>>—Yo no quiero estar ligado a nadie y mucho menos es
mi prioridad tener un hijo.
Murmuró
>>—Esto ha sacado a relucir mis viejas inseguridades.
—Te comprendo. Yo también estuve confundido cuando
conocí a Henry. Jamás llegué a imaginar que mi vida
cambiaria tanto. Asusta el cambio.
Edward levantó la cabeza y lo fulminó con la mirada.
—Tu situación es completamente diferente a la mía.
—Es verdad. Sin embargo, no deja de ser complicado. Tú
me apoyaste, por ese motivo quiero apoyarte a ti. Eres
como mi hermano Edward, no lo olvides. No puedo
simplemente quedarme a un lado y observar cómo te
derrumbas.
Tras unos segundos de intensa mirada, fue Edward quien
acabó bajando los ojos.
>>—Déjame ir contigo. No hace falta que hablemos.
Sólo quiero acompañarte.
Le pidió en un tono más suave. Edward se dio cuenta de
que se estaba esforzando en ser considerado; luchó contra
su instinto de tomar las riendas del asunto.
—De acuerdo.
Aceptó a regañadientes. Juntos salieron del edificio y
mientras Edward llamaba al ascensor, Luc le informaba a la
recepcionista que volverían más tarde y que llamara al
móvil si algo urgente se presentaba.
En la calle caminaron sin rumbo fijo, pasaron por el café
de la esquina y compraron un té para Edward y un café para
Luc. Además de un panecillo para cada uno y siguieron
caminando sin rumbo fijo. Luc no le ofreció conversación,
pero se mantuvo cerca, como si tuviera miedo de que
pudiera resbalar. Luc siempre tuvo un gran instinto
protector, después de todo era un alfa, y aunque Edward
siempre fue un omega independiente, Luc siempre tuvo que
reprimir su lado dominante junto a él.
Sin embargo, era por instinto, era un alfa protector con
su compañero y ahora estaba a lado de su amigo omega
embarazo. Por supuesto que Luc intentaría protegerlo de
alguna manera. Se adentraron en un parque y continuaron
su caminata. Hasta que llegaron al estanque, el clima era
bueno; sin embargo, corría un poco de aire frío. Edward se
apoyó en la roca, rodeándose la cintura con los brazos.
—No recuerdo la última vez que me di el tiempo de
pasear por un parque o simplemente sentarme a observar a
mi alrededor.
Luc se recargó en un árbol cercano.
—Es porque siempre hemos vivido con prisa y raras
ocasiones somos conscientes de frenar para intentar
apreciar lo que de verdad importa.
Edward hizo una mueca.
—Es el problema de volverte un adulto.
Comentó Edward con voz melancólica.
>>—Cuando eres niño anhelas convertirte en adulto
porque sientes que entonces podrás resolverlo todo.
Sonrió.
>>—No obstante nadie te advierte que al crecer los
malditos problemas crecen y ni mierda sabes de cómo
resolverlos.
Luc rio ante su afirmación.
—¿Acaso te refieres a problemas de estrés, angustia,
miedo, preocupación?
Preguntó en tono de burla
>>—¿O a problemas de tristeza, pérdida de interés,
desesperanza? ¿O tal vez problemas de dolor, cansancio,
molestias físicas, dolor de rodilla por la edad?
Edward no pudo evitar reír. Era la primera risa verdadera
en varios días.
—Sí, algo como eso.
Edward alzó la mirada al cielo.
>>—No tengo idea de que hacer, Luc.
Durante unos segundos guardaron silencio. Entonces Luc
respondió.
—Hace unos meses, la idea de tener un compañero me
daba miedo. Pero tú me aseguraste que no sería como el
típico alfa dominante como mis padres. Que mirara hacia el
futuro, no hacia el pasado. Y esa esperanza se vio
recompensada con un bebé. Aunque te aseguro que
tampoco tengo idea de que voy a hacer, amo la idea de ser
padre, aunque nunca me lo había planteado.
—Dios me está castigando.
Soltó Edward de sopetón.
Luc frunció el cejo.
—¿De qué estás hablando?
—Dios me está castigando. Soy un maldito omega que
intento desafear a su naturaleza de género y ahora me
castiga con un bebé que no deseó.
—No creo que Dios funcione así.
Lo interrumpió él.
—¿Cómo lo sabes? Ni siquiera sabía que eras creyente.
—No lo soy; sin embargo, tú lo mencionaste primero.
Luc se acercó y tomó asiento a un costado de Edward.
>>—Yo mejor que nadie, te conozco y sé que en verdad
no era tu prioridad tener la vida que se supone un omega
debe tener.
Luc le sonrió.
>>—Sabes que siempre te he admirado por eso.
Susurró él.
>>—Y cómo te conozco bien, sé que tú nunca le das la
espalda a los problemas.
Edward se rio sin ganas.
—Aquí la cuestión es si quiero deshacerme del problema.
La mueca de Luc mostró la incomodidad de lo que
implicaba ese “Deshacerme” después de todo no era como
si Edward estuviera afirmando que se desharía de un par de
zapatos que no quería. Hablaban de un bebé, un ser
humano, bueno a estas alturas, solamente era considerado
un feto sin derechos. Y seguramente para Luc que esperaba
uno con tanta ilusión estaba resultando incómodo pensar en
que otro niño pudiera dejar de existir y él tendría que
apoyar eso como lo había prometido.
>>—Lo siento.
Se disculpó al darse cuenta.
>>—No quiero incomodarte.
Luc le palmeó el hombro y negó con la cabeza.
—Tranquilo, solamente no sé qué decir para no parecer
un imbécil insensible y patriarcal.
—¿Ah, sí?
Él apretó los labios y bajó la vista.
—Sí.
Luc se acarició la mandíbula con ambos pulgares a la
vez.
>>—Sé que esto no es lo que quieres. Sé que es muy
mal momento, pero no puedo evitarlo. Yo estoy feliz por mi
bebé. Y ese sentimiento hace que yo desee que tú seas feliz
también. Nuestros hijos no solamente estarán unidos por la
sangre, gracias a nuestra gran amistad, ellos podrían crecer
para convertirse en buenos amigos como nosotros. Y sé que
es patético, pero siento que es un bonito cuadro.
—Pues podrá sonar muy bonito, pero Henry te tiene a ti y
yo estoy completamente solo.
Edward negó con la cabeza, no deseaba imaginar el
cuadro que estaba retratando Luc.
—Yo no pudo ser un padre veinticuatro horas al día, siete
días a la semana. No podré trabajar, ni tener tiempo libre.
No con un bebé del que ocuparme. Además, ¿Qué clase de
padre voy a ser?
Cerró los ojos y dos lágrimas le cayeron por las mejillas.
Luc como buen amigo que era lo confortó.
—Eres Edward Arslan, un gran hombre con valores y
determinación. Y no estás solo, nos tienes a Henry y a mí
para ayudarte.
Luc respiró profundamente antes de continuar.
>>—Tal vez las cosas no resultaron con Nikolái, sin
embargo tarde o tempano puedes encontrar a la persona
que te ame de verdad y alguien a quien tu puedas amar.
—¿Y crees que esa persona me aceptara con un bebé?
—Si te ama de verdad, lo hará.
Afirmó Luc. Edward se burló.
—El amor te ha ablandado, amigo. El mundo no funciona
así.
Hizo una mueca.
>>—Y si decido quedarme con este niño, estoy seguro
que él vivirá una pesadilla conmigo. Nunca he cuidado a un
bebé.
—Yo tampoco sabía nada de bebés.
Luc le dirigió una mirada que solamente podía definirse
como arrogante.
>>—Pero termine una licenciatura y una maestría.
Considero que puedo aprender a hacerlo.
Edward entrecerró los ojos
—Cuidar de un bebé no tiene nada que ver con la
formación universitaria de élite.
—He investigado y compraré todos los libros importantes
sobre recién nacidos y tengo el propósito de leerlos antes
de que nazca.
—¿Es chiste?
—Me estoy preparando a conciencia.
Los ojos de Luc brillaron con confianza y arrogancia. Las
comisuras de los labios de Edward se curvaron en una
sonrisa.
—¿Estás preparado para estar hasta las cejas en pañales
sucios y paños para limpiar la leche que suelte después de
tomar el biberón? Tendrás que sobrevivir durmiendo unas
pocas horas al día y muchas tazas de café como único
alimento, porque se dice que ni siquiera puedes comer con
un bebé.
Bromeó. Luc se encogió de hombros.
—Mentalmente, ya superé ese temor.
Edward hizo la muñeca.
—Supongo que ya estás en la quinta etapa respecto a la
afectación de una problemática… La aceptación.
Felicidades, yo sigo entre la primera y la segunda, la
negación y la ira.
Edward sintió ganas de echarse a reír, pero logró
contenerse.
—Lo digo muy en serio, Edward. Que ruede el mundo.
Aquí solamente cuenta lo que sientes y el cómo decidas
enfrentar el problema es tu asunto. Yo solamente te estoy
aportado mi punto de vista en el problema, pero la última
palabra la tienes tú.
—¿Por qué me sucedió esto?
Edward enterró su cara entre sus manos.
—Si no sabes cómo ha pasado, amigo, es que Nikolái no
hizo bien su trabajo.
Edward no puedo evitar reír ante esa afirmación, golpeó
a Luc en las costillas con el codo.
—No seas tonto.
Murmuró riéndose.
>>—Yo debí imaginarme que Superman tendría magia
en los pantalones
—Muy gracioso.
Luc rodeó sus hombros con su brazo. Para otro omega
que no era su pareja o un alfa con el olor de otro omega lo
abrazara, podría resultar incómodo. Sin embargo, entre ellos
era algo normal. Jamás sintieron atracción el uno por el otro.
Como amigos eran un fantástico dúo, como pareja serían un
desastre.
>>—Tranquilo, Edward. Se que lo resolverás y sabes que
estoy para apoyarte.
—Gracias.
Edward se recargó en Luc. Solamente necesitaba un
segundo más. Después estaría listo para enfrentarse a la
tercera etapa del duelo, la negociación.
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
—Necesito un consejo.
Dijo Edward mirando a Luc al otro lado del escritorio.
Estaban revisando unos documentos financieros de una
gran empresa que pronto sería adquirida hostilmente por
una conglomerada empresa de renombre. Luc levantó la
mirada y lo miró de forma pasiva.
—¿Qué clase de consejo?
Edward tomó un gran trago de agua, y miró a Luc a los
ojos.
—No he follado con ningún alfa desde Nikolái.
Las cejas de Luc se arquearon.
—¿En serio?
Edward asintió seriamente. Sabía por qué Luc estaba
sorprendido, por supuesto. Edward disfrutaba el sexo,
siempre lo hizo y no se avergonzó de ello. Por eso muchos lo
consideraron una puta omega. Sin embargo, la diferencia
radicaba en que él utilizaba a los alfas, no al revés. Él
escogía a quién follar, no al revés. Que alguien como él
llevara meses sin follar era algo sorprendente.
>>—¿Por qué no?
Edward sintió rostro acalorado, pero era Luc. Alguien con
que siempre pudo hablar sin contenerse, y aunque
últimamente estaban distanciándose un poco debido a sus
nuevas realidades, él seguía siendo su mejor amigo.
Mentirle no ayudaría con esta situación. Luc no podría
ayudarle si no supiera el alcance de su problema.
—Porque en mi embarazo me sentí como la mierda, lo
único que deseaba era aclarar mi vida y mis ideas. Y
teniendo un bebé en la barriga no me sentía como yo
mismo.
Ese fue otro problema. Cada que se miraba en el espejo
veía a un hombre desconocido. No se sintió atractivo, ni
sexy.
>>—Además de que pensé que no sería correcto follar a
otro alfa mientras esperaba a Nolan. No quería que nadie
me tocara… o lo tocara.
Era difícil de explicar, Edward sintió que exponer su
barriga a alguien más seria inapropiado para el niño. El
único que llego a tocar su vientre, pero con fines médicos
fue Jamal.
—¿Por qué no me dijiste cómo te sentías en ese
entonces?
Acusó Luc.
>>—Cada que hablamos por teléfono, me asegurabas
que estaban bien.
—¿Y tú me creíste?
Edward lo fulminó con la mirada.
>>—Se supone que eres quien mejor me conoce. ¿Crees
que hui por gusto?
—Estuviste viajando para aclarar tus ideas.
Razonó Luc.
—¡Estuve escondiéndome del mundo Luc! Esta ciudad es
grande, pero no tan grande, ¿Sabes cómo hubiera sido para
mí encontrarme con la mirada de esos hombres a los que
folle y desprecie? Muchos se hubieran burlado por haberme
quedado embarazo cuando jure que jamás me ocurriría a
mí.
Edward lo calló, mirando alrededor con recelo.
>>—Estaba avergonzado, asustado y resentido. Lo único
que deseaba era desaparecer. Casi hasta considere jamás
volver.
Dijo Edward, pasándose una mano por el cabello,
frustrado. Odio también la mirada de compasión de Luc.
—Lo siento. Yo asumí que estabas bien, siempre has sido
un hombre fuerte y decidido.
—Exactamente.
Dijo Edward con tristeza. Tomó un sorbo de agua y
observó su superficie.
>>—En el pasado siempre fui como tu afirmas. Pero algo
cambio. Cambie y no puedo regresar a quien fui. Ahora
tengo un niño a mi cargo y no puedo titubear en mis
decisiones, porque si me equivoco una vez más, no
solamente yo sufriré.
—Entonces… ¿Por qué volviste?
Preguntó Luc. Edward frunció el ceño.
—Por ti, por Henry, por su padre… Por Nolan. Él merece
tener una familia. Sé que es incómodo en ocasiones, pero
me guste o no. Henry y su padre, son su tío y su abuelo. No
puedo negarles eso.
Edward suspiró.
>>—Y Nikolái es su padre, no puedo borrar esa realidad.
Aunque lo nuestro no funciono, tal vez en un futuro me
perdone y quiera conocer a su hijo ¿No lo crees?
Edward se obligó a mirar a Luc. Él lo estaba mirando
seriamente, con esa mirada medio preocupada y medio
cariñosa con la que Edward estaba muy familiarizado.
—Tienes razón. Y te admiró por eso. Será complicado
enfrentar la situación si él decide volver. ¿Lo has pensado?
Edward asintió con la cabeza.
—Infinidad de veces. Y ninguno de los escenarios que he
imaginado me ayudan a prepararme para ello. Pero no
puedo vivir preocupándome por todo. Jamal dice que
terminaré volviéndome loco.
Luc sonrió.
—Jamal también es un gran apoyo para ti. Casi hasta te
envidio, tienes médico 24/7 con servicio a domicilio.
Resopló.
>>—Yo en cambio tengo que correr a urgencias cada
que Lukas estornuda.
Edward sonrió relajándose un poco. Siempre lo hacía
cada que conversaba con Luc. Él era el falo de luz cada vez
que Edward la jodía. Edward sabía Luc cuidaba su espalda
cuando importaba.
—Jamal es una luz al final de un túnel… y ese se ha
vuelto otro problema.
La sonrisa de Luc se volvió seria.
—¿Qué quieres decir?
Edward suspiró.
—¿Tú qué crees?
Apartó la mirada incómodamente.
>>—Él es un alfa sumamente atractivo de lo que no me
había dado cuenta antes. Y yo soy un omega que tiene
meses en abstinencia… Llega a tus propias conclusiones.
Durante un largo momento, Luc no dijo nada. Edward se
preguntó si el suelo debajo de él podría abrirse y tragarlo si
lo deseaba lo suficiente.
—¿Deseas a Jamal?
Preguntó Luc por fin, su voz muy neutral. Edward hizo
una mueca.
—Nunca lo había pensado. Claro que siempre fui
consciente de que era atractivo; sin embargo, nunca pensé
en él de esta manera.
Se encogió de hombros.
>>—Sin embargo ahora que mi cuerpo está regresando
a ser lo que fue antes del embarazo, no puedo evitar desear
sexo. Y él está constantemente en mi vida diaria.
—Y follar con él sería mala idea ¿Verdad?
Preguntó Luc. Edward cruzó los brazos sobre su pecho.
—¡Por supuesto que sí!
Dijo con una risa débil.
>>—Nolan me odiaría toda la vida por arruinar las cosas
con él hombre a quien más adora. Si le dieran a escoger a
mi hijo entre él o yo. Nolan tomaría sus biberones y pañales
y se iría con ese alfa sin dudar.
—Edward.
Algo en la voz de Luc lo hizo mirarlo. Luc tenía una
expresión tensa, vagamente enojada en el rostro.
>>—Tu hijo jamás te cambiaría por alguien más.
Dijo.
>>—Se que es complicado para ti hacer todo esto solo,
pero lo has hecho fantástico, tu hijo te ama
incondicionalmente así vienen programados los bebés.
Edward le dedicó una sonrisa torcida. Luc tenía esa
intensidad decidida por la que era difícil no dejarse atrapar.
—Dudo mucho que Nolan tenga esa actualización en su
software.
Edward levantó la mano cuando vio que Luc iba a rebatir
su lógica.
>>—El punto aquí es, que Nolan no tiene a su padre alfa
y no digo que Jamal sea un remplazo, pero es cariñoso y
paciente con él. Y si yo sigo con estos pensamientos,
terminare arruinando esa amistad. Y por ende el daño
colateral será Nolan.
Luc se quedó pensativo un segundo.
—¿Antes no pensaste en Jamal sexualmente?
Edward hoz una mueca antes de contestar.
—Mis intereses eran más afines a los de Declan.
Respiró profundamente.
>>—No es que Jamal no me pareciera atractivo,
simplemente siempre me dio la impresión de no ser un
hombre que se acuesta sin relacionar el sexo con
sentimientos.
Luc asintió.
—También tengo esa impresión.
Comentó.
>>—Comprendo tu temor, y también creo que es mala
idea involucrarte sexualmente con Jamal si no buscas nada
más que solamente sexo.
Edward dejó caer los hombros.
—Necesito sexo, y la única forma de deshacerme de esos
pensamientos hacia él, es encontrar un alfa antes de que
cometa una locura.
Luc le dirigió una mirada larga y escrutadora, aun
incómodamente intensa.
—Podrías registrarte en sitios de citas.
Dijo al fin.
>>—O volver a tus viejas caserías. Recuerdo que tenías
una agenda con contactos para eso.
Edward casi se burla, pero en realidad lo consideró. Era
una solución perfecta, realmente.
—Llamaré a alguien. De alguna forma solucionaré mi
maldito libido.
Dijo, sus hombros cayeron con alivio.
>>—Gracias, por escucharme.
Luc le sonrió.
—Cuando quieras.
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
Fue toda uno odisea negociar con Lexi para que cuidara
a Nolan un par de horas más. No obstante, como al día
siguiente era sábado, y tenía el fin de semana libre, Lexi
había aceptado con la condición de tener libre el jueves
siguiente. Edward había aceptado, ya que no tenía otras
opciones, ya buscaría qué hacer ese día. Él tendría que
trabajar desde casa o lo más probable es que llevaría a
Nolan a la oficina un par de horas, cosa que no deseaba
hacer. No era que ocultara a su hijo, solamente no quería
que nadie se acercara demasiado, odiaba a los
entrometidos en su vida.
Siguiendo el concejo de Luc, llamó a alguien. Su nombre
era Alec. Un alfa gerente de un banco con el cual hace casi
un año tuvo un encuentro sexual bastante significativo. El
alfa tenía poco más de treinta años, era alto, moreno y
deslumbrante, con un cuerpo bien definido y una sonrisa
bastante deslumbrante. Se había decidido por Alec, porque
de todos sus posibles opciones, él era el único con el cual no
tenía bastantes posibilidades de encontrárselo a cada cinco
minutos. Lo cual era bastante tranquilizador, además hasta
donde sabía Alec no tenía ningún interés en acoplarse con
nadie todavía.
Edward la había elegido cuidadosamente con quién
podría follar y hasta el momento no estaba lamentando su
elección. Él estaba definitivamente interesado en este alfa.
Olía bien, sus feromonas alfas hasta el momento no estaban
incomodándolo, además recordaba que el hombre era
bueno en la cama.
Se habían citado en un bar para tomar una copa y
romper el hielo. Después de una charla sin sentido,
terminaron rompiendo la incomodidad cuando Alec intentó
besarlo; sin embargo, Edward le señaló que no era el lugar
apropiado. Después de media hora más, llego el momento
de partir para el evento principal. Justamente había un hotel
enfrente, no obstante, todo su libido de días anteriores, se
evaporó.
Edward se vio dividido y temeroso. Por algún motivo su
cerebro le susurraba que esto estaba mal. Él era padre
ahora y, sin embargo, estaba queriendo regresar a sus
terribles costumbres. ¿Ahora que era padre debía renunciar
al sexo? ¿Cambiar quién era? Su brújula moral estaba
desorientada.
Quería sexo, deseaba sexo, anhelaba sexo. Pero por
alguna razón esto no se sentía moralmente correcto. Entre
más se daba vueltas a las cosas, más frustrado se sentía,
estaba al borde de la excitación pero, sobre todo,
simplemente cohibido e incómodo.
Apretando los dientes, Edward terminó disculpándose y
despidiéndose de Alec con la patética excusa de que tenía
una emergencia y la promesa que lo llamaría. Aunque
Edward sabía que jamás lo haría.
En casa, Lexi se mostró sorprendida ante la llegada de
Edward, ya que aún restaban poco más de dos horas de lo
que habían acordado. Edward le dijo que no importaba que
el trato que tenían se mantendría y ella obtendría el día
libre prometido.
Una vez que Nolan estuvo profundamente dormido en su
cuna, Edward fue en busca de una cerveza y después se
acomodó en el sofá y llamó a Luc.
—No pude hacerlo.
Informó en cuanto Luc atendió la llamada. Él le pidió que
aguardara un segundo. Seguramente lo había agarrado en
un mal momento. Lo comprendía, ahora con un bebé no era
como si el adulto tuviera mucho tiempo de óseo. Después
de unos segundos y de escuchar una puerta cerrarse, Luc
volvió a hablar.
—¿No te fue bien?
Preguntó Luc pronosticando que era a lo que Edward se
refería. Edward hizo una mueca.
—El alfa que escogí era sumamente sexy, pero…
—¿Pero?
—Me sentí demasiado cohibido para llevar las cosas
hasta el final. No pude… no dejaba de pensar en que estaba
mal, en Nolan. ¿Qué clase de ejemplo le estoy dando? ¿Qué
pensar de mí cuando en un futuro alguien le diga que su
padre omega saltaba de cama en cama con cualquiera?
—Creo que eso es bastante exagerado.
Luc suspiró.
>>—Todo está en tu cabeza, Eddy. Es verdad que como
padres nos preocupan ahora un montón de cosas, pero no
puedes sacrificar quién eres por el bien de tu hijo. Tener una
relación o velar por el bienestar de uno mismo no nos
convierte en malos padres, siempre y cuando no descuides
a tu hijo.
—Sí, sin embargo, no puedo dejar de pensar que es
incorrecto. Por culpa de mis malos hábitos, deje a Nolan sin
su padre alfa.
Edward frunció el ceño.
>>—Soy una zorra omega ¿No es así?
Luc maldijo.
—Edward, sabes que eso no es verdad.
Edward parpadeó.
—Yo mismo aleje a Nikolái porque me aterraba el
compromiso y él se largó suponiendo que Nolan podría ser
de cualquiera menos de él ¿Qué quieres que piense?
Luc resopló.
—Necesitas dejar de sobre analizar demasiado las cosas.
Y sobre todo quitarte la idea de la cabeza de que eres mal
padre y una horrible persona. ¿Es tan malo seguir tus
propias convicciones? Por su puesto que no lo es. Siempre
seguiste tu propio camino Edward y eres admirable por ello.
No tienes por qué ahora mismo dudar de ti mismo, no
hiciste nada malo.
Edward cerró los ojos
>>—Tú siempre luchaste por romper el molde del
concepto omega. Ciertamente tuviste un bache en el
camino, pero ya suéltalo. Debes superarlo y seguir viviendo.
Ahora tienes un bebé ¿Y qué? Puedes lograr lo que te
propongas, sin cambiar quién eres, Edward.
Edward sonrió y abrió los ojos.
—Eres bastante bueno consolando a las personas ¿Lo
sabías? Creo que te equivocaste de carrera.
Aseguró mientras se recostaba en el sofá. Escuchó la risa
de Luc.
—No lo soy, odio el sentimentalismo, pero por Henry,
Lukas, Nolan y tú, puedo hacer concesiones.
Edward se rio.
—Henry se sacó la lotería contigo.
—Ahora tú eres quien exagera.
Edward sonrió, sacudiendo la cabeza. Ciertamente, la
cara que Luc mostraba al mundo era completamente
diferente a lo que Edward veía como amigo y suponía que
era completamente diferente a lo que Henry vivía día con
día. Para todos los demás, Luciano era difícil de leer, era
bastante estricto cuando se trataba de su vida laboral y de
su vida personal no hablaba con cualquiera.
—Sí, tienes razón. Últimamente exagero por todo.
—Solamente tienes que tener paciencia, tu vida pronto
se encarrilará y volverá a ser lo que era.
—Sí.
Dijo Edward, sonando bastante de acuerdo, aunque
Edward sabía que eso jamás sucedería, no podría volver a
ser quien fue. Simplemente, tendría que adaptarse a ser lo
que ahora podría ser.
Capítulo 12
Luchando contra su buen juicio, Edward llegó el sábado a
medio día a la casa de Jamal. Casi hasta se arrepintió en el
último momento, pero fue tarde para correr cuando llamó a
la puerta.
—Adelante.
Escuchó a Jamal alzar la voz. Edward se extrañó, ¿Qué
loco permitía entrar a alguien sin saber quién llamaba?
Edward asomó a la cabeza.
—¿Cómo es posible que no compruebes quién está
llamando?
En la sala de estar no estaba Jamal, un segundo después
apareció él llevando un mandil y las manos en el aire llenas
con algo parecido a la masa gris.
>>—¿Estás cocinando?
—Estoy preparando unas férulas.
Jamal hizo una seña con la cabeza.
—Entra, sea quien fuese quien llamara, un criminal no
llamaría a la puerta ¿No crees?
—Nunca se sabe, el mundo está loco.
Edward abrió la puerta e hizo malabares con todo lo que
llevaba. Nolan en el portabebés hizo un gorgojeo de
contento. Jamal se acercó a hacerle monerías al niño
cuando Edward dejo él porta bebe sobre la mesa de centro.
>>—¿Para que necesitas una férula?
—El perro de la señora Alice, del 17b, se fracturó la pata
la semana pasada. Los animales son inquietos y se ha
comido la mitad de la férula, me pidió el favor de cambiarla.
Edward apartó la mirada de Nolan. Edward se sintió
extraño con la forma en la que Jamal lo miraba.
—¿Por qué me miras así?
Preguntó. Jamal entrecerró los ojos.
—Te noto diferente.
—Será porque no me siento medio muerto el día de hoy.
Respondió él.
>>—Me siento bien.
Dejo la pañalera encima del sofá.
>>—Por fin conseguí dormir bien ayer. Es curioso, pero
desde que hablé con esas personas el otro día, me siento
distinto. Me siento menos estresado y menos culpable, me
tranquilizo saber que sentirse mal padre es normal.
—No eres mal padre, Eddy.
Edward se encogió de hombros.
>>—Por lo menos hoy no me sentí culpable mientras me
duchaba y escuchaba llorar a Nolan. Tampoco lo tome a mal
mientras le intentaba dar el biberón y el renegaba porque lo
dejara en su cochecito.
—Me alegro de que te sientas mejor. Hasta tus ojos
brillan como antes.
Edward se echó a reír, mostrando sus dientes blancos y
relucientes.
—No he venido a buscar cumplidos.
Comentó.
>>—Aunque te los agradezco igual. Ya que mañana es la
barbacoa con tu familia, vine a preguntarte o mejor dicho a
pedirte que me acompañes a cobrar algo para ellos, no
quiero llegar con las manos vacías.
—No es necesario que compres nada.
Comentó Jamal yendo a la cocina a lavarse las manos.
Edward solamente lo siguió con la mirada, el muro que
dividía la sala de estar de la cocina era parcial, por lo tanto,
podía verlo dirigirse al fregadero.
—Aun así, es de mala educación llegar sin nada. Creo
que una botella de vino es apropiada o un postre.
Desconozco las costumbres de tu familia, por eso vine a
buscar ayudar.
Jamal se giró hacia él mientras se secaba las manos.
—Conociendo a mi familia habrá una tonelada de comida
y bebida, hacía que por eso no te preocupes.
Jamal sonrió.
—Aun así…
—No te preocupes más. De camino compraremos
cerveza ¿Eso te tranquiliza?
Edward hizo una mueca, Jamal volvió a reír. Dejando la
toalla de manos sobre la encimera, regresó a la sala de
estar.
>>—No hagas pucheros, solamente te digo que no
debes preocuparte, eres invitado y mi familia se encargara
de alimentarte todo el día.
Jamal se dejó caer en el sofá, giró el portabebés hacia él
para mirar a Nolan, el niño rio encantado. Edward estaba
dando por perdida la batalla, se dejó caer a un lado de
Jamal con un largo suspiro.
—Bien. Pero yo pagaré la cerveza.
—De acuerdo.
Jamal le sonrió sin dejar de hacerle caras a Nolan.
Edward sonrió, se autoconvenció que fue un reflejo espejo
de la sonrisa de Nolan, le gustaba verlo contento. En algún
momento Jamal acercó su rostro a Nolan para chocar sus
narices juntas, entonces su precioso niño eructó y fue con
todo y gran premio. Jamal terminó con la cara llena de
vómito de bebé.
Edward soltó una carcajada, comenzó a reír tanto y tan
alto que no podía controlarse mientras observaba la cara de
Jamal desconcertado ante la situación.
—Esto no es gracioso.
Dijo Jamal limpiándose la cara con el antebrazo.
—Si lo es.
Jamal tomó una almohada y le dio en la cabeza con
Edward.
—Ya para de reírte.
—Es que… Es que… deberías de ver tu cara.
Edward comenzó a dolerle el estómago de la risa.
—Oh, conque quieres jugar duro, ¿no es así?
Jamal se puso de costado y le hizo cosquillas. Edward rio
tan fuerte que casi no podía hablar.
—Cosquillas no.
Gimió. Intentó apartarle el brazo en un esfuerzo por
alejarse, casi se cae del sofá. Jamal lo sostuvo sin dejar de
hacerle cosquillas. Lucharon por largos segundos, hasta que
de alguna manera Jamal quedo encima de él y sus rostros
casi chocaron juntos. De repente aquello dejó de tener
gracia cuando se dio cuenta de que no podía negar el calor
inesperado que bullía entre los dos. El olor de las feromonas
alfa por parte de Jamal aumentaron de intensidad, no algo
tan obvio, pero sí lo suficiente como para que embriagaran
la nariz de Edward.
Sus miradas se encontraron y él supo que Jamal sentía la
misma atracción. Tenía los párpados pesados y los labios
gruesos. Edward ya sabía que quería ser su amigo, pero en
ese momento se dio cuenta también de que no deseaba
nada tanto como alzarse a besarlo, sentir los labios de él en
los suyos y dar salida al deseo inesperado y tentador que lo
embargaba por dentro.
Edward tenía la sensación de que todo sucedía a cámara
lenta. Él no había ido al apartamento por eso. Pero ahora
estaba apretado contra el pecho duro de él y sentía todas
las partes de su cuerpo calientes y alborotadas.
Deseaba más que nada en el mundo que lo besara, no
obstante Jamal parecía empeñado en apartarse. Edward
sintió el impulso lujurioso de sentir los labios de él en los
suyos. Imaginaba que debía de ser cosa de sus hormonas,
pero quería saberlo de cierto, así que decidió lanzarse. Se
acercó más y le rozó los labios con los suyos. El olor de él
era tan bueno como su aspecto y en cuanto sus labios se
encontraron y él respondió con una presión propia, algo
cedió en el interior de él. Edward perdió el control. Fue como
si despertara después de haber estado en coma.
Dejándose llevar por el instinto, le echó los brazos al
cuello y acercó su cuerpo al de él lo bastante para sentir la
excitación de él en su muslo. Soltó un gemido y subió una
mano por los fuertes músculos de la espalda de él y
después más arriba, hasta que sus dedos trazaron un
camino por el pelo de él. Jamal profundizó el beso. Edward
abrazó la pierna de él con la suya. Lo acarició. Mejor dicho,
lo devoró, pasando una mano por los abdominales firmes de
él y luego, más abajo, por la tela de su pantalón hasta que
lo sintió duro contra su mano.
—¿Qué mierda ocurre aquí?
Cuando Edward oyó la voz de Declan, creyó que su
mente le jugaba una mala pasada. Pero entonces Jamal se
apartó.
—¿Quién haces aquí sin avisar?
Demandó saber Jamal a Declan. Edward miró por encima
del hombro y vio a Declan de pie en el umbral. Él lo
fulminaba con la mirada.
—¡¿Y ahora negarás que te abres de piernas también
para mi socio?!
Recriminó Declan con tono de voz furioso y su mirada
llena de… odio. Dicho sea de paso, la mirada de Declan y su
actitud lo estaban haciendo sentir la peor escoria del
mundo. ¿Fue así como se sintió Nikolái aquella noche que lo
busco?
Jamal se puso de pie y enfrentó a su amigo y socio.
Gracias a los gritos, Nolan comenzó a llorar. Aturdido,
Edward se incorporó a toda prisa, sujetó el portabebés y se
apresuró hacia el pasillo, hubiera preferido mejor huir, pero
dos alfas cabreados estaban bloqueando la puerta. Jamal y
Declan discutían acaloradamente, Edward huyo hacia el
dormitorio sintiéndose peor puta del mundo.
¿Pero qué estaba haciendo? ¿Por qué lo había besado?
Días atrás su deseo había sido tener a Jamal lo más lejos
posible de él. Y ahora, de pronto, quería que lo tomara en
sus brazos y lo sedujera. Negó con la cabeza y cerró la
puerta de la habitación.
—Soy un idiota.
Susurró para sí mismo mientras cerraba la puerta del
dormitorio. Qué desastre, colocó el portabebés sobre la
alfombra y se inclinó para alzar a Nolan en brazos. Lo meció
suavemente para calmarlo y asombrosamente funcionó.
Poco a poco el pequeño dejo de llorar y se acurrucó contra
su cuerpo.
Ya un poco más tranquilo se sentó en la silla que estaba
junto a la ventana. No alcanzaba a escuchar nada
proveniente de la sala de estar y eso le estaba produciendo
un poco de ansiedad.
Mientras Nolan se quedaba dormido en sus brazos,
Edward se sintió vencido por el agotamiento. La dura
prueba emocional por la que había pasado le había quitado
las fuerzas y la compostura. Estaba temblando de
impotencia… ¿Por qué mierda estaba avergonzándose?
Ciertamente, no estaba en sus planes arruinar su amistad
con Jamal, pero la forma en la que Declan lo había mirado…
La puerta se abrió de repente, Jamal lo observó desde la
entrada.
—¿Se encuentran bien?
Jamal hizo la pregunta. Edward lo estudió por un
segundo, no parecía lesionado, aunque por un instante
temió que él y Declan se agarraran a golpes.
—Nolan ya se tranquilizó.
Contestó.
>>—Es un milagro que no comenzara a llorar más fuerte
mientras lo abrazaba.
Intentó bromear, pero al parecer a Jamal no le hizo
gracia alguna. Edward se sentía como si se estuviera
partiendo en pedazos por dentro y aspiró profundamente en
un esfuerzo por recobrar el control. La única gracia
salvadora era que Jamal nunca sabría cuán cerca estaba de
quebrarse. Ya estaba bastante humillado con la situación.
Después de todo, sí tenía orgullo. Nunca había necesitado
apoyarse en nadie y no estaba dispuesto a apoyarse en
nadie ahora.
>>—¿Se ha marchado?
Quería asegurarse de no encontrarlo en la entrada al
marcharse. Era bastante por un solo día.
—Casi lo eché a patadas.
Jamal dio un paso dentro de la habitación, Edward casi le
gritó que se alejara. Ahora necesitaba privacidad y, con
todo, al mismo tiempo deseaba que no se fuera. Lo cual era
confuso. No dijo nada mientras Jamal se aproximaba a él y
se arrodillaba frente a la silla. Edward lo miró consternado,
Jamal miró primero a Nolan y puso una de sus manos en su
cabecita y después miró hacia Edward.
>>—Respira profundamente, Edward. Parece que estás a
punto de enloquecer.
Dijo Jamal con una misteriosa mirada. Edward parpadeó.
—Debo marcharme.
Contestó. Jamal se acercó aún más, él era alto, por lo
tanto, aunque estaba en cuclillas, casi era de la altura de
Edward.
—Eso no es necesario.
Susurró.
>>—Somos adultos, Edward. Lamento lo sucedido,
Declan no debió de hablarte de esa forma.
Edward negó con la cabeza.
—Yo solamente tengo la culpa de todo. Mi vida es un
desastre y estoy pagando caro mis errores.
—Son tonterías.
Replicó.
>>—Y baja la voz o asustaras de nuevo a Nolan.
Edward observó a Jamal y respiró profundamente.
—¿Qué estamos haciendo Jamal?
—No entiendo la pregunta.
Razonó Jamal. Edward lo empujó hacia un lado y se
levantó.
—Dejemos las cosas claras, no quiero arruinar nuestra
amistad, lo que sucedió…
—¿Te arrepientes de besarme?
Preguntó Jamal de repente. Edward parpadeó ante la
pregunta.
—Yo…
—¿Te arrepientes?
Edward negó con la cabeza. No le respondió porque no
tenía ni la más mínima idea de que contestar. También
estaba demasiado agotado como para pensar con claridad.
—No quiero arruinar nuestra amistad.
—¿Edward?
Jamal dio un paso hacia él. Edward dio un paso atrás.
—¿Sí?
—Maldición, Edward, no estás arruinando nada.
Edward se dio vuelta y comenzó a caminar hacia la
puerta.
—Tengo que irme.
Jamal lo alcanzó, lo tomó de la mano y luego lo hizo
volverse hacia él. Edward levantó la mirada hacia él y vio el
entrecejo fruncido.
—¿Por qué siempre buscas escapar?
—No estoy escapando.
—Si lo haces. ¿Dónde está el omega arrogante que
siempre se enfrentaba a todos sin importarle la opinión de
los demás?
Edward entrecerró los ojos.
—Ese omega tiene mala fama, discúlpame por querer
cambiar.
—Maldita sea, Edward, no tienes por qué cambiar.
—Por supuesto que sí.
Contestó furioso.
>>—No quiero que Nolan se avergüence de mi en el
futuro. Y si eres inteligente, te alejaras de mí. Soy bueno
para no comprometerme y si continuamos seguramente
terminaras arrepintiéndote.
Jamal lo tomó del mentón y se inclinó hacia él.
—Eso jamás sucederá.
La boca de Jamal cubrió la de Edward. Tal vez debió
empujarlo y alejarlo, pero, en cambio, Edward sujetó a
Nolan en un brazo y con el otro se aferró a él para no
caerse. Abrió la boca para él. Jamal gruñó roncamente y
profundizó el beso. La lengua se abrió paso dentro de la
boca de Edward para acoplarse a la de él. Deseaba devorar
la suavidad de Jamal.
Tampoco deseaba detenerse con un solo beso. Cuando
se dio cuenta de ello, se apartó de inmediato.
Durante un buen rato se miraron incómodos, sin saber
qué hacer. El momento fue salvado cuando Nolan gimió
incómodo, Edward lo estaba apretando demasiado contra su
pecho. Edward se giró y se arrodilló para colocarlo en su
portabebés, eso le daría unos pocos segundos más para
pensar en que hacer o que decir.
—Lo pensé mejor…
Dijo Jamal, haciendo que Edward tensara los hombros.
>>—Tal vez sea buena idea comprar vino y whisky para
mañana.
Edward giró la cabeza y lo miró confundido. La mirada de
Jamal era precavida.
>>—¿Aun quieres ir a la barbacoa con mi familia?
Edward estaba a punto de gritar, no. ¡Mierda, no! ¿Cómo
se supone que enfrentaría las cosas ahora? ¿No hablarían
de lo que estaba sucediendo? Entonces la palabra “huir”
volvió a su cerebro. Si él salía corriendo ahora, entonces le
daría la razón a Jamal. Huir era últimamente lo que mejor
sabía hacer. Regresó su mirada a Nolan.
—Tendremos que ir de compras entonces.
Suspiró, esperaba que Jamal no viera cómo le temblaron
las manos, mientras abrochaba los seguros de las correas
de Nolan.
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
Edward había pensado que un paseo la ayudaría a
deshacerse de todas sus frustraciones vividas ese día.
Incluso hasta pensó que debería sentirse aliviado por el
hecho de no estar enloqueciendo con el asunto. aunque era
desconcertante la tranquilidad con la que Jamal estaba
actuando. ¿Acaso no estaba molesto por las inseguridades
de Edward? Se habían besado no una, sino dos veces. La
atracción estaba ahí. ¿Eso a donde los conducía?
Negó con la cabeza, demasiadas preguntas y nada de
respuestas. Optaron por caminar hasta el lugar donde
harían las compras, en realidad simplemente Jamal había
asegurado que cerca de ahí había una buena licorería y que
podrían llegar caminando, que un paseo le sentaría bien a
Nolan y Edward simplemente había asentido con la cabeza.
Pues resultó que el paseo no estaba siendo tan
agradable como habían previsto. Además de que ambos
caminaron en silencio un largo trayecto, antes de llegar a su
destino se encontraron con una desagradable escena. Una
agresión de dos alfas a un omega en plena vía pública. Al
parecer, el omega había entrado en celo repentinamente y
ambos alfas habían reaccionado a la estimulación, causando
que ambos alfas lucharan entre sí por el omega y lo hirieron
en el camino, además del disturbio causado en el local más
cercano.
Policías, ambulancias y chismosos estaban en la escena.
Una escena bastante común en realidad y al final quien
siempre era juzgado era el omega. Para Edward fue
demasiado escuchar los comentarios racistas de los que
estaban alrededor. Su mirada fue hacia la ambulancia donde
el omega estaba siendo tratado, las puertas estaban
cerradas y por supuesto no podía ver nada; sin embargo,
era fácil imaginar que los paramédicos estaban
reprendiendo al omega por no haber tomado su medicación
correctamente. Siempre era culpa del omega y nadie se
ponía a pensar en lo confundido y asustado que
seguramente el hombre estaba.
La ira creció hasta que se convirtió en ardiente furia en
su interior. Maldita sociedad de mierda.
—¿Edward?
Giró violentamente y vio que Jamal estaba de pie a no
más de unos pocos centímetros de distancia. Siguió la
mirada de Jamal y se dio cuenta de que estaba apretando
con fuerza las razas del carrito de Nolan.
—¿Crees que lo ocurrido fue culpa del omega?
Jamal levantó una ceja ante la vehemencia de la voz de
Edward.
—Eso no lo puedo contestar.
—Siempre culpan al omega.
Replicó haciendo un gesto con la mano. No le dio tiempo
a responderle.
>>—¿Por qué siempre es culpa del omega? No es como
si a nosotros nos gusta ser agredidos. O que a propósito nos
guste pasearnos por ahí provocando al enemigo como si
fuéramos un jugoso trozo de carne para comer. Los alfas
solamente consideran al omega como una herramienta de
placer y una máquina de hacer bebes. Los betas nos juzgan
y critican severamente solo porque sus cuerpos son
normales. Son todos disparates.
Añadió con un áspero susurro.
>>—Ojalá yo fuera normal como un beta. De no haber
nacido omega mi vida sería mucho más sencilla.
Jamal no sabía qué decirle. La lógica le decía que tenía
razón. Eran disparates. En verdad, nunca se había tomado
el trabajo de pensar en esos asuntos.
—¿Piensas que un beta tiene una vida más tranquila que
un omega o un alfa?
Preguntó Jamal.
—Sí.
Respondió Edward rotundamente.
>>—Ellos por lo menos son dueños de sus cuerpos, a
nosotros nos domina el maldito género y el instinto.
—Los problemas de la vida nada tiene que ver con el
género de la persona.
Comentó Jamal tranquilamente.
>>—El ser humano es parte de la naturaleza y su guerra
contra ella es, inevitablemente, una guerra contra sí mismo.
Considero que cada persona libra su batalla contra su
naturaleza misma. No creo que los betas no tengan
problemas.
Edward se encogió de hombros.
—Por lo menos no tienen que luchar contra las
feromonas, eso ya es una ventaja.
Jamal asintió.
—Tal vez. Pero no me vas a negar que para nosotros, las
feromonas hacen que las relaciones sexuales sean muy
satisfactorias.
Edward entrecerró los ojos hacia Jamal. Él parecía hablar
en serio.
—Tal vez tienes razón.
Edward dejó escapar un suspiro de cansancio.
—Lo siento. No debí haberme irritado contigo. Si
solamente pudiera obligarme a no pensar en esos temas, no
me enfadaría tanto.
—Forma parte de tu manera de ser interesarte por ellos.
—¿Cómo puedes saber que forma parte de mi manera de
ser?
—Eres un hombre bastante intrigante, Eddy.
Replicó Jamal.
>>—Siempre te he admirado por tu valentía y tu
astucia. Y siempre valore tu forma de pensar, nunca has
tenido miedo de decir las cosas o expresar cuando no estás
de acuerdo con algo.
La voz de Jamal estaba llena de tranquilidad cuando le
contestó. Edward se sintió como si lo acabaran de acariciar
o de besar. De pronto deseó recostarse contra él, rodearlo
con los brazos y abrazarlo con fuerza. Jamal era
maravillosamente comprensivo y empático y en ese
momento él se sentía horriblemente vulnerable.
Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo
mucho que lo admiraba. Siempre estaba tan seguro de todo,
tan seguro de sí mismo. Tenía un aire de tranquila
autoridad. No exigía respeto o exigía tener siempre la razón.
En extrañas ocasiones le levantaba la voz a alguien.
Recordaba en sus años de conocerlo como en sus consultas
como Jamal siempre saludaba cortésmente y trataba de
forma profesional a todos sin importar su género, color de
piel o etnia.
—Si no te agrada algo, ¿no es tu obligación intentar
cambiarlo?
Preguntó Edward. Jamal frunció el ceño.
>>—¿Crees que podría enfrentarme a la sociedad?
—Siempre te has enfrentado a la sociedad, Eddy.
Jamal hizo un gesto con la cabeza.
>>—Das tu opinan, eso es importante. Aunque
solamente sea un susurro, sumado a miles de otros se
convierte en un rugido de descontento que incluso la
sociedad no puede ignorar. Te aseguro que existen más
personas como tu o como yo, que intentan de hacer al
mundo un lugar mejor.
Edward se sorprendió devolviéndole la sonrisa. Jamal no
se estaba burlando de él. No, realmente estaba tratando de
ayudarlo.
—No soy lo suficientemente importante como para hacer
ningún cambio. Solamente soy un omega que…
—Mientras sigas creyendo esa tontería, no vas a alcanzar
nada. Te vas a derrotar tú mismo.
—Pero Jamal.
Razonó Edward.
>>—¿Cómo podría yo cambiar nada? Me condenarían un
omega que se acuesta con quien sea. Hasta el padre de
Nolan me abandono por eso ¿Cómo podría alguien como yo
servir de ejemplo?
Edward observó la forma en la que Jamal apretó la
mandíbula ante la mención de Nikolái.
—Porque no buscas en la red.
Instruyó Jamal.
>>—Te aseguro que el internet sirve mucho más que
para simplemente publicar fotos en las redes sociales.
Existen páginas y grupos que intentan hacer conciencia
sobre la problemática social. Si haces que una persona tome
conciencia y luego otra y otra... tal vez no cambies el
mundo pero cambiaras el mundo de una persona.
Edward por algún motivo se sintió inspirado. Asintió. ¿De
qué servía solamente quejarse si no hacía nada al respecto?
—Debo pensar en ello.
Comentó.
>>— No me imagino cómo puedo hacer que alguien
preste atención a mis opiniones, especialmente un omega
que se quedó embarazado y abandonado. Típica historia
para alguien de mi género.
Jamal hizo una mueca. Después suspiró y miró al cielo.
—Ya lo has hecho, Edward. Has logrado que yo me dé
cuenta de algunas cosas que tampoco me agradan, pero no
hago nada al respecto.
—No fue a propósito.
Replicó.
>>—Lo siento, estaba disgustado. Hoy ha sido un día…
intenso. Pensé que el paseo me calmaría, pero encontrar
esta escena ha causado que mi enfado aumentara.
Edward no quería mencionar lo ocurrido con Declan
directamente.
—No es bueno que te guardes los disgustos Edward.
Puedes gritar si lo deseas.
Había un cierto brillo en los ojos de Jamal cuando hizo
esa sugerencia.
—Despertaría a Nolan, y no es fácil hacerlo callar, ya lo
sabes.
Edward movió la cabeza en un gesto negativo. Antes de
que Edward siquiera pudiera protestar, Jamal se inclinó y lo
besó. Su boca rozó la de Edward lo suficiente como para
sentir su suavidad. Se apartó casi de inmediato.
>>—¿Por qué has hecho eso?
—Para que dejaras de fruncirme el entrecejo.
No tuvo tiempo para reaccionar ante la concesión de
Jamal. Jamal lo tomó de la mano y empujó el cochecito de
Nolan con la otra.
>>—Vámonos de aquí. Vamos a pasear hasta que tu
enfado desaparezca por completo.
Edward tuvo que correr para mantener el ritmo de Jamal.
—No es una carrera, Jamal. Podríamos caminar a paso
más tranquilo.
Jamal disminuyó la velocidad. Caminaron en silencio
durante varios minutos, cada uno sumido en sus propios
pensamientos. Jamal hizo que Edward se sujetara de su
brazo, de esa forma él podría guiar de forma más fácil el
cochecito de Nolan.
—Edward, ¿En verdad odias tu género omega?
Edward pensó que era una pregunta rara.
—Sí y no.
Le contestó.
—Aunque siempre trato de luchar contra mi naturaleza,
hace muchos años llegue a la conclusión de aceptarme tal
cual soy e intentar vivir bajo mis términos y reglas.
Jamal asintió.
—¿Es por eso que nunca has querido enlazarte con un
alfa?
Preguntó con tono indiferente.
—No quiero que nadie me gobierne.
Contestó.
>>—La naturaleza del alfa es someter la voluntad del
omega, es algo que yo no deseo.
—¿Ese es tu concepto de una relación?
Edward asintió.
>>—¿Crees que Luc somete a Henry a su voluntad?
Edward entrecerró los ojos.
—Tal vez sea la excepción a la regla.
—¿Y no crees que hay más alfas que buscan amar,
proteger, honrar y atesorar a su omega y no dominarlo y
humillarlo?
Edward consideró la pregunta por unos segundos. Tal vez
él era el exagerado en ocasiones, veía maldad en todo el
mundo, aunque Jamal tenía puntos a favor. Suspiró
derrotado.
—Tengo una forma pesimista de pensar ¿No es así?
—Hay muchos ejemplos y situaciones que te han hecho
jugar a los demás duramente. Eso te ha convertido en lo
que eres y te preparaste para enfrentar un mundo caótico.
Edward rodó los ojos.
—Soy un omega dramático.
—Eres consciente del mundo que te rodea, Eddy y no es
malo, ser diferente. Eres más consciente de los demás y las
injusticias. Es bueno que luches contra las críticas y el peso
social.
Llegaron a la licorería, se detuvieron frente a la tienda.
—Eso siempre me crea problemas. Por eso tengo mala
fama.
—Yo te defenderé.
Era una promesa dulce y también arrogante. Edward no
pensó que Jamal lo decía realmente en serio. Se rio y movió
la cabeza negativamente. Era tan sencillo hablar con Jamal,
que ahora sentía que toda su ansiedad del día, había
desaparecido.
Capítulo 13
Al final los planes de la barbacoa fueron cancelados, a
Jamal se le presentó una emergencia médica urgente.
Edward no se ofendió, ni molestó en la mañana cuando
Jamal habló para cancelar. Jamal era médico después de
todo, emergencias médicas eran comprensibles, nada más
no comprendía por qué se sentía tan ansioso al respecto.
Ni siquiera comprendía ahora cómo actuar, se habían
besado el día anterior, y cuando llegó la hora de despedirse
no se habían dicho absolutamente nada. No hablaron de
cómo llevarían las cosas a partir de ese momento y se sintió
cómodo no hacerlo.
Sin embargo, al momento de avisarle y disculparse por
cancelar, Edward no pudo evitar preocuparse y considerar
que, tal vez, ese improvisto médico en realidad fuera algo
relacionado con Declan.
En todo el domingo, Jamal no llamó. Y él consideró no
molestarlo en su trabajo. Había ido a visitar a Luc para que
Henry y su padre vieran a Nolan. También fue incómodo
presenciar la forma en la que al abuelo de Nolan se le
nublaban los ojos cada que miraba a su nieto. Y también fue
desastroso presenciar esas miradas de lástima que le dirigía
cada que pensaba que Edward no observaba.
No se quedaron mucho tiempo. Así que le toco pasar el
resto de la tarde en casa pasando tiempo de calidad con su
inquieto hijo. Edward conoció otra faceta de sí mismo,
durante casi una hora pasó recostado en la cama
observando a Nolan dormir. Lo cual le permitió pensar en
muchas cosas, aunque no llegó a conclusiones precisas
acerca de qué hacer.
Para el lunes, aún no tenía noticias de Jamal, así que
concentrarse en el trabajo era la mejor forma de solventar
sus crisis personales. Y todo fue un buen plan, hasta que
llegó a la oficina y se encontró con un cliente el cual no
tenía cita previa. Edward cuadro los hombros.
—Por lo general atiendo a mis clientes con cita previa.
Comentó tranquilamente. Aunque medianamente estaba
tranquilo, ya que Declan estaba dejando fluir sus feromonas
a propósito.
—Necesito hablar contigo.
Anunció de forma desafiante. Por el rabillo de sus ojos
vio a su asistente algo nerviosa. Edward tenía dos opciones,
aguantar un escándalo en público o en privado. Resignando
señaló con una mano, él caminó a su oficina. Declan entró
primero y Edward a propósito no cerró la puerta. Caminó a
su escritorio y dejo su maletín. Después se enfrentó a
Declan.
—Lo escuchó doctor, doctor Hall.
La exquisita y cara educación se interpuso, aunque era
agradable agregarle un poco de sarcasmo al tono de voz.
—Creo recordar que cuando estamos en la cama no me
llamas por mi apellido.
Declan estiró la mano para acariciarle el rostro, pero
Edward se apartó de inmediato. Cosa que a él le encantó.
—En oficina se tocan temas de trabajo, doctor Hall. Si no
tiene nada que decir respecto a mi trabajo, le pido se retire
y espere su informe financiero a fin de mes.
Su voz se fue apagando mientras veía impotente cómo
Declan deliberadamente se acercaba más, sonriendo todo el
tiempo y poniéndolo cada vez más nerviosa.
—Por Dios, Eddy. No tienes que ser tan frío conmigo,
después de todo soy yo quien sabe calentarte la sangre ¿No
es así?
Declan lo acorraló contra la pared. Edward ahora le
costaba respirar por el espeso olor de sus feromonas.
Intentó alejarlo, pero Declan pensó que al momento de
poner su mano contra su pecho estaba aceptándolo,
colocando su mano sobre la de Edward de manera posesiva,
se la llevó a los labios.
>>—Sabes que somos buenos juntos.
Aseguró en tono de voz sugerente.
—¿Por qué estás tan obsesionado con eso, Declan?
Edward apartó su mano bruscamente y se escabulló por
un costado. Declan lo sujetó del brazo y tiro bruscamente de
él.
—No te hagas el tonto
Dijo aparcando a un lado las buenas palabras.
>>—Tú y yo somos buenos juntos, hasta no me
extrañaría que ese niño que vi, fuera mío ¿Es mío no es así?
Soy fantástico haciendo bebés.
—¿Perdón?
Preguntó molesto. ¿Él suponía que Nolan era suyo?
—Ese bebé seguro que no es de Jamal. Él es tan aburrido
que seguro ni sabe cómo llevarte al orgasmo una y otra
vez.
De nuevo lo arrinconó, esta vez contra el escritorio, y
cayó hacia atrás.
>>—Yo soy mejor que Jamal en todo.
Declan se acomodó sobre él sin ningún reparo y de paso
mostró su alegría en forma de erección. Intentó apartarlo,
pero él lo apretó aún más y lo silenció casi babeándole
encima.
>>—Eres un omega caliente y demasiado malditamente
sexy para un frígido como Jamal Cooper.
Dijo riéndose como un sádico loco. Que hablara de esa
forma de Jamal lo hizo enfurecer. Antes de que él pudiera
siguiera Declan hiciera su siguiente movimiento, Edward lo
golpeó con su antebrazo en el rostro, eso le permitió
moverse un poco más cuando Declan se alzó, así que lo
golpeó con la rodilla en el estómago, de esa forma Declan
se alzó hacia atrás y Edward aprovechó para empujarlo y
qué callera sobre la alfombra. Inmediatamente, saltó fuera
del escritorio y lo enfrentó
—¡Ya no voy a tolerar tus mierdas!
Gritó sin ningún remordimiento. Declan jadeaba en el
suelo, se había sofocado por el golpe de Edward.
>>—¡Ahora quiero que te largues de mi oficina o llamaré
a seguridad para que te saquen a patas! Y no quiero volver
a verte por aquí nunca más. Te voy a hacer un favor y
remitiré tus finanzas de confianza a otro contador, él te
llamara.
Con una rodilla en el piso, Declan lo miró.
—¿Por qué?
Preguntó, aún le costaba trabajo respirar. Edward enarcó
una ceja.
—¿Por qué? ¡Porque te estás comportando como un
idiota!
—¡¿Por qué, él?! ¿Por qué ahora? Jamás demostraste
ningún interés en el pasado.
La indignación de Edward creció.
—¿Qué te sucede? ¿Por qué te importa con quien me
acueste o no? A ti te daba igual. Siempre fuiste consciente
que escogía a mis amantes y tú eras uno de tantos.
Gruñó molestó mientras se reacomodaba la corbata,
jamás apartó la mirada de Declan, no le daría la espalda y le
permitiría atacarlo nuevamente.
—Pero no con él. Nunca lo hiciste con él hasta ahora.
Dijo él poniéndose de pie.
—Jamal es tu socio. Pensé que eran amigos, ¿Por qué lo
odias?
Jamal lo miró duramente.
—Pregúntaselo a él.
Su mirada se llenó de un brillo de rencor.
>>—Tal vez al final descubras que no es tan maravilloso
después de todo.
Y con esas últimas palabras se marchó. Edward cerró los
ojos intentando tranquilizarse. ¡Maldita sea! ¿Por qué todo
en su vida era un desastre?
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
Por la tarde su ansiedad era demasiada, así que tomando
el toro por los cuernos como siempre enfrentaba sus
problemas, Edward decidió ir a buscar a Jamal. Por supuesto
que se negó rotundamente a acercarse a la clínica, por tal
motivo le envió un mensaje a Jamal y le avisó que lo
esperaba en la cafetería a dos cuadras de la clínica y que
era urgente hablar con él. Extrañamente, Jamal le contestó
que llegaría una hora aproximadamente. Lo cual le pareció
un poco extraño por un segundo, pero, pues se tuvo que
resignar, Jamal era médico y era comprensible que tuviera
fila y fila de pacientes.
Mientras esperaba, siguió trabajando en su portátil,
mientras revisaba unos balances importantes, se dio cuenta
de que un vehículo se estacionaba justamente enfrente de
la ventana de donde él se encontraba. Enarcó una ceja
cuando miró a Jamal bajar del auto y apresurarse a la
cafetería. ¿No era bastante exagerado venir en auto a dos
cuadras de distancia?
—¿Dos calles es mucho para caminar?
Estaba bromeando y por lo menos esperaba una sonrisa.
En cambio, Jamal no sonrió. Tomó asiento frente a Edward.
—Lamento la cancelación de ayer. ¿Cómo está, Nolan?
Edward estaba desconcertado por este comportamiento.
Jamal se estaba comportando tan frío y distante como un
extraño.
—Comiendo, durmiendo y gastando pañales como si
fuéramos millonarios.
Contestó en forma sarcástica, mientras cerraba su
portátil.
—Pero no te cite aquí para contarte las aventuras de mi
hijo. ¿Quiero saber qué sucede entre tú y Declan?
Preguntó directamente, ya estaba harto de andarse por
las ramas.
—¿A qué te refieres?
A pesar de la pregunta, Edward conocía bastante bien a
Jamal o al menos eso le gustaba pensar. Vio la incomodidad
de la pregunta en sus rasgos.
—¿Qué fue eso que supuestamente hiciste que está
causando que Declan te odie tanto?
Edward miró a Jamal directamente a los ojos. Jamal hoy
llevaba gafas y parecía cansado, tal vez no era momento
para una conversación de este tipo, pero a Edward le
gustaba enfrentar sus problemas y estaba cansado de estar
jugando al gato y al ratón entre estos dos.
—Solamente tenemos un desacuerdo de ideas.
Jamal hizo una mueca.
>>—Y si eso es todo, entonces permite comprar un café,
tengo que volver a trabajar.
Entonces Edward supo a ciencia cierta que algo ocurría
entre estos dos. Jamal estaba evadiendo deliberadamente el
tema y eso no lo iba a permitir. Pendiéndose de pie, corrió a
ponerse frente a él bloquearle el paso. Jamal se quedó tan
sorprendido ante tal acto público deliberado. Había muchas
más personas en el local, los cuales los miraban curiosos,
sin embargo, él no apartó la mirada de Jamal. Edward había
echado la cabeza hacia atrás para poder mirarlo. Deseaba
que Jamal viera su entrecejo fruncido de disgusto.
Antes de que Edward se diera cuenta de sus intenciones,
Jamal la levantó y lo apartó de su camino.
—¿Es en serio? ¿Vamos a actuar como niños de cinco
años?
Alzó suficientemente alto la voz. Ellos no estaban en
edad de armar escándalos en público, pero dadas las
circunstancias, le valía tres hectáreas de pepino. Jamal se
volvió hacia él.
—Tú eres el que está montando el drama, Eddy.
Edward colocó las manos en su cintura y no desvió la
mirada de Jamal.
—¿Por qué Declan está tan resentido contigo?
Vio cómo Jamal apretaba la mandíbula en señal de
disgusto.
—¿Por qué me estás haciendo todas estas preguntas?
—¿Por qué estás actuando de manera tan fría?
Se avergonzó un poco después de expresar
apresuradamente ese pensamiento en voz alta.
>>—Quiero decir…
Empezó de nuevo.
>>—Hasta este fin de semana parecías estar de humor
mucho más alegre. ¿He hecho algo que te desagradara?
Jamal sacudió la cabeza.
—¿En serio quieres tener esta conversación en público?
Jamal señaló con la cabeza a todos los curiosos, a
Edward no lo perturbó.
>>—No he dormido en más de treinta y seis horas, iré
por un café, regresare al trabajo y podremos hablar esta
noche ¿De acuerdo?
Otra vez intentó marcharse. Edward corrió a bloquearle
el camino por segunda vez.
—Discúlpame por creer que era el único que tenía
problemas existenciales. Te comprendo, he sido mal amigo
por siempre poner ante todo mis problemas.
Comentó con tono de voz firme.
>>—Sin embargo, es injusto que no confíes bastante en
mi cuando se trata de tus problemas. ¿Tan poco fiable soy
para ti?
Hizo que la pregunta pareciera una acusación. Tampoco
le dio tiempo para contestarle. Se volvió y regresó a su
mesa, tal vez era buena idea marcharse indignado. Sin
embargo, Edward era un adulto, además lo que había
estado haciendo hasta hace unos minutos era mejor
terminarlo en ese momento. Abriendo su portátil siguió
trabajando, si lograba enviar esos datos en treinta minutos
como máximo entonces se evitaría la molestia de volver a la
oficina y se iría directamente a casa, sería bueno para su
paz mental tomarse el resto de la tarde libre.
Hizo un fantástico trabajo ignorando las miradas de los
curiosos y también evitó mirar hacia el mostrador donde
Jamal estaba pidiendo su café. Como Edward era un poco
rencoroso, pidió al universo que tuviera piedad de él y lo
hicieran reír, sería sumamente satisfactorio si en ese
instante el café se derramara sobre la hermosa camisa
blanca de Jamal.
En ese momento le entró una llamada de Luc. Usando el
manos libres, se colocó el auricular en el oído.
—La hora del almuerzo termino hace dos horas.
Comentó Luc.
—Estoy trabajando fuera de la oficina, te acabo de enviar
un correo electrónico.
—Lo recibí. Iba a ir a discutir contigo unos detalles, pero
me informaron que saliste desde hace rato. ¿Todo bien con
Nolan?
—Magnífico, él ama a su niñera más que a mí.
—Edward…
—¿Cómo encontraste el balance?
Interrumpió a su amigo, a Edward podrían gustarle estas
bromas acerca de que su hijo no lo amaba, pero al parecer a
los demás los hacía sentir mal. Escuchó, él suspiró de Luc.
—Necesitamos hablar con el cliente y realizar ajustes…
Contestó Luc, también comenzó a hablarte de
impuestos, rangos de riesgo, etcétera, etcétera, etcétera.
Edward escuchaba, salvo que no pudo evitar alzar la mirada
cuando sintió a Jamal pasar de largo rumbo a la puerta. En
honor a la verdad, Edward se sintió dolido por su actitud,
pero no podía hacer nada al respecto, masque aguantar las
miradas de lástima de las personas que fueron testigo de su
vergonzoso momento.
Mientras Luc seguía hablando, Edward le contestó con
monosílabos. No prestó mucha atención a lo que él le decía
mientras observaba a Jamal acercarse a su coche, abrirlo y
de repente… Jamal se detuvo abruptamente, suspiró, alzó la
mirada al cielo y después de dejar el café sobre el techo del
auto, se volvió y regresó al local a grandes zancadas.
—¿Edward? ¿Me está escuchando?
Preguntó Luc. Sin embargo, Edward observaba como
Jamal se acercaba hacia él. De hecho, todos observaban
expectantes y murmuraban a su alrededor. Jamal no le dijo
ni una sola palabra, llegó hasta Edward, lo agarró por los
hombros y lo levantó contra él. Su boca cayó contra la de
Edward. Al principio, estaba demasiado aturdido para
reaccionar. Pero Jamal lo obligó a abrir la boca. Su lengua se
movió contra su lengua con descarada determinación. El
beso era posesivo, casi de manera salvaje, y justo cuando
Edward estaba empezando a responder, Jamal se apartó de
él.
Edward se desplomó sobre la silla, Jamal se volvió, y
salió de la cafetería. Aún escuchaba a Luc llamarlo y
preguntarle qué ocurría; sin embargo, Edward estaba
demasiado aturdido para decir algo. Observó a Jamal llegar
a su coche, tomar su café, entrar en el auto para
posteriormente marcharse a toda prisa.
—¡Edward maldita sea! ¿Qué mierda está sucediendo?
—Jamal acaba de besarme y se marchó sin darme
explicaciones.
Anunció con la voz un poco jadeante.
—Eso suena… bastante dramático.
Comentó Luc. Y Edward no pudo estar más de acuerdo.
Capítulo 14
No vio a Jamal, ni fue a visitarlos durante los siguientes
cinco días, mando mensajes, por lo general siempre
preguntaba cómo se encontraban. Edward sabía que se
refería a Nolan, no era como si tuviera esperanzas de que se
preocupara bastante por él. Y para mostrar su descontento,
Edward solamente contestaba con monosílabos.
Durante estos días, disfrutó de un poco de la paz y la
tranquilidad, ahora Nolan dormía más tiempo de lo que
lloraba y eso era un alivio. Eso por lo menos le permitía
trabajar mejor desde casa, leer, ocuparse de sí mismo y
sobre todo le permitía pensar.
Reflexionar en sus nuevas circunstancias, en lo que fue y
en lo que era ahora y lo que haría en el futuro. Analizó cada
detalle de sí mismo, cada uno de sus defectos y llegó a la
conclusión que debería de cambiar algunos aspectos de su
vida ahora que la ecuación de su existencia agregaba a un
niño. Cambiarias cosas, pero no permitiría que su esencia se
perdiera. Intentaría ser un buen padre, sin abandonarse a sí
mismo y sus necesidades.
Era un poco después del mediodía cuando Jamal llamó a
la puerta de su despacho. Edward lo observó desde su
escritorio. Tenía el cabello salvajemente despeinado, vestía
ropa casual, un polo negro y pantalones vaqueros. Vestido
de esa forma parecía más joven de lo que en realidad era.
Edward estaba tan feliz de verlo; sin embargo, frunció el
entrecejo fingiendo molestia. Jamal le sonrió.
—¡Hola, Eddy!
—Volviste.
Comentó con voz plana.
—Lo haces sonar como si hubiera salido del país.
Edward cerró su portátil y se levantó.
—No tengo la menor idea, ya que no te molestaste en
confiar en mí para decirme donde estabas.
—Estaba trabajando.
Contestó. Edward asintió con la cabeza. Tuvo el
presentimiento de que él estaba mintiéndole.
—En esa bolsa está el presente para tus padres, tienes
que llevárselo como señal de disculpa.
Edward se recargó en su escritorio y se cruzó de brazos.
>>—No quiero que ellos o tus hermanos piensen que
soy tan descortés que decidí desechar su invitación a ultimo
segundo.
Jamal cruzó los brazos también. Parecían dos adversarios
en medio de una fiera discusión. <<Que gane el mejor>>
—Ellos saben que estaba trabajando.
—Por lo menos avisas a tu familia. Bien por ti.
Murmuró Edward su descontento. Jamal rodó los ojos.
—Eres tan obstinado como siempre, Eddy.
Edward chasqueó la lengua.
—Es parte de mi encantadora personalidad. Y que sepas
que no te extrañe en absoluto.
Jamal descruzó los brazos y se acercó a Edward. Lo miró
con diversión. Edward optó por no moverse, no le daría ese
placer de verlo vulnerable.
—¿No me extrañaste?
Edward negó con la cabeza. Jamal le tomó la mano y lo
hizo alejarse del escritorio para enfrentarse cara a cara.
—¿Cuántos días transcurrieron desde que nos
encontramos en la cafetería?
—Cinco.
Contestó automáticamente y al ver la sonrisa de Jamal
se dio cuenta de su error.
—Pero no me extrañaste, ¿verdad?
Edward se dio cuenta de que se había atrapado a sí
mismo.
—Eres demasiado astuto para mí, Jamal.
Dijo arrastrando las palabras.
—La verdad es que sí lo soy.
Concordó con una sonrisa. ¡Señor dame paciencia!
Edward se dio cuenta de que efectivamente había
extrañado ese ingenio. En honor a la verdad lo había
extrañado y no solamente por la atracción sexual que
sentía. Jamal durante meses fue su constante compañía.
Desde simplemente estar con él, jugar al ajedrez, comentar
cosas, ver una película, preparar una comida, o
simplemente sentir que estaba ahí por si lo ocupaba. Incluso
Edward sabía que Nolan había extrañado a Jamal.
—Estoy comenzando a pensar que tu ego rivaliza con el
mío.
Estaba intentando provocarlo deliberadamente. En
cambio, Jamal rio.
—¿Jamal?
Fue la voz de Luc quien los interrumpió.
>>—Pensé que nos veríamos hasta esta tarde ¿Ocurrió
algo nuevo?
Fue la forma en la que Jamal miró a Luc que Edward se
dio cuenta de que algo sucedía.
—¿Qué sucede?
Preguntó cuando ambos alfas intercambiaron miradas
cómplices.
>>—Más les vale a ustedes dos no ocultarme cosas o
me harán enfurecer.
Jamal soltó un suspiro lo suficientemente violento como
para apartar las ramas de un árbol. Giró la cabeza hacia
Edward.
—Es algo referente a asuntos de trabajo.
Comentó al ver que Edward iba a protestar agrego.
>>—Y si tiene algo que ver con mi ausencia de estos
días, pero es un problema que no solamente me compete a
mí, sino a alguien más, por lo tanto Luc tiene que guardar
secreto profesional con su cliente.
Edward frunció los labios. Miró a Luc. Su amigo asintió
con la cabeza, se disculpó y volvió a dejarlos solos.
—No me agrada que me ocultes cosas.
Su tono de voz es rudo, pero al parecer a Jamal no le
molestó.
—Soy médico Edward, y también en ocasiones tengo que
guardar el secreto profesional. Debes comprenderlo mejor
que nadie.
Edward estaba a punto de seguir discutiendo, quería
saber si dicho problema también involucraba a Declan,
pero, en cambio, respiró profundo y decidió cambiar de
tema.
—¿Tú me extrañaste?
Preguntó antes de siquiera pensar en eso dos veces.
Jamal hizo una mueca
—Tal vez.
Esa respuesta aguijoneó el humor de Edward. Le soltó la
mano e intentó alejarse. Jamal lo agarró por atrás. Envolvió
los brazos alrededor de la cintura de Edward y se inclinó
cerca del oído.
>>—Realmente deberías tratar de hacer algo con tu
carácter, Eddy.
Le susurró. Lo besó al costado del cuello y le mandó
escalofríos de placer por las piernas. Nunca le contestó la
pregunta. Edward no se dio cuenta de ello hasta que Jamal
se hubo alejado.
>>—Tengo que hablar con Luc. Trataremos el asunto de
una buena vez y después ¿Qué tal si vamos a tu casa?
Extraño a Nolan.
Le guiñó un ojo.
>>—Y en compensación hasta preparare la cena.
Ni siquiera lo dejo responder, Jamal se marchó. El
hombre podía convertirle la mente en papilla con su
misteriosa personalidad. Sin embargo, Edward no tuvo
mucho tiempo para reflexionar sobre ese defecto porque
recibió una llamada importante de trabajo.
Estuvo ocupado casi por una hora, cuando terminó la
llamada se dio cuenta del mensaje de texto de Jamal donde
le informaba que su reunión con Luc había terminado y
como su asistente le dijo que estaba ocupado, había
decidido ir a realizar una consulta de último minuto y que
pasaría a comprar ingredientes para la cena. Quedo de verlo
en su casa un poco más tarde.
Refunfuñando Edward le contesto un “Ok” a lo cual Jamal
le envió un emoticón de una carita sonriente. Un segundo
después, Luc entraba en su despacho.
—No deberías de molestarte tanto. Jamal está
enamorado de ti.
Luc parecía encantado. Edward sacudió la cabeza.
—Recuerda que es palabra de cuatro letras no está en mi
vocabulario.
Anunció. Su amigo rio.
—Tal vez no te permitas pensar en ello, Edward, pero sin
duda algo pasa entre ustedes, ¿No es así? Me mantuve en
silencio mucho tiempo. Pero en esta ocasión no voy a
abstenerme de dar mi opinión.
El último comentario llamó la atención de Edward.
—¿Crees que si hubieras terminado siendo cupido entre
Nikolái y yo, nuestra final no hubiera sido tan desastroso?
—Ta vez…
Edward era consciente de la culpa que Luc sentía, se lo
había dicho meses atrás. Luc reflexionaba que había estado
tan enfocado en sí mismo, dividido entre la felicidad que
compartía con Henry y la llegada de su hijo y la guerra
contra su familia por sus criterios snob.
—El problema no fuiste tú. O Nikolái. Recuerda que soy
yo quien no tiene capacidad para comprometerse.
Edward se desplomó en la silla.
>>—Y me temó que también arruinare esta amistad con
Jamal. Cada día se me hace todo mucho más difícil. Dios
querido, ¿Sabes cuanto tengo que contenerme para no
saltarle encima y violarlo? ¿Cómo lo puedo evitar?
Luc caminó hasta quedar de pie detrás de Edward. Le
colocó la mano sobre el hombro.
—¿Te ayudaría el pensar en todos sus defectos?
Estaba bromeando con su amigo. Edward se tomó la
sugerencia en serio. Intentó encontrar la mayor cantidad
posible de defectos. No pudo pensar en muchos. El hombre
era casi perfecto. Luc sugirió que eso también era
probablemente un defecto. Edward estuvo de acuerdo.
—He reflexionado en citarme con alguien nuevamente,
pero mi libido se marchita en cuanto me imagino a mí
mismo follando con otro alfa.
Edward cerró los ojos.
>>—Estoy jodido.
—¿Tanto te atrae, Jamal?
Edward suspiró.
—Sí, Luc, ¿Qué voy a hacer? Siento tanto terror en mi
interior cuando reflexiono en lo que me está sucediendo. No
quiero arruinarlo, no soy material para una relación a largo
plazo. En este momento es solamente mi libido en estado
de ebullición y Jamal es el alfa que tengo cerca.
—¿Y crees que Jamal quiera una relación formal contigo?
La pregunta lo descolocó, era algo en lo que no había
reflexionado. ¿Qué tal si al final Jamal solamente quería
sexo? ¿O no quería nada con él? Aunque lo había besado y
estuvieron a punto de hacerlo…
>>—Te aconsejo que aclaren las cosas. El hombre se
preocupa por ti. ¿Por qué sencillamente no lo puedes
aceptar?
Edward sacudió la cabeza.
—¿Opinas que solamente es cuestión mía esta atracción
y él solamente quiere mi amistad?
Los años de entrenamiento para controlar las reacciones
mantuvieron a Luc impasible como siempre.
—Deben hablarlo, así funciona una relación. No
solamente es sentir la atracción y saltar directamente al
sexo.
Luc caminó hacia la puerta.
—Solamente tengo que sobreponerme a esta atracción.
Luc negó con la cabeza y medió giro para sonreírle a
Edward.
—Siempre fuiste tan obstinado como una mula.
Le dijo Luc.
—No debes hablarle así al futuro padrino de tu hijo.
Le ordenó.
—¿Por qué no? También seré padrino de Nolan, por lo
tanto, eso me da el derecho doble de reprenderte de vez en
cuando.
Edward sonrió.
—La verdad es que sí.
Admitió con una sonrisa.
>>—Más te vale darme buenos consejos en esta
ocasión, no quiero volver a meter la pata.
Luc le sonrió.
—Lo intentaré. Sin embargo, tienes la extraña capacidad
de atraer los problemas, aunque no los busques… Siempre
has sido así y dudo mucho que logres cambiar eso.
Luc le dedicó una mirada misteriosa.
—No necesitas cambiar quién eres, Eddy. Solamente
busca la manera de adaptar y relajar tus actas expectativas
en ti mismo.
Y con eso Luc se marchó dejándolo con mucho que
pensar.
Capítulo 15
Por la tarde había decido dar un paseo por el parque con
Nolan, le resultó extraño admitir que en el pasado las únicas
ocasiones que paso por ahí fue cuando decidió que correr
por las mañanas sería un buen ejerció para comenzar el día.
Además, para las cinco de la mañana el parque por lo
general era tranquilo y solamente encontraba adultos
haciendo ejercicio. Por el contrario, las cinco de la tarde era
un caos. Niños, mascotas y adultos persiguiendo a sus hijos
no era un panorama bastante alentador. Sin embargo,
tendría que ser un poco más empático, puesto que temía
que ese sería un panorama futuro para él.
Buscó un lugar tranquilo y alejado del mayor bullicio.
Colocando una manta sobre el césped, sacó a Nolan del
cochecito, su hijo a pesar del ruido… dormía como una roca.
Sonriendo, le ajustó el gorrito y lo recostó sobre la manta a
su costado.
Era irónico que, días atrás, Edward no pudiera respirar
sin disgustar al niño y ahora, a pesar del ruido y escándalo a
su alrededor, él estaba plácidamente dormido a su costado.
Además, ya era un alivio que su hijo no llorara tanto en sus
brazos y ahora gracias a los cielos ya dormía más horas de
corrido.
Recostándose también atrajo más cerca a Nolan y quedo
mirando el cielo. Un cielo medio despejado y con una brisa
ligera. Era agradable. Cerró los ojos y se puso a pensar
cuando fue la última ocasión en la que disfruto un momento
de paz.
Siempre a las carreras.
Siempre trabajando.
Siempre siendo… demasiado.
Edward recapacitó en todo lo que había hecho mal a lo
largo de su vida. Analizó sus metas y como estas habían
cambiado. También reflexionó en sus nuevas circunstancias
y como todo cambiaria. Ahora era padre soltero y Nolan
dependía de él. Era su obligación, como el adulto que era,
asumir las consecuencias de sus actos e intentar que Nolan
no saliera demasiado perjudicado en tono esto.
Sin proponérselo, Nikolái apareció en su cabeza. A pesar
de haber llegado a la conclusión tiempo atrás de que su
relación no funcionó a causa de las inseguridades de
Edward. También consideró que entre ambos había
demasiadas diferencias, aunque tuvieron mucha química
sexual.
Analizando también a sus amantes anteriores, Edward
concluyó que, igualmente, eran demasías diferencias entre
ellos, por lo cual también llegó a la resolución de que nada
podría funcionar con el Jamal Cooper. No estaba en el
destino. Para empezar, anterior a su embarazo solamente
fueron médico/paciente sumado con un poco de amistad,
Edward nunca sintió ese impulso de compartir sexo con él.
Siempre pensó que Jamal era demasiado tranquilo para él…
demasiado aburrido.
Sus gustos en comidas es bastante diferente, además de
en la música, equipos deportivos y libros tenían opiniones
opuestas. A él le gustaban las películas de acción y a Jamal
las comedias. Él prefería el café y Jamal el té y la lista era
interminable.
Pero después de haber ido conociéndolo cada vez mejor
en los últimos meses, se había dado cuenta de que nada de
eso importaba. Le atraía Jamal.
Le gustaba cómo lo miraba a los ojos cuando lo
saludaba. Le encantaba su tranquilidad y serenidad para
hacer las cosas. Le fascinaba también cómo besaba y lo que
le hacía sentir cuando lo abrazaba. Le gustaba cómo se
curvaban sus labios y cómo le brillaban los ojos cuando
sonreía. Siempre olía bien, y estaba igual de atractivo con
un pantalón de chándal y una camiseta que con pantalón de
traje y camisa. Amaba su actitud positiva y animosa. Le
fascinaba cómo cuidaba y mimaba a Nolan como si le fuera
a estallar el pecho por todo el amor que sentía cada vez que
mecía a su hijo en brazos. Ahora comprendía muy bien esas
frases donde afirmaban que el amor no surgía a simple
vista.
Aunque aún estaba seguro de que no era amor.
Simplemente, no había analizado correctamente a Jamal.
Era atracción lo que sentía.
Pero aunque había química entre ellos, y sabía que la
había porque la había sentido más de una vez, también
faltaba algo. Había algo que lo frenaba con Jamal. Cuando
Nolan gimoteó, Edward se incorporó y atrajo al niño a sus
brazos. Miró su reloj y se dio cuenta de que ya pasaban de
las seis, era hora de volver. Dándole un beso en la cabecita
a Nolan lo colocó en su cochecito y emprendió la marcha de
regreso. El momento de calma les había sentado bien, pero
Edward no logró llegar a conclusiones concretas.
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
•♥•♥•♥•♥•♥•♥•♥•
FIN
PROXIMAMENTE