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5) «Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan
en Ti, y de que no puede faltar cosa alguna a quien aguarda de Ti todas las cosas,
que he determinado vivir de ahora en adelante sin ningún cuidado,
descargando en Ti todas mis inquietudes: «en paz me acuesto y en seguida me
duermo, porque Tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo» (Sal 4,10).
Que otros pongan su confianza en sus riquezas o en sus talentos: que descansen
otros en la inocencia de su vida, o en la aspereza de su penitencia, o en la multitud
de sus buenas obras, o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mí toda mi
confianza se funda en mi misma confianza: «Tú, sólo, Señor, me haces vivir
tranquilo» (Sal 4,10).
Bien conozco ¡ah! demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuánto
pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo
y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras
mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las
calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta
invariable esperanza.
En fin, para mí es seguro que nunca será demasiado lo que espere de Ti, y que
nunca tendré menos de lo que hubiere esperado. Por tanto, espero que me
sostendrás firme en los riesgos más inminentes y me defenderás en medio de los
ataques más furiosos, y harás que mi flaqueza triunfe de los más espantosos
enemigos. Espero que Tú me amarás a mí siempre y que te amaré a Ti sin
intermisión, y para llegar de un solo vuelo con la esperanza hasta dónde puede
llegarse, espero a Ti mismo, de Ti mismo, oh Creador mío, para el tiempo y para
la eternidad. Amén. (SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIÈRE (carta XCVI))
5)
L.M. MENDIZÁBAL, La Reparación según las enseñanzas del Corazón de Jesús:
https://corazondejesus.es/espiritualidad/la-reparacion-segun-las-
ensenanzas-del-corazon-jesus/
SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIÈRE, El abandono confiado a la Divina
Providencia, Ed. Balmes, Barcelona
Consagración
Señor Jesucristo,
Salvador del mundo,
te damos las gracias por todo lo que eres
y todo lo que haces.
Señor Jesucristo,
Hijo de Dios Vivo,
te alabamos por el amor que has revelado
a través de Tu Sagrado Corazón,
que fue traspasado por nosotros
y ha llegado a ser fuente de nuestra alegría,
manantial de nuestra vida eterna.
Al consagrarnos a Ti,
los fieles renovamos nuestro deseo
de corresponder con amor
a la rica efusión de tu misericordioso y pleno amor.
Señor Jesucristo,
Rey de Amor y Príncipe de la Paz,
reina en nuestros corazones y en nuestros hogares.
Vence todos los poderes del maligno
y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón.
¡Que todos proclamemos
y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo,
único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos!
Amén.
4)
Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras;
sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo,
con tal de que tu voluntad se cumpla en mí,
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma.
Te la doy con todo el amor del que soy capaz,
porque te amo, y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque tú eres mi Padre. Amén.
(San Carlos de Foucauld)
5) F. CANALS VIDAL, La consecratio mundi al Corazón de Jesús en el misterio de la
Economía Divina, en Cor Christi (Instituto Internacional del Corazón de
Jesús), Bogotá (Colombia) 1980
L.Mª. MENDIZÁBAL, En el Corazón de Cristo. La consagración (Monte
Carmelo, Burgos 2019).
P. CERVERA, La consagración al Corazón de Cristo: aspectos teológicos, en P.
CERVERA-J . PÉREZ- BOCCHERINI (EDS.), Sus heridas nos han curado. Memoria
documental del Centenario ·de la Consagración de España al Sagrado Corazón de
Jesús (BAC, Madrid 2021) 519-534.