La lluvia ácida se forma por los contaminantes presentes en la atmósfera, pueden ser

naturales provenientes de actividades volcánicas o contaminantes antropogénicos,

aquellos generados por el humano. Como pueden ser la actividad industrial, el cismo de
combustibles fósiles, la quema agrícola…etc.

La lluvia ácida no solo se trata de precipitaciones, los gases también pueden presentarse
en forma de niebla o vapor de agua. No son estos compuestos los que nos contaminan si
no su reacción con la materia orgánica e inorgánica.

Se tratan principalmente de contaminantes primarios, aquellos vertidos directamente a la

atmósfera como los óxidos de azufre y nitrógeno, que se combinan con amoniaco para
formar nitrato de amoniaco.

Los óxidos de azufre (SOx) se encuentran principalmente cómo (SO2) y al combinarse

muy fácilmente con agua en la atmósfera, dan lugar al ácido sulfúrico el principal
compuesto presente en la lluvia ácida.

Otra realidad fuertemente relacionada con la lluvia ácida es el “smog”, un término

proveniente del inglés que combina niebla con humo. Es una forma de contaminación que
trata del estancamiento de aire contaminado en las capas bajas de la atmósfera. Existen el
smog fotoquímico y el sulfuroso, en el caso de la lluvia ácida el más relacionado es el
sulfuroso. Este smog se debe a la contaminación de óxidos de azufre como su nombre
indica, que al reaccionar con el vapor de la atmósfera forma ácido sulfuroso que queda
en suspensión formando una niebla cargada de contaminantes muy nocivos. Sin embargo,
lo más prejudicial es cuando estos contaminantes al oxidarse y disolverse con la lluvia,
depositan considerables cantidades de ácido en la superficie terrestre y acuática. Un 65%
aproximadamente se trata de los ácidos sulfurosos y el resto de los ácidos nítricos entre
otros compuestos.

Estas formas de contaminación fueron descubiertas en Europa, debido a los desastres

naturales que ocasionaban. En la época de los 70, empezaron a ser notorias las nubes con
coloración amarilla sobre algunas cuidades o la repentina desaparición o fallecimiento de
especies de los ríos, además de los suelos y hojas de plantas afectadas por la pigmentación
amarillenta.
Aunque es verdad que grandes potencias como China, Rusia o Estados Unidos sean de
los países que más problemas de lluvia ácida y smogs tienen, Europa no se queda atrás.

En España también sufrimos de lluvias ácidas y smogs, aunque no se hable

frecuentemente de ello. A pesar de que lo pueda parecer, la lluvia ácida no es un tema tan
reciente, aquí expongo unas noticias en las que se aprecia que ya había constancia del
problema en España hace unos años atrás.
Un caso relativamente reciente de lluvia ácida en España fue causado por los gases
químicos de la erupción volcánica de La Palma, en las Islas Canarias.

El volcán Cumbre Vieja estuvo 85 días activo, lo que supuso la emisión constante de
gases nocivos como son el dióxido de carbono, dióxido de azufre o sulfuro de hidrógeno
entre otros. Según fuentes como el periódico “El Confidencial”, se afirma que, alrededor
de un kilómetro se detectaron las primeras precipitaciones con altas concentraciones de
azufre.

A continuación, analizaré los tipos de contaminación atmosférica expuestos

anteriormente desde diferentes puntos de vista:

Una de las áreas que se ve más afectada por estos fenómenos es el medioambiente. Toda
el agua de la lluvia ácida recae sobre la superficies terrestres y masas de agua como los
ríos, océanos etc. El fallecimiento del fitoplancton o algunos tipos de crustáceos, ponen
en riesgo la supervivencia del resto de la cadena trófica. Además de ello, a los animales
terrestres les empieza a caer el pelo y a desgastar la mandíbula.

Los suelos son seriamente afectados por las deposiciones ácidas y terminan por
contaminar raíces de plantas que acaban por fenecer o directamente contaminar
producciones destinadas a la cadena alimentar. También tiene implicaciones económicas,
tanto para el productor que pierde bienes como para el país que hace que su producción
decrezca. Asimismo, vender alimentos contaminados a la larga, supondrá un incremento
en el número de enfermos.

Haciendo referencia al factor social, pienso que todos los gases tóxicos a los que nos
exponemos ante las lluvias ácidas y los smogs afectan directamente a nuestra salud
disminuyéndonos las defensas principalmente. El incremento y/o agravamiento de
enfermedades cardíacas, respiratorias o cánceres están totalmente relacionadas con los
gases nocivos a los que nos exponemos. Esto supone un gran costo económico, y a nivel
político, ya que aumenta en número de pacientes en centros sanitarios y del consumo de
medicamentos. Además de tener que sustentar la sanidad pública y que numerosas
personas pidan la baja, se generará una gran demanda para personal médico.
Otro factor a tener en cuenta es el histórico o arquitectónico. Muchos edificios y
monumentos se degradan debido a una deposición húmeda, es decir, cuando gases como
el azufre o nitrógeno entran en contacto con agua y forman ácidos. Esto afecta tanto a
nivel político-económico, ya que hay que restaurarlos cada poco tiempo como a nivel
social. Afecta al turismo ya que nadie quiere visitar un país en el que monumentos o
edificios históricos no se puedan apreciar. Un ejemplo son los monumentos Mayas de
Tulum, en México, dónde la roca caliza reacciona con los ácidos y se deteriora perdiendo
pintura y viéndose más antigua.

Como último punto me gustaría analizar las restricciones de tráfico en las grandes
cuidades. Haciendo referencia a la cuidad de Madrid, las cumbres y políticas
medioambientales, tienen como finalidad disminuir en gran medida los gases
contaminantes y el uso de combustibles fósiles. Esto tiene un gran impacto
socioeconómico, ya que, si el estado fomenta la utilización de transporte público gratuito,
más turistas querrán visitar la cuidad. Una cuidad con aire de calidad, calles transitables
para peatones por las restricciones de tráfico y transporte público gratuito, atraerá el
turismo en mayor medida y a su vez potenciará la economía del país.

A modo de conclusión, afirmo que la lluvia ácida no solo ocasiona todos los daños
expuestos anteriormente, también contribuye al calentamiento global de la tierra mediante
el efecto invernadero y al incremento de gases altamente tóxicos en nuestro día a día.

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