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MIA |Híbridos Rebeldes I|✔

AntoniaBL

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v1.0.64 on January 25th, 2022, based on content
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This story was first published on February 1st, 2021,
and was last updated on January 16th, 2022.
FicLab ID: qikIFuVU/kyuo3ysb/50B00E5

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Table of Contents

Cover
Title Page
Copyright Information
Table of Contents
Summary
ANTES DE LEER
Sinopsis
Prólogo
Introducción
0. El Concejo
1. Cabello de fuego
2. Mejor amiga
3. Bonita
4. Mía
5. Peligrosa tentación
6. Un trato
7. Criminal
8. Una foto
9. Milford
10. Una canción
11. El lobo feroz
12. Luna Eclipsa
13. Las categorías
14. Ensalada de frutas
15. Fuego
16. Nuevas sensaciones
17. Los hermanos Collins
18. Susurros
19. Irreal

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20. El campamento
21. El sueño
22. Insaciable
23. La visión
24. El lago
25. Animal
26. Descontrolada
27. Encuéntralo
28. Alpha rey
29. Su familia
30. Heaven
31. Poderes suspendidos
32. Un mes
33. En el paraíso
34. Bran
35. No sientas
36. Lo prohibido
37. Tú, nada más
38. Único
39. Misterio indescifrable
40. El peor de los crímenes
41. Furia tempestuosa
42. Cristal
43. La única reina
44. Rose
45. El pergamino
46. Ira homicida
47. Cosa extraña
48. Celos
49. El laberinto
50. Bella flor
51. La melodía
52. La reunión
53. Sorpresa

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54. Visita inesperada
55. Un Grayson
56. Una estable
57. Tarde para arrepentimientos
58. Deseo
59. Pasión
60. Mentiras (Final)
Epílogo
ROSE. La historia continúa

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Summary

title MIA |Híbridos Rebeldes I|✔


author AntoniaBL
source https://www.wattpad.com/story/167095789
published February 1st, 2021
updated January 16th, 2022
words 305,711
chapters 67
status Complete
rating Unknown
Alfa, Alpha, Amor, Complete, Fuego, Hibridos,
Hombreslobo, Lobos, Luna, Maldicion, Manada,
tags
Novelajuvenil, Posesivo, Reina, Romance,
Sobrenatural, Suspenso, Terror

Description:
HÍBRIDOS REBELDES 1 | La familia de Mia debe mudarse
después de que el secreto de ella fuera expuesto. Una nueva
ciudad los esperaba, pero desafortunadamente ellos nunca
llegarían ahí. Y así es como empieza el juego, ¿estás lista para
esto? El mundo sobrenatural la recibirá y diversos eventos
desencadenará en su vida DESEO, PASIÓN Y MENTIRAS
—-— Nueva edición 1/2/21 -12/7/2021 (COMPLETA)
—Mía-escuché como había pronunciado mi nombre con firmeza.
Me quedé quieta sin voltearme. Pero poco a poco me fui girando
hasta lograr mirarlo por encima de mi hombro. Mi ceño se había
fruncido, lo miré curiosa antes de hablar.

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— ¿Sí?-le dije para que prosiguiera
¿Cómo sabía mi nombre?
—Eres mía.
—Sí-afirmé sin entender nada-. Ese es mi nombre -añadí
logrando que la sonrisa que había esbozado ante mi afirmación se
borrara.
—-—
#1 en hombres lobo el 14/12/2019. Gracias infinitas. #1 en
romance el 22/12/2019 #1 en vampiros el 28/12/2019 #1 en
misterio el 18/05/2020
FINALIZADA el 16/03/2020
Portada hecha por: @JM_Gio ¡Gracias! Historia registrada en
Safe Creative. Código de verificación: 2007184793436

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ANTES DE LEER

Bilogia COMPLETA
MIA tiene una versión masculina llamada
REINA. Pero el final siempre estará en ROSE.
*
Le sugiero a los lectores nuevos evitar mirar
los comentarios para una lectura más plena y
«sorprendente», no quiero que mediante los
comentarios se formen ideas equivocadas, por
favor, denle la el beneficio de la duda a la historia,
les aseguro que se van a entretener y sorprender.
1 de febrero de 2021.
ADVERTENCIA:
Este es el primer libro de la bilogía “Híbridos
Rebeldes”.
Es una nueva versión (2021). La primera vez que
lo publiqué fue en abril de 2019, en 2020 también lo
edité un poquito pero no se compara con lo de ahora.
Esta historia ya cuenta con su segunda y última
parte, la cual se titula Rose. Pero por favor, desde ya

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les aviso y advierto que ni por su más grande
curiosidad vayan y le echen una ojeada a la sinopsis
de Rose porque en la primera línea ya menciona un
spoiler, uno tremendo y gigantesco que les arruinaría
todo el concepto de Mia. Leanlo en orden y
disfruten.
•Debido a que está historia fue republicada,
posiblemente no vean comentarios en los párrafos.
• Les advierto que a partir del capítulo 7 algunos
capítulos contendrán comentarios que no tendrán
nada que ver a su contenido. Y esto es porque a
partir del capítulo 7 incluí a alguien más para
contarnos la historia.
A mis lectores de siempre: les cuento que en esta
nueva edición encontraran cambios extremos, así de
escenas, diálogos y tiempos que antiguamente
habían leído.
PAUSA, he recibido mensajes diciendo que no
les cargan estos nuevos capítulos. Y para que esto
no les sucede les recomiendo sacar la historia de su
biblioteca para que vuelva a cargarse antes de
releer. Si esto no funciona, ingresen desde mi perfil
con la historia quitada de su biblioteca, y en un caso
más extremo, cierren sesión. Estos son los trucos
que yo conozco y he usado para cuando una historia

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presenta fallas técnicas. Igualmente he puesto el
nombre del capítulo diferente, sí les sale así en todos
los siguientes capítulos perfecto, si no ya saben qué
hacer:
Y por favor, cuidado con los Spoiler, evitenlo. No
nombren a personajes que aún no aparecen. Gracias

Lxs vigilo
FIN DE LA PAUSA
A mis nuevos lectores: si se quedan tengan
presente que ya se están ganando mi más sincero
agradecimiento y cariño. Espero que si la historia los
atrapa, la disfruten y se sorprendan, que
experimenten un montón de sensaciones y que se
queden con ganas de volver algún día.
La historia es de fantasía, enfocado
específicamente en hombres lobos y vampiros. Pero
después se centra en los híbridos, así como en
hechiceros y brujos.
Y les comento que esta no es la típica historia de
híbridos donde son rechazados por su pareja, se van
y vuelven en busca de venganza, no. Mucho menos
tienen a sus seres hablándoles en la mente; aquí son
independientes. Lo menciono por sí han leído

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historias así, por eso les repito; acá todo es diferente.
Y por último, los híbridos solo tienen un compañero.
Lo digo por sí también han leído historias de
híbridos donde por tener la habilidad de cinco
especies tendrán cinco parejas. No.
Todos los híbridos (los que pueden) solo tienen
tener una pareja destinada.
•Por favor, no se queden con las ganas de
comentar. Y sí tienen dudas, consultas escriban que
sí no les contesto yo, estoy segura que alguna
rebelde (lectora) lo hará.
No por nada las tres palabras que mejor la
definen son: DESEO, PASIÓN Y MENTIRAS.
Aquí hay de todo un poco ;)
Y nada, bienvenidxs a Híbridos Rebeldes.
Antonia BL

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Sinopsis

Ella es una híbrida, el mundo sobrenatural tiene


un sistema que explícita la extinción de esta especie
debido a un evento pasado que evidenció su
peligrosidad. Mia es una exiliada: creció en el
mundo humano.
Ella no sabrá su origen hasta que se adentre en
este nuevo mundo donde las noticias comenzarán a
llegar solas: descubrirá que sus padres fueron
insurgentes, expulsados del mundo sobrenatural
debido a su romance prohibido, que ella es ser
destinado y que debe someterse a un ritual para
convertirse en una estable que significa pertenecer a
una sola especie. Esta última es la regla que deben
seguir todos los híbridos cuando alcancen la edad
limitada. Y una organización que rige las leyes se
encarga de que esta norma sea cumplida.
Sin embargo, hay una contraorganización,
manejada por los híbridos rebeldes, queriendo
romper esa regla, estos son considerados
delincuentes: cada insurgente es inmediatamente
castigado. Por eso esta contraorganización funciona
en las sombras.

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Mia deberá elegir someterse ante la ley o unirse a
los suyos.
Ella como ser destinado tiene establecido una
persona con quien estar, ¿qué pasaría si él es alguien
cercano a los representantes de la organización que
elimina a los suyos? O peor aún, ¿qué pasaría si él es
parte de esa organización? 

—---—
Prohibida copias o adaptaciones❌
Obra registrada en Safe Creative.
Código de verificación: 2007184793436
JM_Gio muchísimas gracias por la portada, es
super ella y me encanta. Eres de lo más. ❤

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Prólogo

Los dioses estaban batallando entre sí. La diosa


Luna había visto conexión en seres de especies
diferentes y quería formar un lazo entre ellos. Todo
cambia, todos evolucionamos y a la diosa le pareció
una muy buena idea crear nueva descendencia. Y
dio a conocer su idea ante los dioses de las especies
con las que empezaría a crear vínculos si esto se
aprobaba.
Y convencerlos no fue tan complicado como ella
pensó en un principio. Aceptaron, le dieron el acceso
a formar almas gemelas. Y ella lo hizo pensando que
todo estaría bien, y no. Lastimosamente no sería así.
Al dios de la oscuridad le fascinaba entrometerse,
siempre andaba buscando dónde crear conflictos, él
se alimentaba de ello, él vivía por y para ello. Y
definitivamente debía interponerse en los planes de
la diosa, y eso hizo.
La diosa Luna les dio vida a los híbridos.
Pero el dios de la oscuridad creo disputas sobre
este tema en el mundo sobrenatural, convirtiendo a
los híbridos en algo abominable.

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La diosa no se rindió y siguió, ella intentó una
vez más la aprobación de las especies.
Y el dios de la oscuridad una vez más se metió,
dando a conocer su poder, como el temor a lo
desconocido creaba caos.
Y en el tercer intento de la diosa, se aprobó la
existencia de los híbridos, pero el dios de la
oscuridad hizo que el sufrimiento no faltase. El
conflicto siempre persistiría.
Entonces la diosa creó un plan para su aprobación
definitiva.
Y el dios de la oscuridad también.
¿Ganará el bien o el mal?
Pues les cuento que el dios de la oscuridad está a
la cabeza.
¿Podrá la diosa Luna poner a los suyos a su
nivel?
Lastimosamente el alma de muchos se envenenó
por completo, como el de Henry Grayson. Y él no
dejaría que los híbridos ganasen, a él lo respaldaba
el dios de la oscuridad.

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La diosa también tenía su representante, alguien
que batallaría por lo correcto, ¿quién es?
Ya lo sabremos. 

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Introducción

En tiempos pasados se estableció que la rivalidad


entre hombres lobos y vampiros es debido a su
naturaleza. Por eso cuando aparecieron las
repentinas conexiones entre estas especies
conmocionaron tanto. Y como se esperaba, esta
unión fue inmediatamente objetada. Se definió
entonces que las parejas establecidas por el destino
sean rechazadas.
Así fue como miles de parejas se despidieron sin
darse una oportunidad, todo por temor a los castigos
que significaba negarse a ello. Sin embargo, hubo
dos personas que desde el momento en que se
conocieron supieron que se pertenecían y… no
dijeron nada por el miedo a que los obligaran
también a romper su relación. Su amor era imposible
y ellos lo sabían, pero tampoco tenían la intención
de rechazarse y vivir condenados a la tristeza eterna.
Eleonor y Peter eran sus nombres. Eleonor era
muy conocida por ser la hija mayor del rey de los
vampiros y Peter como el hijo de uno de los alphas
más importantes.

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Sus padres eran enemigos por naturaleza al igual
que ellos, pero Eleonor y Peter no podían sentir
ningún atisbo de enemistad por la gran atracción que
sentían. Ambos no estaban de acuerdo con la
absurda regla de rechazarse si no eran de la misma
especie, por ello decidieron amarse a escondidas aun
sabiendo que era ir en contra de las reglas.
Lamentablemente, transcurridos varias semanas,
fueron descubiertos. Y en el día que debían reunirse
para rechazarse ellos ya no estaban, la noche
anterior, ellos habían huido, consiguieron escaparse
juntos con la intención de jamás volver al mundo
sobrenatural.
Años más tarde de ese amor tan grande que ellos
se tenían nació Mia Rouse, una niña híbrida que
gracias a los poderes de una amiga de su madre no
sabía de lo que era capaz.
Creció creyendo que era humana, una simple
mortal, pero ella sabía, en el fondo de su ser, que eso
no era cierto porque hubo algo que no le pudieron
ocultar y era que cada vez que se enojaba su cabello
pelirrojo empezaba a brillar mientras cambiada a un
anaranjado más intenso hasta que de ellos naciesen
llamas capaces de quemar a la persona con quien se
encontrara, menos a ella, porque el fuego era parte
de su ser.

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Lo único que Mia sabía era eso. Ella no debía
enojarse, por el cual siempre trataba de mantener
una actitud calmada y relajada.
Aunque gracias al último acontecimiento que
había ocurrido en su instituto ahora ellos se tenían
que mudar. Siempre era así. Pasaba algo y ellos se
mudaban, pero esta vez era distinto. En esa ciudad
ella tenía personas importantes en su vida y no
quería irse, pero era necesario ya que habían
descubierto su secreto.

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0. El Concejo

En la tierra todo parece normal, en el mundo


humano las cosas suceden sin anomalías, no suceden
muchas extrañezas como en el mundo sobrenatural.
Entre los mundanos suceden cosas que los
mortales no detectan, entre ellos habitan los
exiliados; los que fueron echados del mundo
sobrenatural. En alguna parte del mundo estaban
Eleonor y Peter, ellos habían sido la primera pareja
en oponerse contra el rechazo de diferentes especies.
Ellos estaban siendo buscados, ¿serían encontrados?
El Concejo, una organización compuesta por más
de doce miembros masculinos, cada uno de ellos de
diferentes especies, estaban en una discusión sobre
los híbridos; seres nacidos después de que la regla
que les impedía ser parte del mundo fuese revocada,
pero con condiciones, reglas que no les favorecían.
En una enorme estancia estaban todos los
pertenecientes a esa organización en una gran
disputa, al parecer los híbridos se estaban revelando
y El Concejo no podía permitir eso, no debían
porque esta formación se encargaba de controlarlos
y de extinguirlos.

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Y esa cuestión tenía muy alterado al líder de El
Concejo: Henry Grayson.
Este hombre era un licántropo, creador de esta
organización, él estaba ubicado en la cabecera de la
enorme y larga mesa situada en el centro de aquella
estancia en donde el aire no corría del todo bien. El
ambiente estaba tenso, como casi todos los
presentes.
Cada uno de los miembros eran hombres jóvenes
y los más mayores apenas rozaban los treinta, o por
lo menos en apariencia, porque todos ellos tenían
hasta siglos de experiencia.
El semblante de Grayson estaba serio, su
expresión reflejaba toda la molestia que se le
dificultaba ocultar.
—¿Desde cuándo son tan incompetentes? —
rugió con su mirada fija en uno de los miembros que
estaba instalado en una distancia un poco alejada de
él, dirigió la misma mirada llena de molestia hacia
otro de los miembros—. ¿Cómo se les pudo escapar
una? ¡Se supone que somos los mejores, la falla de
uno de nosotros es la falla de todos!
—Fuimos interceptados, esos rebeldes se
cruzaron en nuestro camino, ellos son poderosos,

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cada vez más y si no hacemos algo al respecto nos
destruirán —se defendió uno.
—Fue imposible no caer ante el poder que
poseen, ninguno de nosotros se les compara. Ellos
siguen reclutando más miembros a su manada, están
creciendo verdaderamente rápido y todo se debe a
que cada vez hay más híbridos insurgentes —
declaró otro, también en su defensa.
—Eso significa que hay que movernos más
rápido —decidió Grayson—. No podemos dejar que
esto salga a la luz, nuestra reputación corre peligro,
agradezcamos que ellos sean discretos y aún
prefieran mantenerse en la incógnita. Pero todos
sabemos que no será durante mucho tiempo —
agregó.
—Debemos encontrar su escondite y acabar con
todos —habló uno, un hechicero.
—No dejan rastros, no queda nada de ellos luego
de que aparezcan en un lugar, ante el mundo ellos no
existen, esa manada es todo un misterio —intercedió
esa vez un druida.
—Son muy discretos, son inteligentes, él lo es.
Pero nadie es mejor que nosotros —volvió a hablar
el líder, el rostro de Grayson adquirió determinación

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—. Los encontraremos y para que eso sea posible
debemos incrementar nuestra fuerza, nuestro poder
no se les compara, tengo que admitir que si es
cuestión de magia ellos nos ganan, por eso
necesitamos recurrir a… —hizo una pausa corta, su
mirada se dirigió hacia el druida y finalmente quedó
al brujo, a ellos no les gustaría la idea de Grayson—
la magia oscura.
—No —negó enseguida el druida—, va en contra
de lo que protegemos. Es peligrosa.
—Ellos lo son aún más, acabarán con nosotros si
no los detenemos —refuto Grayson.
—La magia negra no es algo que se deba tomar a
la ligera, Grayson —le habló el brujo—. Si no lo
dominamos, nos controlará.
—Sería por un tiempo limitado, debemos
conseguir el pergamino. Pero ningún otro líder debe
saber qué es para nosotros y yo sé la forma de
lograrlo.
—¿Cómo? Ese pergamino está cortado en dos y
cada uno está muy bien protegido, nosotros nos
accedemos a ellos —comentó un miembro, él estaba
muy alejado del licántropo. Pero allí nadie tenía que
preocuparse por el volumen de su voz porque cada

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uno de ellos tenía una perfecta audición, todos eran
poderosos porque El Concejo solo tenía lo mejor de
lo mejor.
—Tú déjalos en mis manos, Ajax. Lo robaremos,
en realidad lo robaran por nosotros. Sabemos lo que
está ocurriendo con las Relish, ¿verdad? Conocemos
lo que quieren, pues le ofreceremos nuestra ayuda
con la misma condición; su ayuda —pronunció
Grayson acompañado de una sonrisa perversa.
—No debemos interferir en una orden del rey
licántropo, estás queriendo ir en contra de las
normas, Grayson —le recriminó el druida, él se veía
muy serio.
—Y no lo haremos, no quiero perjudicar a mi
especie —se defendió el susodicho—. Será solo una
jugada.
—¿Solo quieres conseguir el pergamino para
aumentar nuestra fuerza o hay algo más? Todos
sabemos lo que contiene, el poder que otorga es
complicado de soltar —comentó el brujo.
—Solo quiero acabar con nuestro problema,
nosotros mantenemos el orden y esos híbridos están
causando inconvenientes, tenemos que detenerlos.
Es la única manera.

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En una fila de hombres uno se enderezó, estaba
recostado contra el espaldar de su asiento pero él
había captado algo en las palabras de Grayson que le
interesó: una mentira.
Henry Grayson concebía que a ese hombre no se
le podía mentir, por eso mismo su mirada encontró
la de él, pidiéndole con un gesto discreto silencio.
Este no puso ninguna objeción, tampoco le
interesaba los verdaderos planes del líder de El
Concejo. Pero era consciente de lo peligroso que
podría llegar a ser.
—¿Algo que quieras comentar, Sallow? —se
interesó el druida al interceptar una mirada
misteriosa de parte del mencionado.
Aedus Sallow le dirigió una mirada gélida como
todo él, el vampiro siempre ponía mucha atención a
sus conversaciones, muy pocas veces intercedía, por
más que fuese todo un influyente en esa
organización él prefería el silencio, pero había veces
que necesitaba hablar, hacerle conocer al resto de
sus colegas su opinión porque si él no expresaba sus
ideas nadie jamás sabría todo lo que ocurría en su
mente porque no existía un ser sobre la Tierra que
lograra descifrarlo, su expresión facial siempre
estaba serio, su rostro era inescrutable.

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La frialdad de sus ojos al examinar a los que
había delante de él puso nervioso a la mayoría.
—Estoy de acuerdo con Grayson —su voz estaba
áspera, ronca, totalmente masculina—, yo podría
conseguir la mitad del pergamino que está en el
Reino Vampírico. Haré que las Relish sean vistas
como las culpables, con el trato que Grayson les
propondrá no tienen la forma de negarse.
—Una solución —se alegró Grayson—. Las
Relish serán nuestras aliadas— su boca adoptó una
sonrisa maligna, iluminando su rostro cubierto por
una espesa barba que lo hacía ver mucho más
atractivo.
—Sigo pensando que la hechicería diabólica no
es la solución —comentó el druida, una expresión de
negación estaba estampado en su rostro, en sus ojos
azules claros se notaban sus inseguridades referentes
al tema.
—Es mejor prevenir que lamentar, amigo —le
habló Grayson—. No nos queda de otra que utilizar
la magia oscura para derrotarlos, pero recuerden que
el verdadero caos será una noche de octubre, tengan
presente que ese día exterminaremos a todos ellos,
no habrá nada ni nadie que nos detenga. Ningún
híbrido se nos puede escapar de las manos, todos

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deben ser sometidos al ritual y eso nos lleva a otro
problema: Eleonor Collins y Peter Brown.
—Ellos tienen una hija, concebida hace más de
16 años, ella está más que lista para conocer el
mundo sobrenatural, necesita prepararse para
despojarse de su parte intrusa —comunicó el
hombre situado a la derecha de Grayson.
—¿Les están siguiendo el rastro? —preguntó el
licántropo.
—Lo perdimos, señor —se lamentó al responder
el mismo hombre.
Grayson no ocultó su expresión de enfado, se
pasó una mano por su mandíbula cubierta de barba
muy bien cuidada, exhaló por la boca y dirigió su
mirada hacia el vampiro, pero lo corrió hacia el
hombre a su lado.
—Búscalos, porque cuando digo que ningún
híbrido se nos puede escapar de las manos lo estoy
diciendo muy en serio. Por más de que estén
exiliados es momento de que vuelvan.
»Y con respecto a los demás, contrataremos más
gente, su vigilancia incrementará y nos apuraremos
para calificarlos entre nosotros; los estables —
determinó.

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Todos murmuraron palabras afirmativas, excepto
uno: Aedus Sallow, que se había vuelto a recostar en
el espaldar de su asiento, no pudo evitar preguntarse
cómo sería la hija de su ex prometida, Eleonor
Collins.
Pues pronto descubriría cuán importante sería
Mia Rouse en su vida.

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1. Cabello de fuego

Capítulo 1: CABELLO DE FUEGO


Mia Rouse
Siempre pensé que cada persona tenía una
historia que contar, porque cada uno de nosotros
esconde algo, puede ser algo simple o, como yo,
algo mucho más complicado. Igualmente, nunca creí
que yo necesitaría contar mi propia historia…
Era de madrugada cuando salimos de nuestra
casa para dirigirnos al aeropuerto de Rusia. Otra vez
nos teníamos que mudar, siempre era lo mismo, con
cada problema que yo causaba eso conllevaba a una
nueva casa, y no precisamente en otro vecindario, ni
mucho menos a otra ciudad, mis padres directamente
decidían que nos mudaríamos a otro país.
Nunca tuve amigos hasta que hace un año
llegamos a Rusia y allí fue en donde conocí a Abby,
una chica que al descubrir mi secreto no salió
huyendo como las anteriores conocidas que tuve.
Ella no trató de huir ni de acusarme, simplemente
sonrió y me había dicho que todo iba a estar bien al
descubrirme en mi estado anormal.

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Mi cabello ardía en llamas en ese momento, mis
ojos tenían un color similar al fuego y de ellos no
dejaban de salir lágrimas de furia. Ardía de
impotencia, me encontraba tan molesta en aquel
momento, pero principalmente molesta conmigo
misma. Ya que lo que había desencadenado esto
había sido las palabras ofensivas de una compañera
de clases. Me odiaba por haber caído en su juego y
por no haber podido controlarme.
No quería cambiar delante de mis compañeros,
me desesperé cuando reconocí la aproximación mi
erupción y no esperé demasiado para emprender la
huida hacia una zona que creía segura: el baño.
Quise calmar esa sensación, «no sientas, no sientas»
me lo había dicho con calma, pero de pronto mi
mente ya estaba siendo atacada por gritos, el odio y
la furia hicieron una perfecta combinación
consiguiendo tomarme.
Me entregué a esa emoción, ya me era inevitable
frenarlo. Terminé por aproximarme al espejo y
detallé las lágrimas que se deslizaban por mis
mejillas. Y entonces mi cabello empezó a
consumirse por el fuego, el color de mis ojos
parecían dos bolas de fuego queriendo acabarlo
todo, porque incluso mi mirada se tornaba diferente,
me veía peligrosa. Pero yo me sentía todo lo

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contrario. No quise mirarme, y no lo hice, solo
regresé la vista al frente cuando un sonido captó mi
atención. Y fue demasiado tarde, no pude ocultarme
porque ella me vio, ella me descubrió.
Nos miramos, ambas expresando emociones
parecidas.
Pensé que gritaría, que huiría y le diría a todo el
mundo lo que acababa de ver, pero me había
equivocado. En vez de hacer eso, ella, después de
cerrar la puerta, se me había acercado a la vez que
yo retrocedía con temor, sé que la cosa tendría que
haber sido al revés, pero yo en ese momento sentía
miedo. No quería que me considerarán extraña,
aunque yo ya sabía que lo era, pero no quería que los
demás me dijeran mi verdad.
—Todo va a estar bien —me había dicho ella,
con una voz bastante calmada para ser real—. No
temas, no le voy a decir a nadie. Solo quiero
ayudarte.
Después de darme cuenta de que sus intenciones
eran buenas, le permití hacerlo, traté de calmarme y
lo conseguí, mi cabello regresó a la normalidad,
como si nada hubiera pasado porque el fuego que
tenía solo era una ilusión, aunque si yo quisiera eso
podría ser de verdad.

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Ese poder no lo supe hasta que tuve doce años,
antes no sabía que podía controlarlo, solo podía
evitar que sea de verdad y mantenerlo como una
ilusión si lo pensaba rápido, pero nada más. Cada
vez que me enfadaba no podía evitar que mi cabello
no ardiera en llamas, pero si podía lograr que no
activara la alarma contra incendios haciéndolo
solamente una fantasía.
Abby se había sorprendido realmente al ver que
mi ropa no se había quemado y que yo estaba
perfectamente bien, sana; sin ninguna quemadura.
Ella se había interesado realmente en lo que había
visto, me prometió que no se lo diría a nadie, y le
creí.
Entonces le conté lo que solo mis padres
conocían, y lo único que interpreté en su expresión
fue asombro e interés. Ella no consideró una
anomalía lo que tenía, más bien, lo definió como
algo difícil de comprender y absolutamente
maravilloso. Desde ese día no volví a estar ni
sentirme sola, nos volvimos muy buenas amigas.
Cada vez que alguien se burlaba de mí
llamándome «la solitaria sin amigos» ella siempre
me defendía diciendo que ella era mi amiga y que no

32
necesitaba a nadie más. Y era verdad, con ella era
suficiente.
Todo iba bastante bien hasta que un día ella no
asistió a clases, yo tuve que ir obligadamente solo
porque tenía un examen importante. Casi a la hora
de salida, el profesor de matemáticas había salido
del aula dejándonos sin supervisión. Yo estaba bien
sola en mi rincón del salón hasta que unas chicas se
acercaron a mí y empezaron a atacarme
verbalmente. Traté de no prestarles atención, como
lo había hecho siempre, pero sus insultos cada vez
subían más de nivel, consiguiendo un poco de efecto
en mí.
Y lograron cruzar mi límite cuando empezaron a
insultar a mi amiga diciendo como ella podía ser tan
estúpida como para ser mi amiga, cambiarlas a ellas
por mí, una niña tonta y sin gracia. Abby era mi
única amiga y yo solo quise defenderla, como ella en
tantas ocasiones lo había hecho por mí. Pero en vez
de que esas chicas se callaran, o por lo menos
bajaran el tono de su voz, lo aumentaron, con cada
insulto que me decían a mí y a mi amiga, una intensa
llama se avivaba en mi interior.
Yo empujé a una de ellas para huir de ahí porque
ya sabía lo que se avecinaba. Pero no me dejaron ir,

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en vez de eso una de ellas me había sujetado por el
brazo, impidiendo mi huida. Todas ellas, que eran
cuatro en total, me acorralaron mientras que una de
ellas no paraba de hablar, burlarse de mí. Me enfadé
tanto antes sus palabras que, justo ahí, en el medio
del salón, en presencia de todos mis compañeros, mi
cabello empezó a arder en llamas, no pude
controlarlo, no tuve tiempo para por lo menos
respirar profundamente y pensar en hacerlo
solamente una ilusión.
Luego de escuchar el grito de algunos de mis
compañeros al verme de ese estado, y también por
culpa de que el agua había empezado a caer del
techo cuando la alarma de incendio se activó, yo me
dispuse a escapar luego de salir de la parálisis de
pánico que me había avasallado. Pero antes de ello,
examiné las expresiones faciales de las que tenía
delante, me estaban mirando con perplejidad, en sus
rostros surcó el temor y el horror, y en el mío
preocupación y pavor, mucho espanto.
Salí de ahí con el cabello prendido en llamas,
corrí por los grandes pasillos de la escuela sin
importarme nada. Solo quería irme y sí que lo había
conseguido porque justo esa tarde, luego de contarle
todo a mis padres, ellos decidieron que nos iríamos
nuevamente.

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Nos marcharíamos de Rusia, pero por primera
vez en mi vida yo no quería hacerlo porque allí yo
tenía a Abby, mi única y mejor amiga. Pero al
escuchar a mis padres decirme que la familia de ella
estaría dispuesta a acompañarnos, a donde sea que
nos trasladásemos, salté de la alegría. No íbamos a
separarnos.
Mientras la camioneta avanzaba por la carretera
mi mente no dejaba de recordar sucesos. En ese año
conocí a personas realmente agradables,
especialmente Abby, pero gracias a ella me había
abierto un poco más y pude socializar, entablar una
conversación y actuar como siempre había soñado:
con normalidad.
Aquello le había resultado bastante extraño hasta
a los profesores porque de verdad andaba sola los
primeros días. Al principio la mayoría de mis
compañeras se acercaban a mí para tratar de
conversar conmigo, pero yo sentía tanto miedo de
arruinarlo todo que simplemente les decía que tenía
que hacer algo y me marchaba de ahí. Pasaron
semanas así y después ya empezaron a llamarme la
solitaria porque siempre me encontraba sola, en el
salón de clases no me sentaba al lado de nadie, en la
cafetería me sentaba en la mesa más apartada hasta
que llegó Abby, ella era la nueva.

35
Al principio se juntó con el grupo de chicas de
nuestro salón, era muy agradable hasta trataba de
hablar conmigo solo que, como ya dije
anteriormente, yo siempre ponía alguna excusa para
irme. Hasta que llegó ese día, el día que ya
mencioné.
De pronto me descubrí pensando en alguien en
particular: un chico, aún no creía cómo es que esa
persona pudo interesarme, era hermoso, era
malditamente precioso y su actitud con las personas
siempre me resultó admirable porque no podría ser
real que fuese tan atractivo y agradable, su nombre
era Kevin. Creo que fue exactamente por eso, me
gustaban los chicos buenos.
Él se instaló en Rusia el mismo año que yo y nos
presentaron como los nuevos ante nuestros
compañeros al mismo tiempo. Por supuesto que él se
adaptó antes que yo, Kevin tuvo intenciones de ser
mi amigo, al principio, porque después de las tantas
excusas que le inventé para no hablarle él se rindió y
me dejó sola, como lo hacían todos por mi evasión.
No me di cuenta cuando me quedé dormida con
el codo apoyado en la ventanilla del coche y con el
rostro acunado en la palma de mi mano. Mi madre
fue la que me despertó cuando llegamos al

36
aeropuerto, después de ese momento todo me
pareció ir demasiado rápido, era temprano, muy
temprano o por lo menos para mí. Apenas iban a ser
las seis de la mañana, ya que a las seis en punto ya
teníamos que estar abordando el avión.
Al salir del coche me coloqué unos lentes oscuros
para que el sueño no se me fuera, porque tenía la
intención de dormirme durante todo el viaje. Con la
pereza reflejada en mi rostro, tomé la valija que mi
padre me estaba pasando para después hacerlo rodar
por el piso. Le agarré el brazo a mi madre para que
fuera mi guía en ese momento, porque la verdad es
que estaba demasiado cansada, apenas habíamos
dormido unas tres horas antes de ir al aeropuerto.
No le presté atención cuando nos registraron las
maletas o a nosotros mismos, ya que mi mente no
paraba de pensar en cosas, estaba por abandonar otro
país, era la cuarta vez si mi memoria no me fallaba.
Aunque este viaje sería diferente porque después de
permanecer años fuera de mi país de origen,
volveríamos. Estábamos regresando.
Ya dentro del avión me dispuse a dormir
esperando que al despertar ya fuera el día siguiente,
porque ese día Abby y sus padres nos alcanzarían en
Estados Unidos.

37
—¡Bienvenidas a Pensilvania! —exclamó Peter
Dufour, mi padre, con los brazos abiertos
mostrándonos el lugar.
Eran aproximadamente las cuatro o casi las cinco
de la tarde cuando aterrizamos.
—¿Nuestro nuevo hogar? —le pregunté, porque
no sabía si nos quedaríamos allí o iríamos a algún
otro sitio, otro estado o ciudad. La verdad es que yo
ni siquiera sabía en dónde nos hospedaríamos. Todo
había sido tan de repente que aún me encontraba
procesando este nuevo hecho.
—Es probable—fue su única respuesta, sus ojos
negros abandonaron los míos cuando él se adelantó,
haciéndonos un gesto de mano a mi madre y a mí
para que lo siguiéramos.
—Verás que aquí todo va a estar bien —trató de
consolarme mi madre, Eleonor, antes de empezar a
caminar detrás de él.
Ella sabía perfectamente que mudarme no era una
de mis pasatiempos favoritos.
Sin más, los seguí hasta que llegamos junto a un
joven moreno de unos veinte años de edad. Él se

38
encontraba al lado de una camioneta gris y, al ver a
mi padre, inmediatamente se había acercado para
decirle algo, darle la llave del coche y después
marcharse haciendo un gesto de cabeza como
despedida.
El camino rumbo al lugar en donde nos
quedaríamos duró aproximadamente media hora.
Cuando mi padre detuvo el coche levanté la vista de
la pantalla de mi teléfono, pausando mi lectura para
observar perfectamente el gran edificio de unos diez
pisos delante de nosotros.
—¿Es aquí? ¿Este es…? —empecé a decirle a mi
madre mientras seguía mirando el hermoso edificio.
—Así es, Rouse —afirmó ella—. Será pocos
días, estamos de paso.
—¿No nos quedaremos aquí hasta que nos
tengamos que cambiar de país nuevamente? —Le
pregunté directamente, mirándola sin entender.
—Este es solo un hotel al que nos hospedaremos
hasta que solucionemos unos problemas y después
vamos a marcharnos a otra ciudad más pequeña,
pero no te preocupes que no vamos a salir de
Pensilvania —trató de explicarme mi padre.

39
No quise preguntar cuales problemas ya que yo
los sabía perfectamente, porque yo era la única
causante de ello.
Al adentrarnos en el interior del hotel me puse los
lentes de sol sobre la cabeza, los que me había
vuelto a colocar al bajar del auto por culpa de la
intensidad del sol en esa ciudad. Miré los detalles
arquitectónicos del edificio con interés, todo se veía
muy moderno y caro. El lugar era realmente
precioso y sofisticado, gritaba dinero por doquier.
La verdad es que no sabía de dónde mi padre
sacaba tanto dinero como para poder pagar un
alojamiento en este maravilloso y de ensueño hotel
ya que siempre se la pasaba trabajando desde casa,
solo en algunas ocasiones salía para hacer unos
asuntos, asuntos que por supuesto no eran de mi
incumbencia según mi madre.
Ni que hubiera estado ahorrando por más de 100
años.
Mientras mi padre se encargaba de registrarnos
en el hotel, me quedé con mi madre contemplando
los alrededores con una mirada impresionada y
ansiosa. Nunca había estado en un lugar tan lujoso, y
por ser la primera vez me estaba dejando llevar por

40
mis impulsos al estar llenando mi galería con
hermosas fotos del vestíbulo.
Mi padre regresó con nosotras con un atisbo de
sonrisa en su cara.
—Solo tenían disponible suites —nos avisó.
—¿Y? —pregunté.
—Nos quedamos.
—No debo acostumbrarme —me dije a mí misma
antes de ir a admirar la tarjeta de acceso que mi
padre había traído consigo.
Lo primero que hice al ingresar en el interior de
la suite fue correr en busca de una ventana para
mirar el paisaje. Tuve suerte ya que había una pared
de cristal que mostraba la mayor parte de la ciudad.
—Es bellísimo —comenté, posando una mano
sobre el vidrío, como si fuese a tocar o agarrar la
imagen en frente a mí para conservarlo.
—Qué bueno que te guste, cariño —escuché a mi
padre decir por detrás de mí—, ya que aquí
pasaremos una semana entera, o por lo menos hasta
que logré transferirte de colegio, entre otras cosas.

41
—¿A cuántas horas de aquí está nuestra nueva
casa? —pregunté, girando ligeramente el rostro para
verlo, su gran altura siempre me había intimidado,
pero su ropa casual le daba un aspecto mucho más
jovial de lo que él aparentaba, su rostro no indicaba
la proximidad de su edad, fácilmente lo podían
confundir con un familiar mío, pero nunca como mi
padre.
—Solo unas tres o cuatro horas —me respondió
con simpleza, restándole importancia.
—¿Qué? —pronuncié en tono de incredulidad,
viéndolo con el entrecejo fruncido. Alterné la vista
entre él y mi madre, que se nos unía en ese momento
— ¿Y por qué no fuimos directamente ahí? O sea,
hubiese sido bueno que hayamos aterrizado ahí y no
aquí. Saben que odio estar sentada por tanto tiempo
y más en los autos —refuté como una niña
caprichosa, incluso me crucé de brazos en una
postura no favorable para mi edad.
—Primero, el aeropuerto de Filadelfia nos
acercaba más a nuestro verdadero destino y
segundo… Cariño —mi padre usaba un tono
calmado y cariñoso, me miró con cautela—, no te
alteres.

42
—No lo hago… Trato de estar bien —dije tras
recibir una mirada de: no mientas de parte de él. Mis
padres me conocían muy bien, ante ellos yo
resultaba transparente; un libro abierto, justo en esas
páginas en donde se narraban todos los miedos e
inseguridades.
—Y lo estarás, como siempre —mi madre me
consoló, apoyó una mano en mi hombro y me atrajo
hacía sí, su tacto helado provocó que un pequeño
escalofrío recorriera mi cuerpo.
—Bueno, segundo —mi padre reanudó su
comentario—, debemos arreglar unos asuntos aquí y
esperar a los Smirnov —mencionó el apellido de mi
amiga.
—Entiendo, lo siento, no estoy pensando bien;
todo ha ocurrido tan desprevenidamente que aún no
creo que los acontecimientos que nos tienen aquí
ahora, sucedieron apenas ayer —hablé melancólica,
triste de repente.
—Intenta olvidarlo, ese tema ya está resuelto,
solo fue una mala pasada a la que no le debes poner
importancia, estamos aquí todos juntos, incluida la
persona por la que te negaste a abandonar el país en
un principio —Él se nos acercó a mi madre y a mí y
envolvió sus brazos en torno de nosotras.

43
—Ella vendrá —dije, aún me costaba creer que
Abby vendría.
—Necesito tomar una ducha —comunicó mi
padre tras distanciarse de nosotras—, ¿pedimos la
cena o bajamos? Vi que el hotel alberga un
restaurante.
—Bajemos —respondí al instante—, muero por
conocer los alrededores.
—Desempaquemos y bajemos —mencionó mi
madre. Inmediatamente en mi rostro se formó una
expresión de negación, era bastante perezosa para
realizar cualquier mínima tarea.
—¿De eso no se encarga algún empleado del
hotel? —murmuré esperanzada.
Mi padre se rio mientras comenzaba a alejarse de
nosotras, mi madre hizo ademan de hacer lo mismo,
pero al escucharme deshizo aquella tarea y quedó
bien firme para, esa vez, ordenarme.
—Desempaca tus cosas, luego báñate y nos
vemos aquí a las siete.
—Demonios, estamos en una suite, alguien
debería venir a ordenarme la ropa —protesté.

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—¿Quieres que alguien más contemple tus bragas
de rositas?
—Yo no dije nada —levanté las manos en un
gesto de rendición.
—No creí escuchar nada —celebró ella, luego
comenzó a caminar en dirección al pasillo que
guiaba a las habitaciones.
Hice lo mismo que ella luego de recoger mi
maleta del recibidor, solo acomodé mis ropas
íntimas y coloqué un par de prendas en el armario.
Lo hice todo con premura, muy ansiosa de salir de
ahí, terminé de ducharme en pocos minutos, por eso,
antes de la hora estipulada ya estaba lista y a punto
de salir de la suite.
—¡Me voy a adelantar! —Grité en el medio de la
sala—Me alcanzan después, tengo hambre —añadí
como excusa.
Me encaminé hacia la salida al no escuchar
ninguna objeción por parte de los dos.
—¡No salgas del edificio, Mia! —exclamó mi
padre, cuando yo ya estaba por abrir la puerta de
salida.

45
—¡Qué no me digas Mia! —Le dije con el mismo
tono que usó él, a él le parecía divertido fastidiarme
llamándome por mi primer nombre. El nombre que
evitaba mencionar desde siempre. Más bien, desde
que descubrí que en español era una palabra de
pertenencia.
A los trece años me había interesado de repente
ese idioma, por las baladas que empecé a escuchar,
así que decidí estudiarla. Para mi fortuna, mis padres
eran multilingüe y conocían ese idioma, me pagaron
clases online y ahora mi manejo del español era muy
bueno. Seguía estudiándolo y escuchando mucha
música en ese idioma así también de hablarlo de vez
en cuando por medio de las redes sociales que me
permitían interactuar con gente de habla hispana.
Me encaminé hacia los ascensores para después
subir a uno y bajar hacia la primera planta, mientras
iba bajando me revisé los bolsillos traseros de mi
pantalón, yo quería comer algo y me olvidé de
pedirle dinero a mis padres. Asombroso.
Para mi alivio, en el bolsillo de mi pantalón
encontré 50 dólares que mi padre me había dado
después de parar en un autoservicio. Bueno, solo me
lo había mostrado para que lo viera, pero puede que
me haya olvidado de devolvérselo.

46
Si, usé el mismo jeans, era uno de los más lindos
que tenía y seguía limpio. Y qué suerte que lo hice,
si no hubiera vuelto solo para pedir dinero.
Al salir del ascensor lo primero que hice fue
dirigirme hacia la dirección en donde indicaba una
flecha que estaba ubicado el restaurante, descubrí
que realmente era un resto-bar y que la mayoría de
la gente vestía muy elegante. No pude evitar echarle
un rápido vistazo a mis zapatillas color salmón,
verificando si seguían limpios.
Empecé a avanzar lentamente, haciendo como
que las miradas que sentía sobre mí no me
incomodaba, yo sabía que era por el abrigo que aún
llevaba puesto. Era la costumbre. Aún debía
adaptarme al cambio de clima.
—Creo que aquí es en donde voy a iniciar mi
nueva vida —susurré luego de inspeccionar con la
mirada como la gente volvía en sus propios asuntos.
Solo quería que mi vida fuera como la de todos
los demás: normal.
Por suerte tendría una semana para actuar lo más
normal que pudiera para después empezar de nuevo
algo llamado instituto, solo esperaba que esta vez no
se metieran conmigo. Aunque ahora ya no estaba

47
sola, sino que tenía a Abby a mi lado, ya no iba a ser
llamada la solitaria sin amigos.
O eso quería creer, ya que ni siquiera sabía en
dónde nos íbamos a ir después.
Una ciudad pequeña que se encontraba a cuatro
horas de allí no me sonaba para nada bien.
Me imaginé que el viaje sería largo y tedioso.
Y así fue hasta que algo extraño sucedió.  

Voten y comenten.
Por ahora la historia parece… Lo de siempre (o
por lo menos para mí) pero los capítulos que vienen
son totalmente diferentes a lo que yo he leído y
seguramente lo que ustedes hayan leído.
Espero que le den una oportunidad a “Mia”. Si es
así… Muchísimas gracias. 

48
2. Mejor amiga

Capítulo 2: MEJOR AMIGA


El día siguiente, durante todo el día, estuve
esperando a que llegarán Abby y sus padres, ya que
tanto ella como yo éramos hijas únicas.
El día me la pasé viendo la televisión, vi películas
y programas del espectáculo para enterarme del
chisme del momento en el estado de Pensilvania.
También para volver a familiarizarme con el inglés,
en mi familia (mis padres y yo) nos habíamos
acostumbrado a hablar en el lenguaje del país en el
que nos establecíamos para que no se nos resultase
complicado el idioma a la hora de entablar
conversación. Eso sucedía cuando estábamos los tres
juntos porque cuando eso no sucedía y yo me
encontraba a solas con mi padre hablábamos alemán.
Mi joven padre era un atractivo alemán de ojos
negros, él no entraba en la categoría de ojos azules y
rubios, los atributos que caracterizaban a los de ese
país. Pese a que él era alemán, sus padres no, y de
ahí venía nuestro apellido «Dufour». Él tenía unos
asombrosos ojos negros, con el cabello de un corte

49
clásico del mismo color, sus rasgos eran atractivos y
rudos.
Por otro lado, con mi madre conversaba en
inglés, ella era una hermosa estadounidense de ojos
azules claros, rubia con el cuerpo esbelto y rostro de
una modelo de revista. Por haber hecho eso con ella
durante toda mi vida estaba tranquila y
despreocupada, porque en el país donde estaba podía
dominar perfectamente el idioma. No como en
Rusia, estar y permanecer ahí había sido todo un reto
para mí. Por eso mismo mis padres procuraban
llevarme en países donde el idioma no se me
complicase demasiado, idiomas que sabía.
Ahora que lo pienso, quizá recibía tanto
desprecio de parte de mis antiguas compañeras a
causa de mi acento. La gente es tan cruel.
A las cinco de la tarde salí de mi habitación,
yendo rápidamente hacia el living para agarrar la
tarjeta de acceso y salir de ahí rumbo a la primera
planta, ya que mi madre me había mandado un
mensaje avisándome de que ya estaban a punto de
llegar.
Llegué fuera del edificio y empecé a mirar hacia
la calle en busca de la camioneta de mi padre.

50
Al visualizarlo a unos pocos metros de distancia
me alegré bastante, me acerqué hacia la calle con
pasos apresurados al mismo tiempo que la
camioneta se detenía en la orilla. Mi amiga fue la
primera en salir del vehículo, por el lado de la acera,
ajustó la colita de su cabello castaño, que al parecer
se había aflojado, mientras recorría con la vista
oculta por los lentes de sol, su alrededor. No pasó
mucho tiempo para que diera conmigo, sus
comisuras se curvaron en una sonrisa, dejando
entrever sus dientes relucientes. Justo por debajo de
su comisura derecha un pequeño lunar se
vislumbraba, uno casi igual a la que estaba ubicado
sobre su ceja izquierda, justo al final, solo que este
se distinguía mejor.
—¡Abby! —exclamé, entusiasmada cuando
estuvimos casi frente a frente.
—¡Rosy! —Dijo con la misma nota de emoción
que yo—, no te escaparas de mí tan fácilmente —
advirtió, divertida, mientras me rodeaba con sus
delgados brazos.
Ella era un poco más alta que yo, era de
contextura delgada y delicada mientras que mi
forma era más voluptuosa, no tenía el cuerpo
curvilíneo que todas quisieran, no, apenas tenía 17

51
años. Pero quizás en un futuro obtuviese el físico
perfecto de mi madre, claro, si me esforzaba en mis
entrenamientos y dejaba de comer nutella… un
poco. Abby tenía 16 años, así que a ambas aún nos
faltaba desarrollarnos por completo.
—Te extrañé —pronuncié en un susurro,
correspondiendo su gesto cariñoso. No la había visto
en más de veinticuatro horas, y sí que eché de menos
a mi mejor amiga. A pesar de no conocernos de
años, ambas nos apreciábamos como si así fuera.
—No sé qué harías tú sin mí —dijo con una leve
risa apartando los lentes oscuros de sus ojos,
revelando el brillo verde de estos—, yo también—
añadió finalmente. Nos separamos del abrazo y
miramos a nuestros padres sacar algunas cosas de la
camioneta.
—Me tenías muy preocupada, Rouse —fijé la
vista en ella al escucharla hablarme nuevamente.
—¿Por qué? —pregunté, un poco confundida, al
verla levantar una ceja entendí a qué se refería—. Ya
está, y estoy bien…
—Mejor hablamos luego. Tengo algo que
contarte —suspiró, ahora fui yo la que intentó
levantar una ceja, se rio al ver mi intento de imitarla,

52
finalmente levanté ambas cejas—. Vamos, puedes
esperar un rato. Ayúdame a llevar mis maletas,
compañera de “departamento”—no me dejó decir
nada más porque me tomó de la mano y me jaló de
ahí, llevándome consigo hasta la camioneta de mi
padre.
Saludé a sus padres con un leve abrazo antes de
que Abby me diera una de sus ¿4 o 5? maletas. Yo
apenas había traído una con lo necesario.
—Solo estaremos aquí una semana. No hace falta
que desempaques todo —Le sugerí al notar como
ella vaciaba su tercera maleta sobre la cama.
Íbamos a compartir habitación, la suite contaba
con todas las recamaras necesarias. Mi padre se
había encargado de registrar a la familia Smirnov en
el hotel apenas hizo lo mismo con nosotros.
—Ya sabes que a mí me gusta el orden —
comentó, buscando algo en el montón de ropa
esparcida—. Si dejo todo, o la mayoría de mi ropa
dentro de esa maleta van a tener olor, así que ven y
ayúdame.
Al entender que tenía razón me acerqué hasta
quedar cerca de la cama.

53
«Ahora yo también voy a tener que desempacar
todo» pensé.
La verdad es que yo no era muy ordenada, me
gustaba ver el orden pero a mí no me gustaba
arreglar mis desastres.
Eso me hacía muy diferente a ella, yo prefería
dejar un rato mi taza, de alguna bebida, vacía a un
lado de mi cama mientras terminaba de ver una peli
o serie mientras que ella se levantaba y se lo llevaba
a fregar: el orden. Y cabe destacar que mí “un rato”
se podía extender bastante.
Mi madre dijo que heredé de mi padre el vicio de
dejarlo todo por ahí y ser tan desastrosa en ese
ámbito.
—¿Cómo es que te recuperaste tan rápido? —Le
pregunté después de unos segundos.
—¿De qué hablas? —Me dijo con extrañeza. La
miré luego de dejar tres prendas en el armario.
—Tú no estabas enferma —quería preguntarle,
pero, sin poder evitarlo, afirmé mi comentario. Podía
recordar perfectamente el mensaje de texto que me
mandó, avisándome que no asistiría a clases por una
gripe repentina. Y ahora que la miraba, se veía y se
escuchaba muy bien.

54
—Sabes que yo me recupero bastante rápido —
contestó con simpleza—. Por otro lado…—dejó de
doblar la ropa para mirarme con una expresión de:
alerta chisme en su rostro—. Nunca vas a poder
adivinar quién me fue a preguntar por ti ayer a
primera hora de la mañana… ¡Adivina! —exclamó
al ver que yo no tenía ninguna intención de decir
nada. Solo la miraba sin entender su repentina
emoción y cambio de tema.
—¡Es que no sé! —le dije lo obvio— tú eras la
única persona con la que hablaba ahí y…
—¿Y? —inquirió.
—No lo sé, Abby —Me rendí sin ni siquiera
pensar en su adivinanza. Me fui a sentar en el borde
de la cama con la atenta mirada de mi amiga.
—Quería ponerle más intriga a esto, pero la
señorita el mundo me aburre no quiso.
—El mundo no me aburre, las adivinanzas no son
lo mío y lo sabes —Le expliqué, seriamente.
—Como sea, niña aburrida —se acercó más a mí
hasta sentarse a mi lado—. La persona que fue a
preguntarme por ti fue Kevin Donovan, ¡el chico
más atractivo de nuestros compañeros! —chilló tan

55
fuerte que me tuve que colocar ambas manos en mis
orejas como un intento de protegerme los oídos.
—¿Terminaste? —Le pregunté, quitando ambas
manos de las orejas, ella asintió con una sonrisa
demasiado alegre, una que ya asustaba—. Ahora
¿Kevin fue a preguntarte por mí? ¿Cómo es eso? —
Puede que yo demostrara que el tema no me
interesaba, pero la realidad es que sí, el tema me
resultaba algo curioso para no decir intrigante.
—Simplemente llegó a casa y preguntó por ti.
—¿Nada más?
—Creí que deberías saberlo porque se notaba
muy interesado, incluso me dijo que fueras a verlo
cuando estuvieses disponible —me contó, luego
esbozó una sonrisa divertida—. Pobre, él estaba
tocando el timbre de tu casa mientras tú ya estabas
saliendo de Rusia. Porque sí, primero fue a buscarte
en tu casa y al no encontrar a nadie pasó por la mía.
Obviamente no le dije que saliste del país,
simplemente compartimos un par de palabras
incomodas y luego de marchó, seguramente con la
esperanza de verte pronto porque sí, le dije que te
haría llegar su comunicado y que tal vez, que solo
tal vez aceptarías verlo —determinó—. Solo lo hice
para que ya se fuera, sabes que habíamos decidido

56
mantenernos lejos de cualquier Hall —nombró el
apellido de él, seria de repente—. Y definitivamente
ahora estamos muy lejos de ellos.
Me reí porque era verdad. Abby tenía historia con
el hermano mayor de Kevin, no terminó tan bien y
por ese motivo estábamos muy distanciada de ellos.
Y yo, como toda adolescente con sus instintos
femeninos despertando, prefería mantener una buena
distancia del mi compañero de clases, ex compañero
ahora, porque como mencioné al principio, él me
interesó alguna vez y no quería que ese interés se
convirtiera en algo más porque yo no estaba en
condiciones de estar con alguien.
Yo no iba a emparejarme con nadie hasta
descubrir mi problema y solucionarlo. Estar de novia
estaba fuera de mi lista.
—Es extraño que haya ido a buscarme. Igual…
ya está. No volveré a verlo nunca. Estoy aquí ahora
y contigo aquí no me hace falta nada más.
—¡Rosy! —Abby me abrazó de lado— No te me
pongas sentimental que me vas a hacer llorar.
—¿Tú, llorar? —me reí.
—Aunque no quieras creerlo, soy muy sensible.

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—Hasta el ser más frío y oscuro tiene
sentimientos, nadie puede evitar sentir, al menos no
por mucho tiempo.
—Seguiré evitándolo hasta no poder más, odio
sentirme débil.
—Tú eres muy fuerte.
—Solo confío en mis habilidades para mostrarme
indestructible —contestó y seguidamente me guiñó
el ojo. Luego se puso de pie, viéndome de reojo—.
¿Sabes qué se puede hacer por aquí? ¿Podemos salir,
no?
—No creo que tengamos problemas, hay que
disfrutar nuestro día libre.

Transcurrieron dos días, este día nos íbamos del


hotel rumbo a nuestro nuevo hogar.
Aún no tenía ganas de irme, me gustó mucho este
sitio. Pero desafortunadamente estas minis
vacaciones acababan de terminar. En el trayecto de
los días, había estado recorriendo lugares con Abby
y definitivamente esos momentos que pasamos en
Filadelfia quedarían grabados en mi memoria por
siempre.

58
—Por lo menos delinéate los ojos, pareces muerta
—Me recriminó Abby.
—Para tu información, no fui yo quien quiso que
nos quedáramos viendo ese programa hasta altas
horas de la noche —La acusé con mala cara.
Terminé de calzarme las zapatillas y me aproximé
donde ella, que estaba delante del tocador con su
estuche de maquillaje abierto. Agarré el delineador
negro y proseguí a darle un poco de vida a mis ojos.
Ah, qué sueño.
—Es que teníamos que practicar nuestro inglés,
girl —me respondió obvia—. Y además, el
conductor estaba de lo más bueno.
—Claro, practicar nuestro inglés has dicho —
rodé los ojos tratando de delinear bien mis ojos.
Abby tenía un muy buen manejo del inglés, ni
ella misma se creyó la excusa que me metió para ver
un programa, que claramente era un repetición, solo
para mirar chicos lindos.
—Admite que estaba guapo, ese cabello de rulos,
¿cómo puede mantenerlo tan bien?
—Yo no entiendo cómo puedes estar tan de buen
humor después de haber dormido tan poco —Le

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dije, viéndola de reojo.
—El presentador…
—¡Chicas, es hora de irnos! —Informó mi
madre, abriendo la puerta y asomándose— ¡Vamos,
vamos!—nos apuró y luego se perdió por un lado
del pasillo.
—¡Ya vamos! —le respondió Abby.
Bostecé una vez más, busqué los lentes de sol en
mi bolso y los puse sobre mi cabeza. Ni siquiera
eran las seis de la mañana todavía.
Unos minutos más tarde ya todos nos
encontrábamos en el estacionamiento subterráneo.
—Abby, tu irás con nosotros porque tus padres
van a tener que esperar un rato más para irse —Le
avisó mi madre.
—¿Cómo? ¿En cuánto tiempo se van? —Le
preguntó ella a Candice, su madre.
—Tranquila, cariño, que saldremos hoy mismo.
Solo tenemos que esperar algo y después los
alcanzaremos. En unas horas saldremos de acá —
contestó su madre, ojeando a su marido a su lado y
después volviendo su completa atención a su hija,
Abby hizo un gesto afirmativo.

60
Me despedí de los padres de Abby con un “Hasta
más tarde”, luego me subí en la parte de atrás de la
camioneta, me quedé en la parte izquierda y a través
de la ventanilla divisé a mi padre tener una
conversación con Luka, el padre de Abby.
El sonido de la puerta del vehículo cerrándose
hizo que desviara la vista de ellos, me encontré con
la cara somnolienta de Abby, ella sonrió ligeramente
y sus ojos de un color verde oscuro atisbaron un
brillo que yo conocía muy bien.
—Quiero usar tu regazo como almohada —
expresó su idea.
—Ya te afecta el sueño, ¿eh? —mencioné, ella se
encogió de hombros y bostezó colocando su cabeza
sobre mi regazo, acomodó sus piernas
flexionándolas sobre el asiento libre.
Dos horas más tarde el trasero ya me dolía por
estar sentada.
—¿Falta mucho para llegar? —volví a preguntar
por tercera vez.
—Si sigues con la misma pregunta llegaras a tu
final justo aquí, Mia —me respondió mi padre.

61
—¿Qué? ¿Acaso vas a bajarme de la camioneta
en el medio del campo? —dije en tono sarcástico,
inclinándome hacia adelante y ladeando un poco el
rostro para poder verlo.
—Si sigues hablando —advirtió.
—Qué crueldad —mencioné, dejándome caer
contra el respaldo del asiento, giré el rostro hacia la
ventanilla y lo único que vi fue un paisaje despejado
de árboles, era bonito pero verlo tan seguido ya
cansaba.
Media hora de silencio más tarde, cruzamos una
rotonda, de ahí seguimos la ruta todo derecho,
parecía que no tenía fin, ni otros caminos por lo que
podía observar.
Pasamos una gasolinera sin detenernos.
—Yo quería ir al baño —protesté.
Nadie me respondió por lo cual decidí volver a
mi postura anterior y seguir mirando por la
ventanilla.
—Ahora van a tener que aguantar el olor por si se
me da por soltar… —dejé la frase inconclusa y solté
una risa malvadamente.

62
—¡Aj! ¡Tirémosla del auto ahora! —exclamó
Abby, me volví hacia ella con un gesto de total
indignación.
—Ya me gustaría, pero… su madre no me
permitirá hacerlo —bromeó mi padre, echándole un
leve vistazo a la mujer a su lado y luego hacia al
espejo retrovisor para verme.
—¡Oye, qué estoy escuchando todo!
—Creo que ya nos hacen falta suministros —
comentó mi madre—, ¿podrás aguantar, cariño? —
ella me miró.
—Las ganas ya se fueron, pero… sí —le
respondí.
—¡Necesito más oreos! —instó Abby, deseosa.
—Si le dan más oreos, yo exijo mi nutella —
decidí.
—Nada de dulces —determinó mi madre.
—Uf —Abby se lamentó recostándose en su
asiento.
—Ya veremos —escuchamos decir a mi padre, él
era muy condescendiente con nosotras. Abby volvió

63
a enderezarse más entusiasta, me miró y me guiñó el
ojo.
Aparté la vista de ella con una fingida
indignación y molestia.
—Aún recuerdo que quisiste echarme del coche.
—Ups.
—Ajá.
—En menos de diez minutos llegamos, chicas —
avisó mi padre.
—Iré preparándome para el descenso —bromeó
ella, agarrando su teléfono antes de volver la vista a
mí—. ¿Una Selfie de reconciliación?
—No.
—¿Cómo qué no? —Pronunció, incrédula
inclinándose hacia mí, su hombro se apoyó contra el
mío—. Vamos, sonríe —dijo ubicando la cámara de
su teléfono por delante de nosotras.
Realicé una fea mueca y ella lo capturó.
—Hermosa, lo pondré en la historia de mi
Instagram —dijo ella, molestándome.
—Qué ni se te ocurra.

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—¿Ya me perdonaste?
—Tal vez.
Ella se rio y observó por la ventanilla. Vi como
guardaba su teléfono en la cintura de su pantalón.
¿Preparándose para el descenso, ah?
—¿Ya estamos por bajar, no? —dijo cuándo me
observó ver lo que hacía. Regresó su atención a la
carretera—. Hey, mira esos autos, son los mismos
que vi en la gasolinera.
Me acerqué más hacia ella para observar en la
misma dirección.
—Son seguridad, ¿a quién estarán protegiendo?
—continuó—. Vi vestido a los que estaban fuera con
trajes que usan los escoltas… y son —«guapos» dijo
la última palabra sin hablar, solo moviendo sus
labios para que solo yo la entendiera—. ¿No los
viste?
—Pasamos tan rápido —levanté el tono de mi
voz a propósito para que mi padre lograra
escucharme, lo escuché bufar inmediatamente—…
que casi no vi nada.
Agarré mi teléfono móvil para poder ver la hora
pero me encontré con la hermosa casualidad de que

65
estaba apagado, sin batería. Lo volví a colocar en
donde estaba.
—Pues ahora quizás tengas la oportunidad
porque ahí vienen, se acercan cada vez más —El
comentario de Abby me hizo regresar la vista hacia
la ruta, y entonces divisé unos dos autos negros
acercándose a toda velocidad. Pero sin duda el que
más llamó mi atención fue la camioneta negra que
los seguía y otro auto más detrás de esa.
—Guao, pareciera que quieren pasarnos —volvió
a hablar Abby.
—Oh, no —escuché decir a mi padre. Escuché un
suspiro por parte de él, inmediatamente lo miré y lo
vi observar a mi madre de manera inquietante.
—Te dije que esto era peligroso —Lo acusó ella.
—Pensé que tendríamos suerte —repuso mi
padre, acelerando el vehículo.
—¿Qué está sucediendo? —les pregunté. Pero no
obtuve una respuesta por ninguno de los dos.
—Están llegando —avisó Abby, contagiada por
la repentina preocupación de mis padres.
De un momento a otro ya teníamos a dos autos a
nuestros costados, aceleraron con fuerza haciendo

66
escuchar el sonido del motor del coche como una
gran punzada de cabeza. Escuché como mi padre
maldecía, giré el rostro para verlo pero al final
terminé mirando a través del parabrisas a los dos
autos que se nos habían adelantado, ahora se
encontraban mal aparcados justo en el medio del
camino, cerrándonos el paso.
—¡Papá, frena! —exclamé con temor, si él no se
detenía íbamos a chocar.
El cinturón de seguridad me sostuvo con fuerza
cuando mi padre frenó el coche de golpe.
Solo nuestras respiraciones entrecortadas se
escuchaban dentro de la camioneta, nadie decía
nada. Estábamos atrapados por cuatro vehículos
desconocidos y yo no entendía nada. No sabía qué
estaba pasando. Lo único que mi cerebro pudo
entender es que nada estaba bien.
Me sobresalté al oír el ruido de la puerta de la
camioneta siendo abierta repentinamente.
Instintivamente, dirigí la mirada hacia ahí.
¿Quién es él?

67
3. Bonita

Capítulo 3: BONITA
Quedé paralizada apenas la puerta de la
camioneta se abrió sorpresivamente.
Apareció un chico delante de mis ojos, inclinado
mirando el interior del coche, con sus ojos sobre una
persona en especial. Tenía la cabeza ligeramente
ladeada, mantenía un semblante serio, pero de
pronto sus comisuras se extendieron en una sonrisa y
sus ojos cafés atisbaron algo que no pude interpretar
de qué, pero sí pude darme cuenta que estaba
mirando algo que le estaba gustando mucho.
Entonces, habló.
—Al fin te encontré —dijo con voz áspera y en
un perfecto inglés, aunque denotaba un acento
diferente, su rostro era joven y no creí que pasara los
veintidós años, tenía el cabello de un castaño oscuro
y bien peinado hacia atrás. De por sí tenía el aspecto
de chico serio, más bien de un hombre al que le
gustaba el orden y que no admitía errores. Era
apuesto, tenía que admitirlo.
—¿Qué está pasando?

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—Estas sintiendo lo que está pasando… —
respondió el chico. Los ojos de mi amiga se abrieron
exageradamente a la vez que se encogía en su
asiento cuando el chico se inclinó más, acercando su
rostro al de ella.
¿Qué estaba pasando?
¿Por qué un desconocido se le estaba acercando
así a Abby?
—Eres mía y debes venir conmigo —Le informó
el chico, invadiendo su espacio, Abby volteó su
rostro en mi dirección y cerró los ojos al sentir la
presión de la punta de la nariz del chico rozar su
mejilla.
El sonido de la puerta de la camioneta cerrándose
me hizo dirigir la vista hacia mi madre que bajaba
para acompañar a mi padre y enfrentar a ese extraño
tipo.
—¡Oye, apártese de ella! —exigió mi padre en
tono exigente, alargando su mano para alejar al
desconocido de Abby, este se volvió hacia mi padre
expresando su repentino enfado.
Cuando este se alejó, Abby inmediatamente saltó
hacia la puerta cerrándola de golpe.

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—No vuelva a tocarme —amenazó él—.
Entiendo su desconcierto, pero no vuelva a
apartarme de ella —dijo con una nota advertencia en
su tono de voz, su expresión facial se tornó peligrosa
al pronunciar esas palabras—, es mía. Y por ese
mismo motivo me la llevaré.
—Si no se retira ahora mismo llamaré a la policía
—avisó mi padre conservando una admirable calma,
mientras tanto Abby y yo nos encontrábamos
pegadas una a la otra, temerosas—. La forma en la
que nos hicieron detener pudo haber provocado un
accidente, y más esto. Así que váyanse y dejemos
esto como está.
Pude ver como unos hombres, seguramente
guardaespaldas, llegaban para completar la escena,
se colocaron por detrás del chico dándole respaldo.
Sus posturas amenazantes me advirtió que las cosas
podrían salirse de control. Eran seis, mierda.
—Por favor, mantengamos la calma, no hay que
meter a más personas en esto —intercedió Eleonor,
mi madre—. Solo déjenos ir, si esto es una clase de
asalto, están perdiendo el tiempo, no llevamos
mucho dinero y no tenemos nada de valor en los
equipajes.

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El extraño esbozó una media sonrisa burlesca
antes de hablar.
—Esto no es un asalto, solo estoy reclamando lo
que me pertenece, pero ustedes no entenderían eso,
solo son unos simples humanos —soltó despectivo,
uno de sus hombres se le acercó y le informó sobre
algo al oído—. Existe una explicación para esta
intercepción, pero ahora mismo lo único que me
apetece es estar con ella así que si dejan, mis
hombres pueden iluminarlos.
Él regresó la mirada hacia Abby, mi amiga se
puso rígida inmediatamente.
—¿Qué está pasando, Rouse?
—Me pregunto lo mismo, pero mis padres lo
arreglaran.
—Insisto, váyanse o llamaré a la policía —volvió
a decir mi padre, mi madre a su lado, le acarició el
brazo y entonces intercambiaron una mirada.
—¿Quieren que esto sea por las malas, eh? —
Preguntó él—, así será. Humanos estúpidos —
farfulló por lo bajo mientras regresaba su atención
hacia las personas dentro del vehículo, nosotras.

71
Entonces, nuevamente él abrió la puerta
provocando un sobresalto tanto en Abby como en
mí.
—El seguro, maldición —se reprendió Abby.
—Vendrás conmigo, bonita —dijo él después
inclinarse hacia el interior del vehículo, con sus ojos
fijos en mi amiga que se mantenía muy cerca de mí.
Abby negó con la cabeza—. Vamos, no tengo
tiempo para explicar nada en estos momentos pero
por favor, ven conmigo —le habló con voz
aterciopelada, alargando su mano hasta alcanzar la
mejilla de Abby. Sentí como ella se estremecía y la
vi cerrar los ojos durante un momento.
—No —susurró ella.
—Entiéndelo, bonita, te necesito tanto como tú
me vas a necesitar a mí desde ahora —Le respondió
en el mismo tono. Ella giró el rostro a verme
dedicándome una mirada que decía: ayúdame,
protégeme.
Hundí mis cejas al no comprender nada. Solo los
miré, y al percibir cómo el semblante tan
demandante del chico había decaído me agarró pena
por él.
—No te conozco y no puedo ir…

72
—Tendremos mucho tiempo para conocernos —
Se adelantó a decir él—. Ahora, vendrás conmigo —
levantó el rostro para después girarlo hacia afuera y
hacer una seña con la mano, logrando que sus
hombres se interpusieran por completo delante de
mis padres, cerrándoles el paso. Mi padre se había
quedado discutiendo con uno, pero al ver lo que
hacían, se quedó callado y dirigió la vista hacia el
vehículo, preocupado.
—Ya le dije que ella no se va a ninguna parte —
la seriedad en el tono de voz de mi padre produjo
una amarga sensación en mí.
—Peter, sabes que esto se puede descontrolar
si… —intentó decirle algo mi madre. Pero dejó de
hablar al darse cuenta de algo.
—¡No! ¡Suéltame! —gritó Abby tratando de
quitar la mano del chico de su brazo.
Instintivamente, agarré su otro brazo para sostenerla
de ahí y evitar que el chico la sacara del vehículo.
—No quiere irse contigo, déjala —espeté,
haciendo fuerza.
—¡Me van a romper en dos! —Nos avisó en un
grito Abby. Él la soltó de inmediato por el cual ella
se estampó contra mí.

73
—La única manera de dejarlos en paz es que
vengas conmigo —Le dijo él—. O mejor dicho,
vienes conmigo o mato a todos—amenazó,
provocando que un escalofrío me recorriera todo el
cuerpo ante la gran amenaza que acababa de soltar
—. Menos a ti, claro —agregó, mirándola con una
sonrisa torcida y un gesto que daba mucho que decir.
—¿Qué?—exclamó, incrédula—. Rouse —dijo
mi nombre pidiendo auxilio.
—¿Qué es lo que quieres de ella? —me obligué a
decir.
—Quiero que venga conmigo, eso es lo que más
deseo —respondió, firme.
—No… —negó Abby, mirándome suplicando.
Pero… ¿Yo que podía hacer?
Mi mente seguía en blanco e incapaz de
comprender algo.
—No hace falta conocernos para saber que tus
eres el amor de mi vida —Le dijo él.
—Estas yendo muy de prisa, Romeo —Le hablé
mirándolo con el ceño fruncido.

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—Ya mi paciencia se acabó —En un rápido
movimiento, nuevamente le agarró el brazo a Abby
y lo jaló hacia él para después sacarla de la
camioneta y sostenerla por la cintura.
Fue tan rápido que cuando me bajé por mi lado
del coche y rodeé la camioneta para poder ir con
Abby y, por lo menos, tratar de ayudarla a que ese
loco la soltara, ya era tarde. Vi como dos hombres
sostenían por ambos brazos a mi padre mientras él
forcejeaba con una expresión de molestia.
El grito de Abby me hizo girar el rostro hacia esa
dirección, y allí los vi. Él la llevaba por arriba del
hombro mientras ella emitía gritos y súplicas para
que la soltara.
Corrí por detrás de ellos.
—¡Rouse, no tiene caso! —escuché el grito de mi
madre.
No iba a abandonarla, ella nunca lo hizo
conmigo.
Ignoré a mi madre y corrí con más velocidad por
el asfalto hasta llegar detrás de ellos. Al ver cómo él
la soltaba en el suelo, avancé con más rapidez hasta
alcanzarlos y abalanzarme en la espalda del chico,
rodeando mis piernas a su alrededor.

75
—¡Corre, huye y busca ayuda! —Le grité a Abby
mientras sostenía fuertemente el cuello del chico con
mis brazos.
—¡Estamos en el medio de la nada! ¡¿A quién le
voy a ir a pedir ayuda?! —Me reprochó ella. Tenía
razón, no lo pensé.
Estábamos totalmente atrapadas.
En un raro movimiento el chico logró zafarse de
mi agarre y se soltó de mis brazos, hizo que me
bajara de su espalda para después girar y sostenerme
fuertemente por el brazo.
—Sé que intentas ser una buena amiga al
ayudarla, pero mejor no te metas —Me advirtió con
voz dura, endureciendo su gesto.
—¡Hey, suéltala! —Le exigió Abby, agarrándolo
por el hombro y empujándolo lejos de mí. Luego se
volvió hacia mí con expresión lamentable—. Lo
lamento, Rouse, no sé lo que está pasando, estoy
igual de confundida que tú, pero creo que es mejor
que me vaya con él. No quiero que nada malo le
pase a tu familia —Me habló en ruso.
—No lo permitiré, es un loco desconocido —
negué con la cabeza, me tomó de las manos e hizo
que la mirara a los ojos.

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—Puede resultarte extrañamente loco esto, pero a
pesar de su actitud violenta, posesiva y su gesto
serio… yo, no sé cómo decírtelo —exclamó en voz
baja y gesticulando con las manos al intentar
expresarme lo que sentía—, él me da confianza, y te
lo repito, no quiero que nada malo les pase. Si no
queda otra alternativa, me voy con él.
—No, no voy a dejarte —aseguré, firmemente.
—Entonces ven con nosotros —propuso la voz
del chico, afirmándonos con una sonrisa que
entendía nuestro idioma apenas giramos hacia él con
expresión sorprendida—. Si no la quieres dejar ir, la
única manera es que vengas con nosotros porque yo
tampoco la voy a dejar —Me hizo saber.
—¡Oh, Dios, entendió lo que dijimos! —susurró
Abby, llevándose una mano hacia la mejilla,
cubriéndose la mitad de su cara. Se veía sumamente
avergonzada.
En ese momento, moví el rostro en dirección en
donde estaban mis padres.
Ir con ellos… Nunca había pasado por mi mente
pero ¿Mis padres? Nunca me iban a dejar ir.
—No tengo todo el tiempo —informó en tono
exasperado el chico. Lo miré a él y después a Abby,

77
que se encontraba a solo unos centímetros lejos de
mí.
Como si me leyera la mente, habló.
—No pienses tanto, estaré bien.
—Es que…
—¡Basta! —Nos interrumpió el chico, perdiendo
nuevamente la paciencia—. Métanlas en la
camioneta —ordenó él, mirando a alguien por detrás
de nosotras—. Felicidades, vas a irte con nosotros
—Me dijo con una sonrisa torcida y mirada
maliciosa.
No me di cuenta en el momento en el que dos
tipos me agarraron de ambos brazos y me obligaron
a caminar. Forcejeé para que me saltarán pero sus
agarres aumentaron.
—¡Mamá, papá! —grité en ese momento,
desesperada. El corazón se me había acelerado al
pensar en que quizá nunca más los volviera a ver.
—¡Rouse! —mi madre pronunció mi nombre en
suplica. Traté de voltearme hacia el lugar en donde
estaban mis padres, pero no pude hacerlo gracias a
los escoltas a mis costados.

78
Los dos tipos me obligaron a ingresar en el
interior de una camioneta y ya me fue imposible ver
lo que estaba pasando afuera.
Los gritos de Abby me alertaron que a ella
tampoco la estaban tratado bien. Segundos más
tarde, ingresó por la otra puerta seguido por el chico
que se pasaba diciendo que ella le pertenencia. Él le
cerró por completo el paso cuando ella intentó
volver por dónde vino.
—Vamos —le ordenó al chofer.
—¡No! Mis padres —El corazón se me estrujó al
pensar en la probabilidad de no verlos nunca más—
¡Abre la puerta! ¡Saquen el maldito seguro! —espeté
girando el rostro hacia él, después de haber
intentado abrir la puerta del vehículo.
—Rouse, cálmate —instó Abby, acercándose más
a mí, al ver que me alteraba—.Tranquila, tranquila.
—No puedo —negué con la cabeza, con los ojos
cerrados, percibía las manos de ella sobre mis
hombros y luego los subió a los lados de mi cara—.
Necesito aire… Bajar.
—Por favor, déjanos ir—Le dijo Abby al tipo que
se mantenía en silencio—. Ella…

79
—Vámonos —repitió el chico, ignorándonos.
El motor de la camioneta arrancó y en aquel
momento el alma se me cayó a los pies al darme
cuenta de que quizá no iba a volver a ver a mis
padres por un largo rato.
Reprimí las ganas que tenía de gritar y liberarme
todo lo que pude, tenía que aguantarlo, si no lo
hacía… No sabía qué podría ocurrirme. Presioné los
dedos sobre el anillo que nunca me quitaba. Este
debía contenerme.
—¿A dónde nos llevas? —preguntó Abby luego
de estar aproximadamente media hora de viaje y de
silencio.
—Me gustaría llevarte en mi hogar… ¡Qué digo!
nuestro hogar —Se corrigió con una falsa risa—,
pero lastimosamente yo estaba yendo en un lugar así
que vamos a ir allí.
—¿Dónde es? —quiso saber Abby.
—A la casa de un amigo —Le respondió.
Levanté el rostro y lo miré con mi gesto de molestia
endurecido.
—¿Otro loco igual que tú? —Le pregunté no
sabiendo el porqué.

80
—Mucho más que yo —Me afirmó con una
sonrisa que producía escalofríos.
«¿En qué lugar te has metido, Rouse?» pensé,
volviendo la vista hacia la ventanilla, tratando de
mantener la tempestad que quería emerger muy
dentro de mí, y conservando la tranquilidad
proporcionada por el anillo mágico que llevaba
puesto. 

81
4. Mía

Capítulo 4: MÍA
Nadie más habló en todo el camino, yo solamente
miraba por la ventanilla de la camioneta con la vista
fija en los árboles que pasábamos, realmente tenía la
miraba perdida. Mi mente se encontraba queriendo
entender, comprender todo lo que había pasado,
ponerle lógica, pero por más que pensaba y pensaba
no podía. Nada tenía sentido.
Al mirar a Abby supuse que estaba haciendo lo
mismo. Solo que ella de vez en cuando miraba por
mi lado, porque el chico no apartaba sus ojos de su
persona. Por supuesto, era incómodo.
Con el costado de la frente apoyada en el vidrio
de la ventana, dejé escapar un suspiro. En ese
momento sentí como alguien tocaba la mano que
mantenía en mi rodilla, giré el rostro y miré a Abby.
—Todo va a estar bien —Me aseguró en un
susurro. No le contesté, solo le sonreí agradecida.
Ahora mismo necesitamos el apoyo de la otra más
que nunca.

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Minutos más tarde la camioneta ingresó en un
lugar poblado, se empezaron a ver casas y locales
abiertos. Observé a personas caminar por el que
supuse era el centro, por los negocios y tiendas que
había.
Miré como dejamos atrás la urbanización para
volver a meternos en una carretera recta, rodeada de
bosque.
—¿Crees que nosotros teníamos que venir aquí?
—Me preguntó Abby, mirando por la misma
ventanilla que yo.
—No lo sé —Le respondí sin girar a verla—,
puede ser—añadí al considerar esa opción.
No me contestó porque los arboles comenzaron a
despejarse dejando ver algunas casas. Estás se
encontraban aisladas, más privadas.
—Son preciosas —expresó mi amiga al ver lo
grande y hermosa que eran las mansiones,
completamente de ensueño. Yo también me
sorprendí. No podía creer que personas vivieran tan
lejos de la ciudad en casas así, debían de ser
extremadamente ricos para tener una vivienda en
este lugar.

83
—Si te gustaron esas, entonces te va a encantar la
nuestra —le habló el chico.
—¿Nuestra? —escuché preguntar a Abby.
—Claro, nuestra, todo lo mío desde hoy te
pertenece.
—No somos esposos como para que me estés
diciendo todo esto —contestó ella.
—Por ahora —le aclaró él, tranquilo,
transformando ese rostro serio en uno más pacífico.
No sabía si escuchar hablarlos así y sentirme
sobrada era mejor que ver a tu amiga besarse con su
novio, o con alguien en tu presencia. Resultaba tipo:
¿Dónde me meto?
Sí, me había pasado.
El vehículo giró hacia la izquierda y de ahí no
tardamos mucho en llegar frente a una casa, qué
digo, una enorme casa. Por el parabrisas observé el
gran portón de color negro, era alto y en sus puntas
había hierros puntiagudos, a sus costados había
grandes y altos muros que protegían y escondían
parte de la casa, pero si se lograba ver parte de su
estructura.

84
La camioneta se detuvo frente al portón durante
un corto tiempo porque de repente el portón se abrió
de forma automática, permitiéndonos el ingreso al
interior de la propiedad.
La camioneta aparcó y nadie habló, nadie se
movió ni pronunció una palabra por unos largos
segundos.
—Bueno, hemos llegado, señoritas —nos avisó el
chico usando una nota de voz muy casual, pero su
informe había ocasionado que la tensión se
apoderase del ambiente.
Él se bajó de la camioneta y esperó en la puerta
para que Abby hiciera lo mismo, ella negó y me
miró, se veía temerosa pero intentaba disimularlo.
Estábamos completamente atrapadas, no podíamos
hacer más que obedecer hasta conocer qué es lo que
verdaderamente quería nuestro captor.
Mi puerta fue abierta por el chofer, asentí en
dirección a mi amiga y bajamos al mismo tiempo.
La brisa fresca traía consigo un aroma a bosque,
relajante. Esta golpeó mi cara, provocando que
mechones rebeldes de mi cabello se interpusieran en
mi vista, los aparté para observar a mi alrededor.

85
El sonido de los autos que nos seguían
estacionarse a unos pocos metros de nosotros, me
hizo observar la enorme entrada siendo totalmente
cerrada, ver aquello me hizo tragar saliva,
dejándome entender que ahora sí estábamos
oficialmente sin salida.
Ellos habían detenido a mis padres.
¿Le habrán hecho algo?
Giré hacia Abby cuando sentí que ella enlazaba
su brazo con el mío.
Nos miramos y nos preguntamos un ¿Y ahora
qué? con la mirada. No nos dijimos nada, vimos
hacia el chico en busca de respuestas, y ahora que lo
tenía de frente, de pie y con aspecto menos bestia y
con el entorno mucho más calmado, pude darme
cuenta de lo alto que era, definitivamente alcanzaba,
si no es que pasaba, el 1.90 metros.
Mi amiga y yo nos veíamos como dos minions a
su lado.
—Entremos —habló él, realizando un gesto con
la cabeza que indicaba un claro mensaje: síganme
antes de ponerse en marcha hacia la entrada de la
mansión.

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Con pasos demasiados lentos, lo seguimos.
Levanté el rostro y pude apreciar que la casa era
demasiado grande y hermosa. Giré el rostro para
observar más y vi a unos cuantos hombres, guardias,
custodiando. Achiqué los ojos y pensé en que quizá
este chico era un Mafioso, pero luego recordé que
este no era su casa sino que la de un amigo.
Entonces, su amigo era el Mafioso, porque, por lo
que yo tenía entendido, solo ellos podían tener tanta
seguridad, en donde mirase había personas
vigilando.
Antes de que él tocara la puerta, alguien la abrió.
Una chica rubia nos sonrió a todos.
—¡Llegaste! —Exclamó, entusiasta—. Ah, y
como siempre trayendo invitadas —reprochó cuando
su vista dejó la del chico para vernos, se cruzó de
brazos en el umbral de la puerta y enarcó una ceja en
espera de una explicación.
—Hey —el chico protestó, un poco avergonzado.
No pude evitar notar como Abby lo miraba de
manera inquisitiva, había cierta molestia en su
expresión—. Esta vez es diferente, esta vez vengo
con la indicada —pronunció orgulloso, volteándose

87
a vernos. Entonces la rubia también cambió la
dirección de su mirada, hacia nosotras.
—¡Oh, por todos los dioses! —la chica exclamó
con sus ojos marrones brillando de pura emoción, se
llevó ambas manos cubriéndose la boca, totalmente
sorprendida—. Felicidades, Ed, ¿quién es?—le
preguntó mirándonos a Abby y a mí, él le señaló a
mi amiga. Y ella, sin que Abby se lo esperase, se
abalanzó contra ella en un fuerte abrazo.
Retrocedí varios pasos hacia atrás con cuidado de
no caerme por culpa de los escalones, que habían
delante de la puerta, para admirar la escena con una
sonrisa. No entendía el entusiasmo de la rubia, pero
si pude entender la cara de desconcierto de Abby
porque yo estaba igual que ella.
—Pasemos. Por favor, vamos. Debes de estar
muy feliz, deben de estar felices —dijo mirando a
Abby y después al tal Ed.
—La verdad es que así es. Solo que ella aún no
sabe —el chico ladeó la cabeza con una rara mueca
haciendo entender a la chica algo. Algo que ni Abby
ni yo entendimos.
—Oh —susurró la rubia, comprendiéndolo—. Ya
habrá tiempo, ahora entremos. Hace mucho que no

88
te veía —le dijo al chico.
La chica se encaminó hacia la puerta y se puso a
un lado, dándonos espacio para que ingresáramos.
Pasamos y al entrar en el vestíbulo y observar el
interior de la casa, la mandíbula casi se me cayó al
suelo. Era hermoso, en los únicos en los que había
podido apreciar algo parecido habían sido en las
revistas de arquitectura que había visto.
Las paredes eran de color blanco decorados con
unos grandes cuadros de la naturaleza y lobos. Todo
parecía tan lujoso y costoso que me dieron miedo de
acercarme, tocar algo y romperlo. Si rompía algo no
iba a poder pagarlo por la simple razón de que
estaba sin un dólar y justo ahora no sabía el paradero
de mis padres.
Seguimos a la chica hasta llegar a un gran salón.
Incliné mi cabeza hacia atrás para poder apreciar
mejor los grandes candelabros que había en el techo
blanco, eran sumamente elegantes, como todo en el
interior.
—Si hubiesen llegado un poco antes pudimos
haber almorzado juntos, aunque en realidad no
mandé a preparar nada en especial porque estoy sola
—nos habló la chica rubia parada delante de un

89
largo sofá—. Por cierto, mi nombre es Hazal—se
presentó luciendo una hermosa sonrisa genuina.
Su aspecto podría parecerte de esas chicas
engreídas y con aires de grandeza por la manera en
la que se movía y por su vestimenta tan lujosa, ella
sí que se sabía arreglar. Pero su tono de voz era
suave y cantarina sin sonar desagradable, y su
actitud te hacía desear ser automáticamente su
amiga, era envolvente.
—Mucho gusto, ella es Rouse —Abby nos
presentó, primero señalándome a mí y después a ella
misma, diciendo su nombre— y yo soy Abby. Ah y
sobre la comida, te aceptaría hasta un pan en estos
momentos.
Hazal se rio por el comentario Abby.
—Hermosos nombres. Siéntense, iré a pedir que
nos traigan unos bocadillos —nos informó y le giñó
el ojo a Abby cuando pasó por su lado, luego la
vimos perderse hacia la dirección donde
seguramente estaba la cocina.
Hazal se fue dejando un silencio sepulcral ante su
marcha. Nadie dijo nada, compartí una mirada
desconfiada con Abby antes de que ella decidiera
fijar sus ojos en la presencia inigualable del chico,

90
que ya se había acomodado en uno de los sofás con
su teléfono en mano.
—Ya estamos aquí, ¿qué quieres de nosotras? —
la pregunta de Abby sonó dura y exigente, su mirada
le advertía al castaño que más le valía darle una
respuesta concreta. Él la miró enseguida, ladeó su
cabeza ligeramente hacia un lado mientras sus
nudillos acariciaban su mandíbula en un gesto
pensativo. Y de pronto los ojos del chico se
oscurecieron viéndose como un animal queriendo
cazar a su presa.
—La pregunta correcta sería, ¿qué quieres de mí?
—le contestó poniéndose de pie para aproximarse
con cuidado hacia nuestra dirección, directo hacia
Abby. Los ojos de él se desviaron de mi amiga
durante un instante solo para echarme un leve
vistazo y apuntarme diciendo—: Ella no sé qué está
haciendo aquí —expresó de una manera que me hizo
sentir rara e incómoda, me sentí fuera de lugar al ser
señalada como un bicho raro—, porque tú eres la
única que me interesa a mí.
—¿Disculpa? —me atreví a decir—. Me trajiste
aquí sin darme más opciones por si se te ha
olvidado, tanto ella —señalé a Abby— como yo no

91
estamos aquí por gusto. Y esto es muy extraño y lo
menos que merecemos es una explicación.
—Sí —me apoyó mi amiga—, ¿cuándo
empezaran las torturas?
—¿Torturas? —pronunció el chico como si no
tuviese ni la más remota idea de lo que pudiese estar
hablando Abby.
Yo por mi parte, le dediqué una mirada de: ¿qué
dices?
—¿Estamos secuestradas, no? —Dijo ella viendo
únicamente al tal Ed—. No esperes que tenga una
perfecta imagen de ti cuando nos has dado
suficientes motivos para no quererte cerca.
—No quiero que te alejes de mí —contestó él—.
Entiendo que en estos momentos no me crean la
mejor persona del mundo, sé que están atemorizadas
por la forma en la que las traje aquí, pero fue un
impulso, ¿bien? Fui guiado por la desesperación y la
emoción al tal grado de no haber calculado lo que
hacía y perdónenme por mi atrevimiento, pero no
pude evitarlo. Y no me arrepiento. Lo único que
quiero que sepan es que están a salvo, no va a
pasarles nada malo, mucho menos habrá torturas.

92
—Qué alivio, no quería perder ninguno de mis
dedos —fue lo primero que dijo mi amiga.
El rostro del chico pasó de estar serio a tornarse
divertido por la respuesta a tal punto de soltar una
risa. Abby ya me estaba mirando en ese momento,
pero su vista volvió a la de él en cuanto lo escuchó
reír.
—¿Entonces qué? —Pregunté aún sin entender
—, ¿nos dejas ir? Detecté arrepentimiento en tu
rostro —agregué como si aquella observación me
sirviese para algo.
—Lo siento, pero no. Nos quedaremos aquí —
sentenció con tono serio, desatando un
estremecimiento en mi cuerpo.
—¿Y cuánto tiempo nos quedaremos aquí? —
decidió preguntar Abby, viéndolo con suspicacia.
—¿Por qué, no te gusta? ¿Preferirías un
calabozo? —Habló en tono de burla sin apartar la
vista de Abby—. A los secuestrados jamás se le dan
privilegios.
—No me refería a eso, graciosito —Abby meneó
ligeramente la cabeza expresando su negación—.
Solo quería saber cuánto tiempo durará este absurdo
juego. Es que ¿siempre eliges emboscar un vehículo

93
para raptar chicas lindas? Has hablado, pero no te
has explicado.
—No se puede persuadirte, bonita.
—Soy una chica inteligente y no me avergüenza
admitirlo, así que ya sabes: no caeré en tu juego.
—Pero ya estás aquí, y sé que no dirás lo mismo
cuando avanzamos de nivel. Tú ya estás en las
garras del lobo y aquí te quedarás.
—¡Explícate! —exclamó Abby, estallando un
poco y mostrando señales de su enfado. Ya no podía
reprimirlo más, ella estaba cansada de no saber la
verdad, y yo también.
—No es el momento, primero debo hablar con mi
amigo y luego decidiremos qué decirles, y qué hacer
con ella —volvió a señalarme. Me crucé de brazos
viéndolo con cierta molestia y desafío, decidiendo
sentarme en el sofá para seguir presenciando el
drama entre los dos—. Pero es mejor que vayas
ingresando esta información en tu mente, bonita
luna, desde hoy tu vida me pertenece.
—¿Qué? Ah, no. Espera, primero no me digas
bonita, ¡mucho menos luna! Mi nombre es Abby y
yo no me quedaré aquí contigo, Rouse y yo
volveremos con nuestros padres. Tú eres un

94
desconocido a quien no le quiero tener cerca, eres
peligroso y un extraño nunca trae nada bueno. No
nos conocemos de nada como para que estés
intentando tomar una decisión por mí. ¡Ni siquiera
sé tu nombre!
—Soy Edward—dijo enseguida. Coloqué el codo
sobre el reposabrazos del sofá y acomodé el puño
contra mi mejilla, viéndolos interesada y expectante.
Me estaba gustando ver cómo Abby perdía el
control, no estaría tan tranquila si supiese que
estábamos en peligro, pero al parecer Edward no
quería hacernos daño. Y él no me daba una mala
sensación.
—Eso no cambia absolutamente nada —reclamó
Abby soltando una risa sarcástica—. El desconocido
secuestrador se llama Edward, ¡oh, me acaba de
revelar su nombre! Grave error. Ahora puedo darles
ese dato también a la policía cuando me pidan
realizar un retrato hablado de tu rostro para atraparte
por ser lo que eres, ¡un delincuente!
—¡No soy un jodido delincuente! Solo estoy
intentando presentarme contigo.
—¿Pero eso no se hace cuando nos vemos por
primera vez? ¿Cuánto tiempo ha pasado? —ella
recordó que yo también existía y me miró—. Rouse,

95
¿cuánto tiempo crees que pasó para que a este
maleducado de aquí se le dignase por fin decirnos su
nombre?
—No sé, ¿unas dos horas?
—Joder qué eres exasperante —refutó Edward—.
Pero eso no cambia las cosas, eres atrevida y me
gusta.
—Y el Romeo ha vuelto —musité por lo bajo.
Abby se había quedado en silencio, pero dio un
paso atrás poniendo una distancia entre los dos
cuando notó que Edward se había aproximado
demasiado a ella.
—Aléjate, no puedes hablarme de ese modo—mi
amiga recuperó la voz—. No nos conocemos, no
digas que te gusto cuando ni siquiera conoces mi
apellido o mi edad. Y hablando de eso, ¿tú que edad
tienes? ¿Treinta?
Edward se mostró indignado al escuchar esa
cantidad.
—Solo tengo 22 años—se defendió.
—Y yo 16. Ahora no solo te arrestaran por
secuestrador sino también por ser un pedófilo.

96
—No. Estás llegando a un límite que no pienso
permitir —refutó Edward, contrariado. Y ya no se
veía chistoso ni nada, su gesto serio había vuelto—.
Cuida tus palabras, luna.
—Abby, mi nombre es Abby. Y solo te estoy
diciendo tus verdades, ¿o eres de esos que no
aceptan la opinión de los demás?
—Cuidado, Abby. No querrás despertar a la
bestia en mí —le advirtió Edward con una nota de
amenaza arrastrándose en cada una de sus palabras
pronunciadas seriamente.
La situación ya no me pareció divertida cuando
noté aquello. Me enderecé sin despegar la vista de
ellos, y tragando saliva temiendo un poco por Abby.
Estaba lista para levantarme e intervenir. Mi amiga
no se quedaría callada, la conocía.
Pero mi intervención no fue necesaria porque
justo en ese momento, la voz de Hazal inundó el
salón.
—Miren a quiénes me encontré —la miré y vi
que estaba acompañada por dos hombres.
Todos le prestamos atención. Abby y Edward
pusieron distancia, pero no antes de desafiarse con la
mirada.

97
—Alpha Edward, tan puntual como siempre —le
saludo uno de los hombres, acercándose a él y
apretándole la mano con un gesto afable.
—Ya lo has dicho tú, Posey —le respondió
Edward.
—Un placer verlo nuevamente, alpha —le dijo el
otro hombre. A este Hazal lo tenía sujeta de un
brazo.
—Lo mismo digo, amigo, han pasado varios
meses —comentó Edward, saludándolo del mismo
modo que al primero. Ya se veía más relajado.
Luego los dos tipos fijaron su vista en mi amiga y
en mí, como si de repente hubiesen recordado algo.
—¿Cuál de las dos es? —le preguntó a Edward el
hombre que estaba con Hazal. Era un hombre de
unos veinticinco años vestido con traje informal, con
cabello de un castaño claro, tez blanca y ojos claros,
su rostro de rasgos duros se notaba ansioso en ese
momento.
—Mi chica es Abby —le contestó, acercándose a
mi amiga y agarrándola de la mano, acto que Abby
inmediatamente no pasó desapercibido ya que quiso
liberarse de su agarre.

98
—¿Y tú quién eres? —escuché una voz
masculina a un lado de mí, levanté la vista para ver
al primer hombre que había hablado primero justo a
un costado del sofá, enderecé la espalda,
sentándome correctamente y lo miré tímidamente.
Era un chico rubio, su rostro se veía más joven que
la de los demás hombres en la estancia, y sus ojos
azules chispeaban curiosos.
—Eh, soy Rouse —me limité a responder.
—Es amiga de mi luna —le aclaró Edward—, no
se toca —añadió con el tono de voz demasiado
grave y autoritario. Por lo visto estos se conocían de
hace tiempo para que Edward le hablara y advirtiera
de aquella manera.
—Por supuesto, alpha —Él inclinó su cabeza en
señal de respeto para luego volver a posar su vista en
mí—. Yo soy Luke —estiró su mano en frente de
mí. Estaba por estrecharle la mano cuando el
chillido de Abby me hizo levantar de un salto del
sofá y buscarla con la mirada.
—¡Eres un pervertido! ¿Cómo puedes decir eso
tan abiertamente? —le preguntó. Les había dejado
de prestar atención para concentrarme en Luke. Por
lo visto Edward dijo algo muy feo o vergonzoso
para haber puesto así a Abby.

99
—Es la verdad —se defendió Edward sin el más
mínimo rastro de arrepentimiento.
—No puede ser, me voy de aquí —le dijo ella,
negando con la cabeza.
—No te irás.
—Mira como lo hago —le enfrentó ella,
dirigiéndose hacia mí—. Vámonos de aquí, Rouse.
—¿Qué pasó? —pregunté, su cara se encontraba
demasiado sonrojada.
—Luego te digo. Pero ahora debemos irnos.
—No voy a dejar que te marches —le afirmó
Edward, llegando hacia nosotras.
Abby no dijo nada durante un momento que me
pareció eterno, yo alterné la vista entre los dos que
se sostenían la mirada peligrosamente.
Ni los demás presentes mencionaron algo, todo
estaba en silencio hasta que Abby anunció algo
desprevenidamente:
—¡Mira, un payaso! —exclamó de repente mi
amiga, señalando algo detrás de Edward. Él, tan
estúpido, se giró para ver. En ese momento, Abby

100
me tomó fuertemente de la mano para después tirar
de ella y empezar a correr.
—¡Hey! —gritó Edward, ni siquiera cruzamos el
salón cuando él detuvo a Abby por el brazo. La
sostuvo tan fuerte y tan de repente que me solté de
ella, y sin poder detenerme a tiempo mi cadera se
estampó contra algo, lo único que pude escuchar
después fue el ruido de algo caerse en el piso, fijé mi
vista allí y pude mirar un jarrón de porcelana roto.
Se había hecho añicos.
«No puede ser».
Retrocedí, con las manos cubriéndome la boca,
mis ojos estaban demasiado abiertos por la
impresión. Había roto algo. Algo que, por más
jarrón que fuese, estaba segura de que debía de
costar muchísimo.
—Perdón —pronuncié en un tono poco audible.
Pero para mi suerte, Hazal logró escucharme ya que
rápidamente se había acercado hasta donde yo me
encontraba de lo más apenada. Se inclinó para tocar
los pedazos del jarrón roto.
—Era de mi bisabuela, ha durado siglos en esta
casa, no es tan importante para mí como lo es para él

101
—me hizo saber en apenas un susurro. Pero como
estaba cerca logré escucharla perfectamente.
—Es un objeto irremplazable —hablé bajando
mis brazos a mis costados—, de verdad no quería.
—¡Es tu culpa! —Escuché el grito de Abby—. Si
no me hubieras detenido ahora mismo no estaríamos
en esta situación.
—Yo no fui la persona que chocó contra el jarrón
—repuso Edward.
—Tienes que irte —me dijo de repente Hazal. Se
levantó y se giró para mirarme—, tienes que irte —
repitió temerosa, mi cara mostraba todo el
desconcierto del mundo ¿Por qué me estaba
diciendo aquello?
—Esperen, podemos arreglar esto —intervino
Abby, posicionándose a mi lado.
—Nada se puede hacer —le dijo Hazal,
melancólica—. Él vuelve hoy y me han dicho que no
ha tenido suerte en encontrarla, así que está peor que
nunca, su humor está peor que nunca—aclaró—. Si
se entera que han roto el jarrón de una de las
personas más importantes en su vida… No sé qué
podría hacerte —me habló a mí. Tragué el nudo que
se había formado en mi garganta. El corazón se me

102
empezó a acelerar por el miedo que se había
apoderado de mí.
—Tenemos que irnos, pero no antes de eliminar
la evidencia. ¡Necesitamos una pala! —exclamó
Abby mirando direcciones diferentes en busca de
dicho objeto.
—Yo fui la única culpable. Necesito volver con
mis padres —le dije a ella, deteniendo su absurda
búsqueda.
—Tú no —le advirtió Edward a Abby al ver que
ella estaba por decirme algo.
—Tengo que irme sola. Me gustaría que me
acompañaras, pero no se va a poder —le dije,
sincera.
Ella permaneció en silencio, su rostro se tornó
triste como el mío. Entonces ella volvió a hablar de
repente.
—¡Mira, otro payaso! —gritó Abby señalando
algo detrás de Edward, él otra vez cayó en la broma
y se giró para ver.
Abby me agarró de la mano y, otra vez,
empezamos a correr.

103
—No dejaré que te metan en la cárcel tan joven
—me dijo Abby mientras corríamos.
Escuché una maldición y una carcajada a nuestras
espaldas. Pero no me giré para ver de quien era cada
cosa sino que aceleré la velocidad de mis pasos para
que Edward no nos volviese a detener.
La puerta de la casa se encontraba sin seguro, así
que nuestro escape desde el interior fue todo un
éxito.
Bajamos los escalones a toda velocidad.
—¡Deténganlas, tratan de escapar! —escuchamos
gritar a Edward en una orden, seguramente desde
umbral de la puerta. Los guardias rápidamente se
pusieron en alerta, empezaron acercarse hacia
nosotras— ¡Atrápenlas! Una rompió el jarrón de la
abuela, la pelirroja —aclaró, acusándome.
—¡Es bisabuela! —escuchamos como le corrigió
Hazal.
—¡Rompió el jarrón de la bisabuela! —gritó,
corrigiéndose.
De un momento a otro teníamos a muchos
hombres rodeándonos, no teníamos más escapatoria
así que nos detuvimos.

104
—Al final creo que si iré a la cárcel —traté de
bromear.
—No lo creo —me dijo Abby, jalándome para
empezar a correr en la dirección del enorme portón
negro que en aquel momento estaba siendo abierta.
Con suerte lograríamos salir antes de que se volviese
a cerrar.
De pronto, sentí un jaloneo, alguien había
sujetado a Abby por el brazo. La miré y vi como ella
forcejeaba para zafarse del agarre.
—Vete —me dijo «¿Qué?»—. Déjame, tienes que
irte. Pero después vuelves por mí, ¡trae al FBI y
búscame! ¡Sálvanos! —gritaba cada palabra con
dificultad, el hombre que la tenía sujeta le impedía
por completo dar un paso más y lo único que hacía
ella era revolverse para que la soltara. Negué con la
cabeza no queriendo irme sin ella—. Por favor.
Inténtalo. Tienes que salvarnos.
Ella fue la que soltó mi mano y se hizo agarrar
por completo. No tenía nada que perder con intentar
escapar. Estaba segura de que me iban a atrapar pero
tenía que intentarlo por ella. No quería dejarla, pero
tampoco quería ir a la cárcel por no pagar una
reliquia.

105
Corrí hacia el enorme portón que en ese momento
estaba siendo cerrada. No había visto a ningún auto
ingresar. Miré para atrás y vi a dos guardias
perseguirme.
Mierda, mierda. Tenía que llegar hasta la salida.
Volví a fijar mi vista al frente, pero me asusté al ver
a una silueta masculina, pero me alegré al ver que él
no llevaba puesto el traje de guardia que tenían
puesto mis perseguidores.
Estaba de espaldas a mí y como si sintiera mi
mirada en él, se dio la vuelta.
Llegué hasta el portón después de que se cerrara
por completo.
—Habrán esto, por favor —dije agitada y
desesperada. Giré para observar al chico—.
Ayúdame —le pedí—. Por favor que habrán esto.
Justo en aquel momento habían llegado todos los
guardias que me perseguían. Instintivamente, me fui
a esconder detrás del chico porque no me parecía
mala persona.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó en un
tono exigente. Su voz me sonó tan sexy que me
estremeció por completo.

106
—Lamento este recibimiento, pero ella rompió el
jarrón de la abuela, perdón, su abuela —le respondió
uno de los guardias con respeto. Yo apenas escuché
la primera frase que dijo porque, de verdad, tenía
una muy buena imagen por delante de mis ojos.
Guau…
—De la bisabuela —le corrigió otro.
—¿Cómo? —dijo el chico con confusión, me
miró por encima de su hombro izquierdo en busca
de una explicación, lo hizo tan desprevenidamente
que me descubrió viendo su parte trasera con fijeza,
disimulé rápidamente.
Vacilé un poco antes de hablar.
—Yo no quise, no sabía y… fue un accidente —
le aseguré, él se giró por completo, enderezándose y
demostrando lo intimidante que podía llegar a ser—.
Solo quiero irme —añadí al notar que él no me decía
nada. Solo me miraba. Sus ojos de un color marrón
claro me observaban tan fijos que experimenté un
escalofrío a causa de esa mirada, no era por miedo,
claro que no.
El chico era alto, tenía los hombros anchos y la
cintura delgada sin llegar a ser corpulento.

107
Con solo verlo ya te podías dar cuenta que pasaba
mucho tiempo en el gimnasio. Tenía el rostro más
perfecto que nunca antes tuve la oportunidad de
apreciar. Su nariz era perfilada, preciosa. Sus ojos
eran de un color miel profundo, con iris más
oscuros. En el momento en el que parpadeó pude
vislumbrar sus cortas pestañas, pero aquello no era
un problema porque tenía unas cejas gruesas y
oscuras, dándole una vista sombría y peligrosa a su
mirada. La raíz de su cabello era castaño y en la
parte superior era de un rubio oscuro el cual era
mucho más largo y voluminoso mientras que en la
parte de atrás era corto. Su pelo se veía desordenado,
como si se hubiera pasado la mano varias veces por
ahí.
Sus labios eran rosados y carnosos, mantenía una
línea seria mientras me observaba.
Los tatuajes en su brazo izquierdo captaron mi
atención, pero lo hizo más el rostro de un lobo que
parecía estar en el bosque en la parte interna de su
antebrazo. Los tatuajes eran de un color gris y negro,
los cuales le llegaban hasta el dorso de la mano. No
pude verlo demasiado, no podíamos solo seguir
viéndonos sin decir nada, en un parpadeo mis ojos
ya estaban viendo su otro brazo, este estaba libre de
marcas.

108
Es que era imposible no mirarlo, mi mente
saboreaba lo hermoso y delicioso que se veía.
—No puedes irte —su voz, afirmante y seguro,
me hizo salir de mi escaneo a su persona. Dirigí la
vista a sus ojos, levantando levemente el mentón.
—Juro que me arrepiento, ya me explicaron que
ese jarrón era importante para alguien pero… Lo
siento, fue un accidente —repetí, medio frustrada y
enfadada.
Oh, no. No podía enfadarme.
Mi respiración se agitó en ese momento, no
quería enfadarme, pero la realidad era que eso me
estaba sucediendo. Me estaba enojando conmigo
misma.
Cerré mis ojos con fuerza y busqué un poco de
calma. Pero nada. Tenía que irme, tenía que salir de
ahí.
—¿Estás bien? —su pregunta me resultó algo
lejana.
—Debo irme —dije de una manera apresurada,
noté que los guardias ya no estaban, por detrás de mí
no había salida y por delante estaba él, crucé por su

109
lado con intenciones de correr hacia cualquier lugar
lejano y desolado.
—Mía —habló tras mi espalda, denotando
posesividad en el tono de su voz. Me quedé quieta
sin voltearme. Pero poco a poco me fui girando
hasta lograr mirarlo por encima de mi hombro.
¿Así se pronunciaba mi nombre en ese idioma?
¿Mine? Según tenía entendido se decía Mia. No
supe qué responder durante un instante, me debatí
entre corregirlo o seguirle la corriente.
Aunque ¿cómo es que sabía mi nombre?
—¿Sí? —decidí responder para que prosiguiera.
—Eres mía —me aclaró con el tono de su voz
demasiado posesivo, y eso era lo que no me gustaba.
—Sí —le afirmé sin entender nada. Vi como sus
labios se empezaron a curvar en una sonrisa—, ese
es mi nombre —continué. Y allí fue cuando su
sonrisa se desvaneció para después quedarse en una
mueca rara—. Se pronuncia Mia.
Me giré por completo para poder enfrentarle.
—De verdad, tengo que irme —volví a decirle.
—No puedes irte —me aclaró.

110
—¿Por qué? —pregunté completamente
extrañada. Vi como él daba un paso hacia adelante y
sonreía ladino.
—Porque me perteneces, Mia—aclaró, y mi
nombre se escuchó tan bien viniendo por parte de él
que una súbita oleada de calor sacudió mi cuerpo,
haciéndome vibrar por dentro.
Pero rápidamente me recuperé, ignorando esas
extrañas sensaciones siendo únicamente capaz de
pronunciar un:

¿QUE ONDA ESTE PRIMER


ENCUENTRO?
No se olviden de votar si les gustó el capítulo.
Gracias 

111
5. Peligrosa tentación

Capítulo 5: PELIGROSA TENTACIÓN


¿Qué dijo?
Había escuchado bien o… ¿Acaso este chico
había dicho que yo le pertenecía?
—¿Disculpa? —Me indigné, denotando
incredulidad en mi tono de voz y expresión—. Que
mi nombre sea Mia no significa que le vaya
perteneciendo a cada hombre que lo pronuncie, ¿eh?
Y tú no serás la excepción —aclaré con seriedad.
Solo que mi subconsciente conocía la verdad.
Ya quisiera ser suya.
Él me miró un poco confundido al igual que yo a
él, ¿qué estaba sucediendo?
Di un paso hacia adelante con la vista fija en él.
Moví la cabeza hacia un lado y levanté ambas cejas
al vislumbrar como una sonrisa burlesca se asomaba
en su rostro.
—Toda tu vida me has pertenecido a mí, Mia —
aclaró usando una voz que solo me hacía querer

112
postrarme a sus pies, humedeció sus labios rosados y
tuve que resistirme las ganas repentinas de besarlo.
Demonios. ¿Qué me pasaba?
—Eres preciosa —su repentino halago me tomó
desprevenida, alcé la mirada hacia él y, al notar
como levantaba su mano con la intención de tocarme
el rostro, retrocedí.
—¿Qué haces, loco extraño? —solté sin
preámbulos.
—Solo admiro la belleza de mi reina —contestó
simple, y parecía sincero.
—Lo lamento, pero creo que te has confundido
—empecé a decirle retrocediendo varios pasos más,
los pasos que él acortaba inmediatamente—. Solo
quiero irme.
—Ya te dije que eso no será posible, reina —dijo
mostrándose sereno—. Desde hoy vivirás siempre
conmigo —añadió con nota exigente.
—¿Te has fumado algo antes de venir aquí o qué?
—no pude evitar preguntar, él soltó una carcajada.
Debo admitir que su risa me había sonado hermosa,
por primera vez podía decir que había sentido algo
raro en el estómago. Algo se removió en mi interior

113
al verlo reírse, y sin querer, sin poder retenerlo, me
reí.
No podían culparme, las risas son contagiosas.
Solo fue por un momento leve, se me había
escapado.
—Retiro lo dicho porque ya puedo afirmar que si
—le dije aparentando seriedad. Me crucé de brazos
y lo observé endureciendo el gesto, con cierto
desafío chispeando en mis ojos.
—Si fumara lo que tú has afirmado que sí, no me
afectaría para nada —me informó—. Déjame decirte
que en estos momentos me encuentro con todos mis
sentidos activos, no estoy loco ni tampoco me he
fumado nada, así que espero que me creas cuando te
digo que eres hermosa.
Sus palabras hicieron que mi semblante serio
decayera. ¿Qué se supone que debía decirle? Pude
notar el calor apoderándose de mis mejillas, lo que
dijo había aumentado el latir de mi corazón
súbitamente mientras que en mi cara se mostraba un
gesto tímido y confundido.
¿Hoy era el día de dejar a Rouse en una extrema
confusión o qué?

114
Durante toda la mañana me había encontrado con
cosas que todavía no lograba entender, y mucho
menos ponerle lógica.
—No es que tenga baja autoestima para negar
mi… belleza —pronuncié esa última palabra con
lentitud—. Así que, gracias—me reí sin poder creer
que le estaba agradeciendo mientras negaba con la
cabeza—. Volviendo a lo otro… No tengo dinero
para pagar los daños y tampoco quiero ir a la cárcel
así que por favor —supliqué, juntando las palmas de
mis manos delante de mi pecho—. Déjame ir antes
de que llegue el malhumorado.
—Olvídate de lo sucedido —dijo al instante—,
no hay nada que pagar, y tampoco vas a ir a la cárcel
por haber roto algo insignificante… Pero ¿has dicho
malhumorado?
—Pero me dijeron que era importante para
alguien, y sí —le afirmé—malhumorado, alguien
dijo que el dueño era, pues eso. Y también, la misma
persona me dijo que tenía que irme porque podría
hacerme algo, no quiero imaginar qué, pero…— me
quedé callada cuando él presionó su dedo índice
contra mis labios, callándome. Siseó y en ese
momento noté que nos encontrábamos demasiado
cerca. No me había dado cuenta, por tratar de

115
explicarle, que él había disminuido la distancia entre
nosotros.
—Lo único que él quiere hacerte en estos
momentos es besarte —pronunció en un tono bajo y
una voz ronca, luego observé como se remojaba los
labios con la lengua, dándole un color más vivo y…
apetecible. Parpadeé varias veces porque me había
quedado sin palabras y sin aliento por culpa de ese
gesto tan malditamente sexy—. Él quiere sentir tus
suaves labios contra los suyos por primera vez—
deslizó el dedo que presionaba mis labios hacia un
lado, sujetando con delicadeza el lado izquierdo de
mi rostro y dejando su pulgar rozar mi labio inferior.
De un momento a otro sentí los labios muy secos,
tenía la intención de remojármelos pero me contuve.
Mis ojos azules se encontraron con su iris marrones
claros, tan claro como la miel.
—Tú eres mucho más importante que un antiguo
jarrón sin vida —me aclaró, dirigiendo su pulgar
hacia mi pómulo izquierdo en una suave caricia. Se
sentían condenadamente bien sus dedos contra la
piel de mi cara. Solo por ese motivo no me había
apartado desde el inicio.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? —
cuestioné sin darme cuenta de nada, sus ojos me

116
tenían hipnotizados, su mirada salvaje producían
pequeños espasmos en mi cuerpo manteniéndome
muy desconcentrada.
—Porque soy yo.
—¿Qué?—dije con el entrecejo fruncido, la
mirada de suficiencia y la sonrisa que surcaron su
rostro me hizo entender su afirmación— ¡Qué! —
pronuncié al salir de mi ensoñación, entendiéndolo
todo.
—Ese chico malhumorado del cual te hablaron
soy yo —me confirmó. Toda la tranquilidad se había
evaporado del ambiente para dejar en su lugar a un
corazón demasiado acelerado, o sea, el mío.
Me aparté de él, poniendo una distancia prudente
entre nosotros a la vez que observaba el entorno. Los
guardias se habían vuelto a posicionar en sus lugares
y a lo lejos, en la entrada de la casa, pude apreciar a
mi amiga hablando con Edward. Y no tan lejos de
ellos a Hazal y a su ¿novio?
El portón negro se encontraba totalmente cerrado,
era demasiado alto como para poder treparlo y en su
cima se podía vislumbrar algo filoso, los muros a
sus costados tenían la misma altura. No tenía

117
escapatoria, aunque ¿A dónde iría si lograba salir de
allí?
Esa casa, más bien, esa mansión se encontraba
muy alejada del centro y, además, no tenía dinero y
tampoco un teléfono para poder llamar a mis padres.
Y lo peor de todo es que no conocía el lugar en
donde se supone que iba a vivir desde este día.
Suspiré resignada, y volví a mirar hacia el chico.
—Entonces… ¿No hay rencores?—le pregunté,
dudosa.
—Nunca los hubo, reina.
—Mi nombre es Rouse —le informé.
—¿No era Mia?
—También, es Mia Rouse pero prefiero que me
digan Rouse, Mia no es del todo mi agrado —
determiné.
—Me gusta más Mia —pronunció en un tono
juguetón, queriendo provocare. No le dije nada, solo
puse los ojos en blanco.
—¿Has blanqueado tus ojos en mi presencia? —
preguntó de repente. Su pregunta me sorprendió.

118
—¿Te molesta? —le contesté con otra pregunta,
con un gesto desafiante—. ¿Ahora vas a querer
castigarme? —por alguna razón mi voz sonó
demasiado provocador, al ver su cara de confusión
proseguí— ¿Acaso quieres azotarme?
Mierda, ¿qué me sucedía? Apenas lo había
conocido hace algunos minutos como para estarle
hablando así. Era algo para nada apropiado de mí.
«Oh por Dios, no debí haber leído ese libro»
lamenté dándome una cachetada mental para
despertar, ¿cómo me atrevía a hablarle así a un
desconocido?
Bueno, las palabras simplemente salieron. Y
culpo a Anastasia por ello, en los últimos días estuve
leyendo antes de dormir el segundo libro de
cincuenta sombras. Ups, descubierta.
—¿Eh? —pronunció sin comprender.
—Nada nada, discúlpame —me apresuré a decir
queriendo remediar mi error, estaba un poco
desesperada y avergonzada—. No dije nada. Solo
me despedía —probé decir gesticulando con la mano
una despedida, sonriendo un poco—, he de irme
ahora, mis padres esperan por mí.

119
Hice el amago de alejarme de él, directo hacia el
portón cerrado, pero antes de dar el segundo paso él
ya se había colocado en mi camino, intimidándome
con su gran altura.
—Muy lista, pero no dejaré que te vayas —sonrió
dedicándome una mirada de: no te saldrás con la
tuya.
Mierda.
—No puedes prohibirme que me vaya, soy libre
de hacer lo que quiera, y ahora solo quiero regresar a
casa.
Él me hizo un gesto para que observara hacia la
mansión a un lado de nosotros, por inercia lo
obedecí, dirigiendo la vista en la misma dirección
que él. Y ahora en la entrada ya no quedaba nadie.
—Esta es tu casa ahora.
Arrugué las cejas diciendo en la mente: loco,
demente, ¿qué dices?
—Ya me gustaría, pero yo ya tengo una y no
quiero otra. Mi deber es estar dónde mis padres, así
que debo volver con ellos.
—¿Y dónde están? ¿Cómo es que estás aquí? —
se interesó de repente. Ahora me miraba de una

120
forma diferente, escrutaba mi rostro en espera de
una respuesta.
—Una larga historia de la que estoy intentando
escapar—le hice saber, y entonces su ceño se frunció
adquiriendo una expresión diferente, sus ojos
curiosos me vieron inquisitivamente—. No estoy
aquí porque quiera sino todo lo contrario. Y si eres
bueno, me dejarás ir —tenté mi suerte.
—¿Quién te trajo?
—¿Edgar? —dije dubitativa—. No, no, pero fue
un tipo que tampoco conozco.
—¿Edward? —dijo él.
—Sí, y ahora debo irme porque necesito rescatar
a mi amiga de él, ir a la policía y traer un operativo
entero porque al parecer ese hombre es muy
peligroso, no quiere dejarla ir. Así como —me quedé
callada al darme cuenta de algo, mierda—… así
como tú a mí.
—Eso es porque eres mía.
—No puedes simplemente decir eso y pretender
que yo lo acepte sin más. Te has confundido de
persona…

121
—No —me cortó de pronto, invadiendo por
completo mi espacio personal al tomarme de las
manos, yo di un respingo por ese hecho,
sorprendida, mas no aparté mi mano de su cuerpo.
Él había alzado mis manos hasta apoyarlas en su
pecho. Uh, su tacto era suave y calentito—, tú eres
la correcta. Yo sé que tú eres la correcta —repitió,
convencido de ello. Sus ojos centellaron una
emoción melancólica que no entendí, ¿se ponía triste
por mi rechazo?
Sus manos ejercieron una leve presión en las
mías, podía sentir lo rápido que latía su corazón bajo
mis palmas. Su mirada desesperada me indicaba un
temor latente, mas no sabía el motivo. Luego, de la
nada, su gesto facial se suavizó y lanzó un suspiro
agotador. Se distanció de mí, alejando nuestro
contacto. Se pasó una mano por su rubio cabello
antes de volver a verme.
Yo me había mantenido completamente callada,
sin saber muy bien qué decir, un nudo persistía en
mi garganta y algún tipo de dolor extraño punzaba
levemente mi pecho al verlo tan decaído.
—Solo quiero que te quedes —volvió a hablar,
bajito, expresándome con sus ojos ese deseo. Luego,
su semblante se modificó dejando en el olvido la

122
inquietud, siendo reemplazado por una misteriosa
diversión—. Después podemos hablar de tu castigo.
—¿Qué? —dije sin entender y con el calor
apoderándose de mi cara.
—Me preguntaste si quería castigarte, y siento tú
mi víctima, no te puedes imaginar lo bueno que
pueden llegar a ser mi mente con los castigos para ti
—comentó dejando entrever sus blancos y perfectos
dientes al sonreír, viéndose más relajado. Sus ojos
radiaban una peligrosa tentación.
Él cambio de tema tan radical, y más sus
palabras, me dejaron con la boca ligeramente
abierta. Oh, Dios.
—¡Pero cómo te atreves! —exclamé.
—Me gustó tu idea…
—No, es que tú… —no sabía cómo expresarme,
una corriente de emociones avasallaba mi cuerpo.
Sensaciones agradables que aumentaban mi
súbita excitación.
—¿Qué, hermosa?
—Estás loco —solté.

123
—Por ti. Me cautivas, Mia.
—No, la que me tiene cautivada eres tú —le
señalé nuestro alrededor para que no malinterpretara
mis palabras—. Y estás mal si piensas que voy a
aceptar quedarme a tu lado, lo siento, pero he de
irme.
—El que lo lamenta soy yo, no puedo dejar que
te marches, me perteneces.
—¿Qué? Pero —lo escaneé con una mirada dura
y ceñuda, quedándome en silencio durante un
momento— ¿quién demonios te crees…? —ni
siquiera sabía su nombre.
Y como si supiera lo que intentaba averiguar, me
lo dijo:
—Soy Hareth —informó con un tono áspero que
me dejó sin aliento—. Y no voy a permitir que te
marches porque me perteneces —Iba a protestar,
pero él continuó hablando, dejándome totalmente
sorprendida con su siguiente afirmación—: al igual
que yo te pertenezco a ti, fuego.
“Al igual que yo te pertenezco a ti repetí”.
Lo miré de arriba abajo y me dije que, quizá, no
era tan malo que un chico extremadamente guapo

124
me reclamase como suya.
¿Él era mío?
Tragué saliva porque si no esta se me iba a salir
por la boca. Dios. ¿En serio él acababa de decir eso?
Me quedé atónica mirándolo y de esa forma
comenzaron a transcurrir segundos de completo
silencio, solo nos veíamos con cada uno metido en
sus propios pensamientos. Yo todavía procesaba lo
que él me acababa de decir, no podía salir de mi
asombro y por ello es que parecía haber perdido la
voz.
—Yo —probé decir algo, ver su rostro serio me
inquietaba el corazón—… debo —titubeé al hablar.
Por más que trataba comprender lo que me había
dicho no podía, no lograba entender su comentario.
—Disculpe, señor —habló alguien, dirigí la vista
hacia el guardia que se había acercado hacia
nosotros interrumpiendo el momento, este inclinó
ligeramente la cabeza en muestra de respeto hacia el
chico que ahora sabía que se llamaba Hareth.
—¿Sucede algo? —le preguntó él.
—El Concejo lo espera, el señor Grayson me ha
pedido que le avisara —comunicó el guardia.

125
—Está bien, dentro de un momento voy —avisó
Hareth. El guardia hizo un movimiento de
afirmación con la cabeza antes de marcharse—.
Creo que vamos a tener que retomar esta
conversación más adelante —me dijo dando un paso
hacia atrás, ladeé la cabeza y hundí mis cejas al ver
como él me hacía un gesto con una de sus manos,
mostrándome el camino hacia la casa.
—Yo no puedo —le dije sincera, queriendo
volver a retroceder.
—Por favor, acompáñame —el tono de su voz me
sonó tan sincero y suplicante que no tuve valor de
negarme. Después de todo ya me había quedado
claro que sin su consentimiento no me podía ir. Él
era un desconocido que, pese a no querer dejarme ir,
no me estaba tratando mal y era mejor portarme bien
para que las cosas no sucediesen de otra forma: a las
malas, por ejemplo.
Pasé con pasos inseguros por delante de él. Mi
corazón se me aceleró demasiado al sentir su
penetrante mirada por detrás de mí. Inhalé y exhalé
con fuerza antes de bajar la velocidad de mis pasos
para poder esperarlo, con la intención de que él se
colocase a mi lado.

126
—Que conste que estoy yendo en contra de mi
voluntad —mencioné para cortar el silencio un poco
tenso que se había formado.
—Yo no estoy viendo a nadie obligarte a nada —
me respondió a lo que yo lo miré con las cejas
alzadas, que fácilmente se podía entender como: ¿En
serio?—. Además, te gustará, no debes de
preocuparte por nada, conmigo estarás bien.
—No temo por mi seguridad —le aclaré,
llegando hacia el inicio de los peldaños que se tenía
que subir para ir hacia la puerta principal. Al
terminar de subirlos, giré hacia él.
—¿Entonces a que le temes? —preguntó
interesado, sacando un juego de llaves del bolsillo
delantero de su pantalón deportivo gris.
Mi peor miedo… Ni te lo puedes imaginar.
—A no volver a ver a mis padres —le mencioné
con el tono de voz un poco ida.
—Entra, ya hablaremos más tarde de lo que
pasará contigo de ahora en adelante —me dijo
viéndome a los ojos. Me vi desorientada y
desconcertada durante un instante, al recuperarme de
ese estado avancé hasta entrar por segunda vez en
esa casa.

127
—Pensé que con “me perteneces”, “eres mía” y
“nunca vas a poder irte de mi lado” ya estaba todo
muy claro para mí —expresé haciendo comillas en
el aire al citar sus propias palabras.
—Lo está, sí—me afirmó, de espaldas a mí y yo
no fui capaz de voltear a verlo—, pero tampoco
quiero privarte de tu libertad al mantenerte siempre a
mi lado, aunque ahora mi deseo sea que no te
apartes de mí jamás.
¡Maldición! Experimenté nuevamente esa
corriente de sensaciones desconocidas en mi cuerpo,
contuve la respiración y luego escapé de ahí,
avanzando por el vestíbulo al no saber qué decir.
De pronto, justo en la entrada de la sala, alguien
me sujetó por el brazo.
—Quiero que entiendas que desde hoy me
perteneces, Mia. Siempre has sido mía —susurró por
detrás de mí, muy cerca de mi oído. Estábamos tan
cerca que pude sentir su respiración contra un lado
de mi cuello, la piel se me puso de gallina y volví a
sentir una sensación desconocida, pero malditamente
agradable.
Mis brazos estaban quietos, bueno, todo yo se
había quedado inmóvil. Pero al sentir como él

128
tocaba mi mano con la suya di un paso hacia
adelante, como si él ya hubiera presentido que iba a
hacer aquello, avanzó al mismo tiempo que yo
sosteniéndome por la cintura.
—¿Qué haces? —le pregunté muy tensa. Me
sentía muy nerviosa, el corazón me latía demasiado
rápido y prácticamente no respiraba. Dios, nunca
había tenido a un hombre tan cerca. Mi padre no
entraba en esa lista.
—Deseo… yo quiero…
Quería preguntarle qué. Quería saber qué era lo
que deseaba, pero la voz no me salía, por más que
abría la boca, las palabras se atoraban en mi
garganta. Y justo cuando pensé que por fin iba a
hablar, alguien apareció.
—¡Has vuelto! —al es escuchar la voz alegre de
Hazal, me aparté rápidamente de Hareth.
—Ya era hora —dijo él, recibiendo el abrazo de
la rubia. Un abrazo demasiado largo para mi gusto.
Al separarse inmediatamente se adentraron a la
sala de estar, él me miró pidiéndome que lo siguiera.
Le hice caso. Con la vista fija husmeando por la
estancia, me quedé detrás de él.

129
El hombre, que yo creía era novio de Hazal, vino
a saludarlo con un apretón de manos y uno de esos
abrazos de hombres.
—Lo lamento mucho, sé que este había sido la
última vez… Ya sabes —comentó Hazal,
mirándome de reojo—. ¿Qué haces con ella? —le
preguntó, fijando sus ojos en mí—. De verdad, no sé
qué te habrán dicho los guardias pero fue un
accidente. Realmente fue culpa de Edward —lo
acusó ella, defendiéndome.
—¿Edward? —dijo Hareth.
—¿Qué pasa conmigo? —preguntó el susodicho
entrando en el salón, por detrás de él venían Luke y
Abby, ella terminándose de comer un sándwich.
—Estamos conversando de que tu tendrás que
pagar el jarrón roto porque, después de todo, fuiste
tú el que provocó el accidente —le informé
tranquilamente. Había recordado perfectamente
como él me había acusado anteriormente, así que
ahora era mi turno de “vengarme” de él.
—Lo que dice Rouse es cierto —me apoyó mi
amiga, siguiéndome la corriente—. Tú fuiste la
persona que me había sostenido para que no me
fuera, fue tan desprevenido que Rouse no tuvo

130
tiempo de frenar y terminó chocando contra la
mesita y al final… Jarrón roto —le hizo recordar
ella viéndolo con ojos serios.
—¿Cómo? Se supone que tú me tendrías que
apoyar a mí —le dijo un indignado Edward. En
cambio, ella negó con la cabeza para después
acercarse a mí y alzar su mano para chocarla con la
mía—. Traidora —le gruñó a Abby al ver como
chocábamos los cinco.
—Me debes una cantidad innombrable, Edward
—ante el comentario de Hareth él lo miró al igual
que todos los presentes—. Lo lamento pero las
acusaciones van en contra de ti —volvió a hablar.
—Gracias, Hareth —le dije con una sonrisa
triunfante.
Abby apoyó su codo sobre mi hombro quedando
muy pegada a mí mientras expresaba su risa ante el
desconcierto que quedó estampado en el rostro de
Edward.
—¿Hareth?—preguntó entonces Edward,
desatando la confusión en mi amiga y en mí.
—Soy yo, imbécil—le dijo el mencionado.

131
—Hasta ya se me había olvidado tu nombre…—
se rio Edward, hasta que se calló de repente—. Pero
tú nunca le dices tu nombre a alguien Yo hace años
no lo escuchaba. Entonces… —pareció comprender
algo, abrió la boca para hablar con una expresión de
asombro, pero alguien se le adelantó, y si Edward
habló nadie lo escuchó porque la atención de todos
se centró en alguien más.
—¡Por los Dioses! —gritó Hazal, giré el rostro en
su dirección después de haber pegado un respingo en
mi lugar. La vi mirar a Hareth, lo veía tan
intensamente y sin parpadear que me provocó un
leve escalofrío. Luego empezó a girar el rostro
lentamente a mi dirección.
—¿Esta poseída? —escuché la pregunta de Abby.
—Puede ser —murmuré, viéndola de reojo
—Eres… ¿Es? —le dijo Hazal a Hareth. Él solo
asintió—. ¡Por la Diosa! ¿De verdad? —preguntó
bastante entusiasmada. Él volvió a asentir,
sonriendo.
En un parpadeo ya tenía a Hazal rodeándome con
sus brazos.
¿Cómo había llegado tan rápido?

132
Le correspondí el abrazo como la chica educada
que era.
De repente, me pareció escucharla sorber por la
nariz, como si estuviese llorando.
—Lo lamento —me dijo, deshaciendo el abrazo y
viéndome con los ojos cristalinos a causa de la
emoción—. Es que estoy muy contenta, nunca pensé
que… Todos estábamos perdiendo las esperanzas
y… —se cubrió la boca con ambas manos,
mirándome. De sus ojos empezaron a salir más
lágrimas y yo no supe que hacer. ¿Qué le sucedía?
—Ajá —murmuré sin saber qué decir.
—Su malhumor se debía solo a que no te
encontraba —continuó hablando Hazal.
—Entonces fuiste tú —intervino Hareth en
nuestra ¿conversación?—. Ya déjala, la asustas —
dijo él, empujándola suavemente hacia atrás para
separarla de mí—. Malcom…—Llamó a alguien, el
mencionado se acercó al instante—, por favor aléjala
que incomoda a Rouse.
Mi segundo nombre también se escuchaba
fantástico viniendo de él.

133
—Cariño, vamos —dijo el tal Malcom a Hazal,
que todavía no paraba de llorar—. Vamos, amor,
tranquila… —le habló a la vez que posaba un brazo
alrededor del hombro de ella.
Ellos se marcharon, desapareciendo rápidamente
de nuestras vistas.
—Mi reina, lamento lo que haya pasado, todo fue
mi culpa —la voz de Edward me trajo de nuevo a la
realidad.
¿Y ese tono? Me estaba hablando con una nota
muy diferente, ¿qué cambió? ¿Y a qué se refería?
—Todos aquí son demasiado raros —dijo de
pronto Abby.
—¿Ella es? —preguntó Hareth, refiriéndose a mi
amiga. Le estaba por responder, pero Edward se me
adelantó.
—Ella es mi chica —le afirmó a Hareth con
seriedad, pero se le notaba algo más—. La encontré
esta mañana mientras venía, se encontraba con su
amiga y…
—Realmente nos secuestró —le interrumpió
Abby—. Yo estaba con Rouse y sus padres hasta que
un par de autos nos detuvieron y después de eso las

134
cosas pasaron demasiado rápido. Apareció él y nos
trajo aquí sin preguntar si queríamos o no —le
explicó Abby a Hareth. Él solo asintió, pensativo.
—A ti no te pregunté —rebatió Edward— porque
era quieras o no. Y ya sabemos lo que pasó, en
cambio, a ella sí—señaló en mi dirección con un
gesto de mano— Pero aparentemente el destino la
quería acá, y aquí está… con él —esa vez señaló
hacia Hareth. En ese momento lo miré y vi que,
justo al mismo tiempo, habíamos levantado nuestras
miradas para vernos. Aparté mi vista de él al
instante.
«Corazón ya cálmate» me exasperé.
—Tengo que asistir en una reunión. Confío en
que no dejarás que se vayan antes de que vuelva—
habló Hareth, viendo hacia Edward.
—Por supuesto.
Hablaron como si no existiéramos, y entonces
Abby les hizo conocer su opinión.
—¿Saben que lo que están haciendo está mal,
cierto? Obligarnos a quedarnos aquí en contra de
nuestra voluntad es un delito, y más hacia unas
menores de edad, ustedes ya están asegurando sus
años en prisión. Díganme, ¿vale la pena tanto

135
riesgo? Si nos dejan ir… —intentó negociar, solo
que Hareth la interrumpió.
—Vale la pena, y mucho. Siento que tengamos
que proceder de esta manera, pero les prometo que
lo entenderán todo, ahora debo retirarme, es
imposible de cancelar la junta.
Hareth dirigió su mirada hacia mí, apenas duró
un instante ya que Abby insistió, obligándolo a
regresar su atención hacia mi amiga.
—No, no puedo quedarme aquí, mucho menos
Rouse —exclamó denotando poco a poco la
desesperación en sus palabras, sus ojos chispearon
desafío, sus rasgos se endurecieron y prosiguió a
hablar con mucha más determinación—. Y no nos
quedaremos, y es mejor que nos dejen ir antes de
que se metan en un verdadero problema.
Edward la mirada asombrado y Hareth con un
brillo de interés en sus ojos, muy intrigado.
—Van a quedarse aquí —decidió Hareth,
devolviéndole la misma mirada que le dedicaba
Abby, se observaban de una manera que intimidaba
a cualquiera, pero ninguno parecía querer apartar la
vista, ninguno quería perder esa batalla de miradas
que decía mucho más que unas simples palabras.

136
Solo que yo no entendía nada, me les quedé viendo
como tonta, esperando que aquello terminase pronto.
Los segundos se me hicieron eternos, Edward
tampoco decía nada, hasta que un momento después
por fin decidió interrumpir la batalla silenciosa que
se estaba llevando a cabo.
—Abby… —solo bastó que dijera el nombre de
mi amiga para que ella lo mirase—, quédate
conmigo.
Las facciones de ella se suavizaron
inmediatamente, pero detecté una negación en los
ojos verdes de Abby, y también miedo, un temor
difícil de comprender. Bueno, si me ponía a pensar,
no era complicado de hacerlo, estábamos viviendo
algo muy inusual, cualquiera en nuestro lugar
tendría poca confianza, temor a lo desconocido,
como todos lo hacían.
—¡Bien! —Aceptó, recuperando su compostura
—. Pero asegúrense de recordar que yo se los
advertí, están en problemas, muchachos. Nosotras
tenemos padres que de seguro ya tienen al FBI
buscándonos.
Edward sonrió ampliamente, su mirada se
convirtió en una misteriosa, pero se notaba un atisbo

137
de humor.
—Debes saber que me encantan los problemas,
Abby, y me metería hasta en los más complicados
solo para tenerte.
—Ya… —pronunció incrédula y al mismo
tiempo con un dejo de un desinterés muy bien
disimulado—. Me quedo…—ella me miró, y al
notar que de mi parte no había ninguna negación,
por más que debería, agregó—: Nos quedamos.
Ah…—levantó el índice de su mano derecha en un
gesto que indicaba: esperen un segundo como si se
hubiera acordado de algo— ¿Hay Wi-Fi cierto?
Porque yo sin mis memes diarios no vivo. Así que,
exijo la contraseña, sin ello no habrá muy buena
convivencia…, por favor.
Oh, por Dios, encima lo exigía.
Abby esbozó una sonrisa simpática al terminar de
hablar y al aguardar respuesta por parte del dueño de
la casa.
—Trato hecho —Hareth cedió a la demanda de
mi amiga con facilidad.
—Mmm, tienes un aire de autoridad irresistible
—le confesó Edward.

138
Mi amiga prefirió no decirle nada, pero si le
dedicó una mirada que no tuve oportunidad de
averiguar o interpretar de qué ya que duró apenas
unos cortos segundos.
Entonces, Hareth volvió a hablar.
—Por el viaje que tuvieron, deduzco que las
chicas se encuentran muy cansadas —vi a Abby
asentir—, pediré que las guíen en una habitación a
descansar—nos informó—. Ya está claro que se
quedan… —nadie se atrevió a decir lo contrario.
Lo vi avanzar hacia mí, retrocedí al verlo
mirarme tan fijamente mientras lo hacía, igualmente
no conseguí distanciarme mucho ya qué mis piernas
chocaron contra el sofá, ya no tenía escapatoria.
—Nos vemos más tarde, Mia —dijo sonriente y
con un aire provocador, inclinó su cara hacia la mía
y esa vez no me moví.
Comencé a oír el latir desbocado de mi corazón
cuando su rostro ya estaba demasiado cerca del mío,
me iba a besar en la boca, eso fue lo que pensé antes
de que él volteara un poco su rostro y me diera un
beso en la mejilla.
Demonios.

139
Lo vi marchar y sentí algo raro en mi interior al
verlo irse. No sabía lo que era, lo único que sabía era
que él de algún modo extraño me atraía. Pero era
imposible, ¿no? Apenas lo había conocido.
—Por un momento pensé que te iba a besar —la
voz de Abby me sacó de mis pensamientos. Giré el
rostro y la miré asintiendo con la cabeza.
—Yo también —le confesé. Porque sí, debía de
admitir que desde que él me dijo que tenía ganas de
besarme, a mí me había dado la curiosidad de saber
cómo se sentiría sus labios contra los míos.
¿Cómo se sentiría besar a alguien?
¿Cómo se sentiría besar a Hareth?

140
6. Un trato

Capítulo 6: UN TRATO
Poco después de que Hareth se fuera, vinieron
dos chicas para decirnos que las acompañáramos a
las habitaciones asignadas para nosotras. Con Abby
nos echamos una mirada suspicaz, insegura y
desconfiada, pero luego ella torció un gesto
afirmativo y aceptamos.
Salimos hacia el amplio recibidor, a unos cuantos
metros hacia adelante se encontraba la escalera, los
mismísimos escalones anchos, hechos de un material
elegante, me resultaron intimidantes por la manera
en la que se veía, los peldaños se perdieron de mi
vista y sospeché que esta casa tendría unas tres
plantas.
Ascendimos y confirmé mi sospecha, pero
lastimosamente Abby se tuvo que quedar en la
segunda planta porque allí se encontraba el cuarto
para ella. Se me hizo demasiado raro que nos
pusieran en diferentes plantas. Por un momento
hasta había pensado que íbamos a compartir
habitación.

141
En la segunda planta se podía notar un largo y
amplio pasillo en forma de T, al final de este, en
donde se doblaba el otro pasillo, se veía un enorme
ventanal con un balcón incluido.
La chica castaña, que seguramente tendría un
poco más de mi edad, me pidió que continuáramos e
hizo un gesto con la mano indicándome que la
siguiera. El pasillo de la tercera planta tenía la
misma forma que la primera, incluido el ventanal,
pero ella me guio lejos de la luz que proporcionaba
aquella vidriera, guiándome a una habitación
demasiada alejada del resto.
—¿Necesita algo más, señorita? —preguntó la
chica después de que me abriera la puerta del cuarto.
—Eh, no —dije, dudosa—. Bueno, la verdad es
que tengo hambre—mencioné, recordando que
nunca comí lo que Hazal ordenó—, solo desayuné
un café así que, si no es mucha molestia, ¿podrías
traerme algo? No soy exigente, lo que encuentres —
añadí, algo apresurada.
—Por supuesto—me respondió, bajando
levemente su cabeza—. En seguida se lo traigo —
dijo antes de irse rápidamente.

142
La observé hasta que su silueta desapareció
escaleras abajo. Suspiré antes de adentrarme más en
la habitación y notar que se encontraba muy oscuro,
busqué el interruptor. Prendí las luces y en frente de
mí se rebeló una habitación demasiado grande, una
habitación que ni en mis más grandes anhelos
hubiera tenido. Pero ahí estaba, delante de mis ojos.
La cama fue la que más llamó mi atención, era
grande y las sábanas que los cubrían eran de color
azul oscuro, haciendo juego con almohadas del
mismo color y algunas blancas que solo estaban
como decoración. Miré las dos mesitas de luz que
tenía a cada lado para después dirigir la mirada hacia
las paredes blancas que tenían algunos bonitos
cuadros de la naturaleza. En la esquina de la
habitación, delante de unas cortinas, vi una pequeña
sala, me fui hacia ahí, impresionada.
Me tiré en el largo sofá esquinero color negro,
extendiendo las piernas y acomodando la espalda
contra el espaldar, más bien, el almohadón. En mi
caso, ese modelo de sofá es para recostarse y ver una
buena película o serie, según prefieran. A su lado, se
encontraba otro, pero ese si era normal. Miré la
mesita en el centro en donde estaban ubicados los
controles remotos. Levanté el rostro para —volver a

143
sorprenderme— viendo una pantalla gigante. ¿De
cuantas pulgadas podía ser?
Me puse de pie para ir a abrir una de las grandes
cortinas, de la que supuse que era una ventana
demasiado grande. Deslicé hacia un lado la cortina
color gris, revelando una puerta corrediza que daba
hacia una hermosa terraza. Estaba a punto de salir
para mirar hacia los horizontes, pero justo en aquel
momento alguien llamó a la puerta.
Rápidamente fui a abrirla. Era la misma chica
que me había acompañado hasta la habitación, traía
una bandeja de comida.
Mmm.
La invité a pasar para después agradecerle.
—Si necesita algo más no dude en llamarme —
me dijo después de poner la bandeja sobre la mesa
de centro y enderezarse, girando a verme. Asentí
ante su amabilidad—. Por cierto, mi nombre es
Malia, pero me dicen Lía.
—Un placer, soy Rouse—me presenté,
esbozando una pequeña sonrisa.
—Debo irme, y sin duda alguna, el placer ha sido
mío —mencionó con una expresión bastante alegre,

144
después se dirigió hacia la puerta, conmigo detrás de
ella.
—Gracias, y nos vemos, Lía —me despedí antes
de cerrar la puerta.
No sabía lo hambrienta que me encontraba hasta
que me comí toda la deliciosa comida que ella me
había llevado, y al probar la última bocanada de
sándwich me pregunté ¿Y la comida?
Incluso me olvidé del evento de hace unas horas.
Mi amiga y yo habíamos sido secuestradas y allí me
encontraba yo, bebiendo un vaso de jugo como si
nada, degustando el sabor naranja.
Dejé el vaso de vidrio sobre la mesa y me
acomodé en mi asiento, descansado la espalda sobre
el respaldo del sofá. Una expresión ausente quedó
estampado en mi rostro cuando me puse a pensar en
lo que estaba sucediendo. Solo que no llegué a
ninguna conclusión. Giré el rostro, apoyando la
mejilla contra el espaldar, y cerré los ojos con
fuerza, un poco frustrada de que mis cavilaciones no
me llevasen a ninguna parte. Entonces me entró un
poco de sueño, bostecé y el cansancio fue mucho
más evidente.

145
Pero no podía dormir, me obligué a enderezarme
en mi asiento y a mantenerme despierta. Y encendí
la tele en busca de algún entretenimiento. Pero al ver
que aparecía algo raro en la pantalla, lo apagué de
inmediato.
Que más daba, iba a ir a descansar un ratito. Solo
cerraría los ojos por un momento. Un pequeño
momento hasta que el sueño desapareciera…
Solo que, cuando abrí los ojos tiempo después,
me di cuenta que mi pequeño momento se había
extendido demasiado. Las luces seguían prendidas y
yo me encontraba en la misma posición de antes.
Solo había una diferencia, el dolor en mi cuello. Y
también que la bandeja de comida ya no se
encontraba, seguramente Lía se lo llevó y, qué
vergüenza, me vio dormir en esa mala posición.
Me levanté del sofá, entrecerrando los ojos ante
el molesto brillo de la luz del atardecer, que daba
directamente hacia la entrada a la terraza.
Caminé hasta una puerta, la cual supuse que era
el cuarto de baño. No me equivoqué y me adentré en
el interior de este.
Primero me lavé la cara, pero al no sentirme
satisfecha, y al querer probar esa enorme bañera, me

146
empecé a desvestir.
¿Habían dicho que era mi habitación, no?
Abrí ambas llaves del grifo y esperé la
temperatura adecuada para mí y, cuando ya obtuve
la temperatura deseada, me metí debajo del delicioso
chorro de agua.
Aguardé el mayor tiempo posible. Solo pensando
y tarareando el ritmo de las canciones de Two Feet,
¡eran tan profundas, sumamente magnificas!
Minutos después, al ya sentirme satisfecha cerré
ambos grifos y busqué con la mirada una toalla. Y
en ese momento, me di cuenta que no tenía otro
conjunto de ropa para vestir.
No es que la ropa que me había sacado estuviera
sucia. Con ese pensamiento en la mente, enrollé la
toalla alrededor de mi cuerpo para después agarrar
toda mi ropa y salir descalza del baño.
Coloqué mi ropa en el escritorio, para ir a
curiosear la otra puerta, seguro era un armario.
Cuando estaba por girar el pomo de la puerta, el
ruido de la puerta de la habitación abriéndose hizo
que me volteara hacia allí, un poco exaltada.

147
—Se me alargó la reunión, espero que te… —
dejó de hablar cuándo me vio en aquella situación
—. ¿Qué…? —carraspeó para luego inspeccionarme
de pies a cabeza.
—Yo… —no podía hablar por lo nerviosa que me
había puesto de repente—, ¿me duché? —más que
una afirmación había sonado más como a una
pregunta, maldije por ello.
—De eso me doy cuenta —comentó, acercándose
hacia mí, yo no sabía en dónde meterme porque por
detrás de mí se encontraba una puerta. Por lo cual
solo tragué duro y formé una equis con mis brazos
por delante de mi pecho—. Te ves tan hermosa así—
dijo de pronto, deteniéndose delante de mí, inclinó
su rostro hacia el mío—, pero te verías mucho más
sin nada —susurró cerca de mi oído, la piel se me
erizó y un escalofrió me recorrió la espina dorsal
debilitándome por completo.
—¿Qué? —pronuncié en un murmuro—. ¿Puedes
moverte? Invades mi espacio —le dije cambiando de
tema y deseando que esa extraña sensación que
sentía ante su presencia se detuviera o desapareciera
de inmediato. Estiré una mano para colocarlo en su
pecho y tratar de empujarlo.

148
—Tu espacio es mi espacio, querida mía —me
aclaró, posando ambas manos a los lados de mi
cabeza, acorralándome contra la puerta.
—Lo mío es mío de nadie más. Ahora…
¿Podrías? —pedí tratando de empujarlo nuevamente.
Agarró mi mano y lo dejó en su pecho, casi pegué
un respingo en mi sitio al ver como él se acercaba
más a mí. Un poco más y quizás nuestros cuerpos se
iban a rozar demasiado, bueno ya lo estaban
haciendo. No es que me molestara su cercanía, debía
de admitir que solamente me ponía nerviosa, me
inquietaba de una forma desconocida.
—¿Podría qué, Mia? —preguntó rozando su nariz
con la mía y alzando su vista para verme.
Mierda, tenía que alejarme. Él tenía que alejarse.
—Aléjate de mí. Invades mi espacio —espeté con
más fuerza, quitando mi mano de su pecho. Él negó
con la cabeza, pareciera que la situación lo estaba
divirtiendo mucho. Entonces realicé una mueca de
disgusto, y parecía que ese gesto le gustó mucho ya
que sus ojos centellearon emotivos.
—No me vas a decir que te desagrada esta
situación, ¿verdad? —expresó, rozándome la mano
con sus dedos. Bajé la vista hasta nuestras manos

149
que se encontraban muy cerca, con mi semblante
suavizándose, cambiando, exponiendo la sensación
que me provocaba su cercanía. Acarició el dorso de
mi mano con la yema de sus dedos, y el corazón se
me exaltó en aquel instante, ese simple gesto suyo
hizo que algo me abrasara en el interior, algo
ardiente, algo extremadamente agradable.
—Ha… —quería decir su nombre. Pero sentí
como mi boca se me secaba y las palabras se
ahogaban en mi garganta.
Empezó a subir sus cálidos dedos en una caria
desde el dorso de mi mano hasta el hombro. Durante
todo ese trayecto, que me pareció eterno, había
dejado de respirar, por lo cual exhalé por la boca con
lentitud al sentir su mano tocar suavemente un lado
de mi cuello. La piel todavía no se me había secado
por completo, por ende, pude percibir como él me
secaba unas gotas de agua con su dedo. Estaba
quieta, quería moverme pero a la vez no. Tenerlo tan
cerca de mí y haciendo esa cosa tan rara de cierta
manera… me gustaba.
—Hueles tan bien, mi fuego —pronunció con la
voz demasiado grave y rasposa. Al sentir su nariz
contra mi cuello, reaccioné.

150
—¡Aléjate de mí! —exclamé, empujándolo con
ambas manos. Me importaba un pimiento que la
toalla se me cayera por haber soltado la mano con la
cual también estaba sujetando el borde por
precaución. Por fortuna, logré moverlo un poco.
Rápidamente me moví posicionándome detrás de él.
Él se giró, sonriente, su vista estaba fija en el suelo
como si estuviera pensando demasiado.
—Por última vez, Hareth —advertí seriamente—,
aléjate de mí.
Lo vi reírse un poco antes de levantar su rostro
para mirarme.
—Eso será imposible, hermosa Mia.
—Y no me llames Mia —advertí.
—Yo te voy a llamar como desee, hermosa Mia
—recalcó las últimas palabras, como si quisiera
molestarme.
Gruñí frustrada al escuchar como volvía a
llamarme por aquel nombre. Me crucé de brazos,
viéndolo seria, intentando que la expresión de mi
rostro no decayera al ver el suyo mirándome de una
manera divertida, y sonriente.

151
—¿Te vas tú o me voy yo? —le pregunté con la
intención de que con aquella pregunta entendiera
que lo estaba invitando a irse.
—¿Por qué me tendría que ir yo? —fue su
respuesta, haciéndose el desentendido—. Esta es mi
habitación.
— ¿Qué?
—Como escuchas, Mia —afirmó con una sonrisa
de lado.
—Entonces haré lo que debí haber hecho desde
un principio, irme. Hasta nunca… —empecé a
decirle mientras caminaba hacia la puerta—, voy a
vivir sin ropa durante el resto de mi vida, bueno con
esta toalla —me lo dije a mí misma en voz alta—
¡Fue un placer conocerte! —exclamé, cuando ya
estaba a punto de cruzar por la puerta.
—No te vas, y mucho menos así —Hareth me
sostuvo por el brazo, deteniéndome y
devolviéndome en el interior del cuarto—. Solo yo
puedo verte en estas condiciones, nadie más, solo yo
—volvió a aclarármelo.
—Eres un pervertido —lo acusé, deshaciendo su
agarre de mi brazo.

152
—Todavía no has visto nada para poder
afirmarlo, pero bueno —le restó importancia—. Aún
no tengo ropa para ti, pero mientras puedes ponerte
una camiseta mía —ofreció al ver que pasaban
segundos y yo no le respondía—. Entra ahí y ponte
lo que quieras —volvió a hablar al notar como yo
solo lo miraba sin decir nada. Asentí ante su
ofrecimiento e ingresé en la puerta que me señalaba.
Poco después salí vestida como una camiseta gris
y un bóxer de ropa interior. Me había puesto el
mismo sostén porque esos no se ensuciaban en un
día.
—Te queda mejor que a mí—me dijo él al verme
salir por la puerta del armario-vestidor.
—Si tú lo dices.
—Pedí que nos trajeran la cena aquí así nos
conocemos mientras cenamos —me comunicó,
señalándome dos platos de comida por encima de la
mesa de centro.
Avanzó hasta sentarse en el sofá. Lo seguí y me
senté en el sofá que se encontraba delante de él, o
sea, el más alejado, mi amado sofá esquinero.
La verdad es que no tenía hambre, pero al ver lo
apetecible que se encontraba la comida empecé a

153
comer de a poquito: carne y fideos, mmm. Deliciosa
salsa.
—Quiero proponerte un trato —mencionó de
repente. Dejé de comer para dirigir mi mirada
curiosa hacia él. En todo el momento nadie había
dicho nada.
—¿Un trato? —le pregunté, agarrando el vaso de
jugo para después beber un sorbo.
—¿No quieres estar aquí, cierto?
—No te conozco —le respondí, porque ese era la
verdad. Apenas lo había conocido hacía algunas
horas—. Estoy prácticamente secuestrada aquí,
seguramente mis padres están muy preocupados. Lo
que hizo Edward es un delito, ¿sabías? Pueden
meterlo a prisión por llevar menores en contra de su
voluntad, ha incumplido varios cargos… ¿Por qué
sonríes? —dije cuando él curvó las comisuras de sus
labios en una amplia sonrisa arrebatador.
—Solo estoy feliz —contestó.
—¿Por qué? —me reacomodé en el sofá ante la
mirada que me dedicó, era muy intensa.
—Por ti, me gusta tu voz.

154
La manera en la que lo dijo provocó que mi pulso
se acelerase, mi ritmo cardiaco estaba al límite. Mis
mejillas se sintieron calientes ante sus palabras.
Carraspeé e intenté cambiar de tema al no saber
qué responder.
—¿Qué es lo que querías decirme antes?
—Ah, eso…
—Sí, eso —insistí, sonriendo un poco.
—Primero quiero aclararte que no estás
secuestrada.
—¿Entonces puedo irme? —dije, esperanzada.
—No.
—Okey, ¿entonces tú como le llamas a esto? —
pregunté en tono sarcástico.
—Lo entenderás… pronto.
—¿Y mientras ese pronto llega voy a estar
secuestrada?
—No estás secuestrada, podrás salir.
—Oh, una secuestrada con privilegios, ¿eh?
¡Fantástico!

155
—Digamos que sí.
—¿Entonces lo admites? —exclamé, viéndolo
acusadoramente, él se rio brevemente. Qué sexy.
—No lo haré, podrás salir con mi autorización…
—¿Así que serás mi verdugo?
—¿Podrías dejar que te lo explique…?
—Es que no hay nada que explicar —contradije,
él cerró sus ojos durante un instante, reuniendo
paciencia. Me reí por lo bajo— ¿Te estoy irritando,
verdad? Tal vez debas reconsiderar eso de que me
quede aquí —comenté con inocencia. Nunca había
hablado tanto con un desconocido, me estaba
divirtiendo verlo de ese modo.
—Me gusta escucharte hablar —dijo entonces, su
rostro adquirió una expresión más suave.
—Disculpa —hablé, bajito, el calor en mis
mejillas había vuelto—. Puedes hablarme de tu
trato… ahora.
Enderecé la espalda cuando Hareth se levantó, se
dirigió hacia mí y se sentó a mi lado. Su cercanía
provocó que algo se instalara en mi pecho, un calor
intenso bastante agradable.

156
Él tomó mi mano y me miró a los ojos. Oh, Dios.
Lo estaba viendo mucho, estaba impresionada
por su gesto tan… íntimo.
—Quiero que te quedes a vivir conmigo un mes
—soltó así de simple—. Ese es mi trato, quiero que
te quedes a vivir conmigo durante un mes para ver
que surge entre nosotros.
—¿Nosotros? —pregunté, retirando con gentileza
mi mano de la suya. Dios, tenía que calmarme, él no
dejó de verme. Tampoco le molestó que haya
alejado mi mano. Y si lo hizo, no expresó su
molestia.
—Sí, nosotros —se limitó a responder.
—¿Y yo porque querría aceptar tu trato? —le
pregunté.
—Lo sabes.
—No, no lo sé, por eso te lo estoy preguntando a
ti.
—Yo sé que lo sabes —insistió contemplándome
con una mirada dulce e involuntariamente seductor,
en sus ojos cruzó un deseo peligroso y un hambre
voraz que me hizo experimentar un cosquilleo
nervioso en el estómago. No resistí su mirada y

157
aparté la vista de él con el pulso totalmente
acelerado.
Debía tener miedo de esos ojos salvajes y
hambrientos, pero no, no me atemorizaban,
únicamente despertaban en mí ganas de acercarme
un poco más.
Disimulé estar bien y regresé la vista a su cara,
pero no a sus ojos. Estaba temblando ligeramente,
estaba segura que si volvía a admirar esos bellos
ojos iba a colapsar allí mismo.
—¿Y que ganaría yo con tu trato? ¿En qué me
beneficia?
—A mí —me contestó enseguida, capturando mi
mirada con la suya. Demonios—. Quiero que en
todo este mes tú y yo nos conozcamos. Quiero que
te quedes conmigo y si después de ese mes quieres
irte… yo lo aceptaré —No parecía muy convencido
al decir las últimas palabras, pero igualmente le creí.
—Un trato así no sucede todos los días —
murmuré para mí misma de forma irónica—. Es
que… Mis padres.
—Ellos lo entenderán —me interrumpió.

158
—No los conoces —repliqué—, yo no puedo
separarme de ellos, yo no debería estar aquí —
Cuando dije este último un dolor desconocido cruzó
por su mirada cambiando por completo su expresión.
—Pero estás aquí, Mia —dijo mi nombre como si
no se lo pudiera creer, alzó su mano y lo puso a un
lado de mi cara, cogiendo mi rostro con delicadeza.
Pero yo me eché para atrás, asombrada.
Él miro hacia adelante, dolido por mi rechazo.
Me arrepentí enseguida. ¿Pero qué podía hacer? Un
desconocido estaba tocándome, propasando el
espacio personal.
—Lo siento —musité, bajito.
—No —me miró—, perdóname tú a mí, es que
tenerte tan cerca me impulsa a… —se contuvo, no
dijo nada más y volvió a desviar su mirada de la
mía. Observó hacia el centro y yo no supe que hacer.
Prefería verlo con una sonrisa que con el rostro
decaído, él no parecía malo.
Me pregunté qué clase de secuestro estaba
teniendo.
Alargué mi mano y lo apoyé delicadamente sobre
su pierna. Él me miró enseguida, nuestros ojos

159
encontrándose. Su mirada delataba su estado de
ánimo.
—Me resultas agradable, Hareth —dije con
suavidad, puso su mano sobre la mía—. No sé qué
está pasando, este día ha sido demasiado extraño…
Necesito más que una buena explicación para saber
qué sucede, qué está ocurriendo.
—Y lo tendrás, si te quedas conmigo.
—Durante un mes —dije.
—¿Entonces?
—Es extraño —admití—, no debería aceptar…
pero lo haré—el entusiasmo volvió a relucir en su
rostro—. Quisiera avisarle a mis padres—seguí
hablando—, seguro están enloqueciendo por la
preocupación…
—No sabes lo contento que me pone eso —dijo
alegre. Levanté ambas cejas con expresión
confundida.
—¿Te pone contento que se preocupen por mí?
—Me pone feliz que te quedes conmigo, Mia.
—Apenas nos conocemos, ¿por qué…? —No
supe como formular la pregunta. Puse una distancia

160
considerable entre nosotros y lo observé, intentando
decirle con mi mirada lo que no me salía con
palabras.
No pude evitar compararlo con Massimo
Torricelli, la diferencia es que Hareth a mí solo me
daba cinco semanas para ¿enamorarme de él? No me
ofreció 365 días, sino 30. ¡Una locura!
¿Tanta confianza se tenía?
—Lo entenderás en su momento.
—¿Y por qué crees que ahora no? —indagué.
—Quizás te asustas —dijo por lo bajo.
—¿Eres un mafioso, verdad? —solté— ¿Es eso?
Él me miró como si no pudiera creer lo que le
acababa de decir. Negó inmediatamente con la
cabeza.
—No, es mucho más que eso.
—¿Mucho más? ¿Cómo debería tomarme eso? —
me exalté.
—Es según como lo tomes —terció.
—Entonces dime y lo descubrimos… —insistí,
pero él me interrumpió.

161
—Pronto, Mia.
Preferí callarme y no insistir, no lo conocía. No
podía tentar mi suerte.
Reanudé mi cena, comí con lentitud mientras mi
mente no dejaba de pensar y pensar, me quedé tan
inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta
de que Hareth me estaba llamando. Solo lo hice
cuando me tocó el brazo.
—¿Qué decías?
—Solo pregunté si te gustó la comida.
—Oh —observé mi plato vacío—, sí, la cocinera
se merece un premio por esto.
Hareth sonrió, su expresión volvió a reflejar
entusiasmo, toda seriedad había abandonado su
rostro. Me relajé un poco ante ese hecho.
Carraspeé antes de hablar.
—¿Puedo llamar a mis padres? —le pregunté a lo
que él asintió con una mirada analítica hacia mí—.
¿Me prestas tu teléfono? —dije con cierta pena. El
mío se había quedado en la camioneta de mi padre,
aunque realmente no era suyo porque era alquilado.

162
—Está bien, ya sabes, te quedas conmigo durante
un mes —me recordó antes de levantarse e ir a
buscar su celular.
Un rato después ya tenía en mis manos el celular
de Hareth, ya había ingresado en la opción de
marcar los números pero se me estaba haciendo
difícil recordar el número nuevo de mi madre.
Me empecé a morder el labio inferior, inquieta.
Dios, tenía que recordar su número.
—¿Sucede algo? —me dijo al notar que solo
miraba la pantalla del celular sin marcar nada.
—No recuerdo el número —confesé, torciendo
un gesto de disculpa—, es que es nuevo y ni siquiera
me acuerdo de cómo empiezan los números de
teléfono en este país. Es como si mi mente se
hubiera puesto en blanco —traté de explicarle,
ansiosa.
—Tranquila, lo vas a recordar. Además ¿tu amiga
no tendrá su teléfono?
—¡Es cierto! —exclamé aliviada, acordándome
al instante de cuando ella se lo metió en la cintura de
su jeans. Con suerte lo seguirá teniendo porque
había posibilidades de que se le hubiese caído por

163
sus abruptos movimientos para librarse de Edward
—. Necesito verla ahora.
—Tendrá que ser en otra ocasión porque ella y
Edward salieron.
—¿Cómo que salieron? —dije contrariada.
—Me informaron que no están, eso es lo único
que sé. Creo que vas a tener que esperar un poco
más antes de hablar con tus padres —asentí con la
cabeza ante lo que dijo—. Sigamos con lo nuestro
—lo miré sin entender—. Íbamos a conocernos,
¿no?
—Está bien —acepté preguntándome dónde se
habrá metido mi amiga—. Pero te repito que todo
está siendo muy raro.
Hareth se rio un poco, contagiándome con su
sonrisa.
—Entonces… ¿De dónde vienes? Se nota que no
eres de por aquí —me dijo, curioso.
—Qué no te sorprenda esto, pero soy
estadounidense. Solo que cuando era muy pequeña
emigramos a Alemania, allí crecí y supongo que
tengo cierto acento a causa de ello, de haber
permanecido durante mucho tiempo fuera de aquí.

164
—Alemania, ¿eh? Lo supuse, pero te veo siendo
más de Escocia, ya sabes…
—Por ser pelirroja —completé por él, emitiendo
una pequeña risa—. Viví allí antes de trasladarme a
Rusia, vengo de Rusia ahora —le conté,
reincorporándome un poco inquieta por su mirada,
quien no podría ponerse nerviosa con ese rostro tan
hermoso.
—¿Has viajado mucho? —preguntó.
—Sí, he conocido varios países —respondí con
cierta amargura en mi tono de voz, no me estaba
gustando el tema de nuestra conversación.
—Interesante —Hareth debió notar la
incomodidad en mi expresión porque cambió de
tema—. ¿Sabes? Me alegra que hayas venido aquí,
elegido este país, ha sido la mejor elección sin duda
alguna.
—Pues le tendrás que agradecer a mis padres —
contesté—, entonces, yo también puedo decirte que
este país ha sido la mejor decisión —dije esbozando
una pequeña sonrisa, él me devolvió el gesto al
instante.
Se inclinó hacia adelante y tomó de la mesita del
centro su vaso de jugo, o lo que sea que fuese ese

165
color amarillento, medio transparente que contenía
su vaso. Se bebió varios sorbos y luego siguió con
sus preguntas. Yo hice lo mismo, solo que lo que
contenía mi vaso sin duda era algo dulce.
—¿Cuántos años tienes? Te ves muy joven.
—Hace dos meses cumplí 17. ¿Y tú?
—Hace poco. Tengo 21. ¿Estás en la
preparatoria?
—Sí, ante último —respondí—. ¿Y tú estudias?
—Terminé mi carrera de arquitectura hace…
tiempo.
—Guao —expresé mi asombro tanto en mi tono
como en el semblante de mi cara—, ¿eres alguna
clase de chico prodigio o algo así?
—Si lo tomas así.
—Pues lo tomo, pareces un chico muy
inteligente, Hareth —admití, la sonrisa que
deslumbró su rostro me cautivó— ¿Hareth? Tienes
un nombre peculiar, ¿te lo han dicho? —me bebí un
sorbo de mi jugo sin despegar mis ojos de él.
—En realidad no, eres la primera. No suelo
utilizar este nombre, sino el segundo.

166
—¿Y es…? —lo incité a continuar.
—Josh.
—¿Y por qué no Hareth? ¿Qué significa? —
pregunté con intenciones de saber todo de él— ¿O la
persona que te anotó se equivocó? Digo… conozco
Jareth y Gareth, Hareth no.
Él lanzó una risa divertida, yo sabía que estaba
hablando mucho, pero fue él quien quiso que nos
conociéramos. Sus ojos me contemplaban sin una
pizca de molestia, es más, resplandecían por el brillo
que aparecía en ellos cada vez que me veía.
—Es un nombre turco, mi familia materna es
turca y el nombre lo eligió… mi bisabuela.
—Oh —musité, asintiendo. ¿Me estará hablando
de la bisabuela que él aprecia mucho?, me pregunté.
El ambiente se tornó un poco pesado luego de eso, y
preferí callarme porque me había puesto muy
nerviosa de repente.
—¿Algo más que quieras preguntarme? —dijo de
pronto, dejé el vaso sobre la mesita, puse las manos
sobre mis rodillas y asentí. Ladeé un poco la cabeza,
viéndolo analítica. Su expresión no cambió, seguía
viéndose seguro de sí y hasta sonreía un poco.

167
—¿Por qué siempre me estás diciendo que soy
tuya? —le hice la pregunta que me mataba por
dentro.
—La respuesta a esa pregunta lo obtendrás luego.
— Ah, el pronto —mencioné despacio,
incitándolo con mi mirada para que me lo dijese ya.
Pero él no cedió—. ¿Un adelanto?—dije.
—Sin adelantos.
—¿Por qué no? —lo miré suplicante—. No
puedes dejarme así.
—Está bien —cedió y yo sonreí sin poder
evitarlo—, puedo adelantarte que tú, Mia Rouse,
eres mi destino.
—Yo no creo en el destino —le aclaré entonces.
No creía en eso de que ya nuestra historia estaba
escrita, que nosotros solo debíamos cumplirla.
—De ahora en adelante te aconsejo que sí lo
hagas.
—Lo tomaré en cuenta —sonreí—. ¿Crees en la
magia?—la pregunta podría sonar algo absurda pero
de verdad quería saber su respuesta.

168
—Yo creo en la magia que hay entre nosotros dos
—dijo poéticamente, curvando sus labios en una
sonrisa torcida y haciendo un gesto de lo más
insinuante en ese lindo rostro—. Pero sí, creo. El
mundo está lleno misterio. ¿Y tú?
—Puede —fue lo único que le dije con la mirada
baja. Creía en la magia, pero no de la forma buena.
Yo tenía algo de magia en mí, pero creía que era
malvada por la simple razón de no poder liberarme,
por la razón de no poder expresarme del todo bien.
—¿Estás bien? —lo miré ante su pregunta.
—¿Crees en lo sobrenatural? —le pregunté de
repente.
—¿Porque lo preguntas?
—Solo respóndeme —pedí.
—Sí creo.
— ¿Y le temes?
—No lo hago —me afirmó, seguro— ¿Y tú? ¿Le
temes a lo desconocido, Mia? —interrogó con una
evidente curiosidad chispeando en esos hermosos
ojos color miel.

169
Me lo pensé por varios segundos antes de
responder.
—Mitad y mitad. Sí y no porque aún no he
visto… —«a otro siendo anormal más que a mí»
—¿No has visto qué?
—Algo sobrenatural —mentí descaradamente,
porque justo en frente de él había uno, yo no era
normal y eso cada día lo empezaba a entender más y
más. Y jamás lo sería, ya debía quedarme claro.
—Puede que conmigo descubras muchas cosas
nuevas, mi reina. 

170
7. Criminal

Capítulo 7: CRIMINAL
HORAS ANTES
Abby
Las dos chicas de servicio que aparecieron para
guiarnos a nuestras supuestas habitaciones nos
estaban indicando el camino a nuestros temporales
cuartos, o cuarto. Lo más seguro es que nos dieran la
misma habitación, eso pensaba, eso pensábamos,
pero cuando llegamos a la segunda planta una de las
empleadas me detuvo cuando quise seguir a Rouse
escaleras arriba.
Y entonces nos separaron, ella continuó su
camino mientras que yo me quedaba ahí. Quise
replicar pero no nos quedaríamos demasiado allí
como para perder el tiempo quejándome por cosas
que no dudaría mucho. Así que lo dejé pasar y dejé
que la chica que me guiaba hasta mi propia
habitación siguiese mostrándome el camino.
Necesitaba con urgencia quedarme sola para
realizar una llamada de rescate. Seguía conservando
mi teléfono, bien escondido en la cintura de mi

171
jeans, con mi camiseta sobre él muy bien
acomodada, no era visible de ningún modo y eso era
genial.
Si esos dos degenerados secuestra menores creían
que iban a salir con la suya estaban muy
equivocados. Yo les advertí lo que sucedería, pero
no me hicieron caso, quise darles una oportunidad
para que recapacitaran y que nos dejaran libres, pero
se negaron y ahora vendría las consecuencias de sus
actos.
Ese Edward iba a tener más cargos porque fue el
que lo que empezó todo, aunque seguramente solo
iban a pagar una muy buena fianza y se despedirían
de la denuncia sin siquiera pisar el calabozo. Se
notaba que eran extremadamente ricos, la sola
mansión seguramente valía millones. Pero eso ya no
venía al caso, lo importante aquí es que Rouse y yo
estaríamos muy lejos de ellos.
—Es aquí —me comunicó la empleada, asentí en
su dirección agradecida. Ella me sonrió después de
abrir la puerta e indicarme con un gesto de mano que
pasara. Encendió las luces y una hermosa habitación
de huéspedes se reveló ante mis ojos.
Era bastante espaciosa, la enorme cama llamó
inmediatamente mi atención, me dieron ganas de

172
correr y saltar sobre ella, de seguro era suavecita.
Una muy buena tentación después de haber viajado
durante horas, pero no podía, necesitaba realizar esa
llamada.
—Gracias por haberme traído hasta aquí —le dije
a la chica con intenciones de que se fuera. Y estaba
segura que el apuro se notaba en mi cara, el «vete
ya» se reflejaba desesperado en mis ojos.
—¿Necesita que le traiga algo? Estoy aquí para
servirle —dijo ella sin darse cuenta de lo que le
pedía en silencio.
—No —dije cortante, esa vez incluso sin portar
amabilidad. Mi tono salió tajante y con el mensaje
de «vete» más evidente. Me urgía que se marchara,
mi vida y la de mi amiga dependían de esa llamada y
estaba segura que a mi teléfono no le quedaba
mucha batería—. Puedes marcharte —agregué al
notar cierta desilusión cruzar por su rostro, también
porque yo no era de expresarme tan mal.
Ella no dijo nada más, seguramente ya había
entendido mi claro mensaje. La acompañé hasta la
puerta y la despedí con un gesto de mano y sonrisa
inocente, y en cuanto la vi alejándose me adentré en
la habitación cerrando la puerta de golpe y pegando
la espalda en ella.

173
Respiré hondo al ya tener mi celular en mano.
Vi que solo tenía 13% de batería, más que
suficiente para pedir auxilio.
Me despegué de la puerta caminando por inercia,
me detuve en la enorme ventana que tenía pegada a
ella un sillón aparentemente cómodo.
Ingresé para marcar los números, mis manos
estaban temblando ligeramente y la ansiedad y la
desesperación me hicieron marcar el 911 antes de
llamar a mis padres.
Aguardé completamente impaciente.
—911, ¿Cuál es su emergencia?
El alivio fue inmediato cuando me atendieron.
Solo que no pude hablar, un sentimiento
completamente nuevo y desconocido me invadió
incapacitándome pronunciar alguna palabra, y
además comencé a razonar sobre Edward. Una parte
de mí me pedía cortar la llamada, a Edward no podía
sucederle nada.
¿Qué me pasaba?
Así que temblé, un estremecimiento sacudió mi
cuerpo, pero pese a eso me obligué a responder

174
cuando la persona detrás de la línea repitió la
pregunta por tercera vez.
—Hola…
—Sí, ¿cuál es su emergencia?
—Yo… y mi amiga… Ellos —balbuceé sin
especificar el problema.
—Tranquilícese por favor, estamos aquí para
ayudarla.
El hombre notó el pánico en mi voz. Respiré
hondo para reponerme y de esa forma explicarme.
Solo que la angustiante punzada en mi pecho no
se iba, no sabía de dónde había venido ese quiebre
en mi plan.
—Nos secuestraron… —mis siguientes palabras
quedaron completamente olvidadas cuando alguien
me quitó el teléfono de las manos, sobresaltándome
y haciendo que me volviese hacia esa persona,
asustada por haber sido descubierta.
Y lo próximo que escuché fue el sonido de la
comunicación con la línea de emergencias
cortándose.

175
Solo que el temor que en un principio sentí
desapareció por completo en cuanto vi que se trataba
de Edward, ese sentimiento fue rápidamente
remplazado por una intensa molestia dirigida a su
persona.
—¡Devuélveme el teléfono!
—Actuando detrás de mis espaldas, ¿eh? —dijo
elevando el aparato hasta lo más alto cuando yo hice
el intento de arrebatárselo de la mano. Fue en vano
porque una minions como yo no iba a poder
alcanzarlo jamás.
—Regresa el teléfono, te advierto que soy capaz
de todo para conseguirlo —dije muy seria, dejando
de saltar con las manos en el aire para recuperar el
objeto arrebatado.
Me crucé de brazos y le dediqué una mirada para
nada amable.
—¿Ah, sí? —respondió en un tonito que no
debería haberme gustado tanto como me gustó, es
que fue acompañado de una mirada misteriosa que
en realidad ya revelada todo el enigma por la voz
sugerente que adoptó.
—¡Aléjate de mí, anciano! —manifesté cuando él
fue acortando la distancia entre los dos, di pasos

176
hacia atrás hasta que ya no pude más por el sillón y
próximamente la pared.
—¿Estas insultándome de nuevo? —pronunció
con una contenida molestia, sus ojos cafés se
oscurecieron peligrosamente. Sus rasgos se
endurecieron mostrándome que efectivamente la
manera en la que lo llamé produjo un terrible efecto
en él.
—Eso no fue un insulto —le respondí—, más
bien fue una definición.
—No dirás lo mismo cuando te demuestre que de
anciano no tengo nada, perderás incluso la voz
cuando mis jóvenes partes se mesclen con las tuyas.
—¿Acabas de decir “jóvenes partes”? —me burlé
aguantándome la risa, aunque no pude hacerlo
mucho, la risa salió sola, solo que no fue producto
de algo gracioso, fue una risa nerviosa. Sus palabras
indudablemente tocaron una parte de mí que
electrificó partes de mi cuerpo manifestándoles que
despertaran.
—¿Quieres que use otra definición? —preguntó
intentando intimidarme con su altura cuando
enderezó su espalda sin despegar sus ojos de mí,
estábamos demasiado cerca para mi gusto. Y la

177
intranquilidad que tenía me exigía poner un poco de
distancia con él. Alcé ambas cejas en su dirección en
una muestra de adelante: sorpréndeme.
Solo que después me di cuenta de lo que hacía y
paré, interrumpiéndolo incluso antes de que las
palabras saliesen de su boca.
—Lo que quiero es que me devuelvas mi
teléfono.
—No.
—¿No?
—Tienes prohibido usar cualquier aparato de
comunicación hasta que definamos que haremos
contigo y con tu amiga, bueno, el qué haremos ya
está claro, pero existe otro tema que puede
resultarles…
—¿Cómo que prohibido? —exclamé.
—¿Dónde has visto a las secuestradas teniendo
privilegios? —se burló, la sonrisa torcida que se
dibujó en sus labios hizo que mi vista se mantuviera
en esa zona durante un tiempo innecesario.
—¿Es que no oíste lo que dije allá abajo? —
Cuestioné— Sin internet vamos a tener una muy
mala convivencia.

178
—No hiciste ese trato conmigo, bonita—me
recordó—, tú eres un peligro que prefiero mantener
bien vigilada, vigilada por mí. Así que olvídate de
que se te conceda cualquier teléfono o computador
porque no será así, ya verifiqué por mí mismo que
no puedo confiar en ti, aún no.
—¿Y qué quieres que haga si no tengo ninguna
distracción? Mi teléfono era…
Solo que él me interrumpió, la sonrisa que
iluminó su rostro y le dio vida a sus ojos de una
forma resplandeciente, me indicó que algo muy
bueno estaba ocurriendo en su mente, cosa que no
comprendí hasta que dijo:
—Puedes distraerte conmigo.
—¡Eres un pervertido! —lo empujé para salir de
ahí, me estaba ahogando teniéndolo tan cerca,
reprimiendo lo que verdaderamente quería hacer.
Para mi fortuna él me dio acceso para moverme
hasta otro rincón de la habitación.
—No voy a negarte eso —expuso libremente, su
voz por detrás de mí se escuchó muy ronca y sensual
—. Estoy pensando puras perversidades desde que
apareciste, Abby —mi nombre saliendo de sus

179
labios fue como un detonante para mis hormonas—,
no sabes lo mucho que te deseo.
Oh, maldición. Lo miré por encima de mi hombro
disimulando estar bien. Solo que mi corazón estaba
latiendo muy rápido, mis manos cosquilleaban
ansiosas por algo.
—¿Sí? —dije en tono suave, usaría otra táctica
para recuperar mi teléfono. Él ya lo había guardado
en el bolsillo de su pantalón. Necesitaba quitárselo y
luego correr lejos. Por el rabillo del ojo me fijé en la
puerta del baño, ahí iría, me encerraría en el baño y
realizaría nuevamente la llamada a la policía.
Me giré para que nos quedásemos cara a cara,
solo unos dos pasos nos distanciaban, y después solo
una porque Edward al notar el cambio en mí acortó
una, viéndome complacido.
—Desde el primer momento en que te vi surgió
esta agobiante necesidad de poseerte, quiero tocarte,
Abby. Has despertado en mí unas ganas difíciles de
soportar, no te saco de mi mente en ningún momento
y por más que quiera, sé que no podría. Ocupas toda
mi atención y me gusta. Apenas nos conocemos pero
tú eres ese alguien que le dará a mi vida ese cambio
que sé que necesito, y por eso me niego a dejarte ir.

180
»También entiendo que aún no comprendas nada,
pero sé que te pasa lo mismo que a mí. Y aférrate a
eso, por favor. Yo quiero que te quedes, tendrás una
explicación y entenderás todo solo que no es fácil,
para los de tu mundo no es fácil creer que existe
algo más que ellos.
Su cercanía aceleraba mi corazón y me mantenía
en un estado desconocido. Le presté atención a sus
palabras, entraron en mí de una manera descomunal
rompiendo el escudo invisible que había creado
alrededor de mi corazón provocando que este latiese
de una manera que me daba felicidad. Percibí una
extraña emoción en mí después de oírlo decirme
aquellas palabras.
Solo me quedé con una duda.
—¿A qué mundo te refieres exactamente?
—Humanos —fue todo lo que dijo. Fruncí el
ceño analizando sus anteriores palabras una vez más.
—Tengo la mente muy abierta, créeme —le
aclaré, y así era.
Mi amiga echaba fuego de su cabello cuando se
enojaba. ¿Qué tan normal era eso?

181
Y yo, bueno, yo no era tan normal como
aparentaba.
—¿No te asusta lo que puedas encontrar más allá
de lo normal?
—Me emociona lo desconocido —expresé sin
saber muy bien el motivo de aquella revelación.
—Es bueno saberlo, aprenderás mucho a mi lado,
Abby.
—¿Entonces tú piensas “conservarme” a tu lado?
—No lo pienso, yo voy a tenerte para siempre a
mi lado, bonita.
—¿Por qué estás tan seguro?
—Porque puedo ver que no te soy indiferente —
afirmó acercándose un poco más. Y yo no me atreví
a mover, me mantuve en mi lugar bien erguida, sin
prestarle mucha atención al huracán de emociones
punzando en mi pecho a causa de su intrigante
mirada y cercanía.
Permití que sus dedos tocaran un lado de mi
mejilla, su tacto produjo un calor agradable en mi
pecho, la sensación electrizante que cruzó por mi
espalda de una forma deliciosa casi me hizo cerrar
los ojos.

182
¿Qué clase de secuestro estaba teniendo? Dios
mío.
No rompí la unión de nuestras miradas en ningún
momento, Edward solo me miraba como yo a él. Su
mano acariciaba suave y temerosamente mi mejilla,
y al ver que no lo apartaba se atrevió a alzar la otra
también.
Y así nos quedamos, prendidos en el otro durante
un instante, durante segundo o minutos. Incluso
pudo haber pasado horas, pero yo no lo sabría
porque sentía que el tiempo se había detenido. Y
cuando recuperé un poco la cordura y entendí dónde
estaba y con quien, supe lo que debía hacer. Así que
me acerqué más.
Sí, yo me acerqué más porque necesitaba que una
de mis manos alcanzara disimuladamente mi
teléfono del bolsillo delantero de su pantalón. Y él
aún seguía perdido en mí. Y yo le daba a entender
que también seguía en la misma burbuja que él.
Su rostro me parecía tan atractivo que solo quería
admirarlo, detallar cualquier gesto y guardármelo
para siempre en mi memoria. Así que concentrarme
fue difícil. Apoyé mis manos en su cintura y mi
pecho tocó ligeramente el suyo, el calor que
emanaba él me resultaba demasiado agradable. La

183
sensación que sentí al acercarme más fue muy
buena, me hacía no querer separarme.
Y fui bajando una mano, llegué a su cintura y
próximamente alcancé con mis dedos el inicio de su
bolsillo. Y Edward comenzó a acercar su rostro
dejándome durante un instante paralizada, solo que
me obligué a quedarme quieta deseando tanto lo
mismo que él, solo que no podía. Colé mis dedos
dentro de su bolsillo y alcé mi teléfono, y antes de
que las cosas pasasen a mayores, lo tomé y me
separé bruscamente de él.
Edward se vio confundido, él despertó de su
desconcierto cuando yo ya estaba por llegar en la
puerta del baño para encerrarme en él, abrí la puerta
y estaba por cruzarla, solo que antes de hacerlo fui
sostenida por el brazo.
Grité y quise zafarme de su agarre, pero él me
retuvo con fuerza e incluso hizo que me volviese
hacia él. Y en vez de molestarme con él, me reí.
Mis antebrazos quedaron apoyadas en su pecho
mientras yo contenía mi risa. Sí, nuevamente
estábamos muy cerca, y entonces me puse nerviosa
al ser consciente de que estuvimos a punto de
besarnos.

184
—¿Qué es lo que ibas a hacer, Abby?
Él debería de dejar de decir mi nombre, me
descontrolaba. Mi nombre pronunciado por él se oía
glorioso.
—Nada —dije y quise alejarme, solo que él no
me lo permitió.
—Dime algo primero, ¿besarías a un
desconocido?
—Sí, una vez lo hice —dije sin pensar. Su cara
inmediatamente se transformó. Eso no se lo
esperaba.

—Pero eso no te concierne, así que por favor


déjame —volví a intentar apartarme, pero
nuevamente él me detuvo, y encima más fuerte.
—Claro que sí —dijo de una manera obvia, yo lo
miré con el entrecejo fruncido de un modo que en mi
expresión se leyese: ¿Disculpa?
—Por supuesto que no…
—Que sí y dame eso —me quitó el teléfono de
las manos, yo me quejé pero él no me hizo caso. Y

185
apenas entonces se apartó de mí, dándome la espalda
y pasándose una mano desordenando su bien
peinado cabello. Vi el momento exacto donde volvía
a guardar mi celular en su bolsillo.
—¿Y entonces ya estuviste con alguien? —quiso
saber.
—¿Por qué quieres saber eso? —pregunté
repentinamente avergonzada. ¿Por qué el querría
saber eso? Era algo íntimo, algo que no se compartía
con cualquiera. Así que añadí—: No voy a
responderte, es algo demasiado privado y debes
entenderlo.
Entonces me miró, sus ojos produjeron
escalofríos en mi piel.
—Eres una niña, ¿cómo es que…? No lo acepto.
—¿Qué no aceptas? Ah, y no soy una niña, tengo
dieciséis.
—Exactamente por eso, eres tan joven y yo…
—Así que por fin lo vas aceptando, lo único que
ahora falta es que me dejes libre. Podríamos
negociar —propuse.
—No, ya te lo dije, tu perteneces a mi lado,
conmigo para siempre.

186
—Okey, loco posesivo. Creo tu no irás a la cárcel
sino a una psiquiatra.
Y al darme cuenta de lo que acababa de decir,
algo agrio se removió en mi interior.
—¡No me tomes como un demente que no lo soy!
Solo dime, confírmalo.
—¿Qué cosa?
—¿Estuviste con alguien?
—Y sigues con lo mismo, no te lo voy…
—¡Dime!
—¡No me grites que yo no lo estoy haciendo, y
además no eres quien para hacerlo!
—¡Yo soy todo!, así que te exijo me respondas.
—¿Quieres la verdad? ¿En serio quieres saberlo?
—él asintió con una furia denotándose en sus ojos
oscuros, su mandíbula tensa me afirmaba que estaba
conteniéndose—. ¡Pues sí! ¡Sí, sí! Ya estuve con
alguien y antes de él también, creo —añadí sin saber
muy bien el porqué, a mí se me dificultaba recordar
así que de verdad no lo sabía.

187
Y entonces él fue contra mí, situó sus manos
sobre mis brazos atrayéndome a su cuerpo de forma
peligrosa. Mis ojos se abrieron exageradamente ante
ese hecho.
—No soporto la idea de alguien tocándote, otro
que no sea yo.
—Pues hazlo, ¿en qué siglo estamos? —dije—,
¿es que tú no sabías que hay chicas que a los catorce
ya lo hacen?
—¿Tú lo hiciste a los catorce? —exigió saber con
ojos desesperados, su semblante se endureció y su
expresión me indicaba darle respuestas.
—No…
—¿Y a qué edad fue?
—No lo sé, no lo recuerdo —confesé porque era
la verdad. Como ya dije anteriormente, a mí se me
dificultaba recordar, así que ese asunto no debíamos
tomarlo a la ligera.
—¿Cómo que no lo sabes?
—¡No quiero hablar sobre eso! ¿Es que a ti te
gustaría hablar sobre eso? —exclamé—. ¿Es que tú
eres virgen? —pregunté de la nada.

188
—No.
—Oh, y el casanova quería que yo lo fuese, ¿a
qué no? ¿Es que querías venderme al mejor postor o
qué?
—Solo no soporto la idea de otro que no sea yo
tocando tu piel, besando tu boca.
—¿Y metiéndomelo? —sugerí causando que la
ira llenase sus ojos.
—Eres incorregible, ¡y sí! ¡Te quiero solo para
mí! Quiero todo de ti, Abby. Me pones de una
manera que… Me vuelves loco y eso que apenas nos
conocemos.
—¿Tú quieres tener sexo conmigo? —dije
entonces solo porque sí. Ya lo había supuesto pero él
acababa de expresarlo libremente.
—Nosotros vamos a tener más que sexo, bonita.
—¡No pienso acostarme contigo! —aseguré
entonces—. ¡Yo pronto me voy a largar de aquí!
Eres un secuestrador, un criminal.
—Sí —afirmó entonces acercando
peligrosamente su rostro, su frente quedó rozando la
mía—, voy a ser el ladrón que robe tu corazón,
bonita.

189
—¡Pero quien te crees! —grité y me separé
bruscamente de él.
—Tu futuro esposo.
—¡Loco!
—Ya te lo dije, al parecer lo entendiste
perfectamente: me vuelves loco.
—Yo tengo que salir de aquí.
Quise dirigirme a la puerta pero no llegué ni a
mitad de camino porque él se interpuso delante de
mí, deteniéndome el paso.
—No, solo espera unas horas. Te lo contaré todo.
—No soy paciente. Y no quiero estar aquí,
mucho menos contigo.
—No te mientas.
—No lo hago.
«Sí lo hago»
—Tú me quieres y necesitas cerca.
—¿Por qué? Estás confundido, yo solo quiero
estar lejos de ti.

190
—¿Sí? Pues no voy a creerte nunca. Te miro y
veo todo lo que quiero, Abby. Y sé que a ti te pasa
exactamente lo mismo.
¿Por qué tenía que hablarme de esa manera?
Estaba derritiéndome por dentro. Pero me tenía
que mantener fría, imperturbable.
—Pues a mí no.
Él sonrió y negó con la cabeza.
—¿Qué es lo que tanto te divierte? —quise saber.
—Tú, me parece gracioso la manera en la que te
reprimes ante lo que sientes. Pero vas a caer, no
importa cuando tarde en conseguir que te abras a mí,
yo haré que me ames. Lo prometo.
—El ladrón que robará mi corazón, eso dijiste. Ya
lo veremos, Edward. Te has metido con la persona
equivocada.
—Ya lo veremos, bonita.
Sus ojos cafés estaban iluminados por una
emoción desconocida. La furia había quedado atrás,
nuestro tema anterior había quedado completamente
olvidado.

191
—¿Puedes irte? Vine aquí a descansar, ¿sabes?
—No, quiero estar contigo.
—¿Es que no tienes nada que hacer?
—Vine por vacaciones, en estas fechas suelo
venir a pasar mis días libres aquí porque tiene un
lugar que me brinda paz, la tranquilidad que siempre
requiero luego de tanto estrés.
—¿Qué lugar? —me interesé.
—¿Quieres conocerlo?
—No sé, lo más probable es que sea un club
nocturno, o un pub lleno de chicas semi desnudas.
—Es un lugar realmente tranquilo y hermoso, te
lo aseguro.
—¿Y podemos salir de aquí?
—Claro.
—Pensé que no.
—Lo harás conmigo.
—Claro —dije con obviedad.
—¿Entonces vamos?

192
—Pues no tengo nada mejor que hacer, me has
quitado el teléfono, no tengo nada con que
distraerme. Aunque no sé si debería ir contigo, tal
vez es un simple engaño.
—No seas tan desconfiada.
—Me lo está pidiendo un extraño —repuse.
—Te prometo que no te haré nada, estás a salvo
conmigo.
—Eso dicen todos antes de que te den la
puñalada por la espalda.
—Confía, Abby. Sigue lo que dicta tu corazón, sé
que sabes lo que quieres.
—Está bien —dije rendida—, vamos. Solo que
primero le avisaré a Rouse.
—Muy bien. Nos vemos en el recibidor.

Aún no estaba muy segura de lo que estaba


haciendo, pero allí me encontraba en el auto de un
desconocido yendo a quien sabe dónde.
Había ido a ver a mi amiga después de pedir
indicaciones para llegar a su habitación ¡y qué

193
habitación! Solo que ella se encontraba dormida, sí,
dormida. Eso le pasaba por no haber dormido nada
en el coche.
No hablamos casi nada en el transcurso de
nuestro viaje. Yo me la pasé observando el paisaje
aún bastante desconfiada.
Pero ya era tarde para arrepentimientos porque
aparentemente ya habíamos llegado.
El auto se detuvo al final de la calle de tierra,
había arboles por todas partes. No sabía en dónde
me pudiese haber llevado, no se me cruzó nada en la
mente, bueno, algo lo hizo, él me mataría y dejaría
abandonado mi cuerpo en el medio del bosque.
—Estamos cerca.
—¿Ese lugar está en el bosque? —tuve que
preguntar.
—Te va a gustar, ¿o te da miedo el bosque?
—Yo no le temo a nada —quise hacerme la
valiente saliendo del auto antes que él.
Escuché su risa mientras salía del vehículo.
Nos reunimos delante del auto y yo esperé
indicaciones mientras observaba el interior del

194
bosque, los árboles eran sumamente altos y por ese
motivo por el bajo se podía cruzar con facilidad,
había hojas secas por todas partes.
—Sígueme.
Y eso hice, él fue delante mientras yo toda
desconfiada lo seguía. Nos fuimos adentrando más y
más, caminamos durante unos tres minutos y
entonces lo vi: un lago.
Edward se detuvo para observarme, satisfecho de
mi reacción. No dejaba de admirar el paisaje delante
de mis ojos, era hermoso y la paz se sentía de
maravilla. La tranquilidad que me proporcionó ese
lugar fue instantáneo, como si fuese mágico.
Nos acercamos más, había un pequeño muelle en
forma de T así que no dudé en subirme sobre él, los
pasos de Edward sobre la madera resonaron al
seguirme.
—Definitivamente este lugar es precioso.
—Lo sé —lo miré de reojo y sonreí sin motivo
alguno—. ¿Para qué la mochica? —pregunté porque
él había preparado uno, solo que no sabía lo que
contenía. Y él lo seguía teniendo en un hombro.
—Son un cambio de ropa.

195
—¿No te gustaría meterte?
—Pensaste en todo. ¿Y qué pasaría si yo no
supiese nadar? —mencioné.
—Te enseñaría.
Sonreí más.
—Menos mal que solo fue una pregunta —dije
entonces—, sé hacerlo.
—¿Y aceptas?
—Sin duda alguna, ahora solo debo cuidarme de
que no te dé por ahogarme.
—Deja la desconfianza, Abby. Lo menos que
quiero es que te pase algo. Desnúdate.
—¿Perdona? —dije llevándome una mano en el
pecho—. Creo que no escuché bien.
—Digo, puedes quitarte parte de tu ropa para
estar más cómoda —se explicó—, aunque no te
niego que desnuda te vas a sentir mejor.
—¿Y tú te meterás desnudo?

196
—Siempre lo hago, pero si no te sientes cómoda
me quedo con el bóxer.
—Por favor —pedí con la imagen mental de él
sin nada, Oh, Dios.
Tardamos como dos minutos en quitarnos las
prendas innecesarias. Y al quedarnos en ropa interior
nos miramos, y entonces supe, por la sonrisa
arrogante y satisfecha que surcó en su rostro, que no
había disimulado para nada bien el deseo desmedido
que surgió en mí por él con muchas más ganas.
Solo que yo no dije nada y él tampoco. Pero
nuestras expresiones ya lo habían dicho todo.
Realicé un alto moño y luego me acerqué en la
orilla del muelle, mis pies descalzos sintieron la
humedad en la madera.
—¿Al mismo tiempo? —dijo él ya a mi lado.
—Okey —acepté.
Hicimos la típica cuenta regresiva de 3, 2, 1 y
saltamos.
Me sumergí, el agua estaba fría, pero al mismo
tiempo la temperatura estaba perfecta, me despertó
de una forma sin igual.

197
Emergimos al mismo tiempo, yo me reí sin razón
alguna, y al parecer lo contagié porque él comenzó a
hacer lo mismo.
—Este lugar es increíble —dije—. Gracias por
traerme.
—Contigo lo es aún más —me respondió
acercándose, alargó su mano y me acomodó un
mechón rebelde de cabello, que se había salido del
moño ya casi deshecho.

Pasamos toda la tarde ahí, hablamos de temas


triviales que solo nacieron, los temas de
conversación nunca faltaron y de esa manera lo fui
conociendo más y más causando incluso mayor
interés en mí.
Volvimos a la mansión cuando el sol ya se estaba
escondiendo.
Él me dejó sola en mi habitación para que yo
pudiera ducharme con tranquilidad. Duré casi media
hora en el baño, pensando en todo. En ese rarísimo
día. Era el día más largo del mundo pero sin duda
alguna disfruté.

198
Edward fue a buscarme para que saliera a cenar
con él, pensé que lo haríamos allí, pero no. Él
nuevamente me sacó de la casa y me llevó al pueblo,
a un pequeño restaurante en el centro.
Pareciera que estábamos celebrando algo, un
motivo que yo no sabía.
—¿Y qué piensas de mí ahora? —me pregunto
Edward con su trozo de filete muy cerca de sus
labios, se lo tragó y masticó lentamente esperando
mi respuesta.
—Ya no creo que seas tan malo, o eso aparentas.
Algunos actúan así y después ¡sas! Te dan el golpe.
Él se rio libremente y luego se tomó varios
sorbos de su bebida, observé todo sin perderme
ningún detalle, escondí una sonrisa al llevarme la
copa de vidrio a mis labios.
—Me fascina que no seas tan fácil de convencer.
—Solo estoy preparada —le informé.
Y así transcurrió la velada, conversamos de
cualquier otro tema y yo era esa clase de persona
que incluso te hablaba de los diferentes cubiertos. Y
bueno, estábamos en un restorán así que sí,
platicamos sobre eso también.

199
Recorrimos algunas calles del pueblo hasta llegar
a un parque bastante grande, él me fue contando
algunos datos interesantes sobre todo lo que veíamos
hasta que encontramos una heladería. Él notó mis
ojos deseosos y se ofreció a comprarme lo que
quisiera, y como realmente quería uno le dije que sí.
De esa manera nuestra caminata de regreso al auto
fue comiendo un pote de helado, al menos de mi
parte porque, por supuesto, no le compartí.
Él no compró uno creyendo que yo le invitaría,
que equivocado estaba.
Solo que al final cedí, cuando solo quedaban
como tres o cuatro bocados.
—Hubiese preferido nada —se quejó.
—Oye, qué te estoy convidando eso es mucho
viniendo de mí, recuérdalo —rebatí metiéndome de
nuevo la cucharita en la boca para saborear el rico
sabor a oreos.
—Gracias por eso —dijo y parecía sincero. Yo
me eché a reír porque no detecté burlas en su tono.
—De nada.
Llegamos al auto, nuevamente nos
encontrábamos delante del rustico restaurante.

200
Habíamos ido a caminar solo para bajar eso que
comimos, y fue tanto, a mí no deberían de
permitirme comer tanto.
El regreso a la mansión se basó en todo lo que
vivimos esa noche hasta que él sacó
desprevenidamente un tema nuevo.
Iba manejando, y se veía muy hermoso sonriendo
y estando al volante, le daba un aspecto tan
masculino.
«Y es que él es un hombre» me recordé.
Y bueno, a mí siempre me habían gustado
mayores, pero hasta los dieciocho o veinte años,
Edward tenía veintidós.
—Tengo una propiedad aquí, ¿no te gustaría ir a
vivir ahí conmigo?
—¿Qué? No, yo no voy a dejar a Rouse sola. Y
además, ¿por qué me lo propones? Ya sé que eres un
loco que se cree mi dueño pero tú sabes que eso no
es así.
—Yo sé que eso es así, y tú también.
—Como digas pero, ¿por qué quieres que
vivamos juntos?

201
—Porque siento que merecemos un espacio, me
gusta estar a solas contigo.
—No voy a decir nada, es mejor que lo dejemos
aquí —dije porque si seguíamos las cosas podrían
salirse de control. Aún no me habían explicado lo
que se supone me iban a explicar y por ese motivo
todo aún me seguía pareciendo muy extraño.
Llegamos y yo me apresuré a llegar y a tocar el
timbre para que nos abrieran, por algún motivo
quería huir lejos de Edward.
Solo que eso no pudo suceder porque antes de
que la puerta de la casa se abriera él ya se
encontraba a mi lado, y encima sonriéndome.
Una empleada nos recibió, le agradecimos y yo
directamente pasé en mi habitación. Edward no me
siguió, seguramente notó que quería un momento a
solas.
Ingresé en el baño y noté que tenía todo lo que
necesitaba, me cepillé los dientes, me peiné un poco
no dejando de verme en el espejo, solo que mi mente
se encontraba en otro lado, acordándome de todo lo
que pasé al lado de él este día.
Al salir del baño directamente me fui a acostar,
pero aún no tenía sueño. Había un televisor así que

202
decidí encenderlo, regresé en la cama con el control
remoto en mano. Puse una película que consideré
buena y me recosté, y justo en ese momento, antes
de que me relajara en mi espacio, alguien entró en el
cuarto sin siquiera tocar.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté a
Edward.
—Vine a verte —respondió, tranquilo
acercándose hasta la orilla de la cama, del lado
desocupado.
—Bueno, ya me viste, ya puedes regresar por
donde viniste. Intento ver una película.
—Podemos verlos juntos.
—En realidad, ya quiero dormir —fingí un
bostezo.
—Mentira, tus ojos me dicen lo contrario.
Edward se sentó en el borde de la cama y se
despojó de su calzado. Yo me estremecí en mi sitio
al verlo alzar las piernas sobre la cama, echándose
para atrás para acomodar su espalda contra la
cabecera.
—¿Qué se supone que haces?

203
—Me pongo cómodo, veremos esa película
juntos.
—No recuerdo en que momento te invité.
—Me autoinvité.
—Eso veo —dije sin replicar.
No pasaron ni treinta segundos cuando el volvió a
hablar.
—¿Por qué estamos viendo esta ridícula película?
Está muy aburrido.
—Es lo que hay. Y no hables que me gusta mirar
las pelis en silencio —determiné.
Pasaron como quince minutos y Edward ya
parecía bastante interesado en cincuenta sombras de
Grey. Me gustaba mirar pelis en el canal Universal
je, je.
—¿Qué edad dijiste que tenías? —me preguntó
mi acompañante de cine en casa.
—Dieciséis.
Y de esa forma terminamos nuestro primer día
juntos, viendo una película un viernes en la noche.

204
En las escenas de sexo Edward me miraba mucho, y
yo fingía no saber el porqué.
Y llegó un punto en donde en el medio de la
noche su mano fue rozando la mía, yo lo miré pero
él fingió que no pasaba nada. Me acomodé el cabello
para quitar mi mano del medio de la cama y luego la
dejé reposando en mi barbilla.
—Abby —me llamó en un momento, lo miré por
inercia y con un atisbo de sonrisa. No sabía porque
quería sonreír tanto—, ¿te llamas Abigail, cierto? —
asentí.
—Pero no me gusta, se escucha muy serio,
prefiero Abby.
—¿Y tienes otro nombre?
—Sí. Es el primero.
—¿Y cuál es?
—Tampoco me gusta usarlo —aclaré.
—Seguro es bonito, no veo fallas en ti.
«Yo tengo fallas, Edward, le rogaré a cada Dios
que conozca para no olvidar este día contigo».
—Es Heaven.

205
—Cielo en español —expresó con una sonrisa—,
es hermoso.
—Gracias, pero como te dije prefiero Abby.
—Y yo Heaven —desafió.
Y desde ese instante, íntimamente él comenzó a
llamarme por ese nombre, pese a que no me gustaba
usarlo por una absurdez, él produjo en mi ganas de
quererlo oír llamarme de esa manera todo el tiempo. 
Hey, Hola. Estoy super emocionada con esta
nueva edición. Desde acá empieza oficialmente lo
nuevo, en realiad desde el cap. 9 jeje.
Muchísimas gracias por seguir aquí. 
Y díganme, ¿qué piesan de Abby? Ella estará
narrando de vez en cuando.
Nos leemos mañana. 2 de febrero. 

206
8. Una foto

Capítulo 8: UNA FOTO


Mia
Me desperté de pronto, el corazón me latía rápido
y mi respiración era pesada, me incorporé en la
cama con la ayuda de los codos, quedándome de
lado manteniendo la cabeza gacha y una mano sobre
mi frente. Arrugué los párpados y luego abrí los
ojos, viéndome un tanto confundida. Alcé la vista
cuando recordé el lugar en donde estaba, todo lo que
sucedió el día anterior se repitió en mi mente: desde
que los autos nos persiguieron hasta que mi vista se
encontró con la de él. Contuve la respiración cuando
recordé su atractivo rostro, a causa de un simple
recuerdo de su toque volví a sentir como la mitad de
mi cuerpo vibraba y como una oleada de sensaciones
inquietantes me embriagaba.
¿Qué era esto que sentía?
Volví a dejarme caer en la cama, estaba de
costado, con la cabeza sobre mi brazo derecho,
acerqué más mi rostro a la almohada al percibir un
rico olor masculino…

207
«Mmm, delicioso» pensé, cerrando los ojos y
sintiendo la suavidad de la tela contra la mitad de mi
cara.
Al moverme sentí algo, un ruido a mi lado,
parecía una envoltura por lo cual mis ojos se
abrieron al instante. Me senté en la cama,
parpadeando varias veces para aclarar la vista y,
cuando lo logré, me sorprendí con lo que tenía a mi
costado, sobre y alrededor de mí.
—Esto es… hermoso —expresé en voz alta,
sonreí ampliamente, observando, aún impresionada,
los pétalos de rosas rojas que estaban sobre la
sabana oscura que me cubría, se encontraban
esparcidas a mis costados y al pie de la cama,
formando mi nombre: MIA.
Me reí sin poder evitarlo. Mordiéndome el labio,
negué con la cabeza y dirigí la mirada a mi costado,
en donde había percibido el ruido, allí estaba un
ramo de flores.
Agarré el ramo para poder verlo mejor y en eso
algo se deslizó de entre sus pétalos; una nota.
Dejé el ramo en mi regazo para poder desplegar
el pequeño papel y leerlo.

208
—Para la chica más hermosa. Hareth —lo leí en
voz alta. Una sonrisa se me empezó a formar en el
rostro.
—Veo que te gustó —escuché su voz, lo miré y
vi que estaba cerrando la puerta del baño por detrás
de él. Llevaba puesto un pantalón de chándal con
una camiseta negra y sus zapatillas eran deportivas.
—Gracias, no tenías que hacerlo. Todo se ve
hermoso —le sonreí, tímidamente.
—Haría lo que sea por ver siempre esa sonrisa en
tus labios, mi hermosa Mia —mencionó en tono
suave. Caminó hasta el borde de la cama, con mi
mirada puesta en él—. ¿Dormiste bien? —me
preguntó finalmente, se sentó en el borde y me
despojó suave e inesperadamente de las sábanas. Me
quejé al instante, la camiseta se había arrugado un
poco por lo cual mi ombligo estaba al descubierto.
Me bajé de la cama y me acomodé la camiseta que
me quedaba por debajo de las nalgas.
—Nunca había dormido tan bien —le dije
momentos después, fijé los ojos en él—. ¿Y tú?
¿Qué tal el sofá? ¿Cómodo? —me burlé,
escondiendo una sonrisa por debajo de la palma de
mi mano.

209
En la noche, él me había insistido unas
incontables veces de querer dormir conmigo. Pero
no se lo permití. Finamente se había ido a acostar en
el sofá esquinero. Habíamos hablado de algunas
cosas hasta que de repente ya no nos dijimos más
nada. O yo me quedé dormida. En eso recordé que ni
siquiera me había acordado del número de mis
padres. Tenía que ir a buscar a Abby.
—Excelente. Si estás tú, no tienes que
preocuparte por mí —me contestó. Por un momento
pensé que me lo estaba diciendo en broma. Pero al
notar como su expresión facial no cambiaba, y por
su mirada que atisbaba seguridad, supe que me decía
la verdad.
—Recuerda que no me voy a ir a ninguna parte
—por ahora, quise agregar, pero cuando lo iba a
decir, no pude pronunciar palabra alguna—.
Necesito ver a mi amiga. ¿Está, cierto? —cambié
rápidamente de conversación, poniéndome un poco
inquieta. Cambié el peso de mi cuerpo de un pie a
otro por culpa de ello, haciendo un vaivén con las
caderas, como si estuviera bailando. Al mover el pie,
sentí algo más, miré el suelo y vi que ahí también
estaban esparcidas más pétalos.
Al detectar eso, me quedé quieta.

210
—Están —me afirmó con un tono de voz más
profundo, volví la vista hacia él, Hareth se puso de
pie y se encaminó hacia el escritorio con mi mirada
sobre él, vi cuando agarró algo y como se volvía
hacia mí—. Es ropa, por ahora solo pude conseguirte
este, espero no haberme equivocado con tu talla—
dijo acercándose demasiado a mí. Estaba por dar un
paso atrás, necesitando una distancia entre él y yo, al
percibir el latir apresurado de mi corazón. Pero él,
con su mano libre, me lo impidió al sostenerme
desprevenidamente por la cintura, acortando mucho
más la distancia entre ambos.
Alcé la mirada, viéndome sorprendida y
totalmente nerviosa ante el toque de su mano.
Hareth lanzó la ropa sobre la cama, y con esa
mano, me acomodó el cabello por detrás de mi
hombro, descubriendo mi rostro, sus dedos me
tomaron con suavidad por el mentón. Sus ojos no se
despegaron de los míos en ningún momento, me
veía de una manera dulce, pero había algo más en su
mirada; intriga, curiosidad y… miedo.
Entonces, él parpadeó y yo fui consciente de que
lo tenía pegado a mí.
—Ah… creo —intenté decir algo, desviando un
poco la vista de él. Me lamí los labios al sentirlos

211
secos de repente.
—Muévete otra vez —susurró, ladeando su rostro
y acercándolo hacia mi oído.
—¿Qué? —pronuncié despacio, regresando la
mirada a su rostro, pero él lo dejó sobre mi hombro,
pude sentir su respiración contra mi cuello, luego
deslizó sus manos hacia mi espalda, abrazándome.
—Baila conmigo —murmuró, y entendí lo que
quiso decirme y lo que estaba haciendo. Puse mis
manos sobre su hombro, y en ese momento él me
miró, nuestros ojos se encontraron y yo le sonreí con
los labios pegados. Él me devolvió el gesto cuando
yo volví a mover mis pies, Hareth me imitó.
Bailamos al compás del otro, lento y disfrutando
de nuestro contacto. Él acercó su rostro, apoyando
su frente contra la mía.
—Prometo que para la próxima vez, habrá
música —comentó en ese momento, me reí
levemente y él hizo lo mismo: compartimos una risa
íntima.
Luego movió su cara y de pronto sentí la punta de
su nariz deslizándose en una suave caricia sobre mi
mejilla derecha, fue moviéndolo gentilmente hasta el
contorno de mi cara hasta llegar por detrás de mi

212
oreja. Sentí cosquillas en esa zona, ladeé la cabeza
sintiendo un estremecimiento en todo mi cuerpo. No
quería alejarme.
Él, al darse cuenta del efecto, volvió a hacer lo
mismo, esa vez no pude contener la risa, me reí
echando la cabeza hacia atrás, y por precaución puse
mis brazos alrededor de su cuello.
Hareth, con una mano en mi cintura, se inclinó
hacia adelante haciendo que yo hiciera lo mismo y,
entregándole mi confianza, le permití sostener mi
peso, porque, aunque mis pies tocaran el suelo, era
él quien decidía si me dejaba caer o no.
—¿Ahora tengo que alzar una pierna,
flexionándolo? —pregunté, divertida por la
situación. Él esbozó una sonrisa pícara, alzó una ceja
con un gesto pensativo.
—Creo —empezó a decir, llevando su mano libre
a mi muslo desnudo, contuve el aliento y toda
expresión divertida decayó—… que sí —concretó.
—La camiseta es muy corta —me quejé.
—Lo sé—dijo él, me besó en la mejilla, riéndose.
Ese gesto me paralizó el corazón—. Tenía que
intentarlo—mencionó, inocentemente.

213
Nos enderezamos, lo empujé juguetonamente al
separarnos.
—¿Ya te dije lo pervertido que eres?
—Me parece que sí, encima lo dijiste cuando
podría no ser así.
—Es que yo tengo bue ojo para la gente
pervertida, y tú… no me estabas mirando como a
todos.
—Y jamás lo haré —dijo enseguida. Fui a tomar
la ropa que yacía sobre la cama, lo miré por el
rabillo del ojo, con el entrecejo fruncido.
—¿Tendría que tener miedo? —cuestioné,
poniéndole frente.
—Te gustará —afirmó, alcé las cejas y preferí no
seguir con el tema.
—Gracias por la ropa.
Me dirigí hacia el baño.
—Te esperaré —lo escuché decir, después de
haber cerrado la puerta del baño.
Hice mis necesidades antes de cambiarme de
ropa. El conjunto que vi me gustó: jeans azules

214
oscuros, camiseta gris con un lindo estampado y
ropa interior, qué vergüenza. Me puse las mismas
zapatillas con las que había llegado a este lugar.
Por suerte, en el baño se encontraba todo lo que
iba a necesitar, por ende no me había tardado
demasiado.
Mi cabello me lo dejé suelto. Cuando salí del
baño vi a Hareth de pie, apoyado contra el espaldar
del sofá y con la vista fija en su teléfono móvil. Él
sonrió al verme, le sonreí, acercándome en su
dirección y de pronto escuché el sonido de la cámara
de su teléfono celular capturando.
—¿Acabas de sacarme una foto? ¿Debo
preocuparme? —dije deteniéndome con un gesto de
sorpresa.
—No, me acabo de sacar una Selfie —respondió
despreocupadamente, me enseñó la pantalla de su
celular y ahí lo vi a él. Me vi morir por la vergüenza,
mis mejillas se calentaron excesivamente. Entonces,
él lanzó una carcajada y deslizó su dedo hacia un
lado, mostrándome la foto que efectivamente me
sacó.
—Eres increíble —mascullé, empujándolo por el
pecho al pasar por delante de él. Ni se movió, pero

215
de todos modos él me lanzó una mirada que
interpreté como: ¡Hey!
Llegué a la puerta de la habitación, y al
entreabrirla lo sentí a él por detrás de mí.
—Saliste hermosa, Mia.
Preferí no mencionar nada al respecto. Solo lo
miré de reojo, notando su entusiasmo.
Salimos y andamos en silencio por el amplio
pasillo, íbamos a la par y podía sentir su mirada en
mí.
Bajamos las escaleras, y en eso comenté algo
sobre la mansión en lo que él comenzó a hablarme
sobre la estructura de la casa mientras
descendíamos. Y en la primera planta, le di el paso
para que él ingresara primero a la estancia que yo
supuse sería el comedor. Lo era, y se encontraba en
la dirección contraria a la de la sala de estar, era
grande y al fondo, por delante de una enorme
ventana, se podía apreciar un pequeño living con
vista al jardín.
Observé la mesa en el medio del lugar, a su
alrededor ya estaban sentados todos, vi a Abby
sentada junto a Edward y también a Hazal al lado de
Malcom.

216
—Buenos días —saludé, entrando en el comedor
por detrás de Hareth. Me respondieron todos excepto
Abby, que parecía tan incómoda como yo.
«Qué raro esto» musité.
—¿Cómo amanecen? —preguntó Hazal.
—Estamos muy bien, hermana —le respondió
Hareth a la vez que me señalaba una silla al lado del
cual supuse que él se iba a sentar.
—Tenemos que hablar seriamente después,
señorita —me susurró Abby, viéndome, cuando me
senté a su lado.
En la cabecera de la mesa se sentó Hareth, al lado
de él yo, y a mi lado estaba Abby que ya había
comenzado a devorar una tostada, a su lado, Edward
la observaba totalmente encantado. Y por el otro
lado de la mesa, se encontraban Hazal y Malcom.
Horas más tarde, por fin ya me encontraba por
marcar el número de teléfono de mi madre. Todo
porque a la inteligente de mi amiga se le había
descargado el celular, y nadie le quiso prestar un
cargador hasta que el propio Hareth le prestó el
suyo.

217
Llevé el celular contra mi oreja después de
marcar la opción de llamar y, como si estuviera
esperando la llamada desde hace meses, respondió al
instante.
—¿Abby? —preguntó enseguida la voz de mi
madre.
Miré a Abby que se encontraba delante de mí,
solo nos encontrábamos nosotras dos en la
habitación de Hareth.
—Soy Rouse, mamá —le respondí.
—Oh Dios, ¡Peter, es Rouse! —Escuché a mi
madre gritarle a mi padre—. ¿Estás bien, cariño?
¿Están bien? ¿No les ha hecho nada ese…?
—Tranquila, estamos bien —la interrumpí, ella
respiró aliviada—. No nos ha hecho nada y no nos
va a hacer nada, así que por ese lado no tienes que
preocuparte de nada —traté de tranquilizarla.
—¿Cómo puedes decir que están bien, Mia?
Estamos alejados de ti —me habló mi padre.
Caminé unos cuantos pasos a la vez que acomodada
el celular contra mi oído.
—Papá, de verdad, estoy bien. No nos han hecho
nada. Es más, nos tratan bien —le dije la verdad.

218
—¿Dónde están, hija? —me preguntó él. Ni yo
sabía en qué lugar nos encontrábamos, ni tan
siquiera sabía en qué lugar estábamos yendo.
—No sé. Lo único que puedo decirte es que
estamos muy lejos y en una hermosa casa —admití,
recorriendo la habitación con la mirada.
—Tenemos que ir a buscarte, no estás a salvo
ahí. Tú no —habló mi padre.
—Mándanos tu ubicación, Rouse, el del teléfono
de WhatsApp —exclamó mi madre recordando ese
detalle. Pero la verdad es que yo no podía irme.
Había hablado con Hareth antes de que él me diera
la autorizaron de hacer la llamada.
Como si lo hubiese llamado telepáticamente,
Hareth ingresó en la habitación sin siquiera avisar.
Nuestros ojos se encontraron. Sus ojos marrones
claros me parecían retar con la mirada.
—¿Rouse? —la voz de mi madre logró que
desviara la vista de la suya.
—Tengo que informarles de algo —les comenté a
ambos. No sabía cuál sería la reacción de mis
padres, pero necesitaba cumplir con el trato, solo así
iba a poder verlos nuevamente.

219
—¿Qué sucede, Mia? —me preguntó mi padre,
el tono de su voz sonaba muy preocupado.
—Deja de llamarme tú también de esa manera —
le dije, suspirando. No sabía cómo decirles que me
quedaría—. Sabes que Mia…
—Mia Rouse, no estamos para esto. Dinos que
sucede. Espera… ¿Quién más te llama de esa
manera? —me interrogó él.
Giré ligeramente el rostro y miré por arriba de mi
hombro a Hareth. Se había ido a sentar en uno de los
sofás, estaba mirando atentamente la pantalla de su
celular. Y ni rastros de Abby.
—Eso no importa ahora. Lo que sucede es que
me tengo que quedar aquí —me animé a decirles
—… durante un mes —añadí después de unos
segundos.
—¿Cómo? —mi madre fue la primera en hablar,
se oía asombrada y alarmada.
—Es la única manera en la que podamos volver a
verlos. Porque si no, él nunca me va a dejar ir.
—¿De quién estás hablando, hija? ¿Quién es él?
—preguntó mi padre con tono exigente.

220
Le eché una última mirada a Hareth antes de
responderle
—Un chico.
—Se más específica —me pidió un poco
exaltado.
—Eso no es importante ahora, Peter —le regañó
mi madre—. Hija —me habló a mí—, por favor,
escúchame bien, Mia Rouse —cuando mi madre
decía mi nombre completo era porque estaba a punto
de decirme algo serio—, por nada del mundo te
quites el anillo que te di, sabes porque tienes eso, te
va a proteger. Ahora tu prioridad es mantenerte a
salvo y procura no salir de esa casa. Cuídate hija,
nosotros te vamos a encontrar.
—No me han secues… Bueno, sí, pero no. Ya les
dije que solo voy a estar aquí durante un mes. Ese
fue el trato que él y yo hicimos —les hice saber.
—Tienes que saber que él nunca va a liberarte,
Mia. Te mintió, cuando por fin encuentras a tu… —
Lo escuché carraspear—. Solo lo dijo para hacerte
ceder, no va a permitir que te separes de él —
escuché atentamente las palabras de mi padre. El
parecía estarme afirmando todo lo que me decía y

221
mi mente se empezó a cuestionar si hice bien en
confiar en Hareth.
Como si Hareth adivinase que estábamos
hablando de él, lo sentí detrás de mí.
—Creo que ya ha sido suficiente —mencionó en
mi oído libre. Mi cuerpo se estremeció ante ese acto
y esa vez pudo haber sido por el miedo.
—Les tengo que colgar, por favor envíenme la
dirección de la nueva casa en este teléfono, nos
vemos dentro de un mes —me despedí de ellos. Una
tristeza empezó a apoderarse de mí al pensar en lo
que me dijo mi padre sobre él. Pero lo que más me
entristeció fue que no los iba a poder ver durante
todo un mes. O quizá, la verdadera razón de mi
tristeza se llamaba decepción, tenía miedo de que mi
padre tuviese razón y que Hareth no cumpliese su
parte del trato.
—Está bien, Mia —dijo mi padre. Se notaba que
a él también le estaba costando esta situación.
—Solo eres mi Mia —la voz ronca de Hareth casi
me hizo saltar en mi lugar. Escuché un gruñido de
enfado provenir del otro lado de la línea, era mi
padre. Fue como si él hubiera escuchado lo que
Hareth dijo.

222
—Recuerda lo que te dije Rouse, hasta pronto, mi
bebé —se despidió mi madre de mí. Susurré un
«Adiós» antes de colgar.
—¿Estás bien? —me pregunto Hareth, al ver que
no me movía de mi lugar. De a poco quité el celular
contra mi oreja para voltearme a verlo.
—Necesito saber si vas a cumplir tu palabra —
pedí, casi suplicante.
—¿Si te voy a dejar ir?—asentí—. Ya lo
veremos, hermosa Mia —murmuró, agarrando un
mechón de mi cabello rojizo para después
acomodármelo por detrás de mi oreja—. Igualmente
existe la posibilidad de que seas tú la que no quiera
irse —pronunció en un tono seguro, sonrió ladino y
allí supe que él era mucho peor que Edward.
El amigo loco de Edward era él.
—Estamos destinados a estar juntos —aclaró,
tomándome por la barbilla, haciendo que me fuese
inevitable desviar la mirada de la suya—. Solo eres
mía, fuego.

223
9. Milford

Capítulo 9: MILFORD 
Ya era de noche y, mientras mis ojos estaban fijos
en la pantalla de la televisión, mi mente seguía
recordando el suceso de la tarde, para ser más
específicos, las palabras de Hareth todavía
resonaban en mi mente de una manera fresca; como
si me los hubiese dicho hace unos minutos y no hace
unas horas.
No era la primera vez que él me decía que yo le
pertenecía, pero esa vez me pareció demasiado
diferente, Hareth prácticamente afirmó que yo no iba
a querer marcharme de su lado, ¿podría suceder? No
lo sabía. Pero la posibilidad rondaba por mi cabeza
al igual que de las vocecitas razonables que me
gritaban que aquello no podría ser posible.
Apenas lo conocía, y por más que me atrajera de
una forma inexplicable, no podía quedarme con él
de la manera en la que él quisiera.
Unos toques en la puerta de la habitación me
devolvieron a la realidad, enderecé la espalda porque

224
me encontraba recostada en el sofá con las piernas
estiradas mirando una película con Abby.
Momentos después vimos a Hazal abrir la puerta
y cruzarla con una bandeja de bocaditos. Me puse de
pie y la fui a ayudar mientras Abby hacía espacio en
la mesita del centro.
Nadie más que nosotras y los empleados se
encontraban en la casa, Hareth, Edward y Malcom
habían salido después del almuerzo, y desde ese
momento no supe nada más de ellos.
Nos volvimos a acomodar en el sofá. Abby
volvió a darle play a lo que sea que estábamos
viendo —ni siquiera le estaba prestando atención a
la peli— mientras la hermana de Hareth se sentaba a
mi lado
—Malcom me acaba de avisar que esta noche
nadie viene… así que ¡hagamos una pijamada de
bienvenida! —propuso Hazal en un tono bastante
alegre.
Quería saber el motivo de la ausencia de los
chicos, pero preferí no preguntar. Aunque mi amiga
hizo todo lo contrario.
—¿Por qué? ¿A dónde fueron?

225
—Están resolviendo un asunto importante, no
muy lejos de aquí —respondió, inclinándose hacia
adelante para agarrar un sándwich.
—Espero salga todo bien —mencioné para
meterme en la conversación. Hazal me observó y me
regaló una hermosa sonrisa genuina mientras
asentía.
Después de aquello las conversaciones
comenzaron a surgir de la nada, prácticamente todas
ignoramos la película que se reproducía para
conocernos mejor.
Supimos muchísimas cosas sobre Hazal, como
por ejemplo, que tenía diecinueve años y que está
casada, al final Malcom no resultó ser su novio, sino
su marido.
Esa noche dormimos tardísimo y, lo peor de todo,
en una posición bastante incomoda ya que desperté
con la cabeza inclinada hacia atrás, a punto de
caerme del sofá.
Levanté el rostro e hice una mueca de dolor al
notar varias tensiones en mi cuello. Vi a Abby
echada en la cama de Hareth, durmiendo
plácidamente, no vi a Hazal por ningún lado.
Observé hacia las ventanas y noté una tenue luz

226
filtrarse en el interior de la habitación, me di cuenta
que aún era temprano, o por lo menos para mí.
No pude evitar pensar en Hareth, en dónde podría
estar.
Volví a quedarme dormida y, esa vez, cuando me
desperté Abby ya no se encontraba en la habitación.
Pero si encontré una nota en la mesita del centro.
Lo agarré y lo desdoblé para poder leerlo.
Cuando te levantes nos vamos de compras. Síííí.
Ordenes de mi hermano.
Pd: te dejé un conjunto de ropa en el baño.
Hazal.
Por lo que pude entender por la nota a ella le
gustaba bastante ir de compras. Bueno, ¿a quién no?
Rápidamente me fui a hacer todas mis
necesidades, me coloqué la ropa que Hazal me había
dejado junto con unas zapatillas blancas. Esa vez,
até mi cabello pelirrojo en una cola alta para que
combinara con el atuendo de ese día: jeans de tiro
alto y un top color rojo, estiré el dobladillo
intentando cubrir la piel expuesta. No tuve éxito, me
resigné y fui en busca de las chicas.

227
Me pareció demasiado raro no ver a Hareth en
toda la mañana. Tenía curiosidad de preguntar por él
a cada rato, pero no lo hice, me lo guardé a mí
misma a la vez que me moría por saber si ya
regresaba.
—Hay una tienda muy buena, se llama Star y
tiene todo lo que podamos necesitar— dijo Hazal
mientras bajábamos los escalones que había en
frente de la puerta principal.
—¿En cuantos minutos llegaremos ahí? —le
preguntó Abby.
—En 20, está justo en el centro del pueblo —le
respondió ella.
—A propósito, ¿cómo se llama este pueblo?
Mientras venía pude notar que no es muy grande—le
dije a Hazal, mirándola abrir la puerta de un auto
blanco, en el cual íbamos a salir.
—Milford, así se llama. Y déjame decirte que
aquí hay mucho más de lo que te puedes imaginar,
solo que algunos establecimientos están bastante
aislados —me respondió antes de adentrarse en el
interior del auto invitándonos con un gesto de mano
a hacer lo mismo.

228
Vi a Abby ingresar en la del copiloto, así que abrí
la puerta de atrás para luego meterme en el interior.
Salimos sin ningún problema de la casa. Vi como
pasábamos los grandes árboles y las casas que
anteriormente había visto. Ya en el centro vi a
muchas mujeres con niños o en pareja. Todos
parecían bastante felices y conformes de vivir en
este pueblo llamado Milford.
Hazal estacionó el auto justo en frente de la
boutique Star. Era un edificio de unas 3 plantas,
tenía un enorme cartel de color azul marino que
decía Star con algunos dibujos de estrellas
esparcidas por sus lados. Pero enfrente de este había
una cafetería, fuimos a desayunar ahí, ya eran casi
las 11 de la mañana pero no nos importó tomar café
caliente a pesar de que hiciera calor, para nuestra
suerte había arboles cerca, dándole un ambiente
fresco a todo.
Estuvimos ahí durante media hora, salimos fuera
con la intención de ingresar ya en la boutique, pero
algo captó nuestra intención. Una discusión entre
dos chicos, se veían jóvenes, de unos 15 años tal
vez.
Hazal inmediatamente se encaminó hacia ellos
con una expresión enfadada pero autoritaria, Abby

229
me miró y con un gesto de cabeza le pedí que la
siguiéramos. Solo que ella negó con la cabeza.
—Es nuestra oportunidad, Rouse, no hay nadie
vigilándonos. Hay que irnos —pidió observando
nuestro entorno, y de pronto sentí su mano alrededor
de mi muñeca mientras yo aún seguía procesando
sus palabras.
—¿A dónde quieres ir? No tenemos dinero,
teléfono, nada.
—Vamos a la policía, ahí podrán ayudarnos.
—Tampoco conocemos dónde queda.
—Preguntaremos, pero ya vámonos, Hazal puede
regresar en cualquier momento.
Miré a la susodicha, la rubia seguía muy ocupada
intentando mantener el control entre los dos
adolescentes. Abby dio un paso atrás arrastrándome
con ella en el proceso, su agarre en mi muñeca
ejerció presión para que me moviera. Sentí un poco
de culpa por Hazal pero tanto ella como Hareth y
Edward eran cómplices. Ellos nos tenían retenidas
en contra de nuestra voluntad y ante la más mínima
oportunidad nosotras debíamos escapar.
Y aparentemente esta era una.

230
Así que dejé de resistirme y dejé guiarme por
Abby. Retrocedimos con la mirada en Hazal,
teníamos suerte de que ellas nos estuviese dando la
espalda y de que su completa atención lo tuviesen
los dos chicos que discutían de una forma casi
agresiva, parecía que querían saltar uno sobre otro, y
Hazal era la persona que evitaba que eso ocurriera.
Cuando nos dimos cuenta que Hazal seguiría
muy ocupada y que no nos vería, dimos media
vuelta y comenzamos a alejarnos a toda velocidad
para doblar en la primera esquina y de esa forma
evitar por completo que la rubia nos viese. Apenas
logramos nuestro primer objetivo, lanzamos un
suspiro de alivio y después empezamos a consultar
sobre la ubicación de la comisaria.
Algunas personas nos fueron dando indicaciones,
pero tanto Abby como yo éramos malísimas para
seguir las instrucciones por eso mismo cada tanto
volvíamos a preguntar solo para asegurarnos de que
íbamos por el camino correcto.
—Dijo dos cuadras a la derecha —indicó Abby.
—Eso lo dijo la anteúltima persona a la que le
preguntamos, esta última dijo una cuadra y media a
la derecha, ¿o era izquierda? —dudé.

231
—Volveremos a preguntar —decidió mi amiga un
poco fastidiada por la situación.
Y eso hicimos, preguntamos por última vez y
luego seguimos la dirección que nos mostró
pudiendo por fin conocer nuestro destino. Llegamos
al frente de la comisaria, celebramos con una sonrisa
victoriosa y procedimos rápidamente a adentrarnos
en ella en busca de ayuda.
—¿Hola? —dijo Abby intentando detener a un
oficial, solo que este le hizo un gesto con la mano
para que nos acercáramos a otro porque él estaba
muy apurado. Y eso hicimos.
El interior del establecimiento me estremeció, ver
tantos policías en movimiento causó escalofríos en
mí. Además, percibía en el aire un gusto que no me
gustó para nada. Ese definitivamente no era mi
lugar, me estaba incomodando bastante.
Había algunos escritorios esparcidos por toda la
estancia en donde se encontraban ubicados pocas
policías trabajando en su computador, seguramente
revisando algunos expedientes. Nos aproxímanos a
una mujer que parecía estar en tiempo libre porque
solo estaba bebiendo su café y revisando con una
expresión aburrida su teléfono. Y bueno, debía

232
entenderla, seguramente nadie quiere trabajar un
domingo.
—Buenas tardes, necesitamos ayuda —habló
Abby llamando su atención—. Queremos…
—Yo solo soy la secretaria —la interrumpió ella.
—¿Entonces donde podemos ir a declarar? —
preguntó mi amiga.
La mujer bebió su taza de café y nos miró con
ojos cansados y aburridos.
—Ahí viene el sheriff, pueden consultarles sus
dudas —señaló por detrás de nosotras.
—Muy amable —expresó Abby evidentemente
en tono sarcástico.
Dimos una vuelta y para ver al encargado del
lugar.
—Es ese —nos avisó e indicó con un gesto de
mano la mujer, observamos hacia el hombre que se
encontraba de espaldas a nosotras, inclinado hacia
un escritorio, con una mano en el borde de esta con
la mirada fija en la pantalla de un ordenador.
—Gracias —le dije antes de que nos dirigiéramos
hacia él.

233
Sosteniendo el brazo de Abby con un poco de
fuerza, y tragando saliva varias veces por un
repentino temor, nos fuimos aproximando hacia él
hasta detenernos a tan solo unos pocos metros.
—¿Disculpa? —Abby llamó su atención al darle
toquecitos suaves en la espalda, él se volvió
enseguida y ambas al mismo tiempo ahogamos una
exclamación de asombro.
Mierda.
El hombre delante de nosotras nos dedicó una
mirada incrédula, sus cejas se arrugaron ligeramente
y sus rasgos se suavizaron a causa del asombro. Pero
aquello no duró mucho, su rostro se tornó serio y sus
ojos ya nos estaban mirando diferente.
—Malcom —susurré diciendo el nombre del
esposo de Hazal. ¿Qué no estaba con Hareth y
Edward? Probablemente su tarea ya acabó y cada
uno ya había vuelto a sus respectivos quehaceres.
—Hola —dijo Abby en tono casi alegre—,
olvidamos traer las rosquillas —agregó a no
diferenciar ninguna emoción cruzar en el rostro serio
del sheriff. ¿No era muy joven para serlo? Estaba
segura que aún no alcanzaba los treinta.

234
—Mmm, ¿pregunto qué están haciendo aquí o
saco mis propias conclusiones?
—Seguramente ya sacaste tus propias
conclusiones —alegó Abby.
—¿Creerías que escuchamos decir a Hazal que
eras policías y solo vinimos a comprobarlo? —probé
decir—. Ella está por acá cerca…
—Lo sé, acaba de llamarme —me informó él.
Oh-oh. Estábamos en problemas, definitivamente
los policías no nos ayudarían.
—Diablos —pronunció por lo bajo Abby—.
¿Entonces qué? ¿Nos vas a delatar? —Le preguntó
Abby—. Sabes que estás haciendo mal al encubrir
un delito, podrías perder tu empleo si finalmente
nosotras salimos de estas. Debí suponer que ellos
tenían comprado a toda la policía.
—No quiero causar conflictos, solo le avisaré a
Hazal que están aquí, ella decidirá que hacer al
respecto.
—¿Te agradecemos? —inquirió Abby sonando
irónica.
—¿De verdad no puedes hacer nada por
nosotras? —interrogué.

235
—Lo siento, chicas, pero ayudarlas no está a mi
alcance.
—Claro que sí, eres el jodido sheriff —exclamó
Abby.
—Ellos tienen más autoridad —nos afirmó—,
ahora vamos, aguarden en mi oficina, Hazal llegará
en cualquier momento.

—Estoy segura que en nuestro lugar, tú hubieses


hecho exactamente lo mismo —nos excusó Abby
mientras salíamos de la comisaria acompañada de
Hazal.
—Están confundidas y las entiendo, pero por
favor no vuelvan a hacerme esto, estuve muy
preocupada. Todo esto es culpa de Edward y mi
hermano, ellos provocaron esto.
—Exacto —declaró Abby—, Edward lo empezó
todo, nos alejó de nuestra familia.
—Me agradas, Hazal —le dije—, pero también
estoy en desacuerdo con todo esto por eso decidimos
huir, nuestro lugar no está aquí.

236
—No me refería a eso —ella suspiró—,
obtendrán las respuestas que necesitan, pero no por
mí. Por ahora solo reanudemos nuestro propósito del
día.
—¿Les dirás que intentamos escapar? —Preguntó
Abby—. No es que me importe, por mí que lo sepan
así saben que yo no hablo en vano.
—Si les digo posiblemente ya no las deja salir a
solas conmigo, ¿quieren eso?
—No —dijimos al unísono con mi amiga.
—Entonces que esto quede entre nosotras,
nosotras y Malcom. Pero les advierto, desde ahora
estaré mucho más atenta, no les quitaré los ojos de
encima, señoritas.
—Gracias, Hazal —le dije acompañada de una
sonrisa.
—Definitivamente me salvas de una regañada
que por supuesto iba a ignorar —mencionó Abby
ocasionado que Hazal se riera.
—Vamos porque Star solo abre hasta las tres de
la tarde —anunció la rubia.

237
Llegamos delante de la boutique, Hazal sacó su
teléfono y nos pidió que nos acercáramos para sacar
una Selfie como recuerdo de nuestro primer día de
compras juntas. Luego proseguimos a ingresar en la
tienda.
Ingresamos e inmediatamente captamos la
atención de las pocas personas que había allí.
No le presté mucha atención a ese hecho y solo
me dispuse a seguir a Hazal en el interior del
precioso local. El piso era de mármol, el lugar estaba
decorado con blanco y rosa pastel. O por lo menos
una parte porque había otra, la parte masculina, ese
lo vi de un azul claro. El techo era alto y lo
adornaban unos candelabros muy elegantes, en lo
alto de la pared estaba escrito en letras mayúsculas y
de un color dorado “Ten un estilo único y brillaras
como una estrella”.
—Hazal, qué bueno verte —exclamó una chica
de su edad, acercándose hacia nosotras. Supuse que
era la encargada.
—Lily, ¿cómo estás?—dijo Hazal, saludándola
con un beso en la mejilla, luego se volvió hacia
nosotras y nos la presentó como la encargada del
lugar.

238
Lily era una hermosa morena de unos
despampanantes ojos celestes, era esbelta, alta y
hermosa como una modelo de pasarela.
Nos guio hasta las primeras prendas esenciales y
luego de un rato se tuvo que ir, quedándose Hazal a
cargo de enseñarnos todo y ayudarnos a elegir
conjuntos.
Y en una de las perchas distinguí un vestuario
que se me hizo un tanto conocido, no supe por qué
hasta que lo tuve en mis manos. El conjunto era muy
parecido al uniforme que usaba en el instituto en
Rusia. Y apenas en ese momento me di cuenta de
algo.
—Abby —la llamé, ella estaba perdida entre los
cientos de prendas eligiendo un atuendo con Hazal.
Ambas me miraron al mismo tiempo, dándose
cuenta muy rápido de la inquietud que evidenció mi
tono de voz.
—¿No me digas que te llevarás eso? —Abby
detalló la camisa blanca y falda gris, con una mueca
de disgusto apareciendo en su rostro.
—Me gusta la camisa —opiné—, pero no se trata
de eso. Nuevamente vamos a perder otra semana de

239
clases. Se supone que mañana iniciábamos la
escuela, en donde sea que estábamos yendo.
—Oh, no —la preocupación cruzó en su rostro.
Así como Abby era una maniática por el orden, así
también era por sus estudios—. Si seguimos
faltando correremos el riego de… —ella no fue
capaz de decirlo, simplemente se puso a negar con la
cabeza frenéticamente.
—Lo sé, podemos perder el año.
—No pienso perder el puto año —se exaltó ella,
muy afectada—. Odiaré el resto de mi vida a
Edward si pasa eso porque obviamente sería su
culpa. Si él no nos hubiese raptado nosotras ahora
mismo estaríamos charlando sobre qué podría
ocurrir mañana, no aquí, en una tienda de marca por
gastar miles de dólares… Aunque esto suena mejor
—agregó por lo bajo.
—¿Qué pasa, chicas? —preguntó Hazal, un poco
perdida en el tema.
Ubiqué la percha con las demás y me dispuse a
explicarle un poco.
—Mañana comenzábamos las clases, en toda la
semana mi padre estuvo encargándose del traspaso
y… y ahora todo eso será en vano.

240
—Podrían charlarlo con mi hermano, quizás él
pueda hacer algo por ustedes, con suerte meterlas en
el instituto de aquí. Pero lo dudo mucho, ahora
mismo ustedes tienen prohibido estar solas.
—¿Ingresar aquí? —preguntó Abby con cara de:
¿Eso sería posible?
—No —dije enseguida—. No nos aceptarían en
el colegio, uno, porque ninguna de las dos trae su
documentación y, dos, porque no hay ninguna
referencia sobre nosotras, todos los papeles
solicitados ya está en nuestro nuevo instituto.
—¿Y de casualidad saben el nombre de su nuevo
instituto? —dijo Hazal en un tono lleno de misterio.
—Ni siquiera nos interesamos en averiguar la
ciudad a dónde íbamos —respondí.
—Sí —dijo Abby, la miramos—. Creo haber oído
a mamá mencionarlo. Aunque ¿por qué el interés
Hazal?
—Es posible que podamos conseguir esos
registros, sus datos pueden estar en nuestras manos
en cuestión de horas —aseguró ella. Hazal entendió
inmediatamente la interrogación en nuestras
miradas, así que añadió algo más—. Ustedes podrían
contarle su situación a Edward y mi hermano,

241
detállenle su preocupación, estoy segura que
conseguirán convencerlos de al menos ponerles
algún profesor para terminar el año lectivo.
—¿Por qué harían eso? —dijo Abby—, ¿y cómo
diablos van a poder conseguir nuestros datos
exclusivamente privados sin ser nuestros padres?
—Lo harían porque a ustedes les importa. Y eso
basta para que ellos hagan lo que ustedes les pidan.
—Eso es muy raro —mencionó mi amiga.
—¿Entonces hay posibilidades de que nosotras
ingresemos al instituto de Milford? —pregunté. Solo
estaría allí durante un mes pero ese mes era
demasiado teniendo en cuenta que faltaban menos
de dos meses para que el verano llegara.
—Lewis puede lograr que ingresen, él es
importante aquí, pero para eso ellos deben obtener
su confianza. Lo que hicieron hoy puede volver a
repetirse si nadie las cuida.
—¿Obtener su confianza? —Exclamó Abby de
una forma incrédula—. Eso es algo imposible.
—¿Entonces ese Lewis puede hacer que nos
acepten aquí?

242
—Exactamente —me contestó Hazal—. Pero
para ello ya saben lo que tienen que hacer.
—Es una misión imposible, apenas nos
conocemos y yo ya le dije a Edward que no confío
en él, ¿por qué él debía confiar en mí?
—Hareth es comprensivo —murmuré—. No nos
quedará de otra que intentarlo, Abby. Hay que
decirle que seguimos teniendo obligaciones que
cumplir, no pueden privarnos de nuestro estudio.
—Okey, no perdemos nada con intentarlo. Pero
que conste que solo lo haré una vez, no soy de rogar.
—Genial —exclamé, luego me dirigí a Hazal—.
¿Cómo es que van a conseguir nuestros datos para
meternos aquí si los chicos acceden a esto?
—Tú tranquila, solo convénzalos y Lewis se
encargará de todo.
Entonces me di cuenta de algo y no dudé en
manifestarle mi duda.
—¿Quién es Lewis?
—Es mi hermano, es Hareth —me respondió—.
A él no le gusta mucho que lo llámenos por su
nombre, prefiere que nos dirijamos a él por nuestro
apellido, Lewis.

243
—¿Así que él se encargaría de todo? —cuestionó
Abby a lo que Hazal afirmó con la cabeza—. Mejor
no pregunto cómo lo hará —dijo ya suponiéndolo
todo.
Pero él me dijo que no era mafioso, pensé.
Reanudamos lo que hacíamos metiéndonos de
lleno en el asunto.
El tiempo pareció transcurrir a mayor velocidad
mientras nos divertíamos en Star, con Abby hicimos
enloquecer a Hazal con nuestros cambios de
opinión.
Las chicas me esperaban fuera de los probadores
mientras yo me colocaba un vestido color azul que
me había gustado, el vestido se ajustaba
perfectamente a mi estrecha cintura mientras que en
la parte de abajo era suelto.
Me deshice de la cola alta y dejé que mi cabello
cayera a los lados de mi cara, los acomodé por
detrás de mi espalda. Mi pelo era liso con algunas
ondas naturales en las puntas, bueno, en algunas
ocasiones amanecía completamente rizado, pero este
día fue la excepción. Me llegaba hasta la mitad de la
espalda, pero por supuesto que sí lo planchaba iba a
ser mucho más largo.

244
Me puse la colita de pelo alrededor de mi muñeca
antes de echarme un último vistazo en el espejo de
cuerpo completo, deslicé la cortina hacia un lado
para mostrarle a las chicas como me quedaba el
vestido. Sin embargo, ellas no estaban ahí. Descalza,
salí del interior del probador para buscarlas con la
mirada, admito que si me tardé bastante pero no
como para que me abandonaran.
Me llevé una gran sorpresa cuando giré el rostro
hacia un lado, di un respingo por la impresión y me
quedé plantada en mi lugar, observándolo.
Había varios sillones en el interior de la boutique,
desde que los vi supuse que era para los hombres,
para que no esperaran a sus novias de pie porque
cuando una mujer va de compras… no elige el
primer conjunto que ve.
Y ahí, en uno de esos sillones por delante de mí
estaba sentado él, pero se puso de pie ni más me vio
salir del probador. Su mirada encontró la mía de
inmediato, la expresión de su rostro me intimidó
más que su altura. Me veía de una manera
impresionante, seductor, sus ojos recorrieron mi
cuerpo sin ningún disimulo mientras daba varios
pasos hasta detenerse por delante de mí. Yo seguía
sin moverme, mi pulso se había acelerado de una

245
forma drástica, mi corazón latía desbocado. Sus
nudillos rozaron las mías, bajé la vista para mirar
como el dorso de su mano tatuada rozaba la mía.
—Estás preciosa —dijo con la voz rasposa, como
si le costara hablar o como si se estuviera
conteniendo.
Levanté el rostro para agradecerle, pero nada
salió de mis labios al notar lo cerca que nos
encontrábamos.
Nos miramos a los ojos, sentí que estaba mal
estar tan cerca de él, pero una voz en mi interior me
incitaba a acercarme más a su cuerpo. Su aroma
desprendía puro deseo, ¿eso era posible o me estaba
volviendo loca?
Hareth se lamió los labios, pero nunca dejó de
mirarme, en cambio yo sí lo hice al sentirme
demasiado tentada por aquellos labios que se veían
suaves y sabrosos, estaba segura de que sabían tan
bien como me lo estaba imaginando, o incluso
mejor.
Bésame, le ordené internamente, pero jamás sería
capaz de decirle en voz alta.
De pronto, Hareth sonrió, fue justo después de
ese pequeño e inapropiado pensamiento de mi parte.

246
Fue como si él hubiera escuchado lo que dije, me
sonrojé por la vergüenza al ser descubierta, pero eso
era imposible.
Di un paso atrás y dije lo primero que se me vino
en la mente.
—¿Qué haces aquí?
—Te extrañaba.
Aquella confesión me estremeció por completo, y
una sensación de felicidad se apoderó de mí, y fui
incapaz de no esbozar una pequeña sonrisa.
—También te extrañé, Hareth —admití sin
pensármelo demasiado, y era verdad.
—Entonces ven aquí —dijo abriendo ligeramente
sus brazos para mí, me permití deleitarme por sus
brazos fuertes, enfundados en aquella camisa blanca
con las mangas remangadas hasta los codos dejando
notar perfectamente el tatuaje del lobo en la parte
interna de su antebrazo.
En ese momento me di cuenta que iba vestido
bastante formal, pero me obligué a mí misma a no
pensar demasiado y obedecerle. Prácticamente salté
en sus brazos y él me recibió con gusto, inclinándose

247
levemente para estar en mi altura y rodear sus
grandes manos alrededor de mi cintura.
Una paz inmensa se apoderó de mí y le rogué a
Dios para que el abrazo nunca acabase.
Hareth pegó más nuestros cuerpos y ladeó su
rostro hasta mi clavícula, aspirando el aroma de mi
cuello. Seguramente olía a él porque había utilizado
su jabón, después de todo me duché en su baño, uno
con puros productos masculinos.
A él ese hecho le pareció gustar, o por lo menos
así lo percibí cuando volvió a alzar su rostro. Elevó
su mano derecha y lo puso a un lado de mi cara, me
sorprendió lo cálida que se encontraba, mi mejilla
buscó más de su contacto e instintivamente cerré los
ojos por un momento.
—No sabes cuánto he esperado por esto—lo
escuché decir—, tenerte entre mis brazos, pero sobre
todo, sentirte.
Acarició mi mejilla en un tacto dulce y tierno,
abrí los ojos lentamente y, en ese momento, me
alteré porque su hermoso rostro estaba muy cerca de
la mío. Él rozó su nariz contra la mía y después
sonrió mostrando su perfecta dentadura.

248
—¿Qué tal si desfilas para mí? —murmuró, me
reí de forma nerviosa y puse distancia entre ambos,
primero y principalmente para poder dejar de
temblar.
—¿Qué querrías ver? —cuestioné, dio la vuelta y
fue en busca de algo, regresó con una prenda roja,
no supe lo que era hasta que lo desdobló en frente de
mí.
—Quiero que mi imaginación se haga realidad —
dijo deseoso, mostrándome un body de encaje, uno
con demasiado transparencia.
Me quedé muda, observándolo totalmente
incrédula.
—¡Estás loco! —exclamé yendo para quitarle esa
prenda íntima de la mano, él permitió que lo hiciera
a lo que yo inmediatamente le di la espalda
completamente ruborizada.
—¿Te lo imaginas, fuego?—dijo por detrás de mí
—. Tú usando únicamente eso y después yo me
encargaría de quitártelo con mis dientes para
comerte entera.
—¿Qué estás diciendo? —fui capaz de preguntar,
temblorosa por sus palabras y porque me lo había

249
imaginado todo. Sentí su mano rodearme el
abdomen.
—Solo digo lo que quiero y será real —habló
seguro, su aliento chocaba contra mi cuello,
erizándome los vellos de la nuca—. Y yo sé que tú
quieres lo mismo que yo, Mia. Quieres besarme
tanto como yo a ti—afirmó. Di la vuelta y noté sus
ojos destellando puro deseo, estaba dispuesta a
responderle, pero justo en ese momento, por detrás
de él, vi a Abby y a Hazal acercándose hacia
nosotros con varias prendas en sus brazos. Me
separé por completo de Hareth, dejando una plática
pendiente entre ambos.
Tardamos unos cuantos minutos más en Star,
cuando salimos nuestros brazos y manos estaban
repleta de bolsas, hasta las de Hareth.
Captamos la atención de varias personas en la
calle mientras nos dirigíamos hacia el auto de Hazal,
metimos las cosas dentro y luego fuimos a almorzar
en un restaurante cerca de ahí, el lugar era bastante
amplio y hogareño.
Abby y Hazal se retiraron antes del postre,
después de mandarse una evidente mirada cómplice
dejándome sola con Hareth.

250
Me di cuenta que Hareth y yo solos éramos un
peligro.
—¿Te gusta el pueblo, Rouse? —preguntó él
apenas ellas se marcharon.
—Parece tranquilo —dije—, y eso me agrada.
—Tranquilidad —pronunció despacio, desvió la
vista hacia otro lado, suspirando—, es algo que
estoy comenzando a conocer.
Su mirada se vio peligrosa, tragué en seco y tomé
el vaso de jugo para beberme un largo sorbo.
—Creo que deberías de decirme como lo estás
haciendo, quizá tu truco me ayude a mí también.
Me miró de una forme tierna y esbozó una
sonrisa sin despegar sus labios.
—Tú, tú me proporcionas la tranquilidad que
durante años busqué. Y ahora que estás aquí… —su
mano tocó mi rodilla, subiéndolo un poco hasta
apretarme ligeramente el muslo— no pienso dejarte
ir —su mirada se vio determinante—, no si tú
aceptas quedarte conmigo.
Sus palabras se oían sinceras, pero había algo
más, una falla en sus ojos, se veían depredadores e
intuí que si me iba yo sería la presa y él mi cazador.

251
—¿Por qué quieres que me quede contigo? —
pregunté.
—Porque tú eres la mujer de mi vida, Mia.

252
10. Una canción

Capítulo 10: UNA CANCIÓN


Abby
Hazal me había hecho varios gestos que
interpreté como un «vámonos» mientras nos
encontrábamos terminando el almuerzo, yo quería
postre pero su insistencia me obligó a decir que sí, y
además porque me daba curiosidad saber el motivo
de su urgencia.
Rouse y Hareth también se encontraban con
nosotras, y no quería dejar sola a mi amiga con él,
otro loco igual que Edward, pero viendo desde otra
perspectiva pude notar ese algo brotando en al aire
sobre ellos que me otorgó el beneficio de la duda
dándome ese impulso para dejar sola a Rouse con
ese extraño. Solo esperaba que fuese tan simpático
como aparentaba.
La mirada que me dedicó ella al despedirme
repentinamente junto con Hazal me había causado
un poco de risa.
—¿Qué pasa? —le pregunté a la rubia cuando ya
nos encontrábamos fuera del restaurante.

253
Ella comenzó a caminar a una dirección que no
conocía y yo no tuve de otra que seguirla,
ubicándome a su lado para caminar al mismo ritmo.
—Solo creí que necesitaban un momento a solas.
—¿Tú podrías decirme qué está ocurriendo?
—Quisiera decírtelo, pero llegaron a un acuerdo
de…
—¿Cómo qué acuerdo? ¿De qué estás hablando?
—la interrumpí, atravesándome en su camino para
que se detuviera y respondiera mi exigente pregunta.
—No debería hablarte sobre esto.
—Pero vas a hacerlo —afirmé.
—No específicamente —me aclaró rodeándome
con una pequeña sonrisa para reanudar su paso,
obligándome a hacer lo mismo. La miré insistente
para que continuara hablando—. Solo no quieren,
bueno, queremos que les dé un ataque o nos tachen
de locos…
—En realidad, lo hicimos desde el principio —
volví a interrumpirla—, no conozco otra mejor
definición que “loco” para Edward y para él, tú eres
linda pero también actuaste de una manera muy

254
extraña cuando me abrazaste y cuando abrazaste a
Rouse prácticamente llorando.
—Estaba emocionada —se justificó.
—Y precisamente necesito conocer el motivo de
esa emoción, ¿qué lo causó? ¿Nosotras? ¿Nuevo
ganado para vender?
—¿Cómo? —dijo ante mis últimas palabras con
sus grandes ojos marrones muy abiertos, claramente
desconcertada—. No, claro que no. Pero tendrán esa
explicación muy pronto.
—Eso me comentó Rouse, que él le había dicho
que pronto nos contarían lo que estaba pasando.
Solo que yo tengo mucha paciencia.
—¿Aguardarías una semana? —interrogó, puse
cara pensativa hasta que expresé un «posiblemente»
en mis facciones—. Perfecto, porque solo han
puesto ese plazo para que vean que aquí —anunció
abriendo los brazos señalando nuestro alrededor
—… todo es muy normal y tranquilo.
—No sé qué decir al respecto —musité—, todo
sigue y seguirá resultando muy extraño hasta que no
sepamos la verdad. ¿Tú no me prestarías tu teléfono,
o sí? —dije cambiando de tema.

255
—Lo siento, pero prometí que no lo haría.
—Edward —gruñí por lo bajo—, no sé quién se
cree por haberme quitado algo exclusivamente mío.
Lo volví a tener en mis manos solo cuando Rouse se
comunicó con sus padres pero luego de eso, nada.
—No te preocupes, todo pasará en una semana.
Tú tranquila y disfruta.
—¿Disfrutar? Es fácil decirlo para ti que sigues
conservando tu teléfono.
—Mejor vamos a distraernos, Edward me dio su
tarjeta para que compraras lo que se te diera la gana.
—¿Después tendré que pagarle la cantidad que
gasté? —tuve que preguntar, un poco temerosa
porque los precios en este pueblo llamado Milford
no eran tan baratos, o por lo menos en la tienda que
visitamos. Puras ropas de marca.
—No, qué se joda —pronunció divertida
ocasionando que me riera, ella se veía tan fina que
escucharla usar una palabra “vulgar” me resultaba
un poco gracioso.
—Sí es así, ¿qué mejor forma de vengarme de él
que dejándolo sin un centavo? —Expuse con una

256
sonrisa—. Luego yo podría vender todo lo que
compré y convertirme en millonaria.
—Excelente plan —halagó Hazal, deteniéndole
delante de una zapatería—. Pero lamento
desilusionarte, esta tarjeta es sin límite de gastos.
Puse cara de desilusión, pero después cambié de
expresión, sonriendo de nuevo.
—Entonces compraré lo suficiente como para
comer bien el resto de mi vida. Mi plan sigue en pie.
—Comencemos entonces.
Nos sonreímos y próximamente ingresamos a la
tienda.

Pareciera que Edward me escuchó a metros de


distancia porque ni más pasamos el enorme portón
negro, él ya estaba saliendo de la casa, bajó los
escalones y se encaminó rápidamente hacia donde él
auto se estaba dirigiendo para estacionar.
De esa forma, cuando el auto se detuvo, él fue
quien me abrió la puerta.

257
—Vaya, ¿se compraron toda la tienda o qué? —
expresó observando el interior del vehículo mientras
yo me disponía a salir de él. Sonreí un poco
victoriosa al ver su cara de extrema impresión.
—Mejor ayúdame con esto —le tendí una bolsa,
él lo aceptó por inercia, me volví hacia el coche para
tomar otra y volver a entregárselo, realizando ese
procedimiento unas dos veces más hasta dejarle las
manos completamente ocupadas. Al final yo tomé
una bolsa y me distancié de él para observarle la
cara, las bolsas le llegaban hasta el cuello y me
parecía gracioso como él no podía ni bajar el mentón
por culpa de estas.
—Hazal, debiste detenerla —reprendió cuando la
rubia fue a abrir el maletero para sacar más de
nuestras compras.
—Tú ve subiendo esas cosas, ya después
hablamos —fue la respuesta que recibió de ella.
—¿Es qué no conoces a las mujeres? Vemos algo
lindo y lo queremos, y con la oportunidad infinita
que tú me diste, bueno… me emocioné un poquito.
—Si estás feliz, esta carga vale la pena —dijo él,
sorprendiéndome.

258
No dije nada, solo me dirigí hasta la casa con él
siguiéndome los talones.
—¿Y Rouse no ha llegado?
—No.
—Pues la necesito aquí, ya mismo —añadí.
—Tendrás que esperar.
—Mándale un mensaje a tu amigo, tú que tienes
teléfono —comencé con mis reproches.
—Lo haría, pero tengo las manos ocupadas —
repuso.
Le hice un gesto con la mano para que me
siguiera, subimos a mi habitación y allí dejamos las
cosas, las bolsas quedaron ubicadas sobre la cama.
—Ahora ya tienes libres tus manos —comenté—,
préstame tú teléfono.
—Sabes que no…
—Pero sí estarás tú conmigo —repliqué al notar
la negación en su cara.
Él negó con la cabeza, pero no fue en un gesto de
una negación realmente, fue como diciendo: esto no
puede ser.

259
Sacó el teléfono y me la tendió luego de ingresar
en el chat de «Lewis».
—Oye, devuélveme a mi amiga, ahora —grabé
un audio y se lo mandé—. ¿Ves lo sencillo que fue?
—le dije a Edward mientras le devolvía su IPhone.
—¿Y para qué la quieres aquí? Si está, me
abandonarás por ella.
—¿Celoso?
—Mucho —no lo negó.
—¿Por qué?
—Porque quiero seguir estando contigo a solas,
sin que nadie nos moleste.

—Para que nos sigamos conociendo, quiero que


te dejes llevar por lo que sientes, Abby.
—¿Y qué crees que siento, Edward?
—¿De verdad quieres que te lo responda?
—Sí, por eso pregunté.
Redujo con pasos cautelosos el espacio que
quedaba entre los dos, yo no me moví, esperé muy

260
pacientemente su próximo movimiento. Pero pese a
parecer estar bien, sin ninguna falla en la postura,
por dentro estaba gritando. Mi pulso estaba
acelerado, el latir desbocado de mi corazón me
advertía lo nerviosa que me encontraba.
Edward alzó su mano derecha y deslizó sus
nudillos sobre mi mandíbula en una suave caricia,
provocando que tragase saliva inevitablemente. Sus
ojos cafés encontraron los míos.
—Tú estás así por mí, Heaven.
Su voz fue baja y ronca, el tono íntimo que usó
me dejó sin aliento.
Acercó más su cuerpo al mío y yo di un paso
atrás, el calor que emanaba él quería envolverme y
yo no me iba a dejar atrapar.
—Te equivocas, acabo de llegar y tengo calor.
Quiero agua.
—Sigue mintiéndote si quieres, pero no puedes
negar que te mueres por mí.
—Eres atractivo, las chicas nos ponemos
nerviosas cuando alguien lindo nos mira —quise
justificarme—, y tú no solo me estás mirando,
también me estás tocando.

261
—Y eso te gusta —afirmó.
—No puedes saberlo —intenté distanciarme pero
él me sujetó por la cintura impidiéndome hacerlo,
provocando que, por la inesperada acción, mi pecho
se apoyara contra el suyo.
—Puedo saberlo, te miro y ya lo sé todo.
Sus ojos me observaron de una forma que me
estremeció. Y fue porque yo también supe que él no
mentía. Por alguna extraña razón yo sentía que en
cualquier momento Edward me devoraría, y lo decía
en todos los sentidos.
Y una parte de mi esperaba ansiosa ese momento,
una parte de mí necesitaba ser devorada por el lobo.
—¿Cuándo volveré con mis padres? —decidí
cambiar de tema. Él no me soltó, es más, bajó su
rostro hasta situarlo en la misma altura que mi cara.
Contuve mi respiración cuando lo tuve demasiado
cerca, iba a besarme.
Ah, no.
No lo hizo.
Di un paso atrás, un poco decepcionada.

262
—Mi trato sigue en pie, déjame libre y no te
delataré, diré que en todo momento tenía los ojos
vendados y…
—Tú no quieres irte.
Odié que tuviese razón.
—¿Eso es un no?
—Exactamente. Tú te quedas conmigo, Heaven.
—Deja de llamarme así, prefiero Abby.
—Imposible, siempre quise alcanzar el cielo y
ahora que lo he hecho… no sabes lo contento que
estoy.
—Ya han transcurrido las 48 horas, todos ya han
de estar buscándonos, solo es cuestión de tiempo
para que nos encuentren. Y por terco irás a prisión.
Él se rio libremente de mí, aproveché ese
momento para alejarme un poco más, mirándolo
mal.
—Sé que no vas a resignarte con eso hasta que
sepas lo que sucede, lo que nos ocurre. ¿Te sientes
preparada para conocer un nuevo mundo, Abby?
—Siempre estoy preparada.

263
—Vámonos, abajo. Acaban de llegar —él se
encaminó hasta la puerta que había quedado abierta,
y yo lo seguí sin discutir—. Hablaré con Lewis y…
tal vez ya nos quitemos este tema de encima.
—No me gusta tanto misterio.
—Créeme que no me gusta guardarte nada, pero
no quiero que me rechaces por lo que soy y por
quien soy.

Nos dirigimos a la cocina y allí los vi.


—¡Rouse! —exclamé al verla de espaldas a mí
junto a Hareth. Ambos miraban algo muy
interesados a través de la puerta de vidrio que daba
hacia el jardín.
Ella giró a verme y sonrió.
Al parecer estaba bien, muy bien.
—Abby, no puedo creer que me hayas
abandonado —reprochó en tono bajo cuando ya nos
encontrábamos cerca.
—No lo hice a propósito, solo sentía que debía
hacerlo.

264
—¿Y eso cómo es?
—Instinto lo llaman —me justifiqué.
—Pues no vuelvas a hacerlo —advirtió.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —me interesé. Aún no
podíamos hablar libremente de todo lo que sucedió,
nunca nos dejaban completamente a solas.
Ella miró hacia los chicos que intercambiaban
palabras por lo bajo.
Rouse miró específicamente a Hareth.
—Él sucede, me confunde mucho.

—Siento que me gusta —susurró muy bajito sin


despegar sus ojos de él. Y justo en ese momento,
Hareth la miró a lo que mi amiga rápidamente me
observó a mí totalmente ruborizada.
—¿Sientes qué?
—Lo que escuchaste y él me dice cosas que
también me gusta. No sé qué pasa conmigo.
—No eres la única —decidí por confesarle.
—¿Te pasa lo mismo con Edward?

265
—Exactamente lo mismo —me obligué a decir
pese a que no debería, no quería decirlo porque si no
sería real. Y yo acababa de hacerlo realidad, lo
confesé. Y como sucedió con mi amiga, Edward me
miró como si hubiese escuchado lo que dije.
Pero era imposible, Rouse y yo nos habíamos
alejado discretamente de ellos y, además, estábamos
susurrándonos.
Él me dedicó una sonrisa orgullosa mientras le
asentía a su amigo. Y seguidamente comenzaron a
acercarse hacia nosotras, en Rouse se notaba el
cambio que manifestaba cuando Hareth se acercaba,
lucía tan nerviosa e indefensa.
Tan inexperta.
En cambio yo me mantuve seria, batallando
contra las estupideces que ocurría en mi interior. Los
ojos de Edward no abandonaron los míos en ningún
momento a medida que se acercaba más y más.
—Las invitamos a pasar al jardín, habrá bocados
y bebidas —nos comunicó el rubio, viendo
enseguida a mi amiga, su atención únicamente la
tenía ella.
—¿Quieres comprarnos con comida? —pregunté
muy seria—. Porque si es así lo vas a conseguir —

266
sonreí. Rouse me miró expresando una evidente
negación en sus ojos.
—¿Entontes sí vamos a la piscina? —le preguntó
Rouse aparentemente con una conversación
pendiente con él.
—Sí —Hareth se acercó más—, esta semana
estaré completamente desocupado solo para
complacerte.
—¿Complacerme?
—Sí, pídeme lo que quieras y te lo concederé.
Entonces se me ocurrió una idea.
—Chis—chisté por lo bajo llamando la atención
de la pelirroja, sus ojos azules dieron conmigo, su
ceño ligeramente fruncido me indicaba su
desconcierto—, pídele nuestra libertad.
—Excepto esa —dijo entonces Hareth.
Me enderecé cruzándome de brazos y realizando
un gesto de disgusto. Uf.
Edward puso una mano en mi hombro, fijé mis
ojos en él arqueando una ceja.

267
—Lo pasarás bien, yo me encargaré de que esta
semana te sea inolvidable —expresó.
—No creo que nada supere lo del viernes,
primero casi me infarto porque casi nos
atropellamos contra los dos autos que nos
interceptaron y después nos secuestras.
—Todo eso será olvidado cuando sepas el
motivo.
—¿Y qué motivo?
Su amigo interfirió.
—Un motivo que no se puede cambiar, solo
aceptar.
—¿Sí? —dije cuando me percaté de que ese era
todo su argumento.
—No estamos seguros de su reacción, por ese
motivo hemos propuesto la explicación que les
prometí para este viernes —me respondió.
—Cinco días —dije—, ¿y qué pasará con
nuestros padres en ese tiempo? Seguro están como
locos intentando localizarnos.
—Ya me comuniqué con el número que marcó
Rouse —reveló él.

268
—¿De verdad? —dijo ella.
—Sí, y el trato que tenemos sigue en pie. Les
aseguré que estaban y que seguirían estando muy
bien, y así será.
—No te creo —me apresuré a decir. Sus ojos
marrones claros encontraron los míos, su mirada casi
severa me dijo en silencio que de alguna manera
respetara. Hareth tenía un rostro autoritario y
seductor, pero a mí nada me haría decaer.
—Abby —Edward dijo mi nombre, pero había
dirigido mi mirada a la de mi amiga que expresa un
claro: no tientes nuestra suerte.
Debería hacerle caso, pero no. No podía
simplemente olvidarme de lo que sucedió como si
nada. Y aparentemente ella lo había hecho, se notaba
que estaba desarmada por el rubio. Y estaba bien,
ella nunca se había permitido tener algo con alguien
por su problema. Pero ahora, ahora por alguna razón
estaba embelesada por el chico y además le permitía
su cercanía.
—Está bien —dije después de pensármelo
mucho. Solo debía esperar pocos días para saberlo,
exactamente como me lo había dicho Hazal.

269
—Muy bien —aceptó Hareth esbozando una
sonrisa de triunfadora, luego miró a mi amiga y se
acercó. Mi amiga a su lado parecía diminuta,
¿cuánto medían estos hombres?
—Quiero saber algo —le dijo Rouse—, ¿cuándo
pase la semana se terminará esa condescendencia
conmigo?
—Depende de lo que me pidas, Mia. Pero si te
refieres a que si cambiaré contigo, mi respuesta es
no. Siempre estaré dispuesto a todo por ti.
Edward ocupó mi atención cuando se puso
delante de mi vista.
—Espero que en una de las tantas bolsas haya un
bañador.
—Para tu suerte, sí —le afirmé. Anoche
habíamos realizado una pijamada de bienvenida con
Rouse y Hazal, platicamos sobre todo un poco y
decidimos algún día juntarnos en la hermosa piscina
que decoraba el jardín trasero. No creí que ese día
llegaría tan pronto.

Terminé de ajustarme la cola alta que me había


realizado, mi cabello no era tan largo, apenas me

270
llegaba a mitad de la espalda. Me observé
detalladamente el cuerpo, el traje de baño era de dos
piezas, el color era de un verde militar. Lo había
comprado por sugerencia de Hazal, había dicho que
combinaba con mis ojos.
Y me gustaba lo que estaba viendo.
«Me gusta decirme que soy perfecta, a pesar de
saber que es la peor mentira de todas».
Pero quería creerlo, y creía creerlo. Me gustaba
mi cuerpo, era esbelta y no tenía ninguna queja de
mi figura, estaba conforme con mi apariencia porque
la falla no estaba ahí, la falla estaba en mi cabeza.
Antes de deprimirme decidí abandonar el baño.
Salí de ahí y al abrir la puerta de mi habitación me
encontré con Rouse del otro lado, tenía su mano
empuñada alzada, a punto de tocar la puerta.
—¿Qué haces con una camisa? —le pregunté, la
camisa blanca que traía puesta me desconcertó.
—¿Qué? ¿Pensabas que iba a salir a modelar
como tú? Ni hablar.
—¿Y por qué no? Tienes que mostrarte fabulosa,
ya lo eres pero tú tienes que presumirte.

271
—Me gusta esta camisa —me respondió—, huele
bien.
—¿Y te vas a meter con la camisa en la piscina?
—quise saber.
—Tal vez. Pero ya vámonos, observé por la
ventana y ahí los vi esperándonos.
—¿Y viste si ya llevaron la comida?
—Vamos a averiguarlo.
Nos dispusimos a ir a encontrarnos con los
chicos, y en el medio del trayecto nos fuimos
comentando de todo, haciéndonos conocer lo que la
otra vivía.
—Hazal —la llamé cuando la vi en la cocina, ella
se encontraba detrás de la isla envolviendo algo. No
estaba vestida como nosotras, pareciera que estaba a
punto de salir.
—Hey, chicas —saludó—. Disfruten su día de
piscina, me gustaría acompañarlas pero iré con
Malcom a ver a su familia.
—En otra ocasión será —dijo Rouse.
—¿Y qué es eso? —pregunté señalando lo que
había guardado en una bolsa.

272
—Una tarta, lo mandé a pedir pero diré que lo
hice yo, por eso hice todo el procedimiento de
cambio de bolsa —confesó con una sonrisa de
culpabilidad.
—Buena suerte con tu suegra —se me ocurrió
decir sonriéndole un poco. Nos despedimos de ella
con un gesto de mano y avanzamos hasta llegar en la
piscina.
El jardín era enorme, las flores se veían hermosas
y había mucha sombra por los tantos árboles que
ocupaba el terreno.
Ambos chicos estaban recostados en las
tumbonas, protegidos del sol por unas sombrillas,
ambos tenían una bebida en mano, pero ni más se
percataron de nuestra presencia se pusieron de pie
para contemplarnos. A Edward le cubrían los ojos
unos lentes de sol, pero se los quitó para admirarme.
Hareth en cambio, sonrió y se acercó hacia mi
amiga.
—Veo que te gustó mucho mi camisa —lo
escuché decir mientras me aproximaba hacia
Edward solo porque a su lado noté la mesa que
contenía los bocados y bebidas que me prometieron.
—Es muy cómoda —respondió Rouse.

273
Transcurrieron unos pocos minutos, decidimos
meternos en la piscina, ya habíamos bebido algo y
entablado una pequeña conversación entre todos.
Y en vez de resultarme muy extraño, raro e
inusual, me estaba pareciendo bien. El ambiente no
era para nada incomodo, todos estábamos relajados
pero cargado de un algo que nos hacía diferentes.
Notaba esa sensación desconocida que aparecía
cuando esa persona te miraba.
—¿En serio no te vas a quitar la camisa? —
averigüé de nuevo cuando ya me encontraba con
Rouse en la orilla de la piscina. Ella negó con la
cabeza, me encogí de hombros, resignada.
Yo salté primero, seguido de ella. Y de una forma
inesperada los chicos nos alcanzaron casi al instante.
Me distancié de la orilla casi entre risas, Edward
me estaba persiguiendo.
—¡Alto! —exclamé en su dirección cuando me
detuve, estaba muy agitada.
—¿Qué? ¿Tan poca resistencia tienes? —
cuestionó—. Si es así deberías ir preparándote, soy
un salvaje insaciable en la cama, Abby.

274
Me quedé en silencio durante un momento
procesando sus palabras.
—Eres un idiota —exclamé y me dispuse a
alejarme de él, Edward solo se rio y no me detuvo.
Observé hacia mi amiga que se había quedado en
el mismo lugar, ahora ella se encontraba sentada en
el borde de la piscina con Hareth delante de ella
seguramente hablándole porque la cara de Rouse
expresaba embelesamiento, ella lucía una expresión
hechizada, estaba idiotizada por él. La camisa que se
había negado a quitar se encontraba muy pegada a
su cuerpo, ¿por qué las chicas con las mejores
curvas eran tan conservadoras? Si yo tuviese el
cuerpo de mi amiga me la pasaría en bikinis.
Okey, no tan así. Pero debía admitir que Rouse
era de ese porcentaje de chicas que era
absolutamente perfecta. Ella no lo admitiría jamás,
era muy inocente.
—Creo que te la vas a tener que quitar —Hareth
expresó en un tono peligroso que evidentemente mi
amiga no notó.
Llegué en la orilla y me impulsé, saliendo
durante un momento de la piscina para sentarme en

275
el borde de esta, viendo de reojo lo que ocurría a tan
solo unos cuatro metros de mí.
Rouse seguía idiotizada por el atractivo rostro de
Hareth, él estaba tan cerca y ella no estaba dándose
cuenta de ello, o tal vez sí. Yo como la amiga
debería ir e interferir. Pero nuevamente había ese
algo que me pedía que no lo hiciera. Entonces ella
procedió a obedecerle, comenzando a desabotonar
muy lentamente su mojada prenda blanca ante la
atenta mirada hambrienta de él. Y luego él la ayudó,
descubriéndola y bajando la vista del rostro de ella
para admirar los pechos bien proporcionados y
redondos que se reveló. El traje de baño que usaba
era rojo, también de dos piezas y para él conocer ese
dato fue como descubrir una mina de oro.
—Hey, ¿podrías tan solo dejarte llevar como lo
está haciendo ella? —dijo Edward apareciendo por
delante de mí. Lo miré al instante sintiendo una
oleada de emociones al verlo con el cabello mojado,
su rostro con las gotas de agua corriendo en él lo
hacía ver aún más hermoso. Ya habíamos
compartido un momento similar a este en el lago
pero nuevamente él me estaba cautivando.
Puso las manos a los lados de mí, atrapándome.

276
—Cuando te refieres a eso supongo que lo dices
queriendo que yo te dé vía libre para poner tus
manos sobre mí como lo está haciendo tu amigo en
este momento con la mía —señalé nuestro costado
en donde Hareth aprovechaba un momento para
recorrer con sus manos el hombro de Rouse.
—Sí que eres inteligente —expresó él.
—Te lo dije, no caeré en tu juego.
—Yo veo que sí quieres hacerlo —susurró en un
tono que me hizo tragar saliva, y de pronto sus
manos fueron a parar en mis muslos, comenzó a
subir una sin perder su mirada de mi rostro,
queriendo ver mi reacción.
Y yo no me permití darle lo que quería, aguanté
el temblor en mi cuerpo y disimulé que no me
pasaba nada. Pero la corriente en mi espina dorsal
me advertía que su toque estaba acabando conmigo
de una manera lenta y tortuosamente deliciosa. Y
cuando los dedos de Edward fueron dirigiéndose en
la parte interna de mi muslo, reaccioné. Me eché
para atrás de golpe, poniéndome de pie del mismo
modo. Y no pasó mucho para que él hiciera lo
mismo.

277
—¿Qué? —me preguntó al notar que lo miraba
mal.
—¿Tú, qué?
—Nada.
—Tú nada, pero controla esas manos —advertí
yendo por una bebida, de pronto tenía la garganta
seca. Y mi estúpido corazón ya se encontraba
nuevamente muy alterado.
—Intentaré complacerte, bonita.
—Gracias. Y pon algo de música, ¿no?
—Vuelvo enseguida.
Edward regresó poco después con un pequeño
parlante, chico pero con una calidad impresionante.
—Te enseñaría mi lista de reproducción, pero
como no tengo mi teléfono —le dije expresándole
una vez más mis reproches.
—Te lo regresaré pronto, Abby. Tranquila.
—Es fácil para ti, a ti no te han arrebatado el
tuyo, ahí lo tienes —señalé su mano.
—¿Quieres elegir la canción? —propuso
ofreciéndome su teléfono y no dudé en aceptarlo.

278
Tener un aparato electrónico en la mano fue
como recibir descargas de vida. Una suprema
felicidad me abordó durante todo ese tiempo.
Coloqué una canción tranquila que combinaba
muy bien con el ambiente.
Hareth y Rouse también se acercaron, ella se
notaba muy tímida usando tan poca ropa. Pero la
animé con música y poco después ella ya se
encontraba bailando con Hareth, Rouse tenía sus
manos ubicadas en los hombros de él mientras que
Hareth mantenía una mano en la cintura de ella y
otra en la espalda baja. Los observé suspicaz,
desconfiada de lo que podría pasar.
—Te dije que para la próxima habría música —oí
decirlo a él. Luego compartieron una risa que no
entendí.
—¿No quieres bailar tú también?
—¿No ves que estoy comiendo? —le respondí a
Edward. Solo que no lo miré, Hareth parecía un
animal a punto de cazar a su presa, bueno, ya la
tenía entre sus garras pero al menos aún no la
devoraba, aún.
—¡Cuidado esas manos! —le grité cuando noté
que la mano del rubio bajaba ligeramente, ellos me

279
miraron y yo puse cara de inocente al darme cuenta
que los saqué de su burbuja.
—Termina eso y baila conmigo, encontré una
canción que podría decirte mucho —dijo Edward, la
nota misteriosa que percibí en su voz hizo que lo
mirara intrigada.
Así que tragué el último bocado de fruta y me
puse de pie.
—¿Bailamos o qué? —dije notablemente
impaciente.
Él asintió y esbozó una sonrisa que me intrigó
más, su rostro se tornó medio divertido
confundiéndome un poco. Alcanzó su teléfono y
cambió de tema, y reconocí al instante la canción
que puso.
Maroon 5, animals.
Cariño, te voy a acechar esta noche.
Te voy a cazar, te voy a comer viva.
Como animales, animales.
Como animales.

280
—¿Me dedicas esta canción? —le pregunté a
Edward un poco incrédula.
—Sí —contestó, agarrándome de la mano para
que nos dirigiéramos a la pista improvisada. ¿Cómo
se supone que se bailaba esta canción?
Tal vez pienses que puedes esconderte, puedo
oler tu aroma a metros de distancia.
No sabía muy bien cómo tomarme esa afirmación
sabiendo de que iba la canción. Pero viendo a
Rouse, notando como ella se dejaba llevar, eliminé
de mi mente durante un momento nuestra situación y
solo me dejé llevar también por mi instinto.

Los cuatro nos encontrábamos sobre las


tumbonas, boca arriba disfrutando de los últimos
rayos de sol.
Mantuvimos un silencio agradable hasta que me
acordé de algo.
—Lewis —dije, apoyándome sobre mis codos
para verlo porque seguido de mí estaba Rouse,
después él.
—¿Sí? —dijo de forma automática.

281
—No sé si sepas pero Rouse y yo aún debemos
asistir a clases, queremos tener un buen futuro algún
día.
—¿Qué quieres saber?
—Hazal nos ha dicho que eres importante aquí.
—Es hijo del alcalde —me comunicó Edward.
—Oh, como sea —suspiré—. ¿Cuándo
podríamos regresar a clases?
—El viernes obtendrás esa respuesta.
—¿Qué tanto debemos prepararnos para ese día?
—le preguntó Rouse.
—No lo hagan, solo será una conversación
normal, exactamente como ahora.
—Y si no vamos a clases en la semana y solo
estaremos aquí, ¿qué se supone que vamos a hacer?
—cuestioné.
—Está casa tiene cosas muy interesantes —dijo
el dueño—, por ejemplo, podríamos entretenernos
en la sala de cine o en el gimnasio.
—¡Sala de cine! —hablé al mismo tiempo que
Rouse, por ese hecho nos miramos y reímos al

282
momento.
—En la semana yo suelo salir a correr antes de
meterme de lleno al gimnasio, el aire fresco de la
mañana me despierta y despeja de todo —mencionó
Hareth—, ¿podríamos ir a correr? Será relajante —
propuso.
—¿Por la mañana? —dije a lo que él hizo un
gesto afirmativo—. Paso, si yo no asisto a la escuela,
duermo.
—A mí me gustaría —le dijo Rouse.
—Entonces tú y yo vamos a ir a correr mañana,
verás que será muy agradable. Milford es un lugar
muy tranquilo.
—¿Y entonces nosotros vamos a quedarnos
durmiendo? —escuché decir a Edward.
—¿Nosotros?

—Jódete, me agrada la cama grande y solita para


mí que me dieron —aclaré.
—Yo haré que me quieras ahí, te lo aseguro.

283
—Ya lo veremos —dije acabando la conversación
ahí cuando me acosté por completo sobre la
tumbona.
—Iré por más bebidas —anunció Edward a lo
que automáticamente levanté la cabeza para verlo
alejándose.
Mis ojos quedaron fijos en su trasero, vi el vaivén
de esos moviéndose y, por inercia, me mordí el labio
inferior. Tenía un muy buen culo, debía admitirlo.
Pese a que Edward era alto y delgado, yo no podía
calificarlo como un palo alto porque él tenía bien
definido sus buenas proporciones, como sus brazos,
abdomen y por supuesto, su culo. Su espalda
también me gustaba, sus piernas… En realidad no le
veía nada mal.
Pero definitivamente por ahora lo que más
llamaba mi atención era su culo. Porque lo que más
me va a gustar después es muy evidente, tan fácil de
deducir que ni siquiera lo diré.

Ay, ¡Diablos, Heaven!


Cuanto atrevimiento por acá. Díganme que les
pareció el capítulo, me complacería mucho saber su

284
opinión a cerca de ella. Y bueno, Edward también,
jeje.
Las que se tomaron el tiempo de leer esta nueva
edición, muchas gracias, espero esten disfrutando de
la lectura. Ya se está notando cada vez más lo
nuevo…

285
11. El lobo feroz

Capítulo 11: EL LOBO FEROZ


Mia
Yo pertenecía a ese porcentaje de personas que
soñaba muy pocas veces para no decir nunca, y
cuando lo hacía se sentía tan malditamente real.
Así que ahí estaba yo, en mi fantasía me
encontraba de vuelta en la misma escena de la
boutique, cuando Hareth y acortamos la distancia
entre los dos.
Bésame, había dicho. Y en la realidad él había
sonreído, no como en mi sueño, allí si me obedeció,
me estaba obedeciendo porque su rostro se estaba
aproximando demasiado hacia el mío.
Oh, Dios. Un remolino de emociones me inundó,
la adrenalina se activó en mi sistema permitiéndome
ser valiente. Y entonces apoyé una mano en el rostro
de Hareth, nos miramos y luego cerré los ojos para
recibir su beso.
Y entonces desperté, las ansias y las ganas de
saber cómo se hubiese sentido nuestro contacto

286
provocaron que me dieran ganas de gritar. El
corazón me latía desbocado y mi respiración se
encontraba pesada, me encontraba un poco enfadada
por haber despertado tan repentinamente. Y todo
había sido por culpa de un ruido, un estruendoso
sonido.
Me apoyé en los codos y miré el reloj digital que
mostraba las 05: 03 A.M.
Dirigí la vista hacia la zona donde había luz, la
puerta del armario estaba entreabierta, tenía la luz
encendida al igual que la del baño.
—¿Hareth? —lo llamé, dudosa. Me deslicé de la
cama hasta sentarme en el borde de esta, me
restregué los ojos y escondí un bostezo en la palma
de mi mano.
—Aquí estoy —contestó, saliendo desde el
interior del baño. Lo observé por un segundo y noté
que estaba vestido con ropa deportiva—. Perdona
por el ruido, se me cayó algo sin querer —dijo
avanzando hasta detenerse justo por delante de mí.
Su altura y su maravilloso atractivo me intimidaron,
y lo que casi sucedió en mi sueño invadió mi mente
haciendo que me fuese imposible no sentir
vergüenza.

287
—No pasa nada —dije restándole importancia y
apartando discretamente mi mirada de su rostro, ya
no soportaba verlo porque la emoción que sentía
estaba siendo demasiado evidente en mi rostro,
sentía las mejillas demasiado caliente y él no decía
nada al respecto.
—Igual te estaba por despertar —informó
logrando que mi vista volviera a su rostro,
inclinando la cabeza hacia atrás con un claro
manifiesto de interés estampado en mi semblante.
—¿Por qué?
—¿Cómo habíamos quedado ayer?
—¿Ayer? —me puse a pensar y lo recordé: salir a
correr—. Ay no, acabo de cambiar de parecer ¿te
importaría ir solo? Creo que me quedaré haciendo lo
mismo que Abby. Ah y tú con suerte puedes
conseguir que Edward te acompañe.
—Yo te quiero a ti. Lo prometiste, Mia —
reprochó, y me acordé haciéndolo justo antes de
dormir. Él seguía negándose a ir en otra habitación o
asignarme otra, así que ambos dormíamos en el
mismo cuarto, él en el sofá por supuesto. Justo antes
de que apagáramos las luces habíamos reiterado
nuestro trato del día siguiente.

288
—Pero tu cama es muy cómoda —me defendí,
echándome hacia atrás para volver a acomodarme en
ella.
—No, no, no —dijo él al notar lo que hacía,
apenas mi espalda tocó el fabuloso colchón yo sentí
a él sosteniéndome por los brazos para levantarme.
—Hareth —me quejé con la voz adormilada—.
Hareth… —volví a decirle, debilitándome por
completo para que se le dificultase su trabajo que
querer ponerme de pie.
—Tienes que hacer ejercicio, Mia. Vamos, no
puedes…
—Yo hago ejercicio —lo interrumpí, echando la
cabeza hacia atrás—, pero en la tarde, y sí puedo…
—añadí.
—Si así lo prefieres —oí que dijo. Pensé que ya
se iba a rendir conmigo, pero no. Ni siquiera pasó
tres segundos cuando lo sentí tomarme de la cintura,
igual no me levanté. Después sentí como ubicaba su
mano detrás de mi cuello para poder levantarme.
—Hareth…
—¿Quieres que te cargue?

289
—Dormir —susurré, estirando mis brazos para
colocarlos detrás de su espalda.
Deslicé una mano hasta su cuello, toqué su pelo
levemente. Lo sentí cernirse sobre mí. Quería abrir
los ojos para ver lo que iba a hacerme, pero la pereza
me ganó y no los abrí.
—¿De verdad quieres hacer esto? —me preguntó,
no sabía a qué se refería así que no dije nada. De un
momento a otro sentí su respiración muy cerca de
mí, su aliento fresco chocó contra mi cuello. Abrí
los ojos al instante y allí me di cuenta que nos
encontrábamos en una posición demasiado
comprometedora.
Mis manos estaban sobre sus hombros, por lo
cual él se encontraba arriba de mí, con las manos
apoyadas en cada lado de mi cara. Su rostro estaba
metido levemente entre mi hombro y cuello, su nariz
rozaba en una caricia una parte de estos.
«Madre mía, Dios, no me desampares ahora
mismo» rogué en mi fuero interno.
—¿Qué estás haciendo? —apenas pude
pronunciar esas tres palabras, sentía como el aire
empezaba a faltarme por lo sensual que me resultaba
aquello. Mis piernas colgaban por el borde de la

290
cama, empecé a flexionar una, pero Hareth fue más
rápido que yo y lo sostuvo con una mano. Dejó su
mano en mi muslo. Me quedé quieta y respiré por la
boca. Deslizó su nariz contra la piel de mi cuello,
todo mi cuerpo se había estremecido. Solté mis
manos de sus hombros para poder dejarlas reposar a
los lados de mí.
—¿Quieres seguir jugando? —me preguntó, antes
de darle un pequeño beso a mi cuello. En ese
momento no pude evitar jadear por la sorpresa. Más
que un pequeño beso lo había sentido como un
lametazo.
—¡Hareth…! —quise quejarme. Traté de
empujarlo con mis manos, pero no se pudo. Él solo
se rio de mí al tiempo que se levantaba y me volvía a
tomar por ambos brazos para luego impulsarme
hacia él, levantándome de la cama.
—No sabes cómo me pones, querida Mia —dijo
cambiando el tono de su voz a una demasiado grave
y sexy. Casi temblé en mi lugar cuando lo vi
acercarse a mí otra vez, di un paso hacia atrás
apartándome por completo de él.
—Hareth…—no sabía que decirle, bueno, sí.
Pero no sabía cómo. No quería decirle que él
también me ponía de un modo raro y desconocido.

291
—¿Lista para salir a correr, Rouse?
—Si no me queda de otra —le contesté con un
fingido desinterés. Miré para otro lado para no ver
su sonrisa triunfal.
—En 10 minutos te quiero abajo —ordenó en
tono alto tras adquirir un semblante serio, justo
como el de un militar.
—¿Tan poco?
—10 minutos son 10 minutos. Espero que seas
puntual —me dijo encaminándose hacia la puerta de
la habitación.
—Como ordene, mi coronel—ironicé con una
sonrisa divertida, él se detuvo y giró a verme.
—No soy un coronel, soy un rey—expresó
seriamente, pude distinguir atisbos de diversión en
su expresión.
—Como ordene, majestad —me corregí,
inclinando ligeramente la cabeza, intentando hacer
una ridícula reverencia. Él simplemente sonrió,
observándome complacido.
Después de que él se fuera me tumbé en la cama
otra vez, solo fueron un minuto porque no quería
que él me volviese a levantar.

292
Unos minutos después ya estaba cruzando el
umbral de la puerta principal en busca de Hareth.
Bajé los escalones a grandes zancadas.
—Muy bien. Te sobraron 30 segundos —me dijo
sin verme. Solo miró el reloj de su muñeca.
Me fui a posicionar a su lado. Me había puesto
unos leggings, una musculosa blanca y, como hacía
frío porque el sol ni se asomaba, me había colocado
una sudadera gris.
Empecé a dar pequeños saltos a su lado,
estrenando las zapatillas deportivas que combinaban
con mi atuendo.
—Me gusta competir —me informó, dejé de
moverme y lo miré con las cejas alzadas al detectar
la aproximación de algo brillar emocionados en sus
ojos—. ¡Quién sale primero de la casa! —exclamó
antes de salir corriendo en dirección a la salida de la
propiedad.
—¡Hareth, ¿dónde queda la cuenta regresiva,
tramposo?! —dije tras ponerme al instante a correr
detrás de él.

293
—¿Ves que es relajante? —me preguntó Hareth
trotando por delante de mí.
—¡¿Acaso no ves a un cadáver perseguirte?! —le
grité como pude, estaba muerta. Al principio fue
lindo: sentir la brisa fresca contra el rostro a la vez
que corrías libremente por la carretera. Pero existe
algo que se llama cansancio, algo que Hareth
desconocía por lo que pude notar.
—Vamos, debes de tener más resistencia, Mia —
me dijo dándose la vuelta para mirarme, quedándose
quieto a esperarme.
—Tengo resistencia —objeté.
—Duraste una hora a mi lado…
—Esos son suficientes para mí —le interrumpí
dejando de trotar, más bien correr detrás de él.
Inhalé y exhalé el aire por la boca en busca de
fuerzas.
—Lo mínimo que tienes que aguantar son dos
horas.
—¡Dos horas! Estás loco. Ni que fuera tan
atlética, apenas sé hacer una voltereta en el aire
como para estar aguantando dos horas — empecé a
decir moviendo mis manos—. ¿Tienes agua? —

294
pregunté, sintiendo la garganta seca. Ya no tenía
saliva para tragar.
—No traje nada. Pero en unos 10 minutos
corriendo podemos llegar en el pueblo. ¿Qué dices?
¿Una carrera? —propuso mirándome con
superioridad. Al escucharlo decirme aquello me
quise aventar en cualquier sitio y dormir por lo
menos durante tres días seguidos.
—Ni drogada vuelvo a correr —le dije
cruzándome de brazos—. Mis piernas ya no
aguantan más, si vuelvo a correr me voy a caer
rompiéndome todos mis huesos.
—No seas tan exagerada. Podrás aguantar un
poco más. ¿Vamos? Vamos o te quedaras sola en
este bosque —habló en tono amenazante, señalando
los árboles a nuestro alrededor.
—No me dejarías sola.
—Cuidado con el lobo feroz. Mitos cuentan que
por estas partes estaba la casa de la abuela de
Caperucita roja —me advirtió empezando a caminar
hacia atrás.
—No creo en esas cosas. Solo quieres asustarme.

295
—Claro que es cierto. La mayoría de los mitos
son verdaderos como, por ejemplo…—me decía,
pero se calló de repente—. Mia, corre —dijo en tono
serio, tanto que me preocupó.
—¿Qué? —lo miré sin entender y con el temor
inundándome de a poco.
—Que corras —me susurró. Por el semblante de
su rostro supuse que había visto algo. El corazón me
empezó a latir demasiado deprisa.
—¿Qué pasa, Hareth? —le pregunté con miedo a
dar un paso hacia adelante.
Me estaba asustando, lo que sea que haya visto
me estaba asustando y eso que yo ni siquiera lo
había visto todavía.
—Más te vale no sea una broma porque si es
así…
—No, veo algo, distingo algo… ahí —señaló tras
de mí, pero yo era tan cobarde que ya estaba
temblando como una hoja incapaz de voltearme a
ver.
—Hareth, de verdad, ruégale a Cristo para que te
proteja si descubro que me estás mintiendo.
Su expresión no cambió ante mi advertencia.

296
—Tienes que hacerme caso, Mia. Ahí algo allí —
me informó en tono bajo, serio y preocupado. Hasta
que de pronto la inquietud en su rostro fue mayor, y
entonces él exclamó—: ¡Ahí viene! ¡Corre! ¡Es el
lobo feroz! ¡Corre, Mia! —Ante los gritos de Hareth
no pensé en nada más. Ni en lo cansada que me
encontraba. Solo corrí.
Como un flash pasé por su lado, sin mirar hacia
atrás. Poco después él me agarró de la mano y me
estiró de ella para poder avanzar a mayor velocidad.
Mis piernas no podían más. Pero algo se había
activado en mí, una adrenalina se apoderó de mí y
así pude pisar el suelo con más intensidad
avanzando más rápido.
No supe en cuántos minutos nos detuvimos.
Estaba jadeando como loca. Pero me alegré bastante
cuando mis ojos pudieron captar algunas casas a no
tan lejos de nosotros.
Solo que de un momento a otro Hareth empezó a
reírse.
¿Qué le sucedía?
Levanté el rostro del suelo. Estaba inclinada con
las manos puestas en las rodillas ligeramente
flexionadas, tratando de recobrar fuerzas.

297
Las carcajadas de Hareth de algún modo me
alegraban, pero estaba exagerando. Me erguí,
mirándolo con todo el desconcierto del mundo, lo vi
agarrarse el estómago por culpa de la risa.
—Tenías que haber visto tu cara —pronunció
entre risas—. Tú… —se siguió riendo.
—¿Yo? ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué te estás
riendo? —le pregunté, avanzando a grandes
zancadas hacia él.
—El lobo… —apenas dijo esas palabras lo
comprendí todo— era una broma —carcajeó
limpiándose una lagrima.
—¡Eres un idiota! Un grandísimo idiota—le
chillé mientras le golpeaba el pecho. Igualmente él
se siguió riendo al igual que yo seguí con mis golpes
— ¿Sabes las cuántas veces que me tropecé? ¡Casi
me morí! Y tú… ¡Deja de reírte!
—Admite que fue divertido —dijo dejando de
reírse. Me agarró de ambos brazos deteniendo mis
golpes hacia él.
—No, no lo fue para nada. ¿Es que no te das
cuenta que casi morí?

298
—Claro que no. No fue para tanto —habló
evitando reírse, él no se rio. Yo lo hice. Me empecé
a reír de mí misma. Como él no me soltaba de los
brazos tuve que apoyar la frente en su pecho para
poder tranquilizarme.
—Está bien, ahora no pienso volver a correr —le
avisé después de un rato, levantando la cabeza para
poder mirarlo.
—¿Y cómo vamos a volver a casa?
—Pidamos un Uber —sugerí.
—Aquí no llega ese servicio —me informó,
soltándome los brazos.
—Entonces pobre de ti —suspiré, él me miró
interrogativo—, pobre de ti porque vas a tener que
llevarme tras tu espalda o como sea. No pienso ni
caminar —determiné, cruzándome de brazos,
dispuesta a no mover ni un solo músculo.
—Con gusto, reina—dijo condescendiente,
haciendo una reverencia. Pensé que se iba a negar,
pero fue más fácil de lo que pensé.
—Así me gusta —sonreí.
—Sube —dijo, girando e inclinándose un poco
ofreciéndome su espalda. Dudé por unos segundos,

299
pero finalmente avancé y estiré el brazo
colocándolos por encima de sus hombros. Me
impulsé y rodeé mis piernas a su cintura. Él se
enderezó, colocando sus manos por debajo de mi
culo. Mierda.
Automáticamente me puse inquieta, podía sentir
con perfección como mi corazón latía a mayor
velocidad y sabía que él podía notarlo ya que para
ese momento mi pecho estaba pegado a su espalda.
—¿Cómoda?—inquirió, viéndome de reojo,
escondiendo una sonrisa arrogante. Si quiso
ocultarme su satisfacción no le funcionó porque
aquella emoción estaba reflejándose muy bien en su
mirada.
—Deja de molestarme —murmuré, inclinando el
rostro hasta esconderlo por detrás de su cuello,
sintiéndome tímida de repente. Estar tan pegada a él
de alguna forma se sentía incorrecto.
—No lo hago —se defendió, dando el primer
paso—. Solo quiero que te sientas cómoda conmigo
—se escuchó sincero, alcé la cabeza un poco,
impresionada por su revelación.
—¿Por qué? —dije en voz baja, suave e
intrigada.

300
—Lo sabes —aquello fue su única respuesta. Lo
sabía y por eso no dije nada más, volví a acercar mi
cara a su espalda y ahí lo descansé, cerrando los ojos
y sintiéndome más relajada.
Él comenzó a hablarme de Milford. Me comentó
sobre los mejores lugares que tenía que visitar y que
sin duda alguna me iban a enamorar. Lo escuché
atentamente, oír su voz y la manera en la que me
narraba y describía los lugares era impresionante.
—Ya puedes bajarme —dije al darme cuenta que
ya estábamos por llegar a nuestro destino. Él se
detuvo y yo salté al bajarme de una forma rápida,
perdí un poco el equilibrio pero antes de caerme al
suelo una mano me sujeto por el brazo,
deteniéndome.
—Hey —dijo Hareth, atrayéndome más a él.
—Perdona —musité, un poco avergonzada.
—¿Estás bien? —dijo inspeccionándome,
notándose preocupado.
—Lo estoy, gracias.
—Nunca permitiría que llegues al suelo, Mia.
Siempre estaré aquí para impedir que te caigas.

301
—¿Por qué eres así de bueno conmigo?—expresé
mis pensamientos en voz alta. Él ladeó un poco la
cabeza, curvando las comisuras de su boca en una
sonrisa seductor. Sus ojos chispeaba una emoción
atrayente, dándole una mirada absolutamente
agradable.
—Porque mereces lo mejor de mí, no quiero
volver a equivocarme.
—¿Eh? —pronuncié, con el entrecejo fruncido.
Hareth no dijo nada, únicamente me observó con
esa mirada dulce con tintes que expresaba algo más.
—Vamos por el agua —dije entonces,
separándome de él.
—Los locales siguen cerrados.
—¿No hay un parque con esas fuentecitas para
beber?
—Sí, pero más adelante, a unos diez minutos
más.
—Uf, no, me cansé como para seguir caminando
—exclamé, quejosa.
—¡Oye! —Hareth me miró indignado y me dio
un suave empujón, con semblante divertido— Sí te

302
cargué durante todo el rato.
—Esa bromita tuya aún me tiene al borde del
colapso —me defendí con convicción y firmeza, él
negó con la cabeza con una sonrisa de labios
pegados—. Vamos, que estoy seca —dije,
tomándolo de la mano para tirarlo de ahí y avanzar.
Al darme cuenta de ello, segundos después, intenté
soltar su mano, pero antes de lograrlo, él entrelazó
sus dedos con los míos. La calidez de su mano me
consumió.
Pasaron unos minutos en donde yo veía todo con
fascinación, escuchando a Hareth nombrar cada
lugar. Su voz totalmente seductor me tenía
absolutamente hipnotizada.
Llegamos al parque, bebí todo el agua que quise
hasta saciarme por completo. Me erguí secándome el
agua que se había corrido hacia mi barbilla con la
mano. Puse distancia de la fuente para darle acceso a
Hareth, él hizo lo mismo y mientras aguardaba
observé nuestro entorno. El lugar era precioso, esa
zona era como el Central Park de Nueva York, solo
que más pequeño, pero yo lo decía más bien porque
se encontraba justo en el centro y estaba casi
inundado por árboles.

303
Los locales apenas estaban abriendo, muy pocos
autos pasaban.
—No pensé que nos alejaríamos tanto de la casa
—dije cuando Hareth se colocó a mi lado—. Y
después íbamos a meternos al gimnasio, ¿verdad?
—Vamos —me corrigió él.
—Este secuestro me está resultando demasiado,
pero demasiado extraño. O tal vez —me quedé
callada cuando una loca idea cruzó por mi cabeza.
—Esto no es un secuestro, solo te estoy
reteniendo porque… —también se quedó callado al
no encontrar un buen argumento.
—¿Tú quieres que me ejercite para moldear mi
cuerpo y después venderme?
—¿Qué? —pronunció incrédulo y casi
horrorizado.
—Por tu reacción deduzco que no, pero no está
mal tener el pensamiento de Abby en la cabeza.
—Olvídalo, en unos pocos días entenderás todo,
sabrás mis motivos por no querer soltarte.
—Pero nuestro trato sigue, ¿verdad? Yo estoy
contando los días, Hareth —le comuniqué, seria de

304
repente. Aunque la sola idea de alejarme de él me
intranquilizaba de una forma impresionante.
—Tú decidirás después cómo queda ese acuerdo.
—¿Tú quieres que me quede contigo?
—Sí, quiero que lo hagas, Mia.
—Y el motivo lo conoceré en cuatro días —
susurré.
—Esa es la idea, quiero que antes de que sepas la
verdad me conozcas a mí, mi humanidad.
—¿Tu humanidad? —dije con el entrecejo
fruncido.
—Solo quiero mostrarte que este mundo también
es bueno.
—¿Qué mundo? —pregunté, me estaba
confundiendo.
—Este, Milford, ¿tú lo ves, Rouse? —Hareth
arrastró su mirada a nuestro entorno, yo hice lo
mismo intentando averiguar qué era lo que
realmente quería que viese— ¿Ves que aquí no hay
nada que temer?

305
—Es un pueblo muy bonito, Hareth. Dan ganas
de quedarse —solté sin saber muy bien el motivo.
—Contigo aquí sería incluso más bonito —Nos
miramos.
—¿Por qué me dices esto, Hareth? —susurré.
—Ya te lo había dicho —me habló, tomándome
de la barbilla—. Porque estamos destinados a estar
juntos y porque me perteneces a mí, como yo a ti.
—¿Eres mío? —no pude evitar preguntar. Me
remojé los labios con la lengua, su mirada bajó hacia
mis labios para después volver a mis ojos.
—Completamente tuyo, fuego —me afirmó,
deslizando su dedo pulgar contra mi labio inferior.
¿Por qué me sentía tan nerviosa?
Y lo más importante de todo.
¿Por qué sentía la necesidad de también decirle
que era suya?

306
12. Luna Eclipsa

Capítulo 12: LUNA ECLIPSA 


Estaba sintiendo cosas indebidas por él. Jamás
creí que sería traicionada por mí misma, rompí
completamente la única regla que me había
impuesto para lograr pasar este extraño
acontecimiento: no sentir nada por él. Pero desde el
primer instante en que lo vi, las chispas habían
saltado.  
Cuando él me ofreció su trato, yo supe enseguida
que aquello me favorecía, por eso ideé un plan, en
realidad no se trataba de una técnica, solo había
decidido ser condescendiente con él; portarme bien
para que no nos sucediera nada malo a mi amiga y a
mí. Porque nosotras debíamos salir sin ningún
rasguño de este lugar. No quería que nada malo nos
sucediera, por eso estaba siendo tan cercana a él y
aceptaba cada una de sus propuestas. O eso quería
creer porque la verdad es que no estaba actuando,
estaba siendo yo misma disfrutando de su compañía.
Hareth era sumamente agradable, resultaba tan
fácil caer en sus encantos. Por eso mismo cada vez
que reaccionaba de mis estados de embobamiento,

307
me recordaba rápidamente que él no era tan bueno
como aparentaba; me estaba reteniendo allí en
contra de mi voluntad.
Reaccionar era difícil, pero caer una y otra vez
era tan fácil.
Y nadie podía culparme por ello porque Hareth
Lewis tenía lo suyo, algo que definitivamente me
estaba gustando muchísimo.
Hareth acababa de afirmar que era
completamente mío. ¿Cómo debía reaccionar yo?
¿Debía aceptarlo y aferrarme a él sin intenciones
de soltarlo jamás? ¿Así nada más? ¿Pero por qué?
¿Había un motivo por detrás de esto?
Por supuesto que sí, y ya conocía cuando me lo
iba a decir. Por eso mismo preferí no decir nada y
también porque no podía hablar, solo me encontraba
mirándolo; estaba pérdida por él, disfrutando de su
tacto, su cercanía.
Su afirmación ante mi pregunta había causado
una detonación de emociones en mi interior. Las
distintas clases de sensaciones emotivas estaban
arrasando en mí y algo raro había despertado en mi
estómago.

308
Y bueno, ante ello rompí el contacto visual
porque me estaban dando muchísimas ganas de
saltar sobre él. Le di la espalda y me remojé los
labios fijando rápidamente mi mirada en cualquier
cosa para disimular.
Solo que él se situó a mi lado y, rendida, regresé
la vista a su rostro para hablarle.
—¿Y si pasamos lo del gimnasio para el
atardecer o incluso mañana? Creo que este recorrido
ha sido suficiente para mí, no acostumbro a
forzarme tanto.
—Está bien, creo que me pasé contigo. No
conozco tu aguante, no debí obligarte a hacer de
más.
—Puedes compensármelo invitándome a
desayunar —propuse con una sonrisa—, por ahí vi
una cafetería —le dije señalando una dirección con
la mano.
—Claro que sí —me dijo al instante,
devolviéndome la sonrisa, haciendo desaparecer la
poca tensión que había surgido en el entorno—.
Vamos, y dime ¿aún no has hecho un tour completo
por el pueblo, verdad?

309
Mi pequeña escapada con Abby se me vino en la
mente, pero negué en respuesta.
—Solo he visitado algunas tiendas… —le dije
encaminándome a su lado.
—Es que conociendo a mi hermana, pensé que tal
vez sí.
—No, con ella solo he ido de compras —sonreí
con inocencia.
—Entonces yo tendré el privilegio de enseñarte
todo, ya te he mostrado una parte mientras
veníamos, pero hay mucho más.
—Eso he notado, es un pueblo que tiene mucho
que ofrecer.
—Exactamente, recibimos turistas casi todos los
días —me comentó.
—¿Así que tú serás mi guía?
—¿Te gusta esa idea, Mia?
—Me gusta —respondí en tono bajo, con una
mirada que reflejaba mi conformidad.
—Entonces en la cafetería pide mucho porque
debemos recargar bastante energía para la larga

310
caminata que nos espera —sugirió.
—Sí, pero necesito avisarle a mi amiga que no
regresaré, de lo contrario se pondrá histérica.
—Le avisaré a Edward, quizás se nos unan
también.
—¿Ahora? —dije y negué con la cabeza—. Son
como las siete de la mañana, Abby debe estar en su
quinto sueño. Quizás cuando regresamos ella siga
durmiendo —me reí de tan solo imaginarlo, y podría
suceder.
—Ya veo porqué son amigas —opinó Hareth,
sonriente. Luego se detuvo porque ya habíamos
llegado delante de la pequeña cafetería, él me abrió
la puerta invitándome a pasar. Lo hice seguido de él.
Nos ubicamos en un lugar cerca de la ventana, todas
las mesas eran para dos, quedamos de frente y nos
sonreímos.
Unos minutos después ya estábamos disfrutando
de un rico desayuno mientras charlábamos.
—Dijiste que eras arquitecto, ¿dónde trabajas? —
me interesé.
—Aquí mismo, tengo una oficina más adelante.
Mi familia tiene empresas constructoras en algunas

311
partes del país y la sede reside en Filadelfia, por lo
cual algunas veces me toca salir del pueblo por
alguna junta directiva.
—Eres tan joven y ya te juntas con empresarios,
perdona, ya eres uno.
—Ese motivo también lo sabrás el viernes.
—Ya me pusiste nerviosa con tanto misterio,
¿sabes? ¿Qué tan malo podría ser?
—Todo dependerá de cómo lo tomes.
—Mejor sígueme contando más de lo que haces
—decidí ir por un tema que no traería tanto misterio
e incomodidad—. ¿Ya has hecho varios proyectos?
—Sí, la casa en la que estamos actualmente fue el
primero. Y ahora mismo estoy al frente de una
construcción de residencias para el instituto, el
colegio de Milford recibe a estudiantes de todo el
mundo y les da alojamiento, pero han estado
faltando habitaciones por la cantidad de alumnos
que se nos han estado uniendo en estos años así que
es momento de agrandarlo.
—Eso suena muy interesante, también esa
escuela. ¿Cómo es que se llama?

312
—Luna Eclipsa, fue fundada apenas hace nueve
años por mi padre, pero fue mi idea.
—¿Y por qué ese nombre?
—Porque nuestra luna lo es todo para nosotros —
dijo mirándome con más intensidad, expresando una
misteriosa verdad en esos ojos hermosos chispeantes
de emoción—. Ella eclipsa a todos, nadie podría
estar por encima de ella.
Por su tono deduje que no estábamos hablando de
la luna que vemos en el cielo.
No tuve oportunidad para responderle porque
apareció la mesera con otra orden más.

Llegamos en un auto alquilado en la mansión,


salí riendo del coche seguido de Hareth. Habíamos
estado rememorando nuestro gran tour por Milford y
había sucedido algunas cosas vergonzosas que ahora
me causaban mucha gracia.
Tras salir del frescor del aire acondicionado del
auto, comencé a abanicarme con la mano porque
fuera hacía mucho calor. Ya no soportaba la ropa
que estaba usando. La sudadera colgaba en mi brazo,
por eso tuve cuidado al moverme cuando

313
comenzamos a caminar hacia la puerta principal. Y
la persona que nos recibió fue Abby, había abierto la
puerta mucho antes de que la tocáramos.
—¡Hasta que regresas! ¿Cómo es que me dejaste
toda la mañana con él? —señaló detrás de ella, y ahí
venía Edward. Alzó ambas cejas en confusión y
luego realizó un gesto sin importancia, pasándose
una mano por su pelo castaño.
—Te invitamos —me excusé ingresando en el
interior de la casa, tras recibir el golpe de aire fresco
la calma vino solita.
—¿Cómo? —escuché decirla por detrás de mí, la
miré sobre mi hombro con confusión— ¿En qué
momento?
—¿Ya es hora del almuerzo, no? —
Inmediatamente interfirió Edward con una nota
sospechosa—. ¿Por qué no pasamos al comedor?
—Necesito una ducha primero —anunció Hareth
posicionándose a mi lado, Abby pasó por delante de
él seguido de mí viendo fija y seriamente hacia
Edward.
—¿Qué escondes, Sullivan?
—Ese no es mi apellido —expresó Edward.

314
—No me interesa, pero tú sabes algo y me lo vas
a decir ahora —pronunció muy seria ella—. Ahora
mismo, Edward.
—Vámonos, que está a punto de reventar una
bomba —me susurró Hareth, su cercanía me había
tomado por sorpresa, me estremecí por el volumen
tan íntimo de su voz.
—¡Está bien, está bien! —se rindió el castaño no
soportando más la mirada autoritaria de Abby, mi
amiga era esa clase de persona que siempre te
sacaba la verdad con una sola mirada.
—¿Vas a admitir tu delito, criminal?
—No puedes considerarme un delincuente solo
por haber decidido por ambos no aceptar la
invitación —se defendió Edward. Abby se cruzó de
brazos y le dedicó una mirada incrédula.

Comencé a caminar de costado, despacio para


irme de ahí sin llamar la atención con Hareth
siguiéndome al mismo ritmo.
—¡Tuve que soportar tus burlas toda la mañana!
—exclamó Abby, y luego giró a vernos
obligándonos a detener al instante intentando quedar

315
en una postura casual, por lo cual mi mano se ubicó
por inercia sobre el hombro de Hareth—. ¿Saben
qué me estuvo obligando a hacer toda la mañana?
—Ya no era tan mañana, ¿eh? Sí te levantaste
después de las diez —refutó Edward—, solo
duramos como una hora allí…
—Como sea —le cortó y luego volvió a mirarnos
—, me mantuvo capturada en el cuarto de juegos
burlándose de mis habilidades todo el tiempo.
—¿Cuarto de juegos? —dije sorprendida y con
una idea «roja» de ese lugar.
—Sí, y no, no es lo que tú crees, pervertida —me
respondió Abby cuando notó esa ida en mi expresión
facial.
—De todas formas, tú eres muy buena en los
videojuegos…
—No tanto como yo —alardeó Edward,
interrumpiéndome, Abby le lanzó una mirada
molesta y ofendida obligándolo a borrar su sonrisa
—. ¿Qué? Te daré la revancha si quieres, bonita.
—Eres un tramposo —exclamó ella antes de
dirigirse hacia el comedor, él la siguió al instante
perdiéndose por detrás de ella.

316
Me encogí de hombros hacia Hareth, restándole
importancia a esto.
—¿Esto será nuestra convivencia, eh? —me dijo
él.
Sonreí y le respondí.
—¿Puedes soportarlo? ¿O nos dejas ir?
—Puedo con esto y más.

Me tomé una ducha rápida, Hareth hizo lo mismo


pero en el baño que había en el pasillo, nos
encontramos en el armario-vestidor, yo ya vestida y
él con una toalla alrededor de su cintura. Cuando lo
vi de ese modo me quedé muy quieta, observándolo
embelesada; como su cabello rubio mojado se
adhería a su frente y las gotas caía por sus hombros,
ahora que lo tenía muy de cerca, y con el torso
desnudo, me di cuenta de las pequeñas y casi no
visibles lunares esparcidas en sus hombros.
—¿Estás ardiendo, fuego? —preguntó de pronto,
ladeó ligeramente la cabeza adoptando un semblante
seductor. Él se llevó una mano a su cintura, rozando
con sus dedos el nudo de la toalla.

317
El latir desbocado de mi corazón y mi pulso
totalmente acelerado, no ayudaba. No estaba
respirando, lancé un suspiro por la boca, despacio y
adquirí, o intenté, una expresión indiferente.
—Ya quisieras —murmuré, pasándome la yema
del pulgar por mi mandíbula hasta detenerlo en la
comisura derecha de la boca.
Hareth sonrió ampliamente, dando un paso
adelante.
—Nos esperan para almorzar —intenté quitarme
de su camino, pero él me sujeto por el brazo,
acercando su cara la mía—. Deberías cambiarte —
susurré intimidada, sus dedos fríos tocándome y su
rostro aproximándose hacia el mío no ayudaba.
«Así estábamos en mi sueño. ¿Esto será un
sueño?»
—Los alcanzo más tarde —habló con la punta de
su nariz rozándome la mejilla izquierda, para ese
momento mis ojos estaban cerrados, disfrutando de
la sensación que me causaba su cercanía.
Sentí un beso presionarse en mi mejilla, uno que
duró unos segundos, los segundos más placenteros
de mi corta vida. Posteriormente, una mano me
cogió un lado del rostro y me dio otro beso, esa vez

318
en la mandíbula, luego me miró, yo abrí los ojos en
ese instante. Mis mejillas ardieron, evité su mirada
sintiéndome avergonzada.
—Te ve… te veo abajo —tartamudeé, poniendo
un poco de distancia en un movimiento torpe. Él
asintió con una media sonrisa.
Hui de ahí, salí de aquella habitación con el pulso
totalmente acelerado y sintiendo como una ola de
sensaciones me invadía, debilitándome por
completo. Por eso mismo, al cerrar la puerta tras de
mí, tuve que apoyar una mano a la pared contigua y
posteriormente apoyar la espalda en la misma,
intentando calmarme, tranquilizar y controlar mis
emociones.
¿Qué diablos sucedía conmigo?

—¿Y Hazal? —pregunté al no encontrarla en el


comedor, solo se encontraban Abby y Edward, mi
amiga dejó de lado lo que estaba tragando al verme
llegar, siendo atrapada porque al concepto de
«esperar» ella muy pocas veces obedecía. Más bien,
ella no conocía esa palabra.

319
—En la universidad —me respondió ella,
dejando de lado lo que comía, reincorporándose
correctamente.
—Oh, cierto —dije al recordar el día. Era lunes.
—¿Sabes qué estudia ella? —le preguntó a
Edward—. Creo que nos lo dijo, pero… me olvidé.
—Diseño de interiores —contestó Edward.
—Nos había comentado incluso que su casa ya
estaba en proceso —dije acordándome de todo lo
que descubrimos de ella en nuestra «pijamada de
bienvenida».
—Sí, debería pasar a ver cómo va eso —expresó
Edward.
—¿Y tú los conoces desde hace mucho? —le
pregunté ya acomodada en mi asiento, me serví un
vaso de agua en espera de su respuesta.
—Sí, desde niños. ¿Y ustedes dos? —nos
preguntó. Abby sonrió ante ello.
—Hace medio año —le contestó Abby a lo que
inmediatamente el rostro de Edward adquirió un
tono incrédulo.
—¿De verdad?

320
—No estoy segura, pero sí, a finales del año
pasado nos hicimos mejores amigas.
—¿Así, tan rápido?
—¿Algún problema? —le preguntó ella en un
tono serio.
—No, no.
—¿Aún no sirven el almuerzo? —apareció
Hareth.
—Los esperábamos —informó Edward.
—Así es, yo solo robé algo de la cocina, ya
sabes, para calmar las ansias —comentó Abby,
sonriendo un poco.
Hareth se ubicó a mi lado, percibí su aroma y
tuve que usar todo mi autocontrol para resistirme a
acercarme más o hacer algún gesto de disfrute. Él
me miró y yo disimulé estar tranquila acabándome el
agua que tomaba.

Comimos un delicioso postre en el jardín. Las


vistas en ese lugar eran preciosas, podrías apreciar
distintas y hermosas clases de flores que te hacía

321
sentir en el paraíso. El ambiente daba esa sensación.
Pero no duramos demasiado porque Abby se
encontraba ansiosa por ir a patearle el trasero a
Edward en el juego que había perdido.
Así que todos fuimos de una vez por todas a ese
cuarto de juegos, estaba situado en el primer piso,
hacia el lado de la sala de estar, después de eso
comenzaba un pasillo que daba hacia algunas
habitaciones, y la primera puerta fue nuestro destino.
—Wow —me impresioné al entrar y descubrir
ese nuevo espacio creado para la diversión. Por un
lado se encontraban los equipos de videojuegos, los
accesorios, las consolas y todo referente a ello. Y
por el otro descubrí una mesa de billar muy cerca de
un pequeño bar, los estantes detrás de la barra se
encontraban repletas de diferentes tipos de alcohol.
—¿Te gusta? —me preguntó Hareth.
—Sí que pensaste en todo al planear esta casa.
—Este espacio no fue mi idea, pero me gustó.
—¿Por o para quién lo hiciste?
—Mis hermanos menores.
—¿Tienes más hermanos? —no pude evitar decir
un poco asombrada. Y yo pensando que solo tenía a

322
Hazal.
—Ya los conocerás, pero ahora acércate —me
pidió moviéndose hacia una dirección en concreto,
hacia un dispositivo en concreto.
Lo seguí y ahí miré a Abby acomodándose algo
en ambas manos.
—Pensé que habían jugado a la Play o algo así —
comenté. Ella me miró y negó riendo.
—Esto es un poco más complicada, pero no
imposible. ¿Ves estos aparatos? —me enseñó sus
manos con dos tipos de consolas en las mismas,
Abby ejerció presión en ella y los ubicó hacia
adelante—. Pues prácticamente solo te lo pones, lo
activas y comienzas a moverte —intentó explicarme
—. Esto es de boxeo… y esta vez no pienso salir de
aquí hasta que te venza —miró hacia Edward al
decir esas últimas palabras.
—La única forma en la que me ganes es que yo te
permita hacerlo.
—Voy a darme cuenta si lo haces, así que no te
atrevas, Sullivan.
—¡Qué ese no es mi jodido apellido!

323
—Bueno, pero no te enojes —requirió Abby en
un tono de rendición, gesticulando con una mano
pidiendo calma.
Los dejé de lado y me acerqué hacia Hareth, que
estaba acuclillado sacando unos controles de sus
respectivos lugares. Esos sí conocía.
—¿Sabes jugar, Mia?
Él me preguntó y lo dijo en un tono tan
involuntariamente seductor que el mecanismo de mi
mente lo malinterpretó al instante.
—Un poco, pero puedes enseñarme.
—Entonces ven, tampoco soy profesional en esto
pero podremos manejarlo.
—No creo que lo hagamos tan mal.
Me detuve a su lado, la pantalla delante de
nosotros se encendió y Hareth hizo todo el
procedimiento que requería a continuación. Mientras
tanto observé hacia la pareja que no paraba de gritar
a pocos metros de nosotros, no debía impresionarme
que ese lugar tuviese dos tv. Uno para realizar las
cosas de pie, en lo alto de la pared y otro más abajo
como para jugar más cómodamente sentada desde
un sofá como lo estábamos por hacer Hareth y yo.

324
Bajé un almohadón en el suelo y ubiqué mi
trasero sobre él, buscando una buena posición.
Hareth me dio el equipo que necesitaría y poco
después comenzamos.
Risas, gritos, regaños, exclamaciones y
maldiciones fueron los que inundaron la habitación.
El tiempo pasó muy deprisa y cuando nos dimos
cuenta de ello el sol ya se estaba escondiendo. No le
gané ni por casualidad a Hareth, pero me divertí
pese a frustrarme mucho.
—Si fuésemos una clase de pareja, hoy no te
permitiría dormir en mi cama —le refutó Abby a
Edward ni más cruzamos el umbral de la habitación,
saliendo por fin de ese lugar—. Es más, te dejaría
fuera de la casa.
—Por ahora no tendré problema con ello, no
estamos durmiendo juntos.
—¿Y qué haremos en la noche? ¿Pelis? —Abby
dejó atrás a Edward para meterse en el medio de
Hareth y yo para caminar a nuestro par, en dirección
a la sala de estar—. ¿Tú eres el anfitrión no?
—Como prefieran.

325
—Ya que lo dices, ¿pelis acompañado de pizza,
no? —probó decir mi amiga, sonreí en muestra de
apoyo.
—Yo pensaba en algo más nutritivo, pero
podemos ordenar una…
—No te atrevas, ¿quién va a conformarse con
una? ¿Para qué tienes tanto dinero si no lo quieres
gastar? —lo interrumpió Abby.
—Hey, alégrate —le dije a ella—, es lunes y no
viernes de pizza —la hice recordar ya que nosotras
habíamos hecho una clase de acuerdo de siempre ver
alguna serie o peli de Netflix acompañado de
comida «no sano».
—Me callo.
—¿Quién ganó? —apareció Hazal en el salón,
llegando desde el ala que daba hacia la cocina,
estaba vestida deportivamente y llevaba una botella
destapada en la mano—. Escuché bullicios desde
que llegué.
—No me hagas recordar —bufó Abby dándole
una idea a la rubia.
—Quizás en otra oportunidad… —dije yo.

326
—Yo tengo trucos infalibles —nos comentó ella
—. Tal vez les dé ventaja si les enseño un par de
ellos. Pero ahora no, me dirijo al gimnasio, ¿qué
harán ustedes?
Con Abby no supimos qué responder, solo
estábamos saliendo del cuarto de juegos y planeando
que hacer en la noche. Así que miramos a los chicos
en busca de respuesta.
Y de esa forma todos terminamos en el gimnasio
acompañando a Hazal. Ese lugar tenía un espejo que
cubría toda una pared, lejos de las cosas peligrosas
que podrían romperlo, por eso al entrar ahí me
pareció ingresar a un salón de baile. Yo me acerqué
ahí mientras que por el reflejo en el espejo
observaba a mi amiga correr y aventarse de espaldas
sobre unas colchonetas acomodándose sobre ellas
como diciendo: yo me quedo aquí.
—¿Te gusta? —la voz de Hareth por detrás de mí
hizo que volviera los ojos hacia mi reflejo, solo que
a su lado ya se reflejaba la de alguien más, él.
Y no supe a qué iba su pregunta, si al lugar o a su
perfecto torso desnudo. ¿En qué momento se quitó
la camiseta?
—Me gusta —decidí responder, arriesgándome.

327
Y entonces él sonrió, acercándose más. Me puse
en alerta y me obligué a resistir el temblor en mis
piernas. Él observó nuestro reflejo, como yo. Lo vi
alzar una mano, lo aproximó hacia mi rostro y me
acomodó un mechón rebelde por detrás de la oreja.
Y yo no estaba respirando, lo único que podía sentir
era el latir desbocado de mi corazón y unas extrañas
ganas de permitirle eso que él tanto resistía.
¿Cómo sabía eso? Porque podía notar una
retención en su mirada. Una salvaje y peligrosa
retención.
Giré el rostro haciendo que nuestras miradas
chocaran.

Y entonces los días comenzaron a transcurrir


rápidamente. Esa noche visitamos la sala de cine
como en los siguientes tres noches.
Para pasar el día entre todos habíamos salido de
paseo en Milford, como caminar por el parque, ir a
comer helado, almorzar y cenar en algún restaurante.
Y en casa pasar la tarde en la piscina hasta que
finalmente regresábamos al gimnasio, después
bañarnos, cenar y cine.

328
Habían pasado unos días de locos, muy extraños
a mí parecer. Dos desconocidos nos estaban
consintiendo demasiado y habíamos llegado al día
en donde nos contarían el motivo de ello.
Ya era viernes. Oficialmente ya había trascurrido
una semana desde que Edward interceptó el auto
donde viajaba con mis padres y mejor amiga.
Era de mañana, Abby y yo nos encontrábamos
sentadas una al lado de la otra en el sofá del salón
principal, esperando que los hombres por delante de
nosotras dejaran de moverse y hablar entre ellos para
que nos contaran que estaba sucediendo de una vez
por todas. Ellos se veían ansiosos y muy inquietos.
—Mi esmalte ya se arruinó por completo —me
dijo Abby enseñándome sus maltratadas uñas.
—Deberías dejar de morderlas, salvaje.
—Este vicio me ha mantenido cuerda estos
últimos días, me las muerdo cada vez que tenía
grandes ansias de Edward Sullivan.
—Sabes que ese no es su apellido…
—Lo sé —se rio despacio.
—Muy bien —Hareth nos habló, deteniéndose al
fin para comenzar a aclararnos las cosas—, ya

329
estamos en el día acordado —se aclaró la garganta y
con un gesto le pasó la voz a su amigo.
—Mi comportamiento de hace una semana se
debe a que… —Edward se detuvo al hablar, suspiró
y miró a Abby— yo te reconocí como mía.
Abby parpadeó unas tres veces seguidas,
esperando más ya que ese “eres mía” ya no era
novedad.
—Milford no es un lugar cualquiera, no es un
pueblo mundano —nos dijo Hareth—. Vivimos y
nos comportamos como ellos, pero las personas de
acá poseen algo más que los hace diferentes,
nosotros tenemos algo que nos diferencia de ustedes
—nos aclaró aún más serio.
—Ya deja el misterio y dilo de una vez —soltó
una impaciente Abby.
—Ustedes han dejado el mundo humano… —
Hareth realizó una pausa para mirar durante un
instante a Edward como diciendo: ya es el momento,
y cuando regresó la vista hacia nosotras nos dio la
revelación que tanto queríamos—, ustedes ahora
están en el mundo sobrenatural, aquí pertenecen
ahora.

330
Abby fue la primera en manifestar su
desconcierto.
—¿Esto es alguna clase de broma? Porque uno,
no entendí nada, y dos, esto no es para nada
gracioso. Podría reírme, sí, pero por lo malo que está
siendo. Lo haría por pena —culminó ella.
—Esto no es más que la verdad, querían la
verdad, esta es la verdad —dijo un muy serio
Hareth. Yo me puse de pie automáticamente,
captando la atención de todos. Mi cabello estaba
suelto, me lo acomodé hacia un lado y no dejé de
tocarlo mientras les daba la espalda.
—¿Rouse? —me habló Hareth.
—¿Mundo sobrenatural? —susurré creyéndolo
todo porque algo me hacía confiar en él, Hareth no
mentiría con algo así.
—Sé que les resultará complicado entender, pero
no todo en este mundo es lo que parece, hay algo
más y ese algo más somos nosotros: no somos
mitos, somos reales.
—¿Qué es lo que deberíamos entender? —le
pregunté a Hareth volviendo hacia él, quedándonos
muy cerca.

331
—Yo siempre creí en algo más —comenzó a
decir Abby—, pero es muy diferente cuando solo
crees tú y después viene alguien confirmándote que
hay un mundo entero lleno de criaturas que uno solo
sabía por los comentarios de la gente. ¿De verdad no
están de broma?
—Sí —susurré, dejando de toquetearme el pelo
que hacía como gesto de ansiedad—, pueden confiar
y decir que son mafiosos.
Hareth no pudo evitar sonreír iluminando su
perfecto rostro con esa sonrisa genuina. Él negó con
la cabeza, con cierto humor mostrándose en su
semblante.
«Así que su belleza definitivamente no es de este
mundo» pensé.
—No somos mafiosos —negó Edward, miró a
Abby y agregó—: no soy un delincuente, bonita, lo
único que hice ese día fue tomar lo que me
pertenecía, tú. Y eso es porque en este mundo cada
especie tiene un Dios al que venera, en este caso
Diosa, esta le proporciona un alma gemela a sus
hijos que se puede identificar por el aroma. Y
cuando yo percibí el tuyo, tu fragancia me
enloqueció y dejé dominarme por mi instinto que me
pedía una sola cosa: ir por ti.

332
—¿Dices que eres mi alma gemela? —dijo una
casi atónica Abby, que se negaba a creer del todo lo
que decía Edward. Por mi parte, qué estupefacta
escuchándolo todo, mi corazón latía muy deprisa,
mis uñas rasparon nerviosamente mis palmas cuando
presioné el puño en un gesto de contención.
—Te lo afirmo, tú eres la persona destinada a mí,
Abby. Tú eres la que nuestra Diosa eligió para mí,
por eso has estado experimentado esas emociones
nuevas, exactamente como yo.
—No, no —dijo una incrédula Abby, situando sus
manos a los lados de su cabeza, luego me miró
incitándome a hablar. Solo que mi mente estaba
divagando en no sé dónde y mi voz se había atorado
en mi garganta, ahí parecía haberse formado un
nudo que cada vez apretaba más.
Entonces Hareth tomó nuevamente la palabra y
comenzó a explicarse mucho más, hablándome
directamente a mí.
—La Diosa te envió a mí, Mia. Tú eres mi
destino, así como Abby es el de Edward, tú eres mi
alma gemela, así lo dispuso nuestra Diosa y no
queda nada más que aceptarlo. Por eso no te permití
ir, por eso no les permitimos alejarse de nosotros,
porque cuando ustedes llegan, cuando encuentras a

333
la persona destinada a ti se crea un tipo de
dependencia que te impide estar mucho tiempo lejos
de esa persona.
»Y yo sé que el caos volvería a mí si te vas, si
nos alejamos la tristeza nos abordaría a un punto de
asfixia, de ahogo, que solo se solucionaría con el
salvavidas que somos el uno para el otro. Tú eres mi
respiro.
Sus palabras provocaron que aflojara la presión
en mis puños, mis dedos se sintieron aliviados y mi
respiración se normalizó, solo un poco. Pero mi
corazón seguía latiendo desbocado y una emoción
agradable punzaba en mi pecho. El torbellino de
sensaciones que me invadió me decía que Hareth
estaba siendo sincero conmigo, sus ojos no mentían.
Abrí la boca para hablar, hice el intento pero el
asombro, la impresión de esa revelación, aún me
impedía hacerlo.
—¿Entonces nos van a retener aquí para siempre?
—preguntó Abby.
Edward le respondió en un tono calmado y
cuidadoso.
—No, ahora que saben la verdad, ustedes
deciden.

334
—¿Podríamos irnos? —preguntó de nuevo.
Hareth desvió sus ojos de mí hacia ella para
responderle él.
—¿Eso es lo que quieren?
Luego sus ojos regresaron a los míos, tragué el
nudo y aspiré el aire que necesitaba con urgencia, de
ese modo, consiguiendo tragar ese nudo logrando
que al fin mi voz saliese.
—Sabes que no.
—¡Rouse! —exclamó Abby en tono de regaño.
La miré y expresé en mi gesto facial una
contradicción hacia ella. Negué con la cabeza y le
hablé.
—Sabes que no —repetí diciéndoselo a ella—.
Sabes que ellos acaban de decirnos la verdad y sabes
que alejarte de él es lo último que querrías hacer en
estos momentos —señalé a Edward con un gesto de
mano—. No hay que mentirnos, y lo digo porqué he
detectado que ellos a veces saben perfectamente lo
que queremos, lo que les pedimos en silencio.
—Escucha a tu amiga, Heaven —le dijo el
castaño, acercándose más a ella, que comenzó a
retroceder en un gesto endurecido, su cara estaba

335
expresando una pura negación, pero yo sabía que
ella también les había creído todo. Ambas sabíamos
muy bien que el mundo no era tan normal como
parecía, había extrañezas por todas partes y yo era
una de ellas.
Pero Abby no negaba por eso, ella lo hacía por él,
por sus sentimientos. Ella recientemente, hace
aproximadamente un mes, había terminado una
relación que a su parecer la dejó destrozada. Porque
eso pasa cuando el chico prefiere a otra en vez que a
ti, ¿no? Te hace sentir menos e insuficiente de forma
inmediata.
—Necesitaré un momento para procesarlo todo
—murmuró Abby—. Pero dígannos, pertenecen al
mundo sobrenatural, Milford no es un mundano,
entonces de qué, ¿qué son ustedes?
—¿Quieres saberlo ahora, bonita? —le preguntó
Edward con una media sonrisa, sus ojos cafés se
notaron aliviados cuando Abby comenzó a relajarse
un poco, cuando la tensión abandonó su rostro.
—Dímelo… —Abby dejó de hablar expresando
un entendimiento en su cara, su boca se abrió
ligeramente y sus ojos se abrieron exageradamente
al fijarse en el castaño que había arrugado su

336
entrecejo viéndola como todos, con un gesto extraño
— Edward… ¿tu apellido es Cullem?
—Ya sé el porqué de la pregunta, y no, no soy un
vampiro —le aclaró Edward. Abby realizó un gesto
de desilusión que me pareció muy gracioso—.
Somos licántropos —reveló de golpe—, soy un
hombre lobo.
—¡No te creo! —exclamó Abby en un tono que
dictaba todo lo contrario—. ¿Así que todo eso de los
hombres lobos es cierto? ¿Vivimos engañadas todo
este tiempo, Rouse? ¿Había un mundo sobrenatural
en la vuelta de la esquina y nosotras viviendo en una
aburrida rutina en el mundo humano?
—Eso es porque somos parte de ellos…
—No puedo creerlo, necesitaré un momento —
indicó Abby, pidiendo espacio con la mano.
—No lo está tomando tan mal —expresó Hareth
viendo a Edward.
—Es bastante extraña.
—Te oí, Edward, y espero lo hayas dicho en un
buen sentido porque de lo contrario…
—Todo lo que diga sobre ti siempre será en el
mejor de los sentidos, Abby, relájate.

337
—¿Relájate? —inquirió ella, arqueando una de
sus cejas en su dirección como desafiándolo—. ¿No
ves que estoy de lo más bien? De lo contrario ya
hubiese salido gritando de esta casa de los locos,
¿licántropos? ¿Almas gemelas? Ah, ¿secuestro? Son
motivos suficientes para que una persona cuerda
haya huido despavorida de aquí… Oh, entonces
tienes razón —se corrigió—, soy bastante extraña
porque Rouse tiene razón… —me miró durante un
instante— no quiero alejarme de aquí y no estoy
para nada asustada. ¿Y eso fue su plan, no?
Hacernos ver su lado humano para que cayéramos a
sus pies.
—Te sientes así por el lazo que nos une —le dijo
Edward—, no temes porque sabes que no hay
motivos para hacerlo. Te lo dije desde un principio,
estás a salvo aquí, conmigo nunca te pasará algo
malo y yo me encargaré de eso.
—¿Qué me dices tú, Mia? —Hareth hizo que mi
mirada encontrara la suya—. ¿Cambia algo esta
verdad entre nosotros?
—Tampoco siento lo que debería sentir, solo
estoy aquí ansiando que te acerques más —él sonrió
y me obedeció—. Estoy loca, no debería estar
poniéndote las cosas tan fáciles…

338
—Puedes detenerme cuando quieras.
—Sabes que no podría… tú despiertas algo
salvaje en mí. No tengo otra mejor palabra para
definir lo que me haces sentir.
—Estás en lo correcto, es un amor salvaje y
bestial porque eso es lo que soy.
Hareth me tomó con delicadeza por el rostro, sus
ojos bajando de mis ojos a mi boca. Me humedecí
los labios por inercia…
—¡No, no! —Apareció Abby, jalándome por el
brazo, distanciándome de él, rompiendo ese mágico
momento—. No vas a aprovecharte de mi amiga con
tus cursilerías —enfatizó ella—. ¿Y quién dice que
nos dicen la verdad?
—Tú sientes que es verdad, eso debería bastarte.
—Pero no lo hace.
—¿Una demostración? —dijo Edward, Abby lo
miró y asintió despacio—. Esto es todo lo que por
ahora te dejaré ver —expuso él estirando su mano
hacia adelante y ahí fue donde notamos como esta
cambiada en cuestión de segundos…
—Oh, Dios —gritó Abby dándonos la espalda,
yo también desvié la vista totalmente impresionada.

339
Confirmado: Hareth y Edward no eran humanos.
—¿Y ahora qué? —pregunté—. ¿Qué le diremos
a nuestros padres?
—Qué el trato continúe —propuso Hareth—, yo
ya les comuniqué esa decisión, podríamos aguardar
hasta ese momento y después confesarles qué
ocurre. O a medias, los humanos tienen prohibido
saber sobre esto, por eso debemos ser bastante
cuidadosos con lo que les diremos.
—¿Así que nos quedamos? —dijo una insegura
Abby, mirándome.
—Eso parece —dije y sonreí de forma nerviosa.
«¿En serio, Rouse? ¿Estás loca o qué?» dijo una
parte de mí que estaba en completo desacuerdo con
la decisión.
Y yo creía que no lo estaba, Hareth dijo que allí
pertenecía. Mi lugar siempre estuvo a su lado porque
yo era su destino.

El día transcurrió bastante normal, como habían


pasado los últimos tres días. La única diferencia es
que ya sabíamos la verdad y conociéndola, y Hareth

340
notando que lo habíamos tomado muy bien, nos dio
la noticia que tanto estábamos esperando: nuestro
regreso a clases.
Al final del día Hareth nos comunicó que si
queríamos podríamos iniciar la escuela ese mismo
lunes, por supuesto aceptamos, perder el año no
estaba en nuestros planes. Y lo más extraño es que
Hareth dijo que ya tenía forma de conseguir todos
nuestros datos del instituto al que íbamos a ir, de esa
forma todo sobre nosotras iba a ser transferido a
Luna Eclisa.
Los siguientes dos días pasaron muy deprisa a mi
parecer. La tensión cada vez era más fuerte entre los
dos, la necesidad de estar juntos nos sobrellenaba de
una manera que nos pedía estar pegados todo el
tiempo. Nos rozábamos la mano o nos la
sujetábamos directamente, pero jamás pasábamos a
algo más.
Yo no podía hacerlo y él aparentemente quería ir
despacio.
Y yo no podía tomar la iniciativa porque no sabía
cómo.
Era domingo, ya todos habíamos ido a nuestras
respectivas habitaciones. Hareth seguía durmiendo

341
en ese sofá, a veces lo hacía solo y otras no porque
en algunos momentos yo me quedaba dormida a su
lado viendo televisión.
Salí del cuarto de baño recién bañada, me deshice
el moño alto que había hecho para no mojarme el
cabello mientras me aproximaba hacia la cama. Y
justo a mitad de camino apareció Hareth desde la
puerta del armario, vestía un pantalón de pijama y
una musculosa suelta que exponía perfectamente sus
trabajados brazos que me moría por tocar. En
realidad quería tocar cada parte de él.
Me quedé mirándolo sin moverme, me había
detenido solo para apreciar lo hermoso que es. Y
apenas cuando él estuvo a escasos centímetros de
mí, reaccioné.
Di un paso atrás riendo un poco, no era la
primera vez que me quedaba como estúpida
viéndolo, devorándolo con la mirada, hipnotizada
por él.
Hareth se me adelantó y tomó la delicada rosa
que yacía sobre la mesita de luz para ofrecérmela.
Lo acepté gustosa, ampliando mi sonrisa.
—¿Hazal ya sabe que has estado cortando sus
flores?

342
—No, pero cuando lo sepa me va a querer cortar
las manos. Tanto ella como mi madre hubiesen
puesto un cartel de “solo mirar, no tocar” en cada
espacio del jardín si le hubiésemos permitido.
Me senté en el borde de la cama, me crucé de
piernas y admirando la rosa en mis manos, hablé.
—Entonces deja de arruinar su jardín, no quiero
que pierdas esas manos antes de…
Me detuve abruptamente al hablar, mis mejillas
se calentaron a un nivel extremo delatándome por
completo.
Hareth se ubicó a mi lado, mantuve mi mirada
baja, tímida de repente.
—Tendré que pensar en otro detalle para ti —dijo
suavemente.
—No me des nada, no hace falta.
—Quiero darte algo más, quiero darte muchas
cosas, Mia.
Me obligué a mirarlo cuando escuché su tono tan
encantador.
Y otra vez me quedé hipnotizada por su mirada,
era tan fácil perderse en sus ojos.

343
—Entonces, sorpréndeme.
—Ese es el plan —sonrió—, ¿nerviosa por lo de
mañana?
—Sin duda, seré la rara que entra a clases
faltando tan solo dos meses para que esta se termine.
—No te preocupes, si alguien no es amable
contigo solo di mi nombre y se retractará.
Me reí sin poder evitarlo, imaginando una
situación similar.
—¿Quieres que lo acusé contigo? —dije riendo
—. No creo que a nadie le importe esa palabra, en
este tiempo acusar ya no sirve de nada.
—Tú solo inténtalo —sugirió—. Pero acuérdate
que todos aquí me conocen más como Lewis.
—Está bien, lo tendré en cuenta. Pero no creo
que nada malo ocurra, no estaré sola.
—Espero que no —dijo en un tono peligroso—.
¿Ya apagamos las luces? —preguntó poniéndose de
pie, dispuesto a dirigirse hacia donde estaba
durmiendo estos últimos días.
—No, aún no quiero dormir.

344
Eso lo detuvo, me miró sobre su hombro,
inquisitivo.
—¿Quieres hacer algo, Mia?
—Ven conmigo —pedí dando unas palmaditas a
un lado de la cama.
Sus ojos parecieron iluminarse ante mi
ofrecimiento, me pareció chistoso como su alegría se
esparcía por toda su cara.
—Si quieres… —dijo reprimiéndose una sonrisa,
obedeciéndome.
Y cuando ya ambos estuvimos acostados en la
cama, bocarriba y sin decir absolutamente nada, la
tensión aumentó. Y de pronto su mano rozó la mía,
miré en esa dirección y después subí la vista hasta su
rostro. Él me sonrió y se situó de lado, descansando
un lado de su rostro contra el antebrazo. Yo mantuve
mis manos sobre mi abdomen, intentando parecer
tranquila.
—Dime que piensas —susurró de pronto.
—Los pensamientos son privados —sostuve.
—¿Y si compartimos una? —sugirió—. Yo te
digo algo que estoy pensando justo ahora y tú
también me revelas algo.

345
—Empieza tú —acepté y sonreí.
—Estoy pensando en lo afortunado que soy, la
Diosa me ha otorgado un destino hermoso, uno que
definitivamente no pienso soltar nunca. Jamás
quiero perderte, Mia.
—Qué hermoso, y yo aquí pensando en si en la
escuela servirán comida buena o mala, o si tiene
costo o no porque yo no trabajo…
Hareth comenzó a reírse seguido de mí, mentir no
era lo mío.
—Todo lo mío te pertenece, Rouse —me informó
él en tono serio—. Si quieres dinero solo debes
pedírmelo y si no, ya me encargaré de darte una
tarjeta para que no tengas que hacerlo.
—No, no —negué al instante. Ya había sufrido
suficiente pena cuando gasté cientos de dólares
cuando fui de compras, y eso que yo estaba
pensando en pagarle.
«Decirle a mi padre que le pague».
—No sientas vergüenza, conmigo no. Quiero
compartirte todo lo mío, darte lo que mereces.
—Quizás no lo merezca…

346
—No —me interrumpió él, estirando su brazo
libre para cogerme con delicadeza del mentón—, tú
lo vales todo.
—Esto es lo que pensaba —murmuré luego de un
rato de estar en silencio, su pulgar acariciaba
lentamente un lado de mi mandíbula. Nuestros ojos
no dejaron de verse.
—¿Qué cosa?
—Cómo se sentiría tus manos sobre mi piel —
confesé.
—¿Y ya lo sabes? ¿O quieres seguir
descubriendo? —sugirió en un tono más grave, sus
ojos parecieron dilatarse.
—Sí, pero también pensaba cómo se sentiría
tocarte.
—Oh, Mia —dijo como si se estuviese
conteniendo mucho, su voz ronca me alertó de un
peligro que pensaba enfrentar.
—¿Sí, Hareth?
—Puedes tocar todo lo que quieras, sabes que soy
absolutamente tuyo.

347
Sus palabras volvieron a ser un detonante de
emociones en mí. También me dio valentía para
alzar una mano y aproximarlo a su rostro.
—Y yo soy tuya.
—Eres mía.
—Y tú eres mío.
«Qué bien se escuchaba decirlo y escucharlo
responderme de la misma manera».
La temperatura pareció subir, el calor de nuestro
contacto necesitaba avivarse un poco más…
—¿Te arriesgas a quemarte, Mia?
—El fuego es parte de mí, señor Lewis
—Es bueno saberlo porque tú y yo juntos somos
un fuego que no se apagará nunca.
Y le creí porque así lo sentía.

Por primera vez dormimos en la misma cama,


amanecimos en el mismo lugar juntos y se sintió tan
bien, tan maravillosamente bien. Habíamos puesto
una pequeña distancia a la hora de apagar las luces

348
pero poco a poco toda distancia había desaparecido
y yo ya estaba sintiendo en mi espalda su pecho y su
mano rozándome cuidadosamente la cintura.
Así que cuando la alarma sonó, no me sorprendió
encontrarnos bien pegados, acurrucaditos y sin
intenciones de distanciarnos.
Hareth se sentía de lo más cálido, no quería
separarme de él.
Pero él tomó la iniciativa y se recostó para apagar
la alarma que no dejaba de sonar, y luego de hacerlo
volvió a acostarme y a pegarme más a su pecho, yo
gustosa me acomodé ahí para disfrutar de su
maravillosa compañía.
—¿Cómo es que te sientes tan bien? —dije
adormilada.
—Está en mi naturaleza —me respondió en un
tono ronco que me dejó sin respiración.
—No sé cómo es que pospuse tanto este
momento.
—¿Eso quiere decir que ya no lo harás más?
—No podría hacerlo más —le respondí abriendo
los ojos solo para fijarme que ni en las mañanas se

349
veía mal, se veía aún más perfecto. Su cabello rubio
desordenado, sus ojos más pequeños…
Solo pude suspirar internamente mientras lo
admiraba deseosa.
Entonces él sonrió y aproximó su cara a la mía
para darme un beso en la frente.
—Es bueno saberlo, resistirme a ti ha sido todo
un reto.

—¿Y aun así me dejaste sufrir? —dijo en un tono


incrédulo.
Me reí y me levanté, sentándome en la cama para
estirarme seguido de él que me rodeó el abdomen
con los brazos y me regresó hacía sí, conmigo sobre
su torso.
—Oye…
—Espera un poco más —me dijo él.
—Suéltame porque… —no sabía cómo decirle.
Mi cara ya se encontraba roja y mi voz estaba a
punto de perderse de nuevo.
—¿Hum? —pronunció con una nota de disfrute.

350
—Hareth, tu cosa… —solo tuve que decir eso
para que me entendiera. El aflojó su agarre en mi
cintura y yo inmediatamente salté de ahí hacia el
otro lado de la cama, hundiendo mi rostro en la
almohada y volviendo a experimentar en mi cabeza
ese momento: su dureza y lo bien que se sentía
contra mí.
—Lo siento —se disculpó en tono bajo.
—No pasa nada —dije levantando una mano para
señalarle el pulgar, pero aún incapaz de sacar mi
rostro de su escondite.
Noté cuando él se levantó, luego de un momento
me atreví a alzar la cara e incorporarme. Suspiré y
me levanté tocándome las mejillas porque aún sentía
calor en ellas.
Un momento después Hareth me dio vía libre
para usar el baño, me duché y me arreglé para mi
primer día de instituto en Milford.
Y cuando salí ya toda lista, lo encontré a él
también ya bastante arreglado, no usando sus ropas
causales sino más formal.
—Wow —dijimos al mismo tiempo y
simplemente eso arregló la tensión un poco
incomoda que había surgido entre los dos luego de

351
ese pequeño incidente. Nos reímos juntos sin dejar
de contemplarnos.
—Te quedan diez minutos para desayunar —
avisó—. Tu amiga te está esperando.
Me reí de nuevo porque era mentira.
—Está bien, ya estoy lista —dije aunque luego
miré en todas partes buscando la mochila que había
preparado el día anterior, cuando la hallé en una
esquina sobre un sillón, me dirigía ahí y lo tomé. Me
lo colgué en el hombro y volví hacia Hareth.
—Esto es para ti —dijo ofreciéndome el teléfono
que tenía a mano, por un momento pensé que era el
suyo, pero ahora que podía detallarlo mejor no lo
era. Así que el corazón se me paralizó cuando me di
cuenta que efectivamente era para mí. Solo que yo
negué enseguida—. Acéptalo, por favor. Creo en ti,
Mia.
Me estaba dando un celular como muestra de
confianza. Edward por ejemplo, aún no le devolvía
el suyo a mi amiga.
—No es eso, es que… —estaba sin palabras.
—Por favor —repitió—, si no lo haces me
preocuparé todo el día. Hoy debo comenzar a

352
trabajar de nuevo, ya no puedo aplazar mis
obligaciones y por ese mismo motivo quiero que
tengas esto para que nos mantengamos en
comunicación, quiero que me llames si pasa algo,
por ti dejaría todo, incluso bajaría al infierno.
—Bueno, bueno —sonreí—. No vayamos tan
lejos…
—¿Me pase, no?
—Unos cuantos metros bajo tierra, sí —le
respondí.
—¿Entonces? —me volvió a ofrecer el teléfono,
lo miré y estaba segura que era el último modelo de
Apple. También tenía de esas pero no ese.
—Está bien —acepté al fin, tomando el teléfono.
—Gracias.
—A ti —le dije—. Prometo cuidarlo muy bien,
esta precioso.
—Hazal lo eligió —me comentó—. Y será su
esposo quien las lleve al instituto, trataré de ser yo
quien las retire —comunicó.
—Está bien, supongo que él siendo el sheriff
puede llegar a la comisaria cuando quiera, ¿no?

353
—¿Cómo sabes que es policía?
—Hazal —dije enseguida tratando de no
delatarme.
Y para distraerme encendí la pantalla del
teléfono, por el rabillo del ojo vi a Hareth
alejándose, dirigiéndose hacia el escritorio que tenía
en la habitación, de ahí tomó su laptop y volvió
hacia mí. Al final me le quedé mirando porque no
era un hombre fácil de ignorar, pero cuando me miró
disimulé mirar el celular y apenas ahí noté algo.
Mis cejas se fruncieron ante lo que vi, la imagen
que estaba puesta como pantalla de bloqueo me
desconcertó.
—Hareth, ¿por qué este teléfono tiene tu foto
como pantalla de bloqueo? —Pregunté alzando la
vista para verlo de forma analítica, luego regresé la
mirada a la pantalla y deslicé el dedo para dirigirme
hacia el otro espacio— ¿Y la principal?
—¿Te disgusta? —me preguntó.
—Me asombra, pero no la quiero, lo voy a
cambiar, ¿sabes?
—No puedes hacerlo, si lo cambias arruinas el
juego, tú tienes mi foto y yo tengo la tuya.

354
—¿Qué? —exclamé, viéndolo con incredulidad
—. ¿Cómo que mía?
—¿Quieres ver?
—¡Rouse! —escuché la voz de Abby seguido de
unos golpes en la puerta—. Vámonos, te comes una
manzana de ida.
—Prometo que está preciosa —siguió Hareth—,
tú siempre estás hermosa.
—¡Rouse! —insistió Abby.
—Más te vale —le dije a Hareth y luego me
aproximé hacia la salida seguida de él.
Me reuní con Abby, ella se veía impaciente y
ansiosa.
—Buenos días, ¿no? —le dije.
—Como sea, ya quiero escaparme de aquí…
Digo, conocer otro lugar —se corrigió cuando notó a
Hareth, sonriente.

Malcom ya nos esperaba fuera, dentro del


vehículo ya encendido.

355
Lo saludamos y subimos en la parte de atrás. Y
poco después ya nos encontrábamos rumbo a Luna
Eclipsa.
Y entonces los nervios se hicieron presentes.
Pasaron algunos minutos y al fin pude distinguir
algo más que árboles y más árboles.
Por el parabrisas del auto, a lo lejos, vislumbré
los altos e inmensos torres que se podían apreciar
con todo su esplendor. Se veía como un castillo, no
podía decir antiguo porque de verdad, no se miraba
como algo viejo, se veía sumamente bien. Y estaba
segura que ese cambio moderno era gracias a
Hareth.
Al ingresar por el amplio portón con un anunció
que decía el nombre del instituto, sentí un escalofrío
recorrerme todo el cuerpo.
¿Más nervios? Seguramente.
—Guau—escuché como Abby se asombraba al
ver lo grande que era nuestro nuevo instituto.
Observé una inmensa fuente a unos cuantos metros
por delante del establecimiento, rodeamos esta antes
de que el coche se detuviera casi en la entrada de
nuestra nueva preparatoria.

356
—No tengo mucho que decir —comenzó a decir
Malcom—, solo que soy policía y estaré muy atento
a cualquier novedad.
—Que amenaza más suave —expresó Abby.
—Solo es una advertencia. Ahora bajen, mi
hermano vendrá a ayudarlas —nos informó y luego
salió del auto seguida de nosotras, nos reunimos con
él rápidamente.
—¿Tienes un hermano? —preguntó Abby.
—Eso fue exactamente lo que dije, tiene la
misma edad que ustedes, seguro congenian…
—Si tiene el mismo sentido del humor que tú, lo
dudo mucho —soltó Abby. Yo disimulé una risa y
aparté la vista de ellos hacia la hermosa construcción
por delante de mí.
—¡Malcom! —escuchamos una voz masculina,
lo miramos y observamos como un chico alto,
pelinegro y muy diferente a Malcom, se nos
acercaba a pasos apresurados.
—Chicas, él es mi hermano Anthony. Ante
cualquier cosa pueden contar con él.
—Hola —nos saludó él, primero saludó a Abby
con un beso en la mejilla y después a mí.

357
—Ellas son Abby y Rouse, aún no hicimos la
presentación oficial pero lo único que tienes que
saber es que ellas son importantes. Ayúdalas a
integrarse, todo lo que se necesita saber de ellas ya
está en la dirección, guíalas ahí y si puedes, no las
pierdas de vista —requirió Malcom teniendo nuestra
pequeña huida aún muy presente.
—Está bien, vete tranquilo —aceptó su hermano,
una misteriosa sonrisa se expresó en sus labios
cuando Malcom nos dio la espalda. Lo vimos
marchar, y en cuanto se fue, regresamos la mirada
hacia Anthony quien esa vez manifestaba una
extravagante curiosidad en sus ojos oscuros—. Ya se
fue el serio de mi hermano, ya quiten esa cara de
preocupada, parecen atemorizadas.
—Es nuestro primer día —defendió Abby, luego
entrecerró sus ojos analizando al pelinegro—, tú no
pareces ser como él.
—No, somos muy diferentes —aclaró él—. Es
mejor que vayamos en la dirección, solicitemos sus
horarios y demás objetos que van a requerir en este
nuevo establecimiento.
Anthony hizo un gesto de mano indicándonos el
interior del instituto, nos encontrábamos a pocos
pasos de los escalones que llegaban hasta la enorme

358
entrada. Le hicimos caso y comenzamos a
movernos.
—Y díganme, ¿por qué el traspaso a este instituto
en pleno año escolar? —curioseó en pelinegro.
—Es que ahora pertenecemos al mundo
sobrenatural —simplificó Abby.
—Noté que no son licántropos, parejas de uno
supongo —dedujo a lo que asentimos—. Y deben
ser importantes, si no mi hermano no se hubiera
ocupado personalmente de ustedes.
—Supongo que sí —expresó mi amiga.
Y entonces Anthony me dirigió una mirada
extraña.
—¿Y tú no hablas?
Sonreí antes de hablar.
—Lo hago, pero no frecuento a socializar tan
rápido.
—Es cierto, a mí me costó semanas hacer que
charlásemos un poco —le contó Abby.
—No te preocupes —me dijo Anthony— verán
que con mi ayuda no se van a sentir excluidas de

359
nada. Además, están juntas, la situación hubiese
estado un poco triste y lamentable si te hubieses
encontrado sola.
—Es cierto —alegó Abby—, estamos juntas, y si
estamos juntas nada podría salir mal.

—¿Cómo que clases separadas? —pregunté en


cuanto verifiqué que las materias en la que asistiría
por la mañana no eran las mismas que las de Abby.
—Estamos alborotados de alumnos, esta
institución es la que tiene más estudiantes en el
mundo sobrenatural —nos explicó la que sería
directora—, fue la única forma de integrarlas,
buscando huecos donde ubicarlas y solo lo hicimos
por la persona que nos solicitó el favor.
—Está bien —dije y miré a Abby.
—Tenemos las mismas clases —le dijo Anthony
a ella.
—Entonces usted guíela —solicitó la mujer que
parecía realmente joven como para ya ser la
encargada de una enorme institución—, y usted —
me miró a mí— acompañe a mi secretaria.
¡Josephine! —llamó, la aludida se precipitó

360
rápidamente, era una mujer alta y esbelta, y fuerte,
esa mujer tenía incluso músculos, y no lo estaba
exagerando—. Indíquela la dirección en su salón de
clases, por favor.
—Por supuesto, sígueme —me pidió la
secretaria.
—¿Estarás bien? —me preguntó Abby notando la
inquietud que se me dificultaba ocultar.
No había pasado ni una hora y yo ya tenía ganas
de llamar a Hareth.
—Sí, sí, solo no pensé que tendría que hacer esto
sin ti.
—No te preocupes, Rosy, desde la hora del
almuerzo ya no nos despegaremos. Lo prometo.
Le sonreí agradecida.
Nos pusimos todos en marcha, y en la segunda
planta tomamos direcciones contrarias.
Mientras caminaba detrás de la secretaria mi vista
chocó contra la pulsera roja que me habían dado.
¿Qué indicaba aquello? No lo sabía, y cuando lo
descubrí supe que nadie nunca olvidaba las
creencias anteriores: la gente debía dividirse en

361
categorías rechazando de esa forma la mezcla entre
el débil y el fuerte.   

362
13. Las categorías

Capítulo 13: LAS CATEGORÍAS


Abby
Me separé de Rouse después de darle un apretón
en la mano como muestra de apoyo: todo va a estar
bien, le había expresado en silencio.
—Qué gigantesco -exclamé detallando cada lugar
que pasábamos. Anthony sonrió y me indico que nos
detuviéramos.
—Esta propiedad fue alguna vez el hogar de la
realeza licántropo, pero por alguna razón decidieron
convertirla en instituto -mencionó y luego señaló
una enorme puerta, la más alta y ancha de todas-.
Esa fue la sala del trono alguna vez, el ingreso a esa
estancia está prohibida para los alumnos, claro, si
una autoridad no te pide que lo hagas.
—¿Y tú sabes qué hay ahí?
—Se usa como oficina, o eso dicen.
—Entonces Milford es un pequeño reino, ¿así se
dice, no? -pregunté mientras retomábamos nuestro

363
camino.
—Es una manada, la manada principal porque
aquí reside nuestro gobernante, el alpha de los
alphas.
—¿Y ese quién es?
—Actualmente no está aquí, pero su heredero
está al mando en su ausencia, creo que este está en
algún tipo de prueba… No sé, debería preguntarle a
mi hermano, será su beta cuando asuma su papel de
rey.
—¿Pero quién es? -insistí.
—No conozco su nombre -dijo con cierta
culpabilidad, luego una idea resplandeció en su
rostro y sacó su teléfono del bolsillo de su jeans-.
Pero para eso está Google… -celebró esbozando una
amplia sonrisa, tecleó con rapidez y un instante
después ya me estaba enseñando la imagen de
alguien, la de un hombre que yo ya conocía muy
bien: Hareth Lewis.
«Que maldita afortunada eres, Rouse» no pude
evitar pensar. Mi amiga era la pareja destinada de un
futuro rey.
—Wow, él es…

364
El sonido del timbre me interrumpió, y apenas en
ese momento noté la cantidad excesiva de gente que
transcurría en el pasillo.
—Ahí está nuestro salón -me indicó Anthony
señalando una puerta abierta, nos apresuramos hacia
ahí esquivando personas tan apuradas como
nosotros.
Él ingresó pidiéndome con un gesto de mano que
lo siguiera, eso hice, pero algo me detuvo
abruptamente, mi mirada viajó inmediatamente
hacia la dirección de donde venía un extraño sonido.
Mi ceño se frunció, mi mirada se tornó confundida.
Estaba por ignorarlo pero entonces se repitió, el
sonido pareció viajar por las paredes. ¿Eran
susurros? Me sobresalté y di un paso atrás, temerosa.
Y entonces una voz susurrante y distorsionada
comenzó a hablarme al oído. Me asusté aún más y di
una vuelta para mirar de quien se traba, pero no
había nadie.
—¿Abby? -dijo Anthony.
—Ya voy -murmuré con una extraña sensación
invadiéndome de golpe.
Entré al salón seguido de él, dejé guiarme hasta la
mitad del lugar en donde aparentemente él se situaba

365
siempre, devolviéndole la mirada a las personas que
no disimulaban verme. Pero capté que sus ojos se
dirigían más hacia la pulsera que me habían dado en
la dirección que a mi rostro.
Bajé la mirada a la pulsera roja.
Yo era la única que lo estaba usando. ¿Por ser la
nueva?
—Abby, te presento a Brenda y Amy, y ese es
Liam -la voz de Anthony hizo que regresara mi
completa atención hacia él. Una chica pelinegra, una
rubia y el chico detrás de ellas me sonreían.
—Un gusto -saludé, sentándome al lado de
Anthony.
—¿Roja, eh? -dijo la pelinegra. ¿Brenda? -Espero
no te importe sentarte cerca de unos azules -dijo en
un tono que reconocí como de broma. ¿Hum, me
perdía de algo?
—No entiendo ese concepto -le aclaré.
—Ya lo harás pronto -interfirió Anthony-, es
nueva, entiéndanla -me excusó.
—Alumnos, ¡examen sorpresa! -exclamó el
profesor nada más entrar.

366
Las quejas fueron inmediatas.
—Silencio -exigió el profesor-. Debieron
tomarme más enserio cuando les avisé que en uno de
estos días les haría un examen para saber cuánta
atención me han estado poniendo.
—Pero es lunes -se excusó inútil y estúpidamente
uno.
—No veo ningún problema con ello -sonrió el
profesor que seguramente apenas rozaba los treinta.
Era alto y fornido con vestimenta formal, y era
guapo.
Y entonces yo me animé a dar a conocer mi
opinión.
Me puse de pie e incluso levanté una mano para
llamar su atención.
—¿Disculpe? Soy nueva -bajé mi mano cuando
el profesor y todos me miraron— ¿El examen me
incluye? Porque estoy segura que los temas que
trataron son diferentes a los que yo he estado
estudiando en mi instituto anterior, primero y
principalmente porque vengo de Rusia.
—Me avisaron sobre ti, y sí, pero no te
preocupes, si te va mal no lo incluiré en tus notas

367
por ese mismo motivo. Pero la evaluación nos
vendrá bien para conocer tu potencial. Igualmente,
para los siguientes exámenes debes estar más que
preparada, necesitaré notas para ti.
—Claro, y gracias -respondí y me senté.
—Espero mucha participación de tu parte.
Asentí como respuesta, nadie había apartado sus
ojos de mí. ¿Pero que tanto ven, idiotas? Argh.
Poco después el profesor ya estaba repartiendo
las fotocopias firmadas por él mientras seguía
recibiendo protestas.
—¿Cinco jodidas hojas? -exclamó por lo bajo mi
compañero de asiento, lo miré y lo vi recostar su
espalda contra el espaldar de la silla con un gesto
facial que indicaba un claro: Ya lo perdí. Se pasó una
mano por la frente lamentándose en silencio.
—Es solo marcar si es correcto o no, completar…
-dije analizando mi prueba y en mi mente ya se
estaban formando las respuestas a todos los
cuestionarios que pasaba -¿Tú examen es diferente?
—La de todos, el profesor es un experto para
formular preguntas diferentes que contienen las
mismas respuestas -bufó.

368
—Silencio -pidió el profesor-, empiecen y
guarden silencio en todo el tiempo del examen, una
hora y quince minutos, ahora empiecen. La cuenta
regresiva comienza ya -anunció viendo su reloj-. Y
basta de quejas que todo les resultará sencillo si me
prestaron atención -le dijo a un grupo que no dejaba
de murmurar.
—Pobre de ti, Abby. Primer día y ya vas a sufrir
con un examen sorpresa -me dijo Anthony.
—Silencio -manifestó el profesor-, si escucho
cualquier murmuro, cualquier maldición por lo bajo,
les sacaré del aula de esa forma cancelándoles el
examen. Así que se me calman e inicien.
Todos obedecieron.
Giré ligeramente para sacar lo que necesitaría. Y
tiempo después, en menos de una hora ya me estaba
levantando de mi asiento para dirigirme hacia el
escritorio del profesor con las hojas de mi examen
en mano. De esa forma, obtuve nuevamente la
atención de todos sobre mí.
—No respondo dudas en la hora del examen -
objetó el profesor alzando la vista de su computador
para mirarme.
Unas risitas burlescas se escucharon por detrás.

369
—Le entrego el examen, profesor -dije dejándole
las hojas sobre su escritorio.
—¿Muy complicado? -me preguntó suponiendo
que me había rendido.
—Muy fácil en realidad -le respondí a lo que su
rostro no ocultó su sorpresa. Sonreí ligeramente y de
esa manera le di frente a mis nuevos compañeros.
Regresé a mi puesto, triunfante.
Y devuelta a mi sitio escuché a alguien decir algo
que me revolvió el estómago.
—Qué presumida.
Decidí ignorarla por descerebrada. ¿Por qué a la
gente le costaba tanto entender que no era mi
intención hacerlos sentir menos? Malditos
envidiosos, solo debían estudiar para dejar de sufrir
en cualquier examen.

La hora del almuerzo llegó. ¡Al fin! El hambre


que tenía ya me estaba encogiendo el estómago.
Auch.

370
—Después tenemos clases de gimnasia, es lo más
-celebró Brenda mientras nos dirigíamos hacia el
comedor.
—¿Cómo? ¿Justo después de comer? -exclamé.
—Por eso te recomiendo comer algo liviano.
—Dudo mucho en hacerte caso, pero lo intentaré.
—Y dinos, Abby. ¿Quién es tu pareja? -se
interesó Amy, la rubia.
—Pues aún estoy asimilando que él sea mi
“pareja”. Se llama Edward, es un alpha en algún
pueblo de España.
—¿España? -dijo Brenda— ¿Entonces qué estás
haciendo tú aquí? Debiste haberte integrado en la
escuela de su manada -expresó su confusión.
Exactamente eso me propuso Edward pero eso
significaba alejarme de Rouse y en este momento
ambas necesitábamos estar más unidas que nunca
para pasar este extraño acontecimiento. Bueno, no
pasar sino asimilar este nuevo mundo.
—Eso me dijo él, pero preferí quedarme porque
no quería separarme de una amiga. Y él respetó mi
decisión, Edward está aquí por vacaciones y según
él, puede quedarse hasta que las clases finalicen.

371
—Aww -exclamaron las dos chicas a mis
costados con nota de fascinación, los chicos por el
contrario se encontraban absortos en sus teléfonos,
con suerte aún no se estampaban contra algo.
—Parece ser un amor -siguió Amy.
—Es un pesado -la corregí ocasionando risas de
su parte.
—Puede que a ti te resulte de ese modo, es
entendible. ¿Eres humana, no? -preguntó Brenda.

—¡Vamos, carajo! -la voz de Anthony nos


sobresaltó a todas.
—¡Mierda! -exclamó por su parte Liam. El
pelinegro lo miró con una sonrisa burlesca.
—Calmen su adicción, muchachos -opinó
Brenda, negando con la cabeza hacia ellos. Luego
me miró a mí-. Han estado enloquecidos por un
nuevo juego, mi primo apenas duerme a causa de
ello -señaló a Anthony, y ya suponía que eran
parientes porque tenían rasgos muy parecidos.
—¿Tú no estuviste enloquecida por él también? -
reclamó Anthony dejando de lado su teléfono,

372
apresurándose para alinearse a nosotras.
—Ya pasó de moda -se encogió de hombros su
prima.
—Eso no fue lo que me expresaste el sábado
cuando nos quedamos hasta el amanecer…
—Ya -le cortó Brenda con una sonrisa
avergonzada en mi dirección. Anthony se rio
abiertamente permitiendo que Liam lo alcanzara.
Legamos al final del pasillo, de ahí bajaba una
escalera directamente hacia la cafetería.
Comenzamos a descender los escalones, las chicas
comenzaron a hablar sobre el menú del día a lo que
yo también me metí porque hablar de comida era lo
más. Y por ese mismo motivo cuando desvié la vista
de ellas para prestarle más atención al lugar, me
quedé con la boca abierta, uno por la amplitud de la
estancia y segundo por la ubicación y los colores de
las mesas.
Cinco colores diferentes adornaban el lugar: rojo,
azul oscuro, verde, amarillo mostaza y finalmente
gris. Las mesas eran del mismo tamaño, ubicados en
el centro las rojas seguidas de las azules, verdes,
amarillas y grises, siguiendo ese orden y formando
un espiral.

373
—Wow, ¿por qué los colores? -pregunté
confundida.
—Son las categorías, una forma de hacerles
recordar a cada quien su lugar -me respondió
Brenda-. Y tú perteneces a las rojas, a los líderes -
dijo viendo hacia mi muñeca en donde algo rojo
adornaba su alrededor.
—¿Y ustedes?
—Azules.
—Pensé que para este tiempo ya todos
comprenderían que somos iguales no importa qué -
opiné llegando al fin hacia la fila de comensales.
—El mundo sobrenatural sigue rigiendo con la
ley del más fuerte.
Asentí, comprendiendo.
Entonces el teléfono que me había costado mil
gritos conseguir, comenzó a vibrar dentro del
bolsillo de mi jeans.
—¿Abby, dónde estás? -me preguntó Rouse del
otro lado de la línea.
—En la fila, ¿tú?

374
—Ya en una mesa, ¿te apuras?
—Ya sé que me extrañas demasiado, pero espera
que llene un poco más mi bandeja.
—Estoy en una mesa azul acompañada de una
pareja, ¿te mando la ubicación?
—Creo que podré encontrarte, no he visto a nadie
más con el cabello rojo.
—Siguiente -escuché decir a la que atendía por
detrás del mostrador.
—Nos vemos -me despedí de Rouse.
Le pedí a Anthony que me ayudara a buscar a
Rouse, él era el único de mis nuevos compañeros
que la conocía. Todos nos dirigimos hacia las mesas
azules y en una de ellas pudimos distinguirla.
—¡Rouse! -la llamé, ella giró la cabeza y se puso
de pie.
—Abby.
—¿Todo bien?
—Muy bien, no me perdí gracias a April -señaló
a una castaña de ojos verdes claros, su rostro
expresó amabilidad cuando me vio. El chico que la

375
rodeaba por los hombros la dejó ir cuando ella se
levantó para saludarme.
—Rouse me platicó sobre ti, un gusto conocerte.
—Lo mismo, April.
—¿Se quedan con nosotros, no? -me preguntó. Y
en ese momento noté que todos mis acompañantes
se estaban ubicando en la misma mesa que ellos.
—Ustedes deciden si quieren compartir mesa con
los plebeyos -expresó en tono de broma el chico que
aún no conocía, lo miré y sus ojos grises
trasmitieron humor-. Soy Drew -se presentó cuando
notó mi mirada.
—Mi novio -señaló April con una sonrisa.
—Ya siéntate, Abby. No van a decirte nada -
comentó Brenda-, los líderes pueden elegir con
quien sentarse y ¿ustedes no van a rechazarnos o sí?
—Como creen -dije y bajé la bandeja sobre la
mesa, retiré un poco la silla para al fin sentarme.
—Justo a tiempo -habló nuevamente el chico
ahora conocido como Drew-, la realeza está
ingresando y estoy seguro que les disgustaría notar
que alguien no les está bajando la cabeza.

376
—¿Qué? -pregunté al mismo tiempo que Rouse.
—Solo está bromeando, chicas -nos tranquilizó
April, dándole un suave golpe al hombro de su
novio.
—Pero ¿de quién hablan? -pregunté.
—Miren allá -nos dijo Drew — en la entrada del
comedor -señaló.
Giré el rostro hacia donde él nos había indicado
para poder ver a cuatro personas caminando hacia el
interior.
April continuó a explicarnos.
—Ellos son los Collins, Marisa, Selene, Neisan y
Chase Collins, hermanos y los representantes del
Reino Vampírico para cumplir con lo que dicta el
tratado de paz -nos informó a Rouse y a mí con
respecto a las personas que estábamos viendo.
Esas cuatro figuras imponentes se dirigían hacia
una mesa roja. Se ubicaron ahí con elegancia, dos
rubios y dos pelinegros. Desde mi enfoque se veían
hermosos, serios y reservados.
—Vampiros -susurré sorprendida.

377
—Wow -pronunció Rouse, la miré y noté una
profunda curiosidad centelleando en sus ojos. Volví
la vista hacia los Collins y en ese momento noté que
uno de ellos había alzado su mirada y estaba
observando atenta y cuidadosamente en nuestra
dirección, su fría mirada mandó escalofríos en mi
piel. Me asombré por el color de sus ojos, miré a
Rouse y pude confirmar que el color de sus ojos era
idéntico a los de ese Collins que aún no desviaba la
vista. Era rubio y su rostro de rasgos duros le daba
ese aire de misterio que tanto atraía.
—Solo les queda este periodo para que esta
prueba se termine -escuché decir a Brenda, viendo
de golpe hacia el rubio. Y en ese momento él desvió
su vista-. Supuestamente el instituto también recibirá
vampiros, y seguro saben sobre que los hombres
lobos y vampiros se llevan mal por naturaleza…
Pues sí, existe un pequeño disgusto entre nosotros.
Pero el mundo ha evolucionado y nosotros también,
así que pronto vamos a estar conviviendo con el
“enemigo”.
—Sí, sí, sigue hablando, prima -incitó Anthony,
robándole unas papas a la pelinegra. Ella solo tenía
papas y ensalada, ah y el aderezo.

378
—¡Oye! -se quejó dándole un golpe en las
manos.
Me había quedado tan absorta en el momento que
me había olvidado de mi hambre voraz.
Comimos mientras seguíamos intercambiando
palabras. Charlamos sobre la escuela y temas
variados, como el juego que tenía adicto a la
mayoría justo ahora.
—Aquí Anthony es el mayorcito -nos dijo
Brenda-, cumplirá años en unos pocos días.
—Dieciocho -indicó él-, por fin podré
transformarme.
—Qué dolor -expresó la rubia, Amy-. Pero es un
dolor que vale la pena.
—Pensé que se podían convertir toda la vida -
dije.
—¿Cómo es eso de la transformación? -preguntó
Rouse.
April tuvo mucha paciencia al explicarnos
brevemente.
—No, no -dijo mirándome, luego fijó su vista
hacia le pelirroja-. Los licántropos nos

379
transformamos a partir de los dieciséis, bueno, solo
los alphas. Los demás lo hacemos al cumplir los
dieciocho, pero comenzamos a desarrollar más
habilidades proporcionadas por nuestra especie
desde los dieciséis también.
Asentimos y seguimos comiendo. Poco después
se anunció que nuestro tiempo había acabado,
resignados nos levantamos y nos preparamos para
las siguientes horas de clases.
Afortunadamente todos teníamos clases juntos.

Las clases terminaron al fin, junto con Rouse,


April y Brenda nos dirigíamos hacia la salida.
—Vi que algunas personas se quedaban, ¿por
qué? -quise saber.
—Tienen clases extras -me dijo Brenda— o
entrenamiento. Yo entreno tres veces a la semana.
Hay un establecimiento junto a la institución donde
te proporcionan todas las herramientas necesarias y
te instruyen.
—Buena -dije y por inercia salvé a mi amiga de
un choque. Ella iba muy absorta en su teléfono, alzó

380
la vista con el ceño fruncido y un poco asustada,
cuando la jalé de golpe hacia mí.
—Dios, Hareth me tenía distraída.
—Cómo no…
—Dice que está aquí. Y Edward también -agregó
segundos después. Mi cara inmediatamente se
trasformó, mi pulso se aceleró súbitamente. Y luego
la maldita mentirosa comenzó a reírse.
Me hice la indignada y me adelanté, dejándola
atrás.
Llegamos a la salida y efectivamente no había
rastros de Edward. Maldición, ya quería verlo.
Y eso que estábamos distanciados. Todo porque
aún no le permitía más cercanía.
—Cuidado las escaleras -escuché decir a April,
mirando de reojo hacia Rouse que había vuelto a
perderse en su teléfono.
Me detuve en el inicio de las escaleras para
esperarla, pero su quejido me alertó de algo grave,
haciendo que me volviera inmediatamente hacia
ella, viéndola.

381
—Lo siento, de verdad estaba medio distraída -le
dijo Rouse a la persona que chocó ni más cruzó el
umbral de la puerta. La chica resultó ser amable, se
agachó para devolverle el teléfono que se le había
caído de las manos.
—Esto es tuyo-dijo la chica extendiéndole su
iPhone, sonriendo con amabilidad, pero su sonrisa
desapareció cuando su vista se desvió hacia la
pantalla prendida del celular. Así que desistió de
devolverle el teléfono a su dueña, acercándola a su
rostro para ver mejor-. Creo que alguien tiene un
crush con el alpha, ¿eh? -habló en tono divertido.
Me ubiqué por detrás de Rouse con gesto serio.
De pronto no me estaba gustando para nada esta
situación.
La chica, que era de cabello liso de un negro
azabache, atado en una cola alta y perfecta, le
mostró a Rouse la pantalla del celular revelando el
fondo. Sus amigas se habían acercado como April,
Brenda y yo hacia Rouse.
—Oh, no, no, no -negó Rouse viendo el rostro de
Hareth en la pantalla de bloqueo-. Él lo puso -dijo
ruborizada.

382
—¿Dices que el alpha Lewis lo puso? -preguntó,
mirándola incrédula para después soltar una risa
irónica.
—A ver, Lex -una de sus amigas se fijó, por
arriba del hombro de la tal Lex, lo que contenía el
teléfono.
—¿Cuál es el problema? -decidió meterse April.
—Esta chica tiene como crush a nuestro querido
gobernante -respondió enseñándole la pantalla del
teléfono-. ¿Quieres hablar con él? -le preguntó a
Rouse. Una sonrisa maliciosa se extendió en sus
labios con una expresión que mostraba lo mismo.
—No, no creo que sea necesario. Por favor,
devuélveme el teléfono -pidió Rouse poniéndose
seria de repente. Y ese gesto me advirtió a mí que
las cosas podían salirse de control si continuaba de
la misma forma.
—Nop -negó Lex, dando un paso hacia adelante-.
Tienes que ganártelo.
—Alexia, no estamos para tus juegos. Por favor,
devuélvele lo que le pertenece -exigió April.
—Sí, hazlo ahora -le exigí también, dedicándole
una mala mirada. Pero ella ni se inmutó y siguió en

383
su papel de «graciosita».
—Solo quiero probar su valentía -defendió ella.
—Solo dale lo que le pertenece y acabemos con
esta mierda de una vez por todas -sostuve firme,
cuando noté que Alexia no iba a rendirse tan rápido
intercedí entre ella y Rouse, alargando la mano para
quitarle el teléfono, pero ella fue rápida y anticipó
mi movimiento, echándose para atrás.
—Ehhh, cuidado -advirtió ella, retándome con
sus ojos negros y amenazadores.
—Cuidado tú -contesté regresándole una mirada
más dura.
—Creo que ya somos lo suficientemente grandes
para esta mierda -comenzó a decir Brenda,
metiéndose entre Alexia y yo-. Así que distancia, y
por favor, dale lo que le pertenece.
—Ustedes no aguantan nada -bufó Alexia-.
Vamos… -insistió hacia Rouse, agitando el teléfono
en su mano como muestra de que lo seguía teniendo
ella.
—¿Por qué mejor no usamos otro método para
que nos devuelvas ese teléfono? -hablé volviendo a
ponerme delante de mi amiga.

384
—¿Qué propones? -me retó con la mirada ella,
pero antes de que pudiera responder sentí una mano
sujetarme por el brazo, deteniéndome. Rouse me
echó para atrás tras adquirir una expresión más
firme, decidida.
—Devuélveme el teléfono si no quieres tener
problemas -advirtió mi pelirroja amiga.
—¿Problemas contigo? -se rio Alexia, incrédula.
Rouse tomó aire en busca de paciencia, no podía
perder los estribos, si lo hacía verdaderamente
habría problemas.
—Problemas con él -dijo mi amiga, poniendo
más picante el asunto.
—¿Vas a acusarme con tu compañero? -Se
preocupó falsamente Alexia, en su rostro fingió un
temor inexistente, en su mirada persistía la burla-. Sé
que es un líder lo que te convierte a ti
automáticamente en mi igual, porque sí, soy hija de
un alpha. Pero ambas sabemos que tú y yo no somos
iguales, eres una débil humana.
La cara de Rouse se tornó diferente, su
respiración se volvió irregular. Oh, Dios. No, no, no.
—¡Dame el maldito teléfono! -grité en tono
exigente, volviendo a situarme ante ella, esa vez

385
siendo más rápida al saltar sobre su mano para tomar
ese aparato que estaba causando todo ese patético
asunto. Logré tomar el celular, pero ella tenía
sentidos agudizados y era más fuerte, con facilidad
me esquivó y dejó el teléfono en lo alto.
—Abby, no -me dijo Rouse, viendo rendida hacia
Alexia, suprimiendo ese enfado desatado por la
ridiculez que había montado la pelinegra -. ¿Qué es
lo que quieres de mí?
—Solo voy a darte un empujoncito hacia tu crush
-Alexia le explicó sin borrar su absurda sonrisa-.
Quiero que vayas y le hables al alpha, si sobrevives
vuelves por tu teléfono y te lo entregaré sin refutar.
—¿Dónde está? -preguntó Rouse.
Alexia miró hacia el frente del instituto y
comenzó a buscar a alguien con la mirada.
—Oh, ahí está -dijo al ubicar lo que buscaba-. Ve,
si te animas.
—¿Qué?-dijo, una incrédula April-. Sabes
perfectamente que eso está prohibido-le hizo
recordar-. La puede castigar por desobediencia.
—Alpha Lewis -dijo Rouse como si apenas se
hubiese acordado de algo, luego observó hacia la

386
dirección que le señalaba Alexia, y fue entonces
cuando su alivio fue perceptible para mí.
«Lewis» dije y me di una bofetada mental. Con
todo este drama ridículo no me había puesto a
pensar bien el asunto.
¿Alexia solo quería que Rouse le hablara al alpha
Lewis, a su compañero? Muy fácil.
—No lo hagas -escuché decir a April-. Rouse, por
favor -insistió al ver como ella empezaba a avanzar
hacia adelante.
—Lo hará -dijo una voz femenina por detrás de
mí.
—Veremos qué pasa, no es su querida Hannah-
escuché decir a Alexia.
Centré mi mirada como la de todos, en Rouse.
Hareth estaba acercándose hacia una camioneta
luego de despedirse de una persona que reconocí
como la directora.
Pero se detuvo cuando notó a mi amiga
aproximándose hacia él.
Todos quedaron expectantes. Yo me reí
internamente con un dejo de maldad.

387
Y cuando Rouse se encontró con su pareja
destinada y situó una mano en su hombro, Alexia
jadeó a causa de su asombro. Lewis no la había
alejado, él incluso permitió y recibió gustoso el beso
que le dio mi amiga como saludo, un beso muy
cerca de la boca.
Ya no oculté más mi sonrisa, sonreí libremente y
observé hacia Alexia con una mirada altiva,
triunfante.
Al verla tan anonada, incrédula y distraída,
alargué mi mano y le quité el teléfono con facilidad.
Ella no hizo nada al respecto, solo me dirigió su
mirada asombrada sin refutar.
Luego le di la espalda y comencé a bajar los
escalones, me acomodé la correa de la mochila en un
hombro y en eso, decidí parar y girar ligeramente
para mirar a Alexia sobre mi hombro.
—Que esto te sirva como lección, antes de actuar
como una niña inmadura investiga que la líder a la
que te enfrentas no esté en una posición más alta que
la tuya, que casualmente no sea la compañera del
alpha de los alphas -le dije y después continué mi
camino.

388
No dejé de sonreír hasta que me acerqué hacia la
parejita feliz, mi amiga y su compañero.
Había notado incluso a los hermanos Collins
observar ese momento tan tenso que se creó cuando
Rouse se aproximaba hacia él.

En la vuelta a la mansión estuvimos hablando


sobre algunos trabajos que debíamos hacer sí o sí
solo para no perdernos de rumbo. Las quejas no
faltaron porque nadie quería hacer ese algo extra.
Al llegar a casa directamente subí a mi
habitación, mágicamente me encontraba de
malhumor. Así que para calmarme un poco, decidí
tomar un baño.
Dejé de lado la mochila y me adentré en el baño.
Preparé la tina y cuando esta estuvo lista me
desnudé y me metí bajo la tibieza del agua,
recibiendo automáticamente la calma que tanto
necesitaba.
—Quién te necesita, Edward -bufé de mala gana.
Pero rápidamente cerré los ojos y disfruté la
sensación mágica que te causaba el agua.

389
«¿Dónde diablos se metió?» no pude evitar
pensar en él.
—Ya.
Suspiré y alargué la mano para alcanzar una
toalla pequeña, me sequé las manos solo para poder
agarrar mi teléfono. No podía tener tanta mala suerte
como para que se me cayera en el agua.
Puse música y comencé a revisar mi Instagram.
Pasaron unos minutos, después me di cuenta que
transcurrió una hora, así que decidí salir. Enjuagué
mi cuerpo y salí de ahí, cubriendo rápidamente mis
partes con la toalla.
Pero después lo cambié por una bata de baño. Y
de esa manera abandoné el cuarto de baño. Me puse
el primer conjunto que me pareció lindo y después
me fui a tumbar en la cama con el teléfono en mano.
Y apenas en ese momento, él se dignó por
aparecer.
Ni siquiera lo miré, ya ni siquiera le reclamaba
por entrar en mi habitación sin tocar.
Habíamos tenido una especie de discusión por
“nuestra relación” y por eso estábamos distanciados.
Yo aún no aceptaba ese término, pese a saber muy

390
bien que por él sentía cosas que por ningún otro no,
no podía simplemente aceptar que mi vida de soltera
había terminado para siempre. Bueno, tampoco me
disgustaba la idea de tener algo con él, pero todo aún
me resultaba extraño y necesitaba más tiempo para
asimilarlo. Y Edward quería apresurarlo todo, y no.
Yo no aceptaría que las cosas fuesen a su modo.
Así que si queríamos volver a estar bien, él debía
aceptar la distancia que le había solicitado, aceptar
que las cosas serían a mi modo. Y debía empezar
disculpándose por ser un idiota.
—Heaven -me llamó con su orgullo disipándose.
No le respondí, seguí mirando la pantalla de mi
celular ignorándolo olímpicamente.
—Háblame… -suspiró cansado-. Abby.
—Batería baja -murmuré.

—Batería baja significa que no tengo ánimos


para responderte, Edward.
—Solo di que ya no estás enfadada conmigo -
instó sentándose a mi lado, no giré a verlo, seguí con

391
los ojos fijos en mi celular, mostrándole interés a ese
aparato que a mi compañero.
—¿Quieres que te miente?
—¿Qué hago para recargarte las energías, bonita?
En ese momento lo miré porque él me resultaba
irresistible cuando me llamaba de ese modo.
—Traerme comida -sonreí sin enseñar los
dientes.
—Si traigo lo que me pides, ¿estaremos bien?
—Ya estás aprendiendo -le hice saber ampliando
mi sonrisa. Él se inclinó hacia mí, puso una mano
sobre mi cabeza, acariciándome delicadamente el
cabello de forma dulce. Y de pronto sentí su nariz
acariciándome la mejilla.
El calor nació de golpe provocando que las ganas
de querer estar más cerca de él aumentaran.
—¿Qué te apetece, Heaven? -dijo contra mi oído
haciéndome temblar, los vellos se me pusieron de
punta, la electricidad que cruzó por mi espina dorsal
definitivamente me dieron la recarga de ánimos que
necesitaba.
Giré el rostro en su dirección.

392
«Me apeteces tú, Edward» pensé.
—Helado -dije en su lugar.
Él negó con la cabeza y me regaló una sonrisa de
labios pegados, de todas formas la desilusión atisbó
en sus ojos. Y me sentí culpable por ello.

Los días comenzaron a transcurrir rápidamente.


A medida que pasaban los días era más imposible
resistirse a la atracción que había entre Edward y yo.
Él había respetado mi decisión, no quería que las
cosas sucedieran de golpe: te beso porque eres mía.
No. Yo quería que las cosas surgieran mágicamente.
Mágicamente ya estábamos juntos, éramos seres
destinados, pero yo no quería besarlo porque así lo
requería. Sí quería besarlo, pero en un buen
momento.
Yo sabía que iba a llegar un momento donde el
ambiente diría “bésense” y ahí me dejaría llevar.
Y entonces, pasó.
Era viernes, apenas había llegado de la escuela y
ya me encontraba rendida ante el cansancio, tirada
en la cama.

393
—¿Estás bien? -Me preguntó él a lo que asentí
murmurando algo inentendible-. ¿Quieres saber por
qué estás así? -volví a asentir realizando un sonido
de afirmación-. Porque me necesitas, estás débil
porque te niegas a aceptar lo inevitable.
—¿Otra vez con esto? -dije sentándome en la
cama, viéndolo mal. Y es que tenía razón, pero aun
así no iba a aceptarlo.
—No te quejes porque solo te estoy diciendo la
verdad. ¿Por qué no permites que me acerque más?
¿Por qué pones un límite? ¿Por qué no quieres que te
bese? -comenzó a decir poniéndome muy nerviosa.
Se quedó en la orilla de la cama, de pie
contemplándome con expresión triste-. ¿Es que no te
soy suficiente?
—Edward, para.
—No, es momento de aclarar las cosas, Abby -
sostuvo con firmeza-. ¿Por qué te detienes?, ¿Qué te
impide a dar ese paso?, ¿A qué le temes? -exigió
saber en un tono más fuerte, perdiendo la paciencia.
Sus rasgos se vieron notablemente molestos,
endurecidos. Y sus ojos expresaban miles de
preguntas al mismo tiempo.
—Edward, no…

394
—Respóndeme, Abby, o mejor dicho, respóndete
a ti porque sé que tú te cuestionas mucho. Es fácil
leerte y yo veo, noto tu inseguridad, tu miedo.
—Basta…
—¿Por qué? ¿No quieres que el mundo sepa que
tú también caes?
—Todos nos desmoronamos alguna vez, yo no
soy la excepción -dije poniéndome de pie, pero
sobre la cama, de esa forma yo lo pasé en altura,
pero solo un poco. Después puse ambas manos sobre
sus hombros, lo miré a los ojos y le confesé-: Y acá
yo soy la que teme no ser suficiente para ti, tú eres
un hombre, Edward, yo soy solo una chica. Tú eres
un ser con habilidades especiales y yo soy solo yo,
no tengo nada que ofrecerte. Soy tan común y
corriente que siento que no te merezco.
—Ahora para tú -me silenció colocando el índice
sobre mis labios, me estaba gustando que esta vez
fuese él quien alzase el rostro para verme-. Yo solo
te quiero a ti, Heaven. No necesito que tengas
poderes o habilidades especiales para quererte como
lo hago, sé que es muy pronto para decirte estas
cosas, pero lo que me haces sentir es tan fuerte que
necesito gritarlo. Quiero decirte todo el tiempo lo

395
mucho que me gustas, quiero recordarte todo el
tiempo que estoy aquí, siempre para ti.
—Edward -susurré situando mis manos a los
lados de su cara, acaricié con las yemas de mis
dedos la línea de su mandíbula, viéndolo a los ojos
en todo momento, transmitiéndole con la mirada lo
mucho que me gustaron sus palabras.
—Me da miedo tu distancia, me da la sensación
de que en cualquier momento voy a despertar sin ti.
—Siento ser la causante de tu dolor, de verdad lo
lamento. Pero me espanta todo lo que despiertas en
mí, nunca me había pasado antes, jamás deseé tanto
a alguien como a ti. Y esto me genera miedo,
también me da miedo despertar y descubrir que esto
solo es un sueño o peor aún, olvidar… -suspiré. Pero
él no sabía eso. Edward no sabía que a veces me
daba ataques de ansiedad al no saber mi identidad.
—Solo acéptame y convirtamos esta realidad en
un hermoso sueño.
—Sí -le dije entonces, su mirada relució una
emoción por mi respuesta-. Quiero todo lo que
puedas ofrecerme, Edward. Yo entro a este nuevo
juego, ¿y tú?
—Donde vayas te seguiré, bonita.

396
Sonreí y sin que se lo esperase, lo besé.
Uní mis labios a los suyos en un beso necesitado,
cargado de urgencia, afán y pasión.
Sentir su boca sobre la mía por primera vez avivó
aún más al huracán de emociones y sensaciones en
mi interior.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello,
dirigiendo una mano en su cabello para sostenerlo
por ahí. Las manos de él viajaron hacia mi cintura,
recorriendo mi espalda suavemente con sus manos,
luego una de ellas subió hasta un lado del rostro para
acariciarme las mejillas. Pero luego todo se tornó
más fuerte, más salvaje y pasional.
Yo, que me había inclinado hacia él para besarlo,
dejé caer mi peso en sus brazos cuando envolví mis
piernas alrededor de su cintura. Él me sostuvo
enseguida con firmeza sin la necesidad de separar
nuestras bocas, pero tuvimos que hacerlo durante un
instante para tomar aire.
Pero luego seguimos ese momento que había
pospuesto tanto. Y ya sintiendo su cálida boca sobre
la mía, me arrepentí por no haber seguido mi instinto
desde que tuve oportunidad de besarlo. Dejé de
pensar y me sumergí en el instante, en el ahora, en lo

397
que estaba sucediendo, en como sus demandantes
labios poseían a los míos con vehemencia, con una
fuerza que quemaba, las ansias y el anhelo había
creado un calor que solo aumentaba cada vez más.
Percibí la punta de su lengua entre mis labios, le
permití acceso y el beso subió de nivel.
Y fue allí donde me di por perdida.
Juego terminado, Abby.
Y perdiste. Edward ha salido vencedor.
Mierda.
Pero ahora me alegraba de haber caído en sus
garras.
Edward se dejó caer en la cama, sentado. Yo me
acomodé en sus piernas y lo sentí, pero no me
importó. Podíamos arreglarlo.
«La que quería ir despacio» se burló una parte de
mí.
—Joder, bonita, tus besos van a ser mi perdición.
—Tu boca se ha convertido en mi comida
favorita, Edward -dije queriendo saborearlo una y
otra vez.

398
—¿Y sigues teniendo hambre? -dijo viéndome,
su tono grave y sus peligrosos ojos ahora más
oscuros me advirtieron que estaba tentando a la
bestia.
—Mucha -respondí.
Él sonrió y me besó.

Por favor, voten y comenten si les está gustando


la historia. Espero les esté gustando esta perspectiva
diferente.

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14. Ensalada de frutas

Capítulo 14: 
ENSALADA DE FRUTAS
Rouse
La semana pasó tan rápido que cuando el viernes
llegó ni yo me lo podía creer.
El pequeño suceso del lunes me había hecho
conocida sin ese propósito, Alexia, la que no
desaprovechó el incidente para hacer de las suyas,
me había pedido disculpas el día siguiente. Noté
como odiaba perder el orgullo, pero debía. Se había
metido con la compañera del hijo del rey de su
especie. Yo merecía su respeto solo por eso.
Y desde ese momento ya todos comenzaron a
tratarme con cuidado, sabían quién era mi pareja,
sabían que habría problemas si se atrevían a
molestarme.
Así que me sentí muy extraña con ese nuevo trato
que recibía. A los únicos que me atreví a pedir que
no me tratasen diferente fue a mis nuevos amigos, en

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toda la semana no dejé de juntarme con el hermano
de Malcom y sus amigos.
Y lo bueno de esa semana es que la directora
había anunciado la apertura del campamento. El
miércoles se le dio inicio, comenzando con los de
primer año y la semana que viene le tocaría a mi
grupo. Pero para ello debía rellenar un formulario, y
necesitaba la firma de alguien adulto y responsable
como autorización.
El campamento duraría tres días, pasaríamos dos
noches en el bosque. Y por los comentarios de los
chicos, se escuchaba emocionante. Requería la firma
de Hareth como permiso, porque sin duda alguna
pensaba asistir, no debería haber ningún problema
con separarnos.
Apenas llegué del instituto, Hazal había ido a
recogernos de vuelta de su universidad. Todas nos
encontrábamos tan agotadas que cada una se dirigió
a su habitación a descansar un poco. Por mi parte,
decidí tomar una ducha para después continuar
poniéndome al día con las materias, los profesores
me habían solicitado entregar los últimos trabajos
para tener nota y, además, estudiarlos para los
próximos exámenes. Y me faltaba muy poco para

401
acabarlos, April me había prestado sus apuntes muy
amablemente.
Hareth no estaba en casa, seguía en su oficina en
el centro de Milford. Llegaba como a las cinco
siempre. Así que aún faltaban unas cuantas horas
para que volviésemos a vernos. Y mientras tanto, yo
me mantuve muy ocupada con mis últimos
pendientes. Debía tener todo listo para el lunes y
martes porque el miércoles se le daba inicio al
campamento de segundo año de preparatoria, mi
grupo. Pero iríamos acompañados del último año,
así lo dispuso la directora.
Llegó un momento donde me dio por salir en
busca de algo para picar, así que eso hice y me dirigí
hacia la cocina.
Revisé mi teléfono en el transcurso, y lo único
que encontré fue un mensaje de Abby avisándome
que no estaba en casa.
—Hola, Lía —saludé a la chica detrás de la barra
de cocina—. ¿Qué haces?
—Buenas tardes, señorita Rouse —dijo medio
sorprendida al verme. La verdad es que podía
comprender su actitud, desde el lunes lo único que
hice fue realizar tareas. Apenas salí de la habitación,

402
bueno, salía solo para desayunar e ir a clases—.
Estoy empezando a preparar el postre para el día de
hoy.
—Qué temprano, pero supongo que está bien.
—¿Necesita algo?
—¿Tan evidente soy? —le pregunté, para luego
hacer una mueca de culpabilidad.
—No quise sonar grosera por la pregunta,
perdóneme —dijo tan rápido que apenas le entendí.
—Está bien, está bien —repetí, tranquilizándola,
al ver su cara alarmada—. Solo venía por una fruta,
pero ahora que veo ese canasto lleno de frutas me
dan ganas de comerlo todo —dije, observando las
frutas que había arriba de la mesa—. ¿Hay ensalada
de frutas? —le pregunté, esperanzada.
Ella negó con la cabeza.
—No, pero ahora mismo se lo preparo —me
afirmó, rodeando la barra de la cocina en dirección
en la mesa que contenía esas suculentas frutas, al
mismo tiempo que yo avanzaba hacia ese lugar para
detenerla.
—Solo preguntaba, no hace falta que lo hagas —
dije colocándome a su lado, en frente de esa mesa—.

403
Tienes mucho trabajo allí, yo misma lo haré y no
acepto un no por respuesta —aclaré al notar que ella
tenía la intención de hablar.
—Está bien, es usted muy amable.
—Dime Rouse, por favor, que apenas tengo
diecisiete años, me haces sentir más mayor. Tú,
¿cuántos años tienes? —le pregunté al tiempo que
volvíamos a colocarnos en nuestros lugares
anteriores, yo con el frutero por supuesto.
—Veinte —contestó mucho más calmada.
Minutos más tarde yo también me encontraba
detrás de la barra de la cocina terminado de cortar
las manzanas, los coloqué en el cuenco con las
demás frutas para luego agregar jugo de frutas,
según yo, la ensalada de frutas ya estaba lista. Le
pregunté a Lía en donde se encontraban los vasos,
ella misma fue a traerme uno para después seguir
con los suyo.
—¡Lía, hay cambios en el menú! Prepara los…
—exclamó la voz de una mujer ingresando en la
cocina, pero dejó de hablar al verme a mí—. Buenas
tardes, señorita. Qué sorpresa verla por acá.
—Hola —saludé con una sonrisa de labios
pegados—, ya tenía que salir de mi encierro, la

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escuela me tenía muy ocupada. ¿Quiere un poco? —
ofrecí, señalando mi creación.
—Gracias, pero usted no debería…
No terminó de hablar porque se escuchó una voz
llamando a Lía. En ese momento vi a la mujer, de
unos treinta años de edad, cerrar sus ojos con fuerza
y, también, me pareció escuchar a alguien maldecir
por detrás de mí.
—¡Malia! —una voz femenina demasiado aguda
se escuchaba cada vez más cerca. Vi a una
apresurada Lía ir a lavarse las manos y secarlas con
el delantal que llevaba puesto al no ver ningún trapo
por donde posara la vista.
—¡¿Malia, no escuchas que te estaba llamando
hace horas?! —apareció en el umbral de la puerta
una chica rubia, se detuvo, observando a la
susodicha con hostilidad y superioridad. Cruzó los
brazos sobre el pecho, usaba una camiseta color
negra que dejaba al descubierto su ombligo, el jean
que tenía puesto era sumamente ajustado y sus
piernas parecían súper largas gracias a los zapatos de
taco alto que usaba, aun así pude darme cuenta que
yo era más alta pese a que ahora misma ella me
ganase en altura por sus tacones.

405
—Lo lamento, señorita… —La voz de Lía se
escuchaba dócil.
—¡Cuantas veces te dije que me llamarás por lo
que soy! —le reprendió, caminando con pasos
seguros y aires de suficiencia hacia la barra
acompañado de un gesto amenazador.
La cara de Lía me daba pena.
¿Pero quién se creía esa chica? ¿Quién demonios
es?
—Lo lamento, princesa —se corrigió Lía con la
voz temblorosa.
—Mucho mejor, como estoy de buen humor por
hoy dejaré pasar esta cuestión. Quiero… —dijo
mientras desviaba los ojos de ella para evaluar la
cocina y, en ese momento, se fijó en mí, frunció
ligeramente el ceño y en sus ojos atisbaron
curiosidad—. Oh, alguien nueva. Por fin, ya se
necesitaba una nueva sirvienta…
—En realidad ella…
— ¿Te permití hablar? —le interrumpió la chica a
la señora que se encontraba delante de mí. Ella negó
con la cabeza—. Tú —dijo, señalándome—, quiero
eso que estas preparando, se ve bien. En máximo,

406
tres minutos —aclaró, viéndome fijamente con sus
ojos de un color marrón claro, tanto que podían
notarse ligeros tonos de verde en su iris, para luego
marcharse.
—¿Pero quién se cree? —expresé con disgusto,
no pudiendo evitar que una mueca de desagrado se
viese en mis labios.
—Lamento eso, yo le llevaré eso —me dijo Lía.
—No, es solo mía —Puede que haya sonado
egoísta con mi ensalada de frutas, pero es que
aquella chica me había caído mal desde que escuché
su voz por primera vez—. Lo lamento, lo que quiero
decir es… Puedes llevarle, no quiero que te metas en
problemas.
—Gracias, Rouse.
Me despedí de ellas con mi vaso de ensalada de
frutas a mano para ir hacia la sala de estar en busca
de distracción. Tal vez Hazal estaba por ahí. Ya tuve
suficiente estudio por hoy y, además, Hareth estaba
por llegar.
Tal vez me comía mi ensalada de frutas sentada
en uno de los escalones del porche. No, iba a parecer
una estúpida desesperada.

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—¡Por fin! —me sorprendió ver a la misma chica
ni más bien me asomé en la sala, la vi levantarse del
sofá para encaminarse hacia mí— ¿No te podías
haber tardado más? —el sarcasmo era evidente en el
tono de su voz.
—Lo siento —dije sin saber el motivo de mi
disculpa.
—Como sea —dijo queriendo agarrar el vaso que
yo tenía en mi mano. Cuando lo estaba por tomar yo
di un paso hacia atrás, lo que provocó un gruñido de
su parte—. Dámelo —exigió con una nota calmada
pero autoritaria. Al ver que yo no tenía ni la menor
intención de dársela, volvió a hablar— ¡Qué me la
des!
—Es mía, no te lo voy a dar —pronuncié segura,
dando un paso hacia atrás, por las dudas.
—¡¿Quién te crees, estúpida?! Solo eres una
maldita sirvienta aquí, en cambio yo no, puedo hacer
que te echen o que te maten por desobediencia. Tú
eliges, ¿me la das o te largas?
—Ninguno de los dos —mi respuesta la
sorprendió.
—¿Qué has dicho? ¿Serás capaz de repetirlo? —
pareciera que esta situación la estaba sacando de

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quicio, y debía de admitir que a mí también. Hacía
días que algo o alguien no me enojaba, pero ahora
estaba ella. Esa chica estaba teniendo suerte porque
para aquel momento en mi cabeza yo ya estaba
susurrando «fantasía».
—Ninguno de los dos —le repetí, firme.
—Lamento la tardanza —escuché la voz de Lía.
Pero no giré a verla por estar retando con la mirada a
esa chica rubia malcriada. Ella tampoco se inmutó
de su presencia.
—Por última vez…
—No te la voy a dar, es mía. Así que por favor ya
cállate que discutir por algo tan simple cansa y es
mejor que no me hagas enojar si no quieres
conocerme realmente.
Cuando terminé de hablar, ella se echó a reír.
—Eres una tonta —me dijo, riendo—. Tú eres la
que no debería de provocarme y te digo algo; lo
estás haciendo y no me gusta que gente como tú
trate de buscar atención de esta manera, y
justamente conmigo. Se ve que no sabes quién soy
—negó con la cabeza, reprimiendo una risa al
morderse el labio—. Eres nueva, comprendo eso, tu
falta de respeto…

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—¿Falta de respeto? —dije con una fingida y
exagerada tono de sorpresa—. ¿Acaso tú sabes lo
que significa tener respecto? —cuestioné, denotando
incredulidad en mi voz.
Sus ojos chispeaban a causa del enfado,
adquiriendo un semblante serio.
Con dos pasos terminó la distancia que nos
separaba, me señaló con su dedo índice y con voz
sumamente seria pronunció una advertencia, una que
en realidad se escuchó como una amenaza.
—Respeto es lo que tú me debes a mí, sé
perfectamente lo que significa y si alguna vez
vuelves a cuestionarme no duraré ningún instante en
aplicarte un castigo severo por tu insolencia —dijo
segura y autoritariamente—. No te metas conmigo,
lo único que debes saber es que estoy muy por
encima de ti.
Di un paso atrás, ceñuda.
—¿Hablas en serio?
—¡Es que tú no entiendes! —exclamó,
exasperada—. Te dije que no me volvieras… —no
siguió hablando. De pronto, su expresión cambió por
completo, su semblante se dulcificó y una sonrisa
deslumbrante apareció en sus labios mientras daba

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un paso hacia atrás y observaba por encima de mi
hombro, con sus ojos iluminados.
—¡Hareth! —exclamó con el tono de voz
totalmente diferente, hasta podía decirse que era
agradable.
—¡Pequeña! ¿Qué haces aquí? —escuché la voz
de Hareth a lo que rápidamente me di vuelta para
mirarlo.
Por un lado de mí pasó la rubia rápidamente,
yendo directamente a saltar en los brazos de él.
Ver como él la recibía gustoso en sus brazos
provocó algo en mí: molestia. No, más que eso.
Observar aquella escena no me gustó para nada. No
me había dado cuenta que estaba apretando la
mandíbula con demasiado fuerza, estaba tensa. El
vaso que sostenía en una mano se agrietó de repente,
no le di importancia porque, después de todo, la
ensalada de frutas ya no me apetecía. Algo agrio se
apoderó de mi garganta.
—Quise darte una sorpresa. ¡Ya te estaba
echando mucho de menos! —dijo al separarse de él,
su voz denotando alegría.
—Yo también te extrañé.

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Esas simples palabras que salieron de los labios
de Hareth provocaron que algo dentro de mí se
rompiera, me sentía decepcionada y dolida. Algo
ardió en todo mí ser, cerré mi mano libre en un
puño, encajándome las uñas en la palma, con signos
de furia evidenciándose en mis rasgos.
—Por eso mismo regresé antes, la verdad es que
quería regresar antes pero ya sabes cómo es papá —
le dijo normalmente.
—Ya lo sé —sonrió Hareth—, me alegra de que
estés acá —la volvió a abrazar efusivamente, ella
emitió una risa divertida.
¿Cómo podía ser así?
A lo que me refería era a la actitud de ella. Estaba
actuando demasiado dulce y normal cuando la
verdad es que, momentos atrás, estaba callando y
dando órdenes como una maldita niña malcriada.
—¿Está todo bien? —le preguntó Hareth,
deshaciendo ¡por fin! el abrazo.
—Sí —el tono entusiasta no se me pasó
desapercibida—. Bueno, la verdad es que… —dijo
finalmente, dirigiendo la vista hacia mí. En ese
momento, él al fin se dio cuenta de mi presencia.

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Me sonrió, pero a leguas se podía notar a la
molestia expresándose en mi rostro.
Era extraño que mi aguante a la fuerza del fuego
que quemaba en mi interior, circulando como un río
de flamas en mis venas, aún no se hiciera visible
ante ellos.
—¿Qué? —preguntó Hareth al ver que ella no
hablaba. En ese momento, ella lo tomó de la mano, y
cuando yo lo vi solo quise ir hasta allí y gritarle que
no lo tocara, que ni siquiera lo mirase, pero me
contuve con la ira hirviendo a un grado ya casi
insoportable.
Ella lo guio hasta quedarse delante de mí.
—Que en esta casa ya no existe el respeto por los
superiores —dijo cruzándose de brazos, menos mal
que le había soltado la mano—. Al llegar aquí lo
único que quise hacer fue beber algo, pero resulta
que me voy una semana y me vengo a encontrar con
personas que no respetan el lugar de los demás.
—¿De qué hablas? —interrogó Hareth.
—Qué me insultaron, además de que no quisieron
obedecerme. Y lo peor de todo… —su voz cada vez
sonaba más chillón y agudo, pareciera que iba a
llorar—… es que me amenazaron.

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—¿Qué? Lo lamento, pero eso no es posible —le
dijo Hareth.
¿De verdad le estaba creyendo?
«Pensé que eras más inteligente, Hareth», pensé
viendo como su rostro se mostraba entre molesto y
confundido.
—Claro que sí. Y fue… ¡Fue la sirvienta!
—¿Lía? —Hareth inmediatamente miró por
encima de mí y, en ese momento, recordé que Lía
había ingresado un poco antes de que él llegara y
que se encontraba detrás de mí.
—No —mi voz se escuchó demasiado rasposa así
que tuve que aclararme la garganta antes de
continuar hablando—. Ella está hablando de mí —le
aclaré, el rostro de Hareth parecía tan sorprendido
que me enfadó más.
Eso solo significaba que le estaba creyendo todo
a esa chica.
—¿Rouse?
—Échala, Lewis. Ella no merece estar aquí, me
insultó, no quiso obedecerme y finalmente me
amenazó. —Los dos ignoramos la petición u orden
de la rubia. Solo nos miramos, parecía que Hareth

414
quería entender algo. Yo quería comprender como él
podía caer tan bajo como para estarle creyendo lo
que ella le estaba diciendo.
—¡Lewis!
—¡No me grites, Hannah! —Hareth le habló en
el mismo tono que ella.
—Pero… —se detuvo al hablar, mirándolo con
los ojos muy abiertos, como si no pudiera creer que
él le haya gritado—. ¡Es a ella a quien le debes de
gritar, no a mí! —repuso enseguida.
—Cállate, Hannah.
Ese nombre.
Me parecía haberlo escuchado antes pero,
¿dónde?
—En mi defensa ella no estaba siendo para nada
amable y, otra cosa más, la mitad de las cosas que te
dijo fueron mentiras —le hablé directamente a
Hareth, sus ojos mieles buscaron los míos y por
unos segundos nos quedamos así, viéndonos.
—¿Eso es cierto? —dijo Hareth, momentos
después, girando el rostro para verla.

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—Claro que no —se defendió, mirándome
totalmente indignada—, es ella la que miente. Es
una maldita que no sabe hacer bien su trabajo.
Un potente gruñido me hizo saltar en mi lugar.
—No le hables así, que sea la última vez,
Hannah. Yo sé cuándo ella miente y cuando no —le
advirtió Hareth. Y algo dentro de mi salto de la
alegría y celebró.
La cara de la tal Hannah se contrajo en
incredulidad y molestia.
—¿Me hablas en serio? ¿Estás defendiendo a una
sirvienta antes que a mí? Te dije que me amenazó, te
dije que me insultó…
—Es mejor que te calles si no quieres
conocerme…—pronuncié en una advertencia,
interrumpiéndola al no querer seguir escuchando sus
mentiras y estupideces.
Pero me vi interrumpida por mí misma, dejando
inconclusa mi oración. Sentí que algo caliente se
esparcía por debajo de mi piel, anticipándome de la
aproximación del fuego. Me tambaleé hacia atrás al
querer retroceder y en aquel momento se escuchó
algo romperse, era el vaso que tenía en la mano.

416
El ruido de los cristales rotos me hizo entender
que ya era momento de que me fuera de ahí,
necesitaba salir de allí, y rápido.
Ya había tenido suficiente de ella y la prueba era
el insoportable dolor de cabeza que acababa de
consumirme. Mis ojos se cerraron automáticamente,
con mis manos sobre mi cabeza.
—¿Estás bien, Rouse? —la voz de Hareth me
pareció lejano, instintivamente negué con la cabeza.
—¿No ves que se está haciendo? Solo está
fingiendo. ¡Es una maldita actriz!
La punzada aumentó cuando escuché su voz,
apreté la mandíbula, aguantando. Y el sentimiento
de disgusto y molestia creció hasta convertirse en
odio.
«No sientas, no sientas».
Ya es tarde, Rouse.
—¡Ya cállate y respeta a mi compañera! —el
grito de Hareth hizo que saltara en mi lugar,
retrocedí y miré a las personas frente a mí.
Tenía que irme.

417
Ya había tenido demasiada suerte con que mi
cabello no se encendiera ya, era la primera vez que
tardaba tanto en hacerlo, ¿por qué? No lo sabía. Mi
resistencia aparentemente mejoró.
Corrí a toda velocidad fuera de la sala en
dirección a las escaleras, los subí de dos en dos y en
el medio de ellas, permití que las lágrimas
acumuladas en mis ojos saliesen libremente.
Al llegar a la habitación me fui corriendo a
encerrarme en el baño.
Otra vez me encontraba en frente de un espejo
llorando y con el cabello de fuego.
Me permití llorar tranquilamente, me tapé el
rostro con ambas manos antes de sollozar.
¿Por qué me pasaba aquello?
¿Por qué a mí?
—¿Mia? —escuché varios toques en la puerta del
baño.
—Ábreme la puerta, Mia.
Era Hareth. Mis lágrimas cesaron, pero el enfado
no. Escuchar su voz solo había aumentado el enojo.

418
Los recuerdos volvieron a mí, principalmente el de
él abrazando a aquella chica.
Gruñí y grité en la mente, me miré en el espejo y
deseé que aquello acabase pronto.
«Tranquila, Rouse. Estás bien, nadie te vio».
—Por favor ábreme, quiero saber cómo estas.
Mia, por favor —insistió.
—Vete, Hareth —es lo único que se me ocurrió
decir, quería que se fuera pero a la vez no. Lo que
verdaderamente quería era fundirme en sus brazos.
Pero no quería que me viera así.
Lo que hay en ti no dejes ver, buena chica tu
siempre debes ser.
—¿Estás llorando?
«Estúpida, estúpida. ¿Por qué hablaste?» me
regañé.
—¡Ábreme la puerta, Mia Rouse! —escuché el
pomo de la puerta ser girada varias veces.
—Vete… —lloré sin poder evitarlo.
En ese momento solo quería la protección de mis
padres.

419
—Por favor no llores, pequeña.
Y esa última palabra fue el que desató el caos.
¿Cómo es que se atrevió?
No pensé lo que estaba haciendo, simplemente
abrí la puerta. 

420
15. Fuego

Capítulo 15: FUEGO


Ese sobrenombre hizo que reconociera el
sentimiento que me estaba dominando. La emoción
negativa hizo estragos en mí, avivando el mar de
fuego que parecía correr en mis venas, la sangre me
hervía a causa del enojo.
No pude contener la sensación peligrosa que me
abordó, no pude detenerme y salí a causa de un loco
impulso. Abrí la puerta mostrándome delante de
Hareth como realmente era, la ira se reflejaba en mis
ojos, en mis rasgos endurecidos. Mis celos era tan
evidentes que decidí no esconderlo.
Como decidí no esconderme más. Él me había
tenido la suficiente confianza para decirme que era
parte del mundo sobrenatural, pues yo también debía
hacer lo mismo. Y acababa de hacerlo, no en la
mejor circunstancia, pero lo hice.
—¡No vuelvas a llamarme así! ¡Soy Mia para ti!
Hareth retrocedió, impactado por lo que estaban
viendo sus ojos.

421
Yo no cambié mi expresión de enfado a medida
que disminuía la distancia entre los dos. Mi mano
tocó su pecho únicamente para empujarlo de ahí
como muestra de mi molestia con él. La impresión
en su mirada se reflejó en toda su cara, él parecía
haberse quedado sin voz y únicamente me veía en
un estado de perplejidad absoluta.
Mi cabello seguía brillando, el fuego se
manifestaba con un esplendor impresionante. Podría
quemarlo a él, me encontraba muy cerca y debía
tener ese hecho presente porque lo mejor para mí y
para él era que yo comenzara a alejarme. Pero no
quería hacerlo, quería escucharlo defenderse;
decirme algo.
—Podré tener una estatura más baja que tú, ¡pero
odio ese término! ¿Me escuchaste? ¡Lo odio! —Lo
agarré del cuello de su camiseta para atraerlo más a
mí, para que me viese—. ¿No dirás algo al respecto?
—¿No tienes que decirme algo tú? —aflojé mi
agarre y lo dejé libre, puse distancia sin dejar de
verlo en ningún instante.
—Ya no hace falta, decidí mostrártelo.
—Joder, Mia. ¿Cómo…?

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—Hareth… —dije su nombre en un tono más
bajo, suplicante. Él percibió esa nota preocupada y
fijó su atención en mí, viéndome en espera de que
dijera algo más. La molestia no quería abandonarme,
por ese mismo motivo las lágrimas volvieron a
punzar en mis párpados. Hareth inmediatamente se
acercó, pese a que podría herirlo, no me alejé. Y
cuando él colocó sus manos a los lados de mi cabeza
dejando que el fuego le traspasara estas… yo me
asombré. Él no daba indicios de estar sufriendo, es
más, me sonrió cuando alejó una mano y me enseñó
la llama que permanecía en su mano.
—Estás en el mundo sobrenatural, Mia, recuerda
que yo no soy normal. No temas, sé libre conmigo.
—Cálmame —susurré—, esto me pasa cada vez
que el enojo me domina, no puedo tranquilizarme.
Esa chica dijo puras mentiras, Hareth, no puedes
creerle.
—Te creo a ti.
Y antes de que dijera algo más, él terminó la
distancia entre los dos fundiéndome en sus brazos
exactamente como me lo imaginé en un inicio.
Pasé mis manos sobre la piel de sus costillas
hasta alcanzar su espalda, ejercí presión en esa zona

423
para mantener una unión aún más fuerte. Su cálido
pecho y sus cómodos brazos me recibieron gustosos,
un golpe lleno de tranquilidad se estampó contra mí
proporcionándome un alivio inmediato. Cerré los
ojos y dejé envolverme por el momento, disfrutando
de la paz que me transmitía Hareth, mi compañero,
mi alma gemela, solo mío.
—Solo me interesas tú, Mia —me susurró al
oído, su respiración golpeó esa zona otorgándome
esa sensación electrizante que cruzaba por mi
espalda dándome por completo la serenidad que
tanto necesitaba. Me establecí y me distancié con
sutileza al mismo tiempo que mis ojos buscaban los
suyos.
Su mirada conectó con la mía, yo sonreí con los
labios pegados, ilusionada. Él me devolvió el gesto,
sus ojos no expresaban más que amor y deseo, el
cariño se reflejaba en toda su cara. Pero yo detecté
una falla en cruzar por sus ojos, un lamento, una
disculpa. Solo que duró poco, fue apenas un
instante, me pareció ver incluso un auxilio
expresándose en ellos.
—Ya estás bien ahora —mencionó
distanciándose un poco más para inspeccionarme.
Su mirada escrutó mi cara y seguidamente bajó la

424
vista para estudiarme por completo. Me toqué el
cabello de manera automática, y como él dijo, ya
estaba bien—. Excepto tu ropa.
Apenas terminó de decirme aquello, bajé la vista
de forma rápida y abrupta en mi pecho. Y para mi
fortuna, esa zona aún seguía protegida. Pero ante la
mención de Hareth había detectado inmediatamente
las partes en las que me encontraba expuesta, como
parte de mi espalda y costado, los hombros también,
la camiseta apenas me cubría porque el cuello aún
no se desgastaba.
Ni siquiera tuve tiempo para pensar en la palabra
«fantasía».
—Lo siento…
—No tienes porqué disculparte, el que debería
hacerlo soy yo —lamentó—. Siento el
comportamiento de Hannah, no debió hablarte y
comportarse de esa manera, te aseguro que hablaré
con ella y se disculpará contigo. De verdad, siento
mucho lo ocurrido, ella no es así…
«O eso es lo que tú crees».
El recuerdo de él abrazándola hizo mella en mí
con intenciones de incendiarme otra vez. Pero

425
reprimí esa sensación, acariciándome por inercia el
anillo que nunca me quitaba.
—Ella… —pronuncié seriamente—, ¿quién es?
—Oh —dijo él como si apenas se hubiese dado
cuenta de algo—. Hannah, ella es mi hermana.
—Uh —dije inmediatamente, mi tono
avergonzado fue muy palpable. Había pensado lo
peor, tenía que admitirlo. Y eso es porque la actitud
y el comportamiento no se asemejaban para nada
con la de Hareth y Hazal. Además también estaba la
apariencia, ella se veía diferente a ellos, era más
baja, como Hareth mismo lo dijo, ella era «pequeña»
y no compartía ningún rasgo conocido con ellos,
bueno, excepto los ojos.
—Debí presentarlas formalmente al instante,
quizás de esa manera hubiésemos evitado ese
acontecimiento… Lo lamento nueva…
—No, no. Ya deja de disculparte porque eso no te
corresponde. ¿Podemos hablar después? Es que…
mírame. Necesito cambiarme, me vendría bien una
ducha para relajarme por completo.
—¿Aún no te sientes bien? —dijo con nota
preocupada, se acercó para tomarme con delicadeza

426
por el rostro. Sus ojos no denotaban nada más que
preocupación, asentí enseguida para tranquilizarlo.
—Ya estoy bien, y es gracias a ti. Tus brazos han
sido mi salvación.
—Ven —volvió a abrazarme, sonreí contra su
pecho y quedé ahí disfrutando de nuestro
maravilloso contacto. Y esa vez sentí sus manos
sobre mi espalda, justo en la parte expuesta, sus
manos paseaban en una caricia suave por la parte
baja…
Oh, la sensación de sus dedos recorriendo mi piel
desató una corriente de emoción demasiado
agradable en mi pecho.
Lo abracé con más fuerza, no queriendo
despegarme de él nunca. Alcé más el rostro
colocándolo a un lado de su cuello, su olor golpeó
mi nariz, su delicioso aroma fue un incentivo
todavía más fuerte para que no quisiese separarme
de él y para que mi adicción a su persona aumentara.
«Hareth» saboreé su nombre en mi mente. Mi
cuerpo y el suyo encajaban tan bien, mientras él
tenía una contextura ancha sin llegar a ser
corpulento, y alta, yo era delgada y contra él me veía
diminuta, no tanto porque lo alcanzaba hasta un

427
poco por encima de la barbilla. Él podría
cómodamente alzar esta y acomodarla sobre mi
cabeza mientras me abrazaba por detrás. Oh, en mi
imaginación ya se estaba sintiendo muy bien.
—Se quitó sola —se defendió Hareth cuando el
sostén se desprendió de mi cuerpo. Pusimos
distancia observando el objeto, ahora me encontraba
mucho más expuesta, mis pechos estaban libres y la
tela que aún me cubría se veía con intenciones de ya
no hacerlo muy pronto—. Pero te ves bien así como
estás… —comenzó a decir él, adoptando un tono y
una expresión que me hizo tragar saliva— ¿quieres
que te ayude a tomar esa ducha, fuego?
—¿Me seguirás llamando de esa forma?
—Sí, ahora más que nunca. Tú eres el único
incendio donde con gusto me quemaría, eres ese
fuego donde quiero arder siempre, Mia.
«¿Cómo se respira?»
Demonios, mi corazón palpitaba muy rápido,
incluso me estremecí a causa de sus palabras. Y
Dios, moría por besarlo.
—Entonces… —dije dándome valor, con pasos
firmes y expresión igual de decidida, y con una
chispeante seducción en la mirada, proseguí a

428
acortar la poca distancia que nos separaba. Ubiqué
mis manos sobre su pecho, mi vista haciendo
contacto con la suya que manifestaba expectación y
pura emoción— bésame y formemos ese incendio en
la que ambos arderemos sin intención de apagarnos
pronto.
—Carajo, lo dijiste en el momento exacto porque
ya no estaba siendo capaz de retener este fuego que
empuja por ti, Mia.
Su miraba bajó a mi boca y la mía a la suya. Me
humedecí los labios y comenzamos a disminuir la
distancia muy lentamente… y cuando nuestras
narices se rozaron, nuestros ojos se encontraron
durante un breve momento para dar ese «sí» que
ambos habíamos esperado tanto. Accedimos a ese
beso y proseguimos a hacerlo realidad.
Cerré los ojos, expectante.
Estaba nerviosa, tanto que aún no podía creer que
yo fui la que impuso la iniciativa para dar este gran
paso. Mi corazón golpeaba con fuerza en mi pecho
advirtiéndome que en cualquier momento podría
escaparse de mí, el sonido incluso podía escucharlo
en mis oídos. Las manos me sudaban un poco, pero
ahuyenté a cualquier emoción o sensación que
quisiese arruinarme ese momento y solo mantuve en

429
mi mente a Hareth, él ocupó mi cabeza justo en el
momento en el que nuestros labios hacían contacto
por primera vez.
Su boca se unió a la mía y ahí quedó, dándome
tiempo o nuevamente ofreciéndome tener el control
de ese maravilloso momento. Y es que justamente
ahí yo me encontraba perdida, nunca en mi vida besé
a alguien y creí que no sabría cómo hacerlo, pero al
sentir sus labios sobre los míos supe que quería más
y simplemente fui por ello. Di el primer movimiento
y él enseguida me siguió dándole inicio a un beso
lento, suave y superficial que estaba despertando
demasiado en mí. Mi pecho se llenó de emociones
indescriptibles y las sensaciones que me recorrían
me pedían más… Así que me di ese gusto y sostuve
al hombre que me estaba dando el control de ese
momento como quería. Con una mano a un lado de
su mandíbula y otra en el cuello, le pedí más
cercanía.
Nos separamos durante un momento para tomar
aire y vernos, y antes de que la magia se apagara
volvimos a fundirnos en otro beso. Y esta vez los
movimientos de nuestros labios fueron, en una
sincronía perfecta, tomando más de uno del otro,
intensificando hasta ritmo que nos complacía a los
dos, pero siempre queriendo más.

430
Y fue entonces cuando Hareth, al notar que no se
me estaba dificultando llevar esa tarea a cabo,
ahuecó mi cabeza en una mano, sintiendo como mis
hebras se enredaban en sus dedos, tomando el
control sobre el ritmo para saciarnos, más bien, para
darnos lo que ambos queríamos que era mucho más.
De esa forma mi boca parecía recibirlo de una
manera más profunda y yo, gustosa, dejé guiarme
por él.
Para ser mi primer beso, lo estaba sintiendo de
película: perfecto.
Con una mano Hareth controlaba el ritmo de mi
cabeza, manejando ese beso hasta un límite de
disfrute máximo. Y con la otra se aseguraba de darle
las caricias necesarias a otras zonas de mi cuerpo,
como mi espalda baja y de ahí pasando de vez en
vez por mi trasero. Mientras tanto, las mías
permanecían subiendo y bajando sobre su cara y
cuello, también recorriéndole los hombros y brazos
cada vez que lo creía necesario.
Y cuando en un momento sentí su mano sobre
uno de mis senos, reaccioné gimiendo sobre su boca.
Él me mordió y succionó de una forma delicada y
sensual el labio inferior haciendo que la palpitación
en mi centro fuese mucho más evidente.

431
¡No quería separarme de él! Todo de mí gritaba:
quiero más, dame más.
Mi cuerpo imploraba por el suyo. Y él entendió
ese mensaje en mi miraba que expresaba un anhelo
demasiado profundo. Nos separamos un poco en
busca de oxígeno. Y esa vez también para vernos,
nos contemplamos luego de admirar nuestras bocas,
que ardían por volver a encontrarse con sumo deseo.
Hareth apoyó su frente contra la mía, aflojando
su agarre en mi cabello para tratarlo con suavidad.
Subió la mano que tenía situado en mi cintura hasta
mi mandíbula, me sostuvo de ahí y su pulgar buscó
rápidamente contacto con mis labios rojos e
hinchado por culpa de sus besos. Nos distanciamos
levemente con sutileza, sin despegar los ojos del
otro.
—Eres lo mejor que tengo, recuérdalo siempre —
me dijo de pronto, bajando la mano que mantenía
detrás de mi cabeza hasta mi espalda para abrazarme
levemente mientras me daba un pequeño beso en la
boca seguida de otras más en la cara, me dio un beso
en la frente, bajó por mi nariz y regresó a mi boca.
Sus besos en mi mejilla produjeron risas de mi parte,
de esas emocionadas que te llenaban el alma.

432
Lo detuve sosteniendo su cara con una mano para
esa vez ser yo quien le diera un beso en la mejilla,
después muy cerca de la boca. La expresión de gozo
y de rendido que se manifestaba en su rostro me
daba a entender lo mucho que le gustaba. Sus ojos se
mantuvieron cerrados y su agarre en mi cintura no
mostraba intenciones de soltarme.
Rodeé mis brazos en su cuello abrazándolo de esa
manera. Juntos nos llenábamos, parecíamos uno
solo.
—Me gusta estar así contigo —murmuré contra
él—, me gusta que me des tanta atención, tu tacto,
despertar contigo y ahora… me gusta besarte —me
distancié de él para verlo, sus ojos brillaban
emocionados—. Me gustas tú, Hareth.
—Y tú me encantas, Mia. Te adoro, fuego.
Sonreí y de esa forma volví a eliminar la
distancia entre los dos. Él recibió gustoso mi beso
que sellaba esa confesión. Ese beso fue corto por ese
mismo motivo, porque era simplemente para darle
más credibilidad a mis palabras.
—Si no me aparto ahora, siento que vas a
desnudarme —expresé y no lo decía por nada. A él
le estaba encantando pasear la mano por mi espalda

433
desnuda, acariciarme la piel sobre mis costillas,
subir hasta casi rozarme algún seno. No me
incomodaba pero sería avanzar demasiado rápido si
le permitiese tocarme como quisiera.
Mi cuerpo ansiaba más de su toque, suplicaba por
su cercanía. Pero mi mente me pedía actuar con
prudencia. Una emoción quería cegarme la mente,
pero la luz de la racionalidad impedía que aquello se
expandiera, deteniéndome.
—Eso es lo que quiero hacer, tenerte desnuda…
Quiero besarte toda, Mia.
La insinuación y la seducción en su tono de voz
me indicaron que mi cordura se vería sumamente
afectada, que se quebraría si le admitía ese acceso.
¡Y yo quería dárselo! Pero no podíamos empezar lo
nuestro cruzando los límites que aún debían ser
respetados. Vuelvo a repetir, todavía era muy pronto.
—¿Quieres desnudarme después de darnos el
primer beso?
—No se escucha bien si lo pronuncias de esa
manera —meditó él—. Y no está bien, lo siento, me
conformaré con poder besarte…
—Sí, yo… —suspiré y tragué saliva porque me
daba cierta pena lo que diría a continuación— soy

434
nueva en todo este ámbito. No sé cómo llevarlo… o
qué hacer.
—Me alegra ser el primero —me interrumpió él,
sonriendo un poco y proporcionándome tranquilidad
a través de sus ojos que me miraban con ternura—.
Estaremos bien, aprenderemos juntos.
—¿Tú tampoco tuviste pareja antes? —solté de la
nada. Su sonrisa se borró de inmediato pero lo
recuperó casi al instante, quedando en una sonrisa
tensa, como si temiera. Su mirada se ausentó durante
un corto segundo, mi pregunta pareció golpearlo con
fuerza.
—Sí —dijo con voz ronca, como si de pronto le
costara hablar—. Estuve con alguien… pero
realmente no lo consideraría como una relación
porque ese título tan formal esperaba a alguien más,
y esa eres tú, Mia. Tú eres mi pareja.
El saber que él ya estuvo con alguien había
producido en mí un sabor amargo y de molestia,
pero todo aquello fue olvidado ni más él terminó de
pronunciar sus últimas palabras. Oh, Hareth. Él iba a
acabar conmigo. Éramos pareja destinada, pero oír
decirlo que éramos pareja siempre sería como recibir
mil golpes de felicidad.

435
—¿Somos oficialmente una pareja ahora? —
pregunté.
—¿Quieres que haga la pregunta?
—¿Qué pregunta? —expresé, confusa.
—Esa pregunta, para ti debe ser extraño
simplemente aceptarme, en el mundo humano suelen
hacer esa pregunta.
—Oh, ¿tú quieres hacerlo?
—Si eso te complace.
—No, si vas a hacerlo debe ser porque quieres,
no porque a mí me guste, yo ya estoy contigo,
Hareth.
—Ya noté la emoción de que si quieres
escucharlo, hermosa —dijo sonriente— ¿Sales
conmigo está noche? —preguntó de repente.
—Tu pregunta me suena a una cita.
—Lo es, y lo será. Entonces, ¿quieres tener una
cita está noche conmigo, Mia?
—Sí, me encantaría.
—En dos horas salimos, haré que te sea una
noche inolvidable, fuego.

436
«Fuego». Me estremecía cada vez que lo
escuchaba llamarme de esa forma.
—Cada momento a tu lado me es inolvidable,
Hareth, no te costará lograrlo.
—Espero superarme esta vez —afirmó entonces.
Sonreí y permití que me diera un último beso antes
de separarnos para tomar un rumbo diferente, por el
momento.

Terminé de ducharme, en todo momento sonreí


como estúpida, esa sonrisa no quería borrarse de mi
rostro.
Me acomodé la bata de baño y continué a hacer
lo mismo con la toalla en mi cabello, de esa forma
salí del baño encontrándome enseguida con Abby
que en ese preciso instante abría la puerta de la
habitación.
—¡Es viernes, Rosy! —Ella traía consigo un
bolso de compras. Y mientras se aproximaba hacia
mí me enseñó algo de su contenido: galletitas oreo
—. Hice que Edward comprara muchas cosas
dulces, entre ellos… ¡nutellaaaaa! —canturreó

437
sacando esa delicia para mostrarme y agitarlo en su
mano.
—¡Mmm, el amor de mi vida! —expresé yendo
por ese manjar.
—Shhh, que si Hareth te escucha se pone celoso
—bromeó, entregándomela—. ¿Preparándote para
nuestra noche de pelis?
—Uh, eso —Ella notó enseguida el avance de un
«no» en mi rostro—. No podré esta noche porque…
tengo una cita con Hareth.
—Aww, tu primera cita. Qué orgullo —pronunció
en tono bajo mientras se limpiaba por debajo de sus
ojos unas lágrimas inexistentes—. No te la reprocho
porque ya lo acepté…
—¿Aceptaste, qué? —dije mientras me dirigía al
armario, ella me siguió sin dudar.
—A Edward. Le di el «sí». Hace apenas unas
horas atrás fue a reprocharme mi distanciamiento
con él otra vez, y esa vez nos enfrentamos, dijimos
cosas y acabamos besándonos.
—¡Ahh! ¿En serio? —grité, ella asintió
frenéticamente varias veces admitiendo que
efectivamente era así.

438
—Muy en serio, Rouse. Por eso está vez no me
molestará que me dejes con él, mejor si estamos
solos así no los incomodaría con los pasionales
besos que me aseguraré de darle en el medio de la
peli.
—Sí que estás feliz.
—Estoy emocionada. No sé por qué alargué tanto
este momento.
—Eso mismo me pregunté yo —mencioné
analizando con la mirada los vestidos que tenía en el
perchero. Abby a mi lado, me examinó con una
curiosa e intrigante mirada.
—¿De qué estás hablando?
—¡Besé a Hareth!
—Oh —se cubrió la boca con una mano dando
un paso atrás con expresión sorprendida—. ¿No me
mientes? —dudó.
—No, estás delante de una chica que ya ha sido
besada —me reí.
—¡Dios! Qué orgullo, Rosy. ¡Esto amerita una
celebración! Iré por una bebida mientras tú te
cambias, ¿sí? Ponte muy hermosa, deslumbrante.
Ahora regreso y me cuentas todo. Todo, todo, todo.

439
Abby salió disparada de la habitación mientras yo
no dejaba de reírme, divertida y muy entusiasmada.

—Te queda muy bien el cabello liso —comentó


Abby admirándome desde el espejo del baño, con la
plancha de pelo en la mano.
—Me gusta.
Ella dejó la plancha de sobre la encimera de baño
y prosiguió a realizarme un peinado sencillo que
dejaba a mi cabello suelto, solo la parte de adelante
había juntado en dos trencitas que decoraban mi pelo
de una forma elegante.
—Estás lista, lista y perfecta —celebró mi amiga
viendo mi reflejo con satisfacción, muy contenta por
el resultado. Y que estuviese así de bien se debía a
ella, Abby se había encargado de maquillarme el
rostro y peinarme. Lo único que yo elegí fue el
vestido, que es ese vestido azul que me había
probado en Star y finalmente comprado, Hareth ya
me había visto con él, pues veremos si lo recuerda.
La sandalia lo eligió Abby, esta era de cuero
blanco y hebillas con un discreto tacón. Combinaba
muy bien con mi atuendo.

440
—Gracias, Abby. Estoy…
—Dilo, mujer, con confianza —incitó ella.
—Estoy alucinante —sonreí—. Y es gracias a ti.
—De nada —exclamó, divertida—. Ahora he de
irme porque Edward dice que se inquieta sin mí.
Qué te vaya muy bien en la cita, Rouse. Y por favor,
regresa virgen.
—Hey…
—Es verdad, conozco esa necesidad. Hoy besé a
Edward y casi pasamos a ese nivel al instante. Te
juro que casi nos desnudé pero él me preguntó si ya
quería hacerlo, y ahí se me activó alguna neurona y
paramos. Por ese motivo salimos, ambos
necesitábamos aire fresco.
—¿Qué hago si me pasa lo mismo?
—Dale un rodillazo a Hareth en esa parte
sensible, eso siempre funcionará, romperá toda la
magia del momento sin dudas —dijo riendo.
—¡Qué horror! No me imagino siquiera
pegándole, él no merece más que besos y cariño…
—Mejor me voy, te estás volviendo muy cursi y
no quiero que me contagies —ella realizó una mueca

441
y se estremeció con un gesto de negación absoluta.
Pero antes de abandonar el baño quiso saber algo
más—. Hey, ¿conoces a la rubia que apareció?
—Sí —pronuncié seria de repente.
—¿Y quién es? Tú cara cambió por completo.
—Es hermana de Hareth, se llama Hannah.
—¿Hannah?
—Así es.
—Creo haber escuchado ese nombre antes —
caviló durante un instante— ¡Lo tengo! Oí a Alexia
decir ese nombre ese día, cuando molestó con el
tema del teléfono. No creí que fuese su hermana.
—También la escuché. Pero es su hermana y al
parecer es la consentida de la familia, esta tarde
tuvimos un encuentro para nada agradable. Se
atrevió a insultarme sin siquiera conocerme, ¿sabes?
Es una total maleducada te lo aseguro, y una
mentirosa también porque cuando apareció Hareth
ella le lloriqueó diciendo que fui yo la que la
ofendió, incluso le aseguró que la amenacé, ¡qué la
amenace! ¿Puedes creerlo? —negué con la cabeza y
luego dejé escapar un suspiro. No debía alterarme.

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—Es una bruja, es como una regla que en cada
familia haya una, o eso dicen. Los hermanos Lewis
ya eran demasiado buenos para ser real, uno de ellos
debió haber nacido con una falla y ya sabemos quién
es ahora: Hannah. ¿Y cómo reaccionó cuando supo
quién eras tú? Yo me imagino que similar a la
expresión de Alexia —comentó riendo.
—No lo sé. Me fui porque ya era momento de
alejarme.
Abby entendió esa expresión y asintió.
—Cuando llegué Hareth estaba platicando con
ella en la sala, yo solo los vi de reojo y me apresuré
a llegar hasta aquí.
—Sí, él dijo que hablaría con ella.
—Espero lo haga y cambie de actitud porque si
se encuentra conmigo y se atreve a siquiera hacerme
una de sus berrinches de niña malcriada… —Abby
gimió frustrada—. Es que no soporto a las chicas
como ella, yo podré creerme la reina del mundo pero
conozco mi límite.
—Una reina conoce su límite —concordé.
—¿Qué yo no me iba? —Preguntó entonces—. El
chisme está bueno, pero me marcho que mi macho

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aguarda, ¡eso rimo y todo!
—Eres una atrevida —dije saliendo por detrás de
ella.
Justo en el momento que ella se aproximaba a la
puerta de la habitación para salir, apareció Hareth.
—No quiero sonar como una madre pero alguien
se los tiene que decir —habló Abby tras detenerse
en el umbral de la puerta, con Hareth a su costado
aún sin atravesar la puerta—. Cuídense, chicos.
Saben a qué me refiero y me voy antes de que esto
se vuelva incómodo. Adiós. Ah, y vuelvan antes de
las doce —expresó riendo ya de camino a su nuevo
destino.
Emití una ligera risa nerviosa. Hareth estaba con
expresión divertida por las palabras de Abby. Pero ni
más fijó sus ojos en mí y me observó
detalladamente, noté el cambio en sus rasgos,
adquirió un semblante de satisfacción indicándome
que le estaba gustando mucho lo que veía.
—Estás hermosa… Me has dejado sin aliento,
fuego.
Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla,
demasiado cerca de los labios. Y en cuanto noté que
él estaba por separarse sin intenciones de darme un

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beso en la boca, lo sujeté por el mentón e hice que
nuestros labios se chocaran presionando mi boca
contra la suya. Apenas fue un beso de labios pero
aquel simple gesto fue suficiente para buscar más.
—No quiero arruinarte el peinado o… —dijo
Hareth al separar ligeramente nuestras bocas—
arrugarte el vestido, pero no puedo dejar de besarte.
—Sigue —lo incité siendo la primera en dar el
primer paso para continuar con el beso que cada vez
iba subiendo más nivel. Hareth me tenía sujeta
suavemente por la cintura teniendo mucho cuidado
con no sobrepasarse y hacer lo que él había dicho
que no quería, pero sus demandantes labios sí no
tenían piedad de los míos. Y eso me gustaba,
muchísimo.
Yo si tenía la libertad de tocarlo sin miedo a nada
porque él aún necesitaba arreglarse. Mi cuerpo pedía
más contacto, necesitaba sentir sus manos
recorriendo mi cuerpo y no que se quedara quieto
apenas rozándome como lo estaba siendo realmente.
Por ese mismo motivo, controlada por la pasión del
momento, busqué una de sus manos con las mías y
al encontrarla la guie por debajo de mi vestido.
—Tócame —susurré con una voz que no
reconocí como mía, estaba más ronca, rasposa. Me

445
encontraba excitada. No solté su mano hasta que
Hareth salió de la impresión que le causó mi
atrevido gesto—, hazlo por debajo si no quieres
arrugarme el vestido, pero necesito sentirte más.
Él parpadeo dos veces seguidas para salir de una
especie de mini trance, luego sonrió y volvió a
besarme haciéndome caso. Su mano alcanzó una de
mis nalgas, la presionó muy ligera y eróticamente
logrando que emitiese un pequeño jadeo que fue
ahogado en su boca. Me acarició el muslo, y
mientras tanto yo percibía sus toques como
descargas eléctricas que me daban más energía,
activando en mí nuevas sensaciones que no sabía
que podía sentir, menos que se pudiese sentir tan
condenada y deliciosamente bien.
«Esto se va a salir de control si no paro ya» me lo
dije apenas fui un poco consciente de lo que pasaba
al detectar una palpitación que venía de abajo, esa
área necesitaba atención pero aún no podía… ¿o sí?
Hareth tenía recorriendo sus dedos a un lado de mi
muslo, muy cerca de esa zona.
«Detente, Rouse».
Y lo hice al percibir algo duro contra alzándose
contra el bajo de mi vientre.

446
Uy, sabía que era eso. Alerta roja, amigos.
Hareth también entendió lo que ocurría y se
distanció de golpe. Ver como se relamía sus labios
rosados y carnosos, y muy hinchados y mojados por
nuestros besos solo despertaron más ganas en mí.
¿Qué demonios me pasaba? Solo quería besarlo,
sentirlo.
—Lo siento, no sé qué me pasa. Debes pensar
que soy…
—No lo lamentes, nunca lo hagas por besarme —
me interrumpió rápidamente él—. Me encanta
cuando lo haces. Y esta demanda por el otro que nos
exigen de adentro es el lazo, esta nos pide unión,
Rouse. Los licántropos somos seres muy sexuales y
esta nos sobrepasa si se trata de nuestras
compañeras. No te sientas culpable, en total caso los
dos decidimos no parar en un inicio. Nuca te
arrepientas de tocar lo que te pertenece, Mia —me
dijo acercándose otra vez, su mano en mi mejilla y
sus ojos fijos en los míos hizo que me sintiera
mucho mejor.
Esbocé una pequeña sonrisa de labios pegados
mientras asentía en su dirección. Mi mano quedó
sobre su pecho y al instante percibí los latidos
acelerados de su corazón.

447
—No lo hago, apenas nos hemos besado y ya me
siento una maldita adicta a tu boca.
—Me pasa lo mismo —me dio un último beso y
se alejó rápido para no caer en la tentación. Yo me
reí mientras él exhalaba por la boca con expresión
de contención.
—Dame 10 minutos, hermosa.
Asentí mientras él se apresuraba por encerrarse
en el baño.
Busqué mi teléfono y luego me ubiqué en el sofá
para esperarlo. Busqué el número de mi madre y ahí
quedé, pensando. Faltaban tres semanas para que
transcurriera un mes y supuestamente en la fecha
indicaba íbamos a ir a hablar con ellos. Y mientras
no era recomendable estar tan al contacto. De seguro
mis padres estaban muy preocupados y allí yo
besuqueándome con alguien que prácticamente
seguía siendo un desconocido.

—Adelante, señorita —dijo Hareth al abrirme la


puerta del restaurante donde habíamos llegado.
Sonreí y asentí ante su caballerosidad haciéndole
caso.

448
Crucé el umbral y él rápidamente volvió a
acomodarse a mi lado tomándome de la mano.
—Buenas noches, señor Lewis —nos saludó una
mujer ni más nos vio ingresar al lugar—. Señorita —
saludó en mi dirección—. Su mesa ya está lista,
síganme por favor.
Le hicimos caso, la mujer que no estaba vestida
de mesera, seguramente era la encargada, nos
condujo entre los comensales, que no simulaban al
mirar mi mano unida a la de Hareth con gesto de
sorpresa, hasta una mesa aislada de ellos, ubicado
entre el ventanal con una hermosa vista hacia la
calle y cruzando esta se encontraba el parque. Nos
encontrábamos justo en el centro de Milford, en el
mejor restaurante del pueblo según Hareth.
—Pueden revisar la carta, en un momento vendrá
una mesera para tomar su orden. Pero antes, ¿justan
tomar una bebida?
—Sorpréndeme —le dije a Hareth que aún tenía
su mano sujeta a la mía, apenas nos habíamos
soltado para poder sentarnos con comodidad, pero ni
más nos acomodamos nuestras manos volvieron a
buscarse.

449
—Tráeme lo de siempre y una gota del cielo para
mi compañera, sin alcohol —especificó haciéndome
sentir pequeña de repente.
Auch.
La mujer asintió, en el chaleco que decía el
nombre del restaurante se podía apreciar también su
nombre: Vanesa. Ella se marchó apenas un
momento, regresó con dos copas con contenidos
diferentes, puso delante de Hareth la que contenía un
líquido amarillento, whisky tal vez, y situó en mi
dirección una de color celeste adornado con una
rodaja de limón. Mmm, un coctel.
—En un momento vendrá la mesera para serviles
—repitió—, disfruten su noche.
Ella se retiró y nos quedamos solos.
—Pruébalo y dime si te gusta —solicitó Hareth.
Tuve que separar nuestras manos para hacerlo.
Mis labios rozaron el borde de la copa de cristal.
Aspiré discretamente el aroma de la bebida y se
sintió rico. Proseguí a probar un sorbo y el gusto fue
estupendo, como estar en el cielo, me detuve luego
de tres sorbos más.

450
—¿Así se sentirá tener un orgasmo? —solté de la
nada al reprimir un gemido por la deliciosa bebida.
Y en cuanto me di cuenta de lo que dije, puse cara
de lamento. Sentí a mis mejillas calientes por la
vergüenza.
Hareth emitió una risa ronca, muy sexy.
Luego acercó su cara a la mía, sus ojos
conectándose con la mía.
—Lo dudo mucho, pero sé que pronto lo sabrás,
yo me encargaré de eso y después comprobaremos si
fue así o no. ¿Te gusta la idea, Mia?
—¿No deberíamos estar viendo la carta? —decidí
cambiar de tema. Hareth volvió a reírse un poco,
acomodándose en su sitio. Se llevó la copa a sus
labios y degustó su contenido.
Comencé a ver la lista de comidas con el pulso
totalmente acelerado.
Un momento después apareció la mesera
preguntando si ya estábamos listos para ordenar.
Después de darle los nombres de los platos
diferentes que se nos antojaron, ella se marchó
asegurando que pronto regresaría. Y no pasaron ni
cinco minutos cuando ella volvió acompañada de
otra sirviéndonos nuestra cena.

451
—Está muy buena —admití tras el primer bocado
—. Bebida y comida aprobadas, vas muy bien,
Hareth.
—Gracias por hacérmelo saber, hermosa.
—¿Entonces vienes aquí desde siempre?
—Así es, el restaurante le pertenece a la madre de
Malcom, mi hermana odia la cocina pero intenta
hacer unos platos a veces para impresionar a su
suegra.
—¿Pide a domicilio y dice que ella lo hizo? —
pregunté recordando un suceso.
—Exactamente —se rio—, o algunas veces
directamente obliga a Malcom hacer alguna receta
para que tenga ese olor más “casero” su madre
siendo chef él es prácticamente un experto en la
cocina.
—Wow, nunca me lo imaginé. Él siendo tan
serio… Perdón pero no logro visualizarlo con un
delantal de cocina —confesé riéndome sin poder
evitarlo. Él se veía estupendo con su traje de policía,
y ahí me quedaba, imaginarlo con otro atuendo me
resultaba casi imposible.

452
—Es mucho más agradable de lo que piensas,
solo que él no puede mostrarse tan abierto, la gente
debe tomarlo en serio, la mayoría ya lo considera
demasiado joven para ser el jefe de policías y él se
esfuerza por hacer un buen trabajo e impresionar a
los habitantes.
—Oh, tienes razón —acepté—. ¿Qué me dices de
ti? ¿Sabes prender una estufa al menos?
—Realmente nunca tuve la necesidad de hacerlo.
Desde que tengo memoria no he recibido más que
atenciones de parte de… todos.
—Oh, wow, sí que eres afortunado. ¿Tú eres el
encargado del pueblo, cierto?
—Mi familia es considerada de la realeza, lo es
en realidad. Mi madre proviene de un linaje real
muy antiguo. Ella es una reina.
—¿Reina? ¿Y tú eres un príncipe? Ya te ves
como uno, y ¿además tienes ese título?
—Pronto seré rey. Cuando el heredero encuentra
a su compañera se fortalece y por ese mismo motivo
decidimos pasarnos el título. A partir de esta noche
todo el mundo conocerá que he encontrado a mi
compañera y que muy pronto ocuparé el lugar de mi
padre. ¿Sabes lo que eso significa, Mia?

453
Negué bobamente.
—Qué tú serás mi reina.
—¿Seré…?
—Sí, como mi pareja destinada obtendrás el
título de reina. Pero para que tomes ese puesto vas a
tener que esperar un poco más, tus dieciocho o
cuando tú lo decidas después de esa edad, cuando te
sientas preparada —me tranquilizó, asentí pensativa
—. A propósito, ¿Cuándo cumples años?
—18 de marzo, ¿y tú?
—14 de febrero.
—¿De verdad? —no pude evitar preguntar.
—De verdad —me afirmó con una sonrisa
divertida, él terminó de beberse el contenido de su
copa. Afortunadamente una de las camareras había
traído una botella de lo que estaba tomando él, lo
destapó para que él pudiese servirse todo lo que
quisiera.
Comí más, me centré tanto en Hareth que tenía
un poco abandonado el plato frente a mí.
—Y… ¿me hablas sobre ti ahora? —preguntó
Hareth mostrando delicadeza en el asunto. Y por su

454
mirada cuidadosa supe exactamente a qué se refería.
—Sí —tomé más de mi bebida y proseguí a
contarle un poco más de mi vida—. Recuerdo que a
partir de los diez años mi vida cambió por completo,
cumplía años y de pronto me enfadé con mi madre
por un asunto sin importancia y por ese motivo… o
no sé, el fuego comenzó a fluir, apareció de la nada
y no se quitó por nada del mundo hasta que me
tranquilicé. Desde ese momento vivo teniendo
cuidado, mi vida normal desapareció, comencé a
estudiar en casa hasta que nuevamente quise vivir mi
adolescencia fuera de ella y volví a la escuela.
»Mi madre me consiguió este anillo —le mostré
la pequeña piedra de rubí que adornaba mi dedo
anular izquierdo, no era tan discreto realmente, pero
yo quería creer que sí porque tener una gema tan
valiosa siempre era un poco arriesgado—. Este
debería apaciguar mi enfado, algunas veces me
devuelve muy rápido la tranquilidad que pierdo por
alguna tontería. Y otras veces… no. Siento que no
hay cura para mí, por eso me mantengo tan callada,
tú puedes creer que no porque contigo he hablado
mucho y eso es porque simplemente me nace
hacerlo.

455
—Recuérdame nunca enfadarte, fuego —
exclamó Hareth haciéndome reír de golpe.
—Entonces no me des motivos… Todo
dependerá de ti.
—Me alegra saber que conmigo te sientes bien —
me dijo en tono suave.
—Muy bien.

Seguimos hablando sobre temas triviales hasta


que llegó el momento del postre. Delante de mí
apareció un pedazo de tarta de… nutella.
—¿Cómo lo supiste?
—Abby —me contestó.
—Oh, seguro.
Terminé ese manjar exquisito y la mesera
apareció con otro plato más, este estaba tapado. Era
para Hareth, él le indicó a la mesera que se fuera
antes de destaparlo, ella asintió y se marchó.
—¿Quieres probar mi postre favorito? —me
propuso él.

456
—No puedo negarme a no probar otro algo dulce
— mencioné, asintiendo.
Él me pidió que me acercara un poco más, le hice
caso y él en un lento movimiento comenzó a
destapar el plato creando demasiado suspenso en el
ambiente.
Un brownie de chocolate y menta se reveló de
golpe, pero aquello no era lo único que se veía en el
plato. Mi corazón se vio sumamente afectado por lo
que estaba viendo, se aceleró súbitamente a causa de
la emoción.
—Quiero compartirlo contigo —Hareth me miró
—. A mí me cuesta compartir cuando se refiere a
algo que me gusta mucho y creo que sería muy bien
que comencemos terminando este pequeño problema
que guardo, ¿qué me dices, Rouse? Yo quiero
compartirlo todo contigo—sonrió ligeramente—.
¿Aceptas? —Fijó sus ojos en el plato durante un
instante, me observó nuevamente, ampliando su
sonrisa—. Sé mi compañera, mi pareja, mi chica, mi
novia, como lo quieras definir, pero me harías el
hombre más feliz si aceptas ser mía.
“¿Quieres ser mi novia?” Se podía leer en letra
cursiva alrededor del brownie de chocolate y menta,
escrito en el color de estas dos delicias.

457
—Sí —pronuncié en apenas un susurro, mis ojos
se llenaron de lágrimas por culpa de la emoción—.
¡Sí, Hareth, sí! —exclamé reafirmando mi decisión
y salté sobre sus labios apoderándome de ellos.
Los aplausos no se hicieron esperar en la
estancia, el lugar se llenó de felicitaciones mientras
nosotros nos fundíamos en un beso profundo que
expresaba la emoción del momento.
Al separarme de él escuché un clic, notando
rápidamente que era el sonido de una cámara
capturando. Miré de dónde provenía y efectivamente
era una mujer sacándonos fotos.
—Alpha Lewis, ¿oficialmente anuncia que está
en pareja? —le preguntó a Hareth.
—Así es, difundan que el futuro rey de los
licántropos ha encontrado a su reina.

El mundo sobrenatural tiene una prensa


privada jeje. Recuerden esto.
Espero les haya gustado mucho este capítulo,
voten si fue así. Muchas gracias por leer.

458
16. Nuevas sensaciones

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene


escena +18, así que si no te gusta este tipo de
contenido te sugiero que no leas la seguna escena
:)

Capítulo 16: NUEVAS SENSACIONES


Mia
Terminamos de comer el postre y salimos del
restaurante, cruzamos hacia el parque y
comenzamos a caminar en él tomados de la mano.
Un minuto después distinguí un banco y nos guie
hacia allí. Hareth se sentó y antes de que yo lograra
ubicarme a su lado, él tiró de mi mano logrando que
me sentara sobre sus piernas.
Sonreí y me acomodé en su regazo. Rodeé su
cuello con un brazo para mantenernos más cerca y
acerqué mi cara a la suya, rozando su nariz con un
gesto provocador antes de volver a alejarme.
—Hey, ven aquí —protestó él dándome el beso
que había evitado.

459
—Espera, no podemos montar un show erótico
aquí —repuse contra sus labios.
—Nadie nos ve, deja que bese a mi novia.
Sonreí y le permití besarme como más quisiera,
profundizó el beso que se tornaba más hambriento y
pasional. El afán de nuestros movimientos, el ansia y
el anhelo me indicaban que definitivamente nos
estábamos comiendo de una forma que no era apto
para todo público.
—Soy tu novia —dije ilusionada apenas nos
separamos y tras recuperar el aire que había perdido.
Dejé una mano acariciando su cara mientras el hacía
lo mismo, manteniendo su pulgar rozando la línea de
mi mandíbula de una forma tierna.
—Sí, y algún día mi esposa.
—Deja que disfrute mi título de novia primero.
—¿Y dónde quiere ir mi novia ahora, qué se le
apetece?
—Hum… —murmuré pensativa, desvié la vista
de la suya observando nuestro entorno. Las luces del
parque me proporcionaron una perfecta iluminación
hacia más allá y vislumbré a un par de personas—.

460
¿Vamos por ahí? —le señalé esa dirección mientras
me ponía de pie.
Hareth accedió de inmediato, tomó mi mano y
comenzamos a caminar. Apenas nos acercamos a ese
lugar y noté de qué iba la cosa, decidí pasar de largo.
Era un grupo de adolescente tomando y
molestándose entre sí, también había música del tipo
que a mí no me gustaba.
Alcanzamos el sitio donde estaban ubicado los
juegos, no había nadie, ninguna sombra acechando
el lugar.
Era viernes, qué temprano dormían todos allí.
Bueno, los locales seguían abiertos y había gente en
ellos. El parque era el único lugar casi deshabitado.
—No hay nadie, ven —le dije a Hareth medio
corriendo para llegar hasta uno de los columpios, me
senté en una y comencé a balancearme ligeramente
—. Esto es uno de los placeres de la vida —
manifesté filosóficamente, el viento fresco de la
noche azotó mi rostro, despeinándome un poco—.
¿Por qué no vienes? —pregunté al detectar que solo
me estaba viendo desde una distancia prudente.
—¿Yo ahí? No, podría romperlo.

461
—No creo, estos suelen ser bastante fuertes. Mira
estas cadenas…
—Solo voy a verte, me gusta mirarte.
—Saca una foto para conservar el momento —
sugerí— ¿Te gusta la idea, no?
—Me encanta.
Y él lo hizo, y finalmente fui hacia él para
sacarnos unos bonitos selfies de pareja: con la cara
muy junta y sonriendo, besándonos las mejillas y
finalmente la boca.
Me dio sed y fuimos por alguna bebida, y luego
de obtener dos botellas de agua saborizada
decidimos volver al coche para ir a casa. El rumbo a
la mansión fue bastante tranquilo y relajante, Hareth
había encendido la radio y lo dejó en una emisora
que estaba reproduciendo lo más nuevo de la
música. Cada vez que reconocía alguna canción la
cantaba, y algunas veces Hareth me acompañaba con
el estribillo, todo acababa en risas porque existía
algo que se llamaba confusión que nos hacía
equivocar.

462
—Aún no es medianoche —dije al entrar en
nuestra habitación, verificando la hora en mi
teléfono. Miré mi fondo de pantalla y sonreí, luego
lo apagué y dejé el celular sobre la mesita de noche.
Me senté en el borde de la cama y proseguí a
quitarme las sandalias, Hareth apareció delante de
mí y se agachó ayudándome a deshacerme de mi
calzado.
Ese gesto me pareció de lo más tierno, no fui
capaz de reprimirme el suspiro soñador.
Él me acarició los pies y luego me dio un beso en
la pierna, sus ojos subieron hasta los míos viéndome
de una forma que alteraba a mi corazón e incitaba a
mi cuerpo a cometer pecados, pecados placenteros
sin duda.
Aunque pensándolo mejor, no sería algo indebido
porque ahora éramos oficialmente una pareja:
novios.
—¿Cansada, fuego?
—Tú acabas de prenderme con ese gesto, Hareth.
No de esa forma —aclaré rápidamente—, solo me
has quitado el sueño.
—Es bueno que me lo aclares —dijo
descalzándose él también. Luego se quitó la camisa

463
azul que se había colocado para combinar conmigo.
Me puse de pie de forma automática y antes de
que mi cerebro procesara qué diablos hacía, yo ya
me encontraba acariciándole el pectoral a Hareth,
bajando de una forma suave y seductora hacia sus
abdominales.
—Si no quieres dormir, ¿qué se te apetece hacer
ahora? —me preguntó él.
—Tu propuesta… resuena en mi cabeza.
—¿Qué propuesta? —preguntó en tono
misterioso. Mis ojos estaban fijos en su abdomen, no
era capaz de verlo, pero si quería verme confiada
tenía que mirarlo a los ojos. Así que ahogué mi
vergüenza y alcé la mirada a la suya.
—Sobre el orgasmo, Hareth —no titubeé al
hablar y celebré en mis adentros.
—¿Quieres saber cómo se siente, Mia? —su tono
grave y peligroso no se me pasó desapercibida,
mucho menos como sus ojos se dilataban y se veían
más oscuros.

464
—Oh… me matas, fuego —emitió como un
rugido antes de besarme.
Le correspondí el beso mientras paseaba mis
manos sobre su ancha espalda desnuda. Una de las
suyas se ubicó por detrás de mi cuello y otra en mi
cintura, acariciándome esta parte y bajando y
subiendo por mi trasero, y después bajando más por
mis muslos.
—Los licántropos marcamos a nuestra pareja en
el acto sexual —dijo de repente tras separar nuestras
bocas—. Marcar significa fortificar el lazo y además
esto le dirá a todos que tú ya le perteneces a alguien
más. ¿Te crees lista para eso o solo quieres que
empecemos explorando el uno al otro? Lo que
decidas estará bien.
—Quiero estar contigo, mi cuerpo clama ese
momento pero yo…
—Tú no estás preparada —completó él.
—Me asusta, es normal en algunas chicas. Creo
que sabes que parte me inquieta… —comenté,
dudosa. Él esbozó una sonrisa tranquilizadora
mientras asentía, me dio un beso en la frente, bajó a
mi nariz y finalmente a mi boca.

465
—Lo sé, y no te preocupes. Iremos paso por paso.
Solo dime, ¿te da miedo que te meta incluso los
dedos?
—Ay… —dije avergonzada al oírlo hablar tan
libremente, dejé de verlo a la cara mientras mi rostro
se volvía más rojo que un tomate—. Supongo —dije
finalmente—, igual creo que no es lo mismo…
—Si te dilatas bien apenas sentirás una ligera
molestia mientras el dedo traspasa tu entrada —
explicó él—. Si quieres… lo probamos.
—Si tú me crees preparada, hazlo —decidí aún
sin poder verlo. Entonces él hizo que lo mirada a
tomarme por el mentón.
—Mírame, soy yo. Soy tu novio, todo tuyo,
fuego. No te avergüences de mí, quiero que me
tengas confianza, ¿está bien?
—Yo confío en ti.
—Entonces…
—Sí, bésame.
—Voy a besarte entera, Mia. Voy a comerte
toda…

466
Lo besé interrumpiendo sus palabras, él me
encendía de una forma tan fácil. Me miraba y yo ya
estaba alucinando. Deslicé mis manos por su pecho
mientras lo besaba, él me presionaba ligeramente
contra él con sus manos sobre mi culo de una
manera que pedía más contacto piel con piel.
Y entonces nos separamos y él me ayudó a
quitarme el vestido. Quedé en ropa interior por
delante de él, y no era la primera vez, la primera vez
estaba en malla, el traje de baño color rojo que me
puse en nuestro día de piscina.
Él admiró mi cuerpo con ojos deseosos y apenas
en ese momento noté que su mirada era la misma
que me dedicó ese día, solo que en ese entonces yo
aún no podía ver al animal que tenía dentro. Hareth
parecía querer devorarme, sus ojos hambrientos
causaban escalofríos placenteros en mi cuerpo.
Mi vestido había quedado en el suelo, él se
acercó y situó una mano en mi abdomen pidiéndome
retroceder con un gesto suave en él. Lo obedecí pero
antes de sentir a la cama por detrás de mí, él me
detuvo. Me dio un beso en la boca y, aprovechando
esa cercanía, desprendió el broche de mi sostén, este
se aflojó inmediatamente dejando medio libre a mis

467
senos de un tamaño promedio, apropiado para mi
cuerpo.
—Relájate, ¿sí? —me susurró al oído, y es que su
voz me ponía tan intranquila, tan loca. Hareth chupó
el lóbulo de mi oreja y yo me sentí morir, bajó un
poco y sentí un beso en mi cuello. Descendió más
dejando pequeños besos probando mi resistencia y
¡ah!
Aferré una mano en su hombro para no caerme,
él devoró la piel de mi cuello de una forma lenta y
tortuosa, deleitándose con esa parte muy
tranquilamente con sus manos trabajando por
quitarme por completo el sostén. Y en cuanto lo
consiguió, sus besos bajaron más. De pronto, su
rostro ya se encontraba a la altura de mis senos. Me
observó desde esa altura con una mirada hambrienta,
luego fijó su atención en mis pechos y prosiguió a
encajar uno en su mano, y encajó, no le llenó la
mano pero se sintió bien y a él le gustó.
Mi cuerpo caliente deseó más, y él me dio más,
despertando nuevas sensaciones tras meter mi pecho
izquierdo entre sus labios, la calidez de su boca me
recibió de una forma tan fenomenal, tan
indescriptible que el gozo que sentí me hizo arquear
la espalda ofreciéndole todo. Y entonces él hizo lo

468
que quiso con él, sosteniéndome por la cintura para
que no me cayera. Sus labios maltrataron la punta de
mis tetas, besando, lamiendo y mordisqueando.
Luego de hacerme ver las estrellas con el primero le
dio el mismo trato al otro pecho logrando que las
estrellas se acumularan dentro de mi cabeza. El trato
salvaje que le estaba ofreciendo al otro me mataba,
la humedad y la punzada que sentía entre mis
piernas exigía atención también.
Y como si Hareth me leyera la mente, procedió a
dejarme sobre la cama. Él me empujó sin llegar a
ejercer demasiada fuerza, mi espalda quedó apoyada
sobre el colchón y mis piernas se flexionaron de
forma automática. La humedad en mis bragas y la
palpitación en mi centro hicieron que presionara mis
muslos intentando quitar esa presión.
—Shhh, tranquila fuego. Aquí estoy yo para
aliviarte —dijo Hareth cerniéndose sobre mí,
acechando a su presa como el lobo feroz que era.
Él me dio un beso profundo, tomando hasta mi
último aliento, y a continuación comenzó a bajar…
Un beso en mi abdomen, otro sobre mi ombligo y
finalmente en el bajo de mi vientre. Su mano
alcanzó el borde de mi ropa interior, coló un dedo
con la intención de quitármela… pero ahí se detuvo,

469
él me observó lascivo, dándole suspenso al
momento.
Yo tenía la cabeza levantada y los ojos puestos en
su rostro, expectante.
Y entonces él le dio un beso a mi zona íntima
sobre la ropa interior.
Mi cara de disfrute fue automática. Oh, era tan
nueva en esto. Mierda.
—Quiero sentir tu carne… de seguro es una
exquisitez… deliciosa.
Hareth comenzó a deslizar la braga de mí para
quitármela, por instinto subí la pelvis para facilitarle
el trabajo, él me agradeció con una sonrisa sin
despegar sus ojos de la zona que le revelaba la tela
que anteriormente me cubría, me protegía.
La ropa interior desapareció en algún espacio de
la habitación, mi novio hizo que me abriera más de
piernas para él mientras sus ojos se maravillaban por
la zona descubierta. Se lamió los labios expresando
un goce anticipado. Se veía emocionado, muy
excitado.
Y yo también.
—Húmeda, tan húmeda y preparada, ah. Mia…

470
Grave, ronca y sensual, así oía su voz.
Él acercó la mano sobre mi monte de venus, pasó
el pulgar bajó por los labios de mi zona íntima
mojándoselo para luego llevárselo en la boca, la
expresión de deleite que cruzó por su rostro hizo que
me humedeciera más. Hareth permaneció durante un
momento con los ojos cerrados y con el pulgar
metido en la boca, y cuando abrió los párpados las
ganas que me hizo ver en su mirada consiguió que
tragase saliva y me preparara para lo que me
esperaba a continuación.
Él nuevamente me acarició con el pulgar, pero
después lo cambió por el índice y el dedo corazón,
fue bajando con estos hasta llegar a mi vagina y
luego los volvió a subir al mismo ritmo, sus dedos se
deslizaban con facilidad por mi humedad. Rozaron
mi clítoris pero volvieron a bajar en una caricia lenta
y tortuosa, pero absolutamente deliciosa. Él me
estaba mirando, sus ojos no se perdían ningún
detalle en mi expresión, notando y anotando lo que
me gustaba. Sus dedos volvieron a subir y luego a
bajar, subían y bajaban, bajaban y subían cada vez a
un ritmo mayor viendo mi gesto de disfrute,
satisfaciéndose por lo que causaba en mí.

471
Y de pronto el ritmo aumentó más haciéndome
imposible seguir conteniendo los sonidos que
querían salir de mi boca. Arqueé la espalda jadeando
y emitiendo pequeños gemidos… Y de pronto sus
dedos fueron reemplazados por algo húmedo…
Madre mía, su boca.
Hareth acababa de juntar su boca contra mi zona
íntima. Sus labios tenían intenciones de absorberlo
todo, y eso estaba haciendo, él estaba…
comiéndome. Jodida mierda, oh… ¡Ah, mierda!
—Hareth… Dios.
—También eres mi diosa —me dijo desde esa
distancia, el mantuvo mis piernas quietas tras apoyar
de una forma dominante sus manos sobre mis
piernas abiertas—. Ahora deja que te venere en tu
templo, hermosa.
Así fue como él continuó con su trabajo allí
abajo: lamiendo y chupando, absorbiendo y
tragándose todos mis jugos. Y su pulgar en círculos
no dejaba de moverse contra mi clítoris,
volviéndome loca.
Comencé a mover la pelvis, necesitando más.
—Ah… Mierda. Me gusta, me gusta… me
encanta… Sí, sí —salían palabras inconcusas de mi

472
boca, llenas de disfrute y siempre seguido de un
jadeo y gemido, la sensación de placer que recorría
mi cuerpo, más esa zona que Hareth estimulaba,
estaba logrando que no me reconociera.
Estaba olvidándome quieran era, mi nombre
quedó en el olvido mientras la burbuja de placer
crecía. Solo Hareth estaba en mi mente, él y su
maravillosa boca, sus lengüetazos cada vez más
fuertes y rápidos hicieron que de pronto no registrara
lo que le estaba pasando a mi cuerpo. Algo
desconocido me estaba invadiendo. Algo cruzaba…
algo llegaba, mis párpados se presionaron con fuerza
mientras ese algo hacía que mi pelvis enloqueciera
contra la boca de mi novio, moviéndose rápido y con
una fuerza excesiva necesitando que ese algo me
alcanzara ya.
Y eso sucedió, ese algo llegó y mi cuerpo se
contrajo mientras de mi sexo salía un líquido
caliente que fue rápidamente consumido por Hareth.
Mi mente se quedó en blanco durante unos
segundos mientras mis piernas quedaban como
gelatinas. Hareth se encargó de quitar todo rastro de
esa humedad, limpiándome con su boca antes de
abandonarlo y comenzar a subir sobre mí hasta
detenerse a pocos centímetros de mi cara.

473
—Oh… Wow —pronuncié por última vez,
recuperándome de mi estado— ¿Qué fue eso? —
logré decir, recuperando también la claridad en mi
vista luego de parpadear dos o tres veces seguidas,
enfoqué su rostro lleno de placer y lujuria.
—Eso fue un orgasmo, Mia.
—Sí… —susurré— fue mejor que cualquier otra
cosa que haya creído que era la gloria.
—Y puede mejorar —mencionó él aún sin quitar
ese volumen tan íntimo con el que me hablaba, bajo
y seductor—. No fue necesario ninguna penetración,
si le das el trato adecuado solo al clítoris y su
alrededor también puedes disfrutar y sentirte muy
bien.
El calor en mis mejillas le advertía sobre mi
vergüenza, me daba cosa escucharlo hablar tan
libremente sobre el sexo y eso que el acababa de
darme mi primer orgasmo y otra cosa importante: yo
me encontraba desnuda bajo su cuerpo.
—¿No sería… dedotración? Habías dicho que lo
probarías pero… no fue necesario.
Él se rio sonoramente sin poder evitarlo. Eso
causó que sus hombros y casi todo su cuerpo se
movieran haciendo inevitable que la zona de su

474
cuerpo que él mantenía a una distancia de mí, me
rozara.
Yo me encontraba completamente desnuda
mientras que él seguía usando su jean. El bulto entre
sus piernas me indicaba que pese a su cara de
disfrute, algo lo incomodaba. Y es que esa parte de
él necesitaba con urgencia ser liberado.
Hareth notó mi mirada en esa parte, se calmó y
dirigió la suya en la misma dirección que la mía.
—¿Tú…? —pronuncié en voz baja.
Mi mano lo rozó y su rostro se contrajo de placer.
¿Así de fácil? Interesante.
—No hace falta, puedo encargarme solo.
—Dijiste que íbamos a explorarnos los dos… Yo
aún no tengo sueño y tú necesitas que eso se calme.
—¿Tú estás dispuesta?
—Quiero, sí… Ahora —dije y abrí su cremallera,
desabotoné su jean y seguidamente se lo bajé.
Él se quitó el pantalón, y entonces su bulto fue
aún más pronunciado. Mi mano se dirigió a esa zona
y toqué sin vergüenza alguna. Algo dentro de mí me
estaba dominado, sí sentía cierto temor pero las

475
ganas del momento eran más. Y la curiosidad que
me estaba causando ese momento también influía…
y mucho.
—Hum…
—Hareth —dije en un tono de jadeo.
Ubiqué dos dedos en el elástico de su bóxer y
bajé, descubriendo su miembro por primera vez. Mis
ojos se quedaron fijos sobre su pene erguido, oh
mierda.
Deliciosa mierda. Un estremecimiento de miedo
y expectación cruzó por mi espalda, pero ya era
tarde para retractarme.
Besé a Hareth en la boca y en un extraño
movimiento, que no sabía que podía hacer, hice que
ahora él quedara sobre el colchón, conmigo sobre
él. 

476
17. Los hermanos Collins

Capítulo 17: LOS HERMANOS COLLINS


Desperté aferrada a Hareth como si fuese un osito
de peluche. Y la verdad es que se sentía como uno,
excepto que todo su cuerpo se sentía duro, pero el
calor atrayente que emanaba y la comodidad de su
pecho hizo que efectivamente yo lo sintiese como mi
gran peluche personal.
Por eso mismo, después de despertar me mantuve
abrazada a él, con mi cabeza apoyada en su hombro
y mi mano derecha acariciando su pecho desnudo.
Después de lo de anoche nos habíamos duchado y
vestido para no volver a caer en la tentación, solo
que no hacía falta tener poca ropa para que nos
pusiéramos calientes en un instante.
Sonreí y me reí bajito por todo lo que pasó el día
anterior: di mi primer beso y obtuve mi primer
orgasmo. ¿Alguien recuerda si yo dije que quería ir
despacio? Pues la verdad es que no me acordaba, mi
mente se había adornado de color rosa. Estaba
cegada por Hareth.
Y algo dentro de mí sabía que eso no era bueno.

477
—¿Amaneces contesta, Mia? —escuché decir de
pronto a mi compañero.
Alcé la cabeza y alcancé sus labios.
—Es por ti.
—También me pones feliz, eres la paz y el amor
que esperaba y estoy dispuesto a tomarla toda. Estar
contigo me hace olvidarlo todo.
—Mejor deja de hablar porque tú voz en las
mañanas me parece demasiado irresistible.
—¿Ah, sí?
—Seguro lo sabes.
—Ahora que me lo dices… Estás hermosa,
amaneciste más preciosa, fuego.
—Y tú más sexy.
Él se rio y yo no tuve vergüenza alguna al dejar
caer mi cabeza sobre él y cerrar los ojos expresando
el gesto de disfrute en mi rostro. Conservé un poco
de calma y alcé una mano en su cara, volviendo a
verlo.
—¿Desayunamos en el jardín? —me preguntó.
—Como prefieras.

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—Hoy el clima estará muy pesado, deberíamos
pasar el día ahí y en la piscina.
—Me gusta la idea.
—A levantarse entonces —manifestó él.
—No —protesté como una niña pequeña
alargando la «o».
—Solo un rato más —me aclaró él.

Media hora después ya estábamos saliendo de la


habitación. Me había puesto un traje de baño y,
sobre este, un vestido ligero para cuando tuviese
necesidad de meterme en la piscina no se me
dificultase sacármelo.
Según el reloj que vi en el recibidor eran pasadas
las nueve de la mañana. Cruzamos por la cocina,
Hareth ordenó el desayuno y proseguimos a llegar a
la mesa que estaba ubicado en el jardín.
Vi a Abby y Edward besándose en la tumbona, él
estaba sentado y ella sobre él. Ese beso terminó justo
en el momento que yo los miraba, Abby giró el
rostro en mi dirección como si hubiese sentido mi

479
llegada. Se quitó sobre Edward con la curiosidad
brillándole en sus ojos verdes.
Nos dirigíamos hacia la mesa redonda que
decoraba el jardín, allí se encontraban Hazal y
Malcom, muy cerca del otro, comiendo la variedad
de comida que había.
—Buenos días —saludé.
Ellos respondieron mi saludo, Hazal me sonrió
con genuismo mientras que su esposo, vestido de
manera muy formal dándome la idea de que
seguramente pronto saldría, quedaba con semblante
serio. De todas formas yo pude apreciar de lejos que
anteriormente estaba sonriéndole a Hazal mientras le
hacía probar de su mano la fruta que contenía su
plato.
Viéndolos ahora y conociendo un poco más de
ellos, debía admitir que se veían muy bien juntos.
Hacían una bonita pareja.
—¿Cómo amanecen, chicos?
—Mejor que nunca, hermana —respondió Hareth
tras correr una silla para que me sentara, lo hice y
luego él se ubicó a mi lado—. Pero con un apetito
enorme, estoy hambriento —él dijo esas últimas

480
palabras viéndome de reojo y yo por puesto me
sonrojé, malinterpretándolo todo.
—Llegan a tiempo, apenas estamos empezando
—dijo refiriéndose al desayuno—. A propósito vi el
anuncio, todos están hablando de ello.
—¿Qué anuncio? —pregunté luego de aceptar el
zumo que Hareth me sirvió.
—La noticia de su relación, el anunció se
propagó y todo el mundo sobrenatural ya ha
corroborado el rumor de que Josh Lewis por fin ha
encontrado a su compañera —confirmó Hazal,
notándose muy emocionada—. Felicidades, Lewis.
Y a ti también, Rouse, créeme cuando te digo que mi
hermano vale la pena, es uno de los mejores
hombres del planeta.
—Eso he notado —respondí—. Y gracias, Hazal.
—Solo digo la verdad —me dijo ella, luego miró
a su hermano—. ¿Me haces tiempo después?
Necesito hablar contigo.
—Claro, si no vas a salir, búscame cuando
quieras —le contestó él.
—Yo necesito reportarte algunas cosas —habló
Malcom hacia él. Hareth asintió en su dirección—.

481
¿Podría ser ahora? Solo será un momento después
voy a tener que salir a la comisaria —se explicó.
—No hay problema —Hareth accedió y se puso
de pie—. Vamos, volveré enseguida —me lo dijo
solo a mí. Asentí y él se inclinó para darme un beso
en la boca. Quedé ruborizada porque era la primera
vez que nos dábamos un beso frente a conocidos.
—Lo tienes vuelto un amor —me dijo Hazal
cuando nos dejaron solas—. Antes de ti me costaba
siquiera sacarle un sonrisa, y ahora… Él no disimula
lo feliz que lo haces.
—¿Y por qué estaba triste? —pregunté entonces,
frunciendo ligeramente el ceño ante la curiosidad.
—Ah… —ella se quedó en silencio, y justo antes
de que hablara de nuevo, el grito que profirió Abby
acercándose nos llamó la atención. Mi amiga llegó
corriendo hasta nosotras, situándose rápidamente en
el asiento donde anteriormente se encontraba
Hareth.
—¡Llegué! —exclamó con la respiración agitada,
me robó mi bebida para beberse una buena cantidad
—Perdonen… es que Edward no me dejaba venir,
forcejeamos y escapé.

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—Vuelve aquí, tramposa —dijo entonces él, ella
lo miró y negó con la cabeza.
—Aquí el único tramposo eres tú.
—Eh, calmados —pidió suavemente Hazal
alzando una mano en dirección a Edward y otra en la
de Abby, balanceándola de arriba abajo en un gesto
que indicaba: tranquilos.
Mi mente pervertida repitió ese arriba abajo.
Arriba abajo, el recuerdo de lo que sucedió en la
noche se proyectó en mi mente. Mi cara ardió, mi
boca se me secó y actué de prisa.
Le quité la bebida a Abby prácticamente de la
mano para tomarla y tranquilizarme.
—¡Hey! —protestó ella—. ¿A ti te pasa algo? —
inquirió, luego adoptó una mirada analítica y
comenzó a acercarse. No me moví y dejé que me
susurrara algo al oído, y grave error—. ¿Ya no eres
virgen?
—¡Abby! —exclamé y comencé a toser. Ni
siquiera había tragado bien cuando hablé.
Ella se rio con un gesto de disculpa.
Oh, Dios. Todos habían escuchado eso.

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Hazal nos estaba hablando sobre las cosas que
cambiarían cuando fuésemos a la universidad.
Estábamos atentas al tema pero yo me distraje por
completo ni más Hareth volvió a salir de casa.
Sonreí automáticamente pero esta no duró mucho, se
me borró al notar a otra persona saliendo por detrás
de él, Hannah.
—Malcom ya debe salir, las veré luego, chicas…
y Edward —se despidió Hazal y se alejó
rápidamente. Ella se detuvo únicamente para
compartir un saludo con su hermana, dándole un
beso en la mejilla.
Hannah estaba sonriendo.
Ella estaba vestida directamente para meterse en
la piscina, un traje de baño de una sola pieza le
cubría de una manera perfecta su figura pequeña. Su
cabello rubio estaba atado en una cola alta y ella
jugueteaba con la punta de esta que le rozaba el
hombro mientras que le hablaba a Hareth. Él a su
lado era un monumento, no al estilo Elle y Noah de
“The kissing booth” pero la cuestión es que ella era
mucho más baja.

484
Hannah sostenía el teléfono en una mano, su
mirada de vez en cuando volvía a la pantalla de este
pero sin quitar la sonrisa que aparentemente nunca
se borraría de su cara de hipócrita.
—Hey, simula que la estás aniquilando con la
mirada —me dijo Abby.
Ellos se estaban acercando hacia nosotros.
—Ten —dejé de verlos porque, sin darme cuenta,
sí estaba apretando con demasiada fuerza mi
mandíbula. Abby puso sobre mis ojos los lentes de
sol que Edward traía en la cabeza, ella se lo arrebató
para dármelo a mí—. Suaviza la expresión —me
indicó— y ahuyenta la molestia.
Hareth y Hannah llegaron, se detuvieron a unos
pocos pasos de la mesa.
Ella no se preocupó en saludar.
—¿Hay algo que quieras decirle a Rouse,
Hannah? —cuestionó Hareth. Ella lo miró con cierta
suplica, como diciendo: no me hagas hacer esto.
Pero la determinación en el rostro de Hareth le
indicó que no cambiaría de parecer, ella dejó de
verlo con su patético intento de ojos de perrito y sus
ojos encontraron los míos. Y menos mal yo estaba
usando lentes. Gracias, Abby.

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«Respira, Rouse, respira»
—Yo… lamento mucho lo que ocurrió ayer, de
verdad —«mentirosa»— no sé qué me pasó, creo
que malinterpreté tus palabras…
¿Qué…?
—… y estoy muy apenada si te ofendí de alguna
manera. Creo que las dos nos entendimos mal, yo
tuve un largo viaje y eso cansa y automáticamente te
pone de malas. Una vez más te digo que no sé qué
me pasó, lo siento. Espero que podamos comenzar
de nuevo, ¿está bien?
Ella me sonrió, su rostro se dulcificó pero nada
dulce se estaba reflejando en sus ojos. Qué
mentirosa.
Abby apretó los labios para no decir nada, yo
estaba con la boca ligeramente abierta asombrada
por la hipocresía de esta chica. Seguramente ella era
toda una experta en esto. Hareth a su lado parecía
creerle.
—No quiero justificar a nadie —comenzó a decir
Hareth—. Hannah me explicó que hubo una
confusión y eso…

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—Está bien está bien —dije rápidamente,
interrumpiéndolo. Alcé el mentón con determinación
y semblante serio. ¿Cómo que «no quiero justificar a
nadie»? ¿Entonces que se supone que estaba por
hacer? Defenderla. Argh. No dejé que acabara lo que
sea que fuese a decir porque el tic del enfado estaba
a punto de activarse. Cierta molestia ya sentía.
—¿De verdad? —dijo Hannah con una nota
fingida de entusiasmo.
—Claro… —no me oí convencida pero al menos
acepté.
—Ya todo aclarado, desayunemos —expresó
Hareth. Y justo en ese momento aparecieron dos
empleadas trayendo lo que él había ordenado.
Hareth situó una mano en la espalda de su hermana
para guiarla. Y ese gesto me incendió por dentro.
«Cálmate, Rouse. Por dios, ¿qué tanto te
molesta?»
Hareth se situó a mi lado, en otro asiento en la
que estuvo anteriormente. Yo me incliné hacia él en
busca de calma. Mi cabeza quedó apoyada sobre su
hombro, él giró la cabeza en mi dirección y sonrió
con los labios pegados. Alcé mi rostro y le di un
beso en la boca solo porque sí.

487
Después volví a acomodarme en mi asiento, me
enderecé y me apoyé en el espaldar de mi silla
guiando el vaso de zumo a mis labios con mis ojos
encontrando la mirada de Hannah sobre mí. Le
sonreí ligeramente para mostrarle que también la
estaba viendo, en eso, ella desvió su mirada
ocultando su expresión de molestia, que no me fue
difícil notar.

El fin de semana transcurrió rápido, tranquilo y


sin incidentes.
Ya era lunes. Separarme de Hareth esta vez me
resultó muy difícil. Después de haber pasado dos
días seguidos tan juntos y besándonos… ahora
imaginar que estaría sin verlo tantas horas me
parecía una eternidad.
—Ya quita esa cara —me dijo Abby cuando
ingresamos en la cafetería. Ya era hora del almuerzo
y yo en vez de pensar en la comida estaba pensando
en mi novio—. Hey, mira quién viene ahí.
Le hice caso y observé en la dirección que me
señalaba. Con nosotras estaban todos nuestros
nuevos amigos, las chicas también dirigieron su
mirada hacia el grupito que acababa de ingresar

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como un par de estrellas de cine dentro de la
estancia.
A las únicas que reconocí de ese grupo fueron a
Hannah y a Alexia Brown, que venían a la cabeza
acompañadas de un chico. Pero Hannah era la única
que le estaba prestando atención a este, el chico
tenía rasgos muy parecidos a los de Alexia.
—¿Y esos qué? —dijo Abby.
—Todos son hijos de alphas, por lo tanto
pertenecen a las mesas rojas —explicó April—. Y
Hannah como hija del rey se cree la reina de este
lugar, y así la tratan —añadió.
—Pero ahora estás tú, Rouse —dijo Brenda,
apoyando sus manos sobre mis hombros,
hablándome desde atrás—, muéstrale quién es la
verdadera reina.
—¿Y lo conseguirá sentándose en una mesa azul?
—inquirió en un tono burlón Anthony, y enseguida
negó con la cabeza.
—No quiero armar un show por quien tiene más
poder —comencé a decir—, mejor mantengamos la
paz.

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—Te aseguro que Hannah es mucho peor que
Alexia, que no te engañe con esa cara de Barbie —
advirtió April.
—La fila corre, preparen sus bandejas —nos
avisó Abby.
Brenda se alejó de mí dándole turno a su primo
para que se me acercara.
—Mira, ahí también perteneces tú —me dijo él
mostrándome la mesa donde Hannah y su grupo se
habían ubicado.

—Buenas tardes, alumnos —oímos decir por los


parlantes ubicados en el salón de clases a la
mismísima directora—, recuerden que entre hoy y
mañana, deberán estar entregando el formulario
que les permitirá formar parte del campamento que
se realiza todos los años. Los del segundo y tercer
año, mañana es su último día para hacerlo. Qué
sigan teniendo un lindo día de aprendizaje —se
despidió.
Oh, mierda.
Estuve tan distraída que olvidé por completo
hablar sobre ese tema con Hareth.

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—Qué el miércoles ya llegue —exclamó Brenda,
al parecer muy contesta por ese evento—. ¿Irán,
verdad? —nos preguntó, Abby a mi lado, me miró al
mismo tiempo que yo la miraba, y nuevamente al
mismo tiempo observamos a Brenda, y en una
perfecta sincronía, le respondimos.
—Sí —fue lo que dijimos sin estar muy seguras.
Pero Brenda no detectó nada raro en nuestro tono.

Estábamos saliendo del aula porque las clases ya


habían terminado. Todo muy normal hasta que Abby
se detuvo y giró en otra dirección de golpe.
—¿Sucede algo? —le pregunté. Y ella no me
respondió —Abby —insistí precipitándome donde
ella y apoyando una mano en su hombro para llamar
su atención.
—Cuando lleguemos en casa… te lo digo —me
contestó al salir de una especie de trance.
Reanudamos el paso y Hazal fue la que nos
recibió fuera. Por supuesto que Hannah no se nos
unió, ella tenía su propio auto.
Y de todas maneras ella no se dirigiría en casa
sino que iría a otro lugar con sus amigos. O por lo

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menos eso supuse porque ella fue la que salió
primero, Hazal iba por el mismo camino que ella y
Hannah giró hacia el centro de Milford mientras que
Hazal tomaba la ruta que nos llevaría directo a la
mansión.
—Nos vemos más tarde —nos dijo Hazal ya
desde el recibidor de casa—, tengo mucho trabajo
que hacer.
—Está bien, gracias por recogernos —le dije
mientras me despedía agitando la mano en su
dirección. Ella se perdió escaleras arriba.
—Lo que tengo que decirte no es mucho —me
comentó Abby.
—¿Y qué es? ¿Por qué paraste de golpe y pusiste
una expresión de haber visto un fantasma?
—Desde el primer día de clases aquí… yo he
escuchado cosas. Solo a mí se me presenta un sonido
extraño, y eso siguió sucediendo pero hoy… se oyó
mucho más cerca, te juro que sentí que alguien me
habló desde atrás.
—¿Qué? —dije atónica porque no se estaba
escuchando como una broma—¿Y alguien más sabe
de esto?

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—Solo tú, no le he dicho a nadie porque pensé
que pasaría, que pararía pero nada. Sigue y no sé
cómo detenerlo, me molesta, esto me inquieta.
—Hay que investigarlo, la próxima vez que
suceda avísame y… vamos a verlo como un par de
estúpidas en una peli de terror —le dije.
Ella se rio al instante.
—Está bien, gracias, Rosy.

Lo primero que hice al entrar en mi habitación


fue sacar el papel que necesitaba que Hareth me
firmara, lo situé sobre el escritorio e incluí un
bolígrafo a su lado. Y al verlo ahí y pensar que
Hareth me lo firmaría… noté lo extraño que era. ¿Mi
novio necesitaba darme su aprobación para hacer
algo que quería? Uy.
Dejé de pensar en ello porque de todas formas le
iba a tener que comentar sobre el campamento.
Íbamos a estar tres días separados, dos noches sin
dormir en la misma cama.
Hice los debidos deberes y después me metí en la
ducha.

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Ya en la soledad del baño me puse demasiado
pensativa, tanta que terminé un poco abrumada. Así
que decidí salir de la ducha dispuesta a abandonar el
baño rápido. Necesitaba aire fresco para despejar mi
mente. Me sequé y me cubrí el cuerpo con una
toalla, alcancé el pomo de la puerta y la abrí.
Mi humor mejoró al instante al encontrarme del
otro lado a Hareth, justo en la puerta del baño.
Sonreí y salté sobre él, rodeando mis brazos en su
cuello, sin pensar en que no le había hecho un nudo
a la toalla para que no se me cayera por accidente.
Hareth me sostuvo por la cintura,
correspondiendo a mi abrazo. Solo que yo alejé mi
rostro de un lado de su cuello para poder saludarlo
como correspondía, lo besé en la boca, él quitó sus
manos de mi cintura haciendo llegar una hasta mi
mandíbula para sostenerme de ahí y besarme mejor.
Y fue ahí cuando percibí que la toalla abandonaba
mi cuerpo, cayendo a mis pies.
Hareth lo notó y alejó su rostro del mío para bajar
su mirada a mi cuerpo desnudo. Ladeó ligeramente
su cabeza esbozando una sonrisa ladina, atractiva y
muy sensual.
—Esto sí que es un buen recibimiento.

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—No seas idiota —expresé con intenciones de
agacharme y recuperar la toalla, solo que él detuvo
mi acción, sosteniéndome por el brazo y acercando
peligrosamente sus labios a los míos, pero no me
besó. Rozó mi boca y luego comenzó a bajar sin
dejar de mirarme. Cogió uno de mis senos en su
mano y luego besó la punta de esta, escuché el
sonidito que realizó cuando la dejó libre de nuevo.
—Llegaste con muchas energías, ¿eh? —dije
situando mi mano por detrás de su cabeza,
hundiendo mis dedos en su cabello rubio.
—Tú me proporcionas todas las que necesito… y
haces que tenga más.
—Pues continúa, deshazte un poco de ella
conmigo.
Él sonrió y volvió a erguirse, besándome
enseguida.
Sus manos sobre mi trasero me incitaron a
enredar mis piernas en sus caderas, y eso hice. Él me
sujetó con firmeza mientas devoraba mis labios y
seguidamente dejaba una línea de hambrientos besos
en mi cuello, eché la cabeza hacia atrás para darle
mejor acceso, teniendo cuidado con no caerme. Y no

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lo haría porque Hareth me sostenía por detrás de la
cabeza y yo estaba bien agarrada de sus hombros.
Él nos guio directo a la cama. Poco después yo ya
me encontraba acostada en ella con el medio de mis
piernas siendo atacada por la boca de mi novio. Mi
pierna derecha se encontraba sobre su hombro
dándole un mejor acceso para que me complaciese.
Mis manos tomaron un puñado de la sabana, los
apreté mientras arqueaba la espalda y dejaba
llevarme por las maravillosas sensaciones que me
recorrían. Los jadeos y gemidos no faltaban, los
gruñidos de satisfacción que soltaba Hareth solo me
humedecían más y ese hecho a él parecía encantarle.
Y cuando acabé, no dudé en trepar sobre él y
probarlo también.

Tomados de la mano, nos dirigimos al comedor.


La hora de cenar ya había llegado y la única persona
que faltaba en la mesa era Malcom. El asiento al
lado de Hazal estaba vacío por ese mismo hecho,
ella se notaba un poco triste y decaída mientras veía
algo en su teléfono. Pero ni más nos vio ingresar,
acomodó su postura esbozando su característica

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sonrisa de que todo iba muy bien mientras dejaba de
lado su iPhone.
Abby, como de costumbre, ya estaba masticando
algo “discretamente”.
Nos situamos y las empleadas comenzaron a
llegar sirviéndonos la cena. Hareth mantenía su
mano izquierda sobre mi muslo, realizaba una
caricia de vez en cuando produciéndome cosquillas.
Sí, yo pertenecía a ese porcentaje de personas a la
que le daba cosquillas esa zona sobre las rodillas.
Encontraba mi mano con la suya cada vez que podía
manteniendo algo íntimo por debajo de la mesa
mientras compartíamos miradas discretas.
Todo transcurría de maravilla hasta que los
primeros problemas comenzaron a hacerse
presentes.
Malcom y Luke aparecieron en la entrada del
comedor. El esposo de Hazal conservaba la calma,
su gesto imperturbable no denotaba más que
seriedad, en cambio, su acompañante dejaba muy en
claro por su expresión facial que algo malo sucedía.
Hareth se puso serio de repente, su entrecejo se
frunció mientras se ponía de pie.

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—Hay noticias del Reino Vampírico —comunicó
el beta— y no son buenas.
—Fueron ellas —soltó Luke, Hareth endureció
su gesto sabiendo de qué hablaba mientras que
Malcom le dedicaba una mirada reprobatoria por
haber dicho algo que no debía. Al parecer el lugar
no era apropiado para llevar esa conversación—.
Ellas lo tienen…
—Pasemos al despacho —sugirió Malcom—, los
hermanos Collins llegaran en cualquier momento.
Hareth observó sobre su hombro, dirigiendo su
mirada hacia una dirección en específica.
—Acompáñanos, Edward — solicitó, este asintió
de forma automática. Se limpió los labios con una
servilleta y se levantó para acatar el pedido de
Hareth—. Ustedes continúen, todo está bien —nos
dijo y después abandonaron el comedor sin dar una
explicación concreta.
Todas nos quedamos con cara de: ¿qué acaba de
pasar?
—No quiero a ninguna de ellas aquí —dijo de
pronto Hannah, siendo conocedora del tema que yo
era totalmente ajena—, y si llegan espero que Lewis

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les dé la sanción que se merecen por andar
rompiendo las reglas.
—Él solo las entregaría a las autoridades
correspondientes, no queremos armar un alboroto
después de permanecer años en paz —comentó
Hazal.
—¿De qué están hablando? —decidió preguntar
Abby.
—Nada importante, chicas —dijo Hazal,
mandándole una mirada de: no digas nada a su
hermana pequeña—. Solo es un asunto que no debe
inquietarnos, como Lewis dijo, todo está bien, él y
su equipo se encargará de todo.
—Pero ¿quiénes son ellas? —presionó Abby.
—Por cómo se pusieron de serio todos, yo no
creo que realmente todo esté tan bien —repuse
acompañando el argumento de mi amiga.
—Es porque nos sorprendieron, nada más —
afirmó Hazal esbozando una sonrisa tensa, como si
temiera decir algo de más. Se llevó su bebida a sus
labios y tomó varios sorbos, notándose intranquila.
Hannah por su parte dejó sus cubiertos de lado,
soltando un bufido.

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—Yo realmente espero que esto se termine antes
de que pase a mayores —replicó Hannah, se puso de
pie y, mirando a Hazal, agregó algo más—. Quiero
creer que todo está bien como dice mi hermano.
Y luego dio media vuelta y se marchó dejando el
ambiente muy tenso. ¿Qué demonios estaba
ocurriendo?

Los minutos comenzaron a pasar.


El sonido del tic tac de un reloj invisible resonaba
en mi cabeza de una forma lenta y pausada. La
impaciencia comenzó a hacer estragos en mí. Ya no
comía, nada me apetecía. La tensión y la
preocupación estaban siendo combinadas en
nosotras en ese momento, porque a pesar de que
Hazal intentaba lucir tranquila, no lo parecía en lo
absoluto.
Las tres seguíamos en la mesa, nos habíamos
quedado en silencio desde que hace pocos minutos
los hermanos Collins hicieron acto de presencia. Por
lo que pude deducir, ellos ahora mismo se
encontraban en el despacho principal, situada en el
primer piso, en una reunión con Hareth y demás.
¿De qué podrían estar charlando?

500
—Acaban de salir —anunció Hazal—. Iré a ver
cómo va todo…
—¿Cómo puedes saber eso? —preguntó Abby,
con su cara reflejando su confusión. Pero enseguida
cambió de expresión golpeándose ligeramente la
frente con su mano con gesto de obviedad—. Súper
audición…
—Exacto —le dijo Hazal—. Ustedes aguarden
aquí, por favor.
—¿Por qué nos tratan como si fuésemos unas
niñas? —objetó Abby cuando la rubia desapareció
—. Aunque ni los niños obedecen… y nosotras
mucho menos. Arriba, que nos vamos —mencionó
decidida, poniéndose de pie.
—Pero ella dijo…
—Ya sé lo que ella dijo —me interrumpió—,
pero quiero saber y sé que tú también. Así que te
levantas ahora y me acompañas para averiguar qué
diablos sucede. De otra forma corremos el riesgo de
que no nos digan la verdad, fue muy obvio que
Hazal mintió.
—Yo no lo tomaría así —dije mientras me
levantaba—, ella parecía temerosa.

501
—Sí, porque mintió. Ahora vamos.
Y no tuve de otra que seguirla. Abandonamos el
comedor y nos detuvimos ni más pisamos el
recibidor, justo en la entrada que daba hacia la sala
de estar porque allí se encontraban todos.
Y cuando decía todo, me refería a todos, incluida
a Hannah que aparentemente había venido a esperar
en la sala de estar. Ella estaba apoyada contra el
cabezal del sofá, mirando a su hermano interactuar
con los hermanos Collins.
Hazal estaba muy atenta a la conversación, con
su mano situado sobre el brazo de su esposo.
Edward fue el primero en mirarnos, entrecerró
sus ojos en nuestra dirección especificando una
orden de «no entrar» en su mirada. Abby le devolvió
una mirada retadora y con una expresión de: Mira
cómo te obedezco, cruzó la entrada.
—Aceptamos que el error fue nuestro, es nuestro
deber y obligación detenerlas tanto como usted —
escuché parte de la conversación apenas centré mi
atención en Hareth y los Collins, una chica era la
que hablaba, una rubia de cabello corto hasta los
hombros—. Nuestro padre está muy apenado y ha

502
puesto a su disposición a todos los soldados que
pueda llegar a requerir
—Puede solicitarlos cuando lo crea necesario,
esas hechiceras han logrado persuadirnos, se han
vuelto muy escurridizas —acompañó su argumentó
uno de sus hermanos, uno pelinegro—. Y
lamentablemente todos sabemos que atraparlas será
todo un reto.
—Le estamos siguiendo el rastro muy bien —
objetó Malcom— al igual que tenemos muy bien
vigilado a su padre que dice no estar al tanto de
nada.
—No creo que tan bien, porque ellas siguen
sueltas todavía, deben ser capturadas a la más
mínima oportunidad —replicó la rubia de cabellos
cortos, su hermana la miró, ella era pelinegra y tenía
el pelo adecuadamente largo.
—No es fácil, Marisa. ¿Es que olvidas que
acaban de salirse con la suya en nuestras narices? —
le dijo ella.
—De nuestra gente —rebatió su hermano, el
pelinegro que era bastante parecido a ella—. Si
hubiésemos estado posiblemente todo seguiría en
orden.

503
—No te creas tanto, Neisan…
—Basta —escuché por primera vez la voz del
otro Collins, rasposa, masculina y… sensual. Así lo
percibí. Si el pelinegro se llamaba Neisan este debía
ser ¿Chase?—. Discutiendo entre nosotros no
resolveremos el problema. Sí, el error ha sido de
nuestra gente por lo tanto, nuestro. El rey está muy
molesto por este desliz, y como le comentó mi
hermana, estaremos a sus órdenes, alpha.
—Estén atentos a los alrededores de Luna Eclipsa
—fue todo lo que dijo Hareth. Pero la voz y mirada
de autoridad que tenía en ese momento, hicieron que
los hermanos expresasen en sus rostros un gesto de
aceptación instantánea.
—Como diga, alpha —afirmó Marisa—. Oh…, y
le tenemos noticias. Pese a este mal momento
queremos comunicarle personalmente que en menos
de un mes se celebrará el habitual festejo en honor al
cumpleaños de nuestro padre. ¿Usted ya ocupará
oficialmente el lugar de su padre para ese entonces?
—Respetando las tradiciones, así es.
—Entonces avisaremos para que sea su nombre y
la de su luna los que aparezcan en las invitaciones,
al igual que el nuevo beta y su compañera. Ya sabe

504
que esta celebración también es una oportunidad
para interactuar con los demás líderes, mantener la
paz ahora mismo es nuestra obligación. Las disputas
quedaron atrás, hay que mantenernos serenos para
conservar está calma que tanto esfuerzo nos costó.
Hazal esbozó una gran sonrisa ante las palabras
de Marisa.
—Comparto tu pensamiento —le dijo Hazal—,
estoy segura que serás una gran líder, una buena
reina.
—Gracias —respondió manteniendo su expresión
seria, pero intentó formar una sonrisa creíble en sus
labios, solo que no funcionó, fue tensa y bastante
forzada. Su expresión me indicaba una incomodidad
ante la mención de su futuro título. Entonces, ella
era la mayor.
—¿Ya vas a enfadarte de nuevo? —reconocí la
voz de Edward tras quitar mi atención de los
hermanos Collins. Abby y él estaban muy cerca,
¿cuándo es que él se acercó tanto?
—No me gusta que me pongas esa cara, me haces
sentir poca cosa y lo odio. Yo no soy cualquier
persona…
—Discúlpame, trabajaré en ello.

505
—Más te vale porque si lo vuelves a hacer…
regresas a la habitación que fue asignada a ti —
amenazó mi amiga.
Ellos hablaban en voz baja. Serios e íntimos.
Luke, desde el lado de Malcom, en una postura
correcta miraba de forma chistosa en la dirección de
Abby Edward. Esa conversación le parecía más
entretenida que la otra que se seguía llevando a cabo
a tan solo dos metros de él. Y de repente él notó mi
mirada sobre él, y me sonrió.
—Volveremos a vernos pronto, espero que con
buenas noticias o en un mejor momento —aquello se
escuchaba como una despedida así que debía
moverme. Yo seguía de pie, justo en el medio de la
entrada.
Y justo en ese momento, crucé una mirada con
Hareth. Él, aún todo serio, me indicó con un gesto
de mano que me acercara.
Así que lo hice. Y poco después ya me
encontraba muy cerca y cara a cara con los
hermanos Collins. Sus ojos me evaluaban como yo a
ellos.
—No desaprovecharé esta oportunidad para
presentarles a Rouse, mi compañera —dijo Hareth al

506
reunirse conmigo y tomarme de la mano
—.Igualmente creo que ya se conocen, por el
instituto.
—Oh, sí —dijo la pelinegra—. Sí, pero no nos
hemos presentado —y entonces ella me miró, sus
ojos oscuros me veían con amabilidad, me
sorprendía lo bien que le favorecía el color negro de
sus espesas y largas pestañas y de cabello haciendo
un perfecto contraste con su pálida y blanca piel.
Tenía un rostro hermoso, había algo en ella, más
bien, había algo en ellos que me resultaba
interesante y misterioso, indudablemente atrayente.
Quizás era el aura desconocido que los rodeaba—.
Soy Selene.
Ella me sonrió con gentileza y extendió la mano,
dudé en estrechársela porque… ¡Dios! Aún me
resultaba extraño estar en su presencia, estaba
totalmente asombrada de tenerlos por delante de mí.
Ellos no eran cualquier persona y eso lo sabíamos
todos. Por lo que me contaron, los hermanos Collins
eran gente discreta y bastante reservada.
—Un placer —contesté aceptando y apretando su
mano con firmeza.
—Neisan —se presentó su hermano, el pelinegro.
No pude evitar darle un rápido vistazo con una

507
mirada furtiva, por lo menos a su rostro;
rápidamente me di cuenta que él era demasiado
parecido a Selene, ambos tenían el cabello negro,
eran altos, por supuesto que él mucho más que ella,
y delgados pero dejando muy en claro por su postura
que tenían un buen físico por debajo de sus oscuros
atuendos—. Gusto en conocerte, Rouse —él parecía
carismático, él y Selene no se veían tan amenazantes
como Marisa y Chase.
—Soy Marisa, bienvenida al mundo sobrenatural,
Rouse —me dijo ella con un algo escondiéndose en
sus palabras y en la forma detallada y cuidadosa de
mirarme. Estrechamos nuestras manos, con el azul
de nuestros ojos conectándose.
Y entonces siguió él, Chase. Lo miré y ante mi
vista sobre su persona, él extendió su mano en mi
dirección. Seguía asombrándome el grisáceo de sus
ojos, eran idénticos a los míos.
Él era más musculoso que Neisan, parecían tener
la misma altura pero se veían muy diferentes a pesar
de ser hermanos. Chase era rubio y esbelto, su
mirada de un azul grisáceo siempre indicaba una
sola cosa: aléjate. Era serio, muy reservado.
—Chase Collins.

508
—Un… placer —arrastré las palabras e incluso
vacilé. Oh, Dios.
Él me ofreció su mano izquierda al mismo tiempo
yo que extendía mi mano derecha, estas hicieron un
raro encuentro. Rápidamente entendí que él era
surdo, así que para no complicar las cosas alcé mi
mano izquierda e hice contacto con la suya. Su mano
grande y fría se estrechó con la mía, y al tener esa
cercanía, más el contacto de nuestros ojos tan
idénticos, sentí algo familiar…
Esa sensación acabó cuando Hareth me rodeó por
la cintura de manera posesiva, corté inmediatamente
cualquier contacto con Chase acercándome más a mi
novio.
—Ya saben cómo proceder —dijo Hareth—,
estemos atentos para desaparecer este problema lo
antes posible.
—Es lo que todos deseamos, y así será —aseguró
Marisa—. Que tengan una buena noche —se
despidió, observó a sus hermanos pidiéndoles en
silencio que la siguieran.
Hazal se ofreció a acompañarlos hasta la puerta,
entonces, a continuación los vi marchar sin mirar
atrás. Me ausenté del mundo durante un momento

509
quedándome absorta en mi mente. ¿Cómo es que
Chase podría parecerme tan familiar?
—Sé que este asunto solo le corresponde a los
vampiros y licántropos —habló Hannah desde su
puesto, con su vista únicamente en su hermano—,
pero no estaría de más un ayuda extra.
—Sé que tal vez podríamos resolver este asunto
más rápido de esa manera, pero yo también tengo
contactos, gente siempre dispuesta a hacerme
cualquier favor. No te preocupes, este tema quedará
en el olvido más pronto de lo que crees.
—Creeré en ti, solo no te confíes porque… las
conoces —dijo finalmente, pero por su expresión
dudosa sospeché que iba a decir otra cosa.
—Lewis —interrumpió Malcom, con Luke a su
lado izquierdo, en una buena postura y semblante
serio, como todo un buen soldado—, debemos irnos.
Hareth aflojó su agarré en mí, lo miré mientras él
me apartaba suavemente.
—¿Te irás?
—Debo asegurar el estado del pueblo. Regresaré
en aproximadamente una hora.

510
—¿Estás bien? —solté esa pregunta sintiendo un
malestar repentino en él, Hareth intentaba ocultarlo
pero la expresión de su rostro daba indicios de que
algo lo inquietaba, lo preocupaba… y lo enfadaba.
—Volveré pronto —fue su única respuesta, aún
muy serio—. Te encargo la seguridad de la casa,
Luke, quédate hasta que regresemos.
No escuché la contestación del susodicho, pero
seguramente expresó algún gesto de afirmación. No
quité mi mirada de desconcierto de Hareth, pero él
no me dijo nada más y después de darle esa orden a
Luke, simplemente se fue seguido de su beta.
Quedé con la vista fija en el lugar por donde
desapareció Hareth, sintiéndome como una estúpida
esperando una respuesta que ya no obtendría. Pero
también con una extraña sensación desagradable en
el pecho, tragué saliva e incluso el gusto de este se
percibió amargo. ¿Hareth acababa de hacerme sentir
mal? Su comportamiento estaba siendo demasiado
extraño, ¿qué demonios estaba sucediendo?
—¿Rouse? —dijo Abby.
No tuve el valor de mirar a nadie, me sentía
estúpida y avergonzada.

511
—Ya es tarde, buenas noches —me despedí y me
fui antes de recibir respuesta.
Hazal me miró extrañada desde la puerta de
entrada, alcé una mano en su dirección como
despedida sin siquiera detenerme. Estaba ansiosa por
llegar a mi habitación.

Fui directo al baño apenas ingresé en mi cuarto.


Mirándome en el espejo, contuve ese fuego
inquietante que intentaba subir en mí. Me mojé la
cara para tranquilizarme. Hareth estaba preocupado
por su pueblo, nada más. Al parecer este estaba por
ser acechada por “ellas”, personas peligrosas que
tenían que ser detenidas inmediatamente. Y él como
líder debía ocuparse del asunto, y por supuesto que
no lo haría con una sonrisa.
Me cepillé los dientes y luego me sequé el rostro
suavemente con la toalla mientras seguía pensando.
Me apliqué crema hidratante en la cara y abandoné
el baño.
Me tumbé en la cama, me puse de lado y de esa
forma me quedé hasta que él apareció. Y no pude
quedarme dormida antes porque su ausencia no me
dejó hacerlo.

512
Alcé la cabeza en su dirección, ansiosa por saber
qué ocurría. El tiempo había pasado horrorosamente
lento.
—¿Hareth?
—Tomaré una ducha… —informó dirigiéndose
hacia el baño, iba descalzo y sin camiseta. Y apenas
me miró.
Me incorporé en la cama, apoyé la espalda en la
cabecera y me crucé de brazos controlando mi
respiración para mantener la calma.
Él salió cinco minutos después, su expresión se
veía ausente y de esa manera se adentró en el
armario-vestidor en busca de qué ponerse. Estaba
empezando a preocuparme más, estaba curiosa por
el tema que lo mantenía de esa manera.
Y cuando se encontró conmigo en la cama, lo
seguí sintiendo tenso a pesar de que él había
intentado volver a la normalidad. Pero su mirada se
veía apagada, perturbada.
Permaneciendo con la espalda apoyada en la
cabecera, me acerqué un poco más a él y apoyé mi
mano sobre la suya, que estaba situado sobre su
abdomen.

513
—¿Te pasa algo? —le pregunté cuidadosamente,
escruté su cara de la misma forma intentando no
perderme cualquier detalle de su expresión.
—No pensé que hubiera problemas… eso es
todo.
—¿Qué tan grave es el asunto?
—Es solo cuestión de tiempo para terminar este
tema…
—Hareth —dije su nombre en tono serio,
recriminatoriamente e interrumpiéndolo—, esa no
fue mi pregunta. Dime, como tú me has dicho,
confía en mí —pedí, poniéndole frente.
—No quiero molestarte con problemas que no te
corresponden.
—Pero esos problemas te corresponden a ti, y sí
eso es así automáticamente pasan a ser míos
también. Somos una pareja, Hareth, ¿o no?

—Entonces no me molesta, es más, estoy aquí


para ayudarte, ¿sabes? Se supone que eso hace una
pareja, se vuelve un equipo inquebrantable. Seamos

514
eso también, volvámonos confidentes, muy
confidentes.
Hareth sonrió de manera triste, pero ya sus ojos
se veían contestos.
—Eres mucho más de lo que creía, Mia.
—Uno siempre llega con sorpresas —sonreí ante
mis palabras—. Ahora dime, Hareth, ¿qué
problemas te tiene así? ¿Son ellas?
—Solo temo a no realizar un buen trabajo, pronto
seré rey y no quiero decepcionar a nadie.
—No he oído quejas sobre ti, todos te admiran y
hablan de lo maravilloso líder que estás siendo. Al
menos eso circula por los pasillos del instituto, y yo
lo creo porque empiezo a conocerte y sé que tus
capacidades van e irán más allá de lo maravilloso.
—Tu confianza en mí me hará el mejor de todos,
tu apoyo siempre será importante.
—Y lo tienes. Ahora, no nos desviemos del tema,
¿quiénes son ellas? Han alterado a todos y no puedo
sentir más que curiosidad y preocupación…
—Son hechiceras y han robado algo que debería
permanecer en el Reino Vampírico, y ahora se

515
dirigen aquí porque lo próximo que necesitan está en
Milford.
—¿Qué es lo que buscan?
—¿En Milford? Lo mismo que en Bran,
arrebatarnos un pergamino que contiene peligrosas
invocaciones de la magia oscura.
—¿Puedes suponer con qué propósito?
Él se quedó pensando durante un momento,
poniéndose serio de repente.
—Lo sigo pensando.
—¿Y qué crees que yo pueda hacer por ti?
—Tu existir me hace bien, no sabes lo mucho que
me estás ayudando en estos momentos, Rouse —
confesó tomándome suavemente por el rostro, me
dio un ligero beso—. Tú ya haces demasiado por mí.
Sonreí y dejé caer la cabeza contra su hombro. Su
brazo me rodeó y me acercó más a él. Dejé apoyada
mi mano sobre su pecho, percibiendo el latido de su
corazón.
—Quiero hacer más por ti, no me gusta verte
mal. Este tema te afectó demasiado.

516
—No es así —negó.
—Sí —le afirmé—, así fue.
—Solo quedé demasiado sorprendido, el lugar
del resguardo era absolutamente impenetrable y no
esperé este repentino acontecimiento.
—Oh, habría reaccionado igual que tú si hubiese
conocido el tema. Te entiendo y, como todos, ahora
espero y confío en que pronto dejaran de ser una
molestia.
—Me estoy encargando de ello —me aseguró—.
Lo que sea que quieran, no lo conseguirán —declaró
—. Ahora cambiemos de tema, no quiero abrumarte
con este mal asunto. Y no digas nada más al
respecto —se apresuró en decir al notar que estaba a
punto de replicar—. Solo… estemos juntos.
—Ya estamos juntos —dije, paseando mi mano
por su pecho.
—Más juntos —me aclaró, y después me besó. 

517
18. Susurros

Capítulo 18: SUSURROS


Abby
Estaba durmiendo plácidamente hasta que
inesperadamente me despojaron de las sábanas que
me cubrían. Lancé un quejido y di media vuelta
quedando bocabajo, el sueño seguía.
—Vamos, bonita. Ya se está haciendo tarde.
No le respondí, me acomodé más y volví al
maravilloso mundo de los sueños. Estaba por
quedarme nuevamente dormida cuando Edward
descubrió mi cara tras quitar los mechones de
cabello que había permanecido tapándome la mitad
de esta, me acarició el contorno con suavidad. Abrí
los ojos, apenas, lo miré durante un instante y volví
a cerrar los párpados.
—Heaven… —me susurró al oído, me estremecí
pero ni recibir escalofríos en mi cuerpo hizo que me
dieran ganas de despertar—. Abigail Smirnov.
—No… digas mi nombre… así —protesté.

518
—Entonces levántate, solo te quedan treinta
minutos para prepararte.
—Puedo hacerlo en diez, ya déjame —dije lo
más alto que pude, luego ubiqué un brazo sobre mi
cabeza, tapando de esa forma también la mitad de mi
rostro que aún quedaba expuesto.
—Sé responsable y levántate.
—Shhh…
—Abby —dijo en tono serio, ya estaba perdiendo
la paciencia. Ya podía reconocer el tono que usaba
cada vez que lo estaba sacando de quicio. Ups.
No le hice caso, Morfeo estaba por recibirme,
estaba a tan solo segundos de volver a quedarme
dormida cuando repentinamente me alzaron y me
dejaron bocarriba.
—¡Edward, no…!
—Sí, no seas niña y hazme caso, levántate.
—¿Cómo me has… llamado? —Nuevamente
cerré los ojos.
—¡Joder! Heaven, ¿es que tú eres la hija de la
bella durmiente?

519
—Tal vez necesite el beso de mi príncipe para
despertar —susurré, sonriendo. Y no transcurrió
demasiado para detectar sus labios sobre los míos.
Recibí su beso, gustosa. A pesar de posiblemente
tener un aliento apestoso Edward hizo que yo lo
percibiera de otra manera por la forma tan profunda
de besarme. El hambre de querer más despertó en
mí, durante un instante había temido por el olor de
mi boca mañanera, pero luego recordé que al
cepillarme dos veces antes de dormir se reducía ese
mal gusto. Y yo prácticamente no lo sentía, y
Edward mucho menos, y si sí ya era su problema por
besarme antes de asearme.
Situé una mano por detrás de su nuca y la que me
quedaba libre la dirigí en su pecho, y apenas en ese
momento noté que él estaba sin camiseta.
Seguramente había hecho su ejercicio matutino, él y
Lewis salían a tomar aire fresco a las cinco de la
mañana (a correr), a las seis y cuarto ingresaban en
el gimnasio de la casa y a las siete y cuarto
terminaba su rutina.
Era martes y apenas me enteré de ese hecho el día
anterior, ya que el fin de semana Edward se quedó
conmigo hasta la hora apropiada que se debía
levantar cuando no ibas a la escuela o al trabajo.

520
El lunes Edward me despertó a las siete y veinte,
luego de salir de la ducha, pero como él ya
mencionó, ahora habían transcurrido diez minutos
más y yo seguía en la cama. Era consciente de que
posiblemente iba allegar tarde en el instituto. Pero la
flojera de todas las mañanas me estaba ganando,
¡auxilio! Oh, Edward ya me estaba dando
respiración boca a boca para reaccionar, ¡yupi!
Y sí que estaba reaccionando.
No sé en qué momento Edward me alzó, él me
levantó de la cama cuando mis piernas lo rodearon
por las caderas. Nos distanciamos un momento en
busca de aire, solo que él no me permitió
recuperarme del todo porque volvió a besarme antes
de que yo me diera cuenta de lo que pretendía. Así
que yo, toda ingenua y ajena a su retorcida mente,
dejé llevarme por ese momento sin siquiera suponer
lo que podría suceder después.
Yo confié en él, y Edward rompió esa confianza
cuando el agua de la ducha cayó sobre mí
congelándome al instante.
—¡Ah! —grité a todo pulmón raspándome la
garganta, bajándome de sus brazos y reaccionando
como un gatito asustado cuando era salpicado por el
agua. Me alejé de la lluvia artificial lo más que pude,

521
mi espalda chocó contra la pared de azulejos, fría
también—. ¡¿Qué diablos te ocurre, estás enfermo o
qué?! Mira, estoy temblando por tu culpa.
—Esto lo causaste tú, ve lo que me hiciste hacer.
—¡No lo estoy viendo, lo estoy sintiendo!
—Ven y siéntelo más. Mira que me estoy
volviendo a mojar por tu culpa.
—¿Mi culpa? —Me indigné—. Yo no tuve la
gran idea de “vamos a distraerla con un beso y de
esa forma la sorprendemos en la ducha” —dije
haciendo comillas en el aire en la parte remarcada de
mis palabras.
—Solo ven aquí, ya puse el agua a la temperatura
adecuada.
—¡Sal! ¡Vete de aquí!
—Pero… ¿no ves que estoy tan empapado como
tú?
—¡Qué te vayas, no te quiero aquí!
—¿Te enojaste?
—¿Te enojaste? —repetí la pregunta de forma
irónica— ¡No! Si me acabas de situar bajo una

522
cascada tibia color arcoíris —expresé una muy mal
fingida entusiasmo en mi cara— ¡No quiero verte!
Está a punto de darme hipotermia.
—No exageremos, ven aquí.
Estaba por escaparme de él, solo que él no me lo
permitió al sujetarme con una mano por el brazo,
mientras con la otra se encargaba de cerrar la puerta
de vidrio de la ducha, atrapándome por completo.
—Quitemos esto —dijo obligándome a alzar los
brazos para que me sacara la camiseta de hombre, o
sea suya, que estaba llevando puesta.
—¡Oye! Estas excediendo el límite —le avisé en
voz alta, mi voz hizo eco en el baño—. No, no —
Pero nada lo detuvo, Edward me quitó la prenda y
mis manos automáticamente fueron a cubrir mis
pechos, formando una equis.
—¿Tú te encargas de la parte de abajo? —
preguntó bajando su vista oscurecida y divertida
hacia la única ropa interior que me cubría—. ¿No?
—insistió cuando no obtuvo respuesta de mí parte.
Estaba pensando en lo atrevido que era y en lo idiota
también.
—¡Eh! —exclamé cuando él hizo el amago de
agacharse al mismo tiempo que extendía una mano

523
en su dirección indicándole un: alto. Lo hice por
mero instinto, sin darme cuenta que dejé totalmente
expuesto a uno de mis senos. ¡Mierda!
Volví a taparme enseguida. Edward se rio, pero
no había burla en su risa.
—No tienes que avergonzarte de mí, Heaven.
—No creí que la primera vez que me verías
desnuda sería en contra de mi voluntad.
—Si lo dices así, no suena nada bien, termina de
desnudarte tú y convirtamos este momento en
algo… legal.
—Ja, ja —me burlé—. ¿Cuántos años dijiste que
tenías? Recuerda que tengo dieciséis, por más que
quieras hacer algo legal conmigo, no lo será ante la
justicia… humana —añadí.
—Tengo veintisiete años.
—¿Qué? —exclamé absolutamente sorprendida,
lo detallé de arriba abajo y definitivamente no
aparentaba esa edad. Se veía como de veinte—. ¿No
dijiste que tenías veintidós? ¡Mentiroso!
—Si desde un principio te hubiese dicho mi
verdadera edad, ¿ibas a creerme? —Me preguntó, yo
negué por inercia—. De todas maneras, nos vemos

524
bien juntos, eso no me lo puedes negar. Al igual que
no me puedes negar lo bien que te sientes a mi lado,
ven, Heaven.
—¿No te irás, cierto?
—No.
—Lo único que estás logrando es que me atrase
más, por tu culpa llegaré tarde a clases.
—Entonces deja de perder el tiempo y ven, esto
se siente realmente bien —dijo por debajo de la
ducha. Reparé en lo atractivo que se veía con los
ojos cerrados, con el agua deslizándose por su cara y
torso desnudo. Y sin que yo tuviera control de mi
cuerpo, di un paso adelante.
Descrucé mis brazos y dirigí una mano en su
espalda. Él giró el rostro en mi dirección y sonrió
triunfal. Me puse de puntillas y lo besé como una
maldita toxica que no se podía mantener alejada de
su pareja pese a saber que lo que estaba haciendo
estaba mal.
Mmm, ¿así se sentía un beso bajo la lluvia?
Edward ahuecó mi cabeza, con sus dedos
enredándose en mi cabello semi mojado, para
obtener el control sobre ese momento. Y le concedí

525
ese deseo porque me encantaba su forma de
besarme, ah, tan pasional.
—Seguro solo me quedan menos de quince
minutos para prepararme —dije al tomar distancia
—, alcánzame el jabón, al menos.
—¿Al menos? Yo puedo hasta enjabonarte.
—Hazlo entonces.
—¿Es lo que pretendías, no?
—No te quejes y comienza —demandé—, que
estás aquí porque quieres.
—Me encanta cuando te pones así de ruda, mira
como me encantas… —dirigió mi mirada hacia
abajo, hacia una de sus partes y… No jodas.
¿Él en serio…? Oh, maldición.
—Bebé —dije al recuperarme de mi estado,
agachándome ligeramente para alcanzar la cabeza de
“esa cosa” para acariciarlo lenta y levemente,
sorprendiéndolo. ¿No te lo esperabas, eh, Edward?
—Abby —Se exaltó y yo me reí.
«Tú no eres el único atrevido aquí, amorcito»

526
—¿Amorcito? Nada de lo que yo tengo acaba en
“cito”, bonita. Dilo bien. Solo son cuatro letras, una
palabra corta: amor.
—No seas tan creído. Podrás ser un monumento,
pero yo puedo ponerte a mi altura si quiero —le
respondí con una gran sonrisa—. Espera, ¿yo lo
pensé o lo dije?
«Lo pensaste» —escuché su voz en mi cabeza.
—Eh…
—Apurémonos, me gusta ser puntual y sé que, a
pesar de todo, a ti también —me interrumpió—. Y
empecemos deshaciéndonos de esto…
Edward coló sus dedos por debajo del borde de
mi ropa interior, y yo no hice nada para detenerlo
cuando él lo deslizó entre mis piernas de una manera
demasiado sensual. Sus ojos de un deseo contenido
me miraron en todo ese trayecto.

—¿Rouse? —dije al no verla en el recibidor.


—¡En el comedor! —escuché su voz. Me dirigí
inmediatamente hacia allí y me sorprendí al verla
desayunando junto a Hareth y Hannah.

527
—¡Estamos llegando tarde!
—¿Hum? —Ella tragó lo que sea que estuviese
comiendo y después me contestó con algo que debí
haber supuesto— Aún nos quedan diez minutos en
casa, Abby.
—De nada —dijo Edward pasando por mi lado
para sentarse a desayunar.
—¿Cómo que de nada? ¡Ni siquiera me peine!
—Te ves como si lo hubieras hecho —repuso él,
sirviéndose el desayuno tranquilamente mientras que
yo seguía de pie, viéndolo incrédula y sintiéndome
ridícula por no haber verificado la hora en un
principio.
Oh, Edward.
—Tic, tac. El reloj avanza, el tiempo no espera a
nadie. Sé cuánto te gusta mantenerte satisfecha así
que ven, ya después te enojarás conmigo.
—Definitivamente te quedas afuera esta noche —
resoplé.
—Lewis no me dejaría desamparado, su casa es
mi casa —Edward miró a su amigo, sonriendo de
lado—. Afírmale, por favor.

528
—Yo me refería a —me senté a su lado, lo miré y
continué—… yo me refería a fuera de mi habitación,
amorcito.
—Uh —pronunció Rouse conteniendo su risa.
Los hermanos Lewis, por el contrario, se rieron
abiertamente. Y debía admitir que quedé asombrada
al notar que Hannah también estaba prestando
atención.
—Mierda —maldijo Edward.

—¿Por qué tanta seguridad? —pregunté cuando


cruzamos el cartel que daba la bienvenida a Luna
Eclipsa. Los alrededores del instituto estaban siendo
merodeados por hombres vestidos de algún servicio
policial.
El auto siguió su curso y el conductor, mi sexy
compañero, me miró para responderme.
—Es por precaución.
—¿Es por ellas? —indagó Rouse, apareciendo su
rostro en el medio de nuestros asientos viendo
fijamente a Edward para obtener respuesta—.
Hareth mencionó que ellas requerían algo que estaba
aquí, ¿es así?

529
—Correcto —indicó él—, y para evitarlo se está
tomando todas las medidas necesarias.
—Pues sus medidas de seguridad está siendo
demasiado extrema, en todo caso, ¿quiénes son ellas,
cuantas son? —inquirí, uniéndome al tema.
Edward detuvo el coche, Rouse se alistó para
bajar mientras yo no hacía ningún movimiento por
estar esperando despejar mis curiosidades.
—Son hechiceras —dijo Edward, inquieto de
repente, como si temiera soltar algo que no debía.
Arqueé una ceja en su dirección, en busca de más
detalles—. Son cuatro hermanas, nadie sospecha qué
es lo que pretenden al poner esta nueva meta, ellas
no necesitan nada, son las hijas del líder de los
hechiceros. Por eso tanto desconcierto, tanto
asombro al deducir que quieren usar la magia
oscura.
—Muy extraño —opinó Rouse—, están
arriesgando mucho a pesar de tenerlo todo, ¿por qué
querrían arruinarse dirigiéndose hacia donde no
deben?
—Deben tener un muy buen motivo —comenté
— ¿Dices que estaremos seguras? —Le pregunté a
Edward mientras Rouse salía del auto— ¿No

530
hubiese estado bueno cancelar las clases? Es que
miro y veo guardias por doquier.
—Eso te habría gustado, ¿eh? Y no, se trató el
tema y llegaron a la conclusión de que no era
necesario, hay actividades que no se pueden
suspender.
—Vamos, Abby, nos quedan tres minutos para
llegar en la dirección antes de que den inicio a las
clases —me apuró mi amiga desde fuera.
—¿Estás segura de que quieres ir a ese
campamento?
—No me harás cambiar de opinión, Edward. El
campamento me resulta emocionante, será
interesante pasar tiempo con mis nuevos amigos.
—¿Amigos?
Abrí la puerta con intenciones de salir rápido, y
sin darle respuesta, solo que él impidió mi huida al
sujetarme por el antebrazo. Me volví hacia él con el
ceño fruncido.

—¿Y mi beso de despedida?

531
—¿Te olvidas de que estoy molesta contigo?
—No entiendo el porqué.
—¿Ah? No te hagas la víctima, sabes muy bien el
motivo.
—Hum, el tiempo avanza, bonita —me avisó,
aún sin soltarme. Y de repente esbozó una ligera
sonrisa misteriosa, el chispeo de una emoción que
no reconocí se reflejó en su mirada. Sus ojos cafés
me advirtieron que debía correr—. Olvidé que tú me
consideras un criminal. Y los delincuentes no piden
permiso.
Y al terminar de hablar, él estampó su boca
contra la mía.
Le respondí sin siquiera intentar no hacerlo. Pero
nuestro beso no duró el tiempo que ambos
hubiésemos deseado. Tuve que separarme
obligatoriamente, pese a ya estar a sus pies, yo debía
demostrar siempre estar bien erguida.
—Te demandaré —exclamé consiguiendo
librarme de él. Y antes de cerrar la puerta del auto,
añadí algo más—. Y yo misma seré la jueza, te
pondré una sentencia que te hará pensar dos veces si
quieres volver a ser un ladrón.

532
—Comenzaré a armar mí coartada entonces —
dijo con una sonrisa. Molesta, cerré la puerta con
una fuerza innecesaria. Él hizo rugir el motor de su
auto y después avanzó.
—Noto que se llevan muy bien —comentó
Rouse, esperándome en el primer escalón de los
peldaños que dirigían a la entrada del
establecimiento.
—Ahí vamos —dije siendo libre de sonreír
demostrando mi felicidad—. ¿Hiciste que Lewis te
firmara la autorización?
—¡Lo logré! No te diré cómo, pero lo hice.
—No hace falta que me lo digas —me burlé,
riendo.
—Hey —ella me pegó en el brazo, hice una
fingida mueca de dolor en su dirección—. ¿Y tú?
—Mi técnica fue “me lo firmas o me lo firmas”.
Compartimos una risa a medida que
avanzábamos hacia la oficina indicada.

533
—El autobús que nos acercará al lugar del
campamento saldrá de aquí a las siete treinta de la
mañana —me dijo Brenda—¡Estoy muy
emocionada! Nunca he faltado a uno de estos
eventos, todos los años regreso con algún premio.
—¿Dan trofeos? Aunque no sé qué podría ganar
yo, solo soy una humana… y si me caigo sangraré
—agregué tras acordarme de la letra de una canción
— y no me recuperaré a la velocidad que hacen
ustedes.
—No te preocupes, todo es cuestión de agilidad.
Y además, es puro trabajo en equipo o en parejas, no
estarás sola en ningún momento.
—Pásenme la respuesta de la octava pregunta —
pidió Anthony, seguíamos en clases, faltaba poco
para la hora del almuerzo y él estaba terminando
como un desesperado el último trabajo.
—Página 47, primito.
—Diosa.
—Ya sé —le respondió Brenda guiñándole un ojo
—. Bien, como te decía… El campamento es
increíble y nada es lo mismo que el año anterior
porque todo sube de nivel al cambiar de año. Pero
tengo una idea de cómo podría ser, igualmente lo

534
que más se disfruta es la compañía, estar reunido
con los amigos hasta altas horas de la noche.
—¿Y estaremos seguras?
—¿A qué te refieres?
—He escuchado que hay personas acechando
Milford. Las hechiceras, ¿sabías?
—Lo sé, pero confiamos que el asunto se
arreglará, todos estamos contentos con la paz que ha
costado tanto permanecer. Por eso mismo sé que
nadie permitirá que ahora alguien venga y arruine el
orden que nos mantiene a raya, sin parecer lo que
somos, salvajes.
—¿Sospechas qué es lo que realmente buscan?
—Capaz vienen por lo de… —ella comenzó a
toser desprevenidamente, se tocó la garganta como
si le doliera mucho. Dios.
No supe qué hacer más que darle las típicas
palmaditas en la espalda.
—¿Estás bien? —le preguntó Anthony cuando la
tos disminuyó, ante la mirada de todos hacia
nosotros. El profesor se había acercado y estaba
examinando el rostro de Brenda en busca de
cualquier otro malestar.

535
—Sí… —le costó hablar—, ya recordé que… ya
recordé —repitió y cerró los ojos controlando su
respiración.
¿Me perdía de algo?
Evidentemente sí.

La directora dio otro anuncio al final de clases, el


día siguiente, a la hora acordada, debíamos venir con
vestimenta deportiva. Más bien, todos nuestros
atuendos debían ser cómodos para lo que nos
esperaba en tan solo unas horas.
Me despedí de todos, excepto de Rouse y con ella
fingimos dirigirnos al baño. Los estudiantes se
apuraban queriendo salir mientras que nosotras
simplemente recorríamos el pasillo sin especificar
un destino.
—Ahora que hemos cruzado los sanitarios…,
quiero ir —me dijo Rouse, dirigiendo la vista a la
puerta de las «damas»— ¿Vamos o me esperas aquí?
—Aquí me quedo así te apuras.
—Okey —ella se marchó a toda velocidad. Y de
pronto el pasillo quedó totalmente vacío, había

536
silencio pero, si prestabas atención, de fondo se
seguía escuchando el eco del bullicio.
Me apoyé en la pared e inmediatamente sentí una
descarga en el pecho. Me quité al instante, mirando
con extrañeza el lugar donde anteriormente estaba.
Y entonces, por curiosidad e instinto, extendí la
mano para rozar la pared y, de esa forma, sucedió…
Mis dedos quedaron sobre el concreto, el
cosquilleo que percibí en las yemas surgió al mismo
tiempo que mi mente era invadida por susurros. Me
llevé ambas manos en las orejas, pero ni de esa
forma los ecos indeterminados cesaron. Era una
voz… o muchas voces diciendo la misma palabra o
frase, era algo que no reconocía porque lo decían
tantas a la vez y, además, en un mal orden.
La distorsión no me permitió saber que intentaba
decirme. La vista se me puso borrosa de la nada, y
de esa misma manera, los extraños sonidos
abandonaron mis oídos alejándose de mí,
pidiéndome que los siguiera.
—¿Abby?
—Vamos —le dije a Rouse, para eso estábamos
allí.

537
Comenzamos a caminar, temerosas. Pese a que la
“voz” se distanciaba cada vez más, yo podía detectar
el eco en mis oídos. Y justo cuando el pasillo se
encontraba con otro, apareció una de las autoridades
de la institución.
—Eh, chicas, ¿están perdidas? Las clases han
terminado y hoy no habrá clases extras, todo está
siendo preparado para cerrarse. Les recomiendo
apurarse a la salida antes de que las puertas se
cierren.
Mierda. La mujer nos dedicó una mirada que
interpreté de: hagan lo que digo. Y definitivamente
obedeceríamos, sería terrorífico quedarnos atrapadas
y permanecer toda la noche en este inmenso castillo.
—Sí —le seguí la corriente—. Somos nuevas y
estamos desorientadas, ¿nos señala el camino, por
favor?
—Regresen por el mismo pasillo hasta que
encuentren una escalera, la bajan y desde ahí ya
podrán encontrar la salida —nos indicó— Vayan, yo
estoy verificando que no quede nadie, este sector no
estará disponible en toda la semana en este horario,
recuerden esto.

538
—Gracias —dijo Rouse, y tiró de mi brazo para
que comenzáramos a volver por donde vinimos—.
Que mala suerte, pero al menos ahora sé que tú eres
la única que puede escuchar… ¿Serán fantasmas?
—No descartemos esa idea, pero ¿por qué a mí?
Aunque también pienso que deben ser solo algún
espíritu travieso queriendo joderme. Y cómo
molesta, invade mi cabeza con esos susurros
extraños de…
—¿De… qué?
—Creo que dice… dicen, encuéntralo.
—Esto se está volviendo más serio y extraño, ¿y
si lo tratamos con personas que sepan más del
asunto? Nosotras apenas hace tres semanas nos
integramos a este mundo, deberías decirle a Edward
lo que sucede, que algo te persigue.
—Solo pasa aquí, Rouse —le aclaré—. Y eso es
lo espeluznante, pero sí, tal vez le diga a Edward lo
que pasa, quizás algún ser pueda decirme si estoy
siendo acosada por un fantasma o por lo que sea —
bufé—. Pero luego del campamento, es capaz de
desistir a que vaya y no pienso arriesgar ese
momento tan deseado que esperamos desde la
semana pasada.

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—Bien, no creo que haya problemas, además no
nos separaremos.
—Si estamos juntas, nada podría salir mal —dije
y reduje la velocidad de mis pasos para que
continuáramos bajando la escalera al mismo ritmo
—. Es impresionante como el apoyo de una sola
persona te motiva a realizar lo que no quieres hacer
sola, ¿eh?
—Lo sé, es mejor avergonzarse de a dos —rio
suavemente—. Oh, por Dios, ¡no cierren las puertas!
—su grito hizo que observara en la misma dirección
que ella. Nos apresuramos a salir antes de que nos
dejaran dentro por error.
—Estaba a punto de entrar por ustedes, ¿qué
estaban haciendo? —gruñó Edward apenas nos vio
salir del establecimiento.
—Lo siento —se disculpó Rouse—, no sabía que
debíamos salir inmediatamente y le pedí a Abby que
me acompañara al baño.
—¿Necesitas más detalles? —le pregunté a
Edward de manera irónica.
—Eres libre de dármelas, si quieres.

540
—Ya lo has dicho, y no, a pesar de que “esté
contigo” —remarqué esas últimas palabras,
encaminándome junto a ellos hacia el auto— no
tienes el derecho de saber todo lo que haga, porque
si me dices que sí, aquí no es.
—Tranquila, amor, yo confío en ti.
«Amor» repetí. Mi corazón latió más rápido a
causa de la repentina emoción. Pero la disimulé bien
haciendo como que esa palabra no me afectó, entré
en el auto totalmente desinteresada. Edward cerró mi
puerta, sonriente.
Mientras él se apresuraba a llegar en el asiento
del conductor, rodeando el auto, pasando por delante
de este, miré hacia Rouse, que ya estaba bien
acomodada en su sitio.
—¿Oíste eso? —le dije sin disimular el orgullo
que denotaba mi voz.
—¿Amor? —asentí sin borrar mi sonrisa—. Sí, se
oye lindo.
No le respondí, regresé la mirada al frente y
proseguí a colocarme el cinturón de seguridad.
—¿Qué tal si pasamos por el pueblo primero?

541
—¿Buscamos a Hareth? —propuso una
emocionada Rouse.
—Podemos pasar por la oficina —aceptó
Edward.

El silencio del pueblo no anunciaba nada bueno,


se respiraba un aire intranquilo y las personas se
notaban alertas todo el tiempo; apresuradas e
impacientes. Por eso mismo, decidimos apurarnos
también: pasamos por unos potes de helado y
buscamos un lugar donde el ambiente no estuviese
tenso, el parque.
Media hora después, Rouse recibió una llamada
de Lewis avisándole que ese día no tenía definido la
hora de su regreso a casa, por ese motivo nos
dispusimos a volver.
—Hey, Rosy —le dije ni más ingresamos en la
mansión, ella me miró, interesada—. ¿Qué tal si al
fin estrenamos ese gimnasio? Extraño el club.
En Rusia acostumbramos a ir a un club deportivo
para divertirnos haciendo ejercicio, era la única
manera de que yo me motivase a moverme porque
de lo contrario era un caso perdido.

542
—Okey, me cambio y nos vemos ahí.
Asentí y ella se fue.
—Me gustará ver eso —comentó Edward por
detrás de mí, no tuve que girar a verlo porque él se
detuvo a mi lado. Había quedado fuera un momento,
atendiendo una llamada.
—¿Qué creías? ¿Qué era una vaga que solo come
y come? Oh, no, amorcito, esta figura no se
mantiene sola —alardeé.
—Trabajar para conservar, ¿no? Y como te dije
en un principio, es probable que muy pronto
conmigo hagas mucho ejercicio.
—¡Oh, contigo no se puede hablar! —exclamé
dándome vuelta para alejarme rápido, él se carcajeó
y no me detuvo. Mis mejillas se calentaron cuando
en mi mente se proyectó la imagen de los dos esa
mañana en la ducha. No pasó nada, pero… vi cosas.
Me puse ropa deportiva y fui a encontrarme con
Rouse en el lugar acordado, unos pocos minutos
después se nos unió Edward, y menos mal porque
ambas no sabíamos utilizar todos los aparatos que
tenía ese sitio. Así que él fue nuestro instructor.

543
Pasamos mucho tiempo ahí, más de una hora
seguro porque fue divertido convivir con mi mejor
amiga y… Edward.
El ejercicio terminó y fui rápidamente a mi
habitación para darme una merecida y relajante
ducha. Terminé rápido, me vestí de la misma manera
porque ya no podía ver ese espacio del baño de la
misma manera sin… ¡Agh!
Me peiné el cabello por primera vez en el día, le
sonreí a mi reflejo en el espejo del baño en cuanto
acabé de sujetármelo. Mi pelo era liso, suave y
nunca me complicaba la vida a la hora de
peinármelo. Y cuando creía que todo estaba bien, mi
verdad se hizo presente al mismo tiempo que esos
extraños susurros invadían mi cabeza.
Encuéntralo… Pude reconocer lo que decían, las
voces eran escalofriantes y me sentí dentro de una
película de terror. Apreté mis parpados con fuerza
queriendo expulsar esas voces de mi mente, la
distorsión con la que lo escuchaba no me permitía
saber si las voces eran femeninos o masculinos. Y
entonces el blanco comenzó a acompañarlos, el
centelleo de ese color apareció en mi mente
dejándome petrificada. Busqué algo con que
sostenerme, y encontrar el borde del lavabo fue lo

544
que no me dejó en el suelo. Y justamente en ese
momento algo extraño que por supuesto no reconocí
se proyectó en mi mente, el mal enfoque dificultaba
mi visión, se veía borroso y… aterrador, un lugar
oscuro.
Abrí los ojos y todo desapareció, pero esa vez, al
volver a mirarme en el espejo, había lágrimas
bajando por mis mejillas.
¿Qué diablos me sucedía?
Por favor dejen su extrellita si les gustó el
capítulo o simplemente como muestra de apoyo,
me estarían ayudando muchísimo. Gracias :)
Y… ¿qué creen que le pasa a Abby? 
Espero les esté gustando su perspectiva… y
Edward jeje.

545
19. Irreal

Capítulo 19: IRREAL


Mia
—¿Sabían que yo me estoy encargando del
diseño interior de las nuevas residencias que se está
creando? —comentó Hazal con su Tablet en mano,
ella, Abby y yo estábamos reunidas en la sala de
estar, sentadas en un mismo sofá. Y en un sillón
apartado se encontraba Hannah, con su atención
únicamente en su teléfono, ajena a nosotras.
—Ahora lo sabemos —habló Abby, yo le di un
pequeño golpe en el brazo y me reí. Ella me miró
mal por haberla golpeado pero enseguida realizó una
mueca de disculpa—. ¿A ver? —observó lo que
Hazal veía en el aparato en su mano—. ¿Qué hago
para vivir en uno de esos? Se ve hermoso.
—Gracias, y estas residencias son para los que
vienen de lejos, el instituto se encarga de toda su
estadía, le proporciona y ofrece al estudiante todo lo
que pueda necesitar.
Para mi fortuna, Hazal se encontraba en el medio,
por ende, no se me dificultó detallar también la

546
simulación del maravilloso trabajo de ella.
—Se oye más increíble todavía —exclamó Abby
—, entonces ¿se paga por estudiar en Luna Eclipsa?
—Algo se da —fue la única respuesta de Hazal.
—Ese algo me sonó a mucho —repuso mi amiga.
—Pero con ese algo se restaura todo, ¿verdad? —
interferí.
—Exacto, todo lo utiliza el instituto, aunque la
construcción de las residencias es algo aparte, es un
proyecto de nuestra empresa —reveló la rubia,
entusiasmada. Hareth había demostrado el mismo
entusiasmo cuando me habló sobre esto, y a su
hermana también parecía emocionarle este asunto.
Por instinto, miré hacia Hannah. Ella era tan
diferente a ellos, Hareth y Hazal eran gente amable y
cordial, tan atentos mientras que Hannah se
mostraba altiva y superior.
Ella se puso de pie inesperadamente, desvié la
vista sintiéndome atrapada.
—Llegaron mis amigas —anunció Hannah, y ahí
supe que el motivo por el que se encontraba allí no
era por querer compartir su preciado tiempo con
nosotras, sino por estar esperando a sus visitas—.

547
Estaremos en la sala de juegos, Hazal. Tenemos una
competencia de baile que terminar.
—Mi juego favorito —expresó Hazal, viéndola.
—Si quieres, te nos unes después.
—Veo… Pero ¿ustedes quieren? —preguntó
Hazal alternando su mirada entre Abby y yo, mi
amiga y yo nos miramos sin saber qué decir—.
Quizás podrían unirse a ellas y no aburrirse aquí
conmigo, nadie está viendo la peli —señaló el
enorme plasma que reproducía una película que no
conocía—, ¿qué dices, Hannah?
—Eh… —ella nos miró esbozando una sonrisa
para disimular su negación.
—¡Estamos aquí! —Alexia Brown apareció en la
entrada del salón seguida de otra chica, pero el
nombre de esta no sabía—. Buenas noches a todas,
gracias por recibirnos, Hazal.
Ella se levantó y fue a saludar a las amigas de su
hermana.
—Siempre son bienvenidas, Lex. ¿Qué tal, Jo? —
saludó a la otra.
—Excelente, deseando que ya sea mañana.

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—Nos vamos —anunció Hannah, reuniéndose
con ellas. Hazal miró en nuestra dirección y yo me
apresuré en rechazar su propuesta.
—Preferimos quedarnos contigo.
—Ya la oíste —dijo Hannah—, será en otro
momento. Vamos, chicas.
Ella apresuró a sus amigas para que se fueran,
temiendo que cambiara de parecer.
—¿Podemos ver algo más entretenido? —habló
Abby, señalando el televisor.
—Elige tú está vez —concedió Hazal, regresando
en su sitio.

Terminamos viendo una comedia romántica, la


película terminó y los hombres de la casa aún no
aparecían. Hazal al notar que nos gustaba ese género
propuso que viésemos una serie que había
comenzado pero no terminado, muy divertida y
bastante romántica. Era una serie turca, ella al tener
familias en ese país conocía el idioma, aceptamos y
comenzamos a ver la serie con los subtítulos
activados porque Abby y yo nos perdíamos con ese
lenguaje.

549
Y en verdad estaba muy buena: “Con olor a
fresas”. Acabamos de ver el primer capítulo y
seguimos con el segundo, pero ni a la mitad de esta
llegamos porque ellos aparecieron.
—¿Cómo va todo, Lewis? —se apresuró a
preguntar Hazal. Ella se puso de pie enseguida y con
Abby la imitamos. Ella se precipitó a llegar hacia su
hombre, Malcom esbozó una sonrisa ligera mientras
la recibía en sus brazos.
Abby no se movió. Hareth vino a mí, me dio un
beso en los labios antes de responderle a su
hermana.
—Lo tenemos controlado, despreocúpate y confía
—pidió Hareth, tranquilo y notándose más relajado
que la noche anterior. Me mantuve cerca de él, su
brazo rodeó mis hombros y yo situé el mío alrededor
de su cintura. Él volvió su vista a mí, sonrió
levemente—. ¿Cómo va su noche? ¿No deberían
dormir ya? Mañana será un día… diferente.
—El drama se puso bueno —dijo Abby,
señalando la serie pausada—. Pero ahora… —ella se
tapó la boca con una mano al bostezar— ya me voy,
tienes razón. Buenas noches.

550
—Lo mismo, descansen, buenas noches —
Edward se despidió en español con intenciones de
seguir a Abby, ella lo notó y lo miró por encima de
sus hombros.
—Espero recuerdes el camino a tu habitación —
recalcó ella y continuó su camino.
—Espera, Edward —exclamó Hazal—.
¿Cenaron?
—Tengo hambre pero… no precisamente de
comida —respondió él—, y estoy seguro que ellos
opinan lo mismo que yo.
—¡No lo conozco! —gritó Abby y desapareció,
alejándose rápido.
—Hablo en serio.
—Yo también —le dijo Edward. Hazal bufó
mientras la pareja de mi amiga se reía y se
marchaba.
—Mmm, Edward hizo que notara el apetito que
tengo —susurró Hareth contra mi oído. Contuve mi
respiración ante sus palabras, Dios—. También nos
vamos, buenas noches —informó tomándome de la
mano—. Vamos, Mia.

551
Al llegar al segundo piso, Hareth se detuvo. Lo
miré extrañada porque en esa área no estaba nuestra
habitación.
—Casi lo olvidaba —suspiró, mirando en una
dirección donde yo sabía se encontraba su despacho
privado—. Debo buscar un documento… ¿continúas
sin mí?
—Te acompaño, te extrañé mucho —confesé, una
sonrisa iluminó su atractivo rostro—. Hoy pensé que
nos veríamos antes y al final fue todo lo contrario.
—Te lo compensaré, lo prometo. El cargo que
poseo requiere mucha atención, más ahora que esas
hechiceras han despertado inquietudes en mi gente.
También está el traspaso de corona… La semana que
viene.
—¿Cómo dices?
—Vamos y te hablo más de ello en el despacho.
Nos apuramos a llegar en ese lugar, el abrió la
puerta y me permitió pasar primero. La estancia era
bastante espaciosa, ya era casi medianoche, las
persianas del ventanal se encontraban bajadas. De
todas maneras, por la ubicación deduje que esta
debería dar una hermosa vista hacia alguna parte del
jardín. Esa zona estaba decorado por un sofá y un

552
sillón color negro de oficina, con una mesita en el
centro.
Hareth se precipitó hacia el escritorio, detrás de
esta había estantes llenos de libros y carpetas. A un
costado había una puerta, un baño tal vez.
Me acerqué hacia donde él.
—Pronto pondré una foto contigo —me dijo
apenas me fijé en el cuadro familiar que había sobre
un mueble al lado del escritorio. Estaban sus
hermanas, sus padres y un chico joven que no
conocía—. Te falta conocer a mis padres, Harold y
Helen, y a mi hermano menor, Harry, él tiene tu
edad.
—¿Y dónde están tus padres y él?
—Hace seis meses mis padres decidieron partir
hacia Europa, actualmente residen en Inglaterra,
cediéndome el control total de Milford y todo
referente al mundo sobrenatural donde nos deben
respetos. El cargo de mi padre quedó a mi poder y a
partir de la semana que viene lo tendré de forma
permanente porque ahora ya te tengo conmigo,
según una antigua tradición la corona ya me
pertenece desde que mi alma gemela aparece. Por

553
eso mismo, en unos pocos días mis padres estarán
aquí, para la ceremonia de traspaso y para conocerte.
Los padres de Hareth… ¿Qué?
Quedé en una especie de shock por toda esa
información, solo lo miré sin poder pronunciar
ninguna palabra. Nervios, eso fue lo que me abordó
acompañado de un pequeño pavor.
—Tú… serás rey.
—Y tú mi reina —afirmó—. Pero como te dije
antes, tienes que cumplir la mayoría de edad para
eso y, te lo repito, a partir de ese momento tú
decidirás el momento de acompañarme. No habrá
presiones, Mia, sé que eres joven y que tal vez en tus
planes nunca estuvo tener a cargo todo un reino, que
tal vez quieras estudiar la carrera que te apasione…
Tenerte cerca ya me da las energías suficientes para
pelear contra el mundo.
Sonreí sin poder evitarlo, acorté la distancia entre
los dos y pasé una mano por su pecho hasta alcanzar
su hombro. Sus ojos conectaron con los míos, el
torbellino de sensaciones se manifestó de una
manera agradable y placentera.
—Me haces muy feliz con tus palabras, gracias
por entender. Yo jamás creí que me vería

554
involucrada en algo tan importante, la verdad es que
mi futuro era borroso, ni siquiera podía pensar en él
porque simplemente no veía nada, solo era yo
intentando sobrevivir al mantenerme serena y
tranquila, siempre. Pero ahora… imagino momentos,
situaciones donde estamos tú y yo.
—Tú y yo —repitió él, acunó mi rostro en sus
manos y me dio un casto beso en los labios, al
distanciarse, se mantuvo cerca—. Tenemos el
mundo por delante, haremos que cualquier
imaginación se haga realidad, ¿qué te parece?
—Me gusta —admití, sonriendo muy contenta,
esa idea realmente me emocionaba—. Pero dime
más de tu familia, ¿Harry está con tus padres?
—No, él reside en Rumania, está en una
academia ubicada en una zona de Transilvania por el
manejo de su elemento, el aire. Dura dos años y le
falta algunos pocos meses para que sea libre.
—Impresionante, se ve como un buen chico.
—Lo sé, es muy carismático. En la fotografía
tenía quince, es el único que sacó los ojos azules de
mi madre. Los ojos oscuros de los Lewis son
bastante fuertes.
—Tus ojos me gustan mucho.

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—Y yo me pierdo en el océano de los tuyos,
hermosa.
—¿Ya tienes lo que necesitas? —Él asintió—
¿No estás cansado? ¿Hambriento? ¿De verdad no
quieres cenar? Seguro sobró comida, si quieres
vamos en la cocina y buscamos…
—Estoy bien, tú eres todo lo que necesito para
recobrar mis fuerzas.
—No creo que tu estomago piense lo mismo —
repuse. Él se rio y me besó.
—No tengo apetito… Bueno, solo de ti.
—Mmm, ¿de verdad?
—No tienes idea de cuánto, fuego.
Volvió a besarme demostrándome que hablaba
muy en serio. Su boca atacó la mía despacio al
principio, pero fue tomando una velocidad adecuada
hasta convertirlo en algo devorador, su vehemente
beso despertó pulsaciones incontrolables en mí. Su
beso se sentía tan apasionado y exquisito, sentí que
estaba en llamas, mi pecho explotaría si las ardientes
y deliciosas sensaciones que me recorrían no se
detenían.

556
—Hareth… —mis manos quedaron a los lados de
su cara, abrí los ojos y parpadeé para recuperarme de
ese intenso momento.
—No creo resistir estar dos noches sin ti, dos
noches y un día.
—Si me pides que me quede, me quedo —
susurré—, tú me importas mucho más.
—Quiero, pero es mejor que vayas. De todas
formas, estaré muy ocupado y no vamos a estar
juntos durante tanto tiempo, como nos gustaría. No
quiero retenerte sabiendo que puedes pasar un mejor
momento ahí que quedándote aquí, conmigo lejos de
ti.
—Ya te estoy extrañando y aún no me he ido.
Eres tan irreal, Hareth. Te toco —acaricié su rostro,
él sonrió sin enseñar sus dientes— y te siento, pero
dudo que seas real, eres la fantasía que muchas creen
imposible.
—Pero estoy aquí, tú me tienes, Mia.
—Yo te tengo —afirmé, orgullosa. Lo besé para
sentirlo y asegurarme de que verdaderamente Hareth
Lewis existía, y que era solo mío.

557
Dormimos abrazados, bien acurrucaditos hasta
que mi alarma sonó a las seis treinta de la mañana.
Yo sabía que Hareth se levantaba una hora antes
para continuar con su ejercicio matutino, pero esa
vez decidió omitirla para pasar más tiempo conmigo.
—Una hora para separarnos —murmuró él al
verme, su voz mañanera era tan jodidamente
atractiva, sin duda mi perdición.
—No me hagas desistir, ya sé que no estarás
pero… ¡no quiero alejarme de ti! —exclamé y fui
sobre él. Él se encontraba sin camiseta, su pecho
siempre se sentía tan cómodo, tan acogedor. Y ni
hablar de cuando me rodeaba con sus brazos y me
apretaba contra él. Oh, acababa de hacerlo también.
—Tú vas a hacer que mande a la mierda todo el
trabajo, Mia —confesó—. Una parte de mí no quiere
dejarte ir, quiero escaparme contigo donde las
responsabilidades no me alcancen, donde no existan,
donde solo esté la paz que nos inspire disfrutar. Pero
ya habrá un buen momento para eso, tenlo por
seguro. Ya conseguiré estabilizarme en mi nueva
posición y acabar con los problemas para dedicarme
solo a ti.
—Me conquistas…

558
—Yo sé que lo sabes.
Él no me respondió, me dio un beso sobre el
cabello y me pidió que nos levantáramos. Le
obedecí porque llegar tarde no era una opción.
—Me enloquece verte con mi ropa —me dijo
apenas ingresamos en el baño y vio nuestro reflejo
en el espejo. Él quedó detrás de mí, me agarró de la
cintura y la prenda que usaba se arrugó, dejando mis
muslos más expuestos. Me dejé caer contra su duro
pecho, alcé el rostro para mirarlo de cerca. Guio su
boca a la mía durante un instante, volvió la vista al
frente para disfrutar de la imagen que le ofrecía el
espejo. Con una sonrisa pícara, recorrió uno de mis
muslos con sus hábiles y expertas manos.
Me gustaba tanto sentirlo, me arqueé en sus
brazos en busca de más. Él entendió mi petición y
subió su desocupada mano hasta uno de mis senos,
lo acarició sobre la ropa y en mi cuerpo cruzó una
corriente de deseo, algo excitante estaba
invadiéndome por completo.
Me resultó súper erótico observarlo mientras
recorría mi cuerpo con sus manos, incitando a mis
partes sensibles a despertar, a anhelarlo, a

559
implorarlo. Le gustaba ver como rogaba por su
toque, como mi expresión facial se contraía por lo
que estaba haciendo… Sus besos en mi cuello
acompañaban a las asombrosas sensaciones que
estaban causando sus dedos al estimular mi clítoris.
Y en un momento, él me sentó sobre la encimera
del lavabo dejando mis piernas abiertas para él.

En el comedor se encontraban las amigas de


Hannah, pero no hubo ni rastros de la rubia. Me
quedé cerca de la entrada, sin intenciones de
ingresar porque ellas, de alguna manera, no me
inspiraban nada bueno como su amiga. Y Abby
tampoco se veía por ninguna parte, de seguro le
estaba costando levantarse y se le estaba haciendo
tarde a causa de ello.
Saqué mi teléfono del bolsillo de la sudadera que
llevaba puesta y le envié un mensaje para que se
apurara.
Hareth había quedado en la habitación
mencionando que necesitaba enviar un correo a
primera hora, pidiéndome que me adelantara. Y
bueno, allí me encontraba yo, sintiéndome tímida e

560
intimidada por las personas que se encontraban
desayunando.
—¿Mia?
Giré hacia las escaleras, Hareth se aproximaba
hacia mí con la mochila pesada que había preparado
colgada en su hombro, llenas de ropas deportivas y
cosas que creía iba a necesitar.
—Espero a Abby.
—Su puerta sigue cerrada, vamos, es mejor que
nos adelantemos.
Él hizo ademan de dirigirse hacia el comedor,
pero la puerta principal abriéndose detuvo ese
movimiento. Su hermana menor apareció por ahí,
Hannah ingresó en la casa viéndose casi exhausta,
venía de correr seguramente, su porte daba a
entender eso.
—¿No debiste guardar energías, Hannah?
—El cuerpo te exige cuando ya estás
acostumbrada —respondió ella, encaminándose
hacia él—. Te esperé pensando que vendrías
también, pero ni Edward ni tú aparecieron.
—Con Edward nos leímos la mente —comentó
Hareth, y sonriente le respondió el beso en la mejilla

561
a su hermana como saludo. Sus manos quedaron
sobre los hombros de ella—, y lamento no haberte
avisado, sé lo mucho que te importa esta salida.
—Sí —murmuró ella, entristecida. «Puf, a mí no
me engañas»—, es nuestro momento, hace meses
esperaba por ti… por esto.
¿De qué demonios hablaba? Dios, no era normal
que me molestase tanto su cercanía, que ella le
hablase.
«No sientas, Rouse. No sientas» dije respirando
hondo y de forma discreta. Necesitaba tatuarme en
el cerebro que ellos era hermanos y que Hareth
amaba a sus hermanas, que a los hermanos no se les
rechaza el cariño.
—¿No se te hace tarde, Hannah? —decidí
meterme para terminarles su “momentito”.
—Uh, no me queda nada de tiempo —exclamó
ella—. Está vez superé mi límite, ¿sabes? —le
comentó a su hermano, distanciándose
adecuadamente.
—Me alegro por ti. Eres fuerte y resistente, toda
una Lewis —le hizo subir el ego su hermano.
«¡Para, ya!» grité en la mente. Y, precisamente, en

562
ese momento él me miró, extrañado—. Hannah tiene
mucha resistencia…
—Sí, toda una Lewis —repetí sus palabras de una
manera que le dio a entender a ambos mis celos,
seguramente.
—Regreso pronto —avisó Hannah y se marchó
escaleras arriba. Al fin, cruzándose con Abby en ese
proceso.
—Casi no me despierto —dijo mi amiga —.
Buenos días —Hareth le respondió y yo lo hice
vagamente también, ella entendió enseguida que
algo me pasaba. Se acercó y me dio un beso en la
mejilla como saludo y nos abrazamos, ella me
presionó efusivamente logrando que recuperara mis
ánimos—. Hoy es el día, alégrate. Entiendo que no
quieras separarte de él, pero… vamos, será
emocionante.
Abby sabía que aquello no era mi problema de
ese momento, pero así debía dar a entender.
—Uh… —nos distanciamos y miré a Hareth. Él
se acercó y me guio en sus brazos, mi cabeza
quedando apoyada en su hombro. Su exquisito
aroma me hizo cerrar los ojos durante un instante—.
De repente quiero esposarte a mí —le dije y él

563
sonrió, atrapando su labio inferior entre sus dientes,
viéndose malditamente hermoso y seductor ante ese
gesto.

Llegamos al instituto justo a tiempo. Tres coches


habían salido uno detrás del otro desde la mansión,
nosotros vinimos al último. Hareth se estacionó
mientras yo veía por el parabrisas, como Abby se
apresuraba a abandonar el auto donde estaban ella y
Edward. También miré hacia el auto que le
pertenecía a Alexia, sus amigos ya se encontraban
con ellas ayudándolas con sus maletas.
—Un minuto…
—¿Vas a contar también las horas y minutos que
faltan para nuestro encuentro? —le pregunté a
Hareth.
—Por supuesto.
Sonreí, quitándome el cinturón. Rápidamente me
incliné hacia él besándolo por más tiempo, él me
correspondió como lo ameritaba ese momento, con
muchas ganas.
—Me voy —le dije.

564
Hareth abrió sus ojos, su semblante se vio triste
de repente.
—Ve, estaré esperándote y prometo recibirte
como mereces, Mia. Yo…
—¿Hum? —pronuncié poniéndome demasiado
emocionada, sus ojos expresaban un sentimiento que
pedía mostrarse en voz también.
—… ya te estoy extrañando, y si no bajas ahora
no dejaré que lo hagas después.
Sonreí y abandoné el auto a toda velocidad.
Lancé un suspiro cuando el aire de la mañana golpeó
mi rostro. Uh, un pequeño dolorcito punzó en mi
pecho. ¿Qué esperaba que dijera? ¿Qué me quería?
Era obvio que sí, pero…
—Vamos —me dijo ocupándose de mi cargada
mochila. Lo acomodó en su hombro y me tomó de la
mano comenzando a caminar en dirección al montón
de estudiantes reunidos en un círculo mal formado,
con la directora y dos profesores en el medio dando
indicaciones.
Llegamos ahí, divisé a mi grupo y le señalé a
Hareth esa dirección. Y justo en ese momento, el
silencio reinó el lugar. Los alumnos nos hicieron
paso, pero yo no me moví. Absolutamente todos

565
bajaron la cabeza en forma de respeto hacia
nosotros, bueno, hacia Hareth. Ese saludo era
dirigido al alpha.
Hareth hizo un gesto de mano hacia uno de los
hombres de seguridad, este se acercó y mi
compañero le encargó mi mochila.
—¿No es necesario que dé instrucciones, verdad?
—No se preocupe, alpha, sé lo que me
corresponde hacer.
—Muy bien —Hareth me miró, suavizando su
expresión autoritaria inmediatamente. Me abrazó
levemente por última vez, me dio un beso y se
distanció costándole separarse de mí—. Hasta
pronto, Mia.
Asentí, incapaz de pronunciar palabra alguna. Le
di la espalda y procedí a unirme a mis amigos.
—No quiero llorar, Rouse —dijo Abby ni más
me vio llegar—. Cambia esa cara, por favor.
—Cuesta…
—Eh, estamos aquí —April me abrazó—, nos
encargaremos que en ningún momento esa
melancolía se apodere por completo de ti, de ustedes
—miró a Abby y ella se hizo la desinteresada.

566
—Gracias —respiré hondo—, ya estoy bien.
—¡Me alegra mucho que hayan podido venir! —
exclamó en tono bajo Brenda, luciendo demasiado
feliz.
Anthony y Drew nos saludaron desde atrás,
manteniéndose quietos.
—¡Atención, chicos! —reconocí la voz de la
secretaria—. Silencio y escuchen, por favor.
Todos le hicimos caso, permitiéndole a la
directora decir unas cuantas palabras sin
interrupción.
—Alumnos, es un placer para mí poder realizar
esta actividad cada año con los miembros de la
institución —empezó a decir—. Este campamento
no solo será para estudiar la naturaleza sino que
realizaremos actividades de destreza, física y mental
y, por supuesto, de convivencia.
—El discurso de cada año —susurró Anthony, él
se encontraba justo por detrás de mí, con su prima
apoyada en su hombro, y ella fue la que le dio un
golpe por ser incapaz de guardar sus pensamientos.
Los miré de reojo y me reí en silencio.

567
La directora continúo como si nada,
mencionando un par de cosas más antes de darnos el
permiso de subir al bus que se encontraba
aguardando por cada grupo.
Eran cuatro autobuses, en esos debían caber los
aproximadamente setenta estudiantes que éramos,
aunque seguramente éramos más.
Nos ubicamos en ellos según nuestro año, el
primero que salió fueron los de tercero. Y al final
salió el bus donde me encontraba yo con mis
amigos. Un profesor iba a cargo de nosotros para
mantener el orden como si nos tratásemos de niños.
La directora y un par de ayudantes acompañaban a
los buses, yendo en sus respectivos autos.
Observé por la ventana, me llené de melancolía
cuando distinguí el camino que guiaba directamente
hacia la mansión. El autobús pasó rápido, pero el
sentimiento de una repentina e inesperada angustia
no me abandonó, persistió en mí inquietándome
más.
Todos notaron por mi ausente expresión que
había dejado vencerme con facilidad, y no debía ser
así, podía ser capaz de mantenerme lejos de él, por
esa misma razón les sonreí y me uní a su
conversación, contagiándome rápido de su

568
entusiasmo, creyendo que el campamento
verdaderamente sería tan increíble cómo estaban
platicando.
Pero debí suponer que la asistencia de cierta
persona me lo iba a arruinar. 

569
20. El campamento

Capítulo 20: EL CAMPAMENTO


El autobús se detuvo al final de la calle, que daba
al sendero de un hermoso bosque.
Salimos y nos topamos con un camino
empedrado, los ayudantes comenzaron a sacar
nuestros equipajes, dándole a sus respectivos
dueños. Y yo ni siquiera sabía qué había pasado con
el mío.
El calor del sol ya me estaba molestando
también. Antes de que entrara en pánico, reconocí a
la persona al que se le había encargado mi mochila,
y él lo seguía teniendo.
—¡Ah, mierda! Si hubiese sabido que nosotros lo
íbamos a cargar, no hubiese empacado tanto —se
lamentó Abby con una mochila en su espalda y un
bolso grande colgando de su hombro. La ayudé con
el bolso solo para no parecer una inservible.
—¡Alumnos, a partir de aquí caminamos! Así que
síganme, sin quejas ni protestas.

570
Ella hizo que nos reuniéramos todos de nuevo,
los del último año fueron por delante. Y apenas en
ese momento distinguí a los hermanos Collins entre
ellos, seguramente nos alcanzaron en auto porque
nos lo vi en el instituto. También vi a Hannah, ella
estaba caminando como si estuviese modelando en
una pasarela sin nada de carga, las cosas que ella
había preparado estaban en manos de sus amigos.
—Según mis cálculos, en unos diez minutos
llegamos —dijo April apareciendo a mi lado.
—¿Y tú no traes nada? —le preguntó Abby al
notar que ella estaba libre de carga.
—Oh, sí. En estos momentos me gusta tener
novio —señaló un costado y ahí vimos a Drew
llevando muy cómodamente el equipaje de ella—. A
los chicos les gusta alardear su fuerza, pídele a
alguien que lo cargue por ti —aconsejó April—, a
los licántropos no les cuesta nada, y si lo niega es
por mera flojera, o no lo sé.
—Así es —secundó Brenda, uniéndosenos
únicamente con una botellita de agua en mano.
—¿Dónde está Anthony? —preguntó Abby al no
encontrarlo.

571
—Fue por su conquista —le respondió la
pelinegra.
—¿Ah? ¿Y ahora quién podrá ayudarme?
—Yo… —se ofreció Drew.
Abby sonrió.
—¿De verdad? Veo que ya tienes mucha carga
ahí.
—Eh, Liam, ayúdame con esto —Drew llamó a
un amigo, este se acercó de inmediato ocupándose
de la mochila de mi amiga.
—Oh, ahora sí. Disfrutemos de la caminata —
exclamó Abby en cuanto se desocupó. Y yo me
quedé con su bolso.

Unos minutos después alcanzamos nuestro


destino, nos detuvimos a mitad del bosque en una
parte despejada de árboles. A unos cuantos metros
de ahí se encontraba una casa amplia. Y menos mal,
no había calculado el tema de los baños, pero ahora,
al ver esa construcción ya podía estar tranquila.

572
Continuamos y nos situamos justo en el medio de
ese gran espacio despejado, allí se encontraba un
enorme árbol dándole sombra a una gran parte del
entorno. El lugar se conservaba bastante bien, el
pasto no era molestoso, estaba bien cuidado, y es
que otros cursos habían ido antes que nosotros.
—Aquí nos detenemos —anunció un profesor,
tomando la voz de líder mientras la directora se
alejaba acompañada de su secretaria rumbo a la casa
—. Este será el lugar en donde armaremos las
carpas, las cuales están en la única propiedad que
podrán notar —nos informó—. Esa casa tiene todo
lo que vamos a necesitar: comedor, cocina y, por
supuesto, baños para cada sexo, para los que tengan
pareja aclaro que, desde ahora, no es para tener
relaciones —observó a cada chico y chica que
estaban demasiado juntos, entre ellos a April y a su
novio.
—Gracias por la aclaración, señor Green —tomó
voz una mujer—. Chicos, vamos a necesitar de su
ayuda para traer y montar las carpas, las cuales son
para cuatro personas, cuatro personas del mismo
género—aclaró firmemente—. Después tomaremos
un descanso para darle inicio a las actividades.

573
Todos comenzaron a soltar sus equipajes, y de la
nada ya había una montaña de estos en la base del
árbol.
—¡Somos cuatro, compartimos! —anunció
Brenda.
—¿Y si no quiero? —tentó Abby.
—¡Te obligamos! —le respondió en el mismo
tono.
Solté una risa junto a April.
—Busquemos la carpa antes de que agarren los
mejores —propuso la rubia.
—¡Vamos, tiene que salir muy bien! —Brenda no
dejó su entusiasmo al hablar.
Quince minutos después, ya había algunas carpas
hechas, les envidiaba en aquel momento porque la
nuestra no estaba quedando para nada bien.
—¿Están seguras que no había instrucciones? —
les pregunté por décima vez a las chicas.
—No, no sé y mi teléfono no tiene señal como
para buscar un tutorial en YouTube—me respondió
April—. Hacemos esto todos los años y siempre se
me dificulta recordar, uf.

574
—Yo sí me acuerdo —intentó asegurarnos
Brenda—, y estoy segura que eso no va así —señaló
una parte que intentamos armar en vano.
—Entonces arréglalo tú, experta —incitó April.
Brenda bufó, pero de todas formas le hizo caso. Nos
dio instrucciones y minutos después nuestra carpa ya
estaba armada. Oh, sí.
—A ponerlo lindo por dentro —comunicó April,
miró alrededor y no encontró lo que al parecer
buscaba—. ¿Y las colchonetas?
—No lo trajimos —Brenda se llevó una mano en
la frente—. Apurémonos antes de no tengamos de
otra que dormir en el duro suelo. Estos colchones
son lo mejor, el año pasado quise robarme uno, pero
son demasiados grandes como para que pasara
desapercibido —nos contó mientras nos dirigíamos a
la casa.
—Dime que no son colchonetas de esos finos de
gimnasia —pidió Abby.
—No, no, estos son especiales. Son como mini
camas, hasta patitas trae, una simulación claro.
—Cuatro no va a caber dentro, solo dos —
informó April—. Pero creo que vamos a poder…

575
ubicarnos. Si alguien quiere su espacio, lo dividimos
con mantas.
—Por mí, como sea —opiné.
—Me da lo mismo —secundó Abby.
—Y nosotras ya nos conocemos —le dijo
Brenda.
—Okey, sigamos.
Ingresamos por las dobles puertas, dentro
comenzaba inmediatamente el enorme comedor.
Largas mesas estaban situadas una al lado de la otra,
con sillas rusticas como todo el lugar. Había una
puerta en esa zona, daba hacia la cocina
seguramente. Nosotras continuamos por la esquina
llegando hasta el pasillo que daba los baños, y al
final de este se encontraba una estancia que contenía
todo lo que podríamos necesitar, todo muy bien
acomodado.
Llegamos a esa puerta e ingresamos.
Buscamos las colchonetas, y resultaron ser
mejores de lo que creí, de color gris, bastante
abultado, con unos cinco centímetros sobre el suelo.
Sacamos dos, también dos conjuntos de sabanas y
varias cobijas para protegernos del frio de la noche.

576
—Hey, chicas, quedo en el baño, pero continúen,
seré rápida —les dije deteniéndome en la puerta del
servicio femenino.
Le cedí el control total de la colchoneta a April,
distanciándome.
—¿Llevo lo que traes? —se ofreció Abby.
—No, podré con ello —aseguré e ingresé a los
sanitarios.
Dejé las cosas sobre la línea de la encimera del
lavamanos que había y luego ingresé en los
cubículos, que también tenía ducha, separada por
una cortina. Hice lo que necesitaba y salí.
Me lavé la mano y me acomodé la frizz del pelo
con la humedad de mis manos. Luego saqué el
teléfono móvil del bolsillo de mi sudadera, y no
había servicio, una equis ocupaba el lugar de las
barritas de señal. ¿Iba a estar totalmente
incomunicada con mi novio?
Al parecer, sí. Uh.
Volví el celular de mala gana en el bolsillo y me
aproximé a la salida, pero regresé al acordarme de
las cosas que casi dejé. Al tenerlas a mano, reanudé
mis pasos y justo al cruzar la salida del baño me

577
estampé contra alguien, las mantas y una almohada
se me cayeron de las manos.
—Oh, perdona…
—¿Es que no ves? —gruñó esa persona.
Hannah. Ella me miró molesta y se distanció más.
—Lo siento —volví a disculparme, me agaché
para tomar mis cosas del piso—. Igual, pudiste
haberte corrido, ¿no? —dije al enderezarme.
—¿Ah? —me miró incrédula.
—Sí, lo que entiendes —le aclaré. Ella sonrió,
burlesca.
—¿Me echas la culpa de tu torpeza? —se indignó
con una falsa mueca de incredulidad.
—Simplemente dije que pudiste haber evitado el
choque, yo solo estaba distraída.
El disgusto resplandeció en toda su cara.
—Definitivamente me echas la culpa —ella se
acercó de manera peligrosa, quedando a una poca
distancia de mí para intimidarme con su gesto
endurecido y mirada resentida—. Te aconsejo te
alejes de mí, no quiero que nos llevemos mal,

578
¿sabes? A Hareth no le gustaría ver un
enfrentamiento constante entre la dos, por eso pido
distancia de tu parte porque de la mía… no te
preocupes.
—Es Lewis para ti —la corregí.
Ella retrocedió mientras esbozaba una sonrisa
burlesca, su mirada altiva chispeaba una emoción
desconocida.
—Antes de ti, yo era la única persona autorizada
para llamarlo por su nombre.
Su tono no me gustó para nada, presioné mis
manos en puños por la molestia que me provocó. A
Hannah le complació mi expresión, dio media vuelta
sin dejar de sonreír comenzando a aproximarse hacia
el final del pasillo.
—No entiendo qué problemas tienes conmigo —
solté con rudeza. Ella se detuvo, mas no giró a
verme. De espaldas a mí, me respondió.
—Nada, pero me disgusta que estés cerca de mi
hermano. Yo no confío en ti, y no me agradas.
Y después se adentró en la bodega, dejándome
con la incertidumbre del porqué.

579
Solté un gruñido. Ella tampoco me agradaba, y
oficialmente el sentimiento era mutuo.
Aflojé la tensión en mí, suspiré hondo intentando
recuperar la compostura. Nada de ella me tenía que
afectar, no necesitaba su aprobación para nada. Yo
estaba con Hareth, punto.
Di media vuelta para salir de ese lugar, pero
quedé paralizada al instante por la sorpresiva
aparición de Neisan Collins. Él estaba justo por
delante de mí. Sonrió al ver mi reacción.
—Mmm —pronunció como si estuviese
disfrutando de algo, arrugó sus cejas al escrutarme el
rostro—. ¿Son celos los que huelo?
—¿Celos? —bufé, restándole importancia. Sí le
tenía celos a la cercanía que Hareth mantenía con
ella, pero eso no lo tenía que saber nadie más—.
¿Por qué tendría que tener celos de su hermana? —
dije en voz alta. Ella era su hermana, yo su novia.
—Quién dijo que ella era su hermana —Su
respuesta no se escuchó como pregunta, tampoco a
una afirmación, pero sí logró llamar mi atención.
—¿Qué dices?

580
Neisan contrajo su expresión como si hubiese
cometido un error.
—Creo que aún no lo sabes… —dejó de hablar
porque Hannah volvió a aparecer, ella cruzó por
nuestro cortado sin dirigirnos ninguna palabra.
—¿Saber qué? —exigí.
—¡Eh, chicos! —reconocí la voz de la secretaria,
dirigía la mirada hacia el inicio del pasillo, allí se
encontraba Josephine luciendo apurada—. Vengan,
por favor. Tienen que firmar su asistencia y después
tomar un descanso antes de que la cosa se ponga
dura.
Neisan la obedeció al instante, dirigiéndose con
pasos despreocupados hacia el sitio donde ella
indicaba, lo seguí con un mar de preguntas
circulando en mi cabeza y una inquietud punzando
en mi pecho de una manera que no me permitía
pasarla desapercibida.
En varias mesas, profesores se estaban
encargando de solicitar las firmas de asistencia. Fui
hacia uno y firmé. Luego salí de ahí y me apresuré
en llegar al lugar donde habíamos armado nuestro
hogar temporal.

581
—Tus cosas ya están dentro —me informó Abby,
señalando con su mano mi mochila—. Oímos que
debemos ir a firmar algo, ¿vamos? Acomodas eso
después —dijo refiriéndose a lo seguía teniendo a
mano.
—Ya lo hice, vayan ustedes. Las espero aquí
mientras acomodo esto. Ah, ¿pueden conseguir
alguna bebida fría?
—Claro —cedió April—, traeremos algo ligero
también.
Nos despedimos y las tres se marcharon. Me
arrodillé en la entrada de nuestra hermosa carpa
perfectamente armada y me adentré en su interior de
esa forma, acomodando lo que había traído.
Me acomodé sobre nuestra improvisada cama,
quedando sentada sobre ella, me quité la sudadera y
miré mi teléfono. La encendí y la foto de Hareth me
recibió como siempre.

—¡Escuchen bien! —exclamó la directora tras


reunirnos nuevamente en el área despejado—. Antes
de iniciar con lo fuerte, debemos calentar, sé que
ustedes son resistentes pero esto es necesario —

582
mencionó mirando hacia el profesor Green, a los
lados de él se encontraban tres hombres más.
—Cómo veo que cumplieron con el atuendo que
tenían que utilizar para este día —dijo él, aprobando
la ropa deportiva que todos habíamos utilizado—
empezaremos con algunas vueltas por el bosque,
vueltas que les ayudará en la próxima actividad,
entre otras más.
—¡Pónganse en pareja! —Ordenó uno de los
hombres tratándonos como soldados—. Y luego en
filas uno detrás del otro, ah, pero su pareja no tiene
que ser de su curso —nos hizo saber al tiempo que
yo ya tenía el brazo de Abby entrelazado con el mío,
nos miramos con decepción y aflojamos nuestro
agarre.
—Tú conmigo —Una voz conocida comentó
desde mi costado, miré a Hannah y luego busqué,
desesperadamente, a otra persona—. No pongas esa
cara, querida, ya sabes lo que dijo Lewis hoy: tengo
buena resistencia.
¿Estaba provocándome?
Porque si eso era lo que hacía, lo estaba
consiguiendo.

583
Pero recordé que no debía afectarme, me recordé
que para mí era algo crucial no enojarme, no tenía
que dejar que una simple provocación me afectara.
—Vamos entonces —dije con desánimo, pasando
por delante de ella para unirnos en la fila del grupo.
Primero me decía que mantuviésemos una distancia
y al final ella misma rompe su palabra, quién la
entendía.
Creo que trotar no estaba en el vocabulario del
profesor Green al igual que su asistente, ellos iban al
frente guiándonos e indicándonos los lugares del
recorrido.
A nadie parecía afectarle la velocidad de las
corridas de los que iban delante, traté de resistir y
demostrar que aquello era una tarea fácil para mí.
Pero Hannah no me puso la cosa para nada fácil, nos
encontrábamos corriendo en el bosque, con árboles
enormes y raíces que sobresalían de la tierra, y ella
en cada ocasión que tenía me empujaba haciéndome
tambalear y tropezar con lo que sea que estuviese
estorbando en el camino, ocasionando que todo el
grupo se detuviera. Pero ella no se veía como la
culpable de ello, no, todos me veían a mí.
Siempre iba a ser una vergüenza tener la atención
de todos por algo que has causado tú. Yo estaba

584
bastante atenta hacia adelante y cuidando mis pasos,
pero ella era tan discreta que me era imposible no
caer en su trampa.
Al frente de nosotras se encontraban Drew, el
novio de April, y un chico que reconocí como uno
de los amigos de Hannah. No podía evitar escuchar a
Drew gruñir en algunas ocasiones, mirando a su
compañero. Parecía que lo estaba sacando de sus
casillas sin haber dicho nada, dejé de prestarles
atención y me concentré en respirar y estar atenta al
camino de hierbas peligrosas.
Me encontraba con la vista fija en el suelo, alcé la
mirada al notar que se estaba disminuyendo la
velocidad. Y en ese momento todo se detuvo por lo
que sucedió, el acompañante de Drew voló lejos y su
espalda se estampó contra el tronco de un árbol
fuertemente, ocasionando que sus huesos grujieran a
causa del golpe.
—¡Te dije que no la miraras! —rugió Drew con
la mirada fija en el chico, para ese entonces el chico
pelinegro ya se encontraba de pie, se había
levantado demasiado rápido para ser real. Él estaba
en una postura de defensa como el novio de mi
nueva amiga.

585
—¡No me grites! No entiendo qué te pasa —le
enfrentó el pelinegro dándole frente, por el contrario
Drew le empujó con sus manos por el pecho,
provocando que el chico retrocediera unos cuantos
pasos. Este lo miró fulminante, sus ojos negros se
volvieron más oscuros.
—¡Es mía!
—Eso aún no lo sabes, chiquito —repuso el otro.
Drew intentó abalanzarse sobre él, pero lo
sujetaron las personas a cargo de nuestro cuidado,
interviniendo entre Drew y el chico para que las
cosas no pasasen a mayores. El pelinegro se había
preparado para atacar, pero al notar que habían
detenido a su contrincante, suavizó su expresión de
molestia, sonriendo de lado.
Todos los estudiantes ya estaban haciendo círculo
para mirar el espectáculo.
—¡No sé qué problema tiene este! Me atacó así
sin más —se quejó el pelinegro hacia el profesor
Green, haciéndose la víctima.
—¡Sabes que te lo advertí! —exclamó Drew,
haciendo fuerza para zafarse del agarre del hombre
que lo sujetaba. Él logró llegar hasta el profesor,
pero este lo detuvo al ubicar su mano en el pecho de

586
él, quedando en el medio de dos licántropos que se
fulminaban entre sí.
—Amor, mírame —escuché la súplica de April,
solo que Drew estaba demasiado concentrado
matando con los ojos al pelinegro, que tampoco
tenía intenciones de dejar pasar ese asunto.
Y en ese momento entendí lo que había ocurrido,
April iba en frente de su novio junto con otro chico,
y parece que Drew estaba vigilando a cada chico a
su alrededor.
—¡No es mi problema que ella estuviese delante
de mí!—volví a la realidad con el reclamo del
pelinegro—. Y tampoco que esté tan buena.
Sus palabras fueron detenidas por el puño de
Drew impactando en su rostro, se abalanzaron uno
contra otro cayéndose en el suelo y rodando en la
misma pegándose puñetazos.

—Espero que está vez no haya más incidentes —


habló la directora observando principalmente hacia
Drew, el cual tenía rastros de haber sufrido graves
golpes, tenía salpicaduras de sangre en su rostro,
pero nada más porque sus heridas ya se habían

587
curado a un ritmo impresionante. Él estaba a mi lado
con el brazo rodeando la cintura de April.
—Seguiremos con las actividades como si nada
hubiera pasado —mencionó en tono alto el profesor
Green.
Nuevamente nos encontrábamos en nuestro punto
inicial, lo único diferente era el sol que ya se
encontraba en lo alto del cielo, habíamos tardado
bastante en recorrer el bosque porque nada se detuvo
ante lo que había ocurrido entre Drew y ahora el
conocido como Jeremy.
—Ya calentamos —«Ni que lo diga» quise
decirle al profesor—, y por eso mismo vamos a
empezar con la actividad grupal que es la cacería.
Bueno, no es lo que se están imaginando —aclaró al
ver el rostro de confusión por parte de algunos—.
Armaremos dos equipos, y esos dos equipos van a
estar enfrentados en un juego de arquería. Le
daremos chalecos que los van a distinguir entre sus
compañeros para no eliminarlos por error.
»Pero no solo es eso, también será tipo cazar la
bandera, seguro todos conocen ese juego —continuó
hablando—. ¿Recuerdan ese gran árbol del cual les
conté hasta su historia? Pues allí está la bandera,
equipo que lo agarre primero gana.

588
—Las flechas no son los que ustedes suelen
utilizar en el instituto en forma de entrenamiento —
dijo uno de los ayudantes—, estos son de madera
modificada y sin punta afilada, en las puntas tiene
algo esponjoso y colorido que los marcará como
eliminados cuando el equipo enemigo les dé en
cualquier parte del cuerpo, las flechas no dañan por
lo tanto pegar en la cara no está prohibido, pero
déjenme decirles que el color si es bastante fuerte, es
para que no hagan trampa, señores.
¿Usar las flechas en forma de entrenamiento?
Lástima por mí, nunca asistí a esa clase.
—Vayan con la secretaria Josephine junto con la
ayudante Amanda, ellas les van a dar sus chalecos, y
sin quejarse del quipo que los toque —exigió la
directora indicándonos ir hacia la secretaria y su
ayudante, que se encontraban unos metros para
atrás, alejados de nosotras, con unos enormes bolsos
negros que seguramente contenían todo lo que
íbamos a necesitar.
Momentos más tarde, ya todos nos
encontrábamos con nuestros chalecos rojos y azules
puestos; yo tenía el rojo y Abby el azul, estábamos
en equipos contrarios. Antes de despedirse de mí e ir
junto a su grupo, hizo un berrinche de por qué la

589
vida era tan cruel como para separarnos. Pero
nosotras no fuimos las únicas a las que separaron
porque April y Drew también estaban en equipos
diferentes, al final sí hubo bastantes quejas antes de
que nos reuniéramos con los miembros de nuestro
equipo. Drew y Anthony tenía el chaleco rojo al
igual que unos pocos conocidos más, así que me
sentí más tranquila.
Dos de los hermanos Collins se encontraban en
nuestro grupo: Neisan y Selene, los pelinegros. Para
ser de nuestro equipo ellos estaban bastante alejado
de nosotros.
Nos entregaron el arco junto con el carcaj en
forma de cilindro que estaba lleno de flechas.
Ya listos, el profesor Green dio la orden de
alejarnos un poco del equipo contrario. Nos íbamos
a volver a meter en el bosque, pero, esa vez, sin
guía, solo teníamos que recordar el lugar exacto en
donde se encontraba aquel árbol, aunque la verdad
es que se nos iba a poner complicado por los tantos
árboles del mismo tamaño que había, aunque podía
recordar que ese árbol tenía algo diferente, sus hojas
y las raíces que sobresalían del suelo eran únicos.
—Es mejor que te quedes cerca de mí, Rouse —
me dijo Drew. Asentí ante su sugerencia.

590
—Ya saben qué hacer, muchachos, sean ágiles y
piensen antes de actuar —indicó uno de los
ayudantes, caminando por detrás del profesor Green,
que estaba posicionándose entre el grupo contrario y
nosotros.
—Den tres pasos hacia atrás —ordenó, le hicimos
caso—. Cuando suene este silbato —dijo con el
silbato levantado hacia arriba, lo mostró moviéndolo
en el aire a la vista de todos—, todo inicia,
recuerden que no tienen suficientes flechas, tengan
presente ese dato a la hora de atacar.
Se calló por bastante tiempo, todos estaban
atentos, expectantes, y cuando menos lo esperamos
el silbato sonó y las flechas por parte del equipo azul
cayeron hacia nosotros, fue algo tan inesperado que,
con un jalón por el brazo, Drew me había salvado de
una flecha, ya iba a perder antes de iniciar. Mierda.
Él me jaló de la mano, corriendo por detrás de
nuestros compañeros, adentrándonos en el interior
del bosque.
—¡Abajo, Rouse!—gritó Drew al tiempo que me
soltaba la mano y yo le hacía caso, una flecha pasó
por arriba de mi cabeza, volteé a ver y vi como la
persona que me había atacado era eliminado por
parte del novio de April.

591
Oh, Dios. Me sentía en Los juegos del hambre.
Drew giró hacia mí sin darse cuenta que una
flecha apuntaba directamente hacia él, un chico
había salido por detrás de unos árboles pequeños,
pero con hojas muy abundantes, apenas notó la
distracción de mi nuevo amigo. Actué rápido y
acomodé la flecha que ya había colocado en donde
tenía que ir, solo tuve que tirar de la cuerda, apuntar
y soltar.
—Mano a mano —le dije a Drew luego de sacar
del juego a ese atacante.
—No sabía que tenías tanta puntería, muy buena,
Rouse. Continuemos —pidió, apresurado. Pero a
pesar del afán que sentíamos, no debíamos
apurarnos, teníamos que tener mucho cuidado,
cuidarnos las espaldas mientras recorríamos el
bosque porque en cualquier momento el equipo azul
nos podía atacar.
Nos movimos con cautela, examinando con ojos
analíticos nuestro alrededor, mientras no dejábamos
de apuntar la flecha para sacar del juego a quien sea
del equipo contrario por si se atrevían a mostrarse.
Mi manejo del arco y flecha era bueno, había
aprendido cuando era niña y lo perfeccioné cuando

592
empecé a asistir al club deportivo con Abby. Ella iba
a esgrima y pronto me convenció para que fuera con
ella al igual que yo la convencí para que asistiera
conmigo en la arquería. Por ese mismo motivo sabía
defenderme bastante bien.
—¿No te parece extraño el silencio de este lugar?
—me preguntó Drew, no le dije nada y observé los
grandes árboles y las hojas caídas y secas que
estaban a nuestros pies, las hojas crujían al tiempo
que avanzábamos.
Nos quedamos quietos y miramos hacia atrás,
volví la vista al frente al no detectar nada
sospechoso. Pero de pronto se escuchó el ruido de
una pisada por lo que actuamos de prisa, apuntando
nuestras armas hacia la dirección de dónde vino ese
sonido.
—¡Hey, hey, no disparen! —apareció Anthony
con el mismo color de chaleco que nosotros.
Bajamos la flecha soltando un suspiro.
—¿Por qué nos dejaron? ¿Se supone que esto es
en grupo, no? —le recriminó Drew.
—Lo siento, pero tienen que saber que me he
quedado solo, los azules se han adelantado bastante.
Tenemos que correr si queremos ganar.

593
—¿Cómo es que lograron pasarnos? —le
pregunté.
—Fácil —me respondió Drew—, seguramente
ellos sí armaron una buena estrategia y están
ayudando a los miembros de su grupo, y no los
abandonan a su suerte —siguió con los reproches el
castaño.
—Deja las quejas y vamos —exclamó Anthony
—, que ahora yo también estoy solo.
—Somos tres, nadie está solo —hablé.
—Hay que apurarnos si queremos ganar, como
les dije los azules se han adelantado. Debe haber un
atajo que nos guíe directo al árbol…
—Corramos —dijo Drew incitándonos a hacer lo
mismo cuando de la nada comenzó a moverse más
rápido.
Confiando en ellos, obedecí.
Empezamos a correr sin importarnos el gran
ruido que hacíamos al avanzar, pero de una forma
sorpresiva cuatro personas del equipo azul salieron a
nuestras vistas, impidiéndonos el paso y
apuntándonos con las flechas, obligándonos a
detenernos al instante. Entre ellos, estaba Hannah.

594
Su flecha apuntaba directamente hacia mí.
—Les damos tiempo para que también nos
apunten, no somos tan malos… —comenzó a decir
ella, pero no dejé que continuara hablando porque
volví a levantar mi arco y disparé hacia ella, para mi
mala suerte lo esquivó y tiró hacia mí, también lo
esquivé, pero por un pelo.
—¡Estoy fuera, pero confío en ustedes!
Gritó Anthony al tiempo que Drew y yo
empezábamos a correr hacia la primera dirección
que nos pareció confiable. Yo iba delante de él.
—Sigue, Rouse. ¡Estamos cerca de la bandera!
—me dijo él, aumenté la velocidad de mis pasos y vi
una flecha pasar por mi costado, nos estaban
siguiendo—. ¡Voltea hacia la derecha y lo veras! Tú
puedes, continúa, yo estoy fuera —informó Drew y
casi me paralicé por su aviso.
Mierda. Ahora estaba sola.
Hice lo que él me dijo, y pronto ya tenía a mi
vista ese gran árbol con una bandera de Estados
Unidos en una de sus ramas. Demonios, debía
escalar también.

595
Había gente de mi equipo y del otro equipo cerca,
pero no tenían nada en la mano y cuando noté eso,
los detallé rápido y distinguí unas machas de pintura
en sus ropas mostrando que estaban fuera.
Y ellos apenas me vieron, los de mi equipo
empezaron a gritarme en muestra de apoyo,
incitándome a continuar porque el triunfo ya era
nuestro. Solo debía tomar la bandera y la victoria
seria nuestra.
Di tres pasos y me detuve porque alguien me hizo
hacerlo.
No tan rápido, leí en su cara.
Hannah me había alcanzado y sorprendido por un
costado. Pero aún no me disparada, simplemente me
apuntaba con su flecha al igual que su compañero,
ambos con cara de satisfacción al verme tan
vulnerable. Y es que yo ni siquiera tenía un método
de defensa, solo estaba de pie pensando en que mi
derrota ya estaba asegurada. La desilusión punzaba
en mi pecho al mismo tiempo que una sensación
amarga hacía hervir mi sangre.
Me encontraba completamente desprotegida. Mi
corazón latía rápido, la adrenalina corría por mis

596
venas motivándome a buscar cualquier alternativa
para esquivarlos.
—Nuevamente estamos enfrentadas, Rouse —me
dijo Hannah, sonriente, sus ojos denotaban pura
rivalidad—, pero esta vez no seré buena contigo,
mucho menos te daré tiempo para actuar.
Ella tiró al mismo tiempo que el chico y, para el
asombro de todos, los esquivé con una agilidad
desconocida, quedando intacta.
El soplo del viento me hizo estremecer, aquella
brisa solo avisó sobre la fría presencia de dos
hermanos vampiros posicionándose a mi lado,
dejándome en el medio de ellos. Los dos tenían el
chaleco rojo y estaban libre de manchas, seguían en
el juego y apuntaban hacia adelante; Neisan y Selene
estaban dispuestos a ayudarme a terminar con ellos.
Con mi flecha lista para tirar, y apuntando
directamente hacia Hannah, hablé.
—Esta vez soy yo la que no te dará tiempo para
actuar, Hannah. 

597
21. El sueño

Capítulo 21: EL SUEÑO


Solté de la cuerda del arco al mismo tiempo que
ella, me moví con rapidez hacia atrás y, para mi
mala suerte, me resbalé cayendo de culo en el suelo.
Mi trasero me dolió como nunca y mi codo
derecho me ardió ante el fuerte impacto apenas me
retuve en él, alcé el rostro disimulando mi dolor y vi
a Hannah moviéndose con una asombrosa agilidad,
esquivando las fechas que los hermanos Collins le
tiraban.
—¡Ve por la maldita bandera! —le gritó Hannah
a su compañero, este le hizo caso y empezó a correr
hacia el árbol que estaba a solo unos metros de
distancia de nosotros. Como pude, me puse de pie y
acomodé una flecha en el arco, el chico seguía
corriendo, fijé mi vista en su siguiente movimiento y
solté de la cuerda del arco…
Y en el blanco.
Vi como el chico tiraba su arco en el suelo con
gestos de molestia al quedar fuera de juego.

598
—¡Ve por la bandera! —me dijo Selene, girando
a verme, su hermano seguía tratando de vencer a
Hannah, pero esta chica de verdad se sabía mover.
Le hice caso a Selene y, acomodando el arco
contra mi pecho, corrí.
—¡No se queden ahí y hagan algo! Están por
ganar, elimínenla —escuché el grito de enfado por
parte de Hannah. Observé por encima de mi hombro
por precaución durante un instante, vi a Abby junto
a April y unos chicos más, incluyendo a los otros
hermanos Collins intactos y usando sus chalecos
azules, me alteré.
Aceleré mis pasos. Escuché como mis
compañeros eliminados me gritaban para que me
moviera más de prisa, estaba segura que todos
estaban apuntando hacia mí, me moví de un lado a
otro, estaba llegando y yo hacía de todo para que las
flechas no me impactaran. ¿Cómo demonios iba a
escalar estando en la mira de tantos?
Me encontraba a tan solo cuatro metros de
distancia de mi objetivo cuando inesperadamente me
tropecé, cayendo de rodillas al suelo y mis palmas
apoyadas en el mismo. Y menos mal tuve ese
pequeño incidente porque una flecha voló sobre mi
cabeza apenas me agaché.

599
Giré el rostro y vi a Selene eliminada y a los
demás del equipo azul también, nuevamente Hannah
estaba sola, sola y quieta apuntando hacia Neisan
que se había quedado sin flechas. Miré el carcaj y
encontré dos flechas ahí, desde donde yo estaba
podía eliminarla. Acomodé la flecha en el cuerpo del
arco con las manos temblorosas, las palmas de mis
manos estaban rojas y me ardían por el impacto de
hace poco, me puse de pie comenzando a apuntar.
Tiré de la cuerda y me fijé en ella, parecía que
estaba hablando, todavía estaba de espaldas a mí. El
equipo azul y rojo, que ya estaban eliminados, se
encontraba en completo silencio, estaba prohibido
alertar cuando ya estabas fuera de juego. Todo era
silencio menos el viento y el sonido de la naturaleza,
Hannah giró y, soltando un suspiro, dejé libre a la
fecha.
Un sonido de asombro salió del interior de su
garganta, seguido de quejidos y maldiciones luego
de que mi flecha impactara contra una zona de su
cabeza, un color verde se quedó en su frente como
prueba de que ya estaba fuera del juego.
¡Juego terminado y yo gané!
Tiré mi arco y el carcaj en el suelo para salir
trotando, con cuidado, hacia el gran árbol, estaba a

600
tan solo un metro de distancia cuando sentí algo
helado y pegajoso impactarse contra la parte
izquierda de mi cuello.
—¡Y así es como se gana, amigos! —pronunció
en un tono alegre una voz masculina, saliendo por
detrás de unos arbustos muy cerca del árbol y con el
arco de flecha en mano, Jeremy. Levantó su brazo
derecho hacia arriba mostrando el arco, recibiendo
gritos eufóricos por parte de su equipo mientras se
dirigía hacia el árbol, soltó lo que tenía en mano y
saltó sosteniéndose de una rama, flexionó un brazo
impulsándose mientras alargaba una mano y tomaba
la famosa bandera por la que todos peleábamos.
Jeremy la tomó y se soltó, dejándose caer de pie
en el suelo.
Me quedé perpleja viéndolo, no me lo podía
creer, no podía creerlo ni cuando me toqué el cuello
con el dedo índice y vi aquel color amarillento y
pegajoso que me marcaba como eliminada.
—¡Vamos, hermanito!—exclamó, Alexia
tirándose contra Jeremy, el cual en ese momento ya
tenía la bandera entre sus manos y lo balanceaba
hacia todos lados, festejando así el triunfo de su
equipo.

601
—Por lo menos yo estoy fuera de manchas —
escuché la voz de Neisan por detrás de mí.

Las siguientes actividades fueron menos


complicadas que la primera, seguíamos teniendo a
las mismas personas en el equipo. El tercer juego
que jugamos fue mi favorito porque ganamos, se
llamaba congela a la reina. Cuando se congelaba a la
reina todo el equipo perdía. Se elegía a una chica
para que fuera reina, me eligieron a mí, y a esta se le
protegía.
Pero no solo se podía congelar a la reina, esa vez
se utilizó espadas, no eran filosas porque no se podía
herir a nadie y era mejor evitar accidentes, las
espadas eran para defenderse y congelar, cuando
tocabas alguna parte del cuerpo de la persona, esa se
quedaba inmóvil porque ¡sorpresa! había magia en
nuestros objetos de defensa, impidiéndole cualquier
movimiento hasta que la espada de su reina la
tocaba, dándole vida de nuevo.
Fui tirada en el suelo un montón de veces, chicos
y chicas me agarraban de la mano para jalarme hacia
ellos, protegiéndome cada vez que el otro grupo

602
trataba de congelarme, porque cuando congelaban a
la reina; el juego terminaba.
Me encantó tocar con mi espalda el pecho de
Hannah, y cuando hice eso ganamos porque ella era
la reina del equipo azul, y en ese momento agradecí
haber ido en clases de esgrima.
—Estoy que me muero, ¡y mira estos raspones!
Pero todo valió la pena, este día fue grandioso —
exclamó Abby, mirándonos a las chicas y a mí a
través del gran espejo en el interior del baño.
—Fue como tener una batalla de verdad, en serio,
fue increíble, sentí esa adrenalina en cada juego,
cada actividad era mejor que la anterior —comentó
Brenda, peinándose.
Apenas el sol se escondió todo se terminó, luego
de aquello tuvimos que esperar unos cuantos
minutos para ocupar el baño porque éramos
demasiadas chicas que querían tomar una ducha.
—Fue todo muy lindo y emocionante, pero jamás
sufrí tanto maltrato —dije apoyando mi pie
izquierdo en la orilla del lavabo, mi rodilla estaba
roja, con raspones y me ardía.
—¿Ah, no? —insinuó Abril. No entendí su tono
hasta que la miré a la cara.

603
—¡No! O sea… —quise retractarme no sabiendo
muy bien qué decir. Bajé mi pie, sintiendo una
molestia al caminar con las rodillas raspadas.
Todas soltaron risitas que me incomodaron más.
—Es extraño que aún no pase —dijo en tono
pensativo la rubia.
—Él espera… ¡No, no voy a hablar sobre esto!
—decidí distanciándome de ellas, produciendo que
volviesen a reírse.
—Bueno, pero nos cuentas cuando suceda,
¿quedamos? —propuso Brenda—. ¿Qué? Va a
pasar…
—En el primero de esa lista estoy yo —habló
Abby.
—Quiero apuntarme también —siguió la
pelinegra.
—Ya, ya. A esto no se fuerza —defendió April
—. Por supuesto que yo también quisiera saber,
pero…
—Oh, “quisiera” —se burló Brenda, haciendo
caras y Abby la acompañó con un gesto que
interpreté como: te tenemos hacia April.

604
—Dejen de hablar sobre eso, Dios —exclamé,
deteniéndolas.
—¡Es hora de cenar! —Irrumpió una chica en el
baño para avisarnos, cortado definitivamente ese
momento—. Ya todos están en el comedor, las veo
ahí.
—Vamos, necesito recobrar fuerzas —dijo April
—. ¿Creen que pase algo si dejamos nuestras cosas
aquí? Vamos a estar dos días más aquí, y llevarlo y
traerlo no va conmigo.
—Por algo hay casilleros —hablé girando para
mostrarle esos objetos—. Aunque no se abran —
añadí.
— ¡Vamos! Después vemos que hacemos —
mencionó Brenda, encaminándose hacia la salida del
baño.
—Espero que nadie utilice mi jabón —comentó
April, saliendo por detrás de ella.

Acomodé mi trasero por arriba del pedazo de


tronco circular en el que me encontraba sentada,
todos tenían el mismo pedazo de madera que yo

605
alrededor de la gran fogata que los profesores y
chicos se habían encargado de realizar.
Tiré más el borde de la pequeña manta que nos
habían dado para protegernos del frío de la noche, el
clima estaba bastante lindo. La luna estaba más
brillante que nunca esa noche.
Observé a las personas hablar entre sí, habían
personas que hablaban y reían o parejas abrazadas y
besándose mientras esperábamos que la directora o
uno de los profesores aparecieran.
—Lo único que hace falta para que la noche sea
perfecta es música —dijo Abby, giré mi rostro hacia
el lado derecho para verla—. El ambiente es
perfecto y montar una gran fiesta aquí sería de lo
mejor.
—No creo que este permitido.
—En realidad, sí —nos dijo Brenda.
—¡Alumnos! —apareció la directora, llegando
mientras aplaudía para llamar nuestra atención, se
fue a posicionar hasta casi el centro de nosotros para
hablarnos—. Espero hayan disfrutado del día de hoy,
los siguientes días van a ser mejores, esto no fue
nada comparado con lo que se viene. Tienen
permitido estar fuera de sus carpas hasta la media

606
noche, antes de ello pueden quedarse aquí allá, sin ir
al bosque.
Todos accedimos a su petición, ella se marchó
dejándonos solos nuevamente. Cruzó con Anthony y
una chica que no conocía, él traía consigo un
parlante vía Bluetooth para que empezara la función.
La música comenzó a reproducirse y pronto ya
nos encontrábamos todos de pie moviéndonos al
ritmo de esta. Y todo se detuvo hasta el límite
impuesto por la directora.
Fuimos a la cama, nos acomodamos y
rápidamente el sueño comenzó a invadirme. Me
extrañó bastante no sentir a alguien presionándome
contra él, extrañé el calor de Hareth en mi espalda.
Y al despertar, extrañé escuchar su voz
susurrándome los buenos días.

—¡Ahhh! —nos levantamos sobresaltadas al


escuchar el típico sonidos de trompetas en los
campamentos.
—¡Qué diablos! —expresó Abby en tono de
molestia absoluta, tapándose los oídos como todas.

607
—¡Vamos, vamos! ¡Arriba todos, son las seis de
la mañana! ¡Vamos a levantarnos con el sol! —
escuchamos una voz masculina, ampliando su voz
mediante un megáfono seguramente.
—Odia esta parte del día —se quejó Brenda,
dejándose caer de espaldas sobre el colchón, con los
antebrazos tapándole la cara. Abby la acompañó,
cubriendo su rostro con una manta.
—¡Salgan, salgan! ¡No quiero usar un método
para hacerlos huir de ahí como gatitos!
—Arriba, chicas —exclamó April, alertada por la
advertencia del profesor—. Levántense… —ella
sacudió a Brenda para que le hiciera caso. Me miró
y entendí qué quería—, ¡van a venir con la
manguera!
—¿Qué? —pronunció Abby, dejando de hacer
fuerza conmigo para que no le arrebatara su mantita
—. No creo que sea… legal.
—Pueden porque los adultos responsables por
nosotros le dieron ese acceso al firmar la
autorización requerida. ¡Arriba!
Ante aquella información y después del grito que
escuchamos desde afuera, seguramente alumnos
siendo bañados en su quinto sueño, nos dispusimos a

608
salir de nuestra zona, colocándonos los calzados a
toda velocidad, moviéndonos torpemente
consiguiendo de esa forma tropezarnos una con la
otra y cayendo en la entrada de nuestra carpa, casi
destruyendo nuestro hogar temporal en el proceso.
Mierda.
Tampoco tuvimos tiempo para protestar porque
debíamos unirnos inmediatamente a la línea de
campistas que ya estaban corriendo alrededor del
enorme espacio despejado. Así que nos pusimos de
pie, guardando nuestras quejas para nosotras
mismas, y nos unimos a la marcha.
Tremenda forma de empezar el día.

—No tengo señal, ¡no me sirves para nada,


teléfono! —reclamó Abby mientras desayunábamos.
Nos encontrábamos en el comedor, la larga mesa
estaba repleta de estudiantes, nosotras apenas
encontramos lugar.
Luego de correr cuarenta minutos, hicimos un par
de calentamientos más; como abdominales,
flexiones de brazos (intentos de flexiones de mí
parte) y otros ejercicios más de las que era

609
totalmente ajena. ¡Los últimos minutos fueron toda
una tortura!
Pero de alguna manera todo estuvo muy bueno,
resistí y completé todas las rutinas impuestas por el
profesor. A los demás no les costó para nada. Pero
yo, siendo tan diferente a ellos, me sentí conforme
por estar en su mismo «nivel». Y ahora, después de
las ocho de la mañana, ya estaba totalmente
recuperada, me sentí aliviada apenas me tomé una
ducha.
—Saca unas selfies, para algo sirve —propuso
Anthony.
—Creo que si buscas, podrías conseguir servicio
—le dijo April.
—Yo vi a algunos subirse a un árbol para tener
conexión —contó Brenda.
—No es posible que este lugar no tenga Wi-fi —
refutó Abby—. Me quejaré con el dueño.
—Eh… —pronuncié con la boca llena, tragué al
obtener la atención de mis amigos—, yo vi a la
directora hablando por teléfono hacia el inicio del
bosque —les expliqué más o menos la dirección y
asentimos estando de acuerdo para ir a ese lugar a
probar si al fin conseguíamos servicio en nuestros

610
teléfonos. Necesitaba escuchar la voz de Hareth,
cómo lo extrañaba.
Terminamos de comer rápido y nos apresuramos
a la salida, pero…
—Adentro, por favor. Las actividades se harán
aquí y nadie puede estar fuera —nos detuvo la
secretaria.
Le hicimos caso expresando una: ¡maldición! En
nuestras caras, de mala gana la seguimos
obedeciendo las indicaciones que nos daba. Tuvimos
que mover algunas mesas y sillas para hacer más
espacio, ir por algunas cosas en la bodega y ayudar a
organizar todo para la próxima actividad.
Media hora después, una línea de mesas, pegadas
una contra otras, estaba ocupando el centro del
comedor, sobre esta había muchos papeles y lápices,
todo lo que podríamos requerir. La mesa estaba
bordeada a una muy buena distancia con muchos
asientos donde ya estábamos ubicados. También
habían pizarras, diez, delante de cada puesto.
La directora comenzó a explicar de qué iba la
actividad. Ese día nos ocuparíamos de trabajar las
neuronas, esas fueron sus palabras. Ejercicios que
habíamos visto en clases, serían camuflados de

611
distintas formas y nosotros lo resolveríamos en una
especie de competencia. Maravilloso. Lo mío no era
aparecer en público. Mierda, y así iba a ser reina.
—¡Quiero absoluta atención de todos al frente,
¿me escucharon?! —exclamó ella—. Y para ello los
ayudantes pasaran a recoger el aparato que seguro
les mantendrá la mirada baja.
Las quejas comenzaron ni más algunos fueron
despojados de sus celulares.
—¿Qué? Esto no puede ser, nunca nos habíamos
separado —dijo Abby, apapachando a su teléfono
luciendo como una desquiciada.
—Recién habías dicho que no te sirve —recordé.
—¡Mentí, mentí! Yo amo a mi nene.
—Señoritas, metan sus aparatos en la caja —
solicitó el personal.
Obedecí, Abby me miró y comenzó a alargar su
mano lentamente…
—¡Muy bien! Ni que hubieras estado a punto de
abandonar a un niño —regañó Brenda luego de
arrebatarle el celular a mi amiga, colocándolo con el
resto.

612
—Es mi nene…
—Muy bien —habló la directora—.
Comencemos.
Y de esa manera pasamos horas en aquella
estancia viendo las capacidades de nuestros
compañeros.
—Hannah es la mejor de su clase —me dijo
April, viendo hacia Hannah que parecía resolver
rápidamente una difícil ecuación en la pizarra—,
nunca sacó una mala nota, a pesar de su actitud…
los profesores la aman.
—Pues Abby… —observé en dirección a mi
amiga, cinco estudiantes eran de años diferentes, por
ende, dos salían vencedores— es de otro mundo.

—¿Cómo me queda? —Abby alardeó le medalla


de oro que adornaba su cuello.
—Yo soy demasiado humilde —exclamó
Anthony—, ni siquiera haré notar mi medalla de
bronce —Se guardó dicho objeto en el bolsillo de su
pantalón rápidamente, todos reímos ante ello porque
a absolutamente todos le habían dado aquella
medalla como si fuésemos niños envidiosos.

613
—Me quito esto por precaución —expresó Drew
quitándose la medalla de plata que le habían dado
como premio—, ganar esto sí es mucho, más para
nosotros…
—Eso demuestra lo inteligente y valiente que
eres —le dijo su novia, aferrándose a su brazo
mientras seguíamos caminando lejos de la
propiedad. Por fin salíamos de ese lugar, a pesar de
que fue tedioso al principio, supimos darle la vuelta
y lo pasamos muy bien.
El sol se estaba escondiendo lentamente.
—¿A qué se refieren? —preguntó Abby.
—La plata es un arma mortal para los licántropos
—respondió April—, tenerlo sobre la piel… está
bien, pero que no te hieran con ella porque te quema,
te arde y te lastima. Y si se profundiza la herida… es
muy probable que no sobrevivas.
—Qué horror —dije estremeciéndome ante la
forma de explicación de la rubia.
—Apurémonos mientras tengamos tiempo —
aconsejó Brenda. Le hicimos caso porque siempre
estábamos en la mira de algún profesor.

614
Llegamos al lugar donde les indiqué que
podríamos conseguir cobertura.
—¡Ah! La vida vuelve a mí —gritó Abby—.
Olvídenlo, ya se fue —dijo bajando el celular desde
la altura donde pudo subirla, desilusionada.
—¡Lo encontré, lo encontré! —dijo Abril,
poniéndose de puntilla con las manos en el aire —
Amor, álzame…
Drew rodeó su cintura y levantó sus pies del
suelo, April chilló más alto apenas su teléfono
comenzó a vibrar sin parar: notificaciones.
Miré mi teléfono y la equis no lo abandonaba.
—Anthony, levántame a mí también —le dijo
Abby al pelinegro, él no tuvo ningún problema en
hacerle caso—. Camina un poco hacia la derecha…
más, más. ¡Ahí! —gritó, luego negó con la cabeza
—. Un poco para atrás… ¡Perfecto, perfecto! No te
muevas.
—¿Y cómo te va a ti? —Brenda se acercó a mí.
—No muy bien, creo que tendría que subirme a
un árbol.
—Ese de ahí parece fácil de escalar —sugirió
ella, señalándome uno en el inicio del bosque.

615
Estaba por dirigirme a él, hice el amago de
hacerlo, pero April dijo mi nombre, logrando que
por inercia la mirara.
—¿Qué? ¿Ya terminaste?
Ella ya estaba de vuelta en el suelo.
—Sí, le mandé un mensaje a mi madre y subí una
foto en Instagram. En mi lugar conseguí muy buena
cobertura, Drew, ¿puedes subirla también? —le dijo
a su novio, los ojos grises de él se encontraron con
los míos, preguntándome con una mirada si estaba
de acuerdo con ello—. Vamos, no me pondré
celosa…
—No es eso.
—¿Entonces?
—Eh… —No sabía cómo decirle, solo me sentía
cómoda con Hareth.
—Eres la pareja de mi alpha, el respeto está ante
todo, luna —me habló Drew.
—Sí, lo siento, es que… Nada, nada —preferí
cortar el tema y concentrarme en lo importante:
conseguir señal para llamar a Hareth—. Hagámoslo.
Me acerqué a él, decidida.

616
—Creo que te sentirás más cómoda si te subes
sobre mi espalda.
Asentí, me ofreció su espalda agachándose
ligeramente por delante de mí, alcancé uno de sus
hombros para sostenerme, y entonces rodeé mis
piernas a su alrededor y él se enderezó. Me acomodé
y estiré el brazo consiguiendo al fin una buena
cobertura.
Busqué el contacto de mi novio y lo llamé.
Probé tres veces y nada, disimulé una sonrisa
nerviosa mientras veía a Abby hablar con… Edward
seguramente, la sonrisa que resplandecía en su rostro
me aseguraba aquello.
—Solo te llamé para que notes que sigo aquí, que
no me he ido como supusiste en un inicio…
Desistí con Hareth y le marqué a Hazal. Me
parecía demasiado extraño que él no me respondiera,
más todavía después de estar más de veinticuatro
horas incomunicados. Eran más de las seis de la
tarde, él ya debería estar en casa, quizás estaba
tomándose una ducha…
—¿Rouse?

617
—La misma, Hazal —suspiré cuando ella me
atendió casi al instante—. ¿Todo bien en casa?
—Sí, ¿qué tal les va a ustedes? Sé que no hay
muy buena señal por ahí, es lo único malo de ese
lugar.
—Lo sé, es terrible. Y muy bien, estamos
divirtiéndonos mucho. No puedo creer que mañana
sea el último día.
—Las extraño mucho. Me encuentro en la cocina
verificando la cena y puedo escuchar a Edward en
el comedor hablando con Abby, él está copiándose
del vicio de ella.
Me reí suave. Vi a Abby colgar y entonces supe
que yo estaba alargando demasiado el asunto.
—¿Y Hareth? —solté la pregunta—. Lo llamé
pero no me atendió. ¿Está en casa?
—Hum… —pronunció Hazal, dubitativa—.
Rouse, desde que te fuiste, él no ha regresado a
casa.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Dónde está? —dije
apresuradamente—. ¡¿Le pasó algo?!
—No, no, tranquila. Él está bien, pero está fuera
de Milford, esa misma mañana se dirigió a la ciudad

618
por asuntos de trabajo, regresa el mismo día que tú
—agregó.
—No me dijo nada…
—Fue algo imprevisto —se apresuró en
responder.
—Entiendo, gracias, Hazal. Debo colgar ahora.
—Está bien, nos vemos mañana.
Me despedí y corté la llamada.
—Espera un segundo más —le dije a Drew.
—No me estoy quejando.
Sonreí, intentando por última vez comunicarme
con Hareth.
—Mia.
—Hareth —dije aliviada.
—Creo que no hablamos sobre este detalle.
—Lo sé, creí que estaría todo bien por tener
teléfono pero… ya sabes —«te extraño», quería
decirle pero no quería sonar tan cursi delante de mis
amigos.

619
—Estaba por devolverte la llamada, me
impresioné al ver que se trataba de ti y al notar que
conseguiste cobertura.
—Sí… —pronuncié, incomoda de repente. Drew
no pudo contener su risa, April la acompañó
indicándole silencio, ubicando el dedo índice contra
sus labios—, tengo mis trucos. Tú, ¿dónde estás?
—Sigo en el trabajo.
—¿Dónde? —insistí como una maldita
controladora.
—¿Y esa curiosidad? —inquirió.
—¿No eres capaz de responderme?
—Rouse, ¿qué estás haciendo? —exclamó Abby
por lo bajo. Y ni yo sabía que estaba haciendo.
—Sí, pero me extraña ese comportamiento…
¿pasa algo?
—No.
Drew se rio otra vez y le tapé la boca con mi
mano.
—Oye —se quejó él, moviéndose.
—¿Ese quién es? —dijo inmediatamente Hareth.

620
—¡Rouse, ya baja sobre el chico! —exclamó de
repente Abby, aguantándose su risa. Pero, ¿qué
estaba diciendo? Le dediqué una mala mirada,
indicándole silencio.
—¿Qué? ¿Sobre quién estás, Mia Rouse?
—Yo…
—¿Rouse?
—¿Hareth? —la mala conexión se hizo presente,
no escuché nada más de su parte. Observé la pantalla
de mi teléfono y la llamada se cortó—. ¡Mierda!

La noche llegó y esa vez no teníamos permitido


dormir tarde. Eran las diez de la noche y todas nos
encontrábamos acostadas pero sin ninguna pizca de
sueño. Comenzamos a hablar de cualquier tema, y
llegó un momento donde mi mente se perdió al
pensar en Hareth. Y de esa forma, me caí rendida
por un repentino sueño.
—¿Hola? —dije apareciendo en el medio de un
tenebroso bosque, podía sentir el crujir de las hojas
secas bajo mis pies descalzos. Observé hacia el
cielo mientras caminaba despacio y dubitativa. ¿Es
que entré en el bosque y me perdí?

621
¿Dónde estaba?
Inspeccioné mi atuendo y era el pijama que me
había puesto para dormir, constaba de un conjunto
color gris demasiado descubierto. Por ese mismo
motivo, el soplo frío de la noche estaba produciendo
que se me erizaran los vellos de los brazos. Di una
vuelta sobre mi propio eje, intentando descifrar qué
pasaba al detallar mi entorno. Pero no vi más que
árboles, la luz de la luna era la única por la que me
mantenía cuerda. Así que seguí el camino que
parecía reflejarme.
Los nervios subieron conforme caminaba. De
pronto, legué al final de los árboles, vislumbrando
por completo la luz de la luna relucir en un enorme
y hermoso lago en el medio del bosque. Aprecié esa
maravilla, dirigiéndome instintivamente hacia el
muelle en forma de «T» que había, caminé despacio
sobre la madera, aproximándome más hasta tocar el
final de este.
Ese lugar estaba hermosamente iluminado, el
reflejo de la luna se apreciaba de una manera
magnifica e impresionante en ese lago, en ese
extraño lago. ¿Qué estaba haciendo yo ahí?
Mis pies se humedecieron al rozar el borde del
muelle, el agua estaba en calma. Bajé la vista para

622
distinguir mi rostro, me vi. Mi cabello caía suelto a
los lados de mi cara, despeinada. Comencé a
inclinarme, quedando sobre mis rodillas para verme
más de cerca.
Me sonreí. Y ese gesto hizo que notara algo
nuevo en mí.
Con mi lengua rocé los colmillos que se hicieron
entrever. Puse atención al sentir ese contacto,
perdiéndome en esa extraña sensación. ¿Qué?
Había dejado de mirarme, volví a hacerlo solo para
ver mi cara de extrañeza, y entones noté algo más.
El rojo en mis ojos.
Me puse de pie, sobresaltada, pasando
rápidamente las manos sobre mi cara. Cerré los
ojos, arrugando mis párpados con fuerza para
despertar. Esto era un sueño, ¿acaso estaba
teniendo una pesadilla?
Sin abrir los ojos, comencé a inclinarme. Tomé
aire despacio y luego lo solté, abriendo de golpe los
parpados distinguiendo el reflejo del rostro de una
loba en donde debería estar el mío. Oh, Dios.
Aquello me sobresaltó más, giré la cabeza por sí
había un animal por detrás de mí. Pero nada. Solo
estaba yo en ese lugar.

623
Retrocedí, con las manos ubicadas por detrás de
mí, intentando ponerme de pie lo más rápido posible
para huir de ese extraño lugar.
Giré dispuesta a correr, pero ni más realicé ese
movimiento me obligué a detener porque ya no me
encontraba sola.
Había dos seres por delante de mí, en el inicio
del muelle, a aproximadamente seis metros de mi
persona. Mi corazón comenzó a latir rápido
mientras mi mente divagaba posibilidades y
queriendo no creer lo que tenía delante de los ojos:
una chica idéntica a mí y una loba cobriza enorme,
de la misma altura que ella.
La chica vestía diferente a mí, pero yo no podía
detallarle el atuendo, mis ojos estaban fijos en los
suyos… Azules contra rojos. ¿Qué estaba pasando?
Di un paso atrás apenas ella y su compañera
hicieron el amago de acercarse. La loba era tan
grande, ¿licántropo? ¿Una mujer lobo? Su mirada
roja también asustaba, la postura de ambas no era
amenazante, pero todo era tan raro que prefería
alejarme…, despertar. Necesitaba despertar.
Me alejé más, sin mirar atrás, sin calcular la
distancia en la que debería parar.

624
—Espera —dijo ella, su voz igual a la mía me
hizo estremecer.
Ambas comenzaron a acercarse. Yo me detuve
repentinamente, notando que me encontraba al final
del muelle.
—Alto… ¿qué es lo que quieren? —conseguí
decir.
Aminoraron el paso, ella no me miraba mal, me
veía comprensiva.
—Acéptanos.
—¿Eh? —pronuncié, confusa. Pero nada de ello
quitaba el temor que estaba experimentado—.
¿Quiénes son?
La loba soltó un gruñido por lo bajo, ladeó su
cabeza observándome peligrosamente. Tragué saliva
ante ello, la chica me dedicó una sonrisa de labios
pegados, con una mirada que chispeaba altives.
—Nosotras… somos tú.
—No —dije al instante, calculando mal mi
siguiente movimiento. Mi talón se resbaló, me
desequilibré y no pude estabilizarme a tiempo,
cayendo de espaldas en el lago, justo en el lugar

625
donde anteriormente me había visto con los ojos
rojos seguido del reflejo del rostro de una loba.
El agua helada me congeló al instante, me hundí
percibiendo al frío invadiéndome por completo.
Desperté con la respiración agitada, sintiendo que
me ahogaba. Quedé sentada, tocándome la cara para
calmarme. ¿Qué demonios fue eso?
Abby se removió en su lugar, la miré seguido de
a las demás para ver que estuviera todo bien, y no
encontré a April, su lugar estaba vacío. Oh, no.
¿Dónde se había metido esa chica?
Busqué mi teléfono por debajo de la almohada,
apenas iba a ser medianoche. Lo dejé en el mismo
lugar y procedí a salir con mucho cuidado del lugar,
con mi calzado en mano. Ya fuera, me lo coloqué.
No vi a nadie, como debería ser. La luz en la casa
permanecía encendida. ¿April fue en el baño?
El sueño extraño que tuve aún no me permitía
tener control sobre mí, estaba asustada, y en vez de
cubrirme con la malta hasta la cabeza y anhelar el
abrazado de mi novio, cuyos brazos se habían
convertido en mis preferidos, para sentirme
protegida… estaba fuera, donde los monstruos
acechaban.

626
Y la verdad es que necesitaba de aire fresco, casi
me asfixié. Caminé despacio, alejándome un poco
de mi lugar de descanso, recuperando el oxígeno que
creía me faltaba. Si algún profesor me encontraba
simplemente diría que iba al baño, problema
resuelto.
Me detuve recibiendo el refrescante viento de la
medianoche.
«Todo está bien, aquí estás a salvo. No va a
aparecerse tu gemela malvada, mucho menos vendrá
un lobo a comerte» quise convencerme.
Lancé un suspiro, ya recuperada.
Comencé a alzar los brazos para estirarme, pero
no llegué a completar ese proceso porque alguien
impidió que lo hiciera, sujetándome por el brazo y
arrastrándome hacia atrás muy sorpresivamente.
—¡Ah! —emití un grito que rápidamente fue
silenciado con una mano tapándome la boca.
Hice fuerza para que me soltara, pero…
—Mia.
—¿Hareth? —dije absolutamente sorprendida, él
aflojó su agarre en mí, permitiendo que diera media
vuelta para mirarlo—. ¡Hareth!

627
Salté sobre él, mis piernas rodeando sus caderas y
mis brazos aferrándose a su cuello, abrazándolo. Él
me sostuvo con firmeza, otorgándome ese contacto
que tanto necesitaba.
Hareth se rio suavemente contra mi cuello, me
presionó contra él y aspiró mi aroma como si fuese
la mejor droga del mundo.
Alejé mi rostro para verlo a los ojos, su mirada
encontró la mía durante un breve momento porque
sellamos ese encuentro con un beso cargado de
necesidad.
Había hambre y ganas en ese beso.
Al parecer un lobo sí venía a comerme.

Lobito travieso…

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22. Insaciable

N/A: Advertencia de contenido: este capítulo


contiene escena +18, así que si eres de las que se
saltan esas escenas te recomiendo avanzar hasta
encontrar esto “(…)”

Capítulo 22. INSACIABLE


Mia
—¿Qué estás haciendo aquí? -le pregunté tras
separarnos en busca de aire. Estaba tan feliz que lo
abracé de nuevo, mi mano derecha disfrutaba la
sensación agradable que causaban sus hebras suaves
en mis dedos. Le acaricié el pelo y tomé un puñado
de él, tirando atrás para apreciar su hermoso rostro,
sus ojos me miraban de la misma forma que yo:
emocionados, cargados de una tensión que pedía
más, un hambre voraz insaciable.
—No pude frenarme… Lo siento.
—¿No me digas que es por lo que escuchaste? -
dije de repente, alertada-. Solo fue una broma de
Abby.

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—¿Entonces no estabas sobre nadie?
—Eh… No de la forma en la que crees -intenté
explicar estúpidamente. Le di un beso en los labios
para distraerlo, para hacerlo olvidar ese tema sin
importancia-. Te extrañé mucho, me hiciste falta…
llegaste en el momento justo, el vacío en mi pecho
por tu ausencia estaba por enloquecerme.
—Yo estaba desesperado por verte -confesó
también, me acarició la mejilla y yo ladeé la cabeza
en esa dirección para disfrutar más de su maravilloso
contacto-. La primera noche sin ti, lo resistí… pero
ahora no pude, todo de mí te reclama. Yo te necesito,
no tienes idea de cuánto, Rouse -me dijo lo último
en un tono que denotaba desesperación, incluso
pánico. Hareth me estaba hablando muy en serio, la
inquietud en su mirada me lo afirmaba.
Algo le preocupaba, algo sentimental y personal.
Lo miré a los ojos, muy seria al percibir esa nota en
su voz, y entonces detecté una impotencia en lo más
profundo de su mirada. Y me asusté. Él estaba
cargado de un peso doloroso, sus ojos apagados y
melancólicos me pedían auxilio.
¿Qué te pasó, Hareth?

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—Estamos juntos ahora -le dije en voz muy baja,
triste y con una sensación nueva abordándome de
una manera que me presionaba el pecho
dolorosamente, todo por él.
—No quiero arruinarte este evento…
—No lo haces -lo silencié rápidamente-, te lo
dije, tú eres mucho más importante.
La sonrisa que esbozó ante mis palabras me dio
el alivio que creía perdido.
—Tampoco quiero que renuncies a algo por mí,
es solo cuestión de horas para que volvamos a
dormir juntos, bien abrazados. Yo solo quise
asegurarme de que estás aquí, necesitaba percibir tu
aroma porque tú eres algo vital para mí. Necesito
notarte, de lo contrario me siento… sin vida.
»Y no quiero que malinterpretes mis palabras -se
apresuró en decir-, las parejas destinadas rechazan
por completo la ausencia del otro. Es una completa
batalla cuando te separas de ella. Y yo, siendo un
alpha, te necesito todo el tiempo. No quiero parecer
un loco desesperado, pero creo que ya lo hice.
—Espero que las horas pasen rápido, muero por
estar a solas contigo.

631
—Estamos solos ahora.
Me reí discretamente.
—Parece, pero no. Mmm, ¿sabes algo? -Él negó
de inmediato-, tengo frío.
Hice que me mis pies nuevamente tocaran el
suelo, alcé la mirada para verlo y sonreí. Pasando
mis manos por sus brazos, hablé.
—¿Cómo es que estás usando una musculosa? -
Bajé la mirada en su atuendo y fruncí el ceño al
llegar a sus pies-. ¿Por qué estás descalzo?
—Me transformé y, cuando haces eso, tu ropa se
rompe, por eso es preferible que te la quites, y
cuando vuelves a ser humano… apareces desnudo -
me lo dijo en una nota íntima, en un volumen bajo
como si aquello fuese un gran secreto-. Por eso uso
esto, una ropa fácil de colocar.
—Tampoco me estaba quejando, eh. Te sienta
muy bien -dije pasando mi mano por su pecho, con
una mirada que hablaba.
—¿Quieres dormir?
Negué enseguida, pensando en el extraño sueño
que tuve.

632
—Entonces, ven conmigo.
—¿Dónde?
—Solo vamos a distanciarnos un poco, cada
media hora se verifica que nadie esté rompiendo las
reglas. Seré el alpha, pero tengo prohibido estar
aquí.
—Vamos. Pero… espérame un poco -dije
apartándome de él y dirigiéndome rápidamente a mi
pequeño hogar en busca de la manta con la que me
cubría. Lo puse sobre mi espalda y volví a salir,
cuidadosamente. Aún no había rastros de April.
Abby y Brenda parecían disfrutar del espacio que
dejamos.
Hareth me tomó de la mano y dejé guiarme por él
a pasos rápidos. Nos adentramos en el bosque y no
se sintió aterrador como supuse en un principio, y
eso se debía a que no estaba sola. Me encontraba
con mi novio, con él me sentía protegida. No iba a
comerme un oso porque mi lobo podría degustarse
con él.
Caminamos aproximadamente unos tres minutos,
nos detuvimos en una zona con los alrededores
oscuros. Si estuviese sola, estaría en shock por el
miedo, pero en el lugar donde nos detuvimos daba la

633
luz de la luna, observé el cielo y las copas de los
arboles le daban un espacio perfecto a esa
luminosidad. Y de pronto, me sentí en mi sueño.
Pero aparté ese pensamiento de forma inmediata.
—Vamos a sentarnos -dije quitando la manta de
mi espalda para situarla en el suelo-. Vamos a
compartir, siéntate tú primero, yo te voy a decir
cómo -él asintió, acercándose-. Nos sentamos en el
borde de la frazada -indiqué y él me obedeció, luego
seguí yo-, así nos sobra para rodearnos con ella
como queramos.
Nos cubrimos la espalda y nos acercamos en
busca del calor del otro. De esa manera, quedamos
sentados, abrazados y acurrucados.
—Me gusta esto -me dijo.
—A mí también, nunca creí que… -quedé en
silencio cuando él me miró. Le sonreí, dirigiendo
una mano hacia su mandíbula para sostenerlo de ella
y atraerlo a mis labios, besándolo de una manera
suave y superficial.
—¿Por qué eres tan hermoso? -le pregunté con
cierta rabia al notar que no podía resistirme a él.
—¿Por qué tú eres tan hermosa? -Me respondió
besándome de nuevo, sonreí en el medio del beso y

634
quedé con ese gesto de gusto mientras él repartía
besos en toda mi cara-. Me fascinas.
—Mira la luna -le pedí-, es como un reflector en
esa parte -señalé delante de nosotros donde su luz
daba de lleno-. Levántate, vamos a ser ridículos.
—¿Uhm?
Me puse de pie y le ofrecí mi mano para que
hiciera lo mismo, él, sin entender nada, se puso de
pie uniendo su mano con la mía. Lo dirigí bajo esa
luz.
—Una puede crear su propia magia, ¿bailamos?
—¿Bailar?
—Sí, baila conmigo. La luna es como un
reflector, nosotros seremos los protagonistas, finge
que hay una multitud, a nosotros con mejores ropas
y bailemos.
—Así será también, esto será real -prometió y
nos colocamos en una postura de vals.
Bailamos lentamente, viéndonos a los ojos en
todo momento, soltando risitas y dedicándonos
sonrisas cómplices.

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Y en un momento cerré los ojos, buscando una
melodía en mi mente. Dejé caerme en sus brazos,
arqueando la espalda y notando como el soplo del
viento movía mi cabello. Y en eso, una nota musical
se hizo oír en mis oídos, fue leve pero ese sonido
golpeó con fuerza mi pecho.
El aire trajo consigo una melodía que me sacudió
entera.
—¿Rouse?
Parpadeé varias veces y sonreí, sin darme cuenta
me había quedado muy quieta.
—Estoy bien -afirmé-, solo… llevé demasiado
enserio un gran evento en mi mente.
—Te estremeciste.
—No sé -Ahora ni siquiera recordaba muy bien
cómo iba la melodía, se alejó de mí tan rápido como
se hizo notar-. A este baile le falta algo -dije de
pronto, él expresó en su cara un ¿qué? Y yo no dude
en decírselo, recuperando mi sonrisa-. Un beso,
señor Lewis.
Y él me lo concedió dándome un beso profundo,
vehemente. Sostuvo mi cabeza dándome de esos

636
besos llenos, probando de todo encendiendo el
ambiente.
—Te quiero -soltó de la nada.
Me sorprendí, mi corazón palpitó rápido con los
nervios a flor de piel.
—¿Me quieres?
—Te adoro -afirmó-. Tú me encantas, Mia.
No pude decirle nada, mi voz se atascó en mi
garganta. Moría de tanta emoción. Simplemente lo
besé.
«Hareth Lewis es todo lo que quiero», Hareth era
tan irreal, me daba miedo un día despertar y
amanecer en mi casa en Rusia dándome cuenta que
todo había sido un sueño. Él era tan perfecto que
incluso daba miedo. Sentía el temor de estar sola de
nuevo, Hareth me había estado dando las atenciones
que no sabía cuánto necesitaba hasta que me ofreció
todo su afecto.
Y por eso le creía, él me quería y yo también.
El beso subió de nivel en cuanto él me apretó más
contra él, nuestros cuerpos pedían más contacto. Nos
separamos para tomar un poco de aire, aproveché

637
ese momento para darle besos alrededor de la
mandíbula, con mi mano sujeta a su nuca.
—Nunca creí que esto pasaría -le dije cerca del
oído.
—¿Qué cosa?
—Qué un chico diría me diría… te quiero.
—Te diré más que eso.
Sonreí y busqué nuevamente su boca mientras
una de mis manos se colaba por el borde de su
musculosa, pasando sobre su abdomen bien marcado
hasta llegar a acariciarle el pectoral. Mientras tanto,
él tampoco perdía el tiempo, a darse cuenta que no
tenía sostén, comenzó a acariciar libremente mi
pecho izquierdo. Ninguna de nuestras manos estaban
desocupadas, nos dábamos caricias en lugares
sensibles prendiendo cada sensación que sabíamos
era peligrosa, un riesgo que estábamos dispuestos a
afrontar.
Alcé los brazos voluntariamente cuando noté
como mi camiseta era alzada, Hareth me lo quitó y
la dejó caer en el suelo, observando mis pechos
desnudos. Sus ojos adquirieron un tono diferente,
uno más oscuro, salvaje y peligroso. Pero lleno de
deseo, el chispeo de este brillaba en su mirada.

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Me humedecí los labios y proseguí a hacerle lo
mismo.
—¿Tú quieres ir por más? -me preguntó.
—Yo quiero ir por todo -le afirmé.
—¿Estás segura?
—¿Debería no estarlo? ¿Es que tú no quieres?
—Desde el primer momento… pero si no estás
segura -lo callé con un beso.
—Quiero estar contigo, hemos estado
posponiendo esto por nada.
—Lo sé, un sentimiento como el nuestro no
necesita plazos y el tiempo es lo de menos. Pero
necesito que estés segura.
—Yo estoy segura, confío en ti.
Aquellas palabras fueron todo lo que Hareth
necesitó escuchar para proseguir. Me acercó a su
boca peligrosamente, manifestándome con su mirada
que aún era tiempo de correr. Pero yo quería
quedarme ahí, y se lo hice saber dando el primer
paso al unir mis labios a los suyos.

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Sonreímos ante el beso, me sentía nerviosa al
aceptar, asustada por ser la primera vez. No
obstante, la sensación electrizante que recorría mi
cuerpo me daba suficiente valor para quitarme
cualquier inseguridad.
Hareth empuñó mi cabello en sus dedos, tiró
suavemente para que nos apartáramos, le permití el
acceso donde él buscaba y al instante él fue a
deleitarse con la piel de mi cuello mientras yo me
sostenía de su hombro y espalda para no caer. Mis
piernas se volvían gelatinas por cada uno de sus
toques, mi cuerpo vibraba en su mano.
Gemí sin poder evitarlo, ejercí presión en su nuca
al sentirme perdida por sus besos. Deslicé la mano
metiéndola en su rubio cabello para sujetarlo de ahí,
tiré despacio, con la poca fuerza que sentía tener,
ocasionando que él soltara un sonido placentero.
Volví a tirar y él se distanció, dejé mi mano en su
pelo y la otra la ubiqué a un lado de su cara para
besarlo otra vez. Hareth no perdió tiempo, mucho
menos oportunidad, y comenzó a bajarme el short.
Al notarlo, me quité el calzado torpemente y
seguidamente el short se perdió por ahí,
quedándome en una diminuta ropa interior negra.
Sus manos fueron a parar en mi cintura, una lo
deslizó en la parte baja de mi espalda y otra bajó

640
para acariciarme el trasero, jugueteando con el borde
de la única prenda que aún llevaba puesta,
provocando más.
Los besos, las caricias, los toqueteos, las
sensaciones cargados de emoción y placer, y la
conexión sentimental que teníamos fueron
suficientes motivos para encendernos de una manera
sin igual. Mi cuerpo clamaba por el suyo al igual
que el suyo por el mío. Nuestro contacto quemaba,
ardíamos siendo consumidos por esa llama de pasión
que iba en aumento.
Desesperados por el otro, fuimos retrocediendo
hasta detectar la manta en el suelo. Nos separamos,
recuperamos un poco de aire sin quitar las manos del
otro y nos dimos otro beso, uno más calmado,
sabiendo lo que estaba a punto de suceder. Me besó
suavemente, diciéndome con ese contacto que todo
estaría bien, el rocé de sus labios sobre los míos me
estaba resultando estremecedor.
Yo estaba ansiosa de más, pero Hareth estaba
tomándose el tiempo para besarme sin quitar las
ganas, es más, así me estaba provocando más. Bajé
la mano que tenía en su pecho y la fui descendiendo
como una caricia hasta que mis dedos alcanzaron el
borde del pantalón de chándal que usaba. El bulto

641
que rocé sin querer me puso muy nerviosa, notando
un estremecimiento cruzar por mi espalda. Pero
también hizo que percibiera con más fuerza la
palpitación en mi centro.
—Fuego… -me dijo él, su voz grave y ronca
desató una hermosa y deliciosa sensación en mi
pecho.
—Dime…
—Me tienes delirando.
—¿Vamos por más? -dije intentando sonar
sensual.
Sus ojos color miel estaban dilatados, me veían
con hambre y unas ganas que me hacían sentir de
una manera inexplicable. Y me gustaba.
—Vamos por más.
Nos besamos de nuevo y yo me atreví a bajarle el
pantalón, él al notar mi intención me ayudó. Nos
quitamos la ropa y un instante después ya estábamos
completamente desnudos, al darme cuenta de ello…
lo frené todo.
—¿Qué pasa? -me dijo él.
—Dime que esto no es un sueño.

642
—Es tan real como mis ganas de poseerte.
Bajé la vista hacia “eso” y no supe interpretar qué
fue lo que sentí, la mezcla de sensaciones me
confundió. Su masculinidad estaba ante mi vista
bien erguida y… grande, ¡Por Dios! No era la
primera vez que lo veía, pero cada vez que lo hacía
no podía evitar sorprenderme. Incluso ya la había
tocado, y mis manos cosquillearon por eso.
—Hazlo entonces, también muero por ti.
Él esbozó una sonrisa sensual, me dio un beso en
la boca mientras sus manos me acariciaban los
glúteos, una subió por mi espalda y enseguida
entendí lo que quería. Le encargué mi cuerpo y él
hizo que me acostara sobre la manta.
Y pensar que hace tan poco tenía frío, ahora
estaba ardiendo de calor.
Una palpitación exigente pero deliciosa me hizo
frotar las rodillas, Hareth sonrió más, me miró
mordiéndose el labio y ese gesto me pareció de lo
más sexy. Colocó sus rodillas contra el inicio de la
manta y se acercó pasando sus manos sobre la
misma, con un aire depredador que me hizo sentirme
demasiada pequeña, él estaba por devorar a su presa
y eso me agradaba. Escondió su cara en mi cuello

643
repartiendo besos húmedos que descendían por mi
pecho, poniendo duros mis pezones rosados. Pasé
los brazos por encima de sus hombros y arqueé la
espalda hacia él. Por la posición, sentí el roce de su
miembro contra mi sexo, me hizo gemir y lo
necesité con urgencia.
Busqué sus labios y lo besé con necesidad,
ansiosa, y entonces levanté un poco la pelvis en
busca de ese contacto.
—Espera-dijo de pronto.

—No tengo protección.


—Oh… -No había pensado en eso. Pero estaba
tan cegada por el momento que no me importó-,
hazlo igual.
—Pero…
—Sé que podría nacer algo de esta unión, pero lo
único que veo en mi futuro es a ti… Esto no será de
una noche, será para siempre.
—Sí -Lo convencí-, igual tendré cuidado, sé que
no estamos razonando bien.

644
Solo fui capaz de asentir estando de acuerdo.
Para recordarle en qué estábamos, alcé ligeramente
la pelvis a su encuentro, tanto su cara como la mía se
contrajeron de placer.
Él me besó una vez más, dirigiendo una mano
entre mis piernas, me tocó justo ahí y sus dedos se
deslizaron con facilidad ante la humedad. Mi
excitación era tanto que ya estaba más que lista para
él.
—No creí que este momento sería de esta manera
-me dijo, apenas lo escuché, mis ojos ya estaban
cerrados y mi atención estaba en su tacto.
—Menos charla y más acción -solicité.
Él se rio pero me hizo caso, incitando a mi
clítoris. Sentí una mano sobre mi rodilla, él hizo que
me abriera más de piernas. Abrí los ojos y nos vi, vi
como su pene ya se encontraba muy cerca…
Cerré los ojos con fuerza, sabía que dolería y
estaba preparándome para ello. Sentí el roce de su
miembro contra mi parte más sensible.
—Mírame, por favor-escuché su voz, le obedecí-,
estarás bien.
Confié en sus palabras, asentí y sonreí un poco.

645
Y entonces sucedió, pude sentir la invasión de su
miembro en mi interior, los ojos oscuros de Hareth
me veían con fijeza, cuidadosos. La presión aumentó
y me vi envuelta en el dolor, una sensación punzante
me atravesó rompiendo esa barrera que tantas
protegían.
El cuerpo de mi compañero se tensó por
completo, apoyó su frente contra la mía y emitió un
suave suspiro con un gesto de alivio, de placer. Puso
una mano en mi mejilla, con el pulgar me limpió una
lágrima que ni yo sabía que se me había escapado,
intenté reprimir el dolor mordiéndome el labio con
fuerza y girando el rostro hacia un lado. Sin
embargo, con la misma mano que me había limpiado
aquella lágrima él hizo que volviera el rostro hacia
él y me besó. Sus besos me distrajeron y me vi
correspondiéndole con todas las ganas.
Y así fue como comenzó a ser real. Sentí que se
alejaba, jadeé notando un ligero dolor mezclado con
una sensación de placer, cuando se adentró de nuevo
gemí fuerte ante aquella embestida. La sensación era
sombrosa, sumamente inquietante, el dolor dejó paso
un sentimiento raro en la parte baja de mi vientre y
que no dejaba de crecer con cada uno de sus
movimientos.

646
Al principio fue lento y suave para que yo lograra
acostumbrarme, pero entonces quise más…
Me ajusté a su ritmo y busqué sus labios que me
tomaron con una posesión descontrolada. Quise
decirle con ese beso que ya estaba preparada, lista
para que me volviese loca, más de lo que de por sí
ya me tenía, y lo hizo, envolví las piernas a su
alrededor para sentirlo a más profundidad y levanté
mi pelvis a su encuentro. Sus embestidas se
volvieron más rápidas y duras, mis uñas se clavaron
en su espalda mientras perdía completamente el
juicio por aquella magnifica sensación que me hacía
sentir él; sus movimientos, sus besos, sus caricias.
Oh, Hareth.
Eché la cabeza hacia atrás y bajé una de mis
manos para tomar un puñado de la manta, pero lo
que tomé fueron las hierbas del bosque, entreabrí los
labios y dejé escapar un suave suspiro. Sentí su nariz
recorrer y aspirar mi cuello, olía mi aroma y gruñía
complacido.
—Estás tan… mmm -su voz contra mi oído
desató más sensaciones calientes en mi interior-,
eres perfecta. ¿Ves cómo me tienes?
—Sí, muéstrame más.

647
Y eso hizo, aumentó sus movimientos e hizo que
las estrellas en el cielo se acercaran a mí. Yo lo
acompañé en sus movimientos; jadeante, deseosa,
gimiendo en casi todo el momento y diciendo su
nombre.
Nuestros cuerpos hacían una perfecta fricción, su
cuerpo unido al mío se sentía tan bien -¡tan
jodidamente bien!— que cuando reconocí que el
orgasmo estaba cerca lo besé, disfrutando más de él.
Primero lo hice yo, sentí una ola de placer
expansiva entre las piernas, debilitándome por
completo pero tan deliciosa que me sentía satisfecha.
Hareth, en cambio, me penetró con más ímpetu,
con energías, con unas ganas que me dejaron en
claro que, por más que se liberara en ese momento,
yo jamás le cansaría. Ambos nos resultábamos
insaciables.
Él soltó un gruñido jadeante. Concentrarme en su
expresión de placer hizo apenas sintiera la corriente
de dolor que viajó en mí cuando él salió de mi
interior para descargarse fuera. Y verlo corriéndose
definitivamente hizo que ese ligero dolor
desapareciera por completo siendo reemplazado al
instante por contracciones deseándolo otra vez.

648
Al acabar, Hareth se dejó caer de espaldas a mi
lado, emitió un sonido contento, conforme,
satisfactorio. Levantó la cabeza, apoyándose contra
un codo, alcanzó mis labios y me besó con una
dulzura que me dejó más que enamorada,
percibiendo la caricia de su mano contra mi vientre.
—¿Te sientes bien? -me preguntó, sin poner
demasiada distancia entre nuestros rostros.
—Muy bien.
—¿Estás segura? -insistió.
—Sí, pero… abrázame un rato.
—También puedo besarte.
—Acepto la oferta.
Nos sonreímos y terminamos con la poca
distancia que nos separaba.

Le di un corto beso de despedida en el inicio del


bosque y emprendí camino hacia el lugar donde
montamos las carpas. Apenas llegué hacia ahí, giré a
ver hacia donde estaría Hareth. Alcé mi pulgar en su

649
dirección y lo vi asentir. Sonreí y reanudé mis
pasos…
De pronto, una mano tiró con fuerza de mi brazo.
—April -dije sorprendiéndome. Ella me había
alcanzado y dirigido rápidamente por detrás del
enorme árbol en el medio de tantas carpas. ¿Se
estaba escondiendo? -, Drew -pronuncié al notar a su
novio.
—Shhh -me pidió silencio e hizo que me ocultara
bien.
—¿Qué pasa? -pregunté hacia Drew.
-Están vigilando… si nos descubren nuestras
notas se verán gravemente afectadas.
—Es Josephine, tenemos suerte -se alivió April.
—¿Eh? -emití, bajito.
—La secretaria -susurró Drew por detrás de mí,
me señaló una dirección y allí la vi-, ella es una
cristal, una licántropo que no se puede transformar.
Tiene buenos sentidos, pero no lo suficiente para
detectarnos.
—Se está acercando -dije lo obvio.

650
—Por eso hay que movernos -afirmó Drew. Él
agarró a su novia de la mano y April tomó la mía.
Agarré bien la manta que me cubría para que no se
me cayera-. ¡Vamos! -animó en un susurró para que
saliéramos disparados de ahí.
Y lo hicimos; corrimos medio agachados,
manteniéndonos a la altura de las carpas para que la
secretaria no nos viera.
—Debemos ir al baño -le dijo April a su novio.
—Yo también voy -les dije entonces.
—Me refería a nosotras, Rouse -me aclaró ella.
—Vamos, todos necesitamos sacarnos el olor a
pasto -soltó Drew. Y yo me ruboricé sintiendo
demasiada vergüenza.
Un momento después llegamos al pasillo que
daba a los baños completamente a salvo.
Ingresamos con April al baño femenino. Lancé
un suspiro de alivio, ya estábamos fuera de peligro.
Ahora si alguien nos encontraba ya no nos podían
decir nada, ir al baño estaba permitido, pero estar
lejos de donde deberías estar por la noche
absolutamente no.

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Llegué hacia los lavabos, me miré en el espejo y
rápidamente presioné una mano sobre mi boca para
acallar el grito que casi solté. Oh, Dios. ¿Esa cosa
horrible era yo? ¿Qué demonios le pasó a mi pelo?
—¿Estuvo bueno? -me preguntó April, vi su
reflejo a mi lado y me sentí intimidada, llena de
vergüenza.
—¿A qué te refieres?
—Lo sabes…
—Hum… dímelo tú mejor, estuviste más tiempo
fuera que yo.
—Con Drew siempre lo paso muy bien. Pero yo
quiero saber de ti, ¿él vino aquí por ti?
—Sí, ¿puedes creerlo? -exclamé entusiasmada.
April era una chica muy carismática, ella no me
juzgaría. Se veía honesta, una amiga confiable.
-Veo las pruebas -dijo refiriéndose a mi aspecto.
Me reí sin poder evitarlo-, deja que te ayude con esa
hoja -se ofreció y dirigió una mano hacia mi
alborotado cabello para ayudarme con las cosas que
no deberían estar ahí. Me quité la manta, había una
pequeña mancha de sangre ahí que debía esconder a

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toda costa, lavarla ahora, dejarla colgando y
reemplazarla por otra.
Hice todo eso y me tomé una ducha, para mi
fortuna toda mi ropa cabía en el casillero que me
asignaron, ubicado en el baño, así que no tuve
problemas al obtener ropa limpia. Ya acostada
nuevamente, me fijé en la hora en mi teléfono y las
conté para saber cuánto tiempo faltaba para que
volviera a ver a Hareth. Estaba tan contenta que ni le
presté atención a la ligera molestia que sentía entre
mis piernas.
Oficialmente me declaraba adicta a Hareth Lewis.

Yo también me declaro adicta jeje. Los que


andan releyendo pueden afirmar esto ;)

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23. La visión

Capítulo 23: LA VISIÓN


Abby
Estar en el campamento ya no me estaba
gustando tanto, extrañaba mucho a Edward y estaba
ansiosa por verlo. Esperaba que la mañana pasara
rápido para marcharnos de allí y pasar un fin de
semana estupendo junto a mi compañero. ¿Estaba
sonando muy cursi y sentimental? Pues me había
puesto demasiado sensible luego de escuchar su voz
el día anterior.
Este día despertamos con el mismo estruendo,
hicimos las respectivas rutinas y tomamos una ducha
antes de ir a desayunar. Ocupamos una hora en el
comedor y otra hora más deshaciendo las carpas y
llevando todo a su respectivo lugar, de esa manera
después de terminar con la actividad de ese día
simplemente no marcharíamos.
Y entonces nos reunimos todos para un nuevo
juego.
Y antes de que el profesor explicara, unos
ayudantes comenzaron a pasar repartiendo unos

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relojes de pulsera. Observé confundida el aparato,
pero me los puse como todos.
—Como notaran, el tiempo en su reloj está en
reversa, al apretar una opción la cuenta regresiva
comenzará. Tienen dos horas para ingresar en el
bosque, encontrar una banderilla con su nombre y
volver, no es complicado si lo digo de esta forma.
Pero si lo digo de esta forma… —dijo pensativo,
hizo un silencio de suspenso observando a cada
montón de alumno—. Tienen dos horas para
atravesar un par de obstáculos defensivos,
persuadirlos e ir por una bandera que contiene su
nombre, la cual está esparcido justo a más de la
mitad del bosque, ah, buscar la bandera correcta y
volver de la misma manera. Si la cuenta regresiva
queda a cero y ustedes siguen allí… pierden, y eso
no será muy bueno, se los seguro.
»El reloj también es un rastreador, contiene su
nombre y nosotros estaremos verificando su
ubicación. Si se pierden y les cuesta localizarse solo
díganlo, ese aparato los guiará de regreso. Esta
actividad es individual, pero no les diré nada si se
quieren ayudar. Solo controlen el tiempo.
—Señor Green —se le unió la directora—, le
faltó agregar que los últimos diez que llegan a

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último tendrán que enfrentarse a una prueba difícil.
Así que, chicos, pongan lo mejor de sí y
experimenten lo aprendido en clases.
Entendí todo, excepto la de obstáculos
defensivos. Bueno, no quedaba de otra que
averiguarlo.
Rápidamente hablamos con Rouse, Brenda,
April, Drew y Anthony para ponernos de acuerdo
como equipo antes de que el profesor Green nos
pidiera silencio. Nos indicó el lugar donde debíamos
ubicarnos, le hicimos caso y formamos una muy
larga fila.
La cuenta regresiva del tres al uno comenzó. Y en
cuanto él tocó su silbato, todos le dimos inicio a la
cuenta del reloj que nos habían dado antes de salir
disparados hacia el bosque.
—Pero… cuando uno de nosotros encuentre su
bandera ¿debe separarse del grupo para emprender
el camino de regreso? —cuestionó Anthony.
—Eso quedamos, ¿no? —les dije.
—Me gusta, pasaremos los obstáculos con ayuda
pero después…

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—Ya entendimos —le cortó su prima—, solo
apresurémonos. El profesor Green es uno de los
entrenadores y es terrible, es bueno pero… terrible.
Creo que entienden el punto al que quiero llegar.
—No muy bien —confesó Rouse—. ¿Entrenador
de qué es?
—De defensa…
—¿Clases extras? —interrogué—. ¿Las clases
extras no son realmente clases extras?
—Pues es recomendable apuntarse en ellas
porque en el campamento todo se aplica.
—Estamos acabadas —me dijo Rouse—,
nosotras nunca asistimos a una.
—No debe ser tan complicado, tú sabes un poco
y yo sé lo que me has enseñado tú.
—Yo creo que… —empezó a decir April, pero
detuvo su habla cuando repentinamente unas hierbas
se enredaron a sus pies. Se zafó con rapidez de ellas
y comenzó a correr lejos, gritándonos cosas casi
inentendibles. Un ligero remolino hizo que las hojas
subieran, dificultándole el paso y la vista, ella usó
toda su fuerza para cruzarla con nosotros corriendo
detrás para no perderla de vista.

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Y entonces a Anthony también empezó a
sucederle cosas, seguido de Drew. ¿Qué era eso?
¿Los obstáculos eran individuales? ¿Estaban usando
nuevamente magia como en el juego del encantado?
Brenda era la que quedaba libre junto a Rouse y
yo.
—Mejor los dejamos ahora —propuso Brenda—,
el profesor advirtió que esto era individual, cada uno
tiene que pasar su prueba.
—Dios, no quiero morirme sin hacerlo de nuevo
—soltó Rouse.
—¿Ah? ¿De qué estás hablando? —le pregunté,
porque si hablaba de lo que creía que hablaba… eso
no podía ser, ¿o sí?
—¿Comer de nuevo? —probó decir Brenda.
—¿Hay algo que aún no me has dicho, Rosy? —
Inquirí, aminorando el paso—. Desde la mañana te
noto un poco rara, no sé… es síntoma de… —me
quedé callada dándole oportunidad para que me
respondiera.
—¿En serio quieres que te lo diga ahora?
—¿Se debe a tu ausencia en la noche? —dijo la
pelinegra.

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—¿Lo notaron? —preguntó ella.
—Te vimos marchar con él —le reveló Brenda. Y
sí, había notado cuando Rouse salió, pero no me
preocupé pensando que solo iría a tomar aire o ir al
baño. Momentos después Brenda me sacudió para
avisarme que había escuchado un grito de parte de
ella, ambas salimos a mirar y yo rápidamente
reconocí la silueta de Lewis llevándola para atrás.
Nos tranquilizamos y volvimos a acostarnos, y en
cuanto Rouse volvió en busca de algo, no le dijimos
nada porque sabía que se pondría nerviosa. Así que
fingimos estar dormidas en todo momento.
—Oh, oh —dijo ella en tono descubierta—, no
puedo creerlo, qué ingenua al pensar que no lo
sabrían.
—¿Entonces? —insistí.
—Vino a verme…
—Esa parte ya lo sabemos muy bien —expresé
—, pero ¿qué pasó?
—Lo que tenía que pasar, ¡eso! —gritó ella y
salió corriendo.
—No —pronuncié totalmente asombrada,
siguiéndola al instante—. ¡Dímelo todo!

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—¡Chicas, estoy atrapada! —escuchamos decir a
Brenda, la miramos y la vimos envuelta y batallando
contra un sauce, ¡qué diablos!
Corrí donde ella y alcancé su mano, Rouse
también llegó y tiramos de su brazo al mismo
tiempo sacándola de ahí.
—Gracias por no abandonarme.
—Aún —le avisé.
—Aún —repitió ella.
—Ya que estamos bien —empezó a decir Rouse
—, corramos, siento que estamos muy atrasadas.
—¡Ven aquí! —exclamé detrás de ella—
¡Necesito mis detalles de mejor amiga curiosa!
—¡Dioses! —reconocí el grito de Brenda, me
detuve y a mirarla, la vi atrapada en otro obstáculo
— ¡Sigan sin mí! Apresúrense mientras las
dificultades no se manifiesten —recomendó—.
Puedo sola.
—¿Estás segura? —dije en tono alto—. Podemos
volver a ayudarte.
—Solo las estaría atrasando, por favor, sigan. Las
alcanzo si puedo, pero continúen.

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—Te liberaremos —decidió Rouse.
—Es que si se acercan… aprieta más —nos hizo
saber con un tobillo envuelta en una planta que
parece creer envolviéndose en ella—, por eso es
mejor que se alejen, de verdad, estaré bien. No
moriré, no estamos en Los juegos del hambre.
—Está bien —accedimos y nos alejamos
despacio, y de pronto ya no la estábamos viendo.
Transcurrieron aproximadamente dos minutos de
silencio, Rouse a mi lado se mantenía callada, pero
el silencio cuando ambas estábamos juntas no era
una opción.
—¿Y cómo fue? —pregunté—. Yo sé de qué va,
pero ¿cómo fue para ti?
—¿Podemos hablarlo cuando estemos sanas y
salvas tomando un té en casa?
—Odio el té —refuté.
—Bueno, café o lo que quieras, pero… ahora
pensemos en nuestra situación.
—Al menos dime si estás bien.
—Lo estoy, Abby —me dijo en tono suave y
bajo, incluso sonrió bobamente.

661
—Puedo ver los corazones en tus ojos, amiga.
—Nunca creí que un chico me gustaría tanto.
—Pues ya ves, eres una de las afortunadas al
obtener un amor correspondido.
—Sí, pero por favor, ya no me hagas pensar en él
porque tiemblo.
—Está bien, apresuremos el paso —observé el
reloj y aún teníamos bastante tiempo.
—Creo que es por aquí —señaló Rouse, entorné
los ojos y me concentré para ver hasta el último
punto, detallando el más allá. Seguí caminando y por
no controlar el lugar que pisaba, me tropecé y quedé
con las rodillas en el suelo y las manos apoyadas
delante de esta en un golpe que me hizo soltar una
exclamación de dolor. Auch.
—¿Ya se te están presentando los obstáculos? —
se burló Rouse.
—Ja, ja —dije irónicamente. Ella me ofreció su
mano y la acepté, y ese contacto desató una corriente
de imágenes en mi mente, se reprodujo como un
videoclip a toda velocidad, mostrando sucesos que
me hicieron estremecer y entrar en cierto pánico por
lo que se me estaba presentando. Ese momento solo

662
duró segundos, pero bastaron para impresionarme e
inquietarme.
Terminé de ponerme de pie, mi expresión estaba
ida pero no dejaba de mirar a Rouse totalmente
asombrada.
—¿Qué tienes? —Se asustó ella.
—Yo… acabo de ver cosas —fui capaz de decir
en apenas un susurro, mis manos estaban temblando,
apreté con fuerza mis puños para detener ese
temblor y tragué saliva—. No sé cómo, pero lo sé,
yo lo sé. Sé que es real.
—No entiendo, ¿de qué estás hablando?
—Estaban ahí, ellos y más personas… sé que es
real, será real porque tú… y yo también.
—Abby, ¡reacciona! —Rouse me sacudió e hizo
que mi expresión se relajara. Lancé un suspiro y le
solté lo que se me había presentado.
—¡Vi un enfrentamiento en la que posiblemente
Lewis salga herido, digo posiblemente porque
cuando pasa eso… apareces tú! ¡Pero tú estás aquí y
no podrás defenderlo de ellas! ¡Así que ahora como
tú, estoy muy confundida y no entiendo qué pasa
conmigo!

663
—Hareth… ¿yo con él? ¿Ellas? ¿Hablas de las
hechiceras? —balbuceó en el mismo tono confuso
que yo, con el miedo cruzándose en su rostro.
—No sé, pero creo que vi el futuro. Por eso tú
estás ahí porque en su momento, estarás allí. Solo
que…

—Eso pasará hoy, siento que será en cualquier


momento porque pude reconocer cómo está la luz
del sol en el terreno deportivo del instituto.
—¿Luna Eclipsa? —dijo Rouse, asentí no muy
convencida. Todo había sido muy raro—. ¿Crees
que de verdad esto sucederá en cualquier momento?
¿Hareth podría salir lastimado?
—Eso vi, pero no puedo asegurarte nada, hay que
ir ahí si queremos saberlo.
—Si voy… será más real.
—Exactamente, y con o sin ti… eso sucederá.
—Abby, me asustas mucho.
—Solo te digo la verdad, o mi suposición. Estoy
igual de confundida que tú, pero debemos ir ahí, de

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eso no hay dudas porque tú lo defiendes.
—Cuando dices defiendes, ¿a qué te refieres
exactamente?
—Eso lo tienes que averiguar tú, vamos, Rouse,
él te necesita.
—¿Cómo llegaremos ahí? —se desesperó ella.
—Vamos donde se estacionaron los autobuses,
hoy regresaban, quizás alguien ya está ahí. Tal vez
tengamos suerte porque nosotras aparecemos en mi
visión.
—Bien.
Nos pusimos de acuerdo y cruzamos el bosque
rápidamente, apresuramos nuestros pasos y en
menos de nada ya estábamos observando como el
primer autobús llegaba seguida de un auto, un
hombre salió de ahí, lo reconocí como uno de los
asistentes. Seguramente fue a hacer algún mandado,
todos los días a ese mismo horario alguien venía del
instituto para informarle a la directora sobre los
asuntos que se presentaban en su ausencia.
Nos precipitamos hacia él, interceptándolo
delante de su auto.

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—Oiga, necesitamos urgentemente salir de aquí
—le hablé—, ¿puede llevarnos? ¿Prestarnos el auto?
—¿Qué están haciendo aquí? No debieron haber
salido del límite asignado, lo lamento pero debo
reportar esto. Aunque ya deben saberlo.
—Responda a mi pregunta —exigí, los ojos del
hombre me vieron confundidos.
—Por favor, ¿puede llevarnos al instituto?
Necesitamos con urgencia llegar ahí, y cuando digo
urgente es porque así es, el alpha corre peligro —se
explicó Rouse.
—El alpha está rodeado de gente que lo puede
proteger, ahora mismo vengo del instituto y él está
reunido con tres de los mejores hechiceros que
vinieron a prestarle sus servicios. ¿Qué es lo que
podrían hacer ustedes?
—¿Sabes con quien estás tratando? —presioné
dejando las formalidades, severa y muy amenazante.
—Con dos niñas que no saben cómo conseguir
atención, estoy seguro de ello.
—¿Disculpa? —exclamé, expresando
incredulidad.

666
—Lo siento pero… —Rouse suspiró, dedicándole
una mirada tan seria que incluso a mí me estremeció
— yo soy la compañera del alpha y como una
autoridad en este pueblo, tengo derechos por ser su
pareja, así que si me disculpa, tomaré esto —ella
alcanzó la llave del auto que sostenía el hombre en
su mano, arrebatándoselo— y nos iremos, y nadie
nos va a detener porque, si no me escucho bien, se lo
repito, soy la compañera de su alpha, el que manda
aquí.
—Ah… no —El hombre se quedó sin habla.
—Nada —reiteró Rouse—, solo infórmele a la
directora que debimos irnos, le daremos
explicaciones a primera hora del lunes, pero el alpha
nos necesita, él necesita a su compañera.
—Obedezca, amigo —le sugerí, ocultando mi
sonrisa triunfal—, hágale caso y estaremos bien.
—Vámonos —me dijo Rouse, ella se dirigió al
auto, abriendo la puerta del conductor. Abordamos
el auto casi al mismo tiempo, mi amiga se apresuró a
encender el auto y a darle marcha atrás para girar y
salir rápido de ahí.
—Oh, Dios —exclamé, aferrándome el cinturón
de seguridad—. Más despacio porque yo no me

667
pienso morir.
—Vamos bien.
—Sí, pero… ¿Cuántas veces dijiste que habías
conducido?
—Pocas, pero sé hacerlo, ¿okey?
Lo estaba haciendo bien, pero el pánico de ir con
alguien inexperta me estaba haciendo sufrir. De
todas maneras, llegamos bien al instituto.
—¿Crees que estemos llegando a tiempo? —me
preguntó ella, deteniendo el auto, apagó el motor y
sacó la llave del contacto. No le respondí, me
apresuré a salir de ahí para sentirme completamente
a salvo. El aire chocó contra mi rostro, aspiré el
oxígeno que tanto necesitaba, consiguiendo
relajarme un poco.
—Vamos a averiguarlo ahora —le respondí
apenas salió del auto.
Y procedimos a hacerlo y nadie nos impidió
llegar hasta el campo deportivo de Luna Eclipsa
porque todos los de seguridad se encontraban allí.
Había una línea de arbustos al lado de la pared, por
ende, nos agachamos y nos fuimos acercando
cuidadosamente. En mi mente incluso se produjo la

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musiquita de la pantera rosa, oh, ¿por qué no podía
mantener los momentos serios?
El final de los arbustos llegó, asomamos la
cabeza para ver lo que ocurría del otro lado. Y
entonces ellas se hicieron presentes, simplemente
aparecieron, por arte de magia lo hicieron.
Lewis estaba a la cabeza de todos sus hombres, al
parecer habían planeado este encuentro por eso todo
se encontraba tan bien preparado. A sus costados se
encontraban tres lobos, resguardándolo, y detrás de
él había como siete guerreros y tres tipos vestidos de
negro, más cerca, y traían exactamente las mismas
capas oscuras como las cuatro mujeres que se
estaban acercando a su encuentro, a pasos elegantes
y expresión altiva.
El largo cabello de las mujeres, y de un color
rubio platino, ondeaba suelto en el aire mientras se
acercaban, otorgándoles un aire poderoso. Las
cuatro caminaban en la misma línea, nadie
sobrepasaba y todas conservaban una mirada segura
y despreocupada. Pero los ojos retadores de la más
alta, me aseguró que ella podría considerarse como
la líder.
Se detuvieron a aproximadamente diez metros de
Lewis y su grupo.

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—Que gusto volver a verte, Josh —habló ella, su
voz cargado de burla me advirtió que la cosa era
bastante personal.
—No puedo decir lo mismo, Frida —le respondió
Lewis, su tono denotaba absoluta amenaza, se
escuchaba bastante serio y autoritario.
—¿Y qué me dices de mis hermanas? —Tentó la
hechicera, observó a cada una de sus hermanas
diciendo su nombre—. Aquí está Marie, Savannah,
Nora… hace años no teníamos el gusto de estar cara
a cara, ¿no echaste de menos a las hermanas Relish?
—Frida —dijo una de sus hermanas—, te
olvidaste de mencionar a alguien más.
—Oh —Frida se llevó una mano en la frente, con
un gesto culpable—, cierto. Alguien falta aquí, tú
nos arrebataste a la más importante, Josh Lewis.
—Neira —mencionó a alguien más una de sus
hermanas. Hareth se tensó por completo, podíamos
ver su perfil, fui testigo de cuando apretó su
mandíbula por la ira que surcaba en su rostro.
—¿No extrañas a Neira? —presionó Frida con
sus labios curvándose en una sonrisa maligna, sus
ojos retadores y burlones se notaban satisfechos por
la reacción que estaban obteniendo.

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—¡Basta! —Determinó Lewis—. Devuelvan lo
que han robado y desistan de lo que sea que planeen
y apoyaré para que su condena no sea la muerte, no
querrán que su padre se quede sin descendencia, ¿o
sí? —insinuó—. Quiero que la paz prevalezca como
todos, y ustedes están siendo un problema, ¿y saben
lo que pasa con gente así? La desaparecemos y hay
una organización que se hace cargo de ello, ¿debo
comunicarme con El Concejo o hacemos esto por las
buenas? Acepten mi oferta, les conviene.
—¿Es que aún no has entendido por los hechos
que llegaremos hasta donde tengamos que llegar? —
exclamó Frida, con una ardiente molestia en su tono
—. Queremos algo y no descansaremos hasta
conseguirlo.
—¿Qué carajos es lo que quieren? Están
actuando contra todo lo que costó construir y
mantener, nadie permitirá que se salgan con la suya
—objetó Lewis.
—Solo queremos que la verdad salga a la luz —
manifestó Frida—. Lo sabemos, Josh, nosotras lo
sabemos.
—Manténganse a raya y no se metan en los
asuntos de los demás —les dijo Lewis—. Es la

671
última vez que lo pienso decir, desistan o habrá
consecuencias.
—Estamos listas para enfrentarnos al mundo si es
necesario, pero la verdad es algo que no se puede
ocultar por demasiado tiempo. Lo sabemos y pronto
todos sabrán que sigues siendo el mismo niño
incapaz de hace cinco años. No me retes más, vamos
a destruir esa apariencia perfecta que te cargas. No
eres más que un cobarde, un chico lleno de rabia,
impotencia y lamentos, cometiste el peor error y
estás pagando por ello.
—¿Quieren enfrentarme, eh? —pronunció Hareth
con su ira contenida, su tono expresó la molestia que
se mostraba en él, la energía peligrosa, más la
tensión del ambiente, no traería nada bueno. Lo
presagiaba.
Y me pareció que Frida tenía toda la razón, Lewis
no estaba tan bien como parecía.
—A eso vinimos —aceptó Frida y sin decir nada,
ella y sus hermanas comenzaron a distanciarse,
preparándose para el ataque—. ¿Le pediste ayuda a
un Relish, Josh? No puedo creerlo, que bajo has
caído.

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—Estos los guiará donde pertenecen cuando los
tenga de rodillas ante mí, si no me da la gana de
matarlas por el mal rato que me están haciendo
pasar. No las perdonaré por esto, olvídense de la
misericordia.
—Jamás te la pedimos, tranquilo.
—Entonces… me daré el gusto de obtener lo que
quiero.
Frida lanzó una risa haciendo un movimiento
extraño con sus manos, los lobos comenzaron a
acercarse peligrosamente. Hareth se quedó quieto
durante un momento, solo observando la batalla
feroz entre licántropos y hechiceras. Los hechiceros
se ubicaron a sus costados, esperando órdenes.
Lewis dio un paso adelante, acercándose un poco
más, enfocando su vista en Frida.
Lewis dio una orden, vi el movimiento de sus
labios al darla, mas no escuché nada por el bullicio
que se estaba creando. Los lobos y guerreros
rodearon a las hechiceras, pero ellas no dejaban de
defenderse y mandarlos lejos.
Y entonces los hechiceros también se metieron, y
cada uno apuntó en una sola dirección. Reconocí a la
chica como Savannah. Ella estaba en la mira, y no

673
pasó mucho para saber el porqué. Los hechiceros a
la orden de Lewis, procedieron y dirigieron sus
manos en esa dirección lanzando una especie de
hechizo que inmovilizó y sorprendió a la hechicera.
Ella se quedó quieta y los lobos aprovecharon ese
momento para atacarla, la sangre que profirió al
instante me hizo apartar la mirada.
Rouse hizo lo mismo, suprimiendo una
exclamación al taparse con fuerza su boca.
Volví a mirar y, de reojo, vi a Edward. Él también
estaba allí, él y Malcom estaban atentos,
observándolo todo no muy lejos de Lewis. No lo
miré tanto porque cada vez que lo veía, no importa
la circunstancia, me quedaba como una estúpida
detallando su atractivo rostro, perdiéndome en sus
hermosos ojos cafés.
Y de pronto, él miró en mi dirección. Lo vi
hacerlo varias veces, pero no se acercaba. Por eso
debía tener mucho cuidado, no sabía hasta qué
momento íbamos a mantenernos allí escondidas.
Edward me había captado, de eso estaba segura.
Pero él no se lo podía creer. Seguro pensaba que era
su imaginación, seguro quería creer que yo seguía a
salvo en el campamento, y no allí viendo una batalla
sangrienta.

674
—Mereces el mismo daño que estamos
recibiendo, solo así creerás que estamos dispuesta a
todo —dijo Frida, frenándolo todo tras la muerte de
su hermana.
Sus dos hermanas se situaron a sus costados,
defensivas. Frida se acercó con gesto amenazante
hacia Lewis, quedando cara a cara a tan solo unos
seis metros de distancia.
—Te recordaré tu dolor —prometió la hechicera
y lanzó algo eléctrico de sus manos en su dirección,
pero esta no llegó a Lewis porque un muro hecho de
tierra emergió del suelo, destruyéndola al instante al
proteger a Lewis.
Frida volvió a lanzar su hechizo, volvió a suceder
lo mismo, ella se enfureció y actuó con más poder.
Una magia invisible pareció inmovilizar a Hareth,
pero penas aquello sucedió los hechiceros actuaron
al mismo tiempo que las hechiceras, enfrentándose,
cada uno dándolo todo por su líder. Y uno de ellos
logró que Frida se desconcentrara, el suelo donde
estaba ella se agrietó repentinamente causando que
perdiera el equilibrio.
Lewis dio un paso atrás.

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—Acábenla —escuché decirlo, les dio la espalda
a todos y Frida, recuperándose rápidamente lanzó
nuevamente ese algo eléctrico en su dirección, pero
Lewis lo esquivó y señaló con su mano el suelo que
pisaba Frida, partiéndolo de nuevo. Ella, más que
enfurecida, se estabilizó y expandió un poder que
dejó inmóvil a cada uno de los guerreros y lobos,
con sus hermanas encargándose de los hechiceros
que no dejaban de invertirles cualquier hechizo.
Frida se enfocó únicamente en Lewis.
Mi amiga se puso en alerta y en mi mente evocó
ese recuerdo, así los vi en la visión que se me
presentó.
La hechicera movió sus labios, pero yo no
escuché nada, le estaba hablando en un tono muy
bajo. Y aprovechando la desconcentración de Hareth
logró darle de lleno, torciéndolo de dolor.
—Ese sufrimiento me lo confirma —exclamó
Frida, roja de ira—. Retuércete porque todo esto lo
quisiste tú, debiste hacerlo cuando tenías tiempo,
ahora ya es demasiado tarde.
Ella lanzó otra carga de poder, Lewis suprimió un
grito, pero su cara advertía que lo estaban

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destrozando por dentro y que él vociferaba
internamente.
—No puedo… —susurró Rouse—, voy a
quemarla viva.
—Espera —dije pero ya fue demasiado tarde.
Ella se dejó ver y corrió en dirección a Lewis.
También salí, yendo detrás de ella.
Sus manos hecho puños se presionaron con más
fuerza a medida que se acercaba.
Uno de los hechiceros logró interferir por Lewis,
intentando mover a Frida con algún poder mental.
Pero ella resistió sin apartar sus ojos azules del
hombre que torturaba.
Frida alzó la vista al vernos, pero no nos dio
importancia.
Lewis giró la cabeza, adquiriendo un gesto de
sorpresa, su desconcentración hizo que recibiera otra
carga de poder. Y entonces Rouse llegó donde él.
—¿Qué haces aquí? —le dijo él, enderezándose
para mostrarse fuerte.
—Yo…

677
—Deja que termine con esto ya —agregó Lewis,
y ver a Rouse fue su incentivo para que actuara con
más fuerza. El suelo donde estaba Frida se agrietó,
pero en realidad cada espacio había estado
agrietándose de a poco. Lewis lo había estado
haciendo. Y entonces de la tierra comenzaron a
emerger grandes raíces, creciendo rápidamente
yendo por cada hechicera. Ellas la combatieron
torpemente, pero conseguían librarse de ellas tras
lanzar algún poder.
Y justo en ese momento, los que estaban
inmóviles dejaron de estarlo. Los lobos comenzaron
a acercarse amenazantes, dispuestos a acabarlas.
Frida volvió a echarlos para atrás, centrando
nuevamente su atención en Lewis… y Rouse.
—Ella es —afirmó, viendo con ojos analíticos y
burlescos hacia mi amiga—, ¿y qué? ¿Funcionó?
¿Ah?
—Vete ya, si no te detengo ahora lo haré después
—vociferó Lewis.
—Recuerda —dijo Frida en un tono siniestro—,
esto te hará recordar, ni ella te hará olvidar —miró a
Rouse con gesto despectivo, se preparó para lanzar
nuevamente ese poder que tanto torturó a Lewis.

678
Y antes de que sucediera realmente, en mi mente
se proyectó lo que pasaría a continuación. Y eso
sucedió.
Rouse se colocó por delante de Hareth para
recibir ese disparo de poder, solo que no
experimento ningún dolor, fue como si el hechizo ni
siquiera la hubiese tocado. Algo la protegía.
Y todos nos sorprendimos. La hechicera
rápidamente reanudó el poder y volvió a pasar lo
mismo, nada. Rouse bajó la mano que por instinto
había colocado a la altura de su cara como
protección, y fue allí cuando los ojos de Frida la
vieron muy interesada.
—El anillo de Eden —pronunció sorprendida—,
¿cómo puede…?
—Una orden y todo acaba—advirtió Lewis.
Frida notó que estaban rodeadas, cada miembro
las tenía en la mira. Y entones, al no encontrar más
opción, se reunió con sus hermanas y se tomaron de
las manos.
—Esto no ha terminado todavía, conseguiremos
la mitad del pergamino y seremos más fuertes, solo
así te haremos decir la verdad —prometió—,

679
tampoco olvidaré que acabas de quitarme otra
hermana, cuida a las tuyas.
Y desaparecieron a lo Maléfica, señores.
—Heaven —escuché la voz de Edward. Giré a
verlo y corrí para reunirme con él—, ¿cómo es que
están aquí?
—Tomamos un auto a la fuerza, con una pizca de
amenaza, y aquí estamos. Tengo cosas que contarte.
Pero… —suspiré—, te extrañé, dame cariño,
amorcito.
Él no lo resistió, le hice una carita que suprimió
cualquier tipo de molestia y conseguí que me besara.
—También te eché de menos, mucho, Cielo.
Sonreí y me distancié un poco para mirar a Rouse
y Lewis abrazados.
—¿Le sucede algo? —le pregunté a Edward.

—No te hagas el tonto y dime, ¿a Lewis le


sucede algo?
—No —aseguró. Y claro que me lo negaría, su
papel como mejor amigo le obligaba a hacerlo.

680
—Eso no fue lo que yo entendí, solo diré una
cosa, si lastima a mi amiga encontrará una Abby
muy enojada, y te aseguro que nadie quiere verme
en ese estado.
—Él la quiere, nunca lo haría apropósito.
—Pues se lo voy a advertir también. Mi amiga
ahora está viendo todo a color de rosas y no ve el
lado oscuro que se carga. Porque así es, ¿no?
—Abby, solo apartémonos de las cosas que no
nos conciernen.
—Entonces sí hay algo —afirmé.
—Eso no fue lo que dije.
—No importa, yo interpreto las cosas como
quiero y, ¿sabes? Nunca me equivoco.
—Solo déjalo estar.
—Si veo algo…
—Ya, amor, te aseguro que Lewis es una buena
persona que batalla contra todo lo malo. Él, tanto
como yo, quiere y haría de todo por su luna.
—Confiaré, pero mis sospechas no bajaran,
¿okey?

681
—Vale, solo concéntrate en lo bueno, en mí, por
ejemplo.
—Tú ya tienes mi atención.
—¿Ya me robé tu corazón, Heaven?
—Ahora late por ti.
Él me abrazó, emocionado, me dio un beso en la
mejilla y yo, ansiosa, encontré nuestros labios.
—Abby —escuché decir a Rouse. Me distancié
de Edward y cambié mi postura.
—Dime, Rosy.
—Mira el reloj.
Observé mi muñeca y la cuenta regresiva
continuaba, faltaban solo catorce minutos para que
el juego terminara.
—Estamos en problemas.
Vi a Lewis acercándose, luego de ocuparse de
sellar cada grieta en el suelo.
—Lo que hicieron estuvo muy arriesgado,
abandonar el campamento y venir aquí sin
supervisión…

682
—De nada —lo interrumpí—, todo lo hicimos
por ti.

—Abby tiene que informarles sobre algo que le


ha estado ocurrido, y algo nuevo, ¿cierto? —Rouse
me miró y no tuve de otra que asentir.
—También tengo que hablar contigo sobre algo
nuevo —le dijo Lewis.
—¿Sobre qué?
—El anillo de Eden.
—¿Qué tiene mi anillo? —Rouse miró la piedra
de rubí con confusión—. Siempre supe que era
mágico, pero nunca imaginé hasta qué punto.
—¿Sabes a quién le perteneció antes que a ti?
—Esto fue hecho para mí, eso dijo mi madre.
Lewis suspiró, su entrecejo se frunció
ligeramente.
—Yo ya te hablé de mi familia —comenzó a
decirle—, es momento de tu que me hables de la
tuya.

683
—¿Por qué tanta seriedad? —me metí.
—Porque ese anillo fue realizado por Eden Dell,
una de las brujas más poderosas hasta el momento,
ella se lo regaló a la princesa Eleonor Collins como
una ofrenda apenas el tratado de paz se firmó entre
sus reinos, también se sabe que ellas fueron muy
amigas y que ese obsequió representaba su amistad.
—Dijiste hasta el momento cuando te referiste a
Eden —comenté—, ¿entonces Eleonor murió o
simplemente ellas dejaron de ser amigas?
—La princesa fue exiliada.
—¿Por qué? —expresó Rouse con cientos de
preguntas reflejándose en su mirada. ¿Ambas
estábamos pensando lo mismo?
—Porque Eleonor, la hija mayor del rey de los
vampiros, fue contra las reglas al aceptar y esconder
su relación con un licántropo. En ese entonces, la
unión con otra especie estaba prohibida, y a ella no
le importó, renunció a todo por él y escaparon
sabiendo muy bien que si lo atrapaban serian
condenados a la muerte. Afortunadamente esa ley
fue rota, reemplazado por otra, y ellos quedaron en
el exilio. No deberían volver al mundo sobrenatural.

684
—Y ella tenía el anillo —meditó Rouse, Lewis
asintió.
—Ese anillo puede ocultar cualquier olor y rastro
de poder, yo dedujo que es por ese motivo se me
dificulta encontrarte, detectar tu aroma.
—Hareth —pronunció Rouse en un tono
revelador—, mi madre se llama Eleonor, entonces
existe la posibilidad de que yo sea la hija de Eleonor
¿Collins?
—Serías una híbrida —musitó Lewis, no
queriendo creerlo.
—¿Por qué lo dices en ese tono? ¿Es malo ser
una híbrida?
Lewis se quedó sin habla, pensativo. Por eso
Edward nos explicó brevemente.
—Llega un momento en la vida de un híbrido
donde debe elegir, debe decidir a qué poder otorgado
por uno sus padres renunciar. Actualmente los
híbridos tienen que dejar de serlo, su existencia se
basa en una regla, convertirse en un estable cuando
sus poderes despierten.
—Eso se escucha terrible —exclamé,
horrorizada.

685
—Es un proceso doloroso, pero es necesario para
que seas clasificado como normal y vivir.
—¿Y si no quieres? —pegunté
—Te obligan —me respondió Lewis, aún
estupefacto.
—¿Quiénes? —logró decir Rouse, temerosa.
—Una organización —le dijo su compañero—,
nació para encargarse específicamente de los
híbridos, son su principal punto de vista. Ellos
mantienen la orden del balance deshaciéndose de
ellos.
—Eso no tiene sentido —repuse.
—Lo tiene cuando siglos atrás la mezcla de
especies creaba monstruos.
—¿Qué? —dije al mismo tiempo que Rouse,
realmente confundidas.
—Antes, la fusión que ocurre a la hora de
transformase no se realizaba bien, y aparecían
deformes… aquello fue suficiente para eliminarlos a
todos —nos informó Lewis—. Pero actualmente las
cosas parecer ir bastante bien, pero como precaución
cada híbrido debe ser sometido al ritual de la
expulsión, un rito que te convierte en estable.

686
Rouse, bastante temerosa, hizo una pregunta.
—¿Y a mí, si soy una híbrida, me someterán al
ritual?
—No queda de otra —contestó—, es lo que dicta
El Concejo.
Eso nos dijo Lewis, pero eso no era del todo
cierto.
Siempre queda otras alternativas y él no lo dijo
¿por qué?
Pues también tenía sus motivos.

687
24. El lago

Capítulo 24: EL LAGO


Mia
Me quedé en silencio procesando toda la
información dada. Una abrumadora sensación
presionaba en mi pecho, parecía crecer porque
próximamente un nudo ya se estaba atorado en mi
garganta.
Incredulidad y decepción, sentimientos extraños
chocaron en mi interior generándome más dolor.
Mi madre, ¿ella podría ser la princesa Eleonor
Collins?
Tal vez estaba equivocada, tal vez mis
suposiciones estaban siendo demasiado fantasiosas,
tal vez…
«No, asimílalo, Rouse, tienes que ir por el
camino que indique la verdad».
Y lastimosamente la verdad me estaba diciendo
que viví engañada toda mi vida; que mi madre no

688
era quien decía ser; que mis padres me mantuvieron
cautiva en una mentira.
¿Por qué? ¿Por qué lo hicieron? ¡Por qué!
Necesitaba conocer esa respuesta, me urgía
saberla ahora.
—Vámonos a casa —dijo Hareth, intentando
hacer que lo mirara. Pero mi atención estaba muy
lejos de allí, procesando todo lo que un híbrido debía
pasar. A lo que próximamente yo debía enfrentarme.
—Quiero hablar con mis padres, ellos tienen que
decirme… —hablé al reaccionar, no encontrando
consuelo en todas las abrumadoras sensaciones que
me estaban invadiendo—, tienen que decirme la
verdad —miré bruscamente hacia Abby—.
Llámalos, por favor, tengo que comunicarme con
ellos… Si me engañaron con esto, estoy segura que
también saben lo que tengo, lo que me pasa,
merezco la verdad, ¡llámalos, llámalos, Abby!
Mi desesperación provocó que las lágrimas que
punzaban en mis párpados salieran. Me arrepentí de
gritarle a mi amiga, pero el desconsuelo había
llegado junto a una fuerza agobiante, estaba
delirando por respuestas.

689
—Entiendo lo mal que debes sentirte —contestó
Abby—, juro que lo hago pero cálmate un poco y te
ayudaré, como siempre, Rosy.
Negué con la cabeza sintiéndome una idiota, una
maldita ingenua. Permití que Hareth me guiase en
sus brazos y ahí quedé durante un momento,
sintiéndolo como lo más real que tenía, repitiéndome
y convenciéndome que él sí estaba siendo honesto
conmigo.
—Por favor, déjennos solos —solicitó Hareth.
—Cuídala, ella se está conteniendo.

—Vamos, bonita.
—¿Mia? —Hareth me llamó apenas nuestros
amigos se marcharon, mantuve mis ojos cerrados un
poco más, recuperando la compostura, luego lo miré,
distanciándome sutilmente de su cuerpo.
—No estaré bien hasta que hable con ellos,
necesito saberlo…
—Y lo sabrás, pero no saquemos conclusiones
apresuradas. Lo llamaremos, incluso podremos

690
reunirnos con ellos para que nos cuenten lo qué está
sucediendo.
—Si son parte del mundo sobrenatural, ¿por qué
no hicieron nada para defendernos? Cuando Edward
nos interceptó ellos actuaron… normales.
—Estaban en terrenos prohibidos para los
exiliados, esto no es una buena razón pero… seguro
tuvieron sus motivos. No sé qué decirte para
consolarte, Mia. Lo que se viene a continuación, si
esto resultase ser verdad, no te va a gustar.
—¿Hablas del ritual?
—Exactamente, no hay objeción a ello —se
lamentó, y en su voz se expresaba todo su pesar, de
pronto sus ojos volvieron hacia los míos reflejando
una esperanza—. Pero yo tendré más influencias
pronto, esto no se lo diremos a nadie, si tu resultas
ser la hija de Eleonor Collins, será un secreto.
—¿Qué? Estás confundiéndome —expresé ante
sus palabras tan misteriosas.
—El Concejo, esa organización vendrá por ti si
saben que eres una híbrida. Es mejor no decir nada
de esto hasta que sepamos la verdad,
mantengámonos todo entre nosotros, ¿está bien? —
asentí enseguida, estando de acuerdo en todo, pero

691
también siento atacada por un terrible miedo ante
sopesar un después—. Hablaremos con tus padres y
después veremos cómo actuar, entre todos
pensaremos lo mejor para ti.
—Dijiste que no me quedaba de otra más que
someterme al ritual, ¿por qué este cambio?
—No queda de otra cuando ya te tienen fichados,
ellos no saben sobre ti y así debe mantenerse hasta
que…
—¿Hasta qué…? —presioné, queriendo saber
que escondía esa mirada.
—Hasta que meta mis influencias, Rouse. ¿O tú
quieres esto?
—No, no. Ni siquiera conozco de qué va, ni
siquiera sé qué o quién soy.
—Lo sabremos y estarás bien, lo prometo —
Hareth me besó y nuevamente me envolvió en sus
brazos—. Necesitas bajar está tensión —dijo
paseando una mano en mi espalda, llegando hasta…
—. Conozco un lugar donde podríamos estar más
cómodos.
—¿Sí? —dije recordando de pronto que ya
habíamos estado juntos, por eso mismo fui invadida

692
por pensamientos obscenos apenas terminó de
hablar.
Alejé mi rostro de su pecho, nuestras miradas se
encontraron y él sonrió, acercó su cara a la mía y me
besó, dedicándome un dulce beso que contenía todo
lo que necesitaba.
—Vamos —susurró contra mis labios, quité mi
vista de su exquisita boca y asentí.
Tomados de las manos, continuamos con
abandonar ese lugar dirigiéndonos al
estacionamiento.
Nos montamos en su auto y rápidamente salimos
rumbo a nuestro destino.
No hablamos durante todo el camino, yo solo me
dispuse a seguir detallando Milford, memorizando
los sitios que pasábamos y de vez en cuando me
perdía en mis recuerdos.
Cruzamos el centro del pueblo y después nos
desviamos de la calle principal. Cada vez los árboles
eran mayores y, en menos de lo esperado, el auto ya
se estaba adentrando en el interior del bosque a
través de una calle de tierra. No sabía a dónde
estábamos yendo, pero sí sabía que me encontraba
muy nerviosa y ansiosa.

693
Giré mi rostro hacia Hareth y lo miré confundida,
él solo sonrió con un gesto tranquilizador.
El auto se detuvo al final de la calle, tragué saliva
notando como un extenso bosque se cernía por
delante de mí.
—Vamos, estamos por llegar —Hareth me animó
a salir del coche, asentí y le hice caso, dubitativa.
—¿A dónde me llevas? —pregunté, caminado
por detrás de él. Andaba con mucho cuidado para no
caerme, ya tuve suficientes caídas en el campamento
como para ir por más.
—Es sorpresa.
No dije nada más al enterarme de ello y seguí
andando un poco más calmada.
Pero de pronto, una sensación rara y totalmente
extraña me invadió, el día se había vuelto un poco
más oscuro. Eran pasadas de las doce de la tarde
seguro, pero la luz no se filtraba demasiado por
culpa de las copas de los árboles.
Seguí avanzando, y con cada paso que daba una
opresión en mi pecho crecía, no sabía el porqué.
—Bienvenida a mi lugar favorito —La voz de
Hareth hizo que levantara mi rostro del suelo para

694
ver a qué se refería. Y al momento de hacerlo, sentí
como el corazón se me paralizaba.
No porque me encantara, no porque me había
dejado sin habla y muchos menos porque me
pareciese maravilloso, sino porque yo ya había
estado en ese lugar. Sí, estaba segura que ya había
estado ahí… en mis sueños. Todo era igual.
El lago estaba despejado de árboles, y tenía un
pequeño caminito hasta su orilla. Hareth me ofreció
su mano para que lo tomara, dudé en hacerlo, pero lo
acepté, él me tiró de ahí para que caminara a su lado.
Mirando para todas partes, continué mi camino,
temerosa de lo que podría encontrar.
—¿Quieres meterte? —comentó Hareth,
avanzando hasta el pequeño muelle.
Quizá yo solo me estaba confundiendo, tal vez
solo estaba imaginando que ese lago era el de mi
sueño.
«Olvídalo, olvídalo, fue solo un sueño, Rouse»
traté de convencerme a mí misma.
La propuesta de Hareth sonaba bien, necesitaba
despejar mi mente, tranquilizarme muy bien antes de
enfrentar las mentiras de mis padres.

695
Dejé de abrumarme y volví mi atención hacia mi
novio, y cuando lo vi todo rastro de duda, temor o
cualquier sinónimo de miedo abandonó mi cuerpo y
mi mente dejando en su lugar una sensación
extrañamente placentera.
Hareth se encontraba situado en la orilla del
muelle y solo vestía un bóxer, esta prenda se
ajustaba perfectamente a su bien proporcionado
trasero. Subí la vista hasta sus anchos hombros,
saboreé la trayectoria porque cada espacio de su
cuerpo me parecía fascinante, mis ojos gustosos
admiraban cada centímetro del hombre que decía ser
mío.
Él giró la cabeza, viéndome sutilmente sobre su
hombro. Esbozó una sonrisa de labios pegados al
detallar la expresión de mi cara, su boca se arqueó
más dejando vislumbrar un chispeo sugerente en su
mirada.
—¿Qué pasa? —se atrevió a preguntar, sus cejas
se alzaron ligeramente, haciéndose el desentendido
—. ¿Vienes?
—Sí —fui capaz de decir en apenas un susurro.
Inhalé cuando él dejó de verme, tomé mucho aire
queriendo y necesitando contenerme. Mi corazón

696
estaba latiendo muy rápido contra mi pecho, incluso
sentía el sonido del palpitar contra mis oídos por lo
repentinamente nerviosa que me encontraba. Llegué
por detrás de él, se apartó girando a verme y en esto
tuve su tonificado y esplendido pectoral a la vista,
mis ojos bajaron a su abdomen y el cosquilleo
ansioso surgió en mis dedos anhelando tocar todo en
él.
—Este lugar contiene magia proporcionado por la
diosa Luna, este sitio fue modificado
exclusivamente para los licántropos —me contó.
Tuve que alzar la mirada a su rostro para prestarle
atención a sus palabras y no a otra cosa, asentí
mostrando interés—. Aquí nosotros nos sentimos
tranquilos, abunda la paz, cuando nuestra bestia
interior se descontrola recurrimos a este lago.
—Es un hermoso lugar —admití.
Dejé escapar el aire por mi boca y lo miré de
reojo, cautelosamente. Mis dedos rozaron el borde
de mi camiseta, bajé la vista hacia ese punto y
proseguí a quitármela alzando mis brazos. Lo vi a él
apenas volví a abrir los ojos, me ayudó a quitarme
por completo aquella prenda, tirándola hacia donde
se encontraban las suyas.

697
No aparté mi vista de la suya mientras me
deshacía de mi calzado, ayudándome con los pies,
pero tuve que hacerlo cuando tocó bajarme el
pantalón deportivo. Sonreí un poco mientras
mandaba a la prenda en la misma dirección que las
otras, regresé la vista a la suya y sonreí más. Alcé
las manos a mi pelo para ajustarme la colita, lo hice
mientras soportaba la emoción inquietante y
absolutamente atrayente que manifestaban sus ojos.
Arrugué las cejas, ladeando la cabeza, inquisitiva
por la forma que me veía.
—¿Qué? —pronuncié divertida por tener esa
reacción en él.
—Que eres hermosa —me contestó.
Bajé los brazos justo al mismo tiempo que él
decidía acortar la distancia entre los dos, besándome
en la boca con una maravillosa y alucinante
sensualidad y una exquisitez sorprendente,
dejándome en un mundo donde solo estaba él.
Una de sus manos paseó por mis glúteos,
deslizándose en una caricia larga y demandante
hacia mi muslo mientras que la otra controlaba el
movimiento de mi cabeza al estar situada por detrás
de esta.

698
Aparté mis labios de los suyos, intentando
recuperar aire con rapidez mientras emitía una risita
y contemplaba su boca.
—¿Ya te sientes mejor? —asentí en forma de
respuesta—. Este no era mi idea al traerte aquí,
pero… —me dio un beso suave corto— no puedo
verte sin querer besarte, devorarte —su beso a un
lado de mi mandíbula produjo que de manera
automática moviera la cabeza disfrutando de su
contacto—, comerte —dijo contra mi oído,
estremeciéndome más.
—Tampoco puedo estar sin querer besarte —
confesé en un hilo de voz, rendida por su toque y
cercanía.
Acaricié su rostro y lo miré con fijeza a medida
que disminuía la distancia entre los dos, cerré los
párpados y le otorgué un pequeño beso en la
comisura de sus labios izquierdo, luego me aparté y
le di la espalda, dispuesta a meterme al agua. Solo
que él rápidamente me atrapó, presionándome contra
su pecho y haciendo que lo sintiera.
Sí, exactamente eso. Reprimí un jadeo ante esa
sorpresa.
—No me dejes ardiendo solo, fuego.

699
Liberó mi nuca de mi cabello al apartarlo hacia
un lado y pasando rápidamente la punta de su nariz
en esa zona, deslizándola hasta el costado y
subiendo hasta alcanzar el lóbulo de mi oreja,
distanció su toque de mi piel para hablar
nuevamente, su aliento al hablar golpeó ese sitió
haciendo que temblara de ganas.
—No puedes encenderme y no estar dispuesta a
quemarte también, ¿o sí?
—Convénceme —hablé, bajito.
Hizo que me volteara de pronto, tuve su boca
unida a la mía en ese instante. Le correspondí con el
mismo nivel de ganas, con una potencia
desgarradora mientras le permitía tomarlo todo de
mí. Mi cuerpo imploraba por más, una inmensa
necesidad creía enormemente suplicando mucho
más.
—Más —rogué libremente, y volví a besarlo
haciendo un intento de acercarme más, queriendo y
necesitando más unión. Mi pecho estaba lleno de un
huracán de emociones, sensaciones exigentes corrían
bajo mi piel provocando que incluso quisiera llorar
por tanto.

700
Dejé vencerme por todo, quedé rendida bajo el
lobo y dejé poseerme una vez más por él.

Emergí del agua casi al mismo tiempo que mi


sexy novio.
—Se siente bastante raro esto —confesé—, pero
al mismo tiempo liberador, muy bien —floté sobre
el agua, me encontraba completamente desnuda y
aquello me parecía tan extraño.
Abrí los ojos para ver el hermoso cielo, suspiré y
nuevamente dejé hundirme disfrutando de la
maravillosa sensación del agua contra mi cuerpo.
Hareth se unió a mí y buscó mi boca bajo el agua.
—Voy a tachar esto de mi lista de deseos —dije
apenas pude recuperar el aire perdido.
Hareth sonrió y permitió que ubicara mis brazos
alrededor de su cuello. Apoyó su frente contra la mía
y cerró los ojos, lanzó un suspiro de rendición y
permaneció muy quieto y en silencio durante varios
segundos. Yo aproveché ese momento también para
sumergirme en mis pensamientos.
—Eres lo más importante para mí, Rouse —me
dijo al abrir los ojos—, tú me contienes y sostienes

701
de una manera increíble, me haces alucinar —
confesó—. Sé que juntos nos fortaleceremos y
seremos grande.
—Creo que no he hecho nada del otro mundo
para merecer tus palabras, para merecerte a ti —le
respondí.
—Mereces más —repuso automáticamente, con
una melancolía arrastrándose en su voz—. A veces
me creo insuficiente para ti, te veo y me resultas tan
grandiosa, eres tan hermosa y buena, siento que
deberías obtener más.
—Entonces dame más porque tú eres todo lo que
quiero, Hareth Lewis —afirmé, segura—. ¿Y en
serio crees eso? ¿Es que no te has visto? ¿No sabes
cómo eres? Te miro y alucino.
—Pero creo más en nosotros —me dijo entonces.
—Me alegra escuchar eso porque yo solo quiero
estar contigo, así —dije y lo besé— y en diferentes
momentos más.
—Me alegra saberlo, dímelo todo siempre, ¿bien?
Me gusta escucharte decirme estas cosas.
—¿Te sube el ego? —inquirí, sonriente.
—Tal vez.

702
—Lo bueno es que puedes presumirlo todo
conmigo —expresé—, todo y cada una de tus
cualidades.
—Tus deseos son órdenes, mi reina.
—Entonces sigue besándome y complace a tu
reina.
Y él me obedeció al instante. Lo malo es que en
el mejor momento, él se apartó bruscamente.
—¿Qué? ¿Qué tienes? —me apresuré en decir
intentando calmar mi errática respiración.
—Debemos irnos ahora, vámonos —manifestó
mientras nadaba en la orilla, lo seguí sin darle la
contraria al notarlo tan serio y preocupado de
repente.
—Hareth —lo llamé, saliendo del agua.
—Vístete —fue lo único que me dijo.
Le hice caso al notar lo apurado que estaba, me
vestí lo más rápido que pude y luego salí disparada
detrás de él en cuanto ya estuvimos listos para
marcharnos de este lugar.
—¿Me dirás que está pasando? —le pregunté un
poco más exigente y muriéndome de saber la

703
respuesta, el detuvo su andar a pocos pasos del auto
y giró a verme.
—Las hechiceras, ellas atacaron el campamento.
—¡Qué! —exclamé, incrédula—. Pero… ¿cómo
lo sabes?
—Tengo una conexión formada entre alpha y
beta, Malcom acaba de comunicarme sobre el
altercado —me comunicó, y esa vez vi la furia
centellear en sus ojos, en sus rasgos—. Y también
que Hannah se encuentra herida. Debo ir a ver
inmediatamente cómo están todos y verificar que
todo esté bien.
—Vamos —dije con la intención de acompañarlo,
me precipité hacia el auto e incluso abrí la puerta de
copiloto, pero la respuesta de Hareth frenó mi
siguiente movimiento.
—No.
—¿Eh?
—No puedes venir conmigo, no quiero
arriesgarme a perderte —él llegó hasta mí y alcanzó
mis manos—. Eres lo mejor que tengo, no quiero
exponerte a ningún riesgo innecesario.

704
—Hareth, quiero acompañarte, sabes que yo
estoy bien protegida —le dije y miré el anillo que
decoraba mi mano izquierda como muestra de ese
dato—. Deja que vaya contigo, también quiero saber
cómo están todos, mis amigos…
—Por favor, Mia, no insistas —me interrumpió
—. Ellas pueden encontrar la manera de hacerte
daño, ya viste lo que sucedió —expresó, molesto—,
dijeron que cuidara a mis hermanas y no tomé
meditas al respecto, esto es mi culpa. Hannah está
herida por culpa mía, por mi irresponsabilidad.
—No —negué, haciendo que se detuviera.
—No quiero que te pase lo mismo, por favor,
entiéndeme y quédate en casa.
—Pero…
—Mia, no quiero que tengas ni un rasguño en tu
vida, si algo te pasa, me vuelvo loco. Tengo miedo a
perderte, te llevaré en casa, lo entiendes, ¿verdad?
—Está bien —dije, resignada al ver la objeción
en toda su cara. Él no cambiaría de parecer y yo
solamente estaba ocupando un tiempo innecesario,
Hareth estaba apurado y yo lo estaba reteniendo por
una absurda petición.

705
—Vamos —declaró, pero antes de ir hacia su
lugar en el auto, me dio un beso en los labios.
Hicimos lo acordado y Hareth me dejó en casa,
detuvo el coche en la entrada de la mansión y no se
fue hasta que las puertas comenzaron a cerrarse
detrás de mí. Me apresuré a la casa esperando pronto
recibir noticias sobre lo sucedido en el campamento.
Al ingresar en la casa encontré inmediatamente a
Edward y Abby, ambos con rostro de preocupación.
Compartí la poca información que tenía con ellos y
Edward me informó que habían transferido a
Hannah a un hospital.
Me fui a mi habitación y tomé una ducha
pensando en todo lo transcurrido en el día. Me apuré
en vestirme luego de salir del baño para volver junto
a Abby, ella ya debió haberle contado todo a
Edward.
Saqué esa conversación apenas me uní a ellos y
efectivamente Edward ya lo sabía. La noche cayó y
entonces todos aparecieron, afortunadamente
Hannah estaba bien, se veía normal.
Cenamos con una extraña tensión de por medio,
de repente sentí que nada estaba bien, que el orden
nos había abandonado por completo.

706
—Hareth —dije entre sus brazos, nos
encontrábamos en la habitación, a solas y en nuestra
cama.
—Dime.
—¿Todo estará bien?
—Todo siempre va a estar bien —me aseguró y
me dio un beso sobre el cabello.
—Eso espero porque no me gusta verte mal.
—Estoy bien ahora y me encargaré de esto, te lo
prometo.
Cerré los ojos y me quedé dormida contra su
pecho.
El otro día recibimos una invitación, una
invitación que iba dirigido a nosotros, al alpha rey y
a su compañera. Ese era la invitación que Marisa
Collins había mencionado, la invitación del rey de
los vampiros.
Faltaban tres semanas para ese evento y antes de
partir hacia allí nos esperaban muchas cosas, como
por ejemplo, el paso del mando del padre de Hareth
a él. Por eso mismo sus padres ya estaban
organizando todo para su regreso a Milford.

707
Hareth pronto sería rey y cuando yo lo decidiera,
yo sería su reina.
Mi futuro se veía esplendido desde la perspectiva
que tenía en ese momento, pero lastimosamente el
destino me tenía planeado un camino
verdaderamente oscuro y turbio.
Uno que debía atravesar quisiera o no.

POR FAVOR, NO PASEN A LA SEGUNDA


PARTE DE LA HISTORIA SIN HABER
CONCLUIDO ESTA. Esta historia cuenta con más
de 40 capítulos y yo avisaré en un apartado aparte la
presentacion del segundo libro. O sea ni siquiera por
curiosidad deben fijarse en ROSE porque les
arruinaria… todo. Así que por favor, paciencia.
Gracias :)

708
25. Animal

Capítulo 25: ANIMAL


No estaba entendiendo nada, por un lado estaba
muy confundida y enfadada y por el otro me
encontraba temerosa y preocupada.
Ni Peter ni Eleonor aceptaron mi llamada, incluso
llamé a Candice y Luka, los padres de Abby, pero ni
ellos estuvieron disponibles. Esto me confirmaba
que efectivamente algo estaba sucediendo. La
pregunta era ¿qué? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué cosa
tan importante estaría pasando para que me
abandonaran de aquella manera?
Estuve todo el día intentando comunicarme con
ellos, por ese mismo motivo me mantuve inquieta
todo el rato, nadie me atendió y mucho menos me
dieron alguna noticia por haber recibido tantas
llamadas mías.
Ya en la noche me di por vencida y le pregunté a
Abby si ella había tenido suerte.
—Esta cama es tan cómoda —expresó mi amiga
tirada sobre el colchón. Me acomodé en el borde,
apoyando la espalda contra la cabecera al mismo

709
tiempo que cerraba los ojos en busca de consuelo—.
Estemos tranquilas y confiemos, tampoco estamos
en malas manos como creímos en un principio.
Abrí los ojos y la vi viéndome de lado, teniendo
su cabeza apoyada contra una mano.
—Me parece demasiado raro que estén tan
alejados de mí, nunca antes nos habíamos separado,
somos una familia unida y de la nada estamos así.
Me inquieta y preocupa no recibir noticias, ¿qué tal
si algo grave les pasó? Nadie nos responde, Abby.
—Estoy igual de ansiosa que tú, pero no
podemos hacer nada al respecto, solo esperar.
Aunque… —dijo en un tono de idea, se incorporó
sentándose en la cama, sobre sus piernas, arrodillada
— conociendo la ubicación del instituto al que
asistiríamos automáticamente sabemos adónde
viviríamos, nosotras podríamos buscarlos, ya nada
nos impide salir de aquí.
—Tienes razón —festejé asimilando esa
información—. Tiene que ser lo antes posible, ya no
puedo seguir viviendo ajena al mundo.
—Yo solo di la idea, yo no sé dónde queda tal
lugar, pero conozco quien sí.

710
—Hareth —interpreté su mirada y ella asintió
ante mi afirmación.
—Tú habla con él y yo hablaré con Edward, hay
que programar la salida porque tocaremos cada
jodida puerta si es necesario, haremos de todo con
tal de encontrarlos si ellos no se manifiestan en
veinticuatro horas.
—Yo quiero creer que lo harán, pero para este
momento ya no sé qué pensar. Espero hayan
preparado una muy buena justificación porque si lo
que Hareth dice es verdad y mi madre resulta ser la
exiliada princesa… —dejé la frase inconclusa
porque aún no podía imaginar que esa posibilidad
fuese verdad.
—El anillo que tienes es una gran prueba, Rouse,
solo le perteneció a esa princesa.
—El anillo de Eden —dije procesando lo que
significaba este objeto, con mis ojos fijos en la
hermosa piedra que lo adornaba, lancé un suspiro y
regresé la mirada a los ojos verdes de Abby, los
cuales relucían por las miles de preguntas que
abundaban en ellos.
—Si tu madre es esa princesa, ¿quién es Eden?

711
—¿Qué me dices tú? —pregunté al notar una
suposición cruzar por su rostro.
—No me gusta armar teorías pero… ¿y si mi
madre es ella?
—¿Crees que Candice es Eden?
—Supongo —me afirmó—, no quiero armarme
toda una historia en la cabeza pero… si Eden es una
bruja, y yo estoy manifestando poderes similares es
muy probable que efectivamente mi madre sea ella,
Eden Dell. También lo dedujo porque tu madre y la
mía eran conocidas desde mucho antes que tú y yo,
¿coincidencia? No lo creo.
Era verdad, nuestras madres nos habían contado
que fueron amigas en el pasado, que por
circunstancias de la vida se habían alejado; la vida
los guio por caminos opuestos pero ahora habían
vuelto a coincidir. Su mundo volvió a chocarse
como producto del destino, asimilar las palabras de
Abby y relacionarla con su historia hizo que me
cuestionara de todo.
—Si todo resulta verdad habrá graves
consecuencias —sentencié directamente.
—Lo sé, mantenernos ajena a este mundo no fue
una buena idea, igual no podemos opinar mucho,

712
supuestamente los padres hacen lo mejor para sus
hijos, primero debemos escuchar sus motivos y
después recriminarlos.
—No creo que desaparecerse sin más demuestre
lo mejor para nosotras, pero tienes razón —
argumenté y dejé apoyada la cabeza contra la
cabecera, lanzando un suspiro agotador.
—No te atormentes más, Rosy, solo esperemos.
—No puedo evitar sentirme enfadada, tan
enojada —expresé con la molestia denotándose en
mi tono de voz, situé una mano en la cabeza
hundiendo los dedos en mi cabello intentando de esa
forma suprimir la llama que amenazaba con salir.
—Oye —unas pequeñas y suaves manos me
sostuvieron por el rostro, abrí los ojos casi exaltada
viendo a Abby—, no vayas por ahí, cálmate y
mientras el tiempo pasa concentrémonos en otra
cosa. Podemos ir a comer, por ejemplo.
—No tengo hambre.
—Me acompañas a comer entonces —insistió—.
Vamos, no te condenes a esto.
Ella bajó de la cama, llamándome con un gesto
de mano para que la siguiera.

713
—Está bien.

La mejor forma de comenzar un domingo fue


evidentemente con sus labios sobre mi piel, con sus
manos recorriendo mi cuerpo y con nuestros alientos
mezclándose y ahogándonos de placer, de puro
éxtasis.
No creí que soportaría tantas sensaciones a la
vez, la excitación vibró bajo mi piel esa mañana, fui
invadida por unas inmensas ganas de poseerlo todo y
aquello fue lo que recibí, él me lo entregó todo y
juntos alcanzamos un clímax increíble.
Sentí un cosquilleo en el estómago de tan solo
recordarlo, no podía evitar pensarlo una y otra vez y
decirme que hacerlo en la cama fue maravilloso, tan
fabuloso. Sentí que flotaba sobre una nube
disfrutando del cielo que representaba Hareth Lewis.
Saboreé el manjar que disfrutaba en mi boca, tan
delicioso.
Sin dudas comer fresas con nutella era de otro
universo, me trasporté en el paraíso con este sabor
en mi paladar y el maravilloso recuerdo que se
proyectaba en mi mente.

714
—Te quedó un poco aquí —su voz rasposa y
grave me lanzó una advertencia. Pase saliva y guie
mi mirada a la suya, sus ojos chocaron con los míos
haciéndome ver el sentimiento que denominaba en
ellos, sonreí mientras permitía que sus labios se
encargasen de limpiar la mancha que se espació
ligeramente hacia mi mentón.
—¿Rico, no? —le pregunté.
—Delicioso —me respondió dedicándome un
beso en la boca.
—Espera —pedí cuando él tuvo intenciones de
separarse, lo sostuve por un lado de la mandíbula y
lo besé más—. Mucho mejor —celebré dándole
acceso libre para moverse.
—Opino lo mismo —dijo sin distanciarse
demasiado, entonces yo lo hice y él me imitó,
echando su espalda hasta que esta quedó apoyada en
el respaldo mientras sonreí satisfecho, su sonrisa
también se percibió con un dejo de malicia.
Y es que a él le gustaba verme enloquecida por su
cualquier mínimo toque.
—Deja de mirarme así y desayuna —indiqué en
un tono en el cual incluso se arrastraba la molestia,
todo para que me obedeciera. Bajé la vista y la

715
mantuve en esa dirección mientras guiaba más fresa
rellena de nutella a mis labios.
—Muy bien, señora.
—Tanto no, por favor —exclamé, viéndolo. Él se
rio abiertamente de la expresión que se manifestó y
permaneció durante segundos en mi cara.
—Como quieras, pero acuérdate de que eres mi
mujer.
Su tono y su expresión al decirme aquello
paralizó a mi corazón.
«Reacciona maldito corazón, no te detengas»
pensé.
—Lo sé muy bien, no te me pongas posesivo,
lobito.
Se inclinó sobre la mesa para alcanzar mi boca
con el pulgar, rozándomela suavemente. Apartó su
mirada de ahí y el brillo ámbar en sus ojos fue
animal.
Pero no me intimidó.
—Tú eres intocable, a parte de mí nadie más
puede tocarte.

716
Le besé los labios cambiándole automáticamente
su expresión.
—Lo sé y me gusta que sea así —mi respuesta
suavizó más sus rasgos—. Solo te quiero a ti.
—A mí hasta siempre, Rouse.
—Siempre —le afirmé y dejé guiarme por sus
labios en un beso que declaraba nuestra promesa.
Y en un momento el beso se tornó suave y
superficial, apenas nos rozábamos los labios. Me
separé sutilmente para verlo a la cara, Hareth quedó
con los ojos cerrados y una expresión más relajada.
Al abrir los párpados, sus ojos ya habían vuelto a
ser pacíficos y recuperado su color miel.
—Lo siento, es difícil no dejarse guiar por los
instintos. Quiero que te sientas a gusto conmigo,
Rouse, ante cualquier incomodidad, dímelo.
—Mes gustas incluso en esta faceta, no creo
poder odiar nada de ti, Hareth.
—¿Te gusta que te diga que eres mía? —me
preguntó en un tono cargado de ardor, su mirada
manifestaba una incitante llama en la que a gusto me
volvería a quemar.

717
Rocé mi nariz a la suya, paseé mis manos a los
lados de su cara en una suave caricia. Deslicé una
mano por detrás de su cuello y aproximé mi rostro
hacia esa misma dirección para susurrarle algo al
oído, como si mi respuesta fuese muy íntimo y
confidencial.
—Sí —dije con un leve jadeo—, pero me gusta
más cuando me lo dices mientras me lo demuestras.
—Mierda, qué ganas…
Estábamos tan cerca que a él no le costó para
nada pasarme en su regazo, inmediatamente percibí
su dureza.
—Hareth, estamos en el jardín —dije cuando sus
labios se posaron a devorar la piel de mi cuello.
—Cállate y bésame.
—No te me pongas mandón… —pero él me calló
precisamente con un beso, no pude evitar seguirle la
corriente y besarle con todas las ganas. Las
sensaciones comenzaron a despertar más y más.
Nos encontrábamos ubicados en una parte del
jardín donde se daba comienzo a los árboles que
creaban un mini boque detrás de la casa, había
mucha luz dentro de este a simple vista, pero

718
conforme más te adentrabas te dabas cuenta que
verdaderamente te podría ocultar. A un gran metro
de distancia estaba la pared de vidrio, que daba
entrada a la cocina.
Alguien podría vernos si se asomaba, uf.
Y ese dato por alguna manera me ponía al cien.
Hareth miró a esa dirección, entornó los ojos,
estudiando el perímetro.
—No hay indicios de nadie, Rouse, tranquila.
—Si tú lo dices —recalqué y luego lo besé
notando como ese algo bajo de mí me incitaba a
moverme, y eso hice, me restregué contra mi novio
ocasionando que el rostro de ambos se contrajera de
placer. Quedé envuelta por su fuego mientras
uníamos nuestro aliento, mis manos se encargaron
de tocar las partes que deseaban mientras que las
suyas tampoco perdían oportunidad.
—Muéstrame como me montarías… —pidió en
un tono rendido, cerca de mi oído.
—¿Así? —tenté y probé un movimiento circular.

719
—¿Así también? —volví a preguntar realizando
otro meneo de cadera.
Sus manos se presionaron contra mi culo
mientras asentía, complacido pero también muy
necesitado. El ruego en su expresión me motivó
más.
Lo besé mientras él se encargaba de moverme a
su gusto sobre él, todo con la ropa puesta
claramente. Solo estábamos probando.
Y entonces quise volverlo real.
—Vamos a otro lado —le dije al oído. Él
reaccionó al instante y nos pusimos de pie, pero
antes que nada, me besó presionando ligeramente su
bulto contra el bajo de mi vientre ocasionando que
un fuerte ardor se apoderase de mi centro, la
palpitación exigente fue consumidora.
Nos separamos y giramos en dirección a la casa
con intenciones de ir rápido en busca de un lugar
más privado, pero apenas realizamos ese
movimiento desistimos de continuar porque dos
personas acababan de salir de la casa. Y obviamente
no podrían vernos en estas condiciones tan penosas,
o al menos a Hareth no, algo lo delataba, algo en él
nos delataba.

720
Les dimos la espalda a la pareja que se acercaba
en nuestra dirección. ¿Mi corazón podría latir más
rápido?
—No pueden verte así —le recriminé a Hareth.
—A mí no me importa…
—Pero a mí sí —le aclaré, y no supe qué hacer
durante un instante, el pánico se adueñó de mi pecho
por la vergüenza que pasaría si nos agarraban así. Y
entonces vi la luz justo por delante de mí—. ¡Métete
ahí! —le señalé el pequeño bosque que se cernía
sobre nosotros— ¡Ya! —le dije muy enserio—. Por
favor, hazlo al menos hasta que eso vuelva a
normalizarse —me costó decirlo, incluso balbuceé
pero él me entendió, mas no me hizo caso.
—¿De verdad harás que me meta ahí?
—Sí, y ya que se están acercando —exigí y lo
tomé del brazo con intenciones de acercarlo a la
dirección donde debía ir—. Vamos, Hareth, diré que
querías ir al baño.
—Está bien, está bien —cedió al fin y se dio paso
entre los árboles.
Volví a posicionarme en mi lugar muy rápido,
unos pocos instantes después nuestros amigos

721
llegaron.
—¿A dónde iba Lewis? —preguntó
inmediatamente Abby.
—Quiso orinar de la nada —lo excusé.
—Ow —opinó y se sentó.
—Buenos días —me saludó su compañero, le
respondí y los acompañé en el desayuno.
—¿Abby ya te hizo saber nuestra idea? —
pregunté hacia Edward, queriendo mantener bien
oculta los nervios que persistían en mi pecho y en
todos lados.
—Lo hizo y admito que es una buena idea, pero
rechazo por completo la parte donde ustedes quieren
participar de la búsqueda. Mi consejo es dejarle esto
a los expertos, y no me refiero a mí sino a los
investigadores que contactaremos, lo único que
necesitaríamos es una fotografía de sus padres.
Abby negó con la cabeza, estando en desacuerdo
con Edward.
—Yo digo que con nosotras a la cabeza y
mirando de aquí para allá sería todo más fácil, los
reconoceríamos más rápido.

722
—No importa —le dijo él—. No sabemos si esto
no traerá riesgos y prefiero evitarles cualquier
altercado.
—Son nuestros padres y no representan ningún
peligro, menos para nosotras —repuse
automáticamente, casi molesta—. Y concuerdo con
Abby, es prácticamente solo ir a turistear un pueblo,
Edward, fijarnos en el camino si ellos están ahí o no.
—¿Y qué dice Lewis al respecto? —me preguntó.
—Él dijo que me acompañaba —le respondí,
orgullosa.

—Sí, no hay nada que temer. Te lo repito, son


nuestros padres.
—Exacto, relájate un poquito —expresó Abby en
su dirección—. Iremos y punto.
—Heaven.
—No te pongas de bruto justo ahora, es de
mañana y puedes encontrarme más rápido —advirtió
ella—. Iremos y punto, y si quieres me acompañas,
tú también los conoces, podrías ayudar también.

723
—Los conozco —aceptó Edward al mismo
tiempo que adquiría un semblante diferente, su
rostro le dedicó una expresión misteriosa a Abby,
solo ella pudo interpretar de qué.
—Rosy, este inepto recordó anoche mientras
hablábamos sobre unos temas que él conoció a tus
padres —asentí ante las palabras de Abby, la
cuestión de ello se reflejó en mi mirada a lo que ella
continuó—. Y él también recordó cómo era la
princesa Eleonor Collins.
Recibir esa información fue como una luz entre
todas las tinieblas que se habían acumulado en mi
camino.
—¿Y?
Abby se mantuvo seria, miró a su compañero y él
le entregó su teléfono, ella buscó algo en el aparato
y luego me enseñó la pantalla. Yo lo tomé en mis
manos, temerosa de ver lo que contenía.
—Velo por ti misma.
Fui valiente y bajé la vista recibiendo al instante
un golpe de impacto, la impresión de ver la imagen
ocasionó que me estremeciera.
—Es ella, es mi madre —afirmé.

724
Ella fue una princesa alguna vez y yo no tenía ni
la menor idea, mis padres son y pertenecieron al
mundo sobrenatural. Ellos aparentemente fueron
exiliados, condenados al mundo humano, pero ¿por
qué me lo ocultaron?
—Cualquier cosa sobre ellos desaparecieron del
sistema —habló Edward—, cada noticia fue
eliminado porque eso pasa cuando te exilian, te
rechazan de este mundo y hacen como si nunca
hubieses pertenecido aquí. La historia de Eleonor
Collins y su pareja permanece a la actualidad porque
ellos fueron la única pareja lo suficientemente
valiente para levantarse contra la ley, ellos fueron la
primera pareja insurgente.
»Vi a la princesa en una fotografía, pero como te
comenté, todo referente a ella fue sacada del
sistema. Era muy chico en ese entonces y se me
dificultó recordar cómo era, pero tengo un abuelo
que la conoció en persona y le pedí hacerme un
retrato hablado para realizar comparaciones. Y ahí
tienes el resultado.
Y el resultado estaba siendo la respuesta que
tanto me atormentaba.
Por un lado estaba el retrato hablado y por el otro
una fotografía actual de mi madre, y a pesar de que

725
no eran idénticas yo sabía que era ella, que eran la
misma persona.
—¿Y Eden? —fui capaz de decir, saliendo un
poco del trance en el cual quedé absorta pensando en
todo durante unos segundos.
—Paso por paso —dijo Edward.
—Descubrir esto ha sido un gran avance —
mencionó Abby—. Ahora solo debemos
enfrentarlos.
—Sí, más que nunca quiero escuchar sus
motivos.
—Con cuidado —advirtió el compañero de mi
amiga—, este tema a ustedes no les resultará
peligroso, pero sé que existe un trasfondo oscuro.
Estén abiertas a más descubrimientos, más
posibilidades.
—Tampoco nos armemos tanto embrollo, ¿no? —
repuso Abby—. Primero hablemos con ellos, no,
perdón —se corrigió y emitió una risa nerviosa—,
primero los encontramos, los enfrentamos y luego
recién sacamos nuestras propias conclusiones, fin.
Estiré la mano en dirección a Edward,
devolviéndole su teléfono.

726
—Muchas gracias por tu ayuda, de verdad.
—Me alegra ayudar. Y por este mismo motivo
rechazo la idea de que ustedes vayan, no sabemos
con qué nos podamos encontrar.
—Ya, ¿okey? —lo interrumpió Abby—. Ya
definimos que iremos todos, basta y dejen comer.
—Aún no definimos nada, Heaven.
—Déjame comer mejor, solo déjame comer.
—Cuando Hareth venga retomemos el tema, por
ahora, desayunen —les propuse. Abby estuvo de
acuerdo, asintiendo mientras masticaba, de pronto
tragó rápido y miró hacia el pequeño bosque, que
seguía siendo jardín, parte del muro que rodeaba
toda la propiedad.
—¿Y qué pasó con Lewis? ¿Se le habrá quedado?
—¡¿Qué dices?! —exclamé entendiendo a qué se
refería—. Solo fue a orinar, hacer pis, mear…
—Quién sabe, en eso capaz le dio ganas de más.
—Estamos en el desayuno, por favor — le insistí
con una mirada exigente un: cállate.
Ella se encogió de hombros con simpleza.

727
—No es fácil bajar… —insinuó entonces
Edward, dándome a conocer que él sabía lo que
sucedía. Bueno, tal vez todos sabían lo que sucedía
pero fingíamos que no. Y mejor así, quería evitar un
momento vergonzoso.
Me puse de pie de pronto y anuncié:
—Iré a buscarlo, capaz se perdió.
—Claro, tú anda a rescatarlo —me molestó Abby.
No caí ante su provocación y me adentré en hacia
la dirección que me pareció había tomado él. No
pasó mucho para que perdiera ante mi vista a
Edward y Abby, aumenté la velocidad de mis pasos
mientras me ocupaba de mirar hacia todas las
direcciones posibles.
—¿Hareth? —susurré, probando a llamarlo.
Seguí vagando de aquí para allá hasta que de
pronto una mano se envolvió alrededor de mi
muñeca y me detuvo.
—¡Dios! —pronuncié exageradamente, con el
pulso totalmente acelerado—. ¡Deja de asustarme
así!
—Lo siento.

728
—¿Por qué no volviste?
—El problema no ha bajado todavía —informó y
lo miré, uh—. Estaba alejándome para encargarme
de ello, pero después de todo lo que pasó contigo, mi
imaginación está a mil. No consigo relajarme.
—¿Qué pensabas hacer?
—Masajitos.
—¡Hareth! —exclamé con el calor ardiéndome
en las mejillas, de por sí me costó preguntarle y
¿para qué le pregunté si ya lo deducía bien? Encima
no dijo la palabra correcta.
—Y ahora que estás aquí, ¿no quieres ayudarme?
—Ya lo hice antes —musité, bajito y con cierta
pena.
—Y me gustó mucho, cualquier contacto tuyo me
enloquece. Mira como me tienes.
Se acercó, sosteniéndome por la cintura, mi
pecho rozó el suyo, alcé la vista para verlo a la cara
y…
—Tampoco me he recuperado.
—¿Quieres?

729
—Te deseo siempre —le confesé. Él esbozó una
sonrisa antes de estampar su boca contra la mía en
un beso lleno pasión, afán y pura necesidad, la
urgencia de nuestros movimientos advertía de la
prisa que teníamos.
Nos alejamos para deshacernos de las prendas
que deberían desaparecer durante un rato, él me
desabotonó el short de jeans y yo me encargué de
salir de ellos, incluso de bajarme las bragas mientras
él se quitaba lo innecesario para el proceso que
seguiría a continuación.
Hareth me besó de nuevo mientras me guiaba
hacia atrás, comencé a retroceder confiando por
completo en él. Y un momento después mi espalda
colisionó contra algo duro, una pared, habíamos
alcanzado el muro que rodeaba la mansión. Nos
encontrábamos muy alejados de la casa.
Y entonces, sucedió.

La noche llegó como también el límite que


impusimos por si recibíamos noticias de mis padres
o los de Abby. No hubo rastros de ellos por eso
procederíamos con ir al pueblo donde deberían estar
residiendo. Para calmar la noche, decidimos entre

730
todos mirar una película por petición de Hazal. Así
que eso hicimos, nos metimos en la sala de cine y
permanecimos allí unas cuantas horas.
El día siguiente yo fui la primera en abrir los ojos
cuando la alarma sonó, y esa alarma no era mi
alarma sino la de Hareth. Él se levantaba mucho más
temprano para salir a correr y luego meterse en el
gimnasio, salía justo cuando mi alarma sonaba y
algunas veces me tocaba bañarme junto a él por ese
mismo motivo. Pero bueno, ese dato no venía al
caso.
Este día y los siguientes días y probablemente
todos los días de mi vida, lo acompañaría a correr
porque quién sabe qué pudiera sucederle en el
camino.
O al menos continuaría esta rutina junto a él hasta
que su querida hermanita se mudase.
—¿Rouse? —se sorprendió de verme parada.
—Buenos días —sonreí inocentemente—. Hoy
amanecí con muchas ganas de ejercitarme, así que
apúrate por favor.
—No digas más —me respondió y obedeció con
una radiante sonrisa.

731
Transcurridos dos horas, regresamos en la
habitación para ducharnos y continuar con las demás
rutinas, llegué al baño casi destruida. Nunca me
había esforzado y forzado tanto.
Supuestamente yo era parte de este mundo, pero
no se estaba demostrando para nada. ¡Qué debilidad!
Solo quería tirarme al piso y quedarme ahí,
permanecer ahí hasta volver a recobrar el aliento.
Miré mi feo y cansado aspecto en el espejo del
baño.
—¿Ya me veo más fuerte o qué? —le pregunté a
Hareth haciéndolo sonreír tiernamente.
—Necesitaría probarlo.
—Mejor no hables porque tú hablas, dices
cualquier cosa y mi mente ya trabaja, ¿entiendes?
Asintió e hizo un gesto con la mano de cerrar la
boca como un cierre.
—Sigamos que el día apenas empieza: ducha,
escuela, trabajo, tareas y nosotros de nuevo.
—Nosotros igual a besos, cariños, apapachos,
caricias, besos y más besos —terminó Hareth
dándome un pequeño beso sobre la nariz.

732
—¿El bebé necesita mucho amor? —le pregunté
sujetándole cariñosamente por el rostro, él se agachó
por completo hasta mi altura y asintió haciendo
sobresalir su labio inferior como un niño pequeño.
Morí de ternura, mi amor—. Te daré muchos
besitos, ¿te gusta la idea, bebé?
—Sí, sí.
Le besé los labios y él sonrió.

Nos ubicamos en nuestros respectivos asientos


para el desayuno.
Hazal se aclaró la garganta anunciando que
estaba por hablar.
—Bueno, informe del día: hace algunos pocos
minutos di el okey para que todas las invitaciones le
llegasen a los alphas y betas más destacados en el
mundo, asimismo de a algunas otras personas
relevantes que creímos necesario poner en la lista.
Este anuncio ya está distribuido en el periódico por
ende, seguramente para este momento las personas
de Milford ya se estén preguntando qué se pondrán
para este maravilloso y prestigioso acontecimiento
que es tu coronación, hermanito.

733
»Le pedí tu itinerario a tu secretaria y le agregué
algunas cositas más, así que sí tenías algunos planes
fuera de esta lista, lo lamento pero se cancelan
todos. Mi equipo y yo nos estaremos encargando de
todo para este preparativo. Y aquí viene la otra
noticia, fui informada que nuestros padres estarían
llegando esta misma noche.
—¿Todo listo para su llegada? —preguntó
Hareth.
—Sí, tranquilo, no te digo más porque no quiero
agobiarte ni arruinar el desayuno. Pero esos eran los
más importantes que necesitabas saber desde ya.
—Gracias, Hazal. Sabes que hay mucha gente a
tu disposición.
—Lo sé, pero confío más en mí que en nadie,
todo tiene que estar perfecto.
—Cuenta conmigo, Hazal —habló Hannah—,
estoy de acuerdo contigo, totalmente de acuerdo.
—¿Y esto dónde sucedería? —pregunté.
—En el instituto, allí siempre se han llevado los
traspasos, no perderemos la costumbre —se
apresuró en decirme la organizadora.
—Te ayudaré en todo lo que pueda —me ofrecí.

734
—Oh, claro que sí, organicé una lista para ti. Tú
solo debes ir a los lugares establecidos y dar
indicaciones si no te gusta y dejar que las personas
se encarguen de todo.
—¿Cómo? —dije, inquisitiva.
Definitivamente esta semana sería difícil.
Minutos después ya estábamos delante del
instituto, Edward nos trajo. Vimos como su auto se
perdía por la calle, alejándose a toda velocidad.
Abby lanzó un suspiro.
—Voy a googlear algún rezo para recitar si los
susurros continúan.
—¿Qué había dicho Edward al respecto?
—Habíamos quedado en hacerme algún tipo de
encantamiento para fijarme si tenía algún espirito
persiguiéndome, para saber la forma de espantarlo.
Esta semana debería venir el ser mágico para
iluminarme y espero me ayude, de lo contrario… no
lo sé.
—Creamos que funcionará.
—Mañana será el día, Rosy. Iremos a buscar a
nuestros padres, es rarísimo que no se hayan

735
contactado con nosotras.
Asentí, con la preocupación punzando
dolorosamente en mi pecho.
Mañana sería el día, o eso creía pero
lamentablemente yo no podría acompañarlos.
Abby se embarcaría en una aventura sola con su
compañero.
¿Tendrían suerte? Eso esperábamos. 

Recordatorio: POR FAVOR, NO PASEN A LA


SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA SIN
HABER CONCLUIDO ESTA. Esta historia cuenta
con más de 40 capítulos y yo avisaré en un apartado
aparte la presentacion del segundo libro. 

736
26. Descontrolada

Capítulo 26: DESCONTROLADA 


Mia
Salimos de la dirección justo al horario de inicio
de clases, con Abby tuvimos que dar una buena
justificación por nuestra escapadita del campamento.
Todo fue arreglado, se solucionó con facilidad
porque los rumores vuelan, y también porque
aparentemente el alpha ya le había hecho una
llamada a la directora.
De lejos, vimos como algunas personas
felicitaban a Anthony. Compartí una mirada confusa
con Abby decidiendo acercarnos hacia él, quien
aguardaba cerca de la puerta del salón acompañado
de su prima y otras personas con las que no
convivía.
—Feliz cumpleaños, hermoso —saludó al
pelinegro una de nuestras compañeras, le dio un
beso en la mejilla, se apartó sutilmente de él
dedicándole una mirada coqueta antes de cruzar la
puerta de nuestro salón.

737
Y en ese momento recordé a Brenda diciendo que
faltaban pocos días para el cumpleaños de su primo.
—¡Muy feliz cumpleaños! —exclamó Abby ni
más llegamos donde él, ella le dio un abrazo el cual
él correspondió gustoso, incluso la alzó un poco,
riendo, Anthony liberó a Abby de sus brazos y le
agradeció—. ¿Cómo lo celebramos?
—Primero, con una cena bastante formal
organizada en el restaurante de mi familia, luego,
apenas podamos escaparnos, iremos al club privado
de aquí, reservé la estancia más exclusiva para esta
ocasión tan especial que es mi cumpleaños, la edad
que cumplo.
—Muchas felicidades, te ves muy contento —
dije, bastante contagiada por su entusiasmo. Ocupé
el sitio de Abby, dándole un leve abrazo. Al
distanciarnos, él conservó un brazo sobre mis
hombros, impidiéndome alejarme demasiado. Más
bien, me devolvió con él. Igualmente, no se sentía
incómodo esa cercanía, Anthony era tan opuesto a
Malcom. Rendida, permití esa confianza.
—Presiento que hoy será un gran día, a pesar de
ser lunes, ¡hoy se celebra y se disfruta!
—¡Eso! —celebró su prima.

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—Me gusta esa actitud, los planes se oyen
extraordinarios —mencionó Abby—. Aunque no me
llegó ninguna invitación —se quejó.
—Estás en la lista —le aseguró Anthony.
—Que ni se te ocurra faltar —argumentó Brenda
—. Que ni se les ocurra faltar —advirtió corriendo
su vista hasta detenerla en mí—. Será una noche
fantástica, así como fueron estas dos noches en el
campamento.
—No pensaba hacerlo, pero me avisaron tarde así
que tengo una muy buena excusa para dejar el regalo
para después —exclamó Abby, divertida, una
sonrisa tensa se formó en sus labios, duró un
instante pero fue suficiente para que interpretáramos
ese gesto como de disculpa. Anthony rio fuerte y
negó con la cabeza.
—Que ninguna falte, ¿okey? —asentimos en su
dirección, convencidas de nuestra respuesta
afirmativa.
—¿Qué no deberíamos entrar ya? —dije mirando
la puerta de nuestro salón, confusa de repente tras
recordar que las clases ya debieron haber empezado.
—El profesor viene atrasado —comunicó
Anthony, su mirada adquirió un tono diferente tras

739
entrecerrar sus ojos en mi dirección—. Pero tu clase
ya debió haber empezado, tú no vas aquí, Rouse.
—¡Mierda! —exclamé sobresaltada por esa
verdad, yo solo estaba de paso por aquí. Comencé a
retroceder en dirección a donde sí debería estar
mientras me despedía con la mano de ellos—. ¡Los
veo después!
Me alejé rápido, con razón April y Drew no
estaban con ellos. Llegué a mi destino, me puse aún
más nerviosa y me di valor para enfrentar a todos,
las miradas estaban a punto de quemar en mi
dirección, si es que el profesor me recibía. Nunca
había llegado tarde antes.
Me di suficiente ánimo y toqué la puerta.

En la hora del almuerzo me di cuenta que


Anthony era una persona bastante reconocida y
querida porque absolutamente todos se pusieron de
pie para acompañar el canto que inició Brenda
apenas se direccionó en nuestra mesa con un pastel
en mano. Tal vez algunos lo hicieron por
compromiso, pero no vi ningún asomo de disgusto
en el rostro de nadie, solo sonreían.

740
Bueno, vamos a exceptuar a los hermanos
Collins, quienes sí tuvieron la amabilidad de pararse
de sus asientos y acompañar los aplausos, pero de
ahí, nada más. Mantuve mi atención en ellos por
unos cortos segundos, la canción del feliz
cumpleaños finalizó, los aplausos incrementaron y
ese hecho me hizo volver la vista hacia el festejado
justo a tiempo para verlo apagar la vela y
seguidamente ver asombrada y divertida como
Brenda desperdiciaba toda esa delicia en el rostro de
su primo.
Él se quejó mientras Brenda chillaba
emocionada, Drew silbó dándole inicio a un bullicio
que inmediatamente llamó la atención de los
profesores, quienes inmediatamente interfirieron y
acabaron el momento.
Anthony fue a lavarse el rostro y Brenda a
quitarse los restos de pastel que le mancharon las
manos. Quedé con Abby, April y Drew, comenzaron
a hablar de lo que sucedería en la noche. Quise
formar parte también de la conversación, pero la
presencia de los Collins me estaba inquietando
bastante. Y eso se debía a que ellos compartían el
apellido de… mi madre.

741
Inmediatamente llamé la atención de mis amigos
al ponerme desprevenidamente de pie. Y ni yo supe
con exactitud por qué lo había hecho.
—Regreso en un momento —les informé y
comencé a alejarme en dirección a ellos, los Collins.
Ninguno de ellos me miró cuando la mayoría
dentro de la estancia notó a quienes me estaba
acercando, tenía miradas sobre mí, atención que me
puso demasiado nerviosa. Durante un instante dudé
de lo que estaba haciendo y quise desviarme, pero
algo me impulsó a seguir y eso hice.
Entonces llegué donde ellos y no supe qué decir.
Mierda.
Saluda, no quedes como una estúpida.
Okey, gracias por salvarme, consciencia.
De nada, para eso me tienes.
Lo sé.
«Basta, no seas estúpida y reacciona» corté mi
propio intercambio de palabras.
—Hola, Selene, Neisan, Marisa y Chase. Soy
Rouse —se me ocurrió decir. No debió ser así, pero
así pude—. Ya me conocen, ya nos conocemos pero

742
deberíamos conocernos más. ¿Podría sentarme? —
situé una mano sobre el espaldar de la silla con
intenciones de correrla para sentarme, pero antes que
nada, esperé el consentimiento de ellos.
—Esto me interesa —mencionó Neisan antes de
asentir, permitiéndome sentarme junto a ellos. Lo
hice rápidamente, me fijé en sus almuerzos y…
normal. Comían el menú del día. Alcé la vista para
encontrarla con la curiosa e interesada mirada del
pelinegro, Selene también me observaba con
demasiado interés. En cambio, Marisa y Chase
conservaban una expresión seria y reservada.
—Gracias —dije, y entonces quise ser un poco
honesta—. Estaba diciendo que ya nos conocíamos,
pero yo necesito saber si ustedes me conocen a mí.
—No entiendo muy bien qué es lo que quieres
decir —se sinceró Selene, viéndome con sus
perfectas y oscuras cejas fruncidas.
—¿No conoces tu historia, Rouse? —me habló
Chase, tragué disimuladamente el nudo de nervios.
Su mirada se conectó con la mía, el gris gélido de
sus ojos le daba una mirada más intimidante.
Chase Collins transmitía un aura
asombrosamente inquietante.

743
La voz de Marisa produjo que apartara mis ojos
de él.
—Para nosotros, tu apariencia ya nos indica
quien eres —reveló la rubia, retiró un mechón de su
cabello corto por detrás de la oreja, mientras me
dedicaba una mirada que escondía la verdad detrás
de esas palabras. Conservó un gesto serio y esa
mirada misteriosa revolvió algo en mi interior.
—¿Podrías ser más específica?
—Primero responde a mi pregunta —me indicó
Chase.
—Yo creía que sí, ahora no sé quién soy —decidí
en decirle la verdad.
—Muy extraño —murmuró Neisan, pensativo.
Su hermana Selene lo acompañó con ese gesto, ella
ladeó ligeramente su cabeza dejando descansar un
lado de su mentón sobre su puño. Su entrecejo aún
no se alisaba, su mirada analítica me escrutaba el
rostro.
—Entonces no hables aquí —aconsejó Chase.
Marisa asintió diciéndome lo mismo—. El mundo
no es muy bueno con los tuyos —él se refería a los
híbridos, ellos sabían quién era yo—. Si realmente

744
quieres hablar, búscanos en un lugar donde
realmente podamos hacerlo.
—Okey —musité, incapaz de sostenerle la
mirada por tanto tiempo. Me desconcertaba que el
color de sus ojos fuese tan idéntico a los míos.
Neisan esbozó una sonrisa de labios pegados, sus
ojos chispearon de una emoción divertida.
—Chase no lo va a admitir nunca, pero le agrada
que tengan algo en común —me giñó el ojo y supe a
qué se refería—. Pero yo estoy verdaderamente
indignado, no veo similitudes en nosotros.
Una sonrisa brotó inmediatamente de mis labios,
mis dientes se entrevieron ante el reclamo de
Neisan.
—Recuerda que somos los raros de la familia —
mencionó Selene—. Nuestra familia es bien surtida,
somos todos distintos pero algo que nos hace iguales
corre por nuestras venas.
La sangre.
—Nu vorbi prea mult, este periculos.
Marisa habló, diciendo esas palabras que no
entendí.

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Antes de que preguntara algo al respecto, se
anunció la continuación de las clases. Ellos se
pusieron automáticamente de pie, los imité.
—¿Dónde podría encontrarlos?
—Dame tu número y yo te aviso —me dijo
Neisan. Me permitió su teléfono y yo rápidamente
me apunté a sus contactos. Al regresarle su celular,
él asintió y retrocedió, siguiendo a sus hermanos que
ya habían comenzado a alejarse.

El fin de clases nos puso alegre a todos.


Nos puso contestos y ansiosos. Pero el que se
encontraba más eufórico era Anthony quien no
dejaba de repetir que sería una grandiosa noche. Su
cumpleaños lo tenía bastante entusiasmado,
demasiado.
Nos despedimos prometiendo que nos veríamos
pronto, al menos con él porque con las chicas
decidimos prepararnos juntas. Los chicos se alejaron
y nosotras nos quedamos hablando, decidiendo en la
casa de quien nos prepararíamos.
Le hice una rápida llamada a Hazal
preguntándole si no pasaba nada si me llevaba a mis

746
amigas en casa, a ella la idea le puso contenta. Le
comenté sobre el evento de esta noche y ella se
disculpó automáticamente diciendo que se le había
pasado por completo comentarnos que habíamos
sido invitados. Anthony era su cuñado, la familia de
Anthony se había unido con los Lewis gracias a la
unión de Malcom y Hazal, ¡claro que nos invitarían!
Además, Anthony era mi amigo.
—Se lo comenté a mi hermano el fin de semana,
él debió decírtelo —me informó ella. Hareth era un
total despistado en esas cuestiones—. Igual, no
tienes nada de qué preocuparte, nos habíamos
encargado de comprarte todo tipo de prendas, estoy
segura que encontrarás un hermoso vestido.
—Ya tengo pensado en uno, gracias, Hazal.
Llegaremos pronto.
—No es nada. Y ¿Rouse?
—¿Sí? —dije cuando nuestra comunicación
quedó en silencio.
—No tienes que pedir permiso para traer a tus
amigas, tú eres la que más tiene derechos aquí.
—Es la costumbre, perdón.

747
—Nos vemos, ordenaré que preparen algunos
bocados para recibirlas, ¿qué te parece?
—Estupendo, muchas gracias, Hazal, eres la
mejor.
Corté la llamada. En ese momento el auto de
Edward se estacionó, había llegado un poco tarde
por nosotras, salió del vehículo y Abby fue a
recibirlo.
—Nos vamos a mi casa, ¿está bien? —propuse.
—Genial —celebró April—. Tengo que ir por
mis cosas, ¿me acompañan?
Asentí, Abby le explicó rápidamente la situación
a su compañero y luego se nos unió para ir en busca
de las cosas de April. Ella vivía aquí mismo, en una
de las residencias. April Taylor no era de Milford
sino de un pueblo vecino, New Hope. Estudiaba en
Luna Eclipsa por su propia decisión, este instituto
era bastante reconocido y todos querían venir aquí.
Luna Eclipsa no contaba con una primaria, los
niños estudiaban aparte, la primaria y secundaria de
Milford se había convertido en uno solo cuando este
instituto se inauguró, la primaria se agrandó puesto
que la secundaria pasó a ser aquí.

748
Recogimos las cosas de April y volvimos, nos
apuramos en hacerlo porque luego seguimos el auto
de Brenda hasta su casa, también la ayudamos con
sus cosas y luego proseguimos a llegar a la mansión.
—¡Esto si es un maravilloso recibimiento! —
exclamó Abby en cuanto notó los bocadillos sobre la
mesa del centro.
Hazal nos había abierto la puerta, saludamos y
continuamos a ir a dejar todo en la habitación, pero
Abby se detuvo abruptamente, obligándonos a todas
a hacer lo mismo, incluso a mirar en la misma
dirección que ella, viendo un montón de comida
decorar la mesa del centro de la sala de estar.
Ella salió disparada en busca de algo.
—Ustedes sigan, yo de todas formas debía buscar
lo mío también, las alcanzo en un momento —
prometió llevándose un sándwich en la boca.
—Eh, que no es solo para ti —informé.

—No. Así que acompáñanos y después volvemos


todas juntas, cuando se trata de comida yo no confío
en ti.

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—Auch —hizo un gesto de dolor, apuntando
hacia su corazón—. Haces bien.
—Hay mucha comida, no se preocupen por esto
—intercedió Hazal—. Igual les aconsejo no comer
de más, faltan pocas horas para las ocho.
Fuimos todas escaleras arriba, primero a la
habitación de Abby donde a ella no le costó para
nada elegir un vestido. Luego seguimos y llegamos a
la mía, allí nos prepararíamos. El espacio sobraba y
absolutamente no nos estorbaríamos.
April y Brenda fueron las últimas en ingresar al
cuarto, los ojos de April brillaron de pura emoción.
—¡Ah, no puedo creer siquiera que haya pisado
la propiedad del alpha, y ahora estoy aquí, en su
habitación! —exclamó entusiasta—. Porque ¿él
duerme aquí, verdad?
—Es su habitación —le afirmé.
—Claro que iba a dormir aquí, ¿qué clase de
pregunta es esa, April? —le dijo Brenda—. Aún no
olvido lo del jueves en la noche —agregó a lo que
inmediatamente mis mejillas se tiñeron de rojo,
avergonzada desvié la vista.

750
—¡Tenemos esa charla pendiente! —Abby se me
vino encima para atacarme con sus inapropiadas
preguntas.
—No, no, no y no —meneé la cabeza varias
veces—. No diré nada.
—Vamos a compartir nuestra primera vez,
¿okey? —Propuso April—. Estamos en confianza.
Brenda y Abby asintieron inmediatamente.
No. Puede. Ser.
Aunque el chismecito me interesaba, omitiendo
mi parte claro, me iba a poner demasiado nerviosa si
hablaba sobre eso desde mi experiencia.
—Dejen sus cosas donde quieran —les dijo Abby
mientras ella hacía lo mismo con las suyas.
—¿Qué no íbamos a bajar a comer? —dije a ver
si encontraba suerte para escaparme de este
bochornoso momento.
—Pediré que lo suban —me respondió Abby,
sacó su teléfono y realizó una llamada. En menos de
dos minutos dos empleadas llegaron y trasladaron
todo a la mesita del centro de la habitación.

751
Apenas volvimos a estar solas, todo comenzó.
Me serví un vaso de jugo para quitarme estos
nervios. Y a medida que comíamos y escuchábamos
las anécdotas de las otras, me sentí cada vez mejor a
tal punto de olvidar por completo el motivo de mis
nervios. Incluso compartí unos comentarios subidos
de tono que nos sacaron carcajadas.
Al notar que se nos estaba haciendo tarde,
proseguimos a empezar a prepararnos.
Abby regresó a su habitación solo para tomarse
una ducha, Brenda lo hizo en el baño del pasillo de
esta planta, April en la de mi habitación y yo me
quedé supervisando todo por si a alguna se le ofrecía
algo. Después ya sería mi momento de ocupar el
baño.
Alcancé mi teléfono y puse música, había un
equipo de sonido increíble, parlantes que casi no se
distinguían en cada tramo que convertía en la
habitación en todo un club privado. Tararé las
canciones mientras elegía vestidos, tiré los vestidos
en la cama y canté más fuerte. Sonaba wolves de
Selena Gomez.
Abby fue la primera en volver, siguió April y
finalmente April.

752
—¡Súbele a esto! —pidió en tono alto la rubia,
April, apenas comenzó la nueva canción, también de
Selena Gomez, esta vez, Hands To Myself.
Todas se encontraban en batas de baño, al final
nos íbamos a poner los vestidos. Obedecí y
comenzamos a cantar y movernos al ritmo adecuado
de la canción.
Can’t keep my hands to myself
No puedo mantener mis manos quietas
I mean, I could but why would I want to?
Quiero decir, podría, pero ¿por qué querría
hacerlo?
Reímos y seguimos. Pero de pronto fuimos
interrumpidas, sobresaltadas giramos hacia la puerta
que había sido repentinamente abierta.
—Perdón, no sabía que aquí también había
invitadas —se disculpó, pero de todas formas
ingresó.
Bajé el volumen desde mi teléfono rápidamente.
—¿También? —pregunté inmediatamente.
—Hannah también trajo a sus amigas —informó.

753
Debí suponerlo, ellas debieron haber llegado
después.
—Perdónanos usted, estamos invadiendo su
espacio —April habló formalmente.
—Yo en verdad no sabía, quédense tranquilas, yo
ya me retiro —respondió Hareth—. Solo tomaré mis
cosas y me voy.
Se dirigió al vestidor y yo rápidamente lo seguí,
cerré la puerta por detrás de mí y lo alcancé.
—Debí avisarte sobre esto…
—Ya está, no vi nada que no debí ver —bromeó.
—Más te vale —me reí. Él me tomó de la cintura
y me acercó a su cuerpo.
—Todo lo que me gusta y quiero, está aquí —su
nariz recorrió un lado de mi cuello, aspiró mi aroma
y apretó mis glúteos de una forma que me derritió en
sus brazos.
Sonreí cuando sus labios rozaron los míos, lo
sostuve del mentón y me permití besarlo un poco.
Solo un poco.
—Hola.

754
—Adoro tus bienvenidas.
Lo besé una vez más, metió una mano por debajo
de mi camiseta, fue subiendo hasta quedar
acariciándome la cintura, subió más hasta encontrar
uno de mis pechos. Automáticamente quise más
contacto, sentirlo tocarme sin esa tela del sujetador
de por medio.
—Hay que detenernos —gimoteé.
—Tienes razón —se apartó bruscamente
dejándome con más ganas.
Mi corazón latía rápido, pero la otra
palpitación…, dolorosamente uf.
—Te necesito —le dije—. Pero mis amigas están
aquí, no voy a hacerlo con ellas ahí, posiblemente
escuchándolo todo —negué rotundamente. Quise
llorar porque… ah, lo quería a él.
—También te necesito, con un simple beso tuyo
reacciono.
—Ningún contacto nuestro es simple, Hareth —
miré su parte y me mordí el labio, me acerqué y rocé
su miembro abultado con mi mano. Definitivamente
mis amigas no podían ver esto. Oh, Dios. ¿Por qué
tuve que seguirlo? Hareth resistió en decir algo ante

755
mi acción—. Tengo una idea que podría sacarlas de
aquí durante un momento.
Me distancié, y por suerte mi teléfono se
encontraba en el bolsillo trasero de mi jeans.
Llamé a Hazal y le expliqué que nosotras no
contábamos con maquillajes suficientes, sabía que
ella tenía demasiados. Le dije que yo estaba a punto
de ducharme, que las chicas irían a ver y aquello les
tomaría un par de minutos, un tiempo suficiente
para… je, je.
Ella accedió y yo salí del armario para avisarle a
las chicas.
—Hey, es mi turno de ducharme. Habíamos
hablado sobre el tema del maquillaje y Hazal tiene
bastantes, le comenté nuestra situación y ella ofreció
prestarnos, pueden ir a ver mientras yo me ducho —
remarqué esta última parte para sonar más
convincente.
—¡Qué suerte! —dijo April.
—Abby sabe el camino, vayan y tarden lo que
tengan que tardar —sonreí—. Yo me apuraré en
bañarme y veré si las alcanzo ahí, si no es que
regresan antes.

756
—Vámonos —exclamó Abby, ella me conocía
tan bien que esta mentira por supuesto que ella no se
la creía—. Seguro que tardamos unos quince
minutos, yo soy muy especial con estas cosas, no me
decido fácil y lo mínimo que supongo tardaremos
son quince minutos.
—Ya somos dos —comentó April, siguiéndola
hasta la puerta.
—Tres —Brenda acompañó el argumento
también.
Cerré la puerta detrás de ellas, esperé tres
segundos antes de colocar el seguro. Rápidamente
fui a cubrir las ventanas con las cortinas, el calor de
mi cuerpo no se iba, sentí que mi ropa me apretaba
cada vez más, sentí que me ahogaba, necesitaba un
respiro.
—Hareth, despejado.
Me quité la camiseta.
—Habitación despejada —reafirmé tirando la
prenda hacia cualquier lado, me apresuré en también
despejar la cama antes de que él apareciera. Hareth
salió y yo me quedé paralizada por lo hermoso que
era mi chico, él acababa de salir desnudo.

757
Completamente sin nada.
Nos encontramos en el pie de la cama, él me besó
durante un instante, nos separamos y yo traté de
deshacerme del jeans. Esto tenía que ser rápido, la
prisa convirtió torpe a mis movimientos y terminé
cayendo de lado en la cama, me reí con la cara
pegada al colchón.
Hareth me ayudó a quitarme el pantalón, ese
simple proceso se convirtió en todo un reto.
—Tíralo más fuerte, pero no me rompas nada —
advertí.
Un momento después logramos quitármelo. Alcé
las caderas en cuanto noté sus dedos rozar el borde
de mi ropa interior, de esto nos deshicimos rápido.
Sentir su aliento en esa zona me estremeció, pero él
no quedó ahí, subió. Me besó el ombligo y ascendió,
su nariz recorrió mi piel de una forma estremecedora
hasta que se detuvo en el medio de mis pechos, y
aspiró. Un sonido de placer surcó de su garganta.
—¿Lo quieres ya?
—Sí, no estamos para juegos previos, Hareth.
Solo cógeme rápido.

758
—Espera que salude a mis dos bomboncitos
antes…
—¿Eh? —alcé la cabeza para verlo.
Hareth me arrancó el sujetador, lo hizo
sorpresivamente, así como también sorpresivamente
se deleitó con uno de mis pechos, sus
¿bomboncitos?
«Este hombre me tiene como quiere» gemí por
dentro.
Él ya se había colocado el preservativo, así que
no tuvimos que detenernos más. Se deslizó en mi
interior causando que una sensación estremecedora
me recorriera entera. Nos posicionamos como
debíamos y nos satisfacemos de una forma sin igual.
Me penetró fuerte, tanto que pensé que me
quebraría, pero no fue así y yo quise que
nuevamente lo hiciera de este modo o incluso más
fuerte. Y se lo pedí, le rogué por más conforme la
habitación se encendía en llamas, el fuego que
creaba nuestro calor era absolutamente
impresionante.
—Te quiero —dijo entre jadeos.
—Más, te quiero más.

759
La excitación tocó un límite que no reconocí…
La pasión era tan grandioso, tan increíblemente
extraordinario que quise mantenerlo por más tiempo,
pero ya no podía, estaba rozando el éxtasis.
Hareth entró tan profundo que me quitó el poco
aliento que me quedaba, perdí el uso de razón, mi
mente se conservó en blanco durante unos segundos
al acabar. Ese líquido caliente a él lo motivó más…
Arremetió más fuerte, su respiración era un desastre
hasta que no lo hizo más, dejó de respirar y…
Ambos compartimos una expresión de placer
absoluta. Me besó de una manera superficial, un
beso de labios que dejó rastros de más.
Can’t keep my hands to myself
No podía mantener mis manos para mí, estas
debían descontrolarse en su cuerpo.
Porque así es como me tenía Hareth Lewis,
totalmente descontrolada.

Terminamos de ducharnos, Hareth se apresuró en


vestirse, en ponerse más hermoso de lo que ya
estaba y se marchó rápido antes de que sucediera
algo más.

760
Ventilé la habitación e incluso prendí un
aromatizante. Salí en busca de las chicas y al final
en la habitación de Hazal comenzamos a
maquillarnos mutuamente.
Los minutos pasaron rápido, en un instante ya
solo faltaban veinte minutos para irnos.
Rápidamente regresamos a mi habitación y nos
colocamos los vestidos, finalmente yo decidí por
uno en color azul marino, eran bastante elegante
como ameritaba el evento y también lo
suficientemente acorde para después visitar un club
privado.
Abby iba vestida de verde.
Brenda vestía en color violeta.
April usaba un radiante vestido gris.
Las cuatro bajamos las escaleras encontrándonos
con Hannah y sus dos amigas al instante.
Estaban exageradamente hermosas.
Hannah parecía una versión pequeñita de Hazal
porque ambas iban vestidas de rojo.
Edward era el único chico presente, él
inmediatamente fue atraído por el encanto de Abby.

761
La llenó de halagos bonitos aumentando el ego de
mi amiga.
—Anthony se puso nervioso —comentó Brenda
con sus ojos fijos en la pantalla de su teléfono.
—¿Drew está con él? —preguntó April.
—Sí, están juntos.
—¿Y Hareth? —le pregunté a Edward. Él apartó
sus ojos de mi amiga, pero no me miró a mí, fijó su
atención en la puerta de entrada.
—Ingresará esa puerta en unos cinco segundos —
me avisó—. Suerte con tus suegros —añadió y por
primera vez me dedicó una sonrisa que hizo entrever
sus dientes, divertido.
¡Me había olvidado por completo de eso! Hazal
lo había dicho, pero me mantuve tan inmensa con
mis amigas que se me pasó este dato, Hazal avisó
sobre esto esa misma mañana. Dios, los nervios me
invadieron de golpe.
Recibí un fuerte impacto estremecedor. Sudé frío.
Una pareja atravesó la puerta seguido de Hareth.
El hombre era rubio y la mujer castaña, él era alto,
de figura alta y esbelta exactamente como Hareth, su
porte y aspecto era de hombre serio y de negocios,

762
se veía como todo un empresario al igual que su
esposa que también vestía y lucía como toda una
mujer de negocios, pero a diferencia de él, ella tenía
rasgos dulces. Sus grandes ojos azules se veían
impresionantes.
Harold Lewis vestía un traje a la medida en color
negro y unos zapatos de cuero, brillantes. Él se
notaba bien pulcro y elegante. Su gesto facial se
suavizó al recibir a sus hijas. Helen también bajó
completamente su guardia al estar con su familia,
ella usaba un hermoso traje blanco. Apartó su
cabello suelto de su cara y amplió su sonrisa en
dirección a Hazal, el abrazo no duró mucho porque
ella se encontraba ansiosa queriendo… verme.
Sus ojos azules exploraron el interior de la
estancia. Seguramente ya me conocía, fotos mías
junto a Hareth circulaban por ahí.
Hareth se apresuró en ser el primero en
recibirme.
—Respira —me dijo él. Asentí, tomados de las
manos nos aproximamos hasta sus padres.
Helen se cubrió la boca, aparentemente incrédula
por lo que estaba viendo.
—¿Es… ella? —susurró la madre de Hareth.

763
—Sí, Rouse es mi compañera, mamá.
—¡Me alegro tanto! —exclamó ella y se lanzó a
abrazarme. Su estado me resultaba muy parecido a
la primera vez que Hareth anunció que yo era su
pareja destinada hacia Hazal. Su hermana se había
emocionado tanto que incluso soltó un par de
lágrimas. Helen se estaba conteniendo. Le
correspondí su inesperado gesto, solté un suspiro y
sonreí.
Nos distanciamos.
—Eres hermosa, me alegro mucho de que seas
parte de la vida de mi hijo. Bienvenida a la familia
Lewis, querida. Estoy segura que vamos a llevarnos
muy bien.
—Un placer en conocerte, Rouse —el señor
Lewis me ofreció la mano, su gesto formal me hizo
sonreír levemente, acepté su mano asintiendo ante
sus palabras.
—Muchas gracias, señor. Sus hijos me han
recibido de la mejor manera —exceptuando a
Hannah—. Me siento verdaderamente cómoda aquí
y de pertenecer al lado de su hijo.
—Dime Harold, por favor. Que mi aspecto no te
asuste, pero debo asegurarme de que seas la

764
correcta.
—Padre —reclamó Hareth y sonrió negando con
la cabeza—, no soy un niño, y Rouse no es cualquier
chica, ella es mi chica. La que fue elegida para mí.
—Señora Lewis —apareció Edward acompañado
de Abby, Helen sonrió en dirección al amigo de su
hijo y aceptó los dos besos que Edward le dedicó en
las mejillas—. Siempre es un gusto verte de nuevo,
Lewis y yo tuvimos una coincidencia, ambas son
amigas… Ella es Abby —se hizo a un lado al
presentarla. La mirada de Helen cayó en mi amiga y
su sonrisa se redujo ante la expectación que cruzó
por sus ojos, su rostro se contrajo mínimamente, ella
intentó ocultar su expresión de asombro pero le fue
imposible. Así que prefirió exagerarla y decir algo
que estoy segura no lo tenía planeado.
—Por los Dioses, te ves tan hermosa como una
autentica Diosa, Abby. Estoy asombrada, bastante
—susurró lo último.
—Todo un gusto también en conocerte, Abby —
Harold la saludó con el mismo gesto que a mí—.
¿Cómo estás, hijo?
—Mejor que nunca —respondió Edward—.
Lewis y yo hemos sido realmente afortunados, y

765
estamos muy agradecidos. Yo estoy que alucino —
confesó y emitió una risa.
—Edward parece la mujer en esta relación —
soltó Abby—. Lo tenía que decir —se rio culpable
ella.
—Los tienen embobados —exclamó Hazal—, esa
es la palabra correcta. He sido testigo de muchos
embelesamientos.
—Así nos tienen, ellas son… —Harold miró a su
esposa, ella le sonrió y los ojos de él parecieron
brillar fascinados— nuestra mayor debilidad.
Caemos sin reparos.
—Este encuentro tiene que ser celebrado, pues
vamos a ir a brindar en ese cumpleaños—Helen
habló, miró hacia Hazal—, ¿Malcom ya está ahí?
—Sí, está verificando la seguridad.

Una línea de autos comenzó a salir de la mansión,


nosotros fuimos a lo último. Hareth, Edward, Abby
y yo compartimos el coche. Les comentamos sobre
el club privado y a ninguno le disgustó la idea.

766
Llegamos al evento y pareciera ser una alfombra
roja porque había cámaras por doquier, la entrada
estaba siendo resguardada por varios policías, había
dos patrullas estacionados cerca del establecimiento.
Teníamos chofer, este estacionó el auto justo en
donde deberíamos bajar, nuestras respectivas parejas
bajaron para abrirnos las puertas y salimos, le
permitimos ser unos caballeros y tomamos sus
brazos. Dos hombres se seguridad nos escoltaron
hasta la entrada, ignoramos a la prensa y nos
escapamos de ahí.
La familia de Anthony se lució con todo, la
decoración se veía grandiosa, el restaurante se veía
esplendido.
Malcom apareció acompañado de los que serían
sus padres, rápidamente se unió Anthony y
comenzamos a saludarnos, éramos tantos que las
risas surgieron solas por las confusiones que
sucedían.
Pasamos a la mesa asignada a nosotros y así fue
como empezó la noche.
Disfrutamos de una deliciosa cena, un magnifico
postre y degustamos una mesa dulce a nuestro
antojo, todo estaba bien elegante y el ambiente se

767
sentía increíble. Había bastantes adolescentes
compartiendo momentos.
Me encontraba con la cabeza apoyada en el
hombro de Hareth, estaba bien pegada a él
mostrándome un poco cariñosa con los juegos de
manos que teníamos por debajo de la mesa. Me
sentía bien, relajada, pero solo una pregunta lo alteró
todo.
—¿Y cuándo conoceremos a tus padres, Rouse?
—Helen realizó esa pregunta, me puse rígida de
repente, me enderecé y la miré sin saber qué
responder.
—Esa situación es un poco complicada, mamá —
le dijo Hareth—. No son de aquí, así que como
comprenderás es un tema que se debe tratar con
cuidado.
—Lo sé, pero conocerlos no significará revelarles
nuestro mundo —insistió su madre—. Solo quiero
conocerlos, hay que arreglar el susto que debieron
haber sentido cuando cierta persona dejó guiarse por
sus impulsos y los interceptó —miró sin disimulo
hacia Edward, él solo sonrió y alzó su copa antes de
tomarla.

768
—La tentación fue demasiada, señora Lewis —
Edward suspiró y miró hacia Abby, quien andaba
masticando algo dulce. Ella tragó y lo miró.
—Me alegro mucho de que ustedes hayan
recibido bien esta noticia, pero como notaran, somos
bastantes parecido a los humanos, idénticos pero no
iguales.
—Como Ed mismo lo dijo, fue la tentación,
señora —le respondió Abby.
Disimulé una sonrisa para ser partícipe del
momento. Hareth me tomó por el mentón y me
regaló un beso entendiendo que el tema de mis
padres me incomodaba bastante. Necesitaba verlos
pronto, una charla con ellos, y después ya me
preocuparía por lo verdaderamente preocupante
situación: el ritual de la expulsión.
Cada híbrido debía someterse a ello y yo no
tendría que ser la excepción.
Abby se puso de pie y me invitó a acompañarla,
no dijo dónde, simplemente quería alejarse. Juntas,
nos alejamos de la mesa acercándonos rápidamente
hasta nuestros amigos. Un gran número de personas
estaban reunido con ellos, nos unimos al grupo y
aceptamos la bebida que nos pasaron para compartir.

769
Estaban hablando del club, ya pronto nos
escaparíamos de aquí.
Se me terminó mi bebida, Anthony lo notó y se
me acercó. Él aún tenía un poco y me lo compartió.
—¿Les gusta el pastel? Porque a mí realmente
no, lo soporto pero no es mi afición. Solo estamos
esperando que aparezca para soplar la bendita vela y
salir despavoridos de aquí.
—Veo que tu energía aún no ha bajado —le dije.
Él se inclinó un poco para hablarme.
—No, la noche apenas está empezando. Y aún no
obtengo lo que quiero.
—¿Qué es lo que quieres?
—Sexo con esa persona —me dijo en un tono
bastante bajo, pero lo escuché porque se había
acercado más. Su mano estaba tocando mi hombro.
—¿Quién es? —pregunté, recordé de pronto a
Brenda mencionando que a él le gustaba alguien,
que lo tenía bien interesado. Nunca averigüé de
quien se trataba.
—Una chica—respondió sonriente y se apartó,
dejándome con el misterio.

770
Impedí que se alejara mucho sosteniéndolo por el
brazo.
—Dime quien es.
Él se quedó en silencio durante un momento,
pero finalmente conseguí una respuesta.
—Alexia.
—¿Alexia? —inmediatamente dirigí mi vista
donde ella. Anthony también la miró y asintió—.
Wow. ¿Y ella está interesada?
—No lo demuestra, pero yo sé que sí —aseguró
—, no me habría besado ya varias veces si le fuese
alguien insignificante.
—Tiene sentido, te deseo suerte entonces —dije y
me reí acompañado de él. Corrí la mirada y vi a
Hareth acercándose hacia la barra, cerca de donde
estábamos. Lo vi un poco extraño, hundí las cejas en
su dirección, pero él no me estaba viendo. Decidí en
ir con él por lo que me despedí de Anthony.
Hareth dejó su reciente copa servida sobre la
barra, pero ya sin nada. Realizó un gesto de cabeza y
le sirvieron más.
—Uh, parece fuerte —comenté posicionando una
mano sobre su brazo. Me dedicó una vista rápida y

771
regresó su atención a la bebida en su mano, se la
tomó de una otra vez.
No parecía relajarle, no parecía relajado.
—¿Hola? ¿Estás bien? —le pregunté. Pero lo
único que recibí de su parte fue silencio y una
mirada extraña, su expresión estaba
disimuladamente endurecida, sus ojos ardían a causa
de una fría emoción.
—¿Qué te pasa?
Su silencio me estaba desesperando.
—Acércate —habló al fin. Le hice caso y acorté
más la distancia entre los dos, nuestras piernas
quedaron rozándose—. Ahora bésame.
—¿Ahora?
Me ponía nerviosa estar rodeada de tanta gente,
más de conocidos. Una vez ya lo había besado entre
un gran número de personas, pero el momento había
ameritado ese beso y, además, lo hice por impulso.
—Aquí y ahora, Mia —sentenció él, inclinándose
hasta rozar su boca a la mía.
Tenerlo tan cerca, despertaba unas extraordinarias
sensaciones estremecedoras que me hacían perder el

772
juicio.
Le di lo que pedía, le besé los labios y me aparté.
—¿Nada más que eso?—Hareth me habló cerca
del oído—. Uhm… —sus labios rozaron el lóbulo de
mi oreja, automáticamente todos los vellos de mi
piel se erizaron, una sensación altamente potente y
estremecedora recorrió mi espina dorsal, ese
escalofrío duró un instante, tiempo suficiente para
que se me notara en la cara que algo íntimo sucedía
—. Mira como reaccionas ante mí, ni siquiera te
estoy tocando, Rouse.
—Basta, pórtate bien —lo enfrenté.
—Lo haré si me besas de nuevo, de lo contario
—interrumpí su habla dándole lo que tanto pedía.
—Ahora cállate y relájate, estamos en un evento
donde especialmente tú no pasas desapercibido.
—Vuelvo enseguida —anunció y se marchó
inmediatamente. Lo hizo tan rápido y
desprevenidamente que me quedé desconcertada por
su extraño comportamiento. Reaccioné poco tiempo
después, siguiéndolo.
El evento quedó en segundo plano, Hareth
atravesó un pasillo que condujo a una escalera, lo

773
subió y yo me apresuré en alcanzarlo. Pero no lo
conseguí hasta que él se detuvo en el piso siguiente,
saliendo a una terraza.
—¿Puedes decirme que te está sucediendo?
—Es una estupidez, Rouse, tan estúpido que ni
siquiera quiero hablar de ello.
—Yo sí, eso te tiene así. Dime qué pasa.
Hareth me dio la espalda y se mantuvo en
silencio, ubicó sus codos sobre la baranda y quedó
observando el paisaje nocturno. Me acomodé a su
lado, situando inmediatamente una mano sobre su
brazo, fui subiéndola hasta alcanzar su hombro y
posteriormente su nuca, lo sostuve de ahí y lo
obligué a inclinarse para verme.
Pestañeé dos veces intentando seducirlo para que
soltara todo lo que le inquietaba, porque
evidentemente algo le sucedía.
Pero él no dijo nada, estampó su boca contra la
mía de una forma dolorosamente deliciosa. Detecté
molestia en su beso, también mucha impaciencia,
devoró mi boca con una apasionante furia
descontrolada que casi me desplomó al suelo, si no
fuera por sus brazos sosteniéndome estoy segura de
que me hubiera caído.

774
Me sostuve de él, mis dedos se hundieron en su
cabello y quise controlar el beso manejándolo de
ahí, pero Hareth tenía una voluntad incontrolable.
Desistí de ello y permití que consumiera todo lo que
quisiera, me encantaba su forma de besarme,
siempre tan diferente.
La invasión de su lengua a mi boca produjo que
el cosquilleo en mi estómago aumentara, el fuego
ardía bajo mi piel. Hareth estaba emanando un aire
peligroso, una tentación consumidora. Apartó su
boca de la mía, su mirada advertía una inmensa
posesividad que me dejó desconcertada.
—Eres mía, fuego.
—Sí… —suspiré, intentando recuperar el aliento.
—Dilo.
Su nariz rozó la mía, se distanció esperando mi
respuesta. Su mano derecha me sostenía del mentón,
deslizó esta mano hasta ubicarla por detrás de mi
cuello. Su mirada en ningún momento perdió
contacto con la mía, sus ojos chispeaban una
emoción extraña.
—¿Estabas celoso de Anthony? —no pude evitar
echarme a reír apenas terminé de hablar. Él se
distanció, disgustado.

775
—Te dije que era una estupidez —admitió, aún
molesto.
—No lo es —no cuando yo estaba celosa de su
propia hermana—. Pero recuerda que solo me
interesas tú —disminuí la distancia entre los dos y lo
tomé del rostro para mirarlo con fijeza—. Tú eres el
único que tiene permitido tocar todo lo que quiera, a
besarme, a tomarme cuando quiera… —rocé sus
labios y alcé la mirada para encontrarme con sus
hambrientos ojos animales.
—Repite lo último que dijiste —solicitó y yo me
reí. Detuve mi risa cuando sus labios tomaron los
míos.
—Creo que deberíamos volver ya —dije y me
aparté, solo que él parecía demasiado entusiasmado
queriendo obtener algo más. Se movió junto a mí,
sus dedos tenían agarrado la tira de mi vestido como
si lo estuviera a punto de correr, yo volví a moverme
sin prestarle detalle a ese hecho, causando que la tira
del vestido se extendiera demasiado consiguiendo
que se rompiera. Mierda.
Y justo en ese momento se oyó el bullicio de
abajo, anticipándonos que definitivamente ya era
hora de bajar.

776
—Oh, no —lamenté sosteniendo esa parte
afectada para que no estuviese ahí con un seno libre.
—Es mi culpa, lo siento. Toma —Hareth se
despojó de su saco, del mismo color que mi vestido,
para ubicarlo sobre mis hombros, pasé los brazos
donde deberían ir colocándomelo bien—. Combina,
y te ves hermosa.
—No hay tiempo para halagos, vámonos —
mencioné apresurándome a las escaleras. Él me
siguió y conseguimos llegar a tiempo para no
perdernos el momento de la entrada del pastel.

Transcurrido aproximadamente media hora,


algunos comenzaron abandonar el lugar para
dirigirse al club privado. Y yo no podía asistir
vestida como estaba a ningún otro evento.
Debía cambiarme.
Le comenté a Abby lo planeado y después la dejé
ir. Con Hareth daríamos una vuelta en casa para
cambiarme y tenía pensado en ponerme algún short
para sentirme más cómoda. Ese era mi idea, creí que
eso sucedería…

777
Llegamos en casa, justo cuando ingresábamos en
la habitación Hareth recibió una llamada, la
contestó. Yo me apresuré en ir en busca de un
cambio de ropa, elegí un nuevo atuendo y me
despojé del vestido comenzando a vestirme con
afán, entusiasmada también.
—¿Rouse? —Hareth interrumpió el proceso
donde yo escogía entre una blusa o directamente un
top. Decidir por uno era tan complicado.
—¿Qué pasa? —le pregunté—. Espera, ¿cuál de
las dos? —le mostré las prendas en cada mano, subí
una a más altura y después la otra.
—Déjalo un momento, por favor…
Su tono y expresión me advertían de algo grave.
Dejé las prendas de lado y me acerqué donde él,
cuidadosa.
—Dime qué pasa.
—Acaban de informarme sobre algo
desconcertante —comenzó a decir, asentí para que
prosiguiera—. Acaban de notificarme que Eleonor
Collins y Eden Dell fueron vistas cerca de las
fronteras del Reino Vampírico.

778
Mi expresión se transformó, cambió por
completo al mismo tiempo que recibía un fuerte
golpe de realidad. ¿Mi madre junto a Eden Dell?
¿Había escuchado bien?
Mi ánimo cambió por completo, mi humor bajó
tanto que los planes de la noche cambiaron.
Preferí quedarme en casa con Hareth, hablamos
sobre este asunto, solo un poco porque al parecer
ninguno de los dos quería ahondar el tema porque
había algo que nos asustaba a ambos: El Concejo.
Si esa organización se enteraba de mi identidad,
vendrían por mí.
Era una híbrida, no encontraba más alternativa
que entregarme siendo una ley hacerlo.
¿O no? 

*Nu vorbi prea mult, este periculos. No hablen


demasiado, es peligroso —Marisa.

779
27. Encuéntralo

Capítulo 27: ENCUÉNTRALO


Abby
Encuéntralo, retumbó en mi cabeza.
Abrí los ojos, sobresaltada y desorientada.
Parpadeé varias veces para aclarar mi vista y en ese
proceso me di cuenta de que tenía lágrimas
estorbándome en los párpados. Giré la cabeza en
dirección a Edward, él continuaba plácidamente
dormido. Aún era de noche, por ese mismo motivo,
me fijé inmediatamente en la hora en mi celular y
maldecí silenciosamente porque era jodidamente
temprano, de madrugada. Apenas habían
transcurrido dos horas desde que regresamos de la
fiesta de Anthony. 
Apagué el teléfono y decidí ir al baño, me sentía
muy extraña. Arrastré los pies hasta llegar a mi
destino, percibía a mi cuerpo bastante sensible.
Tenía la necesidad de llorar y desconocía por
completo el porqué. Y yo odiaba que esto me
sucediera, porque sí, no era la primera vez.

780
Me sostuve con fuerza del borde del lavabo, alcé
la mirada al espejo y apenas me vi, me eché para
atrás apartando inmediatamente la vista, bastante
turbada por lo que se me presentó.
Mi reflejo se vio completamente oscuro, se vio
como una sombra.
Tuve miedo de volver a encontrarme con lo
mismo si decidía regresar la vista al espejo. No
quería mirar, mi corazón latía rápido en mi pecho y
mi instinto me pedía huir, necesitaba abandonar este
lugar, deseaba protección.
«No seas cobarde y mira, tarada» protesté.
Primero la voces y ahora esto, realmente no sabía
lo que me estaba sucediendo, imploraba encontrar
pronto las respuestas, porque de lo contrario me
volvería loca.
De repente miré mi reflejo, esperando
encontrarme lo mismo, pero eso no sucedió, esa vez
me recibió el rostro de una Abby bastante
confundida. Me miré con extrañeza y procedí a
lavarme la cara. Noté que mis manos temblaban
ligeramente cuando estiré el brazo para alcanzar una
toalla, me sequé el rostro sin prestarle mucha
atención a ese hecho.

781
El miedo aún no me abandonaba, ahora lo notaba
con más fuerza. Dejé la toalla de lado y cerré las
manos en puños para controlar ese temblor que no
me dejaba tranquila. Temerosa, me vi obligada a
regresar la vista al espejo. En un segundo todo
estaba bien, pero en otro, mi reflejó se deformó, se
distorsionó hasta un punto de borrarme la cara.
Quedó tachada. Y me espanté más, y esa vez no
esperé ni un segundo más y abandoné el baño.
No me importó despertar a Edward a la hora de
saltar sobre la cama, sobre él, huyendo hasta sus
brazos. Él se despertó un poco perdido, pero apenas
visualizó mi cara se ubicó, solo que frunció el
entrecejo ni más detectó mi estado.

Yo cerré los ojos y me negué en responder, solo


reposé el rostro contra su pecho, abrazándolo con
fuerza.
—¿Heaven?
—Tuve un mal sueño —murmuré—, protégeme.
—Claro que sí, bonita.
Me besó un lado de la cabeza y comenzó a jugar
con mi cabello, realizando caricias suaves. Y así fue

782
como volví a conciliar el sueño.

Terminé de delinearme los ojos, mi mirada se vio


más intimidante que nunca cuando probé dedicarme
una dura mirada de desafío. Retoqué el labial y
supervisé que todo lo aplicado no estuviese fuera de
lugar.
No me gustaba sentirme mal y verme bien
compensaba esta horrible sensación, no del todo
pero sí lo suficiente como para no dejarme llevar por
el abismo de este amargo sentimiento.
Ajusté la cola alta que me había hecho y
abandoné el baño. Mi expresión se suavizó apenas
me topé con la presencia de Edward en una esquina
de la habitación, precisamente donde se encontraba
un sillón, él se encontraba sentado, con la vista
concentrada en la pantalla de su teléfono. Alzó la
mirada para verme, sus labios se estiraron en una
sonrisa de labios pegados, este gesto transformó por
completo su expresión.
—Me llevas al cielo al cielo solo con tu
presencia, bonita.

783
Edward se puso de pie sin quitar sus ojos sobre
mí. Levanté una mano a la altura de mi cara y, en su
dirección, negué con el dedo índice.
—Estás equivocado, amorcito. Yo te traigo el
cielo, siéntete afortunado. Ahorras el transito —me
reí y dejé atraparme por él. Sus manos se perdieron
en mi cuerpo, una se detuvo en mi cintura y la otra
quedó apoyada en lo bajo de mi espalda.
—¿Y qué es lo que yo te puedo ofrecer a ti? —
me preguntó en un tono que evidenciaba un poco de
obviedad, igualmente preferí seguirle el juego y
ubiqué una mano sobre mi mentón, acaricié la línea
de la mandíbula como si estuviera pensando mucho
hasta que de pronto detuve todo lo que hacía y
entreabrí los labios adquiriendo una expresión que
anunciaba una maravillosa idea.
—Acércate y te lo digo al oído —musité.
Edward, bastante atento a mis gestos, me
obedeció. Me puse de puntillas y alcancé su nuca
con mi mano derecha, intencionalmente rocé mis
labios a la piel de su oreja. Detecté cuando se tensó
ante mi gesto provocador. Respiré y mi aliento
produjo que su piel se erizara.

784
—Abby —protestó, quiso alejarse pero ejercí
presión por donde lo sujetaba logrando que
desistiera de hacerlo—. Dime… ¿qué quieres de mí?
Su nota de voz alertaba sobre un posible
acontecimiento que me encantaría experimentar.
Pero yo le respondí, rompiendo todo el encanto.
—Oreos —le dije.
—¿Qué? —pronunció totalmente extrañado,
aunque por su tono deduje que le estaba costando
salir de esa fantasía…
Lo dejé libre al poner distancia. Sonreí con
inocencia y repetí mi respuesta.
—Oreos.
—¿Oreos? —usé toda mi fuerza de voluntad para
no estallar en carcajadas por su tono y expresión.
Edward se encontraba realmente desconcertado,
muy extrañado y bastante perdido en el tema.
—Galletitas Oreo —me especifiqué—. Ofréceme
oreos y seré muy feliz.
Me aguanté la risa que me cosquilleaba en la
garganta. Me mordí el labio con fuerza para no fallar

785
en esa tarea en cuanto Ed procedió a fingir haberlo
entendido todo.
—¡Claro! ¿Qué más podría ofrecerte, no?
Oreos… —repitió queriendo convencerme de que
ese había sido la respuesta que escondió su tono de
voz—. Lazcano, todos los oreos de Madrid te
pertenecen si dices mi apellido. No te preocupes,
serás muy feliz conmigo.
—Ya me pones feliz muy con esta noticia. Ya
quiero conocer España.
Hablé fingiendo demasiado entusiasmo, mi voz
incluso se escuchó chillona, bastante aguda. Okey,
ya debía parar. Pues se me hizo sencillo dejar de
actuar porque ante la siguiente expresión chistosa de
Edward, ya no me pudo mantenerme serena y
solamente permití que la risa se hiciera cargo de
aliviar el ambiente.
—No estaba bromeando… —pude decir
calmando un poco mi ataque de risa, respiré hondo
para alejar esto que me abordaba. Edward lució
nuevamente extrañado, pero rápidamente adoptó una
postura que advertía sobre su cambio de humor.
—¿Tengo cara de payaso o qué? —su serio
comentario me motivó a reír más en cuanto un

786
recuerdo se proyectó en mi mente: “Mira, un
payaso”. También lo hizo el hecho de que me lo
imaginé con la punta de su nariz pintada de rojo.
—No eres para nada gracioso, te abuchearían en
el circo —le dije calmando mi risa apenas detecté
una lágrima escaparse de mi ojo izquierdo.
—Por tu reacción ante lo que sea que hice, noto
que realmente me aclamarían.
—Como sea —corté el tema recobrando la
compostura. Enserié mi expresión facial, lo bueno es
que no encontré manchas en mis dedos cuando hice
el procedimiento de palparme ligeramente los
párpados para secarme los ojos. Y esto se debía a
que el producto efectivamente había cumplido su
propósito—. Te lo dije en serio… —él no entendió a
qué me refería. Disminuí la distancia entre los dos,
apoyé mis manos en su pecho y alcé la mirada a la
suya—, quiero las oreos.
—¿Nada más?
—No pido demasiado —dije y lo empujé
ligeramente para impulsarme y alejarme de él. Esa
era mi intención, pero él no me permitió ejecutarla
del todo porque ni más notó mi siguiente
movimiento, retuvo mis antebrazos volviéndome

787
hacia sí, su cara quedó a poca distancia de la mía.
Amplié la sonrisa que formé ni más averigüé su fin.
Y no esperé demasiado para darnos lo que
pretendíamos: un beso, un beso que él se aseguró de
profundizar.
—¿Estás segura, Heaven?
—Ya hiciste que cambiara de parecer, idiota —
me reí y volví a besarlo.

Bajamos con intenciones de desayunar


acompañado de todos como todas las mañanas, solo
que en vez de encontrar el desayuno ya servido en la
mesa, encontramos el mueble repleto de carpetas y
papeles desordenados, cuatro laptops abiertos siendo
ocupados por personas desconocidas, dos más
usando una iPad. La madre de Lewis era la única
persona conocida, ella se encontraba cerca del
ventanal con el teléfono pegado a su oreja. Hazal
apareció desde una entrada que daba hacia la cocina,
su mirada nos encontró inmediatamente, lo hizo
apenas alejó su vista del celular que traía en mano.
Ella no dudó en acercarse.

788
—Buenos días —inmediatamente le
correspondimos el saludo—, por lo que notaran, hoy
será un día diferente, bastante ajetreado —ella
suspiró al ver el desorden que se formó—. El
desayuno se sirvió en la cocina, pasen ahí, los están
esperando. Por mi parte, me despido —me dio un
beso en la mejilla y se precipitó hacia Edward para
dedicarle el mismo gesto—. Se te corrió el labial,
tonto —bromeó en dirección a su amigo y se
marchó.
Edward automáticamente revisó si lo que había
mencionado ella era cierto.
Me reí de su apresurado movimiento. Estiré una
mano en su dirección y le limpié una mancha
inexistente bajo la línea de su labio inferior, todo
para que se quedara tranquilo. Mi sonrisa no se
redujo, es más, la había ampliado como una mueca
divertida. Los ojos de Edward encontraron los míos,
me aparté porque mantener ese tipo de contactos con
él advertían sensaciones que en ese momento
prefería evitar.
Hice ademán de continuar mi camino, pero antes
de completar esa acción, crucé una mirada con
Helen, la madre de Lewis. Ella apenas colgaba la
llamada, me regaló una sonrisa de labios pegados,

789
parecía genuina, pero algo extraño centelleaba
discretamente en su expresión cada vez que me
miraba.
—¡Buenos días! —saludé al ingresar en la
cocina, aparentando mucho entusiasmo. Las
empleadas detrás de la barra de cocina fueron las
primeras en responderme, sonreí agradecida en su
dirección antes de centrar mi vista donde se
encontraba mi amiga junto a su compañero. Ella
sonrió al verme, pero pude distinguir rápidamente
como algo sucedía.
Me detuve para saludar a cada uno con un beso
en la mejilla, luego me situé al lado de Rouse.
—¿Qué pasa? —dije inmediatamente.
—El viaje se pospone —Lewis me respondió.
Mi mirada chocó contra la suya. Esa idea no me
agradó, me disgustó y se los hice conocer sin decir
ni una sola palabra.
—No —objeté inmediatamente, mi voz dura les
advirtió sobre mi rotunda negación—. No voy a
perder esta oportunidad, dijimos hoy y será hoy.
—Quiero lo mismo que tú —se apresuró en
decirme Rouse—. Pero de pronto surgieron

790
obligaciones que debo atender, que debemos
atender. Estábamos expectantes esperando este
momento, queríamos ocuparnos personalmente de
este asunto pero te lo repito, de pronto los planes
cambiaron.
—Para ti —le hice notar—. Tus planes
cambiaron, los míos siguen enfocados en afirmar
esta verdad. Y no creo que me necesiten a mí,
entiendo que a ti te ocupen también, a él también —
gesticulé hacia Lewis—, pero yo estoy fuera de esos
cargos. No quiero posponer esto, me niego a ello.
—Los investigadores que contratamos ya
partieron hacia allí —reveló Lewis—, sus padres ya
están siendo buscados. Pronto tendremos noticias,
solo tenemos que aguardar y…
—No —volví a negar.
—Abby —Edward intentó decirme algo. Meneé
la cabeza en su dirección, contrariada.
—No, yo quería ocuparme de esto. No pueden
quitarme esto, además, nosotras atraeríamos
inmediatamente su atención, de ellos huirán. Si son
parte de este mundo como asumimos, estoy segura
que se alejaran si los encuentra como amenazas.

791
—Ellos no se mostraran defensivos —sostuvo
Lewis—. Todo saldrá perfectamente, los tenemos…
—¿Bajo control? —formulé las palabras que
posiblemente él diría a continuación. Mi tono
irónico no le pasó desapercibido, mi postura cambió,
me había puesto rígida ante esta situación—. Nada
está bien, no supongas que todo saldrá bien cuando
no lo sabes. No predigas como si lo tuvieras todo
bajo control, no lo tienes, tendrás mucha voluntad
para conseguir lo que quieres pero nadie puede
anunciar un acontecimiento si no tiene la visión para
hacerlo —expresé sintiendo rabia y enojo, y en mi
tono se delataban esas emociones—. Hace días
vienes destilando tranquilidad, diciendo que todo
saldrá bien, calmando a tu pueblo con tus palabras,
pero hasta el momento las amenazas continúan
libres con oportunidades de volver y atacar. Tu
confianza no funcionará conmigo, necesito
participar para comprobar al menos el intento de ese
“todo saldrá bien” que intentas asegurar.
Lo dejé pasmado por mi atrevimiento al hablarle
de aquella manera. Y es que él debía dejar de
impulsar ese optimismo cuando el caso era
verdaderamente serio e inestable. Ser seguro de sí
estaba perfectamente bien, pero había que dejar un
poco de lado esa certeza y dejarnos invadir por el

792
miedo y la preocupación también, porque si nada
salía como lo planeado, al menos el impacto de
realidad no sería tan fuerte al ya haberlo ideado.
Lewis se recuperó rápido de esa turbación y no
esperó mucho para responderme, lo hizo en tono
serio y autoritario.
—Un gobernante debe mantenerse imperturbable,
por más oscuridad que lo aceche debe conservarse
firme y positivo para no alterar al resto porque
siempre tiene miradas encima. No quiero
descomponer la tranquilidad, si yo me muestro mal
inmediatamente causaré alboroto y esto es lo último
que necesito teniendo un día tan importando a la
vuelta de la esquina.
—Entonces al menos a mí no me mientas —
repliqué—. No nos mientas porque nosotras
conocemos la verdad en esta situación.
—Está bien, les diré que esto será bastante
complicado porque tratándose de las personas que
trata, esto no será fácil… —No dijo un motivo,
había uno, el conocía un detalle pero lo omitió—. Y
tienes razón, posiblemente si ve que se trata de
ustedes aflojen lo suficiente para hablarles. Así que
irás tú.

793
—Excelente —celebré, pero lo dije serio,
reservando una sonrisa triunfal para después.
—Manejamos algunas cosas como lo creemos
correcto —defendió Rouse a su compañero apenas
tuvo oportunidad—. ¿Edward? —miró al castaño.
—Sé lo importante que esto para Abby —fijó sus
ojos en mí—. Iremos.
—¡Excelente! —Exclamé— ¿Ven? Con un
tranquilo intercambio de palabras siempre se
consigue una manera de solucionar las cosas—dije y
sonreí sin mostrarme culpable de nada.
—Ese es mi lema —me dijo Lewis, y entonces
compartimos una sonrisa.

Nos esperaba cinco o seis horas de viaje en auto.


Grandioso.
Por eso mismo, me permití llenar el coche de
todo tipo de suministros. Y en cuanto estuvimos
listos, nos despedimos y partimos hacia nuestro
destino.
El trayecto fue mucho más interesante de lo que
esperé. Pasar ese tiempo con Edward nos vino bien

794
para conocernos mejor, él se dignó a decirme apenas
en ese momento que faltaba demasiado poco para
que conociera a sus padres, Gabriel y Eline. Los
conocería en la coronación de Lewis, y faltaban
exactamente tres días para ese evento.
—¿Y por qué no te llamas Eduardo? —quise
saber, tomé de la botella de agua saborizada después
de realizar la pregunta, lo incité con un gesto para
que me lo respondiera.
—Tengo el nombre de mi abuelo. ¿Y a ti por qué
no te dieron un nombre ruso si eres rusa?
—Ni idea —dije la verdad—. Somos raros,
¿sabes? Estamos hablando inglés…
—Tienes razón, deberías empezar a
familiarizarte con el castellano.
—Bozhe moy.
Oh, por Dios.
—Pues pon algunas canciones, ¿no? —propuse.
Transcurrido un buen tiempo, Edward me recordó
un lugar que pasábamos. Era el sitio donde él nos
interceptó. Idiota.

795
Horas después, llegamos a un hermoso sitio de
Filadelfia.
Aparcó delante del hotel donde nos
hospedaríamos durante esa noche, seguido de él lo
hicieron las camionetas de los escoltas que nos
acompañaban. Bajé rápidamente ya necesitando con
urgencia estirar mis piernas, caminé de un lado para
el otro sobre las piedras que adornaban el camino.
Observé el hotel de dos plantas, era bastante
grande. Edward me contó que este era un pueblo
donde no regía un ser sobrenatural, nos
encontrábamos en el mundo humano. Desplacé la
vista fuera de esta propiedad, me entristecí
levemente al preguntarme una vez más qué les llevó
a mis padres a desaparecer esta ridícula manera.
¡Nada tenía sentido!
Tomé mi teléfono y dudé en marcarles
nuevamente, finalmente desistí de hacerlo. Guardé el
celular y me apuré a Edward con un gesto de mano
para que ya me alcanzara, dio sus últimas
instrucciones a nuestra seguridad y se encontró
conmigo.
—Vamos a turistear como bien dijiste, Abby.

796
—Siempre es bueno conocer nuevos lugares —
sonreí.
Primero nos registramos en el hotel, acomodamos
nuestras pertenencias en la habitación asignada y
salimos a turistear.
Comenzamos a caminar desde entonces, a
caminar, caminar y caminar. Hicimos todo un
recorrido deteniéndonos de vez en vez en los lugares
interesantes, porque tampoco quería desperdiciar esa
oportunidad para admirar hermosos sitios sacando
un par de fotos. Edward comenzó a comunicarse con
las personas que habían contratado para descubrir la
ubicación tanto de los Dufour como los Smirnov. Y
después de horas de insistencias y búsqueda en los
registros del sistema, dijeron que consiguieron la
dirección donde unas semanas atrás se apuntó Peter
Dufour.
No dudamos en conseguirnos un trasporte para
llegar a ese lugar. Era una hermosa casa moderna de
una sola planta. Me apuré en tocar el timbre, y nada
como ya estaba resultando muy normal. Edward me
informó que no había nadie, inspeccionamos nuestro
alrededor y discretamente nos apresuramos hasta
llegar a la parte trasera de la casa, todo estaba
cerrado.

797
—¿Cómo aseguramos que es aquí? —pregunté.
—Entremos.
—¿Eh? ¿Cómo…?
Ni siquiera terminé de formular la pregunta
cuando él ya me estaba demostrando cómo. Pateó la
puerta y literalmente invadimos una propiedad
ajena, cometiendo un delito.
Este vil criminal.
—¡Qué estás haciendo! —exclamé silenciosa,
tampoco quería llamar la atención.
—Adelante —ofreció esbozando una sonrisa
traviesa.
—Eres un idiota.
—Lo arreglaré, ¿vale? Vamos, hay que fijarnos si
realmente es esta, de lo contrario habré destruido
una puerta en vano.
Le hice caso a pesar de no estar de acuerdo con
su forma de haber conseguido el acceso.
Ingresamos, la puerta daba a la cocina. No reconocí
nada allí dentro, seguimos y nos detuvimos en la
sala de estar. Había cajas por doquier, nadie había
desempacado aún, al menos no del todo. Fui hacia

798
un mueble al distinguir varios marcos sobre él, eran
fotos…
Ambas sonreíamos a la cámara, fue la primera
fotografía que nos sacamos juntas.
Sí, este era la casa de los Dufour.
—Es aquí —afirmé enseñándole ese cuadro a
Edward.

Anocheció y nadie aparecía. Me encontraba


nerviosa, ansiosa y muy desesperada. Me urgía
saberlo todo, necesitaba control, me encantaba tener
el control de las cosas y estar tan ajena a la situación
actual me tenía demasiado inquieta.
—Candice, llámame. Lo que sea que suceda,
pueden decírmelo, lo entenderé y no me enojaré, lo
prometo.
Dejé el teléfono a un lado luego de grabar ese
mensaje. Estaba harta y al límite con esto, me
molestó esta desconfianza. ¿Mis padres pertenecían
también al mundo sobrenatural? Era evidente, pero
lo más importante, ¿mi madre era Eden Dell?

799
—Abby… —Edward dijo mi nombre. Y no
llegué a enfocarlo porque cuando lo estaba haciendo,
un ruido llamó mi atención logrando que trasladara
inmediatamente la vista hacia esa zona. Y ni siquiera
transcurrió un segundo cuando el seguro de la puerta
principal fue quitado. La puerta se abrió de golpe.
Y entonces entraron ellos.
Eleonor y Peter.
Me puse de pie y me aparté del sofá para
precipitarme lentamente hacia ellos, estaba
incrédula. En toda mi cara se reflejó esa emoción,
enmudecí y simplemente los contemplé.
—Abby —me nombró Eleonor, se me acercó
esbozando una ligera sonrisa, sus rasgos se
suavizaron, su mirada se dulcificó al detallarme. Ella
siempre había sido una mujer muy amable y
cariñosa, congeniábamos muy bien, me llevaba
estupendo con la familia de Rouse, era como si nos
conociéramos de años y no de meses como
realmente era el caso.
—Hola —balbuceé, algo me trababa la voz.
Mierda, la nueva perspectiva que tenía me impedía
verlos de la misma manera.

800
—Edward Lazcano —Peter identificó a mi
compañero. Él había cerrado la puerta y alcanzado a
su esposa, ella me miraba a mí y él veía con gesto
serio y bastante reservado hacia Edward—. Nunca
tuvimos el gusto de presentarnos correctamente —
estiró una mano en su dirección, ofreciéndole un
saludo, su expresión se trasformó durante un
momento, sus comisuras se estiraron formando una
sonrisa socarrón.
Seguramente él estaba recordando el encuentro.
—¿Usted es…?
—Peter Dufour —se estrecharon las manos.
—Edward Lazcano —musitó Edward,
conservando una seria expresión—. Y me disculpo
por lo ocurrido ese día, pero como comprenderá, fue
algo natural. Viene del instinto licántropo.
—Y como comprenderás tú, nosotros actuamos
como debíamos. Algunas reglas se respetan si es por
el bien común. Y háblame de tú, después de todo, ya
no somos ajenos al otro y eres su compañero —me
miró—. Un gusto volver a verte, Abby.
—¿Y mis padres? —pregunté apenas fui capaz de
hablar.

801
—Ellos no están aquí —dijo con voz calmada
Eleonor, tratando de mantener una atmosfera
tranquila—. Estábamos de viaje…
—¿Dónde y por qué? Tenemos preguntas, nos
enteramos de cosas y estamos que explotamos a
causa de la acumulación de estas.
—Entiendo —ella posó una mano sobre mi
hombro, sus ojos azules irradiaban serenidad, me
miró de una manera cuidadosa y asintió ligeramente
con la cabeza—. Sentémonos —ofreció.
—Estoy bien así.
Ella retiró su mano y se apartó sutilmente.
—Abby, lamentamos mucho estos últimos
acontecimientos. Pero hay una razón muy
importante, juro que separarme de mi hija,
abandonarla, dejarlas en ese nuevo mundo ha sido
difícil, lo más doloroso y complicado que he hecho
en toda mi vida. Pero de alguna manera, ese
encuentro, que estén en ese lugar benefició, más que
estuvieran con ellos. Ellos las protegen, las cuidan y
se asegurarán de eliminar a cualquier amenaza que
intentara herirlas. No es que las haya, a lo que voy
es que… —miró de reojo a su esposo antes de

802
nuevamente depositar su atención en mí—. Rouse
estaba en peligro corría y sigue corriendo peligro.
—Deducimos que había un gran motivo, pero
antes que nada, ¿por qué le ocultaron a Rouse su
identidad? Yo tampoco sé quién soy…
—Todo fue para mantenerla a salvo, ¿ya
averiguaron quiénes somos?
—No lo tenemos claro, dímelo tú.
—Ambos pertenecemos al mundo sobrenatural
—dijo volviendo a ver durante un instante a su
marido—, pero fuimos exiliados de ello, estamos
condenados a vivir en el mundo humano por haber
incumplido una regla, una ley. Yo soy una vampira y
él un licántropo, ambos provenimos de familias
importantes, el apellido Collins es poder y el Brown
no queda atrás. Y los apellidos poderosos son
conocidos vayas donde vayas, son amados y
repudiados, por motivo de protección tuvimos que
cambiarnos el apellido, ahora somos Dufour.
Peter continuó el relato de su esposa.
—Tenemos una hija, tardamos en concebirla
precisamente por el miedo a perderla. Y ahora ella
está siendo buscada porque hay una organización
que caza a los que son como ella, híbridos. Se llama

803
El Concejo, se ubican en la punta de la pirámide y es
todo un reto burlarlo. Rouse está en la mira, ningún
híbrido, esté donde esté, debe salir ileso de su norma
principal. Esa organización sabe de su existencia,
conoce que ya está en la edad que debe someterse a
ese ritual, por eso mismo, ya la estaban buscando. Y
tuvimos suerte al salir de Rusia porque ya nos
estaban tocando los talones, y nos siguen
persiguiendo, la quieren y no descansaran hasta
encontrarla. Por esto, ella debe mantener secreta su
identidad, nadie debe saber quiénes son sus padres.
Eleonor continuó.
—Solo queríamos que esté a salvo. Ese mismo
día quisimos rescatarla, incluso llegamos a la
mansión. Pero nos enteramos que es compañera del
alpha. Él no iba a dejarla jamás, entendimos eso y
desistimos del plan. Y entonces se nos presentó una
oportunidad luego de que ella nos hablara,
aceptamos lo propuesto por ellos, dejarlas allí
porque nadie la conoce a ella, a nosotros nos tenían
identificados, a ella no.
»Nosotros estamos despistando a El Concejo,
ellos nos buscan porque por medio de nosotros
pueden llegar a ella. Nuestra incomunicación se
debe precisamente a esto, no queremos correr

804
riesgos y exponerla. No queríamos frustrarla con
todo esto, su condición ya era suficiente, su estado
no le permitiría estar bien. Por eso la mantuvimos
ajena a todo, por su bien, si ella se enteraba que
llegaría un momento donde iban a romperla, no
dejaría de pensar en ello y no estaría bien.
—Por medio de él, ella entró al mundo
sobrenatural —siguió Peter—. Ya lo conoce.
—Sí —les afirmé—. Incluso ya lo que El
Concejo quiere de ella.
—Sí que han llegado bastante lejos con su
investigación —expresó Eleonor—. Hablaremos con
ella, no podemos verla todavía, trataremos de buscar
un momento porque sé que quiere vernos, que quiere
más respuestas. Solo te pedimos un favor, Abby, no
dejes que se quite el anillo, es lo que la mantiene a
salvo, la que protege su identidad.
—Ella lo sabe, y no tenía intención de hacerlo.
Ella creía que ese anillo conservaba su calma, ¿es
mucho más, cierto?
—Exactamente, teniéndolo puesto no la podrán
familiarizar conmigo.
—Uhm… —dudé—. Yo no diría eso, los Collins,
Chase, Marisa, Selene y Neisan, ellos están

805
residiendo en Milford, van en el mismo instituto que
nosotros y Rouse acaba de revelarles que son
familia. Ellos no lo desmintieron, ellos saben que
ella es una Collins.
—Sí, ellos son familia —Eleonor no lo negó—.
Pero no dirán nada, hay una excepción con la
familia, ellos reconocen a los suyos. Pero para los
demás, ella será ajena a ellos. Nadie debe saber que
es hija mía, de lo contrario, habrá consecuencias.
—Dile que la amamos, que conservar esta
distancia es por su bien —me pidió Peter—. Es
nuestro todo, verla sufrir es lo último que deseamos
por eso debemos seguir esquivando a esta
organización. Dile que estamos bien y que no se
preocupe, sabemos lo que hacemos.
—Lo haré. Son unos genios —los abracé a ambos
—. Y yo ya los había tachado como malos padres,
los peores del año —me reí al distanciarme.
—¿Ella pensó lo mismo? —pronunció una
Eleonor repentinamente entristecida.
—Estaba bastante molesta, sigue molesta pero
con toda esta nueva información se le pasará. Solo
hablen con ella, ya está lista para conocer su verdad.

806
Pero ahora… yo quiero conocer la mía. ¿Dónde
están mis padres?
—¿Qué es lo que quieres saber? —Eleonor
acomodó su rubio y cabello por detrás de sus
hombros.
—He estado presentado “síntomas” de que
tampoco soy normal como parecía. Tuve una visión
y se cumplió. ¿Quién es mi madre?
—¿Nada más?
—Bueno, también unas molestosas voces
comenzaron a joderme. Y esta madrugada sucedió
algo más que me tiene alterada, mi reflejo en el
espeso se oscureció, mi cara se distorsionó. Necesito
saber qué me sucede.
—Estás en el mundo sobrenatural, Abby. Ese
mundo está lleno de magia y reconoce a los suyos,
tú también perteneces a ese mundo pero desconozco,
desconocemos qué eres, eso lo tienes que averiguar
tú.
—¿Qué? —pronuncié débilmente, mi entrecejo
se frunció y mi pulso se aceleró súbitamente—.
Espera, no me has dicho dónde están mis padres.

807
—Con ellos no encontrarás las respuestas que
quieres, no lo saben.
—Tienen que saberlo, son mis padres. Cómo no
me van a conocer, soy su hija…
—El mundo donde estás ahora te dirá quién eres,
solo sé paciente y confía en tus instintos —me dijo
Peter.
—No los entiendo, ¿qué me quieren decir?
—Abby —Edward dijo mi nombre,
manifestándose al darse cuenta antes que yo de lo
que sucedía, de lo que me querían decir.
—Candice y Luka son tus padres adoptivos —
reveló Eleonor, su expresión fue cuidadosa al
decírmelo. El golpe que sentí ante sus palabras fue
estremecedor.
—¿Dónde están? —pronuncié como pude.
—Ellos son licántropos, pertenecen al igual que
nosotros a un grupo que podría definirse como
guardianes para proteger el mundo sobrenatural de
lo humano. Hay un caso que requería de sus
conocimientos, por eso no están aquí. No me
correspondía a mí decírtelo, pero sé que Candice
entenderá. Conocemos tu condición Abby —me dijo

808
lo único que solo mis padres deberían saber—, y tú
conocías esto, sabías que ellos no eran tus padres,
simplemente lo olvidaste.
¿Qué?
—¿Cómo has dicho? —se me dificultó decir, me
encontraba estupefacta.
—Tú sabías que eras adoptada. No sabemos qué
eres, ni que pertenecías al mundo sobrenatural, pero
este mundo te está recogiendo, este mundo puede
decirte quién eres, obedece a las señales y
encuéntralo.
—¿Qué dijiste? —exclamé inmediatamente. Ella
contrajo su rostro con interés y extrañeza al
escucharme hablar de esa manera, mi tono fue alto y
brusco.
—Si el mundo presenta la oportunidad que estás
buscando tómalo y descúbrete —me aconsejó Peter
—. Lo siento, pero no tenemos las respuestas que
estás buscando.
—Fue suficiente —les dije, y asentí como gesto
de agradecimiento.
—Tenemos que irnos, solo vinimos porque se nos
notificó que alguien había forzado la puerta —habló

809
Eleonor como si no supiera quién había sido el
atrevido a ingresar en su casa sin permiso alguno—.
Tenemos que desplazarnos, ya conoces el porqué.
Por favor, cuídate. Y no te desesperes en busca de
eso que quieres encontrar, ve con cuidado y
disfruta… Haremos lo posible para que todo salga
bien y para que podamos reunirnos pronto, todos
nuevamente juntos.
Ella me abrazó con fuerza, le correspondí ese
gesto así como también a Peter.
Y después se marcharon.
Y yo seguía estupefacta tratando de asimilar que
era adoptada, que nadie sabía quién era.
“Encuéntralo”.
¿Qué significaba realmente esa palabra?
«¿Quién soy?»

810
28. Alpha rey

Capítulo 28:
|ALPHA REY|
Mia
Mi amiga consiguió las noticias que buscábamos
y esperábamos. Regresó el día siguiente a su partida,
no me había mencionado nada por teléfono, me dejó
expectante hasta que nos encontramos veinticuatro
horas después. O sea, ahora.
Irrumpí apresuradamente su habitación en cuanto
pude escaparme de la mira de las mujeres Lewis fui
a verla. Inmediatamente procedimos a compartir
información. Ella me lo contó todo, me relató su
encuentro con mi madre y lo que ella le había
revelado.
Y fue entonces cuando por primera vez la vi
quebrarse frente a mí, su voz se rompió cuando me
confesó su condición. Su rostro se había contraído
de tristeza y arrepentimiento apenas soltó el estado
que la atormentaba. Aquello produjo que mi corazón
se encogiera, fue doloroso verla así.

811
—No quería que me vieras diferente —había
pena en su voz. Y debo admitir que recibir esa
inesperada noticia me asombró hasta el punto de
dejarme muy pasmada, turbada y rígida procesando
esa información—No quiero que nadie me mire
diferente. Y es precisamente por esto que me
desconcertó mucho que mis padres no hayan venido
por mí. Su incomunicación es sospechosa, pero
tampoco puedo suponer algo que me guie a ese
motivo. Estoy más desorientada que nunca y me da
miedo que esta turbación me haga olvidar.
“Muchas veces se me olvidan las cosas, tengo
episodios de laguna mental” sus palabras se
repitieron en mi mente.
—Eso no pasará —fue lo primero que le dije,
recuperándome del estado en la cual permanecí todo
el tiempo que duró su explicación—. Eres mi mejor
amiga, ¿crees que permitiría que me olvides? De una
cachetada haría que me recuerdes de nuevo —
advertí ocasionando que sus labios se extendieran en
una sonrisa, tal gesto produjo que la angustia que
anteriormente se reflejaba en sus rasgos
desapareciera un poco.
—Qué suave —se rio, ampliando su sonrisa con
una expresión agradecida. Y no pasó demasiado para

812
que rompiera el espacio y la fundiera en un abrazo
amistoso.
—Deben tener una muy buena justificación como
los míos, tus padres te aman. Tuvieron la confianza
y la seguridad de un día contarte que no compartían
sangre, pero ese lazo no interesa cuando hay amor.
Ellos te adoran, nada tiene que cambiar —decidí
distanciarnos, encontré sus ojos y continué hablando
—. Y no te reprendas, veo en tu mirada mil
sermones de ti para ti. Esto es solo un período que
ya pasará. Tenlo por seguro, y para todo me tienes a
mí. No estás sola, yo te amo, te ganaste mi aprecio
en un día —me reí aligerando el aire de suspenso
que se había formado—. En serio, siempre juntas,
Heaven.
—También te amo, Mia.
Sonreí y nos volvimos a abrazar, hacía bastante
que no nos molestábamos llamándonos por el
nombre que no nos gustaba.
—También pertenezco al mundo sobrenatural, de
eso estoy segura. Y necesito saber dónde me quieren
conducir estos susurros —decidió.
—Te apoyaré en todo lo que decidas, al final
nunca continuamos con esa búsqueda. Nos

813
interrumpieron la primera vez que tuvimos la
intención de seguirlos. Pero ahora cuando quieras,
estaré a tu disposición, aunque preferiblemente
después de esta coronación que me tiene de los
nervios —solté una risa de disculpa.
—Muchas gracias, Rosy. Este encuentro con tus
padres nos despejó las dudas y resolvió un acertijo,
Candice no es Eden Dell.
Efectivamente.
Eden Dell era otra persona, ¿quién?

El día siguiente transcurrió en un abrir y cerrar de


ojos. La noche cayó y entonces contemplé a un
príncipe por última vez, porque al despertar él ya
sería oficialmente un rey.
Dormimos expectantes por el mañana.
Fui la primera en abrir los ojos cuando el sonido
de la alarma irrumpió mi sueño. Emití un quejido no
queriendo levantarme, incluso me tapé la cara con el
brazo, reacomodándome en mi sitio disfrutando del
contacto que mantenía con mi novio. Yo me
encontraba acostada de lado, mi mejilla izquierda
descansaba gustosamente contra la suave y cómoda

814
almohada, el calor que recibía por parte de él me
conservaba en un estado de paz y deleite que no
quería romper.
Hareth también se movió, pero solo para
acercarme más a su cuerpo, quedamos bien pegados
sintiéndolo todo del otro. Él me abrazaba por detrás,
se aferró a mi cintura con más ímpetu reacomodando
su rostro por detrás de mi cuello, su nariz rozó la
piel de esa zona causándome escalofríos, y esa
corriente se intensificó cuando sus labios
reemplazaron su ligero toque, presionando en un
beso húmedo que me advirtió que ya estábamos
despiertos.
Destapé mi rostro y acomodé los mechones que
se interponían frente a mi rostro por detrás de la
oreja. Él me ayudó con ese procedimiento, llevó mi
cabello por detrás de mi espalda, apartando las
necesarias para descubrir más partes de mi cuello
para luego besarme ahí. Quise alzar el rostro, pero
sus dedos ejercieron presión en mis hebras
impidiéndome hacerlo, por lo tanto, mi rostro se
mantuvo contra la almohada y yo seguía sin poder
verlo.
—Hareth —dije su nombre en tono suplicante,
jadeante.

815
Al parecer él se despertó más dominante que
nunca.
—Aquí me tienes, Mia —su voz ronca y cargado
de algo prometedor produjo que un inmenso calor
me abrasara, me lo dijo tan cerca que ya no supe
describir qué exactamente fue lo que sentí. Ese tono
causó el efecto deseado porque solo le bastaron
segundos para que ya estuviera alucinando por él.
Hareth se acomodó, cerniéndose ligeramente
sobre mí solo para alcanzar levemente mi boca.
—Buenos días, mi reina.
—Igual, majestad —correspondí en un susurro.
Él aflojó su agarre en mí haciendo que esta vez
fuésemos capaz de besarnos por más tiempo. Pero
aún no cambiábamos de posición, él continuaba tras
mi espalda. Su mano derecha se ocupaba de
acariciarme los muslos y con la izquierda él
mantenía su postura. Su mano fue subiendo con
libertad, pasó sobre mi abdomen alcanzando uno de
mis pechos, ambos libres. Solo estaba usando su
camiseta, me encantaba dormir solo con esa prenda.
Él se encontraba usando un bóxer, nada más que
eso.
—Iluminas mi mundo, fuego. Te quiero.

816
Derretida, me encontraba absolutamente derretida
por él.
Hareth besó mi mejilla en un gesto más suave y
cariñoso. Su mano había regresado a su anterior
posición, fue recorriendo la parte interna de mi
muslo hasta alcanzar esa zona únicamente
consentida a él. Verificó lo obvio, estaba ansiándolo
como loca.
—Abre las piernas para mí, Mia —habló en un
tono que me hizo obedecerlo inmediatamente. Solo
tuve que flexionar mi pierna derecha para darle
acceso. Entonces su mano nuevamente fue a parar
ahí, apartó ligeramente mi ropa interior y lo sentí,
sus dedos hicieron paso entre mis pliegues logrando
que me contrajera a causa del disfrute de ese tramo.
Respiré con dificultad contra la almohada.
—Oh… —pronuncié en voz baja permitiéndome
perderme en el ritmo que ejercía. Solo que ese
proceso no duró mucho ya que me abandonó antes
de llegar al punto deseado, pensé que allí había
acabado todo. Pero me equivoqué. Me arrancó por
completo las bragas e inmediatamente fui invadida
por su miembro, dejando a sus dedos ocupándose de
mi clítoris para que no perdiera ninguna de las
sensaciones otorgadas en nuestra intimidad.

817
Hareth se encargó de mantener mi muslo en su
lugar, bien alzado para que no estorbara en ninguna
de las embestidas que me otorgaba. Arremetió
fuerte, más y más.
—¿Te gusta esto? —Apenas entendí lo que dijo,
asentí como respuesta—. Dilo… Mmm —se le
escapó decir.
—Sabes que sí.
—Me encantas, estar dentro de ti es directamente
entrar en el paraíso.
No fui capaz de responderle cuando atacó con
más potencia, me quitó la voz. Me robó el aliento y
absorbió todas mis fuerzas. Sin reparos se las
entregué. Me tenía completamente en sus manos, su
mirada me tenía cautivada.
Estaba completamente atrapada por el encanto de
Hareth Lewis.
Y no quería que nadie me salvara.

Terminé de prepararme rápidamente, a las siete


de la mañana ya debía reunirme con Hazal y su
madre. Y se me estaba haciendo tarde.

818
—¡Me voy! —exclamé, avisándole a Hareth
mientras me apresuraba en coger mi teléfono. Al
volver, ya con el aparato en mano, me detuve
abruptamente al verlo mirándome con una cajita
entre las manos.
«Es demasiado grande para contener un anillo»,
pensé estúpidamente.
—Antes de que lo hagas, me gustaría pedirte si
puedes lucir esto esta noche —abrió la tapa y reveló
ante mí un hermoso collar de platino con gran
variedad de cortes de diamantes, le colgaba un dije
del mismo estilo. Se veía delicado y sencillo,
sumamente perfecto. Venía acompañado de unos
aretes hermosos.
—¡Claro que sí! Encantada, más que encantada
—repetí terminado de aproximarme a él,
inspeccionado una vez más esas hermosas joyas—.
Gracias… —lo miré con una radiante sonrisa—, no
sé qué decir.
—Nada. Ya era momento de darte algo…
Mi risa lo interrumpió.
—Perdón, pero cada prenda que llevo encima fue
costeada por tu cuenta. Me lo has dado todo.

819
—Siempre voy a querer darte más —me besó los
labios y sonrió.
—Me encanta. Gracias por pensar en mí, es
sencillo, tan yo. Yo no soy de usar nada, siempre
mantengo los mismos aros, solo en cuestiones
especiales me los cambio y se me olvidaba ponerme
perfume —dije culpable de ello, una mueca quedó
dibujada en mis labios—. Pero me agradan estos
detalles, gracias. Tu sugerencia ha sido aceptada.
—Tú eres maravillosa, seas como seas. Y ni
hablar de tu fragancia natural, tu esencia es mi
perdición, Mia.
Aspiró fuerte, ese gesto relajó sus rasgos. Liberó
el aire por la boca, me miró, sus ojos admiraron mi
rostro y sonrió con cariño.
—Tú eres maravilloso —dije también—. Debo
irme —exclamé al acordarme de ese dato.
Me apresuré en guardar en uno de los cajones del
mejor mueble de la habitación la hermosa caja que
contenía su regalo. Lo hice y estuve lista para
abandonar la habitación.
—Espera, debo comentarte algo.

820
Su tono me advertía de algo que no me iba a
gustar.
Y no me equivoqué.

Todo ya se encontraba completamente


organizado, simplemente solo se debía verificar que
nada estuviera fuera de lugar. Con Helen y Hazal
visitamos Luna Eclipsa, lugar donde se llevaría a
cabo la ceremonia.
Supervisamos los arreglos y una vez más se
aprobó lo preparado. Todo estaba hermoso, en el aire
se percibía el buen día. La energía implementada por
todos era verdaderamente agradable. Nos
apresuramos en darle el visto bueno a todo lo
organizado, todo estaba impecable.
Desde la enorme entrada a este castillo, subía una
alfombra roja con las líneas decoradas con luces
artificiales hasta llegar a una estancia que se le
denominaba “la habitación prohibida” a los
estudiantes. Pues ese fue la sala del trono alguna
vez, realmente allí seguía el trono y también la
corona.

821
En este lugar solo ingresarían personas
fundamentales, el resto aguardaría afuera. Se había
preparado suficientes mesas para que la población
acompañara y celebrara junto al líder, más los
invitados que venían de todas partes del mundo. Esta
sala contaba con un balcón que daba exactamente al
lugar donde se organizó todo el evento para celebrar.
Entonces, por lo que me contaron, Hareth
después de recibir la corona debía aproximarse hacia
allí para presentarse ante «la manada» como el
nuevo rey de su especie.
Cuando entramos en esa sala estaban examinando
la corona del rey. Me dio escalofríos ver la que le
pertenecía a la mujer, esa que algún día me
pertenecería a mí.
A las diez de la mañana ya nos encontrábamos
libres de los cargos que se nos habían otorgado, ya
éramos libres para prepararnos. Helen le encargó
todo a su persona de confianza y después no
marchamos de allí, yendo directamente al salón de
belleza donde nos encontramos con Hannah y Abby.

El día transcurrió rápido. De repente ya era la


hora de marcharnos a la ceremonia. Faltaban menos

822
de treinta minutos para que el acontecimiento más
esperado de los licántropos se llevara a cabo. En
menos de una hora ya tendrían un nuevo líder,
oficialmente Hareth Lewis sería rey.
Yo sería conocida por ser la compañera de un rey.
Me encontraba muy nerviosa, un nudo de angustia
se había instalado en mi garganta.
Esta mañana Hareth me había advertido que
vendrían personas pertenecientes a El Concejo. En
minutos yo estaría a tan solo metros de la gente que
repudiaba a mi especie. En cualquier momento
incluso podría tener a uno delante de mí. Ellos me
estaban buscando, me estuvieron y seguían
buscando.
Por supuesto que iba a estar nerviosa, realmente
estaba que entraba en pánico pero debía mantener la
calma. Tratar de estar bien y presentable. Respiré
hondo y decidí mirarme al espejo, habíamos
regresado en la mansión una hora antes de partir.
Hazal tenía un amigo estilista, este nos acompañó
en todo momento, en cada trayecto. Y no le molestó
venirse con nosotras para verificar que todas
luciéramos impactantes. Y obtuvimos su aprobación.

823
En cuanto bajé para reunirse con todos, él fue el
primero en aproximarse, pedirme dar una vuelta para
luego dar el pulgar arriba. Dante era un tipo
encantador, nos halagó a todas y después se despidió
porque él también debía llegar a tiempo al evento.
Mi vestido era estilo lencero con un profundo
escote en V, y abrigo de amplias mangas, todo hecho
a medida en lurex gris plateado. El vestido tenía el
busto drapeado y justo en la culminación de esta, de
la V del escote, se adornaba con un delicado
cinturón del mismo color.
Me había puesto la capa que acompañaba al
vestido solo porque así debía ser, pero ni más se
terminara este protocolo lo iba a apartar de mí.
Debía admitir que me encantaba todo, y claramente
tenía encima las joyas que Hareth me sugirió esa
mañana.
Mis tacones resonaron en el piso de mármol
cuando seguí a las demás en la salida. Todas estaban
absolutamente radiantes. Abby lucía un increíble
vestido verde esmeralda, elaborado en satín y con
finos tirantes y detalles drapeados. Ella mandó a
recoger su cabello en un delicado moño de bailarina
dejando notar así sus brillantes aretes del mismo
color que su vestido.

824
Por mi parte, yo dejé mi cabello suelto, mi pelo
se encontraba bien planchado. Lo tenía liso y con
una raya lateral profunda. Nada extravagante.
Minutos más tarde pude contemplar las luces de
Luna Eclipsa. Mi corazón golpeó con fuerza en mi
pecho, un escalofrío me recorrió entera y un nudo de
incertidumbre se instaló en mi garganta, un sabor
para nada agradable se hizo notar en mi boca. Me
moría de los nervios, me encontraba ansiosa y
expectante.
El vehículo se detuvo justo por delante del
castillo, dos hombres nos asistieron y nos guiaron
hasta los escalones que se debía subir para ingresar
al establecimiento. Había cámaras, estos
complementaban el distinguido evento.
Subimos las escaleras principales, seguí el
camino marcado hasta que llegamos a la estancia
donde ya deberían de estar todos. Mis uñas se
presionaron contra la piel de mis palmas, controlé
mi respiración y me repetí que todo saldría bien.
Bajé la vista al único anillo que adornaba mi
mano izquierda, el color de la piedra había cambiado
por precaución. Por medio de un encantamiento
ahora combinaba con mi vestido. Solté el aire por la
boca con lentitud, nos habíamos detenido en la

825
entrada. Helen nos miró a todas y le dio indicaciones
en voz baja a Hazal. Luego me miró y dijo que la
siguiera. Asentí y procedimos.
Comenzamos a ingresar con Helen a la cabeza, la
seguimos y no quise mirar a nadie para no sentirme
intimidada. Pero lo hice, por un breve momento me
fijé en los presentes. El lugar se parecía a una iglesia
en ese momento, tenía bancos similares para no
decir iguales ubicadas a los extremos de la estancia
dejando libre el tramo que estábamos siguiendo
hasta llegar a la primera fila.
Al finalizar el recorrido se me dio por seguir
explorando con la vista, y fue entonces cuando me
topé con la presencia de la familia Collins, ese
vistazo que conseguí produjo que mi corazón se
paralizara. Ellos estaban tan cerca, justo en el otro
extremo de los asientos instalados. Yo me
encontraba en la parte derecha, ellos en la izquierda.
Estábamos tan cerca, la familia de mi madre estaba a
metros de mí.
“Para nosotros, tu apariencia ya nos indica
quien eres”, recordé las palabras de Marisa tras
pensar en la mujer desconocida que distinguí entre
los hermanos.
—Ella es Rouse.

826
Reaccioné cuando escuché a alguien nombrarme.
—Un placer —dije mirando a la familia de
Edward, quienes estaban ubicados detrás de
nosotras. Ellos me respondieron notándose
agradables. Abby se había ido a ubicar al lado de su
compañero, ella estaba tapada por la figura de él y
las personas que los acompañaban en ese espacio.
Estaba por acomodarme a mi sitio, a regresar la
vista al frente cuando mis ojos curiosearon al
hombre que acababa de ingresar. Me le quedé
mirando porque él no estaba pasando para nada
desapercibido, estaba recibiendo saludos por
doquier.
Él no se detenía, simplemente asentía en algunas
direcciones. Usaba un traje a la medida, de color
negro, se veía impecable y elegante como todos los
invitados. Sus rasgos se veían relajados, seguro de
sí, portaba una mirada oscura y sonrisa de labios
pegados. Pero lo que destacaba de su presencia era
la seguridad que transmitía, en su rostro se detallaba
algo inescrutable. Inmediatamente me di cuenta de
que él era importante.
Así como también me di cuenta instantáneamente
de lo apuesto que era. Una poblada pero bien
cuidada barba le cubría la mitad de la cara, su

827
cabello era de un castaño oscuro moldeado en un
corte clásico. Su apariencia te daba a entender que
era todo un hombre de negocios, y aparentemente
era muy reconocido.
Aparté la vista cuando su mirada cambió a mi
dirección.
Controlé el pequeño susto que me abordó.
—Ahí viene.
La voz de Helen logró que fuera capaz de volver
la vista en la misma dirección que antes, y allí fue
donde lo vi.
Hareth. Él se encontraba de pie en el inicio de la
entrada, estaba acompañado de su padre y un chico
que no conocía, al menos en persona porque me
acordaba ya haberlo visto antes. Ese era su hermano,
Harry Lewis.
Todos se pusieron de pie para recibirlos,
incluyéndome.
Harold encabezó el camino y al final del
recorrido, Harry se precipitó para ubicarse en el
mismo sitio que su familia, donde también estaba
yo. Sus ojos azules se notaron amables al verme, me

828
sonrió ligeramente y se desplazó hasta el lugar
reservado a él.
Por lo que me informaron, él había llegado al
medio día. No iba a perderse la coronación de su
hermano.
El actual rey llamó la atención, con un gesto de
mano nos indicó que ya podíamos volver a
sentarnos. Y apenas hicimos eso, él comenzó a dar
un emotivo discurso antes de que el traspaso de
corona se llevara a cabo.
Él fue el encargado de dirigir todo ese
procedimiento con la ayuda de dos hombres. Recitó
palabras desconocidas, en un momento le pasaron
una copa y un cuchillo puntiagudo, dejó caer gotas
de su sangre en la copa, el color se expandió en el
agua que contenía convirtiendo esa trasparencia en
rojo. Y después Hareth se la bebió.
Inmediatamente supe que aquello consiguió el
efecto deseado porque Hareth pareció recibir un
golpe de poder. Algo lo estremeció.
Él se arrodillo frente a su padre, Harold tomó la
corona entre sus manos y se lo cedió a su hijo.
Hareth se irguió con la corona puesta, su padre fue
el primero en hacerle reverencia. Hareth se volvió

829
hacia el público, todos nos habíamos puesto
nuevamente de pie ni más él se alzó con seguridad.
Y apenas obtuvimos sus ojos en nuestra dirección,
cada presente, le concedió una reverencia.
—Hareth Josh Lewis, alpha rey —lo presentó su
padre.
Volví la mirada al frente en ese momento,
acompañando inmediatamente los aplausos que no
se hicieron esperar. Hareth asintió como
agradecimiento y luego prosiguió a dirigirse hacia el
balcón para mostrarse ante su manada.
—Ve con él —me sugirió Helen.
La obedecí y lo alcancé ya en ese espacio abierto.
Juntos admiramos al público, quienes mantenían
su reverencia. Eran muchísimos, todos se habían
acercado a esta zona sabiendo que pronto su nuevo
líder aparecería.
Y a lo lejos se presentaron aullidos. Lobos.
Apoyé mi mano sobre su brazo para llamar su
atención, su vista encontró la mía. Sus ojos habían
adquirido una tonalidad diferente, sus rasgos estaban
endurecidos. Su expresión mostraba autoridad.

830
Sus labios se extendieron en una sonrisa de labios
pegados y ese gesto que me dedicó consiguió calmar
a mi corazón. Hareth seguía siendo el mismo a pesar
de ahora lucir y emanar un aire diferente.
Ahora Hareth Lewis es un rey.
Y a mí me complacería algún día ser su reina.

Awww, me muero. ¡Lo amo tanto!


¿Qué piensa de Hareth? Necesito conocer su
opinión de este Hareth actual.
Espero les esté gustando mucho la historia.
Les repito, hasta el momento yo voy
reescribiendo la historia y por eso tardo. Por favor,
no pensemos en el segundo libro y disfrutemos de
esta. Aún falta bastante para que nos traslademos a
ROSE.
Espero actualizar pronto, lo haré ni más me
despeje un poco de mis responsabilidades como
estudiante.
Soy bastante activa en mi Instagram
@_antoniabl (estoy tratando de no dar spoiler ni

831
de subir contenido con spoiler). Ante cualquier
inquietud, escríbanme ;)
Hasta pronto, besos.

832
29. Su familia

Capítulo 29: SU FAMILIA


Sonreí absolutamente feliz y dejé que él me
besara los labios, duró poco y al distanciarnos
reconocimos el sonido de los aplausos que llenaba el
lugar.
—No tengo palabras para expresarte lo hermosa
que estás, Mia.
—Gracias —sonreí y detallé la corona que tenía
puesta.
—Bajemos —se me adelantó en decir, logrando
que tragara las palabras que estaban a punto de
abandonar mi boca. Preferí asentir y dejarme guiar
por él.
La sala estaba siendo desalojada, la familia de
Hareth nos esperaba para acompañarnos a la salida.
Busqué a Abby al no distinguirla entre ellos, mis
ojos exploraron cada rincón pero no la encontré.
Me distancié de Hareth para que su familia lo
felicitara, lo abrazaron y le dijeron palabras
reconfortantes. Fue un momento que transcurrió

833
bastante rápido, solo que cuando acabaron esos
saludos, nosotros éramos los únicos en la estancia.
Hareth se apartó de Hannah y buscó mi mano.
Reprimí la sonrisa que quiso lucirse en mi rostro al
detectar una mueca queriendo asomarse en la cara de
su querida hermanita.
Tomados de las manos, nos dirigimos a la salida
y encontramos la escalera de esa planta, ubicada en
una esquina y a pocos metros, que bajaba
directamente al espacio donde nos esperaban.
Descendimos las escaleras, y cuando las personas
detallaron a la familia real, inmediatamente se
pusieron de pie y comenzaron a aplaudir otra vez.
Apenas tocamos el último escalón, ya teníamos
delante a dos reporteros haciendo preguntas. Hareth
le respondió amablemente una y después los evitó
diciendo un “más tarde, por favor”.
De todas maneras, eso no le quitó de encima a los
cientos de personas que esperaban su turno para
darle las enhorabuenas. Yo tuve que sostenerme de
su brazo para caminar decentemente y prevenir
accidentes. Estuvimos así durante unos cuentos
minutos, recibiendo saludos y felicitaciones, por la
coronación y también por el honor de que él ya haya
encontrado a su compañera.

834
—Lo que más me gusta de cualquier
celebración… son las comidas. Tantas cosas ricas,
esto definitivamente es lo mejor de la noche —me
dijo Abby cuando al fin nos volvimos a encontrar.
Me reí y me permití degustar un bocadillo que ella
me pasó.
La familia de Edward compartió un par de
palabras con Hareth, mientras tanto, Abby y yo no
desperdiciamos el tiempo para intercambiar unas
cuantas opiniones acerca de ciertas personas.
—Mira a Alexia y Anthony, ¿están juntos? —me
preguntó ella.
—Con un intercambio de mensajes lo sabremos.
—¿El hermano de ella quiere pretender a
Hannah? Digo, porque míralos, desde que ella
apareció, él no se despega de su lado.
Observé hacia la dirección que ella me mostraba,
Jeremy se encontraba muy sonriente y con un aire
seductor hablándole. Ambos se encontraban solos,
de pie, charlando cómodamente.
—Quizás solo son mejores amigos. Siempre
están juntos y este hecho no puede significar
directamente que quieran algo más.

835
—Ella es evidente que no —se rio levemente mi
amiga, lo hizo discretamente para que no se
evidenciara nuestro momento de estar opinando
sobre la vida de otros—. Pero eso no le quita a él esa
expresión de querer algo más, solo digo —mencionó
cuando la miré con el entrecejo fruncido.
—¿Viste a los Collins? —susurré.
—Los estoy viendo ahora —me dijo observando
en una dirección, no quise mirar porque ellos me
causaban cierto nerviosismo.
—Me refería a ¿qué piensas sobre ellos?
—Pues…
Abby me miró, estaba a punto de compartirme su
opinión. Pero se vio interrumpida cuando Hareth
llamó nuestra atención, prefirió callarse y yo a
seguir a mi novio para seguir saludando a los
invitados.
Compartimos un corto momento con dos familias
más, después nos tocó a la familia Collins. ¡Y por
Dios, mi corazón!
«No sientas», me dije para mantenerme tranquila.
No quería alterarme pero la pareja desconocida que
se encontraba junto a los hermanos Collins no me

836
estaban permitiendo serenarme. La impresión se vio
reflejada en mi cara.
Ella no se vio tan impactada como yo.
Él también estaba conservando una envidiosa
calma, una que yo intentaba mantener
desesperadamente.
Compartieron un saludo con Hareth, y apenas
cuando él me presentó, yo pudo salir de mi asombro
y correspondí sus palabras.
—Buenas noches, soy Rouse Dufour.
—Miranda y Sheldon Collins —realizó la
presentación él. No pude apartar la mirada de su
rostro cuando su mano hizo contacto con la mía,
estaba sumamente sorprendida por lo joven que se
veía, aparentaba unos treinta años y la incipiente
barba que le decoraba la mandíbula le daba ese aire
de madurez a su apariencia.
Su cabello era de un rubio oscuro y la tez de su
piel tenía la palidez que representaba a los vampiros.
Su rostro de rasgos duros y mirada sombría era
difícil de ignorar, era un hombre guapo que destilaba
seriedad. Pero también noté en sus ojos ese chispeo
de curiosidad.

837
—Es todo un gusto conocerte Rouse Dufour —
me dijo Sheldon, el tono de su voz era grave y un
poco rasposa, muy masculino. Temblé ligeramente
por este intercambio de palabras, si sus hijos me
parecían serios e intimidantes, este lo era aún más.
Lo único que me calmaba, es que no se veía como
una mala persona.
Él sabía quién era yo y no revelar mi identidad ya
estaba diciendo mucho de su persona.
Retiré mi mano de la suya apenas recibí ese
ligero apretón como saludo. Entonces, Miranda
estuvo en mi campo de visión. Ella esbozó una
sonrisa amable y me impresionó saludándome con
un beso en la mejilla.
—Eres tan linda, estoy muy contenta de al fin
conocerte.
—Igualmente, Miranda —sonreí. Verla a ella era
como verme a mí dentro de unos pocos años. Sus
ojos de un azul grisáceo expresaban una
reconfortante sensación. Contemplarla me estaba
resultando bastante extraño porque, como dije, era
tan igual a mí. El color de su cabello, sus ojos, sus
rasgos. La única diferencia es que ella era
increíblemente hermosa, tenía ese tipo de belleza

838
exterior que no podía pasar desapercibida. Era
alucinante.
Yo me consideraba linda, pero solo hasta un
punto donde nadie pudiera bajarme la autoestima.
—Aprecio mucho lo que te está pasando, Lewis
—mencionó Sheldon con absoluta estima—. Y este
mal tiempo ya acabará, es la primera prueba para
demostrar que sí puedes. Confiamos en ti.
—Gracias. Confiemos que así será. Pero dígame
algo, ¿él no vendrá? Es que no lo distingo.
—Lamentablemente no, tuvo un percance que lo
mantiene lejos de aquí. Pero ya podrás saludarlo
cuando visiten Bran, no pueden faltar al festejo de
todos los años.
—No me lo perdería jamás, será todo un honor
asistir, Sheldon. Muchas gracias, fue un placer
saludarlos pero tenemos que movernos.
Nos despedimos y nos alejamos en dirección a
otras personas que aguardaban por el rey.
Pero antes de llegar, tuve que sacar a relucir mi
curiosidad.
—¿Por quién le preguntabas? ¿Quién no vino?

839
—Un amigo que ya conocerás —me hizo saber.
—¡Lewis! ¿Pero quién hubiera imaginado esto?
—exclamó un señor al ponerse de pie para
saludarnos.
El saludo que mantuvimos con esa familia fue
bastante corta, Hareth tuvo apuro de salir de ahí,
todo lo que decía el hombre parecía incomodarlo.
Llegamos con la familia Brown. Alexia se
encontraba manteniendo una conservación con la
que supuse sería su madre, lo pausaron apenas se
percataron de nuestra cercanía y la señora, junto a la
pareja que los acompañaba, se levantaron para
saludarnos.
Un instante después, llegó Jeremy, nos saludó con
entusiasmo y cuando quité mi vista de la suya
encontrándome con otra presencia, una que
recientemente había llegado, mi cara se desfiguró
ante la impresión que me golpeó.
—Estaba saludando a unos amigos —se disculpó
el recién llegado, un hombre que se me hacía
demasiado conocido—. Muchas felicidades, alpha
Lewis. Reciba de la familia Brown la más sincera
enhorabuena y cualquier apoyo que pueda necesitar
en esta devastadora dificultad.

840
—Gracias, Philip. Lo tendré presente, ella es
Rouse Dufour, mi compañera.
—Buenas noches —sonreí para quitar esa
evidente expresión de asombro que no quería
desaparecer de mi rostro.
Él me miró y tuve que esforzarme para mantener
mi postura seria.
—Philip Brown —se presentó mirándome de
forma analítica, él notó algo en mí como yo había
notado algo en él: rasgos conocidos.
Estreché su mano y asentí.
—Un gusto, señor.
Después de eso, terminamos por alejarnos de ahí.
Al fin nos estábamos dirigiendo a la mesa
reservada a nosotros, pero de pronto alguien llamó
nuestra atención.
—¡Eh, no te atrevas a olvidarte de mí, Lewis! —
giramos en la dirección de donde provenía esa voz.
Me encontré con ese hombre que había detallado ni
más ingresó en la sala del trono, él sonreí
carismático.

841
—Sé que este evento está reuniendo a viejos
amigos, pero hubieras esperado a saludarme antes de
escaparte un rato, ¿no? —tentó Hareth, sonriendo y
recibiendo la mano de este señor como saludo.
—Muchas felicidades, hijo. La familia se
encuentra muy feliz contigo y por ti.
Me alejé un poco cuando él atrajo a Hareth para
darle un leve abrazo de hombres, de esos que
duraban poco pero que demostraban bastante afecto.
—Gracias —Hareth lo dijo en un tono muy bajo,
melancólico.
—No te pongas mal —el hombre aún
desconocido para mí, le dio unos cuantos golpecitos
amistosos en la cara, le detalló el rostro con
expresión de orgullo—. Vamos, hombre, que es tu
día. No pienses en el pasado y disfruta tu presente,
me ha llegado la noticia… —en ese momento, él se
distanció y me buscó con la mirada.
Al obtener su atención, me sentí diminuta y en
peligro.
—Mucho gusto querida, mi nombre es Henry
Grayson.

842
Dudé en estirar la mano y corresponderle el
saludo, su mirada oscura y expresión amable no me
trasmitía verdaderamente una sensación buena. Su
sonrisa torcida escondía malas intenciones.
Teniéndolo más cerca, pude darme cuenta de la
hipocresía que lo caracterizaba. Al menos, así lucía
su sonrisa.
Finalmente, terminé correspondiéndole el saludo.
Y al hacer contacto con él, un escalofrío me recorrió
entera. No me daba buenas vibras, no quería tenerlo
cerca.
—Soy Rouse —simplifiqué cortando el saludo.
—Me alegro por ustedes, que nada ni nadie frene
nunca su amor. Sé que para ti todo debe ser bastante
extraño, pero evita pensar demasiado y déjate guiar
por el instinto —me aconsejó—. Y tú —miró
nuevamente hacia Hareth—, que esto no te desvíe de
tus responsabilidades.
—Lo tengo claro.
—Vamos, debo pasar por su mesa —avisó y se
nos adelantó.
Raro, pensé.

843
Lo seguimos y apenas llegamos a nuestro lugar,
me quité el abrigo sintiendo inmediatamente ligero
al vestido, este tenía la espalda al descubierto
protegida únicamente con las tiras cruzadas. Y como
mi cabello estaba suelto y bien planchado, me
tapaba esa abertura bastante bien.
—Harry, vámonos —la voz de Grayson produjo
que lo mirara otra vez, el hermano de Hareth se puso
de pie.
—Ya tendremos otra ocasión para hablar un poco,
Rouse —dijo sonriente, me guiñó el ojo y se fue
acompañado de Grayson.
Me senté, al fin sintiéndome en paz.
—¿Por qué no se quedó? —manifesté mi
curiosidad.
—Tiene que empezar a relacionarse con gente de
El Concejo —me respondió Helen, dejándome
estupefacta.
—¿Qué? —no pude evitar decir, mi tono fue de
puro desconcierto—. ¿Quién es Henry Grayson?
—Es el líder de El Concejo, ¿ya te contaron sobre
esa organización? —Asentí, temerosa al conocer
esta información—. Pues cómo no, esta formación

844
se ha convertido en el más importante en el mundo
sobrenatural. Y Harry un día de estos será miembro
de ella.
—¿Por qué?
—Ocupará el puesto de Grayson algún día, hasta
el momento, empezará siendo un aprendiz por eso lo
acompañó, debe interactuar cada vez que se presente
la oportunidad con ellos.
—¿Es lo que Harry quiere? —pregunté.
—Es lo que le toca.
—¿Cómo? —inquirí, bastante confundida.
—El puesto se conserva…
—Por favor, podríamos tratar este tema más tarde
—interrumpió Hareth, notándose ligeramente
nervioso. Alzó su copa invitándonos a hacer lo
mismo—. Me gustaría brindar ahora.
Dejamos de lado esa conversación y brindamos
en honor a él.
Suspiré necesitando recuperar la calma. Pero por
más que intentaba volver a la normalidad, no podía,
una amarga sensación no me permitía estar
tranquila.

845
Hareth se había quitado la corona para el festín,
nuevamente resguardaron ese importante objeto
cediéndole un anillo para que lo reconocieran como
el rey.
Terminamos de comer, brindamos otra vez y en
un segundo él se quedó contemplando ese anillo por
demasiado tiempo. Su expresión ausente no le pasó
desapercibido a la familia, ellos parecían conocer el
motivo. Yo no.
—Hareth —lo llamó su madre, él reaccionó
buscándola con la mirada rápidamente—, ¿no
quieres alejarte un poco?
—Me vendría bien, sí —aceptó él—. ¿Me
acompañas? —me pidió.
Asentí, nos pusimos de pie y yo me sostuve
nuevamente por precaución de su brazo para
emprender un camino hacia una dirección despejada.
La noche era preciosa, solo que en ese instante se
había tornado un poco espesa.
Llegamos cerca del campo deportivo, fuimos
caminando cada vez más despacio cerca de la pared
infinita que representaba el castillo. Había luces por
todas partes, gracias a ello no me fue complicado
vislumbrar el semblante decaído de Hareth.

846
—Dime qué ocurre.
Él se detuvo ante mis palabras.
Permanecimos quietos, él quedó
contemplándome durante unos segundos de una
forma que me inquietaba. Él quería hablarme, pero
algo no le dejaba hacerlo.
—Solo… recuerdo.
—¿Qué recuerdas?
Él cerró sus ojos en busca de consuelo, no iba a
conseguir esa sensación sin mí. Así que terminé la
distancia entre los dos y lo besé. Obtuve la respuesta
de sus labios inmediatamente, sentí su mano grande
y fría apoyarse en mi espalda, acariciándome la piel
desnuda de esa zona. También percibí como la otra
se deslizaba por detrás de mi cuello.
El beso se realizó llena de sentimientos, fue
suave pero al mismo tiempo profunda,
absolutamente exquisito y sensual. Fue como probar
un mangar de a poco: tantear, saborear, comiéndolo
lento para que durara más.
—Recuerdo a mi hermano.
—¿A Harry? —dije confundida, dejé de
contemplar su boca y me encontré con sus ojos. Su

847
mirada lucía un poco perturbada—. ¿Lo que dije te
tiene así? ¿No debí hacer tantas preguntas?
—No, Rouse.
—¿No? —negó con la cabeza y me acomodó
algunos mechones por detrás de la espalda. Mantuvo
su mirada baja, pero de repente me miró y me soltó
lo que le inquietaba.
—Recordaba a Harun.
—¿Harun?
—Sí, Harun —confirmó, su expresión se
modificó cuando me reveló lo siguiente—: mi
hermano gemelo.
—¿Qué? ¿Dijiste gemelo? —exclamé
absolutamente asombrada, lo miré pasmada. Di un
paso atrás para verlo mejor, guiando de manera
automática una mano para cubrirme la boca.

—¿Y qué le pasó? ¿Se murió? —indagué,


temerosa.
—No.

848
—¿Dónde está? ¿Cómo es que no me habías
contado sobre él? Tienes un gemelo, Hareth.
Alguien idéntico a ti anda rondando por ahí.
—Me resulta difícil mencionarlo porque a pesar
de que ya haya pasado años, me sigue doliendo su
marcha, la manera en que acabamos.
—No entiendo, ¿qué pasó?
—Harun debía ser el rey, Rouse. No yo.
—¿Qué? ¿Y por qué…? —dejé de hablar al
darme cuenta que lo había interrumpido.
—O eso fue lo que pensábamos, estuvimos
dieciséis años pensando que así era hasta que en el
día de nuestra transformación se nos reveló que era
yo, yo tenía que ser el rey, no él.
»Descubrimos entonces que había ocurrido una
equivocación al momento de identificarnos, no fue
culpa de mi madre —se apresuró en defenderla—,
fue culpa de quienes la atendieron. Éramos tan
parecidos que decidieron jugar y nos identificaron al
azar, desatando este conflicto dieciséis años después.
»Harun desde muy pequeño había sido tratado
como un superior, estudiado para algún día poseer
este cargo. Se preparó y se entusiasmó desde que

849
éramos niños, pero todo se rompió cuando supimos
la verdad. Y él no lo quiso aceptar. Pasaron cosas
malas, Rouse.
»No quiero que pienses que él era el malo porque
allí el irresponsable y despreocupado era yo, él que
actuaba siempre de forma correcta era Harun. El que
nos sacaba de aprietos era él y el causante de esas
dificultades, era yo. Siempre fuimos unidos, pero esa
revelación lo cambió todo.
»Y ahora no dejo de imaginarme qué hubiera
pasado si no hubiese ocurrido ese error. Siento que
esto no me pertenece, él siempre soñó con tenerlo —
susurró tanteando en sacarse o no ese anillo—, me
siento como un impostor.
—Hey, no eres ningún impostor. Tú eres el
indicado y si él no lo quiso aceptar, y hasta ahora no
lo hace, no es tu culpa. Nada de lo que sea que
sucedió lo es.
—Lo sé, el que reaccionó mal fue él, pero no
puedo evitar esta sensación que me oprime el pecho
al pensarlo.
Decidí abrazarlo tras notar que le hacía falta más
consuelo. Lo hice con fuerza intentando decirle con
ese gesto que podía contar conmigo para lo que sea.

850
—Entiendo —murmuré contra su pecho—,
¿Harun se fue entonces?
—Ciertos sucesos que cometió obligaron a mis
padres a mandarlo a un reformatorio, eso fue cuando
teníamos diecinueve, duró poco ahí porque se
escapó y mi padre no lo mandó a buscar
considerando que Harun algún día recapacitaría y
volvería. Pero eso nunca sucedió.
—¿Entonces no saben dónde está?
—Sí sabemos.
Me aparté ligeramente para verlo a los ojos,
asombrada.
—¿Y no lo has ido a buscar?
—Sabemos lo que hace, su ubicación es todo un
misterio. Es lo que está intentando descifrar El
Concejo.
—¿Qué? ¿Por qué El Concejo? —me confundí
más.
Hareth se mantuvo en silencio.
—No estamos en un lugar adecuado para tener
esta conversación, Rouse. Sé que debí decírtelo
antes, siento no haberlo hecho…

851
—¿Decirme qué? —pregunté un poco inquieta
por el tono serio y arrepentido que usaba.
—Grayson —comenzó a decir, pausó para verme
fijamente, no queriendo perder mi reacción—.
Henry Grayson es mi tío, es el hermano de mi
madre, Helen Grayson.
Temblé por completo, un escalofrío me recorrió
fuertemente. Mi cabeza trataba de procesar esa
información, pero parecía no encajar, no podía ser.
¿Hareth era su familia?
¿El destructor de híbridos era su tío?
—¿Cómo es que me lo dices ahora, y así? —
expresé dolida y desconfiada. Me escapé de su
contacto cuando intentó tocarme.
—No sabía cómo hacerlo, soy familia de quién
repudia a los de tu especie, Rouse. Pero te aseguro
que yo nunca compartí su pensamiento, de lo
contrario ya te habría entregado a él desde que
supimos que posiblemente tú estabas relacionada
con Eleonor Collins.
—¿Por qué Grayson busca a Harun? Son familia,
¿por qué él querría…?

852
—Porque Harun está involucrado con los
híbridos, Harun es considerado un traidor.
—¿Por qué?
—Porque Harun alzó una organización contra El
Concejo, Harun es el líder de los híbridos rebeldes.
¿Híbridos rebeldes?

¡Supimos cosas! Guau, ¿todo está teniendo


sentido, cierto? Si se pierden no duden en pedir
orientación ;)
Espero que les esté gustando la historia. Debo
avisarles que la historia continúa aquí, por eso les
recuerdo que no pasen a Rose. Voy a estar bastante
ocupada, sin tiempo a nada más que mi estudio por
eso les informo que lamentablemente no estaré
actualizando durante unos días. Vuelvo en Mayo :)
Sígueme en Instagram _@antoniabl para que no
te pierdas de ninguna novedad. No hay spoiler
relevantes, así que tranqui (bueno, si hay pero no lo
van a entender, así como no van a entender ningún
capítulo de Rose hasta que se termine Mia jeje)

853
Díganme, ¿qué piensan de Harun? Hareth nos
soltó un poco de información.
Y eso pues, nos leemos pronto. Besos. 

854
30. Heaven

Capítulo 30: HEAVEN


Abby
Mi pancita ya no daba más, podía visualizar
perfectamente cómo se me había hinchado
ligeramente. Haber comido tanto en este majestuoso
y pintoresco evento ya estaba manifestando estragos
en mi sistema. Joder, necesitaba ir al baño. Mi vejiga
no daba para seguir soportando… Y es que no
quería ir sola al baño. Estaba esperando encontrar a
mi pelirroja a miga para que me acompañara porque
la sola idea de adentrarme sola al interior de este
castillo me daba escalofríos.
Edward se encontraba alegremente hablando con
dos de sus amigos, no quería interrumpir ese
encuentro solo por mi cobardía. Gabriel y Eline, sus
padres se habían ido a saludar a unos conocidos, la
mayoría se había parado e ido a interactuar porque al
parecer el momento de socializar había llegado.
Y yo necesitaba a mi compañero o amiga, o
incluso Lewis. ¡A alguno de ellos! Porque solo ellos
conocían mi condición, si me adentraba a ese

855
castillo, las paredes podrían comenzar a vibrar… y
aquello produciría un efecto en mí, un efecto que me
haría ver extraña ante los que eran ajenos a esto. Por
eso no quería ir con nadie más, pero me estaba
viendo obligada a hacerlo.
Estaba por reventar.
«Heaven Abigail, es la última vez que comes así,
¡la última!», sentencié ridículamente.
Se unieron dos personas más a mi mesa, Edward
dijo mi nombre y tuve que enderezarme
dificultosamente para gesticular un saludo que no
me hiciera ver desagradable. Luego de ello, volví a
explorar el entorno en busca de mi amiga. Pero
nada, no había rastros de ella y él.
Me puse de pie, esa acción llamó inmediatamente
la atención de Edward a lo que yo me apresuré en
transmitirle que todo estaba bien, a pesar de lucir
como una embarazada a punto de parir.
Bueno, así me sentía. Necesitaba pujar para
deshacerme de ese líquido para liberar tensión y
relejar mis músculos. O como sea. Ay Dios, ya
estaba diciendo estupideces. Estaba pensando
incoherencias.
Solo quería orinar.

856
Comencé a caminar en dirección al castillo, tuve
que esforzarme para no encorvarme y mantener una
postura decente. No le presté atención a nadie, solo
quería llegar a la entrada y al paso que iba, sentí que
la trayectoria se estaba efectuando demasiado lento.
Aceleré mis pasos, por suerte nos encontrábamos
en un espacio exclusivamente para este tipo de
reuniones, no estábamos sobre el pasto o en una
zona inadecuada, el piso era de hormigón y las
instalaciones eran perfectas. Por este motivo, no
había forma de que me tropezara porque manejaba
muy bien los tacones altos. Tenía buen equilibrio y
me consideraba experta en usar zapatos altos.
Pero mi condición necesitada me estaba
dificultando el paso y, además, hacía notar fallas en
mi “perfecta postura”.
Medio sonreí cuando al fin estaba por alcanzar el
ingreso al castillo, la puerta estaba cada vez más
cerca. Ese hecho me motivó a una vez más acelerar
mis movimientos…
Un hombre se asomó del otro lado, se detuvo en
el umbral, atento a la pantalla de su teléfono. Su
expresión seria me llamó la atención, la noticia que
recibió pareció enfadarle. Su semblante autoritario
de rostro atractivo consiguió que disminuyera la

857
velocidad para detallarlo mejor. Tenía el cabello de
un castaño oscuro y una barba perfectamente
cuidada le cubría la mitad de la cara, no lo mantenía
abundante, sino solo para darle ese aire de «señor».
O al menos, eso fue la impresión que me dio a mí.
Su figura era alta, tenía los hombros anchos sin
llegar a ser corpulento y su aspecto en sí, me
indicaron que se mantenía en buena forma.
Lucía un traje oscuro que lo conservaba más serio
de lo que ya se veía. Su expresión se suavizó, alzó la
mirada mientras guardaba su teléfono en el interior
del bolsillo de su saco… Evadí inmediatamente su
mirada.
Fui rápida pero ni aquello me salvó de la
sensación extraña que cruzó por mi cuerpo en cuanto
sus ojos se posaron sobre mí. Me abordó un
sentimiento irreconocible, mi pecho se comprimió al
sentirme pequeña ante semejante «hombre». Pero yo
tenía absolutamente prohibido dejarme ver insegura,
alcé el mentón y me atreví a mirarlo una vez más, y
fue ahí entones cuando reconocí la sensación más
poderosa que me estaba invadiendo.
Su mirada recibió a la mía, el impacto que detallé
en sus ojos, más la tormentosa aflicción que lo
acompañaba, me hicieron estremecer. Su rostro se

858
contrajo por una emoción que preferí no seguir
detallando, aparté la vista al sentirme incomoda de
repente.
Quise pasar por su lado rápidamente, pero la
distracción que había cometido al mirarlo trajo
consecuencias y apenas dejé de verlo, me vi
chocando contra el hombro de alguien perdiendo
rápidamente el equilibrio. Esa persona me miró,
quiso atraparme y salvarme, pero el reflejo de
alguien más impidió que el accidente se ejecutara y
no me vi cayendo al suelo, sino a los brazos de ese
alguien.
—Oh, infiernos. Gracias —dije al nuevamente
enderezarme. Lo miré agradecida, mis cejas se
fruncieron con extrañeza cuando él no respondió. Di
un paso atrás y esperé un segundo más antes de
retroceder más—. Adiós…
Le di la espalda y hui de ahí. Avancé de forma
rápida, solo que un momento después, giré el rostro
en su dirección y lo noté persiguiéndome con la
mirada. Sus ojos turbados me hicieron estremecer
una vez más.
Regresé la vista al frente y me dispuse a
encontrar el cuarto de baño. Lo hice momentos
después, y ese intercambio de miradas con el

859
desconocido me mantuvo pensando en ese extraño
instante, distrayéndome la mente. Por esa razón, salí
invicta de ese castillo.
No pude evitar ponerme nerviosa por si lo volvía
a ver. Me había espantado un poco su forma de
mirarme.
Para mi fortuna, al salir no lo vi más. Pero sí vi a
Rouse acercándose apresuradamente hacia mí.
Alterné la vista hacia Lewis, él estaba volviendo
a su puesto. Me daba el perfil y por ese motivo pude
detectar en su expresión grave una quiebre. Y Rouse
también estaba manifestando intranquilidad.
—Ro…
—Hablemos dentro —me interrumpió y me guio
hasta una zona apartada y despejada. Había sillones
y pocas mesas ya que ese sitio se consideraba como
un lugar de descanso.
—¿Qué pasó? —expresé curiosa apenas nos
detuvimos.
—Hareth es su familia… —se le trabó la voz, su
tono recibió un quiebre y su expresión se contrajo de
incredulidad. Todo eso me puso en alerta.

860
—¿Familia? ¿Su familia? ¿De qué me estás
hablando?
—Hareth es familia de ese tipo… —su expresión
medio ausente ya me estaba asustando, ella respiró
para conseguir un poco de calma y continuar—, él es
familia de un miembro de El Concejo.
—¡Qué! —exclamé incrédula. No supe que
sentir, Rouse era incapaz de jugar con algo así.
—No solo eso, Henry Grayson, quien resulta ser
el hermano de Helen, es el líder de El Concejo. ¡El
líder! Y Harry ocupará su lugar algún día, creía estar
a salvo… pero nunca lo estuve, simplemente me
estaba dejando llevar y no veía mi realidad. Mis
padres están queriendo protegerme y yo estoy
jugando a la pareja perfecta. Hareth dice que no
permitirá que me sometan al ritual, a revelar mi
identidad y confío en él pero es su familia, su
familia está de acuerdo con esto. ¿Qué crees que
pasará cuando Helen Grayson sepa quién soy?
—Henry Grayson es el familiar de Hareth, él es
el líder de El Concejo y la familia Lewis Grayson
está de acuerdo con estás reglas abusivas que van
contra los híbridos, y Hareth casualmente no lo está
—medité—. ¿Correcto?

861
—¡Qué fuerte! Estabas en la boca del lobo y no
lo sabías.
—Esa expresión se oye extraña entre licántropos,
Abby.
—Okey, pero…
—Espera, me falta decirte lo más importante.
—¿Hay más? —expresé.
—Harun —pronunció muy seria, alcé las cejas
esperando su continuación—. Harun es el hermano
gemelo de Hareth y, además de eso, él está
reclutando híbridos… híbridos que se oponen a El
Concejo, él creó una organización exclusivamente
de mi especie, híbridos rebeldes.
—Esto está fuertísimo, ¿qué falta? ¿Qué falta
para completar esta locura? —exclamé—. Tienes a
un compañero que es familia del mismísimo líder de
El Concejo. Menos mal que Hareth no resultó siendo
miembro de esa organización, de lo contrario su
perspectiva sobre esta situación sería muy diferente,
estoy segura que todos ellos deben de obedecer sus
decretos.

862
—¡Ni lo digas! Aunque, ya que lo estás diciendo,
casi fue…
—¿En serio? Yo solo estaba bromeando.
—Sí, en un principio todos creyeron que Harun
debía ser el rey, los gemelos vivieron dieciséis años
en esa mentira y durante ese trayecto, Hareth estuvo
detrás de Grayson como ahora lo está Harry.
—¿Por qué Harun no es el rey? ¿De qué mentira
me estás hablando? Explícate bien, mujer, que me
desesperas.
—Estoy desconcertada, Abby. Siento que esto no
es real…
—¡Lo es! Ahora sigue.
—Se confundieron con el primogénito, hubo una
confusión. Creyeron que Harun era el mayor, esto
duró años hasta que se supo la verdad. Hareth era el
heredero, no Harun. Esto a él lo dejó devastado, no
lo aceptó y por eso no está aquí.
—Ser líder de El Concejo es un excelente puesto
—deduje, Rouse me miró mal—. ¿Qué? Es verdad,
seguramente ganan muy bien, son importantes. No
entiendo por qué Harun se fue si pudo haberse
quedado con el puesto de Lewis en El Concejo, él

863
pudo reemplazarlo, él pudo tener el mejor puesto
jerárquico pero no lo aceptó. ¿Sabes lo que creo?
—Dime.
—Que Harun es el único cuerdo de la familia y
por eso los abandonó.
—¿Qué estás diciendo? —dijo una contrariada y
estupefacta Rouse.
—Lo deduje porque siento que en todo ese
trayecto, en el que Hareth estuvo detrás de Henry
Grayson, relacionándose con El Concejo, allí le
pudieron haber envenenado la mente. Y Harun
estaba limpio de eso y cuando descubrió que debía
entregarse a la oscuridad, no quiso y se alejó.
—¡Deja de ver tantas películas! —reclamó mi
amiga.
—De lo contrario, ¿por qué rechazó un puesto tan
importante? Porque seguramente se lo ofrecieron.
Era lo justo. Harun es inteligente al no haber
aceptado, ya me cae bien. Él no quiso mancharse el
alma.
—Mejor no hablemos de algo que no sabemos,
no conocemos el motivo de Harun. Y me hiciste
pensar sobre él.

864
—Suena interesante. Y me gustaría conocer ese
motivo.
—Pues lastimosamente no lo conoceremos, si él
sale a la superficie, por así decirlo, será arrestado
por El Concejo. Él, tanto como los híbridos rebeldes,
están siendo buscados.
—Cazados, querrás decir —la corregí—. Por
favor, Rouse, muévete con cuidado. Tus padres están
haciendo lo posible para alejar a gente de El
Concejo de ti, no los decepciones.
—Los odio, repudio lo que hacen. Lo último que
haría en esta vida es relacionarme con uno de ellos
—me afirmó.
—Haremos cualquier cosa para que no seas una
de sus víctimas. El Concejo debe caer y estoy segura
que ese es el propósito de Harun.

Volvimos fuera, quedamos en hablar sobre el


tema en una mejor ocasión. Debíamos buscar una
forma de aportar ayuda para acabar con esta
injusticia. Eleonor y Peter estaban siendo
perseguidos por El Concejo, ¿así sería siempre?
Ellos huían para mantener a salvo a su hija, pero

865
¿cuándo duraría esto? En algún momento debía
terminar.
—Mira, Abby —Rouse me indicó una dirección
—, es él.
Lo vi y quedé perpleja. Ese era Henry Grayson,
el desconocido con quien yo compartí más que una
mirada.
—Jódeme —maldije por lo bajo.
—Es guapo, pero más horrible —me dijo mi
amiga para que ya dejase de verlo.
Continuamos nuestro camino, pero yo volví la
vista a él. Y entonces choqué con sus ojos marrones
oscuros. Él era Henry Grayson.
Una amarga sensación quedó en mi garganta,
saber de él ya me había disgustado, conocerlo
sabiendo su identidad produjo que el sentimiento de
disgusto y molestia fuera creciendo hasta convertirse
en odio. Rencorosa, aparté la mirada.
—Disfrutemos un poco, Rosy —sonreí para
suavizar mi semblante—. Vayamos con nuestros
amigos, por ahí había visto a Drew y April.
—Vamos —accedió.

866
Al estar con ellos, simplemente dejamos
transcurrir el tiempo como si nada estuviera
pasando.
—¡Por qué nos vamos, la fiesta sigue! —exclamé
en brazos de Edward, ya era de madrugada, bastante
tarde y ya nos tocaba dejar el evento, el cual se había
puesto demasiado bueno de repente.
—Estás borracha y casi besas a otro.
—No estoy borracha, solo estoy un poco pasada
de tragos. Un poquito, ¿okey?
—Vale, como digas.
Rodeé mis brazos a su cuello, sonriendo.
—No iba a besarlo, tú me ves cerca de otro ya
piensas que lo voy a besar.
—¿Y por qué estaban tan cerca?
—Porque así se baila, idiota.
Se quedó en silencio.
—Anthony y yo solo estábamos jugando.
—Así que ese es su nombre.

867
—Exacto, y Mayer es su apellido. Es hermano de
Malcom.
—Gracias por el dato.
—¡Ahora volvamos!
—Ya todos se estaban despidiendo, Abby. El
evento se terminó.
—Qué mal. Yo quería seguir moviendo las
caderas.
—Puedes hacerlo y, mientras lo haces, puedes
sentir más placer… —insinuó, dejándome de pie.
Quedé media mareada, emití una risa nerviosa y
negué con la cabeza. Él me sostuvo el rostro y me
besó en la boca.
—¿Me quieres tanto?
—Enloquezco por ti, bonita.
Sonreí y le di la espalda, abriendo
inmediatamente la puerta del auto. Pero antes de
meterme, alcé la mano y la agité en dirección a
Anthony y sus padres, quienes se acercaban a su
vehículo.
Unos pocos minutos después ya estaba abriendo
la puerta de mi dormitorio. ¡Hola, cama! Mmm…

868
Edward cerró la puerta y comenzó a deshacerse
de su traje. Desabotonó su camisa, completito, yo
me acerqué con los ojos fijos en esa zona. Apoyé mi
mano sobre su pecho y alcé la vista encontrándome
inmediatamente con sus ojos curiosos.
—¿Me ayudas con el vestido? —murmuré.
—Vale —habló en el mismo tono susurrante. Le
di la espalda y no hizo falta que le indicara que
debía hacer porque él solo me quitó el vestido,
arrancándolo de mi cuerpo.
¡Lo rompió!
—¿Pero qué haces? ¡Me gustaba muchísimo!
—Podemos adquirir todos los que quieras
después, pero ahora, yo quiero tenerte.
—Pues lo arruinaste, ¿sabes? —me crucé de
brazos, muy seria.
—¿En serio, Abby?
—¡No! —exclamé, riendo.
—Tú me harás estallar un día de estos —dijo
yendo sobre mí, solo se tenía que deshacer de la
pequeña braguita que usaba para tenerme como

869
quería. Me apresuré en quitarle por completo su
camisa mientras él nos dirigía hacia la cama.
Su boca rozó un lado de mi mandíbula, comenzó
a repartir besos húmedos en esa zona hasta alcanzar
el lóbulo de mi oreja, me estremecí más cuando
mordisqueó esa piel sensible. Me excité más cuando
tuve a sus labios recorriendo a besos cargados de
pasión mi cuello, ascendiendo y bajando más…
De pronto caí sobre una nube, la cama, y dejé
comerme por el lobo.

Eran las tres de la tarde, y allí me encontraba yo,


tomando mi café mañanero. Me encontraba en la
cocina bebiendo esta delicia y viendo las novedades
en Instagram.
Se me notificó un mensaje de Rouse, ella también
apenas se estaba levantando. Me dijo que se pegaba
una ducha y venía. Al fijarme en WhatsApp, fui al
chat de mi madre…
Mi realidad me estremeció, yo no tenía padres.
Bueno, tampoco quería sonar como una
malagradecida por los que tenía, pero ellos estaban
siendo unos irresponsables conmigo. No encontraba

870
motivo para esta distancia, ¿por qué no se
comunicaban conmigo? Yo también necesitaba
respuestas.
¿Qué estaban ocultándome?
Me puse de pie y me dirigí al salón.
Por estar tan distraída, me sorprendí demasiado
por verlo ahí.
No dije nada, el asombro se evidenció en mi
rostro. Por su parte, él se encontraba menos
perturbado al mirarme.
—¡Tío! —Lewis terminó de bajar las escaleras,
lo saludó con un leve abrazo y me miró—. Ella es
Abby, compañera de Edward.
—Gusto en conocerte, Abby.
«Perdón por no opinar lo mismo, señor
Grayson», quise decirle, pero me contuve.
Él se me había acercado, y me estaba ofreciendo
la mano. Dudé en aceptar su saludo, me caía mal
solo por ser Henry Grayson.
—Igualmente…
—Henry —se presentó.

871
Nuestras manos solo se tocaron por un corto
segundo, él me trasmitía algo extraño.
Frialdad y calidez.
—Hablemos un rato, Lewis —le dijo a su
sobrino. Este asintió y le indicó con un gesto que lo
siguiera, fueron escaleras arriba y yo hice lo mismo
después de quedarme tildaba como una estúpida en
el mismo lugar. Me apresuré en subir las escaleras,
mi dormitorio se encontraba en el lado izquierdo de
la segunda planta, hacia el lado derecho se
encontraba el despacho privado de Lewis.
Y para ese lado también había un hermoso balcón
con una vista estupenda. Como Rouse se estaba
bañando y Edward no estaba porque se había ido a
reunir con sus padres en la propiedad que tenían en
Milford, pues allí me encontraba yo, sola y sin saber
qué hacer.
Decidí aventurarme en esa dirección. La puerta
del despacho se encontraba cerrada, no podía
escuchar absolutamente nada. Llegué al balcón y
esperé, solo me quedé allí pensando en nada pero a
la vez en todo.
Mi teléfono vibró en una llamada.
—¿Dónde estás? Estoy en el salón y no estás.

872
—Estoy en el balcón del segundo piso, ¿cómo es
que no me viste al pasar?
—No me fijé, estaba distraída, ¿okey?
—Bueno, ahí voy —avisé y colgué. Me moví de
mi sitio y antes de alcanzar a cruzar la puerta de ese
despacho ocupado, esta se abrió desprevenidamente.
—¡No te atrevas a interferir, ahora más que nunca
respeta mis decisiones! —reconocí la voz furiosa de
Lewis saliendo desde el interior.
Henry ya se encontraba en la puerta, su mirada
dura y fija en la dirección de su sobrino manifestaba
una contrariedad absoluta.
—¡Tus decisiones están mal! Después no me
vengas llorando porque yo te lo advertí.
El sonido de la puerta cerrándose fuertemente
consiguió que diera un brinco de susto.
—¿Qué haces aquí? —obtuve la vista de Grayson
sobre mí.
—Solo pasaba…
No esperé respuesta y abandoné el lugar.

873
Cuando Edward volvió, trajo malas noticias. Él
se tenía que ir, necesitaba arreglar unos asuntos
laborales y aquello duraría unos cuantos días, pero
me advirtió que serían los menos posibles.
La noche cayó, transcurrieron las horas y yo no
podía dormir. Me encontraba inquieta y sentí que
tenía hambre, sentí la necesidad de picar algo porque
algunas veces comer te ayudaba a dormir, ¿o era el
agua? Como sea, fui silenciosa a la hora de
abandonar la cama y salir de la habitación.
Bajé las escaleras con mucho cuidado, estaba
siendo bastante silenciosa como si estuviera a punto
de robar algo.
Me detuve de golpe cuando noté que la luz de la
cocina se encontraba encendida, desconfiada y un
poco temerosa comencé a avanzar hasta conseguir
asomarme.
Hareth y Hannah. Ella me daba su perfil mientras
se abrazaban.
Desde donde me encontraba podía percibir la
pesada respiración de Lewis, él parecía
descontrolado y desesperado, y era obvio que se
estaba conteniendo. Agarraba el cuerpo de su
hermana para no caerse, ellos estaban bien pegados

874
y por los rasgos entristecidos de ella deduje que el
motivo estaba siendo doloroso porque eso era lo que
reflejaba la angustiante expresión de Hannah.
La rubia no dejaba de acariciarle el cabello, abrió
los ojos y puso un poco de distancia para verlo a los
ojos. Lewis no quería mirarla.
—Yo sé algo que siempre funciona, pero para
ello deberíamos compartir una cama como antes.
Él abrió los ojos y me esforcé para no emitir
ningún sonido de asombro cuando noté el color
ámbar de sus ojos, su lado animal estaba queriendo
controlarlo.
—Hazlo aquí —solicitó él. Sus manos pararon en
la cintura de ella.
Se me paralizó el corazón y temí lo peor, me
mordí el labio con fuerza.
Hareth hizo que Hannah se sentara sobre la isla
de la cocina, ella abrió sus piernas para darle mejor
acceso. Él se acercó más, había más cercanía, esa
posición parecía íntimo. Y aquí me permito aclarar
que ambos llevaban ropa, bueno, él no traía camiseta
y ella tenía un pijama bastante al descubierto, pero
lo suficiente para mantener a sus partes prohibidas
ocultas.

875
La cuestión es que él la había subido en la isla,
ahora se encontraba metido entre sus piernas y las
manos apoyadas en los bordes del mueble. Hannah
situó su dedo pulgar en una caricia suave y larga
contra el entrecejo de Lewis, él cerró los ojos y trató
de mantener un semblante relajado.
—Mejor apoya tu cabeza en mi pecho y deja de
pensar, ¿estamos? Aleja esos pensamientos…
Él la obedeció, de esa forma, una de sus manos
fue a parar en el hombro de ella. Hannah se veía tan
pequeña comparado con él.
—Siempre estás cuando más te necesito —
murmuró él.
—Somos mejores amigos también —le dijo ella
—. Hermanos, amigos… Me tendrás para lo que sea,
te amo.
—Y yo a ti, hermanita.
Hannah terminó abrazándolo, y la definición
dicha por Lewis pareció disgustarle un poco, pero
aquello solo se reflejó en su expresión durante un
corto segundo ya que rápidamente adquirió un tono
que se me hizo más extraño, culpa.

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No quise interrumpir ese momento tan raro. Me
fui de ahí silenciosamente preguntándome qué
infiernos acababa de ver.
Me voy a quedar con hambre, pensé. Mierda.

El día siguiente trascurrió rapidísimo, el tiempo


se puso contra mí y sentí que pasé demasiado poco
con Edward. Era nuestro último día juntos hasta…
Aún no se definía.
Y entonces llegó la mañana, eran las seis y treinta
de la mañana. Y allí me encontraba yo,
despidiéndolo.
—¿Vas a soltarme? —me preguntó, ejercí presión
para mantenerlo más cerca.
—No, aún no.
—No quiero esto, pero el estado no está en
condiciones como para que vengas conmigo.
Regresaré lo más pronto posible, ¿vale?
—Tráeme las Oreos que prometiste, ¿okey? —
murmuré contra su pecho.
—Bien, no me olvidaré.

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—Más te vale. Ya estás advertido porque si
vienes sin la cantidad que te pedí, no te acepto.
La puerta de la entrada se abrió y aparecieron tres
personas, me asombré al ver a Grayson. Rouse
parecía incomoda por ese hecho.
—Buen viaje, amigo. Y descuida, ella estará
bien, la dejas en manos seguras.
—No te está dejando de niñero, Lewis. Tranquilo
—me reí, despejándome de mi compañero.
—Heaven —Edward dijo mi nombre en tono de
reproche.
—Solo digo la verdad. No necesito a nadie que
me vigile.
—¿Y a quién culparé si vuelvo y te encuentro
con mil rasguños?
—¡No soy una niña! Y ya vete… que mientras no
estás, tengo pensado hacer muchas cosas. Engañarte,
por ejemplo.
—¡Heaven!
—Solo bromeo, un poquito.

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—Trataré de que la encuentres intacta —interfirió
Lewis.
Salí fuera y despedí como correspondía a mi
hermoso compañero.
—Hagamos sexo telefónico, siempre quise
hacerlo y ahora que se presentó la oportunidad, no
hay que desperdiciarlo —le dije al distanciar mi
boca de la suya.
Él se quedó perplejo ante mis palabras.
—Vale… ¿esta noche?
—Primero vete, ya después lo acordamos —le
guiñé un ojo y lo dejé marchar.
Volví dentro, en la sala estaba mi café, ya frío
pero me daba igual. Lo tomé en la mano y me
acomodé en el sofá. Me estaba tomando un sorbo
cuando Henry Grayson apareció.
Él traía una taza humeante, té.
—¿Te llamas Heaven? —me preguntó, serio.
—Sí —le afirmé consiguiendo tener efecto en él,
su mirada chispeó más curiosidad pero a la vez vi
reflejado esa tormentosa turbación que me
estremecía.

879
No me dijo nada más, en silencio se fue a
posicionar en el sofá que había delante de mí. Probó
un sorbo de su té y casi realizó una mueca, lo
controlé y a pesar de disimularlo muy bien, noté que
esa bebida no le agradaba.
—¿No te gusta el té? —solté la pregunta que
picaba en la punta de mi lengua.
—No.
—¿Y por qué la tomas si no te gusta? —curioseé
una vez más.
—Porque hacerlo me recuerda a alguien que
apreciaba mucho —me sorprendió respondiéndome
con algo tan personal.
Me puse de pie, no quité mis ojos de su persona.
—A mí tampoco me gusta el té, y creo que
también haría el sacrificio de tomar algo que no me
gusta solo para sentirlo o sentirla más cerca.
Su mirada adoptó ese tono que me petrificaba.
Decidí alejarme rápidamente de ahí.
El día transcurrió de prisa. ¿Ahora quién iba a
venir a recogernos de la escuela?

880
Pues apareció un hombre común, de mi parte
preferí pedirle aventón a los primos Mayer y Rouse
decidió quedarse un poco más para hablar con los
hermanos Collins.
Brenda y Anthony me miraron extrañados cuando
les dije que ya se podían ir. Les había pedido que me
trajeran al Lago de la Luna.
—¿No quieres que te acompañemos? —Brenda
observó el bosque que se cernía sobre nosotros.
Yo ya me había bajado, ellos me miraban
desconcertados desde el interior del coche.
—Ya hicieron suficiente al traerme aquí, pero
necesito un momento a solas. No se preocupen, los
territorios están siendo merodeados, cuidados y
además, yo no tengo enemigos. Así que
despreocúpense, ¿estamos?
—¿Cómo volverás? —Anthony me preguntó.
—Solo haré una llamada y pediré que vengan por
mí.
—Llámame si quieres que sea el que te recoja —
me sonrió él.
—Gracias.

881
El auto se perdió en el camino y yo me perdí
dentro del bosque, recordando perfectamente el
camino que guiaba a esa hermosa zona.
El aire se respiraba tan bien allí, el bosque no era
oscuro, había mucha luz. Se inspiraba paz.
Sonriente, llegué a mi destino. Pero esa expresión
decayó cuando vi y reconocí que alguien más se me
había adelantado.
Grayson.
No retrocedí, continué el camino y no dije
absolutamente nada cuando él me miró. Me fui
acercando, alcancé el muelle y llegué al final, me
posicioné a su lado y observé el horizonte.
—¿También te gusta venir aquí? —me preguntó.
—Es un lindo lugar para pensar.
—Coincido.
—¿Y hace mucho que estás aquí? Lo pregunto
porque yo esperaba encontrar al sitio desocupado…
—Esperaba quedarme un poco más. No sé
cuándo podré regresar.
—¿A dónde vas?

882
—A New Hope, no está lejos de aquí pero de ahí
comenzaré a trasladarme de aquí para allá. Mi
trabajo requiere de muchos viajes.
Que el haya mencionado «su trabajo» lo arruinó
todo, por un segundo me había olvidado con quién
estaba interactuando.
—¿Y a qué te dedicas? —medio ironicé.
—¿No sabes quién soy?
—¿Henry Grayson?
Mi respuesta ocasionó que en su rostro apareciera
una sonrisa.
—Estás delante de la persona más poderosa del
mundo, Heaven, eso es lo único que necesitas saber.
—Llámame Abby, solo Edward tiene permitido
llamarme por ese nombre —aclaré.
—Abigail —dedujo.
Nos quedamos en silencio, pasó un minuto y me
puse ansiosa.
—¿Te vas en auto o helicóptero?
—Mediante un portal.

883
—Con razón no tienes prisa.
Él me miró y curvó ligeramente su boca en una
sonrisa torcida. No dejó de verme, su boca pasó a ser
una línea seria adoptando así una expresión que me
hacía querer salir despavorida de ahí. Su mirada
advertía algo que yo no supe descifrar.
Me animé a hablar una vez más.
—¿Ya te vas? Me molestas y asustas.
—Yo… —él pareció reaccionar de un trance,
tomó aire y retrocedió.
—¿Por qué me miras tan raro? Me da escalofríos
porque pienso que no me estás viendo a mí, sino a
un fantasma.
—Fue un gusto conocerte, Heaven.
Eso fue todo lo que me dijo, después me dio la
espalda y se marchó. Y yo no fui quién para
detenerlo. Pero no pude evitar mirarlo y
cuestionarme una vez más esa pregunta que le hice.
¿Por qué me miraba así?
Henry Grayson era el enemigo, debía aborrecerlo,
y él no me agradaba, pero no podía engañarme
diciendo que él no me causaba curiosidad porque sí
lo hacía.

884
Grayson despertó una enorme intriga en mí.

¡Hola, rebeldes! Buenas noches, sé lo que dije,


que volvería en mayo pero recordé que hoy es una
fecha especial. Hoy, hace dos años, el 27 de abril de
2019 me animé a publicar Mia en Wattpad. ¡Hoy
MIA cumple dos años! Y bueno, esto debía ser
celebrado con un capítulo.
Muchas gracias por el apoyo brindado desde ese
entonces y ahora. Los amo.
Espero les haya gustado el capítulo, ¿qué tal
Henry Grayson? Hasta el momento lo vimos muy
tranquilo, pero ustedes ya conocen como es él, lo
digo por el capítulo 0: El Concejo.
Y bueno, están por explotar cosas, el siguiente
capítulo va a ser el último “ultra feliz” antes de que
empiece a desarrollarse de verdad la trama.
Si quieren conocer a los personajes desde mi
perspectiva pueden buscarme en redes:
Instagram: _antoniabl
Página de Facebook: Antonia BL

885
Nos leemos pronto. Besos. 

886
31. Poderes suspendidos

Capítulo 31: 
|PODERES SUSPENDIDOS|
Mia
A Edward no le molestaba retirarnos del instituto,
pero ahora que él no estaba otro había sustituido su
labor.
Abby recientemente se había marchado con los
primos Mayer, Brenda y Anthony. Me preocupaba
que se quedara sola en el lago, ese lugar podría ser
muy bonito y todo pero se encontraba en una zona
bastante desprotegida. No quise dejar que se fuera
sola, casi la acompañé pero un mensaje de Neisan
Collins me obligó a desistir. Más bien, Abby me
convenció que aceptara la propuesta de los
hermanos Collins y la dejara ir sola.
Por eso nos habíamos separado.
—¿Me esperarías unos minutos? —le dije a la
persona que había venido a buscarme—. Necesito
volver dentro porque había quedado con unos
compañeros, no puedo suspenderlo… —retrocedí

887
denotando cierto apuro en mi expresión facial—.
¡Regreso pronto!
No escuché respuesta alguna, pero aquello no
impidió que atravesara rápidamente el
establecimiento hasta salir al campus. Conocía la
zona de las residencias pero indudablemente me
perdía al momento de reconocer mi lugar de destino.
Por suerte, Neisan Collins estaba aguardando por mí
al aire libre. Lo distinguí y me apresuré en
alcanzarlo.
Él se encontraba solo, vestía casualmente de
negro y al momento de mirarme consiguió desatar
en mí un sentimiento reconfortante y cálido. Neisan
se veía relajado, era el más expresivo de sus
hermanos junto a Selene. Pero eso no le quitaba esa
aura de misterio y peligro que caracterizaba a los
vampiros, también ese aire seductor.
Pero nada de ello me afectaba a mí. Lo único que
me importaba era esa sonrisa genuina que había
esbozado ni más me miró.
—Hola —saludé a distancia, no sabía muy bien
cómo actuar. El nerviosismo recorrió mi cuerpo
advirtiéndome de esta incomoda sensación. «Fuera
nervios».

888
—Hola, ¿damos un paseo? —giró el rostro en
dirección a una línea vertical de árboles que
comenzaba a pocos metros de nosotros. Asentí
dándole a conocer mi consentimiento y
emprendimos marcha en un silencio un poco denso.
Miré un poco más allá, nuestro trayecto
terminaba en la ruta despejada que dirigía a todo
Milford. Pasando este camino, comenzaba un
interminable bosque.
—¿Cómo te sientes en este nuevo mundo? —se
interesó Neisan.
—Al principio, bastante extraña pero cuando me
explicaron lo que sucedía lo tomé con mucha calma.
No me sentía extraña, me sentí en casa.
—Es porque aquí perteneces —me afirmó—. El
mundo humano rige con muchas reglas, hay que
andar con cuidado por ahí y por eso te ves obligado
a actuar como ellos. Aquí puedes ser tú mismo a
mayor parte del tiempo, tampoco podemos ser libres
todo el rato porque debemos conservar el equilibrio
entre nuestros mundos y esto se consigue
aparentando ser como ellos, no mostrándonos
amenazantes porque a pesar de que los humanos
sean simples mortales… a la hora de combatir son
letales.

889
—Ellos también son peligrosos —estuve de
acuerdo—. De mi experiencia, algunas personas son
tan monstruosas, le temen a lo desconocido,
excluyen lo extraño pero finalmente, ellos son los
monstruos.
—¿Qué te pasó? —Neisan detectó cierto rencor
cargado en mis palabras—. Si quieres, puedes
contarme…
Quisiera, pero no podía.
—Como bien dijiste, me sentía extraña en el
mundo humano y prefería mantener las distancias
solo por ese motivo, me tomaban por rara. Eran tan
odiosas… —no pude evitar expresar.
—¿De dónde dijiste que venías? —me preguntó
de la nada. Apreté las cejas en su dirección,
pensativa por la expresión misteriosa que adquirió
su semblante.
—Creo que nunca te lo dije.
—Dímelo ahora —simplificó con sencillez.
—Rusia.
—Perfecto, ahora necesito la ciudad y lugar de
residencia de todas esas odiosas —tentó.

890
Inmediatamente me eché a reír por el tono que
empleó.
—¿Bromeas?
—¿Crees que estoy jugando? —dijo muy serio.
—Sí —respondí, dubitativa tras calmar mi
estado.
—Nuestra familia es muy protectora, Rouse, no
admitimos alguna falta a uno de nosotros, más por la
posición que ocupamos.
Neisan echó un vistazo a nuestro alrededor,
vigilando con ojos cuidadosos a los que podrían
estarnos acechando.
—Yo no podré pertenecer a tu familia teniendo la
condición que tengo.
—Crucemos —Neisan me demostró en su
expresión que pronto reabriríamos este tema. Lo
seguí y pasamos la calle, el soplo del viento me
estremeció, pero no tuve miedo. Me adentré en el
bosque junto a él, caminamos pocos minutos hasta
que nos encontramos con los demás Collins.
—Pregunta, Rouse —me habló Selene,
acercándose con su teléfono celular a mano—. ¿No
sabes usar tus poderes?

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—¿Cuándo te refieres a poderes? ¿Exactamente a
cuál?
—Como a esa velocidad vampírica que te
traslada de un lugar a otro en cuestión de segundos
—detalló—. Perdón, siempre me pongo muy ansiosa
cuando la gente me hace esperar, no estoy
acostumbrada —esbozó una sonrisa de disculpa.
—Si tengo el poder que dices, no sé usarlo —
respondí con cierta pena.
—Lo tienes —interfirió Chase, lo miré, él se
encontraba junto a Marisa, ambos hermanos siempre
tan serios y reservados—, no sabes cómo activarla.
En realidad siento que tienes suspendida todas tus
habilidades, tu aura es muy débil. No hay fuerza.
—Pienso lo mismo —lo apoyó Marisa—, pero
creo más que no lo tiene suspendida, sino oculta. El
anillo de Edén es un perfecto camuflaje.
—Eleonor se volvió muy tramposa usándolo, esa
maldita —expresó por lo bajo Chase.
—¿Y creen que si me lo saco ahora, mis
habilidades se activaran? —les pregunté,
interpretando que así sería.

892
—No —me respondió Marisa, sin moverse de su
lugar, solo gesticulando elegantemente con sus
manos al hablar—, tu deberías poder manejarte con
el anillo puesto. Pero si lo que Chase dice resultara
cierto, solo tu madre podría sacarnos de esta duda.
—¿Qué mis habilidades están suspendidas? Estoy
segura que sí porque estoy igual que antes, no me
siento diferente.
—Es muy extraño que Eleonor te mantenga
desprotegida, tus poderes pueden sacarte de muchos
aprietos —caviló Chase—. Pero es más extraño
todavía que te haya mantenido ajena de este mundo,
no es propio de ella esconder las cosas, al menos
antes siempre fue muy abierta y honesta.
—Estará exiliada, pero esa condición no le da el
derecho a nadie de ocultarle a alguien su origen —
secundó Marisa—. Este tema, este hecho me tiene
un tanto desconcertada, no es propio que un ser
sobrenatural no sepa que es un ser sobrenatural.
—¿Desde cuando tienes el anillo, Rouse? —
Neisan llamó la atención con esa pregunta.
—Desde los diez años, mi madre dijo que era
protector.

893
—Seguiré sosteniendo que tienes a tu bestia y
todos tus poderes suspendidos —expresó Chase.
—¿No puedes contactarte con Eleonor? ¿Dónde
están tus padres? —me interrogó Selene.
—No he podido hablar con mis padres como
debería y no sé su ubicación, ellos están en constante
movimiento. Mi amiga, Abby, ella pudo encontrarse
con ellos y el motivo es… El Concejo me está
buscando, ellos no me conocen, por medio de mis
padres intentaran contactarme por eso los persiguen
y ellos no se detienen y los evade. Mis padres no
quieren que esa organización me encuentre, aquí
estoy a salvo, el anillo oculta mi identidad, solo
ustedes pudieron reconocerme porque ante el ojo
familiar, este poder es inmune. Por eso, solo ustedes
podrían evidenciarme, acusarme —me expresé
mejor.
—Te aseguro que esa no es nuestra intención —
me afirmó Neisan—, no nos gusta meternos en
asuntos que no nos corresponden. Nos causó
curiosidad tu apariencia y ahora evidentemente
sabemos que eres familia, y quédate tranquila que de
parte de la familia Collins, tu secreto está protegido.
—Muchas gracias, significa mucho.

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—A nosotros no nos importa que seas híbrida —
Selene habló en un tono despreocupado—, a muchos
no le interesa, son solo seres como todos, provienen
del mismo mundo y se ven inofensivos, esto me
recuerda al racismo que se genera en el mundo
humano. Pero aquí es contra los híbridos y esto es
por cuestiones de poder, nadie puede ser superior a
la fuerza de El Concejo. Aunque ellos admiten y
aseguran que no es por esta cuestión.
—¿Y existirá alguna manera de acabar con esta
regla? —indagué.
—No lo sé —Selene miró a Chase—, ¿qué crees
tú?
—El Concejo se creó exclusivamente para
exterminar híbridos, sería una tarea difícil y riesgosa
atreverse a intentar derrumbar su imperio.
Chase se humedeció los labios, pensativo.
—Actualmente ellos mandan y están totalmente
reforzados y respaldados por gente poderosa —me
informó Marisa—. Lo que sea que esté haciendo
Eleonor, podrá aplazar el momento que estás
evitando, pero no llegarás lejos si esta organización
sigue teniendo el poder. Van a atraparte tarde o
temprano.

895
—¡Marisa! —protestó Selene, regañándola con
su mirada oscura.
—Solo le estoy diciendo la verdad —la rubia me
miró de nuevo—. El Concejo no hace excepciones,
pertenezcas al mundo que pertenezcas, si eres
híbrido debes presentarte cuando ellos lo ordenen.
—Cortemos el tema, ¿qué les parece? A mí me
parece una idea genial —Neisan Collins sonrió ante
su propuesta, se acercó a mí y posó un brazo sobre
mis hombros—. Los de El Concejo pueden irse al
carajo.
—¡Eso! —se rio Selene—. Estamos en una zona
bastante privada, mostrémosle nuestro poder,
Neisan.
—Tal vez si interactúas con los tuyos, se te
prenda esa neurona que sepa activar tus habilidades
—bromeó el pelinegro, me reí mientras él se
distanciaba de mí.
—Vamos a escalar un árbol, los vampiros no le
temen a las alturas, ¿tú sí? —me dijo Selene.
—No, me maravillan pero jamás me atrevería a
saltar. Eso sí me da un poco de miedo.

896
—A escalar se ha dicho, y no necesariamente
tienes que saltar.
—Podrías saltar, yo podría atraparte —propuso
Neisan.
—Ya veremos —le dije.
—Los dejo —avisó Chase, haciendo ademan de
alejarse. Marisa parecía querer hacer lo mismo.
—¡No te atrevas, no seas aguafiestas y quédate!
—manifestó Neisan, ya delante de un alto árbol—.
Vamos, Rouse. Sube hasta donde puedas o te
atrevas.
—Me largo, dije —sostuvo Chase. Caminó unos
pocos pasos y se detuvo, Marisa lo acompañó en su
escrutinio a nuestro alrededor. Neisan me incitó una
vez más a subir, elegí un árbol contiguo al suyo y
trepé dificultosamente.
—¡Los niños necesitan custodia, Chase! —
bromeó Neisan, ya desde lo alto.
—¡Voy! —reconocí la voz de Selene. Observé en
la dirección que me pareció escucharla y la vi saltar
en los brazos de su hermano, él la sostuvo pero
inmediatamente la dejó moverse otra vez—.
Tenemos buena agilidad, movernos nos resulta

897
sencillo, muy fácil, tu cuerpo no debe pesar, siéntete
libre como una pluma y deslízate.
—No me siento para nada así —murmuré.
—Abajo, ahora —habló Chase.
—Que quede claro que Chase es el más
amargado, Marisa es buena onda de vez en cuando
—me contó Neisan, sonreí y asentí, divertida, en su
dirección. Él se dejó caer y aterrizó entero, desde
abajo me incitó con las manos para que hiciera lo
mismo.
—No estoy segura…
—Voy a atraparte, ¿vamos?
—Okey —dije sin estar demasiado segura. Pero
primero bajé un poco más y en cuanto sentí que la
altura no iba a matarme, confié en Neisan y me dejé
caer. Rápidamente percibí el golpe de mi cuerpo
chocando contra su pecho, sus brazos me habían
atrapado inmediatamente—. Uhm…, eso no se sintió
tan mal.
—Te lo dije —me sonrió. Me permitió bajarme,
me enderecé y miré hacia los demás hermanos, ellos
parecían estar en alerta.

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—Tu madre me resultó muy agradable —le dije a
medida que acortábamos la distancia con los demás.
—Lo es, pero también tiene su carácter. Es feroz,
puede destrozarte en cuestión de segundos.
—Eso es asombroso.
—Lo sé, ella es increíble.
—Neisan, pon atención y siente porque huelo a
problemas —reveló Marisa.
Llegamos junto a ellos y nos ubicamos en la
misma línea horizontal que habían creado. Intenté
averiguar qué sucedía, pero no faltó preguntar
porque ese problema se hizo presente.
Ellas simplemente aparecieron.
Una detrás de la otra, avanzando en una línea
vertical hasta acomodarse de forma horizontal para
enfrentarnos.
Usaban ropas negras, capa oscura y sus cabellos
contrastaban con el color de esa tela por ser de un
rubio cenizo, tocando el blanco. Conservaban el pelo
largo, suelto y su maquillaje no era recargado. Debía
admitir que se veían malvadamente hermosas, pero
de aspecto vil cuan villanas.

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Las tres no manifestaron nada inmediatamente,
nos permitieron adquirir una postura de defensa
antes de emitir cualquier ataque.
—Aquí están, malditas revoltosas —Neisan
rompió el denso silencio que se formó y permaneció
durante la batalla de miradas.
—Los hermanos Collins —habló la más alta de
ellas, sus ojos verdes no relucían nada bueno—.
¿Reunión familiar? —provocó.
Que ella dijera aquello consiguió que algo frío
me abordara de golpe, un conjunto de miedo fue
desatado en mi interior. Me quedé helada,
petrificada, viéndolas con espanto.
—¿Qué? —Ella pronunció en un tonito inocente
—. ¿No deberíamos saberlo? ¿O no lo saben
ustedes?
—¿Co…? —se me dificultó hablar.
Conseguí su atención apenas me escucharon
querer decir algo. Pero el asombro de esta revelación
había estancado mi voz, algo agrio permanecía en el
nudo que se había instalado en mi garganta.
—Conmigo no van las charlas —Marisa se
adelantó, ellas no retrocedieron pero en una se

900
evidenció una reacción apenas en las manos de la
rubia se formaron algo eléctrico, electricidad relucía
en sus palmas.
Ella expulsó en dirección a ellas esa descarga.
Ellas inmediatamente se protegieron haciendo
desaparecer el voltaje que posiblemente las mataría
antes de que siquiera las rozara.
Ese ataque desató reacciones. Chase junto a
Marisa se aproximaron a ellas por delante mientras
que Neisan y Selene les cerraba el paso por atrás,
pero la expresión despreocupada de las hechiceras
advertía sobre su seguridad. El poder de los
hermanos Collins relució, Chase al mismo tiempo
que Neisan, saltaron a una velocidad impresionante
dentro del pequeño círculo que habían formado.
Chase consiguió rozar y desestabilizar a una, pero
antes de que el rubio consiguiera tomarla, ella lo
alejó y le hizo experimentar alguna clase de dolor
físico. Marisa rápidamente direccionó una carga
eléctrica en dirección a esa hechicera que
lamentablemente fue rápida y consiguió correrse,
librándose una vez más de ese poder, pero no pudo
evitar recibir el impacto que le profirió la rubia a su
cuerpo, desorientándola un poco.

901
Neisan y Selene esquivaban los poderes de las
dos hechiceras que atacaban. La hechicera de la que
se encargaban Chase y Marisa parecía ser la más
poderosa y peligrosa.
Y yo, bueno, estaba presenciando el show.
Mi corazón latía rápidamente, estaba estancada
en mi sitio porque me encontraba absolutamente
espantada, el pánico que me abordó apenas una de
ellas manifestó que conocían mi identidad me había
dejado helada, y ahora estar presenciando una
batalla a pocos pasos, era algo demasiado nuevo que
me estaba costando procesar. Pero ni más esas
hechiceras le consiguieron dar vía libre a una de
ellas, conseguí moverme, dando un paso atrás.
—Lo que queremos por lo que él quiere, nada
mal —dijo ella mientras se me aproximaba lenta
pero peligrosamente.
Estiró su mano derecha en mi dirección pero
antes de invocar lo que sea que me fuera a dirigir,
Marisa sigilosamente había planeado un momento
para atacar y defenderme. Y lo hizo, ella alcanzó a la
hechicera en el momento menos esperado y en
cuanto alzó sus manos para acabar con ella por
detrás… Su expresión se endureció, furiosa, porque
sus manos habían quedado suspendidas en el aire.

902
Otra pudo manipular su poder para detenerla,
pero solo le estaba reteniendo las manos. Marisa
rápidamente le tiró una fuerte patada a la hechicera
que estaba a punto de hacerme algo, consiguiendo
que esta perdiera el equilibrio hasta caer.
—Rouse, corre.
No me moví, miré a las otras dos hechiceras y
justo en ese momento ellas habían invocado una
magia mayor porque su poder se había expandido
hasta un nivel asombrosamente escalofriante que, a
causa de ello, Chase, Neisan y Selene se estaban
retorciendo de dolor.
Dios mío. Debía ayudarles. Pero no sabía cómo.
—No te atrevas a moverte —me advirtió la que
parecía ser la líder.
—Corre —insistió Marisa. La miré y vi una
determinación y un regaño en su fría mirada.
—No pueden lastimarme —dije estúpidamente
apenas recordé que posiblemente lo que sea que me
hicieran, no funcionaria. Estaban perdiendo el
tiempo conmigo.
—No vamos a lastimarte, solo te necesitamos
para formular un trato.

903
—¡No la escuches y vete ya! —explotó Marisa,
en ese momento se zafó de la fuerza que la retenía,
su expresión se modificó, sus ojos lo hicieron.
—¡Atrápala ahora! —exclamó la hechicera en
dirección a la otra que se encontraba muy cerca de
mí.
Decidí por obedecerle a Marisa, encontré fuerzas
y me moví, solo que apenas lo hice, tuve delante de
mí una vez más a esa hechicera. Automáticamente
direccioné un golpe a su cuerpo para alejarla de mí,
yo no era tan inservible. Mandé otro golpe a puño
cerrado directo a su cara, pero ella la detuvo y
sonrió.
Tenté una maniobra y me zafé de su agarre
consiguiendo de pronto ser yo que retuviera sus
brazos. La tuve bien cerca, su mirada conectó con la
mía y yo aproveché la rabia e impotencia que sentía
concentrando una sensación de calor en mis manos.
Y entonces el calor de mis manos fundió la ropa
que resguardaba sus brazos, quemándole la piel. Ella
inmediatamente hizo fuerza para echarse hacia atrás.
La liberé y observé mis manos hecho en llamas, el
fuego ardía decorándome las manos.

904
—Así que quieres jugar con fuego, ¿ah?
Juguemos —dijo haciéndome ver que ella tenía un
excelente manejo de este elemento. Un intenso
fuego ardió en sus manos, su mirada chispeó cierta
burla.
Solo que fuertes sonidos, como de agresivas
pisadas, le transformaron el rostro.
—¡Frida, vámonos ya! —exclamó.
—¡Entonces deja de jugar y atrápala, idiota!
Ella quiso acercarse pero desistió al momento de
ser expuesta ante la presencia de los lobos, feroces
bestias que se acercaban amenazantes.
Rápidamente las hechiceras dieron por terminada
su espectáculo, los hermanos Collins quedaron un
poco desorientados cuando fueron total y finalmente
liberados de la magia que usaban las hechiceras para
defenderse.
—Díganle a su rey que la cuide porque la vamos
a alcanzar, desataremos su peor pesadilla —emitió
una risa seca y luego desaparecieron.
—¿Estás bien, Rouse? —se me acercó Selene.
—Lo estoy —susurré—. No entiendo qué pasa
con ellas, ¿qué es lo que quieren?

905
—Nada bueno, eso te lo aseguro.
Nadie me daba una respuesta concreta. Algo
grave estaba sucediendo y yo era totalmente ajena al
tema. Si iba a ser la reina alguna vez, era el
momento de empezar a formarme para tan
importante papel. 

906
32. Un mes

Capítulo 32: UN MES


No me moví de Luna Elipse hasta que Hareth
apareció, pero tardamos un par de minutos para
abandonar este lugar ya que él debía encargarse de
dar nuevas instrucciones.
Nos retiramos después de que aparentemente ya
todo estaba en orden. Él me tomó de la mano y nos
apresuramos en llegar al auto. Él se mantuvo en
silencio durante toda la trayectoria en casa, yo fui
controlando el camino y viendo de vez en cuando
por el espejo retrovisor a la camioneta que nos
respaldaba.
Ingresar a la mansión fue como recuperar el
aliento. Pasé rápidamente a la habitación y Hareth se
quedó informándole a sus padres de lo ocurrido.
Compartí un mensaje con Abby para asegurarme
de que estuviera bien. Por suerte lo estaba y ya
alguien ya estaba por recogerla.
Dejé el teléfono de lado con el objetivo de darme
una ducha, algo extraño me mantenía demasiado
intranquila. Miré mis manos e invoqué el fuego, solo

907
podía hacer esto: encenderlo y apagarlo. Me expuse
delante de todos, pero lo peor de todo es que las
hechiceras me habían relacionado con los Collins y
esto no debió ser así. Mi identidad debía ser secreta,
pero ya estaba dejando de serlo.
Cerré mi mano en puño, desapareciendo el calor
de mi palma. También cerré los ojos y me concentré
en otra cosa para desaparecer la mala sensación y lo
único que encontré, en lo único que me aferraba
siempre para disipar las preocupaciones, era en la
música, en las notas que salían del piano. En mi
melodía.
Hace mucho que mis dedos no recorrían las teclas
de un piano, hace mucho no leía, hace mucho no me
concentraba solo en mí.
Pero tampoco me disgustaba todo lo nuevo que
experimenté, me maravillaba. Solo que en estos
momentos extrañaba mi espacio y, específicamente,
mi piano.
Decidí esa vez buscar paz en el baño, preparé la
bañera y dejé sumergirme en el agua ligeramente
caliente y llena de espumas.
Cerré los ojos y alejé los pensamientos negativos,
pensamientos que solo me decían la verdad per que

908
en ese momento me negaba en aceptar. Debía existir
alguna forma de evitar a El Concejo, y lo había:
Harun.
Abrí los párpados en cuanto recibí un beso en la
frente.
—¿Estás bien, Mia?

—Siento mucho por lo que pasaste, juro que las


atraparé y haré que se arrepientan por esta osadía.
—Está resultando difícil hacerlo. ¿Cómo la
detendrán si se defienden tan bien?
—Existe una herramienta que suspende los
poderes de cualquier ser sobrenatural, este objeto
ayudará efectivamente pero está siendo complicado
emplearlo en ellas. Son bastante profesionales.
—Yo estaba pasando un momento con los
hermanos Collins cuando ellas aparecieron, ellas
insinuaron que yo era parte de la familia Collins,
ellas lo saben y me da miedo que El Concejo lo sepa
también.
—El anillo te conecta inmediatamente con
Eleonor Collins, ellas saben que lo tienes y saben

909
quién eres. Esto…
—Es otro problema más, siento que estoy cada
vez más cerca de El Concejo, y eso que hace poco
conocí a Henry Grayson, pero yo me refiero a mí,
siendo sometida, es la ley…
—Es un proceso que no quiero que pases. No
adelantemos las cosas, ahora estás bien.
—Ellas querían llevarme —musité despacio—.
“Lo que queremos por lo que él quiere” algo así me
dijeron, ¿qué es lo que quieren?
—El pergamino.
—Pues no se detendrán hasta conseguirlo.
—No lo harán, quién se atreva a entrar donde está
no saldrá cuerdo de ahí. Por eso no debes
preocuparte, no lo conseguirán, ya hablé con
Grayson e incluso El Concejo se encargará de su
persecución.
—Me dieron pavor, no quiero volver a tenerlas
cerca. ¿No pasará de nuevo, cierto?
—Trata de estar siempre en público, ¿estamos?
Ellas no quieren exponerse demasiado.

910
—Bien —dije y aparté la mirada de la suya, mis
ojos quedaron desplazándose siguiendo los
movimientos de mis dedos los cuales jugaban con la
burbuja. Agarré un puñado y lo acomodé en la
mandíbula de Hareth, me reí suavemente—. ¿Por
qué no me acompañas, santa Claus?
Él estiró esos labios carnosos que me volvían
loca en una sonrisa atractiva. Sus ojos adquirieron
un brillo juguetón, entornó la mirada en mi dirección
mientras se desnudaba de una forma estremecedora.
Un momento después terminamos de ubicarnos,
mi cabeza descansó en su pecho dejando
envolverme por su calor.
—Te quiero, Mia. Eres todo lo que quiero.
Lo miré a los ojos, expresando pura emoción.
—También eres todo lo que quiero. Me eres un
chico irreal por ser tan ideal.
Besé su boca y me permití deleitarme por su
sabor, estaba seducida por su encanto. Sentí que
estaba enamorada.

911
La semana transcurrió sin incidentes y lo único
que me desagradó de los días transcurridos fue lo
tarde que llegaba Hareth de trabajar. Tenía más
responsabilidades y compromisos que atender, él se
estaba esforzando realmente por cumplir bien su
papel de líder y además de eso su trabajo
profesional. En una noche, lo encontré terminando
de rediseñar algo que no le había convencido, pero
con mis inexpertas opiniones terminó haciéndolo
rápido. Pronto descubrí que se trataba del diseño de
las nuevas residencias, una gran parte ya estaba
siendo construida.
Hoy era viernes, al fin las clases se acabaron y yo
llegué en la casa cansada de la vida. Mi humor no
estaba siendo de lo mejor pero mejoró bastante
cuando Helen y Hazal me invitaron a preparar junto
a ellas el postre. Abby por su parte, sí se encontraba
feliz porque el día anterior Edward había regresado.
Pero como tampoco estaba nos metimos en la cocina
y nos bañamos en harina.
En uno de mis momentos reflexivos, mientras
jugaba con la masa, miré a Helen Grayson y pensé si
su concepto sobre mí cambiaria cuando supiera mi
identidad. Me asustaba un poco no obtener su
aprobación, ahora mismo me estaba tratando muy

912
bien, era muy agradable y amable. ¿Pero cuando
supiera la verdad qué?
Dejé de atormentarme con ese tipo de
pensamientos y disfruté junto a ellas, escuchando
anécdotas de Hareth y Hazal cuando eran pequeños.
La noche cayó y él aún no aparecía. Ya me había
duchado y arreglado adecuadamente para la cena
colocándome un vestido que consideré perfecto para
la ocasión. Me encontraba bajando las escaleras
cuando recibí una llamada de él.
—Alguien está esperándote afuera. Por favor,
acompáñalo, él te guiará hacia mí.
—¿Qué estás tramando?
—Ven y descúbrelo, hermosa.
—Nos vemos —sonreí como tonta y procedí a
apurar mis pasos. Salí afuera y efectivamente un
auto se había preparado para llevarme a mi destino.
Me puse ansiosa, por ese motivo el tiempo
pareció transcurrir más lento. Pero de pronto el auto
se estacionó en una propiedad que no conocía, salí
del vehículo y el chofer me dio las siguientes
indicaciones. Había llegado a un hotel.

913
Su fachada era bastante moderna y constaba de
dos plantas. Me apresuré a llegar en la recepción,
allí me dieron tan solo la dirección de la habitación.
Subí las escaleras y busqué el cuarto donde él
esperaba por mí.
Lo encontré y no esperé demasiado para tocar la
puerta cuidadosamente con los nudillos. Aguardé y
pronto él me recibió del otro lado.
—¿Qué es todo esto?
—Un festejo.
—¿Qué celebramos? —me regañé por mi mala
memoria.
—Entra, ya lo sabrás.
Obedecí e ingresé dándole inmediatamente un
beso que él se encargó de alargar. Escuché el sonido
de la puerta cerrándose aún con mis labios unido a
los suyos, pronto acabamos el beso antes de terminar
en algo más.
Al distanciarme, me dediqué a explorar cada
rincón con mis ojos curiosos, pero no había nada
especial en el lugar que estábamos, pero sí descubrí
que esa estancia no era solo una habitación, era más
grande de lo esperado y constaba incluso con una

914
terraza. Por ahí vi la iluminación de las velas, quise
ir ahí pero Hareth me detuvo por el brazo.
—Primero me gustaría ponerte algo que te
compré.
—¿Qué es?
—Lo sabrás después de que te lo ponga. ¿Me
permites?
—Claro.
—Tienes que cerrar los ojos. Ven.
Nos acercamos hacia el sofá, allí se encontraba
una hermosa caja decorada con un moño rojo
demasiado grande para ser una joya, ¿un vestido tal
vez? También había una venda, justo al lado de
dicho objeto.
Hareth tomó la venda con intenciones de
cubrirme los ojos. Lo dejé hacerlo mientras sonreía.
—Voy a quitarte la ropa —su tono cargado de
misterio consiguió un efecto en mí, asentí—. Toda la
ropa —advirtió susurrándome al oído, su calor, su
cercanía me tenía vuelta loca.
Consentí lo que sea que me fuera a hacer. De a
poco sentí como era despojada del vestido y

915
seguidamente de la prenda interior. Quedé
completamente desnuda y a su merced. Hareth me
dio un beso en el hombro y después buscó mi boca,
próximamente sentí el recorrido de sus manos en mi
cintura, espalda baja y más abajo. Paseó su mano
sobre mis glúteos sensualmente, desatando
deliciosas sensaciones.
—Eres tan perfecta —dijo terminando por
desatarme el cabello.
Luego se alejó. Me quedé quieta, no verlo me
tenía de una forma maravillosamente inquietante.
—Contemplarte desnuda y toda mía es uno de
mis placeres favoritos. Te quiero tanto.
—Te quiero también. Y ponme la ropa o tómame
aquí y ahora. Me estoy desbordando por ti.
—Dioses, no digas eso, hermosa.
Junté mis rodillas y me rocé los muslos de una
forma que le evidenciara lo que ocurría. Estaba
excitada, por cualquier contacto suyo yo ya me
prendía.
—Es tu culpa, estoy así por ti.
—Y cómo me encanta que estés así por mí —lo
noté cerca.

916
—También me tienes encendido, fuego. Pero
dejémoslo aquí, ya vendrá la hora del postre —me
dio un casto beso en los labios y comenzó a
indicarme movimientos para que no se le dificultara
ese momento de vestirme.
De repente ya tenía una prenda desconocida
perfectamente ajustada a mi cuerpo. Se sentía
cómoda.
Después sentí que me volvía a colocar un vestido.
—¿Listo? —pregunté cuando creía que ya era el
momento de quitarme la venda de los ojos.
—Una cosa más.
Él deslizó un collar en mi cuello.
—No voy a saber dónde meter tantas joyas si me
sigues consintiendo de esta manera.
—Ya me ocupé de ello y te conseguí una caja
especial para estás cosas, es de diamante, así como
este que acabo de ponerte. Tú eres hermosa y
además mi compañera, una reina no merece menos,
siempre merece más.

917
Me quitó la venda y me permitió verlo. Lo besé
ni más tuve oportunidad.
—No sé qué decir.
—No hace falta que digas nada, te quiero, ¿vale?
—¿Qué me pusiste? —hice el amago de subirme
mi vestido, ese con el que había llegado, para saber
que tenía debajo, pero él no me lo permitió.
—Después. Ahora pasemos, la cena nos espera.
Salimos a la terraza y encontré algo maravilloso.
Dios, Hareth era tan detallista y hermoso. Había una
mesa perfectamente arreglada para los dos y en una
esquina detallé un jacuzzi preparado.
Terminó de acercarse a la mesa hecha y decorada
hermosamente, contenía todo tipo de comida, mis
preferida y la suya, al igual que la bebida “gota del
cielo” que se había convertido en mi favorita. Había
velas también, era un espacio sumamente bonito y
romántico.
Hareth me ofreció una rosa roja, la acepté
sonriendo más.
—Siéntese, señorita Dufour. Esta noche yo le
serviré, la atenderé como mejor se me dé.

918
—Muchas gracias —me ubiqué en mi lugar y
dejé que él me sirviera, lo hacía inexpertamente pero
su intención estaba siendo muy bonita. Me ofrecí en
ayudarlo pero él se negó, no insistí y dejé
consentirme más.
Esperé que él dejara de servirse antes de degustar
el plato servido.
Compartimos un inolvidable momento y
brindamos por nosotros.
Después pasamos un momento solo charlando y
planificando el fin de semana ya que me dijo que
nada le impediría pasarlo conmigo. Indudablemente
se avecinaba otra semana más llena de diligencias
para él, y debía entenderlo ya que recientemente
había tomado el mando sobre un importante puesto.
Pero me emocionaba el otro fin de semana ya que
emprenderíamos a nuestro primer viaje juntos.
—Antes de mí, ¿quién era tu persona favorita? O
exceptuándome a mí, ¿quién es? —quise saber de
pronto, ya me encontraba muy junto a él, más bien,
sentada sobre sus piernas, con un brazo sobre sus
hombros.
—Nunca lo pensé, dímelo tú.
—Yo te pregunté primero, respóndeme.

919
—Deja que lo piense un poco.
—Okey —dejé que lo hiciera, mientras tanto,
para distraerme y pasar el rato, decidí darle besitos
en la línea de la mandíbula—. ¿Ya lo pensaste?
—No dejas que te saque de la cabeza, Mia. No
seas mala, para.
—Perdón, todo tú me resulta irresistible, lobito.
Hablando de eso, nunca te vi convertido en lobo.
—Ya encontraremos un momento.
—Ahora mismo lo agendo en una de las cosas
que vamos a hacer entre mañana y pasado. Anotado.
Y ahora piensa, prometo mantenerme quieta.
—Bueno… Antes de ti —hizo una pausa y pasó
la mano por el mentón como si estuviera pensando
mucho—. Antes de ti siempre me la pasaba con
Hannah, podríamos decir que éramos como ese
dicho: “Uña y mugre”.
Y obviamente ella es la mugre, aseguré.
—No sé por qué decidí por esta definición —se
rio—. Pero somos muy unidos, cuando era más
pequeña incluso dormía conmigo, ella odiaba
separarse de mí. Y así creció, creo que la malcrié un

920
poco pero a pesar de todo creo que seré un buen
padre.
«Bueno, la consideraba su hija». Esta última
información calmó lo que había ocasionado la
primera.
—No hay dudas de que eres y serás bueno en
todo, ¿o hay algo que Hareth Lewis no sepa hacer?
—Sí, recuerda que no sé prender una estufa, no
sé cocinar.
—Uh, se te bajan los puntos —me reí.
—¿Y quién es tu persona favorita aparte de mí?
Igual, creo saberlo. Es Abby, ¿cierto?
—Es muy evidente —me reí más—. Dime algo
que extrañes de tu pasado, de tu infancia.
—Tenía una banda de rock, yo tocaba la batería.
Sí, era el loco baterista. Harun tocaba la guitarra y
Edward era el vocalista. Compartimos muchos
momentos locos por esto, fue divertido. Estar con mi
hermano y amigo, mis mejores amigos.
Indudablemente es uno de los mejores recuerdos que
tengo y lo extraño porque echo de menos a mi
hermano.
—¿Y por qué no te comunicas con él?

921
—No puedo —se limitó a decir.
Atraje su rostro a mi pecho y lo abracé
ligeramente.
—Sabes que ya quiero descubrir qué tengo abajo
—susurré.
—Está bien, vamos adentro.
Me puse de pie y, entusiasmada, me metí dentro.
—¿Me lo quito o me lo quitas?
—Te lo quito.
—Okey.
—Cierra los ojos.
Obedecí y dejé que me despojara del vestido.
—Ábrelos.
Miré inmediatamente lo que me había comprado
y puesto, y al verlo me trasladé a un lugar, a un
sucedo.
—¿Qué tal si desfilas para mí?
—¿Qué querrías ver?

922
—Quiero que mi imaginación se haga realidad —
recordé que me había dicho, mostrándome un body
de encaje color rojo.
—¡Estás loco!
—¿Te lo imaginas, fuego? Tú usando únicamente
esto y después yo me encargaría de quitártelo con
mis dientes para comerte entera.
Dios mío. Hareth estaba por cumplir su promesa.
Yo tenía puesto esa prenda íntima.
—Te pasas, Hareth Lewis. Eres un lobito
travieso.
—Así te gusto.
Lo miré, precipitándome a él para acomodar mis
brazos alrededor de su cuello y acercarme más.
—Así me encantas.
Lo besé un poco, consiguiendo un beso sensual
que fue incluso adquiriendo un tono erótico. Rico,
fui abrasada por su fuego y dejé consumirme por él.
—Mereces un premio porque a pesar de ser tan
travieso, me has complacido en todo. No te daré
nada material, te ofreceré un show que espero lo

923
conserves como uno de los recuerdos más bonitos…
o ridículos, ya veremos cómo sale.
—Todo lo que tenga que ver contigo es
maravilloso, Mia. A ver con qué me sorprenderás.
—Ve, siéntate ahí y espera —le indiqué el sofá.
Él inmediatamente me obedeció. Busqué mi teléfono
y un equipo de sonido, ese que seguía reproduciendo
una lenta música en la terraza, lo conseguí y conecté
al Bluetooth. Pero antes de reproducir la canción
elegida, me acomodé el cabello, también fui a
apagar algunas luces, dejando tan solo una y fue la
que no me enfocaba directamente.
Ya lista, respiré y me animé a entrar en escena.
Puse play y me mostré preparada ante mi novio.
La canción comenzó a reproducirse, Hareth se
vio un poco extrañado cuando se escuchó la primera
nota.
Y es que yo había elegido Streets de Doja Cat
solo por el ritmo.
Entonces, pasaron los segundos y todo se cortó
dándole inicio a ese ritmo tan sensacional. La cara
de Hareth adquirió un semblante diferente y yo me
ocupé de que ese brillo en sus ojos fuera en
aumento.

924
Comencé avanzando a pasos cruzados, elegantes
y con una apariencia sensual en su dirección,
acompañando mis movimientos con esa danza de
brazos que aparece en el inicio de este ritmo en el
vídeo oficial.
Me detuve en una distancia considerada.
Like you, like you
Like you, ooh
I found it hard to find someone like you
(Como tú, fue difícil encontrar a alguien como tú)
Seguí moviéndome al ritmo de la canción, realicé
un círculo con las caderas y seguidamente lo
acompañé con un movimiento de cabeza que
removió mi cabello. Continué los meneos sensuales
optando en ir un poco más allá efectuando un
movimiento llamado body roll y de pronto dejé que
mis rodillas tocaran el piso sin perder la gracia. Hice
lo mismo y después dejé que mis manos se plantaran
en el piso ladeando la cabeza de un lado a otro,
viéndolo como una hembra en celo.
O eso intenté, y creo que no me fue complicado
cumplirlo.
Me aproximé a él, gateando hasta que mis manos
tocaron su rodilla, me puse de pie realizando un

925
lento meneo de caderas. Comencé a balancearlas de
un lado a otro, sintiendo como un calor abrasador
subía por mi cuerpo. Y era su mirada quemándome
de ganas.
Situé mis manos en su pecho y fui subiendo hasta
alcanzar sus hombros, rocé ligeramente mi cuerpo
contra el suyo, permitiéndole que me tocara. Mi
rodilla derecha se apoyó contra la suya, como si
quisiera treparlo, su mano me acarició el muslo y yo
permití más cercanía. Me distancié sutilmente
arqueando la espalda, respirando para resistir la
esencia de lascivia que corría por mis venas y el
deseo absoluto que me quemaba la piel.
Su nariz recorrió la redondez de mis tetas, subió
hasta acariciarme el cuello…
—Me matas, fuego.
Consiguió que me quedara a horcajadas sobre él.
Lo miré a los ojos y sonreí llena de emociones y
sensaciones agradables. Lo tomé del rostro y
aproximé mi boca a la suya, pero no lo besé, dejé
que nuestras narices se quedaran rozando y que las
ganas se fueran incrementando por esta pausa.
—Hareth, eres todo lo que quiero, siempre.
—¿Siempre y por sobre todas las cosas?

926
—No hay nada que pueda cambiar lo que siento
por ti.
Lo besé lentamente, convenciéndome de que
definitivamente Hareth es un chico irreal por ser tan
ideal. Tan jodidamente perfecto.
Entonces nos seguimos besando hasta darnos
acceso a algo más.
Él se levantó y yo ajusté mis piernas a su
alrededor. No dejé de besarlo, él fue guiándonos a la
habitación, llegamos sin ningún incidente y en
cuanto mi espalda tocó el colchón, pude recorrer
levemente el sitio y me maravillé una vez más por lo
lindo que se veía todo.
Hareth se cernió sobre mí, me dio un leve beso.
—¿Te quedas conmigo, Mia?
—¿Qué clase de pregunta es esa? Ya conoces la
respuesta.
—Hoy se cumple un mes desde que nos
conocimos, el trato ya expiró. Entonces, te lo
pregunto una vez más porque quiero que lo digas,
quiero escucharte. ¿Te quedas conmigo, Mia?
—Tu nunca me ibas a dejar ir, mentiroso —lo
acusé, divertida.

927
—Si te escaparas de mí, quemaría el mundo hasta
encontrarte.
—Tienes suerte porque sí, me quedo contigo,
Hareth. No hay otro lugar donde quiera estar más
que contigo. Te quiero.
Nos besamos y le permití cumplir su deseo.
Todo con Hareth Lewis me fascinaba. Todo fue
increíble en los siguientes días que transcurrieron,
sentía demasiado. Sentí que explotaría de amor, el
deseo y la pasión me tenían dominada. Creía que
nada arruinaría todo esto.
Pero me equivoqué.
Mi burbuja explotaría debido a una tormenta
superior. 

Estoy muy emocionada porque en el siguiente


capítulo ya nos vamos a trasladar a Bran, o sea,
el reino vampírico.
Vamos a conocer a alguien muy importante y
fundamental.

928
Y díganme, ¿qué piensan sobre la relación de
Hareth y Mia?
Y las releyendo díganme, ¿qué piensan sobre esta
evolución? Hablo de todo en particular.
Muchas gracias por leer y su paciencia. Lxs
quiero, rebeldes. Besos.

929
33. En el paraíso

Capítulo 33: EN EL PARAÍSO


Me desperté temprano, muy ansiosa por lo que
ocurriría en la noche. Estaba sola en la cama y ese
hecho no me sorprendió, era viernes y el itinerario
de Hareth no cambiaba y la mía tampoco. Apenas
eran las seis de la mañana, aún tenía tiempo de
alcanzar a mi novio en el gimnasio.
Me aseé de prisa y me vestí acorde para el
momento y emprendí su búsqueda, no lo había
acompañado en los últimos tres días a salir a tomar
aire por las mañanas porque no me sentía bien
haciéndolo teniendo la regla, en estos días tan
femeninos me sentía incluso ausente y muy
pensativa, sensible y melancólica. Y en lo único que
me refugiaba era en la música y por eso mismo
ahora un piano decoraba una esquina del dormitorio.
No me costó para nada conseguir ese capricho.
Ahora ya me sentía renovada y justo a tiempo
porque en la noche tomaríamos un vuelo directo a
Bran, el Reino Vampírico.

930
Los padres de Hareth también regresarían en
Inglaterra, lugar donde estaban residiendo
actualmente. Solo que ellos no viajarían en avión
puesto que Helen me comentó que no lo necesitaban
teniendo un portal en su disposición, una cosa que te
traslada de un lugar a otro en instantes, interesante,
¿no?
Me hubiera gustado practicarlo pero
lastimosamente no estaba a mi uso porque los
humanos no resistirían el gaste de energías que
efectuaba ese trasporte. Y obviamente yo no iba a
ser la excepción, seguramente podría intentarlo pero
prefería no hacerlo para evitar la más mínima
sospecha.
Además, un viaje de unas diez horas, solitos
Hareth y yo, no me resultaba para nada mal.
Terminé de bajar las escaleras que daban directo
a la entrada del lugar de mi destino, esa estancia
inmensa se encontraba en el primer piso al final del
pasillo, muy al fondo, que dirigía en la sala de estar
y demás instalaciones. Abrí la puerta y me
desconcerté al no hallar a nadie, pero no me alteré
porque debía estar viniendo, preferí entrar y
esperarlo, lo asombraría y le encantaría verme allí.

931
Me situé delante del espejo gigante que decoraba
una de las paredes y comencé a danzar para pasar el
rato, así sin música, simplemente probé algunos
movimientos sencillos para entrar en calor. Pero
detuve todo de golpe cuando un estruendo hizo
estremecer el lugar.
Mi corazón golpeó con fuerza en mi pecho,
reconocí el inesperado miedo que comenzó a
alertarme mientras procedía a abandonar este lugar.
Lo hice con lentitud y cierta sospecha.
Atravesé el pasillo con una sensación extraña
embargándome el cuerpo. Pronto visualicé el
desastre que quedó hecha la sala por el cambio de
orden que tuvo, el sofá fue empujado en una
dirección arrasando con otras cosas en el trayecto.
Mi sorpresa fue tanta, más al notar al causante, que
terminé deteniéndome fuera del radar de los
espectadores.
Hareth, Hannah, sus padres y un hombre
desconocido, al que seguidamente reconocí como el
jefe de seguridad, se encontraban alterados y con
poca paciencia.
Hareth me daba la espalda, no parecía estar bien.

932
Hannah miraba a sus padres, preocupada, alternó
la vista hacia su hermano y dudó en aproximarse. Y
si lo quiso hacer, su padre fue más rápido y llegó
primero hacia Hareth. Situó una mano en su hombro
y le dijo algo poco audible.
Hareth lo miró levemente.
—No lo resisto más —reconocí su voz, pero me
desgarró su tono de voz, áspero y derrotado.
—Convéncete de lo contrario, siempre ganamos,
¿me escuchaste? Tú no serás la excepción.
—¡Eso he estado haciendo, quiero creer que
podré con esto pero la mierda que me recorre es
fuerte! ¡Arrasa y puede conmigo! Necesito… la —la
inesperada bofetada que le profirió su padre lo
silenció.
—¡Ni se te ocurra decirlo! —los ojos de Harold
se modificaron, el ámbar relució adquiriendo un
semblante diferente, sus rasgos se endurecieron,
molesto. La ira chispeaba en su mirada, pero no más
que en la de su hijo.
Helen recurrió hacia ellos inmediatamente,
Hannah también lo hizo por acto reflejo.

933
Yo me quedé congelada en mi sitio, terriblemente
impresionada.
—No permitas que te arruine —Helen le habló,
acariciándole el rostro, justo esa parte recientemente
golpeada, con suavidad y dulzura—. Un Grayson
jamás se rinde, solo busca el balance que necesitas.
¿A quién necesitas?
—Siento que la consumo demasiado, no quiero
agotarla… desgastarla y… —cerró los ojos pero al
abrirlos todavía seguían siendo animales—.
Rendirme no es una opción, pero me llama tanto
hacerlo… —él desvió la vista en una dirección.
—Si vuelves a decirlo una vez más, está vez seré
yo quien te golpee, ¿me escuchaste, Hareth? —
Helen se lo dijo muy seria, volviendo a unir su
mirada azul con la de su hijo al obligarlo a mirarla.
Hareth se veía molesto, pero no demasiado a tal
punto de aterrarme como lo estaba haciendo Helen,
ella había hablado muy en serio.
—Lo siento —susurró Hareth, pensé que se
estaba disculpando pero él le estaba señalando su
pecho, él retrocedió y Harold le hizo un gesto al
guardia para que le cerrara el paso.
Entonces Hannah se metió.

934
Ella lo tomó de la mano y lo direccionó a la
salida rápidamente, como si estuvieran huyendo, y le
permitieron hacerlo. Yo retrocedí inmediatamente,
metiéndome en las sombras antes de que alguien me
viera preguntándome qué demonios ocurría.
Y obviamente me molestaba el hecho de que ella
lo tocara, esa chica no me inspiraba nada bueno.
Me metí al gimnasio y utilicé la salida que tenía
con la intención de verlos, más bien, alcanzarlos.
Pero al llegar en la entrada de la casa, desde esa
distancia divisé como el portón estaba siendo
cerrada. No me importó que ya se hubieran
marchado, me apresuré en esa dirección y pedí que
me lo abrieran, el acceso me fue concedido y salí de
la propiedad solo para poder vislumbrar a lo lejos
como un enorme lobo marrón se perdía en la
distancia acompañado de una chica rubia, ella sobre
él.
«No sientas» me supliqué, pero el fuego me
quemaba la piel.
Me devolví rápidamente al interior de la casa,
usando el mismo acceso y entonces me contemplé
en el espejo donde anteriormente me admiraba
contenta, ahora molesta y llena de celos mientras mi
cabello caía en una cascada sobre mi espalda hecha

935
en llamas en cuanto la colita que me lo sujetaba fue
consumida.
No saber qué ocurría solo fue un condimento más
para avivar ese fuego salvaje. Me sentí como una
desconocida perdida y muy ajena a las costumbres
de un nuevo pueblo.
Tardé unos cuantos minutos para tranquilizarme,
apenas se exterminó algún rasgo que podría
delatarme, salí despavorida hacia mi habitación en la
cual me encerré incluso con pestillo. Me desprendí
de mi camiseta, la tiré lejos con rabia y me aproximé
al piano.
Toqué una nota y me permití perderme por el
sonido maravilloso que comencé a formular. Una
melodía que yo misma creé.

Traté de que mi molestia no se evidenciara


mediante el desayuno con la familia Lewis, excepto
Hareth y Hannah quienes seguían sin aparecer, se
encontraban ausentes ya más de una hora, una hora y
diecisiete minutos con los segundos avanzando para
ser específicos.

936
Pocos minutos después me reuní con Abby en el
recibidor ya listas para partir en Luna Eclipse.
Edward abrió la puerta para que saliéramos y del
otro lado aparecieron ellos, al fin.
Hareth ya se encontraba relajado, no se delataba
ninguna inquietud en sus rasgos. También
inspeccioné a la pequeña a su lado, también sonreía
la muy…
«No sientas» me grité.
—Oye, hermano, nos vemos más tarde, acuérdate
de la reunión con Andrew… —mencionó Edward
mientras los cruzaba. Hareth asintió y emitió una
afirmación. Abby también los pasó sin problemas,
Hannah se adelantó y nos cruzamos, la observé de
reojo, rencorosa.
Quise simplemente salir de casa, pero no se me
permitió hacerlo tan fácil.
Hareth me retuvo por el brazo cuando notó mis
intenciones, no iba a detenerme por él.
—Hey, ¿a dónde vas?
—A estudiar.
—¿Estás bien?

937
—Lo estoy, estoy perfectamente bien ¿y tú?,
¿estás bien tú, Hareth?
—Claro, ¿algo habría que andar mal?
«No me mientas»
—No estoy mintiéndote, ¿qué te pasa?
—Tengo que irme —le avisé y procedí a zafarme
de él, solo que apenas di un paso nuevamente fui
devuelta hacia su cuerpo.
—Dime qué ocurre.
Mis ojos quedaron fijos en los suyos, ambas
miradas penetraban en la otra queriendo averiguar la
verdad.
—Lo que pasa es que te vi esta mañana —solté
descomponiendo su expresión—, sé que no estás
bien y que me estás mintiendo al decirme que estás
bien cuando no es así. Además, me molesta que te
hayas ido con Hannah, que hayas tardado tanto en
volver y que no me permitas entrar en tu vida como
deberías hacerlo, soy tu pareja ¿o quién demonios
soy?
Me zafé de él, dejándolo enmudecido.
—En otras palabras, estoy molesta contigo.

938
Dicho esto abandoné el lugar. El aire fresco de la
mañana golpeó mi rostro y yo respiré para controlar
las sensaciones que me oprimían el pecho. Bajé
rápidamente los escalones y alcancé a Edward y
Abby antes de que Hareth reaccionara y quiera
hablarlo ahora. Yo no quería hablarlo ahora.
—Uh, esa cara —Abby contrajo su rostro como
muestra de disgusto—, ¿problemas en el paraíso?
Me situé bien en mi asiento trasero y la miré.
—Se enfrió el Edén —dije cruzándome de
brazos.
—¿Por qué?
—Después hablamos —afirmé cambiando la
dirección de mi mirada—. ¿Edward, sabes qué le
sucede a Hareth? —probé decir, aunque sabía que él
no me diría nada si no le era permitido, era su mejor
amigo, demonios.
—¿Pasarle qué? Nunca lo había visto tan bien —
sonrió y puso el auto en marcha.

El regreso a casa ocurrió después de un día largo


y pesado en la escuela, fue terrible. No se sintió

939
como en los otros días, yo no me sentía como en los
otros días.
¿Y justamente tenía que ser hoy?, me reclamé
varias veces.
La casa se encontraba silenciosa cuando ingresé,
Abby no dudó en acompañarme en la cocina cuando
se lo pedí. Saludamos a la encargada de ese lugar
antes de ir por unas bebidas. Edward nos había
seguido, Abby también le sirvió a él mientras que yo
me alejaba hacia la pared de vidrio y entonces fue
donde una vez más recibí un golpe de celos, sentí
que si seguía así todo el cuerpo me iba a arder en
llamas.
Desde donde me posicioné, pude ver
perfectamente a los hermanos Lewis, al menos esa
vez a los tres, en la tumbona. La diferencia que se
debía destacar es que Hazal se encontraba con los
ojos cubiertos por unas gafas de sol y dormida
aparentemente mientras que Hareth, sentado en su
asiento pero inclinado y direccionado hacia Hannah,
quien se encontraba sentada en el suelo charlando
con él y contemplándolo de una manera que me
quemaba por dentro.
Edward salió e inmediatamente hizo que
captáramos su atención. Hareth me vio y yo

940
retrocedí, medio choqué con Abby, ella me miró
interrogativa pero no me detuvo. Dejé el vaso sobre
el primer mueble que pasé y continué de largo hasta
encerrarme en mi habitación. Me despojé de todo y
me metí en la ducha, me quede unos diez minutos
bajo el agua fría.
Y al ponerme la bata de baño no salí, me quedé
unos cinco minutos más pensando. Mis ojos estaban
fijos en el espejo pero yo me encontraba inmerso en
otro espacio.
Finalmente decidí por abandonar el baño, me
reacomodé mi húmedo cabello por detrás de los
hombros y abrí lentamente la puerta.
Inmediatamente lo vi.
Y es que yo sabía que él me seguiría, me había
resultado sorprendente que no hubiera irrumpido en
el baño.
La puerta corrediza que daba a la terraza se
encontraba abierta, un soplo se coló en el interior
rozándome mientras me aproximaba a él, quien
justamente me contemplaba desde esa dirección.
Llegué donde él y permití que me abrazara,
escondí mi rostro en su pecho y sentí vergüenza,
mucha vergüenza por ver cosas donde no las hay.

941
—Dime la verdad —susurré distanciándome con
sutileza para verlo a los ojos—, tómame como lo
que soy y no me mientas otra vez. No finjas que
estás bien solo para no preocuparme, inquiétame,
vuélveme loca también en otras condiciones porque
yo quiero estar para ti en todo, ¿bien?
—Está bien, Mia.
—Ahora dime por qué estás así.
Guardó silencio, dubitativo.
—¿Por qué crees que me molestaría ser
consumida por ti? Me encanta estar contigo, todo lo
que me otorgas es vida.
—No estás acostumbrada a esto, Rouse. Yo
siempre voy a querer más, no importa el tiempo,
siempre necesitaré más porque tú eres mi respiro. Tú
me das las energías que necesito todos los días, tu
tacto, tu cercanía, tu presencia, todo vale en esto y
no quiero ahogarte con tanto.
—¿Has estado reprimiéndote conmigo?
—Ser rey aumentó mis necesidades.
—Lo dices como si fuera algo terrible —no pude
evitar reírme. Él se alivió al detectar no me lo tomé
para nada mal, ahuecó mi rostro entre sus manos y

942
me besó la punta de la nariz, bajó a mis labios y
nuestros alientos se mezclaron.
—Quiero que brilles, que ardas en lo alto, fuego
—decretó.
—Quiero lo mismo para ti, Hareth. No te
detengas por mí, créeme que soy fuerte y resistente
—sonreí besándole los labios.
—Lo sé. Ahora dime qué ocurre contigo —pidió
apartándose un poco. No fui capaz de mirarlo a los
ojos, me puse incomoda de repente. Pero ya que
estábamos siendo sinceros, se lo solté.
—No me gusta que estés cerca de ninguna chica
que no sea yo —dije para no especificar a cual de
todas—, me molesta y no entiendo por qué incluso
me inquieta que estés tan cerca de ella, Hannah —
terminé diciéndole.
—Para mí solo existes tú, Mia. No hay nadie más
para mí que tú, eres a quién quiero, la dueña de mi
alma.
—Gracias, Hareth —la emoción se notó en mi
nota de voz.
—Gracias a ti, Mia. Solo con tu presencia ya
lograste cautivarme y ahora, después de conocerte,

943
me resultas insaciable.
—Te quiero —dije antes de besarlo con pasión,
su vehemente beso me hizo tocar el cielo. Con él
siempre me sentiría en el paraíso.

La noche llegó, mis nervios estaban haciéndome


una mala pasada pero no podía evitarlos, no
encontraba forma de alejar esta sensación.
Estábamos a punto de partir hacia el Reino
Vampírico.
Pasaríamos el fin de semana en Bran, mañana a
primera hora ya estaríamos aterrizando en Rumania.
¡Qué nervios!
Me despedí de todos y dejamos la casa, me
sorprendí al ver como tres helicópteros esperaba por
nosotros.
—Saca muchas fotos —me pidió Abby mientras
me despedía desde la entrada.
Asentí en su dirección. Después volví el rostro
hacia Hareth, un poco temerosa.
—Todo va a estar bien —dijo para luego besar mi
pelo, me sentí más tranquila entre sus brazos—,

944
ahora vamos.
—¿Por qué tres?
—Son guardias, la seguridad de mi reina está
primero —me respondió en el oído, me estremecí
por lo ronca de su voz.
Unas horas más tarde, ya nos encontrábamos en
lo alto del cielo cruzando el centro de Filadelfia, era
precioso, las luces que había, los grandes edificios,
todo era tan pequeño.
Y de ahí, pronto llegamos en el aeropuerto, en el
mismo en la que yo había aterrizado de Rusia, el
helicóptero cruzó de largo yendo a aterrizar en un
helipuerto.
Al bajar del helicóptero me sentí media mareada,
Hareth me tomó de la mano guiándome por el lugar.
Los escoltas no nos perdieron de vista,
persiguiéndonos, en guardia.
Nos dirigimos hacia un hermoso avión, detallé el
apellido Lewis en él.
—¡Oh por Dios! ¡Tienes un avión privado! —
exclamé en lo alto, soltando la mano de Hareth para
cubrirme la boca, observando lo que tenía en frente
de mí, totalmente anonada.

945
—Tenemos —me corrigió.
Nuevamente tomé su mano, sonreí al hacerlo.
El jet ya estaba preparado, subimos en él y
apenas ingresé curioseé el interior, era precioso,
mucho mejor de lo que me había imaginado, igual o
mejor que la del señor Grey.
Me encontraba deslumbrada, todo parecía caro,
por cada lugar o cosa que miraba gritaba dinero.
Todo estaba perfectamente acomodado, limpio y
pulcro. Aquello me hizo recordar la primera vez que
entré en la mansión de Hareth, esa vez pretendía ser
más cuidadosa y no romper nada.
La puerta de la cabina del piloto se abrió y de allí
aparecieron dos hombres, uno de unos cuarenta años
de edad y otro mucho más joven, se encaminaron
hacia nosotros, ambos vestían el típico uniforme que
caracterizaba a los pilotos.
Solo nos habían saludado y nos prometieron un
cómodo viaje antes de volver a irse por donde
vinieron.
—¿Te gusta? —preguntó Hareth, él se encontraba
por detrás de mí mientras yo seguía observando todo
con curiosidad.

946
—¿Y lo preguntas? ¡Claro que sí! Es hermoso.
El entusiasmo se notaba en el tono de mi voz,
estaba por voltearme cuando Hareth pasó sus brazos
alrededor de mi cintura, una de sus manos se deslizó
hacia una de mis nalgas.
Él apoyo su mentón en mi hombro izquierdo, me
gustaba el calor que su cuerpo emanaba, se sentía
tan bien.
—Me pone feliz que te guste, vamos a
acomodarnos —dijo antes de guiarme hacia nuestros
asientos.
Poco después ya estábamos en lo alto del cielo,
observé el paisaje nocturno con admiración.
No habíamos cenado antes del viaje, por ende,
accedimos a la cena que nos ofreció la azafata.
Horas después Hareth dormía apoyado en mí, no
dejé de acariciarle el mentón, el cabello, incluso
paseaba suavemente las yemas de mis dedos sobre
sus expertos labios. Su exquisita boca me tenía
vuelta loca.
Detallarlo me entretenía, la ansiedad no me
permitía conciliar el sueño. Pero al parecer caía
rendida porque de pronto desperté y justo a tiempo
para contemplar el amanecer.

947
Hareth se removió y seguidamente re
reincorporó. Yo también hice eso, parpadeando
varias veces para que se me aclarara la distorsión de
la vista.
—Buenos días, mi reina —me sonrió él.
—Buenos días, majestad.
Fuimos juntos al baño, me aseé rápido para
regresar de prisa en nuestro lugar. Al volver a
situarnos donde estábamos, busqué mi teléfono y
abrí la cámara. Le saqué una foto al paisaje.
—Esto es divino, y además sé que si no le mando
una foto a Abby hasta de las nubes, me lo va a
reclamar.
—Te ves hermosa.
—Gracias, hermoso —sonreí—. Ven —le dije
queriendo que se acercara para una Selfie. Él lo hizo
gustoso y nos capturé varias veces—. Ahora…

Estiré mi mano hacia la ventanilla y formé la


mitad de un corazón.
—Complétalo.

948
Me obedeció y yo sonreí feliz, adorando su forma
de mirarme.
Saqué la foto y después lo miré, aún sin deformar
nuestro corazón.
—Me tienes en el cielo, Hareth Lewis —le dije y
después miré fuera—. Literalmente.
—Tu sonrisa lo es todo para mí, que tú estés bien
es lo que siempre voy a querer, lo que siempre voy a
procurar conseguir.
—¿Lo prometes?
—Te lo prometo, Mia.
Alterné la vista hacia nuestras manos, entonces
deformé el corazón para situar mi mano sobre su
mejilla, lo observé analíticamente. Mis ojos se
conectaron con los suyos y me sentí contenta,
definitivamente no quería bajarme del cielo que
representaba Hareth Lewis.
—Te amo.
Silencio absoluto.
Yo no dije nada más y él tampoco. Mi confesión
llegó de una forma totalmente inesperada.

949
Su sonrisa se redujo. Y que ese gesto tan hermoso
se borrara de su rostro me alarmó, pero entones él
acabó la distancia entre los dos y me besó. Sus
labios tocaron los míos besándome despacio,
provocándome sensaciones terriblemente
inquietantes. El ritmo del besó tomó velocidad
besándome con movimientos expertos y
absolutamente desgarradores, dejé que explorara mi
boca con su codiciosa lengua, que esta se encontrara
con la mía danzando de una manera sensual y
maravillosamente excitante. Consumió mi sabor,
mordisqueándome los labios.
Su besó me llevó hasta un nivel que me hizo
olvidarlo todo, hasta de lo que recientemente le dije.
Y de que no hubo respuesta.

950
34. Bran

Capítulo 34: BRAN


El beso continuaba, Hareth no quería
desprenderse de mí. Yo estaba inmersa solo en él, en
seguirle en esto que tanto me gustaba. Su cuerpo se
cernió sobre mí, detecté su proximidad y del peligro
que representaba aquello. Pero no me importó y
disfruté de las caricias que me proporcionaron sus
manos además de sus fabulosos labios, su boca se
corrió a un lado repartiendo besos en mi mejilla,
prácticamente en toda mi cara. Sonreí al recibir
nuevamente el contacto de sus labios sobre los míos.
Su boca se fundió con la mía en unas caricias
desgarradoras, el huracán de sensaciones no sería
detenida por nada ni por nadie, él era el único capaz
de despertar tanto en mí, un hermoso caos de
sensaciones en las que me estaba perdiendo,
complacida.
Mis dedos se hundieron en sus hebras, me
acerqué más, tanto que ya no me di cuenta en qué
momento conseguí subirme a horcajadas sobre él.
Solo me di cuenta de ello cuando lo sentí. Ese roce

951
manifestaron las alertas, más la alerta de seguridad
ya que nos encontrábamos totalmente expuestos.
Aunque una vez nos descontrolamos en el jardín,
aquí estábamos más protegidos.
El beso no acabó por eso, se terminó cuando el
piloto anunció que estábamos por descender.
Habíamos llegado a Rumania, pronto estaríamos
en el Reino Vampírico.
Me reubiqué reprimiendo las sensaciones que
querían seguir avivándose. Miré a Hareth y sonreí.
—Estás loco.
—Sabes bien que lo estoy por ti, fuego.
Amplié mi sonrisa y negué con la cabeza.
Me ajusté el cinturón para el descenso. El
aterrizaje fue perfecto, la sensación de nerviosismo
estuvo acompañada de emoción en cuanto di un paso
fuera del avión.
Bajamos los escalones, su mano no dejó la mía en
ningún momento. Hareth me comentó que nos
encontrábamos en el aeropuerto más cercano a Bran,
pero que aún faltaban unas pocas horas para llegar a

952
nuestro destino. Justo por eso, volveríamos a viajar
en helicóptero para que el traslado fuera más rápido.
Nos dirigimos hacia ese transporte ya preparado,
los escoltas que nos acompañaban se dispersaron y
fueron a saludar a los que nos recibieron. Pronto ya
estábamos saliendo de ahí.
Saqué más fotos porque el paisaje lo ameritaba.
Y de la nada pasaron las horas y el helicóptero
aterrizó delante de una amplia y alejada casa.
Los encargados de la propiedad vinieron a
recibirnos, ingresamos y yo fui derechito al baño, al
salir Hareth me propuso salir a comer afuera. Y
acepté, conocería Bran.
Tomó menos de diez minutos en auto llegar al
hermoso pueblo, más allá se veía el enorme castillo
en la que esta noche asistiría.
Comimos y después hicimos un pequeño tour
para pasar el día. Regresamos en la casa unas horas
consideradas antes del evento de Sheldon Collins.
Allí ya me esperaban dos especialistas para
ayudarme a preparar para tan importante evento. Por
suerte eran personas que ya me habían atendido
antes, Dante se había encargado de que luciera

953
espectacular en la coronación de Hareth, pues ahora
lo volvería a hacer para la fiesta de Sheldon Collins.
Ellos eran seres sobrenaturales, reconocidos que
se trasladaban en cuestión de segundos por el mundo
gracias a ese maravilloso portal. Hazal me había
sugerido contratarlo y bueno, ahí lo tenía.
Yo ni siquiera sabía qué vestido usaría, lo había
contactado en la semana y habíamos charlado un
poco para que conociera más de mis gustos, no costó
mucho porque anteriormente ya habíamos
interactuado. Él dijo que se encargaría de todo y que
lo amaría más, y sí, Dante resultaba tan encantador y
adorable que era imposible no quererlo. Era castaño,
alto, de contextura delgada y de una vestimenta
fantástica.
Él y su amiga hicieron que estuviera a gusto en
todo momento, no pasó ni un segundo donde me
sintiera incomoda. Y entonces llegó el momento de
contemplarme en el espejo ya completamente
producida.
Maquillaje perfecto, cabello suelto y ondulado,
con un detalle en el lado izquierdo de la cabeza de
un broche elegante decorando mi pelo. Contemplé
mi rostro como si estuviera viendo a una
desconocida y no a mí. Luego bajé la vista,

954
recorriendo cada parte del vestido rojo que tenía
puesto.
Tenía el escote en forma de V en donde se daba
inicio a unos preciosos encajes que se adhirieron con
perfección a mis pechos, bajando hasta mi cintura en
donde se daba comienzo a encajes más despejados
sobre la gasa que caía en forma de ondas hasta el
suelo, con una apertura frontal, dándole un toque
elegante. Las mangas eran cortas, de encaje, y del
mismo se daba comienzo a una gasa que caía por
detrás acompañando a la falda. Mi espalda estaba al
descubierto en una forma ovalada.
El tacón alto y elegante era precioso, no se notaba
mucho porque el vestido era largo, pero cada vez
que caminaba eran muy visibles.
—Estás divina, eres mágica, amor, eres fuego -
me alagó Dante.
—Muchísimas gracias. Estoy encantada contigo -
lo abracé ligeramente, me distancié sonriente y volví
la vista a mi reflejo, aún incrédula.
—Estoy segura que serás la sensación de la
noche, estás impresionantemente bella.
—No te quites el crédito, por favor.

955
—Por supuesto que no, ya sé que tengo un don
para esto. Ahora sal, él te espera.
—Okey -observé a la amiga de Dante-. Muchas
gracias, Gigi.
Me despedí de ella y Dante y salí para
encontrarme con Hareth. Lo encontré y amplié mi
sonrisa, me asombraba muchísimo verlo vestido de
traje y también de que este le quedara tan bien, me
tenía alucinada.
Nos miramos, nos detallamos y nos deseamos.
Acomodó su saco color gris oscuro con un gesto
que me indicaba que se estaba recomponiendo,
mientras disminuíamos la distancia.
-Ya no encuentro las palabras para expresarte
cuan hermosa eres, Mia. Estás increíble, mi reina.
—Gracias, también estás muy guapo,
tremendamente apetecible.

—Siempre.
—Mejor vámonos, solo vámonos -su expresión
me lo dijo todo y yo me reí mientras acomodaba mi

956
mano contra su brazo.
Salimos y choqué con un aire frío que me
estremeció por completo, ese golpe me devolvió los
nervios que me carcomían desde el día anterior. Pero
tragué saliva y los reprimí, alejando cualquier mala
sensación. Nadie me conocía, solo tenía que
presentarme como Rouse Dufour.
Una camioneta nos esperaba, Hareth cerró la
puerta de entrada y yo al detectar que ya lo había
hecho, avancé con intenciones de direccionarme
hacia el vehículo.
—Mia -Hareth dijo mi nombre, detuve mis pasos
de forma inmediata ante su llamado, giré a verlo con
las comisuras elevadas.

Nos quedamos frente a frente, alcé más la


barbilla al notarlo un poco nervioso.
—Te amo.
—¿Qué? -pronuncié porque no me esperaba para
nada esa revelación.
—Hoy me tomaste desprevenido, quise hacerlo
también -me sonrió y alzó una mano para

957
acomodarme un mechón rebelde por detrás de la
oreja-. Quise corresponderte en ese mismo
momento, pero no pude, me dejaste sorprendido, tu
amor lo es todo para mí y que me ames significa
demasiado.
—Lo hago, yo te amo.
—Y yo te amo a ti -dijo antes de besarme. No
duró mucho, solo fue un momento que me elevó un
ratito del suelo-. Eres mía por y para siempre, Mia.
Eres mi fuego.
—Solo tuya, bebé.
Y sí, yo no hubiera deseado a nadie más que a
Hareth Lewis como destinado. Él era único, un
hombre de fantasía y esperaba no despertar nunca de
este sueño para no perderlo.
Él era único e irremplazable.

La camioneta emprendió marcha y yo me dejé


caer hacia Hareth, estábamos prácticamente solos
porque un vidrio nos separaba del chofer.
Descansé mi cabeza sobre su hombro y nos
mantuvimos cerca durante todo el trayecto, no

958
dijimos mucho, simplemente disfrutábamos de
nuestra compañía procesando que ese día habíamos
dado un paso más en nuestra relación, habíamos
hecho la confesión más importante.
Mis ojos quedaron fijos en la ventana y al darme
cuenta que estábamos cruzando el centro, me
estremecí y otra vez fui invadida por unos nervios
desconcertantes. Pero una vez más los ignoré, verme
bien, tener un aspecto superior e inescrutable es lo
que debía mantener.
Unos minutos más tarde dejamos la comunidad,
la oscuridad invadía el entorno. Sabía que el castillo
estaba rodeado por árboles, por puras hierbas verdes.
Por lo tanto todo lo que pude ver fue penumbras.
Pero de pronto estas se disiparon y fuimos recibidos
en la gran propiedad Collins apenas cruzamos el
puente que decoraba la entrada.
Oficialmente me encontraba en el castillo de la
realeza vampiro.
La camioneta estacionó, observé por la ventana
con admiración y asombro la enorme y antigua
propiedad. Era increíble.
De pronto me sentí ansiosa por entrar, los nervios
estaban pero mis ganas de conocer lo que alguna vez

959
fue el hogar de mi madre me era motivación
suficiente para enfrentarme a esto.
La puerta fue abierta para mí, salí y enlacé mi
brazo con el de Hareth, muy sofisticados.
Recorrí con la mirada el alrededor dándome
cuenta de los guardias de seguridad que vigilaban en
lo alto del muro que servía precisamente para
realizar este trabajo desde esa distancia. La muralla
que protegía el castillo se veía intimidante. Pero al
volver el rostro al castillo que se cernía sobre
nosotros, detallar su estructura antigua, decidí que
esto me intimidaba más.
Procedimos a ingresar. Avanzamos hacia la
entrada, subimos los escalones que dejan al enorme
acceso. Cruzamos sin ningún tipo de problemas, mis
uñas se encajaron ligeramente en la carne de mis
palmas cuando presioné mi mano libre en puño con
intenciones de controlarme. Aspiré pero no podía
recobrar el aliento, estaba estupefacta. Me sentía
extraña.
Las paredes eran grises de un material que
seguramente Hareth sabría, era arquitecto y me
hubiera gustado encontrar mi voz para preguntarle
cada cosa, pero simplemente no podía. Miré los
cuadros antiguos y raros que colgaban hasta que ese

960
espacio que atravesábamos llegó a su fin
encontrándonos con unas dobles escaleras que
conectaban con el piso de arriba.
De la parte izquierda aparecieron Selene y Marisa
Collins, bajaron las escaleras y nos saludaron con un
asentimiento de cabeza, mientras nosotros
procedíamos a subir por la derecha. Ellas estaban
preciosas, ambas vestidas de negro con diseños
diferentes de atuendo, cabellos sueltos y maquillaje
de noche que le daban ese aspecto seductor de
vampiresa. Marisa se notaba seria, en Selene se
detectó cierto nerviosismo.
Al terminar de ascender las escaleras, a una corta
distancia, nos encontramos con unas dobles, altas y
anchas puertas que daban a la sala del trono. No
paramos, seguimos y cruzamos esa entrada abierta a
los invitados. Inmediatamente nos sacaron fotos,
había pocos reporteros al ser un evento «discreto».
Alcé la vista y pude ver dos tronos en los cuales
estaban sentados ellos, Sheldon y Miranda Collins.
Ella también estaba vestida de rojo, su cabello
largo y suelto, ondeado también, le daba un aspecto
tan increíble que ella no parecía ser real. «Qué
afortunado, Sheldon». Neisan se había expresado
muy bien de su madre.

961
Fuimos directo donde ellos, al menos hasta donde
se nos eran permitidos. Había unos escalones que
subían a la plataforma donde estaban ubicado ellos.
En la cima.
Mientras realizaba ese trayecto me permití mirar
discretamente hacia mi entorno, dándome cuenta de
que la mayoría de personas se encontraban vestidas
con ropas oscuras, estaban de pie interactuando y
otros viéndonos. También me di cuenta de que nadie
se veía mayor y entonces de pronto mi mirada
enfocó a alguien conocido, mi expresión quiso
modificarse a causa de esa impresión pero no me
permití cambiar de postura y me puse más recta al
volver la vista al frente.
«Grayson», maldije su presencia.
-Sheldon -saludó Hareth al detenerse frente a los
escalones que conducía hacia el rey vampiro. Bajó
su cabeza en forma de respeto, hice lo mismo-.
Muchas gracias por seguir considerando a los lycans
formar parte de su día tan especial, en el nombre de
mi especie le deseo una larga vida a su majestad.
—Alpha Lewis, Rouse Dufour, muchas gracias a
ustedes por asistir.

962
—Todo un honor, majestad. Reina -Hareth
observó hacia Miranda, inclinando levemente su
cabeza en su dirección como saludo.
—Muchas gracias por acompañarnos, queridos,
disfruten de la velada.
Agradecimos en silencio y nos direccionamos
hacia un costado para darles paso a más invitados.
Recibimos saludos en ese trayecto y al detenernos,
también felicitaciones de quienes aún no han podido
dárnoslas.
—Mi buen amigo Frederick -anunció en lo alto
Sheldon, captando la inmediata atención de todos
ante esa mención. Dirigí la vista hacia la entrada y
allí vi acercándose a un hombre alto, atractivo, de
profundos y serios ojos verdes atravesando la sala en
dirección a los reyes. Él tenía sujeto un cetro en la
mano derecha, este objeto era tan alto que él lo
usaba como bastón y ese hecho le daba un aire de
peligro inminente.
Lo que me desconcertó fue su cabello blanco, ese
color me resultó conocido. Vestía de negro y no
precisamente de traje, la capa oscura que combinaba
con su atuendo se arrastraba por detrás de él.

963
—¿Quién es él? -susurré queriendo saber al
detectar conmoción por su llegada.
Hareth se inclinó hacia mi oído para responderme
secretamente.
—El líder de los hechiceros, el padre de las
hechiceras que están intentando convocar al diablo.
Cómo se atreve a venir -susurró rencoroso lo último
al alejarse de mí.
Ahora sabía de donde habían heredado su belleza
esas hechiceras infernales.
—Majestad, aprecio mucho que nos haya tomado
en cuenta a pesar del alboroto que han estado
causando mis hijas, en su nombre me disculpo y
prometo que le pondré fin a esto.
—Precisamente eso quería escuchar, Frederick,
gracias por asistir. Y permíteme recordarle que no
podemos controlar los actos de nadie, pero sí
podemos detenerlos cuando se considera indecente.
Agradecemos conocer su apoyo y esperemos que
este problema se termine pronto.
—Lo haré porque conozco las reglas, yo las
detendré porque debo ser yo quien obtenga el deber
de juzgarlas.

964
Hareth se movió y dio a conocer su opinión en lo
alto.
—¿Juzgarlas? Eso no me suena a darles lo que
realmente merecen.
El líder de los hechiceros observó en su
dirección, sus rasgos se endurecieron y en sus ojos
chispeó enfado y rivalidad en cuanto su mirada
colisionó con la de Hareth, quien tampoco se estaba
mostrado agradable.
—¿Una sentencia de muerte es la solución que
eliges para desaparecer tus problemas? ¿No crees
que se merecen una segunda oportunidad?
—Obtienen lo que merecen, sus actos las guían
hacia un castigo y evidentemente tus hijas han
elegido su destino. Caerán en mis manos, Frederick,
están buscando algo que yo tengo y no se las voy a
dar.
—Son mis hijas…
—¡Eh, no estamos aquí reunidos para comenzar
una discusión! Calmados y tomen distancia. Gracias,
Frederick -agradeció Sheldon cuando el hechicero
dejó de ver a Hareth.

965
—¿Qué fue eso? -le cuestioné en voz baja al
hombre que acababa de reacomodarse a mi lado.
—Eso no fue nada, Rouse.
Vi como Frederick se perdía en la multitud.
Entonces Sheldon se puso de pie seguido de
Miranda, ambos se distanciaron de su trono y
Sheldon comenzó a hablar pidiendo silencio y
atención.
—Gracias -dijo cuándo no detectó ningún ruido-.
Y gracias por asistir, hoy es un día de celebración y
me gustaría darles a conocer un anuncio para que
este evento tenga otro motivo más para brindar -hizo
una pausa-. La reina y yo hemos tomado una
decisión. Es momento de que nos retiremos de la
corona, y ya tenemos a nuestros sucesores.
»Sí, los rumores son ciertos, hemos tomado esta
decisión porque ya es tiempo de que la corona sea
devuelta donde realmente siempre debió estar. Mi
hijo Sylvester Collins es mi primogénito, el que
debería ocupar mi lugar, pero él ya tiene un puesto
fijo en otro lado que no le permitirá tomar este. Mi
hija Marisa es la que continúa, ella es nuestra
heredera. Pero no está sola. Aedus Sallow la
acompaña.

966
»Aedus Sallow, el purasangre más antiguo y mi
mano derecha es el prometido de Marisa Collins, mi
hija. Ellos son nuestros sucesores, solo esperemos
que está vez el ascenso de Aedus se efectúe, ya
todos sabemos lo que pasó la primera vez, pero
ahora es diferente. Estamos en un presente de lleno
oportunidades que no debemos desaprovechar.
En la mínima pausa que realizó Sheldon se
manifestaron algunos murmullos. Pero yo no le
presté atención a nada más que a preguntarme de
qué vez estaba hablando el rey. Y lo más importante
de todos:
¿Quién es Aedus Sallow?
Su nombre había causado un efecto en mí.
—¡Silencio, por favor, permítanme terminar, esta
decisión es solamente nuestra y no está a discusión!
-dejó en claro Sheldon. Un instante después el
silencio había regresado-. La boda y coronación de
Aedus y Marisa se llevará a cabo dentro de cinco
meses.
—¿Cinco meses?
—¿Tan pronto?
—¿No hay que esperar unos años antes?

967
Las personas en vez de felicitar comenzaron a
amontonarse más, hablaron más fuerte, algunos
demostrando su desagrado a esta unión y otros
hablando a su favor.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero de un
momento a otro llegaron unos guardias dispersando
a las personas, volviendo así a verse aquel camino
hacia el trono.
Sheldon Collins volvió a pedir silencio.
—Todos sabemos que Aedus Sallow es el
indicado para el puesto, después de todo él tenía que
haber asumido el trono siglos atrás, no yo -les hizo
recordar con voz dura. Aquello solo me hizo
sospechar aún más que aquel hombre seguramente
era un viejo.
¿Cómo podía Marisa casarse con un hombre
mayor? Por lo que pude notar aquel tipo podía ser
mucho mayor que Sheldon.
—Por eso mismo les pido que reciban a los
futuros gobernantes del Reino Vampírico y de todos
los diferentes clanes en el salón. Adelante por favor
-dirigió su mirada hacia el frente, hacia la entrada y
por acto reflejo todos hicimos lo mismo.

968
Había música instrumental de fondo, se había
detenido en cuanto Sheldon pidió silencio para el
anuncio y ahora se había vuelto a reanudar. Pero lo
que me desconcertó a mí fue escuchar un sonido
conocido en el ambiente.
Giré la cabeza en dirección a los que tocaban la
música, pero al hacerlo ese sonido ya se había
perdido en el aire. ¿O solo estaba en mi cabeza? Yo
hacía que apareciera cuando algo en mí no iba bien,
cuando quería refugiarme en otro mundo, pero ahora
me encontraba perfectamente.
Lo que sea que sucedió, desapareció. Por lo tanto,
regresé la vista hacia donde todos y entonces los vi,
más bien, lo vi.
El que debía ser Aedus Sallow se estaba
acercando junto a Marisa Collins, las personas los
miraban y asentían en respecto, en aceptación.
Yo me había equivocado por completo, él no era
un hombre viejo, era un joven precioso, y por alguna
razón mi vista no podía apartarse de él. Caminaba
tan elegantemente vestido con un traje negro, su
porte era la de un hombre serio, el semblante de su
rostro no demostraba absolutamente nada, su
expresión era inescrutable. Verlo me robó el aliento,
despertando una ola de sensaciones estremecedoras.

969
Él no observó a nadie en particular, mantenía su
rostro en lo alto y conservaba un gesto intimidante.
Marisa estaba agarrada de su brazo, ambos solo
tenían en su enfoque a los reyes pasando
desapercibido todas las miradas a su persona.
Los tuve más cerca y entonces él hizo un mínimo
movimiento de cabeza consiguiendo que nuestras
miradas se encontraran, la unión de nuestros ojos me
produjo escalofríos por lo que aparté
inmediatamente mi vista de ellos, acalorada.
Miré a Hareth para que el efecto me causó ese
desconocido desapareciera, incluso tomé su mano y
lo agarré fuerte necesitando contención. Pero sin que
me diera cuenta, busqué de nuevo la presencia de
Aedus y lo detallé de perfil, él y Marisa realizaron
una inclinación leve de cabeza hacia los actuales
reyes.
—Los invito a pasar en el comedor, preparamos
un gran banquete en honor a este anuncio y, por
supuesto, en honor a mí -advirtió Sheldon.
—¿Estás bien? Te ves exaltada -me habló Hareth,
lo miré y me toqué la mejilla.
—No me gusta mucho los lugares cerrados, y
más si hay muchas personas -no le estaba mintiendo,

970
pero no le iba a decir la razón, no podía.
—Vamos a comer algo -me dijo, pero no se
movió, subió la vista y esperó a que Sheldon Collins
bajara por completo, Miranda estaba a su lado.
Marisa y Aedus Sallow se voltearon hacia
nosotros, respiré con cierta dificultad al ver sus ojos,
sus rojos ojos.
Hareth se acercó a los futuros gobernantes, los
felicitó y le dio un cordial apretón de mano a él,
Aedus. Esbocé una sonrisa de labios pegados hacia
Marisa y corrí durante un momento la vista de ella a
él solo para murmurar un «felicidades».
Marisa fue la que respondió, Aedus realizó un
movimiento de cabeza como gesto de
agradecimiento. Él me miró, pero yo no pude
mantener el contacto visual, estaba por estallar en
llamas.
«¿Por qué hacía tanto calor?» un fuego me estaba
quemando por dentro.
—Él es la persona a la que me refería la noche de
mi coronación -Hareth llamó mi atención, seguí su
mirada y vi que me estaba señalando a Aedus-.
Sheldon me comentó el motivo de tu ausencia, ahora
lo comprendo todo mucho mejor -le dijo a él-. Ella

971
es Rouse -me presentó y mi corazón latió más rápido
todavía-, mi compañera.
Aedus estaba a punto de hablar, pero un chillido
de emoción viniendo de Selene Collins, más el
inesperado abrazo que me concedió fue motivo
suficiente para que desistiera de hacerlo.
—Rouse, estás aquí, en… -«casa» formuló sin
pronunciarlo, ampliando su hermosa sonrisa-. No te
preocupes, yo soy la más demostrativa y no se verá
extraño que interactuemos, somos amigas, ¿no?
—Claro -dije y compartí su sonrisa.
Ella volteó hacia su hermana.
—Felicidades, hermanita y hermoso cuñado.
—Pasemos al comedor, por favor -interfirió
Sheldon, alcanzándonos para que los siguiéramos. Y
eso hicimos.
Nos precipitamos hacia una escalera que daba a
una de las torres del castillo, me di cuenta solo por la
forma del techo. El lugar era espacioso y ya todo
estaba listo. Había largas mesas y sitios de comida
libre. Le pedí a Hareth su teléfono y saqué una
fotografía en esa zona, agregué el número de Abby y
se la mandé como la buena amiga que soy.

972
Le devolví el celular en cuanto nos acomodamos
en una mesa, la compartíamos con muchos pero
específicamente con Sheldon, Miranda, Marisa y
Aedus, él se ubicó justo delante de mí. A lo lejos vi
distribuidos a los demás hermanos Collins, ¿Sheldon
había mencionado a su hijo mayor, cierto? Vaya que
no perdió el tiempo.
Al situarnos todos en nuestros respectivos
lugares, los meseros comenzaron a ingresar en la
estancia para servirnos la cena. Me quedé quieta,
pero con la vista explorando en la distancia de la
mesa, viendo como unas copas eran llenadas por
diferentes tipos de bebida, pero como dos eran los
más requeridos. Detallé las dos botellas y en una vi
que decía Ambrosía y en la otra Carmesí.
No era la primera vez que veía la de Ambrosía,
pero indudablemente sí era la primera vez que veía
la de Carmesí, el color rojo llenando las copas llamó
muchísimo mi atención.
Pero para mí desgracia, me sirvieron la de ese
color whisky. Me quedé mirando como al señor
desconocido a mi lado sí le servían Carmesí. Yo
quería esa, y además porque combinaba con mi
atuendo.

973
En cuanto todo estuvo listo, agarré los cubiertos y
comencé a degustar lo que me habían servido. Al
menos la comida estaba muy buena.
—Pediré que te sirvan otro -dijo Hareth al ver
que miraba recelosa la copa que rozaban mis dedos-,
no es bueno que lo consumas.
—¿Por qué no?
—No te la recomiendo porque es fuerte,
demasiado al ser una creación sobrenatural.
—No te molestes, no quiero otra ahora,
después…
Sheldon llamó su atención, él lo miró
respondiendo lo que sea que le comentó el vampiro.
De mi parte, continué comiendo y desistí por
completo de beber de mi copa, no me inspiraba
querer tomarla. Pero sí la copa de al lado.
Muchas charlas se estaban llevando a cabo, todos
solo le estaban prestando atención con quienes
interactuaba. A mí nadie me estaba prestando
atención.
La copa de contenido rojo a mi lado aún no había
sido tocada, el hombre dueño de ella estaba
distraídamente conversando con las personas a sus

974
costados, incluso su rostro estaba perfectamente
volteado en esa dirección. Y no lo pensé mucho,
simplemente actué de prisa cambiando nuestras
bebidas, dejando en el lugar de su copa la mía.
Inmediatamente precipité la bebida carmesí a mi
boca, mis labios rozaron el borde de la copa. El olor
que desprendía me resultó exquisito. Probé un sorbo,
el líquido pasando por mi garganta se sintió tan
condenadamente bien. Justo en ese momento el tipo
a mi lado hizo el amago de agarrar su copa, lo hizo
pero su rostro se contrajo raramente al ver el
contenido que tenía. Me miró sospechosamente,
pero no pudo decirme nada.
Medio sonreí y corrí la vista, mi mirada colisionó
conectándose una vez más con la de unos ojos rojos.
Su expresión misteriosa me indicó un chispeo de
emoción, algo que yo no supe interpretar. Él bebió
de su copa, tenía el mismo contenido que la mía. Se
relamió los labios, ese gesto sugerente emergió unas
olas tormentosas en mi interior, mi pecho recibió
más calor, un torbellino de sensaciones peligrosas
avivaron a ese fuego salvaje que crecía conforme su
mirada me quemaba la piel.
Aparté la mirada, viendo mi plato con intenciones
de acabarme lo que me habían servido. Estaba a

975
punto de dejar de lado la copa que aún sostenía en
mi mano pero Hareth hablándome sobre ella produjo
que solo lo mirara.
—¡Qué estás bebiendo! -exclamó sorprendido, al
verlo me di cuenta que teníamos la atención de
Sheldon y Miranda, incluso la de Marisa y Aedus, y
seguramente otros más. Por suerte Grayson estaba
sentado en otra mesa.
—¿Carmesí? -dije alzando ligeramente la copa
en su dirección.
—¿Te gusta? -preguntó cuidadosamente.
—Sí, ¿de qué es?
Cuestioné, tomándome otro sorbo para mostrarle
que efectivamente me gustaba.
—Es sangre.
Esa información consiguió que le trabara el
acceso a ese líquido en mi sistema. Lo poco que
quedó me produjo una extraña sensación
haciéndome escupir inmediatamente lo poco que
sobraba en mi boca.

976
Después de las mil disculpas que había pedido al
escupir y derramar todo el contenido de la copa
sobre la mesa, por lo sorpresivo que me había
resultado aquella afirmación por parte de Hareth y
también mi reacción, me encontraba saliendo junto a
Marisa del baño. Esta zona se encontraba dividido
por una pared gruesa del lugar donde anteriormente
nos encontrábamos, y muy apartado además de que
este sitio estaba al final del pasillo que formaba y
conducía esa pared. La pared contigua era de vidrio,
pude ver el gigantesco patio del castillo, también vi
una salida y unas escaleras que guiaban directo a él.
—Gracias por acompañarme.
—No tienes nada que agradecer, tuviste suerte en
no haber mojado tu vestido.
—Sí, fue lo único que salió ileso.
—¿Regresamos? -preguntó.
—Ve tú -le dije, mirando afuera-. Necesito tomar
un poco de aire, además, no sé con qué cara volver y
mirar a todos.
—Comprendo, le avisaré -dijo refiriéndose a
Hareth. Asentí con la cabeza, agradecida-. Tómate tu
tiempo, estás segura aquí.

977
Ella se alejó y yo me apuré en salir afuera.
Comencé a descender las escaleras que
anteriormente había visto, el patio estaba
perfectamente iluminado. El aire fresco que recibí
logró que me olvidara de la horrible escena que
protagonicé.
Al terminar de bajar los escalones me direccioné
hacia una hermosa fuente, me senté en el borde y me
permití en jugar con el agua rozándolo con mis
dedos.
No pude evitar volver a pensar en mi vergonzoso
momento. Y más en él, prácticamente casi le escupí
en la cara, estaba sentado delante de mí, demonios.
Menos mal que a una alejada distancia.
Pensarlo no era bueno, no me gustaba lo que me
producía recordarlo.
Largué un suspiro de resignación y me puse de
pie, con intenciones de irme, volver arriba. «No
quiero», dije todavía muy avergonzada. Apoyé mis
manos sobre el borde de la fuente, encorvada,
tratando de enfocar mi rostro en el reflejo. Cerré los
ojos resistiendo la extraña sensación que me
mantenía estancada allí, debía volver ya. Abrí los
párpados enderezando la espalda reconociendo una

978
vez más mi reflejo, pero entonces distinguí otro
reflejo.
Me giré al instante en su dirección, un poco
asustada por tan sorpresiva aparición y quizás fue
por ello que mi corazón había comenzado a latir con
demasiada velocidad.
—Aedus.

NARRADOR OMNISCIENTE (Información


extra solo para que se entienda mejor el siguiente
capítulo)
Marisa Collins volvió a ingresar en el gran
salón, se fue a volver a colocar en su asiento, por un
momento le pareció raro no ver a su futuro esposo
Aedus Sallow en su sitio. “¿Dónde desapareció el
imbécil?” se preguntó por mera curiosidad.
Estaba por informarle lo acordado al alpha rey,
pero entonces divisó a Rouse dirigiéndose a su lugar
y desistió de hacerlo. Aquello le pareció raro ya que
ella misma le había asegurado necesitar un
momento.
La pelirroja se ubicó en su lugar, sitio ya
perfectamente limpiado. Su semblante despertó

979
cierta sospecha en la rubia y esta desconfianza
aumentó en cuanto detalló como Rouse compartió la
copa de Ambrosía de Lewis, bebiéndola con calma.
Su expresión adquirió un tono de caza al tener
aquella copa en los labios y los ojos mieles de Lewis
sobre ella.
A Marisa no le estaba pareciendo normal ese
momento.
¿Cómo podía beber de Ambrosía ahora cuando
minutos atrás se le notaba su completo desinterés
por esa bebida?
Algo no cuadraba y ella lo sabía.

Hola, rebeldes. ¡Al fin se terminó el misterio


de quién es Aedus!
Bueno, ya sabíamos quién es, él apareció desde
el primer momento en la historia, capítulo 0: El
Concejo
El siguiente capítulo se titula: No sientas.
Así es, Mia continúa. AÚN NO SE PASA A
ROSE.

980
PD: Acuerdense de que los híbridos solo tienen
un compañero.

981
35. No sientas

Capítulo 35: NO SIENTAS


Me había sorprendido a mí misma al pronunciar
su nombre con tanta confianza y firmeza. Los ojos
del vampiro no dejaron de observarme cuando
comencé a alejarme de él, deslizando mi mano
izquierda sobre el margen de la fuente. Me detuve,
intentando disimular mi asombro y mi inquietud de
verlo ahí, parado a tan poca distancia de mí.
Su joven y varonil rostro no reflejaba ninguna
emoción que me hiciera intuir sus intenciones.
Tampoco podía observarlo demasiado porque su
imperial mirada me hacía sentir chiquita, intimidada.
El color de sus ojos carmesí me resultaba
escalofriantes, porque solo encontré ese como
motivo para que mi estado alterado no quisiera
relajarse.
Él se mantuvo quieto, serio pero tranquilo
mientras me contemplaba como yo a él. Pero en
cuanto yo desvié la vista, optando por bajar la
mirada, noté inmediatamente cuando decidió por
moverse. Ese hecho me hizo reaccionar viéndolo
desconfiada.

982
Aedus había girado ligeramente su cuerpo en mi
dirección, ahora nos encontrábamos a tan solo unos
dos metros de distancia y frente a frente. Verlo de
nuevo me permitió reconocer la sensación de calor
que me abordó.
Él me detallaba, era fácil darse cuenta de ello
porque su semblante había adquirido una expresión
menos dura y sus cejas se encontraban ligeramente
apretadas, permitiéndome suponer su escaneo a mi
persona.
Entonces yo hice lo mismo corroborando una vez
más lo terriblemente atractivo que era. Sus rasgos
faciales no tenían ninguna imperfección; poseía unas
cejas bien pobladas, finas pero masculinas, tenía los
ojos pequeños, pestañas envídiales que le otorgaban
una mirada imperiosa y amenazante. Su nariz era
recta, preciosa. Sus labios de un tamaño promedio,
bien rosado; hasta se veían húmedos. Hecho que no
comprendí hasta que bajé la mirada por su cuerpo de
contextura esbelta y en una de sus manos distinguí
una copa de cristal que contenía… sangre.
Me vi tentada en lamer mis labios cuando,
inevitablemente, recordé el sabor de aquella bebida,
mas no lo hice. Volví el rostro al frente al darme
cuenta que estaba siendo muy obvia, pero no pude

983
evitar admitir una vez más, al regresar mis ojos a su
rostro, que su belleza era sobrenatural. Su cabello
negro azabache tenía un corte que le favorecía, la
parte superior estaba un poco más largo y lo tenía
muy bien acomodado hacia atrás, con cierto
volumen que le daba un aspecto elegante.
Ladeó ligeramente la cabeza, viéndome con el
ceño más fruncido. Notando que él estaba a punto de
hacer otro movimiento, reaccioné dando otro paso
atrás y buscando valor para hablar y escapar de esta
situación. Solo que mi garganta estaba siendo
ocupada por una extraña presión que me impedía el
habla, mis nervios se avivaron fuertemente.
Entonces fue él quien se atrevió a hablar,
rompiendo este pesado silencio en el cual me
ahogaba lentamente.
—¿Estás bien? —pronunció, su voz se escuchó
suave pero altamente masculina, escucharlo
hablarme, su voz en sí me golpeó enormemente
despertando más sensaciones.
Experimenté un mar de emociones, alterándome
más porque no quería ese efecto en mí. Me resultaba
muy extraño tener que estar soportando y
disimulando esto que no debería sentir.

984
«No sientas», supliqué necesitando relejarme.
Que esto que me inundaba, me abandonara.
Mis labios se entreabrieron y probé decir algo.
—Perdón —pronuncié, avergonzada de mi
comportamiento—, me tomaste desprevenida.
—No quise asustarte —me respondió al instante,
reubicándose en una postura que me hizo sentir
nuevamente muy pequeña, él era bastante alto—.
Me alejé necesitando espacio, debería estar
acostumbrado a estos eventos pero no lo soporto —
confesó consiguiendo que esbozara una ligera
sonrisa por su inesperada revelación—. Entonces te
vi.
Me sentí un poco más calmada al notarme que él
no venía con malos intenciones.
—Yo estaba muy inmersa en mis pensamientos
—dije bajo, aún no era capaz de encontrar mi voz
para hablar con firmeza—. Lo que sucedió me tiene
aquí, estoy muy avergonzada y no me ánimo a subir.
Te pido disculpas porque… —mis mejillas
recibieron un calor devastador. Él comprendió de
qué iban mis palabras y asintió—, sabes lo que
ocurrió —agregué no atreviéndome a decirle:
Perdóname por casi arruinarte el traje. O algo más

985
directo como, siento haberte casi salpicado con
sangre y saliva.
—Lo sé, yo era el único que no dejaba de verte.
Sus palabras, más la mirada que adquirió me
erizaron los vellos de la piel. Me quedé perpleja,
viéndolo con la incredulidad siendo palpable en toda
mi cara. Y nuevamente con el pulso totalmente
acelerado.
—¿Qué?—pronuncié, aún sorprendida.
—Me era difícil no prestarte atención—aclaró.
—¿Por qué?
—Sé quién eres —reveló de golpe, muy
tranquilo. De mí parte, contraje mi rostro sin
comprender sus palabras—. Conozco tu identidad —
fue más claro aturdiéndome al instante—. Sé que
eres la nieta de Sheldon, Rouse Dufour, ¿estoy en lo
correcto?
—No —negué enseguida porque me habían
prometido que esto nadie más lo iba a saber—. Yo
solo soy… —que él direccionara su mano libre en
mi dirección que diera un paso adelante produjo que
instantáneamente me callara. Incluso bajé la mirada

986
no resistiendo más presenciar el color sangre en sus
ojos.
—No puedes mentirme, detecto las mentiras.
—¿Y sí me estás mintiendo? —probé decir, aún
sin verlo.
—Soy la persona más confiable de Sheldon, él no
se hubiera atrevido a revelarme este secreto si no
confiara en mi discreción.
Miré en otra dirección, observando más allá de la
oscuridad mientras asentía como respuesta.
—¿No puedes mirarme? —preguntó de golpe.
Me sentí nerviosa de darle esa respuesta.
—Sí puedo mirarte —volví el rostro en su
dirección durante un instante solo para contestarle
—, pero prefiero no hacerlo, el color de tus ojos es
bastante peculiar.
—¿Qué color ves? —inquirió como si él no lo
supiera. Su pregunta me resultó extraño, por ende no
tuve de otra que expresarle ese hecho regresando la
vista a su rostro, consiguiendo un contacto
instantánea con sus ojos rojos.

987
—Más oscuro que el contenido de tu copa —
analicé—, se identifican con el mismo color pero tus
ojos son sombríos y tenebrosos porque si lo veo
siento que miro un río de sangre —decidí por
confesarle.
—Es una maldición —me reveló entones él,
sorprendiéndome.
—¿Y no tiene cura? —dije entonces, muy
interesada de repente.
—No lo sé —dijo pero no me convenció. Pero no
insistí porque yo no era nadie para exigir conocer
una respuesta que no me correspondía.
—Te queda —le dediqué una sonrisa para
aligerar el ambiente, su expresión ausente
desapareció, así como la línea seria de su boca
transformándose en una sonrisa de labios pegados.
Me asombró que me correspondiera el gesto.
Recibí otro impacto de sensaciones como una
tormenta incontrolable. Las corrientes electrizantes
vibraron de ganas bajo mi piel.
—Terminaste aceptando que eres la nieta de
Sheldon —dijo cambiando de tema—. Eres parte
vampiro, no debes sentirte avergonzada de haber

988
sido llamada a degustar lo que nos permite seguir de
pie.
—Qué vergüenza —exclamé entre dientes
recordando una vez más lo sucedido.
—Si gustas, puedo hacer algo al respecto.
—¿Hacer qué? —lo miré interesada.
—Soy un vampiro, el más destacado de todos a
mayor nivel de poderes. Puedo eliminar de sus
recuerdos lo sucedido, es como hipnotizar.
—¿De verdad? —no le negué su oferta. Estaba
siendo verdaderamente amable y considerado si
hacía esto por mí.
—¿Aceptas?
—Sí —exclamé sonriendo y con una carga
menos, el peso de mi alta vergüenza comenzó a
abandonar mi mente ante la posibilidad que me
presentó Aedus. Solo que de pronto una alerta se
activó en mi cabeza y mi sonrisa se redujo hasta
eliminarse por completo—. ¿Quieres algo a cambio?
—Solo intentaba ser amable —defendió, solo que
de repente descubrí algo despertando en su mirada
—. Pero ya que me lo recuerdas…

989
—¿Qué? —pronuncié, desconfiada.
Él no me respondió, viéndome comenzó a reducir
la distancia entre los dos. Qué él se estuviera
acercando me tomó desprevenida, tanto que me
impidió reaccionar. Mis pies quedaron plantados en
el suelo, mis ojos solo lo enfocaban a él cada vez
más cerca.
Contuve la respiración en cuanto me di cuenta
que su siguiente movimiento ocasionaría que su
cuerpo se rozara con el mío. Eso no sucedió para mí
fortuna, él se detuvo ofreciéndome la copa de
sangre. Bajé la vista a sus manos cuando me di
cuenta que ese objeto era el único obstáculo para
que no hubiera contacto entre los dos.
—Acepta —pronunció en una nota que me
pareció muy íntima, baja y misteriosa.
—No creo que pueda después de saber lo que es.
—Solo prueba. —Con la posibilidad de que se
alejara ni más aceptara la copa que me ofrecía, lo
acepté. Pero él no se distanció, quedó donde estaba
muy atento a mí. Yo puse una ligera distancia sin
quitar mis ojos de los suyos, manteniendo el
contacto para que no se me delatara lo inquieta que
me ponía su presencia.

990
Su cercanía me estaba volviendo loca, no sabía
que me sucedía, mi mente era un hilo de emociones,
mi corazón no paraba de bombear con una fuerza
que me sobrepasaba, en mi pecho sentí algo…
parecía la misma sensación que me atrapaba cada
vez que me encontraba con Hareth, o tal vez más.
Entonces, con sus ojos curiosos sobre mi persona,
alcé la copa guiándola a mis labios, rocé el borde y
decidí por cerrar los ojos, expectante. Ese líquido,
ese sabor volvió a llenar mi boca y no me desagradó,
nuevamente lo sentí celestial.
—Ahora te toca cumplir a ti —le dije tras abrir
los ojos. Me pasé el pulgar por la comisura derecha
de mis labios al percibir como una línea liquida se
deslizaba fuera de mi boca, me lo limpié enseguida
esperando una afirmación de su parte.
—Sí, solo… —él se acercó, disminuyó la
distancia con intenciones de tocarme alguna parte
del rostro. Vi cuando su mano se acercaba
peligrosamente a mi cara, reaccioné justo a tiempo
echándome para atrás teniendo cuidando de no
caerme, protegiéndome con el borde de la fuente al
apoyarme en él por mi inesperado movimiento. Lo
esquivé y quedé aliviada por ello. Pero avergonzada
también. Demonios.

991
—¿Qué hacías? —exclamé apenas me
recompuse.
—Regresemos arriba —obtuve como respuesta,
él se puso serio de repente y yo alcé mis defensas.
Asentí y fui la primera en direccionarme a las
escaleras. Caminé con él detrás de mí, ese hecho no
me tenía relajada. Se formó una tensión entre los
dos, una a la cual no le quise poner nombre.
Me tomé otro gran sorbo de mi bebida mientras
caminaba con la esperanza de serenarme un poco. Y
justo en ese momento, mientras aún contenía ese
líquido en mi boca, lo oí llamarme.
—Rouse —tragué deteniéndome para girar el
rostro en su dirección, ¡y a la mierda la tranquilidad!
Escucharlo llamarme por mi nombre me alteró hasta
un punto donde temí por sentir demasiado. «No
sientas, no sientas», me exigí con mi corazón
latiendo exageradamente en mi pecho.
—¿Sí? —pude decir.
—Eres bellísima.
—¿Qué? —su mirada me advertía peligro.
Necesitaba huir lejos de él.

992
—Sigamos —dijo pasándome. Comenzó a subir
las escaleras y yo me quedé tres segundos en un
estado extraño mientras procesaba su cumplido.
Reaccioné y ascendí rápido detrás de él, solo que
disminuí un poco mis pasos en cuanto mis ojos
contemplaron su espalda y brazos fuertes y
trabajados. Admirar su figura activó una necesidad
prohibida que preferí olvidar.
Aedus me esperó con la puerta abierta, pasé por
su lado agradeciendo en un susurro. Él se ubicó a mi
lado y juntos nos dirigimos al acceso que nos
devolvería con los demás, al atravesarlo vi como
muchas personas ya se movían dispersas en el gran
salón, bailando en parejas.
Él se detuvo inspeccionando la estancia con una
seria mirada, duró en ese estado pocos segundos.
—Ya puedes volver, nadie estará recordando lo
que sucedió.
—Te lo agradezco mucho, y gracias por esto
también —dije devolviéndole la copa vacía, él lo
aceptó y asintió con la cabeza como respuesta.
Puse distancia y comencé a desplazar la vista por
el salón en busca de Hareth. Pero se me estaba
dificultando hallarlo entre tantas personas, no pude

993
distinguirlo a él. Marisa ingresó a mi enfoque,
apresurándose hacia mí.
O Aedus… su prometido.
—Rouse —ella se dirigía a mí.
—Hola, Marisa. ¿Has visto a Hareth?
—Lo vi saliendo del salón contigo —su respuesta
produjo que mi rostro se contrajera llena de
extrañeza.
—¿Qué? No, yo estaba afuera. Necesitaba un
momento, ¿recuerdas? —dije, aunque tal vez ya no
lo hacía debido a lo que sea que hizo Aedus.
—Sí, pero regresaste…
—Acabo de hacerlo ahora.
—¿Qué pasa, Marisa? —Aedus intervino. Ella lo
miró expresando algo que yo no pude descifrar.
—No estoy segura —respondió, ella volvió a
mirarme—. Solo sé que hace unos minutos el alpha
Lewis salió con una chica idéntica a ti, Rouse.
No esperé más y comencé a atravesar el salón a
pasos apresurados, con una mala sensación vibrando
dolorosamente en mi pecho.

994
—Espera, Rouse.
—Tengo que encontrarlo —le dije a Marisa quien
me perseguía, al mirarla por un corto tiempo me di
cuenta que Aedus hacía lo mismo.
No tuve que salir del salón porque ellos se
presentaron. Justo cuando estaba llegando a la
salida, ellos se asomaron consiguiendo que frenara
de golpe por la sorpresa.
Hareth manifestó su impresión alternando la vista
entre esa impostora y yo, se distanció de ella quien
aguardaba despreocupadamente.
—¿Mia? —Hareth no sabía a quién dirigirse.
Para ese momento, ya teníamos varios
espectadores.
—¿Cómo es que no me reconociste? — exclamé
sin entender nada. Supuestamente él me identificaba
por el aroma, ¿qué sucedió?
—Ella —él miró con extrañeza a su
acompañante.
—Ella no es nadie —expresé enfadada, fulminé a
quien sea esa chica igual a mí. Quise acercarme pero
la mano de Marisa aferrándose a mi antebrazo me

995
impidió avanzar. En ese momento Sheldon se hizo
ver exigiendo saber quién de las dos era la original.
—Yo —dijimos al mismo tiempo, mi gesto se
endureció más, ella, en cambio, amplió su sonrisa
disfrutando del espectáculo. Fue entonces cuando se
distanció más de Hareth mientras por arte de magia
su apariencia cambiaba, y la reconocí.
—Frida —el llamado de su padre produjo que la
atención de ella cayera en él.
Dos personas más se precipitaron hacia la
hechicera, eran sus hermanas quienes también se
habían infiltrado en la fiesta.
—Hijas —exclamó Frederick, muy asombrado de
verlas—. ¿A qué están jugando? ¿Y dónde está
Savannah? —dijo al no distinguir a una de ellas.
—Muerta—le contestó Frida al instante, cargada
de molestia—. Los lobitos la disfrutaron de
almuerzo. Ya van dos, papá.
La cara de su padre se contrajo.
—Y lo mismo ocurrirá con ustedes si no se
detienen —advirtió Hareth, severo—. Todos saben
que no desacaté ninguna ley, mis hombres y yo nos

996
defendíamos, y nada me prohíbe acabar con ustedes
si me siguen tentando.
—Claro que nos detendremos —dijo Frida,
parecía ofendida—, luego de alcanzar nuestro
objetivo. Estamos muy cerca, Josh.
La expresión de Hareth se endureció
agresivamente.
—Frederick, esta es tu oportunidad de ponerlas
bajo tu custodia. Deténgalas —exclamó Sheldon—,
use el cetro que tiene a su poder, de lo contrario me
veré en la necesidad de optar por otros métodos y
cortar relación con los hechiceros —amenazó
duramente.
El cetro de Frederick brilló, sus hijas lo miraron
sin temor alguno. Él se veía amenazante, su
expresión seria demandaba autoritaria. Pero ellas se
atrevían a desafiarlo.
—Neira —pronunció Frida, consiguiendo
inmediatamente que el gesto de su padre cambiara
—, ¿qué pasaría si descubriéramos que todo lo que
nos contaron acerca de ella fue mentira?
—Dejen a los muertos descansar en paz, por
favor —reconocí la odiosa voz de Henry Grayson
proferir de entre los espectadores—. Frederick, que

997
no le hagan dudar de lo contrario estará siendo
considerado un cómplice más.
—Nosotras solo queremos descubrir la verdad —
le aseguró Frida a su padre—. Vamos a
desenmascarar a todos los putos mentirosos —su
mirada se desplazó hasta Hareth y de ahí alternó su
esmeralda mirada hacia Grayson—. Tú que eres
nueva en este mundo, cuidado en quién confías —
me recomendó a mí—. Fue un placer estar en tus
zapatos durante un momento, rojita. Pude degustar
la Ambrosía de sus labios, pude saber por qué la
tenía tan loca. Besa bien.
Error, error.
Peligro, mi cabeza no recibió las alertas. Mis
manos se apretaron fuertemente en puños, mis uñas
encajaron en mis palmas y pude percibir el calor en
ellas.
Me zafé de Marisa con la fuerza de la molestia
vibrando fuertemente en mi interior.
Hareth se apresuró en tomarme en sus brazos
antes de que pudiera avanzar en dirección a esa
maldita hechicera. Él me hizo reaccionar, mi cuerpo
se aflojó liberando un poco de tensión porque
tampoco quería exponerme. Ahí en primera fila se

998
encontraba el líder de El Concejo. Así que me vi en
la obligación de contener mi ira permitiéndole
sostenerme.
Pude ver a Frida sonreír. El cetro de su padre
brilló nuevamente.
—Lo arreglaremos todo, padre. Recuerda que los
Relish son los que están en la cima, los que
gobiernan con la mejor magia y poder. Somos
Relish, y juntas somos más poderosas —sus
hermanas la tomaron de la mano—. Si queremos
podemos tomar el mundo. Y teniendo la llave del
pasadizo a nuestra disposición, la posibilidad de
conseguirlo es grande —miró directamente a Hareth.
Luego desaparecieron.
Los murmullos se alzaron fuertemente.
—¿Tienen a su disposición la lleva mágica que
desactiva el poder del pasadizo donde se encuentra
la otra mitad del pergamino? —reconocí la voz de
Marisa.
—Hareth —dije distanciándome de él,
olvidándome por un segundo que había besado a
otra para mirarlo preocupada.
—Eso buscaba —analizó Hareth—, había
dispersado que siempre tendría conmigo esa llave

999
para que no se enfocaran en otro posible lugar.
—Ellas lo tienen —me exasperé mientras él se
mantenía tranquilo.
—Esa llave no sirve, el original sigue
resguardado. Lo siento mucho, Mia —expresó
entonces formando una expresión que me hizo dudar
si seguía o no molesta con él—. Me hipnotizó.
—Lewis —apareció Grayson para amargar más
mi noche.
Retrocedí al no tener su atención, Hareth me miró
pero no pudo seguirme porque su tío lo retuvo. Yo
salí de ahí necesitando desesperadamente un aire
más tranquilo, abandoné el salón el cual se había
ahora convertido en una sala de discusiones.
Me apresuré en bajar las escaleras. Respiré hondo
y crucé la puerta de la sala del trono, en una esquina
vi otra escalera y un único pasillo, había poca luz en
esa dirección. Con la esperanza de refugiarme un
momento, avancé y atravesé ese pasillo
encontrándome con una línea de cuadros en las
paredes, al detallar uno vi que se trataban de
retratos.
Seguí caminando mientras apreciaba los cuadros,
se trataba de la familia Collins. El último fue el que

1000
me dejó estática por el asombro, me quedé
contemplando casi con una expresión ausente el
último retrato.
El de Eleonor Collins.
Entonces percibí una presencia.
—Dicen que los vampiros no pueden tener hijos
—por alguna razón escuchar la voz de Sheldon
Collins tras de mí no me sorprendió, mi vista seguía
en la pintura—. En algo tienen razón, los vampiros
convertidos no pueden tener hijos, los vampiros son
personas muertas en vida, en cambio, los
purasangres sí, pero no es tan fácil. Solo se puede
concebir con la persona destinada para ti, por eso
estamos obligados a esperar.
—Es interesante —susurré. Aunque a la vez me
resultó triste.
—Eleonor Collins fue algo mágico, no sabía que
un hombre como yo pudiese ser tan feliz al ver a su
primer hijo, hija en este caso. Yo tuve suerte al
encontrar a Miranda, ella sigue siendo mi todo, pero
no lograba entender como los dioses comenzaron a
mezclarnos, a ningún líder le gustó aquello. Así fue
cómo surgió una prohibición de compañeros, no se
podía estar con alguien de diferente especie a pesar

1001
de estar destinados. Muchas personas lo obedecieron
temiendo el castigo que se había impuesto.
»Eleonor encontró a su compañero eterno, ella
siendo hija mía y la futura reina no dijo nada, sabía
que a mí no me gustaba la unión de distintas
especies. La ley de los vampiros es distinto al de los
licántropos, en la ley de los lycans está de que solo
el primogénito, puede ser el heredero, aquí las cosas
son diferentes ya que todos los vampiros poseen
dones.
»Eleonor tenía que ser mi sucesora, ella estaba
dispuesta a renunciar a todo para ser reina, a su
compañero, a tener hijos, a absolutamente todo. Pero
todo cambió cuando descubrió que ella era la
compañera de un licántropo, ella los odiaba, estaba
en nuestra naturaleza tener enemistad con ellos, pero
la atracción fue mucho más fuerte que el odio.
No sabía por qué me estaba contando acerca de
su hija, igualmente le estaba prestando atención,
quería saber hasta dónde iba a llegar su argumento.
—Aedus Sallow es el pura sangre más antiguo, él
tenía que ser el rey desde un principio, pero
habíamos hecho una especie de trato en donde se
firmaba un contrato en el cual dictaba que siglos
más tarde el ocuparía el trono, mientras lo iba a

1002
hacer yo. Con el paso del tiempo se fue creando
consejos, la última palabra lo seguía teniendo el rey,
pero la opinión de ellos se debía tener muy en
cuenta. El acuerdo de Aedus y yo se quedó en el
olvido, pero yo le había prometido que él en algún
momento sería el rey, yo estaba dispuesto a
cumplirlo al igual que mi hija. Eleonor iba a
ayudarme en ello, casándose con él para que ambos
fueran los nuevos gobernantes.
—¿Qué? —Expresé no imaginándome a mi
madre con otro que no fuera Peter, mi padre—.
Recuerdo que mencionaste esperando que está vez el
ascenso de Aedus se efectúe, ¿a esto te referías con
la primera vez, cierto?
—Correcto. Y espero que con Marisa las cosas
salgan diferentes —me respondió—. Encontrar a tu
compañero te cambia la perspectiva, pero renunciar
a ello lo hace aún más. Mi hija Eleonor no fue capaz
de hacerlo, ella prefirió irse con él que cumplir lo
que me había prometido, gracias al regalo de Edén
me fue difícil encontrarla.
—¿Todo esto qué tiene que ver conmigo?—
pregunté directamente, sus labios formaron una
pequeña sonrisa.

1003
—Tiene mucho que ver —el misterio en su
expresión me resultó indescifrable—. Me gustaría
proponerte un trato —continuó Sheldon—. Sé que tú
ya tienes un compañero, pero me he enterado de
algo sumamente extraño.
—¿Qué trato?—pregunté, ceñuda.
—Marisa no está muy feliz al renunciar a su
compañero, no está convencida de su unión con
Aedus, pero me ha llegado un rumor, Rouse.
—¿Qué rumor?—dudé antes de preguntar, tragué
saliva, desviando mi mirada de la suya para volver a
mirar el retrato de mi madre.
—Me gustaría que mi amigo tuviese un final
feliz, después de todo tú siendo hija de Eleonor
serías su sucesora.
—Puede llegar al punto —pedí un poco exaltada,
quería saber el punto de nuestra conversación.
—Quiero que renuncies al rey Lewis y ocupes el
lugar de Marisa, después de todo, Aedus es tu
compañero destinado.
—¿Renunciar a Hareth? ¿Compañero destinado?
Hareth es mi compañero destinado —sostuve
enseguida.

1004
—Extrañamente Aedus también lo es —me dijo y
como explicación yo tuve todas las sensaciones que
me había despertado Aedus Sallow.
—¿Y quieres que renuncie a Hareth por él? —
exclamé y negué con la cabeza.
No. Imposible. Nunca.
¿Cómo se atrevía a pedirme esto? ¿Dónde estaba
el trato en esta exigencia?
No dije nada más, simplemente me marché de ahí
conociendo la causa del efecto que tenía Aedus en
mí.

AAAH esto me tiene más emocionada que la


primera vez.
¿Qué les pareció Aedus Sallow? ¿Es aceptado o
rechazado?
Mia al parecer tiene dos compañeros, ¿o no?
Sabremos más de esto en el siguiente capítulo :) 

1005
36. Lo prohibido

Capítulo 36: LO PROHIBIDO


Apenas tuve intenciones de subir las escaleras
que me guiarían a la estancia ocupada, frené de
golpe al distinguir a Hareth bajándolas.
Verlo oprimió mi corazón, una molestosa
angustia se extendió más por mi pecho. La noticia
que me dio Sheldon me tenía de un hilo, no sabía
qué pensar, qué hacer, cómo seguir.
Solo tuve una cosa en clara, Aedus Sallow sería
un terrible problema.
—Mia —Hareth se apresuró hacia mí, tomó mi
rostro cuidadosamente entre sus manos, mirándome
preocupado. Y es que mi malestar estaba siendo
demasiado evidente, disimular que todo iba en orden
me costó por lo presente que seguía teniendo las
palabras de Sheldon.
—¿Cómo va el evento, se calmó o…?
—¿Cómo estás tú? No te ves bien, si es por lo de
—lo interrumpí apoyando mi índice contra sus
labios. Debía admitir que la chispa de enfado por lo

1006
ocurrido continuaba, pero decidí apagarlo
completamente porque ese había dejado de tener
importancia para mí. Hareth nunca me traicionaría
estando consciente, todo fue planeado y no fue culpa
suya.
—¿Podemos irnos ya?
—Dime si estás bien —insistió él, impaciente,
luego de tomar la mano que había utilizado para
interrumpirlo suavemente entre la suya,
manteniéndola a esa altura. Su mirada no advertía
más que preocupación—. Por favor, háblame —
pidió con voz calma al notarme callada y
seguramente con la misma expresión abatida.
Le depositó un beso al dorso de mi mano
consiguiendo que reaccionara.
—Contigo estoy bien —le aseguré y me convencí
a mí misma de ello.
Ante mis palabras, su boca se torció en una
sonrisa y comenzó a acercarse a mí con intenciones
de besarme.
Recibí el contacto de sus labios, su boca se
presionó contra la mía y Hareth esperó a que
reaccionara una vez más. Solo que me quedé con los
ojos cerrados, con mi mano libre sobre su pecho,

1007
sintiéndolo. Permanecí de ese modo dejando que el
calor que representaba su cercanía creciera, reconocí
esas sensaciones, me gustaba esto.
Entonces dejé llevarme por esas emociones que
me llenaban al estar junto a él y lo besé. Acompañé
sus movimientos queriéndolo todo. Necesitándolo
todo. Liberé mi mano de la suya abrazándolo por el
cuello, con mis dedos acariciando su rubio cabello.
Sentí el contacto de sus manos en mi espalda
desnuda, mi cuerpo se apretó contra el suyo,
alterado.
—¿Nos vamos? —susurré en su oído.
—¿Ahora? —tiré de sus hebras volviendo su
rostro hacia el mío, su mirada recibió a la mía con el
reflejo del deseo en ella.
—Sí, ¿o pretendes que todos nos vean?
—Tú eres prohibido, aparte de mí nadie, nadie
más que yo tendrá el privilegio de verte… —me dio
un beso profundo, quitándome el aliento, al finalizar
detecté la peligrosidad de sus manos bajando por mi
espalda baja— y tocarte —me apretó el trasero,
logrando que soltara un jadeo por la sorpresa.
—¿Entonces nos vamos?

1008
—¿Cuál es tu prisa? El evento apenas comienza,
¿no quieres pasar más tiempo con tu familia?
Recordar a Sheldon no me hacía bien, de pronto
ya no me agradaba. Y volver al evento representaba
volver a verlo a él. No, me asustaba la fuerza que me
suplicaba buscarlo. Lo mejor era irme, huir de esto.
—Ya todo está calmado —respondió a mi
pregunta—, no soportamos horas de viaje para que
un pequeño percance nos arruine el momento,
¿cierto?
—Está bien —accedí a pesar de no querer.
—Si no estás cómoda, me avisas y nos vamos.
Dijo antes de tomarme de la mano y devolvernos
al evento. Me guardé la respuesta que quise darle
porque en ese instante no estaba cómoda.
Lo peor de todo es que ni más ingresamos al
salón, mis ojos ya estaban chocando con su
presencia. Aedus.
Selene Collins se apresuró hasta nosotros y me
convenció para que la acompañara. Me tomó de la
mano apenas accedí a su invitación y me alejó de
Hareth, guiándome hasta los aperitivos. Giré el
rostro hacia mi novio viendo que ya lo estaban

1009
uniendo a un grupo. Regresé mi atención a la zona
destinada y sonreí por verlo a él.
Neisan tomaba una copa de sangre, se encontraba
apoyado contra la pared con la expresión aburrida.
Lo único que le parecía interesante resultaba ser la
bebida que degustaba.
Y qué ganas.
—Creo que padre debería montar otro lugar para
los jóvenes —se quejó él—. Está música me dan
ganas de llorar.
—Un clásico —dije emitiendo una ligera risa. Me
acomodé a su lado y sufrí tentada al pedirle que me
convidara.
—Conseguimos bebida para ti, evita consumir los
que fueron producidos en este mundo, por favor,
levantaría sospechas al ver que resistes —me
aconsejó Selene.
—Descubrí que me gusta la sangre —dije muy
bajito, no les fue difícil escucharlo. Neisan fue el
primero en expresar su desconcierto aguantando
escupir su bebida por culpa de mi inesperada
revelación.

1010
Y es que esto les estaba resultando una sorpresa
porque Aedus les había borrado de la mente lo
sucedido, mi incidente.
—Trae dos copas, Selene —mencionó
secretamente Neisan—, y después síganme —guiñó
el ojo en mi dirección y seguidamente comenzó a
avanzar. Hice lo que pidió y nos apartamos de allí
encontrando un lugar despejado detrás de la pared
que dividía al salón de la zona que daba al tocador,
ese espacio dejaba ver el inmenso patio del castillo
gracias a que la pared contigua era completamente
de vidrio.
Desde ahí pude contemplar la fuente que fue
testigo de nuestra primera interacción. Ese momento
exacto se reprodujo en mi mente. Selene me pasó
una de las copas, lo acepté dirigiéndola a mis labios,
consumir un sorbo despertó ese momento una vez
más.
Aedus necesitaba borrarse de mi cabeza. Su
nombre debía eliminarse con urgencia de mi mente.
Pensarlo me era prohibido, era completamente
indebido pensarlo demasiado.

1011
Selene fue rellenando nuestras copas unas
cuantas veces más. Brindamos nuevamente antes de
tomarlo, me reí al momento de guiarla a mi boca.
Suspiré, me sentía aliviada.
Pero también mareada.
—¿Te sientes bien? —Selene me preguntó en
cuanto me llevé una mano en la frente arrugada.
—Un poco mareada, ¿esto tiene alcohol? —
inquirí incrédula.
—No es sangre común, es Carmesí —remarcó en
un tono que me produjo risa.
—Está media ebria —me señaló Neisan—.
Vamos, tienes que comer algo y dejar esto, Rouse —
él me quitó la copa consiguiendo que protestara al
instante—. Lo continuamos otro día, ¿vale?
—Pero estoy bien, al menos deja que lo termine
—quise arrebatarle la bebida para acabarla, pero él
lo alejó más de mí.
—Vamos, dije —demandó siendo el primero en
abandonar el lugar volviendo a integrarse en el
evento.

1012
Lo seguimos y en mi primer movimiento medio
perdí el equilibrio, pero alcancé a establecerme
apoyando la mano inmediatamente a la pared. Me
recompuse con una extraña sonrisa en la cara.
Selene me dio una mano, pero yo me aferré a su
brazo y de esa forma volvimos junto a Neisan. Él me
ofreció varios bocados, acepté todas comiendo a mi
gusto.
¿Qué estará haciendo Abby?, me pregunté.
¿Cómo pasará su fin de semana sin mí?
Esto le hubiera encantado, precisamente esta
parte. Me recordé que Edward ya había vuelto. Otra
sonrisa rara apareció en mi rostro.
Una mujer se nos acercó pidiéndonos una
fotografía, se lo concedimos y posamos ante la
cámara. Capturó varias veces indicándonos otras
posturas. Terminé con el brazo de Neisan sobre un
hombro y la mano apoyada de Selene en otro.
—¿Cómo puedo conseguir esas fotos? —
pregunté apenas se marchó la fotógrafa.
—Ya te las paso después —simplificó Neisan,
alcanzando otra bebida.

1013
Mi mirada cayó en la fotógrafa deteniéndose
hacia los novios: Aedus y Marisa.
Había estado comiendo puras delicias, pero de
pronto el sabor de mi boca me resultó amargo.
Chase uniéndonos consiguió quitar mi atención
de él. Nos saludamos con el rubio y él entrecerró sus
ojos en mi dirección. Pero no dijo nada, suavizó su
expresión aceptando la copa de sangre que le ofrecía
Selene. Entonces ellos se quedaron tomando más de
esa mientras que yo alcancé más comida necesitando
algo dulce.
Neisan le sacó conversación a su hermano,
Selene también habló, yo me quedé callada con la
mirada vagando por la enorme sala. Continué
masticando y paré la vista en Hareth, detallando lo
atractivo que era y dejando que mi mente recordara
lo que me hacía sentir todo en él. Antes de que mi
cuerpo quisiera algo más, desplacé la vista evitando
una zona en específica.
Pero no duró mucho porque de pronto mi mirada
lo encontró y no pasó ni un segundo cuando sus ojos
ya estaban colisionando con los míos. Me ruboricé
al ser descubierta, inmediatamente corrí la mirada. Y
pensando que su atención ya no estaría en mí, me

1014
atreví una vez más a mirar en esa dirección
prohibida.
Ocurrió lo mismo e hice lo mismo. Mi cabeza me
advertía de que estaba mal estar jugando así, pero mi
pecho vibró de ganas y caí ante la tentación de
mirarlo una vez más. Casi sonreí cuando sucedió lo
mismo, solo que esa vez le sostuve la mirada. Y lo
que me transmitió ese hecho fue indescriptible.
De pronto reconocí la voz de Miranda y corté
inmediatamente ese momento. Giré el rostro hacia
donde efectivamente se encontraba la reina, ella me
sonreía. El parecido que tenía con ella era
impresionante.
—Espero que te sientas cómoda, cariño.
—Lo estoy, gracias —le sonreí.
—Nos estamos encargando de que no se aburra
tanto, madre —le comentó Neisan, sonriendo.
—Tienes suerte, venía a avisarte de que tu
momento ha llegado —Neisan elevó sus manos
hecho puños a la altura de sus hombros, su
semblante adquiriendo un tono diferente,
anticipando su celebración—. Ve y pon la canción
que quieras, pero nada vulgar, ¿eh? —advirtió
seriamente.

1015
Fue entonces cuando el evento se puso
interesante.
Selene me invitó a abrir la pista, fui guiada de su
mano hasta el centro. Para mi fortuna, mientras eso
sucedía más gente se preparaba para hacer lo mismo,
por eso, en cuanto nos detuvimos para movernos al
ritmo de la canción ya había varias personas a
nuestro alrededor.
Pasó aproximadamente dos horas, ese tiempo
duró mi estadía divirtiéndome con los hermanos
Collins. Nos despedimos y me marché junto a
Hareth.
El trayecto a la casa donde nos quedábamos duró
poco. Y es que haber ido besándolo todo el camino
me acortaba el tiempo.
—¿Estás muy activa, ah? —tentó Hareth apenas
ingresamos en la habitación que ocupábamos. Yo me
volví hacía él, muy energética.
—Soy una vampira, ni siquiera debería dormir —
le guiñé un ojo. Él se rio mientras se aflojaba la
corbata. Disminuí la distancia y lo ayudé con ese
procedimiento. Dejé en mis manos ese accesorio
mientras él se deshacía de su abrigo, lo tiró en una
dirección y yo lo acompañé inmediatamente,

1016
dejando que la corbata cayera sobre el sillón que
decoraba el cuarto.
La habitación era bastante espaciosa, era moderna
y tenía todo lo que un dormitorio debía tener. A
pesar de que la casa fuera de un solo piso, se
mantenía en una altura elevada y por ese hecho el
cuarto contaba con una terraza. Las puertas
corredizas que daba a ese lugar se encontraban
cerradas, pero las persianas abiertas dejando ver el
paisaje nocturno.
Desabotoné su camisa por completo, mis manos
recibieron sus pectorales en una caricia, deslicé
suavemente hasta percibir sus abdominales sobre
mis dedos. Luego me alejé, contemplándolo con una
media sonrisa.
—Te ves sexy. ¿Crees que yo lo estoy también?
—Eres fuego —se acercó pero yo retrocedí,
juguetona—. Eres toda una diosa, la más sexy de
todas, Mia.
—¿Y te gustó mi vestido?
—Me encanta, pero muero también por sacártelo.
—Solo traigo una pequeña tanga, ¿sabes? —dije
seductora, pero también en un tono que advirtiera

1017
que aquello era un secreto.
—¿Sí? —su tono de voz cambió, se volvió grave
y su mirada provocaba muchísimo.
—Gonna wear that dress you like, skin-tight —
Voy a usar ese ajustado vestido que te gusta.
Comencé a cantar de pronto, retrocediendo más.
—Do my hair up real, real nice —Hacer que mi
cabello se vea realmente lindo, continué.
Alcé mis manos tocándome el pelo, subiéndolo
un poco y dejándolo caer al igual que mis manos
hacia mi costado.
Los ojos de Hareth brillaron de emoción, sonrió
contemplándome quieto desde su lugar.
—And syncopate my skin to your heart beating
—Y pegaré mi piel al latido de tu corazón, seguí
—’Cause I just wanna look good for you, good for
you —Porque yo solo quiero lucir bien para ti, bien
para ti.
—I just wanna look good for you, good for you
—Yo solo quiero lucir bien para ti, bien para ti.
Para ese entonces yo ya me estaba moviendo
ligeramente al ritmo de la música que se reproducía

1018
en mi mente. La mirada de Hareth me impulsaba a
seguir.
—Let me show you how proud I am to be yours
—Déjame mostrarte lo orgullosa que estoy de ser
tuya.
Mis manos se deslizaron por mis muslos, mis
ojos nunca abandonaban los suyos.
—Leave this dress a mess on the floor —
Dejemos que este vestido se pierda en el suelo.
Mi mano tocó el comienzo de la apertura del
vestido al cantar esa parte, lo moví hacia un lado
mostrando mi muslo desnudo.
—And still look good for you, good for you —Y
aun así luzca bien para ti, bien para ti.
Terminé cantándole solo la parte que encajaba a
este momento. Good for you de Selena Gomez era
una de mis canciones preferidas de ella.
Hareth comenzó a aplaudir mientras acortaba la
distancia entre los dos, se notaba eufórico. Me
gustaba ser la causante de esa sonrisa, de esa
expresión, de esa mirada.
—Bailas bien, cantas bien, ¿qué es lo que no
sabes hacer? —exclamó él. Dudé en darle esa

1019
respuesta, dirigí una mano a mi mentón y calculé en
qué decirle.
—Eh, no sé tocar la batería, ¿tienes que
enseñarme, baterista? —dije recordando lo que me
había contado unas noches atrás.
—Eres impresionante, Mia. Te adoro, yo te amo,
¿lo sabes, verdad?
—Ahora lo sé —sonreí dejando que me besara.
Separé mi boca de la suya, alejando mi rostro para
verlo— ¿Me ayudas a quitarme el vestido?
—Mmm, eso suena más que tentador, ¿aquello
después va a implicar mi boca sobre toda tú?—
preguntó, deslizando sus manos hacia mi cintura. Mi
sonrisa le dio la respuesta, me aparté de su cuerpo y
le di la espalda, entonces él me desabrochó el
vestido.
Como no tenía sujetador, automáticamente
sostuve la parte delantera del vestido. No se iba a
caer porque aún no sacaba los brazos de las
hombreras del vestido, pero mi instinto me
reclamaba protección, había un lobo hambriento por
detrás de mí.
Me volví hacia Hareth, sus ojos salvajes
conectaron con los míos. El anhelo chispaba en su

1020
mirada profunda.
—Me encantas —le dije apoyando mis manos
contra su pecho, pude sentir lo acelerado que se
encontraba su corazón—. Eres todo lo que siempre
quise. No quiero soltarte nunca, bebé.
Le di inicio a un beso suave que de a poco se fue
convirtiendo en uno que me dejaba en otra
dimensión, una en donde siempre querría estar con
él, de la cual nunca querría escaparme.
Hareth presionó su… Ah. Jadeé contra su boca al
sentirlo tan duro contra mí, mis piernas se
debilitaron y estar usando unos zapatos de taco aguja
no me estaba ayudando para nada, él me sostuvo con
fuerza por la cintura cuando casi me caí por culpa
del desvío del tacón de mi zapato.
—Te quiero tanto —Hareth habló en un jadeo—,
eres todo lo que necesito. —Sus labios bajaron a mi
cuello, como el vestido ya estaba desprendido le fue
fácil ayudarme a sacar los brazos de las hombreras
dejando a la vista mis pechos, deslicé el vestido
hacia abajo, quitándolo por completo, di un paso
hacia adelante para sacármelo del todo.
Para ese momento, su camisa ya se encontraba
sobre el sillón. Volvimos a besarnos, sus manos

1021
bajaron por mi espalda, paseó sobre mis glúteos y
finalmente hizo que mis piernas rodearan su cintura.
Justo cuando Hareth me depositó contra el
colchón y se estaba por quitar los pantalones,
mientras que yo no dejaba de observarlo deseosa,
alguien golpeó la puerta de la habitación. No fue un
toque suave, fue uno tan fuerte y repentino que me
hizo sentar en la cama, asustada por tanta
brusquedad.
—Maldición —Hareth maldijo mientras
avanzaba a ver quién era la persona que estaba por
tumbar la puerta.
Me metí debajo de las sábanas antes de que
abriera la puerta, fuera quién fuese la persona que
estaba del otro lado de la puerta me iba a ver, si es
que era curioso y observaba el interior de la
habitación.
—¿Qué pasa? —fue lo primero que dijo Hareth al
abrir la puerta, no vi a la persona que estaba del otro
lado, preferí mirar hacia la ventana. Y dioses, todo
estaba al descubierto.
—Tendré que salir un momento —me comunico
Hareth desde la puerta, percibí una nota de
culpabilidad en su tono de voz. Sobresalí mi labio

1022
inferior, haciendo un pequeño puchero en su
dirección. Pero terminé asintiendo.
—¿No te molesta que te vean…? —dije, bajando
la vista hasta su prominente bulto.
—No, cuando eres licántropo la desnudes entre
varones no es ninguna molestia, esto no es nada.
Estaba contigo, fuego, por supuesto que iba a arder.
—¡Vete ya! —exclamé antes de que no le
permitiera salir de la habitación.
Él se rio y me obedeció.
Me dejé caer en la cama, me había sentado
sosteniendo con fuerza la sábana contra mi pecho.
Para aliviar lo que estaba sintiendo me fui corriendo
hacia el baño, me di una rápida ducha y salí envuelta
en una toalla. Busqué ropa interior en el cajón del
armario.
Me puse ropa interior sin la necesidad de
desenvolverme de la toalla, salí del armario y vi la
camisa blanca de Hareth a punto de caerse del brazo
del sillón. Con rapidez fui hasta allí y antes de que
tocara el suelo, la atrapé. Le estaba dando la espalda
a las ventanas, solté la toalla de mi cuerpo y me puse
la camisa. Luego de prender algunos botones y
remangar el puño hasta mis codos, llevé la toalla

1023
usada en el baño, lo colgué y regresé en la
habitación.
Me encontraba descalza, un aire frío golpeó
contra mí. Me di cuenta que el viento entraba por la
puerta corrediza ligeramente entreabierta, fui
inmediatamente con intenciones de cerrarla. Pero
terminé cruzándola.
Ajusté el moño que había hecho para bañarme,
luego de acomodarlo bien me permití disfrutar del
aire frío de la noche. Coloqué mis antebrazos sobre
la baranda e inevitablemente me trasporté al evento
al que asistí.
Bajé más la camisa de Hareth al sentir demasiado
frío de repente, la prenda me llegaba hasta por
debajo de los glúteos, pero por alguna razón sentí
como un soplo gélido se incrustaba a mi piel.
No le di importancia a ese hecho y decidí por
tararear una canción para evitar pensar en lo
prohibido.
Pero esa canción me era tan adictiva que para
cuando me di cuenta ya tenía los ojos cerrados y ya
estaba moviendo mi cabeza y los hombros al ritmo
de su música, la canción pareció reproducirse en mi
cabeza como si estuviera en una discoteca y, sin

1024
abrir los ojos, comencé a mover mis caderas
mientras me sostenía por la baranda.
Paré cuando mi codo se estampó con algo detrás
de mí, algo que no debería estar ahí. Pero no giré,
detecté una presencia.
—¿Seguimos lo que iniciamos? —le dije a
Hareth.
—Me gustaría iniciar lo que aún no ha
comenzado —me respondió. Y ese no era la voz de
Hareth.
Me giré tan deprisa que por un momento me
quedé un poco desorientada y me costó distinguirlo,
pero ahí estaba él, se veía tan relajado en frente de
mí. Sus ojos rojos me observaron de una manera
diferente.
—¿Qué haces aquí, Aedus?

AAAAH. No me arrepiento para nada de estar


reescribiendo esta historia. Y espero que tú no te
arrepientas tampoco de estar leyendo o releyendo.
¿Aedus? Solo les voy a decir a las nuevas que él
no vino por nada, él está porque debe estar.

1025
AVISO: La historia aún no está por finalizar,
cuando el último capítulo se publique al lado del
título dirá FINAL. Así que sean paciente y disfruten.
Y muchas gracias por darle una oportunidad a Mia. 

1026
37. Tú, nada más

Capítulo 37: TÚ, NADA MÁS


—Hay que hablar, Rouse —demandó serio, dio
un paso atrás dándome espacio. Suspiré de alivio
ante ese hecho, pero de todas formas no podía
sentirme segura por el atuendo que llevaba puesto.
—Lo único que yo quiero de ti es que te marches
—sostuve con firmeza.
—Entiendo que te sientas desconcertada por este
inesperado acontecimiento, pero no me pidas que me
aleje de ti. ¿Sabes lo que está sucediendo? —Me
negué en darle esa respuesta, quedé muy seria para
que comprendiera que estaba en completo
desacuerdo—. Puedes sentirlo también, no puedes
negarme del calor abrasador que se extiende en ti
por mí, Rouse.
Y no pude negarle, mi semblante adquirió un
gesto desafiante porque yo me encontraba en contra
de esa sensación. Me estaba molestando tanto,
quería que esta incontrolable tormenta de emociones
que había provocado él se calmara, que se alejara
rápido de mí.

1027
—Esto no es correcto. No quiero esto, ¿puedes
irte?
—Quisiera obedecerte, creí que esto ya no me
importaba —me confesó—. Pero me equivoqué,
esperé mucho por ti, siempre quise conocerte y
ahora que estás aquí, que estamos juntos, todo me
pide más cercanía —me apoyé por completo contra
la baranda detrás de mí, que él se moviera produjo
que reaccionara enseguida—. Quisiera obedecerte,
pero no puedo, ni quiero.
Sus manos fueron a parar a los lados de mí, ante
ese hecho me quedé muy quieta. Estaba a punto de
darme un ataque al corazón, temí por esta
proximidad, pero temía más por lo que me hacía
sentir. Y no lo quería, supliqué en mi fuero interno
despertarme de esta pesadilla.
«No sientas, no sientas, no sientas», me exigí
ejerciendo presión en mis manos hecho puños. No lo
estaba mirando, mis ojos se concentraban en el piso
y también me estaba esforzando por controlar mi
respiración. No quería evidenciar lo que él ya había
afirmado.
Me negaba a aceptar esto, no quería aceptar que
había otro.

1028
—Dime, ¿él te hace sentir lo mismo que yo?
—Solo vete.
—Rouse —él dijo mi nombre, reaccioné ante ello
y lo miré al mismo tiempo que sentía por primera
vez el contacto de sus manos a mi cara. Él me
sostuvo por la barbilla y yo fui incapaz de alejarlo,
no me atrevía a tocarlo. Me vi perdida en su mirada,
solo que él cerró los ojos y yo me quedé una vez
más admirando sus rasgos.
En un segundo, cerré los ojos ante un ligero
pinchazo de dolor en la cabeza. Una sensación
nueva, que reconocí como de temor, me abordó de
pronto. No tuve de otra que situar mi mano en su
brazo para sostenerme cuando creí que me caería,
esta cercanía aceleró más mi pulso.
—Tranquila —escuché su voz.
Abrí los ojos, un poco desorientada.
—¿Qué estás haciéndome?
—Nada.
—Estás mintiendo —aseguré y me obligué a
escaparme de sus brazos. Él me lo concedió con
facilidad. En cuanto nuestras miradas volvieron a

1029
encontrarse, noté en su gesto facial una misteriosa
emoción.
—Dime si en verdad quieres que me aleje y me
iré.
—Tienes que hacerlo, lo quiera o no, tienes que
irte. ¿Es que no entiendes que estoy con alguien
más? Tengo novio.
—Y eso me molesta —aseguró en un tono serio y
cargado de negatividad que me hizo estremecer. Su
mirada se oscureció, sus rasgos se endurecieron
como muestra de enfado. Aedus se pasó una mano
por su azabache cabello, desordenándolo en un gesto
de impaciencia.
—Lo que sea que haya entre los dos debe
cortarse —expresé, solo que él, en vez de molestarse
más, se recompuso y con postura relajada y gesto
serio pero con un asomo de emoción, comenzó a
dirigirse hacia mí—. Lo digo en serio, yo ya tengo
un compañero destinado. Tú no puedes serlo
también.
—Pero lo soy —se detuvo a aproximadamente
medio metro de mí—. Estoy seguro que existe un
error aquí, hay que averiguar quién es.
—¿Cómo se supone que lo sepamos?

1030
—Con los dioses —me respondió con simpleza
—. Solo debes tener una pareja destinada, que exista
dos en tu camino no es bueno.
—¿Y cuándo lo sepamos qué?
—Tendrás que rechazar a uno de los dos si no
dan otra alternativa.
—¿A ti, por ejemplo? —tenté. No conseguí
molestarlo, él curvó sus labios en una ligera sonrisa,
viéndome casi divertido.
—Exacto, o a él —jugó también, y mi expresión
al instante manifestó mi enfado y contrariedad.
—¿Por qué te noto despreocupado ante este
hecho? —tuve que preguntar—. Yo quiero a mi
novio, lo elegiría a él una y mil veces —aseguré
consiguiendo que su sonrisa reluciera en su rostro.
Una mueca de disgusto apareció en mi cara, su
seguridad no me advertía algo bueno. Sentí que él
sabía algo que yo no, su mirada delataba que sí.
—Eres adorable y muy inocente, Rouse —
pronunció con calma, se precipitó hasta mí de la
nada, sorprendiéndome. Y también me tomó
desprevenida sus manos en mi cintura, quise
alejarme, mis manos rozaron su pecho pero no me

1031
atreví a nada más porque sí quería tocarlo, pero no
precisamente para distanciarlo.
—¿Qué estás haciendo?
—Te enseño cómo reaccionas ante mí —habló y
alcanzó mi mentón en una de sus manos, sus fríos
dedos causaron escalofríos en mi piel. Quisiera decir
que de miedo, pero estaría mintiendo—. ¿Uhm?
¿Cómo te sientes?
La mano que mantenía en mi cintura se trasladó
por el bajo de mi espalda, ascendió en una larga
caricia despertando más calor. Yo no debería
permitir esto. Quise resistirme a este contacto, le
demostraría que podía. Pero que él me estuviera
mirando tanto, no ayudaba.
—Quiero que te… Ah, ¡aléjate! —exclamé
intentando zafarme de él, solo que él no me dejó e
incluso mi pecho golpeó contra él suyo. Entonces
me di cuenta de lo erguido que se encontraban mis
pezones y de que mis vellos estaban de punta, todo
en mi interior y exterior se encontraba alterado—.
¿Por qué no me dejas?
—No puedo —susurró. Y se oía tan sincero. Su
mano se perdió por detrás de mi cabeza, sus dedos
se hundieron ligeramente en mi cabello y de pronto

1032
mi pelo cayó suelto por detrás de mi espalda y
algunos mechones a los lados de mi cara. No dije
nada por estar una vez más controlando su expresión
—. Eres tan bella.
Guio los mechones rebeldes por detrás de mi
oreja, quedé rendida por el calor de nuestra cercanía.
—No quiero esto.
—Tampoco quiero esto —respondió—, no me
gusta que te resistas a mí. Que te niegues a mí no
despierta nada bueno. Pero aunque lo intentes y
quisieras pasarme inadvertido no podrías, no podrás
y no lo harás.
La yema de su pulgar paseó por mi mejilla
izquierda, rozó la comisura de mi boca. Y entonces
aproximó su rostro al mío, una sensación de alerta se
extendió por todo mi cuerpo, las alarmas se
activaron en mi cabeza. Una de sus manos
continuaba en mi espalda y la otra por detrás de mi
cabeza, con mis hebras enredadas a sus dedos. No
tenía escapatoria.
Entonces él tiró de mi cabello consiguiendo que
echara la cabeza hacia tras, sintiendo el contacto de
sus labios sobre mi mandíbula.

1033
Su beso expandió deliciosos escalofríos por mi
espalda, la sensación que me atravesó me dejó
delirando.
—¿Qué haré contigo, Rouse? —murmuró cerca
de mi oído—, me volveré loco al saber que estás con
otro, me resultará verdaderamente difícil soltarte si
te pruebo ahora.
Tuve a mi enfoque su mirada una vez más.
—Debes dejarme, estás comprometido y yo tengo
novio.
—Mi situación es lo que menos me interesa, me
interesas tú, nada más.
—A mí sí me importa mi situación, déjame.
Él retuvo mis brazos entre sus manos cuando
intenté empujarlo una vez más pasa escaparme de él.
Su determinado rostro e imperial mirada me dejaba
en el suelo. Pero me resistí a todo y objeté a lo que
sea que intentara.
Pero fue en vano ya que no aguanté su fuerza y
mis pies retrocedieron hasta que mi espalda
colisionó contra la pared. Con tan solo una mano, él
inmovilizó mis manos contra mi pecho y guio su
mano libre recorriendo en una caricia estremecedora

1034
mi muslo izquierdo, alcanzando mi rodilla y
volviendo a subir, todo eso sin perder la unión de
nuestra mirada.
Temblaba de ganas y miedo, estas sensaciones
acompañadas me tenían delirando. Presioné mis
labios en una línea seria, conservando la
determinación que se quebraba de a poco.
«No caigas, no sientas».
—Dilo de nuevo —pronunció perdiendo firmeza.
—¿Decir qué?
—Que me aparte.
Lo pensé a pesar de que no debería ni
cuestionármelo. Pero es que cuerpo rozando el mío
me tenía vencida.
—Por favor —susurré, la presión en mis manos
retenidas se aflojó—, apártate.
Me obedeció distanciándose consideradamente.
Entonces pude respirar, pero ni la brisa de la noche
alivió el calor que parecía no tener intenciones de
apagarse.
—No podemos estar separados —me hizo saber
—, el lazo que nos une exigirá cercanía. Esto tiene

1035
que saberse, Lewis lo tiene que saber.
—No —la negación me salió de forma
automática, además sentí pánico de ello. Que Hareth
lo supiera alteraría más las cosas y lo cambiaría todo
entre los dos.
—Tiene que saberlo —sostuvo Aedus.
—Dije que no, no quiero que lo sepa… al menos
ahora no.
—Si no obtengo respuesta pronto, él lo sabrá.
Debe saberlo. Y si no hay respuesta por parte de los
dioses recurriré a otro medio. Quizá seas tú quien
haga una elección, Rouse.
—¿Decidir?
—Y rechazar —afirmó—, renunciar —añadió.
—Voy a decirle, pero mientras tanto tú debes
mantenerte lejos de mí.
—Está bien —dijo condescendiente—, lo haré
hasta que tú me lo pidas.
—¿Pedirte qué?
—Verme —expresó—, tanto a ti como a mí el
lazo que nos une no nos permitirá olvidarnos,

1036
tendremos ansiedad de vernos y cuando eso pase
contigo o cuando me necesites…
—No creo que eso suceda, Aedus, lo mejor será
que mantengamos distancia —lo interrumpí—,
como te dije…
—… solo tienes que decir mi nombre y ahí me
tendrás —continuó como si yo nunca lo hubiera
interrumpido—. Rouse —dijo muy enserio—, no
importa las circunstancias, di mi nombre cuando me
necesites.
No dije nada, quedó un silencio absoluto durante
un instante que me pareció eterno.
Él cortó el momento y se dirigió hacia la baranda,
ubicó su mano sobre esta y quedó contemplando el
más allá. Me encaminé a su lado, no debí
aproximarme pero lo hice por mero instinto.
—Fue un placer conocerte, Rouse. No fue como
lo esperaba pero, eres tú.
—Adiós, Aedus —dije y él sonrió.
—Me voy, ¿está bien? —Aseguró— Pero antes,
quiero que sepas que tienes unos movimientos
increíbles y unos pechos espectaculares.

1037
Me quedé atónica por sus palabras, mi cuerpo
recibiendo más escalofríos.
Y entonces él nuevamente se acercó, sus nudillos
alcanzaron mi mejilla. Recorrió en una suave y
sensual caricia la línea de mi mandíbula antes de
seguir hablando.
—Me gusta lo prohibido —su voz al decirlo
produjo que me vibrara el pecho, dejándome sin
respiración— y me gusta que tú seas prohibido para
mí, Rose.
Después se apartó de mí, cruzó la baranda y se
perdió en la oscuridad.
Me quedé en un estado de perplejidad procesando
sus palabras. ¿Él vio mis tetas? Entendía a qué se
refería con los movimientos, pero ¿mis pechos?
¿Qué tanto estuvo viendo Aedus?

1038
38. Único

Capítulo 38: ÚNICO


Al ingresar en la habitación, aseguré de no dejar
nada a la vista bajando todas las persianas. Después
me dirigí inmediatamente en la cama, me tapé y
cerré los ojos con fuerza rogando una vez más
despertar de esto que debía ser una pesadilla.
Poco después apareció Hareth, se duchó antes de
encontrarse conmigo en la cama. Me reincorporé
yendo a acomodarme sobre su pecho y de esa
manera me quedé dormida, conmigo sobre él.
Desperté primero, lo hice muy de pronto, como si
me hubieran forzado a hacerlo. Lancé un suspiro de
alivio al notarme bien.
Hareth seguía plácidamente dormido, acomodé
las palmas de mis manos una arriba de la otra para
luego posar la barbilla sobre el dorso de la misma y
tener una estupenda vista de su atractivo rostro. Su
cuerpo semidesnudo se encontraba tibio, noté lo
cálido y acogedor que estaba su pecho por debajo de
mí, sus piernas estaban en el medio de las mías,
moví las mías con suavidad para no despertarlo. Ya

1039
tenía la necesidad de estirarme, pero tampoco quería
hacerlo, no quería alejarme de él.
Alcancé su mentón con el índice y subí
delicadamente. Al llegar al inicio de sus cejas, su
entrecejo se frunció. Su semblante me resultó
adolorido y sus labios se entreabrieron de pronto.
—¿Hareth? —pronuncié bajito, extrañada.
Él no me escuchó, seguía dormido sobreviviendo
a un sueño, o pesadilla.
—Hareth —insistí más firme. Me incorporé
quedándome sentada sobre sus piernas, y las manos
sobre su cara—. Oye…
El calor que transmitió de pronto fue abrumador,
de la nada parecía tener mucha fiebre, notaba las
gotas de sudor en su frente. Una sensación de miedo
me inundó y no supe qué hacer más que insistir para
que se despertara.
—¡Hareth!
Abrió los ojos de pronto, el ámbar me recibió
expresando una emoción perturbadora.
Ese hecho me dejó mucho más asustada.

1040
Él se recostó apresurado, me dejó a un lado para
poder levantarse sin disminuir su prisa. Se dirigió al
rincón donde ya se encontraba preparado su maleta,
sacó algo de uno de los bolsillos y se precipitó a
encerrarse en el baño.
—Pero… ¿qué? —expresé aún con la sensación
de miedo punzando en mi pecho. Su
comportamiento me pareció tan extraño e inesperado
que me quedé muy quieta durante varios segundos
procesando lo que acababa de ocurrir.
Al conseguir salir de ese trance, me apresuré en
bajarme de la cama y alcanzarlo en el baño para
saber si estaba todo bien. Irrumpí en ese espacio un
poco desesperada por saber de él.
—¿Estás bien? ¿Qué te pasó?
Él levantó el rostro hacia el espejo, sus ojos ya
estaban normales, le dedicó una mirada a mi reflejo
y asintió.
—Pero ¿qué tienes? ¿Una pesadilla?
Toqué su hombro, el calor no disminuía.

1041
Él seguía agitado, intentaba normalizar su
respiración. Lo abracé de lado, apoyando mi rostro
contra su brazo.
—¿Te medicas? Vi que tomabas algo —murmuré
no queriendo sonar demasiado metida, aunque me
correspondía saber.
—Solo fue un calmante.
—¿Ya hizo efecto entonces?
—Trabaja rápido, llevo tomándolo cinco años, ya
estoy acostumbrado.
—¿Estás enfermo?
—No, Rouse —dijo, expresando arrepentimiento
por haber hablado de más.
—¿Y no me dirás más? —pregunté insistente.
Apenas en ese momento él giró el rostro a verme,
me aparté de él sin eliminar el contacto visual.
—No es importante.
—Acabas de decirme que llevas tomando ese
medicamento cinco años, yo creo que sí es
importante.

1042
—Cinco años, pero no todo el tiempo, todos los
días. No es importante —sostuvo y dejó de verme.
Abrió la llave y se mojó la cara, parecía muy
ansioso.
—Como digas —resoplé—. Solo dime por qué.
Parece que la pesadilla te atormentó demasiado.
—No quiero recordar… —su mirada quedó baja,
su gesto muy serio.
—¿Tan malo fue?
—Te lo diré en otra ocasión. Ahora… —giró
hacia mí—, lo que más me calma eres tú.
—Estás muy caliente —dije al tenerlo contra mí.
—Tú siempre me tienes caliente.
—Hablo en serio, Hareth. Necesitas una ducha,
no te me pongas atrevido ahora, lobito.
—Bien —me sonrió y me dio la espalda. Justo en
ese momento la puerta de la habitación fue tocada, él
lanzó un suspiro.
—Yo voy —le avisé.
—No, no —negó y me detuve—. Dime, Simon —
pronunció Hareth.

1043
Él se concentró en oír la respuesta.
—¿Qué dijo?
Ante mi pregunta, él me miró.
—Sheldon Collins tiene algo que me concierne,
no dijo qué pero necesito ir a ver de qué trata.
Pasaremos por el castillo antes de comenzar el
retorno a casa.
Ay, no.

Justo en la entrada del castillo nos recibieron dos


hombres uniformados, comenzaron a escoltarnos
directamente a la sala del trono. El guardia que
custodiaba esa puerta la abrió para nosotros ni más
nos divisó, ingresamos solos los dos.
Apreté más la mano de Hareth, nerviosa. Pero
intenté que esa sensación no se me evidenciara,
mantuve el rostro en lo alto y con la vista fija en la
zona de los tronos.
Allí se encontraban Sheldon y Miranda, él
sentado como todo un serio gobernante y ella de pie
a su lado, atenta a todo.

1044
Cerca de los peldaños que bajaba de esa zona se
encontraba Aedus Sallow. Mis ojos ya lo estaban
curioseando sin que me diera cuenta. Él estaba
vestido de manera menos formal, completamente de
negro. El abrigo largo le daba un aspecto serio y
mayor. En apariencia él se veía como un chico de
veinte años, no le podía dar más. Pero ese aire que
transmitía, esa potencia infernal que me alertaban
sus ojos, resultaba desgarradoramente peligroso y
advertía poner distancia.
Su expresión en ese momento era inescrutable.
Su cabello negro ya no se mantenía perfecto, estaba
desordenado e incluso un mechón le rozaba su ceja
derecha. Me cosquillearon la punta de los dedos con
una rara necesidad de acomodárselo.
Él no estaba mirándome, mirándonos. Dirigí la
vista donde se encontraba su atención y me
impresioné de ver a una chica rubia arrodillada y
custodiada por dos hombres. Su cabeza gacha, más
su cabello suelto a los lados de su cara, impedía
identificarla.
Corrí la vista a los demás presentes, había tres
hombres más. Vestían diferente a los guardias de
Sheldon, entonces supuse que estos debían tener otra
ocupación, ellos se mantenían de pie, serios y

1045
atentos a la chica, los dos que la custodiaban
también tenían este uniforme.
—Lo estábamos esperando, rey Lewis —saludó
Sheldon Collins desde lo alto de su trono, volví la
vista a él sin mostrarme inquieta.
—Lamento la demora —dijo Hareth.
—Llega a tiempo. Sé que tiene poco tiempo por
eso vayamos directo al grano —expresó y con un
gesto de cabeza le señaló a la persona postrada en el
suelo.
Hareth soltó mi mano y avanzó hasta ella. Se
acuchilló a su lado y estiró la mano hasta tomar un
mechón de cabello que ocultaba su cara y llevarlo
por detrás de su espalda, dejando ver parte de su
rostro. La agarró de un modo suave de la barbilla y
alzó su cara revelando el hermoso rostro de la chica
rubia.
No sabía en qué momento yo me había movido
de mi lugar, lo único que sé es que para ese entonces
me encontraba a unos dos metros de ellos con Aedus
muy cerca de mí.
Los dos me daban su perfil, vi como la expresión
de sorpresa se hacía evidente en el rostro de Hareth,
en cambio, ella no hizo nada, lo único que pude

1046
interpretar en su expresión fue rabia, vi rastros de
sangre en la comisura de sus labios y a un lado de su
ceja. Pero no había heridas.
—Recia —pronunció Hareth, emotivo.
—Josh —ella lo dijo de una manera que no me
gustó para nada, estaba por dar otro paso y exigirle a
Hareth para que se alejara de ella y dejara de tocarla
cuando lo sentí, unos fríos dedos tocaron mi mano.
Fue algo tan leve, pero hizo que me distrajera y
mirara por encima de mi hombro. El imponente
Aedus Sallow estaba tan cerca de mí, de una manera
inmediata mi corazón comenzó a palpitar con más
fuerza.
—Los cazadores tuvieron un enfrentamiento con
ellos, pudieron atraparla a ella —contó Sheldon, con
otro gesto ordenó que la pusieran de pie. Eso
sucedió y entonces me di cuenta de que ella no tenía
nada que la pudiera inmovilizar, solo distinguí unas
pulseras extrañas enroscadas en sus muñecas. Y
quizá eso la tenía de aquella manera, ellos podían
ejercer sobre ella por medio de ese brazalete. Ni idea
cómo, pero recordaba a Hareth mencionar algo al
respecto.
—Una vez estuvo a disposición de su familia
entregarla, ¿cierto? Ahora puede hacerlo —continuó

1047
Sheldon—. Ella estará a su merced si lo acepta,
tarde o temprano iba a caer. No hay salvación para
ninguno —él me miró durante un instante.
—¿Qué tal la vida de un insurgente, Recia? —
Hareth se dirigió a ella.
—Nos protegemos, por eso sé que vendrán por
mí. No quise exponer a mis compañeros, solo por
eso me ven aquí. Y mírame, Josh. Recuérdame…
—Ya contactamos con El Concejo —comunicó
uno de los hombres que ahora podía reconocer como
cazador—, el traslado se llevará a cabo
inmediatamente. Necesitamos interrogarla, averiguar
la ubicación de los demás.
—De mi parte no conseguirán nada, perderán el
tiempo. No me quedaré mucho tiempo aquí, ni
siquiera voy a pisar esas instalaciones demoniacas
—aseveró la chica.
—No estés tan segura, estás atrapada. Nada va a
salvarte ahora —repuso el cazador.
—Comencemos el reto —desafió ella.
—Suficiente —exclamó el rey vampiro—. ¿Qué
me dices, Lewis? Este será como una muestra de
amistad de mi parte.

1048
Hareth me miró durante un momento, regresó su
atención a Sheldon aún sin responder.
—Muy considerado, Sheldon, pero tendré que
rechazar tu oferta. Esta cuestión hace mucho dejó de
importarle a mi familia, ella ya no interesa.
La chica lo miró sorprendido, rápidamente una
sonrisa irónica irradió en su rostro.
—Si es así, por favor —Sheldon le tiró un gesto
al cazador más cercano a ella, este la sujetó por el
brazo y esperó otra orden—, no hace falta que diga
su próximo destino. Llévensela.
—Como demande, majestad —aceptó el cazador
y la forzó para que caminara, solo que ella ejerció
presión para devolverse hacia Hareth.
—Eres parte de ellos —masculló Recia—, estás
contaminado por el veneno que ha expandido Henry
Grayson. ¡Están corrompidos todos, pero nosotros
los haremos reaccionar! —exclamó con fiereza,
deshaciéndose del agarre del cazador en el proceso.
—¡Empleen potencia al maldito artefacto para
cohibirla! —protestó Sheldon no creyendo lo que
estaba viendo.

1049
Los cazadores la rodearon, Recia parecía no tener
salida. Pero ella se veía tan despreocupada.
Entonces, cuando uno de ellos hizo el amago de
alcanzarla, ella elevó las manos y hubo una
explosión de poder que produjo que cada uno de
ellos se desplomara en el piso, inertes. Ese hecho
ocasionó que Sheldon Collins se pudiera de pie, más
incrédulo de lo que de por sí ya se encontraba.
Solo quedábamos activos Sheldon, Miranda,
Aedus, Hareth y yo. Los cazadores en el piso
advertían de un poder superior. Y al parecer a eso se
estaba enfrentando Sheldon porque como muestra de
su magia, los brazaletes ejercidos a las muñecas de
la rubia se rompieron y el ruido que causaron sus
pedacitos tocando el piso fue el único sonido que se
escuchó en esa enorme sala que se había sumido en
el silencio.
—No debería sorprenderse, majestad. Conoce a
mi familia —expresó Recia, con una sonrisita de
suficiencia—. Sé que el brazalete sirve como
anulador, te impide usar los poderes, poderes que
tienes, pero esto siguió funcionando —comentó
revelando un collar tras sacar el dije que había
estado escondida por debajo de su camiseta y
chaleco de cuero.

1050
Quedé sumamente impresionada por la figura de
ese colgante. Era rojo, identifico a la piedra que
adornaba mi anillo.
Así que no dudé en intervenir.
—¿Quién eres tú?
—Rhoesia Gastrell —sus ojos verdes me
escanearon, seria de repente.
Alcé mi mano izquierda situándola por delante de
mí haciéndole ver el anillo, y hablando nuevamente.
—¿Cómo es que pueden ser iguales? Esto es
único.
—Eso es lo que sabes tú, el anillo de Eden es
poderoso, solo la mitad de poderoso sin esto —dijo
tocando su colgante—, fueron hechos del mismo
material único. Poseen magia incrustadas por Eden
Dell, puedes manejarlo, controlarlo a tu gusto sin la
necesidad de ser parte del mundo sobrenatural. Este
beneficio te hace especial. Y créeme que si estás
piedras se unen, si su poder se fusiona, podría dejar
en ruinas este castillo.
—¿Cómo es que sabes tanto?
—Es porque la propia Eden me lo enseñó —me
sonrió.

1051
—¿Cómo…? —iba a formular otra pregunta, solo
que ella, ampliando su sonrisa, me interrumpió
entendiendo por dónde iba mi duda.
—Porque ella, Eden Dell, es mi madre.
Esa revelación me golpeó con fuerza, no me lo
esperaba para nada.
—Esa noticia no es novedad —reconocí la voz de
Sheldon.
—¿Sabes quién es? —Hareth le preguntó a Recia.
—La conozco muy bien, estamos compartiendo
un producto único y similar que me permite verla a
ella, su identidad no es secreto para mí. Y déjame
decirte que la cuides porque en cuanto ella esté a su
enfoque la buscaremos. Si no eres capaz de ello, él
puede hacerlo más que bien, siempre ha sido mejor
que tú. Harun es superior.
¿Harun Lewis? Esta inesperada información
tampoco me lo esperaba, nuevamente me encontraba
más que impresionada, pero también un poco
confundida por sus palabras, mi falta de
comprensión instantánea ocasionó que mi entrecejo
se frunciera.

1052
—No… —Hareth fue gravemente interrumpido,
su mandíbula se apretó visiblemente por ese hecho.
—Y a propósito, él te manda saludos —exclamó
sonriendo más. Retrocedió segura de su escape—.
Nos vemos pronto, Rouse —me dijo antes de
desaparecer por arte de magia.

Como ya no teníamos nada que hacer en ese


castillo, nos fuimos. Nos despedimos sin mucha
emoción, y de lejos, de los presentes y abandonamos
la sala de trono.
Hareth estaba visiblemente molesto, no hablamos
para nada mediante salíamos de ahí. En el vehículo
quise romper esa tensión pero cuando lo iba a hacer
él aceptó una llamada telefónica que duró todo el
trayecto de regreso a la propiedad en la que el
helicóptero aguardaba por nosotros.
En el avión volvimos a estar solos, ahí, ya
acomodados en nuestro lugar, con el jet rozando las
nubes, pude tener su atención.
—Hareth, ¿qué tiene que ver Recia con Harun?
¿Quién es realmente ella?

1053
—Recia es una híbrida, hija de Eden Dell y
Trevor Gastrell, beta del alpha Philip Brown. Ella
fue amiga de Hazal alguna vez, exactamente hace
seis años ella… —pausó pero se obligó a continuar
— ella se unió a Harun, Recia es parte de los
híbridos rebeldes.
Eso explicaba la razón de la mención de Harun,
él era su líder.
—Pero, ¿hay algo más, cierto?
—Ella estaba provocando, nada…
—Dímelo —insistí de golpe.
—Tuvimos un momento —presioné las cejas
adquiriendo un gesto duro en su dirección—, más
que un momento pero juro que nada más, está
prohibido.
—¿Qué está prohibido?
Él no me respondió al instante, le costaba
encontrar las palabras correctas para hacerlo.
—Una de las normas es —suspiró y entonces me
lo soltó— no tener relaciones con los híbridos, por
cuestiones de cuidado está prohibido tener sexo con
ellos —fue más específico dejándome en estado de
shock porque nosotros…

1054
—¿Por qué no? ¿Tenemos alguna clase de
enfermedad contagiosa que yo no sabía? —exclamé
con la molestia manifestándose en mis rasgos.
—Es para evitar reproducción, un embarazo.
—¿Los métodos anticonceptivos no sirven?
—Es por precaución —me contestó—, además, el
sexo despierta curiosidad, esta es una presión para
que los híbridos se presenten por voluntad a realizar
el ritual de la expulsión. Se puede someter a este
ritual desde temprana edad, la edad límite es
dieciocho. Igualmente, la especie a la que pertenezca
influye en esta cuestión ya que los poderes tienen
que estar despiertos.
—Nosotros hemos estado teniendo sexo, ¿por
qué no me lo dijiste antes? —reproché.
—Lo hicimos cuando no sabíamos tu identidad.
Y ahora te cuidas, nos cuidamos, estamos
protegidos. Esta absurda norma ya no sirve.
—Es porque la rompiste, supongo que trae
consecuencias, ¿no? ¿Cuál es el castigo?
—Cada maldita cosa produce algún resultado,
pero no nos preocupemos por eso. Nosotros —su
mano alcanzó mi mejilla— estamos lejos de su mira,

1055
Grayson confía en mí. Tú estás protegida si
conservas el anillo, nadie más sabe quién eres.
«Alguien más sabe sí quién soy», pensé.
—¿Y vamos a seguir rompiendo las reglas? —
susurré.
—¿Qué crees tú? —dijo antes de besarme.
Poco después pedimos un café, mientras
desayunábamos prendí mi teléfono y le mandé un
mensaje a Abby, era domingo, ya las una de la tarde
en Milford según mis cálculos. En espera de su
respuesta, ingresé en Instagram y su historia fue la
primera de mi lista. Casualmente ingresé en ella y
casi escupí el café al ver su contenido.
Un video.
Un vídeo que mostraba una escena muy cercana
entre ella y Hannah. Un momento amistoso que me
hacía hervir la sangre.
¿Divirtiéndote con el enemigo, amiga?

Hola, rebeldes ;)

1056
Solo paso a aclarar que Hareth es el personaje
masculino central de MIA. Él es el enfoque
principal, Aedus seguirá participando pero con
cierto desenfoque, borrosidad xd
Espero que les esté gustando la historia y los
cambios para las que andan leyendo esta nueva
versión. Gracias por leer :D
Para cositas interesantes pueden seguirme en
redes sociales dedicadas unicamente a mis historias.
Instagram: @_antoniabl | Facebook: Antonia BL

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39. Misterio indescifrable

Capítulo 39: MISTERIO INDESCIFRABLE


Abby
El viernes en la noche Rouse me abandonó, por
primera vez desde que nos hicimos amigas
inseparables nos separamos. Muy triste.
El día siguiente abrí los ojos maravillándome con
una estupenda vista: Edward. Estuvimos días sin
poder tocarnos, hablábamos todos los días pero se
extrañó bastante ese contacto íntimo.
Y no me refería a tener relaciones, eché de menos
tenerlo cerca. Él siempre andaba acechándome y
extrañé su intensidad. Para nuestra fortuna, la
siguiente vez que fuera a España me llevaría puesto
que las clases estaban por finalizar, incluso ya
habían pasado días desde que se empezó a organizar
la fiesta de fin de curso.
Subí sobre él acariciando mi cara con la suya, la
ligera barba que adornaba su mandíbula me hizo
cosquillas. Él se despertó, sus ojos chocaron con los
míos de una forma mágica. Entonces detecté sus
manos apoyándose en mi espalda, sus manos

1058
acariciando aquella parte me produjo una sensación
deliciosamente agradable.
—Buenos días, bonita.
—No sé cómo, pero todos los días me tienes más
atrapada —confesé en voz baja. Mi revelación
consiguió que una sonrisa se asomara en su rostro.
—Cada día me gustas más también, así toda
gruñona, mandona… Me encantas.
—¿Disculpa? —exclamé ofendida. Quise
levantarme pero con sus manos en mi espalda me
impidió hacerlo. Una de sus manos quedó por detrás
de mi cuello, él sonreía.
—Sabes que solo dije la verdad.
—Eres un idiota, pero este defecto no es
suficiente para que dejes de gustarme, maldito.
Lo besé y percibí su sonrisa antes de que me
correspondiera el beso. Sus dedos se empuñaron en
mi cabello, él me dejó caer sobre el colchón
subiendo sobre mí y sin dejar de mover su experta
boca sobre la mía. Corrió sus labios a mi mejilla
dándole inicio a una línea de besos que ascendía por
mi garganta, arrastró sus besos por todo mi cuello

1059
consiguiendo que las partes sensibles de mi cuerpo
despertaran.
Una descarga electriza cruzó por mi espalda en
cuanto su mano se coló bajo la camiseta que usaba
tocando mi piel desnuda, subiendo hasta alcanzar
una de mis tetas. El contacto de su cuerpo rozando al
mío, uniendo su calor al mío, produjo que esa
sensación electrizante fuera mayor y que me dieran
ganas de más.
Me encontraba seducida por sus caricias, yo
tampoco perdía el tiempo, dejé que mis manos
actuaran libres explorando su fabuloso y atlético
cuerpo. Conseguí encontrar el elástico de su bóxer,
extendí mi palma encajándola a su perfecto trasero,
sonriendo por este atrevimiento. Pero era mío, solo
mío.
Él aspiró el aroma de mi piel, su nariz
acariciando un lado de mi cuello me tenía derretida.
Las emociones latían frenéticamente siendo el efecto
perfecto y arrebatador que provocaba su cercanía.
—Cómo me gusta tenerte así, rendida por mí —
su voz ronca y seductor me acarició el oído. Sus
dientes mordieron ligeramente el lóbulo de mi oreja,
mis uñas se encajaron en su espalda evitando soltar
un jadeo.

1060
—También te estás muriendo por mí.
—Siempre.
Edward se deshizo de la prenda que más me
cubría con rapidez, mi cuerpo quedó protegido solo
por esa diminuta ropa interior que él se encargó de
arrebatar con impaciencia. Sus dedos se
humedecieron cuando probó tocarme,
inmediatamente me abordó más sensaciones que
clamaban más.
Nunca tendría suficiente de él, sus ojos
expresaron un deseo animal. La expresión que
manifestaba ese sentimiento estaba acompañado de
ese brillo de amor que no me cansaba de contemplar,
ese cariño a mí nunca abandonaba su rostro cuando
me miraba. Pero ni ese infinito aprecio le permitía
ser suave conmigo, en su esencia estaba ser un
maldito salvaje insaciable.
Tragué saliva en cuanto su prominente miembro
se manifestó bien erguido por delante de mí, me
rozó el muslo haciéndome estremecer. Se dirigió
justó ahí y…
Se perdió en mi cuerpo, sus manos y sus labios
tocaron cada rincón secreto admirando cada reacción
de mi parte con su salvaje mirada. Se movía

1061
expertamente, de una manera que me nublaba la
visión por tanto, su voltaje me tenía al límite, su
violenta potencia me tenía rogando por más. Y
obtuve todo de una manera arrebatadora.
Tan rico, el placer que se extendía por mi cuerpo
me tenía en una nube en lo más alto del cielo.

Eran las nueve de la mañana cuando bajamos a


desayunar, solos los dos ya que en esta casa todos
madrugaban. Un rato después ya me encontraba sola
terminando mi zumo ya que Edward se retiró
diciendo tenía algunos pendientes que tratar con
Malcom. Pero prometió que para el medio día ya
estaría disponible solo para mí.
—Buenos días, linda.
—Hola, señora Lewis.
—Llámame Helen, por favor —ella se sentó
dejando de lado el IPad que la acompañada a todos
lados. La mesa que ocupaba seguía repleta de
comida, ella alcanzó un pedazo de fruta y la saboreó
mostrando su aprobación.
—Escuché decir a Hazal que hoy se van, ¿se
están quedando en Inglaterra, cierto?

1062
—Así es, aprovechando que Hareth ya tiene a su
cargo la corona queremos encargarnos
personalmente de un proyecto que estamos llevando
a cabo en ese país, específicamente en esa ciudad.
—¿Ampliando su fortuna?
Ella se rio, su sonrisa permaneció cuando me
respondió.
—Solo expandimos nuestro talento.
—¿También eres arquitecta?
—Tengo cierto conocimiento, pero soy abogada,
estudié ciencias políticas, mi mente solo conoce
normas, cumplir la ley está tatuada en mi cerebro —
bromeó y yo esbocé una sonrisa forzada porque su
respuesta no me dio una buena sensación—. Fui
reina, ser la heredera no me dio el gusto de seguir mi
pasión. Pero ahora me gusta lo que hago, ya puedo
dedicarme a cuidar el capital de mi familia. Incluso
soy socia de un bufete de abogados con los Lazcano.
—¿Entonces siempre fueron cercanos a la familia
de Edward?
—Sí, pero evidentemente la amistad que
formaron Hareth y Edward nos unió más. Hablando
de amistad, ¿tú conoces desde hace mucho a Rouse?

1063
—Cuando doy esa respuesta todos se sorprenden
—me reí, ella sonrió esperando que le dijera—. Un
año, somos muy confidentes a pesar de no
conocernos desde tanto.
—Juraría que más, me sorprendiste. ¿Y sus
padres como se llevan?
—¿Nuestros padres? Pues bien, nuestras madres
eran viejas amigas, se conocieron hace bastante pero
la vida los separó pero gracias a nosotras se
volvieron a unir, ¿interesante, no?
—Mucho, ¿cómo se llaman tus padres? —
preguntó casualmente.
—Candice y Luka. ¿Tú provienes de una familia
turca, cierto? —cambié radicalmente de tema porque
su mirada me resultaba sospechosa y además porque
tocar el tema de mis padres ahora mismo no me
hacía bien.
—Mi abuela materna lo es, todos en casa
sabemos el idioma porque ella exige que lo
sepamos.
—¿La bisabuela? —no pude evitar decir,
evitando esbozar una sonrisa que evidenciara mi
diversión que me esforzaba por ocultar.

1064
—La de mis hijos, sí.
—Oye, mamá, hay que irnos ahora —apareció
Hazal en la entrada de la cocina—. Hola, Abby —
dijo al verme, alcé una mano como saludo,
sonriéndole—, ¿quieres acompañarnos?
—¿A dónde van?
—A supervisar mi futuro hogar —dijo
emocionada.
—Vámonos —acepté poniéndome de pie.

A las once ya estábamos de regreso, ver la casa


ya perfectamente construida para Hazal me dejó
emocionada. Pronto yo también ya me estaría
preocupando y encargando de estas cosas para
formar una familia con Edward.
Minutos después me encontraba nuevamente en
la puerta despidiendo a los señores Lewis, ya se
marchaban. La camioneta que los llevaba salió de
nuestro enfoque en cuanto el portón negro se selló
encerrándonos en el paraíso que representaba ser
esta casa.

1065
Hannah fue la primera en moverse, ingresó en la
casa y con Hazal no perdimos el tiempo de hacer lo
mismo. La menor de los Lewis estaba tecleando en
su teléfono, luego giró hacia su hermana.
—Vienen mis amigos a pasar la tarde, ¿está bien?
—¿Eso no se pregunta antes de hacer la
invitación?
—Son los de siempre, Hazal.
—Solo bromeaba —tentó su hermana.
—¿Y sí hacemos una barbacoa? Bueno, no
nosotras, estoy segura que incendiaríamos la casa.
—Qué rico —no pude evitar decir. Hannah me
miró.
—¿Te nos unes o tienes otros planes?
—Nada, me gusta la idea de una parrillada.
—Bien… —ella estaba a punto de decir algo más
pero su teléfono sonando en una llamada hizo que
desistiera atendiendo—. No hay problema, en ese
caso dile que traiga todo lo necesario para una
barbacoa, también pizza y hamburguesas. A la
mierda la dieta, trae todo lo que quieras y mucha
bebida. Nos vemos, Lex —Hannah cortó la

1066
conversación—. Buenas noticias, vienen los primos
Mayer también, Anthony traerá todo lo necesario,
Alexia dijo que lo acompañaría a robarse todo el
restaurante.
—Primos Mayer, hermanos Brown, ¿qué pasa
con Josseline? —preguntó Hazal.
—En New Hope —simplificó Hannah—, ¿me
acompañas, Abby?
—Claro —dije dirigiéndome con ella a la cocina.
No pude evitar pensar lo raro que me estaba
resultando interactuar con ella, Hannah se veía
relajada, agradable.
Después de ocuparnos de algunas cosas en la
cocina salimos a verificar otras en el patio y
finalmente subimos a cambiarnos para la ocasión.
Me puse un traje de baño de dos piezas color negro,
un short de mezclilla. Me até bien el cabello en una
perfecta cola alta y salí encontrándome una vez más
con Hannah. Justo cuando finalizaba de bajar las
escaleras, ella iba a abrir la puerta. Del otro lado y
con muchas bolsas, aparecieron nuestros amigos.
Alexia y Jeremy Brown. Y Brenda y Anthony
Mayer.

1067
Desde su cumpleaños Anthony se volvió muy
cercano a Alexia, cada vez se los veía más juntos.
—¡Abby! —Brenda se apresuró hacia mí, me
saludó con un beso en la mejilla y miró a nuestro
entorno como si buscara algo, a alguien más—. ¿Y
Rouse?
—Al otro lado del mundo —respondí—.
Acompañó a Lewis en un evento en Rumania, a
Bran.
—Qué pena, digo bien por ella.
—¿Qué fue todo lo que trajeron? —pregunté, me
acerqué a los demás, saludé a todos. Llevamos todo
lo que trajeron en la cocina y juntos experimentamos
condimentar la carne. Anthony mostró una gran
destreza en este ámbito y le agradó recibir halagos
de ello por parte de Alexia, al parecer se ganó
puntos por esto.
Me estaba agradando compartir este momento
con ellos. Durante un instante había imaginado que
me resultaría todo muy incómodo por no conocer a
los hermanos Brown, pero Alexia ya no se veía
como esa chica pretensiosa que desafió a mi amiga y
su hermano era muy gracioso. De todas formas,

1068
tener a los primos Mayer me ayudaba a sentirme a
gusto. 
Con las chicas llevamos la pizza y bebidas en la
mesa del jardín, la cual había preparado con Hannah.
Abrimos dos cajas de pizza y esperamos a que
Jeremy acercara las hamburguesas recién hechas. Vi
a Anthony avivando el carbón con la supervisión de
la cocinera de la casa.
Jeremy dejó la bandeja de hamburguesas sobre la
mesa y siguió a Hannah, quien le había expresado
con un gesto de mano que la acompañara a activar
los equipos de sonido.
Ellos se fueron y yo agarré una porción de pizza.
Me senté y la guie a mi boca, Brenda y Alexia
hicieron lo mismo al verme relajarme al fin. Me
serví un vaso de coca cola y ofreciéndole a ellas
también. En cuanto volví a apoyar mi espalda contra
el espaldar de la silla, con la mirada vagando por el
entorno, vi a Edward saliendo de la casa
acompañado de Hazal y Malcom, detrás de ellos
aparecieron Hannah y Jeremy, este último traía
consigo una Tablet, seguramente este serviría para
cambiar la lista de reproducción, la música ya estaba
inundando el patio a un volumen aceptable, el

1069
sonido provenía de algún parlante oculto porque no
lograba distinguir de qué parte venía.
Compartimos un almuerzo agradable, nunca
había visto a Hannah hablar tanto, los hermanos
Brown eran sus mejores amigos según entendí. La
miraba de manera sospechosa desde esa noche rara
en la que la descubrí junto a Lewis en un episodio
extraño.
Hazal y Malcom se despidieron de nosotros,
Edward se fue a cambiar para unirse a nosotros en la
piscina. Los demás ya estaban en las tumbonas
mientras que yo no me podía mover de la mesa, las
empleadas estaban recogiendo la mesa, yo seguí
tomando sorbito por sorbito mi bebida. «Ah,
diablos».
Me puse de pie en cuanto visualicé a Edward
saliendo de casa, él traía puesto un pantalón corto y
lentes de sol, su torso desnudo brilló ante el sol o yo
ya estaba alucinando. Me encaminé en su dirección
ubicando una mano en la cintura, sentí que me
pesaba el estómago, que estaba por caerse
realmente.
—Edward, ah —gemí adolorida—, ¡tu hijo está
por nacer! —exclamé acariciándome la panza.

1070
—¿Qué? ¿Cuándo te preñé?
—Cállate —me reí—, ¡me comí una pizza entera,
¿te lo puedes creer?! Mañana tienes que obligarme a
hacer ejercicio.
—Esta misma noche puedo conseguir que sudes
mucho —insinuó logrando que el tono de mis
mejillas cambiara.
—¡Cállate! —expresé escandalizada, los
presentes escucharon nuestra conversación y no
dudaron de emitir leves risas. Me aproximé más a él,
pasando mi mano en una caricia de su pecho a
hombro, acercándome para susurrarle al oído, en
tono privado—: Acepto la propuesta.
Sonriente, me fui a acomodar en una de las
tumbonas libres, la sombrilla me protegía del
reluciente sol. Hacía un día precioso, el clima
favorecía nuestro momento.
—Súbele el volumen a esta canción, Hannah —
pidió Alexia, reconocí a Imagine Dragons, pero no
el tema.
—¿Qué tal si jugamos a verdad o reto mientras la
carga de la comida pasa? —propuso Jeremy.
—¿Ese juego estúpido? —protestó su hermana.

1071
—Eres libre de proponer algo mejor.
—Mi cabeza no da para pensar, ¿qué dicen
ustedes? —nos preguntó.
—No pongo objeción —dijo Hannah y tanto yo
como los primos Mayer opinamos lo mismo.
Edward pasó de nosotros, se acomodó a descansar
un rato—. ¿Por ronda? —asentimos estando de
acuerdo—. Vamos contigo, Jer, ¿verdad o reto?
—Verdad.
—¿Es verdad que tienes el pito chico?
—¡Qué diablos, Hannah! —expresó de golpe,
claramente no se esperaba esa pregunta. Me reí
acompañando a los demás, el rostro de Hannah
había adquirido un tono rojo por su risa—. Pero no,
sabes que tienes vía libre para descubrirlo si quieres.
—Lo siento, no soy muy creativa. La abundante
comida me está estancando las ideas —excusó
divertida.
—Pues te toca, querida —advirtió su amigo, ella
asintió lista para cualquier tontería que pudiera decir
Jeremy—. ¿Verdad o reto?
—Verdad.

1072
—¿Eres virgen?
—¿Qué? —intervino Alexia, contrariada por la
pregunta de su hermano—, qué ridiculez, Jeremy,
podrías aprovechar para saciar una duda mayor y
vienes con eso.
—Esta es mi mayor duda —sostuvo él—, quiero
saber si alguien ya tocó lo que es mío —tentó,
sugestivo.
—Eh, que no somos nada más que amigos —
exclamó Hannah.
—La mayoría en la escuela piensan que tienen
algo —informó Brenda.
—Están equivocados —expresó la rubia—, solo
somos amigos —repitió.
—¿Entonces qué? —insistió Jeremy.
—Lo soy.
Quedó un silencio absoluto ante su revelación.
Brenda fue la que se atrevió a romper ese
momento denso.
—Es comprensible que todavía lo seas después
de lo que se expandió ante lo ocurrido con Parker

1073
Hans.
—¿Qué sucedió y quién es Parker Hans? —
pregunté inmediatamente.
—Hace dos años Hannah se acercó demasiado a
este malnacido, Parker Hans, un estudiante de
último año de Luna Eclipse —me contó Alexia—, él
esparció de que se acostaría con ella y sí, esta idiota
estaba dispuesta a estar con ese ridículo.
—Admite que era un ridículo bueno —
interrumpió Hannah, para nada contrariada de que su
amiga me estuviera informando sobre ella.
Alexia negó con la cabeza formando una mueca
de disgusto.
—Bueno —suspiró ella, lista para continuar su
relato—, ese rumor llegó a los oídos del protector
hermano mayor de Hannah. Él no dudó de enfrentar
al chico y justo a tiempo porque Parker ya estaba
con su víctima a punto de dirigirse a un lugar
privado con ella. Ese enfrentamiento ocurrió en el
instituto a la vista de todos, los estudiantes que
interrogó Lewis afirmaron lo que él ya sabía, Parker
quedó pálido, recuerdo que quise reírme en ese
momento —pausó Alexia, conteniendo su risa—.
Continuando, Lewis tomó del brazo a Hannah y no

1074
hubo mucha charla más que confirmar ese rumor,
advertencia y dejar mucha sangre en la cara de
Parker.
»Lewis lanzó públicamente su amenaza, que
destrozaría a quien fuera que se atreviera a tocar a su
hermanita. Y ese recuerdo sigue fresca en la mente
de los estudiantes y se le recuerda a los nuevos si se
le quedan mirando demasiado a ella.
—Pero —me quedé sin habla—, ¿qué edad
tenías, Hannah?
—Dieciséis, ahora tengo dieciocho y aún no ha
aparecido ese príncipe que se atreva a desafiar a mi
hermano por mí —dijo, divertida.
Jeremy carraspeó. Solo que Edward habló antes
que él.
—Lewis no permitiendo que se le acerquen a ella
a pesar de que él a esa edad era el más terrible de
todos —se rio mi compañero—. Él es muy celoso
con lo que quiere, incluso reclamó mi amistad
cuando me emocioné de más con un compañero de
videojuegos, qué tiempos.
—¿Jeremy, tú me quieres? —exclamó de la nada
Alexia— Porque tú en vez de detenerme cuando

1075
quise experimentar en el adictivo mundo del sexo,
me impulsaste, ¿eres tarado o no me quieres?
Fue turno de Anthony de carraspear,
incómodamente.
Poco después terminó el juego y decidimos
meternos en la piscina. Duramos como media hora
allí porque el sol estaba muy fuerte, bebimos,
charlamos más, incluso bailamos con la música a
todo volumen. De repente Hannah propuso ir a la
sala de juegos para hacer un show de Karaoke,
divertirnos en esa zona repleta de entretenimiento.
Nos trasladamos ahí, solo los seis ya que Edward
decidió quedarse a relajar en el silencio que dejaría
nuestra marcha de la piscina.
Me había vuelto a colocar el short de mezclilla,
Brenda, Alexia y Hannah también se coloraron otra
prenda para ingresar en la casa. Al llegar en el sitio
deseado Hannah se encargó de programar el
Karaoke, nos mostró una larga lista de canciones
que comenzó a reproducir aleatoriamente.
Elegimos al azar quien empezaría primero y le
tocó a Hannah, maniobró el micrófono como una
experta posando para la foto que le sacaría Jeremy.
La canción que le quedó a ella fue Ain’t My Fault de
Zara Larsson.

1076
Y me sorprendió de que cantara tan bien, pero lo
hizo más el hecho de que lo interpretara incluso con
un baile, una coreografía que no dudó en acompañar
Alexia.
It ain’t my fault you keep turnin’ me on (No es
mi culpa que estés excitándome)
It ain’t my fault you got, got me so gone (No es mi
culpa que me tengas tan ida)
It ain’t my fault I’m not leavin‘ alone (No es mi
culpa que no me vaya sola)
It ain’t my fault you keep turnin’ me on (No es mi
culpa que estés excitándome)
—Aprendimos está coreografía en un
campamento de baile —mencionó Alexia,
incitándonos para que la siguiéramos. Brenda hizo el
intento de seguir sus movimientos, me convencieron
con facilidad de unírmelas e intentar seguís sus
pasos.
Hannah no decepcionó son su show, parecía toda
una experta. Entonces, después de pasar el resto de
la tarde en esa sala, con las chicas subimos a su
habitación porque todos se quedarían a pasar la
noche y nadie había venido preparada. El cuarto de
Hannah se encontraba en el tercer piso, la primera
puerta al terminar de subir las escaleras.

1077
Su dormitorio estaba perfectamente ordenada, el
rosa pálido y blanco era su color. Ella invitó a todas
a buscar lo que deseábamos en el armario,
incluyéndome a pesar de que mis cosas estuvieran a
un solo piso de distancia de mí. Yo no elegí nada,
solo me quedé acompañándolas hasta que tuve que
salir para bañarme y prepararme para lo próximo
que venía.
Minutos después ya estaba más que lista, bajé
reuniéndome nuevamente con ellas, pasamos en la
cocina por los aperitivos antes de dirigirnos en la
sala de cine en la cual aguardaba por nosotras
Jeremy y Anthony. Le marqué a Edward para que se
apurara, él mostró una pisca de desaprobación
cuando me encontró recibiendo la bebida alcohólica
que nos acompañaba en esa ocasión.
Ya se estaba reproduciendo una serie de terror
que pensábamos terminar esa misma noche. Era
sábado después de todo.
Transcurrieron las horas, yo ya me encontraba
llena otra vez y, además, con sueño. Edward dormía
sobre mi hombro, se despertó repentinamente por el
extremo sonido de la sala y por el chillido de
Hannah. Él decidió subir en la habitación para

1078
descansar tranquilo, revisé la hora en mi teléfono y
eran casi las dos de la mañana. Muy temprano.
—Si me da un infarto, grabaré que ha sido por su
culpa —advirtió Hannah, hablándonos en general y
sacando su teléfono muy en serio. Ella estaba
sentada a mi lado, no me fue complicado ver lo que
ella miraba en la pantalla de su celular.
—Eh, no me etiquetaste.
—¿Qué? —ella me miró, frunciendo las cejas
ante su confusión.
—En las historias.
—Es porque no nos seguimos en Instagram.
—Búscame y me sigues.
—Está bien —dijo con una leve risa. Recibí su
notificación y sonreí. Ella me devolvió el gesto y su
sonrisa se amplió cuando un mensaje iluminó la
pantalla de su teléfono. Era Lewis, ella ingresó al
chat y era una fotografía de él sacada en un espejo
de cuerpo completo, su traje formal advertía de que
estaban a punto de partir al evento.
Ella se puso de pie y se apuró en abandonar la
sala de cine en busca de privacidad. Me concentré en
continuar viendo la serie durante un momento y me

1079
convencí de que ella y él solo eran unos hermanos
bastante unidos. De pronto tuve la necesidad de ir al
baño, no pude aguantarlo más y me apresuré en
llegar al baño del pasillo, justo en la salida estaba
Hannah, apoyada en la pared en una videollamada
con él.
No le puse importancia y me encerré en el baño.
—Cuando las chispas llegan sabes que yo soy la
que llega —canturreó Hannah mientras volvía
dentro, la alcancé y llegamos juntas a nuestros
asientos.
Continuamos viendo la serie en silencio, pasó un
buen rato y mi teléfono vibró en mi mano, me fijé y
era una fotografía de parte de Rouse. Las ganas de
comer algo dulce me atacaron ni más mis ojos
devoraron cada una de las delicias que decoraba la
mesa de aperitivos.
Respondí con bastantes emojis y acepté la bebida
que Hannah me ofrecía.
Transcurrieron más horas, solo Hannah y yo
seguíamos despiertas.
—¿En serio te da miedo? —le pregunté.

1080
—Esto va a sonar muy de niña pero nunca le he
soltado la mano a Hareth cuando vemos una película
de terror, me fundo en él cuando me asusto porque sí
me asusto y eso es lo divertido, también porque sé
que nada malo podría pasarme estando él conmigo.
—Puedo darte mi mano si quieres —ofrecí
causando risas de su parte.
—Eres muy graciosa, Abby. Me agradas.
—Tener tu aprobación era lo único que me
faltaba para ser feliz, gracias, alteza —exclamé
haciendo que ella soltara más risas.
—De nada.
—¿Entonces Lewis es tu hermano favorito?
—Yo lo considero más que eso, él es la persona
más importante para mí, no solo porque sea mi
hermano, él me salvó.
—¿De qué te salvó? ¿Te salvó de cometer la
estupidez esa de acostarte con Parker Hans? —ella
se rio por mi pregunta, negó con la cabeza y suspiró
antes de responderme.
—También, ese día sin duda fue inolvidable —su
tono denotaba un misterio indescifrable, su mirada
se ausentó durante un instante—. Pero yo me refiero

1081
a que de verdad salvó mi vida, si él no hubiera
aparecido no sé qué hubiera pasado conmigo.

—Yo estaba en problemas, en una situación que


pudo acabar con mi vida. Él me rescató, fui la única
sobreviviente.
—¿Qué? Pero… —ella notó mi confusión.
—Yo tenía nueve años —continuó ella, su forma
de mirarme advertía una revelación, y entonces ella
me lo soltó—. Hareth no es mi hermano realmente,
yo soy adoptada.

1082
40. El peor de los crímenes

Capítulo 40: EL PEOR DE LOS CRÍMENES


Abby
La afirmación de Hannah produjo que cualquier
rastro de cansancio desapareciera de mi rostro
dándole lugar al chispeo de un inquietante interés.
—¿Eres adoptada?
—No es un secreto —aclaró ella con simpleza—,
todos saben que lo soy, al menos los que han vivido
toda su vida en este lado oculto del mundo. Soy
afortunada de tener a Hareth, digo —pausó como si
buscara una forma de corregir sus palabras—, de
que el destino lo pusiera en mi camino justo ese día.
Estoy agradecida, con su familia por aceptarme pero
especialmente con él por no haberme dejado al
cuidado de otro.
—Pues sí eres afortunada, muy afortunada. Te
tocó una hermosa familia.
—Lo sé, solo que estar a la altura me deja el
espíritu en el suelo —susurró con voz derrotada—,
pero mi apariencia está en lo más alto. Y eso es lo

1083
que cuenta aquí, que te vean bien para pasar
desapercibido.
—No te me pongas sentimental que no sé qué
decir cuando alguien se desarma conmigo —
exclamé de golpe consiguiendo al instante que ella
sonriera y negara con la cabeza.
—Me callo —prometió tras guiar su mano
derecha a la altura de su boca uniendo su pulgar e
índice y deslizándola sobre sus labios para mantener
su palabra.
—Mentira —sonreí—. Tengo una duda, tu
nombre no delata para nada que no tengas lazos de
sangre con los Lewis.
—¿Hannah? Mi nombre real es Michelle. Y lo
sigue siendo porque lo conservo como segundo
nombre, Hannah Michelle… Lewis.
—Mi nombre es Heaven Abigail, ah, lo odio —
gruñí con una mueca de disgusto instalándose en mi
gesto facial.
—No tienes cara de Abigail, solo Abby.
—Tú si entiendes.
—Mira, te mostraré algo —exclamó acercándose
más a mí encendiendo la pantalla de su teléfono, su

1084
hombro se apoyó contra el mío, se acomodó a mi
lado ubicando su celular a un enfoque perfecto para
las dos—. En este sitio puedes encontrar todas las
novedades —deslizó su indicé por la pantalla
mostrándome varias secciones—, cuando recibí el
apellido Lewis las noticias, durante todo ese día,
aquí, por donde mirases solo aparecía mi nombre. Es
bastante fastidioso, ni en el mundo sobrenatural te
salvas de recibir críticas por quien eres, por lo que
haces.
—Eso es lo que le toca a las celebridades,
princesa.
—Lo lamento por quienes realmente lo son —
dijo entreviendo sus dientes al sonreír—. La
novedad del momento es el evento de Sheldon
Collins —ingresó en esa primicia, inmediatamente
las fotos de ese gran suceso llenaron la pantalla del
teléfono—. Aquí están ellos… —Lewis y Rouse en
varias tomas comenzó pasar rápidamente ante
nuestros ojos, Hannah no me estaba dando tiempo
para detallar lo radiante que estaba luciendo mi
pelirroja amiga.
Su sonrisa para ese momento había desaparecido,
sus labios estaban sellados correctamente, solo que
había una visible emoción perturbando sus ojos.

1085
—También hay un sitio para que puedas ser tú —
suspiró mostrándome ese apartado en una aplicación
nueva—, es una red social de vídeos que le permite
a los seres mágicos destacar su poder. Te grabas,
pones algún filtro que te haga lucir mejor y
compartes. Esta app es muy popular, aquí se lucen
los magos. Y para los que son parte de este mundo,
pero sin ninguna habilidad que resaltar, como yo —
ejemplificó tristemente—, hay efectos impactantes
que te puede convertir en el mejor ser mágico.
Tengo varios si quieres ver.
Y qué sensacional, estaba viendo videos cortos de
gente que verdaderamente estaba luciendo poderes
que no eran para nada de fantasía. Todo era real.
Bueno, seguidamente Hannah me explicó más sobre
los efectos espaciales al mostrarme sus nueve vídeos
publicados.
—Mañana podríamos hacer uno —propuso
cuando su explicación finalizó, viéndome
ilusionada.
—O dos o tres.
—Tu enumeración me dio una idea.
—Dime.
—Cazadores.

1086
—¿Cazadores?
—Sí, ellos cuentan con diversos poderes ya que
no pertenecen a la misma especie. El efecto te
proporciona su uniforme y tú seleccionas a tu gusto
la magia que quieres adquirir.
—Creo que ya deberíamos dormir para que
amanezca pronto —sugerí.
—Terminemos de ver el capítulo —su atención
volvió a la pantalla gigante y yo la imité. En silencio
y en alto suspenso, terminamos de ver el episodio.
—¿En serio eres virgen? —pregunté
casualmente.
Todo estaba a oscuras, dormiríamos en aquella
sala, los asientos eran bastante cómodos, todos
nuestros amigos estaban plácidamente durmiendo
que nos dio pena despertarlos para abandonar entre
todos la estancia, así que decidimos quedarnos.
Hannah guardó silencio, esperaba no
equivocarme al intuir que mintió en la respuesta que
le dio a Jeremy.
—¿Por qué lo preguntas?
—Siento que no respetaste los términos del
juego.

1087
—Nadie lo hace.
—¿Mentiste?
—Lo hice —no lo negó.
—Pero —observé en la dirección donde estaba
ella, no la podía ver pero ridículamente la miré—,
pensé que ellos eran tus mejores amigos, ¿por qué
les ocultarías esto? No debe ¿avergonzarte?
—Porque es mi secreto.
—Con los amigos se comparten los secretos.
—Algunos secretos —sostuvo—, otros son tan de
ti que te las debes tragar.
—Pudiste haberlo negado de nuevo, ¿por qué no
lo hiciste?
—No lo sé. Solo no se lo cuentes a nadie, por
favor.
—Está bien —dije a pesar de estar queriendo
soltarle todo a Rouse.
—Gracias.

1088
A las diez de la mañana ya nos encontrábamos
todos juntos desayunando al aire libre, en el jardín se
respiraba pura tranquilidad.
Bueno, de una dirección emanaba una corriente
de reproches que quebraba mi calma. Edward estaba
ayudando a Hazal en plantar algunas flores porque el
dominaba el elemento de tierra, Hazal se estaba
aprovechando de su habilidad para aligerar su
trabajo. Ellos se encontraban en una buena distancia,
de vez en cuando echaba un vistazo en esa dirección
y lo veía mirándome como si hubiera cometido el
peor de los crímenes.
Y es que no habíamos dormido juntos, dijo que
debía alcanzarlo y no lo hice.
Hannah propuso la idea de hacer ese vídeo
mágico, una hora después ya estábamos en
producción. Tardamos como dos horas en esa
realización, hicimos más de una como habíamos
quedado y el resultado fue una obra de arte.
En el medio de toda la producción, de
grabaciones individuales, yo aproveché el momento
para subir algo en mi Instagram, específicamente en
la historia porque últimamente ya no compartía ni
memes.

1089
Saqué un vídeo junto a la persona más cercana
que tenía, Hannah. Ella al notar que estaba grabando
decidió por aproximarse más hasta situar su mano
sobre mi hombro sonriéndole a la cámara. La
etiqueté y compartí el vídeo en mi historia.
Después había dejado el teléfono sobre la mesa y
me concentré en lo que hacíamos. Tiempo después,
decidí por fijarme en él y vi que tenía un chat de
Rouse. No quise mandarle mensajes hasta que ella
se manifestara para no interrumpir o impedir algún
momento con su novio, así que había preferido bajar
mi intensidad con los mensajes no hablándole para
nada, solo por cuestiones de urgencia.
Le respondí y esperé un minuto hasta que me
impacienté y le mandé como diez emojis
individuales para que también me respondiera. No lo
hizo, hace tres minutos fue su última vez. Mandé
cualquier cosa y esperé otro segundo más, me
llamaron y tuve que volver a dejar de lado mi
celular.
La tarde llegó y nuestros amigos se fueron. Subí a
mi habitación porque tenía una tarea que terminar,
creía que tenía solo una pero terminé encontrando
tres. Hacer todos los deberes me ocupó como dos
horas, luego me tomé una ducha y al salir del baño

1090
me asusté, incluso pegué un respingo, cuando
sorpresivamente encontré a Ed esperándome sentado
en el pie de la cama, su seria expresión me lo
removió todo.
—¡Dios! ¿Qué te pasa?
—Me tienes abandonado.
—Claro que no.
—¿No? Aún no me diste el segundo beso del día.
—Eso es por tu culpa, tú te mantuviste distante.
Sabes que si te hubieras acercado no te lo habría
negado, ya no te niego nada.
Me detuve delante de él, apoyando mis manos
sobre sus hombros.
—Solo bromeaba, entiendo que yo no siempre
seré tu centro de atención. Tienes amigos y me
alegro por ello, veo que congeniaste muy bien con
Hannah.
—No era la Barbie Raquel que creía que era.
—¿Quién? —expresó confundido. Esbocé una
amplia sonrisa y acerqué mi rostro al suyo dándole
el segundo beso del día.

1091
—Barbie, a las rubias creídas usualmente se la
denomina como Barbie, un error que no acepto.
Barbie es buena, Raquel es una “amiga” de Barbie,
ella sí se cree superior al resto. Hannah es rubia y
manifiesta un aire de Raquel. Barbie Raquel, ¿ahora
entiendes?
—Entiendo, pero ¿quién es Barbie?
—Y asumo que tampoco sabes quién es Raquel
—suspiré cuando él negó con la cabeza.
—Lo siento, bonita.
—¿Sabes que vamos a hacer esta noche? —
pregunté entonces, una sonrisa se extendió por sus
labios, su mirada adquirió un tono que me dejó presa
ante sus ojos llameantes de pasión.
—Lo que debimos hacer anoche, más el extra que
merezco como recompensa de tu abandono.
—Error —exclamé apartándome de él, dejándolo
completamente confundido—. Esta noche veremos
Barbie: Life in the Dreamhouse. Tienes que conocer
a Raquel, ¡enfatiza la R!
Edward me miró como si estuviera loca, morí de
risa aunque no mentía.

1092
—No puedo creer que estemos viendo esto —
gruñó mi compañero.
Hey hey!
Life in the Dreamhouse life in the Dreamhouse!
oh, yeah!
Life in the Dreamhouse
Barbie Life in the Dreamhouse
Canté acompañado de Hannah.
Ella nos estaba acompañando a ver los episodios,
cuando le comenté que haría que Edward viera esta
animación ella recordó su infancia y decidimos verla
en la sala de estar. Así que ahí nos encontrábamos,
los tres viendo esta serie de animación.
Era tan adictiva que ya llevábamos tres horas
viéndola.
—Una temporada más y listo —dije para
calmarlo.
Él emitió otro gruñido de frustración.
Un momento después Edward se puso de pie, se
veía contento de repente.

1093
—Mi salvación, llegaron.
Hannah miró su teléfono y también se puso de
pie, se apresuró a la salida y yo la imité tras recordar
la hora.
—¡Rosy! —exclamé en cuanto ella salió del
coche. Me sonrió pero de pronto su sonrisa se
desvaneció como si hubiera recordado algo.
Su vista abandonó la mía cuando Hannah saltó
desde el anteúltimo escalón a los brazos de Lewis.
La mirada de mi amiga, más su expresión fueron de
puro resentimiento.
Se precipitó a la entrada guardándose sus
opiniones, llegó hasta mí y me lancé a abrazarla.
—¿Qué tienes?
—¿Aún te acuerdas de mí? —inquirió
apartándose de mí y prosiguiendo a ingresar en la
casa. La seguí sin entender nada.
—¡No juegues así!
Ella, al darse cuenta de sus palabras, se detuvo y
me miró por encima de su hombro, levemente
arrepentida.
—No puedo hablarte ahora —masculló.

1094
—¿Por qué no? ¿Qué hice? Me miras como si
hubiera cometido el peor de los crímenes.
—Y sí —cambió de postura viéndome con
reproches—, ¡la decepción, la traición!

—No puedo verte —dramatizó apresurándose en


subir las escaleras.
Me quedé ahí plantada sin saber qué acababa de
ocurrir, quise seguirla enseguida, solo que la
presencia de Hannah y Lewis me causó cierto interés
provocando que los mirara. Ella lo sostenía del
brazo, andaban muy cerca. Lewis saludó a Edward
sin la necesidad de que Hannah lo soltara,
compartieron palabras amistosas con mi compañero.
Su hermana lo veía hablar y sonreía.
Rouse volvió a bajar, su mirada encontró la mía.
—¡Abby! —exclamó en un susurro de reclamo—
Estoy ansiosa por hablar contigo.
—Creí que no podías verme.
—Cierto, sobre eso…

1095
Ella se acercó a Lewis, Hannah al notarla y notar
su dirección, no tuvo de otra que respetar la posición
de mi amiga y apartarse de su hermano.
—¿Cuándo tardarás en el despacho? —Lewis la
miró recordando ese hecho.
—Unos diez minutos, ya me estaba olvidando.
—Bien. Te robó a Abby esos minutos, Ed —le
avisó a mi compañero antes de volverse hacia mí,
me tomó por el brazo y juntas nos apresuramos en
encerrarnos en su habitación, ella incluso aseguró la
puerta.
—¿Qué tal el viaje?
Ella se dejó caer en su cama bocarriba, hice lo
mismo girando a verla cuando pasaron segundos y la
respuesta a mi cuestión seguía sin manifestarse.
—¿Rouse?
—Aedus Sallow.
—¿Ah? ¿Ese quién es?
—Mi compañero.
—¿Qué? —exclamé apoyándome en mis codos
para verla desde un mejor enfoque, ella alzó la

1096
cabeza y decidió por sentarse en la cama. La imité,
ella se veía muy afectada de repente.
—Aedus Sallow es el prometido de Marisa
Collins, su boda, incluso su coronación fue
anunciado en el evento de Sheldon. Yo lo vi, nos
vimos, él me reconoció, me reconoció como su
pareja destinada. Y yo también siento que hay algo
entre los dos, no puedo negar la tormenta de
emociones que me despertó su presencia. ¡Pero
estoy muy mal, yo no quiero esto!
—¿Qué? —repetí recalculando cada una de sus
palabras. ¿Ella estaba bromeando o qué diablos?
—Sé que resulta extraño, yo aún no lo acepto. Lo
pienso y no lo entiendo. Pero él también es mi
compañero. Aedus Sallow es su nombre, su maldito
nombre no sale de mi cabeza, me tortura, me torturo.
Estoy atormentada por la imagen de su rostro muy
presente en mi mente, su recuerdo me tiene
delirando. No quiero sentirlo, quiero que esto me
abandone.
—¿Tienes otro compañero?
—¡Sí, y está mal!
—Rouse, más despacio. Estás diciendo algo que
no tiene sentido —me reí sin poder creer nada—.

1097
Hareth Lewis es tu compañero, ¿cómo es qué…?
—Eso no lo sabemos, ese cómo no tiene
explicación. Y Hareth sí es mi compañero, pero él
también.
—¿Lewis lo sabe?
—¡No, no! Aún no fui capaz de decírselo, no sé
si sea buena idea. ¿Cómo se supone que se lo voy a
decir? —se lamentó—. Hay alguien más además de
ti suena directa, pero…
—¡Catástrofe! Esto sería un caos si se lo dices, él
es muy celoso, no soporta que alguien más te mire.
¿Recuerdas cómo te apartó de Chase Collins?
Posesividad al cien, amiga.
—¡No sé qué hacer! —ella dejó caerse de
espaldas nuevamente en la cama, se cubrió la cara
con las manos y emitió un grito ahogado de
frustración.
—No sé qué decirte. Como te dije, esto no tiene
sentido. Nos explicaron que algunos seres
sobrenaturales están destinados a una persona, una
sola persona ¡no dos!
—¿Yo soy la excepción?
—No lo creo, debe haber…

1098
—Un error —completó ella, se descubrió la cara
y me miró—, eso fue lo que dijo él.
—¿Y Aedus no es celoso, posesivo, intenso?
¿Por qué no te reclamó?
—Estábamos en una celebración dedicada
también a su compromiso, a su futura posición como
rey de los vampiros.
—¿Qué? Te faltó añadir ese detalle, amiga.
—Eso no importa. Pero respondiéndote, él dijo
algo sobre… volverse loco al saber que estoy con
otro.
—¿Estuviste a solas con él?
—Sí, a solas y muy de cerca, ¡él vio mis tetas!
—¡¿Qué dices?!
—No debí decir eso, pero sí —se apoyó sobre sus
codos para verme mejor—. Yo estaba con Hareth en
la habitación hasta que él se tuvo que ir, se fue y
apareció Aedus. Fue como si todo hubiera sido…
planeado.
—Dímelo todo.

1099
—Hareth está por llegar, mañana te diré más.
Ahora, ¡¿cómo es que andabas muy de mejor amiga
con Hannah?! Vi los Estados de Brenda, también de
Anthony.
—Ups.
—La traición, la decepción, hermana.
—¡No es lo que crees!
—Había mucha comida, sé que solo caíste en la
tentación amiga, pero pudiste resistir.
—Culpable. Pero… descubrí cosas.
—¿Cerca del enemigo para descubrir sus
debilidades? Eso me tranquiliza.
Emití una risa y decidí por asentir con la cabeza
aunque no fuera verdad.
—Mañana te diré todo también. Me voy —me
puse de pie y ella se sentó en el borde de la cama
con una mueca que expresaba su desacuerdo.
—No puedes dejarme así —unos toques en la
puerta hizo que no insistiera—. Bueno, mañana
hablamos. De todas formas, voy a seguir
sintiéndome indignada contigo. Totalmente
indignada.

1100
—Como quieras, solo acuérdate que siempre
juntas.
Ella sonrió y llegamos a la puerta.
Lewis del otro lado se encontraba desconcertado
por encontrar la puerta asegurada.
Los dejé y me apuré en llegar a mi cuarto.

Ya estaba terminando de arreglarme para ir a


clases. Divina diosa Afrodita, pensé al detallar mi
reflejo en el espejo del baño. No quería verme
demasiado, aún recordaba lo que sucedió una vez.
«Encuéntralo»
Esa palabra estaba presente en mi cabeza, y estar
en Luna Eclipse significaba un riesgo constante para
mi salud mental. Me sentía paranoica en ese lugar,
los susurros que clamaban por mí me mantenía en
alerta y con el miedo a lo desconocido llenándome
por dentro.
—Heaven.
—Ya voy —avisé, lancé un suspiro de
resignación y salí encontrándome con mi encantador

1101
compañero. Bajamos y desayunamos entre todos,
Hannah ya se mantenía callada otra vez, su seria
expresión y apariencia altiva indicaba un alto. Ella
ya no se veía relajada como en el fin de semana e
intuí que no se sentía cómoda o no aguantaba una
situación o a alguien.
Pues el sentimiento es completamente mutuo,
medité. Conocía el disgusto que le representaba a mi
amiga su cuñadita. Había algo extraño entre las dos,
no se habían dado la oportunidad de conocerse y ya
se habían declarado una batalla silenciosa. Y estaba
segura que solo era por celos, no hacía faltar
pensarlo demasiado para adivinar por quién.
Lewis junto a Edward y Malcom se despidieron
antes, mi compañero no podría llevarnos al instituto,
pero él, tan considerado, le pidió a Hannah si podía
alcanzarnos. Y así quedamos, ese día iríamos con
Hannah a Luna Eclipse, en su auto. La cara de
Rouse casi se desfiguró cuando escuchó la petición
de Ed y la aceptación de la rubia.
Nos quedamos las cuatro en la mesa, Hazal,
Hannah, Rouse y yo. Nos mantuvimos en silencio,
seguí comiendo como si no sintiera a la tensión casi
ahogándonos.

1102
—¿Y cómo estuvo el evento, Rouse? —rompió
ese denso momento Hazal.
—Bien a pesar de todo.
—Oh, me enteré de lo ocurrido. Se propagó por
doquier…
—No entiendo cómo pudo haber pasado —la voz
de Hannah al hablar estaba cargado de reproche, su
rostro no expresaba ningún rastro de amabilidad.
—¿Pasar qué? —desafió mi amiga.
—La impostora, esa persona que ocupó tu lugar
con intenciones de dañar a mi hermano. ¿Dónde
estabas, ah?
—Hannah —advirtió Hazal.
—¿Qué? —ella la miró—. Ellas están dispuestas
a lo que sea por… —ella paró de hablar de golpe,
tragó saliva como si de pronto le costara hablar e
incluso le doliera la garganta. Esa expresión me
resultó conocida—. No quiero que lo lastimen de
nuevo.
—Y eso no pasará.
Yo no estaba entendiendo de qué estaban
hablando, nada de nada.

1103
—¿Qué fue lo que sucedió? ¿Impostora?
¿Lastimar de nuevo? ¿De qué me perdí?
Hannah me respondió.
—Uh, pensé que tu amiga ya te había puesto al
corriente con la noticia del momento. Anoche tuvo
mucho apuro en hablarte, ¿no?
—No tuvimos mucho tiempo para alcanzar justo
el tema de lo que se está hablando ahora —sostuve
firme—. ¿Qué pasó?
Ella me explicó brevemente lo que hicieron las
hermanas Relish.
—En la madrugada del sábado ocurrió un
altercado en Luna Eclipse —nos contó Hazal—. Por
suerte no consiguieron lo que buscaban, pero
dejaron daños y nos alertaron sobre un poder
superior. Los soldados que intentaron detenerlas se
volvieron locos, perdieron su humanidad
comportándose como salvajes, peleaban entre ellos
hasta que su contrincante dejara de respirar. Eso fue
desconcertante, pero lo más extraño es que cuando
dejaron esa actitud, no recordaron nada. No sé con
qué poder se hayan metido ellas, pero las Relish ya
no me sorprenden.

1104
—Suenan terriblemente peligrosas —me
estremecí.
—Lo son y por culpa de este nuevo evento,
Malcom me comentó que posiblemente desde este
día haya toque de queda. Luna Eclipse siempre está
abierto la veinticuatro horas para sus huéspedes,
había estudiantes vagando por los alrededores
cuando ocurrió el altercado por eso se prohibirá la
circulación por el sitio hasta que se crea adecuado
moverse con libertad. Por eso les pido que cuando
acabe las clases no se queden, será un riesgo que se
desplacen por ahí cuando todo este vacío.
—Seguro la directora avisa si se implementa esta
orden —dijo Hannah, se puso de pie—. ¿Nos
vamos?
Rouse de mala gana la tuvo que seguir. Yo me
situé en el asiento de copiloto, Hannah arrancó y
abandonamos la propiedad Lewis.
—Nuestro vídeo ya tiene millones de vistas —me
comentó Hannah.
—¿Nos hicimos viral? Tienes que pasármelo.
—Okey, pero tienes prohibido subirlo a sitios
de… humanos. No lo digo yo, lo dice la ley. Son
muy estrictos a la cuestión de mantenernos ocultos,

1105
el sitio es severamente controlado y no queremos
problemas, ¿cierto?
Estaba por responderle, solo que ella aceptó una
llamada, acomodó su auricular y comenzó a charlar
con quien fuera. Miré levemente a Rouse, su
atención estaba fuera, su mirada ausente me advertía
que estaba muy metida en sus pensamientos. Y yo
sabía qué la perturbaba, ella misma me lo había
dicho en la noche.
Volveríamos con Hannah así que fijamos el
minuto exacto para encontrarnos. Después nos
separamos, entrar en este inmenso palacio me tenía
alerta. Y sucedió, recibí escalofríos cuando mi vista
se distorsionó, el reflejo de una luz indicaba la
dirección de dónde venían esos desconcertantes y
aterradores sonidos. Contuve la respiración,
petrificada.
Qué Rouse me moviera produjo que reaccionara.
—¿Abby, estás bien?
—Necesito saber qué pasa conmigo.
—Evitemos el almuerzo y vayamos a explorar
entonces —me propuso ella.

1106
—Eso es una locura, no voy a sobrevivir sin la
comida más importante del día.
—Ese es el desayuno, Abby. Y vamos porque
vamos. Me preocupas, ¿okey?
—Bien.
Las horas pasaron lentísimas. Me encontraba
ansiosa y muy nerviosa esperando el receso. Y pasó,
el timbre anunciando el momento más esperado se
activó. Con Rouse nos encontramos en la entrada del
baño ya que nuestra excusa fue ir al baño.
Vagamos por los pasillos del instituto, pero ese
sonido no volvió a aparecer. Muy extraño.
Las horas de clases siguieron transcurriendo, me
dio hambre y mi mente se desconectó de la realidad.
Después mientras me cargara de comida estaré
escuchando todo lo que a Rouse le faltara por
contarme, teníamos una conversación pendiente.
Cuando se indicó la hora de salida fui una de las
primeras en correr a la puerta, Rouse se estaba
tardando así que volví para verla con cierto reproche
y desesperación. Pero me asusté al quedarme cara a
cara con una chica desconocida, enseguida la
reconocí como una de mis compañeras de clases.

1107
—¿Heaven Smirnov?
—Es Abby.
—Ah, lo siento, Abby. El profesor te identificó de
esa manera.
—¿Tú eres? Perdón que no sepa o recuerde tu
nombre.
—Soy Zoe. El profesor nos emparejó para hacer
un trabajo, ¿no estabas prestando atención, eh?
—No, solo estaba pensando en aliviar mi hambre.
—Podemos pasar por el comedor, comprar
comida y buscar un buen sitio para hacer el trabajo,
¿qué dices?
—¿Ahora? ¿Hacer el trabajo ahora?
—Sí, es para mañana.
—Mátame —exclamé no pudiéndomelo creer.
—No quiero hacer el trabajo sola así que…
—Y no lo harás, descuida —hablé más calmada.
Justo en ese momento salió Rouse.
—Abby, él es Scott —me presentó a un chico
alto, de contextura delgada, cabello muy corto y

1108
expresión amarga, literal, no se veía muy
entusiasmado—. Tenemos que hacer un trabajo para
mañana, ¿Dónde dijiste que iríamos?
—En mi residencia —masculló.
—Bueno —mi amiga estaba visiblemente
incomoda— ¿Por favor, te disculpas con Hannah?
En unas dos horas ya estaremos, ¿no? —se dirigió a
ese tal Scott, él asintió desinteresado—. Pediré que
alguien venga por nosotras, en esa hora nos
encontramos, ¿bien?
—Supongo —dije mirando a Zoe, ella asintió
sonriendo.
Ellos se fueron y yo me direccioné junto a Zoe a
la salida, me encontré con Hannah y le dije que nos
quedaríamos. Ella no protestó para nada y
simplemente se fue, el auto salió a toda marcha, ella
se veía de mal humor.
—Vamos por los bocados —Zoe me estaba
agradando.
Antes de volver a ingresar en el establecimiento,
miré el cielo y las nubes grises que se aproximaban
no pronosticaban nada bueno.
Y sí, pronto se desataría una gran tormenta.

1109
41. Furia tempestuosa

Capítulo 41: FURIA TEMPESTUOSA


Mia
Necesitaba a mi mejor amiga para llorar, pero
nuestro tema pendiente se había aplazado. Un
inesperado trabajo práctico estaba siendo el
culpable. Solo esperaba que el compañero que se me
asignó para la realización de este deber pusiera un
poco de su parte, lo miraba y había disposición en él,
solo que su expresión aburrida no me motivaba para
nada.
Fuimos a la zona de residencias, el edificio era de
tres plantas, ocupaba toda la parte trasera del
instituto, estaba unido a él. Había escaleras adorando
esta propiedad, esas escaleras de incendio pero más
bonitos que guiaban al pasillo que le daba acceso a
varias puertas. Scott ya tenía sus llaves en la mano.
Debía pedir transporte así que ingresé en el chat
de Hareth con ese objetivo en la mente, pero antes
debía avisarle porqué.
Para Hareth: Me quedaré en la habitación de un
chico haciendo tareas.

1110
Después de leer el mensaje pensé que tal vez lo
mal intérprete, estaba a punto de borrarlo pero justo
cuando iba a hacerlo se marcó como leído.
Mierda, por ver el mensaje casi choqué contra
una puerta que había sido abierta, la persona que
salió de ahí me miró con reproches y siguió su
rumbo.
Volví mi vista a la pantalla del celular.
De Hareth: ¿Has dicho chico?
«Lees bien, Hareth» pensé.
Yo: ¿Algún problema?
—Es aquí -anunció Scott.
Mi celular sonó avisándome que tenía un nuevo
mensaje.
Hareth: Sí, y muchos, muchos problemas, fuego.
Hareth: Iré por ti.
Yo: No vengas, bueno sí porque no tengo como
volver, pero ven dentro de dos horas. Si no puedes,
manda a alguien.
Hareth: Iré ahora.

1111
Yo: ¿Una hora?
Hareth: Iré ahora, Rouse.
Yo: ¿Media hora?
Hareth: Diez minutos.
Yo: ¿Por qué? ¿Sucede algo o no confías en mí?
Hareth: Ya te he dicho que confío en ti, más que
en nada.
Yo: ¿Entonces?
Mi mensaje no le llegó.
—No tengo todo el día -oí decir a Scott, la puerta
de su habitación ya estaba abierta para mí.
Apagué la pantalla de mi teléfono e ingresé.
Momentos después volví a mirar la hora en la
pantalla de mi celular, estaba controlando el tiempo
desde que los 10 minutos que Hareth me había dicho
que iba a tardar en llegar por mí pasaron, él no llegó
y no estaba segura si aquello era bueno o malo.
Cinco minutos después volví a hacer lo mismo.
Pasó una hora y ya no pude concentrarme en la tarea
que se supone estaba haciendo.

1112
—Oye, ¿qué te parece si juntamos nuestra parte
después? -Scott no me miró hasta segundos después,
él estaba haciendo parte del trabajo en el escritorio
mientras que yo me encontraba sentada en el sofá,
tenía un libro abierto a un costado y una hoja media
escrita reposaba contra una carpeta en mi regazo.
Me llevé el lapicero contra mis labios al ver la
expresión de un evidente: ¿En serio? En la cara de
Scott. Sabía que la idea de que cada uno hiciera
parte del trabajo en su respectiva casa no le gustaba,
pero yo ni siquiera podía concentrarme por lo
preocupada que estaba.
—Eso no es conveniente -fue su única respuesta
antes de volver a girar el rostro y continuar con su
trabajo, bufé y me dejé caer contra el respaldo de mi
asiento.
Giré el rostro y le di una ojeada el cuarto de
Scott, era normal. No era inmenso pero era adecuado
para una sola persona, una amplia cama se
encontraba en una esquina de la habitación, cerca de
dos puertas. Solo tenía una mesita de noche en la
cual solo pude ver libros. Se notaba que a este chico
le gustaba leer mucho, no solo por la gran cantidad
de libros que yacía sobre aquella mesita, sino
también por los dos estantes lleno de libros que

1113
había a cada lado del escritorio en donde estaba
sentado él.
A unos tres metros me encontraba yo, estaba
sentada en el pequeño sofá que se interponía contra
la única ventana del lugar, el sol había desaparecido
hacía minutos, eran más de las cuatro de la tarde y
por las nubes grises en el cielo podía adivinar
fácilmente que en cualquier momento se iba a largar
a llover.
—Es conveniente cuando mi cabeza está en todo
menos en el trabajo -repuse segundos después-. Lo
lamento pero no puedo seguir -me levanté y volví a
mirar la hora en el celular. Scott se alertó, giró con
facilidad hacia mí gracias a su silla giratoria, su
expresión dura y cansada se hizo notar. Arrugó su
frente y se pasó la mano por su cabello en un gesto
frustrado y agotado.
—Si te vas le diré al profesor que yo hice todo el
trabajo.
—No me interesa -le contesté con obviedad, lo
único que verdaderamente me interesaba en ese
instante era saber si Hareth estaba bien-. Es más -me
volví hacia él luego de guardar mis cosas en la
mochila-, digo, en realidad puede que yo le diga que
eres tú el que no quiere que yo haga el trabajo

1114
contigo, después de todo no quisiste aceptar mi
propuesta de hacer el trabajo separado -sonreí con
suficiencia, él levantó sus cejas y por el semblante
de su rostro pude notar que mi intento de amenaza
no sirvió para nada.
Se levantó de su asiento, solo tuvo que dar dos
pasos hacia adelante para encontrarse cara a cara
conmigo, tuve que alzar un poco la barbilla para
verlo, era alto y fácilmente se podía percibir que la
situación no le estaba agradando para nada.
—Claramente no sabes quién soy -su tono no me
gustó para nada, lo dijo de una manera lenta y suave,
su ceño se frunció-, soy el chico que pasa
desapercibido para todos, soy considerado el chico
más listo de aquí y por eso mismo no le agrado a
muchos. Siempre hago las cosas solo, y siempre me
encuentro solo, no porque nadie quiera acercarse a
mí sino que así es como yo lo prefiero. Me gusta
hacer trabajos solo por este mismo motivo, me gusta
la perfección y tú me lo estas complicando justo
ahora -para ese momento mi pierna ya había rozado
el sofá tras de mí por haber retrocedido un poco.
—Eso es solo porque no sabes trabajar en equipo
-murmuré por lo nerviosa que estaba, mis manos a

1115
mis costados estaban medio sudadas y no dejaba de
pasarlos por el costado de mi jeans.
—Por eso mismo me dieron el trabajo -susurró
desde su altura, su porte era seguro y ahora en su
cara se dibujaba una media sonrisa. Quise volver a
retroceder, apartarme de ahí, pero por alguna razón
solo lo miré.
—¿Qué significa eso? -apenas terminé de
preguntar se escucharon varios truenos, di un
respingo en mi lugar y fijé mi vista en la ventana, el
clima había adquirido más oscuridad.
—Shhh -siseó con el dedo índice contra sus
labios, lo observé sin entender nada hasta que, por el
silencio del entorno, escuché varios pasos
alejándose. Miré hacia la puerta, segundos después
ya no se escuchaba absolutamente nada,
exceptuando el sonido pausado de nuestra
respiración.
—¿Qué sucede? -susurré con temor, el silencio
entre nosotros y el ambiente incómodo que se había
formado no me estaba gustando para nada. Él no
dijo nada, su dedo seguía contra sus labios, una vez
más me indicó que me callara. Entorné los ojos al
verlo ir a revisar la puerta, colocó un lado de su cara

1116
contra la misma como si así escuchara mejor y
sintiera lo que estaba pasando afuera.
Mi celular comenzó a vibrar contra mi bolsillo
trasero, estaba por ver quién era cuando se me fue
arrebatado de las manos, con una expresión entre
sorprendida y molesta fijé mis ojos en las de Scott.
—¿Qué te pasa? ¡Devuélvemelo! -exigí con la
mano extendida hacia él. Scott cortó la llamada,
luego me miró y su sonrisa ya no parecía agradable,
su expresión ya no tenía ningún indicio de
amabilidad, él se veía completamente diferente, y
extraño.
El celular vibró otra vez, salté para poder
alcanzarlo pero, sorpresivamente, Scott esa vez no
cortó la llamada, hizo algo que me dejó sin
respiración por algunos segundos, lanzó el teléfono
contra la pared al lado de mí, justo al lado de la
ventana, el celular se hizo añicos y no pude creer lo
que estaba viendo hasta segundos después.
Todo mi cuerpo tembló de la rabia, me moví
hacia un lado y estaba por agacharme para agarrar
un pedazo del teléfono roto para poder creerme del
todo lo que acababa de suceder. Pero un fuerte tirón
causado por una mano en mi brazo hizo que me
cayera para atrás.

1117
Un jadeo adolorido, por la fuerza que ejerció al
jalarme y por mi caída brusca, salió de mis labios
seguido de una maldición.
—¡¿Qué mierda pasa contigo?! -grité todo lo que
pude. Esto no era normal.
Intenté levantarme, mis codos habían sufrido más
porque me había apoyado en ellos para no
golpearme la cabeza. Scott se acercó a mí, me
arrastré en el suelo hacia atrás, temerosa.
—Ya me hiciste el trabajo demasiado largo,
Rouse -su voz se escuchaba diferente, tranquilo y
sereno pero con una nota siniestra.
Mi espalda chocó contra el pie de la cama, él
intentó tocarme pero, recurriendo a toda técnica de
entrenamiento que me sabía, levanté una pierna y
direccioné mi pie con toda la fuerza que pude a su
rodilla, no le causó nada. Ni tan siquiera se movió,
él sonrió al notar mi cara de desconcierto.
—¿Solo eso? -me tentó.
Él estaba en frente de mí, su porte era seguro y su
cara de gané era demasiado evidente, su seguridad
me descolocó.

1118
—No estás dejando que te muestre de lo que soy
capaz -le lancé una muy clara mirada de advertencia,
hundí las cejas e intenté levantarme, las palmas de
mis manos sintieron lo frío del piso, pero ni aquella
frialdad logró calmar todo lo que estaba pasando en
mis adentros.
Traté de que el palpitar de mi corazón se calmara
para no revelar lo nerviosa y asustada que me
encontraba, no tenía muy claro que estaba
sucediendo, pero estaba segura que Scott no era el
chico que dijo ser, la verdad es que no lo conocía. Él
apenas me estaba mostrando su verdadera actitud, su
verdadero ser.
Él permitió que me levantara, no dijo a hizo nada
hasta que me tuvo nuevamente en frente de él.
—¿Qué es lo que quieras de mí? -cuestioné,
fríamente.
—Yo nada-respondió enseguida-, él sí.
—¿Él? ¿Quién es él? -pregunté estúpidamente.
—Lo sabes -su sonrisa de victoria hizo que
apretara la mandíbula, cerré con más fuerza los
puños a mis costados, estaba ansiosa por partirle la
cara, pero lo dudaba bastante por su postura tan
segura.

1119
—No lo sé -expresé desesperada y con atisbos de
enfado notándose cada vez más en mis rasgos. En mi
mente visualicé la manera de defenderme de él,
ahora lo único que hacía falta era ponerlo en marcha.
—Yo debo descubrir si mientes -me informó con
sus ojos fijos en los míos, sus ojos brillaron con un
color diferente, sus iris parecían querer cambiar de
color. Aterrador.
Mis ojos se detuvieron en la ventana, el clima
advertía lo cerca que estaba la lluvia. Y de pronto,
pude enfocar una figura masculina a lo lejos, no
podía reconocerlo por la distancia, su sombra daba
un aspecto siniestro en el medio del ambiente
caótico de afuera.
Volví el rostro hacia Scott, necesitaba pasar sus
trabas para alcanzar la puerta y huir lejos.
—Regresa al infierno, infeliz -hablé segura antes
de propinarle el primer golpe, un golpe que él
detuvo con su mano, con la otra mano hice lo mismo
y él me agarró del brazo con una fuerza mayor, justo
lo que yo quería.
—Quisiera llevarte conmigo -susurró, me
impulsé y salté por encima de él, rodeando mis
piernas en su cadera, con una fuerza que nunca antes

1120
había utilizado, lo obligué a elevar sus brazos, él no
me soltó de las muñecas y aquello me complicó lo
que estaba intentando hacer, pero tanto mis manos
como las suyas estaban ocupadas, aumenté el agarré
en mis piernas y esta vez sí logré que sus piernas se
tambalearan. Él era demasiado fuerte, no logré que
se cayera, seguí resistiendo todo lo que pude contra
la fuerza de sus brazos, mis muñecas comenzaron a
dolerme y apreté con fuerza la mandíbula, mis ojos
destellaban una furia tempestuosa.
Con un grito de dolor dejé que el fuego ardiera de
las palmas de mis manos, moví mi cabello suelto
hacia un lado, como si la brisa del viento lo
revolviera: le comenzó a brotar llamas, desde las
puntas hasta consumir todo mi cabello. Aquello
provocó que Scott me soltara enseguida. Me empujó
lejos de él y para mi suerte aterricé en el piso, sin
caerme.
—Me avisaron sobre esto -su tono no se escuchó
preocupado, levantó una mano en frente de él y
extendió su mano hacia el escritorio, entendí lo que
estaba haciendo después de que la jarra llena de
agua sobre el escritorio comenzara a elevarse,
aumentó de tamaño delante de Scott, él hizo varios
movimientos con sus manos en frente de él.

1121
—Elemento del agua, ¿adivina por qué fui el
elegido? -se rio antes de lanzármelo, no pude
esquivarlo, el tamaño del agua era demasiado grande
como para hacerlo, solo pude cerrar los ojos y
aguantar la respiración, me resbalé contra el piso
lleno de agua. Sin embargo, logré recuperar el
equilibrio con rapidez, pero al abrir los ojos otro
gran chorro de agua volvió a impactarse contra mí,
puse mis antebrazos por delante de mi rostro,
intentando taparme la cara.
Con los ojos cerrados me agaché y aproveché que
el suelo estaba resbaladizo para deslizar mis
zapatillas y deslizarme hacia otro lado, llegué a un
lado de Scott y con los ojos medio abiertos le lancé
una patada en cualquier parte de su cuerpo.
Vi como su propia agua le hacía resbalar y caer
por detrás, ese momento fue mi salvación, o eso
pensaba porque cuando pasé por su lado él me tomó
de las piernas obligándome a caer a su lado. Se
subió por encima de mí y él no tardó más para
propinarme un golpe en el rostro, uno que me dejó
un ardiente cosquilleo de dolor en la mejilla
izquierda.
En su mano parecía correr el agua, sus manos me
sostuvieron con fuerza contra el suelo mientras que

1122
su delgado pero fuerte cuerpo lo hacía sobre de mí,
sus piernas mantenían inmóviles a las mías, me
removí pero aquello solo provocó un gruñido por
parte de él.
Tenía el corazón demasiado acelerado, no sabía
que más hacer, hasta que dejé de luchar. Me quedé
quieta, sin hacer nada, tanto que hasta mi cabello
dejó de tener fuego, miré a Scott con ojos de
rendición, él elevó sus cejas incrédulo.
—Estarás muerto si el alpha llega a enterarse… -
susurré.
—En estos momentos él está demasiado ocupado
como para pensar en ti -dijo, apretando su agarre.
¿Qué fue lo que le hicieron?
Scott colocó su mano húmeda y fría en mi cuello,
su sonrisa fue lo último que vi antes de cerrar mis
ojos con fuerza.
Ideé un plan y no tardé mucho para ponerla en
acción.
Mis ojos se abrieron tan rápidos y actúe de una
forma veloz, el apretón en el agarre de Scott fue
disminuyendo con cada segundo que lo miraba a los
ojos, sus ojos parecían perder el color, su fuera cada

1123
vez era menor, usó su otra mano, dándome la
libertad en mis manos, para también tratar de
restaurar su fuerza en mi cuello, la respiración me
faltaba, pero no lo necesitaba en ese momento, mis
labios hasta se curvaron en una sonrisa, pero no uno
cualquiera, fue una divertida y siniestra, una que le
demostraba que él no iba a poder conmigo, no iba a
poder con esa parte de mí. Esa parte que más me
asustaba.
Para borrar la sonrisa en mis labios me dio un
golpe en el rostro, uno débil, sus ojos quisieron
cerrarse pero él se lo aguantó, desde lejos pude
escuchar unos pasos demasiados apresurados
subiendo las escaleras.
Scott volvió a golpearme en el rostro, dejé que lo
hiciera hasta que de mi nariz y boca brotase sangre.
Sin embargo, ni así logró que la sonrisa en mis
labios se borrara por completo, después de cada
mueca que realizaba la sonrisa siempre volvía.
Mis ojos seguramente no eran de un azul
profundo…
La expresión de mi rostro seguramente no era
inocente…

1124
La fuerza que estaba utilizando no lo usaba muy
a menudo…
En esa posición, él arriba de mí golpeándome
para saciar su falta de fuerza, dejé que él nos viera.
Grité con fuerza, como si mi vida dependiera de
ese grito antes de escuchar el sonido estruendoso de
la puerta siendo tirada hacia abajo.
Probé el sabor metálico de la sangre en mi boca,
el agarre de Scott aumentó otra vez, la respiración
comenzó a faltarme, sentí que me ahogaba. Y así,
con ese aspecto horrible en mi rostro, lo vi.
No creo que ni haya pasado un segundo antes de
que él quitara de un solo movimiento a Scott por
encima de mí, mi vista ya se me había nublado para
ese momento. Con mis manos en el cuello y
tosiendo como una loca los busqué con la mirada,
traté de levantarme del suelo pero sentí como mis
piernas estaban débiles.
Escuché ruidos en la habitación, pero estaba
temblando demasiado como para prestarle atención a
lo que sucedía. Escupí sangre y me estremecí en mi
lugar, oí un horrible quejido en algún lugar de la
habitación. Ya de pie, giré a observar lo que estaba
ocurriendo. Scott estaba tirado en el suelo, justo por

1125
delante de una puerta, de pronto comenzó a
transformarse, no en un lobo, sino en algo que nunca
había visto. Parecía no tener una forma en
específica, lo único que sabía es que no era algo
normal, era alto ultra sobrenatural.
Era de un color negro, tenía el aspecto de un ser
humano pero todo de él desprendía un aura oscura,
literalmente, parecía que de sus manos, hecho garras
en aquel momento, salía unas gotas, sangre oscura,
su rostro era delgado y ovalado. Su nariz era más
grande, alargada, y puntiaguda, sus ojos extendidos
y de un color totalmente negros miraban a su
contrincante con desdén. La forma de sus piernas
eran largas, seguramente para ese momento Scott o
lo que sea que fuera esa criatura, pasase los dos
metros. De sus pies descalzos desprendía lo mismo
que lo de sus manos. Colocó sus manos en el piso y
sus hombros parecieron crecer, escuché el ruido de
los huesos modificándose.
Con la cabeza ladeada y mostrando unos enormes
colmillos llenos de sangre oscura, Scott comenzó a
andar hacia él, hacia Hareth, que para ese momento
estaba con los hombros tensos y los ojos color
ámbar. La única prenda que llevaba encima era un
pantalón de chándal.

1126
Colocó una posición de ataque antes de saltar y
transformarse en lobo y aterrizar sobre aquella rara
criatura que era Scott.
Escuché gruñidos, chillidos y cosas romperse
mientras los dos seres sobrenaturales peleaban entre
ellos.
Scott quiso morderlo, su boca pareció crecer, se
alargaron al igual que sus colmillos, pero Hareth no
le puso las cosas fáciles, sabía que él ganaría, pero
no podía quedarme tranquila al verlo a punto de ser
devorado por algo que no conocía.
El piso seguía resbaladizo, con el pulso
demasiado acelerado me moví. No sabía que podía
hacer para ayudar a mi novio.
Estaba asustada, enojada, y aquellas sensaciones
juntas no combinaban, el estante de libros perfecto
de Scott fue destruido cuando él mismo fue
impactado contra él, partiéndolo en la mitad.
Me sobresalté cuando Scott parecía volver a
cambiar de forma, me estremecí del miedo al verlo
hacer algo parecido a lo que hacen esas personas en
la película del exorcista, caminar de cuatro girando y
alargando el cuello de una manera anormal.

1127
Largó un fuerte chillido estando de esa manera, el
cuerpo lobuno de Hareth lo volvió a tirar contra la
pared, buscó un punto donde morderlo, pero esa
criatura parecía tener muy buenas habilidades.
Mi respiración estaba agitada, mi corazón
acelerado y mis manos hechos puños a mis costados
me ardieron, mi cabeza me dolía.
La criatura aterrizó a dos metros de mí, su boca
estaba partido y la sangre oscura salía mucho más de
él. Giró su cabeza de una manera aterradora hacia
mí, saltó hacia mí, pero antes de llegar Hareth lo
atrapó por detrás con su boca, lo mordió con fuerza
y Scott lanzó un fuerte gruñido demasiado agudo.
Mis manos para ese momento estaban por delante
de mi cara, y noté una pizca de fuego en mis dedos,
pero no solo ahí sino también pude verlo en el pecho
de Scott. Él no había gritado de esa manera por
culpa de la mordida del lobo, sino por el fuego que
chispeó hacia él, no lo había hecho a propósito, pero
aquello me dio una idea.
—¡Hareth! -dije tan alto como pude, él estaba a
punto de morderlo en el estómago, la criatura estaba
tirado en el suelo. De alguna manera sabía que
aquello no lo iba a matar, Scott había reaccionado de

1128
una manera muy extraña al fuego-. Transfórmate -
hablé clara en su dirección cuando me miró.
Avancé hacia ellos, Hareth me miró extrañado
cuando me acerqué a él. Ya había vuelto a ser un
humano, Scott chillaba de una forma silenciosa en el
suelo, parecía cansado, pero no moría, a pensar de
las tantas mordidas por parte del lobo, no moría.
—¿Qué sucede? -preguntó, me esforcé para
mirarlo solo a los ojos, solo en su cara.
—El fuego, parece que le teme al fuego.
—¿Cómo lo sabes? -preguntó, intrigado, levanté
mis manos por enfrente de mí, miré mis manos. La
criatura negra volvió a querer levantarse, pero antes
de que eso ocurriera Hareth le propinó una fuerte
patada en el estómago-. Se está recuperando muy
rápido.
—Solo lo sé-hablé con convicción-. Tú solo
confía y ayúdame -lo tomé de la mano, él me miró
con el ceño fruncido, pero igualmente asintió.
Entrelazó sus dedos con los míos y me dio un
apretón seguro.
Pensé en una llama antes de elevar mi mano libre,
al mismo tiempo dimos varios pasos hacia atrás. En
ese momento, la criatura pareció recobrar los

1129
sentidos, se levantó y movió el cuello de una manera
dolorosa al girar su rostro en nuestra dirección.
Estiré mi mano por delante de mí, mi mano
derecha era la que estaba libre. Hareth también
extendió su mano en la misma dirección que la mía.
—Cuando ataque -me avisó, asentí y en ese
momento el fuego apareció en la palma de mi mano,
mi fuego se unió con la de Hareth creando una bola
enorme en frente de nosotros.
Los dos juntos controlamos ese elemento, moví
mi mano de forma circular como si verdaderamente
supiera lo que estaba haciendo. A la criatura le
brillaron los ojos, de igual forma no retrocedió, se
impulsó con sus pies y se acercó a toda velocidad
hacia nosotros.
Nos esforzamos por retener el fuego, luego este
aumentó y cuando el ser oscuro se encontraba a tan
solo un metro de nosotros extendimos la mano
haciendo que el abrasador llama impactase contra el
pecho de Scott, la criatura chilló con fuerza, echó su
cabeza hacia atrás y quiso alejarse de nosotros. La
mano de Hareth y la mía tocaron su piel oscura y
pegajosa, esa sangre oscura parecía fluir de los poros
de su piel.

1130
Hareth enterró sus garras en su piel, su mano y la
mía se adentraron en su interior, mi mano desprendía
fuego al igual que la de él. Hareth estrujó el corazón
oscuro de la bestia y luego lo arrancó de su sitio.
Scott cayó al suelo y en ese momento su cuerpo
se hizo polvo, uno color negro, quedó hecho cenizas.
Observé hacia otro lado, asqueada. Mis piernas
no pudieron sostenerme más y caí de rodillas. Con
una mano en el suelo y otra cubriéndome la boca, la
limpia, me tragué las ganas de vomitar. Mi mano
había tocado sus tripas, fijé mis ojos en esa mano y
otra arcada se hizo presente. Pero no vomité,
únicamente percibí un sabor amargo en mi garganta.
Sentí las manos de Hareth sostenerme el pelo a
un lado. Unos segundos después me puse de pie, mi
pecho subía y bajaba y no podía creer lo que había
pasado.
No tuve que girarme para verlo porque fue él
quien se puso por delante de mí.
Mis ojos estaban fijos en el suelo, su mano en mi
barbilla me obligó a elevar el rostro y a mirarlo a los
ojos.
—¿Qué ocurrió? -dije en apenas un susurro, mis
ojos estaban llenos de lágrimas. Él me miró con una

1131
expresión comprensiva, parecía tranquilo pero a
través de sus ojos pude notar que no lo estaba.
—Lo importante es que estás bien -dijo antes de
estrecharme entre sus brazos, no logro recordar
cuantos segundos o minutos pasaron, lo único que sé
es que momentos después Hareth ya me estaba
besando con una intensidad de locos, fue un beso
lleno de necesidad, uno que nos tranquilizó a ambos.
—Hareth -pronuncié bajito, contra sus labios.
—Me moría si te pasaba algo, Mia.
Él volvió a abrazarme mientras yo dejaba escapar
unas cuantas lágrimas sin poder evitarlo. Me había
asustado mucho. Mantuve mis ojos cerrados,
percibía la humedad bajando por mis mejillas. Abrí
los ojos dispuesta a afrontar esta pesada situación,
mi vista se detuvo en la ventana. Una vez más
enfoqué a esa figura masculina a la distancia,
parpadeé y la tormenta lo borró de mi vista.
Cuando dejamos la residencia, la lluvia ya caía
con todo, nos apresuramos a llegar a su auto. Por
supuesto luego de que Hareth tomara algo para
cubrir la parte de abajo de su cuerpo del armario del
supuesto Scott.

1132
Ya metidos en el auto, nos miramos. Mi cabello
estaba empapado al igual que toda mi ropa, bueno,
yo ya me encontraba empapada mucho antes de que
él llegara. El cabello húmedo de Hareth se interpuso
en su frente, alargué mi mano y se lo aparté de ahí,
con ternura coloqué la mano en su mejilla.
—Gracias por llegar a tiempo -susurré, acercando
mi rostro al suyo.
—Siempre, fuego.

😍Ah, Hareth 😍
Hola, rebeldes. ¿Qué les está pareciendo la
historia? Según mis cálculos solo faltan 19 capítulos
para su terminación :)
¿Quién creen que sea ese hombre que vio Rouse?
Esa oscura figura masculina…
¿Algo qué decir sobre Hannah?
Se acercan revelaciones ;(

1133
42. Cristal

Capítulo 42: CRISTAL


Le mandé un mensaje a Abby diciéndole que
Luke pasaría a recogerla a la hora acordada. No
quería alterarla con lo que acababa de sucederme así
que omití comentarle algo al respecto, ya habría otro
momento para hacerlo.
Alguna de las dos debía aprobar este trabajo.
Devolví el teléfono de Hareth en su lugar, el mío
había quedado completamente destruido.
En ese momento me di cuenta que la dirección
que había tomado él no era el camino que nos
llevaría a casa.
El ruido de los neumáticos al pasar sobre el
asfalto húmedo y el sonido de las limpiaparabrisas
eran los único que se podía escuchar en el entorno.
Puse el codo en el reposabrazos y coloqué la barbilla
entre los dedos, con el pasar de los minutos la lluvia
disminuía al igual que mi duda sobre a dónde
íbamos.

1134
Sonreí y observé a Hareth, él me devolvió la
mirada con una ligera sonrisa ladeada. No pude
evitar pensar en lo guapo que se veía a pesar de estar
tan empapado como yo, él era poseedor de una
belleza inquietante.
Su mano izquierda sostenía el volante mientras
que utilizaba la otra para medir los cambios y
tocarme cada vez que podía mi pierna.
Aparcó el coche en la orilla de la carretera, sacó
la llave del contacto y me miró indicándome con sus
ojos marrones claros que ya era hora de salir, me
remojé los labios y a penas en ese momento pude
sentir un palpitante dolor en mi labio inferior.
«No olvides que te acaban de dar la paliza de tu
vida, Rouse» Me hice recordar, en el tono de voz de
mi pensamiento había un atisbo de ironía la cual casi
me dio gracia.
Hareth al darse cuenta de la mueca de dolor, que
no pude evitar hacer, se inclinó hacia mí y con su
pulgar rozó mi labio adolorido, apretó su mandíbula
y sus ojos quisieron cambiar de color.
—Tranquilo, estoy bien —susurré con calma,
alcé la vista hasta la suya, transmitiéndole la paz que
ameritaba con urgencia sus perturbados ojos.

1135
«Él no sabía con quién se metía a la hora de
enfrentarme, me salvaste, Hareth» lo dije en mis
adentros, especialmente para él.
«No del todo» su respuesta me sorprendió, lo
había escuchado en la mente tan claro como si lo
acabase de pronunciar de sus labios, él se percató de
mi reacción y sonrió de lado.
—La lluvia ya cesó, salgamos —mencionó,
poniendo distancia entre ambos, abrió la puerta del
coche y salió. Yo hice lo mismo y al momento de
pisar la tierra me resbalé, no debíamos olvidar que
apenas había parado de llover, aunque una ligera
llovizna todavía caía como chispitas molestosas.
Una mano me sostuvo con fuerza por la cintura,
miré sobre mi hombro a mi salvador y le sonreí
agradecida. Con cuidado lo seguí a través del
pequeño camino que se había formado en el bosque.
La brisa del viento entre los tantos árboles era
verdaderamente refrescante, para no tropezarme ni
caerme después del aguacero que hubo preferí pisar
los pasos de Hareth, los cuales no eran para nada
cortos, hasta visualizar el lago a unos metros de
nosotros.
Llegamos al muelle, el repiqueteo de mi zapatilla
contra la madera hizo que mi mirada bajara hasta ahí

1136
hasta llegar al borde, el viento contra mi piel se
sintió mucho mejor, el sitio era verdaderamente
relajante y el sonido constante de pequeñas olas en
el agua hizo que fijara mi vista en él. Las gotas de la
llovizna cayendo en el agua me distrajeron de la
realidad hasta que de pronto sentí una mano
apartarme el pelo hacia un lado de mi cara,
exponiendo la parte de atrás de mi cuello en donde
segundos después fue depositado un casto beso que
me dejó sin aliento.
Todo mi cuerpo reaccionó, quise voltearme pero
él me lo impidió al rodearme con sus brazos por
detrás, dejé que mi cuerpo se relajara, un suspiro de
alivio salió del interior de mis labios y cerré mis ojos
por varios segundos.
—Hay que meternos en el agua —su voz fue
apenas un susurro cerca de mi oído. No protesté ante
lo que dijo, él me liberó de sus brazos y se quitó el
pantalón corto, mis ojos bajaron y subieron, no
podía controlarlos, bajaban y subían otra vez hasta
su rostro. Una sonrisa pícara adornaba el rostro de
Hareth, su intensa mirada en mí provocó que un
nerviosismo me consumiera. Sentí a mis mejillas
calentarse, la cual seguramente se notaba bastante
por mi tez tan pálida.

1137
—Disimula mejor que no te afecto, Mia —indicó
él, viéndome directamente a los ojos, curvé mis
labios en una sonrisa sin poder evitarlo, nuevamente
sentí aquel palpitante dolor a un costado de la
comisura izquierda. Hareth me vio preocupado—.
Déjame ayudarte —ofreció a lo que yo asentí
cuando él me señaló la ropa.
Minutos después ya nos encontrábamos por
meternos en el agua, pero antes de que yo me dejara
caer en el lago Hareth me pidió algo realmente
extraño.
—Te quitarías el anillo —su tono fue casual, lo
miré sobre mi hombro antes de girarme por
completo ante él con una evidente expresión
confundida, no sabía a qué se debía aquello.
—¿Por qué?
—Ya lo verás —me aseguró, él dio un paso
adelante al mismo tiempo que yo, miré el color rojo
del anillo.
No le di muchas vueltas al asunto y deslicé el
anillo de mi dedo anular izquierdo, levantando la
vista hacia él. Ninguno de los dos dijo nada, ya tenía
en mi mano el anillo y luego se lo tendí. Él lo
agarró.

1138
—¿Y ahora?—cuestioné, insegura.
—Ahora métete en el agua y lo notarás.
—¿Notar qué? —pregunté, no me respondió solo
me señaló el lago.
Le di la espalda y comencé a avanzar con pasos
inseguros hasta el borde del muelle, mis pies
descalzos estuvieron en la punta y luego de inspirar
profundamente, di un pequeño salto dejándome caer
en el agua.
El agua estaba fría, pero se podía resistir. A pesar
de encontrarme bajo el agua sentí cuando él también
se sumergió, emergimos al mismo tiempo, él se
encontraba delante de mí y estaba buscando
desesperadamente el aire como yo.
Le sonreí pero él no me devolvió el gesto, me
miró serio y aquello me desconcertó, no era propio
de Hareth aquella mirada sombría, tampoco lo era
que sus labios rosados y terriblemente apetecibles
tuviesen esa línea seria, la cual no lo caracterizaba
para nada, por lo menos conmigo él siempre sonreía.
Estaba a punto de preguntarle qué sucedía
cuando, de una manera sorpresiva, él se lanzó contra
mis labios, no iba a negarle aquel beso, rápidamente

1139
coloqué una de mis manos en su nuca y con la otra
me sostuve de su hombro derecho.
Sus labios se movían de una forma agresiva sobre
los míos, nos encontrábamos flotando sobre el agua
y era difícil mantenernos de ese modo y más en esa
situación.
Liberó mis labios para bajar sus besos por mi
garganta, rodeé mis brazos a su cuello y ladeé la
cabeza para darle mejor acceso, sin embargo, él se
detuvo con un último beso en los labios. Me abrazó
con fuerza y yo metí el rostro entre el hueco de su
hombro y cuello mientras una vez más me
preguntaba qué sucedía, que le pasaba a Hareth.
Él nos guio hasta el muelle, conmigo sujeta a él
como una koala, no sabía en qué momento nos
habíamos alejado tanto. Me ubicó sobre el borde del
muelle y él se metió entre mis piernas. Deslicé las
manos que estaban ubicadas por detrás de su cuello
hasta los lados de su cara, obligándolo a verme solo
a mí.
—¿Qué pasa?
Cerré los ojos cuando su frente se apoyó contra la
mía.
—Estoy aterrado de perderte.

1140
Alejó su rostro, lo miré con aprecio. Podía
distinguir la vulnerabilidad en sus rasgos.
—También estoy muy molesto, ahora mismo no
estoy en mi mejor momento.
—No vas a perderme —le aseguré—, lo que
sucedió ya pasó. Estoy bien y estamos juntos.
—No puedo tranquilizarme, ¿por qué te atacó?
¿Qué quería conseguir con eso? ¿Fue producto de
las hermanas Relish para dañarme? —lanzó sus
suposiciones visiblemente enfadado.
—Scott, ese chico que me atacó, él mencionó a
una persona masculina, solo lo identificó como «él».
—¿Él? —su cejas se fruncieron, su semblante
mortificado recibió más oscuridad.
—Scott dijo que lo mandó para ver si yo mentía.
No hubo mucha charla, Hareth.
—¡No puedo creer que se haya atrevido a tocarle!
—gruñó con la ira llameándole en los ojos, su
mirada sombría manifestaba una terrible tempestad.
—También le di su merecido, descuida —dije y
lo tomé con fuerza por el rostro para que reaccionara
—. ¿Pero quién crees que pueda llegar a ser él?
Conocía mi identidad.

1141
—Grayson —pronunció en un susurro—. Él
debió enviarlo. Asumo que lo sabe, no sé cómo, pero
lo sabe. Grayson mantenía una postura extraña en el
evento de Sheldon.
—Es imposible que se haya enterado, no hay
modo. A menos que… —un recuerdo produjo que
me estremeciera de miedo, los escalofríos me
dejaron sin habla durante segundos.
—¿Qué piensas?
—Las hermanas Relish, ellas cuando me
encontraron con los Collins asumieron que era una
reunión familiar y yo solté, casi dije una afirmación.
No dije nada, pero ellas saben que tengo el anillo de
Eden, un anillo que se destaca con Eleonor Collins,
ellas sí me relacionaron con la princesa. Ellas
conocen mi identidad.
—Y se lo dijeron a Grayson —agregó Hareth, su
mirada se ausentó por un segundo—. Las hermanas
Relish fueron de soplonas con «él». Seguramente
obtuvieron algo a cambio, eso no importa —suspiró
suavizando su expresión—. Lo que importa es
protegerte, vuelve a ponértelo —estiró la mano y
alcanzó el anillo que había dejado a un lado del
muelle, lo deslizó en mi dedo sin quitar esa
perturbación de sus ojos—. Yo hablaré con Grayson.

1142
—¿Qué? ¿Se lo vas a decir?
—No, insinuar. Sí él lo sabe no pasará mucho
para que me lo diga.
—Me faltó decirte algo más —su entrecejo se
frunció, con el interés llenando su mirada—. Vi a un
hombre observando desde afuera, su postura
indicaba… Fue como si estuviera controlando,
asegurándose de que, tal vez, Scott hiciera un buen
trabajo. Él analizaba.
—¿Y qué pasó con él? —pronunció desconfiado.
—Cuando te estaba abrazando, conseguí
enfocarlo de nuevo, pero de un parpadeó se esfumó
de mi vista.
—Aedus Sallow u otro, hay más como ellos.
Ese nombre saliendo de la boca de Hareth me
desarmó durante un instante. Me golpeó otra verdad,
dentro de mí latió esa verdad que debía liberar, y
quería decirle pero quedó en un nudo arrollador en
mi garganta impidiéndomelo.
—¿Por qué mencionas a Aedus? ¿No estábamos
hablando de Grayson?
—Hablar de Grayson significa hablar de El
Concejo, hablar de El Concejo significa referirnos a

1143
todos sus miembros.
Procesando.
—¿Aedus…?
—Aedus Sallow es miembro de El Concejo —
afirmó consiguiendo que dejara de respirar, en mi
interior se produjo un golpe directo a mi corazón—.
Aedus es uno de los más destacados de esa
organización, el más importante después de
Grayson.
No sabía qué pensar.
—Si Grayson conoce tu identidad, todos ellos ya
lo deben saber.
¿Y si Aedus se lo dijo y no las Relish?
No, no, no. Algo me pedía confiar, pero…
No sabía qué pensar.
Esta información destruía algo dentro de mí.
—Que me enfrentara con Scott fue una prueba —
aseguré encontrando mi voz—, cuando dijo si
mentía se refería a descubrir mis habilidades. Y yo
se lo mostré —me llevé una mano en la cara, me
estaba palpitando dolorosamente las sienes.

1144
—Deja que lo averigüe bien, después… no sé qué
vaya a pasar, pero siempre me tendrás a tu lado, Mia
Rouse.
Quité la mano de mi rostro y esbocé una ligera
sonrisa, noté que la herida en mi labio inferior ya no
dolía. Guie el índice a mi boca y no encontré nada,
no había rastros de dolor. Ya no estaba lastimada.
—No tienes nada —dijo Hareth—, el agua es
mágica. El poder que contiene solo funciona para los
licántropos. Los únicos que pueden ser sanados en
este lago son los hijos de la luna —reafirmó.
—Es impresionante. La diosa luna es bondadosa.
—Lo es, el lago también es una forma directa de
que la diosa se anuncie al mundo de los mortales. El
reflejo que se detalla en las noches aquí es ella.
—Quisiera ver eso.
—Anotado —me sonrió—. Te traje directo acá
para que sanaras, ¿te sientes bien?

—Me hace bien que lo estés. Te amo, Mia.


—También te amo, Hareth.

1145
Me acarició la mejilla con su pulgar y guio mi
cabeza a su pecho. Nos quedamos abrazados,
inmerso en esta zona de paz. La tormenta que se
avecinaba advertía romper pronto nuestra calma,
algo en mi interior ya se había quebrado.
Las manos de Hareth acariciaron mi cintura
desnuda, buscó mi mirada y se lo concedí, acercó su
rostro al mío y compartimos el mismo aire con
nuestras narices rozándose. Estaba a punto de
besarlo cuando él se apartó de golpe.
—¿Qué te pasa? —lo miré preocupada, se inclinó
hacia adelante debido a un dolor repentino.
—No lo sé —se le dificultó hablar y aquello me
mató.
Él se subió sobre el muelle, me puse de pie
también, persiguiéndolo con la mirada.
—Estaba tan concentrado en ti que había
bloqueado todo contacto con mi beta —dijo
arrepentido.
Lo miré sin entender y segundos después su cara
se transformó en horror.
—¿Qué sucede? —me alarmé.
—Es Hannah, ella se está muriendo.

1146
—¿Qué dices?
—Cuando estaba yendo por ti vi su auto, sabía
que tú no estabas con ella por lo cual no le hice caso
y seguí avanzando, pero no había pasado ni treinta
segundos cuando escuché un ruido espantoso, su
auto se había accidentado en una curva, pero no fue
un accidente, lo provocaron —me explicaba
mientras se vestía.
—No entiendo, ¿por qué no la trajeron aquí si es
una mujer lobo? Si se está muriendo este lago puede
salvarle la vida. ¿La sanaría, verdad?
—No puede —respondió, también me había
vestido, la ropa seguía mojada, pero qué importaba.
—¿Por qué no?
—Ella ya cumplió los 18 y no se transformó.
—No entiendo que quieres decir —espeté, no
sabía porque me estaba enojando, el no saber me
exasperaba.
Todo el lío de los híbridos de un golpe había
quedado atrás.
Él me miró.

1147
—Hannah es una cristal, Mia. Y cuando tienes
esta condición la luna no te acepta como su hija, ella
podría calificarse como una mundana.
Quería pronunciar un “¿Qué?” pero sabía que
debíamos irnos.
—Pero yo aún no tengo 18 —dije entonces.
—Tú eres hija de un alpha, la descendencia de los
alphas se transforman a los 16 y, Mia, parece que tu
loba solo ha sido hechizada para no despertar, pero
está, tu loba está ahí —señaló mi pecho.
No dije nada más. Me vestí de prisa y salimos
rumbo al hospital de Milford.
Lo único que no lograba entender era por qué
Hareth sintió dolor cuando Hannah estaba al borde
de la muerte.
Tal vez fue porque ella era miembro de su
familia, o quizá había algo más.      

1148
43. La única reina

N/A: ¿Y sí anticipamos ese gritito por el final


del capítulo, #TeamAedus? AAAH!

Capítulo 43: LA ÚNICA REINA


Con la ropa mojada y con una evidente
preocupación en nuestros rostros ingresamos por las
dobles puertas del hospital, el piso de mármol se
sintió frío por debajo de mis pies descalzos.
Hannah no era mi persona favorita, pero jamás le
desearía la muerte solo porque no era de mi agrado,
más cuando era evidente que ella era una persona
verdaderamente importante en la vida de Hareth.
Hareth me explicó mientras veníamos que fue él
quien la trajo aquí, pero por mi seguridad, él había
mandado a un grupo de jóvenes para escoltar la
puerta de la habitación en donde me encontraba. Sin
embargo, se marcharon sin su consentimiento
cuando quisieron destruir parte del instituto Luna
Eclipse, no me contó el motivo, pero me aseguró
que quizás los guerreros volvieron a caer en un

1149
hechizo porque cuando llegaron a aquel lugar todo
estaba en perfectas condiciones.
Recordé cuando escuché pasos alejándose de la
habitación de Scott… Quién habría sospechado que
yo me encontraba con el peligro.
Hareth había llegado en ese momento, le
explicaron la situación y él ahí cayó en cuenta de
que solo querían que ellos me dejarán desprotegida,
lo cual funcionó ya que el chico que se me asignó
como compañero de trabajo casi me mató y él ahora
se encontraba muerto.
Terminamos de subir las escaleras, Hareth me
guio hasta una sala de espera en la cual visualicé a
Malcom recargado contra la pared y con la cabeza
baja, pero al percatarse de nuestra presencia vino
hacia nosotros. Había más personas en el lugar, la
sala era inmensa y había sillas y algunos sillones en
cada esquina, las paredes eran de color blanco y
tenía ese típico olor a hospital que desagradaba a
cualquiera. No pude evitar notar las miradas curiosas
hacia nosotros. Nuestro aspecto indicaba un
mírenos.
—¿Cómo está? —le preguntó Hareth con
urgencia.

1150
—Aún no hay noticias.
—¡Pero ya pasó más de una hora! —exclamó
enfurecido, su vista se detuvo en una puerta en
específica. Quiso soltar mi mano y alejarse de mí
pero no se lo permití, me aferré a su mano y me
interpuse en su camino.
—Va a estar bien —murmuré viéndolo a los ojos,
él cerró sus ojos y suspiró con fuerza.
—No creo que debas estar aquí —dijo cuando
abrió los ojos.
—¿Qué? ¿Por qué dices eso? —di un paso atrás
para observarlo mejor mientras preguntaba.
—Estás mojada…
—Si lo que quieres es que me vaya pues no lo
haré —negué rotundamente, él examinó mi rostro
por varios segundos, estaba decidida a quedarme, él
no iba a convencerme de lo contrario—. Además, tú
estás igual.
—Le pediré a Hazal que nos traiga ropa limpia
—se rindió ante mi tono firme y expresión decidida.
—¿Ella lo sabe?
—Está al tanto.

1151
Una hora más tarde ya estaba saliendo del cuarto
de baño del hospital totalmente cambiada, Hazal
había ingresado en el hospital de una manera difícil
de olvidar, sus gritos aún se sentían frescas en mi
oído.
Regresé en la sala de espera y no encontré a
nadie, de seguro Hareth también se había ido a
cambiar. Malcom se fue apenas llegó Hazal, pero
antes la consoló levemente, él tenía prisa a pesar de
no querer dejar a su compañera. El deber llamaba,
por su expresión deduje que había serios problemas
que tratar.
Vi el bolso de Hazal en una de las sillas, me
acerqué hasta ahí y pensé que de seguro ella fue a
buscar más información sobre la condición de su
hermana. Nadie pudo entrar a verla todavía, creo que
le estaban haciendo alguna especie de cirugía o
simplemente la tenían bajo control. Por lo que
entendí, se encontraba muy débil y yo aún no
lograba asimilar del todo que ella fuera una cristal.
Había pocas personas en la sala de espera, alcé la
vista y de lejos me pareció ver a Hareth. Tenía su
altura y el mismo cuerpo esbelto. Él salió de una de
las puertas en las cuales se suponía que no se podía
ingresar, pero quizás él como alpha sí podía. Avancé

1152
hasta ese pasillo y él caminó en la dirección
contraria, no me vio. Tampoco quería correr como
una loca detrás de él solo para alcanzarlo, mucho
menos ahora que ya tenía zapatos.
Seguí caminando a pasos normales,
persiguiéndolo viéndome decente. Vi que giraba en
la zona de las escaleras para descenderlas, apresuré
mis pasos entonces. Llegué hasta el inicio de las
escaleras y me sostuve de la baranda, mirando hacia
abajo. Observé hacia mi derecha y vi la cafetería,
Hazal salía de ahí con dos bebidas en la mano.
Volví mi vista en las escaleras… Hareth no
estaba, quizá no era él.
—Rouse —alguien habló por detrás de mí, me
volví con el corazón acelerado.
—¿Hareth? —me sorprendí— ¿Por qué aún no te
has cambiado? —pregunté recordando al hombre
con quien definitivamente lo confundí, ¿qué sucedía
conmigo? Él seguía con la misma ropa mojada
mientras que al hombre a quien yo lo creí él y
perseguí llevaba unas botas negras con un abrigo
largo del mismo color. Su cabello era el mismo que
el de Hareth, al igual que su espalda, pero yo nunca
le vi el rostro.

1153
Hazal llegó hasta nosotros y nos miró
desconcertada.
—Cámbiate que destilas agua y dejas marcas de
tus enormes pies —luego de decir aquello se
marchó, no antes de pasarme una de las bebidas que
sostenía en su mano.
Él la ignoró y se concentró en mí.
—Estaba hablando con Edward, Abby quiere
venir —me avisó.
—Debe estar preocupada también.
Caminamos en dirección a la sala de espera.
—Deberías ir a casa, Hannah estará bien.
—Es que… tú solo quieres que me vaya —le dije
la verdad. Él se detuvo y yo hice lo mismo, justo al
lado de la puerta en la cual vi salir al hombre con
quién lo confundí.
—Es verdad —murmuró—, este día ya ha sido
demasiado largo para ti, Rouse. Y no quiero verte
aquí porque de solo hacerlo… No puedo dejar de
pensar en ti y…
—¿En mí?

1154
—Si tú te hubieras ido con Hannah tal vez en
estos momentos tú también…
—Estaría en la misma situación que ella —
completé por él.
Hareth no tuvo oportunidad de volver a hablarme
ya que la puerta de al lado se abrió revelando al
doctor que atendía a Hannah.
—¿Cómo la vio? —El doctor le habló a Hareth.
Él me miró a mí y luego al profesional, no
entendió de qué hablaba el doctor Parrish.
—¿Disculpa? Yo tendría que hacerle esa pregunta
—respondió Hareth.
El doctor arrugó su frente, observándolo con
mirada cautelosa.
—Hace 10 minutos alguien igual a usted me
exigió salir de la habitación para estar a solas con la
paciente —explicó, la expresión de Hareth cambió
—, le hice caso pesando que era usted pero ahora
puedo notar el cambio, además de la ropa —agregó.
No tuve oportunidad de procesar lo que estaba
pasando hasta que mi cerebro por fin logró captar a
un enfurecido Hareth tomando al doctor Parrish por
el cuello de su bata médica.

1155
—¡Cómo me dice eso! ¡Es un incompetente! —le
salió lo Grayson.
El doctor palideció, pero quiso conservar la
calma en su expresión.
—¡Cómo es que lo pudieron engañar tan fácil!
—Hareth —hablé tras su espalda, extendí mi
mano hasta uno de sus hombros. Él soltó de una
manera brusca al doctor, quien rápidamente se
acomodó su ropa con una mirada discreta.
Él giró a verme.
—Es mejor que te vayas, Rouse, le diré a Hazal
que te lleve.
—Puedo esperar un poco —dije mirando como el
doctor iba con cierto apuro por donde nosotros
habíamos venido, estaba lista para volver a la sala de
espera junto a Hazal cuando él me detuvo por el
brazo, volví hacia él y puse mala cara.
—No seas niña y hazme caso —dijo con, tal vez,
exasperación.
—¿Disculpa? —No podía creer lo que acababa
de escuchar— ¿Acabas de llamarme niña?

1156
—Pues te estás comportando como una justo
ahora —rectificó—. Obedece y vete, este ambiente
no es un buen sitio para ti.
—Y tú te estás comportando como un idiota,
Hareth —lo enfrenté. Di un paso atrás y con un
fuerte tirón logré zafarme de su agarre en mi brazo.
Su vista no abandonó la mía, vi claramente como
la expresión de incredulidad aparecía en su rostro.
—Perdóname pero no quiero tenerte aquí,
prefiero que estés en casa, un lugar a salvo donde no
te ocurrirá nada. Aquí, en cualquier momento, se
puede desatar un enfrentamiento.
—Si es lo que quieres —dije seria.
—No pretendo… —Él quiso alcanzarme pero me
zafé de su toque—. ¿Rouse?
Me direccioné hacia Hazal, ignorándolo por
completo.

Hazal me dejó en la entrada de la propiedad


dando marcha atrás enseguida, regresando al
hospital. Me apuré en aproximarme a la casa, toqué
el timbre con desespero. Una sensación que no me

1157
gustaba para nada circulaba por mi pecho. Hareth
me había advertido que no se encontraba bien, ¿pero
por qué dejarme de lado?
—¿Cómo está Hannah? —me preguntó Abby al
recibirme. Pasé por su lado de mala gana, en todo mi
aspecto se notaba mi malhumor.
—Aún viva.
—¿Estable?
—Supongo, no lo sé. Hareth no quería tenerme
ahí, prácticamente me echó de ahí.

—¿Dónde está Edward? —le pregunté al no


encontrarlo a la vista.
—En algún lugar con Malcom.
—Vayamos a mi habitación, tenemos cosas que
contarnos, ¿no?
Ella aceptó y nos apresuramos en llegar al cuarto.
Pero antes de acomodarnos me metí al baño para
darme una rápida ducha. No me quedé pensando
demasiado bajo la lluvia artificial. Me reuní con
Abby en el sofá, el televisor estaba encendido en un

1158
programa de espectáculo. Ella lo apagó al notarme,
lancé un suspiro y ella me imitó. Sonreí ligeramente
y atraje un uno de los almohadones que decoraba el
asiento.
—Scott no era un estudiante normal… —le conté
todo lo que sucedió desde que nos separamos,
incluso la suposición de que él fuera mandado por El
Concejo.
—¡Aedus Sallow pertenece a esa organización!
—exclamó estupefacta— ¡Y además conoce tu
identidad!
—Te estoy contando todo muy desordenado,
vayamos desde el principio, muy atrás —enfaticé—.
Él estuvo comprometido con mi madre —solté,
Abby adquirió un semblante perfecto para un meme
—. Pudo ser el rey de los vampiros desde antes y
para que vuelva a tener la corona se está uniendo a
Marisa. Según entendí, su compromiso es un simple
acuerdo. Aedus no habla mucho, no escuché su voz
hasta que estuvimos a solas, cuando él mira, cuando
él está siento que lo examina todo. Cuando me miró
me sentí muy expuesta, no quise verlo demasiado
pero fallé porque su rostro, la belleza que domina,
me capturó. Tiene un atractivo que te lo sacude todo,
¿entiendes? Sentí que estallaría en cualquier

1159
momento, su presencia me tenía delirando. Pero
sobreviví.
—Se te erizó la piel, tu voz, tu mirada cambió.
Dios, debí grabarte para que te vieras porque ya
estás alucinando —se desesperó Abby, su tono me
hizo reaccionar. Entonces me di cuenta de que todo
en mí se encontraba acelerado, esa tormenta que
emergía al pronunciar su nombre se encontraba
descontrolado.
—Su nombre me da escalofríos, pensarlo desata
cosas que no quiero sentir. Él es peligroso pero ni
pensarlo de la peor manera detiene todo lo que me
provoca.
—Está destinado a ti, tienen un vínculo, Rosy.
Esto no va a detenerse, irá en aumento. Por ejemplo,
veo a Edward diferente todos los días, todo se pone
más maravilloso. Seguro lo notas también, con
Lewis.
—No me detuve a analizarlo, últimamente no
paro, desde que entendí que era mi compañero solo
dejé que las cosas fluyeran.
—Pues para un poco y piénsalo, más bien,
siéntelo —aconsejó—. Ahora, ¡¿Cómo qué Aedus
estuvo comprometido con Eleonor?!

1160
—No sé mucho sobre ese tema. Mi madre tiene
muchas cosas que contarme, creo que ya es el
momento de exigir e insistir para que se encuentren
conmigo. Necesito desesperadamente hablar con mis
padres.
—Y yo con los míos —susurró ella—. Voy a
proponerles un encuentro y sí acceden, perfecto.
—Bien, y ahora te toca hablar a ti. ¿Qué
descubriste de Hannah? Ah, espera, Hareth me
reveló que ella tiene una condición que no le permite
cambiar de forma. A los que sufren esta condición se
los denomina cristal.
—Qué pena, aunque suerte también, digo, es
lamentable pero recuerda que esa transformación es
terriblemente dolorosa.
—Los licántropos ansían ese cambio. Ahora
dímelo todo.
—Capaz ya se está muriendo y nosotras hablando
de ella —se quejó Abby—. Respetemos su
condición y chismeemos sin alzar la voz.
—Solo dime —insistí evitando reír.
—No me iba a contar todos sus secretos en dos
días, Rouse. Pero según mis observaciones… —ella

1161
me fue enumerando cosas que nada que ver, su
comida y bebida favorita, sus canciones y cantantes
favoritos, ¡su serie favorita!
—¿De casualidad no averiguaste cuantos hijos
pretende tener? —solté irónicamente,
interrumpiéndola.
—¿Sabes que Lewis no deja que toquen a su
hermanita? Él no le permite tener relaciones. Ella
contó que cuando quiso hacerlo por primera vez…
—relató una historia que efectivamente se escuchaba
a algo que Hareth sin duda haría. Pobre de nuestra
futura hija.
—No hay nada relevante que te deje impactada
sobre ella —terminó por decirme Abby—. Ah, casi
lo olvido —soltó una risita de disculpa antes de
soltarme esa bomba—, ella es adoptada. Y su
nombre real es Michelle.
—¿Cómo dices que dijiste?
—Es adoptada, me lo reveló así casualmente
después de confesarme también que Lewis es su
persona favorita. Se unió a la familia a los nueve
años luego de que tu compañero la salvara de un
peligroso evento. Ya ese chisme no me lo sé, solo
dijo que estaba en serios problemas y que él la salvó

1162
—remarcó—. Ahora sí, caso cerrado. Qué te
recuperes, Hannah.
Es adoptada, esa revelación convirtió a mi
suposición en una afirmación. Mi cabeza se inundó
de voces repitiendo lo mismo. Mi corazón golpeaba
con fuerza en mi pecho, rencoroso.
—No quiero decirlo, si lo digo lo haré más real
pero en mi cabeza solo estoy repitiente esas palabras
—gemí frustrada.
—No se puede hacer nada al respecto, Rouse. Al
menos celebra que ella respeta tu posición y no te
molesta, no juró hacer de tu vida un infierno solo
por haber aparecido.
—Odio que lo mire como lo hace y ahora sé que
no lo voy a poder resistir si la veo mirándolo así de
nuevo. Siento que soy capaz de sacarle los ojos —
gruñí con el fuego apoderándose de mi palma, cerré
la mano en puño y desvanecí esa llama—. No la
soporto, no sé qué me pasa cuando los veo juntos
pero creo que es mi sexto sentido advirtiéndome de
sus…
No quería decirlo, una sensación lleno de
disgusto y molestia quedó convertida en un nudo en
mi garganta.

1163
—Ella está enamorada de él —Abby lo dijo.
Dirigí el cojín en mi cara y grité.

El día siguiente Hannah ya volvió a casa, Hazal


estaba más que conmocionada pero feliz porque ella
milagrosamente se había recuperado, había salido
del peligro.
Su rostro estaba pálido y tenía varios moretones
en la cara, la vi desde el inicio de las escaleras.
Avancé hacia la entrada y tragué saliva, «no
sientas».
—¿Cómo estás? —le pregunté cuando ya estuve
a unos dos metros de distancia. Ella estaba parada y
se sostenía del brazo de Hareth, Hazal terminó de
cerrar la puerta detrás de ellos y me sonrió de una
forma amable.
Abby salió por un pasillo que daba en la cocina.
Hannah no me respondió, solo miró a Hareth con
una expresión cansada. En mi imaginación yo ya la
estaba empujando lejos de él, importándome una
mierda su estado.

1164
—Necesita reposo, eso es todo —me dijo Hazal
con un gesto de disculpa.
Hareth me miró pero yo miré hacia Abby, ella
frunció el entrecejo y dio un paso atrás para darle
espacio para que pasaran los recién llegados.
En toda la semana ella no salió de su habitación,
la última semana de clases fue verdaderamente
complicado, se supone que a los últimos días ya no
hay trabajos que hacer, pero en aquel Instituto todo
era diferente.
Las únicas personas que entraban y salían del
cuarto de Hannah eran sus hermanos y sus dos
amigas.
Mi relación con Hareth volvió a ser normal luego
de darnos un intenso beso sin querer queriendo, no
me lo podía resistir, no podía estar mal con él porque
a pesar de todo Hareth Lewis eran el hombre más
perfecto que había conocido.
Solo faltaban horas para que me encontrara con
mis padres. Porque sí, al fin íbamos a reunirnos. No
sabía cómo iba a ser mi día, no quería levantarme,
por eso mismo, cuando mi alarma sonó, dejé caer
varias cosas en el piso mientras rebuscada mi nuevo
teléfono sobre la mesita de noche.

1165
Hareth no estaba, me dijo que en tres días tenía
una conferencia de prensa en la ciudad de Filadelfia
y unas cuantas reuniones más que lo mantendría
fuera de Milford. Quizás lo acompañaba, este día
viernes era el último día de clases.
Tardé diez minutos en levantarme y media hora
en arreglarme.
Abrí la puerta de la habitación con apuro
mientras volvía a acomodar la correa de mi mochila
en mi hombro izquierdo.
Al dar un paso al costado me quedé quieta, en
frente de la tercera puerta se encontraba ella,
Hannah. Por fin había decidido volver a salir de su
cuarto, ya no tenía nada en la cara, ningún golpe,
ninguna marca de haber estado mal.
Ella me miró por un segundo, desvió la vista no
dándome importancia y bajó las escaleras colocando
su teléfono móvil contra su oreja.
Rodé los ojos e hice lo mismo que ella. Fui al
cuarto de Abby y ya la encontré lista, bajamos juntas
para desayunar.

1166
Ya nos encontrábamos en la última clase del día,
y como el profesor solo estaba cerrando notas nos
dio la hora libre para que habláramos entre nosotros.
—¿Lo dices en serio? —preguntó Abby, Brenda
asintió con la cabeza.
—No quiero tener ninguna relación, quiero
experimentar un montón de cosas antes de quedarme
atada a alguien para siempre —volvió a aclararnos,
las cuatro: Abby, Brenda, April y yo nos
encontrábamos sentadas una en frente de la otra,
Abby y yo habíamos volteado nuestra silla en su
dirección como la mayoría de mis compañeros había
hecho para que su charla resultara más privada.
—Eso dice ahora —April habló en un tono bajo,
como si ya hubiera escuchado aquel argumento una
y otra vez—, pero es imposible querer a alguien más
cuando ya encuentras a la mitad que nos falta.
—La persona que te deja sin aliento— siguió
Abby.
—La que te da las sensaciones más calientes —
no pude evitar decir, todas reímos y en ese momento
se escuchó el sonido del timbre anunciando por
última vez el final de las clases. Brenda fue la
primera en levantarse con una mueca en el rostro.

1167
—Se ven tan cursis que asustan, no quiero que
me contagien —dijo con apuro—. Tengo que ir a
entrenar, hablamos luego —se perdió entre los
montones de personas que comenzaron a salir del
salón.
Ya en el pasillo tomé a Abby del brazo,
deteniéndola.
April también se detuvo y nos miró, pero justo en
ese momento llegó Drew por detrás de nosotras y
toda la atención de ella cayó en él.
Se despidió de nosotras y se alejaron tomados de
la mano.
—Se ven tan bien juntos —opinó Abby al verlos
marchar.
—Lo sé —suspiré—. Pero quiero que me
acompañes a un lugar, en toda la semana estuve
averiguando sobre las clases extras y adivina qué es.
—Uhm, me gusta que por fin le pongas emoción
a esto —exclamó, juntando las palmas de sus manos
y moviéndolas de forma circular—. Pero mejor dime
qué es y no perdamos tiempo en adivinanzas.
—Acompáñame —la tomé del brazo y la jalé en
una dirección a pasos apresurados.

1168
Ese día volveríamos solas en casa, no tanto
porque teníamos a dos tipos que nos custodiaría.
Pero bueno, eso solo sería en el trayecto a la
mansión en el auto que me concedieron. Así que
primero fuimos a abandonar nuestras cargas en ese
transporte y después nos guie por detrás del
instituto. El campo de deporte estaba siendo usado.
Había un hombre en el medio de esa zona con
varios jóvenes a su alrededor, el hombre se
transformó en un enorme lobo gris, luego lo hizo
uno de los chicos y fue directamente a atacarlo.
—¡Qué loco! —mencionó Abby, mirando lo
mismo que yo.
Continuamos nuestro camino hasta pasar el ala de
residencias, un escalofrío de miedo recorrió mi
espalda al recordar lo que pasó hace unos días.
Una línea de árboles escondía un nuevo
establecimiento, pasamos del otro lado y lo vimos.
—¿Me trajiste aquí sabiendo que estoy
comprometida? —exclamó una indignada Abby,
admirando con los ojos muy abiertos a los chicos sin
camiseta entrenar.
A unos metros de nosotras estaba el
establecimiento de entrenamiento, su fachada

1169
parecía antigua, era del mismo material que el
instituto, tal vez tenía unos treinta metros de largo.
Pero esa propiedad no me parecía tan
impresionante como las cosas que tenía delante: un
inmenso cuadrado hecho de hormigón cubría la
tierra. El piso estaba marcado con pintura blanca, no
sabía lo que significaban esos sellos, las únicas
figuras conocidas que reconocí fueron varios
círculos en rojo.
Avanzamos al mismo ritmo, nuestros pies tocaron
el piso de cemento, con esa acción parecimos captar
la atención de algunos: en un extremo varios chicos
practicaban con la espada, en otro lo hacían sin
armas, y en la otra punta varias personas utilizaban
el arco y flecha, en una esquina había armamentos
para todo, pero lo que más me sorprendió ver fue a
un grupo mixto pelear entre ellos, podrían utilizar
cualquier arma que quisieran, por ejemplo, justo
visualicé a una chica con una cadena en la mano,
aquella cadena fue enredada en una de las piernas de
un chico castaño, la chica se impulsó y fue a parar
sobre el chico al mismo tiempo que el castaño se
caía.
Cada grupo hacía algo diferente, y en cada uno de
los espacios que ese grupo utilizaba había algo muy

1170
parecido a un estante, era de color negro y a simple
vista se notaba pesado.
La puerta del establecimiento era enorme, eran
dobles: altos y anchos. Estaba abierto de par en par
mostrando parte de lo que había adentro: un circuito
de entrenamiento.
Dimos un paso en su interior y justo en aquel
momento logré reconocer a Josephine, la secretaria
del instituto llegar hasta nosotras.
—¿Puedo ayudarlas en algo?
Con Abby nos miramos en la cara.
—Ah, queríamos saber si tenemos que anotarnos
para hacer… esto —Abby gesticuló con las manos
para mostrar el entorno.
—Todo se ve espectacular y nosotras somos unas
chicas muy… deportivas —tenía que hablar con
convicción. «Un mes después nos fijábamos en este
lugar».
—Y nos gusta el riesgo —agregó Abby, mi
mirada viajó hasta un chico en específico: Jeremy.
—Lo lamento, chicas —nos preparamos para
escuchar las malas noticias—, pero ustedes no
pueden estar aquí.

1171
—¿Perdona? ¿Y eso por qué? —inquirí.
—Está prohibido por el alpha.
—No puede negarnos venir aquí —replicó Abby.
—Por favor, solo por hoy. Por lo menos déjenos
quedarnos a mirar… —supliqué porque de verdad
quería quedarme para conocer más el lugar.
—Soy la encargada de este lugar…
—Lo sé —interrumpí su interrupción—. Solo
queremos ver y le aseguramos que no tendrá
problemas con el alpha. Claro, si es que él no se
entera de que estamos aquí —traté de intimidarla
con la mirada, la cual no fue para nada fácil ya que
Josephine era una mujer demasiado alta y con un
cuerpo esbelto.
—Eso será imposible, lo lamento pero… —
comenzó a decir, con Abby nos miramos con
rendición, estaba por largar un resoplido cuando
alguien apareció, era un chico alto y delgado, sus
ojos azules brillaban en preocupación al igual que su
expresión.
—¡Josephine! —exclamó con voz temblorosa,
interrumpiéndola—Te necesitamos, Andy quedó
atrapado entre los sauces encantados, no quieren

1172
soltarlo y sabes que así no podemos
transformarnos…
—¡Que les dije sobre ir a ese lugar! Necesitamos
el agua de Luna.
—Yo intenté detenerlo, pero sabes cómo es él —
refutó el chico.
—Ustedes —Josephine giró a vernos,
rápidamente cambiamos la expresión de nuestras
miradas cómplices al tener su atención—, pueden
quedarse, pero tienen prohibido tomar cualquier
arma, cualquier cosa que pueda causarles daño —
advirtió con determinación, las dos asentimos
frenéticamente y la vimos ir a una rápida velocidad
por detrás del chico.
—¡Sí! —chocamos las palmas al mismo tiempo
que sonreíamos.
—Eso sí que fue suerte —Abby lo dijo con
emoción, luego dio un paso atrás y giró su rostro
observando el interior—. Mira —me señaló algo con
la cabeza, fijé mis ojos al lugar que me señalaba y vi
a Hannah vestida con un leggings negro y un top
deportivo color gris, la seguía dos chicos sin
camiseta, ¿que tenían contra aquella prenda?

1173
Salió del interior sin ni siquiera dedicarnos una
mirada, rodé los ojos y vi como Abby los perseguía
con los ojos mientras realizaba una rara mueca y
movía su cabeza de una manera graciosa.
—Hey, la vista hacia arriba —hablé con cierta
burla, ella se cruzó de brazos y realizó un puchero al
verme.
—Injusticia que solo nos guste un solo chico en
esta vida, que suspiremos por uno solo, mírame, por
más que intenté “disfrutar de las vistas” su cara
siempre aparece en mi mente —refunfuñó.
—¡Mira, es Brenda! —me avisó y tomó mi mano
dirigiéndonos en dirección a la pelinegra.
Vi a Hannah practicar con espadas junto a los dos
chicos, ella utilizaba dos espaldas y realmente
parecía saber lo que estaba haciendo, estaban en uno
de los círculos rojos.
Me detuve y Abby miró lo mismo que yo.
—Estoy segura que tú podrías con ella —dijo
Abby, la miré con las cejas alzadas.
—Hago esgrima, no eso. Esas espadas parecen
pesadas, bastante.

1174
—Para mí es lo mismo, solo es cuestión de saber
realizar los movimientos, cosa en la que tú eres
experta —insistió. Pues en el club deportivo en el
que asistíamos en Rusia me había sorprendido con
esa habilidad.
—Eso no te lo voy a negar —sonreí. Ella siguió
el camino y yo me quedé durante unos segundos
parada observando como en un fuerte empujón
Hannah sacaba a uno de los chicos del círculo rojo,
el otro chico la atacó por detrás pero ella era muy
ágil, giró con destreza colocando sus dos espadas en
un equis atrapando la de su contrincante entre ellas.
No pude evitar hacer una mueca de asombro.
Me acerqué hacia ella cuando el entrenamiento
pareció acabar, ella se ajustó la cola alta que se le
había soltado un poco. Tomó una botellita de agua,
lo destapó y se lo llevo a los labios, en ese momento
aparecí delante de sus ojos.
—No sabía que eras tan buena —comenté.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí —habló
sin darle importancia a mi comentario, ella giró el
rostro mirando hacia otro grupo con un gesto de
suficiencia. Logré reconocer entre las personas que
ella miraba a una de sus amigas: Josseline, ella al

1175
percatarse de la mirada de Hannah le dijo algo a su
compañera de al lado y dejó el arco que estaba
utilizando sobre una mesa larga para avanzar en
nuestra dirección.
—Parece que has vuelto con todo —comentó la
recién llegada, su tono era bastante amigable y su
expresión parecía muy contenta. Hannah volvió a
agarrar las dos espadas que había dejado a un lado
para descansar un poco, ella se volvió hacia
Josseline y sonrió ladina.
—Estás en lo correcto, Joshie —ella le tendió la
espada.
No sé qué sucedió en mi cabeza cuando hablé sin
que yo misma me lo esperase, quizá las palabras de
Abby se habían adentrado demasiado en mi mente.
—Me gustaría hacerlo yo —señalé las espadas,
Hannah frenó lo que estaba haciendo y volvió la
cabeza en mi dirección, parpadeó y luego sonrió—.
Quiero descubrir qué tan buena eres, Hannah.
—Con gusto te lo mostraré, si es que puedes
durar unos treinta segundos en el círculo conmigo —
habló con actitud burlesca, le sonrió a su amiga y
ella le devolvió el gesto con cierta desconfianza. Esa
vez, Hannah me tendió la espada a mí, miré el suelo

1176
y vi que aún estaba fuera de la línea roja que
conformaba un círculo.
—Eso ya lo veremos —acepté el objeto que ella
me tendía al mismo tiempo que daba el paso en el
interior del círculo.
Agradecí que ese día llevara ropa cómoda, a
pesar de estar usando jeans llevaba puesto una
camiseta verdaderamente cómoda al igual que las
zapatillas color salmón.
Nos posicionamos en el medio del círculo, los
demás nos observaron desde fuera, ansiosos de ver
que iba a ocurrir.
Acomodé mi postura, mis rodillas ya estaban
levemente flexionadas y la espada en mi mano
derecha ya estaba preparada para cualquier
movimiento.
El primer golpe no fue demasiado fuerte,
caminamos en círculos mientras nos observábamos
fijamente el rostro, desafiantes.
—Creo que ya está por pasar los treinta segundos
que me dijiste —quise romper el silencio y las
miradas escépticas entre nosotras.

1177
—Únicamente te estoy dando tiempo suficiente
para que te arrepientes, una vez que comience yo no
me detendré hasta acabar —me aseguró
tajantemente, su semblante divertido cambió y esa
vez me atacó de una manera diferente, mucho más
fuerte y rápido que me desconcentró, di varios pasos
hacia atrás, ella se detuvo justo cuando mis pies
estaban por tocar la línea.
Se alejó con una sonrisa engreída formándose en
sus labios color rosa pálido.
Tomé una bocanada de aire y fui a enfrentarla, no
era bueno que yo me alterara cuando justamente yo
quise que aquello sucediera.
El choque del acero fue fuerte, el sonido se
extendió por todas partes.
—A pesar de no haber salido de tu habitación en
días… no estás tan oxidada —concluí con una
pequeña sonrisa y una mirara cautelosa.
—Estaba recobrando fuerzas —mencionó,
apretando la mandíbula, luego empujó con fuerza su
espada contra la mía, di un traspié pero rápidamente
me recuperé.
—Sé que lo necesitas —dije antes de esquivar su
golpe, cambiamos de posición y en ese momento

1178
alcé la vista para ver a una Abby preocupada
mirarme entre la multitud que se había formado a
nuestro alrededor, comencé a pensar que esto fue
una mala idea.
—Los licántropos son fuertes y se recuperan
rápido, era obvio que ya estaba lista hace días.
—¡Claro! Justo antes de las vacaciones que
comienzan hoy —repuse automáticamente, ella
frunció las cejas y me miró con suspicacia—. ¿Sabes
lo que creo? —pregunté cuando estábamos muy
cerca, nuestras espadas formaron una equis ante el
impacto y así nos quedamos hasta que yo volví a
hablar—, creo que eres una mentirosa. —Ella
empujó con fuerza pero yo resistí. Le devolví los
golpes, ella tenía una excelente técnica, sus
movimientos eran seguros y precisos.
—Que predecible —exclamé cuando está vez fui
yo quien casi la hizo caer, ella se recuperó
rápidamente.
—Puedo hacer que esta pelea termine ahora
mismo, Rouse, aún no has probado todo lo que
puedo hacer.
—Entonces ilumíname, estoy encantada por
descubrir cuán poderosa eres. —Hannah gruñó y me

1179
atacó sin más.
—Mi hermano ha de estar buscándote, ¿qué hoy
no iba a llegar temprano en casa? —dijo segundos
después y mierda, era cierto. Ese cambio de tema me
desconcertó—. Él a veces suele ser muy confiado,
demasiado fácil de convencer, por eso creo que tú no
eres lo que todos piensan.
—Si de eso quieres hablar —murmuré,
aguantando la fuerza que implementaba contra mí—
yo también tengo mucho que decir sobre ti, una ya te
lo dije, pero creo que aún no te mencioné lo que
verdaderamente pienso de ti —ella me miró curiosa,
así que luego de que nos alejáramos un poco lo
solté, siendo consciente de que lo que iba decir lo
iban a escuchar la mayoría de los presentes—. Eres
una falsa, una que pretende ser alguien que no es
diciendo puras mentiras y eludiendo la verdad.
Se produjo un silencio, ella me miró con frialdad
y luego intentó defenderse, pero no le di tiempo para
hablar ni a actuar porque detuve su golpe y lo que
iba a decir cuando volví a hablar de nuevo.
—Una princesa engreída y caprichosa… —lo dije
en un tono bajo cuando estábamos otra vez muy
cerca—, una que no puede aceptar que su hermano

1180
ya no le pone toda la atención que antes porque está
conmigo.
—No me vas a desconcentrar —rugió, enfadada
—, eres una maldita si piensas que vas a joderme
soltándome lo que ya sé.
—¿Lo admites?
—Al igual que tú, cínica —exclamó—, yo lo
conozco mejor que nadie, sé cómo conseguir lo que
quiero —mi expresión cambió y quedé dura e
inundada de rencor por sus palabras y ella aprovechó
mi estado para quitar de mi mano la espada, se
escuchó un ruido sonoro cuando el objeto tocó el
suelo, ella me apuntó con el suyo, su punta casi
rozándome el pecho—. Cuando se trata de utilizar
algo en contra de alguien yo soy la reina.
—No te olvides que aquí yo soy la única reina —
sugerí y con una patada a un lado de su muñeca
provoqué que soltara su espada. Lo deslicé con el
pie fuera del círculo y fui por ella.
Salté por encima de ella logrando que se cayera
al suelo, puse mis manos rededor de su cuello y
hablé en un tono amenazador y seco.
—Seré una cínica pero por lo menos yo no le
miento a mis amigos de lo que realmente soy, cristal

1181
—susurré cerca su oído.
—Me quemas —se le dificultó hablar, parpadeó
con mucha frecuencia y después de ver su expresión
recobré la conciencia.
Sentí mis manos calientes, el dolor de cabeza que
no sabía que tenía se intensificó. En ese momento
alguien llegó gritando hasta nosotras, reconocí la
voz de la encargada del lugar.
—¡Se dispersan todos!
Quité mis manos alrededor del cuello de Hannah
con temor, sus ojos chispeaban algo que no logré
reconocer. Con un jalón en mi brazo me levantaron,
me puse de pie con dificultad. Me sentí mareada y
asqueada de mi comportamiento, mi vista se me
nubló.
Escuché voces por todas partes, percibí
movimientos a mí alrededor pero los sentí tan
lejano. Me encontraba inmerso pensando en lo que
casi hice, mis manos a mis costados me ardieron.
¡Cómo es que no pude controlarme! Tuve que ser
más cuidadosa.
—¡Rouse, Rosy!

1182
Pasé una mano por mi pelo, me alarmé cuando en
mis dedos sentí chispas de fuego, cerré mis puños
con fuerza sintiendo la presión de mis uñas en la
palma de mis manos.
Me alejé de ahí con rapidez, tropecé con unas
cuantas personas pero nada me detuvo, ni siquiera la
voz de Abby llamándome desesperadamente. Algo
dentro de mí me exigía distancia y obedecí porque
sentí que en cualquier momento iba a repartir el
fuego por doquier. La distorsión en mi vista me
advertía de más lágrimas.
Salté cruzando la línea de árboles y usé el mismo
camino que seguí una vez con Neisan Collins para
adentrarme en el bosque.
Paré y me apoyé en la base de un árbol.
Coloqué las manos en la cabeza y gruñí con
fuerza, cerrando y abriendo los ojos con la esperanza
de que todo hubiera sido un sueño o que me hubiera
quedado una vez más muy metida en mi
imaginación cumpliendo esa pequeña fantasía que
tenía con Hannah.
Pero todo fue real. Y no debí hacerlo. Yo misma
provoqué la situación, estuve a punto de quemarla
viva, a punto de exponerme ante todos también. Pero

1183
nada conseguía calmarme, era como si algo dentro
de mí suplicara salir.
Así que lo liberé, empuñé mis manos y golpeé
fuertemente el tronco del árbol con el costado de mis
puños omitiendo lastimarme los nudillos. El fuego
que emergía de mis manos incrementó.
Mi cabello se liberó de la colita porque
seguramente esta se quemó, cayó a los lados de mi
cara, y después de eso sentí un fuerte pitido que me
dejó retorciendo y con mis manos tapándome el oído
con la esperanza de que así este desapareciera, lo
cual fue en vano ya que seguí sintiéndolo.
Comencé a caminar en cualquier dirección, las
lágrimas caían por mis mejillas, sentí ese líquido
salado alcanzar mis labios hasta que de pronto lo
sentí metálico…
Me alarmé.
Al instante me detuve en seco cuando sentí la
sangre salir de mi nariz, ¿qué mierda?
La sangre no paraba de salir. Di un paso al
costado y trastabillé, rodando en una bajada, al
detenerme sentí el cuerpo muy pesado y adolorido.
—Auch… —mi voz sonó rasposa.

1184
Me senté bien en el suelo y vi la sangre manchar
mi mano cuando me la pasé sobre mi boca. Me
asusté más, ese líquido siguió cayendo, observé el
entorno en busca de algo y ridículamente de ayuda.
Me encontraba lejos, no podía reconocer el lugar,
me había distanciado demasiado. Estaba y me sentía
perdida.
Lloré más, me encontraba desprotegida y muy
asustada. El pánico se aceleró cuando detallé una
vez más al líquido carmesí manchando mi mano. No
tenía teléfono, no podía llamar a nadie. Necesitaba
ayuda.
Entonces lo pensé, lo tuve como una opción pero
rápidamente me negué en decirlo. Solo que, sin
darme cuenta, ya estaba pronunciando su nombre.
—Aedus.
Pensé en lo prohibido, acordándome de los pocos
momentos que pasamos juntos y como en todos
estos días evité extrañarlo y pensarlo, lo cual fue
inevitable. Una leve brisa tras mi espalda me erizó
los vellos de la piel, situé mi mano ensangrentada
sobre el pasto y al levantar la vista vi una mano
delante de mí, ofreciéndome ayuda para levantarme,
sin duda alguna, la acepté.

1185
¡AAAH! Me emociono también, ¿ok?
Por favor voten y comenten, ayudan mucho a la
historia y a mí me pone feliz cada vez que recibo
una notificación de su parte. Gracias por leer y por
el apoyo. Besos.

1186
44. Rose

Capítulo 44: ROSE


A él no le importó que mi mano estuviera
ensangrentada o sucia, tomó mi mano con firmeza y
me jaló de ahí, levantándome. Mis piernas
flaquearon enseguida y volví a sentir como las
lágrimas inundaban mis ojos. Esa vez no fue por
preocupación, mucho menos por mí, era por él.
Tomó mi rostro entre sus manos, su tacto se sintió
como la última vez, sus ojos miraron los míos con
detenimiento y, como la primera vez, me sentí
perdida en ellos. Enseguida dejé de sentir la sangre
correr por mis labios, su pulgar pasó sobre mi boca y
me lo humedecí. Bajé la vista al no ser capaz de
sostener esa mirada atrayente.
El ritmo acelerado de mi corazón me mantenía
inquieta, las sensaciones que me despertaba su
cercanía corrían en forma de escalofríos bajo mi
piel. Volví a chocar mi mirada con la suya, ese
chispeo de deseo que manifestaban sus ojos me
sugerían alejarme.

1187
Y eso hice, me escapé de su contacto dando un
paso atrás. Me resultaba irreal tenerlo ahí. Aedus
estaba delante de mí porque yo había pronunciado su
nombre.
—Estás aquí —fui capaz de decir.
—Siempre cumplo lo que digo —quise cerrar los
ojos para deleitarme con el sonido de su voz,
envolverme en su presencia, sin embargo, solo
regresé al paso que había dado y no dejé de verlo a
los ojos cuando continuó hablando—, más si es para
ti, Rose.
«Rose» repetí en la mente, la voz de Aedus hizo
eco en mi cabeza y por culpa de ello sentí como una
sensación electrizante recorría todo mi cuerpo.
Él tomó mi mano, sus fríos dedos apretaron los
míos con suavidad, en ningún momento dejó de
verme a los ojos, notaba mi pulso acelerado por la
cercanía y ese aroma varonil que desprendía hacía
que quisiera acercarme más a él, pero necesitaba
contenerme.
No sabía que las lágrimas seguían en mis ojos
hasta que él pasó su dedo pulgar por debajo de mis
ojos, con una delicadeza que me dejó sin respiro. Me
limpió las lágrimas que caían, y tal vez por ello es

1188
que no querían detenerse… Él volvió a colocar sus
manos a los lados de mi cara, acercó su rostro al mío
y me vi morir al presenciar su cercanía y la melodía
que nos rodeaba.
Situé mis temblorosas manos en su pecho, la
camisa negra que usaba se sintió tibia comparado a
él, igualmente su piel fría traspasaba la ropa y podía
detectarlo por debajo de mis palmas. Mi mente
comenzó a trabajar y a imaginar cómo sería si mis
manos verdaderamente estuviesen tocando su piel
desnuda.
El calor fue obvio, mis mejillas se calentaron y
procedí a mantener la cabeza baja y con la vista fija
en donde se encontraban mis manos.
Sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla,
Aedus no se movió ni tampoco se fijó en aquello
puesto que mantenía la cabeza baja. Subí una de mis
manos hasta secármela, pero mis ojos se desviaron
hacia esa mano y lo que vi me dejó petrificada.
Aedus tomó mi mano levantada y lo llevó directo
sus labios, lo miré desconcertada, besó el dorso de
mi mano y pasó su lengua por el dedo manchado con
la lágrima de sangre, saboreándolo y viéndome en el
proceso.

1189
—¿Qué haces? —susurré sin aliento, sentir su
lengua fue una sensación indescriptible.
—Tranquilizándote.
—Me estás matando.
Estaba sintiendo un montón de sensaciones a la
vez, su toque ocasionaba que ligeros escalofríos se
esparciera por todo mi cuerpo, eran tan placenteros
que me daban ganas de cerrar los ojos y disfrutar.
Él, al escucharme decir aquello, sonrió. Sus
labios se curvaron ligeramente en una sonrisa de
labios pegados. Ese gesto transformaba toda su cara,
otorgándole un semblante más divino.
—Lindo —no pude evitar guardarme aquel
halago solo para mí. Sentí a mis mejillas arder por la
vergüenza, desvíe la vista pero él me sujeto de la
barbilla volviendo a fijar su intensa mirada en mí.
Yo no debería estar conservado esta cercanía, ni
siquiera debí llamarlo. A pesar de que él fuera mi
compañero, él se encontraba en el bando enemigo.
—Belleza —dijo en el mismo tono que yo,
esbozó otra sonrisa más duradera. No sabía si yo
estaba respirando en aquel momento. No fui
consciente de que mi pulgar ya estaba contra sus

1190
labios hasta segundos después, lo quite de ahí y me
alejé lo más que pude, un dolor en la cabeza me hizo
detener y pude notar cierta exigencia llenar mi
mente para que volviera hacia él.
Mis ojos estaban cerrados con fuerza tratando de
soportar el intenso dolor que punzaba en mi cabeza.
—Relájate —escuché la voz de Aedus en una
lejanía.
«No puedo, no puedo» quise gritarle, pero había
algo en mi garganta que me lo impedía.
Una mano rodeó mi cintura y la otra fue a pasar
por detrás de mi nuca, a pesar de que Aedus no
necesitaba respirar lo hizo, sentí su respiración muy
cerca de mi oído y de a poco el dolor que estaba
sintiendo se fue desvaneciendo. Porque él sabía que
si yo lo sentía me calmaría.
—Calma, Rose —su susurro liberó espasmos
deliciosos.
—¡Que pasa conmigo! —dije con apuro
segundos o minutos después, Aedus estaba delante
de mí y su hermoso rostro muy cerca del mío, quise
apartarme otra vez pero él me lo impidió al
agarrarme de la cintura, una de sus manos fue a
parar a un lado de mi cara, traté de relajarme contra

1191
su fría mano, pero ni aquella frialdad logró calmar el
fuego que abrasaba en mi interior.
—Tranquila.
—¿Cómo pides que me tranquilice cuando tú no
puedes sentir lo que yo? —me separé abruptamente
de él, la vista se me nubló a causa de la presión de
las lágrimas en mis párpados.
—Eso ocurre porque te resistes —dijo él, no lo
miré porque no podía. Un sollozo salió del interior
de mi garganta y ni sabía muy bien el porqué de mis
llantos. No recordaba en qué momento había parado
en los brazos de Aedus. Solo sé que lloré hasta
librarme de todas las lágrimas, me quedé seca y me
humedecí los labios varias veces, todavía contra su
pecho. Su mano me acariciaba el pelo delicadamente
mientras yo respiraba consiguiendo de a poco
tranquilizarme. Ubicó sus manos en mis hombros y
puso una corta distancia entre nosotros únicamente
para verme a la cara.
—Estarás bien, aquí estoy.
—No lo creo, nada está bien, Aedus. No entiendo
que sucede conmigo —contuve otro sollozo,
recordando mi pelea con Hannah—. Perdí el control,

1192
últimamente no me siento la misma. Es como si —
hablé con voz temblorosa.
—No fueras tú —completó por mí.
—Solo quiero dejar de fingir —lloré delante de él
sin importarme nada—, dejar de pensar que lo que
está sucediendo no me afecta… Quiero poder ser yo
misma sin la necesidad de contenerme siempre.
Él volvió a estrecharme entre sus brazos, todos
los acontecimientos de las semanas pasadas cruzaron
por mi mente. Pero lo que más me dolía era el
estarle ocultando a Hareth de la importancia de
Aedus en mi vida.
Sentía que entre Hareth y yo no debía haber
secretos, algo siempre me impulsaba a contarle todo,
pero omití esta información, evité mencionarle sobre
Aedus y yo, y esto era tan crucial.
Volví en sí, estar en sus brazos también se sentía
muy bien.
—Puedes ser tú misma conmigo, Rouse —habló
en un tono tranquilo—, no tienes que fingir conmigo
porque yo sé todo de ti —añadió al tomarme con
suavidad los lados de mi cara, su pulgar limpió las
lágrimas que caían por debajo de mis ojos. Parpadeé
y él seguía mirándome de la misma forma, había

1193
determinación en el semblante de su cara, sus ojos
estaban mirándome de una manera fija, pero no
había incomodidad entre nosotros, era todo lo
contrario.
—Vamos —hizo un ademán de separarse de mí y
aquello me alertó, lo agarré del brazo de una forma
rápida—. Quiero que vengas conmigo.
Después de que dijera esas palabras y luego de
que sea yo la que pusiera distancia entre ambos me
di cuenta de lo que había hecho; había actuado
completamente diferente con él. No actúe de la
misma manera distante, no contuve las palabras ni a
mi cuerpo, mucho menos a mi mente.
—No puedo —quise que en el tono de mi voz se
detectara determinación, pero fue todo lo contrario
—, no debo —añadí como si él, con esas dos
palabras, ya comprendiera que todo estaba definido.
—Pero quieres —aseguró en un tono de voz que
me hizo querer huir de ahí—. Si vienes conmigo te
diré algo sobre mí, lo que tú quieras saber.
Subí la vista de lo más impresionada hacia él,
inmediatamente pensé en aceptar su oferta, sabía que
aquello estaba limitado, no conocía a Aedus del todo
pero solo verle ya podía asegurar que él no era un

1194
hombre que tuviera mucha paciencia y que podía
cambiar de opinión con mucha facilidad.
Pasé los dedos por mi mandíbula al no saber qué
decir, estaba indecisa porque sabía que si me iba con
él, a donde sea que me llevase, podría ocurrir algo
que quizá después iba a lamentar.
—Acepto —dije momentos después, sonreí de
lado y él me tendió la mano. Con los nervios a flor
de piel comencé a alzar la mano temblorosa hacia la
suya, su mano se enlazó con la mía y él me sonrió,
astuto. Luego, de una manera demasiado rápida, me
alzó en sus brazos como recién casados y yo grité
por lo desprevenida que me tomó, aferrándome a su
cuello para no caerme.
—Cierra los ojos.
—Lo que me gustaría es que me bajaras —repuse
sin hacerle caso, él acercó su cara a la mía e
instintivamente cerré mis ojos con fuerza.
—De eso hablaba —mencionó Aedus con voz
áspera, como si hablar le costara, preferí no volver a
abrir los ojos para no sentirme más avergonzada de
lo que en sí ya me encontraba.
Segundos después contuve la respiración al sentir
como una fuerte brisa nos envolvía, me aferré más a

1195
él y pude apreciar el viento soplar con fuerza un lado
de mi cara.
No supe cuánto tiempo pasó cuando él se detuvo,
pero ni tuve oportunidad para pensar demasiado
porque el transcurso hacia el lugar en donde Aedus
me llevaba llegó muy deprisa.
Mis pies volvieron a tocar el suelo, un fuerte
sonido hacia un lado de nosotros me hizo abrir los
ojos. Primero miré el suelo empedrado, nos
encontrábamos cerca de una hermosa cascada. En
una zona alejada, muy privada.
Me acerqué hacia el agua, me agaché y dirigí las
manos dentro. Me lavé el rostro, ver como ese
líquido transparente recibía gotas de un color
carmesí me advirtió de lo sucia que se encontraba mi
cara. Sentí más vergüenza. Al sentirme satisfecha,
me puse de pie y me sentí más relajada y fresca.
Giré el rostro en dirección a Aedus, él estaba
viéndome. Volví a su encuentro y detallé la ruidosa
cascada, era una buena vista.
—Desde arriba todo se ve mejor —me dijo él.
—¿Cómo se supone que subiríamos?

1196
—Ven —inesperadamente, él otra vez me alzó.
Mis manos se aferraron a sus hombros
automáticamente. Cerré los ojos no resistiendo tener
su rostro tan cerca del mío, era tan irresistible.
Percibí cuando nos movimos, ejercí presión para
sostenerme más fuerte de él. En el fondo, sabía que
fue solo para sentirlo más cerca.
—Ya estás a salvo —me avisó, abrí los ojos y él
permitió que me bajara. Ya nos encontrábamos
arriba, la superficie plana era segura, pero debía
tener cuidado porque estábamos cerca del borde.
—Gracias.
—Observa ahí —Aedus susurró tras de mí, muy
cerca y si no fuera por él ahora misma Rouse ya no
existiría, por culpa de su voz di un paso adelante, él
actuó rápido y me volvió hacia él, haciendo que mi
espalda impactara contra su pecho.
—Tendría que haber traído algo con que
amarrarte a mí —no me reprochó, entrelazó sus
dedos con los míos y yo lo miré por encima de mi
hombro, estábamos cerca, tanto que si él tuviese un
corazón latiendo lo hubiera percibido.
Él giró mi rostro hacia el lugar que me quería
mostrar desde el inicio, seguramente eran las cuatro

1197
de la tarde, el horizonte se veía precioso. El ruido de
la cascada causaba un poco de temor en mí pero
teniéndolo a él pegado me sentía segura, tanto como
para volver a dar ese paso hacia adelante y mirar con
detenimiento lo que había delante de nosotros,
muchos árboles rodeaban el lugar, el ambiente era
tranquilo y la brisa fresca junto a pequeñas gotas que
nos alcanzaban el soplo.
Él no soltó mi mano, siguió por detrás de mí.
—¿Ya te sientes mejor, Rose?
Lo miré ante esa pregunta.
—¿Por qué me llamas Rose? Mi nombre es
Rouse, es solo una pequeña diferencia pero es
Rouse.
—Porque eres igual de preciosa que una rosa,
bella flor —respondió dejándome perpleja en mi
lugar, no supe que responderle, ni Hareth me había
dicho algo así y él era el chico más cursi que había
conocido nunca. Pero ahora estaba él, Aedus,
teniendo un semblante serio y actuando de una
forma fría me acababa de decir una de las cosas más
lindas.
Acomodé con mi mano libre mi desastroso
cabello suelto, pero el viento siempre lo volvía a

1198
colocar en el mismo lugar.
Aedus alzó su brazo por encima de mi hombro y
alargó su mano haciendo un movimiento experto,
provocando que el viento cambiara de dirección.
—¿Controlas los elementos? —dije asombrada,
saliendo de entre sus brazos al darme cuenta que ya
era el momento de poner cierta distancia entre
ambos.
—¿Esa será tu pregunta?
—No —negué al instante, sabía que su propuesta
de contestarme una pregunta sobre él era delicado,
tenía que meditarlo muy bien—. Sobre lo de…
nosotros —dije segundos después, echándole una
mirada tímida al no saber muy bien cómo llevar esa
conversación—. ¿Pudiste averiguar algo?
—No obtuve respuestas, tendré que hacer algo
más al respecto.
—¿Cómo qué?
—Lo sabrás en su momento.
—Pero… ¿qué haremos?
—Ahora mismo puede pasar lo que tú quieras
que ocurra, belleza —contestó viéndome con fijeza

1199
y con una expresión tan sugestiva que me tomó con
la baja guardia y di un paso hacia cualquier lado,
olvidando sobre qué me encontraba, di un traspié y
él me sujetó enseguida, salvándome de caer al vacío.
Qué torpe, su presencia otra vez me tenía vuelta
loca.
—Gracias —estaba nuevamente contra él. Dios,
tenía que ser más cuidadosa.
—¿Te gustaría saltar? —dijo, deshaciendo su
agarre de mi cintura y dejándome a su lado.
—¿Te estás burlándome de mí? —inquirí
torciendo un gesto suspicaz.
—Yo siempre hablo en serio, sin burlas, belleza.
Sus ojos relucieron ante su sinceridad.
—Aún no me creo capaz de saltar, esto sería
como caer en un abismo —confesé—. Tendré
habilidades especiales al ser híbrida pero no sé usar
ninguna de ellas, no se han manifestado o… no sé
—dije, viéndolo.
—De todas maneras hay algo en ti que te hace
única, el agua es profunda. Hagámoslo, conmigo
nada te malo te ocurrirá, jamás.

1200
—Tengo un poco de vértigo —revelé con una
pequeña sonrisa.
—Lo harás conmigo —decidió.
Se posicionó al borde y me pidió la mano.
—¿No te vas a quitar la ropa? —pregunté con
pena, notando que él no tenía la intención de
hacerlo.
—¿Tampoco lo harás tú, Rose? —inquirió con
sus oscuras cejas fruncidas.
—Eh… yo —me quedé callada al verlo quitarse
su abrigo negro, a pesar de que hacía calor él estaba
vestido con bastante ropa, pero la camisa negra sin
corbata y los jeans negros le daban un aspecto
informal.
¿Tenía que mirar hacia otro lado?
Dios mío, yo nunca había visto a otro hombre que
no fuera Hareth sin ropa, no es que Aedus fuese a
quitarse toda la ropa, pero había posibilidad y a mi
mente aquella idea no le desagradaba del todo. Para
nada.
Preferí desviar la vista y volví a observar la clara
luz del sol, el sol descendía.

1201
«El sol desciende» medité.
«Oh, mis padres» pensé entonces, rápidamente
giré el rostro hacia Aedus y lo vi a punto de quitarse
la camisa negra.
Lo miré sin disimulo alguno por unos tres
segundos, pero luego volví a alarmarme.
—Yo necesito marcharme —dije con apuro—.
Por favor, vuelve a ponerte eso, cubrir tu… pecho —
se me dificultaba hablar, demonios. Él no entendió
nada, así que yo misma procedí a prenderle con las
manos temblorosas algunos botones de la camisa.
¡Ay, qué difícil!
Finalicé y me di cuenta que sobraba un botón,
ups.
—Así es la nueva moda, es tendencia —hablé
con convicción, no pude evitar sonreír después de
decir aquello.
—Si a la dama que debo impresionar le gusta, va
a estar todo bien —habló con simpatía pero había un
atisbo de diversión en sus palabras. Arrugué mis
cejas y preferí no preguntar.
Él volvió a ponerse su abrigo largo.
—¿Dónde estamos? —pregunté.

1202
—Cerca de los límites de Milford.
—¿El bosque Darkmoon conoces?
—Estamos cerca de Darkmoon —respondió.
—Puedes dejarme ahí —no le pregunté, mi voz
se escuchó demasiado autoritaria.
—Será como lo demandes, belleza —dijo sin
hacer preguntas, no pude descifrar la expresión en su
rostro porque me encontraba demasiado ansiosa.
Él volvió cargarme en sus brazos, cerré mis ojos
con fuerza y supliqué en mis adentros para que mis
padres acudieran en el lugar del encuentro.
Aedus me llevó hasta el inicio del inmenso
bosque, esa zona, esos inmensos y frondosos árboles
que representaba Darkmoon se notaban aterradores.
Por suerte vi un auto estacionado en la orilla de la
calle, era Abby. Habíamos prometido que pase lo
que pase nos reuniríamos aquí.
Aedus y yo seguíamos en el otro lado de la calle,
por detrás de unos árboles, por el cual no creía que
Abby pudiera vernos.
—¿Tienes un teléfono para decirme la hora? —le
pregunté a Aedus.

1203
—No —negó—, pero sí tengo un reloj —añadió
mostrándome aquel aparato alrededor de su muñeca
izquierda—. Faltan ocho minutos para las cuatro
treinta, ¿por qué estás aquí? Este sitio es peligroso.
—Tengo una cuestión que atender con una amiga
cerca de aquí, necesitamos unas hierbas y nos
indicaron que a orillas de Darkmoon había y
vinimos a recogerlas —señalé la dirección de Abby
—. Como verás, nosotras tenemos un poder mental
que nos hace comunicarnos como ya sabes…
mentalmente —quise convencerlo, había
descubiertos cosas que jamás creí posible así que
intenté inventar algo igual de convincente.
—Claro —dijo con sus ojos color rojo tratando
de intimidarme.
—Y por eso está aquí, le dije que viniera a
buscarme porque necesitamos esas plantas para una
fiesta, la fiesta por el final de clases.
—¿Recuerdas que no puedes mentirme, cierto?
—me hizo saber tranquilamente.
Maldije unas cuentas veces en mis adentros en
todos los idiomas que conocía. ¿Cómo es que pude
olvidarme de ese dato?

1204
—Bueno, la fiesta por el final de clases si es
cierto —dije como si nada, añadiendo una de mis
sonrisas más angelicales al final de mi argumento.
—¿Qué voy a hacer contigo? —dijo él, estirando
su mano hasta colocarlo en mi mejilla.
—¿Dejarme ir?
—No te tengo retenida —mencionó, acercando
más su cuerpo al mío.
Suspiré despacio y lo vi deshacer contacto entre
nosotros, me miró como siempre y adoptó su mirada
sombría, su boca quedó en una línea correcta.
—Hasta pronto, Rose.
—Adiós, Aedus.
Luego de decir aquello él se perdió en el interior
del bosque, y por más que miraba en la lejanía ya no
lo podía distinguir.
Fui hasta el coche, Abby me miró sorprendida.
—Hola —mencioné con tranquilidad luego de
cerrar la puerta.
—¡Estaba muy preocupada! ¿Dónde estabas y
cómo llegaste?

1205
—Aedus, estaba con él.
—¡Qué!
—Luego te digo. Ahora —lancé un suspiro antes
de preguntar por ella—. ¿Qué sabes de Hannah?
—Hannah tiene unas horribles quemaduras en el
cuello, Rouse.
Ahogué una aclamación en mi mano. La
culpabilidad vibró en mi pecho.
—Lewis te ha estado buscando como un loco,
está más preocupado por ti que por ella —continuó
hablando—. Y todas las acusaciones van hacia ti,
todos presenciaron lo que pasó entre Hannah y tú.
Josephine sufrió las consecuencias y por primera vez
vi al alpha Lewis al que todos temen.
—¿Cómo dices? —exclamé no creyéndome lo
que acababa de decirme.
Ella no me respondió porque su teléfono vibró
tras recibir un mensaje de texto. Subió la vista de la
pantalla de su teléfono, su expresión había cambiado
y luego de unos segundos supe el motivo.
A tres minutos de camino nos pueden encontrar,
girando hacia la derecha sobre el árbol caído nos
pueden hallar.

1206
C.B
Era un número desconocido, pero por el
contenido del mensaje y por las iniciales supimos al
instante que se trataba de la madre de Abby.
Hicimos justo lo que dijo el mensaje, medimos el
tiempo y encontramos un viejo árbol caído, pero no
había nadie. Y justamente por detrás ese inmenso
tronco de árbol, aparecieron ellos.
Mi vista quedó fija en mis padres.
Eleonor y Peter.

Nos leemos en unos días.


Como adelanto les puedo decir que la noche de la
fiesta que se menciona será interesante.
;)

1207
45. El pergamino

Capítulo 45: EL PERGAMINO


Lo siguiente que sucedió fue envolverme en los
brazos de mi madre, nunca había percibido la
frialdad que su piel desprendía hasta aquel momento
ya que una madre desprendía calidez, a pesar de ello
me sentí verdaderamente bien y cómoda con sus
brazos alrededor de mí. Segundos después sentí
como las lágrimas inundaban mis ojos y se
deslizaban mojando mis mejillas.
Un abrazo familiar, mi padre se nos unió
envolviéndonos a ambas en sus brazos. El contacto
de Peter era conocidamente cálido, tampoco me
había detenido a pensar en el calor excesivo que
emanaba. Jamás me detuve a pensar en los pequeños
detalles que hacían diferente a mis padres del resto.
En lo único en lo que me preocupé en toda mi
infancia y adolescencia había sido en mi problema.
“No enojarse para no incendiarse”, esas palabras me
lo repetía mil de veces cada vez que algún ataque me
agarraba, no era fácil, no fue para nada fácil lidiar
con algo que yo no creía posible, no fue fácil aceptar
aquella anormalidad que a mí me caracterizaba.

1208
—Estamos contigo, no llores —murmuró mi
madre en el medio del abrazo, deshicimos el abrazo
y me pasé los dedos por debajo de mis ojos para
secar las lágrimas que no dejaban de inundar mis
párpados.
La vista se me aclaró segundos después, y luego
de un mes volví a apreciar la presencia de mis
padres en frente de mí. Lo único diferente que pude
notar en ellos fue la sensación de que todo lo que los
rodeaba era mucho más vivo, fue como si por fin
mis ojos pudiesen ver lo que ellos realmente eran.
No supe cómo explicar en aquel momento la
sensación tan extraña que me invadió.
Pero entonces procedí a pausar todas las
preguntas que se me vinieron en la cabeza de mi
vida pasada, siempre hubo anormalidad en mi
existencia, en ellos, pero principalmente en mí. Dejé
de pensar en aquello para poder concentrarme en lo
que verdaderamente implicaba volver a verlos:
necesitaba respuestas, y en frente de mí estaban las
personas capaces de responder a cada una de ellas y
resolver mis dudas.
—¿Por qué? —inicié, pero un nudo en la
garganta me impidió seguir hablando, sabía que mis
ojos seguían aguados y que tenía la voz

1209
entrecortada, igualmente procedí ante la mirada
atenta y preocupada de mis padres—. ¿Por qué no
me lo dijeron?—pregunté lo más firme que pude.
Mis padres intercambiaron una mirada y después
papá dio un paso adelante en mi dirección, su
semblante se suavizó con ojos comprensivos.
—Solo queríamos protegerte —me dijo él.
—Mejor demos un paseo y mediante vamos
aclarando las cosas con calma—solicitó mi madre
—. Porque estando cerca de la entrada del bosque…
no estamos seguros.
Con esas últimas palabras me confundió más,
parpadeé y miré hacia donde estaban Abby y sus
padres. Las dos necesitábamos respuestas y allí
estábamos, a punto de conseguirlas, por eso mismo
comprendí que necesitábamos alejarnos un poco
para darles espacio a ellos y también para que
habláramos claros, bien claros.
Comenzamos a caminar por ese bosque con altos
árboles y los suelos llenos de hojas secas y ramas
viejas, no dijimos nada por varios segundos, la brisa
fresca traía consigo el ruido medio tenebroso que
causaba el viento, el cantar de los pájaros era escaso,
había mucho silencio, demasiado.

1210
—Mia, no deseamos que estés molesta con
nosotros, pero debimos actuar de esta forma, es…
Eleonor —llamó mi padre como si le costara
hablarme de este asunto. Yo me encontraba en el
medio de ellos, observé instintivamente hacia mi
madre cuando su compañero la solicitó.
—No entiendo por qué no me lo dicen de una
vez, ya lo sé todo. No es como si me lo tuvieran que
explicar de cero —repliqué entonces.
Escuché como mi padre respiraba profundamente
antes de volver a hablar.
—Es que nosotros no creíamos que este momento
iba a llegar tan pronto y todo fue culpa mía, nunca
debí desviarme del camino.
—¿Estás queriendo decir que preferían seguir
manteniéndome en una farsa, en una mentira?
Porque eso fue lo que hicieron, me estuvieron
ocultando la verdad, ustedes sabían cómo me
enloquecía lo que me pasaba, lo que aún me sucede
—aclaré—. Y aun así prefirieron mentirme, creí que
era una humana, siempre quise ser como el resto y
disfrutar de la vida, pero no, ocurrió todo lo
contrario, estuve aislada como… como lo que en
verdad soy, una anormal.

1211
—Claro que no —mi madre fue la que lo negó
enseguida, para ese momento los tres ya habíamos
detenido nuestros pasos—. Eres tan normal como el
resto.
—Claro, eso dile a esto —dije sarcásticamente,
elevé la mano derecha hasta tocarme el pelo y pensé:
fuego. El mechón de mi cabello ardió, el tono
anaranjado se fue intensificando. Pero mi madre
hizo algo que no debió sorprenderme, ella estiró su
mano y agarró el pequeño fuego que no se extendía
hacia otro extremo de mi cabello en sus manos y
luego solo se desvaneció. El fuego desapareció y la
expresión de mi cara quedó demasiado sorprendida.
—Compartimos el mismo elemento.
—¿Eso lo pudiste hacer siempre?—cuestioné
tontamente. Luego negué con la cabeza, claro que
ella podía hacer eso y seguramente mucho más.
¿Hasta qué punto desconocía a mis padres?—.
Quiero saber el porqué, no entiendo de que querían
protegerme, saberlo no me iba a hacer daño —lo dije
con esmero, en un tono tranquilo que no evidenciara
mi desespero.
—De la verdad —soltó mi padre, lo miré
incrédula—. La verdad que hay en nuestras familias.
Mia, el resistir al mundo sobrenatural no es para

1212
nada fácil, ahora puede que sí pero en nuestros
tiempos, en aquellos siglos las cosas eran totalmente
diferentes a cómo lo es ahora.
—Principalmente el tema de los híbridos —
continuó hablando mi madre—. Cuando se comenzó
a saber que había distintos especies compartiendo
almas inmediatamente los asesores de los líderes
interfirieron, a nadie le gustó aquello, ni a mí—
confesó—. Y, como eran considerados los más
sabios de cada especie, se les accedió la decisión que
tomaron: el rechazo entre diferentes especies.
»Las reglas fueron estrictas y el castigo que se
dispuso ante cualquier desobediencia fue la muerte,
porque a nadie le gustaba la idea de que una nueva
especie desordenara lo estable.
—Eso se escucha como que no le daban opción,
era rechazar para seguir viviendo o dejar de existir
—murmuré consciente de que eso era lo que antes
ocurría—. ¿Eso fue lo que les pasó, cierto?
—Sí, yo ya estaba comprometida —reveló ella
con un tono suave, esperando una reacción
sorprendida de mi parte, pero yo eso ya lo sabía,
sabía hasta con quien—, y rechazar a mi compañero
aunque fuera otro vampiro era una obligación para
mí. Pero no sabía, no conocía la reacción, lo que te

1213
causa, las sensaciones inexplicables que comienzas a
sentir cuando por fin encuentras a tu pareja
destinada. Así que en aquel tiempo yo desistí a mis
ideales por tu padre.
Ella dejó de hablar y le dio lugar a mi padre para
que él continuara haciéndolo.
—Las cosas se pusieron muy densas, todo era
muy cruel y sanguinario a partir de esa decisión.
Estabas de acuerdo o estabas de acuerdo. Por eso
mismo absolutamente nadie se negaba a
desobedecer, todos le temían al castigo que cada vez
se ponía mucho más severo.
»Menos los que tienes en frente, yo siempre tuve
la ilusión de encontrar a mi compañera, pero con la
regla del momento todos temían que su alma fuera
de otra especie, si aquello sucedía ya podías
considerarte muerto porque a pesar de seguir vivo
después del rechazo sería horrible vivir con una
parte caída, porque la vida ya no tenía sentido
después de eso. Todo tú cambia luego de ello, la
soledad eterna… todo —él suspiró y luego miró a
mi madre, su semblante cambió y sus labios
dibujaron una pequeña sonrisa.
Mi madre le devolvió el gesto. Y le tocó a ella
seguir hablando.

1214
—Hasta que nosotros nos encontramos,
congeniamos al instante. Mi deber tenía que haber
sido anunciar aquello de inmediato y proseguir con
el rechazo, pero no pude —admitió en un susurro lo
último, como si estuviera recordando ese momento
exacto—. Él era tan irresistible y la melodía que lo
rodeaba me hacía vibrar todo el cuerpo, era
enloquecedor, sumamente exquisito.
Inmediatamente en mi mente apareció Aedus, su
rostro tan cerca del mío. La melodía era tan clara y
sincera, me revelaba mi verdad.
—Ella era el aroma más deliciosa que nunca
había sentido antes—mi padre habló mirándola con
cariño, él volvió a mirarme—. No hubo otra
alternativa, no tuvimos otra alternativa que huir para
no rechazarnos.
—Pero para hacer aquello tuvimos un montón de
cosas a la cual enfrentarnos, la vida de muchos cayó
en nuestras manos porque si nosotros nos íbamos era
seguro que los licántropos y vampiros se
enfrentarían, no nos importó. Algunas veces tienes
que ser egoísta para ser feliz.
Esas últimas palabras de mi madre hicieron que
algo en mi pecho se removiera, y por eso mismo lo
guardé en mis recuerdos.

1215
—Nosotros… —comenzó a decir mi padre, hizo
una pequeña pausa antes de seguir hablando—
tuvimos que hacer muchas cosas malas para
librarnos de todas las personas que no le agradaran
la idea de que estuviéramos juntos.
—Pero —dije, acordándome de algo— ¿cómo se
enteraron de que ustedes eran compañeros?
—Yo no pude evitar mostrarme diferente —
respondió mi madre— y cuando eso pasa comienzan
las sospechas, en uno de mis encuentros con tu padre
no percibí que alguien me seguía hasta que
literalmente él me obligó a confesarle todo a mi
padre.
—¿Quién? —pregunté con temor.
—Mi prometido.
El rostro de mi padre adquirió un semblante
diferente, sus ojos oscuros de por sí se volvieron
mucho más negros y sus anchos hombros se
tensaron. Quizás el desprecio se asimilaba a lo que
pude interpretar en la expresión de su rostro.
—Sin mí él no podía ser convertirse en rey,
quisieron retenerme a toda costa pero nada pudo
contra nosotros. En la siguiente línea de sucesión
estaba mi hermano Sylvester y luego Marisa, me

1216
necesitaba pero yo para ese momento ya había
cambiado de opinión, todo me parecía absurdo.
Yo sabía exactamente de quien estaba hablando,
pero no podía evitar sorprenderme por lo que me
acaba de decir.
—Nos fuimos juntos con la ayuda de varios
amigos, solos no íbamos a poder —dijo mi padre,
ahora él se veía más relajado—. Todos nos buscaron
porque estar juntos estaba prohibido, todos temían lo
que ahora ya existe: los híbridos.
—¿Por qué? —pregunté. Y mi padre tuvo la
respuesta.
—Porque son diferentes, ser diferente “está mal”
se teme a lo que no se puede controlar.
—Tengo entendido que los híbridos son
controlados, excesivamente manejados y encima
convertidos en estables.
Mi madre me vio con tristeza, su tono al
expresarse contuvo cierto disgusto y rencor.
—Lamentablemente no tienen elección, luego de
que nos marcháramos y viviéramos escondidos entre
los mundanos de aquí para allá por varios años, los
asesores declararon una nueva ley.

1217
»Se aceptaron la mezcla de especies como una
evolución, pero estaría a prueba. Y dieciocho años
después se decidiría si esa ley era realmente
admitida o no en la transformación de los híbridos.
Resultó bien y mal, la ley de su admisión continuó
en disputa y dos años después se decidió: se
declinaría porque se les consideró muy peligroso;
una amenaza.
»Pero alguien interfirió y la prohibición de la
mezcla de especies fue revocada, nuevamente con
otra condición. Esta persona que interceptó por los
híbridos no los salvó, sino que los condenó de cierta
manera. Surgió una organización especialmente para
seguir y tratar el progreso de los híbridos, se les
denominó El Concejo.
Un estremecimiento de miedo inundó mi cuerpo,
los nervios despertaron con fuerza.
—Ahí se dispuso unas reglas que los híbridos
deben seguir, ellos siempre están en vigilancia, es
como si fueran experimentos de laboratorios con las
constantes observaciones de El Concejo, es como si
esta organización estuviera esperando algo para
actuar.
—Por eso, Rouse —alcé la vista hacia mi padre,
por su tono de voz sospeché que el momento serio

1218
apenas estaba por venir—, no queríamos que tú te
expusieras a este mundo y tuvieras curiosidad de
conocer más, queríamos mantenerte lejos de todo y
aunque te hayamos criado con algunas mentiras todo
lo hicimos por amor y por temor.
—¿Temor?
—Eres una híbrida y lo único que nosotros
queríamos es que tú no sufrieras, mantenerte lejos de
este mundo fue únicamente para protegerte.
—Podrían haberme dicho la verdad, tal vez pude
haber comprendido…
—Tampoco fue por eso, cuando tú te enteraras de
la verdad ya ibas a poder ver más allá, ibas a tener
una clase de visión más clara para ver al mundo de
otra manera, no te lo ocultamos solo porque
quisimos, lo hicimos porque fue necesario —me
afirmó mi madre, yo negué con la cabeza no
queriendo creerle—, si tú lo supieras tu parte
sobrenatural iba a querer dominarte, el anillo que te
di es capaz de ocultar lo que tienes, pero no es
capaz de ocultar lo que eres.
Di un paso atrás con las manos en la cabeza, me
pasé las manos por el pelo y luego los dejé caer a

1219
mis costados, estaba claro lo que ella intentaba
decirme pero…
—Pude sobrellevarlo.
—Mia, entiende, si te quedas en este mundo te
van a obligar a rechazar una parte de ti, a una de las
especies que habita en ti —dijo mi padre con un
poco de exasperación—. Por el momento estás
protegida —quise decirle que ya no, pero esa
afirmación se atascó en mi garganta.
—No queremos que sufras, te lo íbamos a decir
—secundó Eleonor—, así todo iba a ser más sencillo
si tú aceptabas no adentrarte en este mundo, solo
queríamos que tuvieras una vida normal… con
nosotros.
—Mamá, yo no soy normal y tampoco lo son
ustedes —hablé queriendo hacerles entender ese
dato—, en algún momento esto iba a ocurrir, yo ya
encontré a mi compañero —dije observando a mi
padre, él miró hacia otro lado, pensativo.
—¿Renunciaras a tu parte vampiro? —indagó mi
madre.
—No —dije convencida de ello.

1220
—Porque según la regla, eso es lo que debes
hacer. Entiendo perfectamente que se siente al
encontrarlo. Y cuando un híbrido se encuentra con
su ser destinado El Concejo debe interferir porque
eso ocurre con los híbridos, deben renunciar a una
parte antes de procrear con su pareja.
—¿Entonces qué piensas hacer? —preguntó mi
madre como si estuviera poniéndome aprueba.
—No lo sé —respondí siendo sincera, la
información que sabía me estaba golpeando con un
inmenso voltaje la cabeza. Quedarme representaba
renunciar a mi lado vampiro, los de El Concejo no
tardarían en venir por mí.
—Rosy, yo solo quise que no vivieras con
preocupaciones, los híbridos desde que son
conscientes saben que pronto tendrán que someterse
a un doloroso ritual que destrozará a una parte de sí,
¿crees que es fácil vivir sabiendo eso, conociendo su
destino? —negué a lo que decía mi madre—.
Nosotros quisimos evitarte eso, lo más que pudimos
y por eso extendimos esta conversación. Ahora tú ya
estás expuesta… y debes tomar una decisión.
—Mamá, no tengo que decidir nada, El Concejo
exige, no pide.

1221
—Pues serás tú quien va a decidir cuándo será —
mencionó mi padre.

—Olvídalo —habló mi madre—, la ley que dicta


este sometimiento debe anularse, no se está
respetando a la naturaleza. Ya basta de esto, yo
tengo una hija híbrida y no quiero que sufra —me
tomó el rostro con cariño, sonrió dulcemente—. Se
está acercando el fin de esta corrupción, tú no serás
marcada, cariño.
—Mi compañero mencionó que no hay nada que
se pueda hacer, que es un debo porque debo, que no
hay salida.
—Siempre hay una solución, solo hay que
encontrarla —me dijo ella.
—Solo mantente al marguen y no te dejes llevar
—mi padre expuso por detrás de mí, me puse al lado
de mi madre para verlo de frente.
—¿De qué estás hablando? —pregunté.
—De ti y tu compañero, no dejes llevarte.
«Perdón, papi, ya lo hice», quise decirle.

1222
—¡Papá! —exclamé quejosa, totalmente
avergonzada al entender lo que quiso decirme.
—¿Qué? Soy un licántropo, sé de nuestra
naturaleza y estoy seguro que ya quiso sobrepasarse
contigo—su expresión se endureció ante su propio
argumento—. ¿Ya sucedió, cierto?
—Papá, ¿no me darás clases de educación sexual
justo ahora, verdad?
—Tengo claro que clases de lectura tienes, Mia
—dijo él.
—¡Mamá! —protesté, viéndola con la cara roja
por la vergüenza.
—¿Crees que no me fijo todo lo que comprabas
con mi tarjeta? —siguió mi padre.
—Se supone que esto era una conversación seria
—murmuré.
—Solo estoy diciéndote que te cuides, ¿bien? ¿Lo
harás? —insistió él, queriendo escuchar una
respuesta de mi parte. Él se acercó a mí y me dio un
abrazo—. Eres un tesoro para nosotros, princesa, no
olvides ni dudes cuán importante eres en nuestra
vida —mencionó en el medio del abrazo.

1223
—A partir de ahora todo cambia —escuchamos
decir a mi madre.
Deshicimos el abrazo. Por la expresión de mi
padre supe que él seguía esperando una
contestación.
—Prometo cuidarme, ¿okey? Él es la mejor
persona que he conocido nunca, jamás me haría
daño.
—Me alegra saber eso.
—Volviendo a lo anterior—comencé—, ¿qué tan
peligroso es El Concejo?
—Mucho—dijo mi madre—, ahí es donde
disponen las reglas, cualquier regla, se ha vuelto
muy poderoso gracias a su «excelente servicio».
—¿De casualidad saben que mi compañero es
familia del señor que maneja esa organización? —
exclamé de pronto—. Digo, seguro les llega los
chismes de este lado del mundo, no creo que se
desconozca que el alpha rey es sobrino del líder de
El Concejo. Por fortuna, no comparten los mismos
pensamientos.
—El anillo debió cubrir tu identidad —fue lo que
dijo mi madre ante mis palabras—, pero veo que

1224
estuviste indagando hasta averiguar sobre nuestra
familia.
—El propio anillo me delató, mamá.
—No creí que lo reconocerían, este objeto es
bastante antiguo para los de esta generación.
—Unas hechiceras lo reconocieron, de ahí nació
solo y lo descubrimos.
Justo ante la mención de las hechiceras, una
emoción cruzó por el rostro de mi madre.
—Deberíamos volver, hay algo que tenemos que
decirles a Abby y a ti —dijo entonces ella.
—Antes dime algo, ¿sabes cómo tengo que usar
el poder del anillo? Alguien me dijo que podía
manejarlo a mi antojo.
—El anillo trabaja según lo que sientes, y te
protege del peligro y a quien tú quieras proteger. Si
quieres usarlo solo siente lo que quieres que ocurra.
«Anotado».
Volvimos hacia el lugar del encuentro,
reuniéndonos con la familia Smirnov.
¿La madre de Abby era o no Edén Dell?

1225
—¿Informada? —preguntó mi madre cuando nos
encontramos con ellos.
Ellos estaban sentados sobre el gran tronco del
árbol que yacía en el suelo, Abby se levantó de un
salto al vernos.
—Solo lo que nos falta decirles, Eleonor —dijo
Candice. Su esposo también se levantó, él era alto,
rubio y de unos intentos ojos azules, aunque también
tenía destellos de verde.
—¿Qué sucede? —pregunté.
Abby se colocó a mi lado, y nuestros padres se
quedaron en frente de nosotras.
Lo miramos esperando una respuesta.
—Hemos hablado con las hechiceras…
No pude creer lo que escuché salir de los labios
de mi madre.
—¿Qué? —exclamé al mismo tiempo que Abby.
—¿Están hablando de las hermanas Relish? —
dije para estar segura.
Candice asintió.
—¿Qué hablaron? —Abby preguntó.

1226
—Sabemos que ellas quieren el pergamino y…
nosotras también lo necesitamos —nos informó mi
madre, me quedé sin habla.
—¿Por qué? —dijo Abby de una manera
confundida, la primera vez que yo no era la única.
—Porque ellas tienen la otra mitad y la que se
encuentra en Luna Eclipse nosotros vamos a
contribuir para conseguir —su madre le respondió.
—¿Para qué?
Esta vez yo fui la que preguntó.
—Para que se lo demos a Eden Dell —me
contestó Candice.
—Eden requiere las invocaciones que ocultan el
pergamino, el fin beneficiará a todos y por eso lo
necesitamos —explicó Eleonor—. Las hechiceras
fueron las que se manifestaron ante nosotras, la otra
mitad está bajo el cuidado de una magia poderosa,
una que se debe atravesar con mucha protección y
por eso nos buscaron. Quieren el anillo de Eden.
Ella me miró, una mezcla extraña de emociones
quedaron estampadas en mi expresión. ¿Qué me
estaba diciendo?

1227
—No le daremos el anillo —continuó dejándome
confundida ya que a ese pensamiento mi mente ya lo
había afirmado—. Solo te necesitan a ti —me dijo.
—¿Y si es una trampa?—interfirió
inmediatamente Abby.
—Hicimos un acuerdo. No pueden romperlo
porque aquí los juramentos se respetan, de lo
contrario, habrá consecuencias. El anillo tiene el
poder para protegerlas en el tramo de la otra parte
del pergamino, ellas no intentarán nada en tu contra
—me aseguró mi madre.
Pensé en las hermanas Relish, me negaba a
apoyar el plan que Hareth intentaba hacer que
desistieran.
—¿Qué puede asegurar que no van a atacarme?
Pueden simplemente quitarme el anillo y
desaparecer.
—Eso no va a suceder, el anillo solo lo puede
sacar el portador, nadie más. No te pediría esto si no
estuviéramos desesperados, se acercan más
problemas si no buscamos esta posibilidad. Tu anillo
está habilitado para protegerte, yo misma me
aseguré de ello.

1228
—Yo la acompaño, si es que aceptas —me dijo
Abby.
—No lo sé —dudé.
Pero terminé aceptando.

El sol ya estaba oculto cuando regresamos a la


mansión de Hareth. Las dos nos mantuvimos
calladas durante el transcurso en coche porque tanto
Abby como yo necesitábamos procesar el plan de
nuestros padres, bueno, en realidad el plan de
conseguir el pergamino era de Eden Dell.
No podía evitar sentir una especie de rencor y
odio hacia Frida, ¿yo estar en el mismo equipo que
ella? ¡Ni hablar! Pero parece que eso iba a ocurrir…
esta noche.
La fiesta del fin de curso era una perfecta
distracción para los guardias, y aunque sabíamos que
el sótano estaba muy asegurado y más teniendo tanta
protección gracias a una clase de trampas y hechizos
que solo podía desactivarse con la llave.
Íbamos a actuar sin llave porque se supone que
las hermanas Relish me usarían a mí para
desactivarlos.

1229
Todo aquello me hizo olvidar por completo lo
que ocurrió en la tarde, mi enfrentamiento con
Hannah, mi encuentro con Aedus… Lo enojado que
seguramente estaría Hareth, pero según Abby él
estaba más preocupado por mí que por su pobre
hermana, no podía imaginarla con el cuello herido.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Abby cuando
detuvo el auto en frente de la casa, los guardias nos
dejaron pasar sin problemas.
—¡Que va! Si estoy feliz de robarle algo a mi
compañero, algo que se supone es obligación de él
cuidar —sonreí irónicamente, ella levantó una de sus
castañas cejas y me lanzó una mirada fulminante—.
Estoy cagada, ¡Estoy cagada, Abby! ¡Claro que
estoy nerviosa! Pero son nuestros padres, se supone
que los padres siempre tienen la razón, solo por eso
le vamos a hacer caso, ¿cierto?
—No lo sé, Rosy —ella tenía la misma expresión
asustada y temerosa que yo.
—Enfrentemos esto rápido quizás solo así pase
más deprisa.
Salimos del auto y avanzamos hacia la casa, mis
manos temblaron cuando toqué el timbre, la espera

1230
para que alguien nos abriera la puerta me resultó
demasiado lenta.
Lía fue la que nos recibió. No la miré demasiado
porque seguía demasiado nerviosa, quería ver a
Hareth pero al mismo tiempo quería estar lejos de él,
no porque no lo quisiera sino porque me iba a dar
vergüenza mirarlo en la cara, se supone que yo, la
persona en la que él más confía, le iba a traicionar.
No podía hacerle, no podía hacerle aquello. No
debía hacerlo.
¿Pero que podía hacer?
¿Explicarle la situación para que entendiera?
—Abby —la frené tomándola por el brazo
cuando ella ya estaba por irse hacia las escaleras—,
¡sálvame!—exclamé en un tono poco audible.
—Que nos salven, amiga. Que nos salven —
repitió, se soltó de mi agarre y se perdió escaleras
arriba.
—Rouse —Hareth, fue la voz de Hareth tras mi
espalda, estaba por subir las escaleras y encerrarme
en la habitación como una cobarde, pero él me vio.
Me puse demasiado nerviosa y me fue incapaz
girar a verlo.

1231
Lo traicionaría, lo traicionaría.
Tenía que hacerlo porque él no entendería, o por
lo menos eso me dijeron.
Tardé segundos dándome suficiente valor para
girar lentamente en su dirección, me mordí el labio y
no supe identificar cómo estaría el semblante de mi
rostro.
—Mia… —dijo, dando un paso adelante.
—Por favor no digas nada, solo no digas nada —
yo fui la que separó el espacio que nos separaba y la
que se aferró a él.
Me embriagué con su inusual olor y por calor que
su cuerpo emanaba. Sus manos alrededor de mí se
sentían espectaculares, era como estar en el cielo.
—Te quiero muchísimo y… Lo lamento —dije
contra su pecho, incapaz de levantar el rostro y
decirle que lo sentía mirándolo a los ojos.
Estaba tan indecisa, ¿qué se supone que tenía que
hacer?
—¿Dónde estabas? —me preguntó, su voz seguía
escuchándose serio. Él deshizo el abrazo y me sentí
media desconcertada. Bajé mis manos por sus brazos
hasta que di un paso atrás, tomando distancia.

1232
—¿Sabes lo que ocurrió? —pregunté a lo que él
asintió—. Necesitaba estar sola —dije una mentira a
medias.
«Claro, te encontrabas demasiado sola en brazos
de otro» Me recriminó una vocecita en la cabeza.
Él volvió a asentir, quizás comprendiendo.
Desvió la vista hacia un lado y segundos después lo
volvió hacia mí, una mirada dura y determinante.
—Lo lamento, pero esta noche tú no saldrás.

—Me han llegado rumores de que esta noche las


hermanas Relish podrían aparecer —contestó igual
de serio.
—¿Cómo lo sa…?—me interrumpí con una falsa
tos, ¿cómo es que Hareth lo sabía?
—¿Estás bien? —Me preguntó preocupado,
sobándome la espalda. Me estremecí ante aquello y
cerré mis ojos con fuerza por algunos segundos,
recuperando el aliento.
—Estoy bien —susurré—, pero, ¿por qué no voy
a poder ir? Este fue el evento más esperado de la
semana… O del año.

1233
—No quiero que te pase nada, Rouse —
determinó, él estaba por delante de mí. Alcé la
barbilla y lo miré con decisión mientras me cruzaba
de brazos.
—Voy a ir y esa es mi última palabra —
determiné al igual que él, me giré sin esperar
respuesta y cuando di el segundo paso ocurrió lo que
ya estaba esperando, me detuvo por el brazo y me
devolvió hacia él. Mi mano quedó sobre su pecho,
me puse de puntillas y lo besé antes de que pudiera
decir algo.
Hareth me correspondió el beso como siempre lo
hacía, su mano fue soltando de a poco mi brazo para
rodear mi cintura con la misma mientras que su otra
mano sostenía un lado de mi cara.
—Irás conmigo —murmuró contra mis labios, no
supe a qué se refería durante un segundo. Me dio un
beso en el cuello, muy cerca de la oreja que me dejó
debilitada y casi caí en sus brazos.
Sus labios volvieron a besarme en la boca y me
perdí por completo, olvidando el plan que no
entendía para nada y la que de igual manera me
parecía estúpido.

1234
Ahora que Hareth me iba a acompañar en la
fiesta… no sabía qué hacer.

1235
46. Ira homicida

Capítulo 46: IRA HOMICIDA


Tenía menos de dos horas para prepararme, pero
con todo lo que había en mi cabeza no me dispuse a
elegir el mejor atuendo, solo me puse un vestido
ligero acorde a la ocasión y unos zapatos negros de
plataforma.
Me había planchado y atado el pelo en una coleta
alta, dejando que unos mechones de pelo cayeran a
los lados de mi cara para tener estilo. Me maquillé
frente al espejo del baño mientras que mi cabeza
repasaba una y otra vez lo que haría, lo que
supuestamente tendría que hacer.
—Haz lo que creas correcto —dije mirando mi
reflejo, inspiré profundamente y dejé escapar el aire
por la boca sintiéndome relajada por unos pocos
segundos.
Salí del baño y abandoné la habitación sin
necesidad de llevar un bolso. Al salir de casa me
recibió un clima perfecto, era una noche hermosa.
Sentía mucha angustia y esta emoción me arruinaba
por completo el ambiente.

1236
Hareth ya se encontraba allí, vestía de forma
casual con unos jeans negros, camisa blanca y
zapatillas que combinaban con su atuendo. Ante mis
ojos el lucía maravillosamente sexy y perfecto, y
aún más por la forma tan alucinante de mirarme.
Abby apareció por detrás de mí, sonreía a pesar
de que yo notara que la expresión entusiasta en su
rostro fuera falsa. Su cabello castaño claro estaba
recogido a un lado de su cara en una trenza cosida
Ella traía puesta una falda de mezclilla combinado
con un top blanco con zapatillas del mismo color,
sin una pizca de suciedad.
Nos subimos al vehículo de Hareth y al cruzar el
portón de la mansión noté como dos suvs
comenzaban a seguirnos, me acomodé en mi asiento
y miré de soslayo hacia él, y otra vez me concentré
en mis pensamientos, atormentándome a mí misma.
—En el campo de deportes, cerca del bosque —le
afirmé a Abby cuando ella volvió a preguntarme en
donde se hacía la fiesta del fin de curso. Lo
organizaban los de último año por lo cual nosotras
apenas sabíamos dónde era.
En menos de diez minutos ya estábamos bajando
del auto, Hareth unió sus dedos con los míos y me
sonrió ligeramente, apreté su mano y en el fondo me

1237
di ánimos e intenté tomar todas las fuerzas posibles
para no largarme a llorar y contarle todo.
Como le mencioné a Abby, la fiesta era al aire
libre y nos habían dicho que harían diversos juegos
de entretenimiento, todo parecía bastante
interesante, y la forma en la que nos contó April a
Abby y a mí nos había intrigado mucho y estábamos
esperando ansiosas este día tanto como nuestras
nuevas amigas. Pero ahora todo era diferente, no
estábamos aquí para divertirnos, estábamos aquí
para ayudar a las enemigas de mi compañero.
«Haz lo que creas correcto, lo que creas correcto»
repetí en mis adentros.
Había un montón de gente, todos estaban
bailando frente al pequeño escenario del Dj, había
luces de neón, y pude vislumbrar pulseras que
brillaban en la noche en las muñecas de las personas.
Al ingresar entre la gente y caminar por un rato
hasta llegar a donde sea que estábamos yendo, oí un
chillido que reconocí al instante, me di la vuelta y vi
a April avanzar a toda velocidad hacia nosotros, de
su mano estaba Drew.
—¡Rouse, si no fuera por tu pelo no te hubiera
reconocido! —exclamó entusiasmada, no antes de

1238
haber hecho una leve reverencia delante de mi
compañero. Drew estrechó la mano de Hareth,
presentándose.
—¿Qué se supone que tenemos que hacer ahora?
¡Hay mucha gente!
—Divertirnos —respondió con simpleza.
—No creo… —miré hacia Abby, justo en ese
momento apareció Brenda y Anthony por detrás de
ella, asustándola. No pude evitar reírme al ver su
reacción, Brenda la abrazó por detrás pidiendo
disculpas mientras trababa de disimular su risa.
—Diviértete, Mia, estarán los de seguridad
rondando el sitio constantemente, estarás segura. Yo
debo dejarte, trataré de regresar pronto. —Hareth me
habló por detrás, cerca del oído. Giré el rostro en su
dirección.
—Entendido —dije con alegría, haciendo un
saludo militar por haber comprendido, olvidándome
de todo por un momento. Lo besé apenas un
segundo porque alguien tiró de mi brazo y me
arrastró en el medio de la gente, lo último que vi de
Hareth fue su sonrisa y sus ojos color ámbar
observarme mientras me alejaba de él.

1239
Minutos después ya tenía puesta una pulsera
color naranja y las manos alzadas en el aire,
bailando alrededor de mis amigas. Todos vestían con
ropa oscura mientras que yo relucía entre la gente
por culpa de mi vestido azul.
Por unos minutos me olvidé de todo, solo disfruté
estar con ellas porque era la primera vez que iba a
una fiesta de adolescentes y la primera vez que no
estaba ni me sentía sola.
Tenía una bebida en la mano, no recordaba ni
quién me lo había dado, solo me la bebí y me di
cuenta que era la misma bebida transparente de la
fiesta de Sheldon Collins. La reconocí como
Ambrosía y esta vez no me sabía nada mal.
Me giré y vi como Abby reía mientras se movía
alrededor de Anthony junto con Brenda.
«Si Edward la viera» pensé. Él había respetado
que esto era solo para estudiantes ocupándose de
otros asuntos.
De pronto me sentí muy incómoda al ver como
April y Drew se devoraban las bocas.
¿Hareth y yo también nos besábamos así?

1240
Sintiendo el pulso acelerado al recordar los besos
de mi lobito, y sintiéndome todavía más
avergonzada, y seguramente ruborizada, me di la
vuelta y me separé un poco de ellos, esquivé algunas
personas hasta encontrar un espacio entre la gente
para seguir bailando. Después de todo Hareth había
dicho que habría gente vigilando, no iba a pasarme
nada malo si me quedaba ahí, entre el montón.
Me quedé demasiado tiempo pensando y
analizando, me negaba a ser cómplice, por más que
amara a mis padres y toda mi vida les obedeciera esa
vez sería diferente. No iría al encuentro con las
hechiceras porque era incapaz de traicionar a
Hareth…
Una mano fría rozó mis dedos, todo yo se
congeló y dejé de bailar sintiendo la presencia de
alguien tras mi espalda, la música seguía resonando
y las personas seguían gritando efusivas.
Las luces se encendían y se apagaban en
movimiento, mareándome un poco. Me giré al
instante, luego de que mi corazón volviera a latir
más calmado, y no había nadie más que personas
inmersos en sus asuntos, una chica fue la que me
devolvió la mirada confundida.

1241
—¿Estás bien? —fue amable por preguntar, yo
solo asentí por lo que ella me sonrió y con otra
mirada confundida se dio la vuelta y siguió bailando.
Preferí irme de ahí y conseguir otro trago.
Estábamos en el aire libre, el clima estaba fresco y
por más que estuviera metida en un bullicio de gente
alguien iba a tener las manos frías así como rozarme.
«¡Qué estabas pensando, Rouse!» me recriminé.
Llegué en un zona con menos gente, a lo lejos
vislumbré la mesa larga con un montón de bebidas
encima. Estaba por ir hacia ese lugar, pero en ese
momento un chico conocido se plantó delante de mí,
y como si me hubiera leído la mente, me ofreció uno
de los dos vasos que tenía en la mano.
Encogiéndome de hombros, lo acepté, recordando
que aquel chico se llamaba Robert y que habíamos
estado en el mismo equipo en el campamento.
Además, viendo nuevamente hacia la zona donde
iba a dirigirme, noté la figura de Hannah
apareciendo. Por suerte ella se encontraba muy bien,
no debía parecerme extraño que sanara
mágicamente.
Continué con mis movimientos integrándome en
el grupo donde parecía estar Robert, solo que ante
un cambio brusco de ritmo la gente comenzó a saltar

1242
y vociferar, amontonándose más. Una persona chocó
contra mí inesperadamente, perdí a Robert entre la
multitud que parecía enloquecer, fui arrastrada hacia
otro lado, pude estabilizarme segundos después
sumamente desorientada.
Las personas siguieron saltando, percibía la
euforia al igual que su agresividad en torno a mí.
Tenía que salir de aquí, rápido. Intenté hacerlo, huir
de ahí pero alguien se estampó contra mí, perdí el
equilibrio y ante ese hecho el vaso se me cayó de las
manos y una mano me sujetó por el brazo de
repente, devolviendo la estabilidad a mi cuerpo antes
de que yo también acabara en el suelo.
—Gracias —musité hacia el chico que me salvó.
Él no dijo nada, su expresión me dio un poco de
miedo, parecía alcoholizado.
La música retumbó en mis oídos, quise zafarme
del agarre del chico y continuar mi camino, pero él
intensificó su agarre.
—Suéltame…
—Quédate conmigo un rato —habló, queriendo
sonar seductor, acercándome más a su cuerpo
fornido.
Puse mala cara y resistí.

1243
Sentir su mano en mi cintura me desagradó y
asustó también. Alejé lo más que pude mi rostro de
su persona cuando él comenzó a aproximar su cara a
la mía. Todo yo se puso en alerta.
—Eh, Jack —otro chico le habló al que no quería
soltarme—, te aconsejo que la dejes.
—¡Vete de aquí que nadie te necesita! —En su
tono se arrastraba esa nota que evidenciaba su estado
alcohólico— ¿No ves que estoy ocupado?
—Ya estás pedo, hermano. Suéltala —repitió
pero el tal Jack lo miró con cierto desafío no
liberándome—. Ella…
El chico que intentaba hacerle entrar en razón no
tuvo más tiempo de interferir por su amigo porque
otra voz lo calló de golpe.
—¡Cómo te atreves! —una voz furiosa se
escuchó de repente. Y lo siguiente que vi fue al
chico que me tenía apresada siendo tirado en el
suelo. Escuché el crujir de algo y un quejido de
dolor provenir de sus labios.
Me quedé impactada mirándolo desde mi lugar,
estaba estática con mis ojos puestos en el chico
rubio encima de él dándole varios puñetazos
mientras decía palabras que yo no lograba entender

1244
por encontrarme petrificada, absorta en un parálisis
por lo sorprendida que estaba.
La música se detuvo, las personas se dispersaron
y no hicieron absolutamente nada.
Pese a saber que el chico merecía esos golpes por
tratar de sobrepasarse conmigo, no podía dejar que
Hareth lo matara. De alguna manera me obligué a
salir de mi asombro y me acerqué a donde ellos.
—¡Lo vas a matar! —exclamé horrorizada al ver
tanta sangre en el rostro del chico golpeado,
prácticamente le estaba desfigurando la cara. Él no
hizo caso a mis gritos y súplicas hasta que grité su
nombre con fuerza— ¡Hareth, detente! —exclamé
detrás de él.
Entonces, reaccionó.
Giró el rostro en mi dirección, su semblante
reflejaba una ira homicida, él estaba furioso. Se
irguió y se mostró potente, le echó una mirada
fulminante hacia el chico en el suelo. Su gesto
endurecido indicaba que la furia aún no se disipaba,
se acercó hacia mí y tiró de mi mano fuera de ahí, la
gente se corrió para que pudiéramos pasar.
Él estaba caminando muy deprisa, prácticamente
me estaba arrastrando, al darse cuenta de ello se

1245
detuvo, pero solo para alzarme sobre su hombro.
Pegué un grito a causa de la sorpresa, eso no le
importó a él, siguió avanzando.
—¿Qué te sucede? ¡Bájame! —ingresó en el
interior del instituto sin hacerme caso, ya en el
medio del pasillo por fin mis pies volvieron a tocar
el suelo.
Me sentí mareada por un breve momento, cerré
los ojos y arrugué los parpados para volver de ese
corto mareo.
Hareth me tomó por el brazo y me metió en un
salón, mi espalda quedó apoyada sobre la puerta.
—¿Qué fue eso?
—¿Y lo preguntas? —un sonido animal brotó de
sus labios, su rostro tan serio me puso nerviosa.
—¡Casi lo matas! Con violencia no se resuelven
las cosas.
—En mí mundo sí —rebatió. Extendió un brazo
hasta ubicar su mano a un lado de mi cabeza, acercó
su cuerpo, presionando el mío—. Tú me tienes loco,
verte con alguien más seria mi perdición.
No dije absolutamente nada.

1246
Me lo quedé mirando, el corazón me latía muy
rápido, sus palabras habían llegado hasta mi alma
y… me dolía.
Acercó su rostro al mío, presionó su frente contra
la mía y suspiró. Puse mis manos sobre sus brazos,
cerrando los ojos. Compartimos el mismo aire,
aspiré el aroma que desprendía mientras la culpa se
disipaba un poco.
—Nunca te vi así —susurré. Se apartó, poniendo
una considerada distancia solo para verme.
—Puedo ser bueno todo lo que quieras, pero
cuando se meten con lo que es mío encuentran la
peor versión de mí. Y déjame decirte que lo que
acabas de ver no fue nada, Rouse. Puedo llegar a ser
un monstruo si me lo propongo.
Y le creí, su mirada sombría, su expresión
endurecida y voz grave, denotaba su verdad, la
verdad de sus palabras.
—Yo no te quiero de ese modo, me gustas más
cuando estás tranquilo o cuando me besas.
Y con esas palabras logré que la furia se
desvaneciera por completo de su expresión, dejando
en su lugar el inicio de una sonrisa.

1247
Sostuvo mi rostro entre sus manos adoptando la
mirada sugestiva que tanto me gustaba.
Hareth había vuelto.
—Solo devuelvo el trato que me dan —dijo,
acariciando mi mentón con la yema de su pulgar.
—Sigue siendo bueno conmigo entonces —apoyé
una mano en su mejilla, ladeé la cabeza y presioné
mis labios cerca de su boca.
—Eso siempre, fuego.
Me besó en la boca, con una mano me acercó
más a su cuerpo volviendo el beso mucho más
apasionado.
Y así fue durante segundos o minutos, no sabría
decir cuánto pasó porque cuando tenía su boca sobre
la mía el tiempo era lo de menos.
Entonces separó su boca de la mía, alcé la vista y
por detrás de él vi, a través de la inmensa ventana de
vidrio, la enorme luna resplandecer indicándome
que ya era la hora. El momento de que las hermanas
Relish aparecieran había llegado.
Volví la vista a la de Hareth, y él con sutileza me
besó los labios. Fue un beso realmente corto porque

1248
algo ocasionó que ambos nos pusiéramos en alerta,
comenzó a escucharse gritos provenientes de afuera.
Él detuvo lo que hacía y nos miramos a la cara.
Nuestras respiraciones estaban entrecortadas, su
pecho ascendía y descendía a un ritmo acelerado y
estaba segura que la mía también.
En el momento en el que Hareth salió
apresuradamente de ese salón, conmigo intentando
seguir su paso, me di cuenta de que verdaderamente
el plan se había ido a la mierda.

Salimos fuera del edificio e inmediatamente


chocamos con un montón de gente, Hareth me
agarró de la mano para no perderme de vista y siguió
avanzando en el medio de las corridas de las
personas.
Pasando aquello, vislumbramos a lo lejos a un
montón de lobos atacándose entre sí. Pero no eran
los únicos, había chicos y chicas peleando como
bestias salvajes en donde minutos atrás se disfrutaba
de la mejor fiesta del año.
—¿Qué está pasando? —exclamé completamente
horrorizada por esta locura.

1249
—No te muevas de aquí —pidió él soltando mi
mano e ignorando mi pregunta. Salió disparado y en
un gran salto ya lo vi caer en cuatro patas. Siempre
iba a sorprenderme lo grande que era su lobo, giró la
cabeza hacia mí y sus ojos ámbar brillaron con más
intensidad.
Asentí con la cabeza, afirmándole que no me iba
a mover de ahí.
Hareth se marchó corriendo en la dirección hacia
los lobos que seguían atacándose, vi como frenó de
repente y aullaba con una intensidad que me dejó la
piel de gallina. Parecía que con aquel aullido
mandaba una clase de ondas porque pude percibir
durante un instante como el aire se volvía más
pesado.
De una forma inmediata y sorprendente los lobos
se quedaron quietos, los chicos y chicas frenaron lo
que estaban haciendo y, por el movimiento de sus
siluetas, pude suponer que se veían confundidas y
nerviosas.
Las palabras de Hazal se reprodujeron en mi
mente y ahí comprendí lo que estaba sucediendo;
solo era un hechizo.

1250
Mi atención volvió a la realidad y vi a un par de
lobos salir corriendo en dirección al bosque, mi lobo
caminó alrededor de unas personas con un aspecto
que daba miedo.
Al percibir que ya no había ningún peligro hice
un ademán de acercarme al sitio en donde estaba
Hareth, pero no fue necesario porque cuando volví a
alzar la vista y estaba por dar el primer paso, ya lo
tenía viniendo hacia mí.
«Ven conmigo» escuché en mi cabeza.
Le hice caso y lo seguí hasta una esquina del
instituto, en donde la luz artificial llegaba tenue y
donde la iluminación más resplandeciente era de
parte del brillo de la luna.
Hareth cambió de forma, yo estaba detrás de él
pero me fui a acomodar contra la pared, intentando
que mi vista no se desviara hacia abajo.
¡Qué difícil!
En un segundo ya lo tenía invadiendo mi espacio,
podía sentir la suavidad de su piel contra la palma de
mis manos, su pecho se encontraba tibio y ascendía
y descendía con normalidad.

1251
—Siento mi comportamiento con ese tipo, pero
se lo merecía —dijo segundos después, él estaba a
solo centímetros de mi cara. Su nariz rozó la mía y
escuché como inspiraba con fuerza, en busca de
calma tal vez—. Pero es parte de mí ser así, no
puedo evitarlo.
Al momento en que dejé que sus labios tocarán
los míos el recuerdo del enfrentamiento de Drew y
Jeremy invadió mi mente, podía recordar con
claridad la reacción de Drew ante el suceso que él
creyó inapropiado. Ellos habían llegado a los golpes
al igual que Hareth.
Al colocar mis manos en su nuca, él separó sus
labios de los míos y al abrir mis ojos vi como los
suyos eran de un color ámbar cautivador, bajó la
vista al igual que su cara en mi cuello, descendió su
boca dejando un camino de besos en la misma hasta
el indicio de mis pechos, provocando leves suspiros
de mi parte al sentir sus manos en cada uno de mis
senos.
Mis dedos estaban enredadas en su cuero
cabelludo, dándole leves tirones provocando que él
soltara pequeños gruñidos y profundizara la presión
de sus labios en mi piel. De repente sentí la pared

1252
dura tras de mí al mismo tiempo que una mano se
aferraba en mi cadera.
Seguramente las hermanas Relish ya se
encontraban en el punto de encuentro, también
Abby.
—Abby—hice que el rostro de Hareth se apartara
del mío—, necesito encontrarla —mencioné con voz
temblorosa. Quise separarme de Hareth, lo empujé
con una de mis manos por el pecho pero él ni se
inmutó. Sin embargo, me inspeccionó con los ojos
entornados y una expresión de evidente
preocupación.
—¿Qué sucede? —habló con voz calma,
cerrándome el paso con su enorme cuerpo, cuando
vio que tenía intención de escaparme por un costado,
él instintivamente extendió su brazo cerrándome el
paso. Alcé la vista y no supe identificar que
expresión adopté.
—¿No estás preocupado? —dije inmediatamente
para desviar el tema, Hareth frunció el entrecejo
mirándome cauteloso—. Por Frida, ¿están aquí? —
agregué intentando que mi voz no me delatara.
—Están aquí —su afirmación hizo que por un
momento dejara de respirar, una mala sensación se

1253
instaló en mi pecho, solté el aire que contenía
lentamente—. No debes preocuparte —dijo,
colocando la mano que me impedía el paso en mi
mejilla izquierda—. Lo tengo todo bajo control —
añadió queriendo darme consuelo.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —murmuré,
sintiendo una ansiedad agobiante, lo único que
verdaderamente quería era irme de allí y asegurarme
de que mi mejor amiga estuviera a salvo.
Sentí como los nudillos de Hareth pasaban de una
forma lenta por mi mejilla, su caricia parecía dulce,
pero su mirada era totalmente diferente, se veía
maliciosa al igual que la sonrisa torcida que
adornaba su boca.
—No por nada soy el rey.
—Dime algo —pronuncié seriamente, él me miró
atento—, ¿qué es lo que quieren las hechiceras?
Nunca había obtenido una respuesta real a esa
pregunta.
Él se puso serio de repente, su sonrisa
desapareció dejando una línea seria en su lugar, y vi
claramente como su mandíbula se le tensaba. Hareth
no esperaba aquella pregunta de mí parte, y que
relacionara de ese modo solo me motivó a seguir,

1254
porque ante su miraba había percibido una clase de
electricidad recorrerme el cuerpo, escalofríos que no
me advertían nada bueno.
—No van a conseguir lo que quiere, sea lo que
fuera.
—¿En serio? —Recriminé por su respuesta—.
Debes tener una respuesta más concreta. Siento que
hay una verdad detrás de todo esto, algo que tú
sabes.
—Decirte la verdad solo causaría que me miraras
con ojos diferentes, no es momento, lo lamento. Por
ahora solo tienes que confiar en mí.
Fruncí el ceño y lo miré escéptica, tratando de
averiguar si podía ver algún rastro de mentira en su
cara. Coloqué una mano en su cálido pecho.
—Cuando una persona guarda secretos y dice que
es por el bien de todos, solo hace que uno imagine
cualquier cosa, ¿quieres que haga eso o eres capaz
de decirme que está pasando? —hablé con
convicción, sus ojos chispearon indecisos, pero su
semblante no cambió.
—No es momento —repitió.

1255
—Nunca existe el momento indicado, solo debes
soltar lo que guardas sin importar la reacción de los
demás. Sea bueno o malo, me tendrás a tu lado.
Él guardó silencio, esperé que lo rompiera
durante segundos, pero él estaba decidido en
callarse. Su rostro se mantenía inescrutable.
—Ellas habían dicho un nombre —comencé a
hablar de nuevo, sin cambiar el tema y dejarlo de
lado como lo quería él—, ¿lo recuerdas? En la fiesta
de Sheldon Collins —no habló, pero yo proseguí—.
Neira, ese es el nombre. ¿La conoces?
—Rouse, déjalo ya —su voz se escuchó grave, su
mirada contuvo un chispeo agresivo.
—No es la primera vez que escucho ese nombre
—analicé entonces.
—Basta —él se distanció de mí, incluso me dio la
espalda—. El evento se está restaurando, decide si
quieres quedarte o ir a casa —dijo sin mirarme,
endurecí mi expresión, contuve la respiración para
contener esa molestia que me atormentaba.
—Debo encontrar a Abby. Y, Hareth —me
aproximé a él, situándome a un costado donde
tuviera el enfoque de su perfil—, considérame para
más. No te me acerques hasta que decidas romper

1256
ese hielo que no nos deja ser lo que se supone que
somos.
No esperé a que él dijera algo, simplemente me
alejé a pasos rápidos y no hice caso cuando él me
llamó. Rodeé el instituto siguiendo un tramo que me
llevaría al lugar donde se suponía que debía estar ya
desde hace minutos. Sin mí no iban a poder seguir,
esperaba encontrar a mi amiga ahí.
Frené de golpe cuando giré en una dirección,
estaba lleno de guardias la zona donde íbamos a
reunirnos. Dejé que mi espalda se relajara contra la
pared mientras mi respiración volvía a su estado
normal, me asomé y después volví a colocarme en la
misma posición. Me pasé las manos por el rostro de
una manera frustrada.
«Eres la compañera del alpha, no se verá raro que
aparezcas entre ellos así de la nada» ese
pensamiento me motivó a seguir, o por lo menos lo
que intenté hacer porque cuando estaba por cruzar
para ese lado una mano me jaló con fuerza por el
brazo y me devolvió a mi lugar.
—¿Qué crees que estás haciendo? ¡No estás a
salvo aquí! —No elevó el tono de su voz, pero
tampoco se escuchó normal.

1257
—La que no está a salvo es otra persona, necesito
saber dónde está Abby —le aclaré, librándome de su
mano que sujetaba mi brazo, volví a intentar
marcharme, pero esa vez él me sujetó por la cintura
y yo pataleé en el aire al querer que su brazo soltara
mi cintura, me volví hacia él con expresión enojada.
—¿Cómo sabes que ella no está bien? De seguro
se fue con sus otros amigos, devuelta en el evento tal
vez.
—Solo lo sé. Quiero encontrarla —dije con
decisión y sabiendo que él no me soltaría por las
buenas, opté por liberarme por las malas
sorprendiéndolo con las llamas en mis manos que se
apoyaron sobre su brazo que me mantenía apresada.
Me liberó ante ese hecho y corrí.
Entre el montón de guardias que custodiaban el
ingreso al sótano, una entrada cuadrada ubicada en
el suelo como un hoyo aterrador, pude reconocer a
Luke.
—¿Qué está pasando? —él me vio y no me dio la
respuesta que esperaba.
—No deberías estar aquí.
—Eso ya lo sé, pero ¿qué es este lugar? —
pregunté con apuro—. ¿Son las hermanas Relish? —

1258
fui directo al grano.
—Es la única entrada y salida hacia unos
pasadizos y ellas acaban de ingresar.
—¿A… Abby estaba con ellas? —se instaló un
nudo en la garganta impidiéndome hablar bien. Luke
me observó con el entrecejo fruncido.
—No lo sé, yo acabo de llegar
—¿Por qué no entran y las atrapan? —cuestioné
atemorizada de repente.
—Algo nos impide cruzar, pareciera que la
entrada tiene alguna clase de escudo…
—¡Es solo a nosotros! —gritó alguien
interrumpiéndolo, aquello captó la atención de
ambos. Él se hizo paso e ingresó a ver de qué
hablaba aquella voz masculina, yo también me metí
—. Solo los licántropos no pueden pasar, cualquier
otra cosa o especie lo puede hacer… Vean —dijo el
chico castaño y uniformado, le sacó un arma a su
compañero de al lado y lo tiró hacia el agujero
negro, el sonido del objeto impactando y cayendo
contra los escalones de la escalera que descendía
hacia la oscuridad hizo que Luke diera un paso
adelante para mirar. Pero cuando él intentó cruzar su
pie, colocar su pie en el primer escalón algo lo hizo

1259
lanzarse para atrás, fue como un campo magnético,
como si lo que pusieron solo los afectara a ellos.
Solo a ellos.
Miré por encima de mi hombro, preocupada, y vi
como él se levantaba con cierta dificultad con la
ayuda de… Hareth.
Solo ellos no podían cruzar, miré mi anillo y
luego me di valor.
Otra vez miré por encima de mi hombro, no supe
definir la expresión de mi cara, pero pude ver con
claridad la de Hareth, él fue corriendo hacia mí al
suponer mi intención, una intención que logré sin
que la barrera mágica me impidiera cruzar. Bajé tres
escalones y luego me quedé quieta al escuchar un
estruendoso golpe, sabía que si miraba por detrás de
mí iba a querer volver y saber cómo estaba.
—¡Rouse!—oí su grito y nuevamente su impacto
contra la barrera.
—Estaré bien —dije sabiendo que él lo iba a
escuchar antes de descender por esa escalera que
llevaba de la tenue luz hasta la profundidad de una
oscuridad aterradora.

1260
Pero antes de bajar por completo me pareció
escuchar algo:
—Ese lugar te hace ver tu peor pesadilla.

Nos leemos pronto ;)

1261
47. Cosa extraña

Minutos atrás…
Capítulo 47: COSA EXTRAÑA
Abby
Me encontraba totalmente despreocupada, la
música y la compañía de mis amigos me hacía sentir
completamente normal, solo estaba concentrada en
ellos y en el momento; sin preocupaciones, sin
miedos y sin pensar en que posiblemente el plan no
saliera como lo esperado.
Tenía a Anthony por delante de mí, Brenda y yo
nos movíamos a su alrededor siguiendo el ritmo
sensual de la música, él parecía divertido y
satisfecho mientras nos seguía la corriente,
complacido.
Poco después aparecieron Liam y Amy,
ofreciéndonos unos tragos que aceptamos
inmediatamente. Justo en ese momento la música
cambió a una más suave y tranquila. Nos relajamos
mientras tomábamos aquella bebida que reconocí
enseguida. Era Ambrosía, contenía demasiado
alcohol acompañado de una sustancia especial que

1262
lo convertía en la única bebida capaz de
emborrachar a los licántropos. No era recomendable
que yo la tomara, pero me encantaba y no parecía
causar tanto efecto en mí.
Luego de haber probado el primer sorbo, emití un
grito eufórico por lo fuerte que se sintió. Su sabor
quedó quemándome la garganta. Escuché la risa de
mis amigos, ellos se la tomaron calmadamente,
seguro ya acostumbrados, tomé más para
acompañarlos mientras recorría con la mirada a las
personas que se seguían moviendo y disfrutando de
la velada. Entre ellas, vislumbré una silueta
conocida, y cuando una de las luces se iluminó justo
ahí, reconocí la cabellera pelirroja de Rosy. Ella se
estaba alejando mientras se movía un poco,
rítmicamente.
Sabía que había seguridad por todas partes, el
propio Lewis nos lo confirmó, por eso mismo no me
preocupaba. De pronto, Drew y su acaramelada
novia vinieron a nuestro encuentro, al parecer su
besuqueo se había terminado cuando se acordaron
de nosotros.
Brenda le ofreció su bebida a April y ella no dudó
en aceptarla. El ambiente fue volviéndose todavía

1263
más eufórico, volvimos a movernos con los vasos en
las manos y tomando un sorbo de vez en cuando.
Podía distinguir a una distancia no tan alejada a
mi amiga, me daba su perfil y parecía estar hablando
con alguien, no sabía con quién puesto que había
demasiadas personas juntas y aquello me dificultaba
la visión, además de que estaba oscuro y las luces se
prendían y se apagaban dirigiéndose a todos lados, y
gracia aquello podía verla a ella, o por lo menos
reconocer su cabello.
Volví la vista a mis amigos cuando sentí una
mano en mi hombro, Anthony me hizo una seña con
la cabeza y dijo un “¿bailamos?” sin emitir sonido,
estaba a punto de aceptar su propuesta gustosa,
después de todo aún tenía tiempo, mi mano ya había
tocado la suya, pero entonces escuchamos un par de
gritos y reconocí una inmediatamente, la de Rouse.
Instintivamente la busqué con la mirada, fue fácil
hallarla porque las personas habían comenzado a
dispersarse, formando un circulo a su alrededor. Me
acerqué con rapidez hacia allí y cuando estaba por
llegar una mano me impidió seguir mi camino,
sujetándome por el brazo. Al fijarme quien era,
fruncí el ceño. Anthony negó con la cabeza.

1264
—No debemos interferir, es el alpha —dijo al
acercar su rostro para hablarme al oído. Asentí,
dócilmente.
Un gesto de dolor se dibujó en mis labios al notar
el rostro ensangrentado del chico que Lewis
golpeaba, mi amiga lo veía con perplejidad y con
una expresión de horror a la vez que le pedía que se
detuviera.
Celos… a pesar de que debería asustarme aquel
comportamiento tan violento y agresivo, no lo hacía.
Los licántropos eran terriblemente posesivos y no
estaba por nada del mundo admitido que otro tocara
a su compañera. Edward mismo manifestaba estas
señales, pero nunca había llegado al extremo de
golpear a alguien.
Al conectar nuevamente con la realidad, vi a
Rouse sobre el hombro de Lewis siendo alejada con
pasos apresurados hacia alguna parte, lejos de donde
estábamos.
La música que se había detenido, volvió a
reproducirse, los murmullos cesaron al instante
cuando el Dj pidió que todos se calmaran y que
volvieran a divertirse. De a poco, todo volvió a
tornarse como antes, pero yo ya no podía volver a
estar tranquila, algo comenzó a inquietarme, y yo

1265
sabía muy bien el motivo: la hora del encuentro
estaba cerca, demasiado. Pasaron varios minutos,
entonces decidí alejarme del grupo, salí de las
bulliciosas personas y me quedé observando el cielo
nocturno.
Una hermosa y deslumbrante luna me recibió,
podía perderme con facilidad en su luminosidad
celestial. Ver la luz que reflejaba me relajaba y
distraía, estuve un momento mirándola. Y cuando
aparté la mirada, volviendo mi atención a las
personas, el caos se desató.
Vi a algunos chicos cambiar de forma y atacar
agresiva y violentamente a la primera persona que se
cruzaba en su camino. Algunos no necesitaron
convertirse, simplemente se lanzaron entre ellos con
ganas de destrozar cualquier cosa a su alrededor.
No me moví durante un instante, no todos
estaban afectados por aquella rara y repentina
violencia. Muchas personas comenzaron a gritar y a
correr, lejos de ahí, otras, en cambio, intentaron que
nadie se matara entre sí.
La música se había detenido, las luces estaban
apagadas y lo único que nos daba la luz era la luna.
Era suficiente para ver bien, y por eso mismo,
cuando examiné el lugar totalmente exaltada, aún sin

1266
ser capaz de mover mi culo y volar de aquel lío,
distinguí unas figuras extrañas, y al parpadear
aquellas figuras oscuras ya eran siluetas masculinas,
unas que mantenían una postura tranquila mientras
observaban a la mayoría de las personas pelear. Solo
estaban ahí, de pie, uno al lado del otro, eran cuatro,
y parecía que no tenían la intención de acercarse e
interferir.
Sentí un fuerte golpe en el hombro, alguien me
había golpeado con brusquedad al pasar por mi lado,
aquello me hizo reaccionar.
—¡Abby, corre! —escuché una voz masculina
sumamente conocida, dirigí la vista hacia esa voz y
vi a Drew, a su lado estaba Liam, un chico rubio de
su grupo de amigos, me miraba preocupado.
—¡Vete! —instó Anthony con dificultad cuando
su cuerpo impactó contra otro que actuaba con
salvajismo, muy cerca de mí.
Le obedecí al instante, esa vez no me quedé
pensando ni observando, me fui con rapidez lejos de
allí. Al tener una falda de mezclilla se me dificultaba
correr tan rápido, pero tuve suerte porque pude salir
de ahí sin ninguna dificultad, más bien nadie se
metió en mi camino.

1267
Decidí ir al lugar de encuentro, de lejos ya pude
verla a ellas. No las conocía de cerca y de todos
modos no me importaba porque no me agradaban.
Una de ellas se había hecho pasar por Rouse. O sea,
¡locas!
Aminoré el paso y traté de adoptar una expresión
seria, luego de lograrlo volví a intensificar mis pasos
con seguridad, caminando con el mentón bien alto
para hacerles ver que no me intimidaban y que no
lograrían hacerlo. Aunque en mi interior seguía
temblando un poco, ver lo que le sucedió a algunos
de los estudiantes me había dejado en un tipo de
shock, mi respiración apenas estaba volviendo a
regularizarse. Qué cosa más extraña.
Dos de ellas me daba la espalda, pero giraron a
verme cuando la otra les hizo un gesto, señalando
algo a sus espaldas. Las tres sonrieron al mismo
tiempo, una amplia y maliciosa que me hizo tragar
en seco, dejándome un poco desconcertada.
—Ya cayó una —expresó la más alta de ellas, si
no me equivocaba ella era Frida—, no nos gusta
esperar y tú llegas dos minutos tarde, te diría que
para la próxima controles el reloj pero dudo que lo
haya. No nos gusta trabajar con niñas —dijo de mala
gana y sin dejar de mirarme con cierto desdén.

1268
La molestia se reflejó en mi cara, me crucé de
brazos, mostrándome desafiante. Me detuve a unos
dos metros de ellas.
—Y a mí no me gusta ni relacionarme con gente
de tan mal gusto —gesticulé con mi mano derecha al
hablar y, de ese modo, señalé su atuendo, dejando la
otra por debajo de mis pechos. Ella me fulminó con
la mirada seguida de las demás—, pero qué le vamos
a hacer, aquí estamos —hablé, denotando
tranquilidad.
—Controla tus palabras, chiquita —Frida se
acercó a mí, hablando con frialdad y tratando se
intimidarme con su altura—, no quieres desatar mi
furia —advirtió, severa.
—No hables por mí —repuse, dando un paso
atrás pero sin mostrarme cohibida—. Como si yo
quisiera estar aquí.
—La que verdaderamente parece que no quiere es
tu amiguita, aún no aparece —mencionó otra.
—Vendrá… —intenté aclararles.
—Pues no tenemos todo el tiempo, ahora menos
porque han mandado a llamar a más guardias por lo
que sea que esté sucediendo —interrumpió Frida, su

1269
cabello largo y de un rubio cenizo, casi blanco se
encontraba suelto y le daba un aspecto distinguido.
Ella me recordaba a la reina Blanca de Alicia,
solo que Frida no portaba la dulzura de su majestad.
—¿Y qué fue lo que les pasó? —mencioné,
creyendo que ellas sabían la respuesta.
—No lo sabemos —me contestó una—, de lejos
vimos cómo perdían el control de su humanidad, de
la nada —dijo expresando su desconcierto.
—Pero sentimos como algo oscuro se extendía
por todas partes, por un tiempo demasiado corto,
tanto como para averiguar de qué se trataba…
—Bueno ya —le cortó Frida a una de sus
hermanas, mirándola con cansancio y una clara
advertencia de: cállate, estampada en su rostro—.
Vámonos, no podemos seguir esperando.
Ellas me dieron la espalda y comenzaron a
caminar, yo me quedé plantada ahí sin saber muy
bien qué hacer, miré por encima de mi hombro, por
donde Rouse debería aparecer ¡ya! Pero no estaba.
—No voy a ir a ningún lado sin ella —aclaré sin
moverme, una de ellas se detuvo y me observó por
encima de su hombro izquierdo.

1270
—Nadie puede actuar sin ella, pero no estamos
seguras aquí así que vámonos —manifestó Frida y
siguió avanzando.
Gruñí, volví a mirar tras de mí, hasta le di un
pisotón al suelo, y nada. No supe qué hacer por un
momento y cuando estaban por girar hacia un lado,
corrí tras ellas, alcanzándolas segundos después.
«Maldita seas, Rouse» dije al distinguir una
entrada hacia un sótano, o lo que fuera aquella
puerta de madera cuadrada que yacía en el suelo.
Había aparecido luego de que Frida maniobrara un
hechizo con sus manos. Se abrió y vislumbré el
inicio de las escaleras, daban hacia una terrorífica
oscuridad.
—Mara, haz el hechizo —ordenó Frida. La
susodicha obedeció, diciendo algunas palabras
señalando con sus manos al marco de la puerta,
luego asintió y Frida prosiguió a descender por las
escaleras, la siguió otra de sus hermanas y
finalmente la tal Mara, esta última me echó una
mirada y me hizo un gesto con la mano de que las
siguiera.
Cerré mis ojos con fuerza, y maldiciendo a todo
ser sobre el planeta, avancé, pero antes de que mis
pies tocaran el primer escalón, volví a mirar el

1271
entorno, por si aparecía Rouse. Pero lo único que
distinguí fue a unos cuantos guardias dirigiéndose
rápidamente hacia el lugar en donde estábamos,
entré en un pequeño pánico y obligué a mis piernas a
descender.
—Están aquí —escuché la voz de uno.
Reconocí la risa de Frida.
—No lograran entrar.
Sentí como un calor intenso se expandía por mi
cuerpo, causándome un poco de dolor cuando crucé.
No le di mucha importancia y bajé los peldaños de
concreto, teniendo mucho cuidado de no tropezarme
y caerme por culpa de la oscuridad.
Llegar al final me pareció una eternidad, Frida
iluminó el lugar gracias a la llama de fuego que
apareció en su palma. Sus dos hermanas hicieron lo
mismo y debido a ello pude ver la única puerta que
daba acceso a esa mitad del pergamino.
—¿Este sitio no te hace ver y vivir tu miedo más
profundo? —indagó la chica que aún no sabía cómo
se llamaba. Frida asintió, y un escalofrío me recorrió
la espina dorsal a la vez que mi pulso se me
aceleraba súbitamente.

1272
—¿Cómo es eso? —pregunté.
—Calla —advirtió Frida, todo miedo repentino
abandonó mi ser para ser remplazado por el fuerte
disgusto que me provocaba ella. Frida Relish parecía
molesta y ansiosa. La obedecí de mala gana y preferí
sellar mis labios para no desatar una pelea
innecesaria.
No quedaba de otra que esperar por Rouse y
mientras el tiempo avanzaba me dediqué a detallar a
las hermanas Relish, empezando por Frida solo para
admitir que era condenadamente hermosa, las tres
tenían una belleza exótica debido al color peculiar
de su cabello. Tenían unos grandes ojos verdes, el
tono de ese color era más intenso que los míos.
Mediante ese proceso, reconocí la misma cadena
alrededor de su cuello, compartían la misma joya. El
colgante me fue visible solo en Mara, tenía la figura
de una pequeña mariposa. Intuí que las demás
también tenían ese diseño, o tal vez no.
Mi escaneo acabó cuando el sonido de unas
pisadas aproximándose llamó mi atención. Al mirar
en esa dirección vi a Rouse.
—Hasta que la princesa nos hace el honor de su
presencia —tentó Frida, mirándola con reproches.

1273
Mi amiga no le hizo caso, sus ojos solo estaban
enfocados en mí.
—Salgamos de aquí —me dijo sorprendiéndome
—. No tenemos nada que hacer aquí.
Ella alcanzó mi mano, no puse contras ante sus
palabras. Iba a volver a seguirla, estaba de acuerdo
en que habernos unido con las hermanas Relish no
fue una buena idea.
—Niña tonta —expresó Frida luego de soltar una
risa amarga. La miramos y la decisión autoritaria
que cargaban sus ojos no nos advertían nada bueno
—. Nadie va a salir de aquí sin ese pergamino y si te
niegas no me importará cortarte la mano para tener
ese anillo porque es lo único que necesitamos de ti
—le dijo a Rouse.
Ellas nos rodearon, amenazantes. Noté como mi
amiga se alteraba y no encontraba escapatoria. Y es
que Frida parecía hablar muy en serio.
—Están a pocos pasos de ser atrapadas, no pasará
mucho para que encuentren la manera de romper esa
barrera. Yo no pienso moverme de aquí, continúen
sin nosotras…
—No me hagas perder el tiempo —refutó Frida,
su gesto cansado se notó siniestro en cuanto se

1274
concentró en mí—. Continúenos, de lo contrario
pasará algo que no te gustará.
Emití un grito cuando una sensación dolorosa me
atravesó de golpe.
—¡Está bien, está bien! —exclamó
inmediatamente Rouse, alertada y con una contenida
molestia centelleando en sus ojos.
—Así me gusta —la sonrisa de suficiencia por
parte de la hechicera incentivó ese disgusto en mi
interior. Preferí mantenerme en silencio
maldiciéndome por no haber calculado que a mí me
podían usar como un arma en contra de mi amiga.
Rouse no puso resistencia. Frida le explicó que
debía formar una capa protectora a nuestro alrededor
para protegernos de la magia que protegía la travesía
hacia lo que requeríamos.
Rouse estaba nerviosa, pero consiguió lo
solicitado. Alrededor nuestro apareció el tono del
color de la piedra del anillo formando esa barrera
que necesitábamos para no ser invadida por ese
poder terrorífico que nos espantaría. En cuanto eso
sucedió, Frida fue la primera en cruzar la puerta
seguida de todas.

1275
La puerta se cerró tras de mí con brusquedad, lo
hizo sola y ese inesperado hecho y el sonido brusco
produjeron que todo en mi interior se alterara. Iba a
admitir que sentía miedo, todo estaba a oscuras, una
oscuridad sin fin se manifestaba ante nosotras.
—Funciona —escuché que dijo Frida, parecía
satisfecha. Me acerqué a Rouse, esto no me estaba
dando buena espina. De pronto, sentí que la espesa
oscuridad quería comernos, se estaba cerniendo en
nuestra dirección.
—No lo creo—murmuró una de ellas, en ese
mismo instante todo se detuvo, dejando una
oscuridad y un silencio ensordecedor ante el apagón
repentino de las llamas de fuego que nos iluminaba.
El ambiente se tornó tan denso que la incomodidad
era demasiado palpable.
Escuchamos un ruido, venía por detrás de
nosotras y aquel acto fue tan sorpresivo que asustó a
todas.
—Definitivamente… —reconocí la voz de Mara,
la respiración de todas se volvió pesada— ya es
tarde para salir de aquí.
—Y aunque lo quisiéramos, la puerta está
totalmente cerrada —concluyó su otra hermana,

1276
escuchamos el sonido del pomo moverse varias
veces, con mucha violencia e intensidad, luego ella
le dio un golpe a la puerta y emitió un grito
frustrado.
—Calma —pidió Frida, ella se oía mucho más
serena—, la barrera aún no se rompe, esto puede
funcionar.
—¿Ves alguna salida? ¡Nada ocurrió, solo es
cuestión de segundos para que seamos arrastradas
por nuestros peores temores! ¡No funcionó y no
funcionará, Frida! Estamos arriesgando mucho al
estar aquí. Ya perdimos a Savannah, y ahora todas
podemos…
—¡Ya basta, Susan! Estás haciendo exactamente
lo que no debemos; alterarnos, así que te callas o te
hago callar —habló con dureza y haciendo énfasis
las últimas palabras Frida, expresando también su
molestia.
—Aunque no diga nada, no hay solución para
esto —rebatió su hermana.
—Lo único que queda es resistir —dijo Mara,
ella se escuchaba distante.
—¿Qué se supone que debía pasar? —se
desesperó en saber Rouse, ella se mantenía rígida

1277
manteniendo la capa protectora.
—Nuestros poderes debieron quedar activos, pero
el poder de este lugar está atravesando tu fallido
campo protector.
—No me eches la culpa de este fracaso, yo estoy
manteniendo la barrera, fueron ustedes quienes
dijeron que iba a funcionar. No me vengas con
reproches porque no es mi culpa.
—Esto es producto de la hechicería diabólica —
cortó el tema una nueva voz, Susan tal vez—. Al
parecer lo prohibido para ellos es totalmente
admitido.
—Incrementa la potencia de tu poder, niña —
increpó nuevamente Frida, demandante en dirección
a mi amiga—. Si la vuelves más fuerte puede
combatir este poder y salvarnos.
—¡Es que no entiendes que no sé hacerlo! —
estalló Rouse. Y su enfado se manifestó, nuestro
entorno se iluminó debido al fuego que brilló en su
cabellera. Ese hecho sorpresivo ocasionó sonidos de
impresión en las hermanas.
—De eso hablaba.
—Deja de presionarla —interferí con dureza.

1278
—Está empujando muy fuerte —la postura de
Rouse cambió repentinamente, alzó su rostro en
dirección a la oscuridad que se filtraba en nuestra
zona protectora—. No puedo…
—¡Eres una inútil! —Frida y sus hermanas
intentaron activar su poder desesperadamente. Pero
no funcionó. La hechicera le gritó a Rouse que
restaurara la barrera, solo que esta se rompió y
fuimos consumidos por esa espesa oscuridad. Había
cerrado los ojos automáticamente y al abrirlos me
encontraba sola en un lugar espacioso y totalmente
iluminado.
¿Dónde estaban las hermanas Relish y Rouse?
¿Dónde me encontraba?
Hice esas preguntas mientras giraba el cuerpo y
observaba hacia todas las direcciones posibles; todo
estaba en blanco y todo estaba absolutamente en
silencio.
Sin saber qué hacer, comencé a dar pasos
inseguros en una dirección tan igual a las demás. El
latir de mi corazón aumentó al igual que mi
respiración, inhalé y exhalé con fuerza mientras
escrutaba el sitio con la mirada, desconfiada.

1279
Con el afán de salir de aquí, apresuré mi andar
sin un rumbo fijo, solo caminé sin saber dónde me
dirigía. Me mareé, todo se veía tan igual e infinito
que mi vista comenzó a distorsionarse. El blanco no
abandonaba mis ojos y entonces comencé a
preguntarme qué era mi peor pesadilla: olvidar.
Me aterraba mirarme y no saber quién soy. Ahora
más que nunca porque había sido informada de que
nadie conocía mi identidad. ¿Cómo iba a afectarme
este sitio? Me encontraba alternando la vista en
todas las direcciones posibles, estaba entrando en
pánico al no reconocer otro color más en este blanco
infinito.
Entonces, mi andar se detuvo abruptamente
cuando me estampé contra algo duro e invisible.
Recibí el golpe dolorosamente, pero no me caí,
había recuperado el equilibrio con rapidez. Volví en
la dirección donde parecía haber algo, mis manos
tuvieron la sensación de estar tocando un cristal.
Alejé el cuerpo sin despegar las manos de esa
barrera invisible. Y al hacerlo, al ponerme en esa
distancia, centrada en lo que estaba sintiendo, ese
blanco infinito que veía a pesar de estar notando
algo bajo mis dedos cambió dejándome verme a mí
porque se transformó en un espejo.

1280
Fui recibida por mi propia mirada confundida.
Aparté mis manos de ese vidrio e incluso me alejé
más detallando la inmensidad de ese espejo que se
extendía a mis costados infinitivamente.
En ese momento no supe qué diablos estaba
sucediendo, tampoco qué hacer. Me mantuve quieta
y expectante aguardando en un feo suspenso la
continuación y entonces todo el espejo se agrietó,
solo el sonido de ese inesperado hecho produjo que
sintiera el palpitar de mi corazón en la garganta. Mi
reflejo se vio distorsionada y quise alejarme otra
vez, solo que desistí de ello en cuanto la figura de
Edward apareció siendo todo demasiado real justo
por delante de mí, solo era un reflejo, pero él parecía
atrapado del otro lado. Y yo no dudé en apoyar las
manos sobre el vidrio, contra sus manos también
apoyadas sobre el cristal.
Nos miramos y entonces comenzó a suceder lo
que yo no quería que me pasara.
Sentí que ese era realmente mi compañero,
enfoqué toda mi atención en él. Mi corazón latía
dolorosamente por él. Estaba inundada por un
desespero terrible, la sensación de pánico iba en
aumento conforme lo identificaba menos, olvidarlo
dependía de un hilo y yo me esforzaba para que esa

1281
delgada memoria que lo mantenía como el recuerdo
más bonito no desapareciera de mi cabeza.
—Quédate conmigo, quédate conmigo —susurré
queriendo ir con él.
El espejo recibió otro quiebre, un vacío
haciéndose notar en mi pecho. Mis ojos ya no
conectaban con los suyos, mis manos se deslizaban
por el vidrio a medida que dejaba de estar de pie,
mis rodillas tocaron el suelo y una sensación me
advertía haber dejado atrás algo muy importante.
Escuché otro quiebre y recibí más sensación de
vacío, estaba experimentando un temor espantoso,
no sabía por qué pero mi cabeza me dolía tratando
de recordar ese motivo importante.
Un nudo se presionaba en mi garganta, la
sensación melancólica me atravesaba con fuerza y
no saber qué sucedía me estaba colmando la
paciencia. Estaba desesperada por una respuesta que
no llegaba, todo pareció desconectarse de mí, todo
excepto ese molestoso sentimiento que me empujaba
al vacío absoluto. Me encontraba derrumbada en el
suelo, pero sentía que debía mantenerme en una
postura adecuada para no caer a ese agujero infinito
que se precipitaba conforme la superficie se destruía
y mi corazón se rompía.

1282
La tristeza me llenaba el alma, ese sabor de
soledad me absorbió. Lágrimas ardían en mis ojos,
lo peor de todo es que no sabía por qué me
encontraba tan mal, el duro latido desesperado del
pánico persistía en mi pecho y las sensaciones
escalofriantes que expandía ese hecho me tenía
enloqueciendo y dependiendo de un hilo de cordura.
Otro sonido de quiebre me estremeció y luego el
fuerte ruido de los cristales rotos contra el suelo
incentivó al miedo que me controlaba.
Había alzado inmediatamente la mirada en
dirección a ese brusco sonido, los cristales rotos
alrededor de mí no me hicieron daño, un pedazo del
espejo quedó a pocos centímetros de mis manos y no
dudé en tomarlo. El reflejo produjo que mis manos
temblaran y que inmediatamente lo tirara con fuerza
haciéndolo añicos. Lo que se me presentó no fue
nada más que ese blanco infinito. No había nada más
que ese color, representando al lugar donde me
tenían cautivada y perdida.
Pude notar la estremecedora entrada que había
dejado descubierto el espejo. En lugar de esa línea
de vidrio que me impedía el acceso al otro lado
ahora solo había oscuridad, estaba llena de sombras
en movimiento, el límite que me mantenía a salvo
fue perdiendo fuerza. Ante ese hecho, me puse

1283
inmediatamente de pie y quise correr lejos, pero que
la oscuridad se cerniera sobre mí preparándose para
devorarme me petrificó, quedándome plantada en mi
sitio viendo en dirección a la cosa extraña que se
acercaba. No había escapatoria, simplemente dejé
estremecerme por esa frialdad dolorosa que
representaba ser tocado por esa oscuridad, no resistí
ni medio segundo esa espantosa sensación que me
llenó de golpe, así tampoco las imágenes aterradores
que inundaron mi cabeza acompañando a ese efecto
de tortura. Mi grito fue instantáneo.
Me ardió la garganta, el miedo se gestaba con
violencia y quise apartarme de ese suplicio. Solo caí,
de pronto caí y creí que sería mi fin, pero unos
brazos me atraparon y me sostuvieron con fuerza
cuando intenté alejarme mientras lloraba
desconsoladamente.
El susto no me permitió saber que todo terminó.
No podía distinguir a nada, a nadie. No pude hacerlo
hasta que mis lágrimas fueron limpiadas y pude
reconocerlo a él, seguía con la vista distorsionada y
aturdida por todo, pero su calor me advirtió que el
frío ya había desaparecido.
—Estoy contigo, mírame por favor —él intentaba
buscar mi mirada, solo que concentrarme en el

1284
presente me estaba costando mucho—. Amor,
vuelve a mí.
Me guie por su voz y me fundí en sus brazos, su
cercanía me permitió de a poco encontrar el regreso
que necesitaba. Edward me apretó con fuerza contra
su cuerpo, sus manos tocándome produjo que
volviera en sí. En cuanto pude, lo miré necesitando
apreciar su rostro. Memorizar sus facciones era un
juego de todos los días.
—No te vayas nunca y quiéreme todo lo que
puedas.
—Siempre te amaré, bonita. Sabes que nunca te
dejaría, ese pensamiento no me cabe en la cabeza.
Eres mía, siempre contigo.
Otra vez lo abracé, me aferré a su brazo mientras
mi mejilla izquierda descansaba sobre su hombro.
Parpadeé consiguiendo calmarme más y
reconociendo el ambiente, el lugar no era más que
ese sótano al que habíamos ingresado. Y el sonido
de un llanto me avisó que yo no era la única en esa
condición lamentable.
Rouse también estaba siendo consolada en manos
de su compañero. Por otro lado, noté como una de la
hermanas Relish, Susan, era capturada. A las otras

1285
dos, Frida y Mara, no las vi. Tal vez fueron rápidas y
pudieron escapar. La cosa es que me encontraba
justo donde fuimos consumidas por la terrorífica
magia de este lugar.
Poder que, según pude calcular, había sido
desactivada. Y Lewis tenía la capacidad de hacerlo,
con la llave mágica pudo hacerlo.
Tiré de la mano de Edward hacia ellos, sentirlo
lejos era lo menos que quería en ese momento.
—¡Rosy!
—Lo siento —me dijo ni más me vio—, esto fue
culpa mía, lo siento mucho. Yo… —el sollozo que
brotó de sus labios no le permitió continuar, ella
escondió el rostro en el pecho de Lewis, él le
acarició el cabello con gesto preocupado, pero
también se notaba lo molesto que se encontraba.
—¿Cuánto tiempo tardaron para entrar aquí?
—Una hora—me respondió Edward.

El cansancio de ese día produjo que ni más


llegáramos en la casa, me fuera a tomar una ducha y
que después de ello me tumbara en la cama. Estaba

1286
agotada mental y físicamente, solo necesitaba
descansar. Quise dormirme, cerré los ojos para
hacerlo aferrada al calor de mi compañero.
Solo que en cuanto conseguí caer en manos del
dios de los sueños, no pasó ni un minuto cuando mi
paz fue infectada por pesadillas, ese evento que viví
se experimentó de forma aterradora en mi sueño
quitándome la posibilidad de dormir bien, así que
desperté agitada y muy asustada.
Y así fueron los siguientes días, ese poder
adquirido en el sótano me fue persiguiendo,
manifestándose cada vez que dormía. Y no me
dejaba descansar, no nos permitía dormir porque
Rouse estaba en lo mismo. Ambas sufríamos
pesadillas que nos arrebataban el sueño.
Ya me encontraba muy cansada, transcurrieron
exactamente tres días desde lo ocurrido, era lunes y
este día me tocaba viajar con Edward a su país,
asimismo de al fin consultar con un ser mágico que
pudiera ayudarme con mi condición particular y el
estado que no me abandonaba hace días. Si
funcionaba, al fin mi amiga y yo seríamos liberadas
de este maldito virus que había quedado como
secuela del poder que protegía la travesía al
pergamino.

1287
Era muy temprano, apenas iban a ser las seis de
la mañana, yo me había escapado hacia el lago
porque este era otro lugar donde me sentía en paz y
a salvo. Ahora ya estaba regresando al auto que me
habían concedido para venir sola. Vi mi reflejo en la
ventanilla, estuve lista para abrir la puerta y
marcharme, solo que mis manos quedaron
suspendidas en el aire en cuanto un inesperado
escalofrío me recorrió traída por un frío soplo, se me
erizó la piel, lo ignoré y volví la atención a la puerta
y el reflejo que se manifestó en la ventanilla me
desestabilizó, me volteé enseguida enfrentando a la
persona desconocida que se me presentó.
¿Quién es él?
El desconocido solo me miraba, su mirada me
causó más escalofríos. Mi entrecejo se frunció ante
la inspección que me estaba dedicando.
—¿Hola? —probé decir—. ¿Quién eres tú?
—Necesitamos hablar —su voz fría y rasposa no
me transmitió ni un poco de confianza. La
combinación de sus ojos lucía extrañamente
hermosa, no podía reconocer el color dominante de
sus ojos pardos.
—¿Quién eres tú? —insistí determinante.

1288
—Mi nombre es Aedus, Aedus Sallow y necesito
hablar contigo, Heaven.
«Es guapísimo» no pude evitar pensar al conocer
su identidad.
—Soy Abby —repuse apenas recordé cómo me
llamó.
—También, pero yo quiero hablar con Heaven —
reafirmó cortando peligrosamente la distancia entre
los dos.
---—
¿Qué está pasando? :D
Aedus es indescifrable, acá en Mia no vamos a
saber mucho de él porque ni él ni Hareth comparten
su perspectiva desde acá, pero ¡alerta de spoiler! En
Rose sí, ellos se unen a Mia y Abby para contarnos
Híbridos Rebeldes ;)
Y falta muy poco para que se termine Mia, tiene
60 capítulos, ok? Perfecto. 

1289
48. Celos

Capítulo 48: CELOS


Mia
Realmente fue un grave error haberme
involucrado con las hermanas Relish, quise
retractarme pero no me dejaron y el plan falló
horriblemente. Habían transcurrido tres días desde
ese sucedo que seguía reproduciéndose una y otra
vez en mis sueños, eran pesadillas y escaparme de
ellas consumía todas mis fuerzas.
Era parte vampiro, pero yo me había
acostumbrado a dormir, además de que no tenía
ninguna habilidad especial despierta que me
destacara como una de esa especie. Aunque mi
resistencia al sueño estaba probando lo contrario.
Este día era la cuarta noche que debía combatir
contra las ganas de dormir porque me negaba a
volver a ese sitio. Aunque mis bostezos constantes
me avisaron que si no me movía ya, iba a terminar
durmiendo.
Y es que la cama se sentía tan cómoda. Solo que
reaccioné y seguí curioseando por Instagram

1290
mientras esperaba que mi mayor distracción llegara.
—Llegó la comida —anunció Hareth, ingresando
a la habitación con una bandeja que traía nuestra
cena. Le sonreí mientras me ponía de pie y me
dirigía al mismo lugar que él. Hareth acomodó todo
sobre la mesita del centro mientras yo me
acomodaba en el sofá y lo contemplaba servirme.
—Todo se ve muy rico —dije en cuanto él se
situó a mi lado.
—Las manos de Estela están bendecida por los
dioses.
—Lo he notado.
Al comer junto a él, así a solas y en silencio,
regresé un mes atrás y me vi contemplada a su lado
la primera vez que cenábamos juntos en esta misma
habitación y lugar.
Una sonrisa se filtró por mi rostro cuando Hareth
me pasó el postre de esa noche.
—Ensalada de frutas.
Al instante me acordé de Hannah. Ahora que
podía confirmar mis sospechas de sus sentimientos
por mi novio debido a ese motivo de que ellos no
eran hermanos de sangre, pues me había vuelto

1291
fogata. Siempre me incendió de rabia su cercanía y
su forma de mirarlo. Era indecente.
—¿No quieres?
—Sí quiero, un recuerdo me entretuvo.
—¿Qué pensabas?
—Mi primer encuentro con Hannah. Ahora que
ya entramos más en confianza voy a confesarte que
ella no se portó para nada como una princesa, ¿eh?
La has malcriado muy mal, bebé.
—Ella… —Hareth suspiró, triste de repente—,
Hannah perdió a sus padres biológicos cuando tenía
nueve años, no somos hermanos de sangre —él me
lo reveló y yo fingí sorpresa solo para no arruinar
ese momento de confesión—. Me siento muy
responsable de ella, yo la encontré y prometí
siempre cuidarla, quise hacerla feliz y le concedí
cada capricho. Nuestro encuentro sucedió en el año
en el que Harun se fue, Hannah fue algo bonito en el
medio de esa tormenta que despertó su marcha. Y
después… —creí que diría algo más, pero eso fue
todo.
—Se nota que ella te quiere mucho —comenté
entre dientes, en un tono que no delatara el
sentimiento que arrastraban esas palabras. Incluso

1292
me llené la boca del dulce postre de esa noche para
reflejar un gusto diferente en mi expresión facial y
seguir ocultando esa rabia.
—Tienes que saber algo importante —su tono me
alertó y tragué demasiado rápido, tanto que empecé
a toser a lo que él inmediatamente me atendió
quitándome y limpiando el exceso de líquido que
manchaba mi mandíbula. Mierda—. Estoy bien —
suspiré, su gesto se suavizó y me llevó contra él,
quedé a horcajadas sobre su regazo esperando lo que
tenía que decirme.
—Lo que tienes que saber es un cambio radical
de tema —comenzó a decir. Asentí, atenta—. Estaré
fuera de Milford durante el resto que le queda a la
semana.
—¿Qué? ¿A dónde te vas?
—Tengo un par de reuniones que ya no puedo
posponer, tengo asuntos de la empresa que atender
en la ciudad. Quisiera que me acompañaras, pero
estaré muy ocupado y estarías sola prácticamente
todo el tiempo. También están tus pesadillas, no
quiero dejarte así y se halló una posible solución a
esto.

1293
—¿Tan rápido? —pregunté. Esta mañana Abby y
su compañero habían emprendido un viaje también
hacia una posible cura.
—No es de parte de Edward. La propuesta vino
de Sheldon.
—¿Sheldon Collins? —Hareth asintió, entonces
empecé a presentir cosas que esperaba no fuera así.
—Le comenté sobre tu situación y él recomendó
a Darren Dell. Es un brujo que te ayudará a borrar
esos recuerdos que te atormentan.
—Eso es una excelente noticia.
—Sería mañana.
—¿Mañana, qué? Habías dicho que estarás muy
ocupado esta semana.
—Y así es, por eso el que se encargaría de ti es
Sheldon Collins, tendrías que viajar a Bran. Él
quiere que te quedes en su castillo durante mi
ausencia, y no es una mala idea, lo que sucedió con
ese tal Scott puede volver a repetirse y ahora que no
estaré, pues necesitas mucha seguridad y Sheldon
tiene esos recursos.
—No va a ser lo mismo sin ti, y además no
quiero separarme de ti —exclamé aferrándome a su

1294
cuello, pegando nuestros cuerpos de repente. Dios,
Hareth no sabía lo que representaba el Reino
Vampírico para mí en ese momento, por ahí se
encontraba una tormenta de la que yo intentaba
escapar y no podía creer que justamente él me
estuviera empujando a ella. Y es que no lo sabía, aún
no me había animado a decirle, lo sucedido el
viernes en la fiesta de fin de curso me había
acobardado mucho más.
—Yo no quiero verte mal —aflojé mi agarre
volviendo el rostro con expresión triste para verlo—,
créeme que te acompañaría a todos lados, siempre,
solo que esta vez estoy obstaculizado por trabajo.
Confío en los Collins, han mostrado mucho aprecio
por ti. Estarás bien, estaremos en constante
comunicación.
—Sí, pero son cuatro días, cuatro eternos días
lejos de ti. No quiero eso. Me acostumbré a dormir
sobre ti.
—Y yo quiero verte bien, sabes que no dormir
mucho por una parte trajo sus beneficios —su mano
paró sobre mi trasero—, pero te lo repito, yo quiero
verte bien, hermosa. Los Collins son tu familia,
deberías conocerlo más porque… —Hareth pausó
para quitarse la camiseta y señalarme el tatuaje de

1295
una frase que decoraba la piel de su pecho— la
familia es todo.
—Sé que no te detendrás hasta convencerme —
hablé y me incliné a besar ese tatuaje—, así que está
bien. Acepto la propuesta de Sheldon.
Hareth asintió en aprobación y me besó. Íbamos a
estar días separados así que aprovechamos bien el
tiempo que nos quedaba juntos para darnos
suficiente cariño y no extrañarnos demasiado.
Entonces llegó la mañana, el jet privado esperaba
por mí. Hareth me acompañó hasta el aeropuerto, el
beso de nuestra despedida duró minutos, separarme
de él e ir a Bran representaba soportar cosas que no
quería sentir. Pero decirle la verdad no traería nada
bueno así como estarlo aplazando tanto.
Nos separamos y de pronto ya me encontraba
emprendiendo vuelo hacia el Reino Vampírico.

Había una leve llovizna cuando bajé del avión,


una que con el paso de los minutos y horas se fue
intensificando. Ese día en Transilvania estaba
verdaderamente oscuro, el cielo estaba cubierto por

1296
espesas nubes y relámpagos como la aproximación
de una terrible tormenta.
«Una hermosa bienvenida» ironicé.
Luke fue el encargado de acompañarme hasta el
castillo del reino vampírico, durante todo el viaje
estuvimos conversando de cualquier estupidez,
principalmente para que yo no me durmiera. Era un
gran hombre a pesar de tener pasatiempos muy…
peculiares, ahora comprendía la advertencia de
Edward el primer día que nos conocimos, el chico
deslumbraba encanto y aquello lo utilizaba para su
beneficio.
El vehículo en el que íbamos cruzó el puente
hacia el interior de los muros del castillo. Habíamos
llegado. La camioneta se detuvo al mismo tiempo
que dejaba de respirar, inspiré profundamente y me
di valor para bajar.
La camioneta era propiedad de Hareth, nos
recibió en el aeropuerto al igual que dos suvs por
parte de Sheldon, nos escoltaron hasta allí, así que
no fue necesario ni detenernos en la entrada. Solo
por esa razón las rejas se abrieron ni más vieron las
luces de los coches. Sabían sobre mi llegada.

1297
—Creo que aquí nos despedimos, espero que
tengas una buena estadía —dijo Luke, lo miré de
una manera agradecida mientras asentía.
—Gracias, y gracias por distraerme durante todo
el viaje.
—Vamos, mejor te ayudo con el equipaje.
Después de todo iba a cambiarme de asiento para
conversar con mi amigo, ¿cierto, Charlie? —él le
habló al chofer, el mencionado únicamente se rio.
Cada uno salió por el lado que le tocaba, Luke
fue en busca de la única maleta que llevaba. Se
posicionó a mi lado y me ofreció la manija del
objeto, la tomé y él me sonrió por última vez antes
de retroceder hasta la puerta del copiloto.
Volví la vista al frente cuando la camioneta se
marchó, comencé a caminar arrastrando la maleta
tras de mí. Subí la vista hacia la entrada y allí los vi,
estaban de pie uno al lado del otro. Ella me sonreía
mientras que él mantenía un semblante serio.
Avancé hasta el inicio de las escaleras y ahí me
detuve, alguien llegó por detrás de mí y me quitó la
maleta de las manos. Fue un hombre uniformado,
me tomó por sorpresa y me vi media desconcertada
durante un momento.

1298
Luego me di cuenta que solo trataba de ayudar y
se lo permití, volví la atención hacia Sheldon y
Miranda, los dos estaban vestidos demasiado
formales mientras que yo iba con mi usual atuendo:
jeans, camiseta de un color crema y unas zapatillas
del mismo color.
Volví mi atención hacia ellos y para aquel
momento Miranda ya se encontraba bajando el
último escalón, me abrazó de una forma
desprevenida, ella llevaba un vestido largo y sencillo
de color azul oscuro. Le correspondí el corto abrazo
sintiendo como el latido de mi corazón aumentaba.
—¡Bienvenida, Rouse! No te pongas nerviosa —
dijo con amabilidad, seguramente mi desconcierto
estaba reflejado en mi cara—. Esta vez tendremos la
oportunidad de conocernos. Estoy muy feliz de que
hayas aceptado a pesar de la circunstancia,
esperemos arreglarlo y que estés bien y que te
sientas como en casa. Bueno, estás en tu casa.
—Gracias —susurré, dando un paso corto hacia
atrás, poniendo más distancia entre ambas.
—Me alegra volver a verte, Rouse —escuché la
voz de Sheldon, él seguía en lo alto de la pequeña
escalera que llevaba hacia la entrada del castillo—.
Bienvenida a casa.

1299
—Gracias —repetí siendo incapaz de decir algo
más. La lluvia intensificándose nos obligó a
movernos. Miranda me apuró para subir los
escalones e ingresar en el interior del castillo antes
de que nos empapáramos. Dentro se veía tan
fabuloso como lo recordaba, llegamos al inicio de
las dos escaleras que conectaban con el piso de
arriba.
—Llegaste justo para la cena —avisó Miranda—,
¿quieres que te guíe hasta tu habitación para
descansar un rato o pasamos al comedor?
Me estaban dejando decidir a mí, me quedé
callada pensando en una repuesta y analizando la
situación. No quería ir a ninguna habitación, pero
quizás una ducha de agua fría me vendría bien para
dejar de sentirme tan nerviosa y despejar la mente.
—Me gustaría conocer la habitación —dije
entonces. Ella asintió y me regaló una sonrisa
comprensiva, tal vez se daba cuenta de lo incómoda
que me encontraba.
—Las veo en el comedor —Sheldon se despidió
y desapareció de nuestra vista.
Seguí a Miranda, cruzamos aquel pasillo lleno de
pinturas de los Collins sin adentrarnos en él porque

1300
justo a su lado estaba otra escalera, una escalera de
caracol, era de un color gris oscuro, de piedra, como
casi todo en ese castillo que seguramente tendría
siglos.
Hice silencio durante todo el camino, ella
tampoco hablaba. Seguro se sentía tan nerviosa
como yo, por lo que tenía entendido yo era su única
nieta. Nunca había convivido con alguien mayor,
bueno, ella lo era pero no lo aparentaba. Nunca
pensé en tener abuelos porque se supone que los
padres de mis padres ya estaban muertos, pero heme
ahí, siguiendo a mi abuela materna.
—Este es —Miranda anunció y luego abrió la
inmensa puerta de la habitación, en mi mente se
presentó una clara imagen de Elsa saliendo por
primera vez de su habitación, era así de grande. Yo
me encontraba temerosa al igual que ella, yo no
tenía nada que ocultar, ahora de verdad pensaba que
temer a mi poder al igual que ella solo me
convertiría en una chica insegura y asustada, eso fue
exactamente lo que fui en el pasado, cuando vivía en
el mundo humano. Pero ahora me encontraba en el
Reino Vampírico, en un castillo lleno de, como los
humanos lo caracterizan, criaturas de la noche.

1301
Ella me dejó sola luego de describirme toda la
habitación y decirme que dentro de media hora
mandaría a una criada por mí. El cuarto era precioso,
el techo era altísimo y las ventanas eran inmensas,
cuando miré por ahí me di cuenta que tenía una vista
hacia la parte trasera del castillo, seguía lloviendo y
los relámpagos iluminaban el cielo intensamente.
Apenas pude mirar lo que había allí, la lluvia y la
oscuridad apenas me permitieron distinguir un
enorme laberinto en el jardín.
Fui a buscar ropa limpia en el closet que Miranda
me había mostrado, solo me había dicho cuál de las
dos puertas era, pero nunca la verifiqué, por eso
mismo me asombré bastante cuando abrí la puerta y
otra habitación me recibió, en realidad sí era un
armario, uno tan grande como un dormitorio y
estaba lleno de ropa.
Un sueño de toda chica, ese definitivamente era
un armario digno de una princesa, me quedé en una
clase de shock porque ni el armario que tenía en la
mansión era tan preciosa como ese que tenía delante
de mí. Caminé en el interior con la barbilla alzada
para observar hasta el final, bajé la vista hasta el
suelo y contemplé ante mis ojos un montón de
vestidos elegantes, todos eran colores oscuros. En el

1302
otro extremo vi varios zapatos, había cajones que no
me atreví a abrir.
Regresé hasta la puerta y ahí me fijé en mi
maleta, estaba a un costado de la puerta y noté que
nadie lo había abierto.
Menos mal.
Saqué de ahí lo que necesitaba y fui a tomar una
ducha de agua fría, solo tardé unos pocos minutos
porque estaba segura que ya estaba por acabar los
treinta minutos. Definitivamente así era, me estaba
por terminar de colocar unas sandalias color negra
cuando alguien tocó la puerta, al abrirla me recibió
una chica peli negra y muy pálida, como todos allí.
Le pedí que aguardara un instante para por lo menos
peinarme. Mi cabello se encontraba húmedo y tuve
que dejarlo secar al natural, mi pelo a veces se
encontraba ondulado y otras veces se veía
completamente liso. Pero esa vez tenía ligeras ondas
muy bonitas. Solo me puse crema hidratante en la
cara, no quería hacerlos esperar.
Acomodé el vestido sencillo color negro que me
había colocado y salí al pasillo, donde la chica me
seguía esperando.

1303
Ella me guio hasta la entrada del comedor,
estando ahí me di cuenta de lo nerviosa que me
había vuelto a poner. Me remojé los labios al
sentirlos resecos e internamente me di ánimos para
cruzar el umbral. Lo hice intentando aparentar
normalidad, me dirigí hasta la mesa larga y reconocí
a los hermanos Collins, Miranda y Sheldon, y a un
hombre que jamás vi, este era el único que tenía el
cabello pelirrojo, pero no uno intenso, era oscuro y
se veía bastante bien. Tan opuesto como los demás e
intuí que ese podría ser Sylvester Collins.
Mis ojos buscaron a alguien más, pero ellos eran
los únicos ahí. Aedus no estaba y ese hecho hizo que
me sintiera un poco decepcionada, no quería
admitirlo pero estaba batallando contra la gran
ilusión que sentía por volver a verlo, tenía una
necesidad desesperada de contemplar aquellos ojos
únicos.
—Buenas… noches —saludé sin saber muy bien
que decir.
—Por el dios Sol, ella es preciosa —dijo el que
suponía era Sylvester, él se levantó de su asiento y
caminó hasta mí, sus ojos relucieron encantados, era
muy alto—, y… ¿cómo no? Si es igual a mí.
Me reí por lo que dijo.

1304
—Gracias, puedo notar el parecido que tenemos
—admití en tono suave, entrando en una especie de
confianza con él—. ¿Eres Sylvester, verdad?
—Oh, me conoce —se sorprendió y echó un
vistazo hacia sus padres al pronunciar aquellas
palabras, volvió la vista hacia mí—. Lo soy, un
placer conocerte, Rouse, eres preciosa y déjame
decirte que desde hoy tú serás la consentida de la
familia. Lo lamento, Selene, pero… ahora tenemos
una sobrina a la cual consentir.
—Creo que yo ya lo hice —habló la mencionada
con tono orgulloso, Sylvester se giró por completo
hacia ella con el entrecejo levemente hundido—. ¿Te
gustó tu nuevo armario, Rouse? —dijo mirándome
desde su asiento, ella era la única que tenía los ojos
negros de Sheldon, los demás tenían los ojos de un
color azul variado.
—No tenías que hacerlo.
—Solo quería que te sintieras como en tu casa —
Selene me respondió.
—Gracias.
—Vamos, sobrinita, quiero verte tomar ese
líquido carmesí que me dijeron que consumiste en la
fiesta de padre, en la cual no pude asistir —Sylvester

1305
me guio hasta un asiento al lado de Selene. «Así que
ya le fueron con el chisme, ¿ah?»
Miranda y Sheldon estaban sentados en la
cabecera de la mesa, Neisan, Chase y Sylvester
hacia un lado. Marisa, Selene y yo estábamos
sentadas en frente de ellos. Un asiento estaba libre a
mi lado derecha, pero también sobraba uno hacia el
otro lado.
Justo cuando estuvimos listo para comer, luego
de que los sirvientes se retiraran, justo cuando se
formó un enorme silencio por ese hecho, los pasos
de alguien acercándose fueron bastante audibles.
Le daba la espalda a la entrada por lo tanto no
sabía quién era, pero no fue necesario girar para
mirar de quién se trataba porque yo sabía
exactamente quien había ingresado al comedor,
porque ni más escuché aquellos pasos acercándose
experimenté un pequeño escalofrío que me hizo
sentirme ansiosa, esa fuerte tormenta de sensaciones
despertó.
Aedus había llegado.
Mantuve la vista fija en el plato que había delante
de mí, mis hombros se tensaron cuando él se detuvo.

1306
—Buenas noches, parece que llegué justo a
tiempo —dijo, seguramente de pie a pocos pasos de
mí, no era capaz de mirarlo, ahora que lo tenía tan
cerca pero a la vez tan lejos no podía levantar el
rostro y saludarlo, ¿por qué? Porque no me animaba.
Él recibió saludo de parte de todos, excepto de
mí, segundos después presencié un silencio tenso,
duró un instante pero para mí se hizo eterno.
Oí el sonido de la silla a mi lado ser retirada, por
curiosidad levanté la vista y giré un poco el rostro
para ver el perfil de Aedus, él se había sentado a mí
lado.
Volví el rostro hacia adelante, pero aquel vistazo
fue suficiente para ver que una ligera barba se
asomaba a los lados de su mandíbula y que iba
vestido no tan formal como las otras veces que lo vi,
tenía puesto una camiseta de mangas largas color
negra y jeans del mismo color, ese color resaltaba su
tez pálida.
Me enderecé y tomé los cubiertos para comenzar
a comer lo que había en mi plato, se veía bastante
bien, era carne con una salsa extraña, muy roja. No
quería pensarlo pero me fue imposible no suponer
que aquella carne estaba glaseado con… sangre.

1307
Sheldon llamó a un sirviente, quien rápidamente
le sirvió a Aedus y mediante el proceso Selene
comentó que no era necesario que los vampiros
comieran, así como tampoco dormir o respirar, solo
era un hábito adquirido. Ellos lo hacían solo para
guardar lugar y compartir un momento.
Una copa de cristal apareció ante mi vista, su
contenido era la misma de esa fiesta. Levanté la
mirada y la que me tendía aquel contenido era la
persona a mi lado izquierdo, Selene.
—Brindemos —anunció Sheldon con su copa en
lo alto, no tuve más remedio que agarrar la mía entre
mis dedos—, por la nueva integrante de la familia,
espero que tu estadía te sea a gusto y que en algún
momento nos consideres tu familia.
—Espero que nos des la oportunidad de
conocerte, cariño —secundó su esposa.
—Gracias —pronuncié agradecida, después todos
extendieron su copa hacia el centro de la mesa,
excepto Aedus y yo.
—No nos dejen con las manos en el aire —
exclamó Sheldon con una leve risa.
Le eché una mirada furtiva a Aedus, lentamente
él levantó su copa y extendió su mano hasta los

1308
demás. Su rostro no se veía alegre como la de
Sylvester o como la de Miranda, no podía descifrar
con aquel semblante siempre tan serio que era lo que
podía estar pensando.
De igual manera se veía hermoso, con su mano
extendida pude apreciar los fuertes que se veían sus
brazos.
—Salud —dijimos todos menos él cuando
chocamos la copa contra la de todos al mismo
tiempo, luego de eso Sylvester extendió su copa
únicamente hacia la mía, antes de que yo pudiera
beber un sorbo.
—Bienvenida a la familia, pelirroja —habló y me
sonrió con genuismo. Brindamos y luego de ellos
todos los hermanos, incluido el serio de Chase
brindó conmigo.
No sabía que debía hacer otro brindis con cada
uno de ellos, extendí mi mano con la copa hacia
todos lados emitiendo varias risas porque costaba un
poco estirarme en aquella grande mesa para
únicamente chocar la copa contra otra, hasta que de
pronto, y sin darme cuenta, tenía el rostro hacia mi
lado derecha y la copa alzada hasta la altura de la
barbilla mientras que Aedus hacia lo mismo.

1309
Contuve la respiración y me sentí sumamente
nerviosa cuando lo noté.
—Por ti, Rouse —me dijo chocando su copa
contra la mía.
Incómodamente, me reacomodé a mi sitio. «No te
detengas, corazón».
—¿Qué es? —le pregunté a Selene, cuando
degusté el primer bocado de carne con un líquido
rojo de salsa.
Ella me miró y respondió con tranquilidad.
—Filete con sangre de venado, la sangre no sabe
igual, tal vez por eso no notaste que la sangre en tu
plato es la de un venado y el contenido en tu copa…
—señaló la copa en mis labios, me lo llevé a la boca
y ella esperó que tomara un sorbo antes de continuar
—sangre humana, de un convertido exactamente.
—Está buena —murmuré.
El resto de la cena fue bastaba tranquila,
Sylvester fue el que más parloteó contándome su
nueva vida en el reino de su compañera eterna. Y
entonces él mismo también lo alteró todo con una
pregunta que hizo.

1310
—¿Cómo van los preparativos de tu boda,
Marisa?
—Esa pregunta se lo tendrías que hacer a
nuestros padres, ¿no lo crees? Ellos son los únicos
emocionados con esa boda, tal vez porque sus
obligaciones pasarían a nosotros —respondió Marisa
desviando sus ojos hasta Aedus y luego hacia su
padre, este último había endurecido su expresión y
se notaba que el comentario de Marisa no le había
gustado para nada.
—Marisa —advirtió Sheldon con voz dura.
—¿Acaso me equivoco? —inquirió pasando
desapercibida la advertencia de su padre—. No,
¿verdad? Sé que la historia de Eleonor se está
volviendo a repetir y se los vuelvo a afirmar —
desvió la vista de Sheldon hasta Miranda, luego
volvió su mirada determinante hacia su padre y
habló con convicción—: yo haría lo mismo que ella.
—Marisa, ya tuvimos esta conversación —habló
en un tono calmado su padre, pero podía adivinar
que no se encontraba tan tranquilo como aparentaba.
—No les miento y lo sabes, sino pregúntale al
señor capta mentiras ahí a tu lado —se puso de pie y
señaló a Aedus—. Me casaré con él, pero si mi

1311
verdadero compañero aparece antes olvídate del
trato —exclamó y se marchó, tenía una mirada
repleta de rabia.
Pasó un segundo lleno de incomodidad. Miranda
se disculpó y se marchó detrás de su hija.
—¿La estás obligando a casarse con él? —me
animé a preguntarle lo obvio a Sheldon— ¿Por qué?
—No la estoy obligando, le estoy ordenando —
me afirmó como repuesta, sus ojos se veían serios y
en aquel momento volví a experimentar un
escalofrío, pero esta vez fue diferente, me sentí fuera
de lugar y solo quise irme de ahí.
Me puse de pie mientras miraba con ojos
cautelosos hacia Aedus, él no había dicho
absolutamente nada. Y su silencio dolía.
—Sin embargo, existe la posibilidad de que mi
hija tenga su final feliz al lado de quien ella decida
—me quedé quieta, escuchando su voz tras mi
espalda—, eso podría depender de ti.
—¿De qué habla, padre? —reconocí la voz de
Sylvester. Pero no esperé para escuchar una repuesta
porque me marché de ahí sin decir absolutamente
nada.

1312
No quería pensar en lo que me dijo, no debía
hacerlo. Pero me era imposible no recordar el
comportamiento de Marisa ante la mención de la
boda, Sheldon me había dicho que ella no estaba
segura de casarse con Aedus. Ahora me había
quedado claro que ella no lo estaba.
No podía imaginar a Aedus con ninguna otra
chica que no fuera yo, y ese era la realidad. Él me
pertenecía a mí, pero él y yo jamás íbamos a poder
estar juntos porque lo nuestro era algo imposible. Yo
estaba con Hareth, él era mi compañero, no tendría
que tener otro, mi alma le pertenecía solo a él como
también debería pertenecerle mi corazón, pero no.
Aedus existía y no podía ignorar ese hecho, él era
tan importante en mi vida como Hareth.
Aún no entendía el motivo de ese hecho, ¿por qué
tenía dos compañeros? ¿Habría un motivo? Claro
que sí.
Llegué a la habitación y vi varios mensajes por
parte de Hareth, decidí llamarlo con la esperanza de
que al escuchar su voz desapareciera el fuego
abrasador que me consumía lenta y tortuosamente.
—Estos días van a ser tremendamente largos sin
ti, Mia.

1313
Charlamos durante unos minutos porque llegó su
asistente necesitándolo.
La fuerte lluvia golpeaba el vidrio de las
ventanas, caminé de un lado a otro sin saber qué
hacer. No pensaba volver a salir de la habitación
hasta el día siguiente, pero también me asustaba la
idea de que ya fuera de mañana. No estaba lista
como para que un brujo se adentrara en mi mente.
Para mi “buena suerte”, el día siguiente, cuando
me presenté en la sala del trono, Sheldon me
informó que la cita se había suspendido porque al Sr.
Dell se le presentó algo urgente.
Entonces ese día lo pasé con Miranda.
A Aedus no lo vi tan seguido y cuando lo hacía él
simplemente me evitaba, no es que pudiéramos
mandarnos miraditas libremente, pero me dolió el
corazón su indiferencia porque hasta cuando me
encontraba sola y él pasaba no me decía nada. Me
sentí ridícula por sentirme de ese modo, no debía
importarme nada de él.
Estaba explorando el castillo sola porque ya no
sabía que más hacer, hacía minutos que estaba
buscando la escalera por la cual había ingresado a
este piso, pero parecía que se había desvanecido.

1314
Jugué con el anillo en mi dedo mientras caminaba
por el amplio pasillo lleno de cuadros antiguos.
Vi una puerta entreabierta y la curiosidad me
ganó, absolutamente todas las puertas estaban
cerradas con llave, menos esa. Lo sabía porque había
probado abrir cualquier puerta con la esperanza de
que hubiera una escalera de emergencia…
Empujé la puerta con la palma de mi mano e
ingresé, todo se veía oscuro porque las cortinas
estaban bajadas y ni un rayo de sol podía ingresar.
Estaba por apartar una de las cortinas de la
ventana para poder observar el paisaje desde esa
altura cuando escuché una voz enojada hablar tras
mi espalda.
—¡¿Qué haces en mi habitación?! ¡Está
prohibido entrar aquí! —vociferó una voz masculina
por detrás de mí, causando que un estremecimiento
cruzara por todo mi cuerpo. Giré y me avergoncé
bastante al mirarlo.
—Lo siento, lo siento, solo me perdí y
únicamente estaba buscando una salida —me excusé
mientras avanzaba hacia la puerta, él me siguió con
la mirada.

1315
No dejé que Chase dijera nada porque corrí hasta
la puerta y la cerré detrás de mí. «Demonios, alguien
estaba muy de malas».
Seguí el camino, absorta en mis pensamientos.
Llegué hasta unas escaleras, me apoyé en la baranda
y observé hacia abajo: aterrador. La baranda
formaba un inmenso cuadrado y en el medio de este
solo estaban esas escaleras en forma de caracol que
mareaba con tan solo verlo.
Levanté la vista y a lo lejos vi la silueta de Aedus
perderse por un pasillo. No esperé mucho tiempo y
fui al lugar por donde lo había visto, me adentré en
el mismo pasillo y a lo lejos lo vi ingresar en una
habitación seguido de una mujer.
Mis pasos disminuyeron, vi como la puerta se
cerraba y el corazón se me estrujó, y lo único que
pude sentir fue rabia y celos. Apreté con más fuerza
mis puños mientras seguía caminando hasta llegar a
esa puerta, me quedé ahí como una estúpida
pensando e imaginándome cualquier cosa.
Las palmas de mis manos me ardieron y estaba
segura que mi rostro expresaba lo desagradable que
me había resultado ver aquello.

1316
La habitación era la última del pasillo, agradecí
que hubiera un pasillo horizontal después, me apoyé
contra esa pared y observé por el cristal de la
ventana enrejada mientras que el tiempo parecía
transcurrir con una lentitud que me hizo hasta
tirarme de los pelos mientras esperaba. «¿Qué estás
haciendo, Mia Rouse?»
Un rato después, escuché el ruido de la puerta
cerrándose y seguidamente unos pasos acercándose
por donde yo me encontraba, eran pasos ligeros.
Era ella.
Ella giró hacia la izquierda sin notar mi presencia
del otro lado del pasillo, me asomé para ver si Aedus
también había salido, pero no.
Algo cambió en mí, inspiré hondo y luego solté
un suspiro. Me apresuré para alcanzarla, la tomé por
el brazo y la estampé contra la pared con
brusquedad, con una mano seguí sujetando su brazo
y la otra la coloqué en su cuello, ella había jadeado
por la sorpresa. Su mirada se mostró desconcertada
por un momento, luego sonrió con cierta ironía.
—¿Qué haces, niña?
La observé con seriedad y apreté mi agarre en su
cuello, ella inmediatamente colocó su mano libre en

1317
mi brazo para tratar de librarse de mí. No se lo
permití y sin más preámbulos, con la voz cargada de
seriedad y un tono bastante amenazador, pregunté.
—¿Quién demonios eres tú?
—Debes de estarme jodiendo —exclamó
queriendo liberarse sin problemas. Pero yo me
encontraba fuera de sí buscando problemas.
—¡Dime! —exigí.
—¡Suéltame! —exigió y en una maniobra hábil
se soltó de mi agarre y me empujó lejos de su
cuerpo. Mi espalda chocó contra el vidrio de la
ventana, me erguí con una expresión adolorida pero
rápidamente lo cambié.
Endurecí mi expresión y la enfrenté como se
debía.
—No sabes con quién estás tratando.
—Si no me lo dices por supuesto no lo voy a
saber —contestó, sonreí. Pero no fue una sonrisa
cualquiera, curvé mis labios en una sonrisa de esas
entre divertida y maliciosa.
La chica peli negra me miró con suspicacia, sus
cejas oscuras estaban levantadas, se veía expectante.

1318
—Te digo una cosa —susurré, mirando hacia los
lados para ver que nadie venía, como si le estuviese
a punto de revelar un secreto—: es mejor que nadie
lo sepa.
Cuando ella captó mi intención, y miró mis ojos,
sacó sus colmillos y sus ojos cambiaron de color,
demostrándome que le había sacado de quicio.
Me moví con agilidad pero no con inteligencia
porque ella volvió a impactarme contra el cristal de
la ventana, haciendo que el vidrio se quebrara. Caí
sobre mis rodillas y al instante bajé la cabeza, con
las palmas apoyadas en el suelo haciendo flexión,
para esquivar la patada que ella me había lanzado.
Me deslicé hacia un lado y me puse de pie.
Las palmas volvieron a arderme, logré agarrarla
de un brazo y, con todas mis fuerzas, la jalé hacia el
vidrio y luego la empujé utilizando la misma fuerza,
tanta que el golpe logró romper el cristal causando
un sonido estruendoso cuando los pedazos de vidrio
impactaron contra el suelo.
Ella se recuperó con rapidez y me propinó un
puñetazo en la cara que me dejó aturdida por un
segundo, de una patada en una de sus rodillas hice
que se cayera entre los cristales rotos, vi como el

1319
vidrio roto se clavaba en su mano y la sangre brotar
de ahí.
Estaba por volver a moverme cuando sentí un par
de manos sostenerme por la cintura, pataleé y grité
en el aire hasta que mis pies volvieron a tocar el
suelo y me volteé con impaciencia para ver de quién
se trataba.
No lo dudé ningún instante.
La palma de mi mano me ardió y hasta me dolió
luego de propinarle una bofetada a Aedus.
Ladeó su rostro y luego dirigió su sería e
intimidante mirada hasta mis ojos.
—Desaparece, Carolina —ordenó sin dejar de
verme.
Escuché unos pasos acelerados alejándose.
Ambos nos retamos con la mirada hasta que él
volvió a hablar.
—¿Te sientes mejor ahora?
—No, todavía tengo ganas de matarte.
Él soltó una risa seca.
—Ya estoy muerto, querida.

1320
—No me interesa, sigo queriendo hacerlo.
—¿Pregunto por qué o lo dedujo? —me miró con
un atisbo de sonrisa en sus labios, se pasó la mano
por la mejilla en la cual lo golpeé y sonrió de lado
—. Nadie nunca había estado celosa por mí…
alguien que si me importara —agregó sin despegar
sus intentos ojos de los míos.
Sonreí sin mostrar los dientes.
—Celos —bufé.
De una manera rápida él ya estaba invadiendo mi
espacio personal mientras mi espalda se apoyaba
duramente contra la pared. Me inmovilizó las manos
por arriba de la cabeza e hizo lo mismo con mis
piernas, manteniéndolas entre las suyas.
Su rostro quedó a centímetros del mío, me
sorprendí y se lo hice ver en la expresión de mi cara.
El ladeó su cabeza y dirigió su rostro hasta un lado
de mi cuello, su nariz rozó mi piel hasta quedarse a
una distancia prudente de mi oído para hablarme.
—¿Quieres saber lo que estábamos haciendo? —
preguntó en un tono sensual que me hizo cerrar los
ojos, sentí la presión de sus labios fríos cerca de la
oreja, mi espalda se arqueó mientras me estremecía
por aquel simple contacto.

1321
—Responde —exigió saber en un tono áspero.
Abrí los ojos e intenté que Aedus soltara mis manos,
meneó su cabeza con lentitud—. ¿Quieres descubrir
lo que estábamos haciendo en esa habitación? —
insistió consiguiendo que le lanzara una mirada
rabiosa.
Sostenía con una sola mano las mías, subió la
mano que tenía en mi cadera hasta mi barbilla, hizo
que girara el rostro hacia un lado y jadeé por la
sorpresa cuando bajó sus labios por mi garganta,
deslizó sus labios dejando besos húmedos y fríos
hasta mis hombros. Eso me tomó completamente
desprevenida.
—¿Quieres descubrirlo? —murmuró contra mi
oreja, cerré mis ojos y jadeé en respuesta porque su
voz se había escuchado malditamente sexy y
caliente, mandando pequeñas descargas por todo mi
cuerpo— ¿Uhm? —tragué duro y solo quise
acercarme más a él a pesar de saber que esto era tan
prohibido como incorrecto.
—Sí quiero. 

1322
49. El laberinto

Capítulo 49: EL LABERINTO


Un calor indecente se extendía por mi cuerpo, el
contacto de Aedus me estaba encendiendo de una
forma que creía no poder soportar más.
Él tomó un lado de mi rostro con su mano libre
mientras la otra ejercía presión en mis muñecas, sin
intención alguna de liberarme, mordí con fuerza mi
labio inferior no siendo capaz de detenerlo cuando
su boca volvió a atacar la piel sensible de mi cuello,
su mano estaba sobre mi boca para ese entonces,
tratando de callar cualquier sonido que quisiera
escaparse de mis labios. Mis ojos permanecían
cerrados, retorciéndome por el placer infinito que
me causaba sus labios y la manera tan provocadora
de tocarme, de presionarse contra mí. Abrí los ojos
durante un momento, veía borroso, sin claridad hasta
que parpadeé un par de veces subiendo la vista para
tratar de verlo, pero fue imposible porque por inercia
giraba el cuello hacia un lado con el cuerpo
totalmente a su merced.
Quería que liberara mis manos, tenía una inmensa
necesidad de tocarlo también; de descubrir si sus

1323
brazos eran tan fuertes como yo los veía y creía, si
su pecho desnudo lograba superar mis expectativas,
descubrir qué maravillas sensaciones podía
causarme sus manos recorriendo otros rincones de
mi cuerpo y qué cosas increíbles podía realizar con
su boca. Más de lo que de por sí ya lo hacía.
Sus labios ascendieron de un modo bastante
sensual hasta por detrás de mi oreja, la mano que
mantenía en mi boca se deslizó hacia un lado
sosteniéndome por un lado de la mandíbula.
—¿Lo sientes? —murmuró cerca de mi oído
estremeciéndome todo el cuerpo ante el sonido de su
voz tan ronca y llena de deseo. Mis ojos ya estaban
abiertos, y por más que de mis labios quisiera salir
más de una respuesta, no podía hablar.
Me encontraba completamente débil y sin
razonamiento, lo único que deseaba era que él
siguiera con lo que estaba haciendo. Si él lo hubiese
hecho estoy segura que yo me habría entregado por
completo a él, que el sentimiento que me dominaba
y cegaba en ese momento hubiera perdurado hasta
que el arrepentimiento me abrasara.
Pero él se detuvo por completo mientras que yo
trataba de normalizar mi respiración descontrolada y
mi pulso demasiado acelerado. Aedus soltó mis

1324
manos, me encontraba demasiado débil y me sentía
incapaz de sostener mi propio cuerpo, mis brazos
cayeron lánguidas a los lados de mi cuerpo. Cerré
mis puños viendo como Aedus acomodaba sus
antebrazos a los lados de mi cabeza y ladeaba su
rostro hacia mi oído, susurrando algo que me dejó
desconcertada.
—Ella solo es mi alimentadora —me afirmó en
voz baja, pero no lo entendí al instante. No podía
asimilarlo con claridad encontrándome en aquella
condición aturdida y llena de ganas, mi pecho seguía
subiendo y bajando en busca de normalidad.
«Alimentadora». Él se había distanciado un poco,
alejó su cara de la mía mientras su impasible rostro
me dejaba mucho más desconcertada. Extendió sus
brazos, apartándose más, y me observó con
gravedad desde su altura.
—¿Qué? —pronuncié siendo incapaz de
comprenderlo, de entender lo que dijo y la manera
tan rápida de cambiar de actitud y postura, por más
que buscara en su rostro rastros de una clase de
broma no logré hallar ningún ápice de diversión en
ellos, sus ojos me veían sin expresión alguna.
—No puedes volver a descontrolarme de ninguna
manera —aseguró con voz neutra, se alejó de mí y

1325
rompió cualquier contacto que manteníamos.
Mi espalda seguía apoyada en la pared, mi cara se
contrajo cuando pronunció aquello.
—¿Puedes explicarte mejor? No puedes solo
alejarte y ya —reproché, demostrándole en mi tono
de voz lo contrariada que estaba.
Él, para ese entonces, ya me había dado la
espalda, me impulsé con los codos en un santiamén
de la pared yendo a detenerlo por el brazo, pero,
como si supiera que yo estaba a punto de hacer
aquello, se volvió hacia mí echando su brazo hacia
atrás con cierta brusquedad. De igual manera nos
quedamos cara a cara, su semblante se había
endurecido gravemente.
—¿Qué sucede? —pregunté, normalizando mi
voz y tratando de acercarme a él, pero con un gesto
de mano él me pidió que no avanzara.
Noté que sus manos estaban hechos puños a los
lados de su cuerpo y que estaban ligeramente
temblando, como si estuviera controlándose. Él notó
mi atención fija en esa dirección y trató de
disimularlo.
—Es mejor que te alejes por hoy —espetó con
molestia, estaba a punto de volver a girar y

1326
marcharse, pero esta vez fui mucho más rápida y me
interpuse en su camino, frenándole el paso
colocando una mano en su pecho. Él se echó hacia
atrás como si aquel simple toque le quemara, eso me
dolió y estaba segura de que se vio reflejado en toda
mi cara. Tragué el nudo que se formó en mi garganta
y lo miré con gesto desafiante.
—¿Qué diablos pasa contigo? ¿Por qué el cambio
tan brusco de actitud? Pensé que estábamos bien.
—Debes irte… ahora —exigió en tono seco y
autoritario, no le hice caso y me acerqué—. ¡Qué te
alejes! —advirtió y me quedé quieta y luego
retrocedí ante el resentimiento de su tono.
Él se veía enfadado, pero más lo estaba yo por no
saber que le pasaba y porqué le costaba tanto
decírmelo.
Bajó la mirada, observé como presionaba con
más fuerza sus puños demostrando que
evidentemente él estaba conteniendo alguna clase de
impulso.
—Aedus —dije preocupada.
Él alzó la mirada y vi como en sus ojos brillaba el
fuego del infierno.

1327
—No insistas. No debí permitirme cruzar esa
línea que sé que tú no puedes atravesar.
Nos quedamos en un silencio denso, yo recobré
los sentidos y experimenté el dolor con el que
palpitaba mi corazón. Había perdido gravemente el
poco juicio que tenía, era fácil dejarse llevar por sus
caricias, todavía más cuando miles de veces me
pregunté cómo sería sentir más junto a él.
El semblante de Aedus no titubeó, estaba serio y
molesto, y así habló, su tono estuvo cargado de ese
sentimiento y un ápice de impotencia filtrándose por
su rostro.
—Me desconcierta la sangre corriendo por tus
venas, se oye tan terriblemente apetecible y sé que lo
es, sé que es tan deliciosa como toda tú —expresó
sin pudor alguno—. Me descontrola el palpitar de tu
corazón tan cerca de mí, pero me agrada que se
acelere tan agresivamente cuando te excitas por mí.
Quiero tenerte retorciéndote debajo de mí, o donde
sea, pero no quiero lastimarte —declaró, endureció
sus rasgos como muestra de enfado y entonces lo
soltó—. Estuve a punto de morderte y tú ni siquiera
te diste cuenta. Me tienes enloquecido, Rose.
—¿Y cómo crees que me siento yo? —dije,
tomando solo sus últimas palabras para responderle

1328
—. Lo que me produces me domina, me da miedo
porque no soy lo suficientemente capaz para decirle
basta. Mira, yo permití esto. No te eches la culpa de
algo que yo ni siquiera debí permitir.
—Te dije que iba a resultarte sumamente difícil
no sentir nada por mí, pierdes contra ti misma al
igual que yo —dijo en tono calmado tras suavizar
sus rasgos, su boca que mantenía una línea seria
pasó a ser una sonrisa misteriosa—. Y un día esto
detonará, será muy complicado retener este deseo y
el resultado te encantará.
No le contesté al instante y cuando procesé lo que
acababa de decirme y estaba lista para darle una
respuesta me di cuenta que él ya se había alejado lo
suficiente de mí para notar que se estaba marchando.
—Nos vemos en la cena —se despidió cuando se
adentró al pasillo que daba hacia la que yo
consideraba su habitación.
«No sientas». Tarde, muy tarde.

Solo descansar, nunca dormir.


Esas palabras me los decía y repetía desde que
aparecieron las pesadillas. Pero era incapaz de

1329
cumplirlo por completo, en mi descanso siempre se
mostraba fragmentos horribles y desastrosos de mi
imagen fuera de control siendo proyectada en un
espejo, ese reflejo mío amenazante me advertía esa
necesidad de liberación que yo había encadenado
para mantenerme protegida.
¿A qué le tienes miedo?
Yo le temía a una parte de mí y a ser abandonada.
En mi pesadilla todos me daban la espalda.
La mañana siguiente, me sorprendí de ver que el
que tocaba la puerta de la habitación que se me
asignó era Sheldon Collins.
—Darren Dell ya te está esperando —dijo en
cuanto abrí la puerta y sus ojos se posaron en los
míos.
Sabía lo que aquello significaba, y debía de
admitir que aún no me agradaba la idea de alguien
invadiendo mi mente. Pues la única forma de borrar
esos terribles recuerdos eran procediendo a
encontrar y liberar esos acontecimientos explorando
por la mente de una.
—Bien —dije luego de soltar un pequeño
suspiro. Los ojos oscuros de Sheldon examinaron mi
rostro con esmero.

1330
—Luego de que él te ayude ya vas a descansar
bien —me aseguró en tono amable, sin que me lo
esperase, su mano fue a parar en una de mis mejillas
y pasó la yema de su pulgar con cuidado por mi
recién marcada ojera. Me alejé de su tacto frío
teniendo cuidado de no dejar una situación
incómoda entre nosotros.
—Creo que me esperan —dije a lo que él afirmó
con un asentimiento de cabeza, mostrándose decaído
por mi rechazo. O tal vez solo me lo imaginé.
Llegamos hasta una gruesa y amplia puerta en la
segunda planta, el pasillo en la que nos
encontrábamos estaba desolada y la luz del sol que
recién salía apenas se filtraba por los ventanales al
final del pasillo, dándole un toque oscuro y
misterioso al lugar.
Sheldon le dio tres pequeños golpes con sus
nudillos a la puerta en frente de nosotros, este al
instante, y con un sonido medio aterrador, se abrió
deslizándose hacia un lado.
De inmediato noté que del otro lado no había más
que oscuridad, excepto por una pequeña luz que
venía de una esquina de la estancia.

1331
De la oscuridad apareció Aedus, tomándome por
sorpresa su presencia.
—Pensé que tal vez estarías más cómoda si uno
de los dos se queda contigo —dijo Sheldon—, y
estoy seguro que lo preferirías a él por encima de
mí. —A pesar de la oscuridad del lugar, podía ver
con perfección como sus oscuros ojos me
observaban con cierta diversión.
—Agradezco que se haya tomado la libertad de
pensar en todo —mencioné con sarcasmo.
No dijo nada, se acercó hacia Aedus y le dijo
algo mientras yo me iba hacia aquella única luz que
había sobre una mesita, pero antes de llegar una
mano me detuvo por el brazo. Ya reconocía ese tacto
frío y su forma de sostenerme.
No me volteé, él tampoco me obligó a girar para
verlo sino que deslizó su mano hasta mi muñeca,
acercando su cuerpo a mi espalda. Me quedé quieta,
incapaz de seguir respirando con normalidad por
culpa de su cercanía.
—Estaré a tu lado en todo momento.
Luego de decirlo me soltó y seguí caminando
como si nada me hubiera retenido.

1332
—Soy Darren Dell —una voz masculina habló
desde una dirección, me volteé hacia él al mismo
tiempo que se prendían todas las luces del lugar, no
sabía cómo de la nada se habían encendido, pero lo
agradecí porque la oscuridad en ese momento no era
mi mejor aliada.
El hombre parecía tener la misma edad que
Sheldon, su cabello era de un color castaño claro,
sus ojos verdes contrastaban con su piel bronceada.
Llevaba puesto una túnica roja, avanzó con pasos
seguros hacia mí.
—Debe ser la compañera del rey licántropo —
comentó en tono amable—. Ya he hablado con él y
estoy enterado de su problema y el cómo
solucionarlo.
—¿Es la única manera? —cuestioné, temerosa.
—Es la única manera que yo le ofrezco —me
aclaró—, puede sentarse en la silla.
Le hice caso, echándole una última mirada sobre
el hombro a Aedus.
Me senté en la única silla que había alrededor de
la pequeña mesa, varias velas encendidas adornaban
el lugar y pude darme cuenta que la vela sobre la

1333
mesa, la que se encontraba delante de mí, era la más
reluciente.
—Ahora cierre los ojos —escuché la voz del Sr.
Dell hacia un costado. Le hice caso y cerré los
párpados suavemente—. Y piense en el recuerdo que
quiera mostrarme, en ese recuerdo —específico y
tragué grueso sintiéndome incapaz de poder hacerlo
—. Tranquila, iremos despacio —volvió a hablar al
notar lo inquieta que me había puesto.
Inspiré hondo y solté el aire por la nariz
lentamente, tratando de que la tensión abandonase
mi cuerpo durante, por lo menos, un instante.
—Trate de no pensar en nada más —dijo y, luego
de eso, comencé a oír varios susurros a mi alrededor.
No sabía si era él o había ingresado más personas—,
recuérdelo ahora. —La negrura en la cual me
encontraba se volvió completamente blanco, seguía
sentada en la misma silla y a lo lejos pude distinguir
el mismo espejo donde había sido trasladada de
aquel sótano.
Pero de repente vi, por detrás del espejo, como un
aire oscuro venía consumiendo lo blanco a toda
velocidad hasta impactar contra mí, haciéndome ser
nuevamente consciente en la realidad.

1334
Abrí los ojos de golpe al mismo tiempo que un
jadeo asustado salía del interior de mis labios,
tratando de levantarme de la silla. Pero una mano en
el hombro me lo impidió.
Era Darren Dell.
—¿Qué pasó? —pregunté con la respiración
agitada.
—Nada —respondió algo confuso.
—¿Cómo que nada? Usted debería tener una
respuesta más compleja —interrumpió la voz grave
de Aedus.
—Hagámoslo de nuevo y si ocurre lo mismo les
diré mis sospechas. Por favor, vuelva a cerrar sus
ojos —pidió.
Suspirando, le volví a hacer caso y sucedió
exactamente lo mismo.
—Lo lamento, pero no podré ayudarle —dijo
Darren Dell, esa vez permitiendo que me pusiera de
pie, se veía dudoso al mismo tiempo que
confundido.
—¿Por qué? —Aedus fue el que lo dijo, no lo
preguntó en un tono curioso, mucho menos

1335
tranquilo, fue brusco, exigiendo una clara
explicación.
—Algo me impide avanzar, una magia conocida
—añadió en tono pensativo—. Si es lo que creo,
estoy seguro que no habrá nada que se pueda hacer
para eliminar esos recuerdos que le atormentan y le
causan el temor que le impide conciliar el sueño.
—¿Y qué es lo que cree? —pregunté enseguida.
—Que el anillo no me está haciendo cumplir mi
trabajo —respondió convencido de ello.

Salía a toda velocidad de aquella sala con Aedus


siguiéndome los talones.
— ¡¿Es que no lo entiendes?! —espeté al girar en
una esquina y voltear hacia él—. Si me quedaba ahí
y me quitaba el anillo iba a estar desprotegida, no
solo yo sino que… Tal vez pensaba en otra cosa y el
veía un recuerdo de tú y yo juntos.
—¿Habría algún problema con ello? —interrogó
enfadado.
— ¡Claro que sí! —dije sin medir mis palabras
—. Él tenía la orden específica de informarle a

1336
Hareth sobre todo, no iba a…
—Ahí está, no es por ti, ni por mí. Es por él —
aseguró con sus ojos sombríos acusándome—.
Tienes miedo de que él se entere.
No fui capaz de responderle.
—La verdad no se puede ocultar durante mucho
tiempo, Rouse—pronunció seriamente y luego se
fue, vi como su silueta desaparecía a lo largo del
pasillo.

La mañana transcurrió tranquilo. Había vuelto a


mi habitación luego de esa pequeña aclaración con
Aedus hasta que Selene fue a buscarme para darme
un tour por los jardines del castillo.
Nos adentramos juntas en el laberinto de los
arbustos altos y frondosos solo por mi insistencia,
nunca había entrado en uno y estaba entusiasmada
de hacerlo por primera vez. Ella me advirtió que el
laberinto no siempre era lo mismo, que no tenía la
misma salida porque siempre estaba en constante
movimiento cambiando su camino.
El laberinto estaba encantado.

1337
—Eso solo lo hace más interesante, hay que
entrar —le había dicho animadamente desde la
entrada, ella me miró vacilante, pero luego de unas
cuantas insistencias más aceptó.
Caminábamos una al lado de la otra, Selene
miraba con cautela hacia todas partes mientras que
yo seguía toda emocionada por adentrarme por
primera vez en una de esos. Mi emoción comenzó a
disminuir cada vez más luego de estar
aproximadamente 20 minutos paseándonos sin
ningún rumbo fijo. En todas las esquinas que
girábamos y caminábamos unos cuantos metros solo
para darnos cuenta que ese espacio no tenía salida.
—¿Sigues creyendo que fue una buena idea
meternos en el laberinto encantado? —preguntó
Selene, dándose la vuelta para volver por nuestros
pasos.
—Por lo menos no hay un monstruo exiliado en
el laberinto, ¿verdad? —quise escucharme
convincente, pero me alarmé cuando vi a Selene
desviar la mirada.
—Pues no hay uno —me aseguró esbozando una
sonrisa tensa, de esas que claramente te afirmaban
que había algo más—, hay más de uno.

1338
—¡¿Qué?! Y nos metes aquí —me exalté,
observando hacia todas las direcciones posibles. Lo
único que podía ver era lo verde de los arbustos y el
suelo de piedra.
—Oye, tú querías entrar —se defendió—. Lo
importante aquí es mantenernos juntas —hablaba
mientras seguía avanzando conmigo detrás de ella,
justo había tres caminos por elegir y, cuando yo
estaba por cruzar al pequeño pasillo que ella había
elegido avanzar, uno de los muros de arbusto se
interpuso en mi camino, cerrándome la entrada por
donde Selene había ingresado.
Mierda.
—¡Rouse! —escuché su grito.
—¿Qué hago ahora? —le pregunté con las manos
apoyadas en ese frondoso arbusto que me impedía
verla.
—Tú tranquila, tranquila. Quédate justo ahí que
trataré de encontrar el camino que llegue a ti.
—Eres un vampiro, ¿no puedes saltar por encima
del muro?
—¿Olvidé mencionarte que es imposible utilizar
los poderes? —su voz se escuchaba avergonzada.

1339
—¿Algo más que no me hayas dicho? —dije
entre dientes, esperaba que me haya oído.
—Creo que no.
—Espero que así sea.
—Bueno, mejor tratemos de encontrarnos en la
mitad del laberinto, allí hay una hermosa fuente con
agua limpia.
—¿Aún no estamos en la mitad? Me estoy
muriendo de sed. Uf, hasta ya comencé a sudar.
—Según mis cálculos apenas nos encontramos a
unos 15 metros de la entrada y la salida se encuentra
a unos 50… O más —oí que decía.
—Mejor no digo nada —dije, resignada—. Nos
vemos en la mitad del laberinto, una pregunta, ¿si
gritamos alguien nos puede escuchar?
—No.
Luego de eso inicié el viaje más agotador y largo
de mi corta vida.
Hubo muchas encrucijadas en mi camino,
haciendo que tomara decisiones equivocadas
provocando que volviera al mismo sitio una y otra
vez. Dejé de escuchar la voz de Selene unos minutos

1340
después de que nos separáramos. Realmente fue una
mala idea hacer esto.
Me sudaba la frente, la nariz y otras partes que
eran mejor no mencionar. El sol ya brillaba con todo
su esplendor mandando su calidez, su mucha calidez
sobre mí.
Estuve horas caminando hasta encontrar esa
dichosa fuente, aquello fue como hallar un gran
tesoro porque me moría de sed. Bebí el agua como si
fuese la bebida más deliciosa del mundo, me
refresqué el rostro y hasta tuve ganas de meterme
ahí, pero me contuve.
Todo estaba en silencio hasta que escuché un
crujido, me giré al instante observando todos los
caminos que daban hacia allí. Esperaba que fuera
Selene.
Esperé unos cuantos segundos, como nada
aparecía me volví hacia la fuente de agua para seguir
refrescándome mientras aguardaba.
Otro sonido, un lloriqueo.
Me giré al instante con el cuerpo casi
paralizándome por culpa del miedo, podía sentir y
oír con perfección los latidos acelerados de mi
corazón.

1341
Un hombre pequeño, vestido con una chaqueta
color verde y un pantalón corto color marrón, era de
una altura baja, muy baja y llevaba un sombrero en
la cabeza, de sus ojos grandes y de un color marrón
casi oscuro corrían muchas lágrimas, pero al verme,
al notar mi presencia, inmediatamente se calmó.
Se veía adorable, lindo, era regordete y sus
cachetes estaban muy sonrojadas.
—¿Qué eres tú? —no pude evitar decirle.
En un santiamén ya lo tenía delante de mí,
observándome con curiosidad.
—Qué hermoso pelo tienes —su voz era suave,
melodiosa. Sus ojos parecían más grandes ahora que
lo tenía tan cerca. Me di cuenta que estaba descalzo.
—Gracias, pero no me respondiste.
—Disculpe, alteza. Pero no puedo dar esa
respuesta.
—¿Por qué no? Y no soy una princesa —le
aclaré.
—Porque nunca tuve la oportunidad de ver a otro
igual a mí, más que a ellos, a los de tu especie.

1342
—¿Por qué no? ¿Qué hiciste para merecer estar
aquí?
—Puras injusticias, nada más que eso. Pero mejor
dime: ¿adónde ibas? —me parecía divertido como
levantaba el rostro para mirarme, es que él apenas
me llegaba hasta la altura del estómago.
—Busco la salida, pero tengo que esperar a una
amiga.
—Hace rato pasó otra persona por aquí —
mencionó entonces, me señaló un lugar por donde
aún no había ido—, se fue por allí y según mis años
de experiencia: por ahí está la salida.
¿Selene no me esperó? Eso me pareció raro.
—Si conoces la salida, ¿por qué sigues aquí y no
allá afuera?
—Porque estoy condenado a permanecer aquí —
admitió cabizbajo, su sombrero me impidió verle el
rostro pero estaba segura que se notaba triste—.
Pero tú puedes ayudarme —su tono se escuchó
alegre cuando sus ojos grandes chocaron con los
míos.
—Ayudémonos mutuamente, me muestras la
salida y tal vez yo te saque de aquí, ¿vamos? —dije,

1343
tomándole cierta confianza. No se veía malo. Él
asintió—. ¿Cómo te llamas? —pregunté cuando
emprendimos marcha, sus piernas cortas se movían
con rapidez mientras que yo caminaba con
normalidad.
—Fredy.
En pocos minutos ya habíamos avanzado mucho,
muchísimo más de lo que yo logré hacer en unas
horas.
Vi la salida luego de acertar varias encrucijadas,
era como la luz al final del túnel.
Fredy en todo el camino me fue hablando,
contándome de su vida en el laberinto encantado.
Era muy triste, estar solo y nunca coincidir con los
demás seres que también había ahí. Me dijo que tuve
suerte de encontrarme con él y no con alguien más.
—Debes darme la mano para que yo pueda salir
—me hizo recordar.
Él me tendió la mano, estábamos a un solo paso
para cruzar hacia el exterior, después de horas de
sudor por fin estaba por salir de ese infierno.
Le tomé de la mano y cuando estaba por cruzar
escuché a alguien decir mi nombre, inmediatamente

1344
me giré y vi una silueta femenina correr por el largo
pasillo de arbustos mágicos. Era Selene que me
gritaba y decía cosas que no lograba entender.
Fredy tiró de mi mano, fijé los ojos en él y luego
pasé la vista al frente en donde escuché algo
moverse. Alguien apareció por delante de mí, una
chica, alguien que yo conocía.
—¡Rouse! —giré el rostro para ver como perdía
de vista a Selene cuando un arbusto le cortó el paso.
—¿No habías dicho que ella ya había venido por
aquí? —dije hacia Fredy. Él me vio alarmado.
—Es un experto en las mentiras, espero no le
hayas creído nada —habló la chica que estaba por
delante de nosotros—, aunque a mí me será de gran
ayuda—continuó hablando y extendió su mano hacia
Fredy, este le tomó la mano al instante.
—¡Carolina! —exclamé entendiendo que quizás
sacarlo de ahí iba a resultar un error. Fredy para ese
momento ya rodaba fuera del laberinto, di el paso
que me faltaba para salir y lo tomé por el brazo,
colocándolo de pie y mirando con enfado hacia
Carolina, la alimentadora de Aedus.
Ella retrocedió mirándome con espanto, ¿qué le
sucedía?

1345
—Rouse, ¿qué hiciste? —escuché la voz de
Selene por detrás de mí. Volteé a verla no
comprendiendo nada, Fredy aprovechó esa
distracción para zafarse de mi agarre y lanzar un
pequeño y agudo grito de júbilo. Tenía los ojos bien
abiertos mientras lo miraba con asombro, el unió sus
manos y vi la magia surgir de ahí.
—He vuelto —murmuró, luego de eso salió
disparado hacia un lugar, oí su risa a lo lejos.
¿Qué mierda?
—¿Qué fue eso? —pregunté, no entendiendo
nada.
—Lo que pasa es que has dejado salir a un ser
endemoniado, travieso y con muchas ganas de hacer
bromas, bromas que estoy segura no le gustará a mi
padre —dijo Selene, mirando hacia la misma
dirección que yo.
—Pero si yo no… —fui, estaba por decirle. Pero
Carolina me interrumpió con una falsa
preocupación.
—Él es un experto en las mentiras, era obvio que
la iba a engañar. Pobre de todos, absolutamente
todos en el castillo estamos en aprietos por culpa de
un ser experto en bromas suelto y con, por lo que

1346
hemos visto, lleno de energías —dijo con expresión
alarmante—. Hay que atraparlo, Selene. Hay que
arreglar el error de ella —con un gesto de molestia
me miró.
—Pero si no…—otra vez me interrumpieron.
—Ya lo has dicho, Carol, ella no lo sabía. Todos
podemos cometer errores aunque este haga emerger
el enfado del rey —dijo Selene lo último con un
claro tono de preocupación.
—No hay tiempo que perder, soy una experta en
estos casos, yo lo atrapare —mencionó decidida y
fuera de culpa la pelinegra, que comenzaba a caerme
peor de lo que de por sí ya lo hacía.
—¿Sabes volver, verdad? —me preguntó Selene,
colocándose al lado de Carolina.
Asentí sin comprender.
Y luego de eso, ellas simplemente se marcharon a
la velocidad característica de los vampiros.
Me quedé perpleja, muda y con el rostro
contraído de enfado y confusión.
Esa chica acababa de meterse en donde no debía,
o sea, conmigo. Y por supuesto que no podía salir
ilesa de esto.

1347
Ella fue quien liberó a Fredy, no yo.
Volví hacia el castillo y al ingresar en su interior
escuché gritos provenir de casi todas partes.
No sabía qué hacer, pero la única persona que
sabía que yo no fui quien liberó a Fredy era él
mismo. Necesitaba encontrarlo y pedirle que se
detuviera, era un plan absurdo pero era lo único que
se me ocurrió en ese momento.
Para mi suerte lo encontré muy rápido, bueno,
solo tuve que seguir el sonido de los gritos mientras
contenía las carcajadas que intentaba escaparse de
mí al ver el fiasco que Fredy montaba en su paso.
—¿Qué estás haciendo? —grité cuando vi cómo
se sentaba en el trono del rey, los guardias en la
entrada no podían escaparse de algo verde y
pegajoso que les sostenía el pie, inmovilizándolos
por completo.
—¿Sabes quién es el que se sienta aquí? —me
preguntó, y con un movimiento de muñeca hizo que
el trono cambiara de diseño, seguía teniendo el
mismo tamaño pero ahora era de una piedra gris y le
crecía hojas—. Fue el que me envió en ese laberinto
por puro aburrimiento, al no saber qué hacer
conmigo en realidad. Yo solo quería volver con los

1348
míos y él… —dejó de hablar con la rabia clara en el
tono de su voz.
—Por favor para con esto. No sabes lo que estás
haciendo —supliqué, avanzando con lentitud hacia
él.
—Me agradas mucho, Rouse. Pero no he tenido
diversión en varios años —me hizo saber.
—Es que no lo entiendes, van a creer que fui yo
quien te liberó —le confesé.
—¿Y no lo ibas a hacer?
—Sí, pero me estabas engañando —repliqué.
—No del todo, te dije que estaba injustamente en
ese lugar, la cual fue cierta, y no me gustaría que te
sucediera lo mismo.
—Gracias, Fredy —en ese momento escuché el
ruido de la puerta de la sala del trono siendo abierta.
Vi que eran Aedus y Sheldon, este último estaba
que estallaba de la furia.
—Acércate, rápido —mencionó Fredy,
deslizándose de la silla y bajando los escalones al
mismo tiempo que yo le hacía caso—. ¿Prometes
que me devolverán al lugar que pertenezco?

1349
—No sé qué quieres decir.
—Solo promete que no volveré a ese laberinto,
solo así te ayudaré.
Resignada, acepté.
—Lo prometo —dije segura al mismo tiempo que
apretaba su mano, nuestras manos brillaron ante el
juramento.
—¡No! —reconocí la voz de Sheldon.
Tenía una de las rodillas apoyada en el escalón
para estar en la altura de Fredy. Me puse de pie y me
giré hacia los recién llegados. En ese mismo
momento dos figuras más ingresaron al lugar, se
veían apuradas. Selene y Carolina.
—¡¿Qué hace uno de ellos en mi trono?! —
Vociferó Sheldon— ¿Qué acabas de hacer, Rouse?
—Ella liberó a ese ser —reconocí la voz
inigualable y despreciable de Carolina. Noté la
manera en la que Aedus la miró, y no fue para nada
agradable.
—Ella hizo una promesa, saben lo que eso
significa —Fredy parecía tener el control de la
situación.

1350
No era recomendable hacer promesas con los
duendes, pero yo me enteré de ese dato demasiado
tarde.

Ya era de noche y me encontraba en mi


habitación, todo el lío de la tarde aún no salía de mi
cabeza.
No sabía si sentirme satisfecha por lo que le
sucedió a Carolina por mentir, o sea, fue una
estúpida por tratar de mentir delante de Aedus, a
Aedus. Él tenía el don de la mentira, nadie podía
mentirle y esa chica pareció olvidar aquello cuando
lo hizo.
Comprendí que yo debía de controlarme y no ir
por ahí golpeando a las mujeres solo por mis
estúpidos celos. No me reconocía cuando era
dominada por esa rabia e impotencia que se
manifestaba cuando los celos me destrozaban por
dentro.
Me encontraba sentada en el suelo, con la espalda
apoyada en el pie de la cama en un video llamada
con Abby. Nos estábamos poniendo al día. Ella me
contaba lo bien que le trataban todos aunque aún no

1351
lograba asimilar que después de tanto tiempo…
estábamos separadas.
Escuché unos golpes en la puerta de la
habitación, me despedí de ella y le mandé saludos a
Edward antes de colgar.
Fui a abrir la puerta y me sorprendí de ver que
era Aedus.
—¿Qué haces aquí?
—¿No me invitas a pasar?
—¿Quieres hacerlo? —inquirí alzando ambas
cejas.

Me hice a un lado y le hice un gesto con la


cabeza para que entrara.
Lo hizo, y no supe cómo sentirme porque era la
primera vez que él y yo nos encontrábamos en un
dormitorio y, además, a solas.
Menos mal aún no me había puesto el pijama,
pensé.
Él evaluó el interior de la habitación, como si
estuviese buscando algo. Sus ojos se detuvieron en

1352
las dos almohadas en el suelo y, arriba de una, la
pantalla de mi teléfono celular seguía encendida con
el rostro de Hareth como fondo de pantalla principal.
Luego se apagó, pero él ya lo había visto.
No respiré, ¿me tenía que sentir avergonzada?
Porque la verdad es que sí lo estaba.
Me aclaré la garganta.
—¿Qué quieres? —pregunté caminando a pasos
lentos para recoger esas almohadas.
—Sé que no duermes en las noches —comenzó,
para ese momento yo ya me encontraba inclinada
recogiendo mi teléfono y tirando las dos almohadas
sobre la cama. Me giré hacia él, atenta—. Yo
tampoco lo hago, y venía a proponerte que me dejes
mostrarte lo hermoso que puede llegar a ser la
oscuridad.

—Si me acompañas lo sabrás, tú decides, bella


flor. 

Estoy nerviosa jeje

1353
Notita vieja ;(
Nos leemos, voten, comenten y… Llegamos a los
600k de leídos. Tengo esperanzas de que lleguemos
a 1M antes de que la historia se acabe (lloro de
felicidad) (2020)
Gracia por todo. 

1354
50. Bella flor

Capítulo 50: BELLA FLOR


Esbocé una sonrisa de labios pegados, muy
intrigada por su propuesta. Ladeé ligeramente la
cabeza sin desconectar mi mirada de la suya.
—¿Aceptas? —preguntó dedicándome un asomo
de sonrisa, su mirada ardiente estaba quemándome
por dentro, no bajarle la mirada estaba tomando todo
de mí.
Di un paso adelante, segura de lo que diría.
Sujeté con fuerza el celular en mi mano.
—Acepto —No tenía nada mejor que hacer, y
además él y yo teníamos una conversación pendiente
y estando a solas iba a poder sacar ese tema.
En una fracción de segundos ya lo tenía delante
de mí, tanto que tuve que alzar la mano que tenía
libre para guardar distancia entre ambos. Mi mano
rozó su pecho. Vi como esta temblaba ante la
cercanía de su cuerpo hacia el mío, subí la mirada a
la suya al mismo tiempo que procedía a dar un paso
atrás quitando el escudo que formé con la mano.

1355
—Esta noche debes confiar en mí —habló,
tomando mi barbilla entre sus dedos, el frio del
invierno cruzó por mi cuerpo ante su gélido tacto.
—Eso me suena peligroso —admití en un
susurro.
—Cada segundo que pasas conmigo es peligro,
belleza —afirmó—. Esto no será diferente.
—¿A qué te refieres? —cuestioné al no
comprender lo que me acababa de decir. Él se
distanció y no me respondió lo que yo esperaba.
—Lo comprenderás con el tiempo, vámonos.
Lancé un pequeño suspiro por la nariz, dejé el
celular sobre la cama y después comencé a caminar
en dirección a la puerta de la habitación. Sin
embargo, ni avancé tres pasos porque Aedus me
sujetó por el brazo, deteniéndome.
—Por ahí no —avisó en un susurro, soltando mi
brazo con rapidez. Lo noté un poco tenso, pero no
dije nada al respecto. Únicamente me concentré en
su negación.
—¿Por dónde vamos entonces? —le pregunté y
él alzó ligeramente la comisura de sus labios en una

1356
sonrisa torcidamente maliciosa, el chispeo divertido
en sus ojos se notaba en su forma de mirarme.
Aedus no respondió, simplemente se encaminó
hacia los ventanales, lo seguí vacilante, con mis ojos
observando lo mismo que él con la duda reflejado en
mi cara.
—Uhm, ¿qué estás haciendo? —interrogué
cuando lo vi mover el picaporte de la ventana, abrió
las dobles ventanas antes de girar a verme.
—Te muestro la salida —contestó con simpleza,
él se veía tranquilo mientras que yo ya me había
alterado y negaba con rotundidad al ver lo que
pretendía. Fui hacia ahí y miré hacia abajo.
Imposible.
—Lo lamento, pero por algo inventaron las
escaleras.
—Soy un vampiro, puedo saltar y aterrizar sin
ningún problema. Te dije que esta noche debes
confiar en mí, en todo momento —agregó, apoyando
las manos sobre el alféizar de la ventana, rozando las
mías con sus dedos a propósito, captando
inmediatamente mi atención.
Él se veía seguro y calmado. Yo con las dudas
obvias reflejadas en mi rostro y media asustada por

1357
lo que él pretendía.
—Solo así pasaremos desapercibido ante todos
—quiso convencerme, viéndome de reojo—, y no
creo que quieras que los hermanos Collins, que ya
comienzan a sospechar, nos vean salir muy
tranquilos por la puerta principal. Recuerda que aquí
no es obligatorio dormir.
Preferí guardarme lo que pensaba, Sheldon
Collins había sido demasiado descuidado cuando
soltó que la felicidad de Marisa dependía de mí.
—Está bien, hagámoslo.
—En realidad yo pienso hacer todo el trabajo —
murmuró, viéndome, lo miré con el ceño fruncido—.
Sube —palmeó el alféizar indicándome que ahí me
tenía que subir. Sin réplicas, le obedecí. Luego él
hizo lo mismo que yo.
No había nada con qué sostenerme así que me
preocupé más. El ventanal era lo suficientemente
alto como para que ambos estuviésemos de pie sin
ningún problema. Aedus, sin avisarme siquiera, me
alzó en sus brazos y sin darme tiempo a procesar
muy bien lo que haría se dejó caer dando un paso
adelante. No pude evitar soltar el grito por la
sorpresa y aferrarme con fuerza de la tela de su ropa,

1358
podía sentir como mi corazón palpitaba a una
velocidad incontrolable por culpa de la amenaza.
Por un corto segundo me permití no pensar en
que podía morir al ser lanzada de una altura que a
cualquier ser humano le causaría una muerte
instantánea… y disfruté lo rápido que iba
descendiendo, y como la fuerza del viento hacía que
mi cabello subiera haciendo que la fuerte brisa
erizara los vellos de mi nuca.
—¡Qué te pasa! —mascullé cuando sus pies
tocaron el suelo a salvo. Dios mío, no podía
creérmelo. Me bajé a toda velocidad de sus brazos,
mareándome en el proceso.
Escuché su risa y alcé la barbilla para mirarlo con
desafío.
—¿Qué es lo que te causa tanta gracia?
—No finjas conmigo —se limitó a responder, aún
con una expresión divertida—. Veo en ti lo que
nadie más ve, no vas a negarme que no te gusta el
riesgo, la sensación de peligro.
Permanecí en silencio ante su afirmación, mi
pulso seguía acelerado ante la súbita adrenalina en
mi sistema.

1359
—¿Y ahora? Todavía no salimos de los muros —
intenté cambiar el tema ni más me recuperé del
pequeño pasmo que me dejaron sus palabras.
—Sígueme.
Escuché unos pasos acercándose y no esperé ni
un segundo más y me fui detrás de él, él caminaba
rápido y yo prácticamente trotaba para avanzar al
mismo ritmo que él.
Pasamos al lado de ese laberinto, causándome
escalofríos, después de eso había un jardín precioso,
lleno de árboles de estatura promedio y unos bien
altos. Estos cada vez se iban acumulando más
formando un pequeño bosque, y a medida que
avanzábamos ya podía apreciar cada vez mejor el
gran muro que rodeaba el castillo.
Realmente era alto, el muro parecía ya muy
antiguo pero igual de resistente, distinguí varios
musgos crecer en él al igual que unas hojas verdes
esparcidos en esa pared.
—Esto es gigante, ¿hay una puerta secreta o
cómo cruzamos?
—Hay que trepar —respondió normalmente.

1360
—¿Me estás jodiendo, no? No, mejor no lo
respondas.
—Ven y sube a mi espalda.
Tragué saliva por lo que me acababa de pedir,
con una extrema lentitud avancé hacia él sin fijarme
muy bien en mi camino, en consecuencia algo se
enredó en una de mis zapatillas sin que yo me diera
cuenta y a causa de ello me tropecé con mis propios
pies… Y me habría caído de frente de no ser por él,
Aedus tenía buenos reflejos porque me sostuvo por
debajo de las axilas ni más notó mi problema.
—Gracias —musité y me separé de él,
avergonzada.
Hice lo que él me pidió y en unos segundos él dio
un salto, tan alto que me sorprendió. Pero no saltó
por encima del muro como yo pensé que haría, sino
que se quedó sobre el muro. Era tan alto que tenía
una vista estupenda. Nos encontrábamos detrás del
castillo y el muro dividía justo una parte que estaba
despejada de árboles, a lo lejos pude vislumbrar
varios: se veían oscuros, altos, frondosos y con un
aspecto que mandaba un claro aléjate.
—¿Es hermoso, verdad? —preguntó de pronto,
me aferre más a él y lancé un pequeño suspiro.

1361
—Creo que tus gustos y definiciones son muy
distintos a los míos.
—Ahí vamos —me anunció Aedus antes de
finalmente cruzar hacia el otro lado, haciendo que
caigamos hacia la penumbra que se cernía allá abajo.
En realidad la noche estaba verdaderamente
iluminada por la luna llena que adornaba el cielo
acompañado por algunas estrellas, una que otras
ocultas por unas nubes.
Esta vez él no dejó que me bajara, me pidió que
cerrara los ojos y luego solo sentí como
avanzábamos a una muy rápida velocidad.
Cuando percibí que ya no se movía, abrí los ojos.
Había oscuridad, por un momento me asusté pero
cuando miré hacia el cielo y noté que la misma luna
nos acompañaba me tranquilicé.
Me bajé de su espalda en un pequeño saltito,
observando hacia todos lados, y lo único que vi
fueron árboles, tantos que a la luna se le dificultaba
dar un poco de luz hacia donde nos encontrábamos
por los frondosos que eran.
Instintivamente, y con el pulso acelerado por el
pequeño escalofrío de miedo que experimenté al

1362
sentir una brisa fresca acompañado de un sonido que
daba pavor, tomé la mano de Aedus.
—Para tu información, esto no me parece
realmente hermoso. Es lindo y eres muy
considerable al hacer esto pero… —él me calló al
colocar su dedo índice sobre mis labios. Luego me
jaló un poco, haciendo un gesto con la cabeza para
que lo siguiera. Eso hice, lo seguí en silencio,
mirando hacia todos lados con cautela. Por el
contrario, Aedus se encontraba tranquilo, sus pasos
eran seguros mientras avanzábamos sumergiéndonos
en aquella oscuridad formada por los espesos
árboles.
Él parecía guiarnos hacia un lugar en específico,
pero yo aún no lograba descifrar, ni sospechar un
poco el dónde ya que por más que mirase hacia los
lados, todo me parecía lo mismo.
Tiempo después comenzamos a descender y los
árboles comenzaron a disminuir. Parecía que era una
bajaba que teníamos que realizar con cuidado, las
hierbas ya no se notaban tan enredadoras y eso me
alegró.
Los árboles habían disminuido por completo,
dejando a mi vista parte de la hermosa ciudad de
Transilvania. Solté la mano de Aedus y caminé con

1363
seguridad hacia lo que muchos podían identificar
como mirador, pero este no tenía ningún letrero o
algo que advirtiera sobre el acantilado que tenía en
frente. Experimenté la misma sensación de vértigo
cuando me di cuenta que Aedus intentaba saltar por
la ventana, pero este era una pendiente rocosa, nada
comparado cuando él salto por la ventana y
aterrizamos a salvo.
A lo lejos se podía ver el pueblo de Bran llena de
luces, nos encontrábamos demasiado lejos, pero
gracias a la gran altura a la que nos encontrábamos
lo veíamos con perfección.
El viento soplaba con fuerza en ese lugar, mis
brazos desnudos se pusieron de gallina y no pude
evitar sobármelas. El cielo estaba completamente
despejado en aquella parte, mostrando la hermosa
luna y las estrellas por encima de aquel pueblo que
desde donde me encontraba daba la sensación de que
podía tomarlo con la mano. El paisaje era perfecto,
era hermoso.
—Es… precioso, ¿tú has visto algo tan bello
alguna vez? —dije cuando noté a Aedus colocarse a
mi lado. La vista lo mantenía fija en las luces
artificiales del lugar que detallaba.
Sentí los nudillos de él rozar los míos.

1364
—En realidad, sí —dijo tomando mi mano, volví
toda mi atención hacia él y detuve la respiración
cuando acercó su cuerpo al mío, su rostro
quedándose a centímetros del mío—. Tú eres
infinitamente bella —presionó con suavidad mi
mano entre sus dedos.
Bajé la mirada debido a nuestra cercanía, debí
cortar aquello de una pero no reconocí ninguna
fuerza para distanciarme. Más cuando él me sujetó
por el mentón consiguiendo que alzara el rostro en
su dirección chocando inmediatamente con el
ardiente fuego que representaban esos ojos rojos.
Me acerqué a su cuerpo por instinto, una fuerte
brisa a mi espalda me estremeció todo el cuerpo, o
tal vez fue por estar tan cerca de Aedus. Y de pronto
mi atención quedó fija en su boca.
No pude disimular haber visto otra zona, él
aproximó su cara a la mía y entonces me quedé
petrificada, el riesgo que representaba ese
movimiento prohibido me tenía al borde del colapso,
a punto de estallar en llamas.
—¿Quieres que te bese?
No obtuvo respuesta de mi parte.
—Sé que quieres besarme.

1365
Tampoco dije nada, mi respiración cada vez se
volvía más pesada.
—Pero ¿sabes algo? —negué con la cabeza, él
ladeó su rostro y me dio un rápido beso en la mejilla,
causando que cerrara mis ojos disfrutando de la
presión de sus labios sobre mi piel—. Háblame —
pidió contra mi oído.
—No lo sé, dime —respondí en cuanto
nuevamente estuvimos cara a cara, me tomó
desprevenida cuando una vez más acercó
peligrosamente su rostro al mío. Por un pequeño
instante su nariz rozó la mía, alejó su rostro ni más
realizó ese contacto.
—No voy a besarte —reveló de golpe—. No voy
a besarte hasta que tú lo creas correcto.
—¿Correcto? —dije como pude. En mi mente
voces exigentes le gritaba cosas que yo no debía
obedecer.
—Sé que tú interpretas lo nuestro como una
infidelidad hacia él. Pero no lo es, también me
perteneces a mí. Solo que si atravesáramos la línea
impuesto por ti, todo sería diferente. Sé que una
parte de ti te pide parar antes de cometer este
«crimen».

1366
Me separé de él al escuchar sus certeras palabras
y volví mi atención hacia el acantilado y la
estupenda vista. Inspiré hondo y solté el aire por la
nariz lentamente, no podía relajarme.
Hareth.
Él no merecía esto, él daba todo por mí, yo
también debía ser fuerte y darlo todo por él. Pero
Aedus me estaba seduciendo a su manera, no era tan
ingenua como para no darme cuenta de sus
intenciones. No era ingenua, pero sí muy débil.
—Quiero mostrarte algo más —escuché decir a
Aedus.
Lo miré y asentí, ya me encontraba allí, no iba a
dar marcha atrás a esta noche. Solo debía mantener
las distancias, tanta cercanía me hacía perder la
razón.
Comenzamos a caminar por las orillas del
acantilado, disfrutando de la brisa nocturna. A unos
metros vi arboles muy altos e imponentes formando
una línea horizontal como si protegieran algo, me
fijé en sus hojas mecerse y enredarse entre sí.
Cruzamos esa línea de árboles y entonces
descubrí lo que escondía.

1367
Entorné los ojos para ver si la vista no me fallaba,
para tratar de enfocar bien esas hermosas flores
delante de nosotros.
Quise reconocer que tipo de flor eran las que
llenaba esta zona, pero no pude, eran únicas y
auténticamente bellas. Tampoco pude notar su color
por culpa de la oscuridad que se cernía sobre ellas.
—Ven —dijo mi acompañante, acercándonos
hacia el inicio de esas flores de pétalos color
naranja, sus hojas eran bien grandes mientras que su
flor se mantenía cerrada como si necesitaba del sol
para abrirse, tal vez era familiar de los girasoles.
Aedus se inclinó ligeramente estirando su mano
derecha para alcanzar una de ellas.
—Si las tocas… se iluminan — posó sus dedos
sobre una, pero ese contacto encendió a más de una.
Me maravillé ante ese dato. Anonada, observé
como una línea de esas flores se encendían sin
volver a adoptar esa oscuridad.
—Es hermoso —exclamé al comprobar el nuevo
color que había adoptado, el naranja iba
acompañado de rojo.

1368
—Inténtalo —me animó él, me agaché a la altura
de una y pasé mis dedos con suavidad sobre ella, se
encendió al instante, pero ya destellaba un brillo
antes, como si con anterioridad ya percibiera que
alguien estaba cerca.
Me adentré en el interior de esas flores, me di
cuenta que eran altos, que al tocarlos no solo se
iluminaban sino que también crecían. Con las dos
manos fui pasando mis dedos por encima de las
flores, encendiéndolas en el proceso. Eran de un
color anaranjado único, tan bello y cautivador.
Cuando volteé para ver a Aedus lo vi acercándose
hacia mí, con una de esas flores en su mano. Me
quedé quieta y gracias a la luz que desprendía lo que
traía consigo lo contemplé mejor.
—Una flor para otra flor —mencionó ni más se
detuvo delante de mí, me tendió la flor anaranjada.
Me sorprendí de que no se hubiera apagado al ser
cortada. La tomé en mi mano, pero Aedus negó con
la cabeza—. Aquí va mucho mejor —dijo
colocándomelo a un costado de la cabeza,
poniéndolo entre unos mechones de cabello.
Su gesto me pareció demasiado encantador,
sonreí sin despegar mis labios en agradecimiento. Él
colocó un mechón de pelo que se había escapado

1369
hacia mi frente por detrás de mi oreja. Sonrió
levemente y me observó durante unos instantes,
dejándome ver a través de él.
—Bella flor —murmuró.
—Gracias.
—Gracias a ti, Rose —habló con tono suave, con
su mano puesta en mi mejilla—. Deseo besarte, pero
no lo haré porque no quiero que después te culpes,
por ti… Por ti yo esperaría mil años más. Saber de tu
existencia ya me satisface.
—Aedus —murmuré llena de sentimientos, lo
único que iba a conseguir de mi parte era mandar el
poco autocontrol que tenía a la mierda.
—Tenerte cerca es suficiente… Por ahora —
susurró lo último, justo en ese momento la flor que
él me había colocado en el pelo se cayó, pero él lo
atrapó con un buen reflejo.
—Sabes que yo estoy con alguien más —quise
evitar su mirada pero él no lo permitió al sostener mi
barbilla entre sus dedos—. ¿Qué es lo que
verdaderamente quieres de mí? Te casarás, serás rey.
—Nada de eso me importa —contestó
automáticamente, volviendo a colocarme la flor en

1370
mi cabeza—. Yo solo quiero lo que durante tanto
tiempo esperé, a ti. Te lo repito, solo me interesas tú,
nada más.
Sentí una rara emoción hacerse presente cuando
lo escuché reafirmármelo, pero tenía que ser
consciente de la realidad: no debía caer ante el
encanto de la oscuridad.
—Yo no…
—No digas nada, sé que todo esto te perturba
pero algún día estaremos bien. Todo estará en su
equilibrio y tú estarás a mi lado —habló seguro,
acercándose hacia mí, se detuvo cuando pudo
tocarme—. Porque tú eres fuego y yo oscuridad, uno
sin el otro no tiene encanto. Y tú le proporcionas la
luz a mis tinieblas y le das calor a este invierno sin
fin.
Me quedé callada incapaz de articular alguna
palabra, o por lo menos coherente.
Oh por Dios, ¿qué debería decirle? Estaba a
punto de sufrir un colapso mental a causa de sus
palabras tan bonitas, y yo seguía ahí, quieta, sin
contestarle porque era incapaz de hablar a causa de
mi pasmo.

1371
No dije nada, solo me acerqué con intenciones de
cometer ese crimen. Tomé su rostro entre mis
manos, apoyando mi frente contra la suya. «No
caigas, no sientas», me exigió distancia la poca
cordura que me quedaba. Mi nariz quedó rozando la
suya, faltaba poco para también rozar su boca.
Creí que él me recibiría con gusto, su mano
ubicándose por detrás de mi cabeza me daba esa
sensación. Tiró de mi cabello con suavidad
escapándose de esa prohibida cercanía, su nariz
terminó rozándome la mejilla derecha, seguidamente
sentí la presión de sus labios sobre ella y después a
su mano libre rodearme por la cintura y como la
mano que mantenía sobre mi cabello me guiaba a su
pecho.
Entonces no acabé besándolo, solo terminamos
abrazados. Él evitó que yo cometiera este error.
Me sentí pésima al darme cuenta de lo que estuve
a punto cometer, a milímetros de hacer. Se me iba el
juicio con él tan cerca y seductor. Terminé aferrada a
su cuerpo, envuelta en sus brazos con los ojos muy
cerrados queriendo despertar una vez más de esta
pesadilla que representaba mantenerlo en secreto.
—Vamos —me dijo de pronto, él deshizo el
abrazo pero mantuvo su mano unida a la mía.

1372
— ¿A dónde? —fui capaz de decir, saliendo de
mi trance.
—Tú solo sígueme.
Salimos del campo de flores, regresando por
donde estaba el acantilado, pasamos por ahí
escalando hasta lo más alto: en donde el pasto era
corto y estaba despejado de árboles.
Aedus se detuvo y se agachó para agarrar algo
del suelo, después lo lanzó por delante de nosotros y
desde el pasto comenzaron a ascender un montón de
luciérnagas. No pude evitar emitir un pequeño grito,
impresionada, lo acallé con las palmas de mis
manos. Inconscientemente me reí y observé a Aedus
avanzar entre las luciérnagas que se marchaban.
Fui hacia él, calmando de a poco la sensación que
me había abordado y dominado momentos atrás.
—Acuéstate —no vi nada malo en no hacerle
caso.
Me senté en el suelo, con los ojos fijos en los
movimientos que él hacía.
Aedus quedó echado con las manos por detrás de
la cabeza, con su expresión relajada me incitó a
hacer lo mismo. Lo imité quedándome maravillada

1373
por el cielo nocturno, la luna parecía estar más
cerca, las estrellas decoraban a su alrededor.
Cerré los ojos y disfruté el sonido de la
naturaleza. Estar así, teniéndolo cerca me producía
escalofríos placenteros, esto era un pecado, cometía
un error al mantener a Aedus en secreto. Debía
hablarlo pronto con Hareth, y eso significaría
renunciar a Aedus.
También debía recordar que Aedus Sallow era el
enemigo, él era parte de la organización que destruía
a los míos. Con la intención de sacar ese tema, lo
miré colocando la mejilla en un brazo. Sus ojos
recibieron mi mirada, entonces me quedé en silencio
y quise conservar un poquito más de este momento,
lo que saldría de mi boca sería delicado y causaría
reacción, por ende lo pospuse al verlo así: tan
hermoso, comprensivo y paciente.
Poco a poco, o sin darme cuenta, me fui
acercando más a él, o él a mí. Era algo inconsciente.
Hasta que de un momento a otro ya tenía su mano
atrapada entre la mía mientras seguía observando el
cielo nocturno. Mi mejilla se apoyó en su brazo, su
mano me resultaba reconfortante, cerré los ojos para
disfrutar de su tacto y sin poder evitarlo el sueño me
venció y me quedé dormida.

1374
Desperté cuando sentí una mano tocarme la cara,
poco a poco fui abriendo los ojos y vislumbré el
rostro de Aedus a centímetros del mío.
—No quería despertarte, pero no podías perderte
la mejor parte —lo escuché decirme mientras se
enderezaba la espalda, sin ponerse de pie. Me senté
en el suelo con su ayuda—. Mira el amanecer.
Y en ese momento fui consciente de que me
había quedado dormida demasiado tiempo y no tuve
pesadillas. Aedus mantenía su mano unida a la mía
y, sin prestarle atención a nada más, observé lo que
él me mostraba.
Vimos juntos como el sol salía, los primeros
rayos del sol lo recibimos nosotros.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —cuestioné, sin
mirarlo.
—Te debo una respuesta, ¿te acuerdas?
—Verdad —concluí mirándolo.
—Es tu oportunidad —me dijo—, ¿qué es lo que
quieres saber sobre mí?

1375
Yo también les tengo una pregunta: ¿qué team
se consideran? ¿TeamHareth o TeamAedus?
Y otra: ¿a qué team creen que pertenezco yo?
Jajajaja…
Bueno vamos 50/60 capítulos. 

1376
51. La melodía

Capítulo 51: LA MELODÍA


Una pregunta, solo tenía una oportunidad.
—¿Cómo pudiste llegar a mí tan rápido ese día?
—las palabras abandonaron mis labios no siendo lo
que realmente pensaba decir. Lo dije, él lo procesó
manteniendo silencio así que continué—. Cuando
dije tu nombre… —traté de explicarme para hacerle
recordar de qué día estaba hablando—, tú enseguida
estabas ahí. 
—Siempre cumplo lo que digo —me aclaró,
volviendo su vista hacia el sol que daba su mágica
aparición en frente de nosotros, desde el horizonte.
Noté como su mano apretaba ligeramente la mía,
provocando que nuevamente bajara la vista a esa
dirección, observando nuestras manos unidas y
sintiendo el latir desbocado de mi corazón ante ese
simple gesto.
Estaba por replicar porque aquello no era la
respuesta que yo esperaba, sin embargo, cuando lo
estaba por hacer, él volvió su rostro hacia el mío y
su tan intensa mirada me desconcentró y las palabras

1377
simplemente se quedaron congeladas en mi
garganta.
—No olvides que tenemos una conexión, hay un
lazo que nos une y desde el momento en que nos
vimos por primera vez… —pausó durante un
instante— solo ha ido en aumento—completó y
regresó su vista al frente. El rayo de sol le dio
directo en la cara, algo verdaderamente hermoso que
apreciar, pero cuando cerró sus ojos lo fue todavía
más.
—Puedo sentirlo —musité por lo bajo.
Entonces él, sin abrir los ojos, respondió mi
pregunta.
—Teletransportación, escuché tu voz llamándome
y no dudé ni un instante antes de ir por ti.
—¿Escuché bien? ¿Acabas de decir
teletransportación? —dije con una expresión de
incredulidad apareciendo en mi rostro, mi boca
estaba ligeramente abierta por la impresión.
Sus ojos se habían abierto ni más solté su mano
para apartarme el mechón de pelo que había sido
movido por culpa del soplo del amanecer.

1378
—Sí, tienes buena audición —me aclaró
haciéndome reír. Solo que de pronto me obligué a
quedarme en silencio, capté su atención al
permanecer callada.
—Me contaron algo sobre ti… —comencé a
decir sin evidenciar nada en mi tono de voz—, sé
que eres parte de El Concejo.
—Que sea miembro de esa organización no
significa que acepte sus términos. Me da lo mismo
sus decretos. Soy parte porque estoy representando a
mi especie, el más capaz para el puesto, soy un
excelente rastreador: un cazador. No tengo nada en
contra de los híbridos, pero su extinción se toma
como precaución, el pueblo así lo recibe porque es
lo que El Concejo dio a conocer.
—Tengo entendido que años atrás la fusión de
habilidades convertía a los híbridos en monstruos.
—Fue lo que desató el repudio y miedo de los
estables. Pero un acontecimiento en específico fue lo
que determinó este castigo.
—¿Qué sucedió? —expresé mi curiosidad
inmediatamente.
—No me corresponde decírtelo, lo único que
puedo adelantarte es que tú estás muy cerca de quien

1379
sí puede hacerlo.
—¿Hareth? —dije pero él no me lo confirmó. El
semblante de Aedus adquirió un tono diferente,
quedó serio y distante.
—Me gustaría decirte tantas cosas —susurró de
golpe, la nota melancólica que reconocí en su voz
me tomó desprevenida—, pero no puedo. Respeto
que todo ocurra en su debido momento a pesar de
que esté deseando adelantar las cosas.
—Me sorprendes —musité—. Quiero que me des
motivos para alejarme pero no lo haces. Te siento
muy diferente a todos ellos.
—Lo soy —me afirmó, pero la media sonrisa que
esbozó me inquietó en el mal sentido—, soy
diferente porque soy el peor de ellos y eso todos lo
saben.
—¿Qué has hecho?
—El tiempo de las preguntas se terminó —él se
puso de pie, terminando el momento. También me
levanté, expresando mi desacuerdo.
—Eh, que solo me respondiste una pregunta —
reproché, él amplió su sonrisa y nos quedamos cara
a cara—. Dime algo más —supliqué queriendo que

1380
aceptase, no sé qué habrá visto en mi rostro, pero no
pudo decirme que no, asintió y yo sonreí satisfecha
—, ¿Henry Grayson conoce mi identidad?
—Lo sabe.
—¿Fuiste tú?
—No.
Su respuesta alivió a mi alterado corazón, pero ni
esa sensación consiguió que la preocupación dejara
de carcomerme por dentro. Efectivamente Scott fue
mandado por él. «Henry Grayson».
—¿Las hermanas Relish?
Él no me dijo nada más. Se distanció al dar un
paso atrás y en cuanto noté que me daría la espalda
me apresuré en tomarlo de las manos.
—¡Una pregunta más! —exclamé suplicante, la
emoción de sus ojos fue contagiosa.
—Tú dime, si no digo nada es porque es
confidencial.
—Okey —acepté—. Durante estos últimos días
he estado sufriendo pesadillas que no me dejan
dormir tranquila, pero ahora… ¿qué hiciste?

1381
—Cuento con diferentes dones que me permiten
hacer cosas que nadie más puede.
Nos quedamos en silencio, no dije nada al
instante creyendo que se explicaría un poco más,
pero eso fue todo.
—¿Y volverán?
—No.
—Gracias, supongo.
Nuevamente nos quedamos en silencio y
entonces me di cuenta del contacto que mantenían
nuestras manos. Me aparté de él contemplando las
vistas, los primeros rayos del sol sobre el verde que
admiraba fue una tentación para sacar varias fotos,
lastimosamente no contaba con ninguna cámara.
—El bosque es bastante extenso, ¿te gustaría
activar la velocidad de los vampiros? —comentó
Aedus a mi costado, lo miré inmediatamente—. Sé
que tú puedes hacerlo, pero algo te lo impide.
Supuse de qué hablaba.
—Y tú… ¿cómo sugieres que la velocidad surja
de la nada?

1382
—Primero que nada debes tenerte confianza y
creer que podrás. Solo así serás capaz de romper la
barrera que te mantiene oculta.
Asentí con la cabeza.
—Lo haré.
—Verás cómo lo hago yo, ¿estamos? —La
misteriosa sonrisa que le cambió la expresión de su
rostro me alteró todos los sentidos—. Y si me
alcanzas, te premiaré con un beso.
Y se fue, desapareció ante mi vista dejándome
abandonada.
Quedé rígida ante sus palabras, muy dura
soportando esa excitación que me pedía a él. Emergí
de esa tormenta y lo comencé a buscar con la
mirada, él no podía dejarme sola en un lugar que no
conocía.
Y entonces lo vi, Aedus apareció ante mi vista y
aceleré mis pasos en esa dirección.
—Será mejor que tú nos guíes, siento que mi
oferta no te motivó lo suficiente para intentarlo.
—No voy a negarte lo obvio —sentencié
ocasionando que su boca se curvara en una sonrisa

1383
que me advertía que había descubierto mi mentira—.
¿Entonces solo corro y ya?
—Sí, enfócate en lo que deseas.
Tuve mis dudas, pero le hice caso.
Empecé a correr con él detrás de mí, poniéndome
muy nerviosa de repente, pero no dejé intimidarme y
me esforcé en hacer un buen trabajo. En ningún
momento Aedus se ubicó a mi lado para que
fuéramos a la par, él solo me seguía. Yo iba hacia
cualquier dirección puesto que no conocía nada;
seguía el camino que me parecía más despejado.
Empecé a sentir el cansancio y de a poco fui
disminuyendo el ritmo de mis pasos, esto no estaba
funcionando. Tenía la necesidad de mirarlo, quería
que se colocara a mi lado, pero parecía que él no
tenía la intención de hacerlo. Me di ánimos
internamente y, con todo lo que pude, pisé el suelo
con mayor fuerza, aumentando la velocidad. Y en
ese momento, sentí una mano apoyarse en mi
espalda.
—No te detengas —oí su voz en un susurro
audible. Su mano seguía en el mismo lugar,
poniéndome aún más nerviosa de lo que ya me
encontraba. La frialdad de su mano mandó una

1384
descarga llena de energía hacia todos lados,
desconcentrándome por un instante.
Él de a poco me fue empujando, indicándome
que avanzara más rápido, lo hice, o por lo menos lo
intenté. Pero de un momento a otro ya me
encontraba muy cansada y la necesidad de
detenerme se hizo presente en mi cabeza, queriendo
obligar a mi cuerpo a obedecerlo. Pero no, no podía
hacerlo.
Aedus se acercó más a mí, el sonido de nuestros
pasos apresurados retumbaba en tono el bosque al
igual que el sonido que hacían los pájaros cuando se
asustaban por culpa de nosotros. Su mano volvió a
empujarme más… más… más.
Sentí la garganta seca, completamente seca.
Apretaba la mandíbula fuertemente debido a la
fuerza que ejercía. Me encontraba débil, sin
embargo, no quería demostrarlo porque yo sabía que
iba a poder. Deseé poder hacerlo.
No lo pensé dos veces, llevé mi mano derecha
hacia la izquierda, directo hacia mi dedo anular
sacándome el anillo, cerré mis manos en puños y
apreté con más fuerza la mano en la que sostenía el
anillo de Edén.

1385
Al instante sentí como una ola de poder surgía a
nuestro alrededor. Quizá siempre lo hubo, pero
nunca me di cuenta antes. Ante mis ojos todo
pareció cambiar, lo veía como en realidad era. El
bosque por el cual seguía corriendo pareció
tenebroso, siniestro mientras el viento emitía un
sonido que llegó a inquietarme.
La mano de Aedus me empujó con fuerza, pensé
que caería, que iría de bruces contra el suelo, pero
pasó todo lo contrario: corrí más rápido.
Detuve la respiración por lo impresionada que
estaba de mi misma, únicamente seguí mi instinto y
mantuve esa velocidad hasta casi cruzar todo el
bosque, Aedus se colocó a la par mía, y en su mirada
noté un reto. En sus labios surcaba una leve sonrisa
llena de misterio y promesas, luego me pasó de
largo, no antes de echarme una mirada de
«alcánzame».
Pasó un largo rato y no sentí que respiraba, que
no necesitaba hacerlo al igual que cuando Scott me
retuvo por debajo de él. Algo extraño se apoderó de
mí y sentí que podía hacer de todo, como alcanzar a
Aedus. Pero al final eso no fue necesario porque él
ya se había detenido y me esperaba de brazos
cruzados.

1386
No supe disminuir la velocidad correctamente,
trastabillé y logré aterrizar en el suelo quedándome
en cuclillas gracias a mi maravilloso equilibro.
Mantenía la cabeza gacha y en ese momento
necesité más que nunca del aire, busqué el oxígeno
con desesperación.
Puse mis manos en mi pecho al percibir un dolor,
me enderecé y giré el cuerpo hacia Aedus de una
manera rápida, no sabía por qué veía fuego a su
alrededor. Él estaba ahí, mirándome con una sonrisa
torcida y con una mirada maliciosa, con un atisbo de
satisfacción claro en sus ojos color carmesí.
Dio dos pasos atrás cuando yo di una en su
dirección, recuperándome por completo de mi
estado.
—Lo has hecho excelente —me felicitó—, pero
falta algo más —ratificó con una expresión que no
me gustó para nada. Sin embargo, no le hice notar
mi desconcierto y lo observé con seriedad, dándole a
entender con mis ojos que aceptaba cualquier
desafío que él tuviera para mí.
Él siguió retrocediendo hasta que se detuvo cerca
de un árbol, recargó su espalda contra el tronco de
este y se quedó ahí, manteniendo un semblante
misterioso y una pequeña curva en la comisura de

1387
sus labios. Cruzó sus brazos y parecía acomodarse
para algo, se veía relajado y lo último que vi en él
fue su mirada que prometía bastante.
Escuché varios impactos en el suelo tras mi
espalda, me giré al instante y presencié a más de
cuatro hombres vestidos de negro y mostrándome
sus afilados colmillos.
Me volví a colocar el anillo sin alterarme.
En otras circunstancias me hubiera aterrado,
congelado del pánico y no sabría qué hacer. En
cambio, ahora, me sentía diferente y capaz de todo.
Mi expresión seguía igual de grave, y nada parecía
molestarme. Es más, juraría que hasta había un
atisbo de aburrimiento destellando en mis ojos.
“Soy parte de ti, libérame”. Pues ese lado oscuro
intentaba dominarme.
«Aedus quería que enfrentara mi pesadilla: el
temor a mi poder».
Le eché un leve vistazo a ese astuto vampiro
superior. Dejé de verlo solo porque debía empezar a
esquivar a estas personas desconocidas que venían a
probarme. Así, justamente como lo había hecho
Henry Grayson al mandarme a Scott. Pues ahora la
cosa se me había vuelto mucho más complicada, la

1388
diferencia de esa vez es que ahora debía impresionar
a Aedus Sallow.
No sabía que podía llegar a ser tan ágil, me
movía con precaución y cada golpe que lanzaba iba
en la dirección correcta. No me enfrentaba a uno,
eran como seis o siete hombres, vampiros expertos a
los que me estaba encantando bajarles el poder. Solo
que en un instante, todo se me tornó diferente, la
inesperada distorsión en mi vista ocasionó que casi
recibiera un golpe de parte de uno de ellos, no recibí
nada porque todos desaparecieron, se desvanecieron
ante mis ojos. Me sentí muy cansada, direccioné la
mirada donde estaría Aedus, lo vi aproximándose
hacia mí.
—Tus habilidades deben ser reactivadas con el
mismo hechizo —escuché que me dijo.
Me encontraba muy cansada, había atravesado
una línea que no debí. Mis manos pararon en su
pecho para sostenerme de la tela de su abrigo, lo
tuve cerca, sentí sus manos en mi cintura al mismo
tiempo que enfocaba sus ojos rojos. Luego caí
rendida en sus brazos. Desde ahí perdí la noción del
tiempo porque no volví a ser consciente de mí
misma hasta momentos después.

1389
Estaba en brazos de Aedus, él caminaba hacia el
interior del castillo. Volví a cerrar los ojos
sintiéndome demasiado agotada.
¿Qué demonios sucedió? Se me estaba
dificultando recordar.
Al volver a abrir los ojos logré reconocer que el
pasillo por el que andábamos era el que llevaba
directo a mi habitación.
No me equivoqué porque segundos más tarde ya
nos encontrábamos ingresando por la puerta del
dormitorio asignado para mí.
—Ya puedes bajar —mencionó Aedus después de
cerrar la puerta detrás de sí.
Media avergonzada le hice caso, mis pies tocaron
el suelo y los sentí debilitarse, Aedus me sostuvo
por la cintura para que no me cayera.
—Gracias —murmuré, reincorporándome y
tocándome las sienes—. ¿Qué sucedió?
—Solo te desmayaste —respondió en tono seco,
se volvió hacia la puerta.
Intuí que ocurría algo más, y preguntárselo sería
una perdida de tiempo. Cuando él hacía silencio,
hacía silencio.

1390
—Aedus —lo llamé cuando él ya estaba por
cruzar el umbral, se detuvo, pero no se giró para
verme—. Gracias por la hermosa noche.
Luego él cerró la puerta tras su espalda, me sentía
verdaderamente cansada y seguía sin conocer el
motivo. Bueno, corrí demasiado.
Me tomé una ducha de agua fría, me puse un
pijama a pesar de ya ser de día y me fui a acostar en
la cama. Alcancé mi teléfono y llamé a Abby para
saber si ella también ya se había recuperado, para
nuestra suerte, el ser mágico que habían consultado
tuvo un método efectivo. Luego revisé los mensajes
de Hareth al notar que ya tenía varios acumulados, le
respondí y dejé de lado el teléfono. Me acomodé en
la cama y cerré los ojos con fuerza. Mierda, esta
tormenta iba a destruirme.

Al medio día me desperté, me aseé arreglándome


demasiado. Al bajar en el recibidor, me vi guiada
hacia una dirección debido a una melodía. Era una
nota triste.
Ingresé a la enorme sala de estar, un sitio que aún
no conocía. Ahí contemplé a las hermanas Collins,
Selene se encontraba sentada sobre el brazo del sofá

1391
con la vista fija en la persona que producía aquel
sonido triste y nostálgico.
Marisa dejó de tocar el piano cuando se fijó en mi
presencia.
—Lo estabas haciendo excelente.
—Gracias —ella se puso de pie—. Ahora debo
hacer unos encargos, nos vemos pronto.
—¿En Bran? ¿Vas al centro, cierto? —la detuvo
Selene. Marisa afirmó con la cabeza—. ¡Iremos
contigo! ¿Cierto, Rouse? Aquí no hay nada más
interesante que hacer, ayer ya nos aventuramos en el
laberinto, hoy paso de ello.
Me reí por su forma de decirlo, luego asentí en su
dirección.
—Seguro tienes hambre, hoy vas a probar las
comidas mejores elaboradas y exóticas de los
vampiros. Después de todo estás en El Reino
Vampírico. El mejor ingrediente, el condimento
central es siempre la sangre y ¿te atreves a probar la
carne cruda?
—¿Qué? —pronuncié, estupefacta.
—Vamos, ya te lo enseñaré todo —Selene se
notaba entusiasmada, me tomó del brazo y

1392
empezamos a seguir a Marisa. La rubia se consiguió
unos lentes de sol de no sé dónde, me encontraba
distraída por las palabras de Selene, en cuanto volví
la atención hacia Marisa, ella ya estaba preparada
para salir de casa.
Nos dirigimos a un auto convertible blanco.
Pocos minutos después, Marisa detuvo el coche para
que salgamos, eso hicimos y ella se despidió
continuando su camino. Entonces me quedé a solas
con Selene, el centro de Bran se veía excelente, era
un pueblo pequeño y discreto. Debía destacar
también que cada cosa brillaba de lujo.
Y así fue como de la mano de Selene fui
descubriendo y experimentando las creaciones
gastronómicas más raras y exclusiva para vampiros.

No estuve para nada disponible para la cena,


simplemente acompañé a los Collins probando
pequeños bocados y mucha bebida. En aquella
ocasión, la silla a mi lado se encontraba vacía.
Sylvester Collins se había marchado el siguiente día
que lo conocí, el otro pelirrojo de la familia me caía
muy bien, me recordaba mucho a Neisan y Selene.

1393
Sheldon Collins mencionó casualmente que en
aquella ocasión Aedus no nos acompañaba debido al
trabajo, entonces Neisan soltó enseguida que él
nunca irrumpía este momento familiar. El semblante
que adquirió mi querido abuelo me produjo ganas de
reír, pero me contuve.
Me trasladé a mi habitación en cuanto ese
momento acabó. Me derrumbé sobre la cama y
alcancé mi teléfono, me fijé en la hora y dudé en
llamar a Hareth, el horario que él tendría me
indicaba que posiblemente no me atendería.
Tampoco quería interrumpir su sueño, solo que de
pronto lo vi en línea.
Apreté la opción de videollamada, él me aceptó
al instante.
—Buenas noches, lobito.
—Ahí estás, fuego.
—¿Todo bien? ¿Qué haces despierto tan tarde?
—Pensaba en ti.
—Yo vengo de cenar —sonreí—, hoy Selene me
hizo probar variedad de comidas extrañas, estoy
exhausta.

1394
—Me alegro de que lo estés pasando bien. En
menos de un día ya podré volver a besar esa boca
exquisita, te extraño.
—Y yo a ti.
Nuestra llamada duró poco, primero porque se
me notificó que su batería se terminaba y yo no
quise continuar porque lo veía cansado, él necesitaba
dormir para otro ajetreado día de trabajo. Por suerte
era su último día en la ciudad, el viernes llegaba y en
la noche de ese mismo día yo estaría abandonando
Rumania de regreso a Milford.
Me acomodé en la cama y me descargué mi
aplicación de libros para leer una novela pendiente,
como no me encontraba cansada aproveché y me leí
varios capítulos de cincuenta sombras…
Eran pasado media noche cuando me detuve,
sentí la garganta seca por el tipo de lectura que
estaba teniendo. Mierda. Ahora que había
experimentado esas sensaciones que estaba
describiendo el libro, haber probado tener sexo, me
estaba provocando mucho calor indecente.
«Oh, señor Grey, azótame a mí».
—Cálmate, Mia Rouse.

1395
Dejé de lado mi teléfono, poniéndome de pie.
Necesitaba relajar mi estado, volver en sí. Salí de mi
habitación dirigiéndome a la cocina del castillo, al
llegar en esa estancia, me precipité por un vaso de
agua fría.
—Oh, Christian. ¡Basta, Rouse! —mascullé entre
dientes, reaccionando de golpe. Respiré hondo y
lavé y regresé en su sitio el vaso que utilicé.
De vuelta hacia las escaleras que debía subir, paré
de golpe cuando reconocí un sonido, esa melodía
ocasionó que un cúmulo de emociones estallara
liberando diferentes tipos de sensaciones, era
demasiada. Mi corazón latía descontrolado en mi
pecho, mi piel cosquilleaba debido al
estremecimiento que recibía. Me asusté.
Me encontraba más que impresionada, ¿estaría
soñando?
Lo que estaba escuchando era un sonido
conocido. No era ajena a esa melodía. Tragué el
nudo de emociones que contenía mi garganta
comenzando a avanzar en dirección a ese sonido que
provenía de un piano. Me detuve en la entrada de la
sala de estar, el lugar se encontraba ligeramente
iluminado por la luz que se filtraba de afuera. Crucé

1396
el umbral, caminando despacio con el trayecto fijo
hacia él.
Aedus no dejó de tocar el piano, la nota se volvía
cada vez más profunda, me estaba tocando un
órgano que no debía ni rozar. Él alzó su mirada en
mi dirección, sus ojos conectaron con los míos; este
fue un choque fuerte, un golpe directo a mi corazón
que latía emocionado por el sonido que se encargaba
de producir él.
Llegué hacia el instrumento musical, dejé
reposando mis manos sobre él mientras Aedus
tocaba las notas finales mientras me observaba,
dedicándome una mirada que empezaba a gustarme
más. La última nota se expandió de forma
conmovedora en el silencio que quedó.
Un suspiro escapó de mis labios antes de que
decidiera deslizarme hasta situarme a su lado. Mis
dedos rozaron las teclas del piano, le eché un leve
vistazo a mi compañero y luego concentré mi
atención en las diferentes teclas que fueron tocando
mis dedos, formando ese sonido atrapante que me
tenía envuelta desde hace años. Y de pronto Aedus
me acompañó, compartimos esa melodía tocando
juntos ese instrumento que estaba significándolo
todo.

1397
Al terminar, nos miramos. Sus ojos transmitían
una tentación difícil de resistir. Él tomó una de mis
manos, la guio hasta su boca depositando un beso en
el dorso de esta. Aedus no se cansaba de provocar a
la tormenta.
—Eres mi tua cantante —murmuró con voz
suave e involuntariamente seductora.
—¿Por qué?
—No sé por qué él está en tú vida, pero tú me
perteneces a mí.
—Lo siento por ti, yo lo quiero.
—Sé que tienes sentimientos por él, no tienes
idea todo lo que me aguanto por conocer que estás
con otro, que lo quieras y deseas estar solo con él.
Pero también estoy yo, Rose. No puedes ignorarme.
Existo, no intentes hacer como que no.
—No sé qué decir —susurré.
—A mí nada, dile todo a él.
Terminó nuestro contacto, se levantó y se fue.
Me quedé meditando sus palabras durante un rato
en el mismo sitio, luego regresé a mi habitación y al

1398
día siguiente por la mañana recibí una sorpresa,
después una noticia que no me agradó.
Pues Hareth regresaría antes por mí porque su tío
había solicitado mi presencia.
Henry Grayson y todos los miembros de El
Concejo querían reunirse conmigo.

51/60
¿Extrañamos a Hareth? ¿A Abby? Ya están
por volver.
Abby tiene muchísimo protagonismo en estos
últimos capítulos. Y les recuerdo que Hareth es el
personaje masculino central de MIA, esta desviación
hacia Aedus solo fue para conocerlo un poquito
más. 

1399
52. La reunión

Capítulo 52: LA REUNIÓN


Al volver a mi habitación dejé de lado la lectura y
me concentré en los posibles argumentos que
contendrían esta verdad para decírselo a Hareth,
recordándome nuevamente que aplazar esta
información por más tiempo traería más
consecuencias.
“Puedo ser bueno todo lo que quieras, pero si se
meten con lo que es mío encontrarán la peor versión
de mí”. 
En un momento me quedé dormida y como
Aedus me advirtió, ya no había pesadillas.
Al abrir los ojos fui consciente de que la cuenta
regresiva ya estaba corriendo, el tiempo se me iba de
las manos. En la noche me despediría de Bran y el
sábado en la mañana ya me reencontraría con
Hareth. O eso creía.
Revisé los mensajes y en el grupo que me habían
integrado se estaba comentando cómo estaba siendo
su primera semana de vacaciones. April y su novio
se encontraban en New Hope, estaban en sus

1400
respectivos hogares sin planes todavía y los primos
Mayer, Brenda y Anthony igual, coincidieron en
reunirnos todos la siguiente semana en Milford,
Abby aceptó por las dos pero de todas formas
también di el «okey» por mi cuenta antes de
dirigirme hacia el baño.
Minutos después ya me encontraba avanzando
por el pasillo, al llegar a las escaleras coincidí con
Chase.
—Buenos días —saludé.
—Buenos días —su tono grave y áspera delataba
su humor, nos quedamos a pocos pasos de distancia
y de pronto tuve sus ojos sobre mí—. Siento haberte
gritado la otra vez, últimamente no puedo
controlarme, estoy pasando por un momento
extraño.
—No pasa nada, ¿no sabes por qué estás así?
Dijiste que es extraño —pronuncié, curiosa y muy
ausente al tema.
—Sé de qué va, solamente no quiero enfrentarlo.
—¿Por qué no? ¿Tan malo es?
—Estar conmigo refiere muchas cosas —desvió
su vista y estuvo listo para reanudar su paso, solo

1401
que me apresuré a detenerlo lanzando mi pregunta.
—¿Estás diciéndome que ya sabes quién es tu
compañera?
Él no me volvió a dar la cara, simplemente
avanzó escaleras abajo y cómo íbamos en la misma
dirección, aceleré mis pasos siguiendo su
trayectoria.
—Soy buena guardando secretos, si quieres
puedes deshacerte de ese peso conmigo —propuse
con intenciones de que me lo dijera. Él esbozó un
intento de sonrisa que transformó esa expresión de
rasgos duros—. ¿Quién es? ¿La conozco?
—Prefiero continuar manteniéndola en incógnita,
por favor, te pido discreción.
Me lo afirmó. ¡Me lo afirmó! Por alguna razón
me emocionó enterarme de que Chase Collins ya
conocía la identidad de su tua cantante. ¿Y su
compañera, ya sabría de él?
Sonriente, se lo prometí. Al quitar mi vista de él,
mantuve mis ojos en los escalones que descendía a
su lado y por ese motivo me sorprendí de más
cuando al alzar la mirada choqué con la presencia de
Hareth en el recibidor del castillo.

1402
Él se precipitó para recibirme, salté en sus brazos
desde el último escalón. Hareth me sostuvo con
fuerza, lo abracé durante un instante porque él se
distanció levemente para darme un corto beso en la
boca.
—Pensé que apenas nos veríamos mañana —
murmuré con las manos apoyada en rostro.
—Ese era el plan, pero tuve que venir por ti.
—¿Pasó algo?
Un carraspeo a nuestras espaldas llamó mi
atención, observé en esa dirección y vi a Sheldon
aproximándose hacia nosotros. Miranda también se
encontraba, solo que ella permaneció quieta en su
lugar con su característica expresión serena,
apacible.
—Ya estamos enterados de la situación —empezó
a decir Sheldon—, no me queda más que
agradecerte haber aceptado pasar estos días con
nosotros. Eres bienvenida cuando quieras, Rouse.
—Muchas gracias a ustedes —dije alternando la
vista de él a Miranda.
—Debemos irnos —me avisó por lo bajo Hareth.
—Está bien, deja que vaya por mi maleta.

1403
—Deja que un sirviente se encargue de ello —
interrumpió Sheldon y no me permitió objetar
puesto que llamó a uno en un chasquido de dedos y
le ordenó traerme mi pertenecías.
Los hermanos Collins se reunieron para
despedirme, en pocos minutos ya estaba lista para
partir y al abandonar el interior del castillo en
dirección a la camioneta que aguardaba por Hareth y
por mí, quise verlo a él también. Solo que
rápidamente me reproché por ello porque estar
nuevamente con Hareth significaba contarle sobre
Aedus y la reacción de mi novio lo definiría todo.
Al subir al vehículo, este no se movió, se
encontraba encendido esperando alguna orden. Un
cristal oscuro nos separaba del chofer, estábamos en
una zona privada, completamente a solas.
—En estos momentos todos los miembros de El
Concejo se encuentran reunidos en su
establecimiento de aquí, en Transilvania —me dijo
Hareth en tono suave, su expresión extraña no
delataba algo bueno—. Grayson me exigió que te
llevara con ellos.
—¡¿Qué?! —el subidón de adrenalina me llegó
de golpe, mi pulso acelerado advertía también una
molestia cargado de resentimiento.

1404
—Grayson solicitó tu presencia, no dio detalles,
nada de explicaciones, dijo que si no asistías en la
reunión organizada representaría tu postura
insurgente. Él evidentemente ya conoce tu identidad.
—No queda de otra que asistir, ¿verdad? Tú has
venido por mí, estamos en este coche por dirigirnos
en esa reunión, ¿qué puedo decir? Nada.
—No dieron otra alternativa, fui avisado hace
apenas una hora, tampoco podía decir o algo al
respecto. Cuando el líder de El Concejo habla, es
como si el gobernador supremo lo estuviera
haciendo, tiene poder sobre todos y esta negación
solo delataría más nuestra condición. Ellos ya lo
saben, negarlo no es una opción.
—Está bien, lo comprendo. ¿Nos vamos?
—No estés molesta…
—Si estuviera molesta ya lo sabrías, solo quiero
terminar esto lo más pronto posible. No sé qué
intenten conmigo —él silenció mis labios al ubicar
su índice sobre estos, meneó la cabeza sujetándome
por un lado de la mandíbula.
—Nada malo va a sucederte, no sé qué pretendan
con esta reunión pero saldremos ilesos de ahí,

1405
tampoco es que yo sea una persona cualquiera, tú
menos.
Luego de decirme aquello, Hareth ordenó que nos
moviéramos de ahí. Entonces el vehículo se puso en
marcha y dejamos atrás el castillo de la realeza
vampiro.
Me mantuve callada, muy nerviosa procesando
que en menos de lo esperado estaría delante de El
Concejo. Había dejado caer el peso de mi cuerpo
sobre el hombro de Hareth, me encontraba con la
cabeza apoyada en esa zona, con su brazo izquierdo
rodeándome de manera protectora. Su mano derecha
apretaba mi mano izquierda, apoyadas sobre mi
pierna. Separé nuestras manos al dirigirla a su rostro,
él me miró comprendiendo mis nervios e
impaciencia.
—¿Falta mucho todavía?
—Unos quince o veinte minutos.
—No sé cómo enfrentarme a ellos, ni siquiera he
usado mis habilidades y ya me lo quieren sacar.
—Yo hablaré, ¿estamos? Grayson es mi familia,
él más que nadie debe entender lo que significa
poner en riesgo a su compañera, entenderme a mí
que soy su familia. El ritual no es tan seguro como

1406
prometen, ha habido muertes… —su información
me inquietó más—, me niego a entregarte, hacerlo
es una estricta orden, pero tampoco encuentro una
forma de evitarlo.
Me confesó impotente. Entonces yo le solté mi
respuesta.
—Harun.
Sus ojos repentinamente sombríos regresaron a
los míos.
—Él es una peligrosa opción, si pierde su batalla
arrastrará a todos sus seguidores a la muerte. No
quiero eso para ti, prefiero que nos arriesgamos a
esto antes de que seas parte de ellos.
—No soporto ningún pinchazo, imagínate ceder
al sufrimiento que representa ese ritual. Quiero
conocerme, no quiero que nadie me quite lo que es
mío y Harun es la única opción para conseguirlo.
—Continuemos hablando de esto cuando acabe la
reunión, el tema de mi hermano es un asunto que no
advierte nada bueno. Saldrás del establecimiento de
esa organización así tal cuál porque es una ventaja
que tus poderes se encuentren dormidos para aplazar
ese momento. Nadie puede ingresar a ese ritual sin

1407
sus habilidades activos para ofrecer quitar su parte
elegida.
—Todo se escucha tan mal que encontrarme
aterrada es poco, me alteran más tus palabras,
Hareth.
—Deja que te relaje un poco —pidió besándome
de pronto. Le correspondí ese apasionado contacto,
sus movimientos suaves y delicados fueron
tornándose rudos, mordisqueándome los labios y
succionándolos, probando mi sabor de una forma
más hambrienta. Su boca se separó de la mía,
desplazándose por mi mandíbula de un modo que
me despertaba acaloradas sensaciones, acelerando
mi pulso. Sus dorados ojos salvajes reclamaban por
más, le cedí más de mí admitiendo que su mano
bajara y se colara debajo de mi ropa interior, sus
dedos se sumergieron en mi humedad consiguiendo
que mi cuerpo ardiera de ganas. Mi espalda quedó
fuertemente apoyada contra el espaldar del asiento,
con él cerniéndose sobre mí mientras me acariciaba
y silenciaba los sonidos de mi boca con la suya.
Y de pronto exploté, alejando esas frustraciones e
impotencia.

1408
Salimos del vehículo en cuanto este se detuvo
delante de un enorme e imponente establecimiento
en un área despejada y privada. Aferré mi mano a la
de Hareth y de esa manera avanzamos hacia la
entrada. Las dobles puertas se encontraban abiertas,
cruzamos sin problemas con mi compañero
guiándome hacia una dirección específica. El
interior resultaba intimidante, diferentes pasillos
daban al vestíbulo donde observaba a poca gente
interactuar detrás de un mostrador o de pie, con
respectivas carpetas o iPad en mano consultándose
entre ellos. Sentí que había ingresado a una clínica.
Incluso pude reconocer ese aroma típico de hospital,
tal vez ya estaba delirando.
Alcanzamos la escalera y la subimos, desde que
vi el establecimiento había advertido que esta
propiedad resultaba ser de dos plantas. Este segundo
piso me parecía más aterrador, había silencio. Hareth
jaló de mi mano hacia una puerta ancha y alta, a
simple vista se notaba que ese sitio era el más
protegido. Había dos tipos fornidos custodiando o
aguardando por nosotros, abrieron la puerta
permitiéndonos el ingreso sin frenarnos, no dijimos
nada, entramos a esa estancia donde estaban todos
ellos.

1409
Ese enorme despacho contaba con una amplia
mesa de junta donde ocupaban todos los asientos
unas incontables personas de aspecto masculino.
Tenían una túnica negra, la capucha que les cubrían
la cabeza no me permitían distinguirles el rostro,
además de que mantenían la mirada baja.
El lugar era muy privado, noté que no contaba
con grandes ventanas, todo gritaba incomodidad. Y
yo respiré para disipar esa sensación y calmar a mi
acelerado corazón.
Henry Grayson se encontraba de pie detrás del
libre asiento, vestido formalmente de negro, él se
veía calmado y aquello en vez de tranquilizarme, me
inquietaba todavía más. Sus oscuros ojos marrones
estuvieron sobre mí desde que ingresé en la estancia
y comenzamos a acercarnos hacia ellos.
—Bienvenidos —saludó Henry Grayson—.
Nadie nunca ha tenido el privilegio de encontrarnos
reunidos a todos juntos, qué honor, Rouse —su
mirada de una tonalidad perturbadora y voz grave
remolineaba esa sensación de pavor que vibraba en
mi interior—. Y sobrino —trasladó su mirada hacia
Hareth.
Y en cuanto mi compañero mostró intenciones de
responder, Grayson alzó su mano logrando que él

1410
automáticamente desistiera de hacerlo. El gesto serio
del líder de En Concejo exigía obediencia.
—Los que estamos aquí reunidos somos gente
que maneja el sistema del mundo sobrenatural,
somos los jueces que hacen cumplir una orden y
castigan una desobediencia.
»Si encontramos algo más sobrenatural que no se
puede controlar, eso tiene que desaparecer. Por
ejemplo, la fusión de habilidades, esta mezcla
peligrosa destruyó vidas alguna vez, estos poderes
combinados convirtieron a los híbridos en
monstruos. Estabilizar el mundo luego de estas
catástrofes tomó tiempo y energías, para impedir
cualquier otro acontecimiento similar se
dictaminaron específicamente unas normas que se
deben cumplir al pie de la letra, de lo contrario… se
castiga. La sanción implica cualquier cosa que se
pueda imaginar.
»Somos El Concejo, una organización formaba
en base de un extraño acontecimiento que se decidió
estudiar, de a poco nuestra influencia fue tomando
más poder hasta encargarnos de absolutamente todo
lo que implica cumplir la ley. Dominamos el sistema
de este mundo por eso nada se escapa de nuestras

1411
manos, todo y todos se encuentran bajo nuestra
supervisión. Todo, excepto tú.
—¿Por qué está diciéndome esto?
—Porque necesitas saber a qué y quienes te estás
enfrentando. Tengo entendido que no sabes lo que
significa ser un híbrido y aceptar el destino impuesto
—exclamó severo, luego miró en dirección a Hareth
—. Sí, conocemos tu pequeño secreto.
—Ella es ajena a sus habilidades, Grayson.
—¿En serio? —una insinuación que no supe
interpretar se manifestó en la expresión del tío de
Hareth— Nosotros tenemos entendido algo
totalmente diferente —Grayson miró en una
dirección y por instinto lo imitamos, quedé con los
ojos fijos en la serie de imágenes que comenzó a
proyectarse en la enorme pantalla que colgaba de la
pared. Fueron tomadas en mi enfrentamiento con
Scott. Mierda.
Qué idiota, me expuse sola. Eso fue una maldita
trampa.
—Eso demuestra todo lo contrario.
—No soy una experta —dije en mi defensa—.
No quise esconderme pero sus normas no parecen

1412
muy justas. Sí, sigo siendo ajena a lo que representa
ser un híbrido, a obedecer las órdenes con las que
los rigen. Pero soy muy consciente de que no quiero
esto para mí.
—Aquí los deseos propios quedan
completamente de lado, no interesa lo que quieras o
no, niña —refutó Grayson—. No hay excepción en
esta ley. Bueno, hay una posibilidad —recordó de
pronto.
—¿Cómo se puede evitar esto?
—No teniendo descendencia.
—Imposible —exclamó instantáneamente
Hareth.
—Asumo que les valió poco atravesar esa línea
de no tener relaciones sexuales con los híbridos —
especificó Grayson, mirando acusatoriamente a mi
compañero—. No salió ningún inconveniente
todavía, pero ¿les cuanto un caso que acabamos de
resolver? —Preguntó y no dio oportunidad de
contestar porque enseguida él respondió su propia
cuestión—. No fueron los únicos en cruzar esta
línea, la pareja juzgada obtuvo problemas, ese
inconveniente al que no queríamos llegar. Él, un
híbrido, embarazó a una estable. Ya no hay bebé

1413
abordo —soltó de golpe, imperturbable—, tampoco
híbrido que pueda cometer la misma estupidez.
—Eso no pasará, Grayson —advirtió Hareth,
seguro de sí—. Lo que ocasionaron estas reglas
sucedió hace muchísimo tiempo, ¿qué asegura que
vaya a volver? ¿Por qué no darles otra oportunidad
de habitar con sus poderes?
—No estamos aquí para discutir tus absurdas
preguntas, procesa la respuesta que ya conoces.
Estamos aquí por ella —tuve de nuevo sobre mí la
sombría mirada de Henry Grayson—, ya conoces
nuestro interés por ti, Rouse. Queremos conocerte.
—¿De qué manera?
—Aproxímate y lo sabrás —me indicó. Todo me
pedía obedecerle, para evitar alguna fuerte discusión
por algo que de alguna u otra manera iba a pasar, di
un paso adelante, solo que fui frenada por la mano
que se mantenía aferrada a la mía.
—Suéltala.
—Yo la quiero tal cual es —objetó Hareth—.
¿Por qué no darles una nueva oportunidad? Esta
cuestión no está siendo juzgada solamente por mí.
—Calla y suéltala, Lewis.

1414
Hareth soltó una maldición por lo bajo y liberó
mi mano.
—Tú acompáñame —Grayson me hizo un gesto
para que lo siguiera, vacilando, le hice caso y quedé
por detrás de él quien con otro gesto ordenó que sus
asociados se pusieran de pie, dándonos frente —.
Pasa tu mano sobre la de ellos —me indicó y
entonces vi como todos ellos situaban una de sus
manos a la altura de su abdomen. Enseguida me vi
rozando esas manos con mis dedos, mis nervios no
permitiéndome ser consciente de una cosa, o tal solo
estaba evitando pensar en ello.
Caminé bien recta y tampoco me fijé en ellos, el
tacto de sus manos solo me provocaron sensaciones
amargas y todo me pedía alejarme de ahí. Hasta que
no me quise alejar de una, mi mano se apoyó por
completo sobre la de él, viéndolo de reojo.
Me recuperé rápidamente y continué con lo que
estaba haciendo, sintiendo un nerviosismo y un
escalofrío subir por mi cuerpo. Me situé al lado, y a
una distancia considerara, de Henry Grayson cuando
terminé.
—Muchos no necesitan el tacto para poder
detectar lo que eres, con tan solo verte y percibir tu
aroma ya es suficiente —me habló él—. Y tú no

1415
tienes nada que te caracterice como parte de
nosotros. Sin embargo, todos sabemos el motivo.
»Tienes algo único que te protege, que no deja
que nadie, ni siquiera tu compañero detecte. Y estoy
seguro que esa misma magia es lo que impide ver
quién eres.
—Grayson —dijo en advertencia Hareth, lo miré
al instante y lo vi querer acercarse hacia donde
estábamos su tío y yo. Pero algo lo detuvo de golpe,
algo le impedía moverse. Una de las personas había
dado un paso adelante, con su mano derecha
extendida en dirección a mi compañero.
Quise ir hacia Hareth, lo intenté pero Grayson me
sujetó por el brazo. Luego de eso vi que todas las
personas alzaban su rostro en nuestra dirección.
—Tranquilo, sobrino. Sabes que esto es
necesario.
—¿Qué me harán? —pregunté con temor.
Grayson hizo que caminara junto a él unos pasos
hacia adelante. Me volteó por delante de él, ambos
miramos a los hombres encapuchados… Pero de a
uno comenzaron a deslizar la capucha hacia atrás,
dejando al descubierto su rostro.

1416
Lo miré solo a él, a pesar de que su expresión se
veía dura logró que yo viera mucho más allá de esa
fachada y observara a través de sus ojos rojos la
seguridad que me hacía falta.
Eso fue lo último que vi, el color rojo en mi
oscuridad.

Intenté abrir los ojos pero no podía, no entendía


que me había sucedido. Me encontraba acostada
sobre algo duro. Podía escuchar lo que ocurría en
torno a mí aunque era incapaz de mover alguna parte
de mi cuerpo y me alarmé a causa de ello.
¿Qué me harían? ¿Acaso estaban preparándome
para arrebatarme una parte de mí?
De pronto escuché el sonido de una puerta
abriéndose y unos pasos aproximándose, agucé los
sentidos e intenté que nadie se diera cuenta de que
ya me encontraba consciente.
—No pasó absolutamente nada —escuché una
voz masculina y desconocida para mí.
—Solo afirmó lo que pensábamos, ella la ha
puesto así. Edén Dell debe ser eliminada al igual que

1417
el par de amuletos mágicos que creó —reconocí la
voz de Grayson.
—Su magia puede destruirnos si está en las
manos correctas —habló otra voz.
—No creo que está chica abarque odio —volví a
escuchar la voz de Grayson—. Se sabe que los
muletos funcionarán correctamente cuando se unan,
este se alimenta de su poseedor y su magia podría
ser letal si esa persona aborda sentimientos
negativos. Pero no veo ningún riesgo en ella,
podemos controlarla.
—No creo que esta chica quiera cooperar, y no se
olvide que Rhoesia Gastrell se ha escapado —le hizo
recordar alguien.
—Soy consciente de ello y de muchas cosas más,
si no destruimos lo que tienen es muy probable, si
saben controlar lo que tienen, que acaben con
nuestro dominio.
—Hay que adelantarnos, Grayson —afirmó en
tono grave uno de los presentes.
—Ya lo estamos haciendo.
—La Luna Roja se acerca —oí otra voz.

1418
—Y estamos seguros que todos están esperando
el momento de debilidad para atacar. Esa noche le
haremos honor al color de la luna y correrá sangre
por doquier.
—No se olvide que la mayoría de nosotros, como
también usted, perderá sus poderes —le dijo una voz
masculina que ya había hablado antes a Grayson.
—Ya nos estamos encargando de ello, Ajax.
Únicamente necesitamos la mitad del pergamino que
mi sobrino oculta y ese problema tendrá solución.
Esas hechiceras no lograron conseguirlo, es hora de
que alguien más capaz lo haga.
—¿Cumplirá lo que les prometió? —preguntó
alguien.
—Neira Relish es algo que no puede salir a la luz
—dictaminó Grayson.
Se quedaron en silencio por varios segundos,
luego comenzaron a murmurar entre ellos, a una
distancia alejada muy alejada de mí que no me
permitió entender lo que decían. Pasó un corto
tiempo y escuché sus pasos alejándose, una
sensación de alivio recorrió mi cuerpo al oír una
puerta cerrándose y dejando un silencio demasiado
aterrador en mi entorno.

1419
No sabía por qué no podía tener control sobre mi
cuerpo, me quedé pensando durante un momento y
no escuché cuando la puerta volvió a abrirse.
Una mano me recorrió el contorno de la cara con
delicadeza.
—Aedus —dije con las lágrimas empañando mis
ojos, no entendía como de repente pude “despertar”.
Con la ayuda de mis codos logré sentarme y al
hacerlo ya lo sentí a él rodearme el cuerpo con sus
brazos.
—Estás bien —aseguró, separándose de mí. La
luz era tenue y podía asegurar que no había ventanas
en el lugar en la que nos encontrábamos.
—¿Dónde está Hareth? —pregunté al recordar la
última vez que lo vi.
A pesar de ver un poco borroso a causa de las
lágrimas, y porque el lugar estaba semi-oscuro,
reconocí cuando Aedus endureció su expresión.
—Él está bien.
—¿Qué es este lugar? No… ¿Por qué no podía
moverme? ¿Tú sabías lo de Grayson? Él… él es el
malo.

1420
Aedus soltó una risa seca, negando con la cabeza.
Y por supuesto que lo sabía, él era parte de su grupo.
Colocó sus manos a los lados de mi cara,
observándome detenidamente.
—En esta historia tú y yo seremos los malos —lo
dijo en un tono natural dejándome muda y
confundida.
Pero todo rastro de curiosidad que me
despertaron sus palabras se desvaneció cuando él
ladeó su cabeza hacia un lado y presionó sus labios
muy cerca de mi boca.
—Debes tener cuidado con cualquiera que sea
parte de El Concejo, más con Grayson —aconsejó y
se alejó de mí. Yo no podía recuperarme de su
repentino beso, solo asentí—. Duerme, creí que
deberías saber esto, Lewis debe enterarse que está
muy cerca del verdadero enemigo.
No pude decir algo al respecto, caí nuevamente
en la oscuridad.
Cuando nuevamente fui consciente, abriendo los
ojos, fui recibida por la presencia de Hareth. Él al
notarme despierta, me ayudó a situarme bien en la
cama, parpadeé varias veces intentando quitar la
distorsión de mi vista.

1421
—¿Dónde estamos? —me tallé los párpados y
conseguí averiguar la respuesta a mi pregunta por mí
misma, reconociendo el lugar de repente.
—Estás en casa. En Milford.
—¿Qué me hicieron?
—Te examinaron, pero no llegaron a ningún
resultado. Siento mucho lo sucedido, pero fue
inevitable. No hay nada ni nadie que haga
recapacitar a Grayson, él no escucha razones, su
odio hacia los híbridos va más allá de lo normal.
—¿Por qué? ¿Por qué hace esto?
—Grayson perdió a su compañera en manos de
un híbrido. Ese suceso lo dejó marcado de por vida y
su forma de cobrar venganza por ella es
extinguiendo a todos ellos.
“Un acontecimiento en específico fue lo que
determinó este castigo” recordé las palabras de
Aedus.
Castigo igual a venganza.

52/60

1422
¿Amor odio hacia Henry Grayson? Yo soy team
Grayson.
8 capítulos para el final y quiero dedicarle el
capítulo 60 (el último) a uno de ustedes. Me han
pedido que dedique capítulos, pero siempre he
negado pero esta vez haré una excepción. El lector o
lectora será “elegidx” por medio de unas
CUESTIONES que voy a hacer por la historia de mi
Instagram. Para más info, ver mi perfil de Wattpad o
visitar la historia destacada de mi Instagram. Es
una dinámica, espero participen. Van a ser
cuestiones: elegir la opción correcta y la primera
persona que acierte todo, pues felicidades, es qué
tanto recuerdan de MIA.

1423
53. Sorpresa

Capítulo 53: SORPRESA


Henry Grayson había perdido a su compañera
destinada en manos de un híbrido y debido a ello se
estaba sufriendo las consecuencias, el error de uno
desató su furia demoniaca hacia toda la especie.
El ritual de la expulsión era producto de una
venganza, era un castigo que los híbridos se
convirtieran en estables: iguales al resto.
Al menos eso fue lo que yo pude entender con la
nueva información que me proporcionó Hareth. Me
quedé muda, muy pensativa calculando lo
expresado.
—Mi tío está muy dolido y resentido con los de
tu especie, no le importó renunciar al poder más
preciado y supremo de los licántropos con tal de
encargarse personalmente de la condición de los
híbridos, él quiso someterlos bajo su voluntad y
pudo, consiguió hacerlo porque la gente confía en su
palabra.
—Cuando dices “poder más preciado y supremo”
¿a qué te refieres? —mencioné no entendiendo su

1424
argumento.
El rostro de Hareth se contrajo de tristeza durante
un segundo, sus rasgos evidenciando su pena y
angustia.
—El trono licántropo le pertenece a un único
linaje: los Grayson —me reveló—. Obtiene la
corona el primogénito de la familia, Henry Grayson
debió asumir al trono, él era el legítimo heredero.
Pero todo eso cambió con la muerte de su
compañera, él prefirió otorgarle su lugar a mi madre
y convertirse en lo que ahora es. Todo hubiera sido
muy diferente en mi familia si hubiésemos seguido
la orden establecida, pero la muerte de ella lo
cambió todo.
—Él no quiso ser rey sin ella —pronuncié en un
hilo de voz por culpa del asombro—. Pero si ella
murió, ¿cómo o por qué él sigue con vida? Pensé
que tenías muy bajas probabilidades de sobrevivir si
tu alma gemela fallece.
—Grayson no la había marcado aún y por ese
motivo su vida no peligró, sufrió la pérdida, le
afectó esa pérdida, pero no le acercó a la muerte.
«Qué mala suerte», no pude evitar pensar.

1425
—Es terrible todo, pero esto no le dio el derecho
de llegar a tanto, está frenando una evolución.
—Un hombre lastimado no tiene límites —me
respondió serio—, más cuando pierde a la única
razón de su felicidad.
No pude seguir viéndolo a los ojos, bajé el rostro
contraído por una repentina inquietud. Tampoco
encontré qué decir algo al respecto. Me mantuve
callada y no se me ocurría nada para romper esa
inesperada sensación de incomodidad.
—Debes estar hambrienta —escuché decir a
Hareth, lo miré al instante—, iré a traerte la cena.
—Está bien.
Él se fue y yo aproveché ese tiempo para
tomarme una rápida ducha. Conseguí relajarme en
ese espacio privado, al menos aliviar la tensión en
mi cuerpo porque mi mente no paraba de trabajar
martilleándome la cabeza por tanto.

Recorrí la habitación en ropa interior, no sabía


qué ponerme hasta que recordé un hermoso pijama
que coloqué en la maleta, la que había llevado al
Reino Vampírico.

1426
La encontré intacta en una esquina del cuarto, la
abrí ahí mismo y metí la mano en su interior en
busca de aquella prenda. La encontré y sonreí, pero
entonces la maleta se inclinó y se cayó hacia un
lado, esparciendo algunas de mis cosas.
Un sonido en específico captó mi atención, volví
a meter toda la ropa arrugada en su interior y luego
de eso lo vi, ahí debajo de una mesita que estaba en
la habitación como una simple decoración.
Un collar platino, gateé hasta ahí y lo tomé en mi
mano descubriendo la forma del colgante: una rosa,
pero no solo la forma de los pétalos sino que este
dije medía unos cuatro centímetros y tenía hasta la
forma del tallo y de las hojas—en este caso dos—en
la misma.
A simple vista era precioso, pero yo no lo había
puesto ahí, no recordaba tener esto. Pero…
Aedus, él de repente cruzó por mi mente. No
había ninguna nota que afirmara mi sospecha, pero
así lo dejé. No estaba dudando en decirme que él
colocó este collar entre mis cosas.
—¿Qué haces ahí? —escuché la voz de Hareth.
Escondí el collar en la palma de mi mano y me puse
de pie, girando en su dirección con el pulso

1427
totalmente acelerado debido al inesperado subidón
de adrenalina.
Lo vi desplazarse hacia la zona de los sofás y
ubicar la bandeja de comida sobre la mesita del
centro, decidí acercarme así tal cual. Ya no me daba
tanta vergüenza mostrarme ante él.
Hareth sentó y yo me quedé parada sin saber qué
hacer, aún con los latidos desbocados de mi corazón
inquietándome por dentro. Entonces él palmeo sus
piernas y me fui a acomodar sobre ellas.
—Mmm… —emití recuperando la calma que con
tanta urgencia necesitaba—, huele delicioso —
deleité el aroma de la comida casera que trajo.
Mi compañero me dio caricias en la espalda, sus
dedos pararon en el broche del sostén. Lo miré con
los ojos entrecerrados.
—¿Qué pretendes?
—Nada, solo quiero comer… te.
—No juegues tan temprano, lobito.
—Denegado —susurró besando mi hombro.
No me gustaría perder su tacto, ser consumida
por su calor me arrastraba al cielo. Me había

1428
acostumbrado a tenerlo cerca, a que nos tratáramos
con confianza y yo estaba arruinándolo todo
ocultándole do mi secreto, esconder a Aedus me
estaba guiando a una condena directo al infierno.
No me hacía sentir bien recordar esto y no ser
capaz de soltarlo. Había prometido decirle a Hareth,
Aedus me había pedido decirle a Hareth también.
Debía decirle ya, era ahora o nunca.
Comí despacio, el hambre se había esfumado de
pronto dejándome un mal sabor de boca. Así que
preferí dejar la comida de lado girando el rostro en
dirección a los ojos de mi novio.
—¿Crees que me merezco un castigo?
—¿Te portaste mal en mi ausencia?
—Sí —recordé mi pelea con esa vampira y mi
salida nocturna con Aedus: nuestro casi beso.
—¿Quieres recibir esos azotes que tanto anhelas,
verdad?
—Me lo merezco —sonreí para no delatar el
malestar que se denotaba en mi tono de voz—.
Dame una lección y recuérdame que soy tuya.
Presioné más el collar en mi mano, viéndolo
decidida. Hareth no sospechaba nada, para él y para

1429
todos le resultaba imposible que una mujer
comprometida por el destino mirara a otro que no
sea su pareja. Tal vez Hareth estaba pensando que
deseaba jugar un poco, que solo estaba insinuando y
no que en verdad me lo merecía.
—Tú eres toda mía, fuego —sus labios se
apoderaron de los míos, vehemente. Tan apasionado
y ardiente. Una de sus manos alcanzó acariciarme el
culo, sus dedos trazaron un círculo en esa zona
expuesta —¿Lo quieres?

Él me sostuvo determinante y muy firme por el


mentón, perfectamente metido en su papel.
—¿Sí, qué?
—Sí, señor —le afirmé con una sonrisa
escapándose de mi dominio.
Hareth también sonrió cambiándome de postura,
ubicándome perfectamente sobre él. Me sostuve con
una mano por el reposabrazos del sofá, Hareth pasó
su mano por encima de mi cuerpo: comenzando por
mis piernas hasta llegar a mi espalda y cuello,
apartando mi cabello hacia un lado.
Lo miré por encima de mi hombro.

1430
—Tres veces por las tres noches que dormí sin ti
—avisó acariciando de forma circular una de mis
nalgas.
Contuve la respiración y asentí. Me tapé la boca
con mi mano hecho puño y recibí el primer golpe,
no dolió para nada.
—Más fuerte —pedí como una loca. Después de
todo me lo merecía, merecía esto y mucho más por
ser una mentirosa al ocultarle cosas al chico que me
complacía en cada locura.
Hareth me obedeció y jadeé por culpa del ardor
acompañado de placer que me proporcionó aquello.
El último azote llegó y me dejó sin aliento, fue duro
alterándome cada sentido. Luego percibí los labios
de Hareth hacer presión en la parte lastimada,
después como sus dientes presionaban contra mi piel
de manera juguetona.
—Mmm.
—¿Qué están haciendo? —preguntó una voz
conocida a nuestras espaldas. Rápidamente
dirigimos nuestra atención hacia la puerta, en ese
proceso me caí del regazo de Hareth por la
impresión y al querer reincorporarme rápidamente.

1431
—¡Joder, Hannah! —exclamó Hareth, totalmente
molesto—. ¿Podrías tocar la puerta antes de entrar?
—La toqué, pero veo que estaban muy ocupados
como para escuchar el aviso —dijo de mala gana.
Me puse de pie y ella me observó de arriba abajo,
descaradamente.
—¿A qué venías? —preguntó Hareth, sonaba
exigente.
—Papá está aquí —reveló de golpe.
—¡¿Qué?! —dijo él, levantándose.
—No me hagas repetirlo, Lewis —refutó también
en tono enfadado desde la puerta. Luego dio un paso
atrás y cerró la puerta con demasiada fuerza,
marchándose.
—¿Y a esta niña qué le pasa?
—Tu padre está aquí, Hareth.
—Lo sé —susurró, sentándose de nuevo y
llevándose las manos en la frente.
—¿Eso qué significa? —pregunté al detectar lo
inquieto que se había puesto.
Sin mirarme, me respondió.

1432
—Que estoy en problemas.
Hareth se levantó de golpe, se desordenó el
cabello en un gesto de frustración antes de girar a
verme, se veía preocupado y me pregunté qué tan
grave podría ser ese problema que él mencionó,
aunque con la aparición repentina y sumamente
inesperada de su padre supuse que debía de tratarse
de algo muy serio.
—Iré a ver qué necesita —me avisó en voz baja,
por más que quisiera mostrarse tranquilo a mí me
era fácil notar lo tenso que se había puesto desde que
Hannah mencionó a su padre.
Hizo ademan de marcharse y, en ese momento,
reaccioné. Lo tomé por el brazo impidiendo que se
fuera, necesitaba decirle lo que sabía, algo en mi
interior me decía que la visita de su padre se trataba
sobre temas referentes a El Concejo.
—Necesitas saber algo —dije aferrando ambas
manos alrededor de su muñeca, él me miró con las
cejas alzadas, intrigado, pero su interés cambió
drásticamente dejando su ceño fruncido. Con
suavidad se zafó de mi agarre y meneó la cabeza.
—Me lo dices más tarde, ¿sí? —habló,
intentando que no lo tomara mal.

1433
—Es que… —intenté decirle de todos modos,
pero él besó mis labios impidiéndome hablar, fue
solo una leve presión para hacerme callar, él me
sostuvo por el mentón y me demostró su ligera
sonrisa tranquilizadora, sin embargo, la
preocupación seguía centellando en sus ojos color
miel.
—Vuelvo enseguida —musitó cerca de mi boca,
se enderezó y me dio un beso en la frente. Cerré los
ojos y asentí resignada, sentí su mano acariciar un
lado de mis caderas, abrí los ojos y le sonreí sin
despegar los labios.
—Vete entonces —susurré.
Él asintió y se separó por completo de mí, sus
ojos descendieron hacia mis piernas y vi cómo se
mordía su labio inferior de una manera tan sensual
que volví a experimentar solo con su mirada en mi
cuerpo semi desnudo la necesidad de él cerca de mí.
De pronto, entornó los ojos hacia algo detrás de
mí, para ser más específicos su mirada se tornó
confuso, di la vuelta y seguí la dirección de su
mirada en el piso.
En ese momento, él cruzó por mi costado y se
agachó para tomar el collar que yacía a un lado del

1434
sofá.
A su espalda me encontraba yo, mis piernas
temblaron por el pánico repentino, mis manos se
hicieron puño a mis costados y sentí las palmas de
mis manos sudar. No pude recordar en qué momento
el collar se me había caído, pero podría suponer y
casi asegurar que fue cuando Hannah se hizo notar y
me caí del regazo de Hareth por culpa de la
impresión.
Él ya tenía el collar en sus manos, su vista estaba
fija en él mientras se volvía hacia mí. Él no podía
saber que Aedus me lo obsequió, en realidad no
sabía si fue él.
Traté de calmarme y mostrarme serena, pero me
resultaba casi imposible.
—Una rosa —susurró, alzó la vista—, este parece
ser creada únicamente para ti. Deberías ponértelo.
No supe que responderle, tampoco sabía qué
gesto estaba reflejado en mi rostro para que Hareth
me mirase tan atento, como si estuviera estudiando e
indagando en lo más profundo de mí.
Reaccioné y fui lo más cuidadosa posible cuando
le quité el collar de las manos, no le mencioné nada

1435
referente a ello ni tampoco le dije algo por lo que él
sugirió.
—Tu padre te espera, Hareth —le recordé, él
inmediatamente desvió la vista de mí.
—Regresaré por ti cuando arreglemos el
problema —dijo seguro, me regaló otra sonrisa que
relucía una tranquilidad demasiado forzada, de todos
modos le devolví el gesto y lo observé hasta que la
puerta del cuarto se cerró detrás de él.
Me dejé caer en el sofá y presioné el collar en mi
mano, cerrando mis ojos y respirando
profundamente. Y al cabo de unos minutos ya me
encontraba vestida y lista para salir de la habitación,
no podía esperar a Hareth porque necesitaba saber el
problema, algo me decía que ese problema tenía un
nombre y que posiblemente era el mío.
La sala de estar se encontraba vacía, fui a la
cocina y encontré a Lía moviéndose de un lado a
otro de una manera apresurada, la estufa se
encontraba encendida y ella revolvía algo que
preparaba a la vez que observaba hacia el horno.
La cocina desprendía un olor exquisito y lamenté
no haber comido casi nada de lo que había en la
bandeja, pero para que no se desperdiciara lo traje en

1436
la cocina, ella al verme me sonrió para después
hundir las cejas, mirando la bandeja en mis manos.
—Lo dejaré para más tarde —dije después de
saludarla, ella se secó las manos después de
enjuagárselas mientras se acercaba a mí, colocó los
codos sobre la encimera y me miro regalándome una
sonrisa amable.
—Me alegra que estés bien —se sinceró y se
acercó hasta el refrigerador, que era el sitio a donde
yo me encontraba tratando de guardar la comida,
ella los acomodó en su interior por mí, la miré
agradecida—. El alpha no le dio explicaciones a
nadie sobre la forma en la que llegaron, menos del
porqué tú te encontrabas inconsciente, ni siquiera a
sus hermanas —me contó, rodeé la barra de la
cocina mientras ella se quedaba del otro lado, en
ningún momento dejando de verla—, por eso nos
tenías preocupado a todos y me alegra que estés bien
—repitió, pensé que ya no hablaría más, estaba lista
para responderle, pero ella se me adelantó—.
Perdona mi curiosidad pero, ¿qué sucedió?
Le estaba por contestar, quizás eludiendo un poco
la verdad, pero no pude ni tan siquiera pronunciar
alguna palabra porque llegó su madre, ella ingresó

1437
en la cocina de forma apresurada diciendo el nombre
de su hija.
—El señor Lewis necesita que vayas ahora
mismo —recalcó esas últimas palabras, lanzándole
una mirada de advertencia, una que pude interpretar
fácilmente como: “Obedece, niña”.
Vi la reacción de Lía, como ligeramente temblaba
en su lugar y como su rostro abandonaba esa
expresión tranquila tornándose pálida y nerviosa.
—¿Por qué? —le costó preguntar.
—No se tomó la molestia de decirme el motivo
—contestó con un ápice de sarcasmo su madre—.Te
están esperando, ¡ve!
Lía me echó una mirada que no supe interpretar
de qué. Salió de la cocina dejando un tenso e
incómodo silencio.
—Debo irme —anuncié en voz alta, apenas en
ese momento la madre de Lía se dio cuenta de mi
presencia, se encontraba tan alterada que podía
entender fácilmente su despistes.
Ella estaba por decir algo, pero me fui antes de
escuchar lo que me iba a decir porque necesitaba
alcanzar a Lía, tenía que averiguar si la persona que

1438
la solicitó fue Hareth o su padre, de igual manera
¿para qué la necesitarían?
Subí los escalones a toda velocidad, en la
segunda planta se encontraba el despacho privado de
Hareth, llegué justo cuando la puerta se cerraba
detrás de ella. Terminé de acercarme a la puerta,
observé hacia los pasillos y no había nadie, todo se
encontraba demasiado silencioso.
La llegada de Harold Lewis había traído consigo
algo extraño, algo que pensaba averiguar.
Apoyé ambas manos sobre la puerta y acerqué mi
rostro, girando la cabeza para apoyar la oreja contra
la misma. Capaz lograba escuchar algo, pero lo
único que había a mi alrededor era un ensordecedor
silencio.
Rendida, me erguí y miré la puerta como si
pudiera mirar a través de ella, bajé la vista hasta la
cerradura, había una llave en su interior tapándome
lo poco que iba a poder ver si aquel pequeño objeto
no me impidiera la visión.
—Es inútil —escuche una voz seria detrás de mí
—, todo lo que intentes será inútil porque todo en
esta casa, cada estancia desde este piso, se encuentra
insonorizada —me informó Hannah.

1439
—Gracias por el dato —musité, girando a verla y
resignándome por completo a que no escucharía ni
vería nada de lo que estaba pasando del otro lado.
Volví a mirar hacia la puerta, apoyé una mano
ahí.
—De lo que sea que estén hablando debe ser
importante, mi padre no aparecería así de la nada —
dijo Hannah, y me pregunté la razón de que ella
estuviera hablándome, informándome de todo esto
—, es más, puedo asegurar que Lewis volvió a
meterse en un gran lio como para que él viniese,
siempre lo hace. Somos sus hijos y aunque ya no
viva con nosotros nos mantiene vigilados, pero más
a él, sabe que es impulsivo y a veces hace lo que
cree correcto cuando no lo es.
Giré a encararla, la vi cruzada de brazos con
gesto pensativo, pero cuando me miró a la cara su
rostro cambió a una indiferente.
—¿Por qué me lo estás diciendo? —inquirí,
hundiendo las cejas observándola con cautela—. No
me molesta pero… es raro, tú no me dirías las cosas
por nada —le hice saber.
Ella sonrió de lado y descruzó sus brazos, se
acomodó su cabello rubio detrás de su espalda

1440
mientras desviaba su vista de la mía demostrando
tranquilidad, de pronto, lanzó un pequeño suspiro y
volvió a mirarme.
—Porque tú eres su reina —respondió como si
aquello ya me aclarara todo, al notar mi gesto de
desconcierto, continuó su explicación—: porque
cuando él cometa un error tú debes estar ahí para él,
apoyarlo y darle la paz que un ser bestial como lo es
un alpha necesita.
—Pero él no me cuenta nada —admití con pesar,
ella amplió su sonrisa y se acercó hasta mí,
colocando una mano en mi hombro, como muestra
de apoyo quizás.
—Sigues siendo muy nueva en este mundo,
necesitas aprender cómo se consigue respuestas con
facilidad, eres su pareja y a los compañeros le
resulta casi imposible mentirse. Aprende a escuchar
y a detectar —aconsejó, diciendo lentamente esas
últimas palabras—, pero sobre todo a seducir—
agregó, mirándome con un brillo divertido en sus
ojos—. Puedes conseguir lo que quieras si
encuentras ese punto de quiebre que te lo puede dar
todo.
Luego se alejó tan rápido como se acercó.

1441
—¿Acaso eso fue un consejo?
—Puedes tomarlo como quieras, pero ten seguro
algo, no lo estoy haciendo por ti, sino por él. Lewis
me importa demasiado como para verlo sufrir, y sé
que ahora mismo algo le molesta, sé que justo ahora,
ahí dentro se está discutiendo sobre algo delicado y
el cual podría cambiarlo todo —aseguro con
convicción y gravedad— y para todos —afirmó en
un susurró poco audible.
Sus palabras me sorprendieron mucho, tanto que
me la quedé mirando con suspicacia, como si en
cualquier momento esa niña engreída y caprichosa
volviese a aparecer.
—Y tal vez tú seas la culpable —agregó.
—¿Por qué dices eso? —pregunté porque ella no
debería saber tanto, Hannah negó con la cabeza y me
hizo entender que quizá había dicho sus
pensamientos en voz alta.
—Porque sé lo que eres —me contestó
finalmente, después se alejó, la vi marcharse y la
observé hasta que no pude verla más porque ella
subió hacia la siguiente planta.
Retrocedí hasta que mi brazo izquierdo rozó la
pared, recosté la espalda en ella y lancé un suspiro.

1442
Justo en ese momento escuché el ruido de la puerta
abriéndose, me encogí en mi lugar sin tener tiempo
suficiente para marcharme.
Vi a Lía salir, tenía una expresión demasiado
seria, sus ojos dieron conmigo y la miré apenada a la
vez que le hacía un gesto de silencio.
Reconocí una voz provenir desde el interior, solo
duró un instante pero aquellos fueron suficientes
para saber y comprender cuál era el problema, y lo
que oí me dejó aturdida, pensativa, una mezcla de
sensaciones se apoderó de mí cuando aquella voz
dijo:
—Entrégala así quitamos un problema para
centrarnos en lo importante: encontrar esa manada
clandestina…
La puerta se cerró por completo dejando un
silencio sepulcral, Lía intentó hablarme pero salí
corriendo de ahí sintiendo algo helado recorrerme la
espalda, un miedo terrible se apoderó de mí,
haciéndome temblar el cuerpo y provocando que mis
pasos disminuyeran tanto hasta que por fin me
detuve a mitad de las escaleras solo para respirar y
asimilar lo que dijo el padre de Hareth.

1443
Decidida, di la vuelta y comencé a descender las
escaleras hasta el salón principal, con brusquedad
me limpié las pocas lágrimas que se habían escapado
de mis ojos.
Miré hacia los alrededores y la casa seguía
estando tan silenciosa que asustaba un poco. Esto sin
Abby me estaba resultando muy extraño. Crucé la
puerta principal y la noche me recibió junto a una
muy helada brisa que me erizó los vellos de la piel.
Bajé los escalones con prisa, pero me detuve
abruptamente al final de los peldaños al distinguir a
un montón de guardias, parecía que la seguridad
había aumentado de una manera drástica.
Me sentí atrapada entre ellos, uno de ellos me vio
y les hizo una seña a sus colegas para verme. Di un
paso atrás, no iba a poder salir, alcé la vista y
observé los muros que rodeaban la mansión.
Jugueteé con el anillo, sin quitármelo del todo, el
soplo del viento movía ligeramente mi cabello y
aquella sensación de la brisa contra mi piel logró
tranquilizarme un poco, quise despejar mi mente
pero las palabras claras de aquel señor no me
permitieron hacerlo, estaba segurísima que él quería
que me entregaran ante El Concejo para que de una
vez por todas me destrozaran por la mitad,

1444
quitándome una parte esencial de mí, una parte que
ya lograba dominar un poco desde hace tiempo, solo
que estando en el mundo humano no quería aceptar.
—¿Qué haces aquí? Te pedí que me esperaras en
la habitación — detecté reproche en su comentario,
no le di importancia y seguí mirando hacia la lejanía
—. Rouse —insistió, sentí su mano en mi hombro
girándome hacia él, sin embargo, no lo miré a los
ojos.
—¿Serías capaz de obligarme a hacer algo en
contra de mi voluntad? —le pregunté, aún sin verlo.
—Sabes que no —afirmó enseguida—, jamás lo
haría, ¿lo dudas acaso?
Fijé mis ojos en los suyos.
—No —respondí—, solo tengo miedo que te
influyas por alguien más en tus decisiones.
Me soltó y desvió sus ojos de los míos.
—Dime una cosa —empecé a decir, suspiré antes
de lanzar la pregunta—. ¿Confías en Grayson?
—No como debería— contestó, sincero—, pero
sé que él no haría nada para dañar a su familia,
nosotros somos lo único que él tiene —trató de
asegurarme.

1445
No dije nada por unos largos segundos, me
acerqué hacia él y lo tomé de la mano para convertir
más íntimo el momento.
—Cuando me llevaron para examinarme estuve
consiente por algunos minutos —le solté de repente,
su rostro se contrajo por la incredulidad—, escuché
una conversación bastante reveladora y de esto
quería hablarte hace rato —él me miró atento y con
un gesto de cabeza me incitó para que continuara—.
Oí a Grayson hablar sobre varias cosas con algunas
personas, pero lo más importante es que… fue él,
Grayson tiene la mitad del pergamino y no las
hechiceras porque ellas en realidad trabajan para él,
están unidos.
Se alejó de mí, perplejo y bastante sorprendido.
—Vayamos dentro —determinó.
Me tomó de la mano y me guio hasta nuestra
habitación, cerró la puerta detrás de él y recargó la
espalda contra la misma, observándome con mucha
seriedad.
—¿Por qué él querría el pergamino? —no supe si
me lo estaba preguntando a mí o si se lo estaba
haciendo a sí mismo, de todas formas le respondí
con lo que yo sabía.

1446
—Para acabar con… la manada de híbridos de
Harun.
—Cuéntamelo todo.
Y eso hice, le conté absolutamente todo lo que fui
capaz de oír y comencé con calma y suspicacia ese
tema que Hareth se negaba a compartir conmigo.
—Grayson le hizo una promesa a las hechiceras,
algo sobre Neira. Dime quién es ella.
Recordaba que debido a su reacción reacia sobre
esto, le había pedido distancia, una que no pude
mantener por culpa de las pesadillas que
comenzaron a perseguirme. Hareth estaba guardando
mucho silencio, su expresión seria y endurecida,
mirada dolida y un resentimiento tortuoso
chispeando en sus ojos me advertían que este era un
asunto delicado, incluso más que ese punto de
quiebre que a él no le hacía bien tratar; ese tema
sobre su hermano gemelo. Por eso pensé que él no
me respondería.
—Neira es la menor de las Relish, el pergamino
fue obra suya —me sorprendió con su respuesta—.
El pergamino contiene sus estudios sobre la magia
oscura: hechicería diabólica estrictamente prohibida.

1447
Ella fue condenada a la muerte luego de que sus
intenciones fueran descubiertas.
—Neira Relish —susurré calculando la poca
información que tenía de ella—. ¿Por qué sus
hermanas están tan eufóricas con reabrir un tema
pasado?
—No han dado respuesta a esa pregunta, ellas
solo están intentando llegar al pergamino. Cosa que
no ocurrirá —me afirmó—. Volviendo a Grayson,
hablaré con él, que su organización y las Relish
estén trabajando juntos es una sanción que lo puede
romper el puesto jerárquico donde está ubicado.
Pero primero, debo disipar completamente el
problema en la que me encontraba
—¿Qué problema? —pregunté automáticamente.
—Mi padre vino porque Grayson le comentó a mi
madre mi rotunda negación al entregarte a ellos, ella
por supuesto le hizo llegar esto a mi padre y él se
comunicó con Grayson que le mencionó mi
negación de seguir apoyando la regla que se le
impuso a los híbridos, busqué alguna manera de
eliminar aquello pero no las hay. Y ahora todos te
culpan a ti, piensan que tú eres la que me metió esas
ideas en la cabeza y…

1448
—Por eso tu padre vino, él quiere que me
entregues, quiere… —no fui capaz de decir las
siguientes palabras, por lo menos no en voz alta.
—Cometí el error de expresar mis ideas en voz
alta, es mejor acallarlas y actuar porque las acciones
dicen más que mil palabras.
—Si estas en su contra y él lo sabe, ¿eso no es
peligroso?
—No, me las ingenié para hacerles creer a todos
que sigo de su lado.
—Eso es mucho más terrible, si descubren tu
mentira esto podría terminar muy mal. No quiero
perjudicarte, ahora todos me van a ver como la mala
de la historia.
Hareth terminó la distancia entre los dos,
fundiéndome en sus brazos.
—Nada ha cambiado y nada cambiará, te amo,
Mia.

No tuve ocasión de ver a Harold Lewis porque su


visita fue extremadamente corta. Al bajar a

1449
desayunar el día siguiente lo supe y saberlo resultó
ser todo un alivio para mí.
Quería investigar más a fondo cada cosa que
dijeron los miembros de El Concejo cuando creían
que yo seguía inconsciente, le pregunté a Hazal si
había una biblioteca de libros que explicaban la
verdad sobre lo sobrenatural, por experiencia ya
sabía que buscar por internet no serviría de nada si
se trataba de este mundo oculto.
Y había uno, en el instituto Luna Eclipsa.
Para el asombro de todas, Hannah se ofreció a
llevarme, ella tenía entrenamiento y dijo que no le
resultaría molesto darme un aventón. Dudé, pero
finalmente acepté.
Fuimos en silencio, pero en una ocasión ya no
pude quedarme callada.
—De verdad, lamento lo que pasó la otra vez, no
sé qué me pasó —me excusé tontamente.
—Me humillaste delante de todos y revelaste mi
secreto, por más que hayas intentado decírmelo solo
a mí aquí todos tienen una estupenda audición —
dijo en tono seco, me miró de reojo y sonrió de lado
—, pero supongo que me la busqué —admitió,
dejándome sorprendida.

1450
—¿Significa que me perdonas? —tuve que
preguntar.
—Significa que quiero la revancha —contestó,
detuvo el coche y saco la llave del contacto mientras
me observaba—, cuando te canses de estudiar ya
sabes dónde encontrarme.
Tras decirme aquello, se bajó del auto y se alejó.
La perseguí con la mirada durante unos segundos,
pensando en que tal vez yo estaba viendo cosas
donde no las hay, quizás su aprecio por Hareth no
llegaba al punto de afecto que yo creía había
alcanzado. O ella solo estaba siendo muy respetuosa
al no interferir y reprimir sus sentimientos. Fuera
como fuese, seguiría sin gustarme su cercanía a mi
novio y ella seguiría sin agradarme del todo.
Pasé toda la mañana en la enorme, anticuada pero
bien cuidada biblioteca. Todo me resultaba
demasiado interesante, por primera vez en mi vida
sentí que estas eran las verdaderas respuestas que
hacía tantos años busqué. Todo menos por qué
cuando me enfadaba a mi cabello se le daba por
incendiarse.
Cuando me dio hambre, pasé por el comedor y
compré algo para almorzar ya que la comida en
vacaciones no era gratis. Volví a seguir con lo mío y

1451
le saqué fotos a la mayoría de las páginas que más
me daban información.
Pasó una semana, y ahora no solo iba a la
biblioteca sino que también iba a entrenar con
Hannah, resultaba divertido competir contra alguien
de tu mismo nivel, las dos no podíamos
transformarnos, las dos no teníamos las superfuerzas
con las que muchos luchaban. Nuestra repentina
cercanía me sorprendió, y no me iba a alejar porque
ella era la hermana de Hareth, debía poner de mi
voluntad para intentar conocerla.
Debo admitir que una que otras veces me escapé
del instituto hacia el bosque, hacia un lugar en donde
nadie me viera para quitarme el anillo y practicar mi
velocidad de vampiro. No fue fácil sacarla a relucir,
pero cada vez lo hacía mejor y en cada una de esas
ocasiones únicamente él estaba en mis
pensamientos, Aedus.
Era de mañana, descubrí que podía llevarme
algunos libros a casa así que me los traje, ahora
mismo tenía uno sobre mi regazo, leía mientras
tomaba de mi café en la sala de estar. Estaba
esperando a Hareth puesto que se día él me llevaría
al instituto, Hannah se fue temprano con sus amigas
y no quería perderme el entrenamiento de ese día

1452
porque todos los viernes el propio alpha daba las
clases. Eso no lo supe hasta que él, cuando nos
levantamos, me lo dijo.
Lía llegó para llevar lo que utilizamos, le
agradecí y me puse de pie, justo en ese momento el
timbre de la casa sonó, ella hizo ademan de
acercarse, pero yo le hice un gesto para que siguiera
con su trabajo, que yo iría a abrir la puerta.
Al abrir la puerta me sorprendí de ver quien
estaba del otro lado, pero a la vez me emocioné.
—¡Abby! —exclamé entusiasmada, abrazándola
efusivamente—. Qué gran sorpresa, ¿por qué no me
avisaste que venías?
Ella dio un paso atrás, mirando a su
acompañante.
—Edward, que gusto verte —dije dándole un
leve abrazo.
—Lo mismo digo, Rouse, ¿dónde está ese gruñón
que tienes como compañero?
—Él es todo menos gruñón —le defendí, él se rio
y me hice a un lado, invitándolos a pasar. Edward
siguió el camino hacia la sala de estar, pero Abby

1453
me detuvo por el brazo, me volví hacia ella con
expresión preocupada.
—¿Sucede algo? —pregunté en tono bajo. Ella
me soltó, asintiendo despacio.
—Mi regreso se debe a un sueño que me tiene
alucinando desde hace tres días.
—¿Qué sueño? ¿Son las pesadillas? ¿Cómo es
que regresaron?
—No, no, esto es completamente diferente. Aquí
no hay oscuridad, hay pura luz y entre ella se forma
una figura femenina, no le veo el rostro, no puedo
saber quién es pero asumo que es mi madre, no sé
por qué, pero así lo siento. Yo la persigo y cuando
por fin la voy a alcanzar…
—Despiertas —la interrumpo—, lo típico.
—No, no me despierto —me aclaró, volví a
centrar mi atención en ella—, cuando por fin la voy
a alcanzar aparezco aquí.
—¿Aquí? ¿Cómo que aquí? —pregunté, mirando
nuestro alrededor.
—No aquí, bobis —ella se rio levemente—, sino
en el inicio de Luna Eclipsa.

1454
—El instituto —murmuré, ella asintió.
—Algo me dice que allí están las respuestas de
mi pasado, de mi familia.
—¿Crees que tu madre es la que se está
intentando comunicar contigo? —quise cerciorarme.
—Yo lo sé —dijo segura—. Ahora lo que hay que
hacer es averiguar qué tanto esconde ese instituto.
—Ese castillo —la corregí—, cuentas con mi
apoyo, Abby. Descubriremos de dónde vienes, tu
origen.
Por lo tanto ese día no asistí al entrenamiento,
con Abby recorrimos todo el instituto, o por lo
menos en las estancias en la que tuvimos el acceso
fácil. Pasamos horas en la biblioteca buscando
cualquier cosa que nos dijera el pasado sobre el
castillo, pero lo único que logramos encontrar fue un
libro sobre los antiguos dueños del castillo, se
trataba del auténtico linaje real: los Grayson.
Ya era tarde por lo tanto llevamos ese libro a
casa, en la noche cenamos tranquilos, nos pusimos al
día entre todos y dormimos tardísimo.
La mañana siguiente continuaríamos nuestras
investigaciones, o por lo menos ese era el plan

1455
porque pareciera que a las personas les estaba
resultando interesante aparecer de improvisto.
Pero este no era cualquier persona.
Él era el motivo por la que me mataba
entrenando, queriendo controlar por los menos mi
parte vampiro para un día de estos comunicarme con
Recia y conversar sobre los amuletos mágicos, mi
anillo y su collar no eran unas simples piedras
preciosas, eran mágicas y estando unidas podrían ser
la destrucción de esa corporación.
Porque Henry Grayson era el enemigo y yo no
pararía hasta verlo destruido.
Pero las sorpresas volverían y precisamente esta
sería el peor de todo, pero también la que podría
cambiarlo todo.

1456
54. Visita inesperada

Capítulo 54: VISITA INESPERADA


Abrí los ojos, sobresaltada debido a un mal
sueño, mi pulso se encontrada demasiado acelerado
y transpiraba como si hubiera corrido un maratón.
Casi temblando, me deslicé de la cama, quitando con
suavidad el brazo de Hareth que abrazaba mi cuerpo.
Al tocar su mano lo sentí demasiado caliente, el
calor que emanaba me estaba sofocando.
Ya de pie, giré para comprobar que él seguía
plácidamente dormido, abrazando una almohada, la
cual yo le coloqué por debajo de su brazo para que
no percibiera ese lado vacío. Se veía tan hermoso
con su cabello totalmente desordenado y con la boca
un poco entreabierta que no pude evitar
contemplarlo por algunos segundos. Agarré mi
teléfono y capturé ese momento.
Volví a sentir como un calor abrasador se
apoderaba de mi pecho, dejé el celular sobre la
mesita de noche y fui directo hacia el baño. Observé
mi rostro en el espejo, mis mejillas estaban
sonrojadas, mis ojos en vez de notarse cansados por
las pocas horas de sueño se veían brillantes, llenos

1457
de energía. Apreté mis manos sobre el borde del
lavamanos, sintiendo lo tibio que se encontraba.
Puse mis manos por delante de mi cara para verla
bien, no había nada raro, pero si sentí que algo muy
raro estaba pasando conmigo. Lo único que percibía
en mi entorno era calor, y no quería eso.
Me metí debajo de la ducha, el agua estaba tan
fría que podría congelar a cualquier ser humano,
pero después de estar un buen rato durante el chorro
de agua comencé a notar lo aliviada que se
encontraba mi cuerpo, despejé la mente y apoyé los
antebrazos contra la pared.
Mantuve los ojos cerrados, la oscuridad emergió
por delante de mí, rodeó mi cuerpo y un momento
después todo era blanco, di algunos pasos hacia
adelante, deteniéndome delante de ese espejo. Me
encontraba desnuda, pero había cortes por todo mi
cuerpo y la sangre fluía pausadamente, mi reflejo me
devolvió una mirada aterradora, alcé las manos por
delante de mi cara y esa vez vi mis manos lleno de
quemaduras y la sangre brotaba sin cesar,
manchando el piso de un color carmesí.
Subí la vista y un grito devastador salió del
interior de mi garganta por lo que vi, el reflejo en el
espejo subió la mano y con el dedo índice trazó unas

1458
cuantas letras mientras yo me alejaba lo más que
podía.
MIEDO.
Eso fue lo que escribió, el rojo de las letras se
deslizaba por el espejo mientras ella no hacía nada
más que sonreír con malicia.
Volví a la realidad totalmente exaltada,
preocupada y desorientada. Mi respiración se
encontraba errática, busqué el oxígeno con
desesperación, a pesar de encontrarme debajo de una
lluvia artificial tan fría que te helaban hasta los
huesos no me calmó, no evitó que mis pensamientos
volvieran a esa amplia habitación blanca.
Cerré la llave de la ducha con las manos
temblorosas, tomé una toalla y la envolví en mi
cuerpo. Estaba temblando y, a pesar de apenas salir
de la ducha, estaba sudando, sentía mucho calor. No
sabía lo que estaba pasando conmigo, mi cuerpo
estaba reaccionando de una manera muy diferente al
calor, como si lo repudiara.
El repentino ruido de la puerta abriéndose hizo
que guiara mi vista en esa dirección.
—Dioses, te ves mal —fue lo primero que dijo,
se veía preocupado, estaba somnoliento pero a pesar

1459
de eso se acercó a pasos seguros hacia mí, pero yo
hice algo que nos sorprendió a ambos: me alejé de
él.
Mis antebrazos estaban colocadas en forma de
equis por delante de mi pecho, con las manos
sobándome con fuerza y rapidez los brazos, meneé
la cabeza en ese proceso mientras retrocedía. Sentía
más calor, Hareth desprendía una calidez sofocante,
todo mi cuerpo me pedía que me alejara de él.
Temblaba, no lograba entender que era lo que
sentía con exactitud, de lo único que estaba segura
es que jamás quería volver a ver el semblante
decaído de Hareth por culpa de mi rechazo.
—Lo siento, hay… —me costaba hablar puesto
que apenas me había despertado y desde entonces
este era lo primero que estaba diciendo, me aclaré la
garganta y lo observé con precaución —hay un calor
en ti que me calienta demasiado —terminé de hablar
y me di cuenta que mi argumento se oyó
completamente estúpido, además de… sonar muy
mal. Abrí los ojos exageradamente ante ese hecho y
traté de rectificarme—. No, no me refiero a eso… tú
me entiendes —balbuceé, poniéndome
completamente nerviosa y sintiendo como el calor
ardía en mis mejillas, sentí la boca seca.

1460
—No me acerco —entendió, esbozó una sonrisa
agradable mientras elevaba sus manos en muestra de
paz—, pero tenemos que hacer algo en contra de lo
que tienes.
—¿Supones algo? —pregunté, queriendo volver a
meterme debajo de esa ducha para dejar de
inquietarme.
—Es tu parte vampiro —contestó lento, serio y
pensativo—, eso es lo único que puede justificar que
no quieras… tenerme cerca —murmuró las últimas
palabras, como si le costara decirlas—. Aunque no
entiendo por qué.
—Lo lamento.
—No es tu culpa —dijo al instante, quiso dar un
paso adelante pero se obligó a no avanzar, lanzó un
suspiro, pasándose su mano tatuada sobre su cabello
salvajemente desordenado—, creo saber que
necesitas, así que te traeré ropa y nos vamos.
Asentí, él salió del bañó y un momento después
regresó con un conjunto deportivo, me lanzó la ropa
y dejó los zapatos en el suelo y luego volvió a salir,
diciendo que me apresurase.
Me vestí con rapidez, sintiendo demasiada
energía.

1461
Abrí la puerta y salí viendo a Hareth de espaldas
a mí, observando por la ventana ya abierta, aún era
de noche, seguramente era de madrugada.
Volteó y con un gesto de cabeza me señaló la
puerta, fui hasta ahí y él se mantuvo a una buena
distancia mientras me seguía.
No tuvimos problemas para salir de la mansión,
los guardias nos miraron extrañados, pero no
protestaron ni dijeron nada ya que nosotros no
éramos cualquier persona.
Ya en la calle, comenzamos a correr, yo iba
adelante y él todavía mantenía esa distancia entre
nosotros, entendiendo que su calor por ahora no me
era del todo agradable.
El clima frío me ayudó a refrescarme, me sentí
tan bien con el viento soplándome en la cara
mientras avanzaba cada vez más rápido, no sentí la
necesidad de detenerme para recuperar el aliento.
—Parece que quieres superarme, eh —habló
Hareth, siguiéndome el paso, sonreí pero no dije
nada.
Él se colocó a la par mía, pero a la orilla opuesta
de la calle en la que yo me encontraba, siempre

1462
respetando la distancia que requería en ese
momento.
—Creo que estoy lista para un reto —mencioné
de repente, disminuyendo lentamente el paso.
—Si tú lo dices —dijo en voz baja, pero lo
escuché perfectamente, él se veía indiferente
mientras trotaba, se detuvo, yo también lo hice y
tomé varias bocanadas de aire, recuperándome del
cansancio que todavía no sentía. Me di cuenta que
ya nos encontrábamos muy lejos de casa—, ¿ya
puedo acercarme un poco más? —pregunto
entonces, me enderecé y crucé los brazos sobre mi
pecho, mirándolo con las cejas alzadas.
—¿Ansioso por tenerme cerca, señor Lewis?
—No sabes cuánto, señorita Dufour—respondió
en el mismo tono juguetón que yo. Nos miramos a
los ojos por varios segundos, alcé una mano y le
pedí que se acercara, él no rechistó.
No se acercó lo suficiente como para tocarme,
fue cauteloso, percibí la frialdad en el ambiente pero
él siempre mantenía algo cálido a su alrededor, quizá
todo se debía a que él era un lobo.
Hice ademán de acercarme a él, pero rápidamente
cambié de dirección y salí corriendo de ahí.

1463
—¡Tramposa! —lo oí gritar mientras me
perseguía, me reí e intenté no ser alcanzada por el
lobo.

Cuando el sol comenzó a hacer su aparición


regresamos, ya me encontraba mucho mejor, hasta
podría decir que normal, porque el cansancio por fin
se hizo presente al igual que la falta de sueño, nos
habíamos acostado tardísimo y a causa de ello ahora
me encontraba bostezando mientras andaba por la
carretera de la mano de Hareth.
—Tengo una idea —dijo él, deteniéndose, lo
imité y arrugué las cejas pidiéndole en silencio que
lo comentara—, nunca te has subido a mi lomo…
—¿Espalda? Sí lo hice.
—Hablo de mí… transformado —me aclaró,
emití un «ah» y él continuó su explicación—.
Llegaremos más rápido y mientras vamos podrás
descansar un poco, escuché que hoy tenías muchos
planes.
—Oh, Abby —me acordé, ya estaba
amaneciendo y se supone que nosotras nos íbamos a
ver en la primera hora de la mañana, pero recordé

1464
que era sábado y ella los fines de semana
acostumbraba a dormir hasta tarde, aunque
podríamos hacer una excepción.
Acepté la propuesta de Hareth, luego él comenzó
a desvestirse.
Le di la espalda, dándole privacidad.
—Parece que hoy no estará tan soleado—hablé
sobre el clima mientras él se quitaba la ropa, lo
escuché reírse ya que mantenía los ojos en el cielo
para no verlo.
—Escuché que en la noche habrá tormenta —
mencionó entonces—, voltea —pidió—, no estoy
completamente desnudo.
—Si así es —dije, obedeciéndole—, ¡por la
Diosa del orgasmo visual!—exclamé llevando mi
mano hasta mi cara para no verle— estas desnudo
—musité, lo escuché lanzar una sonora carcajada.
—La Diosa del… ¿Qué dijiste? —se siguió
riendo.
—No me cambies de tema —gruñí, molesta y
acalorada, aún sin quitarme las manos de la cara —
dijiste que no estabas desnudo.

1465
—Y no lo estoy —repuso—, mira… abajo, a mis
pies —dijo con intenciones de seguir riendo.
Lo miré a través de mis dedos, vi que todavía no
se quitaba los calcetines.
—Aún no estoy completamente desnudo.
Además, ya has visto todo en mí—se justificó.
—No es lo mismo —fingí estar enfadada, pero la
risa me ganó y solté una pequeña risa seguida de
otras más ruidosas, me di la vuelta para poder
quitarme las manos de la cara— ¿Nos vamos?
—Vámonos —dijo y segundos después escuché
el crujir de sus huesos al transformarse, me
estremecí por aquellos sonidos de huesos cambiando
de forma, ¡qué dolor!
Apareció por delante de mí un enorme lobo con
el pelaje de color marrón claro, su rostro era
totalmente inquietante, sus ojos color ámbar podrían
llegar a ser mi perdición si lo seguía mirando con
fijeza.
En la mente me pidió que recogiera su ropa, fui
por sus cosas y lo coloqué en un brazo, luego
regresé hacia él.

1466
Al ya tenerme por delante de él, flexionó sus
patas delanteras e inclinó su cabeza, pidiéndome en
silencio que me montara sobre él.
Le acaricié un lado de su cara, deslizando mi
mano hasta su lomo, era muy suave, todavía me
asombraba que un lobo apareciera mágicamente
cuando Hareth se lo propusiera, pero eso hace un
hombre-lobo, ¿verdad?
Me subí encima de él a horcajadas, me incorporé
y acomodé sus cosas, luego presioné los talones a un
lado de él, e incliné mi pecho hacia adelante para
poder sostenerme del pelaje de su cuello.
Él no siguió el camino a casa por la ruta, nos
adentramos en el bosque y caminó a pasos
tranquilos.
—¿Qué tal si corres? Quiero saber si la sensación
es maravillosa como me lo dijiste alguna vez
«Cuando logres convertirte en una loba sabrás lo
que verdaderamente significa, pero esto se le
asemeja bastante»— me respondió.
Logré reconocer el bosque en frente de la
mansión, Hareth estaba por salir en la calle cuando
varias camionetas dirigiéndose hacia la entrada de la
casa lo hizo detener y observarlos atentos como yo.

1467
El portón que no se le abría a cualquiera se
descorrió, permitiéndoles ingresar en el interior.
«Tengo que vestirme»
—Oh, claro —dije entendiendo lo que intentaba
decirme: bájate.
Lo hice, dejé su ropa en el suelo y me di la vuelta
para dejarlo vestir.
—Listo —me avisó, me di la vuelta para
contemplarlo—, vamos a descubrir qué es lo que
buscan aquí.
Quise preguntar de quienes hablaba, pero no me
dio tiempo para hacerlo, tiró de mi mano y salimos
del bosque.
El portón se abrió para nosotros de manera
automática, ingresamos en el interior y conté las
camionetas: cuatro.
Oh.
Mierda.
Intuí que la visita totalmente inesperada de esos
no traería nada bueno, pero no logré entender por
qué me había puesto tan nerviosa e inquieta.

1468
Lo descubrí segundos después y aquello tenía un
nombre: Aedus.
«¡Por la creadora de los hombres guapos! ¿Qué
hacía Aedus aquí?»
Cada vez nos acercábamos más, tanto que ya
pude desviar los ojos de él y notar al hombre a su
lado: Henry Grayson, y más hombres vestidos con
ropa elegante a sus lados.
—¿Qué está pasando? —le dije a Hareth en voz
baja.
—Es lo que intento averiguar.
Todos ellos estaban al pie de los escalones que se
deben subir para ingresar por la puerta principal,
conversando entre ellos, pero al vernos acercándose
su charla cesó y sus ojos se posaron en nosotros
poniéndome completamente nerviosa. Solo uno de
ellos dio un paso adelante y esbozó una gran sonrisa
para recibirnos: Grayson.
—¡Sobrino! —exclamó alegre, ¡descarado!,
pensé inmediatamente—, que gusto volver a verlos
—me incluyó, a Hareth le dio un leve abrazo
palmeando sus hombros y a mí solo me tendió la
mano. Me obligué a mí misma a no mostrarme
desagradable, acepté su saludo y noté como su mano

1469
hacía más presión de lo necesario, sus ojos
destellaron algo desconocido para mí.
—¿Y está sorpresa, Grayson? —preguntó con
seriedad Hareth.
—Es un caso improvisto, espero que no te
moleste que hayamos pasado por aquí.
—Cuando quieran —le contestó mi compañero.
—Lo sabía, por eso mismo me he tomado la
molestia de invitarlos a pasar, aún nos queda algunas
horas antes de ir a hacer nuestro trabajo, fue un largo
viaje…
—No te preocupes, mandaré ahora mismo para
que preparen todo para su corta estadía aquí.
—Sabía que podía contar contigo, como siempre
—le dijo Grayson, parecía orgulloso, su atención
cayó en mí—. No tuvimos mucho tiempo para
hablar —¿por qué será?, me dieron ganas de decirle
—, y espero que ahora tengas ganas de hacerlo
porque yo fui quien prácticamente crio a Lewis y
tengo demasiadas expectativas de cómo debería ser
su luna, su reina.
—Tengo claro… —comencé a decir, mi vista
encontró la de Aedus, quien se acercó hasta nosotros

1470
y no supe qué responder—. Lo tengo claro —
concluí tontamente.
Grayson me presentó a Aedus como si yo jamás
lo hubiera visto antes, nos estrechamos la mano y
todo, y la frialdad de su tacto fue todo lo que
necesité para mostrarme más serena ante el resto
cuando se presentaron ante mí.
Me excusé y fui la primera que ingresó en el
interior de la casa, prácticamente corrí subiendo las
escaleras hasta la segunda planta, me detuve en la
puerta de la habitación de Abby, toqué la puerta lo
suficientemente alto como para que segundos más
tarde un somnoliento Edward me recibiera con un
“Buenos días” y una mirada confundida.
—El Concejo está aquí —fue todo lo que necesité
decirle para que se despertara por completo.
Ingresé en la habitación, vi a Edward correr hacia
el baño, encerrándose en su interior. La luz era
tenue, el sol apenas estaba por salir completamente y
la poca luz que se filtraba por la ventana hizo que
distinguiera a Abby echada en la cama en una
posición que era mejor no describir.
—Despierta, dormilona —hablé con suavidad,
sabía lo mucho que odiaba que alguien la despertara,

1471
bueno ¿Quién no odiaba que lo despertaran?
Alargó una de sus manos solo para tomar una
almohada y colocarlo sobre su oreja, susurrando un:
—Shhh, mosquito.
—Ya quisiera que fuera un mosquito para solo
aplastarlo, pero no… —empecé a decir. En ese
momento Edward salió del baño, se veía mucho
mejor.
—Suerte con lo que sea que estés haciendo —
dijo con una sonrisa divertida, asumí que él entendía
lo que estaba pasando porque seguramente a él le
tocó varias veces levantarla.
—Necesito más que eso —respondí, viéndolo
salir del cuarto—. Ahora sí, te levantas ahora o digo
tu nombre completo—amenacé.
—Rouse —se quejó.
—Sí, soy Rouse y sabes que hablo en serio. Así
que tú me dices, Heaven… —no terminé lo que
estaba diciendo porque Abby levantó una mano
como diciendo: Ya me levanto, pero como mi amiga
es perezosa y se encontraba muy al borde de la cama
solo ese simple impulso de su mano y su tan rápido

1472
movimiento para detenerme hizo que se desplomara
en el piso, ¡demonios! Eso debió doler.
Su cuerpo estaba enredado en las sabanas y lo
único que se escuchaba en la habitación eran mis
carcajadas y algunos leves quejidos de mi amiga que
aún yacía en el piso.
—Estúpida.
—Siento que te lo estás diciendo para ti —dije,
calmando mi risa para ir a ayudarla.
—Ja, ja, ja —se rio irónicamente, aceptó mi
mano y se puso de pie, desenredando las sabanas de
sus pies con un par de patadas—, que comienzo de
mañana más excepcional, y no olvidemos la manera
en la que me desperté —en su rostro surcó una muy
mala imitación de entusiasmo.
La vi tirarse boca arriba en la cama, alcanzando
una almohada hacia su abdomen para abrazarla.
—Y será aún más fantástico cuando te diga
quienes están aquí.
Ella se reincorporó con rapidez, sentándose como
se les caracteriza a los indios sobre la cama,
observándome atentamente, sus oscuros ojos verdes
denotaban curiosidad.

1473
—¿Quiénes?
—Aedus…
—¡¿Qué?! ¿Cómo es que él está aquí? —se vio
alarmada—, no puede estar aquí, si están juntos,
cerca, lo que sea todo, será muy evidente.
—Lo sé —admití, llevándome la manos para
acariciarme las sienes—, Henry Grayson también
está aquí —solté—, en realidad gran parte de El
Concejo está aquí.
—¿Qué? Oh —casi pude vislumbrar el foco
encendiéndose por encima de su cabeza, una idea se
le vino en la mente—, si él está aquí ¡ahora voy a
poder escupirle en la cara por casi matarte!
—Abby, ¡por favor! —exclamé, contrariada.
—¿Qué? —se mostró inocente—, es lo menos
que puedo hacer.
—No vas a escupirle a nadie —aseguré, ella hizo
un mohín con los labios—, vamos a bajar ahí, nos
portaremos bien, ¡qué digo! —me reí, ella me miró
esperanzada, en sus ojos se reflejaban muchas
travesuras— ¡nos portaremos excelente! —toda
esperanza abandonó su rostro—y después
intentaremos descubrir qué hacen aquí, todo me dice

1474
que no es una simple visita, escuché decir a Grayson
que venían por trabajo…
—Y por lo que hemos escuchado su trabajo
consiste en “hacer el bien” —me interrumpió
haciendo comillas con sus dedos—, está bien, por
ahora no le escupiré ni haré nada inapropiado.
—Bien, entones prepárate, en media hora paso
por ti, iré a darme una ducha y ponerme presentable.
—Haré lo mismo.
—Menos mal, no queremos que nadie más vea
esa baba que tienes ahí —le señalé algo cerca de la
comisura de su boca, ella automáticamente se llevó
las manos ahí.
—¡Uy! Ya vete.
Me reí, saliendo de su habitación.
Tardé apenas unos 5 minutos bajo el agua de la
ducha, otros 5 en secarme y colocarme crema
corporal, otros 10 en elegir un atuendo y vestirme, y
los últimos 10 minutos los utilicé para hacerme un
bonito peinado de trenzas y maquillarme un poco.
Ahora mismo me encontraba por tocar la puerta
del dormitorio de Abby, pero no fue necesario, ella

1475
abrió la puerta en el momento en la que mis nudillos
ya estaban por llamar a su puerta.
—¿Coincidencia? No lo creo —dijo viendo mi
conjunto, constaba de unos shorts rojos con una
camiseta del mismo color, este dejaba un poco al
descubierto mi abdomen. Los combiné con unas
zapatillas negras con franjas blancas.
Abby usaba el mismo conjunto pero de diferente
color, era verde militar que le quedaba perfecto. Ella
los combinó con unas sandalias negras, llevaba su
pelo castaño suelto.
—Claro que no, lo elegimos juntas por chat —
dije entonces, nos reímos y nos dispusimos a
caminar.
—A ver a quien le queda mejor —exclamó dando
una vueltita delante de mí.
—A mí por supuesto —caminé como una modelo
delante de ella, terminé con una pose y al final nos
reímos.
Estábamos jodiendo porque sabíamos que allí
abajo las cosas podrían ponerse un poco tensa y así
era nuestra manera de fingir que nada malo estaba
pasando, sabía que ambas nos encontrábamos

1476
nerviosas, pero no había nada qué hacer para dejar
de sentirnos inquietas y preocupadas.
Llegamos al piso de abajo, hacia la izquierda se
encontraba la sala de estar, pero las voces venían del
lado derecho, en donde se ubicaba el comedor.
Abby enlazó su brazo con el mío, dándome
fortaleza.
Avanzamos hacia el comedor, justo en el umbral
apareció Hareth, él seguía vistiendo la misma ropa.
—Justo a tiempo, te encargo los invitados, reina
—avisó dándome un beso en la mejilla mientras
pasaba por mi lado.
—¿Invitados?
—Iré a ducharme, en un rato vuelvo, tranquila,
Hazal ya está ahí —eso me tranquilizó un poco,
después de decir aquello Hareth desapareció de
nuestras vistas.
—No entiendo por qué me estoy poniendo tan
nerviosa. Me contagiaste —dijo Abby.
—Si tú estás nerviosa imagínate como me
encuentro yo —me estremecí demostrándole como
estaba, ella se rio—, vamos, nadie va a comernos —

1477
intenté bromear, ella negó con la cabeza y cruzamos
el umbral al mismo tiempo.
El lugar era lo suficientemente amplio como para
que en una esquina hubiera un par de sofás, estos
eran más pequeños que las de la sala de estar pero se
veían igual de cómodos.
Nadie notó nuestra presencia hasta que Hazal
levantó su rostro y sus ojos dieron con nosotras, se
disculpó con las personas que hablaba y se acercó
hacia nosotras, viéndose sumamente nerviosa.
—Esto es un verdadero desastre —exclamó en
voz baja.
—¿Por qué crees eso? —le preguntó Abby—,
según mis ojos todo se ve bien y tranquilo.
—No me gusta no tener todo controlado y ahora
mismo todo está hecho un lío en la cocina y nadie
quiere mi ayuda porque todos conocen que ese sitio
no es mi fuerte a pesar de que algunas veces utilicé
el horno para hornear unas delicias, bueno, intento
de delicias.
—¿Qué está pasando? —pregunté.
—No todos aquí comen lo que habitualmente
comemos nosotros —contestó Hazal— y además

1478
esta Aedus Sallow, ¡por los dioses! Nunca había
venido antes —se veía a punto del colapso, ella
dirigió su vista hacia un lugar en específico, seguí la
dirección de su mirada y encontré a Aedus sentado
alrededor de la mesa junto a unas personas, al único
al que reconocí al instante fue al esposo de Hazal,
Malcom.
—¿Por qué? ¿Qué tiene él? —Abby dejó relucir
su curiosidad.
—No tenemos sangre de un vampiro convertido,
es un pura sangre y no cualquier sangre lo satisface,
no puedo ir y simplemente ofrecerle un café.
—Rouse puede hacerlo —soltó Abby, la miré mal
pero a la vez sorprendida, ella fue la que más me
instó para que no me acercara a él y ahora me estaba
llevando directamente hacia él, vio mi mirada de
desconcierto—, eres la reina y Lewis dijo que tú
estabas a cargo.
—No —negué con rotundidad.
—No creo que un vampiro quiera un café—opinó
Hazal.
—Si el café es bien amargo tal vez le guste, él se
ve bien… amargo.

1479
—Abby —protesté—, él no es para nada amar…
—me quedé completamente callada, Abby me miró
con la boca abierta y Hazal estaba parpadeando
mucho—, ya saben, pasé cuatro días en el castillo en
donde casualmente él vive y no lo vi… nada amargo
—concluí viéndome como una estúpida al igual que
mi excusa.
—Ah —emitió Hazal, comprendiendo—, bien,
iré a revisar la cocina —nos avisó y al cruzar el
umbral de la puerta la escuchamos soltar una
maldición.
—Ten más cuidado, Sally.
Era la voz de Grayson.
—Deja de llamarme así y deja de robar comida
—oímos quejar a Hazal.
Abby lanzó una risita divertida, veíamos su
espalda, pero a Grayson aún no, la pared lo impedía.
—Iré al baño —me informó Abby, soltando mi
brazo.
—No me abandones… —le decía mientras la
veía a punto de cruzar la puerta, pero me detuve
abruptamente mientras me cubría la boca con las
manos por la impresión: Abby retrocedía con las

1480
manos sobándose la frente y partes de su pelo le
tapaba la cara, Grayson solamente hizo una mueca
de disgusto.
Cuando ella estaba por cruzar el marco de la
puerta Grayson se hizo presente, Abby no tuvo
oportunidad para quitarse e impactó contra su pecho,
que por las maldiciones y el quejido que Abby
emitía deduje que el pecho de Grayson era tan duro
como se notaba.
—Ese vocabulario necesita ser corregida, Heaven
—Grayson lo dijo de una manera casual.
—Puede meterse su sugerencia por el… —
empezó a decir Abby totalmente enojada, mientras
apartaba su pelo para verlo bien, pero antes de que
terminara de hablar reaccioné y me metí entre ellos,
tapándole la boca a Abby y pidiéndole silencio con
la mirada, me volví hacia Grayson protegiendo a
Abby por detrás de mí.
—Mejor olvidemos este pequeño incidente —
sugerí, tratando de mostrarme tranquila.
—¡Claro que no! ¡Casi me rompe la nariz! —
vociferó Abby tratando de apartarme, resistí y le
mandé una sonrisa avergonzada a Grayson.

1481
—Déjala, quiero que termine lo que me estaba
diciendo—me dijo él, maldecí en mis adentros.
Grayson se veía sumamente tranquilo a pesar de que
mi amiga lo estuviera mandando a la mierda a mis
espaldas.
—Gracias —dijo Abby, mirándome, cuando me
corrí hacia un lado, ella se acomodó un mechón de
pelo por detrás de la oreja mientras volvía su
absoluta atención hacia Grayson.
—Con el respeto que no le tengo, le estaba
diciendo que puede meterse su sugerencia por el
culo, a mí nadie me dice cómo debo hablar, ¡mucho
menos portarme!
Sofoqué una exclamación de asombro,
llevándome las manos contra mi boca por todo lo
que acababa de decir Abby. Grayson se la quedó
mirando sin decir absolutamente nada, serio pero
para nada impresionado.
—¿Qué está pasando? —Hareth se asomó por
detrás de su tío, Edward apareció a su lado.
—¿Abby? —llamó a mi amiga.
—¿Tú dónde estabas? —preguntó ella, sonaba
enojada— ¿Acaso le estabas lavando el culo a tu
amigo Lewis?

1482
—¡Abby! —protesté, escandalizada.
—¿Qué tiene esta chica con los culos? —
Grayson sorprendió a todos con su pregunta.
—Le gustan mucho, pero más el mío —obtuvo
respuesta por parte de Edward, el rostro de Grayson
cambió a uno de disgusto—Uh, creo que no debí
haber dicho eso —recapacitó, pero ya era tarde.
—¡¿Qué está pasando?! —volvió a preguntar
Hareth, un poco alterado.
—Solo estábamos sufriendo las consecuencias de
la falta de sueño de esta personita —le contesté a
Hareth, señalando a Abby.
—¿Y cómo no? Si apenas dormí cuatro horas. Y
además me despertaron —bufó mi amiga.
—¿No serían cinco? —mencioné, haciendo
cuentas en mi mente de la hora exacta en la que nos
fuimos a la cama todos.
Ella me miró incomoda, después su vista viajó
hasta Edward.
—Oh —musitó Hareth.
—¿Así que todo esto se debió por la falta de
sueño de esta chica que no solo me mandó a la

1483
mierda sino que también mandó mis sugerencias por
el culo solo porque se durmió tarde por tener sexo?
—Mi tío es así de abierto —Hareth justificó a
Grayson—, él fue quien en mi adolescencia me
habló del sexo.
—¡No voy a hablar de esto! —determinó Abby.
—¿Qué ocurre? —preguntó Hazal, haciendo paso
entre los hombres que impedían la entrada al
comedor.
—Cosas interesantes, sobrina, cosas interesantes
—repitió Grayson.
—Nada de interesante, respete mi privacidad —
exigió mi amiga encaminándose hacia su
compañero.
Grayson la observó con una sonrisa ladeada, sus
ojos desprendiendo un chispeo extraño.
—Hace tanto que no nos entreteníamos de esta
manera —comentó un hombre de voz gruesa tras de
mí, me di la vuelta con lentitud y en ese momento
caí en cuenta de que nosotros no éramos los únicos
allí y que definitivamente estábamos montando un
gran show para el resto.

1484
Todos nos observaban y yo no podía con tanta
vergüenza.
Mis ojos se toparon con esos ojos color carmesí,
su mirada era malditamente cautivadora, las
comisuras de sus labios se alzaron ligeramente en
una sonrisa misteriosamente atrayente.
—Necesito tomar aire —fue lo único que dije
antes de salir apresuradamente de ahí, me escabullí
por debajo del brazo de Hareth y corrí hasta la
cocina, esta tenía una puerta que daba al gran jardín
y allí es en donde me fui. Había pocos guardias
inspeccionando el lugar.
Respiré hondo procesando todo lo que había
pasado en la mañana e intentando tranquilizarme,
después volví dentro de la casa. Al ingresar en el
comedor vi que todos ya se encontraban sentados en
sus respectivos lugares, aún no servían el desayuno
pero estaban por hacerlo.
Me senté en el lugar asignado para mí al lado de
Hareth, él por supuesto estaba sentado en la
cabecera de la mesa, al igual que Aedus en el otro
extremo, bien lejos de mí.
Hacia el otro lado de Hareth se encontraba
sentado un hombre que no conocía, a su lado estaba

1485
sentada Abby, después Edward, a mi lado estaba
Hazal y a su lado su esposo, y al lado de Malcom
estaba Grayson, Hannah no estaba porque pasaría el
fin de semana en la casa de su amiga Josseline, en
New Hope.
No sabía por qué pero intuí que ese desayuno no
sería olvidado con facilidad.
Minutos más tarde todo estaba bastante normal,
tanto que ya asustaba, parecíamos estar desayunando
en tranquilidad con unos amigos y no con los
enemigos.
Enderecé mi espalda y le pedí a Hazal que
repitiera lo que me acababa de decir, todos parecían
mantener una conversación tranquila entre ellos, en
algunas ocasiones observaba a Abby y de ahí echaba
un rápido vistazo hacia Aedus. Él no hablaba
mucho, respondía más con monosílabos y solo decía
frases completas cuando le parecía necesaria.
Todo se encontraba muy normal, en un momento
todos permanecimos en silencio durante un minuto
entero hasta que Grayson, muy interesado en Abby,
le habló.
—Y dígame, señorita insulta culos.
Abby casi se ahogó con lo que estaba tomando.

1486
—Discúlpeme, ¿cómo me ha llamado? —dijo
ella totalmente incrédula, recuperándose de su tos.
—La pregunta iba dirigido hacia cualquiera, pero
veo que no le desagrada el apodo —a pesar de no
poder ver a Grayson me imaginé una sonrisa
arrogante en sus labios.
—¡Claro que sí! Yo puedo ser la más educada
cuando me lo propongo —expresó totalmente
ofendida Abby, se llevó la taza de café a sus labios
con delicadeza, tomó un sorbo y sus ojos desafiantes
volvieron hacia Grayson.
—Eso veo —escuché decir al tío de Hareth,
alguien intervino entre ellos nombrando a Grayson
sobre un asunto. Estuvieron hablando sobre ello y
me pregunté si Abby estaba con el periodo como
para no ser tímida, bueno ella nunca fue tímida,
mayormente era muy sociable pero me parecía muy
raro la manera tan casual que llevaba una
conversación con Grayson.
Me incluyeron en una conversación, estuve
respondiendo algunas preguntas muy personales
evadiendo algunas que me incomodaron bastante.
Si la memoria no me fallaba el que ahora se
encontraba hablando era Damon Relish, un

1487
hechicero. Con ese apellido, no me iba a resultar
complicado recordar su identidad.
—Entonces decidimos dejarlo pasar, y ese fue la
primera vez que El Concejo no intervino en una
decisión mostrándole a todos que sin nuestra
intervención todo se iría… perdonen el vocabulario
—se disculpó antes de continuar hablando —al
carajo —terminó, estaba contando una anécdota de
hacía unos años, la cuestión es que yo no le había
prestado atención a su historia, pero parece que mi
amiga había centrado su absoluta atención en su
relato.
—¿Usted dice que las personas no son capaces de
seguir sus propias ideas al temer fracasar? —
interrogó ella, Damon no tuvo tiempo para
responderle porque Grayson intervino rápidamente.
—Querida, detrás de una idea siempre está el
temor al fracaso —comenzó a decir él, tan
espontáneo que me dio mala espina—. Nuestra
corporación no solo está para ponerle orden a lo que
se cree natural hoy en día, también estamos para
aconsejar a los líderes que piden nuestra ayuda,
todos tenemos un lugar preciso y trabajamos para
que cada acción que hagamos resulte todo un éxito.

1488
—Aunque esa acción implique matar —replicó
Abby, su mirada expresaba mucho más sus propias
palabras.
—En este mundo sobrenatural matar no te
condena si ese ser se lo merecía —contestó Grayson,
calmado.
Vi como Abby se inclinaba un poco más hacia
adelante, sus ojos estaban fijos en una sola persona.
—¿Usted no asesina inocentes? —indagó ella, en
su voz se podía identificar claramente un tono
irónico—. Si así es me parece que nosotros no
tenemos la misma semejanza con respecto a la
palabra inocente.
—¿A qué te refieres? —podría intuir que
Grayson ya conocía la respuesta pero de todos
modos hizo la pregunta, su voz había adoptado un
tono neutro y aquello provocó que un sabor amargo
me recorriera la garganta y el apetito se esfumara.
Hareth y Edward intentaron desviar el tema, pero
tanto Abby como Grayson no le hicieron caso, sabía
lo que Abby diría y no sabía cómo podría terminar
esto si ella abría la boca.
—Hablo de causar daño, mucho daño —reiteró,
me preocupé por lo que diría a continuación, la miré

1489
con fijeza intentando que ocurriese un milagro para
que ella me mirase y se callase—, un daño incapaz
de curar —continuó, me moví un poco hasta la orilla
de mi silla y estiré mi pierna derecha por debajo de
la mesa para intentar obtener su atención en mí—,
un daño en el alma.
—Sé de qué quieres hablarme así que dímelo más
claro, sin titubeos.
La mesa era muy ancha y mis piernas demasiado
cortas como para alcanzarla, me removí en mi
asiento con las manos sujetando los costados de la
silla para no caerme, volví a estirar la pierna y a
moverla de un lado a otro intentando que esta rozara
la de ella.
—Un dolor en el alma, un vacío en los ojos y un
sentimiento incapaz de volver a sentir, ¿sabe lo que
se siente acaso? —cuestionó Abby, dejando relucir
un poco de enfado en su voz.
Balanceé la pierna de un lado a otro intentando
alcanzarla con la punta de mi zapatilla. Escuché el
chirriar de la silla y sentí como se movía un poco
hacia atrás.
—Si lo que estás intentando con tus palabras es
darme un sermón, como mi sobrino aquí presente,

1490
ahórratelo, sé lo que hago y lo más importante, sé lo
que quiero alcanzar —repuso en voz alta y grave
Grayson—, ¿adivino a dónde querías llegar con sus
palabras o me lo dices?
Abby estaba por responderle, sus ojos parecían
dos bolas en llamas por lo enojada que le habían
puesto las palabras de Grayson, ella estaba lista para
responderle, pero yo puse todo mi empeño para
impactar mi pie con una pierna, lo hice tan fuerte y
tan de pronto que no había calculado bien la
distancia y entonces por equivocación le di una
patada por debajo de la mesa al tipo que estaba
sentado delante de mí, y no a Abby, este emitió un
quejido que llamó la atención de varios, incluido la
de Abby, aunque yo también lancé una maldición, el
golpe me había dolido más a mí que a él pero no
maldecí por eso.
Mi trasero reposaba apenas en la orilla de la silla
que con ese golpe tan fuerte se deslizó hacia abajo,
la silla se movió hacia atrás y todo mi peso se fue
directo en el piso y mi espalda recibió un fuerte
dolor por culpa de la silla que también se había
caído por completo, causando un estruendo que
captó la atención de absolutamente todos.
¡Carajo de los mil demonios!

1491
La mitad de mi cuerpo, mis piernas para ser más
específicos, se encontraban debajo de la mesa,
escuché el chillido horrorizado de Hazal a mi lado y
la ruidosa carcajada de Abby.
Hareth al instante vino a ayudarme, escuché el
chirriar de las patas de la silla removerse con
violencia y momentos después sus brazos por debajo
de mi cabeza.
—¡Esto es el karma, amiga, ahora entiendo por
qué te reíste de mí! —oí decir a Abby.
Me quedé aturdida y no quise abrir los ojos por la
vergüenza que sentía.
Podía oír con claridad todo lo que pasaba a mi
entorno, pero la vergüenza era mucha como para
verlos después de mi caída para nada agradable.
—¿Te duele algo? —escuché la pregunta de
Hareth, él me ayudó para sacar las piernas por
debajo de la mesa y me cargó en sus brazos.
—Fue como recibir un masaje —musité,
aferrándome al cuello de su camiseta, nunca
abriendo los ojos.
Varias personas se acercaron hacia nosotros para
preguntarme cómo estaba, lo único que respondí fue

1492
un “Estoy bien”, Hareth dio varios pasos conmigo
en brazos hasta depositarme sobre algo cómodo, me
di cuenta que era el sofá y me dejé recostar ahí y un
momento después abrí los parpados con lentitud.
Su rostro fue lo primero que vi y a un lado de él
la de Abby, ambos con semblante preocupado, la
cabeza me dolía a horrores y no me di cuenta del por
qué hasta que noté la sangre en la mano de Hareth,
me exalté y me llevé la mano por detrás de la
cabeza, Hareth detuvo mi mano y me dijo que todo
iba a estar bien.
—Tranquila, el doctor ya viene en camino —
reconocí la voz de Hazal, todo comenzó a darme
vueltas y las voces se oían cada vez más lento.
—Rouse —Hareth me llamaba, sus manos a los
lados de mi cara, lo observé a través de mis pestañas
húmedas por las lágrimas que comenzaron a
acumularse en mis ojos— ¡Traigan al jodido doctor
ahora!
Antes de perder la conciencia eché un vistazo a
las demás personas que nos observaban en silencio,
mi vista se encontraba borrosa y lo último que quise
ver fueron los ojos color carmesí de Aedus, pero él
ya no estaba.

1493
—¡Auch! —me quejé, sobándome con suavidad
un lado de la pequeña herida que tenía por detrás de
la cabeza, la herida era diminuta, lo que causó mi
desmayo fue la impresión por haber visto tanta
sangre acumulada manchando la mano de Hareth. El
doctor Parrish únicamente desinfectó y cubrió la
herida casi inexistente con una gaza, podría sentir el
pequeño pinchazo del dolor en esa parte, pero lo que
más me dolía era la cabeza en sí.
—No exageres —dijo Abby, ambas nos
encontrábamos en mi habitación, solas, me había
despertado hacía unos minutos y ella había seguido
todas las indicaciones del doctor al darme las
pastillas que me recetó.
—El dolor es real —murmuré, cerrando los ojos
con fuerza intentando que la punzada en mis sienes
disminuyera.
—Lo sé, perdona —mencionó en tono bajo y
suave.
—Deberías —dije entonces y comencé a relatarle
el motivo de mi caída, por supuesto que no era su
culpa que yo fuese tan torpe—… ¡sentí tanta
vergüenza!

1494
—No es para tanto, no creo que nadie lo
recuerde.
—Claro —bufé, girando el rostro hacia las
ventanas, ya estaba por anochecer o solamente eran
las nubes que cada vez cubrían más el cielo, tal vez
Hareth no mentía cuando me dijo que habría
tormenta.
—Lo importante es que ya se fueron, no
descubrimos qué es que lo vinieron a hacer en
Milford pero podemos investigar otra cosa —volví
la atención en ella y noté el libro que traía en la
mano.
Linaje Real: Grayson, se podía leer en la portada.
Ella comenzó a ojearlas, eran biografías de los
antepasados, hasta tenían fotografías de esas en
blanco y negro, muy antiguas. Nada interesante
hasta que llegamos a una de las páginas finales, una
hoja había sido arrancada seguido de todas las
demás palabras que describían a la persona, esta se
encontraba después de la biografía de Henry
Grayson, finalmente vimos a una hermosa mujer, era
Helen Grayson, la madre de Hareth seguido de su
padre.

1495
Abby volvió a la hoja arrancada, seguramente
tenía las misas dudas que yo ¿Quién las había rotó?
Y lo más importante ¿A quién describía esas hojas?
El dolor de cabeza no me estaba permitiendo
recalcular.
—¡Mira, mira! —Abby me llamó—, más bien
escucha —asentí en su dirección— “Las fotografías
vistas en estas biografías en realidad son cuadros
pertenecientes la familia Grayson que pueden
hallarse en el salón principal en el castillo de dicha
familia”.
—El instituto —dije.
—Creo que el salón que menciona es la sala de
descanso, y por lo que recuerde no hay cuadros de
pura decoración —habló, pensativa—, pero
seguramente están en un deposito o algo así en el
mismísimo castillo —concluyó.
—¿Qué piensas? —pregunté directamente.
—Lo que creo es que ya tenemos una aventura
para esta noche.
—¿Qué? Recuerda que estoy herida —me excusé
llevándome una mano en la cabeza, en la parte
afectada.

1496
—Tú misma has dicho que no es nada.
—Pero es sábado, el instituto está cerrado —le
recordé.
—Escuché que hoy estaría abierto —mencionó
en un susurro.
—¿Tanta suerte tenemos? —dije, insegura.
—En realidad oí decir a Grayson que allí harían
“su trabajo” —respondió—, si queremos averiguar
de qué va… no tenemos otra alternativa que ir ahí.
—Buena jugada —me rendí—, está bien, iremos.
—Necesitamos transporte—comentó—, no creo
que Edward, mucho menos Lewis, nos pasen una
llave diciendo “Disfruten su paseo”, ah, y también
debemos encontrar la manera de salir de aquí sin que
nadie se dé cuenta.
—Eso déjamelo a mí, sé de alguien que puede
ayudarnos a salir de aquí y lo del trasporte —me
quedé pensando por un momento—, dile a Brenda o
Anthony que nos den un aventón.
Tiempo después ya estábamos por poner nuestro
plan en marcha, eran las siete de la tarde y media
hora atrás había solicitado que Malia me trajera una
bebida, le pedí a Lía el favor de mostrarnos una

1497
salida que no estuviera vigilada. Ella dudó en
hacerlo pero con Abby pudimos convencerla.
Entonces ella nos estaba esperando en un pasillo
cerca de la cocina.
—Anthony me acaba de avisa que en 10 minutos
llega en el lugar que le indicamos.
—Perfecto, ya debemos salir entonces —
respondí.
Abby metió el libro en la única mochila que
preparamos, lo alzó en un hombro y me miró
decidida. Lancé un suspiro por mis fosas nasales y
volví a hablar.
—Esperemos que los chicos sigan ocupados y no
se den cuenta de nuestra ausencia hasta que
volvamos.
—No tendremos tanta suerte —dijo Abby.
Nos encontramos con Lía, alcanzamos el final del
pasillo indicado y ella activó un mecanismo secreto
que reveló la entrada a un sótano. Lía nos dio un una
linterna a cada una, pero luego presionó un
interruptor que iluminó el sótano para que
pudiéramos bajar los escalones sin tropezar,
realmente todo estaba muy oscuro.

1498
—Esas son para el túnel que deben atravesar.
—Okey —dije temerosa. Otra vez estábamos
arriesgándonos al bajar un maldito sótano.
Descendimos esas escaleras, no había tanto que
ver, ese espacio no era inmensa, no contenía nada
relevante, lo único que captó mi atención fue una
puerta de acelero totalmente asegurada.
—¿Y esa puerta qué? —Abby me señaló la
puerta de metal.
—Ese es el pasillo que deben seguir —
escuchamos decir a Lía, mostrándonos dicho lugar
— las guiará directamente al inicio del bosque,
saldrán de aquí sin problemas. Yo debo regresar
arriba.
—Está bien —dije—, muchas gracias, Lía. Te
debo una.
Ella se despidió y se apresuró escaleras arriba,
encendimos la linterna en cuanto ella nos avisó
desde arriba que le tocaría apagar la luz.
—Esperemos que el interior del castillo de noche
sea menos terrorífico —expresó Abby, mientras nos
adentrábamos en ese pasillo, bueno túnel. Entonces

1499
algo de pronto nos hizo detener: un ruido—, dime
que eso no proviene por detrás de nosotras.
—Lo haría, aunque eso sería mentirte.
Otro sonido más, Abby apuntó su linterna en
dirección de ese ruido y dos inmensos ojos nos
recibió.
—¡Ah! —el grito de mi amiga asustó al animal—
vamos, ¡vamos! —Exclamó mientras más ratas se
hacían notar ante nuestra vista.
Reaccioné y me moví, dejando atrás esos
tenebrosos roedores corriendo por el oscuro pasillo
que iluminamos con la luz de las linternas.
—¡Más rápido! —gritó Abby cuando el chillido
de esas ratas de alcantarilla hicieron eco por todo el
lugar, más hacia nuestra dirección ya que el pasillo
cada vez se volvía más estrecho.
Logramos salir vivas, caminamos por la orilla del
bosque un par de minutos hasta que vislumbramos el
auto de nuestro amigo, corrimos hacia el vehículo
con precaución.
—Hey, chicas, se ven mal —nos saludó el
pelinegro cuando nos vio llegar, él nos estaba
esperando apoyado en el capó de su auto.

1500
—Ni que lo digas, acabamos de casi vivir un
infarto por el susto —le dijo Abby, lo saludamos y le
agradecimos que nos recogiera.
Ingresamos en el auto y minutos después ya
estábamos llegando en el instituto, para nuestro
asombro la enorme verja se encontraba abierta,
Anthony nos dejó en el estacionamiento gracias a
eso.
—Las espero, no van a tardar, ¿verdad?
—Eh… —Abby me echó un vistazo—, depende,
vamos a buscar unos cuadros, ¿de casualidad tú
sabes dónde metieron los antiguos cuadros cuando el
instituto era habitado por la realeza?
—En el sótano —contestó. Jódeme, pensé
automáticamente.
— ¿Y nos puedes dar indicaciones? —dijo Abby.
—Esto se oye como a una aventura, me gusta, si
quieren les muestro el camino —no nos dio tiempo
para responder ya que salió del auto.
Salí seguido de él, cerrando la puerta de atrás con
suavidad.
—Eso sería grandioso —Abby aplaudió por
detrás de nosotros—, vamos, no hay tiempo que

1501
perder.
Eché un vistazo a las camionetas estacionadas y
después me dispuse a caminar a la par de ellos.
Con cada paso que daba percibía algo crecer en
mi estómago, algo bastante raro, quizás era un mal
presentimiento, pero ya estábamos allí y no nos
iríamos hasta descubrir quién era la persona restante
en ese libro de biografías y averiguar qué trabajo
estaban haciendo El Concejo en ese lugar.
La noche se volvió más espesa, el viento rugía
con fuerza indicando que en cualquier momento la
tormenta comenzaría. 

—----—
54/60
Notita antigua ;( 
¡Hola! Espero que estén bien al igual que
espero que les haya gustado el capítulo 54…
¡1 MILLÓN!
Muchísimas gracias, ¿Notaron que ya llegamos a 1
M de leídas? Esto no podría haber sido sin ti, tú
que estas leyendo esto ahora. Gracias❤.

1502
55. Un Grayson

Capítulo 55: UN GRAYSON


—Están bien preparadas, ¿eh? —comentó
Anthony cuando Abby le iluminó con la linterna las
dobles puertas del instituto para verificar si estas se
encontraban con llave o no—. Parece que la suerte
está de nuestro lado —dijo corroborando que las
puertas se encontraban sin seguro, las abrió, cruzó el
umbral y con un asentimiento de cabeza nos invitó a
hacer lo mismo.
—Es entendible que se encuentre abierta —
razoné, alumbrando con la linterna los pasos que
daba—, después de todo parece que nosotros no
somos los únicos aquí.
—¿Qué estarán haciendo los demás? —curioseó
Abby, observando hacia los lados que la luz de su
linterna le proporcionaba.
—Hasta acá puedo percibir el poder que los
rodea, a lo que sea que estén haciendo no debemos
interferir —sugirió, o más bien, nos pidió el
pelinegro, se colocó en el medio de nosotras y miró
el amplio lugar en la que nos encontrábamos. Giró

1503
su rostro hasta uno de los pasillos y nos indicó ese
camino.
—Me dieron una linterna extra por si una fallaba,
¿la quieres? —le preguntó Abby cuando dimos el
primer paso a esa dirección, sin la necesidad de
detenernos, él le respondió.
—No, gracias, seré más moderno y utilizaré esto
—dijo sacando su teléfono del bolsillo delantero de
su jean, sonrió de lado y añadió—: y si esto falla —
encendió la linterna de su celular—tengo también
esta opción —se nos adelantó y se detuvo delante de
nosotras para enseñarnos a qué se refería. Sus ojos
azules brillaron completamente oscurecidos.
—Guau, me gustaría poder hacer eso —expresó
una entusiasta Abby, retomamos nuestro camino,
mirando los entornos con precaución, no queríamos
que nadie nos pillara.
Anthony iba al frente ya que era él quien nos
guiaba, él conocía el camino mientras que Abby y
yo, a pesar de que el día anterior recorrimos gran
parte de la estancia del castillo no bajamos a ningún
sótano al temor de que… volviese a estar hechizado
o quién sabe qué clase de magia pudiera tener.
Únicamente rogamos para que ese sótano fuese
como cualquier casa normal, que tuviera las cosas

1504
antiguas que ya no se quieren utilizar pero sí
conservar; como los cuadros de la familia Grayson
que estábamos buscando.
—¿A qué se debe su interés por los cuadros? —
preguntó Anthony—Si se puede saber, por supuesto
—agregó con rapidez.
—Uhm —dudé en hablar, Abby iluminó mi
rostro con la luz de su linterna lo que ocasionó que
instintivamente entrecerrara mis ojos, lanzando una
exclamación de protesta en el proceso—, quita eso
de mi cara —dije mirando hacia otro lado.
—Es que quería escuchar tu respuesta —se
defendió mi amiga.
—Y a la vez dejarme ciega —musité—, de igual
modo, la respuesta te corresponde dar a ti, querida
amiga.
—Es que me interesé en conocer más a
profundidad sobre la familia Grayson —lo dijo sin
dudar—, y resulta que las imágenes que Rouse y yo
vimos en un libro sobre esta familia en realidad son
fotografías encuadradas que deberían de estar aquí,
en algún lugar del instituto.
—Si ya vieron las imágenes en ese libro ¿por qué
quieren volver a verlas? —Anthony dejó relucir su

1505
curiosidad, cruzamos un pasillo hacia uno que
llevaba hacia el comedor— ¿no sería lo mismo?
—No —contestó Abby, su voz se oyó seria e
intrigante—, conocimos a algunos antepasados de la
familia Grayson excepto a uno, varias páginas del
libro estaban arrancadas dejando una gran incógnita
a mi parecer. Una equis que se necesita resolver.
—Wow —el pelinegro no ocultó su asombro—,
entonces espero que esa equis obtenga la respuesta
que deseas sino no habrá valido la pena adentrarnos
a un oscuro castillo prácticamente de noche,
arriesgando nuestras vidas por si de la nada aparece
un monstruo, interesante.
—Que imaginación la tuya —Abby lanzó una
risita divertida—, pero sí, resultaría más interesante
si el coco apareciera.
—Nada de monstruos —objeté, recordando la
horrible criatura en la que se convirtió el ser que
fingía ser Scott.
Ambos se rieron, como si mi reacción les hubiera
resultado graciosa.
Sus risas cesó, bueno por lo menos la de Anthony
que se había puesto serio de repente, disminuyendo
los pasos de su caminar. Abby al notar que se reía

1506
sola dejó de hacerlo y centró su atención en el
pelinegro que cada vez se veía más serio, si es que
eso era posible.
Nos quedamos quietos y en silencio, con Abby
compartimos una mirada de desconcierto y volvimos
la vista hacia Anthony, vimos como su expresión
concentrada cambiaba a uno de preocupación y
horror. No tardamos demasiado en saber el motivo
porque escuchamos un gran estruendo del otro lado
de la puerta que daba hacia el comedor, la cual se
encontraba a escasos metros de nosotros.
Anthony fue el primero en reaccionar, nos tomó a
ambas de la mano y tiró de ahí, echándose a correr
con nosotras tratando de seguirle su rápido andar.
—¿Qué fue ese ruido? —logró formular la
pregunta Abby entre jadeos por la necesidad de
respirar sin tener que estar corriendo agitadamente,
prácticamente estábamos corriendo a ciegas, no todo
era oscuro, se podía ver pero era mucho mejor ver
bien para no tropezar ni chocar con cualquier cosa.
Las linternas encendidas en nuestras manos
temblorosas no podían quedarse quietas, nos
movíamos con prisa intentando huir de…

1507
Un aullido desgarrador parecía hacer eco por
todo el lugar, me heló la sangre al igual que casi me
paralizó del susto, si Anthony no me estuviera
arrastrando lejos de aquellos sonidos desbastadores
que hacía estoy segura que me habría quedado
quieta, inmóvil.
—Viene para acá, corran, ¡corran! —la voz de
nuestro amigo se escuchó autoritaria, nos liberó de
su agarre y nos dio un empujón para que
siguiéramos corriendo.
—¿Y tú? —preguntó Abby, su respiración estaba
entrecortada, elevó la luz de su linterna señalando a
Anthony.
—Las alcanzo afuera.
—Es peligroso, no puedes quedarte —expresé
como si él no lo supiera ya.
—El tiempo corre… —sus palabras se quedaron
en el aire cuando un golpe fuerte nos hizo dar un
respingo por el susto, instintivamente iluminamos la
dirección de donde parecía venir ese sonido.
Me quedé expectante al distinguir unos ojos
dorados en la oscuridad, si no fuera por el brillo de
sus ojos jamás lo hubiera vislumbrado puesto que su
pelaje era negro, igual que la oscuridad que poseía

1508
ese pasillo en el cual este nos observaba desde la
poca, pero agradecible, distancia que se había
detenido al detectarnos.
La sensación de peligro fue mucho más evidente,
aquello activó la adrenalina en mi interior, mi pulso
se aceleró drásticamente y mi respiración se detuvo
al percibir la mirada filosa de aquel lobo. El corazón
me latía a una velocidad tan deprisa que sentí que en
cualquier momento se me saldría del pecho.
—Una mujer lobo —oí decir a Anthony—, y no
parece para nada amigable —nos lo dijo en voz baja,
como si al hablar en un tono de voz un poco más
elevado las cosas podrían salirse de control, o en
este caso, darle indicios equivocados a la bestia.
La mujer lobo mantenía una posición de ataque,
ladeó su cabeza de un lado a otro, entreabriendo su
boca en donde se distinguía unos colmillos que
podrían acabar con tu vida en unos pocos segundos.
Sus ojos dorados centellaron de ira, de rabia,
muchos sentimientos de molestia se vieron
reflejados en aquellos ojos, avisándonos que en
cualquier momento podría saltar hacia nosotros.
—La enfrentaré, suban al coche y si no las
alcanzo a tiempo se largan, ¿de acuerdo? —la voz de
Anthony hizo que desviara los ojos de la loba.

1509
Vi como él le daba la llave de su auto a Abby, ella
comenzó a retroceder hasta detenerse a mi lado.
Cuando volví la vista hacia Anthony lo vi
quitándose los pantalones, ese fue la señal para que
la loba se acercara a grandes zancadas hacia nuestra
dirección. Abby me sujetó con fuerza por el brazo
mientras me obligaba a retroceder junto a ella,
ambas aterrorizadas por lo que veían nuestros ojos.
Al pelinegro apenas le dio tiempo de quitarse el
jean, la loba cada vez se acercaba más, tanto que lo
obligó a destrozar sus demás prendas cuando de un
salto se convirtió en un enorme lobo de un pelaje
gris.
Ambas bestias saltaron uno encima del otro,
atacándose sin ninguna pizca de piedad. La loba
parecía tener mucha fuerza y mucho enfado, tanto
que se notaba por forma en la que usaba sus dientes
para lastimar al lobo gris y la manera despiadada en
la que actuaba.
Entre gruñidos escuché la voz de Abby,
llamándome.
Ella tiró de mí y comenzamos a correr en
cualquier dirección, en ese momento reaccioné de
mi estado de perplejidad y corrí a su lado. Teníamos
que ir hacia la salida, pero la preocupación que tenía

1510
hacia Anthony me mantenía bastante ocupada y no
supe realmente por dónde y, mucho menos, hacia
dónde estábamos yendo.
—¿Lo oyes? —me preguntó Abby, deteniéndose.
Ella apuntó la linterna hacia nuestro alrededor,
observando, su respiración se encontraba agitada al
igual que la mía, alcé mi linterna iluminando su cara
llena de pánico.
—¿Qué? —dije con confusión. Ella no me
contestó enseguida, miré hacia atrás, por donde
habíamos venido para verificar si la loba no nos
perseguía.
—Nada —respondió finalmente, mi ceño se
frunció aún más.
Escuché unos pasos apresurados acercándose,
inmediatamente me puse en alerta y estaba
preparada para tomar a Abby de la mano y correr
como si nuestra vida dependiera de ello, ah, sí
dependía.
—¿Qué hacen aquí? ¡Ya deberían estar fuera! —
nos reprendió Anthony, llegando hasta nosotras
utilizando solo su pantalón.
—¿Y la loba? —le pregunté.

1511
—La distraje, hice que me persiguiera y la guie
hasta un pasillo sin salida, pero en cualquier
momento puede regresar y en cualquier momento
ellos pueden aparecer —dijo apresuradamente.
—Como ahora —escuchamos la voz de Abby, la
miramos y seguimos la dirección de su mirada para
confirmar que efectivamente la mujer lobo ya estaba
aquí.
Anthony nos hizo girar, rodeó sus dedos
alrededor de nuestra muñeca y tiró de ahí
obligándonos a correr, otra vez. Oímos los pasos
apresurados de la loba por detrás de nosotros, gruñía
mientras nos perseguía.
Llegamos hasta una puerta doble, esta si no me
equivocaba daba hacia el gimnasio, me encontraba
totalmente perdida. Anthony intentó abrirla, pero
para nuestra mala suerte la puerta se encontraba con
llave. Había un pasillo horizontal el cual podíamos
seguir, resignado se volvió hacia nosotras y en ese
momento la loba llegó, nos mostró sus afilados
dientes mientras gruñía con los ojos destellando pura
rabia.
—Corran —ordenó Anthony antes de destrozar la
única prenda que le quedaba cuando volvió a
convertirse, le obedecimos al instante, fui hacia la

1512
derecha y un momento después me giré, dándome
cuenta de que Abby se había ido hacia la izquierda,
en ese momento vi el cuerpo de un lobo tirado
contra los casilleros, apunté con la linterna en esa
dirección para saber de quien se trataba; era
Anthony y parecía muy herido, unos ojos dorados se
vieron irrumpidos en mi campo de visión.
Abby gritó mi nombre en ese momento, pero yo
no podía apartar los ojos de la mujer lobo que se
acercaba hacia mí con una expresión que daba
miedo, retrocedía mientras ella avanzaba como los
leones cuando estaban por agarrar a su presa,
¡mierda!
Anthony volvió a lanzarse encima de ella, ya
parecía muy cansado.
Con esa distracción, salí corriendo por la misma
dirección, Abby se apresuró para alcanzarme.
Momentos después logramos llegar hasta el amplio
lugar que daba inicio a los pasillos, a unos pocos
metros de nosotras se encontraba la salida, las
puertas se encontraban entreabierta.
Pensamos que ya todo iba a estar bien, lanzamos
un suspiro de alivio. Rogué en mis adentros para que
Anthony lograra salir con vida, pero ese
pequeñísimo momento de alivio duró bastante poco.

1513
La mujer lobo apareció por un pasillo y por el
otro se vio llegar al lobo gris, bastante lastimado,
pero por lo que me habían dicho los licántropos solo
necesitan segundos para curarse, según la
profundidad de la herida.
Ambos volvieron a ponerse a la defensiva, a mis
espaldas escuché el sonido de varios truenos seguido
de la iluminación de los relámpagos los cuales me
permitieron ver con bastante claridad la sangre que
fluía por alguna parte del cuerpo lobuno de Anthony,
entonces, llena de impotencia y el enfado
aumentando cada vez más y más, di un paso
adelante.
¿Quién demonios era esa loba? Y lo más
importante de todo ¿Por qué nos atacaba?
—¿Qué haces, Rosy?
—Acabo con esto —le respondí a Abby.
Flexioné las rodillas hasta que una tocó el suelo,
luego coloqué mis manos a mis costados, en el
suelo, las sentí calientes.
—¿Qué intentas hacer?—insistió Abby.
—Asustarla, el fuego funciona para espantar
animales salvajes, ¿no?

1514
Lancé un suspiro y procedí con lo que estaba
haciendo, me imaginé una línea de fuego
expandiéndose desde la punta de mis dedos hasta
rodear a la loba, pero sucedió algo rarísimo, algo
que me dejó sumamente desconcertada.
El fuego sí detuvo la pelea porque sí la rodeó, la
mujer lobo ladeó su cabeza y en vez de que el fuego
aumentara de tamaño y se le acercara más, que era
lo que yo quería, hizo todo lo contrario. Me erguí y
acomodé mis manos por delante de mí, intentando
encender con mayor intensidad y elevar las llamas
del fuego hacia ella, pero el fuego se apartaba de
ella, era como si… como si ella también lo estuviera
controlando.
Los ojos dorados de la loba me veían con
suficiencia, tan arrogantes que terminó de
enfadarme, me enojé y exploté como lo hacía Furia
en la película de Intensamente.
Fantasía, lo dije solo porque no quería arruinar
mi atuendo.
Me acerqué más, la loba hizo lo mismo, me
mostró sus dientes para intimidarme, le mandé una
mirada dura y llena de furia.

1515
Volvió a oírse varios truenos, la iluminación de
unos rayos hizo que mi vista viajara hasta sus patas:
las llamas se acercaban y ella retrocedía.
Sonreí para mis adentros aunque mi sonrisa no
duró mucho, la loba dio un gran salto y se escapó de
las llamas que la rodeaban, hizo que estas
disminuyeran mientras que yo me quedaba estática
viendo cómo se me acercaba y yo no hacía ningún
movimiento, ni siquiera para apartarme.
Sentí un fuerte jalón por mi brazo izquierdo,
trastabillé y fui directo al suelo, cayéndome con las
manos apoyadas a un costado de mí, por más dolor
que sentí giré el rostro, el pánico me invadió al ver a
Abby totalmente expuesta ante la mujer lobo, esta
vez parecía que nada ni nadie nos salvaría, parecía
que nadie la salvaría. Quise reincorporarme con
rapidez, elevé una mano, pensé en el fuego
expandiéndose alrededor de la loba y quemándola,
pero no podía concentrarme por la impotencia que
sentía, entonces sucedió.
Un lobo de un tamaño superior al de la mujer
lobo apareció, llegó en el momento justo para jalarla
por detrás con una fuerza impresionante. La loba
impactó contra la pared, ocasionado un ruido
estruendoso, se incorporó con rapidez en una

1516
posición de ataque, pero el lobo, que era de un
oscuro color marrón oscuro, se irguió con grandeza
dejándole notar su poder, esta inmediatamente se
cohibió.
Me puse de pie, fui hasta Abby que parecía a
punto de desmayarse.
Otro lobo apareció, fue directamente hasta la
loba, la olfateo y parecía inspeccionar que estuviera
bien. Sin embargo, esta se alejó lo más que pudo del
nuevo lobo que apareció, un momento después salió
huyendo, nos pasó de largo y se perdió en la gran
tormenta que había, ambos lobos se fueron detrás de
ella.
—¡Anthony! —exclamé preocupada, fuimos a su
encuentro, él yacía en el suelo aún en su forma
lobuna, se veía fatal— ¿Qué hacemos por ti? ¿Estás
bien?
Subió la vista para vernos, cerró sus parpados y
temí que se muriera, ¡Dios, no!
—Aún desprende calor, no está muerto —Abby
respondió ante mi inquietud. En ese momento él
volvió a abrir los ojos, se levantó con cuidado y dio
unos cuantos pasos a nuestro alrededor para probar
su fuerza.

1517
—¿Puedes transformarte? —pregunté.
Él negó con la cabeza y me señaló la ropa de
Abby, tocándola con su hocico, ella se exaltó un
poco. Después nos indicó con la cabeza una nueva
dirección, ya no estaba muy segura de querer volver
a meterme en las profundidades de esos oscuros
pasillos, pero no nos quedaba de otra.
Acompañamos a Anthony hasta la puerta del
gimnasio, recordamos que este se encontraba
cerrada por ende Abby y yo nos resignamos, hasta
giramos para volver por nuestros pasos, pero
entonces escuchamos el sonido de la puerta
abriéndose bruscamente, volteamos y quedamos
impactadas al ver como el lobo con toda su fuerza
había abierto la puerta, sin tirarla del todo.
Ingresamos en el interior, Anthony se adentró en
el cambiador de los chicos, seguramente en su
antiguo casillero aún conservaba alguna ropa vieja.
Aproveché que me encontraba a solas con Abby
para preguntarle cómo estaba, ella fue sincera
conmigo al decirle que casi se hizo pis por el susto,
nos reímos y nos abrazamos efusivamente.
De pronto, se apartó de mí, lo hizo tan
repentinamente que hasta me preocupó. Su vista

1518
estaba nuevamente entornada, pareciera que ella
volvía a escuchar ese algo que yo no. Se apresuró
para llegar a la puerta y salir, los pasillos seguían
oscuros.
—Hey, ¿qué sucede? —pregunté, deteniéndola
por el brazo cuando me di cuenta de que tenía
intenciones de irse.
—Es… no lo sé —contestó, cerró sus ojos,
frustrada—. No entiendo qué pasa, puedo percibir
ese sonido que me llama desde una dirección lejana.
—¿Está pasando otra vez? La última vez que
intentamos seguirlo se detuvieron de pronto, creo
que es porque había mucha gente. Ahora es nuestra
oportunidad, si aún lo oyes, hay que seguirlo.
—¿Qué pasará con Anthony?
—Volveremos rápido, solo echaremos un vistazo
al lugar que guíe y regresamos.
Ella se vio indecisa, tardó varios segundos en
responder, y cuando lo hizo solo asintió.
Encendimos las linternas, con una mano Abby
apuntó la luz delante de ella y la otra lo colocó en la
pared, deslizó la yema de su dedo índice en las

1519
paredes que pasábamos. Yo solo la seguía en
silencio.
Nos detuvimos al final de un pasillo, ya no había
por dónde ir, Abby seguía con su dedo en la pared,
este trazaba pequeños círculos y después los deslizó
de forma horizontal hasta que apoyó la palma de su
mano en la pared vertical. Algo se iluminó, el brillo
de un color blanco pareció dibujar la silueta de sus
dedos. Luego ocurrió algo que sorprendió a ambas,
me fui a colocar a su lado inmediatamente, la pared
se había abierto, más bien, se había deslizado hacia
un lado por completo, detrás se veía el comienzo de
unas escaleras hacia una oscuridad que daba miedo.
—¿Ahora tenemos que bajar, verdad? —pregunté
lo obvio, Abby giró su rostro para verme, conocía
esa mirada, sus ojos tenían ese brillo de curiosidad
que necesitaban ser saciadas.
—Sé que es arriesgado, no conocemos lo que
podría haber ahí —supe a qué se refería al instante
—, pero siento que allí están las respuestas. Nunca
habíamos llegado tan lejos.
—Si tenemos suerte quizá sea el sótano que
estábamos buscando desde el inicio —dije
esperanzada, ella se rio.

1520
—Ya tuvimos demasiada suerte al salir ilesas de
esa bestia, no creo que tengamos tanta.
—¡Qué positiva!
—Solo… vamos.
Reunimos todo el valar que pudimos, las
escaleras eran bastantes amplias como para que
anduviéramos una al lado de la otra, nos echamos un
vistazo rápido para dar el sí con la cabeza para que
al mismo tiempo diéramos el primer paso en el
escalón de concreto seguida de otras.
Las linternas seguían alumbrando únicamente los
peldaños que parecían no tener fin, el aire se volvió
más pesado, a mis costados solo había paredes como
si fuesen las barandas de la escalera.
Debajo del castillo había una profundidad,
definitivamente el lugar al que íbamos no era un
sótano cualquiera, pero tampoco podía suponer qué
podría haber, que cosa tan retorcida podía esconder
esa profundidad y qué tan malo resultaría para
nosotras conocer lo que ocultaba.
Me pareció una eternidad pisar el último escalón,
pero lo logramos, apuntamos las linternas hacia
todas las direcciones posibles como si temiéramos

1521
que en cualquier momento algo pudiera salir desde
la penumbra para atacarnos, nada de eso ocurrió.
—Esto es… —Abby no parecía encontrar las
palabras indicadas para describir el sitio, caminó por
delante de mí observando el amplio pasillo que se
extendía hacia otro espacio.
—Algo difícil de creer —dije completando lo que
sea que pensaba decir, avanzamos, por encima de mi
hombro y con la ayuda de la iluminación de la luz de
la linterna, miré la escalera: aterrador. Volví la vista
al frente, mis pasos eran inseguros, pero mis
sentidos estaban en alerta hacia cualquier sonido, o
en un caso extremo, movimiento extraño, tan alertas
para huir.
—¿Qué es este lugar? —se maravilló mi amiga
cuando ante nuestros ojos se distinguió algo
parecido a un templo, automáticamente mi mente me
recordó esos templos en Egipto dedicadas
especialmente a sus Dioses.
—Creo que deberíamos irnos— dije cuando algo
extraño, pero aterrador, se instaló en mi pecho—, o
por lo menos regresar de día —intenté convencerla
—¿Abby? —me exalté cuando no la vi, la busqué
desesperadamente con la mirada, escrutando

1522
preocupada el entorno hasta encontrar su silueta a
unos metros de mí, curioseando una pared.
Me fui rápidamente hasta donde estaba y observé
lo que estaba viendo, era un enorme cuadro con
símbolos extraños, podría también ser un idioma
desconocido para mí.
Al girar el rostro hacia Abby, ella no estaba, corrí
alcanzándola cuando la visualicé caminando por el
único pasillo que había.
Me quedé completamente anonada cuando me
permití mirar el amplio lugar, Abby estaba a mi lado
con la misma cara de incredulidad que yo. No sabía
si este lugar era digno de una escena de terror o todo
lo contrario, el sitio era de un tamaño grande, sus
paredes se extendían hasta el primer piso del castillo
y su techo parecía ser la de una torre, al final de este,
en sus costados, estaba rodeado por pequeñas
ventanas de vidrio. La luz del exterior que se filtraba
era la de los relámpagos, se veían tenues, nos
encontrábamos demasiado lejos como para que esa
luz nos mostrara más de lo que nuestras linternas lo
hacían.
Una mano en mi hombro hizo que diera un
respingo por el susto.

1523
—¿Qué haces, loca? —exclamé en voz baja,
reconociendo el rostro de Abby a una distancia
decente del mío.
—¿Has visto eso? —me preguntó, ella misma
guio mi vista, colocando sus dedos en mi barbilla y
guiándola en la dirección que quería, mostrándome
lo que mencionó.
En el medio del lugar vislumbre una… cama.
¿Qué rayos?
Ladeé la cabeza con el entrecejo fruncido,
realmente confundida. Estaba demasiado
concentrada observando el techo como para
visualizarlo antes.
—¿Qué hace una cama en el medio de la nada?
—Vamos a ver —dijo, tomando mi mano libre y
jalándome hacia ese lugar, en el transcurso Abby
soltó mi mano, no me pareció nada raro y yo seguí
andando, adelantándome.
Inspeccioné la cama de una plaza, era alta y de
hierro forjado, muy bien hecho. Lo raro fue ver
cadenas, grilletes en realidad, en la cabecera y en el
pie de la cama. Inmediatamente lo comparé con las
camas de los manicomios, esas tenían cuerdas para

1524
sostener al paciente y esta parecía tener la misma
función.
Oí un quejido de dolor, vi a Abby sujetándose
con fuerza al final de la cama, sus dedos agarraban
con fuerza la sabana negra que cubría el colchón
para nada cómodo. Apunté con la linterna su rostro y
noté sus ojos cerrados.
—¿Qué tienes? —pregunté preocupadísima al
verla temblar en su lugar, sus manos fueron a tapar
sus oídos, lo único que salían de sus labios eran
pequeños jadeos. Ella no me respondió, me acerqué,
dejando la linterna reposar en la cama, y coloqué
mis manos en sus hombros.
—Ya sé que es este lugar —fue lo que dijo
cuando abrió sus ojos, me espanté por el tono de su
voz tan serio y por sus ojos acuosos.
Abrí la boca para hablar, pero ella se me
adelantó.
—Y debemos salir de acá ahora, estás en peligro
en este lugar.
Quería saber de qué me estaba hablando, a qué
clase de peligro se refería, pero no fue necesario
porque entonces aparecieron: ellos se hicieron
presente.

1525
Escuchamos el sonido de unas pisadas
acercándose y nuestra atención rápidamente se
dirigió al lugar de donde parecían provenir esos
pasos intimidantes. Había dos extensos pasillo que
parecía conducir al mismo lugar, de ahí comenzaron
a salir unos hombres con túnicas y capuchas negras,
caminaban con pasos seguros uno detrás del otro,
ese lugar se encontraba mucho más oscuro por el
cual se nos dificultaba bastante distinguirlos.
Comenzaron a dispersarse mediante ingresaban a
esta estancia, hicieron una línea vertical cerca del
perímetro.
—Oh no —oí la voz de Abby.
—El Concejo —lo dije para poder creérmelo en
realidad, todo se veía tan película de terror, en mis
oídos zumbaba una musiquita de suspenso y todo.
—Vaya, vaya, vaya, ¿pero a quien tenemos aquí?
—una voz masculina habló tras nosotras, giramos al
instante y en ese momento comenzaron a encenderse
varias luces iluminando por completo el lugar,
haciendo que entrecerráramos nuestros ojos por unos
segundos y parpadear un par de veces para
acostumbrarnos a la luz—. Pero si es mi nueva
sobrinita y su amiguita insulta culos.

1526
Grayson se nos acercaba lentamente, no pude
evitar notar que solamente llevaba puesto un
pantalón, iba descalzo y en sus hombros y pecho se
podía percibir varias gotas, de lluvia tal vez,
descendiendo hacia su torso completamente
marcado, su cabello estaba totalmente desordenado
y húmedo, era corto pero de todos modos tenía un
buen volumen. Su aspecto asemejaba a esos tipos
psicópatas que parecían agradables pero que en su
interior albergaba algo oscuro y siniestro.
Una parte de mí necesitaba admitir que Henry
Grayson estaba bueno, era guapísimo a decir verdad.
Abby no esperó mucho para responderle.
—Tenemos nombres por si no lo sabe —escupió,
rabiosa.
—Nosotras… —fue mi turno de hablar, pero
apenas pude decir esa palabra porque Grayson me
interrumpió con su repentina carcajada. Alcé las
cejas con confusión, viéndolo escéptica.
—Por la manera en la que me ves diría que no te
agrado.
—Eso es mentira —repuso Abby, con una
exagerada indignación en el tono de su voz—, no le
aguanto en realidad.

1527
“Uhhh” me dieron ganas de decir, pero lo
contuve.
La sinceridad de mi amiga no me sorprendía.
Hubo un incómodo silencio durante largos
segundos, aproveché ese momento para ojear a los
presentes que mantenían una gran distancia de
nosotros, la túnica y la capucha sobre sus cabezas
ocultaba muy bien el rostro de cada quien. Pero
pareciera que yo tenía una gran habilidad para
reconocerlo a él.
—Dejaré pasar ese cometario —dijo Grayson sin
perder su aire divertido—mejor díganme… ¿Qué
hacen aquí? Está prohibido por si no lo sabían.
—Pues cuando ingresamos no había dos nomos
custodiando la puerta, mucho menos un cartel de
“prohibido pasar” —contestó Abby.
—Que graciosita nos resultó la niña —comentó
viéndola fijamente, se detuvo a dos metros de
nosotras—. Puedo suponer que la conexión que
tienes con Lewis es bastante fuerte como para que
hayas podido abrir la puerta —me habló a mí,
tuteándome, como si esta fuese una conversación
completamente normal.

1528
—Yo no… —intenté decirle que yo no fui, pero
él siguió hablando como si yo nunca hubiese abierto
la boca.
—Sin embargo, me desconcierta que hayas
podido encontrar el lugar exacto —dijo pensativo,
bajando la vista con expresión pensativa—, ¡pero
ya! Estás aquí y eso es… agradable —pronunció
lentamente esa última palabra después de realizar
una leve pausa, sus ojos marrones estaban fijos en
mí.
—En realidad… —comenzó a decir Abby.
—Y que estés aquí es realmente bueno, al igual
que las habilidades que mostraste allí afuera —
continuó hablando él.
—¿De qué habla? —pregunté con temor, pero sin
que en mi voz se detectara que estaba un poco
asustada.
—No te hagas la tonta, mentiste —me acusó
directamente—, a nosotros nadie nos miente,
detectamos la mentira—por un momento su vista
cayó por detrás de nosotras, pero rápidamente volvió
a centrar su atención en mí—, pero creo saber cual
nos impidió detectarla—aclaró—. El anillo, y te

1529
exijo en el nombre de todas las especies
entregármelo.
—¿Usted se está escuchando? —exclamó Abby
—. No es nadie para exigirle nada.
—Créeme que lo soy, soy un alpha de sangre real
y si yo lo deseo puedo hacer que se postren ante mis
pies, así que tu elijes —dijo, viéndome—, me lo
entregas por la buena o hago que me lo des no
siendo consciente de tus actos —determinó
seriamente.
No sabía a qué se refería, pero su tono afirmante
y semblante serio ya me daba una idea.
—¿Para qué lo quiere? —quisiera que mi voz se
hubiera oído más firme, pero fue un leve susurro
temblorosa.
—Para que podamos comenzar con nuestro
trabajo —respondió.
—¿De qué rayos está hablando? —interfirió una
molesta Abby.
—Seguramente notaron esa loba rabiosa, eso
sucede cuando la bestia se apodera completamente
del cuerpo humano por primera vez, nublando el
juicio y actuando como un animal salvaje —nos

1530
contó—, su huida fue un desliz, en un chasquido de
dedos pudimos volver a atraparla pero entonces
percibimos que ella no era la única por la zona,
deberían saber que salir de noche no es
recomendable para dos pequeñas curiosas.
»Quise divertirme un rato —sonrió—, y el
resultado de ello fue magnifico.
—Si a eso se quiere referir a que una mujer lobo
casi nos asesina, muy bien —ironizó Abby,
mandándole una mirada fulminante.
—A lo que quiero llegar es a que es momento de
que conozcas donde comenzara tu futuro, Rouse —
antes de que dijera algo, Grayson continuó hablando
—, tú aún no puedes controlar a tu parte loba y
vampiro, y para que el ritual de expulsión dé inicio
se necesita absoluto control de esas partes. Y para
ello es necesario que te deshagas de lo que te impide
ser tú.
—No puedo dárselo —aseguré.
—No lo hagas, no me lo des a mí —me
sorprendió lo que dijo—, lo único que te ordenamos
es que tienes tres meses para prepararte y asimilar
que serás perteneciente únicamente a la raza
licántropo, y además reina, qué afortunada.

1531
—¿Y si no quiero?
—Ya hablamos de que aquí se dejan de lado los
deseos, querida—llegó hasta donde estaba, su mano
se dignó a tocarme un lado de mi rostro y me obligó
girar el rostro hacia una dirección especifica— ¿Ves
esa cama? Ahí te obligaremos si no cooperas.
—¿Qué fue lo que hicieron? —dije con rencor.
—Nuestro trabajo, expulsamos a la intrusa.
Y en ese momento caí en cuenta de que esa loba
una vez fue híbrida, toda su rabia se debía por lo que
ellos le hicieron, a lo que ellos le arrebataron. Su
enfadó dominó a la bestia y ella quiso acabar con
todo a su paso porque de algún modo necesitaba
liberar todo el odio contenido.
—¡Eres un monstruo! —exclamé, girándome
hacia él y empujándolo con todas mis fuerzas.
Grayson ni se inmutó y alzó las comisuras de sus
labios mostrándome una sonrisa siniestra.
—Todos lo somos, hasta tú —dijo con simpleza,
reprimí el impulso de darle un puñetazo.
—Me desagrada su actitud tan sereno, es como si
en realidad nada le importara —le hizo saber su
opinión Abby, Grayson la observó—. Cuando se

1532
arrepienta de sus actos quizá ya sea demasiado tarde,
estará tan enmierdado que lo único que le quedará
será esconderse en el culo del mundo.
—Yo no actúo sin antes averiguar si será un
éxito, tranquila que los arrepentimientos no me van
—le contestó tranquilo.
Abby únicamente lanzó un resoplido y lo miró
mal.
Me encontraba con los puños apretados a mis
costados, sentí el ardor de mis uñas hacer presión
contra mis palmas, pero aquel dolor no se
comparaba con todo el revoltijo que estaba
sucediendo en mi interior. Me tragué la bilis que
subía por mi garganta y quise dejar de temblar; no
era miedo lo que sentía, se trataba de una rabia que
no sabía cómo manejar, una vez más me sentí
impotente ante esta situación, estábamos rodeadas
de ellos, nos tenían atrapadas y a pesar de que
Grayson fuera el único que nos hablaba yo sabía, por
algunos gestos que hacía él, que ellos se
comunicaban con él.
—Como a mí no me van las disculpas, algo más
en común —dijo con un fingido alegre Abby
mientras me apartaba de Grayson—. Supongo que
podemos irnos.

1533
—Supones bien. Aunque…
—¡Nada! Nos vamos —Abby tiró de mi brazo
para que caminara.
—Espera —le pedí, ella se detuvo y me miró
arrugando sus cejas intrigada—. ¿Por qué nos dejó
llegar hasta aquí?
—No las dejé, ustedes lo hicieron solas, además,
no me preocupaba porque solo un Grayson o la
pareja de uno tiene el poder para abrir la puerta,
recuerda que tu compañero es un Grayson —explicó
y por un momento solo me le quedé mirando
cuidadosamente, buscando una señal de mentira en
su rostro, pero no encontré nada. En lo único en lo
que pensé es que yo no abrí la puerta. Abby me
observó seguramente con las mismas dudas en la
cabeza.
—Deben irse, han llegado por ustedes y ahora
mismo no me gustaría estar en sus zapatos —
comentó, ajeno a lo que en realidad sucedía—. Nos
volveremos a ver pronto, señoritas.
Abby prácticamente corría por el amplio pasillo
hasta llegar a la estancia que parecía ser un templo
sagrado, en ese momento ella soltó mi brazo y
disminuyó su caminata.

1534
La luz de su linterna se apagó de pronto,
dejándonos en la oscuridad.
—¿Y a esta cosa que diablos le sucede?
—Me parece que es mucho mejor no maldecir en
este lugar.
—Como sea, nos vamos, creo recordar el camino
—mencionó moviéndose a ciegas. No podía verla,
quise seguir el sonido de su voz pero ella se quedó
callada, no escuché absolutamente nada, ni siquiera
su respiración.
— ¿Abby? ¿Me hablas?—dije con los brazos
estirados hacia adelante y balanceando las manos de
un lado a otro para poder encontrarla— ¡Abby!
—Shhh —siseó alguien por detrás de mí, tan
cerca que podía sentir la frialdad que emanaba su
cuerpo. Dejé caer mis manos a mis costados, sentí el
roce de sus dedos con los míos.
—No quiero verte —declaré, aunque era mentira.
—Prácticamente no lo estás haciendo, todo está
oscuro aquí.
—Entonces… no quiero tenerte cerca.

1535
—Miéntele a otra persona, Rose, a mí no me
engañas —susurró contra mi oído, me encogí de
hombros sintiendo el estremecimiento recorrer mi
cuerpo.
—¿Qué fue lo que hiciste? ¿Dónde está Abby? —
pregunté al apartarme ligeramente de él.
—Detuve el tiempo —me respondió con
simpleza.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Es una habilidad que no comparto con nadie,
así que espero contar con tu silencio, será nuestro
secreto, ¿puedo confiártelo?
—Sí —dije automáticamente, aún bastante
asombrada por su revelación.
—Me gusta que seamos cómplices —su forma de
decirlo me estremeció inevitablemente.
—Mejor dime cómo es que puedes ser parte de
esto —exigí saber en una nota seria para
recuperarme de la sensación de calor que me
transmitía su presencia, su tono íntimo.
—Ya conoces esa respuesta.
—¿Qué es lo que quieres entonces?

1536
—Aprovechando que acabas de saber cómo
podrías ser sometida a ese ritual, incluso cuándo,
solo quiero decirte que es únicamente tu decisión
hacerlo. Si, sé que van a obligarte si no lo aceptas,
pero estoy yo, Rose. Si estás conmigo, nadie puede
tocarte. Solo tienes que decidirlo.
«Yo estoy con Hareth» quise decirle.
—¿Ninguno tiene remordimientos? —terminé
diciendo.
—Nunca experimenté el significado de esa
palabra —me dijo al instante, sus manos subieron
hasta los lados de mi cara, su cuerpo rozó el mío y
yo no tuve el valor suficiente para apartarme —. ¿Te
imaginas por qué? —meneé la cabeza en respuesta
—. Por ti.
—No puedes culparme a mí por… —acalló mis
palabras colocando directamente su mano contra mi
boca.
—Deja que termine —pidió—, es culpa tuya
porque ya había perdido cualquier atisbo de
esperanza por encontrarte y por eso disfrutaba de
sobremanera el sufrimiento ajeno y ver a los
híbridos despejándose de una parte esencial me
llenaba de satisfacción. Sé que suena mal pero

1537
cuando no tienes nada que perder te aferras a lo más
mínimo que te causa una emoción.
»No puedes culparme de ser como soy porque
apenas conozco lo que es la empatía, no lo he
sentido jamás hasta apenas unas semanas cuando me
di cuenta de que si la ley de los híbridos no se
revoca tú serás arrebatada de mi lado. Pertenecer a
El Concejo y realizar el trabajo que nos toca me ha
dado a entender que no podría soportar verte
amarrada en aquella cama lista para destrozar tu
cuerpo. Mientras esa hibrida estaba por ser sometida
al ritual de la expulsión yo… —hizo una larga
pausa, sentí su frente rozar la mía y sus dedos
acariciar mis labios hasta que guio su mano en mi
mejilla, entonces continuó hablando—, yo en todo
momento me imaginé que esa podrías ser tú, que
eras tú.
—Todo lo que has dicho ha sonado horrible, eres
un ser despreciable, Aedus —pronuncié esas
palabras siendo lo más verdadero que le había dicho
nunca, mas no me aparté de su lado sino que hice
todo lo contrario, alcé mis manos y los coloqué
sobre sus hombros, los deslicé hasta su mandíbula y
con los ojos cerrados pude percibir con más
intensidad la locura que provocaba en mí, era
retorcido lo que estaba a punto de decir—. Pero eso

1538
no cambia absolutamente nada, no va a provocar que
yo deje de desearte como lo hago porque tu
sinceridad me ha conquistado.
—Rose —murmuró, quizá no esperaba tal
confesión de mi parte.
—Lo único que debes saber es que nunca es tarde
para cambiar el rumbo de una historia.
—Mi camino eres tú, solo tú.
—Y de alguna manera… —comencé a decir,
acariciando su rostro y tratando de verlo, sin
embargo todo era oscuro, entonces recordé que yo
soy su fuego en la oscuridad e hice lo que mejor
sabía hacer: encenderme, entonces le di luz a las
tinieblas que nos rodeaba con mi cabello hecho en
llamas—. De alguna manera llegarás a mí porque yo
no pienso huir de ti.
—Créeme que lo haré, Rose.
Como si el fuego no le afectara, Aedus deslizó
sus manos por mi pelo y me regaló una sonrisa
genuina, con sus ojos color rojo reflejando las
llamas delante de él. Lo observé seria, después
sonreí porque Aedus significaba fuego y a mí no me
importaría arder junto a él.

1539
 

1540
56. Una estable

Capítulo 56: UNA ESTABLE


Abby
Por un extraño motivo la luz de la linterna se
apagó. Pero ese hecho no me impidió seguir
caminando e insistirle a Rouse para que hiciera lo
mismo. Ella me estaba hablando, solo que de pronto
no la escuché más.
Entonces comencé a insistirle a la linterna para
que volviera a funcionar, y de golpe se prendió,
enfoqué la luz en dirección a mi amiga y ahí la vi.
Su linterna también se había encendido de repente.
No perdimos más el tiempo y nos apuramos en
abandonar este aterrador sitio, la entrada se
encontraba cerrada pero con el mismo método
conseguí que se abriera.
—Si Grayson dijo la verdad, ¿sabes lo que eso
significa? —me dijo Rouse.
—Lo último que desearía en este mundo es ser
familia de ese —protesté—. Estoy por entrar en una
crisis por este misterio que se acaba de mezclar con
otro, el «qué soy» ahora está acompañado de

1541
«quiénes son mis padres». ¡Nadie sabe mi puto
origen! —caminé más rápido huyendo lejos de esa
información proporcionada por Henry.
—¡Espera, Abby! —Rouse logró que frenara de
golpe en cuanto su mano se aferró a mi antebrazo
izquierdo, me volví hacia ella insistiéndole para que
hablara rápido. Dioses, tenía un terrible afán por
salir de este castillo—. Tienes que saber algo.
—Dímelo ya.
—Se me acaba de prender una neurona —
exclamó con nota de culpabilidad, fruncí en ceño al
no captar que intentaba decirme—. Creo que el
golpe que recibí en la cabeza me afectó de más…
—Solo dilo, ¿okey? —la apuré un poco
exasperada.
—El cuadro que estábamos buscando, la
fotografía, las hojas faltantes en ese libro de
biografía —dejó un expectante suspenso al pausar
durante pocos segundos. La expresión de Rosy
alertaba sobre una información que tal vez no me iba
a agradar recibir—, creo saber a quién le pertenece.
A la compañera de Henry Grayson —reveló de
golpe.

1542
—¿Él tiene pareja? —me sorprendí. De verdad,
no había pensado para nada en que Henry Grayson
tuviera compañera. Él se veía como todo un
libertino, se notaba serio pero también inspiraba un
aire libre y salvaje.
—Ella murió, Abby —me dijo Rouse—. Su
compañera fue asesinada en garras de un híbrido.
—¿Murió? —pronuncié sin poder creérmelo. Su
trágico final desencadenó acontecimientos todavía
más fatales y siniestros.
—Me enteré hace poco, le pregunté a Hareth el
motivo que impulsaba a Grayson a cometer esta
sanción a los híbridos, y él me lo dijo. Lo hace
exclusivamente por ella, es su forma de vengarla,
Grayson repudia a todos los híbridos por el error de
uno.
—No puede dejar el pasado atrás —murmuré con
la cabeza invadida por esa mirada oscura y
tormentosa que le pertenecía a él. Había detectado la
profunda tristeza y miseria que habitaba en sus ojos,
también en su forma de verme. ¿Por qué? No tenía
ni la menor idea.
—También creo que fue conquistado por el poder
supremo, como bien dijiste una vez, el puesto que

1543
tiene es una posición increíble. El Concejo es la
organización que domina el sistema de este mundo,
Henry Grayson es su líder, el que impone las reglas,
las cuales todos deben acatar. Grayson es un
soberano que no renunciaría por nada al poder que
alcanzó.
—Eso lo tengo claro, ¿por qué lo haría? —objeté
—. De todas maneras, el asunto de Henry Grayson
no es de nuestra incumbencia, sí, la muerte de su
compañera lo ocasionó todo, pero nosotras no
tenemos el poder de hacer que milagrosamente él
recapacite y le pida disculpas a la especie que se ha
dedicado a extinguir.
—La única forma de que esto pare es que Harun
salga vencedor, me voy a fiar de lo que sea que
planee.
—Bueno, te dieron un ultimátum. Tres meses
para ese ritual, Rouse. No consigo ver una forma de
escapar de esto, siento que ni huir ayudará. Pero lo
podemos intentar si quieres.
—Será nuestro último recurso, ¿okey? Por el
momento, no me cambies de tema y volvamos atrás.
No ignores el hecho de que ese acceso secreto solo
lo puede abrir un Grayson o la pareja de uno.

1544
—¡No quiero tener relación alguna con ese
apellido! ¿Pareja de uno? Yo ya estoy comprometida
con un Lazcano. Y espero que tu condición de dos
lazos no me haya alcanzado también —dije con
cierto horror, ella puso mala cara y yo sonreí—. A
mí solo me gusta Edward, no puedo ver a nadie más
que a él. Y mejor vámonos, recuerda que nos están
esperando.
—Mierda, es cierto. Pero este tema queda abierto
y en suspenso, porque ¿cómo demonios es que
pudiste ser capaz de abrir ese mecanismo exclusivo?
—También me gustaría saberlo, pero no sé la hija
perdida de quién podría ser.
—¿Henry Grayson?
—No le veo en ese papel. Tampoco quiero.
Además, ¿le ves cara de padre? Ha de cuidarse muy
bien si mantiene relaciones.
—Bueeeno, dolo decía.
—Seguro hay más Grayson o simplemente ese
acceso falló —terminé el tema poniéndome en
marcha. Nos precipitamos a la salida y apenas
pusimos un pie afuera, nos detuvimos ante lo que
nuestros ojos advertían.

1545
En silencio, comenzamos a descender los
escalones. Ellos se mantuvieron quietos conservando
una expresión seria y de reproche. Se encontraban al
lado de una camioneta negra, atrás había otro auto y
al lado de ese se situaba el de Anthony. Él también
se encontraba a nuestro enfoque, su hermano,
Malcom, parecía estarle regañando.
—Buenas, buenas —canturreé esbozando una
amplia sonrisa que dijera que todo estaba muy bien.
Centré mi atención únicamente en Edward, su ceño
fruncido delataba su pequeñísima molestia.
—Sabías que Luna Eclipsa sería ocupada esta
noche, lo escuchaste… —él exhaló con fuerza, sus
rasgos se suavizaron levemente—. Fue un riesgo
muy grave, estás cosas a veces se salen de control.
En está ocasión tuvieron la fortuna de estar
acompañadas y además, que ellos las protegiera.
—¿Protegiera, qué? —dije encontrándome con
él, ya frente a frente—. Bueno, ya no importa.
Estamos bien, vivas y con ganas de regresar a casa.
Así que vámonos que tengo hambre. La cena me
espera.
Quise pasar por su lado, solo que su mano me
detuvo. Me volví hacia él con indicios de una ligera
molestia.

1546
—Importa. Por favor, entiende la gravedad del
asunto y ayuda a cuidarte.
—Me cuido —dije pero, al hacerlo, recordé
inmediatamente como casi fui devorada por una
descontrolada licántropa—. Lo de esta noche solo
fue una aventura para salir de la rutina, siempre
quise saber cómo se sentiría explorar un instituto en
este horario, solo que elegí un mal momento,
¿estamos?
—No. Sálvate de unos azotes y dime la verdad.
—Bueeeno, bueeeno. Te lo voy a decir, solo
porque no quiero que me lastimes —fingí horror y
mucho espanto—. Cruzar por el instituto solo fue
una estrategia para llegar al área de residencias, ahí
me esperaba… el otro.
—Solo aumentas la cantidad por mentirosa,
Heaven —determinó en una voz que arrastraba una
nota estremecedora mientras disminuía el espacio
entre los dos, inclinando el rostro hacia el míos, sus
ojos centelleando ese intenso brillo animal.
Mi instinto animal le correspondía ese desafío de
miradas comprometedoras. Él manejaba un alto
voltaje, yo tampoco me quedaba atrás. Su resistencia
no se comparaba con la mía.

1547
Anthony pidiéndome las llaves de su auto nos
devolvió a la realidad, le entregué lo suyo y luego
todos abandonamos Luna Eclipsa.
Al llegar a casa, me apuré al baño porque sí que
había transpirado mientras huía por mi vida a causa
de esa loba peligrosa. No pasó ni tres segundos para
que mi espacio privado fuera irrumpido por alguien
que no había sido solicitado. Su mirada recibió a la
mía a través del espejo, se acercó y detecté por su
gesto facial esas ganas de consentir sus salvajes
deseos.
Un escalofrío subió por mi espalda, giré el rostro
en su dirección rompiendo la barrera que había
construido para mantener protegida la privacidad de
mi mente. Porque sí, caí por Edward Lazcano y en
nuestro viaje a Europa había permitido ser marcada
por él. Así que ahora no podía evitar lanzarme sobre
él ante su más mínima provocación.
Mis pensamientos correspondían los suyos. Por
lo tanto, no pasó ni un segundo más para que esa
distancia que conservábamos fuera acabada. Tropecé
contra la encimera del lavabo cuando su cuerpo
caliente se apoyó contra el mío y me arqueé soltando
un escandaloso jadeo cuando se frotó contra mí.
Duro y preciso.

1548
El día siguiente no encontré en casa a Rosy. Era
domingo y encima muy temprano. Bostezando
llegué al comedor y ahí solo contemplé a Hazal muy
acaramelada con Malcom. Retrocedí no queriendo
interrumpir su momento y volví a mi habitación para
contactar a mi amiga de una forma más moderna. La
llamé por teléfono y como no me atendió llamé a
Lewis. Él sí se dignó a contestarme comentándome
que estaban ocupados, arrugué la nariz pensando lo
peor pero rápidamente alivié mi expresión en cuanto
me explicó brevemente lo que estaba sucediendo.
Así que decidí cortar para no seguir robando de su
preciado tiempo.
Al parecer, Rouse le había comentado la orden de
El Concejo. A Hareth mismo le llegó la notificación
de prepararla para el ritual, si él no aceptaba en
ayudarla a activar sus habilidades lo harían otro.
Vendría gente de esa organización y eso fue
rechazado, por eso ahora ellos se encontraban en
alguna parte de Milford intentando llegar a ese poder
congelado.
Decidí hacerle compañía a mi hermoso
compañero, me puse ropa deportiva y me apuré en
llegar al gimnasio. Apenas ingresé, paré de golpe
admirándolo desde esa distancia. Su torso desnudo,

1549
abdomen marcado, pectorales tonificados, incluso la
transpiración corriendo por su pecho me despertaron
sensaciones que empujaban una tonelada exagerada
de calor.
Una sonrisa se asomó en mi rostro cuando él giró
la cabeza en mi dirección. Sus cejas se levantaron,
impresionado de que ya estuviera despierta. Y
bueno, me gustaba arreglarme muchas horas antes
para asistir a un compromiso, este día había
arreglado un almuerzo con mis amigos que no podía
suspender. Faltar sería un delito que no podía
cometer. El día anterior solo había visto a Anthony
desde que comenzaron las vacaciones, en una
circunstancia para nada conveniente debía recalcar.
Por ese motivo, no duré el tiempo que me
gustaría haber estado con Edward en toda la
mañana. Él solo me acompañaría hasta la entrada del
restaurante Mayer para reunirme con mis amigos.
Rouse también debía asistir, pero estaba llegando la
hora acordada y ni rastros de ella. Hubiera querido
que mi compañero se quedara conmigo, pero él
mismo argumentó que no le resultaría cómodo
integrarse en un grupo adolescente. A veces a mí se
me olvidaba que él ya era un «hombre», caía ante su
corta edad en apariencia.

1550
Así que allí estaba yo, cruzando la puerta del
enorme y prestigioso restaurante Mayer. Anthony
fue quién me recibió, me mostró el lugar asignado
para nosotros y ahí me quedé esperando mientras él
iba a encargarse de algo que no entendí. Le resté
importancia y apuré a la gente del grupo de chat para
llegar. Mantuve los ojos en la pantalla de mi teléfono
preguntándole a Rouse cómo iba su entrenamiento.
Todo iba muy bien hasta que escuché una voz
conocida. Miré en esa dirección y mi expresión
inmediatamente se transformó en cuanto mis ojos
chocaron ante la presencia de Henry Grayson. Él
venía acompañado del padre de Anthony desde
seguramente un espacio privado, se detuvieron en la
barra del bar que también conservaba el restaurante.
El padre de mi amigo hizo un gesto para que les
sirvieran un trago. Henry lo recibió con gusto, se
veía relajado y por primera vez noté el genuismo en
su sonrisa. Esa persona a su lado verdaderamente le
debía agradar, ellos estaban teniendo un trato de ser
conocidos muy cercanos. Muy buenos amigos,
probablemente.
Ambos me daban su perfil, por eso, tras el
mínimo gesto que detecté en Grayson de girar su
rostro en mi dirección, volví la vista al frente
tomando la lista de comidas para taparme la cara.

1551
Fue un impulso estúpido que lamentablemente
cometí. Quise esconderme, esperaba pasar
desapercibida ante él.
Rogué para que no me viera, pero mis plegarias
no fueron escuchadas.
En menos de lo esperado, un instante que se me
hizo eterno, la carta que sostenía delante de mi
rostro fue bajada ante la manipulación de otra mano
sobre ella, mis ojos quedaron al descubierto y
entonces tuve a mi enfoque la inigualable presencia
de Henry Grayson delante de mí. Su ligera sonrisa
de boca cerrada le daba a su expresión facial un
gesto entretenido, reconocí en sus ojos ese aire de
carisma siniestro ante los que todos caían.
—¿Sí? —me hice la desentendida, acomodando
la carta del menú sobre la mesa.
Él no respondió, hizo algo que me dejó
desconcertada. Inesperadamente, él se situó en uno
de los asientos de la mesa.
—Perdón, pero ese sitio está ocupado.
—Uhm, tono amable. Delicada —pronunció
analítico, su mirada escrutó mi cara, sus cejas se
hundieron ante la inspección.

1552
—¿Y? Eso no quita el hecho de que estés en un
lugar que no te corresponde. Estoy esperando a mis
amigos.
—No te preocupes, esto será breve —dijo pero
no me pareció porque él estiró la mano alcanzando
la bebida servida en la mesa. La copa de cristal llegó
a su boca, sus ojos nuevamente me miraron—. Sé
que no te agrado, no sé por qué —su tono me
advirtió lo opuesto, él conocía muy bien su
reputación—, a la mayoría le gustaría tenerme cerca.
—Yo soy parte de esa minoría que opina lo
contrario.
—No me molesta. Ya me acostumbré a recibir
todo tipo de opiniones, la tuya no cambiará nada. En
cambio, la mía es importante. Creo que deberías
empezar a considerar con quien estás tratando.
—Sé quién eres, tú posición y todo lo que
significa estar cerca de ti. No me importa, no voy a
ocultar mi desprecio hacia tu persona. No soy
estúpida, debería cuidar lo que sale de mi boca, ser
más cortés solo porque eres Henry Grayson.
—Exacto, sabes quién soy. Ahora ponlo en
práctica. Pero, ¿sabes? Yo no sé nada de ti.
—¿Por qué tendrías que saber algo sobre mí?

1553
—Porque cuando ingresas al mundo sobrenatural,
cuando te quedas, tus datos se registran en nuestro
sistema. Y aún no hay nada de ti, precisamente por
eso me tienes aquí, no quise dejar esto para después,
una ocasión más estricta, por ejemplo —aseveró—.
Ya portas una esencia que te hace especial, estás
marcada, eso te convierte automáticamente parte de
nuestro mundo porque ya eres inmortal.
—Sí, más tiempo para comer Oreos, lo sé.
—Solo falta que te registres oficialmente —
susurró en tono misterioso. Yo solo pude pensar ante
esta información que luego de ese procedimiento ya
tendría autorización y acceso a los sitios web
sobrenatural—. Y ese registro no debe tener
mentiras, es una declaración jurada que te meterá en
serios problemas si los datos no encajan, más
cuando no eres de este mundo o exiliada. Tú, por
qué no me adelantas quién eres, mejor dicho, qué
eres.
—Un ser parte del mundo humano —respondí al
instante. Su mirada de suficiencia me advertía
peligro, sus ojos indagaban los míos queriendo
captar esa mentira que escondían mis palabras.
—Eso ya lo veremos, eso lo tiene que afirmar los
datos de tus padres y abuelos, si todo encaja no vas a

1554
meterte en problemas. Quedarías fuera del radar de
mi organización, una estable.
Mi gesto se enserió, dificultándome ocultar esa
inquietud ante la mención de datos ajenos. Si
Grayson buscaba a mis padres, si confirmaba que
ellos no eran mis padres biológicos, sabría que yo
realmente no era humana ya que ellos son
licántropos. No iba a salirme de su enfoque hasta
descubrir mi origen y no quería para nada seguir
teniendo su atención.
—¿Se saca turno para realizar ese procedimiento?
Lo cierto es que Edward, mi compañero, no me ha
mencionado mucho al respecto.
—Pues dile que te hable más del asunto —fue su
única respuesta. Entonces se puso de pie dándole por
finalizado al tema—. He de retirarme, posiblemente
nos volvamos a ver en la noche.
—¿Por qué? —no pude evitar preguntar,
frunciendo el ceño. Él sonrió tras advertir la mueca
en mis labios.
—Es bueno pasar tiempo con la familia —me
dijo ocasionando que un repentino palpito de una
emoción extraña se comprimiera en mi pecho—.
Adiós, Heaven.

1555
—Es Abby.
Él se fue cruzándose con April y Drew en el
proceso. La rubia amplió su sonrisa cuando sus ojos
se fijaron en mí. Me puse de pie para saludarlos, los
primos Mayer se nos unieron también.
Nos ubicamos a nuestros lugares comenzando
una conversación, siendo el primer tema Henry
Grayson. Porque claramente causó impacto que el
líder de El Concejo me «honrara» sentándose junto a
mí.

Anthony fue quien se ofreció a traerme y yo


acepté. Se aparcó delante de la entrada de la
mansión, le agradecí por todo y me bajé. El acceso
se me fue concedido inmediatamente, miré el cielo
notando como el sol descendía cada vez más. Me
precipité a la entrada de la casa tras recibir un soplo
frío, esa sensación me recordó al sentimiento que me
transmitía el hombre que posiblemente volvería a
ver dentro de unas pocas horas.
Me abrieron la puerta, crucé hasta llegar a la sala
de estar y ahí vi a mi amiga rendida, tirada en el sofá
con expresión agotada. Estaba sola, entonces no
dudé en apurarme a llegar donde se situaba y tirarme

1556
sobre ella. El grito que emitió produjo que me riera
más.
—¡Me aplastas, loca! —Ella me empujó a su lado
—. No hagas que mi deseo de morir se intensifique.
Todas mis energías se esfumaron de pronto, solo
quiero dormir tres días seguidos.
—¿Qué tanto hiciste? Porque sí te ves un poquito
mal —dije reubicándome en mi asiento para verla
mejor.
—Invoqué mucho al fuego, es lo que más
domino, lo que más me nace. Aprendí unos cuantos
truquitos intensos sobre este elemento, se
reconocieron algunas habilidades de vampiro en mí,
pero nada que le pertenezca a un licántropo.
—Ya aparecerá, yo pensé que al sacarte el anillo
todo se restauraría en ti. Ahora que ya no portas esa
joya…
—Se lo tuve que entregar a Hareth —me dijo
extendiendo la mano donde anteriormente se
encontraba decorando esa piedra carmesí—. Ahora
que ya no lo tengo me siento rara e insegura. Creo
que es el miedo, esta sensación me está impidiendo
avanzar.

1557
—No quieres que te vean —afirmé, su condición
única y extraña debía seguir siendo un secreto que
pocos debían conocer—. Pero si en verdad quieres
superarte, tienes que sacarlo todo.
—Lo sé —lanzó un suspiro de resignación—.
Ahora mejor cuéntame sobre… —Un estruendoso
sonido la hizo detener, guie mi vista en dirección de
donde me pareció escuchar ese espantoso ruido.
Lewis apareció ante mi vista cuando cruzó por la
sala de estar dirigiéndose hacia el recibidor con
pasos apresurados, lugar donde había nacido ese
brusco sonido. Seguramente fue la puerta cerrándose
fuertemente.
—¿Hannah? —escuchamos como la nombró.
Con Rouse nos miramos, inmediatamente decidimos
levantarnos a ir a curiosear para saber qué estaba
sucediendo. Llegamos al umbral y de ahí
contemplamos la escena, el rostro de Hannah
brillaba por las lágrimas silenciosas que escurrían
por sus mejillas.
Lewis apresó su rostro entre sus manos,
preguntándole qué pasó. A él se le notaba
desesperado por esa respuesta y angustiado por verla
así, también detectaba ese indicio de molestia
surcando en sus rasgos.

1558
—Tienes… que, tú tienes que ayudarme, no
puedo más, jamás pensé que yo sería —empezó a
decir ella, pero se le cortó la voz y siguió llorando,
esa vez pude identificar un llanto impotente, lleno de
rencor y resentimiento.
—Shhh tranquila, dime que sucedió para
ayudarte —Lewis seguía tratando de calmarla,
Hannah se apartó de él y se limpió las lágrimas con
brusquedad, su mirada inundándose de ira.
—La creía una amiga pero se puso en mi contra y
se atrevió a humillarme de la peor manera, conocen
mi debilidad, hicieron un juego y… —se le escapó
un sollozo, ante eso ella cubrió su cara con sus
manos, Hareth sujetó sus manos con delicadeza,
descubriendo su cara para que le siguiera contando
—, únicamente debíamos correr en nuestra forma
lobuna y yo… a mí nunca me habían hecho
transformarme, nadie podía obligarme a hacer algo
que no quería, unas simples palabras ya desviaban el
tema, pero esta vez… todos ya conocían el motivo
del por qué siempre me negaba —suspiró, rabiosa
—. ¡Se burlaron de mí! ¿Entiendes eso? ¡De mí!
Todo por ser una maldita cristal que no sirve para
nada, me odio, ¡me odio! —dijo repetidas veces
mientras se jalaba del pelo con las lágrimas

1559
volviendo a acumularse en sus ojos. Hareth se apuró
en atrapar sus brazos, deteniéndola.
—No digas eso, tú vales mucho, Hannah —le
afirmó su hermano—, y si no se dieron cuenta de
ello, déjalas.
—Sabes mi condición, lo vulnerable que me hace
sentir esto y siendo que estás para mí solo por
lastima. Me cuidas demasiado por esta maldita
enfermedad.
—Lo hago porque te quiero, yo sé que eres fuerte
y resistente. No siento lastima por ti, claro que no,
solo intento cuidarte, eres mi pequeña…
—Creo que te equivocas, me siento una inútil, ni
siquiera pude defenderme con argumentos
coherentes, me vi una tonta, una estúpida a la que las
palabras se le enredaban, ¡ah! Me aborrezco por eso
y por haber sido una ingenua en creer en su amistad
—expresó dolida, muy resentida— ¡La odio!
Josseline me las paga por traidora.
—No hables de ese modo —La reprendió Lewis
escuchándose muy serio.
—¡Es la verdad! —Exclamó—, quería ocultar
esto hasta que por fin a mi loba se le dignara

1560
aparecer… Por favor, Hareth, conviérteme tú. No
creo que aparezca nunca.
—No pierdas las esperanzas, Hannah —reclamó
él, observándola serio—. Aparecerá…
—¡No! —Le interrumpió ella—. Me niego a ser
simplemente esto. Nada de esto hubiera ocurrido si
alguien no hubiera sido una bocazas revelando algo
que no debía.
En ese momento tragué saliva, Rouse y yo
éramos unas simples espectadoras, o por lo menos
hasta ese momento.
Hannah dirigió su vista hacia la presencia de mi
amiga, endureció el gesto y la aniquiló con su
mirada resentida, sabía que ella la culpaba, aunque
pensé que aquel sucedo ya había quedado en el
pasado porque Rouse me había contado que se
habían pedido disculpas, incluso habían empezado a
juntarse para empezar a conocerse.
—Tú, ¡todo esto es por tu culpa! —Vociferó
hacia Rouse—. Si no me hubieras enfrentado esta
pesadilla seguiría muy lejos de mí—decía mientras
se acercaba hacia ella a grandes zancadas— ¡¿Cómo
es que lo sabías?! ¡Eres la culpable de todo, si nunca

1561
hubieras aparecido en nuestras vidas todo estaría
bien, eres una maldita cínica!
Llegó hasta ella y sorpresivamente la empujó con
fuerza, consiguiendo que durante un segundo mi
amiga perdiera el equilibrio a causa de ello, Hareth
llegó y sujetó a su hermana por el brazo, viéndola
desafiante. De mi parte, tomé a Rouse por el brazo,
escudándola con mi presencia y con una advertencia
persistiendo en mi gesto endurecido. Este berrinche
ya no me estaba gustando nada.
—No la culpes a ella —exclamó Lewis.
—Es verdad, fue mi culpa, yo me descontrolé y
lo lamento, ya te pedí disculpas, a veces no controlo
lo que hago ni lo que digo, de verdad lo siento —se
apresuró en decir Rouse.
—Tus disculpas no arreglaran lo sucedido —dijo
Hannah—. Nada lo hará, todos lo saben y…—su
respiración se agitó, se me quedó mirándola por
unos segundos—… estoy arruinada.
—No lo estás —le aclaró Hareth, sus ojos
buscaron las de ella, sin embargo, Hannah mantenía
los suyos chispeantes de rivalidad sobre Rouse—.
Escucha, no ser como todos solo te hace más
especial, reacciona y demuestra que nadie logró lo

1562
que pretendía; hacerte sentir mal, destruirte, tú eres
una princesa y las princesas enfrentan los problemas
como si no fueran nada. Mi princesa no cae ante
ninguna adversidad.
Sentí a Rouse tensándose horriblemente. La miré
notando en ella ese disgusto que me hizo entender
que su cercanía a Hannah acababa de romperse.
—Gracias, Hareth —ella le sonrió ligeramente, él
la abrazó y le dijo que todo estaría bien antes de
soltarla y dejarla ir a descansar.

Luego de ese tenso momento, dejé a Lewis y


Rouse a solas tras dirigirme a la cocina donde se
encontraba mi compañero. Según los mensajes que
habíamos compartido mientras volvía, él me
sorprendería con un exquisito plato típico que había
probado en nuestra visita a su lugar de origen.
Estaba cocinando para mí, y así fue como lo
encontré en la cocina, cerca de la estufa
asegurándose de que su creación fuese por buen
camino.
En esa estancia también se encontraba Hazal,
Malcom y las mujeres que atendían ese lugar. Saludé

1563
a todos y me acerqué a él, sonreí y lo amé más por
conquistarme de esta manera.
Nuestra visita a España me otorgó la seguridad de
que nadie irrumpiría en mi relación con Ed. Él era
reservado y discreto con sus «aventuras». Cuando
iba de caza, le aseguraba a su presa sus únicas
intenciones para que no se creara expectativas y que
no resultara una molestia después. Sí, le pedí que me
contara su fama de conquistador, así como él una
vez me preguntó si ya estuve con alguien, yo
también tenía el derecho de saber sobre él.
Me sentía muy afortunada de tenerlo, quedé
como una estúpida payasa al caer ante él cuando en
un principio le aseguré que no sería así, pero me
gustó perder en este juego, el resultado me
conquistó. Edward Lazcano tenía sus defectos, pero
ninguno de ellos me haría escapar.
Probé su comida, también era un experto en esto,
¿ah?
—Qué bien que te guste, bonita.
—Si sigues así, vas a conseguir que diga esas dos
cortas palabras —le afirmé, produciendo que
entreviera sus relucientes dientes al sonreír.

1564
«Te amo» —dije convirtiendo ese espacio lleno
de personas en únicamente nuestro.
«Te amo mucho, Heaven» —me respondió y no
dudé en acercarme para darle un leve beso en los
labios.
Me quedé un rato ahí, luego tuve que irme porque
debía arreglarme para la cena organizada. Me duché
permaneciendo en ese baño más tiempo de lo
necesario, me vestí acorde a la ocasión y me apliqué
una ligera capa de maquillaje. Dejé mi cabello
castaño suelto y continué acomodándomelo mientras
procedía a abandonar la habitación. Me topé con
Edward en cuanto abrí la puerta del cuarto, nos
sonreímos y dejamos perder nuestras manos en
lugares sensibles antes de separarnos. Él tenía aroma
a comida, me pareció más sabroso así, quise
quedarme para probar un poco de «su mangar» pero
tuve que recordarme que arreglarme costó y que no
volvería a estar lista a tiempo, así que me alejé y lo
dejé para que pudiera prepararse ahora él.
Llegué a la sala de estar, ahí me encontré con
todos, incluso ya estaba Henry Grayson. Reparé en
él mientras ingresaba en aquel sitio, di el respetivo
saludo en cuanto notaron mi presencia decidiendo
acomodarme al lado de mi amiga. Era Grayson el

1565
centro de atención, hablaba sobre no sé qué, una
anécdota pasada quizás.
Estuvimos ahí hasta que Edward apareció porque
solo faltaba él para que pudiéramos pasar al
comedor. Mantuvimos una cena tranquila, yo solo
me propuse comer y no caer ante la necesidad de
responder ante nada. Así que permanecí en silencio,
degustando mi plato y pasando la vista de vez en
cuanto en los que hablaban.
Todo fue extrañamente normal, estaba cómoda
pero un aire pesado no quería abandonar de todo ese
apacible ambiente. Cuando la cena terminó y se
retiraron todos los platos, Hazal ofreció tazas de té
para aliviar la pesada comida. Todos aceptaron y yo
no quise ser la excepción.
Esa bebida no era de mi agrado, pero de poder
tomarlo, podía. Tuve esa humeante taza entre mis
manos, probé un sorbo con el aroma inundándome
todo mi ser, contuve la respiración al momento de
tomar otro trago. Evité realizar alguna mueca, de
pronto me sentí observada y entonces mis ojos
encontraron los de una persona resistiendo lo mismo
que yo. Él sabía que esto me desagradaba como yo
que él compartía esta sensación.

1566
Entonces recordé su motivo. Saber de ella, de que
él aún sufría por su partida, de que seguramente la
extrañaba, me estrujaron el corazón. No podía
imaginar cuanto dolor estaría soportando, un
compañero es lo más preciado que uno puede tener,
es el mejor regalo de la vida, el motivo esencial para
vivir: y él sin ella no era nada.
Me agarró tristeza, pero no me permití sentir algo
más porque ni ese trágico hecho debía ser suficiente
justificación para estar castigando a seres inocentes.
Sí, un híbrido la asesinó en un tiempo que, según
Lewis, se convertían en monstruos. Pero eso ya
pasó, se desconocía el mal que atacó a la nueva
especie para que actuaran como salvajes,
lastimosamente la compañera de Grayson fue una
víctima de esa siniestra temporada.
Ahora los híbridos ya no sufrían ninguna
imperfección, esto no debía ser solo por precaución.
No me convencía este pobre motivo, esto debía ser
por algo más, algo más oscuro y perverso.
Cuando se decidió cambiarnos de lugar, volver a
la sala de estar, yo aproveché ese momento para
escaparme hacia el baño. Usé uno de ese mismo piso
durando poco en su interior, al dirigirme donde se

1567
habían trasladado todos me detuve de golpe cuando
me encontré sorpresivamente con Henry Grayson.
—Estás rara —me dijo.
—¿Yo? —mis cejas se presionaron ante su
escrutinio, él desvió sus ojos de mí comenzando a
buscar algo a nuestro alrededor.
—Sí, solo te hablo a ti. Creo saber el motivo, es
bueno que hayas tomado mi palabra y que empieces
a respetar la voz de un superior.
—Ja —expresé con burla—. Créetelo si quieres
pero ¿en serio? ¿Yo aceptando tu sugerencia? Estás
muy equivocado, eso está muy lejos de mi realidad.
—Hazme caso, yo nunca advierto.
—¿Acaso te estoy incomodando? ¿Qué es lo que
hice para me tengas tan presente? ¿Incumplí alguna
norma? ¿Por qué simplemente no me ignoras como
yo lo he empezado a hacer contigo? Es muy sencillo,
si me ves, no me miras y ya.
Henry se mantuvo en silencio, esperé una
respuesta de su parte y él verdaderamente se estaba
tardando en dármela. Quise irme ante esa perdida de
tiempo, pero el hecho de que su mirada se tornara
más oscura delatando una nostalgia profunda

1568
produjo que desistiera de marcharme. Otra vez me
estaba mirando de una manera que me incomodaba,
era perturbadora.
—¿Por qué me miras así? —me atreví a
preguntar.
—Eres muy parecida a ella —me sorprendió al
responder.
—¿A quién?
—Sara —susurró, el cambio en sus rasgos al
pronunciar ese nombre fue evidente—. Eres muy
parecida a la persona que una vez fue destinada a
mí. Verte me recuerda lo que perdí.
Después de revelarme aquello, pasó por mi lado
marchándose. En mí quedó un sentimiento extraño,
no podía reconocer qué era, pero un sabor amargo y
el repentino nudo de emociones que se estancaba en
mi garganta me advertían de lo afectada que me
había dejado verlo tan vulnerable y roto.
No me gustó verlo así y no conseguía entender
por qué diablos me importaba Henry Grayson. O
solamente no quería entenderlo. No aceptaba la
posibilidad de que fuéramos familia. Pero ¿cómo?

1569
Yo debía ser una maldición en su vida solo por
hacerle recordar su pasado, a todo lo que perdió.

¡Hola, rebeldes! Espero que se encuentren bien y


espero que les haya gustado y disfrutado la
perspectiva de Abby. Este fue el último capítulo
narrado por ella, ¿les gustó?
Yo sigo pensando que fue una excelente idea
haber hecho está locura, fui consciente de las
perdidas pero bueeeno, una se tiene que arriesgar
por lo que quiere y yo quise esto y me gustó mucho
el resultado. Espero piensen lo mismo.
Quería decirles algo insignificante sobre Grayson
jaja. El padre de Anthony y Malcom (esposo de
Hazal, Sheriff y beta de Milford) es la persona que
Henry considera amigo, así como Aedus considera a
Sheldon como su único amigo. Si calculan, el padre
de Anthony fue el ex beta, Henry casi fue su alpha.
Les cuento esto para que no les resulte extraño que
él haya “aparecido de la nada” en ese restaurante.
Fue casualidad :D
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57. Tarde para
arrepentimientos

Capítulo 57:
TARDE PARA ARREPENTIMIENTOS
Mia
Henry Grayson me había dado tres meses para
prepararme y asistir ritual, él había exigido que le
entregara el anillo de Eden. No lo hice, al menos no
se lo di a él, Grayson simplemente deseaba que me
lo quitara y eso hice, tuve que obedecerle cediéndole
mi anillo a Hareth. Él lo mantendría en un lugar
seguro.
Y ahora sin ese objeto me estaba sintiendo
expuesta, al tenerlo me sentía protegida al conocer
su poder. Me estaba atacando un pánico constante
por este motivo, me sentía observada y tal vez así
era.
Otro día había comenzado, había transcurrido una
semana desde que comencé a entrenar para activar
mis habilidades suspendidas. Le había contado todo
a mis padres y ellos accedieron a que les siguiera la
corriente a la gente de El Concejo, si ellos ya

1571
estaban enterados de todo, era mejor hacerles creer
que tenían el control. Mis padres no mencionaron
ningún plan, algo que evitara el ritual en su
momento, solamente me indicaron los pasos a seguir
que en resumen era continuar con las lecciones de
“llegar a mi poder congelado”. Mi madre comentó
que había un camino fácil para encenderme, para
llegar a esos poderes, solo que no me dijo cuál, ella
consideró bien ir paso por paso para ocupar el
tiempo definitivo por El Concejo ya que acá la
cuestión era demorar mi llegada a ese momento
determinado.
Hareth estaba recordándome que debía
convertirme en loba sí o sí antes de “entregarme” a
ese ritual. Lo malo es que no había indicios de mi
parte licántropo. Por eso, ahora nos encontrábamos
llegando al lugar de entrenamiento situado en Luna
Eclipsa. Aquí tenía que enfrentarme a un par de
circuitos para probar mis capacidades.
Hacías unos días había estado recurriendo a ese
lugar acompañada de Hannah, ahora mismo esa
cercanía se había congelado una vez más. Estábamos
alejadas y nuevamente ella me parecía la persona
más pesada y caprichosa. Nuestro desafío de
miradas había vuelto cada vez que nos
encontrábamos.

1572
En el lugar de entrenamiento me encontré con los
primos Mayer, ellos se acercaron a saludarme,
Hannah y los hermanos Brown también se
encontraban presentes, ellos mantuvieron su
distancia. Brenda, siendo tan amable, se ofreció a
ayudarme y acepté para no sentirme tan sola a pesar
de que Hareth no me abandonaba en ningún instante.
Anthony me deseó suerte y volvió hacia los
hermanos Brown y Hannah. Evité mirarlos y procedí
con lo mío. De pronto pasaron las horas y caí,
sedienta, sobre la colchoneta. Entonces Hareth se
apuró en ir a buscarme una botella de agua, Brenda a
mi lado todavía se veía muy bien.
—¿Y la desaparecida de Abby? —me preguntó
ella.
—Ya lo has dicho tú, anda desaparecida —me reí
—. Se encuentra entretenida en la manada de su
compañero, me dijo que es muy pueblo muy lindo,
incluso hay una playa cerca. ¿Qué dices si la
visitamos? ¿Podrías?
—Seguro —se entusiasmó la pelinegra.
Asentí sonriente pero mi sonrisa se esfumó al
sentir esa molestia en mi garganta. Observé la
dirección por donde Hareth se había ido, no lo vi por

1573
ninguna parte así que me levanté diciéndole a
Brenda que iría yo misma por esa botella de agua.
Llegué a esa zona, me refresqué la garganta
explorando una vez más con ojos analíticos toda la
estancia. No vi a Hareth, pero Hannah sí cruzó ante
mi vista. La rubia estaba saliendo del lugar y eso me
dio una idea, así que también salí por si encontraba a
Hareth fuera del establecimiento.
No lo vi, pero una vez más me fijé en Hannah. La
encontré muy sospechosa alejándose de la zona
llegando a la línea de árboles, siguiendo esa línea
vertical que daba directamente a la calle y cruzando
esta empezaba el bosque. Ella echó un vistazo sobre
su hombro antes de perderse por ese camino.
De pronto me llené de desconfianza y sin darme
cuenta ya me estaba dirigiendo en la misma
dirección que ella, apresuré mis pasos en cuanto
llegué a la línea de árboles y la distinguí demasiado
alejada de mí. Entonces decidí seguirla, ella iba en
dirección al bosque y me causó intriga e inquietud
su repentino deseo de dar una caminata por ese
lugar.
Pasaron algunos minutos, ya nos habíamos
adentrado entre los altos y frondosos árboles, había
ramitas caídas al igual que hojas, estas crujían bajo

1574
mis pies y por eso caminaba con demasiado esmero
para no dar alguna señal de que alguien la estaba
siguiendo, caminaba lento pero sin perderla de vista,
hasta que de pronto ya no la vi más. Me alteré ante
ello y la busqué con la mirada con un poco de
desesperación.
No estaba, no veía a Hannah por ninguna parte,
de todas formas seguí caminando. Esto me pasaba
por seguirla a una distancia demasiado larga.
Continué andando y a lo lejos noté un conjunto
de sauces, sus hojas onduladas caían hasta el suelo,
detrás de esa cortina de hojas me pareció ver algo,
entorné los ojos y reconocí una sombra, una silueta.
Era una figura femenina, Hannah. Lo siguiente que
apareció delante de mi vista fue lo que me
desconcentró, vi asomarse también la sombra de una
figura masculina.
En un suspenso extrañamente peligroso, decidí
acercarme más. Mis pasos fueron pausados y muy
precavidos a medida que me acercaba, me remojé
los labios ante los nervios que había despertado,
dándome cuenta de que mi pulso había subido
súbitamente. Tal vez era a causa de la adrenalina del
momento; por el temor al ser descubierta, pero me di
cuenta que no era aquello cuando me asomé por

1575
detrás de aquellas hojas y descubrí que
efectivamente aquella silueta le pertenecía al cuerpo
esbelto de Hannah.
Contuve la respiración y la necesidad de emitir
una exclamación de asombro cubriendo mi boca con
ambas manos, acallando cualquier sonido que
intentase salir de mi garganta, ante lo que presencié.
Ella me daba la espalda, estaba demasiado
ocupada con lo que estaba haciendo como para darse
cuenta de mi presencia, o de mi intensa mirada
asombrada hacia ella, hacia ellos.
Un hombre al cual no podía verle el rostro por
culpa del ferviente beso que estaba contemplando
entre ellos me lo impedía, la melena rubia de
Hannah estaba suelta y se movía al ritmo de la ligera
brisa, ocultándole perfectamente parte del rostro al
tipo que besaba. Además de que él estaba utilizando
un gorro negro y una gabardina del mismo color que
me impedía reconocerle si es que en que algún
momento lo vi antes, era incapaz de reconocerle por
como vestía, pero la forma de su cuerpo y su altura
me resultaban muy familiares.
Las manos del tipo estaban cubiertas por unos
guantes negros, a su lado Hannah resultaba
absolutamente pequeña y delicada, pero por la

1576
manera en la que se besaban noté que aquello no era
un impedimento devorarse como dos locos
enamorados.
Vi como él la atraía más hacia sí, apretando el
torso de ella hacia el suyo. En ese momento
separaron sus bocas y él intentó enderezarse pero
ella rápidamente volvió a capturar sus labios,
escuché una corta risa divertida provenir de parte de
Hannah antes de que se fundieran en otro beso
pasional. Yo sobraba ahí, pero la impresión no me
permitía alejarme y darles la privacidad que
buscaban.
Estaba por marcharme, poco a poco fui
recuperando la movilidad de mi cuerpo para
ordenarme abandonar ese lugar inmediatamente
antes de que algunos de los dos se diera cuenta que
tenían un espectador. Pero no lo hice, no me moví de
mi sitio porque cuando estaba por desviar mis ojos
de ellos e irme, el viento movió el cabello de
Hannah con fuerza hacia un lado y parte del rostro
del hombre se descubrió, en ese momento se
volvieron a separar y él se enderezó, abriendo los
párpados y revelando el color de sus ojos. Su vista
instantáneamente encontró la mía cuando observó
por detrás de ella.

1577
Mantuve mis ojos fijos en los de él, sintiendo un
vibrante dolor apoderarse de mi pecho,
estrujándome el alma y haciéndome sentir que en
cualquier momento caería, la incredulidad reflejó mi
expresión, no podía creer lo que mis ojos empañados
en lágrimas estaban contemplando.
Meneé la cabeza de un lado a otro, aún con las
manos cubriendo mi boca empecé a retroceder
mientras seguía negando con la cabeza.
No, no, no, esto es una pesadilla, me repetía una
y otra vez sumiéndome en el recuerdo de él
revelando su rostro. No esperé ni un segundo más y
me eché a correr, huyendo de aquella pesadilla e
intentando que el dolor en mi pecho disminuyera,
me pesaba, el corazón lo hacía.
Mis pies se movían por si solas, no conocía ni
sabía en qué dirección estaba yendo, pero no me
importaba, lo único que quería es que la maldita
sensación de dolor desapareciera, al igual que lo que
acababa de presenciar, de descubrir.
De forma inmediata comenzaron a lloverme los
recuerdos de ella junto a él: la manera en la que ella
lo veía, el cariño, la adoración, la admiración, el
anhelo. Ese maldito centello en sus ojos… Todo este
tiempo estuvo ahí.

1578
Los recuerdos no se detenían y cada vez se
volvían más agresivos, porque la mente es capaz de
crear sucesos horribles que jamás ocurrieron para
verse como si estos fueran reales para torturarme
más, totalmente reales.
¿Hareth y Hannah?
Comencé a marearme ante tantos pensamientos,
uno tratando de justificar al otro y otros que solo
atacaban sin cesar llenándome de inseguridades. No
podía pensar en nada más; únicamente en ellos dos
juntos. Mi cabeza era un desastre y poco a poco las
voces de mi mente fueron silenciándose dejando en
su lugar un fuerte pitido que resonaba en mis oídos.
Mis pasos se volvieron torpes y lentos, la vista se me
volvió más borrosa, me mareé mucho más y
entonces estallé.
Grité con todas mis fuerzas con la cabeza
inclinada hacia atrás y mis manos hecho puños en
mis costados, las uñas se clavaron en la piel de mis
palmas, sentí la sangre fluir de ahí como si hubiesen
sido cortadas con un cuchillo filoso, o la punta de
unas garras.
Mis pensamientos eran negativos, todo en mí era
negativo, el fuego que emanaba en mi interior era
ardientemente negativo y por ese motivo había

1579
fuego por todas partes, no sabía muy bien qué es lo
que estaba haciendo pero de alguna manera me
gustaba, me sentía mucho mejor destruyendo todo a
mi paso. Recobré un poco el sentido cuando mis
manos hecho en llamas fueron apoyadas con fuerza
contra el tronco de un árbol, mi mente seguía
divagando en ese momento en específico.
La sensación de traición no se iba, me sentía una
ingenua, una imbécil que se dejó manipular al antojo
de alguien que decía quererme. Mis ojos seguían
húmedos, eran lágrimas de enfado. No podría verme
más estúpida.
Le tiré un puñetazo al tronco del árbol, mis
nudillos ardieron y la sangre comenzó a caer en el
pasto, pero no me importó.
Me cubrí el rostro y sentí que el aire me faltaba,
necesitaba dejar de llorar, tenía que dejar de hacerlo
pero no podía, había algo en mi pecho que ardía
dolorosamente, algo me estaba desgarrando el alma.
Algo estaba naciendo en mí.
Tomé una bocanada de aire, tranquilizándome un
poco.
Creí que no iba a poder continuar de pie, por lo
menos no sola, lo necesité, él era la única persona

1580
que siempre fue sincero conmigo, su recuerdo me
alivió durante un instante y, antes de que mi mente
volviera a caer en el dolor y la ira, dije su nombre.
—Aedus —apenas fue un susurro, me pasé los
dedos por encima de los párpados, limpiando mis
lágrimas—. Te necesito —agregué conteniendo la
respiración cuando hice que el fuego se desvaneciera
de mi cabello. Mi blusa se había quemado por
completo, los trozos de tela apenas cubrían mis
pechos, los tirantes se soltaron y sin importarme
nada lo terminé de romper, ya se había estropeado
todo. El sostén cubría lo necesario, el broche estaba
ajustado y era lo único por lo que este no se caía
puesto que las hombreras se habían consumido por
completo.
Tenía un aspecto espantoso y horrible.
No creo que haya transcurrido ni un minuto
cuando su presencia nos envolvió en una dulce
melodía tranquilizadora.
Él estaba a tan solo unos pocos pasos por delante
de mí, su postura siempre había sido poderosa, como
si cada ser que lo viese tuviera la obligación de
inclinarse ante él, pero esa vez fue mucho más, su
cabello se echó hacia un costado de su cara cuando
el rugir del viento hizo paso entre nosotros, su

1581
semblante estaba más serio de lo normal, sus ojos
estaban ensombrecidos y se veían más intimidante
que nunca.
Aedus llevaba puesto un abrigo color gris,
mientras caminaba hacia mí se lo quitó, quedándose
con una camiseta de mangas largas oscura, y al
llegar hasta donde me encontraba lo colocó por
encima de mis hombros.
No esperé mucho tiempo para fundirme en sus
brazos, no dejé que ni una sola lágrima volviera a
aparecer, cerré los ojos con fuerza reprimiéndolas, y
solo me permití pensar en que después de casi dos
semanas volvíamos a estar juntos, me permití pensar
en lo mucho que lo extrañé y en lo mucho que eché
de menos el tacto de su mano contra mi piel.
De pronto me di cuenta que estaba sedienta, me
remojé los labios varias veces al sentirlos secos,
después de todo había llorado demasiado y era obvio
que me iba a encontrar demasiado deshidratada.
Me separé lentamente de él, sin embargo, no abrí
los ojos mientras lo hacía, y guiándome por un olor
delicioso que mi nariz detectó me puse de puntillas y
guie la nariz hacia ese sitio, ladeando la cabeza para
meter mi rostro entre la que parecía ser el hueco que
había entre el hombro y cuello de Aedus.

1582
Una mano en la mejilla hizo que abriera los ojos
y fuese consciente de lo que estaba haciendo, mis
mejillas se calentaron totalmente avergonzada.
—Lo siento —susurré.
—No lo hagas, me gusta tenerte cerca, muy cerca
—me aclaró. Y en aquel instante me di cuenta de lo
cerca que estábamos, demasiado a decir verdad,
como nunca antes.
—A mí también.
—Entonces no te alejes.
—Estoy sintiendo algo ahora y no sé si sea bueno
seguir el impulso.
—¿Es peligroso? —preguntó, inclinando su
rostro y rozando su frente contra la mía.
—Mucho —murmuré, bajando mis ojos hasta sus
labios. Su mano en mi mentón hizo que volviera mis
ojos a los suyos, lo vi negar con la cabeza, aunque
sus ojos me dijeran todo lo contrario.
Si esto era un sueño, si yo había escapado de mi
pesadilla para llegar a este sueño, ¿por qué no
cometer un crimen?
—Me tientas.

1583
—Es solo porque creo que es el momento
perfecto para besarte, Aedus.
—No suenas muy convencida —aseguró, sus
cejas se hundieron con una mirada perspicaz.
No supe qué responderle porque una voz me
reclamaba que solo le estaba diciendo aquello por
puro despecho. Entonces mi sueño nuevamente
comenzó a tornarse oscuro, una pesadilla.
—Lo lamento, no sé qué pasa conmigo —solté de
pronto y me aparté de él.
Le di la espalda y me llevé las manos en la
cabeza, metiendo mis dedos entre mi cuero
cabelludo y tirando de ellos sin ningún tipo cuidado.
—Tranquila —escuché que dijo detrás de mí.
—No puedo, no puedo, no puedo, no puedo —
comencé a decir varias veces como una desquiciada,
volvía a tener la misma necesidad de romper todo a
mi paso, inicié un nuevo camino pero no llegué a
avanzar ni tres metros porque una mano se aferró
alrededor de mi antebrazo, deteniéndome.
—Admito que fue algo estúpido decir eso,
entonces solo libérate conmigo, Rose.

1584
No hizo falta que Aedus dijera algo más porque
al instante le obedecí.
Hice caer el abrigo al suelo, sin dejar de verlo a
él. Apreté los puños a mis costados y nuevamente el
ardor en las palmas de mis manos volvieron, pero
esta vez mucho más intenso, el calor que percibí
expandiéndose en las raíces de mi cabello me hizo
saber que el fuego ya se dispersaba a lo largo de mi
pelo.
Endurecí la expresión de mi cara sintiendo un
dolor extendiéndose por mi pecho, debía aguantarlo
y tratar de eliminar ese recuerdo de mi mente, pero
era imposible, aquello quedaría para siempre
grabado en mi memoria. Cerré mis ojos y dejé
consumirme por la ira, no sé muy bien qué fue lo
que hice, pero recuerdo como de un momento a otro
Aedus intentaba apresar mis brazos mientras yo
repartía manotazos tratando de que no se acercara
más, él dijo que quería verme arder en llamas, eso
fue lo que hice, no quería que él intentara
tranquilizarme, sentía que esa vez nada podría
calmarme.
Momentos después me di cuenta de la situación,
del centelleo preocupo en la mirada de Aedus y sus
manos sujetando mis brazos, inmovilizándolos, él y

1585
yo nos encontrábamos sumamente cerca. Mi pecho
tocaba el suyo, su frialdad se expandió por mi
cuerpo mandando un cosquilleo agradablemente
delicioso por toda mi espalda, lo cual que no me
permitió apartar la vista de la suya. Fue algo raro,
me le quedé mirando por demasiado tiempo, no
sabría decir muy bien la expresión de mi cara porque
él me hizo ver a través de sus ojos todo lo que podía
a llegar a sentir por mí. Más bien, todo lo que sentía
por mí.
Entreabrí los labios y un suspiro escapó de ellos,
no puse resistencia y relajé los hombros. Sus manos
fueron disminuyendo la presión en mis brazos, aún
sin soltarme.
—Me gusta tenerte cerca —Esta vez fui yo la que
dijo aquello—, muy cerca —aclaré como lo había
hecho él y no permití que nos separáramos. Alcé una
mano en su pecho y tomé un puñado de su camiseta,
en ningún momento aparté la vista de sus ojos, le di
una seña bajando la mirada en sus labios antes de
ponerme de puntillas y besarlo de golpe.
Pero cuando mis labios tocaron los suyos y
percibí su sabor él me apartó, sostuvo mi cara entre
sus manos e hizo que lo mirara a los ojos, pude
interpretar su expresión como: ¿Estás segura?,

1586
Aedus bajó su vista a mis labios entreabiertos, no
hizo falta que pronunciara alguna palabra, él
entendió el anhelo en mis ojos y la seguridad de mi
mirada. Esa vez fue él quien, al no obtener una
objeción de mi parte, dirigió mi boca a la suya.
Nuestros labios hicieron contacto explícito y me
perdí en ellos, no se recibieron en un ritmo suave y
lento, lo hicieron con fuerza y afán. Aedus atacó mi
boca con posesión, como si quisiera dejarme en
claro que mis besos también le pertenecían a él, sus
movimientos eran vehementes, ardientes. Recibí su
beso gustoso, ansioso de más y sin intensiones de
poner alguna objeción de repente, después de todo
yo di el primer paso.
Ya era tarde para arrepentimientos.
Se sentía de maravilla, besarlo ya me parecía
natural aunque fuese la primera vez que lo
hacíamos; era fluida y cómoda. Por inercia mis
brazos rodearon su cuello y mis dedos disfrutaron el
contacto de la suavidad de su cabello, sentí como
una de sus manos ascendía por mi espalda hasta la
cintura, la sensación helada de su piel me quemaba
por dentro, me acercó más a su cuerpo hasta que ya
no hubo ningún espacio que nos separaba, no había
límites entre nosotros.

1587
Sentí como su lengua se abría paso en el interior
de mi boca, mi corazón se exaltó y mis piernas se
debilitaron, pero tenía que mantenerme de pie
porque aquel beso era completo, con lengua incluida
y yo no pondría una negación ante eso. Rápidamente
me puse al corriente y correspondí ese toque que
convertía más apasionado el momento.
Fue un beso delicioso y totalmente caliente. Duró
más de lo que aguantaría la respiración unas
personas normales, yo necesitaba del oxígeno, él no,
por eso mismo fui yo la que acabó con el beso,
nuestros rostros se separaron lo suficiente para que
pudiera respirar. Abrí los ojos inspirando el aire que
necesitaba, repetí el procedimiento varias veces con
lentitud. Aedus estaba quieto, su mirada no
abandonaba mi boca.
—¿Lista? —preguntó, alcé las cejas confundida,
elevó la vista encontrando la confusión plasmada en
mi rostro, sonrió de lado y me vi fallecer al
contemplar esos labios húmedos y ligeramente
rosados e hinchados debido a nuestro candente beso.
— ¿A qué te…? —él no me dejó terminar la
pregunta porque me interrumpió, besándome.
Me besó con la misma intensidad durante algunos
segundos, luego separó nuestras bocas y presionó

1588
besos cortos en mis labios, en las comisuras y en
casi toda mi cara. Aedus me hizo caminar hacia
atrás, no abrí los ojos confiando en que él no me
dejaría caer, un momento después percibí algo duro
detrás de mí, era el tronco de un árbol, mi espalda se
recargó contra él y me sentí débil ante las caricias de
las yemas de los dedos de Aedus en mis hombros
desnudos, moví el cuello de un lado a otro y en uno
de esos momentos volví a sentir la presión de sus
labios con los míos; era dominante, podía sentir
como aquel beso quemaba todo mi cuerpo, Aedus
era un infierno delicioso.
Sus labios bajaron por mi garganta hasta
detenerse en el indicio de mis pechos, no debía
olvidar que lo único que los cubría era un sujetador
casi expirado, sus tirantes se habían soltado y estaba
totalmente expuesta delante de él, aunque no me
importaba en lo absoluto. Podía notar como perdía el
juicio con cada beso que él dejaba en mi cuello, la
presión de sus fríos labios contra mi piel totalmente
caliente era exquisito. Lo único que salía de mis
labios eran jadeos y pequeños gemidos que intentaba
acallar con la palma de mi mano, Aedus al notar eso
quitó la mano que cubría mi boca y me miró
demandante, en sus ojos y en su expresión se podía
notar el deseo con total libertad.

1589
Volvió a besarme en la boca y esta vez lo hizo
con lentitud, como si lo estuviera grabando en su
memoria, seguí el ritmo de sus labios anhelando más
y en una oportunidad metí mi mano por debajo de su
camiseta, la subí dándome cuenta que
definitivamente Aedus tenía un físico increíble. Ante
la presión repentina de sus dientes contra mi labio
inferior mi mano se aferró a un lado de su cintura,
distanció su cara de la mía y sonrió satisfecho.
Delineó con la yema de su dedo índice un lado de mi
rostro, su mirada era lasciva, totalmente peligrosa.
—Eres el elixir más delicioso que he probado
jamás —pronunció en voz baja, cargados de
honestidad.
No supe qué decir. De todas maneras, él no me
dio demasiado tiempo para pensar en una respuesta.
—Y quiero más de mi medicina —me avisó en
un tono sugerente, sonrió ladino y apresó mis labios
en un suave beso, succionó mi labio inferior
despacio, ladeó su rostro al mismo que una de sus
manos se aferraba a mi cabello, teniendo el control
absoluto de los movimientos de mi cabeza.
Giré mi rostro hacia un lado, derritiéndome con
sus besos en mi cuello, la manera en la que me
tocaba hacía que una intensa llama recorriera mi

1590
cuerpo, que con cada presión y caricia de su parte
iba en aumento.
Abrí los ojos, extasiada, en mi mente solo estaba
él, Aedus. Su nombre le hacía honor a su significado
al encenderme de aquella manera tan sorprendente,
me encontraba fascinada, su nombre y lo que me
hacía era lo único que rondaba por mi mente, hasta
que de pronto mi vista distinguió algo más, algo a
una distancia no tan alejada, estaba de pie cerca de
unos árboles altos y reducidos, su mirada
demostraba incredulidad, su boca estaba ligeramente
abierta por la sorpresa y en sus ojos…
Esto no es real, pensé.
Atrapé el rostro de Aedus entre mis manos y lo
besé, lo besé siendo más consciente de lo que
estábamos haciendo, lo besé porque lo sentí
correcto, lo besé imaginando que así debió ser desde
el inicio y lo besé porque lo quería y lo necesitaba.
Profundicé el beso y me dije que lo que vi solo era
una alucinación, después de todo él no podía
reclamarme absolutamente nada, lo vi, los vi
besándose y aquello era algo imperdonable, sin
embargo, Aedus me pertenecía, ella no era nada de
él.

1591
Al separar mi rostro del suyo, lo primero que hice
fue dirigir la vista en la dirección que lo vi no
encontrando nada en ese espacio, Hareth no estaba y
de alguna manera me sentí aliviada.
Y entonces, sucedió.
Aedus fue arrebatado de mí con brusquedad, su
cuerpo voló lejos del mío y su espalda impactó
contra el tronco de un árbol a aproximadamente
quince metros de mí, pude escuchar con claridad el
crujir de sus costillas rompiéndose, aterrizó con una
rodilla y mano en el suelo, encorvado, subió el
rostro y sus ojos rápidamente buscaron y
encontraron a la persona causante de ello.
Se irguió con elegancia mientras la comisura
derecha de sus labios se alzaba en una sonrisa
gustosa, casi arrogante. Yo los veía atónica, con los
ojos desorbitados repitiéndome una y otra vez que
esto no era real. Esto debía ser una pesadilla, era una
maldita pesadilla de la que yo necesitaba despertar
inmediatamente.
«Deja de engañarte y acepta la realidad».
—Lewis —pronunció Aedus, dejándome en claro
que Hareth estaba aquí y que era real.
—Sallow.

1592
No, no, no, no. Esto no es real, seguí pensando.
La voz de Hareth estaba cargado de
resentimiento, su mirada estaba helada, sus ojos
mieles transmitían incredulidad al igual que atisbos
de un perturbarte desconcierto. Yo por mi parte
seguía plantada en mi lugar, incapaz de moverme,
solo quería encogerme y desaparecer.
—Hace mucho queríamos hablarte de esto… —
comenzó a decir Aedus con una tranquilidad
desgarrador, él estaba sumamente tranquilo y sereno,
su sonrisa se redujo y su boca quedó en una línea
seria, observó a su contrincante con gravedad a la
vez que daba unos pasos en su dirección, en nuestra
dirección ya que Hareth estaba a unos dos metros
por delante de mí, dándome su perfil.
«¿Qué estás haciendo, Aedus?» pregunté
internamente.
Mi vista se volvió borrosa mientras veía al cuerpo
de Hareth acercándose de una manera amenazante
hacia Aedus, las facciones de su cara estaban
endurecidas y noté lo fuerte que apretaba su
mandíbula al igual que los puños a sus costados.
— ¡¿Querías echarme en cara que mi mujer me
ha estado viendo la cara de imbécil durante todo este

1593
tiempo?! —fue la reacción de Hareth, disminuyendo
la distancia entre ambos y enfrentándose cara a cara
porque Aedus también se había detenido delante de
él, manteniendo su rostro impasible.
—No exactamente —respondió Aedus, tranquilo.
Su calma me estaba sacando de quicio.
Aquello pareció molestar a Hareth ya que ni bien
Aedus terminó de hablar él le lanzó un fuerte golpe
en su cara.
—Tenías que ser justamente tú. ¡No respetas
nada! —escupió lleno de rabia, le propinó otro
puñetazo ya que el primero apenas le movió el
rostro, Aedus no demostró el más mínimo gesto de
dolor, retrocedió un paso con la cabeza ladeada
mientas se limpiaba con la mano la sangre que
brotaba de su labio inferior.
—Entiendo que estés molesto —habló Aedus,
recuperando su compostura, se lamió los labios y me
echó un rápido vistazo—, pero hay un explicación.
—¡No hables más! —rugió Hareth, volviendo a
lanzarle golpes a Aedus, esta vez uno seguido del
otro, me alteré y asusté al ver el impulso de
violencia de su parte. Y lo que me desconcertaba era
que Aedus no hacía nada para defenderse.

1594
Reaccioné al mismo tiempo que fui testigo de
cómo Aedus le lanzaba el primer golpe, me eché a
correr en la dirección en la que se encontraban.
—¡Deténganse! —grité deteniéndome muy cerca
de ellos, si seguían pegándose y moviéndose de esa
forma en cualquier momento podría recibir un golpe
de parte de uno de los dos, ya que parecía que no
tenían cuidado alguno.
Aedus hizo que Hareth retrocediera unos cuantos
pasos hacia atrás, trastabilló pero se recuperó
rápidamente mientras que sus ojos ámbar volvían en
busca de aquellos ojos rojos que chispeaba enfado.
—Por favor, no —determiné, interponiéndome
entre ellos dos, alcé una mano en dirección a Hareth,
sus ojos bajaron hasta mí, el enojo que había en ellos
fue evidente, mis dedos rozaban su pecho que no
paraba de subir y bajar por su respiración acelerada.
—No digas eso —dijo entre dientes volviendo la
vista hacia su rival, mantuve una mirada firme
mientras observaba su rostro; la expresión de furia
iba en aumento. El calor que Hareth emanaba en ese
momento era peligroso y resultaba inquietante por
toda la rabia.

1595
—¡No tienes el derecho de reclamar nada! —dije
entonces, impactando mis palmas ensangrentadas
contra su pecho, haciendo que retrocediera y que su
mirada volviera hacia la mía luciendo
desconcertada, endureció su expresión y su mirada
se ensombreció.
—¡¿Qué no tengo nada que reclamar?!—
pronunció como si no se pudiera creer lo que le
acababa de decir— ¡Por qué no tendría que
reclamar, me estabas viendo la cara, Mia!
—Tú lo hiciste primero! —defendí, firme.
—¿De qué carajos hablas? No trates de
justificarte, Rouse, desde que has llegado a mí jamás
volví a estar con ninguna otra mujer, para mí solo
eras tú, únicamente tú mientras que para ti yo solo
fui… —no fue capaz de seguir hablando, el dolor
cruzó por sus ojos y su expresión dura decayó.
—¡Es que te vi! —grité, quebrándome al igual
que él, mis ojos se humedecieron y me di cuenta que
el recuerdo de él besándose con Hannah volvía a mí,
quemándome por dentro. Hareth no entendía de qué
iban mis palabras, la desilusión acompañado de
dolor incrustaban sus ojos.

1596
—¿Cómo pudiste, Mia? —dijo en un susurro,
como si no pudiera creer mi traición—¿Qué te faltó
para acudir a él? No comprendo… eres mi
compañera y no deberías sentir deseo por nadie más.
Yo te di todo de mí, mi amor te pertenece. Pero
parece que no fue suficiente —mencionó entre
dientes eso último y reavivando su enfado.
—Te dije que tú… —comencé a decir iracunda.
Si él decía amarme ¿por qué lo hizo? Él fue quien
inicio todo esto.
—No digas nada, tengo que encargarme de algo
ahora. Tú y yo hablaremos después…
—Lo haremos ahora —repuse casi al instante—,
es momento de que aclaremos las cosas, así que
mírame —le pedí acortando la distancia entre ambos
para tomar un puñado de su camiseta, y hacer que
me viera a los ojos, pero él rápidamente se echó
hacia atrás, poniendo distancia entre ambos y
observándome casi con repulsión.
Aedus, que se había mantenido callado hasta ese
momento, habló por detrás de mí.
—Déjalo, ahora mismo no está en sus mejores
cavilaciones —dijo tajantemente, sentí el tacto de

1597
sus manos en mi cintura desnuda, casi cerré los ojos
por la sensación fría de su piel.
—Nadie pidió tu opinión —soltó Hareth, su voz
se escuchaba rasposa, sus ojos se dirigieron en el
agarre que Aedus mantenía en mí. Quise soltarme de
él, pero Aedus solo intensificó su agarre, como si
quisiera demostrar algo—. Suéltala, no es tuya —
vociferó, su expresión de enfado volvió.
—Ella me pertenece —aclaró Aedus,
apretándome más fuerte contra su torso, no podía
escaparme de él. Hareth nos escrutó con la mirada,
ceñudo, hasta que de pronto no lo resistió más y
explotó, dio dos grandes zancadas y llegó hasta
nosotros, me apartó de Aedus en menos de un
segundo con demasiada brusquedad que terminé en
el suelo.
Oí el crujir de sus huesos cambiando de forma
mientras intentaba ponerme de pie, dirigí la vista
hacia ellos y nuevamente se estaban moliendo a
golpes, Hareth peleaba con una ferocidad animal,
jamás lo había visto de aquella manera mientras que
Aedus lo hacía con una rapidez digno de un
vampiro, la fuerza de ambos era sorprendente, se
tiraban en el suelo pero en menos de un segundo ya
volvían a estar como nuevos.

1598
Mientras aquello ocurría el cielo se comenzó a
tornar oscuro, unas espesas nubes se hicieron
presente y el viento rugió con fuerza. Al darme
cuenta que la pelea no se iba a detener hasta que uno
de los dos desistiera, cosa que dudaba que pasara,
me fui acercando con la intensión de volver a
detenerlos. De alguna manera ellos tenían que parar.
Lo que no esperé que ocurriera es que la brisa
aumentara su fuerza y que esta se llevase encima
unas hojas caídas o secas rodeando a los dos seres
que intentaban matarse entre ellos, el viento parecía
rugir, estremeciéndome y el miedo inundó mi ser al
notar que aquello parecía ser un muro impenetrable,
se alzó un muro de aire que me impedía el paso
hacia ellos. Muy inteligente. Me desesperé ante ello.
Me acerqué lo más que pude, apenas conseguí
vislumbrar lo que ocurría del otro lado, el viento me
empujaba hacia atrás y era difícil mantener los ojos
en ese torbellino. Pero me obligué a resistir y
permanecer ahí, yo había logrado que llegáramos a
estos extremos.
Puse las manos por delante de mí y pensé en el
fuego desvaneciendo aquello, pero no, en vez de que
lo consumiera siguió los movimientos del viento y
de esa manera parecía aumentar de tamaño mientras

1599
el torbellino se volvía más terrorífico e
indestructible.
Las manos comenzaron a temblarme, mi cuerpo
recibió un desagradable estremecimiento, lo único
que escuchaba eran los sonidos bruscos que
provenían por detrás del muro de aire, aunque ahora
en él también corría una bola de fuego gracias a mí.
No sabía qué hacer, mi mente trabajaba a mil por
hora y aunque pensara en algo no le encontraba
solución a este problema. Me mareé, en mis ojos
seguramente se reflejaba la bola de fuego que
cruzaba a toda velocidad por delante de mí, el
torbellino se hizo más alto y giró a una velocidad
mayor.
Los gruñidos provenientes del otro lado eran
guturales y me causaban escalofríos, me cubrí los
oídos con las manos y cerré los ojos con fuerza no
queriendo escuchar más, deseando fervientemente
que todo esto fuese una pesadilla, una parte de mí
hasta anheló estar en Rusia, volver dos meses atrás y
jamás haber conocido este lugar. Este problema era
superior a mí.
«Hareth»— dije en la mente, recordando que
podía comunicarme con él a través de nuestra
conexión.

1600
«Detente»— le rogué siendo consciente de que
Aedus únicamente le estaba siguiendo la corriente a
él.
«No me pidas eso, Mia»— su respuesta me
sorprendió, no pensé siquiera que me contestaría.
«Por favor, te lo suplico»—mencioné sin abrir los
ojos y concentrándome únicamente en él.
«Él no vale la pena»— manifestó, acentuando su
molestia.
«Lo vale para mí, hay una explicación —quise
hacerle entrar en razón—. Si acabas con él también
lo harías conmigo».
No volví a recibir una respuesta de su parte, el
tiempo siguió transcurriendo y me pareció que pasó
una eternidad antes de que el ruido cesara y que todo
se volviera silencio.
Quité con lentitud las manos sobre mis orejas,
observando con cautela hacia los lados hasta
distinguir que el muro de aire que los rodeaba se
había desvanecido. Ahí estaban ellos, Hareth en su
forma lobuna delante de un Aedus en una posición
de ataque, lo observaba con suspicacia.

1601
Hareth giró la cabeza en mi dirección, su mirada
seguía chispando enojo, una ira difícil de
desaparecer.
«Lo único que me importa eras tú, tú eres lo más
importante para mí y parece que lo has olvidado»—
sus palabras me transmitieron el dolor que sentía al
igual que los atisbos de tristeza que cruzaban por sus
ojos color ámbar.
—Yo… —intenté decir cualquier cosa, pero negó
con la cabeza.
«Solo recuerda… recuerda que te amo».
Después de decirme aquello dio media vuelta y se
fue, miré con los ojos acuosos como una parte de mí
se iba con el corazón roto por culpa mía, sus pasos
se veían furiosos mientras que yo me quedaba
plantada sintiendo como mi corazón se partía en mil
pedazos.
—Si tuviera sentimientos estoy seguro que en
estos momentos me sentiría conmovido —escuché la
voz de Aedus, no lo miré, por un momento me había
olvidado que seguía aquí—. Él lo tenía que saber —
su voz se volvió más suave—, era de esta manera o
nunca.

1602
Sorbí por la nariz y parpadeé varias veces al
escucharlo, me giré lentamente rogando por dentro
que no hiciera lo que estaba cruzando por mi mente.
—¿Qué fue lo que hiciste? —exigí saber.
—Lo que tú intentabas esquivar: le mostré la
verdad. Él te estaba buscando y ahora que ya no
tienes puesto el anillo tu aroma ya le resulta fácil
hallar.
—¡Cómo pudiste! ¡No era tu derecho! —exclamé
yendo hacia él, mi pulso se encontraba acelerado y
en mi mente no paraba de repetirse sus palabras—.
No debía enterarse de esta manera —lo defendí a
pesar de lo que vi—, yo era la que tenía que decirle
y tú…
—¡No! —me corto con seriedad—, entiendo que
este no fue la mejor manera de revelarle, pero no
olvides que yo sé leer muy bien a las personas, más
a ti y si esto seguía de esta forma todo acabaría
mucho peor.
—¿Más de lo que ya está?
—Mucho más, únicamente le hice saber lo que
tarde o temprano sabría.

1603
—Yo debía decirle y tú lo has arruinado todo —
espeté llena de rabia, comenzando a lanzarle
manotazos en el pecho mientas las lágrimas se
acumulaban en mis párpados.
—No recibirás una disculpa de mi parte por eso
—me aclaró cuando retuvo mis antebrazos con sus
manos contra su pecho—. Rose…
—¡Déjame, suéltame! —ordené haciendo fuerza
para zafarme de su agarre, lo logré y di dos pasos
hacia atrás, él tenía intenciones de acercarse a mí,
pero alcé una mano en su dirección pidiéndole
espacio—. No te acerques más, no sabes lo difícil
que esto es para mí, hace meses mi vida se
asemejaba bastante a ser normal y ahora más que
nunca todo se ha ido a la mierda, esperé años para
conseguir una vida tranquila y cuando por fin lo
estaba logrando… sucede todo esto. Jamás tuve un
novio, nunca permití que un chico se acercara a mí y
ahora tengo a dos hombres totalmente diferentes
diciendo que soy suya. No sé qué hacer y esa es la
verdad.
—Entonces déjame ayudarte.
—Necesito pensar —fue lo único que dije,
desviando la mirada de la suya—. Vete —agregué
momentos después.

1604
—No estás bien —comenzó a decir acercándose
a mí—. No te voy dejar.
— ¡No entiendes que no quiero verte! —grité
entonces, su expresión grave no cambió—. Quiero
que te vayas, ¡vete, lárgate! —él volvió a tomarme
de los brazos mientras yo forcejeaba para soltarme
—. Por favor, suéltame —dije en voz baja, ya no
aguantando más el dolor que se estaba acumulando
más y más, lo miré con los ojos llorosos.
—No quiero…
—¡Te odio! —solté como último recurso, aunque
después entendí que fue algo estúpido porque ambos
sabíamos que eso no era verdad—, necesito estar a
solas, Aedus.
—Está bien —aceptó de pronto, me alejé de él
cuando por fin liberó mis brazos.
No dijo nada más, yo tampoco dije nada, él se fue
y yo me quedé sola encogiéndome en mi lugar
mientras lloraba por todo. No recuerdo en qué
momento había llegado hasta un árbol, me había
sentado en el suelo con la espalda apoyada en su
base y escondido el rostro entre mis rodillas y
brazos, sumergiéndome en el mundo de la tristeza

1605
fusionado con el enojo, por ese mismo motivo mi
cabello había vuelto a encenderse.
Mi mente me hizo volver en el inicio de todo este
lío, volví a revivir como una repetición cuando
descubrí que al tipo que Hannah besaba era el rostro
de Hareth, después la mente me llevó en el momento
en la que él me vio besándome con Aedus y después
en el momento exacto donde Hareth se marchó
aparentemente destrozado por mi engaño.
De pronto, sentí una mano acariciarme el cabello,
levanté el rostro de mi escondite y con la vista
nublaba vi la figura de un hombre de pie por delante
de mí, después de pasarme los dedos por encima de
los parpados para aclararme la vista, distinguí el
rostro de Hareth.
Confundida y asombrada de que haya regresado,
me levanté. Lo inspeccioné de arriba abajo para
asegurarme de que esto no era una alucinación, de
que esto era real y que él había vuelto por mí. Y en
ese momento me di cuenta de un detalle; su ropa,
este iba vestido como cuando lo descubrí con
Hannah mientras que el Hareth que nos encontró a
Aedus y a mí iba vestido con ropa deportiva, la cual
elegimos juntos esta mañana.

1606
Lo miré en la cara, su semblante estaba serio,
inspeccionando su rostro no encontré nada
desconocido. Y al conectar mis ojos a los suyos,
todo cobró sentido.
Fue como si desde un principio me hubieran
hecho algo para hacerme olvidarlo, pero ¿para qué?
La respuesta a esa pregunta fue fácil, él me lo
respondería pero no ahora, en ese momento yo me
encontraba aturdida observándolo completamente
sorprendida.
—Debí haber traído palomitas porque eso fue
todo un espectáculo —su voz era igual a la de él.
—Harun —su nombre salió automáticamente de
mis labios.
Él se quitó el gorro de su cabeza haciendo relucir
su alborotado cabello rubio, sus ojos color miel
centellaron algo que no pude identificar muy bien.
Su boca se extendió en una sonrisa misteriosa.
—Qué bueno que sepas mi nombre.
OMG. Al fin, Harun.
¿Harun y Hannah? ¿Qué opinan de esto?
Les recuerdo que Harun es visto como un
criminal, no puede mostrarse por ahí libremente ya

1607
que sería arrestado por ser el líder de la
contraorganización de El Concejo.
La próxima vez que actualice lo haré hasta el
59, cuando lo haga ya estaremos listas para esas
cuestiones en Instagram que mencioné. Así que si
quieren saber más al respecto y quieren
participar, toda la info está en mi perfil de
Instagram (destacada).

1608
58. Deseo

Capítulo 58: DESEO


Instintivamente retrocedí, que él me confirmara
su identidad me llevó a obtener una reacción
defensiva, de igual manera la decepción en mi rostro
no pudo pasar inadvertida para él. Harun conocía
por la expresión de mi cara, cuando apenas lo divisé,
la alegría que surcó en mi rostro y las esperanzas
titilando en mis ojos de que Hareth regresaba por mí.
Ahora que sabía que este no era la persona que yo
esperaba, sino su hermano gemelo toda esperanza se
esfumó, dejando en su lugar una expresión
sorprendida cruzándose con la ira chispeante que
amenazaba en cualquier momento emerger.
La molestia se estampó en mi cara, el recuerdo
que tanto me atormentaba y por lo que todo
comenzó volvió a reproducirse en mi cabeza, fue
como si hubiese rebobinado en realidad, todo pasó
en cámara rápida desde este momento hasta ese
suceso y se detuvo cuando la vista de Harun
encontró la mía. Noté algo en sus ojos, algo que por
supuesto no percibí en ese momento; la satisfacción,
fue como si ese acontecimiento le agradara de

1609
sobremanera y que yo los descubriera hizo que estos
brillaran provocando que la malicia fuera evidente
en su mirada. Ese rostro le pertenecía también a
Hareth, pero esa mirada que lucía únicamente la más
perversa maldad no… Él siempre me observaba con
un aire travieso pero lleno de amor, una ternura
lujuriosamente perfecta que lograba derretirme y al
mismo tiempo calentarme hasta límites
insospechados.
Los ojos eran lo que permitía ver hasta lo más
profundo de una persona, Hareth me había enseñado
que yo significaba todo para él y en vez de
corresponderle de la misma manera… le mentí, y
por culpa de mi engaño terminé rompiéndole el
corazón.
Regresé en el presente sumamente desorientada,
mi pecho se hinchó llena de culpabilidad, me dolía
porque me sentía culpable por no sospechar desde
un principio que el hombre que besaba a Hannah era
Harun y no Hareth; yo los había confundido, pero de
alguna manera yo no sabía de la existencia del
gemelo de Hareth, es como si en aquel instante él
hubiera sido borrado de mi mente para que yo no
tuviera de otra que pensar en Hareth al momento de
ver aquel beso.

1610
—Eres Harun —dije para poder creerme
realmente que me encontraba delante de él, el
susodicho sonrió y me miró con suficiencia, ladeó
un poco el rostro reduciendo su sonrisa de labios
pegados.
—Lo soy.
—¿Cómo pude olvidarte? —realicé la pregunta
más para mí que para él, llevándome una mano
sobre la boca para disminuir el jadeo a causa del
asombro. No podía salir del aturdimiento.
Mi vista viajaba constantemente a sus ojos, sus
labios… Indagué por toda su cara buscando alguna
señal que me diera a entender qué rayos estaba
sucediendo. Pero su expresión estaba tranquila,
manteniendo esa sonrisa arrogante y, al mismo
tiempo, misteriosa.
—¿De verdad quieres conocer esa respuesta? —
contestó, arqueando sus oscuras cejas. Al darse
cuenta que mi vista seguía en su rostro y que
prácticamente no parpadeaba al observarlo, movió
su mano por delante de mis ojos. En aquel momento
salí del aturdimiento, mis cejas se arrugaron y mi
vista se ensombreció adquiriendo un semblante
serio.

1611
—Tú, ¡qué diablos fue lo que hiciste!—bramé
empujándolo con todas mis fuerzas, importándome
muy poco ensuciar su ropa con mis manos sucias. Él
apresó mis brazos después del segundo golpe en su
pecho, lo sostuvo con fuerza mientras mantenía una
expresión de: ¿En serio estás haciendo esto? Te ves
patética. O por lo menos eso fue lo que yo interpreté
al alzar la vista y ver su cara de aburrimiento.
—Únicamente quería ayudarte —expresó en tono
tranquilo, apretando con más fuerza mis brazos
contra su pecho.
—¿Ayudarme? —pronuncié completamente
incrédula al igual que confundida. Mis cejas se
hundieron y mi mirada se volvió escéptica;
cuidadosa y desconfiada— ¡Por tu culpa pensé lo
peor de él! —grité removiéndome con fuerza para
liberarme de su agarre— ¡Por tu culpa creí que él me
había engañado y por tu culpa no sentí ningún
remordimiento a la hora de… besarlo! —mi voz de
estar chillando con fuerza pasó a ser baja y
susurrante, a la vez que me rendía y dejaba de mover
mis brazos.
—Solo quise ayudarte —afirmó nuevamente con
esa voz profunda y calmada.

1612
—¿Dices que querías ayudarme cuando me
hiciste creer ver a Hareth besándose con Hannah
cuando en realidad la que la besaba eras tú? —la
sola pregunta ya se escuchaba absurda— ¡Eso no
tiene sentido! Y suéltame —exclamé removiéndome
otra vez para zafarme de su agarre, nada funcionó, él
me sostuvo con una sola mano y la otra la colocó
por detrás de mi espalda, la tela de su guante se
sintió fría contra mi piel.
—Quieta, te me haces demasiado caliente tan
enojada y… expuesta —dijo en voz baja, muy cerca
de mi oído. Me quedé quieta, rígida, procesando sus
palabras, y para afirmarme lo que yo ya sospechaba
su mano en mi espalda descendió hacia mi cintura
—. Chica lista —siguió, endurecí mi gesto de
molestia y dejé que las llamas abrasaran mi cabello,
él no me soltó pero sí disminuyó el agarre de su
mano en mis antebrazos, en un fuerte jalón logré
liberarme de él, alejándome de su cuerpo al instante.
No supe por qué pero mis mejillas se encontraban
calientes.
—Aléjate de mí —advertí a pesar de que su
cuerpo contra el mío no se sintiera tan mal, era como
estar cerca de Hareth pero con algo diferente.

1613
Harun hizo todo lo contrario, se quitó la
gabardina y se acercó a mí. Inspiré hondo y solté el
aire por la nariz recuperando un poco de calma para
que el fuego en mi cabello no quemara la única
prenda que me cubría los pechos.
—Póntela —ordenó, extendiendo la ropa que se
quitó hacia mí, negué con la cabeza y me crucé de
brazos, él lanzó algo parecido a un resoplido y de
todas formas me colocó sobre los hombros su
gabardina, tenerlo por detrás de mí no resultó tan
incómodo como me lo esperé—. Los brazos —
gruñó, impaciente. Le obedecí, descrucé los brazos y
acepté su ayuda a regañadientes para que me
colocara su estúpida gabardina, no sabía porque me
lo estaba poniendo, pero lo entendí cuando sus
brazos rodearon mi cuerpo para cerrarlo bien, sentir
como sus brazos me apretaban ligeramente contra su
pecho hizo que un vibrante estremecimiento me
recorriera todo el cuerpo, y no fue precisamente por
el miedo.
—No creo que exista alguna prenda que te siente
mal, eres muy hermosa —murmuró cuando volvió a
colocarse por delante de mí, vestía una oscura
camiseta de mangas largas—. ¿Estás pensando en él,
verdad?

1614
—Es imposible no hacerlo —defendí.
—Lo sé, eso ocurre con mi compañera.

—Hannah —al escuchar ese nombre sentí como


un sabor amargo me recorría la garganta—, la mayor
parte del tiempo ella me veía a mí y no a él. Te
atraigo —añadió de pronto, una expresión de ¿Qué
mierda estás diciendo? Se estampó en mi rostro,
entonces él procedió a explicarse—: Hareth y yo
tenemos una conexión especial, sabemos lo que el
otro siente, ahora mismo yo puedo decirte con
exactitud qué emociones está cruzando por su
mente, aunque en estos momentos sea muy fácil de
deducir —dijo, mirándome con obviedad—. Este
vínculo de gemelos no cambió… para mí—agregó
después de dejar de hablar por algunos segundos—.
Él siguió dejando que yo supiera lo que sentía, en
cambio yo bloqueé cualquier estúpida conexión que
le permitiera divagar en mí. Por ese mismo motivo,
al sentir la alegría inmensa, tan igual a la que yo
experimenté al encontrar a mi pareja destinada supe
que él te había hallado.
»Puede que él no conozca la manera de
bloquearme sus emociones, después de todo yo tuve

1615
que utilizar la hechicería diabólica para logarlo —se
explicó—. Bueno, poder saber lo que él sentía
siempre me daba ventaja y al saber que tú eras la
poseedora de algo que estaba buscando desde hace
años me despertó un gran interés en ti.
Se me quedó mirando por unos pocos segundos
que se me hicieron eternos cuando yo no contesté, la
piel se me había erizado por completo y mis mejillas
se habían vuelto a teñir de rojo por culpa de esa
mirada que se me hacía tan conocida.
—¿De qué modo es que… —rompí el denso
silencio que se había formado en el ambiente, pero
me quedé callada y me aclaré la garganta al sentir la
boca seca—… intentaste ayudarme?
Harun volvió a acercarse a mí, instintivamente
retrocedí pero él, en un movimiento rápido, me
sostuvo de una mano. Lo miré ceñuda e intenté que
soltara mi mano.
—Solo quiero enseñarte algo —me aclaró para
que dejara de moverme—. Observa —dijo y sin
importarle que se ensuciara la mano, comenzó a
limpiarme una de mis manos con su pulgar, lo
presionaba con fuerza y yo hacía una mueca al sentir
un ligero dolor—, ¿qué piensas sobre esto? —

1616
preguntó con la vista fija en las leves marcas de
uñas.
—Pues… nunca había presionado mis uñas con
tanta fuerza como este día, no como para lastimarme
de este modo —le respondí, dudosa.
—No son marcas de uñas —afirmó seguro, alzó
el mentón y sus ojos encontraron los míos—, son
marcas de garras.
—¿Qué? —musité con una evidente confusión
reflejado en toda mi cara—. Yo no… —empecé a
negar, pero él no permitió que siguiera hablando.
—El enfado tiene mucho poder, solemos actuar
por impulso ante una situación que nos hace enfadar
mucho y a través de ello se manifiestan ciertas… —
hizo una pausa como si estuviera buscando una
palabra adecuada—… cualidades. Eso fue lo que
ocurrió contigo, después de estar observándote y
estudiándote por semanas llegué en la conclusión de
que lo que tú necesitabas para liberar a esa parte
dormida —sabía que estaba hablando de mi parte
lobuna—era darle un buen motivo para dar indicios
de vida y… aparecer: enojo, ira, celos hacia su
compañero.

1617
—¿Y justo tenía que ser a través de ella? —
repliqué, el odio que seguía sintiendo por ella era
palpable en mi tono de voz y seguramente también
al endurecer mi gesto de molestia.
—No conozco a nadie más que te haga perder la
paciencia tan rápido como lo hace Hannah.
—Me estuviste vigilando bastante, ¿eh? Entonces
seguramente sabes lo cerca que ella está de tu
hermano, ¿eso no te molesta?
—No vine a hablar de ella, sino de ti —zanjó,
pude apreciar como su boca dejaba esa sonrisita
socarrona siendo reemplazado por una línea seria,
sus ojos se ensombrecieron y adquirió un semblante
serio, luego sacudió su cabeza y se notó más
relajado—. Creo que es momento de que vayamos
directo al grano, solo estaba por aquí para verificar
lo que ya te dije; algún indicio de que tu loba
aparezca.
—¿Qué quieres de mí?
—Más de lo que te puedes imaginar.
—Al punto —objeté cuando la miradita que me
dedicó no me gustó para nada.

1618
—No puedo decirte el motivo esencial que me
impulsa a no rendirme con esto —empezó a decir,
centré mi atención en él—. Desde niño me han
enseñado como ser un buen líder, gracias a los
estudios, entrenamientos y por tener una capacidad
mental y fuerza inaudita, fui elegido como el líder de
Juntos. Es una corporación fantasma que recluta
“híbridos rebeldes”, los que no están dispuestos a
acatar las órdenes de El Concejo.
—Sí he escuchado de tu contra organización. He
escuchado de ti. Y no importa que no me cuentes tu
motivo, lo que estás haciendo es admirable, eres
valiente al enfrentarte a todo un sistema corrupto
para proteger a los híbridos.
—Repudio las injusticias, fui entrenado para
gobernar y mantener fuera de mi dominio las
infamias. Quise aprovechar mis conocimientos para
ayudar. No me quedaría de brazos cruzados sabiendo
lo que significa ser sometida a ese ritual.
Su forma de expresarse me advertía su verdad.
—A mí me dieron tres meses para prepararme y
ser sometida a ese ritual —dije entonces.
—No, tú no serás una más —aseveró—, tú serás
una reina, aún no eres la reina solo porque no se

1619
puede marcar a un híbrido, aquello está
estrictamente prohibido y eso es lo que yo quiero
cambiar. Y estoy seguro que tú también.
—Yo… —comencé a decir, él tenía razón, yo
deseaba eliminar esas reglas que hacían infelices a
mi especie. Volteé el rostro hacia un lado con la
intención de que Harun se alejara, algo que por
supuesto no hizo. Lo miré decidida—quiero
liberarlos, quiero que todos puedan expresarse como
deseen y que sean tratados como seres normales.
—Pues tienes suerte —dijo él, dio un paso atrás y
me ofreció su mano para que se lo estrechara, lo
miré con las cejas alzadas—. Soy Harun Lewis y mi
intención es romper todas las normas establecida a
los híbridos y esto únicamente se puede conseguir
acabando con la tiranía de El Concejo.
—Mi nombre es Mia Dufour, soy una híbrida y
no estoy dispuesta a obedecer lo que se me ordenó,
por eso mismo me declaro rebelde.
—¿Ya te mencioné que yo estoy reclutando a la
“mala influencia”? —preguntó de forma divertida al
mismo tiempo que le daba un apretón firme a mi
mano derecha. Al no obtener una respuesta de mi
parte, no más que una pequeñísima sonrisa

1620
cómplice, volvió a hablar—. Entonces ¿estás
interesada?
—¿En qué? —pregunté.
—En unirte a mí, a Juntos…
—¿Por qué Juntos? —le interrumpí por pura
curiosidad.
—Porque juntos podemos realizar el cambio.
—Juntos por el cambio —repasé.
—Necesito tu ayuda para poder conseguirlo —
dijo Harun—. Tú eres la única que puede
controlar…
—¿Qué? —pronuncié con impaciencia ante su
repentina pausa, me moví de mi sitio sin despegar
mis ojos de Harun.
—Tenemos un plan, esto consiste en utilizar
únicamente un elemento y poder controlarlo con la
poderosa magia que Edén Dell ha descubierto: el
collar y el anillo.
—¿Eh?
—Tú, Rouse, tendrías que tener un control
absoluto de tu elemento y del anillo, eres alguien de

1621
suma importancia porque la piedra encantada del
collar y anillo, te pertenece y ya te reconoce como
su dueña.
—¿Qué? —exclamé, luego sacudí la cabeza y lo
miré atenta—. Ya no poseo el anillo por si no lo
sabias —era consciente de que no me había negado
a su petición, lo seguía procesando en realidad.
—Tú solo di que aceptas —fue su respuesta a lo
que dije.
—Tampoco tengo ese absoluto control sobre el
fuego, apenas lo voy dominando —continué
diciendo.
—No hay problema, lo que necesitas es entrenar
con los tuyos, combatir contra alguien del mismo
nivel que tú —dijo entonces con total tranquilidad
—. Ven conmigo, Rouse.
—¡Qué! —hablé fuerte, no esperándome que me
dijera aquello.
—Nosotros lo tenemos todo, estoy seguro que allí
te sentirás como en casa porque ahí es en donde
verdaderamente perteneces.
—Mi lugar es al lado de Hareth…

1622
—Él necesitará un tiempo a solas, no creo
conveniente que vayas con él, lo conozco y sus
impulsos pueden causar bastante daño —hizo una
pausa larga, ambos nos quedamos inmersos en
nuestros pensamientos. Harun lanzó un suspiro y
volvió a hablar—. Cuando decidas que quieres hacer
ve al Lago de la Luna y di mi nombre, te estaremos
esperando. Recia tiene muchas ganas de ahora ser la
maestra.
—Ya no poseo el anillo —le hice recordar, él
sonrió un poco y dio un paso atrás, se giró un poco y
volteó ligeramente la cabeza para verme a la vez que
sacaba algo del interior del bolsillo de su pantalón.
—Pero yo sí —abrió la mano y me lo enseñó—,
te estará esperando cuando decidas juntarte con los
tuyos.
—¿Cómo es que lo tienes? —pregunté,
sorprendida—. Eso lo tenía guardado Hareth, no
puedes tenerlo tú… —dije ahora en tono serio y
tajante, caminé decidida a quitárselo, pero claro que
no lo iba a lograrlo, era demasiado baja y ni saltando
iba a conseguir alcanzar su mano elevada.
—Volverá a ti cuando decidas unirte a mí —
aclaró un poco alejado de mí y volviendo a guardar
el anillo en su bolsillo.

1623
—¿Cómo lo conseguiste? —interrogué seria.
—Hannah —dijo ese nombre como única
respuesta, me dio la espalda y comenzó a alejarse.
—¿Por qué? —grité para que me escuchara.
—Porque ella haría todo por mí, hasta traicionar
a su hermano por nuestra felicidad —esas últimas
palabras se escucharon muy extraño, como si en
realidad le resultara divertido—. Y, Rouse —me
llamó, detuvo su andar pero no giró a verme—, ten
cuidado, cualquier otro hechizo puede perjudicarte
—me miró por encima de su hombre—. Es
momento de que actúes como una reina y defiendas
a los tuyos, te estaremos esperando —fue lo último
que dijo antes de desaparecer a lo largo del oscuro
bosque.
Ni siquiera sabía en qué parte bosque me
encontraba, por eso mismo comencé a caminar sin
ningún rumbo fijo, únicamente con la esperanza de
salir en una carretera mientras me volvía a sumergir
en mis pensamientos.
Cuando ya transcurrió aproximadamente media
hora, noté mi garganta sumamente seca. Seguí
caminando y pensando en qué le diría cuando lo
viese, necesitaba habla con él y recordarle cuanto le

1624
quería aunque él afirmara lo contrario, la aparición
de Aedus jamás afectó los cúmulos de sentimientos
sumamente forjados que yo tenía hacia él. Por otro
lado estaba Aedus, debía admitir que su ausencia
siempre me mantuvo inquieta, extraña, porque él era
una parte esencial de mí, por más que al principio
me negara a necesitarlo… lo hacía. Seguía molesta
con él, pero más lo hacía conmigo misma al
entender que él tenía razón con respecto a mí; yo
sentía tanto miedo de lo que Hareth diría que preferí
ocultárselo llegando a este momento. Solo pensé en
Hareth y en mí, pero ¿y Aedus qué? ¿Qué pasaba
con él?
Llegué a la mansión en aproximadamente una
hora, el cielo se había vuelto más oscuro y en
cualquier momento podría largarse a llover, justo
cuando el portón de entrada se abría una llovizna un
poco fuerte se hizo presente.
Lía fue la que me abrió la puerta, vio mi aspecto
y ahogó una exclamación de asombro tapándose la
boca con una de sus manos. Seguía llevando la
gabardina de Harun y mis manos estaban llena de
sangre, ya seca pero a causa de la lluvia parecía
reciente.

1625
Ella no dijo nada, yo menos. Me dirigí a la cocina
y sacié mi sed y luego me fui a mi habitación. Tomé
una larga ducha, incliné la cabeza para sentir la
baldosa fría de la pared en mi frente, cerré los ojos y
me quedé en esa posición durante varios minutos
pensando y sintiendo el agua caer contra mi espalda.
«Espero que te esté yendo mejor a ti, Abby» dije
mentalmente mientras cerraba el grifo y salía de la
ducha.
Me vestí rápidamente, me puse un short de
mezclilla y una camiseta holgada negra. Me dirigí
hacia el tocador, pero frené de golpe en cuanto
escuché el ruido de la puerta siendo abierta, girando
a ver de quien se trataba.
Mi pulso se aceleró súbitamente, mi boca se me
secó aún más y lo único que quise que ocurriera en
ese momento fue desaparecer, sus ojos parecían dos
bloques de hielo por lo frío que se veían, su mirada
era aniquiladora, me observaba sin ninguna emoción
más que ese chispeo de enfado que aún se
encontraba latente en sus ojos mientras se adentraba
en el interior de la habitación con pasos seguros.
—Hareth… —dije en un ligero suspiro,
únicamente estaba vestido con un pantalón de

1626
chándal, su cabello y sus hombros se encontraban
ligeramente mojado a causa de la reciente llovizna.
—Rouse —no dijo mi nombre en el tono cariñoso
de siempre, lo pronunció de una manera seca y a
causa de ello experimenté un escalofrío que hasta
me hizo cerrar los puños fuertemente a mis costados.
Todo el discurso que había planeado mientras
regresaba se evaporó de mi cabeza, mi mente se
puso en blanco y en lo único que pude pensar es que
él se encontraba delante de mí y que se veía muy
molesto, tanto que ya me daba un poco de miedo.
No él en sí, sino… lo que podría ocurrir.
Cerré mis ojos con fuerza para reunir valor, podía
percibir como mi cuerpo temblaba un poco, abrí los
párpados y lo contemplé mucho más cerca.
—¿Por qué? —preguntó en voz baja y rota.
«Ni se te ocurra llorar ahora» me dije a mí
misma.
—Lo lamento —murmuré bajito, reprimiendo las
ganas inmensas que me entraron de llorar.
—¿Qué es lo que exactamente lamentas? ¿Acaso
me dirás que fue un error, un simple desliz lo que
vi? ¡Y precisamente con él! Responde, ¿cómo es que

1627
pasó? ¿Qué te faltó? Te dije que podías contarme
todo y a eso me refería a tus inquietudes…
—¡Pero esto es diferente! —exclamé en el mismo
tono alto que él en mi defensa—. Tenía miedo,
Hareth.
—¡¿Miedo de qué?!
—De que me separaran de ti —le dije la verdad,
inspiré hondo y entonces le solté otra verdad—:
Sheldon Collins me propuso que renunciara a ti para
que yo me casara con Aedus, siendo hija de su
primogénita y la futura heredera… le convenía.
—¿Qué? ¿Y eso por qué? ¡Eres mi compañera,
nadie puede separarte de mí!
—¡Es porque yo no soy únicamente tuya, Hareth!
—solté de una vez por todas, me lamí los labios
secos y observé su mirada de desconcierto.
—Eres mía, Rouse, únicamente mía —objetó él,
serio, seguro y determinante—¿Quién te llenó la
cabeza de estupideces? Tú eres solo mía, así debe
ser, eres mi destino, sé que lo eres.
—No, estás equivocado —negué consiguiendo
que su expresión cambiara, se notó atormentada—.
Sé que debí decírtelo desde el principio pero no

1628
pude, algo me detuvo a hacerlo; sentía miedo, no
quería que nada cambiara entre nosotros, no quería
aceptar que había alguien más…
—No puede haber nadie más que yo —me cortó.
—Es lo que dijimos, pero al parecer yo soy la
excepción, o aquí hay un error.
—¿Y el otro justamente tenía que ser él? —
bramó furioso, desviando la vista de mí, y al
volverla al frente su mandíbula estaba
excesivamente apretada, tensionada—. Por ser
también de él Sheldon te propuso casarte con él —
dedujo— ¿Eso cuando pasó?
—La noche de su fiesta, no sé cómo se enteró
que Aedus es… —me quedé callada, incomodísima,
de todos modos Hareth entendió—. En un momento
él, Sheldon, apareció y me relató un poco sobre mi
madre hasta que finalmente me reveló el verdadero
motivo de su acercamiento a mí, me dijo que a
Marisa no le agradaba mucho la idea de renunciar a
su pareja eterna y por ese motivo me lo propuso,
dijo que Aedus merecía ser feliz y…
Hareth soltó una risa seca que me desconcertó,
negó con la cabeza mientras se carcajeaba.

1629
—¿Y tú le creíste? —dijo con absurdez—. No
puedo creer que por un momento haya confiado en
él, por eso su tanta insistencia para que fueras a su
castillo, él mantenía una esperanza de que le hicieras
caso. Dime, Rouse, ¿me cambiarías a mí por él?
Me vi morir ante esa pregunta, la noche de la
fiesta estaba segura que jamás cambiaría a Hareth
por Aedus, que nunca renunciaría a él porque Hareth
estaba por encima de todo, era mi primer amor y me
había conquistado por completo, tanto que estaba
segura de que ni Aedus podía hacerme sentir algo
superior al amor que yo sentía y mantenía por
Hareth.
—Contesta —insistió al ver que no respondía, se
acercó más, colocó sus manos en mis hombros y me
empujó suavemente hacia atrás, un momento
después pude sentir la dura pared contra mi espalda
—. ¿Crees que él es mejor que yo?
—No —dije automáticamente. Acomodó sus
manos sobre la pared, a los lados de mi cabeza y
acerco su rostro hacia el mío.
—Entonces no lo elegirías a él antes que a mí,
¿verdad?

1630
—Una vez te dije que quería estar únicamente
contigo —comencé a decirle lo más seria que pude
—, pero…
—No —vociferó, interrumpiéndome—, no quiero
escucharlo.
Elevé las manos y los puse en su pecho, estaba
caliente, Hareth emanaba un calor intenso e
incómodo por toda la rabia acumulada. Esa vez él no
me apartó.
—Pero apareció él y por más que intenté eliminar
todo lo que me hacía sentir aferrándome a todas las
sensaciones que sentía al estar a tu lado… no pude.
Lo lamento, siento no habértelo dicho antes y por
culparte de algo que jamás harías.
—¡No! —gritó al mismo tiempo que lanzaba un
fuerte golpe a puño cerrado a la pared en la que me
acorralaba, produjo un sonido seco, esperé ver algún
gesto de dolor en su rostro, pero no, él no demostró
ningún atisbo de malestar, mantuvo su expresión de
enfado mientras su pecho ascendía y descendía por
su acelerada respiración. Me encogí en mi lugar,
nunca lo había visto tan violento como en este día,
pude notar de reojo como su puño había impactado a
apenas unos centímetros de mi cara y no pude evitar
pensar que si me hubiese movido tal vez…

1631
«No, no, no, no» dije varias veces, me negaba a
pensarlo.
Vi con claridad como el rostro de Hareth
cambiada de expresión, en su cara surcó el
arrepentimiento. Había una contradicción de
emociones en su mirada, capté la tristeza en sus ojos
y me deseé cambiarla, pero yo fui la causante de
ello, además no poseía ninguna capacidad para
borrar las imágenes que lo atormentaban.
Cerró los ojos con fuerza mientras retiraba el
puño de la pared, como si sintiera miedo de volver a
tener un impulso igual o peor que aquello, se apartó
rápidamente de mí.
—Perdona —dijo, eliminando el silencio
sepulcral que se había formado ente nosotros—, no
fue mi intención actuar de ese modo tan violento
contigo, nunca… Tienes que saber que jamás te
tocaría.
—Lo sé —traté de tranquilizarlo, a pesar de que
me estaba dando la espalda me imaginé la
culpabilidad destellando en sus ojos.
—Me está volviendo loco no saber
verdaderamente qué ocurrió entre ustedes, vi el

1632
deseo en tus ojos, Rouse. Lo besaste —reprochó
como si hubiese besado al mismísimo diablo.
—Te juro que fue la primera vez, no lo había
besado antes —dije rápidamente.
—¿Debería creerte? —preguntó, girando a
verme. Di un paso adelante y alcé el mentón.
—¿No sabes cuándo miento y cuándo no? —
inquirí entonces.
—Ya no sé si debería creer en ti —respondió tan
secamente que me quedé sin palabras durante varios
segundos procesando lo que acababa de decir.
—No quise mentirte…
—Pero lo hiciste —rebatió.
—Lo siento.
— ¡Deja de disculparte! —exclamó exasperado
—. Disculpándote no cambiarás las cosas, sé que te
engañan. Esto no puede ser real, ellos están jugando
contigo de una manera retorcida, es imposible que
tengas otro compañero, solo debo ser yo, debería ser
solo yo por eso estoy seguro que te engañan, él te
mintió. No sé qué planean pero…

1633
—No trates de engañarte a ti mismo, entre él y yo
existe lo mismo que hay entre tú y yo, y yo ya no
puedo negar eso —confesé, Hareth me vio con
atención, el cúmulo de contradicciones se reflejaba
en toda su cara—. Yo sé que es verdad, no es un
engaño porque siento la conexión que tenemos.
—No…
—Sé que no es fácil de creer, pero es la realidad y
debes asimilarla como lo hice yo.
—Nada de esto estaría ocurriendo si hubiéramos
seguido las reglas, pero contigo todo fue tan
diferente, tan fuera de norma —replicó—. Solo de
ese modo te hubiera marcado y nadie más jamás
tendría oportunidad para estar contigo.
—¿Estás retractándote?
—Considero que es la solución. Pero, no puedo
pensar, e enfado no me permite ir más a fondo.
Estoy furioso contigo —se corrigió.
—¡No es mi culpa! Yo no pedí nada de esto, fue
el maldito destino quien se equivocó. Creemos que
hay un error y eso debe arreglarse.
—¿Y según tú quién es el error?
—No puedo saberlo, yo no tengo esa respuesta.

1634
—Estoy seguro que te han estado manipulando,
estoy seguro que estás creyendo que yo podría llegar
a ser ese error —me acusó con ojos chispeantes de
resentimiento.
—¡Claro que no! Yo te elegí desde un principio,
te quiero a ti.
—No parece, ¿qué fue lo que cambió?
—Él, Aedus.
—El mayor mentiroso, no puedes estar con él. Lo
único que existe entre ustedes es deseo. Debe haber
una respuesta para este acertijo… para arreglar esto.
—Comenzó a pasearse por la habitación
desordenándose el cabello de vez en cuanto. Su ceño
fruncido y gesto pensativo me mantenía muy
inquieta— ¡No lo aguanto más! —exclamó de
repente, girando a verme con los ojos llameantes de
ira.
—¿Qué no aguantas? —tuve que preguntar.
—No saber qué fue lo que exactamente ocurrió
entre él y tú.
—Nada de lo que te estás imaginando —le
aseguré.

1635
— ¿De verdad? —preguntó relajando su
expresión, dio un paso adelante y yo también.
—Te lo aseguro, tienes que creerme.
—Shhh, no digas nada —me interrumpió con su
dedo índice contra sus labios, indicándome con
aquel gesto que me callara. Solo faltaba que uno de
los dos diera un paso más para que la distancia entre
nosotros disminuyera por completo.
—Te amo —dijo de repente, dejándome con una
expresión sorprendida. Levantó su mano derecha y
lo colocó en mi mejilla con suavidad, comenzó a
deslizarla hacia atrás, hasta sentir sus dedos por
detrás de mi nuca—, pero no puedo creerte —añadió
en un tono grave, adquirió un semblante serio y sus
ojos color ámbar recibieron a los míos con frialdad.
Lo miré sin entender nada, yo confiaba en que él
no me haría daño, pero a veces las personas no son
como uno cree, las promesas se rompen, las palabras
se los lleva el viento y lo único que siempre queda
es un corazón roto.
Estaba por decirle algo cuando lo sentí, sus uñas
por detrás de mi cuello se convirtieron en filosas
garras, unas que inmediatamente perforaron mi piel,

1636
mis ojos se abrieron exageradamente por la sorpresa
y mis labios realizaron una mueca a causa del dolor.
Sus garras se enterraron en mi piel y de un
momento a otro ya no tenía control sobre mí, quedé
rendida y mis párpados se cerraron a pesar de que
intenté frenar el proceso, pero ya era tarde, una
repentina oscuridad me atrapó.
Lo último que sentí fue una lágrima rodar por mi
mejilla y una inmensa decepción. 

1637
59. Pasión

Capítulo 59: PASIÓN


En la oscuridad que me envolvía comenzaron a
mostrarse recuerdos míos y de Aedus juntos. Llegó
uno detrás de otro; desde que cruzamos la primera
mirada hasta el beso que nos dimos. Todo iba
demasiado deprisa, era como ver un flashback en
mute que avanzaba muy rápido, como queriendo
llegar en un momento en específico.
De pronto todo se centró en lo suceso de este día,
se detuvo luego de que Hareth se haya ido. La voz
de Aedus resonó dentro de mi cabeza en un sonido
agudo, inmediatamente una gran punzada de dolor
se hizo presente no permitiéndome concentrarme en
ese momento, las voces cada vez se oían con menos
fuerza y el recuerdo comenzó a verse borroso y cada
vez más lejos.
Un dolor intenso se instaló en mi cabeza, este
cada vez iba en aumento y, en menos tiempo que
dura un parpadeo, la voz de Aedus y el mío
volvieron a escucharse, esa vez con mucha más
claridad. El recuerdo estaba delante de mis ojos,
apenas podía observar lo que estaba sucediendo

1638
porque me concentraba más en el dolor que estaba
sintiendo, en cómo alejarlo, en cómo podía hacer
que desapareciera algo que ya viví. Mis párpados se
sintieron pesados, el dolor creció y un molesto y
doloroso pitido comenzó a escucharse
constantemente en mis oídos.
Mis párpados estaban tan pesados y cansados que
me costaba mantener los ojos abiertos, es como si no
me encontrara inconsciente, sino en otro lugar…
otra dimensión. Podría desmayarme en cualquier
momento, el recuerdo volvió a avanzar de prisa, vi a
Aedus marcharse y en ese momento todo se volvió
negro hasta que, como si estuviera abriendo los
párpados, delante de mis ojos apareció Harun.
No se escuchó nuestra conversación, el recuerdo
avanzó rápido como si se tratara de un vídeo que
mostraba las imágenes más interesantes, cada uno de
esos momentos invadió mi mente en una dolorosa
punzada que parecía querer quebrar y hacer añicos
mi cordura.
Todo se detuvo cuando Harun me enseñó el anillo
de Eden y yo avanzaba hacia él, luego de eso todo se
desvaneció y la negrura se apoderó de mi mente
durante pocos segundos hasta que mis ojos se
abrieron de golpe, de mi garganta surgió un jadeo de

1639
asombro mientras mis pies se movían hacia atrás
cuando Hareth me liberó de sus garras. Mis piernas
se encontraban demasiado débiles, a causa de ello
me caí de rodillas y mis manos se plantaron en el
suelo con la cabeza agachada aspirando con fuerza,
tratando de recuperar todo el oxígeno que no sabía
que necesitaba con urgencia.
El dolor de cabeza no se iba, subí las manos en la
cabeza, apretando con fuerza los sienes con los
dedos mientas erguía la espalda y me sentaba sobre
mis pies.
—¿Qué hice? -escuché una voz masculina en la
lejanía, sonaba arrepentido y denotaba asombro,
incredulidad y culpabilidad-. Oh, Rouse, lo lamento
tanto… -sentí unas manos en mis hombros, alcé la
mirada acuosa hacia él y reconocí el rostro de
Hareth. Él estaba acuclillado para estar a mi altura,
me removí al instante y el dolor en mi cabeza me
taladró la mente, lancé un quejido fuerte y bajé las
manos para cubrirme el oído a causa del intenso
pitido, en ese momento lo sentí; la sangre que fluía
de mis oídos. Estaba tan concentrada en el dolor de
cabeza que no me había dado cuenta de ello.
Puse las manos por delante de mis ojos, mis
manos temblaban cuando vislumbré el color rojo

1640
carmesí de la sangre, estaba caliente y su olor
metálico inmediatamente invadió mis fosas nasales,
arrugué la nariz a acusa de ello y volví a llevar por
inercia la punta de mis dedos manchados de sangre
hasta mis orejas. Tenía que estar segura que esto
estaba ocurriendo de verdad, que esto no era una
pesadilla. Percibí como la sangre se deslizaba
cayendo por los costados de mi cuello, llevé mis
manos temblorosas delineando la mandíbula hasta
que mis dedos alcanzaron las comisuras de mis
labios y posteriormente como alcanzaban los
orificios de mi nariz…
¡Dios, iba a morir!
—Rouse -insistió Hareth, atrapando mi mentón
con suavidad para que lo viera.
Y entonces, reaccioné.
—¡No me toques! -grité tratando de que mi voz
sonara firme, pero se escuchó temblorosa y se puso
en evidencia cuán mal me sentía. Las lágrimas se
deslizaron de mis ojos con libertad mientras me
arrastraba en el suelo hacia atrás para alejarme lo
más que pudiera de él.
Mi espalda impactó contra el pie de la cama, y
ahí me quedé, subí el mentón lo más que pude para

1641
detener la sangre, sabía que necesitaba hacer todo lo
contrario pero estaba asustada, demasiado aterrada a
decir verdad.
—No, por favor…
—¿Cómo pudiste? -le interrumpí con la voz
totalmente quebrada, no podía mirarlo, era incapaz
de verlo porque mi pecho me dolía horrorosamente
por la inmensa decepción que sentía, lo único que
podía hacer era llorar, sollozar porque la cabeza me
seguía doliendo a horrores y ahora también lo hacía
mi alma-. Oh Dios… -murmuré con las manos en la
cabeza, con los dedos hundidos y aferrados a
mechones de mi cabello.
—Yo solo quería… por favor, perdóname -dijo
mostrándose totalmente arrepentido, pero eso no
cambiaban la cosas, su disculpa no iba a disminuir ni
desaparecer mágicamente el dolor que me estaba
matando por dentro. Hareth nuevamente se
encontraba por delante de mí, colocó una mano en
mi mejilla con cuidado, temiendo que lo volviera a
apartar de mí, y eso hice.
—Aléjate de mí -advertí.
—No quería lastimarte, no quería hacerlo… -
mencionó apresuradamente, y sin hacerme caso me

1642
cogió el rostro con las dos manos e hizo que lo
mirara a los ojos-. Lo siento mucho, los celos me
dominaron, por favor, por favor… -me eché para
atrás lo más que pude solo para poner un poco de
distancia, interrumpiéndolo.
—¡No confiaste en mí! ¿Te metiste en mi cabeza,
verdad? ¡¿Eso hiciste?! -Exigí saber, pero al elevar
el tono de mi voz la punzada en mi cabeza aumentó
y provocó que emitiera e hiciera una mueca a causa
del dolor-. Sé que te fallé, pero… pensé que tú
también lo habías hecho -dije en voz baja.
—¿De qué estás hablando?
—Harun… todo fue un plan de él, yo lo vi
besándose con Hannah y pensé que eras tú -dije,
observándolo directamente a los ojos para conocer
su reacción.
—No -fue todo lo que dijo, su rostro mostraba
incredulidad.
—Es verdad -le afirmé-, por alguna extraña razón
en ese momento no sabía de la existencia de Harun,
pensé lo peor de ti, Hareth, pensé que… -negué con
la cabeza incapaz de terminar lo que decía-. Y
terminé enterándome que ellos son compañeros y
que todo esto fue planeado desde un principio, que

1643
nosotros estemos así podría tener un culpable, podría
seguir culpándolo pero no, la única culpable soy yo,
por no habértelo dicho desde un principio.
—¿Estás segura de…?
—¡¿Acabas de meterte en mi mente y sigues sin
creerme?! — Exclamé, en ese momento me volví a
enfocar en lo que había hecho— ¡Vete! -dije,
negando con la cabeza convencida de que lo quería
lejos de mí, él volvió a tomar mi rostro entre sus
manos y lo retuvo con un poco de fuerza para que
volviera a verlo-. ¿Qué me hiciste? -pregunté, mis
labios temblaron ligeramente cuando hablé.
—No es fácil que en menos de un día te enteres
de que la mujer que amas también quiere a otro, yo
solo quería saber si me decías la verdad. Saber que
me mentiste en la cara y con tanta facilidad me hizo
ver que me encontraba demasiado cegado en mi
burbuja de felicidad a tu lado que no me hizo ver
más allá. Mia, yo te mandé con él sin saber lo que
ello implicaba, ¿sabes cómo me sentí?
»Sé que una disculpa no arregla el error que
cometemos, pero el tiempo nos da la oportunidad de
demostrar lo arrepentidos que estamos y de no
volver a cometer la misma estupidez. De verdad, no

1644
sabía lo que hacía y me dejé dominar por la ira, lo
siento mucho, Mia.
—Siento mucho dolor…
—Pasará -dijo con suavidad.
—No entiendes -hablé en voz baja sintiendo el
dolor de cabeza menos intenso, y aquello no era
precisamente porque disminuía-, yo… -se me cortó
la voz, mis párpados me pesaron y sentí la inmensa
necesidad de cerrar los ojos, moví el rostro en busca
del contacto de Hareth.
—No, no, no, no te desmayes, no lo hagas, resiste
por favor -su voz se escuchó desesperada, pero no
fui capaz de mirarlo porque tenía la vista fija y
perdida en alguna parte de la habitación-. No, no,
no, esto es mi culpa, todo es por culpa mía, lo siento,
lo siento. Rouse -dijo con la voz rota, con una mano
en mi mejilla, movió mi rostro y buscó mis ojos,
apenas lo vi, no podía distinguirlo del todo, su
expresión era de espanto, el miedo se apoderó de
toda su cara-, no me dejes -suplicó y en ese
momento su rostro se contrajo y luego tiró de mí
hacia sus brazos, posicionándome contra sus piernas
y mi cara contra su pecho-, no me dejes, no lo hagas
-siguió diciendo mientras me acariciaba la mejilla

1645
izquierda con el pulgar a la vez que su nariz rozaba
la mía.
Parpadeé una vez, luego otra y después otra más
y cada vez se me dificultaba más volver a abrirlos,
volví a parpadear y al abrir los ojos, a través de mis
largas pestañas y muy húmedas a causa de las
lágrimas que aún no cesaban del todo, lo vi; una
lágrima caer de ojo izquierdo de Hareth.
Alcé la mano y con el pulgar se lo limpié, me
lamí los labios y probé mi propia sangre. Mantuve
mi mano ahí cuando di mis últimas palabras de ese
día.
—Tú también recuérdalo -comencé a decir con
voz áspera, sorbí por la nariz y cogí aire con mucha
dificultad antes de revelarle lo que desde hace tanto
sentía-, recuerda que te amo.
Cerré los ojos y me aferré a su pecho, al calor que
desprendía y al aroma embriagador que me
cautivaba hasta en momentos como esos.
—El doctor ya está aquí -anunció una voz en la
lejanía, Malcom-. ¿Qué sucedió? -preguntó y logré
reconocer el temor en su voz.
—Me metí en su mente en contra de su voluntad,
indagué en sus recuerdos y…

1646
—¿Por qué hiciste eso? -le interrumpió con
exigencia y parecía horrorizado de escuchar aquello
— ¡La pudiste haber matado, idiota!— si no
estuviera a punto de perder la consciencia me
hubiera sorprendido por su vocabulario, el esposo de
Hazal siempre se veía muy serio y respetuoso.
—Lo sé, no tienes que decirme algo que no sepa -
vociferó Hareth-. Soy un completo imbécil por no
haber creído en sus palabras… Lo siento, Mia.
—Por favor, necesito examinarla, llévenla en la
cama -indicó la voz del doctor Parrish. Seguramente
utilizó magia para llegar tan rápido.
Sentí como me movían un poco, y en ese
momento ocurrió, mi pecho comenzó a elevarse y
mi cabeza arquearse hacia atrás en busca del
oxígeno, pero no podía hacerlo, por más que
intentaba respirar me resultaba muy difícil. Algo se
acumuló en mi garganta y comencé a expulsarlo
mientras temblaba, mi cuerpo vibraba a causa del
dolor y el temor a morir fue lo último que pensé
porque ya no supe más de mí.

Cuando me desperté un dolor me consumía por


completo, un quejido se perdió en mi garganta y

1647
traté de incorporarme rápidamente, aquello solo
ocasionó más dolor a mi cuerpo totalmente
debilitado. El lugar empezó a darme vueltas antes de
que supiera en donde me encontraba con exactitud,
pero no hizo falta que observara en donde estaba
porque solo con percibir el aroma del lugar ya me
daba cuenta, ese olor me era inconfundible.
Parpadeé varias veces y luego me masajeé los
parpados con la intención de que así se me aclarase
la vista. La distorsión en mis ojos se fue y entonces
sentí la inmensa necesidad de beber agua, un sabor
amargo en mi garganta casi me provocó arcadas.
Enderecé la espalda y al sentirme sumamente
débil me recosté contra la cabecera de la cama, giré
el rostro hacia la mesita de noche, ahí había una
jarra de vidrio lleno de agua y a su lado un vaso para
poder servirme.
La luz del sol que se filtraba por algunas de las
ventanas me permitía saber que era de día.
—Qué bueno que ya estés despierta -La voz
alegre y demasiado elevada de Hazal hizo que
arrugara la frente en signo de molestia. Dirigí la
vista hacia la puerta del cuarto.

1648
—Oh, lo lamento -dijo ahora en una voz muy
baja, sonreí un poco.
—Hola -mi voz se escuchaba rasposa.
—Hola, me alegro que estés bien -Hazal me
regaló una hermosa sonrisa genuina, sirvió el agua
en el vaso y me lo pasó, lo bebí lento porque se me
dificultaba tragar.
—Gracias -susurré, pasándole el vaso después de
beberme todo el contenido.
—De nada -respondió, sentándose en el borde de
la cama-. Ahora dime ¿Cómo te sientes? El doctor
está en camino, volverá a examinarte y nos dará
indicaciones de cómo estas por… -se quedó callada,
su gesto avergonzada me hizo desviar la vista hacia
otro lado-. Siento lo que sucedió, Rouse.
—No es tu culpa -dije automáticamente,
volviendo la vista hacia ella.
—Es mi hermano, de alguna manera…
—No, no te sientas responsable por él, mucho
menos por sus actos -repuse, seriamente-. A
propósito… ¿Dónde está él? -esa vez fue ella la que
desvió su vista de la mía-. ¿Dónde está Hareth,
Hazal? -insistí.

1649
—Él no está aquí -contestó después de unos
segundos que se me hicieron eternos, mi pulso se
aceleró súbitamente-. Han estado ocurriendo cosas
bastantes extrañas durante estos días, todo parece ser
un caos y nadie sabe quién o quienes podrían ser los
responsables, las hermanas Relish son sospechosas
pero no pudieron haberlos hecho solo ellas…-
meditó-, aunque si tuviesen cómplices…
—Espera, espera -la interrumpí, incorporándome
en la cama-. ¿De qué estás hablando? ¿En dónde
está Hareth? -volví a preguntar al no sentirme
conforme con su respuesta.
—Él está en Europa -respondió finalmente, mi
cara de: ¿Qué estás diciendo? Fue muy evidente en
mi expresión, ante eso ella procedió a explicarse-.
Hace dos días hubo una llamada que procedía del
reino vampírico, la llamada venía de parte de uno de
los hijos del rey, Neisan Collins, contó que estaban
siendo atacados.
—¿Qué? ¿Por quienes?
—Por licántropos.
—¡Qué! -exclamé tan alto que la garganta me
ardió, en mi cara se reflejó lo asombrada que me

1650
encontraba, lo que me estaba diciendo me resultaba
muy extraño.
—Todo comenzó con una discusión entre unos
tipos, después todo comenzó a salirse de control y se
enfrentaron como dos rivales que se aborrecían y
que no pararían hasta ver muerto al otro, por
supuesto que cada hombre tenía un grupo… Ya
sabes, no podían faltar esos gritos de apoyo,
únicamente eran esos, gritos eufóricos hasta que de
repente ya todos estaban peleando entre sí.
Licántropos y vampiros se enfrentaron como lo que
eran: enemigos por naturaleza.
»No sé cómo, pero el enfrentamiento llegó a los
oídos del rey y mandó a llamar al rey licántropo
porque el lobo fue el que inició la pelea… Pero
ahora se cree que todo fue un hechizo porque los
amigos de aquellos tipos afirmaron no haber sido
conscientes de lo que hacían, el licántropo que inició
todo está bajo arresto porque el vampiro con quien
peleaba murió entre sus garras.
—Dios -exclamé horrorizada, me cubrí la boca
con la mano y ante aquello el olor de mi aliento
llegó a mis fosas nasales y me hizo arrugar la
nariz… ¡Maldición! Contuve la respiración y
empecé a pensar en mi aspecto.

1651
—Hubo más ataques así, vampiros iniciando la
pelea o los licántropos. Creemos que los causantes
también podrían ser los hechiceros, para ser más
específicos: Frederick Relish.
—El líder de los hechiceros -dije, recordándolo.
—Pero él afirma todo lo contrario.
—Nadie aceptaría su culpabilidad con facilidad.
—Lo sé, por eso mismo Lewis está en el Reino
Vampírico discutiendo sobre el tratado de paz que
mantienen con ellos.
—¿Piensan revocarlo?
—Si es necesario -contesto, seria-, pero no es lo
más conveniente tampoco.
Nos mantuvimos en silencio, cada una metida en
sus propios pensamientos.
Entonces me di cuenta de algo…
—Hareth está en el Reino Vampírico -empecé a
decir, Hazal centró su atención en mis palabras-, eso
significa que él y Sheldon ¡Oh Dios! -ahogué una
exclamación cubriendo con una mano mi boca.
Recordé nuestra conversación y me preocupé, estaba
segura que la poca confianza y estima que Hareth

1652
estaba teniendo por aquel señor, mi abuelo, se había
esfumado. Aedus también estaba ahí, y estaba
segurísima que ellos se volvieron a ver, asumiendo
el último acontecimiento que tuvieron… No podía
siquiera imaginar cómo podría haber sido su
reencuentro.
—¿Qué pasa? -preguntó la rubia arqueando una
de sus perfectas cejas, sus ojos marrones me veían
con confusión.
—Solo estoy preocupada, ahora debería asearme
antes de que llegue el doctor -murmuré.
—Por supuesto, iré a prepararte una sop a-dijo,
poniéndose de pie.
—Ya me siento bien -dije entonces, ella se detuvo
y me observó seria por encima de su hombro.
—Estuviste al borde de la muerte, yo creo que sí.
Tragué saliva ante lo que dijo, una ola de
molestia me invadió de repente.
—¿Cuántos días estuve inconsciente?
—Cuatro días -respondió, girando por completo
para mirarme y otra vez vi esa expresión arrepentida
en su mirada-. Si lo que te preocupa es que yo sea la
que cocine, no lo hagas, le diré a Lía que lo prepare.

1653
Solté una pequeña risa.
—No creo que sea tan malo -comenté,
refiriéndome a su comida.
—Créeme que no lo es, pero hay personas que
afirman lo contrario -sonaba indignada mientras se
dirigía a la puerta-. En un rato regreso -avisó antes
de cerrar la puerta tras de sí.
Al quedarme sola, volví a tumbarme en la cama,
mi estomagó se revolvió y me dolía un poco, decidí
ir de inmediato al baño para ducharme, así me
refrescaba y despejaba la mente.
Mientras el agua fría caía sobre mi cuerpo no
pude evitar pensar en lo que ocurrió hace cuatro
días, el mismo dolor se instaló en mi pecho y no
pude evitar derramar algunas lágrimas.
Él estuvo a punto de matarme…
Él invadió mi mente, indagó en mis recuerdos en
contra de mi voluntad…
Él me lastimó…
Hareth me decepcionó, él no creyó en mis
palabras.

1654
Harun, él seguramente estaba esperando mi
decisión. ¿Pudo haberse enterado de lo que me
ocurrió? No… Claro que sí, por Hannah.

El día siguiente Hareth regresó, lo hizo al


anochecer y trajo consigo una sorpresa, Abby. Había
hablado por teléfono con ella la noche anterior y no
me dijo nada, así que cuando apareció por detrás de
él con su deslumbrante sonrisa y aspecto inocente no
lo dudé ningún instante y corrí hacia ella, por más
que deseaba fervientemente abrazar a la persona a su
lado, no lo hice, me aferré a mi mejor amiga, a la
persona que más me comprendía en el mundo.
En ese instante Hareth únicamente me dedicó una
mirada, para cualquiera esa mirada no hubiese
significado nada, pero yo vi lo que esos ojos
profundos y fríos escondían, estaba arrepentido, yo
lo sabía, él me lo había dicho. Pero no era fácil que
tu mente se olvidara de algo que te hacía recordar
una y otra vez.
Le devolví la mirada con un semblante serio,
pero no pude evitar que mi rostro se contrajera y que
la expresión de dolor se reflejase en toda mi cara,
me mordí el labio con fuerza para evitar

1655
derrumbarme ahí mismo. Hareth vaciló en acercarse
a mí o no, luego se quedó muy quieto, viéndome,
endureció su expresión y parecía estar furioso, vi
con claridad como apretaba la mandíbula y como
segundos después, los cuales me parecieron eternos,
se giraba y se marchaba en dirección a las escaleras,
su silueta se perdió de mi vista y en ese momento
escuché el carraspeo de mi amiga por detrás de mí.
-Las cosas sí que están tensas entre ustedes -
mencionó en voz baja y neutra, pude percibir la
preocupación en su rostro cuando giré a verla.
—Siento que ya nada será como antes.
Y acerté, los días siguientes transcurrieron con
demasiados problemas y la tensión siendo palpable y
creciente entre Hareth y yo. No tuvimos oportunidad
de hablar, la situación que Hazal me contó
continuaba y empeoraba con el pasar de los días,
cada manada, cada clan de vampiros en alguna parte
del mundo estaba siendo atacado constantemente por
vampiros y lobos, la enemistad entre esas especies
volvía a hacerse presente y el tratado de paz se
quebraba con cada nuevo ataque.
Frederick Relish estaba en la mira, él y todos los
de su pueblo lo estaban, más sus hijas, las cuales se
hicieron presente en una de las reuniones de El

1656
Concejo. No sabía muy bien lo que ocurría, Hazal
era la que mantenía informada con lo poco que le
decían, lo único que sabía con exactitud es que las
hermanas Relish estaban conspiradas con el tío de
Hareth, si ellas eran las responsables de lo que
estaba sucediendo era muy probable que Henry
Grayson también, aunque aquello significase
traicionar a los suyos, a su familia, de igual manera
solo eran suposiciones mías.
Mis días fueron sumamente tristes, no salí de la
habitación porque me sumergí en el abatimiento y lo
único de lo que tenía ganas era de llorar o correr en
los brazos de Hareth, una inmensa necesidad de
estar cerca de él me consumió cuando pasé dos días
enteros sin percibir su aroma, su calor, su mirada…
Debería estar molesta con él, furiosa en realidad, y
la que debería evitarlo era yo… no él a mí.
Cinco días sin tenerlo cerca de mí me parecieron
demasiados, la ansiedad me consumió y en una tarde
me di valor y me encaminé hacia su despacho,
necesitaba hablar con él, sabía que no paraba de
recibir visitas, tenía constantes reuniones que lo
mantenía muy ocupado, pero necesitábamos aclarar
nuestra situación.

1657
Oí su voz provenir de la primera planta, se
escuchaba serio y autoritario, otra voz masculina le
respondió exasperado, no podía entender muy bien
de que iba la conversación pero lo comprendí
cuando la voz de Malcom le aclaró a Hareth que los
residentes en Luna Eclipsa acababan de sufrir una
confrontación entre ellos mismos, lo que estaba
sucediendo en el mundo acababa de llegar ahí.
Bajé las escaleras con prisa, sin embargo cuando
pisé el último escalón vi la puerta principal siendo
cerrada por detrás de la persona que yo buscaba.
—Uh, saliste de tu cueva -escuché la voz de
Abby, provenía desde la puerta que daba al comedor,
ella estaba apoyada contra el marco, observándome
mientras masticaba la manzana roja que acababa de
morder.
—Ya quiero volver -musité bajito, viéndola con
ojos tristes.
—No te desanimes, ya tendrán una oportunidad
para hablar, ahora mismo él está muy ocupado con
el asusto de los constantes hechizos… o lo que sea.
—No sabría qué hacer si tú no estuvieras aquí -le
dije entonces, ella alzó las comisuras de sus labios

1658
en una sonrisita tranquilizadora a la vez que daba
unos pasos en mi dirección.
—Eso ya lo sabía -respondió arrogante, y luego
me dio un efusivo abrazo que me sacó una risa seca,
pero risa después de todo.
—Tan linda como siempre -mencioné,
separándome de ella-. ¿Cómo está llevando Edward
la relación a distancia? -dije burlesca, ella se rio
negando con la cabeza.
—Vamos al jardín y te lo cuento todo.
Fuimos hacia la cocina y cruzamos las puertas
corredizas de cristal que daba hacia el patio trasero,
salimos fuera y el intenso rayo de sol provocó que
entrecerrara los ojos mientras miraba el suelo.
—Oh, mira quien está ahí -oí decir a Abby.
Alcé la vista inmediatamente, Abby tomó mi
mentón con los dedos y dirigió mi rostro hacia el
lugar en donde estaba la piscina, en el borde estaba
sentada Hannah, sus pies colgaban hacia el interior y
su cabeza estaba inclinada hacia atrás con las manos
apoyadas a sus costados, sosteniendo su peso para
no caerse de espaldas.

1659
Como si Hannah sintiera nuestra mirada, giró la
cabeza hacia nuestra dirección, inmediatamente
Abby se puso por delante de mí y me acomodó el
cuello inexistente de mi blusa. Sin embargo, yo no
pude esquivar la expresión de enfado y la mirada de
odio que fue dedicado únicamente para mí.
Si antes de por sí ya me odiaba, ahora su odio
parecía haber aumentado. Seguramente Hareth ya le
había dicho que conocía su secreto.

La noche cayó, dejé caerme de espaldas en la


cama y luego di media vuelta acostando mi cabeza
sobre mi brazo derecho, cerré los ojos con fuerza
sintiendo el vacío en mi pecho. Yo busqué solita esta
sensación. Obtuve mi merecido por haber demorado
tanto algo que no debí ocultar.
El rostro de Aedus apareció en mi mente, recordé
nuestro beso y no pude evitar acariciar mi labio
inferior con el pulgar, imaginando la presión y el
sabor de su boca unida a la mía. Ese recuerdo me
perseguía, no fue un sueño, fue real. Pero lo estaba
evitando una vez más, me preocupaba mi relación
con Hareth.

1660
En cuanto acallé las voces de mi mente, detecté el
sonido de la ducha prendida.
Me senté en la cama un poco desorientada por la
velocidad empleada al levantarme, me puse de pie y
con lentitud procedí a caminar en dirección a la
puerta del cuarto de baño.
Comencé a ponerme nerviosa y muy ansiosa, de
pronto sentí la garganta seca y el palpitar de mi
corazón sumamente elevado. Puse la mano derecha
sobre la puerta, incliné la cabeza para apoyar la
frente contra la misma y respiré hondamente,
expulsando el aire con lentitud por la boca. Hareth
estaba allí dentro.
Abrí los ojos, decidida. Me alejé un poco de la
puerta y comencé a quitarme la ropa con rapidez.
Me quedé completamente desnuda, tragué saliva y
una parte racional de mí me advirtió que él me había
lastimado y que por su culpa me había sumergido en
la oscuridad, alejé esos pensamientos sacudiendo la
cabeza, proseguí con lo mío. Puse la mano sobre el
pomo, cerré los párpados fuertemente para reunir
valor, los abrí a la vez que abría la puerta y me
adentraba a pasos cautelosos en su interior.
La puerta de cristal que separaba a la ducha del
resto estaba completamente empañado a causa del

1661
vapor, me desconcertó ese hecho porque
usualmente, para no decir siempre, él se bañaba con
agua fría. De todas formas avancé y agradecí
internamente que la puerta se encontrara semi
abierta.
Me colé en su interior e inmediatamente el agua
comenzó a salpicarme, lo sentí demasiado caliente
aunque era soportable.
Hareth estaba de espaldas a mí, sabía que había
sentido mi presencia desde que ingresé en la
habitación y quizá hasta adivinó mi intención
cuando me acerqué hacia el baño. Ahora me
encontraba detrás de él, un sinfín de emociones
invadieron mi mente y mi cuerpo tembló debido al
nerviosismo que acababa de apoderarse de mí.
Él estaba quieto, no hacía ningún movimiento y
eso me desesperaba. Mi vista se embelesó por su
cuerpo desnudo y por ese trasero tan bien hecho, di
dos pasos y le hice sentir mi calor, pegando mi
cuerpo al suyo y dejando una mano sobre su hombro
derecho.
—Rouse… -intentó decir algo.
—Shhh -siseé deslizando mis manos por sus
brazos fuertes y musculosos-. Necesitamos hablar -

1662
dije cerca de su oreja, poniéndome de puntillas para
tratar de alcanzarlo.
—¿Aquí y ahora? -cuestionó con voz insegura,
intentó voltearse pero yo se lo impedí al cerrar mis
dedos en sus brazos, sosteniéndolo con firmeza.
—Aquí -dije enfatizando la palabra— y ahora,
me estuviste evitando durante toda la semana,
debería estar enfadada contigo, pero no puedo,
simplemente no puedo.
Disminuí mi agarre en sus brazos y le permití
girar a verme, lo contemplé sin ningún tipo de
vergüenza ladeando un poco la cabeza y
observándolo más que embelesada.
Él me miraba con su rostro carente de emoción,
mantenía un semblante serio y no me daba indicios
de que le agradara la situación, sus ojos se veían
fríos y vacíos, no me veía como lo hacía siempre, lo
hacía de un modo diferente, tanto que pude percibir
el rechazo y el dolor descomunal e intenso
apoderándose de mi pecho.
—Hareth -dije su nombre en suplica.
—No es el mejor momento para conversar, Rouse
-determinó con voz grave, desvío sus ojos de los
míos e intentó pasar por mi lado para salir de la

1663
ducha, lo sujeté por el brazo intentando mostrarme
seria.
Hareth me miró.
—Yo me iré -espeté, y esta vez fui yo la que le
dio la espalda.
No pasaron ni tres segundos cuando una mano
me sujetó por la nuca, el recuerdo de sus uñas
clavándose justo ahí invadió inmediatamente mi
mente, dejándome paralizada, pero fue olvidado
cuando Hareth hizo que me volteara para besarme,
la tensión de mi cuerpo desapareció y no tuve de
otra que corresponderle porque era lo que realmente
estaba buscando: su contacto, una muestra de amor
de su parte. Devoró mis labios con ansiedad y de
forma frenética, apresó mi cintura con una mano y
momentos después sentí la pared fría del azulejo
contra mi espalda consiguiendo que su cuerpo se
uniera más a mí, impidiendo que cualquier hilo de
aire corriera entre nuestros cuerpos.
Mi boca fue avasallada por su lengua, su
dominación y la fuerza de la presión de su boca
contra la mía no me incomodaba para nada, la
manera en la que le correspondía era inaudita. Mis
manos se deslizaron por su cintura ascendiendo
hacia su espalda y de ahí a sus hombros.

1664
—Me enloqueces, fuego -dijo separando
levemente sus labios de los míos. Cogí una
bocanada de aire antes de subir una mano en la parte
de atrás de su cuello para obligarlo a inclinarse más
para que su boca volviera a hacer contacto con la
mía.
Saboreé con intensidad aquellos labios que me
derretían y me hacían perder el juicio por completo.
Los labios de Hareth se deslizaron por mi mandíbula
y de ahí a mi cuello mientras que bajaba sus manos
por mis caderas y los volvía a subir a mi cintura y
espalda, acariciándome el cuerpo entero con esas
magnificas manos y deleitándome con su tacto.
—Te extraño -gemí cerca de su oído, entonces él
detuvo lo que hacía y sujeto mi rostro entre sus
manos, observándome con fijeza.
—No quiero volver a perder el control, no quiero
volver a herirte -dijo, escuchándose sincero.
—No lo harás, cree en mí, Hareth.
—Lo hago, Mia, te creo -mencionó en voz baja y
ronca, vi cómo había hielo y fuego en esos ojos
chispeantes de deseo, estaba tratando de controlarse,
pero falló, había oscuridad en su mirada y quizá

1665
hasta en su alma, me deseaba y yo sabía que él no
me dejaría ir.
—Cree en ti también, bebé. Demuéstrame cuánto
me amas.
Volvió a fundir sus labios con los míos en una
fusión devastadora que denotaba la necesidad de
parte de ambos. El agua caliente que nos alcanzaba
no ayudaba para nada, nuestro beso que de por sí ya
me resultaba de lo más ardiente parecía emanar
fuego. Así que permití dejarme llevar por esas
sensaciones calientes, simplemente dejé atraparme
por la pasión que significaba estar con Hareth
Lewis.
Era sumamente consciente de lo que había dicho
y de lo que pasaría después, su boca continuó
devorando la mía con una furia desenfrenada.
Apartó ligeramente su rostro solo para arrastrar sus
labios sobre mí mandíbula, ladeé la cabeza dándole
mejor acceso para deleitarse con la piel de mi cuello.
Me acerqué hacia la dureza que clamaba mi sexo.
Un jadeo excesivamente escandaloso escapó de mis
labios al sentirlo, él me miró mientras me torturaba
con ese roce peligroso.

1666
—También te extrañé, hermosa-habló en tono
grave y rasposa-. Esta -su pulgar acarició mi boca—
es mía-con su otra mano me señaló otra zona de mi
cuerpo, sus dedos se deslizaron en mi humedad
produciendo que mi rostro se contrajera de
necesidad-, también esta. Todo de ti -rugió antes de
atrapar mis labios con posesión y desenfreno
mientras su mano allí abajo maniobraba haciendo
vibrar a mi cuerpo. Luego de asegurarse de que ya
hubo suficiente preparación, él ubicó su potente
masculinidad en mi entrada empujando de golpe
consiguiendo que soltara inmediatamente un grito
ahogado por su boca.
Mis piernas se habían ajustado alrededor de sus
caderas, me estaba sosteniendo con fuerza de sus
hombros, mis uñas se presionaban contra su piel
cada vez más fuerte recibiendo sus incontables
embates. Le correspondía gustosa, rindiéndome en
sus brazos. Él siguió empujando con dureza y sin
control, mi espalda se arqueó cerrando los ojos,
emitiendo gemidos que lo volvía más loco.
Estábamos desesperados y frenéticos, la pasión
dominaba el momento.
—Todo de ti -repitió Hareth-, toda mía, Rouse.

1667
—Sí, sí -pude decir luego grité al notar como
llegábamos al límite, él se descargó en mi interior
inundándome de su esencia.
Se quedó ahí besándome delicadamente de
pronto. Luego apagó la ducha para que nos
trasladáramos hacia una zona más cómoda. Pero en
cuanto llegamos a la puerta para abandonar ese
lugar, unos fuertes golpes en la puerta de la
habitación nos hicieron despertar de ese momento.
—Deben estarme jodiendo -gruñó él, molesto por
esa interrupción.
Hareth no tuvo de otra que bajarme y envolver
una toalla alrededor de sus caderas ante la
insistencia en la puerta.
—¡No me interesa qué tan importante sea,
tampoco que tan urgente! Quiero que te vayas y le
digas a Malcom… él podrá encargarse -escuché
decir a Hareth con impaciencia, muy apurado.
—Es que no creo, es su hermana y ella -reconocí
la voz de Lía-entró donde no debe…
—¿Hannah? -preguntó Hareth, seguramente Lía
le respondió con algún gesto-, que se encargue
Hazal.

1668
—¡No! -La voz de Lía denotó desesperación-, no
creo que nadie más logre calmarla más que usted,
hay ruidos extraños y me temo que pueda -dejó de
hablar de repente.
—Qué se encargue Hazal he dicho. Hannah está
pasando por una etapa difícil pero tiene que entender
que ya no podré acudir cada vez que crea
necesitarme. Dile que deje de joder y que comience
a comportarse -ordenó tajantemente.
Luego oí como la puerta se cerraba de golpe.
Hareth no le hizo caso a la advertencia de Lía, y
debió hacerlo.
EL LUNES SE PUBLICA EL FINAL +
EPÍLOGO

1669
60. Mentiras (Final)

Capítulo dedicada a  AtzelliSnchez ¡Muy bien!


Me haz demostrado que sabes muchísimo de la
historia. Te felicito, te quiero ❤ Gracias por haber
llegado hasta aquí.
¡Muchas gracias a todas, rebeldes! ❤❤❤

Capítulo 60: MENTIRAS


Mia
Mi compañero regresó por mí, dejó caer la toalla
precipitándome a su cuerpo. Solo que yo hice que
pusiéramos distancia al distinguir algo nuevo en su
cuerpo. Dirigí la yema de mi dedo índice en la línea
de las caderas, hacia el lado derecho, que solía
parecer una V para trazar las letras que había visto,
un tatuaje. Hareth se había hecho un nuevo tatuaje.
—Es… —estaba sin palabras, muy asombrada
por ese inesperado detalle—… es hermoso, Hareth.
¿Cuándo te lo hiciste?

1670
—Hace poco, cada tatuaje que me han hecho
tiene su significado y quería algo que me hiciera
recordar y pensar en ti, aunque la verdad es que todo
el tiempo te pienso, pero quería llevar tu nombre en
mí.
Mia, volví a pasar el dedo sobre la tinta negra,
estaba escrita de una forma que insinuaba una llama
de fuego a su alrededor. Mi primer nombre se veía
de lo más hermoso decorando su piel.
—Gracias —hablé bajito, esbozando una sonrisa
de labios pegados.
—Puedes agradecérmelo del modo que quieras
—dijo de una manera sugerente, solté una risa
entendiendo lo que quería decirme. Me acerqué a él,
me puse de puntillas y rodeé mis brazos a su cuello,
mis dedos tocando su pelo.
—Gracias —volví a decir, cerca de sus labios—.
Tienes que saber que te amo a ti, lo estuve pensando
y yo quiero estar únicamente contigo y estoy
dispuesta incluso a renunciar a mi parte vampiro si
el problema lo requiere. No quiero perderte.
—Te amo —fue su respuesta acompañada de una
sonrisa, su mirada despejando esa oscuridad
tormentosa.

1671
Lo besé con todas las ganas que tenía de él, sus
labios hicieron una presión fuerte y firme sobre los
míos, correspondiéndome. Sus manos recorrieron mi
espalda con suavidad, ascendiendo hasta mis muslos
y sin que yo me lo esperase me alzó las piernas y yo
las enrosqué a su alrededor.
Él nos guio a la cama, me dejó sobre él colchón y
yo quise echarme para atrás y acomodarme. Solo
que él no me lo permitió, me lo impidió sosteniendo
mi cuerpo y situándome de espaldas a él, así en
cuatro.
Sus dedos recorriendo mis glúteos, subiendo por
mi espalda consiguieron estremecerme de ganas.
Una de sus manos regresó a una de mis nalgas, la
acarició de forma circular hasta que de pronto recibí
un azote que expandió un calor intenso por todo mi
cuerpo, despertando sensaciones estremecedoras.
Lo miré inmediatamente, sus ojos me recibieron
chispeando esa ira antigua.
—Así que verdaderamente te portaste muy mal
en mi ausencia, ¿eh? Y volviste a hacerlo.
Recibí otro azote desprevenido, contuve un jadeo
tras atrapar con fuerza mi labio inferior entre mis
dientes. No dije nada, él tomó mi silencio como una

1672
afirmación mientras pegaba su cuerpo al mío, noté
su dureza pasear sobre mi trasero. Su mano derecha
paró sobre mi abdomen, bajando hasta mi bajo
vientre alcanzando de pronto esa zona baja entre mis
piernas. Presionó sus dedos justo ahí, contuve la
respiración resistiendo la necesidad de buscar más
fricción.
—¿De quién es esto? —exclamó autoritario.
—Tuyo.
—Sí, recuerda que a parte de mí nadie más puede
tocarte. Solo yo, Mia, siempre yo.
—Sí —le afirmé, incluso asentí con la cabeza
concentrándome en ese latido exigente. Él de a poco,
lentamente, comenzó a darme la atención que
esperaba.
—Todo de ti es mío, esto —presionó con fuerza
su mano en mi sexo, consiguiendo alterar más mis
sentidos— es mío. Nadie más es admitido aquí —
me lo dejó en claro, yo volví asentir, obediente—.
Solo yo, este —agregó en tono posesivo cargado de
autoridad rozando la punta de su miembro en mi
húmeda entrada, luego empujó con dureza
produciendo que ambos al mismo tiempo soltáramos
un jadeo—. Dilo, solo yo.

1673
—Solo tú —le respondí dejando descansar la
cabeza contra el colchón, en una mejor posición para
recibirlo todo. Y así fue como sucedió, su mano
sujetándome del pelo mientras me lo daba todo de
un modo implacable con unos ardientes azotes de
por medio.
—Quiero marcarte —dijo debajo de mí, ya en
otra posición.
—Ya te dije, te quiero a ti —susurré en el medio
del éxtasis—. Pero sabes que está prohibido
marcarme.
—Pero puedo hacerlo —repuso besándome el
cuello, pasando su lengua de una forma
estremecedora por ahí.
—¿Y lo harás?
—¿Lo quieres?
—Yo te quiero —le dije siendo aquello mi
afirmación. Él no me dijo nada más, continuó
besando mi cuello, mordisqueándola hasta que de
pronto percibí la insinuación de unos colmillos
rozándome.
De golpe, lo sentí, sus colmillos se adentraron en
el interior de la piel de mi cuello, me sostuve con

1674
fuerza de sus hombros para no alejarme de él, el
dolor fue leve, sumamente ligero dejando en su
lugar una excitación totalmente insólita.
Hareth volvió a moverse, yo lo acompañé en sus
movimientos; jadeante, deseosa, gimiendo en casi
todo el momento y diciendo su nombre. Él alejó su
cara de mi cuello, vi su boca llena de sangre, él se
lamió los labios y quise ser yo quien le limpiara la
sangre de ahí, y probé mi propia sangre de sus
labios. Saboreé su boca y mordí con fuerza su labio
inferior, provocando que su sangre y la mía se
mezclasen volviéndose deliciosa.
Pensando en que esto era lo correcto, yo decidí
esto. Lo elegí a él.

No recuerdo a qué hora exactamente nos


dormimos, lo único que podía afirmar es que lo
hicimos hasta muy tarde. Arrugué los párpados y
abrí los ojos sintiéndome aún cansada, con sueño.
Hareth se encontraba contemplándome con un brillo
de felicidad en los ojos, le sonreí ligeramente y me
moví, acercando mi cuerpo a su calor corporal. Él
me estaba acariciando el cabello con suavidad y
sonreía con los labios pegados, una sonrisa genuina

1675
lindísima dibujaba esos candentes labios que tanto
besé.
—Buenos días, mi luna.
—Buenos días —dije con voz somnolienta.
Sonreí un poco y me acurruqué en sus brazos, volví
a cerrar los ojos y disfruté de las caricias en mi pelo
de su parte.
—¿Estás bien, verdad? —expresó con nota
preocupada.
—Si estás conmigo lo estaré siempre.
—Coincido, hermosa.
Nos quedamos en silencio durante un buen rato,
únicamente disfrutando de nuestro contacto, yo
había comenzado a acariciarle el dorso de su mano,
que él mantenía sobre mi abdomen, con las yemas
de mis dedos.
De pronto él se exaltó, se incorporó en la cama y
yo lo hice rápidamente también, tapándome con la
sábana blanca de seda con la que nos cubríamos.
Hareth se puso de pie, estaba completamente
desnudo, me miró y se veía preocupado, se pasó una
mano por su cabello y después la volvió por su
mandíbula, repentinamente inquieto.

1676
— ¿Qué pasa? —le pregunté.
—Algo serio.
— ¿Qué tan serio?
—Malcom me acaba de informar lo que sucedió
anoche… —dijo mientras iba hacia el armario, lo
seguí, atenta—, alguien escapó de los calabozos,
necesito ir a ver que está sucediendo abajo —
determinó colocándose un bóxer.
Decidida a saber más, también me vestí, me puse
ropa interior y un sencillo vestido justo cuando
Hareth terminaba de colocarse las zapatillas, él salió
y yo lo seguí descalza.
Al llegar en la planta baja, justo en la entrada,
vimos a todos. Hannah lloraba al lado de su hermana
silenciosamente, pero cuando dirigió su mirada
hacia las escaleras, viendo directamente a Hareth,
lloró más.
Abby corrió hacia mí, Hareth se apresuró para
llegar en donde estaban sus hermanas, mi amiga
hizo que me detuviera.
—¿Por qué tienes sangre en tu cuello? —
interrogó seriamente, sus oscuros ojos verdes se

1677
agrandaron con una expresión de sorpresa—. No,
¿Él y tú…? ¡Dios!
Quise prestar atención a lo que decía pero me
resultó imposible cuando Hannah comenzó a pedirle
disculpas a su hermano, seguía llorando, Hazal la
abrazó y trató de tranquilizarla.
—¡No sé qué me paso! Yo solo… estaba —hipó
—, ¡no sabía qué hacía allí! Y de pronto…—sus
sollozos la hicieron detener— escuché un ruido y
grité… solo grité y —siguió llorando
descontroladamente. Esa vez fue Hareth quien la
consoló.
—¿Sabes lo que está ocurriendo? —le pregunté a
Abby, sin verla porque mi atención estaba en Hareth
y Hannah, como él la rodeaba con sus brazos, no
tenía por qué preocuparme, pero estaba apretando
mis puños con fuerza.
—No. Hannah ha estado repitiendo eso desde que
llegué hace un rato, solo pide disculpas pero nadie
me dice el porqué. O tal vez nadie sabe el motivo.
—Tranquila, dime, ¿qué está pasando? —hizo la
pregunta mirando a su beta, este estaba serio y a su
lado estaba Luke, parecía impaciente, tanto que él
fue quien le respondió a Hareth.

1678
—¡Neira Relish ha escapado! —soltó de pronto,
dejándome estupefacta.
—¿Qué? —Hareth parecía incrédulo—. Eso no
es posible.
—Eso creíamos todo pero entonces ella… —
Malcom observó a Hannah.
—¿Qué sucedió? —le preguntó Hareth a su
hermana, poniendo un poco de distancia entre
ambos.
—No sé qué hacía ahí, la puerta no se abría y por
detrás de la puerta de metal comenzó a escucharse
un ruido —contestó rápidamente Hannah—, el
sonido cada vez era mayor, entonces escuché una
voz en mi cabeza pidiéndome que gritara, la voz
parecía en realidad provenir por detrás de mí, pero
yo estaba sola ahí, estaba tan asustada que obedecí,
grité… —ella comenzó a secarse las lágrimas otra
vez— y se produjo… co-como ondas… no sé ¡no
sé! La puerta se abrió y salió ella.
Hareth observó a Hazal, luego a los demás y
finalmente dio un paso atrás y se pasó una mano por
el pelo, por la puerta que daba al comedor apareció
Lía con un vaso de agua. Hareth la miró, arrugó sus
cejas y la interrogó.

1679
—¿Dónde estaba Hannah cuando fuiste a
buscarme? —se escuchó serio, Lía se vio
desconcertada— ¡Dónde!
—En el sótano, señor —respondió rápidamente
—, ella entró ahí y no pude abrir la puerta, nadie
pudo hasta que ocurrió ese grito.
—Esto es una jodida mierda —exclamó Hareth.
Y para incrementar el problema, justo en ese
momento dos personas cruzaron la puerta de
entrada, uno lo hizo gritando, exigiendo saber qué
diablos ocurría y el otro lo hizo en silencio, como
siempre estaba cuando había más personas a nuestro
alrededor.
—¡Cómo pudiste ser tan incompetente! ¡La
debiste haber matado desde el inicio! No estaríamos
en este problema si no fuese por tu alma caritativa,
ahora tenemos como a cien hechiceros viniendo por
tu cabeza, ¡Frederick Relish exige tu cabeza! ¡¿Te
puedes imaginar la gravedad del asunto?! —Gritó
fuera de sí Henry Grayson, disminuyó la distancia
entre su sobrino y él para tomarlo bruscamente por
el cuello de la camiseta—. ¿Entiendes lo que Neira
Relish representa? ¡¿Lo entiendes?! —exclamó.
—Destrucción —dijo Hareth.

1680
— ¡¿Entonces por qué no la mataste?! —exigió
saber, Hareth desvió la mirada e intentó retroceder,
pero Grayson lo tomó con más fuerza del cuello de
la camiseta, lo miró con fijeza a los ojos, sus ojos
marrones estaban sumamente oscurecidos que se
veían negros, chispeaba enfado y su expresión
causaba miedo— ¡¿Por qué no la mataste, por qué la
dejaste viva?! —insistió.
—¡Porque la quería, porque la amaba, joder!
¡¿Eso querías escuchar?! —Respondió Hareth y se
soltó con brusquedad de su tío—. Si ella moría me
destruía en el proceso.
Mi mente repitió varias veces lo que acababa de
decir él.
“La quería, la amaba…” Él estaba hablando de
Neira Relish, ella era la persona de la que no se
podía hablar, por ella Hannah una vez reaccionó de
manera violenta cuanto le conté a Hazal que Frida
había besado a Hareth haciéndose pasar por mí.
Neira Relish era la persona que a Hareth le
costaba tanto mencionar. No estaba muerta como él
se atrevió a decirme, ella estaba viva.
Sofoqué un sollozo contra la palma de mi mano,
sentí la mano de Abby sobre mi hombro, mis

1681
pensamientos sobre ellos hicieron que un escalofrío
para nada agradable recorriera mi espina dorsal. Él
la amaba.
De pronto un recuerdo me llegó en la mente.
“Desde que has llegado a mí jamás volví a estar
con ninguna otra mujer” Me lo había dicho Hareth
cuando nos descubrió a Aedus y a mí, quizás era
verdad, o tal vez no. Pero estaba segura que antes de
que llegara yo, él estaba con ella, Neira Relish era la
que lo complacía.
Hareth me dijo mentiras. Me llenó de mentiras.
—¡Fingió ser tu compañera, no entiendes que
solo te hechizó! —vociferó su tío.
—Pero no es fácil que un sentimiento
desaparezca así como así, ¡no es fácil!
Tuve muy consciente que lo dijo en presente,
sentí como algo en mi interior ardía y se rompía,
doliéndome el alma.
—Aún la quieres, aún te afecta —afirmó su tío.
—¡Claro que no! —defendió Hareth.
—Aedus —exigió Grayson.

1682
—Él miente—escuché decir a Aedus.
—¡No lo hago! ¡Es la jodida conexión que
expresa lo contrario! — Hareth observó a Aedus con
la mandíbula apretada y con los ojos destellando
enfado y rivalidad—. Así que no me contradigas
cuando digo la verdad, sé lo que estás intentando y
no voy a permitir que te crea el héroe cuando es todo
lo contrario…
No pude contener más el llanto, lloré y aquello
llamó inmediatamente la atención de todos.
Hareth me miró, su rostro se contrajo y en ese
momento se dio cuenta que yo estaba ahí, y que lo
había escuchado todo.
—Dime que no lo hiciste —reconocí la voz de
Grayson.
—No pude controlarme.
—¡No me vengas con esa mierda ahora! —
exclamó su tío, dándole un puñetazo en la cara, se
veía enojadísimo— ¿Cómo se te ocurre marcarla?
Seguí llorando, ocultando mi rostro en el hombro
de Abby, ella sobaba mi espalda con suavidad,
también muy impactada por lo que estaba
sucediendo.

1683
—¡En cuántos problemas más te vas a meter,
Lewis! —reprochó Grayson—. Las cosas te están
saliendo de las manos, esto no puede seguir así —
hubo un silencio, mis lágrimas silenciosas
continuaban empapándote la cara—. Me la llevaré
—decidió de pronto, no supe a qué se refería hasta
que sentí una mano jalar de mi brazo, haciéndome
separar de Abby—. No quiero que haya
consecuencias peores.
Miré confundida y desconcertada a Grayson,
¿qué hacía?
—Esto debe terminar ahora —dijo mirándome
con cierta repulsión, quise zafarme de su agarre,
pero él apretó con más fuerza sus dedos en mi brazo.
—No, no lo permitiré —intervino Hareth en su
camino. Grayson no soltó mi brazo, me mantuvo a
su lado y yo fijé la vista acuosa en Hareth.
—No seas imbécil, no cambiará nada en la
conexión que tienen. Ahora no intervengas —le
ordenó muy serio.
—Dije que no lo permitiré —volvió a hablar
Hareth, igual de serio que él.
—¿Te estás escuchando?

1684
—Eres tú quien parece que no escucha —
mencionó Abby a nuestras espaldas, después
apareció a mi lado—. Suéltala ahora.
—Tú no te metas —gruñó Grayson—. No
entiendo su intervención, lo único que estoy
haciendo es por el bien, ¡entra en razón! —le gritó a
Hareth, él no dijo nada durante un buen rato, a
Grayson le complació su silencio, tiró de mi brazo y
me obligó a caminar hacia la puerta de entrada, solo
que de pronto me detuve. Alguien me sostuvo por
mi otro brazo, era Hareth.
—Grayson.
—Lewis, hay como cien hechiceros a punto de
llegar aquí, sí se queda podría morir. Deja que yo me
encargue de ella —se excusó—. Después de todo, el
ritual es inevitable, en algún momento ella será
sometida. No puedes hacer nada al respecto,
confórmate con que ella luego de ello seguirá a tu
lado.
Hareth desvió la vista hacia un lado, más bien
hacia alguien en específico, entonces asintió con la
cabeza y mi corazón terminó de romperse.
Grayson volvió a jalarme por el brazo luego de
que Hareth me soltara el otro, vi a Hareth totalmente

1685
decepcionada, lo más íntimo e importante que
sucedió entre nosotros volvió a mi mente y deseé
que aquello jamás hubiese ocurrido.
Estábamos por llegar a la puerta cuando Grayson
se detuvo, alguien se había vuelto a intervenir en su
camino, me pasé la mano libre por encima de los
párpados para aclarar mi vista.
—¿Qué haces, Aedus? —expresó un rabioso
Grayson.
—Quiero que inmediatamente la sueltes —fue su
respuesta, pensé que sería la única, pero entonces
agregó algo más— y te olvides de lo que planeas
hacer con ella.
—¿Por qué? —sonaba intrigado.
—Porque ella me pertenece —le aclaró Aedus.
—¿Qué? —esta vez sí se escuchó asombrado—.
¿Qué carajos acabas de decir?
—Sabes que yo no repito lo que digo —
mencionó serio, pero calmado, no se veía para nada
alterado—, estoy seguro que escuchaste
perfectamente lo que acabo de decir, tengo
entendido que los licántropos tienen una perfecta
audición —añadió con una pizca de gracia.

1686
—Eso es imposible —refutó Grayson, la
incredulidad acompañado de ápices de molestia
estaba reflejado en su rostro—. Ella no puede ser
algo de ti, con más razón debemos llevar ese ritual
acabo. Este problema se ha amplificado, ¿tú sabías
esto, Lewis? —miró a su sobrino— ¡Cómo es que
yo no sabía nada sobre esto! ¿Cómo pudiste
ocultármelo?
—Es algo que también me llegó de sorpresa,
¿bien? Aún no sabemos cómo vamos a proceder
contra esto.
—Pues lo acabo de decir, con más razón debemos
proseguir con el ritual, esto se nos ha salido de las
manos. Y tú —dirigió su mirada lleno de ira hacia
Aedus—, tu desleal no me sorprende, tu obligación
era avisarme de esto desde un inicio. Ahora lo que te
pediré es que te alejes, ella ya no es nada de ti. ¿Ves
esa marca? Lo que creas que tenías con ella se
acabó, así que mantente alejado. Arreglaremos esto.
—No permitiré que ella sea sometida a ese ritual
—interceptó nuevamente Hareth—. No está lista.
—Eso no importa ahora, ¿no ves la magnitud del
problema? —rugió su tío.

1687
—También quiero una solución —comenzó
Aedus— y sé que esta no es la manera. Yo no
renunciaré a pesar de que ella tenga una conexión
con alguien más, eso no me importa cuando sé que
fácilmente se puede anular.
—Pero ¿qué esto? ¿Se han puesto de acuerdo
para estar en mi contra? —dijo Grayson—. Las
cosas no deberían ser así, el ritual se llevará a
cabo… —La mano se él ejerció más fuerza en mí.
—No —negó Hareth—, no pienso permitirlo.
—No tienes poder sobre mí, Lewis. Aquí se hace
lo que yo diga y mi orden es esta: no interfieras en
mi trabajo.
Hareth permaneció en silencio con una mirada
retadora hacia su tío.
—Y tú, mantén las distancias —le exigió a
Aedus.
—No lo haré —objetó—. Ya están llegando,
Lewis. Tú decides —dijo Aedus, sin apartar sus ojos
color rojo de mí.
—Llévala lejos —fue la respuesta que dio, Aedus
asintió.

1688
Justo en ese momento Hareth tomó con fuerza a
su tío por la espalda, apartándolo de mí, lo tiró lejos
y a mí me empujó en los brazos de Aedus, él me
sostuvo con firmeza, giré el rostro rápidamente para
ver a Hareth.
¿Qué estaban haciendo?
—Hareth —lo llamé.
—Estarás bien.
Aedus me rodeó con sus brazos y comencé a
sentir una ligera brisa.
—Por favor… —insistí, él me estaba dejando ir
con su enemigo.
—Quiero que estés bien, Mia —declaró.
—Hareth.
Y antes de desaparecer junto a Aedus de ahí,
escuché por última vez su voz, no sabía cuánto
tiempo después lo oiría nuevamente.
—Mia.

1689
Aparecimos en el bosque, él seguía rodeándome
por la espalda y mi mirada seguía buscando la de
Hareth, pero él ya no estaba, yo ya no estaba ahí y
no sabía cuánto tiempo pasaría para que lo volviera
a ver.
Con lentitud, Aedus me liberó de sus brazos.
Mantuve la mirada perdida en algún punto en
específico, la luz del sol apenas estaba apareciendo,
la brisa era fresca, el clima estaba frío aunque yo no
podía sufrirlo, solo sentía el bombeo acelerado de mi
corazón y como las manos me temblaban.
Di un paso adelante, giré hacia él con una
expresión que ni yo misma sabía cómo interpretar.
No dije nada, a pesar de que lo estuviese mirando
con intensidad, no hablé, mi mente divagaba en los
últimos acontecimientos, en cómo después de haber
pasado la noche más especial… llegué a esto,
enterarme de todo esto.
“No pueden volver a lastimarlo, Hazal” le había
dicho Hannah a su hermana, en ese momento
estábamos hablando de las hermanas Relish, pero
Hannah lo decía por una en particular.
¿Qué había ocurrido entre Hareth y Neira?

1690
Esa pregunta estaba volviéndome loca, yo no
tenía una respuesta para eso y me daba miedo
descubrirlo, me daba pavor asimilar todo lo que
Hareth había dicho y lo que Aedus afirmó, él la
seguía queriendo a pesar de todo, a pesar de que lo
suyo hubiera sido un hechizo, ¿Qué tan enamorado
estaba Hareth Lewis de ella? No lo sabía, ¿Qué tan
enamorado estaba él de mí? Hareth decía amarme,
pero ¿de verdad lo sentía?
¿Hareth superó a Neira Relish o simplemente se
engañó a sí mismo afirmando amarme?
No sabía que todo mi cuerpo temblaba hasta que
me vi envuelta en unos fuertes y firmes brazos,
Aedus me apretó contra su pecho y me acarició el
cabello.
—Lo siento —dije no queriendo llorar, pero
muerta por dentro, en mi garganta se había formado
un nudo difícil de deshacer.
—No es tu culpa, no lo sientas —respondió él,
con calma.
—¡Lo es! —exclamé, separándome abruptamente
de él, subí el mentón y me limpié las lágrimas que
rodaban por mis mejillas con rabia, con el fuego
llameante de ira en mis ojos—. Yo no pensé en ti —

1691
parpadeé varias veces al notar como la vista se me
nublaba, él frunció el ceño y me estudió con una
mirada cautelosa. Entonces Aedus entendió de qué
me estaba disculpando realmente.
»Estaba cegada por el momento y me olvidé del
mundo, en el riesgo que ameritaba y las
consecuencias que traería, pero… tú, Aedus —sorbí
por la nariz y me pasé un dedo por la punta—, me
tienes tan confundida, me tienes tan desconcertada,
tan…
—No sigas —murmuró, apareciendo de pronto
muy cerca de mí, con el dedo índice presionando
mis labios—. En algún momento tenía que ocurrir y
yo lo sabía, sabía que sería con él e igual me quedé,
no me alejé de ti porque… porque soy incapaz de
hacerlo, no puedo ni podría alejarme de ti, Rose.
Entonces, simplemente lo abracé. Lo hice con
fuerza y con la necesidad de sentirlo contra mí.
Me encontraba tan tranquila, absorta en una
calma y silencio que cuando tomé aire e inspiré su
aroma, me pareció escuchar algo, el rugir del viento
y el sonido de los pájaros a los lejos se detuvieron,
únicamente escuché el sonido del agua… Era la de
una cascada.

1692
—Vamos —me incitó Aedus, tiró de mi mano y
comenzamos a caminar, no lo hicimos demasiado
porque al cruzar unos árboles ya estaba todo
despejado dejando ver la hermosa y reluciente
cascada en una colina, había rocas por doquier y lo
reconocí al instante.
Él ya me había llevado ahí, nos habíamos subido
hasta la cima para observar el paisaje, pero esa vez
nos quedamos viendo el agua que caía y escuchando
el ruido que producía. Todo eso en silencio, su mano
apretó la mía, instintivamente lo miré.
—Quiero enseñarte algo que hay detrás de la
cascada —dijo suavemente, ladeé un poco la cabeza
y elevé las cejas, intrigada, curiosa. ¿De verdad
quería mostrarme lo que había detrás justo ahora, en
ese momento y en esas circunstancias?
No repliqué, no dije nada. Él comenzó a andar
por la orilla, yo lo seguí con cuidado, estaba
descalza y por ahí había muchas rocas, pequeñas por
donde circulábamos nosotros, pero inmensas en
otras direcciones.
Aedus se detuvo, estábamos tan cerca de la
cascada que nos salpicaba un poco, ahora solo
teníamos que cruzar hacia el otro lado del agua para
descubrir lo que tenía detrás.

1693
—Sube a mi espalda —pidió—, saltaré —me
informó, calculé en la mente maso menos la
distancia: seis u ocho metros, quizás más.
Cuando ya me había acomodado en su espalda, él
me miró, sonrió un poco y luego saltó, yo lo abracé
con mayor fuerza y cerré los ojos.
—Deberías ver esto —comentó, el sonido de la
cascada me causaba escalofríos. Nos salpicaba a
ambos, arrugué los párpados y me di valor para
abrirlos y ver lo que había por delante de mis ojos.
Me bajé de su espalda y Aedus rápidamente me
volvió a tomar de la mano, me hizo un gesto con la
cabeza de que lo siguiera.
Dirigí la vista hacia el agua que caía
ruidosamente, tragué saliva y volví la atención hacia
adelante, había una entrada, justo al lado de la
cascada había algo parecido a un pasillito, la roca
que daba inicio a lo que seguramente sería una
cueva estaba mojada y llena de moho.
Pasamos por ahí, primero Aedus y después yo,
pero en ningún momento él soltó mi mano. El suelo
estaba húmedo y casi resbaladizo, yo estaba descalza
y si no tenía cuidado corría el riesgo de caerme si
me ponía en modo torpe.

1694
Sí había una cueva, una muy oscura a decir
verdad, el interior estaba fresco y no olía mal.
—Ilumínanos, bella flor.
Entendí lo que quiso decirme, no encendí mi
cabello, iba a quemarme toda la ropa si lo hacía,
solté su mano, me froté las palmas y cree una bola
de fuego. Se lo mostré, él se veía complacido,
entonces alargó sus manos, bajó la vista a las llamas
en mi mano y la tomó, con agilidad y rapidez
empezó a dispersarlas, las lanzó a los costados
oscuros de la cueva y comenzó a prenderse
antorchas, unas que estaban a lo alto de la cueva,
unas líneas de luces nos iluminaron el camino. La
cueva era ancha y profunda.
—¿Qué hacemos aquí? —no pude evitar
expresarle mi curiosidad.
—Ya lo sabrás —contestó con tranquilidad,
volvió a tomar mi mano y a jalarme para que lo
siguiera, avanzamos hacia el interior de la cueva que
cada vez se hacía más estrecha, tanto que al finalizar
los dos solo cabíamos uno detrás del otro. Nos
detuvimos porque no había salida, la luz ya era
tenue.

1695
—Aedus —dije su nombre en busca de
respuestas, me miró y como pudo hizo que yo
avanzara y me quedara por delante de él—. ¿Por qué
estamos aquí?
—Por esto —contestó, dirigiendo mi mano
enlazada con la suya hacia la pared delante de
nosotros, mi palma presionó algo, algo que se
hundió ligeramente y luego de eso… se abrió una
entrada. Justo por delante de nosotros se había
desvanecido el final de la cueva, no se había corrido
hacia un lado; había desaparecido. Por el otro lado
seguía oscuro, pero se veía una luz.
—Entra —escuché la voz de Aedus, le hice caso
porque quería saber lo que ocurría, qué era este
lugar, por qué me había llevado allí.
Avancé, di un paso y luego otros, caminé, no me
detuve hasta saber lo que había en la salida. Al
cruzar esa luz sentí como todo mi cuerpo se
estremecía. Unas plantas cubrían la salida, me hice
paso entre ellas y salí, la luz del sol repentino hizo
que cerrara mis ojos, un instante después los abrí y
descubrí lo que Aedus verdaderamente quería
mostrarme.
A lo lejos vislumbré un castillo, este parecía estar
en lo alto de una colina rodeada por altos árboles, el

1696
lugar en donde estábamos nosotros estaba medio
despejado de árboles, el pasto estaba corto y los
únicos colores que podía ver eran diferentes tonos de
verde y el color azul celeste del cielo.
Por donde se veía rastros de un camino, de entre
los árboles, vi aparecer a dos personas. Una con
semblante serio, caminaba con pasos seguros y un
aire glorioso, y la otra sonreía alegremente y
caminaba rápido en nuestra dirección.
Entonces, cuando Harun y Recia se detuvieron
por delante de nosotros, escuché la voz de Aedus
aclararme con unas simples palabras el lugar en
donde me encontraba.
—Bienvenida a casa, Rose.
Estaba en la manada de híbridos de Harun y esto
le daba inicio a una nueva historia, porque esto
apenas estaba comenzando.
Aún había cosas por enfrentar y descubrir. Ya
experimenté que era deseo, pasión y mentiras.
Pues ahora me tocaría afrontar algo llamado
amor, suspenso y revelaciones. 

1697
Epílogo

Epílogo: LAZO MALIGNO


Hareth Lewis
No medí mis palabras y solté lo que tanto evitaba
recordar. Sabía que en algún momento se lo tendría
que decir, pero no esperaba que sería prácticamente
en esas circunstancias.
Mia ya sabía sobre mi mundo. Ella era parte de
mi mundo, ella comprendería lo que conllevaba un
hechizo. No me tomaría como un loco como lo fue
en un principio.
Sabía que la comunicación entre parejas era
esencial, era importante compartir hasta tus más
oscuros secretos con esa persona que creías el amor
de tu vida, pero yo no lo hice. Me concentré más en
las ganas de siempre besarla y tocarla hasta el punto
de cegarme y no comentarle lo importante. Evitar lo
importante.
Me sentía seguro de ella, me encantaba siempre
tenerla a mí alrededor y que siempre estuviese
dispuesta a seguirme los juegos. Pensé que al tenerla
de ese modo la inquietud y ansias desaparecerían de

1698
mi pecho, pensé que Mia rompería el hechizo que
me unía a alguien más, de verdad pensé que mi
verdadera compañera lograría que ese maligno lazo
por lo menos se rasgara y que desvanecería el dolor
que me consumía y persistía en mi pecho al resistir
las ganas de estar con Neira.
Y no fue así, o por lo menos no del todo porque
sí apaciguaba ese malestar constante que vivía en mí
exigiéndome ir a verla, demandándome la cercanía
de la que fingió ser mi pareja destinada. Mia con su
presencia y toques lograba calmarme, darme el
alivio que durante años busqué, ella con su mirada
dulce y cariñosa conseguía que me perdiese del
mundo, pero nada era eterno, en algún momento
volvía al mundo real en donde la culpabilidad me
carcomía y pedía disiparse.
Quería decirle que estaba atrapado por un lazo
maligno.
Quería decirle que me resultaba imposible no
sentir algo por alguien más.
Quería decirle sobre ella, contarle todo de mí, y
oportunidades tuve, solo que no pude, quise pero no
pude.

1699
Algo siempre me contenía y por eso mismo, por
mi evades ante ese tema pensé que era un castigo
que ella no me quisiera solo a mí.
En la vida de Mia había alguien más, ella estaba
unida a alguien más y enterarme de ello fue una
sorpresa enorme, tan grande que lo sentí como un
castigo.
Aedus Sallow no la merecía, ella era un ser
inocente ajena al mundo oscuro que envolvía y
persistía en ese tipo, ella era fuego, una luz brillante
que merecía rodearse de todo lo bueno y no de todo
lo malo que representaba él. Yo tampoco era un
santo y tampoco le convenía porque sin tener el lazo
roto no iba a poder darle jamás todo el amor que se
merecía, una parte de mí siempre querría a otra y de
ese modo ella nunca obtendría todo de mí.
Y yo quería darle todo de mí, cumplir con mi
papel de compañero, pero con el inesperado
aparecimiento de su tua cantante y yo revelando ese
secreto que no sabía cómo hacer salir a la luz salió,
todo se complicó.
Grayson estaba allí, mi tío siempre me aconsejó
eliminar a Neira, él dijo que yo podría aguantar el
sufrimiento que me abordaría con su fallecimiento.
El Concejo quiso encargarse de ella pero yo me

1700
negué, Neira dijo que su muerte podría hasta
ocasionar la mía también y de ese modo obtuve el
apoyo de mis padres de mantenerla con vida hasta el
aparecimiento de mi autentica pareja destinada. No
sabíamos si decía la verdad, pero yo sufría con tan
solo imaginármela muerta, no quería sentir nada por
ella, pero me resultaba inevitable. Y tampoco
podríamos arriesgarnos de que los licántropos se
quedasen sin su heredero legítimo, yo era el único
que poseía los poderes de alpha real y si yo moría
los de mi especie se debilitarían.
Entonces ella vivió, la mantuve cerca de mí pero
a la vez muy lejos.
Y tal vez debí haberme arriesgado y acabarla en
un principio, no importándome que me destruyera en
el proceso porque ahora la consecuencia de que ella
siguiese viva estaba destruyéndome mucho más.
No pensé que una mirada quemase tanto, los ojos
de Rouse reflejaron su decepción y también hubo
mucho dolor en ellos.
El corazón me latió muy deprisa, quise devolver
el tiempo atrás y haber hecho las cosas bien,
lastimosamente eso jamás ocurriría. Lo único que
podía hacer era aceptar lo que se avecinaría después.

1701
No me gustaba verla llorar, más si esas lágrimas
eran por mi culpa.
Entonces, ante la insistencia de Grayson al querer
llevarla y someterla a ese ritual y enterarse también
de que había algo extraño y peligroso en ella al tener
dos compañeros, me intercepté.
En mi viaje en Europa había hablado con Aedus,
aún me costaba creer que justo él fuese también de
ella, en un inicio lo dudé, no quise creerlo pero tuve
que resignarme a hacerlo porque ya la había herido a
causa de mi desconfianza y terquedad.
Acordamos algo y esperaba que lo cumpliera, así
que le di la oportunidad que pedía al no tener más
salidas.
Rouse me miraba a mí, suplicándome con la
mirada que la rescatase de mi tío. Pero yo no la
miré, mis ojos se posaron sobre él, avisándole con
un gesto casi imperceptible que esa vez permitía que
él fuese el héroe que salvaba a la damisela del
villano.
De ese modo él se la llevó, yo la empujé en otros
brazos y desaparecieron, percibí en su mirada lo
confundida que estaba y también detecté mucho
dolor.

1702
Después de realizar ese movimiento me quedé
como estatua, plantado en un sitio y con la vista
perdida, puesta solamente en donde ellos
desaparecieron.
Comencé a cuestionarme si hice bien en dejarla ir
con él, pero no tuve demasiado tiempo para pensar y
procesar lo que acababa de hacer porque sentí un
fuerte golpe por detrás. Grayson me había empujado
violentamente, provocando que perdiera el
equilibrio, pero afortunadamente logré estabilizarme
con rapidez, volteando a verlo.
En su mirada y expresión furiosa me demostraba
lo molesto que se encontraba.
—¡¿Qué acabas de hacer?! —lo dijo con todo el
reproche del mundo.
—¡Impedir que hagas una estupidez! —rugí
colérico, en el mismo tono elevado que él.
—¿Crees que es una estupidez hacer lo correcto?
¡No hay excepciones para el ritual, Lewis! —
exclamó enfurecido—. Sabes que nadie debe
interponerse, existen reglas que se debe respetar y
tú, que eres un rey y deberías respetarlas y dar el
ejemplo —dijo este último con una ira contenida y
enfatizando cada palabra— ¡las has roto todas! ¿Qué

1703
diablos sucede contigo? ¡Ibas a ser mi sucesor!
Conoces las reglas de pies a cabeza, si no hubieras
sido el heredero al trono serías el líder de El
Concejo, ¿es que no te das cuenta de lo que has
hecho? —siguió con sus reproches.
Una exclamación femenina me hizo desviar la
vista de él por un momento. Era Abby, y en ese
momento me di cuenta que todos seguían ahí.
Malcom y Luke solo nos miraban, quietos sin
interferir en la discusión de sus superiores, pero
detecté la sorpresa en sus semblantes. Mis hermanas
estaban abrazadas, en las mejillas de Hannah seguía
bajando lágrimas, Hazal por el contrario estaba
seria, pero noté lo desconcertada que también se
encontraba.
—Sé lo que hice y estoy dispuesto a sumir
cualquier castigo. No me arrepiento de haberla
salvado de ti, ella no quiere despojarse de una parte
de su especie y yo tampoco, no me gustaría verla
sufrir —aunque ya estaba sufriendo—. Quiero una
alternativa, esto debe terminar.
—Perdiste el juicio, Lewis. No creí que me
decepcionarías tanto —dijo él, reprimiendo su
enfado hacia mí.

1704
—No —intercedió alguien entre los dos, la
compañera de Edward se puso por delante de mí,
dándole un alto a Grayson—, Eres tú quien está
equivocado, has errado en mantener el balance de la
naturaleza porque si la naturaleza no hubiera querido
una evolución jamás hubiesen existido los híbridos.
¡Acepta de una vez por toda la evolución y perdona!
—agregó lo último casi en un grito, en los ojos
marrones oscuros de mi tío chispeó pura curiosidad
a la vez que su entrecejo se fruncía, viéndola
escéptico.
—Son un riesgo para la sociedad —respondió él.
—No te hagas, eso es lo que tu maldita
organización le ha hecho creer a todos, pero mi
amiga no es peligrosa, es una más del mundo, no le
ha causado daño a nadie jamás. ¡Es tu maldito
orgullo y rencor hacia los híbridos que lo hace
actuar de un modo incorrecto! —exclamó,
denotando su enfado.
Ella era de contextura delgada, un poco alta pero
de todos modos seguía viéndose muy pequeña ante
un semental que representaba la figura de Grayson,
por eso mismo cuando ambos comenzaron a
disminuir la distancia entre ellos me metí, sujeté a

1705
Abby por el antebrazo, deteniendo lo que sea que
fuera a hacer.
—¡Tú no sabes nada, y no te permito que me
hables de esa manera! —escudriñó con una voz
feroz en la que se podía percibir una nota de
amenaza.
—¿No quieres que alguien te diga tus malditas
verdades? ¿Qué pasa? —Abby quiso darle frente
nuevamente pero me vi en la obligación de
sostenerla, manteniéndola contra mí— ¿Tanto le
temes a que alguien sepa sus verdaderas
intenciones?
—¡Basta! —Hazal se hizo notar— ¿Acaso
olvidaron lo que está a punto de suceder?
Ella obtuvo la atención de todos, aflojé mi agarre
a la amiga de Rouse y ella aprovechó eso para
zafarse de mí. Le lanzó una mirada hostil a Grayson
y luego dio una vuelta y su fue a acomodar al lado
de Luke.
Hazal permaneció callada, manteniendo una
expresión seria mientras paseaba la mirada entre
todos los presentes, deteniendo su acusadora vista
más tiempo en nuestro tío y yo.

1706
—Frederick Relish está furioso, cree que
incumplimos reglas por haberlos hecho creer la
muerte de su hija, y agreguémosle también la muerte
de su otra hija en las garras de los lobos —comenzó
a decir un poco más calmado Grayson.
—No tiene nada que reclamar —zanjé.
—Los Relish están viniendo no solo a causa de
Neira sino también porque su otra hija sigue
apresada aquí —mencionó Hazal.
—Por cualquier acusación podemos rebatirlas,
ellos no deben ni pueden meterse en las ordenes de
un rey, mucho menos de El Concejo —Malcom
comentó, mirándonos con expresión segura mientas
se detenía al lado de su esposa, mi hermana—. Y si
Frederick Relish quiere algo más… tú decides,
Lewis.
—¿Qué hacemos? —preguntó Grayson, con
expresión ya cansada, quizás fastidiada detallaba
más su semblante.
—Esto es mi culpa —la voz de Hannah se hizo
escuchar.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó Grayson.

1707
—Porque fui yo quien la sacó de ahí —su
temblorosa voz avisó que el llanto estaba cerca, la
miré y vi la culpa resplandeciendo en sus ojos casi
verdes.
—Pero… ¿cómo?
—Ella no era consiente en ese momento —
defendí—, nadie más que yo podía abrir esa puerta,
investigaremos que fue lo que verdaderamente
sucedió, ¿bien? Hay cámaras ahí y en todas partes
—les hice recordar.
—Esta situación se está volviendo peor, te
examinaremos después Hannah —le informó
Grayson, mi hermanita casi tembló en su lugar al
conocer el significado de esas palabras.
Solo asintió, no fue capaz de decir nada más
mientras se limpiaba los ojos.
—Señores —un guardia se asomó por la puerta
principal—, los hechiceros están aquí y exigen
pasar.
—Pues que le abran la puerta —habló Grayson
en un tono casi irónico—, tenemos una conversación
que mantener.

1708
El guardia me miró a mí, y yo asentí en su
dirección.
—Es mejor que salgamos, todo puede salirse de
control —aconsejó mi tío.
No miré a nadie cuando avancé y salí de casa,
pero sentí los pasos de todos seguirme.
Me detuve en el primer escalón que bajaba del
porche, adoptando una expresión mucho más seria
mientras observaba a los siete hombres vestidos de
negro que se aproximaban hacia donde estaba.
—Conoce las consecuencias si ataca contra la
familia real —indicó mi beta hacia mi costado.
—¿Y esta repentina visita, querido amigo? —
Grayson fue el primero en hablar, los hombres se
detuvieron a un metro del inicio de los peldaños, uno
al lado del otro.
La expresión de Frederick se endureció, en sus
ojos verdes destilaba su molestia. En su mano
derecha sostenía su cetro, se apoyaba en él
realmente puesto que este objeto poderoso le llegaba
a la altura de sus hombros.
—Pues repentinamente la menor de mis hijas, la
que debería estar muerta, apareció ante mí, me

1709
parece que eso es suficiente para que venga a
reclamarle a su verdugo sus motivos y exigirle que
retracte su castigo —contestó severamente el
hechicero.
—Me parece que ya conoce los motivos, no me
venga a decir ahora que ignora todo lo que ha hecho
su hija —mencioné en un gesto despectivo.
—No puede exigir nada —obtuve el apoyo de
Grayson—, el castigo fue impuesto por el antiguo
rey licántropo y apoyado por El Concejo, si se
decidió guardar silencio y no hacer conocer el
verdadero castigo no es problema de nadie.
—Lo está siendo ahora mismo, saber que mi hija
estuvo recluida en un lugar oscuro y solitario
durante años ha sido algo demasiado fuerte para mí,
eso es lo que Frida intentaba decirme, mis demás
hijas de alguna manera se enteraron de la verdad y
quisieron mostrarme la realidad…
—¡¿Cuál realidad?! —quise aproximarme pero
inmediatamente una mano en mi brazo me lo
impidió, con los ojos llameantes de ira proseguí a
hablar—. La realidad es que su hija es un ser
maligno, ¡empiece a aceptarlo! Ella debería estar
muerta y no sabe cuánto me arrepiento de no haber
cumplido esa sentencia en un inicio, sí, la mantuve

1710
capturada durante años porque el maldito lazo que
ella creó me impidió hacer lo correcto, que es
destruirla antes de que ella lo hiciera conmigo.
—Era solo una adolescente, ¡a todos se nos puede
salir las cosas de las manos! —Frederick me
contradijo con severidad.
—Pero no de la forma en la que ella se
sobrepasó, ese ser que tiene como hija es una vil
mentirosa, una infame que jugó conmigo, con todos
nosotros.
—No sabía lo que hacía —habló uno de los
hombres que acompañaba al líder de los hechiceros
—, ella siempre fue impulsiva y no medía las
consecuencias de sus actos.
—Eso ya quedó más que claro —afirmó Grayson
—. Neira Relish tiene que volver, ella se escapó, ella
aún no debía obtener su libertad, más bien, jamás
debió regresar a la superficie, ella verdaderamente
debería estar tres metros bajo tierra, enterrada.
—No —se apresuró a decir Frederick—, no les
entregaré a mi hija, no me interesa ningún convenio
en estos momentos, estoy dispuesto hasta a
quebrarlos si de esa forma consigo la libertad
definitiva de Neira.

1711
—¿Le deletreo la palabra maligna? —dijo
Grayson—. Señor, a su hija le poseyó la oscuridad,
su hija está totalmente maldita, ¡ya acéptelo de una
vez! Ella permitió que la oscuridad se apoderase de
su alma, no tiene cura. La única razón de que siga
viva es por el lazo que lo une a mi sobrino, ella debe
deshacerlo.
—¡Solo tomó malas decisiones, ustedes jamás le
dieron una oportunidad para retractar su error!
—Disculpe, me parece que ya olvidó que ella no
nos dio otra opción, se negó a romper el hechizo, eso
fue suficiente para que su condena fuera la muerte
—dije ya no queriendo alargar la conversación—.
No sé qué sea lo que realmente estén buscando aquí,
pero no conseguirán nada. Y si se niegan a
entregármela habrá consecuencias muy graves.
—Exijo su libertad definitiva, yo lograré que ella
le conceda la libertad de su alma si usted me permite
una oportunidad.
—No —negó inmediatamente mi tío—, ella no
puede quedar libre.
—Ante su negación no me queda más alternativa
que romper nuestro acuerdo. A partir de este
momento…

1712
—Oh, no lo hará —reconocí la voz de Luke,
pronunciando esas palabras con incredulidad.
—Escucha y observa atentamente porque sí lo
hará —le dijo Malcom con su usual tono serio.
—… los licántropos dejan de tener cualquier
apoyo de los hechiceros, nuestro acuerdo de paz
queda roto —concluyó Frederick Relish.
—¿Sabe que es una estupidez lo que acaba de
hacer verdad? —le dijo Grayson.
—No, es lo menos que un padre puede hacer por
su hija, pero eso usted no lo entenderá jamás —
manifestó con auténtica rabia en sus ojos, sus
palabras fueron como dagas de plata para mi tío.
—Cuide sus palabras —aconsejó Grayson,
reprimiendo su súbita ira.
—Es la verdad —siguió el hechicero sin saber
que se estaba metiendo en algo serio, en un tema
peligroso—. Usted no conocerá nunca lo que es
hacer lo mejor para su familia y espero que entienda
a qué me refiero.
—Aceptamos que rompa el acuerdo —dijo
Grayson sin perder los estribos ante la provocación

1713
del hechicero—, de ese modo usted también
aceptará las consecuencias que se deba a ello.
»Queremos a Neira, viva o muerta, y si no accede
a entregárnosla prepárese porque no solo tendrá de
enemigo a los licántropos sino también a El
Concejo.
—Me parece que ya dije suficiente: no lo haré —
sostuvo su negación el hechicero, dio un paso atrás
seguido de todos sus seguidores—. Que se arme una
guerra si quieren, pero mi hija se quedará conmigo
—Grayson estaba por volver a decir algo, pero
Frederick se apresuró a callarlo al adelantársele al
hablar— y si usted no entiende mi resistencia ante
este tema ya no es mi problema porque usted no es
padre, no tiene una hija, no tiene familia a quien
defender.
Giré el rostro al escuchar provenir un gruñido
gutural por parte de mi tío. Noté lo tenso que se
encontraba, sus hombros se movían ferozmente y su
mandíbula estaba ejerciendo mucha presión, y
cuando detecté el cambio en sus manos di un paso al
costado, permitiéndole más espacio para su
transformación.
Desde donde nos encontrábamos él saltó, sus
ropas se partieron ante su cambio de forma, un

1714
enorme lobo marrón fue detenido por una potente
luz blanca que emergió desde el cetro del hechicero.
Los hechiceros se esparcieron rápidamente,
comenzaron a atacar a Grayson y no tuve de otra que
hacerles una seña a mis hombres de intervenir al
igual que yo.
Concentré mi mente en el elemento del aire
cuando ya estaba en mi forma lobuna, de ese modo
utilicé una fuerte corriente de aire hacia uno de ellos
provocando que se desconcertara ante el torrente
viento que chocaba contra él. Aproveché su
descuido para empujarlo lejos, entonces se armó un
gran alboroto entre todos. Los hechiceros usaron su
magia contra nosotros y nosotros nos defendimos
bestialmente, como lo que éramos en ese momento:
animales.
A pesar de que ellos estuviesen en su simple
forma humana su capacidad de resistencia era
absolutamente increíble, eran muy agiles y veloces;
sumamente fuertes como todo ser sobrenatural.
Frederick Relish volvió a sujetar a Grayson con
el poder de su cetro, lo mandó lejos pero mi tío no se
detendría jamás, rápidamente volvió hacia él y
cuando detecté que un hechicero estaba por tirarle
un encantamiento me interpuse y de ese modo recibí

1715
en el cuerpo un dolor electrizante, inmovilizándome
durante unos segundos al mismo tiempo que esa
corriente se esparcía por todo mi cuerpo.
Ardía dentro, me estaba molestando demasiado.
Alcé el rostro y dirigí la mirada directamente
hacia el tipo que lanzó ese poder magnético. Estaba
por saltar sobre él cuando se escuchó una voz
femenina y seguidamente todo se detuvo.
Literalmente, mi cuerpo y la de todos ellos fue
retenido por un poder mayor, una fuerza que nos
hacía ser consciente pero que nos quitaba la
capacidad de mover alguna parte del cuerpo.
—Qué fácil es hacer que todos me obedezcan —
al instante había reconocido la voz de Neira.
Pasó un corto tiempo y luego volvimos a poder
movernos libremente. Giré hacia ella, viéndola
después de meses.
Una sensación que conocía muy bien me abordó
de golpe, congelándome en mi lugar durante un
largo momento, mirándola.
Ella estaba a tan solo unos cinco metros de mí, su
alta y esbelta figura estaba cubierto por un conjunto
negro que se adhería perfectamente a su cuerpo,
remarcando su busto, caderas y largas piernas.

1716
Dioses, no podía suprimir las ganas que tenía de
saltar sobre ella y lamerla. El olor que profería de
ella estaba desconcentrándome mucho, demasiado.
Me fijé en su cara, tenía un lindo rostro, y lo que
siempre me había llamado la atención eran sus ojos
negros enmarcados por unas largas y espesas
pestañas, su mirada era sumamente atractiva y
cautivadora, tanto como peligrosa. No podía ignorar
las ansias que tenía de volver a sentir su boca contra
la mía, sus labios eran carnosos, siempre hacía un
gesto con ellos que provocaba muchísimo.
Sus cejas tan negras como su cabellera larga y
lisa, se fruncieron ligeramente al observarme. Todo
su rostro adquirió un brillo alegre al verme.
Los hechiceros eran como los humanos, podían
elegir a su compañero de vida por su cuenta, y al
parecer Neira me había elegido a mí. O por lo menos
eso fue su excusa cuando me enteré de toda la
verdad.
—Josh —dijo mi nombre en voz baja y suave.
«Neira»— dije en su mente.
El lazo entre los dos era tan fuerte que hasta
podía hacernos comunicar mentalmente a la
perfección.

1717
—¿Qué estás haciendo aquí? —su padre se
interpuso en mi campo de visión.
—No debiste haber venido, papá —respondió
ella.
—Claro que debí, tenía que velar por ti.
—No, esto es solo entre Josh y yo.
—Pero qué alegría que nos hagas el trabajo más
fácil —escuché la voz de Grayson, no pasó mucho
tiempo para que ya lo tuviese en mi campo de
visión, estaba vestido solo con un pantalón.
—No vine aquí para que vuelvan a meterme
presa —contradijo ella—, más bien solo vine a
acabar con el mayor de mis tormentos…
No me gustó para nada la forma tan siniestra en
la que dijo esas palabras. Sus ojos escanearon el
lugar, como si estuviese buscando algo.
—Lewis —me llamó Hazal, me fijé en ella y vi
que me hacía gestos con las manos para que me
acercara.
Volví la vista a Neira, manteniendo la frialdad en
mis ojos ámbar. A lo lejos vi a alguien
aproximándose lentamente, me exalté ante ello pero
me tranquilicé al notar que venía solo.

1718
Aedus había regresado.
Me apresuré en ir hacia mi hermana y meterme
dentro, ella me dio un pantalón y me dio la espalda.
—Esto se terminará hoy mismo —dije en cuanto
me vestí. Salí fuera y vi a Grayson y a Neira
hablando muy cerca, ambos con una mirada
amenazante.
—Lo que ocurrirá es que te vas a morir, eso es lo
que realmente pasará —en un movimiento
totalmente inesperado Grayson la tomó por el cuello
y presionó, en mí despertó inmediatamente un
sentimiento protector, por mero instinto apresuré mi
andar y quise hasta golpear a Grayson por estar
lastimándola.
Una sensación molesta y rencorosa surgió de la
nada, obligándome a adoptar una postura hasta
violenta, pero pude detenerme a tiempo, percibí lo
que estaba ocurriendo conmigo y me contuve.
De todos modos el dolor y sufrimiento de ella
también era el mío. Pero debía dominarme, no caer
ante ese lazo maligno.
—¡Suelte a mi hija, desgraciado! —exclamó en
una exigencia Frederick Relish, quitando a Grayson

1719
sobre su hija, yo pude haberlo detenido, pero no lo
hice.
Neira respiró agitadamente, se dobló para
recuperar el aliento.
El alivio en mí fue muy predecible.
—Le prohíbo que vuelva a ponerle la mano
encima, ¡¿me oyó?!
—¡Es una delincuente! —expresó Grayson—. No
se interponga en mi trabajo y apártese, ella nunca
debió volver a ver la luz del sol. Si vuelve a
interceptar lo tomaré como una falta grave —
amenazó.
—No me importa, ya le dije que mi hija se queda
conmigo.
—¡Bien! —accedió Grayson—Se quedará con
usted pero ambos arrestados, ¿me entendió?
—Basta —hablé fuerte—. Neira —la llamé, ella
me miró inmediatamente—, no debiste salir, estás
causando problemas que ya estaban resueltos —me
fijé en su padre—. Como me escuchó; problemas
que ya estaban resueltos, así que no interceda, ella es
una prófuga y debe volver…

1720
—Sí, me gustaría volver meses atrás en donde tú
y yo… —me interrumpió ella, con una mirada
helada la mandé a callar.
—Silencio.
—Eso es lo que siempre me pedías, ¿recuerdas?
—sonrió a medias y se mordió el labio inferior. No
quería recordar, pero inevitablemente lo hice,
¡maldición!
—Su sentencia será la misma —continuó
Grayson, mi mirada estaba fija en la de ella—, si es
que no accede a nuestra petición una vez más: que
rompa el hechizo.
—No —negó al instante Neira, su mirada en
ningún momento abandonó la mía—, yo no quiero
separarme de él, lo elegí y lo amé desde un inicio,
para mí no existe nadie más que él.
—Yo no puedo darte lo que quieres, lo sabes —le
hablé—, entra en razón, solo de ese modo serás
libre.
—Ya estoy libre, Josh y no dejaré que me
encierren de nuevo hasta acabar con la persona que
me obligó a salir de ahí; estábamos tan bien…
—Estás enferma.

1721
—Por ti, mi amor —ella quiso acercarse, pero
Grayson impidió que se aproximara más a mí, pero
con un gesto de mano ella lo inmovilizó y llegó
hasta mí. Permanecí quieto y serio, no queriendo dar
indicios de lo nervioso e inquieto que me había
puesto su cercanía.
—¡Medícate, loca! —Exclamó Grayson, aún
atrapado por el hechizo de inmovilización por parte
de Neira— ¡Y te exijo me liberes!
—Como quieras —nuevamente con un gesto de
mano ella lo dejó retomar el mando a sus
extremidades, pero con otro simple gesto logró que
Grayson tomara una gran distancia de nosotros.
—Yo solo vivo por ti.
—¡Eso es cierto! —Grayson volvió a interceder,
aún desde lejos—¡Por él sigues con vida! Sino ya
serías polvo.
Neira decidió ignorarlo y centrarse en mí.
—¿Por qué no renuncias a ella y te unes por
completo a mí? Sé que tú me quieres, yo te amo,
Josh, ¿lo sabes, verdad?
—Tú solo eres una mentirosa, yo solo quiero a mi
compañera destinada, tú no eres nada de mí —

1722
aclaré, manteniéndome a raya.
—Me duele tu rechazo.
—Entonces rompe el lazo, solo de ese modo
dejará de doler.
—¡Dejen de decir estupideces! —nuevamente
escuchamos la voz de Grayson, Neira alzó una mano
y con un gesto hizo que se callara.
—Neira, por favor, hija, haz lo correcto y anula
ese lazo que desarrollaste, rómpelo y terminemos
este conflicto —su padre también interfirió,
suplicante.
Neira lo miró sobre sus hombros y respondió.
—No, papá. Yo lo quiero, yo no quiero estar sin
él. Y él único modo de que él sea mío es por este
lazo que nos une—ella me miró—. Por favor, vuelve
a mí como lo has hecho siempre.
Redujo el poco espacio que nos separaba y tocó
mi pecho desnudo, su toque frío mandó algo cálido
en mi interior, no me agradaba para nada todo lo que
causaba en mí. En realidad sí me gustaba, pero no
debía; no me agradaba.
—Por favor, Josh —repitió, alzó su mano
izquierda y la atrapé antes de llegar a la altura de mi

1723
cara, inmediatamente reemplazó lo que hacía con su
otra mano, tocándome la mejilla—, solo vuelve a
mí.
—Neira, existe alguien más, mi verdadera
compañera, lo que siento por ti es artificial.
—Me niego a verte con otra, ya fue demasiado
haber imaginado todo… —humedeció sus labios y
endureció su gesto facial, pensativa—, podemos
arreglar todo.
—¡Termina este absurdo juego! —quise
apartarme de ella, pero me lo impidió—. Entiende
que es la Diosa Luna quien me debe otorgar una
pareja, no tú.
—¡Pues yo me destiné a ti, y eso nada ni nadie lo
va a cambiar! Yo solo vivo por ti, y no me veo sin ti,
¿bien? —aferró su mano derecha a mi hombro y
acercó su rostro al mío, no pude detenerla y plantó
un casto beso en mi boca. No hice ningún
movimiento para aceptar su beso, permanecí serio y
callado.
No dejé que viera lo que ese simple toque causó
en mí.
—No mereces vivir, Neira —dije—, me estás
quitando algo, me sacaste la capacidad de amarla

1724
por completo, me destrozas, me destruyes con tu
negatividad. ¡Acepta que no quiero nada contigo!
—Su existencia es la que te hace rechazarme y su
aparecimiento solo lo empeoró todo…
—¡Ya, arréstenla o mátenla! —Grayson
nuevamente se hizo escuchar—. No quiero seguir
oyendo idioteces. Entiende que esta no es nuestra
naturaleza, entre los licántropos no se puede elegir,
alguien lo hace por nosotros.
—Yo quiero hacer una excepción —contestó ella,
alejándose un poco de mí para verlo de reojo—, lo
quiero a él y sé que él no me aceptará hasta que no
le quede otra opción. Así que vean esto…
Se quedó a unos dos metros de mí y alzó sus
manos a la altura de sus hombros, hizo movimientos
con sus manos y luego lo acercó a su oído,
manteniéndolo muy cerca de ellos. Hizo un gesto
como si estuviese escuchando…
—Tienes su olor, y eso no me gusta —me dijo
ella.
—Ella está marcada por mí.
La furia se hizo visible en su expresión.

1725
Empuñó sus manos y cuando volvió a abrirlos
una ola de poder explotó en el ambiente,
estremeciéndome por completo.
—Neira, demuestra que puedes hacer el bien —
su padre se le acercó—, hazles ver lo que yo veo en
ti, tú no puedes perderte; entra en razón y respeta la
unión de la diosa.
—Padre, no. La culpable de todo es ella, su
compañera, sin ella todo estaría bien, sin ella él
seguiría buscándome, encontraría consuelo solo en
mí. Siempre supe que su aparición acabaría con
todo, y así fue.
—No puedes hacer nada contra la decisión de la
diosa —repuso Frederick.
—Ya lo hice, creé un lazo tan fuerte como lo
haría ella, soy poderosa, casi tanto como una diosa.
Por eso es que yo terminaré con todo esto y
regresaré en el comienzo… sé que puedo hacerlo.
—Ya denle un medicamento a esta loca, está
diciendo puras tonterías —Mi tío avanzó hacia ella,
Neira extendió una mano por delante de ella y lo
detuvo, Grayson inmediatamente puso cara de
fastidio—. Deja de ser envidiosa y haz lo correcto, y

1726
si no quieres verlo con otra mátate, suicídate y ya
deja de joder.
—No, si yo me muero él lo hará también; nos
mataré a ambos.
—¡Enferma! Deja de decir barbaridades.
—Usted cállese —zanjó ella, volvió hacia mí.
—La destruiré, la mataré porque solo de ese
modo podré hacernos volver al inicio y ella nunca se
interpondrá, de esa manera yo ya no temeré a que te
adentres en mi mente y sepas todo de mí. Ella dejará
de existir y eso nadie me lo impedirá.
—No dejaré que lo hagas, Neira, primero te
mato, ¿comprendes? Lucharé contra esta mierda que
creaste y acabaré contigo—comencé a dar pasos en
su dirección, dispuesto a cumplir mis palabras—. No
tienes perdón, jamás obtendrás lo que buscas de mí,
lo que has hecho es inaceptable…
—Lo aceptarás, porque nunca sabrás lo que hice
—me inmovilizó luego sonrió, adquiriendo una
siniestra expresión—. Cuando la vea todo terminará
pero en realidad todo volverá a comenzar, ella debe
dejar de existir porque es el único obstáculo entre
dos. Si la veo; muere, así que cuidado… Intenta
detenerme si quieres, no lo lograrás.

1727
—Estás cometiendo una falta enorme, hija —su
padre llegó hasta ella, ella no lo miró, su mirada
decidida solo estaba fija en la mía.
—Lo arreglaré todo, padre, no te preocupes por
mí.
—Neira…
—Confía, lograré mi cometido y nadie nunca lo
sabrá.
—¡Hagan que se calle! —exclamó Grayson, aún
con el cuerpo inmóvil—. Aunque todo lo que está
diciendo solo empeora su situación, todos somos
testigos de su infame contra la reina de los
licántropos.
—¡Ella no es y no será jamás la reina! —ratificó
una enfurecida Neira.
—Eso no lo decides tú, ya haznos el favor de
matarte y de esa forma terminar este absurdo
acontecimiento —mencionó mi tío en el mismo tono
que ella.
—Detente —pedí, no le ordené—. Neira, haz las
cosas bien y te perdonaré.
—¿Es que no entiendes que te quiero?

1728
—No logro hacerlo, la manera de demostrarme
que me quieres me causa daño, esto no es amor. Tú
y yo no estamos hechos para estar juntos.
—Pues lo serás, serás solo mío, Josh, que no te
quepa ni la menor duda —habló, convencida—. Y
cuando termine con todo esto ni siquiera te
acordarás de ella, su simple existencia arruinó
nuestra relación y yo arreglaré eso.
—No tienes perdón, esta vez no me interpondré y
me arriesgaré; te quiero muerta y no descansaré
hasta conseguirlo, ¿me oyes? No me interesa mi
vida, si me destruyes en el proceso, te quiero fuera
de mi vida y la muerta es la única forma de
conseguirlo.
Ella me dejó libre, pude moverme nuevamente.
—Inténtalo, acaba conmigo ahora si quieres y si
puedes —tentó con una sonrisa divertida.
—¡Basta de juegos! —determinó su padre, muy
serio, la tomó por el hombro y la obligó mirarlo—.
Detente, sabes que puedo mantenerte cohibida ante
mí, así que para. No te comportes como una niña
caprichosa y libérate de este desastre.
—¡Hazlo de una vez! —exigió Grayson, justo en
ese momento Neira le proporcionó nuevamente el

1729
control de su cuerpo—. Aedus —mencionó el
nombre del susodicho que se había quedado en una
esquina solo observando, sin interferir en ningún
momento—, atrápala.
—Recuerda lo que dije, Josh, no te liberarás de
mí tan fácilmente —lo dijo como una despedida,
tomó a su padre del brazo y con un simple gesto de
mano desaparecieron, seguido de todos los demás
hechiceros.
—¿Qué carajos? —Grayson se detuvo al hablar
—. Esta mierda se va a salir de control.
—Ya comenzó a salirse de control desde que ella
escapó —comentó Luke, apareciendo por detrás de
mí.
—Esa chica está loca, entiendo que tenga un gran
interés en ti pero se pasa, su afición no es buena —
Hazal también se hizo notar, observé hacia el porche
y ahí vi a todos los espectadores.
—Una vez la atrapamos, podremos hacerlo
nuevamente —dijo un convencido Grayson,
colocándose a mi lado.
—Tú eras ese lobo… —Abby hizo que nuestra
atención se centrara en ella.

1730
—¿De qué hablas, niña?
—El que me salvó— contestó—, ese día… en el
instituto.
—¿Quieres agradecerme? —le preguntó mi tío.
—Solo quedé muy impresionada —dijo ella,
adquiriendo un semblante desinteresado.
—Por mí sigues viva, ¿qué te impide decir un
simple «gracias»?
—Yo no se lo pedí.
—Qué orgullosa, dioses.
Decidí apartarme de ahí, fui hacia Aedus que
permanecía lejos de todo.
—¿Dónde la dejaste?
—En un lugar seguro.
—Escuchaste lo que dijo Neira, Rouse está en
peligro, debe volver a mí, yo la protegeré, no dejaré
que nada le pase.
—No, tú no puedes protegerla, ella es un ser
maligno con capacidades muy elevadas. Rouse no
regresará.

1731
—¿Qué? ¿Dónde la llevaste? Más bien, ¿qué le
hiciste? —exigí saber, con una postura amenazante.
—En un lugar seguro en donde estará a salvo,
ella está bien ahí.
—La quiero de regreso —determiné—, así que
dime dónde está.
—Ella no volverá hasta que se sienta preparada y
libre.
—¿De qué estás hablando? La quiero de regreso,
solo te pedí que la alejaras de aquí por el peligro, y
fue una suerte que lo hayas hecho, pero ahora…
—No —negó seriamente, determinante—, corre
peligro aquí, ella volverá, pero no ahora.
—No puedes decidir…
—Ya lo hice y no hay nada que puedas hacer al
respecto, ella está lejos de aquí, lejos de ti, sabes lo
que escuchó, lo que sabe.
—Necesito explicarle, decirle lo que sucede…
—Eso ya no me importa —zanjó, comenzando a
alejarse.

1732
—La quiero de regreso, Sallow. ¡Dime dónde
está!
Él no me respondió más, estaba por seguirle y
exigirle su paradero cuando alguien más se me
adelantó, la amiga de Rouse comenzó a correr detrás
de él, pidiéndole en un grito que se detuviera,
consiguió que lo hiciera, justo en la entrada.
Gruñí y maldije para mis adentros, me desordené
el cabello en un gesto frustrado, cerrando los ojos
con fuerza.
«Lo siento tanto, Mia» pensé.
Las amenazas de Neira resonaron en mi mente,
atormentándome con sus viles amenazas. Pero antes
muerto que dejar que mi verdadera compañera
muriera, ella no podría morir, y no lo haría.
Sabía que en donde sea que estuviese Mia estaría
esperando explicaciones, y seguramente pensando lo
peor de mí, necesitaba verla con urgencia, aclararle
las cosas y por eso mismo pensé que ella volvería a
mí rápido.
Pensé que Aedus mentía y que ese mismo ella
regresaría, pero no fue así, ella no volvió.
Pasó un día y no regresó.

1733
Pasaron dos, tres, cuatro… siete, doce, quince
días y tampoco regresó.
¿Qué le habrá pasado? ¿En dónde podría estar?,
esas eran las preguntas que me hacía
constantemente.
Sabía que regresaría, ella había prometido no
dejarme nunca.
Y lo hizo, un día ella regresó, pero ya no era la
misma.
Continuará…

1734
ROSE. La historia continúa

Como dice el título: la historia continúa. Su


segunda y última parte se llama Rose, lo pueden
encontrar en mi perfil. 

SINOPSIS
Hareth Lewis había encontrado a su compañera
destinada, a la correcta. A él le urgió encontrarla
después de haber sido engañado y sometido por una
impostora. Su compañera había sido anunciada
como su salvación, pero lastimosamente no fue así.
El poder de la hechicera resultaba imposible de
revocar, ni Mia consiguió disminuir la intensa
desesperación y deseo que lo consumía exigente por
Neira Relish.
Por fortuna, Hareth había descubierto una manera
de evitar acudir a Neira, al menos desde que
apareció Mia. Su forma de evadirla resultaba otra
tentación por la que no debía caer. No otra vez. Y
todo estaba marchando bien, solo que Neira Relish
fue liberada y ese hecho automáticamente le alteró

1735
todo su mundo. La colisión de diferentes
sentimientos lo destruía, descomponiendo su alma.
Pero él no estaba considerando a Neira su mayor
problema, Aedus Sallow también se situaba en la
misma medida que ella con igual cantidad de peligro
y amenaza. Ambos le resultaba un obstáculo que
debía destruir para tener a Mia. A él solo le
importaba ella, Mia era su respiro y por ello Hareth
no estaba en condiciones de perderla.
Su naturaleza posesiva no le permitía
compartirla, a parte de él nadie más podía tocarla.
Pero, para su desgracia, había alguien más además
de él. Y Aedus Sallow no era conocido por echarse
para atrás. Renunciar no estaba en sus planes así
como en los de Hareth.
Rouse tenía dos destinos, ¿quién de ellos podría
resultar ser el error? ¿Y cómo?
Ya lo sabremos. 

Entonces nos leemos en ROSE que aún faltan


muchísimas cosas por descubrir. Haz clic aquí --
>    @antoniabl <-— para dirigirte a mi perfil y
saber más de “Híbridos Rebeldes”.

1736
¡¡¡Gracias por haber llegado hasta aquí!!!

1737
Table of Contents
Title Page 1
Copyright Information 2
Table of Contents 3
Summary 6
ANTES DE LEER 8
Sinopsis 12
Prólogo 14
Introducción 17
0. El Concejo 20
1. Cabello de fuego 29
2. Mejor amiga 49
3. Bonita 68
4. Mía 82
5. Peligrosa tentación 112
6. Un trato 141
7. Criminal 171
8. Una foto 207

1738
9. Milford 224
10. Una canción 253
11. El lobo feroz 286
12. Luna Eclipsa 307
13. Las categorías 363
14. Ensalada de frutas 400
15. Fuego 421
16. Nuevas sensaciones 459
17. Los hermanos Collins 477
18. Susurros 518
19. Irreal 546
20. El campamento 570
21. El sueño 598
22. Insaciable 629
23. La visión 654
24. El lago 688
25. Animal 709
26. Descontrolada 737
27. Encuéntralo 780
28. Alpha rey 811

1739
29. Su familia 833
30. Heaven 855
31. Poderes suspendidos 887
32. Un mes 907
33. En el paraíso 930
34. Bran 951
35. No sientas 982
36. Lo prohibido 1006
37. Tú, nada más 1027
38. Único 1039
39. Misterio indescifrable 1058
40. El peor de los crímenes 1083
41. Furia tempestuosa 1110
42. Cristal 1134
43. La única reina 1149
44. Rose 1187
45. El pergamino 1208
46. Ira homicida 1236
47. Cosa extraña 1262
48. Celos 1290

1740
49. El laberinto 1323
50. Bella flor 1355
51. La melodía 1377
52. La reunión 1400
53. Sorpresa 1424
54. Visita inesperada 1457
55. Un Grayson 1503
56. Una estable 1541
57. Tarde para arrepentimientos 1571
58. Deseo 1609
59. Pasión 1638
60. Mentiras (Final) 1670
Epílogo 1698
ROSE. La historia continúa 1735

1741

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