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Claudia Lecha Fernández (716179), Grupo 4.

REFLEXIÓN CARTOGRAFÍA
Durante mi época en Educación Infantil y Primaria, los métodos y metodologías
empleados por los profesores si que eran más novedosos e innovadores, que la típica clase
magistral que posteriormente me tocó vivir tanto en la secundaria como en la universidad.
Siento, que al estar en una época más “inocente”, en la que somos más “moldeables” (por
decirlo de alguna manera), facilita que aprendamos a través de otros métodos más dinámicos
en las que tenemos el protagonismo nosotros. Mientras que durante la adolescencia, debido
a las hormonas y los cambios, los profesores no tienen tanta paciencia para atendernos de
forma más individualizada y pasan a un método más general en el que todos debemos estar
cortados por el mismo patrón. Todo esto al menos desde mi propia experiencia personal.

Al pasar a la universidad y debido a que mi primera carrera era totalmente teórica,


continue con las clases magistrales de forma predominante, donde las prácticas no
abundaron. Sin embargo, si que note un cambio en los profesores que me permitió ser más
independiente y autónoma, teniendo que responsabilizarme de mi aprendizaje y de mi
organización en el ámbito educativo. En términos generales, mi primera carrera me enriqueció
más por la cooperación y la solidaridad creada entre mis compañeros, que nos ayudábamos
al pasarnos apuntes y explicarnos el temario que nos parecía más confuso.

Por otra parte, durante mis años universitarios comencé mi voluntariado en Tigres,
sección de ocio y tiempo libre de Atades. Durante estos tres años de voluntariado aprendí un
montón a tratar con personas con diversidad, cada una con diferentes discapacidades. Me
ayudó a eliminar el tabú inicial que tenía y continúa teniendo mucha gente de tratarlos como
“niños” o “angelitos”, puesto que son personas que al igual que los demás necesitan un trato
individualizado, ya que no tratamos a todo el mundo por igual.

Tras realizar esta cartografía he sido consciente de forma más clara que en anteriores
ocasiones, que a lo largo de formación el único sistema educativo que he vivido ha sido el que
corta a las personas por un patrón exacto, descartando a aquellos que no encajan dentro de
dichos cánones establecidos. Tanto personas con discapacidades como con problemas
socioeconómicos, así como extranjeros que desconocían el idioma han sido apartados del
mismo. Recuerdo por ejemplo más concretamente en sexto de primaria, un alumno africano
que desconocía el idioma y no era capaz de seguir el ritmo de las clases, no teniendo la
atención necesaria recibida. Por otro lado en mi instituto, solo encontrábamos dos personas
con discapacidad motora y las personas de etnia gitana se veían apartadas en aulas con
“menor nivel” como las de diversificación. Al llegar a mi vida universitaria, la cosa no cambio
demasiado.

Es por esto, que tras realizar la cartografía he sido todavía más consciente de la
necesidad de inclusión, puesto que a pesar de que en los años de diferencia que me llevo con
mis compañeros y en la actualidad, el sistema educativo ha evolucionado hacia la inclusión,
existe todavía un largo camino que nos queda por recorrer.

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