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Cuando un cuerpo se calienta, emite radiación electromagnética de una longitud de onda λ que se
encuentra típicamente comprendida en el rango de longitudes de onda de 0,1 a 100µm, a la que
se denomina radiación térmica. Lo que denominamos radiación visible es una porción muy
estrecha del espectro y de la radiación térmica, que se extiende aproximadamente desde 0,35µm
hasta 0,75µm, como se muestra en la figura 3–1. Antes de calentarse el cuerpo también emitía
radiación electromagnética, pero de longitudes de onda mayores (menor energía) y estaba en
equilibrio térmico con el medio, esto es, emitía lo mismo que absorbía. A la distribución de energía
emitida en función de la longitud de onda o frecuencia de la radiación se le denomina espectro de
la radiación.
En los sólidos y líquidos opacos se produce una considerable absorción y emisión y, por tanto,
solamente una fina capa superficial interviene en el proceso de transmisión del calor por radiación
(el calor se transmite al resto del cuerpo por conducción y convección más que por radiación).
Para los cuerpos no conductores opacos, el espesor típico de esta capa es de ∼1mm, mientras que
para los conductores opacos, el espesor típico es de ∼1µm. En ambos casos, éste fenómeno se
considera como un fenómeno de superficie. Para cuerpos semitransparentes (vidrios, gases,
vapores, cristales, etc...), toda la sustancia interviene en el proceso de transmisión del calor por
radiación. La energía radiante de un emisor aumenta con la temperatura, ya que su energía
interna aumenta. Cuando la temperatura cambia, no sólo cambia la magnitud absoluta de la
energía, sino también su distribución en longitudes de onda (el espectro de la radiación). Al
aumentar la temperatura aumenta la proporción de radiación de longitud de onda corta (alta
frecuencia-alta energía) mientras que al disminuir la temperatura aumenta la proporción de
radiación de longitud de onda larga (baja frecuencia-baja energía). La transmisión del calor por
radiación térmica depende de la temperatura de una forma mucho más acusada que en el caso de
la conducción o la convección, pudiendo a altas temperaturas convertirse en el mecanismo