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IPC- Unidad 6: Alternativas no reduccionistas para las ciencias

sociales. El nacimiento histórico de las ciencias sociales.

La verdad y las formas jurídicas de Michel Foucault


Conferencias I, IV y V.

Así como en la unidad 2 trabajamos contenidos de lógica, una disciplina incluida en las ciencias
formales y en las unidades anteriores trabajamos los métodos de validación en ciencias
naturales, en esta unidad vamos a trabajar alternativas no reduccionistas para las ciencias
sociales. Habíamos visto que el primer intento de pensar las ciencias sociales ancló en la
propuesta positivista de Augusto Comte, y habíamos visto que este autor reduce las ciencias
sociales a las ciencias de la naturaleza, y por eso habla de la necesidad de fundar la física social
partiendo de la idea de la unidad de la ciencia, desconociendo la especificidad de las ciencias que
estudian los fenómenos histórico-sociales. Además el positivismo no piensa en las relaciones
existentes entre la ciencia –como actividad histórica y humana- y la sociedad. Por el contrario
Michel Foucault, en estas conferencias que vamos a leer, va a pensar el nacimiento de las llamadas
ciencias sociales en relación con ciertas prácticas sociales, en relación con el surgimiento de la
sociedad disciplinaria, de la sociedad de control que va emergiendo de la mano de la consolidación
del capitalismo industrial

Primera conferencia
Foucault en la primera de estas conferencias nos aclara que lo que él se propone investigar es
histórico: ¿cómo se formaron dominios de saber a partir de ciertas prácticas sociales? Se propone
establecer “cómo es que las prácticas sociales pueden llegar a engendrar dominios de saber que
no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que hacen nacer además
formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento. El mismo sujeto de conocimiento
posee una historia, la relación del sujeto con el objeto; o, más claramente, la verdad misma tiene
una historia”. Esto quiere decir que las disciplinas científicas, los objetos que éstas estudian, los
conceptos y las técnicas que despliegan y aún los sujetos de conocimiento tienen un origen
histórico, son producto de ciertas condiciones históricas de emergencia. Tampoco hay un sujeto
universal y objetivo que sea siempre el mismo, la subjetividad misma es un resultado de
condiciones históricas. El sujeto es histórico, el objeto es histórico y la verdad misma también es
un producto de la historia, esto quiere decir que cambia, que deviene, que se modifica –
recordemos a Thomas Kuhn, que también señala el carácter histórico de los paradigmas y de las
comunidades científicas-.

En la primera conferencia, entonces, Michel Foucault aclara que lo que él pretende establecer es
el surgimiento histórico de las ciencias sociales y del hombre como objeto de estudio de estas
disciplinas. Y lo que va a señalar es que estas disciplinas que comienzan a formarse en el siglo XIX
nacen de las prácticas sociales de control y vigilancia que caracterizan lo que él denomina
“sociedad disciplinaria”. En relación a estas prácticas nace un saber acerca de la individualidad
humana, acerca del individuo normal o anormal, dentro o fuera de la regla. Por ello Foucault
afirma:“Podemos decir entonces que la historia de los dominios de saber en relación con las
prácticas sociales, excluida la preeminencia de un sujeto de conocimiento dado definitivamente, es
uno de los temas de investigación que propongo”.

A continuación Foucault nos aclara que el segundo tema en el que va a centrarse es en analizar los
discursos no solamente desde su aspecto lingüístico sino fundamentalmente como juegos
estratégicos de poder, de acción y reacción, como juegos polémicos y de dominación. Esto implica
que los discursos poseen una carga política. El tercer tema de investigación tiene que ver
específicamente con el sujeto, con reelaborar la teoría del sujeto, dejar de pensarlo como una
entidad transhistórica, dejar de conferirle una posición absoluta como hizo siempre la
epistemología que hereda los supuestos filosóficos modernos. Esta reelaboración de la teoría del
sujeto, esta crítica radical del sujeto humano, va a suponer investigar cómo se produce en la
historia la constitución de un sujeto que no está dado definitivamente

Ahora bien, entre las prácticas sociales en las que el análisis histórico permite localizar la
emergencia de nuevas formas de subjetividad, las prácticas jurídicas, o más precisamente, las
prácticas judiciales están, para Foucault, entre las más importantes. Por ello en estas conferencias
lo que lleva a cabo nuestro pensador es un análisis de esas prácticas judiciales, el análisis de cómo
en la historia de Occidente, se concibió y definió la manera en que podían ser juzgados y
castigados los hombres en función de los errores que habían cometido. Y en relación al nacimiento
de las ciencias sociales –que es el tema central que nos interesa subrayar en esta unidad 6- va a
analizar formas de análisis que él llama examen y que se inventan para resolver problemas
jurídicos, judiciales y penales. Para Foucault, estas formas de examen dieron origen a la Sociología,
la Psicología, la Psicopatología, la Criminología, el Psicoanálisis, es decir dieron origen a las
llamadas ciencias sociales. El intento de las conferencias es explicar cómo, al investigar el origen
de esas disciplinas, se ve que nacieron en conexión directa con la formación de un cierto número
de controles políticos y sociales, en los inicios de la sociedad capitalista, al final del siglo XIX.

En la primera conferencias, luego de explicar los temas sobre los que se centran sus
investigaciones, Foucault aclara que el pensamiento del filósofo alemán Federico Nietzsche es un
modelo para llevar a cabo las investigaciones que él propone, porque la filosofía de Nietzsche
analiza la formación misma del sujeto, hace un análisis histórico del nacimiento de ciertos
saberes dejando de lado la preeminencia del sujeto del conocimiento. Por eso Foucault sugiere
seguir algunos lineamientos de la concepción nietzscheana como un modelo para llevar a cabo el
análisis que él se propone.

Los elementos que va a tomar de la filosofía de Nietzsche tienen que ver con su concepción del
conocimiento y de la verdad. En principio Foucault nos explica que para Nietzsche el conocimiento
es un invento, el conocimiento fue inventado en un astro y en un determinado momento, el
conocimiento fue fabricado por la humanidad en relación a oscuras relaciones de poder; así como
la humanidad fabricó la rueda, o cualquier otra herramienta, así también fabricó el conocimiento.
Y según subraya Foucault, la palabra que emplea el filósofo alemán, “invención” —el término
alemán es Erfindung- se contrapone a otra palabra que opone a invención, la palabra «origen» -en
alemán Ursprung- . Cuando dice «invención» es para no decir «origen». Nietzsche nos dice que el
conocimiento no tiene origen, que no pertenece a la naturaleza humana, que no está inscripto en
la naturaleza humana, sino que fue fabricado, en un momento aconteció algo que lo hizo
aparecer. La invención supone, además, algo que posee un comienzo pequeño, bajo, mezquino,
inconfesable. Este es el punto crucial de la invención según el análisis de Foucault. Fue debido a
oscuras relaciones de poder que se inventó el conocimiento y esta es la idea que va a tomar
nuestro autor: le va a oponer a la solemnidad del origen, desde un análisis histórico, la pequeñez
inconfesable de esas fabricaciones e invenciones que poseen una cuota de azar, que podrían no
haber existido.

Otro elemento que Foucault toma de la concepción nietzscheana del conocimiento es que no
existe ninguna semejanza ni afinidad previa entre el conocimiento y las cosas a conocer. Entre el
sujeto que conoce y el objeto no hay afinidad, no hay ninguna garantía de que el sujeto pueda
llegar a la verdad, no hay ninguna garantía de que el sujeto pueda llegar a un conocimiento que
concuerde con ese objeto. Esta idea implica una ruptura con la concepción moderna del
conocimiento, porque para Nietzsche –y esta es la idea que toma Foucault- tenemos una
naturaleza humana, un mundo, y entre ambos algo que se llama conocimiento, no habiendo entre
ellos ninguna afinidad, semejanza o incluso lazo de naturaleza. Y esto es así porque para Nietzsche
el mundo desconoce toda ley, el mundo no tiene orden, es un caos; es el sujeto el que pone ese
orden que no está en el mundo, la ley es algo que aporta el sujeto, las leyes no existen en la
naturaleza. De esto se desprende que no hay en el conocimiento nada del orden de la adecuación
o la concordancia, el conocimiento no busca concordar, el conocimiento supone una violación de
las cosas a conocer, supone imponerle a las cosas reglas de orden que le son ajenas a esas cosas,
supone en último término un desconocimiento, una maldad radical. Foucault señala que esta
concepción nietzscheana del conocimiento conlleva una ruptura con la tradición de la filosofía
occidental. La ruptura se da entre el conocimiento y las cosas, y si hay una ruptura, una falta de
continuidad, una falta de armonía entre el conocimiento y las cosas a conocer, cae la necesidad de
postular a Dios como garante de la posibilidad de llegar a una verdad. Dios era el que garantizaba
la existencia de una armonía entre el conocimiento y las cosas; la idea de la bondad divina y la idea
de que Dios había creado al universo y a la humanidad con la misma estructura racional, eran las
que garantizaban la posibilidad de llegar a un conocimiento adecuado a la realidad, a un
conocimiento verdadero. La conclusión que saca Foucault es que si no existe más relación entre el
conocimiento y las cosas a conocer, si la relación entre éste y las cosas conocidas es arbitraria,
relación de poder y violencia, la existencia de Dios en el centro del sistema de conocimiento ya no
es más indispensable. La ruptura de la teoría del conocimiento con la teología comienza, para él,
con el análisis de Nietzsche –recordemos que este autor ha afirmado la muerte de Dios-.
Finalmente Foucault señala que, según la concepción nietzscheana, el conocimiento no es una
manera de aproximarse al objeto, de identificarse con él, sino de conservar el objeto a distancia,
de diferenciarse o de romper con él. Por eso Nietzsche relaciona al conocimiento con el reír, el
deplorar y el odiar, todos estos impulsos están en la raíz del conocimiento y tienen en común el
distanciamiento del objeto, una voluntad de alejarse de él y en último término de desconocerlo,
de negar su alteridad, de destruirlo. Por detrás del conocimiento hay una voluntad sin duda
oscura, no de asemejarse al objeto, sino por el contrario de alejarse de él y destruirlo: maldad
radical del conocimiento. Nietzsche coloca en el núcleo, en la raíz del conocimiento, algo así como
el odio, la lucha, la relación de poder.

De todo lo dicho se desprende que si queremos aproximarnos al conocimiento, si queremos


aprehenderlo en su raíz, debemos acercarnos a él- para Foucault- como políticos, debemos
comprender las relaciones políticas que hay detrás del conocimiento. Por eso un análisis que toma
como modelo a la concepción nietzscheana nos va a introducir de manera eficaz en una historia
política del conocimiento, nos va a permitir establecer cómo surgieron modos de saber a partir de
oscuras relaciones de poder inscriptas en prácticas sociales concretas. La teoría general del
conocimiento que emerge de los textos de Nietzsche, le permite a Foucault abordar el objeto de
sus conferencias: el problema de la formación de ciertos dominios de saber a partir de relaciones
de fuerza y relaciones políticas en la sociedad.

Cuarta conferencia
En la Conferencia cuarta Foucault define a la sociedad disciplinaria; esta sociedad se da en la
época del control social, es una sociedad panóptica, que quiere ver todo, una sociedad de
vigilancia y de ortopedia social. Aquí nuestro autor nos habla de Jeremy Bentham, un filósofo
político inglés que describió, para nuestro autor, de manera precisa las formas de poder en que
vivimos, presentándolas en un maravilloso y célebre modelo de esta sociedad de ortopedia
generalizada que es el famoso “Panóptico”. Una especie de modelo arquitectónico, de modelo de
institución que es útil tanto para las escuelas como para los hospitales, las prisiones, los
reformatorios, los hospicios o las fábricas. “El Panóptico era un sitio en forma de anillo en medio
del cual había un patio con una torre en el centro. El anillo estaba dividido en pequeñas celdas que
daban al interior y al exterior y en cada una de esas pequeñas celdas había, según los objetivos de
la institución, un niño aprendiendo a escribir, un obrero trabajando, un prisionero expiando sus
culpas, un loco actualizando su locura, etc. En la torre central había un vigilante y como cada celda
daba al mismo tiempo al exterior y al interior, la mirada del vigilante podía atravesar toda la celda;
en ella no había ningún punto de sombra y, por consiguiente, todo lo que el individuo hacía estaba
expuesto a la mirada de un vigilante que observaba a través de persianas, postigos semicerrados,
de tal modo que podía ver todo sin que nadie, a su vez, pudiera verlo.”

Para Bentham, este modelo arquitectónico podía ser empleado en toda una serie de instituciones.
El Panóptico, según la original lectura de Foucault, expresa la utopía de una sociedad y un tipo de
poder que es el propio de la sociedad actual. Nuestro filósofo, a partir de este modelo
arquitectónico pensado por Bentham, inaugura la categoría de sociedad panóptica y de
“panoptismo”. El panoptismo es una forma de saber que se apoya sobre el examen, ya no sobre la
indagación como en los siglos previos –esto es algo que Foucault desarrolla en las conferencias
anteriores-. La indagación era un procedimiento por el que se procuraba saber lo que había
ocurrido. Se trataba de reactualizar un acontecimiento pasado a través de los testimonios de
personas que eran capaces de saber. En el Panóptico se producirá algo diferente: ya no hay más
indagación sino vigilancia, examen. No se trata de reconstituir un acontecimiento sino de vigilar
sin interrupción. Vigilancia permanente sobre los individuos por alguien que ejerce sobre ellos un
poder —maestro de escuela, jefe de oficina, médico, psiquiatra, director de prisión— y que,
porque ejerce ese poder, tiene la posibilidad no sólo de vigilar sino también de constituir un saber
sobre aquellos a quienes vigila. Es éste un saber que no se caracteriza ya por determinar si algo
ocurrió o no, sino que ahora trata de verificar si un individuo se conduce o no como debe, si
cumple con las reglas, si cumple con las normas, es decir si su conducta y su accionar es normal.
Este nuevo saber no se organiza en torno a cuestiones tales como « ¿se hizo esto?, ¿quién lo
hizo?»; no se ordena en términos de presencia o ausencia, existencia o no-existencia, se organiza
alrededor de la norma, establece qué es normal y qué no lo es, qué cosa es incorrecta y qué cosa
es correcta, qué se debe o no hacer.

Entonces lo central de esta cuarta conferencia que debemos recordar es la definición de


“panoptismo”, esta idea supone el tipo de poder que se despliega en nuestra sociedad. Un poder
que conlleva una acción que se ejerce sobre las personas como vigilancia individual y continua –
pensemos hoy en las cámaras de vigilancia o los circuitos cerrados de tv- un control de castigo y
recompensa y una acción que se despliega como corrección, es decir, como método de formación
y transformación de los individuos en función de ciertas normas. Estos tres aspectos del
panoptismo —vigilancia, control y corrección— constituyen para Michel Foucault una dimensión
fundamental y característica de las relaciones de poder que existen en nuestra sociedad.

Quinta conferencia
En la quinta conferencia lo que va a desarrollar nuestro autor es que las instituciones panópticas
—fábrica, escuela, hospital psiquiátrico, hospital, prisión— en nuestra época no tienen por
finalidad excluir sino por el contrario fijar a los individuos. La fábrica no excluye a los individuos,
los liga a un aparato de producción. La escuela no excluye a los individuos, aun cuando los
encierra, los fija a un aparato de transmisión del saber. El hospital psiquiátrico no excluye a los
individuos, los vincula a un aparato de corrección y normalización. Y lo mismo ocurre con el
reformatorio y la prisión. Si bien los efectos de estas instituciones son la exclusión del individuo, su
finalidad primera es fijarlos a un aparato de normalización de los hombres y las mujeres. La
fábrica, la escuela, la prisión o los hospitales tienen por objetivo ligar al individuo al proceso de
producción. La formación y la corrección de los productores es la que va a garantizar la producción
en función de una determinada norma. En consecuencia es lícito para nuestro autor oponer la
reclusión del siglo XVIII -que excluye a los individuos del círculo social, que los margina, que los
desliga de él- a la que aparece en el siglo XIX, que tiene por función ligar a los individuos a los
aparatos de producción a partir de la formación y corrección de los productores: se trata entonces
para nuestro autor de una inclusión por exclusión.
Por eso Foucault opone a la reclusión la idea de secuestro, y va a llamar a la escuela, al hospital y a
la fábrica instituciones de secuestro; la reclusión del siglo XVIII, dirigida esencialmente a excluir a
los marginales o reforzar la marginalidad, se contrapone al secuestro del siglo XIX cuya finalidad
es la inclusión y la normalización a través de la combinación del control moral y social -nacido en
Inglaterra- y la institución propiamente francesa y estatal de la reclusión en un edificio, en un
espacio cerrado.

Esta quinta conferencia va a explicar para qué sirven esta red y estas instituciones de secuestro y
va a caracteriza la función de estas instituciones de la siguiente manera: en primer lugar, las
instituciones —pedagógicas, médicas, penales e industriales- tienen la propiedad de contemplar el
control sobre la totalidad o la casi totalidad del tiempo de los individuos. Son instituciones que se
encargan en cierta manera de toda la dimensión temporal de la vida de los individuos quienes
ponen su tiempo vital a disposición de ellas. Las instituciones de secuestro transforman el tiempo
vital en tiempo de trabajo al poner todo el tiempo de la existencia humana a disposición del
mercado de trabajo y de las exigencias del trabajo. La primera función de estas instituciones de
secuestro es la explotación de la totalidad del tiempo de vida de los hombres y de las mujeres.

La segunda función de las instituciones de secuestro no consiste ya en controlar el tiempo de los


individuos sino en controlar sus cuerpos para que estos se conviertan en fuerza de trabajo. En el
siglo XIX el cuerpo adquiere una significación totalmente diferente y deja de ser aquello que debe
ser atormentado, para convertirse en algo que ha de ser formado, reformado, corregido, en un
cuerpo que debe recibir ciertas cualidades, calificarse como cuerpo capaz de trabajar. Por ello se
disciplina a los cuerpos, se obliga a las personas a lavarse, se reprime la sexualidad, se apunta a
controlar, formar, valorizar, según un determinado sistema, el cuerpo del individuo. Esta segunda
función de transformación del cuerpo en fuerza de trabajo responde y se halla en relación
dialéctica con la función de transformación del tiempo en tiempo de trabajo.

La tercera función de estas instituciones de secuestros consiste en la creación de un nuevo y


curioso tipo de poder. Un poder polimorfo, de múltiples formas, polivalente. En algunos casos hay
un poder económico: en una fábrica el poder económico ofrece un salario a cambio de un tiempo
de trabajo en un aparato de producción que pertenece al propietario. Pero, por otro lado, en
todas estas instituciones hay un poder que no es sólo económico sino también político. Las
personas que dirigen esas instituciones se arrogan el derecho de dar órdenes, establecer
reglamentos, tomar medidas, expulsar a algunos individuos y aceptar a otros, etc. En tercer lugar,
este mismo poder, político y económico, es también judicial. En estas instituciones no sólo se dan
órdenes, se toman decisiones y se garantizan funciones tales como la producción o el aprendizaje,
también se tiene el derecho de castigar y recompensar, o de hacer comparecer ante instancias de
enjuiciamiento. El micro– poder que funciona en el interior de estas instituciones es al mismo
tiempo un poder judicial.

Por último, hay una cuarta característica del poder, y esta cuarta característica que señala Foucault
es la que nos interesa especialmente, se trata de un poder epistemológico, el poder de extraer un
saber de y sobre estos individuos ya sometidos a la observación y controlados por estos diferentes
poderes. Esto se da de dos maneras. Por ejemplo, en una institución como la fábrica el trabajo del
obrero y el saber que éste desarrolla acerca de su propio trabajo (los adelantos técnicos, las
pequeñas invenciones, las micro–adaptaciones que puede hacer en el curso de su trabajo) son
anotadas y registradas por el capataz por ejemplo, son extraídas de su práctica por el poder que se
ejerce sobre él a través de la vigilancia. Así, poco a poco, el trabajo del obrero es asumido por
cierto saber de la productividad (cuánto es normal que produzca un obrero, por ejemplo), saber
técnico de la producción que permitirá un refuerzo del control. Comprobamos de esta manera
cómo se forma un saber extraído de los individuos mismos a partir de su propio comportamiento.
Además de éste hay un segundo saber que se forma de la observación y clasificación de los
individuos, del registro, análisis y comparación de sus comportamientos. Al lado de este saber
tecnológico propio de todas las instituciones de secuestro, nace un saber de observación, de algún
modo clínico, el de la psiquiatría, la psicología, la psico– sociología, la criminología, etc. Los
individuos sobre los que se ejerce el poder pueden ser el lugar de donde se extrae el saber que
ellos mismos forman y que será acumulado según nuevas normas; o bien pueden ser objetos de
un saber que permitirá a su vez nuevas formas de control. Foucault da como ejemplo el saber
psiquiátrico que se formó a partir de la observación ejercida por los médicos que detentaban el
poder, o el saber de la pedagogía que se constituyó observando las adaptaciones del niño a las
tareas escolares. Esas adaptaciones fueron extraídas de su comportamiento y se convirtieron en
leyes de funcionamiento de las instituciones.

Recapitulando, la primera conclusión que extrae Foucault es que estas instituciones de secuestro,
de vigilancia y control, permiten que el tiempo de la vida se convierta en tiempo de trabajo, que
éste a su vez se transforme en fuerza de trabajo y que la fuerza de trabajo pase a ser fuerza
productiva. Es decir que las instituciones de secuestro fijan a los individuos al aparato productivo y
hacen posible un poder epistemológico y un saber acerca de esos individuos –en la escuela, en el
hospital, en la fábrica, en la cárcel- que hace posible el surgimiento de disciplinas que toman al
hombre como objeto de estudio, que definen lo que es normal y que, en función de esa norma
establecida, los someten a examen, refuerzan el control y pueden reformar a los que se apartan
de la norma.

La segunda conclusión que extrae Foucault es que la esencia del hombre no es el trabajo como
sostenía Marx, el trabajo no es en absoluto la esencia concreta del hombre o la existencia del
hombre en su forma concreta. Según señala nuestro autor, para que los hombres sean colocados
en el trabajo, es necesaria una serie de operaciones complejas que hacen que los individuos se
encuentren de modo real, no de una manera analítica sino sintética, vinculados al aparato de
producción. Para que la esencia del hombre pueda representarse como trabajo se necesita la
operación o la síntesis operada por un poder político. Para que haya plus-ganancia –la categoría
que formula Marx- es preciso que haya sub–poder, es preciso que al nivel de la existencia de la
humanidad se haya establecido una trama de poder político microscópico, capilar, capaz de fijar a
los individuos al aparato de producción, haciendo de ellos agentes productivos, trabajadores.

Entonces, para Foucault, la ligazón del hombre con el trabajo es sintética, política; es una ligazón
operada por el poder. No hay plus–ganancia sin sub–poder. Y cuando habla de sub– poder él se
está refiriendo a esos micro poderes, poderes capilares, red de poderes que atraviesan todo el
tejido social y se hallan presentes en el poder polimorfo que se despliega en las instituciones de
secuestro; no se trata de un aparato de Estado ni de la clase en el poder, sino del conjunto de
pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más microscópico.

La última conclusión que extrae Foucault en esta quinta conferencia, que debemos subrayar
especialmente, es que este sub–poder provocó al entrar en funcionamiento el nacimiento de
una serie de saberes —saberes del individuo, de la normalización, saberes correctivos— que se
multiplicaron en esas instituciones de secuestro haciendo que surgieran las llamadas ciencias
humanas o ciencias sociales y que apareciera el hombre como objeto de estudio de la ciencia.
Estos saberes y estos poderes están firmemente arraigados, para Foucault, no sólo en la existencia
concreta de la humanidad sino también en las relaciones de producción. Nuestro autor despliega
una visión sombría de las ciencias sociales, que están inscriptas en la lógica del poder disciplinario.
Las disciplinas sociales, esas peculiares formas de funcionamiento del saber, hacen posible para
Foucault –junto a ciertas determinaciones económicas y a ciertas relaciones de poder- el nivel de
la producción y la constitución de la plus–ganancia capitalista.

Queda claro que esta es una perspectiva epistemológica crítica, que no entiende a la constitución
de las ciencias sociales –como pensaba Comte- como resultado del desenvolvimiento necesario
del pensamiento racional humano, como un suceso sometido a una ley universal del desarrollo de
nuestra inteligencia. El nacimiento y la constitución de las ciencias humanas o sociales, por el
contrario, se halla para Foucault en relación con eventos histórico-políticos específicos, con la
necesidad del sistema capitalista de fijar a los individuos al aparato productivo; se halla en relación
con la presencia en las instituciones de secuestro de un sub-poder, un poder epistemológico que
hace posible la emergencia de un saber en relación a los individuos que se erige en norma para
examinar y disciplinar a hombres y mujeres y así reforzar el control.

Guía de lectura

1. ¿Qué elementos de la concepción nietzscheana del conocimiento toma Foucault como


modelo para llevar a cabo su historia política del nacimiento de las ciencias sociales?
2. Explique cómo caracteriza Foucault a la sociedad panóptica o disciplinaria.
3. Explique las diferentes funciones que señala Foucault en relación a las instituciones de
secuestro.
4. ¿Cómo caracteriza el autor al poder epistemológico presente en las instituciones de
secuestro y por qué las ciencias humanas son para este autor saberes correctivos, de la
normalización?
5. ¿Por qué las disciplinas sociales hacen posible para Foucault la producción capitalista y la
constitución de la plus–ganancia?

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