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Carlos Mangone

La comunicación

Comunicar es poner en contacto lugares, polos individuos no conectados; este


significado supone una relación intencional, recíproca, de ida y vuelta entre
dispositivos o sujetos que cumplirán las funciones de emisor y receptor.
Por otra parte, el término remite a la transmisión intencional de información de manera
unidireccional, en general mediante dispositivos tecnológicos cuyos emisores envían
mensajes a una cantidad enorme de receptores separados entre sí. Comunicar ya no
se asocia al fomento de la participación y el intercambio de roles en la situación
comunicativa, sino a maniobras de influencia, persuasión y manipulación de los
mensajes.
El alcance de “comunicación” se determina a partir del contexto, en ciertas
circunstancias, el simple contacto fático basta para hablar de comunicación; en otras,
sólo se considera que hay comunicación cuando se produce una profunda
comprensión de los mensajes y un cambio de actitud. Estos sentidos de
“comunicación” estas ligados a pautas de conducta y costumbres.
La comunicación es una forma de interacción social intencional que actúa sobre los
modos de conocimiento y de valoración de los actores sociales, y ayuda a dar
significado a la realidad; se produce en un cierto contexto cultural, a través de
información codificada.

Influencia, persuasión y manipulación

Toda comunicación entre individuos, mediados o no por soportes tecnológicos,


produce una mutua influencia, es decir, determinados efectos. Una sola palabra o un
solo gesto alcanzan para provocar rubor, angustia, incomodidad o felicidad en el
interlocutor. La influencia en la comunicación es, por tanto, inevitable.
Es posible que el emisor busque tener consenso del receptor, esto se llama
persuasión. En la persuasión, se produce una correspondencia entre los objetivos de
los mensajes y las expectativas y necesidades de los receptores.
En ocasiones, la influencia que alcanzó el nivel de persuasión no deja ya margen para
que los receptores desoigan las indicaciones de los mensajes. Ahí se produce la
manipulación que coarta la libertad de información de los individuos. La comunicación
manipuladora se ejerce en sociedades con autoritarismo político, así como en
sociedades libres pero con sistemas de información muy concentrados u oligopólicos,
así la libertad de elegir resulta restringida.
Es difícil que la manipulación se concrete totalmente, ya que los individuos pueden
leer críticamente los mensajes; para que esto ocurra es necesario contar con
competencias culturales que permitan decodificar los mensajes en función de los
propios intereses y no de los objetivos mercantiles.

Redes de comunicación

El concepto de red es útil par analizar la comunicación en diferentes dimensiones:


interpersonal, grupal, social, masiva.
En las redes se pone en juego el propio concepto de comunicación, en tanto conducta
intencional, recíproca y que busca resultados estratégicos de influencia. En las redes
comunicacionales interpersonales se pone en juego el número de miembros que el
sistema debe tener para que la combinación de relaciones comunicacionales sea
efectiva.
El concepto de red de comunicación también puede servir a los fines reinterpretar el
carácter de determinadas áreas: social, tecnológica y económica.
La “lectura” del diseño de esa red comunicacional proporciona información acerca de
las intenciones con las cuales se estructuró.
Finalmente, el concepto de red puede ser utilizado para analizar ciertos
funcionamientos de la política.

Clasificar la comunicación

El carácter de los participantes, los objetivos de la comunicación, las formas de los


mensajes, los temas tratados, el ámbito elegido y los canales utilizados son criterios
empleados para caracterizas una situación comunicativa.
Según los alcances de su influencia, la comunicación podría clasificarse como micro,
meso y macro comunicación. Cuanto más se expande la llegada de la emisión, más
necesarios son recursos tecnológicos complejos e instancias intermedias entre la
emisión y la recepción que controlen el correcto funcionamiento del circuito. La
comunicación de masas se ubicará dentro de la macrocomunicación.
La mesocomunicación, o “comunicación intermedia”, utiliza tanto recursos formales
como informales; el “feedback” puede ser inmediato o diferido en el tiempo. La
comunicación que se produce en el marco de las instituciones, donde coexisten
mensajes formales y diferidos con mensajes informales “cara a cara” es un ejemplo.
La microcomunicación comprende las interacciones interpersonales “cara a cara”,
desde las más íntimas y familiares hasta las propias de los ámbitos informales de la
vida cotidiana.
Desde otra perspectiva, la comunicación se clasifica en masiva, institucional e
interpersonal. En la comunicación interpersonal no hay restricciones para ejercer la
comunicación y tratar cualquier tema.
Sin embargo, una de las paradojas de la comunicación es que la distancia permite
manifestar opiniones, sentimientos y juicios de valor que caen bajo la inhibición
cuando la relación es “cara a cara” con alguien socialmente cercano.
En la comunicación interpersonal, el tiempo y el espacio inclinan a los participantes a
optar por ciertos temas adecuados.
Por último, estar cara a cara hace que los interlocutores constituyan en un tiempo
mínimo un contexto en común al que hacer referencia, el cual se amplía cuando se
conocen desde antes del intercambio. Esto da lugar a que parte del contenido de las
réplicas sea implícito, es decir, sobreentendido.
Como se ve, sujeto, lugar, tiempo y universo de referencia, son factores que complican
las posibilidades de plantear una tipología de los actos de comunicación.

La comunicación no verbal

Durante mucho tiempo, la comunicación interpersonal fue asimilada a la comunicación


verbal, lo que dejó de lado el hecho de que se producen y se reciben mensajes no
verbales o paraverbales superpuestos a los verbales, como la entonación. Estos
mensajes pueden ser o no intencionales, y envían siempre una información que es
decodificada por los receptores.
La actual cultura audiovisual ha vuelto imprescindible el análisis de los significados de
la comunicación no verbal. Esto ocurre también en el marco de una globalización
cultural que ha promovido la migración de millones de personas e intercambios
culturales lingüísticos y paralingüísticos: la incorporación de una nueva cultura exige el
conocimiento del código no verbal.
La primera relación no verbal que establece el hombre es el espacio. Cada cultura
tiene un manejo diferente del espacio.
En la comunicación humana, la noción de espacio integra el concepto de territorio, el
espacio territorial ayuda a construir las identidades por afirmación y por diferenciación.
Las distancias marcadas y los “permisos” para eliminarlos adquieren sentido en el
marco de cada cultura.
Otra de las formas clave de comunicación no verbal es la mirada que sirve para el
reconocimiento del otro y de uno mismo y a los fines de delimitar la inquietud de la
tranquilidad.
El “lenguaje de las manos”, al postura del cuerpo, el contacto táctil y el olfato son otras
formas de comunicación no verbal.

La comunicación institucional

Los mensajes institucionales adoptan formas tanto de la comunicación interpersonal y


grupal, como de la comunicación de masas. Un emisor privilegiado de la comunicación
institucional son las empresas.
En los últimos tiempos predominan los mensajes en los cuales ofrecen la imagen de
una institución con objetivos comunitarios.
Este pasaje de la empresa a la institución coincide con la transformación de las
instituciones públicas y sociales en verdaderas empresas que buscan la eficacia en la
gestión. Una eficiente comunicación global de la empresa es aquella que concreta un
mensaje coherente hacia adentro y hacia fuera del espacio de trabajo, y que logra que
los significados de sus discursos produzcan una identificación positiva tanto en los
consumidores como en los ejecutivos, los empleados y los obreros que conforman su
personal.
La moderna comunicación institucional construye su legitimidad en las campañas, en
mensajes “no comerciales”; se utilizan los recursos retóricos y estéticos, pero, a la vez,
un discurso que se hace cargo de las necesidades materiales de los consumidores y
de las expectativas culturales y espirituales.
La comunicación institucional apela a dos tipos principales de discurso institucional
que pueden combinarse. El discurso puede traducir una identificación con la empresa
por su categoría, y también puede traducir una identificación con el “el espíritu de
servicio”; en el mensaje predomina el receptor de los mensajes, concebido como
beneficiario de la tarea de la empresa.

Fenómenos micro y macrocomunicacionales: rumor, secreto y chisme en la


comunicación

Existen informaciones que nacen y circulan interpersonalmente y que son reflejadas


por los medios de comunicación de masas, revestidas de cierta autoridad con respecto
a su veracidad: son los rumores. El rumor es un sustituto de las noticias que no surge
de canales institucionales y que responde a una insatisfacción con respecto a la oferta
de información que brindan los medios. Los rumores adquieren autoridad sólo cuando
se comprueba su verdad o son puestos en circulación por alguna institución de la
comunicación social; necesitan una certificación.
El rumor generaliza mucho y sufre una serie de transformaciones a medida que va
circulando de persona en persona; así, cumplen algunas circunstancias la función de
un arma de combate.
Rumores y murmuraciones suelen proliferar con un sentido de resistencia en
sociedades con un nivel de censura muy alto, en las que predomina el secreto.
Habría que referirse a un fenómeno macrocomunicacional que se ha convertido en
núcleo central de la televisión mundial y que se relaciona con el rumor, la murmuración
y el secreto; se trata del chisme, forma degradada de la información no autorizada, el
género explota la curiosidad de las personas sobre la vida cotidiana de los ricos y los
famosos, colocándolos en una posición de “creadores” de información.

La noción de información

El concepto de información puede ser analizado desde diferentes perspectivas. En el


campo de la estadística y la probabilidad, la teoría de la información aplica criterios
que permiten prever con algún grado de fundamento la aparición de una señal. La
señal es una cantidad de energía determinada y no un signo o relación cultural entre
una expresión y un concepto. Así un emisor codifica un mensaje mediante la selección
de señales de una fuente o repertorio y el mensaje es decodificado por un receptor.
La teoría contemple la posibilidad de ocurrencia de fenómenos desestabilizadores o
ruidos. Los factores desestabilizadores son neutralizados mediante la redundancia.
La extrapolación de este modelo a la comunicación humana recibe la crítica de
suponer un receptor que identifica lo codificado por el emisor, cuando, en realidad, la
recepción es una nueva actividad de construcción del mensaje. El receptor realiza
inferencias, aplica estrategias de selección de la información y actúa como emisor
mientras el emisor emite.
Desde el punto de vista de la psicología cognitiva contemporánea, el procesamiento
de información posibilita la construcción de conocimiento. El conocimiento es pensado
no como una copia de la realidad, sino como el resultado de la interacción entre las
capacidades innatas y las posibilidades informativas que otorga el medio.
Los procesos de comunicación organizan y convierten los datos, las situaciones,
etcétera en unidades de información. Los datos están al alcance de la persona, pero
deben ser organizados selectivamente. El conocimiento no es acumulación de
información, sino un modo particular de organización de la información en la mente.
La tercera acepción toma la información como una práctica discursiva y como una
institución de la sociedad moderna. La información tiene una dimensión histórica y
social: se canaliza a través de soportes como la prensa o los medios audiovisuales;
utiliza formatos reconocibles y construye consensos para la toma de decisiones. La
sociedad actual es una sociedad informatizada, informativa e informada.
A partir de as acepciones de información vistas, podrá observarse que la redundancia
cumple una función totalmente diferente en la comunicación de masas de carácter
audiovisual: la redundancia tiende a producir una sobreinformación con efectos
“sobreinformadores”, ya que la posibilidad de recibir adecuadamente tal cantidad de
mensajes repetidos queda anulada por la saturación.
Retomando los principios de la psicología cognitiva, si el conocimiento es el resultado
de la interacción entre las capacidades innatas y las posibilidades informativas que
otorga el medio exterior a la persona, las posibilidades informativas se ven limitadas
por los medios masivos. Éstos manejan un concepto de información que no sirve para
la construcción de una visión autónoma de la realidad, ya que su “actualidad” no
jerarquiza la información pertinente para la comprensión de los fenómenos, sino que
selecciona la información que puede circular como mercancía.

La dimensión comunicacional de la cultura y la dimensión cultural de la comunicación

Comunicación y cultura son términos estrechamente vinculados. La historia demuestra


que las prácticas culturales se estructuran sobre circuitos de comunicación naturales,
interpersonales y tecnológicos. Los hombres se reconocieron en la mirada de los
otros, se acercaron, formaron comunidades y se alejaron para formar otras
comunidades en territorios más distantes. La aparición de nuevas tecnologías, de las
más simples a las más complejas, reformularon en la cultura las nociones de espacio y
tiempo, que, son representaciones humanas.
En primera instancia, las tecnologías deslumbraron al hombre, luego se pasó a
conocerlas y a utilizarlas en su provecho. Las tecnologías fueron y son innovaciones
surgidas de las necesidades sociales, aunque originan nuevos problemas para los que
hay que buscar soluciones distintas.
La utilización de las tecnologías deja efectos culturales, moldea reacciones y
conductas humanas, condiciona la comunicación social y caracteriza toda una época.
La tecnología permite avances culturales y plantea interrogantes acerca de sus
efectos.
Cualquier modificación cultural acentúa un proceso social preexistente, que ya se ha
desarrollado lo suficiente como para articularse con la nueva tecnología y acelerar su
crecimiento.
El aislamiento de las personas en las sociedades modernas es el resultado de
procesos culturales y económicos que tienen su correlato en una fragmentación
cultural, productiva y familiar. En muchas oportunidades, ese aislamiento y esa
fragmentación son compensados por una cultura de masas que devuelve al hombre la
imagen de pertenecer a una comunidad y de poseer una identidad.

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