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Foster, Richard J. Dinero, Sexo y Poder
Foster, Richard J. Dinero, Sexo y Poder
J. FOSTER
2^8.42
*Blti
Versión castellana:
Juan Sánchez Araujo
Correspondencia:
Editorial Betania
P.O. Box 20132
Minneapolis, MN 55438, E.U.A.
ISBN 0-88113-057-5
3
Prefacio
La composición de esta obra ha estado rodeada de una particular
preocupación. Para la mentalidad en general, temas tales como la
oración y la adoración llevan un halo de espiritualidad, mientras
que otros como el dinero, el sexo y el poder parecen, en el mejor
de los casos, terriblemente “seculares”. Mi anhelo, desde que em
pecé a escribir, ha sido ayudar a la gente comprender que cuando
tocamos estos temas “seculares” estamos pisando tierra santa. El
vivir justamente con relación al sexo y al poder es vivir sacra-
mentalihente; hacer un uso indebido o abusar de tales cosas cons
tituye, por el contrario, una profanación de las cosas santas de
Dios.
Al escribir, he tratado de hacerlo con una actitud reverente y
de adoración, sabiendo que estaba manejando temas sagrados.
Cada día empezaba con un rato de meditación sobre uno de los
salmos, y así llegué a leer todo el libro. Mi deseo era ser bautizado
en las esperanzas y aspiraciones de los salmistas. Con la cadencia
de gozo y belleza, de adoración y éxtasis, que sale de los salmos,
pude examinar con una nueva perspectiva los temas del dinero,
el sexo y el poder; entonces, y sólo entonces, estuve preparado para
escribir acerca de estos temas tan próximos al corazón de Dios. Mi
esperanza y oración es que la lectura de este libro sea para usted
de tanta ayuda como fue para mí el escribirlo.
—Richard J. Foster
5
1. El dinero, el sexo y el poder
desde una perspectiva
cristiana.
Tratar de obtener riquezas perecederas y poner nuestra confianza
en ellas, es vanidad; como también lo eé el aspirar honores y escalar
grandes alturas; es vano seguir los deseos dé la carne.
—THOMAS DE KEMPIS
7
8 / Dinero, sexo y poder
IMPLICACIONES SOCIALES
Resulta importante que veamos, desde el comienzo mismo, las
importantes implicaciones sociales de los temas que tenemos en
tre manos. Se trata de asuntos que afectan profundameiite tanto
la vida colectiva e institucional, como la privada. La dimensión
social del dinero son los “negocios”; del sexo, el “matrimonio!’; y
del poder, el “gobierno”.1*
Aquí empleo los términos negocios, matrimonio y gobierno en
su sentido más amplio. Cuando hablo de los negocios, me refiero
a la tarea de producir los bienes y servicios de la tierra bien para
bendecir o para oprimir a la humanidad. Por matrimonio entiendo
la relación humana por excelencia que crea el contexto, ya sea
para la más profunda intimidad posible o para el mayor aleja
miento que pueda darse. Gobierno tiene que ver con la empresa
de la organización humana susceptible de conducir bien hacia la
libertad o bien hacia la tiranía. Al instante usted puede percibir
que el dinero, el sexo y el poder son temas vitales, no sólo para
cada uno de nosotros como individuos, sino para toda sociedad
humana.
Los negocios, el matrimonio y el gobierno pueden constituir,
ya sea un beneficio supremo o una plaga de proporciones mons
truosas; y las variables que inclinan la balanza hacia un lado o
hacia otro son más numerosas y complejas que meramente el ca
rácter de los individuos implicados. Nuestros problemas no se re
solverán simplemente contando con la clase de personas “debida”
en los negocios o el gobierno; eso ciertamente es algo bueno, pero
no garantiza que tales instituciones vayan a servir a la humani
dad.
Las mismas estructuras institucionales llevan intrínsecas
fuerzas destructoras que necesitan ser transformadas por el poder
de Dios a fin de que puedan beneficiar a la sociedad humana.
DOS CORRIENTES
Necesitamos estar conscientes de las dos corrientes principales
de enseñanza referentes al dinero que encontramos en el Nuevo
Testamento, y a decir verdad a lo largo de toda la Biblia.
Esas dos corrientes doctrinales divergentes resultan cierta
mente paradójicas, y a veces parecen del todo contradictorias. Ello
no debería sorprendernos: Dios supervisó la composición de las
Escrituras hasta el punto que ellas reflejan exactamente el mundo
real en que vivimos, y la mayoría de nosotros, en nuestra propia
experiencia, estamos tan familiarizados con los contrasentidos y
la perplejidad que lo entendemos; sólo el arrogante y dogmático
encuentra difícil aceptar la paradoja.
LA CARA SOMBRIA
La primera de dichás corrientes de enseñanza es lo que he
decidido llamar la cara sombría del dinero. Con este término me
refiero tanto a la forma en que lo económico puede ser una ame
naza para nuestra relación con Dios, como a la crítica radical de
la riqueza que tantas veces encontramos en las palabras de Jesús.
Las advertencias y las exhortaciones son reiteradas, casi monó
tonas; “¡Ay de vosotros, ricos!” (Lucas 6:24); “No podéis servir a
Diós y a las riquezas” (Lucas 6:13); “No os hagáis tesoros en la
tierra” (Mateo 6:19); “Es más fácil pasar un camello por el ojo de
uña aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mateo 19:24);
“Mirad, y guardaos de toda avaricia” (Lucas 12:15); “Vended lo
que pbseéis, y dad limosna” (Lucas 12:33); “A cualquiera que te
pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva” .
(Lucas 6:30)... Y, naturalmente, podríamos añadir muchas más
declaraciones a esta muestra.
Ló cierto es que la enseñanza es muy clara y severa. En esta,
encrucijada nos vemos verdaderaménte tentados a suavizar el tono
de la crítica inmediatamente, o por lo menos a tratar de compen
sarlo con otras afirmaciones bíblicas más positivas; sin embargo,
eso es precisamente lo que no debemos hacer, por lo menos todavía.
En primer lugar, tenemos la obligación de dejar que la Escritura
nos hable acerca de este asunto, y no debemos quitarle fuerza a
la enseñanza con demasiada rapidez. Antes de intentar explicar
La cara sombría del dinero / 21
LA CARA AGRADABLE
Si enfocáramos nuestra atención únicamente en las adverten
cias del Nuevo Testamento, obtendríamos un cuadro distorsionado
22 / Dinero, sexo y poder
DISTORSIONES EN BOGA
Nuestro deseo de resolver rápidamente el problema, y nuestro
consiguiente fallo en escuchar lo referente a la cara sombríá del
dinero, ha producido dos distorsiones en boga hoy: la primera, que
el dinero es una señal de la bendición de Dios, y, por lo tanto, la
pobreza es signo de su desagrado. Eso ha sido transformado en
una religión de paz y prosperidad personales; o diciéndolo más
crudamente: “jAma a Jesús y hazte rico!” Muchas iglesias están
s¿turadas de ideas brillantes al alcance de la mano para obtener
bendiciones: desde fórmulas matemáticas exactas (Dios te ben
decirá siete veces más) hasta formas mucho más sutiles, pero
igualmente destructivas. La distorsión, naturalmente, descansa
sobre una porción de importante enseñanza bíblica: aquella de la
gran generosidad de Dios. Pero es una deformación, porque con-
La cara sombría del dinero / 23
EL DINERO: UN PODER
La enseñanza del Nuevo Testamento acerca del dinero tiene
sentido únicamente cuando la vemos en el contexto de los “prin
cipados y potestades”. La buena Creación de Dios cuenta con rea
lidades tanto “visibles” como “invisibles” (Colosenses 1:16), y para
describir algunas de esas realidades invisibles el apóstol Pablo
utiliza términos como “principados”, “potestades”, “tronos”, “do
minios” y “autoridades”.* Habiendo formado parte, original
mente, de la buena creación de Dios, esos poderes han perdido, a
causa del pecado, su relación debida con el Señor; han caído, y se
hallan'sublevados contra su Creador. Esta es la razón por la cual
* Ver: Colosenses 1:16; 2:15; Romanos 8:38; 1 Corintios 15:24-26; Efesios 1:21;
2:2; 3:10; 6:12 -—*■==»«— ^
, 24 / Dinero, sexo y poder
dinero o algún otro tesoro lleva a cabo una obra en nuestro inte
rior: destruye al demonio de la codicia.
Algunos se sentirán guiados, como en el caso de San Francisco
de Asis, a darlo todo y abrazar la pobreza; ese no es un manda
miento para todos, pero es la Palabra del Señor para algunos, como
atestigua el encuentro de Jesús con el joven rico. No debemos
desdeñar a la gente que ha sido llamada a esta clase de entrega,
sino regocijarnos con ellos por su creciente libertad del dios Ma
món.
. El resto de nosotros podemos encontrar otras formas de dar: a
gente necesitada que no tenga manera de correspondemos; a la
iglesia; a instituciones educativas; a las misiones; pagando la or
ganización de una fiesta para aquellos que necesitan celebrar al
gún acontecimiento —la idea tiene un buen precedente bíblico en
Deuteronomio 14:22-27. Pero, sea como fuere: demos, demos, de
mos. .. Gordon Cosby ha señalado que “dar dinero es ganar una
victoria sobre los poderes de las tinieblas que nos oprimen”.5
A usted tal vez le haya parecido este un capítulo difícil de leer;
para mí fue difícil de escribir. ¡Cuántas ganas tenía de llegar a lo
bueno, a lo positivo. .. a la cara sonriente del dinero! A todos nos
gusta el punto de vista afirmativo, de modo que es natural que
restemos importancia a los aspectos negativos y críticos. Sin em
bargo, necesitamos de veras aceptar el hecho indiscutible de que,
la mayor parte de las aseveraciones de Jesús respecto al dinero
tratan sobre la cara sombría. Ahora podemos comprender por qué
es así: hasta que no nos hemos enfrentado con su carácter infernal,
y lo hemos vencido, no somos candidatos a recibir y utilizar su
lado beneficioso. Consideremos ahora la cara amable del dinero.
3. La cara agradable del dinero
La única mayordomía correcta es aquella que se prueba con la regla
del amor.
—JUAN CALVINO
Sería mucho más fácil tratar el asunto del dinero si éste tuviera
solamente cosas malas; nuestra tarea consistiría entonces en de
nunciarlo y apartarnos de él. Sin embargo, eso es precisamente lo
que no podemos hacer si queremos ser fieles al testimonio bíblico.
Aunque la Esdritura advierte repetidamente acerca de la cara
sombría del dinero, también contiene una corriente de ensénanza
sobre su cara agradable. En esta tradición, los recursos económicos
se consideran como una bendición de Dios, y lo que es aun más
asombroso: como un medio para mejorar nuestra relación con El.
rintios 8 , 9); e incluso menciona ese dar como uno de los dones
espirituales (Romanos 12:8).
Este breve repaso deja claro que el Nuevo Testamento contiene
una corriente de enseñanza la cual ve el dinero de una manera
positiva; concentremos ahora nuestra atención en cómo puede este
último mejorar nuestra relación con Dios.
LA BUENA TIERRA
En toda la Escritura, se considera la provisión de aquellas cosas
necesarias para la vida humana adecuada, como el regalo bondadoso
de un Dios de amor. Todo lo que Dios creó es bueno... muy bueno,
y tiene por objeto bendecir y realzar la vida humana. ¡Qué agrade
cidos podemos estar por esas generosas señales de la bondad divina!
Mientras escribo estas palabras los pájaros cantan en el exterior de
la casa, tal vez como acción de gracias por la liberalidad y belleza
del cielo, el mar y la tierra. Podemos unimos a ellos en un canto
alegre, ya que Dios nos ha dado verdaderamente un buen mundo
para disfrutarlo; la misma generosidad de la tierra es capaz de acer
carnos más al Señor en acción de gracias y alabanza.
Pero lo más maravilloso de todo es que tantas cosas de las que
recibimos no sean el resultado de nuestra actuación, sino dones
—dones inmerecidos e inmerecibles—. Dios dijo al pueblo de Israel
que le daría “ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y
casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas
que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste” (Deutero-
nomio 6:10b, 11). Ciudades que no edificaron, pozos que no cava
ron, huertos que no plantaron. . . así obra Dios con los suyos.
No necesitamos examinar nuestra propia experiencia con de
masiada profundidad para saber que esto es así. Muchas veces el
ahínco que ponemos en el trabajo y nuestros ingeniosos planes
dan pocos resultados, y sin embargo, de repente, nos vemos ane
gados con buenas cosas de procedencia completamente inespe
rada. En nuestra vida hay muchos factores laborales y financieras
que no podemos controlar de ninguna manera.
Los agricultores del antiguo Israel tenían una percepción
aguda de esta realidad: trabajaban, naturalmente, pero también
sabían que eran incapaces de producir el grano. La sequía, el
fuego, la pestilencia y mil cosas más podían acabar con la mies en
un instante; sabían y entendían, de un modo muy profundo, que
una buena cosecha constituía la benevolente provisión de un Dios
amoroso.
Esto, naturalmente, no es más que la confesión de que vivimos
36 / Dinero, sexo y poder
por gracia. Saber que somos salvos por gracia es una maravillosa
verdad, pero resulta igualmente estupendo comprender que tam
bién vivimos por ella. Aunque trabajamos, al igual que lo hacen
los pájaros del cielo, no hay necesidad de que tomemos las cosas
y nos aferremos a ellas con frenesí. .. porque tenemos al Unico
que vela por nosotros de la misma manera que cuida de las aves.
De esta manera, cuando aprendemos a recibir el dinero y las
cosas que éste puede comprar como regalos bondadosos de un Dios
amante, descubrimos de qué modo enriquecen nuestra relación
con el Señor. En nuestra experiencia resuenan las palabras de
Deuteronomio, que dicen: “te habrá bendecido Jehová tu Dios en
todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verda
deramente alegre” (Deuteronomio 16:15). La doxología se con
vierte así en la postura de nuestra experiencia, y lo que caracte
riza nuestra vida es el gozo, la acción de gracias y el júbilo. Una
de las razones por las cuales las antiguas festividades judías gi
raban en torno a la acción de gracias era su experiencia de la
misericordiosa provisión de Dios.
LA GRACIA DE DAR
La gracia de dar es con frecuencia un tremendo estimulante
para la vida de fe, y por esa razón a la ofrenda se le otorga co
rrectamente un lugar dentro de la experiencia de adoración.
En Isaías 58 leemos acerca de una gente muy religiosa cuya
devoción piadosa no valía nada al no ir acompañada de una soli
citud activa por los pobres y los oprimidos por lo que Dios dice:
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí desatar las ligaduras de
impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los que
brantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6). La piedad re
ligiosa sin justicia es una piedad en bancarrota. Si usted desea
que su ayuno tenga verdadero contenido espiritual, parta su pan
38 / Dinerof sexo y poder
ficos colores que deleitan nuestra vista, las muchas amistades que
nos enriquecen la vida. . . los mismos ritmos de la naturaleza son
dones bondadosos del Creador.
¿Podemos aprender a despertarnos por la mañana y regocijar
nos en el milagro del sueño? Cualquiera que padezca insomnio
sabe el don tan grande que supone dormir. Quizá, por la noche,
mientras nuestros hijos descansan, podríamos ir a sus cuartos,
sentarnos al lado de ellos y observarles sin dejar de dar gracias a
Dios. También podemos considerar nuestras posesiones, y, sin ate
sorarlas, dar gracias á Dios por ellas.
Cuando tenemos un espíritu de acción de gracias, podemos asir
todas las cosas ligeramente, y recibir... no arrebatar. Entonces, si
llega el momento de soltar algo, lo hacemos liberalmente. No somos
los dueños, sino sólo mayordomos. Nuestra vida tampoco consiste en
aquello que poseemos; ya que vivimos, nos movemos y respiramos
en Dios, no en las cosas. Y tal vez podría añadir que esto incluye
esas “cosas” intangibles que a menudo constituyen nuestro* mayor
tesoro: la posición social, la reputación, el cargo que ostentamos...
Esas son cosas pasajeras de la vida, y podemos aprender a estar
agradecidos cuando las tenemos y también cuando no.
Tal vez podríamos descubrir odres nuevos que encarnaran la idea
antiguotestamentaria de la ofrenda de acción de gracias. Entre no
sotros hay pocos agricultores, de manera que las festividades oto
ñales de la cosecha no nos significan tanto como al antiguo Israel;
pero quizá pudiéramos descubrir acontecimientos equivalentes que
marcan nuestra vida económica. Probablemente algunos días de co
bro debiésemos cambiar nuestro cheque entero en billetes pequeños
y luego extender el dinero en el salón simplemente para hacemos
una idea más clara de todo lo que Dios ños ha dado; a continuación,
tal vez, podríamos tomar lo que hemos decidido dar y entregarlo en
billetes pequeños —eso haría visual el acto para nosotros, de la
misma forma que el grano era visual para los antiguos israelitas
que daban una ofrenda de acción de gracias.
Quizá nos sería posible fijar una celebración cristiana de acción
de gracias para la firma de contratos importantes; o un culto de
consagración para aquellos llamados al mundo de los negocios.
Sea la idea que fuere, la clave consiste en descubrir continuamente
una vida más profunda y rica de acción de gracias. Hasta ahora
hemos tratado de comprender las dos mayores corrientes de en
señanza que aparecen en la Biblia con relación al dinero: la cara
sombría y la agradable; lo que no hemos hecho todavía es unir
esas dos corrientes e indicar cómo funcionan juntas en una ar
monía operativa en la vida contemporánea. Ahora ha llegado el
momento de intentar dicha unión.
4. El uso justo de las riquezas
injustas
Gana cuanto puedas, ahorra cuanto puedas, da cuanto puedas.
—JOHN WESLEY
LUCAS 16
En los primeros versículos del capítulo 16 de Lucas, Jesús
cuenta una parábola que a los comentaristas les ha parecido difícil
de explicar y a los cristianos comunes y corrientes ha dejado per
plejos durante siglos (Lucas 16:1-13); y es normal que así sea, ya
que el relato resulta en verdad insólito. Sin embargo, dicho relato
tiene un enorme significado para el presente estudio y es la clave
que ayuda a descubrir y comprender ambas caras del dinero.
La parábola en sí es bastante sencilla: un hombre rico descubre
que su mayordomo o encargado de negocios ha estado haciendo
mal uso de sus fondos y lo despide prontamente; sin embargo,
antes de que su despido sea definitivo, el mayordomo idea un plan
ingenioso para asegurarse el futuro: llama a los deudores de su
patrón y, uno por uno, les va reduciendo del 20 al 50% de sus
débitos; de esa manera, tales personas quedarán tan en deuda con
él que, cuando no tenga trabajo, se sentirán obligadas a ayudarle.
Dicho plan es obviamente tan astuto como deshonesto; pero
cuando el señor de aquel hombre descubre lo que ha hecho su
mayordomo, queda tan impresionado por la ingeniosidad de éste
que, en vez de meterlo en la cárcel como sería de esperar, lo en
comia por su prudencia.
44
El uso justo de las riquezas injustas 145
Una de las razones por las cuales este pasaje nos resulta difícil,
es el hecho de que Jesús utilice una acción tan evidentemente
deshonesta para enseñar una importante verdad espiritual. Sin
embargo, Cristo jamás alaba la falta de honradez del mayordomo,
sino que más bien destaca su sagacidad en el uso de los recursos
económicos con fines no financieros: es decir, el hecho de que em
plee el dinero para hacerse amistades a fin de que cuando lo ne
cesite, tenga adónde ir.
Nuestra mayor dificultad reside en los propios comentarios de
Jesús después de la parábola. Lo primero que el Señor destaca es
que “los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus
semejantes que los hijos de luz” (Lucas 16:8b). Seguidamente hace
una declaración asombrosa: “Y yo os digo: Ganad amigos por me
dio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os re
ciban en las moradas eternas” (Lucas 16:9). En resumen: JesAs
nos dice que utilicemos el dinero de tal forma que, cuando el
mismo nos falte —y nos faltará—, todavía haya quien se ofcupe de
nosotros.
En estas palabras de Jesús hay dos cosas que nos causan ex-
trañeza: primeramente, que las riquezas sean iiyustas; y, en se
gundo lugar, que debamos utilizarlas para conseguir amigos. Las
dos ideas parecen tan opuestas entre sí que nos resulta difícil creer
que Jesús las haya dicho.* Sin embargo, el lenguaje es muy claro:
el Señor quiso decir realmente que las riquezas son injustas y que
debemos ganar amigos con ellas.
Cuando Cristo habló de las “riquezas ii\justas” estaba subra
yando el estado inherentemente caído del dinero. La injusticia es
un atributo necesario de Mamón. La palabra que Jesús utiliza
aquí (adikos) es muy fuerte; algunos traductores la vierten como
las “riquezas de iniquidad” —que quizá capta mejor el odioso ca
MATEO 6
Y es precisamente de ese “uso más excelente” de lo que Jesús
se ocupa en el sexto capítulo de Mateo. Allí comienza advirtién
donos contra el hacernos “tesoros en la tierra”; sobre todo por la
inversión tan poco segura qüe éstas constituyen —ya que la polilla
El uso justo de las riquezas injustas / 47
USELO, NO LE SIRVA
Ahora podemos armonizar el mandamiento que aparece en
Mateo 6, de no servir a Mamón, con el consejo de Lucas 16 acerca
de ganar amigos por medio de las riquezas injustas. El cristiano
recibe el alto llamamiento de usar las riquezas injustas sin servir
a Mamón. Cuando permitimos que Dios dirija nuestras decisiones
económicas, estamos usando las riquezas; cuando dejamos que sea
Mamón quien determine lo que debemos hacer con nuestro dinero,
servimos a las riquezas. Simplemente hemos de elegir quien de
cide, si Dios o Mamón.
¿Compramos una casa en particular basados en el llama
miento de Dios, o porque disponemos del dinero para ello? ¿Adqui
rimos un automóvil nuevo porque podemos permitírnoslo, o por
que Dios nos ha mandado que lo hagamos? Si es el dinero quien
determina lo que hacemos, entonces él es nuestro jefe. Mi dinero
puede decirme: “Tienes suficiente para comprarlo”; pero Dios
quizá exprese: “No quiero que tengas eso”. . . ¿A quién debo obe
decer?
La mayoría de nosotros permitimos que sea el dinero quien
dicte nuestras decisiones: la clase de casa en que vivimos, qué tipo
de vacaciones tomamos, qué trabajo desempeñamos. . . Es él quien
decide.
Suponga que Carolina, mi esposa, me dice: —Hagamos tal y
tal cosa.
Y yo respondo quejándome:
—¡Pero si no tenemos suficiente dinero!
¿Qué es lo que ha sucedido? El dinero es quien ha tomado la
decisión.
¿Se da cuenta usted? Yo no he dicho: —Está bien, querida,
vamos a orar a ver si Dios quiere que lo hagamos.
No, el dinero ha decidido; por lo tanto, él es mi señor. Yo estoy
sirviendo al dinero.
Hudson Taylor jamás hubiera abierto ese gran capítulo en la
historia de las misiones llamado Misión al Interior de la China si
hubiese dejado que el dinero decidiera. El señor Tayloí* era una
persona común y corriente, con pocos recursos económicos; sin
embargo estaba firmemente convencido de que Dios quería que
El uso justo de las riquezas injustas / 49
LA UNIDAD EN EL PESEBRE
En estos capítulos hemos visto que la Biblia presenta tanto
una cara sombría como una cara agradable del dinero. La sima
que separa a ambas puede parecer en verdad muy ancha, pero nos
hemos esforzado en tender un puente sobre ella.
Ahora, venga conmigo al pesebre de Belén. Fíjese en los ado
radores: humildes pastores y sabios. Allí podemos ver la pobreza
y la riqueza traídas a Jesús. Los reales dones del oro, el incienso
y la mirra se ponen gratuitamente al servicio del Mesías Rey. Los
pastores, que han quedado excluidos de los canales financieros de
la vida, ofrecen su presencia y su adoración. Unos y otros son
llamados: los más pobres y los más ricos; y todos ellos llegan, se
postran y rinden culto de Navidad.
5. El voto de sencillez
Sencillez es rectitud de alma.
—FRANCOIS FENELON
61
62 / Dinero, seso y poder
6. El sexo y la espiritualidad
L a sexualidad y la espiritualidad son am igas, no adversarias.
—DONALD GOERGEN
VARON Y HEMBRA
En el primer capítulo del Génesis tenemos un comentario breve
pero magnífico sobre el significado de la sexualidad humana. La
narración empieza majestuosamente con la creación dél universo
por parte de Dios por medio de la palabra; y ese 'universo que El
crea es bueno, bueno en gran m an era... (Por favor, dejemos esto
claro de una vez por todas: el mundo material es de Dios y no hay
que despreciarlo. Necesitamos urgentemente recuperar una doc
trina de Dios como Creador y de su creación como algo bueno,
bueno en gran manera.)
Los seres humanos representan la culminación de la creación
divina. En términos sencillos, pero nobles, se nos dice que el hom
bre es distinto de todas las demás criaturas ya que lleva la imago
Dei: la imagen de Dios. Fíjese lo íntimamente relacionada que
está nuestra sexualidad humana con esa imago Dei: “Y creó Dios
al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra
los creó” (Génesis 1:27, itálicas del autor). Por extraño que pueda
parecer, nuestra sexualidad —nuestra condición de varón y mu
jer— está de algún modo relacionada con el que hayamos sido
hechos a la imagen de Dios.
75
76 / Dinero, sexo y poder
Karl Barth fue el primer teólogo importante que nos ayudó a '
ver las implicaciones de esa tremenda confesión de la Escritura:
la de que la sexualidad humana tiene su fundamento en la imago
Dei. Barth arrojó luz sobre el hecho de que en el centro de lo que
pignifica estar creados "a imagen de Dios” se encuentran las re
laciones; y que la relación entre varón y mujer constituye la ex
presión humana de nuestra relación con Dios.
La sexualidad del hombre —nuestra condición de varón o mu
jer— no es simplemente una ordenación accidental de la especie,
ni una mera forma conveniente de perpetuar la raza humana, sino
algo central a .nuestra verdadera humanidad: existimos en una
relación de varón y mujer. El hecho de ser individuos sexuados,
de tener la capacidad de amar y ser amados, está íntimamente
ligado a nuestra creación a imagen de Dios. ¡Qué concepto tan
elevado de la sexualidad humana!
Fflese también en que el énfasis de la Biblia sobre las relacio
nes nos ayuda a ampliar nuestra comprensión de la sexualidad
del hombre y de la mujer. El problema de la literatura pornográ
fica de nuestros días no es que destaque demasiado la sexualidad,
sino que no lo hace lo suficiente; elimina totalmente la relación y
limita el sexo a los estrechos confines de lo genital. Estas cosas
han convertido la sexualidad en algo trivial.
¡Cuánto más rica y plena es la perspectiva bíblica acerca del
sexo! Cosas tales como charlar mientras se toma café, hablar de
un buen libro, contemplar juntos la puesta del sol, constituyen
manifestaciones sexuales de la mayor calidad, ya que varón y
mqjer gozan de una relación íntima. Por demás está decir que, el
sexo genital forma parte dél cuadro completo; pero la sexualidad
humana es una realidad mucho más amplia que el mero coito.
* Karl Barth piensa que el segundo relato de la creación (Génesis 2:18-25) tiene
como propósito fundamental completar el tema de nuestra creación como hombre
y mqjer; es decir, que en cierto sentido es un comentario de Génesis 1:27.
i
El sexo y la espiritualidad 177
i ■ !! :
I
,
vaga por las calles desiertas buscando “al que ama mi alma” (3:2);
e incluso aborda a los guardas, rogándoles que le hagan! saber el
páradero de su amado. Finalmente exclama: “Hallé! luego ál que
ama mi alma; lo así, y no lo dejé, (3:4). Una hermosa introducción
a la intensidad del amor —se trata en verdad del eros libre de
toda vergüenza. i 1
Pero junto a la intensidad del amor necesitamos percibir tam
bién su control: aquí no hay ninguna orgía vulgar, ningún ma
noseo, ni golpes. . . El amor es demasiado elevado, la relación se
xual demasiado profunda para semejante lascivia y avidez.
En el capítulo 8, la mujer recuerda lo que sus hermanos decían
de ella cuando era niña: “Tenemos una pequeña hermana, que no
tiene pechos” —es decir, que aún no ha madurado—. “¿Qué ha
remos a nuestra hermana cuando de ella se hablare? Si ella es
muro, edificaremos sobre él un palacio de plata; si fuere puerta,
la guarneceremos con tablas de cedro” (8:8, 9). Esencialmente, lo
que sus hermanos preguntaban con actitud protectora, era: “¿Ha
sido nuestra hermana un “muro”? ¿Se ha mantenido pura? ¿Ha
controlado sus pasiones eróticas reservándose para su leal y per
manente esposo? ¿O ha sido una “puerta”, violada poi sus amantes
temporales?” ' ! !
La mujer, plenamente madura, anuncia a su amado: “Yo soy
muro, y mis pechos como torres” (8:10). No había cedido a pasiones
desenfrenadas. I
También el hombre sabía lo que era dominarse. Én el capítulo
6 recuerda las numerosas oportunidades que había tenido de de
mostrar su habilidad sexual. Tal vez utilizando un poco de hipér
bole hebraica, menciona sesenta reinas, ochenta concubinas y
“doncellas sin número” que hubieran podido ser suyas, y a las que
sin embargo dijo “No” porque él pertenecía a su amada (6:8).
En el Cantar de los Cantares, el amor también es refrenado
en el sentido de que no se deja apresurar. Esto lo capta bien el
coro que se repite a lo largo de todo el libro: “Yo os conjuro, oh
doncellas de Jeru salén .. i . Que no despertéis ni hagáis velar al
amor, hasta que quiera” (3:5; 5:8; 8:4). Y si para el antiguo Israel
era importante oir ese consejo de paciencia y dominio, ¡cuánto más
lo será para nuestra sociedad, que incluso de los niños hace sím
bolos sexuales!
¡Qué hermosa combinación: intensidad y control! Se exalta la
pasión erótica, pero al mismo tiempo se le da un carácter exclu
sivo. Ningún pasaje ilustra esto mejor que la escena nupcial: el
hombre describe a su amada como “huerto cerrado . . . fuente se
llada” (4:12). Ella ha dicho “No” a las relaciones sexuales capri-
80 / Dinero, sexo y poder
al amor del apóstol Pablo en 1 Corintios 13: “El amor nunca deja
de ser.” ¡ I
¡Qué reveladora es esta palabra de la permanencia del amor!
David Hubbard comenta al respecto: “La lealtad descrita en Can
tares debería recordarnos que no hay salida de esa situación; no
existe cuerda de desgarre del que tirar, ni asiento proyectable que
accionar. Están juntos en la misma, ligados el uno al otro para
siempre por un pacto de lealtad.”3
¡Qué ventanas tan maravillosas a la sexualidad humana son
la intensidad, el control, la reciprocidad y la permanencia del
amor!
JESUS Y LA SEXUALIDAD
Volvamos ahora nuestra atención a la actitud afirmativa de
Jesús respecto de la sexualidad. En realidad contamos con muy
poca enseñanza directa suya sobre el tema; sin duda alguna, y
principalmente porque su doctrina formaba una unidad orgánica
con las ideas del Antiguo Testamento y no veía la necesidad de
tratar éstas en más detalle. Sin embargo, lo que dijo y que ha
llegado hasta nosotros subraya el alto concepto que tenía el Señor
de la sexualidad y el matrimonio.
La visión de Jesús acerca del sexo era muy elevada. Los escri
bas y los fariseos enseñaban que mientras uno se mantuviera
alejado del adulterio todo iba bien; pero, más allá de las exterio
ridades de la ley, el Señor veía el espíritu en el que la gente vivía:
“Pero yo os digo” —expresó-^ “que cualquiera que mira a una
mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo
5:28).
La lujuria produce un mal acoplamiento sexual; ya que niega
la relación y convierte al otro en un objeto, una cosá, algo imper
sonal. .. Jesús condenó la lujuria porque rebajaba el sexo, po
niéndolo a un nivel inferior a aquel para el cual había sido creado.
El Señor consideraba la sexualidad como algo demasiado bueno,
demasiado alto, demasiado san to ... para desecharse por pensa
mientos baratos. I
Jesús evidenció asimismo un alto concepto del matrimonio.*
En Mateo 19 vemos a los fariseos tendiéndole una trampa para
envolverlo en el feroz debate de su tiempo acerca de lás causas
legítimas de divorcio. La respuesta del Señor consistió en una
:■ | ¡
* Jesús dio también un lugar válido al celibato. Este aspecto de su enseñanza lo
estudiaremos en el capítulo 7. 1
84 / Dinero, sexo y poder
SEXUALIDAD PERVERTIDA
Aunque la Biblia exalta nuestra sexualidad, también hace ad
vertencias en cuanto a la misma.* De este lado de la caída vemos
a menudo dicha sexualidad oscuramente, como por espejo. La ta
rea de los cristianos consiste en avanzar cuidadosamente hacia
una sexualidad sana por encima de las perversiones sexuales. El
pecado ha pervertido el sexo de muchas maneras.
La pornografía constituye una perversión de la sexualidad, y
el hecho de que no pueda definirse en términos absolutos no de
bería opacar su existencia. Hay una enorme diferencia entre las
figuras desnudas de la Capilla Sixtina y aquellas de una revista
“pomo”; esto es algo que cualquier persona razonable discierne.
Lewis Smedes expresa: “La pornografía es dañina porque hace del
sexo algo trivial, sin interés y aburrido.”9 A medida que el arte y
la literatura se acercan más a la pornografía, separan más nuestra
sexualidad de la gama completa de actividades y sentimientos
humanos. En la pornografía contemplamos una sexualidad trun
cada a la que sólo le preocupa lo físico como actividad lasciva y
ejercicio deshumanizante de poder sobre otros. El arte pornográ
fico rebaja y deshumaniza a la persona; el arte verdadero, por su
parte, la eleva y la ennoblece.
; Una de las características del negocio pornográfico es que crea
un mundo de fantasía: las sesiones fotográficas con modelos po
sando y el milagro del offset pueden cubrir una multitud de de
fectos. La película pulida, con sus excitaciones cuidadosamente
empaquetadas, es capaz de hacer que una relación matrimonial,
que de otro modo sería saludable, parezca en comparación tediosa
y monótona. ¿Qué mujer puede equipararse favorablemente día
tras día a'los voluptuosos senos, las chispeantes sonrisas y las
* Las ideas acerca de la sexualidad en la historia de la iglesia que acabamos de
ver, nacen —por lo menos en parte— de una preocupación por tomar en serio las
advertencias de la Escritura. No obstante, el problema es que el concentrarse
exclusivamente en dichas advertencias produjo una incapacidad para apreciar el
lado bueno y festivo de la sexualidad.
El sexo y la espiritualidad / 85
LA HOMOSEXUALIDAD Y EL CRISTIANO
Me gustaría sinceramente evitar el tema de la homosexuali
dad, por muchas razones: en primer lugar, porque cualquier cosa
que diga en unas pocas páginas será totalmente inadecuada, y
también por la terrible ignorancia que tienen los heterosexuales,
por la naturaleza misma de las cosas, de la experiencia homosex
ual. Eso es cierto por mucho que tratemos de comprender el am
biente de los homosexuales y leamos con el propósito de infor
marnos acerca de los temas relacionados con esa cuestión. Luego,
en la actualidad está el hecho de que la homosexualidad es un
asunto tan volátil en la comunidad cristiana que cualquier cosa
que se diga recibirá duras críticas —probablemente con mucha
razón—. No obstante, ninguna de estas cosas me parece razón
suficiente para guardar silencio al respecto; además, la cuestión
de la homosexualidad ha producido tanto sufrimiento y dolor que
si uno puede decir algo que sirva de ayuda, o incluso sane las
heridas, vale la pena correr cualquier riesgo.
Ya que esta cuestión ha herido de manera muy profunda a
muchas personas, la primera palabra que debe decirse es de com
pasión y sanidad. A menudo, los que son de orientación clara-
ménte homosexual se sienten incomprendidos, estereotipados,
maltratados y rechazados. Por otro lado, las personas que creen
que la homosexualidad supone una clara afrenta a las normas
bíblicas, sé consideran traicionadas por denominaciones que quie
ren legislar la incorporación de dicha práctica a la vida de la igle
sia.
Pero hay un tercer grupo que se ha visto perjudicado por la
batalla actual sobre la homosexualidad: me refiero a aquellos que
se angustian acerca de su propia identidad sexual; que se sienten
desgarrados por impulsos sexuales contrarios y se preguntan si
no serán homosexuales latentes. Tal vez este último grupo sea el
que más sufre; ya que se halla sumido en Un mar de ambigüedades
porque la iglesia no ha dado un sonido claro respecto al tema. A
su derecha, los integrantes de este grupo oyen estridentes denun
cias de la homosexualidad; y aunque aprecian la preocupación que
éstas denotan por una fidelidad a la Biblia, se han sentido ofen
didos por el tonò farisàico impetuoso y mal informado de las de
claraciones. Procedente de su izquierda, por otra parte, escuchan
una entusiasta aceptación de la homosexualidad; y, si bien valoran
la preocupación compasiva por los oprimidos, se quedan atónitos
ante la forma en que se manipulan las Escrituras para que cua
dren con un punto de vista más complaciente.
El sexo y la espiritualidad / 89
están fuera del control del individuo. A una persona con 20 o 30% í
de inclinación a la homosexualidad le resulta mucho más fácil
“convertirse” a una orientación plenamente heterosexual, que a
otra que tiene un 80 o un 90%. Por otro lado, los factores que
contribuyen a la orientación sexual de los individuos son a me
nudo profundos y complejos; de ahí que aunque queremos confesar
la heterosexualidad como norma cristiana, deseamos también
apoyar a aquellos que encuentran tal orientación difícil y extraña
y sentir empatia por ellos.
La simple atracción sexual hacia una persona del mismo sexo
es algo muy diferente de la homosexualidad; tal atracción puede
ser provocada por cosas como la aceptación, el afecto, la solicitud,
y demás. Esto es bastante distinto de la verdadera homosexuali
dad.
Una mujer, por ejemplo, no es lesbiana por el mero hecho de
sentirse sexualmente atraída por otra, ni un hombre puede con
siderarse homosexual porque otros varones lo exciten. La excita
ción sexual no resulta infrecuente en un contexto de intimidad y
afecto, como tampoco es algo anormal o insólito. En nuestros días,
cuando se pone tanto énfasis en el sexo, resulta muy posible que
algunas personas heterosexuales lleguen a estar tan obsesionadas
con él que traten de expresarlo tanto heterosexual como homo-
sexualmente. Tales impulsos, sin embargo, necesitan ser contro
lados y reorientados de modo positivo.
Una persona que haya experimentado excitación por alguien
de su mismo sexo, no tiene por qué asustarse ni pensar que el
destino que le aguarda sea una vida de homosexualidad. Esta
experiencia es bastante corriente, pero necesita una respuesta
firme y adecuada. Para canalizar la sexualidad se precisa un
marco teológico, sociológico y sicológico que pueda utilizarse para
decir rotundamente que no a la actividad homosexual del mismo
modo que un individuo casado emplea el marco cristiano para
negarse con firmeza a mantener relaciones sexuales extramatri-
moniales.
La sexualidad es como un gran río caudaloso y profundo, bueno
siempre que permanezca dentro del cauce apropiado, pero des
tructor en el momento que se desborda. Cuando el sexo rebasa las
márgenes que Dios le ha puesto, también se convierte en algo
destructivo; nuestra tarea consiste en definir, lo más claramente
posible, los términos impuestos a nuestra sexualidad y hacer
cuanto esté en nuestra mano por dirigir nuestras respuestas se
xuales a esa caudalosa y profunda corriente.
Hasta el momento he tratado sobre los que son atraídos por
El sexo y la espiritualidad 191
'| ; , . '■
los de su mismo sexo, pero no de los que tienen páutas de prefe
rencia firmemente establecidas en ese sentido. A estos últimos los
llamamos homosexuales de constitución; quienes por mucho que
se esfuercen no son excitados sexualmente por personas del sexo
contrario y aparentemente no pueden dejar de serlo por los de su
propio sexo. Los sociólogos nos dicen que aproximadamente el 5%
de los varones y poco más o menos la mitad de ese porcentaje de
mujeres, tienen una atracción sexual confirmada hacia personas
de su mismo sexo. ¿Qué puede decirse entonces de los que, en la
medida de nuestro conocimiento, son homosexuales de constitu
ción confirmados?
Vivimos en un mundo caído, y muchos se hallan atrapados en
la condición de pecado que atormenta a la raza humana; tales
personas merecen nuestra comprensión y empatia, no nuestra cen
sura.
Pero, si bien los homosexuales no son responsables de su ten
dencia sexual, sí lo son de sus acciones. En la vida hay que elegir,
y un cristiano que descubre en sí mismo una orientación homo
sexual debe Hacerlo a la luz de la verdad y de la gracia de Dios.
Por lo general existen tres opciones básicas para los homose
xuales: cambiar su orientación sexual, controlarla o practicar la
homosexualidad. ¡
¿Puede un homosexual de nacimiento desarrollar úna orien
tación heterosexual? Esto es algo que se debate con apasiona
miento, y de lo cual resulta sumamente difícil encontrar pruebas
verificables. Muchas de las llamadas conversiones a la heterose-
xualidad son probablemente de individuos con tendenóias homo
sexuales más que de verdaderos homosexuales de constitución. No
obstante, hay algunos estudios que dan esperanza en cuanto al
tema. Patisson y Patisson, en un artículo aparecido en el American
Journal ofPsychiatry (Diario de siquiatría americano), terminaba
diciendo: “Los datos proporcionan una evidencia substancial en
favor de la verosimilitud del cambio de una homosexualidad ex
clusiva a una absoluta heterosexualidad, lo cual está en conso
nancia con las probabilidades estadísticas de Kinsey en cuanto a
dicho cambio, los datos de Masters y Johnson al respecto, y las
anécdotas clínicas o de observación referentes al mismo.”13
Naturalmente queremos evitar cualquier optimismo ingenuo,
pero siempre deberíamos mantener alta la esperanza de un cambio
permanente y genuino. Aquellos que se esfuerzan por obtener di
cho cambio en sus orientaciones sexuales necesitan el apoyo en
oración y el amor de la comunidad cristiana. El camino que han
elegido no es fácil, y la iglesia tiene que apoyarlos en sus momen
92 1Dinero, sexo y poder
93
^ /D in e r o , sexo y poder
FANTASIAS SEXUALES
Desde luego, Jesús dejó bien claro que la rectitud sexual era
un asunto bastante profundo que el mero evitar las relaciones
sexuales fuera del matrimonio, y fue directo al centro de la cues
tión hablando del adulterio mental: “Pero yo os digo que cual^
quiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella
en su corazón” (Mateo 5:28). Esta declaración supuso un gran
avance sobre la justicia externa de los escribas y fariseos, y tam
bién ha causado mucha preocupación y confusión acerca de las
. fantasías sexuales.
í La persona soltera, viuda o divorciada que desea sinceramente
ser discípulo de Cristo —y que por lo tanto reserva el coito para
el pacto matrimonial—, a menudo está confusa en cuanto a cómo
debe enfrentarse con las fantasías sexuales. Dichas fantasías de
leitan, pero también turban e inquietan; y la confusión que resulta
de ellas se ve agravada por la ambivalencia de la comunidad cris
tiana. Cuando los solteros acuden a la iglesia en busca de orien
tación, por lo general se encuentran con un silencio sepulcral o
con consejos represivos; sin embargo, el silencio no es ningún con
sejo, y la represión constituye una mala recomendación. No obs
tante, esos individuos desesperados tratan de reprimir sus deseos
sexuales, pero los esfuerzos que realizan acaban siempre en de
sengaño. El resultado es entonces un sentimiento de culpa seguido
de amargura y desilusión. En el terreno práctico existe una gran
necesidad de orientación sólida de cómo hacerle frente a las fan
tasías sexuales.
Para empezar, debemos hacer una distinción lo más clara po-
El sexo y Zo|? soÜeros / 99j
MASTURBACION
La masturbación está tan íntimamente relacionada con el
tema de la fantasía sexual que en este punto merece nuestra aten
ción. Lo$ juicios éticos acerca de ella van desde el considerarla
como un pecado más -serio que la fornicación, el adulterio o la
violación hasta el ponerla en la misma categoría que el rascarse
la cabeza.
El tema de la masturbación es particularmente serio para los
no casádos, quienes por convicción cristiana se han negado al coito
fuera del matrimonio. Al hablar de este tema, surgen varias pre
El sexo y los solteros 1 101
Matrimonio—sexo
Amor
LA VIDA CELIBE
Algunas personas tienen un llamamiento especial de Dios a la
vida célibe, como enseñaron Jesús y Pablo. Tal enseñanza supuso
una auténtica contribución a la teología, ya que antes de entonces
no había ninguna doctrina de la sexualidad que contemplara real
mente la vida de soltería como opción.*
Jesús declaró que había algunos que se quedaban solteros “por
causa del reino de los cielos” (Mateo 19:12),* y Pablo, por su parte,
edificó sobre este fundamento sugiriendo que los que no se casan
pueden concentrar sus energías en la obra de Dios de una manera
que no les resulta posible a los casados (1 Corintios 7:32-35).
Algunos lian criticado duramente a Pablo por instar a la génte
a considerar en serio la vida célibe; pero la verdad es que sus
palabras rebosan sabiduría práctica. El apóstol no estaba en con
tra del matrimonio —de hecho, su gran contribución a la teología
sexual cristiana consiste precisamente en su manera de comparar
la unión física entre esposo y esposa con aquella entre Cristo y su
iglesia—, pero sí insistía en que habíamos de calcular el costo.
Nadie debería entrar en el pacto matrimonial sin comprender la
enorme cantidad de tiempo y de energía que se requiere para que
esa relación funcione: “El soltero tiene cuidado de las cosas del
Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de
las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer’* (1 Corintios
7:32b-33).
Por lo tanto, en la comunidad cristiana debemos dejar lugar
* En general, el judaismo consideraba el celibato como un estado anormal. Los
eunucos, por ejemplo, tenían prohibido el sacerdocio (Levítico 21:20). La única
excepción que conozco a esta regla general era la comunidad esenia de Qumram:
allí existía el celibato, y probablemente Jesús tenía noticia de la existencia de
este grupo, ya que su primo, Juan el Bautista, estuvo probablemente relacionado
con los esenios.
* El término bíblico es eunuco, y hay bastante discusión eri cuanto a si el mismo
se refiere a una persona que jamás se ha casado o a otra cuyo cónyuge se ha
apartado para llevar una vida pagana y que no se vuelve a casar convirtiéndose .
así en un “eunuco por causa del reino”. Sea cual fuere la interpretación correcta
de dicho pasaje, su consecuencia práctica es la misma: tal persona lleva una vida
de celibato por causa del reino de los cielos.
i
CRISTO Y EL MATRIMONIO
¿Cuál es la base apropiada para el matrimonio cristiano?3Hay
parejas de todas las edades que forcejean con esta pregunta. ¿Son
suficientes los sentimientos románticos y el sentirse mutuamente
atraídos? Desde luego, estas cosas son importantes; pero no bas
tan. Tal vez a usted le sorprenda que el Nuevo Testamento ni
siquiera mencione el amor romántico en el matrimonio. Eso no
significa que dicho amor sea intrascendente, pero su valor debe
verse en la perspectiva de las más amplias consideraciones para
el compromiso matrimonial. Una de las grandes tragedias de
110
El sexo y el matrimonio / 111
FIESTA EN EL DORMITORIO
Francamente, creo que las relaciones sexuales en el matri
monio deberían constituir una experiencia de voluptuosidad; tales
relaciones son un don para celebrarse en grande, se miren por
114 / Dinero, sexo y poder
CRISTO Y EL DIVORCIO
Resulta emocionante volar entre las altas y encumbradas ci
mas del éxito matrimonial, pero es algo totalmente distinto bajar
al valle del fracaso en la vida de pareja. En cierto modo, podemos
comparar este último con el valle de sombra de muerte. Todos los
matrimonios pasan por momentos de tristeza y de dolor pero a
veces, dicha tristeza parece demasiado grande y dicho dolor de
masiado agudo. ¿Qué deberían hacer los creyentes cuando se ha
llan frente al valle de sombra en su relación matrimonial?
La respuesta a esta pregunta constituye un tema de acalorado
debate en la actualidad, y cosa interesante, también lo era en
tiempos de Jesús. En la sociedad hebrea del Antiguo Testamento
el divorcio suponía una práctica corriente, de manera que Moisés
estableció pautas legislativas para hacerlo más humano (Deute-
ronomio 24:1—4); pero incluso dichas pautas fueron ferozmente
discutidas. En los días del Señor, había una escuela de rabinos
encabezada por Hillel que sostenía que un hombre podía divor
ciarse de su esposa por cualquier causa, si por ejemplo ella que
maba la comida aquel día, o si él encontraba otra mujer que le
gustaba más. Según Hillel y sus seguidores, estas razones eran
suficientes para el divorcio.
Otro grupo, cuyo líder era el rabino Shammai, pensaba que la
única causa legítima para que un hombre se divorciara de su es
posa era la infidelidad conyugal —como puede usted ver, el divor
cio constituía sólo una prerrogativa masculina, la mujer no tenía
arte ni parte en ello.
Los fariseos trataban de hacer que Jesús entrara en aquel de
bate, de modo que le preguntaron: “¿Es lícito al hombre repudiar
a su mujer por cualquier causa?” (Mateo 19:3). La escuela de Hillel
decía que sí, y la escuela de Shammai que no: ¿de qué bando se
pondría Jesús? Pero el Señor, en vez de identificarse con uno u
otro grupo, les hizo remontarse a los propósitos de Dios en el prin
cipio: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y
hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre,
y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no
son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó,
no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-6).
La intención de Dios para el matrimonio era que fuese una
realidad permanente e indivisible —“una sola carne”—; pero esto,
naturalmente, planteaba el problema de la ley de Moisés; de modo
que los fariseos preguntaron: “¿Por qué, pues, mandó Moisés dar
carta de divorcio, y repudiarla?” (Mateo 19:7). Por favor, fíjese
El sexo y el matrimonio /117
acerca del ojo o de la mano que nos es ocasión de caer, todos ten
dríamos cuerpos mutilados (Mateo 5:29, 30). A ninguno de noso-]
tros se nos ocurriría jamás transformar en un nuevo legalismo la
enseñanza de Jesús acerca de no invitar a nuestros amigos, pa
rientes o vecinos cuando hacemos un banquete (Lucas 14:12). Pues
tampoco deberíamos actuar de esa manera con sus palabras sobre
el casarse otra vez. Es cierto que, en su voluntad absoluta, Dios
tiene el propósito creativo de que el matrimonio sea una realidad
permanente: “una sola carne” que jamás se divida, pero en su
absoluto amor, la intención divina cubre el quebrantamiento de
nuestra vida y nos hace libres.
De modo que la base para las nuevas nupcias, de acuerdo con
la doctrina de Cristo, es precisamente la misma que para el ma
trimonio y el divorcio, si las personas implicadas van a estar subs
tancialmente mejor y el que se casen va a contribuir más eficaz
mente al avance del reino de Dios, entonces, la ley del amor indica
que el nuevo matrimonio puede, e incluso debe, darse.
Sin embargo, en el contexto de las nuevas nupcias, hay que
considerar los problemas prácticos referentes a cómo deben tra
tarse las heridas sexuales y emocionales. Con frecuencia, estas no
son cosas que un individuo pueda resolver por sí solo. Existen
razones por las cuales fracasan los matrimonios, y pocas veces la
culpa es sólo de una de las partes; y aunque así fuera, todavía
quedarían heridas que habría que curar. Las nuevas nupcias son
una imprudencia si no hay al mismo tiempo un movimiento subs
tancial hacia esa restauración.
A menudo la comunidad cristiana puede constituir una ayuda,
el oído compasivo y la oración por sanidad son capaces de hacer
grandes cosas; como también pueden resultar útiles el consejo de
los hermanos y los buenos libros. Pero sobre todo, lo que podemos
proporcionar los creyentes es un ambiente de intimidad, una es
pecie de útero de compasión en el cual sea seguro sentir, mostrar
■solicitud y arriesgarse a amar de nuevo.
¿Dónde estamos? Hemos tratado de comprender nuestra se
xualidad a la luz de la visión cabal que nos proporciona la Biblia;
nos hemos esforzado en ver lo que puede representar dicha visión
para la persona no casada; hemos intentado comprender el con
texto en el cual el matrimonio, el divorcio y las nuevas nupcias
son conformes con la doctrina de Cristo; y ahora estamos listos
para enfocar todo lo que hemos aprendido en el voto de fidelidad.
9. El voto de fidelidad
La fidelidad es el elemento ético que realza el amor natural.
—EMIL BRUNNER
123
124 / Dinero, sexo y poder
Hay bastantes líderes que, con toda sinceridad, creen que el co
metido de la iglesia es vigilar presupuestos y conservar edificios,
v no ser consejeros matrimoniales aficionados.
/ Sin embargo, una comunidad amante, a la que se le permite
poner sus brazos alrededor de un matrimonio roto y deshecho por
el sufrimiento, es capaz de producir una asombrosa sanidad. Eso
debe hacerse con ternura y humildad, sin que haya arrogancia,
chismorreo o consejos moralizantes. La pareja debe sentirse se-
. gura de que la comunidad los acepta y los apoya en su dolor sea
cual fuere el resultado. Las principales formas de respaldarlos son:
el oir compasivo y la oración empática. En ocasiones, lo que surge
de tales experiencias resulta casi una resurrección tan real como
la de Lázaro cuando salió de la tumba por su propio pie. Eso no
siempre sucede, ¡pero a veces sí!
! En tercer lugar, la fidelidad en el matrimonio significa una
subordinación mutua en el temor de Dios. El apóstol Pablo invoca
el principio de la sumisión unos a otros sobre todas las relaciones
familiares: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios
5:21) y luego sigue explicando los detalles de cómo dicha sumisión
debe operar en el hogar cristiano. Resulta verdaderamente asom
brosa la responsabilidad de sumisión que Pablo impone ál varón,
quien después de todo, ocupaba el lugar más alto de la sociedad
patriarcal hebrea. El apóstol hace un llamamiento a la sumisión
a semejanza de Cristo por medio del amor sacrificial. Las costum
bres matrimoniales del siglo I no consideraban a la mujer como
una persona total y mucho menos como alguien a quien se le debía
un amor sacrificial.
Por supuesto Pablo coloca una responsabilidad especial de su
misión sobre la mujer: “Las casadas estén sujetas a sus propios
maridos, como al Señor” (Efesios 5:22) y atribuye una función
especial al marido: “Porque el marido es cabeza de la mujer, así #
como Cristo es cabeza de la iglesia” (Efesios 5:23).* Hay personas
que desearían que Pablo no lo hubiera expresado de esta manera,
ya que en muchas ocasiones se ha torcido esta enseñanza para
permitir que los hombres tuvieran a las mujeres por la oreja. No
obstante, debemos recordar que el apóstol está utilizando aquí el
enfoque didáctico de relación tan común en las Escrituras es decir
* Recientemente se han hecho intentos de traducir kephalé, no como “cabeza”, sino
como “fuente”, y por lo tanto de distanciar este pasaje del modelo jerárquico en la
relación entre esposo y esposa. Tampoco el verbo “someterse” aparece en el ver
sículo 22, sino que éste dice simplemente: “las casadas a sus propios maridos”.
Obviamente el verbo debe tomarse del versículo 21, y por lo tanto se trata de la
misma clase de sumisión que se exige de todos los creyentes.
El votó de fidelidad 1131
pueda resolver pronto con éxito el asunto del sexismo —“No hay |
varón ni mujer”—. Esto es algo por lo que debemos orar.
¿Qué significa para usted y para mí en términos prácticos lo
que hemos dicho? Pues, usando el lenguaje de Pablo, que cada uno '
debemos ocuparnos en la clase de matrimonio que tenemos con?
temor y temblor (Filipenses 2:12). En el evangelio los discípulos-
de Cristo son libres e iguales en el evangelio para llegar a una i
conclusión sobre lo que significan reciprocidad y sumisión; pero
no debe de haber despotismo de uno para con el otro ni rebeldía *
testaruda. La ternura, el amor y el respeto mutuo deben gobernar
todas las decisiones de la pareja. Recuerde siempre que esa ex- j
periencia de llegar a ser “una sola carne” y “hueso de mis huesos i
y carne de mi carne” el uno para el otro, nos otorga la predispo
sición a caminar a través de las decisiones de la vida de común
acuerdo. La reciprocidad es una de las muchas facetas de la fide
lidad.
En cuarto lugar, fidelidad en el matrimonio quiere decir con- ,
trol sexual fuera del mismo. Cuando hablo de control sexual me
refiero a dos cosas: primera, nada de relaciones sexuales extra-
matrimoniales; y segunda, una expresión de la feminidad/mas-
culinidad que se rija por el bien del matrimonio y el bienestar de
los cónyuges.
La primera de estas dos afirmaciones no precisa de mucha
aclaración: el adulterio es algo inaceptable, bajo la forma que sea,
para los seguidores de Jesucristo es algo que viola la realidad del
pacto del matrimonio como fusión en “una sola carne” y que daña
la relación marital*
La segunda, en cambio, puede que necesite explicarse un poco
más. Como dijera Pablo a los corintios: “Todas las cosas me son
lícitas, mas no todas convienen” (1 Corintios 6:12a). En cierto
sentido, una vez casados ya no nos pertenecemos a nosotros mis
mos, ni tenemos libertad para escoger y actuar según queramos.
Cada elección que hacemos, cada acto que realizamos, produce un
efecto en nuestro cónyuge y también en nuestro matrimonio. Eso
probablemente no nos gusta, pero es un hecho de la vida y sería
mejor que nos reconciliáramos con él. Nuestro cónyuge se ve más
profundamente afectado, para bien o para mal, por la forma en
que expresamos nuestra feminidad/masculinidad, que casi por
cualquier otra cosa de las que componen nuestra vida.
Eso no significa que debamos reprimir nuestras características
individuales fuera del matrimonio; no¿ difícilmente habría nada
que pudiera dañar más a la unión conyugal. Tenemos que ser
humanos, necesitamos intimidad, contacto físico, conversaciones
El voto de fidelidad /133
LA FIDELIDAD EN PERSPECTIVA
Hemos tratado de recorrer un largo camino: estudiando lo que
significa el voto de fidelidad para los solteros, los casados y la
Iglesia, y considerando algunas maneras en que podemos respon
der a aquellas personas privadas de derechos sexuales. Recuerde
siempre que la fidelidad no és una serie estática de reglas, sino
una aventura vibrante y dinámica. No se trata tanto, pues, de una
forma de suprimir la lujuria, sino, más bien, de orientar nuestra
vida hacia una meta unificadora. La fidelidad es condición sine
qua non para la unidad y el buen enfoque.
T E R C E R A PARTE:
■ EL P O D E R ■
ORGULLO Y PODER
Existe una estrecha relación entre el orgullo y el carácter des
tructivo del poder. Sansón era un hombre de tremendo poder, el
cual le había sido dado por Dios, pero el orgullo llenó su corazón;
y no sólo el orgullo, sino también la arrogancia. Así, lo vemos
Poder destructivo 1145 ¿
¿QUE POTESTADES?
El apóstol Juan expresa: “Probad los espíritus” (1 Juan 4:1).
Esta es una tarea llena de trampas, pero que nadie puede eludir.
¿Cómo se manifiestan hoy en día esas potestades?
Una de ellas es Mamón. Nuestras riquezas no son neutrales,
ni tampoco estériles o inanimadas, sino que están vivas con un
poder espiritual que trata de poseernos. En la Primera Parte de
este libro consideramos extensamente cómo podíamos, en el poder
del Cordero de Dios, derrotar a Mamón y devolverle su propósito
divino.
Otra potestad es el sexo. En nuestros días, el mantener rela
ciones sexuales no constituye simplemente una necesidad seme
jante a la de gozar de un ambiente alegre o de una conversación
amistosa; el sexo es hoy un poder activado por la lujuria, la sen
sualidad y la carnalidad incontroladas. Para muchísimos millones
de personas se trata de una pasión que los consume por entero.
No podemos pensar en los crímenes de incesto y violación sin caer
en cuenta de que se trata de crímenes de poder. El sexo es un
poder, un poder real. No tiene nada de pasivo o de neutral. Está
animado por una energía espiritual que trata de conseguir la su
premacía en el corazón de los hombres. En la Segunda Parte, ha
Poder destructivo 1 151
REFLEXION PERSONAL
C.S. Lewis señaló que “hay dos errores iguales y opuestos en
los cuales nuestra raza puede caer respecto de los demonios: uno
es no creer en su existencia; el otro es creer en ella, pero sintiendo
un interés excesivo y malsano por los mismos. A ellos les agrada
tanto lo uno como lo otro, y alaban con el mismo placer a un
materialista y a un mago”.14 Actualmente si caemos en el error,
es por lo general del lado del materialista; ya que ese es el talante
que predomina en nuestra época. Normalmente dudo en intercalar
experiencias propias en mis escritos, pero en este caso puede que
resulte útil hacerlo.
Cuando acabé de escribir esta obra, no me sentía satisfecho
con estos últimos capítulos acerca del poder; de manera que envié
los nueve primeros a mi redactor, explicándole que había decidido
reescribir los cuatro últimos. El miércoles de la semana que me
puse de nuevo a escribir, comencé a éxperimentar una pesadez y
una oscuridad que venían sobre mí. Estoy seguro de que ello se
debía en parte al cansancio emocional y físico con la tarea; ya qüe
llevaba nueve meses escribiendo casi sin hacer ninguna pausa y
después de haber investigado bastante —sin embargo, había sido
muy cuidadoso en cuanto a disciplinarme a fin de obtener el sueño
y el ejercicio necesarios.
Hacia el viernes, aquella oscuridad era casi abrumadora, sen
tía que no deseaba volver a escribir, a hablar o a enseñar nunca
más. Examinaba un capítulo y quería tirarlo a la papelera. Traté
de pensar en alguna forma de cancelar todo el proyecto, ni siquiera
ahora puedo explicar plenamente lo que sentía. Para utilizar las
palabras de George Fox, estaba casi agobiado por un “océano de
tinieblas”.15
Cualquiera que haya estudiado sicología comprenderá que lo
que estoy describiendo revela claros indicios de las primeras eta
pas del agotamiento. Esa era con toda certeza un factor en mi
experiencia; pero no parecía el único responsable de cuanto yo
sentía. Daba la impresión de que había algo más, presentía una
causa más honda e importante.
El sábado fui a escribir a mi oficina, pero sin ninguna espe
ranza de llegar a producir algo que valiera la pena leerse. Durante
un período previo de meditación y oración, pensé en aquella vez
cuando Martín Lutero lanzó su tintero contra el diablo; e instin
tivamente tomé mi pluma y la arrojé contra la pared rompiéndola.
Luego me dije a mí mismo: “Bueno, si el diablo está aquí, seguro
que no le habré dado.” Intenté equiparme con las armas de Efesios
6, pero de poco pareció servir.
158 / Dinero, sexo y poder
Si hay un poder que destruye, también hay otro que crea y que
proporciona vida, gozo y paz. Ese poder supone libertad en vez de.
esclavitud, vida en lugar de muerte, transformación en vez de
coerción. El poder creador sana las relaciones y da a todos el don
de la restauración completa; es un poder espiritual que procede
de Dios. -
¿Cómo es ese poder creador? Piense en José: vendido como es
clavo, echado en la cárcel. . . un caso sin esperanza. Sin embargo,
lo vemos ascender hasta una posición de gran autoridad e influen
cia en la nación más poderosa de su época. ¡Qué peregrinación!
En aquella posición, José pudo combinar el discernimiento espi
ritual con el poder político para prevenir una hambruna desas
trosa. Luego llegó el día fatídico en que sus hermanos, los mismos
que lo habían vendido como esclavo, fueron buscando un alivio
contra el hambre. Entonces José se enfrentó con la gran prueba
del poder. Aquella habría sido una ocasión perfecta para la ven
ganza; sin embargo, él prefirió utilizar su poder para la reconci
liación. La Escritura nos cuenta que José se sintió abrumado de
emoción y compasión al ver a sus hermanos: “No podía ya José
contenerse.. . . Entonces se dio a llorar a gritos” y por último: “Y
se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también
Benjamín lloró sobre su cuello. Y besó a todos sus hermanos, y
lloró sobre ellos” (Génesis 45:1, 2, 14, 15). He aquí una hermosa
historia de relaciones sanadas por el ejercicio del poder creador.
Este poder creador es la fuerza que restaura las relaciones.
William Wilburforce fue un político cristiano que utilizó el poder
de su posición para ayudar a abolir el comercio de esclavos en el
Imperio Británico. El beneficio de sus prolongados esfuerzos ex
cede a todo cálculo. Muchas familias,' por todo el Africa, pudieron
permanecer juntas gracias a que se había acabado con el horrible
comercio de esclavos de Gran Bretaña. ¡Ah! ¡Pero se logró preser
var las relaciones! Y esta es una historia que podría repetirse vez
159
160 / Dinero, sexo y poder
tras vez contando con creyentes fieles los cuales han tratado de
aplicar creativamente el poder que Dios les ha dado en el terreno
de la política y los negocios.
El empleo del poder para restaurar relaciones también forma
parte de nuestro mundo personal y diario. La madre que resuelve
un agravio entre niños está utilizando su autoridad para arreglar
una relación quebrantada. El director de colegio que cambia unas
reglas nocivas para los niños en el sistema educativo está infun
diendo vida en el corazón de los alumnos. El pastor que ayuda a
dos miembros del consejo de iglesia enfrentados a resolver sus
diferencias, está utilizando su poder para producir sanidad en la
comunidad de la fe. El presidente de una compañía que corrige los
costos excesivos del director de producción está usando su poder
para restituir integridad y honradez al mundo de los negocios.
Todos nosotros en nuestra vida diaria, nos enfrentamos con miles
de oportunidades de utilizar el poder en servicio de la reconcilia
ción.
¿Cómo es el poder creador? Piense en Moisés, quien compren
día como pocos la fuerza y la potencia de Egipto, y que se vio
obligado a huir de dicha potencia. Sin embargo allá en el desierto,
Hegó a experimentar otro tipo de poder: el poder de Yahvé\ y
cuando volvió para enfrentarse al poder de Egipto, era una per
sona completamente distinta. Había dejado su antigua arrogan
cia, y en vez de ella tenía una combinación nueva de mansedumbre
y confianza. Aquel fuerte imperativo de “Deja ir á mi pueblo” iba
respaldado por los poderosos actos de Dios, los cuales hicieron caer
de rodillas aun al poderoso Faraón. El resultado de ello fue la más
dramática liberación de cautivos que jamás se haya dado en la
historia humana.
El poder creador libera a la gente. Cuando Martin Luther King
se opuso con firmeza al racismo norteamericano, millones de per
sonas quedaron libres. Cuando los maestros despiertan en la
mente de sus alumnos el gozo del descubrimiento, están utilizando
el poder de su cargo para liberar. Cuando un hermano mayor em
plea su ascendiente para fortalecer la autoestima de los menores,
está utilizando su poder para hacerles libres. Cuando los viejos
patrones de comportamiento de la depresión o el temor son trans-
formádos por el poder de Dios, el resultado es la liberación.
¿Cómo es el poder creador? Piense en Jeremías, quien per
maneció fiel a la Palabra de Dios en las circunstancias más de
primentes. Lo llamamos el profeta llorón, y tenemos buenas ra
zones para hacerlo. En una época en la que los dirigentes religiosos
adaptaban su mensaje a los vientos políticos predominantes, Je
Poder creador 1161
Allá Satanás trató de utilizar todo el poderío con que contaba para
destruir a Cristo; sin embargo, Dios transformó ese intento en el
acto supremo de poder creador. En la cruz de Cristo se pagó el
castigo del pecado, y la justicia de Dios quedó satisfecha; por medio
de dicha cruz, usted y yo podemos recibir perdón y experimentar
la restauración de nuestra relación con Dios. Cristo murió por
nuestros pecados, y en esa muerte contemplamos el poder creador
en acción.
Nuestra respuesta a ese supremo acto de poder es la gratitud.
Se trata del amor divino que excede a cualquier otro amor; de un
acto de poder el cual jamás podremos ni querremos reproducir.
Simplemente le damos gracias a Dios por él. El verdadero perdón
produce doxología; y el saber que Dios perdona verdaderamente
todos nuestros pecados y nos recibe en su presencia, es un “gozo
inefable y glorioso.” La doxología en sí es poder: cuando vivimos
agradecidos por el magnífico don divino, otros son atraídos al co
nocimiento de este gozo del Señor que supera todo lo demás.
173
174 / Dinero, sexo y poder
PREPARACION EN SECRETO
Si queremos participar en el ministerio de poder, hemos de
comprender la preparación oculta que Dios lleva a cabo con sus
ministros. Cuando Moisés mató al egipcio, creyó que mediante el
uso del poder humano iba a acabar con los abusos que había en el
mundo. Lo que pensó que sería un poder creador, acabó siendo una
fuerza destructora. Moisés necesitaba recibir una preparación en
secreto antes de estar listo para el ministerio de poder; y esa pre
paración consistía en pasar cuarenta años en el desierto a fin de
aprender la diferencia que hay entre manipulación humana y po
der divino. Para cuando se presentó delante de Dios, junto a la
zarza ardiente, era un hombre completamente distinto: la arro
gancia de aquel que es capaz de ejercer poder con un movimiento
de la mano se había desvanecido. Ahora vemos ante nosotros al
más manso de los seres humanos; a alguien cuya seguridad pro
viene únicamente de la confianza en el poder de Dios.
También eLapóstol Pablo experimentó una preparación en se
cretó para su ministerio. Se había convertido de una forma espec
tacular en el camino de Damasco, y más tarde había escapado de
los que querían matarlo gracias a un canasto descolgado por el
muro; desapareciendo a continuación en los desiertos de Arabia
por tres años y medio. Luego, tras realizar una corta visita a Je-
rusalén, huyó a Tarso, su ciudad natal, donde pasó varios años
(Gálatas 1:15-18; Hechos 9:30; 11:25, 26). Hasta casi trece años
después de su conversión, Pablo no llegó a Antioquía ni comenzó
su carrera de misionero. Cuando leemos acerca de la gran labor
del apóstol en el libro de los Hechos, debemos recordar la prepa
ración secreta que precedió a la misma.
Hoy en día, hemos olvidado la importancia de esta obra de Dios
escondida y por consiguiente lanzamos de inmediato a la gente a
la notoriedad, otorgándoles un póder increíble, y asombrándonos
luego de que se corrompan. A menos que estemos preparados para
ejercerlo, el poder acabará con nosotros: este es un asunto de gran
trascendencia para la iglesia actualmente. A causa de nuestra
completa ignorancia de lo importante que resulta esa preparación
en secreto, hemos lanzado a innumerables obreros al centro de la
atención pública antes de que estuvieran listos para ello.
Todos debemos experim entar esa preparación oculta. El
tiempo que pasamos bajo la instrucción del Señor jamás resulta
un tiempo malgastado. Aprendemos en secreto, ver la vida desde
una perspectiva espiritual, y a distinguir lo que es importante de
aquello que no tiene tanta trascendencia. A menudo, Dios invierte
El ministerio de poder /177
184
El voto de servicio /185
y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vo1
sotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre
vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre
vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para
ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos” (Mateo 20:25-28).
De modo que el liderazgo es una posición de servicio: aquellos
que recogen el manto de la dirección espiritual lo hacen por el bien
de los demás, y no por el suyo propio. La preocupación del líder es
satisfacer las necesidades de la gente; no hacer crecer su propia
reputación. Como escribiera Bernardo de Clairvaux: “Aprende la
lección de que, si has de realizar la labor de profeta, no necesitas
un trono, sino una azada .”7
Necesitamos líderes que tengan un corazón de siervos, y pe
dimos de veras al Dador de todo don espiritual que levante hom
bres y mujeres humildes para ser apóstoles, profetas, evangelistas,
pastores y maestros (Efesios 4:11). Precisamos de todos y de cada
uno de ellos. La autoridad de dichos líderes procede de Dios, y es
reconocida y afirmada por la comunidad de la fe: ellos son nuestros
directores espirituales, a los cuales honramos como siervos de
Cristo.
¿Cómo sirven a sus fieles los líderes espirituales? Les sirven
aprendiendo las sendas de la oración. La gente necesita desespe
radamente el ministerio de la intercesión. Los matrimonios se
están deshaciendo, los niños están siendo destruidos, las personas
viven en desdicha y depresión.. . pero nosotros podemos hacer que
muchas cosas cambien si aprendemos a orar. Si de veras amamos
a la gente, desearemos para ella mucho más de lo que nosotros
mismos somos capaces de darle; lo cual nos conducirá a la oración.
Permítame que hable breve pero directamente a los pastores
y otras personas que ocupan posiciones de liderato espiritual: Su
gente espera de usted el ministerio de la oración sanadora. Cuando
usted entra en las casas y ve a los individuos postrados bajo el
peso de las aflicciones de la vida, lo más natural del mundo es que
les imponga las manos de la manera sacramental y ore pidiendo
su restauración. Hágalo con toda la confianza, la humildad, la
ternura y el valor de que disponga. Si lleva usted a cabo esto, día
tras día, con una dependencia profunda del Espíritu Santo, se
quedará asombrado al ver los resultados. Muchas veces tendrá
lugar una mejoría substancial, y en ocasiones el impacto será tan
espectacular que parecerá que ha habido una resurrección —y en
cierto sentido así será—. No tenemos por qué asustarnos de esas
veces en las cuales no hay ninguna mejoría notable, ya que en
El voto de servicio /191
Los votos de sencillez, fidelidad y servicio son para todos los cris
tianos de cualquier época, y constituyen imperativos categóricos
para los seguidores obedientes del obediente Jesucristo. Esos votos
representan el punto de partida para explorar las profundidades
de la vida espiritual y descubrir nuestra misión en el mundo.
Los votos nos estimulan a buscar una vida espiritual más pro
funda; así, damos la espalda a la superficialidad de la cultura
moderna y nos sumergimos en la hondura, utilizando las discipli
nas clásicas de la meditación, la oración, el ayuno, el estudio, la
sencillez, la soledad, la sumisión, el servicio, la confesión, la ado
ración, la guía espiritual y el regocijo.1 Nos ayudamos mutua-
.mente a avanzar en la vida espiritual, alentando a los que van
bien y consolando a aquellos que tropiezan.
Los votos nos llaman a un enérgico testimonio social; así que
nos oponemos a la cultura dominante, que ha comprometido su
alma con la codicia, la permisividad y el egoísmo, criticamos los
valores vacíos de la sociedad contemporánea, e invitamos a ésta
al gozoso discipulado de Cristo.
Los votos nos llaman al evangelismo y a la mentalidad misio
nera: no se trata de ideales que guardamos para nosotros mismos,
y de los cuales disfrutamos retirándonos a nuestros solitarios ho
gares, sino que son algo que debemos compartir abiertamente con
todos aquellos que confiesan a Cristo como Señor y Rey. Tenemos
la obligación de ganar a todas las naciones y a todos los pueblos
de la tierra para Jesús en previsión de aquel día cuando “toda
rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2 :10, 11).
Ha llegado la hora de que haya un nuevo y poderoso movi
miento del Espíritu de Dios como los hubo en el pasado. Piense,
200
Epílogo: Vivir los votos / 201
202
Notas! 2Ô |p
Los Angeles, Manila: Claret Center for Researches in Spirituality*^
1981), pp. 149, 152.
18. Thomas Hooker, The Cambridge Platform, cap. 4, par. 3, citado en
Herbert Wallace Schneider, The Puritan M ind (New York, ÈE.UU.i
Henry Holt, 1930), p. 19.
19. Dostoïevski, E l idiota, p. 156.
10. Cita de Jacques Ellul, The Technological Society (New York, EE.UU.:
Alfred A. Knopf, 1970), p. xi.
11. Wink, Naming the Powers, p. 130.
12. Ibid., p. 86.
13. James Nayler, The Lamb's War (1658), recopilado por Hugh Barbour
y Arthur Roberts en Early Quaker Writings (Grand Rapids, Mich.,
EE.UU.: Eerdmans, 1973), pp. 106, 107.
14. C.S. Lewis, The ScreWtape Letters (Londres, G.B.: Fount Paperbacks,
1982), p. 17.
15. George Fox, The Journal o f George Fox, rev. John L. Nickalls (Cam
bridge, G.B.: Cambridge University Press, 1952), p. 19.
Epílogo
1. Véase Foster, Alabama a la disciplina.
Printed in U.S.A.