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HERENCIA TEOLÓGICA I:

INTRODUCCIÓN
Trabajo de Investigación

PRESENTADO POR:
JULIO EDUARDO CONTRERAS CARRILLO
Un tema debatible en la vida y obra de Juan Wesley, es su teología sistemática. Algunos

autores consideran que Wesley fue un teólogo práctico y que nunca escribió una teología

sistemática, como lo hizo Juan Calvino.

La teología de Wesley no se encuentra en un tratado único y específico, sino que se

encuentra en todo lo que escribió. Entonces, la teología de Wesley es una teología

sistemática ilustrada en la práctica y experiencia personal. Wesley no vivió teología

especulativa; Wesley vivió su teología. La teología de Wesley no es sólo producto de largas

horas de estudio de libros y consulta de Sagradas Escrituras; también es el producto de la

aplicación práctica de estudio en su vida personal. Así pues, la teología de Wesley es una

teología práctica y no abstracta, como son la mayoría de las teologías sistemáticas. La

teología de Wesley es el reflejo y testimonio de su jornada espiritual.

Juan Wesley utiliza su propia experiencia de salvación para organizar su teología. El orden

de la salvación según Wesley es:

1. La imagen de Dios.

2. La Gracia Anticipante.

3. La Gracia Justificadora.

4. La Gracia Santificadora.

5. La Gracia Glorificadora.

De esta forma vemos organizada la teología de Juan Wesley, basado en su propia

experiencia de salvación.

En el presente escrito me abocaré a desarrollar el punto cuatro; “La Gracia Santificadora” o

“Perfección Cristiana”, iniciando con un corto resumen del contexto histórico-teológico,

para después presentar el concepto, aplicado en un contexto mexicano, específicamente en

la parte norte del país.


LA PERFECCION CRISTIANA

La palabra perfecto implica que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su

línea. Antepuesto a un sustantivo al que califica, significa que posee el grado máximo de

una determinada cualidad o defecto. Además de esta definición, las siguientes

connotaciones están ligadas a la palabra perfección: sin error, sin falta, y completo. Por lo

tanto, un cristiano perfecto, basado en la percepción secular y común, es aquel que no tiene

errores, faltas, que está completo y posee grado máximo de excelencia. Ante esto, existe

una reacción inmediata de que nadie puede ser perfecto.

A esto se debe que exista una reacción negativa a lo que Wesley propone y crea confusión

y controversia entre los que leen a simple vista la afirmación e Wesley de que los cristianos

pueden y deben ser perfectos en esta vida.

Para Juan Wesley la salvación es el inicio de la salvación, y la salvación y la santidad son

obras de la gracia divina. También, en el momento en que los pecadores reciben el perdón

de Dios, en ese preciso instante los pecadores reciben el perdón de Dios. Pero, ¿qué sucede

después de ese instante en que el perdón de Dios ha sido derramado en nuestros corazones?

Wesley habló diciendo que cuando los pecadores en el momento que han nacido de nuevo,

es el inicio de una nueva vida y la culminación de esta es la glorificación, la gloria a lado de

Dios. Pero ante de llegar al final de la carrera, Wesley afirma que se debe dar en nosotros la

obra de la gracia santificadora. Wesley afirma que en la vida del creyente, de quienes han

nacido de nuevo y han sido justificados, todavía existen remanentes del pecado, o sea que

el pecado todavía está presente en la vida de quienes desean seguir creciendo en la fe

cristiana. Para poder crecer de gracia en gracia, e ir de victoria en victoria, requieren de una

nueva obra de Dios en sus vidas. La gracia santificadora.


En cuanto al pecado que está presente en los cristianos, Wesley sostiene que ahora ya no es

un hábito, no es una costumbre, sino más bien una expresión esporádica y aislada. Por lo

tanto Wesley se pregunta: ¿Existe el pecado en quien está en Cristo? ¿Permanece el pecado

en quien cree en él? ¿Hay algún pecado en los que son nacidos de Dios o son totalmente

librados de él? Su respuesta es afirmativa.

Wesley escribió:

Por ningún motivo puedo yo aceptar la declaración que dice <no hay pecado

en un creyente desde el momento que es justificado>. En primer lugar,

porque es contraria a todo el tenor de la Biblia. En segundo lugar, porque es

contraria a la experiencia de los hijos de Dios. En tercer lugar, porque es

absolutamente nueva. Nunca se había oído esto, hasta hace poco. Y, en

último lugar, porque tiene consecuencias fatales, no solamente contristando a

quienes Dios no desea contristar, sino tal vez arrastrándoles a la perdición

eterna.

Se puede decir entonces que el creyente que ha nacido de nuevo no peca de una manera

habitual, sino que desea agradar a Dios de todo corazón y le quiere servir en

agradecimiento. Sin embargo, en esta nueva vida el creyente no está exento de tentaciones,

ni de cometer pecados de omisión y por ignorancia. Wesley argumenta, y el Nuevo

Testamento lo confirma, el creyente nacido de nuevo peca, no de una manera permanente,

no de una manera frecuente, no con una intención maliciosa ni premeditada, pero peca; así

que el pecado sigue siendo una realidad en la vida del creyente. Por esta razón, Wesley

provee una solución: la gracia santificadora.


Wesley utilizó diferentes y variadas expresiones para explicar su concepto de la perfección

cristiana. Los siguientes siete elementos, que están basados en diferentes tratados, sermones

y escritos de Wesley, captan la esencia de su forma de pensar y de su carácter pastoral al

ministrar a sus seguidores, a sus predicadores laicos y aun sus detractores. Estos elementos

son: 1) Amor de Dios (imitadores de Dios). El fundamento de la perfección cristiana es el

amor, y la razón de este fundamento es que Dios es amor, que Cristo vivió una vida y un

ministerio de amor. El amor a quienes viven en perfección cristiana y al que todos los

creyentes son llamados es a reflejar la esencia del carácter divino. Por esto al practicar

acciones de amor para con Dios y los demás, los creyentes están proclamando que desde la

eternidad Dios es amor, que el amor que ahora tienen procede de Dios, que Dios es la

fuente de toda buena dádiva, que Dios nos amó primero, y que Dios nos ha mostrado el

verdadero significado de amor.

2) Amar a Dios con todo nuestro ser. ¿Por qué debemos amar a Dios? La respuesta pudiera

sonar sencilla, pero su efecto en la practicidad de la vida, es complicado. Debemos amar a

Dios porque él es amor.

Dios quiere que le amemos no por temor, no porque sea nuestro proveedor, no porque sea

Dios y así lo exija. Dios quiere que le amemos porque a través de la historia y desde la

eternidad Dios es amor y el amor de Dios es perfecto, como muestra de nuestra gratitud, le

obedecemos viviendo una vida santa y perfecta, para darle honra y gloria a Dios.

3) Amor por el prójimo. Para Wesley, la perfección cristiana incluía el amor al prójimo,

ahí los metodistas tuvieron la oportunidad no sólo de testificar de lo que Dios había hecho

en su vida persona, sino también de desarrollar relaciones interpersonales con la gente que
estaba a su lado, especialmente con personas radicalmente diferentes. Precisamente a través

de nuestras relaciones humanas es que Dios quiere que demostremos nuestra santidad.

4) Ser un administrador (mayordomo) fiel. Wesley nos recuerda que somos responsables,

delante de Dios, de nuestra alma, de nuestros cuerpos, de nuestros talentos, y de nuestras

posesiones materiales. Así que al final de nuestra existencia daremos cuenta a Dios por

cada uno de ellos. Al mismo tiempo, Wesley incluye otras categorías dentro de cada uno de

esto aspectos de nuestra existencia. ¿Cómo utilizaste la capacidad de aprender? ¿Buscarte

prepararte para ayudar a otros o simplemente para buscar fama y gloria para ti mismo?

¿Usaste a imaginación para buscar formas creativas de predicar el evangelio?

5) Vivir una vida que refleje el entendimiento de la gracia universal de Dios. Las

implicaciones de esta forma de entender la salvación y la gracia divina son cruciales para el

desarrollo de una vida cristiana en perfección. Si creemos que la gracia de Dios está

obrando en cada ser humano, entonces cada persona debe ser trata con respeto y dignidad,

puesto que Cristo murió par cada una de ellas. Wesley asegura con su estilo de vida que la

perfección cristiana está intrínsecamente ligada a la manera en que nos relacionamos con la

gente que nos rodea, particularmente con quienes se encuentran al margen de la sociedad.

6) Las buenas obras. Si recordamos que Wesley ha establecido que el origen del pecado es

el egoísmo y el egocentrismo, entonces, las buenas obras como producto de la justificación

son una forma de expresar que ya no vivo yo, más Cristo vive en mí. Es decir, que lo que

hago, no lo hago para mí, sino que lo hago por amor a Dios y al prójimo. Wesley clasifica

las buenas obrasen dos tipos: las de piedad y las de misericordia. Las primeras, enfocadas a

la vida privada, las segundas, enfocadas a la vida social.

7) La restauración de la imagen de Dios. ¿Podrían los creyentes recobrar la imagen de Dios

y su perfección como existía antes de la caída? Wesley diría que no es posible. En


particular porque los cuerpos de los seres humanos antes de la caída no estaban

corrompidos, y los nuestros sí lo están. Aunque es imposible para los creyentes alcanzar

una restauración completa de la imagen de Dios en sus vidas, sí es posible buscar la

restauración gradual de la imagen de Dios, sobre todo en nuestra relación con Dios y con el

prójimo. Es de esta manera que creceremos en el amor, en santidad, y cada día reflejaremos

más y más el carácter de Dios en nuestro diario vivir.

La doctrina de la doctrina de la perfección cristiana, o santidad, es quizás el elemento que

distingue al pueblo wesleyano como tal. Wesley escribió:

La doctrina fundamental del pueblo llamado metodista, es quienquiera que

sea salvo, antes que cualquier cosa, es necesario que la persona tenga fe, fe

verdadera. La fe que obra por amor, la cual por medio del amor de Dios y el

amor al prójimo produce un cambio en el interior, tanto como en el exterior.

Para Wesley la doctrina de la perfección cristiana constituía la esencia del movimiento

metodista porque considera el aspecto interior tanto como el exterior; es decir, los

elementos sociales y personales del evangelio.

Para Wesley los aspectos sociales de la perfección cristiana son inseparables e igualmente

importantes que los personales. Por lo tanto, no se puede hablar de santidad y perfección

cristiana únicamente en términos personales; también hay que notar y enfatizar las

implicaciones sociales de la perfección cristiana como parte esencial e integral de la vida

del creyente.

Wesley escribió:
Generosos siempre buscando el beneficio de la comunidad, compartir por amor no

por imposición, ni pensando que al compartir se estará recibiendo un beneficio

personal.

APLICACIÓN

Me di a la tarea de preguntar a algunas personas su concepto de santidad. Para mi sorpresa

nueve de 10 respondieron que santidad tiene que ver con hacer lo bueno para Dios,

apartarse de lo malo para Dios, pero ninguno de ellos incluyó en su definición amar a Dios

y amar al prójimo. Este resultado, (aunque informal) refleja la enseñanza bíblica y doctrinal

de los pastores, maestros de algunas de las iglesias metodistas del norte de México, que está

muy distante del concepto bíblico wesleyano.

Juan Wesley encontró empapado en toda la biblia que una persona que cree en Dios, debe

amar a Dios y reflejar ese amor en servicPerio al prójimo. Esta verdad bíblica fue la base

sobre la cual Wesley construyó su teología práctica, que trajo como resultado un impacto

social y cultural en su época.

Si la teología y ministerio de Juan Wesley se caracterizó por la perfección cristiana, que ya

definimos como el amor de Dios, ¿qué es lo que hoy en día nos caracteriza como iglesia?

¿Cuál es el enfoque? ¿En qué cosas estamos invirtiendo nuestros recursos materiales,

intelectuales y espirituales? El enfoque no es el amor, el enfoque está desarrollado en el

egoísmo que es totalmente contrario al amor. Como ministros, estamos preocupados por las

estadísticas, cuánto crecieron o decrecieron nuestras iglesias, las finanzas, el poder, etc.

Invertimos nuestros recursos en programas y métodos que al final de cuentas no resultaron

en el extendimiento del reino de Dios en la tierra, se queda dentro y no fuera de la iglesia.

Pudiera ampliarse aún más la lista de cosas en las que como iglesia metodista estamos

perdidos, pero no es el objeto de este escrito.


Dios es amor, y amó al mundo enviando a su hijo unigénito. Jesús, el hijo de Dios, amó al

mundo, despojándose de todo, humillándose hasta la muerte y muerte de cruz. El ministerio

de Jesús fue relacional, estaba con la gente, estaba en contacto con la necesidad y se

compadecía de ellos. Juan Wesley identificó este aspecto en el ministerio de Jesús, lo

enseñó, lo vivió, y en su tiempo es lo que diferenció su movimiento de los otros en su

tiempo.

El llamado es a volver a la base de nuestra doctrina y teología wesleyana. Que si bien,

inicialmente no podremos afectar a toda una institución religiosa, pero sí a la comunidad en

la que nos desenvolvemos, volteando a ver a nuestro vecino, compañero de trabajo, familia

y amarlos como Dios nos amó. De esta manera, uno a uno, podremos amar y alcanzar a

hombres y mujeres que necesitan conocer el evangelio, el verdadero evangelio de Jesús,

caracterizado por el amor.

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