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RESUMEN……………………………………………………………………
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GUATEMALA…………………………………………… 2
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GUATEMALA…………………………………………………………………. 11
GUATEMALA……… 15
GUATEMALA……………………………………….. 20
RESUMEN
En estos casos se mencionan los hechos, los fondos y preliminares en los cuales se explica
con fundamentos legales si se violentaron o no los derechos de los sujetos mencionados en
cada uno de ellos. Por lo que la CIDH decreta Reparaciones contra el estado de Guatemala
si realmente establece que se violentaron los derechos humanos de la persona, ordenando al
estado de Guatemala se hagan las reparaciones que se consideren pertinentes según el caso
de violación de derechos humanos cometido.
Sin la ayuda de la CIDH para sancionar y velar que los derechos humanos no se violen; los
países que vulneran y violan los derechos humanos a las personas no tendrían fin y lo
seguirían haciendo siempre para favorecer a personas individuales selectas o grupos e
incluso para beneficios personales.
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CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
(CIDH)
CASO VELIZ FRANCO Y OTROS Vs. GUATEMALA
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA
SENTENCIA DE 19 DE MAYO 2014
(EXCEPCIONES PRELIMINARES, FONDO, REPARACIONES Y COSTAS)
I. Hechos
El Tribunal constat6 que el 17 de diciembre de 2001, a las 16:00 horas, Rosa Elvira Franco
Sandoval denunci6 ante la Policía Nacional Civil la desaparici6n de su hija, quien había
salido de su casa hacia su trabajo a las 8:00 horas del día anterior y no había regresado.
Marta Isabel tenía en ese memento 15 años de edad, y vivía con su madre, sus dos hermanos
y abuelos antes mencionados. No se ha acreditado que luego de la denuncia dependencias o
funcionarios estatales realizaran acciones de búsqueda de la niña.
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acudió a la morgue e identificó el cuerpo, indicando que era el de su hija María Isabel.
Luego se estableció que la causa de la muerte había sido un “trauma de cráneo producido
por arma blanca”.
Cabe resaltar, finalmente, que los hechos del caso sucedieron en un contexto de aumento de
la violencia homicida contra las mujeres en Guatemala en el que la existencia de homicidios
por razones de género no era excepcional.
El Tribunal notó también que el Estado, antes y después de ese momento, ha adoptado
diversas medidas tendientes a afrontar la discriminación y violencia contra las mujeres. Sin
perjuicio de ello, para diciembre de 2001, así como en los años siguientes, Guatemala
presentaba un alto índice de impunidad general, en cuyo marco la mayoría de los actos
violentos que conllevaban la muerte de mujeres quedaban impunes. No surge de la prueba
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remitida a la Corte que tal situación haya sido modificada en forma sustantiva hasta el
presente.
III. Fondo
La Corte aseveró que el deber de garantizar los derechos humanos adquiere especial
intensidad en relación con niñas, por lo que surge un deber del Estado de actuar con estricta
diligencia para cumplir tal obligación. Además, determinó que las autoridades estatales,
cuando la señora Franco Sandoval realizó la denuncia de la desaparición de su hija,
debieron tener tal acto como una indicación de la probable vulneración de los derechos de la
niña. En tal sentido, el Tribunal determinó que el Estado conocía o debió conocer que el
hecho denunciado se insertaba en el ya mencionado contexto de aumento de la violencia
homicida contra mujeres. Por ello, afirmó que, en tales circunstancias, la omisión estatal de
realizar acciones de búsqueda implicó una falta al deber del Estado de prevenir violaciones
a los derechos de la niña. Declaró entonces responsable al Estado por incumplir, en
perjuicio de María Isabel, su deber de garantizar los derechos a la vida e integridad
personal, en relación con los derechos del niño, la obligación general de garantizar los
derechos sin discriminación, y la obligación de prevenir la violencia contra la mujer.
Por otra parte, el Tribunal expresó que resultaba verosímil que el homicidio de María Isabel
hubiera sido cometido por razones de género, dados los evidentes signos de violencia con
que se encontró su cadáver. Siendo así, las autoridades estatales tienen la obligación de
investigar ex officio las posibles connotaciones discriminatorias por razón de género del
acto perpetrado. La debida diligencia incluye el deber de ordenar de oficio los exámenes y
pericias correspondientes tendientes a verificar si el homicidio tuvo un móvil sexual o si se
produjo algún tipo de violencia sexual. En este sentido, la investigación no debe limitarse a
la muerte de la víctima, sino que debe abarcar otras afectaciones específicas contra la
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integridad personal, tales como torturas y actos de violencia sexual. Asimismo, debe incluir
una perspectiva de género y realizarse por funcionarios capacitados en casos similares y en
atención a víctimas de discriminación y violencia por razón de género. Los Estados tienen la
obligación de adoptar normas o implementar las medidas necesarias que permitan a las
autoridades ofrecer una investigación con debida diligencia, de acuerdo a las pautas
referidas. El Tribunal expresó también que “la ineficacia judicial frente a casos individuales
de violencia contra las mujeres propicia un ambiente de impunidad que facilita y promueve
la repetición de los hechos […] y envía un mensaje según el cual la violencia contra las
mujeres puede ser tolerada y aceptada”. Dicha ineficacia constituye en sí misma una
discriminación de la mujer en el acceso a la justicia.
A partir de los parámetros expuestos, la Corte concluyó que el modo en el que se llevó a
cabo la investigación, de acuerdo a los hechos ya mencionados, no cumplió pautas de
diligencia debida, lo que se vinculó a la inexistencia de normas y protocolos para la
investigación de este tipo de hechos. Además, el incumplimiento del deber de no
discriminación se vio agravado por el hecho de que algunos funcionarios a cargo de la
investigación efectuaron declaraciones que denotan la 4 existencia de prejuicios y
estereotipos sobre el rol social de las mujeres. Los estereotipos de género tuvieron
una influencia negativa en la investigación en la medida en que trasladaron la culpa de lo
acontecido a la víctima y a sus familiares, cerrando otras líneas posibles de investigación.
La Corte concluyó que la investigación abierta a nivel interno no ha garantizado el acceso a
la justicia de los familiares de María Isabel, violando los derechos a las garantías judiciales,
la protección judicial y el derecho a la igualdad ante la ley, en relación con las obligaciones
generales de respetar y garantizar los derechos y adoptar disposiciones de derecho interno, y
con los deberes de actuar con diligencia para investigar y sancionar la violencia contra la
mujer.
Por último, el Tribunal determinó que la falta de prevención en el caso, así como la falta de
una actuación diligente en la investigación, y la impunidad en que permanecen los hechos
generó un sufrimiento a la señora Franco Sandoval. Además, está demostrado que durante la
investigación ella fue objeto de tratos despectivos e irrespetuosos por parte de agentes
estatales, referidos a ella y respecto a su hija, lo que produjo a la señora Franco Sandoval
una afectación adicional a su integridad personal.
IV. Reparaciones
La Corte estableció que su Sentencia constituye per se una forma de reparación. Asimismo,
ordenó que el Estado, en plazos y modalidades establecidos en la Sentencia, debe: a)
conducir eficazmente la investigación y, en su caso, abrir el proceso penal correspondiente,
y de ser pertinente, otros que correspondieren para identificar, procesar y, en su caso,
sancionar a los responsables de los vejámenes y privación de la vida de la niña María Isabel
Veliz Franco; b) publicar en el Diario Oficial de Guatemala y en un diario de amplia
circulación nacional, por una sola vez el resumen oficial de la Sentencia y publicar ésta en
forma íntegra en sitios web oficiales del Poder Judicial, del Ministerio Público y de la
Policía Nacional Civil; c) realizar un acto de disculpas públicas; d) elaborar un plan de
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fortalecimiento calendarizado del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF); e)
implementar, “teniendo en cuenta lo normado” por la Ley contra el Feticidio y otras formas
de violencia contra la mujer, adoptada en el año 2008 en Guatemala, el funcionamiento de
“órganos jurisdiccionales especializados”; f) implementar programas y cursos para
funcionarios públicos pertenecientes al Poder Judicial, Ministerio Público y Policía
Nacional Civil que estén vinculados a la investigación de actos de homicidio de mujeres
sobre estándares en materia de prevención, eventual sanción y erradicación de homicidios
de mujeres y capacitarlos sobre la debida aplicación de la normativa pertinente en la
materia; g) brindar atención médica o psicológica a Rosa Elvira Franco Sandoval, si ella así
lo desea; h) pagar las cantidades fijadas por concepto de indemnizaciones por daños
materiales e inmateriales, así como por el reintegro de costas y gastos, y reintegrar al Fondo
de Asistencia Legal de Víctimas la cantidad establecida, e i) rendir al Tribunal un informe
sobre las medidas adoptadas para cumplir con la Sentencia.
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El señor Chitay Nech estaba casado con Marta Rodríguez Quex, con quien tuvo cinco hijos:
Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermenio y María Rosaura, todos de apellidos Chitay
Rodríguez, quienes residían en San Martín Jilotepeque, Departamento de Chimaltenango,
Guatemala. En el año 1973 se unió a movimientos campesinos de la región e inició su
participación política afiliándose al partido Democracia Cristiana. En el año 1977 el partido
Democracia Cristiana presentó al señor Chitay Nech como candidato a Concejal en la
contienda electoral municipal de San Martín Jilotepeque y resultó electo. Como
consecuencia de la desaparición forzada del entonces Alcalde del Municipio, ocurrida el 21
de noviembre de 1980, Florencio Chitay Nech asumió la responsabilidad de la Alcaldía.
Desde junio de 1980 recibió diversas notas anónimas “en donde le invitaban a desatender
todas las actividades que realizaba”, y tuvieron lugar diversos atentados perpetrados en su
contra y de sus familiares, tales como intentos de secuestro y ataques a su casa de
habitación.
En consideración del allanamiento del Estado, los hechos del caso, y la prueba que consta
en el expediente, el Tribunal encontró que el Estado es responsable por la desaparición
forzada de Florencio Chitay, ya que fue privado de su libertad de manera ilegal por agentes
del Estado o por particulares con aquiescencia del Estado, sin que a la fecha se conozca su
paradero. Lo anterior en un contexto sistemático de desapariciones forzadas selectivas en
Guatemala, dirigidas, entre otros, contra líderes indígenas, con el objetivo de desarticular
toda forma de representación política a través del terror y coartando así la participación
popular que fuera contraria a la política del Estado. En específico, el modus operandi y el
subsiguiente ocultamiento del paradero a que fue sometido el señor Chitay Nech refleja la
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deliberada intención de extraerlo de la esfera jurídica e impedirle el ejercicio de sus
derechos tanto civiles como políticos. La situación agravada de vulnerabilidad a la cual fue
sometido sin duda le provocó profundos sentimientos de angustia, miedo e indefensión, lo
cual implicó la vulneración de su integridad personal y vida. En consecuencia, la Corte
declaró que el Estado es responsable por la violación de los derechos consagrados en los
artículos 7.1 (Derecho a la Libertad Personal), 5.1 y 5.2 (Derecho a la Integridad Personal),
4.1 (Derecho a la Vida), 3 (Derecho al Reconocimiento a la Personalidad Jurídica) y 23.1
(Derechos Políticos) de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1
(Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención, en relación con el artículo I.a) de
la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, en perjuicio de
Florencio Chitay Nech, por haberlo desaparecido forzosamente.
En cuanto a los derechos a las garantías y protección judiciales consagrados en los artículos
8.1 y 25.1 de la Convención Americana, la Corte concluyó que los hechos del presente caso
se enmarcaron claramente en un patrón sistemático de denegación de justicia y de
impunidad, ya que la investigación después de 29 años de los hechos aún se encuentra en la
fase inicial. En este sentido, el Tribunal concluyó que el Estado no ha cumplido con su
deber de investigar ex oficio, dentro de un plazo razonable, de una manera seria, imparcial y
efectiva la detención y posterior desaparición forzada de Florencio Chitay Nech, para
identificar, juzgar y eventualmente sancionar a los responsables de los hechos y evitar así la
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impunidad, ni ha realizado las diligencias necesarias para buscar y localizar el paradero del
señor Chitay Nech. Asimismo, el Estado no ha actuado con la debida diligencia para
garantizar el acceso a la justicia de los familiares de Florencio Chitay. Consecuentemente, el
Tribunal declaró que el Estado es responsable de la violación de las garantías y protección
judiciales consagradas en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación
con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermerio y
María Rosaura, todos de apellidos Chitay Rodríguez, así como del incumplimiento de la
obligación consagrada en el artículo I. b) de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas.
Por último, el Tribunal estableció que la Sentencia constituye per se una forma de
reparación, y ordenó al Estado las siguientes medidas de reparación: a) conducir
eficazmente, con la debida diligencia y dentro de un plazo razonable, la investigación
relacionada con la detención y posterior desaparición forzada de Florencio Chitay Nech,
para determinar las correspondientes responsabilidades penales y aplicar efectivamente las
sanciones y consecuencias que la ley prevea; b) continuar con la búsqueda efectiva y la
localización de Florencio Chitay Nech; c) publicar determinadas partes de la Sentencia en el
Diario Oficial y un resumen oficial de la Sentencia en otro diario de amplia circulación
nacional. Este último debe trasmitirse radialmente en español y en maya kaqchikel; d)
publicar íntegramente la presente Sentencia en el sitio web oficial del Estado; e) realizar un
acto público de reconocimiento de responsabilidad internacional en relación con los hechos
del presente caso y en desagravio a la memoria de Florencio Chitay Nech; f) colocar en San
Martín Jilotepeque, Chimaltenango, una placa conmemorativa con el nombre de Florencio
Chitay Nech, en la que se haga alusión a sus actividades; g) brindar atención médica y
psicológica gratuita en Guatemala a las víctimas declaras en el Fallo que así lo soliciten, y
h) pagar la indemnización por daño material e inmaterial, y el reintegro de gastos.
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CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
(CIDH)
CASO HENDRIX VS. GUATEMALA
SENTENCIA DE 7 DE MARZO DE 2023
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA
I. Hechos
Steven Edward Hendrix es nacional estadounidense. Entre 1997 y 2006, estuvo en territorio
guatemalteco en diferentes ocasiones por un período mínimo de 3 días y máximo de 3
meses y 24 días. El señor Hendrix salió del territorio guatemalteco por última vez el 16 de
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abril de 2006. Al momento de los hechos, el señor Hendrix trabajaba como consultor para la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Actualmente se
desempeña como funcionario del gobierno de los Estados Unidos de América.
El señor Steven Edward Hendrix obtuvo el título de Doctor en Ciencias Jurídicas, el cual
fue expedido por la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos, en 1987.
Posteriormente, el 19 de septiembre de 1997 el señor Hendrix presentó una solicitud de
incorporación a la Universidad de San Carlos de Guatemala (en adelante “USAC”) para que
se reconociese en Guatemala el referido título. El 17 de noviembre de 1997 la Junta
Directiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la USAC resolvió la
procedencia de su incorporación. A partir del 30 de marzo de 1998 se declaró que el señor
Hendrix era miembro de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y se incorporó como
Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.
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2004 la Corte de Constitucionalidad declaró con lugar el amparo, revocó la sentencia venida
en grado y declaró que se debía dar autorización para permitir el ejercicio de la profesión de
notario al señor Hendrix, condicionado a que este último adquiriese la nacionalidad
guatemalteca.
II. Fondo
El análisis del presente caso fue realizado en un capítulo, dentro del cual se examinó: 1)
derecho a la igualdad ante la ley, y 2) derecho a la protección judicial, a la nacionalidad, al
trabajo y a la propiedad privada.
Para el análisis del caso, la Corte consideró necesario determinar si el señor Hendrix se
encontraba en una situación similar a otras personas nacionales guatemaltecas para ejercer
el notariado. En efecto, el derecho a la igualdad, al menos en lo que se refiere a la igualdad
de trato, parte del supuesto que personas que se encuentran en condiciones fácticas
similares no pueden ser objeto de un trato diferenciado injustificado. Por lo tanto, si bien a
lo largo del proceso ante la Corte el debate se ha centrado en la convencionalidad de la
nacionalidad como requisito para ejercer el notariado, del expediente probatorio surge que
el señor Hendrix se encontraba en una situación particular que podía suponer un
impedimento para el ejercicio de la función notarial. La Corte notó que el artículo 2 del
Código de Notariado requiere que el notario se encuentre domiciliado en Guatemala, y en
consideración de los hechos se evidenció que el señor Hendrix carecía de antecedentes o
elementos que permitieran establecer su arraigo en Guatemala, condición necesaria de
acuerdo con la ley para el ejercicio de la función pública notarial.
La Corte estimó que el requisito del arraigo busca salvaguardar la rendición de cuentas por
parte de aquellas personas que ejerzan la función pública notarial. Para que el interés
público sea protegido, se requiere contar con la seguridad de la existencia de un vínculo
estrecho de la persona notaria con el Estado. En el presente caso, ya se ha señalado que el
señor Hendrix nunca tuvo arraigo en Guatemala, ni hay otros elementos en el expediente
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que permitan demostrar su vínculo en el territorio del país donde requirió ser autorizado
para ejercer como notario. Desde la anterior perspectiva es claro que el señor Hendrix no se
encontraba en una situación fáctica similar a las otras personas notarias en Guatemala,
quienes al estar domiciliadas en el territorio guatemalteco tenían el arraigo requerido para el
ejercicio de la función pública notarial.
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a la Corte su voto concurrente, y el Juez Rodrigo Mudrovitsch dio a conocer a la Corte su
voto disidente.
I. Hechos
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El presente caso se relaciona con un conflicto de carácter laboral de las personas
trabajadoras del Organismo Judicial de Guatemala. Este Organismo es el encargado del
Poder Judicial en Guatemala.
En 1994 el Sindicato de Trabajadores del Organismo Judicial (en adelante STOJ) denunció
el Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo suscrito entre el Organismo Judicial y el
Sindicato ante la Inspección General de Trabajo con el fin de iniciar las negociaciones para
suscribir un nuevo pacto. Al ser infructuosa la vía directa de negociación del nuevo pacto, el
STOJ promovió un conflicto de carácter económico y social. Agotadas las negociaciones, se
constituyó un Tribunal de Conciliación, el cual dio una serie de recomendaciones que no
fueron aceptadas por las partes, por lo que se dio por terminado el proceso de conciliación el
15 de febrero de 1996.
Al momento de los hechos, de acuerdo con el artículo 241 del Código de Trabajo, para
declarar una huelga legal se necesitaba la participación de por los menos las dos terceras
partes de las personas trabajadoras. Es por ello que, luego de agotado el proceso de
conciliación, el STOJ solicitó que se ordenara a la Inspección General proceder con el
conteo de los trabajadores que plantearon el conflicto laboral, con el fin de determinar si
constituían por los menos las dos terceras partes del Organismo Judicial y, por ende,
declarar la legalidad de la huelga. La interposición de diferentes recursos impidió que se
realizara este conteo.
Entre el 19 de marzo y el 2 de abril de 1996 miembros del STOJ realizaron una huelga. Para
ese momento, el conteo seguía paralizado por lo que no se había declarado la legalidad de la
misma. El 23 de abril de 1996, la Procuraduría General de la Nación presentó un incidente
con el fin de obtener la declaración de ilegalidad de la huelga. Este incidente fue acogido el
13 de mayo de 1996, por lo que se declaró ilegal la huelga y se le dio 20 días al patrono para
que determinara quiénes habían participado en la huelga y ejecutara los despidos. Contra
esta decisión, el STOJ interpuso una acción de amparo y un recurso de apelación, los cuales
fueron declarados sin lugar.
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asumidas por las autoridades nacionales, tanto en sede judicial como administrativa. En
consecuencia, declaró sin lugar esta excepción.
El Estado también alegó que no todos los extrabajadores presentaron recursos frente a sus
despidos, por lo que consideró que no se habían agotado los recursos internos. Sin embargo,
la Corte consideró que esta excepción resultaba improcedente ya que no fue planteada en la
etapa de admisibilidad ante la Comisión.
III. Fondo
En el análisis de fondo del presente caso, la Corte procedió a estudiar las violaciones
alegadas a las garantías del debido proceso (1) y a la protección judicial en el marco de la
declaratoria de ilegalidad de la huelga y del proceso de destitución (2), para luego analizar
las violaciones alegadas a los derechos a la huelga, de asociación, a la libertad sindical (3) y
al trabajo de las personas trabajadoras destituidas (4).
(1) Sobre el derecho a las garantías judiciales. El Tribunal reiteró que la aplicación del
artículo 8.2 de la Convención no se limita a procesos penales, sino que pueden ser
aplicadas a procesos administrativos de carácter sancionatorio. En el caso concreto,
las 65 víctimas fueron destituidas únicamente en aplicación de un acta que les
imputó una conducta antijurídica y estableció como consecuencia el despido. Por
consiguiente, el despido fue la sanción por haber participado en una huelga
declarada ilegal, y por ello a las personas que fueron objeto de esta sanción de
despido les eran aplicables las 3 garantías del debido proceso propias de los
procesos sancionatorios, aunque su alcance pueda ser de diferente contenido o
intensidad. En particular, la Corte consideró que las víctimas en esta causa no fueron
sometidas a un procedimiento previo a la destitución que les permitiera conocer de
antemano la conducta que se les imputaba y presentar pruebas de descargo, para
ejercer efectivamente su defensa. Únicamente se les notificó de la decisión de la
Corte Suprema, sin que se les diera la oportunidad de probar que no habían
participado en el movimiento de huelga. De esta forma consideró que el Estado no
respetó las garantías judiciales establecidas en los artículos 8.1, 8.2.b. y 8.2.c. de la
Convención Americana.
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(3) Derechos a la huelga, de asociación, a la libertad sindical de las personas
trabajadoras destituidas. El Tribunal examinó el derecho a la huelga bajo la
perspectiva del artículo 26 de la Convención y teniendo en cuenta su estrecha
relación con el derecho de asociación y la libertad sindical. En este sentido, el
Tribunal resaltó que la relación entre la libertad de asociación y la libertad sindical
es una relación de género y especie, pues la primera reconoce el derecho de las
personas de crear organizaciones y actuar colectivamente en la persecución de fines
legítimos, sobre la base del artículo 16 de la Convención Americana, mientras que el
segundo debe ser entendido en relación con la especificidad de la actividad y la
importancia de la finalidad perseguida por la actividad sindical, así como por su
protección específica derivada del artículo 26 de la Convención y el artículo 8 del
Protocolo de San Salvador. En el mismo sentido indicó que la protección del
derecho a la negociación colectiva y a la huelga, como herramientas esenciales de
los derechos de asociación y a la libertad sindical, es fundamental. La Corte advirtió,
además, que el criterio de legalidad de la huelga es un elemento central respecto de
la posibilidad de ejercicio del derecho a la huelga. De esta forma, las condiciones y
requisitos previos que la legislación establezca para que una huelga se considere un
acto lícito, no deben ser complicados al punto de producir que en la práctica resulte
imposible una huelga legal.
Por otro lado, el Tribunal consideró posible que los Estados establezcan el
cumplimiento de ciertas condiciones previas en el marco de la negociación colectiva
antes de optar por el mecanismo de la huelga en defensa de los trabajadores y las
trabajadoras. Sin embargo, estas condiciones deben ser razonables y en ningún
momento deben afectar el contenido esencial del derecho a la huelga, o la autonomía
de las organizaciones sindicales. En el caso de marras, la Corte consideró que, dado
que entre el inicio del conflicto en 1994 y la realización del movimiento pasaron
más de dos años, durante los cuales todos los intentos de negociación directa con el
Estado-patrono fracasaron, podía considerarse que la única herramienta que le
quedaba a los trabajadores era la huelga, como último recurso. De esta forma, la
multiplicidad de recursos presentados por el Estado contra la 4 decisión que
autorizaba el conteo por parte de la Inspección General del Trabajo, y su falta de
diligencia en ejecutar dicha decisión configuraron una obstrucción arbitraria por
parte del Estado para el ejercicio del derecho de huelga de las personas trabajadoras
del Organismo Judicial. Con respecto a la violación a la libertad de asociación y a la
libertad sindical, si bien no fue alegada por la Comisión, en virtud del principio iura
novit curia, y a la estrecha relación existente entre estos derechos y el derecho de
huelga, la Corte se pronunció sobre ella. La Corte tomó en cuenta que un número
significativo de víctimas eran trabajadores y trabajadoras del Organismo Judicial,
quienes en ejercicio de sus derechos de asociación y de libertad sindical se habían
vinculado al STOJ y concluyó que la declaratoria de ilegalidad de la huelga no sólo
vulneró el derecho a la huelga sino también el derecho de asociación y la libertad
sindical de las 65 víctimas del caso. Finalmente, frente al requisito establecido por la
normativa vigente en Guatemala al momento de los hechos de que se tenía que
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realizar un conteo y que éste debía reflejar la participación de al menos 2/3 de las
personas trabajadoras, la Corte consideró que una tasa de participación tan alta en el
movimiento vuelve en la práctica imposible un movimiento de huelga legal, por lo
que su imposición implicó una restricción arbitraria al derecho de huelga, de la
libertad de asociación y de la libertad sindical. De esta forma, consideró que
Guatemala era responsable por la violación al derecho a la huelga, a la libertad de
asociación y a la libertad sindical garantizados por los artículos 16 y 26 de la
Convención de las 65 víctimas, en relación con los artículos 1.1 y 2 de este mismo
cuerpo normativo.
IV. Reparaciones
Los jueces Humberto Antonio Sierra Porto y Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot dieron a
conocer sus votos individuales concurrentes. El juez Eduardo Vio Grossi dio a conocer su
voto parcialmente disidente.
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CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
(CIDH)
CASO GÓMEZ VIRULA Y OTROS VS. GUATEMALA
SENTENCIA DE 21 DE NOVIEMBRE DE 2019
(Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas)
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA
Por otro lado, la Corte concluyó que el Estado no violó el derecho a la vida, a la
Integridad personal, la libertad personal y libertad de asociación del señor Gómez
Virula, ni tampoco el derecho a la integridad personal de Antonio Gómez Areano y
Paula Virula Dionicio.
I. Hechos
El 13 de marzo de 1995 el señor Gómez Virula fue visto por última vez por un compañero
del sindicato. El 13 y el 14 de marzo los padres del señor Gómez Virula, Antonio Gómez
Areano y Paula Virula Dionicio, buscaron a su hijo en la Policía Nacional, centros de
detención, hospitales y la morgue. El 14 de marzo de 1995 el señor Gómez Areano
denunció la desaparición de su hijo ante el Procurador de los Derechos Humanos y
posteriormente ante la Sub-Jefatura del Departamento de Investigaciones Criminológicas
de Guatemala. Asimismo, los días 15, 16 y 17 de marzo de 1995 la UNSITRAGUA emitió
una comunicación a la opinión pública y dos telegramas urgentes dirigidos al Ministerio de
Gobernación, manifestando su preocupación por la posible relación entre la desaparición
del señor Gómez Virula y su participación en el sindicato de la empresa RCA.
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Entre el 16 y 17 de marzo de 1995 la policía realizó algunas diligencias para investigar la
desaparición del señor Gómez Virula. El 19 de marzo de 1995 fue hallado el cuerpo del
señor Gómez Virula en la zona 18 de la ciudad de Guatemala.
III. Fondo
La Corte recordó que en el presente caso no existían elementos para establecer que la
desaparición y muerte del señor Gómez Virula fue realizada por agentes estatales. La
controversia fue planteada únicamente respecto al alegado incumplimiento de la obligación
del Estado de garantizar dichos derechos, por no haber prevenido su violación.
o debiese haber sabido que existiera una situación de riesgo real e inminente en contra de
los sindicalistas con anterioridad a la denuncia de la desaparición del señor Gómez Virula.
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En consecuencia, la Corte consideró que el Estado no incumplió con su deber de garantizar
los derechos a la vida, a la integridad personal y la libertad personal del señor Gómez
Virula. Tomando en cuenta lo anterior, el Tribunal consideró que el Estado no violó el
derecho a la libertad de asociación del señor Gómez Virula.
La Corte concluyó que el Estado: (i) no actuó con la debida diligencia para investigar la
desaparición de la víctima, a pesar de que sabía que era un líder de un sindicato que se
encontraba en conflicto con su lugar de trabajo; (ii) una vez hallado el cuerpo, tampoco
actuó con la debida diligencia necesaria para preservar la escena del delito, hacerse de
elementos probatorios durante las primeras diligencias y la autopsia no demuestra que se
haya realizado un estudio riguroso del cadáver; (iii) no agotó las líneas de investigación de
manera diligente, pues de la información disponible se desprende que no se tomaron las
acciones necesarias para investigar a las posibles personas responsables, e (iv) incumplió
con su obligación de investigar los hechos en un plazo razonable.
En virtud de lo anterior, la Corte concluyó que el Estado violó los derechos a las garantías
judiciales y a la protección judicial, reconocidos en los artículos 8.1 y 25.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, en perjuicio de Alexander Yovany Gómez Virula, Antonio Gómez Areano y Paula
Virula Dionicio.
La Corte hizo notar que las argumentaciones sobre la alegada violación del derecho a la
integridad personal de los familiares se fundamentaron en la supuesta responsabilidad
estatal por la desaparición y muerte del señor Gómez Virula y la falta de investigación
adecuada de los hechos. La Corte consideró que no hay responsabilidad internacional del
Estado respecto al derecho mencionado, consagrado en el artículo 5 de la Convención
Americana, en tanto no estableció la participación estatal en la desaparición y muerte del
señor Gómez Virula y la falta de investigación de los hechos ya fue analizada dentro del
capítulo relativo a la violación de los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en
el cual fueron declaradas víctimas.
III. Reparaciones
La Corte ordenó al Estado: a) continuar las investigaciones que sean necesarias para
determinar y, en su caso, juzgar y sancionar a los responsables de la muerte del señor
Alexander Yovany Gómez Virula; b) investigar, aun en el supuesto que hubiese prescrito la
acción penal, los hechos ocurridos al solo efecto de satisfacer el derecho a la verdad de las
víctimas y de la sociedad; c) publicar la Sentencia y su resumen oficial, y d) pagar las
cantidades fijadas en la Sentencia por concepto de indemnizaciones por daños materiales e
inmateriales, así como el pago de costas y gastos.
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La Corte Interamericana de Derechos Humanos supervisará el cumplimiento íntegro de la
Sentencia, en ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido el caso una vez que
el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la Sentencia.
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