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SEMINARIO NAZARENO BOLIVIANO

“AMOR PERFECTO” EN EL PENSAMIENTO WESLEYANO


Por:
ANGEL ABEL FLORES CATARI
PLAN DE ACCIÓN

En cumplimiento parcial para Aprobar La materia de:


Introducción a la sociología

DOCENTE:
Pastor: Rev. German Espinoza Guarachi

La Paz, Bolivia
INTRODUCCIÓN

La doctrina del amor perfecto en el pensamiento wesleyano se adentra en las


profundidades de la transformación espiritual, explorando la complejidad de la gracia
divina y su impacto en la vida del creyente.

La doctrina del amor perfecto, central en el pensamiento Wesleyano, representa un


concepto intrincado que va más allá de una mera emoción o afecto. Enraizada en una
profunda comprensión de la gracia divina y la transformación espiritual, esta doctrina es
esencial para el desarrollo teológico de John Wesley y ha dejado una marca distintiva en la
tradición metodista. A través del análisis de sus escritos, podemos descubrir las
complejidades de esta enseñanza, su relevancia en la vida del creyente y su conexión con
la búsqueda de la perfección cristiana.

El amor perfecto siempre es un don, para ser recibido en cualquier momento, por la fe
sencilla. Dios obrará en el creyente justificado su obra final de purificación. De modo que
entonces, estrictamente hablando, ésta no es algo que el hombre logre, sino un regalo de
Dios.
Por ende, una doctrina bíblica de la perfección cristiana declara que la entera santificación
es la acción de Dios, quien, por el Espíritu Santo, libra al alma del pecado e inaugura un
nuevo dechado de devoción interior.
Es el ministerio de Dios Espíritu Santo “entrar en los recónditos del espíritu humano y
obrar desde adentro de la subjetividad del hombre”. Desde adentro de nuestro ser, el
Espíritu vitaliza, santifica y fortalece. La obra del Espíritu por la cual somos sanados y
completados sucede

El amor perfecto, como lo entiende Wesley, no es simplemente un amor humano


mejorado, sino la obra completa de la gracia divina en el corazón del creyente. Este amor,
que va más allá de las limitaciones humanas, impulsa al creyente hacia una comunión más
profunda con Dios. Para Wesley, esta doctrina encuentra su base en el mandato bíblico de
amar a Dios con todo el corazón, el alma y la mente, y al prójimo como a uno mismo.

La transformación del amor humano en amor perfecto es un proceso gradual que Wesley
describe como santificación. Este concepto implica la purificación progresiva del creyente
a través de la gracia divina. La obra del Espíritu Santo en la vida del creyente no solo
justifica, sino que también santifica, llevando al individuo a una mayor conformidad con la
imagen de Cristo. En este proceso, el amor imperfecto del creyente se transforma en un
amor que refleja la naturaleza misma de Dios.

La doctrina del amor perfecto tiene importantes implicaciones éticas en la vida del
creyente. En primer lugar, Wesley sostiene que este amor implica una entrega total a
Dios. El creyente debe rendir su voluntad y deseos al Señor, permitiendo que la gracia
divina obre en su vida de manera completa. Esto no significa una pérdida de
individualidad, sino más bien una alineación de la voluntad personal con la voluntad
divina.

Además, el amor perfecto tiene una dimensión comunitaria. Wesley enfatiza la


importancia de vivir en comunidad y la necesidad de buscar la edificación mutua. La vida
cristiana no se vive en aislamiento, sino en comunión con otros creyentes. El amor
perfecto se manifiesta no solo en la relación vertical con Dios, sino también en la relación
horizontal con el prójimo. La comunidad de fe se convierte en un lugar donde se
experimenta y se practica este amor divinamente perfeccionado.

La relación entre la doctrina del amor perfecto y la búsqueda de la perfección cristiana es


innegable. Wesley ve el amor perfecto como el pináculo de la madurez espiritual, un
estado en el cual el creyente vive en constante amor hacia Dios y hacia los demás. Aunque
reconoce la posibilidad de caídas temporales, sostiene que el amor perfecto es alcanzable
en esta vida y es esencial para la plena experiencia de la salvación.

En conclusión, la doctrina del amor perfecto en el pensamiento wesleyano es una joya


teológica que destaca la acción transformadora de la gracia divina en la vida del creyente.
Este amor va más allá de los límites humanos y lleva al individuo a una comunión más
profunda con Dios y con la comunidad de fe. La búsqueda de la perfección cristiana,
enraizada en el amor perfecto, es un llamado a la entrega total a Dios y a la participación
activa en la obra redentora del Espíritu Santo. En última instancia, la doctrina del amor
perfecto ilumina el camino hacia una vida de santidad y comunión divina en el contexto
del pensamiento wesleyano.
Un aspecto final de una teología de la perfección es un reconocimiento franco de su
naturaleza relativa. Se trata de perfección evangélica. En lugar de la ley mosaica Dios ha
establecido otra ley a través de Cristo, que es la ley de la fe. Tal como Wesley nos
recuerda: “No es todo aquel que hace, sino todo aquel que cree, el que recibe la justicia...
o sea, el que es justificado, santificado y glorificado.”
Nos podemos hacer estas preguntas para aclarar:
¿Es el amor el cumplimiento de esta ley?
Indudablemente que sí. Toda la ley, bajo la cual estamos, se cumple en el
amor: Romanos 13:9-10. La fe que ahora obra animada por el amor es todo
cuanto Dios exige del hombre, pues Él ha reemplazado la perfección angelical
por el amor.
¿Por qué es el amor el fin del mandamiento?
Porque es el fin de cada mandamiento de Dios. Pues es el centro al que se
dirige todo y cada parte de la institución cristiana. Su fundamento es la fe,
purificando el corazón; el fin es el amor, preservando una buena conciencia.
¿Qué amor es este?
El amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, nuestra mente, alma
y fuerza; y el amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, como a
nuestras propias almas.33
El “amor perfecto” es el verdadero nombre para la doctrina de Wesley. 34 Este nombre
recalca la naturaleza positiva y social de la santidad. Wesley mismo no quiso usar el
término “perfección sin pecado”, puesto que el más santo de los cristianos “quedan cortos
de la ley del amor” tal como es expuesta en 1 Corintios. 36 Debido a su ignorancia, los que
han sido perfeccionados en amor son culpables de lo que Wesley llama “transgresiones
involuntarias” de la ley de Dios. Por tanto, aun los más perfectos, por esta misma razón
necesitan una sangre expiatoria, aun por sus transgresiones externas.
CONCLUSION
Podemos ver que la doctrina del amor, en el pensamiento wesleyano, se revela como un
hilo conductor que teje la complejidad de la gracia divina con los anhelos más profundos
del alma humana
El amor perfecto, en el pensamiento wesleyano, no solo es un ideal inalcanzable, sino una
realidad experimentada por aquellos que se sumergen en la corriente de la gracia divina.
la doctrina del amor perfecto en el pensamiento wesleyano nos llama a una comunión
más profunda con Dios y con nuestros semejantes.

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