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¿QUÉ ES LA JUSTICIA?

Desde el punto de vista teológico y exegético, la justicia es: El estado y propiedad de Dios, que se dio por
gracia, y el hombre la obtiene por medio de la fe en el sacrificio sustitutivo que Jesús llevó a cabo en la Cruz,
y que es posible en la vida de los hombres por medio de un proceso que se llama justificación.
“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá”. (Romanos 1:17)
“justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
(Romanos.5:1)
Aplicándolo al creyente, Justicia es: El estado de uno que es justificado y declarado justo, quedando absuelto
en forma absoluta del estado de condenación en el que se encontraba. En la justificación se obtuvo un
veredicto el cual trajo como resultado la libertad de una sentencia eterna. Debemos entender, que hay una gran
diferencia entre lo que es un veredicto y lo que es una sentencia.
>Veredicto: Es la decisión final pronunciada por un jurado sobre la inocencia o culpabilidad sobre un hecho en
litigio. El declarar inocente o culpable a un ente sometido a juicio es el veredicto.
> Sentencia: Es la pena impuesta por un juez o un tribunal, cuando en el veredicto se haya culpable.
En cuanto a la justicia divina imputada al hombre en el proceso de justificación, se le dio un veredicto de
inocente siendo culpable, quedando absuelto de la sentencia de condenación que por sí solo el hombre no se
podía librar. Todo esto fue posible por el misterio del cambio, que tiene relación con uno de los incidentes que
se dieron en el golgota, conocido teológicamente como la remisión. Esto es resaltado por el apóstol Pablo en
la carta que escribe a los Corintios.
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios
en Él”. 2ª Corintios. 5:21.
La expresión “fuésemos hechos” que aparece en el pasaje, tiene que ver con un estado que nos da una
posición. Según el desarrollo del texto, dicha estado es de justicia, la cual me declara y me da una posición de
justo.
Debemos dejar claro que la Biblia en ninguno de sus escritos declara que el creyente una vez siendo
justificado es un pecador, lo que sí está registrado es que como creyentes justificados pecamos. El apóstol
Juan es muy claro en cuanto a la justicia como posición del creyente. El apóstol afirma que un hijo de Dios
después de ser regenerado puede pecar, pero ese acto de pecado no lo hace un pecador.
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado,…”. (1ª Juan. 2:1)
Como la justicia es producto de la justificación, debemos analizar desde el punto de vista etimológico que es
justificación.
¿QUÉ ES LA JUSTIFICACIÓN?
Lo primero que hay que tomar en cuenta en relación a la justificación, que es un plan predeterminado por
Dios, y que fue anunciado por los profetas, según lo que registra Isaías.
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de
salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas”
Isaías. 61:10.
Justificación: Es el proceso o el plan que Dios ha desarrollado y llevado a cabo a través del nacimiento, vida,
sacrificio, muerte y resurrección de Jesucristo para justificar al hombre. Romanos 4:2.5.
La justicia imputada al hombre y amputada de Jesús, es la base y resultado de la justificación. De acuerdo a su
uso en el Nuevo Testamento, las palabras “justicia” y “justificar” vienen de la misma raíz. Dios declara
justificado para siempre a aquel que Él ve en Cristo. Éste es un decreto equitativo que emana de la justicia
misma de Dios, ya que la persona justificada está vestida de la justicia divina.
La justificación no es una ficción (algo ficticio) o un estado emotivo del Creador, sino más bien una
consideración y decisión inmutable en la mente de Dios y que llevó a cabo a través de Su hijo mediante el
Espíritu Eterno. Igual ocurre con la justicia imputada al hombre como propiedad y resultado de la
justificación, no es ficticia, vana, superflua, débil, endeble, variante; es permanente e inmutable y eterna en
aquel que la obtiene, pues descansa solamente en los méritos del Eterno Hijo de Dios, y se obtiene por fe
(Romanos 5:1) por medio de la gracia (Tito 3:4-7) y se hace posible a través de la vida, muerte y resurrección
de Cristo. Todo este proceso que se desarrolló en Jesús mediante el Espiritu se le llama justificación.
(Romanos. 3:24 - 4:25).
“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado
por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a
Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. (Romanos 4:2.5)
Justificación: Según las Escrituras, es un acto soberano y propio de Dios, que se da por pura gracia,
declarando acepto ante Él a quienes creen en su Hijo. El término justificación por lo general aparece en los
textos sagrados con la expresión “Declarar justo”, y es aplicable a una acción única y exclusiva de Dios.
Desde el punto de vista teológico en el sentido más profundo, Dios es el que justifica (Isaías 45:25 - 53:11).
Las Escrituras desaprueban y condenan la posibilidad de que el hombre pueda justificarse a sí mismo (Job
9:20 - 32:2. Isaías 43:9.26. Romanos 3:20.24. Gálatas 2:16 - 3:11. Santiago 2:25) Esto indica, que ningún
hombre puede obtener la posición de “justo” en lo divino por sus propios medios.
Según Romanos 3:21-31, la justicia o el ser justo, no depende de las buenas obras, ni de nuestro
comportamiento, ni siquiera de nuestra obediencia; depende más bien de la gracia divina como acto soberano
de Dios en la obra de justificación. Esto es bueno entenderlo y tomarlo en cuenta para evitar toda jactancia
humana, lejos de fluir de algún merecimiento humano. La justificación es de pura gracia y no puede derivarse
de una mezcla de gracia y obras (Romanos 3:28; 4:4.5; 11:6. Gálatas 2:14.21; 5:4. Filipenses 3:9). Pablo
expresa esta verdad quizás en los términos más drásticos pero es claro en el asunto.
Pero cuando Pedro vino a Antioquia, le resistí cara a cara porque era de condenar. Pues antes que viniesen
algunos de parte de Jacobo comía con los gentiles; pero después que vinieron se retraía y se apartaba, porque
tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera
que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente
conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles
y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de
entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,
nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la
ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Y si buscando ser justificados en Cristo, también
nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. Porque si las
cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, trasgresor me hago. Porque yo por la ley soy muerto para la
ley, a fin de vivir para Dios, con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí;
y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por
mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
(Gálatas 2:11.21)
“al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia”. (Romanos 4:5)
Por esta causa afirmo con toda seguridad, que cuando un creyente comete un pecado deja de ser santo, pero no
deja de ser justo, porque la justicia en el hombre regenerado no se obtuvo ni se mantiene por obras, se obtuvo
por Fe y se vive en Fe.
“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,…”. (Romanos 1:17)
“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito esta: Maldito todo
aquel que no permaneciere en toda las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Y que por la ley
ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá”. (Gálatas 3:10.11)
Lo que Pablo quiso expresar fue: “El justo, obtuvo la vida por la justicia que vino por la fe, y a su vez hará de
esa justicia un estilo de vida en fe, librándose de vivir en condenación”.

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