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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES


CATEDRA: DERECHOS HUMANOS
CATEDRATICA: LICDA. REYNA BEATRIZ SAPUT COJ

TRABAJO: RESUMEN DE SENTENCIAS


CONDENATORIAS AL ESTADO DE
GUATEMALA POR PARTE DE LA CIDH

HENRY BYRON CIFUENTES


VELASQUEZ
CARNE 9217808
CUARTO SEMESTRE 2023
SECCION ANTIGUA GUATEMALA
INDICE

RESUMEN……………………………………………………………………

…………………. 1

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CIDH)

CASO VELIZ FRANCO Y OTROS Vs.

GUATEMALA…………………………………………… 2

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CIDH)

CASO CHITAY NECH Y OTROS VS.

GUATEMALA………………………………………...….. 7

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CIDH)

CASO HENDRIX VS.

GUATEMALA…………………………………………………………………. 11

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CIDH)

CASO EXTRABAJADORES DEL ORGANISMO JUDICIAL VS.

GUATEMALA……… 15

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CIDH)


CASO GÓMEZ VIRULA Y OTROS VS.

GUATEMALA……………………………………….. 20
RESUMEN

El trabajo que a continuación se presenta contiene el resumen de varias demandas reales


hechas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CDIH) en contra del estado de
Guatemala y/o organismos estatales del mismo estado de Guatemala. Esto nos hace
entender más la historia y los hechos que ha atravesado Guatemala en lo que es la violación
de los derechos humanos por parte de las autoridades que en su tiempo de gobierno o
desempeño de cargos públicos, violentaron en contra de ciudadanos guatemaltecos, hechos
en los cuales se pueden mencionar la violación al derecho de la vida, el derecho a una
investigación adecuada y ecuánime, el derecho a la seguridad, el derecho de la mujer, etc.

En estos casos se mencionan los hechos, los fondos y preliminares en los cuales se explica
con fundamentos legales si se violentaron o no los derechos de los sujetos mencionados en
cada uno de ellos. Por lo que la CIDH decreta Reparaciones contra el estado de Guatemala
si realmente establece que se violentaron los derechos humanos de la persona, ordenando al
estado de Guatemala se hagan las reparaciones que se consideren pertinentes según el caso
de violación de derechos humanos cometido.

Sin la ayuda de la CIDH para sancionar y velar que los derechos humanos no se violen; los
países que vulneran y violan los derechos humanos a las personas no tendrían fin y lo
seguirían haciendo siempre para favorecer a personas individuales selectas o grupos e
incluso para beneficios personales.

1
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
(CIDH)
CASO VELIZ FRANCO Y OTROS Vs. GUATEMALA
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA
SENTENCIA DE 19 DE MAYO 2014
(EXCEPCIONES PRELIMINARES, FONDO, REPARACIONES Y COSTAS)

El 19 de mayo de 2014 la Corte Interamericana de Derechos Humanos dict6 Sentencia en


el caso Veliz Franco y otros Vs. Guatemala. La Corte declare que Guatemala vulner6, en
perjuicio de la niña Marta Isabel Veliz Franco, de 15 años de edad al momento de los
hechos, el deber de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos a la vida (artículo
4.1) e integridad personal (artículo 5.1), en relaci6n con los derechos del niño (artículo 19) y
con la obligaci6n general de garantiza r los derechos sin discriminación ( artículo 1.1) de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y la obligación de actuar con la debida
diligencia para prevenir e investigar la violencia contra la mujer (artículo 7.b) de la
Convenci6n Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer. Asimismo, el Estado viol6 los derechos a las garantías judiciales (artículo 8.1), a la
protecci6n judicial (artículo 25.1) y a la igualdad ante la ley (artículo 24) de la Convenci6n
Americana, en relaci6n con las obligaciones generales de respeta r y garantiza r los derechos
( artículo 1.1) y adoptar disposiciones de derecho interno (articulo 2) de dicho tratado, y con
los deberes de actuar con diligencia para investigar y sancionar la violencia contra la mujer
(artículo 7.b y 7 .c) de la Convenci6n Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer, en perjuicio de la madre de la niña, Rosa Elvira Franco
Sandoval, de los hermanos de Marta Isabel, Leonel Enrique Veliz Franco, José Roberto
Franco, y de los abuelos de esta, actualmente fallecidos, Cruz Elvira Sandoval Polanco y
Roberto Pérez. Además, Guatemala viol6 el derecho a la integridad personal (artículo 5.1)
de la Convenci6n americana, en relaci6n con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de la
señora Franco Sandoval. El Tribunal determine que no era procedente pronunciarse sobre
las alegadas violaciones, en perjuicio de María Isabel, al derecho a la libertad personal
(artículo 7) y los derechos del niño (artículo 19) de la Convenci6n americana, en relaci6n
con la investigaci6n después del hallazgo del cuerpo de la víctima.

I. Hechos

El Tribunal constat6 que el 17 de diciembre de 2001, a las 16:00 horas, Rosa Elvira Franco
Sandoval denunci6 ante la Policía Nacional Civil la desaparici6n de su hija, quien había
salido de su casa hacia su trabajo a las 8:00 horas del día anterior y no había regresado.
Marta Isabel tenía en ese memento 15 años de edad, y vivía con su madre, sus dos hermanos
y abuelos antes mencionados. No se ha acreditado que luego de la denuncia dependencias o
funcionarios estatales realizaran acciones de búsqueda de la niña.

El 18 de diciembre de 2001, a partir de una llamada anónima, se encontró un cadáver. El


mismo día, la señora Franco Sandoval, luego de ver por televisión noticias sobre lo anterior,

2
acudió a la morgue e identificó el cuerpo, indicando que era el de su hija María Isabel.
Luego se estableció que la causa de la muerte había sido un “trauma de cráneo producido
por arma blanca”.

De acuerdo con la información allegada al Tribunal, la investigación de los hechos, iniciada


a partir del hallazgo del cuerpo, no ha concluido, permanece abierta, y no ha derivado en la
identificación de posibles responsables. El Estado reconoció que un conflicto de
competencia sustanciado entre el 11 de marzo y el 21 de noviembre de 2002 generó un
atraso en la investigación. También aceptó, como falta de diligencia, la omisión de
aplicación de una media cautelar en relación a una persona sospechosa, pese a la sugerencia
de los investigadores efectuada el 20 de febrero de 2002. Cuando se pretendió ubicar de
nuevo el paradero de esa persona, cuatro años después, no fue posible hacerlo.

Además, en los primeros momentos de la investigación se presentaron diversas


irregularidades, a saber: a) falta de aseguramiento del lugar del hallazgo del cadáver; b) falta
de rigurosidad en la inspección ocular; c) deficiencias en la elaboración del acta de
levantamiento del cadáver; d) traslado inadecuado del cadáver; e) recolección inadecuada de
las evidencias y su manejo indebido; f) omisión de aseguramiento de la cadena de custodia
de las evidencias, y g) necropsia incompleta. El Estado aceptó que “no se hicieron, o no se
hicieron correctamente [… ciertos exámenes] y la propia necropsia”. Asimismo, luego de
tales momentos iniciales, el “allanamiento” a un inmueble en la dirección suministrada por
el informante anónimo el 18 de diciembre de 2001, se realizó después de más de un año y
medio de esa fecha, y el análisis de las llamadas telefónicas correspondientes al teléfono
celular que tenía María Isabel fue considerado después más de tres años de contar con la
información. El Tribunal constató además que, durante todo el tiempo que lleva la
investigación, hubo períodos prolongados en que se omitió la realización de diligencias
sustantivas de investigación.

Aunado a lo expuesto, las autoridades omitieron recabar pruebas pertinentes para


determinar la violencia sexual, o las realizaron tardíamente. Al respecto, tal como reconoció
el Estado, en el momento de los hechos, no había legislación ni procedimientos específicos
para investigar casos de violencia contra la mujer. En algunos informes de la investigación
se hizo referencia explícita a la forma de vestir de María Isabel, a su vida social y nocturna,
a sus creencias religiosas, así como a la falta de preocupación o vigilancia por parte de su
familia.

Cabe resaltar, finalmente, que los hechos del caso sucedieron en un contexto de aumento de
la violencia homicida contra las mujeres en Guatemala en el que la existencia de homicidios
por razones de género no era excepcional.

El Tribunal notó también que el Estado, antes y después de ese momento, ha adoptado
diversas medidas tendientes a afrontar la discriminación y violencia contra las mujeres. Sin
perjuicio de ello, para diciembre de 2001, así como en los años siguientes, Guatemala
presentaba un alto índice de impunidad general, en cuyo marco la mayoría de los actos
violentos que conllevaban la muerte de mujeres quedaban impunes. No surge de la prueba

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remitida a la Corte que tal situación haya sido modificada en forma sustantiva hasta el
presente.

II. Excepciones preliminares

El Estado presentó dos excepciones preliminares: a) falta de competencia de la Corte


Interamericana para conocer sobre el artículo 7 de la Convención de Belém do Pará y b) no
agotamiento de los recursos internos.

Respecto a la primera excepción preliminar, la Corte señaló que el Estado ratificó la


Convención de Belém do Pará el 4 de abril de 1995 sin reservas o limitaciones. El Tribunal
reiteró su jurisprudencia anterior al colegir que el artículo 12 de ese tratado concede
competencia a la Corte. Por lo tanto, desestimó la excepción preliminar. En cuanto a la
segunda excepción interpuesta, el Estado adujo que la investigación del caso estaba abierta,
por lo que, a su entender, no se habían agotado los recursos internos. Guatemala también
expresó que no había un retardo injustificado que justificara una excepción al requisito del
previo agotamiento de los recursos. La Corte consideró que la Comisión, al admitir el caso,
indicó que había tal retardo y que, al hacerlo, tuvo en cuenta un conflicto de competencia
entre órganos judiciales internos que se produjo antes de la presentación de la petición
inicial. El Estado aceptó que dicho conflicto de competencia había generado un atraso en la
investigación. En consecuencia, el Tribunal desestimó la excepción preliminar.

III. Fondo

La Corte aseveró que el deber de garantizar los derechos humanos adquiere especial
intensidad en relación con niñas, por lo que surge un deber del Estado de actuar con estricta
diligencia para cumplir tal obligación. Además, determinó que las autoridades estatales,
cuando la señora Franco Sandoval realizó la denuncia de la desaparición de su hija,
debieron tener tal acto como una indicación de la probable vulneración de los derechos de la
niña. En tal sentido, el Tribunal determinó que el Estado conocía o debió conocer que el
hecho denunciado se insertaba en el ya mencionado contexto de aumento de la violencia
homicida contra mujeres. Por ello, afirmó que, en tales circunstancias, la omisión estatal de
realizar acciones de búsqueda implicó una falta al deber del Estado de prevenir violaciones
a los derechos de la niña. Declaró entonces responsable al Estado por incumplir, en
perjuicio de María Isabel, su deber de garantizar los derechos a la vida e integridad
personal, en relación con los derechos del niño, la obligación general de garantizar los
derechos sin discriminación, y la obligación de prevenir la violencia contra la mujer.

Por otra parte, el Tribunal expresó que resultaba verosímil que el homicidio de María Isabel
hubiera sido cometido por razones de género, dados los evidentes signos de violencia con
que se encontró su cadáver. Siendo así, las autoridades estatales tienen la obligación de
investigar ex officio las posibles connotaciones discriminatorias por razón de género del
acto perpetrado. La debida diligencia incluye el deber de ordenar de oficio los exámenes y
pericias correspondientes tendientes a verificar si el homicidio tuvo un móvil sexual o si se
produjo algún tipo de violencia sexual. En este sentido, la investigación no debe limitarse a
la muerte de la víctima, sino que debe abarcar otras afectaciones específicas contra la

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integridad personal, tales como torturas y actos de violencia sexual. Asimismo, debe incluir
una perspectiva de género y realizarse por funcionarios capacitados en casos similares y en
atención a víctimas de discriminación y violencia por razón de género. Los Estados tienen la
obligación de adoptar normas o implementar las medidas necesarias que permitan a las
autoridades ofrecer una investigación con debida diligencia, de acuerdo a las pautas
referidas. El Tribunal expresó también que “la ineficacia judicial frente a casos individuales
de violencia contra las mujeres propicia un ambiente de impunidad que facilita y promueve
la repetición de los hechos […] y envía un mensaje según el cual la violencia contra las
mujeres puede ser tolerada y aceptada”. Dicha ineficacia constituye en sí misma una
discriminación de la mujer en el acceso a la justicia.

A partir de los parámetros expuestos, la Corte concluyó que el modo en el que se llevó a
cabo la investigación, de acuerdo a los hechos ya mencionados, no cumplió pautas de
diligencia debida, lo que se vinculó a la inexistencia de normas y protocolos para la
investigación de este tipo de hechos. Además, el incumplimiento del deber de no
discriminación se vio agravado por el hecho de que algunos funcionarios a cargo de la
investigación efectuaron declaraciones que denotan la 4 existencia de prejuicios y
estereotipos sobre el rol social de las mujeres. Los estereotipos de género tuvieron
una influencia negativa en la investigación en la medida en que trasladaron la culpa de lo
acontecido a la víctima y a sus familiares, cerrando otras líneas posibles de investigación.
La Corte concluyó que la investigación abierta a nivel interno no ha garantizado el acceso a
la justicia de los familiares de María Isabel, violando los derechos a las garantías judiciales,
la protección judicial y el derecho a la igualdad ante la ley, en relación con las obligaciones
generales de respetar y garantizar los derechos y adoptar disposiciones de derecho interno, y
con los deberes de actuar con diligencia para investigar y sancionar la violencia contra la
mujer.

Por último, el Tribunal determinó que la falta de prevención en el caso, así como la falta de
una actuación diligente en la investigación, y la impunidad en que permanecen los hechos
generó un sufrimiento a la señora Franco Sandoval. Además, está demostrado que durante la
investigación ella fue objeto de tratos despectivos e irrespetuosos por parte de agentes
estatales, referidos a ella y respecto a su hija, lo que produjo a la señora Franco Sandoval
una afectación adicional a su integridad personal.

IV. Reparaciones

La Corte estableció que su Sentencia constituye per se una forma de reparación. Asimismo,
ordenó que el Estado, en plazos y modalidades establecidos en la Sentencia, debe: a)
conducir eficazmente la investigación y, en su caso, abrir el proceso penal correspondiente,
y de ser pertinente, otros que correspondieren para identificar, procesar y, en su caso,
sancionar a los responsables de los vejámenes y privación de la vida de la niña María Isabel
Veliz Franco; b) publicar en el Diario Oficial de Guatemala y en un diario de amplia
circulación nacional, por una sola vez el resumen oficial de la Sentencia y publicar ésta en
forma íntegra en sitios web oficiales del Poder Judicial, del Ministerio Público y de la
Policía Nacional Civil; c) realizar un acto de disculpas públicas; d) elaborar un plan de

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fortalecimiento calendarizado del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF); e)
implementar, “teniendo en cuenta lo normado” por la Ley contra el Feticidio y otras formas
de violencia contra la mujer, adoptada en el año 2008 en Guatemala, el funcionamiento de
“órganos jurisdiccionales especializados”; f) implementar programas y cursos para
funcionarios públicos pertenecientes al Poder Judicial, Ministerio Público y Policía
Nacional Civil que estén vinculados a la investigación de actos de homicidio de mujeres
sobre estándares en materia de prevención, eventual sanción y erradicación de homicidios
de mujeres y capacitarlos sobre la debida aplicación de la normativa pertinente en la
materia; g) brindar atención médica o psicológica a Rosa Elvira Franco Sandoval, si ella así
lo desea; h) pagar las cantidades fijadas por concepto de indemnizaciones por daños
materiales e inmateriales, así como por el reintegro de costas y gastos, y reintegrar al Fondo
de Asistencia Legal de Víctimas la cantidad establecida, e i) rendir al Tribunal un informe
sobre las medidas adoptadas para cumplir con la Sentencia.

La Corte supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia, en ejercicio de sus


atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y dará por concluido el presente caso una vez que el Estado haya dado
cabal cumplimiento a lo dispuesto en la misma.

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


(CIDH)
CASO CHITAY NECH Y OTROS VS. GUATEMALA
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE
SENTENCIA DE 25 DE MAYO DE 20101
(Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas)

El 25 de mayo de 2010 la Corte Interamericana de Derechos Humanos encontró responsable


internacionalmente al Estado de Guatemala por la desaparición forzada de Florencio Chitay
Nech, indígena maya kaqchikel, agricultor, quien ocupó el cargo de alcalde municipal de
San Martín de Jilotepeque.

6
El señor Chitay Nech estaba casado con Marta Rodríguez Quex, con quien tuvo cinco hijos:
Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermenio y María Rosaura, todos de apellidos Chitay
Rodríguez, quienes residían en San Martín Jilotepeque, Departamento de Chimaltenango,
Guatemala. En el año 1973 se unió a movimientos campesinos de la región e inició su
participación política afiliándose al partido Democracia Cristiana. En el año 1977 el partido
Democracia Cristiana presentó al señor Chitay Nech como candidato a Concejal en la
contienda electoral municipal de San Martín Jilotepeque y resultó electo. Como
consecuencia de la desaparición forzada del entonces Alcalde del Municipio, ocurrida el 21
de noviembre de 1980, Florencio Chitay Nech asumió la responsabilidad de la Alcaldía.
Desde junio de 1980 recibió diversas notas anónimas “en donde le invitaban a desatender
todas las actividades que realizaba”, y tuvieron lugar diversos atentados perpetrados en su
contra y de sus familiares, tales como intentos de secuestro y ataques a su casa de
habitación.

El 1 de abril de 1981 Florencio Chitay Nech salió de su vivienda en la Ciudad de Guatemala


para comprar leña, acompañado de su hijo Estermerio Chitay. Frente a la tienda de leña, un
grupo de hombres armados se bajaron de un vehículo, dijeron el nombre de Florencio
Chitay Nech e intentaron subirlo a la fuerza pegándole en la cabeza. Uno de los hombres
tomó al niño del brazo y lo encañonó, por lo que el señor Chitay Nech dejó de resistirse y
subió al vehículo. Posteriormente, Estermerio corrió a su casa y contó lo sucedido a su
familia y denunciaron los hechos ante la Policía Nacional. Desde entonces Florencio Chitay
se encuentra desaparecido.

En la contestación de la demanda el Estado reconoció parcialmente su responsabilidad


internacional por la violación de los derechos consagrados en los artículos 7 (Derecho a la
Libertad Personal), 5 (Derecho a la Integridad Personal), 4 (Derecho a la Vida), 17
(Protección a la Familia), 19 (Derechos del Niño) y 23 (Derechos Políticos) de la
Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los
Derechos) de la Convención, en relación con los artículos I y II de la Convención

Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, no así respecto de los artículos 3


(Derecho al Reconocimiento a la Personalidad Jurídica), 8 (Garantías Judiciales), 21
(Derecho a la Propiedad Privada), 22 (Derecho de Circulación y de Residencia) y 25
(Protección Judicial) de la Convención.

En consideración del allanamiento del Estado, los hechos del caso, y la prueba que consta
en el expediente, el Tribunal encontró que el Estado es responsable por la desaparición
forzada de Florencio Chitay, ya que fue privado de su libertad de manera ilegal por agentes
del Estado o por particulares con aquiescencia del Estado, sin que a la fecha se conozca su
paradero. Lo anterior en un contexto sistemático de desapariciones forzadas selectivas en
Guatemala, dirigidas, entre otros, contra líderes indígenas, con el objetivo de desarticular
toda forma de representación política a través del terror y coartando así la participación
popular que fuera contraria a la política del Estado. En específico, el modus operandi y el
subsiguiente ocultamiento del paradero a que fue sometido el señor Chitay Nech refleja la

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deliberada intención de extraerlo de la esfera jurídica e impedirle el ejercicio de sus
derechos tanto civiles como políticos. La situación agravada de vulnerabilidad a la cual fue
sometido sin duda le provocó profundos sentimientos de angustia, miedo e indefensión, lo
cual implicó la vulneración de su integridad personal y vida. En consecuencia, la Corte
declaró que el Estado es responsable por la violación de los derechos consagrados en los
artículos 7.1 (Derecho a la Libertad Personal), 5.1 y 5.2 (Derecho a la Integridad Personal),
4.1 (Derecho a la Vida), 3 (Derecho al Reconocimiento a la Personalidad Jurídica) y 23.1
(Derechos Políticos) de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1
(Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención, en relación con el artículo I.a) de
la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, en perjuicio de
Florencio Chitay Nech, por haberlo desaparecido forzosamente.

Como consecuencia de los hostigamientos, persecuciones y ataques de la casa de habitación


del señor Florencio Chitay y su posterior desaparición forzada, los familiares tuvieron que
huir de su comunidad, lo que provocó una ruptura con su identidad cultural, afectando su
vínculo con sus familiares, su idioma y su pasado ancestral. La Corte consideró que la
desintegración familiar repercutió en la condición de los entonces menores de edad Eliseo,
Estermerio y María Rosaura Chitay Rodríguez; y advirtió que los Estados, además de las
obligaciones que deben garantizar a toda persona bajo su jurisdicción, deben cumplir con
una obligación de promover y proteger el derecho de los niños indígenas a vivir de acuerdo
con su propia cultura, su propia religión y su propio idioma. En cuanto al retorno a su
comunidad, el Tribunal observó que hasta la fecha los familiares de Florencio Chitay no han
podido regresar de forma permanente a San Martín Jilotepeque, debido al temor fundado
que siguen teniendo ante la posibilidad de sufrir represalias como consecuencia de lo
sucedido a su padre y personas allegadas a la familia, así como por la falta de investigación
de los hechos relacionados con la desaparición forzada del señor Chitay Nech.

De este modo, la Corte declaró que el Estado es responsable internacionalmente por el


desplazamiento forzado, la fragmentación familiar, así como el desarraigo cultural que
sufrieron Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermerio y María Rosaura, de apellidos Chitay
Rodríguez, en violación de los derechos de circulación y de residencia y la protección a la
familia consagrados en los artículos 22 y 17 de la Convención Americana, así como a la
protección de los niños consagrado en el artículo 19 de la Convención, respecto de los tres
últimos, todos en relación con el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) de ese
instrumento.

En cuanto a los derechos a las garantías y protección judiciales consagrados en los artículos
8.1 y 25.1 de la Convención Americana, la Corte concluyó que los hechos del presente caso
se enmarcaron claramente en un patrón sistemático de denegación de justicia y de
impunidad, ya que la investigación después de 29 años de los hechos aún se encuentra en la
fase inicial. En este sentido, el Tribunal concluyó que el Estado no ha cumplido con su
deber de investigar ex oficio, dentro de un plazo razonable, de una manera seria, imparcial y
efectiva la detención y posterior desaparición forzada de Florencio Chitay Nech, para
identificar, juzgar y eventualmente sancionar a los responsables de los hechos y evitar así la

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impunidad, ni ha realizado las diligencias necesarias para buscar y localizar el paradero del
señor Chitay Nech. Asimismo, el Estado no ha actuado con la debida diligencia para
garantizar el acceso a la justicia de los familiares de Florencio Chitay. Consecuentemente, el
Tribunal declaró que el Estado es responsable de la violación de las garantías y protección
judiciales consagradas en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación
con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermerio y
María Rosaura, todos de apellidos Chitay Rodríguez, así como del incumplimiento de la
obligación consagrada en el artículo I. b) de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas.

En lo que se refiere al derecho a la integridad personal reconocido en el artículo 5 de la


Convención, este Tribunal observó que de las declaraciones rendidas por los familiares de
Florencio Chitay y de las violaciones declaradas en la Sentencia, éstos han sufrido
afectaciones a su integridad personal. Además, la denegación de justicia y el
desconocimiento del paradero del señor Chitay Nech que persiste hasta la fecha ha
ocasionado en las presuntas víctimas un impacto traumático, que ha generado sentimientos
de indignación, frustración e incluso de temor. Por lo tanto, el Tribunal concluyó que las
afectaciones a la integridad personal sufridas por los miembros de la familia Chitay
Rodríguez, comprendidas integralmente en el complejo fenómeno de la desaparición
forzada, subsisten mientras persistan los factores de impunidad verificados y no se tenga
conocimiento del paradero del señor Chitay Nech; esto último no ha permitido cerrar el
proceso de duelo de los familiares. En consecuencia, la Corte declaró que el Estado es
responsable por la violación del derecho a la integridad personal reconocido en el artículo
5.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio
de Encarnación, Pedro, Eliseo, Estermerio y María Rosaura, todos de apellidos Chitay
Rodríguez.

Por último, el Tribunal estableció que la Sentencia constituye per se una forma de
reparación, y ordenó al Estado las siguientes medidas de reparación: a) conducir
eficazmente, con la debida diligencia y dentro de un plazo razonable, la investigación
relacionada con la detención y posterior desaparición forzada de Florencio Chitay Nech,
para determinar las correspondientes responsabilidades penales y aplicar efectivamente las
sanciones y consecuencias que la ley prevea; b) continuar con la búsqueda efectiva y la
localización de Florencio Chitay Nech; c) publicar determinadas partes de la Sentencia en el
Diario Oficial y un resumen oficial de la Sentencia en otro diario de amplia circulación
nacional. Este último debe trasmitirse radialmente en español y en maya kaqchikel; d)
publicar íntegramente la presente Sentencia en el sitio web oficial del Estado; e) realizar un
acto público de reconocimiento de responsabilidad internacional en relación con los hechos
del presente caso y en desagravio a la memoria de Florencio Chitay Nech; f) colocar en San
Martín Jilotepeque, Chimaltenango, una placa conmemorativa con el nombre de Florencio
Chitay Nech, en la que se haga alusión a sus actividades; g) brindar atención médica y
psicológica gratuita en Guatemala a las víctimas declaras en el Fallo que así lo soliciten, y
h) pagar la indemnización por daño material e inmaterial, y el reintegro de gastos.

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CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
(CIDH)
CASO HENDRIX VS. GUATEMALA
SENTENCIA DE 7 DE MARZO DE 2023
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA

El 7 de marzo de 2023, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, “la


Corte” o “el Tribunal”) dictó una sentencia mediante la cual declaró que el Estado no es
internacionalmente responsable por la violación de los derechos a la igualdad ante la ley y a
la protección judicial, contenidos en los artículos 24 y 25.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (en adelante, “Convención” o “Convención Americana”), en
relación con los artículos 1.1 y 2 del mismo instrumento, en perjuicio del señor Steven
Edward Hendrix.

I. Hechos

Steven Edward Hendrix es nacional estadounidense. Entre 1997 y 2006, estuvo en territorio
guatemalteco en diferentes ocasiones por un período mínimo de 3 días y máximo de 3
meses y 24 días. El señor Hendrix salió del territorio guatemalteco por última vez el 16 de

10
abril de 2006. Al momento de los hechos, el señor Hendrix trabajaba como consultor para la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Actualmente se
desempeña como funcionario del gobierno de los Estados Unidos de América.

El señor Steven Edward Hendrix obtuvo el título de Doctor en Ciencias Jurídicas, el cual
fue expedido por la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos, en 1987.
Posteriormente, el 19 de septiembre de 1997 el señor Hendrix presentó una solicitud de
incorporación a la Universidad de San Carlos de Guatemala (en adelante “USAC”) para que
se reconociese en Guatemala el referido título. El 17 de noviembre de 1997 la Junta
Directiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la USAC resolvió la
procedencia de su incorporación. A partir del 30 de marzo de 1998 se declaró que el señor
Hendrix era miembro de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y se incorporó como
Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.

El 17 de agosto de 1998 la Junta Directiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales


de la USAC autorizó la realización de la práctica jurídica al señor Steven Hendrix para que
a su conclusión continuara con los trámites necesarios para realizar el Examen Técnico
Profesional. El 18 de septiembre de 2000 la USAC le otorgó el grado académico de
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales con el título de Abogado y Notario, dado que
había cumplido con los requisitos legales de la documentación y de incorporación.

El 22 de noviembre de 2000 el señor Hendrix presentó su solicitud de colegiación como


abogado y notario ante el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (en adelante
“CANG”). El 6 de febrero de 2001 la Junta Directiva del Colegio de Abogados y Notarios
de Guatemala, mediante acta 3-2001 resolvió autorizar al señor Hendrix para ejercer como
abogado, no así como notario.

El 17 de diciembre de 2001 el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala juramentó al


señor Hendrix como abogado, pero no como notario. El 6 de febrero 2002, el señor Hendrix
se inscribió como abogado en la Corte Suprema de Justicia. El 17 de enero de 2002 el
CANG le notificó la decisión de 16 de los mismos mes y año de no inscribirlo como notario
por no cumplir con el requisito de ser guatemalteco de origen.

El 18 de enero de 2002 el señor Hendrix presentó un recurso de apelación contra la negativa


de su colegiación como notario, solicitando se elevara el asunto ante la Asamblea de
Presidentes de los Colegios Profesionales de Guatemala, la cual conoció y denegó el recurso
el 22 de abril de 2002 al considerar que el Colegio “actúo apegado a [la] legislación”, por lo
que quedó firme la resolución apelada. El 9 de mayo de 2002 el señor Hendrix presentó una
Acción Constitucional de Amparo ante la Sala Tercera de la Corte de Apelaciones en contra
de las resoluciones del Colegio de Abogados y Notarios y de la Asamblea de Presidentes de
los Colegios Profesionales de Guatemala que negaron su inscripción como notario. El 25 de
junio de 2002 la Sala Tercera de la Corte de Apelaciones denegó la acción de amparo y
condenó al señor Hendrix en costas. El señor Hendrix presentó una apelación contra la
resolución de 25 de junio de 2002, ante la Corte de Constitucionalidad. El 21 de abril de

11
2004 la Corte de Constitucionalidad declaró con lugar el amparo, revocó la sentencia venida
en grado y declaró que se debía dar autorización para permitir el ejercicio de la profesión de
notario al señor Hendrix, condicionado a que este último adquiriese la nacionalidad
guatemalteca.

II. Fondo

El análisis del presente caso fue realizado en un capítulo, dentro del cual se examinó: 1)
derecho a la igualdad ante la ley, y 2) derecho a la protección judicial, a la nacionalidad, al
trabajo y a la propiedad privada.

1. Derecho a la igualdad ante la ley

Para el análisis del caso, la Corte consideró necesario determinar si el señor Hendrix se
encontraba en una situación similar a otras personas nacionales guatemaltecas para ejercer
el notariado. En efecto, el derecho a la igualdad, al menos en lo que se refiere a la igualdad
de trato, parte del supuesto que personas que se encuentran en condiciones fácticas
similares no pueden ser objeto de un trato diferenciado injustificado. Por lo tanto, si bien a
lo largo del proceso ante la Corte el debate se ha centrado en la convencionalidad de la
nacionalidad como requisito para ejercer el notariado, del expediente probatorio surge que
el señor Hendrix se encontraba en una situación particular que podía suponer un
impedimento para el ejercicio de la función notarial. La Corte notó que el artículo 2 del
Código de Notariado requiere que el notario se encuentre domiciliado en Guatemala, y en
consideración de los hechos se evidenció que el señor Hendrix carecía de antecedentes o
elementos que permitieran establecer su arraigo en Guatemala, condición necesaria de
acuerdo con la ley para el ejercicio de la función pública notarial.

La exigencia del arraigo cobra especial importancia si se tiene en cuenta el conjunto de


competencias y funciones que desempeñan las personas notarias en Guatemala. En este
sentido, en virtud de la importancia que revisten las funciones públicas que realizan las
personas notarias, existe un interés público en que cuando se presente un ejercicio indebido
de la función notarial, el Estado esté en la capacidad de materializar el principio de
rendición de cuentas, accediendo a los documentos necesarios para llevar a cabo los
procesos correspondientes y aplicando efectivamente las sanciones oportunas. Por tanto, se
justifica que la función notarial esté sujeta a una supervisión permanente. En Guatemala
dicha supervisión es ejercida por el colegio profesional a quien, a nombre del Estado, le
corresponde la dirección general del servicio, su inspección y control. Al respecto, este
Tribunal consideró que el arraigo de la persona notaria se vuelve indispensable para la
garantía del principio de rendición de cuentas, pues el arraigo conlleva un vínculo entre la
persona que ejerce el notariado y el país que hace posible que estas personas sean
responsabilizadas legalmente por los errores en el ejercicio de su función.

La Corte estimó que el requisito del arraigo busca salvaguardar la rendición de cuentas por
parte de aquellas personas que ejerzan la función pública notarial. Para que el interés
público sea protegido, se requiere contar con la seguridad de la existencia de un vínculo
estrecho de la persona notaria con el Estado. En el presente caso, ya se ha señalado que el
señor Hendrix nunca tuvo arraigo en Guatemala, ni hay otros elementos en el expediente

12
que permitan demostrar su vínculo en el territorio del país donde requirió ser autorizado
para ejercer como notario. Desde la anterior perspectiva es claro que el señor Hendrix no se
encontraba en una situación fáctica similar a las otras personas notarias en Guatemala,
quienes al estar domiciliadas en el territorio guatemalteco tenían el arraigo requerido para el
ejercicio de la función pública notarial.

En consecuencia, la Corte consideró que el Estado no violó el derecho a la igualdad ante la


ley consagrado en el artículo 24 de la Convención Americana, en relación con los artículos
1.1 y 2 de la misma, en perjuicio del señor Steven Edward Hendrix.

2. Derecho a la protección judicial, a la nacionalidad, al trabajo y a la propiedad privada

Respecto a la alegada violación al derecho a la protección judicial, la Corte notó que, en su


sentencia, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala analizó los alegatos presentados por
la presunta víctima, e incluso dejó sin efecto las resoluciones administrativas y judiciales
recurridas que omitían resolver la problemática relacionada con el requisito de la
nacionalidad guatemalteca para ejercer el notariado. Así, la Corte de Constitucionalidad se
separó de la literalidad del artículo 2.1 del Código de Notariado y realizó una interpretación
a la luz del artículo 146 de la Constitución Política, en virtud de la cual estableció que tanto
las personas guatemaltecas de origen como las naturalizadas podrían ejercer el notariado.
Por tanto, a pesar de que la sentencia que resolvió el recurso de amparo no acogió en su
totalidad las pretensiones del señor Hendrix, el Tribunal consideró que el señor Hendrix
tuvo acceso a un recurso judicial efectivo. En consecuencia, la Corte consideró que el
Estado no violó el derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25.1 de la
Convención Americana, en perjuicio del señor Steven Edward Hendrix.

En vista de lo resuelto sobre el principio de igualdad y no discriminación, la Corte no


consideró necesario pronunciarse sobre las alegadas vulneraciones a los derechos a la
nacionalidad y al trabajo, establecidos en los artículos 20.3 y 26 de la Convención
Americana, al haber declarado que el Estado no violó los artículos 24, 1.1 y 2 de la
Convención. Por otra parte, en cuanto la alegada violación del artículo 21 de la Convención,
aducida por los representantes con base en el principio iura novit curie, la Corte consideró
que no contaba con elementos fácticos y probatorios suficientes para analizarla, por lo que
no se pronunció al respecto.

III. Archivo del caso

Al no haberse establecido la responsabilidad internacional del Estado, la Corte resolvió que


no procedía pronunciarse sobre reparaciones, costas y gastos y ordenó el archivo del
expediente. Las Juezas Nancy Hernández López y Patricia Pérez Goldberg dieron a conocer

13
a la Corte su voto concurrente, y el Juez Rodrigo Mudrovitsch dio a conocer a la Corte su
voto disidente.

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


(CIDH)
CASO EXTRABAJADORES DEL ORGANISMO JUDICIAL VS. GUATEMALA
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA S
ENTENCIA DE 17 DE NOVIEMBRE DE 2021
(Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones)

El 17 de noviembre de 2021, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante,


“la Corte” o “el Tribunal”) dictó sentencia mediante la cual declaró la responsabilidad
internacional del Estado de Guatemala por las violaciones a diversos derechos en perjuicio
de 65 personas extrabajadoras del Organismo Judicial de Guatemala despedidas por haber
participado en un movimiento de huelga que fue declarado ilegal. En particular, la Corte
consideró que el haber ejecutado los despidos como consecuencia directa de la declaratoria
de ilegalidad de la huelga, sin un procedimiento previo e individualizado, violentó el
derecho al debido proceso de las víctimas. Asimismo, al no establecer un procedimiento
claro para poder impugnar la declaratoria de ilegalidad de la huelga, esta Corte consideró
que el Estado es responsable por la violación al derecho a la protección judicial, en relación
con su deber de adoptar disposiciones de derecho interno. De la misma manera, este
Tribunal consideró que el Estado estableció limitaciones arbitrarias al derecho a la huelga, a
la libertad de asociación, a la libertad sindical y afectó el derecho al trabajo y a la
estabilidad laboral de las 65 víctimas. En consecuencia, la Corte concluyó que Guatemala es
responsable por la violación de los artículos 8.1, 8.2.b, 8.2.c, 16, 25 y 26 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en relación con los artículos 1.1 y 2 del mismo
instrumento.

I. Hechos

14
El presente caso se relaciona con un conflicto de carácter laboral de las personas
trabajadoras del Organismo Judicial de Guatemala. Este Organismo es el encargado del
Poder Judicial en Guatemala.

En 1994 el Sindicato de Trabajadores del Organismo Judicial (en adelante STOJ) denunció
el Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo suscrito entre el Organismo Judicial y el
Sindicato ante la Inspección General de Trabajo con el fin de iniciar las negociaciones para
suscribir un nuevo pacto. Al ser infructuosa la vía directa de negociación del nuevo pacto, el
STOJ promovió un conflicto de carácter económico y social. Agotadas las negociaciones, se
constituyó un Tribunal de Conciliación, el cual dio una serie de recomendaciones que no
fueron aceptadas por las partes, por lo que se dio por terminado el proceso de conciliación el
15 de febrero de 1996.

Al momento de los hechos, de acuerdo con el artículo 241 del Código de Trabajo, para
declarar una huelga legal se necesitaba la participación de por los menos las dos terceras
partes de las personas trabajadoras. Es por ello que, luego de agotado el proceso de
conciliación, el STOJ solicitó que se ordenara a la Inspección General proceder con el
conteo de los trabajadores que plantearon el conflicto laboral, con el fin de determinar si
constituían por los menos las dos terceras partes del Organismo Judicial y, por ende,
declarar la legalidad de la huelga. La interposición de diferentes recursos impidió que se
realizara este conteo.

Entre el 19 de marzo y el 2 de abril de 1996 miembros del STOJ realizaron una huelga. Para
ese momento, el conteo seguía paralizado por lo que no se había declarado la legalidad de la
misma. El 23 de abril de 1996, la Procuraduría General de la Nación presentó un incidente
con el fin de obtener la declaración de ilegalidad de la huelga. Este incidente fue acogido el
13 de mayo de 1996, por lo que se declaró ilegal la huelga y se le dio 20 días al patrono para
que determinara quiénes habían participado en la huelga y ejecutara los despidos. Contra
esta decisión, el STOJ interpuso una acción de amparo y un recurso de apelación, los cuales
fueron declarados sin lugar.

El 1 de septiembre de 1999, la Corte Suprema de Justicia procedió a ejecutar los despidos


de 404 personas trabajadoras que habrían participado en la huelga. Contra esta resolución el
STOJ presentó una acción de amparo, la cual fue declarada sin lugar.

II. Excepciones preliminares

El Estado presentó dos excepciones preliminares. En primer lugar, alegó la configuración de


la “cuarta instancia” internacional, considerando que las víctimas del caso pretendían
utilizar al Sistema Interamericano como una nueva instancia para acoger pretensiones que,
de conformidad con los principios garantías y derechos consagradas en la Convención, ya
fueron resueltos por las instancias nacionales. La Corte consideró que las pretensiones en el
presente caso no se circunscribían a la revisión de los fallos de los tribunales nacionales ante
una eventual incorrección en la apreciación de las pruebas, en la determinación de los
hechos o en la aplicación del derecho interno. Por el contrario, se alegaba la vulneración a
distintos derechos consagrados en la Convención Americana, en el marco de las decisiones

15
asumidas por las autoridades nacionales, tanto en sede judicial como administrativa. En
consecuencia, declaró sin lugar esta excepción.

El Estado también alegó que no todos los extrabajadores presentaron recursos frente a sus
despidos, por lo que consideró que no se habían agotado los recursos internos. Sin embargo,
la Corte consideró que esta excepción resultaba improcedente ya que no fue planteada en la
etapa de admisibilidad ante la Comisión.

III. Fondo

En el análisis de fondo del presente caso, la Corte procedió a estudiar las violaciones
alegadas a las garantías del debido proceso (1) y a la protección judicial en el marco de la
declaratoria de ilegalidad de la huelga y del proceso de destitución (2), para luego analizar
las violaciones alegadas a los derechos a la huelga, de asociación, a la libertad sindical (3) y
al trabajo de las personas trabajadoras destituidas (4).

(1) Sobre el derecho a las garantías judiciales. El Tribunal reiteró que la aplicación del
artículo 8.2 de la Convención no se limita a procesos penales, sino que pueden ser
aplicadas a procesos administrativos de carácter sancionatorio. En el caso concreto,
las 65 víctimas fueron destituidas únicamente en aplicación de un acta que les
imputó una conducta antijurídica y estableció como consecuencia el despido. Por
consiguiente, el despido fue la sanción por haber participado en una huelga
declarada ilegal, y por ello a las personas que fueron objeto de esta sanción de
despido les eran aplicables las 3 garantías del debido proceso propias de los
procesos sancionatorios, aunque su alcance pueda ser de diferente contenido o
intensidad. En particular, la Corte consideró que las víctimas en esta causa no fueron
sometidas a un procedimiento previo a la destitución que les permitiera conocer de
antemano la conducta que se les imputaba y presentar pruebas de descargo, para
ejercer efectivamente su defensa. Únicamente se les notificó de la decisión de la
Corte Suprema, sin que se les diera la oportunidad de probar que no habían
participado en el movimiento de huelga. De esta forma consideró que el Estado no
respetó las garantías judiciales establecidas en los artículos 8.1, 8.2.b. y 8.2.c. de la
Convención Americana.

(2) Sobre la protección judicial. La Corte constató que, de acuerdo a la normativa


vigente al momento de los hechos, no existía claridad sobre el procedimiento para
recurrir la declaratoria de ilegalidad de una huelga. Consideró que lo anterior colocó
a las personas trabajadoras del Organismo Judicial en una situación de
desprotección. De esta forma, las personas trabajadoras no tuvieron entonces acceso
efectivo de manera sencilla a la protección judicial como consecuencia de la falta de
certeza y de claridad respecto a los recursos idóneos que debían presentar frente a la
declaratoria de ilegalidad de la huelga. Lo anterior constituyó una violación al
derecho a la protección judicial, contenido en el artículo 25 de la Convención
Americana, en relación con la obligación de respetar y garantizar este derecho y el
deber de adoptar disposiciones de derecho interno, reconocidos por los artículos 1.1
y 2 de este mismo cuerpo normativo.

16
(3) Derechos a la huelga, de asociación, a la libertad sindical de las personas
trabajadoras destituidas. El Tribunal examinó el derecho a la huelga bajo la
perspectiva del artículo 26 de la Convención y teniendo en cuenta su estrecha
relación con el derecho de asociación y la libertad sindical. En este sentido, el
Tribunal resaltó que la relación entre la libertad de asociación y la libertad sindical
es una relación de género y especie, pues la primera reconoce el derecho de las
personas de crear organizaciones y actuar colectivamente en la persecución de fines
legítimos, sobre la base del artículo 16 de la Convención Americana, mientras que el
segundo debe ser entendido en relación con la especificidad de la actividad y la
importancia de la finalidad perseguida por la actividad sindical, así como por su
protección específica derivada del artículo 26 de la Convención y el artículo 8 del
Protocolo de San Salvador. En el mismo sentido indicó que la protección del
derecho a la negociación colectiva y a la huelga, como herramientas esenciales de
los derechos de asociación y a la libertad sindical, es fundamental. La Corte advirtió,
además, que el criterio de legalidad de la huelga es un elemento central respecto de
la posibilidad de ejercicio del derecho a la huelga. De esta forma, las condiciones y
requisitos previos que la legislación establezca para que una huelga se considere un
acto lícito, no deben ser complicados al punto de producir que en la práctica resulte
imposible una huelga legal.

Por otro lado, el Tribunal consideró posible que los Estados establezcan el
cumplimiento de ciertas condiciones previas en el marco de la negociación colectiva
antes de optar por el mecanismo de la huelga en defensa de los trabajadores y las
trabajadoras. Sin embargo, estas condiciones deben ser razonables y en ningún
momento deben afectar el contenido esencial del derecho a la huelga, o la autonomía
de las organizaciones sindicales. En el caso de marras, la Corte consideró que, dado
que entre el inicio del conflicto en 1994 y la realización del movimiento pasaron
más de dos años, durante los cuales todos los intentos de negociación directa con el
Estado-patrono fracasaron, podía considerarse que la única herramienta que le
quedaba a los trabajadores era la huelga, como último recurso. De esta forma, la
multiplicidad de recursos presentados por el Estado contra la 4 decisión que
autorizaba el conteo por parte de la Inspección General del Trabajo, y su falta de
diligencia en ejecutar dicha decisión configuraron una obstrucción arbitraria por
parte del Estado para el ejercicio del derecho de huelga de las personas trabajadoras
del Organismo Judicial. Con respecto a la violación a la libertad de asociación y a la
libertad sindical, si bien no fue alegada por la Comisión, en virtud del principio iura
novit curia, y a la estrecha relación existente entre estos derechos y el derecho de
huelga, la Corte se pronunció sobre ella. La Corte tomó en cuenta que un número
significativo de víctimas eran trabajadores y trabajadoras del Organismo Judicial,
quienes en ejercicio de sus derechos de asociación y de libertad sindical se habían
vinculado al STOJ y concluyó que la declaratoria de ilegalidad de la huelga no sólo
vulneró el derecho a la huelga sino también el derecho de asociación y la libertad
sindical de las 65 víctimas del caso. Finalmente, frente al requisito establecido por la
normativa vigente en Guatemala al momento de los hechos de que se tenía que

17
realizar un conteo y que éste debía reflejar la participación de al menos 2/3 de las
personas trabajadoras, la Corte consideró que una tasa de participación tan alta en el
movimiento vuelve en la práctica imposible un movimiento de huelga legal, por lo
que su imposición implicó una restricción arbitraria al derecho de huelga, de la
libertad de asociación y de la libertad sindical. De esta forma, consideró que
Guatemala era responsable por la violación al derecho a la huelga, a la libertad de
asociación y a la libertad sindical garantizados por los artículos 16 y 26 de la
Convención de las 65 víctimas, en relación con los artículos 1.1 y 2 de este mismo
cuerpo normativo.

(4) Sobre el derecho al trabajo y la estabilidad laboral. En el caso concreto, las 65


presuntas víctimas eran todas personas trabajadoras del Organismo Judicial de
Guatemala. Este Tribunal estableció que su despido fue violatorio de la garantía del
derecho a ser oído y del derecho a conocer previamente la acusación y a contar con
el tiempo y medio para preparar su defensa. Asimismo, que el Estado violó el
derecho de huelga debido a que impuso múltiples obstáculos que impidieron realizar
efectivamente la huelga y que además en el caso concreto se aplicó una legislación
que preveía requisitos desproporcionados para declarar la huelga. En virtud de todo
lo anterior, la Corte concluyó que el despido de las víctimas constituyó también una
vulneración a la estabilidad laboral, como parte del derecho al trabajo del cual eran
titulares.

IV. Reparaciones

La Corte estableció que su sentencia constituye, en sí misma, una forma de reparación.


Asimismo, ordenó las siguientes medidas de reparación integral:
A. Satisfacción:
1) publicar el resumen oficial de la Sentencia una sola vez en el Diario Oficial;
2) publicar el resumen oficial de la Sentencia una sola vez en un diario de amplia
circulación nacional;
3) publicar la Sentencia en su integridad en un sitio web oficial del Estado.
B. Garantías de no repetición: precisar o regular, con claridad, a través de medidas
legislativas o de otro carácter, la vía recursiva, el procedimiento y la competencia judicial
para la impugnación de la declaratoria de ilegalidad de una huelga.
C. Indemnizaciones Compensatorias: pagar las sumas monetarias fijadas en la Sentencia por
concepto de daño material e inmaterial.

Los jueces Humberto Antonio Sierra Porto y Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot dieron a
conocer sus votos individuales concurrentes. El juez Eduardo Vio Grossi dio a conocer su
voto parcialmente disidente.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos supervisará el cumplimiento íntegro de la


Sentencia, en ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido el caso una vez que
el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la Sentencia.

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CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
(CIDH)
CASO GÓMEZ VIRULA Y OTROS VS. GUATEMALA
SENTENCIA DE 21 DE NOVIEMBRE DE 2019
(Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas)
RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA

El 21 de noviembre de 2019 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en


adelante “la Corte” o “este Tribunal”) dictó Sentencia mediante la cual declaró
responsable internacionalmente a Guatemala por la violación de los derechos a las
garantías judiciales y protección judicial de Alexander Yovany Gómez Virula, Antonio
Gómez Areano y Paula Virula Dionicio. Por otro lado, la Corte concluyó que el Estado
no violó el derecho a la vida, a la integridad personal, la libertad personal y libertad de
del señor Gómez Virula, ni tampoco el derecho a la integridad personal de Antonio
Gómez Areano y Paula Virula Dionicio.

Por otro lado, la Corte concluyó que el Estado no violó el derecho a la vida, a la
Integridad personal, la libertad personal y libertad de asociación del señor Gómez
Virula, ni tampoco el derecho a la integridad personal de Antonio Gómez Areano y
Paula Virula Dionicio.

I. Hechos

Alexander Yovany Gómez Virula tenía 22 años al momento de su desaparición el 13 de


marzo de 1995. Trabajaba en la empresa RCA y era miembro del Consejo Consultivo del
sindicato de dicha empresa. El sindicato de la empresa RCA se encontraba en conflicto con
la misma tras el cierre de sus operaciones. Este sindicato se encontraba afiliado a la Unión
Sindical de Trabajadores de Guatemala (en adelante “UNSITRAGUA”).

El 13 de marzo de 1995 el señor Gómez Virula fue visto por última vez por un compañero
del sindicato. El 13 y el 14 de marzo los padres del señor Gómez Virula, Antonio Gómez
Areano y Paula Virula Dionicio, buscaron a su hijo en la Policía Nacional, centros de
detención, hospitales y la morgue. El 14 de marzo de 1995 el señor Gómez Areano
denunció la desaparición de su hijo ante el Procurador de los Derechos Humanos y
posteriormente ante la Sub-Jefatura del Departamento de Investigaciones Criminológicas
de Guatemala. Asimismo, los días 15, 16 y 17 de marzo de 1995 la UNSITRAGUA emitió
una comunicación a la opinión pública y dos telegramas urgentes dirigidos al Ministerio de
Gobernación, manifestando su preocupación por la posible relación entre la desaparición
del señor Gómez Virula y su participación en el sindicato de la empresa RCA.

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Entre el 16 y 17 de marzo de 1995 la policía realizó algunas diligencias para investigar la
desaparición del señor Gómez Virula. El 19 de marzo de 1995 fue hallado el cuerpo del
señor Gómez Virula en la zona 18 de la ciudad de Guatemala.

Entre marzo y el agosto de 1995 se recibieron diversas declaraciones y se realizaron otras


diligencias para investigar la muerte de la víctima. El 20 de agosto de 1996 el Ministerio
Público solicitó la clausura del procedimiento, y el 7 de mayo de 1997 requirió el archivo
de la causa. El 6 de junio de 1997 el Sexto Juzgado de Primera Instancia Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente emitió un auto en respuesta a lo solicitado por
el Ministerio Público manifestando que le correspondía al Ministerio Público el archivo del
caso, sin necesidad de autorización judicial. A pesar de haberse solicitado al Estado, no
consta en el expediente la decisión del Ministerio Público de archivar el caso.

II. Excepción preliminar de falta de agotamiento de los recursos internos

La Corte desestimó la excepción preliminar interpuesta por Guatemala, estableciendo que


los alegatos del Estado presentados ante la Comisión no fueron claros sobre cuál era el
recurso que debió agotarse.

III. Fondo

A. Alegado incumplimiento del deber de prevenir violaciones a los derechos a la


libertad personal, integridad personal, a la vida y libertad de asociación.

La Corte recordó que en el presente caso no existían elementos para establecer que la
desaparición y muerte del señor Gómez Virula fue realizada por agentes estatales. La
controversia fue planteada únicamente respecto al alegado incumplimiento de la obligación
del Estado de garantizar dichos derechos, por no haber prevenido su violación.

La Corte aclaró que, a fin de establecer un incumplimiento del deber de prevenir


violaciones a los derechos a la vida e integridad personal, debe verificarse que: i) las
autoridades estatales sabían, o debían haber sabido, de la existencia de un riesgo real e
inmediato para la vida y/o integridad personal de un individuo o grupo de individuos
determinado, y que ii) tales autoridades no adoptaron las medidas necesarias dentro del
ámbito de sus atribuciones que, juzgadas razonablemente, podían esperarse para prevenir o
evitar ese riesgo. Este estándar ha sido aplicado por la Corte, por ejemplo, en situaciones de
desaparición de mujeres ocurridas dentro de un contexto de aumento de violencia homicida
contra mujeres, e igualmente sería aplicable dentro de un contexto de aumento de violencia
homicida contra sindicalistas. Sin embargo, en el presente caso no se demostró que el
Estado supiese

o debiese haber sabido que existiera una situación de riesgo real e inminente en contra de
los sindicalistas con anterioridad a la denuncia de la desaparición del señor Gómez Virula.

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En consecuencia, la Corte consideró que el Estado no incumplió con su deber de garantizar
los derechos a la vida, a la integridad personal y la libertad personal del señor Gómez
Virula. Tomando en cuenta lo anterior, el Tribunal consideró que el Estado no violó el
derecho a la libertad de asociación del señor Gómez Virula.

B. Derechos a las garantías judiciales, y protección judicial en relación con la


obligación de respetar los derechos y el deber de adoptar disposiciones de derecho
interno

La Corte concluyó que el Estado: (i) no actuó con la debida diligencia para investigar la
desaparición de la víctima, a pesar de que sabía que era un líder de un sindicato que se
encontraba en conflicto con su lugar de trabajo; (ii) una vez hallado el cuerpo, tampoco
actuó con la debida diligencia necesaria para preservar la escena del delito, hacerse de
elementos probatorios durante las primeras diligencias y la autopsia no demuestra que se
haya realizado un estudio riguroso del cadáver; (iii) no agotó las líneas de investigación de
manera diligente, pues de la información disponible se desprende que no se tomaron las
acciones necesarias para investigar a las posibles personas responsables, e (iv) incumplió
con su obligación de investigar los hechos en un plazo razonable.

En virtud de lo anterior, la Corte concluyó que el Estado violó los derechos a las garantías
judiciales y a la protección judicial, reconocidos en los artículos 8.1 y 25.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, en perjuicio de Alexander Yovany Gómez Virula, Antonio Gómez Areano y Paula
Virula Dionicio.

C. Alegada violación al derecho a la integridad personal de los familiares

La Corte hizo notar que las argumentaciones sobre la alegada violación del derecho a la
integridad personal de los familiares se fundamentaron en la supuesta responsabilidad
estatal por la desaparición y muerte del señor Gómez Virula y la falta de investigación
adecuada de los hechos. La Corte consideró que no hay responsabilidad internacional del
Estado respecto al derecho mencionado, consagrado en el artículo 5 de la Convención
Americana, en tanto no estableció la participación estatal en la desaparición y muerte del
señor Gómez Virula y la falta de investigación de los hechos ya fue analizada dentro del
capítulo relativo a la violación de los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en
el cual fueron declaradas víctimas.

III. Reparaciones

La Corte ordenó al Estado: a) continuar las investigaciones que sean necesarias para
determinar y, en su caso, juzgar y sancionar a los responsables de la muerte del señor
Alexander Yovany Gómez Virula; b) investigar, aun en el supuesto que hubiese prescrito la
acción penal, los hechos ocurridos al solo efecto de satisfacer el derecho a la verdad de las
víctimas y de la sociedad; c) publicar la Sentencia y su resumen oficial, y d) pagar las
cantidades fijadas en la Sentencia por concepto de indemnizaciones por daños materiales e
inmateriales, así como el pago de costas y gastos.

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La Corte Interamericana de Derechos Humanos supervisará el cumplimiento íntegro de la
Sentencia, en ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido el caso una vez que
el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la Sentencia.

--Títulos y parte del texto fueron investigados y extraídos de


https://www.corteidh.or.cr/casos_sentencias.cfm.

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