Está en la página 1de 6

capítulo 1

Lengua y sociedad

La sociolingüística estudia la relación existente entre el lenguaje y la


sociedad. Hay quienes ven una diferencia entre sociolingüística y lingüística:
sostienen entonces que la lingüística se ocupa de la estructura de la lengua y
excluye los contextos sociales en los que se aprende y se usa el lenguaje: esta
visión es la de las teorías estructurales; pero para quienes piensan que esta
relación se encuentra entre los mismos orígenes del lenguaje humano, no es
posible estudiar el uno sin la otra. En este sentido, se cree que la relación entre
lengua y sociedad es una relación necesaria, puesto que no hay lengua sin
sociedad. Autores como Hymes (1974) y Labov (1972) sostienen que la
lingüística es sociolingüística.

Lengua y sociedad son dos realidades interrelacionadas, de tal manera,


que es imposible concebir la existencia de una sin la otra. La finalidad básica de
una lengua es de servir de instrumento de comunicación y, por lo tanto, es parte
de la cultura de la que forma parte. Pero la lengua no es simplemente un
vehículo para transmitir información, sino también un medio para establecer y
mantener relaciones con otras personas. La función de la lengua de establecer
contactos sociales, y el papel social de transmitir informaciones acerca de los
mismos hablantes forman parte de la íntima relación entre la lengua y la
sociedad.
CAPÍTULO 1 | Lengua y sociedad

La idea de la interdependencia entre lengua y sociedad se origina en


el pensamiento de Dürkheim (1993, 2001), para quien todas las formas de
la vida social son representaciones. En la relación individuo-sociedad está,
por una parte, el individuo, limitado en su comunicación con los demás y,
por la otra, la sociedad, que representa no la suma de estos individuos, sino
su síntesis. Así como la dureza del bronce no está en los elementos que lo
componen -el cobre, el estaño ni el plomo que son blandos y flexibles-
sino en su mezcla, dice Dürkheim (2001), tampoco es igual la sociedad a
la reunión de los individuos que la componen, pues el hombre es doble:
En él hay dos seres: un ser individual, que tiene sus raíces en el
organismo y cuyo círculo de acción se encuentra, por esta razón,
estrechamente limitado, y un ser social, que en nosotros representa
la más elevada realidad, sea en el orden intelectual que en el moral,
que nos es dado a conocer por medio de la observación: me refiero a
la sociedad. Esta dualidad de nuestra naturaleza tiene como
consecuencia, en el orden de la práctica, la irreductibilidad de la
razón a la experiencia individual. En la medida en que es partícipe
de la sociedad, el hombre se supera naturalmente a sí mismo, lo
mismo cuando piensa que cuando actúa (p. 14).

Para Dürkheim (1993), es a partir de las representaciones que el


hombre elabora sobre el mundo y sobre sí mismo como se forman dentro
de la sociedad los hechos sociales, considerados como cosas no porque
sean inferiores, sino porque lo son con el mismo título que las cosas
materiales1. Esto implica, por una parte, que esos hechos son exteriores a
las conciencias individuales; por la otra, que su estudio no puede hacerse
por introspección, sino a partir de métodos objetivos: porque son una
realidad que nos trasciende: son cosas:
Es abordar su estudio tomando por principio el que se ignora
absolutamente lo que ellos son, y que sus propiedades
características, como las causas desconocidas de que dependen, no
se pueden descubrir por introspección, ni siquiera por la
introspección más atenta (p. 19).

Por tener los hechos sociales otro sustrato que los psíquicos,
volucionan e una manera distinta y dependen de otras condiciones. “La
mentalidad de los grupos no es la de los particulares; tiene sus leyes
propias” (p. 23). Para que haya hechos sociales, es necesario que de las
representaciones de varios individuos haya surgido algo
1 | Alexandra Álvarez Muro

nuevo. Estos elementos nuevos son las instituciones. La lengua, para


Dürkheim, es una de estas instituciones, uno de estos hechos sociales. Nos
encontramos con nuestra lengua cuando nacemos y no la podemos cambiar
individualmente, precisamente porque es de naturaleza social. Es exterior a
nuestra conciencia y debemos aprenderla, aunque podamos tener una
predisposición para hacerlo. Es así que la lengua cambia sin que podamos
determinar las causas del cambio, porque lo hace fuera de nuestras
conciencias.
Discípulo de Dürkheim es Saussure, quien lleva la dicotomía
sociedad/individuo a la lingüística, y deriva de ella los conceptos de
lengua y habla. Saussure (1973) mantiene la dicotomía sociedad-
individuo y, con ella, la idea de que la lengua es un hecho social:
La lengua, deslindada así del conjunto de los hechos de lenguaje, es
clasificable entre los hechos humanos, mientras que el lenguaje no
lo es [...] la lengua es una institución social, pero se diferencia por
muchos rasgos de las otras instituciones políticas, jurídicas, etc.
Para comprender su naturaleza peculiar hay que hacer intervenir un
nuevo orden de hechos. [...] La lengua es un sistema de signos que
expresan ideas, y por eso, comparable a la escritura, al alfabeto de
los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a
las señales militares, etc., etc. Sólo que es el más importante de
todos esos sistemas (p. 60).

La lengua nos trasciende y no podemos cambiarla, es el sistema


semiótico más importante, esencial, que encontramos cuando nacemos y
es abstracta, aunque sea una cosa. La realizamos en el habla, que es
individual y que comprende, para Saussure, lo que es accesorio. Así lo
expone Saussure (1973) cuando dice:
Al separar la lengua del habla (¡angue et parole), se separa a la vez:
1° lo que es social de lo que es individual; 2° lo que es esencial de
lo que es accesorio y más o menos accidental (p. 57).

Un solo individuo no cambia la lengua. Lo que podemos hacer, en


todo caso, es predecir hacia dónde va el cambio lingüístico, por ejemplo, a
partir de ciertos constructos teóricos ideados en el seno de la
sociolingüística, como los llamados “modelos” sociolingüísticos ideados
por Labov. Con el conocimiento de la covariación de las variables
lingüísticas con las variables sociales, hacemos la hipótesis de que las
CAPÍTULO 1 | Lengua y sociedad

generaciones futuras van a hablar como los jóvenes, de que las mujeres de
la clase media baja nos indican hacia dónde va el cambio, de que la clase
media baja, en situaciones formales, dispara las formas que tienen
prestigio.
La variación es la realización diferenciada de un tipo frente a un
token, de la representación frente a la realización, de lo general frente a lo
particular, como, por ejemplo, de un fonema frente a un fono, de un
elemento morfosintáctico como el pronombre de segunda persona singular
en sus distintas realizaciones (usted, vos, tú), de una forma discursiva,
como el saludo, en sus diversas actualizaciones (¿cómo está usted?,
¿cómo le va?, ¿qué hubo?, epa panita, ¿y entonces?). La diferenciación
ocurre dentro de los distintos grupos sociales, de edad, de género, o
étnicos; en las distintas situaciones, formales o informales. Pero variación
no implica siempre cambio, y mientras que la variación puede ser estable,
el cambio se produce en el sistema lingüístico como una pequeña
catástrofe.
En efecto, lo que pudiéramos considerar como parte del conflicto
lingüístico (también hay situaciones de conflicto entre las lenguas y entre
los dialectos) es un aspecto de la relación lengua- sociedad, pero sólo uno
de ellos. El otro aspecto que nos proponemos abordar es la covariación
que se da entre las variables lingüísticas y las variables sociales y el
sentido que ella conlleva, porque la realización de la lengua implica una
elección, una opción dentro del paradigma. Aunque esta covariación
corresponde sólo a una pequeña parte de la relación entre lenguaje y
sociedad, pues se trata de alguna forma del segmento del sistema
lingüístico que está en situación de inestabilidad, es ella lo que se ha
tomado generalmente como el objeto de la sociolingüística porque es,
quizás, el que se siente más a flor de piel y el que se interpreta
generalmente como la totalidad de la relación lenguaje-sociedad. Tanto las
situaciones de conflicto lingüístico, como las de covariación, parecen ser
resultado de la influencia de la sociedad sobre el lenguaje.
Pero hay otro aspecto de la relación entre lenguaje y sociedad que
surge del hecho de ser el lenguaje un instrumento del pensamiento y de la
comunicación del pensamiento: tal como lo definía la hipótesis Sapir-
Whorf, el lenguaje determina el pensamiento. Sapir (1956) sostiene que
las diferentes sociedades viven en mundos distintos, porque la visión de
nuestro entorno es la de la lengua aprendida cuando niños. Para Whorf
(1964), su discípulo,
1 | Alexandra Álvarez Muro

la formulación de las ideas parte de una gramática determinada, y la


naturaleza se clasifica, se organiza, de acuerdo con las líneas marcadas por
la lengua nativa. Pensar, para este autor, no es un proceso biológico sino
cultural, para algunos lingüistas es, incluso, lingüístico (p. 130); los hopi
le hablan a las nubes en sus oraciones para que llueva: es una manera
diferente de concebir el mundo.
Whorf propone la creación del espacio-tiempo diferente del espacio
y del tiempo objetivos. Se fundamenta en la representación mental del
tiempo en los Hopi, diferente del Standard Average European (SAE). El
tiempo europeo es el que marca el reloj, y está dividido newtonianamente.
El tiempo que nos ofrece el lenguaje es el del tiempo verbal (tense), el
antes de y después de: pasado, no pasado o presente-futuro. Las lenguas
dividen estos espacios de manera diferente. En nuestra manera de medir el
tiempo, este es lineal, plano y geométrico: el reloj se divide en sesenta
minutos iguales etc., que se pueden pluralizar (tres minutos, etc.) El hopi
no distingue el tiempo del espacio, como lo hacemos nosotros. Al hablar,
le imponemos una estructura al mundo social, así, en el mundo occidental,
tenemos una semana que se divide en cinco días hábiles y un fin de
semana; antes que “objetivo” esto es cultural. Esto es una evidencia de la
influencia del lenguaje sobre la sociedad, más controversial que lo
opuesto, pues implica sostener que los grupos humanos se organizan
según las pautas de su lengua.
La idea de que la lengua influye en la manera de pensar de los
pueblos, o de que las lenguas tienen estructuras tan diversificadas, nos
remite al pensamiento de Humboldt, para quien hay una relación de
dependencia entre la lengua y la mentalidad nacional, por lo cual los
pueblos no pensarían de la misma manera. Así, la lengua y los esquemas
de pensar de los franceses serían analíticos y los de los alemanes serían
sintéticos. Estas ideas llevaron a la especulación de Sapir y Whorf,
quienes sostienen que el hablante nativo desarrolla una serie de categorías
a través de las cuales se conceptualiza la realidad fenoménica. La lengua
puede afectar a la sociedad, influenciando o controlando la visión del
mundo de sus hablantes.
Martín Butragueño (2003: 562) señala que las lenguas no
estructuran las mismas realidades porque hay realidades en unas lenguas
inexistentes en otras comunidades, lo que genera lagunas léxicas como el
caso del alemán Wald, que no se corresponde en
CAPÍTULO 1 | Lengua y sociedad

español ni con selva, (Urwald), ni con bosque, como tampoco el


español bodega, que no es ni Keller ni Weinkeller, porque no es
subterránea, y no solamente se almacenan los vinos en la bodega, sino que
se crían y envejecen. Según el autor, esto se debe a tres aspectos: i) Los
contenidos que representan las formas lingüísticas difieren según las
lenguas: español pelo, cabello, inglés hair, alemán Haar. ii) La presencia
de referentes en algunas comunidades que son inexistentes en otros
(arepa, hallaca, inexistentes en alemán). iii) Las connotaciones,
evocaciones, valores comunicativos y efectos contextuales que difieren de
una lengua a otra, incluso dialectalmente.

Por ello, según Trudgill (1983), aun cuando se pueda refutar la


hipótesis del condicionamiento social de la lengua, puede aceptarse que
pueden, de algún modo, condicionarse los modelos sociales, por ejemplo,
en la organización del léxico, en el caso de la nieve de los esquimales, o en
los sistemas de parentesco reflejados también en el vocabulario. Los
valores sociales tienen también efecto sobre la lengua en los tabúes, en las
cosas que no se dicen o que no se usan (p. 29).

También podría gustarte